witsch, y muchos otros, incluyendo a Max Scheler y Karl Jaspers, quienes desarrollaron
intuiciones fenomenológicas en contacto y en paralelo con la obra de Husserl. Así,
la fenomenología como movimiento histórico está ejemplificado por una gama de pensadores extraordinariamente diversos. La fenomenología también se tradujo a diferentes climas, más notablemente en Francia, donde Emmanuel Levinas inició una tradición de exploración de la fenomenología que fue desarrollada de una manera idiosincrásica brillante por Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Maurice Merleau-Ponty, Michel Henry, Paul Ricoeur y muchos otros. Pero la fenomenología también proveyó de una plataforma para la exploración de otras posibilidades, incluyendo una revuelta en contra de la fenomenología. En Alemania, Rudolf Carnap reaccionó contra la visión de la metafísica de Heidegger; Theodor Adorno, Max Horkheimer y la Escuela de Frankfurt criticaron las limitaciones de la fenomenología desde la plataforma del marxismo. Hans-Georg Gadamer desarrolló la hermenéutica fenomenológica, y Hannah Arendt aplicó su modo fenomenológico de ver las cosas a la naturaleza de la acción humana en el mundo moderno. La deconstrucción de Jaques Derrida, también, encuentra su origen en ciertas preocupaciones acerca de la naturaleza de la significación y de la presencia en el centro de la obra de Husserl, así como también se proyecta sobre la concepción de la destrucción de la historia de la filosofía de Heidegger. En este libro, por tanto, he intentado no solamente dar una introducción accesible y crítica al precursor original, Brentano, y a los fundadores, Husserl y Heidegger, sino también he intentado indicar algo de la gama del desarrollo posterior del movimiento en Sartre, Levinas y Merleau-Ponty, por una parte, y de los alumnos de Heidegger, Hans-Georg Gadamer y Arendt, por otra parte. Quizá el rasgo más inusual de este libro radica en que he decidido incluir a ambos, Gadamer y Arendt, como importantes fenomenólogos a su propio modo, pero creo que su inclusión está completamente justificada y rectifica un rechazo anterior respecto a sus roles en el desarrollo de la historia de la fenomenología. La inclusión de Derrida, que puede asombrar a algunos puristas de la fenomenología considerándolo algo raro, está justificada, creo, sobre la base de su largo compromiso con los textos fenomenológicos. Aunque la fenomenología nunca llegó a ser un movimiento en el sentido que Husserl pretendió, aun así presenta la alternativa más coherente frente al proyecto de la conciencia naturalizante. El énfasis de la fenomenología en examinar las estructuras de la conciencia desde dentro, aún supone un reto a los todos los intentos en tercera persona por explicar la conciencia en términos de ciencia natural. Por esta razón, así como por su compleja concepción de la naturaleza de los elementos históricos y culturales de la experiencia humana, la fenomenología continuará desafiando a las otras escuelas de la filosofía hasta bien entrado el siglo XXI. He procurado escribir este libro de un modo accesible, libre de jerga. He intentado explicar los términos técnicos al tiempo que son introducidos, y de conectar la discusión fenomenológica con el vocabulario y las preocupaciones más tradicionales. Por encima de todo, he intentado mostrar el desarrollo de la fenomenología desde sus orígenes en Brentano hasta su crítica en Derrida. Debido a la singular importancia de Edmund Husserl y Martin Heidegger, he dedicado aproximadamente la mitad del libro a sus comprensiones de la fenomenología. He restringido principalmente mis referencias a las fuentes primarias de sus traducciones, ya que quiero apuntar a aquéllos interesados en el tema hacia los textos concretos mismos. Muy frecuentemente los estudiantes se han desanimado al explorar estos textos por su pura dificultad y com-