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Otto Kuss - Johann Micl CARTA A LOS HEBREOS CARTAS CATOLICAS a foo) Bee 10 Bi) ays Wad os We ie 6 BY ZF BIBLIOTECA HERDER SECCION DE SAGRADA ESCRITURA Vowunen 99 COMENTARIO DE RATISBONA AL NUEVO TESTAMENTO Publicado bajo la direccién de ALFRED WIKENHAUSER Y OTTO KUSS. Viti x oo ? BARCELONA EDITORIAL HERDER 1977 CARTA A LOS HEBREOS comentada por OTTO KUSS CARTAS CATOLICAS comentadas por JOHANN MICHL BARCELONA EDITORIAL HERDER R Whos 1977 ee Es PROPIEDAD ‘Versi6n castellana de FLORENCIO GaLiNDo, de las obras Oro Kuss, Der Brief an die Hebriier, y JOHANN Micut, Die Katholischen Briefe, en su 2.* ed. revisada y ampliada, Verlag Friedrich Pustet, Ratisbona © Verlag Friedrich Pustet, Regensburg © Editorial Herder $.A., Provenza 388, Barcelona (Espata) 1977 ISBN 84-254-0643-9 ri ISBN 84-254-0644-7 tela Depostro LEGAL: B. 49.179-1976 Graresa - Népoles, 249 - Barcelona PRINTED IN SPAIN INDICE Siglas y abreviaturas . CARTA A LOS HEBREOS Introduccién . + 1, La tradicién de la Iglesia antigua. ELLe 2. Fin, contenido y estructura. . . 3. Caracter literario y peculiaridades teologicas . : 4. Autor, destinatarios, tiempo y lugar de composicién . Bibliografia 2... Resumen dela carta. . . . . Texto y comentario * CARTAS CATOLICAS Introduccién general . ; 1. Concepto y nombre . 2. Particularidad literaria . 3. Valor canénico Bibliografia CARTA DE SANTIAGO Introduccién . Contenido 3 y carhcter propio 7 Autor . . Lectores Circunstancia Imporancia . . 1. sibliografia Beaeno * Para m&s detalles, constltese el Resumen de la carta. 7 de origen y tiempo de composicién . i 17 7 18 22 29 35 39 45 311 311 313 318 324 325, 325 329 333 336 339 341 Indice Texto y comentario. . eee Dedicatoria y saludo, A. 7 : Resistir con constancia las tentaciones, ‘1248 . No basta con ofr el Evangelio; es necesario vivir conforme a 4, 1,19-27. . SEL EEECELLE pro 3. Contra la acepeién de personas, 21-13 - 4, La fe y las obras, 21426 . S. El dominio de la lengua, 31-12... 6 La verdadera y la falsa sabiduria, 313-18 . 7. Evitar las discordias, 4,1-12 . 8. jAy de los mereaderes! jAy de los ricos!, 4,13-5,6 . 9, Exhortacién a la paciencia y prohibicién del juramento, 5,7-12 10. Exhortacién a orar y a convertir al extraviado, 5,13-20 . CARTA DE SAN JUDAS Introduccién : 1. Contenido y carscter aesbiak 7 2. Autor . ; 3. Destinatarios . . 4. Cireunstancias de origen y fecha de composicion . 5. Importancia de la carta . 7 Bibliografia 7 Texto y comentario. . eee ee Dedicatoria y saludo, 2. 7 1, Voz de alerta contra los seductores, 3- 16. 2, Exhortacién a los fieles, 17-23 . Conclusién de la carta, 2425 . PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO Introduccién : 1. Contenido y caracteristicas de Ia carta . 2, Autor . eee 3. Destinatarios : 4 Cireunstancias de origen y fecha de composicion ; Importancia de la carta. 2. : lige one SEE Teer Texto y comentario. . aa Dedicatoria y saludo, 11-2 L Los cristianos, llamados a Ja salvacién, 1,3-12 . JE, Consecuencias practicas para Ia vida, 1,13-5,11 . 1, Deberes del cristiano para con Dios, 1,13-2,10 . 2, Deberes del cristiano para con los hombres, 2,11-3,12 . 3. Los cristianos en la persecucién, 3,13-4,11 . 8 408 41 41 412 412 4l3 430 434 437 437 442 445 447 450 452 453 453 455 467 467 495 Indice 4. Conclusion y exhortacion final, 4,12-5,11 . Conclusion, 5,12-14 SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO Introduccién . .. toe ee 1. Contenido y caracteristicas de la carta soe Da TA tetova Le ooo 4. Cirounstancias de origen y tiempo de composicion . 5. Importancia . . . ek Biblografia 2. 0. ee ee Texto y comentario . Dedicatoria de la carta y saludo, 1s - J. Exhortacion crecer en la fe, 1,3-12 1. Lo que Dios ha hecho y fo que los cristianos deben hacer, 13-11. : He 2 Garantia de la esperanza, 1,12-21 . : Il, Voz de alerta contra los futuros falsos maestros, 2,1-3,13 . 1. La falsa libertad, 2,1-22 . 2. Las dudas sobre el retorno del "Sehr, ‘3, 43. Exhortaciones finales, 3,14-18 . : PRIMERA CARTA DE SAN JUAN Introduccion . 1, Contenido y caracteristicas de Ja carta. ele 2 Autor 6 3, Destinatarios 4, Cireunstancias de pHeeRe y fecha de componicion 7 5. Importancia EEE Soe By dati Se EERE Texto y comentario . Introduecién. Objeto de la predicacion y objeto de Ia carta 1,1-4 1. Comunién con Dios mediante la observancia de los manda- mientos, 15-217. . 2. se oeee= Ti. Estar alerta contra los falsos macstros, 2 18-; 27. . Il. Deberes que se infieren de la esperanza cristiana, 2,28- 324. IV. Discrecién de espiritus, 4,1-6 . soe ee Vv. Amor y fe auténticos, 4,7-5,4 . VI. Cristo, hijo de Dios y dispensador « de la vida, 5,5-12 . Palabras finales, 5,13-21 . Sea 513 520 522 522 527 531 532 534 535 536 536 538 538 542 547 547 5$7 572 576 576 583 585 586 587 589 590 590 596 612 624 641 645 653 659 Indice SEGUNDA CARTA DE SAN JUAN Introduccién © 6 eee Texto y comentario. . . . . Dedicatoria, 1-3. 2. we Vivir en el amor, 46. : Fidelidad a Ia recta doctrina . Conclusién, 12s TERCERA CARTA DE SAN JUAN Introduccién Texto y comentario INDICES Citas biblicas . saeenraer Libros apécrifos y escritos afines. Literatura antigua y cristiana primitiva . Autores ae Analitico . De «excursus» . 10 676 679 679 681 683 685 687 689 699 738 741 751 788 714 SIGLAS Y ABREVIATURAS LIBROS DE LA BIBLIA Abd = Abdias Gén Génesis Nah Act = Actos Hab Habacuc Neh Ag Ageo Heb Hebreos Nom Am Amés Is Isaias Os Ap Apocalipsis Jds Judas Par Bar Baruc Jdt Judit Pe Cant Cantar Jer Jeremias Prov Col —_Colosenses wt Joel Re Cor Corintios In Juan Rom Dan Daniel Job Job Rut Dt Deuteronomio Jon Jonas Sab Ecl —_Eclesidstes Jos Josué Sal Eclo Eclesiastico Jue Jueces Sam Ef Efesios Lam Lamentaciones Sant Esd Esdras Le Lucas Sof Est Ester Lev Levitico Tes Ex Bxodo Mac Macabeos Tim Ez Ezequiel Mal Malaquias Tit Fim = Filemén Mec = Marcos Tob Flp _Filipenses Miq Miqueas Zaz Gal Galatas Mt = Mateo APOCRIFOS ActPe Hechos de Pedro ApBar (sir) Apocalipsis de Baruc (siriaco) ApMo Apocalipsis de Moisés 11 Nabam Nehemias Némeros Oseas Paralipémenos Pedro Proverbios Reyes Romanos Rut Sabiduria Salmos Samuel Santiago Sofonfas Tesalonicenses Timoteo Tito Tobias Zacarias ApPe Asis ‘AsMo 4Esd EuPo Hen (esl) Hen (et) Hen (gr) Jub 3Mac 4Mac sib TestBenj TestGad TestJu TestLev TestNeft Siglas y abreviaturas Apocalipsis de Pedro Ascension de Isaias Ascensién de Moisés Cuarto libro de Esdras Evangelio de Pedro Henoc (eslavo) Henoe (etidpico) Henoc (griego) Libro de los jubileos Tercer libro de los Macabeos Cuarto libro de los Macabeos Libros sibilinos Testamento de Benjamin Testamento de Gad Testamento de Jud4 Testamento de Levi Testamento de Neftali OTRAS ABREVIATURAS CORRIENTES AT cap. cf. NT par s ss. ve LXX NOTAS IMPORTANTES Antiguo Testamento capitulo confréntese Nuevo Testamento y textos paralelos y el versiculo siguiente y los dos versiculos siguientes versiculo(s) Versién griega del AT por los Setenta En los textos biblicos, los paréntesis () encierran palabras afiadidas por el traductor, para mayor claridad; los corchetes [] versiculos o partes de versiculo que faltan en los textos mAs importantes. Para la traduccién castellana que damos con el presente comentario (ajustada a las variantes textuales adoptadas y comentadas por el autor), se partié de nuestra versién ecuménica del Nuevo Testamento. 12 CARTA A LOS HEBREOS Comentario de Otto Kuss IOSEPHO PASCHER INTRODUCCION 1. La tradicién de la Iglesia antigua El primer documento que con seguridad se ocupa de la carta a los Hebreos, y concretamente de los conceptos y formulaciones teolégicas que le son propias, es la Carta de Clemente Romano a los Corintios (hacia el 96). Este escrito presenta varios puntos de contacto con la carta a los Hebreos, y quiz4, incluso, citas de ésta', pero tales puntos de contacto no son suficientes para precisar si Ja 1Clem tenia noticias concretas acerca del autor y de los desti- natarios de nuestra carta. De Roma proviene igualmente el otro escrito en que se habla, o al menos se alude a la carta a los He- breos: el Pastor de Hermas (hacia 145). En la Iglesia de oriente la carta goz6 ya en los primeros tiem- pos de gran ascendiente. E] «bienaventurado presbiteron (= Pan- teno)?, Clemente de Alejandria* y, con cierta reserva, Origenes *, yen en ella un escrito del apéstol Pablo y la incluyen en el Canon, cosa que Clemente de Alejandria hace en forma particularmente explicita. En los afios siguientes la Iglesia de oriente acepta, sin reparos de ningin género, la carta a los Hebreos como carta canénica de Pablo. En occidente, en cambio, no se quiso reco- nocerla como auténtica carta paulina hasta fines del siglo 1v, pese CE, p. ej, 1Clem 36,1-5 con Heb 2,17; 4,15; 1,3.4.7.5.13, Eusesio, HE vi, 14,4. Id., HE vi, 14,2s. Id., HE vi, 25,11ss. aye 7 Introduccién a los Hebreos a que ya era conocida desde el tiempo de la 1Clem. En el frag- mento de Muratori (hacia 200) se omite, igual que en el Catdlogo del presbitero Gayo, algo posterior’. Ireneo (f hacia 202) e Hi- pélito de Roma (t+ 235) no la consideran ni paulina ni candnica. Tertuliano (f después de 220) menciona la carta como «escrita a los Hebreos», pero da como autor a Bernabé y no la tiene por canénica“. Cipriano (f 258) no hace mencién de ella, y el Ambrosiaster (segunda mitad del siglo 1v) precisa que las cartas de Pablo son 13, omitiendo la de los Hebreos, a pesar de que la conoce. En cuanto a Roma, Eusebio afirma, refiriéndose a los tres primeros decenios del siglo tv: «Hasta el dia de hoy hay en Roma quienes se niegan a reconocerla como escrito del Apéstol» *. Gracias ante todo al influjo de los grandes padres latinos, que cultivaron estrechas relaciones con la teologia griega, desde fines del siglo 1v la carta a los Hebreos consolida su posicién incluso en occidente. En el afio 405 el papa Inocencio 1, respon- diendo a una peticién del obispo Exuperio de Tolosa, la comu- nica una lista de los libros candnicos, en la cual se habla de 14 cartas de Pablo. Poco antes, el Sinodo m1 de Cartago (397) habia presentado un compendio de los escritos que forman parte del Canon, incluyendo después de las «trece cartas del apdstol Pablo» Ja carta a los Hebreos, presenténdola como «del mismo autor» pero coloc4ndola en lugar aparte, con lo cual confirmaba la situa- cién especial de este escrito. 2. Fin, contenido y estructura La carta a los Hebreos se presenta a si misma como «discurso de exhortacién» 7. Escrita para una comunidad que atraviesa por un periodo de desfallecimiento, se propone infundirle nuevo vigor, y para ello acude a numerosas exhortaciones directas, y sobre todo le envia instrucciones destinadas a completar sus conocimien- tos teolégicos. La historia de salvacién se desenvuelve a lo largo 4a. TERTULIANO, De pudicitia 20. 5. Evusepio, HE vi, 20,3. 6. Eusepio, HE vi, 20,3; cf. m, 3,5. 7. Heb 13,22; cf. Act 13,15. 18 Texto contenido y estructura del Antiguo Testamento (es uno de los axiomas del cristianismo), pero el culto del Antiguo Testamento, aunque ordenado por Dios, ha visto ahora realizado en Jesucristo todo cuanto simbo- lizaba, Hegando asi a su etapa final. El autor demuestra esta afirmaci6n con una exégesis de la Escritura que revela gran co- nocimiento de ella. Quiere con esto que la comunidad se dé cuenta del papel decisivo que le ha correspondido en los planes de Dios (véase p.ej. 11,39.40), se enorgullezca de ello y recupere su vita- lidad inicial para hacer frente a las dificultades. Seria casi impo- sible dudar de que la carta se dirige a una comunidad determinada, que el autor conoce muy bien (cf. 13,19) y no pierde de vista un momento. Esta comunidad recibi6 en otro tiempo las verdades fundamentales relativas a Cristo, los rudimentos (6,1.2); los que escucharon Ia salvacién de labios del Sefior la anunciaron a la generaci6n a que pertenecen tanto el autor como la comunidad, que es precisamente la segunda generacién cristiana (2,3). La comunidad ha dado ya pruebas de eficiencia*, pero ahora ha caido en estado de parialisis®, que la hace facilmente vulnerable a falsas doctrinas (13,9) y la coloca al borde de la apostasia ”. Ayudarle a superar el peligro de tal crisis, es el prop6sito del autor. Documentos como la carta a los Hebreos constituyen una uni- dad organica, y en principio se resisten a toda division en partes claramente distintas, corriente en el caso de escritos sistematicos. Con todo, aun en este «discurso de exhortacién» (13,22) es posible agrupar ideas que guardan estrecha relacién entre si y organizar cierta estructura. Omitiendo toda introduccién de sabor epistolar, ya desde las primeras lineas la carta presenta a sus lectores el pensamiento teolégico central (1,1-4), si bien en forma todavia velada y sin mencionar la palabra clave del resto del escrito, «sumo sacerdote». Se pueden distinguir tres grandes partes. En Ja primera (1,1-4,13) se hace ver claramente la preeminencia del portador escatolégico de la revelacién sobre los Angeles, que son esencialmente servidores (1,5-14), y sobre Moisés, cuya misién estaba ordenada a algo ulterior (3,1-6). Se trata de una exposicién 8. Heb 6,10.11; 10,32.34. 9. Véase, por ejemplo Heb 12,1.13; 10,25. 10. Heb 6,4-6; 10,26-29; 12,16.17. 19 Introduccién a los Hebreos exegética en Ja cual alternan reflexiones teoldgicas y exhortacio- nes! que llaman la atencién sobre la grandeza de la vocacién cristiana y Ja seriedad de los deberes que ella implica. Con una exhortacién (4,14.16) principia también la segunda parte (4,14-10,18), que es propiamente el niicleo de la carta, en la cual se expone ampliamente la idea cristolégica central del autor, su ensefianza relativa al sumo sacerdote de la nueva alianza y a su obra de salvacién. Tras una breve presentacién del tema (como antes en 2,5-18) y la explicacién del sentido profundo que tiene la humillacién de Jesis (4,14-5,10), se incluye inmediata- mente una nueva seccién parenética: la comunidad debe preocu- parse de adquirir ms madurez en su instruccién (5,11-6,3), debe guardarse de dejar escapar una oportunidad que no se volvera a presentar (6,4-8); con todo, las pruebas de fidelidad que ya ha dado, aunque no sean muchas, y sobre todo la promesa de Dios, reforzada con juramento, son motivo suficiente para recuperar la confianza y cobrar nuevo 4nimo (6,9-20). El pasaje siguiente, que en si constituye una unidad aparte (7,1-10,18), empieza destacando Ja preeminencia del sacerdocio de Melquisedec sobre el antiguo sacerdocio levitico (7,1-10), para pasar a describir luego la dignidad del sacerdocio del Nuevo Testamento y su cardcter tipologico (8,1-10,18). La transicién a la tercera parte (10,19-13,25) es asimismo una exhortacion, que hace ver con toda franqueza lo serio de la si- tuacién, apelando al mismo tiempo, con fino tacto pastoral, a las buenas cualidades de los destinatarios, demostradas ya en tiempos anteriores (10,19-39). El incomparable capitulo 11 corre por entre Ja profusion de testigos de la fe mds insignes del Antiguo Testa- mento, en los cuales se ofrecen a la comunidad modelos que les sirvan de consuelo y de estimulo (11,1-40); sigue luego un alud de exhortaciones y de amenazas, unas nuevas y otras repetidas (12,1-17.25-28), interrumpido por una descripcién grandiosa de Ja antigua y de la nueva alianza (12,18-24). Con numerosas exhor- taciones particulares, que se refieren sobre todo a Ja vida comin y al orden en la comunidad (13,1-17), y con una conclusion carac- 1, Heb 2,1-4; 3,1.6; 3,7-4,13. Texto contenido y estructura teristica del estilo epistolar (13,18-25), que contrasta con el prin- cipio del escrito, termina la carta «a los Hebreos». El cardcter que la carta a los Hebreos tiene de «discurso de exhortacién» (13,22), de prédica, de orientacién pastoral, favorece poco la idea de que su autor se haya propuesto ceflirse a una divisién precisa y detallada, bien calculada, casi sutil, 0 de que una division tal se pueda aplicar minuciosamente al escrito. Los numerosos intentos, en parte discordantes, de presentar la estruc- tura de todo el documento como una unidad planeada de ante- mano en todos sus detalles no van més allé de demostrar clara- mente que el autor sabe bien lo que quiere decir, 0, en otros términos, que tiene un «plan» para toda la obra, y que, como todo predicador y todo orador, emprende su tarea contando con una determinada provision de ideas, limitada por su propia ma- nera de ver Jas cosas y por las necesidades de los destinatarios. Pero la divisién sistematica que los mencionados exegetas presen- tan, demuestra m4s su propia conviccién y su ingenio constructor que la existencia de un plan fijo y minucioso, levantado en estricta conformidad con normas establecidas, al cual haya querido ceijirse el incognito autor del escrito. Parece, en consecuencia, que se presta mejor servicio y se contribuye mds a comprender tanto la situacién general y los de- talles del escrito como el pensamiento del autor, si sélo se presu- pone una divisién bastante eldstica y si se admite que el hilo del pensamiento se desenvuelve mds a partir de las circunstancias concretas del momento (el pastor se representa mentalmente la comunidad, conoce sus necesidades y habla para ella sin perderla un momento de vista), que suponiendo en juego un refinado aparato ret6rico. Se entiende, desde luego, que en aquellos pasajes en que se agrupan y desarrollan pensamientos afines, el lector se encuentra necesariamente ante determinados contextos homogéneos, a los cuales se podria dar titulo propio; pero en el caso de la carta a los Hebreos es practicamente imposible demostrar que el escritor se haya cefiido a esquemas preestablecidos. 12. Véase, por ejemplo, los trabajos especializados de Thien, Haering, Vaganay, Descamps, Gyllenberg, Nauck, Vanhoye, a los cuales se agregan numerosos comentarios de otros autores. 21 Introduccién a los Hebreos 3. Cardcter literario y peculiaridades teoldgicas Llama la atencién que la carta a los Hebreos, igual que la primera carta de Juan, carezca de encabezamiento en estilo epis- tolar. Es cierto que en la Iglesia antigua se la consideré siempre como carta, dandosele incluso el titulo de carta «a los Hebreos», pero esta circunstancia no tiene valor decisivo cuando se trata de precisar el verdadero cardcter literario del escrito, de acuerdo con los métodos que sigue la literatura moderna. Deissmann ha insis- tido en caracterizar la carta a los Hebreos como «epistola», enten- diendo por tal una carta artificial, en Ja cual el autor simplemente se sirve de la forma epistolar para dirigirse en realidad a un publico mds amplio que el de una carta corriente. Deissmann llega, incluso, hasta afirmar: «Si no fuera porque en 13,22-24 se tropieza con frases tipicas de una carta, a nadie le pasaria por Ja mente dar a nuestro escrito el nombre de epistola, y mucho menos el de carta.» Sin embargo, si se tiene en cuenta el criterio decisivo que el mismo Deissmann propone més adelante, parece verdadera carta: «La mayor parte de las cartas permanece para nosotros ininteligible, mientras ignoremos quiénes fueron los des+ linatarios y cual era la situacién de quien escribié; la mayor parte de las epistolas es, en cambio, comprensible, aun cuando no conoz- camos al presunto destinatario ni al autor.» No seria absurdo que a la carta a los Hebreos no se le puede negar el cardcter de imaginarse la carta a los Hebreos como una prédica compuesta para alguna comunidad bien determinada, y provista luego de una conclusién en estilo epistolar; pero en este caso la diferencia con Jas dem&s cartas comunitarias del Nuevo Testamento seria rela- tivamente insignificante. La falta de dedicatoria y de introduccién epistolar es, sin duda, una circunstancia extrafia. La hipétesis de que la carta haya tenido originalmente un encabezamiento semejante al de las demas cartas, que luego se habria perdido o se habria suprimido por razones que no conocemos, parece a toda costa inadmisible, por- que no hay ningiin indicio fundado de que la carta haya tenido en alguna época forma distinta de Ja actual. Después de todo, el 22 Cardcter literario y peculiaridades teoldgicas caracter epistolar del escrito queda suficientemente asegurado por Jos versiculos finales; el capitulo trece no se podria ni cercenar ni separar del resto, sin incurrir en arbitrariedad. Si se pudiera probar que en realidad la carta a los Hebreos corresponde por su forma, al menos por lo que toca a la omisién de un encabezamiento adecuado, a modelos propios del Asia Menor (Roller), se despe- jaria una incdgnita y se tendria, incluso, cierto indicio del lugar en que fue escrita (cf. infra); pero la hipétesis de una «mezcla de estilos», a que habria que recurrir en atencién a Ja conclusién de Ja carta, parece insostenible. La carta a los Hebreos est escrita en griego muy correcto; sin dar Ja menor impresi6n de rebuscamiento, el autor se muestra familiarizado con los recursos de Ja buena ret6rica griega de su tiempo. Construye periodos elegantes, dispone de un vocabulario selecto (muy distinto del de Jas grandes cartas paulinas), juega ingeniosamente con las palabras, sabe hacer uso de aliteraciones, antitesis, sutilezas ritmicas, y por su lenguaje pulido se distingue bastante de la retorica impetuosa e inconvencional de las grandes cartas paulinas. Puede decirse que el griego de la carta es original; es absolutamente infundada la hipotesis, aparecida ya en los pri- meros tiempos cristianos, de que se trata de la traduccién de un escrito hebreo', La habilidad lingiiistica y estilistica del autor esté aqui totalmente al servicio de su tarea; en ninguna parte queda la impresién de que se esté trabajando con una obra de arte retérico como base. El conjunto de la carta es, aun con sus cualidades indiscutibles, efecto esponténeo de un talento natural, enriquecido por una formacién exquisita, y sobre todo por un ver- dadero corazon de pastor. Asi se explica también Ja frecuencia con que alternan reflexiones teolégicas y exhortaciones, que fluyen naturalmente unas de otras. El autor de la carta a los Hebreos es ante todo y en definitiva un pastor de almas, plenamente convencido de su misién; de abi el carActer que presentan sus afirmaciones teolégicas. El quiere ofrecer ayuda espiritual a una comunidad que se halla en peligro (cf. supra, n.° 2), y lo hace por todos los medios a que puede 13. Asi, por ¢j., en Clemente de Alejandria: Eusesio, HE, 142s. 23 Introduccién a los Hebreos recurrir una cura de almas inspirada integramente en el Evan- gelio. Exhorta™, reprende (5,11-14), advierte, amenaza y muestra en términos apremiantes y convincentes la seriedad del momento actual"; m4s atin, infunde temor haciendo ver las diversas pers- pectivas de perdicién; su lenguaje adquiere entonces matices os- curos*, Pero por otra parte sabe atraerse la atencién de la co- munidad: la alaba, recordandole las pruebas de vida cristiana que ha dado” y, en imagenes felices, describe a los desalentados la realidad futura'* reavivando asi en ellos la gran esperanza cris- tiana (10,19.36-39); pero, sobre todo, trata, en la parte central de su escrito, apelando a nuevos desarrollos teologicos, de poner en movimiento fuerzas nuevas (7,1-10,18). En esto no hay raz6n, sin embargo, para establecer relacion inmediata entre la manera de reaccionar del autor y la situacién concreta de la comunidad a la cual se dirige. La presentaci6n ad- mirable de la historia de salvacién como de un gran’ proceso homogéneo (eff. cap. 11), la concepcién teolégica del acto salvador hecho realidad en Cristo, que él explica poniendo de relieve el verdadero sentido impuesto por Dios a toda la economia antigua 0, en otros términos, recurriendo a una interpretacién tipolégica de la historia (7,1-10,18), la vision de conjunto del autor, que abarca todos los espacios y los tiempos, la vitalidad y consistencia de su argumentacién teolégica: todo esto no podia menos de causar impacto en cualquier ambiente cristiano. Seria imposible pasar por alto el paralelismo entre la carta a los Hebreos y las grandes cartas paulinas, que, también frente a las comunidades de cris- tianos procedentes del paganismo, argumentan partiendo de la con- tinuidad entre Ja historia judia y la historia cristiana. En ellas, como en nuestra carta, el problema fundamental es uno mismo: demostrar que en el horrendo espectaculo de Ja cruz, en Ja humi- Tlaci6n de Cristo”, se esconde y se revela en realidad el amor compasivo de Dios. 14. Por ejemplo 3,6; 4,14; 611.12: 10,23-25; 12,12.13. 15, 2,1-4; 3,7-19; 4,1.11; 12,29. 16. 6,4-8; 10,26-31; 12, 16-17. 17. 6,9.10; 10,32-34, 18. Heb 11,13-16; 12,22-28. 19, Heb 11,26; 13,13. a Carécter literario y peculiaridades teolégicas Aspecto fundamental de la carta a los Hebreos es su imagen cultual del mundo. El autor ve en el culto de la antigua alianza el preémbulo de la obra salvadora de Cristo, llegando asi a un concepto de Ja muerte de Jestis en Ja cruz, para muchos motivo de escindalo, que, sin disonar con la explicacién ya existente del scandalum crucis, reviste matices muy propios. Al exponer tales ideas — preciso es insistir con énfasis en ello— el interés pri- mordial del autor no es de orden litirgico, sino de orden teolégico y parenético. Las dos realidades contrapuestas son el culto de la antigua alianza, tal como se lo describe en la Escritura, y el culto del sumo sacerdote de Ja nueva alianza, que, sancionado con su propio sacrificio, penetra hasta los ambitos del cielo. El autor presupone, desde luego, la forma concreta de culto que existe en Ja comunidad de los destinatarios, mas no es a tal culto al que quiere aludir directamente, y las circunstancias descritas, relati- vamente claras pero mencionadas siempre como de paso, no dan pie para suponer més que las formas cultuales sencillas de todas las primeras comunidades cristianas, en las cuales, sin duda, existia ya en germen lo esencial del desarrollo litirgico de tiempos pos- teriores. Si, a pesar de esto, se puede considerar la carta a los Hebreos como el documento mas antiguo de la liturgia cristiana, es porque en ella se sienta la base no sélo para comprender la tipologia del Antiguo Testamento con sentido teologico y soterio- l6gico, sino también para traducirla en nuevas formas de repre- sentacién litirgica. En este punto la carta de Clemente Romano a los Corintios da cuenta ya de importantes avances. Frecuentemente se ha querido explicar las peculiaridades cul- tual-teolégicas de la carta a los Hebreos suponiendo que los desti- natarios atravesaban por una situacién de especial peligro: éstos habrian sido judeocristianos de Jerusalén, 0 aun quiz4 antiguos sacerdotes judios, que estaban a punto de regresar al judaismo, atraidos por la pompa del culto de] templo, que continuaba cele- braéndose como antes. Pero frente a esta hipétesis tiene mucho peso Ja circunstancia de que en toda Ja carta no aparece una sola expresi6n en que con seguridad se presuponga la presencia actual del templo y del culto, como por ejemplo en Act 7,44-50; se trata simplemente de una contraposicién, con base en Ja Escritura, entre 25 Introduccién a los Hebreos i eva alianza, que puede ser tan actual hoy como en- tose Spann todos los cristianos, asi procedan del judaismo ° - la gentilidad: el andlisis teolégico de Ja etapa ya transcurrida de historia de salvacién es sencillamente uno de los puntos Pa, de reflexion cristiana. Sin duda es aventurado querer dictar al autor la forma en que ha debido expresarse si queria referirse a tal o cual asunto, pero en realidad seria dificil de comprender por qué el autor no dice ni una palabra acerca del templo si queria referirse a él, o si cuando escribi6, el templo existia atin. No es, pues, el culto del templo, con la pomposidad que le era propia, el peligro que mueve al autor a intervenir y al cual quiere salir al paso con la grandiosa vision del culto perfecto en el san- tuario del cielo; Ja amenaza contra la cual se yergue es mucho més grave: es la inquietud en torno al sentido que tiene la humi- llacion y Ja muerte dolorosa de Jestis, al significado del seandalum crucis, que a un cristianismo atacado de pardlisis debia Parecer cada dia mas incomprensible y dificil de aceptar. Ante tal situacion de peligro, el autor recuerda a la comunidad de los destinatarios la profesién que en otro tiempo hizo, y se la interpreta haciéndoles ver que la voluntad salvifica de Dios triunfa precisamente me- diante lo que es motivo de escdndalo: en su humillacion y en su muerte sangrienta es donde Jesis cumple a un mismo tiempo la funcién de sacerdote y de victima, y precisamente en esta forma da plena realidad a lo que el ceremonial de Ja antigua alianza, con toda su variedad de ritos, sélo anunciaba en figura. : Aun Jos comentaristas que rechazan toda relacién inmediata de la carta con Pablo, admiten frecuentemente que la carta a los Hebreos es por su teologia muy préxima al paulinismo. No es po- sible descender aqui a una comparacién minuciosa, pero tampoco quisiéramos dejar de Hamar la atencién sobre algunas de las seme- janzas mds importantes, no menos que acerca de algunas divergencias innegables. Elemento comin es, ante todo, el puesto central que ocupa la cristologia. Jesucristo, cuyo origen es la preexistencia di- yina®, se humillé y se hizo hombre” y, cumpliendo sumisamente 20. Heb 1.2.3.6 y 1Cor 8,6; 2Cor 4,4; Col 1,15-17. 21. Heb 2,14-17 y Rom 8,3; Gal 4,4; Flp 2,7. 26 Cardcter literario y peculiaridades teolégicas su misién salvadora™, permanecié sin pecado® y, mediante el sacrificio de si mismo, Iev6 a cabo la redencién en favor de «muchos», en favor nuestro™; inaugura la nueva alianza® y ad- quiere un nombre que est4 sobre todo nombre *. La interpretacion que se hace de la historia de salvacién ofrece en conjunto y en detalle numerosos paralelos”, y el final de Ja carta contiene por- menores, como por ejemplo la mencién de Timoteo (13,23), que evocan las cartas de Pablo. Son éstos sélo algunos ejemplos de Jugares que se corresponden. En cuanto a divergencias baste mencionar la circunstancia de que en la carta a los Hebreos falta por completo la teologia de la justificacién, de Ja resurreccién (a ésta se alude sélo de paso en 13,20) y del concepto paulino «en Cristo»; de importancia son, Por otra parte, la idea que en la carta se tiene de Ja fe” y el hecho de que mientras para Jas grandes cartas de Pablo la Jey del Antiguo Testamento y sus disposiciones morales aparecen en primer plano por su funcién desde el punto de vista antropoldgico y de la histo- tia de salvacion, en la carta a los Hebreos es la ley cultual la que se presenta como tipo de la obra salvadora de Jesucristo. Haciendo un balance general habria que decir: en terreno paulino ha crecido un nuevo Arbol, que tiene vida propia. Ya desde Grocio ({ 1645) se ha venido insistiendo en las rela- ciones que el autor de la carta a los Hebreos debié tener con el mundo intelectual de Filén. Aunque no hay argumentos que per- mitan confirmar ni excluir con seguridad un influjo inmediato de Filén o de sus escritos, tampoco se puede negar que la simple comparacién revela un ambiente alejandrino comin. Toda una serie de conceptos, de metdforas, de formas de pensar (incluso algunas peculiaridades del método exegético, aunque el alegorismo de Filon cede aqui el paso a una interpretacién de indole tipo- 22, Heb 5,8 y Rom 5,19; Fip 2,8. 23, Heb 4,15; 7,26 y 2Cor 5,21. 24. Heb 9,15 y Rom 3,24; 1Cor 1,30; Heb 9,28 y 1 Cor 5,7; Gal 2,20. 25. Heb 868 y 1Cor 11,25; 2Cor 3,6. 26, Heb 1,4 y Fip 2,9-11. 27. Heb 11,11.12.17-19 y Rom 4,17-20; Heb 3,7-19 y 1Cor 101-11. 28. CE. excursus que sigue a 11,2. 27 Introduccién a los Hebreos légica) muestra notable parentesco, pero con todo en el autor de la carta a los Hebreos no se descubre Ja menor huella de sustitu- cién del elemento hist6rico de la revelacién por el elemento filo- sofico, que es caracteristica primordial del pensamiento de Fil6n, esencialmente alegérico. El problema de si la carta a los Hebreos deja entrever algun influjo del pensamiento gnédstico, ha sido en aiios pasados objeto de frecuentes discusiones. En principio no hay por qué negar la necesidad de acudir a medios de expresién gndsticos, existentes en ambientes religiosos contempordneos, para hacer accesibles al pensamiento de aquella época ciertos aspectos de la teologia cris- tiana. Pero determinar en concreto dénde y hasta qué punto existe este influjo, es muy dificil, dado que toda demostracién debe apo- yarse casi exclusivamente en fuentes bastante tardias. Inadmisible es, en todo caso, interpretar el conjunto de la carta en sentido gndstico o considerar sus ideas centrales como esencialmente gnés- ticas. Si realmente se llega a comprobar la existencia de elementos gnésticos, mas o menos heterogéneos, éstos pueden considerarse solamente como recursos lingiiisticos usados para hacer entender el Evangelio tradicional a un mundo con categorias mentales distintas; pero el nucleo histérico permanece intacto, el suelo nativo pales- tino es inconfundible. La posibilidad, y aun quiz4 la necesidad de recurrir a maneras nuevas de pensar y de expresarse para ampliar el contenido esencial de la revelacién y facilitar asi su compren- sion, es algo que no hay para qué entrar a discutir. Desde los hallazgos en las grutas a orillas del Mar Muerto, conocidos hoy generalmente como los descubrimientos de Qumran, muchos se han preguntado si la carta a los Hebreos no guarda en alguna forma relacién especial con las «gentes de Qumran», © si los problemas que ella plantea, y que durante siglos han sido un enigma para la investigacion, no podrian por este camino hallar solucién, o al menos aclararse en parte (digna de plena confianza en este punto es sobre todo la posicién del cientifico judio Yadin y de Kosmala). Se ha expresado Ja hipotesis de que la carta se dirige a personas que piensan en categorias mesidnicas, pero que todavia no creen en Jestis; su propésito seria demostrar a tales gentes que Jestis es realmente el Mesias (Kosmala). 28 Autor, destinatarios, tiempo y lugar Las grandes esperanzas, quiz4 excesivas, con que en un princi- pio se acudié a los escritos de Qumran en busca de luz para la problematica de la carta a los Hebreos, se han visto, sin embargo, defraudadas. En la bibliografia correspondiente se puede observar como inicialmente casi todos los comentaristas ponian de relieve Jas numerosas coincidencias observadas, a primera vista sorpren- dentes (Yadin, Kosmala, Spicq, entre otros), y cmo con el tiempo, a medida que se fue analizando mas criticamente el material (Coppens, Bruce, H. Braun y otros), la mayor parte de tales coin- cidencias se disip6, y las pocas que quedaron en pie se empezaron a valorar desde otros puntos de vista. En conclusion, no es posible demostrar relacion inmediata de la carta a los Hebreos con Qumran © con las gentes pertenecientes a tales circulos, y muchos menos cualquier forma de dependencia directa. Fuera de discusion queda, desde luego, que en la carta a los Hebreos y en los escritos de Qumran se observa el influjo de cierto ambiente comin, pero, dado que ambos descansan en una misma base, los escritos sagrados del judaismo contempordneo, y ambos presentan ademés orienta- cién decididamente escatologica, seria muy extrafio que no exis- ticran tales puntos de contacto, aun presuponiendo que se ignoraran mutuamente. 4. Autor, destinatarios, tiempo y lugar de composicion Lo dicho hasta aqui ha demostrado suficientemente que, dadas. Jas peculiaridades literarias y teolégicas de Ja carta a los Hebreos, el problema gira en torno a cuatro puntos dificiles intimamente relacionados, que han sido siempre objeto de discusion y en cuya solucién cientffica no se han logrado avances de importancia: se trata de la cuestién relativa al autor, a los destinatarios, al tiempo y al lugar de composicién. Por Jo que toca al autor, la carta misma no ofrece ningtin dato; Jo unico que podria Hevar a pensar directamente en Pablo, o al menos en su influjo, es la mencién de Timoteo en 13,23. En el curso de los afios se ha propuesto toda una serie de posibilidades, de las cuales mencionaremos brevemente las principales. 29 Introduccién a los Hebreos La atribucién de la carta a Pablo es tesis antigua, que en ef terreno literario se apoya ante todo en los grandes escritores alejandrinos (cf. supra, n.° 1). Hasta qué punto Ja afirmacién de tales escritores se apoye en tradiciones fidedignas, es cosa bastante discutible, sin negar por ello que la teologia de la carta hace pensar en Pablo. Por el contrario, ya Origenes llama la atencién sobre la diferencia de estilo, si bien trata de salvar la tradici6n del origen paulino de Ia carta distinguiendo entre las «ideas» y la «expre- sién y estilo». Ver en el Apéstol al autor inmediato de la carta, es imposible. Tal es lo menos que se puede sacar en claro al observar de un encabezamiento epistolar, las huellas innegables de la segunda el estilo, el silencio sobre importantes temas paulinos, la omisién generacién cristiana (véase, p.ej., 2,3). Quien pretenda sostener cualquier forma de influjo directo del apéstol Pablo en la compo- sicién de la carta a los Hebreos, tendré que admitir por Jo menos que las ideas de Pablo recorrieron ya por cuenta propia un largo camino en Ja mente del autor antes de quedar fijadas por escrito; la conclusién implica a su vez que ha transcurrido cierto espacio de tiempo. Posicién igualmente insostenible es la de quienes, sin dejar de atribuir la carta directamente a Pablo, s6lo conceden la redaccin a un secretario. J. Bonsirven, que también ha escrito un comentario a la carta a los Hebreos, dice con raz6n en su Teologia del Nuevo Testamento (1951) a propdsito de la teologia paulina: «Por nuestra parte renunciamos a incluir en ella Ja carta a los Hebreos, en vista de su lenguaje, de su visién cultual del mundo, y de que en ella se echan de menos las ideas caracteristicas de Pablo.» Origenes menciona una tradicién segin la cual Clemente Roma- no habria sido el autor de la carta a los Hebreos”. Es una hipé- tesis que en tiempos mas recientes defendid también Erasmo, pero a la cual se oponen las notables diferencias literarias y teoldgicas, que saltan a la vista de todo lector, entre nuestra carta y la de Clemente. Que Lucas tradujo al griego una carta escrita por Pablo a los Hebreos en hebreo, es la opinion de Clemente de Alejandria®. Origenes da cuenta de otra tradicién en que se habla 29. HE vi, 25,1314. 30 Autor, destinatarios, tiempo y lugar de que Lucas escribié Ia carta, dando en ella forma literaria a ideas recibidas de Pablo (HE 25,13,14). Para Grocio (1583-1645), Lucas seria propiamente el autor. Esta hipdtesis es incompatible con el estilo y con las ideas de la carta. En una observacién hecha muy de paso, Tertuliano atribuye la carta a Bernabé*!. La hipétesis ha vuelto a cobrar fuerza en nues- tros dias entre exegetas como Riggenbach y Strathmann, que la consideran al menos como la posibilidad mejor fundada. Bernabé es uno de los grandes personajes de la Iglesia primitiva, oriundo de Chipre, por tanto de ambiente helenistico, y ademas levita (Act 4,36); por encargo de la comunidad de Jerusalén trabajé entre Jos gentiles convertidos en Antioquia, y por cierto en estrecha colaboracién con Pablo (Act 11,22-26), con quien sin embargo no se pudo entender més tarde. La posibilidad de que Bernabé haya sido el autor de la carta no es, pues, del todo infundada, y el testimonio de Tertuliano no carece de importancia. Producto de Ja fantasia seria, en todo caso, querer atribuir la carta a Bernabé con base sdlo en una pretendida relacién entre Act 4,36 («hijo de consolacién») y Heb 13,22 («palabra de consolacién» 0 «discurso de exhortacién»). Lo que realmente representa una seria dificultad contra la hipétesis, aun prescindiendo de las tradiciones diver- gentes que atribuyen la carta a otros personajes, es la forma en que en la carta se tratan los problemas cultuales, partiendo exclu- sivamente de la Escritura; zes posible que un levita no tuviera un concepto més claro del culto de su tiempo? A propésito de la inexactitud en la descripcién de ciertos pormenores rituales, véase el comentario a 7,27 y 9,4. A Apolo se le presenta en Act 18,24 como judio, alejandrino de origen, hombre elocuente (0, segin un sentido mds amplio del término griego, instruido, culto) y versado en las Escrituras. Este Personaje reuniria, pues, todas las cualidades que se observan en el autor de la carta a los Hebreos; ademés, el encuentro con Pris- cila y Aquilas (Act 18,26) explicaria sus relaciones un poco remotas con Pablo*, La hipétesis es seductora, pero el absoluto silencio 30. HE vi, 14,2. 31, TERTULIANO, De pudicitia 20. 32, Cf. también 1Cor 1,12; 3,4-6; 4,6. 31 Introduccién a los Hebreos de Ja antigua tradicién (sobre todo de la alejandrina) representa una grave dificultad en contra; Lutero fue el primero que incluy6 el nombre de Apolo en el debate, seguido mds tarde por varios exegetas, entre los cuales se destaca Bleek. Por lo demas, no existe el menor indicio de una actividad literaria de Apolo; la posibi- lidad de que él haya sido el autor de la carta es, pues, simplemente te6rica, y no hay base para darle siquiera cierta probabilidad. Muchos «maestros» del evangelio, cuyos nombres nos son desco- nocidos, podrian reunir los mismos requisitos que Apolo para ser autores de la carta a los Hebreos. Ya el mismo Bleek (1828) propuso atribuir la carta a Aquila. Harnack comparte mas tarde su opinién, pero antes que a Aqui- Jas preferiria él atribuirla a Priscila, su mujer, que, segin parece, gozaba de mayor ascendiente; ella se dirigirfa aqui a su comunidad, a la que en Roma se reunia en su casa (cf. Rom 16,5). Con esta hipotesis Harnack cree poder ofrecer al mismo tiempo explicacién al plural «nosotros» (en realidad no es mas que un plural «lite- ratio»), y sobre todo la falta de encabezamiento epistolar, en efecto, una mujer con pretensiones didacticas habria sido motivo de escdndalo en Ja antigua Iglesia, y esto habria Mevado a suprimir su presentacién y saludos al principio de la carta. La hipotesis carece de todo punto de apoyo en la tradicién, y el texto griego de 11,32 parece sugerir que el autor era un hombre, no una mujer. Como Presuntos autores se ha mencionado todavia a otros personajes: Silvano, Marcos, Tito, Pedro, el presbitero Aristion; se ve asi lo poco que en realidad satisfacen las soluciones anteriormente propuestas. Ante este estado de cosas no hay otra posibilidad que la de contentarnos con una imagen aproximada del autor, que se puede deducir del contenido mismo de Ja carta, y renunciar por com- pleto a saber cual fue su nombre. Aceptada esta posicién, se puede afirmar lo siguiente: un cristiano anénimo de la segunda genera- cién, judio de origen, versado en las Escrituras, poseedor de una buena cultura alejandrina, emparentado en muchos aspectos con el mundo intelectual de Filén; que a pesar del empleo que hace de ciertas formas de expresién de sabor gndstico, se guarda bien de desvanecer el elemento histérico de Ja revelacién con diva- 32 Autor, destinatarios, tiempo y lugar gaciones mitolégicas o filoséficas; tributario (en algunas ideas fundamentales) del pensamiento teologico de Pablo, pero capaz de elaborar por su cuenta y de exponer en estilo propio los principios teoldgicos; enteramente penetrado de la grandeza incomparable de Ja nueva alianza, hecha realidad en Jesucristo y superior a todos Jos simbolos que le precedieron: este cristiano andnimo escribe, consciente de su propia autoridad, a una comunidad que le es bien conocida por haber trabajado en ella y que se halla amenazada de abandonar la fe y de correr en pos de teorias falsas (posible- mente judeosincretistas). Con este su «discurso de exhortaci6n», en el cual se da a conocer como pastor experimentado, buen conocedor de recursos pedagégicos y algo inclinado a los métodos severos, trata de contener Ja ruina definitiva de la comunidad y de infun- dirle nuevas energias ampliando su instruccin religiosa. No menos dificil es el problema relativo a la comunidad de los destinatarios. El titulo «a los Hebreos» se conoce desde fines del siglo 11, pero, desde luego, no procede del autor, sino de com- piladores desconocidos, quienes seguramente lo dedujeron del contenido de Ja carta, expresando asi al mismo tiempo su convic- cién del origen paulino del escrito. El titulo tiene, pues, solamente valor de hipétesis muy antigua y puede, ademés, referirse a judeo- cristianos tanto de Palestina como de Ja didspora. La importante cuestién de si en los destinatarios se trata de judeocristianos o de cristianos provenientes de la gentilidad, desde tiempos muy remo- tos se hallaba resuelta en favor de los judeocristianos, hasta cuando, en 1836, E.M. Roeth defendié Ja tesis de que la comunidad de Jos destinatarios estaba formada por cristianos de origen pagano; esta hipdtesis ha conquistado entre tanto numerosos partidarios, sobre todo bajo Ja forma que se le ha dado posteriormente, segin Ja cual se trata de una comunidad en la que Ja contraposicién entre judeocristianos y etnicocristianos no tiene ya los caracteres de agresividad que tuvo en la primera comunidad de Jerusalén: es una comunidad cristiana como cualquier otra, y la cuestién fundamental de la carta (antigua alianza y nueva alianza), debia interesar por igual a todos los cristianos, procedieran del judaismo o de la gentilidad. Las hip6tesis que se han propuesto acerca de Ia identidad de 33 Introduccién a los Hebreos Ja comunidad destinataria son tan numerosas que ni siquiera po- demos ofrecer aqui una enumeracién concreta de ellas, mucho menos entrar a discutirlas: se ha pensado en judeocristianos de Palestina y, mds concretamente de Jerusalén, en sacerdotes judios convertidos, en judeocristianos de fuera de Palestina, en judeo- cristianos de Roma o que, al menos, pertenecen a la comunidad romana, como podria ser, por ejemplo, una comunidad doméstica, en etnicocristianos de cualquier lugar, en los etnicocristianos 0 en todos los fieles que vivian en Roma o en Italia. La profusién de hipdtesis muestra por si sola que no es posible legar a una con- clusi6n segura. El conocimiento que desde un principio se tiene en Roma de la carta o, por lo menos, de conceptos y formulaciones tipicas de su teologia; la circunstancia de que se designe a los jefes con un término poco comin, fyotpevor, que es precisamente el que usan también Ja primera carta de Clemente y el Pastor de Hermas*; la presencia del pasaje Heb 13,246, al cual, sin em- bargo, algunos dan una interpretacién contraria (cf. comentario Tespectivo): todo esto inclina a buscar con preferencia la comu- nidad de los destinatarios en Roma, y aunque en el contexto de 10,32-34 no se habla de martirios, omisién bastante extrafia después de Ja persecucién de Nerén (la alusién de 12,4 es quiz4 Ja Gnica excepcién; cf. comentario respectivo), esta hipétesis es Ja que més atrae. La hipétesis favorable a Jerusalén se basa, entre otras razo- nes, en una apreciacién demasiado estrecha de la problematica de la carta, que es de interés general para toda la comunidad cris- tiana; ademés, es dificil entender la catequesis sobre los articulos fundamentales (6,1-2) como dirigida a judios (cf. también 3,12), y creer que alguien haya escrito en griego tan selecto precisamente a gentes de Palestina. La hipétesis en cuestién puede, sin embargo (aunque no cuenta, ni mucho menos, con la s6lida base que a veces se le atribuye), aducir una serie de argumentos en su favor. La opinion favorable a Roma, que nos parece mds probable, no es, después de todo, mds que una hipétesis. 33. Heb 13,717.24; 1Clem 1,3; cf. 21,6; Pastor de HERMAS, visién 2,2,6; 3,9,7. 34 Bibliografia Para determinar el tiempo de composicidn de la carta, el Gnico punto de apoyo seguro con que se cuenta es el uso que la 1Clem (hacia 96) hace de la carta a los Hebreos, o de ciertas ideas teold- gicas que le son caracteristicas. Para quienes sostienen que el apds- tol Pablo fue el autor inmediato, la fecha més tardia tiene el afio 67; supuesta, en cambio, una relaci6n mas o menos indirecta con Pablo, la fecha mds probable seria entre los afios 77 y 93. El silencio sobre Ja ruina de Jerusalén, tratandose de un escrito exclu- sivamente biblico y teolégico, no se podria aducir como argumento contra la sugerencia de una fecha posterior al afio 70 (tal es, por ejemplo, el caso del cuarto Evangelio). Incierto es, por ultimo, el lugar de composicidn. Si Heb 13,24, que es el dato m4s concreto, permite alguna conclusién (cf. co- mentario respectivo), podria decirse que la carta fue enviada de un sitio fuera de Italia; pero la supuesta interpretacion del pasaje es dudosa. Si la estructura de Ja carta se basara realmente en un modelo propio del Asia Menor (Roller), seria posible llegar a una conclusién, al menos muy general, en relacién con el lugar donde fue escrita. BIBLIOGRAFIA Comentarios antiguos especialmente importantes BLEEK, Fr. Der Brief an die Hebréer (introduccién, traduccion y comen- tario completo): 1 (introducci6n), 1 1 (1,1-4,13) 11 2 (4,14-13,25), Berlin 1828, 1836, 1840. Commentar zum Briefe an die Hebréer (1836, 1840), Hamburgo 31850. TuoLuck, Aug., Kommentar zum Briefe an die Hebrier (11836, 21840), Ham- burgo 31850. Dexitzscu, Fr. Comentar zum Briefe an die Hebriier (con excursus arqueo- Iogicos y dogmiticos sobre el sacrificio y la reconciliacién), Leipzig 1857. Wesrcorr, Br. 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Exhortacién a prestar la debida atencién al nuevo mensaje de salvacién, superior a todos los precedentes, 2,1-4 . La humillacién del nuevo mediador, Jess, puesto por un tiempo en nivel inferior al de los Angeles, estaba prevista en la Escri- tura y era necesaria, dadas sus funciones de sumo sacerdote, 2,5-18 Preparacién a una nueva exhortaci6n: Moisés, mayordomo fiel en la casa de Dios. Cristo, en cuanto Hijo, puesto al frente de su propia casa, 3,1-6 . Seecee tee Secci6n segunda: La Escritura previene contra la desobediencia y la incredulidad, y promete «al pueblo de Dios un reposo»; la pa- Jabra de Dios es una exigencia ineludible, 3,7-4,13 . 1, «Midrash» sobre el Sal sey 11: adverteneia y promesa, B74. 2. eee ete 39 45 56 60 62 B Resumen de la carta Los lectores deben sacar las debidas consecuencias de la ira de Dios para con la generacién del desierto, 3,7-19 . La promesa divina del «reposo» debe cumplirse ahora, a con- dicion de que se reanan los requisitos exigidos, 41-11 . Corta digresion: 1a palabra de Dios como fuerza operante, 412-13 . ate PARTE SEGUNDA: Nucleo central de la carta: Cristo, verdadero sumo sacerdote de la nueva alianza. Exhortaciones a abrirse a un mayor conocimiento, 4,14-10,18 Seccién primera: El sumo sacerdote celestial, perfeccionado en la prueba y los padecimientos, autor de nuestra salvacion y funda- mento de nuestra esperanza, 4,14-5,10 . El sumo sacerdote celestis sometido a prueba, como nosotros ahora, 414-16 . Cristo retine los requisitos esenciales para el ministerio del sumo sacerdocio: capacidad de compartir las debilidades de los hombres y lamamiento de Dios, 5,1-10 . Seccién segunda: Parénesis intermedia: exhortaciones, advertencias y palabras de consuelo correspondientes a las reflexiones teolopens, 5,11-6,20 eee Exhortacién a salir del estado incipiente en que han vuelto a caer, y a tender a mayor perfeccién; peligrosa imposibilidad de nueva conversién una vez que se ha caido en la apostasia, 5,11-6,8 Palabras de aliento en atencién a las pruebas de fidelidad ya dadas y a Ja incomparable seguridad de la esperanza cristiana, 6,9-20 Seccién tercera: El sacerdocio regio de Melquisedec es un anuncio divino del sumo sacerdocio de Jess, mAs noble y definitivo, 7,1-28 Superioridad del sacerdocio de Melquisedee frente al sacerdocio levitico, deducida de la exégesis de Gén 14,17-20, 7,1-10 . La dignidad especial del sacerdocio de Melquisedec, descrita con base en Gén 14,17-20 y a la luz del Sal 110(109)4: 7,1-3 . Superioridad del sacerdocio de Melquisedee sobre el sacerdo- cio levitico, demostrada por la sujecién de Abraham, el pa- triarca, implicita en el pago del diezmo, 7,4-10 . Testis, sumo sacerdote segtin el orden de Melquisedes, signi- fica cumplimiento y fin del culto y legislacién antiguos, 7,11-28 El sacerdocio eterno de Jesis, fundado en un orden nuevo, capaz de llevar hasta Dios, pone de manifiesto el fin del sacer- docio levitico, «carnaly e ineficaz, 7-11,19 . La supremacia del sacerdocio de Jesis se deduce ademés del 40 78 8 101 101 102 105 109 119 123 123 124 127 135 136 Resumen de la carta juramento divino en que se funda y de su duracion eterna, 7,20-25 Conclusion y transicién: La condicién excepcional del sumo sacerdote Jests y de su obra, fundada en la absoluta ausencia de pecado, en contraste con la de los sumos sacerdotes del orden antiguo, 7.26-28 . Seccién cuarta: La funcién sacerdotal de Cristo en el cielo, contra- figura del sacerdocio levitico y realizacion de lo — en él, 8,1-10,18 1 La funcién sublime det sumo sacerdote de la nueva alianza, aparece ya en la escritura como necesaria, 8,1-13 . Jesiis, sumo sacerdote de una alianza superior, 8,1-6 . La abolicién de la antigua alianza corresponde a lo anunciado en la Escritura: la nueva alianza segdn Jer 31(38)31-34: 8,7-13 El aparato cultual de la antigua alianza, carnal e ineficaz, y el sumo sacerdocio de Cristo, celestial, instrumento eficaz de salyacién eterna, considerados en sus elementos constitutivos, 9,1-28 El santuario y el sacerdocio impertcts de Ja antigua alianza, 9110. . EI santuario de la antigua alianza y sus rbinbatele alot culto, 9,1-5 . El sacerdocio imperfecto en el santuario de la antigua alianza, 96-10 El sumo sacerdocio eterno de Cristo, universalmente eficaz. y consciente en el ofrecimiento, hecho una sola vez, de su propia sangre, 9,11-28 . La funcién sacerdotal de Cristo en el verdadero taberniculo, inaugurada «por medio de su propia sangre», 9,11-14 . La ‘nica purificacién que tiene valor delante de Dios se obra en virtud del sacrificio de Cristo, quien ahora intercede ante Dios en favor nuestro, y al final se manifestaré una vez mas, 9,23-28 . : Resumen: sustitucion de los sacrificies de la antigua ‘alianza, miltiples, inGtiles, inferiores a los designios actuales de Dios, por el sacrificio de Jesucristo, unico, apto para obrar el perdén de los pecados y llevar a la perfeccion, 10,1-18 . . La necesaria repeticion, afio tras afio, de los sacrificios de ani- males en Ja antigua alianza, demuestra la inutilidad de ésta, 101-4 2. La abolicion de los sacrificios de la antigua ali cristo corresponde a la voluntad eterna de Di en el Sal 40(39)7-9: 10,5-10 . 4 144 146 150 150 151 155 160 160 163 166 167 176 194 Resumen de la carta Ultima contraposicién entre los sacrificios de la antigua alianza, repetidos incesantemente, y el sactificio Gnico e incomparable- mente eficaz de Cristo, quien ahora reina a la derecha de Dios, 1011-18 - 2 ee PARTE TERCERA: Exhortaciones a la fidelidad en la fe y a una vida ordenada, 1019-1325. 2 6 © + 8 ee rotons Seccién primera: Exhortaciones, amenazas y elogios pastorales, desti- nados a hacer surgir en la comunidad vida activa, impulsada por la fe y la esperanza, 10,19-39 . eee ‘Amenaza y exhortacién a aceptar la salvacién descrita anterior- mente, a conservarla en unién vital con la comunidad, y a librarse de caer en la espantosa situacién de los apéstatas, 1019-310. ‘Alabanza a los destinatarios por las pruebas de fidelidad que dieron en otro tiempo en medio de grandes sufrimientos, y voz de alerta ante la proximidad del fin, 10,32-39 . Seccién segunda: Resumen de la escritura que demuestra la necesi- dad de dar pruebas de fidelidad a la fe en la hora presente: la fe, sostenida a través de miltiples dificultades y en medio de una esperanza de salvacién que nunca se cumplia, es el ele- mento sobre el que descansa la historia de salvacién hasta hoy transcurrida, W400. 6 ee Nocién general de la fe; su papel decisive en la fidelidad de los qantiguo, IL-2. 0606 La creacién del mundo, hecho conocible por la fe; la fe de Abel, de Enoc, de No6 137.0. 06 6 ee tot Primeras pruebas a que es sometida la fe de Abraham; la fe que Jos antiguos prestaron a las promesas, simbolo de la esperanza en la patria del cielo, 118-16. - + + + + 2: La fe de Abraham sometida a prueba con el sacrificio de Isaac; Ia fe de Isaac, Jacob y José, 1117-22. . . - s+ Pruebas que supera la fe en Ia historia de Moisés; la fe del pueblo a la salida de Egipto y en la toma de Jeric6; la fe de Rahab, la meretriz, 11,2331. 0. 0. 6 ee ee ee Termina la enumeracién de los testigos de la fe en el Antiguo ‘Testamento; cuadro de conjunto de sus miiltiples pruebas de fidelidad; el presente escatologico, tiempo de consumacién tam- bién para los testigos o modelos de fe del AT, 11,32-40 - Seccién tercera: Nuevas exhortaciones y amenazas, destinadas a los Iectores a una renovacién de su celo y a sacarlos de su estado 42 198 212 213 214 225 229 230 234 237 241 Resumen de la carta do parilisis, 12,1-29 . hee Exhortacién a la perseverancia en atencién a Ia «nube de testi. gos» (Cf. cap. 11) y al ejemplo de Jesis, no menos que a la relacién necesaria entre filiacién y correccién, 12,1-11 . Llamamiento a cobrar de nuevo 4nimo y a esforzarse por vivir en paz con todos y por tender a la perfeccién, para no dejar pasar en vane, como Esai, la dltima oportunidad de acredi- tarse en la fe, 12,1217 . Lt Comparacién consoladora: el terror que inspira la antigua alianza y la gloria de la nueva, 12,18-24 . eee Exhortacién que sirve de conclusién a lo anterior; alusién amena- zadora al anuncio biblico de la futura catdstrofe final, 12,25-29 Seccién cuarta: Exhortaciones particulares relativas a la vida coman y a la marcha de la comunidad. Conclusion de la carta 13,1-25 Exhortaciones al amor fraterno, a la pureza y a la sobriedad, 13,1-6 Exhortaciones particulares a una vida de comunidad inspirada en una buena organizacion, en una doctrina ortod la verdadera esperanza, 13,7-17 . ee Conclusion de la carta: el autor supli por él; exhorta- i : plica se ore por él; exhorta- cién y bendicion, 13,18-21 . a i Exhortaci6n final, noticias relativas a Timoteo, saludos, 13,22-25 : 43 254 254 272 277 281 295 295 298 304 306 TEXTO Y COMENTARIO PARTE PRIMERA INTRODUCCION TEOLOGICO-PARENETICA: EL MENSAJE SAL- VADOR DEL HIJO DE DIOS, QUE LLEGA A NOSOTROS EN ESTA ETAPA FINAL DE LOS TIEMPOS Y ES SUPERIOR AL MENSAJE DADO A TRAVES DE LOS ANGELES Y DE MOISES, NOS IMPONE UNA GRAVE OBLIGACION, COMO LO DEMUESTRA LA ESCRITURA 1,1-4,13 Sin hacer violencia al conjunto de Ja carta a los Hebreos, que constituye una unidad bien definida, se pueden distinguir tres par- tes: 1,1-4,13; 4,14-10,18; 10,19-13,25; de éstas la segunda es la que desarrolla el pensamiento teolégico central de la carta, mien- tras la ultima se ocupa sobre todo de exhortar a la comunidad en relacion con su situacién concreta. La primera parte ofrece una especie de base general, o de introduccién; echa los cimientos so- bre los cuales el autor levante su imponente construccién: sin tocar més que de paso el pensamiento cristolégico central de la parte principal (2,17; 3,1), hace afirmaciones fundamentales sobre Ja persona de Jesus, para requerir luego seriamente a los lectores, mediante una homilia del Sal 95(94)7-11, e infundirles al mismo tiempo 4nimo, recorddndoles la promesa divina del «reposo». 45 Seccién primera EL HO DE DIOS, PORTADOR ESCATOLOGICO DE LA REVELACIGON, ES SUPERIOR A TODOS LOS MEDIADORES DE LA REVELACION QUE LE PRECE- DIERON, ¥Y SU MENSAJE CONTIENE EXIGENCIAS INCOMPARABLEMENTE MAS SERIAS 1,1-3,6 Ya desde Ia primera frase, una frase solemne, eal autor coloca a sus lectores dentro de su mundo teoldgico y les indica cual es fundamentalmente su pensamiento: ahora —en los ‘ltimos tiem- pos— se ha manifestado el portador de la revelacién definitiva, aquél en quien se cumplen todas las revelaciones anteriores, que s6lo tenian cardcter preparatorio. Quién es Jestis, queda en claro cuando se compara, a la luz del testimonio evidente de la Escritura, su rango con el de Jos angeles y con el de Moisés, méximos representantes de las revelaciones precedentes. Ahora bien, en posee una dignidad superior, tiene mayor derecho a ser aceptac lo, y esto significa, para los lectores, que su compromiso con Cristo es incomparablemente més serio. Como en un prologo se prepara el pensamiento teol6gico central de la carta: Dios habl6 definitivamente por el Hijo; naturaleza y obra de éste 1,1-4 \Muchas veces y de muchas maneras, antiguamente, a los profetas hablé Dios a nuestros padres, »(pero ahora) al final de estos dias nos hablé por el Hijo, al que nombré heredero de todas las cosas, por medio del cual, igualmente, cred los mundos y los tiempos; 3el cual es reflejo de su gloria, impronta de su ser, sostiene el universo con su palabra poderosa y, después de realizar la puri- ficacién de los pecados, se senté a la derecha de la Majestad en las alturas, ‘llegando a ser tanto mds excelente que los angeles, cuanto més sublime que el de ellos es el nombre que ha heredado. 46 Pensamiento teoldgico central Heb 1,1-4 La carta a los Hebreos empieza con un periodo de alto vuelo ret6rico; escrito en buen griego, y sin la menor introduccién epis- tolar, ofrece ya desde el principio una mirada de conjunto sobre Jos fundamentos de la cristologia de la carta; sin embargo, no menciona por ahora ni el tema central ni los Principios bdsicos de su argumentacién cristol6gica. «La carta a los Hebreos es una catedral de proporciones grandiosas y arménicas; se entra en ella por un pértico rico en imégenes, que da por adelantado una idea de lo que dentro ser4 objeto de veneracion» (Javet). En lenguaje excepcionalmente denso se da escape desde la primera frase a la profunda conviccién del escritor: Dios ha hablado realmente, ya desde tiempos remotos y en diversas ocasiones; pero ahora, en la fase actual de la historia de salvaci6n, lo ha hecho con tal perfec- cién que no hay lugar para una etapa ulterior. Garantia y clave de tal plenitud es la persona del mediador: el Hijo posee natura- leza divina, y es a él a quien se deben tanto el orden que reina en la creacién como la obra de salvacién; tales prerrogativas lo co- locan incluso por encima de los Angeles. El primer miembro de la frase se refiere al orden antiguo ya superado; aunque se habla s6lo de la actividad de los profetas, parece que en realidad se quiere hablar de todos los que han sido instrumentos de revelacién. «Padres», como término para desig- nar a los depositarios de la revelacién en su fase ya superada, tiene en el NT diversos sentidos: unas veces son los patriarcas, que, habiendo sido los primeros en recibir las Promesas, represen- tan el fundamento de la historia nacional de salvacién'. Otras veces es la generacién del desierto? 0, en tiempos posteriores, los profetas*, La expresién «en los profetas» tiene evidentemente sentido instrumental: Jos profetas son el medio de que Dios se valio para dirigirse al pueblo escogido, cosa que hizo «muchas veces», 0 sea, frecuente y gradualmente a lo largo de toda la his- toria, y «de muchas maneras», vale decir, por muchos medios: de viva voz, en suefios, visiones, acontecimientos, acciones sim- bélicas, etc. Mas estas revelaciones, tan distintas entre si por el 1. Por ejemplo Le 1,55; In 7,22; Rom 9,5; 11,28; 15,8. 2. Por ejemplo 1Cor 10,1; Heb 3,9 (= Sal 95,9); 8,9 (= Jer 31,32). 3. Por ejemplo Mt 23,30; Act 28,25, 47 14 Heb 1,1-4 Pensamiento teolégico central tiempo y la forma en que sucedieron, no representan Ia plenitud de la revelacién; la multiplicidad y limitacion que las han carac- terizado son en realidad signo de pobreza, de cardcter transitorio, inconcluso, imperfecto. Este aspecto se ha hecho evidente en la fase actual de la his- toria de salvaci6n: al final de estos dias, es decir en el tiempo actual 4, se ha cumplido el hecho decisivo, frente al cual todo lo anterior es como una sombra, y nosotros («nos»), es decir, la generacion del autor y de los destinatarios de Ja carta, somos el pueblo a quien Dios ahora se dirige. A la revelacion antigua, im- perfecta, que Ilegd a los padres por boca de los profetas, ha suce- dido la nueva, perfecta y definitiva, y a ella se quiere referir la carta: el cardcter tinico ¢ insuperable de la nueva revelacion es efecto del caracter tinico ¢ insuperable del mediador de tal revelacién, que es el Hijo. Como Hijo que es> —la nocién de Hijo se ha entendido en él sentido estricto que tiene en el primi- tivo kerygma cristiano —, es el revelador perfecto. En tales con- diciones, la revelacién perfecta que ahora se cumple se carac- teriza ante todo la excelente dignidad de su mediador, incompa- rablemente superior a los mediadores de las etapas precedentes, pero también por el tiempo en que sucede, que es el tiempo final, mientras las revelaciones anteriores sucedieron en épocas que no merecen ser determinadas en particular, y finalmente por su per- fecta unidad, porque se hizo una sola vez y es definitiva, rasgos que contrastan con la multiplicidad, sucesi6n y caracter transitorio de las antiguas revelaciones de Dios. La absoluta preeminencia de este revelador perfecto est4, pues, implicita en el hecho de que él es el «Hijo». Pero lo que tal hecho significa en concreto, es ilustrar con Jas afirmaciones que siguen jnmediatamente, en las cuales, segtin parece, se ofrece como un compendio de la cristologia transmitida al autor. Dificil seria precisar si se trata de formulaciones tomadas de la liturgia. Es indudable que el autor impone aqui a los elementos recibidos el sello de su propio lenguaje. Ante todo, el Hijo es heredero’, y 4. Cf. Heb 9,26: «ahora, al final de los tiempos»; v. 10,25.37. 5, Cf. Heb 1,5.8; 3,6; 4,14; 5,8; 6,6; 7.3.28; 10,29. 6. Cf. Gal 4,7; 3.29; Rom 8,17. 48 Pensamiento teolégico central Heb 1,1-4 heredero universal. Del momento en que fue constituido heredero, no se dice nada; se podria pensar en un acto de Dios anterior a los tiempos pero es mas probable que aqui se piensa ya en el triunfo final, que corona Ja obra redentora del Hijo’. Del fin, el autor vuelve la vista de nuevo al principio: el Hijo es el mediador de Ja creacién universal. Es éste un pensamiento que tiene parale- Jos en pasajes de los ultimos libros del AT® y en Filén®, y que también aparece en Pablo” y en Juan (Jn 1,3.10). Al principio del v. 3 cambia el sujeto; si en los dos versiculos anteriores se hablaba de una accién de Dios, ahora se habla de la accion del Hijo, y con esto parece se quiere acentuar la dignidad personal del Hijo, el poder que le es propio. Las relaciones del Hijo con Dios se determinan ante todo mediante dos metéforas: «teflejo de su gloria» e¢ «impronta de su ser». «Gloria» (86&«) es un término metafisico heredado de los LXX (como traduccién del hebreo kabod) para hablar de la naturaleza de Dios; andlogo es el sentido del término «reflejo» (rabyaxcyx); ambos buscan expresar el nexo intimo que une al Hijo con el ser divino. El libro de la Sabiduria (7,26) se vale del mismo concepto para designar el caracter divino de la sabiduria: «porque es reflejo de la luz eterna, espejo inmaculado de la energia de Dios e imagen de su bondad» (7,25: «efusion pura de la gloria del Todopoderoso»). En Filon se encuentra la misma palabra, y en él expresa el aspecto divino del mundo 4 y del hombre”, el parentesco del alma humana con el logos divino ¥. Lo que, sin duda, se quiere afirmar con Ja metéfora de Heb 1,3 es que el Hijo tiene su origen en Dios, es de naturaleza divina. La cuestién tan discutida de si la carta a los Hebreos entiende el concepto en sentido activo (irra- diacién) o en sentido pasivo (reflejo), se puede, en consecuencia, 7. Véase también el final del v. 3; cf. Sal 2,8. 8 Por ejemplo Prov 3,19; 8,22-31; Sab 7,21; 8,6; 9,9; Ecl 1,4. ais pers per siento, FIL6N, De Cherubim 125-127; De migratione 10. 1Cor 8,6; Col 1,16. 11. De plantatione Noe 50: «imagen de la divinidad». 12. Fit6n, De specialibus legibus 4, 123: «el aliento de vida de Gén 2,7 es una irradiacién de 1a naturaleza tres veces santa». 13. Fit6n, De opificio mundi 146: «un reflejo del ser divino» del Logos. 49 Heb 1,1-4 Pensamiento teolégico central dejar de lado; en las luchas cristolgicas, los padres de la Iglesia preferian el sentido activo. La naturaleza del Hijo en relacién con el ser divino se deter- mina en forma andloga con una segunda metdfora: «impronta (yapaxrhe) del ser (Sxéctaatc) divino», que expresa la exactitud con que la impresién de un sello reproduce la imagen en él gra- bada, El término griego yapaxrjp(= impronta) se encuentra con bastante frecuencia en Filon: «La idea es una reproduccién en el alma, asi como un anillo o un sello dejan grabada su imagen en el objeto sellado» . Moisés «no equiparé el ser del alma a nin- gtin objeto creado, sino que la designé como genuina reproduccién de la imagen del Espiritu divino e invisible, cuyos rasgos propios provienen del sello divino, el cual tiene por imagen al Verbo eterno» 8, Determinada la relacién esencial del Hijo con Dios mediante los dos conceptos caracteristicos «reflejo» e «impronta», se menciona luego sucesivamente y en pocas palabras su fun- cién con respecto al universo (lo cual se entiende de la conserva- cién, no de la creacién, como continuacién del v. 2c) y su obra redentora dentro de la historia; de esta obra y de la «exaltacién», que es su consecuencia (Sal 110[109]1), se hablaré mas tarde am- pliamente. La frase que cierra el periodo formado por los vy. 1-4 introduce discretamente en el tema que se va a tratar en seguida: el Hijo es superior a los angeles. El término griego traducido por el compara- tivo «mas excelente» (xpelrrcv) Hama la atencién, porque aparece con bastante frecuencia en la carta y caracteriza (desde diversos puntos de vista) el nuevo orden de salvacién como contrapuesto al antiguo. Extrafios suenan los términos «Ilegando a ser» y «ha heredado» (el hombre = Hijo); se ha hablado a propdsito de una «tensi6n insoluble entre cristologia de preexistencia y cristolo- gia de exaltacién» (Windisch). De hecho, la teologia especulativa de las naturalezas en Cristo no Iegé sino en época posterior a vencer las dificultades que podian resultar y que efectivamente 14, FiL6n, Quod Deus sit immutabilis 43. 15, Fivon, De plantatione Noe 18, 16. En total 13 veces: 1,4; 6,9; 7,7.19.22; 8,6; 9,23; 10,34; 11,16.35.40; 12,24. 50 El momento actual en la historia de la salvacién resultaban de Ja presencia simultanea de afirmaciones en uno y otro sentido; en el NT se ofrecen bases firmes y seguras, aunque no siempre inequivocas, a la elaboracién teolégica de afios poste- tiores, pero la fijacién de los conceptos en el lenguaje no esté atin suficientemente diferenciada como para poder expresar ciertos aspectos con exactitud escoldstica conforme a una teologia que se va sistematizando poco a poco a medida que concreta sus pro- pios principios metédicos. El momento actual en la historia de la salvacion Como todo el resto del Nuevo Testamento, también Ia carta a los Hebreos abriga la conviccién de que el fin estd realmente cerca. El hablar de Dios a los padres, «muchas veces y de muchas ma- neras», por medio de los profetas, es ya un «antiguamente», per- tenece al pasado; «el final de estos dias» (1,2), es decir, ahora, actualmente, en el momento presente, que se identifica con el fin de los tiempos y abarca a su vez un lapso indefinido, ahora nos ha hablado Dios en el Hijo; a las muchas revelaciones provisiona- Jes de Dios, que nunca fueron completas, ha sucedido la ultima y definitiva, Esta revelaci6n implica, desde luego, también «la predicacién» de la salvacion sin precedentes inaugurada en Cris- to (2,3), pero se realiza propia y esencialmente en su accién sal- vadora: «ha sido ahora, al final de los tiempos, cuando se ha ma- nifestado de una vez para siempre, a fin de abolir el pecado con su propio sacrificio» (9,26). La manifestacién histérica de Jestis, con todo lo que implica, €s, pues, el hecho esencialmente decisivo, el que definitivamente abre paso y pone en marcha el fin de los dias y de los tiempos; a partir de él, todo ba cambiando radicalmente. La fachada puede parecer intacta, pero el edificio esté demolido hasta los cimientos. A este «ahora» de la obra de Jestis pertenece también el ultimo de sus actos salvadores — que, visto dentro del conjunto, es también una fase provisional—: su entrada en el cielo y su «aparecer ahora en la presencia de Dios en favor nuestro» (9,24), © sea, el lapso que transcurre entre su muerte y la parusia. Este St El momento actual en la historia de la salvacién constituye a un mismo tiempo un «ahora» y un tiempo de espera, ya que el triunfo de Jess atin no ha sido revelado del todo: «por ahora todavia no vemos que le esté sometido todo» (2,8), como por fin lo habré de estar un dia, segin la interpretacion que el autor hace del Sal 8,5-7 (LXX). El «ahora» es asimismo el momento (0 espacio de tiempo) en que se cumpliré la promesa de Dios consignada en Ageo: «dentro de poco sacudiré no sdélo Ja tierra, sino también los cielos» (Ag 2,6). El «ahora» es, pues, un lapso limitado de tensi6n extraordinaria, un momento en el cual confluiran fuerzas sobrehumanas y se desatarén en aquellas catas- trofes sin precedentes que conducirdn directamente al fin de todas las cosas. Asi pues, en la mente del autor de Ja carta la hora presen- te, el momento actual en que vive la comunidad es nada menos que el punto culminante y la ultima etapa de la historia, que para 1 sencillamente se identifica con la historia de salvacién. La innumerable multitud de «testigos» anunciados en la Escritura (12, 1) tenjan la mirada puesta en Ja comunidad que vive el momento actual: «y todos éstos, aunque quedaron acreditados por la fe, no alcanzaron el cumplimiento de la promesa, porque Dios tenia previsto, con respecto a nosotros, algo superior, de suerte que ellos no Ilegaran sin nosotros a la consumacién» (11,39-40). Esta comunidad est4 ya en posesidn de los dones salvadores definitivos, es la comunidad de aquellos «que ya una vez fueron iluminados, gustaron el don celestial, fueron hechos participes del Espiritu Santo, gustaron Ja buena palabra de Dios y los portentos del siglo futuro» (6,4-5); ellos son los que se acercaron «al monte Sidn, a la ciudad del Dios vivo, a la Jerusalén de arriba, a millares de dn- geles, a una reunién plena, a la asamblea de los primogénitos inscritos en el cielo, al Dios juez del universo, a los espiritus de Jos justos Iegados a la consumacién, a Jests, mediador de la nueva alianza, y a la sangre rociada, que habla més elocuente- mente que la de Abel» (12,22-24). Esta posesion, de Ja cual se disfruta ya en principio, coincide sin embargo con un tiempo de espera (cf. 9,28). La historia de salvaci6n halla cumplimiento en el «ahora» de Ia comunidad actual, pero este «ahora» no es todavia la consumaci6n; es apenas 52 El momento actual en Ia historia de la salvacién el principo, Ja inauguracién de la Gltima fase de la larga espera, fase tempestuosa pero que conduce directamente al término. Por eso el momento actual se halla también bajo el signo de las «pro- mesas». El sumo sacerdote Jestis es mediador de una alianza su- perior, la cual ha sido constituida «en virtud de promesas superio- res» (8,6); es mediador de una nueva alianza, «para que... los que han sido Iamados reciban la promesa de Ja herencia eterna» (9,15) y «queriendo Dios demostrar mds plenamente a los here- deros de la promesa lo irrevocable de su decisién, interpuso como garantia un juramento» (6,17); en efecto, el juramento, que inicial- mente se pronuncié en favor de Abraham ", sdlo tiene pleno valor ahora, en relacién con los creyentes del momento actual. «La pro- mesa de entrar en el reposo (el «reposo», entendido como el bien escatolégico de que se habla en 3,7-4,11) no se ha cumplido atin» (4,1); ante la promesa de un bien tal que todavia es objeto de esperanza para el futuro, «fe» (en el sentido que este término tiene para el autor de la carta) y «constancia» constituyen la Gnica actitud légica. Los destinatarios de Ja carta a los Hebreos deben hacerse imitadores de «los que por la fe y la constancia van he- tedando las promesas» (6,12); «necesit4is constancia, para que, después de cumplir la voluntad de Dios, obtengdis lo prometido» (10,36). Ya la historia de los patriarcas — Abraham, Isaac, Jacob, — se desenvolvié en torno a la promesa *, pero lo que en Ultimo tér- mino constituia el objeto mismo de la promesa, permanecié inac- cesible a ellos: «Todos éstos murieron dentro de Ja fe, sin haber tecibido Jas cosas prometidas, sino viéndolas y saludandolas desde lejos, y confesando que eran extranjeros y advenedizos sobre la tierra» (11,13). Lo que ellos en realidad alcanzaron, fue algo tran- sitorio (Abraham: 6,15; personajes de épocas pasadas de la his- toria de salvacién: 11,32.33): «Y todos éstos, aunque quedaron acreditados por Ja fe, no alcanzaron el cumplimiento de la prome- sa, porque Dios tenia previsto, con respecto a nosotros, algo supe- tior, de suerte que ellos no Ilegaran sin nosotros a la consumacién» (11,39-40). 17. Heb 6,13.14; Gén 22,16.17. 18. Heb 11,8-16.17; 7,6. 53 El momento actual en la historia de la salvacién Asi, pues, el fin no est4 lejos; los fieles «ven que se acerca el dia» (10,25). Es verdad que en cierto aspecto el ahora es todavia una prolongacién de lo que fue antes (antes de la manifestacién de Jestis, que es la linea divisoria), porque si bien para los fieles todo ha cambiado radicalmente, para los no creyentes, que sdlo juzgan por las apariencias externas, todo continta igual; pero la fuerza transformadora de lo sucedido se hard cada dia mds pa- tente, y mediante una serie de hechos inevitables hard que los designios de Dios se cumplan integramente. «Cristo, ofrecido una sola vez para quitar los pecados de muchos, aparecer4 por segunda vez, sin relacién ya con el pecado, a los que Jo aguardan, para darles la salvaci6n» (9,28); habré «resurrecci6n de muertos» ® y «juicio eterno» ™, el juicio final que separa definitivamente a los piadosos de los impios, juicio «eterno», porque «por sus conse- cuencias guarda relacién directa con la eternidad» (Bleek); y Dios, el Dios de todos, ser4 el juez (12,23). Los pecadores ser4n entre- gados al castigo de Dios: «Dios condenara a fornicarios y adil- teros» (13,4); «si pecamos voluntariamente después de haber acep- tado el conocimiento de la verdad, ya no queda més sacrificio expiatorio por los pecados, sino la terrible perspectiva del juicio y el fuego ardiente que est4 para devorar a los enemigos» (10,26-27). Los que, en cambio, llegado el momento decisivo, sean hallados por Dios en Ia debida disposicién — segin el concepto del autor —, recibiran la «salvacién» (9,28) y «una gran recompensa» (10,35: cf. 11,6.26). Terrible, como en otro tiempo en el Sinai, se revelara Dios en los dramAticos acontecimientos finales: «Su voz, en efecto, sacudid entonces (en el Sinai) Ja tierra; pero él ha hecho ahora esta promesa: “Todavia una vez mds yo sacudiré, no sdlo Ja tierra, sino también el cielo” (Ag 2,6). Ahora bien, la expresion “todavia una vez mAs” indica el cambio de las realidades sacudi- das, en cuanto creadas, para que permanezcan las no sacudidas» (12,26-27); los verdaderos creyentes recibirén «un reino resistente a toda sacudida» (12,28). Ya Abraham «guardaba aquella ciudad que tiene los cimientos, de Ja que Dios es arquitecto y constructor» 18a. Heb 6,2; cf. 11,35. 18b. Heb 6,2; cf. 9,27. 54 El momento actual en la historia de la salvacién (11,10); los patriarcas no alcanzaron el cumplimiento de las pro- mesas, pero las vieron y saludaron desde lejos, «confesando que eran extranjeros y advenedizos sobre la tierra» (11,13); ellos bus- caban una «patria» (11,14), no idéntica con Ja patria terrena que habian abandonado, a la cual no les habria sido dificil regresar (11,15). De todo esto resulta nuevamente una conclusién necesaria: «De hecho, aspiran a una patria superior, o sea, a la del cielo. Y asi se explica que Dios no tenga ante ellos reparo de ser in- vocado como Dios suyo, porque para ellos preparé una ciudad» (11,16). Los fieles contempordneos del autor se hallan todavia, bajo cierto aspecto, igual que los «antiguos» (11,2), en cambio ha- cia la meta final: «pues no tenemos aqui ciudad permanente, sino que vamos buscando la futura» (11,14); pero desde otro punto de vista estén ya en posesién de lo prometido, al menos fundamental- mente: «vosotros os habéis acercado al monte Sién, a la ciudad del Dios viviente, a la Jerusalén de arriba» (12,22). Ellos veran a Dios (12,14), entraran en el «reposo» (4,1-11), sinénimo de tér- mino y consumacién. El momento presente esté, pues, condicionado por dos factores: por el pasado, o sea, por la historia de salvacién transcurrida has- ta ahora, que se ha desarrollado bajo el signo de la «promesa», desemboca en la comunidad actual y va acercéndose paulatina- mente a su plena realizacién; est4 condicionado ademas por el futuro del «todavia una vez mds» (11,26-28), por la inminencia de los acontecimientos finales, entre los cuales se cuenta el retor- no de Cristo (9,28); con ellos se cumple la salvacién definitiva. Este momento presente reviste asi el caracter de un entretanto, y este entretanto es precisamente el que explica y hace necesarias las exhortaciones de la carta, aquellas amenazas que, dado el caracter decisivo de la actitud exigida, no dejan lugar a posiciones como- das ni a vacilaciones de ningin género. El ahora se identifica con el hoy de la Escritura (Sal 95[94],7), y en este hoy de la comunidad actual se ocultan los mismos peligros que en el «dia de la tenta- cién en el desierto» (3,8) que fueron ocasin de ruina para los padres (3,7-4,11) y levan al autor a encarecer con insistencia: «Esforcé- monos, pues, por entrar en aquel reposo, para que nadie caiga en aquella misma rebeldia» (4,11). La hora actual cae integramente 55 Heb 1,5-14 5-13 Preeminencia del Hijo bajo el signo de la seriedad de la inaplazable decision exigida, bajo la ineludible necesidad de adoptar una actitud definida, que compromete Ja vida entera, ante la oferta de salvacién hecha por Dios, En esta situacién extremamente delicada, el autor quiere apor- tar una ayuda eficaz, y lo hace exhortando insistentemente a seguir el Gnico camino que en opinién suya conduce a la meta”. Testimonio de Ja Escritura en favor de la preeminencia del Hijo sobre los angeles por su naturaleza y por su obra 1,5-14 5Pues ja cudl de los dngeles dijo Dios jamds: «Hijo mio eres 1, hoy te he engendrado yo?» (Sal 2,7), o también: «Yo seré para él un padre, y él serd para mi un hijo»? (2Sam 7,14). 6Y en otro pasaje, al introducir en el mundo al primogénito, dice: «Adérenio todos los angeles de Dios» (Dt 32,43 LXX). 7Respecto de los dn- geles dice: «El que hace a sus dngeles ser como vientos, y a sus servidores, como llamas de fuego» (Sal 104[103]4). *Y en cambio, respecto del Hijo: «Tu trono, oh Dios, subsiste para siempre; y cetro de rectitud es tu cetro real. °Amaste la justicia y odiaste la iniquidad; por eso Dios, tu Dios, prefiriéndote a tus compaiieros, te ungid con aceite de juibilo» (Sal 45[44]7-8). °Y también: «Tu, Seftor, en los comienzos, cimentaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos. "Ellos perecerdn, pero th permaneces; todos enveje- cerdn como ropa, “los enrollards como manto, serdn como ropa que se muda, pero tt eres siempre el mismo y tus afios no se aca- bardny (Sal 102[101]26-28). 3;A cudl de los dngeles ha dicho jamds: «Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por escabel de tus pies?» (Sal 110[109]1). *zY qué son todos los dn- geles, sino espiritus al servicio de Dios, enviados para servir a los que van a heredar la salvacién? A la solemne introduccién a la carta siguen ahora siete testi- monios bfblicos, en los cuales, segin Ia interpretacin dada por 19. CF. 2,1-4; 3,7-4,11; 5,11-6,20; 10,19-39; 12; 13. 56 Preeminencia del Hijo Heb 1,5-14 el autor de la carta, se habla de la dignidad metafisica del Hijo y creador de universo y de su soberania absoluta, y; por contraste, del cardcter de servidores que corresponde a los Angeles; en otros. términos, de la supremacia de Jestis sobre los Angeles. Que el autor se proponga combatir aqui tales doctrinas, es algo que no se puede afirmar con seguridad; en todo caso, se pone aqui bien en claro la exclusividad de Jestis tanto por su naturaleza como por la misién que le ha correspondido desempeiiar. Se ha tratado de descubrir algtin sentido mds profundo en el orden o en el nu- mero de los textos citados, pero este procedimiento no Ieva a conclusiones seguras; las dos citas del v. 5 completan, con la men- cion del Hijo, los v. 2 y 4; el v. 6, al hablar de la actitud de ado- racién de los Angeleles en presencia del Hijo completa el v. 4, yel y. 7 subraya la misién subordinada de los Angeles, mientras los v. 4, y el v. 7 subraya la mision subordinada de los Angeles, mien- tras los v. 8-13 hablan de nuevo de la dignidad preexistente de Jestis y de su exaltacién o entronizacién. Las preguntas retéricas de los v. 5.13.14 no tienen otro fin que el de organizar las citas den- tro de la argumentaci6n. La primera cita est4 tomada literalmente del Sal 2,7. El Sal 2 es originalmente un himno triunfal, compuesto por un cantor de la corte con ocasién de Ja entronizacién de su soberano; las expresiones, sin embargo, resultan demasiado grandiosas y tras- cienden en mucho las mintsculas proporciones de un Estado orien- tal de la época, de suerte que el cantor s6lo podia esperar ver cumplidos sus deseos en el futuro Mesias, figurado en la persona del rey terreno. Se podria también decir, en otros términos: el can- tor presenta sus deseos en colores mesidnicos, De ahi que ya entre los rabinos la interpretacién mesi4nica del Salmo sea «la mds an- tigua y difundida» (Billerbeck). El Sal 2,7 habla de la filiacién adoptiva, que Dios concede al rey el dia de su entronizacién; la carta a los Hebreos descubre en tales palabras una alusién al cardcter de Hijo de Dios que Jestis posee por naturaleza. Dentro del contexto, el peso de la afirmacién recae ante todo en la pala- bra «Hijo»; en la mente del autor, el alcance del término «hoy» dificilmente se podria reducirse a una simple determinacién tem- poral. 57 5 6 7 8-13 Heb 1,5-14 Preeminencia del Hijo La segunda cita repite una promesa divina hecha a David por boca del profeta Natén; la promesa se refiere a Salomon, el hijo de David: «Seré para él un padre, y él seré para mi un hijo. Si hace el mal, yo le castigaré con varas de hombre y con golpes corrientes entre los hombres» (2Sam 7,14). El autor de la carta omite 2Sam 7,146, y entiende la primera parte del versiculo Gitada por él a causa de la palabra «Hijo») como anuncio profético del Mesias, que algiin dia se habria de manifestar en la descendencia de David y de hecho se ha manifestado en Jesucristo. Lo que se podia afirmar de un hijo de David, adquiere pleno sentido sdlo en quien es el Hijo de David por excelencia. ; El tercer pasaje citado esta tomado del Deut 32,43, segiin Ja version de los LXX (el texto hebreo no contiene tales palabras). Alli se lee: «Ante el (ios) deben postrarse todos los hijos de Dios»; Ja forma que la carta da al texto («ad6renlo todos los 4n- geles de Dios») se debe probablemente al influjo del Sal 97(96)7. Lo que en el texto del AT se dice de Dios, se aplica ahora al «primogénito», exaltado en su triunfo por las Angeles”; el mo- mento en que se inicia la obra de Jess y el momento en que éste Ja remata con su triunfo, se consideran uno solo. La cuarta cita reproduce fiteralmente el Sal 104(103)4, con excepcion de algunas variantes de poca importancia, y en su sen- tido original es una alabanza al poder de Dios sobre las tempestades y el fuego: «Tomas por mensajeros los vientos, Jas lamas del fuego por servidores». Igual que los LXX y las tradiciones rabi- nicas, la carta transpone los términos y logra asi un sentido que se recalca expresamente el cardcter «instrumental» de los an- geles: Dios da a sus Angeles una forma u otra, segtin la funcién para la cual Jos utiliza; no se podria ser mas explicito en afirmat 1 J secundario de los dngeles”. : tes tres citas restantes se refieren de nuevo al Hijo. La quinta 20. Cf. Rom 8,29; Col 1,15.18; Ap 1,5. ; 21. Otra explicacién propuesta es Ia siguiente: como en el texto ori- ginal hebreo se da a los vientos el nombre de mensajeros, en Ia carta a Jos Hebreos se da a los mensajeros el nombre de vientos, para expresat asi su subordinacién (Van der Ploeg); en esta explicacién, sin embargo, disuena el verbo ¢hacer». 58 Preeminencia del Hijo Heb 1,5-14 esta tomada del Sal 45(44), himno a las nupcias del rey “. El poeta, siguiendo la costumbre oriental, Ilama a su rey «dios», cuyo reino dura eternamente, es ejemplar y cuenta con la bendicién de Dios: deseos que en definitiva sdlo se cumplirén y efectivamente se cumplieron en el soberano escatolégico. Algunos manuscritos im- portantes, apartdandose del texto hebreo y de los LXX, ofrecen la forma «su cetro»; el contexto exige, desde luego, la forma: «tu cetro». En sexto lugar se cita el Sal 102(101)26-28 (con ligeras varian- tes frente a los LXX). Lo que en el contexto original se dice de Yahveh, la carta a los Hebreos lo aplica a Jestis; la transposi- cién se hace casi naturalmente mediante el nombre griego de Dios, Kyrios, usado por los LXX: lo que se puede afirmar del Kyrios del AT, vale también para el Kyrios del NT. El cre6 la tierra y Jos cielos, existia antes que ellos, seguird existiendo aun cuando cielos y tierra hayan desaparecido; las cosas creadas, que parecen tan estables, desaparecer4n, se desgastar4n como ropa usada, seran enrolladas (los LXX traen: ser4n sustituidas) como un manto viejo. Sombria aparece ya la transformacién universal que se obrara al fin de los tiempos™; mas el Kyrios Jests continéa rei- nando, inmune a todo cambio. Que Jestis es incomparablemente superior a los Angeles, re- sulta, finalmente, del séptimo pasaje citado, el Sal 110(109)1 (lite- ralmente segtin Jos LXX), uno de los salmos que mas abundante material ofrecieron a Ja cristologia del NT. El salmista anuncia una revelaci6n de Yahveh al rey: el dia de su entronizacién el tey ser4 llamado a ocupar el sitio de honor a Ja diestra de Dios, a compartir el poder y la soberania de Dios. «Este salmo, igual que el Sal 2, tiene por punto de partida el reino davidico, pero con Ja idea del sacerdocio real desemboca en el campo mesifnico, y con el concepto de juicio universal en el campo escatolégico» 22, «Se trata en realidad de un canto nupcial profano, que probable- mente fue admitido en el salterio a causa de los rasgos mesidnicos que se descubren en Ia figura del rey»: NOTSCHER. 23. Cf. Heb 9,28; 12,26-28. 24, En la carta a los Hebreos: Sal 110(109)1; Heb 1,3.13; 8,1; 10,12.13: 122; Sal 110(109)4: Heb 5,6.10; 6,20; 7,3.11.15.17.21.24.28, 59 8-9 10-12 13 14 1 Heb 2,1-4 Debida atencién al nuevo mensaje fétscher). A ningin Angel, sino s6lo a Jestis le fue otorgado el Saeed compartir la dignidad y la soberania divinas; el sometimiento de los enemigos es simplemente detalle que com- pleta el cuadro, pues no parece que el autor de la carta haya tenido ideas mds concretas sobre la forma en que Jestis ejerce tal soberania. ; eet Asi las cosas, se impone la importante conclusién siguiente: la Escritura habla claramente de la funcién ministerial de los 4n- geles (del Hijo— detalle curioso — no se dice nada en esta con- clusién final). Pero, es mds: el ministerio de los Angeles es tam- bién, por voluntad de Dios, servicio a quienes son objeto de la voluntad salvadora de divina; con todo, segtin se desprende de numerosos relatos de la Escritura y de otras fuentes, donde el Hijo de Dios entra en accién directamente, a los Angeles se re- servan solo servicios secundarios. Exhortacién a prestar la debida atenci6n al nuevo mensaje de salvacién, superior a todos Ios precedentes 21-4 1Por eso tenemos que prestar la mayor atencién a lo que hemos oido, para no extraviarnos. *Porque, si la palabra pronunciada por medio de angeles resulté vdlida, hasta el punto de que toda transgre- sién y desobediencia recibid su justo merecido, >;cémo podremos nosotros escaparnos, si descuidamos una salvacién tan grande? Esta salvacién fue inaugurada por la predicacién del Seftor, y los que la escucharon nos la confirmaron a nosotros ty el mismo Dios abonaba el testimonio de éstos con sefiales, prodigios, toda suerte de milagros y dones de Espiritu Santo, repartidos segiin su vo- luntad. El autor interrumpe aqui su argumentacién teolégica para in- cluir por primera vez un pensamiento parenético. El Procedi- miento se repetiré frecuentemente en la carta. El que Dios haya hablado por el Hijo es un acontecimiento que por si mismo goza de autoridad absoluta y ante Ja cual la funcién de los profetas 60 Debida atencién al nuevo mensaje Heb 2,1-4 (v. 1) y la dignidad de los Angeles sdlo tienen cardcter secundario, relativo y transitorio; la obligacién que de tal hecho se despren- de para nosotros (el autor habla en primera persona del plural porque se siente tan obligado como sus lectores) es, en consecuen- cia, mucho mas grave, y el riesgo que corremos es decisivo: estamos en peligro de «extraviarnos» 0, en otras palabras, es nuestra sal- vacion lo que exponemos si perdemos de vista la seriedad excep- cional de la nueva situacién y no sacamos las debidas consecuen- cias para la vida practica. La expresién «lo que hemos oido» no parece se refiera a la lectura biblica que precede a la predicacién (si como tal se considera la carta a los Hebreos); se trata més bien, como lo sugiere el v. 3, en el cual se habla de «los que lo escu- charon», del mensaje recibido, de la palabra de Dios que continia activa en la comunidad mediante la predicacién y la atencién de los oyentes, de la profesién, de lo que constituye el nticleo de la nueva y definitiva revelaci6n. Lo que sigue precisa mas el «por eso» del v.1: si ya para el desprecio de Ja revelacion imperfecta estaban Pprevistas sanciones tan graves, cuanto mas lo serén los castigos en que incurriran quienes desconozcan la salvacién perfecta ofrecida en esta Ultima hora del mundo, y cudnto més seria es por tanto la situacién de Jos lectores. La ley de Moisés —de la cual ante todo se trata aqui— fue anunciada, es cierto, por intermedio de los Angeles; Pero aunque lo fue sdlo por los Angeles, fue legitima y valida, y toda transgresion y toda desobediencia fueron sancionadas con los castigos fijados en la ley. Concluyendo de lo menor a lo mayor%, el autor describe el peligro que amenaza a quienes desconozcan lo decisivo del mo- mento actual. No se trata s6lo de una ley, sino de la salvacién definitiva, de Ja Ultima y més excelente oferta que Dios quiere hacer a los hombres. El autor distingue dos etapas de la nueva revelacion: Ja predicacién inaugural de Jestis, a quien da con én- fasis el titulo de «el Sefior», y la transmisién de tal predicacion Por los que la escucharon; fueron éstos precisamente quienes en- 25. Cf. comentario a Gal 3,19, 26. Cf. Heb 10,288; 12,25, 61 Heb 2,5-18 Humillacién del nuevo mediador, Jess tregaron fidedigna e integramente el mensaje a la segunda gene- racion, o sea, a la generacién a Ja cual pertenecen el lector y los destinatarios de la carta. La legitimidad de tales mensajeros del Evangelio fue, incluso, expresamente confirmada por Dios con sefiales, milagros y prodigios de toda suerte; éstos, junto con las manifestaciones del Espiritu Santo, que Dios concede, segiin le place, a sus mensajeros, sefialan el origen divino del mensaje. Los cuatro fendmenos mencionados son seguramente intervenciones extraordinarias e impresionantes de Dios, que en la época en que se escribié Ja carta se recordaban todavia con admiraci6n, o quiz& sucedian atin. La humillacion del nuevo mediador, Jesus, puesto por un tiempo en nivel inferior al de los Angeles, estaba prevista en Ja Escritura y era necesaria, dadas sus funciones de sumo sacerdote 2,5-18 Porque no fue a unos dngeles a los que sometié el mundo futuro del que venimos hablando. ‘De esto hay un testimonio que dice: «;Qué es el hombre, para que de él te acuerdes; o el hijo de hombre, para que te preocupes de él? 7Por un poco, lo pusiste en wivel inferior al de los dngeles, pero lo coronaste de gloria y honor: 8todo lo sometiste bajo sus pies» (Sal 8,5-7 LXX). ‘Ahora bien, al sometérselo todo, nada le dej6 sin someter. Por ahora, todavia no vemos que le esté sometido todo. °Pero a aquel que fue puesto «por un poco, en nivel inferior al de los Gngeles» por los padecimientos de la muerte, @ Jestis, lo contemplamos «coronado de gloria y honorn, a fin de que, por la gracia de Dios, experimentase la muerte en beneficio de cada uno. Porque convenia que aquel que es origen y causa de todo, al conducir a la gloria nuestros hijos, llevara al autor de la sal- vacién de éstos hasta la perfeccién por medio del poder. "Ade- més, tanto el santificador como los santificados proceden todos 27. Los pasajes a que més frecuentemente se alude son: Mc 13,22 = Mt 24,24; Jn 4,48; Act 2,19.22.43; Rom 15,19; 2Cor 12,12; 2Tes 2,9. 62 Humillacién del nuevo mediador, Jesas Heb 2,5-18 de uno, y por esto precisamente no se avergii hermanos, cuando dice: «Anunciaré tu eee en plena asamblea te cantaré hinmos» (Sal 22[21]23). BY en otro pasaje: «Yo pondré en dl mi confianzay (Is 8,17), y también: «Aqut estamos: yo y los hijos que Dios me dio» (Is 8,18). 4*Y como los hijos comparten la sangre y la carne, de igual modo él Participd de ambas, Para que asi, por la muerte, destruyera al que tenia el dominio de la muerte, o sea, al diablo, “y liberara a los que, por ee @ la muerte, se pasaban toda la vida sometidos a esclavitud. iY en efecto, no viene en ayuda de los angeles, sino de la descen- dencia de Abraham. "De agut que tuviera que ser asemejado en todo a sas hermanos, para llegar a ser sumo sacerdote misericor- dioso y fiel en las relaciones con Dios, a fin de expiar los pecados del pueblo. '*Porque en la medida en que él mismo ha sufrido { prueba, puede ayudar a los que ahora son probados. ° ; Tras la breve exhortacién de 2,1-4 el autor vuelve a su expo- 5 sici6n sobre las relaciones que existen entre Jestis, mediador de Ja nueva revelacién, y los Angeles, mediadores de revelaciones precedentes. El valor absoluto de Ja palabra anunciada por Jests es consecuencia de la dignidad que le es propia por su condicién de Hijo, segtin se demostr6 ya, sobre todo en 1,5-14, con testimo- nios de Ja Escritura, pero ademas es consecuencia del hecho de que no fue a Jos Angeles a quienes se concedié la soberania sobre el mundo futuro (Heb 6,5: «el siglo futuro»), aquella realidad ba ny no se ha hecho palpable y que constituye el punto ce de las reflexiones del autor y el fin a que tienden sus ortaciones. El poder de Jos Angeles en el mundo actual es ieiene por Ja Escritura*, pero el autor no tiene ablar de él. ee La preeminencia de Jests es innegable, pero no basta con ee el hecho inquietante de que eae haya sido ne Mi a ai fat Jo fue en su pasién y en su muerte, constituye una ou icultad y es necesario darle explicacién. Se llega asi al Problema de la dilacién del triunfo de Jestis. Ante todo se busca —__ 28. Cf. Dt 32,8 LXX; Dan 10,13.20; quizi también Gal 4,3. 63 Heb 2,5-18 Humillaci6n del nuevo mediador, Jestis apoyo en un pasaje de los Salmos, que segtin el texto hebreo pre- senta la siguiente forma (Sal 8,5-7); «Qué es el hombre para que de é1 te acuerdes, el hijo del hombre para que de él te cuides? Lo hiciste por un poco inferior a un dios, coronéndole de gloria y honor; le diste el dominio de la obra de tus manos, todo lo pusiste debajo de sus pies.» Mientras cl salmista exalta asi la gran- deza del hombre, el autor de Ia carta, sirviéndose de una variante esencial que introducen los LXX (€n el v. 6: «Angeles» en lugar de «dios»)®, da al salmo un giro mesidnico, y con ello fuerza de «argumento biblico» para demostrar la correspondencia entre hu- millacion y exaltacion de Jests como etapas previstas de la his- toria de salvacién, Esta forma vaga de citar la Escritura (fre- cuente también en Filén) no pretende aducir un pasaje o un autor determinado, sino referirse a la Escritura en general como a testimonio inspirado. El sentido propio que tiene la pregunta de 8,6 se pasa por alto; es posible que en la expresion «hijo del hom- bre» el autor haya hallado la base para la interpretacién directa- mente mesidnica del pasaje, que para él es evidente. Asi, pues, tras un breve periodo de humillacién, que Jo colocé en nivel in- ferior al de los Angeles (el salmo se refiere al grado de diferencia, Ja carta a su duraci6n), el personaje de quien habla el salmo serd «coronado» de gloria y honor», y todo le sera sometido. El anuncio profético es absoluto, no habla de excepciones ni slo de una realizacién parcial. Pero, de hecho gqué es lo que los lectores pueden comprobar? El personaje a quien se refiere la profecia —ya para el autor no hay la menor duda de que se trata de Jests, aunque apenas en el v. 9 lo diga expresamente — no reina todavia en la forma anunciada, y esto da seguramente lugar a graves dificultades en quienes entonces viven intensa- mente las esperanzas mesidnicas. Es entonces el momento de pen- sar que el humillado del samo —que no es otro sino Jestis — ya fue exaltado, ya fue «coronado de gloria y honor», como lo creen y lo saben los lectores, y precisamente «por los padecimien- tos de la muerte», circunstancia que a primera vista es ocasién 29. De menor trascendencia es la omisién que la carta hace del v. 7a, atestiguada al menos por algunos manuscritos importantes. «4 Humillacién del nuevo mediador, Jess Heb 2,5-18 de tantas dificultades. Si se cumplié ya lo anunciado en Sal 8,6a (bumillacién) y lo anunciado en 6b (coronacién de gloria y honor, © sea, la exaltaci6n, como se desprende de Heb 2,75.8a, no la atri- bucién de Ja dignidad de sumo sacerdote en el momento de pade- cer, como pretenden algunos, basindose en 3,3; 5,4.5), gno es de creer que se cumplir4 también el anuncio de Sal 8,7b (= Heb 2,84)? Seguin otra interpretacion de este pasaje, que presenta diversas dificultades, el autor tomaria por punto de partida el sentido lite- tal del salmo. El contexto seria entonces el siguiente: al hombre se le prometié el dominio sobre todas las cosas, pero la experion- cia ensefia que atin no lo posee; con todo, el hombre, el que por excelencia es el Hijo del hombre, es decir, Jestis, esté ya en pose- sién de tal dominio y garantiza el cumplimiento de la profecia en el resto de la humanidad, como se expresa m4s claramente en los vy. 10-18. A esta interpretacién se opone, sin embargo, el hecho de que el pensamiento del autor se compagina mejor con un con- argumento est4 en la insistencia en que precisamente el mayor cepto directamente mesidnico del pasaje del Salmo. La fuerza del objeto de escdndalo, la muerte de Jestis, sera la causa de la glori- ficacién y del futuro dominio universal: «por los padecimientos de la muerte». La proposicion siguiente («para que, por la gracia de Dios, experimentase la muerte en beneficio de cada uno») contiene la misma idea, pero su empalme ldgico en el contexto es dificil. Se han propuesto numerosas formas de interpretacién, que no pode- mos aqui enumerar en su totalidad. Partiendo de que el texto esté en orden, de que se suprimieron o se traspusieron algunos térmi- nos, y sin tomar en cuenta la suposicin de que con poca pericia se incluy6 aqui alguna formula, la proposicién podria considerarse como continuacién de un pensamiento intercalado que el autor de hecho no expresa. Si en el v. 9a pudiere traducirse: «a causa de los padecimientos (que lo Ilevaron) a la muerte» (en lugar de: «por los padecimientos de la muerte»), seria posible entender la frase en discusi6n del v. 9b como explicitacién de la expresién «a Ja muerte»: «Con los ojos de la fe vemos a Jestis exaltado en triunfo, por haber sufrido, para que muera (= por los padecimientos 65 69 10 Heb 2,5-18 Humillacién del nuevo mediador, Jests de la muerte) 0, en términos mas exactos, para que saboree la muer- * te en beneficio de cada uno y cumpla asi los designios de la gracia de Dios». En lugar de Ja expresi6n «por la gracia de Dios» (ydéprt. Geo), que es Ja més generalmente aceptada y cuenta con el respaldo de casi todos los manuscritos, se encuentra también en algunos la forma «fuera de Dios» (ywplc Oe0b), que en todo caso se presta a numerosas dificultades. El sentido no es claro: podria significar que la muerte de Jestis sucedié para beneficio de todos, pero naturalmente no para beneficio de Dios (cf. quiz4 1Cor 15,27), 0 que en el abandono de Dios se hace visible todo el peso de la muerte de Jesus, o bien que la muerte de Jess afecta su naturaleza humana, pero no su naturaleza divina. La variante de Ja impre- sion de ser una especie de correccién dogmética, y no puede com- petir con la forma por la gracia de Dios, atestiguada por la mayor parte de los manuscritos y por los mds importantes. Una de las mayores preocupaciones de los primeros cristianos fue la de hacer comprender la raz6n teologica de los padecimientos y muerte de Jestis, hecho que para muchos constituia un verdadero escAndalo. El autor se abre aqui paso decididamente en su intento de ofrecer una explicaci6n satisfactoria. La Escritura — dice — lo anunci6 claramente de antemano: el camino hacia Ja glorificacién hacia pasar a Jests inevitablemente por la humillacién de los padecimientos de la muerte; tal era el pensamiento central en Jos v. 5-9. La suerte de Jestis es nuestra suerte: es el pensamiento que pasa ahora a primer plano, y los versiculos que siguen buscan ante todo demostrar por la Escritura y por argumentos de con- veniencia Ia mutua relacién entre el redentor y los que debian ser redimidos. El escindalo de la pasién de Jestis desaparece una vez que se reconoce Ia intencién de Dios; el proceder de Dios, es cierto, no obedecia a necesidad externa, a presién de nin- gtin género, pero existia cierta necesidad intrinseca (cf. v. 17): se considera la conducta de Dios como exigida por ciertas razones de conveniencia. Se inicia asi una forma de argumentacién que en la historia de Ja teologia adquirira gran importancia. Dios es el fin y el origen del universo, y para hacer que también Ja huma- nidad Hegue a tal fin, le dio un guia, el cual debia cumplir su 66 Humillacién del nuevo mediador, Jesis Heb 2,5-18 mision, Wegar a la «perfeccién» precisamente «por medio del padecer». El autor explicaré en seguida lo que quiere decir. A sus ojos aparece el hecho innegable e incomprensible de los padeci- mientos de Jestis, mas su fe reconoce en Jests al Hijo y autor de la salvacién definitiva para «muchos hijos». {Cul es el enlace teolégico? En la muerte dolorosa del Hijo es precisamente donde se realiza lo Gnico que puede ofrecer ayuda a los hijos (v. 14; cf. v. 18), a quienes el temor de la muerte tenia esclavizados por toda la vida (v. 15). El pensamiento de que la deuda no ha sido atin saldada del todo (cf. 2,9: «en beneficio de cada uno») se podria ver insinuado en «muchos hijos»*; de todas maneras, el proceso de salvacién no es para el autor un proceso de la naturaleza; la actitud personal de cada uno es decisiva. La mutua relacién entre el que santifica y los santificados se funda en su origen comin («proceden todos de uno»). No es del todo claro a quién se refiere este «uno»; segtin el v. 10 se trata de Dios (no de Adén o Abraham, como en todo caso se podria pensar). Jestis, que procede de la esfera de Ja santidad divina, tiene la mision de santificar (v. 17). Su relacién con Dios supera toda otra relacién, pero ello no impide que pertenezca también al género humano y haga causa comun con ella; por eso no se aver- giienza de lamar a los hombres «hermanos» (la frase alude por si sola a la preeminencia de Jestis). Se aduce a propdsito un testi- monio de la Escritura. El pasaje citado es del Sal 22(21), Jamenta- cién e himno de accién de gracias que en los Evangelios se aplica a los padecimientos de Jesis*!. E! salmista quiere dar noticia de su salvacién por obra de Yahveh a todo el pueblo, a sus «hermanos»; al tomarlo el autor de Ja carta como palabra de Jestis, en cuya suerte se ve cumplida y adquiere su «sentido esca- tolégico» la situacién del salmista (inminencia de la muerte y ayuda divina), el versiculo adquiere caracter de anuncio profético sobre las relaciones entre Jesus y los creyentes: antes se hablaba de una relacién de Hijo con hijos, ahora se habla de una relacion de hermano con hermanos. 30. Nosotros? Cf., pero, Me 10,45. 31. Cf, sobre todo, Mc 15,34 = Mt 27,46. 67 i 12 13 4 Heb 2,5-18 Humillacién del nuevo mediador, Jess Las dos citas siguientes reproducen Is 8,17 (cf. ademas 2Sam 22,3) y 8-8, separados curiosamente por un «y también»; en realidad s6lo 8,18 es de importancia para la argumentacién de la carta. Isaias, al ver que nadie le escucha, sella sus revelaciones y pone su confianza en Dios: junto con sus hijos, que por el nombre que Ilevan son un presagio para Israel, esperara el cumplimiento de los ordculos divinos (Is 8,16-18). La carta a los Hebreos aplica el texto a Jess; podria decirse que la carta ve en la figura del profeta y en sus relaciones para con sus hijos un anuncio de las relaciones de Jestis para con los creyentes, que se caracterizan ahora como relaciones de padre a hijos; peto quiz4 sea suficiente suponer que el autor simplemente se sirve de la palabra biblica para exponer sus propias ideas (van der Ploeg). Tras la cita de Isaias el autor sienta su conclusién teoldgica: Jestis estaba destinado a ser para los «hijos» y «hermanos» guia de salvacion, y por eso le fue necesario ante todo sevestisse de, carne y sangre, igual que aquellos a quienes debia transmitir la salvacion, ya que ésta consiste, en concepto del autor, en la de- rrota de Ja muerte (o del que tenia poder sobre Ja muerte) por la muerte (del portador de Ja salvacién). El que gozaba de poder sobre la muerte era el demonio (véase p.ej. Sab 2,24); en opinion de los rabinos, el angel de Ja muerte era el encargado de ejecutar la sentencia de muerte («la sentencia de Dios por el pecado»), y un testimonio cristiano del siglo 11 considera como una misma cosa angel de la muerte, poder maligno y Satan (Billerbeck). También en las grandes cartas paulinas se habla de Satin como del ejecutor de la sentencia de muerte™, y claramente se pone de relieve la relacién entre pecado y muerte*; el tratarse de un contexto conocido explica quiz4 también la concisién casi excesiva del v. 144: la expiacién obrada por el sacrificio de Jestis, dado que suprime el pecado destruye también la muerte. Sin embargo, segtin la légica de todo este pasaje, la derrota de la muerte se deduce probablemente ante todo de la relacion entre el santificador y los santificados: el guia de salvacién inicia el 32. 1Cor 5,5; 10,10. 33. Por ej. Rom 6,23; 1Cor 15,56. 68 Humillaci6n del nuevo mediador, Jesis Heb 2,5-18 camino que los hijos y hermanos podr4n, a su vez, seguir mas tarde, gracias a que él les precede, camino que a través de la muerte condujo a Ja gloria del cielo. En esta forma, la muerte de aquel que descendiendo de Ja esfera divina adopté la existencia humana se convierte en el acontecimiento decisivo para la consu- macion, en la cual no hay ya lugar para la muerte. La certeza de que tal acontecimiento ya se cumplié cambia ra- dicalmente la situacién del hombre: lo libra del miedo a la muerte. En efecto, la verdadera esclavitud del hombre que atin no conoce a Cristo (0 del que habiendo abrazado la fe la vuelve a abandonar) consiste en la conviccién inevitable y deprimente de que con la muerte todo termina, no quedando mds que una gran sombra, conviccién que priva la vida de todo sentido. La carta a los Hebreos logra expresar en formula concisa pero admirable tanto Ia desesperacion en que se debate la existencia del hombre moderno como el hecho de que el mensaje cristiano destruye de taiz tal desesperacién. La predicacién bien entendida debe por tanto distinguir entre la etapa actual de la historia de salvacién, lena atin de interrogantes, y la etapa definitiva, en la cual des- apareceré toda duda. Estrictamente hablando habria que decir que, una vez destruida la muerte, nadie m4s deberia morir; pero a través de todo el NT existe la conviccion absoluta de que Ja plena tealizacién de lo sucedido en Cristo es todavia objeto de esperanza. Aquellos a quienes estaba destinada la obra salvadora de Jess fueron, pues, la raz6n de que él se hiciera hombre y muriera, y al mismo tiempo en Ja forma de cumplirse tal obra salvadora se comunicé su fruto. Se habla, es cierto, de la «descendencia de Abraham», pero la expresién no implica limitacién ninguna (cf. v. 9). Y aqui aparece por primera vez el lema teolégico de la carta a los Hebreos: Jestis es sumo sacerdote*. Es un concepto en el cual el autor pone de relieve tanto el sentido del acto sal- vador de Jestis como su conexién con Ja historia anterior de salvaci6n, caracterizando ademés el sumo sacerdocio de Jestis como un acto de misericordia en favor de los hombres, y de fidelidad, que se manifiesta en el cumplimiento del ministerio confiado a él 34, Cf. Heb 3,1; 4,14-5,10; 6,20; 7,1-10,18. 69

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