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Cómo llevar un estudio

bíblico para mujeres


21 AGOSTO, 2018  |  Catherine Scheraldi
 
 
 
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VIDA CRISTIANA

Cómo llevar un estudio bíblico para mujeres


Cada una de nosotras hemos sido llamadas a estudiar nuestras Biblias y Dios nos ha dado
una comunidad de fe junto a la que podemos hacerlo.

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Muchas personas abren la Biblia con miedo, como si fuera un libro de álgebra difícil de entender.
Debemos ayudar a las mujeres a superar el miedo a estudiar la Biblia.

Durante muchos años nos hemos acostumbrado a leer libros de estudio de la Biblia que otros han escrito
(y no hay nada de malo en leerlos y discutirlos). Sin embargo, el error que hemos cometido es sustituir
nuestro propio estudio de la Biblia, en lugar de usar estos libros como un complemento.

Sustituir nuestro estudio personal por el consumo de lo que otros ya han hecho es parecido a comer
comida chatarra; es rápida, sabrosa, pero no es nutritiva como la comida hecha en casa, con ingredientes
saludables y frescos. Como hay pocas mujeres dentro de la iglesia que han sido entrenadas en
seminarios, hay un sentimiento profundo y muchas veces inconsciente de que son incapaces de estudiar
la Biblia por sí solas, y por ende tienen miedo de hacerlo.

Cada una de nosotras hemos sido llamadas a estudiar nuestras Biblias y a crecer en esta disciplina. Dios
nos ha dado una comunidad de fe junto a la que podemos hacerlo. Quiero compartir contigo mi
experiencia, y algunas sugerencias sobre cómo podemos aprender juntas.

Grupos de estudio
Lo primero que debemos tomar en cuenta es que antes de comenzar, durante, y después (en otras
palabras, en todo tiempo), la oración es vital en nuestro proceso de estudio de la Biblia (Ef. 6:18).

La única persona que puede hacer la obra de ayudarnos a entender la Palabra es el Espíritu Santo, así que
dependemos totalmente de Él.

Él inspiró la Biblia, Él abrió nuestros ojos para que podemos entenderla, y luego Él mismo nos guía para
aplicarla a nuestras vidas. Sabemos que es su deseo, y 1 Juan 5:14-15 nos da la confianza que esta es una
petición que Él contesta, porque es su voluntad.

La única persona que puede hacer la obra de ayudarnos a


entender la Palabra es el Espíritu Santo, así que
dependemos totalmente de Él. 
La forma en que hicimos esto en nuestra iglesia tuvo varias etapas. Primero comencé con un grupo
piloto, y usábamos estudios escritos por otros, como estudios de Preceptos, o de la autora Jen Wilkin, y
cada persona en el estudio hacía su tarea antes de llegar. La idea desde el principio fue hacerlas
participantes activas, para evitar que ellas solamente asistieran, recibieran, y luego se fueran y todo se
quedara así. La intención era derrumbar el temor y despertar su apetito de estudiar la Palabra.

Facilitadoras maduras en la fe

Cuando llegaban al estudio, nos dividíamos en grupos pequeños y cada grupo tenía una facilitadora
madura en la fe, que tenía la capacidad de dirigir y contestar las preguntas que surgieran.  

Como los grupos eran pequeños y muchas mujeres habían estado reuniéndose por muchos años, cada
una se sentía más cómoda participando. Nunca corregíamos errores como expertas; todas estábamos
aprendiendo juntas. Cuando terminábamos, yo hacía un resumen de lo que habíamos estudiado para
seguir profundizando.

En los grupos pequeños, las mujeres rotaron por diferentes facilitadoras para que pudieran apreciar
diferentes estilos, y para que vieran cómo Dios habla a través de cada una en diferentes formas. Cuando
las facilitadoras se sentían cómodas, comenzábamos a rotar para que otras dieran el resumen final y no
siempre fuera yo.

A través de este proceso, las líderes estaban creciendo en sus habilidades, y las mujeres en el grupo
crecían en el concepto de que esto no era solamente para seminaristas o esposas de pastores, sino para
todas. En los estudios pasados siempre comenzábamos con un número de mujeres elevado al principio, y
con el tiempo el grupo iba disminuyendo. Ahora, cuando comenzamos a estudiar la Biblia, habían más
personas al final que al principio.

Entrenamiento y observación

Otro paso que dimos fue entrenar facilitadoras para los otros grupos. Lo hicimos en varias formas. Por
ejemplo, las facilitadoras de mi grupo iban a los otros grupos, o ellas venían a nuestro grupo para
observar y aprender.
Al mismo tiempo, le dimos algunas clases a las líderes para que se sintieran cómodas con el nuevo
formato, y les dábamos los estudios que habíamos preparado. Luego de que ya había un grupo
significativo que estaba estudiando por sí mismo, dimos clases de cómo estudiar la Biblia al resto de la
congregación. El último paso que dimos fue comenzar a escribir estudios con un grupo de mujeres
maduras, como equipo.

Este proceso duró varios años. Sin embargo, el crecimiento que noté en las mujeres, su deseo de estudiar
la Biblia, el conocimiento bíblico adquirido, y el deseo de compartir la Palabra con otras ha traído un
gran gozo a nuestros corazones.

Si eres parte de una iglesia y tienes el deseo de estudiar la Biblia junto a otras mujeres, te animo a que
con paciencia comiences a hacerlo. Es un gran privilegio poder ayudar a otras a conocer a nuestro Señor
Jesucristo, quien se ha revelado a sí mismo en su santa Palabra.

La adoración verdadera
gira en torno a Dios
20 AGOSTO, 2018  |  David F. Wells 
 
 
 
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BIBLIA & TEOLOGÍA

Nota del editor: 


Este es un fragmento adaptado de Dios en el torbellino: Cómo el amor santo de Dios
reorienta nuestro mundo (Andamio, 2016), de David F. Wells.
Nada es más importante para nuestra comprensión de la adoración que esto: venimos al Señor, no porque
sea idea nuestra el hacerlo, o primeramente porque necesitemos hacerlo, o incluso porque nos guste
hacerlo, sino porque primero Él vino a nosotros. La adoración es nuestra respuesta a lo que Él ha hecho.

Desde luego la adoración puede tener sus beneficios. Sin embargo, no consiste primordialmente en que
hallemos consuelo, inspiración, conexiones sociales o ser entretenidos, sino en adoración y alabanza
dirigidas a Dios sencillamente por quién es Dios y lo que Él ha hecho. La alabanza pierde su
autenticidad cuando pasa a girar más en torno al adorador que en el Dios que es adorado.

La alabanza pierde su autenticidad cuando pasa a girar más


en torno al adorador que en el Dios que es adorado.
Este principio fue establecido muy temprano en la vida de Israel. Dios prescribió cómo debería uno
acercarse a Él para adorarlo. Si estas condiciones se cumplían, Él prometió: “Habitaré entre los
Israelitas, y seré su Dios. Y conocerán que Yo soy el Señor su Dios, que los saqué de la tierra de Egipto
para morar Yo en medio de ellos. Yo soy el Señor su Dios” (Éx. 29:45). Posteriormente, el Templo fue
construido de acuerdo con las instrucciones de Dios, para ser el lugar donde Él se encontraría de manera
única con su pueblo. Pero sucedió que su pueblo se dividió en dos tras el reinado de Salomón. Fue el
juicio de Dios sobre Salomón (1 R. 11:9-13).

Jeroboam entonces estableció lugares rivales de adoración en el reino del Norte. Temía que si el pueblo
fuera al Sur, a Jerusalén, a adorar, perdería el control sobre sus súbditos (1 R. 12:25-33). En las acciones
de Jeroboam vemos el prototipo de la religión de elaboración propia alcanzando su más completo
desarrollo. Él había “inventado” esta estrategia, se nos dice, “de su propio corazón” (1 R. 12:33 RVR60).
Era una respuesta, no a Dios del modo en que Él se había revelado, sino a la necesidad. En este caso, era
la necesidad política de Jeroboam.

A partir de entonces, a los reyes del Norte se los juzgaba moralmente dependiendo de si perpetuaban
esta religión de elaboración humana, esta idolatría, o no. Muchos fueron los daños que se produjeron en
consecuencia. Jehú “no se apartó de los pecados con que Jeroboam hizo pecar a los israelitas” (2 R.
13:2 NVI); el hijo de Joás, otro Jeroboam, “no se apartó de ninguno de los pecados” de Jeroboam (2 R.
14:24 NVI). Finalmente, los israelitas imitaron todos los pecados de Jeroboam hasta el tiempo del exilio,
en el que “el Señor quitó a Israel de su presencia” (2 R. 17:22-23).

La verdadera adoración es la adoración al Dios uno y trino,


y esa adoración puede surgir solo de parte de personas
redimidas
Es aquí donde debemos empezar. Comenzamos con Dios y no con nosotros mismos; con su realidad y
no con nuestras necesidades. Sin su acción primera, enraizada en sus eternos consejos e implicando al
Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo, no podríamos acudir. No acudiríamos. Por lo menos, no vendríamos a
adorarle a Él. Podríamos adorar, como muchos en el mundo, pero no estaríamos adorando al Dios uno y
trino. Podría tratarse de adoración a los ídolos, o a las fuerzas de la naturaleza, o, como en Occidente, al
“yo”. Pero la verdadera adoración es la adoración al Dios uno y trino, y esa adoración puede surgir solo
de parte de personas redimidas, y es únicamente aceptable si es acorde con la revelación que Dios ha
dado de sí mismo en la Escritura.

Cuando comenzamos con el Dios que es objetivo con respecto a nosotros, y cuando lo hacemos desde
“arriba”, nuestra adoración es diferente de lo que nuestra cultura nos inclinaría a hacer. Es el punto de
partida el que marca esta diferencia. La adoración bíblica es al Dios que está fuera de nosotros, ante
quien venimos. Reconocemos quién es Él antes de que pensemos en lo que necesitamos o queremos. Y
conocerle a Él en nuestra adoración es, necesariamente, conocerle en su carácter, y por lo que ha hecho
en la historia de la redención.

La adoración debe centrarse en lo que conocemos de Dios en su santo amor. Debe volver a Él y debe
celebrar las obras de su santo amor. Esto mismo, a fin de cuentas, será la canción eterna (Ap. 5:9-
10; 7:15-17; 19:6-8).

IMAGEN: LIGHTSTOCK.
David F. Wells es profesor distinguido de investigación en Gordon-Conwell Theological
Seminary en South Hamilton, Massachusetts. Es autor de Dios en el torbellino. Cómo el
amor santo de Dios reorienta nuestro mundo.

Evangelios | Devocional
20 AGOSTO, 2018  |  Juan Gómez 
 
 
 
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VIDA CRISTIANA

“Me maravillo de que tan pronto ustedes hayan abandonado a Aquél que los llamó por la gracia de
Cristo, para seguir un evangelio diferente”, Gálatas 1:6.

Lamentablemente, este versículo describe una de nuestras luchas más recurrentes.

Como dice el texto, es sorprendente lo rápido que olvidamos nuestra identidad en Cristo, nuestra
adopción, y nuestra justificación, al escuchar miles de voces que diariamente hablan a nuestros oídos
reflejando los valores de este mundo.

Son valores e ideas que vemos demasiado importantes como para ignorar en nuestro diario vivir. Nos
han convencido que nuestra vida de fe, de alguna manera, no tiene que ver con ellas. Y nos llevan a
construir récords de “justicia”, que hace que nos justifiquemos delante de Dios, los demás, y nosotros
mismos a nuestra manera.

Es importante aprender a reconocer y entender el origen de estas voces y sus mensajes, los cuales, de
manera funcional, se han convertido en “evangelios extraños” para nosotros. Han sido “buenas noticias”
que han tergiversado nuestro sentido de dependencia a Dios, haciéndonos sentir autosuficientes en este
mundo. Nos han llevado a actuar solo en base a nuestros recursos y razonamientos, desconfiando de la
provisión de Dios y su dirección para nuestras vidas.

Estos “evangelios” eventualmente nos llevan a una bancarrota espiritual. Nos frustran, nos cansan, nos
derrotan y, al final, reflejan la pecaminosidad que ha echado raíces en nuestro corazón.

Las buenas noticias para ti y para mí son que, en los momentos que sentimos la frustración y la derrota
de un “evangelio diferente”, Dios muestra la labor de su Espíritu en nosotros, llevándonos en
arrepentimiento y fe a la obra de Cristo en la cruz del Calvario. Es entonces cuando volvemos a recordar
y reconocer nuestra condición en Cristo y celebrar su continua provisión, dando como resultado gloria al
Padre, y gozo, paz, y significado a nosotros sus hijos.

Piensa en esto y encuentra tu descanso en Él.


Preparando un estudio
para mujeres de 1 de
Juan
10 JUNIO, 2015  |  Patricia Namnún 
 
 
 
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BIBLIA & TEOLOGÍA

Dios ha puesto en mi corazón un gran deseo de que otras mujeres puedan conocer la Palabra de Dios a
profundidad. Lamentablemente, hoy día muchas mujeres se limitan a conocer únicamente sobre temas de
mujeres: maternidad, matrimonio, soltería… dejando de lado todo el consejo de Dios y lo que su Palabra
tiene que enseñarnos en muchas otras áreas. Pero Dios me ha ido motivando a no solo hablar de temas
de mujeres con fundamento en la Palabra, sino también estudiar la Palabra de manera expositiva. A
buscar saber qué tiene el Señor que enseñarnos a través de un libro completo de las Escrituras.

Producto de este sentir, mi corazón se movió a preparar un estudio interactivo para mujeres de un libro
de la Biblia, y en los últimos meses he estado trabajando en este estudio que pronto estaremos
publicando en Coalición por el Evangelio, recorriendo a lo largo de 1 Juan.

Ahora, estudiar un libro completo de la Biblia no es sencillo, y más cuando es en preparación de un


material de estudio que otros estarán utilizando. Requiere de frecuentes lecturas y meditación, no solo
del texto delante nuestro, sino de otros pasajes relacionados. También requiere  de consultas a la
sabiduría de fuentes externas. Gracias a Dios para el tiempo en que comencé a preparar este estudio
llegó a mis manos Logos 6 y su Biblioteca Tesoro 6.

Sola Scriptura, pero no solo la Escritura

En mi proceso de lectura de fuentes externas a las Escrituras, la Biblioteca Tesoro de Logos ha sido una
de las principales a utilizar debido a la cantidad de recursos a los que puedo tener acceso, y la forma en
la que Logos me permite profundizar en un pasaje, un verso o palabra.

Solo al escribir “1 Juan” en el buscador, puedo encontrar alrededor de 42 recursos de la biblioteca en


comentarios Bíblicos y libros relacionados.
Estos recursos me han permitido profundizar en cada pasaje y ver aspectos que no había visto por mí
misma en mi lectura y meditación. Uno de estos comentarios me ha permitido ir viendo un bosquejo
general del libro, un resumen de cada capítulo, su análisis verso por verso, las palabras, frases y
construcciones griegas en algunos versículos, y las consideraciones teológicas y prácticas de los pasajes
de 1 Juan.

Además de esto, me ha sido de gran ayuda en pasajes que quizás no quedan muy claros aun al leerlo
repetidas veces. Uno de estos pasajes donde me ha sido particularmente útil es en 1 Juan 2:2 -14. En esta
porción, Juan se dirige a varios grupos. Al leerlo, podemos pensar que se está dirigiendo a 3 grupos de
edades: hijos, padres y jóvenes; pero mientras analizaba este pasaje y consultaba otras fuentes, pude
darme cuenta de que se está dirigiendo solo a 2 grupos de manera específica: los padres y los jóvenes. El
primer término utilizado, “hijos,” no está haciendo referencia a un grupo de edad sino a un término
global:

”“Queridos hijos”. Juan hace una apelación a sus


lectores y les habla en términos cariñosos, “queridos
hijos”, que son característicos de su epístola. Teniendo en
cuenta su frecuencia, los eruditos entienden que este
término se refiere a todos los lectores originales de esta
carta. En otras palabras, Juan no está dirigiéndose a tres
grupos por edades: hijos, padres y jóvenes. Tal secuencia
no parece muy natural. Si se dirigiera a niveles de edad, el
orden debería ser hijos, jóvenes y padres. Pero si
entendemos que la palabra “hijos” tiene un sentido
general, entonces Juan se está dirigiendo a dos grupos
padres y jóvenes. Juan habla en primer lugar a todos sus
lectores, y luego a los padres y a los jóvenes” [1]. 
Además de los diferentes recursos en comentarios y libros relacionados cuando estoy estudiando un
capítulo o un pasaje en específico la herramienta, Logos me da la oportunidad de profundizar en alguna
palabra importante del pasaje, mostrándome el significado de la misma y otros pasajes alrededor de las
Escrituras donde puedo encontrar esta palabra siendo utilizada. Por ejemplo, quise ver un poco más de la
palabra “Pecado” en 1Juan 1:7, y al hacer clic sobre encuentro esta útil información:
La verdad es que vivimos en una época en la que no tenemos excusa para no nutrirnos y conocer más de
su Palabra. Cada vez hay más páginas de internet, libros de buen contenido que muchas veces aparecen a
bajo costo en Kindle. Todavía mejor es contar con herramientas como Logos, útiles para nuestro
crecimiento espiritual y para la preparación de nuestros estudios y enseñanzas. Lo que es más, no
tenemos excusa, porque tenemos acceso a la misma Palabra de Dios que es “es viva  y eficaz, y más
cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las
coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del
corazón”, Hebreos 4:12.

12 señales de un corazón
arrepentido
9 JUNIO, 2015  |  Jared C. Wilson 
 
 
 
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VIDA CRISTIANA

¿Cómo sabes cuando alguien se arrepiente? En su pequeño útil libro llamado Disciplina de la Iglesia,
Jonathan Leeman ofrece algunas orientaciones:

“Pocos versículos antes de la instrucción de Jesús en Mateo 18 acerca de la disciplina de la iglesia, Él


nos ayuda determinar si un individuo está realmente arrepentido: ¿Estaría la persona dispuesta a cortarse
una mano o arrancarse un ojo en lugar de repetir el pecado? (Mateo 18:8-9). Es decir, ¿él o ella estaría
dispuesto a hacer todo lo posible para luchar contra el pecado? Las personas arrepentidas, por lo general,
son fervientes en despojarse de su pecado. Eso es lo que el Espíritu de Dios hace en el interior de ellos.
Cuando esto sucede, se puede esperar ver una disposición para aceptar consejo externo. La voluntad de
incomodar sus horarios. La voluntad de confesar cosas vergonzosas. La voluntad para hacer sacrificios
financieros o perder amigos o finalizar relaciones” (p. 72).

Estos son buenos indicadores, y creo que podemos añadir unos cuantos más. Aquí hay 12 señales de un
corazón genuinamente arrepentido:

1. Identificamos nuestro pecado como pecado y no lo giramos o excusamos, y aún más,


demostramos “tristeza piadosa”, es decir, una aflicción por el pecado mismo, no solo una
aflicción por haber sido atrapados o tener que hacer frente a las consecuencias del pecado.
2. En realidad nos confesamos antes de ser atrapados o que las consecuencias circunstanciales de
nuestro pecado nos alcancen.
3. Si lo descubrimos, lo confesamos inmediatamente o muy poco después, en lugar de haber tenido
toda la verdad persuadida. El verdadero arrepentimiento es típicamente acompañado de
transparencia.
4. Tenemos una voluntad y deseo de hacer las paces. Hacemos todo lo posible para hacer las cosas
bien y para demostrar que hemos cambiado.
5. Somos pacientes con los que hemos herido o victimizado, pasando tanto tiempo como se
requiere escuchándoles sin estar a la defensiva.
6. Somos pacientes con los que hemos herido o victimizado, de tal manera que procesen su dolor y
no presionarlos o “responsabilizarlos” por perdonarnos.
7. Estamos dispuestos a confesar nuestros pecados, incluso enfrentando consecuencias graves
(incluyendo el someternos a la disciplina de la iglesia, tener que ir a la cárcel o tener un cónyuge
que nos deje).
8. Podemos lamentar las consecuencias de nuestro pecado, pero no nos violentamos o resentimos.
Entendemos que a veces nuestro pecado causa un gran daño a los demás que no se sana a corto
plazo (o tal vez nunca en este lado de la gloria).
9. Si nuestro pecado implica la adicción o un patrón de conducta, no ignoramos el buscar ayuda
con un consejero, un sólido programa de doce pasos, o incluso un centro de rehabilitación.
10. No resentimos la rendición de cuentas de gracia, reprensión pastoral, o disciplina de la iglesia.
11. Buscamos nuestro consuelo en la gracia de Dios en Jesucristo, no simplemente en ser libre de
las consecuencias de nuestro pecado.
12. Somos humildes y dóciles.

“…pero ahora me regocijo, no de que fueron entristecidos, sino de que fueron entristecidos para
arrepentimiento; porque fueron entristecidos conforme a la voluntad de Dios, para que no sufrieran
pérdida alguna de parte nuestra. Porque la tristeza que es conforme a la voluntad de Dios produce un
arrepentimiento que conduce a la salvación, sin dejar pesar; pero la tristeza del mundo produce
muerte. Porque miren, ¡qué solicitud ha producido esto en ustedes, esta tristeza piadosa, qué vindicación
de ustedes mismos, qué indignación, qué temor, qué gran afecto, qué celo, qué castigo del mal! En todo
han demostrado ser inocentes en el asunto”, 2 Corintios 7:9-11.

Apariencias |
Devocional
8 JUNIO, 2015  |  Juan Gómez 
 
 
 
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VIDA CRISTIANA

“Porque por fe andamos, no por vista (no por apariencias)”, 2 Corintios 5:7.

Vivimos en un mundo obsesionado con la apariencia. La apariencia nos define, nos categoriza, nos da
cierto status o nos causa gran stress. Cirugías, dietas, modas, marcas; todas estas tienen que ver con la
apariencia y con el valor y justificación que recibimos de ella.

El pasaje habla de que vivimos por fe y no por apariencias y en un mundo caído. Este no es el plan
original de Dios y vivir esperando y confiando en la aprobación y afirmación de otros en base a nuestra
apariencia es vivir esclavizados.

Es una lucha que tenemos que reconocer, muchas veces es demasiado fuerte en nuestra vida y de la cual
por fin seremos libres hasta que lleguemos a la presencia del Señor.  Pero el pasaje nos recuerda un par
de veces que podemos vivir de tal manera que “cobramos ánimo” (v.8) y estamos “animados siempre”
(v.6), aun teniendo una “respuesta para los que se jactan en las apariencias y no en el corazón” (v.12).

La respuesta es andar por fe. Fe en Su provisión en la obra de Su Hijo. Sí, es cierto, por supuesto que
debemos cuidar de nuestra salud, buscar agradar a Dios en nuestro estilo de vida, y recordar que
tendremos que dar cuentas un día de nuestras acciones; pero hagámoslo descansando en la realidad de
que, “todo esto procede de Dios, quien nos reconcilió con El mismo por medio de Cristo” (v. 18).

Es el reconocer esta obra de Su gracia en nuestro favor con amor y agradecimiento, que nos da el poder
“para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para Aquél que murió y resucitó por ellos (V.15).

Piensa en esto y encuentra tu descanso en Él.

Mujer, cambia tu autoestima por


admiración y asombro
Por
 Jen Wilkin
 -
18 agosto, 2016
Si has pasado tiempo en círculos de mujeres cristianas, te habrás dado cuenta que hemos
dedicado muchos encuentros a la exploración de nuestra identidad.

Retiros, conferencias y estudios bíblicos temáticos se precipitan a asegurarnos que somos


redimidas y atesoradas, que nuestras vidas tienen un propósito, y nuestras acciones tienen un
significado eterno. Si solo entendiéramos quiénes somos, nos alejaríamos de nuestros patrones
de pecado y nuestra baja autoestima espiritual, llegando a experimentar la vida abundante de la
cual Jesús habló.

Hace poco asistí a una conferencia de mujeres en la que este mensaje, predeciblemente, tomó el
centro del escenario. Una tras otra, las tres exponentes nos condujeron al Salmo 139:14,
instándonos a vernos como Dios nos ve, como una creación hecha de manera asombrosa y
maravillosa. Podría haber sido un evento para todo tipo de mujeres, con prácticamente
cualquier característico expositor. Las mujeres cristianas pedimos al Salmo 139:14 que nos
calme cuando nuestra imagen corporal se tambalea, o cuando simplemente no nos sentimos tan
inteligentes, valiosas, o capaces. Le pedimos que nos refuerce cuando nuestras limitantes nos
agobian. Pero en base a la frecuencia con la que escucho que este Salmo es brindado, sospecho
que este mensaje no nos satisface. 

¿Por qué es así?

Considero que hemos diagnosticado mal nuestro problema principal. Mientras mantengamos el
énfasis en nosotras en vez de en una visión más elevada, hallaremos poco consuelo en las
discusiones de identidad —y veremos pocos cambios permanentes—. Nuestro problema
principal como mujeres cristianas no es que carecemos de autoestima, o que necesitemos de un
sentido de importancia o propósito. Es que nos privamos de la capacidad de admirar.

Admiración y asombro

En una reciente visita a San Francisco, mi esposo y yo tuvimos la oportunidad de ir de


excursión a Muir Woods. Al recorrer esos caminos, nos detuvimos boquiabiertos, para
contemplar las secuoyas de 250 pies, que habían estado desde la firma de la Declaración de la
Independencia. Gigantescas y antiguas, ellas nos recordaron lo insignificantes que somos.
Muir Woods es un lugar para impresionarse; pero no necesariamente así para todos. Todavía
puedo ver a un niño de ocho años de edad, jugando con un videojuego mientras que sus padres
disfrutan la vista. No estoy juzgando a los padres —He estado de vacaciones con niños
pequeños— pero la ironía de la imagen era irresistible.

Estudios muestran que cuando los seres humanos experimentan admiración, como el asombro
ante secuoyas, un arcoíris, o algún compositor de música clásica, nos convertimos en seres
menos individualistas, menos auto-centrados, menos materialistas, más conectados con lo que
nos rodea. Cuando nos maravillamos ante algo más grande que nosotros mismos, nos volvemos
más capaces de alcanzar a otros.

Al principio, esto parece contradictorio, pero examinando minuciosamente, vemos que empieza
a parecerse más a los grandes mandamientos: Amar a Dios con corazón, alma, mente y fuerza
(maravillarse con Alguien más grande que uno mismo), y amar a tu prójimo (alcanzar a otros).

La admiración nos ayuda a preocuparnos menos de la autoestima al tornar nuestros ojos hacia
Dios en primer lugar, y luego hacia los demás. También ayuda a establecerla de la mejor
manera posible: entendemos tanto nuestra insignificancia dentro de la creación como nuestra
importancia para nuestro Creador. Pero al igual que un niño con un iPad a los pies de un árbol
de secuoya de 800 años de edad, podemos perdernos de la majestad aun cuando esté justo en
frente de nosotros.

La verdadera autoconciencia

Lo hemos hecho habitualmente con el Salmo 139:4. Es fácil escucharlo como un “verso rosa”
cuando una mujer está leyéndolo en voz alta en un auditorio lleno de mujeres. Es más difícil
oírlo de esa manera cuando tenemos en cuenta quien lo compuso. Imagina al rey David
escribiendo para darse a sí mismo una charla motivacional acerca de su apariencia o su
autoestima. No, el Salmo 139:4 no está escrito para ayudarnos a sentirnos importantes. Sólo
tenemos que alejar la imagen y considerar el salmo entero para ver esto; sin lugar a dudas,
nosotros no somos el tema. En vez de ser una reflexión sobre mí, hecha de una manera
asombrosa y maravillosa, El Salmo 139:4 es una celebración extendida y exquisita de Dios
temible y maravilloso.
La admiración produce auto-olvido; en este sentido, cuando enfatizamos la auto-conciencia a
costa de la omisión del auto-olvido, hemos perdido el punto. Puedes decirme que soy una hija
real del Rey. Puedes asegurarme que soy el poema de Dios o su obra maestra. Puedes decirme
que muevo el corazón de Dios, que Dios canta de mí y se deleita en mí, que soy hermosa a sus
ojos, que he sido apartada para un propósito sagrado. Puedes decirme estas cosas, y deberías
hacerlo. Pero te ruego: No me digas quien soy hasta que me hayas hecho contemplar con
asombro al “Yo Soy”. A pesar de que todas estas afirmaciones son verdades preciosas, su
belleza no puede ser percibida adecuadamente hasta que sean enmarcadas en la brillantez de Su
absoluta santidad. No puede haber verdadera auto-conciencia, aparte de una correcta y
reverente admiración por Dios.

Levanta nuestros ojos

Así que les suplico, maestras, levanten mis ojos de mí misma hacia Él. Enséñenme el temor del
Señor (Proverbios 31:30); ya que encontrar nuestra identidad en los lugares equivocados es un
síntoma de sucumbir ante el temor del hombre. Nosotros nos medimos por un estándar humano
en lugar de uno divino. Pero la solución del temor al hombre no es garantía repetida de que
somos amadas y aceptadas por Dios. Es el temor de Dios.

 Cuando yo pregunte, “¿Se deleita Él en mí?” Enséñenme, “Se complace Jehová en


los que le temen” (Salmos 147:11 RV60).
 Cuando yo pregunte, “¿Me llama Él amiga?” Enséñenme, “El Señor es amigo de los
que le temen” (Salmos 25:14 NTV).
 Cuando yo pregunte: “¿Procura Él mi bien?” Enséñenme, “Cuán grande es tu
bondad, que has guardado para los que te temen” (Salmos 31:19).
 Cuando yo pregunte, “¿Me concederá Él sabiduría?” Enséñenme, “El principio de la
sabiduría es el temor del Señor” (Salmos 111:10).
 Cuando yo pregunte: “¿Puedo arrepentirme de mi pecado?” Enséñenme, Sí “y con el
temor del Señor el hombre se aparta del mal” (Proverbios 16:6).
 Cuando yo pregunte, “¿Ve Él el camino que tomo?” Enséñenme, “He aquí, los ojos
del Señor están sobre los que le temen” (Salmos 33:18).
 Cuando yo pregunte, “¿Él me ama?” Enséñenme, “Pues su amor inagotable hacia
los que le temen es tan inmenso como la altura de los cielos sobre la tierra” (Salmos
103:11,17 NTV).

El temor del Señor está relacionado al contentamiento (Proverbios 15:16; 19:23), a la confianza


(Proverbios 14:26), a la bendición (Proverbios 28:14), a la seguridad espiritual (Proverbios
29:25), y a la alabanza y adoración (Salmos 22:23). No es de extrañarse, entonces, que la muy
mencionada mujer de Proverbios 31 se le llame loable porque teme al Señor.

Enséñanos a admirar ofrecer

Como Ed Welch ha diagnosticado con razón, hay que combatir el miedo con temor. Dejemos
de ofrecer reverencia y temor al estándar humano y, en su lugar, démoselos  a su verdadero
objeto: Dios mismo. Esto es adoración. Y cuando adoramos “a Jehová en la hermosura de la
santidad” (Salmos 96:9 RV60), sucede algo interesante: nosotros redescubrimos nuestra
verdadera identidad —como pecadores redimidos por gracia—, de una manera que desafía la
comprensión humana.

No me digas quien soy hasta que me hayas hecho


contemplar con asombro al “Yo Soy”.

En ese momento, aquel en el que temblamos y tartamudeamos, “apartaos de mí, que soy una
mujer pecadora”, nuestros corazones están listos para beber en la buena noticia de que somos
hijas del Rey. La perla de su incalculable amor por nosotros, finalmente puede ser valorada
adecuadamente. El milagro de nuestra aceptación a través de Cristo, finalmente puede ser
saboreado de manera apropiada.

Es hora de que las maestras y escritoras abandonen la papilla aguada de la auto-reflexión por un
mensaje que nos satisfaga. Las mujeres necesitan desesperadamente ser discipuladas en la
práctica gozosa de la adoración desinteresada. Ayúdanos a poner nuestros ojos en Su
majestuosidad imponente. Ayúdanos a aprender a maravillarnos. Enséñanos el temor del Señor.

La Mujer de
Excelencia es:
Una mujer que
se acepta a si
misma
 
 
 
Predicaciones y
Estudios
¡Cristo Vive!
Convertirse a Cristo
Código de Valores
La Mujer de
Excelencia es: Una
mujer que se
acepta a si misma

Dinámica para Empezar:Entrega a cada mujer una hoja de papel y lápiz con la
siguiente encomienda:Escribe 3 cualidades que más te agradan de tu
personalidad.Escribe 2 cosas que quisieras superar.

INTRODUCCION 

Entrega a cada mujer una hoja de papel y lápiz con la siguiente encomienda: 

Escribe 3 cualidades que más te agradan de tu personalidad. 

Escribe 2 cosas que quisieras superar. 

Cuando hayan terminado, invita a que compartan con las demás sus respuestas (las
que deseen). Es muy probable que muchas de las mujeres no hayan podido (o
deseado) escribir 3 cosas que les agrada de ellas mismas. Insiste y explica en ese
momento que la mujer de excelencia es una mujer que sí se acepta a sí misma. 

No hay nada que destruye más tu habilidad para ser una mujer de excelencia, una
mujer creativa y una mujer que sepa convivir con los demás, como el creer que eres
de poco valor. El aceptarte a ti misma es la clave mayor para aceptar a otros. Lo que
pensemos de nosotras mismas influirá en todas nuestras acciones y actitudes hacia
los demás. 

Un conocido sicólogo cristiano dijo lo siguiente: Si yo pudiera dar una receta a cada
mujer del mundo, sería: Una dosis grande de autoestima y valor personal, tomada tres
veces al día, hasta que los síntomas desaparezcan. No dudo de que ésta sea la
mayor necesidad de la mujer.

I. LO QUE DIOS PIENSA DE TI 


El primer paso para tener esa buena autoestima es saber y aceptar lo que Dios piensa
de ti. Si verdaderamente aceptas la evaluación de Dios, el Creador del universo,
puedes levantar tu cabeza con dignidad y saber que eres de gran valor. Y, ¿qué
piensa El de ti?

Maestra: Asigna con anticipación las siguientes citas. Que las personas escogidas
lean cada texto, y luego juntas concluyan qué es lo que la Biblia dice de nosotras en
cada caso. (Lo subrayado es la clave).

"...para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado".
Efesios 1:6.

Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales
Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Efesios 2:10. 

"Y serán para mí especial tesoro (los que temen al Señor). Malaquías 3:17. 

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron, he
aquí que todas son hechas nuevas". 2 Corintios 5:17. 

"Estar en Cristo" significa que uno es convertido a Cristo y que vive para El.
¡Imagínalo! Dios dice que los que están en Cristo son: aceptos en el Amado, hechura
suya (obra maestra), especial tesoro y nueva criatura. 

Siendo que Dios mismo, nuestro Creador, nos ha dado tanto valor, ¿quiénes somos
nosotras para despreciarnos a nosotras mismas?
Podemos vencer el rechazo o el desprecio de otros, aun de la familia, cuando
estamos seguras de la aceptación de nuestro Padre Celestial. Basándonos en Su
aceptación, podemos tener una buena autoestima. 

Es necesario aclarar una cosa: Amarse a sí misma no es egoísmo. Cristo nos enseñó
a amar al prójimo como a sí mismo. El egoísmo, o ser egocéntrico, produce fruto
negativo, mientras el amarse a sí mismo produce fruto positivo. 
PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR: ¿Cuál será el fruto negativo que has observado
en las vidas de mujeres egoístas? ¿Cuál será el fruto positivo de una mujer que se
ama? (Permite que den sus opiniones).La mujer que se acepta y ama a sí misma no
está controlada por los celos, ni la envidia, ni la competencia con otras mujeres. Ella
valoriza su propia individualidad.

II. DOS HERMANAS MUY DIFERENTES, PERO AMADAS POR DIOS 


En una historia bíblica muy conocida, aprendemos de dos hermanas, María y Marta,
con caracteres diferentes pero ambas útiles al Señor. Estas dos, juntamente con su
hermano Lázaro, compartían un hogar al que Jesús le gustaba mucho visitar. En los
relatos que se hablan de Marta y María, es evidente que eran muy diferentes en
cuanto a su carácter. Leamos el pasaje más conocido: 

"...y una mujer llamada Marta le recibió (a Jesús) en su casa. Esta tenía una hermana
que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. Pero
Marta se preocupaba con muchos quehaceres y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da
cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude..."
Respondiendo Jesús le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas
cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cuál
no le será quitada". Lucas 10:38-42 

En base a este pasaje, ¿qué podemos deducir de la personalidad de cada una de


estas hermanas? 

MARTA:
Es verdad que Jesús le llamó la atención a Marta, pero no creo que lo hizo con un
tono de voz de regaño sino de compasión. Pero usemos nuestra imaginación por un
momento. Exactamente ¿cómo fue el escenario aquella tarde? Probablemente al oír
Marta la noticia de que Jesús iba a llegar pronto a su casa, y como le fascinaba
atender a sus huéspedes, decidió preparar una comida muy elegante como paella.
Así que, empieza a dar órdenes a María para que le ayude a preparar unas botanas y
una limonada.

Probablemente María, al servir la limonada, se quedó en la sala y se sentó a los pies


del Maestro porque no quería perder ni una palabra de lo interesante que estaba
compartiendo. Y en esto entra Marta, ya afanada con los muchos quehaceres,
esperando que Jesús le comprendiera y despachara a su hermana a la cocina para
ayudarla.

Pero en vez de comprenderla, Jesús le dice: "Marta, Marta, afanada estás con
muchas cosas". Era cuestión de prioridades. Con Jesús en la casa, no era tiempo
para comida demasiado elegante. Era tiempo de servir algo rápido y sencillo para
tener el tiempo máximo para sentarse y disfrutar la presencia de su visitante tan
especial. 
Posiblemente después de este día Marta examinó más de cerca sus prioridades y
reconoció que no era necesario gastar tanta energía y tanto esfuerzo en cosas
pasajeras. Posiblemente tú y yo necesitamos re-examinar nuestras prioridades.
¿Estamos invirtiendo nuestro tiempo en lo que es realmente importante? 

Sigamos examinando la vida de Marta. Primeramente la vemos afanada con


demasiadas preparaciones y Jesús le llamó la atención. Pero ¿dejó de servir después
de este día?

Leemos más adelante "...y le hicieron allí una cena: Marta servía..." Juan 12:2 Marta
tenía un don de hospitalidad y ella siguió sirviendo después del relato de Lucas 10.
Ella no tuvo que cambiar su personalidad ni abandonar sus dones; lo que tuvo que
hacer fue ajustar sus prioridades y traer sus dones bajo el señorío de Jesús. 

Ahora, ¿qué podemos deducir de la personalidad de María? 

MARIA: 
En esa misma cena donde Marta servía se dice esto de María: 

"Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió
los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del
perfume". Juan 12:2-3

Derramó su amor sobre Jesús, ungiendo sus pies con el perfume de gran valor. Ella
fue una adoradora que tuvo gran hambre espiritual. Para ella, era más importante
sentarse y oír sus palabras que pensar en la comida. 

Y no podemos olvidar que aquella tarde cuando Jesús y sus discípulos llegaban a la
casa de Marta, María y Lázaro, y María se sentó a sus pies, el Maestro había
declarado que ella (María) "había escogido la buena parte". 

Dudo mucho que María fuera una mujer que nunca ayudaba ni servía. Probablemente
compartía responsabilidades en el hogar con Marta en cierto grado. Sin embargo, es
evidente que ella sí tenía más sensibilidad en cuanto a lo espiritual. 

Y los estudiosos de la Biblia dicen que debido a que ella pasó tiempo escuchando a
Jesús, fue de las pocas personas que comprendieron lo que le iba a suceder a El,
porque cuando derramó el perfume, Jesús dijo: "para mi sepultura ha guardado esto".

María sabía cómo aprovechar al máximo los momentos especiales. Era reflexiva, con
poca preocupación del "qué dirán" de los demás. 

III. LECCIONES PARA NOSOTRAS MISMAS 


Probablemente cada una de nosotras tenderemos a ser más como Marta o más como
María. ¡Ambas son necesarias en el Reino de Dios, y no debemos menospreciar ni la
una ni la otra! 
El Reino de Dios necesita de las Martas: mujeres organizadas con espíritu de servicio,
siempre listas y prestas para cualquier cosa que se ofrece. ¿En qué condiciones
estarían nuestros líderes y congregaciones sin esas dedicadas Martas que tanto
aligeran la carga? 
Sin embargo, si eres una Marta, ten cuidado de no ser una mujer tan ocupada, que te
olvidas de sentarte a los pies del Señor. No es la voluntad de Dios que demos y
demos al punto de quedar vacías. El quiere darnos de sí mismo, y eso sólo lo
recibiremos cuando nos sentemos y escuchemos su voz. 

Pero el Reino de Dios también necesita de las Marías, las mujeres dispuestas a pasar
cuánto tiempo sea posible a sus pies, aprendiendo de El y empapándose de El. Ellas
serán magníficas maestras, consejeras e intercesoras. Sin embargo, las "Marías"
deben cuidarse de no utilizar su naturaleza como un pretexto para no servir, y no
involucrarse. Sobre todo, deben cuidarse de no entrar en "orgullo espiritual" y
confundir sus propias percepciones con la verdadera dirección del Señor. 

Seas Marta o María, recuerda...¡tú vales muchísimo! ¡Trae tus dones bajo el señorío
de Jesús y acéptate! 
Un Cuerpo... Muchos Miembros
Hemos hablado de dos personalidades muy diferentes. Al igual que hay una variedad
increíble de flores y plantas en el reino natural, así también en el reino de Dios. I
Corintios 12 nos compara con los muchos miembros de un cuerpo: el ojo, la mano, el
brazo, los pies, el oído, etc., y se dice que cualquier miembro es importante.
Reconoce cuál es tu lugar en el cuerpo, sea lo que sea, y acéptate. No trates de ser
una persona que no eres.
IV. EL AMOR Y ACEPTACION INCONDICIONAL DE DIOS 
¿Por qué nos es tan difícil comprender el amor y aceptación incondicional de Dios?
¿Pudiera ser por lo que experimentamos en la vida? Por ejemplo, en la sociedad,
¿somos generalmente aceptados incondicionalmente? (Que den ejemplos) Aun en el
matrimonio y otras relaciones ¿es uno aceptado incondicionalmente? (Que amplíen
sus respuestas). 

Puede ser que tú hayas experimentado el rechazo de alguien cerca de ti; sin
embargo, Jesús promete no rechazar, no echar fuera a nadie que llega a El. "Todo lo
que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera." Juan 6:37

Aunque Dios no nos rechaza...sin embargo, el haber sido rechazada por otras
personas importantes en nuestra vida, puede afectar nuestra percepción de nosotras
mismas, y nuestra habilidad de captar el amor incondicional de Dios. ¿Has sufrido de
rechazo? ¡Hoy puedes ser sanada!

CONCLUSION 
Recuerda, la mujer de excelencia no critica a los demás, ni a sí misma. Ella reconoce
que es una creación original, hecha a la imagen de Dios, y por lo tanto, de gran valor.
No trates de ser otra persona. ¡Acéptate a ti misma! 

Maestra: Guíales en una oración para sanidad interior. 


PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR: 1. ¿Te identificas más con Marta o con María?
¿Cuáles son algunas posibles debilidades de cada personalidad?2. La autora de esta
lección dijo: "El aceptarte a ti misma es la clave mayor para aceptar a otros". ¿Puedes
pensar en alguien - sea familiar o amistad - que tiene una muy baja autoestima y por
lo mismo es una persona conflictiva? Sin mencionar nombres, comparte cómo su baja
autoestima perjudica sus relaciones interpersonales.3. Si tienes un testimonio
personal de cómo has vencido la tentación de compararte con otra persona o de no
aceptarte, compártelo.4. Efesios 1:6 dice que Dios "nos hizo aceptos en el Amado".
Explica la diferencia entre el ser acepto en el Amado y solamente ser una persona
aceptada? (Maestra: Asegúrate de que todas entiendan que nuestra aceptación con
Dios es porque... y únicamente porque... estamos en el Amado, es decir en Cristo.
Fuera de El, su gracia no nos alcanza.)

Autoestima e Identidad I | H.
Norman Wright
AUTOR: H. NORMAN WRIGHT 21235
 

Mi autoestima es muy baja. ¿Como la fortalezco? ¿Cómo me puedo sentir bien


conmigo misma, respetarme, aceptarme y amarme? ¿Cuales son los
fundamentos de una sana autoestima en la mujer?
Edificando la autoestima 

Pregunta:
Mi autoestima es muy baja. ¿Como la fortalezco? ¿Cómo me puedo sentir
bien conmigo misma, respetarme, aceptarme y amarme? 

Respuesta: 
Una de las preguntas más frecuentes tiene que ver con la identidad y la
autoestima de la mujer. Las mujeres de todas las edades luchan con este
asunto y a pesar de toda la enseñanza y recursos disponibles para
ayudarlas, el conflicto aún continúa. 

Las preguntas enumeradas le darán una idea de la diversidad de


preocupaciones surgidas. Responder a estas preguntas no siempre es fácil
porque edificar la identidad y la autoestima de uno es un proceso que toma
tiempo. 

Espero que esta información la ayudará a aliviar en algo la confusión y la


encamine en la dirección hacia la cual el proceso de edificación puede
empezar y continuar. Usted necesitará aplicarlo a su propia situación. 

La identidad basada en fundamentos falsos

Qué dicen los otros. Muchas mujeres basan su identidad en falsas


"verdades". Una, por ejemplo, es lo que otros han dicho de ellas en el
pasado. Una niña que escucha a sus padres decir: "Tu eres una de esas
que aprenden lento". 

Entones ella crece creyendo que es una niña desordenada, sencilla y


estúpida. Su identidad está basada en los comentarios de otros ¿Le sucedió
esto a usted? Esos comentarios quizás no sean ciertos, pero si usted los
cree se hacen ciertos para usted y usted los realiza como su identidad. 

Si tiene su identidad basada en lo que otros han dicho de usted, les ha dado
a estas personas un tremendo poder y control sobre su vida. ¿Está segura
que sus percepciones son acertadas? 

¿Hay otras personas que le puedan dar una idea más exacta de quién es
usted, verdaderamente? ¿Cómo se comparan sus percepciones con las de
Dios?

Realización. Algunas mujeres basan su identidad en lo que realizan y cómo


lo presentan. Creen que lo que hacen les otorga cierto estatus, el cual
puede aumentar basado en los tipos de tareas o papeles en que estén
involucradas. ¿Cree usted eso? 

Posesiones. Algunas mujeres basan su identidad en lo que poseen. Tienen


una insaciable necesidad de adquirir cosas. Cuando no se sienten bien
consigo mismas se dirigen hacia el centro comercial. Luchan con la
tendencia de comparar sus posesiones con las de otras mujeres. ¿Tiene
usted esta tendencia? 

Eliminadoras del nombre. Otras mujeres basan su identidad en quiénes


conocen. Desafortunadamente, este tipo de personas terminan "eliminando"
los nombres de quienes tienden a amenazarlas por su estatus, o quienes
son amenazantes para su búsqueda de estatus. ¿Es usted este tipo de
mujer? 

Apariencia. Muchas mujeres basan su identidad en cómo se sienten con su


apariencia. Gastan innumerables horas frente al espejo, se cambian de ropa
varias veces al día y gastan mucho dinero en artículos de belleza. 

A este tipo de mujeres se le puede arruinar todo el día o la noche si no se


sienten atractivas. Hago énfasis en sus sentimientos hacia ellas mismas
porque su atractivo está en gran parte basado en su percepción de cómo
luce. Veinticinco personas pueden hablar con entusiasmo sobre su
apariencia, pero si ella no se ve tan atractiva, los elogios de otros no tienen
efecto.

A menudo sus percepciones están basadas en las reacciones de otros. ¿Es


usted así? 
Me gusta lo que Jan Congo ha dicho sobre esas falsas bases en su libro
(Libre para ser la mujer de Dios): 
"Cuando contrastamos nuestra apariencia, nuestro talento, nuestros amigos
o nuestras posesiones con las de otras estamos haciendo una comparación
basada en gran parte en la fantasía". 

Nunca hemos caminado en los zapatos de esas mujeres con quien nos
comparamos, por lo que nos estamos haciendo ilusiones de lo que nos
gustaría. Cuando hacemos esto comparamos lo peor de nosotros - aquello
de lo que estamos más conscientes - con lo mejor de ellas. 

Y verdaderamente estamos comparándonos con una fantasía. Quizás esta


sea una de las razones por la que las telenovelas y los romances de las
novelas son tan populares hoy. Estamos básicamente insatisfechas con
nuestra existencia, por lo que vivimos nuestras vidas indirectamente a
través de otras personas. 

Cuando creemos que sólo valemos si somos bellas, si usamos los mejores
productos, si conocemos a las mejores personas, si somos triunfadoras o si
estamos cómodas financieramente, estamos edificando nuestra autoimagen
en bases falsas.

Sutilmente nos encontramos buscando a otra persona "significante" para


que defina por nosotras lo que es belleza, lo que son buenos productos,
quiénes son las buenas personas con las cuales asociarse, y lo que es estar
financieramente cómoda. 

"Cuando tragamos estas opiniones pasajeras, le encantamos a la sociedad


porque encajamos en su patrón. Pero, ¿qué pasa cuando el patrón
cambia?" 

¿Qué cree usted? 


¿Qué cree usted de sí misma? ¿Esta basada su identidad en una base
falsa? Conteste estas preguntas para ayudarse a conocer dónde está en
este momento en su vida. 

1.- ¿Cree que hay algo intrínsecamente equivocado o mal en usted? 

2.- ¿Cree que su suficiencia es definida por la aprobación o desaprobación


de otros? Si es así, ¿Quiénes son esas personas?
¿Su padre la desaprobaba? Si fue así, ¿cómo la hacía sentir eso? 

3.- ¿Cree que su suficiencia está ligada a cuánto dinero usted produce o
tiene? ¿Dónde se originó esta creencia? 

4.- ¿Cree que siempre debe estar en lo cierto en todo lo que sea apropiado
o sentirse bien con usted misma? ¿Cree que si está equivocada será
desaprobada o rechazada? 

5.- ¿Cree que es insuficiente porque es demasiado sensible? 

6.- ¿Cree que es incapaz e importante? 

7.- ¿Cree que tiene que agradar a los demás con el fin de tener valor? 

8.- ¿Cree que su suficiencia está ligada a la educación que ha tenido? 

9.- ¿Cree que su suficiencia y valía están ligadas a su apariencia, cuán alta
o baja sea, cuán gorda o delgada? 

La mayoría de nosotros tenemos una crítica interna permanente, la cual


influencia significantemente en lo que creemos sobre nosotros mismos y
cómo respondemos a los demás. 

La crítica interna es como una condena a la conciencia y opera en base a


los criterios que fueron desarrollados en respuesta a los juicios y
evaluaciones de sus padres y otras personas que uno respetaba. La crítica
interna rápidamente señala que usted no está a la altura de esos patrones.

¿Por qué seguir aferradas a la baja autoestima y la falsa identidad cuando


Dios la ha llamado a algo mejor? Considere las alternativas de Dios para
sus falsas creencias de sí misma y descubra cómo apropiarse de ellas. 

He hablado con muchas mujeres quienes dicen: "verdaderamente quiero


deshacerme de algunas de mis viejas creencias sobre mí misma. No me
hacen nada pero me limitan. Realmente pienso que es el momento de
limpiarse". 

Generalmente contesto: "Este es un buen comienzo, pero y ¿el resto del


trabajo?"

"¿Qué otro trabajo?", preguntan. "Limpiar la casa es sólo la mitad del trabajo
- contesto -. También necesita redecorarla. Algunas de sus creencias
profundamente atrincheradas pueden que no sean tan fáciles para
deshacerse de ellas. Necesita reemplazarlas por creencias nuevas,
acertadas y positivas sobre sí misma".

Deje ir su vieja identidad

Es importante que deje atrás su pasada identidad (basada en mensajes


inexactos sobre usted) y que edifique un auto-concepto nuevo basado en el
amor incondicional y la aceptación de Dios. 

Para hacerlo necesita decidir qué valora más: si su vieja y falsa identidad o
la verdadera, la identidad dada por Dios. Una vez que usted decida cuál
tiene mayor valor (¿hay alguna duda?), entonces necesita dejar ir una y
aferrarse de la otra. 

El Dr. Paul Tournier compara el crecimiento cristiano con la experiencia de


mecerse en un trapecio. El hombre que está colgado de la barra se aguanta
de ella porque se mece ante sus ojos, él debe soltar el que tiene agarrado
con el fin de saltar hasta el otro. 

Es un proceso espantoso, crítico, pero es la forma de avanzar. De igual


forma, Dios esta meciendo un nuevo trapecio ante sus ojos. Esta es una
identidad positiva, acertada, nueva, basada en la palabra de Dios. 

Pero para poder agarrar la nueva deberá soltar la vieja. Usted puede tener
dificultad al renunciar a la familiaridad y seguridad de su vieja identidad.
Pero piense en lo que ganará. 

El Dr. David Seamands lo describe de la siguiente manera:

"Las fuentes de daños a nuestra autoestima necesitan sanidad, reparación y


reprogramación". Aquí es donde se requiere la gracia sanadora. Quiero
presentarlo lo más práctico posible, así que déjeme hacerlo personalmente
y hable como si estuviéramos juntos en consejería. Aquí están algunas de
las preguntas que le haría: 

¿Ha encontrado y enfrentado los dolorosos puntos de su pasado, los cuales


cree que son las principales fuente de su baja autoestima? Es muy
importante que tenga el coraje no sólo de mirar sinceramente a las
personas y a los incidentes involucrados, sino también de introducirse en los
sentimientos que van junto con ello. 

La investigación del cerebro demuestra definitivamente que nuestra


memoria guarda no sólo las representaciones mentales del pasado sino
también las emociones originales experimentadas en ese momento. Así
cuando uno siente que ha descubierto los dolores, humillaciones,
privaciones o rechazos, puede sentir su dolor y también sentir sus
reacciones a ese dolor.

Esto no es con el fin de culpar a otros o de escapar de la responsabilidad.


Está hecho porque usted puede enfrentar honestamente los sentimientos
que pudo haber enterrado por años. 

La mejor manera de hacer esto es compartiendo los sentimientos con Dios y


con otra persona en oración. 

Pero usted no puede confesar a Dios lo que primero admite por si misma.
También, cuando comparte con otra persona, esto le trae incluso un nivel
más profundo de apertura y sinceridad consigo misma y con Dios. 

Este tipo de apertura puede ser muy dolorosa, y los sentimientos pueden
surgir, lo cual la conmoverá. Pero la gracia nunca es conmovida, nunca
rechazada, y nunca apartada –sea lo que fuera lo que enfrente. Es dada
gratis, sin ninguna referencia a nuestra bondad o maldad, dignidad o
indignidad. 

La mayor manifestación de gracia en la cruz, y la Cruz significa que cuando


Dios miró nuestras maldades, nos amó más. Así que armémonos con el
coraje que la gracia puede dar, miremos directamente a lo peor, a lo más
doloroso, a lo más humillante, lo más abusivo, y las más devastadoras
humillaciones de la vida.

Después recuérdalas en su mente y revívalas en su movimiento, pero no se


detenga ahí. Después suélteselas a Dios en oración de perdón y entrega. Si
duda que pueda hacer esto por sí misma, entonces busque la ayuda de una
amiga íntima, un pastor o un consejero. (Continúa parte 2)

Libro: Preguntas que las mujeres hacen en privado


Editorial: UNILIT
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Mensaje n°1

Auto-estima de la Mujer cristiana 1 Empty Auto-estima de la Mujer cristiana 1

Mensaje administrador el Jue 30 Sep 2010 - 17:11

INTRODUCCIÓN

A.Al observar a hermanas en Cristo se nota que para muchas la autoestima es un problema.
Muchas veces muestra sus resultados en las obras de la iglesia. A muchas mujeres les falta
confianza para poder participar en evangelismo personal o se sienten incapacitadas para enseñar
una clase (ya sea de niños o de damas). Esto es una lástima cuando Dios nos ha dado toda razón
para tener confianza y sentirse merecedoras. Yo creo que una autoestima buena no comienza para
nada con énfasis en el "auto" (o sea "yo"), pero está basado en Dios y todo lo que él ha hecho por
nosotros.

B.Nos es importante como otros se sienten acerca de nosotras. Nos afecta en como nos sentimos
o pensamos en cuanto a nuestro propio "yo."

1.¿Cómo te sientes con respecto a ti misma? "Me quiero...no me quiero" ¿Tendremos que volver a
una margarita para descubrirlo?

C.La forma en que nos sentimos con respecto a nosotras mismas es nuestra "autoestima" o
concepto propio.

1.Jesús enseñó que deberíamos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Lc. 10:27).

2.El sabía que nuestro amor por otros es una expresión de cuanto nos queremos a nosotras
mismas. El nos estaba diciendo que tendríamos dificultades en amar a otros si nosotras no
tenemos un respeto apropiado y amor por nosotras mismas. ¿Cuánto te quieres a ti misma?

3.Según una encuesta tomada de 75 mujeres, la principal fuente de la depresión femenina es la


baja autoestima. Esto significa que mujeres están diciendo "¡No me quiero!"

I.¿QUE ES LA BAJA AUTOESTIMA?

A.Simplemente es la inhabilidad de sentirse bien con y de uno mismo.

1.Es usualmente caracterizado por los sentimientos de inadecuacia, inservible y una falta de
confianza propia.

2.Mujeres con baja autoestima pueden parecer saludables, alegres y contentas por fuera, pero
interiormente se sienten inferiores y dudan de sí mismas.

3.Tienen dificultad aceptando felicitaciones, pero pueden aceptar otros títulos como "tonta,
payasa, gorda o torpe."

4.Una descripción:

"Es estar sentada sola en una casa durante las horas silenciosas de la tarde preguntando porque
no tienes ninguna amiga "verdadera." Es ansiar para tener alguien con quien hablar sinceramente,
pero sabiendo que no hay ninguna persona digno de tu confianza. Es el sentir de que "ellas no me
querían si conocieran como soy realmente." Es estar aterrorizada cuando hablas con un grupo de
tus semejantes o compañeras, y sintiendo como una necia cuando llegas a casa. Es preguntando,
¿por qué otros tienen mucho más talento y habilidad que tu? Es sintiendo increíblemente fea y
sexualmente inatractriva. Es admitiendo que eres un fracaso como esposa y madre. Es
menospreciar todo acerca de ti misma y deseando, constantemente deseando ser otra persona. Es
sintiendo no amada e imposible de ser amada, sola y triste. Es estando acostada después que la
familia duerme, meditando tu vacío interior, y anhelando un amor incondicional. Es un
sentimiento intenso de lastima por ti misma. Es extiendo tu mano en la oscuridad de la noche para
secar esa lágrima en la orilla de tu ojo. ¡Es depresión!" (James Dobson).

B.Mujeres con una autoestima baja a menudo disfrazan sus sentimientos siendo sumamente
superficial. Tienen dificultad abriéndose para conversar sobre temas profundas con otras y pueden
ser notadas como calladas y sumamente vergonzosas. Separación e ira son las reacciones más
comunes a sentimientos de inferioridad. Ninguno es saludable (físico o espiritualmente).

II.¿QUE ES ALTA AUTOESTIMA?

A.No es orgullo bullicioso, un espíritu jactancioso, o una actitud de creerse muy justo y bueno
(farisaico) como algunos pueden pensar. Es un sentir callado de respeto por sí mismo y un
sentimiento de valor propio. La autoestima alta incluye la habilidad de amarse a sí mismo, dar y
aceptar amor brindado por otros. Es confianza propia en tus habilidades y talentos, cualquiera que
ellos sean.

B.Algunas características:

1.Mujeres con una autoestima alta tienden a sufrir de menos enfermedades.

2.Son más alegres, exitosas y hacen mejores decisiones.

3.Tienden a tener una vida familiar mejor. Son más abiertas y se comunican mejores en grupos.

4.Son más susceptibles para ofrecerse voluntariamente.

5.Muestran que se respetan cuidándose de sí mismas, física y mentalmente, desarrollando


actitudes sociales y familiares buenas.

6.Incluye un sentimiento de seguridad, significancia y competencia.

III.¿PORQUE ESTUDIAR ACERCA DE LA AUTOESTIMA?

A.Porque es importante para Dios (Gen. 1:27).

1.Fuimos hechas a su imagen y semejanza. Esto hizo al hombre un ser creado especial.

2.Dios ha cumplido dándonos todo lo que necesitamos físicamente (Fil. 4:19).

3.Dios sacrificó a Su hijo, nos dio su libro y la iglesia para satisfacer nuestras necesidades
espirituales.
4.El nos ha dado como Cristianas, toda razón para sentirnos bien por nosotras mismas porque El
nos ama.

5.¿Cómo te parece que le hace sentir a Dios si ve que después que todo lo que ha hecho por
nosotras, no nos amamos ni respetamos a nosotras mismas?

B.Porque afecta toda área de nuestras vidas como Cristianas.

1.Afecta nuestros sentimientos hacia nosotras mismas.

a.Una mujer con baja autoestima no se ve a sí misma como Dios la ve. La lastima que se siente por
si misma no deja que ella se concentra en como servir a otros. Es demasiada crítica de si misma y
no desarrolla sus talentos por miedo de fracasar.

b.Una mujer con una autoestima alta consigue su confianza propia de y en Dios (Filipenses 4:13).
No se ve a si misma como gran cosa o perfecta, pero sabe que es especial en los ojos de Dios.

2.Afecta nuestros hogares.

a.Una mujer con una autoestima alta está mejor equipada para edificar la autoestima de aquellos
en su familia (Prov. 31).

b.Unas mujer con una autoestima alta es hospitalaria y tiene confianza en sus habilidades como
hogareña, esposa, madre y amiga. Una mujer con una autoestima alta tiene más posibilidad de ver
a su hogar como un lugar especial. Un lugar dado por Dios mismo, y por lo tanto trata de que sea
un lugar especial para otros.

3.Nuestra autoestima afecta nuestra relación con la iglesia.

a.Una mujer con una autoestima alta es más susceptible a participar en los programas de su
congregación y enseñar una clase. Reconoce cuales son sus talentos y los usa.

b.Mujeres con una autoestima baja tienen mucho talento y son creativas, pero les falta la
confianza e iniciativa para poner sus talentos al servicio del Señor, como el hombre de la parábola
de los talentos (Lc. 19:11-27). Ellas se comparan con otras y piensan "Voy a dejar que ella lo haga.
Ella puede hacer un mejor trabajo mejor que yo!"

4.Nuestra autoestima afecta nuestro trabajo de evangelismo.

a.Mujeres con una autoestima baja piensan que nunca puede enseñar, tienen miedo del rechazo,
y por lo tanto deja que otras lo hagan.

b.Mujeres con una autoestima alta tienen más confianza para poder compartir el evangelio. No es
porque es se preocupan más por el mundo, pero porque tienen más confianza, porque esta
confianza viene de Dios (II Cor. 3:4-6). Ellas reconocen lo que Dios ha hecho por ellas y quieren
compartirlo con otras.

C.Queremos estudiar sobre la autoestima porque si nosotros podemos mejorarla entonces


podremos mejorar nuestras vidas como Cristianas. Podemos lograr ser siervas de Dios más
confiadas y más calificadas.
No lo queremos hacer para inflar nuestro "ego." Pero mejorando nuestra autoestima nos causará
que pensemos menos en nuestras propias necesidades y deseos, y más en otros. Mientras nuestra
autoestima va mejorándose, seremos más equipadas para servir a Dios y mejorar la autoestima de
otras.

CONCLUSIÓN:

A.Mujeres Cristianas pueden y deben tener un buen concepto de sí mismas, una buena
autoestima.

B.Esperamos que mientras continuamos este estudio, nos acerquemos a Dios, y a tu hermana
Cristiana como a tu familia.

C.Como resultado te sentirás mejor de ti misma, y ser una sierva más útil para Dios.

D.Espero que podamos decir "Yo soy especial para Dios. ¡Yo me amo!"

PARA PENSAR Y CONVERSAR

1.Repartir las preguntas, y analizar los resultados.

2.Permita que cada miembro de la clase comparta una persona específica quien ha influenciado su
autoestima para lo mejor.

3.¿Porque será que la oración y el estudio Bíblico frecuente contribuyen a una autoestima alta o
buena.

4.Lea los siguientes pasajes y conversen acerca de cómo afectan la autoestima de la Cristiana: Gen.
1:27; Filipenses 4; Efesios 5:8-10; II Cor. 3:4-6; Proverbios 22:1-2; I Pedro 2:9-10.

5.Lean Lucas 10:27 y Santiago 2:8. En forma de lista, de algunas formas específicas que podemos
demostrar a otros que les amamos. ¿Cómo influye la forma que nosotras amamos a nosotras
mismas con la forma que amamos a otras?

6.Conversen cómo nuestra autoestima influye en las distintas áreas de la vida Cristiana.

QUÉ TAN IMPORTANTE ES EL AMOR


EN LA VIDA CRISTIANA?
Las palabras de Pablo en los primeros tres
versículos del cap. 13 de su primera carta a los corintios son muy elocuentes. Sin amor, lo más
preciado del hombre se reduce a la nada; sus más grandes logros se convierten en cero y los
dones espirituales vienen a ser menos que nada. Y lo mismo podemos decir de la benevolencia.
¿Qué puede ser más sublime que el entregar todos nuestros bienes para dar de comer a los
pobres?

Sin embargo, Pablo no sólo da a entender en el vers. 3 que es posible hacer algo como eso sin
estar movidos por el resorte del verdadero amor, sino que también enseña con toda claridad que
de ser así de nada sirve:

“Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que
resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda
ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada
soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo
para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve” (1Cor. 13:1-3).

Si el amor no está detrás de todo cuanto hacemos, de acuerdo a la enseñanza de este texto a los
ojos de Dios eso no sirve para nada. De manera que el amor es central en la vida cristiana. En el
resto de esta entrada quiero compartir cuatro argumentos que apoyan esta declaración.

En primer lugar, el amor es aquello que nos dispone a ejecutar todos nuestros deberes para
con Dios y para con los hombres.
Es el amor a Dios aquello que dispone nuestro corazón para honrar a Dios como es debido,
adorar Su grandeza, y someternos gozosa y voluntariamente a Su dominio. Por algo el Señor
colocó el mandamiento de amar a Dios a la cabeza de todos los mandamientos (comp. Mt.
22:34-38). De esta fuente emana todo lo demás. Es el amor a Dios aquello que nos mueve a
obedecerle con una obediencia evangélica, como la obediencia que le dispensa el hijo al padre
que ama.

Es el amor aquello que nos mueve a refugiarnos en Dios en tiempos de dificultad. Cuando
viene la aflicción queremos estar cerca de aquellos que amamos, y recibir el consuelo de su
compañía. El que ama a Dios se refugia en Dios en tiempos de necesidad.

Es el amor a Dios aquella virtud que dispone nuestro corazón a deleitarse en el hecho de que
Dios sea glorificado, aun cuando para ello tengamos que ser nosotros humillados. Es ese mismo
amor que guarda nuestras almas de poner en duda la Palabra de Dios, o de poner en duda la
genuinidad de Su amor para con nosotros cuando atravesamos en medio de alguna providencia
aflictiva. El que ama a Dios justifica a Dios, y está dispuesto a decir como Pablo: “Sea Dios
veraz, y todo hombre mentiroso” (Rom. 3:4). Todos nuestros deberes para con Dios son
energizados por el combustible del amor.

Pero lo mismo podemos decir en lo que respecta a nuestros deberes para con los hombres
(comp. Rom. 13:8-10). Si amamos al prójimo nos guardaremos de hacer deliberadamente nada
que pueda dañarle. Más aún, nos ocuparemos activamente de hacerle bien. La compasión y la
misericordia emanan directamente del amor.

De igual manera es el amor la virtud que pondrá un cerco alrededor de nuestro corazón para
que no envidiemos al prójimo en su prosperidad; aquello que nos moverá a pensar
caritativamente de sus acciones; a moderar nuestras pasiones cuando tiendan a levantarse en
medio de la ofensa, de los malos entendidos, etc. En Pr. 10:12 está escrito que “el odio
despierta rencillas; pero el amor cubrirá todas las faltas”.
En segundo lugar, cualquier cosa que hagamos que tenga apariencia de virtud no es más
que hipocresía cuando es ejecutada sin amor.

Si no es por amor que lo hacemos ya no hay sinceridad en nuestra actuación. Sea en el contexto
de nuestros deberes para con Dios, o de nuestros deberes para con los hombres; si el móvil que
está detrás no es el amor a Dios o el amor al prójimo, ¿cuál es, entonces? El amor a nosotros
mismos; a nuestra propia reputación, a nuestra propia comodidad. Queremos el aplauso y la
buena opinión de los hombres, para poder servirnos de esas cosas en el momento propicio. Así
que mientras aparentamos estar preocupados por la gloria de Dios o el bienestar del prójimo, en
realidad estamos preocupados por nuestra propia gloria y nuestro propio bienestar.

En tercer lugar, decimos la Biblia enseña que la vida cristiana es una vida de fe, y que la fe
obra por el amor.

Pablo nos dice en 2Cor. 5:7 que es por fe que andamos, “no por vista”. La vida cristiana es una
vida de fe de principio a fin. Entramos en ella por medio de la fe, permanecemos en ella
creyendo. Ahora bien, esa fe, dice Pablo en Gal. 5:6, “obra por el amor”. Donde no veamos esa
obra de amor, podemos concluir que no hay fe, y donde no hay fe tampoco hay vida cristiana.
¿Podemos concebir la vida cristiana sin fe? No, de ninguna manera. Somos salvos por medio de
la fe; vivimos por fe. ¿Podemos concebir la fe sin amor? Tampoco, porque la fe que no obra es
muerta en sí misma, dice Santiago, y Pablo aclara que la fe obra por medio del amor. Por tanto,
podemos concluir que tampoco se puede concebir la vida cristiana sin amor, lo mismo que no
podemos concebirla sin fe. Ambos elementos caminan de la mano. Dios los juntó, y el hombre
no puede separarlos.

En cuarto y último lugar, decimos que el amor es central en la vida cristiana, el resumen de
todas las virtudes cristianas, porque la Biblia así lo declara de manera explícita (comp. Mt.
22:34-40). Por algo Pablo dice en Rom. 13:8 que el que ama ha cumplido la ley.
A la luz de esta enseñanza bíblica, ¿qué debemos hacer ahora? En primer lugar, debemos
examinarnos a nosotros mismos. Dado que el amor es algo esencial a la vida cristiana, y no un
asunto que se encuentra meramente en la periferia, ¿puedo decir que el germen de esa virtud ha
sido implantado en mí por el Espíritu Santo? Comp. 1Jn. 3:14-19; 5:1.

En segundo lugar, dado que el amor ocupa este lugar de preeminencia en la vida cristiana,
aquellos que poseen la convicción de ser hijos de Dios, deben esforzarse por crecer y abundar
en este amor cada vez más y más (comp. 1Ts. 4:9-10). ¿Dices ser hijo de Dios? ¿Afirmas haber
sido regenerado por el Espíritu Santo? He aquí, entonces, algo en lo que debes estar ocupado
todos los días de tu vida: poner este amor en práctica, y abundar en ello más y más.

¿Puedes decir honestamente que tu amor por los hermanos es más fuerte hoy de lo que era
antes? ¿De lo que era hace un año atrás? ¿Hace 6 meses atrás? ¿Cómo está tu involucración con
los hermanos, sobre todo en el contexto de sus aflicciones, de sus necesidades? ¿Hay hermanos
en la Iglesia que tienen razones para dar gracias a Dios por ti?

Si no podemos discernir crecimiento en estas cosas, probablemente estamos decayendo en


nuestra vida de piedad. El que no está creciendo en amor no está creciendo en nada por cuanto
el amor resume todo lo demás. Que el Señor nos ayude a ser juiciosos y honestos al evaluar
estas cosas, pero sobre todo que nos dé un espíritu renovado de arrepentimiento, de modo que
al evaluarnos a nosotros mismos no desfallezcamos. El Espíritu no convence de pecado para
llevarnos a la depresión, sino para que, enfrentando nuestros pecados bíblicamente, seamos
cada vez más semejantes a nuestro Señor Jesucristo.

© Por Sugel Michelén. Todo Pensamiento Cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este
material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y
procedencia.
Una mujer que alegra el corazón de Dios

¿Has conocido una de esas mujeres que parecen brillar con una luz especial? ¿Que cuando
llegan a un lugar imparten paz, gozo y optimismo? No hablamos de belleza exterior,
maquillaje o ropa lujosa. Tampoco hablamos de sonrisas forzadas y practicadas. Se trata de
esa belleza que refleja la paz de un corazón perdonado y enamorado del Padre celestial.

La Biblia nos anima a que, como mujeres cristianas, reflejemos el carácter de Cristo. Esto
trae alegría al corazón de nuestro Padre celestial. ¿Cómo lo hacemos? ¿Qué distingue a una
mujer que ama a Dios? Veamos algunas de las características esenciales y esforcémonos en
ser mujeres que reflejen el corazón de Dios.

1. Busca la presencia de Dios cada día

La mujer que alegra el corazón de Dios es una que reconoce su necesidad y dependencia de
él. Para ella es prioritario pasar tiempo delante de la presencia del Señor cada día. Ella le
entrega sus cargas al Señor totalmente confiada en que él obrará y permanece atenta en
espera de su respuesta. Es humilde ante él y recibe las fuerzas necesarias para enfrentar lo
que traiga el día.
2. Su identidad viene del Señor
He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Lo que
ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su
vida por mí.
(Gálatas 2:20)

Ella sabe que ha sido perdonada, no vive atada a su pasado. Vive con el gozo que trae el
perdón y el saberse amada, escogida por su Padre. Reconoce que aunque en términos
humanos no parezca muy especial, ella es valiosa y preciosa para Dios. Tanto, que él envió
a su Hijo, Jesús, a dar su vida en la cruz por amor a ella para que recibiera la salvación y el
perdón de sus pecados.

3. Obedece la palabra de Dios

Es una mujer que ama a Dios y busca su aprobación antes que la de los hombres. Ante cada
situación o decisión ella le pregunta al Señor qué debe hacer y obedece sus mandatos
aunque vayan en contra de lo que le dicte la sociedad.

Su anhelo es reflejar el corazón de Dios y vivir una vida de obediencia que le glorifique a
él. Vive en constante servicio a Dios y a los demás.
4. Lleva el gozo y la paz del Señor
En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad,
bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas.
(Gálatas 5:22-23)

Está llena del Espíritu Santo y busca la dirección de Dios para actuar y hablar de acuerdo
con lo que él le muestra. Es una mujer que refleja el gozo y la paz del Señor. Sus palabras
son bálsamo y están llenas de bondad. Su hablar trae sanidad y paz a los que la escuchan.
Ella infunde ánimo y optimismo a todos los que la conocen.

5. No se deja vencer por los problemas

Es una mujer con una fe inquebrantable y un optimismo basado en su fe en Jesús. Ella


confía en el poder de Dios, y ante los problemas de la vida, sabe a quién acudir: a su Padre
celestial. No deja que el estrés le robe la paz sino que lleva sus preocupaciones a Dios en
oración y le agradece su intervención de antemano. Tiene la seguridad de que él no la
dejará sola. Espera en el Señor para que le muestre cuándo moverse y qué hacer en cada
situación.

¡Pidamos a Dios que nos ayude a ser mujeres que traen alegría a su corazón!
Medita en estas 12 cualidades de la mujer virtuosa.

Descubre 7 características bíblicas de un hombre de valor.

Características del amor verdadero

Todos anhelamos amar y ser amados. Desde el bebé que duerme plácidamente en los
brazos de su madre hasta el anciano que espera con ansias la visita de sus hijos y familiares,
todos tenemos una necesidad innata de sabernos importantes, valiosos y amados por otras
personas.

El amor es uno de los temas más tratados en la literatura, el cine y la música. Hay infinidad
de libros, canciones y poemas dedicados a él. La Biblia también nos habla mucho sobre el
amor. De hecho, nos dice claramente que Dios es amor (1ª Juan 4:8) y en él encontramos el
mejor ejemplo del amor verdadero e incondicional. Pero el amor como tal ha sido
distorsionado a través de los siglos. Muchos lo equiparan con el sexo; otros, con el
sentimiento de poder y control sobre otra persona. ¿Qué es en realidad el amor? ¿Cómo lo
definimos?

La definición de la palabra amor


La mayoría de las definiciones hablan del amor como un sentimiento o una emoción fuerte
hacia una persona o hacia un grupo de personas como son la familia o los amigos. En
determinadas circunstancias se puede referir al amor hacia los animales o algunas cosas
materiales. Hay variedad de definiciones, pero en realidad no es un concepto fácil de
definir.

En la Biblia encontramos un capítulo maravilloso donde leemos lo que puede considerarse


como la mejor definición del amor. Es el de 1ª Corintios 13. En los versículos del 4 al 8a
vemos cómo debe ser, y cómo no debe ser el amor:
Veamos en detalle las características del amor que mencionan estos versículos.

¿Cómo debe ser el amor verdadero?


 Paciente: padece y soporta, resiste con entereza las debilidades y defectos de la otra
persona.
 Bondadoso: ofrece en todo momento el bien con amabilidad y dulzura.
 Sin envidia: no resiente ni se entristece ante el bienestar de la otra persona. Más
bien se alegra y celebra.
 No se alaba en exceso ni está lleno de orgullo: no resalta sus méritos y cualidades
en todo momento. No exalta sus sacrificios y esfuerzos ni menosprecia a la otra persona.
 No es rudo: no es descortés, violento o grosero, sino que entiende y considera los
sentimientos y el bien del otro.
 No es egoísta: no demanda sus derechos ni exalta su propio interés. Presta atención
y cuida los intereses de la otra persona.
 No se enoja fácilmente: no pierde el control ni se ofende con facilidad.
 No guarda rencor: no mantiene en su mente y corazón los errores y ofensas que, a
su entender, ha cometido el otro.
 No se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad: no se alegra
cuando la persona amada comete un error. Se regocija cuando actúa con rectitud y
corrección. Busca la verdad y actúa.
 Todo lo disculpa: perdona y no anda difundiendo las faltas de la otra persona.
Intenta entender los motivos.
 Todo lo cree: confía en la bondad y los buenos motivos de la otra persona a menos
que haya evidencia irrefutable de lo contrario.
 Todo lo espera: tiene esperanza y es optimista. Confía en las promesas de Dios y
está dispuesto a esperar para ver los cambios y las bendiciones anheladas.
 Todo lo soporta: persevera y permanece con paciencia en medio de las pruebas y
dificultades. No es pasivo sino activo; busca soluciones a los conflictos junto a la otra
persona.
 Nunca se extingue: No termina, no tiene fin, no se acaba. Es eterno.

¿Dónde encontramos ese amor?

Humanamente hablando nos puede parecer imposible amar así o encontrar a alguien que
nos ame de esa manera. El amor verdadero no está basado en los sentimientos sino en la
decisión de amar a alguien de forma incondicional y poner en práctica todas estas
características buscando lo que es mejor para la otra persona. ¿Cómo lo logramos?
¡Recibiendo ese amor! Cuando experimentamos nosotros mismos el amor incondicional de
Dios, su perdón y su cuidado, la semilla de ese amor comienza a germinar en nuestros
corazones y surge en nosotros el deseo de amar a los demás de la misma forma. Dios es el
único que nos puede dar la capacidad de amar con tanta bondad y altruismo. Él es nuestro
ejemplo de lo que es el amor verdadero. Dios nos amó tanto que envió a su Hijo Jesús a
este mundo para que a través de su muerte y su resurrección fuéramos reconciliados con él
por la eternidad. Lo hizo porque quiso, sin pedirnos nada antes. Y lo hizo por amor.

Recibe ánimo al leer estos 7 versículos sobre el amor de Dios.

Una vez dejemos que el amor de Dios nos llene comenzaremos a reflejar su carácter en
nuestras relaciones con los demás. No podemos dar lo que no tenemos. Por eso, para poder
dar amor verdadero necesitamos recibirlo primero. ¿Has recibido el amor de Dios en tu
vida? ¿Has experimentado el poder sanador y restaurador que hay en él? Si no es así, puede
que sea un buen momento para abrirle tu corazón. ¡Su amor transformará toda tu vida!

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