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Muchas personas abren la Biblia con miedo, como si fuera un libro de álgebra difícil de entender.
Debemos ayudar a las mujeres a superar el miedo a estudiar la Biblia.
Durante muchos años nos hemos acostumbrado a leer libros de estudio de la Biblia que otros han escrito
(y no hay nada de malo en leerlos y discutirlos). Sin embargo, el error que hemos cometido es sustituir
nuestro propio estudio de la Biblia, en lugar de usar estos libros como un complemento.
Sustituir nuestro estudio personal por el consumo de lo que otros ya han hecho es parecido a comer
comida chatarra; es rápida, sabrosa, pero no es nutritiva como la comida hecha en casa, con ingredientes
saludables y frescos. Como hay pocas mujeres dentro de la iglesia que han sido entrenadas en
seminarios, hay un sentimiento profundo y muchas veces inconsciente de que son incapaces de estudiar
la Biblia por sí solas, y por ende tienen miedo de hacerlo.
Cada una de nosotras hemos sido llamadas a estudiar nuestras Biblias y a crecer en esta disciplina. Dios
nos ha dado una comunidad de fe junto a la que podemos hacerlo. Quiero compartir contigo mi
experiencia, y algunas sugerencias sobre cómo podemos aprender juntas.
Grupos de estudio
Lo primero que debemos tomar en cuenta es que antes de comenzar, durante, y después (en otras
palabras, en todo tiempo), la oración es vital en nuestro proceso de estudio de la Biblia (Ef. 6:18).
La única persona que puede hacer la obra de ayudarnos a entender la Palabra es el Espíritu Santo, así que
dependemos totalmente de Él.
Él inspiró la Biblia, Él abrió nuestros ojos para que podemos entenderla, y luego Él mismo nos guía para
aplicarla a nuestras vidas. Sabemos que es su deseo, y 1 Juan 5:14-15 nos da la confianza que esta es una
petición que Él contesta, porque es su voluntad.
Facilitadoras maduras en la fe
Cuando llegaban al estudio, nos dividíamos en grupos pequeños y cada grupo tenía una facilitadora
madura en la fe, que tenía la capacidad de dirigir y contestar las preguntas que surgieran.
Como los grupos eran pequeños y muchas mujeres habían estado reuniéndose por muchos años, cada
una se sentía más cómoda participando. Nunca corregíamos errores como expertas; todas estábamos
aprendiendo juntas. Cuando terminábamos, yo hacía un resumen de lo que habíamos estudiado para
seguir profundizando.
En los grupos pequeños, las mujeres rotaron por diferentes facilitadoras para que pudieran apreciar
diferentes estilos, y para que vieran cómo Dios habla a través de cada una en diferentes formas. Cuando
las facilitadoras se sentían cómodas, comenzábamos a rotar para que otras dieran el resumen final y no
siempre fuera yo.
A través de este proceso, las líderes estaban creciendo en sus habilidades, y las mujeres en el grupo
crecían en el concepto de que esto no era solamente para seminaristas o esposas de pastores, sino para
todas. En los estudios pasados siempre comenzábamos con un número de mujeres elevado al principio, y
con el tiempo el grupo iba disminuyendo. Ahora, cuando comenzamos a estudiar la Biblia, habían más
personas al final que al principio.
Entrenamiento y observación
Otro paso que dimos fue entrenar facilitadoras para los otros grupos. Lo hicimos en varias formas. Por
ejemplo, las facilitadoras de mi grupo iban a los otros grupos, o ellas venían a nuestro grupo para
observar y aprender.
Al mismo tiempo, le dimos algunas clases a las líderes para que se sintieran cómodas con el nuevo
formato, y les dábamos los estudios que habíamos preparado. Luego de que ya había un grupo
significativo que estaba estudiando por sí mismo, dimos clases de cómo estudiar la Biblia al resto de la
congregación. El último paso que dimos fue comenzar a escribir estudios con un grupo de mujeres
maduras, como equipo.
Este proceso duró varios años. Sin embargo, el crecimiento que noté en las mujeres, su deseo de estudiar
la Biblia, el conocimiento bíblico adquirido, y el deseo de compartir la Palabra con otras ha traído un
gran gozo a nuestros corazones.
Si eres parte de una iglesia y tienes el deseo de estudiar la Biblia junto a otras mujeres, te animo a que
con paciencia comiences a hacerlo. Es un gran privilegio poder ayudar a otras a conocer a nuestro Señor
Jesucristo, quien se ha revelado a sí mismo en su santa Palabra.
La adoración verdadera
gira en torno a Dios
20 AGOSTO, 2018 | David F. Wells
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BIBLIA & TEOLOGÍA
Desde luego la adoración puede tener sus beneficios. Sin embargo, no consiste primordialmente en que
hallemos consuelo, inspiración, conexiones sociales o ser entretenidos, sino en adoración y alabanza
dirigidas a Dios sencillamente por quién es Dios y lo que Él ha hecho. La alabanza pierde su
autenticidad cuando pasa a girar más en torno al adorador que en el Dios que es adorado.
Jeroboam entonces estableció lugares rivales de adoración en el reino del Norte. Temía que si el pueblo
fuera al Sur, a Jerusalén, a adorar, perdería el control sobre sus súbditos (1 R. 12:25-33). En las acciones
de Jeroboam vemos el prototipo de la religión de elaboración propia alcanzando su más completo
desarrollo. Él había “inventado” esta estrategia, se nos dice, “de su propio corazón” (1 R. 12:33 RVR60).
Era una respuesta, no a Dios del modo en que Él se había revelado, sino a la necesidad. En este caso, era
la necesidad política de Jeroboam.
A partir de entonces, a los reyes del Norte se los juzgaba moralmente dependiendo de si perpetuaban
esta religión de elaboración humana, esta idolatría, o no. Muchos fueron los daños que se produjeron en
consecuencia. Jehú “no se apartó de los pecados con que Jeroboam hizo pecar a los israelitas” (2 R.
13:2 NVI); el hijo de Joás, otro Jeroboam, “no se apartó de ninguno de los pecados” de Jeroboam (2 R.
14:24 NVI). Finalmente, los israelitas imitaron todos los pecados de Jeroboam hasta el tiempo del exilio,
en el que “el Señor quitó a Israel de su presencia” (2 R. 17:22-23).
Cuando comenzamos con el Dios que es objetivo con respecto a nosotros, y cuando lo hacemos desde
“arriba”, nuestra adoración es diferente de lo que nuestra cultura nos inclinaría a hacer. Es el punto de
partida el que marca esta diferencia. La adoración bíblica es al Dios que está fuera de nosotros, ante
quien venimos. Reconocemos quién es Él antes de que pensemos en lo que necesitamos o queremos. Y
conocerle a Él en nuestra adoración es, necesariamente, conocerle en su carácter, y por lo que ha hecho
en la historia de la redención.
La adoración debe centrarse en lo que conocemos de Dios en su santo amor. Debe volver a Él y debe
celebrar las obras de su santo amor. Esto mismo, a fin de cuentas, será la canción eterna (Ap. 5:9-
10; 7:15-17; 19:6-8).
IMAGEN: LIGHTSTOCK.
David F. Wells es profesor distinguido de investigación en Gordon-Conwell Theological
Seminary en South Hamilton, Massachusetts. Es autor de Dios en el torbellino. Cómo el
amor santo de Dios reorienta nuestro mundo.
Evangelios | Devocional
20 AGOSTO, 2018 | Juan Gómez
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VIDA CRISTIANA
“Me maravillo de que tan pronto ustedes hayan abandonado a Aquél que los llamó por la gracia de
Cristo, para seguir un evangelio diferente”, Gálatas 1:6.
Como dice el texto, es sorprendente lo rápido que olvidamos nuestra identidad en Cristo, nuestra
adopción, y nuestra justificación, al escuchar miles de voces que diariamente hablan a nuestros oídos
reflejando los valores de este mundo.
Son valores e ideas que vemos demasiado importantes como para ignorar en nuestro diario vivir. Nos
han convencido que nuestra vida de fe, de alguna manera, no tiene que ver con ellas. Y nos llevan a
construir récords de “justicia”, que hace que nos justifiquemos delante de Dios, los demás, y nosotros
mismos a nuestra manera.
Es importante aprender a reconocer y entender el origen de estas voces y sus mensajes, los cuales, de
manera funcional, se han convertido en “evangelios extraños” para nosotros. Han sido “buenas noticias”
que han tergiversado nuestro sentido de dependencia a Dios, haciéndonos sentir autosuficientes en este
mundo. Nos han llevado a actuar solo en base a nuestros recursos y razonamientos, desconfiando de la
provisión de Dios y su dirección para nuestras vidas.
Estos “evangelios” eventualmente nos llevan a una bancarrota espiritual. Nos frustran, nos cansan, nos
derrotan y, al final, reflejan la pecaminosidad que ha echado raíces en nuestro corazón.
Las buenas noticias para ti y para mí son que, en los momentos que sentimos la frustración y la derrota
de un “evangelio diferente”, Dios muestra la labor de su Espíritu en nosotros, llevándonos en
arrepentimiento y fe a la obra de Cristo en la cruz del Calvario. Es entonces cuando volvemos a recordar
y reconocer nuestra condición en Cristo y celebrar su continua provisión, dando como resultado gloria al
Padre, y gozo, paz, y significado a nosotros sus hijos.
Dios ha puesto en mi corazón un gran deseo de que otras mujeres puedan conocer la Palabra de Dios a
profundidad. Lamentablemente, hoy día muchas mujeres se limitan a conocer únicamente sobre temas de
mujeres: maternidad, matrimonio, soltería… dejando de lado todo el consejo de Dios y lo que su Palabra
tiene que enseñarnos en muchas otras áreas. Pero Dios me ha ido motivando a no solo hablar de temas
de mujeres con fundamento en la Palabra, sino también estudiar la Palabra de manera expositiva. A
buscar saber qué tiene el Señor que enseñarnos a través de un libro completo de las Escrituras.
Producto de este sentir, mi corazón se movió a preparar un estudio interactivo para mujeres de un libro
de la Biblia, y en los últimos meses he estado trabajando en este estudio que pronto estaremos
publicando en Coalición por el Evangelio, recorriendo a lo largo de 1 Juan.
En mi proceso de lectura de fuentes externas a las Escrituras, la Biblioteca Tesoro de Logos ha sido una
de las principales a utilizar debido a la cantidad de recursos a los que puedo tener acceso, y la forma en
la que Logos me permite profundizar en un pasaje, un verso o palabra.
Además de esto, me ha sido de gran ayuda en pasajes que quizás no quedan muy claros aun al leerlo
repetidas veces. Uno de estos pasajes donde me ha sido particularmente útil es en 1 Juan 2:2 -14. En esta
porción, Juan se dirige a varios grupos. Al leerlo, podemos pensar que se está dirigiendo a 3 grupos de
edades: hijos, padres y jóvenes; pero mientras analizaba este pasaje y consultaba otras fuentes, pude
darme cuenta de que se está dirigiendo solo a 2 grupos de manera específica: los padres y los jóvenes. El
primer término utilizado, “hijos,” no está haciendo referencia a un grupo de edad sino a un término
global:
12 señales de un corazón
arrepentido
9 JUNIO, 2015 | Jared C. Wilson
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VIDA CRISTIANA
¿Cómo sabes cuando alguien se arrepiente? En su pequeño útil libro llamado Disciplina de la Iglesia,
Jonathan Leeman ofrece algunas orientaciones:
Estos son buenos indicadores, y creo que podemos añadir unos cuantos más. Aquí hay 12 señales de un
corazón genuinamente arrepentido:
“…pero ahora me regocijo, no de que fueron entristecidos, sino de que fueron entristecidos para
arrepentimiento; porque fueron entristecidos conforme a la voluntad de Dios, para que no sufrieran
pérdida alguna de parte nuestra. Porque la tristeza que es conforme a la voluntad de Dios produce un
arrepentimiento que conduce a la salvación, sin dejar pesar; pero la tristeza del mundo produce
muerte. Porque miren, ¡qué solicitud ha producido esto en ustedes, esta tristeza piadosa, qué vindicación
de ustedes mismos, qué indignación, qué temor, qué gran afecto, qué celo, qué castigo del mal! En todo
han demostrado ser inocentes en el asunto”, 2 Corintios 7:9-11.
Apariencias |
Devocional
8 JUNIO, 2015 | Juan Gómez
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VIDA CRISTIANA
“Porque por fe andamos, no por vista (no por apariencias)”, 2 Corintios 5:7.
Vivimos en un mundo obsesionado con la apariencia. La apariencia nos define, nos categoriza, nos da
cierto status o nos causa gran stress. Cirugías, dietas, modas, marcas; todas estas tienen que ver con la
apariencia y con el valor y justificación que recibimos de ella.
El pasaje habla de que vivimos por fe y no por apariencias y en un mundo caído. Este no es el plan
original de Dios y vivir esperando y confiando en la aprobación y afirmación de otros en base a nuestra
apariencia es vivir esclavizados.
Es una lucha que tenemos que reconocer, muchas veces es demasiado fuerte en nuestra vida y de la cual
por fin seremos libres hasta que lleguemos a la presencia del Señor. Pero el pasaje nos recuerda un par
de veces que podemos vivir de tal manera que “cobramos ánimo” (v.8) y estamos “animados siempre”
(v.6), aun teniendo una “respuesta para los que se jactan en las apariencias y no en el corazón” (v.12).
La respuesta es andar por fe. Fe en Su provisión en la obra de Su Hijo. Sí, es cierto, por supuesto que
debemos cuidar de nuestra salud, buscar agradar a Dios en nuestro estilo de vida, y recordar que
tendremos que dar cuentas un día de nuestras acciones; pero hagámoslo descansando en la realidad de
que, “todo esto procede de Dios, quien nos reconcilió con El mismo por medio de Cristo” (v. 18).
Es el reconocer esta obra de Su gracia en nuestro favor con amor y agradecimiento, que nos da el poder
“para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para Aquél que murió y resucitó por ellos (V.15).
Hace poco asistí a una conferencia de mujeres en la que este mensaje, predeciblemente, tomó el
centro del escenario. Una tras otra, las tres exponentes nos condujeron al Salmo 139:14,
instándonos a vernos como Dios nos ve, como una creación hecha de manera asombrosa y
maravillosa. Podría haber sido un evento para todo tipo de mujeres, con prácticamente
cualquier característico expositor. Las mujeres cristianas pedimos al Salmo 139:14 que nos
calme cuando nuestra imagen corporal se tambalea, o cuando simplemente no nos sentimos tan
inteligentes, valiosas, o capaces. Le pedimos que nos refuerce cuando nuestras limitantes nos
agobian. Pero en base a la frecuencia con la que escucho que este Salmo es brindado, sospecho
que este mensaje no nos satisface.
Considero que hemos diagnosticado mal nuestro problema principal. Mientras mantengamos el
énfasis en nosotras en vez de en una visión más elevada, hallaremos poco consuelo en las
discusiones de identidad —y veremos pocos cambios permanentes—. Nuestro problema
principal como mujeres cristianas no es que carecemos de autoestima, o que necesitemos de un
sentido de importancia o propósito. Es que nos privamos de la capacidad de admirar.
Admiración y asombro
Estudios muestran que cuando los seres humanos experimentan admiración, como el asombro
ante secuoyas, un arcoíris, o algún compositor de música clásica, nos convertimos en seres
menos individualistas, menos auto-centrados, menos materialistas, más conectados con lo que
nos rodea. Cuando nos maravillamos ante algo más grande que nosotros mismos, nos volvemos
más capaces de alcanzar a otros.
Al principio, esto parece contradictorio, pero examinando minuciosamente, vemos que empieza
a parecerse más a los grandes mandamientos: Amar a Dios con corazón, alma, mente y fuerza
(maravillarse con Alguien más grande que uno mismo), y amar a tu prójimo (alcanzar a otros).
La admiración nos ayuda a preocuparnos menos de la autoestima al tornar nuestros ojos hacia
Dios en primer lugar, y luego hacia los demás. También ayuda a establecerla de la mejor
manera posible: entendemos tanto nuestra insignificancia dentro de la creación como nuestra
importancia para nuestro Creador. Pero al igual que un niño con un iPad a los pies de un árbol
de secuoya de 800 años de edad, podemos perdernos de la majestad aun cuando esté justo en
frente de nosotros.
La verdadera autoconciencia
Lo hemos hecho habitualmente con el Salmo 139:4. Es fácil escucharlo como un “verso rosa”
cuando una mujer está leyéndolo en voz alta en un auditorio lleno de mujeres. Es más difícil
oírlo de esa manera cuando tenemos en cuenta quien lo compuso. Imagina al rey David
escribiendo para darse a sí mismo una charla motivacional acerca de su apariencia o su
autoestima. No, el Salmo 139:4 no está escrito para ayudarnos a sentirnos importantes. Sólo
tenemos que alejar la imagen y considerar el salmo entero para ver esto; sin lugar a dudas,
nosotros no somos el tema. En vez de ser una reflexión sobre mí, hecha de una manera
asombrosa y maravillosa, El Salmo 139:4 es una celebración extendida y exquisita de Dios
temible y maravilloso.
La admiración produce auto-olvido; en este sentido, cuando enfatizamos la auto-conciencia a
costa de la omisión del auto-olvido, hemos perdido el punto. Puedes decirme que soy una hija
real del Rey. Puedes asegurarme que soy el poema de Dios o su obra maestra. Puedes decirme
que muevo el corazón de Dios, que Dios canta de mí y se deleita en mí, que soy hermosa a sus
ojos, que he sido apartada para un propósito sagrado. Puedes decirme estas cosas, y deberías
hacerlo. Pero te ruego: No me digas quien soy hasta que me hayas hecho contemplar con
asombro al “Yo Soy”. A pesar de que todas estas afirmaciones son verdades preciosas, su
belleza no puede ser percibida adecuadamente hasta que sean enmarcadas en la brillantez de Su
absoluta santidad. No puede haber verdadera auto-conciencia, aparte de una correcta y
reverente admiración por Dios.
Así que les suplico, maestras, levanten mis ojos de mí misma hacia Él. Enséñenme el temor del
Señor (Proverbios 31:30); ya que encontrar nuestra identidad en los lugares equivocados es un
síntoma de sucumbir ante el temor del hombre. Nosotros nos medimos por un estándar humano
en lugar de uno divino. Pero la solución del temor al hombre no es garantía repetida de que
somos amadas y aceptadas por Dios. Es el temor de Dios.
Como Ed Welch ha diagnosticado con razón, hay que combatir el miedo con temor. Dejemos
de ofrecer reverencia y temor al estándar humano y, en su lugar, démoselos a su verdadero
objeto: Dios mismo. Esto es adoración. Y cuando adoramos “a Jehová en la hermosura de la
santidad” (Salmos 96:9 RV60), sucede algo interesante: nosotros redescubrimos nuestra
verdadera identidad —como pecadores redimidos por gracia—, de una manera que desafía la
comprensión humana.
En ese momento, aquel en el que temblamos y tartamudeamos, “apartaos de mí, que soy una
mujer pecadora”, nuestros corazones están listos para beber en la buena noticia de que somos
hijas del Rey. La perla de su incalculable amor por nosotros, finalmente puede ser valorada
adecuadamente. El milagro de nuestra aceptación a través de Cristo, finalmente puede ser
saboreado de manera apropiada.
Es hora de que las maestras y escritoras abandonen la papilla aguada de la auto-reflexión por un
mensaje que nos satisfaga. Las mujeres necesitan desesperadamente ser discipuladas en la
práctica gozosa de la adoración desinteresada. Ayúdanos a poner nuestros ojos en Su
majestuosidad imponente. Ayúdanos a aprender a maravillarnos. Enséñanos el temor del Señor.
La Mujer de
Excelencia es:
Una mujer que
se acepta a si
misma
Predicaciones y
Estudios
¡Cristo Vive!
Convertirse a Cristo
Código de Valores
La Mujer de
Excelencia es: Una
mujer que se
acepta a si misma
Dinámica para Empezar:Entrega a cada mujer una hoja de papel y lápiz con la
siguiente encomienda:Escribe 3 cualidades que más te agradan de tu
personalidad.Escribe 2 cosas que quisieras superar.
INTRODUCCION
Entrega a cada mujer una hoja de papel y lápiz con la siguiente encomienda:
Cuando hayan terminado, invita a que compartan con las demás sus respuestas (las
que deseen). Es muy probable que muchas de las mujeres no hayan podido (o
deseado) escribir 3 cosas que les agrada de ellas mismas. Insiste y explica en ese
momento que la mujer de excelencia es una mujer que sí se acepta a sí misma.
No hay nada que destruye más tu habilidad para ser una mujer de excelencia, una
mujer creativa y una mujer que sepa convivir con los demás, como el creer que eres
de poco valor. El aceptarte a ti misma es la clave mayor para aceptar a otros. Lo que
pensemos de nosotras mismas influirá en todas nuestras acciones y actitudes hacia
los demás.
Un conocido sicólogo cristiano dijo lo siguiente: Si yo pudiera dar una receta a cada
mujer del mundo, sería: Una dosis grande de autoestima y valor personal, tomada tres
veces al día, hasta que los síntomas desaparezcan. No dudo de que ésta sea la
mayor necesidad de la mujer.
Maestra: Asigna con anticipación las siguientes citas. Que las personas escogidas
lean cada texto, y luego juntas concluyan qué es lo que la Biblia dice de nosotras en
cada caso. (Lo subrayado es la clave).
"...para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado".
Efesios 1:6.
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales
Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Efesios 2:10.
"Y serán para mí especial tesoro (los que temen al Señor). Malaquías 3:17.
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron, he
aquí que todas son hechas nuevas". 2 Corintios 5:17.
"Estar en Cristo" significa que uno es convertido a Cristo y que vive para El.
¡Imagínalo! Dios dice que los que están en Cristo son: aceptos en el Amado, hechura
suya (obra maestra), especial tesoro y nueva criatura.
Siendo que Dios mismo, nuestro Creador, nos ha dado tanto valor, ¿quiénes somos
nosotras para despreciarnos a nosotras mismas?
Podemos vencer el rechazo o el desprecio de otros, aun de la familia, cuando
estamos seguras de la aceptación de nuestro Padre Celestial. Basándonos en Su
aceptación, podemos tener una buena autoestima.
Es necesario aclarar una cosa: Amarse a sí misma no es egoísmo. Cristo nos enseñó
a amar al prójimo como a sí mismo. El egoísmo, o ser egocéntrico, produce fruto
negativo, mientras el amarse a sí mismo produce fruto positivo.
PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR: ¿Cuál será el fruto negativo que has observado
en las vidas de mujeres egoístas? ¿Cuál será el fruto positivo de una mujer que se
ama? (Permite que den sus opiniones).La mujer que se acepta y ama a sí misma no
está controlada por los celos, ni la envidia, ni la competencia con otras mujeres. Ella
valoriza su propia individualidad.
"...y una mujer llamada Marta le recibió (a Jesús) en su casa. Esta tenía una hermana
que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. Pero
Marta se preocupaba con muchos quehaceres y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da
cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude..."
Respondiendo Jesús le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas
cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cuál
no le será quitada". Lucas 10:38-42
MARTA:
Es verdad que Jesús le llamó la atención a Marta, pero no creo que lo hizo con un
tono de voz de regaño sino de compasión. Pero usemos nuestra imaginación por un
momento. Exactamente ¿cómo fue el escenario aquella tarde? Probablemente al oír
Marta la noticia de que Jesús iba a llegar pronto a su casa, y como le fascinaba
atender a sus huéspedes, decidió preparar una comida muy elegante como paella.
Así que, empieza a dar órdenes a María para que le ayude a preparar unas botanas y
una limonada.
Pero en vez de comprenderla, Jesús le dice: "Marta, Marta, afanada estás con
muchas cosas". Era cuestión de prioridades. Con Jesús en la casa, no era tiempo
para comida demasiado elegante. Era tiempo de servir algo rápido y sencillo para
tener el tiempo máximo para sentarse y disfrutar la presencia de su visitante tan
especial.
Posiblemente después de este día Marta examinó más de cerca sus prioridades y
reconoció que no era necesario gastar tanta energía y tanto esfuerzo en cosas
pasajeras. Posiblemente tú y yo necesitamos re-examinar nuestras prioridades.
¿Estamos invirtiendo nuestro tiempo en lo que es realmente importante?
Leemos más adelante "...y le hicieron allí una cena: Marta servía..." Juan 12:2 Marta
tenía un don de hospitalidad y ella siguió sirviendo después del relato de Lucas 10.
Ella no tuvo que cambiar su personalidad ni abandonar sus dones; lo que tuvo que
hacer fue ajustar sus prioridades y traer sus dones bajo el señorío de Jesús.
MARIA:
En esa misma cena donde Marta servía se dice esto de María:
"Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió
los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del
perfume". Juan 12:2-3
Derramó su amor sobre Jesús, ungiendo sus pies con el perfume de gran valor. Ella
fue una adoradora que tuvo gran hambre espiritual. Para ella, era más importante
sentarse y oír sus palabras que pensar en la comida.
Y no podemos olvidar que aquella tarde cuando Jesús y sus discípulos llegaban a la
casa de Marta, María y Lázaro, y María se sentó a sus pies, el Maestro había
declarado que ella (María) "había escogido la buena parte".
Dudo mucho que María fuera una mujer que nunca ayudaba ni servía. Probablemente
compartía responsabilidades en el hogar con Marta en cierto grado. Sin embargo, es
evidente que ella sí tenía más sensibilidad en cuanto a lo espiritual.
Y los estudiosos de la Biblia dicen que debido a que ella pasó tiempo escuchando a
Jesús, fue de las pocas personas que comprendieron lo que le iba a suceder a El,
porque cuando derramó el perfume, Jesús dijo: "para mi sepultura ha guardado esto".
María sabía cómo aprovechar al máximo los momentos especiales. Era reflexiva, con
poca preocupación del "qué dirán" de los demás.
Pero el Reino de Dios también necesita de las Marías, las mujeres dispuestas a pasar
cuánto tiempo sea posible a sus pies, aprendiendo de El y empapándose de El. Ellas
serán magníficas maestras, consejeras e intercesoras. Sin embargo, las "Marías"
deben cuidarse de no utilizar su naturaleza como un pretexto para no servir, y no
involucrarse. Sobre todo, deben cuidarse de no entrar en "orgullo espiritual" y
confundir sus propias percepciones con la verdadera dirección del Señor.
Seas Marta o María, recuerda...¡tú vales muchísimo! ¡Trae tus dones bajo el señorío
de Jesús y acéptate!
Un Cuerpo... Muchos Miembros
Hemos hablado de dos personalidades muy diferentes. Al igual que hay una variedad
increíble de flores y plantas en el reino natural, así también en el reino de Dios. I
Corintios 12 nos compara con los muchos miembros de un cuerpo: el ojo, la mano, el
brazo, los pies, el oído, etc., y se dice que cualquier miembro es importante.
Reconoce cuál es tu lugar en el cuerpo, sea lo que sea, y acéptate. No trates de ser
una persona que no eres.
IV. EL AMOR Y ACEPTACION INCONDICIONAL DE DIOS
¿Por qué nos es tan difícil comprender el amor y aceptación incondicional de Dios?
¿Pudiera ser por lo que experimentamos en la vida? Por ejemplo, en la sociedad,
¿somos generalmente aceptados incondicionalmente? (Que den ejemplos) Aun en el
matrimonio y otras relaciones ¿es uno aceptado incondicionalmente? (Que amplíen
sus respuestas).
Puede ser que tú hayas experimentado el rechazo de alguien cerca de ti; sin
embargo, Jesús promete no rechazar, no echar fuera a nadie que llega a El. "Todo lo
que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera." Juan 6:37
Aunque Dios no nos rechaza...sin embargo, el haber sido rechazada por otras
personas importantes en nuestra vida, puede afectar nuestra percepción de nosotras
mismas, y nuestra habilidad de captar el amor incondicional de Dios. ¿Has sufrido de
rechazo? ¡Hoy puedes ser sanada!
CONCLUSION
Recuerda, la mujer de excelencia no critica a los demás, ni a sí misma. Ella reconoce
que es una creación original, hecha a la imagen de Dios, y por lo tanto, de gran valor.
No trates de ser otra persona. ¡Acéptate a ti misma!
Autoestima e Identidad I | H.
Norman Wright
AUTOR: H. NORMAN WRIGHT 21235
Pregunta:
Mi autoestima es muy baja. ¿Como la fortalezco? ¿Cómo me puedo sentir
bien conmigo misma, respetarme, aceptarme y amarme?
Respuesta:
Una de las preguntas más frecuentes tiene que ver con la identidad y la
autoestima de la mujer. Las mujeres de todas las edades luchan con este
asunto y a pesar de toda la enseñanza y recursos disponibles para
ayudarlas, el conflicto aún continúa.
Si tiene su identidad basada en lo que otros han dicho de usted, les ha dado
a estas personas un tremendo poder y control sobre su vida. ¿Está segura
que sus percepciones son acertadas?
¿Hay otras personas que le puedan dar una idea más exacta de quién es
usted, verdaderamente? ¿Cómo se comparan sus percepciones con las de
Dios?
Nunca hemos caminado en los zapatos de esas mujeres con quien nos
comparamos, por lo que nos estamos haciendo ilusiones de lo que nos
gustaría. Cuando hacemos esto comparamos lo peor de nosotros - aquello
de lo que estamos más conscientes - con lo mejor de ellas.
Cuando creemos que sólo valemos si somos bellas, si usamos los mejores
productos, si conocemos a las mejores personas, si somos triunfadoras o si
estamos cómodas financieramente, estamos edificando nuestra autoimagen
en bases falsas.
3.- ¿Cree que su suficiencia está ligada a cuánto dinero usted produce o
tiene? ¿Dónde se originó esta creencia?
4.- ¿Cree que siempre debe estar en lo cierto en todo lo que sea apropiado
o sentirse bien con usted misma? ¿Cree que si está equivocada será
desaprobada o rechazada?
7.- ¿Cree que tiene que agradar a los demás con el fin de tener valor?
9.- ¿Cree que su suficiencia y valía están ligadas a su apariencia, cuán alta
o baja sea, cuán gorda o delgada?
"¿Qué otro trabajo?", preguntan. "Limpiar la casa es sólo la mitad del trabajo
- contesto -. También necesita redecorarla. Algunas de sus creencias
profundamente atrincheradas pueden que no sean tan fáciles para
deshacerse de ellas. Necesita reemplazarlas por creencias nuevas,
acertadas y positivas sobre sí misma".
Para hacerlo necesita decidir qué valora más: si su vieja y falsa identidad o
la verdadera, la identidad dada por Dios. Una vez que usted decida cuál
tiene mayor valor (¿hay alguna duda?), entonces necesita dejar ir una y
aferrarse de la otra.
Pero para poder agarrar la nueva deberá soltar la vieja. Usted puede tener
dificultad al renunciar a la familiaridad y seguridad de su vieja identidad.
Pero piense en lo que ganará.
Pero usted no puede confesar a Dios lo que primero admite por si misma.
También, cuando comparte con otra persona, esto le trae incluso un nivel
más profundo de apertura y sinceridad consigo misma y con Dios.
Este tipo de apertura puede ser muy dolorosa, y los sentimientos pueden
surgir, lo cual la conmoverá. Pero la gracia nunca es conmovida, nunca
rechazada, y nunca apartada –sea lo que fuera lo que enfrente. Es dada
gratis, sin ninguna referencia a nuestra bondad o maldad, dignidad o
indignidad.
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Mensaje n°1
INTRODUCCIÓN
A.Al observar a hermanas en Cristo se nota que para muchas la autoestima es un problema.
Muchas veces muestra sus resultados en las obras de la iglesia. A muchas mujeres les falta
confianza para poder participar en evangelismo personal o se sienten incapacitadas para enseñar
una clase (ya sea de niños o de damas). Esto es una lástima cuando Dios nos ha dado toda razón
para tener confianza y sentirse merecedoras. Yo creo que una autoestima buena no comienza para
nada con énfasis en el "auto" (o sea "yo"), pero está basado en Dios y todo lo que él ha hecho por
nosotros.
B.Nos es importante como otros se sienten acerca de nosotras. Nos afecta en como nos sentimos
o pensamos en cuanto a nuestro propio "yo."
1.¿Cómo te sientes con respecto a ti misma? "Me quiero...no me quiero" ¿Tendremos que volver a
una margarita para descubrirlo?
C.La forma en que nos sentimos con respecto a nosotras mismas es nuestra "autoestima" o
concepto propio.
1.Jesús enseñó que deberíamos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Lc. 10:27).
2.El sabía que nuestro amor por otros es una expresión de cuanto nos queremos a nosotras
mismas. El nos estaba diciendo que tendríamos dificultades en amar a otros si nosotras no
tenemos un respeto apropiado y amor por nosotras mismas. ¿Cuánto te quieres a ti misma?
1.Es usualmente caracterizado por los sentimientos de inadecuacia, inservible y una falta de
confianza propia.
2.Mujeres con baja autoestima pueden parecer saludables, alegres y contentas por fuera, pero
interiormente se sienten inferiores y dudan de sí mismas.
3.Tienen dificultad aceptando felicitaciones, pero pueden aceptar otros títulos como "tonta,
payasa, gorda o torpe."
4.Una descripción:
"Es estar sentada sola en una casa durante las horas silenciosas de la tarde preguntando porque
no tienes ninguna amiga "verdadera." Es ansiar para tener alguien con quien hablar sinceramente,
pero sabiendo que no hay ninguna persona digno de tu confianza. Es el sentir de que "ellas no me
querían si conocieran como soy realmente." Es estar aterrorizada cuando hablas con un grupo de
tus semejantes o compañeras, y sintiendo como una necia cuando llegas a casa. Es preguntando,
¿por qué otros tienen mucho más talento y habilidad que tu? Es sintiendo increíblemente fea y
sexualmente inatractriva. Es admitiendo que eres un fracaso como esposa y madre. Es
menospreciar todo acerca de ti misma y deseando, constantemente deseando ser otra persona. Es
sintiendo no amada e imposible de ser amada, sola y triste. Es estando acostada después que la
familia duerme, meditando tu vacío interior, y anhelando un amor incondicional. Es un
sentimiento intenso de lastima por ti misma. Es extiendo tu mano en la oscuridad de la noche para
secar esa lágrima en la orilla de tu ojo. ¡Es depresión!" (James Dobson).
B.Mujeres con una autoestima baja a menudo disfrazan sus sentimientos siendo sumamente
superficial. Tienen dificultad abriéndose para conversar sobre temas profundas con otras y pueden
ser notadas como calladas y sumamente vergonzosas. Separación e ira son las reacciones más
comunes a sentimientos de inferioridad. Ninguno es saludable (físico o espiritualmente).
A.No es orgullo bullicioso, un espíritu jactancioso, o una actitud de creerse muy justo y bueno
(farisaico) como algunos pueden pensar. Es un sentir callado de respeto por sí mismo y un
sentimiento de valor propio. La autoestima alta incluye la habilidad de amarse a sí mismo, dar y
aceptar amor brindado por otros. Es confianza propia en tus habilidades y talentos, cualquiera que
ellos sean.
B.Algunas características:
3.Tienden a tener una vida familiar mejor. Son más abiertas y se comunican mejores en grupos.
1.Fuimos hechas a su imagen y semejanza. Esto hizo al hombre un ser creado especial.
3.Dios sacrificó a Su hijo, nos dio su libro y la iglesia para satisfacer nuestras necesidades
espirituales.
4.El nos ha dado como Cristianas, toda razón para sentirnos bien por nosotras mismas porque El
nos ama.
5.¿Cómo te parece que le hace sentir a Dios si ve que después que todo lo que ha hecho por
nosotras, no nos amamos ni respetamos a nosotras mismas?
a.Una mujer con baja autoestima no se ve a sí misma como Dios la ve. La lastima que se siente por
si misma no deja que ella se concentra en como servir a otros. Es demasiada crítica de si misma y
no desarrolla sus talentos por miedo de fracasar.
b.Una mujer con una autoestima alta consigue su confianza propia de y en Dios (Filipenses 4:13).
No se ve a si misma como gran cosa o perfecta, pero sabe que es especial en los ojos de Dios.
a.Una mujer con una autoestima alta está mejor equipada para edificar la autoestima de aquellos
en su familia (Prov. 31).
b.Unas mujer con una autoestima alta es hospitalaria y tiene confianza en sus habilidades como
hogareña, esposa, madre y amiga. Una mujer con una autoestima alta tiene más posibilidad de ver
a su hogar como un lugar especial. Un lugar dado por Dios mismo, y por lo tanto trata de que sea
un lugar especial para otros.
a.Una mujer con una autoestima alta es más susceptible a participar en los programas de su
congregación y enseñar una clase. Reconoce cuales son sus talentos y los usa.
b.Mujeres con una autoestima baja tienen mucho talento y son creativas, pero les falta la
confianza e iniciativa para poner sus talentos al servicio del Señor, como el hombre de la parábola
de los talentos (Lc. 19:11-27). Ellas se comparan con otras y piensan "Voy a dejar que ella lo haga.
Ella puede hacer un mejor trabajo mejor que yo!"
a.Mujeres con una autoestima baja piensan que nunca puede enseñar, tienen miedo del rechazo,
y por lo tanto deja que otras lo hagan.
b.Mujeres con una autoestima alta tienen más confianza para poder compartir el evangelio. No es
porque es se preocupan más por el mundo, pero porque tienen más confianza, porque esta
confianza viene de Dios (II Cor. 3:4-6). Ellas reconocen lo que Dios ha hecho por ellas y quieren
compartirlo con otras.
CONCLUSIÓN:
A.Mujeres Cristianas pueden y deben tener un buen concepto de sí mismas, una buena
autoestima.
B.Esperamos que mientras continuamos este estudio, nos acerquemos a Dios, y a tu hermana
Cristiana como a tu familia.
C.Como resultado te sentirás mejor de ti misma, y ser una sierva más útil para Dios.
D.Espero que podamos decir "Yo soy especial para Dios. ¡Yo me amo!"
2.Permita que cada miembro de la clase comparta una persona específica quien ha influenciado su
autoestima para lo mejor.
3.¿Porque será que la oración y el estudio Bíblico frecuente contribuyen a una autoestima alta o
buena.
4.Lea los siguientes pasajes y conversen acerca de cómo afectan la autoestima de la Cristiana: Gen.
1:27; Filipenses 4; Efesios 5:8-10; II Cor. 3:4-6; Proverbios 22:1-2; I Pedro 2:9-10.
5.Lean Lucas 10:27 y Santiago 2:8. En forma de lista, de algunas formas específicas que podemos
demostrar a otros que les amamos. ¿Cómo influye la forma que nosotras amamos a nosotras
mismas con la forma que amamos a otras?
6.Conversen cómo nuestra autoestima influye en las distintas áreas de la vida Cristiana.
Sin embargo, Pablo no sólo da a entender en el vers. 3 que es posible hacer algo como eso sin
estar movidos por el resorte del verdadero amor, sino que también enseña con toda claridad que
de ser así de nada sirve:
“Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que
resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda
ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada
soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo
para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve” (1Cor. 13:1-3).
Si el amor no está detrás de todo cuanto hacemos, de acuerdo a la enseñanza de este texto a los
ojos de Dios eso no sirve para nada. De manera que el amor es central en la vida cristiana. En el
resto de esta entrada quiero compartir cuatro argumentos que apoyan esta declaración.
En primer lugar, el amor es aquello que nos dispone a ejecutar todos nuestros deberes para
con Dios y para con los hombres.
Es el amor a Dios aquello que dispone nuestro corazón para honrar a Dios como es debido,
adorar Su grandeza, y someternos gozosa y voluntariamente a Su dominio. Por algo el Señor
colocó el mandamiento de amar a Dios a la cabeza de todos los mandamientos (comp. Mt.
22:34-38). De esta fuente emana todo lo demás. Es el amor a Dios aquello que nos mueve a
obedecerle con una obediencia evangélica, como la obediencia que le dispensa el hijo al padre
que ama.
Es el amor aquello que nos mueve a refugiarnos en Dios en tiempos de dificultad. Cuando
viene la aflicción queremos estar cerca de aquellos que amamos, y recibir el consuelo de su
compañía. El que ama a Dios se refugia en Dios en tiempos de necesidad.
Es el amor a Dios aquella virtud que dispone nuestro corazón a deleitarse en el hecho de que
Dios sea glorificado, aun cuando para ello tengamos que ser nosotros humillados. Es ese mismo
amor que guarda nuestras almas de poner en duda la Palabra de Dios, o de poner en duda la
genuinidad de Su amor para con nosotros cuando atravesamos en medio de alguna providencia
aflictiva. El que ama a Dios justifica a Dios, y está dispuesto a decir como Pablo: “Sea Dios
veraz, y todo hombre mentiroso” (Rom. 3:4). Todos nuestros deberes para con Dios son
energizados por el combustible del amor.
Pero lo mismo podemos decir en lo que respecta a nuestros deberes para con los hombres
(comp. Rom. 13:8-10). Si amamos al prójimo nos guardaremos de hacer deliberadamente nada
que pueda dañarle. Más aún, nos ocuparemos activamente de hacerle bien. La compasión y la
misericordia emanan directamente del amor.
De igual manera es el amor la virtud que pondrá un cerco alrededor de nuestro corazón para
que no envidiemos al prójimo en su prosperidad; aquello que nos moverá a pensar
caritativamente de sus acciones; a moderar nuestras pasiones cuando tiendan a levantarse en
medio de la ofensa, de los malos entendidos, etc. En Pr. 10:12 está escrito que “el odio
despierta rencillas; pero el amor cubrirá todas las faltas”.
En segundo lugar, cualquier cosa que hagamos que tenga apariencia de virtud no es más
que hipocresía cuando es ejecutada sin amor.
Si no es por amor que lo hacemos ya no hay sinceridad en nuestra actuación. Sea en el contexto
de nuestros deberes para con Dios, o de nuestros deberes para con los hombres; si el móvil que
está detrás no es el amor a Dios o el amor al prójimo, ¿cuál es, entonces? El amor a nosotros
mismos; a nuestra propia reputación, a nuestra propia comodidad. Queremos el aplauso y la
buena opinión de los hombres, para poder servirnos de esas cosas en el momento propicio. Así
que mientras aparentamos estar preocupados por la gloria de Dios o el bienestar del prójimo, en
realidad estamos preocupados por nuestra propia gloria y nuestro propio bienestar.
En tercer lugar, decimos la Biblia enseña que la vida cristiana es una vida de fe, y que la fe
obra por el amor.
Pablo nos dice en 2Cor. 5:7 que es por fe que andamos, “no por vista”. La vida cristiana es una
vida de fe de principio a fin. Entramos en ella por medio de la fe, permanecemos en ella
creyendo. Ahora bien, esa fe, dice Pablo en Gal. 5:6, “obra por el amor”. Donde no veamos esa
obra de amor, podemos concluir que no hay fe, y donde no hay fe tampoco hay vida cristiana.
¿Podemos concebir la vida cristiana sin fe? No, de ninguna manera. Somos salvos por medio de
la fe; vivimos por fe. ¿Podemos concebir la fe sin amor? Tampoco, porque la fe que no obra es
muerta en sí misma, dice Santiago, y Pablo aclara que la fe obra por medio del amor. Por tanto,
podemos concluir que tampoco se puede concebir la vida cristiana sin amor, lo mismo que no
podemos concebirla sin fe. Ambos elementos caminan de la mano. Dios los juntó, y el hombre
no puede separarlos.
En cuarto y último lugar, decimos que el amor es central en la vida cristiana, el resumen de
todas las virtudes cristianas, porque la Biblia así lo declara de manera explícita (comp. Mt.
22:34-40). Por algo Pablo dice en Rom. 13:8 que el que ama ha cumplido la ley.
A la luz de esta enseñanza bíblica, ¿qué debemos hacer ahora? En primer lugar, debemos
examinarnos a nosotros mismos. Dado que el amor es algo esencial a la vida cristiana, y no un
asunto que se encuentra meramente en la periferia, ¿puedo decir que el germen de esa virtud ha
sido implantado en mí por el Espíritu Santo? Comp. 1Jn. 3:14-19; 5:1.
En segundo lugar, dado que el amor ocupa este lugar de preeminencia en la vida cristiana,
aquellos que poseen la convicción de ser hijos de Dios, deben esforzarse por crecer y abundar
en este amor cada vez más y más (comp. 1Ts. 4:9-10). ¿Dices ser hijo de Dios? ¿Afirmas haber
sido regenerado por el Espíritu Santo? He aquí, entonces, algo en lo que debes estar ocupado
todos los días de tu vida: poner este amor en práctica, y abundar en ello más y más.
¿Puedes decir honestamente que tu amor por los hermanos es más fuerte hoy de lo que era
antes? ¿De lo que era hace un año atrás? ¿Hace 6 meses atrás? ¿Cómo está tu involucración con
los hermanos, sobre todo en el contexto de sus aflicciones, de sus necesidades? ¿Hay hermanos
en la Iglesia que tienen razones para dar gracias a Dios por ti?
© Por Sugel Michelén. Todo Pensamiento Cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este
material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y
procedencia.
Una mujer que alegra el corazón de Dios
¿Has conocido una de esas mujeres que parecen brillar con una luz especial? ¿Que cuando
llegan a un lugar imparten paz, gozo y optimismo? No hablamos de belleza exterior,
maquillaje o ropa lujosa. Tampoco hablamos de sonrisas forzadas y practicadas. Se trata de
esa belleza que refleja la paz de un corazón perdonado y enamorado del Padre celestial.
La Biblia nos anima a que, como mujeres cristianas, reflejemos el carácter de Cristo. Esto
trae alegría al corazón de nuestro Padre celestial. ¿Cómo lo hacemos? ¿Qué distingue a una
mujer que ama a Dios? Veamos algunas de las características esenciales y esforcémonos en
ser mujeres que reflejen el corazón de Dios.
La mujer que alegra el corazón de Dios es una que reconoce su necesidad y dependencia de
él. Para ella es prioritario pasar tiempo delante de la presencia del Señor cada día. Ella le
entrega sus cargas al Señor totalmente confiada en que él obrará y permanece atenta en
espera de su respuesta. Es humilde ante él y recibe las fuerzas necesarias para enfrentar lo
que traiga el día.
2. Su identidad viene del Señor
He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Lo que
ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su
vida por mí.
(Gálatas 2:20)
Ella sabe que ha sido perdonada, no vive atada a su pasado. Vive con el gozo que trae el
perdón y el saberse amada, escogida por su Padre. Reconoce que aunque en términos
humanos no parezca muy especial, ella es valiosa y preciosa para Dios. Tanto, que él envió
a su Hijo, Jesús, a dar su vida en la cruz por amor a ella para que recibiera la salvación y el
perdón de sus pecados.
Es una mujer que ama a Dios y busca su aprobación antes que la de los hombres. Ante cada
situación o decisión ella le pregunta al Señor qué debe hacer y obedece sus mandatos
aunque vayan en contra de lo que le dicte la sociedad.
Su anhelo es reflejar el corazón de Dios y vivir una vida de obediencia que le glorifique a
él. Vive en constante servicio a Dios y a los demás.
4. Lleva el gozo y la paz del Señor
En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad,
bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas.
(Gálatas 5:22-23)
Está llena del Espíritu Santo y busca la dirección de Dios para actuar y hablar de acuerdo
con lo que él le muestra. Es una mujer que refleja el gozo y la paz del Señor. Sus palabras
son bálsamo y están llenas de bondad. Su hablar trae sanidad y paz a los que la escuchan.
Ella infunde ánimo y optimismo a todos los que la conocen.
¡Pidamos a Dios que nos ayude a ser mujeres que traen alegría a su corazón!
Medita en estas 12 cualidades de la mujer virtuosa.
Todos anhelamos amar y ser amados. Desde el bebé que duerme plácidamente en los
brazos de su madre hasta el anciano que espera con ansias la visita de sus hijos y familiares,
todos tenemos una necesidad innata de sabernos importantes, valiosos y amados por otras
personas.
El amor es uno de los temas más tratados en la literatura, el cine y la música. Hay infinidad
de libros, canciones y poemas dedicados a él. La Biblia también nos habla mucho sobre el
amor. De hecho, nos dice claramente que Dios es amor (1ª Juan 4:8) y en él encontramos el
mejor ejemplo del amor verdadero e incondicional. Pero el amor como tal ha sido
distorsionado a través de los siglos. Muchos lo equiparan con el sexo; otros, con el
sentimiento de poder y control sobre otra persona. ¿Qué es en realidad el amor? ¿Cómo lo
definimos?
Humanamente hablando nos puede parecer imposible amar así o encontrar a alguien que
nos ame de esa manera. El amor verdadero no está basado en los sentimientos sino en la
decisión de amar a alguien de forma incondicional y poner en práctica todas estas
características buscando lo que es mejor para la otra persona. ¿Cómo lo logramos?
¡Recibiendo ese amor! Cuando experimentamos nosotros mismos el amor incondicional de
Dios, su perdón y su cuidado, la semilla de ese amor comienza a germinar en nuestros
corazones y surge en nosotros el deseo de amar a los demás de la misma forma. Dios es el
único que nos puede dar la capacidad de amar con tanta bondad y altruismo. Él es nuestro
ejemplo de lo que es el amor verdadero. Dios nos amó tanto que envió a su Hijo Jesús a
este mundo para que a través de su muerte y su resurrección fuéramos reconciliados con él
por la eternidad. Lo hizo porque quiso, sin pedirnos nada antes. Y lo hizo por amor.
Una vez dejemos que el amor de Dios nos llene comenzaremos a reflejar su carácter en
nuestras relaciones con los demás. No podemos dar lo que no tenemos. Por eso, para poder
dar amor verdadero necesitamos recibirlo primero. ¿Has recibido el amor de Dios en tu
vida? ¿Has experimentado el poder sanador y restaurador que hay en él? Si no es así, puede
que sea un buen momento para abrirle tu corazón. ¡Su amor transformará toda tu vida!