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PARADOJAS HISTORICAS No tan fieros: lo que cuentan las cartas de los soldados romanos Los legionarios pedian a su familia que les enviara ropa, sentian afioranza y reclamaban mas cerveza. Ah, y cobraban poco Henri Motte: ‘La rendicién del caudillo galo Vercingetorix a las tropas de Julio César tras la batalla de Alasia, 52 aC (Getty) Isabel G6mez Melenchén 10/04/2021 06:00 | Actualizado a 12/04/2021 11:17 Aurelius Polion se siente como un miserable. Seis cartas ha enviado ya a su familia, sin haber obtenido contestacion, y le consta que las han recibido. “Mientras estoy lejos, en Pannonia, me tratdis como a un extrafio”. Sdlo quiere saber que estan bien, pero, sobre todo, que no le han olvidado. Aurelius Polion fue un legionario romano que vivid hace unos 1800 afios, y parece claro por sus cartas y las de sus compafieros que sus preocupaciones eran similares a las nuestras, cémo llegar a fin de mes, como van las cosas en casa, me echais de menos, enviame calcetines que hace frio y haz que los nifios estudien. En uma, recuerdan mas a los pobres centuriones de Asterix que a la épica de Hollywood. Como en el siglo XIX Los soldados, a veces a miles de kilémetros de sus casas, preguntan por su familia, por la cosecha, envian saludos a los vecinos y piden a los nifios que estudien La Historia se escribe en las declaraciones y tratados, pero las historias se revelan en las notas, diarios, recibos, documentos sin aparente importancia pero que hablan con mas verdad que reyes, embajadores y estadistas. Un ejemplo son las cartas que los soldados romanos enviaron a familiares y amigos desde los lugares, a veces a miles de kilémetros, donde los habian destinado. Durante mucho tiempo casi ignoradas, en la acepcién de “desatendidas” de la palabra, son consideradas ahora valiosos testimonios de un pasado ni tan lejano ni tan diferente, al menos en lo que a la esencia humana se refiere, y a sus trabajos. Y a sus sentimientos. “No he dejado de escribiros, pero vosotros no me tenéis presente. Yo cumplo con mi parte escribiendo siempre y no dejo de pensar en vosotros y os Ilevo en mi coraz6n. Vosotros no me escribis ni me contais como estdis, 0 qué tal vuestra salud”. Cualquiera puede identificarse con el sentimiento de abandono cuando se esta lejos de casa, donde la vida parece seguir ajena a nuestra falta. Tal vez la insistencia epistolar del un poco llorén Aurelius Polion, soldado de la Legio II Adiutrix en la actual Hungria, se debiera a la cultura escrituraria de su Egipto natal, donde papiros y escribas abundaban tanto como las momias, pero al final acaba suplicando una respuesta a: su padre Aphorisios, su tio Atesio, su hija, su marido Orsinouphis y los hijos de la hermana de su madre, ¢ Xenophon y Ouenophis. Muy desesperado debia estar el legionario para mentar incluso a su cufiado. 66 “No he dejado de escribiros, pero vosotros no me tenéis presente. Yo cumplo con mi parte escribiendo siempre, vosotros no me escribis ni me contais como estais” Aurelius Polion No muy lejos de las Piramides, en el desierto de Judea, Gaius Messius, se quejaba de que, después de hacer frente a todos los pagos, no le habia quedado ni un denario de su salario el mismo dia de recibirlo. Messius, cuyo apellido pareceria remitir a Messi en latin, se encontraba en las antipodas del creso futbolista cuando en un escrito consigné que después de recibir el estipendio establecido (50 denarios), hubo de pagar al propio ejército 16 denarios de cebada, 20 de comida, 5 denarios por unas botas, 2 denarios por unas correas de cuero y 7 denarios por unas ttinicas de lino. Es curioso, ya hace 1900 ajios los sueldos no llegaban a cubrir las necesidades. Por eso el soldado Claudius Terentianus, destinado en Alejandria, pedia a su padre en Karanis a principios del siglo II que “si esta de acuerdo, me envie desde alli unas botas bajas y un par de calcetines de fieltro”. Que el salario de los soldados era excesivamente bajo debe ser cierto, porque aparecen numerosas alusiones al tema en las tabletas de Vindolanda. Se trata de un conjunto de 1300 tablas encontradas en uno de los fuertes junto a los que en 122 dC se construiria el muro de Adriano en Britannia, de las que ya se han traducido mas de 750 y que aportan una informacion impagable sobre la vida de los soldados y sus familias cuando en el fuerte estaban desplegadas las legiones IX Batavorum y III Batavorum, alrededor de los afios 92-103 dC. Escritas en latin con letra cursiva romana en madera nativa, roble, abedul y aliso, y del mismo tamafio que una postal moderna, junto a ellas se encontraron también cientos de “boligrafos”, plumillas de hierro sujetas en un mango hueco de madera. Tal verborrea nos indica primero que existia un alto nivel de alfabetizacion, y segundo que los legionarios tanto que a que batallar se dedicaron intensamente a la escritura, quién lo hubiera dicho. 66 x Te ruego padre, silo apruebas, que me envies dos botas de cuero y un par de calcetines de fieltro. Las botas con botones no valen para nada, me proveo de calzado dos veces al mes" Claudius Terentianus La incontinencia epistolar ha dejado constancia, decimos, de lo mal pagada que estaba la Legion y de lo espabilados que se estaban volviendo las huestes romanas. “Te he enviado (...) pares de calcetines de Sattua, dos pares de sandalias y dos pares de calzoncillos”. El soldado en cuestion, anonimo, debié ponerse muy contento al recibir el paquete familiar, porque por otro listado sabemos que una toalla costaba dos denarios y una capa cinco denarios, una buena suma. En lugar de gastarse los dineros en suministros del ejército o productos locales, los soldados piden a sus familias que les envien subuclae (chalecos), abollae (capas gruesas y pesadas), subiblaria (calzoncillos), caligae (botas bajas), calcetines y sandalias, una combinaci6n que se justifica por el tiempo, de los que uno de los escribidores nos ofrece una informacién: “el cielo esta oscurecido por la lluvia y las nubes constantes”. El clima de Britannia sigue siendo estupendo... para el césped. Las cartas nos informan de muchos de esos negocios, y de nuevo sustituyendo denario por euro vemos que poco ha cambiado desde entonces, por ejemplo, la informalidad de algunos contratistas. Los hermanos Octavius y Candidus intercambiaron numerosa correspondencia sobre sus multiples negocios, desde grano a pieles; en una de las misivas Octavius se queja a Candidus: “un compafiero de mesa de nuestro amigo Frontius ha estado aqui. Queria que le reservara algunas pieles, le dije que se las daria antes de las Calendas de marzo. Decidié que vendria a los Idus de enero. No apareci6, ni se tom6 la molestia de decirme que ya tenja las pieles”. De Claudius Terentianus a Claudius Tiberianus El ejército desde dentro Claudius Terentianus no era un personaje destinado a pasar a la historia. Nacido en Egipto, se alist6 en el ejército romano sobre el 110 aC, y desde sus diferentes destinos mantuvo una frecuente, para la época, correspondencia con su padre, Claudius Tiberianus, antiguo soldado é! mismo, asentado en Karatis. Esas cartas, escritas en papiros, son las que han procurado al humilde guerrero la inmortalidad. Son célebres sus lamentaciones sobre la vida militar, que intercala concuestiones mas domésticas, como la ropa que necesita que le envien o los regalos que ha remitido é| a su familia: "Te he enviado por Martialis una bolsa bien cosida, en la que van dos mantas, dos capas, dos toallas y dos coberturas de lino". Sus descripciones, prolijas en detalles, de estos envios contienen informacién muy valiosa sobra la vida en el ejército y, sobre todo, sus personajes, soldados de a pie ignorados por los libros. En una de las misivas cuenta como un compaiiero le ha robado la capa que su padre le habia enviado, y le conmina a que en futuras remesas “ponga una direccién en todo y una descripcién fisica escrita para mi a fin de evitar cambios durante el transporte". Nada nuevo, como tampoco lo es el trafico de influencias y contactos. Flavius Cerialis, prefecto de la IX Batavorum sobre el 97 dC, era por su cargo un hombre influyente, asi que recibia peticiones de este estilo: “Brigionus me ha pedido, sefior, que se lo recomiende, por ello le pregunto si estaria dispuesto a apoyarlo. Le pido recomendarlo a Annius Aquester, el centurién a cargo de la region de Luguvalium, lo que me pondra en deuda con usted, tanto en su nombre como en el mio”. Otras veces es Cerialis quien pide un favorcillo aun tal Crispinus para progresar: “Saluda a Marcelo, el hombre mas distinguido, mi gobernador. Ofrece una oportunidad para los talentos de tus amigos (...) de la forma que desees, cumple lo que espero de ti”. Ahora se entiende porqué operaciones como la Ptinica han recibido un nombre romano... Pero la mayoria de las cartas constituyen un ir y venir de noticias entre los soldados y sus familias, un intercambio del que dependia la solidez de las relaciones, teniendo en cuenta que la estancia en el ejército se prolongaba 20 0 25 afios. Volvamos a Egipto; en Karanis, a unos 75 kilometros de El Cairo, se localizé una misiva muy representativa de una correspondencia entre un matrimonio. Una mujer, Apollonous, se dirige a su esposo, Julius Terentius, a quien desea, ante todo, buena salud. Acontinuacion, las noticias, que tanto ella como los nifios estan bien, que estos asisten a clase con una maestra y que la renta y semilla estan disponibles, sin duda noticias tranquilizadoras para el lejano marido. Y concluye: “con respecto a tus campos, he perdonado a tu hermano 2 atabas de renta, de modo que he recibido de é1 8 atabas de trigo y 6 atabas de semillas de hortalizas. No te preocupes por nosotros, y cuidate tu. Me dijo Termouthas que te has comprado un par de cinturones; me alegro mucho. Y con respecto a los olivares, jqué buenos frutos estan dando hasta ahora!”. Claro que no todo son mieles, y ni las distancias pueden detener las disputas conyugales, cosa que sigue sucediendo. En otra misiva, datada entre 41-67 dC, una mujer le reprocha a su esposo de que uno de sus hijos se haya alistado: “No le diste buen consejo al decirle que se uniera al ejército. Porque cuando yo le insté para que no se alistara, me dijo que su padre se lo habia dicho”. El otro hijo del matrimonio, Epafrodito, seguia en casa, sin duda para evitar las bromas sobre su nombre. La esposa concluye reclamandole al marido lentejas y aceite de rabano. Las informaciones sobre la economia doméstica, los campos, el aprovisionamiento, que recaia en las mujeres ante la ausencia de los hombres, se intercalaban con otras novedades mds banales, como la compra de ropa, y las novedades de los hijos y la familia en general. Pero también las esposas se escribian entre ellas, y a falta de una buena charla ante una taza de té, tenian las tablillas. Nada nuevo bajo el sol Contactos, peticiones, demandas y lo que ahora llamariamos trafico de influencias 0 clientelismo aparece en muchas misivas En una de ellas, fragmentada y de la que se desconoce donde fue encontrada, se lee “espero que te encuentres y tu esposo con buen animo. Andrias y Nikias te saludan, también la pequefia Lampadis. Si hubiera dado a luz a un var6n le habria dado el nombre de mi hermano, pero como es una chica le he puesto tu nombre”. No muy diferente de lo que escribiamos antes de la llegada del WhatsApp. Tampoco han cambiado tanto las celebraciones, una de las misivas mas conocidas de Vindolanda es una invitacion a una fiesta de cumpleafios. Alrededor del afio 100 dC Claudia Severa, esposa de un comandante, escribié asu hermana, Sulpicia Lepidina, esposa a su vez del ya citado Flavius Cerialis para que acudiera a los festejos por su aniversario. Se trata de uno de los primeros ejemplos conocidos de escritura en latin de una mujer. “Oh, cuanto te quiero en mi fiesta de cumpleafios. Hards que el dia sea mucho mas divertido. Espero que puedas hacerlo. Adids, hermana, alma queridisima”, escribe Claudia. Y mientras las damas se divertian con sus cosas, los soldados hacian lo propio con las suyas, es decir, con la cerveza. Una carta del decurion Masclus a Flavius Cerialis, que si en lugar del Imperio Romano hubiera vivido ahora tendria a rebosar la carpeta de entrada de emails, comienza pidiendo instrucciones para las actividades del dia siguiente, para acabar con lo que realmente interesaba: “Mis compajieros soldados se han quedado sin cerveza, ordena que nos envien mas”. Y no habia futbol. Hay una carta en particular que a esta escribidora le recuerda las que durante su infancia intercambiaban sus padres con los abuelos en el pueblo, y que terminaban siempre con una retahila interminable de saludos que incluian a (casi) todos los habitantes de la aldea. Asi concluia Claudius Terentianus, el de las botas bajas y calcetines, una de sus notas a su padre, el pagano, de pagador en este caso: “Saluda a Aphrodisia y a Isityche. Saluda a Arrius el centurio junto con su familia, a Saturninus el secretario y a su familia, a Capito el centurion y a su familia, Cassius el ayudante junto con su familia, Tyrannius el ayudante junto con su familia, Sallustius, junto con su familia, Terentius el piloto, Frontius junto con su familia, Sempronius Italicus, Publius, Severinus, su colega Marcelo, y Lucius”. CONTENIDO PATROCINADO éQué pasaria si hubieras invertido $1K en Netflix hace un afio? 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