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Prólogo

LA PATRIA DEL POEMA

Hay heridas que nunca cicatrizan. Sólo flotan


sobre la piel y se empozan en los poros como guiños
de la memoria. Hay ciudades que son hogar y son
destierro, que nos insuflan o nos consumen hasta
abigarrarse y ser una partícula nueva en la sangre,
transformando nuestra manera de ver el mundo y
convirtiéndonos en el peso de la gota sobre una
hoja, en la patria del poema y del desvarío. A cierta
edad, entendemos que la cultura no es algo estático,
sino inestable; y que nuestros ojos pueden ser las
arcas que transportan los nudos que sostienen el
origen,asícomo el cascajo de recuerdos que se sedi-
mentan en el silencio para renacer en nuestra voz.

El recinto arde. Es y no es nuestra casa.


Sentimos el puño de alguien golpeando con perse-
verancia la puerta, pero la caverna está vacía. No hay
nombres, ni señas, ni tristeza. La soledad de la estan-
cia corta el aire y revuelve el olvido, las imágenes
de una niña, una adolescente y una mujer creciendo
entre retamas, huacas y cantos forman una película
infinita de lo que fue, de lo que ES. Son cerros,
huaynos y fuego lo que la cubre, lo que la anima
a zurcir y a descoser en los poemas las hebras de


su historia. Esa niña hoy es mujer, y recuerda a su vida. Y en este poemario ese cordón umbilical se
padre y a su patria en él. A los virreyes, a los incas y delimita por una relación que, al contrario de mos-
a las múltiples culturas soplando desde su vejez. Sin trarse tensa o atormentada (como podría serlo en
duda, el Perú es un malestar o una angustia, pero el caso de una paternal), se luce como una sana vía
también una esperanza. para llegar a la conciencia, al entendimiento de lo
realmente importante y de un entramado de inte-
La armonía del dolor y la reconciliación con rrogantes y dudas en las que la palabra del padre,
el pasado familiar y personal se encuentran resumidas quizá como un chamán, nos indica el norte desde
en Perú, poemario de Teresa Orbegoso. La autora la niñez y así cruzar la historia.
plantea con él un recordaris de su vida en su país
natal; una tierra que, como su texto, se encuentra En Perú las heridas están expuestas. Llegan
inundada por un conjunto de presencias que guían desde las diferentes voces de escritores, huacas, dan-
nuestra travesía por los intersticios del corazón y de zantes de tijeras, dioses occisos, viejas civilizaciones
la mente. No obstante, no se debe pensar que es- y un largo etcétera que nos hablan de un país en
tamos ante un poemario instalado en el recuerdo, estado de gracia natural, pero en estado de desdicha
ya que Perú crece como crecen las piedras y avanza habitual al no oír el eco de las experiencias de sus
como avanzan los árboles. Sus raíces no siempre antepasados. Las metáforas caen en nuestros oídos
están ocultas y, cuando se dejan ver, lucen sonrisas como potentes huaycos que nos despiertan; y el
y lágrimas en una misma niebla que se empecina en gran nudo (o quipu) de la vida se afloja entonces
esconder el pasado, aunque sin éxito. lo suficiente para permitirnos atisbar, en tono de
elegía, los hábitos que explican lo que las palabras
Llegados a este punto, recordemos que la sumergen. Así crea Orbegoso. Así construye el re-
poeta vive desde hace algún tiempo en la Argentina. cuerdo de su país.
Todos quienes hemos vivido exilios prolongados,
sea por decisión personal o impuesta, tendemos a La geografía de este libro es tan extensa
formar nuevos lazos o puentes que, por la lejanía,se como la de nuestra nación. Pasa por la infancia y la
convierten en nuestro cordón umbilical con esa tierra primera juventud de su autora. Por sus relaciones
madre que nos vio nacer, con nuestra identidad y de familia, la historia de su país, el misticismo no
el microcosmos formado en un país en donde se católico y las referencias a la cultura peruana preco-
complementan visiones milenarias de comprender lombina y colonial en los que, verso a verso, la poeta
el mundo. Perú es entonces historia, pero también labra los poemas al ritmo de un huayno y zapateo

 
muy íntimo, para sorprendernos y revelar ante no-
sotros las nuevas formas que adopta la evocación
del pasado bajo el peso de su pluma. A su vez, la
historia nacional trabaja en conjunto con la personal
cruzando la introspección para adoptar la voz de
aquello que le generó los sinsabores. La familia, y
como dije en particular la figura del padre como
maestro y creador, es la piedra angular en torno a la
que giran estos poemas como una pulsión continua
que nace de la memoria para manifestar el mundo
tal como lo vio y lo vivió la poeta, un mundo que
no siempre fue perfecto pero sí aleccionador, a través
de un bien estructurado paralelo entre la patria (la
eterna madre) y el padre.

Es así como Perú, de Teresa Orbegoso, des-


ciende y se abre camino entre los escombros y las
PERÚ
tramas del pasado, no para lamentarlo sino para hil-
vanar, a partir de él, los nuevos nudos que resistirán
el peso de los recuerdosy, también, el de los nuevos
tiempos.

Mario Pera
Primeras garúas de Lima, 2016


A mi madre, mi padre y mis hermanos
... y mírame llorando junto al agua roja...

Los ríos profundos


José María Arguedas
achuar

aimara

amahuaca

arabela

asháninka

awajún

bora

capanahua

cashinahua

chamicuro
Después de una guerra a nadie obliguemos a amar.

Amar, esa palabra resuena vacía, flota en el aire


como si tú no la conocieras, sin poder entrar en ti.
Como si no la hubieras pronunciado nunca. Y otra
aparece y se repite. Un intento para que tu tierra
esconda y niegue. Polvo sin oxígeno. Fuente de su
poder tu herida, la herida de la hija. Fuente de su
miseria tu sonrisa, la sonrisa de la hija.

Todo el Perú sumergido por una piedra de papel.

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¡Oh, inocente Resígaro! ¿Quién soy yo? Soy acaso En el Perú lo sagrado pesa y nos lastima. Como una
la sombra de Caral que ha venido a abrazarte. O enorme aguja invisible nos cose, uno a uno. A esa
quizá sea la fría alma de Arana que ha venido a hora, en ese día, muere, como hija de los siglos,
pedirte perdón desde el Putumayo. Sé que mis nuestra soledad. La sal como un estado de gracia.
manos son de polvo y mi vientre está seco como No hay Dios que hable adentro.
los huesos de mis antepasados. Sé que hubo un
cronista que nos mintió sobre nosotros. Sé que
criollos, sacerdotes, virreyes y presidentes orinaron
sobre lo que fuimos. Sé que una llamada República
nos consumió hasta el punto del olvido. Pero ahora
estoy aquí atravesada por todas mis generaciones
conquistadas y conquistadoras; esclavas, serviles y
libres; heroicas y sabias; ancladas a la tierra, el mar
y el fuego junto a todas sus sangres. Estoy aquí para
recordar la patria invisible de la infancia. Estoy aquí
para saber finalmente quiénes somos. ¿Qué ha
quedado de nosotros en medio de toda la niebla de
Lima? No saber cómo te llamas, ni lo que fuiste, ni lo
que hiciste. Andar perdido como un cuerpo que sólo
sabe surgir y que nada aprende. Han sido los ecos de
la ruina mi despertar. Sea mi destino coser los peda-
zos descoloridos de nuestra bandera. Darle materia y
forma. No desaparecer.

La piedra es pequeña y lleva escrita en ella millones Uno de esos nombres es el de mi padre: Carlos
de nombres. Alfonso Orbegoso Velezmoro.

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Bajo qué huaca oculta, este país. En qué color de piel, Repite la palabra Perú hasta olvidarla. Patria, ausencia
su marcha hacia ninguna parte. Qué aguas flamenco de metáfora. Nuestros libros están escritos para no
y zorro beben del mismo pozo. Sobre el río viaja el reconocernos. Nuestros libros tan blancos y nosotros
indio en su canoa. Árbol de la quina, tus hojas cubren tan rojos. Si alguien, quizá alguna hija, pudiera hundir la
nuestra falta. Pronuncia nuestro nombre. Birú Perú. vara en el cerro nuevo. Si alguien, quizá algún hijo,
No lo reconocemos. Cuánta nada hemos construido. quisiera mostrarnos el mar nuestro. Agrega tu nudo
Cuántos huaycos de palabras, como niños aprendiendo al quipu, entra en su poema.
a escribir.

Él está muerto como los otros. Y me ha pedido que No hay descanso para el que trabaja, para el que
hable, que cuente su historia. no ha sabido más que hacer eso toda su vida.

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El cuerpo peruano. Zurcido complejo, trepanación, Perú, marcho con tus vivos, con tus muertos. Sobre
neblina húmeda de los sin nada y sus cuatro vientos. el Pacífico, que recoge el río de los que pronuncian
Nuestro embrión no debe ser sólo músculo. palabras privadas de amor. Camino a izar la bandera
La fuerzaaniquila a los mejores. Habrá que huir de su de nuestro castigo, salgo de ti, caigo sobre el peso
temperamento sordomudo. Pasarán los siglos y de mi destierro. Mi alma cruzada por oveja, mono y
nuestro espíritu divagará dentro de la lenta sangre gallinazo. Una sílaba la retiene. En ella, más grande
del pulso militante. Ahora vuelvo. Yo venía del averno la semilla que el maíz hacia el sol. La niña sola se
y te encontré cielo abajo sumergido como tantas comunica. Sin palabras, se piensa y se sumerge.
otras almas que se habían perdido en su oración.
Ahora como el río que habla callaré y nunca más
prenderé la música de nuestra ucronía.

La fotografía de tus cinco hijos cae en un pozo


oscuro y profundo. Haz olvidado sus caras, su
En la otra vida, padre, sigues trabajando, no sabes manera de caminar, de comer, su edad, pero tu
pintar, ni componer, ni escribir un poema. amor sigue intacto.

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Perú no: tus culturas te caminan: llegan juntas, serenas,
insoladas y temblorosas, vienen tenebrosas tus culturas.

Tus culturas quebradas, como el carozo carcomido y


amargo, como un cielo enterrado en la semilla del maíz,
sin verbo, sin rastros europeos, sin compasión: leves,
ese eja harakbut
líquidas, embotelladas, sangradas culturas. Culturas
neblina. Culturas guano. Casi culturas.
iñapari ikitu

isconahua jaqaru

Padre, soy la mujer que fue aplastada por un sonido.

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Lleva tu Apu, tu Señor, sobre la canoa. Y que tu arca sea
un pez en donde van montados los perros y todas las
especies vigilantes que hay en tu país. Haz que su
historia sea llevada a la arcilla y a las manos manchadas
del ceramista, como si las cosas tuvieran ojos.

Mira, el olor de mi padre como el olor de un arenal.


Su cuerpo hervía, el frío le tenía miedo.

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Aún sin inventar, el Tiahuanaco sumergido. Rimaq, En el arca del origen, antes de la explosión, la piedra
osario de todos nuestros mitos, calla. En la vieja de los doce ángulos era un número. Su nombre, sonido
herida Pachacamac desata los primeros nudos de puro de colores, se sumergía en las aguas de una
la oscuridad. Nada se ha dicho. Nada se ha hecho. cultura fría. En el quipu, la materia era libre y la alegría
Todo ha comenzado. una constelación. La suma de los nudos a través del
tiempo tras el tiempo. Paracas funeraria, un manto
indefinido. La suave melodía de las llamas, trasmutada
en ritmos africanos y formas geométricas, se podía
escuchar. Una especie de cansancio revestía a todas
las huacas, que como pájaros del vacío olvidaban
su música. Prisionera entre luces que se apagan y
se encienden: ¿era posible no amar lo que había
desaparecido?

Padre, calentaste el vientre de nuestra madre y


dejó de tener hambre. Ya no recuerdas quién es, Ha masticado a tus cinco hijos y los ha escupido
pero ella siempre te llora a solas en tu abandono. uno por uno. Pero tú estás en ella y has llenado de
Ya no sueña ni vive ni ama. polvo sus ojos.
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La Señora de Cao, su pie. Tiembla su hemisferio. Riega Había una vez un Jesucristo mestizo. Una María cobriza.
amarilla como vara su sabiduría. Única, la sin alas se ha Todo el sol de Ica para multiplicarlos. Toda la garúa de
deshecho de su oro. Bajo la mesa juega con el agua. Lima para borrarlos. La casa de adobe era Espíritu.
Sus manos buscan en la primera lluvia y su pueblo no Liberación de Túpac Amaru. La diáspora era de los
está; en la segunda lluvia y su pueblo no está; en la peruanos. Todo un país sería enterrado en la niebla.
tercera lluvia y su pueblo es madreselva.

Mi padre toma su café y lee su periódico en el


Padre deseo, encarna tu sangre en nuestra vejez. patio mientras acaricia las heridas de sus pies
Sopla el tiempo sobre nuestros cabellos. hinchados.
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En el sueño de Micaela Bastidas creció la luz. No era La mujer del cerro nos enseña a trenzar los cabellos,
cuzqueña esa luz. Su lengua: música rota. Sus materiales: a trenzar lianas para convertirlas en números, a tejer
hielo, barro. Sus ojos sobre el piso. Sólo pintaba. En la estera para que tengamos dónde vivir. Nos imagina
el principio todo era transparencia. Y cuatro caballos desde el terral y nos vuelve pétreas cantutas. En los
cabalgando en los cuatro suyos. días de garúa y barro, ¿de quiénes son esos corazones
que les arroja a los gallinazos cuándo no tienen que
comer? Ellos siempre vuelven y como monstruos de
la obediencia le traen paja y tela en sus picos. Algo
han entendido esos gallinazos: la construcción de
una casa se hace con escombros. Sólo así se hace
más fuerte.

Una paloma camina sobre el muro de la casa y En el corazón se abre un agujero y ahí puedo
picotea un ladrillo blanco. vernos sepultando sus cosas viejas.

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La virgen, mitad papa, mitad humana, ata la trenza de Golpe tras golpe, tu voz toca, desintegra, el fondo
sus raíces. La canoa de piedra del hermano sobre la del polvo del alma, de la casa del temblor. Entra en
laguna detenida. La niebla de Miraflores en invierno. mí, destruye en mí, renace en mí. Repite la armonía
La niebla lleva un feto de alpaca. Más cerca de la de los números. Sé lo que no puedo contener y la
arena, del Apu, la Pacha. Mi hermano canta. Va hacia música es el inca que hace bailar las marionetas del
el polvo del zapateo del negro Ballumbrosio. Por el mundo. Quena somos, pututo, bombo y cuatro voces
caparazón del armadillo, de la tortuga, de la concha, que asoman un segundo y se sumergen. Vibración,
del cangrejo, en una montaña, encontrando el mineral. gesto, cara oscura tras la ventana de la piedra. Cuerpos
En la niebla. atacados por la leche del miedo y el brazo del pobre
que extiende su plato. Y tú, que nada sabes, cantas.
Sentado en una ronda de sillas vacías, esperas la
hora de las cosas que están en silencio.

El árbol de Palto que sembró, lo hemos cortado. Él


Toda la fragilidad, la vimos en él. es la muerte, nuestra muerte.

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La mujer mueve el cucharón en la olla de chochos.
Algo regresa, pero la vida no.

kakataibo kakinte

kandozi – chapra

kukama – kukamiria

madija maijuna
matsés

Solo, abre la piedra que sembró con desesperación


y entonces nos abre.

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En el ala petrificada del pelícano: José Watanabe.
Reverberación sin tiempo, escribe en el músico, la
voz de la estera. Tierra, vibráfono. En el batán de lo
deforme, José muele el sonido. El espíritu de César
Calvo tiene tres dedos cortados y sopla una antara
en el vacío. La armonía no está en el compositor. En
él, rabia, frustración y lo que no hizo. Un yute rojo
y azulado. Sus ojos no saben ver de cerca. La mala
comida del salvaje lo ha alimentado y el hueso de
día, de tarde, de noche. Pinos, hielo, un lago. El vals
libre del viento habla del frío, de la muerte de José
Watanabe. Las gaviotas sobrevuelan, cantan, se
despiden de la mano pequeña. Nadie lo sabe, pero
José está en la montaña.

Tu trompo, padre, giraba frente a todas las cosas


que no pudieron. Nuestra casa ya no era nuestra
casa. Otros vivían allí, con las puertas y ventanas
abiertas. Las habitaciones iluminadas.

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Entre la neblina, Blanca, esparce la arena inextinguible Durante siete días Arguedas camina de espaldas al
de Puerto Supe, partitura sumergida. Mis pies le temen Sinakara, lleva veinte kilos de hielo sobre los hombros.
a las frías aguas de su mar. Aprender a nadar a los cinco, Va a su pacarina, como si fuera la verdad. Apu, dice.
a los cincuenta y la brisa congela el paso. Un color Apu y lo nombra. Apu, se arrodilla y reza. La montaña
ignoto entre dos edades. La luz que danza sobre las está adentro como una caverna, silenciosa y llena.
cuerdas rotas del piano. Unos restos que golpean el No hay temor, sólo encuentro en la desaparición. No
cuerpo de Blanca ya vencido por la ruina. Aprender hay ofrenda, sólo espíritu. La No Muerte ha venido
a correr, a reír a los setenta, a los noventa. Una puerta a contarle del niño blanco que se perdió, del niño
enterrada y ella contándonos del barro. que se transformó en agua, estrella, vegetación. La
No Muerte se ha despedido, le ha entregado una
retama de cuatro colores. Arguedas sonríe, ha visto
correr entre las ruinas al niño.

Nosotros nos veíamos como niños de cinco o seis


años, peleando por un pedazo de pan. Otra era la Mis hermanos comenzaron a entrar uno a uno en
madre que nos había llamado a la mesa y otros sus mí. Sus ropas húmedas olían a flores, a veranos en
hijos. El plato vacío: ¿qué comían en realidad? Carhuaz y sus voces en coro me hacían débil.

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Danzak, danzante de tijeras, en tu cueva de arena Vallejo elige la palabra como el número. Juego de
sigues el canto de la piedra, su espíritu de cuatro lo dulce. Suelta el cordón umbilical del sentimiento.
caras te sueña. Su mano de música dibuja la vida Pesada piedra de lo que no huele. En el cuerpo de
breve de un sonido. su hermano, la absurda comida que no sabe. El héroe
devuelve la rabia del sordo. Y el amor del muerto
Cuarenta estadios para una forma. En la soledad quema la retina del que miente.
disonante, tu danza de un solo paso. La túnica funeraria
del espantapájaros acerca su brazo de marioneta en
el vacío, mueve su boca de paja, añora la pureza de
la madera con la que fue construido. Kay, dice, una
palabra tendida como una alfombra que no tejimos.
Una palabra que busca en nuestra lágrima su cara
triste y dulce, su cara trilce.

En tránsito el cero. Sea Mariátegui la última plaza para


la voz del filósofo y la cara del pobre, del que tiene
hambre; su lepra, su pesadilla. La muñeca Chancay
en el sudario como un recuerdo antepasado, como
una idea que golpea, que ruge con dolor.

La sopa: una imagen tuya, madre. Una sartén


grasienta, una escoba sucia y húmeda, una cabeza Yo, su hija sin hambre, cortaba las papas. ¿Qué
de pescado sobre la tabla de picar. sabía yo de niña?

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Dice el viejo vals: “Todos vuelven a la tierra en que La parihuana vuela alrededor de mi corazón. Como un
nacieron”. Sobre mis manos, la costilla de mi primer ave de rapiña da vueltas y vueltas en círculos. Lo rojo
antepasado. El sonido del hueso revuelve las vísceras ha sido extirpado de sus alas. En su graznido la palabra
de todo lo sido. Ucronía. Círculo desfigurado por el perdón. ¿Por qué amar el emblema? ¿Por qué cantar
niño y su sal. Vivir salando. Así vive quien viene del el himno? ¿Por qué dejar que cosan sobre nuestra piel
salar. Reconstruye tu imperio salvaje. Voy contigo a sus imágenes? ¿Dónde la niña que le sonreía a todo?
nuestra caverna inmortal. Entiendo lo que dices. Juan Gonzalo Rose gritando: ¡devolvedme mi escuela
de palomas! ¡Mi país sin mendigos! El danzante de
tijeras baila sin música y sin sentido. Victoria Santa
Cruz alisa sus cabellos, no sabe cantar, no piensa.
Manuel Scorza sentencia: ¡matemos la tristeza que
tanto hemos amado!

Padre, fueron tus huesos, tu corazón. Todavía son


tus clavos. Así tu recuerdo de pastor olvidado me
En su cocina no había santos, había cordeles eléctricos. muerde. En el lago de tu sangre yo remo con mis
Una escena primitiva donde envejecíamos juntas. pies. Aún limpio tus restos para encontrar algo.

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En el cementerio de los poetas Valdelomar crea un
nuevo idioma. Ya no sabe escribir poemas, sólo echa
agua a los claveles. Así va a la cima, de lápida en lápida
con su escalera de madera. Los músicos lo llaman
para despedir a los nuevos muertos. Limpia el vidrio
y pinta sus nombres. Flores, dice. Nos hacen falta más
flores. En el geranio los geranios, en la orquídea la

MURUI-MUINANI

N O M AT S I G E N G A
mariposa.

M AT S I G E N KA
MUNICHE

NAHUA

He perdido tu idioma y mi voz es el sillar de tu


sitio. Frío y barro sólo en mis manos. Temblor.

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María, tú y yo jugábamos a ser muñecas en nuestras
cajas de cartón. Mientras, tu madre Reynalda, polilla
transparente, lavaba la ropa interminable de los que
estaban adentro. En tu casa no había padre, pero sí
muchos hermanos, hambre, enfermedad, droga y
cárcel. He oído que viven los que no piensan, que el
que sabe tiene miedo. María, cuántos años han pasado
para volver a saber de ti, porque así nos separamos
en una ciudad como esta. Nos separamos y fue la
tuberculosis la que siguió siendo tu amiga. Con ella
no pudiste jugar. Con ella te quedaste para siempre.

Dentro del bosque, dentro de la columna: el árbol.


Dentro de la montaña, dentro del mineral: el polvo
de la oración.

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Frente a la plaza San Martín los niños con sus bolsas Vi al Cuy sentado en el Cocharcas. Conversaba con
de plástico. Respiraciones atonales de una vejez su padre. Hablaba en inglés. Lo vi sonreír mientras
prematura que libera sus jorobas. Goma, pegamento, tarareaba una obra de Bach y seguía nombrando
terokal, nada une los pedazos carcomidos. Todos excitado a Vivaldi y Beethoven. Era feliz, tenía cincuenta
crecen sobre una cuna de cemento. Duermen en los y cinco años más o menos y sufría de un leve retardo
brazos de una madre de cemento. Tienen sueños de mental. Su trayecto fue corto, bajaron en Dos de Mayo,
cemento. Serán tres días para que nadie los encuentre. quizá para ir a una manifestación. Cuánto había pasado
Tres días para la guerra del recuerdo. desde que Juan Acevedo lo convirtió en un pensador
peruano. Como un fantasma lo vi disolverse entre el
mar de personas de un día domingo.

Me dice mi padre: Solo, entre zorros, clavé mis


esteras, exiliado en una ciudad descolorida. Allí Aguardaba el mensaje de mi madre. Tenías la
abrazado a un Palto, atravesé mis edades, mi esperanza de salvar a tus hijos. En un cesto de
peregrinación con mis guayaberas: puras y libres. mimbre llevabas tu paz.

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José no puede dormir. Ha tenido pesadillas frecuentes. ¿Dónde la estancia si digo huarique, fumadero?,
Dice que quiere contarme algo. Que si conozco por ¿dónde el ser en el estibador que carga tu bulto?
qué los cuidan tanto. Dice que él y todos los demás Con mala hierba creció la estera. ¿Quién fundó tu
niños van a morir pronto. Ninguno puede salvarse, ni cerro, Zulema? Ése que se puebla como el caldo
siquiera Marina, que sólo tiene ocho meses. Lo mejor infinito que mueve la eterna cocinera. Incendian tu
es no saber, olvidar que todos están enfermos. casa y te responden. En la cima, como generala en
tu laberinto, quemas tu periódico mientras esperas a
Todas las mañanas les preparamos el desayuno, el tus hijos. Sacas las monedas del pliegue de tu pollera
almuerzo y la comida. Los llevamos a la playa, jugamos para contarte. Remolino de tierra sea tu huayno.
todo el día y reímos, reímos mucho.

Yo por las noches pienso, ¿qué debemos aprender?


José me responde: ser niño no te protege de nada.

Yo era el pez y el ave que entonaba al pez y al ave. Sabes que, en lo profundo de tu mar, embalsamas
Tu muerte es sal que trago día a día. mi cuerpo y mi cabeza, que no conoce la gracia.

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ocaina omagua quechua resígaro
secoya sharanahua shawi
s h i p i b o - ko n i b o s h i w i l u
Hoy frente a mí esta vieja ciudad con su único habitante
despierta. Wari, la prostituta, polilla ciega que va hacia
el agua dulce que nace bajo el mar. Wari, me contaste tu
historia: fuiste regalado por tu padre a cambio de
un plato de comida hasta que huiste de tu dueño.
Nunca pediste ayuda. Creíste que eras invisible, pero
hoy estabas frente a mí. Wari, el Amazonas es un hilo
que sale de ti. En él tu memoria sin peces y llena de
cocodrilos. Ciudadano travesti de un país que siempre
estuvo sumergido. Tocas tu silbato buscando a la
mujer que te haga olvidar. Tu mapa ya no encuentra
su música ni su color ni su sueño. Wari estás enferma
y sabes que puedes morir. Tu casa de papel periódico
y tu miedo para pedir ayuda ya no son necesarios.
Por fin estás sola.

Mi madre está perdida, sólo limpia la casa y cose


en su máquina. Lava la ropa de mi único hermano
varón y nos olvida.

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Nuestro guerrero lanza su voz de fantasma contra la Arenal. Flor de papa tras la neblina. Catacumba que
cultura y reclama su infierno. Armemos a todos dice. funda esta ciudad. Borroso perfil de lo perdido. Polilla
Nuestras bibliotecas arden. Nuestras mujeres castradas zumbadora que se golpea una y otra vez contra las
arden. Nuestros campesinos, nuestro ejército de paja, paredes de la panaca real. Aquí nadie sabe lo que es
arden. Aquí no hay lugar, no hay profeta. Aquí la pan o chicha. Aquí todos acercan sus manos a la boca
mesa está servida para nadie. para arrancarse la lengua. Se miran y no se reconocen.

Mi padre habla de la luz, que todo lo ve y todo


lo oye. Mi padre me deja su último mensaje:

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En el Perú, uno debe aprender a callar ante el dolor. La música de la falta habla de los peruanos. Abrimos su
Sólo se debe seguir, solo, seguir. Aquí los más pobres sonido como abrimos una nuez. La volvemos temblor,
se pierden entre una belleza inventada y una verdad sacudida, convulsión. Duro, roto, solo, corto, en los
profana y los otros, nosotros, seguimos girando sobre bronquios, el amor. La mulata en nosotros nos pide:
la rueda sin ver cómo nos deformamos en la Historia. baile. Movimiento marital. Sus pies muelen en el batán
No hay alimento ni cocina que cure la peste que cubre el negro frijol de su odio. El coro de los callados ofrece
nuestras almohadas. su chicha: sangre fermentada de la gracia, sinfonía de lo
impuro. Nuestra orquesta de esclavas, cajón y zapateo.
Hay una guerra que se libra en este país hace siglos. Escuchamos al Señor de los Milagros y a las ancianas de
Una guerra invisible que nos hace sembrar millones Chincha. Nuestro concierto es una pausa donde no
de papas, cocinar y comer. Algo explota a veces o vemos a nadie.
se quema. Salimos a ver y lloramos, pero una extraña
calma nos envuelve y nos impide ver a los heridos.
Las armas no son nuestras y tienen múltiples formas.
En Lima una granada tiene menos alcance que el
notorio desprecio que se siente por un campesino
o un negro. Toda la rabia en el jugo de limón del
cebiche. Entonces las cosas del cielo se alejan de
nosotros.

El daño y la compasión de mis hijos, de mi mujer,


No tengo remordimiento sólo inquietud. descienden entre mis pies para hacerse polvo.

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Está triste nuestro pueblo. Sea nuestro intelectual de Desde aquí ya no vemos el cielo. Arena, barro, piedra,
cabeza minúscula y sin memoria el que actúa sobre la hueco de cemento que no es sepultura. Hay poco
vida. Los peruanos todo lo han resistido y lo que ellos espacio para tantos hermanos que trajeron un único
no han podido ha terminado por caer. A esto le han libro a este hogar. Hace frío y todos parecemos
llamado una república sin ciudadanos. Hemos sido por enfermos. Una palabra se repite en nuestra frágil
culpa de Pizarros la metáfora milenaria de una mísera memoria: perdón. No sabemos cómo regresar
aldea, mayoría de cabezas negras mendicantes. La y creemos que ya nadie nos está buscando. La
letra y la masa no se tocan. Fue España nuestra forma fotografía de nuestros familiares, por el tiempo
y lo autóctono nuestra materia. Cuanta materia tuvo que hemos pasado aquí, es una imagen borrosa. La
que desaparecer para que venciera la forma una y otra canción de la retama nos envuelve y como sonámbulos
vez. En nosotros el pasado, el presente, y el futuro es entonamos nuestro himno. Hemos olvidado bailar
desconocido. Repertorios de conciencias congeladas y cocinar. Y estamos a punto de olvidar nuestros
e incendiadas. El rostro del Perú vuelto al revés para nombres y nuestras caras. Nuestras manos dibujan
no poder mirarlo. Célula enferma engendrando otras un símbolo que nadie entiende. Somos los incendiados.
células. Siervo y Señor abrazados en un sueño. Agricultor Aquellos a los que tú hiciste a un lado para contarte
y combatiente perdiendo sus brazos. Constructor y la historia de que vivías en un país mejor. Somos el
artista sin poder reconocerse. Huaca e iglesia puestas fondo del plato que comes en el restaurante lujoso,
de espaldas una contra la otra. el polvo dentro de tu zapato, la hilacha de tu vestido
que está roto.

El recuerdo de ellos me ha protegido de la muerte.


Me dio una nueva casa y me ha librado de la mirada La verdad de un río sin agua. Aquí el pasado se
vacía. mezcla con el futuro.

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La guerra en el Perú llega a su fin (linaje de cadáveres Ni en el ají, ni en el ajo, ni en la cebolla está tu arché.
escondidos en el hueco de la tierra). Entre todo lo ¿Quién come encarna? ¿Con qué respiras sobre los
nuevo que surgió como defensa de un Lugar: los armados que vienen y nada saben? Materiales para tu cocina
campesinos. Son ellos, los fantasmas de los pueblos de la gran derrota. Hemos olvidado calentar la casa.
de la neblina que se preguntan: ¿Quiénes somos Tus miembros están fríos. Trujillo ha servido la mesa, en
nosotros, los que aún rondan con fusil y metralleta? cada plato ha colocado un clavel blanco, un poema. Un
Sueño de lo que no sueña fueron. Sueño de lo ajeno, analfabeto ha derramado su vaso de chicha sobre el
separados de lo común que hay en el ver y en el oír. mantel. Ha dicho: lo siento, tengo hambre.
Un único elemento: fuego, fuego, fuego, fuego.

Sueñas con algo y recuerdas otra cosa. Ningún ser humano quiere saber ni tiene hambre.

62 63
Lima desaparece bajo Ayacucho, Huancavelica y San No te vimos, ¿te veremos? Creciste, de piedra, de oro,
Juan. Mil ochocientos veintiuno. PASADO. Perú no de arena, de guano, de caucho, de tristeza. Incorporas,
existe. Un número donde la ciudad se reduzca cada desintegras. Así sea tu respiración invertebrado animal.
vez más. P [una sola consonante].
Frente a nosotros desfila tu procesión de miserables.
Símbolo. Caminan hacia nuestras manos. En ellos tu cantuta,
tu retama, tu resistencia. ¿Cuál fue tu fórmula de
Cuán lejos está Homero con su mar Mediterráneo de ver movimiento? Perú océano, tus aguas no calman nuestra
las costas de nuestro Pacífico. Cuán lejos el minotauro sed. Perú balsa, flotas aislado. Perú temblor, tus partes
y su laberinto de ver asesinados a los toros de la plaza se despegan. Todas tienen que volver a vivir.
de Acho. Un viaje que no nos encuentra. Un libro que
no escribimos y no sabemos leer.

Nadie nos piensa. Nadie habla ni ve. Sólo resisten, En esta especie de túnel vive el peruano eterno. El
como los árboles. que cree.

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En tus lágrimas hay muertos. Ellos son la cultura
–segura, no– descuartizada, envuelta en periódico;
ellos –musicales, no– asonantes, terrosos, unánimes;
ellos claros y subterráneos, barrocos y húmedos,
tiernos, telúricos o pétreos o huecos.

yagua yaminahua

yanesha yine

tikuna urarina wampis

¿Quién construyó este lugar? Quizá un hombre


común como cualquiera de los que te cruzas
caminando por el Jirón de la Unión y que se
pierde en medio de ese mar de gente donde
también estás tú.
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No más patria. Sea el concierto del olvido. Con él,
callar, cerrar los ojos, descansar. Su acto, nuestro rito.
Deja de poner la mano al pecho para cantar el himno.
Contempla. No seas nación ni frontera. Balbucea
hasta no entender. Expulsa todo lo que hay en tus
órganos para no pertenecer, unir ni separar. Aprende
a odiar lo que te vuelva uno. Ama, no a lo repetido.
Quema tu huaca y tu iglesia, quítate la ropa y
abraza al que te quitó el mar. Mezcla tu sangre
con el que quiere que mueras.

No más ausencia, estarás aquí entre la niebla, serás.

69
Roxana Artal v EVARISTO CULTURAL

PERÚ
Entrevista a Teresa Orbegoso*

¿Cómo nace Perú?

Perú es un poemario que nace de la migración.


De pronunciar el nombre de un país al que busco.
De llevar durante veinte años sobre mis espaldas a un
muerto: mi padre, que es la imagen viva y cotidiana de
un Perú de los invisibles; de los que lucharon toda su
vida; de los que hacen crecer una nación con su fuerza
de trabajo: los que no saben pintar, ni escribir un poema,
pero protegen la vida. Y a los que esa nación no valora. En
este sentido, Perú es un homenaje a todos los hombres
y mujeres borrados de la historia como si nunca hu-
biesen existido. Yo quería que mi padre no muriera en
esa muerte de todos los días.

El libro está dividido en seis cantos, encabezado cada uno de


ellos por una serie de palabras (frases o conceptos, disculpá la
ignorancia) que en lengua originaria recorren de comienzo a fin el
poemario cual alfabeto de un idioma lejano que instala la música
de un texto. ¿Qué te llevó a esa estructura?

La estructura de Perú fue pensada desde tres ni-


veles discursivos desde el principio. Quería que cada par-
te del libro comenzara con un canto que pronunciara los
nombres de las lenguas originarias que han sobrevivido

73
en el Perú contemporáneo. Ese debía ser el inicio de narración, pliegue… En esa otra línea, el padre es el punto de
nuestra peruanidad fundida en nuestras sangres tan partida, y “el pasado se mezcla con el futuro”, para ir a dar a
diversas. Un himno nuevo dedicado a la primavera de la resistencia:“Sólo resisten, como los árboles / En esta especie
todas nuestras lenguas madres. A las que desconoce- de túnel vive el peruano eterno. El que cree”. ¿Cuál es el rol del
mos y debemos volver. Luego vino la idea de hablar padre en esta historia? ¿Cuál el de la familia toda?
del país de la guerra en el que yo viví hasta mis casi
treinta años. Ése que cuando era una niña me hizo Mi padre es el peruano eterno; el que cree; el que
escuchar la explosión de las bombas con normalidad; camina por el Jirón de la Unión; el hombre de a pie que
bombas que no sólo nos dejarían sin luz para hacer vive en una especie de túnel. Mi padre y mi madre sim-
las tareas del colegio sino que además nos hacían ver bolizan la historia de ese hombre y esa mujer que son la
a la mañana siguiente casas explotadas sobre los ce- mayoría de peruanos que se pierden en el anonimato;
rros con manchas de sangre. Ese país que, en pleno los que sólo trabajan y trabajan porque este sistema no
siglo veinte, dejaba a sus niños morir con pegamento. les permite hacer otra cosa ni pensarse de otra manera.
Ese país que sigue tomando las tierras de las comu- Hombres y mujeres que en su profundo amor entregan
nidades campesinas para entregárselas a las grandes todo lo que son para que sus hijos, las futuras generacio-
trasnacionales. Ese país que “unió” a los peruanos a nes, sean libres. Mi hermana Patricia y yo pertenecemos
través de la cocina y la comida. Dicen, que como La a la primera generación Orbegoso que está dedicada
Odisea, todos los libros provienen de una guerra. Y plenamente al arte, para que tengas una idea de lo que
que en el origen de todo siempre hay una guerra que digo. Todas las generaciones anteriores fueron pastores,
nos obliga a reescribir la historia de la certidumbre y orfebres, mineros, comerciantes, costureras, maestros,
la duda. Finalmente, pensé que el libro no podía ce- secretarias, microempresarios, gestores, periodistas, pero
rrar si no contaba la verdad de lo que había ocurrido ninguno pudo escribir un libro ni pintar un cuadro. Mi
con mi padre y conmigo. Su cuerpo, mi propio cuerpo y padre se vino a Lima con catorce años a trabajar desde
el de todos los caídos de una guerra que se libra hace Cajamarca y no paró hasta traer a sus seis hermanos y a
siglos en el Perú, convertidos en piedra de papel para su madre. A todos ellos les pagó su educación univer-
llevarse bajo el agua a todo ese país que siempre negó sitaria y no paró hasta comprarle y construirle su pri-
el fondo de la tristeza nuestra. mera casa a mi abuela. Él terminó el secundario siendo
adulto en la escuela nocturna y continuó con sus estu-
A su vez, en otro giro intertextual, la composición propone una dios superiores. Se deslomó para que sus cinco hijos
segunda línea de lectura, que se desarrolla casi como nota al pie, pudieran ser lo que quisieran. Y era este hecho el que

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me impulsó a poner a mi padre como esa especie de nuestro. Una jerarquía eclesial que volteó el rostro a la
Virgilio. Ese guía muerto que ha trascendido el olvido opción preferencial por los más pobres que rescataba la
y el odio porque ha comprendido el amor. Un amor teología de la liberación en un Perú lleno de inequidades
que es un conocimiento que crece con la memoria y desigualdades de todo tipo; que nos confundió sobre
de nuestro origen más cercano: la familia. Un amor nuestra identidad; que apoyó la dictadura de Fujimori;
que no teme y nos permite avanzar en la Historia. que denigró nuestro origen ancestral; que nos marcó
un sentimiento de inferioridad frente a lo occidental;
Otro de los hilos conductores de las páginas de Perú es, por su- que colocó a las mujeres por debajo de los hombres,
puesto, la patria. ¿Cómo comprendés la patria? ¿Qué relación quitándonos el derecho a decidir sobre nuestros cuer-
encontrás entre patria y familia? pos; que se puso por encima de las otras religiones
existentes en el Perú. La religión Católica sigue tenien-
La patria, como dice Mario Pera en el prólogo do poder sobre las mentes y cuerpos de los ciudadanos
de Perú, es el poema, pero el poema y la patria están ancla- peruanos. En Perú aún sus ciudadanos pagan los suel-
dos en la familia. La familia es la piedra de la paciencia. dos de curas y cardenales. Hoy tenemos un cardenal
La paciencia del que cree a pesar y por encima de todo. que opina esta barbaridad: las estadísticas nos dicen que
Paciencia histórica del que resiste y sabe que el día hay abortos de niñas, pero no es porque hayan abusado de las
de la libertad llegará. No para él, pero quizá para sus niñas, sino porque, muchas veces, la mujer se pone, como en un
hijos. Su trabajo es como la piedra de los doce ángu- escaparate, provocando. Esto para que te des cuenta de qué
los de los incas sometidos. Una piedra que está viva estamos hablando. Como diría Sebastián Salazar Bondy:
como describe José María Arguedas en Los ríos profundos. lo sagrado en el Perú sigue siendo una evocación y un
Porque ha superado a la Historia oficial a través de triunfo de la arcadia colonial, por encima de todo lo que
su fuerza y belleza. Fuerza y belleza de lo que sabe podamos construir como patria futura y libre.
permanecer incluso entre las ruinas.
Hay también una mitología en tu poética: “Aún sin inventar,
“En Perú lo sagrado pesa y nos lastima” dice uno de tus versos. el Tiahuanaco sumergido. Rimaq, osario de todos nuestros mitos,
¿Cuál es el dolor de lo sagrado? “Una palabra se repite en nuestra calla. En la vieja herida Pachacamac desata los primeros nudos
frágil memoria: perdón”, ¿cómo vive Perú la religión? de la oscuridad. Nada se ha dicho. Nada se ha hecho. Todo ha
comenzado”. ¿Qué lazos aúnan poesía y mito?
El dolor de lo sagrado viene de un sector im-
portante de la Iglesia Católica peruana que no respetó Sí, efectivamente, pues el mito construye iden-
las diversas creencias de un país pluricultural como el tidad, y creo que necesitamos un nuevo mito para

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nuestro Nuevo Perú. Refundar este país desde lo que novela Conversación en la catedral sobre cuándo se jodió
estuvo y no termina de morir, lo que se ha vuelto extraño, el Perú. El historiador Basadre responde, cuando se in-
encriptado, pero aún podemos oír y ver como una ar- cumplió con la promesa de la República: la igualdad de
quitectura fantasmagórica. Allí está la poesía. Aquella todos los peruanos ante la ley. Yo intento continuar con la in-
que no sólo viene del dolor sino de una imaginación terpelación en Perú. Pues escribir poesía implica también
ancestral y sagrada que nos contiene. Imaginación que pensar, pensarnos. Y las personas de un país tan des-
siempre nos salva de la tristeza, la desorientación, la graciado como el nuestro sólo pueden seguir porque
pobreza, el odio y el miedo. Dedico un canto entero a tienen fe, porque creen. Una fe en que su dolor ante
este construir desde un origen poético, pero además tanta injusticia será algún día calmado. Por eso, la duda
la inclusión de nuestras lenguas vivas en el libro tam- sobre por qué existimos desaparece y podemos seguir
bién son un intento de reunir dentro de un nombre resistiendo y luchando. Los peruanos somos como los
vacío como es el Perú a todos los que quedaron fuera seres agónicos de Unamuno. En palabras del filósofo:
en esa arcadia colonial del pasado y del presente. Será La vida, desde su principio hasta su término, es lucha contra
en el futuro cuando los peruanos puedan recuperar la fatalidad de vivir, lucha a muerte, agonía. Las virtudes hu-
como una unidad todos esos pedazos que hizo explo- manas son tanto más altas cuanto más hondamente arrancan
tar la Historia. Nuevamente el hombre peruano y sus de esta suprema desesperación de la conciencia trágica y agónica
pequeñas piedras. Aquellas que debe aprender a reunir del hombre. La vida es lucha y esto lo entiende muy bien
para poder leerse. Venimos de muchos mitos, frag- el hombre peruano. La verdad es que en este mundo
mentos de oralidades de lo que hemos sido. Sin em- asesino, inmoral, mafioso y corrupto todos estamos lu-
bargo, necesitamos recomponerlos. La música es una chando. El problema es que nos hayamos acostumbrado
guía vital en ese sentido. Hay que aprender a escuchar a vivir de esa forma. Por eso digo que no hay descanso
su sonido puro y tejer lo que está separado porque para el que trabaja, para el que no ha sabido más que
eso alguna vez estuvo unido. Nos corresponde a no- hacer eso toda su vida. En Perú hay un reclamo de los
sotros agregar nuestros nudos al Gran Quipu de lo de abajo por el derecho a trabajar con la belleza.
que queremos ser.
De Arguedas a Vallejo, Valdelomar, Mariátegui, Watanabe,
Por otro lado, Montalbetti, en su poema “Intro- Varela, Calvo, y otros tantos, el libro refiere a la tradición literaria
ducción a la metafísica”, ironiza con la pregunta: ¿Por del Perú. ¿Cómo se dibuja ese mapa en tu escritura?
qué hay peruanos en lugar de no haber peruanos? Algunos
nunca se hacen la pregunta, pero la pregunta está ahí, dice. Si tengo que hablar de un mapa de mi tradición
Mario Vargas Llosa se interroga y nos interroga en su poética, debo hablar del mapa de la piedra en mi escritura

78 79
desde Vallejo pasando por Arguedas hasta Varela. O ten- política que hubo en el Perú desde el ochenta al dos
dría que decir desde la piedra al barro de lo que somos mil. Es más bien la guerra del racismo, de la exclusión
los peruanos. Todo poeta es también un escultor o un de los mismos de siempre; la falta de una educación
tallador. Como describe Valente: los escultores talladores pública de calidad que nos libere a todos; el recono-
van cavando hasta que en la propia intimidad de la materia, ya cimiento amoroso de nuestra pluriculturalidad; la im-
sea esta una piedra o una montaña, se encuentre el secreto de su portancia de la vida no de algunos sino de todos los
espacio, lo que define su propia esencia. Así encontramos la peruanos. Una guerra de la que no se habla. Y en este
piedra en la poesía peruana, sea la piedra negra sobre contexto: somos un país agricultor; tenemos un Centro
la piedra blanca de Vallejo; los muros de piedra de Internacional de la Papa; hemos sido reconocidos
Romualdo a los que tenemos que ver más que al cie- mundialmente como una de las mejores cocinas de la
lo que pasa; la piedra absoluta entre las cosas reales, humanidad y todo ello nos enorgullece. Sin embargo,
entre los quienes de Martín Adán; la piedra de sangre eso no es lo único que nos debe preocupar. Tenemos un
o yawar rumi como los ríos de sangre o yawar mayu de montón de problemas como país. Algunos de los que
José María Arguedas; la piedra rigurosa y mortal en la he mencionado antes. La creación de la marca Perú,
mano de Blanca Varela; o la piedra que era piedra y por ejemplo. Yo titulé mi libro con el nombre de mi
así se bastaba en Watanabe. Se trata de metáforas de país porque quería ir más allá de esa propuesta “tan
lo que yo aprendí que era la poesía: fidelidad dolorosa perfecta” de lo que somos; tan próspera. Los peruanos
a nuestra propia desesperación, aquello que ha vivido seguimos siendo acomplejados, seguimos divididos
largo tiempo en nuestro espíritu, lo que siempre re- por color de piel, apellido, lugar de residencia, plata,
gresa al polvo con una lentitud mayor que la del hombre: un educación. Todavía no hemos podido ir más allá. Los
duelo, un himno fúnebre, porque la piedra también se virreyes blancos todavía existen dentro y fuera del Perú
vuelve difunta, como dice el poeta valenciano Fran- y creen que deben existir siervos y no ciudadanos. Yo
cisco Brines en su bello poema La mano del poeta en he sido víctima de eso aquí en Buenos Aires y en Lima.
referencia a Cernuda.
Yo no soy blanca ni tengo ojos azules. No llevo un
apellido alemán ni inglés. Mi apellido es vasco, pero mi
“Hay una guerra que se libra en este país hace siglos. Una guerra
cara es de india, de negra, de “mestiza”. Y soy para
invisible que nos hace sembrar millones de papas, cocinar y comer”.
muchos de mis amigos hasta ahora un error de la es-
Contános de esa guerra.
tadística porque vengo de un distrito como Comas.
La guerra de la que hablo no es sólo la de la Porque no se concibe que una persona que viene de
conquista; tampoco la que proviene de la violencia ese barrio popular pueda leer libros, interesarse por

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la filosofía y escribir poemas, casarse con un argen- como las del filósofo argentino Rodolfo Kusch y el
tino, vivir y publicar en Buenos Aires. Quizá debería venezolano Simón Rodríguez, pusieron frente a mis
estar muerta, tener doce hijos, estar limpiando casas o ojos el Perú como un espejo en donde podía verme
trabajando en un supermercado. Esta es la guerra de a mí misma de una forma en que no me había visto
la que yo quería hablar en mi libro. La que queremos nunca. Así nació la voz de la mujer de mi primer libro,
olvidar y negar, pero que está pegada a nuestra piel Yana wayra, cruzada por el dolor de la pérdida y la insis-
como una marca distintiva. tencia de la memoria. Una voz que se continuaría en
mi segundo libro, Mestiza, ampliando sus horizontes y
¿Hace cuánto vivís en Argentina? ¿Escribiste este libro estando apelando a su doble origen: europeo-americano. Perú
acá? De ser así, ¿cuánto de este entramado se configura en la se presenta en este largo camino como el cierre de
distancia? esta trilogía.

Vivo en Buenos Aires desde el 2008. Escribí


Perú viviendo en esta ciudad. Este trabajo es la parte
final de una serie de tres libros. Sus antecesores en v u v
orden cronológico son Yana wayra (2011) y Mestiza
(2012). Este ha sido un camino de obrera sobre la ex-
periencia de haber nacido y vivido en Perú hasta mis
treinta y un años. Pero si tengo que contar toda la Roxana Artal
historia debo comenzar con mi paso por la maestría Roxana Artal Licenciada y Profesora en Letras por la Universidad
en Creación Musical de Artes Tradicionales y Nuevas de Buenos Aires. Da clases de literatura, talleres de escritura y de
Tecnologías en la UNTREF, donde tuve que compo- teatro, y dirige una compañía de teatro adolescente. Jefa de
ner una obra musical. Otro momento crucial para el Redacción durante años del portal Evaristo Cultural, actual-
desarrollo de mi escritura fue el día en que escuché mente es editora del sello Evaristo Editorial. Como periodista
unos cantos gregorianos en quechua y de manera natu- cultural, colaboró también en diversas publicaciones: Revista
ral y sin entender exactamente lo que decía la letra co- Crítica de la Universidad Autónoma de Puebla (México), Agulha
Revista de Cultura (Brasil), El ojo de la tormenta y Metaliteratura
mencé a llorar. Una especie de llamado melancólico
(Argentina), entre otras. Desde su rol docente, se dedica también
me atrapó entre esas voces como si yo perteneciera a
al trabajo social.
ellas. El símbolo de la piedra de los doce ángulos de la
Orquesta de la universidad. El violín de Viento negro *http://evaristocultural.com.ar/2016/12/30/los-incendiados-entrevista-
del compositor argentino Daniel Vacs. Algunas lecturas, a-teresa-orbegoso/

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ÍNDICE

Prólogo. La patria del poema 3

Perú 7

Perú. Entrevista a Teresa Orbegoso 73


PERÚ
© Teresa Orbegoso (Perú)
1ª edición: 2016, Buenos Aires Poetry (Argentina)

© UN PUÑADO DE TIERRA QUE RESPIRA S.R.L.


para su sello editorial Hanan Harawi Editores
Antúnez de Mayolo 362, Villa María del Trinfo,
Lima - Perú
E-mail: hananharawieditores@gmail.com
Teléfono: (51) 934 874 812

Diseño, arte y diagramación: Ana Mónica Vílchez


Coordinación: John Martínez Gonzales
Obra de portada e ilustraciones: Patricia Orbegoso

2ª edición, noviembre 2017


Tiraje: 100 ejemplares

Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional


del Perú N° 2017-17075
ISBN XXXX-XXXXXXX

Se terminó de imprimir en noviembre de 2017 en


PJ Impresiones - Jr. Cailloma 232, Cercado de Lima

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