Está en la página 1de 3

La Dama boba:

Acto primero
El galán Liseo y su lacayo Turín, de viaje hacia Madrid para presentarse a Finea, prometida
de Liseo, llegan a una posada del pueblo de Illescas. Los dos encuentran a un estudiante
que les informa sobre la fama de las hijas de Octavio: una, Nise, es sabia y discreta,
mientras la otra, Finea, es boba e imposible de educar, aunque mucho más rica gracias a
una dote dejada por su tío. Liseo, preocupado, decide acelerar su viaje para percatarse
personalmente de la situación. En su casa, Octavio comenta con el amigo Miseno los
excesos opuestos de sus dos hijas y describe las virtudes de una perfecta casada; el
anciano padre admite la facilidad de casar a la boba Finea a causa de su dote mientras que,
en cambio, Nise no tiene pretendientes. Llega la culta Nise explicando de manera docta a
su criada Celia la diferencia entre prosa historial y poética. Aparece también Finea con su
maestro de leer y demuestra cómicamente su incapacidad para aprender, prefiriendo ir a
jugar con su criada Clara y los cachorros recién paridos por la gata de la casa. Llegan ante
Nise y Celia tres caballeros, Duardo, Feniso y Laurencio, que presentan al juicio de la dama
un soneto muy obscuro de Duardo sobre el amor platónico. Nise confiesa su dificultad para
comprenderlo y Duardo se lo explica con muestra de afectada erudición. De acuerdo con
Laurencio, que la corteja, Nise permite que éste le pase en secreto una carta de amor. Al
quedarse solo, Laurencio reflexiona sobre sus problemas económicos y decide intentar
obtener los favores de Finea para solucionarlos. Llega el lacayo Pedro y los dos conciertan
ayudarse mutuamente, ya que Pedro pretende cortejar a la criada Clara. Llegan las dos
mujeres. Laurencio intenta explicar a Finea la teoría neoplatónica del amor, pero la dama
boba le contesta de manera ridícula poniendo en evidencia su corto ingenio. Al irse los
hombres, Finea saca un retrato del galán que su padre ha decidido darle como marido y lo
comenta de manera ridícula. Entra Nise con el padre Octavio que informa de la llegada del
prometido de Finea. Liseo se presenta a la familia y prefiere cortejar a Nise, más famosa de
las dos, gracias a su discreción y hermosura, mientras que Finea confirma con sus boberías
los rumores sobre su ingenio limitado. Ya solo con su criado, Liseo se queja de la necedad
de su prometida y decide renunciar a ella y a su dote.

Acto segundo
Ha pasado un mes y Duardo, Laurencio y Feniso comentan la tardanza de las bodas de
Liseo, que relacionan con una leve enfermedad de Nise. Hablando de la hermana Finea,
Laurencio declara que, gracias al poder educativo del amor, hasta la dama más ignorante
podrá rescatarse de su estado. Llegan Nise y Celia, y los tres galanes compiten entre ellos
para celebrar de forma poética la curación de la dama. Al quedarse Laurencio solo con
Nise, ésta se muestra celosa de su hermana ante el galán. Mientras Laurencio intenta
calmarla, entra Liseo, las mujeres se van y Liseo le pide explicaciones a Laurencio
desafiándole a duelo. Todos se van. Llega Finea con un maestro de danzar que intenta
inútilmente aleccionarla. Aparece Clara, a la que Finea confiesa que no consigue estudiar ni
aplicarse en nada porque sólo piensa en Laurencio. Clara le da un papel de Laurencio; al
llegar Octavio, Finea lo da a su padre para que lo lea y todos se enteran del amor de
Laurencio hacia ella. Octavio se enoja por la intrusión y se preocupa por mantener la
integridad de la hija, pero entra Turín para informar del duelo entre Liseo y Laurencio y los
dos se marchan corriendo para detenerlos. Al quedarse solas Clara y Finea, la criada se
maravilla de la soltura e ingenio con que Finea describe, con inocencia, cómo se ha
prendado de Laurencio. Mientras, en el campo, Liseo y Laurencio hacen las paces al
enterarse que sus ambiciones no coinciden. Llegan preocupados Octavio y Turín, pero
disimulan y todos se marchan hacia casa de Octavio. Allí Nise discute con Finea sobre su
cambio de actitud y su transformación en una mujer más entendida. Le ordena a Finea que
deje de pensar en Laurencio y se marcha. Aparece Laurencio, al que Finea, con cómica
ingenuidad, pide que deje de cortejarla. Al volver Nise, ve la pareja en una situación
equívoca y, preocupada, se marcha con Laurencio. Llega Octavio, al que Finea,
inocentemente, confiesa las conversaciones con Laurencio. Octavio, harto de la situación,
se marcha enojado a buscar a Laurencio y a Nise. Mientras Finea está razonando a solas
sobre lo que está pasando, vuelve Laurencio escapando de Octavio. El galán, ante la
presencia de Pedro, Duardo y Feniso, consigue sonsacar a Finea la promesa de casarse
con él aprovechándose su simpleza y buena fe. Los galanes se marchan y Finea, al llegar
Nise con su padre, le cuenta a éste que ha dado su palabra de ser la esposa de Laurencio.
Octavio se marcha con Finea para aclarar la cuestión. Nise queda sola y entra Liseo que le
confiesa su amor; Nise quiere rechazarle pero, al ver llegar a Laurencio, disimula para darle
celos. Al quedarse solos Liseo y Laurencio, este último promete ayudarle a obtener los
favores de Nise. El acto acaba con un monólogo de Finea, en el que declara percatarse de
los profundos cambios que está sufriendo gracias al poder del amor.

Acto tercero
Pasado otro mes, todos están admirados por los progresos de Finea en el baile, en leer y en
escribir. Llega Octavio con su amigo Miseno, y los dos conciertan casar a Nise con Duardo,
que es el hijo de Miseno. Mientras, Liseo intenta sin éxito obtener los favores de Nise. En
presencia del maestro de danzar y con el acompañamiento de la música, las dos hermanas
danzan un baile burlesco sobre el amor interesado y se marchan. Al quedarse solo Liseo
con su criado Turín, le confiesa que, ante al rechazo de Nise, ha decidido volver a pedir la
mano de Finea. Laurencio se entera de la nueva actitud de Liseo, pero también aparece
Finea que confiesa, ahora ya con entendimiento e ingenio, su amor por Laurencio. El galán
expresa su decepción: gracias al amor ahora es discreta y entendida, pero será Liseo quien
se casará con ella. Entonces, Laurencio y Finea inventan una estratagema: la dama se
fingirá boba para que Liseo la rechace. Al llegar Liseo, Laurencio se esconde y Finea se
comporta otra vez con simpleza, obteniendo el resultado previsto. Liseo se marcha,
reaparece Laurencio y la pareja comenta la situación. Nise y Celia ven a los dos en la
intimidad y se esconden para escuchar al paño lo que dicen. Laurencio las descubre y,
enfadado con Nise, se marcha. Llegan Octavio, Feniso y Duardo, que encuentran a las dos
hermanas discutiendo y notan que Finea parece haber vuelto a su condición de boba. Nise
pide a Octavio que no deje entrar más en casa a Laurencio, por su influencia peligrosa. Al
llegar Laurencio, el galán reclama sus derechos hacia Finea aduciendo su palabra de
esposa ante testigos. Finea admite haberse fingido boba y confirma de hecho la validez de
la promesa. En tal confusión, Octavio acude a la justicia, Nise y Celia lo siguen, y Finea
hace esconder en un desván a Laurencio. Cuando el padre vuelve, Finea le miente diciendo
que Laurencio se ha marchado, y Octavio decide esconder en el desván a Finea cada vez
que aparece un hombre. Llega Liseo y Finea se marcha al desván. El galán pide la mano de
Nise pero Octavio le informa que la ha prometido a Duardo. Se marcha Octavio, y el criado
Turín aconseja a Liseo que se case con la otra hermana. Al irse los dos, sale del desván
Finea con Clara. Vuelve Octavio con Miseno, Duardo y Feniso. Miseno informa a Finea que
han concertado que se case con Feniso y la mujer se escapa otra vez al desván. Llegan
Liseo y Nise declarándose mutuo amor. Octavio, aconsejado por Celia, entra en el desván
para averiguar quién está escondido allí; encuentra a Laurencio y lo persigue con la espada
desenvainada. Al final Octavio se calma y acepta la situación, casando a Finea con
Laurencio y a Liseo con Nise. Paralelamente, las parejas de criados también encuentran su
justa unión: Clara se casará con Pedro y Turín con Celia, acabándose así la comedia.

También podría gustarte