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Cita: María A. Morales, Cintia Fabbri y Delia Enría.

Generalidades sobre Arbovirus y


arbovirosis. Capítulo 90, pp 635-637. Libro de Infectología y enfermedades infecciosas.
Emilio Cecchini, Silvia Gonzalez Ayala. 1º Edición, Buenos Aires, 2008. Ediciones
Journal.

GENERALIDADES SOBRE ARBOVIRUS Y


ARBOVIROSIS

Morales, María Alejandra; Fabbri, Cintia y Enria Delia A.

Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas (INEVH)


“Dr. Julio I. Maiztegui”- ANLIS.
Centro Nacional de Referencia para el Diagnóstico de Dengue y otros Arbovirus.
Centro Colaborador de la OMS-OPS en Fiebres Hemorrágicas Virales y
Arbovirus

Morales, María Alejandra: Bioquímica, integrante del Departamento


Investigación del INEVH, en el área de diagnóstico laboratorial de Arbovirus.
Ex residente de Laboratorio General del Hospital Interzonal General de
Agudos “Don José de San Martín”, de la ciudad de La Plata (Bs. As).

Fabbri, Cintia: Licenciada en Biotecnología, integrante del Departamento


Investigación del INEVH, en el área de diagnóstico laboratorial de Arbovirus.

Enria Delia Alcira: Médica Infectóloga, Master in Public Health, Directora del
INEVH.

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INTRODUCCIÓN

Algunos virus han adoptado medios de diseminación muy específicos y dependen de


vectores para su transmisión desde su reservorio a un huevo huésped. El término “arbovirus”
deriva del inglés “arthropod-borne” y designa a un grupo diverso de virus que son
transmitidos por vectores artrópodos. Puede parecer que la restricción a un vector particular
reduciría las chances de infección; sin embargo, dado que el virus es transportado
directamente a un nuevo huésped, el usar un vector otorga grandes posibilidades de éxito en la
transmisión, lo que explica el alto impacto de estas enfermedades en la Salud Pública (1,2).
En este capítulo se presentará la situación epidemiológica de los arbovirus en el país y
se revisarán conceptos generales de este grupo de virus de manera de suministrar herramientas
para el conocimiento de los complejos factores que pueden afectar el desarrollo de las
enfermedades.

EPIDEMIOLOGÍA DE LOS ARBOVIRUS EN ARGENTINA

En la Argentina se ha reconocido la presencia de arbovirus pertenecientes a diversas


familias virales; varios de ellos han sido asociados con enfermedad humana. Dentro de la
familia Flaviviridae se encuentran los virus dengue (DEN) que ha constituido la arbovirosis
de mayor importancia en el país desde 1997 al 2005. Se ha documentado en el pasado la
ocurrencia de ciclos selváticos y urbanos del virus de la fiebre amarilla (YF) y si bien no se
han notificado nuevos casos, existen características ecológicas que ponen a nuestro país a
riesgo de transmisión. También se ha reconocido la actividad de otros flavivirus: Encefalitis
de San Luis (SLE), Ilheus y Bussuquara, sin que representaran un problema reconocido para
la Salud Pública (3-4). La emergencia en el 2005 de casos humanos de encefalitis causadas
por el SLE representa un cambio importante para la epidemiología de este agente en la
Argentina (5,6,7,8,9). A comienzos del 2006, se reporta por primera vez el aislamiento del
virus del Nilo Occidental (WN) en equinos (10). Este agente, de reciente emergencia en las
Américas, ha causado un alto impacto en la Salud Pública humana y animal en América del
Norte. Dentro de la familia Togaviridae, se conoce la circulación en el país de los virus de la
Encefalitis Equina del Este (EEE), del Oeste (WEE), Venezolana (VEE subtipo VII), Aurá y
Una, aunque sólo WEE ha producido casos humanos en Viedma en 1982 y se ha notificado un
caso de infección por virus Una en Córdoba. Se han reconocido los virus Calchaquí y el
subtipo Cocal del virus de la estomatitis vesicular, de la familia Rhabdoviridae. Varios
miembros de la familia Bunyaviridae también han sido detectados, aunque no se ha
notificado enfermedad asociada hasta el momento: Cache Valley, Kairi, Las Mayolas,
Resistencia, Barranqueras, Melao, San Juan, Turlock, Pará y Antequera (3,4). El estudio de
pacientes notificados en el 2005 como dengue, pero que habían resultado negativos por el
laboratorio serológico, permitió identificar por primera vez en Argentina la presencia de
secuencias genómicas de otro bunyavirus causante de importantes brotes humanos en
Sudamérica, el virus Oropouche (ORO) (11). El carácter emergente de los arbovirus
mencionados y de otros detectados en las Américas (Rocío, Mayaro, etc.) determina la

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necesidad de contar con programas continuos de vigilancia para las arbovirosis en la
Argentina.

ETIOLOGIA Y FISIOPATOLOGÍA DE LAS ARBOVIROSIS


Los virus que se clasifican como arbovirus tienen, en su mayoría, envoltura lipídica y
poseen únicamente RNA de cadena simple como material genético. No poseen sistema
generador de energía, ni ribosomas y, por lo tanto, como los demás virus, constituyen
parásitos obligados intracelulares que dependen del huésped celular para su replicación y
síntesis de proteínas. Poseen un estadio infectivo (virión) y un estadio no infectivo de
replicación intracelular (fase de eclipse). A pesar de poseer un genoma relativamente pequeño
(~12.000 bases), son capaces de infectar y replicarse en dos sistemas distantes
filogenéticamente: vectores invertebrados y huéspedes vertebrados; se distinguen infecciones
productivas cuando el virus infecta a una célula permisiva (células diana, órganos blanco de
las infecciones) o infecciones abortivas o no productivas cuando la infección se produce en
células no permisivas, resistentes o refractarias. Usualmente los arbovirus ejercen efecto
escaso o nulo sobre el artrópodo vector, mientras que la infección de los huéspedes
vertebrados puede resultar en una morbi/mortalidad significativa, sobre todo cuando enferman
a huéspedes accidentales, que no se comportan como los reservorios virales habituales. Se han
reconocido más de 500 arbovirus pertenecientes a 5 familias virales en su mayor proporción:
Flaviviridae, Togaviridae, Bunyaviridae, Reoviridae y Rhabdoviridae. Otras familias virales
implicadas minoritariamente son las Herpesviridae, Coronaviridae, Iridoviridae,
Nodaviridae, Orthomyxoviridae, Paramyxoviridae y Poxviridae (12).
La infección ocurre probablemente en el músculo u otras células cerca del sitio de la
picadura y es subsequentemente transmitida a los nódulos linfáticos regionales. La
replicación viral en estos tejidos produce una viremia primaria, que resulta en infección de los
tejidos asociados con el sistema vascular. La replicación viral en el sistema vascular produce
una viremia secundaria de mayor duración y de altos títulos. Este proceso lleva a la infección
secundaria de los órganos blanco, tales como el hígado en la fiebre amarilla o el SNC en las
encefalitis. El período requerido desde la infección a la enfermedad en el huésped vertebrado
es denominado “período de incubación intrínseco” (en contraposición al período extrínseco en
los vectores) (1).

CICLOS DE TRANSMISIÓN

Las enfermedades transmitidas por vectores involucran una dinámica interacción de


éstos con los agentes patógenos, huéspedes vertebrados y el ambiente (figura 1). Los vectores
pueden infectarse mediante la ingesta sanguínea a partir de un huésped virémico; por
transmisión transovárica; por transmisión venérea y por transmisión vertical a los embriones
durante la oviposición. El riesgo de transmisión a los vertebrados estará en relación a la
densidad de población de los vectores, su tipo de alimentación y la eficiencia con la que
puedan transmitir el virus (competencia vectorial), entre otros múltiples factores. Los
huéspedes vertebrados pueden desarrollar niveles de viremias suficientes para infectar a otro
artrópodo sano durante una comida sanguínea (reservorio viral) o pueden ser huéspedes
terminales al no permitir la continuación de la transmisión. Los ciclos de los arbovirus
pueden clasificarse en ciclos de mantenimiento y ciclos de amplificación. Los ciclos de
mantenimiento son los que permiten la permanencia del virus en la naturaleza. En general, se
producen en ambientes selváticos o rurales y suelen ser los responsables de niveles bajos de
endemicidad en ciertas regiones. En determinadas circunstancias puede producirse la
introducción de un huésped accidental dentro de ese ciclo silvestre, permitiendo que el virus
ingrese, por ejemplo, a un ambiente urbano, lo que genera ciclos de transmisión con diferentes

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vectores y reservorios. También pueden producirse alteraciones ecológicas o modificaciones
humanas en el ambiente que posibilitan un aumento de las poblaciones vectoriales, un
aumento de los vertebrados infectados y/o un aumento del nivel de circulación viral,
generando los denominados ciclos de amplificación que, en general, desencadenan brotes
epidémicos (1,2).

CUADRO CLÍNICO

Las arbovirosis son zoonosis, ya que dependen de especies animales para su


mantenimiento en la naturaleza. Los huéspedes tangenciales son los que tienen más
probabilidad de experimentar enfermedades severas, presumiblemente por una falta de co-
adaptación entre huésped-patógeno. Los individuos pueden responder de forma muy
diferente a la infección con un mismo virus. Por ejemplo, la infección humana con YF puede
producir desde una infección inaparente a una fiebre hemorrágica fatal. Los humanos suelen
ser huéspedes accidentales y terminales que no contribuyen al ciclo de transmisión natural. El
espectro clínico de la enfermedad asociada con la infección por arbovirus puede variar desde
un síndrome febril inespecífico hasta enfermedades graves, eventualmente mortales. Debe
tenerse en cuenta que todos los arbovirus pueden causan una gran proporción de
enfermedades subclínicas. Las infecciones humanas suelen clasificarse no obstante, en 3
grandes síndromes (1):
1) Enfermedades agudas del sistema nervioso central, usualmente con encefalitis; los
principales arbovirus causantes de este síndrome incluyen: EEE, WEE, SLE, VEE,
California, Encefalitis Japonesa, Murray Valley, Rocío, rusa de la primavera y el
verano; de Europa Central, de Powasan, WN, de la Crosse.
2) Fiebres hemorrágicas, producidas por los virus YF, DEN, del Valle Rift, de la selva
Kyasanur, Crimea-Congo, Chikungunya, Omsk.
3) Poliartritis y exantema, causadas por DEN, ORO, Ross River, O’nyong-Nyong, WN,
Orungo, Chikungunya, del Valle Rift, Mayaro.

DIAGNÓSTICO

A menudo no es posible diferenciar clínicamente a las distintas arbovirosis entre sí o


hacer el diagnóstico diferencial con enfermedades causadas por otros virus, bacterias e incluso
protozoos. Por esta razón, el diagnóstico de las arbovirosis debe basarse en pruebas de
laboratorio. Aproximadamente 150 arbovirus diferentes pueden infectar al hombre y el
diagnóstico debe orientarse mediante el conocimiento de las historias de viajes, o de la clase
de exposición sufrida por el enfermo.
El diagnóstico etiológico, tanto en muestras humanas como animales, se realiza con
técnicas directas o indirectas que se aplican de acuerdo a los días de evolución que presenta el
cuadro clínico. En muestras de muy pocos días de evolución, en las cuales es probable que el
virus se encuentre aún en la circulación, se empleará el aislamiento viral en cultivos celulares
o animales de laboratorio; la detección de antígenos por diversos métodos (inmufluorescencia,
ELISA, etc), o la detección del genoma viral por técnicas moleculares (RT-PCR, Nasba, PCR
en tiempo real, etc). A partir de la semana desde el inicio de la sintomatología, es posible
detectar la presencia de anticuerpos IgM (ELISA, Inmunofluorescencia, Inhibición de la
Hemoaglutinación, etc) que, dependiendo del agente, tendrán diferentes períodos de
persistencia. Los anticuerpos del tipo IgG se pueden detectar generalmente unos pocos días
más tarde que los IgM (ELISA, Neutralización en cultivos celulares, Inhibición de la
Hemoaglutinación, Inmunofluorescencia, etc), y como pueden permanecer durantes períodos

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muy largos o toda la vida, se necesita el estudio de un par serológico para confirmar
infecciones recientes. Dentro de las distintas familias virales pueden presentarse reacciones
serológicas cruzadas que deben tenerse en cuenta al interpretar los resultados de laboratorio.
Estas relaciones se intensifican en infecciones secundarias o secuenciales por arbovirus de
una misma familia, en las que se genera una respuesta inmune de memoria con altos títulos de
anticuerpos. La inmunohistoquímica y los estudios histopatológicos suelen ser de gran
utilidad para el estudio de los casos fatales.

PREVENCION, TRATAMIENTO Y CONTROL

El control de las enfermedades por arbovirus se basa en vacunas para algunos de ellos
y en el control de los vectores (13). La vacuna viva atenuada con la cepa 17D para la fiebre
amarilla es segura y efectiva y se usa ampliamente en Sud-América y África. Hay vacunas
inactivadas para prevenir en las zonas endémicas la encefalitis japonesa y la encefalitis
transmitida por garrapatas. Existen otras vacunas experimentales contra los virus WE, VE,
Chikungunya y hay varias líneas de investigación para una vacuna contra el dengue.
Otros aspectos del control se basan en la vigilancia de la enfermedad y de la actividad
viral en los huéspedes naturales y cuando es necesario, en medidas dirigidas a reducir las
poblaciones de mosquitos vectores. Estas medidas incluyen el control de larvas y de adultos.
Cuando hay un reservorio animal involucrado, algunas restricciones en los animales o
el control de roedores pueden ser de valor. También la vacunación de huéspedes para los que
existan vacunas eficaces puede ser de valor.
La falta de terapias específicas y/o vacunas para la mayoría de las arbovirosis y el
fracaso de las estrategias habituales para el control de los vectores hace que la sociedad posea
un rol muy importante en el control, ya que evitar la exposición a los vectores representa la
única forma para prevenirlas. Es importante involucrar a las comunidades en las actividades
de ordenamiento del medio y educarlas en el uso de ropas adecuadas y repelentes cuando
están expuestas a riesgo. Debe también enfatizarse la importancia del desarrollo de
programas de control a nivel municipal.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1.- Brès P. Impact of arboviruses on human and animal health. En: Monath TP, editor. The
Arboviruses: Epidemiology and Ecology. Fort Collins: Colorado, 1986: 1-18.

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3.- Sabattini MS, Avilés G, Monath TP. Historical, Epidemiological and Ecological aspects
of Arboviruses in Argentina: Flaviviridae, Bunyaviridae and Rhabdoviridae. Travassos da
Rosa APA, Vasconcelos PFC, Travassos da Rosa JFS, editores. An overview of
Arbovirology in Brazil and neighbouring countries. Belém, 1998:113-134.

4.- Sabattini MS, Avilés G, Monath TP. Historical, Epidemiological and Ecological aspects
of Arboviruses in Argentina: Togaviridae, Alphavirus. Travassos da Rosa APA, Vasconcelos
PFC, Travassos da Rosa JFS, editores. An overview of Arbovirology in Brazil and
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Luis en la provincia de Córdoba: comunicación sobre nueve casos de un brote en el año 2005.
Revista Argentina de Zoonosis 2006; 3(1): 17-20.

8.- Contigiani MS, Spinsanti LI, Díaz LA, Glatstein N, Ré V, Aguilar J, et al. Etiología del
brote por flavivirus detectado en Córdoba, Argentina, en el año 2005. Revista Argentina de
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9.- Almirón WR, Díaz A, Spisanti L, Ré V, Visintin A, Farías A, et al. Culex pipiens
quinquefasciatus y su relación con la encefalitis de San Luis en Córdoba, Argentina. Revista
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10.- Morales MA, Barrandeguy M, Fabbri C, García J, Visan A, Trono K, Gutierrez G,


Fernández F, Levis S, Enria DA. First detection and isolation of West Nile (WN) virus in
equids of Argentina, 2006. Enviado a publicar a Emerging Infectious Diseases.

11.- Fabbri C, Morales MA, Baroni P, Levis S, Enria D, Rodríguez SG, Martins L, Nunes
MR, Vasconcelos PF, Ramírez J, Martinez A, Fasendini B, Ubeid C, Ripoll C. Preliminary
evidences of the circulation of Oropouche virus in Argentina. Enviado a publicar a Emerging
Infectious Diseases.

12.- Calisher CH, Karabatsos N. Arbovirus serogroups: definition and geographic


distribution. En: Monath TP, editor. The Arboviruses: Epidemiology and Ecology. Florida:
Estados Unidos, 1988 (1):19-57.

13.- Webber R. Insect-borne Diseases. CAB International, editor. Communicable Disease


Epidemiology & Control. Oxon: UK, 1996:221-286.

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FIGURA 1

CICLO DE TRANSMISIÓN DE LOS ARBOVIRUS

Virus Huésped Terminal


Dependiendo del virus:
humanos, equinos, etc

Condiciones
Ambientales
Virus Temperaturas,
Flaviviridae régimen de lluvias,
VECTOR Togaviridae RESERVORIO VIRAL humedad, actividad
Artrópodos Hematófagos: mosquitos, Bunyaviridae Huésped vertebrado: Mamíferos, humana, etc
garrapatas, simúlidos, ácaros,etc Reoviridae Aves, Reptiles, Anfibios, etc
Rhabdoviridae
Otras familias virales

Figura 1: Los arbovirus se perpetúan en la naturaleza en ciclos que se establecen entre


artrópodos hematófagos que actúan como vectores y huéspedes vertebrados susceptibles que
pueden actuar como fuente de infección para otros artrópodos (reservorios virales) o sólo
sufrir la infección (huéspedes terminales) sin desarrollar niveles de viremia suficientes para
continuar la transmisión.

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