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Muchos se han preguntado ¿qué es lo que tiene el comunismo que parece atrapar a

las personas, al punto de dejarlas en una especie de trance donde no parece existir
el pensamiento lógico y el raciocinio? La respuesta es mucho más fácil de lo que
podrían estar pensando.
Si hay algo que el izquierdismo saber hacer mejor que nadie, es apelar a las
emociones de las personas. Aquí no existen las matemáticas, la ciencia, la lógica.
Este espectro ideológico tiene la peculiaridad de mezclar arte con terrorismo
cultural (sí, existe un nexo entre arte, terrorismo y cultura).
La explicación a esto es, la simple naturaleza humana. Las emociones son
instantáneas, naturales… e incluso subconscientes e incontrolables; muy a
diferencia del pensamiento crítico y el razonamiento lógico. Estos últimos dos
factores se entrenan. No todas las personas saben pensar de forma crítica, pero
todas saben sentir. No necesitas aprender a sentir. En tu naturaleza, eso es algo que
simplemente sabes hacer.
La práctica de tocar las emociones ajenas es más antigua de lo que parece. La
revuelta decembrista de 1825 en Rusia podría servir como un primer ejemplo. De
este hecho se derivaron muchos poemas y escritos que más allá de causar tristeza,
o reflejar miedo en la subyugada población rusa, tuvieron un efecto más poderoso:
generar orgullo por las luchas.
El gran autor ruso Alexander Pushkin nació en una familia aristocrática pero pobre.
Trabajó en el servicio civil hasta que fue exiliado al sur de Rusia como resultado
de varios poemas revolucionarios. Más tarde fue indultado, pero continuó viviendo
bajo el escrutinio minucioso del zar. En su vida, Pushkin produjo algunos de los
mejores poemas líricos de Rusia, así como obras de teatro, historias y su obra
maestra, la "novela en verso" Eugene One-gin. "Mensaje a Siberia" puede haber
sido provocado por su amistad con los rebeldes exiliados después de una
conspiración contra el zar en 1825.
Bastaría con leer el Mensaje a Siberia para entender qué es lo que invocan estos
poemas y escritos en una población sumida en la miseria que busca la libertad:
En lo profundo de la mina de Siberia,
Mantén tu paciencia orgullosa;
El amargo trabajo no se perderá,
El pensamiento rebelde no se ha doblado.

La hermana de la desgracia, la esperanza,


En la penumbra, muda
Habla de un alegre coraje a tu corazón:
El día deseado llegará.

Y el amor y la amistad se derraman sobre ti


A través de las puertas oscuras,
Incluso alrededor de sus camas de galera
Mi música gratis se derrama.

Las pesadas cadenas caerán,


Las paredes se desmoronarán con una palabra;
Y la libertad te saluda en la luz,
Y los hermanos te devuelven la espada.

(Fuente: http://criminal-justice-blog.blogspot.com/2014/04/poem-message-to-siberia.html)

En un principio, este tipo de arte revolucionario tenía su lógica: el zarismo ruso era
feroz, despiadado y autoritario. Para 1896, fecha en la cual llegó al poder el último
Zar de la historia (Nicolás II) buena parte de Rusia no tenía agua en sus hogares, ya
habían pasado por hambrunas mortales por mala gestión de la corona y las
condiciones de vida eran sumamente deplorables en todo aspecto, especialmente en
la parte de salud y condiciones sanitarias.
Era evidente que en algún punto de la historia estallaría una revolución libertaria
para salir de una corona opresora. La cuestión está en la forma en que se hizo. Para
1903, el partido obrero ruso se dividió en dos: por un lado, los mencheviques
(minoría) de Martov y los bolcheviques (mayoría) de Lenin.
Los mencheviques, pensando de forma racional, tenían como enfoque destituir al
zar para implementar un gobierno político como en buena parte de Europa junto
con los capitalistas, pues serían ellos quienes podrían aportar empleos e inversión
para mejorar el país.
Lenin por su parte, decidió manejar a los bolcheviques desde un punto de vista
radical, y emocionalmente violento. El primer periódico de Lenin se llamaba Iskra,
o "chispa", después de que un poeta de la primera línea, Alexander Odoevsky,
escribiera en respuesta a otro, Pushkin: "de una chispa se encenderá un fuego".
Lógicamente, esta táctica de manipulación emocional que consta en tocar las fibras
y emociones más profundas de un conglomerado de personas considerables han ido
refinándose con el paso del tiempo.
Por lo mismo de que los espectros ideológicos de derechas se han centrado en el
avance para promover el bien común (avances de todo tipo de índole), han
derrotado muchas veces en la historia a su contraparte (y con mucho éxito, cabe
acotar). Esto hizo que los simpatizantes de la izquierda se aferraran aún más a lo
único que su enemigo no había hecho: el arte.
Esto ha venido ocurriendo desde la guerra fría hasta nuestros días. Lo que estamos
presenciando hoy, es una especie de terrorismo cultural donde la izquierda busca
destruir todos los pilares de una sociedad funcional (comenzando por el símbolo
más básico que vendría siendo el de la familia, hasta uno tan extenso como las
leyes).
Actualmente, el dominio de la izquierda de este espectro es tal que hay un
fenómeno de intimidación masivo: basta con dar una simple opinión que no esté
acorde al discurso progresista de George Soros y séquito para ser perseguido,
censurado y silenciado por la fuerza.
Pero no lo duden: todo lo que sube, caerá en algún momento. Basta con que sigan
existiendo personas valientes que no teman expresar sus opiniones, ideales y
puntos de vista. Personas dispuestas a encarar al monstruo en la cara y no dejarse
atropellar.

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