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Era una mañana agitada, Desde un lejano paraje, donde se hallaba internado

y Con su ternura habitual, la que siempre demostró un amigo mío, esta carta
me escribió.
Querido amigo, quisiera que al recibir la presente Te halles bien, ahora te
narrare solo una parte de mí vida. Recuerdo que en el tiempo de mi juventud
cuando realizaba mis estudios, residía en una posada en cual era vecino de
dos jóvenes muy singulares; una que por su apariencia era una mujer muy
delicada (Ana) y otra con apariencia de mujer fuerte (Escarlet).
Un día, estando aun bañándome y preparándome para ir a la Universidad, de
repente aquella chica Escarlet toca a mí puerta y me dice que, si podría hacerle
el favor de ayudarle a redactar una carta, sorprendido aun accedí a realizarle el
favor.
Comencé diciéndole que hacia donde enviaría la carta, ella me dijo que hacía
parís Francia, luego comienza a dictarme; querido bores… amor mío... ya hace
demasiado tiempo que no se de ti, quisiera saber por que no has vuelto a
enviarme mensajes a esta, tu tierno osito que te anhela.
Dentro de mi hubo algo que dijo dentro de esa apariencia hay alguien sensible
que se cubre con una apariencia fuerte, la curiosidad me gana y le pregunto
¿Quién es bores?
- ¡bores caballeros! Él es mi prometido
- ¡prometido!
- Si ya hace algún tiempo nos comprometimos
- Quien se lo imaginaria pensé.
En conclusión, después de redactar esta carta me dije que si fuera bores
regresaría con ella los más pronto posible, luego de esto ella me da las gracias
y se retira.
Unos días después cuando regresaba de mis estudios la encontré sentada en
mi puerta, y me dice que si le podría colaborar con un ultimo favor, a lo cual le
respondí otra carta para bores, y ella me dice con voz entre cortada no esta vez
es de Bores.
- ¡pero como es esto posible le pregunte!
- Solo escríbela y comprenderás - me dijo
- Accedí y comencé a escribir:
Querida Escarlet, quisiera que al recibir la presente te halles bien y que la
suerte te acompañe por doquiera, por mi parte y mal pudiera, decirte que estoy
mejor si al contrario en mi dolor, postrado en mi lecho abierto, ya soy un pobre
esqueleto, que a mí mismo me da horror; solo quiero que siempre tengas
presente que te amare y te llevare en mi corazón, aun si mi cuerpo no está
cerca de ti.
Allí comprendí que había perdido su gran amor y que ella misma se quería dar
una respuesta a una pregunta que quizás nunca logré resolver.

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