Está en la página 1de 28

Filosofía de las Ciencias 2021 Prof.

Alejandro Cassini

Clase teórica N° 2

Elementos que componen un Sistema Axiomático Formal

Consideraciones introductorias

Comenzaremos ahora con el estudio del método axiomático formal tal como se
usa en la matemática aproximadamente desde fines del siglo XIX o principios del siglo
XX. Hay una historia del método axiomático, sin duda, que se remonta a la Antigüedad
pero, salvo excepciones, la matemática siempre se desarrolló de manera no axiomática,
por lo cual muchas teorías matemáticas importantes fueron axiomatizadas muy
tardíamente a pesar de que esas teorías existían desde mucho tiempo antes. La
matemática se sigue enseñando de manera no axiomática, incluso en las carreras de
matemática; todos hemos aprendido algo de aritmética o de geometría sin necesidad de
usar el método axiomático. Sin embargo, si consultamos un diccionario de matemática,
todas las definiciones de los conceptos son axiomáticas. Los conceptos matemáticos se
definen explícitamente por medio de un conjunto de axiomas. Además del interés en sí
que pueda tener para la matemática y para la filosofía de la matemática, el método
axiomático tiene un interés particular en la filosofía de la ciencia empírica que
habremos de capitalizar en unas pocas clases. El punto esencial es que la concepción
estándar, o clásica, de las teorías empíricas, elaborada por los filósofos del empirismo
lógico en las décadas de 1920 y 1930, está basada en el método axiomático formal.
Luego se agregan otros elementos, pero el eje o la estructura es un sistema axiomático,
entonces, además del interés que pueda tener por sí mismo este método, emplearemos
estos conocimientos cuando estudiemos la estructuras de las teorías empíricas.
Básicamente, estos autores como ya dije en su momento, tomaban como ejemplo las
teorías físicas, ya que es difícil encontrar teorías axiomatizadas fuera del ámbito de la
física. En general, el método axiomático, salvo por intentos de algunos filósofos, ha sido
ajeno a la biología, a la química, y a las demás ciencias naturales, y ni hablar a las
ciencias sociales, allí nunca se ha usado ni se usa. Pero en la física sí se ha usado y

1
algunas de las teorías clásicas de la física, como la mecánica de Newton, fueron
presentadas de manera axiomática. Obviamente, la mecánica clásica no fue
axiomatizada a la manera del método axiomático formal que estudiaremos aquí,
simplemente porque en la época de Newton no existía tal método, no existían los
métodos formales.

La propia lógica matemática empezó de manera axiomática, pero actualmente la


lógica ya casi no se usa ni se enseña de manera axiomatizada, aunque Frege o Russell la
emplearon de esa manera. Presentaron la lógica mediante un conjunto de axiomas, de
los cuales debían deducirse como teoremas todas las verdades lógicas. Ahora ya no se
usan esos sistemas porque la demostración a partir de axiomas es relativamente
compleja; existen otros métodos de demostración, los métodos de deducción natural,
que en general son más simples, pero desde el punto de vista histórico el lenguaje de la
lógica matemática tuvo un enfoque axiomático, una presentación axiomática. Así que
allí encontramos una segunda utilidad en el estudio del método axiomático. Es
interesante estudiar algunos de los sistemas clásicos, antiguos, de axiomas aunque ya no
estén particularmente en uso. Al respecto, se encuentra en Campus Virtual un pequeño
libro de Detlefsen, McCarthy y Bacon que se llama Lógica de la A-Z que me parece
muy recomendable; contiene terminología de lógica, de metalógica, algo de teoría de
conjuntos, algo de matemática a la manera en que los filósofos lo necesitarían. No es un
diccionario de matemática, tampoco es una enciclopedia en donde se expliquen las
teorías con detalle. No obstante, es un libro de consulta muy útil, de modo que la
terminología acerca de la cual tengan duda pueden buscarla allí.

Dedicaremos tres clases al método axiomático en la matemática, que están


divididas de la siguiente manera. Primero, presentaremos los elementos que componen
un sistema axiomático y daremos algunos ejemplos de sistemas axiomáticos formales de
la matemática. Luego, presentaremos la cuestión de la interpretación de un sistema
axiomático y veremos algunas nociones de lo que se llama teoría de modelos, una rama
de la lógica que hoy pertenece claramente a la matemática, ya no a la filosofía. Y en
tercer lugar estudiaremos las propiedades de los sistemas axiomáticos y mencionaremos
algunas cuestiones de metalógica. Cuando uno habla de las propiedades de un sistema
lógico está haciendo metalógica, está hablando sobre un sistema lógico, y si se refiere a
sistemas matemáticos, está haciendo metamatemática. Esa es la secuencia de los temas.

2
El método axiomático es un tema sobre el que no existe demasiada bibliografía
accesible, en el sentido de que los libros avanzados de lógica o de filosofía de la
matemática ya presuponen un conocimiento del tema por parte del lector y, por
consiguiente, no lo explican demasiado, mientras que los libros introductorios no usan
el método axiomático o le dedican muy poco espacio. En algún momento hace ya
muchos años, en esta cátedra buscamos traducir alguna obra básica sobre el método
axiomático y realmente no la encontramos, por eso yo decidí escribir una dedicada
explícitamente a este curso, que voy a seguir, pero solo parcialmente, es decir, cada vez
la sigo menos en parte porque en algunos puntos he cambiado de opinión y en parte
porque no quiero repetir siempre los mismos ejemplos, así que los ejemplos los iré
variando sin seguir la secuencia que está allí. El libro se llama El juego de los principios
y también lo encuentran en el Campus Virtual. Lo que está allí es la segunda edición, de
2013, que corrige y extiende la primera versión, de 2007, que ya no recomiendo porque
lamentablemente contiene una cantidad de erratas y errores que hacen difícil entender
algunos temas, cosa que en parte es responsabilidad mía y en parte de los editores. En
alguno de los apéndices encontrarán traducidos sistemas axiomáticos de lógica y de
matemática, desde Aristóteles hasta el siglo XX, que tienen un interés histórico. Como
podrán advertir si miran ese apéndice, los sistemas lógicos y matemáticos
axiomatizados casi nunca se presentaron en lenguajes formalizados, pero nosotros los
escribiremos en el lenguaje de la lógica de primer orden, que como siempre señalo, los
matemáticos no usan. En matemática, la lógica se emplea siempre de manera implícita y
las teorías no se presentan formalizadas, sino en el lenguaje natural, complementado con
todo el vocabulario propiamente matemático. Pero los símbolos lógicos que conocemos
y el lenguaje de la lógica formal raramente se usan. Los capítulos 3, 4 y 5 de El juego de
los principios, tratan, respectivamente, de la estructura, la interpretación y las
propiedades de los sistemas axiomáticos. El capítulo 5 debe complementarse con el
apéndice 1, que trata sobre las pruebas de consistencia. Los capítulos contienen más
material del que necesitamos, por lo que algunos ejemplos, que indicaré luego, pueden
obviarse.

La estructura de un sistema axiomático

Comencemos, entonces, por la estructura de los sistemas axiomáticos. Una


dificultad de este tema es que contiene muchas definiciones, hay muchas cosas que son

3
puramente definicionales. Sobre eso no se puede discutir demasiado o no se puede
opinar demasiado, como no se puede discutir demasiado cuestiones de definiciones
matemáticas; las cosas son así por definición. Uno podría preguntarse por qué son así,
pero primero tiene que aprenderse todas esas definiciones de todos esos conceptos, lo
cual hace que el tema sea un poco aburrido también para mí. Por eso no reproduciré
palabra por palabra las definiciones de todos los conceptos que estudiaremos; se
encuentran en el libro y las pueden estudiar de allí. Me detendré a explicar algunos
conceptos porque de otro modo la clase se vuelve simplemente una lectura de
definiciones. Luego ilustraré esos conceptos con algunos ejemplos que no están en el
libro. En el capítulo 2 decidí presentar un sistema de lógica con bastante detalle, junto
con ejemplos de demostraciones en ese sistema, pero justamente la lógica no es un buen
ejemplo de sistema axiomático. Creo que es mejor presentar una teoría matemática,
como la Aritmética de Peano de primer orden, que veremos enseguida, o también la
teoría de la probabilidad; así, a la vez, se ejemplifica un sistema axiomático y uno
conoce una teoría matemática en concreto. Por supuesto, si uno conoce solamente los
axiomas de la teoría, conoce muy poco, pero después todo se deduce de allí. La parte
difícil es, justamente, deducir los teoremas, cosa que no haremos porque no es una tarea
filosófica. En mi opinión, probar teoremas nunca es una tarea filosófica, es una tarea
propiamente matemática. No importa acerca de qué sean los teoremas; la matemática tal
como se la entiende hoy es algo extremadamente amplio. Por ejemplo, el ajedrez es
parte de la matemática: probar un teorema acerca del ajedrez, por ejemplo, que no se
puede dar jaque mate con caballo y rey contra rey, es demostrar un teorema de la
matemática pura. Para hacerlo, se toman las reglas del ajedrez como axiomas y se
prueba como teorema que no es posible dar jaque mate con esas piezas, y eso
independientemente de toda experiencia de jugar ajedrez. Así que siempre que uno
pruebe teoremas sobre algo está haciendo matemática, no importa sobre qué sean los
teoremas, ya sean sobre juegos, sobre decisiones, sobre estrategias de la guerra; todo eso
es parte de la matemática. La teoría de juegos es claramente una teoría matemática.
Pero, sin duda, hay teorías de la matemática que son más representativas o más cercanas
a lo que uno ha aprendido o sabe o considera que es matemática y, como siempre repito,
gran parte de la matemática no tiene nada que ver con los números. La idea de que la
matemática se ocupa de números es una idea muy antigua y ya estaba superada en el
siglo XIX, porque en ese siglo hay gran parte de la matemática que no se ocupa de
números, aparte del hecho de que la geometría nunca se ocupó de números. El concepto

4
fundamental de la matemática no es el de número, sino el de función. No hay teoría
matemática que no use funciones, aunque hay muchas teorías que no usan números,
como la topología. La tarea de un matemático puede caracterizarse mejor diciendo que
se dedica a probar las propiedades de ciertas funciones.

Empezar por la definición de “sistema axiomático” siempre es una complicación


si uno primero no ha tenido cierta experiencia de cómo está hecho un sistema y conoce
algún ejemplo de teoría axiomatizada, pero el orden lógico es que uno empiece por una
definición de esa noción. La clave es el concepto de sistema formal y debe quedar clara
la distinción entre un sistema formal y un sistema formalizado. Son cosas distintas:
aunque todo sistema formalizado es un sistema formal, lo inverso no es cierto. Un
sistema formal no tiene por qué estar formalizado, y de hecho la mayor parte de los
sistemas formales de la matemática no lo están. Un sistema formalizado es un sistema
escrito en un lenguaje artificial, como puede ser el lenguaje de la lógica de primer orden
que ustedes conocen o muchos otros lenguajes que existen en la matemática, un
lenguaje de computación o de programación por ejemplo. Un sistema axiomático formal
es un sistema donde existen símbolos que no tienen significado, a los que no se les ha
asignado ninguna interpretación. Eso es lo característico de un sistema formal, pero un
sistema formal puede estar escrito en una lengua natural (cuyo léxico está enriquecido
con términos técnicos de la teoría o disciplina en cuestión) y de hecho siempre ha sido
así. Si leen algunos de los ejemplos que yo mismo traduje en el apéndice 2 de El juego
de los principios, podrán comprobarlo. Por ejemplo, cuando Ernst Zermelo (1871-1953)
axiomatizó la teoría de conjuntos en 1908, no usó los símbolos de la teoría de conjuntos
que ahora se usan; escribió los axiomas en el lenguaje natural que hablaba (el alemán,
naturalmente) y ni siquiera disponía símbolos para distinguir las dos relaciones claves
de la teoría: la de pertenencia (que actualmente simbolizamos como ) y la de inclusión
(que actualmente simbolizamos como ); usó la misma palabra en alemán (Enthaltung)
para las dos.

Por el hecho de que su lenguaje contiene símbolos que no tienen significado, un


sistema axiomático formal no es un conjunto de proposiciones o de oraciones, sino un
conjunto de fórmulas, o sea, de cadenas de símbolos, a las cuales uno no les asigna
ningún significado. Entre esas fórmulas se elige un subconjunto que son los axiomas y
luego toda otra fórmula que pertenece al sistema es deducible de los axiomas y solo las
fórmulas que son deducibles pertenecen al sistema. Entendida de esta manera la
5
axiomática formal es algo que solo existe desde fines de siglo XIX, aproximadamente,
cuando se empieza a concebir la noción de sistema formal. David Hilbert (1862-1943),
que influyó mucho sobre los filósofos del empirismo lógico, es uno de los grandes
matemáticos del primer tercio del siglo XX, y suele considerarse como uno de los
fundadores del método axiomático formal, aunque hay otros lógicos y matemáticos que
también contribuyeron. El aporte fundamental de Hilbert fue una axiomatización formal
de la geometría euclídea, publicado en 1899, que se llamó Fundamentos de la
geometría, una obra que impresionó mucho a los empiristas lógicos porque allí vieron
un modelo de rigor lógico que no se había visto desde la época antigua y que
solucionaba muchos problemas que tiene la geometría tal como la presentó Euclides.
Pero, por supuesto, como ya señalé, la idea de organizar una teoría axiomáticamente es
de la Antigüedad griega y tiene su realización máxima en los Elementos de Euclides,
pero esa no es una axiomática formal, es una teoría en la cual los axiomas se conciben
como proposiciones verdaderas y los teoremas que se deducen de los axiomas, por
tanto, necesariamente también serán verdaderos. La gran ventaja de organizar una teoría
a partir de unos pocos axiomas es que si estos son verdades y son más o menos
evidentes, todo lo que se deduzca de ellos será verdadero dado que la deducción
garantiza la conservación de la verdad. Entonces, solo basta elegir los axiomas
adecuados, el resto se obtiene por deducción, aunque la prueba de un teorema nunca es
un proceso mecánico, es un proceso creativo que, de hecho, no puede mecanizarse en
muchos casos, como luego veremos. Si la deducción es correcta y hemos elegido bien
los axiomas, entonces, todos lo que deduzcamos de allí, todos los teoremas, serán
necesariamente verdaderos y tendremos garantías de que son verdaderos, por supuesto,
condicionada a que los axiomas lo sean y que la deducción sea correcta. Esta es la
concepción antigua del método axiomático, que no es formal. A veces se la llamaba
concepción axiomática material de los axiomas, para diferenciarla de la concepción
formal.

En la axiomática no formal, los axiomas se consideraban como verdades


evidentes, o autoevidentes, como solía decirse. El modelo de los axiomas como
verdades evidentes son los axiomas de la geometría euclídea que ya estudiaremos en
otra clase dedicada a la geometría. La geometría de Euclides no es un sistema formal
porque en él los axiomas y postulados son proposiciones significativas, mientras que en
un sistema formal los axiomas no tienen significado y, a fortiori, tampoco tienen valor

6
veritativo. Por tanto, es obvio que pueden considerarse como verdades evidentes. En un
sistema formal, los axiomas se conciben como ciertas fórmulas o cadenas de símbolos
que se eligen convencionalmente porque resultan útiles para deducir los teoremas, pero
que no son verdaderos ni falsos.

La idea que surgió junto con el método axiomático formal es una cierta
concepción formalista de toda la matemática, según la cual no hay objetos matemáticos
de los que la matemática se ocupa. La matemática se ocupa, en palabras de Hilbert, de
manipular símbolos, dicho de la manera más cruda. Los objetos de la matemática
podrían ser cualquier cosa, vasos de cerveza o mesas, solía decir Hilbert, o cualquier
objeto que cumpla con lo estipulado en los axiomas, pero no hay objetos
específicamente matemáticos que la teoría esté describiendo. Las teorías de la
matemática pura no tienen referencia, no se refieren a alguna clase determinada de
objetos. Después veremos cómo se interpreta un sistema axiomático y encontraremos
que hay infinitas posibilidades de interpretación. Pero la idea formalista, que viene de
Hilbert justamente, es que la matemática no se ocupa de cierto tipo de objetos especiales
que son los objetos matemáticos, como podrían ser los números, u otros objetos
abstractos. La matemática se ocupa de sistemas formales que está constituidos por
símbolos a los cuales no se les asigna significado. Y mediante una serie de reglas nos
enseña cómo manipular esos símbolos y como realizar demostraciones a partir de ellos,
como realizar inferencias.

Definición de sistema axiomático formal

Un sistema axiomático formal S es un conjunto de fórmulas de las cuales se


elige un subconjunto A, los axiomas, tal que toda fórmula que pertenece a S se deduce
de A y, a la inversa, toda fórmula que se deduce de A pertenece a S.

Esto significa, simplemente, que una fórmula cualquiera pertenece a S si y solo


si se deduce de A.

En términos equivalentes, un sistema axiomático formal puede definirse como la


clausura deductiva de un conjunto de axiomas, lo cual podemos simbolizar de las
siguiente manera: S = Cld (A).

7
Elementos de un sistema axiomático

Ahora presentaremos con cierta prolijidad los elementos de un sistema


axiomático. Loa introduciremos uno a uno en su orden lógico, pero debemos advertir
que en el ejercicio de la profesión muchos de estos elementos están sobreentendidos, ya
que ningún matemático profesional necesita una presentación escolar del sistema con
todos estos elementos. Hay solo dos elementos que son esenciales y son los que de
hecho se usan al presentar un sistema formal: los términos primitivos del sistema y los
axiomas del sistema, en ese orden. Enseguida los analizaremos con detalle.

Antes de seguir, una aclaración importante. Emplearé en adelante las


expresiones “sistema axiomático” y “teoría axiomática” como sinónimos, aunque no
todos los autores lo hacen de esta manera.

Esta es la lista de los elementos que componen un sistema axiomático formal:

Al primer elemento lo numeré con el 0, porque generalmente no se hace


explícito, casi siempre está implícito. Todo sistema axiomático debe tener una lógica
subyacente que es la que se usa para realizar las demostraciones en el sistema. En la
práctica matemática esa lógica no está codificada, se usa de manera intuitiva. Incluso, a
los matemáticos les molesta mucho que les cuestionen la lógica o les pregunten qué
reglas están usando para demostrar sus teoremas; generalmente, no se lo preguntan
mucho. Pero cuando uno hace una presentación de un sistema axiomático con
intenciones de estudio metateórico, siempre tiene que explicitar cuál es la lógica

8
subyacente. Nosotros utilizaremos exclusivamente la lógica clásica de primer orden
como lógica subyacente de los sistemas, pero, en general, el matemático emplea incluso
toda la teoría de conjuntos como lógica subyacente, o sea, usa una lógica mucho más
potente, que es equivalente a una lógica de orden N, es decir, a una lógica de cualquier
orden (segundo, tercero, etc.). Supondremos también que la lógica subyacente es
siempre clásica, a menos que se indique lo contrario. Ustedes saben que existen
muchísimas lógicas no clásicas, la mayoría de ellas de uso puramente filosófico, a los
cuales los matemáticos no les prestan mucha atención, hasta el punto de que a veces ni
siquiera saben de su existencia. Pero no siempre es así porque hay excepciones. A mí
me sorprendió saber, hace poco cuando estuve en un congreso sobre información
cuántica, que los que trabajaban en hacer programación usaban la lógica intuicionista,
que es una lógica más restringida que la clásica. Pero, por lo general, si no se hace
explícito, siempre se presupone que la lógica que se usa en un sistema axiomático es
clásica. Es la que se emplea en la enorme mayoría de los casos. Y muchos matemáticos
opinan que para ellos no existe otra, y que no hay otra que se use en la práctica de la
matemática. Pero —repito— esto en algunos ámbitos especializados puede no ser así,
pero en términos genéricos si no se hace explícita la lógica es siempre una lógica
clásica, cuyo piso, por así decir, cuyo mínimo es la lógica de primer orden (con
identidad y descripciones, cuando es necesario). La lógica proposicional axiomatizada
no es un buen ejemplo de sistema axiomático ya por esta razón, porque no tiene lógica
subyacente. O sea, si yo presento un sistema axiomático de lógica proposicional, que es
la lógica más básica, no hay una lógica subyacente que la lógica proposicional use, el
sistema tiene que dársela a sí mismo; este es un caso excepcional donde la lógica
subyacente la crea el propio sistema. Lo que importa retener ahora es que uno siempre
puede reconstruir cuál es la lógica subyacente del sistema que está implícita en
principio, y que en casi todos los sistemas de las ciencias formales es una lógica clásica,
aunque pueda ser más potente que la lógica de primer orden (como es el caso de la
lógica de segundo orden).

El segundo elemento, el 1 en la lista, es el vocabulario de los sistemas


axiomáticos. El vocabulario es el conjunto de los símbolos mediante los cuales se
construyen las fórmulas del lenguaje del sistema. Hay una parte del vocabulario que
proviene de la lógica subyacente: son los símbolos lógicos. En muchos casos, en la
práctica matemática, la lógica subyacente es muy amplia, por lo que incluye también

9
una cantidad de símbolos matemáticos que se presuponen y que no estarán sujetos a
interpretación. Puede decirse que tienen un significado lógico fijo. Por ejemplo, el
símbolo de identidad (=), ese es un símbolo que no es propio de un sistema axiomático
en particular; es un símbolo que proviene de la lógica subyacente, que se supone
comprendido y que no admite diferentes interpretaciones. Y en general, si el sistema es
un sistema de matemática, la aritmética puede considerarse presupuesta, como parte de
la lógica subyacente. Sin embargo, los símbolos específicos del sistema son de carácter
no lógico. Esos son los términos por así decir propios o específicos del sistema, aquellos
que cada sistema introduce y que luego estarán sujetos a interpretación.

Entre los símbolos no lógicos de un sistema distinguimos dos clases, una de las
cuales es esencial para todo sistema y la otra no. La primera la forman los términos
primitivos y la otra los términos definidos. Aquí tenemos ya uno de los elementos
esenciales que hay que presentar cuando se introduce un sistema axiomático: siempre es
necesario especificar cuáles son los términos primitivos del sistema. Cuando uno
presenta un sistema, puede no mencionar la lógica subyacente y puede no mencionar los
símbolos lógicos; los da por supuestos. Un sistema axiomático puede tener o no
términos definidos, no son esenciales; los términos definidos simplemente se introducen
por razones de economía o conveniencia y siempre son eliminables. O sea, todo lo que
se puede expresar en un lenguaje empleando términos definidos también se puede
expresar empleando términos primitivos. Cuando se presenta un sistema axiomático, es
necesario presentar algunos términos que se toman como primitivos. Y esto quiere decir
simplemente que son términos que no se definen en dicho sistema; los términos
primitivos son, entonces, simplemente términos no definidos.

En un sistema axiomático formal, a los términos primitivos no se les asigna


significado. Es esencial comprender esto, porque es lo que hace que un sistema
axiomático sea formal y no material. Aunque no tienen significado, a los términos
primitivos se les debe asignar una categoría lógica o gramatical, es decir, cuando se
presentan los términos primitivos, es necesario indicar qué clase de términos son porque
hay términos de muchas clases. Por ejemplo, puedo introducir como primitivo un
término “a” y especifico que es una constante individual. Ese término no tiene
significado, no se refiere a ningún individuo determinado, pero es una constante
individual, por lo que, en caso de vaya a referirse a algo, tendrá que referirse a un
individuo, aun objeto singular, y no, digamos, a una clase de objetos. Puedo introducir,

10
además, otro término primitivo “P” especificando que es un predicado monádico, por
tanto, cuando se le asigne significado, no podrá referirse a un individuo, se referirá a
una clase de objetos. En el sistema, ni “a” ni “P” tienen un significado asignado, pero se
advierte que son de distinta categoría lógica. Otra categoría de términos es la de funtor,
que no es ni una constante de individuo, ni un predicado, ni una relación; es un término
que tiene otra categoría, que denota una función de un cierto grado (unaria, binaria,
etc.). El símbolo “+”, que denota la suma, por ejemplo, es un funtor binario (que
relaciona tres objetos, no necesariamente diferente, como ocurre en la expresión “a + b
= c”. Entonces, los términos primitivos, si bien no tienen significado, tienen categoría
lógico-gramatical. En la gramática formal de los lenguajes naturales ocurre algo
análogo: es necesario especificar la categoría gramatical de cada símbolo, por ejemplo,
sustantivos, adjetivos, verbos, pronombres, etc. Cada uno de ellos desempeña funciones
diferentes en una oración.

Los términos primitivos son esenciales dado que incluso en un sistema no formal
uno no podría definir todos los términos que usa. Si intentara hacer eso, necesariamente
caería en un círculo: todos los términos del sistema se definirán mediante otros términos
del mismo sistema, por lo que las definiciones serán circulares, en alguna medida. Eso
ya lo vio Aristóteles claramente al comienzo de los Segundos analíticos; Aristóteles lo
dice respecto de la demostración pero vale también para la definición. En algún
momento hay que introducir algún término que no se define. Si ustedes se fijan en la
estructura de un diccionario en una lengua natural, el diccionario siempre es circular
porque todos los términos que están en ese diccionario están definidos mediante otros
términos que también están en ese diccionario. La circularidad se ve claramente cuando
uno intenta aprender otro idioma con un diccionario; al buscar una palabra se ve
remitido a otras palabras que uno no conoce, y al buscar esas, a otras, hasta que vuelve a
encontrar algunas de las que buscaba en la definición de otras. Eso es inevitable, si se
quieren definir todas las palabras. Pero hay círculos que son virtuosos, en el sentido de
que forman una especie de red, y otros círculos que son viciosos. Si yo defino el
término “a” empleando el término “b” y, a su vez, a “b” empleando “a”, he caído en un
círculo vicioso, donde no puedo saber el significado de ninguno de los dos términos.
Pero si “a” se define por medio de “b y c”, “c” por medio de “d y e”, y así, se forma
una red de conceptos, en la cual puedo volver al punto de partida “a” por diversos
caminos. De esa manera, se esclarecen los significados de todos los términos que

11
forman la red. Todo diccionario siempre es circular, pero en el método axiomático no se
admite tampoco esa clase de círculos virtuosos en las definiciones. Debe haber ciertos
términos que no tienen definición y que, por tanto, se toman como primitivos; y es
esencial indicar cuales son esos primitivos y cuáles no.

Los términos definidos son términos que se definen mediante los términos
primitivos y los símbolos lógicos del vocabulario del sistema. El objeto de introducir
términos definidos es más bien reemplazar o eliminar expresiones complejas para
simplificarlas. Supongamos que “a”, “b” y “c” son términos primitivos de un sistema
y yo introduzco una definición para el término “d”. ¿Qué se gana con esto?
Supongamos que hay expresiones que apareces muy frecuentemente en las fórmulas
del sistema. Si se introduce un término definido cuyo significado está dado por esa
expresión, entonces, cada vez que aparezca se la puede reemplazar por el término
definido. De ese modo, se simplifica el lenguaje del sistema. Supongamos que esa
expresión que se repite sea “(a + b / c)”, donde “a”, “b” y “c” son términos
primitivos del sistema. Es conveniente, entonces, introducir el término definido “d”
del siguiente modo: d def = (a + b / c). Así, cada vez que en una fórmula aparezca la
expresión “(a + b / c)”, puedo eliminarla reemplazándola por el término “d”. Es
evidente que, de esta manera, el lenguaje del sistema se hace más simple y
económico. Esa es la función de los términos primitivos, básicamente. Pero pueden
no estar presentes en un sistema porque todo lo que se puede decir con términos
definidos se puede decir solamente con los primitivos. Así pues, toda fórmula que se
escriba en un sistema axiomático formal con los términos primitivos es equivalente a
otra fórmula que se escribe solamente con términos primitivos, solo que este
equivalente puede ser más complicado. En la física también es muy usual introducir
términos definidos que son meras abreviaturas de ciertas fórmulas complicadas. Por
1
ejemplo, en la teoría de la relatividad aparece con frecuencia la expresión ,
𝑣2
1−√ 2
𝑐

pero, por definición, se la llama , con lo cual se simplifican mucho las ecuaciones.
𝑚.𝑣
Así, la fórmula del momento relativista 𝑝 = se escribe, como 𝑝 = 𝑚. 𝑣. 𝛾, que
𝑣2
1−√ 2
𝑐

es, obviamente mucho más simple. Muchos sistemas axiomáticos, sin embargo, no
usan términos definidos, simplemente porque no los necesitan.

12
El tercer componente de un sistema axiomático, el 2 de la lista, son las
llamadas reglas de formación. Una vez especificado el vocabulario de un sistema
axiomático, es posible empezar a construir su lenguaje. La finalidad es poder formar
las secuencias o cadenas de símbolos que se consideran bien formadas en el sistema.
Para poder tener esas fórmulas, es necesario contar con un cierto conjunto de reglas
lógico-gramaticales que se llaman reglas de formación. Son el equivalente de las
reglas sintácticas, de las reglas de la sintaxis en la gramática de los lenguajes
naturales, que indican cómo combinar las palabras para formar oraciones correctas
de la lengua. Esas reglas varían con los idiomas. En español “veo el verde árbol” y
“veo el árbol verde” son ambas oraciones bien formadas; en inglés, en cambio, “I see
the green tree” está bien formada, pero no “I see the tree green”. Las reglas de
formación determinan cómo se combinan los términos del vocabulario para formar
ciertas cadenas de símbolos que se consideraran fórmulas bien formadas (fbf).

En un lenguaje natural las reglas gramaticales generalmente están implícitas,


el hablante las aprende por el uso sin ser consciente de cuáles son esas reglas, incluso
no es capaz de enunciarlas, pero es capaz de reconocer una expresión bien o mal
formada. En los sistemas axiomáticos las reglas de formación son reglas lógicas que
están sujetas a ciertas condiciones estrictas. Aplicando las reglas de formación a los
términos del vocabulario del sistema se obtienen las fbf del sistema. Una fbf no es
más que una cadena finita de símbolos. Estudiaremos solamente el caso de los
lenguajes finitos; existen lenguajes formales donde se pueden formar cadenas
infinitas, pero son muy especiales. Existe también una lógica que se llama lógica
infinitaria y que permite expresiones infinitamente largas. Obviamente, en los
lenguajes naturales eso no tiene equivalente, ya que las oraciones permisibles no solo
son finitas sino muy breves. Como experimento literario, uno podría escribir una
oración que tenga dos mil palabras, pero sería difícil que fuera comprensible para un
hablante; las reglas de la gramática ya no permitirían distinguirla ni entenderla bien.
En los sistemas que estudiaremos, entonces, las fbf son cadenas finitas de símbolos
formadas según ciertas reglas. Cada sistema tendrá que especificar cuáles son las
reglas de formación que emplea. Pero todas las reglas en estos sistemas tienen la
propiedad de ser recursivas. En matemática, recursividad es la propiedad según la
cual si se aplica una regla y se obtiene un resultado, en nuestro caso una fbf, a ese
resultado se le puede aplicar a su vez la regla y se obtendrá otra fbf, y así

13
sucesivamente. Imaginemos una regla para el uso de los paréntesis ( ); la regla diría
algo así: si “a” es una fbf, entonces, “(a)” también es una fbf. Por el carácter
recursivo de la regla de formación se sigue que “((a))”, “(((a)))”, etc., también son
fbf. Si algo es una fbf, entonces, el resultado de colocarlo entre paréntesis también es
una fbf. La recursividad de la regla de formación permite que a partir de una fbf
cualquiera se pueda obtener un número infinito de fbf, aplicando cada vez
nuevamente la regla al resultado de la aplicación anterior. Imaginemos ahora una
regla para el uso de las conectivas lógicas de un sistema lógico:

RF1: Si  y  son fbf, entonces,  →  es una fbf.

Aplicando esa regla a dos fbf cualesquiera  y  se pueden formar fbf cada vez
más extensas, como “(→) → (→)”, pero siempre finitas. Una sola regla de
formación, si es recursiva, basta para generar un número infinito de fbf.

En la regla RF1, las letras griegas son metavariables que se refieren a cualquier
fbf, por ejemplo, “” pude referirse a una fórmula compleja de la lógica proposicional
como “(p v q v  r)”, o cualquier otra. Las reglas de formación se escriben con
metavariables porque tienen un carácter metalingüístico: son reglas que se refieren a
símbolos del lenguaje y nos indican cómo combinarlos. En matemática siempre que se
mencionan dos símbolos que se refieren a dos cosas y no se dice explícitamente que
sean diferentes, siempre pueden ser la misma, o sea  y  pueden ser la misma fórmula.
Entonces, aplicando RF1 al ejemplo anterior, obtendríamos la fbf siguiente: “(p v q v 
r) → (p v q v  r)”. El conjunto de todas las fbf de un sistema axiomático se llama el
lenguaje de ese sistema. Así pues, cuando se habla del lenguaje de una teoría se hace
referencia al conjunto de todas las fórmulas que están bien formadas en esa teoría.
Dicho conjunto es siempre infinito, a causa del carácter recursivo de las reglas de
formación. Una sola regla de formación aplicada recursivamente a una sola fbf permite
generar un número infinito de fbf (recordemos la regla para usar los paréntesis, que nos
permite formar la secuencia infinita de fbf: (), (()), ((())), …, a partir de la única fbf
). Así, en cualquier sistema axiomático, hay infinitas fbf, aunque cada una de ellas
tiene una extensión finita.

El cuarto componente de un sistema axiomático, el 3 de la lista, se denomina


reglas de transformación. Las reglas de formación indican cómo construir las fbf, pero

14
no cómo convertir una fbf en otra fbf. Para ello se requiere otro tipo de reglas. La
distinción entre reglas de formación y reglas de transformación también existe en la
gramática de los lenguajes naturales, pero se reconoció más tardíamente, aunque todos
los hablantes las usamos. En los lenguajes formales, las reglas de transformación
especifican cómo obtener una fbf a partir de otras fbf, mientras que en los lenguajes
naturales las reglas gramaticales de transformación especifican como obtener una
oración sintácticamente bien formada a partir de otra oración sintácticamente bien
formada. Se trata claramente, de reglas sintácticas. En una lengua natural, por ejemplo,
una regla de transformación sería la regla para pasar una oración en voz activa a la voz
pasiva. Esa regla no nos indica cómo formar una oración a partir del vocabulario
disponible de nuestra lengua, sino cómo transformar una oración que está bien formada
en otra que también está bien formada. En español, a partir de “Yo leo este libro” se
puede obtener “Este libro es leído por mí”. Al hacer eso hemos pasado de una oración
bien formada a otra oración bien formada aplicando, una regla de transformación
implícita que nos dice cómo pasar una oración a la voz pasiva. Los hablantes lo
hacemos naturalmente bien sin ser conscientes de la regla, pero es claro que esa no es
una regla de formación. La regla de formación nos indica cómo formar una oración a
partir del vocabulario. Esta regla dice otra cosa distinta, dice cómo obtener una oración
bien formada a partir de otra oración bien formada. Entonces, las reglas de
transformación transforman (de allí su nombre) ciertas fbf en otras fbf.

Las reglas de transformación casi nunca se formulan de manera explícita en un


sistema axiomático formal. Desde un punto de vista lógico, las reglas de transformación
de un sistema son las reglas de inferencia de ese sistema que se emplean para realizar
las deducciones a partir de los axiomas. Así, estas reglas provienen de la lógica
subyacente del sistema. En principio, en un sistema axiomático basta con una sola regla
de inferencia, pero generalmente en lógica y matemática suelen formularse varias,
simplemente por una razón de comodidad. En los viejos sistemas axiomáticos de lógica
que tenían una sola regla de inferencia, el modus ponens, todas las demostraciones había
que hacerlas con esa sola regla. El asunto es que las demostraciones se complican y se
hacen largas si se usa esa única regla: siempre hay que suponer el antecedente,
encontrar el consecuente, descargar los supuestos, etc. Por esa razón, en la práctica se
usa más de una regla y en la matemática se usa un conjunto amplio de reglas de
transformación, que son aceptadas de manera intuitiva y que generalmente nunca

15
causaron problemas en el sentido de que todos los matemáticos estaban más o menos de
acuerdo en cuáles eran las reglas válidas para hacer demostraciones en matemática. El
consenso se rompió a principios de siglo XX cuando se cuestionaron por primera vez
las demostraciones por el absurdo. Lo hizo por primera vez el matemático holandés
Liutzen Brouwer (1881-1966), el creador de la lógica intuicionista. Las pruebas por el
absurdo, evidentemente, están basadas en una regla de inferencia que presupone, entre
otras cosas, las leyes lógicas del tercero excluido ( v ) y de doble negación (
 ). Cuando se prueba por el absurdo una determinada fórmula , lo que se hace es
negarla, deducir desea negación una fórmula contradictoria, y luego, mediante la doble
negación concluir, . Por ejemplo, si se quiere probar , se procede así:


ß  ß

⎯⎯⎯

Es decir, si de una fórmula se deduce una contradicción, esa fórmula debe ser
falsa, y dado que esa fórmula es la negación de la que se quiere demostrar, se concluye,
por doble negación que tal fórmula es verdadera. La lógica intuicionista justamente no
aceptaba esta regla lógica y, por consiguiente, cuestionaba las pruebas por el absurdo, a
las que consideraba de carácter no constructivo y, por tanto, inválidas en matemática. El
problema con esta posición intuicionista es que hay una cantidad de teoremas
matemáticos para los cuales no se ha podido encontrar otro tipo de demostración que las
demostraciones por el absurdo, incluso en la geometría de Euclides ocurre eso. Con el
surgimiento del intuicionismo por primera vez se presentó una discusión sobre qué
reglas de demostración son aceptables. Y este es un punto filosóficamente interesante y
muy profundo porque si alguien presenta una demostración de un teorema, está
presuponiendo que todos están de acuerdo con las reglas que se han usado para deducir
ese teorema. Pero si no hay acuerdo sobre eso, por ejemplo, si la prueba es una prueba
por el absurdo y alguien piensa que ese tipo de pruebas no es válido, entonces, no podrá
aceptar que ese teorema ha sido demostrado. En cualquier caso, la demostración por el
absurdo se sigue usando ampliamente en matemática, porque —repito— hay muchos
teoremas para los que no se ha encontrado otra manera de probarlos; pero, por supuesto,
eso no quiere decir que no exista otra prueba, sino simplemente que nadie sabría cómo
probarlos, al menos hasta ahora. Si se rechazan las pruebas por el absurdo, una gran

16
parte de la matemática clásica se viene abajo, ya que esa clase de pruebas se usa
ampliamente en la demostración de numerosos teoremas fundamentales. Por supuesto,
si la lógica subyacente de un sistema es clásica, las pruebas por el absurdo son válidas
porque en la lógica clásica son válidas tanto la ley del tercero excluido como la de doble
negación. Probablemente, más del 99% de los matemáticos son clásicos y aceptan las
demostraciones por el absurdo. Pero filosóficamente es interesante que el
cuestionamiento de esta clase de pruebas haya surgido desde el interior de la
matemática misma; no fue un problema artificial creado por los filósofos.
Paradójicamente, Brouwer encontró que uno de los teoremas principales que él mismo
había probado como matemático, el teorema de punto fijo que lo hizo famoso, no era
demostrable con su propia lógica intuicionista. Pero hay que cuidarse de generalizar sin
excepciones y decir que la lógica que se usa en matemática es siempre la lógica clásica;
de eso yo mismo tuve que retractarme, y muchos matemáticos también, porque hay
ejemplos concretos donde se usa la lógica intuicionista creada por Brouwer.

El quinto componente de un sistema axiomático, el 4 de la lista, son los axiomas,


otro de los elementos esenciales. Los axiomas son simplemente un conjunto de fbf que
se toma como punto de partida para todas las demostraciones en el sistema, una fórmula
no demostrada. Uno tiende a pensar intuitivamente que el conjunto de los axiomas es
siempre finito, pero no tiene por qué serlo y muchas veces no lo es. El conjunto de los
axiomas puede ser finito o puede ser infinito, pero siempre deberá ser un subconjunto de
las fbf. Si el sistema tiene un número finito de axiomas, los axiomas se presentan
simplemente mediante una lista. ¿Cómo se presentan los axiomas si hay un número
infinito de axiomas? Obviamente no es posible hacer una lista. La manera de
presentarlos, que de hecho también se usa en lógica, es mediante esquemas de axiomas.
Es importante entender la diferencia entre un axioma y un esquema de axioma. Un
esquema de axioma es una fbf que contiene ciertas metavariables. Supongamos que se
toma como axioma de un sistema de lógica la siguiente fórmula:  → . Esa fórmula no
es un axioma, es un esquema de axioma, que implica un número infinito de axiomas:
todos los que se obtienen sustituyendo  por cualquier fbf del sistema. Supongamos que
se trate de un sistema axiomático de lógica proposicional y que los símbolos de las
proposiciones son p, q, r. Entonces, p → p es un caso particular de este esquema, q → q
es otro, (p  q) → (p  q) es otro, etc. La metavariable  que aparece en el esquema de
axioma anterior no representa una proposición determinada sino cualquier fbf de la

17
lógica proposicional. Ese esquema, entonces, es una manera simbólicamente resumida,
la única posible, de presentar un conjunto infinito de axiomas. Obviamente, esos
infinitos axiomas no se pueden listar, pero sabemos cómo obtenerlos a partir del
esquema de axioma, simplemente, sustituyendo de manera uniforme las metavariables
por fbf de la lógica proposicional.

Cuando una teoría contiene un número finito de axiomas se dice que está
finitamente axiomatizada y cuando no, que no está finitamente axiomatizada. Basta que
una teoría tenga un solo esquema de axioma para que no esté finitamente axiomatizada,
independientemente del número adicional de axiomas que pueda contener. Ocurre que
en matemática hay muchas teorías que no son finitamente axiomatizables. Dos ejemplos
famosos son la Aritmética de Peano de primer orden y la teoría de conjuntos de
Zermelo-Fraenkel. Ambas contienen esquemas de axiomas que no se pueden
reemplazar (o nadie sabe cómo hacerlo hasta ahora) por un conjunto finito de axiomas.
Son teorías que no son finitamente axiomatizables. Es deseable que una teoría tenga un
número finito de axiomas, porque de esa manera resulta más simple e intuitiva, pero no
es indispensable. La lógica proposicional actualmente se presenta usando solamente
esquemas de axiomas. La Aritmética de Peano de primer orden y la teoría de conjuntos
de Zermelo-Fraenkel emplean axiomas y esquemas de axiomas a la vez, lo cual parece
poco elegante desde un punto de vista estético. Pero no se sigue de ese hecho ninguna
dificultad.

El sexto y último componente de un sistema axiomático, el número 5 de la lista,


son los teoremas. Los teoremas son todas las fbf que se infieren de los axiomas por
medio de la aplicación de alguna regla de transformación del sistema. ¿Qué es una
demostración en de un sistema axiomático? Esta suele ser una pregunta que causa
perplejidad sobre todo en el contexto de un examen final. Cuando ustedes demuestran
un teorema lo que obtiene es una secuencia de fbf, cada una de las cuales o bien es un
axioma o bien es una consecuencia inmediata de los axiomas obtenida por alguna regla
de transformación. En la demostración de un teorema, entonces, todas las líneas que
aparecen en la prueba son teoremas. La demostración finaliza cuando se encuentra
aquella fbf que se quiere probar, pero la fbf que la precede también es un teorema y la
que precede a esa también es un teorema, y un axioma también es un teorema porque se
deduce de sí mismo. Entonces, aunque parezca paradójico decirlo, una demostración es

18
una lista de teoremas en última instancia, ni más ni menos, pero no basta con decir eso.
Repitamos entonces, la definición:

Definición de demostración: una demostración en un sistema axiomático es una


secuencia de fbf del lenguaje del sistema, cada una de las cuales o bien es un axioma o
bien es una consecuencia inmediata de uno o más axiomas obtenida por la aplicación de
alguna regla de transformación del sistema.

En todo sistema axiomático el conjunto de los teoremas es infinito. Ello es una


consecuencia inmediata de la deducción, ya que cualquier fórmula implica lógicamente
un número infinito de fórmulas, por lo que cualquier axioma, implica un número
infinito de teoremas. Igualmente, cualquier teorema implica un número infinito de otros
teoremas. Así pues, el conjunto de los axiomas de un sistema puede ser finito o infinito,
pero el conjunto de sus teoremas siempre es infinito. Cuando un sistema tiene infinitos
axiomas, estos deben ser un subconjunto de los teoremas (de la misma manera que los
números pares son infinitos, pero constituyen un subconjunto propio de los números
naturales).

Dos teorías axiomatizadas son idénticas, es decir, la misma teoría, si tienen


todos sus teoremas en común. Si no, son teorías diferentes. Una misma teoría se puede
formular mediante diferentes conjuntos de axiomas o bases axiomáticas. Obviamente, si
las bases axiomáticas de dos teorías son idénticas, se trata de una misma teoría. Pero si
dos teorías tienen bases axiomáticas diferentes, no se sigue de allí que sean teorías
diferentes. Dos teorías que tienen bases axiomáticas diferentes son idénticas si y solo si
sus bases axiomáticas son lógicamente equivalentes, es decir, cada conjunto de axiomas
implica al otro. En ese caso se dice que se trata de dos formulaciones diferentes de la
misma teoría.

La axiomatización de la aritmética

La geometría se axiomatizó tempranamente, hacia el año 300 AC, en los


Elementos de Euclides, obra de la que hablaremos más adelante con cierto detalle. Pero
luego no hubo otros ejemplos exitosos de axiomatización. A mayor parte de la
matemática se desarrolló de manera no axiomática. La verdadera axiomatización de la
matemática comenzó en las últimas décadas del siglo XIX. Hasta ese momento las

19
teorías matemáticas, incluso las más antiguas como la aritmética de los números
naturales, se usaban de manera no axiomática y las demostraciones eran demostraciones
intuitivas, por así decirlo, no codificadas formalmente. No es fácil identificar cuál fue el
primer sistema axiomático formal. A veces suele ocurrir en historia de la ciencia que
hay ciertas cuestiones o problemas que están en el ambiente y las respuestas a esos
problemas aparecen de manera simultánea e independiente en distintos lugares, en
distintos autores que trabajan sin conexiones entre sí. Por eso son tan frecuentes los
descubrimientos simultáneos y las disputas de prioridad entre científicos. Actualmente
rige la convención de que tiene la prioridad del descubrimiento el primero que lo
publica, aunque a veces se publican simultáneamente… Todos los artículos científicos
se publican con la fecha de recepción. La fecha que cuenta como fecha del
descubrimiento es la fecha de recepción por parte de la revista que lo publica y eso es lo
que establece la prioridad. Pero también son frecuentes los casos en que alguien hace un
descubrimiento y otro lo descubre después y lo publica antes.

En la axiomatización de las teorías matemáticas hay un movimiento claramente


perceptible de diversos matemáticos de fines del siglo XIX que emprenden con métodos
más rigurosos la axiomatización de partes de la matemática elemental que se habían
usado desde milenios de manera intuitiva, entre otras cosas, la aritmética de los números
naturales y la geometría euclídea. En el caso de la aritmética de los números naturales,
por ejemplo, la axiomatización la hicieron de manera independiente y simultánea, o casi
simultánea, Richard Dedekind (1831-1916), un matemático alemán, en 1888 y Giuseppe
Peano (1858-1932), un matemático italiano, en 1889. Éstas son las fechas de
publicación, después, si alguien dice que se le ocurrió antes la idea, en realidad eso no
suele tomarse como un indicador a menos que haya algún documento escrito, por
ejemplo, a veces hay cartas donde alguien le comunica a un colega su descubrimiento.
Si no hay alguna prueba documental de la prioridad, el crédito lo tiene el primero que
hizo la publicación. Aunque a veces es cierto que a alguien la idea se lo ocurrió antes,
pero no la publicó. Es lo que ocurrió en el caso de la geometría no euclídea, como
veremos en su momento.

La aritmética de los números naturales nunca se usó axiomatizada, en cambio la


geometría euclídea siempre se usó axiomatizada tal como lo había hecho Euclides. Pero
esa axiomatización ya no resultó satisfactoria en el siglo XIX, porque se advirtió que
tenía defectos, por ejemplo, que los postulados no son suficientes para deducir algunos

20
teoremas. Hay una cantidad de autores de finales del siglo XIX, todos matemáticos,
como Moritz Pasch (1843-1930) en Alemania, Mario Pieri (1860-1913) en Italia, Henri
Poincaré (1854-1912) en Francia, y David Hilbert (1862-1943) en Alemania, entre
otros, que se proponen reaxiomatizar la geometría euclídea de manera más rigurosa.
Aquí surge una pregunta importante. Supongamos que cada uno de estos autores
presenta un sistema axiomático con diferentes axiomas y todos ellos pretenden
axiomatizar la geometría euclídea. ¿Cómo puede saberse que efectivamente que
axiomatizan la geometría euclídea y no teorías diferentes? Analizando las respectivas
listas de axiomas, eso no puede saberse con certeza. Es necesario probar que cada uno
de esos sistemas es equivalente a los otros, es decir, que todos son lógicamente
equivalentes entre sí. ¿Cómo se prueba esa equivalencia? Supongamos que sean solo
dos sistemas. Primero es necesario traducir los axiomas de cada uno al lenguaje del
otro, porque pueden usar diferentes términos primitivos, y de hecho es así. Luego es
necesario probar que los axiomas de un sistema se deducen como teoremas en el otro
sistema y viceversa. Con ello se habrá probado que los sistemas son equivalentes y que,
por tanto axiomatizan la misma teoría. Todo lo que se puede deducir en uno, se podrá
deducir en el otro y viceversa. Pero eso hay que probarlo, puede no ser nada evidente,
sobre todo cuando esos axiomas están escritos en lenguajes diferentes, que es lo que
ocurría en este caso. Por ejemplo, a Poincaré se le ocurrió tomar como término
primitivo de la geometría euclídea el término “movimiento”, algo que era muy
novedoso porque es muy moderno para la geometría. Tradicionalmente, se tomaban
como primitivos de la geometría euclídea los términos “punto”, “recta” y “plano”, que
es lo que hizo Hilbert. En suma, como ya dijimos, dos conjuntos diferentes de axiomas
axiomatizan la misma teoría si y solo si son lógicamente equivalentes entre sí. Pero eso
debe ser probado, no puede saberse por una mera lectura de los axiomas de cada
sistema. La manera de probarlo es deducir los axiomas de un sistema como teoremas en
el otro y viceversa; una vez hecho eso, queda probado que los dos sistemas son
equivalentes. Por tanto, permiten demostrar exactamente los mismos teoremas y
resultan, entonces, dos formulaciones diferentes de la misma teoría.

La Aritmética de Peano de primer orden

Ahora presentaremos como ejemplo de sistema axiomático formal la aritmética


de Peano de primer orden, que como ya dije, fue formulada en 1889, pero no en el

21
lenguaje de la lógica que empleamos actualmente. La formación del lenguaje de la
lógica también llevó su tiempo, por eso cuando se intenta leer a los autores del siglo
XIX o principios del XX, a veces resulta difícil porque no es sencillo acostumbrase al
formalismo con el que están escribiendo. En general, las obras clásicas de la historia de
la ciencia son muy difíciles de leer, incluso para un científico. Por ejemplo, a un
especialista actual en electrodinámica le resultaría extremadamente difícil leer la gran
obra de James Clerk Maxwell (1831-1879) sobre electrodinámica, llamada A Treatise
on Electricity and Magnetism, a pesar de que no es tan lejana, de 1873, porque el
lenguaje de Maxwell no es el lenguaje que usa la física actual, el simbolismo no es el
simbolismo que se usa. Además, la manera de formular las teorías, incluso en física y en
matemática, cambia muy frecuentemente. El formalismo se actualiza y se vuelve más
compacto en la notación. Yo he traducido los axiomas de Peano en el apéndice 2 de El
juego de los principios, pero no usaré la formulación que él presentó, sino una
formulación más actual. El formalismo más antiguo de la lógica matemática viene de
Peano y de ahí lo tomó Bertrand Russell (1872-1970), que lo popularizó ampliamente;
pero luego ese formalismo se modificó varias veces hasta llegar a la notación canónica
que se usa ahora. Pero incluso actualmente, no todos los autores emplean la misma
notación, incluso en lógica. Un aspecto útil del libro Lógica de la A-Z, que ya cité antes,
es que al final tiene una lista completa de todos los formalismos y sus equivalencias.
Así, por ejemplo, para la negación hay seis símbolos distintos que han usado distintos
autores, para la conjunción hay cinco, para el bicondicional hay cuatro, etc. Todos esos
símbolos se usaron en algún momento, incluso de manera simultánea en diferentes
autores, y eso hace más difícil leerlos y compararlos. Es evidente que la uniformización
o estandarización del lenguaje científico constituye un progreso por sí mismo, como lo
fue en su momento la introducción del sistema métrico decimal o, antes, la numeración
arábiga.

Peano usó solamente cinco axiomas para axiomatizar la aritmética de los


números naturales, pero otras formulaciones emplean más axiomas. El número de
axiomas es puramente convencional y depende de la conveniencia. A veces es mejor
emplear un número mayor de axiomas más simples que un número menor de axiomas
más complicados. Como sabemos, una misma teoría admite diferentes formulaciones
axiomáticas por medio de diferentes bases axiomáticas. El propio hecho de contar el
número de los axiomas de una teoría es algo que no está bien definido, ya que cada

22
axioma admite diferentes formulaciones equivalentes. De hecho, todos los axiomas de
cualquier teoría se pueden reducir a un único axioma poniéndolos en conjunción y
encontrando una forma equivalente no conjuntiva. De ese modo, siempre podemos
emplear un único axioma, que inevitablemente será extenso y complicado. Por otra
parte, cualquier axioma se puede cortar o dividir en varios axiomas, encontrando una
forma equivalente conjuntiva y separando los diferentes componentes de la conjunción.
La misma teoría se puede axiomatizar con diferentes números de axiomas. Siempre es
posible formular cualquier teoría axiomática con un único axioma. Pero, por razones de
conveniencia, se prefiere aumentar el número de axiomas y utilizar axiomas
relativamente cortos y relativamente intuitivos hasta donde sea posible. Por esa razón la
formulación actual más conocida de la aritmética de Peano tiene siete axiomas, mientras
que Peano usaba solamente cinco, pero esto es una cuestión puramente convencional.

Como ya señalamos, hay dos elementos esenciales que no pueden omitirse en la


presentación de cualquier sistema axiomático: la lista de términos primitivos y la lista
de axiomas (o esquemas de axiomas) del sistema. En la práctica de los matemáticos
profesionales, todos los demás elementos del sistema se presuponen, o se dan por
conocidos, de modo que no se hacen explícitos. Incluso, muchos autores no cumplen
con el requisito de enunciar primero los términos primitivos, porque a veces dan por
supuesto que el lector potencial es otro profesional y ya los sabe. Además, hay una
regularidad casi infalible en matemática: cuanto más avanzado es un libro de
matemática, más cortas son las demostraciones de un teorema y más difíciles de leer
porque el autor omite muchos pasos de la demostración, que considera obvios para el
lector avanzado. Las demostraciones de un teorema en los libros de matemática son
muy compactas y están presentadas con el menor número de pasos posible, que no están
ordenados en una secuencia vertical como ocurre en los libros de lógica elemental.
Cuando uno las lee, tiene que reponer mentalmente (a veces con papel y lápiz) todos los
pasos que el autor se saltó, cosa que a veces no es fácil.

En su formulación original de 1889, Peano había utilizado solo tres términos


primitivos: el predicado monádico N, “es un número natural”; la constante individual 1;
y el funtor unario +1, “es el sucesor de”. Ahora se prefiere simbolizarlo como Sx,
“sucesor de x”. Un funtor monádico relaciona dos individuos; no debe confundirse con
un predicado monádico, que se aplica a un solo individuo. El funtor monádico toma un
individuo y le asigna otro, en este caso “sucesor” toma un número natural y le asigna

23
otro número natural, que es su sucesor. Esos son los primitivos del sistema que todavía
se siguen usando así en algunas presentaciones. En otras formulaciones más actuales, se
agregan dos primitivos: los términos “suma” y “producto”, que son también funtores
binarios, es decir, que relacionan tres individuos, como lo hacen las operaciones de
suma y multiplicación entre números naturales.

La formulación actual de la aritmética de Peano de primer orden es la siguiente.

Términos primitivos: “N”, el conjunto de los números naturales; “Sx”, el funtor


unario “sucesor de”; “0”, una constante individual; “+” y “.”, dos funtores binarios,
suma y producto.

Axiomas:

(A1) x (Sx = 0)

(A2) x y (Sx = Sy → x = y)

(A3) x (x + 0 = x)

(A4) x y ((x + Sy) = S(x + y))

(A5) x (x . 0 = 0)

(A6) x y ((x . Sy) = (x . y) + x)

(A7) (0) & x (((x) → (Sx)) → x (x))

[Donde x es la única variable no ligada que aparece en la fórmula ]

En general, cuando hay varios cuantificadores del mismo tipo sobre varias
variables se suele escribir una sola vez y después por ejemplo: x,y,z o xyz.. El orden de
los axiomas también es relativamente convencional, aunque generalmente queda
establecido por el uso. Los dos primeros axiomas expresan las propiedades de la
función sucesor. El primer axioma a veces se expresa en la forma equivalente: x (0 =
Sx). Los axiomas tercero y cuatro introducen las reglas para usar la suma; los axiomas
cuarto y quinto hacen lo mismo con la función producto. El sexto axioma relaciona la
suma con el producto. Todos los axiomas están escritos solo con los términos primitivos
del sistema y los símbolos de la lógica de primer orden.

24
El séptimo axioma que, es el quinto de la formulación de Peano, tiene un
carácter diferente de los demás, porque es un esquema de axioma. Formula el llamado
principio de inducción matemática, que suele expresarse así: si el primer número
natural tiene una determinada propiedad y si para todo número natural ocurre que si un
número tiene esa propiedad, entonces, el sucesor también la tiene, entonces, todos los
números naturales tienen esa propiedad. Es un esquema de axioma porque incluye la
metavariable de predicado monádico , que puede referirse a cualquier predicado
monádico no especificado. Esa metavariable está libre, no está cuantificada, porque en
la lógica de primer orden no se pueden cuantificar las variables de predicados, que, de
hecho, se tratan como constantes.

En la época de Peano no existía la distinción entre lógica de primer orden y de


segundo orden. La teoría que hemos presentado es la Aritmética de Peano de primer
orden que suele abreviarse así: AP1. Históricamente, lo que hizo Peano no es esto
porque el quinto axioma de Peano, que es el séptimo en esta presentación, no era de
primer orden, sino de segundo orden. En la notación actual, el axioma que empleó
Peano era el siguiente:

(A’7)  ( (0) & x (((x) → (Sx)) → x (x)))

La única diferencia con el axioma séptimo de primer ordenes que se cuantifica la


metavariable , pero ese simple cambio da como resultado una teoría completamente
diferente, que se llama Aritmética de Peano de segundo orden, o AP2. En esa teoría
pueden probarse muchos teoremas nuevos que no se deducen de la Aritmética de Peano
de primer orden. Por ese mero cambio en un axioma se obtiene una teoría muchísimo
más potente que tiene, además, esta propiedad: permite demostrar teoremas en el
lenguaje de primer orden que no son demostrables en la Aritmética de Peano de primer
orden. Obviamente, como AP2 es una teoría de segundo orden, permitirá demostrar
infinitos teoremas de segundo orden que no pertenecen a AP1, pero, además, permite
probar teoremas en el lenguaje de primer orden que no son demostrables en la aritmética
de Peano de primer orden. Técnicamente, se dice que AP2 es una extensión no
conservativa de AP1.

25
El estudio de las teorías de segundo orden está fuera del alcance de este curso,
pero al menos quiero explicar el concepto de extensión que acabo de usar. Si a una
teoría T1 se le agregan nuevos axiomas, se obtiene otra teoría T2 que es más potente que
la primera porque contiene todos los teoremas de T1 y, además, todos los infinitos
teoremas que se siguen de los nuevos axiomas. En ese caso se dice que T2 es una
extensión de T1 y que T1 es una subteoría de T2, ya que todos los teoremas de T1
también son teoremas de T2, pero no a la inversa. La extensión se llama conservativa
cuando no permite probar nuevos teoremas en el lenguaje de T1 más que los que ya
formaban parte de esa teoría. Si eso no ocurre, como en el caso de AP2 respecto de AP1,
se dice que la extensión es no conservativa. Estos no son conceptos que sea necesario
conocer en este curso. Basta saber que AP2 es una teoría mucho más potente que AP1 y,
en tanto teoría de segundo orden, tiene propiedades muy diferentes. En todo lo que
sigue, sin embargo, nos limitaremos a las teorías de primer orden. Además, todos los
ejemplos de El juego de los principios son de teorías de primer orden.

La formulación que hemos ofrecido de la Aritmética de Peano de primer orden,


que es la habitual en los libros de lógica o filosofía de la matemática, no es un sistema
formal abstracto, sino uno ya interpretado, es decir, donde los símbolos primitivos ya
tienen un significado. Eso se advierte claramente al leer “0”, “+” y “.”, que uno
identifica con el número cero, y las operaciones de suma y producto entre números
naturales. Lo que esa formulación presenta no es un sistema axiomático formal, sino el
modelo pretendido de ese sistema (un concepto que definiremos en la clase próxima).

La Aritmética de Peano de primer orden (AP1) como sistema formal no


interpretado pude definirse de esta manera:

 Aritmética de Peano de primer orden: Si C es un conjunto no vacío de


elementos cualesquiera,  es un funtor unario, 1 y 2 son dos funtores binarios, y a es
un elemento distinguido de C, entonces, AP1 = C, , 1 , 2, a es una Aritmética de
Peano de primer orden si y sólo si:

(A1) x (x = a)

(A2) x y (x = y → x = y)

(A3) x (x 1 a = x)

(A4) x y ((x 1 (y)) = ((x 1 y)))


26
(A5) x (x 2 a = a)

(A6) x y ((x 2 (y)) = ((x 2 y) 1 x))

(A7) (a) & x (((x) → (x)) → x (x))

[Donde x es la única variable no ligada que aparece en la fórmula ]

Si analizan esta formulación y la comparan con la anterior, advertirán enseguida


que es mucho más abstracta y que no es evidente que se refiera a la aritmética de los
números naturales. Eso solo aparecerá cuando se interpreten los términos primitivos,
algo que estudiaremos en la próxima clase. En tanto sistema formal abstracto, no se
refiere a ninguna clase de objetos en particular. Finalmente, aquí tenemos un ejemplo de
un sistema axiomático que, además de ser formal, está escrito en un lenguaje
completamente formalizado (el lenguaje de la lógica de primer orden con funtores).
Como ya señalé, en la práctica matemática los sistemas formales generalmente no se
presentan de esa manera; muchas veces ni siquiera se usa el lenguaje de la lógica de
primer orden, sino un lenguaje más informal, donde, por ejemplo, el segundo axioma de
AP1 se escribiría sin cuantificadores, ni variables ni paréntesis, de esta manera: “Si Sa =
Sb, entonces, a = b”. (Como ejercicio, pueden reescribir los demás axiomas de AP1 con
esta notación, la habitual en los libros de matemática no avanzados).

Bibliografía

CASSINI, A. (2013) El juego de los principios. Una introducción al método


axiomático. Segunda edición corregida y aumentada. Buenos Aires: A-Z
Editora. [Capítulo 2, pp. 57-79].

DETLEFSEN, M. Mc CARTY, D. y BACON, J. (1999) Logic from A to Z. London:


Routledge. [Artículos “Closure (deductive/logical)” (p. 21); “First-order/higher-
order” (p. 46), “Induction, mathematical” (p. 54) y “Peano postulates (Peano
arithmetic)” (p. 81)].

27
28

También podría gustarte