Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Manual de técnicas
de psicoterapia
Un enfoque psicoanalítico
siglo veintiuno editores, sa
CERRO DEL AGUA, 248. 04310 MEXICO, D.F.
PRESENTACIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XIX
PRIMERA PARTE
MARCO HISTORICO Y CONCEPTUAL
,-
1
Índice
Índice VII
IAS PSICOANALÍTI-
6. TEORÍAS DEL MUNDO INTERNO Y DEL CONFLICTO INTRAPSÍQUI-
NCIÓN DEL TERA-
CO (II): RELACIONES OBJETALES, Joaquim Poch Bullich, Francesc Maestre
S ASISTENCIALES .. 46
Lorén y Monserrat Pérez Godoy . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127
50
50 I. INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127
II. LA OBRA DE M. KLEIN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133
Chacón Fuertes .... . 53 ,
J
II.l Notas biográficas ..................... . ............ ............................ . 134
53 II.2. Innovaciones técnicas .................................... .................. .. . 135
58 Il.3. Edipo y superyó precoces. Los objetos internos .... ...... .. ..... ..... ... . . 135
64 II.4. Ansiedades tempranas y defensas primitivas ............... .. ... .......... . 137
73 II.5. Concepto de posición: posiciones esquizo-paranoide y depresiva ..... . 138
88 Il.6. La vida pulsional: las fantasías inconscientes, los instintos y la envidia. 140
89 II.7. La identificación proyectiva ................................................. . 142
CA: PRIMEROS III. LA ESCUELA KLEINIANA ............................. . .... .. . . ...... . ..... . . ... .. ..... . 144
91
III.l. Las primeras épocas ......................... .... ... .. .......... . .. ........... . 145
SIS; ESCUELAS DE
91 III.1.1. E. Glover, 145.
IS Y APARICIÓN DE
Ill.2. El afianzamiento ........................ ... .... . ...... . ...... ... ....... ....... . 145
96
97 III.2.1. S. Isaacs (1885-1948), 146.~ III.2.2. P. Heimann (1899-1982), 147.
99 La expansión .... ... ......... .... .. .. ... ... .. ... ............................. .. .
III.3. 147
100
III.3.1. Esther Bick (1901-1983), 147. -Ill.3.2. Wilfred Bion (1897-1979),
NICA Y EL PSICO-
148.-III.3.3. Donald Meltzer, · 151.-Ill.3.4. H erbert Rosenfeld (1909-
101 1986), 152.-III.3.5. Hanna Sega!, 152.
NEOS DE SIGMUND
103 III.4. La consolidación del paradigma: autores poskleinianos ....... .... ... . . . 153
ISIS EN OTROS EN-
IV. OTROS AUTORES DE LA TEORÍA DE LAS RELACIONES OBJETALES .... .... .. .... .. . 154
104
IV.1. Michael Balint ... ... .. . ...... . ............. ...... .. ........ .......... . ........ . 154
105
IV.2. Ronald Fairbairn (1889-1964) ........................ ... .... ... ........... .. 155
105
IV.3. D. W. Winnicott ...... ................ ........ . ..... .. .... ....... . .. .... ... ... . 157
CTO INTRAPSÍ- Resumen ........................................... ... ................................. . 159
OANÁLISIS, José Lecturas recomendadas .. . .. ................ ...... .... ........... . .. ............... . . 160
107
107 7. TEORÍAS DEL MUNDO INTERNO Y DEL CONFLICTO INTRAPSÍQUI-
110 CO (III): LA PSICOLOGÍA DEL YO Y SUS PERSPECTIVAS RECIENTES,
O O POSICIONAL. 112 Joaquín Ingelmo Fernández, M.ª Isabel Ramos Fuentes y Felisa Muñoz Rodríguez . .... .. . 163
DEL PASAJE DEL
I. ANTECEDENTES DE LA PSICOLOGíA DEL YO ... ..... .... . ... ...... . ..... . .......... . 163
115
II. LA PSICOLOGíA DEL YO: EL PSICOANÁLISIS COMO PSICOLOGíA GENERAL. LAS
CONTRIBUCIONES DE HARTMANN, KRIS Y LOEWENSTEIN . . ..... ... . ....... ...... . 164
III. PANORAMA GENERAL DE LA PSICOLOGÍA DEL YO EN LA DÉCADA DE LOS SE-
119
SENTA .............. .. ............ . ...... . ..... ....... . .... .......... .. . ............... . . 166
122 III.1. La influencia de la etología: importancia del ambientalismo y de las
relaciones de objeto .......... ... ..... .. ............................... .. ..... . 166
125
III.2. La influencia de las patologías psiquiátricas graves: importancia de la
125
clínica y la observación en el transcurso de la sesión analítica . ... .... . 167
VIII Índice Índice
INTRAPSÍQUI-
/2. DIAGNÓSTICO Y EVALUACIÓN PARA LA PSICOTERAPIA PSICOANA-
LÍTICA, Pilar Ortiz Quintana ... ."................. .. ................................. ... ... . 249
RE LA «CURA», l. LA EVALUACIÓN PREVIA A LA PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA .......... ... ... .. . 249
197 II. ANALIZABILIDAD ........ ... .. ....... . .... ... .... . ............. ...... . ..... ..... ....... . 251
197 III. PROCESO PSICODIAGNÓSTICO ......•...... . ............. ... ....... . .. . ... .... ....... . 252
199 III.l. Técnicas de evaluación .. .... ... ........... .... ...... ... .. .... ... ........ ... . . 253
200 III.1.1. Entrevista, 253.-III.l.2. Técnicas proyectivas, 256
203 IV. INVESTIGACIONES SOBRE ANALIZABILIDAD ................ . ...................... . 259
207 IV.l. Proyecto de Investigación en Psicoterapia de la Fundación Men-
211 ninger .......................... ... ...................... ................. ...... . 259
211 IV.2. Proyectos Vanderbilt de investigación en psicoterapia ................. . 260
X Índice
Índice
261
i
V 14. VICISITUDES DEL PROCESO TERAPÉUTICO, Jordi Bachs i Comas y Pere
Notó i Brulles ................................................................................ . . 313
262
263 I. FACTORES QUE IMPULSAN EL PROCESO DE PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA EN
RELACIÓN A LA CURA .... .. ........................................... . ....... .. ...... . 313
I.l. El insight ................. ........ ................................... .. ... . ....... . 313
265 I.2. La elaboración ....................... .............................. . .. . ......... . 316
II. DIFICULTADES Y OBSTÁCULOS EN EL PROCESO DE LA PSICOTERAPIA PSICO-
265
ANALÍTICA ... . ............................................................ . .. . ......... . 319
-n de conflicto ... . 266 II.l. Las resistencias ................................................................ . 319
'ª ................... . 268
II.1.1. Desarrollo del concepto de resistencia, 319.-II.1.2 Los mecanismos
270 defensivos del yo y otras resistencias, 321.-II.1.3. Rasgos del carácter y re-
sistencias, 322.-II.l.4. La transferencia como resistencia, 323.
271
II.2. Estrategias del yo como obstáculos definidos y específicos ............. . 324
274
276 II.2.1. Acting out, 324.-II.2.2. Reacción terapéutica negativa, 327.-
II.2.3. La reversión de la perspectiva y el estancamiento (impasse), 329.
277 Resumen ........ .. ........ ......................... . ... .. .............................. . 331
277 Lecturas recomendadas ............. .................... .. .......................... . 332
n ·········- ··········
279 15. REGRESIÓN Y ANSIEDADES DE SEPARACIÓN: FINALIZACIÓN DEL
1anifiestan ......... . 280 TRATAMIENTO, Joaquim Poch i Bullich y Francesc Maestre Lorén ................... . 333
282
283 I. INTRODUCCIÓN ............................................................... • ........ 333
II. REGRESIÓN Y ENCUADRE ................ . . .... .... . ........... ... .. . ....... ... .. . ... . 333
DE NEUTRALI- II.L Regresión psicopatológica ................................................... . 334
284 II.2. Regresión terapéutica ......................................................... . 335
285 III. ANSIEDAD DE SEPARACIÓN Y PROCESO TERAPÉUTICO ......................•..•.. 337
nico ............... . 286 III.1. El concepto de ansiedad de separación ................................... . 337
III.2. La ansiedad de separación en el proceso psicoterapéutico ............ . 340
287
IV. LA FINALIZACIÓN DEL PROCESO PSICOTERAPÉUTICO ................ . .........•.. 345
288
IV.1. Los indicadores de la finalización .. . . .. .. .. . .. .. .. .. . . .. . .. .. . . . .. . .. .. .. . .. 345
rv.2. Aspectos técnicos de la finali;,;ación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 347
O DE LA PSICO- IV.2.1. Consideraciones generales, 347.-IV.2.2. Situaciones de finalización
TRANSFEREN- particulares, 348.-IV.2.3. El seguimiento de los tratamientos, 351.
DEL TERAPEU- Resumen ............................................................................... . 352
291 Lecturas recomendadas ............................................................. . 352
291
QUÉ DEL TRABAJO TERCERA PARTE
293
EL FENÓMENO DE PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA APLICADA
298
1 ACIENTE: LA CON- 16. PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA DE LAS NEUROSIS, Antonio García de
301 la Hoz .................................................................................... . .... . 357
304 I. LAS NEUROSIS EN EL ORIGEN DE LA CLÍNICA PSICOANALfTICA. GENERALIDADES 357
I.1. La histeria y el «caso Dora» .................................................... . 359
311
I.2. La neurosis obsesiva y el «caso del hombre de las ratas» ................... . 362
312
I.3. La histeria de angustia y el «caso Juanito» .......... .. ....... .. .. .. .... .. .. . . . 364
Índice Índice
XII
II. CONCEPTO Y DIAGNÓSTICO DEL TRASTORNO NEURÓTICO EN LA CLÍNICA PSI- II.2. Diag
COANALÍTICA ACTUAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 366 II.2.1.
Ill. Concepto descriptivo y concepto psicoanalítico de neurosis . . . . . . . . . . . . . . . 366 estrui
II.2. Criterios diagnósticos descriptivos y criterios diagnósticos psicoanalíti- II.3. Trati
cos de neurosis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 369
II.3.1.
III. PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA DE LA HISTERIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . 371 tamie
III.1. Metapsicología de la histeria .. .. .... .. . . . .. .. .. .. .. .. . .. . ..... . . .. ..... .. .. . .. 371 tes, 4
III.2. Sobre el proceso terapéutico y los aspectos técnicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 373
Resumen
IV. PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA DE LA NEUROSIS OBSESIVA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 374 Lecturas n
IV.!. Meta psicología de la neurosis obsesiva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 374
IV.2. Sobre el proceso terapéutico y los aspectos técnicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 376 18. PSICOTERAPI,
V. PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA DE LAS FOBIAS ... .. ...... . ... . ..... : . . . . . . . . . . . . . . . . . 378 l. APROXIMA
PSICOSIS .
V.!. Metapsicología de las fobias..................................... .. .. . ...... ... . 378
V.2. Sobre el proceso terapéutico y los aspectos téénicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 79 !.l. S. Frt
I.2. Prim
VI. PSICOTERAPIA PSICOANALfTICA DE LAS DEPRESIONES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 380 I.3. Apor
VI.!. Metapsicología de las depresiones: distinciones conceptuales . . . . . . . . . . . . . 380 tami¡
VI.2. Sobre el proceso terapéutico y aspectos técnicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 382 l.4. Las e
I.5. Otro
VII. AVANCES POSTFREUDIANOS CONTEMPORÁNEOS EN LA TEORfA Y CLfNICA DE LAS
II. CRITERIOS
NEUROSIS . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . .. .. . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . 382
III. ALGUNAS
Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 383 DE LAS PSI
Lecturas recomendadas ... ...... ......... .-.. .. .. .. .. . . .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. 384
Resumen
Lecturas r
N LA CLÍNICA PSI- II.2. Diagnóstico del trastorno límite ......... . ..... . .... . .......... . . . . .. .. ... . .. . . 398
366 II.2.1. Criterios diagnósticos descriptivos, 398.-II.2.2. Criterios diagnóticos
rosis ... .. .. ...... .. 366 estructurales, 398.
sticos psicoanalíti- II.3. Tratamiento del trastorno límite . . . ... .. .. . . . .. .. . .. ... ..... . .... . .... .. . . . . .. . 401
369
II.3.1. Esquema general del tratamiento, 401.-II.3.2. Encuadre básico del tra-
371 tamiento, 402.-II.3.3. Técnicas específicas en el tratamiento de pacientes lími-
371 tes, 403.
373
Resumen ... .'. .... ..... . . .. ... ... .... . ... ... .. .... .. .. . . . .. ... ... . . ... ... .... . .. . ... ... .. 407
374 Lecturas recomendadas .. . ..... . .. . ... . .... ...................... . ..... . ... . ... .... .. . 408
374
376 18. PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA DE LAS PSICOSIS, AlejandroÁvila Espada .. 411
378 I. APROXIMACIÓN A LOS .CONCEPTOS Y MODELOS PSICOANALÍTICOS SOBRE LAS
PSICOSIS ..... .. ..... .. . . . ... ................. . ... . ......... .. .. . ......... .. . ... .... ... .. . 411
378
379 l.!. S. Frnud y la inaccesibilidad al análisis de las neurosis narcisistas . .... . . 411
I.2. Primeras aproximaciones al tratamiento . .... .. .. .. ... . ... . . ............ .. . . . 414
380 I.3. Aportaciones de la psicología del yo y su ámbito de influencia al tra-
ptuales .......... .. . 380 tamiento de las psicosis .. .. . . . . . . . . ...... . .. .. ........ ... ..... .. . . . .... .. ... .. . 415
382 I.4. Las contribuciones de M. Klein y sus discípulos . . .... .. ..... . ... . ... .. .. . . 418
I.5. Otros puntos de vista clásicos ... .. ..... .. .... . ......... . ... . . .. . . ..... .... . . . . 424
Y CLÍNICA DE LAS
382 II. CRITERIOS PSICOANALfTICOS PARA ÉL DI.AGNÓSTICO DE LA PSICOSIS . ... .... •.. 427
III. ALGUNAS APORTACIONES TÉCNICAS PARA EL TRATAMIENTO PSICOANAL!TICO
383 DE LAS PSICOSIS ..... . .... .. ...... ... .. . . .. . . .. ... . ....... . . . . . .. . ..... ... .. . .......... . 429
384
Resumen ... ... ..... ... . . ... ... . . . . ..... . ... . ....... .. .. . . ... ..... .. . . ... . .... .. ... . .. .. . 431
Lecturas recomendadas . . . .. ... .. ....................... . ...... .. .. . . ...... . .. .. .... . 431
21. LA PSICOTERJ
III. UNA PERSPECTIVA ETIOPATOGÉNICA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 454 CENCIA, M.ª T1
IV. PRECISIONES SOBRE LA IDENTIDAD CLfNICA PSICOSOMÁTICA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 456
l. LOS INICIO
IV.1. Identificación de los trastornos que especifican la psicosomática y LI. El pe1
criterios que justifican su especificidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 456 1.2. Anna
IV.2. Características propias de la patología psicosomática . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 457 sión e
IV.3. Psicosomática y elección de órgano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 458 L3. Eljue
V. APLICACIONES DE LA TÉCNICA TERAPÉUTICA EN PSICOSOMÁTICA . . . . . . . . . . . . . . . 460 II. ELPROCES1
CUARTA PARTE
III.1. La e
III.2. El p
MODALIDADES ESPECIALES DE LA PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA III.3. El n
III.4. Ser
20. PSICOTERAPIA BREVE Y FOCAL DESDE EL PUNTO DE VISTA PSI-
IV. MODALIDA
COANALÍTICO, ]oaquim Poch i Bullich y Francesc Maestre Lorén . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . 471
CENCIA ...
l. INTRODUCCIÓN ............................... ·......................................... 471 IV.l. La (
II. ANTECEDENTES, CONCEPTO Y DESARROLLO DE LAS VARIANTES TÉCNICAS IV.2. La I
PRINCIPALES EN PSICOTERAPIA BREVE PSICOANALfTICA (PBP) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 472
IV.2.
II.l. Antecedentes de la PBP . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . 472
IV.3. La I
Il.2. Concepto de psicoterapia breve psicoanalítica . . . . .. . . . . . .. . . . . . .. . . . . . . . . 476
II.3. Principales variantes técnicas en PBP . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 477 IV.3.
IV.3,
II.3.1. Psicoterapia breve. Malan (1963, 1976, 1979), 477 ,-II.3.2. Psicotera·
de b
pia evocadora de ansiedad de corta duración Peter Sifueos (1972, 1979,
1987), 479.-II.3.3. Psicoterapia de tiempo limitado. James Mann (1973, IV.4. Otr:
1982), 479.-II.3.4. Psicoterapia dinámica de corta duración. Habib Davan- IV.4.
loo (1978, 1980, 1986, 1988), 480. 520.
II. BION Y SU INFLUENCIA EN LA PPA DE GRUPO ..................... . .............. , . 527 II. PSICOTERAPIA
II.1. El modelo de grupo según Bion: el vértice teórico conceptual . . . . . . . . . . 527 II.!. Caracter
familias.
II.1.1. El grupo de trabajo (GT), 528.-II.1.2. Los supuestos básicos, 529.-
y contra1
II.l.3. La técnica: las posibilidades terapéuticas del grupo, 530.
Il.1.1. Pi
II.2. Desarrollos a partir de Bion: el modelo Meltzer-Harris (Tavistock) 531 cia y cont
II.2.1. La organización del grupo familiar, 532. jetivos en
III. EL MODELO GRUPO-ANÁLISIS DE FOULKES ....... . ........ '.. . . ..................... 534 II.2. Modos 1
Clasifica,
III.l. Antecedentes histórico-biográficos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 534
III.2. Algunos aspectos teórico-conceptuales y técnico-prácticos . . . . . . . . . . . . . 534 Il.2.1. P:
II.2.2. L:
III.2.1. Teórico-conceptuales, 534.-III.2.2. Técnico-prácticos, 535. rejas, 583
III.3. Desarrollos a partir del modelo de Foulkes .... . .... .. ....... . . .. . .... .... 537 II.3. Psicoten
Resumen.......... . ........ . ................. . ... . ................. . ..... .. ... .. ........ 538 Il.3.1. Ir¡
Lecturas recomendadas . .. .. .. . . .. . . . . .. . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . .. . ... . ... ... . . . . . . . .. . . . 538
Resumen .....
/ 23. PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA DE GRUPO (II), Alejandro Ávila Espada y Lecturas recor
Antonio García de la Hoz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 539
I. LAS APORTACIONES DE E. PICHON-RIVIERE Y SUS DISCÍPULOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 539
I.l. Conceptos y técnicas aportados por Pichon-Riviere . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 539
I.1.1.El modelo del cono invertido, 539.-I.1.2. El ECRO, 541.-I.l.3. Gru- CONSIDERACIONES 1
po familiar y grupo operativo, 542.
I.2. Desarrollo del modelo y técnica del grupo operativo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 545 ~. LA PSICOTERAPl
COGNITIVA, Elen
I.2.1. Desarrollo conceptual y técnico del grupo operativo, 545.-I.2.2. Va-
riantes clínicas del grupo operativo, 550.-I.2.3. Otras variantes, 552. I. INTRODUCCIÓ
II. PSICOLOGfA CI
L3. El grupo operativo en la formación de psicoterapeutas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 555
III. PRINCIPIOS BÁ
II. EL MODELO DE PSICOTERAPIA DE GRUPO ANALÍTICO-VINCULAR . . . . . . . . • . . . . . . . 555 IV. ¿QUÉ ES EL PSI
III. INTRODUCCIÓN AL PSICODRAMA PSICOANALÍTICO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . 559 V. ¿TERAPIA O TE
VI. TERAPIA COGJ\
III.1. Aspectos histórico-conceptuales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 559
VIL PSICOANALISI!
III.2. La:; aportaciones francesas y latinoamericanas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 561
GENERAL .....
Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 563
Lecturas recomendadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 564 VIL!. Transf<
VII.2. Transf<
VII.3. Transf<
24. PSICOTERAPIA DE PAREJA Y DE FAMILIA, Marina Bueno Belloch . . . . . . . . . . . . 565 VII.4. Resiste
I. PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA DE PAREJA Y FAMILIA ............ .. .............. . 565 VII.4.1.
I.1. Antecedentes. Problemática general de las relaciones de pareja y de tencia <
las relaciones familiares ..... . .... . ................ . ........................... . 565 constru
I.2. Fundamentación teórica: la elección de pareja-elección de objeto de
VIII. CONCLUSIÓN
amor .................... . ........................................ ... .............. . 569
L3. El c:clo vital de la pareja y de la familia .. .. : ....................... .. ...... . 571 Resumen . ....
I.4. Tipología de los vínculos conyugales y familiares ......................... . 574 Lecturas reco
Índice Índice XVII
p, 545.-I.2.2.
~ntes, 552.
Va-
545 ~ . LA PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA VISTA DESDE LA PSICOLOGÍA
COGNITIVA, Elena Ibáñez Guerra e Isabei Caro Gabalda ..... ............ . ... ...... ... .
593
-
II. PSICOLOGlA COGNITIVA Y PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA . .. .. ... . ... ... ... . ... . 596
s ........ . ·· · ···· .. . 555
III. PRINCIPIOS BÁSICO:. DE LA TERAPIA PSICOANALíTICA . . . ... . .... . ... ...... .... .. . . 601
555 IV. ¿QUÉ ES EL PSICOANÁLISIS? . .... . .. . .. . .... . .. . . ... . . ........ . ...... . .... . .. ... . . . . . . . 602
559 V. ¿TERAPIA O TERAPIAS COGNITIVAS? . : ....... . ... .. . . . ......... . ... . ...... . . . .... . ... . 603
VI. TERAPIA COGNITIVA Y PSICOANÁLISIS .. . ..... . . .... . .. .. .......... . .. .. .. . . . . . . ... . . 605
559 VIL PSICOANÁLISIS-TERAPIA COGNITIVA-TERAPIA CONSTRUCTIVISTA: UNA VISIÓN
561 GENERAL . .... .. ..... . .... . ..... . .......... . . . . . ... . ............................. . .. . ... . 606
563
VII.1. Transferencia y psicoanálisis ..... ........... . ............. . . .. ....... . . . ... . 609
564
VII.2. Transferencia y psicología cognitiva ..................... . ............ .. . . . 610
VII.3. Transferencia y terapias cognitivas . . . . .. . ... ... . . .. . . . .... . .. . ... .. ... ... . . 612
elloch . .. .. .. .. ... 565 VII.4. Resistencia . . . ....... . .... .. ... . ....... . .... . .... . .. ... . . . ................ . ... . . 616
565 VII.4.1. La resistencia en el marco psicoanalítico, 616.-VII.4.2. La resis-
s de pareja y de tencia en la terapia cognitiva, 617.-VII.4.3. La resistencia en las terapias
565 constructivistas, 618.
ión de objeto de VIII. CONCLUSIÓN ...............•. .. ......... . ...• .... ... . .. .. . • . . . . . •.. . ... ..... . .. ... ... . . 619
569
571
574
Resumen .. .. .. . . . .... ...... : . . .. . .. . . . .. . . .. .. .. . ... . .. .. ... . .. ... .. ... . . .. ... .. . ... .. .
Lecturas recomendadas . . . . . . . . . . . . . . . . .... . .. . . .. .. .. . . ... .... . . . .... ......... . ... .
623
624
\
xvm Índice
LA PSICOTERA- PRESENTACIÓN
. . . . . . . . .. . . .. .. . . . . . . . 625
CIENTÍFICO ··· ····· 625
iSTIGACIÓN: BREVE
····· ··· ······· ·· ····· · 640
E LA PSICOTERAPIA,
····· ··· ·· ··· ········· · 649
)TERAPIA: EL ESTU-
··········· ·· ······· ·· · 659
esfuerzos entre los profesores pertenecientes a diferentes universidades, de- des han unido s1
partamentos, áreas de conocimiento o enseñanzas, cuajó en la organización diversidad entre
Presentación Presentación XXI
mitadas en el tiempo, de convocatorias anuales de reuniones de profesores, de las que se han cele-
dimensión individual, brado ya cuatro (Málaga, 1991; Salamanca, 1991; Gerona, 1992; Madrid-Ávila
ara abordar trastornos [Las Navas del Marqués], 1994), y estando convocadas las de Cáceres (1995);
ntervención con niños simultáneamente y ya desde Málaga, surgió entre algunos de estos profesores
. una raíz común en la el esbozo de este manual, cuya coordinación asumimos. El manual, se funda
logrado una progresi- en su cariz universitario y está dirigido fundamentalmente a los alumnos, con
:as, adecuadas a la va- el fin de establecer un proceso de cierta consolidación de la relación de en-
señanza, potenciada a través del intercambio de ideas y puntos de vista entre
nalítica ocupan un lu- los profesores. Evidentemente la diferencia de orientaciones psicoanalíticas
>or pioneras de la acti- es amplia, aunque rica y representativa del «estado de la cuestión». Por ello
:ribución a la gestión creímos que recoger todas las orientaciones e intentarlas integrar, bajo una
mnque con el tiempo tarea común, podía ser conveniente y quizás necesario; sin que ello significa-
:as basadas en orienta- ra una pérdida de identidad, y asumiendo los riesgos que toda labor integra-
tadas a las que recono- dora -que no reductora- implica. Nos entusiasmó la idea y, después de
temológico y práctico dos años, éste es el resultado de nuestro trabajo y el de los compañeros que
ues de quienes institu- han colaborado en él.
ultranza: El Manual intenta recoger las perspectivas y líneas de trabajo más avanza-
malítica siguen llenan- das dentro del campo de las técnicas de psicoterapia de orientación psico-
ades fundamentales de analítica a nivel mundial. Se ha tratado de dotarlo de un enfoque teórico,
l relevancia en el que- técnico y sistemático con una exposición bien documentada de las principa-
> los servicios sociales, les técnicas, pero dejao'do de lado la exposición sistemática de la técnica
apeutas ocupacionales, psicoanalítica clásica que no es abordada como tal en este Manual y está su-
,sicoterapia de orienta- ficientemente documentada en otros textos (v.g. Coderch, 1987; Etchegoyen,
le amplia implantación 1986; Greenson, 196 7). En definitiva, hemos tratado de compilar un manual
1 se expresa en la proli-
riguroso y actual, dado que las publicaciones de este tipo son escasas y nin-
) exponencial de la de- . guna presenta esta envergadura y este enfoque abarcativo.
1alíticos, en su impara- El Manual está pensado para orientación de estudiantes y profesionales
étera. en las primeras etapas de su formación como terapeutas. Ya que la Psicotera-
pia es una actividad profesional especializada que ha suministrado numero-
:eso de estructurar un sas técnicas de intervención en área~n diferentes como la salud mental, la
inalítica en un esfuerzo educación, la asistencia social, la enfermería, etc.; este Manual será útil para
ción de los contenidos los alumnos de Psicología, Medicina, Sociología, Pedagogía, Trabajo Social y
malítica, y ofrecer a los Enfermería, entre otras enseñanzas.
e formación del segun- · Nuestro trabajo como compiladores ha girado en torno a la minuciosa
un encuentro de algu- labor de dotar de coherencia tanto formal como de contenido a la variedad
!rapia psicoanalítica, el de temáticas tratadas. La evitación de repeticiones pero también la preven-
Universidad de Málaga, ción de omisiones conceptuales de importancia, la facilitación didáctica a
, en el que participaron través de resúmenes e indicaciones de lecturas apropiadas para cada tema, y
omún por la mejora de finalmente la compilación bibliográfica, unificando las referencias en sus di-
1 interés por coordinar ferentes fuentes de consulta. Con nosotros, 27 profesores de 11 universida-
:ntes universidades, de- des han unido su interés en contribuir al logro final. Hemos tratado que la
11ajó en la organización diversidad entre los autores fuera un motivo de enriquecimiento. La filiación
Presentación
XXII Presentación
de los autores es diversa, los hay vinculados directamente a la IPA (Asocia- La tercera part
ción Psicoanalítica Internacional) a través de la SEP (Sociedad Española de tro capítulos que a
Psicoanálisis) o de la APM (Asociación Psicoanalítica de Madrid). Otros testi- según el tipo de tr:
vancia, ya que la e;
monian una clara influencia lacaniana, y otros son psicoterapeutas adscritos a
diferentes sociedades nacionales de reconocido prestigio. Todos ellos son an- nicas adaptadas a l
psicoterapia de orí
te todo profesionales de la clínica, psicólogos y psiquiatras buenos conocedo-
res de la realidad clínica y con amplia experiencia d~cente en las diferentes neurosis como trae
psicóticos, los límit
universidades españolas. Una breve reseña curricular se encuentra en la rela-
ción de autores de las páginas XXV-XXVI. La cuarta partt
ca», enfoca, a lo l:
El Manual está organizado en cinco partes que abarcan los temas que
mantienen un vínculo y progresión conceptual. Ello permite al lector acudir torno a las variantl
técnicas de la psio
a cualquiera de estas partes prescindiendo de un orden predeterminado, se-
los aportes más de1
gún las necesidades específicas de estudio o consulta concretas.
su amplitud y vari1
La primera parte: «Marco histórico y conceptual», encara, en sus dos pri-
recientes a la psico
meros capítulos, las cuestiones sobre la conceptualización de la psicoterapia
en general y de las técnicas de psicoterapia de orientación psicoanalítica en La quinta y úl1
investigación», reú1
particular. Tras un estudio sobre la noción de inconsciente en psicología, se
ca de si el psicoarn
aborda la aportación freudiana desde una perspectiva histórica, pero hacien-
cos. Delante de las
do hincapié en las principales aportaciones teóricas y técnicas del autor, con
el interés que algu
el fin de fundamentar los siguientes capítulos que pretenden abordar los as-
contribuciones psic
pectos teóricos sobresalientes de las distintos desarrollos psicoanalíticos más
sobre la efectividac
relevantes en nuestros días. Con todo ello hemos pretendido dotar al lector
mos de acción tera
de las bases imprescindibles para la comprensión de los principios técnicos
conclusiones, y ref
que se abordan posteriormente. Ha de tenerse en cuenta que la exposición
co continúan signi1
sistemática de la contribución freudiana no es el foco de atención de este
constituyen en un J
manual, sino que la obra de Freud es punto de referencia en la mayor parte
Esperamos qrn
de los capítulos, sin que ninguno de ellos tenga el objetivo de desarrollarla.
páginas, nuestro ag
El lector encontrará oportunas sugerencias bibliográficas para completar su
perspectiva.
La segunda parte: «Proceso y técnica de la psicoterapia», se inicia--eon un
capítulo dedicado a la revisión del desarrollo histórico de la téérÍica psico-
analítica y de sus derivaciones en otros formatos psicoterapéuticos, descritos
en la tercera y cuarta partes del Manual. Se sigue de un capítulo que aborda
los aspectos comunes y diferenciales de los diversos modelos de las técnicas
de psicoterapia de orientación psicoanalítica, que da paso al examen de la
importancia de las tareas de evaluación y diagnóstico en las indicaciones de
intervención. Los siguientes capítulos abordan los diferentes momentos de
una psicoterapia psicoanalítica, considerándose los aspectos iniciales, las es-
trategias técnicas y los fenómenos relacionales fundamentales y los escollos
más frecuentes durante el proceso. Se concluye esta parte describiendo los
fenómenos propios del final del tratamiento y sus especiales requerimientos
técnicos.
Presentación XXIII
Presentación
la facultad de Medici-
undación Puigvert de
ca Infantil en la facul-
a del Servicio de Psi-
psicoanalista de la So-
ítica en la facultad de
oanalista de la Sacie-
facultad de Psicología
miembro del IPB de
cología Clínica y de la
utense.
estigación «Depresión
de la Universidad de
s de Psicoterapia de la
icoanálisis de Barcelo-
nalítica Internacional);
rapeutes; director del
tiva psicoanalítica» en
Médica en la facultad
~icología en la facultad
unta de Andalucía en
la facultad de Psicolo-
l. «¿QUÉ ES PSICOTERAPIA?»
Universidad de Salamanca.
1 No hay que confundir las connotaciones médicas que han rodeado la psicoterapia en
conjunto, en países como los Estados Unidos de América, con el término 'Psicoterapia Médi-
ca' que significa (p. e. en Alemania) las aplicaciones de las psicoterapias para el tratamiento
de problemas de salud en general.
4 Alejandro Ávila Espada ¿Qué es psicoterapia?
sus orígenes un dominio profesional casi exclusivamente médico, hasta raleza multzdisciplinc
que autores como Rogers se ocuparon de reformular la psicoterapia desde casi todos los supue
la psicología y para la psicología. Acientífica en cuanto que el proceso de tar social pueden a¡
la psicoterapia no puede describirse operacionalmente -sólo _parcialmen- variedad de usos y I
te- y se trata de experiencias irrepetibles, cuasi irreplicables. Estas y otras últimas décadas ha
características han contribuido a que se la considere más una práctica que hablar muy críticam
una disciplina científica aplicada. Incluso que la, connotación médica, du- primacía de las tera~
rante décadas, haya sido tomada por muchos psicólogos como un apelati- Por otra parte e
vo descalificador, por el que se ha separado lo científico (la psicología) de movimiento de sep1
lo puramente especulativo (la psicoterapia). planteamientos de 1
Sin embargo, la controversia sobre la naturaleza médica de la psicote- ques Lacan, el psic,
rapia no afecta propiamente al concepto de psicoterapia. Entre los defen- mero tratamiento, re
sores del ejercicio multidisciplinar de la psicoterapia están Szasz (1960), queda de significad1
Balance, Hirschfield y Bringmann (1970), Dana (1966), Bernstein y Nietzel bido de esta manen
(1980), Kendall y Norton-Ford (1982), y muchos otros clínicos. Se trata de mueve el logro de
una controversia en la que los cambios legales han propiciado una varie- como objetivo. Pen
dad de perspectivas (p.e. la reciente autorización 2 en EE UU para ser psi- tratamiento psicoló~
coanalista y ejercer la psicoterapia sin ser médico; la necesidad de supervi- pía- psicoanalítica d1
sión o autorización médica en Alemania y Francia 3; la liberalización del coterapia de apoyo,
ejercicio y multidisciplinaridad inglesa, etc.). En todo caso la práctica de la guiente.
psicoterapia ha quedado claramente reconocida entre las competencias de Frente a las cot
psicólogos clínicos y psiquiatras, en todos los países más desarrollados, dado en la psicoter:
con o sin necesidad de supervisión médica en ciertos supuestos. Supervi- voces que reclaman
sión que por otra parte no afecta a los aspectos propiamente psicoterapéu- primar el cambio pa
ticos, sino a la posible, y a veces necesaria, integración de valoraciones y cuentemente para d
tratamientos de índole biológica, con los psicológicos y los sociales, así guientes: el terapeut
como a la consideración global de todos los aspectos que inciden en la tos trastornos, med
salud. que el terapeuta poi
La psicología y los psicólogos han efectuado contribuciones muy des- y valores definidos ,
tacadas a la psicoterapia, sobre todo en el terreno metodológico, de inves- ción del papel del 1
tigación y profesional. Korchin (1976) destaca que desde los años cincuen- visión directiva, en
ta los psicólogos han estado fuertemente implicados en el ejercicio de la y sistemas de valor,
psicoterapia, hasta el punto de ser su actividad profesional más común y el bienestar. El bino
definitoria desde principios de los setenta. El progresivo mayor énfasis en del referente social,
las tareas de tratamiento y seguimiento, en detrimento del énfasis en l~s ta- lo individual, de lo s
reas diagnósticas, ha sido ya suficientemente documentado (véase Avila, y valores en la psic
1992). afirma:
La enorme variedad de aplicaciones de la psicoterapia reafirma su natu-
[...] en todas las formai
2Por decisión del Tribunal Supremo de EE UU adoptada en 1990. una interacción terapé1
3 Autorización preceptiva, para que los servicios de consulta psicoterapéutica puedan ser
realizado una experienc
reembolsados por los sistemas de seguros de salud. bio interno; el carácter
Alejandro Ávila Espada ¿Qué es psicoterapia? 5
jugado un papel. Esto se deduce si vemos a la psicoterapia como una forma de a) La psicoterapia
aprendizaje interpersonal [...] [1982, prólogo a Goldfried, p. rx]. (a diferencia, por ej(
dicos) [...].
La psicoterapia difiere claramente de otros tipos de relaciones profesio- b) La utilizació
nales y humanas. Aunque hay similitudes formales entre los papeles de tera- personal científicam(
un fin, y que justifica
peuta-paciente y los de experto-cliente, profesor-alumno, sacerdote-feligrés,
c) Se trata a I
incluso padres-hijo, las características de terapeuta y paciente son, sin embar- [Bastine, 1982,p. 311
go, particularmente distintas. En su vertiente prof~sional, podemos definir la
psicoterapia como una relación profesional en la que un experto ofrece un servicio Pero este luga
a una persona que lo necesita, de la cual recibe en contraprestación unos honorarios o contenta a todos
un salario de la entidad que lo emplea y ofrece los servicios. La definición se com- «psico» abogando
pletaría con precisiones acerca de características del experto, de los servicios to a la naturaleza e
que ofrece y de las demandas que recibe. nes que puedan ej
Esta relación profesional presta especial atención al marco ético en el que terapia, cuya unicic
se desarrolla. El psicoterapeuta ejerce sus tareas con honestidad e indepen- cos y en la comun.
dencia, asegurándole al cliente privacidad, confidencialidad y neutralidad mentarse para con
moral; le presta atención de acuerdo a las exigencias técnicas de su quehacer rapta sería una it
profesional; .y especialmente pone buen cuidado en no manipularle, ni en be- cambio.
neficio propio ni en el de terceros, para satisfacer necesidades económicas, . Es necesario t:
sexuales, de poder o ideológicas. El terapeuta sirve al objetivo general de fa- que la psicoterapi
cilitar el desarrollo del bienestar, autonomía y competencia personal del pa- esencia radica en 1:
ciente, y a los objetivos específicos que se derivan de los síntomas, malestar y nales o patológico
trastornos concretos que sufre. en la naturaleza d,
Aunque la psicoterapia ha sido criticada a veces como una «compra de intervención psico1
amistad», la relación de amistad entre terapeuta y paciente no tiene por cativas, clínicas, de
qué darse, muy frecuentemente no se da, e incluso puede distorsionar gra- una exigencia de a
vemente la terapia. Esto no quiere decir que la psicoterapia no pueda ser Pero indudableme
-con frecuencia lo es- una relación humana intensa e íntima, sino que nes su entorno- 1
justamente el papel del terapeuta radica en conocer los límites e implitaciones de de conflicto o dis~
su actuación, para que la relación terapéutica sirva a sus objetivos. La relación es, -o debe ayudar 2
sin embargo, un aspecto determinante por natu raleza: por una parte, confi- futuro.
gura el contexto interpersonal en el que se da la psicoterapia, lo que ha he- En las dos últin
cho que la relación sea uno de los tópicos de investigación que más interés tancia de los sistema
suscita en la actualidad; por otra, a través de la relación con el paciente el terapia, a través de
terapeuta adquiere buena parte de su competencia. Esta perspectiva ha si- dispositivos natural
do resaltada por muchos autores, p. e. Haley (1987), quien afirma que son sobre todo eco ert
los pacientes, principalmente los psicóticos, los grandes maestros de los te- llando un modelo s
rapeutas. ciaciones y colectiv
Psicoterapia es un término que implica la conjunción de dos contenidos: Ex-alcohólicos, Pad
psico(terapia) y terapia. En esta formulación conceptual puede radicar su es- jeres Separadas, Mt:
pecificidad. Bastine (1982) ha delimitado la psicoterapia respecto de otras Dependientes del J
formas de tratamiento, en base a tres aspectos: estas asociaciones :
Alejandro Ávila Espada ¿Qué es psicoterapia? 7
pía como una forma de a) La psicoterapia utiliza medios psicológicos que se refieren al saber psicológico
x]. (a diferencia, por ejemplo, de los medios médicos, farmacológicos, sociales o jurí-
dicos) [.. .].
de relaciones profesio- b) La utilización de estos medios se hace de forma profesional, es decir, por
:re los papeles de tera- personal científicamente formado que procede de forma intencional y persiguiendo
un fin, y que justifica y evalúa su actividad de manera científica [.. .].
mo, sacerdote-feligrés,
c) Se trata a personas psíquicamente trastornadas (los clientes o pacientes)
aciente son, sin embar-
[Bastine, 1982, p. 311].
1al, podemos definir la
'xperto ofrece un servicio Pero este lugar común del carácter psicológico de la psicoterapia no
!ación unos honorarios o contenta a todos los autores. Watzlawick (1987) escoge quitar el prefijo
. La definición se com- «psico» abogando por un concepto de la terapia sin restricciones en cuan-
;cperto, de los servicios to a la naturaleza de los fenómenos sobre los que interviene y de las accio-
nes que puedan ejecutarse. Se iría así hacia una visión más integral de la
marco ético en el que terapia, cuya unicidad conceptual Watzlawick radica en los niveles sistémi-
honestidad e indepen- cos y en la comunicación, en la que toda clase de recursos podrían imple-
::ialidad y neutralidad mentarse para conseguir un mismo fin: el cambio. En esta concepción, te- \ ~·
icnicas de su quehacer rapta sería una integración sistémica de procedimientos en orden al
manipularle, ni en be- cambio.
cesidades económicas, Es necesario también deslindar la psicoterapia de la prevención..Aun-
objetivo general de fa- que la psicoterapia pueda tener una utilidad indirecta de profilaxis, su
:encia personal del pa- esencia radica en la producción de cambios respecto de estados disfuncio-
os síntomas, malestar y nales o patológicos constatables a priori. Otra cualidad diferencial radica
en la naturaleza de la demanda psicoterapéutica. Los demandantes de la
:orno una «compra de intervención psicoterapéutica (el cliente y sus familiares; instituciones edu-
paciente no tiene por cativas, clínicas, de control social [p. e. la prisión] o laborales) configuran
uede distorsionar gra- una exigencia de atención que prima sobre los beneficios de la prevención.
oterapia no pueda ser Pero indudablemente a través de la psicoterapia, el sujeto -y en ocasio-
isa e íntima, sino que nes su entorno- aprende a afrontar de forma más adecuada situaciones
miles e implicaciones de de conflicto o disfunción futuras. En cierto sentido, la psicoterapia ayuda
,bjetivos. La relación es, -o debe ayudar al cliente- a autoayudarse de forma competente en el
1: por una parte, confi- futuro.
1terapia, lo que ha he- En las dos últimas décadas se ha constatado también la creciente impor-
;ación que más interés tancia de los sistemas de ayuda, bien alternativos o complementarios a la psico-
ión con el paciente el terapia, a través de grupos e instituciones de autoayuda y la utilización de
Esta perspectiva ha si- dispositivos naturales de la comunidad. Aunque este movimiento ha tenido
quien afirma que son sobre todo eco en el entorno anglosajón, en España se ha venido desarro-
les maestros de los te- llando un modelo similar. Algunos exponentes de estos sistemas son las aso-
ciaciones y colectivos de Alcohólicos Anónimos, Alcohólicos Rehabilitados,
ion de dos contenidos: Ex-alcohólicos, Padres de Drogodependientes, Padres de Subnormales, Mu-
al puede radicar su es- jeres Separadas, Mujeres Maltratadas, Colectivos Feministas, Colectivos Gay,
1pia respecto de otras Dependientes del Juego, Hemofüicos, Diabéticos, Minusválidos, etc. Todas
estas asociaciones se organizan como redes de autoayuda -o las poten-
8 Alejandro Ávila Espada ¿Qué es psicoterapia?
cían-, y algunas cuentan entre sus actividades (p. e. los alcohólicos y los lu- Un método d(
dópatas) la realización periódica de grupos de autoayuda, que se caracterizan do sus procesos ei
por ser de acceso libre para los afectados (no se suele requerir que se inte- ción de los probl(
gren como socios) y el ser directivos en su funcionamiento. 1951,p. 179].
Es esencial a
terapeuta. Weinc
II. PERSPECTIVAS EN LA DEFINICIÓN DE LA PSICOTERAPIA tricciones: a. De
siste, como si la
II.1. Ejes para la definición lo que hace par:
acciones o tratar
Se atribuye (W alker y Shelton, 1985) a Francis Cobbe la primera utilización terapias biológic:
del término. 'psicoterapéutico' en un trabajo publicado en · 1887 en la revista
Contemporary Review, titulado «Faith Healing and Fear Killing» en el que b. La psicot
esta autora critica la consideración de las enfermedades como meros proce- psicoterapia corr
sos orgánicos, defendiendo la introducción de procedimientos psicológicos, estructurados en
de la cura por el espíritu. En lo que sigue vamos a efectuar una reconsidera- ficación de los d(
ción del concepto de psicoterapia bajo diversos ejes y criterios definitorios;
posteriormente revisaremos sus diferentes enfoques, clases y modalidades; fi- La psicoterapia pl
nalmente reconsideraremos críticamente su concepto, a la luz de las diferen- nos emocionales y
tes acepciones revisadas. p.500].
Término genér
Existen tantas definiciones de psicoterapia como autores han escrito
en la comunicaciór
acerca de esta disciplina. Aunque la tentación de decir lo ya dicho de otra El uso de abs,
manera no deja de acudir en una ocasión como la presente, la rehuiré, subra- paliativos o curati\
yando los aspectos esenciales de las contribuciones precedentes que permi- este sentido gener:
ten construir una definición actual de la psicoterapia. procedimientos y t
Wolberg (1967), en su revisión de la técnica de la psicoterapia, reúne aspectos legales yr
27 definiciones para la psicoterapia, de las cuales sólo 9 están entre las 31 na psicoterapia [...]
recogidas por Reisman (1971) en su ya clásica obra Toward the lntegration o/ guíen con formacié
Psychotherapy. Comprender la esencia y naturaleza de la psicoterapia impli-
ca considerar su finalidad, objetivos, así como los tipos de estrategias y tác- Aunque estas
ticas utilizadas para lograrlos. Ésta es la opción que toma Reisman (1971) tivos, no dejan de
que en su esfuerzo sistematizador clasifica las definiciones de psicoterapia can las expresior
en cuatro ejes: l. Objetivos; 2. Procedimientos; 3. Profesionales; 4. Clase ción verbal y no
de relación. de la comunicaci
social).
a. La psicoterapia definida por sus objetivos, en la que la psicoterapia es
vista como un método de tratamiento que intenta aliviar los trastornos de c. La psicote
naturaleza psicológica. cen. Entre ellas de
El arte de tratamiento de las alteraciones y trastornos mentales [Hinsie y Campbell, El término [psicote
1960]. . persona formada pr
Alejandro Ávila Espada ¿Qué es psicoterapia? 9
; alcohólicos y los lu- Un método de tratamiento que intenta ayudar al individuo afectado influencian-
a, que se caracterizan do sus procesos emocionales, sus evaluaciones de sí mismo y de los otros, su evalua-
requerir que se inte- ción de los problemas de la vida y las formas de afrontarlos [Maslow y Mittelman,
1951,p. 179].
to.
Es esencial a este tipo de definiciones el énfasis en la ayuda que presta el
terapeuta. Weiner (197 6) subraya que este tipo de definiciones implica res-
tricciones: a. Describen lo que la psicoterapia intenta lograr, no en qué con-
J>IA
siste, como si la psicoterapia dependiera de lo que el terapeuta busca, no de
lo que hace para lograrlo; b. Bajo su amplitud pueden incluirse numerosas
acciones o tratamientos que no son psicoterapia (p. e. terapia farmacológica,
terapias biológicas en general, laborterapia, etc.).
la primera utilización
en 1887 en la revista
b. La psicoterapia definida por sus procedimientos. Se trata de describir la
ar Killing» en el que
psicoterapia com~ una serie de procedimientos psicológicos, generalmente
:s como meros proce-
estructurados en torno a la comunicación verbal como método para la modi-
mientos psicológicos,
ficación de los desajustes de personalidad.
uar una reconsidera-
criterios definitorios;
ses y modalidades; fi- La psicoterapia puede ser definida como el tratamiento de los problemas y trastor-
nos emocionales y de personalidad por medios psicológicos [Noyes y Kolo, 1963,
la luz de las diferen-
p.500].
Término genérico para cualquier tipo de tratamiento que se basa, primariamente,
autores han escrito en la comunicación verbal y no verbal [Deutsch y Fishman, 1963].
r lo ya dicho de otra El uso de absolutamente cualquier técnica o procedimiento que tenga efectos
[nte, la rehuiré, subra- paliativos o curativos sobre cualquier trastorno emocional, conductual o mental. En
ecedentes que permi- este sentido general el término es neutral respecto de la teoría que lo respalda, los
procedimientos y técnicas implicadas o la forma y duración del tratamiento. Hay [...]
a psicoterapia, reúne aspectos legales y profesionales implicados en la práctica actual de lo que se denomi-
9 están entre las 31 na psicoterapia [...] el término se usa adecuadamente cuando es desempeñada por al-
ward the Integration of guien con formación reconocida que utiliza técnicas aceptadas [Reber, 1985, p. 598].
la psicoterapia impli-
s de estrategias y tác- Aunque estas definiciones son más precisas que las orientadas a los obje-
oma Reisman (1971) tivos, no dejan de implicar una importante ambigüedad sobre qué es o impli-
iones de psicoterapia can las expresiones «medios o procedimientos psicológicos» o «comunica-
rofesionales; 4. Clase ción verbal y no verbal», en concreto entre los métodos basados en la teoría
de la comunicación, que no siempre son psicoterapia (p. e. la comunicación
social).
ue la psicoterapia es
viar los trastornos de c. La psicoterapia definida por características de los profesionales que la ejer-
cen. Entre ellas destacamos:
les [Hinsie y Campbell, El término [psicoterapia] debe reservarse para el tratamiento desempeñado por una
. persona formada profesionalmente [English y English, 1958].
10 Alejandro Ávila Espada ¿Qué es psicoterapia?
Psicoterapia es una forma de prestar ayuda, en la que un oyente formado y so- ha habido psicote
cialmente aceptado como tal intenta aliviar el malestar de un sufriente, mediante la coterapia) y sus ef
facilitación de ciertos cambios en sus sentimientos, actitudes y conducta [Frank, psicoterapia debe
1961, p. 114]. papel técnico des
efectos sobre el pf
La discusión sobre si la identidad del psicoterapeuta radica en su forma- Berzins (1977;
ción específica como tal, ha sido y es tópico de discusión principal. Eviden- (emparejamiento) .
temente estamos aquí ante la cuestión de las restricciones éticas y legales en
el ejercicio de la psicoterapia, aspecto que se revisará en el último epígrafe. [...] la idea de que e
Bernstein y Nietzel definen así al terapeuta: que otras. El desglc
condiciones bajo la
El terapeuta es alguien que, a través de un entrenamiento y experiencia especializa- cientes considerada:
dos. tiene una preparación para ayudar a que el cliei;ite supere la molestia que ha como un factor dec
motivado el deseo de tratamiento. El terapeuta debe poseer aquellas habilidades que una probabilidad ra
le permitan comprender la perturbación del cliente y luego interactuar con él de ineficientes [...] lo q1
tal forma que aprenda a manejar sus problemas actuales de una manera más eficien- evaluación aislada d
te [Bernstein y Nietzel, 1980, p. 309]. tigación seria acerca
La situación t
Aunque la posición de Bernstein y Nietzel es clara en cuanto a su decan-
una relación proJ
tamiento profesional, la utilización de no-profesionales para la implementa-
de intervención el
ción de técnicas psicoterapéuticas nos sitúa ante la incompletud de este cri-
terísticas peculiar<
terio definidor. Con independencia de fas restricciones que deban hacerse,
venciones que ofo
lo constitutivo de la psicoterapia son sus procesos, no la identidad de sus
racterísticas socio
agentes.
personalidad y apt
ta), y del terapeutt
d La psicoterapia definida por la relación. La psicoterapia es identificada ción teórica, exper
como una «clase especial de relación interpersonal» en la que se dan expe- Estos compon
riencias únicas de aprendizaje social, interacciones y activaciones t::mociona- racterísticas de la
les singulares, experiencias de crecimiento personal, etcétera. riedad entre terap
racterísticas socioc
El proceso terapéutico sucede como una experiencia de crecimiento única, creada o procesuales. Las
por una persona que busca y necesita ayuda de otra, la cual acepta la responsabili- esta cuestión y la 1
dad de ofrecerla [Allen, 1942, p. 45].
rapéuticas (Talley,
La psicoterapia es un proceso en el cual se logran cambios en la conducta del in-
del tratamiento e~
dividuo, como resultado de experiencias en la relación con una persona entrenada
en la comprehensión de la conducta [Stein, 1961, p. 7]. cientes y terapeut2
El reaprendizaje o nuevo aprendizaje que el paciente está apto para lograr a tra- No obstante, este
vés de la conversación con el terapeuta y a través de la relación personal sobreveni- aportado hasta el
da [White, 1964, pp. 283-284]. 1981).
Una experiencia emocional correctora [Alexander y French, 1946]. Buscando una
que casi todas las
Las definiciones basadas en la importancia de la relación nos plantean de evaluaciones p~
un problema. Si los efectos esperados por la relación no se dan, entonces ¿no nales; b. el deseo
l
Alejandro Avila Espada ¿Qué es psicoterapia? 11
1oyente formado y so- ha habido psicoterapia? Es importante distinguir entre el tratamiento Oa psi-
lsufriente, mediante la coterapia) y sus efectos (p. e. el aprendizaje, insight, crecimiento personal). La
es y conducta [Frank, psicoterapia debe ser definida por su proceso (y en él, especialmente por el
papel técnico desempeñado por el terapeuta) y no principalmente por los
efectos sobre el paciente.
a radica en su forma- Berzins (1977) está entre quienes han defendido un modelo de matching
ón principal. Eviden- (emparejamiento) entre paciente y terapeuta:
tes éticas y legales en
~n el último epígrafe. [. ..] la idea de que ciertas combinaciones de terapeutas y pacientes son más deseables
que otras. El desglose empírico de este problema requiere una comprensión de las
condiciones bajo las cuales, sin importar las características de los terapeutas y pa-
cientes consideradas por separado, la interacción de estas características se demuestra
experiencia especializa-
como un factor decisivo para los procesos o resultados de la psicoterapia [.. .]. Hasta
>ere la molestia que ha
una probabilidad razonable, algunas combinaciones entre un terapeuta y cliente son
quellas habilidades que
ineficientes [...] lo que sugiere que la investigación en psicoterapia debe trascender la
) interactuar con él de
evaluación aislada de las características del terapeuta y paciente y dirigirse a la inves-
ma manera más eficien-
tigación seria acerca de la interacción [Berzins, 1977, pp. 222-223].
La comunicación de una comprensión relacionada con la persona, con respeto y de- Coincido con Wein
seo de servir de ayuda [Reisman, 1971, pp. 135-136]. · rías típicas en las f
mentariamente las
Reisman no excluye que ese fenómeno se pueda producir en el contexto psicoterapia. Resalt~
de diferentes clases de relaciones interpersonales, aunque asume que lo más
frecuente es que se de en el seno de una relación profesional diseñada para a. Las que suf
que sea psicoterapéutica. Eso dependerá de tres fa_ctores: obsesiones, etc.) o 1
pectativa de estas p
l. La mayor capacidad del profesional formado en la comprensión de que estos síntomas 1
la conducta humana, para lograr sus objetivos de prestar ayuda al paciente. b. Las que ex¡
2. El carácter asimétrico de la relación psicoterapéutica profesional, en solver (inhibición la
beneficio del paciente y no del terapeuta. social, etc.). La expe
3. El carácter sistemático de la relación psicoterapéutica profesional. para los conflictos d
c. Las que est
Es entonces importante clarificar dos aspectos para perfilar la verdadera mentan el fracaso e
naturaleza de la psicoterapia. Distinguir la 'psicoterapia' de 'lo que puede pectativa es minimi
ser psicoterapéutico' y de llegar a lograr una 'relación profesional' sobre la través de un traba
'probabilidad de que se de la psicoterapia'. Comentaremos estos aspectos cantes.
brevemente:
Psicoterapia incluye los enfoques de tratamiento en los que el terapeuta ¿En qué medid:
intenta resaltar la comprensión que el paciente tiene de sí mismo, tanto en la ver- mite lograr los obje
tiente individual como en la de familias o grupos. Por otra parte en la psico- tocomprensión, se a
terapia no se incluyen los métodos de tratamiento en los que es el terapeuta lo que implicará qt
quien hace o gestiona acciones del paciente, más que promover el incremen- sus pensamientos, s
to de su autocomprensión. Por ejemplo, las técnicas de modificación de con-
resolver sus proble:
ducta, en las que el terapeuta propone planes de acción, pueden ser benefi- ron que en el conte
ciosas para el paciente, pero no se ajustan plenamente al concepto de vuelve a vivir emoc;
psicoterapia. La finalidad principal de la psicoterapia es tanto el incremento ra, con la ayuda del
de la autocomprensión que el paciente tiene de Sí mismo, a través de los mé- puede afrontar. Per
todos de comunicación que facilita el terapeuta, como el logro de cambios cluido de los objeti
específicos en la conducta. L. Garfield la ha dd
La psicoterapia implica efectuar un conjunto de procesos que se dan más
probablemente en el contexto de una relación terapéutica que en otros tipos
de relación: el énfasis en la comunicación de comprensión, respeto y deseo La interacción pers01
procura ayudar, mod
de ayudar. El hecho de que sea un psicoterapeuta profesional el que desarro-
1974, p. 214),
Alejandro Avila Espada
,:· Qué es psicoterapia? 13
ersona, con respeto y de- Coincido con Weiner en el interés que tiene identificar motivaciones prima-
rias típicas en las personas que solicitan ayuda psicoterapéutica, y comple-
mentariamente las expectativas que tienen sobre en qué les beneficiará la
roducir en el contexto psicoterapia. Resaltan así tres tipos de personas y demandas.
~ue asume que lo más
ffesional diseñada para a. Las que sufren por síntomas (del tipo de ansiedad, depresión, fobias,
·s: obsesiones, etc.) o bien tienen dificultades para pensar con claridad. La ex-
pectativa de estas personas es liberarse -aliviarse- del malestar emocional
en la comprensión de que estos síntomas les producen.
r ayuda al paciente. b. Las que experimentan ciertos «problemas de vida» que no logran re-
~éutica profesional, en solver (inhibición laboral, fracaso escolar, desajuste matrimonial, retraimiento
social, etc.). La expectativa es encontrar soluciones (formas de afrontam_iento)
éutica profesional. para los conflictos de la vida diaria.
c. Las que están genéricamente insatisfechas consigo mismas (experi-
a perfilar la verdadera mentan el fracaso en llegar a ser la clase de persona que les gustaría). La ex-
ia' de 'lo que puede pectativa es minimizar los conflictos que limitan su realización personal a
profesional' sobre la través de un trabajo productivo y unas relaciones interpersonales gratifi-
remos estos aspectos cantes. Ír
r
\')
los que el terapeuta ¿En qué medida atiende la psicoterapia estos diferentes problemas y per- ~t
ismo, tanto en la ver- mite lograr los objetivos? Si la psicoterapia es definida como proceso de au- ~ {
otra parte en la psico- tocomprensión, se asumirá el insight c·o mo objetivo principal del tratamiento, 1 ~
os que es el terapeuta lo que implicará que el sujeto devenga apto para reconocer y comprender V
remover el incremen-
modificación de con-
ón, pueden ser benefi-
sus pensamientos, sentimientos y acciones, y derivar de ello capacidad para
resolver sus problemas. Franz Alexander y Thomas French (1946) subraya- \f
et~
ron que en el contexto de ur'ia relación terapéutica favorecedora, el paciente '(
nente al concepto de vuelve a vivir emociones que no ha podido afrontar en el pasado, y que aho-
s tanto el incremento ra, con la ayuda del terapeuta y las características de la situación terapéutica,
o, a través de los mé- puede afrontar. Pero el logro de cambios objetivables no ha sido nunca ex-
o el logro de cambios cluido de los objetivos de la psicoterapia. Congruente con esta posición, Sol
L. Garfield la ha definido en los siguientes términos:
cesos que se dan más
tica que en otros tipos
La interacción personal sistemática, a través de la cual un individuo, el terapeuta,
nsión, respeto y deseo
procura ayudar, modificar o mejorar el comportamiento de otra persona [Garfield,
esional el que desarro- 1974, p. 214],
/
¿Qué es psicoterapia?
14 Alejandro Ávila Espada
Korchin se apega al argumento de que todos los sistemas de psicoterapia Describir el proc(
parten del supuesto fundamental de que la conducta puede ser cambiada, a res para conceptt
través del aprendizaje y reaprendizaje, difiriendo entonces sus concepciones que se interesan :
teóricas en cómo se logran dichos cambios o variaciones. El concepto de cía que se da entr
aprendizaje emocional, más que el intelectual o racional, . es central al con-
f cepto de la psicoterapia. Frieda Fromm-Reichmann afirmó: «El paciente ne- El terapeuta debe
! cesita una experiencia, no una explicación.» Esta autora reconoce como re- marias. El cliente e
quisito fundamental de la terapia efectiva que el terapeuta disponga de la El terapeuta debe e
capacidad para escuchar las demandas del paciente sin responder en función sempeño de su par
de sus necesidades y sentimientos personales o en función de las convencio- ción se verá afecta
nes sociales o morales. des y competencia
El psicoanálisis, sin embargo, ha puesto más énfasis en el componente in- cuanto persona, de
·necesidades insatis
telectual del aprendizaje: lograr el insight tal como lo estableció Freud. En su
sus propios proble
evolución posterior, el psicoanálisis ha distinguido entre dos tipos comple-
el proceso psicodi
mentarios de insight: el «insight» emocional y el «insight» intelectual El logro p. 218],
de la experiencia emocional correctora lleva, comúnmente, cierto · tiempo y
requiere la participación activa del paciente. Pero incluso para el psicoanáli- mientras que Ha
sis, una psicoterapia solo basada en el insight no es completa. El insight no es terapeuta dinámi
el fin último, sino que han de darse cambios en la conducta. Tales cambios c10n:
no van a cifrarse sólo en expresiones de conductas concretas (excesos o de-
fectos) referidas como síntomas, sino en la capacidad para resolver proble-
[...] el campo 11am:
mas presentes o futuros o en la evolución hacia una manera de vivir más gra- que necesita ayuda
tificante y abierta a las posibilidades. El cambio pasa así a ser enunciado una serie de intera
como el objetivo último 4 . sutil y prolongado
Cambio no debe considerarse equivalente a cura. La psicoterapia es un mientos y la condt
procedimiento de ayuda, no un procedimiento de curación; es un conjunto de siderará como tera¡
medios para facilitar el desarrollo del cambio deseado más que el camino
para conseguir un cambio total y permanente. Esto se refleja en la elabora- y Strotzka defien¡
ción de criterios para la terminación de la psicoterapia. La psicoterapia pue- de tratamiento:
de llegar a su final bien porque el paciente haya logrado un progreso subs-
tancial en sus objetivos y haya devenido apto para controlar su propio La psicoterapia es
proceso de desarrollo, bien porque sea improbable que los esfuerzos que re- fluir en los trastorr
suadamente (entre
dos de tratamiento
4El lector debe acudir al capítulo 2, en el que el concepto psicoanalítico de psicoterapia
las veces verbal, p{
es abordado en profundidad.
¿Qué es psicoterapia? 15
Alejandro Ávila Espada
temas de psicoterapia Describir el proceso psicoterapéutico ha sido la vía escogida por algunos auto-
uede ser cambiada, a res para conceptualizar la psicoterapia. Richard H. Dana (1966) está entre los
ces sus concepciones que se interesan por los fenómenos del proceso de conocimiento y experien-
mes. El concepto de cia que se da entre paciente y terapeuta:
1al, es central al con-
rmó: «El paciente ne- El terapeuta debe impartir al cliente información y sentimientos en cuatro áreas pri-
ra reconoce como re- marias. El cliente debe saberse importante para el terapeuta en cuanto su semejante.
peuta disponga de la El terapeuta debe cuidar de su bienestar y ser razonablemente confidencial en el de-
responder en función sempeño de su papel. Si está inseguro, el cliente sentirá esa duda o ansiedad, la rela-
:ión de las convencía- ción se verá afectada. El terapeuta debe tener, y utilizar, un repertorio de habilida-
des y competencias. Finalmente, el terapeuta debe ser consciente de sí mismo en
cuanto persona, de los efectos potenciales de ello sobre el cliente, y de sus propias
en el componente in-
necesidades insatisfechas. Sin esta toma de conciencia el terapeuta puede confundir
:tableció Freud. En su sus propios problemas con los del cliente. Esto es similar a la exégesis que se da en
tre dos tipos comple- el proceso psicodiagnóstico realizado mediante técnicas proyectivas [Dana, 1966;
t» intelectual. El logro p. 218],
1ente, cierto tiempo y
1so para el psicoanáli- mientras que Hans H. Strupp, en su análisis teórico de la contribución del
1pleta. El insight no es terapeuta dinámico, pone el foco de atención en la cualidad de la interac-
11ducta. Tales cambios c10n:
ncretas (excesos o de-
para resolver proble- [...] el campo llamado 'psicoterapia' comprende a una persona que ha reconocido
mera de vivir más gra- que necesita ayuda, a un experto que h~ consentido en proporcionar esa ayuda y a
1 así a ser enunciado una serie de interacciones humanas, cuyo carácter suele ser sumamente intrincado,
sutil y prolongado, y tiene por objeto producir cambios beneficiosos en los senti-
La psicoterapia es un mientos y la conducta del paciente, cambios que la sociedad, genénericamente, con-
ón; es un conjunto de siderará como terapéuticos [Strupp, 1977, p. 3], ·
lo más que el camino
! refleja en la elabora- y Strotzka defiende el papel del «consenso» en la definición de los objetivos
l. La psicoterapia pue- de tratamiento:
ado un progreso subs-
1 controlar su propio La psicoterapia es un proceso interaccional consciente y planificado con vistas a in-
e los esfuerzos que re- fluir en los trastornos del comportamiento y los estados de sufrimiento que, consen-
suadamente (entre paciente, terapeuta y grupo de referencia) se consideran necesita-
dos de tratamiento, mediante medios psicológicos (por la comunicación) las más de
:icoanalítico de psicoterapia las veces verbal, pero también no verbal, en el sentido de un fin definido, si es posi-
16 Alejandro Ávila Espada
¿Qué es psicoterapia?
l. La psicoterapia consiste en una relación interpersonal entre por lo menos dos l. La creacié
participantes, uno de los cuales (el terapeuta) tiene un entrenamiento y experiencia ayuda, caracteriza1
especial en el manejo de los problemas psicológicos. nuina de ser capaz
2. El otro participante es un cliente que experimenta algún problema en su 2. La utiliza,
; ajuste emocional, conductual o interpersonal y ha iniciado la relación (terapéutica) al paciente. Strup¡
· con el fin de resolver su problema. tión o persuasión;
''
3. La relación psicoterapéutica es una alianza de ayuda pero con propósitos ción abierta, espo
bien definidos, en la cual se utilizan varios métodos, en su mayor parte de naturaleza
I psicológica, con el objeto de provocar los cambios que el cliente desea y el terapeuta
niveles; d. la facil
aprueba.
consecuencias pos
4. Estos métodos se basan en alguna teoría formal acerca de los problemas psi- 3. La capaci,
cológicos en general y de la queja específica del paciente en particular. · terapia.
5. Independientemente de las inclinaciones teóricas, la mayoría de los terapeu-
tas emplean varias técnicas de intervención: fomentar el insigh~ reducir el sufrimien- Y en otro tra
to emocional, fomentar la catarsis, proporcionar información nueva, designar tareas cual sea su orient:
fuera de la terapia, y aumentar la fe de los clientes y sus expectativas de lograr cam- técnicas estará en
bios [Bernstein y Nietzel, 1980, p. 320]. subrayaba que evi,
mostraron que la
Esta posición, junto con el énfasis en subrayar el carácter científico de la terapeutas orienta:
psicoterapia, es compartida por la mayoría de los tratadistas contemporá- distintivo de la pi
neos. Por ejemplo, Huber (1987), apoyándose en Bastine (1982) ha formula- estas técnicas: «de
do cinco criterios que deben cumplirse para que pueda hablarse de psicote- de saber cuándo )
rapia: la empatía, etc., y :
nerse de hacerlo»
l. Que esté basada sobre una teoría científica de la personalidad y sus trastornos. cindible como cm
2. Que se funde sobre una teoría científica de la modificación de tales tras-
to de la práctica, g
tornos.
3. Que presente evaluaciones empíricas de sus efectos, positivos y negativos.
4. Que actúe sobre los trastornos del comportamiento o estados de sufrimiento
considerados necesitados de intervención. III. CLASIFICACié
5. Que sea practicada por personas formadas y competentes [Huber, 1987,
p. 153]. Herink (1980) ha,
nidense- que el
Pero Huber destaca también que la psicoterapia no se puede definir de psicoterapias, sost
forma estática sino que es imprescindible hacer referencia a las característi- sus seguidores y le
cas de la situación terapéutica y a los elementos de su proceso. sobre esta cuestiór
Alejandro Avila Espada ¿Qué es psicoterapia? 17
o estructural de la per- Establecer las condiciones para el cambio terapéutico ha sido frecuente-
s sobre la base de una
mente el medio utilizadoparaaescribir los procesos terapéuticos genera-
~, p. 4].
les, aquellos que caracterizan a toda intervención psicoterapéutica. Un
está presente en mu- acercamiento posible al concepto de qué es psicoterapia puede basarse en
logía clínica, Bernstein la identificación de estos factores generales o comunes. Strupp (1973a)
a y estructuralmente, concreta en tres las condiciones esenciales para el cambio a través de la
psicotera pía:
:ntre por lo menos dos l. La creación y mantenimiento por el terapeuta de una relación de
namiento y experiencia ayuda, caracterizada por el respeto, el tacto, el interés y la convicción ge-
nuina de ser capaz de prestar ayuda.
algún problema en su 2. La utilización de técnicas mediante las cuales el terapeuta influye
la relación (terapéutica) al paciente. Strupp cita entre las diferentes técnicas las siguientes: a. suges-
tión o persuasión; . b. instar a la exploración de sí mismo, a la comunica-
ia pero con propósitos ción abierta, espontánea y honesta; c. la interpretación en sus diferentes
1yor parte de naturaleza niveles; d la facilitación de normas y modelos; e. el logro de mejorías o
nte desea y el terapeuta
consecuencias positivas.
3. La capacidad del paciente de aprovecharse de la experiencia de la
:a de los problemas psi-
articular. terapia.
mayoría de los terapeu-
:h~ reducir el sufrimien- Y en otro trabajo Strupp (1973b) planteará que todo terapeuta, sea
1 nueva, designar tareas
cual sea su orientación teórica, si utiliza adecuadamente este conjunto de
ectativas de lograr cam- técnicas estará en condiciones de producir efectos terapéuticos. Y a Huber
subrayaba que evidencias anteriores (Fiedler, 1950b; Sloane et al., 1975) de-
mostraron que la adscripción teórica a una escuela no presuponía que los
trácter científico de la terapeutas orientasen su práctica según esos principios. Y según Strupp, lo
Hadistas contemporá- distintivo de la psicoterapia sería tanto el arte como la ciencia de utilizar
ne (1982) ha formula- estas técnicas: «de manejar la actitud terapéutica de una forma apropiada,
ª hablarse de psicote- de saber cuándo y cómo comunicar- el interés, el respeto, la comprensión,
la empatía, etc., y sobre todo, lo que es aún más importante, cuando abste-
nerse de hacerlo» (Strupp, 1973a, p. 2). El basamento científico es impres-
lidad y sus trastornos. cindible co_rpo cuestionamiento del por qué, pero no es un a priori absolu-
dificación de tales tras- to de la práctica, que retiene su nexo fundamental con la experiencia.
positivos y negativos.
:, estados de sufrimiento
III. CLASIFICACIÓN DE LAS PSICOTERAPIAS
petentes [Huber, 1987,
Herink (1980) ha estimado -habla desde el variopinto escenario estadou-
nidense- que el psicoterapeuta actual puede escoger entre al menos 250
o se puede definir de psicoterapias, sostenidas por el entusiasmo -u osadía- de su fundador,
ncia a las característi- sus seguidores y los usuarios satisfechos. Parloff (1968) ya había advertido
roceso. sobre esta cuestión:
/
18 Alejandro Ávila Espada ¿Qué es psicoterapia?
No hay forma de psicoterapia que haya sido iniciada sin pregonar que tiene ventajas ticas de entrenam
terapéuticas únicas. Pero ninguna forma de psicoterapia ha sido abandonada a causa terpreta o refleja 12
de su fracaso en cumplir lo que pregona [Parloff, 1968, p. 493]. 2. El énfasi!
versus la relación
Ya en 1959, Harper describía treinta y seis sistemas de psicoterapia, cifra
rapeuta en cuanto
que sin pretender ser exhaustiva no ha cesado de aumentar con el paso del
para la investigaC
tiempo y la maduración de los diferentes enfoques de la psicoterapia. Mi-
manera clara y un
chaelis (1981) habla de 300 modalidades que reclaman para sí un lugar en la
psicoterapia. Korchin (1976) ha llegado a insinuar que de hecho hay tantas
Kendall y No1
psicoterapias como psicoterapeutas. Esta afirmación -ciertamente irónica-
rentes modalidad,
alude al inevitable fenómeno de la singularización de la práctica, más allá de
~ n el cuadro 1 pl
las exigencias teóricas de ajuste a un modelo preciso. A la vez, si nos centrá-
el contexto de est
semos en la observación de lo que los terapeutas hacen dé Jacto, afrontaría-
yan la importanci
mos una gran dificultad para distinguir estructuralmente entre sí muchas de
field (1980), supoJ
estas prácticas psicoterapéuticas, aunque se titulen ·de forma muy diferente.
da paciente. Pero
Más allá del carácter prolífico de este campo, los esfuerzos clasificatorios
peculiaridades de
sobre las psicoterapias han estado estrechamente unidos a las conceptualiza-
desarrollos teóricc
ciones sobre sus analogías y diferencias, puntos de convergencia y aspectos
Parloff (1967)
singulares. En el presente apartado vamos a ocuparnos de examinar algunas
objetivos últimos
de las diferencias que singularizan los diferentes enfoques, estructurando una
implican visio
sistemática para una clasificación global de las psicoterapias. Necesariamente,
duo a la sociedi
cualquier clasificación se va a tener que e_stablecer en base a principios bási-
reducción de sínt
cos relacionados con las diferentes concepciones epistemológicas y metodo-
que se han visto
lógicas de la psicoterapia, hasta donde las haya, y en e l cruce de-éstas con las
descritos por Sur
exige nc ias que k)s difere ntes contextos de aplicación y clases de sujetos im-
pongan.
- ----- -- - que incluyen los s
Tópico es ya citar los trabajos de Fiedler (1950a, 1951) que nos mostra-
l. fortalecer
ron cómo las prácticas efectivas de psicoterapeutas adlerianos, rogerianos y
mente»;
psicoanalíticos eran mucho más parecidas entre sí que lo que podría des-
2. reducir 1:
prenderse del análisis de las posiciones teóricas. Algunos autores han subra-
tos;
yado la importancia de la flexibilidad con que el terapeuta debe interpretar
3. liberar el
las exigencias teóricas y de método de un determinado sistema, en función
4. cambiar 1
del sujeto y el problema concreto en el que interviene. En el campo del psi-
5. modifica1
coanálisis esta cuestión ha sido objeto de fuerte controversia. Alexander y
6. obtener l
French (1946) están entre los defensores pioneros de la flexibilidad.
7. facilitar 1:
Son muy numerosas las revisiones sobre las características de los distin-
8. lograr un
tos sistemas de psicoterapia. Entre las clásicas destacan las de Corsini (1973),
9. alterar es
Ford y Urban (1963), Harper (1959), Heine (1971), Stein (1961), Korchin
10. alterar e
(1976), Wolberg (1967) y JJ'einel:: (1976). Este último destaca dos ejes para di-
11. cambiar
ferenciar los enfoques psicoterapéutko s:
~ l. El papel activo versus pasivo del psicoterapeuta. El terapeuta activo W einer (197<:
dirige las asociaciones, aporta aspectos d·e su propia experiencia, emplea tác- tre los eaj'~ques e
¿Qué es psicoterapia? 19
Alejandro Ávila Espada
onar que tiene ventajas ticas de entrenamiento o aprendizaje para el paciente. El terapeuta pasivo in-
·do abandonada a causa terpreta o refkj_q_las produccio!les del paciente; --
2. El énfasis en los rocedjr_we_ptos té~nicos que utiliza el terapeuta
versus la relación interpers_ollª1.s.~o la «técnica» principal que facilita el te-
de psicoterapia, cifra
rapeuta en cuanto agentes de cambio. Pero estos ejes «técnicos», interesantes
entar con el paso del
para la investigación sobre el proceso de cambio, no permiten clasificar de
e la psicoterapia. Mi-
manera clara y unívoca las psicoterapias de diferentes orígenes teóricos.
para sí un lugar en la
de hecho hay tantas
Kendall y Norton-Ford (1982) han sugerido una asociación entre las dife-
ciertamente irónica-
rentes modalidades de psicoterapia y sus finalidades, que según se muestra
ª práctica, más allá de ~n el~ uadro 1 pueden identificarse a través de ejemplos característicos. En
la vez, si nos centrá-
el contexto de estas asociaciones medios-fines, Kendall y Norton-Ford subra-
en de facto, afrontaría-
yan la importancia potenci~l de la solución ecltfctica que, como propone Gar-
te entre sí muchas de
field (1980), supone utilizar diferentes métodos según las necesidades de ca-
rma muy diferente.
da paciente. Pero el eclecticismo es, hoy por hoy, más una resultante de las
sfuerzos clasificatorios
peculiaridades de la formación de algunos terapeutas que la consecuencia de
s a las conceptualiza-
mvergencia y aspectos
s de examinar algunas
desarrollos teóricos acabados.
Parloff (196 7) ha señalado que los psicoterapeutas difieren tanto en los
objetivos últimos como en los intermedios. Los objetivos últimos de la tera-
-
es, estructurando una
a implican v_is-iones globales sobre el individuo~·la salud y el ajtiste del indi-
apias. Necesariamente,
duo a la sociedad. Los objetivos intermedios están más relacionados con la
base a principios bási-
reduccion- de síntomas, restaurar niveles previos de funcionamiento personal,_
emológicas y metodo-
que ;e han visto alterados, y un sinfín de ·aspectos concretos del tipo de los
cruce de éstas con las
descritos por Sundberg y Tyler (1962) como «propósitos básicos», entre los
clases de sujetos im-
que incluyen los siguientes:
1951) que nos mostra-
l. fortalecer la motivación del paciente para hacer las cosas «correcta-
lerianos, rogerianos y
mente»;
e lo que podría des-
2. reducir la presión emocional, facilitando la expresión de sentimien-
os autores han subra-
tos;
euta debe interpretar
3. liberar el potencial de crecimiento;
~o sistema, en función
4. cambiar hábitos de conducta;
e. En el campo del psi-
5. modificar la estructura cognitiva personal;
troversia. Alexander y
6. obtener un mayor conocimiento de sí mismo;
flexibilidad.
t
tterísticas de los distin-
7. facilitar la comunicación y las relaciones interpersonales;
8. lograr un mayor conocimiento que facilite la toma de decisiones;
' las de Corsini (197 3),
9. alterar estados corporales disfuncionales;
Stein (1961), Korchin
10. alterar estados de conciencia, y
estaca dos ejes para di-
11. cambiar el entorno social.
!Ita. El terapeuta activo Weiner (1976) ha centrado sus esfuerzos clasificatorios en distinguir en-
tre los enfoques de descubrimiento y de apoyo. Los enfoques de descubrimiento,
:xperiencia, emplea tác- - . ---·
20 Alejandro Ávila Espada ¿Qué es psicoterapia?
orientadas al insight _ que estructurar una clasificación de las psicoterapias ha centrado el interés
sión de los orígenes de numerosos autores. Una de las ro uestas más interesantes es la de Ri-
dándole a modificar chard H. Dana (1966), quien desarrolla una pr()puesta decfasificación di- -
> sus dificultades en mensiona según las características estructurales de las psicoterapias. Dana
:!arecer ti porqué de escoge tres dimensiones: -
terapia
CUADRO 2. Clasificación de las psicoterapias según las dimensiones de Dana (1966)
Responsabilidad
Dimensiones
(
22 Alejandro Avila Espada ¿Qué es psicoterapia?
La disyuntiva entre poner el énfasis !_n la tf.cnica administrada por el tera- CUADRO 3. Clasificacú
peuta o en la relación entre paciente-client;;-y terapeuta es indudablemente
uno de los ~iterios más claros para clasificar «técnicamente» las psicotera- l. Psicoterapias
pias. El predominio del énfasis técnico es saracterístico ge la terll,pi3,_de con- líticas:.
ducta- y, en parte, dé la psicoterapia psic~~nalítica,. El énfasis en la _relación es
característico del enfoque no directivo y de la psico.!!:!:apia existencial. . 11. Psicoterapias
Otra opción clasificatoria es acudir a la utilización de criterios teórico-ra- del psicoanális
cionales para establecer una propuesta que respete una descriptiva apegada a
la evoh:1ción histórica de la psicoterapia. Ha primado en el establecimiento
de nuestra sistemática una combinación de elementos de coherencia concep-
111. Psicoterapias 1
tual e histórica, junto con características estructurales «modélicas» de las di-
les:
ferentes psicoterapias. A fin de no propiciar un excesivo detalle, hemos
obviado formas menores o sistemas recientes de psicoterapia que no tengan
ya una larga tradición establecida. La clasificación . obtenida -véase el cua-
dro 3- no resuelve todos los problemas, pero se apega a la necesaria claridad
didáctica. Por ejemplo, en el apartado de las psicoterapias psicoanalíticas se
han escogido «focos» teórico-técnicos, justificados a la vez por las principales
áreas de influencia teórica del psicoanálisis actual. Sin embargo, en el apartado
IV. Terapias cogni
II ha sido necesario conciliar la dependencia conceptual de los primeros disi-
dentes del psicoanálisis -en este caso los discípulos de Adler y Jung- con la
influencia mediada que remite las principales aproximaciones al trabajo corpo-
ral a un basamento más remoto, pero cierto, en el psicoanálisis. La filiación
existencial de la terapia Gestalt, el psicodrama no psicoanalítico o el análisis
transaccional, es una opción explicativa discutible, pero justificada cuando se
revisan las finalidades a las que se dirigen estas técnicas.
V. Terapias de co
Se ha optado por distinguir netamente entre las terapias cognitivas y las
terapias de conducta, a pesar de que esta distinción es todavía bastante pro-
blemática, y de hecho algunas de las técnicas que se ejemplifican en la clasifi-
cación pueden legítimamente pertenecer indistintamente a uno u otrn apar-
tado. Pero somos de la opinión de que se está dando una progresiva e
inexorable delimitación de ambas vertientes. Finalmente se han otorgado
apartados a las hipnoterapias, cuya identidad conceptual y técnica pensamos
debe prevalecer sobre la finalidad o el contexto de aplicación; y también a la
psicoterapia integradora, opción descriptiva de una finalidad: la integración
conceptual de las diferentes psicoterapias en una alternativa que supera el
mero eclecticismo técnico en una propuesta de alcance teórico, aún insufi-
cientemente estructurada.
Pero las psicoterapias han de clasificarse también en función de sus mo-
dalidades de aplicación, según se recoge en el cuadro 4. Poseen especificidad
propia suficiente los ejes «Posición en el ciclo vital»; «Niveles de agrupa-
ción» y «Duración de la psicoterapia». Estos ejes derivan tanto de criterios
profesionales como técnicos, ya que los primeros suelen venir determinados
Alejandro Ávila Espada ¿Qué es psicoterapia? 23
tinistrada por el tera- CUADRO 3. Clasificación de las psicotera¡n'as según su enfoque teórico
L es indudablemente
nente» las psicotera- l. Psicoterapias psicoana- a) Centrada en las relaciones objetales.
de la terapia de con- líticas: b) Centrada en el yo/ Self.
isis en la relació~ e) Centrada en el «sujeto».
ia existencial. 11. Psicoterapias derivadas a) Psicoterapia adleriana.
e criterios teórico-ra- del psicoanálisis: b) Análisis jungiano.
lescriptiva apegada a e) Terapias corporales.
Vegetoterapia.
:n el establecimiento - Bioenergética.
! coherencia concep-
nodélicas» de las di- 111. Psicoterapias existencia-
les: a) Análisis existencial.
:sivo detalle, hemos Análisis existencial.
:rapia que no tengan - Logoterapia.
nida -véase el cua- - Psicoterapia existencial-humanista.
la necesaria claridad b) Enfoque centrado en la persona.
e) Terapia Gestalt.
ias psicoanalíticas se
d) Psicodrama moreniano.
:z por las principales e) Análisis transaccional.
bargo, en el apartado
IV. Terapias cognitivas: a) Terapia racional-emotiva.
de los primeros disi-
b) Terapia cognitiva clásica.
~dler y Jung- con la e) Terapia de constructos personales.
mes al trabajo corpo- d) Terapia cognitiva estructural.
::>análisis. La filiación f) Terapia semántica.
malítico o el análisis g) Terapia cognitiva de resolución de
problemas interpersonales.
justificada cuando se h) Terapia cognitiva interpersonal.
- - - CUADRO 3. Clasificación de las psicoterapias según su enfoque teórico (continuación) psicoterapia breve y fo
aprendizaje social, inc
- Inoculación al estrés. modelos de la terapia,
- Técnicas de manejo de la ansiedad.
cipalmente el construc
- Solución de problemas impersonales.
esfuerzos por estructu
VI. Hipnoterapias: a) Hipnoanálisis. tenta organizar a nivel
b) Psicoterapia ericksoniana.
rritorio de estos cuatrc
e) Hipnoterapia cogniti_vo-conductual.
rapia como un conjui
VII. Psicoterapia integradora: (múltiples versiones) interdisciplinar en cuant1
dos de modelos téoricos :
por subespecialidades profesionales, mientras que el último, de base técnica,
finalidad principal la res¡
es también producto de una relación cualificada entre la oferta (posibilidades portamiento y/o la indti
de la técnica) y la demanda (restricciones desde el contexto). presión de la conducta el
--
duos en sociedad
Se hace referencia
CUADRO 4. Clasificación de las psicoterapias según su modalidad de sistemas teórico-técn1
todo acto psicoterapéu
l. Según el ciclo vital de los sujetos: Niños/as. su aplicación concreta
Adolescentes. texto, preciso. Se enu 1
Adultos. multiprofesional en su p
- Ancianos. te modelos reduccion~
11. Seg ún los niveles de agrupación: Individual. coterapia en coto priv·
Pareja. tura hacia la importarn
Familia. sujeto como terapeuta
Grupo.
Institución. rísticas del objeto de
co y lo social cuyos líE
11 1. Seg ún la duración: Psicoterapias breves. ya que la psicoterapia
Psicoterapias .de duración defi nida.
Psicoterapias de duración media. ciencias. Y finalmente,
Psicoterapias de larga duración. coterapia es esencialn¡
resolución por medios PJ
IV. Según la finalidad: Intervención en crisis.
Psicoterapia focal. yar la especificidad de
Psicoterapia de apoyo. cía de lo psicoterapé~
resolverse por la exig{1
les de expresión de la e
biopsicosocial -conce
los derechos del indiv
IV. ¿QUÉ ES LA PSICOTERAPIA? Toda definición s
de objetivación de ul
Tanto nuestra experiencia como las propuestas de los epistemólogos de la de forma ideal, su de
clínica convergen en apuntar que la psicoterapia contemporánea discurre requisitos que ha de
principalmente por cuatro ejes conceptuales: a. la psicoterapia psicoanalítica, tual aspira a lograr un
especialmente potenciada en los modelos derivados de la investigación de la
ello ha de contar con 1
Alejandro Ávila Espada ¿Qué es psicoterapia? 25
rico (continuación) psicoterapia breve y focal; b. la terapia de conducta basada en la teoría del
aprendizaje social, incluyendo la utilización de técnicas cognitivas; c. los
rés. modelos de la terapia cognitiva que van logrando solidez conceptual (prin-
3jo de la ansiedad. cipalmente el constructivismo y la terapia cognitiva-interpersonal) y d los
emas impersonales.
esfuerzos por estructurar una «psicoterapia integradora», posición que in-
tenta organizar a nivel teórico una versión actual del eclecticismo. En el te-
1iana. rritorio de estos cuatro ejes, podemos esbozar una definición de la psicote-
•o-conductual.
rapia como un conjimto de sistemas teórico-técnicos aplicados, de carácter
interdisciplinar en cuanto a sus objetivos y multiprofesional en su práctica, deriva-
dos de modelos téoricos y de investigación de diferentes ciencias, y que tiene como
finalidad principal la resolución por medios psicológicos de los trastornos del com-
!timo, de base técnica,
portamiento y/o la inducción de cambios estables en los diferentes niveles de ex-
.a oferta (posibilidades
presión de la conducta en orden al logro del bienestar biopsicosocial de los indivi-
:xto).
duos en sociedad.
Se hace referencia en esta definición a la psicoterapia como un conjunto
de sistemas teórico-técnicos aplicados por la imprescindible articulación que
todo acto psicoterapéutico implica entre modelo teórico, recursos técnicos y
su aplicación concreta en un individuo, para un problema dado y en un con-
texto preciso. Se enuncia el carácter interdisciplinar en cuanto a sus objetivos y
multzprofesional en su práctica, porque actualmente ya no se plantean seriamen-
te modelos reduccionistas de corte profesional que pretendan erigir a la psi-
coterapia en coto privado de ninguna profesión, e incluso prevalece la aper-
tura hacia la importancia de las acciones de los no-profesionales y del propio
sujeto como terapeuta. La interdisciplinaridad viene exigida por las caracte-
rísticas del objeto de estudio e intervención, entre lo biológico, lo psicológi-
co y lo social cuyos límites no pueden trazarse claramente. Por ello se subra-
breves. ya que la psicoterapia deriva de modelos téoricos y de investigación de diferentes
de duración definida.
de duración media.
ciencias. Y finalmente, hemos de referirnos al nivel teleológico, que en la psi-
de larga duración. coterapia es esencialmente complejo, y que hemos definido en términos de
resolución por medios psicológicos de los trastornos del comportamiento, para subra-
~n crisis.
ocal.
yar la espec)ficidad de las acciones que la psicología aporta, y que es la esen-
le apoyo. cia de lo psicoterapéutico. La imprecisión del concepto de curación puede
resolverse por la exigencia de inducción de cambios estables en los diferentes nive-
les de expresión de la conducta, cambios cuya finalidad es el logro del bienestar
biopsicosocial -concepto integral de salud-, entendido en sus límites entre
los derechos del individuo y los de la sociedad.
Toda definición supone una expresión de consenso dentro de los límites
de objetivación de una realidad. Aunque la psicoterapia pueda ser descrita
s epistemólogos de la de forma ideal, su definición no es más que una expresión ordenada de los
htemporánea discurre requisitos que ha de cumplir una psicoterapia científica. La psicoterapia ac-
,terapia psicoanalítica, tual aspira a lograr un pleno estatus de disciplina científica aplicada, y para
la investigación de la ello ha de contar con las aportaciones de la investigación.
26 Alejandro Avila Espada ¿Qué es psicoterapia?
Desde los años treinta se generalizan las aplicaciones específicas del psi-
fERAPIA coanálisis al tratamiento de los trastornos en la infancia, y más tarde a la ado-
lescencia. La formalización teórica y técnica de la psicoterapia psicoanalítica
. psicoterapia escapa a breve, desde la contribución pionera de Alexander y French (1946) a los es-
por la presentación de tudios clínicos y de investigación de Malan (1963) completa el panorama de
rio perfilar una distin- aplicaciones de la psicoterapia psicoanalítica, que se ocupa de todo tipo de
igico, constatamos que trastornos específicos, para los que se puedan identificar objetivos dinámicos
~ sino también los ni- focales. A pesar de esta significativa evolución a través de un ensanchamiento
:mos de ser coherentes de los planteamientos teóricos y mayor disponibilidad de recursos técnicos,
no obstante restringir- para el psicoanálisis, la cuestión de la aplicabilidad de la psicoterapia sigue
la curación por medios consistiendo en una valoración -más refinada y abarcativa- de accesibili-
) la inducción de cam- dad y analizabilidad.
: la conducta en orden Vamos a considerar ahora las aplicaciones desde una perspectiva más ge-
~n sociedad». nérica, no desde las características estructurales del sujeto, sino desde la rela-
)terapia ha sido el trata- ción entre áreas de necesidades y objetivos de intervención. Tanto para la
do la psicoterapia -so- psicoterapia psicoanalítica, como las restantes psicoterapias (derivadas del
:ífica en ·sus técnicas de psicoanálisis, existenciales y experienciales, cognitivas) puede establecerse un
difuso que la referencia marco común, que consideraremos especialmente en cuanto a la realidad es-
isis se pasa a hablar de pañola.
o por parte de los suje- El marco y program¡is institucionales de las intervenciones de salud dis-
leterminados trastornos. tingue entre atención y prevención, y a su vez recoge especificaciones en los
de acción en un sujeto, niveles primario, secundario y terciario. En la atención primaria se interviene
:rza del Yo», capacidad con un modelo de acción precoz breve, en el que tienen utilidad las acciones
:lad», capacidad para es- de intervención en crisis. La intervención específica en salud mental está co-
etc. Ya no se considera locada en España en el segundo escalón de la atención (atención secundaria),
inciones diagnósticas es- nivel donde pueden tener lugar los tratamientos específicos. El nivel tercia-
> que se trata de valorar rio incluye los planteamientos rehabilitadores.
1do para ello una prime- Desde la óptica de las acciones públicas en materia de salud, toda utiliza-
lorativa inicial a estable- ción de recursos de tratamiento ha de estar en función de su adecuación a
ida. las posibilidades de los programas. Esta característica es muy importante, ya
: las técnicas, la psicote- que implica que sólo se puede disponer de los tratamientos en las condicio-
tciones iniciales, restrin- nes que prevea el programa de intervención. Veamos en el cuadro 5 ciertas
mstituido, capacidad de correspondencias entre contextos, programas y recursos.
:os (desde Alexander) y Las correspondencias planteadas dejan entrever que la psicoterapia típi-
personalidad narcisista, ca (de larga duración) tiene una aplicación limitada en el marco de la asisten-
Kiones tanto en los mo- cia pública, que su actual estructuración en programas no permite ampliar.
los ejemplos más repre- Es, curiosamente, la atención primaria la que en este momento está ofrecien-
, Kernberg). También al do mayores posibilidades para la inserción de la intervención psicológica.
: mediante el diseño de Complementariamente a este panorama, es la red asistencial privada la que
on los pacientes (desta- brinda todo el abanico de recursos de tratamiento, la que ofrece de hecho
romm-Reichman) y nue- los tratamientos de larga duración. Debemos, sin embargo, considerar que la 1
tcan). formación del psicólogo clínico en cuanto psicoterapeuta ha de orientarse a
¿Qué es psicoterapia?
28 Alejandro Ávila Espada
renda al modelo :
de quienes se introducen «alegremente» en un campo de tanta complejidad
problemática: el ps
teórica y clínica sin la más mínima preparación, y ofreciendo a sus clientes
ter de tal a la hor
competencias de las que carecen.
con la exigencia d~
La formación como psicoanalista ha estado restringida en algunos países
plantean.
-p. e. en EE UU- permitiendo sólo el acceso a los médicos y hasta épocas
muy recientes (1989) excluyendo a los psicólogos de la posibilidad de ser
miembros de pleno derecho de las asociaciones u ocupar puestos de analista
didáctico o supervisor. Esta situación ya no se da .e n la actualidad, aunque
RESUMEN
quedan secuelas de la misma.
Otras escuelas de psicoterapia han instalado controles o criterios extra-
Se efectúa un reco
académicos a semejanza de los del psicoanálisis. Es el caso de la terapia Ges-
ceptual de la psic<
tah el análisis transaccional, el psicodrama, por citar sólo unas pocas. La pre-
mientas, profesion·
gunta que cabe plantearse es si hay ciertas exigencias mínimas que todo
ladón terapéutica).
psicoterapeuta debe cumplir. Aunque este tema no puede resolverse de for-
los fines de la psic
ma dogmática, hay ciertos ejes en los que coinciden la mayoría de los auto-
propios procesos tJ
res, y que a su vez empiezan a generalizarse como criterios de admisión en
al nivel de la con~
las asociaciones científico-profesionales de · los psicoterapeutas. Son los si-
bida principalmen
guientes:
no de «curación»
proceso de la psico
- la adquisición de una formación especializada particularmente so-
clarificar esta cuest
fisticada, de acuerdo a las aportaciones teóricas y tecnológicas de cada en-
exigencias de basal
foque.
los que opera. Así
- la reconsideración de procesos de la persona del terapeuta (conoci-
sistemas teórico-té<
miento de sí mismo), al menos hasta el mismo nivel de exigencia que se pone
sus objetivos y m
en juego en los tratamientos que conduce.
ricos y de investig:
- un período razonablemente extenso de práctica supervisada o con-
principal la resoluc
trolada por un terapeuta con un nivel de experiencia muy superior al del te-
portamiento y/o la
rapeuta que se inicia. Este tipo de actividades de supervisión se continúan,
de expresión de la
intermitentemente, durante largos períodos. La supervisión no sólo tíene una
de los individuos e
finalidad técnica, sino también de resolución de los problemas deontológicos
Las psicoterapi:
que se planteen.
identificados tanto
- la continuación de la formación teórico-clínica, mediante cualquier ti-
una sistemática con
po de actividades de reciclaje, en las que el terapeuta se pone al día de los
utilización de crite1
nuevos conocimientos logrados en su área de especialidad y áreas conexas.
(psicoterapias psico:
- un compromiso con la investigación clínica, que al menos se traduce
vas, de conducta, h
en el seguimiento sistemático de los casos atendidos, y que tiende a aportar
es necesario distingi
nuevas evidencias a la comunidad científica y profesional, mediante la pre-
ción profesional y ~
sentación y discusión de casos.
ciclo vital; agrupacici
Finalmente se
Estos ejes pueden facilitar la optimización de la formación de los psico-
de los enfoques y
terapeutas de cualquier orientación. No podemos compartir el escepticismo
ción, y las exigencia
que sobre .el valor de la formación impregna muchos textos actuales. La refe-
¿Qué es psicoterapia? 33
Alejandro Ávila Espada
de tanta complejidad rencia al modelo Boulder puede cerrar, al menos por el momento, esta
ciendo a sus clientes problemática: el psicoterapeuta ha de ser un científico, que prima su carác-
ter de tal a la hora de elegir sus métodos de intervención. Un científico
ida en algunos países con la exigencia de ser útil ante la singularidad de los problemas que se le
édicos y hasta épocas plantean.
la posibilidad de ser
ar puestos de analista
la actualidad, aunque
RESUMEN
oles o criterios extra-
aso de la terapia Ges- Se efectúa un recorrido por los diferentes acercamientos a la entidad con-
o unas pocas. La pre- ceptual de la psicoterapia, a través de diferentes ejes (objetivos, procedi-
s mínimas que todo mientos, profesionales que la ejercen, las características singulares de la re-
ede resolverse de far- lación terapéutica): Posteriormente se discuten dos polos de identidad de
mayoría de los auto- los fines de la psicoterapia: ganar conocimiento y comprensión sobre los
erios de admisión en propios procesos versus el énfasis en el logro de cambios o modificaciones
rapeutas. Son los si- al nivel de la conducta directamente observable. La psicoterapia es conce-
bida principalmente como un «procedimiento de ayuda y crecimiento» y
no de «curación» o cambio permanente. Estudiar cómo es de hecho el
particularmente so- proceso de la psicoterapia ha sido una de las alternativas más elegidás para
ológicas de cada en- clarificar esta cuestión, conciliándose este aceícamiento descriptivo con las
exigencias, de basamento científico de los conceptos y procedimientos con
el terapeuta (conoci- los que opera. Así se llega a definir la psicoterapia como un conjunto de
exigencia que se pone sistemas teórico-técnicos aplicados, de carácter interdisciplinar en cuanto a
sus objetivos y multiprofesional en su práctica, derivados de modelos téo-
a supervisada o con- ricos y de investigación de diferentes ciencias, y que tiene como finalidad
uy superior al del te- principal la resolución por medios psicológicos de los trastornos del com-
~rvisión se continúan, portamiento y/ o la inducción de cambios estables en los diferentes niveles
f,ión no sólo tiene una de expresión de la conducta en orden al logro del bienestar biopsicosocial
blemas deontológicos de los individuos en sociedad.
Las psicoterapias han sido clasificadas de acuerdo a ejes dimensionales
mediante cualquier ti- identificados tanto teórica como empíricamente, pero a la hora de encontrar
se pone al día de los una sistemática comprehensiva de los diferentes enfoques actuales prima la
ad y áreas conexas. utilización de criterios racional-teóricos, que conduce a identificar 7 clases
e al menos se traduce (psicoterapias psicoanalíticas, derivadas del psicoanálisis, existenciales, cogniti-
que tiende a aportar vas, de conducta, hipnoterapias, y finalmente la opción integradora). Tambien
nal, mediante la pre- es necesario distinguir modalidades derivadas de las exigencias de especializa-
ción profesional y de los contextos de la demanda (diferentes momentos del
ciclo vital; agrupación, duración o finalidades especiales).
rmación de los psico- Finalmente se revisan las problemáticas surgidas de la confrontación
partir el escepticismo de los enfoques y recursos psicoterapéuticos con sus contextos de aplica-
~xtos actuales. La refe- ción, y las exigencias de una formación adecuada del psicoterapeuta.
34 Alejandro Ávila Espada 2. DELIMITACI
DE LAS PSICC
LECTURAS RECOMENDADAS
JOSEBA ATXOTEGI Lo
Kriz, Jürgen (1985), Grundkonzepte der Psychotherapie, Gmbh, Munich,
Psychologie Verlags U nion [Corrientes fundamentales en psicoterapia, Bue-
nos Aires, Amorrortu, 1990].
Se trata de una 'obra que recoge nociones fundamentales de las principales orien-
taciones de la psicoterapia agrupadas en cuatro secciones: psicología profunda, tera-
pia de la conducta, psicoterapias humanistas y abordajes :sistémicos. Bien documen-
tado, ofrece una perspectiva «europea» a nivel de las referencias y análisis temático.
Se recomienda al lector revise los capítulos 1 («Las raíces de la psicoterapia») y 2
(«Psicoanálisis: Freud»). Toda la primera parte puede ser considerada complementa- l. INTRODUCCIÓN
ria a este Manual. ·
Las psicoterapias ps
Singer, Erwin (1965), Key Concepts in Psychotherapy, Nueva York, Random te dentro del paradi
House [Conceptos fundamentales de la psicoterapia, México, FCE, 1969]. nes, en el estudio y
Está entre las escasas obras que intenta dar una visión de conjunto de la psicote- llamada «psicoanális
rapia en cuanto proceso de tratamiento. Desarrollado desde el punto de vista de la rapias psicoanalítica
psicoterapia psicoanalítica, aborda los temas conceptuales básicos y permite que el psicoanálisis estánd¡
lector adquiera un punto de partida asequible. Los capítulos I («Raíces históricas y una delimitación cui
filosóficas»), II y III («Propósitos y metas de la psicoterapia») están especialmente in- planteamientos psic
dicados. propias de toda técn
Comenzaremos
las psicoterapias psi,
origen y entronque
continuar planteand
te, una vez delimiti
irnos acercando pr
técnicos, en relaciót
de intervención del
las psicoterapias psic
11. PSICOANÁLISIS
GENERAL. CAUSP
DEL ÁREA DE LA,
Universidad de Barcelon:
Alejandro Ávila Espada
2. DELIMITACIÓN CONCEPTUAL DEL ÁREA
DE LAS PSICOTERAPIAS PSICOANALÍTICAS
Universidad de Barcelona.
36 Joseba Atxotegi Loizate Delimitación conceptual del á1
l. Una teoría: Hoy ya diríamos, más bien, un amplio conjunto de teorías ríos de salud. En ef1
a veces superpuestas, como ha señalado Rycroft (1976). cial, es menor la uti
2. Una técnica: Que para Freud se centraba claramente en la cura tipo dre»-, que supone
psicoanalítica. geográfica, tan impo
3. Un método de investigación. más, requiere una es
capítulo nos referire1
ESQUEMA 1
A pesar de esta r
terapias psicoanalític:
- TEORÍA talmente respecto a 1:
general surgió y cree
- CURA-TIPO yéndose profundame
PSICOANAlÍTICA
conjunto de la obra 1
- '
PSICOTERAPIA H. Hartmann, W. R. :
PSICOANAlÍTICA rización de la técnica di
PSICOANÁLISIS PSICOTERAPIA !lada. ¿Qué se ha hec
- TÉCNICA - PSICOTERAPIAS BREVE/FOCAL más o menos ingenio
PSICOANAlÍTICAS PSICOTERAPIA
DE APOYO
psicoterapias psicoan
- PSICOTERAPIA do sin resolver toda
INSTITUCIONAL, ha hecho una especie 1
ETC. del 'cuadro clínico y d
- MÉTODO DE Más adelante ar
INVESTIGACIÓN
necesario efectuar alg
lío conjunto de teorías ríos de salud. En efecto, desde la perspectiva de la mera estadística asisten-
cial, es menor la utilización de la cura-tipo psicoanalítica -la técnica «ma-
tmente en la cura tipo dre»-, que supone un elevado coste en tiempo y dinero, limita la movilidad
geográfica, tan importante hoy en día a nivel formativo y profesional y, ade-
más, requiere una estricta selección de los pacientes (en el apartado final del
capítulo nos referiremos más extensamente a este punto).
A pesar de esta realidad sociológica, de esta mayor utilización de las psico-
terapias psicoanalíticas, una gran parte de la literatura ha teorizado fundamen-
talmente respecto a la técnica de la cura tipo. En efecto, la teoría psicoanalítica
general surgió y creció a la par de la teoría de la técnica de la cura-tipo influ-
yéndose profundamente la una a la otra, en un feedback permanente: ahí está el
conjunto de la obra de S. Freud, S. Ferenczi, K. Abraham, A. Freud, M. Klein,
- PSICOTERAPIA H. Hartmann, W. R. D. Fairbairn, etc., mientras que la conceptualización y la teo-
PSICOANAlÍTICA rización de la técnica de las psicoterapias psicoanalíticas ha sido un área menos desarro-
- PSICOTERAPIA llada. ¿Qué se ha hecho en general? Pues, muchas veces, se han adaptado, con
BREVE/FOCAL más o menos ingenio práctico, planteamientos de la cura-tipo a la técnica de las
- PSICOTERAPIA
psicoterapias psicoanalíticas, en una especie de «traducción libre», pero dejan-
DE APOYO
- PSICOTERAPIA do sin resolver toda una serie de aspectos conceptuales básicos. Muchas veces se
INSTITUCIONAL, ha hecho una especie de «psicoanálisis en pequeño>>, adaptado a las características
ETC. del cuadro clínico y del marco asistencial específico. ·
Más adelante ampliaremos estos planteamientos pero, previamente, es
necesario efectuar algunas precisiones terminológicas.
de asistencia psicológica En este apartado vamos a intentar delimitar con mayor precisión la termino-
dad, fenómeno ligado logía básica que estamos utilizando, ya que, lamentablemente, su sentido ló-
aíses occidentales (es- gico-nominal no coincide exactamente con su uso consuetudinario, y ello
- el reto de encontrar puede inducir a confusión a las personas que no conocen muy de cerca el
paradigma psicoanalítico. (Como ocurre frecuentemente, el desarrollo históri-
de adaptar la técnica psi- co de una ciencia conlleva que su terminología refleje las vicisitudes de ese
no tan sólo a los trans- proceso de desarrollo, y el psicoanálisis no es ajeno a este hecho.)
ica (F. Alexander y T.
ann, 1989).
III.L Cura-tipo psicoanalítica o «psicoanálisis»
en relación al psicoa-
asados los años -qui- A esta técnica se la suele denominar habitualmente con la segunda acepción
inante de los profesio- de «psicoanálisis». A pesar de que esta denominación es lógica, dado que es
tra aún en expansión, la técnica original e inicial, el hecho de denominarla «psicoanálisis», que es a
os servicios comunita- la vez el nombre que designa a todo el paradigma, puede inducir fácilmente
Delimitación conceptual del á
38 Joseba Atxotegi Loizate
a confusión. (Por ello en este texto me referiré a este tratamiento exclusiva- tuándolo del modo
mente con el término de «cura-tipo».) Esta técnica se caracteriza por el análi- lisis (escuelas de la
sis en profundidad de la neurosis transferencia!, la elevada frecuencia de las dianos *, etc.) Taml
sesiones terapéuticas (4 ó 5 a la semana), y el trabajo sobre focos móviles y escuelas de . psicote
múltiples. Así, para Nacht (1962) la cura tipo es una técnica que se basa en la paradigmas, entre ~
utilización terapéutica de la neurosis de transferencia mediapte el arte de las que hay un único
interpretaciones. les, que se combina
En mi opinión
que plantea ·el psic
III.2. Psicoterapia psicoanalítica desarrollo teórico )
fue, si miramos hac
Este término se usa, en singular, para denominar a una sola técnica, derivada po de la psicoterapi
de la cura-tipo psicoanalítica, que se caracteriza por el trabajo sobre algunos ra la que más profo
focos psicopatológicos específicos y delimitados previamente, con objetivos
más parciales que la cura tipo psicoanalítica y con menor frecuencia de sesio-
nes semanales. Para Coderch (1987) es un tratamiento de orientación psicoana-
lítica que no trata de resolver sistemáticamente los conflictos inconscientes, si- IV. DIFERENCIAS P
no que más bien intenta solucionar algunas resistencias y reforzar otras, con la DE LA TÉCNICA
subsiguiente integración parcial, por parte del yo, de las pulsiones reprimidas. PSICOANALÍTIC
Nos adentramos en
III.3. Psicoterapias psicoanalíticas en la cual considero
Este término, en plural, abarca a todas las técnicas psicoanalíticas, con ex- ceptos: l. la teoría g1
cepción de la cura-tipo psiconalítica: psicoterapia psicoanalítica, psicoterapia mente contrastables
breve, psicoterapia de apoyo, psicoterapia institucional, psicoterapia grupal, teoría de la técnica, co
etc. (véase el esquema 1). clínica, y finalmente
Llamo la atención sobre el hecho de que, como puede observarse, indu- cómo aplicar el trata1
ce a confusión la denominación de psicoterapia psicoanalítica -en singu-
lar- para una sola técnica y, en plural, para el conjunto de ellas, que incluye ESQUEMA2
a la primera. Pero, lamentablemente, la única diferencia existente en el uso
habitual de estos términos en la literatura psicoanalítica radica en la utiliza- TE0RIA GENERAL
ción del singular o el plural. TEORÍA DE LA TÉO
TÉCNICA:
La explicación de esta situación radica exactamente en la misma causa que
ya hemos comentado anteriormente en relación al término «psicoanálisis»: la
psicoterapia psicoanalítica fue la primera técnica que surgió, procedente de la
técnica de la cura-tipo, dando nombre a una técnica específica que después se Esta delimitacié
fue diversificando progresivamente en nuevas técnicas derivadas (psicoterapia que estamos estudi:
breve, focal, de apoyo ..), pero la técnica inicial, la psicoterapia psicoanalíti- pías psicoanalíticas,
ca -en singular-, conservó su nombre específico y, a la vez, abarcó gené- de ellas podría diferi
ricamente -usada en plural- a las nuevas técnicas que surgieron de ella.
Tras estas precisiones terminológicas, es importante resaltar que no todas * Los planteamieni
las escuelas psicoanalíticas siguen con el mismo rigor esta delimitación, efec- pítulos 5 a 8 de este Mar
Delimitación conceptual del área de las psicoterapias psicoanalíticas 39
Joseba Atxotegi Loizate
e tratamiento exclusiva- tuándolo del modo más estricto las corrientes más «ortodoxas» del psicoaná-
caracteriza por el análi- lisis (escuelas de las relaciones objetales, de la psicología del yo, neofreu-
levada frecuencia de las dianos 1', etc.) También se ha de señalar que, en general, la mayoría de las
o sobre focos móviles y escuelas de psicoterapia no psicoanalíticas no diferencian, dentro de sus
:écnica que se basa en la paradigmas, entre variantes de tratamiento generales, sino que consideran
1 mediante el arte de las
que hay un único tratamiento global que agrupa múltiples técnicas parcia-
les, que se combinan según la problemática a tratar.
En mi opinión, esta diferenciación a nivel de tratamientos generales
que plantea ·el psicoanálisis es una expresión de su nivel de evolución y
desarrollo teórico y técnico, ligado a su ya dilatada historia. (No en vano
fue, si miramos hacia el pasado, la primera corriente que surgió en el cam-
na sola técnica, derivada po de la psicoterapia, en el sentido actual del término, y ha sido hasta aho-
el trabajo sobre algunos ra la que más profesionales ha aglutinado a su alrededor.)
viamente, con objetivos
~nor frecuencia de sesio-
de orientación psicoana-
nf!ictos inconscientes, si- IV. DIFERENCIAS A NIVEL DE TEORÍA GENERAL Y A NIVEL DE TEORÍA
is y reforzar otras, con la DE LA TÉCNICA ENTRE LA CURA-TIPO Y LAS PSICOTERAPIAS
; pulsiones reprimidas. PSICOANALÍTICAS
Elaboración de los f
Paso ahora a plantear esquemáticamente los aspectos estrictamente técnicos más descompensadc
que diferencian las tres principales psicoterapias psicoanalíticas individuales, la personalidad
teniendo a la cura-tipo psicoanalítica como punto de referencia. (Aunque
nuestro planteamiento hasta aquí haya sido extensivo a todo tipo de psicote-
rapias psicoanalíticas, en este apartado nos vamos a centrar fundamentalmen-
te en las características técnicas de las psicoterapias psicoanalíticas indi-
2. En relación
viduales, ya que los tratamientos de tipo grupal, institucional, etc., aun
la cura-tipo psicoan
perteneciendo a esta área poseen características especiales, tan originales y
terpretación transfe1
psicoterapia psicoana1
Para una mayor ampliación de estos puntos, véase Atxotegi, 1992, 1993, ya que este
1 en la interpretaciór
«Modelo de las funciones de Ayuda» se halla en relación a otro modelo de diagnóstico y de del insight del pacie
personalidad, que se basa en la interrelación entre dos ejes: l. que recoge la dimensión ferencial. La psicotet
«estado de ánimo», entre los polos maníaco y depresivo, y otro eje 2. que recoge «la modali-
dad de la relación objeta!» en una dimensión que va de la fragmentación a la disociación del la confrontación y t
objeto. En el modelo mostrado en este texto, el de las funciones de ayuda, la función de apo- elucidación), posibil
yo se correspondería con el eje 1 (contención de las ansiedades maníacas, de descontrol y sos- fensas y ofreciendo
tén de las ansiedades depresivas, defectivas), mientras que las funciones psicoterapéutica y des (Balint y Norell
psicoanalítica se corresponderían al eje dos (la modalidad de la construcción del objeto).
1989; Ursano y Silbe
Joseba Atxotegi Loizate · Delimitación conceptual del área de las psicoterapias psicoanalíticas 47
transferencial, permitiría específicas, que consideramos que es preferible que sean abordadas apar-
mdo el cambio terapéu- te, por lo que se profundizará más en su estudio en otras secciones de este
libro.)
a base sobre la que des-
ro, más especialmente en l. En relación al apartado de 2.fietivQs psi.cnle,rapéuticO!f¡_señalaremos
:lusión de este apartado, que, mientras en la cura-tipo psicoanálitica dichos objetivos abarcan la re-
n que se cerraba el apar- solución de la neurosis de transferencia y la reestructuración más comple-
, ser contenido o sosteni- ta posible de la personalidad, en la psicoterapia psicoanalítica se ceñirán al
spuesta desarrollando lo trabajo terapéutico sobre los núcleos psicopatológicos más descompensa-
dos de la personalidad. Por su parte, en la psicoterapia breve se trabajaría en
render? podríamos remi- profundidad sobre un determinado foco psicopatológico escogido en fun-
ica» con sus limitaciones ción de las capacidades de integración del paciente y en la psicoterapia de
:, respecto a la pregunta apoyo se trabajaría sobre áreas más amplias, buscando fundamentalmente
le transferencia? conside- aliviar los sufrimientos del paciente más que reestructurar su personalidad
rofundizando en la hipó- (Bellak y Siegel, 1986; Tizón, 1986). Como señalan Ursano y Silbermann
·nciadora y movilizadora (1989), muchas veces se ha llegado a delimitar la psicoterapia de apoyo
como el negativo de las otras formas de psicoterapia, planteamiento que
consideramos incorrecto, al igual que estos autores.
/frasis
• Elucidación. • Elucidación.
• Paráfrasis.
• Elucidación.
• Paráfrasis.
Aconsejamiento.
Instrucciones. capacidades de ins2
Información. rapia breve), a pesa
I Afirmación de las capaci- bajo con la transfer
dades.
do el acceso a est1
Sondeo.
trastornos inaccesil
Interpretación dinámica. Interpretación dinámica. Interpretación dinámica. en general, del con
Interpretación transfe- Interpretación transferen- Interpretación transferen- ciente. Por su parte
rencia! de los focos es- cia! del foco escogido. cia!. psiquicas especiales
cogidos. (Poco frecuentes.)
ciales a ella, dados
* Es más importante la
elección del foco que el ti- anteriormente. Así,
po de intervención (Malan). cos o con trastorno
Fiorini, 1973).
Confrontación. 1-2 sesiones por semana 1-2 sesiones por semana Variable (quincenal, men-
Clarificación. Cara a cara Cara a cara sual)
• Retorno del sentimien- 45-50 minutos 45-50 minutos Cara a cara
to. 1-5 años 12-30 sesiones (normal: 20 min./1 h. 30 min.
• Síntesis. 20) No definida
• Elucidación.
• Paráfrasis.
Aconsejamiento.
Instrucciones. capacidades de insight y tolerancia a la frustración (especialmente la psicote-
Información. rapia breve), a pesar de que los avances técnicos de las últimas décadas (tra-
Afirmación de las capaci- bajo con la transferencia negativa, identificación proyectiva, etc.) han permiti-
dades. do el acceso a este tipo de tratamientos a pacientes con perturbaciones y
Sondeo. trastornos inaccesibles desde la técnica clásica, dependiendo la indicación,
Interpretación dinámica. en general, del contexto asistencial en el que tiene lugar la demanda del pa-
Interpretación transferen- ciente. Por su parte, para la psicoterapia de apoyo no se requieren cualidades
cia!. psíquicas especiales, y en principio todos los pacientes son candidatos poten-
(Poco frecuentes.) ciales a ella, dados los objetivos limitados a los que hemos hecho mención
anteriormente. Así, es un tratamiento habitual en relación a pacientes psicóti-
cos o con trastornos de la personalidad graves (Bion, 1970a; Coderch, 1987;
Fiorini, 1973).
RESUMEN
LECTURAS RECOMENDADAS
1licación de estas técnicas a Es un extenso manual en el que se explicitan con claridad y rigor, los diferentes
dio, la cura-tipo pqsicoa- aspectos de técnica y teoría de la técnica de las psicoterapias psicoanalíticas.
:levado coste (no así por
Esteve, J. O. (1984) «Aplicacions de la psicoanálisi», Revista Catalana de Psicoa-
ipsicoterapia psicoanalítica,
nális~ I, núm. 1, pp. 147-160.
s, son utilizadas de forma
Este artículo constituye un breve y excelente planteamiento global del tema.
señalar que la psicoterapia
1 pilar esencial de la acti- Ursano, R. J. y Silbermann, E. K. (1989), «Psicoterapias psicoanalítica» en
1y Tizón, 1983). J. Talbot, y H. R. Hales (comps.), Tratado de Psiquiatría, Barcelona: Áncora.
En este capítulo es posible hallar una exposición de gran calidad didáctica sobre
las características técnicas de las psicoterapias psicoanalíticas.
ia psicoanalítica, Barcelona:
3. LA NOCIÓN DE INCONSCIENTE EN PSICOLOGÍA
Universidad Complutense.
1 L. L. Whyte (1960), The Unconscious Be/ore Freud, Nueva York, Basic Books [El incons-
ciente antes de Freud, México, J. Moritz, 1967, p. 18]. El texto citado por Whyte de W. Windel-
band se encuentra en la obra: Die Hypothese des Unbewussten, Heidelberg, Akademie der Wis-
senschaften, 1914.
54 Pedro Chacón Fuertes La noción de inconsciente en
Tras los avatares sufridos en el pensamiento filosófico y en la psicología bían sido expresad«
científica por la noción de conciencia y de su sombra, la noción de incons- otras expresiones ic
ciente, asistimos en nuestros días a una conjunta reivindicación de ambas. La teóricos que tales si
explicación científica de la conducta humana habría venido a exigir la insos- ficativa conlleva un
layable referencia a estructuras, procesos y estados internos del sujeto. En la mente utilizados pa
llamada psicología cognitiva o, si se prefiere, en el enfoque cognitivo de la recer de contenido
psicología, los conceptos y proposiciones psicológicos se consideran irreduc- dejado de estar sor
tibles a conceptos y proposiciones fisiológicos o conductuales. La mente ha que figuraba como
vuelto a ser considerada el objeto del saber psi~ológico. Conciencia, expe- quier cosa de la ql
riencia interna, representaciones, etc., de todas ellas ha podido afirmarse lo que es la explicació
que Holt afirmara en 1964 sobre las imágenes mentales: estamos asistiendo Lacan creyó pe
al retorno de las desterradas 2• lizaciones de la psi
Pues bien, en su regreso del destierro la mente y la ·conciencia estarían randa que de tal L
siendo acompañadas por su alter ego psicológico, el inconsciente. Bajo del positivo que se
nombres distintos en ocasiones, como subliminal, preconsciente, automáti- tan escasa gananci:
co, implícito, tácito, o con la propia denominación de inconsciente, los psi- mos, sin embargo, ,
cólogos cognitivos vienen defendiendo lá necesidad de apelar a estructuras pecífico del incorn
y procesos mentales no conscientes para la explicación de nuestras con- caóones a portar (
ductas manifiestas. Una conceptualización del inconsciente psicológico de su maestro Fre
que se encuentra alejada en igual medida del conciencialismo decimonóni- udlizar otras exprc
co, del antimentalismo conductista y del inconsciente psicoanalítico. Este por la «peste» psic
reivindicado inconsciente, como no podía menos de dejar de suceder, se razones que nos 11,
encuentra en el centro de los debates teóricos más actuales sobre el carác- inconsciente del p
ter representacional de la mente, sobre el ojo interior y el lenguaje del parten característic
pensamiento. Reinstalado el espejo, la mirada sigue pretendiendo ver a su mmo.
través el lado oculto, iluminar la oscuridad que está en el origen de su Los debates en
transparencia. ámbitos de problen
El singular destino del 'inconsciente' ha sido, pues, paralelo al de 'con- ción con la concier
ciencia' cuya negación y contrafigura habría venido a nombrar. Forjado en muy diversos nivel1
las lenguas europeas a mediados del siglo XVIII» 3, su uso se habría populariza- eficacia causal cuya
do con el auge del romanticismo, aunque muchos de sus significados ya ha- efectos, hasta el de
cepto hipotético o,
2 Cf R. Holtz (1964), «Imagery: The Return of the Ostracized», American Psychologist,
núm. 19, pp. 254-264. C/ también, D. A. Lieberman (1979), «Behaviorism and the Mind. A (li- 4 «Decir que para l
mited) Call for a Return to Introspection», American Psychologist, núm. 34, pp. 319-3 3 3; E. R. poco si no se entendier
Hilgard (1980), «Consciousness in Contemporary Psychology», Annual Review o/ Psychology, pura y simplemente. Y <
núm. 31, pp. 1-26, y J. L. Pinillos (1985), «El uso científico de la experiencia interna», Evalua- que se le atribuya más ,
ción Psicológica/PsychologicalAssessment, núms. 1-2, pp. 59-78. El inconsciente antes d
3 Whyte sostiene que fue E. Platner el primer autor alemán que utilizó «Unbewusstsein» junto de lo que se ord<
y «Unbewusstlos» en su obra Philosophischen Aphorismen (1776), afirmando que los ingleses le negaría el atributo (o la
habrían precedido pocos años antes en el uso de «Unconscious», mientras que, por el contra- sin título en el Coloqui
rio, en Francia sólo se habría comenzado a utilizar un siglo más tarde. Cf L. L. Whyte, ob. rís, Desclée de Brouwe1
cit., nota 1, p. 73. 168-169].
Pedro Chacón Fuertes La noción de inconsciente en psicología 55
sófico y en la psicología bían sido expresados con anterioridad a la invención del término mediante
a, la noción de incons- otras expresiones idiomáticas y planteados algunos de los graves problemas
ndicación de ambas. La teóricos que tales significados suscitan. Sin embargo, su propia riqueza signi-
venido a exigir la insos- ficativa conlleva una grave dificultad. Conceptos fundamentales, pretendida-
ternos del sujeto. En la mente utilizados para explicarlo todo, caen bajo la razonable sospecha de ca-
nfoque cognitivo de la recer de contenido, de no explicar nada. La noción de inconsciente no ha
s se consideran irreduc- dejado de estar sometida al reproche que Hodson hiciera a otro concepto
ductuales. La mente ha que figuraba como clave de bóveda de la psicología filosófica, el alma: «cual-
figico. Conciencia, expe- quier cosa de la que ·seas totalmente ignorante puede servirte para afirmar
ha podido afirmarse lo que es la explicación de todas las demás».
ales: estamos asistiendo Lacan creyó poder denunciar el escaso valor teórico de las conceptua-
lizaciones de la psicología sobre estados y procesos inconscientes conside-
y la conciencia estarían rando que de tal uso negativo de la noción de inconsciente, a diferencia
el inconsciente. Bajo del positivo que s~ría específico del psicoanálisis, sólo podríamos extraer
reconsciente, automáti- tan escasa ganancia como la que obtendríamos de «in-negro» 4. Discrepa-
e inconsciente, los psi- mos, sin embargo, de Lacan cuando, pretendiendo subrayar el estatuto es-
de apelar a estructuras pecífico del inconsciente psicoanalítico, niega el derecho de otras signifi-
ación de nuestras con- caciones a portar el mismo nombre, aunque al hacerlo siguiera los pasos
consciente psicológico de su maestro Freud y los de muchos de sus detractores que prefieren
encialismo decimonóni- utilizar otras expresiones para evitar ser confundidos con los afectados
nte psicoanalítico. Este por la «peste» psicoanalítica. En el curso de este estudio indicaremos las
e dejar de suceder, se razones qu.e nos llevan, sin anular por ello las diferencias que marcan al
actuales sobre el carác- inconsciente del psicoanálisis, a sostener que ambas concepciones com-
erior y el lenguaje del parten características epistémicas que justifican el uso compartido del tér-
f pretendiendo ver a su mino.
stá en el origen de su Los debates en torno a la noción de inconsciente se han centrado en tres
ámbitos de problemas: su carácter onticoepistemológico, su origen y su rela-
ues, paralelo al de 'con- ción con la conciencia. En primer lugar, el inconsciente ha sido situado en
a nombrar. Forjado en muy diversos niveles d~ la escala ontológica, desde el de una realidad con
so se habría populariza- eficacia causal cuya existencia es inferida, de forma necesaria, a partir de sus
e sus significados ya ha- efectos, hasta el de una entidad teórica de carácter funcional, el de un con-
cepto hipotético o, en fin, el de un mero flatus vocis. En segundo lugar, ha si-
t, núm. 34, pp. 319-333; E. R. poco si no se entendiera lo que queremos decir: que el inconsciente anterior a Freud no es,
Annual Review of Psychology, pura y simplemente. Y esto porque no denomina nada que valga como objeto ni que merezca
experiencia interna», Evalua- que se le atribuya más o menos existencia de la que se le atribuiría al situarlo en el in-negro.
El inconsciente antes de Freud no es nada más consistente que este in-negro, ya sea el con-
que utilizó «Unbewusstsein» junto de lo que se ordenaría en los sentidos diversos de la palabra negro, o de aquello que
afirmando que los ingleses le negaría el atributo (o la virtud) de la negrura (física o moral)», J. Lacan (1964), «Intervención
», mientras que, por el contra- sin título en el Coloquio de Bonneval de 1960», recogida en H. Ey (comp.), L foconscient, Pa-
ás tarde. Cf L. L. Whyte, ob. rís, Desclée de Brouwer [El inconsciente (Coloquio de Bonneval), México, Siglo XXI, 1970, pp.
168-169].
56 Pedro Chacón Fuertes La noción de inconsciente en J
do concebido como preexistente a los individuos, como aprendido y auto- Más fuertes disc
matizado a través de repeticiones, o bien como resultado de una represión, cológico cuando se
sin que deba olvidarse que, para algunos autores, el problema de su origen nitivos o emocionalc
no es una cuestión empírica, sino lógica. Por último, también son múltiples carecería para mucl
las formas bajo las que se han concebido sus relaciones con la conciencia: consciente» supond
en términos leibnizianos de continuidad, bajo categorías freudianas de con- otros se identificaríi
flicto o como subyacentes condiciones de posibilidad. Obvio resulta recor- ser ilusoria, pero no
dar que todas estas alternativas conllevan dispares criterios sobre el tipo de cepción. Una perce
argumentos y métodos a los que se les otorga validez en la indagación del percepción. A la dib
inconsciente. consciente psicológi
Asimismo, el término inconsciente, tanto en psicología científica como la máquina, añádes~
en el lenguaje cotidiano, ha recibido en ocasiones un uso sustantivo, en sentación y de emoc
otras un mero uso adjetivo, y se ha pretendido extraer de él una mera fun- -sin embargo, ta
ción descriptiva o, por contra, una función é'.xplicativa. La admisión o re- cesos, motivaciones
chazo de su uso sustantivo y explicativo establecería, a juicio de los psicoa- pía conciencia desd
nalistas, el criterio de demarcación entre su concepción del inconsciente y días, relevantes orí(
las restantes. Como adjetivo indicaría la mera ausencia de una determinada su estatuto epistem
propiedad y su admisión implicaría escasos problemas, pero también meno- psicoanalíticos, en l
res consecuencias epistemológicas. Son todos aquellos casos en los que afir- debate que se inici2
mamos la presencia de representaciones, actitudes, impulsos, deseos o fo~ma definitiva las
intenciones, con absoluta independencia de la conciencia que el individuo miento: justificar la
pueda tener de ellos y aun en contra pe lo que pueda manifestar al respec- contenidos psíquicc
to. Sin embargo, este inconsciente psicológico, lejos de quedar reducido La noción de in
a una función descriptiva, comparte con la significación psicoanalítica la habrá de centrar nu1
pretensión de alcanzar valor explicativo de los síntomas y conductas mani- doctor Gutiérrez T(
fiestas. debe perderse de vi.
Es preciso diferenciar los distintos ámbitos de aplicación de la noción ligible la contempm
adjetiva del término 'inconsciente' pues resultan bien diversos su grado de reacciones que pro,
problematicidad y los criterios de validación: de i~conscientes son califica- científica. Por nuest
das, en primer lugar, las estructuras del psiquismo humano que regularían subrayar los que cor
sus operaciones, al modo por ejemplo de las postuladas por Piaget en el ra- psicológico por el q1
zonamiento matemático o por Chomsky en el aprendizaje verbal. Inconscien- tico su pretensión d
tes pueden ser, en segundo lugar, parte de los procesos mentales del propio través de entidades
individuo que son objeto de estudio de la psicología sin fundamentarse para ciones neurológicas
ello en el mero testimonio de la experiencia introspectiva. En ambos casos, sentido explicativo
la dificultad residirá ante todo en justificar la legitimidad de tales estructuras pues es este uso del
y procesos inferidos y en la irreductibilidad de su carácter psíquico a térmi- noción de conciend
nos fisicos o conductuales. Si tales dificultades consiguen ser salvadas no do por Herbart y rn
existirán posteriores obstáculos para poder considerarlos inconscientes. La <lucido por psicólog1
propia toma de conciencia sería inconsciente o, como dijera Binet en frase Tres fechas se
aparentemente paradójica, «el pensamiento es una actividad inconsciente de que hemos seleccio
la mente». la historia conceptu
Pedro Chacón Fuertes La noción de inconsciente en psicología 57
orno aprendido y auto- Más fuertes discrepancias suscita la noción adjetiva de inconsciente psi-
ltado de una represión, cológico cuando se pretende aplicarla a estados y contenidos mentales, cog-
problema de su origen nitivos o emocionales. Así, hablar de un dolor o de un odio que no se siente
, también son múltiples carecería para muchos de todo sentido, al igual que la expresión «idea in-
ones con la conciencia: consciente» supondría una contradictio in terminis por cuanto el ser de unos y
rías freudianas de con- otros se identificaría con su ser para una conciencia. U na percepción puede
d. Obvio resulta recor- ser ilusoria, pero no por ello deja de ser psicológicamente una auténtica per-
riterios sobre el tipo de cepción. Una percepción, por contra, que no fuera percibida no sería una
ez en la indagación del percepción. A la dificultad anterior de justificar que con la apelación a un in-
consciente psicológico no estamos volviendo a colocar el fantasma dentro de
·cología científica como la máquina, añádese ahora la de poder conceptualizar las nociones de repre-
un uso sustantivo, en sentación y de emoción ausentes de la conciencia.
aer de él una mera fun- Sin embargo, tal como indicábamos, la sombra de estas estructuras, pro-
tiva. La admisión o re- cesos, motivaciones _y representaciones inconscientes ha perseguido a la pro-
' a juicio de los psicoa- pia conciencia desde la conceptualización moderna de mente. Y, en nuestros
ción del inconsciente y días, relevantes orientaciones de la psicología científica pretenden legitimar
cia de una determinada su estatuto epistemológico abogando, desde planteamientos distintos a los
as, pero también meno- psicoanalíticos, en favor de la existencia de tal inconsciente psicológico. El
os casos en los que afir- debate que se iniciara en el siglo XVII sigue abierto y siguen sin resolverse en
es, impulsos, deseos o forma definitiva las dos principales dificultades que se oponen a su recónoci-
iencia que el individuo miento: justificar la legitimidad del mentalismo y esclarecer el sentido de
da manifestar al respec- contenidos .psíquicos no conscientes.
os de quedar reducido La noción de inconsciente psicoanalítico no será la que, de forma directa,
cación psicoanalítica la habrá de centrar nuestro interés. Sobre ella cabe remitir al lector al estudio del
mas y conductas maní- doctor Gutiérrez Terrazas que podrá encontrar en esta misma obra. Pero no
debe perderse de vista que, sin lo que tal noción vino a aportar, se hace ininte-
aplicación de la noción ligible la contemporánea historia conceptual del inconsciente psicológico y las
n diversos su grado de reacciones que provocó . tanto en el ámbito filosófico como en la psicología
conscientes son califica- científica. Por nuestra parte, más que las diferencias, nos veremos obligados a
humano que regularían subrayar los que comparte con otras concepciones psicológicas. El inconsciente
das por Piaget en el ra- psicológico por el que hemos de interesarnos tiene en común con el psicoanalí-
lizaje verbal. Inconscien- tico su pretensión de ofrecer un modelo explicativo de la conducta humana a
cación de los Ensayos sobre el entendimiento humano de J. Locke; 1890, año de Locke lanzara sus ci
la publicación de los Principios de psicología de W. James, y 1980, año de la cartes y la concepc
publicación por H. Shevrin y S. Dickman de su artículo El inconsciente psico- de ello.
lógico. En la búsqueda
encontrado en la d
atributo esencial de
II. PARTE PRIMERA. 1690: EL TEATRO DE LAS REPRESENTACIONES «Así pues, hablando e
espíritu, un entendim
1690: «Me parece casi contradictorio decir que hay verdades impresas en el conocido [.. .]. ¿Qué i
alma que ella no percibe y no entiende, ya que estar impresas significa que, piensa? Es una cosa e
precisamente, determinadas verdades son percibidas, porque imprimir algo no quiere, que imagin
en la mente, sin que la mente lo perciba, me parece poco inteligible [...]. De-
cir que una noción está impresa, y afirmar al mismo tiempo que la mente la El Cogito queda
ignora y que incluso no la advierte, es igual que reducir a nada esa impre- vidad. El alma de 1
sión» 5• pío vital de un cuer
John Locke, el filósofo que nos advirtiera, al iniciar su Ensayo sobre el en- máquina, siendo su
tendimiento humano, que el entendimiento «como el ojo, aunque nos permite blemáticas relacion1
ver y percibir todas las demás cosas, no se advierte a sí mismo, y precisa arte psique con la ment1
y esfuerzo para ponerse a distancia y convertirse en su propio objeto»» 6, se Descartes se ve obli
opone de modo frontal a que tal mirada autorreflexiva pueda concluir en el la primera de las de
reconocimiento de la existencia de representaciones mentales no conscien- lítico, hizo de los pi
tes, hasta el punto de considerarlo no sólo empíricamente indemostrable si- comprendo todo lo
no ininteligible y contradictorio. mente conscientes ci
El problema del inconsciente nacía al mismo tiempo que el problema de La conciencia ¡
la conciencia y la noción de mente con la que los filósofos modernos, tanto ción de saberse pre
racionalistas como empiristas, habían sustituido la psique aristotélica y el será esta iluminada
anima escolástica. El hombre siempre había sabido. que desconocía muchas consciente, amenaz:
cosas acerca de sí mismo y de sus actos. Pero sólo cuando concibió un reino interior. El desarro
interior poblado de representaciones mentales pudo plantearse la corrosiva modernas quedará
duda de si éstas podían existir sin que él se apercibiera de ello. Una vez representaciones. Si
montado el escenario mental y concibiéndose a sí mismo como espectador ta presencia ante la
de primera fila, e incluso único, de cuanto allí se representaba, el sujeto mo- que la conciencia s<
derno comenzó a sospechar que los personajes podían tener vida propia y que se ve abocado
actuar a sus espaldas. Cabía la posibilidad de otra escena que la de la con- nuamente pensand<
ciencia. Debemos, pues, retrotraernos algunos años atrás para encontrar, en estas dos cuestione
el que ha sido llamado padre de la modernidad, al pensador contra el que cionalistas y empiri
ciente.
5 J. Locke (1690), An Essay Concerning Human Understanding, libro 1, Cap. 1, Par. 5 [Ensayo 7 R. Descartes (164:
sobre el entendimiento humano, 2 vols., trad. S. Rábade y E. García, Madrid, Editora Nacional, (A. T. vol. vn) [Meditacü
1980,p.82]. Alfaguara, pp. 3Q. 31].
6 Ibzd., 1, 1, par. 1, p. 73.
s Ibzd., p. 129.
Pedro Chacón Fuertes La noción de inconsciente en psicología 59
J.Locke; 1890, año de Locke lanzara sus dardos y a la idea que quiso aventar como fantasma: Des-
es, y 1980, año de la cartes y la concepción de una mente que pudiera pensar sin ser consciente
lo El inconsciente psico- de ello.
En la búsqueda de un fundamento para su certeza, el yo cartesiano había
encontrado en la duda la garantía de su existencia, y en el pensamiento el
atributo esencial de su naturaleza.
TACIONES «Así pues, hablando con precisión, no soy más que una cosa que piensa, es decir, un
espíritu, un entendimiento o una razón, términos cuyo significado me era antes des-
erdades impresas en el conocido [.. .]. ¿Qué soy entonces? Una cosa que piensa. Y ¿qué es una cosa que
impresas significa que, piensa? Es una cosa que duda, que entiende, que afirma, que niega que quiere, que
porque imprimir algo no quiere, que imagina también, y que siente» 7.
oco inteligible [.. .]. De-
iempo que la mente la El Cogito queda así instaurado en el centro de una filosofía de la subjeti-
ucir a nada esa impre- vidad. El alma de lo·s antiguos es desprovista de su capacidad de ser princi-
pio vital de un cuerpo que, desde entonces, podrá ser conceptualizado como
r su Ensayo sobre el en- máquina, siendo sustituida por el reino de la Mente, distinto de y con pro-
jo, aunque nos permite blemáticas relaciones con lo físico y lo orgánico. Habiendo identificado la
í mismo, y precisa arte psique con la mente y establecido el pensar como atributo esencial de ésta,
u propio objeto»» 6, se Descartes se ve obligado a aclarar el significado del término 'pensamiento' en
a pueda concluir en el la primera de las definiciones que, de acuerdo con un orden geométrico-ana-
mentales no conscien- lítico, hizo 1e los principios de su filosofía: «Con el nombre de pensamiento,
ente indemostrable si- comprendo todo lo que está en nosotros de modo tal que somos inmediata-
mente conscientes de ello [...]» 8.
po que el problema de La conciencia moderna habría nacido con la autosatisfactoria convic-
ósofos modernos, tanto ción de saberse presente ante sí misma de forma inmediata. Y, sin embargo,
sigue aristotélica y el será esta iluminada conciencia cartesiana la que hará surgir su sombra, el in-
ue desconocía muchas consciente, amenazando disolver la inmediatez y transparencia de la mirada
ndo concibió un reino interior. El desarrollo posterior tanto_de la filosofía como de la psicología
plantearse la corrosiva modernas quedará marcado por los problemas que p]antea ese teatro de las
hiera de ello. Una vez representaciones. Si el ser objetivo de las ideas se identifica con su inmedia-
ismo como espectador ta presencia ante la conciencia se torna problemático que puedan existir sin
esentaba, el sujeto mo- que la conciencia se aperciba de ellas. Y, sin embargo, tal es la conclusión a
an tener vida propia y que se ve abocado el propio Descartes al afirmar que la mente está conti-
cena que la de la con- nuamente pensando y que existen ideas cuyo origen es innato. En torno a
trás para encontrar, en estas dos cuestiones se centrará en los siglos XVII y XVIII el debate entre ra-
pensador contra el que cionalistas y empiristas sobre la posibilidad de concebir una mente incons-
ciente.
libro r, Cap. 1, Par. 5 [Ensayo 7 R. Descartes (1641), Renati Descartes Meditationis de Prima Philosophia, 2.ª ed. amp., 1642
, Madrid, Editora Nacional, (A T. vol. VII) [Meditaciones metafísicas con objeciones y respuestas, trad. de Vida! Peña, Madrid,
Alfaguara, pp. 30-31].
8 !bid, p. 129.
60 Pedro Chacón Fuertes La noción de inconsciente en p!
La primera reacción la encontramos en Hobbes quien, en sus objeciones minan con una sosp
a las Meditaciones metafísicas de Descartes, defendió que debía ser disuelta la allá de lo que percil
estricta identificación del yo con el pensar 9 • Descartes le responderá admi- do en el mundo» » 1'
tiendo una distinción entre «estar impresa» en nuestra alma una idea y «estar exigencia racional d
presente» en el pensamiento, afirmando que su tesis sobre las ideas innatas tea de la conciencia
sólo se compromete con la primera de las expresiones bastando el que se re- nea a buscar, más al:
conozca que existe en nosotros «la facultad de producirlas» 10. La mente no ella se representa.
sólo está integrada por una serie de contenidos mentales presentes en cada Las críticas de I
momento ante su mirada introspectiva, sino también por una serie de proce- o contenidos menta:
sos y estructuras que posibilitan la construcción de tales contenidos. contrar argumentos
La defensa de este inconsciente psicológico va también asociada, desde los tructuras y procesos
orígenes del pensamiento moderno, con una concepción racionalista y activa análisis de ideas e in
del sujeto humano en la elaboración de sus conocimientos tal como puede que no pueden ser i
constatarse en los textos en que Descartes explica el modo efectivo en que re- to. Fue el propio Lo
sulta posible la percepción. A su juicio, conocer es una actividad exclusiva de ciación de ideas». L
la mente que, ante los estímulos sensoriales, tiene la facultad de elaborar las componerlas siguie~
ideas representativas de los objetos. La percepción es, en palabras de Hamelin, tenga de ellas conO'
una «interpretación constructiva» u, que la mente puede elaborar pues cuenta concepción empirist
con «inconscientes» estructuras, capacidades, o ideas innatas. turas y mecanismos
John Locke, cincuenta años más tarde, levantará su voz contra la idea traría del todo aleja
cartesiana de que puedan existir personajes del escenario mental que no fue- de que se los consid
ran percibidos por el espectador pues precería de sentido hablar de percep- en un proceso genéti
ciones o de ideas sin que sean percibidas. «Porque si estas palabras: 'ser en Las críticas de ]
el entendimiento' tienen algún sentido recto, significan ser entendidas. De neralizado sobre la
tal forma que ser en el entendimiento y no ser entendido; ser en la mente y «percepciones no pe
nunca ser percibido, es tanto como decir que una cosa es y no es en la men- do se plantea explíc
te o en el entendimiento» 12. Locke sostiene que para admitir pensamientos existencia de un inc
sólo un criterio epistemológico es válido: que sean sensibles, lo que es tanto ce, con todos los de
como decir que sean objeto de la experiencia interna: «Este ser ·Sensible no la existencia de repr
es necesario respecto a ninguna cosa, con excepción de nuestros pensamien- de sus argumentos :
tos, para los cuales es y siempre será necesario, en tanto que no podamos nores.
pensar sin tener conciencia de que pensamos» 13 . Locke traspasa la carga de Aunque con ant
la prueba a los que afirman la existencia de ideas no conscientes, confiado ya había defendido
en que no podrán aportarla ya que ésta sólo podría basarse en una percep- luz de la conciencia>
ción sensible interna a la que, por principio, han de renunciar. Los alegatos inconsciente psicoló
del empirista Locke contra las representaciones mentales inconscientes cul-
uien, en sus objeciones minan con una sospecha: «quizá sea la presunción de saber lo que está más
ue debía ser disuelta la allá de lo que percibimos, lo que origina tanta inútil disputación y tanto rui-
es le responderá admi- do en el mundo» » 14 . En ello ha de dársele la razón pues, en efecto, ha sido la
L alma una idea y «estar exigencia racional de no contentarse con lo que se percibe dentro de la pla-
sobre las ideas innatas tea de la conciencia lo que ha instado a la psicología moderna y contemporá-
, bastando el que se re- nea a buscar, más allá de lo percibido, las causas y razones de la obra que en
1cirlas» 10• La mente no ella se representa.
tales presentes en cada Las críticas de Locke van dirigidas contra la noción de representaciones
por una serie de proce- o contenidos mentales no conscientes, pero en su propia obra podemos en-
es contenidos. contrar argumentos que apoyan un inconsciente psicológico referido a es-
bién asociada, desde los tructuras y procesos. Los empiristas se esforzaron en descubrir, mediante el
:ón racionalista y activa análisis de ideas e impresiones, los mecanismos psíquicos de la propia mente,
tientos tal como puede que no pueden ser fenómenos de conciencia pero sí objetos de conocimien-
lodo efectivo en que re- to. Fue el propio Locke quien introdujo la expresión y el estudio de la «aso-
:1 actividad exclusiva de ciación de ideas». La mente humana sería capaz de unirlas, relacionarlas y
facultad de elaborar las componerlas siguiendo pautas psicológicas que le son propias, aunque no
:n palabras de Hamelin, tenga de ellas conciencia inmediata alguna. Me limito a subrayar que esta
:le elaborar pues cuenta concepción empirista de lo mental es compatible con una noción de estruc-
natas. turas y mecanismos psíquicos subyacentes a la conciencia que no se encon-
su voz contra la idea traría del todo alejada de la defendida en la actualidad, con independencia
1rio mental que no fue- de que se los considere impuestos por la «naturaleza humana» o construidos
1tido hablar de percep- en un proce,so genético-dialéctico.
i estas palabras: 'ser en Las críticas de Locke tuvieron la virtualidad de provocar un debate ge-
:an ser entendidas. De neralizado sobre la legitimidad de admitir «percepciones no sensibles» o
:lido; ser en la mente y «percepciones no percibidas». Podemos decir que és, a partir de 1690, cuan-
a es y no es en la men- do se plantea explícitamente en el pensamiento occidental el problema de la
a admitir pensamientos existencia de un inconsciente psicológico. Es, sin duda, Leibniz quien mere-
nsibles, lo que es tanto ce, con todos los derechos, ser considerado el primer abogado filosófico de
t: «Este ser sensible no la existencia de representaciones mentales no conscientes por la importancia
:le nuestros pensamien- de sus argumentos y la influencia que éstos ejercieron en pensadores poste-
tanto que no podamos riores.
ke traspasa la carga de Aunque con anterioridad a la publicación del Ensayo de Locke, Leibniz
) conscientes, confiado ya había defendido la existencia de contenidos mentales que escapaban a la
basarse en una percep- luz de la conciencia» 15 , los textos más numerosos y relevantes en favor de un
renunciar. Los alegatos inconsciente psicológico se encuentran, sin embargo, en la obra que redactó
tales inconscientes cu!-
14Ibid, p. 180.
15G. W. Leibniz (1686), Discours de Metáphysique. Publicado por vez primera por Gote-
/rin [El sistema de Descartes, frend en Briefwechsel zwischen Leibniz, Arnauld und dem Landgrafen Ernst van Hesse-Rheinfels,
Hannover, 1846. Editado por C. I. Gerhardt en el vol. rv de Die philosophischen Schriften van
Gottfried Wilhem Leibniz [Discurso de metafísica, trad. de A. Castaño, Buenos Aires, Aguilar, 6.ª
ed., 1982, p. 65].
62 Pedro Chacón Fuertes La noción de inconsciente en
en directa respuesta a Locke: los Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano, tendimiento y ser J
escritos entre 1703 y 1704 y editados póstumamente en 1765 16 . afirmación de que
El texto leibniziano está escrito en forma de un fingido diálogo entre mente consciente e
Teófilo-Leibniz y Filaletes-Locke siendo especialmente significativa la impor- allí» 20• La distincié
tancia concedida por Leibniz en esta obra al tema de las inconscientes «pe- ideas le parece a L
queñas percepciones». Ya en el Prefacio tras señalar que quizá no existiera mente humana exi
tanta contradicción sobre el origen de las ideas como pudiera presumirse, ejemplo los hábitrn
puesto que también Locke en su segundo Libro _h abría reconocido que mu- tiempo, pueden de 1
chas de ellas las extraemos de nosotros mismos mediante la reflexión, añade Pero, además, I
Leibniz: «Y siendo dichos objetos inmediatos a nuestro entendimiento, y de percepciones inc
estando siempre presentes (aun cuando no siempre nos apercibimos de ello, cen pensar que en
a causa de nuestras distracciones y necesidades) ¿por qué asombrarse cuan- ciones, pero sin ape
do decimos que dichas ideas nos son innatas, con todo lo que ello impli- ma de los cuales no
ca?»» 17 . En el texto transcrito aparece ya la distinción leibniziana entre «per- Leibniz para explici
cepción» y «apercepción» que tanta transcendencia tendrá no sólo en su el espectador son, o
sistema filosófico, sino en la obra psicológica de autores muy posteriores de novedad y exces1
como Herbart y Wundt, y que resulta decisiva, según veremos, para su reco- cerlo, Leibniz abre
nocimiento de entidades mentales no conscientes. problema de lo psíc
Frente a la imagen lockeana de una tabula rasa ofrece Leibniz la de un tivos de la concienc
trozo de mármol veteado en el que estuvieran marcados los rasgos de las fi- ps1eofísica por Fech
guras que podrán ser esculpidas con preferencia a otras» 18 . En una de sus res- das, tales «pequeña~
puestas a Filaletes en el libro primero,. Teófilo volverá a subrayar esta dife- y constituyen la con
rencia que resulta decisiva, a su juicio, para entender el modo como puedan cientes.
estar en el entendimiento ideas de las que no tiene ningún conocimiento ac- Leibniz hace fü
tual: «La posibilidad de entenderlas no consiste en una simple facultad; es queñas percepcionel
una disposición, una actitud, una preformación que determina nuestra alma mico. El desasosiegc
y que hace que puedan ser deducidas de ella. Al modo en que hay diferen- ciencia nada sabe: «1
cias entre la figura que se da a la piedra o al mármol indiferentemente y la demuestro no difien
que ya está indicada en las vetas, o están dispuestas a hacerse ver si el obrero que no obstante cot
sabe aprovecharlas» 19_ cer, provocándolo c1
La analítica identificación llevada a cabo por Locke entre estar en el en- gar en que Leibniz s
gundo libro de los
16Los Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano fueron publicados por primera vez esfuerzos que result:
por R. E. Raspe en su edición de las obras filosóficas latinas y francesas de Leibniz, Amster- apercibimos, y a éste
dam, 1765. El texto se encuentra en el vol. vr de la edición de Gerhardt, y la traducción espa- también existan ape1
ñola que seguiremos es la de J. Echeverría en Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano,
rías son aquellas de 1
Madrid, Editora Nacional, 1977.
17 Ibid, p. 44. En fin, Leibniz r
18 Ibid der lo sensible la q1
19 Ibzd, I, p. 82. De nuevo Leibiniz insistirá en esta misma idea, tan vinculada a su ·con-
cepción dinámica de las sustancias, en el libro segundo: «Filaletes: En nosotros existe algo
2° Cf I, 1, p. 82.
que tiene el poder de pensar, pero de ello no se sigue que siempre lo esté en acto. Teófilo:
21 Ibzd, p. 46.
22 Ibzd, p. 48. Cf tam
Las potencias verdaderas nunca son meras posibilidades. Siempre existe la tendencia y la ac-
ción», II, 1, p. 120.
23 Ibzd, u, 21, p. 201.
Pedro Chacón Fuertes La noción de inconsciente en psicología 63
l entendimiento humano, tendimiento y ser percibido por éste es disuelta por Leibniz para quien la
1 1765 16. afirmación de que algo está en nuestra mente no implica que se sea actual-
fingido diálogo entre mente consciente de ello, sino que basta con que «pueda ser encontrado
! significativa la impar- allí» 20. La distinción entre una existencia actual y otra virtual de nuestras
. las inconscientes «pe- ideas le parece a Leibniz suficiente para mostrar la posibilidad de que en la
que quizá no existiera mente humana existan muchas de la que ésta no se apercibe, como por
10 pudiera presumirse, ejemplo los hábitos adquiridos y los recuerdos que, olvidados durante un
ía reconocido que mu- tiempo, pueden de nuevo ser traídos a la luz de la conciencia.
mte la reflexión, añade Pero, además, Leibniz cree poder ofrecer testimonios empíricos a favor
!stro entendimiento, y de percepciones inconscientes: «Por otra parte, hay signos a millares que ha-
JS apercibimos de ello, cen pensar que en todo momento existen en nosotros infinidad de percep-
qué asombrarse cuan- ciones, pero sin apercepción y sin reflexión, es decir, cambios en el alma mis-
oda lo que ello impli- ma de los cuales no nos damos cuenta [...]»» 21 . Las hipótesis propuestas por
leibnízíana entre «per- Leibniz para explicar que tales personajes internos no sean apercibidos por
tendrá no sólo en su el espectador son, o bien su gran número y escasa fuerza, o bien su ausencia
1tores muy posteriores de novedad y excesiva proximidad para poder ser percibidas distintas. Al ha-
veremos, para su reco- cerlo, Leibniz abre la puerta a las teorías psicológicas que han concebido el
problema de lo psíquico inconsciente en relación con los umbrales cuantita-
frece Leibniz la de un tivos de la conciencia tal como se planteará al inicio de la constitución de la
los los rasgos de las fi- psicofísica por Fechner y sus «sensaciones negativas». Pese a no ser percibi-
;» 18. En una de sus res- das, tales «pequeñas percepciones» siguen produciendo su efecto en el alma
:á a subrayar esta dife- y constituye:t;i la condición de posibilidad de las propias percepciones cons-
el modo como puedan cientes.
ngún conocimiento ac- Leibniz hace responsable a ese inconsciente psicológico que son las pe-
rna simple facultad; es queñas percepciones de un particular efecto emocional sobre el estado aní-
letermína nuestra alma mico. El desasosiego del alma puede obedecer a razones de las que la con-
fo en que hay díferen- ciencia nada sabe: «también son ellas las que provocan esa inquietud, la cual
1indiferentemente y la demuestro no difiere del dolor sino como difiere lo pequeño de lo grande, y
nacerse ver sí el obrero que no obstante constituye a menudo .nuestro deseo, e incluso nuestro pla-
cer, provocándolo cual especia picante»» 22 • No es, por otro lado, el único lu-
ke entre estar en el en- gar en que Leibniz se refiere a un inconsciente afectivo o pulsional. En el se-
gundo libro de los Nuevos Ensayos hace decir a Teófilo: «También hay
publicados por primera vez esfuerzos que resultan de las percepciones insensibles, de las cuales no nos
ancesas de Leibniz, Amster- apercibimos, y a éstos prefiero llamarlos apeticiones, y no voliciones (aunque
rhardt, y la traducción espa- también existan apeticiones aperceptibles), pues las únicas acciones volunta-
bre el entendimiento humano,
rias son aquellas de las cuales nos apercibimos [...]» 23.
En fin, Leibniz reconoce explícitamente que es la necesidad de transcen-
der lo sensible la que nos lleva a la admisión del inconsciente psicológico.
lea, tan vinculada a su ·con-
tes: En nosotros existe algo
2º Cj I, 1, p. 82.
pre lo esté en acto. Teófilo:
21 !bid., p. 46.
: existe la tendencia y la ac-
22 !bid., p. 48. Cf también, p. 191.
23 Jbid., II, 21, p. 201.
64 Pedro Chacón Fuertes La noción de inconsciente en pst
«En una palabra, las percepciones insensibles tienen un uso tan grande en sijo de fantasías»» 26_ lJ
la Pneumática como los corpúsculos insensibles en Física, y tan poco razo- ser consciente y ser i1
nable es rechazar a los unos como a las otras, bajo el pretexto de que es- eminente psicólogo, ')
tán fuera del alcance de nuestros sentidos»» 24 . Sólo en la medida en que consciente psicológica
resulte racional apelar a procesos psíquicos inconscientes en la explicación mano y la que, justam
y comprensión de las conductas humanas estará justificado postularlos. Pero Principios de psicología
decidirlo nunca podrá ser una mera cuestión empírica, sino teórica, por- que los hombres le ha
que el juicio sobre tal carácter racional dependerá estrechamente de los mundo.
presupuestos epistemológicos que asumamos en nuestros modelos explica- Quizá la mayor d
tivos y de los criterios que adoptemos para determinar nuestros «compro- miento romántico, res;
misos ontológicos». También los «hechos» inobservables del teatro interno teatro interno de las r
estarán cargados de teoría. designador de la reali,
A la tesis de Locke, expresada en boca de Filaletes, de que se trata de lo fenoménico. El ens:
una cuestión de hecho que hay que resolver por medio de la experiencia, el proceso de des-subj
responderá Leibniz con las siguientes palabras d~ Teófilo: ria que comportó el r
los profetas del nuevo
Esa cuestión se dilucida del mismo modo en que se prueba que hay cuerpos imperceptibles y valis, W oodsworth, Ci
movimientos invisibles, pese a que algunas personas los encuentren absurdos. Existen inclu-
oculta de su creativida
so infinidad de percepciones apenas notadas, que no se distinguen lo bastante mediante la
dos, el ignoto «interiot
apercepción o el recuerdo, pero que se hacen conocer por medio de sus seguras consecuencias
[las cursivas son mías]. co sino la síntesis vita
figura del genio, A tal
El devenir posterior de la noción de, inconsciente psicológico será deu- nos; su casa es el alma,
dor de las teorías de Leibniz sobre las oscuras y pequeñas percepciones. El inconsciente re
Así, Kant se adhiere, en contra de Locke, a las tesis de Leibniz dedicando ante todo, con la vida
el parágrafo quinto de su Antropología a las «representaciones que tenemos postulación antihegeli:
sin ser conscientes de ellas». A juicio del autor de la Crítica de la razón pura concebida como nourr
«en el gran mapa de nuestro espíritu sólo unos pocos lugares están ilumi- taciones, constituye ur
nados»» 25 • Tras él, vientos románticos impulsarán la noción de inconsciente lo será, años más tarde
más allá del teatro interior de las representaciones para colocarla en el do por la razón occidt
centro del gran teatro del mundo. Pero, una vez amainados, la veremos re- cológicos ocultos a la
aparecer de nuevo como sombra de la conciencia a la hora del nacimiento armas críticas contra 1:
del saber científico que de ella quiso hacer su objeto, la psicología. Schopenhauer en los :
un unitario sistema m
consciente del alma h1
III. PARTE SEGUNDA. 1890: LA CONCIENCIA DIVIDIDA explícitamente recono
obras alcanzaron más :
1890: «Es el medio supremo que nos permite creer en psicología cuanto primero había escrito ·
nos plazca y transformar lo que podría llegar a ser una ciencia en un ama- iniciándola con la dec
24 [bid, p, 49, 26
W. James (1890), Pril
E. Kant (1798), Antropologie von pragmatischer Hinsich~ par. 23 [Antropología en sentido
25
xico, FCE, 1990, p. 134]. (Er
pragmático, trad. deJ Gaos, Madrid, Revista de Occidente, 1935, pp, 21-22]. maria más correcta,)
Pedro Chacón Fuertes La noción de inconsciente en psicología 65
un uso tan grande en sijo de fantasías»» 26. Lo que merece tan negativos juicios es la distinción entre
ísica, y tan poco razo- ser consciente y ser inconsciente del estado mental y quien los profiere un
:1 pretexto de que es- eminente psicólogo, W. James. Pero entre la crítica que a la noción de in-
en la medida en que consciente psicológico hiciera Locke en su Ensayo sobre el entendimiento hu-
ntes en la explicación mano y la que, justamente dos siglos más tarde, elaborara W. James en sus
cado postularlos. Pero Principios de psicología, importantes cambios se habían operado en el valor
ica, sino teórica, por- que los hombres le habían concedido en la comprensión de sí mismos y del
estrechamente de los mundo.
;tros modelos explica- Quizá la mayor de' tales transformaciones se operó a manos del movi-
1ar nuestros «compro- miento romántico, responsable de que el inconsciente saliera del ámbito del
:>les del teatro interno teatro interno de las representaciones mentales para convertirse en nombre
designador de la realidad extrapsicológica y del fondo que se ocultaría tras
tes, de que se trata de lo fenoménico. El ensanchamiento de su ámbito de extensión coincidió con
dio de la experiencia, el proceso de des-subjetivación de la conciencia y de vivificación de la mate-
,filo: ria que comportó el ·romanticismo. Metafísicos y artistas se convirtieron en
los profetas del nuevo inconsciente. Herder, Schiller, Schelling, Goethe, No-
ay cuerpos imperceptibles y valis, Woodsworth, Coleridge, J ean Paul...creerán reconocer en él la fuente
<::n absurdos. Existen inclu- oculta de su creatividad artística y, en palabras del último de los autores cita-
en lo bastante mediante la dos, el ignoto «interior de África». Su vía de acceso no será el análisis psíqui-
le sus seguras consecuencias
co sino la síntesis vital, y sus rastros en la tierra las creaciones artísticas ·y la
figura del genio. A tal inconsciente le viene estrecha el alma de los moder-
! psicológico será deu- nos; su casa ~s el alma del mundo CW eltseele).
queñas percepciones. El inconsciente romántico no es intelectualista. Sus lazos los establece,
de Leibniz dedicando ante todo, con la vida y la voluntad, en lugar de con percepciones e ideas. La
taciones que tenemos postulación antihegeliana de una Voluntad inconsciente de Schopenhauer,
Crítica de la razón pura concebida como nouménica realidad contrapuesta al mundo de las represen-
s lugares están ilumi- taciones, constituye uno de los más claros testimonios de ello. Pero también
oción de inconsciente lo será, años más tarde, la figura de Nietzsche cuyo análisis del destino sufri-
para colocarla en el do por la razón occidental tuvo en la denuncia genealógica de procesos psi-
inados, la veremos re- cológicos ocultos a la privada conciencia subjetiva una de sus más afiladas
a hora del nacimiento armas críticas contra la metafísica y la moral. La influencia de Schelling y de
la psicología. Schopenhauer en los autores que durante el siglo xrx intentaron integrar en
un unitario sistema metafísico el inconsciente del alma del mundo y el in-
consciente del alma humana no sólo es inferible de sus textos, sino que fue
explícitamente reconocida por ellos. Basta con mencionar los dos cuyas
obras alcanzaron más amplia repercusión: C. G. Carus y E. von Hartmann. El
en psicología cuanto primero había escrito en 1846 su Psyche. Zur Entwicklungsgeschichte der Seele,
na ciencia en un ama- iniciándola con la declaración de principios de que la clave para conocer la
26 W. James (1890), Principies o/ Psychology, Nueva York, Holt [Principios de psicología, Mé-
. 23 [Antropología en sentido xico, FCE, 1990, p. 134]. (En este caso he optado por hacer otra traducción del texto por esti-
pp. 21-22]. marla más correcta.)
66 Pedro Chacón Fuertes La noción de inconsciente en psic,
esencia consciente del alma está en la región de lo inconsciente. La concien- biéndose (Hemmung).
cia sería tan sólo un estado pasajero mientras que el pensamiento inconscien- presentaciones son ci
te dominaría la vida entera de los individuos 27 . Años más tarde (1869), fuerza. Del conflicto e
E. von Hartmann publica su Philosophie des Unbewusstsein, que alcanzaría una completo de algunas o
amplia difusión y que suponía el intento más ambicioso de ofrecer una con- en el alma, aunque pe¡
cepción metafísica del mundo desde la categoría de inconsciente» 28 . Los atri- ciencia. La llegada de
butos que le otorga son los propios de lo absoluto: voluntad y representación diante un proceso en t
infinitas. Su omnipresencia no está sometida a ninguna restricción pues en de representaciones»
todas partes se revelaría y en todos los niveles de la realidad podríamos ras- conciencia Herbart el;
trear las huellas de sus efectos. El problema de todo absoluto es que, en ri- bién será empleado pa
gor, carece de nombre y al inconsciente de Hartmann, con los mismos dere- La influencia que sobi
chos, podrían asignársele los de Idea o Conciencia. concepción dinámica
Contra este inconsciente metafísico, extralimitado fuera de las fronteras sión» de las represent:
del psiquismo humano, reaccionaron los que, desde la segunda mitad del si- minusvalorada por J011
glo XIX, se esforzaron por hacer de la psicología ·una ciencia bajo el modelo Assoun 31 .
de ciencia natural. Tal noción de inconsciente ejemplificaría, a sus ojos, un Junto a Herbart el
paradigmático ejemplo del tipo de especulación filosófica del que la psicolo- sobre el inconsciente
gía debiera independizarse. No había lugar para el inconsciente en la morada quien considera que «l
de una psicología que se definía a sí misma como ciencia de la conciencia o en su tesis doctoral «:
ciencia de los fenómenos psíquicos. Al igual que los saberes positivos se ha- una teoría de la percep
bían desprendido de la «filosofía de la naturaleza» romántica, la psicología de procesos intelectual
que pretendía imitarlos debía mantenerse alejada de una noción que mostra- encargado de volver a
ba los rasgos de ser hija suya. · se refleja en la retina, (
Sin embargo, en la historia inmediatamente anterior al nacimiento de la da por los ojos, quien 1
psicología experimental, la idea de un inconsciente psicológico también ha- nes que las impresione
bía estado presente en muchos de sus relevantes promotores. El primero de sibilita reconocer la di~
ellos ejerció una dilatada influencia, en particular a través de su Manual de sujeto sólo sería consci
psicología escrito en 1816, en los ambientes intelectuales alemanes en cuyo les que los han hecho p
seno se gestó la emergencia de la psicología científica. Nos referimos a J. F. Schopenhauer volv
Herbart. En dicha obra ofrecía un modelo teórico del psiquismo humano en tendimiento en su trata
el que las representaciones inconscientes ocupaban un importante lugar» 29 . portante, El mundo com
Las unidades mentales son, según Herbart, representaciones que están en Paralzpomena, seguirá o
permanente movimiento estableciendo relaciones entre ellas. La conciencia co: casi la mitad de to
es concebida como un espacio que tales entidades psíquicas compiten por
ocupar. Pueden, entre sí, o bien fundirse en una sola (Schmelzung), o bien
conjuntarse (Complexion), o bien reprimirse (Verdrágung), estorbándose o inhi-
3° C/ ibid, par. 125. Las
oh. cit., II, cap. XIX.
3 1 Cf P. L. Assoun (198
27
Cf C. G. Carus (1946), Psyche, zur Entwicklungsgeschichte der Seele, Fforheim, Flammer ción a la epistemología /reudian
and Hoffmann. 32 C/ A. Schopenhauer (
28 E. von Hartmann (1869), Philosophiedes Unbewusstsein, Berlín, Duncker. 2.ª ed., 1847, par. 21 [De la
29 J. F. Herbart (1824/ 25), Psychologie als Wissenscha/t, neubegründet auf Erfahrung, Metaphy- Madrid, Gredos, 1981, p, 111
sik und Mathematik, 2 vols. Reeditada en Johann Friedrich Herbart's Sammtliche werke, vols. 33 De este texto sólo ei
v y vr (ed. de G. Harttenstein), Leipzig, Voss, 1866-1868. hauer. Antología, Barcelona, F
Pedro Chacón Fuertes La noción de inconsciente en psicología 67
:onsciente. La concien- biéndose (Hemmung). El resultado es una dinámica mental en el que las re-
ensamiento inconscien- presentaciones son concebidas dotadas de una determinada cantidad de
.ños más tarde (1869), fuerza. Del conflicto entre ellas, el resultado no es nunca la desaparición por
sein, que alcanzaría una completo de algunas de las representaciones más débiles. No dejan de estar
,so de ofrecer una con- en el alma, aunque permanezcan por debajo del umbral (Schwelle) de la con-
consciente» 28 . Los atri- ciencia. La llegada de nuevos estímulos puede provocar su emergencia me-
luntad y representación diante un proceso en el que se reestructura e integra la totalidad de la «masa
ma restricción pues en de representaciones» conscientes. Para designar este proceso de toma de
·ealidad podríamos ras- conciencia Herbart eligió el leibniziano término de 'apercepción' que tam-
absoluto es que, en ri- bién será empleado por Wundt años más tarde y criticado por W. James» 30.
1, con los mismos dere- La influencia que sobre Freud, a través de Lindner y Meynert, ejerció esta
concepción dinámica de lo mental y la noción de Herbart de una «repre-
> fuera de las fronteras sión» de las representaciones fue subrayada por María Dorer y S. Bernfeld,
a segunda mitad del si- minusvalorada por J ones y, a mi juicio, adecuadamente enjuiciada por P. L.
ciencia bajo el modelo Assoun 31 • ·
,lificaría, a sus ojos, un Junto a Herbart el otro autor filosófico contra cuyas teorías psicológicas
ífica del que la psicolo- sobre el inconsciente W. James dirigirá sus críticas es Schopenhauer en
onsciente en la morada quien considera que «la mitología llega al máximo». Éste había desarrollado
ncia de la conciencia o en su tesis doctoral «La cuádruple raíz .del principio de razón suficiente»
saberes positivos se ha- una teoría de la percepción en la que se argumentaba a favor de la existencia
·omántica, la psicología de procesos intelectuales no conscientes. En la visión, es el entendimiento el
ma noción que mostra- encargado de volver a colocar al derecho la imagen invertida del objeto que
se refleja en la retina, quien unifica en una imagen lo visto en forma separa-
·ior al nacimiento de la da por los ojos, quien hace posible la visión estereométrica en tres dimensio-
)sicológico también ha- nes que las impresiones sensoriales no proporcionan y, en fin, quien nos po-
motores. El primero de sibilita reconocer la distancia y la localización de los objetos. De todo ello el
través de su Manual de sujeto sólo sería consciente de los resultados, no de los procesos intelectua-
iales alemanes en cuyo les que los han hecho posible 32 .
a. Nos referimos a J. F. a
Schopenhauer volvió reiterar la necesaria labor inconsciente de un en-
1 psiquismo humano en tendimiento en su tratado Sobre la visión y los colores» 33 y en su libro más im-
m importante lugar» 29. portante, El mundo como voluntad y representación. En su última obra Parerga y
ataciones que están en Paralipomena, seguirá otorgando un amplio ámbito al inconsciente psicológi-
tre ellas. La conciencia co: casi la mitad de todos nuestros pensamientos nos vienen inconsciente-
psíquicas compiten por
,la (Schmelzung), o bien 30 Cf ibid., par. 125. Las críticas de James se encuentran en (1890) Principies of Psychology,
ig), estorbándose o inhi- ob. cit., II, cap. xrx.
31 C/ P. L. Assoun (1981), lntroduction a la epistemologie freudienne, París, Payot [Introduc-
der Seele, Fforheim, Flammer ción a la epistemología freudiana, México, Siglo XXI].
32 Cf A. Schopenhauer (1813), Über die vierfache W urzel des Satzes vom zureichenden Gründe,
lín, Duncker. 2.ª ed., 1847, par. 21 [De la cuádruple raíz del principio de razón suficiente, trad. L. E. Palacios,
-ündet auf Erfahrung, Metaphy- Madrid, Gredos, 1981, p. 116].
33 De este texto sólo existe una traducción parcial en A. Isabel Rábade (ed.), Schopen-
art' s Sammtliche werke, vols.
hauer. Antología, Barcelona, Península, 1989, pp. 61-75.
68 Pedro Chacón Fuertes La noción de inconsciente en psico
, sin haber pensado en e inventor de la expresión «inferencia inconsciente» asumida por Helmholtz,
leas nuevas y creativas aunque Wundt, tras haberla propuesto en sus primeras obras» 37, dejó de utili-
rma inconsciente» y, en zarla a partir de 1873, fecha en la que, por contra, recupera el leibniziano
anismos cerebrales res- término de «apercepción» que pasará a tener cada vez mayor importancia en
~cos: «Casi pudiéramos sus escritos posteriores. La definitiva concepción wundtiana parece suponer
pensar consciente pro- que todos los procesos y elementos psíquicos pertenecen al campo de la
~l interior de su sustan- conciencia (Blickfield) pero que sólo unos pocos pueden entrar en su punto
de mira (Blickpunkt) en un momento determinado.
icología filosófica» abo- Otros autores vinieron a sumarse al reconocimiento en el siglo XIX de un
5gico. Al menos tres re- inconsciente psicológico, como Beneke, Mill (padre) y Hamilton. Pero, al
tífico-natural que adop- igual que sucediera en los orígenes de la concepción moderna de la mente,
primer lugar, Fechner, sus detractores eran igualmente numerosos y gozaban de similar prestigio.
:n en la obra fundamen- Los estados psíquicos no conscientes seguían siendo piedra de escándalo en
~nto de la ley que lleva los albores de la psicología científica. Antes de analizar los argumentos que
:s negativas» cuyas mag- en su contra formulara W. James, una figura merece recabar nuestra aten-
·a» 35_ En segundo lugar, ción: F. Brentano. Defensor de la psicología como ciencia de los fenómenos
procesos sensoriales de psíquicos objeto de la percepción interna, la identificación de psiquismo con
a su modelo originario. conciencia constituía para él una tesis que, en terminología de Lakatos, po-
efendió la existencia de dríamos considerar perteneciente al núcleo duro de su programa de investi-
s procesos perceptivos. gación. Al problema de la posibilidad de fenómenos psicológicos no ccins-
te años sirvió para ava- cientes dedicará todo un capítulo de la segunda parte de su obra Psicología
estuviera en deuda con desde el punto ,de vista empírico. El problema epistemológico queda de nuevo
s empiristas y antinati- planteado: si, por principio, no podemos certificar ni negar la existencia de
~
~ue en lo percibido hay representaciones inconscientes mediante una comprobación directa en la
~pica como la de los co- experiencia, ya que son inconscientes, ¿cómo podríamos hacerlo? Tan solo
lales inferencias incons- cabe la vía de «deducirlas indirectamente» de los hechos de experiencia.
' si bien se forman por Así lo habían declarado sus defensores y Brentano pasa a evaluar las prue-
es, se transformarían en bas indirectas que aportaron, tras clasificarlas en cuatro grupos. Ninguna de
os. El título de inferen- ellas resultará, a su juicio, conclusiva: .ni extraerlas inductivamente como
ue podemos establecer una hipótesis causal de los hechos de experiencia; ni deducirla como efecto
comportarían similares psíquico de causas conocidas por experiencia; ni el argumento de Fechner
bniz, pueden ser extraí- y Beneke de que la intensidad de la conciencia implica la admisión de mag-
ceptivos. Para tener un nitudes negativas; ni el de quienes creen necesario postular estados incons-
r con un conocimiento cientes pues, de lo contrario, sería inevitable, a su juicio, un regreso al infi-
6 nito al suponer que todo fenómeno psíquico ha de ser objeto de otro
, nicos que mencionare- fenómeno psíquico. Tras aplicar su rigor analítico a todas ellas, concluye
sicología experimental, Brentano, «A la pregunta de saber si existe una conciencia inconsciente, en
el sentido que hemos dado a esta cuestión, podemos pues responder con
Algunos opúsculos de Arturo un no categórico» 38 ,
reitkopf and Harte!.
ischen Optik, 3.ª ed., Hambur-
37 C/ especialmente, Beitrá'ge zur Theorie der Sinneswahrnehmung, 1858-1862.
38 Ibid., par. 13.
70 Pedro Chacón Fuertes
La noción de inconsciente en psil
W. James también fue un psicólogo mentalista. Ferviente defensor del menos mentales concc
empirismo, reivindicaba como modos de acceso a los fenómenos mentales sueño, hinópticos, así
no sólo el imperfecto testimonio de la experiencia interna, sino también la la tesis del inconscien
observación y experimentación objetiva. Su obra principal, Los principios de la fugaces estados canse
psicología se inicia con estas palabras: «La psicología es la ciencia de la vida ducido por la audició
mental, tanto en sus fenómenos, como en sus condiciones»» 39 . Por fenómenos mónicas entre los so
mentales entiende James, las sensaciones, deseos, cogniciones, razonamien- apercibirse. Nada de e
tos, decisiones, etc. La conciencia cumple, a su juicio, una función activa y bral puede ser directai
reguladora, coherente con el proceso evolutivo de los seres orgánicos del tal.
que ha emergido. El séptimo de los
La indagación de W. James sobre la legitimidad de admitir estados psí- tras conductas parece:
quicos inconscientes se encuentra en un lugar fundamental de su obra, pues de los que no somos
pasa a ocuparse de ellos cuando analiza los presupuestos básicos de la nueva tampoco dificultad en
ciencia. Al igual que el atomismo asociacionis~a, considera su postulación tales inconscientes. Bi
una grave confusión conceptual de la que la psicología ha de liberarse. En su del aprendizaje, y las 1
denuncia de un «polvo de la mente» encontramos ya una recusación de Ja- portarse de una deterr
mes de los argumentos que se habían expuesto a favor del inconsciente a to del inconsciente ro
partir de una concepción asociacionista de las sensaciones. De la negación festaciones de una int1
de ésta, se desprende que «no hay unidades inadvertidas de sustancia mental responder diciendo qt
que precedan e integren toda la conciencia» 40 . En la novena, W. J am
Para negar la existencia de estados mentales inconscientes, W. James es- hemos visto defender i
coge el método escolástico de present~r las pruebas que presuntamente la cepción. No haría falti
apoyarían y contestarlas, a continuación, mostrando su invalidez. En total rácter no consciente: i
elabora una lista de diez argumentos con sus correspondientes respuestas. las conexiones cerebrai
Así, la teoría leibniziana de las pequeñas percepciones se trataría tan sólo de Según venimos cor
un ejemplo de la «falacia de la división» según la cual sería verdadero para midos a favor de un in
las partes lo que es para el todo. En realidad, no existiría sensación hasta se en dos tesis: o bien
que ésta se produce. Lo único que existe previamente son afecciones de los consciente pero que h
nervios pero insuficientes para provocar un estado inental. Asimismo, el ar- fisiológico y no psíquic
gumento de las conductas inteligentes que somos capaces de llevar a cabo de insuficiente que los qu
forma inconsciente tampoco sería concluyente pues pueden ser explicadas testación». Se refiere J2
como actividades conscientes muy rápidas que no recordamos, o bien «exis- que, en un determinad
te conciencia de estos actos, pero está separada del resto de la conciencia de motivaciones de los qu
los hemisferios» 41 . que se desprendería qt
La tercera prueba se refiere a la inferida a partir de procesos lógicos de te la conciencia. Willia
razonamiento no conscientes. A juicio de James, es más verosímil la hipótesis bargo, con esta última
de que se trata de procesos conscientes de los que nos falta tan sólo el re- ramos del error de cr
cuerdo o bien bastan para su explicación las conexiones cerebrales sin fenó- refieren a un mismo o!:
tara de dos versiones 1
39 W. James, ob. cit., p. 5. ciente. «Una vez hecha
40 Jbid, p. í29. momento de su presen
41 Ibid, p. 136. bre ella; distinguiendo,
Pedro Chacón Fuertes La noción de inconsciente en psicología 71
Ferviente defensor del menos mentales concomitantes. Igualmente, los estados de sonambulismo, de
os fenómenos mentales sueño, hinópticos, así como los estados de trance y epilépticos no abonarían
nterna, sino también la la tesis del inconsciente pudiendo ser tratados, según James, como casos de
:ipal, Los principios de la fugaces estados conscientes rápidamente olvidados. Tampoco el placer pro-
es la ciencia de la vida ducido por la audición de una melodía musical se basaría en relaciones ar-
nes»» 39 . Por fenómenos mónicas entre los sonidos de las que la mente debe, inconscientemente,
)gniciones, razonamien- apercibirse. Nada de ello es necesario, responde James, pues el proceso cere-
o, una función activa y bral puede ser directamente agradable sin necesidad de ninguna cuenta men-
los seres orgánicos del tal. ·
El séptimo de los argumentos recogido por W. James aduciría que nues-
de admitir estados psí- tras conductas parecen obedecer a reglas lógicas y razonamientos prácticos
mental de su obra, pues de los que no somos conscientes. El autor de Principios de psicología no ve
stos básicos de la nueva tampoco dificultad en explicar dichas conductas sin recurrir a procesos men-
msidera su postulación tales inconscientes. B!lstarían para ello las modificaciones cerebrales, fruto
ía ha de liberarse. En su del aprendizaje, y las consecuentes predisposiciones o tendencias para com-
a una recusación de Ja- portarse de una determinada forma. La octava prueba, en cambio, es un res-
:avor del inconsciente a to del inconsciente romántico-vitalista: los instintos concebidos como mani-
aciones. De la negación festaciones de una inteligencia inconsciente. Nada más fácil para James que
idas de sustancia mental responder diciendo que son meras acciones mecánicas del sistema nervioso.
En la novena, W. James se hace eco de las «inferencias inconscientes» que
onscientes, W. James es- hemos visto defender a Wundt y a Helmholtz en sus explicaciones de la per-
s que presuntamente la cepción. No haría falta, de nuevo, en este caso postular nada mental de ca-
¡ su invalidez. En total
spondientes respuestas.
s se trataría tan sólo de
rácter no consciente: son suficientes para explicar los procesos perceptivos
las conexiones cerebrales.
Según venimos constatando, la práctica totalidad de los argumentos esgri-
~al sería verdadero para midos a favor de un inconsciente mental son rebatidos por James apoyándo-
fxistiría sensación hasta se en dos tesis: o bien lo que intenta presentarse como tal es algo que fue
¡te son afecciones de los consciente pero que ha sido olvidado, o bien es explicable como fenómeno
rental. Asimismo, el ar- fisiológico y no psíquico. Para el último lugar guarda un argumento «menos
races de llevar a cabo de insuficiente que los que hemos visto, y que requiere un nuevo tipo de con-
r pueden ser explicadas testación». Se refiere James a todo ese amplio conjunto de experiencias en el
cordamos, o bien «exis- que, en un determinado momento, reconocemos en nosotros sentimientos y
esto de la conciencia de motivaciones de los que hasta entonces no habíamos sido conscientes, de lo
que se desprendería que, de algún modo, existían hasta entonces ocultos an-
de procesos lógicos de te la conciencia. William James no se muestra más condescendiente, sin em-
bargo, con esta última prueba. Su aparente fuerza queda disuelta si nos libe-
nos falta tan sólo el re- ramos del error de creer que dos sensaciones o dos sentimientos que se
nes cerebrales sin fenó- refieren a un mismo objeto son psicológicamente los mismos, como si se tra-
tara de dos versiones una de las cuales puede ser consciente y otra incons-
ciente. «Una vez hecha la distinción entre tener simplemente una idea en el
momento de su presencia y conocer posteriormente toda serie de cosas so-
bre ella; distinguiendo, además, que entre un estado mental en sí, tomado
72 Pedro Chacón Fuertes La noción de inconsciente en psü
como hecho objetivo, por una parte, y la cosa objetiva que conoce, por la 1886 y su tesis sobre
..otra, resultará fácil escapar del laberinto» 42 . antes de la aparición
¿Puede concluirse que con tan tajantes negativas James haya zanjado entusiasmo a lo signi
toda relación de la nueva ciencia con el amenazante lado oscuro del espejo ra automática, sugest
de la conciencia? En modo alguno. Más bien, en James, constatamos que se- ceptualización teóric
guía abierto el debate sobre un tema que afectaba a los presupuestos «meta- doble conciencia ser
físicos» de la psicología científica en torno a la noción de representación sería tan inconscient,
mental inconsciente tal como fuera planteada por los filósofos del siglo XVII, del significado que p
y, a la vez, la emergencia de una conceptualización. del inconsciente psicoló- puede negárseles el e
gico que venía a unirse a aquélla tras haber surgido fuera de las fronteras de lar que una segunda
la 'normalidad': en la hinopsis y en la histeria. dos en un mismo st
W. James fue uno de los psicólogos que, como muchos de los intelectua- conceder a tales inve
les del último tercio del siglo XIX, se interesó vivamente por los fenómenos filosofía.
de la vida humana que parecían provenir de lo oscuro y a los que su afán de
verdad les impulsó a intentar traerlos a la luz de la conciencia. A lo largo de Todos estos hechos, t
comienzo de una indag
sus Principios de psicología argumentará a favor de una conciencia dividi-
más profundos de nue
da, tanto en el importante capítulo x en el que aborda la fundamental cues-
una cosa, y es que nun
tión de la identidad del yo, como en el capítulo XXVII en el que da cuenta de ra que sea, de que no l:
los resultados psicológicos de las investigaciones sobre hipnotismo que él sens3,ción allí 45_
mismo había llevado a cabo. Al analizar el problema de si estamos alguna vez
inconscientes, el empirista James señala que no necesitamos comprometer- Una valoración q
nos con ninguna concepción metafísica de la mente para decidir la cuestión tar sus conferencias <
de antemano. Podemos apoyarnos en la experiencia: religiosa confiese que
cología que el realiz~
En los últimos años, o mejor dicho, en los últimos meses, han sido reforzadas paban a nuestra conc
[aquellas razones] por una porción de observaciones curiosas hechas en sujetos his-
téricos e hipnotizados, que prueban la existencia de una conciencia altamente desa-
rrollada en lugares donde hasta ese momento no se sospechaba que existiera. Estas
observaciones arrojan tanta luz sobre la naturaleza humana que debo presentarlas IV. PARTE TERCERA.
con cierto detalle. El hecho de que cuando menos cuatro observadores diferentes y
hasta cierto punto rivales convengan en las mismas conclusiones justifica nuestra de- 1980: «El claro mem
cisión de aceptarlas como verdaderas 43 . cología parece ser el
en cuenta la experie
Los cuatro psicólogos a que alude son Pierre Janet, A. Binet, Jules Janet y puede ser completarr
E. Gurney. James pasa revista a las investigaciones que éstos habían realizado
con sujetos histéricos en el hospital de La Salpétriere y con sujetos hipnoti- 44 Cf P. Janet (1886), <
zados en sus consultas para inferir de ellas que una idea que permanece bajo dant le somnambulisme p
«L' anesthesie systématisée
el umbral de un cierto yo consciente puede ocasionar en él efectos. Las in- sophique, núm. 23, pp. 449
vestigaciones eran recientes pues los primeros trabajos de J anet son del año somnambulisme», Revue
psychologique, París, Alean
4 ~ W. James, ob. cit., p
42 Las críticas que James dirige a la noción de estados psicológicos inconscientes se en-
46 Cf W.James (1986)
cuentra en ibid, pp. 135-144.
43 Ibid, p. 164. Península.
La noción de inconsciente en psicología 73
Pedro Chacón Fuertes
tiva que conoce, por la 1886 y su tesis sobre automatismo psicológico se publicó tan sólo un año
antes de la aparición de los Principios de psicología» 44 • James se adhiere con
ras James haya zanjado entusiasmo a lo significado por tales investigaciones clínicas sobre escritu-
: lado oscuro del espejo ra automática, sugestión posthipnótica, etc., aunque siempre bajo la con-
1es, constatamos que se- ceptualización teórica que J anet ofreciera para poder interpretarlas: una
los presupuestos «meta- doble conciencia sería la responsable de la disociación. El yo primordial
)CÍÓn de representación sería tan inconsciente de los actos del yo sumergido como lo es respecto
s filósofos del siglo XVII, del significado que puedan tener. No se trata de actividades mecánicas ni,
iel inconsciente psicoló- puede negárseles el c·arácter de psíquicas, por lo que tan sólo cabe postu-
fuera de las fronteras de lar que una segunda conciencia ha sido la responsable, coexistiendo las
dos en un mismo sujeto pero ignorándose entre sí. James no dejará de
mchos de los intelectua- conceder a tales investigaciones una gran relevancia para la psicología y la
1ente por los fenómenos filosofía.
ro y a los que su afán de
Todos estos hechos,· tomados en conjunto, constituyen incuestionablemente el
:onciencia. A lo largo de
comienzo de una indagación que está destinada a arrojar nueva luz en los abismos
: una conciencia dividi- más profundos. de nuestra naturaleza [.. .]. De un modo concluyente comprueban
rda la fundamental cues- una cosa, y es que nunca debemos tomar el testimonio de una persona, por since-
[I en el que da cuenta de ra que sea, de que no ha sentido nada, como prueba positiva de que no ha habido
obre hipnotismo que él sensación allí 45_
de si estamos alguna vez
cesitamos comprometer- Una valoración que seguirá haciendo años más tarde, cuando al redac-
para decidir la cuestión tar sus conferencias Guilford de 1902 sobre Las variedades de la experiencia
religiosa confiese que ningún descubrimiento resultó más decisivo en psi-
cología que el realizado en 1886 sobre procesos psicológicos que se esca-
eses, han sido reforzadas paban a nuestra conciencia» 46 •
osas hechas en sujetos his-
conciencia altamente desa-
echaba que existiera. Estas
ana que debo presentarlas IV. PARTE TERCERA. 1980: ILUMINANDO LO OCULTO
observadores diferentes y
siones justifica nuestra de- 1980: «El claro mensaje que se desprende del pensar más reciente en psi-
cología parece ser el de que la conducta no puede ser entendida sin tomar
en cuenta la experiencia consciente y que la experiencia consciente no
et, A. Binet, J ules J anet y puede ser completamente entendida sin tomar en cuenta procesos psicoló-
e éstos habían realizado
44 Cf P. Janet (1886), «Les actes inconscients et le dédoublement de la personnalité pen-
re y con sujetos hipnoti-
dant le somnambulisme provoquée» Revue Philosophique, núm. 22, pp. 577-592; idem (1887),
dea que permanece bajo «L'anesthesie systématisée et la dissociation des phénomenes psychologiques», Revue Phílo-
ar en él efectos. Las in- sophíque, núm. 23, pp. 449-472; ídem (1888), «Les actes inconscients et la memoire pendant le
jos de J anet son del año somnambulisme», Revue Philosphique, núm. 25, pp. 238-279, e ídem (1889), L 'automatísme
psychologíque, París, Alean.
45 W.James, ob. cit., p. 171.
cológicos inconscientes se en- 46
Cf W . James (1986), Las variedades de la experiencia religiosa, trad. J. F. Ibars, Barcelona,
Península.
74 Pedro Chacón Fuertes La noción de inconsciente en J
gicos inconscientes»» 47 • Desde que William James redactara sus críticas a la xión. Así sucede co
noción de estados psicológicos inconscientes hasta que Shevrin y Dickmann, criticando en el ern
autores del texto citado, analizando las implicaciones teóricas que, a su jui- como fruto de una e
cio, se desprenden de múltiples trabajos empíricos contemporáneos, vuelven flexiva. Una .crítica ,
a reivindicarlos como un concepto clave de la psicología, mucho ha llovido ser y la nada, negand,
sobre esta adolescente ciencia y auténticos chaparrones cayeron sobre el in- posterior la cualidac
consciente psicológico. tico como una defici
Ellenberger ha narrado la historia de una psicología dinámica que, a par- ción de la subjetivid
tir de las prácticas hipnóticas y del tratamiento clínico de las neurosis, habría rías freudianas, y ¡
venido a reconocer, en los procesos psicológicos subyacentes a la conciencia, existencial orientadc
la causa etiológica y la clave interpretativa no sólo de mútiples trastornos yecto individual hur
conductuales sino también de mútiples fenómenos psíquicos no patológicos. primer momento poi
Ni que decir tiene que el hecho más decisivo se produjo a partir de 1900, cias humanas, y muy
año de la publicación de La interpretación de los sueños por Sigmund Freud. momentos: un inici2
Nacía el psicoanálisis y, con él, un nuevo concepto de inconsciente. Pero, pe- ción), un intermedio
se a sus innegables diferencias, el inconsciente psicoanalítico comparte im- y conciencia percep1
portantes rasgos con el inconsciente psicológico defendido por Shevrin y profundización en la
Dickman. Se trata de un inconsciente, no objeto de experiencia directa y al gía (Lo visible y lo im
que sólo podemos acceder a partir de los fenómenos que se manifiestan en 1960 en torno al ten
la conducta humana; un inconsciente que merece el calificativo de psicológi- gos· y existencialistas
co en tanto no es reducible a explicaciones neurofisiológicas ni conductua- ciones y los infranc
les; un inconsciente, en fin, al que se atribuye una función explicativa, no Mención aparte mer,
meramente descriptiva, del psiquismo humano. nes que ha realizado
Fenomenología y filosofía analítica, las dos principales orientaciones filo- que otorga a la noci,
sóficas de nuestro siglo, se confrontaron polémicamente con la noción de in- hermenéutica» 50_
consciente que el psicoanálisis propugnaba. El mismo año en que publicó La Radicalmente cri
interpretación de los sueños, veían la luz las Investigaciones lógicas de Husserl, tud inicial de los filó
obra inaugural de la fenomenología. Sus dos autores habían sido discípulos caciones del campar
de Brentano, pero apenas cabe encontrar parentesco entre una pskología del carácter inconsciente
inconsciente y la ciencia de la conciencia husserliana. La fenomenología no ter consciente para s
sólo se origina a partir de una frustración ante las esperanzas depositadas en ciado por Ryle, intr,
la psicología, sino que entroniza en su centro el análisis de las vivencias in- genstein fue igualme
tencionales de la conciencia y de sus actividades configuradoras de sentido. psicoanálisis sino, de
Su radical profundización en las transcendentales condiciones de posibilidad no inconsciente, que
de sujeto y mundo le llevará, sin embargo, a reconocer la importancia de lo nes conceptuales» qt
prerreflexivo y el enraizamiento de la conciencia en el mundo de la vida. ficiente comprensión
Quienes siguieron la senda fenomenológica denunciaron la noción de in-
consciente como insostenible, aunque también en ellos cabe apreciar signos
de un posible acercamiento que se acrecentarían con el devenir de su refle- 48
C/ E. Bello Regue1
de la filosofía. Resúmenes de
49 Las actas del congr
H. Shevrin y S. Dickman (1980), «The Psychological Unconscious. A Necessary As-
47 50 P. Ricoeur (1965), .
sumption for ali Psychological theory?», American Psychologist, núm. 35, p. 432. prefación de la cultura, Méx
Pedro Chacón Fuertes La noción de inconsciente en psícología 75
:lactara sus críticas a la xión. Así sucede con Sartre quien había comenzado su andadura filosófica
e Shevrin y Dickmann, criticando en el ensayo de 1934, La transcendencia del ego, al inconsciente
teóricas que, a su JUl- como fruto de una confusión entre conciencia reflexiva y conciencia prerre-
ntemporáneos, vuelven flexiva. Una crítica que llevará a cabo, de forma más pormenorizada, en El
ogía, mucho ha llovido ser y la nada, negando que un estado psicológico pueda recibir como añadido
es cayeron sobre el in- posterior la cualidad de consciente, denunciando al inconsciente psicoanalí-
tico como una deficiente expresión de los mecanismos de mala fe, la cosifica-
,a dinámica que, a par- ción de la subjetividad y el determinismo implicados, a su juicio, en las teo-
de las neurosis, habría rías freudianas, y planteando, en fin, la alternativa de un psicoanálisis
centes a la conciencia, existencial orientado hacia el desciframiento de la significación de cada pro-
de mútiples trastornos yecto individual humano. En el caso de Merleau-Ponty, interesado desde el
íquicos no patológicos. primer momento por fortalecer las relaciones de fenomenología con las cien-
dujo a partir de 1900, cias humanas, y muy en particular con la psicología, podrían distinguirse tres
s por Sigmund F re ud. momentos: un inicial distanciamiento explícito (Fenomenología de la percep-
inconsciente. Pero, pe- ción), un intermedio estadio en el que aproxima las nociones de inconsciente
analítico comparte im- y conciencia perceptiva (Curso 1954/55 en el Colegio de Francia), y una final
endido por Shevrin y profundización en la convergencia posible entre psicoanálisis y fenomenolo-
xperiencia directa y al gía (Lo visible y lo invisible)» 48• Coloquios, como el celebrado en Bonneval en
que se manifiestan en 1960 en torno al tema del inconsciente, en el que participaron fenomenólo-
alificativo de psicológi- gos y existencialistas, testimonian, a la vez, la mayor proximidad de sus ·posi-
ológicas ni conductua- ciones y los infranqueables límites que hacen imposible su encuentro 49.
nción explicativa, no Mención aparte merecería la figura de Paul Ricoeur, tanto por las aportacio-
nes que ha realizado a una epistemología del psicoanálisis, como por el lugar
ales orientaciones filo- que otorga a la noción de inconsciente en el paso de la fenomenología a la
te con la noción de in- hermenéutica» 50.
año en que publicó La Radicalmente crítica con la noción de inconsciente fue también la acti-
nes lógicas de Husserl, tud inicial de los filósofos que se adscribieron al «giro lingüístico». Las expli-
habían sido discípulos caciones del comportamiento humano que apelaban a procesos mentales de
ntre una psicología del carácter inconsciente tenían las mismas condiciones lógicas que las de carác-
. La fenomenología no ter consciente para ser culpables de incurrir en el «error categorial», denun-
eranzas depositadas en ciado por Ryle, introduciendo entidades fantasmales en la máquina. Witt-
·sis de las vivencias in- genstein fue igualmente severo no sólo con las pretensiones científicas del
figuradoras de sentido. psicoanálisis sino, de manera específica, con el significado atribuído al térmi-
diciones de posibilidad no inconsciente, que constituiría un paradigmático ejemplo de las «confusio-
er la importancia de lo nes conceptuales» que proliferan en la psicología y que responden a una de-
mundo de la vida. ficiente comprensión del lenguaje. «Los psicoanalistas se vieron llevados por
ciaron la noción de in-
os cabe apreciar signos
48 Cf E. Bello Reguera (1979), Estudio crítico. Introducción a M. Merleau-Ponty, Posibilidad
el devenir de su reíle-
de la filosofía. Resúmenes delos cursos del Collége de France, 1952-1960, Madrid, N arcea, pp. 29-35.
49 Las actas del congreso están recogidas en H. Ey (comp.) (1966), ob. cit.
conscious. A Necessary As- 50 P. Ricoeur (1965), De lí'nterprétation. Essai sur Freud, París, Seuil, 1965 [Freud· una inter-
su propio modo de expresión a pensar erróneamente que habían-descubier- mir el peligroso coste
to, en un cierto sentido, pensamientos conscientes que eran inconscientes»» 51 . una ciencia de la corn
Tanto Stephen Toulmin» 52 , como A. Flew siguen la senda de Wittgenstein bién inútil teóricamen
cuando denuncian una confusión conceptual entre motivos y causas en el El conductismo n
uso de la noción de inconsciente» 53 . En fin, fue objeto de la crítica del análisis homogéneo. A diferet
filosófico, dentro de la orientación del lenguaje ordinario, en el clásico ensa- grupo de conductista
yo de A. Macyntire, en el que sin bien se acepta cuando es empleado en un de la ciencia según la
sentido descriptivo como adjetivo o como adverbio, es rechazado radical- constructos hipotétic<
mente cuando, como en el caso freudiano, se pretende hacer de él un uso Pero tampoco en este
explicativo 54 • agentes causales ni a ,
No más favorables soplaron los vientos durante la primera mitad de elementos del lengua:
nuestro siglo para la noción de inconsciente en los ámbitos académicos de la bían de referirse a co
psicología científica. El conductismo perseguía un ideal de cientificidad para les. Entre las variablei
el saber psicológico que le lleva a desconfiar radiq1lmente de la supuesta luz preciso introducir vai
proyectada por la conciencia subjetiva. Como ya afirmara Watson en su ma- lo resultante se ajust2
nifiesto programático de 1913, «La psicología tal como la ve el conductista», explicadas. Pero las n
tos estados internos <
parece llegado el momento de eliminar toda referencia a la conciencia en psicología; y pasar la prueba de :
la época en la que ya no es preciso engañarse pensando que los objetos mentales es- das válidas construcc
tán siendo objeto de observación [.. .]. Lo que necesitamos es empezar a trabajar en nos desconocerían gi
psicología haciendo de la conducta, y no de la conciencia, el punto objetivo de nues- análisis experimental
tro estudio 55•
rían ningún sistema d
poco eran interpretad
La explicación científica de la conducta humana no sólo no requeriría si-
en fin, que durante ,
no que se vería entorpecida, a juicio de los conductistas, si se apelaba a in-
conductista el debate
ternos procesos mentales, fueran estos conscientes o inconscientes. Es bien
en discriminar experi
cierto, afirmará años más tarde Skinner, que el individuo no es consciente de
tos teóricos sin que
la mayor parte de las causas a las que su conducta obedece y que son perti-
ambas partes. Los he1
nentes en un análisis funcional, pero tales causas no tienen en ningún caso el
do en su ataque a la
carácter de una representación mental. Podemos y debemos establecer obje-
abiertamente enfrent2
tivas regularidades entre las variables extremas de la cadena causal sin asu-
tuirla.
La situación que t:
51 L. Wittgenstein (1958), The Blue and Brown Books, Oxford, Blackwell [Los cuadernos azul finales de los años cin,
y marrón, Madrid, Tecnos, 1968, p. 91].
52 Cf S. Toulmin (194.8/49), «The Logical Status of Psycho-Analysis», Analysis, núm. 9, pp.
finieron al nuevo plan
23-9. Reimpreso en M. MacDonald (comp.), Philosophy and Analysis, Oxford, Blackwell, 1954, traba, justamente, una
pp. 132-39. de sus conductas y la
53 Cj A. flew (1956), «Motives and the unconscious», en H. Feigl y H. Scriven (comps.),
el modo como se las 1
Minnesota Studiesinthe Philosophy ofScience, vol. I, pp. 155-173. conducta humana req1
54 A. M~cyntire (1958), The Unconscious, Londres, Rout!edge and Kegan Paul [El concepto
nos de carácter menta
de inconsciente, Buenos Aires, Amorrortu, 1982].
55 J. B. Watson (1913), «Psychoiogy, as the Behaviorist Views lt», Psychological Review, rían reducibles a sus n
núm. 20, pp. 158-177 [«La psicología tal como la ve el conductista», en J. M. Gondra (comp.), explicaciones respecto
Lapsio0iogía moderna, Bilbao, Desclée de Brouwer, 1982, pp. 404 y 413]. tos físicos ni fisiológicc
Pedro Chacón Fuertes La noción de inconsciente en psicología 77
que habían..descubier- mir el peligroso coste de entidades inobservables de camácter mental. Sí, para
eran inconscientes»» 51 . una ciencia de la conducta, resulta inservible el espejo de la conciemciai, tam-
senda de Wittgenstein bién inútil teóricamente le será su fado oculto, el inconsciente.
otivos y causas en el El conductismo nunca fue, a decir verdad, un ejército muy <i:«nnpacto y
de la crítica del análisis homogéneo. A diferencia de los inductivistas Watson y Skinner, un amplio
ario, en el clásico ensa- grupo de conductistas asumió los criterios de la concepción neopositivista
do es empleado en un de la ciencia según la cual toda teoría científica comportaba la elaboración de
, es rechazado radical- constructos hipotétic_os y permitía el uso de términos no observacionales.
de hacer de él un uso Pero tampoco en este caso se interpretaban aquéllos como designaciones de
agentes causales ni a éstos como nombres de entidades mentales. Todos los
la primera mitad de elementos del lenguaje psicológico que no tuvieran carácter sintáctico de-
bitas académicos de la bían de referirse a conducta/, manifiestas o bien a disposiciones conductua-
al de cientificidad para les. Entre las variables independientes y las variables dependientes 11esultaba
ente de la supuesta luz preciso introducir variables intermedias o intervinientes para que. el mode-
ara Watson en su ma- lo resultante se ajustara lo más posible a las conductas que pretendían ser
o la ve el conductista», explicadas. Pero las nociones que venían designando en psicología supues-
tos estados internos o procesos mentales debían definirse operativamente
conciencia en psicología; y pasar la prueba de su contratabilidad empírica para poder ser considera-
e los objetos mentales es- das válidas construcciones hipotéticas. Por supuesto que los seres huma-
es empezar a trabajar en nos desconocerían gran parte de los factores causales que descubre un
1 punto objetivo de nues- análisis experimental de sus conductas, pero tales factores no conforma-
rían ningún sistema de inconsciente psicológico del mismo rno-do que tam-
poco eran interpretados corno contenidos de conciencia. Debe recordarse,
o sólo no requeriría si- en fin, que durante el tiempo en que permaneció vigente el paradigma
tas, si se apelaba a in- conductista el debate sobre la validez de las hipótesis freudianas se centró
inconscientes. Es bien en discriminar experimentalmente si cumplían los requisitos de construc-
uo no es consciente de. tos teóricos sin que tal estrategia llegara a resultados convincentes para
edece y que son perti-
ambas partes. Los herederos de Freud y de Watson, que habían coincidi-
enen en ningún caso el do en su ataque a la decimonónica· psicología de la conciencia, seguían
bemos establecer obje- abiertamente enfrentados sobre el modelo psicológico que debiera susti-
cadena causal sin asu-
tuirla.
La situación que tan sumariamente hemos descrito comenzó a cambiar a
lackwell [Los cuadernos azul finales de los años cincuenta. Entre las modificaciones más decisivas que de-
finieron al nuevo planteamiento teórico de la psicología científica s.e encon-
lysis», Analysis, núm. 9, pp.
is, Oxford, Blackwell, 1954,
traba, justamente, una recuperación del papel activo del sujeto en el diseño
de sus conductas y la función insoslayable que desempeña la conóencia en
Feigl y H. Scriven (comps.), el modo como se las representa y otorga significación. La explicación de la
conducta humana requería hacerse cargo de las estructuras y procesos inter-
nd Kegan Paul [El concepto nos de carácter mental. De igual modo que las acciones intencionales no se-
s lt», Psychological Review,
rían reducibles a sus manifestaciones cornportarnentales, tampoco, 1:0 soa sus
», en J. M. Gondra (comp.), explicaciones respecto a las que puedan proporcionarse a. partir de concep-
413]. tos físicos ni fisiológicos.
78 Pedro Chacón Fuertes
La noción de inconsciente en p
Los cambios producidos están muy lejos de haber conllevado un acuer- por ejemplo, la conc
do general de los psicólogos sobre sus presupuestos epistemológicos e impli- «algunas veces inhib
caciones teóricas. Pero, si nos atenemos a la orientación dominante que ha va» 57 • No sólo algun
sido rotulada bajo el calificativo de «cognitiva», resulta innegable que gran a la conciencia míen
parte de la psicología científica contemporánea ha vuelto a ocuparse de lo ceso de racionalizaci
mental y, en una amplia medida, a hacer uso de categorías mentalistas en su a interpretar sus con,
indagación. No se trata de un retorno a la psicología introspectiva, aunque lizado para adecuad
los datos de ésta estén siendo valorados como fuente informativa de valor caciones conscientes
heurístico. Pero el estatuto de pertenecer al ámbito· de lo psicológico es, sin en realidad habrían
reticencias, atribuído a contenidos, estados, procesos y estructuras de carác- tales mecanismos inc
ter mental, necesarios para explicar científicamente la conducta humana, con las investigaciones rn
independencia de que sean o no accesibles a la conciencia del sujeto que la gulación cortical actt
lleva a cabo. ·Éste es el principal aspecto de la psicología contemporánea que unos y rechazando ot
nos importa analizar pues de él se desprende q4e la noción de un incons- Tampoco se encc
ciente psicológico vuelve a ser reivindicada como exigencia de la explicación nálisis en su concepc
y comprensión del ser humano. bos casos, no se trat:
J. Piaget, padre de la epistemología genética y ardiente defensor de un lo deje inalterado, si1
estudio científico de las condiciones del conocimiento humano, explicitó la de elementos organi:
significación que otorgaba al inconsciente psicológico en una conferencia renda fundamental <
pronunciada en 1970. La denominación bajo el que lo designa es el de «in- ría, sin embargo, en s
consciente cognitivo», contraponiéndolo al inconsciente afectivo postulado ba la hipótesis de la
por el psicoanálisis, con el que no dejaría de guardar paralelismos, y expre- le parece insostenible
sando su confianza en que «un día psicología cognitiva y psicoanálisis deben mitado a las estructu:
converger y formar una teoría general, en la que se mejorarán y autocorregi- construcción concept
rán psicología cognitiva y psicoanálisis» 56 . el inconsciente cogni
La tesis general defendida por Piaget es que resulta imprescindible admi- parece contradictoria:
tir la existencia de un inconsciente cognitivo pues, si bien somos conscientes El segundo testir
de los resultados de nuestros procesos de pensamiento, quedan ocultos a la aporta N. Chomsky, <
conciencia los mecanismos y procesos que operan en su producción. Identi- jado en la orientació1
ficándolo con las estructuras y procesos de los mecanismos internos que po- dedicó un estudio m,
sibilitan y regulan los resultados conscientes de nuestro pensar, Piaget no cree tulo «Lenguaje y con
que puedan ser confundidos con el soporte fisiológico en que se realizan. se esfuerza en mostra
Por el contrario, de acuerdo con su concepción general de las estructuras propugnada y el proy
mentales, éstas tendrían un carácter lógico-psicológico pues, si bien se cons- tre los análisis del tra
truirían en un momento dado del desarrollo del individuo, no dejarían de te- con independencia d(
ner un carácter a priori en la configuración de sus experiencias particulares. tesis por él defendida
Piaget, por otro lado, cree poder indicar algunos rasgos del funciona- mera se hace cargo d
miento de tal inconsciente cognitivo que lo asemejarían al psicoanalítico. Así, mático constructo. A <
56 J. Piaget (1970), «Inconscient affectiv et inconscient cognitif», Raison Presente, núm. 19, para que, en la explic
pp. 11-20. Reimpreso como «The affective unconscious and the cognitive unconscious», en
Inhelder, Chipman y Zwingmann (comps.), Piaget and his School A Reader in Developmental 57 !bid, p. 65.
Psychology, pp. 63-64. 58 !bid, p. 68.
Pedro Chacón Fuertes La noción de inconsciente en psicología 79
r conllevado un acuer- por ejemplo, la conciencia que un sujeto tiene de sus acciones se encontraría
oistemológicos e impli- «algunas veces inhibida por un mecanismo comparable a la represión afecti-
ión dominante que ha va» 57 . No sólo algunos esquemas sensomotores tendrían de esta forma acceso
a innegable que gran a la conciencia mientras otros permanecerían ocultos a ella, sino que un pro-
elto a ocuparse de lo ceso de racionalización, del que no es consciente el propio sujeto, le llevaría
rías mentalistas en su a interpretar sus conductas en forma distinta a como las ha efectivamente rea-
f introspectiva, aunque
informativa de valor
lo psicológico es, sin
lizado para adecuarlas a ideas preconcebidas. Sus informes verbales y expli-
caciones conscientes .se ajustarían a reglas y estrategias diferentes de las que
en realidad habrían intervenido. La plausibilidad de esta labor restrictiva de
estructuras de carác- tales mecanismos inconscientes, a juicio de Piaget, quedaría atestiguada por
onducta humana, con las investigaciones neurológicas de Pribram según las cuales procesos de re-
ncia del sujeto que la gulación cortical actuarían de forma selectiva sobre los estímulos admitiendo
ía contemporánea que unos y rechazando otros.
noción de un incons- Tampoco se encontrarían tan distantes la psicología cognitiva y el psicoa-
ncia de la explicación nálisis en su concepción de la toma de conciencia de lo inconsciente. En am-
bos casos, no se trataría de un mero cambio de lugar o de iluminación que
iente defensor de un lo deje inalterado, sino de una auténtica reconstrucción en un nivel distinto
humano, explicitó la de elementos organizados de forma diferente a nivel inconsciente. La dife-
o en una conferencia rencia fundamental con el inconsciente defendido por Freud se encontra-
designa es el de «in- ría, sin embargo, en su ámbito de aplicación: mientras que el primero acepta-
te afectivo postulado ba la hipótesis de la existencia de contenidos inconscientes, tal concepción
paralelismos, y expre- le parece insostenible a Piaget para quien el inconsciente cognitivo estaría li-
y psicoanálisis deben mitado a las estructuras: «Como proceso estructural, la conciencia es una re-
jorarán y autocorregi- construcción conceptual. No hay conceptos en forma de representaciones en
el inconsciente cognitivo. La idea de una "representación inconsciente" me
imprescindible admi- parece contradictoria» 58.
ien somos conscientes El segundo testimonio a favor de la admisión del inconsciente nos lo
o, quedan ocultos a la aporta N. Chomsky, cuyos estudios lingüísticos tan profunda huella han de-
su producción. Identi- jado en la orientación mentalista de la psicología contemporánea. Chomsky
smos internos que po- dedicó un estudio monográfico al tema del inconsciente en 1976, bajo el tí-
pensar, Piaget no cree tulo «Lenguaje y conocimiento inconsciente». Al igual que Piaget, Chomsky
co en que se realizan. se esfuerza en mostrar los paralelismos entre el tipo de investigación por él
eral de las estructuras propugnada y el proyecto psicoanalítico, llegando a establecer analogías en-
pues, si bien se cons- tre los análisis del trabajo del sueño y el de las reglas de la gramática. Pero,
duo, no dejarían de te- con independencia de estas analogías, nos importa atender, ante todo, a dos
iencias particulares. tesis por él defendidas sobre el debatido estatuto de lo inconsciente. La pri-
s rasgos del funciona- mera se hace cargo del apoyo epistemológico que pueda recibir tan proble-
al psicoanalítico. Así, mático constructo. A este respecto, considera que no existe ningún obstáculo
para que, en la explicación de las conductas de organismos complejos, de la
>, Raison Presente, núm. 19,
cognitive unconscious», en
A Reader in Developmental 57 Ibzd, p. 65.
58 Ibzd, p. 68.
80 Pedro Chacón Fuertes La noción de inconsciente en,
que tengamos razones para creer que está determinada por la interacción de La recuperación
numerosos sistemas internos que operan bajo condiciones de gran variedad pues, justificarse mo:
y complejidad, podamos recurrir al llamado «estilo Galileo». Es decir, la el comportamiento l:
ciencia que se ocupe de tales conductas estaría legitimada, al igual que lo elaborar teorías que
están las ciencias naturales, a «construir sistemas abstractos y estudiar sus Lo que sigue es tan
específicas propiedades confiando poder dar cuenta de los fenómenos ob- vor de la legitimidad
servados de manera indirecta en función de las propiedades de los sistemas problema fue originr
postulados y su interacción» 59 . . percepción y el pem
La segunda tesis es que, de hecho, en el análisis de la estructura del len- que me circunscribo
guaje, sería preciso admitir en su explicación reglas y principios que no sólo probar la variedad d1
son, en gran medida inconscientes, sino que están más allá del dominio de tigación desde los qu
una posible experiencia consciente. «Nuestro perfecto <.::onocimiento del psicológico.
lenguaje qué hablamos no nos da ningún acceso privilegiado a estos princi- Nos ocuparemos
pios. No podemos confiar en determinarlos por introspección ni refle- percepción: las inves
xión» 60 . das a cabo sobre la I
Con todo, tampoco deben aminorarse las diferencias existentes entre las de los trabajos empír
estructuras inconscientes postuladas por Chomsky y el psicoanalítico in- gicos que regulan la i
consciente dinámico: aquellas son innatas e innacesibles, no sólo de hecho do por Johnston y D
sino por principio, a la experiencia del sujeto, ya que no se trata de conteni- comprensible: el indi-
dos o representaciones, sino de mecanismos reguladores de los actos y ope- te a una gran cantida
raciones mentales. Admitidas estas importantes restricciones, sigue en pie el formación a través dt
hecho de que, de nuevo, una prestigiosa voz reivindica, admitiendo su formativos, la concie
acuerdo con Freud en este punto, que la explicación científica de importan- parte tras haber sido
tes áreas del comportamiento efectivo de los seres humanos sólo puede lle- consciente. Los psicé
varse adecuadamente a cabo postulando la existencia y eficiencia de instan- congruentes con los <
cias "psíquicas" inconscientes, sin que sus caracteres de "mental" ni de características de los
"inconsciente" puedan aducirse como objeciones a su reconocimiento. Si su bre la atención, tiene1
admisión vulnera los principios de alguna epistemología subyacente, no son En su conferenc
tales conceptos teóricos sobre el psiquismo humano los que han de ser respecto que las inv
proscritos, sino revisados los criterios epistemológicos en que se pretendía neurólogico, la existe
justificar su destierro científico. Muchos investigadores siguen hoy la pro- selectivamente sobre
puesta chomskyana de acometer el estudio de la mente investigando los no, admitiendo una p
principios y estructuras psicológicas que subyacen a nuestros procesos cog- otra parte que perm:
nitivos y a nuestras acciones, un enfoque que pone en cuestión la accesibili- poner en relación el
dad, inmediata e incorrectible, de la conciencia a sí misma 61 . tes neurológicos han
F. V. Bassin, basándo:
>9 N. Chomsky (1970), «Language and Unconscious Knowledge», en Rules and Representa- y la teoría del set de 1
tions, Nueva York, Columbia University Press, 1980, p. 218.
6o Ibzd, p. 231.
6 1 Particular significación tienen, al respecto, los estudios teóricos de J. Fodor, un defen-
núm. 65, 1968, reimpresa
sor del «lenguaje del pensamiento» de la mente como sistema de representaciones. Sobre la o/ Cognitive Science, Cambr:
legitimidad de la inferencia no demostrativa de lo inconsciente en psicología, cf su artículo 2
6 Cf W. Johnston y
«The Appeal to Tacit Knowledge in Psychological Explanation», The ]ournal o/ Philosophy, núm. 37, pp. 631-638.
Pedro Chacón Fuerte, La noción de inconsciente en psicología 81
·óricos de J. Fodor, un defen- núm. 65, 1968, reimpreso en J. Fodor, Represen-tations. Philosophical Essays on the Foundations
:ie representaciones. Sobre la o/ Cognitive Science, Cambridge, Mass., The MIT Press, 1981, pp. 63-78.
en psicología, cf su artículo 6 2 Cf W. Johnston y V. Dark (1986), «Selective attention», Annual Review o/ Psychology,
1», The ]ournal o/ Philosophy, núm. 37, pp. 631-638.
82 Pedro Chacón Fuertes La noción de inconsciente en ps
Desde una perspectiva más netamente psicológica, bastaría un breve re- reflejadas directamer
paso a la historia del problema que va desde los estudios de Broabent (1958) dar de la naturaleza
hasta los de Treisman (1964) y Posner (1973), para constatar que, a pesar de Marcel afirma, en el
sus discrepancias, existe un acuerdo generalizado en admitir la existencia de experiencia consciern
procesos no conscientes, competentes en la realización de complicadas tareas nal». El análisis de le
cognitivas. Tres modelos han sido propuestos para explicar la atención se- experiencia fenomeni
lectiva: teoría de selección temprana, teoría de selección tardía y teoría de bre las percepciones
selección múltiple; al menos los dos últimos asumirían que una parte signifi- tros tácitos sistemas e
cativa de la cognición sensorial tendría lugar antes de que sus contenidos sos no conscientes» 6'
puedan acceder a la conciencia. El punto en discusión es si cabe otorgarles Por otra parte, es
un carácter psicológico y no meramente físico, pero hablan en favor de lo do, que, en determin:
primero los numerosos experimentos en los que parece comprobarse que tal sido afectado por un
selección está en función del contenido semántico de los estímulos. Particu- para prestarle atenció
lar importancia tienen, al respecto, los realizados· sobre la escucha dicótica riales impide que sea
en que se constatan los efectos de un procesamiento semántico automático o jetiva, pero no obsta,
no consciente del significado de palabras (Coorteen y Wood, 1972; Foster y nuestro comportamie
Govier, 1978). sigue explotándose e
Uno de los grandes promotores de la psicología cognitiva, especialista en que no es percibida,
la percepción visual, Ulric Neisser, reconocía en su libro Procesos cognitivos y estando por debajo d
realidad (1977), que, antes de la atención consciente, la información recibida del sujeto escapando,
es trabajada y ordenada por el sujeto construyendo unidades coherentes de El reconocimient
figuras. Resultaría, por tanto, necesario -apelar a un proceso inconsciente, comportado, sin emb:
preatencional, que operaría de forma holística sobre todo el campo de la ex- tación teórica que de
periencia, separando y destacando objetos particulares. Neisser también re- testimonio de la pre:
conoce ciertos paralelismos entre esta concepción de un inconsciente cogni- tes 65 . En los años cu
tivo y la psicoanalítica: el material procesado inconscientemente puede EE UU, conocido con
recibir una posterior elaboración por la conciencia, o bien ser 'rechazado', mente tales fenómenc
como si sobre él se ejecutara una 'represión cognitiva'. Asimismo, manifiesta del inconsciente psicc
su acuerdo con Freud en que «casi nunca advertimos las razones reales de do en el laboratorio s
nuestras acciones», aunque el motivo que aduce es que «no atendemos a la de una auténtica apai
misma 'información cuando describimos nuestra conducta que cuando la eje- presentando un caráct
cutamos» 63 . u otras teorías, como
Especial interés tienen los trabajos experimentales y teorías expuestos plicar los fenómenos,
por Anthony Marcel, profesor de la Universidad de Cambridge. Cinco expe- la navaja de Ockam. F
rimentos sobre procesamiento visual de palabras, usando la técnica del modificado con respe
enmascaramiento de estímulos, apoyaron la hipótesis de la naturaleza criterios epistemológic
inconsciente del procesamiento perceptivo y la admisión de que las
representaciones resultantes del análisis perceptual no son idénticas ni son
64
A. J. Marce! (1983),
Relations Between Phenon
63 U. Neisser (1977), Cognition and Reality. Principies and Implications of Cognitive Psycho- núm. 15, p. 290.
logy [Procesos cognitivos y realidad. Principios e implicaciones de la psicología cognitiva, Madrid, 65
Interpretaciones coi
Marova, 1981, p. 105]. este apartado han sido pro¡:
Pedro Chacón Fuertes La noción de inconsciente en psicología 83
,astaría un breve re- reflejadas directamente por nuestra experiencia fenoménica. No cabría du-
; de Broabent (1958) dar de la naturaleza psicológica de ese procesamiento pues, como el propio
tatar que, a pesar de Marcel afirma, en el estudio de las relaciones entre procesos inconscientes y
nitir la existencia de experiencia consciente, «la fisiología es de poca ayuda para el análisis funcio-
e complicadas tareas nal». El análisis de los datos nos llevaría a concluir que «los informes sobre
,licar la atención se- experiencia fenomenológica o respuestas basadas sobre ella nos informan so-
,n tardía y teoría de bre las percepciones conscientes, pero no sólo estarán moldeadas por nues-
1ue una parte signifi- tros tácitos sistemas de .creencias, sino también estarán afectados por proce-
que sus contenidos sos no conscientes» 64 .
es si cabe otorgarles Por otra parte, es un hecho, desde hace tiempo suficientemente constata-
ablan en favor de lo do, que, en determinadas circunstancias, el sujeto no es consciente de haber
comprobarse que tal sido afectado por un determinado estímulo a pesar del esfuerzo que realice
)S estímulos. Particu- para prestarle atención. La forma como es presentado ante los órganos senso-
! la escucha dicótica riales impide que sean accesibles y reconocidos por nuestra conciencia sub-
nántico automático o jetiva, pero no obsta, sin embargo, para que tengan influencia y condicionen
ood, 1972; Foster y nuestro comportamiento posterior. Nos encontramos ante el fenómeno, que
sigue explotándose en algunas campañas publicitarías, de una «percepción
itiva, especialista en que no es percibida», de unas leibnizianas «pequeñas percepciones», que
Procesos cognitivos y estando por debajo de los umbrales de la conciencia, afectan a la conducta
información recibida del sujeto escapando a su control consciente.
·dades coherentes de El reconocimiento y el uso generalizados de estos fenómenos no han
P,roceso inconsciente, comportado, sin embargo, un acuerdo entre los psicólogos sobre la interpre-
o el campo de la ex- tación teórica que debiera darse de ellos, en especial sobre su valor como
Neisser también re- testimonio de la presencia de representaciones y sentimientos inconscien-
n inconsciente cogni- tes 65 . En los años cuarenta se desarrolló un programa de investigación en
scientemente puede EE UU, conocido con el nombre de New Look, para investigar experimental-
bien ser 'rechazado', mente tales fenómenos. Los resultados no fueron concluyentes. El fantasma
Asimismo, manifiesta del inconsciente psicológico se resistía a corroborar su existencia aparecien-
las razones reales de do en el laboratorio sin que dejaran de · plantearse dudas sobre si se trataba
«no atendemos a la de una auténtica aparición. La expresión «percepción no percibida» seguía
ta que cuando la eje- presentando un carácter paradójico y otros términos, como el de subcepción,
u otras teorías, como la de la suficiencia de mecanismos fisiológicos para ex-
y teorías expuestos plicar los fenómenos, parecían ajustarse mejor al criterio científico de utilizar
mbridge. Cinco expe- la navaja de Ockam. Pero la situación en este campo también parece haberse
sando la técnica del modificado con respecto a aquellos años en función de los cambios en los
sis de la naturaleza criterios epistemológicos y la orientación cognitiva- mentalista en Psicología.
misión de que las
son idénticas ni son
64A. J. Marce! (1983), «Conscious and Unconscious Perception: An Approach to the
Relations Between Phenomenal Experience and Perceptual Processes», Cognitive Psycholog;y,
c1tions of Cognitive Psycho- núm. 15, p. 290.
65 Interpretaciones contrarias a las defendidas por los autores que se mencionan en
sicología cognitivtl, Madrid,
este apartado han sido propuestas, entre otros, por Eriksen (1958, 1960) y Merikle (1982).
84 Pedro Chacón Fuertes La noción de inconsciente en psü
A tal respecto, merecen destacarse los trabajos de Shevrin (1973, 1978) so- Asimismo, Kostar
bre las respuestas corticales de los estímulos presentados subliminalmente, y tes en las reacciones
los estudios experimentales llevados a cabo por Spence (1961, 1962, 1977). fuerte carga emocion
Este último se cree legitimado a afirmar que no sólo se suscitan asociaciones a nalmente. La influenc
partir del significado de una palabra que ha sido percibida a nivel subliminal y, nes, sobre el córtex e,
por tanto, no ha sido reconocida conscientemente por el sujeto, sino que tales línea de argumentacic
asociaciones son mucho más amplias y variadas que las que se constatan cuan- 1981) que contienen
do se la percibe de forma consciente. La conciencia volvería, pues, a tener una investigaciones sobre
función 'restrictiva' con respecto al funcionamiento inconsciente de la mente. emocional del estímu
Las observaciones de Sperry sobre las conductas discriminativas de sujetos función de los datos
sometidos a una comisurotomía cerebral, en los que los dos hemisferios ha- accionar ante las cor
brían sido separados impidiendo el trasvase de información a través del cuerpo inatendido antes de, e
calloso, se prestan a diversas interpretaciones teóricas. Pero, en cualquier caso, cación' emocional de1
parece inferirse que tales individuos son capaces de ·llevar a cabo tareas cogniti- cree poder aportar pr
vas de reconocimiento de formas y figuras atribuibles al funcionamiento de su nativas de carácter er
hemisferio derecho, sin que el hemisferio izquierdo dominante, en el que en su representación con
estos sujetos estaban localizadas las áreas del lenguaje, tuviera conciencia de procesos inconsciente
ellas ni pudiera dar cuenta verbalmente de tales tareas. Al informárseles de que minancia y primacía ,
las habían cumplido de manera satisfactoria, Sperry relata que los sujetos res- forma explícita, su act
pondían: «Bueno, debo haberlo hecho inconscientemente» 66 . A estas investiga- No sólo en los ni1
ciones, que han provocado debates teóricos de nuevo sobre el problema de la no también en los ám
identidad personal, podemos sumar las que sobre los fenómenos hinópticos do a cabo por la psicc
han llevado a cabo recientemente, subrayando su significación psicológica, de Freud, podríamos,
Kihlstrom 67 y Hilgard 68 . El aumento en los estudios empíricos y clínicos sobre cía. Justamente en el e
el hipnotismo ha ido acompañado de una proliferación de trabajos sobre su dicionalmente sus mej
significación teórica, en los que, si bien se está muy lejos de haber alcanzado consciente, también al
un acuerdo, no resulta extraño ver reivindicada la noción de inconsciente. Es- conociendo que la me
pecial importancia tiene la nueva teoría disociacionista de Hilgard según la do acceso a los efectiv
cual la hipótesis más congruente con los datos sería la de una conciencia divi- tividades superiores e
dida, una conciencia en la que determinadas partes o sistemas funcionan autó- realizadas están guiad:
nomamente, sin conocimiento ni relación directa con las otras, escapando al ciencia en su acceso a
control voluntario. Una teoría que está más próxima en sus desarrollos de la razonamos. Son clásicc
concepción del subconsciente propugnada por Janet, como también la mante- miento en ajedrez mm
nida por Sperry lo está de la tesis de una conciencia dividida, que de la del in- los procesos que lo reg
consciente defendida por Freud.
69
E. Kostandov y Y. A
66 Cf R. W. Sperry (1978), «Hemisphere Deconnection and Unity in Conscious Aware- nized and Non-recognized ·
324.
ness», American Psychologist pp. 723-733. 70
67 Cf J. F. Kihlstrom (1984), «Conscious, Subconscious, Unconscious: A Cognitive View», N. F. Dixon (1981), 1
en K. S. Bowers y D. Meichenbaum (comps.), The Unconscious, Reconszdered, Nueva York, Wi- bliminal Perception: The Natu
71
ley, pp. 149-211. R. B. Zajonc (1980), .
68 Cf E. R. Hilgard (1977), Divided Consciousness: Mu/tiple Controls in Human Thought and can Psychologist núm. 35, pp
72
Action, Nueva York, Wiley. A. de Groot (1946), T
La noción de inconsciente en psicología 85
Pedro Chacón Fuertes
t n de trabajos sobre su
¡os de haber alcanzado
·ón de inconsciente. Es-
dicionalmente sus mejores argumentos la identificación de lo psíquico con lo
consciente, también allí podemos constatar que la psicología actual viene re-
conociendo que la mente sólo tiene un limitado y, en ocasiones, distorsiona-
do acceso a los efectivos procesos psíquicos que configuran y explican las ac-
ta de Hilgard según la
tividades superiores de la mente humana. Muchas de las investigaciones
de una conciencia divi-
realizadas están guiadas por el objetivo de mostrar la limitación de la con-
istemas funcionan autó-
ciencia en su acceso al modo efectivo como los seres humanos pensamos y
las otras, escapando al
razonamos. Son clásicos, al respecto, los trabajos de De Groot sobre razona-
n sus desarrollos de la
miento en ajedrez mostrando que la atención consciente altera y distorsiona
orno también la mante-
los procesos que lo regulan y su misma realización 72 .
vidida, que de la del in-
69 E. Kostandov y Y. Azrumanov (1977), «Averaged Cortical Evoked Potentials to Recog-
nized and Non-recognized Verbal Stimuli», Acta Neurologiae Experimenta/is, núm. 37, pp. 311-
Unity in Conscious Aware- 324.
70
N. F Dixon (1981), Preconscious Processing, Londres, John Wiley Sons, p. 121; zdem, Su-
nscious: A Cognitive View», bliminal Perception: The Nature ofa Controversy, Londres, McGraw-Hill, 197 L
econszdered, Nueva York, Wi- 71 R. B. Zajonc (1980), «Feeling and Thinking: Preferences Need not lnferences», Ameri-
En 1977 se publicó un artículo de Nisbett y Wilson llamado a suscitar los procesos cognitivo
importantes debates teóricos relacionados con nuestro tema 73 . La intención no también en los d
de los autores era probar, a partir de datos experimentales, que no podemos los de motivación y el!
confiar en los informes introspectivos como verídicas descripciones de nues- a las investigaóones y
tras operaciones mentales. La introspección, bien se sabe, no es descripción, hiciéramos extensiva,
sino reconstrucción, retrospección. Por ello, los autoinformes sobre nuestras ciente cognitivo puec
actividades mentales subjetivas no tienen ningún carácter privilegiado. Al «inaccesible», «implíd
igual que los que emitimos sobre la realidad externa, no responden mera- ciente para que podan
mente a lo 'visto', sino a las preconcepciones y expectativas proyectadas. inconsciente psicológi
También en este interno mundo traidor, lo. que se ve depende del «color del mentos de su historia 1
cristal con que se mira», aunque el sujeto no se aperciba de que utiliza cris- La primera de ell
tales. Tales preconcepciones, esquemas · causales y teorías implícitas, a los algo obvio y admitido
que, de hecho, ajustamos nuestra conciencia de lo que experimentamos inte- filosóficas: que los suj
riormente, no son conscientes, a pesar de su 'causalidad psíquica'. En defini- resultados de nuestra~
tiva, nuestra propia interioridad no se salva, al ~tender a sus procesos de permanecemos 1gnora1
pensamiento, de ser afectada por lo que ya los psicólogos sociales habían novedad más significa
subrayado como variables efectivas que interfieren, sin conciencia ni in- metodologías de traba
tervención de la voluntad del sujeto, en los r'esultados de los procesos de necesidad de apelar a
razonamiento, incluso de los que se desarrollan en situaciones de experimen- co inconsciente.
tación 74 . También al atender al ámbito interno se tiende a describir la expe- En segundo lugar,
riencia que 'debería' haberse tenido en lugar de la que de facto se tiene; tam- tente, sino como una J
bién aquí los hechos están cargados ~e teoría, sólo que la teoría es tipo de inconsciente ",
inconsciente. cognitivo. Esta coincid
Si en algunos de los estudios mencionados en apartados anteriores, sus gía cognitiva y el psic1
autores aducían la existencia de una semejanza con el mecanismo de la 're- cepto de inconsciente
presión' dinámica, en este caso, parece que el paralelismo se establece con el ferencias que los sep~
de 'racionalización'. Así lo había reconocido Piaget y así lo hacen también alcanzan no sólo a su
Wason y Evans al subrayar la diferencia existente, constatada por medios ex- dan regir su funcional
perimentales, entre los procesos que subyacen y explican, por un. lado, la ciencia, es decir, la fo
efectiva realización de un razonamiento y, por otro, los que determinan las ciente. Freud defendí
explicaciones que de él aportan los sujetos 75 • parte, y tras el singula
Otros muchos testimonios y datos cabría aportar sobre la, sin duda poli- experiencialmente. En
sémica y conflictiva, utilización de lo inconsciente en la psicología científica terapia analítica. Por e
contemporánea. Un recurso teórico empleado no sólo en la explicación de tes procesos cognitivo
dificados, como conte
73 R. Nisbett y T. Wilson (1977), «Telling More than we Can Know: Verbal Reports on objeto de la reflexión
Mental Processes», Psychological Review, núm. 84, pp. 231-259. construcciones e infer
74 Cf M. T. Orne (1962), «On the Social Psychology of the Psychological Experiment:
su intento de hacer ce
With Particular Rderence to Demand Characteristics and their Implications», American te cognitivo puede ser
Psychologist, núm. 17, pp. 776-783, y R. Rosenthal (1966), Experimenter E/fects in Behavioral Re-
search, Nueva York, Appleton-Century Crofts.
En tercer lugar, la
75 Cf P. C. Wa,on y J. Evans (1975), «Dual Processing in Reasoning», Cognition, núm. 3, no 'inconsciente' han
pp. 141-154. epistemológico. Es evi
Pedro Chacón Fuertes La noción de inconsciente en psicología 87
,on llamado a suscitar los procesos cognitivos mencionados, de la percepción y el pensamiento, si-
1 tema
73 . La intención no también en los del aprendizaje, imaginación y memoria, así como en
tales, que no podemos los de motivación y emoción. La lista podría ampliarse si no nos restringimos
:lescripciones de nues- a las investigaciones y teorías en que aparece el término 'inconsciente' y la
lbe, no es descripción, hiciéramos extensiva, sospechando que significativos contenidos del incons-
formes sobre nuestras ciente cognitivo pueden encontrarse tras expresiones como «automático»,
rácter privilegiado. Al «inaccesible», «implícito», «preatento», «tácito» etc. Pero lo apuntado es sufi-
, no responden mera- ciente para que podamos extraer algunas conclusiones sobre el problema del
>ectativas proyectadas. inconsciente psicológico del que en este trabajo hemos analizado tres mo-
lepende del «color del mentos de su historia conceptual.
iba de que utiliza cris- La primera de ellas es que no se trata de que haya de ser reconocido
orías implícitas, a los algo obvio y admitido por la práctica totalidad de las escuelas psicológicas y
experimentamos inte- filosóficas: que los sujetos humanos tenemos una limitada conciencia de los
1d psíquica'. En defini- resultados de nuestras actividades psíquicas, mientras que, en gran medida,
ler a sus procesos de permanecemos ignÓrantes sobre los procesos causales que las determinan. La
Slogos sociales habían novedad más significativa es que, en áreas muy alejadas de la clínica y con
sin conciencia ni in- metodologías de trabajo distantes de la experiencia analítica, se recupera la
os de los procesos de necesidad de apelar a hipótesis y constructos explicativos de carácter psíqui-
aciones de experimen- co inconsciente.
de a describir la expe- En segundo lugar, lo inconsciente es asumido, no como meramente la-
: de facto se tiene; tam- tente, sino como una psicológica entidad teórica "eficiente". Se reivindica un
ólo que la teoría es tipo de inconsciente "dinámico", aunque su contenido no sea pulsional, sino
cognitivo. Esta coincidencia entre determinados representantes de la psicolo-
artados anteriores, sus gía cognitiva y el psicoanálisis en la legitimidad teórica de un genérico con-
1 mecanismo de la 're- cepto de inconsciente psicológico no anula, sin embargo, las importantes di-
mo se establece con el ferencias que los separan en el modo de conceptualizarlo. Diferencias que
así lo hacen también · alcanzan no sólo a su génesis y contenido, sino también a las leyes que pue-
statada por medios ex- dan regir su funcionamiento, y a sus autodefinitorias relaciones con la con-
,lican, por un lado, la ciencia, es decir, la forma como se concibe su posibilidad de devenir cons-
os que determinan las ciente. Freud defendió que lo inconsciente reprimido podía, al menos, en
parte, y tras el singular esfuerzo que implica un psicoanálisis, ser reconocido
,obre la, sin duda poli- experiencialmente. En tal posibilidad se funda precisamente la eficacia de la
la psicología científica terapia analítica. Por contra, los constructos e hipótesis sobre los inconscien-
) en la explicación de tes procesos cognitivos no pueden ser accesibles a la conciencia, ni aun mo-
dificados, como contenidos de una vivencial experiencia interna, sino como
t Know: Verbal Reports on objeto de la reflexión intelectual. El acceso a ellos es posible a través de las
construcciones e inferencias teóricas que nuestro entendimiento elabora en
Psychological Experiment: su intento de hacer comprensibles los fenómenos. El psicológico inconscien-
:ir Implications», American te cognitivo puede ser pensado pero no experienciado.
nter Effects in Behavioral Re-
En tercer lugar, las «resistencias» a la utilización en psicología del térmi-
isoning», Cognition, núm. 3, no 'inconsciente' han pretendido justificarse con argumentos de carácter
epistemológico. Es evidente el interés en no cargar con un excesivo peso teó-
88 Pedro Chacón Fuertes La noción de inconsciente en psiG
rico, innecesario para los objetivos de las explicaciones cognitivas y que no tir de la defensa que
se justificaría a partir de los datos empíricos disponibles. Elisabeth Valentine proposición de Herb2
ha expresado con claridad la posición que comparto sobre esta cuestión. Al mo y su recuperación
referirse al resurgimiento del tema de la conciencia en las investigaciones psi- corrido conceptual se
cológicas contemporáneas, afirma: «La conciencia es algo peculiar en el senti- publicación por Lock
do de que cada uno tiene un acceso especial a la suya propia, pero esto no los Principios de psicol
contradice en modo alguno la posibilidad de estudiarlo científicamente. Los bajo El inconsciente psi
procesos conscientes de otras personas, los procesos mentales inconscientes Las críticas de Le
y el mundo externo tienen todos el mismo estatus ·epistemológico, es decir, ciones mentales que (
el de constructos inferidos» 76 . Pero, en la medida en que la significación on- car el debate a partir
tológica que decidamos dar a nuestros conceptos teóricos dependerá siem- consciente psicológio
pre de la concepción semántica de las teorías científicas que defendamos, la oscuras percepciones~
existencia del inconsciente nunca podrá ser decidida mientras sigan compi- posiciones de Herbar
tiendo versiones instrumentalistas, convencionalistas y realistas de ellas. del psiquismo human
Como hipótesis más plausible entre las que podémos optar me inclino por ocupaban un import2
considerar respecto del constructo inferido del inconsciente psicológico la de la percepción en l:
misma que respecto de cualquier otro término mentalista: el realismo crítico, no conscientes. Sin e
que, según la formulación epistémico-ontológica de Tuomela, reza así: «conciencia dividida»
«Todos los objetos físicos no sensitivos y todos los seres sensitivos . tienen Finalmente han :
exactamente los constituyentes y propiedades adscritas a ellos por los térmi- cólogos han realizado
nos teóricos científicos que son requeridos por las mejores explicaciones lo inconsciente en la
científicas de las conductas de estas entidades» 77 . La validez y límites de la Shevrin, son algunos
conciencia y del inconsciente en la psicol~gía vendrán definidos por el desti- bución a la verificacié
no que la ciencia otorgue a las explicaciones estrictamente psíquicas de siva unión de concie
nuestros actos. temporánea.
es cognitivas y que no tir de la defensa que de él hace Leibniz, seguido de la crítica de Locke; la
les. Elisabeth Valentine proposición de Herbart y su rechazo por James; la repulsa por el conductis-
sobre esta cuestión. Al mo y su recuperación en la psicología contemporánea. Para organizar el re-
las investigaciones psi- corrido conceptual se han escogido tres hitos, que dan pie a la exposición: la
lgo peculiar en el sentí- publicación por Locke de los Ensayos sobre el entendimiento humano (1690);
ya propia, pero esto no los Principios de psicología de James (1890), y, finalmente, la aparición del tra-
rlo científicamente. Los bajo El inconsciente psicológico de Shevrin y Dickman (1980).
mentales inconscientes Las críticas de Lqcke a Leibniz, defensor de la existencia de representa-
~pistemológico, es decir, ciones mentales que escapan a la conciencia, tuvieron la cualidad de provo-
que la significación on- car el debate a partir del cual se plantea explícitamente el problema del «in-
óricos dependerá siem- consciente psicológico», a través de los conceptos sobre las «pequeñas y
'cas que defendamos, la oscuras percepciones». Dos siglos más tarde James saldría al paso de las pro-
mientras sigan compi- posiciones de Herbart quien ofrecía a principios de siglo un modelo teórico
s y realistas de ellas. del psiquismo humano en el que las representaciones mentales inconscientes
s optar me inclino por ocupaban un importante lugar, y también contra Schopenhauer y su teoría
nsciente psicológico la
de la percepción en la que argumenta la existencia de procesos intelectuales
lista: el realismo crítico,
no conscientes. Sin embargo, James permaneció abierto a la hipótesis de una
de Tuomela, reza así:
«conciencia dividida».
seres sensitivos tienen
Finalmente han sido revisadas las contribuciones que filósofos y psi-
as a ellos por los térmi-
cólogos han realizado durante el siglo xx en torno al papel de la conciencia y
mejores explicaciones
lo inconsciente en la explicación de lo humano; Piaget, Chomsky, Marce!,
validez y límites de la
Shevrin, son algunos de los teóricos e investigadores revisados por su contri-
definidos por el desti-
bución a la verificación de las hipótesis sobre lo inconsciente, en una progre-
ctamente psíquicas de
siva unión de conciencia e inconsciente en la explicación psicológica con-
temporánea.
LECTURAS RECOMENDADAS
a psicología como en el Seleccionamos un texto representativo de cada uno de los tres momentos
(función explicativa) y históricos que hemos destacado en la historia conceptual de la noción de in-
se aborda la considera- consciente en psicología
parte con el psicoana-
de la conducta humana l. Leibniz, G. W. (1977), Nuevos Ensayos sobre el entendimiento humano, trad.
a, irreductible a las ex- J. Echeverría, Madrid, Editora Nacional.
to que se recorre a par- De particular interés son el Prefacio y el primer capítulo del Libro Primero en
los que Leibniz, polemizando con las tesis empiristas defendidas por Locke, reivindi-
ca la existencia de contenidos, actividades y estructuras psíquicas inconscientes. Se
s, George Allen and Unwin, trata de un texto en el que, asumiendo la noción moderna de mente como escenario
de representaciones, se aboga por la necesidad de postular lo inconsciente como re-
y on the Philosophical Foun-
sultado de una inferencia racional que transciende los límites de lo observado direc-
tamente por la conciencia.
90 Pedro Chacón Fuertes 4. FUNDAMENTOS
PRIMEROS PASC
2. James, W. (1990), Principios de Psicología, trad. A. Bárcena, México, FCE.
En su obra fundamental uno de los más relevantes psicólogos de la conciencia se
muestra extremadamente crítico contra todos los argumentos que en favor de la no- BLANCA ANGUERA DOMl
ción de inconsciente se habían argüido en la filosofía y en la naciente psicología em-
pírica (cfr., de modo especial, pp. 135-144). A la vez, reconoce el gran avance que,
para el futuro de la psicología, representa el desvelamiento de procesos subconscien-
tes a partir de las experiencias clínicas y el hipnotismo.
Universidad de Barcelona.
Pedro Chacón Fuertes 4. FUNDAMENTOS DE LA PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA:
PRIMEROS PASOS
ena, México, FCE.
¡os de la conciencia se
:iue en favor de la no- BLANCA ANGUERA DoMENJó Y M.ª DEL C ARMEN GrMÉNEZ SEGURA
aciente psicología em-
e el gran avance que,
procesos subconscien-
cal Unconscious. A
)», American Psycho-
Universidad de Barcelona.
92 Blanca Anguera Domenjó y M.ª del Carmen Giménez Segura Fundamentos de la psicoterapt
práctica del hipnotismo y poco después Ribot 0839-1916) introdujo en Al intentar J anet
Francia textos sobre la psicología positiva inglesa y alemana. Todo este inte- la importancia de as
rés generó que en Francia surgieran dos importantes escuelas que, al mismo de aspectos psíquic<
tiempo que profundizaban en el tema de la hipnosis, avanzaban en la asisten- psychologyque (1889),
cia clínica de los neuróticos. había sabido explora
La Escuela de Nancy, dirigida por y_ébault y Bernheim (1840-1919) se de los escritos de Pre
ocupó de la hipnosis poniendo énfasis en su finalidad terapéutica. El hecho
de que por entonces hiciese lo mism,.g,_Charcot (18_25-1893) en Parí.s,, aunque Todas las leyes psi coló¡
mantenía puntos de vista distintos a los de Bernlieim,"fiizo que en contraste conscientes, de los que
con la Escuela de París se hablase de la Escuela de N ancy. La rivalidad en- alucinaciones o actos q
tre ambas escuelas marca la década de 1880 a 1890. ·ser, su origen en las d1
!\ La gran diferencia entre Bernheim y Charcot fue que para este último la
_ipnosis era ~lgo específico de los histéric~s. Ber_nheim sostuvo que la hipno-
' sis es un fenomeno normal que puede ser mduc1do en la mayoría de las per-
sonas.
estas lagunas, el psicól1
tente y a pedirle socor
net, 1889 p. 223-224].
\ Para Charcot, lejos de ser un método para curar enfermedades, la hipno- En muchos pasa
sis era en sí misma una neurosis. En cuanto a la histeria, creía que la causa precisa del inconscü
fundamental era neurológica y además existía una «idea» -en general un distjnta de la de Fm
traumatismo psíquico- que aunque sólo fuera la causa del síntoma, depen- ción y la de J anet po<
día de un mecanismo dilucidable; de ahí la posibilidad de curar, si no la his-
teria, sí al menos sus síntomas. A pesar de su fina sensibilidad psicológica, su Nosotros no atribuimo
visión de las enfermedades mentales era claramente neurológica. En eso rato psíquico para la sí
Charcot era un hijo de su época: si no se llegaba a los «nervios» tangibles no de fuerzas psíquicas Of
se era científico. entre dos grupos psíqu¡
Ese clima de investigaciones sobre la histeria y sobre la hipnosis que se
vivía en esta década en Francia influyó en el joven Sigmund Freud. Fue en Para J anet existü
París clonde tomó la decisión de abandonar el laboratorio de fisiología y de- la capacidad de síntc
dicarse a la psicología. Por eso nos interesa explorar .dos aspectos de la psi- mido. Además, intuí¡
coterapia francesa de aquel momento: la noción del inconsciente y· las vicisi- quicos era important
tudes de la relación terapéutica. Aspectos que no sólo van estrechamente dió el valor terapé
ligados, sino que constituirán años más tarde los ejes del psicoanálisis, ejes inconsciente las cau1
que a su vez son las fundamentales contribuciones psicoanalíticas a la psicotera- consciente seguía est
¡ pia. El autor francés que capta más claramente la existencia de aspectos in- y esta perspectiva im:
, conscientes es P. Janet, contemporáneo de S. Freud. El tratamiento di
Janet (1857-1947) vinculado inicialmente a la Salpetriere, se alejó des- toria de la psTcología
pués de Charcot para acentuar más el carácter psicológico de las neurosis. Breuer no lo publicé
En cuanto a la hipnosis, finalmente se acercó a las ideas de Nancy subrayan- introduce Breuer es
do la preeminencia del factor psicológico. Cronológicamente hablando, Pie- de» sino para que e
' rre J anet fue el primero en fundar un nuevo sistema de psicología dinámica talking cure a esta pos
destinado a reemplazar a los del siglo XIX y, a causa de ello, su trabajo es Ahora bien, tod~
también el nexo de unión entre la primera psiquiatría dinámica y la que sur- blemente una relacii
girá en 1900, el psicoanálisis. sobremanera rescatai
¡y M.' del Carmen Giménez Segura ·Fundamentos de la psicoterapia psicoanalítica 93
n trod u jo en
µ_LJ...L.:.JL...L-J~--.1.· Al intentar Janet y Freud curar la rica síntomatología histérica captaban
lemana. Todo este ínte- la importancia de aspectos psíquicos más allá del espacio de la conciencia,
escuelas que, al mismo de aspectos psíquicos inconscientes. Ya en su primer libro L 'automatisme
avanzaban en la asisten- psychologyque (1889), Janet nos muestra claramente que la psicología francesa
había sabido explorar la noción de inconsciente en vísperas de la aparición
Bernheím (1840-1919) se de los escritos de Freud, al decirnos así:
d terapéutica. El hecho
-1893) en Pª.r.i§.. aunque Todas las leyes psicológkas parecen falsas si sólo se busca aplicarlas a los fenómenos
, hizo que en contraste conscientes, de los que el individuo se da cuenta. A cada instante damos con hechos,
Nancy. La rivalidad en- alucinaciones o actos que parecen inexplicables, porque no encontramos su razón de
ser, su origen en las demás ideas reconocidas por la conciencia, y, en presencia de
que para este último la estas lagunas, el psicólogo está las más de las veces dispuesto a declararse incompe-
m sostuvo que la hípno- tente y a pedirle socorro a la fisiología, un socorro que ésta no puede prestarle Ua-
n la mayoría de las per- net, 1889 p. 223-224].
enfermedades, la hípno- En muchos pasajes del libro se evidencia que tenía una idea bastante
tería, creía que la causa precisa del inconsciente. Ahora bien, la idea que tiene del inconsciente es
«idea» -en general un distinta de la de Freud. Éste hizo observar que la diferencia entre su concep-
usa del síntoma, depen- ción y la de J anet podía expresarse del siguiente modo:
ad de curar, sí no la hís-
síbílídad psicológica, su Nosotros no atribuimos la escisión del psiquismo a una incapacidad innata del apa-
te neurológica. En eso rato psíquico para la síntesis, sino que la explicamos dinámicamente por el conflicto
s «nervios» tangibles no de fuerzas psíquicas opuestas, reconociendo en ella el resultado de una lucha activa
entre dos grupos psíquicos entre sí [S. Freud, 1909, vol. v, p. 1544].
sobre la hipnosis que se
Sígmund Freud. Fue en Para Janet existían ideas fijas inconscientes a causa de la «debilidad» de
atorío de fisiología y de- la capacidad de síntesis, pero se le escapaba el aspecto dinámico de lo repri-
dos aspectos de la psi- mido. Además, intuía que el papel de las emociones en los desórdenes psí-
inconsciente y las vícísí- quicos era importante, pero no va más allá de esa intuición. J anet compren-
sólo van estrechamente dió el valor terapéutico de la hipnosis, la necesidad de buscar en lo
es del psicoanálisis, ejes inconsciente las causas de los síntomas histéricos, pero el concepto de in-
l
rcoanalíticas a la psicotera- consciente seguía estando esencialmente vinculado a los estados patológicos
¡ístencía de aspectos ín- y esta perspectiva imposibilitaba toda generalización.
El tratamiento de J. Breuer (1842-1925) a Ana O., primer caso en la hís- 1
¡'ª
ácamente hablando, Píe- de» sino para que el paciente exponga sus pensamientos. Ana O. llamaba
de psicología dinámica talking cure a esta posibilidad catártica de hablar y recordar.
a de ello, su trabajo es Ahora bien, toda esta experimentación con la hipnosis requería ineludi-
dinámica y la que sur- blemente una relación entre el hipnotizado y el hipnotizador. Nos interesa
sobremanera rescatar aspectos de esta relación.
Fundamentos de la psicoterapia psi
94 Blanca Anguera Domenjó y M.ª del Carmen Giménez Segura
:os y psicólogos con la ocasión la palabra «sentimiento» en sus escritos. En cuanto a Bernheim, de- '
nagnetizadores. Fue en clarará que en el hipnotismo todo es sugestión, sugestión explicada como
1778 utilizando su cé- mecanismo nervioso. La Escuela de N ancy acentuó la realidad de los aspec-
usar bastoncitos de vi- tos psicológicos, pero al explicarlos en términos neurofisiológicos, dejaba al
e no podía evitarlo del margen los elementos estrictamente afectivos de la relación.
s una parte del cuerpo LaEscue a de París, menos atenta a la psicología, hacía más hincapié en
!smer jamás se cuestio- los fenómenos físicos. Este énfasis en lo físico les llevó a admitir la metalote-
y los enfermos. Consi- rapia, es decir, la acción de los metales sobre síntomas patológicos. Ahora
iecir a algo físico y no bien, en la Salpetriere los experimentos sobre el hipnotismo eran abundantes
ttes. Después del vere- y espectaculares, por lo que tenían que causar fuertes impactos en los pro-
dejó Francia en 1784, pios hipnotizadores, pero las relaciones entre ambos actores no eran ni aten-
;merismo. Su finalidad didas ni reconocidas psicológicamente, como si un muro defensivo aislara el
cían gratuitamente sus estudio del tema relacional. Así Binet (1857-1911) y Féré (1852-1907) com-
es captaron la posibili- prueban sin sacar ni~guna reflexión que:
:n la relación terapéuti-
:tir que el magnetismo La excitación de la placa erógena sólo es eficaz si resulta de una presión efectuada
1ño a los sentimientos por una persona ·del sexo opuesto; si la presión proviene de otra mujer, o si se la ha-
ce con un objeto inerte, únicamente produce una impresión desagradable [ibid.,
xistencia de sentimien- p. 112).
la existencia del fluido
etizador la «confianza» Es lo afectivo, son los sentimientos relacionales los que no se estudian a
e activo, actividad que pesar de observaciones tan evidentes. Janet, cuyos tratamientos se prolonga-
oluntad y atención, y ban durante años, fue más sensible al aspecto relacional al escribir:
ivo y de inacción, será
'd., p. 96). Parece pues que durante el sonambulismo el sujeto está particularmente preocupado
leuze y sus seguidores por su hipnotizador y que siente por él preferencia, docilidad, atención; en una pala-
su término, y que ese bra, sentimientos especiales que no tiene para con las demás personas ITanet, 1898,
en general los trata- p.424].
de movimientos afec-
norados. Interesante observación clínica, a la que niega por supuesto cualquier
eleuze, al final de su tipo de aspecto sexual, pero que muestra en Janet una fina sensibilidad psi-
atribuía más el éxito cológica. No obstante, en el momento de intentar dar una explicación del fe-
a al paciente. No obs- nómeno, lo interpreta psiconeurológicamente: todo se debe a una baja «ten-
e más allá del aspecto sión» psicológica del paciente.
A pesar de todos estos puntos ciegos, las escuelas de Nancy y P arís pre-
rneño nervioso» serán pararon el surgimiento del psicoanálisis y así lo admitió repetidas veces
rmo en la de París uti- S. Freud. También a él le costará reconocer la existencia de la transferencia, y
teniendo que perma- al principio la verá como «extraña». De hecho, antes de que él empezara a
entaban con la hipno- trabajar como terapeuta, la transferencia ya había mostrado la fuerza de sus
se generaban entre
ault, claramente dedi-
ciona ni en una sola
efectos en el caso Ana O. tratado por su amigo Breuer cond método catárti-
co. Pero fa ta a, más allá del impacto clínico, ser capaz de identificarlacomo
tal, ser capaz de llevar a cabo una reflexión teórica y especialmente ser capaz
l
96 Blanca Anguera Domenjó y M.' del Carmen Giménez Segura Fundamentos de la psicoterapia
de utilizarla en las curas. En la misma obra de S. Freud encontramos una etapas, cuatro periodc
evolución respecto al concepto de transferencia -1,: desde captarla como un mas a los que, durante
«obstáculo», como una «resistencia» hasta ir emergiéndole la idea de que en
la transferencia se actualiza lo esencial del conflicto infantil y por lo tanto lle-
gar a considerarla como «el más potente de los instrumentos terapéuticos». II.1. Primer período:
; Así históricarñ"ente en la psicoterapia dinámica se ha evolucionado de un pa-
ciente sometido al silencio a uno nuevo, 2_rotagonista de su discurso, del Entre los meses de jm
punto ciego relacional a ver justamente en el fenómeno que implica esta re- padre y después de u1
lación «el más potente de los instrumentos terapéu.ticos». Esta relacion tera- da en el estudio de la
peuta-paciente es uno de los ejes fundamentales que aporta el psicoanálisis a una especie de «parál
las psicoterapias. capullo; sabe Dios qui
1950, p. 3576).
Tan sólo un mes
cosas, de la considera
II. ETAPAS DE LA FORMULACIÓN POR FREUD DEL PSICOANÁLISIS la psicología de las rn
Y APARICIÓN DE SUS PRINCIPALES CONCEPTOS intelectual, Freud, enf
y los sueños de sus p:
Los inicios del trabajo teórico de Freud -1.,., se relacionan con la concepción espléndido trabajo er
tra"Íimática de la histeria y con el método catártico propuesto y elaborado que -junto al Proyecl
por Breuer. Pero la colaboración con Breuer duró poco tiempo. Freud, con- <lamenta la Metapsicc
venéido de la etiología sexual de la histeria, se aplicó a su comprensión clíni- ~icos completos,_g.I)
ca, abandonando toda técnica sugestiva y utilizando como método la asocia- ex licar. Para ello se i
ción libre. En el contexto de esta nueva forma de trabajo, Freud encontró permite situar las tre
los hitos a partir de los cuales elabora su particular concepción de lo incons- constituyen la primerc.
ciente. fíesto la dinámica qu,
1
Aunque desde los Estudios sobre la histeria (1895) temas como los recuer- que sobre tal deseo ir
l dos reprimidos, la resistencia y las fantasías sexuales inconscientes, están pre- nido manifiesto del su
sentes en el pensamiento y los textos freudianos, puede considerarse La in- Pero esta dinámic
terpretación de los sueños (1900) como el inicio del psicoanálisis propiamente cQiid.iaJ:¡p, UJ.Q.12 mostr
dicho. A partir de este libro, el Freud psicoanalista dará a conocer paulatina- cia que se opone al a
mente su pensamiento a través de un rico conjunto de textos de diverso ca- de la formación de 1,
rácter: teoría psicoanalítica, técnica psicoanalítica, análisis aplicado, etc., etc. otros son productos 1
En razón de la diversidad temática que presenta el conjunto de la obra freu- y fantasías inconscien
diana y para mayor claridad expositiva, diferenciaremos en ella, a modo de El carácter sexua
neurosis había sido u
1
' El estudio de la transferencia, en sus aspectos conceptuales y técnicos, es abordado en
la constatación, a par
el capítulo 13 de este Manual. [Nota de los comps.J las pacientes histériG
1
"' Una exposición detenida de los conceptos y modelos elaborados por Freud excede las que el amor infantil l
posibilidades de este Manual. Aunque las referencias a Freud son constantes en casi todos los fenómeno general, así
capítulos, el lector encontrará una breve revisión de sus aportaciones en este capítulo, y en el
tema desarrollado en el capítulo 5. Puede completarse esta visión introductoria con la lectura
propios y ajenos, hab
recomendada de Peter Gay, y ampliarla con la obra de H . Ellenberger El descubrimiento del dad. Efectivamente, e
inconsciente, Madrid, Gredos. [Nota de los comps.J esboza los principaleí
M.' del Cannen Giménez Segura Fundamentos de la psicoterapia psicoanalítica 97
reud encontramos una etapas, cuatro periodos cronológicamente delimitados en función de los te-
esde captarla como un mas a los que, durante ese lapso temporal, Freud dedica mayor atención.
ndole la idea de que en
fantil y por lo tanto lle-
rumentos terapéuticos». II.1. Primer período: 1900-1909
evolucionado de un pa-
.sta de su discurso, del Entre los meses de junio y julio de 1897, un año después de la muerte de su
no que imp ica esta re- padre y después de un periodóae íñtensa actividad teórica y clínica, centra-
cos». Esta relacion tera- da en el estudio de las' neurosis, Freud le confiesa a Fliess que ha llegado a
aporta el psicoanálisis a una especie de «parálisis intelectual»: «Creo -dice- estar encerrado en un
capullo; sabe Dios qué clase de bestia saldrá de él» (Bonaparte, Freud y Kris,
1950, p. 3576).
Tan sólo un mes más tarde cree atisbar la salida. Se trata, entre otras
cosas, de la consideración de que el sueño «contiene en quintaesencia toda
iICOANÁLISIS la psicología de las ~eurosis». A partir de esa fecha y a pesar de su soledad
intelectual, Freud, enfrascado en sus propios recuerdos infantiles, sus sueños
y los sueños de sus pacientes, elaborará La interpretación de los sueños (1900),
onan con_la concepción espléndido trabajo en el que se asienta el edificio psicoanalítico y sobre el
, propuesto y elaboracfo que -junto al Proyecto de una psicología áentífica publicado en 1895- se fun-
,oco tiempo. Freud, con- damenta la Metapsicología freudiana. Los sueños son para Freud actos· psí-
, a su comprensión clíni- 9!:licos _completos1 .9:1yo sentido hay que desvelar y cuyo mecanismo hay que
como método la asocia- ex lic~. Par.a ello se sirve del modelo topológico del aparato psíquico que le
trabajo, Freud encontró permite situar las tres instancias, inconsciente, preconsciente y consciente, que
:oncepción de lo incons- constituyen la primera tópica, y explÍcar la regresión. Todo ello pone de mani-
fiesto la dinámica que se establece entre el deseo inconsciente y la censura
1
temas como los recuer- que sobre tal deseo impone el sistema consciente cuyo resultado es el conte-
inconscientes, están pre- nido manifiesto del sueño.
tede considerarse La in- Pero esta dinámica no es exclusiva del sueño. En Psicopatología de la vzda
sicoanálisis propiamente cQ11di.a.n.a (1904) mostratá que la regresión es siempre un efecto de la resisten-
ará a conocer paulatina- cia que se opone al avance de una idea hacia la conciencia y está en la base
de textos de diverso ca- de la formación de los actos fallidos y de los síntomas neuróticos. Unos y
1álisis aplicado, etc., etc. otros son productos resultantes de la transacción entre los impulsos, deseos
onjunto de la obra freu- y fantasías inconscientes y las exigencias de la conciencia.
mos en ella, a modo de El carácter sexual de lo reprimido y su relación con la etiología de la
neurosís h¡bía s-ido uno de los postulados freudianos más tempranos. Pero,
es y técnicos, es abordado en la constatación, a partir de 1897, de que la escena de seducción relatada por
las pacientes histéricas pertenece al orden de las fantasías, la conclusión de
Jorados por Freud excede las que el amor infantil hacia la madre y los celos hacia el padre constituyen un
n constantes en casi todos los fenómeno general, así como el trasfondo sexual que encuentra en los sueños,
iones en este capítulo, y en el
n introductoria con la lectura propios y ajenos, había cambiado radicalmente su perspectiva de la sexuali-
·nberger El descubrimiento del dad. Efectivamente, en 1905 publica Tres ensayos para una teoría sexual donde
esboza 103_e~incipales con.ceptos sobre 'el tema. Frente al origen instintivo de
98 Blanca Anguera Domenjó y M.' del Carmen Giménez Segura Fundamentos de la psicoterap
la capacidad humana para la destrucción se manifiestan con particular in- No puede darse I
tensidad en la conflagración. Freud escribe varios textos a propósito de as- ligión monoteísta (19Y
pectos psicológicos relativos a la guerra, pero el tema de fondo es la agresi- pó el pensamiento de
vidad y destructividad humanas. El tema del masoquismo que había En 1938, Freud:
aparecido adscrito a la feminidad en la anteriormente citada obra de 1917 dres. Allí, viejo, cansf
La aflicción y la melancolía, reaparece en 1919 en Pegan a un niño. Este tipo psicoanálisis que ya ne
de perversiones, junto con la observación del juego infantil y la tendencia después de su muerte
a la repetición constatada en la clínica, conducen a Freud a postular en
~ 1920 la_<::~istencia de la pulsión de muerte. La introducción de este con-
cepto implica un cambio teórico fundamental, puesto que supone la reela-
boración de la teoría pulsional que, desde Más allá del principio del placer, se III. EVOLUCIÓN DEL
concreta en la dualidad pulsión erótica y pulsión de muerte, en la oposi-
ción Eros-Thanatos.
.
Y EL PSICOANÁL
Otro tema destacado en las consideraciones teóricas de Freud en esta Como señala Etchegc
década es, sin duda alguna, el de la transferencia. En La dinámica de la traJ:JJÍ.!- rasgos característicos.
rencia (1912) la actualizació~ de los deseos inconscientes infantiles sobre la practicable: la comun
persona del terapeuta es interpretada como un mecanismo al servicio de la verbaU y cuyo marco
' resistencia y en ese sentido como un obstáculo terapéutico, pero en 1915, en mo, la finalidad de la
Observaciones sobre el amor de transferencia sostiene que ha de ser pue~ta al ser- Es importante es1
vicio de la cura constituyendo uno de sus ejes fundamentales. en los tratamientos d
cambio técnico impli
quería recordar, habí
II.3. Tercer período: 1920-1939 cubre y elabora el ce
fuerzas, un querer rec
En los primeros años de esta década se produjo un giro en la elaboración presionar al paciente
teórica de Freud. La publicación de La psicología de las masas y análisis del yo regla fundamental psi
(1921) y El yo y el ello en 1923, dan cuenta de que Freud ha continuado tra- nerará otros descubrí
bajando en el estudio de la dinámica del yo y ha completado su visión acer- ciar con su infancia, 1
ca del ello y del superyó, es decir la segunda tópica y la relación dd desarro- asociaciones que par
llo psíquico con la cultura, aunque volverasobre estos aspectos en 1925 en algo.
El malestar en la cultura y Nuevas aportaciones al psicoanálisis en _19 3 3. Ahora bien, si en
Pero su aportación clínica más importante es tal vez la que se refiere a es asociar libremente
Inhibición, síntoma y angustia (1925) texto en el que más allá de su primera atención lotante. El te
versión basada en la teoría pulsional, en la que conceptualizaba la angustia so e paciente, su es
como libido transformada por efecto de la represión, la explica ahora a partir fundamental fue exp
del yo que, amenazado por los impulsos del ello o por la presión del super- psicoanalítico (1912) d1
yó, emite sus señales a fin de desarrollar sus procesos de defensa, uno de los
cuales es, desde luego, la represión. Del mismo modo que e
Al margen de estos nuevos conceptos que completan el conjunto teórico ción le revela, abstenié1
a realizar una selección,
freudiano, Freud sigue profundizando los aspectos técnicos en obras como
interpretación y el dese
Análisis terminable e interminable (1937) y Construcciones en psicoanálisis (1937)
le suministra, sin sustit1
entre otras. renunciado [S. Freud 11
' del Carmen Giménez Segura Fundamentos de la psicoterapia psicoanalítica 101
m con particular in- No puede darse por concluido este periodo sin mencionar Moisés y la re-
)S a propósito de as- ligión monoteísta (1939) que, aunque carente de nuevos aportes teóricos, ocu-
le fondo es la agresi- pó el pensamiento de Freud durante sus últimos años.
)quismo que había En 1938, Freud y su familia salieron de Viena para refugiarse en Lon-
citada obra de 1917 dres. Allí, viejo, cansado y enfermo empieza a escribir un texto, Esquema del
i a un niño. Este tipo
psicoanálisis que ya no pudo acabar y que, como el de Moisés, fue publicado
ifantil y la tendencia después de su muerte ocurrida en septiembre de 1939.
Freud a postular en
lucción de este con-
que supone la reela-
orinctPio del placer, se III. EVOLUCIÓN DEL PENSAMIENTO DE FREUD SOBRE LA CLÍNICA
muerte, en la oposi-
.
Y EL PSICOANÁLISIS EN CUANTO TRATAMIENTO O CURA
:as de Freud en esta Como señala Etchegoyen (1986), a partir de Freud la psicoterapia tiene unos
rasgos característicos. 'Por su método se dirige a la psiquis por la única vía
1
dinámica de la trC!J:JJ.fr-
es infantiles sobre la practicable: la comunicación, cuyo instrumento es eI lenguaje (verbal y pre- ~
smo al servicio de la verbaQ y cuyo marco es la relación interpersonal terapeuta-paciente. Por últ(
ico, pero en 1915, en mo, la finalidad de la psicoterapia es curar.
a de ser puesta al ser- Es importante estudiar con atención los cambios técnicos que aparecen
1tales. en los tratamientos de Estudios sobre la histeria (1895) y observar cómo cada
cambio técnico implica en psicoanálisis una reflexión teórica. Elisabeth no
quería recordar, h~bía una fuerza que se resistía al recuerdo. Así Freud des-
cubre y elabora el concepto de resistencia: existe en el sujeto un juego de
fuerzas, un querer recordar y querer olvidar. Entonces será más adecuado no
iro en la elaboración presionar al paciente, sino dejar que hable libremente. Así situará Freud la
masas y análisis del yo regla fundamental psicoanalítica: la asociación libre. Este cambio técnico ge-
1d ha continuado tra- nerará otros descubrimientos: al hablar libremente el paciente empieza a aso-
letado su visión acer- ciar con su infancia, con su sexualidad, con sus sueños, con sus deseos, etc.,
. relación del desarro- asociaciones que para Freud, convencido determinista, están causadas por
aspectos en 1925 en algo. ·
is en 1933. Ahora bien, si en el pacto terapéutico la regla fundamental del paciente
ez la que se refiere a es asociar libremente, también al analista le atañe una escucha especial: la
ás allá de su primera atención flotante. El terapeuta no debe privilegiar ningún elemento del discur-
ptualizaba la angustia so del paciente, su escucha debe ser desprejuiciada. Este nuevo pilar técnico
explica ahora a partir fundamental fue expuesto por Freud en Consejos al médico en el tratamiento
la presión del super- psicoanalítico (1912) donde escribió:
le defensa, uno de los
Del mismo modo que el analizado ha de comunicar todo aquello que la instrospec-
m el conjunto teórico ción le revela, absteniéndose de toda objeción lógica o afectiva que intente moverle
a realizar una selección, el médico habrá de colocarse en situación de utilizar, para la
:nicos en obras como
interpretación y el descubrimiento de lo inconsciente oculto, todo lo que el paciente
en psicoanálisis (1937) le suministra, sin sustituir con su propia censura la selección a la que el enfermo ha
renunciado [S. Freud 1912, vol. v; p. 1657].
102 Blanca Anguera Domenjó y M.' del Carmen Giménez Segura Fundamentos de la psicotera¡
Dado que las manifestaciones del inconsciente salen disfrazadas, defor- inhibiciones, se ha h<
madas, la atención flotante constituye la única técnica objetiva para desen- do tantas cosas ant
mascarar un discurso esencialmente camuflado. que ya no hay que tt
Encontramos otras reglas técnicas detalladas en La iniciación de tratamien- análisis acaba, pero
to (1913), donde Freud hace una serie de recomendaciones relativas a la fre- ca psíquica entraña
cuencia de las sesiones, la imposibilidad de fijar de antemano la duración del capacidad del yo pa!
tratamiento y la necesidad de dejar claro desde el inicio, el acuerdo mutuo (
que constituye el marco o encuadre en el que se de~arrollará el proceso tera-
péutico.
Como dijimos anteriormente, a partir de 1915 en Observaciones sobre el IV. CONTRIBUCIOf\
amor de transferencia, Freud llegó a la conclusión de que la transferencia es DE SIGMUND Fl
nuclear en el proceso de cura y consecuentemente con ello estableció la re-
gla de la abstinencia sobre la que volverá en 1918 en Los caminos de la terapia Algunos psicoanalis"i
psicoanalítica, donde amplía la regla incluyendo en su radio de acción los im- boración teórica y
pulsos del analista tendentes tanto a avalar las satisfacciones sustitutivas del que, fuere porque s
paciente, como a imponerle un modelo de vida acorde con el del terapeuta. dad psicoanálitica,
Pero evidentemente, y desde el inicio, la interpretación es el instrumento del psicoanálisis, tui
técnico fundamental de la cura analítica: hay que darle al sujeto informes terapia.
precisos sobre sí mismo y sobre lo que le ocurre -hechos que ignora a pe- Del conjunto d
sar de ser suyos- para que pueda así comprender su realidad psíquica. Esto sobre las que se func
es lo que implica la interpretación: transmitir al paciente, hacer conscientes Karl Abraham (l
sus contenidos emocionales que funcionapan disociados de su conciencia. fundó la Sociedad F
En 1937 Freud publica dos textos técnicos: Construcciones en análisis y por el desarrollo de
Análisis terminable e interminable que clausuran el trabajo de Freud en el sen- que Freud había sei
tido de la técnica y nos ofrecen la posibilidad de leer tanto su posición final más arcaicas. Por ot1
como sus perspectivas. Los temas que plantea se refieren especialmente a subetapas libidinales
dos campos: las posibilidades de acortar el tiempo del tratamiento y el final rasgos caracteriales, :
del análisis. En cuanto a la primera cuestión, subraya Freud el problema que tamiento de las psicc
puede representar la reducción del tiempo en relación a la elaboración de la Su trabajo influ:
transferencia y el valor profiláctico del análisis. A este respecto dice: «Si de- pecialmente en la e
seamos satisfacer las mayores exigencias con la terapéutica psicoanalítica niños que esta autc
nuestro camino no nos llevará a un acortamiento de su duración» (S. Freud, ciones teóricas y ü
Obras completas, IX, p. 3344). como método idóm
No obstante aunque entendía que tal acortamiento era deseable, consi- nes teóricas que se e
deró que sólo sería posible cuando, a la luz de consideraciones teóricas, los meras relaciones ob
analistas fueran capaces de aumentar el poder del análisis para auxiliar al yo, y depresiva -con s
garantizando con ello su capacidad para sobreponerse a la intensidad pulsio- defensa-, como en
nal. Pero eso ha de lograrse sin provocar artificialmente nuevos conflictos en más tempranas de le
la transferencia o en la imaginación del paciente porque tales estrategias re- El concepto de
\ t, sultan inoperantes de cara a la cura. do anteriormente p,
(; \ La terminación del análisis constituye un problema práctico que Freud Ferenczi (1873-193~
\ relacionó con dos condiciones: el paciente no sufre y ha superado su angustia e tica de incorporació
o ~-
j~
' del Carmen Giménez Segura Fundamentos de la psicoterapia psicoanalítica 103
:n disfrazadas, defor- inhibiciones, se ha hecho consciente tanto material reprimido, se han explica-
objetiva para desen- do tantas cosas antes ininteligibles, se han conquistado tantas resistencias
que ya no hay que temer la repetición de los procesos patológicos en cuestión. El
,zzciación de tratamien- análisis acaba, pero es siempre un análisis incompleto, puesto que la dinámi-
nes relativas a la fre- ca psíquica entraña un conflicto permanente entre las fuerzas pulsionales y la
nano la duración del capacidad del yo para orientarlas.
o, el acuerdo mutuo
,Hará el proceso tera-
los símbolos en el psiquismo humano y su papel en la ontogénesis del sujeto. verbal y paraverba~
Preocupado por la duración del proceso terapéutico, intentó acortarlo a tra- rentes modalidad1
vés de lo que denominó «técnica activa» pero, crítico con los resultados ob- es imprescindible
tenidos, abandonó el intento a partir de 1927. de conciencia por
El análisis y el desarrollo infantil ocuparon también el interés de Anna psíquico de modo
Freud (1895-1982) aunque ésta, a diferencia de M. Klein, se inclinó más por modificar sus reli
los beneficios que el conocimiento psicoanalítico aporta al campo de la pe- más sana, fructífe1
dagogía. Este interés consolidó una nueva dimensióq del psicoanálisis, hasta
entonces prácticamente limitado a la clínica privada, introduciéndolo en el
ámbito de la escuela normal. Su aportación teórica más destacada es, sin em-
bargo, la que se refiere a la variedad de los mecanismos defensivos del yo. Su RESUMEN
enfoque, que enfatiza el papel de yo, será retomado por Hartman, Kris y
Loewenstein, psicoanalistas americanos dedicados a la Ego psychology '". La historia de la
La influencia de Anna Freud, se observa también en los trabajos de R. A. clínica de la exist1
Spitz que, aunque desde una perspectiva más culturalista, investigó los pro- de Freud signific~
blemas de la temprana infancia y sus implicac_iones pedagógicas. la psicoterapia. El
boración teórica e
Paralelamente
f volucionaria conc
V. BREVE CONSIDERACIÓN DE LA INFLUENCIA DEL PSICOANÁLISIS del psiquismo a ¡
EN OTROS ENFOQUES DE LA PSICOTERAPIA psicoterapia psico
Después de I
A excepción de las técnicas de modificación de conducta, todas las modali- nuevas aportacior
dades actuales de psicoterapia están influenciadas de una u otra forma por el caminos inéditos
psicoanálisis. terapéuticas.
El primer rasgo psicoanalítico que influye en ellas es el presupuesto freu-
diano de que el psiquismo humano se gesta biográficamente. Esta concep-
ción implica la afirmación de la continuidad entre lo normal y lo patológico: la
LECTURAS RECOI\
enfermedad o el funcionamiento «anormal» no derivan de una fisiología alte-
rada o de un agente externo al sujeto, sino que tienen que ver con la estruc-
Etchegoyen, H.(]
tura y la dinámica de su psiquismo, sus fijaciones y regresiones, es decir, con
res, Amorrort
aspectos irracionales e inconscientes que escapan al control de su conciencia.
Adoptando un:
La posibilidad misma de la psicoterapia se funda en este principio. Su objeti- mentales de las difi
vo, lo que se entiende por «cura», es resolver o aliviar el sufrimiento genera- nico de trabajos, de
do por los conflictos internos.
En segundo lugar, la enseñanza de Freud acerca de la importancia de la Freud, S. (1914),
relación interpersonal entre paciente y terapeuta y los afectos en ella implícitos 1895-1930, M
son hoy base fundamental en la psicoterapia. La comunicación y el lenguaje, Narra los avata
titucionalización.
'' El capítulo 9 está dedicado monográficamente a la psicología del yo (Ego psychology). Gay, P. (1989), Fri
[Nota de los comps.J Existen mucha:
iel Carmen Giménez Segura Fundamentos de la psicoterapia psicoanalítica 105
:ogénesis del sujeto. verbal y paraverba4 son también instrumentos terapéuticos comunes a las dife-
:ntó acortarlo a tra- rentes modalidades de psicoterapia. Pero para que ésta alcance sus objetivos
11 los resultados ob- es imprescindible -tal como el psicoanálisis afirma- la ampliación del campo
de conciencia por parte del paciente y la suficiente elaboración de su conflicto
el interés de Anna psíquico de modo que, a partir de la nueva experiencia relacional, éste pueda
, se inclinó más por ( modificar sus relaciones consigo mismo e insertarse en el mundo de forma
al campo de la pe- más sana, fructífera y creativa.
psicoanálisis, hasta
roduciéndolo en el
estacada es, sin em-
efensivos del yo. Su RESUMEN
)r Hartman, Kris y
J psychology -1,_ La historia de la psicoterapia antes de Freud gira en torno a la constatación
los trabajos de R. A clínica de la existencia de la hipnosis como técnica terapéutica. La propuesta
a, investigó los pro- de Freud significa 'un giro radical en el proceso histórico de construcción de
'Dg1eas.
. la psicoterapia. El descubrimiento del fenómeno de la transferencia y su ela-
boración teórica es el eje central de este giro.
Paralelamente a ello, el avance clínico posibilita el desarrollo de una re-
volucionaria concepción de la sexualidad humana y una teoría estructural
del psiquismo a partir de la que se instauran las bases fundamentales de la
psicoterapia psicoanalítica.
Despufs de Freud, en el seno del movimiento psicoanalítico se generan
, todas las modali- nuevas aportaciones destacables para el devenir de la psicoterapia y se abren
u otra forma por el caminos inéditos a través de los que el psicoanálisis influirá en otras líneas
terapéuticas.
1presupuesto freu-
ente. Esta concep-
l y lo patológico: la
LECTURASRECOMENDÁDAS
una fisiología alte-
e ver con la estruc-
Etchegoyen, H. (1986), Los fundamentos de la técnica psicoanalítica, Buenos Ai-
iones, es decir, con
res, Amorrortu.
ol de su conciencia.
Adoptando una perspectiva histórica, el autor expone los temas e ideas funda-
rincipio. Su objeti-
mentales de las diferentes escuelas psicoanalíticas y reflexiona sobre un amplio aba-
sufrimiento genera- nico de trabajos, desde los más clásicos a los más actuales, referidos a la técnica.
importancia de la Freud, S. (1914), Historia del movimiento psicoanalítico, en Obras completas, pp.
os en ella implícitos 1895-1930, Madrid, Biblioteca Nueva.
cación y el lenguaje, Narra los avatares de los primeros tiempos del psicoanálisis y su proceso de ins-
titucionalización.
í
del yo (Ego psychology). Gay, P. (1989), Freud Una vida de nuestro tiempo, Barcelona, Paidós.
Existen muchas biografías de S. Freud, pero la aportación de P. Gay es especial,
106 Blanca A nguera Domenjó y M.ª del Carmen Giménez Segura 5. TEORÍAS DE
INTRAPSÍQl
no sólo porque integra documentos inéditos hasta ahora, sino también porque pro-
EN EL PSICC
porciona una amplia comprensión de la atmósfera educativa y social y del trasfondo
histórico general en el que Freud desarrolló su obra.
JOSÉ G UTIÉRREZ TE
Segal, H. (1911), Introducción a la obra de Melanie Klein, Buenos Aires, Paidós.
Se exponen con claridad y precisión las ideas fundamentales de M. Klein en lo
que se refiere al análisis infantil.
Universidad Autónom~
* Como ha sido ex
del Carmen Giménez Segura 5. TEORÍAS DEL MUNDO INTERNO Y DEL CONFLICTO
INTRAPSÍQUICO (1): FREUD Y EL INCONSCIENTE
, también porque pro- EN EL PSICOANÁLISIS
social y del trasfondo
:e.
:ud, en la que se inclu-
s con la educación. De O. PRESENTACIÓN
su relación con otros
Freud, a diferencia de J. Breuer y del planteamiento médico-psiquiátrico \
pensó los problemas psíquicos y/o la psicopatología en relación con el con-
( flicto. Ahora bien, 'hasta 1914-1915 Freud hará lo imposible por demostrar
que todo conflicto psíquico obedece a que el sujeto se defiende de su sexua-
lidad, porque esta sexualidad amenaza su mantenimiento con vida. De esa
manera, uno de los actores del conflicto será la autoconservación.
Sin embargo, la experiencia de la cura psicoanalítica le va a imponer que
esa oposición entre autoconservación y sexualidad, planteada en esos térmi-
nos, es inutilizable para dar cuenta del menor conflicto neurótico. Y, enton-
ces, con Introducción del narcisismo la autoconservación (o, si se prefiere, las
funciones 'vitales y relacionales del organismo psicobiológico) va a ser
tomada a su cargo por la instancia yoica, que pasa a ser concebida como el
delegado o representante del organismo, y, por tanto, como la parte encarga-
da de las relaciones del organismo con todo el mundo exterior.
Con lo cual, uno de los dos polos del conflicto será en adelante el yo y
no la autoconservación, pues el yo no está animado directamente por una
energía psicobiológica vital, como pµdiera hacer creer el hecho de que se
presenta como una especie de órgano vital, sino que está sustentado por las
mociones pulsionales del ello.
Y, así, el conflicto psíquico no es ya un conflicto de adaptación, como el propio
Freud lo había considerado un momento y como todavía lo entienden algu-
nas corrientes psicoanalíticas (por ejemplo, la de la Ego psychology), sino un
conflicto que se define por el enfrentamiento entre el yo y las pulsiones se-
xuales y, más aquilatadamente aún, por un antagonismo entre las propias
pulsiones sexuales, puesto que el yo sólo funciona investido por el carburan-
te pulsional, no entendido éste a modo de un circuito meramente interno o
cerrado, sino en el sentido de que la investidura del yo es un efecto de una trans-
formación pulsional a partir de un otro que le inviste parcial y totalmente.
Se abría con ello -por más que Freud no lo llegara nunca a precisar sufi- de manera espe
cientemente- la posibilidad y la necesidad de pensar y plantear la situación ori- gía); y a través -
ginaria del psiquismo y, por tanto, del conflicto psíquico desde una relación con el steas», que con,
otro, con el medio, no ya basada en el intercambio o en la interacción (correspon- por procesos d1
dientes exclusivamente al plano de lo adaptativo o psicobiológico), sino en blecido, que ti,
una relación de abierta confrontación entre un sujeto infantil sin palabra, sin capa- otro adulto (c01
cidad de simbolización, llamado a ir significando y, por consiguiente, a dejar «Psicopatología
aislados elementos que no se han podido signific;ar, y un sujeto adulto cargado Fliess).
de mensajes simbolizantes o de «significantes enigmáticos», de los que a su Y eso com
vez él no es dueño por ser en gran parte inconscientes. complejidad, el
Todo lo cual indica que el modelo del «conflicto psíquico» en Freud es inmanente, que
altamente complejo. Pero el enunciarlo no conlleva ya el dar cuenta de esa sivamente intra
complejidad, así como tampoco ésta es respetada por el simple hecho de pensada como
enumerar distintas modalidades del conflicto,. que se irían sucediendo a me- tandas, siendo
dida que su obra fuera avanzando en su conceptualización, tal y como lo de tipo más es
perfila P. F. Villamarzo, quien enumera «tres concepciones de Freud en tor- dentro de una
no al tema del conflicto psíquico: su primera concepción tópico-traumática, flictiva en el pr
su más elaborada concepción económico-fantasmática y su definitiva concep- interacción sin,
ción -ya en términos de segunda tópica- defensivo-estructural» (1991, pp. adulto.
275-276). Articulació1
A mi parecer, la complejidad del modelo freudíano exige pensar el con- problemática ir
flicto psíquico no sólo teniendo en .cuenta esas diversas modalidades del la constitución
conflicto, planteadas a lo largo de su obra de acuerdo con una doble tópica 1 qmco -en cor
y con una doble dinámica pulsional 2, sino atendiendo también a una doble a lo subjetivo o
conceptualización del aparato psíquico (que necesariamente se extenderá al do por Freud <
inconsciente y a la pulsión), según la cual el psiquismo se origina o bien de metabolización
modo exógeno y por un proceso de implantación procedente del otro adul- automático sin<
to, o bien endógena/ biológicamente. Doble conceptualización que no corres- compuesto y n
ponde o no es fruto de un desarrollo evolutivo en su largo periplo investiga- produce un mt
dor, puesto que va a estar presente y de manera contrapuesta desde los y unas propied
inicios de su obra a través -por un lado- del modelo de la «representan- funciona a moc
cia» o «por delegación» de lo somático en lo psíquico, que obliga a pensar la sede del confli
tópica psíquica constituyéndose por movimientos genéticos y procesos de di-
J Una realidac
ferenciación a partir de un inconsciente primario y biológico (como aparece
acontecimientos d,
1 En la primera, el conflicto es situado entre el sistema Ice (inconsciente), por una parte,
sino el depósito ir
y el sistema Pee/ Ce (preconsciente-consciente) por la otra; mientras que en la segunda tópica neo respecto de le
el conflicto no será sólo entre las instancias (yo, ello, superyó), sino en el interior de cada una formante.
de ellas. 4 Se llama «pr
2 En un primer momento será el dualismo entre las pulsiones de autoconservación y las
samientos no tend
pulsiones sexuales el sustrato del conflicto psíquico; mientras que posteriormente será la opo- por razones de or
sición radical entre pulsión de vida y pulsión de muerte lo que fundamente la teoría del con- miento en procese
flicto, por más que la pulsión de muerte sea a veces planteada por Freud no tanto como un un poder funcion2
polo del conflicto, sino como el principio mismo del combate. sente en algunos rr
José Gutiérrez Terrazas Teorías del mundo interno y del conflicto intrapsíquico (I) 109
tunea a precisar sufi- de manera especial en la l" parte y también en la III" del Proyecto de psicolo-
ntear la situación ori- gía); y a través -por otro- del modelo de las «inscripciones o hudlas mné-
1de una relación con el sicas», que concibe la tópica estructurándose en el marco de traumatismos y
iteracción (correspon- por procesos de desgajamiento en relación a todo montaje biológico, preesta-
cobiológico), sino en blecido, que tienen su punto de arranque en la intrusión sexualizante del
sin palabra, sin capa- otro adulto (como aparece en la 11" parte del Proyecto de psicología, la llamada
consiguiente, a dejar «Psicopatología», y en la carta 52 de los Fragmentos de la correspondencia con
sujeto adulto cargado Fliess). .
os», de los que a su Y eso comporta, con miras a circunscribir de modo más concreto esa
complejidad, el establecer una articulación entre una perspectiva de tipo más
;íquico» en Freud es inmanente, que plantea lo psíquico desde una- di námica propia y hasta exclu-
el dar cuenta de esa sivamente intrapsíquica, desde la cual la estructura del aparato psíquico es
el simple hecho de pensada como algo compuesto y a la vez escindido en cualidades o en ins-
an sucediendo a me- tancias, siendo esa escÍsión lo que da origen al conflicto; y otra perspectiva
ación, tal y como lo de tipo más estructural, que obliga a pensar el psiquismo constituyéndose ?
nes de Freud en tor- dentro de una relación intersubjetiva, si bien originándose de manera con-
:m tópico-traumática, flictiva en el proceso mismo de esa Ínterrelación, que no es simplemente de
su definitiva concep- interacción sino de auténtica confrontación entre sujeto infantil y mundo
;tructural» (1991, pp. adulto.
Articulación que, por otra parte, permite poner al descubierto la difícil y
exige pensar el con- problemática interrelación de lo intrapsíquico y de lo intersubjetivo tanto en
·sas modalidades del la constitución como en el funcionamiento del psiquismo, pues lo intrapsí-
n una doble tópica 1 quico - en contra de lo que se entiende habitualmente- no es equivalente
ambién a una doble a lo subjetivo o lo psicológico, sino que corresponde a lo que fue denomina-
ente se extenderá al do por F reud «realidad psíquica» 3, la cual surge a través de un proceso de
[se origina o bien de metabolización de lo intersubjetivo, que nunca es un proceso de mero pasaje
¡-d~~te del otro adul- automático sino algo profundamente deformante y heterogéneo al estar des-
~ac1on que no corres- compuesto y recompuesto por la legalidad del «proceso primario» 4 y que
go periplo investiga- produce un mundo extraño en el interior del sujeto con un funcionamiento
f trapuesta desde los
D de la «representan-
y unas propiedades específicas. Precisamente ese mundo intrapsíquico, que
funciona a modo de un «cuerpo extraño-interno» y que es por excelencia la
lue obliga a pensar la sede del conflicto psíquico, es lo denominado por Freud el inconsciente,
¡
acontecimientos de la infancia ni su vivencia subjetiva, ni tampoco lo uno y lo otro a la vez,
nsciente), por una parte, sino el depósito inconsciente de esa vivencia infantil, un depósito muchísimo más heterogé-
que en la segunda tópica neo respecto de lo vivido que el mero recuerdo y que resulta de un proceso mucho más de-
n el interior de cada una formante.
4 Se llama «proceso primario» a un proceso no inhibido, no refrenado, en el que los pen-
e autoconservación y las samientos no tendrían un fin o un objetivo pragmático. Se denomina así por convención y no
P,stenormente sera 1a opo-
1 • -
por razones de orden cronológico, las cuales presuponen que habría primero un funciona-
amente la teoría del con- miento en proceso primario y luego, conforme el psiquismo se va desarrollando, se consigue
Freud no tanto como un un poder funcionar en proceso secundario. Este último planteamiento, por más que esté pre-
sente en algunos momentos de la obra de Freud, es abiertamente distorsionado •.
110 José Gutiérrez Terrazas Teorías del mundo intern<
gica, como el racionalismo, al que opone un irracionalismo. can, no sólo por escri!
propio término Bildun¡
* El capítulo 3 ha estado dedicado a revisar la problemática del inconsciente en la filoso- ese proceso. Lo que se
fía y la psicología [Nota de los comps.]. el efecto de la represió
5 S. Freud, «El interés por el psicoanálisis», Obras completas, t. XIII, Buenos Aires, Amo- reprimido (que es com
rrortu, p. 181. lo represor.
José Gutiérrez Terrazas Teorías del mundo interno y del conflicto intrapsíquico (I) 111
el objeto de estudio En definitiva, Freud sustituyó las especulaciones filosóficas sobre la natu-
raleza de lo inconsciente por el cuestionamiento y el análisis de una serie de
fenómenos psíquicos, que habían sido dejados hasta entonces en el olvido y
en la desvalorización (véase los sueños, los chistes, los olvidos de un determi-
nado nombre, los «lapsus linguae» cómicos o embarazosos pero inexplica-
bles, los recuerdos infantiles intrascendentes que escapan a la amnesia gene-
ral, etc.). Fenómenos en los cuales ve despuntarse un funcionamiento
,o «inconsciente» no psíquico que no sigue. las reglas de juego impuestas por la lógica racional. Lo
por L. Whyte, ha que de ningún modo quiere decir que, para llevar a cabo el abordaje y el es-
an en debate el in- tudio de estos fenómenos o el conocimiento del inconsciente en general, ha-
ia 1870-1880 la idea ya que apartarse del modo habitual del pensamiento, que está regido por las
na auténtica banali- leyes de la lógica y opera con relaciones de causalidad y de no contradicción.
, quien publica en Ahora bien, el estudio del funcionamiento de esos fenómenos psíquicos,
mo excepcional du- a los que Freud - como auténtico investigador- se negó a dar por sabidos
plena efervescencia. o supuestos y a los que denonimó «formaciones del inconsciente» 6, no sólo
algunos historiado- le llevó a indagar su lógica propia y sus leyes de estructuración (tratando así
1969; Th. Leahey, de establecer las leyes del funcionamiento psíquico, que sirvan de fundamen-
original. Su sentido to al dato observado experimentalmente y a la misma dualidad u oposición
o así puede consta- sujeto-objeto, yo-mundo externo), sino que le permitió descubrir que eran las
auténticas y únicas vías de acceso al o hacia el inconsciente. Caminos de ac-
s habían _adoptado ceso que, aunque puedan ser perfilados con toda precisión, como lo hace G.
ostrable, cuyo nexo Bonnet (1987), en cuanto fragmentarios (véase los lapsus, actos fallidos, olvi-
tificaron lo psíquico dos, chistes, etc.), estructurantes (véase por excelencia el síntoma) y revelado-
R_ue algo inconscien- res (véase el sueño como «vía regia», pero también el arte, el teatro, etc.), no
decir, la filosofía de son sin embargo medios para penetrar directamente en el inconsciente o
ila del psicologismo para ver ahí dentro (pues el inconsciente no se deja observar de modo direc-
to), sino sólo medios de estar a su escucha.
de Freud consistió, A su vez y por otra parte, todos esos fenómenos nos muestran la activi-
en rechazar simultá- dad productiva del inconsciente, la capacidad de que se genere algo que pre-
ias: por un lado, el viamente no estaba presente, un funcionamiento abierto a la producción de
psíquica al afirmar nuevas significaciones y, por tanto, el inconsciente no es solamente un comparti-
o de otro modo, la mento estanco de representaciones o un archivo en donde simplemente se depo-
echamente ligado a sitan las representaciones, sino que el inconsciente es continua creación sobre la
o, defendida por el base de signos.
ue sustantiva lo in-
r así tanto el dualis-
6 Expresión freudiana que ha retomado su importancia a raíz de la aportación de J. La-
ropológica y ontoló-
can, no sólo por escribir un texto con ese título, sino por haber puesto de relieve lo que el
o.
propio término Bildung («formación») suscita al indicar tanto el proceso como el resultado de
·nconsciente en la filoso- ese proceso. Lo que se aplica especialmente al inconsciente, que abarca tanto lo reprimido o
el efecto de la represión como el propio acto represor. Es decir, el inconsciente es no sólo lo
u, Buenos Aires, Amo- reprimido (que es como, de manera simplista e insuficiente, se suele entender), sino también
lo represor.
112 José Gutzerrez Terrazas Teorías del mundo inten
1 hombre o ciencias
III. LA AJENIDAD RADICAL DEL INCONSCIENTE Y EL PROBLEMA
toda estructura fun- DEL PASAJE DEL INCONSCIENTE A LA CONCIENCIA
onsciente» y se pue-
lenguaje, del apren- Tomaremos en consideración de ahora en adelante algunos puntos del ar-
tículo de Freud de 1915, titulado Lo inconciente 11 , por ser el escrito en el
) por extensión den- que aquilató mejor su conceptualización sobre el inconsciente.
da en la tópica freu- Freud inicia ese trabajo metapsicológico con un breve prólogo en el que
:iptivo al cual Freud aparecen dos grande~ cuestiones que si, por un lado, parecen requerir el ser
11edan enraizados en dilucidadas de entrada, por otro, no dejan de establecer un cierto enmarca-
:á su carácter. Cuan- miento de todo el texto. Esas dos cuestiones son, primeramente, las relacio- 1
to sistema ya no bas- nes entre inconsciente, represión y pulsión; y, en segundo lugar, la diferencia r
1ocerle determinadas enge ~ s_ci~nte como existente y el conocimiento del inconsciente. )
¡
e la postura que de- al tema de la necesidad de la hipótesis del inconsciente, abordado en el capí-
psicología de 1928 y tulo l. Efectivamente, es porque la represión opera expulsando una represen-
Leclaire en su céle- tación, que no puede ser cancelada o aniquilada y entonces debe ser enviada
io de Bonneval en a otro lugar en el cual sobreviva sin perturbar lo consciente, por lo que el in-
enomenológico que consciente resulta necesario. Ahora bien, el supuesto de la neces1dad dé- lo in-
yace cuando se ha- consciente echapor tierra toda ilusión que subordinara o sometiera el ser al
por parte de S. Vi- conocer, el existente a su conocimiento.
acto psicoanalítico» Por otro lado, la necesidad del inconsciente procede también de la insu-
r
'lo un valor posicio-
primacía del signifi-
ficiencia de la conciencia. Es decir, el carácter lacunario de nuestra concien-
cia, la de todo el mundo, obliga a introducir lo inconsciente para otorgar, de
ese modo, una ganancia de sentido y de coherencia. Se trata de una ganan-
sicional, pues define cia, lo que supone que el discurso consciente posee ya un cierto sentido y
ad específica alguna) una cierta cohesión. No está presente, entonces, un irracionalismo. Y esa ga-
de resistencia (por nancia de sentido (sin duda, un otro ·sentido que el ya establecido) es lo que
r el inconsciente no justifica el poder operar con esta hipótesis, cuya prueba inatacable está en lo
de la combinatoria siguiente: «Y si después se demuestra que sobre el supuesto de lo incons-
e «formaciones del ciente podemos construir un procedimiento que nos permite influir con éxi-
na realidad o de un to sobre el decurso de los procesos concientes para conseguir ciertos fines,
aciones, esto es, en ese éxito nos procurará una prueba incontrastable de la existencia de lo así
en todos los lados supuesto» (p. 163). Así pues, lo que corrobora la hipótesis es que lleva a una
ente. transformación posible del objeto. Objeto que no se deriva del método nue-
vo, pues éste es construido en función de aquél y no al revés.
Pero, además, la hipótesis del inconsciente es también legítima: «Ahora bien,
el supuesto de lo 1nconciente es totalmente legítimo, puesto que para esta-
blecerlo no nos apartamos un solo paso de nuestro modo habitual de pensa-
ente, que realiza G. Mat-
Barcelona, Logos, 199 2. 11 Obras completas, ob. cit., t. XIV, pp. 161-201.
116 José Gutiérrez Terrazas Teorías del mundo inte,
miento, que se tiene por correcto» (p. 165). El que nuestro pensamiento no bilidad de la cos
tenga que apartarse de su modo habitual de pensar o, lo que es lo mismo, tre la enmienda 1
que se rija por las leyes de la lógica (que opera con relaciones de causalidad Freud el conocin
y de no contradicción) nos pone de manifiesto una vez más que no estamos Ahora bien, l
ante un irracionalismo, que pretendiera una identidad entre objeto (lo incons- quico, que lo inc
ciente) y método. Las relaciones entre éstos son de correspondencia y no de lleva a cabo ese
identidad, pues el conocer lo inconsciente (el cual se rige por otra legalidad aquí nos enfrenta
que la que nos propone el pensamiento consciente) n~ implica que ese cono- jo de la cura psic<
cimiento sea capturado por el inconsciente mismo. Sin lugar a dudas, no hay te?, ¿cómo se rea
conocimiento legítimo que pueda regirse por otras leyes que las llamadas del De manera aún r
«proceso secundario» o las de la lógica racional. Y, en ese sentido, el incons- ciente a lo incon:
1 ciente es, mientras que quien sabe o no sabe es la conciencia o el sujeto capaz de es- sión, de ahí que
¡ tructurar significaciones. do) y el pasaje d
Los párrafos que siguen a continuación, en este primer capítulo del ar- una especie de 1
tículo Lo inconciente, están destinados a mostrar el modo de aproximarse al Freud la «Agnosz.
inconsciente. Pensemos, nos dice Freud, que se trata de un otro, de una vida no sin un cierto e
psíquica perteneciente a otra persona. Imagínemos algo así como si fueran pótesis «tópica» o a
actos ajenos. Pero la cosa no es tan fácil, porque nos enfrentamos con obstá-
Si un acto psíqui<
culos provenientes de nuestro razonamiento, más inclinado al engaño o al J)rec), ¿debemos st
halago de sí mismo que a la objetividad de las cosas. gunda transcripció
De todos modos, con su planteamiento Freud intenta poner de relieve contenerse tambié
que aquello que desconocemos de nosotros mismos y que, al surgir, se nos cripción originaria,
presenta como algo extraño, es algo proveniente de lo psíquico (con lo cual
lo inconsciente es asimilado a lo psíquico), si bien al mismo tiempo no deja Según este mi
de tener un carácter extraño para el propio sujeto (con lo cual queda asenta- inscripción. Es u
da la «ajenidad» de lo inconsciente y, por tanto, su diferenciación respecto W. Fliess el 6 de
de lo preconsciente-consciente). Esto último es el motivo por el cual nuestro Freud está habla
inconsciente no es asimilable a otra conciencia, a una segunda conciencia: consciente a lo ce
«una conciencia de la que su propio portador nada sabe es algo diverso de Para la otra h
una conciencia ajena, y en general es dudoso que merezca considerarse si- tipo de funciona,
quiera una conciencia así, en que se echa de menos su rasgo más importan- sistema inconscie
te» (p. 166). Más aún, esos procesos psíquicos inconscientes tienen peculiari- lidad de conscier
dades propias que le hacen bien diferentes: «por la investigación analítica o de sentido, pe1
llegamos a saber que una parte de estos procesos latentes poseen caracteres y canee para el pre
peculiaridades que nos parecen extraños y aun increíbles, y contrarían direc- para abordar el I
tamente las propiedades de la conciencia que nos son familiares» (p. 166). ceptos de represi
Precisamente esa radical diversidad de los procesos psíquicos incons- una posición segl
cientes, respecto de los procesos que tienen su sede en el sistema precons- puesto a cambiar
ciente-consciente, nos alerta contra toda ilusión de aprehensión o captación No obstante,
inmediata por parte de la conciencia. Y, a este propósito, Freud hace (p. 167) ña J. Laplanche 1
una referencia explícita a E. Kant, para quien los objetos físicos no son en la
realidad tal y como aparecen a la conciencia, de ahí su idea de la incognosci-
12
J. Laplanche, o
Teorías del mundo interno y del conflicto intrapsíquico (1) 117
José Gutiérrez Terrazas
tro pensamiento no bilidad de la cosa en sí. Referencia que, si bien establece un paralelismo en-
o que es lo mismo, tre la enmienda de Kant y la advertencia del psicoanálisis, sin embargo para
:iones de causalidad Freud el conocimiento de mundo psíquico es posible.
nás que no estamos Ahora bien, una vez establecido que es posible el conocimiento de lo psí-
tre objeto Oo incons-
quico, que lo inconsciente es cognoscible, la cuestión a plantear es cómo se
pondencia y no de lleva a cabo ese conocimiento. Dicho en términos más clínicos, puesto que
J
por otra legalidad aquí nos enfrentamos con una cuestión que está en el meollo mismo del traba-
plica que ese cono- jo de la cura psicoanalítica: ¿cómo se hace consciente una representación inconscien-
gar a dudas, no hay te?, ¿cómo se realiza· ese pasar del sistema inconsciente al sistema consciente?
ue las llamadas del De manera aún más matizada: ¿es que hay simetría entre el pasaje de lo cons-
e sentido, el incons-
ciente a lo inconsciente (que se realiza principalmente por medio de la repre-
el sujeto capaz de es- sión, de ahí que lo inconsciente sea definido esencialmente como lo reprimi-
do) y el pasaje de lo inconsciente a lo consciente (que se realiza a través de
er capítulo del ar- una especie de toma de conciencia o de reconocimiento, denominado por
de aproximarse al Freud la «Agnoszierung¡>)? Cuestión verdaderamente fundamental que Freud encara, )
n otro, de una vida no sin un cierto embarazo o dificultad, oscilando entre dos hipótesis posibles: la hi- .,_
así como si fueran pótesis «tópica» o de la doble inscripción y la hipótesis «funcional».
entamos con obstá- Si un acto psíquico experimenta la trasposición del sistema Ice al sistema Ce (o
ado al engaño o al Prec), ¿debemos suponer que a ella se liga una fijación nueva, a la manera de una se-
gunda transcripción de la representación correspondiente, la cual entonces puede
ta poner de relieve contenerse también en una nueva localidad psíquica subsistiendo, además, la tras-
e, al surgir, se nos cripción or-iginaria, inconciente? [pp. ·169-170].
síquico (con lo cual
mo tiempo no deja
Según este modelo de la hipótesis tópica cada sistema psíquico tiene una
inscripción. Es una idea ya presente en Freud desde la carta 52 (enviada a
cual queda asenta-
W. Fliess el 6 de diciembre de 1896). Pero no hay que perder de vista que
renciación respecto
Freud está hablando del pasaje en una sola dirección: la que va desde lo in-
por el cual nuestro
consciente a lo consciente.
egunda conciencia:
Para la otra hipótesis (la Juncionab hay sólo una inscripción y, según sea el
e es algo diverso de
tipo de funcionamiento o de contexto, esta representación formará parte del
izca considerarse si-
sistema inconsciente o del sistema consciente-preconsciente. Es decir, la cua-
asgo más importan-
lidad de consciente o de inconsciente no implica sino un cambio cualitativo
tes tienen peculiari-
o de sentido, pero no tópico. Lo cual tiene unas consecuencias de gran al-
estigación analítica
cance para el proceso de la cura, pues si nos inclinamos por esta hipótesis
poseen caracteres y
para abordar el pasaje de lo reprimido a la conciencia resulta que los con-
, y contrarían direc-
ceptos de represión y de resistencia desaparecen y tendríamos que adoptar
iliares» (p. 166).
una posición según la cual lo inconscie9te podría estar en lo manifiesto dis-
s psíquicos incons-
puesto a cambiar de cualidad.
el sistema precons-
No obstante, si releemos el texto de Freud advertimos -como nos ense-
ensión o captación
ña J. Laplanche 12- que estos dos tipos de explicación propuestos para el
Freud hace (p. 167)
físicos no son en la
ea de la incognosci-
12 J. Laplanche, ob. cit., p. 85.
118 José Gutiérrez Terrazas Teorías del mundo interno)
la misma experien- funcionamiento), pues las palabras -como lo atestigua la situación deliran-
e a lo inconsciente) te- pueden también circular encerradas en sí mismas o sin ninguna relación
t1 el pasaje de lo in- al referente. Lo que se necesita, por el contrario, para que algo se haga cons-
.encía o de un reco- ciente, es pasar de un ºfuncio"~ar u operar como objetos cerrados a toda cir-
! inscripción es per- cülación significa-nte (que es propio del sistema inconsciente) a un tipo de
n la medida en que funcionamiento abierto l! la comunicación o a las relaciones sintagmáticas y
pción inconsciente), paradigmáti~as (que es lo que caracteriza por excelencia al sistema precons-
cíente-consciente).
clínica, en la prácti-
uerdo, por ejemplo)
arte ya del sistema
desde un punto de IV. EL INCONSCIENTE ESTÁ ESTABLECIDO POR LA REPRESIÓN, QUE NO
arte del sistema in- ES MERAMENTE UN MECANISMO DE DEFENSA, SINO UN PROCESO
ga esté en lo mani- DE FUNDACIÓN QUE INAUGURA DOS SISTEMAS PSÍQUICOS DIFERENTES
uede ser manifiesto
ciado por el propio Precisamente fue la experiencia clínica en la «situación psicoanalítica» y más
efina una cualidad concretamente el hecho o fenómeno de la resistencia, que siempre aparece
dentro de esa situación, lo que obligó a Freud a plantear un proceso de re-
ia (a una Agnoszie- presión y a elaborar al respecto toda una teoría.
nsformacíón, se re- En efecto, al introducir el método de la asociación libre (lo que consiste
a) quede retejido o tanto en la regla fundamental -propuesta al paciente- de «decir todo»,
preconsciente-cons- como en la a,ctividad metodológica de la «atención igualmente flotante», pro-
a lo consciente se pia del analista) va a aparecer con cierta frecuencia que el paciente no sabe
nexiones (de elabo- de qué hablar o qué decir, no se le ocurre nada, etc. Y es que el fenómeno
nula que lo incons- de la resistencia está directamente relacionado con la dificultad inherente a
la regla de «decir todo», en la medida en que esa regla es una tarea imposi-
a de la gran fecun- ble de cumplir de forma absoluta y su valor procede precisamente de esa im-
ite esclarecer que, posibilidad de decirlo todo. De ahí que lg que importe sean los tropiezos
cuenta del «hacer que origi_:la esa regla,_cuyo septido está en hacer pasar todo al plano de lo
la barrera im2_ues- verbal, en la exigencia de un proceso constante de simbolización y de tra-
asta para otorgarle ducción al orden de las palabras, en contraposición con el orden de la actua-
las ideas co:tp. pulsi- ción repetitiva, automática, sin resignificar.
arácter de ajenidad Fuera de esa regla (como sucede, por ejemplo, en la hipnosis, en la suges-
coniza, por su par- tión o en las distintas imposiciones psicoterapéuticas bien sea por medio de
de cualidad o, lo medicamentos, bien sea por medio de instrumentos de diverso signo) no hay
entacional precons- resistencia como tal, puesto que ahí no puede aparecer corte alguno en una
asar -como se re- exigencia de exclusiva simbolización y verbalización, que es propia sólo de la
~ a las «representa- situación analítica. Corte que para J. Breuer era un simple fallo de memoria
las cosas o de los originado por la disociación entre estado hipnoide y estado despierto, mien-
iones verbales, que tras que para Freud se trataba de un efecto provocado por un proceso de
s expresiones freu- eliminación, que va a denominar «represión» (Verdrángung) y sobre el que
ia sino al modo de -dada su trascendental importancia- terminará llevando a cabo una elabo-
120 José Gutiérrez Terrazas Teorías del mundo interno y G
ración conceptual, cuyo cenit se encuentra en el capítulo IV de este artículo originaria será concel
Lo inconciente. ca precisamente en la
Al abordar el proceso de represión, en ese capítulo, Freud va a partir de Ahora bien, plant
lo ya expuesto en otro escrito (también perteneciente a los trabajos de me- ce surgir de una exig
tapsicología de 1915 y publicado unos meses antes), que lleva por título La gico. Sin embargo, F
represión, si bien en este momento va a tratar de ahondar más en ese proceso huella de ese «acont
haciendo para ello un planteamiento más sistemático y menos descriptivo de manifestarse en la re]
lo que había hecho en aquel trabajo, en el que -por más que fuera un estu- La represión planteó 1
dio sobre el tema de modo monográfico- sin embargo ya advertía, nada mera «fijación», que
más iniciar el texto, que iba a posponer la profundización en la esencia del queado el sujeto en
proceso represivo. bién y sobre todo, e
Pues bien, esa profundización es la que se propone realizar ahora. Por como se fija una fot<
eso, tras afirmar que la represión es «un proceso que se cumple sobre repre- que nunca había esta
sentaciones en la frontera de los sistemas Ice y Prec (Ce)» (p. 177), se plantea el sistema psíquico. •
en qué sistema se produce la sustracción de investidura y a cuál pertenece la cómo se lleva a cabo
investidura sustraída 13 . Un planteamiento que ya no se contenta con describir co se produce, qué n
meramente algo, sino que trata de definir las modalidades de relación, esto es, de tulo IV de Lo inconcü
circulación o de pasaje y de ensamblamiento entre los sistemas psíquicos. Un más las cosas.
planteamiento que, en definitiva, va a permitir el poder pensar la propia constitu- _En primer lugar,
ción de los sistemas psíquicos o, mejor, de un aparato psíquico escindido en ria (porque presupor
sistemas contrapuestos tanto por su funcionamiento como por sus conteni- dor de la represión e
dos, y el poder establecer la represión, ya no simplemente como un mecanismo de vestidura preconscie1
defensa, sino también como ese proceso que crea al inconsciente separándole del res- interiorcíe sistema
to del psiquismo. circulaciones de car¡
Para ello va a tener que diferenciar, de manera más precisa y neta de lo sentaciones, son de o
que lo había hecho hasta ahora en su obra, entre lo que denomina «repre- Mientras que en
sión originaria» (Urverdrángun?) y «represión propiamente dicha» o secunda- tidura preconscienté
ria (Nachdrángen). Por lo que respecta a esta última, Freud ya había señalado nunca habría lograc
en su texto sobre la represión que al mismo tiempo que algo expuls_a del pre- estado engarzada en
consciente debe haber sistemas de representaciones e investiduras que atra- recuperada por este
pen a la representación desalojada en el inconsciente. Así, por ejemplo, en el consciente no es suf
olvido de un nombre nos damos cuenta de que hay algo así como una atrac- Freud nos añada seg
ción o una succión de una representación por contenidos inconscientes ya
existentes que lo aspiran, al estilo de un remolino que en el agua atrajera al Aquí necesitamos de e
nadador. Lo que indica que está ya constituida una tópica psíquica, que hay mente dicha] manteng
ya un inconsciente establecido, desde el cual se ejerce esa atracción. Mien-
tras que en la represión originaria no hay todavía distinción entre los siste- 14 «La represión», en
mas, puesto que - por definición- es originaria y es la que crea la distin- 15 Aquí estamos ant,
ción entre el preconsciente y el inconsciente. De este modo, la represión sentido de que las repres
cual se organizará la trarr
retoños, o sea, aquello qt
13 Conviene tener presente que en la represión una representación con su investidura co-
secundariamente reprimí
rrespondiente va a ser desinvestida y rechazada al inconsciente.
que lo originariamente re
José Gutiérrez Terrazas
Teorías del mundo interno y del conflicto intrapsíquico (I) 121
ulo IV de este artículo originaria será concebida como una especie de escisión inicial que desembo-
ca precisamente en la tópica o crea la tópica psíquica.
), Freud va a partir de Ahora bien, planteada sólo en esos términos, la represión originaria pare-
a los trabajos de me- ce surgir de una exigencia abstracta o de la necesidad de un fundamento ló-
¡ue lleva por título La gico. Sin embargo, Freud no deja de intentar el cercarla o el encontrar la
lar más en ese proceso huella de ese «acontecimiento», aun cuando esa huella únicamente pueda
menos descriptivo de manifestarse en la represión secundaria. Y, en esa línea, ya en su texto sobre
nás que fuera un estu- La represión planteó 14 que se trata de una primera inscripción o de una pri-
trgo ya advertía, nada mera «fijación», que se puede entender tanto en el sentido de quedar blo-
ción en la esencia del queado el sujeto en un momento determinado de su evolución como, tam-
bién y sobre todo, en el sentido de quedar fijado un recuerdo (al estilo de
ne realizar ahora. Por como se fija una fotografía), de quedar fijada la pulsión a un representante,
:e cumple sobre repre- que nunca había estado reprimido y que así encuentra un lugar definitivo en
:c)» (p. 177), se plantea el sistema psíquico. Pero como ese planteamiento no explicaba con detalle
a y a cuál pertenece la cómo se lleva a cabo, en verdad, esa fijación, desde o en qué sistema psíqui-
:e contenta con describir co se produce, qué mecanismo específico interviene, etc., ahora en este capí-
de relación, esto es, de tulo IV de Lo inconciente, al volver sobre el tema de la represión, va a precisar
sistemas psíquicos. Un más las cosas.
~nsar la propia constitu- En primer lugar, nos señala queJa represión propiamente dicha o secunda-
psíquico escindido en ria (porque presupone la existencia de lo inconsciente y el momento fu~da-
:orno por sus conteni- dor de la represión originaria) es un verdadero proceso de sustracción de in-
como un mecanismo de vestidura preconsciente, esto es,de pé;dida de nexos y de conexiones en el
ente separándole del res- interior del sistema preconsciente, y de ingreso a un sistema en el cual las
circulaciones de cargas o investiduras, que rigen las relaciones entre repre-
is precisa y neta de lo sentaciones, son de otro orden.
que denomina «repre- Mientras que en el caso de la represión originaria nunca operaría la inves-
nte dicha» o secunda-
tidura preconsciente, ya que la representación originariamente reprimida
eud ya había señalado
nunca ha-bría logrado una retranscripción al preconsciente, nunca habría
e algo expulsa del pre-
estado- engárzada en el sistema cc-prcc y, en razón de ello, nunca podría ser
investiduras que atra-
recuperada por este sistema 15 . La sustracción, entonces, de investidura pre-
1\sí, por ejemplo, en el
consciente no es suficiente para la conservación de la represión, de ahí que
5o así como una atrac- Freud nos añada seguidamente una precisión capital:
lidos inconscientes ya
: en el agua atrajera al
Aquí necesitamos de otro proceso, que en el primer caso [el de la represión propia-
pica psíquica, que hay mente dicha] mantenga la represión, y en el segundo [el ·de la represión primordial]
e esa atracción. Mien-
tinción entre los siste- 14«La represión», en Obras completas, ob. cit., t. XIV, p. 143.
la que crea la distin- 15Aquí estamos ante el supuesto teórico que fundamenta la infinitud del análisis, en el
:e modo, la represión sentido de que las representaciones originariamente reprimidas, que constituyen el núcleo en el
cual se organizará la trama del inconsciente, son inabordables analíticamente. Sólo lo serán sus
retoños, o sea, aquello que fue efecto de la represión propiamente dicha, ya que únicamente lo
ción con su investidura co-
secundariamente reprimido es móvil y puede ser recuperado por el preconsciente, mientras
que lo originariamente reprimido sólo fue «fijado» a lo Ice. por una contrainvestidura.
122 ] osé Gutiérrez Terrazas Teorías del mundo interno y
s hallado en el supuesto I
consciente-consciente una jerarquía o una génesis. Son formulaciones más o
protege contra el asedio menos de este tipo: todo lo que es consciente ha sido en un primer momen-
to inconsciente; el consciente emerge poco a poco del inconsciente; en el J t
:racción desde el tras- origen todo era ello, el yo se ha desarrollado por el continuado influjo del
,n anterioridad a ella), mundo exterior sobre el ello, etc. Se trata, según J. Laplanche 18, de formula- /
e de tapón cu a fun- ciones frecuentes, pero siempre limitadas o de emergencia, que asimilan el in-
en su emplazamiento consciente a un sustrato biológico o casi biológico, preexistente, del cual poco
tstituido un funciona- a poco se diferenciaría _el consciente como sistema de superficie. Precisamente '
s, la contrainvestidura la instancia del ello, aunque no se puede negar su fecundidad por otro lado,
odas las salidas, todos potencia al máximo los riesgos de una concepción semejante.
Ahora bien, la idea de represión originaria excluye en verdad la de un incons-
, ¿de dónde extrae el ciente originario biológico, la de un inconsciente originado endógenamente
trainvestidura? Freud porque implica un tiempo de fundación o de escisión antes del cual no estaría esta-
1ede decir que la dejó blecido el inconsciente ni ningún sistema psíquico propiamente dicho y, por tanto,
ontada mejor si la for- comporta todo un proceso de constitución del inconsciente en cuanto siste-
~~ab~ece «naturalmen- ma radicalmente diverso del preconsciente-consciente. Asimismo, la idea de
s1qmsmo, o es necesa- represión originaria excluye la de un inconsciente originado espontánea y en-
mediación exterior? dógenamente, porque conlleva que el inconsciente es efecto de inscripción
za de la siguiente ma- exógena, es efecto de represión, y eso quiere decir que hay una historia en la \
a es que aparecen re- cual se ha constituido. Todo lo cual no deja de acarrear una serie de proble-
ntadas, podemos de- mas, relacionados precisamente con esa fundación y constitución histórica
. Bleichmar lo va a en el sentido por ejemplo de una deficiente o ausente instalación, que nece-
sariamente van a emerger en los cuadros psicopatológicos y que van a reque-
rir un específico modo de trabajo sobre los mismos.
guaje, que opera desde Por otro lado y por lo que se refiere más directamente a las consecuen-
tracarga en el proceso cias de orden clínico, hay que comenzar señalando que, como la represión
del preconciente, a la originaria no es un simple mecanismo sino un verdadero movimiento funda-
representación 17_ cional del· inconsciente, es su mantenimiento lo que constituye la condición
de funcionamiento de un aparato psíquico escindido o dividido en dos siste-
o una vez llevado a mas (Ice y Pre-Ce) y es su existencia la que da origen a las llamadas «forma-
apartado de este ca- ciones del inconsciente».
De ese modo, la represión es condición necesaria para que un funciona-
miento «neuróticamente-normal» se constituya, pues si no hay represión,
esto es, si las cargas o investiduras circulan libremente por el conjunto de un
~CIÓN HISTÓRICA aparato que no puede establecer ligazones y/ o derivaciones, si el pasaje es
INCONSCIENTE directo desde el polo perceptivo al polo motriz sin que algo obstaculice y
io el concepto de re- cree un espacio diferenciador, el sujeto no consigue constituir las condicio-
as ciertas formulacio- nes mínimas para una neurosis. Dicho con otras palabras, si la represión no
nconsciente y el pre- opera entre los sistemas psíquicos deja al psiquismo librado a la irrupción y
a la progresión de lo in~onsciente como tal, es decir, sin transcripción al pro-
ceso secundario y, por tanto, sin generar las posibilidades de conciencia para rosis, como el que
las cuales este sistema otorga las condiciones. ta del establecimie
Y es que la ausencia de represión originaria o /undante, bien sea por no insta- (véase el caso de l
lación (como sucede en el caso de las psicosis infantiles), bien sea por de- tiempo- en dond1
1 rrumbe (como sucede en el caso de las esquizofrenias), no permite la emergen- nales de lo reprimí
' cia de un sujeto psíquico capaz de estructurar «formaciones del inconsciente». siendo a su vez la
Ahora bien, Freud nos decía que la contrainvestidura es el único modo bargo no deja de es
de establecimiento de la represión originaria. Con lo cual, si bien hay un mo-
mento de su instalación, que es el de la primera infancia, que es ese tiempo
que culmina con el sepultamiento del autoerotismo en un sistema psíquico RESUMEN
diferenciado (en el Ice) y en el que se constituyen las formaciones sustituti-
vas que dan origen al Prec y al yo; sin embargo, puede haber movimientos Tratando de dar cu1
posteriores en los cuales esta represión originaria fracase y, a partir de la pro- flicto defensivo, baj1
gresión de lo inconsciente sobre lo preconsciente-.consciente, las formaciones lo psíquico de man1
sustitutivas tomen a su cargo la reinstalación de la misma bajo un modo orden orgánico o bi,
compulsivo. Así sucede, por ejemplo, en casos de psicosis que se presentan a to antes como despi
modo de una neurosis compulsiva, pero cuya compulsión está al servicio de nos ha dado la posi
evitar el derrumbe de la represión originaria y no es un mero tratar de evitar ciente descubierto ]
el retorno de lo secundariamente reprimido. Lo que sin duda lleva muchas tución por medio d
veces a confundir el diagnóstico y el trabajo a realizar. · Recorrido que,
Por otro lado, el que la contrainvestidura sea el modo de operar de la re- consciente de ning
presión originaria eso indica que del lado del preconsciente algo garantiza la tro ser, lo que habi
permanencia del representante pulsional del lado del inconsciente. Y la ga- Muy por el contra:
rantía de que permanezca en su lugar está en que sucesivas retranscripcio- o el metabolito de:
nes 19 puedan estructurarse a modo de retoños que permitan la movilidad de ño interno», con e.
la represión secundaria. Estos retoños son simbolizaciones favorecedoras de temente (ya que só
un distanciamiento respecto de lo originariamente reprimido. creadora), sin eml
El síntoma, por su parte, y a diferencia de una formación sustitutiva sim- algo radicalmente
ple 20 , engarza siempre el retorno de lo reprimido con aquello que· reprime, conflicto tanto parn
por eso es una «formación de compromiso». Mientras que la compulsión no
es siempre un síntoma, ya que puede ser simplemente el ejercicio de una
contrainvestidura masiva en vías de fracaso, como ocurre en ciertos momen-
LECTURAS RECOMI
tos previos a las desestructuraciones psicóticas o en momentos posteriores
de restitución. Y, en ese sentido, la clínica nos enseña tanto el que las neuro- La mejor ampliaci
sis de compulsión precoces están más cerca de las psicosis que de las neu- tos y textos:
19Ése es el término empleado por Freud en la trascendental carta 52 del 6 de diciembre Freud, S. (1915), <·
de 1896 (Buenos Aires, Amorrortu t. I, p. 274). Lo que, por otra parte, ya sugiere que el Ice. tu, tomo XIV.
no se constituye en un acto de creación de una vez para siempre o en un acto puntual, que Laplanche, J. (198.
separaría tajantemente los dos sistemas psíquicos.
20 Téngase presente, aunque sea sólo algo esquemático, que los síntomas no son efecto de res, Amorrortu
la represión, sino del retorno de lo reprimido, y que la formación sustitutiva es un logro o re-
sultado de la represión.
José Gutiérrez Terrazas Teorías del mundo interno y del conflicto intrapsíquico (I) 125
es de conciencia para rosis, como el que la fobia es la primera de las neurosis, puesto que da cuen-
ta del establecimiento de la represión a partir del retorno de lo reprimido
bien sea por no insta- (véase el caso de Hans -que es el que Freud tiene aquí en mente todo el
les), bien sea por de- tiempo- en donde el caballo, objeto de fobia, guarda restos representacio-
no permite la emergen- nales de lo reprimido: los bigotes del padre, un pene grande, el pataleo, etc.),
( inconsciente». siendo a su vez la marca dialéctica del fracaso de esa represión, que sin em-
Jra es el único modo bargo no deja de estar ahí constituida o establecida.
al, si bien hay un mo-
ia, que es ese tiempo
t un sistema psíquico
RESUMEN
formaciones sustituti-
e haber movimientos Tratando de dar cuenta de la complejidad del modelo freudiano acerca del con-
e y, a partir de la pro- flicto defensivo, bajo cuya idea se inauguró un nuevo campo que permitió pensar
iente, las formaciones lo psíquico de manera específica y no ya como un producto de una etiología de
1isma bajo un modo orden orgánico o biológico (idea imperante, por cierto, en el ámbito del saber tan-
,is que se presentan a to antes como después de la obra de Freud), el recorrido a través de este capítulo
ón está al servicio de nos ha dado la posibilidad de ir desplegando tanto las características del incons-
mero tratar de evitar ciente descubierto por Freud, como su legalidad específica y su modo de consti-
.n duda lleva muchas tución por medio de un proceso histórico de represión.
Recorrido que, por otra parte, nos ha permitido puntualizar que ~l in-
fo de operar de la re- consciente de ningun modo puede ser considerado como el núcleo de nues-
iente algo garantiza la tro ser, lo que habita en el centro del individuo o lo más íntimo de lo íntimo.
nconsciente. Y la ga- Muy por el contrario, en lugar de ser mi núcleo es el otro implantado en mí
esivas retranscripcio- o el metabolito del otro en mí para siempre convertido en un «cuerpo extra-
itan la movilidad de ño interno», con el que por más que uno esté obligado a dialogar permanen-
nes favorecedoras de temente (ya que sólo ese diálogo es garante de salud psíquica y de capacidad
ido. creadora), sin embargo seguirá siempre apareciendo a la conciencia como
ación sustitutiva sim- algo radicalmente ajeno y, por consiguiente, como una fuente inagotable de
aquello que reprime, conflicto tanto para bien como para mal de cada ser humano.
ue la compulsión no
el ejercicio de una
e en ciertos mamen-
LECTURAS RECOMENDADAS
omentos posteriores
nto el que las neuro- La mejor ampliación de este capítulo puede hallarse en los siguientes escri-
osis que de las neu- tos y textos:
ta 52 del 6 de diciembre Freud, S. (1915), «Lo inconciente», Obras Completas, Buenos Aires, Amorror-
te, ya sugiere que el Ice. tu, tomo XIV.
en un acto puntual, que Laplanche, J. (1987), «El inconsciente y el ello», Problemáticas IV, Buenos Ai-
íntomas no son efecto de res, Amorrortu.
stitutiva es un logro o re-
6. TEORÍAS DEL MUNDO INTERNO Y DEL CONFLICTO
INTRAPSÍQUICO (11): RELACIONES OBJETALES
I. INTRODUCCIÓN
dos como E. Fromm, H. S. Sullívan, K. Horney, etc., constituyéndose el gru- del ser humano a t:
po de «neo-psicoanalistas» o «neo-freudianos», tan bien conocidos por todos mentos evolutivos, o
gracias a la sencillez y capacidad comunicativa de sus escritos. 1900 y 1914. Freud
Si bien éstas son unas vías de derivación del «psicoanálisis freudiano» a preconsciente -y consl
través de las cuales se apartaron de Freud los autores mencionados, Como buen clínico,
debemos considerar que dentro de aquéllos que siguieron vinculados a la ciones interpersonal
teorización freudiana se desarrollaron tres líneas de investigación y creci- Esquemáticamente _
miento muy diferenciadas y con serios antagonismo~, aunque no insalvables: vestigaciones a partl
modelo para conce~
a. Autores «freudianos» u «ortodoxos», que siguieron los desarrollos de cibe la mente huma1
Freud sin aceptar ninguna modificación. gran giro que se obr
b. Autores que cambiaron sustancialmente las elaboraciones de Freud, bajo toman las relaciones
las nuevas aportaciones de M. Klein, W. R. D. Fairbairn, D. W. Winnicott, etc. «yo» se desarrolla t
c. Autores que se adhirieron a las nuevas teorías desarrolladas bajo las «realidad»; el «supG
directrices de A. Freud (1949) y H. Hartmann (1964) y que se conocen bajo morales y normativa
el nombre de «ego-psychology» o «escuela de la psicología del yo». un segundo plano
sonales o las «relaciQ
Estas tres derivaciones siguieron manteniendo una vinculación estructu-
ral, social y política a través de la Asociación Psicoanalítica Internacional. Tal CUADRO l. Superpos
asociación fue creada por Freud en 1908, y sigue en la actualidad tutelando
y dirigiendo el desarrollo del psicoanálisis en su práctica y en su teoría a tra-
vés de las normativas para la formación de psicoanalistas, las normativas para
la práctica del psicoanálisis clínico y a través de la publicación de dos revis-
tas internacionales: International ]ournal o/ Psychoanalysis (fundado por Freud)
y el International Review o/ Psychoanalysis.
Se comprende que no citemos aquí los aportes de la Escuela lacaniana,
que ha seguido un desarrollo paralelo y al margen de dicha asociación inter-
nacional. Su valor es innegable y ha merecido un capítulo aparte
Greenberg y Mitchel (1983) consideran que hoy en día vuelve · a haber
una cierta confluencia entre las diversas orientaciones, en tanto que compar-
tirían un foco de atención común. Este foco apuntaría al interés creciente y Nota: Este esquema st
) reiterado por el tipo de interacciones que las personas presentan unas con consciente) y la segunda (y,
/ @;s~---e"s decir el problema de las «relaciones objetales». Aunque su impor- cias del esquema aparece l
tipos de dificultades en la 1
tancia clínica es aceptada por todas las escuelas psicoanalíticas actuales, hay más amplias de la conscien
amplias diferencias en la manera de entenderlas. máticas. Queremos reseñar
La teoría psicoanalítica se construyó alrededor del concepto de pulsión to la división definitiva de
contrarían animando todm
(Freud, Tres ensayos sobre teoría sexual 1905). A través de sus investigaciones
Freud llegó a la conclusión de que las pulsiones eran el motor de la mente y
de l;s actividades humanas. Estas pulsiones reconocían un sustrato biológico Se abre así una
que se expresaba a través de las demandas y exigencias corporales. La nece- «interrelación persc
sidad de satisfacerlas proporcionaba la energía y las metas a cualquier activi- son los orígenes de
dad mental. La investigación sobre la naturaleza y el progresivo desarrollo sus vicisitudes y dei
oren y Montserrat Pérez Godoy Teorías del mundo interno y del conflicto intrapsíquico (II) 129
nstituyéndose el gru- del ser humano a través de la satisfacción pulsional, en sus diferentes mo-
conocidos por todos mentos evolutivos, ocupó buena parte de las investigaciones de Freud entre
ritos. 1900 y 1914. Freud teorizó una estructura tripartita de la mente: inconsciente,
,análisis freudiano» a preconsciente y consciente. Esta estructura se conoce como primera tópica.
1tores mencionados, Como buen clínico, Freud no podía dejar de lado la importancia de las rela-
~ron vinculados a la ciones interpersonales y su valor constituyente para la mente en desarrollo.
11vestigación y creci- Esquemáticamente podemos decir que Freud cambió el sentido de sus in-
mque no insalvables: vestigaciones a partir <;le 1914, con la progresiva construcción de un nuevo
modelo para conceptualizar la estructura de la mente. La segunda tópica con-
)n los desarrollos de cibe la mente humana compuesta por las tres instancias: ello, yo y superyó. El
gran giro que se obra en esta nueva perspectiva radica en la importancia que
ciones de Freud, bajo toman las relaciones precoces del ser humano con el entorno parental. Así el
D. W. Winnicott, etc. «yo» se desarrolla por el progresivo contacto entre el «ello» pulsional y la
esarrolladas bajo las «realidad»; el «superyó», por la interacción entre el «yo» y las estructuras
que se conocen bajo morales y normativas de la familia y la sociedad. Las pulsiones han pasado a
ía del yo». un segundo plano y han cobrado una gran relevancia las interrelaciones per-
sonales o las «relaciones objetales» (Véase el cuadro 1).
vinculación estructu-
[ca Internacional. Tal
CUADRO l. Superposición de las dos tópicas freudianas
actualidad tutelando
L y en su teoría a tra- Consciente: proceso
secundario
;, las normativas para
icación de dos revis- Preconsciente
) aparte Eros
1 día vuelve a haber Thanatos
n tanto que compar-
a! interés creciente y
Nota: Este esquema superpone artificiosamente la primera tópica (consciente, inconsciente y pre-
presentan unas con consciente) y la segunda (yo, superyó, ello). Por ello se distorsionan algo los conceptos pues, por exigen-
>. Aunque su impor- cias del esquema aparece un superyó consciente más amplio que el yo, lo cual podría ocurrir en algunos
talíticas actuales, hay tipos de dificultades en la estructuración de la personalidad. Habitualmente, el yo es el que abarca zonas
más amplias de la consciencia. Su ubicación entre las líneas del preconsciente es sólo por razones esque-
máticas. Queremos reseñar que en este período de la elaboración de Freud, ya se ha puesto de manifies-
concepto de pulsión to la división definitiva de las pulsiones entre las de vida (Eros) y las de muerte (Thanatos), que se en-
e sus investigaciones contrarían animando todos los procesos ubicados en el ello.
motor de la mente y
un sustrato biológico Se abre así una investigación que encuentra su centro de gravedad en la
corporales. La nece- «interrelación personal». Nuevas preguntas han de ser contestadas: ¿cuáles
as a cualquier activi- son los orígenes de tales interrelaciones?, ¿cuál es su significado?, ¿cuales son
)rogresivo desarrollo sus vicisitudes y desarrollos?
130 Joaquim Poch Bullich, Francesc Loren y Montserrat Pérez Godoy Teorías del mundo interno y di
El problema que se plantea con este giro va a ser la manera en que pue- por la «representaci
den compatibilizarse la teoría de las pulsiones y la teoría de las relaciones de lo que estamos dicic
objeto. Es decir, cómo unir los rendimientos derivados de la primera y la se- ción:
gunda tópicas.
Greenberg y Mitchel (1983) aseguran que uno de los mayores problemas El doctor X trabaja e1
conceptuales de la historia del psicoanálisis se centra en la gran relevancia de tenso, ha logrado org2
las relaciones objetales puestas de manifiesto a través de la clínica. Todo teó- ten atender a sus paci1
pero distante, es aprec
rico del psicoanálisis ha tenido que dirigir su atención a este tema, la manera
disponibilidad.
en como lo resuelve determina su enfoque básico ,y sienta los fundamentos
Sus pacientes, que
para subsecuentes teorizaciones. pués de una entrevista
Dos han sido las maneras de encarar el conflicto: - El paciente A
caba a su mujer que <
La primera, iniciada por Freud, es esencialmente conservadora y consiste durante unos 20 minu
en adaptar y modelar la teoría pulsional al modelo clínico de las relaciones tano' que no se deja i
objetales. En definitiva adaptar la primera tópica a la segunda. (Un esquema fue inmejorable, segú1
rudimentario, a fines didácticos, lo ofrecemos en el cuadro l.) Desde la teo- unos análisis completfl
ría pulsional todas las pautas de la personalidad y la psicopatología se entien- por su nombre, un pr
den como una función o un derivado de las pulsiones y sus transformacio- revelaba que el docto1
nes. Por ello, abordar la cuestión de las relaciones objetales preservando la esposa, en este tono, o¡
- - El señor B, vis
teoría pulsional inalterada exige que las relaciones interpersonales se con-
no cambió apenas su
templen como vicisitudes y ~dos de las propias pulsiones. El rol del ob- acompañado, que el e
jeto queda enmarcado d;ntro de la descarga pulsional, pudiend~ facilitar su de médico, que apena
satisfacción o demora, constituyéndose como diana de la pulsión. de forma precipitada.
La segunda forma de abordar la cuestión es más radical. Se sustituye la dir, pero que en el for.
teoría pulsional por un marco conceptual completamente distinto, en el que regreso en coche a su
las relaciones interpersonales constituyen los verdaderos fundamentos para el doctor X le había r
la construcción de la vida mental. La fuente de motivación humana no se en- plicados y radiografías
contraría en la descarga pulsional, sino en la creación_y recreación de patro- siado. Los medicamen
nes de vinculación interpersonal. La obra de los autores que se exponen en habría sido suficiente.
este capítulo es el ejemplo más representativo de lo que acabamos de decir, El doctor X contÍI
era habitual los comt
y expresa el desarrollo de un modelo radicalmente diferente al que originó
coincidir en que el do,
las primeras teorías psicoanalíticas fundamentadas en la teoría de las pul- - La señora C o
siones. se le veía muy tímido.
- Un niño de 1:
El trabajo diario del psicoanalista está muy determinado por el tipo de escuela; él era el doctc
relaciones que sus pacientes mantienen con otras personas que les son rele-
vantes. Además, el paciente en análisis, habla al analista según como entiende Con ello queren
que está la relación entre ellos. El descubrimiento de la transferencia marcó ne matizada por un
un hito en el pensamiento y la técnica psicoanalítica. No siguió siendo posi- tra experiencia en rr
ble considerar que la persona de quien nos habla el paciente ha de corres- te varía mucho de
ponderse detalle por detalle con la persona real. Las personas interactúan los ejemplos anterio
con los otros no sólo de acuerdo con las características reales de éstos, sino Las representac
loren y Montserrat Pérez Godoy Teorías del mundo interno y del conflicto intrapsíquico (II) 131
a manera en que pue- por la «representación mental» que de ellos tienen. Un ejemplo sencillo de
·a de las relaciones de lo que estamos diciendo puede ejemplificarse a través de la siguiente situa-
de la primera y la se- ción:
)S mayores problemas El doctor X trabaja en la consulta de un hospital general. Aunque su trabajo es in-
t la gran relevancia de tenso, ha logrado organizar su consulta con unos horarios razonables que le permi-
e la clínica. Toda teó- ten atender a sus pacientes satisfactoriamente según sus previsiones. Hombre cortés,
1 este tema, la manera
pero distante, es apreciado por sus colegas por su buen nivel de conocimientos y su
disponibilidad.
enta los fundamentos
Sus pacientes, que suelen estarle reconocidos, presentan reacciones diversas des-
pués de una entrevista:
- El paciente A al salir del consultorio después de una primera consulta expli-
caba a su mujer que el doctor X era un hombre «excelente», que le había visitado
mservadora y consiste durante unos 20 minutos y que seguramente eso era así porque «es un 'buen samari-
nico de las relaciones tano' que no se deja influir por las presiones de la dirección del hospital». La visita
egunda. (Un esquema fue inmejorable, según el señor A, ya que lo visitó de pies a cabeza, le prescribió
adro l.) Desde la teo- unos análisis completísimos y radiografías. Además la medicación recetada debía ser,
opatología se entien- por su nombre, un producto novísimo venido recientemente de «América», lo cual
y sus transformacio- revelaba que el doctor X era todo un científico. El señor A siguió explicándole a su
etales preservando la esposa, en este tono, otros aspectos de la visita con el doctor X.
- El señor B, visitado el mismo día (nos consta que el doctor X era el mismo y
erpersonales se con-
no cambió apenas su conducta profesional) le contaba a su hermana, que le había
lsiones. El rol del ob- acompañado, que el doctor X era un hombre frío y desinteresado por su profesión
pudiend~- facilitar su de médico, que apenas le había mirado, y que lo reconoció físicamente en la camilla
pulsión. de forma precipitada. Argumentó que con tantas visitas, el doctor X, no podía ren-
rdical. Se sustituye la dir, pero que en el fondo debía cobrar más si atendía a más pacientes. En el viaje de
te distinto, en el que regreso en coche a su domicilio, no cesó de intentar convencer a su hermana de que
s fundamentos para el doctor X le había recomendado hacerse multitud de análisis innecesarios y com-
, ón humana no se en- plicados y radiografías que evidentemente no se haría porque iban a irradiarle dema-
recreación de patro- siado. Los medicamentos serían excesivamente caros, y seguro que algo más sencillo
s que se exponen en habría sido suficiente. No volvería a ese hospital nunca más.
e acabamos de decir, El doctor X continuó su visita esa mañana, atendió algunos pacientes más. Como
era habitual los comentarios después de la consulta eran diversos, aunque solían
erente al que originó
coincidir en que el doctor X les había atendido razonablemente:
la teoría de las pul-
- La señora C comentó a su vecina que el doctor X debía ser soltero, porque
se le veía muy tímido.
- Un niño de 12 años organizó un juego de vampiros con sus compañeros de
,inado por el tipo de escuela; él era el doctor que los atrapaba y mataba, etcétera.
, nas que les son rele-
según como entiende Con ello queremos insistir en que la relación con las otras personas vie-
a transferencia marcó ne matizada por un patrón de relaciones intrapsíquicas que modifican nues-
o siguió siendo posi- tra experiencia en mayor o menor medida. Lo que cada uno lleva en su men-
aciente ha de corres- te varía mucho de unos a otros individuos como intentábamos mostrar en
personas interactúan los ejemplos anteriores.
reales de éstos, sino Las representaciones mentales que de los otros tenemos merecen la
132 ]oaquim Poch Bullich, Francesc Loren y Montserrat Pérez Godoy Teorías del mundo interno y de,
preocupación de los teóricos del psicoanálisis y se las denomina de diversas taciones de ellas esta
maneras según el modelo teórico: «objetos internos», «introyectos», «personi- describir el intercam
ficaciones», «mundo representacional», etc. Se entiende que tales representa- los tratamientos psicc
ciones están al servicio de prestar una imagen anticipatoria de lo que se es- 2. La palabra «·
pera del mundo externo y como modelos individuales preestablecidos para amplio rango de car:
comprender la realidad interpersonal. En unos casos su matiz será persecuto- los pacientes, cuyo n
rio, invocando poca confianza; en otros, el matiz será más idealizado y desve- activos o pasivos, ber
lará esperanzas desmedidas. Por lo común serán u_na fuente de seguridad in- 3. Aunque el t1
terna y apoyo. la experiencia clínicf
En todas las teorías se acepta que tales «representaciones mentales» son los pacientes con sus
la expresión del residuo de las relaciones que el individuo ha mantenido con ciones en la realidad
personas relevantes para su desarrollo psíquico. Todas las personas que han nos» es sentida com<
dejado sus · improntas en la vida mental del sujeto que las ha internalizado objetos. No son entic
van a constituirse en el «tinte» («el color del cri~tal con que se mira») de sus 4. Un objeto I
percepciones, reacciones, actitudes, etcétera. Esta connotación del
La teoría psicoanalítica va a tener que intentar explicar diversas cuestio- operaciones psíquica
nes: Mitchel, 1983, p. 14).
- La relación entre las introyecciones y las características de los objetos Las teorías de l<
reales de donde proceden y su nivel de correlación y distorsión. centro de atención e
- Las circunstancias en que se realizan las introyecciones y la manera agruparse como una
en que se constituyen como componentes del mundo interno del sujeto. nen teorizaciones co
- La conexión entre las «representaciones mentales» y las relaciones discusión de las teo1
subsiguientes con las otras personas del mundo real. hecho de que esta eJ<
- Las funciones desempeñadas por los objetos internos en el seno de la tos, lo cual da como
vida mental. menudo se usa para
- Las diferentes clases de objetos internos y su funcionamiento. pulos. Pero también
del hecho que la nat
La expresión «teoría de las relaciones objetales», viene a referirse, en su radicalmente incom¡:
sentido amplio, a los esfuerzos realizados para explicar por qué las personas
viven simultáneamente en un mundo externo y otro interno y por qué la re-
lación entre ellos puede ser armónica y fluida en determinados momentos o
contradictoria y tempestuosa en otros. 11. LA OBRA DE M. l
El objeto en psicoanálisis no es el «objeto» que para una ciencia natural
representa una entidad que existe simplemente en el espacio y el tiempo. La obra de esta autc
Con este concepto designamos al otro componente de la relación que mantiene un su- trucción de la ment<
jeto, tanto en la realidad externa como interna. se trata de una teo;
Siguiendo a Greenberg y Mitchel (1983) podemos decir que el concepto una continua lucha
de objeto mantiene su interés teórico por las siguientes razones: por el establecimiern
en áreas absolutame
l. Dentro de la historia del psicoanálisis el término se ha usado para transferenciales habr
describir tanto a las personas reales del mundo externo, como a las represen- ladones objetales ir
Loren y Montserrat Pérez Godoy Teorías del mundo interno y del conflicto intrapsíquico (II) 133
denomina de diversas taciones de ellas establecidas internamente. Esta doble acepción es útil para
introyectos», «personi- describir el intercambio entre «dentro» y «fuera» observable en el curso de
e que tales representa- los tratamientos psicoanalíticos.
atoria de lo que se es- 2. La palabra «objeto» es suficientemente vaga para poder connotar un
s preestablecidos para amplio rango de características. Esto concuerda bien con la experiencia de
1 matiz será persecuto- los pacientes, cuyo mundo puede estar poblado por objetos que pueden ser
aás idealizado y desve- activos o pasivos, benignos o malignos, vivos o muertos, etcétera.
uente de seguridad in- 3. Aunque el térrr,iino es vago, sugiere tangibilidad. Esto coincide con
la experiencia clínica, que nos muestra que los intercambios que mantienen
:aciones mentales» son los pacientes con sus objetos tienen todo el valor experiencia! de las transac-
duo ha mantenido con ciones en la realidad externa. Aunque la fenomenología de los «objetos inter-
; las personas que han nos» es sentida como una realidad, no se deriva una realidad física de tales
1e las ha internalizado objetos. No son entidades materiales.
n que se mira») de sus 4. Un objeto puede ser manipulado y modificado, aunque perdura.
Esta connotación del término es útil para la concepción psicoanalítica de las
plicar diversas cuestio- operaciones psíquicas que pueden realizarse sobre los objetos (Greenberg y
Mitchel, 1983, p. 14).
rísticas de los objetos Las teorías de los autores que a continuac10n abordaremos, ponen su
storsión. centro de atención en las cuestiones hasta aquí consideradas. Pero no deben
ecciones y la manera agruparse como una única escuela o teoría. Al contrario los autores mantie-
fterno del sujeto. nen teorizaciones contrapuestas, enfrentadas y a menudo incompatibles. La
~ales» y las relaciones discusión de las teorías sobre las «relaciones de objeto» se complica por el
hecho de que esta expresión se ha usado de forma vaga en diferentes contex-
~ernos en el seno de la tos, lo cual da como resultado una considerable ambigüedad y confusión. A
menudo se usa para describir únicamente el trabajo de M. Klein y sus discí-
cionamiento. pulos. Pero también para referirse a la obra de W. R. D. Fairbairn, a pesar
del hecho que la naturaleza, el origen y las características de los objetos son
iene a referirse, en su radicalmente incompatibles entre ambas· teorías.
por qué las personas
terno y por qué la re-
minados momentos o
II. LA OBRA DE M. KLEIN
ra una ciencia natural
espacio y el tiempo. La obra de esta autora versa sobre los elementos más primitivos de la cons-
ión que mantiene un su- trucción de la mente humana. En un sentido amplio podemos asegurar que
se trata de una teoría clínica. El pensamiento kleiniano se caracteriza por
decir que el concepto una continua lucha en la investigación de los procesos mentales precoces y
azones: por el establecimiento de una técnica innovadora que le permita la incursión
en áreas absolutamente desconocidas El interés central por los fenómenos
ino se ha usado para transferenciales habrá de permitirle poner de relieve la importancia de las re-
, como a las represen- laciones objetales intrapsíquicas, quizás por ello Klein es considerada por
Teorías del mundo interno y
134 Joaquim Poch Bullich, Francesc Loren y Montserrat Pérez Godoy
muchos como la figura señera de la denominada Escuela de las Relaciones del paso del tiemp
Objetales. Contra una opinión poco documentada, pero a veces reiterativa, inquieto el gran esJ
nado la segunda mi
debemos hacer hincapié en que los conceptos kleinianos surgen del contexto
del pensamiento freudiano. en su obra, el abor
siendo inteiesantes
mos nuestra tarea a:
11.1. No tas biográficas
;cuela de las Relaciones del paso del tiempo. Las bibliotecas, en su penumbra, alojan para el lector
pero a veces reiterativa, inquieto el gran esfuerzo de una mujer excepcional cuya obra ha revolucio-
mos surgen del contexto nado la segunda mitad de nuestro siglo. Dejaremos para él la profundización
en su obra, el abordaje del lenguaje de la autora y de los conceptos, que aun
siendo interesantes, son secundarios o han perdido vigencia. Sistematizare-
mos nuestra tarea ayudados por el trabajo de Hinshelwood (1989).
~
práctica psicoanalítica
vaciones técnicas de la
«asociación libre» del adulto. La fantasía se expresaba tan nítidamente a través
, inició un nuevo análi- del juego como lo haría mediante un sueño o un acto fallido. Era otro de los
caminos de acceso al inconsciente.
spués. Estos dos psico-
rª indiscuti~le (F~ren~zi
La investigación· de M. Klein le demostró que una técnica basada en inter-
pretaciones tempranas y profundas conducían a una modificación de la ansiedad.
¡am por sus mvest1gac10-
Esta característica fue aplicándose a la técnica de adultos y se ha venido pos-
al y sus manifestaciones
tulando que las interpretaciones tempranas y profundas están en la base de
las interpretaciones que pretenden ser movilizadoras y generadoras de cam-
ritánicos que se habían
bio psicológico en el paciente, tanto más cuando se centran en la reláción
se psicoanalíticamente.
transferencia!.
rabajos en la Sociedad
De otro lado todo el material de una sesión de análisis debe considerarse rela-
ógrafo de Freud), presi-
itó a desplazarse a Lon-
cionado con la relación transferencia! del paciente con el analista. Se considera que
las asociaciones del paciente que hacen referencia a figuras externas de su vi-
a atención y entusiasmo
, ó instituyendo el llama- da deben considerarse como aspectos de la transferencia que se han escindi-
do y expulsado de la mente del paciente (y que se expresan a través de esas
para crear toda una es-
asociaciones que giran en torno de los otros significativos para el paciente).
ondres en 1960, dejan-
La finalidad inconsciente que se persigue es reducir la ansiedad de la situa-
eud, se ha desarrollado
ción tan inmediata del «aquí, ahora, con el analista», hasta niveles tolerables.
iedades psicoanalíticas,
La contraparte de esta revalorización de la situación transferencia! se en-
cuentra en la contratransferencia d½l analista. Ésta debe tomarse como una
!quier otro autor, es dar
vivencia propia del analista qué' debe interpretarse a la luz del tipo de rela-
muy bien explicitadas,
ciones que el paciente aporta en las sesiones. Comprender la contratransfe-
os a ello, haremos esta
rencia (que abarca la totalidad de la sesión analítica) equivale a la capacidad
uso. Pondremos de re-
maternal para sintonizar con las necesidades corporales y emocionales del
específico hoy en día.
bebé y así poderlas asistir.
te por lo que se dice de
e las ideas suele transmi-
.cial, pero esa es la que
el pensamiento de la
II.3. Edipo y superyó precoces. Los objetos internos
sis del contenido de las fantasías ponía de relieve la calidad pregenital (oral y tivos e intenciones p
anal) de los componentes impulsivos que las animaban. Las fantasías edípicas interior de la mente
no eran una excepción y se hallaban muy determinadas por dichos compo- experiencia que e.
nentes impulsivos. Ello conllevó que la investigación de Klein profundizara medida de .la expe
en la forma en que se establecía el complejo de Edipo y el momento biográ- jos de la realidad.
fico de tal suceso. Las evidencias la conducían hacia una conclusión: el origen mente, a través de
del complejo de Edipo era muy temprano en la vzda del ser humano y estaba determi- percibidos y expe1
nado por impulsos pregenitales. Ello se contradice claramente con el postulado una excelente repr
de Freud que anunciaba que el complejo de Edipo se situaba al fin de la
evolución psicosexual del niño, resolviéndose mediante la internalización del
superyó parental y dejando paso a la fase de latencia. II.4. Ansiedades t,
Klein profundizó sus investigaciones mostrando el tipo de fantasías «te-
rribles» que componen los diferentes sustratos del complejo edípico (Klein, Ansiedades tempran,
1928). También insistió en el estudio del complejo en su forma inversa y de cupaciones consta
las interacciones de ambas formas. Describió la ·evolución psicosexual de los tempranas» fue pr
bebés niño y niña. Persistió en defender sus hallazgos a lo largo de toda su trabajo que realiza
obra y a la luz de sus nuevos descubrimientos (Klein, 1945). emergían en el nif
Klein reformula sus concepciones teóricas una y otra vez. Por ello no madre y su cuerp<
debe extrañarnos que sus aportaciones sobre el superyó y el complejo de ojo; diente por die
Edipo hayan sufrido cambios a lo largo de los años. E. O'Shaughnessy (1975) típo de ansiedad e
hace una valiosa investigación de estas cuestiones bajo el nombre ge
El superyó es una instancia que Klein aborda en numerosos momentos otro tipo de ansiec
de su trabajo y que reformula repetidamente (1927, 1952, 1958). En síntesis También Freud h
podemos decir que Klein mantiene que el superyó se origina ya en los primeros centrará en la «pér
momentos de la vzda, simultáneamente a la formación del yo, lo cual está lejos de La elaboració1
los postulados freudianos que sitúan el origen del superyó en la declinación como persecutoria
del complejo edípico (cuatro-cinco años). El superyó precede a la situación edípi- de que más tarde ·
ca, según M. Klein y condiciona su desarrollo (Klein, J 958). sión agresiva (de r
Mientras que Freud propone que el superyó se formaría ante la amenaza de aniquilación, le
de castración por los deseos edípicos, con la consiguiente renuncia a los una proyección er
objetos edípicos y la internalización del superyó parental y de la cultura, persecutorias (Klei
M. Klein defiende que el núcleo del superyó se constituye por la introyección de los Defensas primii
primeros objetos sobre los que se ha deflexionado parte de las pulsiones (agresivas y que derivan de la
amorosas). Progresivamente nuevas internalizaciones irán constituyendo dife- Contrastan con la:
rentes núcleos de un superyó alrededor del más primitivo. Su integración en libidinales. Se incl
un superyó maduro y adulto será paulatina a medida que el Yo pueda reco- la negación, la escz:
nocer su carácter protector. La libido genital favorecerá este proceso de inte- identificacz6n masii
gración. Freud y Klein se muestran coincidentes al observar que el aparato res anteriores, pet
psíquico se estabiliza con el establecimiento progresivo del superyó. atribuirlas a las fa
Objetos internos. ~E ste término ya fue en parte definido en la introducción una fase an-objet~
de este capítulo. Por objeto interno se entiende una experiencia inconsciente o fan- que llenan aquel i
tasía de un objeto ubicado en la mente del sujeto. Este objeto poseería a menudo mo- cas propias (Klein,
: Loren y Montserrat Pérez Godoy Teorías del mundo interno y del conflicto intrapsíquico (II) 137
1lidad pregenital (oral y tivos e intenciones propias hacia el yo del sujeto y hacia «otros objetos». Existe en el
1. Las fantasías edípicas interior de la mente del sujeto y en una mayor o menor identzficación con el yo. La
las por dichos compo- experiencia que el sujeto tiene de los «objetos internos» depende en gran
de Klein profundizara medida de la experiencia con los objetos externos, siendo los primeros, espe-
> y el momento biográ- jos de la realidad. Pero los objetos internos contribuyen muy significativa-
na conclusión: el origen mente, a través de la proyección en la forma en que los objetos externos son
,umano y estaba determi- percibidos y experienciados. El superyó y sus predecesores precoces serían
nente con el postulado una excelente representación de tales objetos internos.
se situaba al fin de la
:e la internalización del
II.4. Ansiedades tempranas y defensas primitivas
1 tipo de fantasías «te-
mplejo edípico (Klein, Ansiedades tempranas: La ansiedad, su estudio y abordaje técnico fueron preo-
su forma inversa y de cupaciones constan.tes en la obra de M. Klein. El concepto de «ansiedades
rión psicosexual de los tempranas» fue previamente elaborado por Freud (1926), Klein lo aplicó al
a lo largo de toda su trabajo que realizaba en aquellos momentos. Klein estudiaba los miedos que
45). emergían en el niño pequeño a raíz de los ataques crueles dirigidos hacia la
otra vez. Por ello no madre y su cuerpo, y la retaliación (aplicación de la ley del Talión: ojo por
ryó y el complejo de ojo; diente por diente) que esperaba por ello (Klein, 1927). Si bien este es un
O'Shaughnessy (1975) tipo de ansiedad que se organizará conceptualmente de forma más rigurosa
bajo el nombre genérico de <<ansiedad persecutoria», Klein se vio enfrentada a
numerosos momentos otro tipo d~ ansiedad: el temor por la pérdida del objeto, la «ansiedad depresiva».
52, 1958). En síntesis También Freud había abordado la cuestión en 1926, pero ahora Klein se
igina ya en los primeros centrará en la «pérdida del objeto interno amado» (Klein, 1935 y 1940).
o, lo cual está lejos de La elaboración posterior sobre las ansiedades que hemos denominado
eryó en la declinación como persecutorias conllevó a la descripción de la posición esquizoparanoi-
'Cede a la situación edípi- de que más tarde comentaremos. La ansiedad deriva directamente de la pul-
sión agresiva (de muerte) que es percibida por el sujeto como una amenaza
maría ante la amenaza de aniquilación, lo cual conlleva a una escisión muy precoz que se sigue de
iente renuncia a los una proyección en el objeto, iniciándose una relación basada en ansiedades
ental y de la cultura, persecutorias (Klein, 1-946).
or la introyección de los Defensas primitivas: Las defensas primitivas emergen ante las ansiedades
s pulsiones (agresivas y que derivan de la actividad de los impulsos destructivos (pulsión de muerte).
án constituyendo dife- Contrastan con las defensas más maduras, como la represión ante impulsos
ivo. Su integración en libidinales. Se incluirán entre las primeras (también denominadas psicóticas):
ue el Yo pueda reco- la negación, la escisión, la proyección e introyección masivas, la idealización y la
, este proceso de inte- identificación masiva. Todas ellas habían sido ya descritas en trabajos de auto-
servar que el aparato res anteriores, pero Klein les da una relevancia especial y característica al
del superyó. atribuirlas a las fases más precoces del desarrollo. Allí donde se postulaba
do en la introducción una fase an-objetal y narcisista, Klein describe un conjunto de ansiedades
neta inconsciente o Jan- que llenan aquel supuesto vacío an-objetal, dándole ahora unas característi-
poseería a menudo mo- cas propias (Klein, 1946).
138 Joaquim Poch Bullich, Francesc Loren y Montserrat Pérez Godoy Teorías del mundo interno
Klein, llevada por sus observaciones clínicas, detectó que los mecanis- se pasa a un mod
mos de defensa primitivos afectaban el carácter de las relaciones objetales y nes).
definían los fundamentos de la identidad. La defensa principal ante la ansiedad Posición esquh
generada por la pulsión de muerte era una proyección primitiva, masiva y omnipoten- nalismos mentales
te hacia el interior del objeto, con el fin de proteger al yo del sujeto (identificación la mente se enfrenta
proyectiva). to más se instaur
Las ansiedades primitivas de tipo persecutorio y depresivo, a las que alu- imposibilita el dei
díamos antes, promueven diferentes estrategias defensivas cuyos componen- progresivo hacia 1,
tes serán los primitivos mecanismos de defensa. A'nte la ansiedad persecutoria, se gridad de la ment
movilizará la negación y aniquilación de los perseguidores, la proyección con el in- defensivo típico de 1
tento de expulsarlos, la disociación, la idealización, etc. Las ansiedades depresivas (o del self) dentro e;
desvelarán las típicas defensas maniacas cómo la omnipotencia, la negación, el triunfo implica un efecto
sobre el objeto y el control rígido. · procesos de intro
cuitados.
Esta posición
II.5. Concepto de posición: posiciones esquizo-paranozde y depresiva mental, aunque m
tauración de la pe
Concepto de posición: El modelo evolutivo de Klein se aleja del de Freud, o vos más maduros
mejor se desarrolla con elementos absolutamente nuevos y originales. El con- piarse como un /1,,
cepto de posición es uno de esos elementos nuevos y originales. Está carga- organizació;;~enta
do de valor descriptivo y se acerca al corazón del ·funcionamiento mental. de todá la vida, y s,
Una posición no es una Jase, ni empieza ni acaba; es un funcionalismo mental que con la realidad Fw
animado por unas ansiedades específicas, desarrolla y moviliza unos sistemas defensi- sus concepciones
vos supuestamente idóneos para esa situación mental que a su vez puede estar ade- Significa uno de
cuada o no a la realidad externa del sujeto. kleiniano y ha dir
La observación demuestra que las Jases libidinales propuestas por Freud encabezó. ·
(oral, ánal, fálica, etc.) no son tales, no están claramente delimitadas, se suelen Posición depre.
superponer y fluctúan ampliamente. El concepto de posición puede acoger desarrollo de un
todas estas características sin entrar en contradicción y describir la postura El bebé ha madw
característica con que el yo se sitúa respecto a sus objetos. Los objetos o la for- grar sus percepcio
ma en que se relaciona con ellos el sujeto, pueden ser de tipo «oral», «anal», «fálico» empieza a ser un t
refiriéndose a «clases» de impulsos instintivos. Las fases o estadios cobrarían una ciadas y escindid:
cierta vigencia en tanto que son capaces de describir determinadas situacio- Cuando esto suct
nes evolutivas que suelen observarse en períodos de edad más o menos deli- conjuntamente fo:
mitados. La autora que había traspuesto el complejo de Edipo a las primeras forma de ansiedad
experiencias de bebé humano, y que había configurado la construcción del minado, dañado e
superyó en la misma época que la del yo, no podía ajustarse a un manido ca- por los ataques d
lendario evolutivo más parecido a una tabla horaria de estación de tren que noide o como rest
a los hechos de la vida diaria. Con el concepto de posición ta~bién se trata La confluencia
de escapar de los conceptos de fijación y regresión que se hallan implícitos mente aguda a la q1,,
en las fases del desarrollo. Con ello se simplifica la comprensión de la varia- presarse así una fe
bilidad de los fenómenos mentales. De un modelo evolutivo arquitectónico timientos ambival1
~se Loren y Montserrat Pérez Godoy Teorías del mundo interno y del conflicto intrapsíquico (II) 139
!tectó que los mecanis- se pasa a un modelo fisiológico (en el sentido de descripción de las funcio-
as relaciones objetales y nes).
principal ante la ansiedad Posición esquizo-paranoide: Es, según Klein, el más primitivo de los funcio-
itiva, masiva y omnipoten- nalismos mentales. Viene animada por las ansiedades de tipo persecutorio a las que
J del sujeto (identificación la mente se enfrenta con procesos defensivos que conducen a su fragmentación. Cuan-
to más se instaura este particular proceso de funcionamiento tanto más se
depresivo, a las que alu- imposibilita el desarrollo y progreso mental que se expresa en el movimiento
1sivas cuyos componen- progresivo hacia los f\mcionalismos propios de la posición depresiva. La inte-
/a ansiedad persecutoria, se gridad de la mente se halla en esos momentos seriamente alterada. El proceso
·s, la proyección con el in- defensivo típico de la fragmentación y escisión conlleva la proyección de partes del yo
Las ansiedades depresivas (o del self) dentro de los objetos (identificación proyectiva). Este proceso defensivo
1cia, la negación, el triunfo implica un efecto deplectivo .del yo (sel/) y sus capacidades. Por esa razón los
procesos de introyección y de identificación introyectiva quedan muy difi-
cultados.
Esta posición permanece como un funcionalismo propio de toda la vida
rozde y depresiva mental, aunque matizado y perfilado por la evolución del sujeto y por la ins-
tauración de la posición depresiva que pone en marcha mecanismos defensi-
e aleja del de Freud, o vos más maduros y menos lesivos. La posición esquizo-paranoide ha de contem- .-,
vos y originales. El con- plarse como__ un funcionalismo adaptativo propio de los estadios precoces_de la <..._,
y originales. Está carga- organización mental pero sus derivados defensivos y funcionales persistirán a lo largo •.
funcionamiento mental. áe toda la vida, y si su maduración ha sido exitosa, facilitarán el adecuado contacto
uncionalismo mental que con la realidad Fue descrita por Klein en 1946, y supuso una seria revisión de
liza unos sistemas defensi- ~us concepciones anteriores sobre los estados paranoides y persecutorios.
a su vez puede estar ade- Significa uno de los mayores desarrollos y culminaciones del pensamiento
kleiniano y ha dirigido buena parte de la investigación de la escuela que ella
s propuestas por Freud encabezó. ·
te delimitadas, se suelen Posición depresiva: La maduración propia del bebé humano conlleva el
posición puede acoger desarrollo de un nuevo funcionalismo mental (alrededor del 4.0 al 6.0 mes).
y describir la postura El bebé ha madurado física y emocionalmente y se ha capacitado para inte-
tos. Los objetos o la for- grar sus percepciones fragmentadas propias de la posición anterior. La madre
o «oral», «anal», «fálico» empieza a ser un todo (objeto total) y el bebé puede juntar las imágenes diso-
estadios cobrarían una ciadas y escindidas que de ella tenía anteriormente (buena y mala madre).
determinadas situacio- Cuando esto sucede, es decir cuando los objetos parciales son percibidos
dad más o menos deli- conjuntamente formando un todo, la amenaza que se cierne sobre el yo, en
e Edipo a las primeras forma de ansiedad depresiva, es entrar en contacto con un objeto total conta-
ado la construcción del minado, dañado o muerto; de lo cual el Yo del sujeto se siente responsable
starse a un manido ca- por los ataques dirigidos contra el objeto durante la posición esquizo-para-
He estación de tren que noide o como resultado de sus sentimientos de odio.
sición también se trata La confluencia de amor y odio hacia el objeto origina una tristeza particular-<
ue se hallan implícitos mente aguda a la que Klein denominó ansiedad depresiva (o «penar»). Vendría a ex-
mprensión de la varia- presarse así una forma de culpa muy primitiva y angustiosa debida a los sen- '
volutivo arquitectónico timientos ambivalentes respecto al objeto (Klein, 1935).
140 Joaquim Poch Bullich, Francesc Loren y Montsel'rat Pérez Godoy Teorías del mundo interno y
las relaciones maduras. Los instintos: En la teoría freudiana de la libido se pueden idem.tíficar di-
y altruistas dirigidos al versos componentes. Los impulsos libidinales son una especie de mezcla de
le da. sus componentes parciales 2•
rrollar al máximo el as- Para Klein, todos estos impulsos parciales están presentes ya en el pri-
:ia el objeto con el que mer año de vida, aunque habría una predominancia de unos sobre otros se-
ía o ha dañado con sus gún los momentos evolutivos, todos estarían presentes en mayor o menor
:a trata de «reparar» los medida en todo momento. El sadismo y la agresión ocupan un lugar relevante
:onstelación de defensas en su teorización y son el factor crítico del crecimiento humano, tanto por
escapar de ella. Las de- sus manifestaciones desmesuradas como por su inhibición. Klein identifica-
arlo y triunfar sobre é( las ba estos impulsos como la expresión del instinto de muerte (Kiein, 1922,
tanda suspicacias y miedos 1927).
Los debates sobre la pulsión de muerte son muy numerosos .. El tema ha si-
e dentro de la posición do controvertido desde que Freud lo introdujo en 1920, en Más allá del princi-
,n de la ansiedad depre- pio de placer. Klein ~ncontró en el trabajo de Freud un instrumento teórico
de tramitar con las an- muy poderoso a nivel explicativo de los fenómenos clínicos que ella observa-
Js. ba y para los cuales no encontraba una construcción metapsicológica adecua-
una tolerancia a la pér- da. Mediante la pulsión tanática Klein podía explicar el origen de la precoci-
la, y un sentimiento de dad y severidad del superyó arcaico y primitivo que ella describía a partir del
tacto con un mundo in- material clínico que sus tratamientos y observaciones le brindaban.
o el sentimiento de po- Hay que subrayar que la concepción original de Freud, apuntaba río so-
En definitiva, es la con- lamente a la destructividad del instinto de muerte, sino a la autodestructivi-
dad. Es deór, el impulso tanático tiene como finalidad destruir al propio yo
esto es una reacción del del sujeto. Este aspecto ha sido minuciosamente estudiado y desarrollado
porque la preocupación por diversos autores kleinianos (Rosenfeld, 1971; Joseph, 1975; Meltzer,
ración (Klein, 1940). 1968).
Envidia: El concepto surge del trabajo con pacientes esquizofrénicos. Se <
define como un ataque destructivo ejercido sobre los «buenos objetos», no
sobre los malos. Debe distinguirse de la ambivalencia. Su origen es innato,
es decir, es una parte del equipaje instintivo, y se le puede definir como la
representación mental de la pulsión de muerte.
Desde el inicio de la vida una fuerte escisión separa la envidia del sel/, y
n el que se designa al es externalizada mediante la identificación proyectiva (Klein, 1957). Lo que
· a.Se halla en la base de diferencia la envidia de otro tipo de ataques animados por la agresión, es
a a todo tipo de activi- que la envidia se dirige directamente al «buen objeto» que parcialmente es
y los derivados de éstos en reconocido como tal, pero a través del ataque envidioso se logra entrar en él
mtes incluirían también y expoliarlo de sus buenos contenidos. Justamente el ataque al «buen obje-
pulsos y a él se atribui- to» se realiza por su bondad. Esto diferencia la envidia de otros estados
' pulso. Las fantasías in- mentales más o menos relacionados por su componente agresivo como son
án modificándose pau- la frustración y la rivalidad.
to perceptual, y por el
pia de nuestra cultura 2 Oral, anal, genital; horno y heterosexuales; sadismo, masoquismo; voyeurismo, exhibi-
cionismo.
142 ]oaquim Poch Bullich, Francesc Loren y Montserrat Pérez Godoy
Teorías del mundo interne
IIl.1.1. E. Glover
La personalidad y las innovaciones de Klein generaron un grupo de inves-
tigadores del psicoanálisis a su alrededor. Sistematizaremos las aportacio-
En su evolución o
nes realizadas por ellos siguiendo un orden cronológico, como el propues-
ción kleiniana que
to por Hinshelwood (1989). En el cuadro 3 se realiza un resumen a modo
cierto interés. Para
de esquema didáctico, que dada su simplicidad no puede ajustarse con
relativamente indeJ
exactitud a la realidad de los hechos.
tegrarlos hasta logt
d~ las diferentes e:i-
CUADRO 3. Evolución de la escuela kleiniana yoicos corporales. E:
Las experiencias se
Primeras E. Janes Apoyo social, moral y político a su llegada a yoicos, representar
épocas A. y S. Strachey Inglaterra. cargadas con sensa
(1920-30) M. Schmiedeberg primeras bases pai
··· ··· ······················ ............... ................. ....... .... ...... ... ...........
identidad. La men
- -
núcleos corporales
E. Glover Desarrollo teórico: Núcleos yoicos.
Glover postula
Afianzamiento J. Riviere Grupo de trabajo: ción de todos esto:
(1930-50) S. lsaacs - Desarrollos teóricos sobre- la fantasía Claro está que el f
M. Searl inconsciente. tologías severas coi
P. Heimann - Posición depresiva.
También el su¡
- Objetos internos.
recerían en orden
Expansión E. Bick Escuela Kleiniana propiamente dicha: uretral y fálica). E:
(1950-70) W. Bion - Desarrollo del concepto de identifica- por controlar los d
D. Meltzer ción proyectiva. El ello sería el
H. Rosenfeld - Estudio de la posición esquizo-paranoi- nistas: libidinales y
H. Segal de.
identificación proyectiva,
para poderle comprender IIl.1. Las primeras épocas
1cación proyectiva, una
lo amplios estudios so- La sociedad británica y algunos de sus componentes más relevantes acogie-
:an similares en su fun- ron las investigaciones de Klein con mucho entusiasmo. Entre este grupo po-
concepto y ha profun- demos destacar a E. Jones, E. Glover, M. Brierley, A. y J. Strachey y M.
Schmiedeberg (hija de Klein). J. Strachey es conocido por su traducción al in-
glés de las obras completas de Freud (Standard Edition); Jones por su biogra-
fía de Freud. Sólo destacaremos algunas aportaciones de Glover.
10s:
:línica y técnica. m.2. El afianzamiento
, que modifican y amplían
1 y discípulos. El soporte inicial a las ideas kleinianas se vio reforzado por la colaboración
de analistas como Joan Riviere, Susan Isaacs, Mina Searl y Paula Heimann,
146 Joaquim Poch Bullich, Francesc Loren y Montserrat Pérez Godoy Teorías del mundo interno '.
ts Obras completas de
nr.2.2. P. Heimann (1899-1982)
steriores vieron apa-
bre la naturaleza de Como la autora anterior, dio soporte y desarrolló las ideas de M. Klein, clari-
1rrollo de los objetos ficándolas tanto a nivel clínico como teórico. Sus trabajos más relevantes se
: se consolidaran las desarrollan en torno a los temas de la regresión (1952); la introyección (1942) y
la contratransferencia y sus implicaciones en la técnica (1950, 1960). En cuanto
msión, las ideas klei- a los procesos de introyección debemos resaltar su estudio sobre la construc-
tzados. La Sociedad ción de los objetos internos. ¿Qué determina que una introyección se realice
de dos modelos teó- en el seno del «yo» o del «superyó»? Heimann trata de describir los procesos
ueron A. Freud y M. de internalización de los objetos al ser incorporados como identificaciones
capítulo, el modelo «en el yo del sujeto», en contraste a los procesos por los cuales los objetos
dicalmente distintos son inasimilables y se convierten en perseguidores internos hostiles.
>s liderados por am- En el terreno de la contratransferencia cabe señalar que revitaliza los estu-
cas y sociales de tal dios de Ferenczi sobre la técnica activa. Heimann estudia la utilidad de los
)S 4. De esta época fenómenos contratransferenciales al servicio de la cura del paciente, frente a
las aportaciones de posiciones más reticentes a usar tales fenómenos y que propugnan un mode-
lo de analista más frío y distante (el espejo sobre el que debe reflejarse el pa-
ciente).
Diferencias teóricas y personales separaron a Heimann de la producción en
el terreno kleiniano en 1956 y siguió su producción de forma independiente.
el psicoanálisis y la
lÓn sistemática de la III.3. La expansión
runto con Heimann
:órica que el grupo Poco después de la segunda guerra mundial, las ideas de Klein y su grupo se
elevante consiste en habían difundido suficientemente como para que los primeros discípulos
rciente (Isaacs, 1948). acudieran con el propósito de formarse en la escuela kleiniana. Cabe citar a E.
!quier proceso men- Bick, W Bion, D. Meltzer, H. Rosenfeld, y H. Sega! Fue este grupo, con la ayuda
humano. Son las re- de R. Money-Kyrle, el que impulsó y amplió el pensamiento kleiniano en
deben contarse los toda su vasta dimensión. A nuestro modo de entender estaríamos frente a la
1a o varias fantasías verdadera escuela kleiniana, que en realidad corresponde a la segunda gene-
)S objetos a los que ración, después de Heimann, Isaacs, etc. En cierto sentido el nuevo modelo
tción de los órganos teórico se había afianzado en la década anterior y ahora se expandía revitali-
'ica, dichas fantasías zado con las nuevas aportaciones de autores tan inquietos y originales como
:tividad mental ma- los citados.
mdo interno, el del
:cientes vienen a re-
III.3.1. Esther Bick (1901-1983)
Trabajadora incansable, sus aportaciones han tenido más repercusión por su
!:>aidós, 1990, P. King y trabajo clínico que por su obra escrita, que aun siendo escasa, contiene en
1991. muy breve espacio sus ideas fundamentales. Rara vez se logra escribir sólo
148 Joaquim Poch Bullich, Francesc Loren y Montserrat Pérez Godoy Teorías del mundo interno :
cuando hay algo nuevo que decir. Bick aportó un método de investigación kleiniana. Su crea
en el terreno del estudio de la vida mental precoz y la teorización sobre algu- constituir una sub
nos de los fenómenos clínicos surgidos de esta observación. Bion, dentro del g:
El método de observación de bebés: La autora impulsó un método riguroso la profunda red d
de observación de bebés en sus hogares (Bick, 1964) que se usó para investi- teórica y clínica d
gar sobre las experiencias precoces del ser humano. Es un método de obser- este autor. Según l
vación participante de claro corte etológico. Esta metodología pronto dio sus to bioniano son: a.
rendimientos a nivel teórico. . yectiva normal y e
El fenómeno de la segunda piel- El bebé humano tiene la experiencia de ser tención» de la per:
contenido pasivamente gracias a los cuidados que recibe a través de su piel. encuentra sus raíc
La piel le permite experimentar la sensación de ser mantenido en su integri- fantiles de las em<
dad por un objeto externo. La experiencia de un espacio interno debe ser diferentes terrenos
adquirida a través de estos cuidados (por la introyección de un objeto capaz
de contener, se crea la experiencia de un espacio interno capaz de contener l. Psicología
y de un objeto capaz de ser contenido). El fracaso de esta introyección con- cas (Bion, 1961). F
lleva el desarrollo de los fenómenos que Bick denomina segunda piel. Se trata abordaje, que se l
de medidas compensatorias, a modo de ·organizaciones defensivas muy pri- 1988). De este per
mitivas, que actúan para poder mantener los diferentes elementos de la per- trabajo» y los de <
sonalidad integrados. Estas maniobras recurrirían a la musculatura como t9) *. Su interés p,
continente de las sensaciones corporales, a la hiperactividad y al desarrollo munidades terapé
de una seudomadurez. También, a las identificaciones adhesivas que se des- métodos de enseñ:
cribirán algo más tarde en este capítulo (Bick, 1964, 1968). 2. Psicopatol1
En el terreno de la investigación de las fases precoces del psiquismo hu- fueron muy ricas.
mano, hemos de resaltar los estudios de Alessandra Piontielli: la autora investi- bre los mecanism<
ga la conducta fetal por medio de ultrasonidos (ecografías) durante la gesta- para poder investí
ción, y sigue una observación minuciosa, con el método de E. Bick, del parto car: Diferenciación
y del desarrollo del bebé hasta los dos años, en algunas ocasiones estos estu- jetos bizarros 5•
dios se han prolongado más tiempo. Una tarea de esta magnitud la convierte 3. Psicología
en una pionera de los estudios longitudinales de este tipo. Su obra ya es rele- psicóticos del fun
vante, Piontielli (1992). en los funcionalis1
En otro orden debemos señalar los aportes realizados por Montserrat Pérez-Sán- identificación pre
chez y N. Abelló, en el terreno del psiquismo del bebé. Su concepto de unzdad aquella otra identi
originaria define un mundo relacional triangular precoz, que permite los fenó- todo humano col<
menos de introyección y proyección. El fracaso de este espacio triangular procesos normales
precoz (unidad originaria entre padre-madre-bebé) abre la puerta a trastornos dización del estud
psicopatológicos importantes (N. Abelló. y Montserrat Pérez-Sánchez, 1984). movida por la ide
vínculos entre ell
'' Las aportaciones conceptuales de Bion sobre los grupos se revisan en el capítulo 22
de este Manual. [Nota de los comps.]
5 Objetos construidos en la mente del sujeto por medio de una identificación proyectiva
nalidad lo sitúa en un violenta sobre objetos de la realidad externa de partes de su propio aparato mental que son
iembros de la escuela reincorporados de forma amenazadora (Bion, 1957).
150 Joaquim Poch Bullich, Francesc Loren y Montserrat Pérez Godoy Teorías del mundo interno y~
complejas con diferentes niveles de abstracción. Hay que resaltar que los ansiedad: una cons
vínculos entre los objetos reconocen una base emocional que está predeter- con teorías aprend
minando el futuro de las estructuras más complejas, en definitiva la apari- sión analítica. Otra
ción de un pensamiento «normal» o «psicótico» 6• péutico y a sus log~
Bion tenía formación en ciencias matemáticas, quizás por ello fue sarrollada en el selj
capaz de desarrollar un modelo explicativo del funcionamiento mental en pasado puede ser l
forma abstracta, que recuerda las formulaciones matemáticas ya que intro- que generadora de
duce unos elementos neutros cuyo significado yaría en función de lo que que el analista debii
se les atribuye en cada momento. Construyó una tabla en donde colocó no quiere decir ca
todas las posibles clases de funciones mentales y sus elementos sobre dos Hinshelwood, 1989
coordenadas (tabla de doble entrada). En un eje se colocan, en función de
su complejidad y abstracción, diferentes tipos de elementos mentales (des-
de los datos sensoriales hasta los desarrollos más abstractos del pensa- III.3.3. Donald Me
miento). En el otro eje de la tabla, se sitúan las maneras en que esos ele-
mentos mentales podrían ser usados. Se han extraído y aplicado a la Se trata de un auto1
clínica algunos derivados de este trabajo: función alfa, elementos alfa y ele- parte seminarios en
mentos beta, son los más conocidos. La fúnción alfa tiene como fin la organi- dad para la clínica 1
zación de los datos provenientes de la experiencia, los elementos alfa son Su interés por li
los propios datos experienciales y asimilables por la mente, el fracaso de la lizarse en psiquiatrí
función alfa da lugar a la no asimilación de los elementos experienciales c~n E. Bick y su fu
que se convierten en elementos beta no asimilables adecuadamente por la terés han derivado :
mente (Bion, 1962). y la descripción de
La función continente de la personalidad· Bion elabora una teoría de las adhesiva, forma de e
relaciones humanas. El contacto y la relación humana se conciben como a la identificación I
un proceso de «contención». Bion realiza una completa fenomenología de mimetismo con el o
la relación continente-contenido. Continente y contenido pueden relacionarse lación y acaba por
constructiva o explosivamente, puede haber una mutua adaptación entre esta forma el sujeto
los dos, apareciendo formas de relación de tipo simbiótico, parasitario y co- diferente a la expe·
mensal. La función continente de la personalidad se desarrolla ·progresiva- para desarrollar un
mente con el progreso evolutivo del sujeto humano y explica muchos de de relacionarse con
los fenómenos relacionales y de los procesos mentales patológicos o no Con estas investiga,
(Bion, 1962). logías del autismo
4. Técnica psicoanalítica. La teoría de la función continente de la perso- otros investigadore:
nalidad ha contribuido a que se hayan realizado revisiones y mejoras en la han visto en otros e
técnica analítica ya modificada por M. Klein. El tratamiento psicoanalítico Odgen (1989) e,
desvela ansiedad y miedo ante las experiencias de cambio y desarrollo que postular una nueva
se promueven. Tanto el analista como el paciente temen que estos cambios de, la denominada
les perturben. Por parte del analista habría diversas estrategias para evitar tal defensas descritas f
están dirigidas a co
6
Las formas en que se establecen estos vínculos, y sus posibilidades evolutivas según
prevalezcan sentimientos como el amor, el odio o el conocimiento (L, H, K, en la notación de
Bion) se describen en Aprendiendo de la experiencia (Bion, 1962).
re Loren y Montserrat Pérez Godoy Teorías del mundo interno y del conflicto intrapsíquico (II) 151
1y que resaltar que los ansiedad: una consistiría en que el analista afrontase el proceso analítico
onal que está predeter- con teorías aprendidas huyendo de la «experiencia naciente» en cada se-
, en definitiva la apari- sión analítica. Otra sería desplegar un intenso «celo» dirigido al plan tera-
péutico y a sus logros futuros, sin que ello fuera fruto de la experiencia de-
;, quizás por ello fue sarrollada en el seno del proceso terapéutico. Escapar hacia el futuro o al
:ionamiento mental en pasado puede ser una forma para evitar la experiencia inmediata en tanto
:emáticas ya que intro- que generadora de ansiedad. De todo ello Bion sacaba la conclusión de
en función de lo que que el analista debía ~bordar la sesión analítica sin memoria ni deseo. Lo cual
abla en donde colocó no quiere decir con «ignorancia e indolencia» (Spillius, 1988, citada por
s elementos sobre dos Hinshelwood, 1989)
:alocan, en función de
:mentas mentales (des-
abstractos del pensa- III.3.3. Donald Meltzer
neras en que esos ele-
raído y aplicado a la Se trata de un autor en plena creatividad. Discípulo directo de M. Klein, im-
'/a, elementos alfa y ele- parte seminarios en nuestro país con una frecuencia regular. Su gran capaci-
!ne como fin la organi- dad para la clínica lo distinguió pronto dentro del grupo kleiniano.
los elementos alfa son Su interés por la clínica de niños (interés que le había impulsado a especia-
mente, el fracaso de la lizarse en psiquiatría infantil en su país de origen, EE UU) le llevó a trabajar
:mentas experienciales con E. Bick y su futura esposa M. Harris en la clínica T avistock. De este in-
adecuadamente por la terés han derivado sus investigaciones sobre el autismo infantil (Meltzer, 1975)
y la descripción de formas relacionales muy precoces, como la identificación
bora una teoría de las adhesiva, forma de defensa precoz en el desarrollo del ser humano y anterior
ma se conciben como a la identificación proyectiva. A través de ella el sujeto cae en una suerte de
leta fenomenología de mimetismo con el objeto, este mimetismo sustituye cualquier otro tipo de re-
lo pueden relacionarse lación y acaba por constituirse en la experiencia relacional «prínceps». De
utua adaptación entre esta forma el sujeto queda «enganchado», «pegado» al objeto, lo cual es muy
?iótico, parasitario y co- diferente a la experiencia de proyectarse «dentro» del objeto. La dificultad
desarrolla progresiva- para desarrollar una sensación de espacios internos conduce a la tendencia
' y explica muchos de de relacionarse con los objetos en una forma bidimensional, sin profundidad.
:ales patológicos o no Con estas investigaciones se han podido comprender mejor las severas pato-
logías del autismo y las psicosis infantiles. En esta dirección han apuntado
:ontinente de la perso- otros investigadores como Francés Tustin (1981, 1986), cuyas aportaciones se
siones y mejoras en la han visto en otros capítulos.
amiento psicoanalítico Odgen (1989) considera todas estas investigaciones como las bases para
mbio y desarrollo que postular una nueva posición, diferente a la depresiva y a la esquizo-paranoi-
aen que estos cambios de, la denominada posición autística-contigua. Para explicarla hace uso de las
trategias para evitar tal defensas descritas por Bick, Meltzer y Tustin, y postula, como ellos, que éstas
están dirigidas a contener y controlar ansiedades de tipo catastrófico.
;ibilidades evolutivas según
(L, H, K, en la notación de
152 Joaquim Poch Bullich, Francesc Loren y Montserrat Pérez Godoy Teorías del mundo interno y dJ
bolizado que a la v
IIl.3.4. Herbert Rosenfeld (1909-1986) Sin embargo habría
zada no pueden dis1
El interés de este médico alemán afincado en Inglaterra, se centró temprana- sería una «ecuación
mente en los pacientes psicóticos. Su comprensión de los fenómenos esquizo- símbolos y sus referl
frénicos le destacó de inmediato Su tarea psicoanalítica giró alrededor de este del pensamiento y 1~
tipo de enfermos * e ilustró clínicamente la importancia de los conceptos de que la formación de 6
Klein acerca de la identificación proyectiva y qe los fenómenos de disocia- cación proyectiva, qu
ción y «clivaje». Sus aportes teóricos y técnicos han sido plenamente incor- nalidad (Segal, 1957;
porados a la producción kleiniana y han iluminado los trabajos de Bion, de La creatividad,
Money-Kyrle y de muchos otros. Quizás una de sus aportaciones más subra- reparación han ocu
yadas radica en la diferenciación sobre los fenómenos 11arcisistas, destacando (197 4, 1984, etcéten
aquellos que estarían impulsados por la destructividad o la pulsión de muer-
te, de aquellos otros cuyo motor sería más libidinal, es decir apoyado sobre
pulsiones de vida. III.4. La consolzda1
Rosenfeld trata de hacer evidente en la clínica común la importancia de autores post/e
a
la pulsión de muerte, en contraposición los teóricos que suelen concebir tal
pulsión como un constructo teórico de poca relevancia clínica. El autor Los autores anteria
muestra a través de sus casos una serie de estructuras de la personalidad or- Kkin y haberla exp
ganizadas para dar expresión a tal pulsión. Estas estructuras se manifestarían representan el estat1
a través de una idealización de la destructividad y del ataque dirigido hacia probado, verificada
las propias capacidades constructivas y amorosas del sujeto (Rosenfeld, 1965, retocar sus puntos G
1971). Las aportacione
Destacaríamos, entr
tánica de Psicoanális
IIl.3.5. Hanna Segal tacada en la actual
aportaciones tradici
Esta autora ha sido durante muchos años la verdadera vestal del grupo klei- Feldman, J. Steiner
niano, velando por la prosecución del trabajo de sus diversos autores, sinteti- vos de la citada soc.
zando las ideas de Klein y representando al grupo en los diversos aconteci- do notables autores
mientos científicos del mundo psicoanalítico en general (Segal, 1964). destacada obra sob'
Sus aportaciones más relevantes se centran sobre el funcionamiento cados actualmente
mental en sus tareas relacionadas con la construcción de símbolos. Este foco en Barcelona, agruJ
de investigación fue promovido por su interés en el psicoanálisis de psicóti- cuyas obras son de
cos, que practicó activamente a partir de los años cuarenta junto con Bion y kelinen, P. Folch, Mo
Rosenfeld. cada autor imposih
Su trabajo de 1957 sobre la ecuación simbólica es una sabia síntesis de la Algunas crítica:
tarea desempeñada por la autora durante unos 17 años. La capacidad para (Bleichmar y Leibe:
usar símbolos implica la construcción de vínculos entre el símbolo y lo sim- tos de vista y con 1
b. No se precisan e
* Los conceptos teóricos y técnicos de Rosenfeld sobre las psicosis son revisados en el tores. c. Análisis m
capítulo 18. [Nota de los comps.] tanto para el psicrn
ese Loren y Montserrat Pérez Godoy Teorías del mundo interno y del conflicto intrapsíquico (II) 153
bolizado que a la vez deja espacio entre ambos a fin de que se diferencien.
Sin embargo habría otras situaciones en donde el símbolo y la cosa simboli-
zada no pueden distinguirse porque quedan confundidos uno con otro, ésta
:rra, se centró temprana- sería una «ecuación simbólica»: símbolo - simbolizado. Hacer equivalentes los
le los fenómenos esquizo- símbolos y sus referentes perturba profundamente el proceso de elaboración
:a giró alrededor de este del pensamiento y la capacidad para reconocer la realidad. La autora postula
tcia de los conceptos de que la formación de ecuaciones simbólicas depende del uso patológico de la identifi-
; fenómenos de disocia- cación proyectiva, que a~aba confundiendo los objetos con partes de la perso-
sido plenamente incor- nalidad (Segal, 1957).
los trabajos de Bion, de La creatividad, su relación con la posición depresiva y la capacidad de
aportaciones más subra- reparación han ocupado gran número de sus estudios sobre arte y estética
,s narcisistas, destacando (197 4, 1984, etcétera. ).
d o la pulsión de muer-
es decir apoyado sobre
III.4. La consolidación del paradigma:
)mún la importancia de autores postkleinianos
que suelen concebir tal
'ancia clínica. El autor Los autores anteriores se caracterizan por haber afianzado la obra de M.
s de la personalidad or- Klein y haberla expandido. Los que aquí citamos como grupo postkleiniano
1cturas se manifestarían representan el estatuto normal de una escuela o modelo en tanto que ha sido
~1 ataque dirigido hacia probado, verificado y aceptado. Su labor es la de desarrollarlo más, de
mjeto (Rosenfeld, 1965, retocar sus puntos oscuros, de enriquecerlo, de criticarlo e innovarlo.
Las aportaciones a la teoría y a la técnica psicoanalíticas son riquísimos.
Destacaríamos, entre otros muchos, los trabajos del grupo de la Sociedad Bri-
tánica de Psicoanálisis. B. Joseph indiscutiblemente es la representante más des-
tacada en la actualidad, su obra presenta un aire renovador dentro de las
aportaciones tradicionales del grupo kleiniano en general (J oseph, 1989). M.
:a vestal del grupo klei- Feldman, J. Steiner y R. .Britton son algunos de los representantes más acti-
iiversos autores, sinteti- vos de la citada sociedad. La Sociedad Argentina de Psicoanálisis también ha da-
1 los diversos aconteci- do notables autores, cabe destacar a H. Etchegoyen (1986), conocido por su
11 (Segal, 1964). destacada obra sobre técnica psicoanalítica, y a L. y R. Grinberg (1977), afin-
bre el funcionamiento cados actualmente en Madrid. La Sociedad Española de Psicoanálisis, con sede
i de símbolos. Este foco en Barcelona, agrupa a un buen número de autores de formación kleiniana,
)Sicoanálisis de psicóti- cuyas obras son de relevancia internacional: N. Abelló, J. Corominas, T. Es-
1renta junto con Bion y kelinen, P. Folch, Montserrat Pérez-Sánchez, etc. La lista sería prolija y dar noticia de /
cada autor imposible en el marco de este libro. ¿._ -
una sabia síntesis de la Algunas críticas que pueden objetarse a estos autores son las siguientes - .,
'íos. La capacidad para (Bleichmar y Leiberman, 1989): a. Parece un grupo muy adherido a sus pun- ¡V"l
:re el símbolo y lo sim- tos de vista y con escaso interés por autores de otras orientaciones teóricas. \._,
b. No se precisan con claridad las diferencias teóricas entre unos y otros au-
psicosis son revisados en el tores. c. Análisis minuciosos largos y profundos, que suponen una gran tarea
tanto para el 'psicoanalista como el psicoanalizado. d Exigencia constante de
154 ]oaquim Poch Bullich, Francesc Loren y Montserrat Pérez Godoy Teorías del mundo interno y~
revisión de la técnica analítica. (Los dos últimos apartados no serían propia- - La frustracic
mente críticas). con una gran difere
A grandes rasgos podemos asegurar que la escuela, a pesar de la diver- posteriores.
, sidad de autores, tiene unos puntos en común que la identifican: a. Siguen - La comunic~
la obra de Freud respecto a los puntos esenciales. b. Siguen la obra de nido del lenguaje, si
M. Klein. c. Rigor y maestría en la clínica psicoanalítica (procesos analíticos de gratificación o fn
complejos y heurísticos). d Adhesión a un modelo «objetalista» (es decir a
las fantasías y relaciones de objeto) en detrimento de un modelo fisicalista En conclusión s
(pulsional, instintivista y energético). e. Aceptacion de la pulsión de muerte do y no en el sensu
(impulsos destructivos, expresados en la envidia y el narcisismo)./ Ansiedad el «hueco» y la «~
de separación y búsqueda del objeto. Estos autores subrayan insistentemente como son el «edípi
estas situaciones clínicas, quizás incluso más que la propia M. Klein. g. Análi- ción» (que se caract1
sis de la transferencia y la contratransferencia: Quizás este es el terreno en 2. Técnica psic1
que más se ha avanzado. La maestría en el an~lisis de las relaciones transfe- minadas modificacio1
) renciales y contratransferenciales en situaciones clínicas complejas les distin- discutidas pero que
gue entre muchos. La técnica ha sido notablemente depurada, y se sigue en paciente y a fornen
ello. Se ha convertido en un instrumento de alta precisión y complejidad del sujeto. También
pero a la vez muy capaz de mantenerse en contacto con la realidad emocio- rante el tratamiento(,¡
nal de la sesión analítica. Por ello, y resumiendo, diríamos que estos autores Las regresiones b
poseen un denominador común que los identifica: la investigación clínica (nuevo comienzo) eJ
pura, sin otras pretensiones cientificistas. tarse para resolver i
«falta» y desde ella i
3. El abordaje
Enid, es conocido e
IV. OTROS AUTORES DE LA TEORÍA DE LAS RELACIONES OBJETALES de grupos de exper
bajan con un supefl
Aunque sea precipitadamente, no podemos dejar de citar autores cuya rele- movidas en la relac
vancia es indiscutible, los anunciábamos al inicio de este capítulo. Son nu-
Estos grupos fueror
merosos; de todos ellos, sea porque algunos ya se estudian en otros capítulos ron obras de indud~
sea por las exigencias de la extensión de éste, sólo citaremos y ·muy breve-
mente a Balint, Fairbairn y Winnicott.
IV.2. Ronald Fairh
IV.1. Michael Balint
La obra de Fairbai
l. La falta básica: A partir de la observación clínica de pacientes gravemente aportaciones en los
perturbados, el autor describe un aspecto de su psicopatología: a los pacientes (1989).
les falta algo que debería haber sido suministrado en la temprana infancia.
Para dar nombre a este concepto propuso el término de Falta Básica. Las ca- l. El autor cu
racterísticas del ámbito mental que promueve esta «falta básica» serían: puede reducirse a una
2. La base de
- Se origina en la relación diádica entre la madre y el bebé y por tanto nes de objeto. El m
se trata de un ámbito diferente al edípico. del objeto, donde
·se Loren y Montserrat Pérez Godoy Teorías del mundo interno y del conflicto intrapsíquico (II) 155
buscaría el objeto y no el placer» (Fairbairn, 1944). El desarrollo de la per- hizo M. Klein. Sus
sona debe concebirse en términos de estructuras dinámicas basadas en las (1980). Kernberg (19
__ • experiencias con los objetos y no en cambios de la libido. Los impulsos no donde las teorías in
/ e ' son fuentes de energía separadas de las estructuras sino que son subsidiarias sentada por Hartma
de éstas.
3. La agresión es un correlato de la frustración. La idea de una pulsión
de muerte como categoría independiente es rechazada de plano por Fairbairn. IV.3. D. W Winnic
4. Para el autor los procesos esquizozdes están en la base del funcionalismo
mental Aparecen precozmente y pueden dar por sí mismos una explicación Su obra es original,
etiopatogénica de los diversos cuadros psicopatológicos. Fairbairn realiza do del psicoanálisis,
una sistematización de las diversas patologías bajo este presupuesto, resultan- pediatra y psicoanal
do muy clara y particularmente didáctíca. no de la mente hun
5. La mente se compone, se organiza y funciona gracias a los objetos internos. postulados kleinian<
Éstos tienen relaciones complejas entre sí y con los objetos externos. Los ob- otorga al medio am
jetos internos se formarían por el vínculo que se establece con el objeto ex- cuyo peso se hizo m
terno, tanto el fantaseado como el real. nica y su conceptual
6. El sueño es una dramatización, en el sentido de puesta en escena tea- La idea central,
tral, de los personajes u objetos del mundo interno, es decir de los contenidos tivas, psicopatológij
mentales. Por ello es útil al psicoanalista puesto que puede estudiar las inten- inician en el vínculo
ciones de los objetos, sus relaciones y en definitiva la organización de la q~e la adecuación,
mente y sus diferentes subestructuras. recién nacido van
7. El objeto interno halla su génesis en la relación del sujeto con el mundo ex- mente del bebé. L
terno, es decir, con los objetos reales. La experiencia que de ellos se internaliza menos vigorosa de
viene determinada por la complejidad de factores mentales que se suscitan ser humano, sepa sj
en la relación con ellos: fantasías, pulsiones, mecanismos de escisión y pro- terminará el tipo dt
yección, y los aspectos reales definitorios de los propios objetos. como modelo de t
8. La estructura mental propuesta por el autor se apoya en la existencia plano.
de diferentes yo y superyó, según su carácter antilibzdinal o libzdinal es decir, se-
gún la relación esté animada por el odio, la agresión y la persecución, o por l. El concepto
el amor y la creatividad. plenamente si el be
9. La patología quedaría explicada según las vicisitudes relacionales con los dre, los cuidados g
objetos libzdinales (buenos) y antilibzdinales (malos o frustrantes). La manera de atenciones, se desat
tramitar con ellos, es decir, las formas defensivas que se orquestan en esta re- sostenedoras el inci
lación (disociaciones, proyecciones, etc. ), constituirían los diferentes cuadros madre falla, el mee
psicopatológicos (neurosis, psicosis, trastornos de la personalidad, etcétera). para la vida del pee
10. El proceso de dependencia-independencia respecto a los objetos marcaría particular para sust
los diferentes momentos evolutivos del ser humano. El concepto de Edipo queda- es como una cásea:
ría relegado a un segundo plano. «verdadero sel/», lo
inaccesible (Winnic
Fairbairn trabajó con pacientes muy perturbados, lo cual le llevó a reali- 2. El objeto ti
zar una investigación eminentemente clínica. Sus ideas no han tenido toda la interno, el externo y
difusión que merecen, quizás por no haber fundado un movimiento como gresiva maduración
¡ren y Montserrat Pérez Godoy Teorías del mundo interno y del conflicto intrapsíquico (II) 157
:lesarrollo de la per- hizo M. Klein. Sus discípulos más relevantes son Guntrip y Sutherland
nicas basadas en las (1980). Kernberg (1977) introduce la obra de Fairbairn y M. Klein en EE UU,
:lo. Los impulsos no donde las teorías imperantes eran las propias de la psicología del yo repre-
que son subsidiarias sentada por Hartman (1964).
Tal escuela existe más por su nombre que como un conjunto organizado y Síntesis sistemátii
sistematizado de teorías. Son diversos los autores a los que se les atribuye su postkleinianos. La obi
pertenencia a ella; quizás sea M. Klein la más aludida con esta denomina- niciones claras y sinté
ción, pero como ha sido expuesto hay diversos autores a los que también se tema.
les suele atribuir su pertenencia a la mencionada escuela.
En primer lugar se han estudiado los basamentos que constituyen el Segal, H . (1964), Int
Obra imprescindi
«modelo pulsional» de Freud contrastándolos con los aportados por el mo-
más asequible que los
delo «objetalista». Hemos seguido con los desarrollos de M. Klein, la escuela
kleiniana y postkleiniana. Ante la imposibilidad· de enumerarlos todos y ex-
plicar sus contribuciones más específicas nos hemos contentado con unas
notas generales, subrayando las aportaciones más destacadas. Remitimos al
lector a las lecturas y a la bibliografía citada para poder profundizar en todo
ello.
Seguidamente se ha sintetizado la obra de M. Balint, W. R. D. Fairbairn,
y D. W. Winnicott, en tanto autores que podrían considerarse «objetalistas».
Según Greenberg y Mitchel (1983) deberían considerarse también las
aportaciones de Guntrip, Hartmann, Sullivan, Mahler, Kernberg, Kohut y
Sandler, ya que su obra contiene elementos que pueden ser considerados
como objetalistas. Muchos de ellos han sido encuadrados dentro de la psico-
logía del yo porque su contribución fundamental sigue ese modelo teórico.
En este Manual han sido incluidos en el capítulo siguiente.
LECTURAS RECOMENDADAS
er profundizar en todo
int, W. R. D. Fairbairn
Fi~erarse «objetalistas»'.
rsiderarse también las
er, Kernberg, Kohut y
den ser considerados
os dentro de la psico-
~
l e ese modelo teórico.
~nte.
Universidad de Extremadura.
164 Joaquín Ingelmo Fernández, M! Isabel Ramos Fuentes y Fe/isa Muñoz Rodríguez Teorías del mundo interno y
de el propio ámbito del psicoanálisis, de ampliar el área de estudio de los ficaron, en palabras
procesos inconscientes a los procesos conscientes y preconscientes e incluir, líticas en las década
como temas de interés, otras funciones mentales como: la inteligencia, el pen- mente a que el psicc
samiento, el conocimiento, etc., por otro lado, el interés creciente del medio Para Hartmann
psicoanalítico en ingresar en el ámbito institucional en donde la configura- cología general y, I
ción predominante, tanto en la esfera universitaria como en la esfera científi- Cuando publica en
ca en general, era el positivismo. tion, nos muestra un
Anna Freud y H. Hartmann son los pioneros de la psicología del yo. Si autonomía respecto
Hartmann tuvo que afrontar, en los años sesenta, las críticas de los científi- son independientes
cos de orientación positivista, Anna Freud tuvo que afrontar, en los años la memoria, la perce
cuarenta, las críticas de Melanie Klein y sus seguidores. tonomía, denomina,
De forma muy resumida, teniendo en cuenta el extenso material de las te del conflicto entr,
controversias que se desarrollaron entre los años 1942 y 1944, estas dos au- yo presentes desde
toras tienen una forma radicalmente diferente de concebir el análisis y las que denominó «árel
defensas. Para Anna Freud, la anulación de las defensas constituye el objeti- «secundaria» que n
vo último del análisis, ya que la ampliación de la conciencia capacita al yo mento estuvieron d1
para gobernar al ello. Las defensas, por tanto, actúan contra el saber de la dido, en el tiempo, s
conciencia. Por el contrario, para Melanie Klein el objetivo último del análi- Freud ya había
sis es la transformación de las fantasías inconscientes generadoras de angus- mática de las funcio
tia. Las defensas construyen fantasías inconscientes alternativas que actúan patología de la vida c1
como defensas frente a las fantasías generadoras de angustia. pejan, en cierto mo1
este tema (Fine, 191
conveniente para el
(Schafer, 1970). Pan
encuentro del psico
II. LA PSICOLOGÍA DEL YO: EL PSICOANÁLISIS COMO PSICOLOGÍA
tuye la ampliación ,
GENERAL. LAS CONTRIBUCIONES DE HARTMANN, KRIS Y LOEWENSTEIN
humana.
Los desarrollos
La psicología ctel yo ha contribuido al desarrollo de importantes temas psi- tantes a la hora de
coanalíticos como: el narcisismo (Hartmann, 1964), los procesos defensivos Autonomy of the E.
(Hartmann 1964; A. Freud, 1936; Kris, 1952), la técnica analítica (Kris, 1952; de las formulaciont
Zetzel, 1956; Greenson, 1967) y la utilización del modelo estructural en la proceso de regresióJ
explicación de la psicopatología grave (Hartmann, 1964; Arlow y Brenner, caricatura de 1936,
/
1964). Sin embargo, se centró más en la realidad ex~~rna y en los procesos de mecanismo de defe1
adaptación del sujeto a la misma que en a5.pectos ccimo el deseo y la fantasía. to de «regresión» er
\
\. La crítica más recibida por la psiZc;logía del yo es la que plantea que ha randa esta idea en s
desatendido, quizás de forma importante, estos aspectos. A pesar de ello, pa- forma de regresión ,
rece que, estudios de autores como Kernberg (1954), Anna Freud (1954) y podría permitir al y
Bellak (1973), centrados en las funciones yoicas, muestran la posibilidad de sentaciones del pro
que el psicoanálisis llegue a ser una psicología general que incluya todos los
campos del ser humano (G. Klein, 1976; Fine, 1977). Hartmann publicó con-
juntamente con E. Kris y R. Loewenstein varias obras (1946, 1949) que signi- 1 Paso del modo de
mtes y Fe/isa Muñoz Rodríguez Teorías del mundo interno y del conflicto intrapsíquico (III) 165
rea de estudio de los ficaron, en palabras de Roazen (1978), la fuente más autorizada de ideas ana-
econscientes e incluir, líticas en las décadas de los cincuenta y los sesenta, contribuyendo decisiva-
la inteligencia, el pen- mente a que el psicoanálisis entrara en la vida académica.
:s creciente del medio Para Hartmann (1964) el psicoanálisis tenía que convertirse en una psi-
n donde la configura- cología general y, por ello, amplió el campo de estudio del psicoanálisis.
10 en la esfera científi- Cuando publica en 1939 su libro Ego Psychology and the Problem of Adapta-
tion, nos muestra un gran avance en el estudio del yo: el yo posee un área de
1 psicología del yo. Si autonomía respecto al ello, es decir, hay una serie de funciones del yo que
:ríticas de los científi- son independientes del ello. Estas funciones son las funciones cognitivas de
afrontar, en los años la memoria, la percepción, el pensamiento y el aprendizaje. Es un área de au-
tonomía, denominada «primaria», que remite a que el yo no nace únicamen-
(tenso material de las te del conflicto entre el ello y la realidad, sino que habría unas funciones del
y 1944, estas dos au- yo presentes desde el nacimiento, capacidades innatas que constituirían lo
cebir el análisis y las que denominó «área libre de conflictos». Igualmente habría una autonomía
s constituye el objeti- «secundaria» que refiere a aquellas funciones yoicas que en un cierto mo-
::iencia capacita al yo mento estuvieron dependiendo de las pulsiones, del ello, pero que han per-
contra el saber de la dido, en el tiempo, su contacto con ellas.
:tivo último del análi- Freud ya había enunciado, si bien no de forma sistemática, esta proble-
eneradoras de angus- mática de las funciones yoicas interferidas. o no por el ello en, 1901 en Psico-
;ernativas que actúan patología de la vida cotidiana. Parece que las contribuciones de Hartmann d~s-
stia. pejan, en cierto modo, la ambigüedad del pensamiento de Freud respecto a
este tema (Fine, 1979) y, a la vez, aportan enunciados psicológicos de forma
conveniente p·ara el paso de convertir al psicoanálisis en psicología general
(Schafer, 1970). Para Fine (1979) la psicología del yo es el terreno general de
>SICOLOGÍA encuentro del psicoanálisis con la psicología no analítica y, sin duda, consti-
tuye la ampliación del psicoanálisis a una psicología general de la conducta
tRIS Y LOEWENSTEIN
humana.
~os desarrollos técnicos de la psicología del yo, también fueron impor-
1portantes temas psi- tantes a la hora de aportar nuevos conceptos. Rapaport en su artículo «The
procesos defensivos Autonomy of the Ego» (1951) esboza los principios teóricos que son la base
analítica (Kris, 1952; de las formulaciones técnicas de la psicología del yo en la relación con el
elo estructural en la proceso de regresión dentro del marco analítico. Kris, en su artículo sobre la
'1; Arlow y Brenner, caricatura de 1936, introdujo el concepto «regresión al servicio del yo» como
y en los procesos de mecanismo de defensa siguiendo }os planteamientos que Freud da al concep-
~1 deseo y la fantasía. to de «regresión» en su obra La interpretación de los sueños 1. Kris sigue elabo-
que plantea que ha rando esta idea en su obra de 1952 Psychoanalytic Explorations in Art: hay una
A pesar de ello, pa- forma de regresión que puede ser promovida, de forma activa, por el yo, esto
nna Freud (1954) y podría permitir al yo la utilización de estas energías para catectizar las repre-
n la posibilidad de sentaciones del proceso secundario y así encuentra el yo disponibilidad de
e incluya todos los
rtmann publicó con-
46, 1949) que signi- 1 Paso del modo de funcionamiento del proceso secundario al proceso primario.
'\
166 Joaquín lngelmo Fernández, M.a Isabel Ramos Fuentes y Fe/isa Muñoz Rodríguez Teorías del mundo interno
de procesos inconscien-
iación libre dentro de la III.2. La influencia de las patologías psiquiátricas graves: importancia
de la clínica y la observación en el transcurso de la sesión analítica
la disociación del yo en
!el análisis, el yo se diso- Los psicólogos del yo, influidos por el trabajo de H . S. Sullivan y F. Fromm-
:rencia y, en otro, que es Reichmann con pacientes esquizofrénicos, se interesaron por el tratamiento
on el analista recibiendo de las patologías mentales graves (psicosis esquizofrénica, psicosis maniaco-
críticas que recibió Ster- depresiva, personalidades límites, personalidades antisociales, etc.). Por otra
~oanálisis (1933) dio valí- parte, bajo la influencia del enfoque interpersonal de la psiquiatría propug-
nado por Sullivan, mostraron un gran interés en la observación de lo que
1en el término de «alian- ocurre entre el paciente y el terapeuta en el transcurso de la sesión.
te. Para Zetzel, la alianza
onde a la parte que per-
Greenson, por su parte, III.3. La dimensión intersubjetiva en la construcción del sujeto:
~ trabajo definiendo esta funciones del objeto externo
)-neurótica que tiene el
no-transferencia! (196 7). En la década de los sesenta alcanza su max1ma expres1on un cambio de
: diversos elementos ya orientación, iniciado sobre los años cincuenta, de gran parte del psicoanálisis
:a, o por el analista. mundial. Con toda probabilidad, en este cambio influyeron dos órdenes de
razones: por una parte, la experiencia clínica obtenida en el tratamiento' psi-
coanalítico de pacientes con patología grave y, por otra, la influencia del
existencialismo sartreano. Hasta los años cincuenta los psicoanalistas se ha-
'O bían interes;do, fundamentalmente, en el estudio de las vicisitudes de las
pulsiones y, en relación con ello, en el estudio de las relaciones de objeto. A
partir de la década de los cincuenta comienzan a interesarse por el análisis
bientalismo de la subjetividad, tanto por el estudio del modo en que el sujeto se repre-
senta a sí mismo y al mundo como por el estudio de las condiciones en las
que se construye esa subjetividad.
a etología, comenzaron En Norteamérica, ejemplos de esta. nueva orientación serían, entre otros,
como en la génesis de } los trabajos de Jacobson acerca de las consecuencias estructurales de las rela-
to, a las relaciones con ciones objetales (1964), los de Mahler sobre el desarrollo evolutivo (1968 y
Margaret Mahler sobre 1975) y los Kohut sobre el self (1971, 1977 y 1984). Estos trabajos, más allá
máticos. En estos cua- de las diferencias teóricas que los separan, suponen una contribución muy
por la capacidad de la importante al estudio de los trastornos mentales en la línea de la patología
del niño y, posterior- del déficit. En términos generales, la denominada patología del déficit sostie-
uación. El proceso te- ne que en los trastornos mentales existe una falla en la construcción o en la
~
es concebido por Mah- investidura de determinadas funciones psíquicas que se constituyen desde
través de la presencia las aportaciones realizadas por los objetos externos .
• 1
168 Joaquín lngelmo Fernández, M." Isabel Ramos Fuentes y Fe/isa Muñoz Rodríguez
Teorías del mundo interno
esto va a determin
IV. HEINZ KOHUT: EL NARCISISMO, CONSTRUCCIÓN INTERSUBJETIVA
ción sexual.
El narcisismo e
IV.1. Antecedentes teóricos de la obra de H. Kohut lisis es que, para el
de las mismas, es d
IV.1.1. La teoría del narcisismo de Freud:
el sujeto y se inhil:
enfoque económico y enfoque intersubjetivo Los autores postfo
tersubjetividad en
En la obra de Freud, el narcisismo es planteado' desde dos puntos de vista:
lle es necesario q
por un lado, narcisismo como una dimensión que tiene que ver con el auto-
desarrolla sino en e
centramiento del sujeto sobre sí y la despreocupación con respecto al objeto
y, por otro lado, el narcisismo como valoración propia y autoestima. Vemos
cómo pueden encontrarse dos concepciones totalmente diferentes del narci-
rv.1.2. Hartmann:
sismo. El artículo de Freud de 1914 «Introducción al narcisismo» significó,
yyo como
en términos generales, el establecimiento de una nueva dimensión en la teo-
ría freudiana 2• Freud comienza a observar en su labor clínica, concretamen-
Desde el punto de
te en la histeria, que no sólo se renunciaba a los deseos de tipo sexual por te-
jos de la segunda t
mor sino, también, por un sentimiento de vergüenza, de ofensa a la
de adaptación con
valoración de la propia persona. Desde esta observación, plantea una nueva
en sus mecanismm
dimensión de experiencia, la dimensión de la autoestima, del deseo de reco-
éste con las demás
nocimiento, de la importancia de la auto y heterovaloración, dimensión que
mann, como se sei
es capaz de prevalecer sobre otras dimensiones del psiquismo, incluso, sobre
representados por
las asentadas en la pulsión. La importa~cia que ,toma el concepto de narcisis-
«área libre de conf
mo reestructura toda la teoría psicoanalítica y muestra que, en el nivel de lo
mento auxiliar que
humano, la capacidad simbólica que tiene el narcisismo es superior a la que
dad. Para Hartman
aparece, en determinado momento, jugando la sexualidad o el impulso de
mos de defensa qw
autoconser'~ción.
proceso de adaptac
El términ; «narcisismo», en psicoanálisis, lo podemos englobar en dos
Hartmann es la de
niveles: por un lado, en una dimensión intrapsíquica y, por otro, . en una di-
un cierto número <
mensión intersubjetiva, interpersonal.
del desarrollo (de 1
quicas). Esta línea s
El narcisismo como dimensión del psiquismo (relación que cada persona
ca estructura tripari
tiene con su propio superyó): se refiere a un código interno, a una forma de
Hartmann, al rl
captar los datos, a un sistema en que a los datos se les da un cierto significa-
xias del yo y las cat
do, un cierto valor. Es decir, el código narcisista es un código comparativo
timas. En este sen
de valoraciones que se va organizando. La importancia de esto es que, si el
conjunto organizad
narcisismo es de tal relevancia en el ser humano y es capaz de tomar predo-
personalidad y 2.
minio sobre la sexualidad e incluso sobre las funciones de autoconservación,
compondría de sut
no que también est:
2 Hasta la aparición de este trabajo, el centro de la teoría freudiana era la pulsión, el de-
seo erótico, la búsqueda del placer y eran éstos los deseos que repudiaba la conciencia, la
censura y, por tanto, la causa de la represión.
Fuentes y Fe/isa Muñoz Rodríguez
Teorías del mundo interno y del conflicto intrapsíquico (III) 169
'J INTERSUBJETIVA esto va a determinar que el narcisismo sea capaz de organizar la propia fun-
ción sexual.
El narcisismo como dimensión interpersonal: lo que muestra el psicoaná-
lisis es que, para el desarrollo de las funciones, es necesario una narcisización
de las mismas, es decir, se desarrollan en la medida en que son valoradas por
vo el sujeto y se inhiben en la medida en que produzcan sufrimiento narcisista.
Los autores postfreudianos lo que van a desarrollar va a ser el nivel de la in-
~de dos puntos de vista: tersubjetividad en el narcisismo. Es decir, para que el narcisismo se desarro-
'.ne que ver con el auto- lle es necesario que alguien desde afuera nos narcisice, el narcisismo no se
n con respecto al objeto desarrolla sino en el contacto con los otros.
,ia y autoestima. Vemos
nte diferentes del narci-
al narcisismo» significó, IV.1.2. Hartmann: yo como conjunto de representaciones
va dimensión en la teo- y yo como conjunto de funciones
)r clínica, concretamen-
)S de tipo sexual por te-
Desde el punto de vista teórico, la obra de Hartmann se nutre de los traba-
ienza, de ofensa a la jos de la segunda tópica freudiana. Hartmann, interesado en los mecanismos
:ión, plantea una nueva de adaptación conscientes y preconscientes, se centra en el estudio del yo,
ima, del deseo de reco- en sus mecanismos de funcionamiento, en su desarrollo y en la relación de
)tación, dimensión que éste con las demás instancias psíquicas. Una de las hipótesis básicas de Bart-
,iquismo, incluso, sobre mann, como se señaló, se refiere a la existencia de aparatos innatos del yo,
d concepto de narcisis- representados por las funciones autónomas localizadas en la denominada
a que, en el nivel de lo «área libre de conflictos». Considerada esta área como un importante instru-
ao es superior a la que mento auxiliar que el yo puede utilizar para resolver sus conflictos ello-reali-
tlidad o el impulso de dad. Para Hartmann, estas funciones autónomas son la base de los mecanis-
r
mos de defensa que utiliza el yo y, por tanto, tienen mucha importancia en el
emos englobar en dos proceso de adaptación a la realidad externa. Otra de las hipótesis básicas de
y, por otro, en una di- Hartmann es la descripción del yo como estructura que contiene, a su vez,
un cierto número de subestructuras, que se originan en distintos momentos
del desarrollo (de la misma manera considera a las otras dos instancias psí-
ción que cada persona quicas). Esta línea supone una aportación de complejidad y riqueza a la clási-
tterno, a una forma de ca estructura tripartita de la segunda tópica freudiana.
da un cierto significa- Hartmann, al referirse al «aspecto económico», diferencia entre las cate-
n código comparativo xias del yo y las catexias del sel/ y reserva el término narcisismo para estas úl-
a de esto es que, si el timas. En este sentido, Hartmann diferencia entre: l. Yo instancia, como
:apaz de tomar predo- conjunto organizado de funciones, en que el yo es una subestructura de la
; de autoconservación personalidad y 2. Yo representación: imagen de sí mismo o identidad, se
)
compondría de subestructuras entre las cuales no sólo se encuentra al yo si-
no que también estaría el ello y el superyó.
diana era la pulsión, el de-
epudiaba la conciencia, la
1
170 Joaquín Ingelmo Fernández, M.ª Isabel Ramos Fuentes y Felisa Muñoz Rodríguez Teorías del mundo interno y
- Desarrollo n
En consonancia con estos planteamientos considera que la cura analítica
del sujeto, de ideal<
se asienta sobre los siguientes parámetros: a. el setting analítico que promue-
narcisista, de habili
ve la reactivación de las transferencias como parte de una continuación del
por lo que el sujete
desarrollo emocional; b. la actitud empática del analista que condiciona la
placer en definitiva.
estructuración del marco del análisis, y c. las herramientas para promover la
discurso, sino que I
cura: la empatía _1 la interpretación.
relacionan con el su
Kohut sitúa, y es uno de sus méritos principales, la psicopatología dentro
tersubjetividad, del
del contexto analítico y considera que la técnica debe ser coherente con la
al sujeto. A partir d
psicopatología.
tiene que desarrolla
construya un narcis
ejecutadas por esos
IV.2. Conceptos fundamentales de la psicología del self cribe dos objetos de
que el sel/ se constituye por la internalización de ciertos tipos de objetos, ob- ~ ..,.
;esión analítica jetos del sel/, con los que el individuo establece un vínculo narcisista. Los ob- 4--
jetos del self hacen referencia a los objetos del medio ambiente que son utili-
:línica para elaborar sus zados por el selfpara establecer relaciones peculiares.
s psicoanalíticas deben En 1978 Kohut, junto con Wolf, define al self como «el núcleo de nues-
1
curso de la sesión. En tra personalidad». En el campo de la clínica, lo que le interesa a Kohut es lo
desean los pacientes, los sentimientos que tienen respecto a si podían
realizar o no sus deseos, si se sentían impotentes para realizarlos y qué sen-
mo aquel aspecto de la tían cuando no podían hacerlo. Desde ahí, él describe un tipo específico de
a empatía. sentimiento, que es el sentimiento de vacío, y señala que estos pacientes pa- .5<?,A.-1. t
ticular en la que el ob- decen un trastorno del self ya que «self» lo ubica como dado por los deseos, VaC:: o
por el sentimiento de recursos de la posibilidad de realizar los deseos.
i debe estar en armonía Por otra parte, Kohut describe las condiciones de construcción de la au- i, 4 . d-o fl\O
toestima y las fallas en esta construcción: <JJ,..e
- Desarrollo normal: Cómo se construye una representación valorizada
~d+.
ra que la cura analítica
del sujeto, de ideales que guían su conducta, de ambiciones de realización
: analítico que promue-
narcisista, de habilidades que posibiliten estas realizaciones y todo ello es 0.,0 k>esf"I·.
~ una continuación del
por lo que el sujeto tiene satisfacción de vivir, satisfacción en su actividad, J,,f-i
lista que condiciona la
placer en definitiva. Kohut plantea que la autoestima no proviene del propio O ·fin·
entas para promover la
discurso, sino que proviene de lo que otros hacen y de cómo éstos otros se 4-
relacionan con el sujeto. Con este planteamiento se enfatiza el papel de la in- · te í _
¼ psicopatología dentro
tet;subjetividad, del discurso del otro, de cómo codifica ese otro en relación I Y\ ,
,e ser coherente con la
al sujeto. A partir de ahí Kohut plantea cuáles son las acciones que el otroS uh i e h -
tiene que desarrollar en la infancia de un sujeto con la finalidad de que se \.,{ J.«-&~
construya un narcisismo normal. Se refiere a dos funciones que deben ser
ejecutadas por esos otros a los que se denomina objetos del self3. Kohut des-
lf cribe dos objetos del sel/: _ -·- ---- \.. ')
~
un sel/ autónomo del sujeto. El selj surge así «[...] como resultado de la
interacción e~tre la dotación inn~ta del recién nacido y las respuestas selecti- el entusiasmo. Cuali
vas de los obJetos del sel/ a traves de las cuales se promueven ciertas poten- ficit de autoestima
cialidades en su desarrollo» (Kohut y Wolf, 1978). A partir de ahí uno puede una falta en la catee
estudiar las fallas del objeto externo y lo que se puede hacer para reestructu- falla como sujeto di
r~r éstas. Puede haber fallas a lo largo de todo el desarrollo pero, en princi- existe la posibilida,
p10, vamos a centrarnos en la situación original estructurante del psiquismo; atenúen; Kohut des
¿por qué puede fallar el objeto especularizante?, obviamente las causas pue- sivas y las estructur
den ser muchas, que los que proveen la función especularizante tengan tras- cubrir el defecto es
tornos de tipo narcisista y el hijo no entre, por ejemplo, en el campo de sus tura defensiva sólo
intere_ses narcisistas; que tengan otros tipos de trastorno -depresión- y, ria, además, atenúa,
por e1emplo, no pueda especularizar suficientemente o, por el contrario, es- 2. Estructuras
pecularice en exceso sería otro caso. Así, el parámetro de especularización se objetos e -sel/, en
convierte en un parámetro de observación clínica. Puede, por otro lado, fa- sel/ -grandioso-exl
llar la imago parental idealizada, son casos en que el niño no puede encon- hipercatectización o
trar una imago parental idealizada, bien porque no exista, que sería una pri- una estructura con:
mera condición, o porque, aun existiendo y permitiendo la idealización, no puede proveer al 5(
se acepte al niño como alguien que puede compartir esos rasgos idealizados. rrollo normal. Koht
A nivel general, la falla produce una falta de cohesión del sel/, hay disocia- tienen estas fallas dt
ción entre los polos -grandioso y exhibicionista- como consecuencia de
4 Lo que es externo
fallas específicas en la relación con los objetos del sel/ correspondientes.
Fuentes y Felisa Muñoz Rodríguez Teorías del mundo interno y del conflicto intrapsíquico (III) 173
epresentacional, junto al Las fallas tienen unas consecuencias que podemos- dividir en dos catego-
rciona el «sel/ grandioso» nas:
serán los futuros objetos
l. Fenómenos de déficit: Un ejemplo de perturbación que 011íginaría ~
¡ue para la construcción este déficit es la personali a ependiente, que mostraría que el déficit de
nido figuras a las cuales especularización deja la necesidad de conseguir la especularización. Un suje-
rirtudes y que uno tiene to que no ha sido especularizado no ha podido constituir dentro de su sí-
: traslada sobre uno mis- mismo un superyó que le mire con admiración y que le permita compararse
la infancia, su internali- con un cierto modelo ideal y, por tanto, queda un déficit en la estructura del
l sel/ (los futuros objetos psiquismo. Kohut plantea que uno se queda en un estado preestructmal 4; es
construya el narcisismo decir, no se logró una estructura a través de la que uno tiene poder para des-
va y desde fuera, especu- prenderse de tener que ir buscando que lo idealicen constantemente. Sólo
!alizada. Los objetos del cuando esta estructura se logra, uno se puede despreocupar de lo que los de-
ue nunca se logra conso- más piensen, uno tiene un juicio que es valorado como positivo, el superyó
::¡ue nos especularice y a juzga que la persona· es valiosa y, a su vez, el yo toma d juicio dd superyó
zada. El nivel de autoes- como válido, es decir, hay una idealización del superyó y entonces no hay
lida en que logremos es- necesidad imperiosa de ir buscando fuentes de valoración en los otros-.
:pecularicen o con obje- Hay otra perturbación importante, la perturbación en la constitución del
;: idealicemos y con los deseo. La figura externa es fundamental, no sólo para coartar deseos sino
se lleven a cabo, de for- para constituirlos. Toda deseo constituido en el sujeto no es del orden de lo
'ª a dar como resultado natural, se establece porque ha habido una figura externa capaz de entusias-
1 como resultado de la marse con e~o, es decir, se le ha dado al niño un modelo identificatorio para
> y las respuestas selecti- el entusiasmo. Cuando hay déficit en la especularización, no sólo hay un dé-
romueven ciertas poten- ficit de autoestima sino que se puede constituir, además, la falta de placer,
partir de ahí uno puede una falta en la catectización de los distintos tipos de deseos y, por tanto, una
le hacer para reestructu- falla como sujeto deseante. En el caso de un defecto en el desarrollo del sel/
sarrollo pero, en princi- existe la posibilidad de que el aparato psíquico encuentre medidas que lo
1cturante del psiquismo; atenúen; Kohut describe dos tipos básicos de medidas: las estructuras defen-
'Íamente las causas pue- sivas y las estructuras compensatorias. Lo común entre ellas es que tratan de
!cularizante tengan tras- cubrir el defecto estructural del sel/ y la diferencia esencial es que la estruc-
plo, en el campo de sus tura defensiva sólo cubre el defecto mientras que la estructura compensato-
torno -depresión- y, ria, además, atenúa, por compensación, las consecuencias del defecto.
o, por el contrario, es- 2. Estructuras compensatorias: A consecuencia de la falla en uno de los "+-
) de especularización se objetos ctef self, ~ ~~ch.os cas~s, la debilidad de uno de los dos polos del
uede, por otro lado, fa- sel/ -grandioso-exhibicionista-, es compensada, secundariamente, con una
niño no puede encon- hipercatectización del otro polo. Si esta maniobra resulta exitosa se produce
xista: que sería una pri- una estructura compensatoria. Si ésta es lo suficientemente firme el sujeto
:ndo la idealización, no puede proveer al sel/ de una cohesión necesaria para poder seguir su desa-
esos rasgos idealizados. rrollo normal. Kohut ve surgir la patología a partir de las consecuencias que
5n del sel/, hay disocia- tienen estas fallas de los objetos del sel/.
como consecuencia de
4 Lo que es externo no logró transformarse en estructura intrapsíquica.
correspondientes.
174 Joaquín Ingelmo Fernández, M.ª Isabel Ramos Fuentes y Fe/isa Muñoz Rodríguez
Teorías del mundo interno y tÚ
_.,,,,---._
/ IV.2.2. , 1 ambiente psicológico: empatía y capacidad de respuesta y, tercero, que dicha J
l_ fase de desarrollo por
Kohut en su obra Introspection, empathy and psychoanalysis (1959) se separa de Este proceso se n
la influencia de Hartmann para centrar su trabajo en su teoría clínica: la psi- investidas narcisística1
cología del sel/. En este momento el mundo científico recibía las influencias tribuir a idealizar al si
de otras disciplinas como la biología y la etología, en este ambiente, en el identificaciones anteri
que se cometían errores en el campo psicoanalítico, Kohut trata de rescatar ra se produce la rees1
lo que consideraba constituían los dos instrurrientos fundamentales de la quico del sujeto, func
práctica psicoanalítica, la empatía 5 y la introspección. Estos dos conceptos En el curso del proc~
delimitan el campo de observación. Así, lo que no es susceptible de ser ob- transmutadora» que s
servado desde la empatía y la introspección, no pertenece al campo de lo Para conseguirla el an
psicológico. De esto se deduce que todas las formulaciones psicoanalíticas a las que desarrollara
deben tomar como punto de partida las observaciones realizadas en el curso vación del sel/ grandic
de la sesión analítica, los aportes de otras disdplinas sirven para corroborar de la internalización •
hallazgos pero no pueden nunca sustituirlas. los objetos del sel/ qm
A partir de la observación empática de su labor como analista, Kohut re-
flexiona sobre una perturbación, hasta entonces no descrita, que llamó tras-
torno narcisista de la personalidad. Una de las características básicas de esta IV.2.4. El conflicto ¡:
perturbación era el tipo de transferencia que estos pacientes mantenían en la angustia narc
sesión, tendían a percibir al analista como siendo una parte de su propio
cuerpo o como una imagen especular 1e sí mismos. La interpretación del im- Partiendo de la obse1
pulso y de la defensa resultaba insuficiente para comprender a estos pacien- cientes en los que se
tes. aburrimiento y de ins
puedan observar éxitc
ta importante de plac
IV.2.3. La internalización transmutadora nes defensivas, frialda
ciones positivas que
En su desarrollo, el sel/ necesita de los denominados «objetos del. sel/». Como está observando Koht
se ha visto anteriormente, son objetos del medio ambiente que cumplen fun- Para Kohut el nai
ciones imprescindibles para que las relaciones sujeto-objeto se mantengan de la libido (que más tar
forma adecuada y puedan faciltar al sujeto un desarrollo normal de su narci- la libido objeta!) sino
simo. Estas funciones deben ser internalizadas por el sujeto; a este proceso objetal. Así, el resulta
Kohut lo denomina «internalización transmutadora». Este proceso consta de el resultado del desat
tres pasos sucesivos e indispensables: primero, el haber hecho la experiencia un estado de equilib
de satisfacción de la necesidad correspondiente a la fase del desarrollo (la es- del sel/ arcaico y a la
pecular con el objeto omnipotente, la idealizadora con el objeto parental según Kohut, una de
idealizado, etc.); segundo, que haya una frustración tolerable con ese objeto del narcisismo primat
depositario de la omr
go parental idealizad:
5 «Capacidad de penetrar con el pensamiento y el sentimiento en la vida interior de otra
brio narcisista prima1
persona. Es la capacidad de vivenciar, en todo momento de la vida, lo que otra persona vi-
vencia, aunque por lo común en un grado atenuado» (Kohut, 1984).
6 Se refiere al narcisisr
r Fuentes y Felisa Muñoz Rodríguez
Teorías del mundo interno y del conflicto intrapsíquico (III) 175
apacidad de apaciguar y El tratamiento que propone Kohut para los trastornos narcisistas (1971) se
y otras clases de soporte basa en la interpretación y en la elaboración de las transferencias narcisistas
eben ser incorporadas al y todo ello con la finalidad de fortalecer el self de estos pacientes y dar curso
pacientes cuya patología a un desarrollo normal de la libido narcisista. La interpretación se convierte
1 calmar (borderlines, por en el único instrumento de que se vale Kohut para intervenir en la sesión,
enomina «objeto arcaico sin embargo esta interpretación debe reunir unas condiciones especiales. Por
ación óptima el niño va ejemplo, debe ser hecha de forma cautelosa para no herir un self que es frágil
y de tolerancia básica a y con escasa capacidad. para tolerar enfrentamientos que podían repetir trau-
(ohut denomina «self co- mas que condicionaron la debilidad original del sel/. La empatía, que se sos-
niento y la vivencia pro- tiene por la intuición del analista y por un marco teórico que resta connota-
al, que tiene cohesión en ción culposa (se considera a las pulsiones sexuales objetales como
1 sentidas como pertene- secundarias a la desnutrición del self nuclear), condiciona el método que Ko-
d en el tiempo. Cuando hut sigue para construir la interpretación y para formalizarla al analizado,
:1.das porque se siente la pues ésta favorece una actitud terapéutica caracterizada por la aceptación de
:nto de cohesión del self la realidad psíquica del paciente como válida (Kohut, 1984). Del mismo mo-
mes del yo ya que éstas do, en etapas posteriores y desde esta actitud terapéutica, el analista debe
modo, establece una co- proveer al analizado una frustración óptima para conseguir la internalización
::iue el objeto especulari- . transmutadora y así dar la posibilidad de la separación sin el miedo a la frag-
ma sino, también, la fun- mentación, a la pérdida de autoestima o a otro tipo de emociones vinculadas
lado, y funcionamiento a la esfera narcisista. Para Kohut, la interpretación constituye para el pa~ien-
1t nos plantea la angustia te una prueba de que fue comprendido y es, a la vez, vínculo de sostén y,
rdida del sentimiento de por tanto, de maduración.
experiencia angustiosa
el sentimiento de cohe-
IV.3. La psicopatología según la psicología del self:
trastornos primarios y secundarios
'a del sel/: Según la calidad de las relaciones entre el self y los objetos del sel/, el self
adulto va a oscilar: desde cohesivo a fragmentado, desde vital hasta con dife-
rentes grados de debilitamiento, desde armónico hasta con diferentes grados
adecuadas en el proce- de desorganización, pudiendo llegar, incluso, al caos. La incapacidad para lo-
ponden con la reactiva- grar cohesión, vigor o armonía, o bien una pérdida significativa de estas cua-
lf arcaico, es decir, a lo lidades una vez establecidas, constituyen un estado de trastorno del sel/. Ko-
ar ·configuraciones bási- hut hizo una primera clasificación psicopatológica en 1977 en su obra La
~nas, a través de las de- restauración del sí-mismo en la que distingue entre trastornos primarios del self
~ idealizante». La inten- y trastornos secundarios del sel/.
'O normal de desarrollo
La actitud técnica que a. Los trastornos primarios incluirían aquellas alteraciones psicopatoló-
necesidades emociona- gicas en las que el self no logró un estado cohesivo a lo largo de su desarro-
llen para, luego, poder llo, esta falta de estabilidad puede ser debida a una ausencia total de un self
n trabajo adicional en nuclear o a una falla en la cohesión interna. Se englobarían tanto los casos en
que los objetos del self obstaculizaron la constitución de un núcleo del sí-
178 Joaquín Ingelmo Fernández, M.' Isabel Ramos Fuentes y Felisa Muñoz Rodríguez Teorías del mundo interno
camente neurótica ni
Fuentes y Fe/isa Muñoz Rodríguez Teorías del mundo interno y del conflicto intrapsíquico (III) 179
condicionaron la debili-
esión del sel/ total. Den- V. OTIO KERNBERG: LA COMBINACIÓN DE TEORÍAS PSICOANALÍTICAS
ún el alcance, la severi-
El primer subgrupo lo La formación psicoanalítica de Kernberg comenzó en Chile, país influido por
:sión «vacía»): en las psi- las ideas kleinianas de los años cincuenta. Más tarde se trasladó a EE UU,
muy prolongado y ade- país en el que, como hemos descrito, es donde se originó la corriente pos-
ia deficiencia por lo que freudiana de la psicología del yo. Este autor psicoanalítico ha desarrollado su
psicóticas. El segundo vida profesional, fundamentalmente, en un contexto clínico de pacientes de
malidades esquizoides y psicopatología grave y, consecuentemente, en un ambiente hospitalario. Esta
ación, debilitamiento o breve reseña biográfica nos ayudará a entender a este autor: a nivel teórico,
,elf nuclear son también realiza un esfuerzo por integrar dos escuelas psicoanalíticas, la escuela de la
;taciones de la deficien- psicología del yo y la escuela kleiniana. A nivel clínico, destaca por su cono-
ertas por defensas muy cimiento psicopatológico de los trastornos graves de la personalidad, funda-
oculta la gran fragilidad mentalmente, los ti:astornos fronterizos 7 y, correlativamente, por su interés
squebrajarse ante situa- por la delimitación de una técnica de tratamiento psicoanalítico diferente de
;icóticos. El tercer sub- la técnica clásica (basada fundamentalmente en los trastornos neuróticos)
mducta y los trastornos para dichos trastornos.
self más flexible y aun Comenzaremos la presentación de Kernberg exponiendo sus anteceden-
1, es sólo temporal. tes teóricos, después haremos una síntesis de su teoría de las relaciones obje-
lquellas reacciones agu- tales internalizadas, y por último resumiremos la aplicación clínica de sus
r:iente establecido, gene- ideas en lo que respecta a la psicopatología y al tratamiento psicoanalítico de
e estrés «frente a las vi- los trastomos fronterizos. Es importante señalar también (Kernberg 1977,
ñez, la adolescencia, la 1984) su énfasis en el tratamiento hospitalario de los trastornos graves de
rnos secundarios se in- personalidad y en la intervención comunitaria. Acerca del tratamiento hospi-
te a la enfermedad o a talario, recoge las conceptualizaciones psicoanalíticas de los distintos enfo-
tructural. Un sel/ fuerte ques sobre este tipo de tratamiento haciendo especial hincapié en la impor-
toestima en el transcur- tancia del ambiente hospitalario para el diagnóstico y el tratamiento de los
oscilaciones son, en ge- trastornos graves de personalidad. Sobre psiquiatría comunitaria, este autor
reconoce las ventajas del modelo de comunidad terapéutica como forma de
tratamiento para la psicopatología grave (frente al tratamiento hospitalario
1decuado para los tras- tradicional). A pesar de ello, considera prioritario un enfoque psicoanalítico
y para, dentro de los de dicho modelo frente a los enfoques sociológicos, dando prioridad a los
; de la conducta y los factores intrapsíquicos en la determinación de la psicopatología.
para éstos son tolera-
mportante del sel/, por
sel/ vulnerable que se v.1. Antecedentes teóricos de la obra de O. Kernberg
hutabandona, aunque
del self primarias y se- Como hemos señalado anteriormente, los autores que más han influido a ni-
·ac1ones narcisistas su- vel teórico sobre este autor podemos situarlos dentro de dos corrientes fun-
la esfera del self
7 Los trastornos límites o fronterizos son una organización caracterológica crónica ni típi-
es la de que Klein r
fuentes (psicología ,
v .1.1. La psicología del yo: H. Hartmann, E. Jacobson,
temprano. Kernberg
M. Mahler y E. H. Erickson
yo desde el nacimit
Anteriormente hemos señalado a Hartmann como el pionero de esta corrien- puede ser diferenci~
te, Kernberg, como hemos visto, realiza parte de su· formación teórica dentro Para Kernberg es r
de este contexto psicoanalítico. Torna de Hartmann: a. sus estudios acerca funciones de autono
de las estructuras generadas por el conflicto y la autonomía yoica como un pesar de ello, este a
instrumento para indagar el origen y el desarrollo de las estructuras de de- con ella en la impar
fensa; b. el concepto del «sí-mismo» (o sel/) como el conjunto de las autorre- la ansiedad, en el de
presentaciones que dan lugar a una estructura fundamental dentro del yo y el desarrollo de las
diferente de las distintas funciones yoicas. Para Kernberg, Hartmann esclare- como condiciones e:
ce el problema de la relación entre el sí-mismo y el yo, y basa su teoría sobre Fairbairn (1952)
el desarrollo yoico en la idea de Hartmann (1939, 1950) de la existencia de do la idea, entre ott
una fase indiferenciada, al comienzo _d e la vida, que sería la matriz común mente a través del ¡:
del yo y del ello a partir de la cual se desarrolla esta instancia psíquica. estructuras intrapsíc
De Erikson y de Jacobson recoge las contribuciones sobre la importancia internaliza una repr
del medio psíquico temprano sobre la organización, integración y desarrollo del vínculo. Kernbe
de las estructuras yoicas. Este autor toma la conceptualización que hace de las reladones obj
Erikson (1956) de los procesos de introyección, identificación e identidad En síntesis, Ker
del yo, fundamentales en la organización del yo. Jacobson (1964) señaló la interiorizadas, retan
importancia de diferenciar las autorrepresentaciones de las representaciones yoico primitivo y lo
objetales en las introyecciones tempranas, y esclareció el desarrollo de estas logía del yo sobre e
estructuras, diferenciando el nivel normal del nivel patológico de las mismas. a nivel teórico, por
Mahler (1968) es la autora actual de la psicología del yo que ha tenido ma- sado en el mecanisr
yor influencia en las últimas décadas en dicha corrienté. Las observaciones del co maduro que se e
desarrollo temprano que realiza la llevan a conceptualizar su teoría d~l desarro- mecanismo fue, fur
llo psíquico, que centra en el vínculo diádico entre el bebé y la madre. Para sobre el funcionam
esta autora, desde el momento del nacimiento se producen tres fases: autista, sión del yo, introyec
simbiótica y de separación-individuación. El eje fundamental de observación el desarrollo teóric
son las ansiedades de separación que deben resolverse en dicha díada para que Kernberg aplica el 1
el niño adquiera el núcleo que, posteriormente, es donde se va a sentar su gía caracterológica
identidad personal. Dicho núcleo se constituye a partir de la matriz simbiótica organización de pe1
e indiferenciada que forma con la madre durante los primeros años de la vida. tico.
Por todo ello e
sentativos si estamc
v.1.2. La teoría de las relaciones objetales: M. Klein y W. R. D. Fairbairn la psicopatología dt
el yo y la teoría de las dicha teoría en EE UU y, de otro lado, ha realizado una crítica a nivel teóri-
co y clínico (Kernberg 1969). Una de las críticas que más importancia tienen
es la de que Klein no tuvo en cuenta el conocimiento proveniente de otras
,On, fuentes (psicología evolutiva, neurología infantil...) en cuanto al desarrollo
temprano. Kernberg discrepa de esta autora en su idea de la existencia del
yo desde el nacimiento, así como del supuesto de que la realidad interna
tonero de esta corrien- puede ser diferenciada de la realidad externa también desde el nacimiento.
mación teórica dentro Para Kernberg es necesario que se desarrollen previamente determinadas
a. sus estudios acerca funciones de autonomía primaria del yo, como la percepción y la memoria. A
nomía yoica como un pesar de ello, este autor retoma la teoría de posiciones de Klein y coincide
las estructuras de de- con ella en la importancia de la instalación de las defensas primitivas contra
mjunto de las autorre- la ansiedad, en el desarrollo de los procesos de introyección y proyección, en
1ental dentro del yo y el desarrollo de las relaciones objetales y en el mecanismo de la escisión
~rg, Hartmann esclare- como condiciones esenciales para el desarrollo del funcionamiento yoico.
y basa su teoría sobre Fairbairrt (1952) es un autor que parte de las ideas kleinianas desarrollan-
iü) de la existencia de do la idea, entre otras, de que las relaciones objetales son incorporadas a la
sería la matriz común mente a través del proceso de internalización, y son el origen, a su vez, de las
tancia psíquica. estructuras intrapsíquicas. Éstas se forman a partir del siguiente fenómeno: se
:s sobre la importancia internaliza una representación del sí mismo, del objeto y del estado afectivo
ttegración y desarrollo del vínculo. Kernberg parte de esta idea, la de un modelo de internalización
)tualización que hace de las reladones objetales.
tificación e identidad En síntesis, Kernberg con sus teorizaciones sobre las relaciones objetales
1bson (1964) señaló la interiorizadas, retoma las teorizaciones kleininianas sobre el funcionamiento
e las representaciones yoico primitivo y lo contextualiza en el marco del conocimiento de la psico-
el desarrollo de estas logía del yo sobre esta instancia. Por tanto va a ser un autor muy interesado,
,lógico de las mismas. a nivel teórico, por el conocimiento del funcionamiento yoico primitivo, ba-
l yo que ha tenido ma- sado en el mecanismo de la escisión, en contraste con el funcionamiento yoi-
Las observaciones del co maduro que se caracteriza por el mecanismo de la represión. Este último
r su teoría del desarro- mecanismo fue, fundamentalmente, la base de toda la teorización freudiana
bebé y la madre. Para sobre el funcionamiento psíquico, aunque hay determinados conceptos (esci-
1een tres fases: autista, sión del yo, introyección, proyección, identificación... ) que son la esencia para
nental de observación el desarrollo teórico posterior del mecanismo de escisión. A nivel clínico,
n dicha díada para que Kernberg aplica el conocimiento sobre el mecanismo de escisión a la patolo-
nde se va a sentar su gía caracterológica grave, sobre todo al conocimiento psicopatológico de la
de la matriz simbiótica organización de personalidad fronteriza así como a su tratamiento psicoanalí-
1eros años de la vida. tico.
Por todo ello estamos ante uno de los autores posfreudianos más repre-
sentativos si estamos interesados por este tipo de mecanismo psíquico y por
y W. R. D. Fairbairn la psicopatología derivada del mismo.
psiquismo configura 1
v.2. Conceptos fundamentales de la teoría de las relaciones que se caracterizan, en
objetales internalizadas de internalización paté
yecciones patológicas.
Kernberg (1977, p. 47) plantea la definición de su teoría psicoanalítica de las En el desarrollo p
relaciones objetales: ción se inician en un
escisión es el mecanis
El estudio psicoanalítico de la naturaleza y el origen de las relaciones interpersonales tarde, se alcanza un si
y de la naturaleza y el origen de las estructuras intrapsíquicas que derivan de relacio- pal es la represión. D
nes interpersonales del pasado, fijándolas, modificándolas y reactivándolas con otras yan llegado a reempl:
en el contexto de las relaciones interpersonales presentes ... (dicha teoría) enfoca la in- desarrollo estructural
ternalización de las relaciones interpersonales, su contribución al desarrollo normal y co, o lo que es lo mi
patológico del yo y del superyó y las recíprocas influencias de las relaciones objetales
peryó).
intrapsíquicas e interpersonales.
Antes de describir
Su teoría se centraría en la constitución de representaciones intrapsíqui- de identificación tal y ce
cas diádicas (imágenes del sí-mismo e imágenes objetales) como reflejo de las
primeras relaciones con el medio externo y su ulterior desarrollo en relacio- Introyección. Es el
nes externas interpersonales. Las «unidades de internalización» son los deter- mo como mecanismo
minantes primarios de las estructuras generales de la mente (ello, yo y super- defensivos. Será la re¡
yó). trav¿s de una conjunc
Es decir, su teoría de las relaciones objetales iría más allá del enfoque tonómas primarias) et
restringido de la Escuela Psicoanalítica Inglesa al introducir el conocimiento de internalización. E1
proviniente, como decíamos, de otras teorizaciones. entre los dos compo1
del sí-mismo y repres
ciación (probablemen
v.2.1. Modelo de la mente: las unidades de internalización de Spitz, a los tres me
El matiz afectivo
El modelo que propone este autor (Kernberg, 1977) es que el psiquismo es internalización, es ese
producto de las relaciones objetales internalizadas. Esto se va a vincular, fun- va» y con ella la orga
damentalmente, con las siguientes proposiciones: Esta valencia activa p
ponentes instintuales
Los procesm: psíquicos que se denominan «sistemas de identificación» y ponentes agresivos. :E
que comprender., introyecciones, identificaciones y la identidad del yo (y sus intrapsíquica a través
precipitados psíquicos) son los responsables de las diferentes unidades de in- de interacciones grati
ternalización que se producen a lo largo del desarrollo psíquico. lo» lo haría sobre intr
Estas unidades de internalización se componen de tres elementos: imáge- A través de la fu
nes objetales o representaciones objetales, imágenes o representaciones del organizarse los comp1
sí-mismo y, por último, derivados o disposiciones instintivas que determinan la imagen objetal coi
estados afectivos específicos. imágenes objetales n
entre sí-mismo y el <
La importancia que tiene este concepto para Kernberg es tanto a nivel las introyecciones pe
del desarrollo normal como a nivel de la clínica. El desarrollo patológico del interacciones con el 1
1entes y Fe/isa Muñoz Rodríguez Teorías del mundo interno y del conflicto intrapsíquico (III) 183
desarrollo en relacio- Introyección. Es el nivel más temprano y primitivo que utiliza el psiquis-
ización» son los deter- mo como mecanismo de crecimiento y que el yo utiliza, también, con fines
tente (ello, yo y super- defensivos. Será la reprodución y fijación de una interacción con el medio, a
través de una conjunción de huellas mnésicas (depende de las funciones au-
más allá del enfoque tonómas primarias) en la que participan los tres componentes de la unidad
ducir el conocimiento de internalización. En las primeras introyecciones no existe diferenciación
entre los dos componentes de la unidad de internalización, representación
del sí-mismo y representación objetal. Posteriormente se daría esta diferen-
ciación (probablemente en el momento de la «reacción de sonrisa recíproca»
tzación de Spitz, a los tres meses).
El matiz afectivo de la introyección, tercer componente de la unidad de
; que el psiquismo es internalización, es esencial para la misma ya que determina la «valencia acti-
, se va a vincular, fon- va» y con ella la organización y fusión ·de introyecciones de valencia similar.
Esta valencia activa puede ser de dos tipos: «positiva», relacionada con com-
ponentes instintuales de carácter libidinal y «negativa» relacionada con com-
s de identificación» y ponentes agresivos. El «objeto interno bueno» se organiza como estructura
!entidad del yo (y sus intrapsíquica a través de introyecciones de «valencia positiva» o sea, a través
entes unidades de in- de interacciones gratificantes madre-hijo, mientras que el «objeto interno ma-
síquico. lo» lo haría sobre introyecciones de «valencia negativa».
res elementos: imáge- A través de la fusión de introyecciones de la misma valencia tienden a
representaciones del organizarse los componentes iguales (la autoimagen con otras autoimágenes y
tivas que determinan la imagen objetal con otras imágenes objetales) y, con ello, autoimágenes e
imágenes objetales más elaboradas. Este proceso conlleva la diferenciación
entre sí-mismo y el objeto (definición de los límites yoicos) provocando en
berg es tanto a nivel las introyecciones posteriores una información más elaborada acerca de las
mollo patológico del interacciones con el medio externo.
Teorías del mundo interno y dt
184 Joaquín Ingelmo Fernández, M.• Isabel Ramos Fuentes y Felisa Muñoz Rodríguez
Identificación. Proceso de internalización que tiene lugar cuando el desa- done dicha actuación
rrollo cognitivo se ha incrementado lo suficiente como para permitir recono- mo del sujeto. De pat
cer los roles sociales en las interacciones personales. Por «rol» se entiende la de esta coherencia de
presencia de una función socialmente reconocida que es llevada a cabo por y, de parte del individ
el objeto o por ambos participantes de la interacción. El componente afecti- Los distintos perí<
vo de la internalización es más elaborado en la identificación, ya que, cuan- de integración de la
do este proceso se realiza, han disminuido los proceso afectivos primitivos evolución de la identi
guiados por la escisión. tegrada como estruct1
Tenemos entonces que los tres componentes de este proceso de interna- parciales, llegándose ~
lización, en contraste con la introyección, serían: la imagen de un objeto que estructura yoica, las id
ha adoptado un rol en su interacción con el sí-mismo; la imagen del sí mis-
mo más diferenciada del objeto (más que en el caso de la introyección y,
probablemente, actuando el rol complementario) y, por último, el matiz afec- v.2.2. Desarrollo no
tivo de la interacción (con una cualidad más -diferenciada y menos intensa y la función d
que en la introyeccion).
Las conductas imitativas de los niños son prototípicas de este proceso de Kenberg (1977, pp. 41
internalización. Así, cuando la madre hace algo al niño, por ejemplo, ayudar- centrada en las unida1
le a vestirse, y el niño repite esta acción consigo mismo o con un objeto ex-
terno, el niño está representando los dos roles de la interacción: ser protegi- l. El origen de
do (rol pasivo) y proteger (rol activo), y aprendiendo, además, cuál es el rol pas ·básicas en donde
socialmente esperado de la madre (proveer abrigo, proteger, etc.). ción de aquéllas.
El almacenamiento a largo plazo de los distintos roles adquiridos en el 2. La correlació
curso del desarrollo psíquico son el núcleo de identidad del yo. logía y la correlación
generales del aparato
Identidad del yo. Se refiere, siguiendo la conceptualización de Erikson
(1956), a la organización de los anteriores procesos de internalización 8 en: Primera etapa: «J
Abarca el primer me1
- La consolidación del conjunto de representaciones del sí-mismo (de- sentación primaria in
rivadas de las introyecciones e identificaciones) que se relaciona con un sen- ción de una buena c
-~ido de continuidad del sí-mismo. tituye bajo la experi1
- La concepción global del «mundo de los objetos» (resultante de la madre.
organización de las imágenes objetales de las introyecciones e identificacio- El desarrollo pati
nes) que se relaciona con un sentido de coherencia de las propias interaccio- llo de la imagen indi
nes interpersonales. capacidad de estable
cosis autista de Mahl
Para que se produzca este progreso «yoico», es necesario que el ambien-
te externo al psiquismo actúe en una determinada dirección y que se correla- Segunda etapa: «S
rías indiferenciadas
desde el segundo ha
8
Una diferencia importante entre la identidad del yo y los procesos subordinados de in- ción de la «buena», I
troyección e identificación, es que éstos son estructuras del aparato psíquico general, o sea
objeto. Dicha imager
organizan a las tres instancias. En cambio la identidad del yo es una estructura característica
del yo, un producto fundamental de su función síntetica. del sí-mismo en el y
Fuentes y Fe/isa Muñoz Rodríguez Teorías del mundo interno y del conflicto intrapsíquico (III) 185
e lugar cuando el desa- cione dicha actuación con un determinado momento evolutivo del psiquis-
no para permitir recono- mo del sujeto. De parte del ambiente externo, que haya un reconocimiento
Por «rol» se entiende la de esta coherencia de las interacciones como característica del «individuo»,
e es llevada a cabo por y, de parte del individuo, que perciba dicho reconocimiento.
. El componente afecti- Los distintos períodos de la infancia correlacionan con diferentes niveles
tificación, ya que, cuan- de integración de la identidad del yo. El punto de llegada «normal» en la
eso afectivos primitivos evolución de la identidad es la obtención de un sel/ cohesivo o identidad in-
tegrada como estructura global a través de la integración de las identidades
este proceso de interna- parciales, llegándose a 1~ individualización del sujeto al reemplazarse, en esta
agen de un objeto que estructura yoica, las identificaciones indiscriminadas de la infancia.
o; la imagen del sí mis-
so de la introyección y,
or último, el matiz afee- v.2.2. Desarrollo normal y patológico: las tareas del yo
ciada y menos intensa y la función del ambiente
icas de este proceso de Kenberg (1977, pp. 49-62) plantea una teoría general del desarrollo psíquico
o, por ejemplo, ayudar- centrada en las unidades básicas de internalización para estudiar:
o o con un objeto ex-
interacción: ser protegí- l. El origen de las unidades de internalización a través de cuatro eta-
' además, cuál es el rol pas básicas en donde se producen los procesos de difetenciación e integra-
teger, etc.). ción de aquéllas.
roles adquiridos en el 2. La correlación entre dichas etapas y los diversos tipos de psicopato-
d del yo. logía y la correlación entre estas etapas y la organización de las estructuras
generales del aparato psíquico (yo-ello-superyó).
tualización de Erikson
internalización s en: Primera etapa: «Autismo» normal o período indiferenciado primario.
Abarca el primer mes de vida, se constituye, gradualmente, la normal repre-
iones del sí-mismo (de- sentación primaria indiferenciada sí-mismo-objeto y precede a la consolida-
relaciona con un sen- ción de una buena constelación indiferenciada si-mismo-objeto que se cons-
tituye bajo la experiencia gratificante del lactante en su interacción con la
·etos» (resultante de la madre.
cciones e identificacio- ' El desarrollo patológico de esta etapa se reflejaría en la falta de desarro-
llo de la imagen indiferenciada sí-mismo-objeto y, por consiguiente, en la in-
l
las propias interaccio-
capacidad de establecer una relación «simbiótica» normal con la madre (psi-
cosis autista de Mahler, 1968)
(e~~rio que el ambien-
cc10n y que se correla- Segunda etapa: «Simbiosis» normal o período de representaciones prima-
rias indiferenciadas sí-mismo-objeto. Cronológicamente esta etapa abarca
desde el segundo hasta el octavo mes de vida. Comienza con la consolida-
ocesos subordinados de in-
ato psíquico general, o sea
ción de la «buena», placentera o gratificante imagen indiferenciada sí-mismo-
~na estructura característica objeto. Dicha imagen se convertirá posteriormente en el núcleo del sistema
del sí-mismo en el yo y el principal agente organizador de las funciones de
186 Joaquín Ingelmo Femández, M.° Isabel Ramos Fuentes y Felisa Muñoz Rodríguez Teorías del mundo interno y del
integración del yo temprano. Termina cuando las autoimágenes y las del ob- mismo tiempo que las
jeto se han diferenciado de manera estable a partir del núcleo de la represen- utilización del mecani1
tación conjunta «buena» sí-mismo-objeto. con el objeto externo (
Tenenos entonces que, a partir de la no diferenciación sí-mismo-objeto malas representacionei
(o yo-no-yo), se constituye la «buena» representación indiferenciada inicial sí- externo.
mismo-objeto bajo la influencia de experiencias placenteras y gratificantes vi- Termina este perío
vidas por el lactante en su relación con la madre. Simultáneamente, se forma nas» y «malas» del sí-m
otra representación primera indiferenciada sí-mismo-objeto que integra expe- gración de las «buenas
riencias frustrantes y dolorosas, conformando la · representación conjunta dones objetales totales
«mala» sí-mismo-objeto. Ambas estructuras intrapsíquicas primarias se orga- Respecto al desarro
nizan separadamente y forman lo que Kernberg denomina «memorias afecti- cimiento de los límites
vas». los componentes del sí
Respecto al desarrollo patológico desde el punto de ·vista clínico, esta los procesos cognitivos
etapa se caracteriza por: en la infancia, la fijació_n a esta etapa correlaciona desarrollo determina k
con la falta de definición de los límites yoicos, típica de la psicosis símbiotica zada por la utilización
(Mahler, 1968); en la edad adulta, la regresión a esta etapa con fines defensi- me de difusión de la id
vos correlaciona con la pérdida de los límites yoicos típica de la esquizofre-
nia y las psicosis depresivas Gacobson, 1954 y 1966). Cuarta etapa: Integr
Kernberg hace responsable de la diferenciación entre el sí-mismo y el ob- sentaciones objetales y
jeto a la maduración de las funciones yoicas de autonomía primaria (Hart- deriv~das de las relaci1
mann, 1939), como la percepción y la memoria, y a los avances cognitivos a los tres años y perdu
que tienen lugar en el contexto de la relac;ión madre-hijo. por la integración de 1
carga agresiva en un s
Tercera etapa: Diferenciación entre las representaciones del sí-mismo y las imágenes objetales
las representaciones objetales. Cronológicamente esta etapa abarca desde dones objetales «totalt
el octavo mes hasta los tres años. Comienza al completarse la diferencia- el ello como definitivfü
ción de la representación del sí-mismo respecto de la representación obje- Respecto al desarr
ta! (diferenciación yo-no yo), a partir del núcleo formado por la representa- las neurosis y con el r
ción conjunta «buena» sí-mismo-objeto. Asimismo, incluye la- ulterior pos de psicopatología
diferenciación entre la representación del sí-mismo y la objeta!, a partir del nos entre el yo y un
núcleo de la representación conjunta «mala» sí-mismo-objeto. Este proceso mente, estricto y punit
tiene como consecuencia la transformación de la representación buena sí-
mismo-objeto en el núcleo del yo, a través de la expulsión de la vivencia Quinta etapa: Cons
«mala» sí-mismo-objeto. Todo este período evolutivo se caracteriza por lógicamente esta etapa
«relaciones objetales parciales» y por la utilización del mecanismo de es- superyó disminuye la
cisión. duce la mayor integra
El reconocimiento de la madre como objeto externo marca el comienzo produce una percepci
de la delimitación entre el sí mismo y el no-sí mismo y entre el sí-mismo y sentaciones internas.
los objetos externos. Esto permite, a su vez, la constitución de distintos tipos Tendríamos entor
de representaciones del sí mismo y las correspondientes representaciones ob- la quinta, se consolic
jetales en el marco de diversas situaciones afectivas predominantemente pla- como consecuencia d1
centeras (se multiplican las representaciones del sí-mismo y las objetales, al Sintéticamente, tenem
uentes y Fe/isa Muñoz Rodríguez Teorías del mundo interno y del conflicto intrapsíquico (III) 187
oimágenes y las del ob- mismo tiempo que las representaciones objetales se diferencian entre sí). La
1núcleo de la represen- utilización del mecanismo de escisión tiende a proteger la relación ideal
con el objeto externo (la madre) contra la «contaminación» proveniente de
ciación sí-mismo-objeto malas representaciones del sí-mismo y malas representaciones del objeto
indiferenciada inicial sí- externo.
nteras y gratificantes vi- Termina este período con la integración de las representaciones «bue-
ultáneamente, se forma nas» y «malas» del sí-mismo en un concepto total del sí-mismo y con la inte-
bjeto que integra expe- gración de las «buena~» y «malas» representaciones objetales en representa-
epresentación conjunta ciones objetales totales (se alcanza la constancia objeta!).
uicas primarias se orga- Respecto al desarrollo patológico, esta etapa se caracteriza por el estable-
mina «memorias afecti- cimiento de los límites yoicos que se consiguen por la diferenciación entre
los componentes del sí-mismo y los objetales y con el desarrollo general de
o de vista clínico, esta los procesos cognitivos. La fijación patológica o la regresión a esta etapa del
esta etapa correlaciona desarrollo determina la organización de la personalidad fronteriza, caracteri-
e la psicosis símbiotica zada por la utilización defensiva de la escisión y por la aparición del síndro-
tapa con fines defensi- me de difusión de la identidad.
típica de la esquizofre-
Cuarta etapa: Integración de las representaciones del sí-mismo y las repre-
tre el sí-mismo y el ob- sentaciones objetales y desarrollo de las estructuras intrapsíquicas superiores
nomía primaria (Hart- derivadas de las relaciones objetales. Cronológicamente esta etapa comienza
los avances cognitivos a los tres años y perdura a lo largo de todo el período edípico. Se caracteriza
ijo. por la integración de las representaciones del sí mismo con carga libidinal y
carga agresiva en un sistema definitivo del sí-mismo y por la integración de
ciones del sí-mismo y las imágenes objetales con carga libidinal y con carga agresiva en representa-
ta etapa abarca desde ciones objetales «totales». Durante esta fase se consolidan el yo, el superyó y
rpletarse la diferencia- el ello como definitivas estructuras intrapsíquicas generales.
rª representación obje- Respecto al desarrollo patológico de la cuarta etapa se correlaciona con
ado por la representa- las neurosis y con el nivel superior de la patología caracterológica. Estos ti-
o, incluye la ulterior pos de psicopatología se caracterizan · por la aparición de conflictos patóge-
r la objeta!, a partir del
, o-objeto. Este proceso
nos entre el yo y un superyó relativamente bien integrado, pero, excesiva-
mente, estricto y punitivo.
presentación buena sí-
pulsión de la vivencia Quinta etapa: Consolidación de la integración del superyo y el yo. Crono-
·vo se caracteriza por lógicamente esta etapa es posterior al período edípico. Con la integración del
del mecanismo de es- superyó disminuye la oposición entre éste y el yo. Simultáneamente se pro-
duce la mayor integracion y consolidación de la identidad del yo. Todo ello
rno marca el comienzo produce una percepción más objetiva de la realidad externa y de las repre-
~
y entre el sí-mismo y sentaciones internas.
ción de distintos tipos Tendríamos entonces que, durante la cuarta etapa y, posteriormente, en
s representaciones ob- la quinta, se consolidan las estructuras intrapsíquicas: yo, ello y superyó
edominantemente pla- como consecuencia de los logros conseguidos en las etapas anteriores a éstas.
1smo y las objetales, al Sintéticamente, tenemos:
188 Joaquín Ingelmo Fernández, M.ª Isabel Ramos Fuentes y Felisa Muñoz Rodríguez Teorías del mundo interno y
el comienzo de la in-
V.3.1. Organización de la personalidad 11
dependiente. A partir
(neurótica, límite y psicótica)
as imágenes objetales
otros procesos), se va Kernberg (1987) propone la existencia de tres organizaciones amplias de la
1 yo, desapareciendo personalidad: neurótica, límite o borderline y psicótica. Estos tipos de organi-
oeras etapas del desa-
zación se reflejan en las características clínicas predominantes del paciente o
'ección que tienen su
criterios estructurales, particularmente respecto a:
que M. Klein denominó Grado de integración de la identidad. Se refiere a los distintos niveles en
que se han internalizado las unidades de relaciones objetales o sistemas de
e una matriz indiferencia- identificación durante el desarrollo psíquico. El máximo nivel corresponde a
;tancias que se distinguen
la identidad del yo (que correlaciona con el desarrollo psíquico normal) fren-
\sí, Van der Waals (1952)
10 es ello puro, sino ello-
te al mínimo nivel que corresponde a las identificaciones e introyecciones
vida psíquica». Por ello, patógenas.
aico el sistema psíquico Tipo de operaciones defensivas que utiliza el paciente habitualmente.
idos, o, lo que es lo mis- Anteriormente hemos visto cómo el desarrollo yoico posibilita dos niveles
Decífica (remite a la orga-
diferentes en cuanto a los mecanismos psíquicos, nivel avanzado que tiene
í también contenidos es-
is inaceptables. Para este como prototipo la represión y nivel más primitivo que tiene como prototipo
erían a los componentes 11
La discriminación clínica entre estos tres grupos amplios de personalidad tendría
,arte de las primitivas in-
como «telón de fondo» la metapsicología actual subyacente al concepto de narcisismo freu-
1les en el contexto de las
diano (1914), defendida por Kernberg, que tiene su base en lograr, o no, las etapas normales
de integración de las relaciones objetales interiorizadas.
Teorías del mundo interno y de,
190 Joaquín Ingelmo Fernández, M.' Isabel Ramos Fuentes y Fe/isa Muñoz Rodríguez
(fenómeno clínico de !
la escisión (es importante destacar, entre los mecanismos defensivos que tie- y tampoco una diferel
nen como prototipo a esta defensa, la identificación proyectiva). defensivas del yo fre
Prueba de realidad 12 , se define como la capacidad para diferenciar el sí- sión y sus mecanism<
mismo del no-sí-mismo y lo intrapsíquico de los orígenes externos de la per- «clásica kleiniana» d(
cepción y estímulos así como la capacidad para evaluar de forma realista el miento yoico) y, por
contenido de nuestro propio afecto, conducta y pensamiento en términos de realidad y hay alterad
las normas sociales ordinarias. de la realidad.
Las característicai
Los tres tipos de organización de la personalidad se van a caracterizar personalidad van a fil
por estos tres criterios estructurales que se observan en el contacto clínico 13 criptivos de los distin1
con el paciente. La estructura de personalidad límite o fronteriza estaría co- tomatología típica de
locada, como hemos visto, en una situación intermedia entre las otras dos. pos de desarrollo de
Tendremos; siguiendo estos tres criterios estructurales, la discriminación en- comporta en la situad
tre estas tres estrucuras de personalidad: Esto último 14 sin
rótica despliega en la
Organización de la personalidad neurótica: Existe una identidad integrada organización de persc
(las imágenes contradictorias del sí-mismo y de los otros se integran en con- terminados momento
ceptos globales), lo que conlleva una firme diferenciación entre el sí mismo y personalidad psicótic
los objetos; las operaciones defensivas del yo frente al conflicto psíquico tie- cóticas». Veamos, es
nen como prototipo la represión y sus mecanismos afines (la interpretación ferencia:
mejorará el funcionamiento yoico); y por último, se conserva intacta la prue-
ba de realidad teniendo como consecuencia la capacidad de evaluar en pro- Neurosis de tram
fundidad y realmente al sí mismo y a los demás. neurótico hace posÍD1
Organización de la personalidad límite: No hay una identidad integrada (fe- se para que el trabaj
nómeno clínico de la difusión de la identidad) pero sí hay una diferenciación de transferencia. Die
entre el sí mismo y los otros; las operaciones defensivas del yo frente al con- sistemáticas de los m
flicto psíquico tienen como prototipo la escisión y sus mecanismos afines (la los contenidos ideo,
interpretación «clásica kleiniana» de la identificación proyectiva mejorará el lado del terapeuta el
funcionamiento yoico); y por último, se conserva la capacidad de comprobar Psicosis de transJ
la realidad pero hay alteraciones en la relación con la realidad y en las sensa- ciente, fundamentaln
ciones de la realidad.
Organización de la personalidad psicótica: No hay una identidad integrada 14 El concepto de t
nos defensivos que tie- (fenómeno clínico de la difusión de la identidad y de la identidad delirante)
oyectiva). y tampoco una diferenciación entre el sí mismo y los otros; las operaciones
d para diferenciar el sí- defensivas del yo frente al conflicto psíquico tienen como prototipo la esci-
nes externos de la per- sión y sus mecanismos afines (desde este punto de vista la interpretación
iar de forma realista el «clásica kleiniana» de la identificación proyectiva empeorará el funciona-
miento en términos de miento yoico) y, por último, no se conserva la capacidad de comprobar la
realidad y hay alteraciones en la relación con la realidad y en las sensaciones
de la realidad.
:l se van a caracterizar Las características estructurales de estas tres amplias organizaciones de
n el contacto clínico 13 personalidad van a mostrar covariaciones: por un lado, con los aspectos des-
o fronteriza estaría eo- criptivos de los distintos tipos de psicopatología, o lo que es lo mismo, la sin-
lia entre las otras dos. tomatología típica de cada cuadro clínico; de otro lado, con los distintos ti-
,, la discriminación en- pos de desarrollo de transferencia o cómo cada tipo de personalidad se
comporta en la situación analítica.
Esto último 14 sintéticamente sería: la organización de personalidad neu-
1a identidad integrada rótica despliega en la situación analítica una «neurosis de transferencia», la
·os se integran en con- organización de personalidad límite despliega en la situación analítica, en de-
ón entre el sí mismo y terminados momentos, una «psicosis de transferencia» y la organización de
conflicto psíquico tie- personalidad psicótica despliega en la situación analítica «transferencias psi-
foes (la interpretación cóticas». Veamos, esquemáticamente, cada uno de estos desarrollos de trans-
nserva intacta la prue- ferencia:
!ad de evaluar en pro-
Neurosis, de transferencia. Se caracteriza porque el yo fuerte del paciente
:lentidad integrada (fe- neurótico hace posible la aparición de la alianza terapéutica que sirve de ba-
rny una diferenciación se para que el trabajo analítico sea llevado a cabo alrededor de la neurosis
s del yo frente al con- de transferencia. Dicho trabajo consiste, básicamente, en las interpretaciones
mecanismos afines (la sistemáticas de los mecanismos defensivos (que se basan en la represión), de
)toyectiva mejorará el los contenidos ideoafectivos rechazados por el paciente. Se despliega del
,acidad de comprobar lado del terapeuta el «rol psicoanalítico.clásico» 15 .
ealidad y en las sensa- Psicosis de transferencia. Se caracteriza porque la debilidad yoica del pa-
ciente, fundamentalmente por la actuación del mecanismo de la identifica-
a identidad integrada 14 El concepto de transferencia implica múltiples factores que dependen del enfoque
conceptual que cada una de las escuelas psicoanalíticas dan sobre ella. Aquí hemos elegido el
or los siguientes indicado-
concepto de transferencia de la psicología del yo basado en el concepto de alizanza terapéuti-
:encía de un afecto o emo-
ca, entre otros. La finalilidad de ello es explicitar los distintos tipos fundamentales de transfe-
inapropiados o bizarros; y
rencia que correlacionan con los distintos tipos de psicopatología, pero tenemos que señalar
rvacíones con otras perso-
que empleamos un concepto reduccionista de la misma.
:rtantes de las emociones 15 Entendemos por «rol psicoanalítico clásico» básicamente la interpretación del conjun-
de las interacciones socia'.
to de fantasías inconscientes que el paciente despliega en la situación analítica que forman la
«neurosis de transferencia» del paciente y que el analista debe desmontar a través de su co-
triz subyacente» de la que
nocimiento de las distintas herramientas técnicas (interpretación del inconsciente como herra-
scriptivos, que no detalla-
mienta fundamental, interpretación de las resistencias, neutralidad técnica, no hacerse cargo
ables y tenidos en cuenta
ca. de la realidad del paciente, contratransferencia, etc., entre otras).
192 Joaquín Ingelmo Fernández, M.' Isabel Ramos Fuentes y Felisa Muñoz Rodríguez Teorías del mundo interno y d1
ción proyectiva, hace imposible, en los primeros momentos, el desarrollo de una «impulsividad sel
la alianza terapéutica. Este mecanismo es el responsable de que, en determi- cientes tiene la partic
nados momentos, en la situación analítica se pierdan los límites yoicos entre cuente que algunos d
el paciente y el terapeuta así como la prueba de realidad del paciente. El pa- áreas excepto. en una
ciente realiza micropsicosis en la situación analítica pero no fuera de ella, en activación de manifei
su vida cotidiana. El trabajo analítico consiste, básicamente, en la interpreta- dor llega a sentir que
ción de dicha defensa, aunque el «rol psicoanalítico clásico» es difícil de da, por así decirlo, e1
mantener con pacientes con organización de personalidad límite. por ejemplo, un paci
Transferencias psicóticas. Se caracteriza porque· la extrema debilidad yoi- donde se expresan g
ca del paciente pone en marcha mecanismos defensivos aún más primitivos otros en los que hay
que la identificación proyectiva 16 (identificación psicótica; Jacobson, 1964). paciente pueda canee
Se observa en la situación terapéutica, y fuera de ella, la grave desorganiza- que tenga conocimie1
ción psíquica del paciente, que se caracteriza por realizar macropsicosis. En departamentalización
ellas, hay pérdida de la prueba de realidad, no definición de los límites yoi- alternacia de «estado
cos y, en algunos momentos, existe identidad delirante. En la situación análi- tivas y temporalmentl
tica subyace una fantasía del paciente de «vivencia de fusión» con el terapeu- En resumen, la c
ta. Esta situación hace imposible el «rol psicoanalítico clásico». ción de personalidad
rías de un conflicto
ocasiones, y, en otrai
V.3.2. Técnica psicoanalítica: la psicoterapia expresiva trafóbicas contra ese
Los estados yoico
El fénomeno clínico que resulta prioritario para Kernberg (1975, 1977, 1984) pecíficos para cada u1
con respecto a la organización de personalidad límite es el estudio teórico- recen como caóticos t
clínico de la escisión como prototipo de defensa de esta organización psíqui- ción de personalida,
ca. La escisión como hemos visto es un mecanismo típico de las primeras anterioridad en el dia1
etapas del desarrollo yoico. A nivel clínico, la escisión consiste en disociar o pa no se produjo el n
mantener activamente separados sistemas de identificación de valencias ción de estas diferenc
opuestas (sistemas de identificación conflictivos independientemente del ac- Por todo ello, :B
ceso a la conciencia) o, lo que es lo mismo, en el proceso de escisi9n del yo para estos pacientes
(Freud, 1927,1938), el yo se protege de la ansiedad vinculada con los conflic- la psicoterapia de ap
tos intrapsíquicos precoces (representados por conflictos entre introyeccio- Las principales
nes de valencias contrarias) por medio de una polarización regresiva. psicoanalítico, propl
La organización de la personalidad fronteriza se caracteriza por la utiliza-
ción de dicha defensa y por la tendencia a la «exoactuación», presentando 1. Elaboración
tente, sin intentar la
16Es importante señalar la distinta función que cumple la identificación proyectiva en la 11 Los problemas q1
personalidad fronteriza y en la personalidad psicótica. En la primera, tendría una función de- de la personalidad son f
fensiva (protege frente a determinados contenidos rechazados por el sujeto), sin embargo, en ca») y la exoactuación (e
la segunda, sería estructural (protege al paciente de una mayor desorganización psíquica). Este quea el progreso del an
criterio clínico es uno de los puntos que le sirven a Kernberg (1986) para la discriminación tivo de ésta es reforz
entre las reacciones esquizofrénicas entre uno y otro tipo de personalidad a la que nos refe- contraindicado con los
ríamos al principio de este apartado. rio la interpretación sist
Fuentes Y Felisa Muñoz Rodríguez
Teorías del mundo interno y del conflicto intrapsíquico (III) 193
mentos, el desarrollo de
una «impulsividad selectiva». O sea, la aparente falta de control de estos pa-
able de que, en determi-
cientes tiene la particularidad de manifestarse de manera selectiva. Es fre-
los límites yoicos entre
cuente que algunos de estos pacientes ejerzan un eficaz control en todas las
idad del paciente. El pa-
áreas excepto en una. Y en esa área, más que una falta de control, hay una
ero no fuera de ella, en
activación de manifestaciones contradictorias tan acentuada que el observa
amente, en la interpreta-
dor llega a sentir que toda la vida psíquica del paciente se halla como dividi-
º clásico» es difícil de da, por así decirlo, en departamentos o «departamentalizada». Así tenemos,
idad límite.
por ejemplo, un paciente que variaba constantemente entre momentos, en
a extrema debilidad yoi-
donde se expresan graves temores relacionados con la actividad sexual, y
ivos aún más primitivos
otros en los que hay una conducta sexual impulsiva y permisiva sin que el
'cótica; Jacobson, 1964).
paciente pueda conectar emocional y cognitivamente ambos momentos, aun-
la, la grave desorganiza-
que tenga conocimiento consciente de la existencia de estos momentos. Esta
alizar macropsicosis. En
departamentalización de la «mente» se podría entender también como una
ición de los límites yoi-
alternada de «estadqs yoicos» (que son las manifiestaciones psíquicas, repeti-
te. En la situación análi-
tivas y temporalmente sintónicas con el yo).
~ fusión» con el terapeu-
' clásico». En resumen, la características dinámicas fundamentales de esta organiza-
ción de persorialidad se expresan por la alternancia de facetas complementa-
rias de un conflicto, tales como la exoactuación de un impulso, en unas
!SIVa ocasiones, y, en otras, defensas caracterológicas específicas o reacciones con-
trafóbicas contra ese impulso.
berg (1975, 1977, 1984) Los estados yoicos escindidos correlacionan con patrones transferenciales es-
e es el estudio teórico- pecíficos pai:a cada uno de los estados yoicos. Los patrones transferenciales apa-
sta organización psíqui- recen como caóticos en contraste con los patrones transferenciales de la organiza-
típico de las primeras ción de personalidad neurótica. Las diferencias estructurales señaladas con
1 consiste en disociar 0
anterioridad en el diagnóstico, así como a nivel genético (en la cuarta y quinta eta-
:ificación de valencias pa no se produjo el nivel de integración del yo y del superyó), indicarían la direc-
Jendientemente del ac- ción de estas diferencias en cuanto a los desarrollos de transferencia.
ceso de escisión del yo Por todo ello, Kernberg propone una técnica de tratamiento específica
tculada con los conflic- para estos pacientes que difiere del psicoanalisis clásico 17 , por un lado, y de
ctos entre introyeccio- la psicoterapia de apoyo, por otro.
:ión regresiva. Las principales características de la modificación en el procedimiento
1racteriza por la utiliza- psicoanalítico, propuesto por Kenberg (1975, 1977, 1984) son las siguientes:
:tuación», presentando
l. Elaboración sistemática de la transferencia negativa, manifiesta y la-
tente, sin intentar la reconstrucción genética de sus motivaciones, seguida de
ntificación proyectiva en la
17 Los problemas que plantea el psicoanálisis clásico con pacientes con esta organización
ra, tendría una función de-
el sujeto), sin embargo, en de la personalidad son fundamentalmente: no toleran la regresión (debido a su «labilidad yoi-
>rganización psíquica). Este ca») y la exoactuación (o acting out) en la transferencia gratifica sus conflictos instintivos y blo-
>86) para la discriminación quea el progreso del analisis. Los que plantea la psicoterapia de apoyo serían: ya que el obje-
maliciad a la que nos refe- tivo de ésta es reforzar la organización defensiva del paciente, dicho objetivo estaría
contraindicado con los pacientes con organización de personalidad fronteriza y sería necesa-
rio la interpretación sistemática de las defensas primitivas.
194 Joaquín Ingelmo Fernández, M.' Isabel Ramos Fuentes y Felisa Muñoz Rodríguez Teorías del mundo interno y di
En este capítulo se da una panoram1ca general de una de las corrientes Freud, S.: «Introducci<
postfreudianas que más ha influido en los últimos desarrollos del psicoanáli- blioteca Nueva, 15
1
uentes y Felisa Muñoz Rodríguez Teorías del mundo interno y del conflicto intrapsíquico (III) 195
1 fuera de la interacción sis: la psicología del yo. Hemos comenzado con los antecedentes de esta psi-
lla en las relaciones del cología (Adler, Anna Freud, Rapaport, Fenichel) para continuar con sus re-
presentantes principales, abordando los temas hoy ya clásicos de esta escue-
ras defensivas patológi- la: el psicoanálisis como una psicología general, la importancia del estudio de
lida que aparecen en la la segunda tópica freudiana en esta corriente, y las funciones de autonomía
«primaría» y «secundaría» del yo. T ambien hemos planteado las contribucio-
ttica mediante todas las nes a la técnica psicoanalítica de la psicología del yo: concepto de regresión
~ la transferencia en el y alianza terapéutica.
lo, de manera explícita, Seguidamente hemo's dado una panorámica general de determinados te-
-rollarse la terapia y es- mas que tienen gran influencia en la década de los sesenta (la importancia
1al que se admitirá du- del objeto externo en la organización del psiquismo, y la influencia de la eto-
logía y de las patologías graves).
1tales como, por ejem- Por ultimo, hemos abordado, de manera exahustiva, a los dos autores de
las exoactuaciones fue- esta escuela que may9r influencia estan teniendo en el psicoanálisis actual-
1a situación crónica de mente, Heinz Kohut y Otto Kernberg. Del primero hemos sintetizado su teo-
ría sobre el narcisismo. Comenzamos por las raíces freudianas de este con-
a transferencia y de la cepto, para continuar describiendo los conceptos fundamenteles que Kohut
1s defensas patológicas propone en su psicología del sel/. Estos conceptos teóricos y clínicos pro-
, yoíco y una dísminu- mueven una nueva clasificación de la psicopatología. De Kernberg hemos
sintetizado sus raíces teóricas (escuela de la psicología del yo y escuela klei-
1 positiva para el man- niana) para centrarnos en la descripción de sus principales conceptos teóri-
>lo parcial, de aquellas cos (centrado~ en su teoría de las relaciones objetales internalizadas) y la apli-
cación de dichos conceptos a la clínica.
ís adecuadas a la reali-
condensacíón patoló-
1les, dificultan la adap-
l de desarrollo genital LECTURAS RECOMENDADAS
regenital.
Bleichmar, N. M. y Leiberman, C.: El psicoanálisis después de Freud· Teoría y clí-
transferencias primiti- nica, México, Eleia, 1989.
son típicas de los tras- Expone en su capítulo 3, de forma breve y detallada, la teoría de Hartmann y su
de los trastornos neu- aportación principal, el área libre de conflictos del yo. En el capítulo 4, se acerca críti-
nflícto, los desarrollos camente a la propuesta de Hartmann de convertir el psicoanálisis en psicología general.
:níco, el desarrollo de
1sferencias. Fine, R.: Historia del psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós, 1979.
Tomo 1: Presenta una visión panorámica de la psicología del yo y de los meca-
nismos defensivos: sublimación, introyección y proyección, represión, regresión al
servicio del yo, renegación, acting-ou~ escisión e identificación.
Tomo 2: Presenta un esquema de la psicología del yo en cuanto a los temas de la
estructura del caracter, autonomía del yo, los afectos y la función cognitiva.
ma de las corrientes Freud, S.: «Introducción al narcisismo», Obras completas, tomo III, Madrid, Bi-
rrollos del psícoanáli- blioteca Nueva, 1973.
196 Joaquín Ingelmo Fernández, M.ª Isabel Ramos Fuentes y Felisa Muñoz Rodríguez 8. TEORÍAS DEL M
INTRAPSÍQUICC
Texto de introducción al uso que hace Freud del concepto de «yo». LOS PLANTEAM
Kernberg, O.: Borderline Conditions and Pathological Narcisism, New York, Ja-
san Aronson, 1975 [Desórdenes fronterizos y narcisismo patológico, Buenos
Aires, Paidós, 1979].
Es un libro muy interesante a nivel clínico y teórico en donde analiza distintas I. INTRODUCCIÓN AL
cuestiones acerca de la organización de la personalidad fronteriza y sus relaciones
con el trastorno narcisista. En el último capítulo plantea su teorización metapsicoló-
Probablemente la idea
gica del concepto de narcisismo freudiano. Recomendado para aquellos lectores in-
y psicoanalista francés
teresados, a nivel general, por los trastornos fronterizos y su tratamiento psicoanalíti-
co y, específicamente para los que les interese el trastorno narcisista. tornar a Freud, de vol
analítico, tanto a la le,
Object Relations Theory and Clinical Psychoanalysis, New York, Jasan Aron- rescatar así lo que de
son, 1977 [La teoría de las relaciones objeta/es y el psicoanálisis clínico], Bue- tergiversando.
nos Aires, Paidós, 1979]. Pero bajo este len
Es el libro que hemos utilizado fundamentalmente en este capítulo. Ofrece una su vida, Lacan no sólo
buena síntesis de la teoría de las relaciones objetales interiorizadas y sus aplicaciones no que buscará expon
(clasificación psicoanalítica de la patología del carácter, condiciones previas y carac- cía que desde entonct
terísticas de la madurez en el amor y su teoría integral del tratamiento hospitalario, pología, etc.). En ello
entre otras). Estaría recomendadado como un primer acercamiento a este autor a ni- aporte psicoanalítico a
vel teórico. da servirse del mismo
Severe Personality Disorders: Psychoterapeutic Strategies, Yale U niversity, 1984 Y digo que es pan
[Trastornos Graves de la Personalidad: Estrategias psicoterapéuticas, Mexico, mienzo tratar de inte¡
Manual Moderno, 1987]. llegando incluso al fir
Buen texto donde sintetiza casi todas sus ideas sobre psicopatología grave. o formula que posibili
Estaría recomendado para un primer acercamiento a este autor a nivel clínico (es
algo problemática la traducción que se ha realizado al castellano). Universidad de Málaga.
Mi agradecimiento a l.
«La identificación y sus visicitudes en la psicosis», Libro Anual de Psico- que sobre el mismo ha real
1 Se denomina matem,
análisis, Londres-París. Ediciones Psicoanalíticas !mago, 1986, artículo
(en forma de letras) indefo
original en Int.]. Psycho-Anal 67, 147.
lecturas posibles, pero cor
Artículo imprescindible para aquellas personas interesadas en la organización de curso analítico dispone lo:
la personalidad psicótica. Se revisa, a nivel teórico y clínico, la función que cumple tructura, señalando sus lín
la identificación proyectiva en dicha estructura de personalidad. cesario introducirse en e
nosotros, todas las enunci:
Kohut, H.: Análisis del self: el tratamiento psicoanalítico de los trastornos narcisitas de la Universidad y discu1
de la personalidad, Buenos Aires, Amorrortu, 1971. so del psicoanálisis» 196\
Texto básico para el conocimiento de la psicología del yo y su aplicación en la Radiofonía (19 74) Televisié
práctica terapéutica. múltiples comentarios qu(
s Fuentes y Fe/isa Muñoz Rodríguez 8. TEORÍAS DEL MUNDO INTERNO Y DEL CONFLICTO
INTRAPSÍQUICO (IV): JACQUES LACAN.
cepto de «yo». LOS PLANTEAMIENTOS SOBRE LA «CURA»
(en forma de letras) indeformables por el sentido. Estos términos se pueden prestar a muchas
idas en la organización de lecturas posibles, pero constituyen también puntos fijos del discurso. Así, la fórmula del dis-
o, la función que cumple curso analítico dispone los lugares del acto analítico y presenta de un modo inteligible su es-
dad. tructura, señalando sus límites y determinando su lógica. Para entender esta estructura es ne-
cesario introducirse en el desarrollo de los cuatro discursos que dominarían, sin saberlo
nosotros, todas las enunciaciones posibles: discurso del Amo, discurso de la Histeria, discurso
le los trastornos narcisitas de la Universidad y discurso del Analista. Puede encontrarse en el seminario sobre «El rever-
so del psicoanálisis» 1969-1970 (versión anónima), y en la entrevista que le hacen en 1970
1 yo y su aplicación en la Radiofonía (1974) Televisión, Barcelona, Anagrama, 1977, aunque hay que tener en cuenta los
múltiples comentarios que va realizando hasta el final de sus seminarios.
198 Blanca Moreno Mitjana Teorías del mundo interno y del
tendidos, no creo que su empeño pueda ser siempre así comprendido. Por el moral: «no os habéis e
contrario, es habitual oír críticas que ponen de manifiesto la dificultad que de su Eros» 3.
entraña la lectura de sus escritos y seminarios, y ello no sólo desde las disci- Por encima de este
plinas de las que se sirve en su relación con los conceptos psicoanalíticos, nalista y de sistematiz:
que quedan transformadas (por ejemplo, el signo lingüístico) o metaforizadas, comprensión de los ce
sino dentro del propio campo psicoanalítico los mismos principiantes, inclu- grafos y fórmulas es ot
so seguidores, no dudan en subrayar la incomodidad que depara el introdu- to rigor en la transmisi,
cirse en la obra de este autor. En esta búsqueda
Además, sus referencias teóricas son tan diversas y amplias con respecto can, permitiéndose cri
a la ciencia, a la literatura, a la filosofía, a la historia, a la topología, etc., que dianos, elaborar y ava1
se hace difícil de entender si no se posee el conocimiento de esas claves cul- sobre el yo y el sujeto
turales. última instancia, perm
Sin embargo, esto forma parte también de su aportación. Lacan no quie- de Freud, fundamentr
re que su enseñanza siga los mismos derroteros en los que sucumbe la obra prescindir de ella. A 1
de Freud, es decir, en una lectura fácil que borre lo fundamental de su con- dogmatismo, cuestiorn
tenido, dado que, lo «que se diga queda olvidado trás lo que se dice en lo ta, tanto en la obra del
que se escucha» 2 • Tampoco es ajeno a las implicaciones propias del psico-
análisis. La construcción de una obra abierta, viva, no sólo a la polémica que
desde fuera se suscita, sino desde su propia configuración, es coherente con
los principios del psicoanálisis. En efecto, el terreno del inconsciente, apenas II. CONCEPTOS TEÓF
se abre mínimamente se vuelve a cerrar de inmediato por su naturaleza mis-
ma, de ahí que no pueda darse a entender con las mismas fórmulas constitui- Los criterios que se
das de cualquier otro discurso que se pretenda establecido, y que posible- son aquéllos que por
mente esto contribuye a acentuar la dificultad con la que nos encontramos práctica psicoanalític:
frente al estilo de Lacan. características distinti
Desde una rápida panorámica histórica, hay que situar a Lacan en una soluto el objetivo de
búsqueda problemática de lo que es realmente el psicoanálisis, sin ignorar el conceptos teóricos su
peso religioso de la tradición judeocristiana que impregna la sociedad en naria -Freud, en lo 1
donde emerge, y a la que ni Freud ni él se adhiereri. Esta búsque.d a se tradu- te- y el empeño de :
ce en retiradas continuas de lo que suponga un orden acomodaticio en cual- tico, no en forma de 1
quier tipo de institución, de saber o de discurso, incluso del suyo propio. En sí como materna que ]
este sentido, observamos las rupturas repetidas que se producen con la insti- Sabemos que Fre
tución -desde el comienzo como miembro de la Asociación Psicoanalítica de haber estado publ
Internacional en 1938 de la que será «excomulgado» en 1964; para finalizar gicas, dentro de la tr,
con la disolución de la Escuela Freudiana de París en 1980 que él mismo de E. Brücke) y que
había creado- que le llevan a concebir una ética en donde la esencia del mientos psicológicos
hombre es el deseo, en una formulación semejante a la que llega Spinoza al biología no ha avanz
tratar de concebir un amor que no conduzca al sacrificio. De ahí la diferen- pero nunca descarta
cia radical de la cura lacaniana frente a cualquier intento de reeducación ciencia. No avanzan
humana, al menos as1
\
Blanca Moreno Mitjana Teorías del mundo interno y del conflicto intrapsíquico (1\1) 199
1sí comprendido. Por el moral: «no os habéis de ocupar del Bien supuesto de vuestro paciente sino
fiesto la dificultad que de su Eros» 3•
no sólo desde las disci- Por encima de estos comentarios, hay que reconocerle un empeño racio-
1ceptos psicoanalíticos, nalista y de sistematización que, a pesar de su escritura aforística, facilita la
1ístico) o metaforizadas, comprensión de los conceptos freudianos. La construcción de sus esquemas,
10s principiantes, inclu- grafos y fórmulas es otra muestra de ello en su preocupación por lograr cier-
que depara el introdu- to rigor en la transmisión de sus ideas.
En esta búsqueda continua, se constituye el pensamiento propio de La-
y amplias con respecto can, permitiéndose criticar o relativizar ciertas cuestiones de los textos freu-
1 la topología, etc., que dianos, elaborar y avanzar ideas nuevas por ejemplo sobre el fin del análisis,
:nto de esas claves cu!- sobre el yo y el sujeto del conocimiento, sobre el superyó, etc., las cuales, en
última instancia, permiten dar respuesta a una serie de problemas de la obra
tación. Lacan no quie- de Freud, fundamentales en el campo de la cura, sin que por eso podamos
; que sucumbe la obra prescindir de ella. A lo largo de su enseñanza Lacan relanzará, contra todo
mdamental de su con- dogmatismo, cuestiones a la investigación que quedarán abiertas, sin respues-
.s lo que se dice en lo ta, tanto en la obra del maestro como en la suya.
nes propias del psico-
sólo a la polémica que
ción, es coherente con
~! inconsciente, apenas II. CONCEPTOS TEÓRICOS FUNDAMENTALES
por su naturaleza mis-
nas fórmulas constitui- Los criterios que se han elegido para introducir el pensamiento de Lacan
1lecido, y que posible- son aquéllos q~e por estar más relacionados con los planteamientos de la
que nos encontramos práctica psicoanalítica puedan fundamentarla, al menos, en algunas de sus
características distintivas. El desarrollo de esta fundamentación no es en ab-
situar a Lacan en una soluto el objetivo de este capítulo, simplemente se intentarán apuntar los
)análisis, sin ignorar el conceptos teóricos susceptibles de aclarar esa relación entre la fuente origi-
>regna la sociedad en naria -Freud, en lo más radical de su descubrimiento: el trauma inconscien-
sta búsqueda se tradu- te- y el empeño de Lacan por dar cuenta de lo que ocurre en el acto analí-
acomodaticio en cual- tico, no en forma de técnica que convierta la práctica en una mecánica, pero
;o del suyo propio. En sí como materna que permita su transmisión.
producen con la insti- Sabemos que Freud comienza a esbozar la teoría psicoanalítica después
>ciación Psicoanalítica de haber estado publicando durante veinte años sus investigaciones neuroló-
~n 1964, para finalizar gicas, dentro de la tradición científica de su época (trabaja en el laboratorio
n 1980 que él mismo de E. Brücke) y que abandona su proyecto de dar cuenta de sus descubri-
donde la esencia del mientos psicológicos en terminas neurofisiológicos por considerar que la
a que llega Spinoza al biología no ha avanzado lo suficiente para que esto pueda llevarse a cabo,
cío. De ahí la diferen- pero nunca descartará que ese momento pueda darse en la historia de la
tento de reeducación ciencia. No avanza nada sobre las supuestas bases biológicas de la conducta
humana, al menos así lo cree; sus avances se realizan de lleno en los aspectos
inconsciente es necesario todo el trabajo de la asociación libre para llegar a que aunque accede
captar el sentido (es lo que ocurre con los sueños, con los lapsus o con los ésta se ha perdido y
síntomas). sar cuando se habla
La experiencia psicoanalítica hará que Lacan insista -a diferencia de los
lingüistas, concretamente de F. de Saussure- en la separación del signifi-
cante del significado, ya que lo que primero aparece es el significante y sólo 11.2. El sujeto tachj
a posteriori podemos asignarle el significado. Lógicamente, es dificil pensar
que cuando hablamos no tenemos el sentido de lo que queremos decir pre- «El sujeto» no es ut
viamente a la emisión de la frase, incluso el que nos escucha es posible que vocabulario lacania
imagine lo que vamos a decir antes de que lo hayamos dicho. Pero también gracias a la subver:
es cierto que ésta es una de las fuentes más usuales de los malos entendidos, tras el descubrimier
y que muy frecuentemente encontramos dificultad en halb1r las palabras o la do o barrado ($)7 a
frase que exprese lo que queremos, o tampoco es raro que nos sintamos trai- nismo en el mundc
cionados al haber pronunciado cosas que no era nuestra intención previa. división entre el sig
En definitiva, lo único que se nos presenta al hablar, de modo manifiesto sentado.
y objetivo, son los significantes, luego aparece una lectura u otra. De ahí que La implicación
Lacan diga que significante y significado son dos etapas y órdenes distintos. miento, del yo de l:
Y precisamente pone el acento en la barrera que los separa, y la relaciona dencia directa entr,
con la resistencia; así se explican los fenómenos a los que antes aludíamos y individuo consigo r
que con tanta facilidad producen dudas y confusiones. Más aún, en el caso minar la posición q
de los sueños, lapsus y demás formaciones inconscientes, se entiende que no fuente de desconoc
sean inteligibles ni para el propio sujeto -que los produce. Similar es el meca- De ahí que haya co
nismo de los síntomas. Cuando el paciente viene a vernos, nos dirá que se fortalecer al yo dél
encuentra mal pero que no sabe qué le pasa. las ideas que este 2
Un cierto nivel de duda es saludable, es lo que permite que de la ambi- tancia, que es la m
güedad del habla puedan producirse significaciones que permitan el entendi-
miento entre las personas. Un carácter de fijeza y certidumbre absoluta es lo 7 $: forma de repre
que encontramos en las patologías más graves de tipo.delirante. tuye.
8 Fantasma: Se refi
La tesis de Lacan de que el inconsciente está estructurado como (a mo-
del sujeto S <> a. Por
do de) un lenguaje hace referencia a estas cuestiones que acabamos de resu- reales de goce que cau
mir, es decir, que sea a nivel del habla donde se manifiesta el inconsciente que indica la relación
(en el discurso del analizante, lapsus, chistes, relatos de sueños, etc.), y que dos términos. Desde el
por consiguiente es a ese nivel donde podemos hacernos cargo de él. Me- mula en «Pegan a un n
diante las asociaciones del paciente y sus rodeos se abre la posibilidad de na de nuestra vida (irr
nuestro fantasma sin te
una interpretación que permita la movilidad de ciertos significantes bajo los que Lacan dictó sobre
cuales se hallaba cautivo el sujeto sin saberlo, y de esta forma afloren nuevas otros existiendo versior
significaciones en su vida o en su historia. Hemos visto que las operaciones 9 Para Lacan el yo
que se dan en el habla tienen una estructura como la que produce las forma- la imagen narcisista de•
ciones del inconsciente. Que el significado de estas últimas resulte más difícil otro es yo» (J. Lacan, St
lona, Paidós, 1983, p. 1
de elaborar no quiere decir que sean el propio inconsciente, son sólo sus ma- 10 «El superyó ma1
nifestaciones. Más aún, solamente porque hay lenguaje, podemos entender Se sumerge profundam
que haya inconsciente, «la palabra es la muerte de la cosa» evoca la idea de cía que el yo» (pp. 49-~
Blanca Moreno Mitjana Teorías del mundo interno y del conflicto intrapsíquico (IV) 203
ción libre para llegar a que aunque accedemos mediante la palabra a la representación de la cosa,
m los lapsus o con los ésta se ha perdido ya en sí bajo la nominación. Algo parecido hemos de pen-
sar cuando se habla del sujeto tachado.
:a -a diferencia de los
separación del signifi-
!S el significante y sólo 11.2. El sujeto tachado. El A y el objeto a
1ente, es dificil pensar
1e queremos decir pre- «El sujeto» no es un t~rmino muy utilizado por Freud, más bien pertenece al
!scucha es posible que vocabulario lacaniano. Conviene señalar, sin embargo, que en Lacan surge
>S dicho. Pero también gracias a la subversión del concepto tradicional de sujeto que se produce
: los malos entendidos, tras el descubrimiento del inconsciente freudiano. Se denomina sujeto tacha-
hallar las palabras o la do o barrado ($) 7 a ese sujeto que surge como efecto de la entrada del orga-
que nos sintamos trai- nismo en el mundo del lenguaje y cuyas consecuencias se traducen en una
·a intención previa. división entre el significante que lo representa y el otro para el cual es repre-
ir, de modo manifiesto sentado.
ura u otra. De ahí que La implicación más inmediata es que no se trata ya del sujeto del conoci-
1as y órdenes distintos. miento, del yo de la segunda tópica, en el que pudiera darse una correspon-
separa, y la relaciona dencia directa entre sujeto y objeto, sino que esta relación -incluso la del
que antes aludíamos y individuo consigo mismo- está mediada por el fantasma 8, el cual va a qeter-
s. Más aún, en el caso minar la posición que cada cual tiene en la realidad. Para Lacan el yo es una
es, se entiende que no fuente de desconocimiento y de error puesto que es la base del narcisismo 9.
tce. Similar es el meca- De ahí que haya combatido la idea tan extendida entre los postfreudianos de
ernos, nos dirá que se fortalecer al yo débil como tarea del psicoanálisis. En este sentido, otra de
las ideas que este autor introduce es sobre la noción de superyó 10. Esta ins-
!rmite que de la ambi- tancia, que es la máxima representante de las exigencias y mandatos que el
1e permitan el entendi-
dumbre absoluta es lo 7 $: forma de representar la división del sujeto, tachado por el significante que lo consti-
elirante. tuye.
8 Fantasma: Se refiere a fa fórmula mediante la cual se da cuenta de la heterogeneidad
ucturado como (a mo-
del sujeto S <> a. Por un lado, el sujeto dividido por el lenguaje, por el otro las condiciones
iue acabamos de resu- reales de goce que causan su deseo (sus objetos «a»). <> es un signo denominado «punzón»
lifiesta el inconsciente que indica la relación reversible tanto de inclusión, de implicación o de exclusión entre los
ie sueños, etc.), y que dos términos. Desde el punto de vista simbólico, el fantasma es una frase (como Freud lo for-
rnos cargo de él. Me- mula en «Pegan a un niño») que a modo de axioma (real) nos hace ser los actores en la esce-
abre la posibilidad de na de nuestra vida (imaginario), de modo tal, que puede decirse que somos actuados por
nuestro fantasma sin tener ninguna consciencia de la fórmula del mismo). Hay un Seminario
s significantes bajo los
que Lacan dictó sobre «La lógica del fantasma» 1966-1967, y que está inédito como muchos
t forma afloren nuevas otros existiendo versiones anónimas.
:o que las operaciones 9 Para Lacan el yo surge en la alienación pasional a una imagen que lo enajena y se fija a
¡ue produce las forma- la imagen narcisista devuelta por el otro: «[...] en toda relación narcisista el yo es el otro, y el
mas resulte más difícil otro es yo» CT. Lacan, Seminario II, El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica, Barce-
lona, Paidós, 1983, p. 149).
iente, son sólo sus ma- 10 «El superyó mantiene duradera afinidad con el ello, y puede subrogarlo frente al yo.
je, podemos entender Se sumerge profundamente en el ello, en razón de lo cual está más distanciado de la concien-
:osa» evoca la idea de cia que el yo» (pp. 49-50); «la energía de investidura no les es aportada a estos contenidos del
204 Blanca Moreno Mitjana Teorías del mundo interno y,
individuo ha recibido, suele considerarse como el modelo ideal a seguir. Sin El diferenciar tn
embargo, lo que se encubre bajo esos ideales es la forma mediante la cual se aclarar y ordenar gra
relaciona el sujeto con sus pulsiones. Por eso, se pone de manifiesto que el también, los diferent
superyó, lejos de ser un modelo para el bien del individuo, es un imperativo una primera época e
que ordena gozar. El goce 11 dentro de esta perspectiva es lo que está más yo en relación al cor
allá del principio de placer, por tanto, no es resentido como agradable por el mará su atención sol
individuo que, sin embargo, goza por ejemplo con sus síntomas. los problemas que el
Podemos decir que la obra de Lacan refleja un ,interés continuo en dar mediador. Es cuand<
cuenta de cómo se produce la constitución de este sujeto, cuestión funda- do como un lenguaj<
mental para explicar el proceso de la cura. De entrada, se constituye en rela- rá de lo real tanto e
ción con el otro (con los demás, aunque en principio hay un Otro 12 funda- apareciendo en este
mental, por eso que se escribe con mayúscula, que es la madre, este lugar que intentan dar cu
designado coh la inicial A también representa, al mismo tiempo, el lugar pri- complejidad. Es de<
mordial del lenguaje, en donde surgen los significantes). puede traducirse de
En este planteamiento, podemos encontrar las fuentes freudianas desde de lo imposible, otr:
el mismo «Proyecto de una psicología para neurólogos» donde Freud dice real es lo insoportab
que para que el esquema neurofisiológico del aparato psíquico se ponga a A partir de los t
funcionar es necesario que se realice «la acción específica», vía de todas las allá del mito y de fa
comunicaciones posteriores; o sea que en ese contexto puramente neurofisio- de situar la relación
lógico nos señala la necesidad de establecer un acto significante que conecte to, ·el niño puede pr
con el exterior (bebé con su madre) para que el aparato funcione. Como re- lo 14 a la dialéctica d
sultado de este encuentro entre un organismo vivo y el A, surge en la teoría se tiene por la castr:
lacaniana el sujeto mediado por el lenguaje, a la vez que quedan constituidos cesto realiza sobre e
los objetos pulsionales como resto de esta operación (los denominados obje- te de la madre acer,
tos «a» 13). frustración o privac
<luciéndose así las i<
superyó [...] sino por las fuentes del ello» (p. 53). «Lo que ahora gobierna en el superyó es muestra el reconoci
como un cultivo puro de la pulsión de muerte, que a menudo logrn efectivamente empujar al poder aparecer:
yo a la muerte» (p. 54). «El ello es totalmente amoral, el yo se empeña por ser moral, el super-
yó puede ser hipermoral y, entonces, volverse tan cruel como únicamente puede serlo el ello» l. La diferenc
(S. Freud, El yo y el ello, t. XIX, pp. 54-55). Lacan considera que este superyó tiránico nace de 2. Que el desé
un acontecimiento traumático, que reduce la ley a la emergencia de algo inadmisible, de ahí
que «[...] el superyó acaba por identificarse sólo con lo más devastador, con lo más fascinante
de las primitivas experiencias del sujeto. Acaba por identificarse con lo que llamo la figura fe-
roz, a las figuras que podemos vincular con los traumatismos primitivos, sean cuales fueren,
que el niño ha sufrido» (Lacan, Seminario I, Los escritos técnicos de Freud, Buenos Aires, Paidós, cuelas como objetos pn
1982, p. 161). de a esta serie la voz y
11 El concepto de goce para Lacan no es equivalente a la posibilidad de obtener placer, si- coanálisis sería el obj,
no que abarca también lo contrario, a saber, la capacidad de atentar contra todo bienestar del 1964-1965 y Seminario
individuo como puede comprobarse en los síntomas o en la reacción terapéutica negativa y anónima).
14 El concepto de f:
que Freud ligó a la pulsión de muerte. Habría tres estados de goce: goce fálico, plus-de-goce y
goce del Otro Freud como organizadc
12 Otro: en francés autre, de ahí que las letras se conserven A-a. los registros entre el fa
13 Objetos «a»: al entrar en el campo del significante, se constituye el sujeto dividido y a punto central en la sim
la vez pierde ciertos objetos, se separa de ellos. Estos objetos son conocidos desde otras es- Lacan, 1966, «La signifi
Blanca Moreno Mitjana Teorías del mundo interno y del conflicto intrapsíquico (Iv'.) 205
elo ideal a seguir. Sin El diferenciar tres registros: real, simbólico e imaginario ha servido para
1a mediante la cual se aclarar y ordenar gran parte de los conceptos psicoanalíticos, si bien reflejan
de manifiesto que el también, los diferentes momentos que se producen en la reflexión lacaniana:
:luo, es un imperativo una primera época en que preocupado por el estudio de la configuración del
'ª es lo que está más yo en relación al conocimiento paranoico (su famoso estadía del espejo), pri-
:orno agradable por el mará su atención sobre lo imaginario. Luego, precisamente para dar salida a
ntomas. los problemas que el imaginario plantea, introduce el orden simbólico, como
:erés continuo en dar mediador. Es cuando surge el concepto de sujeto, el inconsciente estructura-
1jeto, cuestión funda- do como un lenguaje, 1as cadenas de significantes, etc. Finalmente, se ocupa-
se constituye en rela- rá de lo real tanto en su relación con lo simbólico como con lo imaginario,
hay un Otro 12 funda- apareciendo en este último período todas las figuras topológicas y los nudos
, la madre, este lugar que intentan dar cuenta de la articulación de los tres registros en toda su
) tiempo, el lugar pri- complejidad. Es decir, sin ocultar la dificultad de la tarea. Dificultad que
puede traducirse de .muchas maneras: una es el reconocimiento de la función
ltes freudianas desde de lo imposible, otra que verdad y saber no coinciden o, finalmente, que lo
s» donde Freud dice real es lo insoportable que despierta.
psíquico se ponga a A partir de los tres registros, el Edipo y la castración son rescatados más
ca», vía de todas las allá del mito y de la ideología psicológica, en su valor simbólico susceptible
uramente neurofisio- de situar la relación intersubjetiva en una dimensión estructurante. En efec-
f
11ificante que conecte to, el niño puede pasar de la posición imaginaria de creer ser o no ser el fa-
funcione. Como re- lo14 a la dialéctica del «tener» gracias al reconocimiento simbólico de que no
A, surge en la teoría se tiene por_Ia castración (es la eficacia significante que la prohibición del in-
quedan constituidos cesto realiza sobre el goce). En otros términos, se debe al mensaje significan-
denominados obje- te de la madre acerca de la función simbólica del padre, que más allá de la
frustración o privación, aparece como el objeto deseado por la madre, pro-
duciéndose así las identificaciones pertinentes -niño o niña-. Este mensaje
bierna en el superyó es muestra el reconocimiento por la madre de la ley del falo según la cual va a
fectivamente empujar al poder aparecer:
por ser moral, el super-
ente puede serlo el ello»
l. La diferencia de sexos como causa del deseo.
uperyó tiránico nace de
algo inadmisible, de ahí 2. Que el deseo de uno se supedita al deseo del otro.
r, con lo más fascinante
lo que llamo la figura fe-
ivos, sean cuales fueren,
d, Buenos Aires, Paidós, cuelas como objetos pregenitales (senos, heces, envolturas embrionarias, el falo), y Lacan aña-
de a esta serie la voz y la mirada y los denomina pulsionales). Según Lacan el objeto del psi-
ad de obtener placer, si- coanálisis sería el objeto «a» (Seminario XII, Problemas cruciales para el psicoanálsis de
ontra todo bienestar del 1964-1965 y Seminario XIII sobre El objeto del psicoanálisis de 1965-1966, ambos en versión
n terapéutica negativa y anónima).
14 El concepto de falo procede de la importancia concedida a la etapa fálica en la obra de
ce fálico, plus-de-goce y
Freud como organizador de la identidad sexual. Lacan va a marcar las diferencias a nivel de
los registros entre el falo imaginario y el falo simbólico, haciendo del concepto de falo un
e el sujeto dividido y a punto central en la simbolización de la ley, y por tanto en la dialéctica del deseo. Véase en J.
nocidos desde otras es- Lacan, 1966, «La significación del falo», Escritos, México, Siglo XXI, 1976.
206 Blanca Moreno Mitjana
Teorías del mundo interno:
Este proceso, en donde el padre no sólo es visto como el representante aferrado a un goce 1
de la ley (prohibición del incesto) sino como el que vehiculiza el deseo de la ciones de acceso a e
madre es denominado la metáfora del Nombre del Padre 15 . La escena pri- al menos, se preser
maria 'en la que tanto ha insistido Freud, evoca la relación entre el significan- con sus manifestaci
te del Padre y el significante del objeto primordial Madre, es la que se resu- te, pero no son en ~
me en esta fórmula de sustitución metafórica, a partir de la cual se instaura la represión).
toda significación (que aquí es definida como fálica).
Las distintas estructuras psicopatológicas dependeran de cómo se realice
este proceso estructural, concretamente de las estrategias defensivas de evita-
miento de la castración; serán, en última instancia, las respuestas que un su- III. PLANTEAMIEN
jeto da a lo real. También depende del reconocimiento del falo como organi-
zador del deseo, para que se produzcan las diferencias en cuanto a las ¿Cuáles son las inn<
posiciones sexuales del lado femenino y del lado masculino. Lógicamente ei
El efecto de la metáfora del Nombre del Padre será el surgimiento del señalado anteriorm
sujeto como incógnita de lo que le constituye (de ahí que también se le llame con las posibilidad1
sujeto del inconsciente); es decir, sin conocimiento de que su deseo alienado de elección en su v
originariamente al deseo de la madre, ahora se vehiculiza a través de las pala- po de ideal sino en
bras, siguiendo la ley paterna. Es por eso que Lacan pone en relación el in- ciones que el térmi
consciente de la primera tópica freudiana con este proceso de la castración y _ En este sentidc
con la adquisición del lenguaje, hasta llegar a afirmar que el inconsciente es tuaba el fin del an:
el discurso del Otro. Así surge el sujeto dividido (Spaltung) entre lo que son sorbible de la roca
sus representaciones conscientes y lo que, le causa tanto sus placeres como no, la reivindicaci
displaceres, que más allá de las circunstancias externas, determina su posi- terminas de «no r 1
orno el representante aferrado a un goce que ya es imposible y por consiguiente ofrece unas condi-
1iculiza el deseo de la ciones de acceso a ese goce contradictorias, la única salida es el síntoma que,
i.dre 15 . La escena pri- al menos, se presenta como sufrimiento disculpado o inocente. El síntoma,
ón entre el significan-
con sus manifestaciones menos fijas, muestra las formaciones del inconscien-
lre, es la que se resu- te, pero no son en sí el inconsciente (como dijo Freud, es el tercer tiempo de
de la cual se instaura la represión).
m de cómo se realice
ts defensivas de evita-
:espuestas que un su- III. PLANTEAMIENTOS SOBRE LA CURA PSICOANALÍTICA
del falo como organi-
cias en cuanto a las ¿Cuáles son las innovaciones que Lacan introduce en el campo de la cura?
ino. Lógicamente están relacionadas con las cuestiones teóricas que hemos
rá el surgimiento del señalado anteriormente y que tienen que ver con la constitución del sujeto y
1e también se le llame con las posibilidades que puedan establecerse para que se dé un nuevo tipo
¡ue su deseo alienado de elección en su vida. De ahí que se hable de ética, no referida a ningún ti-
a través de las pala- po de ideal sino en función del propio deseo, a pesar de todas las complica-
ne en relación el in- ciones que el término conlleva.
ffso de la castración y
ue el inconsciente es
ng) entre lo que son
En este sentido, una de las diferencias que encontramos es que Freud si-
tuaba el fin del análisis en relación a los problemas que plantea lo no reab-
sorbible de la roca de la castración, la amenaza o angustia del lado masculi-
o sus placeres como no, la reivindicación del femenino -lo que Lacan viene a resumir en
, determina su posi- terminas de «no relación o proporción sexual»- a la vez que dejaba por
fuera del alcance del psicoanálisis las denominadas pulsiones intensificadas
lo miramos desde la
que no pueden ser «ligadas» o, lo que es lo mismo, que no tienen inscripción
lo que le determina, en el lenguaje 16. Para Lacan, la cuestión de la castración y el núcleo de esas
de la segunda tópi- pulsiones se relacionan, su apuesta es la transformación del sujeto con res-
nto de los registros pecto a la pulsión. Otras posiciones teóricas han interpretado que habría un
ca del lenguaje sobre desarrollo madurativo del objeto y han perseguido el mismo como meta tera-
objeto de la pulsión péutica. Lacan nos habla de atravesamiento o construcción del fantasma.
marcar las condicio- ¿Qué quiere decir esto?
En primer lugar, de acuerdo con su interpretación del yo en su aspecto
os de deseo imagina- imaginario y narcisista, rechaza la idea de que haya que considerarlo como
eseo. El objeto de la lugar de conocimiento, y menos aún que haya que socorrerlo o fortalecerlo.
muestra que el goce Por el contrario, la tarea del analista será la de permitir el surgimiento del
queda un goce por sujeto, en su división, en su interrogación acerca de la causa del síntoma con
síntoma. Aquí se es- su sufrimiento. Sólo gracias a esta interrogación, a esta duda acerca de sus
o es como el telón
creencias o acerca de los significados de siempre, será posible que surjan
o función quedarse nuevas significaciones, no permitidas ni vistas hasta ahora. Sin embargo, no
el lenguaje en psicoanáli- 16 S. Freud, «Análisis terminable e interminable», t. XIX, Obras completas, Buenos Aires,
Amorrortu, 1979.
208 Blanca Moreno Mitjana Teorías del mundo interno )
todo en un análisis puede solucionarse del lado de las significaciones, ya que ampliamente esta Cl
éstas nunca se agotan, o pueden surgir otras nuevas. Si ello fuera así, estaría- está enteramente ce
mos ante la vertiente infinita del análisis, como el propio Freud se lo plantea- de la transferencia
ba, mientras que se trata, por el contrario, del reconocimiento de un defecto «La contribución 91
o límite, de una imposibilidad inherente en el mismo saber. aparte de Freud, al!
El analizante, de entrada busca la explicación y, más aún, la solución que zaría a Abraham si1
haga desaparecer el síntoma que le incomoda, pero en su misma búsqueda está No hay en el asunte
la trampa que puede dejarlo atrapado de nuevo, puesto que se mueve sosteni- También hay lo que
do de los mismos hilos que acciona su fantasma: ahí es donde encontramos la digámoslo, quería S(
tendencia a la repetición de la forma contradictoria de encubrir la castración. Por un lado, el
Este sujeto que Lacan llama del inconsciente es ese lado de indetermina- erngma que represe
ción, de falta, de impotencia que todos sentimos y explica la necesidad que te- cir esta relación, co
nemos de buscar identificarnos con determinados ideales. También hace inteli- del despertar, tiene
gible la existencia de esa necesidad de creer que hay un saber sobre nosotros, la fijeza del goce. l
más allá del nuestro propio, llámese Dios, la ciencia, analista, etc. (el Otro). Por producir una difer<
eso se hace necesario franquear el plano de las identificaciones, despejar lo que identificación con 1
lo
se esconde tras ellas, elaborar un saber sobre que está sustentándolo. toda posición de de
El analista viene a ocupar, una posición delicada y difícil. El paciente le donde pueda emerf
reviste o le supone un saber que deberá tener mucho tacto en manejar (pues La dirección y
es la misma suposición que permite la entrada en el análisis y el desarrollo de1 discurso cotidia
de toda la cura, la que deberá ir desmontándose para finalizar, y esto debe ir eso no es fácil ni o
se planteando desde el comienzo). Por tanto, el analista no puede olvidar recordar que la est
que sus intervenciones han de hacerse en nombre del saber supuesto. surge en y por los
Sin embargo, más allá de las posiciones en donde el paciente sitúe a su ana- rodeos, su historia,
lista (imaginaria, simbólica o real), y que irán desvelando los movimientos trans- decir. Pero, por el
ferenciales dirigidos por el fantasma, el analista no se sitúa en una relación de velado y encubiert<
simetría o reciprocidad (como la contratransferencia puede dar a entender). El ción, son sus const:
analista no es un interlocutor que entra en una relación intersubjetiva habitual, convencimiento cíe
se presta al artificio del análisis con la experiencia que le autoriza su propio El síntoma, el e
análisis. ¿Qué aporta esta experiencia? Podríamos resumir mucho diciendo que frarse y desaparee(
es una especie de despersonalización, o destitución subjetiva, que permite des- guía- puesto que
componer la estructura paranoica del yo, a partir de la cual, no es que desapa- zante, es el fantasm
rezca el síntoma, sino que al identificarlo, mediante la construcción del fantas- encontramos la forr
ma, cambia el efecto del mismo, con lo cual podemos manejarnos mejor. El mérito de F1
En íntima relación con lo anterior está el tema del deseo del analista no sión de muerte des'
formulado directamente en Freud, aunque pueda deducirse por sus declara- la estructura humar
ciones que no esperaba ser el objeto ideal para su paciente, sino que más pulsión de muerte
bien deseaba servir de causa susceptible de desencadenar el proceso de además de en dive1
transformación de las relaciones de fuerzas intrapsíquicas 17 • Lacan estudia 18 J. Lacan, 1964. S,
17
«[...] el análisis no trabaja con recursos ilimitados, sino restringidos, y el resultado final na, Barral, 197 4, p. 164.
19 J. Lacan, 1960, S,
depende siempre de la proporción relativa entre las fuerzas de las instancias en recíproca lu-
20 J. Lacan, 1964. S,
cha» (S. Freud, «Análisis terminable e interminable», ob. cit., p. 232).
Blanca Moreno Mitjana Teorías del mundo interno y del conflicto intrapsíquico (IV) 209
:ignificaciones, ya que ampliamente esta cuestión por considerar que la responsabilidad del analista
ello fuera así, estaría- está enteramente comprometida, no sólo en lo que incida en el mecanismo
) Freud se lo plantea- de la transferencia sino en lo que puede repercutir en la meta del análisis:
miento de un defecto «La contribución que cada uno aporta al resorte de la transferencia, ¿no es,
Jer. aparte de Freud, algo donde su deseo es perfectamente legible? Yo les anali-
, aún, la solución que zaría a Abraham simplemente a partir de su teoría de los objetos parciales.
misma búsqueda está No hay en el asunto solamente lo que el analista quiere hacer de su paciente.
que se mueve sosteni- También hay lo que el analista quiere que su paciente haga de él. Abraham,
:londe encontramos la digámoslo, quería ser' una madre completa» 18.
:ubrir la castración. Por un lado, el sujeto (el síntoma y el fantasma) se constituye frente al
lado de indetermina- enigma que representa el deseo del Otro. La situación analítica va a reprodu-
a la necesidad que te- cir esta relación, con la diferencia de que el analista tiene que estar del lado
:. También hace inteli- del despertar, tiene que apostar por la función del deseo en contraposición a
saber sobre nosotros, la fijeza del goce. _Frases como «no ceder ante el deseo» 19 , o «el deseo de
ista, etc. (el Otro). Por producir una diferencia absoluta» 2º apuntan hacia el rechazo de cualquier
:iones, despejar lo que identificación con el analista y, más aún, de todo tipo de narcisismo o de
11stentándolo. toda posición de dominio, y sitúan la función de preservar un lugar vacío en
difícil. El paciente le donde pueda emerger el deseo del analizante.
teto en manejar (pues La dirección y el fin de la cura se orientan hacia el desalojo del sujeto
nálisis y el desarrollo del discurso cotidiano donde se halla encerrado en su síntoma, sin embargo,
nalizar, y esto debe ir eso no es fácil ni cómodo como intentaremos explicar. De entrada, hay que
,ta no puede olvidar recordar que la estructura del sujeto es heterogénea, por un lado el sujeto
ber supuesto. surge en y por los significantes: su queja, sus palabras, sus expresiones, sus
aciente sitúe a su ana- rodeos, su historia, etc., nos revelan que está enredado, indeterminado en su
os movimientos trans- decir. Pero, por el otro -íntimamente conectado con el anterior, aunque
lÍa en una relación de velado y encubierto por el mismo-, están los modos de goce, es la repeti-
:le dar a entender). El ción, son sus constantes, aquí ya no titubea -son esos momentos de ira, de
ntersubjetiva habitual, convencimiento ciego o absoluto- y que corresponde a lo pulsional.
le autoriza su propio El síntoma, el cual ·se nos presenta como demanda a curar, puede desci-
· mucho diciendo que frarse y desaparecer -Freud ya nos advertía que no debía servirnos de
tiva, que permite des- guía- puesto que lo que verdaderamente sustenta las constantes del anali-
1al, no es que desapa- zante, es el fantasma del cual nada sabe, pero es el que le hace actuar. En él
,nstrucción del fantas- encontramos la forma en que se relaciona el sujeto con el objeto perdido.
ejarnos mejor. El mérito de Freud es haber conectado las pulsiones sexuales con la pul-
deseo del analista no sión de muerte desvelando así el verdadero carácter traumático en la base de
cirse por sus declara- la estructura humana. En Más allá del principio de placer, Freud nos habla de la
ciente, sino que más pulsión de muerte que ha encontrado en la reacción terapéutica negativa
:lenar el proceso de además de en diversas patologías; Lacan dirá que más allá de lo familiar, de
icas 17 . Lacan estudia 18J. Lacan, 1964. Seminario XI, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Barcelo-
tgidos, y el resultado final na, Barral, 1974, p. 164.
19 J. Lacan, 1960, Seminario VII, La ética del psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós, 1988.
nstancias en recíproca lu-
20 J. Lacan, 1964. Seminario XI, ob. cit., p. 276.
210 Blanca Moreno Mitjana Teorías del mundo interno y G
PROC
Blanca Moreno Mitjana
SEGUNDA PARTE
Universidad de Sevilla.
216 Antonio Sánchez-Barranco Ruiz Una perspectiva históni:a del deJ
ción amnésica y de la abreacción; la sugestión hipnótica implica justo lo con- En todo caso, et
trario, ya que trata de desactivar las causas que aparentemente originaron los muy elemental y su e
síntomas, procurando que éstos se diluyan por la influencia cognoscitiva y del método catártico
afectiva que deriva de lo que acontece en la relación terapéutica, distincio- analizado debía lleva
nes que se muestran con precisión en el artículo «Sobre psicoterapia» de resistencias (translabc
Freud (1905). la inercia neurótica
Freud no se conformó con las ventajas que le proporcionaba el método planteado Freud el t<
catártico, por lo que buscó otras vías, rememorando sus observaciones so- su tramitación analít
bre los procedimientos que vio emplear a Bernheim en Nancy, en el senti- podían ser explicada
do de que lo aparentemente olvidado podía hacerse consciente empleando en el encuentro tera
sólo la orden de recordar. Freud hizo algo parecido: sin hipnotizar al pa- fenómenos transferer
ciente, colocaba una de sus manos sobre la frente del mismo y pedía con- tales hechos de igual
centración en las ideas o imágenes que acudían a la merite, apremiando a esto es, tratando de e
comunicarlas; llevaba incluso un orden cronológico invertido, pues estaba les atención analític2
convencido de que los representantes de las experiencias estaban conserva- campo de batalla fur
dos en sucesivas capas en la memoria. Se penetra entonces en el método de ción de la salud me1
los apremíos o la técnica de la concentración. Para controlar la oposición percatarse que sólo t:
de los pacientes a comunicar contenidos psíquicos repudiados (resistencias llamó neurosis transf1
que aparecieron al estar el yo del sujeto presente, dado el estado de cons- Freud (1912) cat
ciencia vigil), añadió la instrucción de que desestimaran toda clase de auto- vidiendo la primera
crítica o autocensura, insistiéndoles en que debían expresar absolutamente cienciación, saturad~
todo lo que apareciera en la mente, incluso lo inconveniente o aparente- lo que los psicólogo
mente absurdo: se estaba consolidando la asociación libre, regla básica de en una porción incc
la técnica psicoanalítica. Y a entre 1896 y 1904, Freud sólo mantuvo de la sistencias. En cuan
práctica catártica y de los apremios la petición de mantener los ojos cerra- acogía actitudes de
dos mientras se asociaba libremente, momento en que apareció en dos ar- Con posterioridad, l
tículos el término psicoanálisis (Freud, 1896). La asociación libre ocupó en- yor detalle, inicianc
tonces un lugar central en el trabajo terapéutico, partiéndose para ello de rencia, llamando la :
algún síntoma importante, hábito favorecido por el análisis de los sueños, tralidad por parte d
donde se hacía en relación con algún componente destacado del texto ma- no contaminar los fe
nifiesto de los mismos. Esto fue igualmente dejado de lado poco después, tes del terapeuta ni
para indicar sencillamente al sujeto que contase todo lo que surgía en su (véase los capítulos
consciencia. Freud verificó que, con este proceder, además de acceder a re- Todo lo anterio
cuerdos más o menos aparentemente olvidados, lograba romper mejor las ciente e incluso ur
resistencias a referir temas escabrosos y rechazados. Si bien la asociación li- (1910) ya había indi
bre permitía ir superando muchas resistencias, otras persistían. Y aunque miten sus propios e
Freud intentó inicialmente eliminarlas con actuaciones directivas, pidiendo vida profesional coi
al paciente su colaboración consciente, pronto cayó en la cuenta de que el terrumpida durante
único camino válido era diluirlas a través del trabajo propiamente analítico, Freud (1910) tambi
esto es, apoyándose tanto en la misma asociación libre como en la interpre- practicando el psic
tación, que había tomado el protagonismo tras La interpretación de los sueños mente por la oblig~
(Freud, 1900). profesional expertc
Antonio Sánchez-Barranco Ruiz Una perspectiva histórica del desarrollo de la técnica psicoanalítica 217
afirmar que todo analista debería hacerse de nuevo objeto de análisis perió- aunque al final de su
dicamente, quizás cada cinco años, sin avergonzarse por ello (Freud, 1937). (véase «Análisis termi
En torno a 1915, la técnica psicoanalítica estaba relativamente padroni- Las modificacionel
zada, en cuanto a las indicaciones, el encuadre (paciente tendido en un di- cuyo fundamento estal
ván, analista situado tras él, encuentro clínico diario durante cincuenta minu- abstinencia (principio
tos y carencia de plazo previsto para la terminación del tratamiento), las de la tensión en el am
reglas técnicas (asociación libre, atención flotante, neutralidad y abstinencia) petición en la sesión,
y los instrumentos de trabajo (reconstrucción, interpretación y translabora- pasado infantil, graciai
ción del material verbal aportado por medio de las asociaciones libres espon- meras aportaciones fu
táneas y las surgidas en torno a los actos fallidos, los lapsus y los sueños, todo implicaban, sino tamb
ello en el marco de la transferencia). El fin inmediato era la toma de cons- activa», pues parece i1
ciencia (lo que hoy llamamos insight) del significado de los deseos incons- que rompería con su
cientes conflictivos, para acceder tras ello a la meta más lejana de la cura, Dupont (1974), contra
que se alcanzaría si se daban los oportunos cambios metapsicológicos en di- analista el impelido a
chos conflictos y en el aparato mental (Sánchez-B~rranco, 1991). Este modelo ello es así, también ei
se mantuvo así durante bastante tiempo, a pesar de que los resultados tera- profesional, concretarr
péuticos no eran excesivamente brillantes, lo que condujo a que algunos in- mientos tolerantes y a
tentaran ciertas modificaciones de la técnica a partir de la década de los que pensaba que lo q
veinte. deramente adoptados
celencias de una infan,
El trabajo conjur
(1924), merece una co
II. DERIVADOS TÉCNICOS: LA TÉCNICA ACTIVA. EL ANÁLISIS DEL CARÁCTER, nas de las más import
LA TERAPIA DE LA VOLUNTAD, LA PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA lítica de la escuela de
Y LA PSICOTERAPIA DINÁMICA BREVE to, en esta obra se insi
de los conflictos inco1
En 1919, Ferenczi publicó una serie de artículos en los que preconizaba al- en forma de lo que he
gunos cambios en la técnica psicoanalítica convencional, con el fin de hacer- mente, estimándose t~
la más breve y eficaz. Por ejemplo, se refería la necesidad de abandonar el raciones mnésicas de
papel frío y lejano del psicoanalista en la cura y recomendaba el apoyo a de esos actings se pre
ciertas decisiones del paciente, así como la alteración de las condiciones del que a través de las m
contrato terapéutico y de las reglas técnicas. En concreto, ponía una fecha lí- pretaciones de los de1
mite para dar por finalizado el tratamiento, prohibía determinadas posturas ma obra, se acentúa g
físicas durante el análisis e incluso extendía esto fuera de las sesiones, con el la hora de realizar un
objetivo de superar las resistencias tenaces que estancaban el progreso de la sado que fue rechaza
terapia. Subrayó, asimismo, la importancia de los aspectos físicos del com- la situación psíquica
portamiento del paciente, recomendando ir más allá del registro de las aso- trastada emocionalm
ciaciones verbales, alertando sobre la utilización de tales asociaciones como progresiva.
vehículo para variadas resistencias. Freud (1919) mostró una actitud modera- Ferenczi (1925) ~
damente favorable hacia tales innovaciones, admitiendo la necesidad de in- técnica freudiana, sir
tervenir enérgicamente e incluso emplear acciones pedagógicas y educativas Pero, ante las protest
en algunos casos, pero años después tal compromiso ya no fue tan evidente, la transferencia que
1tonio Sánchez-Barranco Ruiz Una perspectiva histórica del desarrollo de la técnica psicoanalítica 219
eto de análisis perió- aunque al final de su vida seguía sin expresar una opinión firme al respecto
,r ello (Freud, 1937). (véase «Análisis terminable e interminable», 193 7).
lativamente padroni- Las modificaciones mencionadas se conocieron como «técnica activa»,
te tendido en un di- cuyo fundamento estaba en la generalización y acentuación de la regla de la
ante cincuenta minu- abstinencia (principio de frustración), pretendiéndose con ello un aumento
del tratamiento), las de la tensión en el analizado para favorecer la regresión y la subsiguiente re-
alidad y abstinencia) petición en la sesión, más allá del recuerdo, de los conflictos nucleares del
tación y translabora- pasado infantil, gracias a lo cual acelerar su tramitación analítica. Estas pri-
aciones libres espon- meras aportaciones fueron malentendidas, no sólo por lo que en sí mismo
·us y los sueños, todo implicaban, sino también a causa de lo confuso que es el epígrafe «técnica
~ra la toma de cons- activa», pues parece insinuar que es el analista el que ha de hacer algo, lo
e los deseos incons- que rompería con su neutralidad y abstinencia. Sin embargo, como afirma
ás lejana de la cura, Dupont (197 4), contrariamente a lo que tal nombre parece sugerir, no es el
tapsicológicos en di- analista el impelido a ejercer la actividad, sino el propio analizado. Aunque
,, 1991). Este modelo ello es así, también es cierto que Ferenczi, en los últimos años de su vida
~ los resultados tera- profesional, concretamente entre 1927 y 1933, adoptó actitudes y comporta-
1jo a que algunos in- mientos tolerantes y afectivos, bajo lo que llamó principio de relajación, ya
:le la década de los que pensaba que lo que realmente necesitaban los neuróticos era ser verda-
deramente adoptados y que se les dejara por primera vez disfrutar de las ex-
celencias de una infancia normal (Ferenczi, 1930).
El trabajo conjunto de Ferenczi y Rank, Perspectivas del psicoanálisis
(1924), merece µna consideración particular, ya que en él se evidencian algu-
~ISIS DEL CARÁCTER, nas de las más importantes ideas que aparecerán en la psicoterapia psicoana-
:OANALÍTICA lítica de la escuela de Chicago y en la psicoterapia dinámica breve. En efec-
to, en esta obra se insiste en lo esencial que supone el hecho de la repetición
de los conflictos inconscientes en el aquí y ahora de la transferencia, incluso
que preconizaba al- en forma de lo que hoy llamamos acting-outs, para poder tramitarlos analítica-
con el fin de hacer- mente, estimándose tales «actuaciones» más valiosas que las estrictas recupe-
lad de abandonar el raciones mnésicas del material reprimido, ya que con las interpretaciones
nendaba el apoyo a de esos actings se propiciaba el fortalecimiento del yo más adecuadamente
: las condiciones del que a través de las meras intelectualizaciones a que se accede con las inter-
,, ponía una fecha lí- pretaciones de los derivados inconscientes verbales. Por otra parte, en la mis-
terminadas posturas ma obra, se acentúa grandemente la necesidad de contar con la afectividad a
e las sesiones, con el la hora de realizar un análisis productivo: tras hallar un representante del pa-
,an el progreso de la sado que fue rechazado en el sistema consciente-preconsciente (es decir, en
tos físicos del com- la situación psíquica actual), se pone tal material en condiciones de ser con-
l registro de las aso- trastado emocionalmente a través de una especie de catarsis fraccionada o
s asociaciones como progresiva.
una actitud modera- Ferenczi (1925) expresó que todo ello no suponía una alternativa a la
la necesidad de in- técnica freudiana, sino medidas para hacer progresar un análisis estancado.
gógicas y educativas Pero, ante las protestas de los colegas, asumió las posibles perturbaciones de
no fue tan evidente, la transferencia que su técnica activa podía conllevar, con el consiguiente
220 Antonio Sánchez-Barranco Ruiz Una perspectiva histórica del des,
perjuicio para el proceso terapéutico, en base a lo cual atenuó sus indicacio- chazo de la comunid
nes (Ferenczi, 1926). Empieza entonces a mencionar la necesidad de adoptar del olvido. Sin embar¡
una actitud paciente, gentil, indulgente y tolerante (principio de relajación) ría de la falta básica y
con el fin de reducir la tensión del paciente, aspecto que fue concretando en ideas de Ferenczi. Asi
artículos posteriores (Ferenczi, 1929, 1930, 1931, 1933). Como la confusión que emprendieron F:
continuaba, en «Elasticidad de la técnica psicoanalítica» Ferenczi (1928) fija una serie de postklein
otra vez su postura, afirmando que hay que contentarse con interpretar las ciones objetales, al si1
tendencias de actuación, ocultadas por el paciente, apoyando las débiles ten- acción con la madre
tativas de superar las inhibiciones neuróticas. En 'todo caso, el principio de tos del desarrollo hu
relajación se fue imponiendo al principio de frustración, buscando crear y propuesta del clima Ó
mantener un positivo clima psicológico a lo largo del tratamiento, acentuán- del continente-canten
dose la necesidad de emplear con el paciente tacto psicológico y empatía. los descubrimientos e
Es claro que Ferenczi perseguía con el principio de relajación una eco- lo de neurosis de la I
nomía del sufrimiento del paciente, aunque no evitarlo completamente, pues traumático incluso a l
éste debía aprender en el análisis a soportar el sufrimiento que entraña el re- la psicología del sel/ ,
chazo. Además no podían ser satisfechos los deseos activamente agresivos ni conflictivo de la psic
los deseos sexuales, u otras exigencias excesivas, lo que proporcionaría al su- reales toman una imp
jeto la posibilidad de aprender a renunciar a ciertas cosas y a adaptarse a la experiencia emociom
realidad. Asimismo, avisa Ferenczi (1930) que las nuevas actitudes imponen cología del yo, la err
al analista un riguroso control de sus contratransferencias y contrarresisten- peutas dinámicos bre
cias, pues cabe el peligro de que con las medidas de relajación el terapeuta demos afirmar que p:
trate de satisfacer algunos de sus deseo.s neuróticos o incluso perversos. Se- no están sepultadas e
gún Balint (1967, 1982), los límites de la tolerancia y de la indulgencia los si- En cuanto a Ott
tuaba Ferenczi en el nivel de lo que un niño puede esperar de parte de un estaba en el trauma
adulto afectuoso, considerando en todo caso que sólo es lícito recurrir al causa de lo que llam1
afecto y la gentileza cuando las interpretaciones se mostraran ineficaces. efectuar las oportum
Por el camino de la relajación y con la implantación de diálogos en los flicto nuclear, para li1
que respondía con un lenguaje apropiado al tono reavivado en las regresio- (193 7) acogió inicial1
nes terapéuticas («juego de preguntas y respuestas»), lo que acercaba el análi- repudió.
sis de adultos al análisis infantil (Ferenczi, 1933), reapareció la catarsis, aun- Una vez asentad1
que de naturaleza y manifestaciones muy distintas a las que se observaban de la matriz psicoam
con el método de Breuer. Ésta fue denominada paleocatarsis, reservando el pía de la voluntad, <
término de neocatarsis para la que se hacía presente tras un análisis prolon- La reacción analítica e
gado, la cual volvió a poner en primer plano, en la ecuación etiología de la importancia decisiva
neurosis, la importancia de los hechos traumáticos realmente acontecidos en fue definido como a<
la vida infantil del sujeto (crueldades, seducciones, etc., por parte de los pa- y que puede ser for
dres o de los adultos en general) incluso por encima de la fantasía, en todo peuta, lo que se esti
lo cual era más útil el acompañamiento empático que las frías interpreta-
c10nes. '' En el capítulo 6 d
cuyos conceptos de sost
El camino abierto por Ferenczi, si bien aumentó la eficacia terapéutica,
capítulo 18. [Nota de los
no abrevió el proceso ni disminuyó el trabajo analítico, tal como aquél con- ** Las concepciones
fiesa en «Análisis de niños con adultos» (1931), por lo que, unido esto al re- comps.]
Antonio Sánche:r.-Barranco Rui:r.
Una perspectiva histórica del desarrollo de la técnica psicoanalítica 221
a. plantear pocas
voluntad, pues, es un impulso organísmico cercano a la tendencia a la auto-
niendo en cuenta que
rrealización de Goldstein (1934), lo que aproxima las últimas ideas rankianas
largo de la vida, por lo
a la corriente humanística (Sánchez-Barranco, 1991).
Wilhem Reich fue otro de los innovadores de la técnica. En 1922, dos cia;
años después de su inscripción en la Sociedad Psicoanalítica de Viena, fue
b.
estableCer siem
c. no atacar en és
nombrado primer ayudante clínico y en 1924 vicedirector (el director era
se oculta la defensa yoi<
Edward Hitschmann) del Seminario de Técnica Psicoanalítica de la Policlíni-
ca de Psicoanálisis de Viena (Marchi, 1970). Este t.rabajo le permitió aportar
Las ideas reichiana
nuevos enfoques teórico-técnicos, introduciendo la presencia del yo tanto en
al aserto de un eventua
la constitución de la neurosis como en su eventual cambio positivo, todo ello
con la consiguiente ap
a la luz de la segunda tópica freudiana y bajo la influencia de los trabajos so-
acierto que cada nuev
bre caracterología de Abraham, Jones y Ferenczi. Reich presentó en junio de
semejanza de lo que e
1926, en el citado seminario, un trabajo titulado «Sobre la ténica de la inter-
sentido la sistematizac
pretación y el análisis de las resistencias», que constituye el núcleo del tercer
traía consigo abundan
capítulo de su Análisis del carácter (Reich, 1933). Se resalta aquí la importancia
del proceso. También
de la transferencia negativa latente, llamándose la atención sobre el hecho de
guiada por la intuición
que los analistas sólo se concentran en la transferencia positiva a causa de su
ríe de shocks que el Sl
propio narcisismo. La transferencia negativa latente lleva de la mano, según
mas inconscientes a tr
Reich, la primera resistencia transferencia!, que asume habitualmente la for-
más efectivos cuanto n
ma de desconfianza y suspicacia, quedando las más de las veces sin verbali-
Algunas de las apc
zar, evidenciándose en la forma de actuar el paciente en el análisis y no en lo
cía de Rank en valor
que dice. En el X Congreso Internacional de la Asociación Psicoanalítica ce-
cuentro analítico, fuer
lebrado en Insbruck en 1927, Reich fijó su concepción del carácter, que fue
miembros de la llama
definido como una especie de alteración crónica del yo, que tiene como fun-
Con el objetivo de a,
ción básica la protección del psiquismo contra los peligros exteriores e inte-
subrayaron los perten
riores, suponiendo una especie de coraza que implica una cierta disminución
abogar por una serie e
de la movilidad de la libido, cosa que sería muy marcada en el neurótico,
péutico y evitar la in:
teoría de la estasis libidinal que había sido explicitada en La función del or-
gasmo (Reich, 1927). rencial.
Tres ingredientes
Dada la importancia dinámica y económica de la estructura caracterial,
dad, la experiencia e1
Reich preconizó, como paso previo al genuino análisis, el análisis del carác-
cuanto a la flexibilida
ter, dentro del cual el concepto de resistencia caracterial pasó a tener un
tacando al respecto t
papel fundamental, estimándose como un fenómeno que da la cara a lo lar-
terapia con el fin de
go de todo el proceso analítico, bien imposibilitando en grados diversos el
niente de la participa
seguimiento de la regla de la libre asociación, bien introduciéndose en las
de experiencias de t
más variadas resistencias transferenciales. Reich (19 3 3) refirió la forma de
sesiones, las cuales se
enfrentarse analíticamente a tales resistencias, subrayando que ello no tiene
para usar en la vida
nada que ver con la educación, la admonición o medidas semejantes, sino
tándose de esta form:
que debía apoyarse en las reglas e instrumentos psicoanalíticos clásicos,
En cuanto al prir
como la asociación libre, la neutralidad, la abstinencia y la interpretación.
xander (1946) un pa1
Concretó que el mejor camino para conducir productivamente un análisis
era: su análisis o en su vi
Antonio Sánchez-Ba"anco Ruiz Una perspectiva histórica del desa"ollo de la técnica psicoanalítica 223
para reparar la influencia traumática de hechos anteriores, lo que no debía li- como aquella manifestl
mitarse a la mera abreacción emocional, sino acompañarse de modificaciones se refleja una cierta pre
cognoscitivo-afectivas permanentes en el yo (Alexander, 1930). Ha de quedar Sifneos (1965, 196i
claro que, cuando Alexander (1950) habla de la experiencia emocional co- Anxiety-Provoking Psyc
rrectiva, no se refiere a la reactivación de viejos modelos comportamentales, extendiéndose el trata
sino a una nueva y correctiva experiencia afectiva, en base a determinadas 1979), con su Brief Dyt.
actitudes del terapeuta ante los fenómenos transferenciales, actitudes muy vas edípicas y de duel
alejadas de las preconizadas por la tradicional regla de la neutralidad. Ahora rios para la selección
bien, los pertenecientes a la Escuela de Chicago aceptaron que es en los fe- 1979, 1980), finalment
nómenos transferenciales moderados donde esto puede tomar un camino mica, considerando su
adecuado, permitiendo la progresiva desensibilización frente a los conteni- fobias crónicas, neurrn
dos psíquicos tóxicos, así como la creación de estructuras mentales más ma- Broad-Focus Short-Tern
duras. ¿Cómo se compagina la neutralidad analítica con la actitud compro- Todas estas interv
metida que exige la experiencia emocional . correctiva? Esta aparente sido validado con inv
contradicción fue esclarecida resaltando que la genuina neutralidad ha de consultados en los tra
apuntar hacia la evitación de juicios condenatorios respecto de los pensa- gunos analistas conve
mientos y conductas del sujeto y el compromiso ha de alinearse junto al pac- dones a estas interven
to de trabajo, sin el cual es imposible un análisis.
Sea como fuere, el manejo o conducción de la transferencia supone el
leitmotiv del modelo técnico propiciado por la Escuela de Chicago: la cues-
tión de un análisis productivo está en la clase y grado de relación que con- III. DESARROLLOS TI
viene favorecer para poner en marcha 1,m proceso terapéutico, resaltándose LA ESCUELA KLE
la importancia no sólo de lo transferencial, sino también de las contingencias
centradas en la relación presente entre analista y analizado. Reich, y también Adl
Una cierta continuidad de todo lo anterior se ha instaurado en los últi- un principio tales ap<
mos veinticinco años en los EE UU de América, y algo más recientemente que tuvo lugar cuan<
en nuestro país, por medio de unas técnicas psicoterapéuticas de base analí- (1936), donde se asur
tica cuyo rasgo definitorio fundamental es haber propiciado una notabilísima el análisis de las resis
abreviación del tratamiento (Sánchez-Barranco, 1991). Tal psicoterapia diná- sino que el trabajo a:
mica breve ;, ha sido definida como una técnica activa, focalizada, con una pulsional (el ello) en
meta prevista, circunscrita a la adaptación presente (Barten, 1971), que se el conflicto activado.
vale de unos criterios estrictos para la selección de pacientes, de definiciones mann La psicología dt
operacionales de la técnica y de la evidencia de sus resultados (Langsley, dos componentes en
1978). En general, la brevedad de las terapias se basa en el corto número de to de la maduración,
sesiones que en total se llevan a cabo (entre 20 y 30), aunque, cuando el ob- más, dos clases de ce
jetivo es un mero apoyo, también se acorta el tiempo dedicado a la sesión ello/ superyó) y las ii
(por ejemplo, en la llamada «Hora de Veinte Minutos» de Tedesco o en la entre el área conflict
sesión de 10 a 12 minutos de Straker). En la psicoterapia dinámica propia- ganización de intere
mente dicha, hay que destacar el concepto de foco conflictivo, que se define teórica '". Así, Hartm
,·, En este capítulo se hace una reflexión introductoria a la psicoterapia dinámica breve, '' Las contribucione:
tema que es abordado extensamente en el capítulo 20. [Nota de los comps.J de este Manual. [Nota de
Antonio Sánchez-Barranco Ruiz
Ona perspectiva histórica del desarrollo de la técnica psicoanalítica 225
ca debían ser la integración de los sectores conflictivos del yo dentro del peryó y del complejo
área libre de conflictos, objetivo que se alcanza librando aquéllos de sus siones en la técnica,
fuentes pulsionales a través de las adecuadas interpretaciones (dinámico-eco- prepúberes, que Anr
nómicas que se ocuparían del conflicto intersistémico y estructurales que se co y Melanie. a travé:
centrarían en los conflictos intrasistémicos). Kris (1951) llamó la atención so- la asociación libre, e
bre la necesidad básica de trabajar analíticamente las defensas, para poder dades tempranas y L
así reordenar a nivel preconsciente (esto es, con arreglo al proceso secunda- embargo, que con el
rio) las energías previamente inmovilizadas por el conflicto: consiguientemen- posicionamiento de
te, la interpretación más eficaz sería la que establ~ce el vínculo entre la de- de tratar niños antes
fensa yoica y los derivados psíquicos procedentes del ello. Lowenstein mento técnico, lo qu
(1951), en fin, delimitó un campo hasta entonces oscuro: lo que era una ge- citado, que apareció
nuina interpretación respecto a otras intervenciones analíticas, como las lla- En el campo teó
madas interpretaciones preparatorias (esclarecimientos, etc.), a las que consi- los freudianos se fue
deraba meras tácticas para acceder a aquélla. Klein concretara sus
A partir de todo lo anterior, la técnica psicoanalítica sufrió un vuelco sig- partir de mitad de h
nificativo, permitiendo que Eissler (1958), Zetzel (1966), Greenson (1967), versias en el seno di
Greenson y Wexler (1969), Zetzel y Meissner (1974) y otros establecieran la constitución de d1
conceptos tales como los de regresión terapéutica frente a regresión patológi- cío para Klein de p<
ca, alianza de trabajo o terapéutica (diferenciándola de la transferencia), ins- ma autónoma (Grosi
trumento y parámetro técnico, etc. La psicología del yo ha sido criticada por · En lo que se re
algunos, como Lacan, que lanzó virulentos ataques cohta sus defensores, acu- análisis freudiano y
sándolos de abandonar a Freud, adoctrinar a sus pacientes y normativizarlos males (Segal, 1967),
en función de la cultura norteamericana (Bleichmar y Leiberman, 1989). dentro de uno y o
En lo que toca a Melanie Klein y sus seguidores, en mayo de 1927 tuvo perspectivas: así, poi
lugar en la Sociedad Psicoanalítica Británica un simposio sobre psicoanálisis zan en las ansiedadt
en la infancia, planteándose una dura polémica centrada en la opuesta pers- aparece muy prec02
pectiva que sostenía Melanie Klein en relación con lo que Anna Freud había la primera sesión, s
escrito en su Introducción a la técnica del análisis de niños (1927), donde se des- para evitar descom¡:
tacaba la importancia de las relaciones presentes por encima de la transferen- jeto sin tales defens
cia en el niño de corta edad, sobre todo en lo que tocaba a la transferencia más peculiares, pue
negativa, indicándose que era imposible que en tales etapas del desarrollo se interpretándose tal
estableciera una genuina neurosis transferencia!. Todo esto estaba en la línea la teoría kleiniana di
de Hug-Hellmuth (1921), que había insistido en la función estrictamente A nuestro enter
educativa del psicoanálisis infantil, propugnando que a través del mismo de- nes teóricas kleiniar
bían inculcarse valores estéticos y morales. Nada de esto fue aceptado por tamente la neutralic
Klein, para quien la transferencia se expresaba de inmediato y con intensi- nal que esto imp
dad, aun en chicos muy pequeños, rechazando toda acción pedagógica en el identificaciones pro
análisis. Anna Freud también dudaba de los fundamentos teóricos kleinianos correspondientes di
y del valor de la técnica lúdica, pues la citada Hug-Hellmuth se valía del jue- debían analizarse la
go sólo para establecer un buen contacto con el niño y provocar reacciones
en él. Los enfrentamientos teóricos incluían, básicamente, las distintas ,::>pi- * Recuerde el lecto
niones en relación con el origen, estructura y momento de aparición del su- y sus seguidores. [Nota
Antonio Sánchez-Barranco Ruiz Una perspectiva histórica del desarrollo de la técnica psicoanalítica 227
os del yo dentro del peryó y del complejo de Edipo. Una y otra postura tenían evidentes repercu-
ando aquéllos de sus siones en la técnica, particularmente en lo referido al tratamiento de niños
ciones (dinámico-eco- prepúberes, que Anna se planteaba con un enfoque en gran parte pedagógi-
y estructurales que se co y Melanie a través de un análisis en toda regla, donde el juego sustituía a
llamó la atención so- la asociación libre, efectuando interpretaciones transferenciales de las ansie-
defensas, para poder dades tempranas y las defensas precoces que las rodean. Es bien cierto, sin
o al proceso secunda- embargo, que con el paso del tiempo Anna Freud se fue acercando algo al
.cto: consiguientemen- posicionamiento de Klein en lo que hace referencia a aceptar la posibilidad
1vínculo entre la de- de tratar niños antes del período de latencia y emplear el juego como instru-
del ello. Lowenstein mento técnico, lo que puede verificarse en la versión de 1946 del texto antes
o: lo que era una ge- citado, que apareció entonces con el título de Psicoanálisis de niños.
alíticas, como las lla- En el campo teórico \ sin embargo, el alejamiento entre los kleinianos y
etc.), a las que consi- los freudianos se fue acusando progresivamente, sobre todo después de que
Klein concretara sus teorías de las relaciones objetales y de las posiciones, a
:a sufrió un vuelco sig- partir de mitad de la década de los cuarenta. Ello condujo a grandes contro-
66), Greenson (1967), versias en el seno de la Sociedad Psicoanalítica Británica, desembocando en
y otros establecieran la constitución de dos grupos de formación en dicha sociedad, con el benefi-
e a regresión patológi- cio para Klein de poder organizar desde entonces una escuela en cierta for-
~ la transferencia), ins- ma autónoma (Grosskurth, 1986).
> ha sido criticada por En lo que se refiere a los aspectos de la técnica aplicada en adultos, el
ta sus defensores, acu- análisis freudiano y el kleiniano no presentan aparentemente diferencias for-
ntes y normativizarlos males (Segal, J967), pero cuando se acerca uno al trabajo que se lleva a cabo
eiberman, 1989). dentro de uno y otro encuadre, hay claros distanciamientos entre ambas
:n mayo de 1927 tuvo perspectivas: así, por ejemplo, las interpretaciones de los kleinianos se focalí-
sio sobre psicoanálisis zan en las ansiedades psicóticas y sus defensas, entendiéndose que todo ello
fa en la opuesta pers- aparece muy precozmente en la transferencia, interviniéndose incluso desde
¡ue Anna Freud había la primera sesión, sin que se toquen las defensas yoicas más estructuradas
: (1927), donde se des- para evitar descompensaciones innecesarias, que darían la cara al dejar al su-
tcima de la transferen- jeto sin tales defensas. En el caso del análisis infantil, los kleinianos son aún
:aba a la transferencia más peculiares, pues el niño juega con ciertos elementos preparados ad hoc,
apas del desarrollo se interpretándose tal actividad y las verbalizaciones que la rodean a la luz de
esto estaba en la línea la teoría kleiniana de las relaciones objetales y de las posiciones.
función estrictamente A nuestro entender, existe una total conformidad entre las construccio-
través del mismo de- nes teóricas kleinianas y la técnica correspondiente: el analista respeta estric-
:sto fue aceptado por tamente la neutralidad, acepta las proyecciones del sujeto y el clima emocio-
1ediato y con intensi- nal que esto implica y devuelve con sus interpretaciones lo que las
ción pedagógica en el identificaciones proyectivas conllevan, esto es, las ansiedades psicóticas y las
os teóricos kleinianos correspondientes defensas precoces. Más tarde, tras admitir Klein (1952) que
muth se valía del jue- debían analizarse las fantasías inconscientes que el paciente pone en marcha
r provocar reacciones
nte, las distintas opi- * Recuerde el lector lo expuesto en el capítulo 6 sobre las aportaciones de Melanie Klein
> de aparición del su- y sus seguidores. [Nota de los comps.]
Una perspectiva histórica del d,
228 Antonio Sánchez-Barranco Ruiz
peraron rigideces an- Finalmente, en lo que se refiere a Jacques Lacan, mantuvo que la palabra
que el paciente dirige a su analista es el fundamento de la cura, dado que la
inicialmente este tér- verdad del inconsciente se revela por medio del lenguaje y que toda palabra
[a que no estaba sufí- apela a una respuesta, conlleva una demanda. Sin embargo, en una aparente
') lo acepta explícita- paradoja, los lacanianos son analistas muy silenciosos, lo que tiene su justifi-
iva late la idea de cación, como expresa Riflet-Lemaire (1970), en que la frustración de la de-
el paciente deposita manda es el único medio de que se dispone para provocar la regresión del
sando éste a ser una sujeto de un significante a otro de su demanda, pudiéndose alcanzar así el
;íquicos y somáticos), significante primero e inconsciente del deseo que late tras ella.
1 tal situación.
Lacan (1952, 1956) * sostuvo inicialmente que es el analizado quien debe
,mo brusca y descon- encontrar su verdad, correspondiendo al psicoanalista el papel de un testigo
n adoctrinadoras, vi- que garantiza que la palabra del paciente llega al «otro», por lo que ha de
~s, con la consiguien- cuidar con esmero no atraer para sí una relación de identificación o ciertos
!nciales. Los críticos fenómenos transferenciales, pues ello sería indicio de que algo ha fallado en
o a un conocimiento el análisis. De aquí el ·papel de «muerto» (figura del bridge) que Lacan asignó
profundas y simbóli- al analista: muerto para todas las falsas certezas y para todos los espejismos
:uradas. Para superar del analizado, muerto para rechazar de su cuenta los fenómenos transferen-
~er, Grinberg, Rosen- ciales. Tal planteamiento es, a nuestro entender, una manera de expresar el
icaciones en la técni- tradicional papel de frustrador del analista: el paciente reclama respuestas a
JS teóricos de Klein,
sus demandas, suponiendo que su analista lo sabe todo («sujeto supuesto· sa-
·anos en relación con ber»), atribución que éste debe evitar a toda costa. Opina Lacan (1952, 1953-
la pulsión de muerte 1954) que el sujeto puede esperar, hasta el instante en que se encuentre fren-
. Sin embargo, se ha te a la primera e inconsciente demanda de su deseo, que aparece como
el trabajo interpre- consecuencia de la falta esencial que vivió cuando era bebé: ser el objeto del
as sin considerar an- deseo del «Otro», ser el falo, lo que constituye el significante primero.
1aquí y ahora de la En el proceso analítico ha de tener lugar, pues, una dialéctica de la pala-
yo. El analista, ade- bra vacía, con una neutralidad absoluta por parte del analista que ha de
iedades del paciente mantenerse hasta que el sujeto descubra su significante primero. Pero, para
rtancia definitiva de Lacan (1956), también existe la palabra _plena, que se sitúa en el término de
erpretación (Racker, la regresión, que es cuando deberá aparecer la interpretación o nominación
(Fages, 1970): el analista ha dejado hablar y hablar al analizado con aparente
rn, Guntrip, Balint y indiferencia· («palabra vacía» que nace de lo imaginario), sin preocuparse de
objetales, han dado la pretendida realidad histórica que éste revela, pues el interés del analista
ienciales reales en el está, dice Lacan (1955), en las rupturas del discurso (actos fallidos, lapsus, si-
los objetos más sig- lencios, desórdenes del recuerdo, caprichos de la asociación libre, etc.), a par-
percutido en la téc- tir de lo que efectúa pacientes reconstrucciones, hasta el momento en que
de mero continente puede revelar, nominar, todo lo que el analizado ha tejido a partir de su sig-
de holding o sostén nificante primero: la interpretación nace, así, a partir de las traiciones del len-
arecer, tras la regre- guaje, estableciendo una nueva relación entre el sujeto y las palabras que ri-
nacimiento» (Balint)
afectivas que el su- '' Una breve revisión de la contribución de Lacan al psicoanálisis figura como capítulo 8
de este Manual. [Nota de los comps.]
230 Antonio Sánchez-Barranco Ruiz Una perspectiva histónca del de
gen su existencia, a~
ESQUEMA l. Desarrollo histórico de la técnica psicoanalítica orden de lo simbólic
Lacan pensó dut
Etapa prepsicoanalítica que la transferencia
Conocimientos psico(pato)lógicos precientíficos características del et
- - - - - - - - ! - - - - - -t - - - - -- - - - mó que tal fenómeni
Práctica terapéutica (hipnosis, sugestión) pone que el sujeto t1
porciona a la transJ
preciso su análisis p:
acceso a la «verdad»
Etapa protopsicoanalítica Ahora bien, inch
Conocimientos teóricos protocientíficos
(teoría de la seducción)
tica no hay esencial
una convencional: el
--------! - -----t---------
ticos son semejantes,
Perfeccionamiento de la práctica
(método catártico, método de los apremios) ocasiones se instaura
el inconsciente del ar
RESUMEN
sciente)
La técnica psicoanalítica no nació al margen de otras prácticas terapéuticas
anteriores y s·imultáneas, siendo sus fuentes inmediatas la hipnosis y más
concretamente el método catártico de Breuer. Sucesivas modificaciones de
esta intervención abocaron en el psicoanálisis, cuya fecha de nacimiento
puede situarse en 1896. A partir de este momento, y hasta 1915, Freud fue
fijando las indicaciones del análisis, las normas de encuadre, las reglas técni-
cas, los instrumentos de trabajo, los contenidos del proceso terapéutico y la
al teoría de la cura, quedando establecida la técnica psicoanalítica clásica.
Los deseos de aumentar la eficacia y abreviar el proceso, así como de
extender la aplicación del psicoanálisis a diversos campos (infancia, psicó-
ticos, etc.), llevaron a algunos miembros del paradigma a proponer ciertas
cía, etc.)
innovaciones, algunas de las cuales cayeron en el olvido y otras han servi-
do de asiento a prácticas actuales. Deben ser señaladas como aportaciones
fundamentales las de Ferenczi, Rank y Reich, así como las ideas de la Es-
cuela de Chicago y las pertenecientes a la psicoterapia dinámica breve, y,
en otro orden de cosas, las de la psicología del yo, del grupo kleiniano y
nos, etc.
lacanianas. Con sus peculiaridades, todas estas propuestas tienen un nu-
cleo común y forman una línea continua con las ideas freudianas.
~ve,
~. etc.
232 Antonio Sánchez-Ba"anco Ruiz 10. EL PROCE
Y SUS DIF
DEL TRATi
LECTURAS RECOMENDADAS J
De la abundantísima literatura sobre la historia del psicoanálisis y en concre- EDUARDO CHAMOR
to sobre su cara técnica, podemos destacar los siguientes:
Bernstein y N
efectivos» que, seg
Universidad Complute
r
itonio Sánchez-Barranco Ruiz 10. EL PROCESO DE LA PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA
Y SUS DIFERENTES MODELOS. LAS «REGLAS BÁSICAS»
DEL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO
.,
ite, Madrid, Gredas,
Universidad Complutense.
234 Eduardo Chamorro Romero El proceso de la psicoterap;
(1986). Estos autores, y de forma muy marcada los psicoanalistas que se en- l. La recolec
globan bajo la «psicología del yo», han destacado el concepto de «alianza te- 2. El ordena1
rapéutica» introducido por Freud en el «Esquema de psicoanálisis» (1938). 3. El ordena1
4. El umbral
5. El procese
I.2. El modelo de proceso a través de la formación, desarrollo y disolución r
de la neurosis de transferencia Más recientem
desarrollo. Consta
Esta línea de trabajo fue iniciada por Menninger (1958), tomando como pun- turación gradual»
to de partida el trabajo de Freud sobre «La dinámica de la transferencia» al día de las fijacio
(1912). Aquí se planteaba el proceso de la cura a través de la disolución de la El primero cor
neurosis de transferencia creada en la situación analítica.
Menninger considera que la neurosis de transferencia es el factor funda- l. En el corr
mental del cambio. ternal», proporcior
Weiss, Sampson y otros (1986) describen la terapia psicoanalítica como 2. El pacient
un proceso permanente de conflicto entre la necesidad del paciente de ex- mantienen sus sínt
presar en la transferencia sus creencias patógenas y el trabajo del analista por 3. El pacien1
desarticular las fantasías inconscientes que las sostienen y desactivando así con su madre.
las defensas. 4. El pacien1
tranquilidad en su
estratégica «retirad
I.3. El modelo del proceso como analogía con el desarrollo infantil 5. Se aborda
temprano dad sexual.
6. Se elabora
Este modelo parte de la consideración del tratamiento como un proceso que 7. Se elabor2
reproduce el desarrollo del paciente, desde las etapas más tempranas a las mismo.
más evolucionadas. Nace a partir de la teorización de Melanie Klein sobre el
desarrollo infantil. Así, ya en 1936 Joan Riviere y Susan Isaacs, colaboradoras Paralelamente
directas de Melanie Klein, expusieron el llamado «principio de continuidad a través del análisi:
genética». El proceso analítico es pensado como una secuencia en la que ca- Estos dos pm
da fase se asienta sobre la anterior. Tal modelo de trabajo permite disponer confunden en los .
de un supuesto básico para la ordenación de los fenómenos de observación sos y narcisistas).
(Riviere, 1936). Thoma y Kad
Estas mismas concepciones sirven a Bion (1955) para desarrollar un mo- tenta Fürstenau.
delo de proceso de cambio analógico al desarrollo infantil y aplicarlo al aná-
lisis de la psicoterapia grupal. A partir del concepto de «supuesto básico»
puede articular la rica gama de fantasías inconscientes y ansiedades básicas I.4. El modelo de
descritas por Melanie Klein.
En la misma tradición kleiniana se encuentra el modelo que sobre el i Este modelo se ba
proceso psicoanalítico ofrece Meltzer (1967). Nos limitaremos a reseñar las proceso de «restat:
fases por las que, según este autor, atraviesa la terapia psicoanalítica: Kohut describ
Eduardo Chamorro Romero El proceso de la psicoterapia psicoanalítica y sus diferentes modelos 237
odelo que sobre el Este modelo se basa en los trabajos de Kohut (1971, 1977 y 1984) acerca del
remos a reseñar las proceso de «restauración (o reconstrucción) del selfi>.
oanalítica: Kohut describe seis fases:
[
1 roducen continua-
sistema del otro y
ferapéutico consiste
te coloca en el ana-
Favorecer la introspección y la expresión emocional, a través de la aso-
ciación libre.
Promover el papel activo del paciente en el trabajo analítico.
Promover la toma de conciencia acerca de la experiencia y de la organi-
mentales: zación cognitiva y emocional.
Devolver los errores de manera correctora.
y ahora», que posi- Junto a estas estrategias, el analista debe movilizarse continuamente so-
a. bre dos «ejes básicos»: el descubrimiento de los significados únicos y perso-
avés de una «distri- nales del paciente; y el esclarecimiento de los contextos completos de esos
e acerca a la teoría significados personales, integrando lo cognitivo y lo emocional.
correctiva»).
, do una mayor dife-
I.6. El «modelo focal» o modelo del proceso dirigido estratégicamente
tico orientado a la Este modelo parte de la consideración de la terapia psicoanalítica como una
análisis de la trans- terapia focal continuada, de duración indefinida y de foco cambiante.
8quisición, por par- Balint y otros (1985) encuentran los orígenes de este modelo en el propio
e considera un sig- Freud y sostienen que el tratamiento de «Catalina» («Estudios sobre la histe-
ria», 1895) fue la primera psicoterapia focal de orientación analítica.
240 Eduardo Chamorro Romero El proceso de la psicoteraJ
os estratégicamente» ca» más adecuada. Dicho de otra manera: en ir definiendo los focos ade-
k (1924). El primero cuados para cada situación concreta.
as «técnicas activas» Luborsky y otros (1985) -en la misma línea- conciben el proceso
tamiento que deben psicoanalítico como una técnica que permite al analista orientarse, buscar
y descubrir las mejores condiciones para que se produzca el cambio en el
paciente.
1n de conflictos ocul-
f versidad de Ulm ha
f «focales». Thoma y
En primer lugar, haré unas consideraciones sobre «el habla y la escu-
cha» en la sesión analítica. Partiré de la confrontación de dos textos: uno
apéutica basado en de ellos, de Schiller, que Freud introdujo en el segundo capítulo de la In-
terpretación de los sueños, realizada en 1909; el segundo, un texto de Freud,
en el mismo capítulo.
[
r al esclarecimiento En la segunda parte, siempre desde la perspectiva del habla y la escu-
cha, me referiré a la transferencia. Es en el ámbito de la relación transfe-
io y largo plazo. rencial donde se hace posible el decir ocurrencias y, a su vez, es este decir
pótesis de trabajo. ocurrencias lo que sostiene la relación transferencial, en un esfuerzo conti-
be estar contrastada nuado, que atañe a ambos, analista y analizante, y que nunca llega a su ple-
na consecución. En algún momento debe fracasar, lo sabemos bien, pero
apéutico lleva al au- no por ello deja de ser «regla básica», ideal propuesto en el que los dos in-
terlocutores se comprometen. Pero es al analista al que corresponde una ~
función precisa: la de estar «recreando» el espacio transferencia!. Pues,
o reside en la capa- ' como acabamos de señalar, está siendo irrevocablemente llevado al fraca-
<estrategia terapéuti- so. La interpretación vuelve a remitir el diálogo analítico al «lugar» del
242 Eduardo Chamorro Romero El proceso de la psicoterapz;
que ha «caído»: al inconsciente. Que es, así, «recreado» cada vez, construi- Dice así:
do, producido.
La explicación de tl
pone a tu imaginaci<
Il.1. El habla y la escucha en la sesión analítica fora. No parece bm
entendimiento exarr
En el I Congreso Internacional de Psicoanálisis, celebrado en Salzburgo a puertas mismas, por
significante y osada,
fines de abril de 1908, Otto Rank leyó un párrafo, que había descubierto
también desdeñable
en la correspondencia de Schiller con su amigo Korner 1. El texto interesó de eso puede juzgai
a Freud y lo incorporó en el capítulo segundo de la Interpretación de los templarla en su uní<
sueños 2. dimiento ha retirad,
péle-méle, y entoncei
1 Jones (1989, vol. 2, p. 51) -a quien debemos la información- subraya la insistencia de
mulo y modelarlo. '
Freud en encabezar las invitaciones al mismo con la expresión «Zusammenkunft für vergüenza o temor
Freud'sche Psychologie» (reunión de psicología freudiana), «título de carácter personal nada todos los creadores
usual para una asamblea científica» -critica, con razón, Jones. Más tarde, cuando Abraham
pensante del soñadi
consultó a Freud sobre cómo referirse al congreso ~pues trataba de publicar el trabajo
que allí había leído-, éste contestó «que se trataba de una reunión meramente privada y que
demasiado pronto y
Abraham no tenía por qué mencionarla» (ibzd). Freud había presentado, durante cuatro ho-
ras, en ese congreso (o reunión privada) el relato del «Análisis de un caso de neurosis obsesi- Podemos sospe
va» (hombre de las ratas). Ya había hablado de este caso al mes justo de empezar el trata- sado por un sentim
miento, en las reuniones de la Sociedad Psicoanalítica de Viena del 30 de octubre y del 6 de de lo «ya dicho» pe
noviembre de 1907. Más adelante, el 20 de noviembre del mismo año y el 22 de enero y el 8
siglo antes! Retorne
de abril de 1908, fue dando informes breves sobre- el historial. El caso había generado tam-
bién una importante cantidad de anotaciones -sobre todo, la primera parte del tratamien- pleado él hacía une
to- que, afortunadamente, se han conservado. Es, quizá, el relato clínico que más informa- ne, como él, a anali:
ción nos ofrece sobre el estilo de trabajo de Freud. , flexión» y la de «ol
Creo que estos datos dan idea suficiente de la intensidad transferencia! que significó este
paciente para Freud.
2
En ambos casos tier
La inclusión del texto de Schiller en el capítulo segundo de la Interpretación de los sueños
es, sin duda, una deferencia con Rank quien, a partir de entonces, se encargaría de las revisio-
cita, además, una cr
nes periódicas del libro. Y el recurso a una «autoridad» tan prestigiosa como la de Schiller rrencias que le viern
servía de apuntalamiento a las vacilaciones -y contradicciones- propias de alguien que ha- modo que no sigue
bía expuesto, nueve años antes, su propia intimidad (su sueño de la «inyección a Irma»), pero, otros pensamientos
también, fuertemente convencido de que ésa era la única forma de establecer un «método» entonces los sofoca :
para la interpretación de los sueños. tiene más trabajo qu
Recordemos las últimas palabras de Freud en este capítulo, antes del «Informe prelimi- ciencia una multituc
nar» al relato del sueño de la inyección a Irma: «Ahora debo rogar al lector que durante un hensibles [Freud, 19(
buen trecho haga suyos mis intereses y se sumerja conmigo hasta los menores detalles de mi
vida, pues el interés por el significado escondido de los sueños exige imperiosamente una tal
transferencia.» . Confrontar est
No podemos detenernos en un análisis de los temas que estoy señalando referentes a x10nes que deseo
este capítulo. Pero permítaseme una observación: la inclusión del texto de Schiller, en el nalítico.
que éste, filósofo y poeta, habla al amigo que se queja de su falta de productividad, viene a
reforzar el carácter que Freud confiere a la producción onírica. Me refiero a la dimensión simbólica» y «método
de «textualidad». El sueño es concebido como un «texto», es decir, como lo que va que- tica» de Artemidoro.
dando «tejido» en el acto que lo produce (poiesis). De ahí, que la interpretación tenga ca- 3 Véase el desarro
rácter de «desciframiento». Recuérdese la distinción que hace Freud entre «interpretación sueños.
Eduardo Chamorro Romero · El proceso de la psicoterapia psicoanalítica y sus diferentes modelos 243
l
demasiado pronto y espigáis con excesivo rigor 3.
eramente privada y que
ado, durante cuatro ho-
caso de neurosis obsesi- Podemos sospechar que el interés de :Freud por este texto debió estar impul-
to de empezar el trata- sado por un sentimiento de «inquietante extrañeza»: el que provocaría la eséucha
¡o de octubre y del 6 de de lo «ya dicho» por él mismo y que retornaba, pero dicho ahora por otro y... ¡un
p y el 22 de enero y el 8 siglo antes! Retorno del mismo pensamiento y las mismas imágenes que había em-
so había generado tam-
era parte del tratamien- pleado él ha.cía unos años, cuando para poder definir la actitud del que se dispo-
ínico que más informa- ne, como él, a analizar los propios sueños, tuvo que contraponer la actitud de «re-
flexión» y la de «observación de sí mismo» o «autopercepción»:
encía! que significó este
En ambos casos tiene que haber atención reconcentrada, pero el que reflexiona ejer-
terpretación de los sueños
cita, además, una crítica a consecuencia de la cual desestima una parte de las ocu-
ncargaría de las revisio-
osa como la de Schiller rrencias que le vienen, después que las pe_rcibió; a otras las interrumpe enseguida, de
pías de alguien que ha- modo que no sigue las vías de pensamiento que ellas abrirían, y aun con relación a
nyección a Irma»), pero, otros pensamientos sabe arreglárselas para que ni siquiera devengan conscientes, y
establecer un «método» entonces los sofoca antes de percibirlos. En cambio, el que se observa a sí mismo no
tiene más trabajo que el de sofocar la crítica; conseguido esto, se agolpan en su cons-
s del «Informe prelimi- ciencia una multitud de ocurrencias que de otro modo habrían permanecido inapre- )
1 lector que durante un hensibles [Freud, 1900].
menores detalles de mi
imperiosamente una tal
. Confrontar estos dos textos puede servirnos de introducción a las refle-
señalando referentes a x10nes que deseo exponer sobre las «reglas básicas» del tratamiento psicoa-
exto de Schiller, en el nalítico.
productividad, viene a
! refiero a la dimensión simbólica» y «método de desciframiento» y la nota agregada, en 1914, sobre la «Oneirocrí-
, como lo que va que- tica» de Artemidoro.
nterpretación tenga ca- 3 Véase el desarrollo de los epígrafes E y F del capítulo primero de la Interpretación de los
:nto» es presentado singulariza, le echa en cara su identidad -así debe entenderse creo el uso
'
de la segunda persona del plural y el «o como quiera que os llaméis». ' Con
1terioridad» protegi-
~xterioridad» de las ese recurso retórico puede expresar cuál es la angustia que sobrecoge al
~ proceden las ideas creador: «sentís vergüenza o temor frente a ese delirio momentáneo, pasaje-
t en detener, en las ro, que sobreviene a todos los creadores genuinos y cuya duración mayor o
:t «demasiado rigor», menor distingue al artista pensante del soñador».
.en, ¿en qué consiste El texto de Freud va dirigido a establecer la distinción entre «reflexión»
su conexión con las y «autopercepción». Distinción necesaria para fundamentar la metodología
:s, pues percibe que de la interpretación de los propios sueños.
ese espacio interior, El que reflexiona, a juicio de Freud, ejerce la crítica sobre las ocurren-
cias. Son tres los posibles efectos de la crítica: a. desestimación (Verleugnung)
r la guardia» de las de una parte de las ocurrencias después de haberlas percibido, b. interrup-
~ péle-méle hacia ese ción de «las vías de pensamiento» que hubieran abierto y c. sofocación (no
~stante para contem- utiliza el término «represión») antes de la percepción «para que ni siquiera
pnces -sólo enton- devengan conscientes».
ta el gran cúmulo y «En cambio, el que se observa a sí mismo -nos dice Freud, no sin iro-
nía- no tiene más trabajo que el de sofocar la crítica». La autopercepción
ara ascendencia pla- supone, pues, un esfuerzo de sofocación. Es así como «se agolpan en su
a producción poéti- conciencia una multitud de ocurrencias que de otro modo habrían p~rma-
egundo» del enten- necido inaprehensibles». Se aumenta el campo perceptivo. Es ésta la cuali-
8.eas han traspasado dad que tanto admiramos en los creadores plásticos o literarios.
os decir, si han ac- A continuación se enfrenta Freud con el problema de la transformación
riéndonos a este es- de las «representaciones involuntarias» en imágenes visuales y acústicas. El
esentaciones». Han tema es de máxima importancia en el recorrido que estamos haciendo. Y es
acio interior donde éste el eslabón que nos lleva a la segunda parte de nuestro desarrollo.
ndo están en dispo-
bles», ahora, quizá,
En ello residiría, es- 11.2. La transferencia
- puede aquél [el
odelarlo». (Cabe la
cómo es posible la
ado en imágenes).
Hasta ahora hemos hecho una descripción, a partir del texto de Schiller,
tomado por Freud como referencia, de los procesos de transformación
-desplazamientos y nuevos enlaces- que experimentan las «ideas» -en la
terminología de Schiller- o, en la terminología de Freud, las «ocurrencias».
1
os «señores críticos,
ión, el interlocutor. Nos preguntamos qué es lo que hace posible esos procesos de transfor-
nes para que pueda mación. ¿Por qué los pensamientos inconscientes se desplazan por los di-
e se está intentando ferentes espacios psíquicos, rompen sus nexos con otros pensamientos y
árrafo: «La explica- establecen nuevos nexos? Creo que estas preguntas nos introducen adecua-
tono. Penetra, diría- damente en la problemática de la transferencia. Obviamente, nos limitamos a
n sus invectivas. Lo unos aspectos básicos.
Lo primero d~ todo, una reflexión sobre el significado del término utili-
zado por Freud: Ubertragung. Equivale a «traslado», «envío», «transferencia».
eferida a los sueños.
Es el primer significado con el que Freud usa el término en La interpretación
246 Eduardo Chamorro Romero El proceso de la psicoterapz~
de los sueños. Se trata de un traslado de sentido que realiza el deseo incons- ella produce en el
ciente: determinado significado atribuido a un determinado significante es ferencia viene a ce
desplazado hacia otro significante. Es ése precisamente el descubrimiento más bloquea. Y de
freudiano sobre los sueños. Los sueños, en sí, no significan nada. Utilizan sig- tenemos noticia -
nificantes (restos diurnos, recuerdos, etc.) y les cambian las conexiones la-1, ocurrencias.
-atribuciones de significado- que tienen en la vigilia, estableciendo nuevas ¿A qué se debt
conexiones. Será a partir del relato del sueño cuando se puedan ir desvelan- Habría que si
do algunos de estos desplazamientos y cambios en las conexiones. La inter- a pasar al «espaci1
pretación de los sueños, en esta época, consistía en el desciframiento de las acontecimientos Y
diversas «transferencias» que va realizando el deseo inconsciente de unos tuado sobre ellos
significantes a otros, eligiendo aquéllos con los que disfrazarse mejor para dos. Están destina,
huir de la censura. Así lo plantea
A partir del análisis de Dora se va a dar un paso importantísimo en la con-
ceptualización de la transferencia. El analista -o, mejor, lo que representa el El enfermo puede n
analista para el deseo del analizante- va a incorporarse a este movimiento de lo esencial. Si tal srn
transferencias como un significante más entre aquellos por los que circula el construcción que se
deseo. El analista se ofrece como un significante más en el mercadeo de trans- vencía presente, en
mento del pasado. ]
ferencias. Y, por tanto, expuesto a ser utilizado de muy diversas maneras en los
siempre por conteni
avatares del deseo. «Entonces, la transferencia freudiana es el momento en que plejo de Edipo y su
el deseo del pací,~nte se apodera del terapeuta, en que el psicoanalista -no su rreno de la transfere
persona- imant.1 las cargas liberadas por la represión» (Miller, 1984, p. 65).
No es, pues, la transferencia, en su esencia, un movimiento del afecto diri- Se trata, pues,
gido a la persona del analista. Ello pertenece a los fenómenos transferenciales. esos pensamientm
La transferencia en sí misma debe considerarse como el ir haciéndose trar con la situaci<
realidad lo inconsciente, en un tiempo localizable. Realidad sexual de la que resistencia, dice F
no sabemos ni podemos saber. Pero de la que algo inferimos por el hecho de hay que olvidar q
quedar incluido el analista - lo que representa para el analizante- en el jue- tencia a los esfue1
go de desplazamientos del deseo. Y, precisamente por ello, por este quedar analizado parte de
el analista a disposición del deseo, la transferencia puede ser un obstáculo Más adelante,
}
¡.:~, f
/
,1
V
para la cura o, por el contrario, convertirse en su auxiliar más poderoso. las fuentes de la r
transferencia, del t
Son reediciones de las emociones y fantasías que a medida que el análisis avanza no Posiblemente
pueden menos que despertarse y hacerse conscientes [...]. Lo característico es la susti-
ferencia, se debe :
tución de una pen:ona anterior que la persona del médico [.. .]. El máximo escollo pa-
sa a ser el auxiliar más poderoso [Freud, 1905, pp. 101-103].
analista, en su pre
de tal trasposiciót
Ahora bien, desde la perspectiva que hemos adoptado -la que ofrece el traumático. En elle
análisis de las dos reglas básicas- podemos entender cómo esta condición Y de ahí la ne
paradójica de la transferencia -ser, por un lado, «el máximo escollo», y, por tualizarse la situac
otro, «el auxiliar más poderoso»- encontrará una manifestación en el blo- cho de otra maner
quearse o el fluir de las ocurrencias. No se trata, por tanto, de un mayor o abstinencia» apare
menor afecto en:re el analizante y el analista, ni de la cualidad de tal afecto, la ética psicoanalí1
sino el ponerse o no en acto una determinada estructura y de los efectos que En este trabaj,
Eduardo Chamorro Romero El proceso de la psicoterapia psicoanalítica y sus diferentes modelos 247
i.liza el deseo incons- ella produce en el proceso de la cura. En el desarrollo del proceso, la trans-
inado significante es ferencia viene a convertirse, paradójicamente, en lo que más facilita y lo que
e el descubrimiento más bloquea. Y de este transcurrir de los efectos de una estructura en acto,
an nada. Utilizan sig- tenemos noticia -obviamente, no puntual y unívoca- por el fluir o no de
bian las conexiones las, ocurrencias.
estableciendo nuevas ¿A qué se debe el fluir o no de las ocurrencias?
: puedan ir desvelan- Habría que suponer que los pensamientos (gedanken) que se resisten /
:onexiones. La inter- a pasar al «espacio de la transferencia» son aquellos que están asociados a ,
:lesciframiento de las acontecimientos vividos por el sujeto como traumáticos. La represión ha ac-
riconsciente de unos tuado sobre ellos con especial fuerza y no permite que puedan ser recorda- )
isfrazarse mejor para dos. Están destinados a repetirse.
Así lo plantea Freud en Más allá del principio del placer (1920):
)rtantísimo en la con-
, lo que representa el El enfermo puede no recordar todo lo que hay en él de reprimido, acaso justamente
a este movimiento de lo esencial. Si tal sucede, no adquiere convencimiento ninguno sobre la justeza de la
>or los que circula el construcción que se le comunicó. Más bien es forzado a repetir lo reprimido como vi-
vencia presente, en vez de recordarlo, como el médico preferiría, en calidad de frag-
el mercadeo de trans-
mento del pasado. Esta reproducción, que emerge con fidelidad no deseada, tiene
versas maneras en los
siempre por contenido un fragmento 'de la vida sexual infantil y, por tanto, del com-
:s el momento en que plejo de Edipo y sus ramificaciones; y regularmente se juega [se escenifica] en el te-
psicoanalista -no su rreno de la transferencia, esto es, de Ía relación con el médico [Freud, 1920].
(Miller, 1984, p. 65).
niento del afecto <liri- Se trata pues, de una resistencia específica que se debe a la conexión de
0
os transferenciales. esos pensamientos con la figura del analista. Resistencia a volverse a encon-
mo el ir haciéndose trar con la situación traumática, anudada ahora a la presencia del analista. Y
dad sexual de la que resistencia, dice Freud en el mismo texto, no debida al inconsciente -«no
mos por el hecho de hay que olvidar que el inconsciente, lo reprimido, no ofrece ninguna resis-
alizante- en el jue- tencia a los esfuerzos de la cura»-, sino debida al yo - «la resistencia del
llo, por este quedar analizado parte de su yo».
de ser un obstáculo Más adelante, en «Inhibición, síntoma y angustia» (1926) Freud revisaría
las fuentes de la resistencia. Distinguiría la resistencia de la represión, de la
transferencia, del ello y del superyó.
e el análisis avanza no Posiblemente la resistencia de los pensamientos, en el espacio de la trans-
aracterístico es la susti-
ferencia, se debe al hecho de que se perciben, en conexión con la figura del
El máximo escollo pa-
analista, en su proceso de transformación en imágenes visuales. El resultado
de tal trasposición es la visualización y presentificación del acontecimiento
o -la que ofrece el traumático. En ello residiría el carácter resistencia! de la transferencia.
ómo esta condición Y de ahí la necesidad del «trabajo en transferencia» para que pueda reac-
ximo escollo», y, por tualizarse la situación traumática, desprovista de su carga pulsional sexual. Di-
fifestación en el blo- cho de otra manera, para que pueda «historizarse». La denominada «regla de la
¡anto, de un mayor o
alidad de tal afecto,
y de los efectos que
abstinencia» aparece, desde esta perspectiva, como la condición impuesta por
la ética psicoanalítica para que pueda realizarse el «trabajo en transferencia».
En este trabajo la interpretación del analista tiene una función especfu:
l
248 Eduardo Chamorro Romero
11. DIAGNÓSTJ
PSICOANAl
abrir el diálogo analítico a su dimensión inconsciente. Esto quiere decir que
la interpretación analítica no puede equipararse a la interpretación herme-
néutica. No se trata de buscar un «significado latente». La interpretación PILAR ÜRTIZ QurNTi
debe tender a la «construcción».
La construcción freudiana está más allá del significado que el paciente pue-
da atribuirle. Su finalidad es conseguir que «continúe la representación»
(Freud, 1937). Es decir, que continúe el trabajo en transferencia. Sabiendo que
la transferencia engendra en sí misma un límite irred~ctible a la interpretación.
l. LA EVALUACIÓJI
RESUMEN La posición del psi
bastante controver1
En este capítulo se desarrollan dos temas que constituyen un marco teórico
tas a favor de la n
para la psicoterapia psicoanalítica. En el primero de ellos, con estilo expositi-
tratamiento porque
vo, se presentan seis modelos teóricos (metáforas) para entender el curso del
tica, o bien respue
proceso terapéutico que se activa en la psicoterapia conducida bajo premisas
incluso, un obstácu
teóricas y técnicas del psicoanálisis. Aunque los diferentes modelos expues-
En el Proyecto
tos están extraídos de posicionamientos teóricos diferentes, o quizás precisa-
ninger, Appelbaum
mente por ello, se trata de propuestas complementarias y no necesariamente
dones más seguras
excluyentes para la descripción y conceptualización de los procesos que se
ción de los tests en
activan en la psicoterapia.
y veían en las entre
En la segunda parte, a través del comentario de dos textos de Freud, se ac-
las dificultades de
cede a considerar las reglas básicas de la psicoterapia psicoanalítica, en cuanto
de mayor exigenci~
condiciones de posibilidad de la misma: la recreación del espacio transferencial
A través del exame
a través de la asociación libre, la atención flotante y la abstinencia.
como desechar deb
En algunos cas
ria, o al menos de:
LECTURAS RECOMENDADAS cuanto que neces1
más rápidamente p
Al hilo del contenido de este capítulo es aconsejable hacer simultáneas las si- pecialmente en psü
guientes lecturas: peuta un mejor co11
La importancia
Freud, S. (1900), «La interpretación de los sueños», Obras completas, Buenos tudios sobre seguin
Aires, Amorrortu, tomos IV y v, pp. 197 6-1990. cabo en la Clínic:
Workshops de Exn
- - (1914, 1915), «Puntualizaciones sobre el amor de transferencia (Nuevos resultados similare:
consejos sobre la técnica del psicoanálisis, Ill)», Obras completas, Buenos
Aires, Amorrortu, t. XII, pp. 1159-1174. El psicodiagné
personalizada y un
- - (1937 b), «Construcciones en el análisis», Obras completas, Buenos Aires,
Universidad Complute
Amorrortu, t. XXIII, pp. 255-270.
Eduardo Chamorro Romero
11. DIAGNÓSTICO Y EVALUACIÓN PARA LA PSICOTERAPIA
PSICOANALÍTICA
sto quiere decir que
terpretación herme-
». La interpretación
PILAR 0RTIZ QUINTANA
sobre los aspectos patológicos que pueden haber quedado encubiertos en la que no se estudia el
entrevista. los procedimientos.
Pueden establecerse indicaciones y contraindicaciones muy precisas f Hay interés
cuando una técnica terapéutica define con claridad el tipo de pacientes que del sujeto, entendíd
reqmere. fuerzas dinámicas q
No hay necesariamente una relación directa entre cambios en los aspec- como marco de rd
tos íntrapsíquícos evaluados por los tests y las modificaciones o logros del próximo a las canee
sujeto en la vida diaria y en sus relaciones interpersonales. Para verificar el
éxito terapéutico deben tenerse en cuenta ambos tipos de indicadores.
paración interindivi- Paz (1980) elabora un esquema de analizabilidad según el cual es necesa-
6erca del comporta- rio tener en cuenta tres áreas que considera codeterminantes del proceso
'º nosológico y, aun- analítico: área del paciente, área del analista y área del ambiente familiar.
e los sujetos, sino en
:lel yo, etcétera). l. Área del paciente
ros reactivos, por lo - Edad.
252 Pilar Ortiz Quintana Diagnóstico y evaluación pa
a.
IIl.1. Técnicas de evaluación
lidad de un paciente
nóstico permite veri-
nr.1.1. Entrevista
:ntrevistas que por sí
nteamientos terapéu- Como técnica de diagnóstico la entrevista cumple la función de recogida de
información acerca del sujeto que no podemos conseguir a través de los tests
y va a permitir establecer una relación entre el psicólogo y el entrevistado
que nos dará información acerca de cómo el sujeto podrá enfrentarse a una -
relación terapéutica. La entrevista no es una anamnesis. Ésta pretende obte-
ner una serie de datos acerca del pasado y presente del sujeto, de su salud y
su enfermedad. Opera con el supuesto de que el sujeto conoce su vida y está
se realizan las tareas capacitado para dar datos acerca de ella, mientras que el supuesto de la en-
. en cuenta las carac- trevista es que el sujeto tiene organizada una historia acerca de su vida y te-
:sde una perspectiva nemos que deducir lo que no sabe, que puede emerger de su comportamien-
va a considerar a la to no verbal, que nos informará en grados muy variables de la coincidencia o
t o que estudia la es- contradicción con lo que verbal y conscientemente expresa.
conducta, así como
a. El «campo» de la entrevista: La entrevista configura un «campo», lo
uyendo los aspectos que indica que entre los participantes se estructura una relación de la cual
254 Pilar Ortiz Quintana Diagnóstico y evaluación par,
depende todo lo que en ella acontece (Bleger, 1971). La entrevista se va a di- terminar qué puede
ferenciar de cualquier otro tipo de relación interpersonal, aquí el entrevista- esperar él como ter
dor debe permitir que el «campo» de la relación interpersonal sea configura-
do predominantemente por el entrevistado. El «campo» de la entrevista ha a. Evaluación de la
de permitir que el entrevistado pueda hablar, para ello el entrevistador ha de
mantener una actitud neutra, sin proponer temas ni hacer sugerencias. La evaluación de lai
La entrevista funciona como una situación en la que se observa una par- del paciente que Lib
te de la vida del sujeto, ninguna entrevista puede agotar la personalidad del
sujeto, se necesitan también otras técnicas, otros procedimientos de investi- l. Detectar el
gación de la personalidad. terapéutica. La into
Para obtener el «campo» particular de la entrevista debemos contar con convierten en un ol:i
un encuadre fijo. nes inconscientes de
b. El encuadre: El encuadre de la entrevista es el que marca su objeti- blezca la interacció
vo, es decir, recoger la información necesaria pai;-a decidir si el entrevistado 2. Detectar, a ¡
necesita tratamiento y cuál es el más adecuado. ticidad o rigidez par.
Consiste en la transformación de cierto conjunto de variables que se 3. Cambios e
fijan como constantes. Estas variables son el tiempo, el lugar y la delimita- te la apertura, <lesa
ción de los papeles del entrevistador y el entrevistado. mera y la segunda e1
des y pautas estilístic
Tiempo: horario y límite del tiempo que durará la entrevista. · 4. Estimar el i
Espacio: marco o terreno ambiental en que se realiza. al desarrollo de las f
Rol técnico del entrevistador y entrevistado: El entrevistador no debe no verbales. Diferenc
entrar en otra relación que no sea la profesional y no debe actuar frente al 5. Detectar el 1
rechazo o cualquier otro tipo de actuación del sujeto. La reserva y el secreto áreas de la vida actu
profesional deben regir todo el proceso diagnóstico. Por parte del entrevista- ta.
do, debe saber que la· entrevista responde a una consulta sobre su salud y 6. Detectar el
sus problemas, tiene derecho a reprimir cosas, aunque el entrevistador debe mismo más allá de 11
intentar averiguar a qué es debido. rir los posibles tipo
vayan ocurriendo.
Entrevistador y entrevistado constituyen un grupo en el que sus inte- 7. Evaluación
grantes están interrelacionados y por tanto su conducta es interdependiente.
Esta interrelación se lleva a cabo a través del proceso de la comunicación en Estos ítems no <i
el que la palabra juega un papel muy importante, pero en él interviene tam- conjeturar acerca de
bién la comunicación preverbal: gestos, actitudes, tono de voz, etcétera. del futuro de dicho 1
Liberman (1980) considera que las entrevistas iniciales podrían tener dos
finalidades: b. La entrevista est
a. Para el paciente posibilita que, una vez comenzado el tratamiento Otro modelo de ent
psicoanalítico, funcione como «experiencia contraste» de gran valor para las previas a la psicoten
primeras interpretaciones transferenciales. ta por Kernberg (19t
b. Para el terapeuta, la evaluación de cómo fue la interacción en las en- cesibilidad al tratam;
trevistas previas permitirá sentar algunos criterios según los cuales podrá de- tes y narcisistas grav<
Pilar Ortiz Quintana Diagnóstico y evaluación para la psicoterapia psicoanalítica 255
1 entrevista se va a di- terminar qué puede esperar del paciente en tratamiento analítico y qué debe
1al, aquí el entrevista- esperar él como terapeuta de ese paciente.
1ersonal sea configura-
)» de la entrevista ha a. Evaluación de la analizabilidad a través de la entrevista
el entrevistador ha de
~r sugerencias. La evaluación de las entrevistas permite al terapeuta tener un conocimiento
1e se observa una par- del paciente que Liberman (1980) propone a través de los siguientes ítems:
ir la personalidad del
:dimientos de investí- l. Detectar el gra.d o de tolerancia del paciente frente a la dependencia
terapéutica. La intolerancia de la misma hace que surjan defensas que se
. debemos contar con convierten en un obstáculo para que el analista pueda detectar las motivacio-
nes inconscientes del posible paciente, lo que es necesario para que se esta-
que marca su objeti- blezca la interacción psicoanalítica.
idir si el entrevistado 2. Detectar, a partir de las crisis vitales y su evolución, el grado de plas-
ticidad o rigidez para soportar la futura evolución analítica.
de variables que se 3. Cambios en las características del vínculo paciente-terapeuta duran-
1 lugar y la delimita- te la apertura, desarrollo y cierre de las entrevistas. Diferenciar entre la pri-
mera y la segunda entrevista. Correlación entre defensas frente a las ansieda-
des y pautas estilísticas de interacción.
a entrevista. 4. Estimar el ingrediente afectivo positivo y/o negativo que acompaña
tliza. al desarrollo de las entrevistas, sobre la base de los elementos paraverbales y
tntrevistador no debe no verbales. Diferenciar entre ambas entrevistas.
ebe actuar frente al 5. Detectar el nivel intelectual y diferencias de rendimiento en diversas
a reserva y el secreto áreas de la vida actual del paciente y en diferentes momentos de la entrevis-
parte del entrevista- ta.
Ita sobre su salud y 6. Detectar el grado de interés del paciente acerca de conocerse a sí
el entrevistador debe mismo más allá de las finalidades terapéuticas. De ese modo se podrán infe-
rir los posibles tipos de uso resistencia! de los cambios terapéuticos que
vayan ocurriendo.
en el que sus inte- 7. Evaluación de las posibilidades sublimatorias.
es interdependiente.
la comunicación en Estos ítems no darán un diagnóstico del paciente, sino la posibilidad de
n él interviene tam- conjeturar acerca de una persona que desea iniciar un tratamiento y acerca
~ voz, etcétera. del futuro de dicho tratamiento.
s podrían tener dos
b. La entrevista estructural de Kernberg
zado el tratamiento Otro modelo de entrevista de interés para la realización de las valoraciones
gran valor para las previas a la psicoterapia psicoanalítica es la «entrevista estructural» propues-
ta por Kernberg (1984). Se ha mostrado especialmente útil para valorar la ac-
teracción en las en- cesibilidad al tratamiento de los casos con trastornos de la personalidad lími-
os cuales podrá de- tes y narcisistas graves.
Diagnóstico y evaluación pal
256 Pilar Ortiz Quintana
El test proyecti
Centra sus focos de interés en la interacción terapeuta-paciente; en la cla-
rificación, confrontación e interpretación de los conflictos de identidad; en el con la situación ana
análisis de los mecanismos defensivos y de la distorsión de la realidad me-
El paciente que
diante la detección de los elementos necesarios en la interacción, identifica-
bles en la transferencia. bremente, no hay n
Las tres etapas de la entrevista según Kernberg son: tido a un test proyt
aunque no de durn
Clarificación: Se exploran todos los elementos informativos que resultan introducción de un
poco claros, incompletos, imprecisos o contradictorios. Pretende evocar ma- El sujeto es lib1
terial consciente y preconsciente. que le es presentad
Confrontación: Se presentan al sujeto las áreas de información contradic- o malas respuestas,
torias mediante intervenciones del entrevistador. Se confronta el material Como en el psicoan
consciente y preconsciente que el sujeto presentó separad¡mente y se le pre- te. Esto diferencia a
gunta por el significado de la conducta que se explora en su funcionamiento que el material pre
actual. También se explora la capacidad del sujeto para relacionar temas, in- mente hay una sola
tegrar el concepto de sí mismo y de los demás, el aumento o disminución del En cuanto a la 1
juicio de realidad y se relaciona el aquí y ahora de la evaluación con otras psicoanálisis no se s
áreas. para la realización d
Interpretación: En esta etapa se establecen relaciones entre el material . ber un número dete
consciente y preconsciente y las determinaciones inconscientes que se hipo- los tests proyectivos
tetizan en el aquí y ahora. Se centra en la confrontación e interpretación de material que deseno
las defensas, conflictos de identidad, juicio de realidad, distorsiones de las de tinta, dibujos a re
relaciones objetales interiorizadas y conflictos cognitivos y afectivos.
El psicodiagnos'
psicoanálisis y entre
III.1.2. Técnicas proyectivas lación transferencia·
de estimular las pre
Aunque marcadas por la controversia, las técnicas proyectivas han constitui- cura analítica consÍ!
do uno de los principales instrumentos del psicólogo clínico en la búsqueda una pantalla entre a
de una adecuada descripción de la personalidad. Surgen y se desarrollan ción que hace del m
dentro del ámbito de la psicología clínica. La estructuracié
Para Abt (196 7) la matriz conceptual del punto de vista proyectivo es ción del test, la con
una serie de conceptos sobre la personalidad hondamente comprometidos aparición de la ang1
con un enfoque dinámico que considera toda la conducta como activa e in- sentaciones fantasm
tencional. Hace suya una aproximación holística que insiste en el análisis di- las respuestas del s11
námico funcional de la personalidad que no se ocupa de segmentos aislados, tarán sobre todo en
sino más bien de las formas complejas por medio de las cuales el individuo
busca organizar sus experiencias con el ámbito físico y social y adaptarlo a Anzieu (1983) s
sus necesidades. De ahí que la psicología proyectiva quiera investigar el pa- yectivo:
pel de todas las funciones y procesos psicológicos que actúan en la persona-
lidad total enfatizando la unicidad e interacción de los intereses, conflictos y l. Los tests tiJ
estilos de organización que caracterizan a cada individuo. En este caso se trat;
Pilar Ortiz Quintana Diagnóstico y evaluación para la psicoterapia psicoanalítica 257
ita-paciente; en la da- El test proyectivo se puede definir desde sus semejanzas y diferencias
os de identidad; en el con la situación analítica convencional:
,n de la realidad me-
riteracción, identifica- El paciente que emprende la cura psicoanalítica es invitado a hablar li-
bremente, no hay ningún tema de partida, ninguna directriz. El sujeto some-
tido a un test proyectivo se encuentra en una situación análoga de libertad,
aunque no de duración, lo que entraña dos diferencias complementarias: la
mativos que resultan introducción de un material previo y una encuesta posterior.
Pretende evocar ma- El sujeto es libre de hacer o decir lo que quiera a partir de un material
que le es presentado y de una actividad que le es propuesta. No hay buenas
formación contradic- o malas respuestas, la primera idea que le viene a la cabeza es la buena.
:onfronta el material Como en el psicoanálisis lo que cuenta es lo que se presenta espontáneamen-
adamente y se le pre- te. Esto diferencia a las técnicas proyectivas de los tests psicométricos en los
:n su funcionamiento que el material presentado tiene una estructura definida y donde general-
relacionar temas, in- mente hay una sola respuesta correcta.
1to o disminución del En cuanto a la duración, son un número determinado de sesiones -en el
evaluación con otras psicoanálisis no se sabe de antemano el número de sesiones- pero el tiempo
para la realización de cada prueba es libre y de ello se informa al sujeto. Al ha-
1es entre el material ber un número determinado de sesiones, las «asociaciones libres» del sujeto en
scientes que se hipo- los tests proyectivos deben ser provocadas, de ahí la necesidad de presentár un
1 e interpretación de material que desencadene esas asociaciones. El material es ambiguo: manchas
l, distorsiones de las de tinta, dibujos a realizar, imágenes poco definidas, etcétera.
y afectivos.
El psicodiagnosticador adopta la actitud de neutralidad característica del
psicoanálisis y entre ambos, psicodiagnosticador y sujeto, se establece una re-
lación transferencia! más o menos manifiesta y más o menos breve que pue-
de estimular las producciones del sujeto o bloquearlas. La diferencia con la
ctivas han constitui- cura analítica consiste en que el material propuesto al sujeto funciona como
ico en la búsqueda una pantalla entre ambos: el sujeto habla al psicólogo a través de la elabora-
en y se desarrollan ción que hace del material que le ha sido presentado.
La estructuración del material, la libertad en las respuestas y en la dura-
vista proyectivo es ción del test, la consigna abierta, hacen surgir los conflictos psicológicos y la
rnte compro.meti~os aparición de la angustia y la regresión. La angustia está asociada a las repre-
ta como activa e m- sentaciones fantasmáticas inconscientes que aparecerán en el contenido de
.ste en el análisis di- las respuestas del sujeto, mientras que los mecanismos de defensa se manifes-
segmentos aislados, tarán sobre todo en las características formales de las respuestas.
cuales el individuo
social y adaptarlo a Anzieu (1983) señala dos niveles de regresión según el tipo de test pro-
era investigar el pa- yectivo:
ptúan en la persona-
tereses, conflictos y l. Los tests tipo TAT requieren del sujeto el lenguaje verbal sintáctico.
En este caso se trata de una regresión limitada puesto que la situación supo-
258 Pilar Ortiz Quintana Diagnóstico y evaluación p
ne la posesión de la sintaxis y de una historia vivida, envía, por tanto, a la se- tos de color, cómo
gunda infancia. Las historias del TAT se asemejan a las fantasías diurnas. de las historias se
Otros autores (Shentoub, 1990; Ávila, 1986) plantean la utilización de los nes, descargas de a
tests temáticos tipo TAT para el diagnóstico de los procesos dinámicos incons- mo pueden ser maJ
cientes. - Relaciones
2. Los tests del tipo del Rorschach y de los gráficos llevan a la fase pre- fin de inferir las ca
verbal del sujeto. La regresión en estos tests es profunda. Lleva al sujeto los han sido desarroll~
problemas de diferenciación entre madre-hijo, mundo interno-mundo exter- dores positivos pa1
no. Ofrecen al sujeto un espacio vacío que sólo puede rellenar proyectando naje hacia sus sen~
su propia imagen del cuerpo. Por eso, muchos pacientes que se mantienen sistencia positiva, e
compensados en otras pruebas pueden descompensarse en el Rorschach, en- con esfuerzo. Com
contrándose en éste rasgos tan profundos que no se pueden percibir fácil- dad.
mente desde otra perspectiva o técnica diagnóstica. - Mecanismo
Ha de captarse la J
Resumiendo, el psicodiagnóstico con técnicas proyectivas nos ofrece seg- pectas omitidos o e
mentos de la conducta cargados de información acerca de la naturaleza hu- - Mecanismo
mana. La interpretación de los datos de los tests de diagnóstico no puede ha- - Superyó-ser
cerse fuera de la situación de test en la que se incluyen los registros clínicos, lación con resultad
datos socioambientales, relación interpersonal sujeto-psicólogo y los límites dar indicios de en
propios de cada test. den obstaculizar el
- Situación i1
a. Evaluación de la analizabilzdad a través_de las técnicas proyectivas del desarrollo psico
tvía, por tanto, a la se- tos de color, cómo son percibidos e incluidos en la historia. En el contenido
las fantasías diurnas. de las historias se pueden ver cómo aparecen los actos impulsivos, agresio-
. la utilización de los nes, descargas de afectos, etc., que nos dan información valiosa acerca de có-
:sos dinámicos incons- mo pueden ser manejados por el sujeto.
- Relaciones objetales: El estudio de los personajes de la historia con el
os llevan a la fase pre- fin de inferir las características del paciente y el tipo de relaciones de objeto
da. Lleva al sujeto los han sido desarrollados por Rayner y Hahn (1964) que señalan como indica-
interno-mundo exter- dores positivos para una terapia psicoanalítica la responsabilidad del perso-
: rellenar proyectando naje hacia sus sentimientos y acciones en una situación de conflicto y la per-
1tes que se mantienen sistencia positiva, es decir, cuando el personaje trata de lograr un fin valioso
P en el Rorschach, en- con esfuerzo. Como elementos negativos están la no participación y la pasivi-
ueden percibir fácil- dad.
- Mecanismos de defensa: Se puede ver una amplia gama de defensas.
Ha de captarse la flexibilidad de las mismas interrogando al sujeto sobre as-
ctivas nos ofrece seg- pectos omitidos o dístorsionados.
de la naturaleza hu- - Mecanismos de reparación-enfrentamiento de situaciones depresivas.
nóstico no puede ha- - Superyó-sentimientos de culpa: Los desenlaces de las historias en re-
los registros clínicos, lación con resultados positivos o negativos, el carácter realista o no, pueden
sicólogo y los límites dar indicios de en qué medida los sentimientos de culpa inconscientes pue-
den obstaculizar el impulso a cambiar del sujeto.
- Situación instintiva-nivel psicosexual: Elementos de distintas etapas
vyectivas del desarrol_lo psicosexual se pueden proyectar en las distintas historias.
esbozar brevemente
ión de la analizabili-
ipo de análisis se ha IV. INVESTIGACIONES SOBRE ANALIZABILIDAD
aciones Objetales se- Dos de los estudios sobre analizabilidad más consistentes son los realizados
por el departamento de Psiquiatría de. la Fundación Menninger, expuesto en
detalle por Appelbaum (1977), y el Proyecto Vanderbilt dirigido por Strupp.
llipson se espera que
umbre al buscar una
a confianza con que IV.L Proyecto de Investigación en Psicoterapia de la Fundación Menninger
ogo puede satisfacer
8irán en el estableci- Se inició a principios de los años cincuenta. Sus principales directores han si-
do Wallerstein y Kernberg. Elaboraron una escala de 100 puntos (Health
realidad del estímulo Sickness Rating Scale) para valorar el grado de salud o enfermedad del
ente dependerá de la estado inicial de los pacientes que iban a ser sometidos a variedades de trata-
Las estimaciones he- miento psicoterapéutico (psicoanálisis, terapia de apoyo y psicoterapia expre-
a forma más adecua- siva).
Este estudio, único en su género por su larga duración -más de 20
ción con los elemen- años- investigó a 42 pacientes adultos de tres grupos diagnósticos (neurosis,
260 Pilar Ortiz Quintana Diagnóstico y evaluación pa
psicosis latente y trastornos del carácter) con tratamientos psicoanalíticos di- b. Las evaluac
versos. Se les examinó al comienzo del tratamiento, al final y a los dos años pel primordial. Es r
de finalizado. conducta interpers1
Para la evaluación y predicción se dio gran importancia a los tests psico- La accesibilidad al
lógicos (WAIS, Rorschach, TAT, etc.). Los tests fueron utilizados como procedi- pronósticos y no de
mientos de control ya que los examinadores no tenían más informaciones c. Los terapeu
que las que les proporcionaban los tests. Las principales conclusiones (Kern- aplicación de los m
berg y otros, 1972) son las siguientes: en un período mene
ficación de un trata1
a. Los pacientes mejor dotados psicológicamente mejoraron más. Es misas: logro de obj
necesario, por tanto, un diagnóstico adecuado antes del tratamiento, ya que para cada paciente,
los diagnósticos conducen a mejores decisiones sobre quién debe recibir tra- activo y precoz de h
tamiento, de qué tipo y qué objetivos serían más adecuados a las capacida- la tendencia directiv
des de las personas. la autonomía del pac
b. Los principales indicadores del cambio se manifestaron a través de
comportamientos de liberación y restricción.
c. Los pacientes mejor dotados psicológicamente que fueron tratados
mediante terapia expresiva mejoraron en términos absolutos, pero algunos V. EVALUACIÓN D:
no mostraron mejoría o cambio estructural respecto de una mejor organiza-
ción de sus funciones yoicas. Alguno de los temm
d El logro de insight estuvo asociado a claras mejorías en general pero
en algunos pacientes se relacionó con un peor funcionamiento. a. Lo adecuac
e. Los pacientes como grupo no mostraron mejorías sólidamente esta- (1966) trabajaron S<
blecidas. Este resultado lo atribuyeron a la mayor gravedad de los trastornos analítica. Simon (15
de los pacientes que se incluyeron en el estudio. (PPRS: Patient Prodl
/ Los efectos de la terapia psicoanalítica requieren de un período de se puede clasificar e
evaluación mayor que las terapias focales. b. Respecto al
g. Los estudios cuantitativos coincidieron con las aprec1ac10nes clíni- Luborsky y Auerba,
cas, tomadas como criterio externo. variables juzgando 1
60 sesiones. De elli
forma intensiva de
IV.2. Proyecto Vanderbilt de investigación en psicoterapia dad y la empatía del
c. El surgimiej
Este proyecto dirigido por Strupp se inició en 1972. Se dividió en dos estu- nuevo tipo de inve
dios. El primero abarca de 1972 a 1982 (Strupp, 1984) y el segundo, que se fin de conseguir m(
inicia en 1982, todavía no ha sido publicado. Sus principales aportaciones reaparecían los sínt
respecto a la evaluación son las siguientes: Luborsky y Auerba,
a. Es necesaria una selección adecuada de los pacientes. Los que han resultados de Lubo
mostrado mayor mejoría son los que tenían mayores recursos previos, mayor rición del síntoma:
motivación hacia el tratamiento, sus problemas estaban mejor delimitados y
los que tenían mayor capacidad para trabajar productivamente en el contex- Un aumento sig
to de un encuadre terapéutico tradicional. Un aumento de
Pilar Ortiz Quintana Diagnóstico y evaluación para la psicoterapia psicoanalítica 261
tos psicoanalíticos di- b. Las evaluaciones previas y en el inicio del tratamiento juegan un pa-
final y a los dos años pel primordial. Es más importante evaluar dimensiones y características de la
conducta interpersonal que utilizar criterios diagnósticos psicopatológicos.
ncia a los tests psico- La accesibilidad al tratamiento debe realizarse en función de indicadores
zados como procedí- pronósticos y no de criterios diagnósticos estáticos.
más informaciones c. Los terapeutas profesionales consideran la psicoterapia breve como la
conclusiones (Kern- aplicación de los mismos procedimientos que las de larga duración, sólo que
en un período menor de tiempo. Strupp lo considera un error. Para él la plani-
ficación de un tratamiento de psicoterapia breve se ha de ajustar a ciertas pre-
mejoraron más. Es misas: logro de objetivos terapéuticos específicos, diseño terapéutico ad hoc
1 tratamiento, ya que para cada paciente, fomento de una alianza de trabajo positiva, afrontamiento
ién debe recibir tra- activo y precoz de las reacciones terapéuticas negativas del paciente, control de
ados a las capacida- la tendencia directiva que puede darse en la psicoterapia breve incrementando
la autonomía del paciente y relación terapéutica positiva en sí misma.
ifestaron a través de
Una activación de un tema esencial en el momento de la formación del en función del niv1
síntoma. inducir.
Finalmente se r
d La transferencia y la constratransferencia. Los primeros trabajos, das de proyectos de
como los de Fiedler y Senior (1952), reducían la evaluación de la transferen- la psicoterapia psic
cia a una serie de ítems de un cuestionario. Posteriormente se han ido desa- Proyecto Vanderbil
rrollando nuevos métodos cuantitativos con el fin de evaluar conductas que versidad de Pensilv:
pudieran ser designadas como transferencia. Las investigaciones más impor-
tantes se han desarrollado en la Universidad de Pensilvania. El Proyecto
Penn de investigación en psicoterapia se inició en 1968 y hasta la actualidad
ha efectuado importantes aportaciones al desarrollo de la psicoterapia analí- LECTURAS RECOME
tica. Desde el punto de vista de la evaluación, Luborsky en 1977 elaboró el
concepto de Tema Relacional Núcleo de Conflicto (CCRT) que permite la eva- Friedenthal, H. (19
luación empírica de la transferencia, así como la capacidad del terapeuta chach», en C. A
para reconocerla. Posteriormente, Luborsky (l986a,b; Crits-Christoph y Lu- Nau Llibres.
borsky, 1989) elaboró el Método del Tema Relacional del Núcleo de Con- La cuestión de 12
flicto (CCRTM) como un instrumento para la evaluación clínica del contenido que pueden detectarse
de los patrones relacionales centrales en el contexto de las sesiones de psico-
terapia. Kernberg, O. (1984
El tema de la evaluación previa a la psicoterapia psicoanalítica para ele- - mismo autor Tr
gir el tratamiento más adecuado, así como la evaluación de resultados y del derno, pp. 23-45
proceso están en pleno desarrollo y ocupan un lugar central de la investiga- El capítulo indica
ción actual sobre psicoterapia psicoanalítica. vista estructural ideac
tre la organización no1
Liberman, D. (1980
RESUMEN iniciación de 1m
ltdad y momentoJ
Este capítulo está dedicado a considerar las relaciones entre evaluación y Este capítulo de 1
psicoterapia, especialmente aquella evaluación que se realiza antes del inicio plia de la evaluación
variedades del tratam
de los tratamientos psicoterapéuticos, con finalidad diagnóstica y pronóstica.
aprovechamiento de 1:
En primer lugar se revisan las concepciones psicoanalíticas sobre el psico-
diagnóstico, sumidas en una controversia antinómica entre la posición que
defiende diversas utilidades (valoración de la analizabilidad, estimación de
las funciones del yo, principalmente las defensas, entre otras) y la que sostie-
ne la imposibilidad de evaluar y predecir los dinamismos psicológicos.
La valoración de la analizabilidad o indicaciones y limitaciones de la psi-
coterapia psicoanalítica se aborda mediante un proceso psicodiagnóstico es-
tructurado en base a un modelo secuencial en el que se realizan entrevistas
(algunos de cuyos elementos técnicos son descritos, entre ellos el modelo de
la entrevista estructural de Kernberg) y se aplican técnicas proyectivas que
son valoradas para detectar indicadores de accesibilidad al tratamiento
Pilar Ortiz Quintana Diagnóstico y evaluación para la psicoterapia psicoanalítica 263
to de la formación del en función del nivel de regresión que dichas técnicas proyectivas pueden
inducir.
Finalmente se revisan algunas aportaciones sobre la analizabilidad surgi-
Jos primeros trabajos, das de proyectos de investigación ya clásicos sobre las variables y proceso de
1ación de la transferen- la psicoterapia psicoanalítica: el proyecto de la Fundación Menninger, el
mente se han ido desa- Proyecto Vanderbilt I y los estudios sobre proceso psicoanalítico de la Uni-
evaluar conductas que versidad de Pensilvania.
stigaciones más impor-
:nsilvania. El Proyecto
i8 y hasta la actualidad
e la psicoterapia analí- LECTURAS RECOMENDADAS
ky en 1977 elaboró el
RT) que permite la eva- Friedenthal, H. (1980), «Indicadores de analizabilidad en el Test de Rors-
pacidad del terapeuta chach», en C. A. Paz (comp.), Analizabilzdad y momentos vitales, Valencia,
Crits-Christoph y Lu- Nau Llibres.
1 del Núcleo de Con- La cuestión de la analizabilidad es considerada aquí mediante los indicadores
clínica del contenido que pueden detéctarse en las respuestas al test de Rorschach.
las sesiones de psico-
Kernberg, O. (1984), «La entrevista estructural» capítulo 2 de la obra del
sicoanalítica para ele- mismo autor Trastornos graves de la personalidad, México, El Manual 'Mo-
, n de resultados y del derno, pp. 23 -45.
entra! de la investiga- El capítulo indicado es la primera exposición sistemática del método de la entre-
vista estructu~al ideado por Kernberg para establecer un diagnóstico diferencial en-
tre la organización normal, límite y psicótica de la personalidad.
l. LA DEMANDA TERAPÉUTICA
das al terapeu
1.1. El análisis de la demanda: la demanda como expresión de conflicto es importante
cias, necesidac
La demanda en sí misma puede estructurarse como un síntoma (Cassiers, Se trata dt
1982), el funcionamiento neurótico del paciente (y también el sano) están adulta present
siempre presentes. El análisis de la demanda supone escuchar los aspectos ex- su pcsición rr
plícitos y comprender los aspectos implícitos y/o inconscientes y asimismo dimensión ne1
diferenciar entre las expectativas neuróticas y sanas, realistas e idealizadas dir en el proi
que la misma puede comportar. -distinguir e
Este análisis consiste también en observar, escuchar, comprender lo que (1982)- y re:
el paciente expone: su síntoma, su malestar, sus experiencias, etc., al tiempo constituyen la
que atendemos la forma en que se presenta, desde el punto de vista personal demanda del pi
(cómo lo expone, cómo lo vive, etc.), relacional en cuanto al terapeuta (qué le
pide, qué espera) y transferencia! (qué repite de su conflicto original y cómo Veamos u
actúa el síntoma o problema en esta primera interacción terapéutica). En este profesión se prt
primer encuentro no sólo nos está explicando algo acerca de su conflicto y ver con que no
de su historia, sino que también está actuándolo en directo. mo manejar la1
La situación de indefensión, propiciada por el sufrimiento, favorece la manejar bien l
dependencia: el paciente tiende a funcionar desde sus posiciones más regre- Le pide al tera1
sivas (emergen los patrones infantiles). En realidad, cualquier relación asimé- mientas.
trica que sitúe a un interlocutor en el rol de quien posee el poder y al otro
en el rol de la necesidad o carencia -(Carli, 1990), tiende a estimular la emer- Quizá a p
gencia de roles y patrones paterno-filiales. Al mismo tiempo vamos a recono- al menos una
cer que la situación terapéutica y su forma especial de estructurarse intensifi- ayuda -y est
ca, en parte, la neurotización (regresión) del paciente, o dicho de otra manera sentimientos,
según palabras de Gill (1984), el setting y las pautas de interacción que ofrece objetivo terap
el terapeuta ca-determinan la transferencia. do reforzar y
En esta relación asimétrica, el terapeuta es concebido por el paciente - y La oferta ter a
en parte es así- como aquel que puede ayudarle y que tiene la solución a que tan incór
sus males. Estas expectativas pueden ser presentadas por el paciente en tér- . sentido incorn
minos de razonable viabilidad o en términos de absoluta idealización o im- Responde
posibilidad. A veces lo que el paciente pide implícitamente es que le convir- actuación (act
tamos en otra persona porque se rechaza a sí mismo, o que le expliquemos Ahí nos podr
la fórmula para librarse de sus emociones o experiencias, etc. Con las expec- de tipo sadorr
tativas están empezando las proyecciones sobre el terapeuta y por tanto la re- advertía que
producción de patrones inconscientes (se verá extensamente en el capítulo su momento :
siguiente dedicado a la Transferencia). El terapeuta puede ser percibido por can su realiza
el paciente como alguien omnipotente que tiene poder absoluto para resol- este sino.
ver su problema (ahí observamos el paciente identificándose con el niño de- El riesgo
lante de sus padres); o el terapeuta puede ser invalidado, de entrada, por la do, sin darse
desesperanza del paciente «nadie podrá ayudarme» (ahí vemos cómo el pa- tre él y su pa
ciente confunde al terapeuta con su propia invalidez). Las atribuciones dirigí- rienda -y ta
Merce Mitjavila García La iniciación del tratamiento 267
das al terapeuta pueden tener todos los matices posibles, pero sobre todo
1 resión de conflicto es importante ver en ellos la expresión del propio paciente, de sus caren-
cias, necesidades y deseos.
> un síntoma (Cassiers, Se trata de diferenciar cuándo el paciente se expresa desde su posición
también el sano) están adulta presentándose con expectativas realistas y cuándo se expresa desde
~cuchar los aspectos ex- su posición más regresiva. El modelo psicoanalítico considera siempre la
conscientes y asimismo dimensión neurótica y ha de contar con ella como variable que va a inci-
, realistas e idealizadas dir en el proceso terapéutico. Contrastar ambos aspectos de la demanda
-distinguir entre 1~ explícito y el deseo inconsciente según De Neuter
1ar, comprender lo que (1982)- y rescatar lo que es viable desde el punto de vista terapéutico
:riencias, etc., al tiempo constituyen la primera tarea. Se impone buscar el terreno común donde la
punto de vista personal demanda del paciente y la técnica del terapeuta puedan encontrarse.
:nto al terapeuta (qué le
mflicto original y cómo Veamos un ejemplo clínico. Un paciente joven que ejerce brillantemente su
ón terapéutica). En este profesión se presenta diciendo que sus dificultades de relación personal tienen que
cerca de su conflicto y ver con que no es capaz de controlar adecuadamente sus sentimientos. Él sabe có-
:ecto. mo manejar las cosas de orden intelectual su trabajo por ejemplo, pero no sabe
ufrimiento, favorece la manejar bien las relaciones personales por las emociones que éstas le despiertan.
s posiciones más regre- Le pzde al terapeuta que le ayude a poner un poco de lógica y orden a sus senti-
1alquier relación asimé- mientos.
osee el poder y al otro
de a estimular la emer- Quizá .a primera vista esta demanda pueda ser perfectamente asumida,
'empo vamos a recono- al menos una gran parte de ella sí lo era, pero el paciente estaba pidiendo
estructurarse intensifi- ayuda - y esto se pudo aclarar posteriormente- para deshacerse de sus
dicho de otra manera sentimientos, racionalizar sus emociones. Esto ya no era asumible como
interacción que ofrece objetivo terapéutico - psicoanalítico, al menos- ya que hubiera significa-
do reforzar y aliarse con los sistemas defensivos patológicos del paciente.
do por el paciente - y La oferta terapéutica era tratar de conciliar al paciente con esos aspectos
ue tiene la solución a que tan incómodos se le hacían y · entender por qué su opción -en el
por el paciente en tér- . sentido inconsciente- defensiva era intentar anular sus sentimientos.
1uta idealización o im- Responder a cualquier demanda conlleva el riesgo de caer en una pura
ente es que le convir- actuación (acting out) o entrar en colusión con la patología del paciente.
o que le expliquemos Ahí nos podríamos encontrar que estamos respondiendo a una demanda
as, etc. Con las expec- de tipo sadomasoquista, adictiva, erotizada, obsesiva, etc. Ya Freud (1915)
euta y por tanto la re- advertía que las pulsiones infantiles que no encontraron gratificación en
mente en el capítulo su momento se hacen presentes en la neurosis e inconscientemente bus-
fede ser percibido por can su realización en las relaciones actuales, y la terapéutica no escapa a
i~r absoluto para resol- este sino.
ndose con el niño de- El riesgo principal es que el terapeuta puede estar totalmente atrapa-
o, de entrada, por la do, sin darse cuenta, en la interacción patológica que se ha generado en-
í vemos cómo el pa- tre él y su paciente, a partir de la patología del paciente y de la inexpe-
as atribuciones dirigí- riencia - y también patología- del terapeuta. Con esto entraríamos ya en
268 Merce Mitjavila García La iniciación del tratami,
r.2. Las condiciones para una buena demanda terapéutica Paciente catárti
mista
En toda demanda podemos encontrar aspectos neuróticos y realistas y acos- Paciente directivc
tumbra a tener un alto componente de ambivalencia. Vamos a señalar, no
obstante, siguiendo las indicaciones clásicas de Brammer y Shostrom (1970),
Paciente introspe
las condiciones de lo que sería una buena demanda, buena en el sentido ope-
rativo:
1pliamente en otro ca- A efectos didácticos voy a exponer una esquematización en forma de eti-
quetas simplificadas para clasificar a los pacientes en función de su dt!manda:
ma salida al problema paciente biologista, paciente catártico/victimista, paciente directivo y paciente intros-
péutica de una alianza pectivo (véase el cuadro 1).
a por un terapeuta ex-
l vínculo e interacción
, que podríamos deno- CUADRO l. « Tipologías» de pacientes y demandas
ropia relación terapéu-
«Tipología» «Locus» sufrimiento Qué espera del terapeuta
pía técnica -cualquiera que sea- como capaz de intervenir en todos los y distante o, po
conflictos y sobre todos los pacientes. Conocer los límites del propio mode- también el prime1
lo, tanto en su versión teórica como en su dimensión aplicada, ha de ser Estos «detall1
primordial para cualquier terapeuta, de lo contrario vamos a cargar estos lí- paciente, constitu
mites sobre nuestros pacientes como si se tratara de sus deficiencias (resis- so. Es posible qu
tencias). ciente se sienta n
las fantasías que !
Veamos otro
II. LAS ENTREVISTAS INICIALES telefónica para con
terapeuta, que sería
En la práctica psicoterapéutica, así como en los tratados que a ella se refie- terapeuta constató 1
ren, se acostumbra a considerar que los primeros encuentros entre el pacien- la identificó como
te y el terapeuta tienen una entidad y un tratamiento técnico distintos de lo extraño. En uno dt
que serán las sesiones propiamente de terapia. Cierto es que esto no debe necida de lo que en
entenderse rígidamente y que hay profesionales que prefieren una solución dre. Ambas estaba;
de continuidad entre la primera visita y · las siguientes, considerando que madre instruía a la
todo ello forma parte del proceso psicoterapéutico y que nada ha de variar ba «¿pero esta chici
de la primera a las siguientes sesiones.
Aquí lo vamos a considerar como un elemento preliminar con matices La necesidad
distintos a lo que serán las sesiones posteriores. Abarcan una o varias entre- y la inseguridad 1
vistas, a ser posible un número reducido.(se acostumbra entre dos y cuatro). san claramente er
Considerar el inicio del proceso terapéutico en las primeras entrevistas es Esta inseguri
situar una frontera en lo puramente observable y esta frontera es válida a propia madre de:
efectos pragmáticos siempre que tengamos en cuenta que en realidad algo de contención, y
concerniente a la futura relación terapéutica se pone ya en marcha antes del tactos terapéutic,
primer encuentro formal. cías de desprotec
Diversos autores coinciden en señalar que la relación, aunque sea en tér- dre sólida y expe:
minos imaginarios, y con ella la transferencia, las resistencias, etc., preexisten
antes de la primera cita (Coderch, 1987; Thomii y Kachele, 1989). II.L Función y e
El paciente toma la decisión de consultar en base a unas expectativas
más o menos acertadas, estas expectativas prefiguran ya en su fantasía lo que Lo podríamos re
espera del futuro proyecto. La llamada telefónica para concertar la cita es ya de tratamiento, i
un primer impacto que moviliza cantidad de fantasías. Si ha localizado fácil- que se expresa e
mente al terapeuta o si la coincidencia con él ha sido difícil, si la llamada la por tanto una dir
ha atendido personalmente o si ha sido otra persona quien la ha atendido, rrido hasta ahon
etc. El paciente empieza a preguntarse y a responderse: «¿el teléfono corres- ciente acerca de l
ponde al despacho o a su domicilio particular? ¿quien me ha atendido, debe La función e
ser algún familiar o alguien vinculado profesionalmente con él?, etc.». La ma- ción terapéutica
nera como el paciente percibe la voz y el trato en este primer contacto tele- dicación depend,
fónico constituye las primeras señas de identidad del terapeuta, o al menos dinámica tiene u
así es como lo puede considerar el presunto paciente. Si le ha parecido seco psicopatológica (1
Merce Mitjavila García La iniciación del tratamiento 271
ntervenir en todos los y distante o, por el contrario, afable y tranquilizador; ello condicionará
lites del propio mode- también el primer encuentro.
ín aplicada, ha de ser Estos «detalles» que acabamos de relatar y cómo fueron vividos por el
amos a cargar estos lí- paciente, constituirán también material de trabajo una vez iniciado el proce-
sus deficiencias (resis- so. Es posible que cuando hayan transcurrido unas cuantas sesiones y el pa-
ciente se sienta más confiado, puedan aparecer estas primeras impresiones y
las fantasías que generaron.
reliminar con matices La necesidad del paciente de tener una terapeuta-madre experim'entada
n una o varias entre- y la inseguridad que le despertó la percepción real de la terapeuta se expre-
entre dos y cuatro). san claramente en una primera lectura de este material inicial.
primeras entrevistas es Esta i~seguridad respondía también a otros contenidos referidos a la
frontera es válida a propia madre del paciente que había sido una persona con poca capacidad
que en realidad algo de contención, y las primeras impresiones provocadas en sus primeros con-
en marcha antes del tactos terapéuticos le hicieron evocar -inconscientemente- sus experien-
cias de desprotección e inseguridad, así como el deseo de encontrar una ma-
n, aunque sea en tér- dre sólida y experta.
ncias, etc., preexisten
e, 1989).
a unas expectativas
n.1. Función y objetivo de las primeras entrevistas
en su fantasía lo que Lo podríamos resumir en tres puntos: a. confirmar o precisar la indicación
,oncertar la cita es ya de tratamiento, esto incluye, también, una tarea diagnóstica; b, atender lo
Si ha localizado fácil- que se expresa en ella ya que puede ser indicativo del curso futuro, tendrá
ifícil, si la llamada la por tanto una dimensión retrospectiva -recogida de datos de lo que ha ocu-
uien la ha atendido, rrido hasta ahora- , y una cierta dimensión anticipativa; c. informar al pa-
«¿el teléfono corres- ciente acerca de las condiciones del trabajo terapéutico.
e ha atendido, debe La función esencial de las primeras entrevistas es la de precisar la indica-
con él?, etc.». La ma- ción terapéutica a partir de la demanda y características del paciente. La in-
primer contacto tele- dicación dependerá del diagnóstico y el diagnóstico desde la posición psico-
rapeuta, o al menos dinámica tiene un sentido amplio que se extiende más allá de la nosología
le ha parecido seco psicopatológica (Coderch, 1987).
272 Merce Mitjavila García La iniciación del tratami,
:n la dinámica del pro- do se había ya anunciado en la primera visita. Sucede que la información re-
acionales adaptadas o vivida en las primeras entrevistas no puede ser toda ella «interpretada» en
) de interacción perso- aquel momento, hay datos sobre los que el terapeuta puede hacer hipótesis
ones de Bleger (1971). pero no es prudente formularlas de inmediato ya que falta, precisamente, ob-
sultante será el mejor servar cómo emergen y toman sentido dentro de la dinámica relacional
se relaciona: cómo se (transferencia!) y para eso hemos de darnos tiempo (Freud, 1913).
)totegerse, etc., en una
en un escenario rela- Otro ejemplo clfo.ico:
mos de observar la ca-
Se trataba de una paciente de mediana edad. Había transcurrido más de un año des-
as); la facilidad para la de el inicio del tratamiento, nos encontrábamos en un impasse delicado. La paciente
:nto o si por el contra- había empezado a actuar muy abiertamente su transferencia negativa conmigo. Hasta
' ordenado); qué pasa aquel momento se había desarrollado una transferencia bastante idealizada. Esta
tención? o, por el con- transferencia idealizada, en parte, se había basado en un craso error mío -o mejor
si se muestra sensible llamarlo contratransferencia- que se concretaba en una excesiva tolerancia a sus fa-
llos de asistencia y retraso sistemático en acudir a su horario. Cuando me di cuenta
as se hará en clave ob- de mis peligrosas concesiones, empecé a interpretar más activamente este punto. En-
de sí mismo, sus cir- tonces la paciente sintiéndose frustrada por mi cambio de actitud empezó a cuestio-
1mo está viviendo este nar furiosamente mis condiciones de trabajo, mi relación con ella y mis intervencio-
nes. Esta terapeuta que ahora estaba descubriendo no era la que ella quería ni con la
1iendo con esta clave
que ella creía estar relacionándose hasta aquel momento. La paciente llegó a plan-
o que el paciente nos
tearse la interrupción. l
xión actual con el te- Fue en ·este momento cuando recordé algo de la primera entrevista, que si bien
me había llamado mucho la atención, no llegué a valorar en su pleno significado ni
~toria del paciente, al pude interpretar en aquel momento. En la primera entrevista había dedicado un
~o emocional, y se va tiempo considerable a hablarme de su perrito faldero por el que ella sentía una gran
adre rechazada va a ternura. A veces tenía la impresión, decía, que era el ser que más la quería y que más
nante me estará pro- pendiente estaba de ella, siempre fiel y dócil, parecía que su objetivo principal era
esperar ansioso la llegada de su ama cuando ésta se ausentaba y le regalaba grandes
ente de cada encuen- muestras de alegría a su regreso. Nadie . de la casa, decía quejosa, hacía esto, ni su
se está anticipando marido, ni sus hijos, ni su chacha.
De repente, un año más tarde entendí qué estaba diciéndome, inconscientemen-
te, a través de la anécdota del perrito, pues ni más ni menos que deseaba un terapeu-
no es su punto más
ta-perrito faldero. Y eso no era realmente lo grave, lo que sí era grave era que el tera-
su experiencia y con peuta se hubiera dejado «domesticar» con una docilidad digna del «mejor amigo del
vista, trata de hacer hombre».
finalidad.
prefigura de forma Otra función importante que han de cumplir las entrevistas iniciales es la
reo que eso se pue- de informar y explicar al paciente las condiciones con las que se va a traba-
i; en algún momento jar referentes al contexto: horario, períodos de vacaciones, honorarios, la
o que está ocurrien- consigna, sea la de asociación libre o la que el terapeuta considere, y otros
detalles que van a constituir la cotidianeidad del encuentro terapéutico.
trevistas previas ha sido Thoma y Kiichele (1989) nos dicen que es el momento de hacer una adapta-
ción flexible del método a la realidad particular de cada paciente. Eso es,
274 Merce Mitjavila García La iniciación del tratamie
construir el contexto adecuado en cada caso -que no es lo mismo que el todavía estamos e1
error técnico que comentaba en el anterior ejemplo clínico-, hacer accesi- tinuidad.
ble la técnica al paciente y viceversa, y a veces tendremos que sacrificar algo Este punto es
de purismo técnico para tratar a determinados pacientes. Vamos a decidir en rivado a otro cole
estos momentos si es viable una actitud fundamentalmente interpretativa o si lógico que su vine
deberemos decantarnos por un abordaje más clarificador o de apoyo. que conseguimos
Vamos a observar las reacciones del paciente (comentarios y asociacio- rapeuta y dificult2
nes, actitudes ... etc.) frente a estas primeras propuestas de trabajo en común. do terapeutas es i.
Sin duda se está expresando algo más profundo y significativo, más allá de lo le atendió y de te
convencional que pueda parecer aquel comentario u observación. Pongamos y expectativas.
por caso, si el paciente nos dice: «esta forma de vernos aquí en un horario En caso que r
tan estricto, siempre recibiéndome de la misma manera, con el mismo ritual... de indicación ten
no sé, me parece algo artificial, teatral, a veces ridículo», o «¿siempre tendré derivar el caso (pe
que empezar a hablar yo?, ¿por qué no empieza usted preguntándome?» o «y desde el inicio, in
cuando termine de explicarle todo, ¿de qué voy a hablarle?» etc. Estas cues- cer la cita. Si des]
tiones, al margen de la lógica evidente, encierran vivencias más profundas ciente que no poc
que pueden evolucionar en forma de resistencias. El rechazo a los aspectos mente que se tra
«reglados» o «normativos» de la relación, que marcan el límite de acceso a la paciente tenderá
persona del terapeuta, puede expresar la necesidad posesiva sin límites. Este bien a nadie ¿cór
punto se tratará en un siguiente apartado referido al encuadre terapéutico. grave, por eso qm
Creo que es
estamos seguros i
II.2. Aspectos técnicos y otras peculiaridades experiencia dem1
nunciar al primer
Desde el punto de vista técnico, las primeras entrevistas tienden a ser algo más terapeuta le pued
directivas que las sesiones dentro del curso terapéutico. Son más directivas implicarse y deja1
en el sentido de que el terapeuta puede preguntar más, aunque nunca con- expone. A veces
vertir la entrevista en un cuestionario ya que el espacio abierto que promue- que si despierta 1
ve la asociación libre del paciente siempre resulta mucho más útiL Etchego- más difícil separ:
yen (1988) apunta que el interrogatorio pretende rescatar información acerca buen caso, me er
de lo que el sujeto, sabe de sí mismo, mientras que la entrevista pretende ver ésta es la fórmufo
cómo funciona el individuo y quiere indagar lo que éste no sabe de sí mis- ga cargo de un p~
mo. El terapeuta interviene más, en el sentido directivo-informativo, ya que Hemos tocad
ha de explicar las condiciones de trabajo tal como señalaba más arriba. yen (1988) citand
Un factor a considerar, apuntado al iniciar este apartado, es el número var un consultar
óptimo de primeras entrevistas que deben realizarse antes de lanzarse al proce- nombre. Eso pot
so terapéutico definitivo. Quizá más que tratar de precisar un número es me- una elección a ci
jor pensar en un criterio, y éste es el de las entrevistas mínimas necesarias ne como entrevi
para poder aclarar los puntos antes mencionados referidos al diagnóstico, in- recomendado. E
dicación y acuerdo o compromiso de trabajo. Alargar excesivamente los pri- de examen de si
meros encuentros conduce a la instauración de la transferencia que no podrá vierte los roles. (
abordarse plenamente, por ejemplo, con interpretaciones transferenciales, si de demanda. El
Merce Mitjavila García La iniciación del tratamiento 275
10 es lo mismo que el todavía estamos en un momento preliminar y decisorio que cuestiona la con-
-línico-, hacer accesi- tinuidad.
nos que sacrificar algo Este punto es especialmente importante cuando el paciente debe ser de-
:s. Vamos a decidir en rivado a otro colega. Si a este paciente le hemos dado demasiado tiempo, es
ente interpretativa o si lógico que su vinculación, y con ella la transferencia, esté ya en marcha. Lo
)r o de apoyo. que conseguimos con eso será probablemente dificultar el traspaso al otro te-
mentarios y asociacio- rapeuta y dificultarle su trabajo. La comparación entre el primero y el segun-
de trabajo en común. do terapeutas es inevitable así como la sensación de pérdida del primero que
ficativo, más allá de lo le atendió y de todo ·10 que había depositado en él: información, confianza
bservación. Pongamos y expectativas.
)S aquí en un horario En caso que nos veamos obligados a realizar alguna entrevista preliminar
, con el mismo ritual... de indicación terapéutica aunque sepamos de antemano que tendremos que
,», o «¿siempre tendré derivar el caso (por falta de horario, por ejemplo), es mejor dejarlo bien claro
,reguntándome?» o «y desde el inicio, incluso en el momento de la llamada telefónica para estable-
arle?» etc. Estas cues- cer la cita. Si después de la primera o sucesivas entrevistas le decimos al pa-
~ncias más profundas ciente que no podemos hacernos cargo de él, aunque le explicitemos debida-
echazo a los aspectos mente que sé trata de motivos de horario y otros ajenos a su persona, el
! límite de acceso a la paciente tenderá a pensar en términos de sentirse rechazado: «si no caigo
esiva sin límites. Este bien a nadie ¿cómo iba a caer bien al terapeuta?», o «mi caso es demasiado
uadre terapéutico. grave, por eso quieren deshacerse de mi», etcétera. ·
Creo que es mejor evitar entrevistarnos con los consultantes cuando
estamos seguros de que no tendremos posibilidad de atenderlos. A veces la
experiencia demuestra que no sólo al paciente le puede resultar difícil re-
nunciar al primer profesional que lo ha recibido, sino que también al mismo
ienden a ser algo más terapeuta le puede costar renunciar al caso. Es difícil atender la demanda sin
). Son más directivas implicarse y dejarse tentar por ella, o mejor dicho, por la persona que nos la
, aunque nunca con- expone. A veces tiene razón el paciente al sentir que no «ha caído bien», ya
abierto que promue- que si despierta sentimientos positivos en cuanto a dejarse ayudar, nos será
10 más útil. Etchego- más difícil separarnos de él. Entre los colegas a veces comentamos: «es un
r información acerca buen caso, me encantaría tener horas disponibles para atenderle yo mismo»,
t revista pretende ver ésta es la fórmula más eficaz para «seducir» a un colega en vistas a que se ha-
e no sabe de sí mis- ga cargo de un paciente.
•-informativo, ya que Hemos tocado el problema, delicado a veces, de la derivación, Etchego-
ba más arriba. yen (1988) citando a Liberman nos aconseja que cuando tengamos que deri-
trtado, es el número var un consultante a otro colega terapeuta, es más adecuado dar un solo
de lanzarse al proce- nombre. Eso por un lado evita la confusión del paciente a tener que hacer
u un número es me- una elección a ciegas y evita también lo contrario: que el paciente se posicio-
mínimas necesarias ne como entrevistador-seleccionador de los diversos terapeutas que le han
os al diagnóstico, in- recomendado. Es cierto que estará en legítimo derecho a hacer esta especie
:cesivamente los pri- de examen de selección, pero esto de alguna manera transforma algo e in-
rencia que no podrá vierte los roles. Colocamos al paciente en una situación más de control que
s transferenciales, si de demanda. El riesgo de esta selección, hecha activamente por el paciente,
276 Merce Mitjavila García La iniciación del tratami,
es que puede regirse más por su neurosis que por su capacidad más sana de de lo que sintió d
vincularse. ¿Elegirá al terapeuta más simpático, al más tranquilizador, al que que le ha llamado
le cae mejor? ¿acaso éste va a ser su «mejor» terapeuta? a veces alguna fat
Desde el punto de vista contratransferencial el terapeuta candidato se le impactaron del
siente bastante a disgusto cuando ha de pasar la prueba. En una ocasión al diga: «desde que '
finalizar una primera entrevista con un paciente, justo en la puerta en el mo- concertado la ent
mento de despedirnos, me dice: «Bueno, me he entrevistado con algún otro tranquilo», inclus
terapeuta aparte de usted, me dieron varios norµbres a quien acudir y he Estas curaciones 1
preferido conocerlos a todos, ahora voy a tomar mi decisión». Yo no fui la pía psicoanalítica
afortunada en aquella ocasión. ciente a la relacic
tendemos a consic
:pacidad más sana de de lo que sintió durante la experiencia anterior. A veces puede ser un sueño
ranquilizador, al que que le ha llamado la atención y que se relaciona con el hecho de la consulta,
a veces alguna fantasía relacionada con el terapeuta, o los aspectos que más
:apeuta candidato se le impactaron del anterior encuentro; no es nada infrecuente que el paciente
a. En una ocasión al diga: «desde que vine aquí el otro día -¡a veces desde el momento de haber
n la puerta en el mo- concertado la entrevista por teléfono!- me siento mejor, estoy mucho más
stado con algún otro tranquilo», incluso puede observarse una mejora o supresión del síntoma.
a quien acudir y he Estas curaciones milagrosas no son reconocidas como legítimas desde la tera-
cisión». Yo no fui la pia psicoanalítica pero sí nos van a servir para detectar la sensibilidad del pa-
ciente a la relación personal, o al menos en la práctica psicoterapéutica así
tendemos a considerarlo.
En primer lugar vale la pena señalar que no hay unas condiciones regladas Las interrupcion
y universalmente aceptadas por todos los terapeutas psicoanalíticos. La polémi- siones o por las vac
ca en torno a determinadas condiciones del encuadre, especialmente la referida ciente siente la separ
al número de sesiones para que el tratamiento sea considerado un psicoanálisis, - El di-l!án, se 1
sigue viva entre los psicoanalistas. Voy a describir una determinada forma de opcionalmente en p:
concebir el contexto de trabajo sin que esto suponga invalidar otras formas en ción libre y en gene
que éste pueda organizarse y justificarse. medida que el pacie
El espacio (que controla el terapeuta), el tiempq (frecuencia de las sesio- terna, especialmente
nes, duración de las mismas y períodos de vacaciones), el acuerdo económico, pérdida de element
opcionalmente el diván y los juguetes en psicoterapia con niños (este punto fantasía. Permite ur
se tratará en el capítulo dedicado a la aplicación de la terapia psicoanalítica difícil aguantarlo et
a la infancia). Esa pérdida de ,
El significado de estos elementos transciende lo puramente físico, tomarán cluso contraindicadc
un sentido relacional, participan de la realidad y .d e la fantasía, en el sentido las características b
que son investidos, inconscientemente, por el paciente en función de sus pro- La situación de
yecc10nes. usual en psicoterap
apariencia más real
- El espacio, dentro del estilo personal, si se trata de un despacho priva- otro. En el procese
do, es recomendable que no delate nada de la intimidad del terapeuta, sea feedback registrando
referente a su familia o adscripciones políticas, religiosas, etc. Esta condición orlenta respecto a ,
es coherente con la actitud de neutralidad (tratada en el apartado IV de este presiva. La situació
capítulo) que ha de mantener el terapeuta. Si pretendemos facilitar la emer- a lo que sucede coi
gencia de fantasías y proyecciones del paciente, cuanto menos expongamos lítico no tiene por e
nuestras referencias reales, más facilitaremos sus construcciones imaginarias - El acuerdo
y con ellas entramos en su mundo interno. Al respecto Strachey (1948) enun- de su función obje
ciaba: «Es un hecho paradójico, pero verdadero, que el mejor procedimiento ciación entre la re
para asegurar qu·e el yo sea capaz de distinguir entre fantasía y realidad, es el aun considerando .
de apartarlo de ésta tanto como sea posible» (p. 971). paciente ha de abe
El ámbito donde se desarrolla el encuentro terapéutico, más allá de lo es- dición desde el Íff
trictamente físico, representa o simboliza el espacio interno mental del terapeu- nes futuras.
ta, la expresión externa de su capacidad de contención y así lo vive el paciente. Estas condicio
- El tiempo se ha de mantener con absoluta rigurosidad, evitando cam- ficarlo a continuac
bios e improvisaciones. Los cambios no previstos actúan a modo de artefacto
introducido por d propio terapeuta. Nos interesa que el proceso esté condicio-
nado por los estímulos que procedan del paciente y no por los que procedan III.2. Justificació1
del cambio del encuadre.
La frecuenci~. de las sesiones tiende a ser un criterio diferenciador entre el Cuanto más estah
psicoanálisis propiamente dicho -entendido como «cura tipo»- y la psicote- más fácil será obs
rapia psicoanalítica. En el primer caso se intensifica el número de sesiones se-
manales que pueden llegar a 4 ó 5 (según recomendaciones de la IPA); en esa '' En el capítulo
modalidad se considera recomendable la máxima intensidad. En psicoterapia nivel de regresión ópt
psicoanalítica el número puede oscilar entre 1 ó 2 semanales. comps.]
Merce Mitjavila García La iniciación del tratamiento 279
ts condiciones regladas Las interrupciones y reencuentros impuestos por la secuencia de las se-
oanalíticos. La polémi- siones o por las vacaciones permitirán observar y comprender cómo el pa-
pecialmente la referida ciente siente la separación y los aspectos defensivos que se movilizan ~-.
,erado un psicoanálisis, - El diván, se usa siempre en tratamiento psicoanalítico convencional y
determinada forma de opcionalmente en psicoterapia. La ventaja del diván es que facilita la asocia-
ralidar otras formas en ción libre y en general un discurso más regresivo, visual e imaginativo. En la
medida que el paciente pierde parte del control preceptivo de la realidad ex-
ecuencia de las sesio- terna, especialmente ,porque pierde el acceso visual sobre el terapeuta. Esta
r elacuerdo económico, pérdida de elementos objetivos facilita la emergencia de lo interno y de la
:on niños (este punto fantasía. Permite una mayor tolerancia al silencio, dado que es mucho más
terapia psicoanalítica difícil aguantarlo en la situación convencional de estar sentados cara cara.
Esa perdida de control sobre la realidad hace que el diván pueda estar in-
tmente físico, tomarán cluso contraindicado en determinados casos en los que el exceso de angustia o
fantasía, en el sentido las características borderline amenazan con una desorganización confusional.
¡n función de sus pro- La situación de permanecer sentados cara a cara acostumbra a ser la más
usual en psicoterapia. En ella se visualizan ambos sujetos dando una base de
apariencia más real a las percepciones y supuestos que cada uno se forma del
le un despacho priva- otro. En el proceso de interacción comunicativa actuamos en un continuo
.ad del terapeuta, sea feedback registrando y analizando la expresión de nuestro interlocutor que nos
s, etc. Esta condición orienta respecto a comprender su mensaje y a nuestra siguiente emisión ex-
:1 apartado rv de este presiva. La situación cara a cara resulta más tranquilizadora y, contrariamente
mas facilitar la emer- a lo que sucede con el diván, facilita el diálogo convencional. El diálogo ana-
> menos expongamos lítico no tiene por qué encuadrarse en las reglas de lo convencional.
ucciones imaginarias - El acuerdo económico toma también una dimensión relacional aparte
Strachey (1948) enun- de su función objetiva obvia de por sí. Lo económico marca la clara diferen-
mejor procedimiento ciación entre la ;elación amistosa y la profesional. Como principio general,
(tasía y realidad, es el aun considernndo las posibles excepciones que se puedan tener en cuenta, el
paciente ha de abonar las sesiones aunque falte a la cita. Establecer esta con-
ico, más allá de lo es- dición desde el inicio como norma, evita el riesgo de posibles manipulacio-
10 mental del terapcu- nes futuras.
así lo vive el paciente. Estas condiciones se han de mantener con absoluto rigor y vamos a justi-
¡sidad, evitando cam- ficarlo a continuación.
a modo de artefacto
rroceso esté condicio-
oor los que procedan III.2. Justificación técnica del encuadre
diferenciador entre el Cuanto más estable sea el marco donde se desarrolla el proceso terapéutico,
. tipo»- y la psicote- más fácil será observar las variaciones que aporta el paciente y que son las
tmero de sesiones se-
nes de la IPA); en esa
'' En el capítul0 15 se revisa el papel de hs variantes del encuad re en la facili tación del
tlad. En psicoterapia nivel de regresión óptimo que requieren las distintas V3riedades del trntamiento. [Nota de los
iles. comps.]
280 Merce Mitjavila García La iniciación del tratamiei
o es variable o imprevi- La prescripción estricta del espacio y tiempo que le corresponden, puede
1exterior, nos interesan desvelar el sentimiento de carencia, de querer o necesitar más de lo que con-
os internos del paciente. cede el terapeuta; de res:;hazo en cuanto a sentir que necesita menos o nada
del terapeuta; puede, asimismo, movilizar aspectos de curiosidad infantil
(edípica), ¿qué hace cuando yo no estoy, a quién atiende, con quién pasa su tiempo, se
:abilidad al paciente, lo acuerda o no de mí cuando no estoy en la sesión... ?¿ ésta debe ser su vivienda o sólo su
8). Un terapeuta impre- lugar de trabajo?¿ qué debe haber en las otras habitaciones a las que nunca tengo acce-
·regularidades, tiende a so? Estos interrogante~ tan fácilmente asimilables a los interrogantes del niño
frente a sus padres, expresan esta curiosidad, nunca satisfecha, que el niño vive
:!s manipulaciones o ac- frente a lo que tienen y hacen los adultos. Vemos también cómo estos interro-
a (Bleger, 1971). gantes nos llevan sobre la pista de los celos: «Sí no está conmigo, está con otro».
Ahí el otro (que en la realidad actual pueden ser otros pacientes, la familia del
apéutico, se diseñen y terapeuta, etc.) evoca al progenitor de la infancia o a los hermanos.
~er, por principio, con- El factor tiempo moviliza también las dificultades relacionadas con la se-
y una vez establecidas paración y el reencuentro. Las transgresiones características referidas a esta
~
a pensar que las nor- condición son los fallos de asistencia a las sesiones o el retraso. En cuanto a
ngeniado sólo para su las transgresiones del elemento espacial son más excepcionales en el adulto
euta son también un que en los niños, pero, aun así, ¿cuántas veces podemos encontrar al pacien-
te situado en el umbral de la sala de espera controlando entradas y salid(ls?
ativo del deseo o del Todas estas conductas serán debidamente consideradas por el terapeuta
donde éstos (deseos en vistas a ser interpretadas o no, según el significado -sintomático, transfe-
ahí el paciente puede rencia!- que puedan tener.
1110s vacaciones? ¿por El diván tiende a despertar angustia relacionada con la pérdida de con-
me si necesito más o trol e indefensión, sobre todo por el hecho de que el paciente no puede ver
nea viene usted a mi al terapeuta y en cambio se siente observado por él. Tendremos muy en
cuenta las fantasías que aparecen en torno a esta situación que pueden ser
diversas, entre otras, puede sentirse asaltado por la espalda o cuidado como
un bebé en la cuna.
manifiestan El acuerdo económico puede constituir desde la perspectiva más infantil o
neurótica una especie de herida narcisista para el paciente aunque como
roceder del terapeuta adulto entiende que ha de pagar y lo hace. El pago le confronta, no obstante,
alente. Por un lado le con la evidencia que el trato que recibe tiene que ver con lo profesional. Los
cto. Desde su posición deseos infantiles desearían borrar la frontera de lo profesional y mezclarlo
te acepta que este sis- con lo amistoso, afectuoso o erótico. En tales condiciones el terapeuta po-
umento de trabajo y dría ser amigo o amante pero perdería su rol profesional y su capacidad tera-
r del contexto como péutica.
trolarlo (en un sentí- Las transgresiones más habituales referidas a esta condición son, eviden-
te a las normas y po- temente, no pagar o retrasar los pagos. Se sobreentiende que estos fallos se
hay algo de conflicto tratarán como acting out cuando sean debidos a conflictos neuróticos respec-
ido de formas o suti- to al pago, pero también pueden darse otros condicionantes externos a con-
a manifestación más siderar. A veces la protesta en relación al dinero puede expresarse con con-
ductas de apariencia opuesta al conflicto, por ejemplo, un paciente que al
282 Merce Mitjavila García La iniciación del tratam1
llegar las vacaciones o si el día de pago coincidía con el día antes del fin de comprometía tan
semana, adelantaba el pago a la víspera. Al preguntarle acerca de este avance, con una sola din
su respuesta fue que tenía miedo de olvidarse si lo dejaba para el último día. V amos a esperar
Nos preguntamos ¿y por qué este miedo a olvidarse? y el contexto es u
La función del terapeuta es la de mantener su rol y reinstaurarlo cuando ¿Cuál es la fi
se ve descolocado por el paciente, si el terapeuta pierde su rol ya no es tal. prender el confli(
En definitiva la mejor manera en que el terapeuta puede pensar y ejercer es la transgresión e i:
dentro de su contexto. El terapeuta
Si pasamos someramente revista a las transgresiones más fácilmente ob- caso- que sea e
servables, nos remitiremos a aquellas que se manifiestan conductualmente, construcción y cu
por ejemplo: los fallos en asistir a las sesiones, retrasos en el horario, no pa- vo que apuntában
gar cuando está establecido o cualquier otra conducta que atente contra los
límites del contexto. El hecho de que se trate de conductas observables y
evidentemente conscientes para el paciente, no significa de ninguna manera III.5. El uso defei
que admita el significado inconsciente que el terapeuta pretende darle.
Por lo que se ha venido explicando hasta ahora vemos que las normas Se ha descrito el
que establece el terapeuta pueden chocar con las expectativas del paciente o paciente como el
con la idea que él se había forjado respecto de lo que sería el trato terapéuti- cir, el paciente m<
co. Esto hace que se produzca una confrontación entre dos encuadres distin- terapeuta imponie
tos: el del terapeuta y el del paciente. Ambos tienen que articularse o some- tando las transgre:
terse el uno al otro o coexistir. Dentro de la flexibilidad y posibilidades de parámetros ideale1
adaptación del terapeuta (por ejemplo, en cuanto a horario, precio, usar el cumple y no por r
diván o cara a cara, etc.) el marco dominante ha de ser el del terapeuta. A ve- rresponde al terap
ces nos encontramos con elementos que ha aportado el paciente y que llegan El encuadre h
a formar parte del encuadre de forma más o menos parasitaria. Imaginemos, rapeuta es el garali
por ejemplo, el paciente que por sistema paga con retraso o llega con retraso mismo tiempo y e
pero que esto se ha instaurado como norma a la cual el terapeuta se adapta y refiere al contexto
por lo tanto ya no cuestiona ni interpreta, o el paciente que tiene que ir al es un observador i
baño antes o después de la sesión, o respecto al tuteo o trato de usted, que a Efectivamente
veces viene impuesto por el paciente al margen del uso y costumbre del tera- navega entre Escil
peuta, podríamos seguir enumerando ejemplos. Estos elementos tienen algo Cualquier declinar
-o mucho- de acting in pero se mantienen por la tolerancia o dificultad del ciente o a la justiB
terapeuta para tratarlos, llegando a impregnar el propio encuadre o a formar tencia (véase Con
un encuadre paralelo. mismo tiempo apa1
Cuando el ene
pone al servicio d1
III.4. El manejo terapéutico del conflicto frente al encuadre redundancia, éste e
¿De qué maneJ
El terapeuta ha de estar preparado para estos trances descritos en el aparta- tuviéramos que res
do anterior, en al medida en que admite los aspectos infantiles o neuróticos sivamente.
inconscientes como altamente determinantes de la conducta. Quedarnos con Detrás del enc1
la imagen del paciente que se presentaba con aquella demanda óptima y se dad de principante
Merce Mitjavila García La iniciación del tratamiento 283
n el día antes del fin de comprometía tan razonablemente a todas las condiciones, sería quedarnos
e acerca de este avance, con una sola dimensión, quizá la que menos nos interesa como terapeutas.
~jaba para el último día. Vamos a esperar la aparición del otro paciente (el que tiende a conflictualizar)
y el contexto es una primera puerta de entrada.
l y reinstaurarlo cuando ¿Cuál es la función del terapeuta en estas situaciones? Tratar de com-
~rde su rol ya no es tal. prender el conflicto que nos está expresando inconscientemente a través de
rede pensar y ejercer es la transgresión e interpretarla en base a este conflicto.
El terapeuta se verá trabajando con el instrumento -contexto en este
ines más fácilmente ob- caso- que sea capaz de construirse. Cada paciente obliga a una cierta re-
;.'.Stan conductualmente, construcción y cuestionamiento del encuadre y no sólo en el sentido negati-
os en el horario, no pa- vo que apuntábamos antes sino también en el sentido positivo.
:a que atente contra los
onductas observables y
1ca de ninguna manera III.5. El uso defensivo del encuadre por parte del terapeuta
1 pretende darle.
¡
vemos que las normas Se ha descrito el encuadre y su justificación desde el supuesto que tanto el
ctativas del paciente o paciente com~ el terapeuta actúan como tales en sus respectivos roles. Es de-
sería el trato terapéuti- cir, el paciente mostrando su ambivalencia respetando y transgrediendo y el
e dos encuadres distin- terapeuta imponiendo las condiciones desde la pura racionalidad e interpre-
ue articularse o some- tando las transgresiones del paciente. Eso no siempre se cumple según estos
~ad y posibilidades de parámetros ideales; es más, si somos modestos, diremos que no siempre se
roraría, precio, usar el cumple y no por parte del paciente precisamente, sino por la parte que le co-
el del terapeuta. A ve- rresponde al terapeuta.
1paciente y que llegan El encuadre ha de proteger el proceso de interacción terapéutica y el te-
arasitaria. Imaginemos, rapeuta es el garante de esta condición. Pero es bien difícil ser juez y parte al
aso o llega con retraso mismo tiempo y eso es lo que le ocurre al terapeuta (y no sólo en lo que se
1terapeuta se adapta y refiere al contexto sino a todo el proceso terapéutico, en general, puesto que
te que tiene que ir al es un observador intensamente participante).
trato de usted, que a Efectivamente el lugar del terapeuta es ése tan difícil como el de quien
y costumbre del tera- navega entre Escila y Caribdis de su propio inconsciente y el de su paciente.
elementos tienen algo Cualquier declinar excesivo lo arrastra a la colusión con lo patológico del pa-
rancia o dificultad del ciente o a la justificación racionalizadora de su propia patología o incompe-
encuadre o a formar tencia (véase Contratansferencia). Eso, supongo yo, es lo más arriesgado y al
mismo tiempo apasionante de este oficio.
Cuando el encuadre, en lugar de garantizar las condiciones de trabajo, se
pone al servicio de proteger intereses no terapéuticos del terapeuta, valga la
redundancia, éste está abusando del poder que le otorga su rol.
¿De qué manera puede el terapeuta usar el encuadre incorrectamente? Si
escritos en el aparta- tuviéramos que resumirlo en una palabra diríamos que cuando lo usa defen-
infantiles o neuróticos sivamente.
ucta. Quedarnos con Detrás del encuadre el terapeuta puede ocultar, por ejemplo, su inseguri-
clemanda óptima y se dad de principante ¿y qué terapeuta no ha pasado por este trance?; en esta
284 Merce Mitjavila García La iniciación del tratamientc
situación la rigidez sustituye la funcionalidad que han de tener las normas no puede manifesta
«la norma se expone pero no se impone» nos dice Etchegoyen (1988, mitir algo de su vid2
p. 82). El terapeuta novel vive con un encuadre prestado (el que haya vivido La justificación
anteriormente como paciente o el que le hayan enseñado sus maestros y sigue: cuanto menm
supervisores). Construir el propio marco de trabajo y usar la teoría y la téc- paciente. Lo que no
nica según un estilo propio es un resultado muy tardío, dentro del rodaje lítica exploramos lo
profesional, quizá la mayoría no lleguemos nunca a ser demasiado origina- cientes. En ellas se 1
les. Esto requiere seguridad en las funciones que le son propias al terapeu- cional... en ellas se p
ta y una intensa, y a veces dolorosa, reflexión sobre los límites de su pro- El retrato o atr
pia acción e instrumentos. tructo imaginario e
El terapeuta, y no sólo el principiante al que antes me refería, puede reales, es, en este s<
camuflar detrás del encuadre, o revestir de tal, su miedo, ignorancia, agre- los personajes de su
sividad, etc., en una palabra, su incompetencia y su propia neurosis. Sin duda, la act
Cuanto más asimétrica sea la relación y más débil y dependiente sea el terapeuta, que de
uno de los componentes de la pareja relacional -y el paciente lo es por sividad. Evidentem
su sufrimiento- más poder y responsabilidad asume el otro y es, en este los impactos emoci1
encuentro peculiar que es el encuentro terapéutico, donde la técnica no péutica pero estas r
puede desentenderse de la ética y nada podrá ser técnicamente correcto si situación relacional
no es, ante todo, honesto.
IV.L Diferencias e
ian de tener las normas no puede manifestar sus sentimientos ni opm1ones, ni nada que sea trans-
lice Etchegoyen (1988, mitir algo de su vida personal.
tado (el que haya vivido La justificación de mantener rigurosamente esta actitud se explica como
1señado sus maestros y sigue: cuanto menos relevancia tenga el terapeuta, más se podrá observar del
y usar la teoría y la téc- paciente. Lo que no le es dado (al paciente), es imaginado ... en situación ana-
trdío, dentro del rodaje lítica exploramos los contenidos inconscientes a través de las fantasías cons-
. ser demasiado origina- cientes. En ellas se articula lo consciente y lo inconsciente, lo lógico y lo irra-
son propias al terapeu- cional... en ellas se proyecta el conflicto y así entramos en la transferencia.
e los límites de su pro- El retrato o atributos que el paciente otorga al terapeuta son un cons-
tructo imaginario en la medida en que no le hayamos facilitado los datos
mtes me refería, puede reales, es, en este sentido, su autorretrato o el que corresponde a alguno de
miedo, ignorancia, agre- los personajes de su escenografía interna.
opia neurosis. Sin duda, la actitud de neutralidad comporta una disciplina especial pára
ébil y dependiente sea el terapeuta, que debe inhibir aspectos espontáneos de su conducta y expre-
y el paciente lo es por sividad. Evidentemente, el terapeuta no queda al margen ni es insensible a
~e el otro y es, en este los impactos emocionales a los que está sometido dentro de la relación tera-
~' donde la técnica no péutica pero estas reacciones no pueden manifestarse como ocurriría en una
cnicamente correcto si situación relacional espontánea.
peuta no ha de tener otra motivación que no sea informar (interpretativa- para impedir la eme
mente). Otro posicionamiento tiene el riesgo de hacer entrar en acción los de- preguntas directas, 1
seos y voliciones del terapeuta que, aunque sean en bien del paciente, pue- miento de los detern
den usurparle su deseo y voluntad. La máxima de Bion (197 4), que hace Para terminar, ,
referencia a que el terapeuta debe posicionarse ante el paciente «sin deseo», modalidad de la «ct:
nos ayuda a describir esta condición de la neutralidad La vocación terapéuti- terapia psicoanalític
ca - interventora por naturaleza- nos traiciona a menudo y difícilmente po- como un continuum
demos librarnos -y quizá no tengamos que hacerlo del todo- del deseo de las diferencias aunq
cambiar algo de nuestro paciente. criterios han de ser
Siguiendo con las modalidades psicoterapéuticas, el apoyo como estrate- En el cuadro que se
gia terapéutica supone reconfortar al paciente ofreciéndose, a veces, como tras tratados en los
recipiente catártico. No pretende ni orientar ni comprender, sino tranquilizar actitud de neutralidad
o incluso reforzar los aspectos más sanos y adaptativos del paciente. bas modalidades de ·
Las actitudes de directividad y de apoyo son más fáciles de comprender
que la actitud de neutralidad La demanda del paciente en su versión primera CUADRO 2. Comparal
e ingenua se expresa, generalmente, como búsqueda de consejo.
informar (interpretativa- para impedir la emergencia del conflicto. Con las respuestas directas a las
:r entrar en acción los de- preguntas directas, cerramos interrogantes y puertas de acceso al conoci-
1 bien del paciente, pue- miento de los determinantes más primarios y regresivos.
e Bion (197 4), que hace Para terminar, vamos a exponer un cuadro-resumen comparando la
'. el paciente «sin deseo», modalidad de la «cura tipo», o psicoanálisis propiamente dicho, y la psico-
!d La vocación terapéuti- terapia psicoanalítica. Hay autores que consideran ambas modalidades
1enudo y difícilmente po- como un continuum o incluso propugnan la fusión; otras opciones marcan
de! todo- del deseo de las diferencias aunque. tampoco se da un acuerdo unánime respecto a qué
criterios han de ser los indicadores de tales diferencias (Wallerstein, 1989).
s, el apoyo como estrate- En el cuadro que se expone a continuación se hará referencia a los paráme-
ciéndose, a veces, como tros tratados en los apartados 3 y 4 de este capítulo, referidos al contexto y
Jrender, sino tranquilizar actitud de neutralidad, dando por supuesto que la teoría que fundamenta am-
>s del paciente. bas modalidades de intervención es la misma, es decir, la psicoanalítica.
is fáciles de comprender
te en su versión primera
:le consejo. CUADRO 2. Comparación entre psicoanalisis y psicoterapia
Psicoanálisis Psicoterapia
;o técnico Núm. de sesiones se- Más intensivo: 4, 5 Menos intensivo: 1, 2
manales
ido como extraña y dis- ,
iales de interacción. Su- Diván Siempre Opcional
roles entre uno y otro. Actitud neutralidad Se mantiene rigurosamente Más flexibilidad
os personales e incluso
, inhibir todos sus refe-
,ticas de la relación tera- Horacio Etchegoyen, psicoanalista argentino que se define como kleiniano, ac-
rencias entre la neutrali- tual presidente de la International Psychoanalytical Association, nos ofrece un amplí-
Se estima la frustración simo manual. Los distintos conceptos se tratan siguiendo su evolución histórica y
cómo el terapeuta debe desde los distintos modelos y escuelas psicoanalíticas actuales. Ha de tenerse en
cuenta que este libro no trata sobre psicoterapia psicoanalítica, sino sobre el proceso
de psicoanálisis entendido como «cura-tipo» o tratamiento psicoanalítico convencio-
nal. Definiríamos el estilo de Etchegoyen como magistralmente coloquial y en su tex-
to va intercalando continuas viñetas clínicas ilustrando cada concepto.
En el epígrafe 6 de la primera parte trata el tema del «Contrato terapéutico» refi-
riéndose al contrato autoritario y al contrato democrático, entendiendo, como él di-
ce, que las normas se exponen pero no se imponen y que la transgresión de las nor-
>en relación a este capítu- mas debe ser comprendida e interpretada por lo que pueda tener de resistencias y
nica de la psicoterapia psi- en ningún caso el analista debe responder con actitudes punitivas. En el epígrafe 38
os que se indican específi, de la parte cuarta de su libro, trata sobre el encuadre, siguiendo las aportaciones de
Bleger. Contrapone encuadre (aspecto fijo) versus proceso (aspecto dinámico y móvil).
El encuadre «ha de permanecer mudo para que hable el proceso». El aspecto de
'Jsicoanalítica, Barcelona, constancia e inmovilidad permite la contención de las ansiedades más psicóticas. En
el epígrafe 40 explica que la regresión es un producto de la enfermedad del paciente
y no del encuadre y que éste más bien trata de contener la regresión.
por un autor español que
>roximidad en cuanto a la
Thoma, H. y Kachele, H. (1989), Teoría y práctica del psicoanálisis. Volumen I:
autora de este capítulo, el
Fundamentos, Barcelona, Herder.
«La fase de inicio del tra- Este gran manual lo componen dos volúmenes, el primero dedicado a los con-
demanda del paciente, las ceptos teórico-técnicos y el segundo se centra en aspectos clínicos con material ilus-
~ que la relación entre te- trativo. El contenido versa sobre el psicoanálisis entendido como «cura-tipo». En el
eres de que se concrete la capítulo 6 del primer volumen se aborda la temática referida a la primera entrevista.
f n de pruebas psicodiag- Entre otros puntos se señala la importancia de la primera entrevista como la oportu-
nidad para adaptar de forma flexible el método psicoanalítico a las condiciones con-
ar el proceso posterior.
ediatizado por terceros. cretas del paciente. Trata sobre la integración del pensamiento psiquiátrico y psico-
s el diagnóstico, que en- analítico, y cómo esto dio lugar a diversos modelos de entrevista. Cita el modelo
desarrollado por Balint y las aportaciones. de Liberman, entre otros. Se consideran
~aciente: su mundo inter-
idades. los aspectos diagnósticos y terapéuticos implícitos en las primeras entrevistas.
versidad de expectativas El encuadre se trata en el capítulo 8, apartado en el que reflexiona en sentido es-
espera del terapeuta. En pecialmente crítico acerca de la variable tiempo, considerando que la frecuencia de
odas las condiciones (du- las sesiones no tiene por qué determinar de forma rígida el desenvolvimiento de la
tc.) estén claramente es- transferencia. Se consideran el tiempo y el espacio terapéuticos en un sentido rela-
cional.
tartado a definir el crite-
Señala el respeto por las
ben ser comprendidas o
nea el terapeuta deberá
a del paciente.
I. EL PACIENTE Y EL TERAPEUTA
do más claro, sencillo y didáctico que nos sea posible. Intentaremos describir Así pues, consic
en qué consiste ese encuentro tan particular entre dos (o más) seres humanos es el resultante de
en el que los aportes de uno, el que solicita ayuda (transferencia), se combi- vez, el devenir y el
nan con los del otro, el que la brinda (contratransferencia y técnica), y en ba- ciones de ambos. ·
se a un acuerdo entre ambos (alianza de trabajo) se produce un resultado Es bajo esta p(
que, en principio, se espera sea beneficioso para aquel que demanda la ayu- para ir desglosando
da (y, cómo no, para el terapeuta que la ofrece). mientas emocional1
No cabe duda de que con la descripción (y tímido intento de explica- miembro de la rela
ción) de los fenómenos de transferencia, contratransferencia, alianza de tra- mos la contratransf
bajo y recursos técnicos que emplea el terapeuta, habremos dado buena emplear, en el curs<
cuenta de parte de lo que ocurre en el proceso terapéutico de la psicoterapia revisaremos el fenc
psicoanalítica*. No del todo, naturalmente, pero sí de aspectos nodales que, trabajo como un e
tal y como se manejan en la psicoterapia psicoanalítica, son los que la carac- más esta idea) entri
terizan ante otros tipos de tratamientos psicológicos. el resto de los mo1
Partiremos, pues, de esta premisa básica, a saber: los instrumentos técni- muy comprometid(
cos de los que dispone el terapeuta (clarificación, confrontación, señalamien- (en nada exhaustiv2
to e interpretación, además del encuadre) están al servicio de los aspectos
emocionales sobre los que pivota la relación entre terapeuta y paciente,
transferencia y contratransferencia, respectivamente. Sólo si aceptamos esta
premisa podremos entender que, tal y como se ha sugerido en numerosas n: EL DESCUBRIM
ocasiones, sea la personalidad del terapeuta «el agente curativo que ha de DEL TRABAJO C
utilizar en el ejercicio de su profesión>~ (Coderch, 1987, p. 83). La personali-
dad del terapeuta juega un papel tan importante en la psicoterapia psicoana- Hemos querido err
lítica ya que es la que le permitirá escuchar y «comprender» lo que el pa- Sten Nadolny (198
ciente le está mostrando, respondiendo emocional y profesionalmente a ello (1786-1847), marin
(para mayores consideraciones respecto de este aspecto véase el apartado rv pausado y sosegad<
de este capítulo). La idea es que a través de la personalidad del terapeuta y en sus juegos infa
de la del paciente se creará una relación emocional (no confundir con perso- marinero y aventut
nal, en el sentido habitual de la palabra) entre ambos. La comprensión y aná- sus viajes.
lisis de la dinámica de esta relación es la base fundamental de la psicoterapia Pensamos que
psicoanalítica, tal y como Freud ya intuyó al tratar a sus primeros pacientes: partícipes de la p1
destinada a una au
No puedo imaginarme que lograra profundizar en el mecanismo psíquico de una El terapeuta d
histeria en una persona que se me antojara vulgar o desagradable, que en el trato ambos inician un f
más asiduo no fuera capaz de despertar una simpatía humana [.. .]. en el supuesto de
[...] difícilmente se puede evitar que la relación personal con el médico se ade- puede redundar er
lante hasta el primer plano de manera abusiva, al menos durante algún tiempo; y aún tiempo para desari
parece que esa injerencia del médico fuera la condición bajo la cual, únicamente, se más sólidos.
puede solucionar el problema [Breuer y Freud, 1895, pp. 272-273]. Aunque es inn
ración» de los sínt
la consulta, pacier
'' Tenga en cuenta el lector los modelos del proceso de la psicoterapia psicoanalítica des-
critos en el capítulo 10. [Nota de los comps.J gencias del métoc
Caparrós y Francesc Maestre Lorén Emociones y estrategias técnicas en el seno de la psicoterapia psicoanalítica 293
abordaje directo y rápido de estas aflicciones, sino el establecimiento de una vestigación sobre el
relación terapeuta/ paciente que permite el mayor despliegue posible del psi- do: terapeuta y paci
quismo de este último, para su análisis y comprensión. Naturalmente esto n
Lo más frecuente, no obstante, es que el paciente acuda a la consulta si lo que pretenden <
con una idea que en poco se acerca a la que acabamos de describir. Lógica- la idea el paciente d1
mente los pacientes acuden apremiados por sus dificultades emocionales, sus la misma (véase los c
síntomas psicopatológicos y sus conflictos vivenciales. Su demanda, pues, Tal y como ha
suele presentarse de modo bien diferente a lo que aquí se está planteando. estaban presentes e1
Así hay pacientes que solicitan alivio de su sufrimi,e nto y conflictos de modo del siglo pasado, cm
que parecería que el terapeuta debe ser capaz de extirpárselos como si éstos na colaboración y at
se tratasen de un quiste u objeto extraño en el interior de su organismo. p. 167).
Otros, en cambio, tratan de convertir al terapeuta en un receptáculo donde De la escueta fo
depositar sus emociones más disonantes sin buscar la más mínima compren- raciones de interés.
sión sobre las mismas. Veamos un ejemplo de este último tipo de demanda: el terapeuta se dirif
adulta o parte sana»
su método le transn
El señor A es eficaz en su trabajo y feliz en su matrimonio. No obstante, se ha visto
acosado desde hace unos años por moderados estados ansioso-depresivos acompaña- ta no pronuncia est:
dos de temores hipocondríacos y trastornos funcionales diversos. Tras acudir en nu- que se encierra en e
merosas ocasiones a los servicios médicos tradicionales llega a la consulta del psico-
terapeuta por expresa indicación de su médico de cabecera. Tras las primeras Mire, usted y yo vam<
entrevistas diagnósticas, el señor A muestra una franca mejoría de su sintomatología todo laborioso que ce
y al sugerírsele la conveniencia de iniciar un tratamiento psicoterapéutico responde psíquicamente. Para ~
afirmativamente. Al poco tiempo de iniciado éste el paciente alude «falta de tiempo» ahora precisamente, n
y pide espaciar quincenalmente las sesiones. De este modo el señor A mantiene una tenga paciencia, sea s
cierta mejoría pero no consigue más que una relativa y escasa comprensión del cómo brá momentos en qu
y el porqué de sus dificultades. Cuando el terapeuta le señala este equilibrio preca- embargo, es importan
rio, el paciente responde que «ya me va bien venir cada quince días, la verdad que remos en todas las ce
me es imposible de otro modo, cuando salgo de aquí estoy mucho mejor, luego es vadores de usted mis1
como si se fuera gastando la mejoría ... pero luego vuelvo otra vez y de nuevo puedo
relajarme .. sí, de verdad que me va muy bien venir a hablar con usted». · Una definición
Greenson (1967) ct
El señor A y su terapeuta no han establecido una auténtica alianza de nal y razonable que
trabajo. El paciente acude a la consulta, se descarga explicando sus dificulta- intencionadamente
des y quizás le resulte de alguna utilidad algunas de las intervenciones de su Los orígenes d1
terapeuta; pero no está realizando una verdadera exploración de su psiquis- Sterba (1934) en el
mo. En estas condiciones, pues, no es posible hablar de psicoterapia psicoa- ciente en términos
nalítica. El paciente no colabora en el esclarecimiento de su funcionamiento de, identificándose
mental. funcionamiento; au
¿Cómo podemos definir la alianza de trabajo? Se han ofrecido muchas en exceso ansiosa, 1
definiciones para este concepto, por lo que nos atrevemos a formular nuestra Esta primera p:
propia definición diciendo que se trata de la capacidad de colaboración a la re como «parte ad1
que son capaces de lleg~r el terapeuta y el paciente para trabajar conjunta- que se «alía» el ter
mente hacia el objetivo primordial de toda psicoterapia psicoanalítica: la in- deraciones hacen ¡
1 Caparrós y Francesc Maestre Lorén Emociones y estrategias técnicas en el seno de la psicoterapia psicoanalítica 295
establecimiento de una vestigación sobre el funcionamiento mental del paciente. Dicho de otro mo-
spliegue posible del psi- do: terapeuta y paciente se ponen de acuerdo sobre lo que quieren hacer.
Naturalmente esto no significa que puedan acordar cualquier cosa, al menos
rite acuda a la consulta si lo que pretenden es llevar a cabo una psicoterapia psicoanalítica. Si ésta es
tos de describir. Lógica- la idea el paciente deberá poder aceptar las reglas básicas y el «encuadre» de
1ltades emocionales, sus la misma (véase los capítulos 10 y 12 de este Manual).
les. Su demanda, pues, Tal y como han señalado otros autores (Poch, 1988) estas ideas ya
tquí se está planteando. estaban presentes en las situaciones clínicas que Freud abordaba a finales
to y conflictos de modo del siglo pasado, cuando decía que su método era «[ ...] inaplicable sin la ple-
irpárselos como si éstos na colaboración y atención voluntaria de la enferma» (Breuer y Freud, 1895,
:erior de su organismo. p. 167).
1 un receptáculo donde De la escueta frase tomada de Freud se pueden deducir algunas conside-
t más mínima compren- raciones de interés. Se reclama del paciente colaboración y atención, esto es,
mo tipo de demanda: el terapeuta se dirige a lo que con Meltzer (1967) podríamos llamar «parte
adulta o parte sana»· del paciente, y mediante su actitud, sus intervenciones y
1. No obstante, se ha visto su método le transmite al paciente algo así como (entiéndase que el terapeu-
oso-depresivos acompaña- ta no pronuncia estas palabras tal cual, sino que da a entender el significado
versos. Tras acudir en nu- que se encierra en ellas):
~a a la consulta del psico-
>ecera. Tras las primeras Mire, usted y yo vamos a ocuparnos de sus síntomas y dificultades mediante un mé-
ioría de su sintomatología todo laborioso que consiste en poder acercarnos a cómo es usted, y cómo funciona
,sicoterapéutico responde psíquicamente. Para hacerlo permitiremos que su manera de ser se manifieste aquí y
:e alude «falta de tiempo» ahora precisa·mente, mediante la relación entre usted y yo. Para esto será preciso que
el señor A mantiene una tenga paciencia, sea sincero y pueda decirme aquello que le pase por la cabeza. Ha-
sa comprensión del cómo brá momentos en que se le hará un tanto arduo el proseguir con este método; sin
iala este equilibrio preca- embargo, es importante que pueda comunicarme esa misma dificultad. Juntos pensa-
uince días, la verdad que remos en todas las cosas que usted traiga a la sesión y nos constituiremos en obser-
,y mucho mejor, luego es vadores de usted mismo.
:ra vez y de nuevo puedo
:on usted». Una definición clásica de la alianza de trabajo es la que nos ofreció
Greenson (1967) cuando la describió como «la relación no neurótica, racio-
1a auténtica alianza de nal y razonable que el paciente tiene con su analista y que le permite trabajar
x:plicando sus dificulta- intencionadamente en la situación analítica».
i.s intervenciones de su Los orígenes de esta definición se encuentran en un antiguo trabajo de
!oración de su psiquis- Sterba (1934) en el que sugería que una parte del paciente (del «yo» del pa-
de psicoterapia psicoa- ciente en términos técnicos) colabora con el terapeuta, es realista y es capaz
1 de su funcionamiento de, identificándose con el papel del terapeuta, observar y criticar su propio
funcionamiento; aun a pesar de que otra parte del sujeto no sea realista, esté
: han ofrecido muchas en exceso ansiosa, no tenga espera o incluso se oponga al trabajo terapéutico.
mas a formular nuestra Esta primera parte del «yo» del sujeto es a la que Meltzer (1967) se refie-
d de colaboración a la re como «parte adulta o sana de la personalidad» del individuo, parte con la
para trabajar conjunta- que se «alía» el terapeuta para trabajar. Como puede observarse estas consi-
,ia psicoanalítica: la in- deraciones hacen pivotar la alianza de trabajo más de la parte del paciente
296 Antoni Talarn Caparrós y Francesc Maestre Lorén Emociones y estrategias técnicas
que de la del terapeuta o en la interacción entre ambos; en este sentido difie- alianza de trabajo. ¿1
ren un tanto o son complementarias del intento de definición que hemos con la teoría psicoan
ofrecido unas líneas más arriba. chegoyen (1986) en a
Sea como sea, hay que subrayar que la alianza de trabajo no se «pacta» base de una experiet
en una sola sesión y de una vez por todas. Es un proceso constante a lo largo na, como el bebé cor
de buena parte de la psicoterapia psicoanalítica, si bien, no cabe duda, sus jo arranca de las rela
bases se asientan al inicio del tratamiento. Veamos un ejemplo: 6). Dicho en término
sa en las experienci
La señora B acude a consulta desde un lugar bastante alejado de la ciudad del tera- otras personas y en
peuta. Resulta obvio que realiza un considerable esfuerzo personal y material para das por el sujeto. Ne
proseguir con su tratamiento. Sus deseos de mejoría y de búsqueda de comprensión añadir algo más. Cod
son, aparentemente, francos y claros. No obstante, suele llegar tarde a las sesiones.
Por ello el terapeuta le comenta (en lo que más adelante llamaremos «confronta- [...] es la disponibilida
ción») lo siguiente: originado por el acem
manera como elabora
T: Quizás podríamos pensar en lo que está ocurriendo últimamente. Usted se existencia de una verd
siente muy interesada en acudir a las sesiones y en resolver sus dificultades, sin em-
bargo algo sucede que le impide aprovechar la sesión en su totalidad y disponer de De lo dicho anti
su tiempo. Sandler, Dare y Hol
P: Sí, ya me da rabia, ya, llegar tarde, pero es que el trabajo va como va y de im- ciente para establee
proviso sale algo que no puedes dejarlo y marcharte, has de ocuparte de ello. para tomar las decü
T: Sin duda puede haber ocasiones en que esto sea tal y como usted señala pero adecuado para cada
también el trabajo le impide ocuparse de u,sted misma y de esas cosas que tanto le
coanalítica se inicie
interesan, como si hubiera una parte de usted que quedase de lado, aparcado en un
segundo plano.
de «pronosticar» m¡
P: ¿Quiere usted decir como si no me comprometiese conmigo misma? cual paciente a lo la;
Y a para termina
tudiosos de la alían
A partir de este momento, cuando se pudo pensar en este aspecto, la paciente
dejó de llegar tarde sistemáticamente a las sesiones, pudiendo organizarse el trabajo sus relaciones con 1
de un modo más eficaz y evitando así esas situaciones tipó «va como va» _o imprevis- de dividir en «trarn
tas (cosa que, por otra parte, era realmente factible). de trabajo sería una
sente y no es una n
Nos parece que este ejemplo ilustra aquello que señalábamos anterior- cía). En esta línea s,
mente referido a la alianza con la parte más sana o adulta del paciente, esto Etchegoyen (1986).
es, con aquellos aspectos de su funcionamiento psíquico capaces de percibir, jo y transferencia s
razonar y reconocer la necesidad de tratamiento. derando que no es
Ahora bien, la alianza de trabajo no se logra, ni mucho menos, con todos tintos de la transfe
aquellos que acuden a la consulta del terapeuta. Como señala Coderch del todo acorde c
(1987), no es tarea fácil decidir por qué entre un terapeuta y un paciente se transferenciales im
ha establecido una buena alianza de trabajo (Coderch prefiere el término quier otro) que se 1
«relación de trabajo») y por qué entre el mismo terapeuta y otro paciente tal
alianza no ha llegado a formarse. Los ejemplos del señor A y la señora B nos / 1 La teoría de las r
muestran estas diferencias individuales que se dan en la formación de la de este Manual.
, Caparrós y Francesc Maestre Lorén
Emociones y estrategias técnicas en el seno de la psicoterapia psicoanalítica 297
os; en este sentido difie- alianza de trabajo. ¿A qué se deben estas diferencias? Si somos coherentes
: definición que hemos con la teoría psicoanalítica que nos inspira 1 estaremos de acuerdo con Et-
chegoyen (1986) en considerar que la alianza de trabajo se establece sobre la
e trabajo no se «pacta» base de una experiencia previa en la que uno pudo trabajar con otra perso-
eso constante a lo largo na, como el bebé con el pecho de la madre. Es decir, que la alianza de traba-
,ien, no cabe duda, sus jo arranca de las relaciones tempranas de objeto (véase de nuevo el capítulo
ejemplo: 6). Dicho en términos más sencillos diríamos que la alianza de trabajo se ba-
sa en las experiencias previas de trabajo que cada persona ha tenido con
ido de la ciudad del tera- otras personas y en cómo estas experiencias han sido asimiladas y vivencia-
personal y material para das por el sujeto. No obstante, aun estando de acuerdo con esto, deberíamos
,úsqueda de comprensión añadir algo más. Coderch (1987) sugiere, opinamos que con acierto, que:
legar tarde a las sesiones.
~ llamaremos «confronta-
[...] es la disponibilidad por parte del paciente para soportar el sufrimiento mental
originado por el acercamiento a lo más íntimo de sí mismo, su afán por conocer y la
manera como elabora· y utiliza aquello que se le explica lo que permite perfilar la
o últimamente. Usted se existencia de una verdadera relación de trabajo [Coderch, 1987, p. 211].
- sus dificultades, sin em-
1 totalidad y disponer de
De lo dicho anteriormente se deriva claramente la idea, ya expresada por
Sandler, Dare y Holder (1972), de que la evaluación de la capacidad del pa-
bajo va como va y de im-
ocuparte de ello.
ciente para establecer y desarrollar una alianza de trabajo es fundamental
r como usted señala pero para tomar las decisiones más oportunas de cara al tipo de tratamiento más
e esas cosas que tanto le adecuado para cada caso. Si bien no es menester que toda psicoterapia psi-
de lado, aparcado en un coanalítica se inicie con una alianza de trabajo en firme sí es necesario tratar
de «pronosticar» mínimamente si la misma es o no «desarrollable» en tal o
nmigo misma? cual paciente a lo largo del tratamiento.
Ya para terminar con este apartado, tan sólo mencionar que entre los es-
este aspecto, la paciente tudiosos de la alianza de trabajo ha surgido una intensa polémica acerca de
do organizarse el trabajo sus relaciones con la transferencia. Para unos la relación terapéutica se pue-
(Va como va» o imprevis- de dividir en «transferencia!» y «no transferencia!» y por lo tanto la alianza
de trabajo sería una relación «no transferencia!», real, que se ubica en el pre-
sente y no es una repetición irracional (lo que la distinguiría de la transferen-
señalábamos anterior- cia). En esta línea se sitúan el propio Greenson (Greenson y Wexler, 1969) y
ulta del paciente, esto Etchegoyen (1986). Para otros, entre los que nos incluimos, alianza de traba-
:o capaces de percibir, jo y transferencia serían prácticamente inseparables (Coderch, 1987), consi-
derando que no es necesario recurrir a un tipo de fenómenos mentales dis-
cho menos, con todos- tintos de la transferencia para explicar la alianza de trabajo, Tal posición es
:omo señala Coderch del todo acorde con la teoría kleiniana que considera que las reacciones
>euta y un paciente se transferenciales impregnan toda relación (sea con el terapeuta o con ·cual-
h prefiere el término quier otro) que se establecen a lo largo de la vida. Lo que ocurre, señala Co-
uta y otro paciente tal
)r A y la señora B nos 1 La teoría de las relaciones objetales basada en Melanie Klein y descrita en el capítulo 6
n la formación -de la
de este Manual.
298 Antoni Talarn Caparrós y Francesc Maestre Lorén Emociones y estrategias técnú:a
derch (1987), es que en el transcurso del tratamiento este aspecto de la trans- De lo dicho hast
ferencia que se denomina alianza de trabajo se va especializando progresiva- tantes:
mente hasta adquirir características que la diferencian de otros aspectos
transferenciales. Y a la transferencia es, precisamente, a lo que vamos a dedi- La transferencia
car el apartado siguiente. tuación.
Se basa en la pn
lo que se ha vivido e
La transferencia
III. YO SOY YO Y MIS CIRCUNSTANCIAS (ACTUALES, Y PASADAS): tuaciones actuales, e
EL FENÓMENO DE LA TRANSFERENCIA das en función de e:
Si los puntos ~
«El primer amor objeta!, el primer odio objeta! son pues la raíz y el todas las relaciones
modelo de toda transferencia ulterior que no es una característica de peuta y paciente es
la neurosis, sino la exageración de un proceso mental normal» La transferenci2
terpretación) de la r
Ferenczi, 1909, p. 108 cionamiento psíqui1
tante en el seno de '
Probablemente la palabra «transferencia» sea una de las más pronunciadas,
escritas, definidas, estudiadas y explicadas en ese micromundo particular que Un esquema qt
configuran los profesionales del psicoanálisis y la psicoterapia psicoanalítica. renda es el present
Sería, por lo tanto, una tarea ingente (y repetitiva) dejar constancia en este nomina «triángulo <
capítulo de la multitud de acepciones, definiciones y empleos de este con- tizando magistralm
cepto fundamental para la teoría y la práctica psicoanalítica y psicoterapéuti- psicoanalítica, sugi<
ca. Únicamente trataremos de presentar una introducción al mismo que sea, un impulso o sent
eso sí, útil para aquellos que deseen adentrarse en este terreno tan apasio- cuya presencia pro
nante como complejo. medidas defensivas
¿En qué consiste la transferencia? Un vistazo a cualquier diccionario nos
mostrará que en lenguaje común (no técnico) «transferencia» es el acto de
(ansied
transferir, siendo «transferir» el pasar o llevar una cosa de un lugar a otro. Y
en esto, precisamente, estriba la actividad de la transferencia, en trasladar
ciertas emociones, vivencias, reacciones, etc., de un lugar a otro, de un tiem-
po (pasado) a otro (presente) en el devenir del propio curso vital. La idea, en-
tonces, es que cuando se produce la transferencia una persona se sitúa en su
presente de un modo muy mediatizado por su pasado. En este sentido, el
concepto de transferencia describe algo que, en sí mismo, es bastante obvio:
es imposible vivir sin el influjo constante de la propia historia, por lo tanto,
en nuestro momento vital actual, en el aquí y ahora (incluso en tú aquí y
ahora, querido lector, en el que estás fijando tus ojos en estas líneas) se está
Esta situación
siempre produciendo una sutil, pero activa, combinación de elementos «rea-
dones de la vida 2
les» y de elementos vividos con anterioridad. Esta peculiar y personalísima
combinación es la que da como resultado el sentido de «objetividad» de ca- 2 Desde la psicolc
da cual frente a la realidad «externa» en la que nos desarrollamos y vivimos. inacabada los sujetos 1
~ Caparrós y Francesc Maestre Lorén Emociones y estrategias técnicas en el seno de la psicoterapia psicoanalítica 299
este aspecto de la trans- De lo dicho hasta aquí nos parece que se desprenden varias ideas impor-
pecializando progresiva- tantes:
lCÍan de otros aspectos
, a lo que vamos a dedi- La transferencia es un fenómeno universal, se da en todos y en toda si-·
tuación.
Se basa en la premisa de que, por definición, se conserva siempre algo de
lo que se ha vivido o «sido» con anterioridad.
La transferencia supone una superposición de situaciones pretéritas a si-
PASADAS): tuaciones actuales, quedando, entonces, estas últimas más o menos deforma-
das en función de esta superposición.
Si los puntos anteriores son ciertos se dará siempre transferencia en
,jeta! son pues la raíz y el todas las relaciones humanas y, por tanto, también en la relación que tera-
10 es una característica de peuta y paciente establecen en la práctica de la psicoterapia psicoanalítica.
,o mental normal» La transferencia y sobre todo el análisis (observación, comprensión e in-
terpretación) de la misma serán los mejores vehículos para el estudio del fun-
Ferenczi, 1909, p. 108 cionamiento psíquico del paciente y por tanto será el fenómeno más impor-
tante en el seno de la psicoterapia psicoanalítica.
: las más pronunciadas,
·omundo particular que Un esquema que puede ser útil para entender el fenómeno de la transfe-
:oterapia psicoanalítica. rencia es el presentado por Malan (1979) cuando nos habla de lo que él de-
ejar constancia en este nomina «triángulo del conflicto» y «triángulo de las relaciones». Malan, sinte-
{ empleos de este con- tizando magistralmente la teoría del conflicto psíquico desde la perspectiva
alítica y psicoterapéuti- psicoanalítica, sugiere que en toda situación ralacional alterada se produce
ción al mismo que sea, un impulso o sentimiento oculto (difícil de percibir para el propio sujeto),
:ste terreno tan apasio- cuya presencia produce ansiedad y frente a ésta se erigen las consiguientes
medidas defensivas. Gráficamente el triángulo del conflicto se representa así:
alquier diccionario nos
ferencia» es el acto de
a de un lugar a otro. Y (ansiedad) A · ~ - - -- -- - - - - - - , D (defensas)
1sferencia, en trasladar
gar a otro, de un tiem-
:urso vital. La idea, en-
persona se sitúa en su
:lo. En este sentido, el
;mo, es bastante obvio:
1 historia, por lo tanto,
1 (Impulsos)
(incluso en tú aquí y
en estas líneas) se está
ión de elementos «rea- Esta situación de conflicto, no resuelto, se repite en muchas otras rela-
:culiar y personalísima ciones de la vida 2• Así, este conflicto que originariamente se ha vivido en la
le «objetividad» de ca- 2 Desde la psicología de corte más experimentalista se ha observado que ante una tarea
arrollamos y vivimos. inacabada los sujetos tienen tendencia a tratar de completarla. Se le llama a este dato «Efecto
300 Antoni Talarn Caparrós y Francesc Maestre Lorén Emociones y estrategias técnica
infancia del sujeto (por lo general con los propios padres y/ o hermanos), se tos toda una vida de d
actualiza y vuelve a vivir con las personas importantes del presente y tam- de abandono y la suh
bién con el mismísimo terapeuta. Estas repeticiones configuran lo que Malan personas de las que se
llamó «triángulo de las relaciones», que dibujado queda así: aun cuando el vínculc
tud, el paciente vive a'
poco y abandona sin te
(relaciones O T (relación
actuales con actual con
otras personas) terapeuta)
Fue Freud el pri
meras pacientes que
principio a Freud le
obstaculizaba el trat~
«positiva» y «negativ
en el tratamiento de
esta evolución son, <
p
(relaciones del
Dora (1905), Dinám
pasado infantil) (1914), Puntualizacio
ducción al psicoanális
el trabajo de Ferenc
Veamos un ejemplo en el cual la actitud transferencia! tiñe desde el pri- cómo en el mismo l
mer momento la relación del paciente con el terapeuta: más adelante estable
Tras los desarn
Se trata de un varón, el señor C de mediana edad, que vive atormentado por una se- cursos muy diverso:
rie interminable de intensas ansiedades, ca111bios en su estado de ánimo, sensaciones ce y dice el pacie1
de vacío, dudas a propósito de su identidad y orientación sexual, relaciones conflicti-
hasta aquellos otro:
vas con sus allegados, etc. Se queja, ya en la primera entrevista de haber recibido
poco afecto de sus padres y una atención inadecuada cuando era niño (de hecho aporta a la relación
estuvo a punto de fallecer, según cuenta, a causa de un descuido del personal sani- Kennedy y Neurat
tario que le atendía en sus primeros días de vida). Toda su existencia está marcada, descrito también d
pues, por la queja reivindicativa de que «no me dan suficiente». Esta actitud se tizada o la psicótic
presenta de inmediato en la primera entrevista con el terapeuta. Cuando éste, tras de manejar puesto
una entrevista de sesenta minutos de duración hace un breve resumen de todo lo pacidad para pens:
que en ella se ha podido hablar y lo invita a acudir a una segunda visita, el pacien- cultades en el cont
te le responde: del terapeuta pued
cía. Pero dejaremo
P: ¡Ah!, ¿ya está? ¡Pero si no me ha dicho casi nada ... ! ¡todo el rato he hablado samente, en el tem:
yo ... ! ¿Qué hago? Dígame algo ... yo pensaba que me daría un consejo o algo así. ¿No en el tema de la co
puede ayudarme más? ¿No ha visto que yo necesito mucho?
,adres y/o hermanos), se tos toda una vida de dificultades quedan colapsados por la repetición de la vivencia
ltes del presente y tam- de abandono y la subsiguiente reacción hostil y quejosa del paciente hacia aquellas
:onfiguran lo que Malan personas de las que se siente dependiente. Así en un primer estadio de la relación,
da así: aun cuando el vínculo con el terapeuta aún no se ha establecido en toda su ampli-
tud, el paciente vive al terapeuta como una madre que no cuida adecuadamente, da
poco y abandona sin tener en cuenta las necesidades de su pequeño.
T (relación
7 actual con
terapeuta) Fue Freud el primero que describió este fenómeno, lo observó con las pri-
meras pacientes que trataba mediante métodos estrictamente psicológicos. Al
principio a Freud le pareció que se trataba más bien de un inconveniente que
obstaculizaba el tratamiento del sujeto. Más adelante dividió la transferencia en
«positiva» y «negativa» y terminó considerándola como algo básico y necesario
en el tratamiento del paciente. Las obras de Freud en las que se puede seguir
esta evolución son, entre otras: Fragmento de análisis de un caso de histeria. Caso
Dora (1905), Dinámica de la transferencia (1912), Recordar, repetir y reelaborar
(1914), Puntualizaciones sobre el amor de transferencia (1915), Conferencias de intro-
ducción al psicoanálisis (1915-1917). Resulta altamente estimulante, a su vez, leer
el trabajo de Ferenczi titulado Transferencia e introyección (1909) para constatar
encial tiñe desde el pri-
l:
cómo en el mismo hay ya el germen de la concepción de la transferencia que
más adelante establecería definitivamente Melanie Klein.
Tras los desarrollos freudianos, el concepto de transferencia ha seguido
! atormentado por una se-
ido de ánimo, sensaciones
cursos muy diversos; desde los autores que insisten en tomar todo lo que ha-
exual, relaciones conflicti- ce y dice el paciente como manifestaciones transferenciales (Klein, 1952),
evista de haber recibido hasta aquellos otros que insisten en que no todo el material que el paciente
ndo era niño (de hecho aporta a la relación terapéutica es transferencia! (Sandler, Holder, Kawenoka,
scuido del personal sani- Kennedy y Neurath, 1969; Zetzel, 1956). Los estudiosos de este tema han
existencia está marcada, descrito también diferentes tipos de transferencia como la transferencia ero-
·ciente». Esta actitud se tizada o la psicótica (Rapaport, 1956; Rosenfeld, 1965). Ambas son difíciles
peuta. Cuando éste, tras de manejar puesto que sus manifestaciones comprometen, a menudo, la ca-
eve resumen de todo lo pacidad para pensar del terapeuta y hos indican, por lo general, serias difi-
egunda visita, el pacien- cultades en el contacto con la realidad por parte del paciente. Las respuestas
del terapeuta pueden verse alteradas por estos tipos especiales de transferen-
cia. Pero dejaremos aquí el tema de la transferencia para adentrarnos, preci-
¡todo el rato he hablado
samente, en el tema de las reacciones del terapeuta ante su paciente, es decir,
consejo o algo así. ¿No
en el tema de la contratransferencia.
las situaciones, son ciertas (y así nos lo parece) debemos considerar que tam- del paciente que se h
bién el terapeuta vive este fenómeno y que lo vive dentro y fuera de la con- tervenciones, direccié
sulta, cuando ejerce como terapeuta y cuando no lo hace. Cabe señalar, ten
Efectivamente, así es. Nos interesa aquí, no obstante, hablar de la trans- la contratransferenci,
ferencia del terapeuta en la situación en la que éste ejerce como tal (para un (como fenómeno urn
estudio de la transferencia del terapeuta como paciente consúltese el aparta- Folch (1962) señalan
do anterior). A este tipo especial de transferencia lo llamaremos «contratrans- ferencia del paciente
ferencia». terapeuta no se vive
De acuerdo con Eskelinen (1981), citada por Tizón (1982), entendemos te y, además, la posi
por contratransferencia el conjunto de respuestas emocionales del terapeuta muestre de sí mism
ante las comunicaciones de su paciente. Estas respuestas emocionales del te- cambio, el paciente e
rapeuta son su aliado más fiel para entender, «captar» y poder analizar la Winnicott (1960) cor
transferencia de aquél. Lo que viene a ser lo mismo que decir que es gracias, neamente vulnerable
en parte, a la contratransferencia por lo que el terapeuta puede ayudar a su cos estropeen la psic
paciente (un terapeuta sin contratransferencia sería una situación tan extraña Pondremos un e.
como la de una madre que no responde emocionalmente ante su bebé -si-
tuación que, caso de darse, es de una enorme «toxicidad» mental y física En las sesiones con la
para el bebé). Frente a los sentimientos desplegados (del paciente), sentimien- bertad y que acudía a
tos observados (los del propio terapeuta, que se observa y estudia a sí mis- motivada, que alarmó
mo), sólo así el terapeuta es un ser humano que ayuda y no un «robot» que po · muy a gusto. Se t
interpreta mecánicamente lo que su paciente le dice. motivada a investigar
Ahora bien, planteadas las cosas de este modo la pregunta que surge es terapeuta tiene una vi
obvia: ¿cómo se logra que la respuesta ~mocional del terapeuta ante su pa- miento, si bien la conc
ciente no esté en exceso influida por las vivencias personales y conflictos no ta tiene entonces el s~
resueltos del terapeuta? ¿Cómo hacer para que sean lo más «neutrales» y samente ante una pen
la supervisión el terap
«objetivas» posibles y vinculadas a lo que el paciente está comunicando?
Esta «objetividad» parece, de entrada, necesaria. Sin ella los problemas del
T: Me parece que
paciente se mezclarían con los del terapeuta en un magma indescifrable y
fuerzo por suavizar s1
en nada terapéutico. Si las respuestas emocionales del terapeuta están ligadas pectos de usted más e
a sus conflictos infantiles no resueltos se produce un sesgo que imposibilita rrió a usted con el
comprender al paciente; hablamos, entonces, de «reacciones contratransfe- nada» ...
renciales» (Eskelinen, 1981) o de «contratransferencia anormal» (Winnicott, P: (Sorprendida) ...
1949). ya pensado y como er
El terapeuta dispone de dos recursos para no caer en estos errores y ob- T: Y parece que 1
servar su contratransferencia; para poder deslindar qué aspectos de la misma mueven a usted, com,
le pertenecen a él como persona y qué aspectos han surgido como respuesta P: Sí... a veces m
a la escucha del paciente. Nos referimos al tratamiento personal (del terapeu- «porque sí» o inclusc
ta) y a la supervisión del trabajo terapéutico con un profesional de mayor ex- o una película ... y me
do algo sin saber muJ
periencia que la del propio terapeuta. Si mediante su tratamiento personal el
terapeuta ha podido observar y, en cierta medida, resolver sus conflictos in-
La respuesta cor
fantiles ello ayudará a esta deseable «objetividad» de la contratransferencia.
miento en una pac1e1
Mediante la supervisión podrá percibir aquellos matices de la comunicación to) se nos hace más 1
Caparrós y Francesc Maestre Lorén
Emociones y estrategias técnicas en el seno de la psicoterapia psicoanalítica 303
10s considerar que tam-
~ntro y fuera de la con- del paciente que se hayan escapado a su comprensión y perfilar mejor sus in-
1ce. tervenciones, dirección y objetivo del tratamiento.
mte, hablar de la trans- Cabe señalar, teniendo en cuenta lo que acabamos de decir, que si bien
jerce como tal (para un la contratransferencia del terapeuta se basa en la transferencia del mismo
1te consúltese el aparta- (como fenómeno universal) es, también, algo más que esta última. Bofill y
i.maremos «contratrans- Folch (1962) señalan que entre la contratransferencia del terapeuta y la trans-
ferencia del paciente hay algunas diferencias. Así, la contratransferencia del
:ón (1982), entendemos terapeuta no se vive con la misma intensidad que la transferencia del pacien-
ocionales del terapeuta te y, además, la posición del terapeuta como observador obliga a que éste
,tas emocionales del te- muestre de sí mismo tan sólo lo estrictamente necesario. Por su parte, en
1r» y poder analizar la cambio, el paciente despliega al máximo y con total libertad su transferencia.
ue decir que es gracias, Winnicott (1960) consideraba que el terapeuta, en su labor, debe ser simultá-
:uta puede ayudar a su neamente vulnerable y profesional, evitando que sus propios rasgos neuróti-
1a situación tan extraña cos estropeen la psicoterapia.
~nte ante su bebé -si- Pondremos un ejemplo del buen uso de la contratransferencia:
.ciclad» mental y física
el paciente), sentimien- En las sesiones con la señorita D (una joven que había padecido anorexia en su pu-
bertad y que acudía a consulta tras una intoxicación etílica aguda, aparentemente in-
:rva y estudia a sí mis-
motivada, que alarmó a sus familiares) el terapeuta se sintió, durante un cierto _tiem-
a y no un «robot» que
po muy a gusto. Se trata de una paciente colaboradora, que asocia y parece muy
motivada a investigar en su psiquismo. Pero, a medida que avanza el tratamiento, el
pregunta que surge es terapeuta tieoe una vaga sensación de futilidad y, posteriormente, de franco aburri-
¡
. terapeuta ante su pa- miento, si bien la conducta de la paciente en la consulta ha variado poco. El terapeu-
onales y conflictos no ta tiene entonces el sentimiento de que en aquel tratamiento «no pasa nada», curio-
lo más «neutrales» y samente ante una persona a la que le habían pasado «tantas cosas». Con la ayuda de
e está comunicando? la supervisión el terapeuta pudo señalarle lo siguiente:
lla los problemas del
agma indescifrable y T: Me parece que desde hace un tiempo usted está haciendo un considerable es-
erapeuta están ligadas fuerzo por suavizar su tratamiento. Parece que es difícil que podamos ver otros as-
esgo que imposibilita pectos de usted más conflictivos o complejos ... como si no pasara nada, como le ocu-
cciones contratransfe- rrió a usted con el consumo de alcohol aquella vez ... que parecía que era «por
nada» ...
anormal» (Winnicott,
P: (Sorprendida) ... Sí... creo que sí..., de hecho vengo aquí con un tema preparado,
ya pensado y como en todas partes me cuesta hablar de mí misma, de mis cosas ...
en estos errores y ob- T: Y parece que le cuesta encontrar sus sentimientos, las cosas que de verdad la
aspectos de la misma mueven a usted, como si por dentro quizás se encontrase vacía o algo así...
rgido como respuesta P: Sí... a veces me parece que me conozco muy poco, hago las cosas un poco
personal (del terapeu- «porque sí» o incluso como si yo misma me otorgase un papel en una obra de teatro
fesional de mayor ex- o una película ... y me acabo creyendo la película. A veces me veo a mí misma hacien-
atamiento personal el do algo sin saber muy bien cómo, me meto y punto.
lver sus conflictos in-
a contratransferencia. La respuesta contratransferencial del terapeuta (sensación de futilidad y aburri-
s de la comunicación miento en una paciente que superficialmente parecía ser muy activa en su tratamien-
to) se nos hace más comprensible ahora. Lo que en principio parecía ser un auténti-
304 Antoni Talarn Caparrós y Francesc Maestre Lorén Emociones y estrategias técnic
co despliegue de su personalidad no resultaba ser más que una pieza teatral repetida su psiquismo, la rel
hasta la saciedad, poco viva, destinada a distraer al terapeuta y a ella misma de sus de su vida. El terap
verdaderos sentimientos de vacío y futilidad. Así, tras las bambalinas del escenario se jor manera de hace1
apreciaba una personalidad empobrecida por la falta de contacto con sus sentimien- tando al máximo su:
tos y sobrecompensada en una acción «como si». En este caso la contratransferencia te, la mejor manera 1
del terapeuta ayudó a perfilar los problemas de la paciente y a dar un giro coperni- De este modo, l
quiano a su tratamiento. lítica tienen, o deb<
clarecimiento de la
Así pues, hoy en día consideramos la contratransferencia como un ins- pía psicoanalítica el
trumento al servicio del terapeuta y de la psicoterapia psicoanalítica. Esta la pertinencia o no 1
concepción de la contratransferencia como fenómeno útil en la psicoterapia Dentro del ma1
psicoanalítica proviene de autores como Heimann (1950) o Racker (1948, entonces, entre tres
1960). Estos autores modificaron la idea inicial de Freud (1910) que la consi- ción, clarificación e
deraba como un obstáculo para el trabajo del terapeuta, idea que nunca re-
formuló puesto que apenas se ocupó del tema ·de la contratransferencia. Y En la confronta(
ahora que mencionamos el uso de la contratransferencia como un instru- terminados aspecto
mento del terapeuta podemos pasar al punto siguiente, que versa, precisa- ciente no se ha pe
mente, sobre el tema de los «instrumentos» que el terapeuta emplea a lo lar- verse en el caso de
go de la psicoterapia psicoanalítica. se dirige a aspectos
te: No se trata de (
que se le estimule :
terapia psicoanalíti,
V. LA CAJA DE HERRAMIENTAS DEL TERAPEUTA
cialmente útil cuan,
La psicoterapia psicoanalítica es una forma de tratamiento psicológico de or- - En el relate
den exclusivamente verbal. No emplea, como otras técnicas pueden hacerlo, ciones importantes.
el movimiento corporal, la práctica de determinadas conductas o la represen- - El paciente
tación de los conflictos del paciente. Terapeuta y paciente no se intercam- - Se produce
bian documentación escrita, ni observan registros videográficos o ~e otro ti- (horarios, ausencia:
po. Ambos se sientan y dialogan, ni más ni menos. Y, además, lo hacen de de la señora B.)
una forma especial. Mientras el paciente puede hablar de cualquier cosa, el - La conduct
terapeuta no -1,_ Este último debe medir muy bien sus intervenciones y no para él mismo. Me,
puede hablar de cualquier cosa, ni mucho menos de sí mismo, puesto que si de las consecuenci:
lo hiciese se desvirtuaría todo el proceso de la psicoterapia psicoanalítica (la - El paciente
transferencia del paciente no podría desplegarse con libertad) y atentaría gra- las alternJtivas de <
vemente contra los derechos y la libertad de su paciente (Coderch, 1987). - Se da una
El terapeuta debe procurar medir muy bien sus informaciones, siendo del paciente.
plenamente consciente de que sus palabras pueden ser altamente significati-
vas para el paciente. Cuando éste se siente vinculado a aquél, cuando la Puesto que el
transferencia está en marcha y el paciente se siente en plena investigación de hay desajustes ent
misma, el terapeut
* Véase en el capítulo 10 las reflexiones sobre «el habla y la escucha». [Nota de los
comps.] des de «juez» de 1:
Capa"ós y Francesc Maestre Lorén Emociones y estrategias técnicas en el seno de la psicoterapia psicoanalítica 305
una pieza teatral repetida su psiquismo, la relación con su terapeuta pasa a formar parte importante
uta y a ella misma de sus de su vida. El terapeuta debe hacerse cargo de esta responsabilidad y la me-
tmbalinas del escenario se jor manera de hacerlo es procurar mantenerse en su papel profesional, ajus-
,ntacto con sus sentimien- tando al máximo sus intervenciones de cara al paciente. Ésta será, seguramen-
:aso la contratransferencia te, la mejor manera de ayudarle.
: y a dar un giro coperni-
De este modo, las intervenciones del terapeuta en psicoterapia psicoana-
lítica tienen, o deberían tener, todas ellas un objetivo final: ayudar en el es-
sferencia como un ins- clarecimiento de la vi9a psíquica del paciente. Es por eso que en psicotera-
pia psicoanalítica el terapeuta se abstiene de dar consejos, indicaciones sobre
pia psicoanalítica. Esta
la pertinencia o no de tal acción, juicios de valor, etcétera.
1 útil en la psicoterapia
Dentro del marco de la psicoterapia psicoanalítica podemos distinguir,
1950) o Racker (1948,
entonces, entre tres tipos de intervenciones verbales del terapeuta: confronta-
ud (1910) que la consi-
ción, clarificación e interpretación. Veámoslas con un cierto detalle.
lta, idea que nunca re-
contratransferencia. Y
En la confrontación el terapeuta trata de hacer percibir a su paciente de-
encia como un instru-
terminados aspectos de su conducta o de sus palabras sobre las que el pa-
1te, que versa, precisa-
ciente no se ha percatado claramente. Un ejemplo de confrontación puede
apeuta emplea a lo lar-
verse en el caso de la señora B, mencionado páginas atrás. La confrontación
se dirige a aspectos conscientes o muy próximos a la consciencia del pacien-
te. No se trata de que el terapeuta le descubra nada nuevo al pacient~ sino
que se le estimule a reflexionar sobre sí mismo, tarea primordial en la psico-
terapia psicoanalítica. Como señala Coderch (1987) su empleo resulta espe-
cialmente útil cuando:
~nto psicológico de or-
:nicas pueden hacerlo, - En el relato del paciente se detectan lagunas, omisiones o contradi-
mductas o la represen- ciones importantes.
:iente no se intercam- - El paciente pasa por alto aspectos importantes de su discurso.
:ográficos o de otro ti- - Se producen alteraciones graves de las reglas básicas del tratamiento
(horarios, ausencias, honorarios, silencios excesivos, etc.). (Véase el ejemplo
' además, lo hacen de
r de cualquier cosa, el
de la señora B.)
s intervenciones y no - La conducta del paciente es francamente desadaptativa y ¡terjudicial
í mismo, puesto que si
para él mismo. Mediante la confrontación se trata de aumentar la percepción
rapia psicoanalítica (la de las consecuencias negativas que ciertas conductas tienen sobre su vida.
bertad) y atentaría gra- - El paciente deja de utilizar recursos que posee o no contempla todas
~ (Coderch, 1987).
las altern~tivas de que dispone para encarar determinadas situaciones.
informaciones, siendo - Se da una conducta francamente deshonesta y/o tramposa por parte
r altamente significati- del paciente.
o a aquél, cuando la
plena investigación de Puesto que el terapeuta usará la confrontación en estos casos, en los que
hay desajustes entre la conducta del paciente y su propia percepción de la
la escucha». [Nota de los misma, el terapeuta deberá estar especialmente atento para no caer en actitu-
des de «juez» de la conducta del paciente. Si esto se da el paciente se sentirá,
306 Antoni Talarn Caparrós y Francesc Maestre Lorén Emociones y estrategias técnic,
quizás con razón, perseguido o acusado por su terapeuta más que ayudado; qué no, del terape1
juzgado y criticado más que comprendido. Ahora bien, comprender y acep- aquello acerca de lo
tar no significan aprobar. El terapeuta debe poder mostrarle a su paciente
sus contradicciones, sus deficiencias comportamentales y sus alteraciones en La señorita E se prese
la relación con los demás de una manera franca y sincera. De otro modo el
paciente puede pensar que «todo vale, haga lo que haga» cuando tal cosa no P: Bueno, no sé n
es cierta (y no lo es en tanto en cuanto la conducta del paciente le perjudi- empezar, quizás aunq
que a él mismo o a los demás). Veamos un ejemplo:, un pequeño negocio
hemos invertido un d
La señorita D (véase ejemplo anterior) se queja repetidamente de lo insatisfecha que que no quiere compl
está con su trabajo, lo poco que le gusta, lo mal que se gana la vida, etc. Siente que como colgada ... no es
ella podría hacer más cosas y, no obstante, ·ahí está, sintiéndose estancada y fastidia- be, siempre he intent
da. Se recrea en fantasías consistentes en alcanzar un puesto directivo más adelante han ido mal. Incluso
{puesto para el que es evidente que requiere una titulación que la paciente no posee, con la ley y al final tar
ya que sus estudios universitarios hace años que están detenidos «no se sabe muy
bien por qué»). Después de diversas ocasiones en las que la paciente expresaba esta La paciente sigue
queja, el terapeuta le preguntó si se había planteado alguna vez cómo podría salir de cha sin hacer coment
su atolladero laboral y tener alguna opción a ver realizado su deseo de ascenso sin fi- curso y dice:
nalizar sus estudios. Esta reflexión le hizo ver a la paciente, una vez más y como en
el ejemplo anterior, que gran parte de su vida se articulaba en torno a procesos más , P: Y. .. bueno apa
aparentes que reales.
sí, una mala vida. M
meses. No recuerdo
Naturalmente la confrontación no ,excluye · el posterior análisis de los ya ve ...
motivos inconscientes que han conducido a la situación descrita en la mis-
ma; por sí sola la confrontación puede ser eficaz para paliar determinadas
La paciente se si
conductas o errores en la conducta del paciente, pero no cumple el objetivo nuar, comenta:
de la psicoterapia psicoanalítica en cuanto a dar explicación a esas situacio-
nes. Por lo tanto, la confrontación es, muchas veces, una vía para la posterior
T: Parece que se
interpretación.
negocios sino tambi
sentimiento de soled
En la clarificación el objetivo del terapeuta es diferente al de la confronta- P: Sí, desde lueg
ción. La clarificación pretende, como su nombre indica, definir mejor la co- liares.
municación del paciente. Para ello el terapeuta puede resumirla y sintetizar-
la, transmitiéndole al paciente lo esencial de lo que está comunicando. La paciente corn
Expresado en otras palabras, se le dice al paciente lo mismo que él está di- pañeros de escuela 1
ciendo pero de un modo más claro y conciso, vinculando su discurso con los reas colegiales. Fue,
sentimientos o motivaciones que lo animan. La clarificación, pues, no intro-
duce ninguna idea nueva (como ocurre en el caso de la interpretación), ni P: Supongo que
ningún sentimiento que el paciente no haya expresado de un modo u otro. de qué hablar con 1:
Por lo tanto, podemos afirmar que la clarificación opera a un nivel conscien- poco interesantes. A
te o muy próximo a la consciencia. Al igual que la confrontación puede ser T: Frente a las e
una buena vía de aproximación para la interpretación. Es un instrumento tudio.
que, por así decirlo, pone un cierto orden en la «cabeza» del paciente y, por P: Sí, claro, no c
Caparrós y Francesc Maestre Lorén 'Emociones y estrategias técnicas en el seno de la psicoterapia psicoanalítica 307
'.uta más que ayudado; qué no, del terapeuta. Gracias a la clarificación es más fácil comprender
n, comprender y acep- aquello acerca de lo que se está hablando. Veamos un ejemplo:
10strarle a su paciente
s y sus alteraciones en La señorita E se presenta, en su primera entrevista, diciendo:
cera. De otro modo el
$a» cuando tal cosa no
P: Bueno, no sé muy bien por qué vengo ... pero bien, por algún sitio tengo que
lel paciente le perjudi- empezar, quizás aunque sea por el final. Estoy muy preocupada porque he montado
un pequeño negocio de Janas, punto y todo eso con una amiga que era mi socia y
hemos invertido un dinero y todo esto y ahora de repente mi amiga dice que lo deja,
1te de lo insatisfecha que que no quiere complicarse la vida y que lo deja ... Yo quiero seguir pero me siento
a la vida, etc. Siente que como colgada... no es lo mismo hacer las cosas con alguien que hacerlas tú sola. Sa-
lose estancada y fastidia- be, siempre he intentado tener algún trabajo seguro pero, no se por qué, todos me
) directivo más adelante han ido mal. Incluso en otra tienda que monté resultó que un socio tenía problemas
¡ue la paciente no posee, con la ley y al final también acabó dejándome el negocio a mí sola.
enidos «no se sabe muy
paciente expresaba esta
La paciente sigue hablando de cuestiones laborales mientras el terapeuta la escu-
,ez cómo podría salir de
cha sin hacer comentarios. Al cabo de un rato la paciente cambia el tema de su dis-
deseo de ascenso sin fi-
curso y dice:
una vez más y como en
~n torno a procesos más
P: Y. .. bueno aparte de todo esto pues ... le p,Uedo contar otras cosas de mi vida...
sí, una mala vida. Mi padre falleció cuando yo era pequeña, yo apenas tenía tres
,terior análisis de los meses. No recuerdo nada de él y mi madre me dio en adopción a unos parientes ...
5n descrita en la mis- ya ve ...
:!. paliar determinadas
10 cumple el objetivo La paciente se sume en un silencio y el terapeuta, como para invitarla a conti-
:ación a esas situacio- nuar, comenta:
a vía para la posterior
T: Parece que se ha sentido usted dejada en diferentes ocasiones, no sólo en sus
negocios sino también en los negocios de la vida, me expresa usted un profundo
1te al de la confronta- sentimiento de soledad.
P: Sí, desde luego, lo he pasado mal. He pasado unos años duros con estos fami-
t, definir mejor la ca-
liares.
resumirla y sintetizar-
~ ' está comunicando.
La paciente comenta que sintiéndose extraña entre sus familiares y con sus com-
nismo que él está di-
pañeros de escuela se dedicó con gran intensidad a la lectura y al estudio de sus ta-
o su discurso con los
reas colegiales. Fue, de este modo, la primera de la clase durante varios años.
1ción, pues, no intro-
h interpretación), ni
P: Supongo que en el fondo la gente no me acaba de interesar. A veces no sé ni
de un modo u otro.
de qué hablar con la gente, la veo como poco formada, está mal decirlo pero los veo
a un nivel conscien- poco interesantes. A veces disfruto más leyendo o estudiando.
frontación puede ser T: Frente a las dificultades que ha experimentado se refugia en la lectura y el es-
. Es un instrumento tudio.
» del paciente y, por P: Sí, claro, no cabe duda.
308 Antoni Talarn Caparrós y Francesc Maestre Lorén Emociones y estrategias técnic,
Como puede verse en las dos intervenciones del terapeuta éste no ha di- Mediante la inte
cho nada nuevo a su paciente, tan sólo ha destacado el leit motiv principal de psicoanalítica aplica,
su comunicación: el sentimiento de soledad y el refugio que para el mismo En este sentido
ha encontrado. Cosas que la paciente no ignora en absoluto, pero que formu- en un sentido estríe
ladas de un modo más claro del que se presentan inicialmente permiten pro- sentido» a lo que e·
seguir la exploración del psiquismo de la paciente (en esta exploración diag- de lo que el propio
nóstica al tratarse de una primera entrevista). te por dos motivos:
Con las clarificaciones del terapeuta, el pací.e nte puede experimentar toda acción consid1
como propios actitudes, impulsos, ideas, sentimientos, etc., acerca de los cua- para lo que el pacie
les tiene un conocimiento un tanto impreciso. Además, puede vincular todo se diferentes interp
esto con su situación actual (por ejemplo, en el caso anterior, con lo que mo- lo que el paciente t
tivó el acudir a consulta). sentido» más que <
Como en el caso de la confrontación, la clarificación no excluye a la serle presentada al :
interpretación, el único instrumento del terapeuta capaz de dar cumplida como una certeza ir
cuenta de los procesos psíquicos inconscientes. En cualquier G
único) de la psicote
En cuanto a la interpretación diremos en primer lugar que «interpretar» se con claridad y I
es, desde un punto de vista psicoanalítico, el proceso de deducción del senti- técnica psicoanalíti1
do inconsciente existente en las manifestaciones verbales y comportamenta- in~erpretaciones qt
les de un paciente. En el proceso psicoanalítico o psicoterapéutico entende- «interpretaciones tr
mos, también, por interpretación, la comunicación de esta deducción que se ner de relieve la re
lé brinda al paciente con miras a hacerle accesible ese sentido inconsciente psicoanalítica, en e
(Laplanche y Pontalis, 1983). que Coderch (198-
Dicho de un modo más sencillo, tanto en la psicoterapia psicoanalítica que no se dirigen i.:
como en todas las otras manifestaciones de la vida; la teoría psicoanalítica también las relacio
parte de la premisa (Poch, 1989) de que las acciones humanas (en su sentido tes del pasado. Se 1
más amplio: comportamiento, pensamiento, relaciones, fantasías, sueños, vo- triángulo de las re
luntad, etc.) están multideterminadas, es decir, tienen relación o son conse- ejemplo:
cuencia de múltiples factores. Entre estos factores la teoría psicoanalítica
destaca aquellos que se consideran de orden inconsciente, esto es, ignorados El señor F lleva uno
en gran medida por el propio sujeto. Pues bien, la interpretación es el instru- síntomas ansiosos se
mento mediante el cual el terapeuta halla estos factores actuando en las ac- deseos, aspiraciones
ciones y comunicaciones de su paciente. Es, también, el acto por el que el te- vés de la psicoterapü
rapeuta le comunica a su paciente sus ideas a propósito de estos factores.
P: El otro día m1
Así pues, cabe distinguir dos momentos en el acto interpretativo: el momento
una amiga suya del
en el que la interpretación «surge» 3 en la mente del terapeuta y el mo-
jer... no sé me paree(
mento en el que el terapeuta se la comunica a su paciente. zás hasta demasiada
3 No es éste el lugar para detallar cómo llega el terapeuta a la elaboración de una deter-
conocía del todo ... p1
minada interpretación. Diremos tan sólo que la misma se basa en diferentes elementos que se
de saber bien cómo ,
combinan en el pensamiento del terapeuta hasta que éste encuentra «un sentido» a lo que el
paciente le está comunicando. Estos elementos son, entre otros: la historia personal del pa- mental según el psico2
ciente, la transferencia y contratransferencia, el conocimiento teórico del funcionamiento nes del paciente a sus ]
Caparrós y Francesc Maestre Lorén Emociones y estrategias técnicas en el seno de la psicoterapia psicoanalítica 309
T: Me parece que también se siente extrañado a propósito de usted mismo, de es difícil definir en qu
las cosas que aquí ha visto y de las que puede llegar a ver. Siente que tampoco usted portancia de «aprender
se acaba de conocer del todo y se siente diferente de lo que sabía de usted anterior- cuanto mayor sea la co
mente. Teme, también, qué cosas nuevas pueda ver sobre usted mismo. terapeuta debe . aprend
P: Sí, un poco sí. No sé cuántas cosas más puedo llegar a descubrir. Yo pensaba ción más o menos dar¡
que era así, callado y que podía aguantarlo todo o que me daban igual las cosas y nes del paciente le indi
ahora veo que no ... el paciente está aportat
«supervisor interno».
Veamos ahora un ejemplo de una interpretación que trata de abarcar va- deben ser, sobre todo,
rios aspectos de las relaciones del paciente con diferentes personas (terapeu- mayor nivel de intros¡:
ta y su esposo en este caso): esto sería factible si el
ceso.
Se trata, de nuevo, de la señora B. A lo largo de su dilatado tratamiento la paciente En cuanto al tema
ha podido constatar cómo uno de sus principales mecanismos para evitar la ansie- gen por sí solas: ¿Cuár
dad de «necesitar tanto» es alejarse mental y físicamente de las personas más impor-
sugerido que incluso
tantes de su vida.
puede, según cómo,
puesto que la interpn
P: Quiero mucho a mi esposo, muchísimo; pero casi siempre que estoy con él
estoy pensando en otras cosas ... a veces me ha llegado a preguntar «¿Oye, dónde es- ciente. Consideramos
tás, estás aquí o en la China?». No lo puedo evitar, ando como distraída, pensando lo más exacta, compl~
en mis cosas, en tonterías, en las obsesiones de esto o aquello. de una interpretación
T: De nuevo vemos cómo quedarse con sus ideas y obsesiones, sin poder des- mentar el proceso ter:
prenderse de ellas, le sirve a usted para no ~cabar de conectar con sus verdaderos paciente. Parré, Hern:
sentimientos. teriza nos dicen:
P: ¡Ah!, quería contar otra cosa (la paciente inicia aquí el relato de un tropiezo la-
boral ocurrido hace unos días). · [...] las interpretaciones
T: Fíjese que del mismo modo que le resulta difícil contactar con los sentimien- para incrementar la con
tos que usted tiene hacia su esposo también lo es con las cosas que yo le digo y lo terno ... [Farré, Hernánd1
que todo ello suscita en usted. También aquí tiende usted a despistarse y vive esto
como un obstáculo en nuestro trabajo, tal como usted siente que hay obstáculo en la
relación con su esposo.
De acuerdo con Sandler, Dare y Holder (1972) cabría distinguir entre dife- RESUMEN
rentes tipos de interpretación (de defensa, de contenido, transferenciales, extra-
transferenciales, etc.) y algunos autores distinguen entre «interpretación» y El propósito de este
«construcción» (Etchegoyen, 1986). Estos mismos autores, no obstante, recono- peuta en el seno del
cen que muchas de estas diferencias son harto difíciles de peifilar. Remitimos se en un proceso terr
al lector interesado a los textos citados puesto que en el presente contexto nos mente las característ;
parece más adecuado finalizar este capítulo con otras consideraciones de ma- considerar la relació
yor relevancia prá::::tica. Nos referimos a los temas de cuándo interpretar y de la tamiento. La premis:
calidad de la interpretación. Como casi todo lo que se refiere al psicoanálisis y te para que se inice
la psicoterapia psicoanalítica es difícil dictar normas o reglas fijas. de trabajo); el medí,
Lowenstein (1958) señala que hay que dar la interpretación en el mo- establece el pacient,
mento justo, cuando el paciente está listo para recibirla; pero reconoce que favorece el progrese
Aparrós y Francesc Maestre Lorén Emociones y estrategias técnicas en el seno de la psicoterapia psicoanalítica 311
sito de usted mismo, de es difícil definir en qué consiste ese momento. Bleger (1979) sugiere la im-
iente que tampoco usted portancia de «aprender a callar» y señala que tanto es más necesario callarse
sabía de usted anterior- cuanto mayor sea la compulsión a interpretar. La idea sería, entonces, que el
ed mismo.
terapeuta debe aprender a esperar, no sólo a tener en mente la interpreta-
a descubrir. Yo pensaba
daban igual las cosas y ción más o menos clara, sino también a que las asociaciones y comunicacio-
nes del paciente le indiquen si aquella idea es o no adecuada al material que
el paciente está aportando. Esta espera es lo que Cassement (1990) denomina
1e trata de abarcar va- «supervisor interno». Un proceso necesario ya que las interpretaciones
tes personas (terapeu- deben ser, sobre todo, i'ntervenciones del terapeuta destinadas a fomentar un
mayor nivel de introspección y autoobservación en el paciente. Difícilmente
esto sería factible si el terapeuta no aplicase a sus producciones idéntico pro-
tratamiento la paciente ceso.
10s para evitar la ansíe- En cuanto al tema de la c~lidad de la interpretación, las cuestiones sur-
as personas más impor- gen por sí solas: ¿Cuándo una interpretación es buena o mala? Hay quien ha
sugerido que incluso una interpretación inexacta, incompleta o inadecuada
puede, según cómo, producir cierto beneficio terapéutico (Glover, 1931)
mpre que estoy con él puesto que la interpretación dota de una alternativa de pensamiento al pa-
untar «¿Oye, dónde es- ciente. Consideramos que aunque tal idea fuese cierta nuestra labor debe ser
mo distraída, pensando lo más exacta, completa y adecuada posible. Y en cuanto a la bondad o no
de una interpretación ésta se mide por la capacidad de la misma para' au-
esiones, sin poder des- mentar el proceso terapéutico y de investigación en el propio psiquismo del
tar con sus verdaderos paciente. Farré, Hernández y Martínez (1992) con la maestría que los carac-
teriza nos dicen:
elato de un tropiezo la-
ctar con los sentimien- [...] las interpretaciones son buenas o malas en el sentido de que sean útiles o no
;as que yo le digo y lo para incrementar la comprensión y el contacto emocional (insight) con el mundo in-
despistarse y vive esto terno ... [Farré, Hernández y Martínez, 1992, p. 36].
ue hay obstáculo en la
Universidad Autónoma d1
Caparrós y Francesc Maestre Lorén 14. VICISITUDES DEL PROCESO TERAPÉUTICO
e de forma diferente a
JORDI BACHS I COMAS Y PERE NOTO I BRULLES
1 dos tipos de recursos
1ente unidos, pero que
:mentos separados. Así
onstituido por las res-
(contratransferencia), y
o comunica al paciente
:ntal (clarificación, con-
I.l. El «insight>>
Amorrortu, 1990. La palabra insight en psicología psicoanalítica no es un término freudiano.
a título de introducción Son los analistas de lengua inglesa los que lo acuñaron y en la actualidad
la psicoterapia psicoana-
tanto el término como el concepto que recubre son utilizados sin traducir en
ro muy sugerente para la
toda la literatura psicoanalítica internacional para expresar algo muy pr~sen-
te en la obra de Freud, sobre todo en sus trabajos de 1915. Así, según R. H.
alítica, Barcelona, Her- Etchegoyen (1986), «Freud bien podría haber dicho: El método psicoanalíti-
co tiene por -finalidad hacer consciente lo inconsciente, y a esa toma de con-
el doctor Joan Coderch ciencia la vamos a llamar insight».
1ía e inspiración para re- Probablemente es el trabajo de Strachey (1934), «La naturaleza de la ac-
~ada para todos aquellos ción terapéutica en psicoanálisis», donde describe la interpretación mutativa,
ica. De modo claro, con- el que mejor precisa el concepto de insight.
terentes cuestiones tanto La palabra inglesa insight, que es un término usual del lenguaje, está com-
icoterapia psicoanalítica. puesta del prefijo «in» y del término «sight». Literalmente insight quiere decir
visión interna, visión hacia dentro de la:s cosas y más allá de la superficie, dis-
cernimiento y perspicacia. Según el diccionario, insight es el poder de ver
con la mente dentro de las cosas, la apreciación súbita de la solución de un
problema. Insight significa conocimiento nuevo y penetrante. El insight sería
ese momento de novedad, de comprensión inédita, de creación.
Según Etchegoyen, la palabra insight sólo llega a adquirir el valor de un
término teórico del psicoanálisis cuando se la emplea en sentido restringido,
distinguiéndolo de otros insights o conocimientos que podemos adquirir. Es
decir, cuando nos referimos a un conocimiento personal Insight es el proceso a
través del cual alcanzamos una visión nueva y distinta de nosotros mismos.
Cuando se emplea la palabra insight en psicoanálisis hay que destacar el pre-
fijo «in», porque el insight es un conocimiento sobre nosotros mismos, no un
ebe considerarse con- objeto, aumenta su amor y su responsabilidad. Hanna Sega! (1962) en la mis-
t de mí mismo. ma dirección de Klein, señala que el insight consiste en adquirir conocimien-
6, p. 613), entendemos tos sobre el propio inconsciente, y que opera terapéuticamente por dos moti-
oterapia psicoanalítica, vos: en primer lugar, porque produce el proceso de integración de las partes
escindidas del yo y, en segundo lugar, porque transforma la omnipotencia en
conocimiento.
f:}Ue ilumina de pronto la Para esta autora, el insight no sólo es conocimiento de las partes del self,
xperimenta. Es un térmi- que se habrían perdido por identificación proyectiva, sino también incorpo-
ocesal no a la personalís- ración de las experiencias pasadas, lo cual refuerza el sentimiento de identi-
lo inconsciente, que fue dad y de fortaleza del yo. Al recuperar a través de insight las partes perdidas
de su sel/ y las experiencias olvidadas y/o distorsionadas, el individuo puede
reestructurar y fortalecer su yo, confiar en los objetos buenos que pueden
aquí sólo considera-
t, ayudarlo y disminuir su omnipotencia y omnisciencia. De esta forma aumenta
lo, el «insight» descrip- su salud mental que -le permite un mejor contacto con la realidad, interna y
borada por Richfield externa, así como poder aprender de la experiencia y mejorar su mundo re-
ulminante de la inves- lacional.
iga sin declinar hasta En otro contexto teórico del psicoanálisis, la psicología del yo, pero en la
misma línea de relacionar el insight con los resultados terapéuticos, Kris (1956)
field sobre el insight es señala que cuando el insight es verdadero y genuino se le reconoce por_sus
rtrand Russell cuando frutos: decrece la tendencia al acting out y se amplía el funcionamiento del
a palabra y ostensivas área de la personalidad libre de conflictos, gracias al aumento de la autono-
y por consiguiente de mía. El insight moviliza nuevos repertorios de conducta, con tendencia a pro-
s un conocimiento por ducir respuestas mejor adaptadas.
sivas, en cambio, nos Otra forma de acercarnos al insight en psicología psicoanalítica es rela-
do estos conceptos al cionarlo con el conocimiento científico. En cuanto investigación del incons-
n con palabras los fe- ciente el método psicoanalítico es una parte del método científico. Cuando
ivo, o verbal. Pero hay el terapeuta trabaja, si lo hace cabalmente, no hace otra cosa que aplicar el
lo asume se siente de método científico; en esto consiste la búsqueda del insight. En este contexto,
ión psicológica. Estos podría compararse el psicoanálisis (cura tipo) a la investigación de laborato-
·miento a que se refie- rio o investigación pura y la psicoterapia psicoanalítica, en todas y cada una
[arios e indispensables. de sus modalidades, a la investigación aplicada.
re el insight nos parece Podemos equiparar la adquisición del insight a la del conocimiento cien-
t>ajos permiten relacio- tífico, ya que en el proceso terapéutico se investigan las teorías que el pa-
Con lo referido hasta ahora sobre el insight cabría pensar la idea de que elaboración. Como le e
éste sólo aparece en el proceso psicoterapéutico, o a partir de él. Hay perso- dido tomar contacto o
nas que sin haber conocido ningún tratamiento psicológico tienen un cono- era cierto pero nunca I:
cimiento de la vida y de sí mismos que a muchos profesionales de la salud Al final de su ensa
mental ya nos gustaría poseer. elaboración es la here
Existe una gran relación entre el insight y la elaboración (de la que se tra- sentido, algunos auton
tará a continuación) pero conviene señalar aquí que el proceso, en general, diferencias de grado y
se inicia con el insight ostensivo que deriva hacia el descriptivo, y por tanto a río, vienen a represent
hacerse conocimiento intelectual gracias al lenguaje. Este proceso de avance chegoyen (1986) no en
es la elaboración, que nos permite vivir sin un continuo sobresalto de emo- mos, porque el conc
ción en emoción. A veces se confunde el insight, como conocimiento intelec- libertad asociativa) y t
tual, con la intelectualización como defensa, y no son en absoluto lo mismo. diferencia esencial, la
El insight verdadero y real es a la par conocimiento intelectual y emocional, paradigma en el sentid
como hemos venido subrayando. La relación entre
El insight implica verbalización, lo que equivale a decir que el insight está momento en que Fre1
íntimamente vinculado al proceso de simbolización, porque lo que realiza- su trabajo, Freud dese
mos en el momento de la aparición del insight es una forma de conceptuali- el paciente toma conc
zar la experiencia. De ahí la importancia técnica que tiene en todo proceso ciendo sus resistencia:
psicoterapéutico alcanzar la verbalización de los conflictos mentales, y mien- Etchegoyen entie1
tras eso no se produzca no puede finalizarse el tratamiento. desc~iptivo (lo que el
sobre las resistencias)
1914 Freud llama elal
1.2. La elaboración po que el paciente de
este punto, siguiendo
Como es sabido el concepto elaboración lo introdujo S. Freud en un ensa- ción de Strachey de
yo de 1914 titulado «Recordar, repetir y elaborar». En este trabajo, Freud terpretación mutativa
dice que: paciente toma contai
pulsión y su destinat:
ha de dejarse tiempo al enfermo para ahondar en la resistencia, hasta entonces des- Etchegoyen que lain
conocida para él, elaborarla y dominarla, continuando a su pesar el tratamiento va de cómo se logra t
[cuando la cura parecía haber quedado estancada, como dice más arriba] conforme a jor ejemplo de lo q1
la regla analítica fundamental. punto de vista se pm
de proporcionar un e
Únicamente al final de esta penosa labor llegarán a descubrir, analista y Queda claro nuc
analizado, las pulsiones reprimidas que alimentaban la resistencia. Teórica- interpretación transfc
mente, según Freud, se puede equiparar la elaboración a la descarga emocio- renda del psicoanáli
nal (abreacción) por medio de la cual un individuo se libera del afecto aprisio- veces la principal. Pi
nado por la represión, proceso descubierto por Freud y Breuer en sus bre la transferencia t
estudios sobre la histeria y sin el cual el tratamiento hipnótico no habrá teni- cial, además de la el
do eficacia alguna.
Desde el inicio del trabajo psicoanalítico hasta que el paciente reconozca * El concepto de int
dentro de sí el material reprimido pasa un largo tiempo. Es el tiempo para la comps.]
achs i Comas y Pere Notó i Brulles Vicisitudes del proceso terapéutico 317
a pensar la idea de que elaboración. Como le dijo a Fenichel un analizado que finalmente había po-
partir de él. Hay perso- dido tomar contacto con sus deseos edípicos: «Yo sabía que el psicoanálisis
lógico tienen un cono- era cierto pero nunca llegué a pensar que fuera tan cierto.»
ofesionales de la salud Al final de su ensayo de 1914, como hemos señalado, Freud dice que la
elaboración es la heredera de la abreacción del método catártico. En este
ación (de la que se tra- sentido, algunos autores piensan que entre abreacción y elaboración hay sólo
e! proceso, en general, diferencias de grado y que los momentos de elaboración, en cuanto sumato-
scriptivo, y por tanto a rio, vienen a representar la descarga total del afecto del método catártico. Et-
ste proceso de avance chegoyen (1986) no cree en absoluto que sea así, y nosotros tampoco lo cree-
uo sobresalto de emo- mos, porque el concepto ha cambiado. Entre el método catártico (sin
conocimiento intelec- libertad asociativa) y el psicoanálisis (basado en la libre asociación) hay una
en absoluto lo mismo. diferencia esencial, la aceptación de la teoría de la resistencia, un cambio de
telectual y emocional, paradigma en el sentido de Kuhn (1962).
La relación entre insight y elaboración quedó de hecho planteada, en el
ecir que el insight está momento en que Freud (1914) introdujo el segundo de estos conceptos. En
porque lo que realiza- su trabajo, Freud describe la elaboración como el intervalo que va desde que 4--
forma de conceptuali- el paciente toma conciencia de algo que le dice el terapeuta hasta que, ven-
tiene en todo proceso ciendo sus resistencias, lo acepta convencido.
ºctos mentales, y mien- Etchegoyen entiende que en esta descripción están implícitos el insight
nto. descriptivo (lo que el terapeuta dice) y ostensivo (lo que resulta del trabajo
sobre las resistencias), aunque Freud no utilizara estos términos. Lo que en
1914 Freud llama elaboración no es pues otra cosa que el trabajo en el tiem-
po que el paciente debe recorrer desde el insight descriptivo al ostensivo. En
este punto, siguiendo a Etchegoyen, es donde se puede articular la investiga-
S. Freud en un ensa- ción de Strachey de 1934. Desde esta perspectiva el segundo paso de la in-
ºn este trabajo, Freud terpretación mutativa configura un momento de insight ostensivo, en que el
paciente toma contacto directamente, no sólo a través de palabras, con la
pulsión y su destinatatario original. Por esto, como ya hemos dicho, sostiene
cia, hasta entonces des- Etchegoyen que la interpretación mutativa contiene la mejor teoría explicati-
su pesar el tratamiento va de cómo se logra el insight a través de la interpretación '\ y también el me-
e más arriba] conforme a jor ejemplo de lo que Richfield (1954) llama insight ostensivo. Desde este
punto de vista se puede afirmar que sólo la interpretación transferencia! pue-
de proporcionar un conocimiento directo, ostensivo.
descubrir, analista y Queda claro nuestro punto de vista sobre la utilidad y necesidad de la
resistencia. Teórica- interpretación transferencia! en la psicoterapia psicoanalítica, aunque a dife-
ª la descarga emocio- rencia del psicoanálisis ésta no sea la única herramienta del terapeuta, ni a
era del afecto aprisio- veces la principal. Pensamos, aquí y ahora, en el uso de la interpretación so-
ud Y Breuer en sus bre la transferencia externa, la mal denominada interpretación no transferen-
nótico no habrá teni- cia!, además de la clarificación y la confrontación, etc., que son recursos téc-
el paciente reconozca
' El concepto de interpretación ha sido introducido en el capítulo anterior. [Nota de los
1
nalidad de oponerse
nicos distintos que pueden ser empleados por el psicoterapeuta experimen-
vierte Etchegoyen (19
tado.
de elaboración.
Volviendo al proceso de elaboración, éste se produce cuando nos hace-
Finalmente, cabe
mos cargo de nuestra pulsión, de nuestro deseo y sentimos el afecto consi-
en comparar la elaboi
guiente. Esto en el doble sentido de revivir la emoción y asumir los senti-
se realiza como el dt
mientos que ineludiblemente despierta esta toma de conciencia, cuando el
incluso más lejos al
sujeto capta de pronto una relación que hasta entonces no le había sido inte-
duelo, al reconocer i
ligible y que cambia el significado de su experiencia.
ser atacado y destruic
El movimiento que lleva del insight descriptivo al ostensivo es el que
describió Freud en 1914 al describir el concepto de elaboración; ésta es sólo
la primera parte de un ciclo ya que la elaboración tiene una segunda fase,
donde estriba su radical diferencia con la abreacción. A partir del momento II. DIFICULTADES Y
crítico en que surge el insight, tomamos el camino que trata de dar significa- PSICOANALÍTICA
do a nuestros afectos, ésta es la segunda fase de la elaboración, poniendo
nuestras emociones en palabras. 11.1. Las resistencias
El momento del insight ostensivo es, sin duda, fundamental, pero para
que perdure debe manifestarse en palabras. Si este proceso no se cumple, el «Las teorías de la res
insight ostensivo por muy emocional y auténtico que sea queda como un pro- ficación etiológica de
ceso abreactivo que no lleva a la integración. La primera fase de la elabora- tiles son los elementc
ción tiene que ver con el proceso primario, con la vivencia. La segunda fase, Con estas palabn
al recubrirla de palabras, es integrarla al yo y al proceso secundario. Las dos Autobiografía las prei
fases son indispensables para que la elaboración se dé y el proceso sea váli- das y descritas en lo
oterapeu.ta experimen- nalidad de oponerse a la pulsión de muerte, por lo que conviene, como ad-
vierte Etchegoyen (1986), distinguir claramente estos dos conceptos distintos
luce cuando nos hace- de elaboración.
1timos el afecto consi- Finalmente, cabe señalar que la mayoría de los autores están de acuerdo
ón y asumir los senti- en comparar la elaboración con el proceso de duelo. Es decir, la elaboración
conciencia, cuando el se realiza como el duelo, a través de un proceso, de una labor. M. Klein va
s no le había sido inte- incluso más lejos al afirmar que el propio insight supone un momento de
duelo, al reconocer el sujeto que el objeto bueno interno ha sido o puede
:1.I ostensivo es el que ser atacado y destruido. ·
aboración; ésta es sólo
ene una segunda fase,
A partir del momento
II. DIFICULTADES Y OBSTÁCULOS EN EL PROCESO DE LA PSICOTERAPIA
trata de dar significa-
PSICOANALÍTICA
!laboración, poniendo
De este modo surgió la teoría de la represión. Es decir, el nuevo método de Por lo que se ref
apremio imponía la idea de que la fuerza psíquica contraria a la presión cen dos tipos de exp
(drángen) del médico sería la misma que había intervenido en la formación de que la distancia r
de los síntomas e impedía ahora aflorar a la conciencia la representación decir, los fantasmas
patógena. La drángen (presión) del analista era necesaria para vencer la ver- forma de muros cirCl
drángung (represión) del enfermo. La relación semántica de los términos más cercanos a éste
tanto en alemán como en castellano es muy significativa: la represión era la complementa con la
que obligaba a Freud a realizar una presión que ayudara al enfermo a pro- de representaciones ]
seguir el costoso proceso de rememoración, lo cual evidentemente consti- mido.
tuía un procedimiento más trabajoso que el hipnótico, pero también más ins- El aspecto defen
tructivo. Era natural que Freud denominara resistencia (wzderstand) al pero desarrollado y a
obstáculo que debía vencerse para esclarecer los síntomas y avanzar en la na a partir de 1920,
cura.
Desde los mismos inicios, el proceso psicoanalítico aparece como una lu-
cha contra las resistencias y en esto se distingue ·de otras formas terapéuticas. 11.1.2. Los mecanis1
Esta peculiar configuración del psicoanálisis se la debe Freud a sus propios
enfermos y al proceso de su autoanálisis, como se deduce de los historiales Son muy numerosos
clínicos presentados en sus Estudios sobre la histeria (1895) y de su correspon- exclusivo del yo en ,
dencia con Fliess. De hecho fueron sus pacientes los que le obligaron a el final de su vida, o
abandonar el tratamiento hipnótico y a modificar el método de apremio, sus- sis terminable e intet
tituyéndolo por el psicoanalítico de asociación libre. Así, en el caso Emmy En este importa
von N., esta paciente se ponía furiosa y le exigía que dejara de preguntarle como una alianza d(
de dónde procedía esto o aquello, sino que le permitiera decir lo que ella te- las partes incontrola
nía que decir, sin interrumpirle. Freud tomó buena nota de la reprimenda, y que se producen en
en el caso de Elisabeth von R. la plena utilización de la palabra y de la aso- gros que lo acechan
ciación libre -regla fundamental del psicoanálisis- fue el único camino tan precisamente de
que permitió elaborar el trauma, después de vencer las resistencias que le cuales consigue el y
impedían hablar. En la correspondencia con Fliess, publicada por primera gasto dinámico y co
vez en 1950 con el significativo título Los orígenes de/psicoanálisis, también en- se convierten en «m
contramos interesantes comentarios sobre el tema de la resistencia. Así, en la contra peligros que
que le escribió el 27 de octubre de 1897, puede leerse: «La resistencia, en úl- precisamente buena
tima instancia, es lo que se opone a la labor terapéutica.» Pero lo genial es
que Freud abandonase ante tal obstáculo las estrategias iniciales de oposi- Lo importante [añade
ción y persuasión, al convencerse de que era un medio excelente de acceso a peligros primitivos m
lo reprimido y a la problemática de la neurosis. Todo el progreso de la tera- lo cual es debido a q
pia psicoanalítica ha consistido en realidad en un conocimiento más profun- [En otras palabras] so
do del fenómeno de la resistencia, es decir, «del hecho clínico de que no ello, sino también al a
basta comunicar a los pacientes el sentido de sus síntomas para que desapa-
rezca la represión» (Laplanche, 1977). Es bien sabido que la interpretación Y conviene rece
de la resistencia y de la transferencia, íntimamente relacionada con el méto- muy difíciles de ab~
do de las asociaciones libres, son características esenciales de la técnica psi- vista lo que señalab
coanalítica. distintas formas d,
iachs i Comas y Pere Notó i Brulles Vicisitudes del proceso terapéutico 321
ir, el nuevo método de Por lo que se refiere a las hipótesis analíticas sobre la resistencia se ofre-
contraria a la presión cen dos tipos de explicaciones. La primera, de tipo espacial, propone la idea
'enido en la formación de que la distancia respecto a lo repdmido daría razón de la resistencia, es
ncia la representación decir, los fantasmas internos se agruparían según su nivel de resistencia en
tria para vencer la ver- forma de muros circulares alrededor del núcleo central disociado, siendo los
mtica de los términos más cercanos a éste los más duros y difíciles de traspasar. Esta hipótesis se
tiva: la represión era la complementa con la idea de que el sujeto se defiende contra la emergencia
clara al enfermo a pro- de representaciones penosas y en la dificultad para hacer consciente lo repri-
evidentemente consti- mido. ·
, pero también más ins- El aspecto defensivo de las resistencias, apuntado ya en el primer Freud
;tencia (wzderstand) al pero desarrollado y afianzado con la elaboración de la segunda tópica freudia-
tomas y avanzar en la na a partir de 1920, constituye el armazón de la segunda hipótesis analítica.
·as formas terapéuticas. II.1.2. Los mecanismos defensivos del yo y otras resistencias
,e Freud a sus propios
duce de los historiales
Son muy numerosos los textos que subrayan el papel primordial aunque no
:95) y de su correspon-
exclusivo del yo en el proceso defensivo y esta idea la mantiene Freud hasta
)S que le obligaron a
el final de su vida, como se evidencia en su extenso artículo de 1937, «Análi-
faodo de apremio, sus-
sis terminable e interminable».
Así, en el caso Emmy
En este importante texto Freud plantea una vez más la terapia analítica
dejara de preguntarle
como una alianza del terapeuta con el yo del sujeto para dominar e integrar
ra decir lo que ella te-
las partes incontroladas del ello. Empresa difícil a causa de las alteraciones
ta de la reprimenda, y
que se producen en el yo en su empeño mediador ante la multitud de peli-
la palabra y de la aso-
gros que lo acechan, tanto internos como externos. Tales alteraciones resul-
fue el único camino
tan precisamente de la utilización de los mecanismos de defensa mediante los
las resistencias que le
cuales consigue el yo concitar los peligros, pero ello a costa de un enorme
mblicada por primera
gasto dinámico y con el inconveniente de un proceso de fijación, por el que
icoanálisis, también en-
se convierten en «modos regulares de reacción caracterial que se repiten [...]
l resistencia. Así, en la
contra peligros que ya no existen en realidad». Estas repeticiones constituyen
«La resistencia, en úl-
precisamente buena parte del objetivo terapéutico del analista .
.ca.» Pero lo genial es
ias iniciales de oposi-
excelente de acceso a Lo importante [añade Freud], es que los mecanismos defensivos dirigidos contra los
peligros primitivos reaparecen en el tratamiento como resistencias contra la curación,
d progreso de la tera-
lo cual es debido a que el yo considera la misma curación como un nuevo peligro.
1cimiento más profun- [En otras palabras] son resistencias no sólo a la concienciación de los contenidos del
bo clínico de que no ello, sino también al análisis como un todo y, por tanto, a la curación.
mas para que desapa-
que la interpretación Y conviene recordar que tales resistencias son inconscientes para el yo y
tcionada con el méto- muy difíciles de abandonar. Lo dicho hasta aquí no debe hacernos perder de
ales de la técnica psi- vista lo que señalaba Freud al final de Inhibición, síntoma y angustia sobre las
distintas formas de resistencia, que pueden reducirse a cinco. Tres de
322 Jordi Bachs i Comas y Pere Notó i Brulles Vicisitudes del proceso terapét
ellas conectadas con el yo: la represión, la transferencia y el beneficio se- represiva, y porque a
\ cundario de la enfermedad, gratificación esta última de tipo narcisista por
asimilación de los síntomas por parte del yo. Las otras dos son la resisten-
to al que se busca cot
cia del ello y la del superyó. La resistencia del ello se debe a que las pul-
siones no admiten cambios fácilmente, lo cual se expresa en la compulsión Il.1.4. La transferen
a la repetición, mientras que la resistencia del superyó deriva de la culpa-
bilidad inconsciente y de la necesidad de castigo, como explicaremos más En el contexto terap
abajo en el apartado sobre la reacción terapéutica negativa. Precisemos transferencia * (enter
ahora el tema de los rasgos caracteriales y el de' la transferencia como re- de la relación analíti
sistencia. lo reprimido. Freud
sencadena en el prec
pecialmente importa1
Il.1.3. Rasgos del carácter y resistencias renda aparezca coi
proximidad del conf
Los rasgos caracteriales que presenta el pacien.t e en su quehacer cotidiano tipos infantiles, vivid
tienen una relación evidente con las resistencias que aquél manifiesta en el che-Pontalis, 1977).
curso del proceso terapéutico. Freud (1908) ya había establecido claramen- Como dice Freuc
te, al final de su artículo, «El carácter y el erotismo anal», que «los rasgos analizado no recuerc
permanentes del carácter son continuaciones invariadas de las pulsiones nuevo. No lo reproc
primitivas, sublimaciones de las mismas o reacciones contra ellas». Estos naturalmente, que lo
descubrimientos permitieron establecer sin duda a W. Reich (1933) que, te, una regresión, fa
en general, las pautas habituales del c9mportamiento del neurótico son el no debe impedir en
resultado de la lucha entre las pulsiones que tienden a descargarse y las un yo capaz de colal
fuerzas represoras que se oponen a esta descarga. El sujeto se halla así pro- gran valor para el tr
tegido por una armadura caracterológica contra las presiones internas ina- inconscientes en la ]
ceptables. por ende permite ce
Pues bien, tales rasgos caracterológicos se presentan a lo largo de la te- rrupción del desarrc
rapia como resistencias en forma de actitudes tenaces y difícilmente modifi- hablaremos más exte
cables. En realidad, desde la perspectiva psicoanalítica, los rasgos caracte- Ahora bien, esta
riales, independientemente de la normalidad o patología del sujeto, ye una resistencia in
pueden considerarse como «el resultado de las funciones de organización, Es una sutil estrate
integración y adaptación llevadas a cabo por el yo» ante el conflicto entre Gay (1989), bajo el
las tendencias internas y las exigencias del medio circundante (Coderch, seos del analista. El
1987). Más exactamente, lo que origina el hábito caracterológico es el mo- onírico, que asocia J
do como el yo organiza las relaciones entre las pulsiones libidinales, la rea- te los honorarios, y
lidad externa y la parte de esta realidad que, una vez introyectada, da lu- analista. Esta transfc
gar a los objetos internos. Al revés de los rasgos caracteriales de tipo reja idealizada y gr
sublimado que ayudan al paciente en su trabajo de colaboración con el te- expresarse la perve
rapeuta, las formaciones reactivas o rasgos defensivos del carácter se pre- intentos por eroti:
sentan como resistencias en el proceso terapéutico, al adquirir a menudo
valor de síntoma por lo que representan de rígido y compulsivo, de una '' El concepto de tr
parte, pero también por sus fracasos accidentales, cuando falla la barrera comps.J
!achs i Comas y Pere Notó i Brulles Vicisitudes del proceso terapéutico 323
:ncia y el beneficio se- represiva, y porque a veces conducen paradójicamente a un resultado opues-
t de tipo narcisista por to al que se busca conscientemente.
ras dos son la resisten-
se debe a que las pul-
Jresa en la compulsión 11.1.4. La transferencia como resistencia
ryó deriva de la culpa-
)mo explicaremos más En el contexto terapéutico psicoanalítico Freud consideró primeramente la
L negativa. Precisemos transferencia* (entendida como actualización de deseos inconscientes dentro
transferencia como re- de la relación analítica)' como un obstáculo fundamental a la emergencia de
lo reprimido. Freud se apercibió muy pronto de que la transferencia se de-
sencadena en el preciso momento en que algunos contenidos reprimidos es-
pecialmente importantes están a punto de desvelarse. De aquí que la transfe-
rencia aparezca como una forma de resistencia y como signo de la
proximidad del conflicto inconsciente. «Se trata de una repetición de proto-
su quehacer cotidiano tipos infantiles, vividá con un marcado sentimiento de actualidad» (Laplan-
aquél manifiesta en el che-Pontalis, 1977).
establecido claramen- Como dice Freud (1914) en «Recuerdo, repetición y elaboración»,«[...] el
anal», que «los rasgos analizado no recuerda nada de lo olvidado o reprimido, sino que lo vive de
iadas de las pulsiones nuevo. No lo reproduce como recuerdo _sino como acto; lo repite sin saber,
es contra ellas». Estos naturalmente, que lo repite». En este sentido la transferencia es, por una par-
W. Reich (1933) que, te, una regresión, favorecida ciertamente por el método analítico, pero que
o del neurótico son el no debe impedir en opinión de Coderch (1987) el libre funcionamiento de
en a descargarse y las un yo capaz de colaborar con el terapeuta. De otra parte, es un elemento de
sujeto se halla así pro- gran valor para el tratamiento, en cuanto que la repetición de los conflictos
presiones internas ina- inconscientes en la persona del terapeuta actualiza de modo experiencia!, y
por ende permite comprender, el drama infantil que ha conducido a la inte-
1tan a lo largo de la te- rrupción del desarrollo psíquico y a la formación de síntomas. De todo esto
y difícilmente modifi- hablaremos más extensamente a propósito del acting out.
ica, los rasgos caracte- Ahora bien, esta transferencia puede llegar a pervertirse cuando constitu-
patología del sujeto, ye una resistencia implacable a la búsqueda y al conocimiento de la verdad.
iones de organización, Es una sutil estrategia defensiva que suele manifestarse, como dice Peter
ante el conflicto entre Gay (1989), bajo el disfraz de complacencia extrema con los supuestos de-
:ircundante (Coderch, seos del analista. El llamado buen paciente, que presenta abundante material
acterológico es el ma- onírico, que asocia fácilmente, que nunca llega tarde y satisface puntualmen-
mes libidinales, la rea- te los honorarios, y considera siempre positivamente las interpretaciones del
~z introyectada, da lu- analista. Esta transformación de la relación analista-paciente en la de una pa-
caracteriales de tipo reja idealizada y gratificante es una de las muchas formas con que puede
olaboración con el te- expresarse la perversión de la transferencia. Otras formas pueden ser los
>s del carácter se pre- intentos por erotizar la relación y seducir al terapeuta, o la actitud
al adquirir a menudo
y compulsivo, de una * El concepto de transferencia ha sido introducido en el capítulo anterior. [Nota de los
uando falla la barrera comps.]
324 Jordi Bachs i Comas y Pere Notó i Brulles Vicisitudes del proceso terapéu
intelectualizante del paciente que intenta convertir al terapeuta en ideólogo. Creemos, en cam
Todas ellas tienen como constante el intento de distorsionar la transferencia relación con el curso
y hacer inútil la relación terapéutica. Este fomento solapado del engaño y da aparecer fuera de
ocultación de la verdad bien merece el calificativo de perverso que le han transferencia, concep
dado autores como Rosenfeld, Meltzer o Etchegoyen. debe distinguirse da
sujeto por sus implic
suicidio o atentado :
n.2. Estrategias del yo como obstáculos definidos y específicos templados en la clíni
ting out.
11.2.1. «Acting out» Consideramos ql
tuarse dentro de la p
Los psicoanalistas ingleses tradujeron el verbo agieren, utilizado por Freud mana de comunicaci
(1905) para explicar el comportamiento neurótico de la paciente histérica, a bierto por Freud. Ce
quien dio el nombre de Dora, por to act out y la forma sustantiva das agieren un acto puede ser un
por acting out. Esta expresión inglesa ha hecho fortuna fuera de los medios Esta referencia a
anglosajones y la han adoptado la mayoría de psicoanalistas porque proba- tamiento analítico fu
blemente vehícula mejor que otras traducciones el concepto nuevo introdu- expresa aquello que
cido por Freud con el neologismo agieren. Es decir, se recurre más fácilmen- coanálisis y la correl
te al término acting out que a expresions como actuar, actuación, actualización, tenderse más fácilm{
también utilizadas en lengua castellana en un contexto psicoanalítico. Por el acting out, el paso 2
otra parte, conviene señalar que los medios psiquiátricos se han apropiado En realidad, el ai
del término como sinónimo de paso al. acto. Todo esto y los equívocos del transgresión al tratar
propio Freud, como señalan La planche y Pontalis en su Diccionario de psicoa- siste en «una conver:
nálisis, hacen de este tema uno de los más complicados, imprecisos, discuti- la cual, gracias a la ,
bles y difíciles de resolver en psicoanálisis. Como dice Etchegoyen (1986, p. de analizar los comp:
646) con cierta dosis de humor, parece que «el único acuerdo posible en este Ausencia, pues, (
punto és que no haya dos opiniones coincidentes». En el breve espacio que del paso al acto. Per<
a continuación dedicamos a este tema no pretendemos, pues, resolver la se hallan inicialment
cuestión. Intentaremos, sin embargo, no añadir más equívocos a los que sole- can otras vías de ex
mos encontrar en los textos que tratan esta materia. que pasa al acto, fal:
Empecemos comentando las observaciones de Laplanche y Pontalis a ningún tipo de ambi
propósito del verbo to act que en su forma transitiva significa representar, re- talmente ignorada p<
presentar, por ejemplo, un papel en una obra de teatro. La partícula out, de- seo suela articularse
trás del verbo, es importante y tiene un doble matiz. El primero es el de ex- primitivo. En el neu
teriorizar, de sacar fuera lo que se tiene dentro; y el segundo, de acabar lo ción es fundamental
que se hace, de realizar algo hasta el final. Reducir, pues, out al sentido espa- casa la inhibición y
cial ha inducido erróneamente a algunos psicoanalistas a entender el acting quizá parricidios sirr
out como un acto realizado fuera de la sesión analítica, contraponiéndole ac- ce como si «fuera n
ting in que se daría en el curso de la sesión. Este es el caso, por ejemplo, no religioso y lo simból
exento de ambigüedades, de J. Coderch (1987) quien define el acting out por no del parricidio de
actuación del paciente fuera de la sesión terapéutica y acting in por actualiza- En el paso al ac
ción en la terapia, concepto muy próximo al de transferencia. . de insertarse como s
achs i Comas y Pere Notó i Brulles Vicisitudes del proceso terapéutico 325
terapeuta en ideólogo. Creemos, en cambio, que el acting out debe considerarse únicamente e~ \
rsionar la transferencia relación con el curso del análisis o de la terapia psicoanalítica, y aunque pue-
,olapado del engaño y da aparecer fuera de la sesión no conviene contemplarlo desconectado de la
e perverso que le han transferencia, concepto que permite situarlo y comprenderlo. En todo caso,
debe distinguirse claramente del paso al acto impulsivo, destructivo para el
sujeto por sus implicaciones autopunitivas y socialmente rechazable. Crimen,
suicidio o atentado sexual, suelen ser los modos de actuar patológico con-
pecíficos templados en la clínica psicopatológica y llamados a veces, abusivamente, ac-
ting out.
Consideramos que esta importante cuestión teórica y técnica debería si-
tuarse dentro de la problemática de los actos en general, de la capacidad hu-
n, utilizado por Freud mana de comunicación por el lenguaje y del concepto de represión, descu-
la paciente histérica, a bierto por Freud. Como demuestra éste en Psicopatología de la vida cotidiana,
a sustantiva das agieren un acto puede ser una palabra ignorada, reprimida.
1a fuera de los medios Esta referencia al'registro de la palabra es esencial en cuanto no hay tra-
alistas porque proba- tamiento analítico fuera de la palabra, entendiendo la palabra auténtica que
cepto nuevo introdu- expresa aquello que la motiva, y que promueve la regla fundamental del psi-
recurre más fácilmen- coanálisis y la correlativa de la abstinencia. En este marco quizá puedan en-
actuación, actualización, tenderse más fácilmente los diversos modos del agieren freudiano, como son
to psicoanalítico. Por el acting out, el paso al acto y, en cierto modo, la misma transferencia.
·cos se han apropiado En realidad, el acting out y el paso al acto pueden considerarse como una
o y los equívocos del transgresión al tratamiento psicoanalítico, que según Freud (1916-1917) con-
Diccionario de psicoa- siste en «una 'conversación entre el sujeto analizado y el médico», a través de
s, imprecisos, discuti- la cual, gracias a la duplicidad estructural del lenguaje, se da la posibilidad
Etchegoyen (1986, p. de analizar los compromisos dialécticos entre consciente e inconsciente.
cuerdo posible en este Ausencia, pues, de palabras sería la característica común del acting out y
el breve espacio que del paso al acto. Pero, contrariamente al neurótico en el que palabra y acción
os, pues, resolver la se hallan inicialmente inhibidas, y han sido sustituidas por fantasías que bus-
ívocos a los que sole- can otras vías de expresión como síntomas y sueños, en el sujeto psicópata,
que pasa al acto, falla totalmente la inhibición. Su acto criminal no encierra
planche y Pontalis a ningún tipo de ambigüedad y su duplicidad simbólica, caso de existir, es to-
gnifica representar, re- talmente ignorada por el sujeto. De aquí que la dinámica subyacente del de-
. La partícula out, de- seo suela articularse, en ambos casos, con el mito freudiano del parricidio
l primero es el de ex- primitivo. En el neurótico, paradójicamente, el acto no ha lugar. Su inhibi-
egundo, de acabar lo ción es fundamental y originaria, mientras que el criminal actúa porque fra-
s, out al sentido espa- casa la inhibición y el olvido. Sus actos compulsivos podrían considerarse
s a entender el acting quizá parricidios simbólicos. En algunos casos, como dice Gori (1991), pare-
contraponiéndole ac- ce como si «fuera necesario realizar aquello que la cultura y el lenguaje, lo
caso, por ejemplo, no religioso y lo simbólico, el síntoma y el pensamiento, deben al mito freudia-
efine el acting out por no del parricidio de la horda primitiva y a su inhibición».
cting in por actualiza- En el paso al acto criminal, el sujeto fracasa en su intento desesperado
encia. de insertarse como sujeto en el campo del lenguaje e induce en otro lenguaje,
326 ]ordi Bachs i Comas y Pere Notó i Brulles Vicisitudes del proceso terapét
el jurídico, la objetivación de su acto. En su agieren criminal lo ha dicho todo El acting out, cor
sin palabras. A partir de aquí serán los demás quienes hablen. El entorno so- paciente cree reconc
cial hablará y comentará ad nauseam todo lo acontecido, como observamos niscencia obstaculiza
cada día en los medios de comunicación, y las instancias judiciales intenta- su carácter infantil y
rán objetivar aquello que el sujeto no pudo subjetivar, es decir, la tensión llama agieren, es deci
traumática de sus pulsiones criminales. El sujeto criminal resuelve esta ten- nocimiento, como q1
sión realizando aquello que no pudo ser hablado, lo cual indica, en su origen le a Freud: «Tú ere~
mismo, el fracaso y la imposibilidad de la relación transferencia!. soy yo, es otro; te ec
Aquí, probablemente, podríamos situar el punto de contacto con el ac- intersubjetiva inhen
ting out que se produce en el transcurso de la terapia, ya que con su agieren narcisista, inventand
el analizando intenta escapar del campo de la palabra. El sujeto sale out, out locaba además en su
del campo de la palabra. Como dice Freud en el epílogo del caso Dora, antes miento, lo que el act1
mencionado, «la paciente vivió [Freud utiliza el verbo agieren, traducido im- Siguiendo aún e
propiamente por López Ballesteros] así de nuevo un fragmento esencial de out y transferencia ti
sus recuerdos y fantasías en lugar de reproducirÍos verbalmente en la cura». movimiento sincrón
Desde el lugar mismo en que se produce la situación terapéutica, el acting que el otro identific:
out puede y debe reinsertarse en el campo de la palabra, inserción aparente- dicha, sino aquello e
mente imposible en el caso del psicópata. téntico de verdad. E
Vamos a mencionar otras diferencias importantes que existen entre am- del registro de la pal
bos conceptos. El paso al acto criminal produce en los testigos fuertes senti- verdad. Esto constit1
mientos de estupor, horror y consternación. El acting out, en cambio, induce rapia. Es un intento
cierta culpabilidad, desasosiego e impo~encia en el analista que se ve impli- hablar, que es regla ,
cado en él, al fallar la regla fundamental. Esto es fácilmente observable en de traducir en palal:
sus reacciones ante casos nada excepcionales de actuación agresiva o seduc- orden del lenguaje y
tora por parte del analizando, o ante otros, menos frecuentes, de intentos El acting out só
fracasados de suicidio histérico u otros tipos de provocación extraterapéuti- aquella tercera dim1
ca. El mismo Freud lo reconoció explícitamente en el caso Dora: «Antes de de transferencia, cor
que descubriera la importancia de las tendencias homosexuales en los neu- te. Es la tercera fig1
róticos, había fracasado en muchos tratamientos o caído en un desasosiego ignorar. Por esto, el
completo.» out el paciente ínter
El acting out representa, en el fondo, un intento de dinamitar la relación cual es precisament,
transferencia!, como lo atestigua el mismo concepto histórico de transferen- mente la respuesta i1
cia. Recordemos, por ejemplo, el embarazo neurótico de Anna O. y la reac-
ción de Breuer, o las mañas de aquella paciente neurótica de Freud que se
echa en sus brazos, al despertar del sueño hipnótico. La respuesta reactiva ·de n.2.2. Reacción te1
Freud a este acting out firma el acta de nacimiento del mismo concepto de
transferencia. La noción de reacc
Se trata de un concepto defensivo (Szasz) ya que pone límites entre Freud en su obrad
Freud y el acting out de la paciente. Al crear el concepto, Freud se defiende este autor. Es un co
del impacto de una emoción erótica y de la solicitación amorosa, haciendo ting out gracias a la c
surgir entre su paciente y él mismo la virtualidad de una tercera figura a la La RTN es una v
que el analista encarna y da consistencia. nado estrategias del
achs i Comas y Pere Notó i Brulles Vicisitudes del proceso terapéutico 327
·minal lo ha dicho todo El acting out como apunta Gori (1991), es una mostración por la cual la
s hablen. El entorno so- paciente cree reconocer en Freud un otro. Se trata de la figura de una remi-
ido, como observamos niscencia obstaculizada, que se actualiza ahora en la transferencia, ignorando
cías judiciales intenta- su carácter infantil y repetitivo. La paciente va hasta el final de lo que Freud
ar, es decir, la tensión llama agieren, es decir, de la traducción en actos, de la actuación de un reco-
inal resuelve esta ten- nocimiento, como quien dice: «¡Es él!» Echarse en sus brazos es como decir-
ual indica, en su origen le a Freud: «Tú eres él.» A lo que Freud, con su reacción, replica: «No, no
sferencial. soy yo, es otro; te equivocas de persona.» Así se libera de la responsabilidad
de contacto con el ac- intersubjetiva inherente al · método hipnótico, como subyugación sexual y
' ya que con su agieren narcisista, inventando el concepto de transferencia. Este descubrimiento co-
. El sujeto sale out out locaba además en su sitio, en el campo de la palabra, en el espacio del trata-
go del caso Dora, antes miento, lo que el acting out intentaba excluir.
o agieren, traducido im- Siguiendo aún el perspicaz análisis de Gori (1991), señalemos que acting
fragmento esencial de out y transferencia tienen en común el hecho de resistirse al recuerdo en un
erbalmente en la cura». movimiento sincrónico pero contradictorio. El primero intenta excluir lo
· n terapéutica, el acting que el otro identifica. Aunque la transferencia no es una acción propiamente
bra, inserción aparente- dicha, sino aquello que permite una actuación en palabras, un enunciado au-
téntico de verdad. En cambio, el acting out exterioriza el enunciado fuera, out
que existen entre am- del registro de la palabra y agosta su virtualidad de expresarse en palabras de
s testigos fuertes senti- verdad. Esto constituye una amenaza muy seria para la prosecución de la te-
out en cambio, induce rapia. Es un intento de poner fin a la frustración insoportable de la regla de
nalista que se ve impli- hablar, que es regla de abstinencia. Es un intento de poner fin a la obligación
cilmente observable en de traducir en palabras, en su duplicidad estructural, todo lo que no es del
ación agresiva o seduc- orden del lenguaje y que se actualiza en la transferencia.
frecuentes, de intentos El acting out sólo es posible cuando se ignora aquel tercer elemento,
ocación extraterapéuti- aquella tercera dimensión, que el terapeuta hace surgir gracias al concepto
1caso Dora: «Antes de de transferencia, como solución urgente a las solicitudes actuales del pacien-
mosexuales en los neu- te. Es la tercera figura que en la relación intersubjetiva el acting out intenta
aído en un desasosiego ignorar. Por esto, el acting out es represión de esta tercera figura. En el acting
out el paciente intenta inducir al terapeuta a reaccionar más que analizar, lo
e dinamitar la relación cual es precisamente su cometido. Es decir, intenta producir intersubjetiva-
histórico de transferen- mente la respuesta intrasubjetiva a su problema.
de Anna O. y la reac-
rótica de Freud que se
La respuesta reactiva de 11.2.2. Reacción terapéutica negativa
el mismo concepto de
La noción de reacción terapéutica negativa (RTN) fue descrita por Sigmund
ue pone límites entre Freud en su obra de 1923 El yo y el ello, aunque fue descubierta antes por
pto, Freud se defiende este autor. Es un concepto más preciso y menos controvertido que el de ac-
ión amorosa, haciendo ting out gracias a la claridad expositiva del fundador del psicoanálisis.
una tercera figura a la La RTN es una vicisitud del proceso psicoterapéutico que hemos denomi-
nado estrategias del yo en cuanto que no son sólo mecanismos defensivos
328 Jordi Bachs i Comas y Pere Notó i Brulles Vicisitudes del proceso lt
(resistencias) sino de ataque al proceso mismo. En la RTN se realiza la tarea tudes del tratami
psicoterapéutica y se logra el insigh0 pero después sobreviene una respuesta
que lleva estos logros hacia atrás. La RTN sólo es posible cuando la tarea ha
t paciente empeon
rado. Inicialment 1
sido cumplida, cuando hay un logro. Es importante señalar que este logro es vero y sádico), lu,
reconocido generalmente por ambas partes. Pero lo decisivo es que el pa- sión de muerte, 1
ciente lo reconoce así explícitamente porque registra un cambio positivo. Es son las que dier
justamente a partir de este momento de alivio y progreso cuando empieza Joan Riviere (tem
una crítica demoledora, que lleva a veces casi instantáneamente a una situa- lanie Klein (envi
ción paradójica: lo que un momento antes ha aliviado resulta ahora ineficaz. complementarias
La RTN es, pues, un empeoramiento paradójico que sobreviene en el momen- además las aport:
to en que ha existido un progreso, un avance en el tratamiento psicoterapéu- (1971, 1975) y su
tico. en el sentido de
La primera explicación de Freud acerca de que la RTN tiene que ver con envidia y el sentí
un sentimiento de culpa que surge de un superyó muy severo, sigue vigente envidia, celos, ri'
como en 1923. A esto se agrega lo que Freud dice un año después ya imbui- por su parte, en
do por la idea de la pulsión de muerte, respecto del masoquismo primario. potencian recípr,
Idea que complementa y no se opone a la anterior. Un superyó severo de- . otro indicador irr
manda un yo masoquista que se le someta y apacigüe. Las últimas e
En 1936 aparecen los artículos de K Horney y J. Riviere sobre la RTN rentemente alred,
que amplían lo aportado por Freud. Horney señala la fuerte rivalidad de ·mentani, 1981; P,
estos pacientes y su temor a despertar la envidia de los demás (y del terapeu- 1981) que parten
ta en particular) si progresa. Riviere enlaza el sentimiento de culpa con el al-
truismo inconsciente y con una gran labi1idad frente a la posición depresiva,
que incrementa desmedidamente las defensas maníacas. II.2.3. La reversi,
La RTN transforma lo bueno en malo. Es lógico que en el curso del pro-
ceso psicoterapéutico, cuando el terapeuta muestra algo desagradable del pa- La reversión de
ciente, éste aumente su resistencia y hostilidad. Esta reacción es la esperada considerado com
tanto por el paciente como por el terapeuta. La diferencia con la RTN es no- del proceso psic<
I· toria, ya que la interpretación es reconocida como eficaz en un primer mo- perspectiva perte
mento pero después opera en sentido contrario. La RTN no tiene que ver con juntos, ya que tr:
el con .en.ido de la interpretación sino con su efecW:-- - lo que es lo misr
.,,, La con~cia d-e e;ta compleja estructura caracteriológica (la RTN) es tablemente.
que el progreso y el éxito implican un riesgo demasiado grande. El paciente El acting out .
teme despertar la rivalidad de los demás si progresa y se siente despreciado RTN y ésta puede
si fracasa. mino parece que
Melanie Klein en su trabajo Envidia y gratitud (1957) relaciona directa- camino creciente.
mente la RTN con la envidia. Nuestros pacientes nos critican por variadas ra- La reversión
zones, a veces justificadamente, pero cuando sienten necesidad de desvalori- rapéutico. Bion i
zar el trabajo psicoterapéutico, que según su propia vivencia les ayudó, es cuando está estu
porque la envidia está presente. psicoanalítico. Es
A modo de resumen, sobre la RTN podemos decir que a partir de la clara Quien va a d
definición de Freud en 1923, donde nos la presenta como una de las vicisi- nico y clínico al
chs i Comas y Pere Notó i Brulles Vicisitudes del proceso terapéutico 329
RTN se realiza la tarea tudes del tratamiento, se caracteriza por una respuesta paradójica donde el
,reviene una respuesta paciente empeora cuando tendría que mejorar, y eso después de haber mejo-
,le cuando la tarea ha rado. Inicialmente Freud atribuyó la RTN al sentimiento de culpa (superyó se-
falar que este logro es vero y sádico), luego al masoquismo moral (yo masoquista) y por fin a la pul-
ecisivo es que el pa- sión de muerte, sin que estas explicaciones fueran excluyentes. Tampoco lo
n cambio positivo. Es son las que dieron después Karen Horney (rivalidad, temor a la envidia),
reso cuando empieza Joan Riviere (temor a una catástrofe depresiva, altruismo inconsciente) y Me-
eamente a una situa- lanie Klein (envidia). No sólo no son excluyentes estas explicaciones sino
esulta ahora ineficaz. complementarias como bien señala Horacio Etchegoyen (1986) quien recoge
reviene en el momen- además las aportaciones, entre otras, de Rosenfeld (1971, 1975), Betty Joseph
miento psicoterapéu- (1971, 1975) y sus compatriotas Fidias R. Cesio (1956) y José Bleger (1961),
en el sentido de afirmar que la RTN se produce por la acción conjunta de la
TN tiene que ver con envidia y el sentimiento de culpa, el cual surge de los ataques al objeto por
severo, sigue vigente envidia, celos, rivalidad, etc. Los celos, la envidia y la rivalidad germinan,
ño después ya imbui- por su parte, en la estructura narcisista y en la falta de autoestima que se
asoquismo primario. potencian recíprocamente produciendo confusión que es para Etchegoyen
n superyó severo de- otro indicador importante y discriminatorio de la RTN.
Las últimas explicaciones propuestas para comprender la RTN giran prefe-
Riviere sobre la RTN
a fuerte rivalidad de
r rentemente alrededor de los conflictos de la integración (Gaddini, 1981; Li-
mentani, 1981; Pontalis, 1979) y de la simbiosis madre/niño (Ursula Grunert,
demás (y del terapeu- 1981) que parten de las teorías del desarrollo de Winnicott y Margaret Mahler.
to de culpa con el al-
la posición depresiva,
II.2.3. La reversión de la perspectiva y el estancamiento (impasse)
e en el curso del pro-
desagradable del pa- La reversión de la perspectiva es el tercero de los fenómenos que hemos
acción es la esperada considerado como obstáculos definidos y específicos, o vicisitudes negativas
cía con la RTN es no- del proceso psicoterapéutico. Con el acting out y la RTN, la reversión de la
az en un primer mo- perspectiva pertenece a la misma clase de fenómenos, y deben considerarse
no tiene que ver con juntos, ya que tratan de impedir el desarrollo del insight y la elaboración, o
lo que es lo mismo evitar el dolor mental que este desarrollo produce inevi-
eriológica (la RTN) es tablemente.
o grande. El paciente El acting out puede ser instrumentalizado como una forma de instaurar la
se siente despreciado RTN y ésta puede conducir a su vez, a la reversión de la perspectiva. Este ca-
mino parece que sólo puede transitarse en esta dirección, y no al revés, es un
7) relaciona directa- camino creciente.
tican por variadas ra- La reversión de la perspectiva es un aspecto singular del proceso psicote-
cesidad de desvalori- rapéutico. Bion introduce este concepto en Elementos de psicoanálisis (1963),
ivencia les ayudó, es cuando está estudiando el área psicótica de la personalidad, no el proceso
psicoanalítico. Es por tanto una noción teórica.
e a partir de la clara Quien va a definir la reversión de la perspectiva como un concepto téc-
mo una de las vicisi- nico y clínico al estudiar las vicisitudes del proceso psicoanalítico es Etche-
330 Jordi Bachs i Comas y Pere Notó i Brulles Vicisitudes del proceso tm
goyen (1986), quien considera que al cambiarla de contexto, del que inicial- que como se ha d
mente propuso Bion, en nada violenta su pensamiento, ya que Bion pensaba puede definir el in
que estas ideas tenían que ver con la práctica del consultorio. ción insidiosa del
Por reversión de la perspectiva entendemos los procesos de pensamiento dre se cons_erva er:
vinculados a un drástico intento de sacar de quicio la situación psicoterapéu- salta a la vista, arr2
tica, de ponerla boca abajo. transferencia del t
También es un funcionamiento del área psicótica de la personalidad y es crónico del proce~
justamente lo opuesto a la perspectiva reversible del insight. En la reversión ferencia del terape
el paciente está continuamente reinterpretando lo' que le dice el terapeuta Terminamos a
para que haga juego con sus propias premisas, que es también una forma de como vicisitudes n
decir que las premisas de la psicoterapia tienen que ser calladamente recha- ciado de las resist(
zadas. Calladamente, porque entre paciente y terapeuta hay un acuerdo ma- modalidades y me
nifiesto y un desacuerdo latente, del que por lo general el terapeuta sólo se versión de la pers1
percata cuando advierte que el proceso está totalmente estancado. Esto es, el bales porque inch
impasse. los aspectos para a
Terapeuta y paciente ven los mismos hechos pero con premisas diferen- Al terminar est
tes. A nivel de los hechos hay acuerdo, a nivel de las premisas nunca explici- de la psicoterapia
tadas el desacuerdo es total y permanente. Esto es lo que singulariza a la re- con la noción de 1
versión de la perspectiva, lo que la diferencia del acting out y de la RTN, gatividad transfere
donde el desacuerdo es visible y las premisas no están sustancialmente cues- en la relación psicc
tionadas. La negatividad
Las premisas que el terapeuta propone y las que acepta formalmente el cientes de la relaci
paciente son las que se establecen en el contrato psicoterapéutico, por esto y es contrario al pr
Etchegoyen subraya que la reversión de la perspectiva cuestiona y ataca el en los aspectos fm
contrato. El paciente que revierte la perspectiva contradice de forma perma- independientemen
nente el contrato, y se atiene a otro que él mismo establece sin por cierto ex- rencial o su opuest
plicitarlo, porque es inconsciente. Así se explica que la reversión de la pers- tintas de los cono
pectiva aparezca de entrada. atienden a la mani
Ésta se detecta cuando el terapeuta advierte que «todo va bien» pero el nalidad.
paciente sigue igual. Es una buena definición de estancamiento o impasse. La negatividad
El paciente que revierte la perspectiva acepta al objeto (terapeuta) sólo cultades de la psic
para que confirme lo que el sujeto piensa, o para que le ayude a negar lo que nociones tan relev:
podría ser real. Como señala la doctora Navarro de López en su trabajo de renda.
1980 la notable confusión sujeto-objeto de la reversión de la perspectiva de-
pende de un uso excesivo de la identificación proyectiva al servicio de una
intensa escoptofilia. No mira la interpretación con sus propios ojos sino con
los del analista, dentro del cual se ha metido. RESUMEN
Etchegoyen cree que este punto de la investigación de Bion nos lleva a
uno de los problemas más acuciantes de la investigación psicoanalítica de Este capítulo se oc
nuestros días: el narcisismo. so del proceso de
Para finalizar, una nota sobre el estancamiento (impasse). Éste es el resul- dos conceptos que
tado, o tiene por causas el acting out, la RTN y la reversión de la perspectiva, efectos terapéutico
chs i Comas y Pere Notó i Brulles . Vicisitudes del proceso terapéutico 331
texto, del que inicial- que como se ha dicho se producen en este orden y de forma creciente. Se
ya que Bion pensaba puede definir el impasse como un concepto técnico que comporta una deten-
torio. ción insidiosa del proceso psicoterapéutico, tiende a perpetuarse, el encua-
cesos de pensamiento dre se conserva en sus constantes (externas) fundamentales, su existencia no
tuación psicoterapéu- salta a la vista, arraiga en la psicopatología del paciente e involucra la contra-
transferencia del terapeuta. En este sentido, el impasse es un estancamiento
e la personalidad y es crónico del proceso psicoterapéutico e implica la colusión de la contratrans-
zsight. En la reversión ferencia del terapeuta con la negatividad transferencia! del paciente.
! le dice el terapeuta Terminamos aquí' la descripción de las estrategias del yo que actúan
ambién una forma de como vicisitudes negativas en el proceso psicoterapéutico, las hemos diferen-
r calladamente recha- ciado de las resistencias porque éstas se inscriben en el ámplio grupo de las
1 hay un acuerdo ma- modalidades y mecanismos defensivos. Estas estrategias (acting out, RTN y re-
11 el terapeuta sólo se versión de la perspectiva) en cambio son modalidades inás complejas y glo-
estancado. Esto es, el bales porque incluyen modalidades defensivas y ofensivas, es decir, incluyen
los aspectos para atacar e impedir el desarrollo de la cura.
con premisas diferen- Al terminar esta revisión sobre las dificultades y obstáculos en el proceso
:emisas nunca explici- de la psicoterapia psicoanalítica no podemos olvidar la relación existente
¡ue singulariza a la re- con la noción de negatividad transferencia! (Notó, 1986). Entendemos por ne-
:ting out y de la RTN, gatividad transferencia! todos los aspectos antiprogreso y anticura que se dan
sustancialmente cues- en la relación psicoterapéutica.
La negatividad transferencia! es el conjunto de todos los aspectos incons-
tcepta formalmente el cientes de la relación humana cuya finalidad es la destrucción de la relación
)terapéutico, por esto y es contra~io al progreso de ésta. Es una noción técnica y clínica que arraiga
a cuestiona y ataca el en los aspectos funcionales y de manejo por parte del sujeto de la relación,
.dice de forma perma- independientemente de su forma manifiesta. La noción de negatividad transfe-
,lece sin por cierto ex- rencia! o su opuesta la positivtdad transferencial siempre indisociables, son dis-
L reversión de la pers- tintas de los conceptos freudianos de transferencia positiva y negativa que
atienden a la manifestación afectuosa u hostil de la transferencia, no a su fi-
todo va bien» pero el nalidad.
lmiento o impasse. La negatividad transferencia! sería origen y causa de los obstáculos y difi-
>bjeto (terapeuta) sólo cultades de la psicoterapia psicoanalítica por parte del paciente, e incluiría
: ayude a negar lo que nociones tan relevantes como la perversión, la erotización, etc., de la transfe-
ópez en su trabajo de rencia.
t de la perspectiva de-
Sandler, J.; Dare, C., y Holder, H. (1972), El paciente y el analista, Buenos Ai- Hay que subrayar q
res, Paidós. mana que puede ob
Esta obra es una excelente monografía técnica, en la que el lector puede revisar comportamiento de
y clarificar, entre otros, los conceptos de acting out y reacción terapéutica negativa. frecuente observar 1
Universidad de Barcelor
Bachs i Comas y Pere Notó i Brulles 15. REGRESIÓN Y ANSIEDADES DE SEPARACIÓN:
FINALIZACIÓN DEL TRATAMIENTO
1mina de pronto la con-
:> experimenta». Se dife-
teriormente, se revisa el JOAQUIM PocH I BULLICH y FRANCESC MAESTRE LORÉN
proceso del duelo, por
el analista, Buenos Ai- Hay que subrayar que la regresión es un fenómeno natural de la especie hu-
mana que puede observarse en numerosas situaciones. Así por ejemplo, en el
e el lector puede revisar comportamiento del niño pequeño que afronta su primer día de escuela es
terapéutica negativa. frecuente observar la aparición de alguna alteración psicosomática (dolor de
Irían entenderse estas gresión alcanzados y de los mecanismos defensivos que se hayan organizado
iguen evitar lo deseo- para contener la ansiedad derivada de dicho estado. Y en el mismo sentido,
. También un adulto, también podemos entender la gravedad del cuadro clínico como una función
in de tener que inte- del nivel de regresión del comportamiento.
a, puede evocar situa-
na, comportarse como
1a y requiriendo todo
11.2. Regresión terapéutica
va corta edad.
este carácter benigno Es un fenómen~e_g relacl§n asistenci_al que se va a establecer en el
onas, también pueden marco (settin~ '/, psicoterapéutico y que se desencadena en el curso del proce-
1to y, en ocasiones, de so de tratamiento. Es decir, cualquier persona encarada a una situación de
demanda de ayuda va a manifestar ciertos fenómenos regresivos. Por ejem-
a a desarrollar teórica- plo, en la conducta de un paciente que acude a una consulta de medicina ge-
s referimos a un fenó-
lalidades de funciona- ----- neral por una enfermedad leve podemos observar aspectos regresivos que
expresan su desesperanza, su indefensión y desvalimiento, así como su nece-
le organización del yo, sidad de dependencia. Todos estos aspectos podemos observarlos con mayor
al momento evolutivo énfasis y relevancia en una relación como la psicoterapéutica, ya sea reglada
io de la estructura de a una o a verías veces por semana, con o sin tiempo limitado.
ts [yo, superyó y ello]; Este tipo de regresión será útil en la medida en que el paciente consiga,
nto a un nivel inferior con la ayuda del terapeuta, elaborar aquellas dificultades personales que le
:erenciación» (Sandler, hacen sufrir y que, probablemente, le indujeron a hacer una demanda de
74), los puntos de vista
ayuda. Ahora bien, si la regresión se extiende de una forma masiva a todo el
¡
engloban las acepcio- comportamiento del paciente su efecto será de signo contrario, no será útil,
rgo de su obra. En la sino un obstáculo para el buen curso del tratamiento.
egresión también im- No cabe duda de que un paciente capaz de dejarse cuidar, que acepte su
que, por tanto, puede desvalimiento y, por tanto, que pida ayuda y confíe en recibirla tiene más po-
atológicas (Coderch, sibilidades de superar sus conflictos. En el contexto psicológico, la regresión
saludable es una oportunidad para que el paciente, a través de ella, pueda
r regresión. De acuer- restaurar la natural tendencia de todo individuo hacia el desarrollo y creci-
egresivo desde las po- miento.
iar, fundamentalmen- En este punto es necesario que nos refiramos al concepto de__fijación para
explicar por qué el fenómeno regresivo que observamos en un paciente ma-
nifiesta unas características y no otras. Desde la perspectiva psicoanalítica se
concibe que durante el desarrollo van a tener lugar una serie de aconteci-
mientos importantes en la vida de cualquier persona. Alrededor de estos «hi-
tos» se van a organizar las diferentes estructuras psíquicas que determinan la
acterísticas psicopato- organización de la personalidad particular de ese sujeto (tipo de relación de
f estad~d~i- objeto, tipo de defensas preferentes, rasgos caracteriales, ansiedades predo-
que tienen su ongen minantes, etc.). Por esta razón, las fijaciones psicológicas actuarán como mo-
en las presiones y li-
,, La regresión es uno de los efectos inducidos por el setting Recuérdese lo expuesto en
resarán unos determi-
el capítulo 12 a propósito del contexto y encuadre de la psicoterapia psicoanalítica. [Nota de
de los niveles de re- los comps.]
336 ]oaquim Poch i Bullich y Francesc Maestre Lorén Regresión y ansiedades de st
jones en el largo curso del desarrollo vital y se convertirán en los puntos de contención es la re¡
referencia a los que recurrirá el sujeto cuando se encuentre enfrentado a si- fenómenos. Desde e
tuaciones difíciles o desconocidas. Suelen ser situaciones que impiden o difi- sesiones por semarn
cultan una adecuada satisfacción de los deseos y anhelos libidinales debido, sivos en toda suma
fundamentalmente, a la existencia de conflictos intrapsíquicos y/ o importan- de las condiciones ,
tes limitaciones externas. Podemos entender entonces que las fijaciones ac- fenómeno van a es1
túan como factores predisponentes de las regresiones, en el sentido de una sesiones semanales,
marcha atrás en el desarrollo que se instala en esos puntos de fijación. breves o a plazo inc
vas o de insight; psi
peuta, gravedad de 1
CUADRO l. Esquema sobre los conceptos de fijación. Los fenómenos
mient~ a abord:
ción que mantiene e
transferencia!. Es po
individuo la posibili
sentimientos, forma:
conflictivos de su e
7/ 1 constituyen puntos
o A-V estas manifestacionc
una constelación de
nado de relación ol
crecimiento sin el la
debe fomentarse de
Fiijaciones Suceso vital yen (1986), se ha de
unos niveles óptimoi
- ·- La experiencia c
NOTA: La fijación se realizaría durante las fases del desarrollo psicosexual (0: oral, A: anal, F: fálica, E: forma graduada o m
período edípico, L: latencia). Durante la fase adulta o de la vejez (A y A-V}, los diferentes hechos traumá- masiva,-en bloque, d
ticos propios de la vida (sucesos de vida o lije events) podrían condicionar regresiones (expresadas por
las flechas curvas) a los diferentes puntos de fijación establecidos durante el desarrollo psicosexual).
un obstáculo que ur
tenso el paciente pie
(los aspectos más m
Los motivos de estas fijaciones hay que buscarlos en el período del desa- los que le permiten ,
rrollo infantil, en donde según Abraham (1924) y Klein (1940), el bebé y el mental, a la vez que 1
niño pequeño experimentan ansiedades muy intensas: por la pérdida de la
persona que le cuida y alimenta y por el temor a que sus objetos parentales
les hagan sufrir como castigo por sus propias fantasías de ira y odio dirigidas
contra ellos. III. ANSIEDAD DE SJ
En el contexto de un proceso psicoterapéutico el encuadre no sólo actúa
permitiendo que se exprese aquello que ya existía, aunque diseminado por III.1. El concepto dt
una multitud de otras relaciones, sino que contiene las manifestaciones re-
gresivas en la actualidad de la relación terapéutica. A nuestro modo de ver, Es un tipo de ansiec
la organización de un marco de trabajo estable, firme y con capacidad de meros días de la vid:
ullich y Francesc Maestre Lorén Regresión y ansiedades de separación: finalización del tratamiento 337
titán en los puntos de contención es la respuesta técnica más racional y válida para afrontar estos
1entre enfrentado a si- fenómenos. Desde esta perspectiva técnica, un encuadre psicoanalítico de cinco
.es que impiden o difi- sesiones por semana va a permitir dicho despliegue de los fenómenos regre-
:los libidinales debido, sivos en toda su magnitud. No ocurre así en la psicoterapia psicoanalítica don-
síquicos y/o importan- de las condiciones de trabajo y con ellas las posibilidades de expresión del
que las fijaciones ac- fenómeno van a estar condicionadas por multitud de variables: número de
en el sentido de una sesiones semanales, duración del tratamiento en su globalidad (psicoterapias
os de fijación. breves o a plazo indefinido), objetivos del tratamiento (psicoterapias expresi-
vas o de insight,· psicoterapias de soporte o de apoyo), experiencia del tera-
peuta, gravedad de la sintomatología del paciente, etcétera.
Los fenómenos regresivos que yayan apareciendo en el curso del trata-
mient~- a abordarse siempre como aspectos de un tipo particular de rela-
ción que mantiene el paciente con el terapeuta y que denominamos relación
transferencial. Es por esto que el adecuado trato de la transferencia ofrece al
individuo la posibilidad de actualizar, en el curso de la psicoterapia, deseos,
sentimientos, formas de relación y fantasías correspondientes a momentos
conflictivos de su desarrollo personal, que porque no pudieron elaborarse
constituyen puntos de fijación. Así pues, el trabajo sistemático sobre todas
A-V estas manifestaciones va a permitir que se movilicen, expresen y elaboren
una constelación de ansiedades y defensas prototípicas de un tipo determi- \
nado de relación objetal y va a hacer posible que el individuo reanude su
1
crecimiento sin el lastre que representaban dichas fijaciones. La regresión no
debe fomentarse de forma indiscriminada. Como bien nos advierte Etchego-
so vital yen (1986), se ha de procurar que la regresión se sitúe siempre dentro de
unos niveles óptimos.
La experiencia clínica nos muestra que la regresión puede producirse de
1 (0: oral, A: anal, F: fálica, E:
forma ~aduada o masiva. El riesgo de que la regresión se presente de forma
, los diferentes hechos traumá- masiva, en bloque, de forma muy intensa y permanente va a representar más
ar regresiones (expresadas por un obstáculo que una posibilidad de trabajo. En un estado regresivo tan in-
1 desarrollo psicosexual).
tenso el paciente pierde sus capacidades de autoobservación y organización
(los aspectos más maduros y sanos de su personalidad). Estos aspectos son
n el período del desa- los que le permiten comunicar al terapeuta qué ocurre dentro de su espacio
1in (1940), el bebé y el mental, a la vez que mantener y afianzar la relación de trabajo.
: por la pérdida de la
sus objetos parentales
de ira y odio dirigidas
III. ANSIEDAD DE SEPARACIÓN Y PROCESO TERAPÉUTICO
ncuadre no sólo actúa
nque diseminado por 111.1. El concepto de ansiedad de separación
las manifestaciones re-
nuestro modo de ver, Es un tipo de ansiedad cuyas manifestaciones pueden detectarse en los pri-
e y con capacidad de meros días de la vida. Por un lado, cabe considerarlas como acontecimientos
338 Joaquim Poch i Bullich y Francesc Maestre Lorén Regresión y ansiedades de
naturales en el desarrollo de cualquier persona y, en este sentido, podemos aunque sin utiliza
atribuirles un valor promotor de desarrollo. Así es como podemos pensar en Freud, existía una
las primeras separaciones del bebé y su madre, en las del niño en edad de es- o a la pérdida efec
colarización ante las separaciones del hogar, en las de los adolescentes en sus vo en que .se enc1
primeros enamoramientos infructuosos, en la muerte de seres queridos, en connotaciones de ,
las pérdidas de los ideales de la juventud, en los duelos por las pérdidas del
propio cuerpo joven al pasar a la edad madura, etcétera. a. Una reacc
Por otro lado, las ansiedades de separación también cabe considerarlas cuyas manifestacic
como factores que pueden influir negativamente sobre el desarrollo. Será así b. Una reacc
cuando se manifiesten con una intensidad y prevalencia muy importante. Los esté presente, ya q
estudios de Bowlby (1979a, 1979b), centrados en la separación y la ansiedad c. Una reacc
generada por ella como reacción ante la pérdida de la figura de apego (real o el amor de la mad
fantaseada), demuestran el efecto desorganizador que este tipo de ansiedad
puede tener sobre la personalidad. Aunque desde otra perspectiva, las obser- Posteriorment
vaciones de Spitz (1960, 1973) sobre las consecuencias primarias de la frus- como algo específ
tración afectiva 1 (entre las que podemos destacar lo que el autor denomina pranas. Su concep
«el coma del recién nacido», promovido por el rechazo parental de forma in- de alguna manera
mediata y por medio de actitudes pasivas), también serían pruebas a favor de separación o de la
la enorme vulnerabilidad que se experimenta ante unas intensas ansiedades trados por el bebe
de separación y las consecuencias dramáticas que pueden producirse según éonducirán a que
el momento del desarrollo en que esto acontezca. minada y específo
Cuando hablamos de ansiedad de separación nos referimos a un senti- manos de los obj(
miento intrapsíquico de inquietud, malestar, desazón, etc., que experimenta ner un buen obje
el sujeto ante una situación de separación. A la idea de que este sentimiento separación, ansied
está presente a lo largo de la evolución normal del ser humano, cabe añadir con claridad.
que adquiere su punto culminante con el surgimiento de lo que M. Mahler Antes de acab
ha denominado la individualidad, momento del desarrollo en el que el niño pedal las aportad
consolida su capacidad para la diferenciación y discriminación afectiva entre llo normal por la:
el interior y el exterior, entre el sel/ y el no-sel/. mentarse a sí mist
Intentemos ahora dar algunas precisiones sobre el concepto de ansiedad tanto, capaz de to
de separación. Para ello nos basaremos en la excelente revisión de Campo y Mahler son: autís1
Folch (1978) sobre dicho tema. Ya Freud se refirió a este tipo de ansiedad, los demás objeto:
una vaga discrimi
1 En la actualidad continúa teniendo interés la sistematización que realizó Spitz de la pa-
duación (proceso
tología por frustración afectiva. Basándose en sus estudios y observaciones, este autor relacio-
na una serie de actitudes parentales (en especial las maternas) durante el primer año de vida
con una serie de trastornos del niño. Diferencia dos tipos de trastornos:
2 Aunque en su t
a. Psicotóxicos: Vinculados a actitudes de rechazo, disposición ansiosa hacia el cuidado, cha denominación en
hostilidad oculta, fluctuación emocional, oscilaciones del humor ... y que se manifestarían en > Sería prolijo re•
el niño como: el coma del recién nacido, vómitos, cólicos, eczema, hipermotilidad, etcétera. concepto, pero podrí,
b. Defectivos o carenciales: Vinculados a privaciones parciales o totales del apego. Se tenido» de W. Bion (
manifestarían en el niño como depresión anaclítica, infecciones importantes o, incluso, la hesiva» de D. Meltze1
muerte. autística-contigua» de
lullich y Francesc Maestre Lorén Regresión y ansiedades de separación: finalización del tratamiento 339
este sentido, podemos aunque sin utilizar la denominación que utilizamos en la actualidad. Para
no podemos pensar en Freud, existía una ansiedad vinculada a la amenaza de pérdida de un objeto
lel niño en edad de es- o a la pérdida efectiva de dicho objeto y que dependía del momento evoluti-
los adolescentes en sus vo en que se encuentra la persona. En base a esto, podemos discernir tres
de seres queridos, en connotaciones de este tipo de ansiedad:
::is por las pérdidas del
L a. Una reacción que es consecuencia del trauma del nac1m1ento y
,ién cabe considerarlas cuyas manifestacione_s se observan, fundamentalmente en el plano biológico.
: el desarrollo. Será así b. Una reacción que es consecuencia de la necesidad de que la madre
ia muy importante. Los esté presente, ya que todavía no constituye un objeto estable para el niño.
paración y la ansiedad c. Una reacción que es consecuencia del sentimiento de haber perdido
figura de apego (real o el amor de la madre.
este tipo de ansiedad
. perspectiva, las obser- Posteriormente, M. Klein tampoco aludirá a la ansiedad de separación
1s primarias de la frus- como algo específico 2, sino que relaciona la separación con ansiedades tem-
:iue el autor denomina pranas. Su concepción de cómo se va construyendo el mundo interno pivota,
::i parental de forma in- de alguna manera, sobre este punto, ya que serán los repetidos procesos de
rían pruebas a favor de separación o de la madre o figura sustitutiva, y la manera en que serán regis-
1as intensas ansiedades trados por el bebé (desde la posición esquizo-paranoide o la depresiva) que
eden producirse según conducirán a que la personalidad del sujeto vaya cristalizando en una· deter-
minada y específica estructura (desde lo paranoide el bebé temería caer en
s referimos a un senti- manos de .los objetos persecutorios y desde lo depresivo temería no mante-
' etc., que experimenta ner un buen objeto interno). En el pensamiento kleiniano los conceptos de
le que este sentimiento separación, ansiedad y desarrollo de la relación de objeto se interrelacionan
r humano, cabe añadir con claridad.
) de lo que M. Mahler Antes de acabar con este apartado 3 nos parece que tienen un interés es-
rollo en el que el niño pecial las aportaciones de M. Mahler, quien sistematiza las fases del desarro-
rninación afectiva entre llo normal por las que transita toda persona antes de ser capaz de experi-
mentarse a sí mismo como un individuo particular y distinto del resto y, por
1concepto de ansiedad tanto, capaz de tolerar las separaciones. Las fases del desarrollo que postula
e revisión de Campo y Mahler son: autística normal (el niño vive realmente como si fuera uno con
este tipo de ansiedad, los demás objetos), simbiótica (continúa la indiferenciación, pero se inicia
una vaga discriminación afectiva entre él y los demás) y separación-indivi-
n que realizó Spitz de la pa- duación (proceso intrapsíquico en el que es posible darse cuenta de que se
:vaciones, este autor relacio-
rante el primer año de vida
,rnos:
2 Aunque en su trabajo «Notas sobre algunos mecanismos esquizoides» se encuentra di-
ón ansiosa hacia el cuidado, cha denominación en una ocasión, aunque entre paréntesis.
... y que se manifestarían en > Sería prolijo resumir aquí las aportaciones que han efectuado otros autores sobre este
hipermotilidad, etcétera. concepto, pero podría ser de utilidad citar las siguientes referencias teóricas: «continente-con-
ales o totales del apego. Se tenido» de W . Bion (1962, 1963, 1965), «segunda piel» de E. Bick (1968), «identificación ad-
s importantes o, incluso, la hesiva» de D. Meltzer (1975), «posición autística» de F. Tustin (1966, 1981, 1986) y «posición
autística-contigua» de T. Odgen (1989).
340 Joaquim Poch i Bullich y Francesc Maestre Lorén Regresión y ansiedades de !
está separado de los demás y de que la satisfacción de las necesidades pro- de que puedan adi
vienen del exterior). el natural despliegt:
La ansiedad de separación adquiere con esta autora un sentido particu- Una advertencia
lar al entenderse como un motor que conduce hacia los fines del desarrollo fenómenos clínicos
normal. De la misma forma, el fracaso en la adquisición de la capacidad para vo sería ayudar al I
separarse implicará la aparición de determinados trastornos psicopatológicos. mos adecuado qm
podrían generar ur
miento.
m.2. La ansiedad de separación en el proceso psicoterapéutico Veamos ahora <
so de las diferentes
El setting o marco relacional terapéutico crea las condiciones idóneas para
que las ansiedades de separación se manifiesten en toda su amplitud. El pro- a. Fase inicial:
ceso psicoterapéutico está organizado en torno a unas regularidades de espa- de cuáles son las át
cio y tiempo (sesiones semanales, duración pactada de las sesiones con un mas van a constitu
inicio y un final, vacaciones, etc.), períodos de contactos y ausencia entre pa- adecuada alianza dt
ciente y terapeuta que, por un lado, favorecerán el despliegue de este tipo de estos momentos, la
ansiedades y, por otro lado, deberán ofrecer la contención necesaria para muy limitada (aunq
que puedan comprenderse y elaborarse. ciente), poco sistem
Hay que señalar que este tipo de ansiedad va a surgir en diferentes cial.
momentos del tratamiento y no únicamente al finalizar el mismo como po- Es importante e
dría pensarse. Por el contrario, la realidad de cualquier tratamiento se manifestaciones de
compondrá de múltiples separaciones: de -sesión a sesión, de semana a se- nas razones: a. a n
mana, en las vacaciones y, desde luego, al final del proceso psicoterapéuti- por el paciente ante
co. No obstante, es tan importante como difícil trabajar con este tipo de paciente, por respet
ansiedades, ya que por su propia naturaleza van a expresarse de múltiples miento, la expresiót
maneras, muchas veces difícilmente reconocibles. Así, por ejemplo, es se- sarrollo del tratamie
guro que se cometería un grave error técnico si ante unas inminentes vaca- b. Fase media:
ciones se interpretaran sistemáticamente todas las comunicaciones del pa- miento. En él se abe
ciente como haciendo referencia a la separación. Tampoco sería adecuado tivos del tratamientc
considerar que existe una única forma de vivir las separaciones (con año- yan el entramado <
ranza, enfado, pena, etc.), sino que la experiencia de la separación deberá ansiedades que irán
referirse a la realidad tanto interna como externa del paciente concreto El paciente irá afron
que está en tratamiento. sidad y dependenci2
Sin duda, las características de la personalidad del paciente - relaciones rapéutica. Con ello,
de objeto, ansiedades y defensas predominantes, rasgos caracteriales y psico- concreta y perfilada.
patológicos- y el entorno social real en el que se desenvuelve - pérdidas c. Fase final: E:
recientes de personas significativas, red social de apoyo ...-, influirán en la psicoterapéutico. Pu
expresión e intensidad con que se va a vivir la separación. paciente se ve aboca
Si las separaciones connaturales al ritmo del proceso de tratamiento in- to de su mundo inte
fluyen en el transcurso del mismo y deben ser consideradas y trabajadas ade- interpersonales y su
cuadamente, ¿qué no decir de las interrupciones inesperadas? Por ello, técni- mayor intensidad. Al
camente es imprescindible incluirlas en el trabajo con el paciente con el fin sin que ello le cond
!lich y Francesc Maestre Lorén Regresión y ansiedades de separación: finalización del tratamiento 341
las necesidades pro- de que puedan adquirir sentido, ya que de otra forma podrían obstaculizar
el natural despliegue del proceso psicoterapéutico.
a un sentido particu- Una advertencia: Cualquier tipo de psicoterapia no podrá abordar estos
,s fines del desarrollo fenómenos clínicos. Así, en una psicoterapia dinámica de apoyo (cuyo objeti-
de la capacidad para vo sería ayudar al paciente a reorganizar su comportamiento) no encontraría-
nos psicopatológicos. mos adecuado que se incidiera sobre ' este tipo de ansiedades, ya que se
podrían generar unos efectos que irían contra el propio objetivo del trata-
miento.
IJéutico Veamos ahora cómo evoluciona la ansiedad de separación en el transcur-
so de las diferentes fases del tratamiento:
ciones idóneas para
su amplitud. El pro- a. Fase inicial: En términos generales se caracteriza por la delimitación
gularidades de espa- de cuáles son las áreas problemáticas en la vida del paciente, de qué proble-
~ las sesiones con un mas van a constituir el objetivo del tratamiento y la consolidación de una
y ausencia entre pa- adecuada alianza de trabajo que haga posible el proceso psicoterapéutico. En
iegue de este tipo de estos momentos, las ansiedades de separación pueden tener una expresión
nción necesaria para muy limitada (aunque esto siempre dependerá de las características del pa-
ciente), poco sistemática y, frecuentemente, alejada de la relación transferen-
surgir en diferentes cia!.
el mismo como po- Es importante que el terapeuta haga una «recolección» cuidadosa de las
uier tratamiento se manifestaciones de tal tipo de ansiedad en esta fase del tratamiento. Por va-
ión, de semana a se- rias razones: a. a nivel técnico para poder configurar el «patrón» utilizado
ceso psicoterapéuti- por el paciente ante las separaciones, b. a nivel de la relación personal con el
jar con este tipo de paciente, por respeto a sus emociones y c. a nivel del propio curso del trata-
resarse de múltiples miento, la expresión de estas ansiedades y su abordaje facilitarán el buen de-
por ejemplo, es se- sarrollo del tratamiento y la vinculación entre sus protagonistas.
nas inminentes vaca- b. Fase media: En general suele ser el período más extenso del trata-
unicaciones del pa- miento. En él se abordarán las áreas problemáticas seleccionadas como obje-
poco sería adecuado tivos del tratamiento, las resistencias, ·las ansiedades y defensas que constitu-
araciones (con año- yan el entramado de las dificultades del paciente. Sin duda, un tipo de
a separación deberá ansiedades que irán cobrando sentido para el paciente son las de separación.
1 paciente concreto El paciente irá afrontando y asumiendo en el transcurso de esta fase la nece- .
sidad y dependencia del terapeuta, irá comprendiendo cuál es la función te-
aciente -relaciones rapéutica. Con ello, las separaciones adquirirán una plasticidad cada vez más
caracteriales y psico- concreta y perfilada.
envuelve -pérdidas c. Fase final· Es éste un momento especialmente delicado del proceso
o... -, influirán en la psicoterapéutico. Pudiendo reconocer el valor de la función terapéutica, el
paciente se ve abocado al desarrollo de una gran sensibilidad perceptiva, tan-
so de tratamiento in- to de su mundo interno como externo, que si bien enriquece sus relaciones
das y trabajadas ade- interpersonales y su vida intrapsíquica, también implica sufrir y gozar con
adas? Por ello, técni- mayor intensidad. Ahora las separaciones van a vivirse en toda su magnitud,
1 paciente con el fin sin que ello le conduzca a un estado mental de desesperación. Esto es así
342 Joaquim Poch i Bullich y Francesc Maestre Lorén Regresión y ansiedades de s,
gracias a que el paciente ha sido capaz de construir un espacio mental pobla- que iba a tener con
do de nuevas relaciones con un nuevo valor simbólico, que van a pervivir a despedirse. La pacie1
pesar de las ausencias físicas. lo que no pudo hao
de la paciente la llev
En tanto que esto se ha logrado a través de la relación terapéutica, la gra- rapéutico.
T : Usted recuerd,
titud y el afecto hacia el terapeuta también se han profundizado y consolida-
ba que también aquí 1
do, proporcionando al dolor por la pérdida del tratamiento una nueva di- P: Sí, ya lo piense
mensión. da. Mejor pensar qw
La fase final del tratamiento es una oportunidad para reelaborar la forma Todos hemos salido n
como el paciente venía enfrentándose a la-s ansiedades de separación. Una de T: Quizá le duele
las tareas del terapeuta es la de ayudar a los pacientes a que, desde las nuevas el grupo, con la doc1
capacidades desarroliadas en el seno del tratamiento, puedan afrontar la finali- miento de que ha ap
zación del tratamiento y, al fin y al cabo, la pérdida o separación de su tera- mos; sin embargo, tar
peuta al que está unido por un fuerte vínculo afectivo y de reconocimiento. hasta el final de la ter:
A continuación presentaremos un resumen de dos sesiones de psicotera- La paciente cont~
pia breve donde, por diversas circunstancias, las ansiedades de separación se venir». A continuacié
cuando se separó de 1
despliegan de forma muy clara y llegan a constituir el foco del trabajo tera-
En la sesión sigui
péutico 4 •
doctor B. Continúa h
y asesinato aparecidai
Se trata de una paciente de unos cuarenta y tantos años, separada y con dos hijos. sar en el hospital. La
Coincidiendo con la boda de su hija sufrió una descompensación psicótica de tipo rición», puesto que b
maníaco-depresivo por la que ingresó en un hospital psiquiátrico. Tras el alta, fue nir a despedirse. Más
atendida en un Centro de Asistencia Primaria en Salud Mental donde le ofrecieron que todo ello puede
una terapia de grupo. Al finalizar dicha terapia se le propuso iniciar una psicoterapia tranquilizarse diciend
breve de 36 sesiones de duración, que aceptó. Con ello se pretendía trabajar la gran miento que le supuso
necesidad de la paciente a instalarse en relaciones de dependencia y su frustración P: Con mi maride
intolerable frente a las separaciones. ría, aunque él nunca
A las pocas semanas de comenzada la terapia ocurrió que la psiquiatra (doctora chos años con esto e1
A) que realizaba el seguimiento de la medicación que tomaba la paciente tuvo que pasé muy mal, ahora
dejar el centro, con lo que se le asignó un nuevo psiquiatra (doctor B). De esta for- muy sola con todo est
ma, la paciente se vio envuelta en un proceso de separación que movilizó ansiedades
T: Ahora ha reco
directamente relacionadas con el núcleo de su conflicto. usted estaba dispuest
Veremos algunos momentos de las sesiones de esa época del tratamiento. presaba que no podía
padres, su madre agu2
Cuando la terapeuta va a recibir a la paciente a la sala de espera, ésta se mues- P : Esto nunca lo
tra desorientada y confusa, «tenía hora con el doctor B a las 9, pero no me ha lla- modo, me lo he podic
mado [...]». Y a dentro del despacho, la paciente comprueba en su agenda el día de Continúa explicar
visita con el psiquiatra. «Ay, qué lío, pues de tanto que quiero acordarme de las peuta interpreta esto
cosas, pues toda :.a semana he estado pensando que tenía visita con el doctor B, le hacía tan difícil qm
ahora va y se me olvida. Con tantas cosas al final me hago un lío.» La terapeuta le ' ! O que ingresar, la cm
señala que esto mismo le había pasado con la doctora A en la última entrevista P: Mi marido me
es ahora que veo que
4 Agradecemos a la terapeuta M. Santamaría que nos haya permitido utilizar el material
preocupada, era muy j
que aquí incluimos. Acaba la sesión.
~llich y Francesc Maestre Lorén Regresión y ansiedades de separación: finalización del tratamiento 343
espacio mental pobla- que iba a tener con ella por motivo de su despedida, de quien al final no pudo
que van a pervivir a despedirse. La paciente responde interesándose por la posibilidad de poder hacer
lo que no pudo hacer, lo que «se le olvidó», despedirse. La asociación posterior
de la paciente la lleva a recordar que «me supo mal» cuando se acabó el grupo te-
rapéutico.
5n terapéutica, la gra-
T: Usted recuerda situaciones de despedidas que le han sido dolorosas y pensa-
mdizado y consolida-
ba que también aquí hemos planteado que acabaremos dentro de cuatro meses.
íliento una nueva di- P: Sí, ya lo pienso, pero mejor no pensarlo mucho porque si no no haríamos na-
da. Mejor pensar que he entendido más cosas en el grupo y que me ha ido bien.
:a reelaborar la forma Todos hemos salido mejor del grupo.
le separación. Una de T: Quizá le duele y le cuesta pensar que las experiencias que ha tenido aquí con
que, desde las nuevas el grupo, con la doctora A, conmigo, se acaban, aunque también expresa su senti-
~dan afrontar la finali- miento de que ha aprendido cosas y de que quiere aprovechar el tiempo que tene-
;eparación de su tera- mos; sin embargo, también se quejaría de que siente que no tiene espacio suficiente
le reconocimiento. hasta el final de la terapia.
La paciente contesta diciendo, «sí que da pena que se acabe, hoy tenía ganas de
sesiones de psicotera-
venir». A continuación explica lo sola y poco atendida que se sintió por su familia
ades de separación se
cuando se separó de su marido. Acaba la sesión.
foco del trabajo tera- En la sesión siguiente, al inicio, la paciente explica que viene de la visita con el
doctor B. Continúa hablando de que le han afectado unas noticias de desapariciones
y asesinato aparecidas en la televisión y expresa que por nada quisiera volver a ingre-
parada y con dos hijos. sar en el hospital. La terapeuta le señala que ella había vivido también una «desapa-
sación psicótica de tipo rición», puesto que la doctora A se había marchado sin que ella hubiera podido ve-
iátrico. Tras el alta, fue nir a despedirse. Más adelante, la terapeuta le indica que el tratamiento se acabará y
tal donde le ofrecieron que todo ello puede estar viviéndolo con preocupación. Aunque la paciente intenta
iniciar una psicoterapia tranquilizarse diciendo que cuando eso ocurra estará el doctor B, asocia con el sufri-
etendía trabajar la gran miento que le supuso la separw;ión de su marido.
dencia y su frustración P: Con mi marido lo pasé .nuy mal, estuve años sin poder superarlo. Yo lo que-
ría, aunque él nunca ha querido a nadie, ni a sus hijos ni a sí mismo ... Estuve mu-
e la psiquiatra (doctora chos años con esto en lr. cabeza y no se puede estar así, no se puede aguantar... Lo
a la paciente tuvo que pasé muy mal, ahora es cuando veo que ha sido mejor que nos separáramos. Me vi
(doctor B). De esta for- muy sola con todo esto. ·
ue movilizó ansiedades T: Ahora ha recordado lo doloroso que fue la separación de su marido ... y que
usted estaba dispuesta a aguantarlo a pesar de todo ... yo recordaba cómo usted ex-
poca del tratamiento. presaba que no podía entenderse que a pesar de la mala relación que había entre sus
padres, su madre aguantara eso y fuera teniendo más hijos.
e espera, ésta se mues- P: Esto nunca lo he entendido ... pero es que cuesta mucho separarse. Yo, a mi
s 9, pero no me ha lla- modo, me lo he podido sacar de la cabeza ...
en su agenda el día de Continúa explicando que fue entonces cuando enfermó por primera vez. La tera-
iero acordarme de las peuta interpreta esto último en el sentido de que tal vez sintió que la separación se
visita con el doctor B, le hacía tan difícil que la enfermó y lo relaciona con la segunda ocasión en la que tu-
un lío.» La terapeuta le ·,o que ingresar, la cual coincidió con la boda de su hij.1.
en la última entrevista P: Mi marido me enfermó, dun•nte años no me lo he podido sacar de la cabeza,
es ahora que veo que fue lo mejor... Cuando se casó mi hija yo también estaba muy
mitido utilizar el material preocupada, era muy joven, me costó hacerme a la idea.
Acaba la sesión.
344 ]oaquim Poch i Bullich y Francesc Maestre Lorén Regresión y ansiedades de sepi
Hay que señalar que en la modalidad de psicoterapia breve se plantea la cativas en su infanci
exigencia técnica de trabajar la finalización del tratamiento con suficiente an- terapia.
telación (normalmente desde la fase media del tratamiento). En el caso ex-
puesto, esta exigencia se ve aumentada por las características de la paciente y
por la circunstancia externa a la que ya nos hemos referido.
Podemos observar que a raíz de la pérdida de la relación que mantenía IV. LA FINALIZACIÓ
con la doctora A se suscitan un cúmulo de ansiedades de separación que,
poco a poco, se irán elaborando en el seno de la .relación terapéutica. Esas En este momento de
ansiedades van a desplegarse por los diferentes ámbitos relacionales en los ansiedades de separ2
que suelen expresarse los conflictos (otros del entorno inmediato, otros del paciente, como una
pasado y terapeuta), convirtiéndose de esta forma en el foco clínico del tra- cer suya, en alguna 1
bajo. Resulta de interés revisar en la ségunda sesión la secuencia en que se des mentales de: jui,
presentan -lás diversas manifestaciones de la ansiedad de separación: referen- garse, pararse a pen
cia a la doctora A, al final de tratamiento, a la separación del marido, a la re- señalamos como urn
lación que mantenían los padres, de nuevo al marido, a la primera vez que de carácter desorga1
tuvo que ser ingresada, a la relación entre separación-enfermedad y, final- contener con autona
mente, a los hijos. · esta encrucijada defr
Un aspecto que quisiéramos enfatizar es la conexión que se establece en- coterapia y nos auto
tre separación y enfermedad, probablemente uno de los núcleos de las difi- un~ adecuada frnaliz
cultades de la paciente y que, tal vez, por primera vez ha podido representár- sultados terapéuticrn
selo sin que tuviera que enfermar gracias a la capacidad de contención de frente a la pérdida de
la terapeuta. Por ello, el afror
De forma ya más general, es oportuno considerar que si bien la ansiedad dades del terapeuta
de separación puede aparecer en todo tratamiento, su abordaje y elaboración de aquellos conflicto
será tanto más difícil cuanto más breve sea dicho tratamiento. mos olvidar otra dirr
Reconsiderando lo dicho hasta ahora y siguiendo a Dewald (1969) de que en el terape
debemos considerar que las reacciones del paciente ante el final pueden or- frente a la finalizació
ganizarse en torno a dos patrones: realistas y subjetivos. Entre los primeros se zar a dudar sobre la
incluyen la satisfacción o insatisfacción por la mejoría alcanzada, la preocu- dría reflejar su prop
pación por la solidez de lo logrado o el disgusto que sobreviene del recono- que solicite una con1
cimiento de que perduran determinados síntomas ante los cuales el trata- tiende que se insista
miento se ha mostrado limitado, duelo por la pérdida del terapeuta que ha ciente. A continuaci<
sido una persona real y significativa en el que confluyen agradecimiento y con la fase terminal e
frustración por el hecho de no poder continuar la relación. Entre los segun-
dos, los subjetivos, es decir, los derivados de la relación transferencia!, conta-
rían la frustración de los deseos infantiles de dependencia que explicarían el IV.L Los indicadori
porqué se reactivan los conflictos que motivaron inicialmente la demanda de
tratamiento y cuyo sentido sería un intento de continuar el tratamiento. En Cómo y cuándo es a
ese momento, también puede observarse que las relaciones transferenciales guientes parámetros:
pueden adquirir una especial virulencia, mucho más intensas que al inicio
del tratamiento. a. Finalización
Cuando el paciente ha experimentado pérdidas de personas muy signifi- han convenido dese
ullich y Francesc Maestre Lorén Regresión y ansiedades de separación: finalización del tratamiento 345
pía breve se plantea la cativas en su infancia puede hacerse extremadamente doloroso el fin de la
~nto con suficiente an- terapia.
tiento). En el caso ex-
ísticas de la paciente y
:ido.
relación que mantenía IV. LA FINALIZACIÓN DEL PROCESO PSICOTERAPÉUTICO
.es de separación que,
1ción terapéutica. Esas En este momento del tr:atamiento es frecuente observar que la regresión y las-,
tos relacionales en los ansiedades de separación se expresan de forma intensa. Cabe esperar que el
inmediato, otros del paciente, como una consecuencia del proceso terapéutico, haya podido ha-
1 foco clínico del tra- cer suya, en alguna medida, la función terapéutica (en cuanto a las activida-
a secuencia en que se des mentales de: juicios ajustados a la realidad, definir dificultades, interro-
e separación: referen- garse, pararse a pensar, diferenciar e integrar). Vemos que junto a lo que
ón del marido, a la re- señalamos como una. mayor virulencia de fenómenos mentales-emocionales
a la primera vez que de carácter desorganizador, existen unas capacidades para comprender y
-enfermedad y, final- contener con autonomía su propio mundo interno y externo. Pensamos que_
esta encrucijada define claramente el objetivo concreto de esta fase de la psi-
n que se establece en- coterapia y nos autoriza a afirmar con énfasis lo importante que es realizar
os núcleos de las difi- una adecuada finalización, puesto que en ella se pondrían en «jaque» los re-
a podido representár- sultados terapéuticos obtenidos: la consolidación de los logros terapéuticos
ad de contención de frente a la pérdida de los mismos.
Por ello, d afrontamiento de este momento pondrá a prueba las capaci-
ue si bien la ansiedad dades del terapeuta y requerirá de él que esté muy atento a la reactivación
bordaje y elaboración de aquellos conflictos por los que el paciente acudió a la consulta. No pode-
iento. mos olvidar otra dimensión que también puede estar presente y es el hecho
do a Dewald (1969) de que en el terapeuta también pueden desvelarse ansiedades y conflictos
te el final pueden or- frente a la finalización del tratamiento. El terapeuta, entonces, puede comen-
Entre los primeros se zar a dudar sobre la necesidad de que se acabe la terapia. En este estado, po-
alcanzada, la preocu- dría reflejar su propio deseo de continuar con el paciente, induciéndole a
·obreviene del recono- que solicite una continuación del tratamiento. Desde esta perspectiva, se en-
te los cuales el trata- tiende que se insista en que es necesario abordar el final con el tiempo sufi-
del terapeuta que ha ciente. A continuación vamos a estudiar una serie de aspectos relacionados
yen agradecimiento y con la fase terminal de todo tratamiento.
ción. Entre los segun-
transferencial, conta-
cia que explicarían el IV.1. Los indicadores de la finalización
!mente la demanda de
ar el tratamiento. En Cómo y cuándo es adecuado que finalice un tratamiento depende de los si-
iones transferenciales guientes parámetros:
intensas que al inicio
a. Finalización pactada: Ésta es una situación que paciente y terapeuta
personas muy signifi- han convenido desde el inicio del tratamiento. Ambos se han puesto de
346 Joaquim Poch i Bullich y Francesc Maestre Lorén
Regresión y ansiedades de s.
determinado de tiempo 5. La variación del contenido de los sueños. Tanto en su contenido mani-
reves donde se explici- fiesto como en el latente, los sueños se modifican a lo largo del tratamiento,
ción: Es un hecho fre- lo cual es un indicador de la estructura mental del individuo.
;, al final del tratamien- 6. La capacidad para obtener satisfacciones en las esferas de su vida emo-
des del paciente. Esta cional, sexual y social, y el desbloqueo de las capacidades yoicas.
: que se retrase la fecha 7. La total implicación en la relación de trabajo que el tratamiento psicotera-
1es ya no tiene sentido péutico propone y la incorporación de la función terapéutica. Es importante valorar
s a intensas ansiedades que el paciente haya .desarrollado la capacidad de autoobservarse y asumir
ialábamos anteriormen- su vida psíquica en los aspectos conscientes e inconscientes. Ello garantizará
var la fecha tal y como la continuidad de la función de contención y de cura que le proporcionaba
tancia de que así sea y el tratamiento, ahora que va a terminar.
terapéutico, en el bien
Generalmente no nos basaremos en un único indicador para plantear el
,rriente en el encuadre tema de la finalización, sino que va a ser la conjunción de varios de éstos lo
La pretensión es finali- que nos servirá para valorar lo adecuado del final y, por tanto, planteárselo
resuelto las dificultades al paciente.
vamos a considerar, si-
>s se utilizan para plan-
rv.2. Aspectos técnicos de la finalización
ciente buscó tratamiento rv.2.1. Consideraciones generales
y la frecuencia con que
su actitud frente a ellos, En toda fase de finalización de una psicoterapia deben tenerse en cuenta
quirúrgico y es imposi- una serie de requisitos:
ealidad se pretende que
la vida del paciente. a. Fecha de finalización. Debe precisarse con suficiente antelación, que
tales. Es obvio conside- no debe ser de días sino de meses. Normalmente, en una psicoterapia sin
res relaciones intrapsí- plazo definido se explorará con el paciente cuándo cree que sería pertinente
de sus relaciones inter- que finalizara. Una vez acordado este" tiempo, se fijará el día exacto de la fi-
uencia de un proceso nalización. Hemos de resaltar que es conveniente que no coincida con un
ntenían pueden modifi- período vacacional, sino que sea en plena época de trabajo. Todo ello tiene sus
ente le otorga un senti- razones, ya señalábamos que el final es un momento crucial del tratamiento.
lecerse nuevas relacio- Las ansiedades a las que hemos aludido son tan intensas que si no son ade-
eriores que se realicen. cuadamente contenidas y abordadas podrían dar al traste con el trabajo re-
biente y que resulte in- alizado hasta ese momento. Por ello hay que ser muy cautos en acordar el
momento de la finalización. De ahí se deduce que haya que abordarlo con
aciente en el transcurso tiempo, como ya hemos señalado. La precaución de que no coincida con un
r y manejar estos senti- período festivo estaría al servicio de evitar que en el futuro el paciente iden-
tifique vacaciones con una separación significativa.
eparación. Un tratamien- Tampoco creemos conveniente modificar la pauta de relación que se ha-
ontar las situaciones de bía establecido en el sentido de ir diluyendo el vínculo relacional que se ve-
ana. nía manteniendo hasta ese momento. Con todo, habrá de estudiarse cada
348 Joaquim Poch i Bullich y Francesc Maestre Lorén Regresión y ansiedades de s,
caso particular en relación a la cualidad del proceso terapéutico establecido. centrado en la asoc
No es lo mismo distanciar las sesiones con el fin de que el paciente pueda ir con su asistencia a
verificando sus nuevas capacidades, que distanciarlas con el fin de hacerlo tratamiento.
más fácil en el sentido de sentir menos la separación. Volviendo al te
el paciente marche
b. La disponibilidad en el futuro por parte del terapeuta. Ante la finalización, zación en el tiempc
uno de los elementos que debe quedar muy claro para el paciente es que el siones, otras de un
terapeuta estará dispuesto a volver a atenderle si éste lo necesitase. Esto es ción de ansiedadé
así por varias razones: abigarradas y de di:
muy intensos o raci
Para que el paciente pueda entender que las vicisitudes de la vida pue- gado a abordar en
den ponerlo en situación de requerir de nuevo ayuda y ello no debe vivirse perder su rol. Insis
como un fra:caso. abierta» al paciente.
Para que el paciente no sienta que acabar implica un no poderse ver Una forma sutil
nunca más, como si el final significara cortar definitivamente la relación. empieza a pensar y
Para que pueda volver, no con la intención de pedir ayuda, sino para tiene todo visto»; p,
constatar su agradecimiento. ya no puede ofrece
toda relación siemp
También es importante dejar bien claro que no está obligado a vólver si fo;nte a una situac
no lo desea, pues no tiene por qué rendir cuentas. verdaderos motivos
Hasta ahora nos hemos referido a los finales naturales dentro de un pro- esta razón, se consi,
ceso psicoterapéutico a plazo indefinido, -a continuación vamos a comentar en que se experimenta
situaciones particulares que, por otro lado, no son tan infrecuentes. Algunos indicie
una interrupción s<
constantes de una s
IV.2.2. Situaciones de finalización particulares falta de colaboraci
tiempo y centrar el
Lo que sería deseable, que el proceso psicoterapéutico se desplegara total- jo y, con ella, la con
mente hasta su final natural, no siempre es posible por motivos diversos, a
veces los procesos se detienen antes de ese final natural. Veamos algunas de b. Interrupcion
estas situaciones: las situaciones men,
la realidad externa
a. Interrupción. No es infrecuente que un paciente plantee la interrup- nómicas, situaciom
ción de una forma más o menos brusca. Ésta es una situación técnica de difí- muy diferentes y ¡
cil manejo. El terapeuta puede sentir fácilmente que se pone en entredicho pues el terapeuta 1
su labor, su identidad e incluso, por qué no, sus intereses económicos. Una que se vive penosar
advertencia: la experiencia nos ha demostrado que la única salvaguarda para Sin embargo, no pl
el terapeuta delante de estas situaciones es recordar que el paciente llegó un se hayan instrumen
día libremente a nosotros y con la misma libertad puede separarse. En defi- si así fuera, sería im
nitiva, recordar que la libertad del paciente es un ingrediente esencial del es- ponible.
pacio terapéutico, pues no sólo será el paciente quien tome la iniciativa de En definitiva, e1
consultar, quien después decidirá comprometerse con el trabajo terapéutico la interrupción: si s,
/ich y Francesc Maestre Lorén Regresión y ansiedades de separación: finalización del tratamiento 349
apéutico establecido. centrado en la asociación de ideas, sino que también decidirá la continuidad
el paciente pueda ir con su asistencia a las sesiones y, por supuesto, decidirá la finalización del
on el fin de hacerlo tratamiento.
Volviendo al tema de las interrupciones, si somos capaces de tolerar que
el paciente marche precipitadamente, podremos ayudarle trabajando la finali-
Ante la finalización,
i. zación en el tiempo que nos sea posible. A veces se tratará de unas pocas se-
el paciente es que el siones, otras de una sola sesión. La situación es difícil porque la condensa-
o necesitase. Esto es ción de ansiedades ,y defensas que se ponen de manifiesto son muy
abigarradas y de diferente procedencia: actuaciones, mecanismos proyectivos
muy intensos o racionalizaciones aplastantes, etc. El profesional se verá obli-
udes de la vida pue- gado a abordar en un brevísimo espacio de tiempo toda esta situación sin
, ello no debe vivirse perder su rol. Insistamos en que el terapeuta debe dejar siempre «la puerta
abierta» al paciente.
t un no poderse ver Una forma sutil de interrupción sería un momento en el que el paciente
~nte la relación. empieza a pensar y expresar que el tratamiento ya no le es útil porque «ya lo
·dir ayuda, sino para tiene todo visto»; porque ha tenido un «insight definitivo»; que el tratamiento
ya no puede ofrecer «nada nuevo», etc. Partimos de la consideración de que
toda relación siempre está abierta a la posibilidad de algo nuevo y, por tanto,
obligado a volver si frente a una situación de este tipo siempre sería necesario pensar q4e los
verdaderos motivos por los que se desea acabar el tratamiento son otros. Por
es dentro de un pro- esta razón, se considera que un tratamiento ha de llegar a su fin en un momento
n vamos a comentar en que se experimenta como plenamente útil.
ecuentes. Algunos indicios que harían pensar al terapeuta que puede producirse
una interrupción serían éstos: faltar reiteradamente a las sesiones, cambios
constantes de una sesión a otra, modificaciones en el horario de las sesiones,
falta de colaboración para hablar sobre sus conflictos, etc. Detectarlos a
tiempo y centrar el trabajo sobre ellos puede consolidar la relación de traba-
se desplegara total- jo y, con ella, la continuidad del proceso de tratamiento posterior.
motivos diversos, a
. Veamos algunas de b. Interrupciones por acontecimientos vitales (lije events). Deben distinguirse
las situaciones mencionadas anteriormente de una interrupción impuesta por
la realidad externa (por ejemplo, un trabajo en otra ciudad, dificultades eco-
plantee la interrup- nómicas, situaciones familiares particulares, etc.). Éstas son circunstancias
ación técnica de difí- muy diferentes y generalmente pueden abordarse más satisfactoriamente,
pone en entredicho pues el terapeuta y paciente se ven enfrentados a una situación inevitable
ses económicos. Una que se vive penosamente por los dos protagonistas de la relación terapéutica.
ica salvaguarda para Sin embargo, no puede descartarse inmediatamente que estas circunstancias
el paciente llegó un se hayan instrumentalizado para precipitar la finalización del tratamiento, y,
' e separarse. En defi- si así fuera, sería importante que se pudiera trabajar en el tiempo todavía dis-
' iente esencial del es- ponible.
orne la iniciativa de En definitiva, en este tipo de situaciones debemos dilucidar el sentido de
1 trabajo terapéutico la interrupción: si se trata de una detención del proceso de comprensión de
350 Joaquim Poch i Bullich y Francesc Maestre Lorén Regresión y ansiedades de se¡
sí mismo o un cambio beneficioso para la vida del paciente. En el primer diferente. Habrá de
caso, el comportamiento del paciente suele manifestar contenidos de carác- el tratamiento con e
ter más regresivo y defensivo. En el segundo caso, el comportamiento del pa- hacia adelante, pero
ciente expresará una preocupación real por encontrar una forma de conti- rio fijar una fecha d
nuar el tratamiento, ya sea solicitando que se le ayude a encontrar otro muy largo plazo (¡qu
terapeuta o asegurándose la posibilidad de continuar el tratamiento con el go y difícil. El pacie
mismo terapeuta en el futuro. proporcionar suficie
te que se trabaje ce
c. Finalización e interrupción en una psicoterapia breve. Cuando la finaliza- cuando lo necesita~
ción se produce en el marco de una psicoterapia breve hemos de tener en obstáculo si en el fu1
cuenta que el momento del final es un elemento del setting (las condiciones Ante una situac
de trabajo), lo cual implica variaciones en cuanto al significado del final y en terapeuta supervise
cuanto a cómo debe trabajarse técnicamente. No profundizaremos en esto estrategia del tratarr
porque en este mismo manual se incluye un capítulo sobre psicoterapias bre- usar la finalización d
ves en donde se trata con cierto detalle todo esto. No obstante, es posible
también que en el marco de una psicoterapia breve se plantee una interrup-
ción, si bien en estos casos deberá abordarse técnicamente con los mismos IV.2.3. El seguimie
criterios expuestos más arriba. Hay que recordar que el ingrediente de un
plazo prefijado y acordado conjuntamente con el paciente le da una nueva Este aspecto ya lo ]
dimensión. Evidentemente, el paciente deberá enfrentarse con el incumpli- del · terapeuta para 1
miento de su compromiso contractual y de las razones ·conscientes e incons- dos posturas. La pri
cientes de ello. No tanto para culpabilizarle, sino para que pueda asumir ta- decisión del pacient
les razones. Al fin y al cabo se trata de hacer consciente lo inconsciente. cuentros en una sen
La diversidad d{
d Finalización e interrupción en una psicoterapia de apoyo. Las característi- tamos hacia una me
cas de esta modalidad terapéutica hacen que el trabajo en profundidad de que interrumpir poi
las interrupciones o separaciones no esté indicado. Esto no significa que no miento pautado con
se haya de trabajar el final o la interrupción, sino que técnicamente parece En el caso de una fi
más indicado centrarnos en reforzar las ganancias del tratamiento que es po- no pautado dejandc
ner de manifiesto las ansiedades hasta aquí descritas. reencuentro con el t
institución con unas
e. Impasse. Ésta es una situación de estancamiento prolongado del trata- pauta de cómo se h:
miento. Ante ella el terapeuta habrá de decidir la finalización del tratamiento ma de investigación
unilateralmente. Nos podemos encontrar con diferentes situaciones, que el fijados por los objeti
tratamiento hasta este momento haya sido exitoso parcialmente o que no. En
la primera situación será relativamente fácil plantear el final, entendiendo '' Las características
que el propósito por el que se inició el tratamiento ya se ha conseguido y rior. [Nota de los comps.
5 Freud en su traba:
que el paciente ya no se encuentra con disponibilidad de ir más allá. Desde fijación del final y las c;
el punto de vista de los límites del tratamiento, es importante identificar sentido, también puede :
estos momentos, ya que en caso contrario el tratamiento podría ser más per- ble e interminable» de Sign
judicial que beneficioso. ''* Se abordará esta
En el caso en que no pueda identificarse ningún beneficio, la cuestión es comps.]
Regresión y ansiedades de separación: finalización del tratamiento 351
:ul/ich y Francesc Maestre Lorén
LECTURAS RECOMENDADAS
Sandler, J.; Dare, C., y Holder, H. (1972), El paciente y el analista, Buenos Ai-
res, Paidós.
Escogido por su clara sistematización de conceptos psicoanalíticos, siendo su
principal virtud la construcción de definiciones sintéticas e integradoras.
Regresión y ansiedades de separación: finalización del tratamiento 353
Barcelona, Toray-Mas-
u clarificador análisis de
co.
sicoanalíticos, siendo su
tegradoras.
TERCERA PARTE
Universidad de Salamanca.
358 Antonio García de la Hoz
Las reglas técnicas a continuación propuestas son el resultado de una larga experien-
cia, tras desistir por propio escarmiento de otros ca.minos. Se observará que muchas
de ellas concluyen en un único precepto. Espero que su observancia ahorrará a mu-
chos analíticos inútiles esfuerzos y los preservará de incurrir en peligrosas negligen-
cias; pero también quiero hacer constar que si la técnica aquí aconsejada ha demos-
trado ser la única adecuada a mi personalidad individual, no es imposible que otra
personalidad médica, distintamente constituida, se vea impulsada a adoptar una acti-
tud diferente ante los enfermos y ante la labor que los mismos plantean.
Estas palabras han de entenderse hoy en día en sus justos términos. Pue-
den producir dos posiciones extremas igualmente peligrosas. Por un lado, to-
mándolas al pie de la letra, podrían justificar cualquier innovación técnica,
con el consiguiente riesgo de caer en el «psicoanálisis silvestre» (contra el
que Freud -1910k- ya nos previno) lo que en la historia del psicoanálisis ya
ha ocurrido alguna vez. Por el otro extremo nos encontramos con la adhe-
sión a una posición rígida consistente en aplicar sin revisión alguna técnicas
que Freud construyó en base a su experiencia y personalidad. En mi opi-
nión, la postura ética más justa es aquella que toma en cuenta y ~studia el le-
gado de los antecesores y maestros, y lo respeta (es decir, en este caso las re-
glas técnicas expuestas por Freud), pero que también construye con él de
manera crítica sin subordinaciones epigónicas ni escolásticas, basándose en
la experiencia clínica y el propio marco de trabajo.
masculino o lo femenino. Pero todo ello con las restricciones de rigor y con
las salvedades que la marcha de los tiempos, la cultura y las costumbres van
imponiendo poco a poco. Por ejemplo, es bastante claro que las histerias hoy
en día no se presentan con los síntomas típicos con que se presentaban ante
Freud (parálisis, cegueras, etc.), aunque por supuesto, las pulsiones básicas
sean las mismas. Puede variar la canalización de la pulsión, su soporte sinto-
mático, pues los deseos profundos son relativamente invariables.
A la histeria y la neurosis obsesiva se les une también la neurosis fóbica
(«histeria de angusti~» en la nomenclatura freudiana). Es un cuadro más
complejo en cuanto a su precisa delimitación, pues en cuanto a su presenta-
ción sintomática, puede acompañar tanto a histerias como a neurosis obsesi-
vas. A pesar de todo, como se verá en el apartado correspondiente, la hemos
reservado un epígrafe autónomo.
La histeria, la neurosis obsesiva y la neurosis fóbica constituyen la tríada
clásica de neurosis transferenciales, que han sido abordadas por Freud y sus
continuadores. Resumiremos a continuación los tres famosos historiales clíni-
cos freudianos que constituyen los puntos de referencia obligados de estas
tres neurosis, para más tarde pasar a un breve estudio pormenorizado de ca-
da una de ellas. Añadiremos al final un pequeño esbozo de la psicoterapia de
las depresiones, por su lado neurótico, pues la depresión es un cuadro bási-
camente psicótico, pero que suele también encuadrarse en el campo de lo
neurótico, fundamentalmente si es de carácter leve o reactivo. Finalmente,
revisaremos algunos desarrollos teóricos posteriores.
Madre
SEÑORAK
Institutriz 2
1nstitutriz 1 FREUD
SEÑOR K Hijos
Hermano
ÍTEMS DE ESTUDIO:
Transferencia (negativa)
Contratransferencia
Interpretación de sueños
Complejo de Edipo
Sexualidad femenina
también vv AA, «In Dora's Case», Virago Press, 1985 y J. Masson (1988), «Against Therapy»,
Fontana.
2 A. García de la Hoz, «La transferencia de figuras femeninas en los pacientes de
Dora: la facilidad con que el padre aceptó la versión de K de que la escena caso tenía para Fr1
de la declaración no había sido más que un producto de su fantasía. Este he- redactó para su pu
cho se enlaza directamente con el análisis del segundo sueño donde vemos El historial pr
aparecer, y cobrar cada vez más importancia, la figura de la señora K, quien de los pacientes d
también traicionó a Dora (y eran íntimas amigas) y que obligó a Freud a de- originales que Fre1
cir que fue esa traición lo que más dolió a Dora. Freud empezó a concebir lo truir tras su publi
que denominó pulsión ginecofüica de los neuróticos (Obras completas, p. 101)3 dres, tras su muer
o impulso amoroso homosexual de Dora hacia 1~ señora K. Hoy en día po- edition, preparada
dríamos decir que esta pulsión homosexual de las histéricas, totalmente co- especial porque ca
rroborada por la clínica, no es sino un intento de llenar un déficit de identi- lo suficientemente
ficación narcisística, que en dicha patología se presentaría siempre por una ción. Por ejemplo,
mala relación con la madre o figura materna. Que la señora K ocupaba un no, que aparecía d
lugar importante para Dora era claro, pero no tanto por un impulso homose- las notas podemos
xual como por buscar un modelo de identificación necesario para una ado- Se trataba de
lescente de 18 años que no había podido conseguir con su propia madre ni podía dar fin a su
con ninguna de las institutrices de la casa. se extendían hasta
Añadiría que en todas las histerias femeninas podemos encontrar una va de que algo ter1
«señora K» que sirviera a la sujeto para acceder y saber de su feminidad e in- amada y a su padi
cluso que si no existiera esa «señora K» el pronóstico de la cura sería menos ríos años). Ademá~
bueno. cuello con una na,
El caso es más amplio y complejo y este sucinto resumen no debería li- bastante completo,
cenciar de la lectura completa del caso a nadie. Es obligado estudiar y espi- Freud, en la p
. .
gar en lo escrito por Freud, que demuestra más su grandeza allí donde falla. primeras ses10nes ,
gunos comentario:
modo de presentf
1.2. La neurosis obsesiva y el «caso del hombre de las ratas» como la traducció
medad y la solucié
Como todos los amplios historiales de Freud, se trata ahora de un caso para- nominó el «compl
digmático para iniciarse en la comprensión de la neurosis obsesiva, extenderse sobre a
El tratamiento comenzó el 1 de octubre de 1907 e interesó tanto a lenguaje obsesivo,
Freud que lo presentó varias veces en la llamada «Sociedad de los miérco- el texto mismo de
les», día en que Freud se reunía con su pequeño número de alumnos viene- acerca de la super:
ses de entonces (Adler, Steckel, etc.): El 30 de octubre y 6 y 20 de noviembre cia del pensamient
de 1907 y el 22 de enero y el 8 de abril de 1908, Freud habló de este joven El tratamiento
de 29 años a sus seguidores en el petit comité de los miércoles en su casa. final del trabajo d
Además, en lo que podríamos llamar el Primer Congreso de Psicoanalistas hizo del lenguaje e
(27-4-1908 en Salzburgo), Freud habló durante ¡cuatro horas! del caso del rial: l. El pacient(
hombre de las ratas. Estos datos hablan por sí solos respecto al interés que el la palabra áber [pe
3 La paginación corresponde a la versión de las obras completas de Freud editadas
abér por parecerle
por Biblioteca Nueva. Si en alguna ocasión se refiere a la más reciente editada por Amorror- por la asimilación
tu, se mencionará expresamente. Todas las citas de Freud han sido cotejadas en las dos tra- analítico el pacien
ducciones y hemos elegido siempre la mejor. mantenido con F
Antonio García de la Hoz Psicoterapia psicoanalítica de las neurosis 363
t de K de que la escena caso tenía para Freud y desde luego para nosotros. En el verano de 1909 lo
, de su fantasía. Este he- redactó para su publicación, lo que le llevó un mes.
do sueño donde vemos El historial presenta además una particularidad excepcional tratándose
:a de la señora K, quien de los pacientes de Freud: es el único caso del que conservamos las notas
ue obligó a Freud a de- originales que Freud tomaba día a día tras cada sesión y que luego solía des-
1d empezó a concebir lo truir tras su publicación. Aparecieron entre los papeles de Freud, en Lon-
:obras completas, p. 101)3 dres, tras su muerte. Se publicaron por vez primera en inglés, en la standard
ñora K. Hoy en día po- edition, preparada y traducida por Alix y James Strachey. Poseen un interés
.istéricas, totalmente co- especial porque complementan o descubren aspectos y temas que no estaban
¡
nar un déficit de identi- lo suficientemente marcados en el historial que Freud dio para su publica-
ntaría siempre por una ción. Por ejemplo, uno de capital importancia: la relevancia del personaje mater-
señora K ocupaba un no, que aparecía difuminado en el material publicado y que, sin embargo, en
or un impulso homose- las notas podemos advertir que estaba perfectamente marcado.
ecesario para una ado- Se trataba de un joven de 29 años, de formación universitaria, que no
ron su propia madre ni podía dar fin a su carrera porque se imponía cantidad de prohibiciones, que
se extendían hasta las cosas más triviales e indiferentes. Tenía la idea obsesi-
odemos encontrar una va de que algo terrible les iba a pasar a las dos personas que más quería, a su
r de su feminidad e in- amada y a su padre (a pesar de que este último había fallecido hacía ya va-
de la cura sería menos rios años). Además, sentía impulsos suicidas obsesivos, tales como cortarse el
cuello con una navaja de afeitar. Un cuadro de neurosis obsesivo-compulsiva
resumen no debería li- bastante completo.
ligado estudiar y espi- Freud, .en la parte clínica del historial publicado, nos presentó las siete
andeza allí donde falla. primeras sesiones del tratamiento con el paciente a las que iba añadiendo al-
gunos comentarios teóricos. A partir de la séptima sesión interrumpió este
modo de presentación para resumir aspectos básicos de esta psicoterapia,
ratas» como la traducción de las ideas obsesivas, la causa precipitante de la enfer-
medad y la solución a la idea del tormento de las ratas a través de lo que de-
ahora de un caso para- nominó el «complejo paterno». Luego añadió una segunda parte teórica para
sis obsesiva. extenderse sobre aspectos generales de los productos obsesivos, tales como el
07 e interesó tanto a lenguaje obsesivo, destacando la idea de que el obsesivo suele desconocer
ciedad de los miérco- el texto mismo de sus ideas obsesivas, el uso de la elipsis, las ideas obsesivas
ero de alumnos viene- acerca de la superstición y la muerte, la inseguridad y la duda, la omnipoten-
y 6 y 20 de noviembre cia del pensamiento, etcétera.
ud habló de este joven El tratamiento fue catalogado por Freud como exitoso (ver nota al pie, al
miércoles en su casa. final del trabajo de Freud). Como pequeñas ilustraciones del uso que Freud
reso de Psicoanalistas hizo del lenguaje obsesivo, vayan dos pequeños ejemplos extraídos del histo-
ro horas! del caso del rial: l. El paciente usaba como fórmula defensiva contra sus ideas obsesivas
specto al interés que el la palabra áber [pero], pronunciada rápidamente, pero luego la cambió por
abér por parecerle la e átona poco confiable. Freud interpretó este cambio
pletas de Freud editadas
iente editada por Amorror- por la asimilación significante con abwehr [defensa], cuyo significado psico-
ao cotejadas en las dos tra- analítico el paciente conocía perfectamente por las charlas teóricas que había
mantenido con Freud durante el tratamiento (Obras Completas, p. 1474);
364 Antonio García de la Hoz Psicoterapia psicoanalítica di
2. Entre los impulsos suicidas del paciente, hubo uno indirecto que consis- Se trata de un 1
tía en una manía de adelgazamiento que se le impuso en pleno verano. Pen- tados (Introducció1
saba para justificarla que estaba demasiado gordo [dick]: «Comenzó, pues, a una intervención d
retirarse de la mesa antes que le sirvieran el último plato, a correr sin som- el niño, excepto un
brero por las calles bajo el ardiente sol de agosto y a subir las pendientes de propio padre del ni
las montañas a paso gimnástico, hasta que la fatiga le hacía detenerse bañado Tras el descub
en sudor» (Obras Completas, p. 1457). La explicación de estos disparatados ac- práctica psicoanalí1
tos fue un intenso ataque de celos, provocado p9r el hecho de que su amada tema de la sexuali1
en ese verano era acompañada por un primo suyo inglés que la cortejaba. Di- no, fruto del cual
cho primo se llamaba Richard, y era llamado, como es costumbre en Inglate- (1905). Pero como
rra, Dick. Así pues, nuestro paciente quería desembarazarse de d/Dick. miento de estas fas
Este uso obsesivo del lenguaje es particularmente importante, como ve- la búsqueda de pn
remos de nuevo en el apartado de la técnica. Freud vislumbró el poder del Ello le condujo a f
significante verbal como soporte de significado que es desconocido para el sobre observacione
sujeto, y pese a ser palabras textuales formuladas por él mismo y de no po- presionó a Freud ·
seer una teoría lingüística estructurada, se dio perfecta cuenta de su impor- identificado con la:
tancia. A estos juegos de palabras los llamó «asociaciones externas [es decir, y condujo el caso c
verbales, del discurso] que tan rechazables parecen a nuestra conciencia» lo que podríamos e
(Obras Completas, p. 1457). El historial se e
Por último comentar que el historial clínico ilustra, asimismo, sobre la anotaba todo, inck
sexualidad infantil del sujeto y sobre lo que Freud teorizará más adelante sobre unos síntom:
como compulsión a la repetición, motivada por el mito familiar no elaborado por temor a que ur
que es repetido por la descendencia. Así, por ejemplo, recomendaré la lectu- fóbico generalizad<
ra atenta del apartado titulado por Freud «La causa precipitante de la enfer- Como base de tod<
medad», donde ese mito aparece muy claramente y nos enteramos de los debida a los mimos
verdaderos motivos que impedían al sujeto terminar su carrera: era que se Las anotacione5
colocaba en el mismo lugar que el padre ante la elección amorosa, chica rica hasta mayo del misr
o chica pobre y donde vemos cómo la problemática fundamental del sujeto mas. Los informes ¡
es la imposibilidad de acceder al amor-pasión, sin estar mediatizado por los padre, la primera e
llamados componentes sádicos libidinales (dinero, riqueza, poder, prestigio forme en todo a la
social, etc.) que primarían sobre el amor desinteresado. Todo ello, insisto, transformada direct
presente en la prehistoria paterna y repetido a través de sus decepciones in- ño materno, motiva
fantiles y juveniles en elecciones afectivo-amorosas, en las que siempre se le en angustia, la cual,
posponía frente a alguno de sus hermanos. ce a la madre: el ca
bico, el animal y to
sea grande, pequeñ<
I.3. La histeria de angustia y el «caso ]uanito» vía de exutorio parf
Más adelante s
La fobia del pequeño Juanito, niño de cinco años, a los caballos, ha sido pa- madre, ¿cómo se e
so obligado para los psicoanalistas no sólo para la comprensión de la neuro- que temía que el 1
sis fóbica correspondiente, sino también como una especie de pequeño trata- que pese a todos s
do sobre la vida anímica y sexual infantil. había disminuido.
Psicoterapia psicoanalítica de las neurosis 365
Antonio García de la Hoz
mo indirecto que consis- Se trata de un extenso trabajo publicado en 1909 y dividido en tres apar-
so en pleno verano. Pen- tados (Introducción, Historial clínico y análisis y Epicrisis) y no se trata de
'dick]: «Comenzó, pues, a una intervención directa de Freud, puesto que todas las conversaciones con
, plato, a correr sin som- el niño, excepto una que comentaré enseguida, fueron llevadas a cabo por el
a subir las pendientes de propio padre del niño.
e hacía detenerse bañado Tras el descubrimiento y la importancia consabida que para la teoría y
de estos disparatados ac- práctica psicoanalíticas conllevaron las pulsiones edípicas, era natural que el
hecho de que su amada tema de la sexualidad infantil tomara protagonismo en el quehacer freudia-
glés que la cortejaba. Di- no, fruto del cual vieron la luz pública los Tres ensayos sobre teoría sexual
es costumbre en Inglate- (1905). Pero como el propio Freud nos dice, no se trataba sólo del desvela-
azarse de d/Dick. miento de estas fases preliminares en los pacientes adultos, sino también de
te importante, como ve- la búsqueda de pruebas más directas y frescas en la propia conducta infantil.
vislumbró el poder del Ello le condujo a animar a sus amigos y discípulos a que reunieran material
es desconocido para el sobre observaciones de la vida sexual infantil. De entre ellas, la que más im-
r él mismo y de no po- presionó a Freud fue la de Juanito. El padre, músico de profesión, estaba
eta cuenta de su impor- identificado con las teorías de Freud, asistía a sus reuniones de los miércoles
iones externas [es decir, y condujo el caso como si de un terapeuta infantil se tratara, ocupando Freud
a nuestra conciencia» lo que podríamos denominar hoy el papel de supervisor.
El historial se compuso a partir de los informes escritos del padre, que lo
stra, asimismo, sobre la anotaba todo, incluyendo las conversaciones literales y la conducta del 'niño,
teorizará más adelante sobre unos síntomas iniciales que se resumían en un miedo a salir a la calle
o familiar no elaborado por temor ~ que un caballo le muerda, lo que se extendió a un estado agora-
o, recomendaré la lectu- fóbico generalizado y una depresión del ánimo más intensa al anochecer.
precipitante de la enfer- Como base de todo esto, y según el padre, había una sobreexcitación sexual
y nos enteramos de los debida a los mimos de la madre.
r su carrera: era que se Las anotaciones del padre comenzaron en enero de 1908 y se extendieron
ción amorosa, chica rica hasta mayo del mismo año, momento en que parecieron remitir todos los sínto-
fundamental del sujeto mas. Los informes eran a veces diarios. Partiendo de las primeras hipótesis del
star mediatizado por los padre, la primera explicación de la angustia de Juanito a los caballos era con-
iqueza, poder, prestigio forme en todo a la teoría de Freud de las neurosis actuales: libido insatisfecha
ado. Todo ello, insisto, transformada directamente en angustia. En este caso, pérdida del intenso cari-
s de sus decepciones in- ño materno, motivado por la presencia de una hermanita menor, transformado
en las que siempre se le en angustia, la cual, a su vez, se localiza en un objeto que más o menos simboli-
ce a la madre: el caballo. U na vez dado este paso, y consolidado el síntoma fó-
bico, el animal y todo el complejo mundo representativo alrededor de él (que
sea grande, pequeño, pesado, que se caiga, que se le azote, que muera, etc.), ser-
vía de exutorio para toda la vida anímica de nuestro infantil sujeto.
Más adelante se plantea un problema. Si el caballo es un sustituto de la
los caballos, ha sido pa- madre, ¿cómo se explica que Juanito acentúe su angustia al anochecer por-
mprensión de la neuro- que temía que el caballo entrara en su cuarto? El padre le contó a Freud
pecie de pequeño trata- que pese a todos sus esfuerzos y conversaciones, el miedo a los caballos no
había disminuido. Entonces visitaron ambos, padre e hijo, a Freud y éste in-
366 Antonio García de la Hoz
Psicoterapia psicoanalítica~
tervino directamente una única vez sobre el pequeño paciente (Obras Completas,
p. 1384). Es muy significativa esta intervención, de todo punto acorde con la teo- principio tomó el
ría edípica relativamente simple que por entonces mantenía: amor a la madre y relación con la enl
odio al padre, del cual se espera la venganza y entonces se le teme. Es decir, a par- no psicógeno por 1
tir de ese momento, el análisis de Juanito se volvió hacia la figura paterna, y se sis, como afección
descubre que el caballo no sólo sustituye a la madre, sino también al padre. ta a psicosis entenc
Con todo ello Freud inaugura su azarosa andadura sobre el concepto de Pero las fronte
complejo de castración, que podríamos decir que aparece por vez primera en causalidad orgánic1
este texto y que es uno de los pivotes nucleares ·de la teoría psicoanalítica. Ey, Bernard y Bris1
Siendo rigurosos, el término en su forma de «amenaza de castración» ya se dad caracterizadas
había introducido de manera precaria en la Traumdeutung (Obras Completas sociales» y hablan
p. 719), y que incluso el sintagma «complejo de castración» también lo había como trastornos d1
escrito en J 908 en el trabajo «Teorías sexuales infantiles», pero este último defensa frente a la
escrito estaba basado precisamente en el historial de Juanito, que por enton- psíquico interno, u.
ces estaba ya redactado aunque no se publicó hasta el año siguiente. obtiene un cierto
En resumen, tenemos en este caso un precioso material de primera mano carácter neurótico
sobre la complejidad múltiple de la vida amorosa y sexual de los niños, con go mismo, lo que le
todos los temas fundamentales expuestos: ¿de dónde vienen los niños?, el Para la escuela
embarazo, el parto, la curiosidad sexual, la diferencia anatómica de los sexos partir de Kurt Sch1
las conductas anales y excrementicias, etc., y sobre todo, repito, la aparició~ da, y la sustituyen
por vez primera del concepto de complejo de castración, que más tarde ocu- oposición a reaccic
pará en la teoría un lugar de importanci!l equivalente al del complejo de Edi- dotada de motivac
po. En este sentido, y como acotación final para ver las oscilaciones de oportuna, motivada
Freud en cuenta a la introducción de este concepto, recomiendo la lectura acciones vivenciale1
de un pasaje de «Introducción al narcisismo» (1914) en los inicios de la sec- y/ o cualitativas del
ción tercera (Obras Completas, p. 2028), junto con una nota a pie de página en el somático.
el texto «Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia sexual anatómica» Para Castilla de
(1925) (Obras Completas, pp. 2899 y 2890). Resulta revelador. tiene, sino un modo
Tras el examen de estos tres casos, piedras angulares de la teoría psicoa- desde este punto d1
nalítica de las neurosis, vamos a pasar a una revisión sistemática de aspectos sis actuales y psicor
teóricos y clínicos de la consideración que el psicoanálisis tiene de los tras- ción entre sujeto y
tornos neuróticos. gundas serían unas
están inmediatamer
sufrido una elabora,
expresión.
II. CONCEPTO Y DIAGNÓSTICO DEL TRASTORNO NEURÓTICO La clasificación
EN LA CLÍNICA PSICOANALÍTICA ACTUAL todas, apenas utiliza
cía o acotaciones h
n.1. Concepto descriptivo y concepto psicoanalítico de neurosis torno. En esta clasil
trastornos somatofo
El término neurosis es acuñado en el siglo XVIII por Cullen, médico escocés, pulsivo, etc.), afecth
en un tratado de medicina titulado First Lines of the Practice of Physics, y en un tinción no siempre e
sonalidad, que las ce
Antonio García de la Hoz
Psicoterapia psicoanalítica de las neurosis 367
)aciente (Obras Completas,
, punto acorde con la teo- principio tomó el sentido de enfermedad funcional (Oppenheim, Babinsky) en
:itenía: amor a la madre y relación con la enfermedad orgánica. Después pasó a denominar un trastor-
se le teme. Es decir, a par- no psicógeno por oposición a trastornos somáticos. De esta forma, la neuro-
cia la figura paterna, y se sis, como afección psicógena, ha sido, y todavía en algunos medios es, opues-
o también al padre. ta a psicosis entendidas como afecciones orgánicas.
ra sobre el concepto de Pero las fronteras son difusas, y sobre todo en el campo psiquiátrico, la
ece por vez primera en causalidad orgánica y psicológica de las neurosis no está del todo decidida.
la teoría psicoanalítica. Ey, Bernard y Brisset (1965) la definen como «enfermedades de la personali-
za de castración» ya se dad caracterizadas por conflictos intrapsíquicos, que inhiben las conductas
eutung (Obras Completas sociales» y hablan de dos factores esenciales: a. Los síntomas neuróticos,
ación» también lo había como trastornos de conducta, de sentimientos o ideas que manifiestan una
tiles», pero este último defensa frente a la angustia y que constituyen, en relación con el conflicto
Juanito, que por enton- psíquico interno, un compromiso del que el sujeto, en su situación neurótica,
año siguiente. obtiene un cierto provecho (beneficio secundario de la enfermedad). b. El
aterial de primera mano carácter neurótico del yo, donde éste no encuentra una identificación consi-
exual de los niños, con go mismo, lo que le impide conseguir una buena relación con los demás.
e vienen los niños?, el Para la escuela alemana y los que aceptan su terminología, sobre todo a
anatómica de los sexos, partir de Kurt Schneider, la utilización de la palabra neurosis no es adecua-
do, repito, la aparición da, y la sustituyen por otra más descriptiva: reacción vivencia! anormal por
ión, que más tarde ocu- oposición a reacción vivencia! normal, que sería la respuesta sentimental y
al del complejo de Edi- dotada de motivación plena de sentido a una vivencia, es decir, respuesta
ver las oscilaciones de oportuna, motivada y sentimentalmente adecuada. Para esta tradición, las re-
, recomiendo la lectura acciones vivenciales anormales se caracterizan por alteraciones cuantitativas
en los inicios de la sec- y/ o cualitativas de la reacción, lo que se manifiesta en el plano psíquico o en
nota a pie de página en el somático.
ncia sexual anatómica» Para Castilla del Pino (1980), la neurosis no es algo que se tiene o no se
lador. tiene, sino un modo de ser (neurótico) donde se destaca el aspecto relacional y
ares de la teoría psicoa- desde este punto de vista rescata la clásica dicotomía freudiana entre neuro-
sistemática de aspectos sis actuales y psiconeurosis, privilegiando en las primeras el conflicto de rela-
álisis tiene de los tras- ción entre sujeto y objeto como mantenido en directo, mientras que las se-
gundas serían unas neurosis elaboradas, constituidas por síntomas que ya no
están inmediatamente en contacto con la situación originaria, pues ésta ha
sufrido una elaboración dinámica de la que precisamente los síntomas son la
expresión.
RÓTICO
La clasificación DSM-III (y su revisión, el DSM-III-R), la más descriptiva de
todas, apenas utiliza el término neurosis, salvo para referencias de equivalen-
cia o acotaciones históricas, sustituyéndole por el término genérico de tras-
e neurosis torno. En esta clasificación encontramos a las neurosis repartidas entre los
trastornos somatoformes, disociativos, por ansiedad (fóbicos, obsesivo-com-
pulsivo, etc.), afectivos (en que se mezcla neurosis y psicosis) y con una dis-
ullen, médico escocés,
tinción no siempre clara con los actualmente denominados trastornos de per-
-actice o/ Physics, y en un
sonalidad, que las concepciones tanto fenomenológicas como psicodinámicas
368 Antonio García de la Hoz Psicoterapia psicoanalítica ,
remiten a las psicopatías y a la estructura perversa y los estados límites y prep- en que su uso es t
sicóticos. sión es incluso ne
En resumen, desde un punto de vista meramente descriptivo, y dejando una neurosis. La r
atrás la nomenclatura, a veces babélica, de las distintas orientaciones, podría- pre deja un vacío,
mos definir el conflicto neurótico por la unión de un cierto carácter o estilo de que vienen a llena
personalidad en un sujeto que reacciona con una intensidad inusual ante el de- reprimido.
sarrollo de la angustia, con la producción de unos síntomas (bien somáticos o Con la redacci
ideativos), que serían la solución o el compromiso defensivo ante dicha angus- aparato anímico, I
tia, desarrollada por una situación conflictiva interna y/o relacional. psicosis, en un pe
Como adelantaba al principio, las neurosis se convirtieron enseguida en el la definición es pn
campo propio y específico de la práctica y teoría psicoanalíticas, confundiéndo- va nomenclatura. ]
se en ocasiones ambas cosas (teoría clínica psicoanalítica y conflicto neurótico), y su «ello», y en t<
pero también es verdad que a partir de Freud tenemos una concepción de la peryó y de la real
neurosis perfectamente delimitada de las otras grandes perturbaciones mentales niendo en marcha
(psicopatías, perversiones y psicosis). A Freud siempre le interesó la precisa de- rebela, es decir, la
limitación clínica y los mecanismos psíquicos en juego en cada afección. -el síntoma- qu
Desde un principio, Freud definió el trastorno neurótico como el resultado puesta unidad, poi
de un conflicto entre un elemento pulsional y el yo. Dicho conflicto en reali- como antes se luc
dad lo era entre un deseo (pulsión sexual) y una defensa del yo ante la potencia to_do el cuadro pa1
peligrosa de ese deseo cara a otras aspiraciones del yo_(morales, sociales, éticas, do fundamental pi
etc.). El resultado de dicho conflicto - los síntomas neuróticos- no son sino cuantitativo: «El d,
la expresión simbólica (en todos los casbs) del mismo, anclado en la historia in- dudablemente, de
fantil del sujeto y que constituyen una solución de compromiso entre la pul- las tendencias com
sión y la defensa contra la misma. Dentro de la perspectiva psicoanalítica, el Por otro lado l
concepto de neurosis ha variado hasta reservarse, casi exclusivamente, para las cosis, se produce t
neurosis obsesiva, histérica y /óbica, que constituyen el campo de aplicación clínica rosis dicha pérdid~
específico de la teoría psicoanalítica de las neurosis. Lacan), lo que le ,
Freud apenas modificó este modelo de definición, salvo las variaciones que realidad perdida le
introdujo por las denominadas dos tópicas del aparato anímico. De esta forma da permanecer má
y en el terreno de la primera de ellas - inconsciente, preconsciente y concien- lidad, puede distin
cia- el conocido ejemplo «Signorelli» nos puede servir para estudiar lo que cótico -1,_
Freud entendía por neurótico versus normal, aunque se trate de un pequeño
ejemplo de olvido. Desde el punto de vista cuantitativo o «económico», es la
insistencia del tema lo que prima para calificar de neurótica una determinada re- 11.2. Criterios dia~
acción, en este caso, el tormento interno que sintió Freud hasta que pudo re- psicoanalítzá
cordar el nombre olvidado, porque entonces tenemos grandes sospechas de
que está en juego el mecanismo clave descubierto por Freud para diagnosticar Aquí resulta más f
una neurosis: la represión. La represión, presente en todas las neurosis 4, plan- no. El criterio diag
tea esencialmente una distinción tópica (consciente-inconsciente) y en la medida 5 «Neurosis y psicc
'' Los criterios psic
4Aunque veremos que, en el caso de la neurosis obsesiva, la función de la represión estructura límite, y la
la llevan a cabo otros mecanismos defensivos. comps.J
Antonio García de la Hoz · Psicoterapia psicoanalítica de las neurosis 369
los estados límites y prep- en que su uso es exagerado (podemos afirmar que «la dosis justa» de repre-
sión es incluso necesaria en todo ser humano), es susceptible de producir
1te descriptivo, y dejando una neurosis. La represión, como defensa ante una moción pulsional, siem-
ttas orientaciones, podría- pre deja un vacío, un hueco en el aparato anímico, que es precisamente el
cierto carácter o estilo de que vienen a llenar los síntomas como expresión del retorno necesario de lo
:nsidad inusual ante el de- reprimido.
·nromas (bien somáticos o Con la redacción de El yo y el ello (1923), y la nueva estructuración del
:fensivo ante dicha angus- aparato anímico, Fre~d precisó la distinción esencial entre las neurosis y las
.¡o relacional. psicosis, en un pequeño artículo publicado un año después 5 . En realidad,
wirtieron enseguida en el la definición es prácticamente la misma que antes con la adopción de la nue-
:>analíticas, confundiéndo- va nomenclatura. La neurosis sería el resultado de un conflicto entre el «yo»
:ica y conflicto neurótico), y su «ello>>, y en todas las neurosis de transferencia, el yo, al servicio del su-
10s una concepción de la peryó y de la realidad exterior, ha entrado en antagonismo con el ello, po-
s perturbaciones mentales niendo en marcha en mecanismo de la represión. Entonces lo reprimido se
: le interesó la precisa de- rebela, es decir, la represión fracasa, y se procura una satisfacción sustitutiva
en cada afección. -el síntoma- que se impone al yo como un compromiso rompiendo su su-
rótico como el resultado puesta unidad, por lo que ahora se produce una lucha contra el síntoma así
Dicho conflicto en reali- como antes se luchaba con la tendencia pulsional del ello. De aquí surge
sa del yo ante la potencia todo el cuadro patológico de las neurosis. Como apuntaba antes, sigue sien-
(morales, sociales, éticas, do fundamental para Freud, en esta lucha de instancias psíquicas, el factor
euróticos- no son sino cuantitativo: «El desenlace de todas estas situaciones habrá de depender, in-
anclado en la historia in- dudablemente, de circunstancias económicas, de las magnitudes relativas de
rompromiso entre la pul- las tendencias combatientes entre sí» (Obras Completas, p. 27 44).
fpectiva psicoanalítica, el Por otro lado Freud insiste en que tanto en las neurosis como en las psi-
' exclusivamente, para las cosis, se produce una pérdida de realidad para el sujeto, aunque en las neu-
po de aplicación clínica rosis dicha pérdida se compensa por el mundo de la fantasía (lo imaginario de
Lacan), lo que le es negado al psicótico, que cuando quiere reconstruir la
salvo las variaciones que realidad perdida lo hace de manera delirante. Así, un neurótico, aunque pue-
anímico. De esta forma da permanecer más en el mundo imaginario o fantasioso que en el de la rea-
reconsciente y concien- lidad, puede distinguir ambos niveles, distinción que no le es posible al psi-
ir para estudiar lo que cótico'°'.
se trate de un pequeño
vo o «económico», es la
· tica una determinada re- n.2. Criterios diagnósticos descriptivos y criterios diagnósticos
eud hasta que pu'do re- psicoanalíticos de neurosis
s grandes sospechas de
Freud para diagnosticar Aquí resulta más fácil poner de acuerdo a los autores, sean psicoanalistas o
das las neurosis 4, plan- no. El criterio diagnóstico esencial para las neurosis es la presencia de la an-
nsciente) y en la medida 5 «Neurosis y psicosis» (1924).
* Los criterios psicodinámicos para distinguir la estructura u organización neurótica, la
, la función de la represión estructura límite, y la psicótica, son revisados en los dos capítulos siguientes. [Nota de los
comps.J
370 Antonio García de la Hoz Psicoterapia psicoanalítica a
gustia, como afecto límite entre lo somático y lo psíquico, y que puede pre- que la primera tec
sentar distintos tipos de metabolización o elaboración psíquica. En este sen- contrario también
tido podemos establecer un continuum que va desde la neurosis fóbica, donde de situaciones pre
la angustia se presenta casi en puridad transformada en fobias más o menos nacimientq, y sigu
específicas, pasando por la neurosis histérica, con un grado mayor de elabora- gica, la pérdida d
ción psíquica de la angustia que llega a componer grupos muy amplios (véase «superyó», etc. Es1
lo que Freud denominaba en los Estudios sobre la histeria [1895] «grupo psí- vantes en el confü
quico separado»), hasta llegar a la neurosis obsesiva, _cuadro donde la racionali- ción del estadio ed
zación y la elaboración es tan compleja que llega a sustituir completamente a En lo que sigi:
la angustia. Lo que de específico ha aportado el psicoanálisis ha sido la expli- cológico como téc1
cación teórica de esa angustia, que en las neurosis se relacionaría con una
historia del pasado infantil, que remite, en última instancia, a las pulsiones GRÁFICO 2. La hist,
edípicas.
Ey, Bernard y Brisset (1965) señalan a la angustia como aspecto funda-
mental de la clínica de las neurosis, recalcando en su descripción la sensa-
ción de malestar interior desbordante. En nuestro medio, Vallejo Nájera consciente
(1962) en su manual de clara inspiración germana, también centra en la an-
gustia el núcleo de toda neurosis (p. 117), y de la misma manera Castilla del
Pino (1980) señala que la situación neurótica se expresa en pautas de con-
ducta muy variadas, «pero que todas tienen en común la angustia» (p. 88).
La planche (1970), en sus Problemáticas psicoanalíticas l. La angustia en las neuro-
sis ha reflejado con precisión la relación .angustia/libido y los distintos grados
de elaboración de la angustia que se pueden desprender de la obra de
mecanismo de
Freud. formación
de la fobia
La angustia la podemos describir como uno de los afectos menos elabo- Angui
rados psíquicamente y el que más se asemeja a la descarga energética pura,
es decir, afecto límite entre lo psíquico y lo biológico, aunque también es
susceptible de una mayor o menor elaboración, como apuntábamos hace un Ce
instante. En cuanto a lo que la teoría psicoanalítica ha aportado para la espe- en
tie
cificación de la angustia, podemos resumir diciendo que en Freud se pueden
establecer dos posibles teorías, no antagónicas.
La primera, basada en su investigación sobre las neurosis actuales, la po-
dríamos titular teoría económica o cuantitativa de la angustia, donde lo patoló-
gico sería la acumulación de excitación sexual sin descarga específica. La re-
presión de toda la corriente pulsional provocaría la aparición de la angustia, III. PSICOTERAPL
que podría convertirse en síntoma en sí misma o transformarse en la gran va-
riedad de síntomas que vemos en las diversas neurosis de transferencia. La III.1. Metapsicolc
segunda teoría, que más que novedosa es quizás más abarcativa, coloca la an-
gustia como reacción ante la situación de peligro, y es expuesta básicamente Tanto para la hü
en Inhibición, síntoma y angustia (1924). En realidad no hay ninguna objeción nos guiaremos po
en conceptuar como «peligrosas» aquellas situaciones en que algún compor- sión y Lo inconm
tamiento sexual ha de ser abordado y/o resuelto por vez primera, con lo maestro vienés, é:
Antonio García de la Hoz Psicoterapia psicoanalítica de las neurosis 371
¡uico, y que puede pre- que la primera teoría se puede enmarcar en la segunda, y es posible que al
n psíquica. En este sen- contrario también se cumpla en un sentido amplio. Freud repasa una serie
la neurosis fóbica, donde de situaciones prototípicas en cuanto al peligro, partiendo del trauma del
en fobias más o menos nacimiento, y siguiendo con el aumento de la tensión por necesidad bioló-
;rado mayor de elabora- gica, la pérdida de objeto, la castración y sus equivalentes, el miedo al
pos muy amplios (véase «superyó», etc. Estas dos citadas en último lugar serían especialmente rele-
ieria [1895] «grupo psí- vantes en el conflicto neurótico, derivado, insisto, de una deficiente elabora-
adro donde la racionali- ción del estadio edípico.
stituir completamente a En lo que sigue,' vamos a revisar tanto desde el punto de vista metapsi-
análisis ha sido la expli- cológico como técnico, cada una de las principales neurosis.
se relacionaría con una
1stancia, a las pulsiones
GRÁFICO 2. La histeria de conversión
ía como aspecto funda-
;u descripción la sensa- (representación -Escena del
medio, Vallejo Nájera consciente
____ r:_p~e~ió~ ___ y afecto) ____ _
inconsciente
pastelero
11
Emma"
1mbién céntra en la an-
- Sentimientos
;ma manera Castilla del /
/
libidinosos
1resa en pautas de con- / hacia el padre
/ o la sra. K.
1ún la angustia» (p. 88). "Dora"
La angustia en las neuro- retorno de lo
reprimido
lo y los distintos grados /....__ __..,
,render de la obra de /
/ convers1on
.,
mecanismo de
/
formación
)S afectos menos elabo- de la fobia )
Angustia (a veces) / 1
:scarga energética pura, ¡/
Formaciones 1
co, aunque también es
¡ apuntábamos hace un
sustitutivas
.,
l aportado para la espe-
Compulsión de no
entrar sola en una
tienda "Emma"
Síntomas
ue en Freud se pueden - Tos imitadora del padre
-Afonía anhelante de K.
("Dora")
eurosis actuales, la po-
rustia, donde lo patoló-
¡carga específica. La re-
barición de la angustia, III. PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA DE LA HISTERIA
formarse en la gran va-
1 III.1. Metapsicología de la histeria
is de transferencia. La
barcativa, coloca la an-
r
f expuesta básicamente Tanto para la histeria como para la neurosis obsesiva y neurosis fóbica,
hay ninguna objeción nos guiaremos por los trabajos de Freud de 1915, en concreto de La repre-
en que algún compor- sión y Lo inconsciente. En ellos, según Jones (1955), el biógrafo oficial del
[ maestro vienés, éste alcanzó el mayor grado de profundidad en cuanto al
r vez primera, con lo
372 Antonio García de la Hoz Psicoterapia psicoanalític,
estudio del inconsciente. Añadiremos algunos desarrollos posteriores que gar a este punto
Freud realiza en cuanto a una delimitación más precisa del mecanismo de la gustia asociada a
represión, que en ese momento -1915- como mecanismo princeps de la neu-
rosis, tiene un uso generalizado y no específico. Organizaremos nuestra
exposición mediante la revisión del gráfico 2. III.2. Sobre el pri
Este gráfico podría servir como esqueleto metapsicológico de la neurosis
histérica. En él, a modo de ejemplo, colocamos aspectos del caso «Dora», an- El tratamiento p
tes comentado, y del caso «Emma» que aparece insertado en el trabajo de más idónea para
Freud Proyecto de una psicología para neurólogos (1895 [1950]). También hay fren de crisis par
que precisar, fundamentalmente con fines pedagógicos, que el mecanismo de tipo ha sido cons
la represión podría estudiarse como un proceso doble o en dos vías. Por un tamente adecuad1
lado, la que corresponde a la representación del contenido pulsional y, por sin implicación p
otro lado, a la parte afectiva concomitante. El destino de ambos componen- cía), actitud de es
tes no es el mismo o al menos no se puede hot:nologar. En las neurosis, el ceso terapéutico
destino de la idea o representación de la pulsión es casi siempre el mismo: su síntomas de sentí
desaparición de la conciencia o ver negado su acceso a ella. El destino del nes transferencia!
componente afectivo puede ser triple: a. Es reprimido por completo sin de- La rica vida
jar rastro (represión exitosa); b. Aparece bajo la forma de un afecto cualquie- las posibilidades ,
ra; y c. Se transforma en angustia (represión fracasada). En las neurosis, como _te entre sus fanta:
he apuntado anteriormente, siempre se da un fracaso del proceso represivo, debe cuidar esp<
cuyo resultado observable, mediante el retorno de lo reprimido son los sínto- (alusiones, no tan
mas o formaciones sustitutivas. punto podrían pt
Volviendo al gráfico 2, vemos en primer lugar los dos campos o lugares cía, situaciones d
que plantea la represión, mecanismo fundamental de la histeria de conversión: que mientras tant
consciente e inconsciente. Lo que se reprime (una moción pulsional edípica currir el proceso 1
en esencia) es dirigido al inconsciente: la escena del pastelero en el caso es especialmente
«Emma» o los sentimientos libidinales de Dora (hacia el padre o la señora K niendo en cuenta
fundamentalmente). La parte ideacional o representativa desaparece de la ofrece activament
conciencia, es decir, se reprime y lo mismo ocurre, casi siempre, con el mon- cial que debe pro
tante afectivo. De esta forma tenemos el estado denominado por Charcot de miento de esta ac
belle indzference del histérico respecto de sus síntomas. Si el montante afectivo de vista contratrat
no desaparece por completo, se pone en marcha el mecanismo de formación Momentos esJ
típico de la fobia simple (que veremos un poco más adelante), y se convierte de los sujetos forr
en angustia. Tenemos así las neurosis histérico-fóbicas, que tan a menudo qué cree?», «¿córr
aparecen asociadas en las descripciones clínicas. rapeuta en lo que
El necesario retorno de lo reprimido (puesto que lo reprimido nunca es cos son «buscadc
nada baladí, por interesar a la intimidad más fundamental del ser del sujeto precisamente parn
en cuanto a sus pulsiones) da paso a la formación de síntomas y/o forma- intentar averiguar
ciones sustitutivas. El mecanismo empleado es el de conversión, de inervación pedal hincapié, y
somática (lo más típico), de naturaleza sensorial (cegueras, por ejemplo) o propio sujeto. La
motora (parálisis). Por ejemplo, los síntomas de Dora (la tos o la afonía) o la manuales clásicos
formación sustitutiva de Emma (no poder entrar sola en una tienda). Al lle- derch) resultan im
Antonio García de la Hoz
Psicoterapia psicoanalítica de las neurosis 373
rollos posteriores que gar a este punto se da por terminado el proceso patológico, al quedar la an-
;a del mecanismo de la gustia asociada a esas formaciones sustitutivas o diluirse en los síntomas.
ismo princeps de la neu-
)rganizaremos nuestra
111.2. Sobre el proceso terapéutico y los aspectos técnicos
cológico de la neurosis
)S del caso «Dora», an-
El tratamiento psicoanalítico convencional parece ser la forma terapéutica
rtado en el trabajo de más idónea para la histeria. Salvo en los momentos en que los pacientes su-
[1950]). También hay fren de crisis paroxísticas son perfectamente abordables. De hecho, la cura-
., que el mecanismo de tipo ha sido construida en base a esta neurosis y la técnica clásica es perfec-
· o en dos vías. Por un tamente adecuada: uso del diván, terapeuta que apoye el proceso asociativo
:enido pulsional y, por sin implicación personal alguna (observancia estricta de la regla de abstinen-
de ambos componen- cia), actitud de espera pasiva, mayor frecuencia de sesiones, etc. Todo el pro-
:ar. En las neurosis, el ceso terapéutico se ha de encaminar a que el sujeto historice y dote a sus
;i siempre el mismo: su
síntomas de sentido biográfico, cuidando, preferentemente, las manifestacio-
, a ella. El destino del nes transferenciales, que han de remitirse en lo posible a la vida del paciente.
por completo sin de- La rica vida imaginativa del histérico debe procurar encaminarse hacia
e un afecto cualquie- las posibilidades reales del mismo, tratando de reducir la separación existen-
En las neurosis, como te entre sus fantasías y la realidad objetiva existencial del sujeto. El terapeuta
el proceso represivo, debe cuidar especialmente las manifestaciones de transferencia indirectas
primido son los sínto- (alusiones, no tanto a su persona, sino a su entorno), pues descuidos en este
punto podrían provocar accesos impetu?sos de amor u odio de transferen-
dos campos o lugares cia, situaciones difíciles de sobrellevar. Este es el punto álgido del proceso,
isteria de conversión: que mientras tanto debe transcurrir a la manera clásica, es decir, dejando dis-
ión pulsional edípica currir el proceso asociativo y de ocurrencias del paciente. Si en algún cuadro
pastelero en el caso es especialmente indicada la «pasividad» del psicoanalista es aquí, pero te-
1padre o la señora K niendo en cuenta que pasividad no es sinónimo de inactividad. El terapeuta
iva desaparece de la ofrece activamente su escucha y su silencio en una actitud contratransferen-
siempre, con el mon- cial que debe procurar a la vez una atmósfera cálida y distante. En el manteni-
nado por Charcot de miento de esta actitud radica gran parte del éxito terapéutico desde el punto
i el montante afectivo de vista contratransferencial.
anismo de formación Momentos especialmente delicados dentro del proceso son aquéllos don-
lante), y se convierte de los sujetos formulan preguntas del tipo: «¿a usted qué le parece?», «¿usted
, que tan a menudo qué cree?», «¿cómo me ve?», donde se compromete de manera directa al te-
rapeuta en lo que concierne a sus deseos, opiniones, juicios, etc. Los histéri-
reprimido nunca es cos son «buscadores de deseos del otro», si se me permite esta expresión,
tal del ser del sujeto precisamente para colocarse en relación a ellos una vez conseguidos y nunca
síntomas y/o forma- intentar averiguar los suyos propios. Es en esto en lo que hay que hacer es-
versión, de inervación pecial hincapié, y remitir, siempre que ello sea posible, todo el material al
eras, por ejemplo) o propio sujeto. La supervisión, la progresiva experiencia y el estudio de los
tos o la afonía) o la manuales clásicos de técnica (Fenichel, Greenson, Racker, Etchegoyen, Co-
n una tienda). Al lle- derch) resultan imprescindibles en este punto.
374 Antonio García de la Hoz Psicoterapia psicoanalítica d.
Una ganancia de autonomía del yo pasa por ser la terminación idónea tendencia sádica pre
del proceso, conseguida a través de una reflexión elaborativa de los roles Freud, que mientr
transferenciales y contratransferenciales jugados en la relación analítica. bido genital o geni
etapa sádico-anal. I
ción por parte del
ha señalado Anna l
IV. PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA DE LA NEUROSIS OBSESIVA presión es un mee
cías sexuales genita
rv.1. Metapsicología de la neurosis obsesiva angustia o de conv(
mos, el aislamiento ;
Igual que en el cuadro anterior, nos basaremos en el análisis del gráfico que recer la representa<
sigue (véase el gráfico 3) para la exposición del modelo: mecanismos de def
aislamiento produo
y del afecto conco
GRÁFICO 3. Neurosis obsesiva
modificación del c2
esta forma, y como
y la propia experier;
representación
. , teactiva y afecto ticos hasta unas edi
consciente
fottnaci<;>nnto
'/ ais\atn1e
(libidinosa u hostil)
- - - - - - - - - - - - - inconsciente
do como en la histe
tos que les acompa
/
/ casi como ajenos, p
/ reactivas). En defini
retorno de lo
reprimido sión en la histeria,
/
/ una alteración ¿e1 )
do ahora se es muJ
/ ' Formación sustitutiva ahora sumiso, etc.) e
(~fecto) , , Modificación del yo conciencia moral (o ci
Racioné!liÍ:ación ' ~ - - Necesidad de un control interno ejecuta un riguroso
,. / '
(repres~ntación) y pertinaz de los malos p_ensamientos
El fracaso de te
- Angustia social
- Escrúpulos
DespJazamiento característica de las
- Reproches, dudas
1
'' en el caso del «hom
1'
(angustia) Elementos La ambivalencia, es
1 nimio o rias hacia la misma
Anulación indiferentes
1 trabajo de control ir
't' posita en elementos
- Ritos se intenta racionaliz~
-Tics
- Tartamude::>s dale, reproches y du
tología. En este mon
Si, a pesar de toe
Esta psiconeurosis presenta de entrada una peculiaridad: no se trata tan- 6 Véase funda ment~
· la terminación idónea tendencia sádica pregenital. Casi todos los autores han señalado, siguiendo a
:laborativa de los roles Freud, que mientras en la histeria o en la fobia se trata de la represión de li-
relación analítica. bido genital o genital-fálica, en la neurosis obsesiva hay una regresión a la
etapa sádico-anal. Desde este punto de vista parece comprensible la utiliza-
ción por parte del sujeto de otras operaciones defensivas, puesto que como
ha señalado Anna Freud (en su obra El yo y los mecanismos de defensa), la re-
OBSESIVA presión es un mecanismo psíquico defensivo específico frente a las tenden-
cias sexuales genitales: La función que la represión ejecuta en la histeria (de
angustia o de conversión) es realizada aquí por el interjuego de dos mecanis-
mos, el aislamiento y la formación reactiva. Entre ambos intentan hacer desapa-
análisis del gráfico que recer la representación y el montante afectivo de la pulsión sádica. Son los
mecanismos de defensa primarios y más fundamentales de esta neurosis. El
aislamiento produce la separación de la representación o contenido ideativo
y del afecto concomitante, mientras que la formación reactiva plantea una
modificación del carácter cuyo resultado es la cara opuesta a la original. De
esta forma, y como evidencian los historiales clínicos de pacientes obsesivos
y la propia experiencia, el sujeto puede recordar los acontecimientos traumá-
ticos hasta unas edades asombrosamente tempranas (es decir, no es reprimi-
do como en la histeria), pero ya han sido despojados de las emociones y _afec-
tos que les acompañan (por efecto del aislamiento) y además se recuerdan
casi como ajenos, puesto que «yo no soy así» (por efecto de las formaciones
reactivas). En definitiva, el resultado final es del mismo efecto que la repre-
sión en la histeria, aunque con mayor complejidad. Lo que se produce es
una alteración ¿el yo como formación sustitutiva (si antes se eni desordena-
do ahora se es muy ordenado, si antes sucio ahora limpio, si antes rebelde
"ón sustitutiva ahora sumiso, etc.) cuya consecuencia más notable es el notable aumento de la
ción del yo conciencia moral (o del superyó en la nomenclatura de la segunda tópica), que
ad de un control interno ejecuta un riguroso control interno y pertinaz de todo «mal pensamiento».
z de los malos pensamientos
El fracaso de toda esta estructura- viene impulsado por la ambivalencia
característica de las pulsiones sádicas, ambivalencia que podemos observar
en el caso del «hombre de las ratas», aun sin ser nombrada en esta forma 6'\
La ambivalencia, es decir, la presencia de tendencias opuestas y contradicto-
rias hacia la misma persona, obliga a nuevas operaciones defensivas en este
trabajo de control interno. Ahora, la parte ideativa, por desplazamiento, se de-
posita en elementos nimios e indiferentes, mientras que el montante afectivo
se intenta racionalizar y se convierte en angustia social, escrúpulos de toda ín-
dole, reproches y dudas, como describen casi todos los manuales de psicopa-
tología. En este momento tenemos conformada una neurosis obsesiva.
Si, a pesar de todo, la angustia no ha podido se:- dominada por completo,
ridad: no se trata tan- 6 Véase fundamentalmente el informe del caso en su sesiór: sexta (Obras Completas,
a eliminación de una p. 1453).
Psicoterapia psicoanalítica de
376 Antonio García de la Hoz
se emplea el último recurso defensivo, la anulación («deshacer lo sucedido», justo allí donde no ,
como lo llama Freud en Inhibición, síntoma y angustia) o conjuro, de marcado lógica, ejecuta un rii
carácter mágico, cuyo resultado observable son los tics, tartamudeos o ritos bién en su lenguaje.
compulsivos. La neurosis obsesiva se ha convertido en neurosis obsesivo- necesario que su sei
compulsiva. nuevas asociaciones
Esta psiconeurosis acaba en una interminable e incansable lucha donde También parece
la necesidad de control se hace cada vez más intensa e incapacitante' para el aunque en este punt
sujeto. Generalmente, es en este momento, por desgracia, cuando los sujetos lación transferencia!
solicitan la ayuda terapéutica. guido y criticado bu
del discurso habitu
emotiva y demasiad,
rv.2. Sobre el proceso terapéutico y los aspectos técnicos estos sujetos de tole
tico favorable.
Freud (1918 [1919]) ya nos ha prevenido que los casos de neurosis obsesiva, La sensación de
sobre todos los de más gravedad con rituales muy asentados, tienden por lo de neurosis obsesiv~
general a un proceso curativo «asintótico». La comparación es muy acertada propia naturaleza d(
y la corrobora mi experiencia. Así como la asíntota nunca llega a cruzarse de cualquier aconte
con su hipérbole correspondiente por más que se alarguen, así el proceso te- misma, que, como h
rapéutico del obsesivo, en relación a su terminación, lleva el mismo camino a sonas muy reacias a
medida que va pasando el tiempo. Nunca parece poder llegar a un final. En una relación objeta!.
este tipo de psiconeurosis parece no ser tan adecuada la «actitud expectan- Por todas estas r
te pasiva» clásica, y nos encontramos· con una importante novedad técnica fundamentalmente e
en cuanto a su indicación: la actividad del analista. más activo en las in
En estos casos es bastante común el error siguiente: extraer multitud de a cortar la excesiva
material, novedoso o no, darle muchas vueltas a los acontecimientos signifi- del humor). Aunque
cativos y todo ello sin que signifique modificación algúna en el estado gene- pre considerarse cor
ral del paciente. Naturalmente, como en todas las psiconeurosis, hay aspec- de las ratas», nos ih
tos técnicos generalizables en cuanto al análisis del material, interpretaciones dictar «clases» de ps
de sueños y lapsus, etc., pero aquí es pertinente hacer más énfasis· en aquellos cesivo, pero lo que e
actos sintomáticos o lapsus linguae que interrumpen de forma contundente el Otra característi,
discurso del obsesivo y ser más activos en cuanto a su señalamiento, pues si nifestaciones transfe
se pasan por alto es ya muy difícil indicarles que dijeron esto o aquello en las de los pacientes 1
determinada ocasión. Un pequeño ejemplo de mi experiencia profesional cía, rivalidad o sumí
servirá para ilustrar este tipo de intervención. Un paciente obsesivo, psicólo- tido, la comunicació
go, que intentaba impresionarme favorablemente en cuanto a su equilibrio no suele ser tan pe1
psíquico, concluyó un relato en el que manifestaba su satisfacción sobre có- mente esencial el us<
mo le iban las cosas, diciendo: «En resumen, me encuentro muy bien consigo rapéutico en la situa
mismo». Se encontraba en los comienzos de la psicoterapia e interpretar este en cuenta, asimismo,
lapsus, a medias cómico y patético, quizás no hubiera servido de mucho, pero
lo que sí es fundamental es señalárselo al sujeto. «¿He dicho yo eso?», me
contestó sorprendido cuando se lo señalé. «Pues no sé de donde puede ve-
nir». La incongruencia lingüística delataba la debilidad de su discurso. Falló
Antonio García de la Hoz Psicoterapia psicoanalítica de las neurosis 377
(«deshacer lo sucedido», justo allí donde no debía. El obsesivo, como decíamos en la parte metapsico-
a) o conjuro, de marcado lógica, ejecuta un riguroso control interno de pensamientos y lo intenta tam-
tics, tartamudeos o ritos bién en su lenguaje. Es por esta razón que cuando percibimos estos lapsus es
lo en neurosis obsesivo- necesario que su señalamiento sea rápido y quedar a la espera de las posibles
nuevas asociaciones del sujeto.
incansable lucha, donde También parecen indicadas las intervenciones que incluyen el humor,
;a e incapacitante para el aunque en este punto ha de estar bien consolidada la alianza de trabajo (y re-
:racia, cuando los sujetos lación transferencial), pues de lo contrario el paciente puede sentirse perse-
guido y criticado burlonamente. Estas intervenciones facilitan la interrupción
del discurso habitual obsesivo, excesivamente monótono, sin entonación
emotiva y demasiado racionalizador. Complementariamente, la capacidad de
!lCOS estos sujetos de tolerar y dar respuestas de humor puede indicar un pronós-
tico favorable.
sos de neurosis obsesiva, La sensación de _interminabilidad que frecuentemente provocan los casos
.sentados, tienden por lo de neurosis obsesiva viene determinada por dos factores: por un lado, por la
,aración es muy acertada propia naturaleza de su discurso que pivota sobre la descripción minuciosa
nunca llega a cruzarse de cualquier acontecimiento, y por otro lado por su estructura psicológica
rguen, así el proceso te- misma, que, como ha señalado Abraham (1921) muy acertadamente, son per-
lleva el mismo camino a sonas muy reacias a perder cualquier vinculación con la que han establecido
der llegar a un final. En una relación objeta!. ·
a la «actitud expectan- Por todas estas razone·s, la técnica clásica debe sufrir algunas variaciones,
ortante novedad técnica fundamentalmente en lo que se refiere a la actividad del analista. Debe ser
más activo en las intervenciones, sobre todo en los señalamientos tendentes
nte: extraer multitud de a cortar la excesiva racionalización (por ejemplo, la mencionada utilización
acontecimientos signifi- del humor). Aunque el tema de la actividad/pasividad del analista debe siem-
gúna en el estado gene- pre considerarse con precaución, la lectura del caso de Freud del «hombre
siconeurosis, hay aspec- de las ratas», nos ilustra cómo en sus intervenciones Freud incluso llegó a
aterial, interpretaciones dictar «clases» de psicoanálisis a su paciente. Quizás esto sea demasiado ex-
más énfasis en aquellos cesivo, pero lo que es cierto es que la actividad debe ser mayor.
e forma contundente el Otra característica técnica, para terminar, es el signo diferente de las ma-
u señalamiento, pues si nifestaciones transferenciales. No son tan intensas ni tan envolventes como
eron esto o aquello en las de los pacientes histéricos y suelen tener más bien un matiz de competen-
experiencia profesional cia, rivalidad o sumisión, rasgos típicos del carácter anal-sádico. En este sen-
ciente obsesivo, psicólo- tido, la comunicación ocasional de alguna información personal del analista
cuanto a su equilibrio no suele ser tan perjudicial como en la histeria. Tampoco parece extricta-
u satisfacción sobre có- mente esencial el uso del diván, pudiéndose llevar a cabo el proceso psicote-
entro muy bien consigo rapéutico en la situación «cara a cara», aunque en este punto hay que tener
rapia e interpretar este en cuenta, asimismo, las preferencias del psicoterapeuta.
ervido de mucho, pero
He dicho yo eso?», me
sé de donde puede ve-
d de su discurso. Falló
378 Antonio García de la Hoz Psicoterapia psicoanalítica de
e _____ _
/
1 retorno de lo al sujeto previamen
reprimido ciones del mismo e
,,.
/
lares.
- Lobo ("Hombre de los lobos") Los abandonos,
- Caballo ("Caso Juanito")
a comenzar el proc1
terrupción. No es
para afrontarlo.
Freud llamó a esta psiconeurosis «histeria de angustia», porque participa- Otra .característ
ba de la histeria de conversión en cuanto al mecanismo principal -la repre- menor grado de ela1
sión- y porque la angustia es el afecto predominante en todo el cuadro. Lo han colocado en al¡
que se reprime es la parte ideacional de la pulsión, quedando el montante sión simbólica a st
afectivo en forma de angustia flotante. El retorno de lo reprimido, por un del material fóbicc
mecanismo de desplazamiento se coloca sobre un objeto externo, que es el asociativa.
que se hace cargo de esa angustia, así el lobo (en el caso del «hombre de los Todo lo anterio
lobos») o el caballo (en el caso «Juanito»). también permitan a
Como en toda psiconeurosis, la labor represiva fracasa y entonces los es- como decía estaba
fuerzos del sujeto se centran en el alejamiento y la sustitución de la parte re- mayor actividad qt
presentativa de la pulsión. El objeto fóbico elegido tiene que representar aquellos casos de fe
simbólicamente al originariamente reprimido. Una vez constituida la fobia, la cesario mitigar prin
labor de esta psiconeurosis se continúa hasta culminar en una serie de medi- mente. Con lo ind
das preventivas destinadas a excluir la aparición del objeto fóbico y con ello continuum teórico a
evitar el desarrollo de la angustia. Por eso estos sujetos mantienen como ras- las neurosis obsesiv
go caracterial una constante actitud de alerta, sobre todo ante las situaciones intermedia en las fo
nuevas. Por lo demás, 1:
La labor del desplazamiento es la de concentrar la angustia en algo sus- tia, está perfectame
ceptible de ser controlado y previsible, sustituyendo la angustia insoportable asociativo, análisis e
Antonio García de la Hoz Psicoterapia psicoanalítica de las neurosis 379
por otra más tolerable y dominable, con lo que se consigue una considerable
ganancia psíquica. Para «Juanito» es más fácil controlar la aparición de un
caballo, que no desarrollar la angustia cada vez que se encuentra en presen-
cia de su padre, por ejemplo.
En realidad, la conversión histérica no es sino una forma de desplaza-
: todos, podríamos confi- miento, aunque hacia el propio cuerpo y no hacia el mundo externo, y am-
bas tienen en común que el síntoma que cristaliza es siempre un sustituto
simbólico del motivo ~ngustioso orginario.
¡_
Antonio García de la Hoz
Psicoterapia psicoanalítica de las neurosis 381
forma, Klein se decantó más por una teoría más insüntivista (enfatizando el
IJ
término pulsión de Freud) y dejando de lado otra más ambientalista (repre-
sentada por la teoría del trauma y su correlato clínico, la teoría de la seduc-
ción). El mundo de las pulsiones infantiles ha sido el campo abonado a partir
~ en ningún otro tipo de
de los aportes kleinianos, lo que ha llevado a la teoría freudiana de las neu-
farmacológico, que se ha
rosis (y a su estructura edípica) a proyectarse hacia el pasado histórico y a
1entalmente de apoyo en
retroceder más allá de donde Freud la había situado (entre los tres y cinco
>or un lado, el engrande-
años), hablando así de un complejo de Edipo temprano, una representación
dole a un desencadena-
fálica temprana, etcéte'ra.
ª minimización, también
Algo incipiente en Freud, que se observa a través de sus últimos escritos
sumisa y crónica.
sobre la sexualidad femenina -el papel de la madre-, es puesto así en pri-
:rapia psicoanalítica pue-
mer plano en la teoría kleiniana. Puede surgir un planteamiento novedoso de
:enerales de las otras psi-
la teoría de las neurosis, precisamente a partir de la polaridad sexual, y es
renir también el abando-
posible que la teoría de las neurosis freudiana sea fundamentalmente aplica-
Y que buscar una buena
ble a sujetos varon~s, y que en el caso de las mujeres -como el propio
>ropiamente psicoterapia
ente. Freud apunta (1931 b)-, deba extenderse la noción central de complejo de
Edipo más allá de sus límites iniciales.
En cuanto a los representantes de la psicología del yo, sobre todo a par-
tir de H. Hartmann, han hecho hincapié en dos puntos que quizás no estaban
lo suficientemente remarcados en la teoría de Freud, aunque no por ello
ENLA TEORÍA
estaban ausentes: los factores del medio y las «relaciones interpersonales». Tam-
bién podemos señalar la crítica lacaniana a esta escuela, a la que denomina
«psicoanáli;is ortopédico», porque un interés razonable en origen por los te-
osis reciben el espalda-
mas que acabamos de subrayar, se convirtió en una psicología de adaptación
clínica, con la teoría de
al medio, lo que probablemente estaba en oposición a las intenciones de
ada su estructura y tras
Freud.
s técnicas. La estructura
tualidad por todas la~
o hincapié en cuestio-
es de Melanie Klein y
RESUMEN
nes de H. Kohut y O.
ores mencionados, por
En este capítulo se aborda una revisión panorámica del papel que las neu-
nica que no entraba en
rosis han desempeñado en la clínica psicoanalítica, principalmente en torno
tes límites, narcisistas,
a los conceptos freudianos. En primer lugar se aborda la distinción entre
han sido los psicoana-
neurosis actuales y neurosis de transferencia, proponiendo la organización
a del yo, los que han
de la concepción psicoanalítica de las neurosis en base a tres historiales clí-
nicos de tratamientos descritos por Freud: El «caso Dora» como prototipo
lugar de este volumen
de la neurosis histérica; el «hombre de las ratas» como prototipo de la neu-
ción de relación objeta!
rosis obsesiva; y con menos alcance paradigmático el «pequeño Hans» para
lo se intuía en la teoría
aproximarnos a las fobias. Tres gráficos que articulan la conceptualización
undo fantasmático del
sobre la trama dinámica de cada uno de estos síndromes clínicos, ilustran al
el trauma de Freud, la
lector.
aestro vienés. De esta
384 Antonio García de la Hoz
17. PSICOTERA
DE LOS TR,
En la segunda parte se diferencian los conceptos descriptivo y psicoana-
lítico de neurosis categorizándose el conflicto neurótico por la unión de un
cierto carácter o estilo de personalidad en un sujeto que reacciona con una
JOAQUÍN lNGElMO FER
intensidad inusual ante el desarrollo de la angustia, con la producción de
unos síntomas (bien somáticos o ideativos), que serían la solución o el com-
promiso defensivo ante dicha angustia, desarrollada por una situación con-
flictiva interna y/o relacional. Los criterios psicoanalíticos son aplicados para
proponer modelos metapsicológicos para la neurosis histérica, neurosis obse-
siva y las fobias, seguidos de sugerencias técnicas para la psicoterapia psicoa-
nalítica de cada uno de estos cuadros clínicos; una mayor adhesión a los cá-
nones del tratamiento psicoanalítico convencional en el caso de la histeria; o En primer lugar, se
bien mayor flexibilidad relativa y «actividad» técnica para desmontar los rígi- lidad, centrado en
dos mecanismos obsesivos, son algunas de las indicaciones recogidas. Segui- Al no existir un co
damente se revisan las características clínicas a la vez plurales y ambiguas de no, se expondrán, e
la depresión, revisando algunos conceptos psicoanalíticos sobre las depre- más han contribuid
siones reactivas. Finalmente se comentan algunos desarrollos postfreudia- y O . Kernberg.
nos sobre las neurosis, principalmente la reformulación kleiniana de la teo- En segundo luf
ría edípica. nalidad que, como
c<;> y tratamiento. A
realizará una expos
mientes del autor 1
LECTURAS RECOMENDADAS
de este trastorno:
Está especialmente indicado en este capítulo la lectura de los tres historiales
de casos de Freud que han sido comentados. Especialmente los dos primeros:
l. PSICOTERAPIA I
Freud, S. (1905e [1901]), «Análisis fragmentario de una histeria», en Obras DE LOS TRASTO
Completas, Madrid, Biblioteca Nueva, t. I, pp. 933-1002.
I.1. Concepto de t1
- - (1909d), «A propósito de un caso de neurosis obsesiva», en Obras Com-
pletas, Madrid, Biblioteca Nueva, t. II, pp. 1441-1486. I.1.1. Concepto d1
Además el lector puede aprovechar la consulta de trabajos que presentan una re-
visión de diversas perspectivas psicoanalíticas y psicodinámicas sobre las neurosis en
El trastorno narcisi
general y sobre la depresión en particular. Se trata de los trabajos siguientes:
la publicación en 1
Grinberg, L. (comp.) (1977), Prácticas psicoanalíticas comparadas en las neurosis, en la CIE-10, siendo
Buenos Aires, Paidós. cientes. Según el D3
neralizada de grand
Ávila, A. (1990d), «Psicodinámica de la depresión», Anales de Psicología, 6, (1), !oración de los den
ICD-10, por su parte,
pp. 37-57.
nalidad, no lo defin
Universidad de Extrem
Antonio García de la Hoz
17. PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA
; descriptivo y psicoana- DE LOS TRASTORNOS NARCISISTAS Y LÍMITES
1tico por la unión de un
1 que reacciona con una
JOAQUÍN lNGELMO FERNÁNDEZ, MARfA ISABEL RAMos FUENIES y FEusA MUÑoz RoDRíGUEZ
, con la producción de
m la solución o el com-
por una situación con-
:ticos son aplicados para
histérica, neurosis obse-
·a la psicoterapia psicoa-
nayor adhesión a los cá-
1el caso de la histeria; o
En primer lugar, se abordará el estudio del trastorno narcisista de la persona-
para desmontar los rígi-
lidad, centrado en tres puntos básicos: concepto, diagnóstico y tratamiento.
1ciones recogidas. Segui-
Al no existir un consenso en torno al origen y al tratamiento de este trastor-
: plurales y ambiguas de
no, se expondrán, de forma separada, las aportaciones de los dos autores que
tlíticos sobre las depre-
más han contribuido a la comprensión de la personalidad narcisista: H. Kohut
:lesarrollos postfreudia-
y O. Kernberg.
:ión kleiniana de la teo-
En segundo lugar, se abordará el estudio del trastorno límite de la perso-
nalidad que, como en el caso anterior, se centrará en el concepto, diagnósti-
co y tratamiento. Al existir un cierto consenso en torno a estas cuestio~es, se
realizará una exposición más sistemática del trastorno, siguiendo los plantea-
mientos del autor que rriás se ha ocupado, en los últimos años, del estudio
de este trastorno: O. Kernberg.
ra de los tres historiales
mente los dos primeros:
l. PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA
una histeria», en Obras
DE LOS TRASTORNOS NARCISISTAS
l002.
Universidad de Extremadura.
386 Joaquín lngelmo Fernández, María Isabel Ramos Fuentes y Fe/isa Muñoz Rodríguez Psicoterapia psicoanalítica ck
El término trastorno narcisista de la personalidad fue introducido en 1986 Kernberg (1975) coi
por Kohut, en un intento de delimitar una nueva entidad nosológica. Se- terísticos de los pa<
gún Kohut, el nuevo trastorno se definía por las características de la trans- de los tipos de trarn
ferencia desarrollada durante el tratamiento y por la específica perturba- e idealizadora), aun
ción de la autoestima presentada. Con anterioridad a Kohut, diversos del sel/ grandioso i1
autores habían contribuido a perfilar las características de este nuevo tras- que la característica
torno. Por ejemplo, algunos de ellos consideraron que el narcisismo pato- la existencia de un
lógico era consecuencia de una alteración en la investidura de la repre- de la condensación
sentación del sí mismo (Waelder, 1925; W. Reich, 1933; A. Reich, 1960; grandioso es, para I<
Nemiah, 1961; Jacobson, 1964; Waals, 1965; Tartakoff, 1966; Joffe y Sand- siva frente a vínculo
ler, 1967). Otros (Rosenfeld, 1964, 1971, 1983 .Y 1987), por su parte, lo en- la rabia y la envidia
tendieron como una defensa caracteriológica frente a primitivos conflictos mo tiempo, el deses
objetales. truida por el odio. I
una representación
a. Contribuciones de Kohut: el desarrollo normal del narcisismo para sobrevivir» y <
alimento y amor» y
Los pacientes narcisistas, según Kohut (1971), presentan una serie de sínto- do's representacione
mas característicos: en la esfera sexual (fantasías perversas y pérdida de in-
terés por el sexo), en la esfera social (inhibiciones en el trabajo, incapaci- c. Controversia KoJ.
dad para formar y conservar relaciones significativas y comisión de
actividades delictivas), en la esfera de la personalidad (pérdida del humor, Para Kohut no exist
pérdida de la empatía, pérdida del sentido de la proporción, tendencia a el narcisismo patolé
los ataques de ira incontrolada y mentira patológica) y en la esfera psicoló- reactiva durante el
gica (preocupaciones hipocondríacas diversas). Asimismo, Kohut (1971, mo infantil normal.
1979) señaló que en el transcurso del tratamiento estos pacientes desarro- trastorno del desarr1
llaban dos tipos específicos de transferencia (especular e idealizadora), de- ción a una fase non
terminados por la reactivación terapéutica del sel/ grandioso y del objeto mente por patologí:
omnipotente infantiles ;',. Por otra parte, consideró que la característica es- una patología por e
tructural básica de estos pacientes consiste en una organización deficitaria existen diferencias 1
del sel/ (consecuencia de los fallos del objeto especularizante y de la imago mo patológico de le
parental idealizada). Desde la perspectiva de Kohut (1979, 1984), los dos en el tratamiento se;
tipos de transferencia señalados son un intento, por parte del paciente, de normal, sino una e
construir los segmentos faltantes de su estructura psíquica. En otros térmi- trastorno narcisista
nos, a través de la transferencia especular e idealizada el paciente intenta gica determinada pe
compensar sus déficit estructurales. sicamente la agresió:
Para Kohut (19.
expresa las necesid2
,., Los conceptos teóricos introducidos por Kohut han sido revisados en el capítulo 7 fancia del paciente :
de este Manual. [Nota de los comps.] maduración progrei
,s Fuentes y Fe/isa Muñoz Rodríguez Psicoterapia psicoanalítica de los trastornos narcisistas y límites 387
ue introducido en 1986 Kernberg (1975) coincide con Kohut en la descripción de los síntomas carac-
entidad nosológica. Se- terísticos de los pacientes narcisistas. Asimismo, coincide en la descripción
racterísticas de la trans- de los tipos de transferencia desarrollados en la situación analítica (especular
. la específica perturba- e idealizadora), aunque los hace derivar exclusivamente de la reactivación
dad a Kohut, diversos del sel/ grandioso infantil (Kernberg, 1975, 1984). Por otra parte, considera
:icas de este nuevo tras- que la característica estructural básica de los pacientes narcisistas consiste en
que el narcisismo pato- la existencia de un sefl patológicamente integrado (sel/ grandioso, resultante
nvestidura de la repre- de la condensación patológica del sel/ real, sel/ ideal y objeto ideal). El sel/
' 1933; A. Reich, 1960; grandioso es, para Kernberg (1975, 1984), una organización estructural defen-
wff, 1966; Joffe y Sand- siva frente a vínculos objetales primitivos y patológicos, en los que participan
87), por su parte, lo en- la rabia y la envidia .orales, la angustia y la culpa derivadas de ellas, y, al mis-
: a primitivos conflictos mo tiempo, el desesperado anhelo de una relación de amor que no sea des-
truida por el odio. En otros términos, el sel/ grandioso protege al paciente de
una representación de sí mismo como «lobo hambriento dispuesto a matar
,;zrcisismo para sobrevivir» y de una representación del mundo como «despojado de
alimento y amor» y, evidentemente, de los sentimientos que vinculan estas
ntan una serie de sínto- dos representaciones (Kernberg, 197 5). -
rversas y pérdida de in-
en el trabajo, incapaci- c. Controvr:rsia Kohut-Kernberg
:ativas y comisión de
ad (pérdida del humor, Para Kohut no existen diferencias entre el narcisismo normal de la infancia y
,roporción, tendencia a el narcisismo patológico de los pacientes narcisistas: el sel/ grandioso que se
t) y en la esfera psicoló- reactiva durante el tratamiento de estos pacientes es expresión del narcisis-
;imismo, Kohut (1971, mo infantil normal. El trastorno narcisista sería, desde esta perspectiva, un
stos pacientes desarro- trastorno del desarrollo del narcisismo infantil normal. Se trataría de una fija-
lar e idealizadora), de- ción a una fase normal del desarrollo infantil que no fue superada adecuada-
grandioso y del objeto mente por patología de los objetos externos y, por tanto, correspondería a
ue la característica es- una patología por déficit estructural. Kernberg, por su parte, considera que
rganización deficitaria existen diferencias notables entre el narcisismo infantil normal y el narcisis-
larizante y de la imago mo patológico de los pacientes narcisistas. El sel/ grandioso que se reactiva
t (1979, 1984), los dos en el tratamiento sería una estructura infantil, pero no una estructura infantil
parte del paciente, de normal, sino una estructura infantil patológica. Desde esta perspectiva, el
íquica. En otros térmi- trastorno narcisista sería el resultado de una organización estructural patoló-
da el paciente intenta gica determinada por primitivos conflictos objetales en los que participa bá-
sicamente la agresión pregenital.
Para Kohut (1971, 1979), la transferencia desarrollada en el tratamiento
expresa las necesidades emocionales que no fueron atendidas durante la in-
revisados en el capítulo 7 fancia del paciente por los progenitores y forma parte de un movimiento de
maduración progresiva. Kernberg (1975, 1982a y 1982b), aunque acepta la
Psicoterapia psicoanalítica de k
388 Joaquín Ingelmo Fernández, María Isabel Ramos Fuentes y Felisa Muñoz Rodríguez
endencia a la explotación
:le tener derecho a, la ten- I.3.2. Encuadre básico del tratamiento
s, la incapacidad para <le-
er compromisos. El sínto- En los trastornos puros cabe un encuadre tradicional con diván y asociación
ó es la incapacidad para libre (Kohut, 1971; Kernberg, 1984). Por el contrario, en los narcisistas con
mte sentimientos de rabia funcionamiento límite son preferibles las sesiones cara a cara y alentarlos a
ando alguien necesita de una comunicación franca (Kernberg, 1984).
formas severas y modera-
tisociales, la agresión ego-
:ión paranoide generaliza- I.3.3. Técnicas específicas en el tratamiento de pacientes narcisistas
las formas severas. En las
mes del humor, la regula- a. Neutralidad técnica del terapeuta
·ergüenza y la pérdida de .
La neutralidad debe mantenerse en los trastornos narcisistas puros. Por el
: considera característicos contrario, los pacientes narcisistas límites precisan una estructuración de las
¡
.e vacío, incapacidad para sesiones y del ambiente, lo que supone el abandono de la neutralidad y el es-
partidos con otros. Este tablecimiento de parámetros técnicos.
de estar en la cumbre y
or el sentimiento de ca- b. Análisis de la transferencia
lasifica a estos pacientes
b. l. Características de la transferencia según Kohut:
funcionamiento límite y
especular e idealizadora
Kohut (1971, 1972, 1977, 1979 y 1984), sobre la base común de una dificul-
tad para reconocer la existencia del analista como objeto autónomo e inde-
pendiente, describió dos tipos básicos de transferencia en los pacientes narci-
sistas: especular e idelizadora.
Según Kohut,
o (Kohut y Wolf, 1978;
la transferencia especular consiste en la reinstalación terapéutica de aquella fase nor-
sicoterapia psicoanalíti-
mal del desarrollo del sel/ grandioso en la cual el destello del ojo materno -que re-
cia presenta en este tipo
fleja a modo de espejo el despliegue exhibicionista del niño-, así como otras formas
co (Kohut, 1971 y 1979; de participación materna en el goce narcisista-exhibicionista de aquél, y las respues-
on funcionamiento lími- tas empáticas de la madre confirman la autoestima del niño, y, mediante una selec-
iento de elección es una ción gradual y creciente de tales respuestas, comienza a examinarlo en direcciones
jes interpretativos y me- realistas [1971, p. 114].
iente (Kernberg, 197 5 y
ia de expresión y la de Por tanto, la transferencia especular aparece como un tipo de vínculo en
el que el paciente se sitúa siendo un sel/ grandioso infantil y necesitando que
el terapeuta acepte y confirme esa grandiosidad. La transferencia especular
chronic hunger for something, es, en cierta manera, un despligue exhibicionista ante un espectador privile-
giado al que se le pide que participe como testigo y como sostén del mismo.
392 Joaquín.Ingelmo Fernández, María Isabel Ramos Fuentes y Felisa Muñoz Rodríguez Psicoterapia psicoanalítica G
Kohut (1971), atendiendo al grado de regresión, distingue tres formas de paciente idealiza a,
transferencia especular: fusión a través de la extensión del sel/ grandioso, en la transferencia
transferencia alter-ego o gemelar y transferencia especular en sentido estricto. to independiente :
En la fusión a través de la extensión del sel/ grandioso, el grado de indi- como alguien infer
ferenciación entre la representación del paciente y la representación del ana- En ocasiones,
lista es máximo; debido a ello, «el analista es vivido como una extensión del reactivación del st
sel/ grandioso y sólo hay referencias a él en la medida en que se ha converti- por Kohut moviliz
do en el portador de la grandiosidad y del exhibicionismo del sel/ grandioso la activación del s
del analizado» (Kohut, 1971, p. 113). Según Kohut, en este tipo de vínculo el nes de la transfere
analista es sentido como una parte del propio sel/ del paciente. En la transfe- sías de grandeza y
rencia alter-ego o gemelar «el objeto narcisísticamente caracterizado es vivido ción de una imag
como si fuera el sel/ grandioso o muy semejante a él» (Kohut, 1971, p. 114). medio de hostilida
En este tipo de transferencia, al existir un menor grado de indiferenciación p. 132). En estos <
entre las representaciones del paciente y del analista, se puede reconocer la grandioso infantil <
existencia independiente de éste, aunque en· algunos aspectos es sentido vación de formas
como similar al propio paciente. En la transferencia especular en sentido es- mentos agresivos (
tricto «el analista es vivido más claramente como una persona distinta. Sin ciente se muestra
embargo, sólo es importante para el paciente, y sólo aceptado por él, dentro se entusiasme con
del marco de las necesidades generadas por el sel/ grandioso terapéuticamen- ciente se muestra
te activado» (Kohut, 1971, p. 114). descalificando al t<
De acuerdo con Kohut, el analista, por una parte, debe aceptar las nece- ción reactiva del st
sidades exhibicionistas del paciente y, por otra, a través de respuestas selecti- do de las fantasías
vas debe canalizar ese exhibicionismo hacia direcciones más realistas. El ana- la reactivación; es
lista, por tanto, debe permitir el despliegue espontáneo de las necesidades cimientos de la sit
exhibicionistas, sin interrumpir con interpretaciones prematuras o con actitu- paciente se protege
des descalificatorias; de esta manera, podrá determinar la necesidad emocio-
nal que se expresa en la transferencia y los acontecimientos que impidieron b.2. Abordaje esr
el desarrollo normal. Asimismo, a través de la interpretación canalizará el ex- aproximació1
hibicionismo hacia direcciones más realistas.
La transferencia idealizadora surge de la activación terapéutica de aque- La empatía, entenc
lla fase normal del desarrollo en la que la experiencia de perfección es atri- el sentimiento en 11
buida a «un objeto del sel/ rudimentario: la imago parental idealizada. Puesto mósfera analítica rr
que ahora toda felicidad y todo poder residen en el objeto idealizado, el Según Kohut (198,
niño se siente vacío e impotente cuando se separa de él, por lo cual procura por una parte, der
que su unión con éste no sufra ninguna interrupción» (Kohut, 1971, p. 47). sostenida por el m:
La transferencia idealizadora es, por tanto, un vínculo en el que el paciente con Kohut, la intuí
necesita que el terapeuta comparta sus valores, sus objetivos y sus normas res no narcisistas ,
para poder idealizarlos y dotarlos de significado. Si el terapeuta no expresa idealización de sus
una comprensión empática de estas necesidades, el paciente considera que analista adquiera «
sus valores, objetivos y normas son vulgares y carecen de importancia y se el paciente tiene d
siente deprimido y vacío. Kohut (1971) describe dos tipos distintos de ideali- él» (Kohut, 1984, I
zación del analista. La idealización de la transferencia especular, en la que el péutica en la que ,
rmos Fuentes y Felisa Muñoz Rodríguez Psicoterapia psicoanalítica de los trastornos narcisistas y límites 393
distingue tres formas de paciente idealiza al analista al englobarlo en su self grandioso. La idealización
ensión del self grandioso, en la transferencia idealizadora, en la que el analista es idealizado como obje-
>ecular en sentido estricto. to independiente y el paciente no se concibe como un self grandioso, sino
:andioso, el grado de indi- como alguien inferior.
la representación del ana- En ocasiones, la frustración de la transferencia idealizadora determina la
como una extensión del reactivación del self grandioso. Sin embargo, esta reactivación, denominada
da en que se ha convertí- por Kohut movilización reactiva del self grandioso, debe ser diferenciada de
.onismo del self grandioso la activación del self grandioso en la transferencia especular. Las frustracio-
en este tipo de vínculo el nes de la transferencia idealizadora, no reactivan un self grandioso con fanta-
el paciente. En la transfe- sías de grandeza y entusiasmo exhibicionista, sino la «rápida hipercatectiza-
te caracterizado es vivido ción de una imagen del self grandioso arcaico, rígidamente defendida por
él» (Kohut, 1971, p. 114). medio de hostilidad, frialdad, arrogancia, sarcasmo y silencio» (Kohut, 1971,
rado de indiferenciación p. 132). En estos casos, por tanto, no se trata de la reactivación de un self
a, se puede reconocer la grandioso infantil con predominio de elementos libidinales, sino de la reacti-
nos aspectos es sentido vación de formas de grandiosidad caracterizadas por el predominio de ele-
especular en sentido es- mentos agresivos (Kohut, 1971, p. 97). En la transferencia especular, el pa-
na persona distinta. Sin ciente se muestra entusiasmado consigo mismo y pretende que el terapeuta
aceptado por él, dentro se entusiasme con él. En la movilización defensiva del self grandioso el pa-
andioso terapéuticamen- ciente se muestra distante, soberbio, arrogante, refugiado en su grai;ideza,
. descalificando al terapeuta y no queriendo saber nada de él. En la moviliza-
e, debe aceptar las nece- ción reactiva del self grandioso la interpretación no debe referirse al conteni-
vés de respuestas selecti- do de las fantasías del self sino a la secuencia de hechos que dieron lugar a
nes más realistas. El ana- la reactivación; es decir, la interpretación debe estar centrada en los aconte-
áneo de las necesidades cimientos de la situación transferencia! que la precedieron y de los que el
prematuras o con actitu- paciente se protege mediante esa reactivación.
ar la necesidad emocio-
imientos que impidieron b.2. Abordaje específico de la transferencia narcisista:
etación canalizará el ex- aproximación empático-introspectiva de Kohut
ión terapéutica de aque- La empatía, entendida como la capacidad de penetrar con el pensamiento y
ia de perfección es atri- el sentimiento en la vida interior de otra persona (Kohut, 1984), crea una at-
ental idealizada. Puesto mósfera analítica más flexible que la lograda por otros enfoques terapéuticos.
el objeto idealizado, el Según Kohut (1984), la empatía se asienta sobre dos pilares fundamentales:
él, por lo cual procura por una parte, depende de la intuición del terapeuta y, por otra parte, está
» (Kohut, 1971, p. 47). sostenida por el marco teórico particular de la psicología del self. De acuerdo
o en el que el paciente con Kohut, la intuición del terapeuta debe ser similar a la que los progenito-
objetivos y sus normas res no narcisistas experimentan ante las necesidades de especularización e
el terapeuta no expresa idealización de sus hijos. La psicología del self por otra parte, permite que el
paciente considera que analista adquiera «la capacidad de empatizar con la experiencia interior que
en de importancia y se el paciente tiene de sí como parte del analista o del analista como parte de
ipos distintos de ideali- él» (Kohut, 1984, p. 252). La empatía determina, por tanto, una actitud tera-
especular, en la que el péutica en la que el analista acepta y confirma las necesidades emocionales
394 Joaquín Ingelmo Fernández, María Isabel Ramos Fuentes y Felisa Muñoz Rodríguez Psicoterapia psicoanalítica
del paciente. Por tanto, la empatía supone entender las necesidades de espe- belarse mediante
cularización e idealización del paciente como parte de un nuevo desarrollo tra esta tendencif
emocional. narcisista del tera
cesidades . infanti1
b.3. Abordaje específico de las operaciones defensivas típicas: transferencial. Pa1
la aproximación interpretativa de Kernberg la empatía. El ten
para ganar contaa
Según Kernberg (1975, 1984), el aspecto más importante del tratamiento de verse un objeto e
los pacientes narcisistas es el análisis sistemático del sel/ grandioso patológico ciente son experi
en la transferencia. La activación del sel/ grandioso patológico determina, por por tanto, hacers{
una parte, la idealización del terapeuta (mediante la proyección en éste del tratransferencias <
sel/ grandioso del paciente) y, por otra, la negación de la presencia del tera- mación empática
peuta como objeto autónomo (mediante la identificacion del paciente con su Kernberg (19'.
propio sel/ grandioso). Desde la perspectiva de Kernberg, la reactivación del sistas del terapeu
sel/ grandioso patológico en la transferencia tiene por finalidad evitar el sur- renciales derivan
gimiento de conflictos objetales patológicos en torno a la agresividad oral. pacientes. Desde •
La misión del terapeuta consiste en ayudar al paciente a comprender la na- ción del analista '
turaleza defensiva de este tipo de manifestaciones transferenciales. En este nomo e independ
sentido, Kernberg señala la necesidad de interpretar sistemáticamente las sino de defensas f
tendencias del paciente a idealizar y a negar la presencia del terapeuta. Los nifestaciones deb
esfuerzos del terapeuta suelen ir seguidos de la aparición de rabia y devalua- fensas y de tende
ción de sus intervenciones. La toler¡mcia por parte del terapeuta de los pe- dera que la rabi
ríodos de rabia y devaluación y la interpretación de los motivos de tales re- carácter defensivc
acciones permiten, gradualmente, que el paciente se vaya dando cuenta del ferenciales (agresi
carácter defensivo de la imagen grandiosa de sí mismo. Una vez elaboradas peuta no puede te
las funciones defensivas del sel/ grandioso patológico en la transferencia, el
paciente narcisista no límite puede explorar sus conflictos intrapsíquicos es- d Interpretación
pecíficos de forma similar a la de un paciente analítico ordinario. Por el con-
trario, si se trata de un paciente narcisista con funcionamiento límite se re- Kernberg (1984) r
quiere un abordaje técnico muy similar al de los pacientes con organización coterapia de apoy
límite de la personalidad. tan los fallos del ¡
nal correctora. Si
c. Características de la contratransferencia acepta las necesid
un nuevo desarrc
Según Kohut (1971) y Kernberg (1975), los principales problemas contra- interpreta sistemá
transferenciales en el tratamiento de los pacientes narcisistas derivan de las por ejemplo, en h
reacciones emocionales ante la transferencia especular e idealizadora. En en las que el tera¡
otros términos, los problemas derivan de la idealización del analista y de la patía para las nee<
negación del mismo como objeto autónomo e independiente. Según Kohut de una situación
(1971), estos problemas están determinados básicamente por los propios con- mento básico para
flictos narcisistas del analista. En este sentido, señala que el analista siente la Kohut (1984)
relación transferencial (especular e idealizadora) como tiránica y tiende a re- maduración, otor
nos Fuentes y Felisa Muñoz Rodríguez · Psicoterapia psicoanalítica de los trastornos narcisistas y límites 395
r las necesidades de espe- helarse mediante la interpretación prematura de la misma. Kohut alerta con-
e de un nuevo desarrollo tra esta tendencia, porque en ese caso está actuando la contratransferencia
narcisista del terapeuta y no una verdadera comprensión empática de las ne-
cesidades infantiles que el paciente está expresando a través del vínculo
ivas típicas: transferencia!. Para Kohut, por tanto, la contratransferencia está vinculada a
la empatía. El terapeuta debe permitirse cierto grado de regresión controlada
para ganar contacto empático con el paciente. Es decir, el paciente debe vol-
,rtante del tratamiento de verse un objeto del sel/ para el terapeuta; de esta manera, aspectos del pa-
l sel/ grandioso patológico ciente son experimentados como una parte del sel/ del terapeuta y pueden,
patológico determina, por por tanto, hacerse accesibles al examen introspectivo. A través de estas con-
la proyección en éste del tratransferencias de objetos del sel/, el terapeuta puede acceder a una infor-
de la presencia del tera- mación empática sobre el paciente.
ación del paciente con su Kernberg (197 5, 1984), sin negar la importancia de los problemas narci-
nberg, la reactivación del sistas del terapeuta,_ considera que los principales problemas contratransfe-
,or finalidad evitar el sur- renciales derivan de las características específicas de la transferencia de estos
:no a la agresividad oral. pacientes. Desde la perspectiva de Kernberg, al no considerar que la idealiza-
ente a comprender la na- ción del analista y la negación de la presencia del mismo como objeto autó-
transferenciales. En este nomo e independiente sean necesidades emocionales infantiles insatisfechas,
~tar sistemáticamente las sino de defensas frente a primitivos conflictos objetales patológicos, estas ma-
sencia del terapeuta. Los nifestaciones deben ser sistemáticamente interpretadas en el sentido de de-
rición de rabia y devalua- fensas y de tendencia al control omnipotente del terapeuta. Asimismo, consi-
del terapeuta de los pe- dera que l¡i rabia y la devaluación que surgen tras la interpretación del
e los motivos de tales re- carácter defensivo del sel/ grandioso pueden generar problemas contratrans-
e vaya dando cuenta del ferenciales (agresividad hacia el paciente y devaluación del mismo), si el tera-
smo. Una vez elaboradas peuta no puede tolerar estas manifestaciones.
co en la transferencia, el
1flictos intrapsíquicos es- d. Interpretación y otras técnicas específicas
fco ordinario. Por el con-
ionamiento límite se re- Kernberg (1984) ha sugerido que la técnica kohutiana es básicamente una psi-
cientes con organización coterapia de apoyo: al construir un contexto terapéutico en el que no se repi-
tan los fallos del pasado, está sentando las bases para una experiencia emocio-
nal correctora. Sin embargo, Kohut hace terapia analítica, porque, aunque
acepta las necesidades de especularización y de idealización como expresión de
un nuevo desarrollo emocional del paciente durante el tratamiento analítico,
pales problemas contra- interpreta sistemáticamente esas necesidades. La técnica kohutiana no se basa,
farcisistas derivan de las por ejemplo, en la simple especularización del paciente, sino en intervenciones
ular e idealizadora. En en las que el terapeuta, con un tono emocional de enorme comprensión y em-
ción del analista y de la patía para las necesidades del paciente, analiza la transferencia como repetición
pendiente. Según Kohut de una situación infantil no atendida y utiliza la interpretación como instru-
~nte por los propios con- mento básico para comunicar su comprensión de la situación.
que el analista siente la Kohut (1984), al considerar el análisis como una nueva oportunidad de
o tiránica y tiende a re- maduración, otorga escaso valor terapéutico al conocimiento por parte del
396 Joaquín Ingelmo Fernández, María Isabel Ramos Fuentes y Felisa Muñoz Rodríguez Psicoterapia psicoanalítica de 1
paciente de su realidad psíquica. En este contexto, ¿qué función.. tiene, en- medias entre la neu
tonces, la interpretación? El paciente, al recibir la interpretación, se siente tuvieron que esas
comprendido y experimenta una relación con un objeto del sel/ que es capaz, quiátrico específico
a diferencia de lo que sucedió en la infancia, de proporcionar comprensión, Knight, 1954; Frosc
cuidado y la frustración óptima, cuyo resultado será la internalización trans- Gunderson, 1977; S
mutadora. Por tanto, el terapeuta kohutiano se vale de la interpretación, fendieron que esas
construida y formulada empáticamente, para que el nuevo desarrollo se pue- zofrenia (Zilboorg,
da producir. Desde esta perspectiva, lo de menos es el contenido de la inter- trastornos afectivos (
pretación, es decir, la información o la conexión de sentido que aporta; por El DSM-III supus<
el contrario, lo verdaderamente importante para el paciente es la compren- tidad diagnóstica ei
sión empática que el terapeuta transmite a través de sus palabras. De esta En la actualidad, e5
manera, Kohut se coloca al lado de los autores que han contribuido a formu- 10 (trastorno de ine!
lar la noción de función continente del terapeuta (Winnicott, 1958 y 1965; gía básica consiste 1
Bion, 1967; Balint, 1968). La función continente del terapeuta, situada más la propia imagen, la
allá de la información aportada por la interpretación y creadora de las condi- la CIE-1 0 las manife
ciones necesarias para que las funciones psíquicas que no se pudieron desa- cional y la ausencia
rrollar en el pasado se desarrollen ahora, está relacionada con un aspecto de nantes, diferencia d
la transferencia positiva diferente al estrictamente libidinal: la convicción, de la ausencia de c
por parte del paciente, de que puede crecer y desarrollarse en compañía de inestabilidad emocic
otro. Sin embargo, la interpretación kohutiana aporta, al igual que la clásica,
información sobre la realidad psíquica del paciente. Pero, la información es
diferente a la que transmite la interpr,etación en las neurosis clásicas, ya que
el mecanismo de producción de uno y otro trastorno es distinto. En las neu- 11.1.2. Concepto es
rosis clásicas, al existir significados patógenos reprimidos, la interpretación
tiene por finalidad sacar a la luz, para su posterior elaboración, esos significa- Kernberg (1975) pr,
dos que fueron reprimidos en base a la angustia que provocaban. Es decir, la una organización e5
interpretación es usada, básicamente, para levantar represiones. Por el con- (1984), la organizac
trario, en los pacientes narcisistas, al no existir significados reprimidos sino de ciertas caracterís
déficit estructurales, la interpretación tiene por finalidad ayudar al paciente a pacientes límites. L:
que se dé cuenta de aquello que las figuras parentales le hicieron y que él no to, la matriz subyac
pudo llegar a conocer por la angustia que ese reconocimiento le provocaba. nes clínicas específic
Según Kernber~
cas de la organizac
les: grado de integr:
II. PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA DE LOS TRASTORNOS LÍMITES dad, nivel de las o¡:
de conservación de
II.1. Concepto de trastorno límite mo, describió una i
dad yoica inespecífi
11.1.1. Concepto descriptivo: el síndrome límite falta de integración
les característicos e
El término límite fue utilizado por primera vez en 1938 por Stern para refe- ca de objetivos pre
rirse a un grupo de pacientes que presentaban manifestaciones clínicas ínter- dad de la agresión p
amos Fuentes y Felisa Muñoz Rodríguez Psicoterapia psicoanalítica de los trastornos narcisistas y límites 397
to, ¿qué función.. tiene, en- medias entre la neurosis y la psicosis. Stern y otros autores posteriores sos-
la interpretación, se siente tuvieron que esas manifestaciones clínicas constituían un trastorno psi-
)bjeto del sel/ que es capaz, quiátrico específico (Schmiedeberg, 1940; Deutsch, 1942; Bychowski, 1953;
proporcionar comprensión, Knight, 1954; Frosch, 1960 y 1970; Grinker y cols., 1968; Kernberg, 1975;
!rá la internalización trans- Gunderson, 1977; Spitzer y cols., 1979). Por el contrario, otros autores de-
vale de la interpretación, fendieron que esas manifestaciones eran formas de expresión de la esqui-
d nuevo desarrollo se pue- zofrenia (Zilboorg, 1941; Federn, 1947; Hoch y Polantin, 1949) o de los
es el contenido de la ínter- trastornos afectivos (Klein, 1972 y 1975).
de sentido que aporta; por El DSM-III supuso la aceptación definitiva del trastorno límite como en-
el paciente es la compren- tidad diagnóstica específica, definida en base a los síntomas presentados.
s de sus palabras. De esta En la actualidad, está incluido en el DSM-III-R (trastorno límite) y en la CIE-
~ han contribuido a formu- 10 (trastorno de inestabilidad emocional). Según el DSM-III-R, la sintomatolo-
l (Winnicott, 1958 y 1965; gía básica consiste en una pauta generalizada de inestabilidad respecto de
del terapeuta, situada más la propia imagen, l~s relaciones interpersonales y el estado de ánimo. Para
)n y creadora de las condi- la CIE-10 las manifestaciones clínicas esenciales son la inestabilidad emo-
que no se pudieron desa- cional y la ausencia de control de impulsos. Según los síntomas predomi-
ionada con un aspecto de nantes, diferencia dos variantes del trastorno: tipo impulsivo (predominio
e libidinal: la convicción, de la ausencia de control de los impulsos) y tipo límite (predominio de la
arrollarse en compañía de inestabilidad emocional).
rta, al igual que la clásica,
e. Pero, la información es
s neurosis clásicas, ya que
o es distinto. En las neu- n.1.2. Con~epto estructural: la organización límite
rimidos, la interpretación
laboración, esos significa- Kernberg (1975) propuso que el término límite se utilizara para designar
e provocaban. Es decir, la una organización específica y estable de la personalidad. Según Kernberg
represiones. Por el con- (1984), la organización límite de la personalidad explicaría, sobre la base
nificados reprimidos sino de ciertas características estructurales, los rasgos clínicos que presentan los
idad ayudar al paciente a pacientes límites. La organización de . la personalidad constituiría, por tan-
es le hicieron y que él no to, la matriz subyacente a partir de la cual se desarrollan las manifestacio-
cimiento le provocaba. nes clínicas específicas de estos pacientes.
Según Kernberg (1975, 1984), las características estructurales específi-
cas de la organización límite se relacionan con tres aspectos fundamenta-
les: grado de integración del sí mismo o grado de integración de la identi-
RNOS LÍMITES dad, nivel de las operaciones defensivas utilizadas preferentemente y grado
de conservación de la capacidad de comprobación de la realidad. Asimis-
mo, describió una serie de características estructurales inespecíficas: labili-
dad yoica inespecífica, tendencia al funcionamiento en proceso primario y
falta de integración del superyó. Describió también los conflictos pulsiona-
les característicos en esta organización estructural: condensación patológi-
938 por Stern para refe- ca de objetivos pregenitales y genitales como consecuencia de la intensi-
festaciones clínicas ínter- dad de la agresión pregenital.
398 Joaquín Ingelmo Fernández, María Isabel Ramos Fuentes y Felisa Muñoz Rodríguez Psicoterapia psicoanalítica de 1
trevistador interacci«
11.2. Diagnóstico del trastorno límite trevistador experime
ción que el paciente
11.2.1. Criterios diagnósticos descriptivos Según Kernberg
de la organización lí1
Los criterios diagnósticos descriptivos más estrictos son los de Gunderson y cisión consiste en la
cols. (1981) y los del DSM-III-R. Ambos sistemas diagnósticos permiten diferen- los objetos en totaln
ciar de una manera fiable el trastorno límite de la esquizofrenia y de los tras- tanto, de inversiones
tornos afectivos; sin embargo, para diferenciar el trastorno límite del resto de tualizaciones sobre
los trastornos de la personalidad tienen una fiabilidad menor (Skodol y Old- ción primitiva, por s
ham, 1991). considerar los objete
Gunderson y cols. elaboraron una entrevista semiestructurada para diag- La omnipotencia y 1
nosticar el trastorno límite (Diagnostic Interview for Bordeline), en la que explo- nan la activación de
ran cinco áreas del funcionamiento del sujeto:. adaptación social, impulsivi- mo y de representac
dad/ patrones de conducta, afectividad, psicosis y relaciones interpersonales. gún Kernberg (19E
Spitzer y cols. (1990) elaboraron una entrevista estructurada para diagnosti- emocionalmente con
car el trastorno límite en función de los criterios del DSM-III-R: Entrevista clíni- representaciones y e
ca estructurada para los trastornos de la personalidad del DSM-III-R (SCID-II). Para mismos y sobre los
realizar el diagnóstico se requiere la presencia de cinco de las siguientes vancia emocional. L:
características: relaciones interpersonales inestables, impulsividad, inestabili- interés o de angustia
dad afectiva, ira inapropiada, conductas automutilantes, trastorno de la iden- ligro; los pacientes li
tidad acusado y persistente, sentimiento crónico de vacío o aburrimiento y ción de peligro, per
esfuerzos titánicos para evitar el abandono. Según Kernberg (191
rística de la organiza
to aspectos indeseab
11.2.2. Criterios diagnósticos estructurales con lo proyectado e
nuación de los esfu
a. Criterios estructurales específicos mismo, y 4. inducir
proyectado en él en
Según Kernberg (1984), el diagnóstico de la organización límite se realiza en tes, la identificación
base a tres criterios: difusión de la identidad (los aspectos contradictorios del da a mantener la esC!
sí mismo y de los objetos están mal integrados y mantenidos aparte), defen- talmente malos. La
sas primitivas que protegen al paciente de los conflictos intrapsíquicos y alte- sujeto y los objetos e
raciones de la capacidad para comprobar la realidad en situaciones concretas rece proceder del mt
y específicas. Por otra parte, elaboró un modelo de entrevista para facilitar el Según Kernberg
diagnóstico: la entrevista diagnóstica estructural (Kernberg, 1981 y 1984). capacidad de diferer
La difusión de la identidad se manifiesta clínicamente a través de los trapsíquico y los orÍf
sentimientos crónicos de vacío, de las percepciones contradictorias de sí mis- por la capacidad de
mo y de los demás y de las conductas contradictorias que no pueden ser in- les ordinarias, los set
tegradas de una forma emocionalmente significativa. Para realizar el diagnós- to propios. En los p~
tico de la difusión de la identidad, tiene un gran valor, en el transcurso de la den presentar alter1
entrevista estructural, la incapacidad de estos pacientes para transmitir al en- sustancias psicoactiv,
ws Fuentes y Felisa Muñoz Rodríguez
Psicoterapia psicoanalítica de los trastornos narcisistas y límites 399
ne un abandono de la neutralidad técnica por parte del terapeuta y el esta- cial consiste en la d
blecimiento de parámetros técnicos. El terapeuta deberá tener presente la ta. Según Kernberg
necesidad de indagar el impacto que estas medidas tienen sobre la transfe- transferencia! de re]
rencia del paciente. es necesario interpr
pesar de los esfuern
En estos casos, hab
Il.3.2. Encuadre básico del tratamiento apoyo y dejar, por e
peuta, anular los esfuerzos de éste, etc. En otras ocasiones, el problema ini- independiente, los
amos Fuentes y Fe/isa Muñoz Rodríguez Psicoterapia psicoanalítica de los trastornos narcisistas y límites 403
rte del terapeuta y el esta- cial consiste en la desvalorización de la ayuda que puedan recibir del terapeu-
1 deberá tener presente la ta. Según Kernberg (1975), esta desvalorización suele ser debida a la activación
as tienen sobre la transfe- transferencia! de representaciones totalmente malas de los objetos, por lo que
es necesario interpretarla sistemáticamente. Sin embargo, puede ocurrir que a
pesar de los esfuerzos interpretativos del terapeuta la desvalorización persista.
En estos casos, habría que plantearse la necesidad de pasar a un abordaje de
apoyo y dejar, por el momento, la psicoterapia psicoanalítica específica.
identidad difusa del paciente. En cierto modo, es como si cada estado yoico te que sólo suele a
diera lugar a una reacción transferencia! altamente desarrollada, en el seno tratamiento, sin rep
de la cual se activa una relación objetal específica: representación del sí mis- denomina a esta sit1
mo, representación del objeto y afectos que vinculan ambas representacio-
nes. En los pacientes límites, no se ha producido la integración entre las re- b.2. Abordaje espi
presentaciones del sí mismo y de los objetos determinados libidinalmente y
las representaciones del sí mismo y de los objetos determinados agresiva- La interpretación d
mente. Esta integración no ha podido llevarse a cabo a causa de la ansiedad damental en el trat:
y la culpa que produce, debido a la intensidad de las representaciones agresi- realizado planteami
vas, determinadas, a su vez, por la intensidad de la agresión pregenital. Por ferencia en este tipc
tanto, existe una separación activa, mediante la escisión, de estas representa- La transferenci:
ciones contradictorias del sí mismo y de los objetos, así como de los afectos te, aunque sólo en
vinculados a ellas. Al ser la escisión la operación defensiva básica, las mani- generales, la transfi
festaciones transferenciales de los pacientes límjtes son al principio suma- completa posible.
mente caóticas. Sin embargo, de forma gradual, empiezan a aparecer patro- para reforzar inclín
nes transferenciales repetitivos que reflejan primitivas representaciones trabajar los conflict
agresivas del sí mismo y de los objetos. de las representacic
Una vez iniciado el tratamiento, el paciente comienza a defenderse, me- no deben realizarse
diante los mecanismos característicos de su organización de la personalidad, gativa. Estos pacier
. de las transferencias negativas. La utilización masiva de estas defensas produ- n~s del sí mismo y 1
ce una debilitación aún mayor del yo, factor determinante de la regresión ladones pasadas y
que viene a complicar los desarrollos transferenciales iniciales. La identifica- realidad y no distit
ción proyectiva es con toda probabilidad la defensa más utilizada por los pa- construcciones geni
cientes límites. En la transferencia, la identificación proyectiva se manifiesta rar a etapas muy f
mediante una intensa desconfianza y temor frente al terapeuta. El paciente, madura no debe ir
por una parte, considera que el terapeuta lo ataca y, por otra, como siente alianza terapéutica.
empatía con la agresión proyectada sobre el terapeuta, intenta controlarlo de da en la idealizaciót
forma agresiva. Lo proyectado en el terapeuta no es agresión pura, sino una La psicosis de i
representación del sí mismo u objetal ligadas a la agresión. Es característico querir la utilizaciór
de los pacientes límites una oscilación rápida entre momentos en los que genera siempre un
proyecta una representación de sí mismo y él permanece identificado con la sádico, dando lugaJ
representación objetal correspondiente y momentos en los que proyecta en representaciones de
el terapeuta una representación objetal y él permanece identificado con la tar sistemáticamen
representación de sí correspondiente. Esta rápida oscilación entre proyeccio- de los parámetros.
nes del sí mismo y de los objetos, produce en el paciente una confusión en La estrategia a
torno a lo que está dentro y a lo que está fuera de él en sus interacciones momentos. En un
con el terapeuta. Debido a ello, aunque mantiene en todo momento su senti- fragmentos contrad
do de ser un sujeto diferente al terapeuta, el paciente experimenta una pér- do por el paciente,
dida de la capacidad de comprobación de la realidad en la transferencia: no tal parcial activada
puede distinguir entre fantasía y realidad, entre pasado y presente y entre el terapéutica actual y
terapeuta como objeto de transferencia y objeto real. La pérdida de la prue- to de las comunica<
ba de realidad en la transferencia, determina la aparición de material deliran- ta, mediante sus esf
ros Fuentes y Fe/isa Muñoz Rodríguez Psicoterapia psicoanalítica de los trastornos narcisistas y límites 405
:>mo si cada estado yoico te que sólo suele afectar el funcionamiento del paciente en el contexto del
desarrollada, en el seno tratamiento, sin repercusiones importantes en la vida diaria. Kernberg (1984)
·epresentación del sí mis- denomina a esta situación psicosis de transferencia.
an ambas representacio-
integración entre las re- b.2. Abordaje específico de la transferencia
inados libidinalmente y
determinados agresiva- La interpretación de las manifestaciones transferenciales juega un papel fun-
ª causa de la ansiedad damental en el tratamiento de los pacientes límites. Kernberg (1984, 1989) ha
representaciones agresi- realizado planteamie~tos generales sobre el manejo interpretativo de la trans-
agresión pregenital. Por ferencia en este tipo de pacientes.
"ón, de estas representa- La transferencia negativa primitiva debe ser interpretada sistemáticamen-
así como de los afectos te, aunque sólo en el aquí y .ahora de la interacción terapéutica. En términos
ensiva básica, las mani- generales, la transferencia negativa debe ser interpretada de la forma más
son al principio suma- completa posible . .La elaboración de la transferencia negativa es el medio
1ezan a aparecer patro- para reforzar indirectamente la alianza terapéutica y, por tanto, para poder
itivas representaciones trabajar los conflictos en torno a la agresión y la intolerancia a la integración
de las representaciones contradictorias. Sin embargo, en los pacientes límites
enza a defenderse, me- no deben realizarse reconstrucciones genéticas plenas de la transferencia ne-
ión de la personalidad, gativa. Estos pacientes, debido a la falta de integración de las representacio-
e estas defensas produ- nes del sí mismo y de los objetos, no diferencian adecuadamente entre las re-
inante de la regresión laciones pasadas y presentes. Debido a ello, confunden transferencia y
iniciales. La identifica- realidad y .no distinguen al terapeuta del objeto de la transferencia. Las re-
ás utilizada por los pa- construcciones genéticas, por tanto, pueden generar confusión y deben espe-
royectiva se manifiesta rar a etapas muy avanzadas del tratamiento. La transferencia positiva más
terapeuta. El paciente, madura no debe interpretarse, ya que posibilita el desarrollo gradual de la
por otra, como siente alianza terapéutica. Sin embargo, la transferencia positiva más primitiva, basa-
intenta controlarlo de da en la idealización primitiva, debe ser sistemáticamente interpretada.
resión pura, sino una La psicosis de transferencia y los acting out en la transferencia suelen re-
sión. Es característico querir la utilización de parámetros técnicos. La instauración de parámetros
omentos en los que genera siempre un peligro: el terapeuta puede ser vivido como prohibidor y
ce identificado con la sádico, dando lugar a un círculo vicioso de proyección y reintroyección de
los que proyecta en representaciones del sí mismo y objetales sádicas. El terapeuta debe interpre-
e identificado con la tar sistemáticamente la situación transferencia! generada por la introducción
ción entre proyeccio- de los parámetros.
nte una confusión en La estrategia a seguir para interpretar la transferencia comprende tres
en sus interacciones momentos. En un primer momento, tomando como punto de partida los
clo momento su sentí- fragmentos contradictorios y confusos del material verbal y no verbal aporta-
experimenta una pér- do por el paciente, el terapeuta debe, por una parte, precisar la relación obje-
m la transferencia: no ta! parcial activada que tiene mayor pertinencia emocional en la interacción
y presente y entre el terapéutica actual y, por otra, intentar comprender esa relación en el contex-
a pérdida de la prue- to de las comunicaciones totales del paciente. En otros términos, el terapeu-
de material deliran- ta, mediante sus esfuerzos interpretativos, transforma la falta de sentido de la
406 Joaquín Ingelmo Fernández, María Isabel Ramos Fuentes y Felisa Muñoz Rodríguez Psicoterapia psicoanalítica de ~
aportaciones han realizado en este ámbito: Kohut y Kernberg. Sin embargo, Grove, W. M. y Tefü
antes de poder responder de forma adecuada a la pregunta de qué técnicas sonality Disorder:
psicoterapéuticas producen los mejores resultados, son necesarias muchas in-
vestigaciones centradas en la validación de la categoría diagnóstica trastorno Tyrer, P.; .Casey, P. y
narcisista de la personalidad. tive», British ]aun
En el tratamiento psicoterapéutico de los trastornos límites, a pesar de
que existen diferentes enfoques (psicoanálisis clásico, psicoterapia psicoanalí- Kernberg, O. F.; Seb
tica, psicoterapia de apoyo de orientación psico~nalítica) y de que no existen A H. (1989), Ps~
datos empíricos para evaluar la eficacia terapéutica de los mismos, cada vez York, Basic Book
parece más claro que es necesario, para obtener resultados positivos, combi- Este texto es con
nar abordajes interpretativos, medidas ambientales estructurales e incluso abordaje propuesto p01
psicofármacos. Debido a ello, se ha optado por exponer el enfoque propues- tes límites. En la prime
to por Kernberg, ya que, de alguna manera, permite la realización de un tra- de este tipo de pacien
miento del contrato ter
tamiento combinado.
parte del libro, abordar
Por último, en la terce
acting out tratamiento
tal, etc. Asimismo, estu
LECTURAS RECOMENDADAS gresión paranoide, psic<
Kohut, H. (1971), Análisis del sel/. El tratamiento psicoanalítico de los trastornos Svrakic, D.M. (1989),
narcisistas de la personalidad, Buenos Aires, Amorrortu. matics», Europeaf.
Texto fundamental del abordaje kohutiano de la personalidad narcisista. Las for- Artículo muy impo
mulaciones metapsicológicas son un tanto ·oscuras y difíciles de entender. Por el con-
narcisista de la persorn
trario, la ejemplificación clínica es de una gran claridad. Por otra parte, Kohut es de como en las aportacio1
los pocos autores psicoanalíticos que discute cuestiones de técnica. En este sentido, para una entrevista sen
existe una coherencia absoluta entre sus propuestas etiológicas y sus propuestas téc-
este trastorno.
nicas. Posiblemente, Kohut sea el único analista que haga derivar el fracaso del trata-
miento, no de cuestiones relacionadas con el paciente, sino de cuestiones relaciona-
das con el analista: si el trastorno narcisista está determinado por fallos de los
objetos del sel/, el fracaso terapéutico está determinado por fallos del analista en tan-
to que objeto del sel/.
El capítulo 3 («Ejemplo clínico de transferencia idealizadora») es de un gran in-
terés, tanto teórico como clínico, ya que plantea un concepto, en mi opinión, funda-
mental: la insuficiente idealización del superyó.
y Kernberg. Sin embargo, Grave, W. M. y Tellengen, A. (1991), «Problems in the Classification of Per-
pregunta de qué técnicas sonality Disorders», Journal o/Personality Disorders, vol. 5, pp. 31-41.
son necesarias muchas in-
5oría diagnóstica trastorno Tyrer, P.; .Casey, P. y Ferguson, B. (1991), «Personality Disorders in Perspec-
tive», British Journal o/ Psychiatry, vol. 159, pp. 463-471.
:tornos límites, a pesar de
:o, psicoterapia psicoanalí- Kernberg, O. F.; Selzer, M. A.; Koenigsberg, H. W.; Carr, A. C., y Appelbaum;
lítica) y de que no existen A. H. (1989), Psycf?odynamic psychotherapy o/ Borderline Patients, Nueva
~ de los mismos, cada vez York, Basic Books.
sultados positivos, combi- Este texto es con toda probabilidad la exposición más clara y sistemática del
~s estructurales e incluso abordaje propuesto por Kernberg para el tratamiento psicoterapéutico de los pacien-
,oner el enfoque propues- tes límites. En la primera parte, plantean los aspectos más generales del tratamiento
e la realización de un tra- · de este tipo de pacientes. EspeCial interés tiene el capítulo dedicado al estableci-
miento del contrato terapéutico y a la estructuración del tratamiento. En la segunda
parte del libro, aborda~ las diferentes etapas del tratamiento de los pacientes límites.
Por último, en la tercera parte abordan problemas específicos: intentos de suicidio,
acting out, tratamiento farmacológico, internación hospitalaria, intervención ambien-
tal, etc. Asimismo, estudian las formas más severas de resistencia al tratamiento (re-
gresión paranoide, psicosis de transferencia, episodios psicóticos breves, etc.).
~oanalítico de los trastornos
·ortu. Svrakic, D.M. (1989), «Narcissistic Personality Disorder: A New Clínica! Syste-
,onalidad narcisista. Las for- matícs», European ]ournalof Psychiatry, vol. 3, pp. 199-213.
iles de entender. Por el con- Artículo muy importante, ya que plantea criterios diagnósticos para el trastorno
Por otra parte, Kohut es de narcisista de la personalidad basados en las aportaciones de Kohut y Kernberg, así
de técnica. En este sentido como en las aportaciones de la psiquiatría descriptiva. Asimismo, sienta las bases
ógicas y sus propuestas téc-' para una entrevista semiestructurada en la que es posible realizar el diagnóstico de
. derivar el fracaso del trata- este trastorno.
no de cuestiones relaciona-
:rminado por fallos de los
or fallos del analista en tan-
Pese a haber sido un. ámbito inicialmente excluido del dominio del psicoaná-
lisis, la extensión razonable que puede alcanzar este capítulo excluye toda
pretensión de efectuar una revisión sistemática y exhaustiva de las ya nume-
rosas formulaciones psicoanalíticas sobre la psicosis. Por otra parte, la com-
plejidad y variedad psicopatológica del ámbito de las psicosis no puede ser
abordado aquí sin subvertir el propósito que pretendemos: efectuar un r_eco-
rrido por algunas de las contribuciones teóricas y técnicas que concilian su
relevancia con su valor didáctico como introducción. En este recorrido so-
mos especialmente tributarios de las aportaciones de Herbert Rosenfeld
(1965, 1987), autor cuyos trabajos contienen el posicionamiento psicoanalíti-
co sobre la psicosis que en nuestra opinión es uno de los más relevantes, y al
que seguimos preferentemente en este capítulo.
Universidad de Salamanca.
412 Alejandro Ávila Espada Psicoterapia psicoanalítica de /,
Más tarde, en 1905, Freud relata un intento de tratar a una paciente manía- exigencias del ello. I
co-depresiva durante el período asintomático que sigue a la depresión, pero quedará claramente e
hubo de interrumpir el tratamiento al aparecer de nuevo el episodio maníaco. una transferencia, de
Tras ello Freud declarará: «Las psicosis, los estados de confusión y de depre- En la última eta]
sión profunda (diría tóxica) son, pues, inapropiados para el psicoanálisis, al me- posición advirtiendo
nos tal y como hoy lo practicamos. No descarto totalmente que una modifica- del tratamiento psic1
ción apropiada del procedimiento nos permita superar esta contraindicación y ejemplo a las psicosi1
abordar así una psicoterapia de las psicosis» 1. Es ¿sta una primera delimitación
de la inaccesibilidad al análisis de las psicosis para Freud, sin que la «modifi- Determinada relación
cación apropiada» que nombra vea la luz durante la vida de Freud. poderosos en compan
A partir de 1911 (con el análisis que hace de las «Memorias» del presi- que universalmente oo
dente Schreber), y sobre todo en 1914 («Introducción al narcisismo») y reela- analítica a las neurosis
cóticos, es inapropiada
borado en 1916-1917 («Lecciones de introducción al psicoanálisis»), Freud
va a establecer claramente la distinción entre neurosis de transferencia y
Algo más tarde,
neurosis narcisistas, término con el que denominará a los trastornos psicóti-
«Renegación», Freu<
cos. En la neurosis de transferencia (el proceso típico que puede observarse
la «escisión del yo»,
en el tratamiento psicoanalítico de las neurosis), la libido es desplazada sobre
que sea se comprue
objetos reales o imaginarios; en cambio, en la neurosis narcisista (psicosis) la
tiene en cuenta la re
libido objeta! se repliega sobre el yo, de manera que no se pueden establecer
pulsiones, separa al
relaciones de dependencia u otras relaciones significativas. Una consecuencia
(delirante). Esta dist
«teórica» de asumir esta posición es que si estos pacientes no pueden esta-
será crucial para la
blecer una neurosis de transferencia, entonces no son susceptibles de ser tra-
Melanie Klein, Paul
tadas mediante el psicoanálisis, el cual requiere del establecimiento y trabajo
desarrollar teóricam
de la transferencia. Nos apunta Freud: «Las neurosis narcisistas son apenas
psicótica de la perso
abordables con la técnica que nos ha servido en el caso de las neurosis de
Pese a este sigrn
transferencia [.. .]. En las neurosis narcisistas la resistencia es insuperable» 2.
sis» Freud continua
La resistencia es «insuperable» precisamente porque se vuelve inmaneja-
cosis: «Discernimos
ble ante esta supuesta falta de transferencia que Freud asume, lo que lleva a
plan curativo en el e
concluir que: «Los paranoicos, los melancólicos, los aquejados de dementia
Aunque cohere1
praecox permanecen totalmente incólumes e inmunes a la terapia psicoanalíti-
vante a Freud en l
ca» 3, reiterando el argumento precedente sobre la imposibilidad estructural
conceptos que son
que implica la neurosis narcisista de desarrollar transferencia: «los que adole-
él. Además de los y
cen de neurosis narcisistas no tienen ninguna capacidad de transferencia o
ce Freud del predo
sólo unos restos insuficientes de ella» 4•
ción de «palabra»
Con la formulación de la segunda tópica, las psicosis empiezan a ser con-
funcionamiento psi,
ceptualizadas por Freud como una ruptura entre el yo y la realidad, en la
proceso que permit
que el yo quedará bajo el dominio del ello, para en un segundo momento
y evitar la posible e
reconstruir el yo una realidad alternativa (delirante) más acorde con las
senta, confusión qu
1 S. Freud [1905], Obras completas, Buenos Aires, Amorrortu, 1979, t. VII, p. 253.
2 S. Freud [1916], Obras completas, 06. cit., t. XVI, p. 385. 5 06. cit., t. XXII, p.
3 06. cit., p. 399. 6 S. Freud [1940], <
4 06. cit., p. 406. 1 06. cit., p. 17 4.
Alejandro Ávila Espada Psicoterapia psicoanalítica de las psicosis 413
:ar a una paciente manía- exigencias del ello. De esta manera, para Freud -y también para Abraham-
:ue a la depresión, pero quedará claramente establecido que el esquizofrénico es incapaz de establecer
~vo el episodio maníaco. una transferencia, debido a su regresión al nivel autoerótico del desarrollo.
e confusión y de depre- En la última etapa de su obra (1933) Freud continuará defendiendo esta
ra el psicoanálisis, al me- posición advirtiendo que ha de limitarse el entusiasmo sobre los resultados
nente que una modifica- del tratamiento psicoanalítico en algunos casos, volviendo a referirse como
. esta contraindicación y ejemplo a las psicosis:
ma primera delimitación
eud, sin que la «modifi- Determinada relación de dependencia, cierto componente pulsional, son demasiado
a de Freud. poderosos en comparación con las fuerzas contrarias que podemos movilizar. Es lo
«Memorias» del presi- que universalmente ocurre en las psicosis [...] [tras limitar la aplicación de la terapia
al narcisismo») y reela- analítica a las neurosis de transferencia]. Para todo lo demás, estados narcisistas, psi-
1 psicoanálisis»), Freud cóticos, es inapropiada en mayor o menor medida 5•
osis de transferencia y
1 los trastornos psicóti- Algo más tarde, ·en 1938 6, tras haber puesto énfasis en el concepto de
' que puede observarse «Renegación», Freud va a describir un mecanismo específico de las psicosis:
do es desplazada sobre la «escisión del yo», que le permite establecer que en toda psicosis por grave
s narcisista (psicosis) la que sea se comprueba la existencia de dos actitudes psíquicas «[...] una que
o se pueden establecer tiene en cuenta la realidad, la actitud normal; otra, que, por influencia de las
ivas. Una consecuencia pulsiones, separa al yo de la realidad», la que produce una nueva realidad
ientes no pueden esta- (delirante). Esta distinción (entre la parte normal y la parte psicótica del yo)
susceptibles de ser tra- será crucial para la comprensión psicopatológica de las psicosis, pero serán
:ablecimiento y trabajo Melanie Kle1n, Paul Federn, W. Bion y H. Rosenfeld quienes se ocuparán de
narcisistas son apenas desarrollar teóricamente esta escisión entre la parte psicótica y la parte no
aso de las neurosis de psicótica de la personalidad. A estos autores acudiremos en breve.
ncia es insuperable» 2_ Pese a este signo conceptual de apertura, en el «Esquema del psicoanáli-
1e se vuelve inmaneja- sis» Freud continuará expresando sus reservas sobre el tratamiento de la psi-
l asume, lo que lleva a cosis: «Discernimos, pues, que se nos impone la renuncia a ensayar nuestro
1quejados de dementia plan curativo en el caso del psicótico» 7 .
la terapia psicoanalíti- Aunque coherentemente con ello no podemos otorgar un lugar más rele-
posibilidad estructural vante a Freud en la conceptualización de las psicosis, buena parte de los
rencia: «los que adole- conceptos que son necesarios para aproximarnos a ellas fueron descritos por
lad de transferencia o él. Además de los ya enunciados, podemos evocar aquí la distinción que ha-
ce Freud del predominio de la representación de «cosa» sobre la representa-
is empiezan a ser con- ción de «palabra» (predominio del inconsciente sobre la conciencia) en el
o y la realidad, en la funcionamiento psicótico; y también su mención a la «prueba de realidad» (o
m segundo momento proceso que permite distinguir los estímulos procedentes del mundo exterior
más acorde con las y evitar la posible confusión entre lo que el sujeto percibe y lo que se repre-
senta, confusión que es el origen de la alucinación).
79, t. VII, p. 253.
5 Ob. cit., t. XXII, p. 143.
6 S. Freud [1940], «Esquema del psicoanálisis», Obras completas, ob. cit., t. XXIII, p. 201.
7 Ob. cit., p. 174.
Psicoterapia psicoanalítica de
414 Alejandro Ávila Espada
por primera vez el papel del psicoanalista como «madre tierna y complacien-
te», centrándose en actitudes que más tarde van a ser conceptualizadas como
contención (Bion) relegando las interpretaciones a un segundo momento,
mes significativas. Entre cuando ya se observa la continuación del crecimiento del yo. Este proceso se
ilica en 1919 su tesis so- da, según Pierce Clark, de manera que la identificación narcisista que pro-
:os, Y que en 1936 des- porciona el terapeuta se va tiñendo poco a poco con las exigencias de la rea-
a, mediante una actitud lidad.
ncia negativa, que final-
tiva. Quizás por precoz,
apenas tuvo resonancia 1.3. Aportaciones de la psicología del yo y su ámbito de influencia
(1920), se dedicó a ob- al tratamiento de las psicosis
plio perído de tiempo,
naba la mayoría de sus Pero si hemos de identificar al pionero principal, esta elección recaería en
trabajo que la transfe- Paul Federn, quien t_rató pacientes psicóticos desde 1905, aunque sus contri-
buciones teóricas no se conocieron hasta 1943 8. Federn (1943), adscrito por
lo por sus contribucio- sus posicionamientos teóricos a la psicología del yo, defiende claramente que
taníaco-depresiva, pero el esquizofrénico desarrolla tanto transferencia positiva como negativa, sub-
abía sostenido el crite- rayando que sólo puede abordarse el tratamiento en los períodos en que
hasta 1912, momento manifiesta transferencia positiva. En consecuencia, orienta su estrategia hacia
:sada claramente en la la facilitación constante de la transferencia positiva, llegando incluso a consi-
tre otros, le lleva a jus- derar idóneo interrumpir el tratamiento cuando aparece la transferencia ne-
:onstatar su capacidad gativa. Para ,Federn estas transferencias del psicótico son inestables, pero se
de, al observar la apa- dan como un proceso activo, en constante cambio.
uizofrénico (Abraham La concepción teórico-técnica que desarrolla Federn pivota sobre la pro-
>s a través de la ínter~ puesta de que en las psicosis las resistencias «normales» se han derrumbado,
)ndrá trabajar en esta debiendo restablecerse a través del tratamiento, por lo que ha de evitarse a
:imiento de Abraham toda costa la manifestación precoz de conflictos inconscientes, que provoca-
¡ue impulsara una vía ría un incremento de la desorganización psicótica, que sería así un obstáculo
para el tratamiento. Coherentemente con esto, una de las contribuciones des-
los pioneros: uno de tacadas de Federn fue prestar atención a la psicosis latente, y cuáles serían
:e los factores que de- las vías para su contención, reinstalando los mecanismos represivos que ha-
:rsonalidades límites» bían fracasado. Ello le lleva a desarrollar una concepción técnica, en la que
ra explicar la retirada' su enfoque de tratamiento se distancia de la técnica psicoanalítica clásica en
lder considera que la los siguientes puntos: a. abandono de la asociación libre; b. abandono del
es es la narcisista. El análisis de la transferencia positiva; c. abandono de la estrategia de inducir la
ntribuciones destaca- neurosis de transferencia, para evitar provocar la psicosis transferencial (en la
:i para el tratamiento que el analista se convierte en perseguidor), y d abandono del análisis de las
rcisista necesite más resistencias que mantienen la represión.
)ará por abandonar 8 El pensamiento de Federn sobre el tratamiento de las psicosis está contenido en la obra
iento narcisista, con- publicada en 1952: La psicología del yo y las psicosis, en la que se compilan sus principales tra-
,rtancia para llevar a bajos, aparecidos en los años cuarenta en diversas revistas. Esta obra está publicada en caste-
e quienes defienden llano (Buenos Aires, Amorrortu, 1984).
416 Alejandro Ávila Espada Psicoterapia psicoanalítica de J
Como puede apreciarse, todos los ejes y reglas básicas del tratamiento el terapeuta supera
psicoanalítico convencional están excluidos, sustituidos por estrategias de amplio período, par
afianzamiento de las partes no psicóticas, del yo débil, apoyando y refor- tonces entra en una
zando las defensas, principalmente la represión, en una estrategia que deno- ante cualquier ameJ
mina de re-represión. Es, pues, esencial preservar la transferencia positiva, fa- terapeuta como un 1
cilitando así la identificación con la persona del terapeuta, y a la vez excluir periencialmente cor.
la transferencia negativa del trabajo terapéutico, que atenta contra dicha ciones, ya que el e
identificación; para ello toda estrategia interpretativa que desmonte defensas consciente de sus p
y formaciones sintomáticas de corte neurótico es especialmente peligrosa; en a la intervención a 1
definitiva se trata de sortear todos los vectores del proceso terapéutico que pretaciones transfer
conducen a la regresión, utilizando alternativamente una estrategia de apoyo más atención al paJ
para promover la continuación del desarrollo psicológico a través de la con- turante del proceso
tención de la psicosis latente. Para facilitar la evitación de la confrontación ros escritos en que
del terapeuta con la transferencia negativa, Federn propone que no se lleve a contenedora omnip
cabo ningún tratamiento sin la participación de una segunda figura, un ayu- Para cerrar est
dante, preferentemente una mujer, que se haga cargo del paciente en los pe- quien propone urn
ríodos intersesiones y en los períodos de transferencia negativa, haciéndose que introduce con
depositaria de las proyecciones hostiles, y gestionando las situaciones conflic- trata de un modelo
tivas. Rosenfeld (1987) describe el enfoque terapéutico de Federn como un
intento de ayudar al paciente a escindir y negar las partes psicóticas del sí l. la desinte¡;
mismo que han dominado temporalmente la parte más sana del yo. narcisismo;
H. S. Sullivan será otro psicoanal~sta norteamericano que resaltará tam- 2. la regresió1
bién la capacidad de los esquizofrénicos para establecer transferencias, y pro- 3. la ruptura
pondrá estrategias para la resocialización, poniendo más énfasis en los aspec- jetos arcaicos narc
tos interpersonales y comunicacionales. Para Sullivan, el principal proceso ceso, la fragmentac
que se observa en el esquizofrénico es el derrumbamiento del sí mismo, dan- 4. La reorgat
do paso a un precario «sistema de identidad» que ha de ser comprendido arcaico y de los ol
por el terapeuta, a través de ensayos comunicacionales en el plano interper- fiesta.
sonal, sostenidos por un sistema de contención institucional y de grupo. Su-
llivan abre así una perspectiva que ha tenido amplio eco durante casi cuatro Para Kohut, 12
décadas, para el tratamiento de las psicosis en entornos institucionales, y proceso regresivo
ejerciendo notable influencia sobre muchos clínicos. Entre ellos estará Frie- arcaico (primario)
da Fromm-Reichmann 9, quien desarrollará las concepciones de Sullivan, integrado o de h
centrándose en la descripción de los estados de extrema reticencia, sospecha estadio de la fragr
y desconfianza que el paciente esquizofrénico siente hacia el terapeuta que te (alucinaciones :
se le acerca con la intención de penetrar en su mundo privado, y la manera to del sí mismo g
de vencerlos. Esta actitud deriva de las experiencias traumáticas precoces vi- destruidos y sus f
vidas por el sujeto, que han reducido el período de seguridad narcisista, y les lirios, que logran
han sensibilizado ante las ulteriores frustraciones. Para Fromm-Reichmann si
9 Entre sus obras destacan: Psicoterapia intensiva en la esquizofrenia y en los maníaco-depresi- 10 Véase en el ca
vos y Principios de psicoterapia intensiva, ambas publicadas en castellano (Buenos Aires, Hormé, ricas de Kohut, y ta1
1973 y 1968, respectivamente). sión y tratamiento de
Alejandro Ávila Espada Psicoterapia psicoanalítica de las psicosis 417
básicas del tratamiento el terapeuta supera las pruebas a las que le somete el paciente durante un
iidos por estrategias de amplio período, para comprobar si realmente está dispuesto a ayudarle, en-
lébil, apoyando y refor- tonces entra en una etapa de acusada dependencia, extremadamente sensible
ma estrategia que deno- ante cualquier amenaza frustrante. Fromm-Reichmann concibe la tarea del
ransferencia positiva, fa- terapeuta como un intento de comprensión y de que el paciente se sienta ex-
peuta, Y a la vez excluir periencialmente comprendido, sin intentar probárselo a través de interpreta-
ue atenta contra dicha ciones, ya que el esquizofrénico entiende perfectamente el significado in-
que desmonte defensas consciente de sus producciones. Opuesta en la primera etapa de sus escritos
~cialmente peligrosa; en a la intervención a través de interpretaciones (y menos aún de efectuar inter-
,roceso terapéutico que pretaciones transferenciales), en la última etapa revisará su criterio, prestando
ma estrategia de apoyo más atención al papel de la relación paciente-terapeuta como vector estruc-
gico a través de la con- turante del proceso terapéutico y poniendo menos énfasis que en sus prime-
5n de la confrontación ros escritos en que el terapeuta se convierta en una especie de «madre ideal»
>pone que no se Ileve a contenedora omnipotente.
egunda figura, un ayu- Para cerrar este epígrafe centramos nuestra atención en Heinz Kohut,
del paciente en los pe- quien propone una nueva teoría evolutiva y estructural ya descrita 10 en la
a negativa, haciéndose que introduce · conceptos nuevos para explicar el origen de las psicosis. Se
las situaciones conflic- trata de un modelo de fases, que incluye:
o de Federn como un
>artes psicóticas del sí l. la desintegración de las formas más evolucionadas (superiores) del
sana del yo. narc1s1smo;
mo que resaltará tam- 2. la regresión a posiciones narcisistas arcaicas;
r transferencias, y pro- 3. la ruptura de las posiciones narcisistas (incluso la pérdida de los ob-
s énfasis en los aspee- jetos arcaicos narcisistamente catectizados) y, como resultante de dicho pro-
el principal proceso ceso, la fragmentación del sí mismo y de los objetos arcaicos del sí mismo.
1to del sí mismo, dan- 4. La reorganización (resurrección) secundaria (restitutiva) del sí mismo
de ser comprendido arcaico y de los objetos narcisistas arcaicos en una estructura psicótica mani-
en el plano interper- fiesta.
ional y de grupo. Su-
o durante casi cuatro Para Kohut, las «heridas narcisistas» que sufre el sujeto desencadenan un
10s institucionales, y proceso regresivo en los trastornos psicóticos que trasciende el narcisismo
1tre eIIos estará Frie- arcaico (primario) (más allá de las formas primitivas del sí mismo grandioso
pciones de SuIIivan integrado o de la imagen parental idealizada integrada) y que conduce al
t reticencia, sospecha
'
estadio de la fragmentación autoerótica. La sintomatología psicótica resultan-
tcia el terapeuta que te (alucinaciones y delirios) es para Kohut producto de la desintegración tan-
privado, y la manera to del sí mismo grandioso como de la imagen parental idealizada; ambos son
1máticas precoces vi- destruidos y sus fragmentos se reorganizan secundariamente en forma de de-
ridad narcisista, y les lirios, que logran una estructura argumental en base a la parte del sí mismo
'romm-Reichmann si
iY en los maníaco-depresi- 10 Véase en el capítulo 7 de este Manual una perspectiva general de las aportaciones teó-
o (Buenos Aires, Hormé, ricas de Kohut, y también en el capítulo 17, donde se revisa su contribución a la compren-
sión y tratamiento de los trastornos narcisistas y límites.
418 Alejandro Ávila Espada Psicoterapia psicoanalítica de k.
que se conserva. En los trastornos narcisistas la sintomatología es pasajera, y y confirma los temor
aparece como respuesta a perturbaciones específicas de la transferencia nar- tes. Así se da el riesg
cisista establecida en el tratamiento psicoterapéutico. En los trastornos psicó- quizofrénicas. La vui
ticos la sintomatología es crónica, ya que se origina en una desintegración to- proceso de disociacic
tal de las estructuras narcisistas. Para Kohut, los estados psicóticos no U no de los mee
pueden ser tratados con la forma convencional del psicoanálisis, sino a través miento psicótico es l
de estrategias de reestructuración del sí mismo arcaico, en la que se advierte una relación objetal
como necesario que se establezcan y elaboren las relaciones narcisistas con el partes buenas y mah
terapeuta. Pero, desde el punto de vista de Kohut, que esto se logre o no con to las buenas como l
el paciente psicótico depende de un conjunto de factores extraídos de la si- ternos de manera q1
tuación clínica, y principalmente de que el grado de desintegración del sí proyectadas. Este p1
mismo y los objetos del sí mismo no sea muy acusado. del sí mismo con h
levante del objeto e)
paranoides; las partt
I.4. Las contribuciones de M. Klein y sus discípulos ven persecutorias. S
cierta separación ent
Melanie Klein, con sus desarrollos teóricos y técnicos, ha ejercido una pode- se refiere tanto a 1m
rosa influencia en la transformación de los puntos de vista del psicoanálisis tales «narcisistas» e:
sobre las psicosis. Aunque apenas se ocupa en sus trabajos de efectuar pro- dentro de los objeto
puestas específicas sobre las psicosis, la mayor parte de los conceptos que se - Rosenfeld sitúa
utilizan actualmente para comprender la psicodinámica de las psicosis derivan infantiles precoces e
de su aparato teórico. Entre sus traqajos alusivos, destaca la referencia a la fine la identificació
psicopatología de la esquizofrenia en el trabajo Notas sobre algunos mecanismos que consiste en: a.
esquizoides (1946), en el que desarrolla ideas que había apuntado en un traba- vencía intrapsíquic2
jo de 1935 (Una contribución a la psicogénesis de los estados maníaco-depresivos); tar controlar al objt
en él describe los mecanismos esquizoides utilizados por el lactante como la vivencia psíquic2
defensa frente a la angustia (que en los niveles precoces es de tipo paranoi- lo que se proyecta
de). Estos mecanismos esquizoides son la escisión del yo, la identificación Kernberg sitúa la n
proyectiva, la negación y la omnipotencia 11 . Klein está de .acuerdo con tes (en este caso ju
Freud en que el esquizofrénico sufre una regresión al nivel infantil más tem- para intentar evitar
prano, pero describe este proceso en términos de relación de objeto: en la paciente estaría cot
despersonalización se produce una regresión a la posición esquizo-paranoide. Pero ello no le res
Si las ansiedades paranoides y mecanismos esquizoides, característicos de la mente subrayado I
posición esquizo-paranoide, siguen actuando, si no son modificados durante de las relaciones ol
la posición depresiva, y el bebé no puede -por causas internas o externas- formación acerca e
hacer frente al impacto de las ansiedades depresivas que se originan en la puestas contratrarn
posición depresiva, entonces se establece un círculo vicioso, pues si el temor este mecanismo en
persecutorio y por tanto los mecanismos esquizoides son demasiado fuertes, Subrayamos ta
el yo no será capaz de elaborar la posición depresiva. Esto fuerza la regresión 1957) en la que s<
materno, permite 1
11 Los principales conceptos kleinianos han sido descritos en el capítulo 6 de este Ma- miento de intensa:
nual, que el lector deberá revisar en este punto. rencial. Rosenfeld
Alejandro Ávila Espada Psicoterapia psicoanalítica de las psicosis 419
ttología es pasajera, y y confirma los temores persecutorios y los fenómenos esquizoides preceden-
: la transferencia nar- tes. Así se da el riesgo del ulterior desarrollo de patologías esquizoides o es-
t los trastornos psicó- quizofrénicas. La vuelta de la agresión contra sí es descrita como parte del
na desintegración to- proceso de disociación que causa la desintegración en la esquizofrenia.
;tados psicóticos no Uno de los mecanismos más relevantes para comprender el funciona-
análisis, sino a través miento psicótico es la identificación proyectiva (IP). Klein concibe la IP como
en la que se advierte una relación objeta! narcisista y primitiva. A través de ella se escinden las
nes narcisistas con el partes buenas y malas del sí mismo primitivo y se proyectan esas partes (tan-
sto se logre o no con to las buenas como las malas) en forma de amor u odio dentro de objetos ex-
es extraídos de la si- ternos de manera que dichos objetos se lleguen a identificar con las partes
lesintegración del sí proyectadas. Este proceso conduce a una fusión de las partes proyectadas
del sí mismo con los objetos externos; el individuo es idéntico al aspecto re-
levante del objeto externo: es éste. Consecuentemente da origen a ansiedades
paranoides; las partes agresivas del sí mismo puestas en los objetos se vuel-
ven persecutorias. Se asume que la fusión no es absoluta y que se conserva
cierta separación entre el sí mismo y el objeto. Bajo la acepción de IP M. Klein
L ejercido una pode- se refiere tanto a los procesos de escisión del yo como a las relaciones obje-
sta del psicoanálisis tales «narcisistas» creadas por la proyección de ciertas partes del sí mismo
jos de efectuar pro- dentro de los objetos.
Js conceptos que se Rosenfeld sitúa el origen de la identificación proyectiva en los impulsós
· las psicosis derivan infantiles precoces de forzar el sí mismo dentro de la madre; y Kernberg de-
:a la referencia a la fine la identific!lción proyectiva como «un mecanismo de defensa primitivo
? algunos mecanismos que consiste en: a. proyectar sobre un objeto aspectos intolerables de la vi-
untado en un traba- vencia intrapsíquica; b. mantener la empatía con lo que se proyecta; c. inten-
maníaco-depresivos); tar controlar al objeto como continuación de los esfuerzos defensivos contra
,r el lactante como la vivencia psíquica intolerable, y d inducir inconscientemente en el objeto
es de tipo paranoi- lo que se proyecta en la interacción real con el objeto» (Kernberg, 1975).
a, la identificación Kernberg sitúa la IP como defensa prevalente en los psicóticos, y en los lími-
á de acuerdo con tes (en este caso junto a la proyección). La IP es la vía que tiene el paciente
d infantil más tem- para intentar evitar una pérdida total del sí mismo en la psicosis. Sin la IP el
>n de objeto: en la paciente estaría confuso al no poder discriminar su origen externo o interno.
esquizo-paranoide. Pero ello no le resta su papel positivo en el desarrollo psicológico (especial-
aracterísticos de la mente subrayado por Grotstein, 1981), y en el tratamiento como activador
odificados durante de las relaciones objetales primitivas. La IP es una fuente fundamental de in-
ernas o externas- formación acerca del paciente y requiere una u¡ilización activa de las res-
: se originan en la puestas contratransferenciales del analista para elaborar la interpretación de
o, pues si el temor este mecanismo en la transferencia.
demasiado fuertes, Subrayamos también la teoría de la envidia (M. Klein, Envidia y gratitud,
fuerza la regresión 1957) en la que se describe la envidia precoz que el bebé tiene del pecho
materno, permite establecer una relación entre la envidia y el desencadena-
apítulo 6 de este Ma- miento de intensas reacciones terapéuticas negativas en la situación transfe-
rencia!. Rosenfeld subrayará la importancia de la relación entre actitudes nar-
420 Alejandro Ávila Espada Psicoterapia psicoanalítica de la
cisistas y de envidia y las relaciones objetales, de la que se derivan algunas nio de los impulsos
de las propuestas técnicas que el propio Rosenfeld efectuará en sus principa- los impulsos amaros,
les trabajos y que más adelante revisaremos. Por otra parte, Rosenfeld desta- Bion diferencia entn
ca, yendo más allá de la concepción kleiniana, que existe una relación entre papel que juega la id
objetos buenos y malos, en la que si los objetos malos son extremadamente nalidad como sustitu
malos y persecutorios, como formación reactiva los objetos buenos serán ex- dad: «Se deben elab
tremadamente buenos y altamente idealizados. Tanto los objetos idealizados sustitución de la id
como los persecutorios contribuyen a formar el primitivo superyó, y en pa- ción» 13 .
cientes que han regresado a la posición paranoide puede observarse que tan- Bion ampliará la
to algunos objetos idealizados como persecutorios poseen funciones super- quizoide más los esf
yoicas: «En el análisis de muchos pacientes esquizofrénicos agudos tenemos vas y vínculos (seud(
dificultad para detectar los objetos idealizados que funcionan como superyó ferencia. Se trata del
y sólo nos impresiona la cualidad persecutoria del mismo. Esto puede ser de- En su ampliacic
bido en parte a las extremas demandas de los _objetos idealizados, que hacen Klein, sugiere que e
tan difícil diferenciarlas de las demandas de los objetos persecutorios» 12 . Se producida por una
trata del objeto idealizado persecutorio. En los esquizofrénicos está gravemente múltiples (fragment2
dañada la capacidad de introyectar y mantener en el interior objetos buenos, psicótica de la persc
si bien permanecen intentos de incorporarlos, que están asociados a la apari- sismo patológico, la
ción de ansiedades depresivas, origen del conflicto superyoico de la posición pectiva (ha de tener~
depresiva. y p·sicóticos). Otro c
Las ideas de Klein se concretarán en aportaciones técnicas para el trata- cótico realiza identi
miento específico de las psicosis a través de algunos de sus discípulos, princi- emociones intensas,
palmente W. R. Bion y H. Rosenfeld, en dirección a considerar viable el tra- Pero si hemos d
tamiento de las psicosis mediante el tratamiento psicoanalítico convencional, do autor tomaremo
con sólo modificaciones leves. Ya H. Segal había defendido en 19 50 un caso do). Se trata de un
en el que se había tratado mediante psicoanálisis clásico a un paciente hospi- mal y que se utiliza
talizado esquizofrénico agudo. Incluso en las fases del estado agudo (con ma- 1963, 1970), una de
terial alucinatorio) Segal interpreta las defensas y el material del paciente ha- la introyección. Par
ciendo hincapié tanto en la transferencia positiva como en la negativa. Segal formar las identific
abre aquí una concepción opuesta a la defendida por los psicoanalistas nor- (elementos de la exJ
teamericanos (véase el apartado anterior), cuestionando el valor de los «tera- dos-representad os)
peutas-madre», defendiendo que si bien al proporcionar comprensión y apo- que sí pueden ser
yo el analista se convierte de momento en el objeto bueno, lo hace al precio interno individual).
de fomentar la escisión entre los objetos buenos y malos, y de reforzar las nificado psicológicc
defensas patológicas del paciente de forma que más tarde la transferencia ne- han de ser integrad
gativa se hace inmanejable. Es esta cuestión, el manejo terapéutico de la lación continente/ e
transferencia negativa, la piedra angular del acercamiento kleiniano a las psi- do la que posibili1
cosis. los estados de bien
Nos ocuparemos a continuación de la contribución de W. R. Bion a la tabolizarlos» y dev(
comprensión y tratamiento de las psicosis. Bion (1955) subraya el predomi- u W . R. Bion (195;
Volviendo apensar, p. 91
12 D. Rosenfeld (1987), Impasse e interpretación, Madrid, Tecnipublicaciones, 1990, p. 86. 14 Se ha hecho ya r
Alejandro Ávila Espada Psicoterapia psicoanalítica de las psicosis 421
que se derivan algunas nio de los impulsos destructivos en la esquizofrenia, tan intensos que hasta
ectuará en sus principa- los impulsos amorosos se ven invadidos, dando lugar al sadismo. En 1957,
parte, Rosenfeld desta- Bion diferencia entre personalidades psicóticas y no psicóticas, a través del
xiste una relación entre papel que juega la identificación proyectiva en la parte psicótica de la perso-
os son extremadamente nalidad como sustituta de la represión en la parte neurótica de la personali-
bjetos buenos serán ex- dad: «Se deben elaborar los ataques destructivos del paciente a su yo y la
los objetos idealizados sustitución de la identificación proyectiva por la represión y la introyec-
1itivo superyó, y en pa- ción» 13 •
::de observarse que tan- Bion ampliará la posición paranoide incluyendo como un mecanismo es-
oseen funciones super- quizoide más los esfuerzos intrapsíquicos para destruir las funciones cogniti-
énicos agudos tenemos vas y vínculos (seudooligofrenización), detectables a través de la contratrans-
mcionan como superyó ferencia. Se trata del ataque al vínculo (o ataque al pensamiento).
mo. Esto puede ser de- En su ampliación de la concepción kleiniana, Bion, desarrollando a
idealizados, que hacen Klein, sugiere que en la psicosis hay una fragmentación de la personalidad
os persecutorios» 12 . Se producida por una identificación proyectiva patológica, mediante escisiones
énicos está gravemente múltiples (fragmentación). Bion propone que en todo sujeto hay una parte
nterior: objetos buenos, psicótica de la personalidad, cuya expresión clínica se da a través del narci-
in asociados a la apari- sismo patológico, la reacción terapéutica negativa y la reversión de la pers-
)eryoico de la posición pectiva (ha de tenerse en cuenta que Bion. no distingue entre pacientes límites
y psicóticos). Otro concepto aportado por Bion es el de objeto bizarro: el psi-
: técnicas para el trata- cótico realiza identificaciones proyectivas de partes de su personalidad y de
: sus discípulos, princi- emociones intensas, en objetos del mundo físico que le rodea, dándoles vida.
onsiderar viable el tra- Pero si hemos de escoger un concepto central aportado por este destaca-
malítico convencional do autor tomaremos la «capacidad de reverir>> (relación continente/conteni-
1dido en 1950 un caso' do). Se trata de un concepto central en la estructuración del psiquismo nor-
o a un paciente hospi- mal y que se utiliza al análisis de psicóticos: la función de contención (Bion,
::stado agudo (con má- 1963, 1970), una de las funciones emocionales fundamentales que favorecen
tterial del paciente ha- la introyección. Para Bion, la capacidad de reverie materna consiste en trans-
o en la negativa. Segal formar las identificaciones proyectivas del lactante en representaciones beta
los psicoanalistas nor- (elementos de la experiencia -interna o externa- que no pueden ser pensa-
> el valor de los «tera- dos-representados) en representaciones alfa (unidades mentales integradas
tr comprensión y apo- que sí pueden ser representadas -dotadas de significación- en el mundo
eno, lo hace al precio interno individual). La figura externa (materna) es fundamental para darle sig-
llos, y de reforzar las nificado psicológico a las experiencias no representadas. Los elementos beta
:le la transferencia ne- han de ser integrados (dotados de significación individual) a través de una re-
ejo terapéutico de la lación continente/contenido. Es esta relación dinámica continente/conteni-
to kleiniano a las psi- do la que posibilita el crecimiento mental 14 . La madre puede transformar
los estados de bienestar y malestar, poseyendo ciertas capacidades para «me-
n de W. R. Bion a la tabolizarlos» y devolverlos de forma menos angustiante. Si la madre en lugar
' subraya el predomi- 13 W. R. Bion (1957), Second Thoughts: Selected Papers on Psychoanalysis, p. 63, e idem (1977),
de ser continente devuelve la angustia al niño, éste puede caer en un estado algo no deseado o q1
de «terror innominado» (estado psíquico en que se paraliza el funciona- to (a través de la pn
miento mental y donde predominan las angustias de aniquilamiento y desin- que él/ella es el obje
tegración). La madre ha de estar a su vez contenida (esto remite al concepto En el supuesto d
de «unidad originaria» de Esther Bick [1964]). Esta función de contención da o frontera entre sí
ha de ser desarrollada por el terapeuta, para efectuar el vector estructurante En el supuesto e
que requiere el psicótico para integrar su identidad. llegan a formar part<
Desde su trabajo de 1947 «Análisis de un cuadro esquizofrénico con la vivencia de que s<
despersonalización», Herbert Rosenfeld ha venido a instaurarse como uno ese aspecto piensa ql
de los autores psicoanalíticos que ha efectuado contribuciones genuinas más Para Rosenfeld 2
destacadas para la comprensión y tratamiento de las psicosis en general, y de nea, así las ROON son
la esquizofrenia en particular. Ya en 1954, en su trabajo «Consideraciones re- paración entre el sí r
lativas al abordaje psicoanalítico de la esquizofrenia aguda y crónica» resu- tración y los sentimi
mió por .primera vez sus ideas teóricas y técniqis sobre los aspectos esencia- mayor dificultad en 2
les de su abordaje psicoanalítico de la esquizofrenia, bajo la influencia del Rosenfeld ensay2
pensamiento kleiniano: vos del narcisismo, p
tensa idealización de
l. Optar por la interpretación detallada de la transferencia positiva y atractivas porque ma
negativa sin la utilización de estrategias de «apoyo» o «educativas». . este proceso, las rela1
2. Defender la posibilidad de reconocer e interpretar el material in- dadÓ) son desvaloriz,
consciente del paciente. Es decir, la posibilidad de establecer una comunica- ya el carácter «secret
ción significativa con el esquizofrénico. , reconocer en lo que
3. Focalizar las interpretaciones sobre las ansiedades manifiestas y la- miento de superioric
tentes del paciente. la indiferencia ante (
4. Defender que las manifestaciones psicóticas se adhieren a la transfe- ción a la que atacar.
rencia (tanto en estados agudos como crónicos) desarrollándose una «psicosis del narcisismo destru
de transferencia» que es susceptible de ser analizada. siciones de Kernber
5. Formular que, en consecuencia, la «tarea fundamental» del analista inunda por completo
consiste en el reconocimiento del fenómeno de la transferencia y su comuni- ciendo daño, perman
cación al paciente. Los fenómenos más relevantes de la transferencia pueden mente el tratamiento.
interpretarse al paciente y se manifiestan claramente en su respuesta a las in- Respecto de la ic
terpretaciones. pe! que desempeña c
timientos de confusi,
Una de las aportaciones teóricas de Rosenfeld es el concepto de «relacio- ellos; también ofrece1
nes objetales narcisistas», término con el que se propone subrayar que el nar- de sus sentimientos ,
cisismo no es un estado carente de objeto. Los pacientes psicóticos mantie- Para Rosenfeld los ¡:
nen una relación especial con los objetos: se relacionan con ellos con fines están demasiado asus
narcisistas y sólo de forma omnipotente. Más tarde Rosenfeld matiza este terapeuta aporta ante
concepto en la acepción: relaciones objetales omnipotentes narcisistas (ROON) a estos sentimientos, :
para describir la manera que tienen los pacientes psicóticos, desde su sensa- mente. A través de la
ción de omnipotencia, de utilizar a los demás (los objetos) como recipientes
dentro de los que proyectan aquellas partes de sí mismos que sienten como 15 D. Rosenfeld, ob. ci
ii
Alejandro Ávila Espada
Psicoterapia psicoanalítica de las psicosis 423
mede caer en un estado algo no deseado o que les causa dolor o ansiedad. Se identifican con el obje-
;e paraliza el funciona- to (a través de la proyección o la introyección) hasta el punto de que siente
aniquilamiento y desin- que él/ella es el objeto o que el objeto es él/ella.
'.esto remite al concepto En el supuesto de la introyección no se percibe ninguna identidad separa-
función de contención da o frontera entre sí mismo y el objeto.
· el vector estructurante En el supuesto de la identificación proyectiva ciertas partes del sí mismo
llegan a formar parte del objeto (por ejemplo, madre, terapeuta) a través de
dro esquizofrénico con la vivencia de que se poseen todas las cualidades deseables del objeto, y en
t instaurarse como uno ese aspecto piensa que él es el objeto.
ibuciones genuinas más Para Rosenfeld ambas formas se dan frecuentemente de manera simultá-
)Sicosis en general, y de nea, así las ROON son en parte una defensa contra el reconocimiento de la se-
do «Consideraciones re- paración entre el sí mismo y el objeto, evitando la confrontación con la frus-
aguda y crónica» resu- tración y los sentimientos de agresividad y ambivalencia. A mayor envidia,
,re los aspectos esencia- mayor dificultad en abandonar las ROON.
' bajo la influencia del Rosenfeld ensaya una distinción entre los aspectos libidinales y destructi-
vos del narcisismo, proponiendo que en el narcisismo destructivo se da una in-
tensa idealizadón de las partes destructivas del sí mismo, que se consideran
transferencia positiva y atractivas porque mantienen en el paciente la sensación de omnipotencia. En
<educativas». este proceso, las relaciones objetales libidinales (de dependencia, amor o cui-
~rpretar el material in- dado) son desvalorizadas, atacadas o destruidas con placer. Rosenfeld subra-
tablecer una comunica- ya el carácter «secreto» de estos deseos, haciendo que sean muy difíciles de
reconocer en lo que dice o hace un paciente. El «secreto» es parte del senti-
dades manifiestas y la- miento de superioridad destructivo omnipotente y se manifiesta a través de
la indiferencia ante el entorno, manteniendo el análisis para tener una rela-
e adhieren a la transfe- ción a la que atacar. Rosenfeld subraya que la comprensión de la dinámica
ollándose una «psicosis del narcisismo destructivo es esencial para su tratamiento. Más allá de las po-
siciones de Kernberg, Rosenfeld considera que el narcisismo destructivo
tdamental» del analista inunda por completo la personalidad del paciente psicótico, que disfruta ha-
tsferencia y su comuni- ciendo daño, permaneciendo fuerte desde el sadismo, y dificultando notable-
a transferencia pueden mente el tratamiento.
n su respuesta a las in- Respecto de la identificación proyectiva, Rosenfeld ha subrayado el pa-
pel que desempeña como comunicación: «Al proyectar en el analista sus sen-
timientos de confusión y ansiedades, los pacientes no sólo se deshacen de
l concepto de «relacio- ellos; también ofrecen al analista (padre) la oportunidad de que se dé cuenta
ne subrayar que el nar- de sus sentimientos (al igual que hacían con sus padres en la infancia)» 15 .
rrtes psicóticos mantie- Para Rosenfeld los pacientes psicóticos proyectan sus sentimientos porque
an con ellos con fines están demasiado asustados para enfrentarse a ellos por sí mismos. Lo que el
Rosenfeld matiza este terapeuta aporta ante esta situación es la posibilidad de pensar y hacer frente
'.ntes narcisistas (ROON) a estos sentimientos, y es esta capacidad la que transmite al paciente gradual-
óticos, desde su sensa- mente. A través de la transferencia psicótica se da la oportunidad de mostrar
etos) como recipientes
nos que sienten como 15 D. Rosenfeld, ob. cit., p. 37.
424 Alejandro Ávila Espada Psicoterapia psicoanalítica
que los sentimientos insoportables pueden contenerse y que se puede pensar madre, y en partí<
en ellos de forma creativa. real y físicamente :
casos de desorgan
tica madre-bebé e:
1.5. Otros puntos de vista clásicos nece o se fusiona ,
del no-yo. Las se¡
Edith Jacobson, Margaret Mahler, Donald Winnicott y Harold Searles son ducciones restituti
recogidos aquí de entre la extensa nómina de qtros autores psicoanalíticos ta, el delirio de u
que han contribuido a la comprensión teórica y al desarrollo de propuestas entonces como ur
técnicas sobre las psicosis. Sus aportaciones, ya clásicas, suponen líneas de de Mahler han pei
reflexión no plenamente adscribibles a ninguna de las orientaciones antes ex- procesos de simbi<
puestas. Winnicott pro
Jacobson (1954) describió las «identificaciones del paciente esquizofréni- ser analizados sin
co delirante» a través de las cuales puede llegar a creer que es otra persona. los fenómenos psi1
Se trata de una extensión de mecanismos infantiles de naturaleza mágica lo va y negativa, con
que conduce a «una mezcla total o parcial del sí mismo mágico con imáge- ca de los kleinianc
nes objetales fundadas en fantasías o incluso produce la creencia temporal conocido como ur
de formar un solo ser con el objeto de llegar a ser éste, sin tener en cuenta la pondrá su énfasis
realidad». Así amplía y concreta sus propuestas en 1967, formuladas ya como que la tarea del ar
identificaciones proyectivas o introyectivas, coincidiendo con las propuestas de al estado de la pri
Rosenfeld, aunque J acobson matiza que no son repeticiones de procesos pro- peración, coincic
yectivos o introyectivos de la infancia, sino un proceso defensivo posterior. Reichmann un pa
Jacobson difiere también de Rosenfeld en que no está de acuerdo con la in- peuta ha de esper:
terpretación verbal de los procesos de identificación proyectiva cuando apa- de utilizar la inte1
recen en la transferencia. Jacobson evita en la terapia el análisis de la identifi- dirección alternati
cación proyectiva que se produce en la situación transferencia!, situando el
foco en la naturaleza defensiva de la identificación proyectiva en los adultos. Por último, H
Defiende entonces que si los pacientes psicóticos son capaces de proyectar frénicos, apuntanc
una parte mala e inaceptable del yo dentro de objetos externos «adecuados» yo muy primitiva,
(a través de la identificación proyectiva) pueden permanecer ajustados en cías de objetos pai
'tanto controlen dichos objetos. Jacobson asume la naturaleza narcisista regre- peuta de psicótico
siva de las relaciones del paciente con dichos objetos significativos, y de la
debilidad de la frontera sí mismo-representaciones de los objetos. Las pro- l. El terape1
puestas de J acobson siguen una línea similar a la ya comentada de Waelder. paciente;
. Otra contribución original destacable es la de Mahler, quien describía en 2. ha de fon
1952 la psicosis infantil simbiótica, proponiendo que los mecanismos em- de relación descril
pleados por dichos sujetos son los proyectivos, introyectivos y su elaboración 3. ha de efe
psicótica. Mahler describe la relación primaria madre-bebé como una fase de una vez que éste si
relaciones objetales en la que el bebé se comporta como si él y la madre fue- 16 Mahler (1962)
ran un sistema omnipotente (unidad dual, frontera común, membrana simbió- Child, núm. 18, p. 9.
tica). En 1963 formulará: «El rasgo esencial de la simbiosis es la fusión omni- 17 Las posicionei
potente somatopsíquica delirante o alucinatoria con la representación de la tulo 6.
=
Alejandro Ávila Espada Psicoterapia psicoanalítica de las psicosis 425
y que se puede pensar madre, y en particular, el delirio de la frontera común de los dos individuos
real y físicamente separados [...] éste es el mecanismo al que regresa el yo en los
casos de desorganización psicótica» 16 . Para Mahler la primera relación simbió-
tica madre-bebé es muy intensa. La representación mental de la madre perma-
nece o se fusiona de forma regresiva con la del sí mismo; el yo no se diferencia
del no-yo. Las separaciones producen reacciones de pánico, seguidas de pro-
y Harold Searles son ducciones restitutivas que sirven para mantener o restablecer la fusión nárcisis-
autores psicoanalíticos ta, el delirio de unidad con la madre o padre. La psicosis simbiótica aparece
sarrollo de propuestas entonces como una daensa contra la ansiedad de separación. Las propuestas
:as, suponen líneas de de Mahler han permitido un acercamiento más preciso a la comprensión de los
orientaciones antes ex- procesos de simbiosis en las psicosis.
Winnicott propuso inicialmente (1945) que los pacientes psicóticos podían
paciente esquizofréni- ser analizados sin ningún cambio en la técnica analítica, es decir, interpretando
:r que es otra persona. los fenómenos psicóticos a través de su manifestación en la transferencia positi-
~ naturaleza mágica lo va y negativa, con lo que se adhiere en un primer momento a la posición técni-
no mágico con imáge- ca de los kleinianos sobre las psicosis. Más tarde (1959) sin embargo, el que fue
: la creencia temporal conocido como uno de los más importantes psicoanalistas del «middle group» 17
sin tener en cuenta la pondrá su énfasis en los aspectos carenciales del esquizofrénico, proponiendo
7, formuladas ya como que la tarea del analista consistirá en suplir las carencias precoces. La regresión
con las propuestas de al estado de la primera infancia (dependencia) es la vía propuesta para la 'recu-
ones de procesos pro- peración, coincidiendo con las propuestas de Pierce Clark y Fromm-
o defensivo posterior. Reichmann .un par de décadas antes. Winnicott era partidario de que el tera-
de acuerdo con la in- peuta ha de esperar a que el paciente descubra las cosas por sí mismo, en lugar
royectiva cuando apa- de utilizar la interpretación. De esta manera, Winnicott toma finalmente una
análisis de la identifi- dirección alternativa a la de los autores influidos por M. Klein.
sferencial, situando el
yectiva en los adultos. Por último, Harold Searles (1966) describirá transferencias en los esquizo-
capaces de proyectar frénicos, apuntando que estos pacientes denotan poseer una organización del
externos «adecuados» yo muy primitiva, comparable a la de un bebé que vive en un mundo de viven-
nanecer ajustados en cias de objetos parciales. Searles describe tres componentes de la tarea del tera-
raleza narcisista regre- peuta de psicóticos:
significativos, y de la
los objetos. Las pro- l. El terapeuta debe llegar a ser capaz de funcionar como una parte del
entada de Waelder. paciente;
er, quien describía en 2. ha de fomentar la individuación del paciente para que supere el nivel
los mecanismos em- de relación describible como identificación proyectiva; y
tivos y su elaboración 3. ha de efectuar interpretaciones relativas al objeto total del paciente,
~bé como una fase de una vez que éste se ha diferenciado e integrado.
) si él y la madre fue-
16 Mahler (1962), «Development and lndividuation», en Psychoanalytic Study o/ the
n, membrana simbió-
Child, núm. 18, p. 9.
1sis es la fusión omni- 17 Las posiciones teóricas de Winnicott han sido brevemente comentadas en el capí-
representación de la tulo 6.
426 Alejandro Ávila Espada Psicoterapia psicoanalítica de ,
Estas modificaciones técnicas son propuestas por Searles para facilitar el elementos analíticos
contacto con los pacientes psicóticos. Entre ellas utiliza como vía para facili- a partir de la realida
tar la clarificación de las proyecciones la representación por el analista del y administración in1
papel de «otra persona» que le haya depositado proyectivamente el paciente, portantes son aquí e
«dándole vida» (Searles, 1965). Es decir, ser el padre o la madre. Rosenfeld los errores, fracasos
(1987) señalará que existe el peligro de que los pacientes límites y algunos detrimento del valo
psicóticos se aterroricen cuando se intenta dramatizar las interpretaciones, ción al estudioso, a
resaltando que este comportamiento diferencial ,ya se observa en los niños. aportaciones de los :
Tanto en los niños como con los límites y psicóticos prima la necesidad de
establecer un entorno protector (Winnicott, 1956, 1960) por una madre con-
tinente (Bion, 1963). Por otra parte, Rosenfeld considera los procedimientos
de Searles como «actuaciones», que no conducen a un fortalecimiento del II. CRITERIOS PSIC<
yo, sino que aumenta la debilidad del yo del psicótico.
En la misma dirección que Fromm-Reichmann (1954) y Winnicott (1956 Eludiendo revisar ac
1960) Searles sostiene que la mayor parte de las veces las necesidades del psi- diagnóstico de los d
cótico han de ser satisfechas con el comportamiento del analista más que 10), efectuaremos ur
con interpretaciones verbales, frecuentemente contraindicadas. Esta actitud la redundancia con
puede ejemplificarse en el reconocimiento del período de simbiosis del pa- me ciertos compone
ciente con el terapeuta (relación madre-bebé ideal), durante el cual la capaci-
dad del terapeuta para permanecer en silencio con el paciente es de la ma- l. Una situacic
yor importancia. Searles concreta su propuesta en 1a descripción de cinco de la madre, y en l
fases en la interacción paciente-terapeuta en la psicoterapia de la esquizofre- (Abelló y Pérez-Sán
nia crónica: familiar favorecen u
deos o "partes" narc
l. Fase sin contacto; con el mundo exterr
2. fase de la simbiosis ambivalente; 2. Un funcion:
3. fase de la simbiosis total o preambivalente; beta (en la acepción 1
4. fase de la resolución de la simbiosis, y 3. El sí mismo
5. fase final (hasta la constitución de una genuina relación objeta!). y no están adecuad<
tración es esencial e1
Numerosos autores con propuestas teóricas o técnicas relevantes quedan 4. Se da un p1
fuera de esta revisión. J. Rosen, M. Balint, T. Odgen, O. Kernberg, J. Lacan o de los núcleos autií
P. Aulagnier, entre otros muchos, podrían ocupar aquí con justicia un lugar zoides (escisión, neg
destacado, pero difieren de los revisados en que su aportación es meramente cación por proyecci1
teórica o bien requieren todavía de una mayor perspectiva para valorar la es- quizoides, irrumpen
pecificidad de su contribución para la comprensión psicoanalítica de las psi- o "provocativa".
cosis. No cerraremos este epígrafe sin comentar la popularmente conocida
obra de M. Sechehaye (Diario de una esquizofrénica 1947, 1950), escasamente Los conceptos d
citado en la bibliografía psicoanalítica sobre las psicosis, pese a la populari- especialmente ilustn
dad que alcanzó su obra y la convergencia con otras propuestas aparecidas habido una falla en •
en la misma época. Aunque el relato clínico y la teorización que le acompaña do lugar una regresi
es de difícil interpretación, se trata sin embargo de una mezcla verosímil de en este punto, sino
Alejandro Ávila Espada Psicoterapia psicoanalítica de las psicosis 427
Searles para facilitar el elementos analíticos (transferencia, interpretación, construcción del símbolo
~a como vía para facili- a partir de la realidad) con elementos extraanalíticos (reeducación, sugestión)
ión por el analista del y administración intensiva de la función materna por la terapeuta. Tan im-
ctivamente el paciente, portantes son aquí el relato clínico, las hipótesis de trabajo, la descripción de
o la madre. Rosenfeld los errores, fracasos y retrocesos, como los logros y modelos explicativos. En
~ntes límites y algunos detrimento del valor del trabajo de Sechehaye, el que no sirva de introduc-
ar las interpretaciones, ción al estudioso, al necesitar de una lectura crítica y comparativa con las
: observa en los niños. aportaciones de los autores psicoanalíticos reseñados en este capítulo.
prima la necesidad de
,O) por una madre con-
era los procedimientos
un fortalecimiento del II. CRITERIOS PSICOANALÍTICOS PARA EL DIAGNÓSTICO DE LA PSICOSIS
:J54) y Winnicott (1956 Eludiendo revisar aquí de nuevo los conocidos criterios descriptivos para el
las necesidades del psi- diagnóstico de los diferentes síndromes psicóticos (véase el DSM-III-R o la CIE-
> del analista más que 10), efectuaremos una breve revisión de los criterios psicoanalíticos, evitando
indicadas. Esta actitud la redundancia con lo ya expuesto en el epígrafe anterior. Tizón (1992) resu-
lo de simbiosis del pa- me ciertos componentes en la psicogénesis y dinámica de las psicosis:
1rante el cual la capaci-
1 paciente es de la ma- l. Una situación familiar poco contenedora, principalmente por parte
1 descripción de cinco de la madre, y en un sentido más general por parte de la unidad originaria
:rapia de la esquizofre- (Abelló y P~rez-Sánchez, 1984). Las alteraciones precoces de la contención
familiar favorecen una estructuración de la personalidad en la que los nú-
cleos o "partes" narcisistas quedan reforzados sin capacidad de confrontación
con el mundo externo (grandiosidad narcisista).
2. Un funcionamiento mental caracterizado por abundantes elementos
beta (en la acepción bioniana).
3. El sí mismo, el mundo interno y la personalidad no están integrados,
relación objeta!). y no están adecuados para controlar el. sufrimiento. La intolerancia a la frus-
tración es esencial en estos procesos.
icas relevantes quedan 4. Se da un predominio relacional de la posición esquizo-paranoide y
). Kernberg, J. Lacan o de los núcleos autistas, con presencia inundante de los mecanismos esqui-
1í con justicia un lugar zoides (escisión, negación, identificación proyectiva "patológica", desidentifi-
ortación es meramente cación por proyección). Cuando el tratamiento debilita estos mecanismos es-
:tiva para valorar la es- quizoides, irrumpen elementos pulsionales en forma de actividad "perversa"
,icoanalítica de las psi- o "provocativa".
opularmente conocida
47, 1950), escasamente Los conceptos de Rosenfeld sobre la psicogénesis de la esquizofrenia son
sis, pese a la populari- especialmente ilustrativos en este punto: «En los pacientes esquizofrénicos ha
propuestas aparecidas habido una falla en la elaboración normal de la posición depresiva, y ha teni-
ación que le acompaña do lugar una regresión a la fase paranoide. El proceso no queda estacionario
1a mezcla verosímil de en este punto, sino que se producen frecuentes fluctuaciones que incluyen
428 Alejandro Ávila Espada Psicoterapia psicoanalítica de las
progresos y regresiones» 18 y a la vez Rosenfeld subraya la importancia del gresa mediante] relac
funcionamiento de la identificación proyectiva en la esquizofrenia, como cri- mente individualizad~
terio diagnóstico:
He observado que cada vez que un esquizofrénico agudo se acerca a un objeto con
amor u odio, parece quedar confundido con este objeto. Esta confusión parece III. ALGUNAS APORT
deberse no sólo a fantasías de incorporación oral que conducen a una identificación PSICOANALÍTICO
introyectiva, sino al mismo tiempo a impulsos y fantasías del paciente de entrar en
el objeto con la totalidad o parte de su yo, lo que conduce a la «identificación pro- Hemos optado por o
yectiva». Esta situación puede considerarse como la más primitiva relación objeta!, a una línea técnica, a p
partir del nacimiento. En mi opinión, el esquizofrénico jamás emergió por completo escogido es nuevame
de la más temprana fase del desarrollo a que pertenece esta relación objetal, y en el mientas psicoanalíticc
estado esquizofrénico agudo regresa a este nivel primitivo 19 . tra opinión, más ha e
das» que reclamaba F
Aunque la identificación proyectiva puede emplearse también como me-
canismo de defensa, para disociar y proyectar partes buenas y malas del yo Un requisito previo al t
en objetos externos, que se identifican entonces con las partes proyectadas contacto suficiente con
del yo, el paciente esquizofrénico crónico hace un uso masivo de la IP como lo que le sucede al pací
defensa, existiendo el riesgo de que el yo en lugar de fortalecerse pierda su su conocimiento teóricc
con los aspectos del sel
propia capacidad de funcionar, sobreviniendo un estado agudo de desinte-
que yo había logrado h;
gración esquizofrénica. Rosenfeld resalta que la zdentzficación proyectiva debe al período 1936-1940) s~
ser conceptualizada de dos maneras: l. como cualiaad expulsora, a veces cer el contacto suficient1
con violencia, de pensamientos y sentimientos insoportables, intentando tre ellos y yo 22.
para ello dominar y controlar, imaginativamente, a otras personas; 2. como
intento de comunicación, en el que si los pensamientos y sentimientos que Rosenfeld sostien
están siendo expulsados son contenidos, entonces lo que está ocurriendo única guía para efectu
puede ser comprendido y facilitando que sean tolerados y se hagan menos Resalta que no se trat
insoportables. de «sensibilizarnos a t
El paciente puede aprender a tolerar sus propios impulsos, y empezar a dios verbales y no ver
pensar en las vivencias que antes carecían de sentido y le aterrorizaban, gra- ra inconsciente» 23. M
cias a la capacidad del terapeuta de utilizar las interpretaciones para expre- nismos de defensa ese
sar los sentimientos con palabras. El funcionamiento de este proceso (IP) de- los pacientes, el terap
pende para Rosenfeld de la capacidad del terapeuta para existir como del paciente y la capac
continente de las proyecciones del paciente. Esta función contenedora es Desde esta concer
para Rosenfeld algo más que pasividad, es especialmente: «Estar preparado sis de psicóticos agud
para entrar en una relación intensa y conservar su función de expresar las niños pequeños. Esco.
vivencias con palabras» 20 . Las ideas de Bion sobre la evolución e integra- bir este modelo técnio
ción de elementos beta en elementos alfa está presente en esta posición.
Grotstein (1981) ha calificado esta relación como «vínculo siamés [que pro- - Cualquier inte
dos extraanalíticos es ¡
18 D . Rosenfeld (1987), 06. cit., p. 86. 21 Grotstein (1981), Iden
19 06. cit., pp. 87-88. 22
Véase D. Rosenfeld, e
20 06. cit., p. 200. 23 06. cit., p. 150.
Alejandro Ávila Espada Psicoterapia psicoanalítica de las psicosis 429
aya la importancia del gresa mediante] relaciones autistas, simbióticas e incluso separadas y final-
squizofrenia, como cri- mente individualizadas» 21 •
ametralmente opuesto a c. La psicoterapia personal del terapeuta juega un papel crucial al faci-
litarle el contacto con las «áreas psicóticas escindidas de uno mismo», lo que
1mca invito [inicialmen- es esencial para establecer relación con el psicótico y sostener y trabajar con
1 psicoanalítico» 2 4_ la transferencia psicótica. Rosenfeld advierte que la ,:arencia de un trabajo
1es son utilizadas como analítico en profundidad con estos aspectos puede derivar en confusión, im-
ítico la totalidad de la passe 26, estrés y fracaso, precisamente porque el paciente percibe los trastor-
ersa índole, en una me- nos del terapeuta e interactúa con ellos.
RESUMEN
antes problemas al tera-
mportantes y sugiere la En este capítulo se aborda uno de los temas teórico-técnicos más complejos
y que más controversia ha suscitado dentro de los diferentes enfoques de la
psicoterapia psicoanálítica: el tratamiento de las psicosis. En primer lugar, se
comunican con el tera- parte de la exposición de las ideas freudianas sobre la imposibilidad de evo-
; verbales como no ver- car transferencia en las «neurosis narcisistas», término con el que representa
paciente comunica (vía lo que hoy denominamos psicosis. Aunque Freud deja abierta una interro-
tsegurarse de distinguir- gante sobre la posibilidad de que surjan las «modificaciones técnicas» que
vencías proyectadas por permita tratarlas, será necesario esperar hasta los años cuarenta para encon-
:ntificación proyectiva y trar bien delimitadas dos orientaciones: la de los psicoanalistas que propo-
9) propone que el tera- nen un enfoque de tratamiento basado en el favorecimiento de los mecanis-
1 paciente pero también mos de adaptación a través de una relación de identificación positiva con el
sica" (nivel preedípico). terapeuta (Federn) y la de lo que defenderán la capacidad del psicótico de
::¡ue permite establecer producir transferencia, y por tanto su accesibilidad -con ciertas modifica-
ndencia extrema, agre- ciones- a los procedimientos terapéuticos típicos del psicoanálisis (princi-
1es verbales pasan a un palmente autores de influencia kleiniana: Segal, Bion, Rosenfeld). Otros auto-
res como Jacobson, Mahler, Winnicott o Searles efectuarán contribuciones
ndario e incluso puede destacadas, que son descritas brevemente por no ser directamente resumí-
icóticos aceptan las in- bles en las posiciones anteriores.
transmitirles de forma Posteriormente, se revisan los criterios diagnósticos estructurales sobre la
esta forma una acepta- psicogénesis y dinámica de las psicosis y se comentan algunas propuestas téc-
iliza «enseñándole», si- nicas para el tratamiento de psicóticos, extraídas de los últimos trabajos de
interpretaciones verba- Rosenfeld.
que el paciente siente,
)tensión real por parte
plee el reconocimiento
LECTURAS RECOMENDADAS
:aciones no verbales de
Rosenfeld, D. (1987), «Enfoque psicoanalítico del tratamiento de la psicosis»
y «Ruptura de la comunicación entre el paciente y el analista», capítulos
26 Este concepto ha sido descrito en los capítulos 14 y 15 de este Manual.
432 Alejandro Ávila Espada
19. PSICOTERAPJ
DE LOS TRA~
Iy III de la obra: Impasse e interpretación, Madrid, Tecnipublicaciones,
1990, pp. 63-83.
En ambos trabajos el lector puede apreciar algunos de los elementos esenciales URBANO ALONSO DEL
de la aproximación de David Rosenfeld al tratamiento de las psicosis mediante un
enfoque psicoanalítico. En el primero de ellos expone su recorrido personal, y en el
segundo se analizan los problemas de la relación terapéutica con el psicótico, a tra-
vés del caso Silvia. Un buen exponente del pensamiento kleiniano en el tratamiento
de las psicosis.
I.2. Complejidad de
y precisiones me
En el trasfondo de e
ca: la de las interacci
tal, que ha estado pr<
medicina, de la psicc
tener una solución
complejidad del ser 1
sables (U. Alonso, 19
conclusiones negativ:
co y expositivo, pero
utilizados en el plant
Universidad de Granada.
Alejandro Ávila Espada
19. PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA
DE LOS TRASTORNOS PSICOSOMÁTICOS
·id, Tecnipublicaciones,
Universidad de Granada.
434 Urbano Alonso del Campo Psicoterapia psicoanalítica de lo
cos, como ha puntualizado Ruiz Ogara y cols. (1989), con un mayor rigor probablemente no e:l!
epistemológico, tanto por lo que se refiere a los presupuestos como a los las actitudes humani!
planteamientos de la psiquiatría clínica, de la psicología o del psicoanálisis. turas mesopotámicas
Por parte de los estudiosos de la medicina psicosomática ha habido una psicosomática actual,
más o menos aceptada episteme (modelo de saber) en que parecen reconocer senda en su mundo 1
la unidad entre lo psíquico y lo somático del enfermar humano quedándose ran hacernos pensar
en vagas generalizaciones, sin llegar a la suficiente matización y especifica- medicina babilónica
ción propia de los niveles de modelos operativos y si~temas comprensivos. socio-culturales, relig
El sistema (persona enferma o sana), los modelos (a través de los que nos re- tar al individuo y rec
presentamos estos sistemas) y los métodos utilizados en su estudio son cuestio- Con posteriorida
nes fundamentales que se presentan a la reflexión epistemológica de cualquier a.C.) y la Escuela de 1
ciencia y, por tanto, al estudio y terapia de las alteraciones pskosomáticas. los humores, aborda1
Una de las tareas fundamentales y prioritarias debe consistir en precisar holística, de globalic
la identidad clínica de estos trastornos, pues no sabemos exactamente en como en su historial
qué consiste la patología o la «actitud psicosomática»; qué valor tienen las global del individuo,
investigaciones realizadas en este campo; y qué es lo que demuestran y signi- la armonía perdida ¡:
fican estas variadas formas del enfermar hU:mano. Es necesario subrayar así no. La concepción h
mismo el peligro de un «eclecticismo seudocientífico» que pretendiese abar- dinámica, prefiguran,
car plenamente los aspectos más variados de la persona humana, quedándo- A la escuela hip,
se con ello en vagas generalizaciones sin apoyar hechos concretos que especi- ción básicamente me
fiquen y maticen una realidad tan compleja como encierra la patología efecto, y la Escuela <
psicosomática. No se trata simplemente de homogeneizar enfoques o de unir noma atribuyéndole
causalidades físicas con motivaciones psicológicas y condicionamientos so- logía específica, bajo
ciales. La exigencia científica pide otros criterios más rigurosos. Tras el análi- vención médica com
sis de los paradigmas y epistemes existentes, se trata de sustituir el paradig- En la época ron
ma actual, si fuese necesario, por otro más complejo y real que nos porales pueden ser e
permitiese llegar a una concepción más ajustada y clara de los factores que terios y conceptos 1
interaccionan en el sistema salud-enfermedad. miento de los hum
psicológico.
En la rica tradi<
autor del famoso Ca
11. REFERENCIA HISTÓRICA llo de ciertos estado:
Dando un gran
II.1. Aportaciones de la tradición médica y psiquiátrica a la precisión ción, merece especü
y conceptualización de los trastornos psicosomáticos voluciones psiquiát
Laennec (1781-1828
Los historiadores de la medicina y de la psiquiatría, P. Laín Entralgo (1979); Las aportacione:
Alexander (1950-1986), etc., remontan los antecedentes de la medicina psico- muy precisas y en s
somática al cuarto milenio antes de Cristo, con referencia a la medicina babi- mos de esófago, ca
lónica y especialmente a sus actitudes médicas (2500-500 a.C.). Alexander como las «neurosis
(1970) escribe con acentuado énfasis: «la medicina mesopotámica era psico- Estas formas de neu
somática en todos sus aspectos». Esta afirmación tan rotunda y categórica, orgánicas o dicho er
Urbano Alonso del Campo Psicoterapia psicoanalítica de los trastornos psicosomáticos 435
9), con un mayor rigor probablemente no exenta de exagerado celo, nos parece, a pesar también de
·esupuestos como a los las actitudes humanistas que presidían el ejercicio de la medicina en las cul-
ía o del psicoanálisis. turas mesopotámicas, difícil de relacionar con la complejidad de la realidad
;omática ha habido una psicosomática actual, tanto por razón del propio lenguaje, como por la au-
que parecen reconocer sencia en su mundo cultural de interpretaciones y planteamientos que pudie-
ar humano quedándose ran hacernos pensar en los problemas de la psicosomática del siglo XX. La
natización y especifica- medicina babilónica estaba fuertemente influenciada por condicionamientos
:emas comprensivos. socio-culturales, religiosos, mágicos y tabuísticos, cuyo propósito era rehabili-
:ravés de los que nos re- tar al individuo y recon~iliarlo con el mundo trascendente.
su estudio son cuestio- Con posterioridad merece ser destacada la figura de Hipócrates (460-370
temológica de cualquier a.C.) y la Escuela de Cos. La medicina hipocrática, creadora de la doctrina de
es psicosomáticas. los humores, abordará el estudio del hombre enfermo desde una perspectiva
be consistir en precisar holística, de globalidad; hará hincapié en el temperamento del enfermo, así
bemos exactamente en como en su historial clínico. La enfermedad es entendida como una reacción
t»; qué valor tienen las global del individuo, por lo que la intervención terapéutica debe restablecer
:¡ue demuestran y signi- la armonía perdida por el hombre en relación consigo mismo y con su entor-
necesario subrayar así no. La concepción hipocrática de la enfermedad es resueltamente sintética y
~ que pretendiese abar- dinámica, prefigurando un acercamiento a la psicosomática actual.
na humana, quedándo- A la escuela hipocrática se opondrá la escuela galénica con una concep-
,s concretos que especi- ción básicamente mecanicista y positivista. Galeno, nacido el año 130 a.C., en
1 encierra la patología efecto, y la Escuela de Cnida confieren a la enfermedad una existencia autó-
izar enfoques o de unir noma atribuyéndole una base anatomoclínica en la que se buscará una etio-
condicionamientos so- logía específica, bajo la acción o los efectos de un agente patógeno. La inter-
rigurosos. Tras el análi- vención médica consistirá en localizar dicha afección e intentar suprimirla.
de sustituir el paradig- En la época romana, Cicerón (106-43 a.C.) afirma que las dolencias cor-
plejo y real que nos porales pueden ser consecuencia de factores emocionales. Se opone a los cri-
ara de los factores que terios y conceptos hipocráticos en cuanto al modo mecánico del funciona-
miento de los humores y propone para su explicación causas de origen
psicológico.
En la rica tradición médica árabe, Avicena (980-1039), aparte de ser el
autor del famoso Canon, demuestra una gran intuición al describir el desarro-
llo de ciertos estados físicos basados en causas emocionales.
Dando un gran salto en la historia, y llegando al período de la Ilustra-
:a a la precisión ción, merece especial mención Pinel (1755-1826), promotor de una de las re-
zcos voluciones psiquiátricas más importantes, junto a Broussais (1777-1838),
Laennec (1781-1828) o Trousseau (1801-1867).
'. Laín Entralgo (1979); Las aportaciones de Pinel desde una perspectiva psicosomática fueron ya
s de la medicina psico- muy precisas y en su nosografía aparecen las «neurosis de digestión»: espas-
cia a la medicina babi- mos de esófago, cardialgias, vómitos, dispepsias, bulimias, cólicos, etc.; así
0-500 a.C.). Alexander como las «neurosis de circulación»: palpitaciones, arritmias, síncopes, etc.
~sopotámica era psico- Estas formas de neurosis designarían trastornos nerviosos ligados a funciones
rotunda y categórica, orgánicas o dicho en términos actuales a trastornos psicosomáticos.
436 Urbano Alonso del Campo Psicoterapia psicoanalítica de lo
Durante el siglo XIX, con el romanticismo, nos llega de la mano de Hein- cura psicoanalítica. F
roth (1773-1843), psiquiatra e internista, el concepto mismo de «psicosomá- dría y neurosis de a
tica». ciente de la libido se
Su definición se apoyaba en la influencia del psiquismo a nivel instintivo gicas.
en la aparición de las enfermedades orgánicas más relevantes (tuberculosis, Aunque estas en
cáncer). das, no es óbice para
Entre los precursores de Heinroth cabe citar a Georg Ernest Stahl (1660- de una patología de
1734) para quien en su Theoria Medica Vera, el alma es el principio animador somáticas que hoy d(
del cuerpo, pero sirviéndose de él como instrumento~ teniendo por ello muy K. Abraham (181
en cuenta el influjo de los estados de ánimo sobre el organismo. También re- no se ocupó expres
cordaremos a Homar Rosenbach (1851 -1907) a quien muchos atribuyen la Sandor Ferenczi se a
paternidad del término «psicosomático». lógicos se tradujesen
Contemporáneo de Heinroth es Friedrich Eduard Beneke (1798-1854) gía, considerando lm
cuando propone que las ideas podrían simbolizarse y expresarse en forma de conflictos. Y aplicó i
reacciones físicas. llo de la libido a la e
Ernst von Feuchtersleben (1806-1849) en su Dietética del alma presentaba nal. Consideró, a su
una visión psicosomática del organismo, dando gran importancia a la fantasía identificación femen
(«pulmón del alma») como medio de conservar el equilibrio del organismo. ta por la pasividad.
También mencionaremos a Carl Gustav Carus (1779-1868), médico de S. Ferenczi (187:
Goethe, quien hace alusión al origen inconsciente de ciertos trastornos psi- genéración, no se oc
cológicos, si bien de un modo bastante especulativo y fantástico. co. Quizá su contrib
La tradición médica más común mantuvo generalmente una concepción toneurosis» que elal:
organicista del enfermar. sis cerebral.
Otros autores, e1
Smith Ely Jellifle (d(
n.2. El psicoanálisis y la obra de los primeros psicoanalistas dre de la medicina J
1934), tienen una in
A Sigmund Freud le debemos el descubrimiento de diversos mecanismos psicosomática 1.
psicológicos que sirvieron para explicar la aparición de trastornos somáticos, 1 Simmel (1882-194;
sobre todo con la célebre noción de «conversión histérica», enfatizando, al tes utilizando orientacio
mismo tiempo, un nuevo aspecto en la psicogénesis del enfermar: la persona- cías destructivas de la I
lidad del paciente. cuerpo y producir trast,
una reacción física del c
Surge en Freud a partir del tratamiento de la histeria -con los obligados
presa las necesidades in
antecedentes de Breuer, Charcot y Janet- la idea de un lenguaje corporal rich Meng (1887-1969) •
para el que postuló el «salto de lo psíquico a lo somático». ción más afortunada q1
Freud había distinguido en el seno de la patología neurótica dos catego- importante trabajo de p:
rías de afecciones según la patogénesis de los trastornos, y la parte accesoria aportación con su Psicog
La idea básica de te
o esencial de mecanismos de orden biológico. Por un lado, las psiconeurosis
inconscientes con toda
de transferencia (histérica, fóbica y obsesiva) ligadas a los avatares de los de- freudiana de los fenóm
seos sexuales infantiles y a los conflictos edipianos reavivados por los aconte- «toda enfermedad orgán
cimientos recientes de la historia del paciente; conflictos que pueden ser tivas derivadas del inco
abordados a través de su reactualización en la situación transferencia! de la El propio Groddeck afi
Urbano Alonso del Campo Psicoterapia psicoanalítica de los trastornos psicosomáticos 437
de la mano de Hein- cura psicoanalítica. Por otro lado, las neurosis actuales (neurastenia, hipocon-
ismo de «psicosomá- dría y neurosis de angustia) vinculadas a una perturbación cuantitativa re-
ciente de la libido sexual obligada a expresarse por determinadas vías fisioló-
;mo a nivel instintivo gicas.
:vantes (tuberculosis Aunque estas entidades nosológicas han sido modernamente abandona-
' das, no es óbice para reconocer que Freud ha tenido al respecto la intuición
g Ernest Stahl (1660- de una patología de la regulación emocional, en el origen de manifestaciones
1principio animador somáticas que hoy denominaríamos psicosomáticas.
niendo por ello muy K. Abraham (187'7-1925), uno de los grandes analistas cercanos a Freud,
:anismo. También re- no se ocupó expresamente de los problemas psicosomáticos, pero junto a
nuchos atribuyen la Sandor Ferenczi se acercó a la posibilidad de que los estados mentales pato-
lógicos se tradujesen en actividad somática capaces de producir una patolo-
Beneke (1798-1854) gía, considerando los síntomas somáticos como expresiones simbólicas de los
)tesarse en forma de conflictos. Y aplicó su concepción sobre los estadios oral y anal del desarro-
llo de la libido a la explicación de ciertos desórdenes del tracto gastrointesti-
i del alma presentaba nal. Consideró, a su vez, que la eyaculación precoz tenía su origen en una
ortancia a la fantasía identificación femenina hostil, una orientación sádica, casi siempre encubier-
'Ío del organismo. ta por la pasividad.
'9-1868), médico de S. Ferenczi (1873-1933), uno de los más brillantes analistas de la primera
ertos trastornos psi- generación, no se ocupó tampoco específicamente del problema psicosomáti-
:ástico. co. Quizá su contribución más singular en este terreno fue la noción de «pa-
nte una concepción toneurosis». que elaboró en torno al estudio de la psicopatología de la paráli-
sis cerebral.
Otros autores, entre los que cabría citar a Ernest Simmel, Félix Deutsch,
Smith Ely Jellifle (de quien se ha dicho que puede considerarse como el «pa-
r;tas dre de la medicina psicosomática») y especialmente Georg Groddeck (1866-
1934), tienen una importancia considerable en la precisión del concepto de
1versos mecanismos psicosomática 1.
·astornos somáticos, 1 Simmel (1882-1947) fue un pionero en el desarrollo del cuidado hospitalario de pacien-
ca», enfatizando, al tes utilizando orientaciones psicoanalíticas. Puso de manifiesto la importancia de las tenden-
nfermar: la persona- cias destructivas de la personalidad, que pueden expresarse sobre los órganos internos del
cuerpo y producir trastornos orgánicos; Groddeck consideró en 1920 la enfermedad como
-con los obligados una reacción física del cuerpo ante el trauma y también como una reacción simbólica que ex-
m lenguaje corporal presa las necesidades internas de las desconocidas fuerzas del ello que nos gobiernan; Hein-
rich Meng (1887-1969) introdujo la noción de «organopsicosis» que le parecía una designa-
ción más afortunada que la de medicina psicosomática; F. Deutsch publicó en 1922 un
·urótica dos catego- importante trabajo de psicoterapia aplicado en medicina interna. Schwarz hizo una destacada
y la parte accesoria aportación con su Psicogénesis de los síntomas corporales.
::lo, las psiconeurosis La idea básica de todos estos autores fue relacionar causalmente los conflictos psíquicos
avatares de los de- inconscientes con toda una serie de alteraciones somáticas, inspirados en la interpretación
freudiana de los fenómenos de conversión de los histéricos. F. Deutsch escribía en 1933:
dos por los aconte- «toda enfermedad orgánica está acompañada de una pequeña neurosis [...] las energías instin-
)S que pueden ser tivas derivadas del inconsciente forman la base para el curso de una enfermedad orgánica».
transferencia! de la El propio Groddeck afirmaba que las enfermedades psicosomáticas correspondían a la con-
438 Urbano Alonso del Campo Psicoterapia psicoanalítica de los trac
pulsional, y c. a los dinamismos funcionales que entran en juego. El estudio ma que «la enfermeda
de los procesos somáticos deben tener en cuenta a su vez la organización de las vicisitudes de la vi,
las diversas formas de personalidad, la desorganización y reorganización mis- mórfica en lenguaje ps
ma en los procesos terapéuticos 4•
Estos autores a través del análisis teórico de las alteraciones psicosomáti- Utilizando siempre el tér
cas orientado en una perspectiva psicoanalítica, permite llegar a un concepto ción y desarrollo, hablam
de rasgos comunes que circunscriben una verdadera estructura psicosomática, ma [...] cuando profundiz
más psíquico, y lo psíqui
intentando, al mismo tiempo, elaborar una teoría de fa economía psicosomática.
con el supuesto teórico e
A pesar del recurso a un concepto de la «psique», un tanto mítico, con
un mismo existente biol
referencia a una dualidad instintiva de vida y de muerte, encontramos en práctica clínica, sin emb:
estos autores un intento interpretativo global del hombre, sano o enfermo, fundamentalmente como
que es considerado en relación con el conjunto de movimientos «evolutivos»
y «contraevolutivos». La enfermedad es concebida como el resultado de la Este mismo autor ,
conjunción de una carencia en la organización del individuo, de una agre- co) específica inconsc
sión desorganizadora externa o interna y de un poder más o menos activo de somática o psíquica.
reorganización.
P. Marty (1976, p. 16) combina las perspectivas evolutiva y psicoanalítica.
Tras criticar la vinculación de las funciones a órganos anatómicamente defi- II.5.2. Los procesos e
nidos, limitados en el espacio y localizados, especialmente en lo que se refie-
re a las funciones mentales, y señalar lo artificial de la separación del hombre a. Lás causas del en/en
de su medio, se centra en considerar el papel de los 'instintos de vida y de
muerte, para determinar los estados de salud y enfermedad, vinculados a La historia de la med
«organizaciones y desorganizaciones evolutivas». P. Marty abiertamente se psíquicas han sido atr
decanta por el abandono del principio dualista psique-soma, y se orienta por exógeno o ambiental ;
la investigación de los aspectos de la organización económica individual (en la personalidad.
sentido psicoanalítico). La teoría de la ps
Entre los rasgos comunes que los autores de la Escuela Psicosomática de en los factores endóge
París atribuyen a la estructura psicosomática estaría la carencia de vida fan- ría origen a una compl
tasmática, la pobreza del mundo imaginario y de la vida preconsciente de ran la personalidad. E
estos enfermos, especificándose por el «pensamiento operatorio», la «depre- que provienen de los e
sión esencial» y una deficitaria organización psíquica, distinta de los neuróti- Existe pues una c<
cos, evidenciándose todos estos rasgos en el tratamiento psicoanalítico, tanto factores externos al in
en relación con el fenómeno de la transferencia, de las elaboraciones oníri- la estructura primaria 1
cas, y, en general, en todo el proceso asociativo. La fundamentació
Dentro de estas teorías sobre psicosomática de inspiración psicoanalítica, las observaciones llev~
la concepción teórica de Chioza tiene matizaciones propias. Este autor afir- mos; en las hipótesis e
la infancia de los adul
4 La reorganización se establece en el proceso terapéutico, con los diferentes y complejos directa sobre el recién
sistemas funcionales del sujeto. Revisten especial importancia las regresiones del sujeto que tie-
nen como finalidad detener el movimiento contraevolutivo de la desorganización. Las regre- b. Aspecto procesual y
siones están íntimamente relacionadas con las fijaciones del sujeto, instaladas a diferentes mo-
delos evolutivos durante el desarrollo del sujeto a través del cual va lográndose su estructura En relación con este p
psicológica. la necesidad de recon
Urbano Alonso del Campo Psicoterapia psicoanalítica de los trastornos psicosomáticos 443
ltran en juego. El estudio ma que «la enfermedad somática no posee una existencia independiente de
su vez la organización de las vicisitudes de la vida inconsciente». Y pretende reformular la teoría hile-
:10n y reorganización mis- mórfica en lenguaje psicoanalítico:
alteraciones psicosomáti- Utilizando siempre el término forma en un sentido amplio que abarca estructura, fun-
mite llegar a un concepto ción y desarrollo, hablamos de alteración somática cuando sucede un cambio en la for-
estructura psicosomática, ma [...] cuando profundizamos en la investigación, lo somático se nos muestra cada vez
a economza pszcosomatzca.
' , • I' • más psíquico, y lo psíquico cada vez más somático, de una manera que resulte acorde
ue», un tanto mítico, con con el supuesto teórico de que idea y materia constituyen dos apariencias distintas de
un mismo existente biológico que se ocultan recíprocamente a la conciencia. En la
muerte, encontramos en
práctica clínica, sin embargo, nos encontramos con enfermedades que se manifiestan
nombre, sano o enfermo, fundamentalmente como psíquicas y otras como somáticas (1982, pp. 15-16).
movimientos «evolutivos»
como el resultado de la Este mismo autor considera que hay una fantasía (en sentido psicoanalíti-
l individuo, de una agre- co) específica inconsciente que determina la aparición de una enfermedad
er más o menos activo de somática o psíquica.
evolutiva y psicoanalítica.
10s anatómicamente defi- II.5.2. Los procesos de somatización
lmente en lo que se refie-
la separación del hombre a. Las causas del enfermar psíquico
os instintos de vida y de
nfermedad, vinculados a La historia .de la medicina nos muestra que las causas de las enfermedades
'. Marty abiertamente se psíquicas han sido atribuidas básicamente a dos factores: unos de carácter
ue-soma, y se orienta por exógeno o ambiental y otros de carácter endógeno, constitutivos básicos de
económica individual (en la personalidad.
La teoría de la psicosomática de esta escuela insiste fundamentalmente
~scuela Psicosomática de en los factores endógenos relacionados con los de carácter exógeno que da-
t la carencia de vida fan- ría origen a una complejidad de elementos funcionales internos que estructu-
la vida preconsciente de ran la personalidad. Esta teoría tiene .íntima relación con los planteamientos
o operatorio», la «depre- que provienen de los condicionamientos genéticos e inmunológicos.
a, distinta de los neuróti- Existe pues una complejidad patológica que se organiza en relación con
ento psicoanalítico, tanto factores externos al individuo, con diversos rasgos de la personalidad y con
~ las elaboraciones oníri- la estructura primaria biológica.
La fundamentación empírica de estos postulados teóricos se basaría en
nspiración psicoanalítica, las observaciones llevadas a cabo directamente sobre adultos sanos y enfer-
propias. Este autor afir- mos; en las hipótesis emitidas a posteriori concernientes al desarrollo durante
la infancia de los adultos sanos y enfermos, y, finalmente, en la observación
:on los diferentes y complejos directa sobre el recién nacido y niños, a su vez, sanos y enfermos.
s regresiones del sujeto que tie-
la desorganización. Las regre- b. Aspecto procesual y evolutivo del enfermar
to, instaladas a diferentes mo-
a! va lográndose su estructura En relación con este proceso, la Escuela de París pone especial énfasis: a. en
la necesidad de reconocer la complejidad del individuo conseguida a través
444 Urbano Alonso del Campo Psicoterapia psicoanalítica de los h
del inconsciente y es fruto de las distintas representaciones elaboradas por Estas modalidades
ella. Puede apreciarse la multiplicidad casi infinita de estructuras terminales das del preconsciente: e
que pueden existir en los distinto~ niveles evolutivos. y de su logro y adecuac
La manera de concebir la estructuración del inconsciente y la evolución Clínicamente, para
del individuo dependen de la sensibilidad del sujeto, de la autonomía de su nado hay que relaciorn
ritmo evolutivo y del programa de evolución general y particular de cada su modificación presern
función.
II.5.4. Dos importante:
b. Formación del preconsciente de las alteracio1
La formación del preconsciente es una pieza clave, tanto en la teoría como en a. Las regresiones
la práctica terapéutica, de la psicosomática: en la perspectiva psicoanalítica.
Desde el punto de vista teórico, el preconsciente está formando por con- Estas formas de com¡::
juntos funcionales de los más diversos órdenes que surgen durante el desa- para entender los pro
rrollo y forman un conjunto de contenidos motivacionales más o menos dis- quiere esclarecer la arr
ponibles para aflorar a la conciencia. Se muestra como «lugar» de encuentro mos, la cualidad de su:
entre la sensomotrictdad que sitúa las representaciones de las cosas, y el lengua- mitan su línea contraev
je que instala las representaciones de la palabra. El concepto de re¡
Los contenidos del preconsciente mantendrían una cierta «estratifica- coanalítico habitual, y
ción», cuyas capas más profundas se situarían en el límite del inconsciente miento psicológico evo
vinculadas a los dinamismos pulsionales más primarios, y cuyos niveles supe- gresión no significa se
riores lindarían con los contenidos de la conciencia. finalidad es la de cont1
La calidad del preconsciente dependería: a. del espesor del conjunto de nan con los traumatisn
estas estratificaciones, de la movilidad interior de las formas representativas y nización, es posible ini
del logro de su funcionamiento. de orden mental o sorr
Desde el punto de vista clínico es necesario destacar dos aspectos funda- sigue su mecanismo d
mentales: la calidad funcional del preconsciente y la estructura del sujeto. ciones y anarquías func
La calidad funcional del preconsciente manifiesta, en el estudio del indivi- Las regresiones es1
duo, la presencia, ausencia, desaparición o retorno de la jerarquización fun- funcionamientos psico
cional psicosomática del sujeto. Es de la máxima importancia ser sensible a parciales, pero profum
estas variaciones, pues ocasionalmente pueden cambiar con gran rapidez en sus interacciones afect
el tiempo y singularmente en relación con el interlocutor o terapeuta, pero bal. Las implicaciones
estos cambios no significan que se haya modificado realmente la estructura El aspecto global ,
del preconsciente. la parte que adquiere
La estructura psicológica de un sujeto se define por las modalidades de su mental del sujeto. Est
organización funcional, y por el ritmo automación-programación de sus fun- dándose variaciones in
ciones psicosomáticas especialmente fijadas y afectadas por el investimiento El interés de esta
de sus diferentes sistemas. cual depende la form2
Las modalidades individuales de una óptima organización funcional están gación psicológica la e
relacionadas con el tipo de la organización mental del sujeto (neurótica, psi- modalidades cualitati,
cótica, alérgica ... ) y con el nivel evolutivo afectado (mental, de carácter, o de construcción psicológi
comportamiento). sistemas de fijación.
Urbano Alonso del Campo · Psicoterapia psicoanalítica de los trastornos psicosomáticos 447
1taciones elaboradas por Estas modalidades dependerán de las tres cualidades funcionales aludi-
:le estructuras terminales das del preconsciente: de su espesor y estratificación; de su dinámica interna,
y de su logro y adecuación a nivel comportamental.
:onsciente y la evolución Clínicamente, para resumir el estado del sujeto en un momento determi-
), de la autonomía de su nado hay que relacionar los elementos de su estructura habitual con los de
ral y particular de cada su modificación presente.
aconsejable una psicoterapia que pueda poner término a los episodios que
conducen a la depresión esencial. Esta necesidad debe preverse como méto-
do preventivo para evitar la aparición de alteraciones somáticas. El puro acti-
:rsistente, y representan vismo y las evasiones sustitutorias parecen obstaculizar la formación de fija-
lesarrollo se efectúa en ciones que serían las encargadas de propiciar la reorganización psicológica.
mtrario de la evolución De toda esta problemática, escribe Jeammet (1982):
y de jerarquización, la
sucesivas y anárquicas. encontramos una tentativa global del hombre, sano o enfermo, que está sometido
permanentemente a un ·conjunto de movimientos evolutivos y contraevolutivos; y la
nuerte, y, de esta forma,
enfermedad aparece como el resultado de la conjunción de una carencia en la orga-
1 tras otra, las organiza-
nización del individuo, de una agresión desorganizada externa o interna, y de la ca-
zaciones funcionales se pacidad de reorganización del sujeto.
ter el curso de la desor-
1erte. En síntesis, diremos que el estudio progresivo de la existencia individual
sorganización es especí- no puede hacerse sin un análisis de los diferentes tipos de regresiones. Más
:gres1ones. allá del psicoanálisis freudiano, P. Marty ha intentado aplicar estos conceptos
1 por no poder detener, y teorías analíticas al dominio psicosomático.
volutivo que las mantie-
lticos serían capaces de
regresivos y del funcio- Il.5.5. Formas inadaptadas de comportamiento
tn la depresión esencial y estructuras deficitarias
anarquía de las funcio- El proceso, psicosomático adquiere niveles y formas expresivas diferentes de-
ización se desarrolla en rivándose de ello una tipología estructural que se resuelve en las llamadas
mtos y jerarquizaciones neurosis mentales: neurosis de carácter y neurosis de comportamiento.
e la forma de las desor-
:is causas, al límite y va- a. Neurosis de carácter
tente adquiridas por ca-
tivas de una adecuada Las neurosis de carácter están en relación con la «mentalización» del sujeto;
nerativo de las desorga- y ésta, a su vez, se relaciona con la calidad del funcionamiento del precons-
ntos funcionales. Están ciente a partir de sus tres dimensiones fundamentales.
lean la vida del sujeto, Cuando se reencuentran e integran estas tres cualidades de los conteni-
:rentes acontecimientos dos preconscientes podemos hablar de una buena mentalización.
su vida profesional, su Los neuróticos mentales, y los neuróticos de carácter que poseen una bue-
r un tiempo la desorga- na mentalización, gracias a los mecanismos de fijaciones-regresiones que los
etiene su proceso dege- caracterizan, son más resistentes a los diferentes traumatismos. El buen fun-
cionamiento de sus dos sistemas tópicos les permite, además, establecer
as más clásicas en rela- consciente e inconscientemente, los encuentros reanimadores que correspon-
' de manera atípica du- den a sus aptitudes regresivas. Por el contrario, los neuróticos de carácter, con
orma como en su desa- una organización mental deficiente, y los neuróticos de comportamiento, en
'ariable; las afecciones los que la primera tópica funciona deficitaria o defectuosamente, tienen
vir unas tras otras. pocas posibilidades de organizar conscientemente los encuentros reaniman-
mciones progresivas es tes que convendrían a su adecuado funcionamiento.
450 Urbano Alonso del Campo Psicoterapia psicoanalítica de los ti
Estos sujetos relativamente desprovistos de vitalidad interior tienen espe- activa; rehúsa dirigirse
cial necesidad de una vida de relación. Dependen, pues, en gran parte, del locutor válido. La pers<
azar de sus encuentros, a menudo impulsivamente elegidos. Desprovistos, a vación ni impulso pan
su vez, de sistemas regresivos suficientemente densos, esos sujetos son fácil- dinamismos en su cond
mente víctimas de desorganizaciones progresivas de las que se desconoce el La depresión esen
peligro que encierran. que constituyen la p1
mental.
b. Neurosis de comportamiento Las patologías men
co o psicótico, ofrecen
Está relacionada con el modo del funcionamiento de los contenidos precons- cas. Por ello, los neuró
cientes. Numerosos individuos, probablemente un alto porcentaje en nuestra mente desde la perspe
cultura occidental, tienen una organización defectuosa de su primer sistema ser tratados en análisis.
tópico (inconsciente, preconsciente, consciente) y, por tanto, tienen mayor di- ciente bien organizado
ficultad en mantener una buena organización de su propio yo. la significación de sus s
Entre los rasgos característicos de este tipo de neurosis cabría destacar: Los enfermos psicc
a. la dificultad de elaborar su mundo de representacioens; b. la imposibili- !izados son tratados en
dad de mantener un suficiente distanciamiento psicológico frente a los acon- coanálisis clásico (con 1
tecimientos traumáticos, ante los cuales suelen sucumbir y ser dominado por rapia el analista ínter
ellos; c. la vivencia masoquista de los sucesos traumáticos como una realidad paralizados e inactivos
inmediata y constante. Hay una negación implícita y una inaceptación de esa consciente en la prime1
realidad traumática, como puede ser: la muerte de un ser querido o una rup- les, perceptivas o ment:
tura amorosa. Estos sujetos mantienen un duelo permanente sin ser capaces
de integrarlo en el conjunto de su vida. Tienen, a su vez, una gran fragilidad d. El pensamiento oper
homeostática a nivel psicológico, sin posibilidades regresivas de orden men-
tal. Podrían incluirse aquí ciertos rasgos de «perversión», que se observan en La vida operatoria es t
sus comportamientos, pues en el «perverso» no existe una estructura yoica ni en el curso de una lent
superyoica suficientemente maduras. Son muy débiles sus estructuras menta- dual. La vida operatori
les y por ello ponen inmediatamente en acción los impulsos primarios. Falta o menos prolongada. I
elaboración mental y riqueza en sus procesos simbólicos. variables que indican
brío 5•
c. La depresión esencial
5 El pensamiento opera
Este concepto clave de la teoría psicosomática se caracteriza por una bajada desarrollado por P. Marty:
del tono vital instintivo, sin que se acompañe de síntomas específicos. La neas evolutivas laterales, ap1
ciones fantasmáticas. 2. Se
«depresión esencial» es difícil de encontrar en estado puro; siempre va vin- evolutivas cortas que sirven
culada a ciertos síntomas, pero éstos acompañan -no especifican- a la de- miemos realizan, en cierto r
presión. La psiquiatría tradicional al estudiar la depresión se fijaba precisa- sentatividad sin que exista
mente en la sintomatología que presentaba el paciente. La depresión esencial clásicos. Numerosos actos i
corresponde a algo anterior, más profundo, relacionado con su desorganiza- mos sistemáticos de acción,
existir en estado puro, perc
ción mental. En la depresión esencial hay una grave disminución de su;.; vi- conscientes con la participa<
vencias, de sus proyectos y fantasías. Traduce la ruptura que existe con el in- Durante la vida operat<
consciente. Emocionalmente no hay pasado ni presente; no hay participación de representación, surgidos
Urbano Alonso del Campo Psicoterapia psicoanalítica de los trastornos psicosomáticos 451
idad interior tienen espe- activa; rehúsa dirigirse a alguien; se da el rechazo personal pues no hay inter-
pues, en gran parte, del locutor válido. La persona se encuentra desvalida, como impotente, sin moti-
elegidos. Desprovistos, a vación ni impulso para la comunicación. Aunque quiere, no puede suscitar
os, esos sujetos son fácil- dinamismos en su conducta.
: las que se desconoce el La depresión esencial abre la puerta a las desorganizaciones somáticas
que constituyen la prolongación y manifestación de la desorganización
mental.
Las patologías mentales sistemáticas y mantenidas, sea de orden neuróti-
co o psicótico, ofrecen resistencia_, en general, a las desorganizaciones somáti-
~ los contenidos precons- cas. Por ello, los neuróticos y psicóticos organizados no son tratados clínica-
lto porcentaje en nuestra mente desde la perspectiva psicosomática. Estos enfermos pueden y deben
)Sa de su primer sistema ser tratados en análisis, porque tales pacientes al poseer un sistema precons-
,r tanto, tienen mayor di- ciente bien organizado son capaces de simbolizar y, por tanto, de interpretar
,ropio yo. la significación de s1,1s síntomas.
neurosis cabría destacar: Los enfermos psicosomáticos con desorganización mental o poco menta-
acioens; b. la imposibili- lizados son tratados en psicosomática a través de un análisis distinto del psi-
,lógico frente a los acon- coanálisis clásico (con mayor intervención del analista ...). Con este tipo de te-
nbir y ser dominado por rapia el analista intenta relanzar y movilizar los dinamismos que están
lticos como una realidad paralizados e inactivos. No se encuentran dinamismos infantiles, pues el in-
una inaceptación de esa consciente en la primera infancia se forma a partir de las relaciones sen·soria-
1 ser querido o una rup- les, perceptivas o mentales relacionados con los afectos.
manente sin ser capaces
vez, una gran fragilidad d. El pensamiento operatorio
~gresivas de orden men-
ón», que se observan en La vida operatoria es una etapa de relativa cronicidad y fijeza que se instala
: una estructura yoica ni en el curso de una lenta y progresiva desorganización psicológica intraindivi-
s sus estructuras menta- dual. La vida operatoria aparece con una consistencia psicológica frágil, más
npulsos primarios. Falta o menos prolongada. Está articulada frecuentemente a incidentes somáticos
:os. variables que indican la inestabilidad de su aparente naturalidad y equili-
brio 5.
5 El pensamiento operatorio se presenta bajo estas tres formas, según el preciso esquema
acteriza por una bajada desarrollado por P. Marty: l. A través de un haz central común y en relación con ciertas lí-
íntomas específicos. La neas evolutivas laterales, apoyándose en una actividad preconsciente que moviliza representa-
o puro; siempre va vin- ciones fantasmáticas. 2. Se vincula con los dinamismos paralelos, es decir, con las cadenas
evolutivas cortas que sirven de vías de expresión directas del inconsciente. Estos comporta-
o especifican- a la de- mientos realizan, en cierto modo, los movimientos inconscientes que actúan a nivel de repre-
:esión se fijaba precisa- sentatividad sin que exista una participación fundamental de los mecanismos preconscientes
~- La depresión esencial clásicos. Numerosos actos impulsivos se refieren a este modo de conducta. 3. En automatis-
do con su desorganiza- mos sistemáticos de acción, como resultado del aprendizaje y de las actitudes susceptibles de
disminución de sus vi- existir en estado puro, pero también con la posibilidad de ser afectados por contenidos in-
conscientes con la participación o ausencia de los niveles representativos.
ira que existe con el in- Durante la vida operatoria, los comportamientos carecen en gran medida de los niveles
te; no hay participación de representación, surgidos del inconsciente. Hay una ruptura y desvinculación con los con-
452 Urbano Alonso del Campo Psicoterapia psicoanalítica de los tr,
La vida operatoria está desprovista de fondo vital; su existencia es preca- Sin embargo, estos com
ria en razón de una sensibilidad persistente de sus contenidos inconscientes un funcionamiento más
con los traumatismos de vida. La desorganización mental está a merced de miento libidinal, por lo
estos sucesos traumáticos. niveles representativos
Cuando los diferentes traumatismos provocan la desorganización del rácter muy uniforme y J
aparato mental se desemboca en el pensamiento operatorio, siendo la depre- la satisfacción de necesi
sión esencial uno de sus aspectos y manifestaciones más significativas. La de- conductas adaptando e
presión esencial acompaña al pensamiento operatorio. sión del conjunto.
En el pensamiento operatorio, el yo del paciente se caracteriza por el Las actividades en ,
funcionamiento de una manera «fáctica»; estando como vinculado y fijado les», en el sentido utilit
en lo concreto, al tener limitadas sus posibilidades de representación y ela- da, sin alma, desmotiva,
boración fantasmática, lo que influye en su capacidad para integrar las ener- lógicas y alteraciones s
gías pulsionales. muerto viviente.
En el psicosomático, predominan el interés por los hechos concretos y Una importante ca1
las situaciones actuales desconectadas tanto del pasado como del futuro, lo servir de mecanismo d(
que significa, en el fondo, una desconexión con el mundo interno, aunque ciente psicosomático ne
mantengan una adaptación social aparente. · alguna manera podía a<
El yo operatorio del paciente psicosomático es un yo dominado por el tituiría una defensa con
principio de la inercia, y de la descarga inmediata. Fallan en el yo del psico- La_s conductas ope
somático, como afirma Lorenz (1979), las funciones del preconsciente que no contrainvestimentos pu
es capaz de filtrar ni dirigir, ni ordenar los contenidos; no relaciona los con- hemos dicho, es pobre,
tenidos diurnos con los infantiles, por lo, que la actividad de estos pacientes pañándose en la mayor
es escasa o nula, al verse empobrecida y reducida la distancia entre los con- voy al trabajo. De cual,
tenidos manifiestos y los latentes, lo que implica una deficiencia en el trabajo so, antes de hacer afir:
de elaboración de los sueños. existencia del comport
Se acompaña de una cierta uniformidad comportamental a la que suele que implican esa «factic
seguir una serie de conductas repetidas automáticas. Van desapareciendo los sujeto esté afectado poi
aspectos pulsionales y dinamismos parciales que originaban comportamien- la acción de múltiples f
tos primarios que estaban integrados en la organización pulsional .general y rativo» real del aparent
que suponía un valor económico para el sujeto. A su vez las actividades de les del sujeto, y el anali
sublimación y especialmente la actividad y la sensibilidad estéticas disminu- de relación durante la (
yen; desaparece la creatividad, mientras que pueden seguir relaizándose las tiva y empática, etc. La
tareas más habituales, anodinas y fácticas. nales estereotipados pu
Aparecen actos impulsivos derivados de accidentes casuales, interpreta- Resulta difícil estal
dos como tales, sin que se detecte una realidad de elaboración representativa zón de las diferencias i
en el sujeto. Se da una persistencia, variable según los individuos, en los les y automatismos adq,
comportamientos vinculados en su origen, al mundo instintivo. A pesar de la desor
Sólo de una forma irregular pueden aparecer anomalías en la alimenta- de la desaparición de 1:
ción y en el sueño, permaneciendo en cambio la actividad sexual y agresiva. mera tópica, permanecé
tenidos preconscientes por lo que no constituyen expresiones directas del inconsciente, tal
como se encuentran en los dinamismos paralelos. Son comportamientos casi automáticos,
aparentemente sin riesgo de ser alterados por la dinámica del inconsciente.
Urbano Alonso del Campo · Psicoterapia psicoanalítica de los trastornos psicosomáticos 453
tl; su existencia es preca- Sin embargo, estos comportamientos cambian de valoración, reduciéndose a
:ontenidos inconscientes un funcionamiento más cosificado, casi automático. Hay carencia de investí-
nental está a merced de miento libidinal, por lo que estos actos están desprovistos en gran medida de
niveles representativos con lo que confieren a los sucesos de la vida un ca-
la desorganización del rácter muy uniforme y fáctico. Desaparece la dinámica del deseo y sólo se da
:ratorio, siendo la depre- la satisfacción de necesidades aisladas las unas de las otras. Es un mosaico de
más significativas. La de- conductas adaptando cada una un aspecto racional, pero faltando una cohe-
1.
sión del conjunto.
1te se caracteriza por el Las actividades en el paciente «operatorio», en definitiva, son «funciona-
:orno vinculado y fijado les», en el sentido utilitario de la palabra, como un conjunto de actos sin vi-
de representación y ela- da, sin alma, desmotivados, sin deseo y sin placer, expuestos a heridas psico-
d para integrar las ener- lógicas y alteraciones somáticas. El paciente operatorio es la imagen de un
muerto viviente.
los hechos concretos y Una importante_característica del pensamiento operatorio es que puede
1do como del futuro, lo servir de mecanismo de defensa frente a posibles procesos psicóticos. El pa-
mundo interno, aunque ciente psicosomático no es capaz de lograr regresiones profundas lo que de
alguna manerá podía acercarle al psicótico. El pensamiento operatorio cons-
un yo dominado por el tituiría una defensa contra la desorganización.
allan en el yo del psico- Las conductas operatorias no están apoyadas ni por investimentos ni
el preconsciente que no contrainvestimentos pulsionales; por eso su nivel de representación, como
)s; no relaciona los con- hemos dicho, es pobre, repetitivo y vinculado a lo actual y lo fáctico, acom-
ridad de estos pacientes pañándose tn la mayoría de los casos de acción: desayuno, me aseo, paseo,
distancia entre los con- voy al trabajo. De cualquier forma, hay que establecer un diagnóstico preci-
deficiencia en el trabajo so, antes de hacer afirmaciones taxativas y precipitadas en relación con la
existencia del comportamiento operativo. Hay muchos tipos de actividades
tamental a la que suele que implican esa «facticidad» y «operatividad», sin que ello signifique que el
Van desapareciendo los sujeto esté afectado por un pensamiento operativo. El individuo participa en
ginaban comportamien- la acción de múltiples formas y grados. Para diferenciar el pensamiento «ope-
:ión pulsional general y rativo» real del aparente, ha de tenerse en cuenta las relaciones interpersona-
1 vez las actividades de les del sujeto, y el analista debe estar sensibilizado para percibir estos modos
lidad estéticas disminu- de relación durante la entrevista: su riqueza efectiva, su capacidad comunica-
seguir relaizándose las tiva y empática, etc. La adquisición de numerosos hábitos sociales y profesio-
nales estereotipados puede dar lugar a confusión.
tes casuales, interpreta- Resulta difícil establecer un marco tipo de pacientes operatorios en ra-
1boración representativa zón de las diferencias individuales, pues la repetición de conductas habitua-
los individuos, en los les y automatismos adquiridos varían de un sujeto a otro.
nstintivo. A pesar de la desorganización mental que se instala en la vida operatoria,
omalías en la alimenta- de la desaparición de la estructura yoica y la estructura defectuosa de la pri-
vidad sexual y agresiva. mera tópica, permanecen ciertos rasgos de carácter estables.
lirectas del inconsciente, tal
rtamientos casi automáticos,
insciente.
454 Urbano Alonso del Campo Psicoterapia psicoanalítica de lo:
l
inicial (genéti-
l
co-conslitu-
mienzo de la vida, rela- - - •_ciona¡
1ridades inmunitarias y Madre (edu- ______. 2.ª organiza- Vulnerabili- v.g., ansieda-
.s organizaciones psico- cación, con-
trol del deseo,
ción: patrones
de expresión
dad 2.ª psíqui- des de sepa-
ca y somática ración, tras-
,n, cuidados maternos, impulsividad y del deseo y sin diferenciar tornos
Eje de las re- tensión/rela- reacción ante digestivos,
lcciones de sus deseos, gresiones jación) la gratifica- catarros, etc.
iiveles de organización
osicosomáticas primarias.
an a ir actuando y con-
1 sensibilidad, la fragili-
¡•
Madre + en- ______.
fermedades y
trastornos
ción/frustra-
ción +
3.ª organiza-
ción: sistema
de percep-
l
Vulnerabili-
dad 3.ª dife-
renciada psí-
Se inician:
•
Formas pre-
ferentes de
reacción psi-
bra, la vulnerabilidad de con dolor, etc. ción-repre- quica y copatológica
sentación de somática (v.g., depre-
la realidad; sión)
árnica personal van a ir
Se da pues un proceso
va configurando una se-
conocer sus componen-
1 4
Actuacio ~1-s-
de familias y
otras persa-
destrucción/
reparación
~-C-onf!uración
de un estilo
de enfermar
Formas pre-
ferentes de
reacciones
ado e independiente de
nas ... patológicas
somáticas:
l
diarreas, vó-
:ionista, pues se trata de mitos, etc.
ndo a la edad adulta, se
6as preferentes de vul- Incidencias _____,. 4.ª organiza- Vulnerabili- Formas pre-
múltiples: fa- ciones suce- dad 4.ª ferentes de
(angustia, depresión), y miliares, es- sivas evoluti- reacciones
I
l
colares, mter- vas patológicas
lnes somáticas (como el personales . _ _ •
no es absoluta y está so-
consigo mismo, con los
~;:~;~ª;~~!~ Vulnerabili- Formas pre-
l
dad 5.ª ferentes de
lUe pueden dar origen a sivas evoluti- reacciones
::as.
J de complejos dinamis-
las alteraciones biológi-
Incidencias
múltiples, es-
vas
6.ª organiza-
ción y estruc-
+ l
Vulnerabili-
dad 6.ª
patológicas
Organización
de una enfer-
trés ----tllJ,~ turación cuasi medad psico-
: su curso vital. estables somática
estable: v.g.,
smos patológicos parece ulcus, asma,
mplejidad de la psicoso- hipertensión,
etc.
factores psicodinámicos señalan: a. la índole de los conflictos; b.. el momento investigador, debe
de la neurotización; c. el estilo o género de vida. Entre los factores somáticos como ha puesto bi
destacan: la predisposición constitucional con evocación especial de A. Ad- En los primerc
ler, cuya importancia en medicina psicosomática valora positivamente. tiene fundamentali
Contrariamente a estas hipótesis basadas en la predisposición constitu- ritmo del paciente
cional en el sentido de una carencia (que ofrecería desde el nacimiento un aparición de los c
«órgano débil» sobre el que somatizarían los conflictos surgidos durante el tan perjudicial una
desarrollo), otros autores han interpretado el papel del órgano desde otra ra intervencionista.
perspectiva. Para Pichon-Riviere, el órgano que enferma no es el más débil, ta de su enfermed:
sino, por el contrario, el más fuerte y el de mayor resistencia, porque el órga- proceder como si
no elegido es el lugar donde el yo se atrinchera con mayor fuerza y donde preciso conocer la
hay mayor comunicación entre la estructura yoica y las funciones propias del talle. El terapeuta 1
órgano en cuestión. ciente, a su adecm
Un modelo esquemático y general de las teorfas sobre la elección de ór- expresando durant
gano parecen remitirnos a tres características del órgano enfermo: a. enferma comportamiento e:
el órgano más comprometido en el momento del desarrollo evolutivo cuan- relacionados con s
do hay una cristalización del conflicto; b. enferma el órgano que mejor pue- texto sociocultural
de expresar las actitudes y emociones inherentes al conflicto y sus defensas; da que será neces~
c. enferma el órgano más vulnerable en el momento actual. recíprocas que van
Es perceptible en la literatura presente la desatención al tema de la elec- propia función de 1
ción de órgano, como tal y el peso otorgado, implícita o explícitamente, a la mental del pacient,
disposición constitucional. En esta situac;ión son enteramente revisables las proceso en la apari
hipótesis de la «superestructura histérica de la enfermedad orgánica» de ticos implicados en
O . Fenichel y la «patoneurosis» de S. Ferenczi. derivando la somati
No puede ignorarse la frecuencia de los factores de carácter histórico en Como núcleo e
los acontecimientos psicosomáticos actuales, que sin duda está determinado del psiquismo del p
por el nivel de la cultura y el marco social. y dimensión de su
traumatismos origin
más o menos lejanoi
P. Marty (199(
V. APLICACIONES DE LA TÉCNICA TERAPÉUTICA EN PSICOSOMÁTICA como «una ayuda e
posible mejor func1
v .1. Diagnóstico, anamnesis e investigación po de terapia está i
local o generalizadc
No es necesario insistir en que toda aplicación terapéutica debe ir precedida de una forma pasajt
de un diagnóstico preciso, y por tanto de una investigación y anamnesis ade- La terapia aplic
cuada. En el caso de las alteraciones psicosomáticas de inspiración analítica pías psicoanalíticas
el procedimiento para el diagnóstico no sigue rigurosamente los procedi- sentando aspectos J
mientos médicos ni psicológicos clásicos; tienen en cuenta los aspectos psí- requiere, por tanto,
quicos, las manifestaciones somáticas, pero también la economía dinámica y formación general c
pulsional del sujeto. La evolución psicológica del individuo, sus manifesta-
ciones y aspectos clínicos en general así como el problema relacional con el 6 El profesor P. Ma
Urbano Alonso del Campo Psicoterapia psicoanalítica de los trastornos psicosomáticos 461
ictos; b.. el momento investigador, deben ser tenidos muy en cuenta en toda relación terapéutica
)S factores somáticos como ha puesto bien de relieve C. Martel (1988).
1 especial de A Ad- En los primeros encuentros con el paciente la actitud del analista se man-
ositivamente. tiene fundamentalmente como en la terapia analítica. Debe permitirse que el
:lisposición constitu- ritmo del paciente sea lo más fluido y espontáneo posible, sin condicionar la
de el nacimiento un aparición de los contenidos de su discurso, pero sin olvidar que puede ser
surgidos durante el tan perjudicial una actitud excesivamente pasiva y silenciosa como una postu-
1 órgano desde otra ra intervencionista. Aun cuando el paciente informe inmediatamente al analis-
1 no es el más débil, ta de su enfermedad, ·describiéndole su sintomatología, el terapeuta no ha de
ncia, porque el órga- proceder como si ya hubiese llegado a esa convicción antes del análisis. Es
ayor fuerza y donde preciso conocer la organización mental del sujeto con más detenimiento y de-
unciones propias del talle. El terapeuta debe estar atento a las diferentes formas expresivas del pa-
ciente, a su adecuación o in~decuación a la situación presente y a cuanto va
,re la elección de ór- expresando durante la entrevista, pues el analista sabe que estas formas de
enfermo: a. enferma comportamiento expresan contenidos y dinamismos procedentes del sujeto
rollo evolutivo cuan- relacionados con su edad, con la estructura de su personalidad, con el con-
gano que mejor pue- texto sociocultural en el que vive, etc., relacionados con la situación de su vi-
flicto y sus defensas; da que será necesario descubrir. Atendiendo a las múltiples identificaciones
al. recíprocas que van apareciendo, el terapeuta diferenciará progresivamente su
;n al tema de la elec- propia función de la del paciente. El analista irá descubriendo la organización
> explícitamente, a la mental del paciente, su funcionamiento interior y relacional, cuál ha sido el
1mente revisables las proceso en. la aparición de sus trastornos somáticos y los aspectos psicogené-
nedad orgánica» de ticos implicados en ello; en una palabra, buscará el porqué y el cómo ha ido
derivando la somatización hacia ese tipo de síntomas.
carácter histórico en Como núcleo esencial del análisis se polariza hacia la estructura dinámica
ida está determinado del psiquismo del paciente, en torno a lo cual girará el análisis de la variabilidad
y dimensión de sus características actuales y particularidades habituales, los
traumatismos originarios y la sintomatología que aparece, así como los orígenes
más o menos lejanos en su propia historia personal de la evolución mental.
P. Marty (1990) ha definido la función de las psicoterapias somáticas
,ICOSOMÁTICA como «una ayuda que se ofrece a los sujetos para establecer o restablecer un
posible mejor funcionamiento de su psiquismo». Señala a su vez que este ti-
po de terapia está indicada en pacientes con un hipofuncionamiento mental,
local o generalizado, muy diferente según los casos, y que puede presentarse
ica debe ir precedida de una forma pasajera o crónica.
ión y anamnesis ade- La terapia aplicada con enfermos psicosomáticos se sitúa entre las tera-
inspiración analítica pias psicoanalíticas clásicas y otras modalidades de psicoterapia, aunque pre-
;amente los procedi- sentando aspectos propios y específicos. El psicoterapeuta en psicosomática
!nta los aspectos psí- requiere, por tanto, una formación y experiencia psicoanalítica aparte de la
~conomía dinámica y formación general como psicoterapeuta 6 .
viduo, sus manifesta-
!ma relacional con el 6 El profesor P. Marty (1990) ha trazado un diseño básico de esta terapia en el tratamien-
462 Urbano Alonso del Campo Psicoterapia psicoanalítica a
ciendo su progresi
V.4. Los niveles de interpretación vestimientos afecti
agresivos, teniendc
En el proceso terapéutico, tanto el terapeuta como el paciente se dirigen mu- ciente. Una mayor
tuos mensajes, unos a nivel más directo y consciente, otros a nivel infralimi- organización de su
nar. El terapeuta percibe el lenguaje del paciente y le reenvía una significa- tica constructiva et
ción bajo la forma de intervenciones explicativas. En este sentido, toda Los resultados
intervención contiene una dosis interpretativa que .dista tanto de las inter- ceso depende tant,
venciones descriptivas y explicativas clásicas como de las interpretaciones de analítica: del modc
tipo psicoanalítico. Estas intervenciones terapéuticas no deben identificarse nes al paciente, de
tampoco con la función empática que la que hemos hablado, y que el tera- angustia, de hacer
peuta ejerce al comienzo de la terapia, cuando a través de ella el paciente re- económico de su ¡
cupera parcialmente su funcionamiento psíquico libidinal, aquellas represen- la concienciación e
taciones de contenidos preconscientes sujetas a elaboraciones mentales, y las gunos aspectos so1
identificaciones e interiorizaciones objetales, más o menos superficiales. por ejemplo, cuan
Todo el conjunto de los fenómenos que aparecen en la relación terapeuta- han provocado la e
paciente merecen ser tenidos en cuenta y analizados. En la psicoterapia de formas de sus proy
pacientes con afecciones psicosomáticas, la calidad de la relación entre tera- rial. Sin embargo, 1
peuta y paciente es esencial. Como advierte C. Parat (1981) los medios utili- teniendo del desari
zados en este tipo de terapias tienen como finalidad la reorganización de las ca y edipiana, la el
estructuras psíquicas del sujeto (en el sentido de la primera y segunda tópica del ello, la parcialic
freudiana) que se encuentran temporal o habitualmente desorganizadas, y te- tes formas de com
niendo en cuenta el efecto desorganizante de la interpretación transferencia! de sus sentimiento:
clásica, su utilización debe reducirse en favor de la relación interpersonal. nes yoicas, las forn
Las intervenciones poco interpretativas se orientan hacia los sujetos insufi- las actividades oní1
cientemente mentalizados, inadaptados para lograr una actitud transferencia!, cación e interioriza,
o a los sujetos en el transcurso de su reorganización mental, o a aquellos De cualquier fe
cuya organización mental es incierta o no la logran más que esporádicamen- paciente se pueden
te. En estos casos el terapeuta no debe dejarse impresionar por uria buena mático del enferme
organización mental transitoria. El proceso terapéutico debe proseguirse con rísticas de la enfern
cautela. tivas en cuanto al
La finalidad de estas intervenciones poco interpretativas no significa que relacionado tanto e
se excluya un análisis más profundo que permite superar las inadaptaciones tación, reincidencia
básicas, las depresiones esenciales que engendran y mantienen anomalías so- sibilidad de su trar
máticas más graves, tendiendo a organizar del modo más adecuado posible y mejoría de su enfen
duradero el psiquismo del paciente. No obstante, si<
Este proceso reanima la relación enfermo-terapeuta y su entorno. Se trata el proceso terapéu1
de evitar en este caso el encerramiento del paciente en su sistema actual de funcionamiento me
relación, básicamente maternal, y la incapsulación sobre sí mismo. Sólo una cas, como en lo rela
ampliación y reconocimiento de su funcionamiento mental permitirá ir lo- en la aparición de
grando los objetivos terapéuticos deseados. La progresiva verbalización per- es raro que la enfer
mitirá al sujeto ir relativizando y reduciendo sus propios conflictos, favore- antes que se haga oi
Urbano Alonso del Campo Psicoterapia psicoanalítica de los trastornos psicosomáticos 465
ciendo su progresiva aceptación personal. Hay que estar muy atento a los in-
vestimientos afectivos actuales o pasados, de tipo narcisista, objetal, erótico o
agresivos, teniendo en cuenta las necesidades, deseos y capacidades del pa-
:iente se dirigen mu- ciente. Una mayor clarificación de su economía psicológica personal y de la
ros a nivel infralimi- organización de sus dinamismos pulsionales, permitirá establecer una dialéc-
eenvía una significa- tica constructiva entre el principio de placer y el principio de realidad.
1 este sentido, toda Los resultados de la actuación del terapeuta en todo este complejo pro-
a tanto de las inter- ceso depende tanto de su actitud, como de sus conocimientos y experiencia
; interpretaciones de analítica: del modo de mantener la relación personal, de plantear las cuestio-
, deben identificarse nes al paciente, de responder a sus demandas y necesidades, de manipular su
blado, y que el tera- angustia, de hacerle comprender sus funcionamientos mentales, el sistema
.e ella el paciente re- económico de su psiquismo, la línea de sus investimentos, etc. En cuanto a
11, aquellas represen- la concienciación que el sujeto deba tener de su propia problemática, hay al-
iones mentales, y las gunos aspectos sobre los que se debe tener especial cuidado y prudencia,
menos superficiales. por ejemplo, cuando se revelan conflictos más o menos interiorizados que
1 relación terapeuta- han provocado la desorganización psicosomática, o se descubren las diversas
,n la psicoterapia de formas de sus proyecciones, o se revela el modo de ser del neurótico caracte-
1 relación entre tera- rial. Sin embargo, no supone un riesgo el conocimiento que el paciente vaya
181) los medios utili- teniendo del desarrollo de su personalidad a partir de la estructura pr~edípi-
·eorganización de las ca y edipiana, la clarificación de los problemas provenientes de la violencia
era y segunda tópica del ello, la parcialidad que los contenidos del ello deben tener en las diferen-
desorganizadas, y te- tes formas, de comportamiento, sus elaboraciones mentales, la ambivalencia
:tación transferencial de sus sentimientos, las diferentes manifestaciones de la angustia, las funcio-
lación interpersonal. nes yoicas, las formas de representatividad y su vinculación con los afectos;
ia los sujetos insufi- las actividades oníricas y sus procesos así como los mecanismos de identifi-
ctitud transferencia!, cación e interiorización de los diversos niveles preceptivos.
nental, o a aquellos De cualquier forma en la relación de tipo no analítico entre terapeuta y
que esporádicamen- paciente se pueden tratar toda una serie de cuestiones relativas al estado so-
onar por una buena mático del enfermo. Puede haber información entre ambos sobre las caracte-
lebe proseguirse con rísticas de la enfermedad, su evolución y desarrollo habituales, o sus expecta-
tivas en cuanto al tratamiento. Puede interesar igualmente al paciente lo
ivas no significa que relacionado tanto con los procesos psíquicos como lo referente a su manifes-
1r las inadaptaciones tación, reincidencia o fijación de la misma. Puede señalarse también la rever-
tienen anomalías so- sibilidad de su transitorio y fondo motivacional cuando va advirtiendo una
; adecuado posible y mejoría de su enfermedad.
No obstante, siempre habrá que tener presente los posibles retrocesos en
, su entorno. Se trata el proceso terapéutico, bien sea a nivel de caídas y regresiones, a nivel de
su sistema actual de funcionamiento mental que pueden provocar nuevas manifestaciones somáti-
: sí mismo. Sólo una cas, como en lo relativo a las formas de recaída en la somatización habitual o
!ntal permitirá ir lo- en la aparición de una nueva patología. En las enfermedades reversibles no
va verbalización per- es raro que la enfermedad somática se manifieste bajo la forma de una crisis,
os conflictos, favore- antes que se haga ostensible en una variación del funcionamiento mental.
466 Urbano Alonso del Campo Psicoterapia psicoanalítica d1
Es, por ello, de especial interés poner de relieve las causas de las modifi- cimiento de los difí
caciones mentales o somáticas que aparecen, teniendo en cuenta los nuevos en juego, y b. el rig
sucesos traumatizantes exteriores al proceso terapéutico, como pueden ser conclusiones a lo in
las modificaciones en la organización o relaciones familiares y sociales, la en- Sobre el proces
trada en la vida de una nueva relación de pareja, las malas interpretaciones o se ejerce habitualm
equívocos en la actitud del interlocutor, etc. Por otra parte, no hay que olvi- mente no en la pos
dar los conflictos que se originan en el propio proceso terapéutico relaciona- tante situaciones q1
dos con la inexperiencia o la incompetencia del terapeuta, tanto porque no ta de enfermos gra
sepa manejar adecuadamente las relaciones transferenciales o contratransfe- epistolares o telefór
renciales como por el peligro de caer en un rutinarismo inoperante. más viva y cercana
La caída del nivel del funcionamiento mental o la aparición de nuevas interrumpe debido
manifestaciones somáticas del paciente permite al terapeuta orientarse más lización. El terapeu
adecuadamente sobre el seguimiento terapéutico. te el proceso terar
El terapeuta finalmente debe estar prevenido también ante posibles rup- cuenta la situación
turas inesperadas del tratamiento sin que llegue a explicarse la motivación rán lugar a interver
profunda de tales conductas. Otras veces podrán aparecer situaciones ante urgencia es tambiér
las cuales el terapeuta apenas puede hacer nada. La causa de estas alteracio- so inesperados, que
nes pueden ser múltiples y de diverso orden: la propia evolución de una en- fermo, un ser huma
fermedad que sigue inexorablemente su desarrollo, como puede ser un pro- sona.
ceso cancerígeno, y que escapa al funcionamiento del orden psicosomático
habitual; la persistencia de los conflictos exteriores o el aumento de los ya
existentes que desbordan la capacidad del paciente aun con la ayuda del te-
rapeuta; la ruptura de un apoyo familiar o social necesarios en un momento RESUMEN
crítico, etc. El tener en cuenta estas posibles eventualidades permitirá al tera-
peuta mantener una actitud más alertada. Este capítulo cierra
Obviamente, la terapia psicoanalítica clásica no es la única posible, como de la psicoterapia p
tampoco es la única teoría explicativa de los trastornos psicosomáticos. El nas de las principal
tratamiento psicoanalítico de estos enfermos debe estar atento a comprender fermar. En este cas
la «función» que la enfermedad cumple en relación con el conjunto ·de siste- que son objeto de 1
mas en que se integra. La tarea fundamental del terapeuta es facilitar el desa- las que se han preo
rrollo de nuevas capacidades en las personas para vivir sus deseos, temores y tica. Así se revisan ·
angustias, así como intentar modificar las condiciones familiares y las pautas los primeros psicoi
de quienes en su diagnóstico tienden a fijar y determinar el trastorno. Posteriormente se r
No se trata sólo de interpretar la realización simbólica de la enfermedad Chicago (Alexander
como expresión de contenidos inconscientes, sino de que los pacientes se de París, en torno a
conciencien de la significación de su enfermedad en el contexto concreto de de formas inadapta
su vida. No se trata solamente de análisis e interpretación del pasado de la como la neurosis di
persona, sino también de relacionarlos con los hechos y circunstancias de su pensamiento operat,
presente. Es conveniente (Ruiz Ogara y cols., 1989, p. 113) que se lleven a ca- Tras una breve
bo investigaciones tanto «psicofisiológicas» como «psicodinámicas» en este una descripción de
campo, pero sin radicalismos, con conocimiento de toda la problemática im- debatida cuestión d
plícita en la que se está investigando y exigiendo dos condiciones: a. el cono- zación-proceso enfe
Urbano Alonso del Campo Psicoterapia psicoanalítica de los trastornos psicosomáticos 467
usas de las modifi- cimiento de los difíciles problemas que nos plantean el conjunto de variables
cuenta los nuevos en juego, y b. el rigor metodológico, sin fantasías, ajustando estrictamente las
como pueden ser conclusiones a lo investigado.
es y sociales, la en- Sobre el proceso terapéutico, en relación con la práctica terapéutica, ésta
interpretaciones o se ejerce habitualmente en el domicilio profesional del terapeuta, y general-
e, no hay que olvi- mente no en la postura del diván, sino frente a frente. Pueden darse no obs-
apéutico relaciona- tante situaciones que requieran una modificación de esta situación. Si se tra-
a, tanto porque no ta de enfermos graves no es extraño que puedan mantenerse intercambios
es o contratransfe- epistolares o telefónic,os con más o menos regularidad que permita mantener
lperante. más viva y cercana la relación terapeuta-enfermo. En otros casos la terapia se
)arición de nuevas interrumpe debido a otro tipo de enfermedades que requieren larga hospita-
uta orientarse más lización. El terapeuta puede desplazarse para que no se interrumpa totalmen-
te el proceso terapéutico. En cualquier caso, habrá que tener siempre en
ante posibles rup- cuenta la situación afectiva del paciente, sus necesidades y demandas que da-
arse la motivación rán lugar a intervenciones precisas y puntuales. La ayuda a los enfermos de
:r situaciones ante urgencia es también indispensable en razón de los resultados positivos, inclu-
de estas alteracio- so inesperados, que pueden obtenerse. Ante el terapeuta siempre hay un en-
olución de una en- fermo, un ser humano, que pide ayuda, y la técnica está al servicio de la per-
puede ser un pro- sona.
den psicosomático
aumento de los ya
on la ayuda del te-
)S en un momento RESUMEN
:s permitirá al tera-
Este capítulo cierra la tercera parte del Manual, dedicada a las aplicaciones
nica posible, como de la psicoterapia psicoanalítica a la conceptualización y tratamiento de algu-
psicosomáticos. El nas de las principales estructuras psicopatológicas y manifestaciones del en-
:nto a comprender fermar. En este caso el foco de atención son los trastornos psicosomáticos,
conjunto de siste- que son objeto de una detenida revisión desde los distintos autores y escue-
es facilitar el desa- las que se han preocupado de elaborar teorías sobre la patología psicosomá-
; deseos, temores y tica. Así se revisan las aportaciones de la tradición médica y psiquiátrica, de
1iliares y las pautas los primeros psicoanalistas y la antropología médica de Von Weizsacker.
trastorno. Posteriormente se revisa con más detenimiento las posiciones del Grupo de
1 de la enfermedad Chicago (Alexander, entre otros) y sobre todo de la Escuela Psicosomática
te los pacientes se de París, en torno a P. Marty. Cierra esta revisión teórica una breve revisión
n.texto concreto de de formas inadaptadas del comportamiento y su influencia en el enfermar,
n. del pasado de la como la neurosis de carácter, de comportamiento, la depresión esencial y el
rcunstancias de su pensamiento operatorio.
que se lleven a ca- Tras una breve exposición de la etiopatogenia psicosomática, se aborda
linámicas» en este una descripción de las características propias de la patología psicomática y la
a problemática im- debatida cuestión de la «elección de órgano» en el nexo proceso de simboli-
iciones: a. el cono- zación-proceso enfermante. Cierra el capítulo un conjunto de considerado-
468 Urbano Alonso del Campo
LECTURAS RECOMENDADAS
o, filosófico y cien-
1), pp. 67-78.
•,DDB.
dicina psicosomáti-
!Xperiencz'as, Univer-
20. PSICOTERAPIA BREVE Y FOCAL DESDE EL PUNTO DE VISTA
PSICOANALÍTICO
I. INTRODUCCIÓN
Si bien los diferentes modelos de PBP pueden entenderse como aleja- portamientos repeti
mientos -unas veces más y otras menos- de la técnica psicoanalítica clási- do éstos procuran a
ca, es tanta la diversidad de modelos que resulta difícil hablar de PBP, si no y el progreso de la c
es refiriéndonos a cada uno de los modelos en concreto. Por encima de las
divergencias teórico-técnicas entre los modelos, existen unas concordancias CUADRO l. Historia,
que podrían sentar las bases de esta modalidad de psicoterapia.
A lo largo de este capítulo nos proponemos atender tanto a las concor-
dancias como a las divergencias. Para ello, revisaremos los antecedentes de la Paciente
PBP, examinaremos cuáles son las características que nos permiten definir
una práctica terapéutica como PBP, describiremos las variantes técnicas de CASO EMMY Señora de
40 años, aristócrata.
PBP más importantes, estudiaremos los principales parámetros técnicos (indi-
caciones, manejo de la transferencia, focalización y finalización) y, en último
lugar, abordaremos la cuestión de la evaluacion empírica d~ la PBP.
Muchos autores coinciden en señalar que algunos de los casos tratados por lescente de 17 ó 18
Freud, sobre todo en su etapa preanalítica pero también después, serían ver- años, sobrina de
hosteleros del Tirol.
daderas psicoterapias breves, ya que fueron realizados en un corto espacio
de tiempo y con una actitud activa durante todo el tratamiento, principios CASO ELISABETH Joven
técnicos éstos que caracterizan a la PBP actual (véase cuadro 1). de 24 años soltera,
dedicada a su fami-
Podemos señalar también el manejo que hizo Freud en 1914 en su cono-
lía, nivel sociocultu-
cido caso «el Hombre de los Lobos» del anuncio de la finalización del trata- ral medio-alto.
miento, como un recurso técnico que le permitió sacar el tratamiento de la
situación de impasse en la que se encontraba. Aunque aproximadamente MAHLER Compositor.
veinte años más tarde, en su trabajo «Análisis terminable e interminable»,
Freud reconsidera la idoneidad de este recurso, señalando que si bien puede CASO DORA
nderse como aleja- portamientos repetitivos del analizado durante la cura y fuera de ella, cuan-
psicoanalítica clási- do éstos procuran al sujeto satisfacciones tales que impiden la rememoración
hablar de PBP, si no y el progreso de la cura» (Laplanche y Pontalis, 1977, p. 447) .
. Por encima de las
unas concordancias CUADRO l. Historia de los primeros tratamientos en psicoterapia breve
rapia.
tanto a las concor-
Diagnóstico Procedimiento
s antecedentes de la Paciente de Freud Duración técnico
os permiten definir
uiantes técnicas de CASO EMMY Señora de Histeria de con- Mayo de 1888 a Hipnosis
40 años, aristócrata. versión verano de 1889.
etros técnicos (indi-
zación) y, en último 2 períodos en un
:le la PBP. año (7 semanas
+ 8 semanas dia-
rio.)
-~ ,_ ....
ese área focal. §< uN i:::
l1J
c. La obtención de mejorías en la situación vital del paciente como una >;;
.l:¡ z&
~~
C)
consecuencia de su readaptación. .::¡
~ J:.t.l :>
J:.t.. 11)
{i {/)
.Cl
Los dos principios técnicos que van a hacer posible lo anterior consisten <-,
C)
;:,
de esta investigación mostraron evidencia contra tres supuestos terapéuticos ~
~
que eran aceptados hasta ese momento (Garske y Molteni, 1988): a. que la {i
extensión de la psicoterapia no es proporcional a los resultados y a la magni- .s:i
~
tud del cambio; b. que los buenos resultados logrados después de pocas se- -8
.::¡
siones no son superficiales ni de corta duración; c. que el éxito terapéutico ~
::i::
no va unido a que el paciente dependa regresivamente de su terapeuta. ~
r-i
..,
;,.
mentales: ou Q
476 Joaquim Poch i Bullich y Francesc Maestre Lorén Psicoterapia breve y focal de
a. Flexibilidad. El punto de partida sería adaptar la técnica a las necesi- y técnicos de la te1
dades del paciente y, más concretamente, atender diferentes niveles en el Malan, 1963, 1976).
manejo de la transferencia, enfatizar la importancia de las interpretaciones En este capítulo
extratransferenciales, considerar la necesidad de interrupciones durante el ra citada, en términ
tratamiento y reemplazar la actitud contratransferencial por una actitud pla- les son las caracterís
nificada.
b. Experiencia emocional correctiva. Constituye el eje terapéutico de a. Los principi
todo tipo de psicoterapia. Es la experiencia que tiep.e el paciente cuando en rico psicoanalítico, i
su relación con el terapeuta, debido a la transferencia, espera que este último rían de acuerdo tod
se comporte del mismo modo que lo hicieron sus padres y comprueba que ner su propia teoría
no es así. La base emocional de la corrección de las expectativas del paciente b. Los pacient1
es el principal factor terapéutico y lo que concede solidez al insight. beneficiar de esta fo
c. Los objetive
A pesar del impacto que tuvieron los planteamientos de Alexander y los síntomas, sino q
French en la práctica de la psicoterapia, el enorme desarrollo conceptual y personalidad.
técnico experimentado por la PBP debe vincularse al desarrollo de modelos d Gran parte
específicos de PBP: Malan (1963, 1976, 1979), Mann (1973), Sifneos (1972, foco de trabajo -fe
1979) y Davanloo (1978, 1980), quienes tienen el mérito de conseguir que la final del tratamiento,
PBP sea considerada como una verdadera opción de tratamiento. e. El tiempo d
La década de los ochenta inaugura una nueva generación de la PBP, que tratamiento, por lo
se configura por las elaboraciones de los modelos que acabamos de mencio- las razones que sea
nar o por nuevos enfoques surgidos en contextos de investigación. El aspec- poral es variable, ha
to de investigación parece un factor clave de estos nuevos modelos, en el sarrolle. No suele su
sentido de un aumento del rigor metodológico tanto respecto a la evaluación f El terapeuta
de la efectividad de los tratamientos como respecto a la concreción de la va- sin llegar a ser direc
riable tratamiento a partir de su estandarización en manuales de tratamiento. analítica: neutralidac
Cabe citar aquí: Benjamin (1974, 1979, 1986), Luborsky (1984), Strupp y Bin-
der (1984) y las investigaciones realizadas en el Beth Israel Hospital de la
ciudad de Nueva York. II.3. Principales va;
II.3.1. Psicoterapia
11.2. Concepto de psicoterapia breve psicoanalítica
Malan trabajó en la
La psicoterapia breve psicoanalítica (PBP) es una modalidad de terapia basada lint. Entre sus cont1
en los principios de la teoría psicoanalítica y caracterizada por la brevedad a. El énfasis en la s<
(su limitación temporal). De acuerdo con Pérez-Sánchez (1991), si tenemos del concepto de foc
en cuenta que precisamente una de las características de las terapias psico- dades de PBP.
analíticas es su prolongada duración, ¿no resulta contradictorio relacionar Las proposicion
«psicoanalítico y brevedad»? Las posibles respuestas podemos agruparlas en
torno a dos posturas: a. La PBP se plantea como una alternativa al psicoanáli- a. Durante o e
sis, que prentende sustituirlo (Davanloo, 1980; Kesselman, 1972; Ruiz Ogara, nes pueden produci
1969); b. La PBP se plantea como una aplicación de los fundamentos teóricos ma como el pacient(
,h y Francesc Maestre Lorén Psicoterapia breve y focal desde el punto de vista psicoanalítico 477
técnica a las necesi- y técnicos de la teoría psicoanalítica (Farré, Hernández y Martínez, 1991;
·entes niveles en el Malan, 1963, 1976).
las interpretaciones En este capítulo, la PBP será entendida, de acuerdo con la segunda postu-
1pciones durante el ra citada, en términos de aplicación. Veamos ahora más concretamente cuá-
)Or una actitud pla- les son las características definitorias de la PBP:
eje terapéutico de a. Los principios teóricos y técnicos de la PBP pertenecen al marco teó-
paciente cuando en rico psicoanalítico, aupque éste es un punto controvertido en el que no esta-
,era que este último rían de acuerdo todos los autores. Hay quien considera que la PBP debe te-
s y comprueba que ner su propia teoría de la técnica.
:tativas del paciente b. Los pacientes tratados con PBP deben estar indicados, deben poderse
al insight. beneficiar de esta forma de tr;:;ttamiento.
c. Los objetivos terapéuticos no se circunscriben a la desaparición de
os de Alexander y los síntomas, sino que buscan provocar cambios en áreas específicas de la
rrollo conceptual y personalidad.
:arrollo de modelos d. Gran parte del proceso psicoterapéutico se estructura en torno a un
)73), Sifneos (1972, foco de trabajo -foco clínico-, al que se añadirá un nuevo foco en la fase
de conseguir que la final del tratamiento, el del duelo por la terminación de la relación terapéutica.
tiento. e. El tiempo de duración del proceso de la PBP se establece al inici_o del
1ción de la PBP, que tratamiento, por lo que no se consideran PBP aquellos tratamientos que por
abamos de mencio- las razones que sea hayan sido de corta duración. Aunque la limitación tem-
:stigación. El aspee- poral es variable, ha de ser suficiente para que la relación terapéutica se de-
vos modelos, en el sarrolle. No suele superar el año.
~cto a la evaluación / El terapeuta adopta un papel activo durante el proceso terapéutico,
oncreción de la va- sin llegar a ser directivo y sin abandonar los tres pilares básicos de la técnica
ales de tratamiento. analítica: neutralidad, asociación libre y atención flotante.
984), Strupp y Bin-
rael Hospital de la
II.3. Principales variantes técnicas en-PBP
b. Aceptados ciertos criterios de exclusión, los pacientes con una psico- diendo en la relacié
patología relativamente extensa y duradera puden cambiar en un período modo similar a colli
breve de tiempo. (Poch, Notó y Trepa
c. La interpretación activa de los sueños, fantasías y de la transferencia
es el principal factor terapéutico.
II.3.2. Psicoterapia
En base al concepto de Alexander y French de experiencia emocional Peter Sifneo,
correctiva y al concepto freudiano de conflicto intrapsíquico, Malan sintetizó
su concepción terapéutica en dos triángulos: el del · conflicto y el de las per- Este modelo se des
sonas, respectivamente. 1950 y 1975 y hay ,
mente nula.
CUADRO 3. Las proposiciorn
a. El contrato
mas son el producto
b. El proceso ·
paciente.
Triángulo Triángulo c. El terapeuta
conflicto personas
de las reacciones ne¡
Todo I se dirige a una o más categorías del triángulo de las personas (0)
que son los otros del pasado reciente o presente, (T) el terapeuta, a través de 11.3.3. Psicoterapia
la transferencia, y (P) las personas más significativas del pasado, generalmente
los progenitores. En la elaboración d
En definitiva se trataría, como dice Molnos (1984), de abordar los con- miento humanista 1
flictos internos no aisladamente, sino en el contexto de las relaciones del pa- Bowlby (1973). Se e
ciente. Esta sistematización es importante por varias razones: a. permite re- Universidad de Bost
presentar qué tipo de intervenciones ha realizado el terapeuta, b. ayuda a técnica es reconocíb
decidir qué partes del triángulo se incluyen en las intervenciones, y c. ayuda Las proposicion1
a describir cuál sería la interpretación completa y mutatíva. Esto último pue- reconocimiento de l:
de considerarse también una importante aportación de Malan, quien al res- y del sufrimiento ase
pecto índica que sería aquella interpretación que señalase cómo el impulso paciente de la neces
del paciente (sentimiento oculto) se dirige a las personas de su pasado recien- mientos, como la for
te o presente, generando angustia y la consecuente conducta defensiva; ello Los dos principi
no sólo ocurre con una persona (0) en concreto, sino que puede estar suce- tamiento son:
,h y Francesc Maestre Lorén Psicoterapia breve y focal desde el punto de vista psicoanalítico 479
:ntes con una psico- diendo en la relación terapéutica a través del vínculo transferencia!, de un
Jiar en un período modo similar a como le sucedía en el pasado remoto con sus progenitores
(Poch, Notó y Trepat, 1992).
' de la transferencia
alarn, 1990): Los dos factores terapéuticos constituyentes del modelo son: a. El pa-
ciente tiene · que aprender a reconocer los patrones de reacción desadapta-
· I, impulso o senti- dos, y b. El paciente tiene que aprender a resolver los conflictos emocionales
a partir de la relación con el terapeuta, que deberá constituir una experien-
' P, progenitores. cia emocional correctiva.
a.Formular el conflicto central del paciente, punto clave de la relación En torno al ten
terapéutica y de la eficacia de la ps.icoterapia. b. El encuadre debe explicitar que parten de corn
la fecha de finalización del tratamiento, ya que con ello se supone que: l. el -diferencias de mé
énfasis en la transitoriedad de la relación sitúa el conflicto de próxima sepa- indicación posible,
ración entre paciente y terapeuta en el eje central de la psicoterapia, 2. pro- análisis. Las dos p
porciona esperanza y 3. fomenta un sentido de autonomía en el paciente. 1991): a. la PBP sólo
es aplicable a un ra
puede beneficiarse
II.3.4. Psicoterapia dinámica de corta duración. patología.
Habib Davanloo (1978, 1980, 1986, 1988) La cuestión de
de carácter individ
El modelo se desarrolló en el Hospital General de Montreal y ha tenido una acerca de: la histori
amplia difusión por toda Europa. interpersonal e intr2
Las tres proposiciones que caracterizan a este !llodelo son las siguientes: estructura patológic
relación que mantic
a. La vivenciación de los sentimientos. pone de manifiesto
b. La vinculación de las emociones con los conflictos. su habilidad para o
c. El análisis de la transferencia. emociones, sus reac
pretaciones, confror
En la concepción del modelo se identifican dos tipos de pacientes que · Todo ello es un
exigen manejos técnicos diferentes: posible tratamiento
(1987), el terapeuta
Poco resistentes: no presentan patología caracterial y experimentan
a. poder adaptar la té<
directamente sus emociones. El terapeuta deberá facilitar la experiencia emo- tima.
cional y cognitiva de los sentimientos conflictivos y clarificar las defensas y En la bibliograf
ansiedades vinculadas con los conflictos. ríos de indicación. l
b. Muy resistentes: presentan patología caracterial. El terapeuta deberá lados en función de
centrarse en que el paciente pueda reconocer sus sentimientos e impulsos y pecto a la selección
poderlos diferenciar de sus defensas y ansiedades.
a. Criterios esti
marían parte de su (
clave de la relación En torno al tema de las indicaciones podemos identificar dos posturas
1dre debe explicitar que parten de considerar que la PBP no sólo no es un psicoanálisis breve
,e supone que: l. el -diferencias de método, objetivo y encuadre-, sino que puede ser la única
:o de próxima sepa- indicación posible, incluso en ocasiones en las que sería posible realizar un
psicoterapia, 2. pro- análisis. Las dos posturas serían (Braier, 1981; Crits-Christoph y Barber,
en el paciente. 1991): a. la PBP sólo es aplicable a un grupo reducido de pacientes, y b. la PBP
es aplicable a un rango amplio de patologías y, en definitiva, todo paciente
puede beneficiarse de esta modalidad de tratamiento por grave que sea su
patología. ·
La cuestión de la indicación se abordará siempre desde una evaluación
de carácter individual en la que el terapeuta pueda obtener información
·ea! y ha tenido una acerca de: la historia bio-psico-social del paciente, los patrones de relación
interpersonal e intrapersonal, los mecanismos defensivos predominantes y su
son las siguientes: estructura patológica. Esto se complementa con la observación del tipo de
relación que mantie.ne con el terapeuta durante la evaluación, en la que se
pone de manifiesto (Garske y Molteni, 1988) su capacidad para interactuar,
s. su habilidad para comunicar coherentemente sus problemas, sentimientos y
emociones, sus reacciones frente a las intervenciones del terapeuta - inter-
pretaciones, confrontaciones y clarificaciones.
,s de pacientes que Todo ello es una información valiosa de cara a pronosticar el curso del
posible tratamiento que vaya a comenzar. En función de esto, según Knobel
(1987), el te_rapeuta debería poder formular los conflictos del paciente y así
·ial y experimentan poder adaptar la técnica a la problemática del paciente de la forma más óp-
la experiencia emo- tima.
ficar las defensas y En la bibliografía sobre el tema se observa una gran diversidad de crite-
rios de indicación. A continuación vamos a clasificar los más frecuentes seña-
~] terapeuta deberá lados en función de dos tipos de criterios propuestos por Malan (1963) res-
ientos e impulsos y pecto a la selección de pacientes.
es muy importante porque puede dar la medida de la alianza terapéutica que b. Criterios psi
el paciente será capaz de establecer durante el tratamiento. valentes dependient1
3. El nivel de desarrollo de las funciones yoicas: se hace referencia a la tidas, escasa toleran
fuerza y plasticidad del yo -habilidad del paciente para circunscribir una para el cambio y difi
queja-, capacidad para realizar pruebas de realidad, tolerancia a la frustra-
ción, capacidad para aplazar la gratificación de los deseos y un nivel de inte-
ligencia medio. m.2. El abordaje di
b. Criterios dinámicos, referidos a las características personales del pa- Uno de los pilares J
ciente que se ponen de manifiesto en la relación con el terapeuta: de los fenómenos tr
l. La motivación: algunos de los indicadores más significativos de este
crean las condicione
en las que será posil
punto serían: el reconocimiento del carácter psicológico de los problemas,
implicación en el proceso de la terapia, capacidad de introspección y de co- lado, el concepto dé
como puede aprecü
municación honesta de lo que le está pasando, curiosidad por comprenderse,
(1971, pp. 37-38) y e
disponibilidad para explorar nuevos pensamientos, sentimientos y conductas,
ran las siguientes acé
expectativas realistas sobre los resultados del tratamiento y esperanza de que
la terapia tendrá buenos resultados. ·
Como referí,
a.
2. La alianza terapéutica: capacidad para establecer una relación cola-
boradora con el terapeuta, para implicarse en el proceso de la terapia y para
b.Como el su
dirigidos a la person
relacionarse con el terapeuta desde todas sus posibilidades relacionales.
3. La capacidad de insight y la capacidad para establecer una comuni-
c. Como una d
cación inconsciente: hace referencia a la. posibilidad del paciente para am- d Como pens:
inapropiadas que so1
pliar el conocimiento de sí mismo a partir de la relación con el terapeuta. La
e. Como todos
comunicación inconsciente se pone en evidencia en la medida en que sus ex-
Cada comunicación
presiones conscientes manifiestan una permeabilidad a su vida fantasmática
y emocional que deja entrever al terapeuta que el paciente sabe que hay algo
Una de las con
en sí mismo que le perturba. Un indicador muy utilizado es la reacción del
conceptos sobre la 1
paciente a la «interpretación de prueba».
límites de dicho fen
4. Capacidad para delimitar un foco de trabajo: capacidad para centrar-
transferenciales con
se en una queja principal, que no siempre será un síntoma y tolerar que
sentido, será preciso
otros aspectos problemáticos no sean tratados.
de transferencial ha
En función de lo dicho podríamos afirmar que un paciente estará con-
cierto que la transfe
traindicado cuanto menos se acomode a la mayoría de los criterios de indica-
mica de cambio mo·
ción señalados. No obstante, en la bibliografía también solemos encontrar lis-
pretarse sistemática1
tas de contraindicaciones, en ocasiones contradictorias, pero que pueden
(1990), quienes com
tener alguna utilidad para el clínico. A continuación, siguiendo a Braier
miento de una PBP l
(1981) y Crits-Christoph y Barber (1991) reseñaremos las más importantes, di-
que es posible hace1
ferenciando entre criterio clínico y psicodinámico:
no transferencia! qt
a. Criterios clínicos: psicosis crónicas, enfermedades psicosomatlcas 1979).
con un beneficio secundario altamente organizado, psicopatías, toxicomadas, Sin embargo, ei
estados fronterizos y caracteropatías graves. Por ejemplo, Davar
llich y Francesc Maestre Lorén Psicoterapia breve y focal desde el punto de vista psicoanalítico 483
ianza terapéutica que b. Criterios psicodinámicos: debilidad yoica, relaciones objetales ambi-
to. valentes dependientes y regresivas, tendencia a las actuaciones graves y repe-
e hace referencia a la tidas, escasa tolerancia a la ansiedad y a la frustración, escasa motivación
ara circunscribir una para el cambio y dificultad para focalizar.
)lerancia a la frustra-
)S y un nivel de inte-
ción temprana e intensiva de la transferencia y la extensión del vínculo trans- como pueden ser 61
ferencia! a otras relaciones significativas del paciente. de otro tipo de inte
A este respecto resulta clarificador incluir la diferente actitud que puede dades persecutorias
adoptarse frente a los fenómenos transferenciales, y que Malan (1963) expre- final del tratamientc
sa a través de dos posturas extremas identificadas en la bibliografía por él re- !izarán.
visada: f La decisión
niente siempre pivo
a. Punto de vista conservador: se considera que las interpretaciones de- lerar la ansiedad su
berían mantenerse en un nivel relativamente supe'rficial, debería evitarse la su capacitación teór
interpretación de los sueños, la transferencia y los orígenes infantiles de la nómenos tranferenc
neurosis. pectiva terapia.
b. Punto de vista radical: se considera que no hay diferencia esencial
entre los métodos breves y prolongados, que constituyen una continuidad.
Así, los sueños, la transferencia y los orígenes infantiles de la neurosis pue- III.3. Focalización
den interpretarse libremente, donde sea apropi~do, pudiendo desempeñar
un papel esencial en la terapia. Uno de los factores
No obstante, consideramos que la actitud más adecuada es la propuesta coanalítica es la est1
por Parré (1988), quien afirma que no podemos decir que tal o cual tipo de bajo. Como consecu
intervención es bueno o malo, más bien debemos preguntarnos si tal o cual determinados aspee
tipo de abordaje en este paciente y en este momento concreto es oportuno o podemos expresarla
no. ce el paciente vamc
Hechas estas consideraciones vamos a indicar cuáles son, a nuestro pare- considera que la foc
cer y en gran medida de acuerdo con Pérez-Sánchez (1990) y Poch, Notó y y técnicamente los
Trepat (1990), las principales connotaciones del concepto clínico de transfe- miento. Sin duda es
rencia que deberían incluirse en cualquier modelo de PBP, independiente- cesario en la psicot,
mente de su proximidad a uno u otro de los puntos de vista comentados. Se- análisis, en donde e
rían los siguientes aspectos: dos temas o aspecto
A continuación
a. La transferencia es una realidad fundamental en cualquier relación el diseño de un fo;
terapéutica, máxime si ésta es enfocada desde una perspectiva dinámica. foco y el foco de la J
b. La transferencia debe comprenderse porque de lo contrario acaba
actuándose, es decir, convirtiéndose en actos sintomáticos que no ayudan
precisamente al desarrollo de la comprensión ni de la elaboración mental. III.3.1. Definición ,
c. Los dos tipos de manifestaciones de la transferencia que más se pres-
tan a ser interpretadas son: 1) directas: referencias explícitas al terapeuta y 2) Si bien se acepta un
indirectas: referencias relativas al encuadre. sin ambigüedades e
d. Uno de los riesgos fundamentales de trabajar con la transferencia en elaborado son muy
una PBP es que se puede estimular la regresión, difícil de contener debido a considera que el fo<
la frecuencia de las sesiones (1-2 semanales). Lo cual, por otra parte, puede términos de qué int
dificultar la finalización del tratamiento. mover cambio. Fior
e. Las situaciones en las que puede ser de gran utilidad el uso de inter- crucial en la proble
pretaciones transferenciales serían: l. en situaciones difíciles de manejar senta lo que él denc
;ch y Francesc Maestre Lorén Psicoterapia breve y focal desde el punto de vista psicoanalítico 485
>n del vínculo trans- como pueden ser bloqueos en el tratamiento que no se resuelven por medio
de otro tipo de intervenciones; 2. al inicio del tratamiento cuando las ansie-
e actitud que puede dades persecutorias son intensas (vergüenza, temor al castigo, etc.); y 3. al
Malan (1963) expre- final del tratamiento para abordar las ansiedades de separación que se movi-
ibliografía por él re- lizarán.
/ La decisión de si la interpretación transferencia! será útil y conve-
niente siempre pivotará sobre tres factores: l. Paciente: su capacidad para to-
interpretaciones de- lerar la ansiedad suscitada por la interpretación transferencia!, 2. Terapeuta:
' debería evitarse la su capacitación teórico~técnica y personal para percibir la presencia de los fe-
:nes infantiles de la nómenos tranferenciales, y 3. Encuadre: la condiciones de trabajo de la res-
pectiva terapia.
, diferencia esencial
:n una continuidad.
de la neurosis pue- IIIJ. Focalización
:liendo desempeñar
Uno de los factores comunes de todas las variantes de psicoterapia breve psi-
ada es la propuesta coanalítica es la estructuración del tratamiento alrededor de un foco de tra-
1e tal o cual tipo de bajo. Como consecuencia de la brevedad temporal se hace necesario enfocar
1tarnos si tal o cual determinados aspectos de la problemática del paciente. Esta circunstancia
creta es oportuno o podemos expresarla de la siguiente manera: ¿qué parte del material que ofre-
ce el paciente vamos a seleccionar para el tratamiento? En este sentido, se
son, a nuestro pare- considera q~e la focalización es una operación consistente en reducir téorica
90) y Poch, Notó y y técnicamente los problemas planteados para hacerlos asequibles al trata-
) clínico de transfe- miento. Sin duda esto no es exclusivo de la PBP, sino que será igualmente ne-
PBP, independiente- cesario en la psicoterapia sin límite de tiempo y, en último extremo, en un
sta comentados. Se- análisis, en donde el trabajo, por momentos, deberá centrarse en determina-
dos temas o aspectos del paciente.
A continuación estudiaremos qué se entiende por foco, en qué consiste
1 cualquier relación el diseño de un foco (la focalización), aspectos clínicos del trabajo con el
tiva dinámica. foco y el foco de la finalización del tratamiento.
lo contrario acaba
:os que no ayudan
oración mental. III.3.1. Definición de foco y tipos de foco
:ia que más se pres-
tas al terapeuta y 2) Si bien se acepta unánimemente que la utilidad del foco estriba en establecer
) sin ambigüedades el objetivo de la psicoterapia, las definiciones que se han
1la transferencia en elaborado son muy diversas. Destaquemos algunas de ellas: Malan (1963)
contener debido a considera que el foco es el objetivo del tratamiento y debería formularse en
r otra parte, puede términos de qué interpretación se considera que sería fundamental para pro-
mover cambio. Fiorini (1987) entiende que el foco debe delimitar un punto
dad el uso de inter- crucial en la problemática del paciente que, considerada globalmente, repre-
ifíciles de manejar senta lo que él denomina situación estructurada y que amplía el concepto de
486 ]oaquim Poch i Bullich y Francesc Maestre Lorén Psicoterapia breve y /ocal de.
foco al de situación focal. Knobel (1987), inspirado en Piorini, considera que persona. Para ello e.
el foco debe inferirse de la convergencia del mismo tipo de conflictos en si- la demanda, las situ
tuaciones diferentes. Para Garske y Molteni (1988) el foco se construye a par- con el terapeuta, o 1
tir de la conjunción de los síntomas que motivaron la demanda de tratamien- es importante recorc
to y la explicación psicodinámica comprensiva de los mismos. Pérez-Sánchez en el contexto de m
(1990) plantea el foco en base a las áreas relacionales más conflictivas del pa- la base del resto de
ciente, así como aquellas que son asequibles para el tratamiento. Para finali- las entrevistas preví:
zar señalaremos la definición elaborada por Parré, Hernández y Martínez terapeuta inferirá la
(1992), quienes definen el foco como una constelación de defensas y ansieda- rez-Sánchez (1990) ,
des que configuran la relación de objeto prototípica. las zonas de conflic
En base a estas definiciones consideramos que es posible discriminar estas zonas son aseq
una serie de componentes psicodinámicos fundamentales que pueden confi- ñala que esta delim
gurar lo que se entiende por foco: · entendida desde un
ha sido formulado
l. La existencia de un conflicto intrapsíquico. La problemática del pa- 1987), contexto del
ciente puede referirse a una situación conflictiva con la realidad que se vin- dez y Martínez, 199.
culará, en la mayoría de los casos, con un conflicto infantil no resuelto. cia a los siguientes a
2. Manifestación de una serie de ansiedades y defensas. Éstas traduci-
rán el conflicto intrapsíquico y pueden constituir la sintomatología presente . a. El foco agh
en la demanda. más complejo y biof
3. Contextualización de la problemática del paciente en el mundo de b. El foco es a
las relaciones que mantiene. El conflict9 y sus manifestaciones estarán inscri- da que va conocién
tas en determinadas áreas relacionales del paciente que, en última instancia, ciente.
pondrán de manifiesto el tipo de relación de objeto predominante. c. El foco no 1
desconocida, que i1
En este punto es oportuno distinguir entre dos tipos de focos. Parré, En algunas ocasiom
Hernández y Martínez (1992) señalan que puede hablarse de foco clínico y truir la situación foc
de foco universal. Indican que durante una primera fase de la terapia el tra-
bajo se centraría en la elaboración y resolución del foco clínico formulado a
partir del material aportado por el paciente. Mientras que durante la fase Es fácil deducir
final de la terapia se impondrá siempre un segundo foco: el duelo por la pér- material que no est:
dida de la relación terapéutica, que deberá ser trabajado debido a la influen- sidera que si el focc
cia que tiene sobre la consolidación de los resultados terapéuticos. suyo. De esta forma
volver al foco y así
rentes esferas de la
III.3.2. El diseño del foco concepto de niveles
veles diferentes de
Ya hemos hablado de lo que consideramos serían los principales componen- preconsciente o su¡:
tes del foco, veamos ahora en qué consiste el proceso de focalización. De Martínez, 1992), y q
forma general diríamos que la focalización tiene como objetivo la formula- do los niveles anteri
ción de un foco. A partir de la demanda o problemática del paciente, el tera- Según Malan (1
peuta debe ir conociendo cuál es la dinámica relacional característica de esa de tres tipos:
'ich y Francesc Maestre Lorén Psicoterapia breve y focal desde el punto de vista psicoanalítico 487
iorini, considera que persona. Para ello explorará tres puntos: la situación actual que ha motivado
> de conflictos en si- la demanda, las situaciones biográficas anteriores y la relación que mantiene
::) se construye a par- con el terapeuta, o sea, la transferencia. En relación con este último aspecto
manda de tratamien- es importante recordar que, como señalaba Malan (1963), el foco se establece
smos. Pérez-Sánchez en el contexto de una buena interacción entre paciente y terapeuta, que será
s conflictivas del pa- la base del resto de la terapia. A partir de la información obtenida durante
amiento. Para finali- las entrevistas previas al tratamiento que tienen una finalidad diagnóstica, el
rnández y Martínez terapeuta inferirá la situación conflictiva predominante. De acuerdo con Pé-
: defensas y ansieda- rez-Sánchez (1990) en este momento deberíamos preguntarnos: ¿cuáles son
las zonas de conflicto relacional más perturbadas del paciente y cuáles de
posible discriminar estas zonas son asequibles para el tratamiento psicoterapéutico? Además, se-
s que pueden confi- ñala que esta delimitación del área de trabajo que supone el foco debe ser
entendida desde una perspectiva amplia, punto de vista que consideramos
ha sido formulado de formas diferentes: situación estructurada (Piorini,
)roblemática del pa- 1987), contexto del foco (Pérez-Sánchez, 1990) y campo focal (Parré, Hernán-
realidad que se vin- dez y Martínez, 1992). Estas denominaciones entendemos que hacen referen-
1no resuelto. cia a los siguientes aspectos:
~nsas. Éstas traduci-
::)ffiatología presente a. El foco aglutina material que va desde lo más sencillo y actual a lo
más complejo y biográfico.
1te en el mundo de b. El foco es algo que evoluciona a lo largo del tratamiento en la medi-
iones estarán inserí- da que va conociéndose el contexto del mundo relacional e interno del pa-
en última instancia, ciente.
,minan te. c. El foco no es más que un sector de una situación focal, conocida o
desconocida, que incluye muchos componentes interrelacionados entre sí.
10s de focos. Parré, En algunas ocasiones el proceso psicoterapéutico puede consistir en recons-
;e de foco clínico y truir la situación focal.
de la terapia el tra-
clínico formulado a
1ue durante la fase Es fácil deducir que durante el pr~ceso psicoterapéutico irá apareciendo
el duelo por la pér- material que no estará directamente relacionado con el foco clínico. Se con-
debido a la influen- sidera que si el foco ha estado bien elegido la terapia evolucionará en torno
Jéuticos. suyo. De esta forma, todo el material que vaya apareciendo se utilizará para
volver al foco y así ir elaborando sus diferentes aspectos, presentes en dife-
rentes esferas de la vida del paciente. En relación con esto nos parece útil el
concepto de niveles del mismo foco (Pérez-Sánchez, 1990) que denotarán ni-
veles diferentes de profundidad que deberán irse abordando desde lo más
1cipales componen- preconsciente o superficial a lo más profundo o infantil (Parré, Hernández y
:le focalización. De Martínez, 1992), y que irán apareciendo en la medida que se vayan resolvien-
,bjetivo la formula- do los niveles anteriores.
lel paciente, el tera- Según Malan (1963), los factores que influirán en la focalización serían
:aracterística de esa de tres tipos:
488 ]oaquim Poch i Bullich y Francesc Maestre Lorén Psicoterapia breve y foca,
1 del tiempo. cía negativa, es decir, que el terapeuta conceda espacio para examinar míni-
1 del problema cen- mamente los aspectos negativos de la relación ya que de ello va a depender
en gran medida la capacidad del paciente de mantener los logros terapéu-
ciente hacia el foco ticos.
ación parcial, aten- Aunque hay autores que consagran la psicoterapia al foco de la separa-
ial no vinculado al ción (por ejemplo, Mann, 1972), consideramos que en muchas ocasiones eso
es forzado. En nuestra experiencia, este foco suele aparecer hacia la mitad
del tratamiento y es útil prever con antelación cuáles serán las dificultades
cécnica focal depen- que pudieran aparecer, ya que esto podría constituir un criterio de indica-
1 posibilidad de ha- ción.
Pérez-Sánchez (1990) sintetiza los puntos que el terapeuta debería inten-
tar trabajar, aunque fuera parcialmente, frente a un final:
icarle al paciente el Este autor también señala que es importante en esta modalidad de trata-
1ecesidad de preser- miento planificar una serie de entrevistas de seguimiento que, desde uo pun-
parece contradicto- to de vista clínico, facilitan la finalización: ayudando a elaborar algún aspecto
e manifiesto que es irresuelto y a identificar reacciones tardías que aconsejen otra indicación de
ente aun existiendo tratamient0.
:nte (Pérez-Sánchez,
:Iríamos afirmar que
,ara el terapeuta.
)municar el foco al IV. EVALUACIÓN EMPÍRICA DE LA PBP
en para ello consis-
mediato al paciente En la actualidad, la ingente cantidaq de estudios empíricos en psicoterapia
al expresar el tera- nos autoriza a afirmar que existe una verdadera tradición investigadora. No
:iente. Frente a esta es éste el lugar para referirnos a su importancia en la mejora y desarrollo de
)ch, Notó y Trepat las diversas modalidades terapéuticas, aunque consideramos que la opinión
paciente de la aso- unánime es positiva.
:o lo que crea más En general, las investigaciones en psicoterapia, y en particular las investi-
gaciones en PBP, pueden organizarse alrededor de dos grandes orientaciones:
a. resultado, y b. proceso. Las cuestiones más relevantes que representan a
cada una, respectivamente, serían las siguientes:
os por su interés el
sobre PBP. El autor RESUMEN
:riterios: utilización
efectos con una lis- Los planteamientos de psicoterapia breve y focal son especial foco de atención en la
icoterapia realizada actualidad, debido al incremento de la demanda de tratamiento, la exigencia social
'. PBP, que los trata-
de ampliar la oferta psicoterapéutica, su aplicación en dispositivos institucionales
públicos o asimilados, y la necesidad de adaptar la técnica clásica a las diferentes ne-
tas experimentados
cesidades clínicas actuales. En este capítulo se revisa el desarrollo histórico de la psi-
ida de cambio una coterapia breve de orientación psicoanalítica, reseñando los diferentes modelos teóri-
icas que motivaron cos y técnicos que han aparecido en las cuatro últimas décadas. Los modelos de
1uiátricos y mejora Malan, Sifneos, Mano y Davanloo son ofrecidos como representativos.
Seguidamente se explican algunos parámetros técnicos: Indicaciones, interpreta-
PBP es mejor que la ción de la transferencia, focalización y criterios de finalización, ejes sobre los que se
no psiquiátricos e estructuran y difieren los diferentes enfoques. El concepto de foco es uno de los as-
>gicas. pectos centrales.
; a continuación al-
mayor número de
>s referiremos a los
ector a Garfield y LECTURAS RECOMENDADAS
La psicoterapia aplicada a los niños está emparentada por una parte con el
psicoanálisis de niños y, por otra parte, con el mayor conocimiento del signi-
ficado e importancia del juego en el niño. Asimismo, las investigaciones so-
bre la evolución del psiquismo infantil, los descubrimientos que el psicoaná-
lisis ha aportado y, por ende, la mayor concienciación respecto · a la
importancia que cobran los primeros años de vida como la época donde se
sientan las bases de una estructura personal, son pilares que fundamentan
técnicas terapéuticas.
El psicoanálisis desarrollado por Freud, quien tanto se preocupó por
los antecedentes infantiles de sus pacientes adultos, y por elaborar teorías
sobre la evolución emocional infantil, tarde o temprano tenía que ocupar-
se del niño como sujeto susceptible de tratamiento, de encontrar una vía
de acceso a su inconsciente. Como ya es sabido, la técnica analítica clásica
basada en la asociación libre y el análisis de los sueños, presentaba serias
dificultades para ser aplicada a los niños. El propio Freud alentaba a sus
discípulos a investigar en este terreno, porque no desconocía su valor y
necesidad.
Se acostumbra a considerar que el comienzo del psicoanálisis de niños se
puede fijar en la publicación realizada por Freud en 1909 del «Análisis de la
fobia de un niño de cinco años», también conocido por «pequeño Hans». En
realidad, fue primeramente planteado como una observación del desarrollo de
este niño hecha por su propio padre, alentado por el ánimo investigador de
Freud. Pero lo que se había iniciado como una observación se convirtió en
un tratamiento al aparecer en el niño unos síntomas fóbicos a partir del naci-
miento de su hermanita. Freud vio a Hans en contadas ocasiones, pero el pa-
Universidad de Barcelona.
494 M. ª Teresa Miró i Col! y Merce Mitjavila García La psicoterapia psicoanalí.
dre (Max Graf), también médico, e interesado por el psicoanálisis, le infor- la incógnita que e
maba periódicamente acerca del desarrollo de la conducta, de los sueños y inconsciente en la
fantasías de su hijo. A la luz de las técnicas de observación y del psicoanáli-
sis de niños elaboradas con posterioridad, éste sería un caso, que no cumple
los requisitos técnicos necesarios, pero su valor, entre otros, estriba en las 1.2. Anna Freud,
elaboraciones que hace Freud del caso y de que es la descripción de una y su repercus,
observación y una terapia, antes de que se establecieran los fundamentos en
ambas técnicas. Para exponer mej
Poco después se encuentra en la literatura psicoanalítica otra descrip- cios de la técnica
ción del tratamiento de un niño, publicada por Ferenczi en 1913 (Harrison, empezaré por esbc
1989). Este autor refiere un intento de tratamiento psicoanalítico de un niño to a sus principale:
sin usar ningún intermediario familiar. Ferenczi describe que su joven pa- Debido a su :
ciente encontró aburrida la técnica psicoanalítica utilizada, lo cual acabó obligaba a cambia1
por hacerla inviable. Se ponía de manifesto, así, _q ue las reglas que se aplican versas ciudades e1
a los adultos, no podían ser trasladadas sin modificaciones, al tratamiento biente intelectual
de niños. 1910, donde Mela
Herminia von Hug-Hellmuth, en Viena, fue la primera en conceptuali- un trabajo de Fre1
zar y practicar la técnica del análisis de niños, siguiendo las huellas de biente propicio al
Freud. Su trabajo «On the Technique of Child-analysis» fechado en 1920, es P!?icoanálisis. Allí :
anterior a las publicaciones de Anna Freud y Melanie Klein sobre este tema. sentó su primer tr
En este trabajo explica cómo animaba a sus pequeños pacientes a jugar li- Development o/ the
bremente con muñecas y otros juguetes, extrayendo sus conclusiones de la Pocos años más ta
observación del juego y la conducta del niño y señalando en varias ocasio- Abraham a seguir
nes la función educadora del terapeuta de niños, definiendo su relación con cerse y difundirse
los padres y destacando elementos sobre la indicación de tratamiento y la na, de la existenci
falta de conciencia de enfermedad por parte del niño. Hug-Hellmuth visita- había dado prueb:
ba al niño en su casa tres o cuatro veces por semana, estableciendo un rap- con Ernest Jones, :
port sobre las resistencias, analizando la transferencia positiva y negativa, así lisis, tal como de1
como las tendencias inconscientes (MacLean y Rappen, 1991). Publicó un Más adelante fue
total de 35 artículos, de los cuales 15 son exclusivamente acerca del análisis de M. Klein encor
de niños y de la infancia. El hecho de que no figure como se merecería en de sus puntos de
la historia del psicoanálisis de niños, probablemente sea debido a que su ca- personalidad, el dé
rrera se vio truncada, ya que parece que murió en manos de un enfermo de los determinan
mental. dad. En 1925 fue
Existía en aquella época un terreno abonado donde el interés por la psi- sobre psicoanálisis
cología y la psicoterapia infantil era creciente. Con la postguerra, el desmo- diendo así su prin
ronamiento de un sistema social autoritario condujo a nuevas formas de ya que existía un
pensar. Así, Anna Freud en Viena y Melanie Klein en Budapest y después así como formulao
en Berlín, empezaron a dar cuerpo a lo que serían las nuevas técnicas en Los principale:
psicoanálisis de niños. Ambas llegaron a elaborar sus teorías y técnicas par- na, y a la vez de
tiendo de experiencias profesionales y formas diversas de entender. Ambas niños, son: la acep
habían nacido en la Viena de finales de siglo XIX, ambas se interesaron por mulación de la ex
oll y Merce Mitjavila García La psicoterapia psicoanalítica en la infancia y la adolescencia 495
icoanálisis, le infor- la incógnita que el psicoanálisis de su época tenía planteada: el abordaje del
cta, de los sueños y inconsciente en la infancia.
ón y del psicoanáli-
aso, que no cumple
)tros, estriba en las 1.2. Anna Freud y Melanie Klein: las controversias teóricas
descripción de una y su repercusión en la técnica
los fundamentos en
Para exponer mejor y más claramente las bases que fundamentaron los ini-
alítica otra descrip- cios de la técnica psicoanalítica con niños, sus diferencias y coincidencias,
en 1913 (Harrison, empezaré por esbozar un breve recuerdo biográfico de las protagonistas, jun-
malítico de un niño to a sus principales elaboraciones teóricas y técnicas.
te que su ¡oven pa- Debido a su matrimonio con un industrial químico, cuya profesión le
rnda, lo cual acabó obligaba a cambiar frecuentemente de residencia, Melanie Klein viajó por di-
eglas que se aplican versas ciudades europeas, sintiendo en algunas ocasiones añoranza del am-
)nes, al tratamiento biente intelectual de la Viena que debió abandonar. Fue en Budapest, en
1910, donde Melanie conoció la teoría psicoanalítica a través de la lectura de
1era en conceptuali- un trabajo de Freud sobre los sueños. Entusiasmada por ello buscó un am-
ndo las huellas de biente propicio al psicoanálisis, encontrándolo en la Sociedad Húngara de
fechado en 1920, es Psicoanálisis. Allí se analizó con Sandor Ferenczi, discípulo de Freud, y pre-
ein sobre este tema. sentó su primer trabajo en aquella sociedad científica en 1919 titulado The
pacientes a jugar li- Development o/ the Child mostrando ya su interés por el psiquismo infantil.
: conclusiones de la Pocos años,más tarde, en 1921, se trasladó a Berlín. Allí, estimulada por Karl
:lo en varias ocasio- Abraham a seguir con su trabajo en el análisis de niños, empezaron a cono-
ndo su relación con cerse y difundirse más sus teorías. Sigmund Freud era conocedor, desde Vie-
de tratamiento y la na, de la existencia de las nuevas ideas desarrolladas por la señora Klein, y
[ug-Hellmuth visita- había dado prueba de ello a través de su correspondencia en julio de 1925
:tableciendo un rap- con Ernest Jones, a la sazón presidente de la Sociedad Británica de Psicoaná-
sitiva y negativa, así lisis, tal como demuestra Steiner (1985) en su bien documentado trabajo.
, 1991). Publicó un Más adelante fue en la Sociedad Británica de Psicoanálisis donde las ideas
e acerca del análisis de M. Klein encontraron mayor resonancia. Compartía con E. Jones algunos
mo se merecería en de sus puntos de vista sobre el papel de la agresión en el desarrollo de la
debido a que su ca- personalidad, el desarrollo precoz de la sexualidad femenina y la importancia
nos de un enfermo de los determinantes innatos y pregenitales en la evolución de la personali-
dad. En 1925 fue invitada a impartir en la Sociedad Británica un seminario
el interés por la psi- sobre psicoanálisis temprano. En diciembre de 1925 murió K. Abraham per-
)stguerra, el desmo- diendo así su principal soporte y decidiendo entonces trasladarse a Londres
l nuevas formas de ya que existía un mutuo interés en el desarrollo del psicoanálisis de niños,
Budapest y después así como formulaciones comunes con E. Jones, tal como hemos dicho antes.
nuevas técnicas en Los principales conceptos teóricos sobre los que se basa la teoría kleinia-
:irías y técnicas par- na, y a la vez de mayor influencia en su utilización en el psicoanálisis de
:le entender. Ambas niños, son: la aceptación de la dualidad instintiva (Eros y Thanatos) y la for-
s se interesaron por mulación de la existencia de un yo precoz capaz de sentir ansiedad y crear
496 M.ª Teresa Miró i Col! y Merd Mitjavila García La psicoterapia psicoanali
mecanismos de defensa, todo ello transcurriendo a nivel mental a través de vulgación de sus i
un funcionamiento específico que denomina fantasía inconsciente, definida a padres, trabajad
como el correlato y representación mental de las pulsiones, existente desde de infancia dondt
el nacimiento. Esta comprobación supuso la posibilidad de centrar el origen desarrollo de mue
del conflicto psíquico y la etiología de los trastornos mentales, en momentos En cuanto a i
precoces del desarrollo psíquico. Para M. Klein, la fantasía inconsciente y las freudianas. Pensal
relaciones primitivas de objeto se inician desde el nacimiento y suponen fase narcisística y
también, la posibilidad de que estas experiencias psíquicas sean ya introyec- ladones de objeto
tadas desde esta época temprana. También, y en el seno de estas primeras re- reacciona a los cat
laciones objetales, elabora una teoría sobre el origen del conflicto psíquico nas. Anna Freud i
centrada en la dualidad instintiva, concediendo un papel fundamental a la recursos defensivc
agresión. . ción de la ansieda<
Por otfa parte, Klein consideraba las teorías freudianas sobre la evolu- En el tema es¡
ción libidinal, como excesivamente falocéntricas, teniendo como central el no desarrolla, al n
complejo de castración, y de esta forma, construyendo la identidad de la mu- do que no está caJ
jer en base a ello. En cambio, para esta autora (1928), la niña desde muy pe- sus relaciones libi1
queña tiene nociones sobre su propio cuerpo y de sus genitales, a través de todavía existen ce
sensaciones, introspección, observación de otros cuerpos femeninos, lo cual una actitud de col
la lleva a sentirse como alguien con un cuerpo diferente, pero no carente. sentimientos, pro¡:
En cuanto a cuestiones más directamente relacionadas con la técnica psi- importante en est
coanalítica, Klein consideraba que en psicoanálisis de niños la transferencia considera en abso
aparece ·desde el primer momento y debe ser trabajada tanto en su versión para establecer y I
positiva como negativa. en que la técnica •
Otro gran pilar de la técnica kleiniana en psicoanálisis de niños es la uti- pensamientos, fan
lización del juego como sustituto de la libre asociación (Klein, 1979). El aná- pensando que, co
lisis del juego mostró cómo el simbolismo permite al niño transferir fantasías convertirse en algc
y ansiedades, que quedan representadas en esta manifestación simbólica y por parte del niñc
que sirven al analista para comprender el inconsciente igual que lo haría ana- sobre otros deriva
lizando un sueño o las verbalizaciones de su paciente. los dibujos, la con1
Anna Freud fue la hija menor de Sigmund Freud y nació en Viena en ello presupone un
1886. Vivió de cerca el ambiente psicoanalítico sintiéndose muy pronto inte- de desarrollo del 1
resada por los temas que oía discutir en su casa. Se formó comQ. pedagoga y niños de edades pt
muy pronto empezó a progresar en el campo psicoanalítico, llegando, cuan- cientemente, o niñi
do todavía era muy joven, a conseguir nivel y posición dentro de la Sociedad Cuando Hitler
Psicoanalítica de Viena. A partir de 1920 inicia una etapa de intensa colabo- psicoanalistas vien
ración con Ernest Jones, participando en la edición del International Journal persecución nazi. 1
ofPsycho-Analysis, que se editaba en Austria. plazarse a vivir a L
En 1922 publicó diversos trabajos sobre psicoanálisis de niños, que cul- Una vez allí, la poi
minan más tarde con la publicación en 1930 de Psicoanálisis para padres y edu- llegado a definirse
cadores. Las grandes aptitudes e intereses pedagógicos de Anna Freud condi- sencia de ambas t
cionaron probablemente el carácter pedagógico que dio al psicoanálisis para los vieneses l
infantil. Gran parte de sus esfuerzos estaban dirigidos en esta época a la di- también el abando1
Col! y Merce Mitjavila García La psicoterapia psicoanalítica en la infancia y la adolescencia 497
el mental a través de vulgación de sus ideas con la creación de seminarios y conferencias dirigidos
nconsciente, definida a padres, trabajadores sociales y educadores. Asimismo, trabajó en un jardín
ones, existente desde de infancia donde tuvo ocasión de realizar observaciones de la conducta y
! de centrar el origen desarrollo de muchos niños.
~ntales, en momentos En cuanto a sus asunciones teóricas, partía de las bases psicoanalíticas
1sía inconsciente y las freudianas. Pensaba, siguiendo las ideas de su padre, en la existencia de una
icimiento y suponen fase narcisística y autoerótica en los primeros meses de vida en la cual las re-
icas sean ya introyec- laciones de objeto no cobraban importancia, ya que, según entendía, el niño
de estas primeras re- reacciona a los cambios que se producen en el ambiente, pero no a las perso-
tel conflicto psíquico nas. Anna Freud se ocupó en El yo y los mecanismos de defensa (1936) de los
pel fundamental a la recursos defensivos que utilizan el niño, el adolescente y el adulto en evita-
ción de la ansiedad.
ianas sobre la evolu- En el tema específico del psicoanálisis de niños consideraba que el niño
ndo como central el no desarrolla, al menos plenamente, una neurosis de transferencia, aducien-
a identidad de la mu- do que no está capacitado como el adulto para iniciar una nueva edición de
:i niña desde muy pe- sus relaciones libidinales, porque sus objetos de amor originales, los padres,
genitales, a través de todavía existen como objetos en la realidad. Intenta inducir al niño hacia
os femeninos, lo cual una actitud de colaboración consciente en la que pueda relatar experiencias,
pero no carente. sentimientos, proporcionándole un ambiente adecuado. La verbalización es
las con la técnica psi- importante en esta técnica ya que, además, aunque utiliza el juego, no lo
niños la transferencia considera en absoluto como sustituto de la asociación libre sino un medio
a tanto en su versión para establecer y mantener la relación de colaboración. Respecto a la forma
en que la técnica kleiniana utilizaba el juego, representando simbólicamente
isis de niños es la uti- pensamientos, fantasías y conflictos, se mostró reticente a entenderlo así,
(Klein, 1979). El aná- pensando que, como toda interpretación de símbolos, tendría tendencia a
ño transferir fantasías convertirse en algo estereotipado, que no quedaba abierto a la corroboración
festación simbólica y por parte del niño mismo. Desarrolló, pues, técnicas diferentes, trabajando
gual que lo haría ana- sobre otros derivados del inconsciente como los sueños y fantasías diurnas,
los dibujos, la conducta del niño tanto dentro como fuera de la sesión. Todo
y nació en Viena en ello presupone una colaboración del niño, y, por supuesto, un cierto grado
lose muy pronto inte- de desarrollo del lenguaje, que implica, a su vez, la dificultad para analizar
rnó comQ . pedagoga y niños de edades precoces en los que el lenguaje no se haya desarrollado sufi-
lítico, llegando, cuan- cientemente, o niños con alteraciones en la evolución del lenguaje.
ientro de la Sociedad Cuando Hitler invadió Austria en 1938, la familia Freud, junto con otros
pa de intens·a colabo- psicoanalistas vieneses, se vio obligada a marchar de Viena, huyendo de la
1 International ]ournal persecución nazi. Ernest Jones contribuyó grandemente a que pudieran des-
plazarse a vivir a Londres, consiguiendo para ellos visados y un nuevo hogar.
sis de niños, que cul- Una vez allí, la polémica entre las ideas de M. Klein y A. Freud que no había
ílisis para padres y edu- llegado a definirse por completo, se vió agudamente exacerbada con la pre-
le Anna Freud condi- sencia de ambas en la misma sociedad psicoanalítica. Londres significaba
dio al psicoanálisis para los vieneses la suspensión de la amenaza de muerte, pero representó
en esta época a la di- también el abandono de costumbres, tradiciones e idioma.
498 M.' Teresa Miró i Col! y Merce Mitjavila García La psicoterapia psicoanali
Así fue como, con toda esta situación y en un Londres devastado por las sus inicios, M. Kle
bombas, la British Psychoanalytical Society decidió proponer una serie de pequeños pacientt
debates en los que se trataría de poner en claro los puntos discrepantes, y <lose estrictamenu
también la repercusión de todo ello en la formación psicoanalítica y en la deseaba. Así ocurr
creación de dos escuelas principales que preconizan sendas técnicas en el Rita), para contim
análisis de niños. ellos, la utilización
hemos comentado
presiones, etc., el
peuta trata de entt
PUNTOS DE DIVERGENCIA TEÓRICOS ENTRE ANNA FREUD Y MELANIE KLEIN El tipo de ju!
del terapeuta, y se
A Concepto de fantasía inconsciente acostumbra a pro¡
B. Autoerotismo y narcisismo versus relaciones objetales precoces
C. Origen del conflicto psíquico pequeño, que incl
D. Papel de la agresión ches, trenes, mate1
E. Comprensión de la sexualidad femenina animales, a poder
lías. Asimismo se ¡
pel, tijeras poco F
PUNTOS DE DIVERGENCIA EN LA TECNICA DE ANALISIS DE NIÑOS
entre otros objeto
Sobre transferencia o cajones particuk
A Freud: No admite la existencia de neurosis de transferencia
a· formar parte tan
M.Klein: Importancia de la transferencia desde el inicio de la relación con el terapeuta. ,
acceso del niño a 1
Sobre la técnica de juego recurso, no obstan
A Freud: El juego no sustituye la libre asociación coterapéutica. No
M. Klein: El juego equivale a la libre asociación y puede ser interpretado como cipio disminuirían
los sueños su realización. A n
A Freúd: Es preciso un cierto grado de desarrollo del lenguaje
M. Klein: No es imprescindible el lenguaje, lo cual presupone poder analizar presente determin
niños muy pequeños, o con patologias severas.· cuente que el niñi
dando su versión,
y que deben ser o
realidades.
I.3. El juego como técnica específica en psicoterapia infantil En muchas oc
neras, directa o in,
Ya hemos hecho referencia en el apartado anterior a los orígenes del psico- rapeuta. La permis
análisis de niños, sus protagonistas y sus técnicas. La psicoterapia de niños, sión es un tema ca
psicoanalíticamente orientada, parte de las mismas premisas teóricas, y utiliza a su terapeuta, ap~
la técnica psicoanalítica, con algunas variaciones, en su tarea de ofrecer la senta inconsciente
posibilidad de hacer frente a los conflictos infantiles desde una oferta tera- actos agresivos del
péutica asequible. ca del juego» (19i
Hemos visto la importancia que la técnica de juego cobra en el psicoaná- niño de no tolerar
lisis de niños, y las diferentes visiones que A. Freud y M. Klein nos dieron no se mantienen d
sobre ello. A lo largo de los años estas dos posiciones se han acercado. En reciclas pueden am
La psicoterapia psicoanalítica en la infancia y la adolescencia 499
:oll y Merce Mitjavila García
es devastado por las sus inicios, M. Klein, como lo había hecho Hugh-Hellmuth, iba a la casa de sus
>poner una serie de pequeños pacientes, y utilizaba sus propios juguetes para la sesión, no quedán-
ntos discrepantes, y dose estrictamente en la misma sala, sino que podían salir al jardín si el niño lo
sicoanalítica y en la deseaba. Así ocurrió con los primeros casos que relata en su bibliografía (Fritz,
:ndas técnicas en el Rita), para continuar después realizándolos en su propio consultorio. En todos
ellos, la utilización del juego fue y sigue siendo el elemento fundamental. Como
hemos comentado, a través de la actividad lúdica, y también de su actitud, ex-
presiones, etc., el niño manifiesta el contenido de sus fantasías, y el psicotera-
peuta trata de entend~r el mensaje simbólico que representan.
El tipo de juguetes más adecuados depende en parte de las preferencias
del terapeuta, y sobre todo de la edad del niño. Diríamos no obstante, que se
acostumbra a proporcionar al niño un tipo de juguetes de un tamaño más bien
coces
pequeño, que incluye pequeñas figuras humanas sencillas de ambos sexos, co-
ches, trenes, material de construcción con el cual puedan edificar casas, vallas,
animales, a poder ser más de uno de cada especie para poder constituir fami-
lias. Asimismo se proporciona al niño material para poder dibujar: lápices y pa-
pel, tijeras poco peligrosas para recortar, cola para pegar papeles y plastilina,
entre otros objetos. Los juguetes ofrecidos a cada niño son guardados en cajas
o cajones particulares, a los que los otros niños no deben tener acceso, pasando
a a formar parte también la caja de la relación personal transferencia! que tiene
relación con el terapeuta. Algunos terapeutas incluyen asimismo la posibilidad de fácil
acceso deL niño a una fuente de agua o lavabo donde poder jugar con ella. Este
recurso, no obstante, es más utilizado en la técnica psicoanalítica que en la psi-
coterapéutica. No se aconseja ofrecer al niño juegos reglados los cuales en prin-
,r interpretado como cipio disminuirían las posibilidades de utilizar la proyección de la fantasía en
su realización. A menudo, en el juego hace intervenir al terapeuta, para que re-
ie
>one poder analizar presente determinados roles, como de maestra/o o alumna/o, siendo más fre-
cuente que el niño represente el papel de adulto, a través de lo cual nos está
dando su versión, su manera de vivenciar las relaciones que está representando
y que deben ser comprendidas como tales, representando vivencias, tal vez no
realidades.
intil En muchas ocasiones, la agresividad se expresa en el juego de diversas ma-
neras, directa o indirectamente, con los juguetes, los objetos o con el mismo te-
s orígenes del psico- rapeuta. La permisividad respecto á actos de agresividad que aparecen en la se-
;icoterapia de niños, sión es un tema complejo ya que, si el niño ha destruido un juguete, o agredido
sas teóricas, y utiliza a su terapeuta, aparece la culpa referida no sólo al juguete sino a lo que repre-
. tarea de ofrecer la senta inconscientemente para él. Es por esto que la permisividad hacia los
:sde una oferta tera- actos agresivos debe tener ciertos límites. M. Klein, en «La técnica psicoanalíti-
ca del juego» (1979), comenta que normalmente adopta una actitud frente al
:obra en el psicoaná- niño de no tolerar agresiones contra ella, porque considera que si las agresiones
M. Klein nos dieron no se mantienen dentro de ciertos límites, la culpa y ansiedad persecutoria apa-
se han acercado. En recidas pueden aumentar las dificultades del tratamiento.
500 M. • Teresa Miró i Coll y Merce Mitjavila García La psicoterapia psicoanal
Aun dentro de la estricta técnica del juego, el elemento más importante M. Klein (19L
es el observarlo incluido en la tranferencia hacia el terapeuta, repitiendo más asequibles ei
emociones y conflictos no elaborados. nes lúdicas, que 1
Winnicott, por su parte, en Realidad y juego (1971), concede también al presión es ·más pt
juego una importancia primordial cuando dice que el juego se da en una menos distorsion:
zona intermedia donde se encuentran la fantasía y la realidad externa, en un ba tan disociados
espacio que él llama espacio transicional que sería un espacio potencial que Lo básico a e
inicialmente se crea entre el bebé y la madre. Más ~arde, esta situación rela- de funcionamien1
cional se puede reproducir en una experiencia terapéutica, donde, según ferencia entre arr
Winnicott, la terapia se da en la superposición de dos zonas de juego: la del cientes.
paciente y la del terapeuta, que son dos personas que juegan juntas.
11.2. El posicioni
frente al pra
II. EL PROCESO TERAPÉUTICO
En primer lugar e
La técnica psicoanalítica fue diseñada inicialmente para adultos. Freud no lescente. Desde e
trabajó con niños a pesar de que sus descubrimientos le remitieron a la in- que comunes enti
fancia. Lo infantil en la teoría freudiana fue un hallazgo, no un punto de par- r:pas condiciones ,
tida. Fueron sus discípulas Anna Freud y Melanie Klein, tal como se ha des- paguen el tratami
crito, quienes fueron a buscar la patología en las mismas fuentes infantiles. vale la pena orga
Vamos a revisar en este apartado algunos de los conceptos técnicos ya ciendo el diálogo
tratados en la parte tercera de este manual, pero situándolos en el contexto intercambios entr
de la psicoterapia aplicada a la infancia y a la adolescencia. Dentro de es
quizá deberíamos
cencia e inicio de
11.1. El concepto de inconsciente desde la técnica terapéutica racterísticas bien
al preadolescente
Desde el punto de vista psicoanalítico, el funcionamiento inconsciente sería esta dificultad var
un punto de coincidencia entre el adulto y el niño. El funcionamiento in- namientos de todc
consciente viene a ser, en términos funcionales, un sinónimo de regresivo e Es bien difíci
infantil. En términos dinámicos, el funcionamiento inconsciente se define una demanda ter;
como los conflictos vividos en la infancia y que no encontraron una vía de tras que tal formu
resolución adaptativa. Tenemos pues como equivalentes: inconsciente, infan- a partir de los 15
til y neurótico. Y vamos a precisar que no todo lo infantil es neurótico, pero psicoterapeuta, pe
sí que todo lo neurótico responde a un patrón infantil no resuelto en su mo- fiero a que cuenta
mento. te, aunque puede
Desde luego que la forma de presentación del conflicto tiene modalida- como lo pueda ha
des distintas, esto es, formas sintomáticas más propias del niño, del adoles- Esto se explic
cente o del adulto. Las técnicas de exploración en la situación clínica son mayor conciencia
también distintas, actividades lúdicas en el caso de los niños y la entrevista cognitivo-intelectt
en el caso de los adolescentes y adultos. identidad y la cap
l!l y Merce Mitjavila García La psicoterapia psicoanalítica en la infancia y la adolescencia 501
1to más importante M. Klein (1926,1927,1979) considera que los conflictos inconscientes son
·apeuta, repitiendo más asequibles en las manifestaciones infantiles, sobre todo en las expresio-
nes lúdicas, que en los derivados inconscientes del adulto. Según ella, la re-
oncede también al presión es más permeable en el niño y esto hace que el conflicto básico esté
1ego se da en una menos distorsionado. A. Freud (1984) no compartía esta opinión y considera-
dad externa, en un ba tan disociados los contenidos inconscientes en el adulto como en el niño.
,acio potencial que Lo básico a destacar en este punto sería que el inconsciente es el nivel
esta situación rela- de funcionamiento más parecido o idéntico entre el niño y el adulto. La di-
tica, donde, según ferencia entre ambos debe buscarse en los funcionamientos yoicos y cons-
ias de juego: la del cientes.
m juntas.
En primer lugar debemos marcar las justas diferencias entre el niño y el ado-
adultos. Freud no lescente. Desde el punto de vista técnico se dan más elementos diferenciales
remitieron a la in- que comunes entre ambos. Hay adolescentes que los tomamos según las mis-
o un punto de par- mas condiciones que a los pacientes adultos aunque sean los padres qµienes
tal como se ha des- paguen el tratamiento. Es más, con los adolescentes, por poco que se pueda,
.entes infantiles. vale la pena organizar un contexto de trabajo similar al del adulto, estable-
1ceptos técnicos ya ciendo el diálogo verbal y asociativo y evitar en lo posible -o del todo- los
)los en el contexto intercambios entre los padres y el terapeuta.
Dentro de este saco común que denominamos «niños y adolescentes»,
quizá deberíamos incluir otra categoría diferencial situada entre la preadoles-
cencia e inicio de la adolescencia (11 a 13-14 años), que responde a unas ca-
ica racterísticas bien propias. Desde nuestra experiencia personal, consideramos
al preadolescente como el más difícil de tratar psicoterapéuticamente y con
> inconsciente sería esta dificultad vamos a entrar a considerar las diferentes actitudes y posicio-
funcionamiento in- namientos de todos ellos frente al proceso psicoterapéutico.
1imo de regresivo e Es bien difícil, prácticamente imposible, que el niño llegue a explicitar
msciente se define una demanda terapéutica al estilo del adulto -«tengo problemas»-, mien-
,ntraron una vía de tras que tal formulación es ya posible en el adolescente avanzado (pongamos
inconsciente, infan- a partir de los 15 años). El adolescente necesita de los padres para acudir al
l es neurótico, pero psicoterapeuta, pero no para ser consciente de que tiene dificultades. Me re-
resuelto en su mo- fiero a que cuenta con los recursos cognitivos y personales para ser conscien-
te, aunque puede, evidentemente, negar sus dificultades tanto -o más-
cto tiene modalida- como lo pueda hacer el adulto.
el niño, del adoles- Esto se explica porque el adolescente, comparado con el niño, posee una
tuación clínica son mayor conciencia de sí mismo, al haber superado -en términos de estadio
iiños y la entrevista cognitivo-intelectual y social- , el egocentrismo. La conciencia de la propia
identidad y la capacidad de autorreflexión y autocrítica son condiciones que
502 M.ª Teresa Miró i Col! y Merce Mitjavila García La psicoterapia psicoanalíf¡
horario, que en general ya se habrán tratado con los padres, pero nos interesa coloca delante del t
saber su opinión intentando respetar en lo posible los intereses o actividades fenso; en el caso de
que pueda tener, procurando que el horario de las sesiones no sea incompa- te a esta asimetría d
tible con dichas actividades. mente como distorsi
El juego en sí es una expresión conductual plenamente consciente, como transferencia! se hac
lo era la asociación libre, el núcleo de la fantasía lúdica o el móvil que la de- hablar de reaccionei
termina, es la variable inconsciente. de derivar en actuac
El conflicto y/ o deseo inconsciente y la relación terapéutica constituyen, les y de usar al ana~
al igual que en la asociación libre, el determina~te interno y externo que Lo importante e
configuran la expresión lúdica, todo ello mediatizado, obviamente, por la pectos transferencial
edad y capacidades cognitivas y habilidades expresivas del niño. transferencia o no.
Tengamos en cuenta que el niño nb se limita a jugar con el material que miento determina d1
le ofrecemos, muchas veces quiere que el terapeuta juegue con él. En esta si- utilizar el espacio ti
tuación, en general más comprometida para el .terapeuta psicoanalítico, va- niño. Otra cuestión
mos a observar qué papel nos adjudica en el juego (el de niño, el de maestro, se está iriteractuandc
el de perdedor, el de malo, etc.) (Aberastury, 1978) atendiendo que éste es peuta.
un rol que también le corresponde a él aunque lo haga escenificar al tera-
peuta. Observaremos la relación entre el personaje con el que él se identifica
y el que ha atribuido al terapeuta y a partir de ahí podremos comprender II.5. Las resistencia.
qué rechaza, qué desea, qué teme y por qué.
Es fundamental considerar, además de estas condiciones formalizadas, lo Hay acuerdo en con
que algunos autores han denominado el encuadre interno del terapeuta, es tud que dificulte el ¡
decir, su actitud, capacidad de contención y forma personal de situarse entre que A. Freud (1984)
la técnica y el paciente, de lo cual derivará una forma funcional y coherente de los niños, dado q1
de manejar los elementos del encuadre externo (Escario, 1988; Miró, 1988; En el caso de 1,
Torras, 1991). grado más moderadc
resistencias. Englob2
el contexto de tal 1
II.4. La transferencia ejemplo: escaparse d
tar para no oír al te1
Se ha señalado que en este punto se dan diferencias sustanciales entre la po- lentas como, por eje
sición de A. Freud y de M. Klein. Para Klein lo que vive el niño (incluso a rer saber nada del
partir de las edades más precoces en que puede ser analizable) es ya historia, propias de los niños
en el sentido de reproducción del pasado o de pautas o conflictos pasados. Las conductas d,
En este sentido tiene una absoluta cualidad transferencia!, transfiere pautas terapéutica, son corr
internalizadas (Klein, 1983 b). aspectos más destruc
A. Freud (1977 a, 1977 b, 1984) considera improbable que se de una La actitud propi
transferencia plena, en el sentido de neurosis de transferencia propiamente nerador de tal cond1
dicha en los niños, dado que viven todavía en directo su vinculación y con- te apartado, será ver
flictos con los padres. Las manifestaciones transferenciales del adulto delatan conducta de resister
abiertamente su origen infantil, por ejemplo cuando el adulto idealiza al tera- pleno auge, es difíc
peuta como alguien mucho más poderoso que él, es fácil reconocer cómo se tomarse como objete
. Col! y Merce Mitjavila García La psicoterapia psicoanalítica en la infancia y la adolescencia 505
!res, pero nos interesa coloca delante del terapeuta como si éste fuera el adulto y él un niño inde-
ntereses o actividades fenso; en el caso de un paciente infantil, la realidad corresponde precisamen-
ones no sea incompa- te a esta asimetría de poder, por lo tanto, ya no podrá interpretarse tan fácil-
mente como distorsión. La distinción entre pasado y presente en la realidad
:nte consciente, como transferencial se hace más difícil en el niño (Sandler, 1983). A. Freud prefiere
o el móvil que la de- hablar de reacciones transferenciales y externalizaciones (1984) como forma
de derivar en actuaciones conflictivas externas los conflictos internos actua-
:apéutica constituyen, les y de usar al analis!a para representar algún aspecto interno del paciente.
1terno y externo que Lo importante en cuanto al tema de la técnica es cómo abordar los as-
,, obviamente, por la pectos transferenciales, sean éstos entendidos como propiamente neurosis de
!el niño. transferencia o no. Desde luego que la elección de uno y otro posiciona-
1r con el material que miento determina distintas actuaciones técnicas. Por nuestra parte vamos a
~ue con él. En esta si- utilizar el espacio transferencial para comprender el conflicto interno del
ita psicoanalítico, va- niño. Otra cuestión .más compleja será decidir si explicitamos todo esto que
e niño, el de maestro, se está interactuando en esta relación inmediata (el aquí y ahora) con el tera-
~ndiendo que éste es peuta.
5a escenificar al tera-
el que él se identifica
)dremos comprender II.5. Las resistencias
lones formalizadas, lo Hay acuerdo en considerar, desde cualquier enfoque, que la conducta o acti-
rno del terapeuta, es tud que dificulte el proceso terapéutico deberá considerarse resistencia, aun-
:mal de situarse entre que A. Freud (1984) señala la mayor dificultad en identificar la resistencias
uncional y coherente de los niños, dado que para ellos no rige la consigna de la asociación libre.
lo, 1988; Miró, 1988; En el caso de los niños, también en los adolescentes aunque quizá en
grado más moderado, el acting in constituye una versión muy frecuente de las
resistencias. Englobamos dentro de esta etiqueta las conductas que rompen
el contexto de tal manera que imposibilitan el trabajo del terapeuta, por
ejemplo: escaparse de la sala de trabajo, agredir al terapeuta, esconderse, gri-
tar para no oír al terapeuta o impedir que hable; u otras formas menos viru-
:tanciales entre la po- lentas como, por ejemplo, traerse tebeos y dedicar la sesión a leerlos sin que-
ve el niño (incluso a rer saber nada del terapeuta, etc. Estas y otras conductas son versiones
lizable) es ya historia, propias de los niños para impedir la comunicación.
o conflictos pasados. Las conductas de resistencia señaladas, aunque impiden la comunicación
:ial, transfiere pautas terapéutica, son comunicativas en sí mismas, ya que informan acerca de los
aspectos más destructivos y también más dolorosos para el niño.
>able que se de una La actitud propia del terapeuta será intentar comprender el conflicto ge-
erencia propiamente nerador de tal conducta. Otra cuestión, con la cual enlazamos con el siguien-
u vinculación y eon- te apartado, será ver cómo y cuándo explicitamos al niño el significado de su
es del adulto delatan conducta de resistencia. En general, cuando la actuación resistencial está en
dulto idealiza al tera- pleno auge, es difícil que nos atienda, a diferencia del adulto, que puede
ll reconocer cómo se tomarse como objeto de observación y por tanto tomar en consideración una
506 M.ª Teresa Miró i Col! y Merce Mitjavila García La psicoterapia psicoanalítü
parte de sí mismo, el niño se identifica masivamente con su propia actua- niños nos atrevería1
ción (Freud, 1984) y esto hace difícil que esté boicoteando al terapeuta y que, sin duda, la ac1
que al mismo tiempo pueda reflexionar acerca de esto.
: con su propia actua- niños nos atreveríamos afirmar, con mayor contundencia que en los adultos,
)teando al terapeuta y que, sin duda, la actitud cuenta más que las palabras.
al niño debe cuidar al Criterios clínicos: Sólo constituirán verdaderas indicaciones de psicotera-
1dido por el pequeño. pia aquellos cuadros cuya etiología dependa predominantemente del propio
os no son comprendí- sujeto. Esto implica una consideración a fondo de los factores ambientales
. literal o simplemente (familia, escuela, etc.) para descartarlos como agentes activos de la problemá-
:le las interpretaciones tica.
que tendrá que esfor- En caso de que se puedan descartar causas o desencadenantes externos
ible. No hemos de es- actuales, empezaremos a considerar la posibilidad de una intervención direc-
stos muchas veces no ta sobre el niño. Las causas procedentes del ambiente familiar (o escolar), de
e lo que no han com- orden carencial o pautas relacionales o educativas erróneas, deberán consi-
uesta con una acepta- derarse con independencia de que el niño sea tratado o no.
Ejemplo clínico:
;cientemente el conte-
ción consciente de la Se trata de un niño de 10 años con problemas de conducta y adaptación que se ex-
nte. Sandler (1983) se presan especialmente en el ámbito escolar. Los padres tienen graves desavenencias
lar el contenido de la conyugales, han estado separados largas temporadas. En el momento de la consulta
:1 juego que realiza el viven juntos. El padre, que no acude a la consulta, nunca ha asumido plenamente la
ma alusión directa al educación del hijo, según declaraciones de la madre. La madre por cuestiones de tra-
, resistencias, no obs- bajo viaja constantemente. Durante las ausencias de la madre, el niño está al cuidado
el insight. de la abuela y de una hermana adolescente aunque ésta reside fuera de la localidad
1 función de la música
la mayor parte del tiempo debido a sus estudios.
El niño vive con declaradas manifestaciones de angustia las desavenencias entre
itera!; es decir, que el
sus padres. Se queja explícitamente de que su padre nunca quiere estar con él aun-
[Ue no le ordena ni le que a veces quizá prefiere que no esté en casa «porque cuando están juntos papá y
te comprenda exacta- mamá -dice el propio niño- se pelean».
las ansiedades internas del niño cuando se da un desencadenante ansiógeno muchos aspectos p
tan externo y real como las peleas parentales. Es obvio, también, que los as- cutor protagonista
pectos carenciales del rol paterno y ausencias de la madre, no pueden ser locarse los padres e
sustituidas por ningún terapeuta. te, terapeuta y padr
En realidad sólo podemos trabajar con niños cuyas necesidades básicas
de atención estén resueltas por quienes corresponda que son los progenito- El adolescente,
res. Con un niño carencial ni el terapeuta, ni el maestro tienen nada que adultas parentales,
hacer. El terapeuta puede interpretar el mundo interno o las fantasías deriva- natural, está en co
das de este mundo interno, la realidad externa no es interpretable psicoanalí- mente se hará exte1
ticamente. transferencialmente
Aun admitiendo que el factor predominante esté en el niño, cuando el también su vinculac
análisis de su entorno no parece explicar sus reacciones perturbadas, de cuestionar todo.
deberán agotarse los recursos terapéuticos naturales de los padres y de los Cuando el adol
maestros, antes de asumirlo como paciente; trataremos de modificar algo res- abordarlo técnicam
pecto a las actitudes y conductas de los padres; quizá este cambio conlleve lectuales e introspe
por sí mismo mejoras. confundir su desarr
Centrándonos en los cuadros patológicos incluiremos todos aquellos que su madurez persona
se expresan como trastornos de conducta, aprendizaje, hábitos y fobias. Con- En cuanto al o
sideraremos el área de extensión del problema, es decir, qué actividades que- beríamos decir que
dan, secundariamente, perjudicadas por el síntoma y las repercusiones en la treando dentro de
evolución futura. explicitarlos.
El objetivo psic
Criterios familiares: La motivación de los padres y el grado de compren- ras: reducir o resoh
sión del problema y tolerancia del mismo son fundamentales a la hora de por la comprensión
plantearse la indicación (Campo, 1980). Un niño que presente una problemá- renda, sino algo má
tica subsidiaria de psicoterapia pero cuyos padres no entiendan la función Anna Freud irn
terapéutica o no depositen suficiente confianza en el psicoterapeuta, no será rresponde, liberand
un paciente adecuado. cadas por el conflil
Al igual que en el adulto deberemos trabajar sobre un diagnóstico dife- más dirigida hacia e
rencial correcto. Los problemas psicológicos que tengan una causa orgánica Si el espacio ter
deberán tratarse por ambas vías, la médica y la psicoterapéutica. Los proble- o expresar sus conf
mas que tengan su etiología en deficiencias intelectuales o instrumentales, sulta ya un elementc
deberán abordarse preferentemente desde un tratamiento reeducativo o psi- En último térm
copedagógico y sólo después o paralelamente se tratarán psicoterapéutica- terés por el cambie
mente. de los niños devier
que si no cambiab
Los adolescentes -y en cierta medida los preadolescentes- merecerían conformidad no no
un capítulo aparte, no podemos encajarlos en los mismos criterios que a los constituye la dimen
niños, hay criterios específicos para ellos (Grinberg, 1977; Campo, 1980; To-
rras, y Taus, 1987). Por un lado, la situación de dependencia económica y le-
gal de los padres hace que tengamos que considerar, en parte, las mismas
condiciones que en los niños, pero la independencia (parcial o casi total) en
i Coll y Merce Mitjavila García La psicoterapia psicoanalítica en la infancia y la adolescencia 509
:ncadenante ansiógeno muchos aspectos personales e ideológicos, hace que tengamos un interlo-
), también, que los as- cutor protagonista menos mediatizado por los padres. ¿Dónde han de co-
nadre, no pueden ser locarse los padres en el diálogo terapéutico? El triángulo entre adolescen-
te, terapeuta y padres, a veces, es difícil de armonizar.
1s necesidades básicas
¡ue son los progenito- El adolescente, como el niño, identifica al terapeuta con las figuras
:stro tienen nada que adultas parentales, y tiene razón, lo que sucede en su caso es que, por ley
o las fantasías deriva- natural, está en conft:ontación con el poder parental y eso casi inevitable-
terpretable psicoanalí- mente se hará extensivo al terapeuta. El niño pequeño también reproduce
transferencialmente el conflicto que tenga con los padres, pero reproduce
en el niño, cuando el también su vinculación no cuestionada con ellos, el adolescente se lo pue-
tcciones perturbadas, de cuestionar todo.
e los padres y de los Cuando el adolescente puede entrar en situación terapéutica, podemos
de modificar algo res- abordarlo técnicamente como a un adulto, contamos con sus recursos inte-
este cambio conlleve lectuales e introspectivos, desarrollados plenamente, aunque no debemos
confundir su desarrollo cognitivo, prácticamente equivalente al adulto, con
os todos aquellos que su madurez personal.
hábitos y fobias. Con- En cuanto al objetivo terapéutico, siguiendo los criterios clásicos, de-
, qué actividades que- beríamos decir que es comprender el núcleo del conflicto primitivo, ras-
s repercusiones en la treando dentro de la transferencia los conflictos edípicos y preedípicos, y
explicitarlos.
El objetivo psicoterapéutico, al igual que en el adulto, tiene otras mi-
~1 grado de compren- ras: reducir o resolver la ansiedad y el síntoma, aunque ello no pase tanto
1entales a la hora de por la comprensión del conflicto inconsciente ni el análisis de la transfe-
:sente una problemá- rencia, sino algo más por el apoyo y clarificación a nivel consciente.
entiendan la función Anna Freud insiste en situar al niño en el nivel evolutivo que le co-
icoterapeuta, no será rresponde, liberando las capacidades evolutivas que han quedado hipote-
cadas por el conflicto. Este supuesto implica una posición del terapeuta
un diagnóstico dife- más dirigida hacia el futuro de la evolución que hacia el pasado.
1 una causa orgánica Si el espacio terapéutico resulta para el niño un lugar donde descargar
~péutica. Los proble- o expresar sus conflictos, sea en el sentido catártico o más elaborativo, re-
les o instrumentales sulta ya un elemento modificador.
to reeducativo o psi~ En último término ningún modelo psicoterapéutico puede negar su in-
·án psicoterapéutica- terés por el cambio observable en términos conductuales, esto en el caso
de los niños deviene una exigencia mayor. Con el adulto podíamos decir
que si no cambiaba, pero comprendía, ya era un objetivo suficiente, tal
centes- merecerían conformidad no nos vale en el caso de los niños ya que en ellos el actuar
>s criterios que a los constituye la dimensión predominante.
7; Campo, 1980; To-
ncia económica y le-
:n parte, las mismas
1rcial o casi total) en
510 M.' Teresa Miró i Col! y Merce Mitjavila García La psicoterapia psicoanalítica
III.3. El maestro y e
III.2. El papel de los padres en el proceso terapéutico
Al tratar de la cola]
Obviamente los padres siempre son los que presentan en términos explícitos caso del adulto her
la demanda. Un hecho se constituye en conflicto en la medida en que los pa- niños y adolescentes
dres lo vivan conflictivamente (A. Freud, 1977 b), por lo tanto, la conducta en muchas ocasione
sintomática será motivo de consulta sólo si los padres la perciben como un fluencia en la decisi
problema. Pueden darse síntomas -entendidos como tales desde los pará- quiátrica. No obstan
metros clínicos- que no motivan una consulta, o pueden darse consultas dres y el psicoterape
por conductas no sintomáticas. El clínico debe arbitrar, de alguna manera, la De la escuela pa
situación, diferenciando lo sintomático de lo conflictivo y la gravedad de lo el ámbito que, por e
uno y lo otro. El terapeuta debe hacerse cargo de la angustia de los padres riedad de exigencia!
cuando ésta conflictualiza situaciones que, en sí mismas, no son especialmen- En la escuela debe
te importantes. De nuevo tendremos que arbitrar sobre unos y otro protago- rrollar habilidades s
nistas: ¿cuál es la angustia de los padres? ¿cuál la del niño? ¿cuál es la de- ción de la familia, p
manda de los padres? ¿cuál la del niño? Al psicoterapeuta le corresponderá, gen, etc. Debemm
sin duda, trabajar con todas ellas o tenerlas todas en cuenta (Aberastury, capacidades y tolera
1978). le guste y le interes(
Se ha considerado a los padres el «yo» auxiliar del niño que puede com- demos a convertirlo
prometerse con el proceso terapéutico. Son parte implicada activa, acompa- No es de extraf
oll y Merce Mitjavila García La psicoterapia psicoanalítica en la infancia y la adolescencia 511
Este oficio peculiar, que es el de terapeuta, merecería algo más que un breve
comentario.
En algunos institutos de formación psicoanalítica se recomienda el tra- IV MODALIDADE:
bajo psicoterapéutico, o mejor psicoanalítico, con niños como experiencia EN LA INFANC
necesaria para la completa formación del candidato a psicoanalista, aun-
que en su opción profesional no contemple dedicarse a ellos. Y es que La terapéutica ps
comprender al niño es comprender al paciente, cualquiera que sea su con- comparamos con
dición y edad. contemplar de for
El niño puede expresar conductualmente aquello que el adulto piensa o gico, pero donde :
fantasea. Ante los límites del espacio de trabajo, pongamos por caso, el adul- de las terapéutica
to puede verbalizar lo que imagina cómo deben ser las otras estancias de la práctica poco free
casa; ante la misma situación, el niño irrumpe abriendo la puerta y explorando mientas que se rea
Col/ y Merce Mitjavila García La psicoterapia psicoanalítica en la infancia y la adolescencia 513
n este sentido que el directamente el espacio que provoca su curiosidad. El niño expresa la cu-
nsulta psicológica. El riosidad acerca de cuestiones personales del terapeuta, formulando pregun-
o que puede sonar al tas directas sobre el tema; el adulto tiende a inhibir estas mismas preguntas
idre angustiada, into- cuando se le ocurren. Al igual que la curiosidad, los niños tienden a expresar
de convivir con ello otras reacciones o sentimientos (afecto, agresividad, etc.) conductualmeme,
quien plantea la de- mientras que el adulto, si llega a expresarlo, lo hará verbalmente. Sólo en si-
tuaciones extremas, o si se trata de pacientes adultos borderline o psicóticos,
~ generada en la ma- la acción -en términos de actuación masiva- irrumpe en el contexto tera-
umirla o compartirla péutico. Lo que no de'bemos olvidar es que el conflicto o fantasía consciente
~rio. El psicoterapeu- o inconsciente es la misma sea cual sea la edad, en este sentido, el paciente
el maestro, pues éste infantil nos ilustra acerca del adulto.
mdo la problemática La mayoría de los psicoterapeutas se especializan ya sea en adultos
o en niños. No es fácil encontrar quienes atiendan pacientes de cualquier
entre el psicoanalista edad.
·ibir el problema y la Parece ser que hay psicoterapeutas a quienes les incomodan los niños, a
sde donde se tendrá otros los adultos o los adolescentes. Esto siempre significa algo acerca de
:erencial, no siempre nuestra contratransferencia y/o capacidad para dialogar con nuestros aspec-
coanalítica. De todas tos adultos, adolescentes o infantiles.
;tra manera de traba- Si el terapeuta elige la edad (u otra característica) de sus clientes en base
>mentar alianzas y no a un conflicto propio no resuelto, su motivación neurótica le pone en riesgo
ante que el terapeuta de actuaciones y alianzas inadecuadas. Esto es especialmente fácil en el caso
mostrado interés en de tratar a ~iños y adolescentes, ya que estamos situados en un triángulo for-
10 el terapeuta consi- mado por el paciente, los padres y el terapeuta. Ahí las alianzas con uno u
a se pueden explicar, otros pueden derivar en posicionarse o tomar partido, a favor o en contra, y
1ue la mejor inciden- esto es especialmente fácil dado que, en general, vienen planteando una si-
tuación de conflicto entre ellos y piden nuestro veredicto. Como mejor pode-
mos contribuir a clarificar y a comprender las situaciones de conflicto será
manteniéndonos en un espacio que permita la posibilidad de pensar y no
tomar partido o juzgar.
una serie de modelos de intervención variados, marcados por los conceptos de la dinámica fami
básicos psicoanalíticos como transferencia, inconsciente y por la técnica ins- mente una evaluació
pirada en él.
Las modalidades especiales de psicoterapia en la infancia que abordare-
mos aquí brevemente, por lo menos alguna de ellas, ya han sido descritas IV.2. La psicoterap2
con más detalle en otro apartado de este tratado, donde se han dado las ba-
ses conceptuales más importantes en cada tipo de técnica. Por ello, no va- La comprensión y u
mos a repetir lo ya dicho y nos limitaremos a comentar lo estrictamente limitada, se ha visto
concerniente a aquellas técnicas psicoterapéuticas 'Utilizadas en la infancia y como una parte de 1
la adolescencia, aparte, evidentemente, de la psicoterapia individual. to. Otros tienden a
péutica obligada pot
mitación de tiempo
IV.1. La entrevista condiciones se enco
sas teorías se hallan
La entrevista, precediendo o no a una indicación terapéutica determinada, cado a ella. Lo ciert
desde una perspectiva psicoanalítica, contiene elementos terapéuticos desde ceden de psicoanal
el mismo momento en que se inicia (Torras, 1991), y es un indudable y efi- técnica y que la con
caz elemento diagnóstico de primer orden; éstos serían los dos ejes centrales del adulto.
de la entrevista entendida psicoanalíticamente. En el seno de la consulta ya Entenderíamos
encontramos un tipo de relación con el terapeuta que Manzano (1989) ha que es focal ya que ,
denominado pretransfert positivo. De hecho, la persona del consultor o tera- fico, y breve por el
peuta, ya desde los primeros momentos de la relación acapara las proyeccio- delimitado.
nes, demandas y fantasías de la familia que consulta, lo cual permite obser- Tal como hacen
var las organizaciones dinámicas establecidas entre sus miembros. Aunque de los inicios de la t
este tipo de transferencia normalmente no se interpreta durante la entrevis- lo que ahora llama
ta, nos es útil para comprender los procesos dinámicos inconscientes, nos duración; así por ej<
ilumina para orientar un diagnóstico, pronóstico y posterior indicación te- La técnica psicoanal
rapéutica. Podríamos decir que este tipo de intervención, la entrevista tera- tándares específicos
péutica, es estadísticamente la que más se realiza en el marco de _la asisten- que, partiendo de l
cia pública en psiquiatría y psicología infanto-juvenil, incluso cuando se planteado diferentei
trata de la atención a niños menores de cuatro años (Manzano, Palacio-Es- coterapia breve psio
pasa, 1989) en forma de intervenciones breves que no sobrepasan las diez Últimamente se
entrevistas. pía breve aplicada t
En nuestra propia experiencia, los datos obtenidos a través de una en- oportunidades pote1
cuesta realizada en los centros de salud mental (de atención infantil y de coterapéuticamente
adultos) de Cataluña, demuestran que la entrevista es la técnica más citada resultados con esta
en todos los centros, tanto si es utilizada como medio diagnóstico o como las que el requisito
seguimiento terapéutico. plantear una relació
En ocasiones se precisará de otros métodos de evaluación diagnóstica, periencia de final de
que nos ayuden a establecer un diagnóstico estructural, del cual deriven la y elaborar (Harrison
indicación terapéutica y pronóstico de la evolución. El reconocimientc lo Así, la mayor pa
más afinado y matizado posible de las características estructurales del nifío, y temporalmente lin
i Coll y Merce Mitjavila García La psicoterapia psicoanalítica en la infancia y la adolescencia 515
dos por los conceptos de la dinámica familiar y de su entorno escolar y social, nos permitirá final-
:e y por la técnica ins- mente una evaluación multiaxial.
en las que se precise ayudar a superar crisis vitales, especialmente las que tie- ción para esperar s
nen que ver con la elaboración de separaciones. Las defensas del niño incluidas conflicto como prop1
en el tema o conflicto focalizado deben ser lo suficientemente flexibles, ya que d Evaluación
las defensas rígidas pueden hacer ineficaz este tipo de terapia; en estos casos ción con el yo), y q
será necesario estudiar otros abordajes terapéuticos. De todas formas, no existe objeto;
literatura específica sobre criterios de indicación y contraindicación de la psico- e. que exista uJ
terapia breve aplicada a los niños. Podríamos decir, basándonos en nuestra ex- dimensión temporal
periencia y en la poca bibliografía existente, que la psicoterapia breve a estas
edades, tiene su indicación de elección en los trastornos neuróticos que no se
hallan rígidamente estructurados. La dinámica relacional familiar es un aspecto IV.3. La psicoterapú
básico a valorar en todos los casos; Manzano y Palacio-Espasa (1989) describen
una gradación en la que valoran la actitud proyectiva de los padres respecto al La historia de la P'
hijo. El grado de intensidad y profundidad de las proyecciones nos llevará a EE UU, con Slawso
una indicación u otra: si los padres se hallan muy comprometidos en la dinámi- de terapia de grupo
ca del conflicto, la indicación derivará hacia una terapia breve padres-niño. Si 1989). Slavson inicio
la dinámica interaccional corresponde a un funcionamiento psicótico, este tipo niños de 5 a 13 años
de intervenciones estará contraindicado tanto a los padres como al hijo. el grupo como un a~
misma terapia pero
lo tanto, no acepta n
rv.2.1. El marco de trabajo en psicoterapia breve les. 'Para Slavson (19t
en la infancia fera permisiva, la ac(
castigos, la libre exp
Nos referimos aquí al concepto psicoanalítico de setting que define tanto el cua- máticas.
dro de referencia externo e invariable como el espacio, tiempo, presencia del Posteriormente a
terapeuta, como al marco de referencia interno del clínico, o settt'ng interno. rrollando la terapia f
Los elementos externos de setting se mantienen constantes similarmente a de tomar al niño ai
como se realiza en las técnicas de psicoterapia individual. Lo que lo diferencia tercambios grupales ,
de las psicoterapias de larga duración es que desde su inicio se informa al niño Anthony (1964), o An
de la fecha del final del tratamiento. grupal desde un enf,
En cuanto a la actitud del terapeuta debemos destacar: la actitud de neu- como un sistema de
tralidad benevolente (Miró, 1988) propia de todas las terapias de corte psico- pante, interpretando
analítico, pero con una selectividad en cuanto a las ansiedades a interpretar, talladamente esta líne
que se habrán programado antes de iniciar el tratamiento como perteneciendo pías fundamentadas ¡:
al foco. Desde sus prime1
Siguiendo a Bonaminio y Carratelli · (1988), y también según nuestra propia la terapia grupal fuer,
experiencia, hemos elaborado los siguientes criterios de indicación para la psi- te menos costoso en
coterapia breve y focal de orientación psicoanalítica: subrayando que el i1
grupo sigue siendo el
a. Aparición relativamente reciente del síntoma o conflicto; gración del individue
b. Poder diferenciar el tipo de defensas que corresponden al conflicto ac- y aprecia este produc
tual y su flexibilidad, diferenciándolas de otras más antiguas; En la psicoterapi.
c. Que exista por parte del niño una cierta confianza y a la vez motiva- niños, a adolescentes
· i Col! y Merce Mitjavila García La psicoterapia psicoanalítica en la infancia y la adolescencia 517
,ecialmente las que tie- ción para esperar ser ayudado; ello implica un cierto reconocimiento del
~nsas del niño incluidas conflicto como propio por parte del niño;
:mente flexibles, ya que d Evaluación de aquello que Winnicott llama ego relatedness (rela-
terapia; en estos casos ción con el yo), y que tiene que ver con la capacidad para diferenciarse del
todas formas, no existe objeto;
aindicación de la psico- e. que exista una relativa capacidad del niño de tener conciencia de la
ándonos en nuestra ex- dimensión temporal y conocer la limitación en el tiempo de la terapia.
coterapia breve a estas
,s neuróticos que no se
1familiar es un aspecto IV.3. La psicoterapia de grupo
~spasa (1989) describen
~ los padres respecto al La historia de la psicoterapia de grupo con nmos se m1cia en 1934 en
¡7ecciones nos llevará a EE UU, con Slawson, aunque anteriormente Adler ya habia iniciado un tipo
·ometidos en la dinámi- de terapia de grupo en 1918 en sus clínicas de orientación infantil (Kraft,
a breve padres-niño. Si 1989). Slavson inició una teoría y una técnica de este tipo de terapia para
:nto psicótico, este tipo niños de 5 a 13 años, que llamó Activity Group Therapy, en la cual entiende
:s como al hijo. el grupo como un agregado de individuos que se encuentran unidos por la
misma terapia pero que sus problemas deben tratarse individualmente. Por
lo tanto, no acepta ni interpreta las emociones del grupo sino las individua-
les. Para Slavson (1962) los principales elementos terapéuticos eran: la atmós-
fera permisiva, la aceptación y la neutralidad del terapeuta, la ausencia de
castigos, la, libre expresión y la posibilidad de regresar a situaciones trau-
1ue define tanto el cua- máticas.
, tiempo, presencia del Posteriormente a Slavson otros autores continuaron trabajando y desa-
J, o setting interno. rrollando la terapia grupal con niños. Algunos, siguiendo su mismo criterio
1stantes similarmente a de tomar al niño aisladamente del grupo sin abandonar tampoco los in-
tl. Lo que lo diferencia tercambios grupales como Schiffer, Ginott y Axline; otros, como Foulkes y
ticio se informa al niño Anthony (1964), o Anzieu (1972) que insisten en poner énfasis en la dinámica
grupal desde un enfoque psicoanalítico. Estos últimos, describen el grupo
tcar: la actitud de neu- como un sistema de relaciones, donde el terapeuta es un observador partici-
erapias de corte psico- pante, interpretando la dinámica de las defensas. Vamos a describir más de-
1siedades a interpretar, talladamente esta línea ya que en este apartado tratamos de describir las tera-
o como perteneciendo pias fundamentadas psicoanalíticamente.
Desde sus primeros trabajos, S. H. Foulkes contradijo la opinión de que
n según nuestra propia la terapia grupal fuera «un medio cómodo de tratamiento en masa, claramen-
indicación para la psi- te menos costoso en cuanto a tiempo, para el terapeuta» (E. Foulkes, 1987),
subrayando que el individuo, participando en las tareas y la dinámica del
grupo sigue siendo el centro, y que la finalidad última de la terapia es la inte-
Jnflicto; gración del individuo, diciendo: «un buen grupo engendra y desarrolla, crea
ponden al conflicto ac- y aprecia este producto precioso: el individuo humano».
ias; En la psicoterapia psicoanalítica de grupo, tanto si se trata de aplicarla a
.nza y a la vez motiva- niños, a adolescentes o a adultos, se debe tener en cuenta que:
518 M.° Teresa Miró i Col! y Merce Mitjavila García La psicoterapia psicoanali
da a los padres )
La técnica viduales o grupa
macológico prev
Consiste en formar grupos de edades homogéneas constituidos por niños y sideramos que e
adolescentes entre los 11-19 años. El número de componentes del grupo es otras medidas te
de 6 a 10 dirigidos por una pareja terapéutica: el escenodirector, el cual pro- niño sea más acc
pone y discute con el grupo el trabajo a realizar, e interviene después de los
comentarios posteriores a las representaciones, y el escenoterapeuta, que ob-
serva la actuación del grupo y la dinámica que se establece.
Los miembros del grupo juegan dramatizando, inventando historias;,-i::ec- RESUMEN
presentan unos papeles que no están consciente ni intencionadamente rela-
cionados con sus propios problemas, aunque los chicos saben que acuden a Este capítulo tra
aquella terapia por sus dificultades personales. Esto último marca la diferen- lescencia.
cia con el psicodrama. Se hace una
de A. Freud y 1
Indicaciones de la escenoterapia vieron ambas y s
Se explica la
Los autores consideran que la escenoterapia estaría indicada en pacientes Se considera
con dificultades de relación, inhibiciones y bloqueos afectivos. No estarían transferencia, res
indicadas situaciones psicopatológicas agudas ni profundas. Asimismo, pro- fica que toman e:
ponen la escenoterapia como una técnica que no es solo útil con fines diag- La familia y
nósticos y terapéuticos, sino también para usarla de forma preventiva. mediarías de la d
Finalmente s
para niños y ado
IV.4.2. Técnicas terapéuticas combinadas blica.
ño inmerso en el se-
prendizaje y situado
t las estrategias tera- LECTURAS RECOMENDADAS
eas de actuación. Si
versos factores inter- Freud, A (1984), Normalidad y patología en la niñez, Buenos Aires, Paidós.
ismo tiempo realizar Nos interesa especialmente el capítulo 2 titulado «Las relaciones entre el análisis
iríamos que la inter- de niños y el de adultos. Los principios terapéuticos». En este capítulo señala las di-
ctiva en situaciones ferencias entre el adulto y él niño en lo referente a la actitud frente al deseo de
«curarse» y a las distintas condiciones evolutivas de uno y otro, siendo favorables en
ría por la que se ma-
los niños el impulso espontáneo de crecimiento y la mayor fluidez de su personali-
mde reside el origen dad. En cuanto a los aspectos técnicos señala la incapacidad del niño de cumplir la
sintomático. Ante el consigna de la libre asociación. Ana Freud no cree que el juego sea un equivalente a
oluciones suelen ser la asociación libre verbal. Considera que en los niños no se desarrolla una neurosis
de transferencia (que ella designa como una subespecie de transferencia) que es la
odalidades terapéuti- «externalización» según la cual el terapeuta es utilizado para representar un aspecto
a mayoría combinan de la personalidad del paciente. Este libro es una referencia ya clásica y obligada
al grupal, con la ayu- para el terapeuta psicodinámico de niños.
522 M. ª Teresa Miró i Col! y Merce Mitjavila García 22. PSICOTEI
Glasserman, M. R. y Sirlin, M. E. (1979), Psicoterapia de grupo en niños, Buenos PERE NOTóI BRU
Aires, Nueva Visión.
Revisión amplia de distintos enfoques de terapia grupal con niños, con comenta-
rios comparativos entre elementos comunes y divergentes entre diversos autores y lí-
neas de trabajo más representativos. Las autoras desarrollan en la segunda parte del
libro sus propios puntos de vista sobra la técnica que utilizan, aportando abundantes
ejemplos clínicos de su propia experiencia.
Hablar de las id
Torras, E. (1991), Entrevista y diagnóstico en psiquiatría y psicología infantil psi-
coanalítica, Barcelona, Paidós. carse a su pens:
anterioridad (Ne
A partir del relato detallado de diversas entrevistas, la autora realiza un análisis
exhaustivo de los procesos dinámico-relacionales que aparecen, considerando la en- humano empezó
trevista como una unidad de trabajo o unidad de interacción profesional. Considera de construir un
la autora que el tratamiento empieza en la primera entrevista y el diagnóstico termi- duo, a este conJ
na en el último encuentro. Propone como ob¡etivo del libro las dos funciones centra- marco de referer
les de la entrevista, la exploración y el diagnóstico en sus distintas vertientes: dinámi- logía de las masas
co, evolutivo, genético, estructural, de las relaciones de objeto, de ansiedades y social no siendo
mecanismos de defensa. gía social.
Es por todo e
encontramos el a
biológicas, y lo c<
pal con la Antro¡::
psicología y la ps
del principio del pl1
y el ello (1923), E
(1939); las relacio
en la cultura (1930
En este brevú
su acercamiento :
trabajó nunca dir
pia de grupo, per
los primeros psicc
f
Universidad Pompeu
ill y Merce Mitjavila García 22. PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA DE GRUPO (I)
portando abundantes
1
524 Pere Notó i Brulles y ]osep M.ª Recasens i Tarres
Psicoterapia psicoanalít,
~s y conceptos que
sis podía establecer
1.2.1. Alfred Adler (1870-193-7)
:iencias sociales, no
Discípulo de Freud, con una sensibilidad social importante e influenciado por
más profunda e in-
las teorías marxistas (especialmente la noción de lucha de clases). Intentó exa-
el segundo modelo
minar las relaciones del individuo, el grupo y la sociedad.
:s tanto como decir
Organizó verdaderos centros de salud mental en zonas deprimidas de Vie-
era de la cultura éti-
na, de carácter público y gratuito. En estos centros puso en marcha los prime-
de que lo social es
ros grupos terapéuticos de Europa. Desgraciadamente sus esfuerzos y aporta-
,ersonalidad, abre el
ciones han quedado relegados y desconocidos, más por razones ideológicas que
ona, como sociedad científicas o técnicas.
tos que tienen rele-
En algunos aspectos puede considerarse a Adler como precursor de las téc-
:erno y estamos a un
nicas cognitivo-conductuales y de algunas terapias sistémicas de la actualidad.
tción de objeto (Ro)
Adler se dirigía más a los aspectos racionales y a los recursos cognitivos que a
los aspectos inconscientes, utilizando métodos cognitivos como, por ejemplo,
Kardiner, Erickson,
proponer un cambio del estilo de vida, e incluso utilizando en ocasiones la co-
r a Lorenzer que la
municación paradójica.
ciencia social y no
,tros definir la psico-
la transferencia 0os I.2.2. Joseph Pratt
:e), como parte inte-
Probablemente el pionero de la terapia de grupo en EE UU. No era psicólogo
egitima el interés de ni psiquiatra, era médico de un centro hospitalario. Pratt trabajaba en un cen-
lO que la comprome-
tro de enfermedades infecciosas. Fundamentalmente trataba enfermos tubercu-
,rdial de este acerca-
losos, enfermedad que por aquellos años cursaba una evolución crónica y gene-
ca, es, naturalmente, ralmente mortal. En este contexto hospitalario, estableció una serie de
:ica al grupo, y la de-
r encuentros, informales al principio, con sus pacientes y colaboradores, con el
pretexto de tomar el té juntos y hablar distendidamente sobre la enfermedad y
su tratamiento. La sorpresa de Pratt y sus colaboradores fue comprobar que los
pacientes que acudían al grupo tenían una mejor evolución clínica.
Esta experiencia entusiasmó a Pratt, y lo que empezó como una estrategia
social se consolidó como uno de los ejes más importantes de la cura dentro de
1e incidieron de una la institución.
nica grupal de orien- Los grupos solían ser numerosos (de veinte a treinta pacientes) y se reunían
una o dos veces a la semana. La estrategia terapéutica descansaba, sobre todo,
urrow, Samuel Slaw- en la contención y el apoyo, alentando los aspectos más positivos y creativos de
na línea de continui- los pacientes.
a psicoanalítica (PPA) Eran grupos más psicopedagógicos que psicoanalíticos. A pesar de sus limi-
taciones conceptuales, pero basándose en un empirismo clínico, fue Pratt quien
comprobó en un medio, no excesivamente permeable a la psicología, los recur-
sos terapéuticos del grupo, incluso en enfermedades con verdadero «pedigrí»
de somáticas, como era la tuberculosis.
f
526 Pere Notó i Brulles y Josep M.ª Recasens i Tarres Psicoterapia psicoanalíti
Jung en 1909 en la Dentro del contexto europeo inició sus experiencias grupales en el Rurwell
1dador de la Ameri- Hospital (Inglaterra).
:tos sociales le con- El modelo de Bierer no se preocupa tanto de proporcionar un conocimien-
L el tratamiento psi- to interno como de facilitar una experiencia social diferente a las habituales
con la finalidad de producir un cambio de actitud. El énfasis no se localiza tan-
1el enfermar y en la to en el conocimiento del subconsciente, como en la experiencia emocional
aislamiento propio que permite transformar al individuo de objeto social a sujeto social.
1ales, o relacionales
ico en la medida en
;o de tratamiento al II. BION Y SU INF_LUENCIA EN LA PPA DE GRUPO
exclusivamente su-
dad, no les resultan 11.1. El modelo de grupo según Bion: el vértice teórico conceptual
icación del conoci- El interés de Bion por los fenómenos grupales se puso de manifiesto durante la
: trabajar desde esta segunda guerra mundial, cuando, como oficial del ejército británico, se le en-
'.1925). cargó, por una parte, la selección de hombres capacitados para asumir puestos
como objeto de ob- de líder y, por otra, la organización de una unidad de rehabilitación clínica
ual del grupo en su para paciep.tes psiquiátricos.
y garantías para se- En un segundo período, Bion trabajó en la Clínica Tavistock, con grupos
¡ue inició sus expe- pequeños (8-10 personas). De esta segunda etapa datan fundamentalmente sus
1pal era el principal aportaciones más genuinas sobre la dinámica grupal. Posteriormente, en 1952,
publicó varios de sus artículos sobre la temática grupal en general con sus
aportaciones desde el vértice del modelo psicoanalítico a partir de Melanie
Klein.
Bion define al grupo como una .función o serie de funciones articuladas
por un conjunto de individuos. El grupo no es función de ninguna de sus par-
York. Slawson desa- tes en particular, ni tampoco es un conjunto sin función.
: niños. Al final reu- En este sentido podemos afirmar que para Bion, que en este punto coinci-
lo Tratado de psicote- de con K. Lewin, las propiedades de los grupos no tienen nada de mágico. No
debe fomentarse una mística de las relaciones de grupo, sino su estudio cientí-
teorías psicosociales fico. Las propiedades del grupo no son la resultante de la suma de propiedades
;pectas sociales y de individuales de sus miembros, el grupo es un organismo total, en un sentido se-
:orno en los trastor- mejante a lo que ocurre en la química-física donde las propiedades de los áto-
:rupos. mos elementales son distintas a las propiedades moleculares.
tcepción de la trans- Los conceptos teóricos fundamentales que aporta Bion para el análisis
~rupo pequeño y las científico de los grupos, y que son indispensables para su aplicación a la PPA de
,el del yo en el pro- grupo y al estudio psicoanalítico de la mente son: el grupo de trabajo (GT) y los
supuestos básicos (SB). A ellos dedicamos los apartados siguientes.
528 Pere Notó i Brnlles y Josep M.' Recasens i Tarres
Psicoterapia psicoanalítica
mundo laboral co
11.1.1. El grupo de trabajo (GT) tipo de organizac:
Bion.
Dentro del grupo se pueden distinguir dos maneras de funcionamiento, dos
El GT permite
estilos inconscientes, que rigen dinámicas diferenciadas y generalmente con-
grupo. Son fenómc
tradictorias. Uno es el grupo de trabajo el otro es el grupo de suposición bá-
dad y al servicio
sica.
aprendizaje por la
El GT es el aspecto del funcionamiento general directamente relacionado
po basado en los :
con los objetivos del grupo. '
ción linguística. E
La estructura del GT se define en función de la ejecución de una tarea,
GT, de hecho gran
elaborada y decidida por el propio grupo.
samente sobre las
Tanto el número de las reuniones como la función de los líderes estarán
la forma lógica qu
al servicio de los objetivos del grupo, y el resto de los miembros deberá cola-
los grupos los den
borar libremente pero de forma activa y duradera.
El GT se caracteriza, también, por su capacidad de poner a prueba su
funcionamiento y sus conclusiones, cuestionando con espíritu crítico y cons-
11.1.2. Los supue:
tructivo su propio trabajo.
El GT busca adquirir conocimiento, aprender de la propia experiencia e
Suposición básica
indagar la mejor fórmula, la más eficaz y eficiente para conseguir sus obje-
paganda» que sir
tivos.
como si fuese cie1
Nuestra impresión, sugerida por el propio Bion, es que éste no profundi-
probada. Bion uti:
zó en el tema del poder dentro del GT, Sl!- funcionamiento, su ejercicio, etcé-
que prevalecen en
tera.
presadas o explíci1
Puede establecerse cierto paralelismo entre el funcionamiento del GT y el
El concepto s
funcionamiento de la parte adulta racional y madura de la personalidad, en
irracional del grup
lenguaje de Bion, o con las funciones yoicas según S. Freud.
Según Bion ¡:
Según D. Meltzer, continuador de la obra de Bion, para modular o evitar
partir de los cuale
el sufrimiento mental el individuo recurre a diferentes estrategias que, com-
Dependencia, el s1
binadas con la experiencia, generarán la formación de la personalidad. Una
Estos estados
forma de modular el sufrimiento es la utilización del pensamiento, que per-
grupos que funcic
mite entender y emprender actividades orientadas a transformar el mundo
del de ataque-fuga
externo, adaptarse a él y dotar a los objetos internos con nuevas cualidades
más frecuente es e
que conforman y consolidan la personalidad.
go de su evolució1
Como se verá existe un isomorfismo entre el modelo de Meltzer para la
tiendo a su vez o
personalidad individual y el modelo de Bion para el grupo. El modelo de
pueden contempt
Meltzer de la personalidad contempla una organización de los aspectos in-
te el proceso ternp
fantiles de la mente, que conserva aspectos presentes ya en el bebé, y que
comporta funcionamientos destructivos y esquizoides, y que tienen un gran
a. Supuesto básicc
paralelismo con los supuestos básicos que desarrollaremos a continuación.
También contempla una organización adulta de la mente que representa las
El objetivo del grl
mayores capacidades de integración mental, compromiso, ética social y que
conseguir la segur
permite la colaboración en empresas comunes con los demás (tanto en el
dependencia infa1
y Josep M.' Recasens i Tarres
Psicoterapia psicoanalítica de grupo (I) 529
para así lograr su protección. Aparentemente esta actitud es ignorada y los La técnica se
miembros del grupo se comportan como si fuesen libres y autónomos, pero dades y aproxim:
en realidad se puede comprobar la presencia de un líder, omnipresente y (sB) con que las rr
omnisciente que los librará de sus angustias.La ansiedad predominante en La técnica dt
este SB es la culpa y la depresión. ferencia especialt
zar cómo el gru¡:
b. Supuesto básico de ataque-fuga yecta para, en
ansiedades.
Frente a la imposibilidad de garantizar la seguridad, y la necesidad de ausen- Finalmente I
cia de angustia en el grupo con el supuesto anterior, que implicaba someti- con respecto a é.
miento al líder de dependencia, aparece una nueva organización grupal por más importantes
medio del enfrentamiento con un enemigo externo o interno al grupo. grupo como una
Generalmente en los grupos de PPA se concreta con ataques al terapeuta
o terapeutas o bien a sus aportaciones, incluso al marco grupal de referencia.
Durante este período aparecen de forma masiva las ansiedades persecutorias 11.2. Desarrollo~
lo cual conlleva la necesidad de la fuga. Estas ansiedades determinan que los el modelo]
sentimientos en este SB sean la ira y el odio.
El modelo Mel
c. Supuesto básico de emparejamiento Psychoanalytical j
no la organizació
El grupo para mantener la esperanza de un bienestar futuro y para controlar rica descansa en
las ansiedades se organiza mentalmente bajo la fantasía de una intervención tes de otros psic
mágica, producida normalmente por una pareja de miembros del grupo -in- así como las del
dependientemente de su sexo- y que proporcionará las condiciones de bie- de servir de ma1
nestar concretadas en el «nacimiento» de un líder que encarnará estas espe- psicosocial de fa
ranzas. para la interpret2
El modelo fi
Centro para la Ir
11.1.3. La técnica: las posibilidades terapéuticas del grupo ganización para 1
La base exp
Bion considera que la experiencia grupal despierta ansiedades en sus miem- niños y familias
bros que pueden ser primitivas o de carácter psicótico. Los participantes por una gran vat
pueden sentir amenazada su indiviualidad al establecer una relación de gru- va psicoanalítica
po entre ellos y con los terapeutas. proporcionar un
A la capacidad de vinculación que existe entre los miembros de un gru- tes medios cultm
po para hacer frente a la ansiedad, la denominó valencia. El interjuego de El fondo teé
estas valencias configurará el tipo de SB y es, por tanto, inconsciente. psicología psicm
La técnica de Bion consiste en ofrecer un encuadre psicoanalítico no res D. Meltzer y
directivo que permite una experiencia grupal en la que las ansiedades ad- el punto de vist,
quieren unas dimensiones progresivamente más intensas y evidenciables, al cribiendo, asimi:
ser más amplias las posibilidades de su contención en el marco de la PPA de de estos tres árr
grupo. movimientos d<
y Josep M.' Recasens i Tarres Psicoterapia psicoanalítica de grupo (I) 531
1d e~ ignorada y los La técnica se dirige a ofrecer un ámbito adecuado para analizar las ansie-
, y autónomos, pero dades y aproximar al grupo al conocimiento de las maniobras inconscientes
:ler, omnipresente y (sB) con que las manejan.
td predominante en La técnica debe estar al servicio de analizar los diferentes tipos de trans-
ferencia especialmente las dirigidas al terapeuta o terapeutas. Es decir, anali-
zar cómo el grupo se relaciona con el terapeuta, las fantasías que en él pro-
yecta para, en última instancia, intentar modular y manejar mejor sus
ansiedades.
necesidad de ausen- Finalmente Bion hace referencia al grupo total y cómo éste se organiza
te implicaba someti- con respecto a él, como terapeuta. Ésta sería una de las diferencias técnicas
mización grupal por más importantes con el grupo-análisis de Foulkes, donde se contempla al
rno al grupo. grupo como una totalidad que incluye al terapeuta.
ataques al terapeuta
5rupal de referencia.
:dades persecutorias n.2. Desarrollos a partir de Bion:
determinan que los el modelo Meltzer-Harris (Tavistock)
El modelo Meltzer-Harris (descrito en Child, Family and Community: A
Psychoanalytical Modelo/ the Learning Process, 1981-1983) no es una teoría, si-
no la organización de un conjunto de teorías para ser utilizadas. Su hase teó-
uro y para controlar rica descansa en las aportaciones de Bion sobre los grupos y en las preceden-
:le una intervención tes de otros psicoanalistas como son Freud, Abraham, Klein, Money-Kyrle,
Sros del grupo -in- así como las del propio Meltzer. El modelo fue elaborado con el propósito
condiciones de bie- de servir de marco de referencia para la construcción de una investigación
ncarnará estas espe- psicosocial de la función educativa de la familia en la cultura moderna, y
para la interpretación de los resultados de dicha investigación.
El modelo fue especialmente preparado para contribuir al proyecto del
Centro para la Investigación y la Innovación Educativa (CERI) de la OCDE (Or-
upo ganización para la Cooperación y el Desarrollo Económico).
La base experimental del modelo comporta observación y trabajo con
dades en sus miem- niños y familias durante muchos años en diferentes encuadres y efectuados
). Los participantes por una gran variedad de profesionales. El modelo, que integra la perspecti-
ma relación de gru- va psicoanalítica de esta experiencia, tiene, asimismo, una finalidad práctica:
proporcionar una herramienta para trabajar con familias y niños en diferen-
tiembros de un gru- tes medios culturales (entre ellos el nuestro).
ía. El interjuego de El fondo teórico del modelo abarca seis dimensiones, las propias de la
onsciente. psicología psicoanalítica, especialmente desde el punto de vista de los auto-
e psicoanalítico no res D. Meltzer y M. Harris. El modelo incluye seis dimensiones tanto desde
: las ansiedades ad- el punto de vista del individuo como de la familia, y de la comunidad. Des-
; y evidenciables, al cribiendo, asimismo, las principales fuerzas que permiten fluir en cada uno
marco de la PPA de de estos tres ámbitos y que proporcionan la descripción sistemática de los
movimientos de crecimiento (progresión) o de regresión mental. Obvia-
532 Pere Notó i Brulles y Josep M.4 Recasens i Tarres Psicoterapia psicoanalític~
mente, el fenómeno central al que nos estamos refiriendo es el dolor mental 3. Contener
(ansiedad o angustia) que normalmente puede ser dividido en tres categorías: 4. Facilitar e
persecutorio, confusional y depresivo. El estudio del sufrimiento mental requie-
re no sólo la definición de su cualidad y referencia, sino también el de su dis- b. La familia
tribución y origen. Dado que el sufrimiento mental puede quedar repartido en- por una figura m:
tre el mundo externo y el mundo interno, en la situación clínica es necesario la inadecuación, a
preguntarse siempre: «¿De quién es este sufrimiento?». Como puede ser trans- c. La familia
mitido sucesivamente a los miembros de cualquier g~upo social, es necesario atmósfera muy di
aclarar las modificaciones de cualidad y de intensidad que de ello se deriven. nante, cuando la
El modelo servirá para facilitar esta clasificación si examinamos el proce- organización más
so desde el punto de vista de las seis dimensiones de la vida mental, antes d La familti.
mencionadas, y que son las siguientes: tienden a derrum
ción de una band
l. La dimensión estructural de la mente. Esta dimensión conlleva con- un difícil equilibr
siderar el desarrollo del sel/, el temperamento, la o~ganización de los objetos ración característi
internos, la organización mental adulta, la organización mental infantil, la están intensament
organización de supuestos básicos (Bion), la organización de la familia y la or- e. La familt~
ganización de la comunidad. surge cuando una
2. La dimensión genética. Consiste en evaluar el proceso evolutivo, es das por una sexm
decir, considerar el factor tiempo. Ios valores sitúa a
3. La dimensión dinámica. Trata de conocer los mecanismos (defensas, y a sus valores, ce
etc.) para tratar el sufrimiento mental. . to familiar.
4. La dimensión geográfica. Tiene en consideración las fantasías incons-
cientes y la visión del mundo que éstas comportan. Para finalizar
5. La dimensión económica. Sirve a la psicología psicoanalítica para de grupo han sidc
describir el movimiento y los conflictos en la organización mental, tanto en caciones de los g1
sus consideraciones cuantitativas como cualitativas. tes, adultos y viej
6. La dimensión epistemofílica. Trata de la curiosidad y sus relaciones para profesionales
con las formas de aprender: por experiencia, por identificación proyectiva, En Barcelona
etcétera. gación conocido e
J. O. Esteve y G.
delo bioniano y <
11.2.1. La organización del grupo familiar reeducativa, se di
(Fundación E. Te
Un último punto a considerar en esta breve descripción del modelo Meltzer- desarrollando su
Harris, a partir de los SB, es la organización grupal de la familia. La cual, se- Mina, del distrito
gún estos autores, puede presentar las siguientes modalidades: vención en grupo
tre otras, algunas
a. La familia de pareja básica. Se trata de la familia en el momento en
ciente por la PPA e
que está presidida por una pareja que se ocupa de las funciones siguientes:
l. Generar amor.
2. Promover esperanza.
rosep M.ª Recasens i Tarres Psicoterapia psicoanalítica de grupo (I) 533
rn.2.2. Técnico-prácticos
los contenidos que aparecen durante el proceso grupal, así como las relacio- pacientes hacia el gt
nes que se establecen. porciona su propia c
El terapeuta puede analizar las transferencias que se evidencian en el es aquí su función 62
grupo: de los pacientes hacia el terapeuta, d e los pacientes entre sí, de los Todas las comun
po total, que tiene e1
contemplan desde ur
ESQUEMA COMPARATIVO DE LOS MODELOS DE BION Y FOULKES
El terapeuta se s
miembros del grupo
Bion Foulkes
cia compartida será ,
ASPECTOS El grupo es una ilusión que Los grupos constituyen la ma- mantener durante el
CONCEPTUALES implica la pérdida de la indivi- triz del desarrollo individual. El material prod,
dualidad. decir, la función que
Las fantasías que ligan a los Las fantasías pueden estimu- mente se desplazará a
miembros del grupo son de lar los procesos sanos de los de la transferencia se
naturaleza psicótica e inde- grupos. renciando lo que son
seable.
El conductor del
Visión plana o unidimensional. Visión multidimensional. veles de expresión d
Modelo a partir de M. Klein. Modelo S. Freud y A. Freud. su comprensión de
ASPECTOS El terapeuta distante, diferen- El terapeuta implicado en el poco activo, proporc
METODOLÓGICOS ciado. grupo. pararlo, cuando el g
La transferencia del grupo Se analiza la transferencia al drán un tono templa
con respecto al terapeuta grupo en su totalidad. El tera- gistrales, distantes, y ,
peuta como un miembro más. La actitud analíti
Las intervenciones dirigidas al Las intervenciones se dirigen analizarla con el gru
grupo. al individuo y al grupo. ción simbólica del g
Se interpretan los ss. Se interpreta excepcional- que vivir con el gru¡
mente. grupo como a sí mis
No se contempla la conducta Se contempla la conducta in- del grupo, permitirá
individual. dividual en el contexto del venc1ones.
grupo.
así como las relacio- pacientes hacía el grupo, además de contar con la información que le pro-
porciona su propia contratransferencía. A diferencia del psicoanálisis ésta no
se evidencian en el es aquí su función básica.
'.ntes entre sí, de los Todas las comunicaciones y relaciones son vistas como parte de un cam-
po total, que tiene en cuenta todo lo que sucede y ha sucedido. Es decir, se
LKES
contemplan desde una perspectiva holística e integradora.
El terapeuta se sitúa en el círculo como un observador participante. Los
miembros del grupo-apálísís deberán ser desconocidos y su única experien-
Foulkes
cia compartida será el grupo. La tarea de cada uno de los participantes será
is constituyen la ma- mantener durante el proceso terapéutico que este contacto sea el único.
,sarrollo individual. El material producido en el grupo será analizado por el propio grupo, es
decir, la función que en un principio recae más sobre el terapeuta, progresiva-
sías pueden estimu- mente se desplazará a todo el grupo. Foulkes cree importante que todo análisis
)Cesos sanos de los de la transferencia se realice teniendo en cuenta al grupo en su totalidad, dife-
renciando lo que son elementos transferenciales de los que no lo son.
El conductor del grupo estará al servicio de ampliar y profundizar los ni-
1ltidimensional. veles de expre.sión de todos sus miembros, incrementando al mismo tiempo
. Freud y A. Freud.
su comprensión de los niveles inconscientes más profundos. Procurará ser
uta implicado en el poco activo, proporcionando el protagonismo al grupo e intentando no_aca-
pararlo, cuando el grupo estimule su intervención. Sus intervenciones ten-
a la transferencia al drán un tono templado, facilitando la discusión, y no las intervenciones ma-
su totalidad. El tera- gistrales, distantes, y que se ofrecen para finalizar un tema.
10 un miembro más. La actitud analítica permite conocer las resistencias, las transferencias al
enciones se dirigen
1 analizarla con el grupo, y su actitud e interés por la verdad facilitan la fun-
y al grupo.
10 ción simbólica del grupo, en oposición a la actuación. El conductor tiene
preta excepcional- que vivir con el grupo, exponerse a las corrientes que impregnarán tanto al
grupo como a sí mismo. Conectar con lo que está sucediendo, el momento
npla la conducta in- del grupo, permitirá adecuar tanto el contenido como el timing de sus inter-
3n el contexto del venciones.
terapéutica.
El grupo amplio: Una línea de continuidad del grupo-análisis son los grupos
grandes o grupo amplio. Los autores que desarrollaron estas técnicas partie-
ron de la experiencia y conocimientos de la Sociedad Grupo Analítica. Sin
embargo, pueden señalarse algunas claras diferencias que son aportaciones
) terapéutico, limita-
específicas del grupo amplio (GA), como las siguientes:
nceptuales que des-
1 interés del cono- l. En sus aspectos clínicos cabe señalar que el GA reúne a unas veinte
personas, aunque pueden ser más, llegándose en algunas experiencias hasta
cincuenta o más miembros. ·
538 Pere Notó i Brulles y ]osep M.' Recasens i Tarres
23. PSICOTERA
2. El GA sigue unos preceptos técnicos similares a los aplicados por
Foulkes al grupo análisis.
ALEJANDRO Á VILA E:
3. Los miembros se colocan cara a cara, en asientos individuales dis-
puestos en círculo. Pueden llegarse a precisar círculos concéntricos según el
número de participantes.
4. El conductor que es quien convoca al grupo, mantiene una actitud
no directiva. No inculca objetivos.
5. El objetivo es hablar para comunicarse CQn honestidad. Al no estar
preestablecidos unos pretextos, esto resulta especialmente difícil y angustian-
te. En los inicios el diálogo se manifiesta especialmente rudimentario y poco
estructurado, organizándose subgrupos y subculturas. Esta situación con ten-
l. LAS APORTACIC
dencia caótica despierta frustración y resentimiento.
1.1. Conceptos y tt
LECTURAS RECOMENDADAS
1.1.1. El modelo d
Bion, W., Experiencias en grupos, Buenos Aires, Paidós, 1979.
Obra básica para revisar el pensamiento de Bion sobre el grupo. Describe y De su práctica con
ejemplifica los supuestos básicos, entre otros temas. de las situaciones gr
evaluar los procesos
Freud, S., El malestar en la cultura, en Obras completas, Madrid, Biblioteca estructura y dinámic
Nueva, 1973. ca. En la base se sitú
Escogemos esta obra para que el lector se aproxime al pensamiento freudiano vértice las situacion
sobre los fenómenos colectivos. Melanie Klein (las a1
dialéctica muestra el
Foulkes, S. H., Psicoterapia grupo-analítica, Barcelona, Gedisa, 1981
de lo latente a lo ma
De entre las que están en lengua castellana, ésta es la obra de Foulkes que mejor
Mientras lo exp
representa su concepción teórica y técnica de la psicoterapia psicoanalítica grupal.
en la operación ten
profilaxis), lo impli
Universidad de Salamar
y Josep M.' Recasens i Tarres
23. PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA DE GRUPO (II)
a los aplicados por
ALEJANDRO ÁVILA ESPADA y ANTONIO GARC1A DE LA Hoz
1tos individuales dis-
:oncéntricos según el
nestidad. Al no estar
te difícil y angustian-
rudimentario y poco
5ta situación con ten-
I. LAS APORTACIONES DE E. PICHON-RIVIERE Y SUS DISCÍPULOS
Universidad de Salamanca.
540 Alejandro Avila Espada y Antonio García de la Hoz Psicoterapia psicoanalítica d
y confusional), la reacción terapéutica negativa (configurada por el miedo al Las seis constar
cambio y la resistencia al mismo), un sentimiento básico de inseguridad y los las que pasa todo gi
procesos de aprendizaje y comunicación. gico y descriptivo, r
co: l. La pertenencia
FIGURA l. El modelo del cono invertido la tarea. Ha de hal:
de pertenencia pro
2. La cooperación es
la tarea grupal vaya
Lo explícito capacidad de un g1
es central la noción
grupo operativo. 4.
Por un lado desde
Espiral donde para Pichon-
dialéctica
el malentendido bászi
construir una teorí:
freudianas, obtenie1
dez hacia el otro, «
río; comunicación a,
comunicación genitat
a él para recrear Uii
choniana, es siempl!
A partir de aquí se fue plasmando el modelo de evaluación de situacio-
jos problemas, y se
nes grupales, cuya intención fundamental es la de promover el cambio. El
de una serie de rolt
cambio, definido por «la modificación de estructuras relativamente estables»
para su funcionami
(Bleger), se caracteriza por sus seis constantes inherentes, que fueron introdu-
mador práctico, rea
cidas en el modelo del cono invertido, como se muestra en la figura 2.
tendría unas caract(
FIGURA 2. Constantes inherentes rigidifica en su fun
distancia, y que, apc
tratando de explica
Pertenencia Comunicación fre todo individuo: :
I.1.2. El ECRO
La investigación de
con el tratamiento f
Pertinencia situación depresiva i
como psicoterapeut
tos biológicos paral<
gado, etc.). En 1946
tir de conceptos ce
(enfermedad única)
y Antonio García de la Hoz Psicoterapia psicoanalítica de grupo (II) 541
·ada por el miedo al Las seis constantes permiten la valoración de las distintas situaciones por
de inseguridad y los las que pasa todo grupo. Las de la izquierda podrían ser su lado fenomenoló-
gico y descriptivo, mientras que las de la derecha serían su lado más dinámi-
co: l. La pertenencia es el grado de identidad de cada miembro del grupo con
la tarea. Ha de haber un grado mínimo común en todos y podemos hablar
de pertenencia propiamente dicha o de afiliación si es en un grado menor.
2. La coope;ación es el grado de eficacia real con que cada uno contribuye a que
la tarea grupal vaya adelante. Lo contrario es el sabotaje. 3. La pertinencia es la
capacidad de un grupo de centrarse en la tarea. Como se ve, en estas tres
es central la noción de tarea, que veremos un poco más adelante, al hablar del
grupo operativo. 4. La comunicación se analiza desde dos teorías diferentes.
Por un lado desde la teoría lingüística, fundamentalmente la de Jakobson, y
donde para Pichon-Riviere lo fundamental era trabajar lo que él denominaba
el malentendido básico familiar y los tabúes familiares. Por otro lado, se puede
construir una teoría de la comunicación en relación a las fases de la libido
freudianas, obteniendo entonces una comunicación oral, donde prima la avi-
dez hacia el otro, «la madre» que nos proporciona todo el sustento necesa-
rio; comunicación anal, donde prima la agresión y la descarga explosiva y la
comunicación genital, donde uno puede ponerse realmente en el otro y unirse
a él para recrear un proyecto. 5. El aprendizaje, que, desde la perspectiva pi-
choniana, es siempre la capacidad de actuar de forma nueva frente a los vie-
tluación de situacio-
jos problemas, y se trata sobre todo de aprendizaje de roles. Podríamos hablar
nover el cambio. El
de una serie de roles que deberían ser cubiertos en todo grupo o institución
ativamente estables»
para su funcionamiento idóneo: motor emocional, pensador teórico, progra-
que fueron introdu-
mador práctico, realizador práctico, gestor y depositario afectivo. Cada uno
n la figura 2.
tendría unas características positivas y una patología de rol si se excede o se
rigidifica en su función. 6. El telé, que podríamos definir como el afecto a
distancia, y que, apoyándose en el concepto de Moreno, va un poco más allá,
tratando de explicar ese afecto inmediato por las ansiedades básicas que su-
ión fre todo individuo: a la pérdida y al ataque.
1.1.2. El ECRO
La investigación de Pichon-Riviere sobre el uso de la Imipramina combinada
con el tratamiento psicoterapéutico le condujo a la conceptualización de una
situación depresiva básica, siempre a partir de su amplia experiencia, tanto
como psicoterapeuta en casos individuales y de grupos, como en tratamien-
tos biológicos paralelos (shock hipoglucémico, convulsoterapia, sueño prolon-
gado, etc.). En 1946, publicó una pequeña síntesis de todo ello, donde a par-
tir de conceptos como pluralidad fenoménica, unidad funcional y genética
(enfermedad única) y policausalidad, comenzó a construir ya un esquema de
542 Alejandro Ávila Espada y Antonio García de la Hoz Psicoterapia psicoanalítica di
abordaje para la situación depresiva básica. Dicho esquema fue completado mental es el portavo
más adelante con el encuadre grupal de esta situación, con las nociones de fermo. Desde esta
portavoz de la ansiedad del grupo (el paciente), pautas grupales estereotipa- de Pichon, en sus i
das (estereotipos), depresión básica general, grupo operativo, nociones de co- sujeto afectado. Des
municación y aprendizaje, concepto de tarea, etc. Todo ello conformó lo que
Pichon llamó ECRO básico que ha de poseer todo psicoterapeuta (individual
o grupal). FIGURA 3. ECRO
Así pues, el ECRO es ante todo un esquema referencial para manejarse en
la práctica clínica. Pero además incluye ideas sobre la teoría de campo (Le- Esquema
win) así como de multitud de elementos aportados por las distintas ciencias
del hombre. «Es un instrumental y operacional y, así constituido, se puede
aplicar a cualquier sector de tarea e investigación». Un ECRO grupal es el ob-
i
Conceptual
jetivo a conseguir en psicoterapia de grupo. Es el punto focal de aprendizaje
general, marco de referencia común, búsqueda_de unos conceptos comu-
nes con los que cualquier grupo pueda trabajar y construir efectivamente
una tarea concreta. En la figura 3, desglosamos estas siglas revisando su
contenido.
En resumen, podemos visualizar el concepto de ECRO en tres niveles: l.
lReferencial
ema fue completado mental es el portavoz o depositario de la ansiedad del grupo, que segrega al en-
con las nociones de fermo. Desde esta perspectiva originaria, la práctica asistencial hospitalaria
grupales estereotipa- de Pichon, en sus inicios con psicóticos, siempre incluía a los familiares del
tivo, nociones de co- sujeto afectado. Desde los primeros momentos su enfoque fue grupal
dlo conformó lo que
terapeuta (individual
FIGURA 3. ECRO
al para manejarse en
eoría de campo (Le- Esquema Conjunto articulado de conocimientos.
las distintas ciencias
onstituido, se puede
;CRo grupal es el ob-
i
Conceptual Que alcanza una vasta generalización y pro-
focal de aprendizaje porciona líneas de trabajo e investigación.
os conceptos comu- «Nada hay más práctico que una buena teo-
struir efectivamente
siglas revisando su
w en tres niveles: l.
l
Referencial
ría» (Lewin).
l
1ue cada uno de no- relacionados sobre ese campo.
ión con el mundo y
ntos con los que el
vamente con ella). 3. Operativo Opera sobre la realidad, intenta transformar-
lícitos, basados en el la Promueve modificaciones creativas o
adaptaciones activas.
El análisis síste
manera un diagnóstico, pronóstico, etc. del paciente, de su grupo y de su si-
registrar un conjun
tuación contextual, que deben ser complementarios y cooperantes. En cada
su reiteración come
momento de abordaje se pueden señalar algunos elementos fundamentales:
námíca. Así llegó a
el concepto de ECB
a. En relación al diagnóstico, tendríamos: l. Considerar la situación en
del grupo operativa
torno a un grupo familiar enfermo, del que el paciente es emergente y por-
Quedaría mene
tavoz de la enfermedad grupal; 2. La enfermedad del paciente es un rol
con grupos familiar
dentro de la situación grupal; 3. El paciente es el _depositario de las ansie-
y pasos operacional
dades y tensiones del grupo familiar; 4. Teoría de las tres D (los depositan-
razgos; c. Análisis d
tes-lo depositado-el depositario); 5. El paciente es el miembro dinámica-
básico. e. El análisí
mente más fuerte (y no el más débil), desde que su estructura familiar le
de escisión y segre.
permite hacerse cargo de la enfermedad grupal; 6. La dinámica subyacente
Las fantasías de on
es que el paciente enferma como una forma de preservar al resto del gru-
bre el terapeuta; i.
po familiar del caos y la destrucción; 7. Si la asunción del rol por el pa-
tuaciones íntergrup
ciente es eficaz, el grupo logra mantener un cierto equilibrio y una cierta
economía sociodinámica; 8. Aparecen entonces con respecto al paciente
mecanismos de segregación por parte del grupo, como un deseo de elimi-
1.2. Desarrollo del
nar la enfermedad grupal.
b. En relación al pronóstico, tanto del paciente y del grupo, como de la
I.Z.1. Desarrollo e
situación, hay que tener en cuenta: l. La estructura personal del paciente en
ese momento (dinámica y funcional); 2. La imagen interna que el paciente tie-
Pichon-Rivíere, ere
ne del grupo familiar; 3. El grado de intensidad de los estereotipos tanto en
todo lo que sígnífí,
el paciente como en el grupo; 4. El grado de los mecanismos de segregación.
medio en serio, mt
c. En relación al tratamiento, es fundamental intentar vencer el primer
para una biografía,
estereotipo: la delegación del rol por el grupo y la asunción del mismo por parte
grupo como obsen
del paciente. La terapia puede ser dirigida al grupo, tendiendo a romper los
ra», viendo díscutí1
estereotipos y a disminuir los mecanismos de segregación.
yectoria profesíona
d En cuanto a la profilaxis, hay que tener en cuenta la posible recu-
clínica llegó a la ce
rrencia del episodio patológico en el paciente. También el hecho de que al
gístrar dos experíe1
mejorar el paciente puede enfermar otro miembro del grupo familiar. Por su-
vieron importancia
puesto considera al grupo familiar en su totalidad.
a. Por un lac
Los anteriores apartados se extienden en cuatro niveles de intercone-
años) desde 1937 ..
xión, que descritos de menor a mayor amplitud son: l. Nivel psicodinámico
nuamente un prob
(relación del paciente con cada uno de los miembros de su grupo familiar,
cos). Vislumbró la
representación interna que tiene de ello, es decir, el grupo interno); 2. Nivel
tir de ahí, comeru
sociodinámico (abordaje del grupo como totalidad gestáltíca. Lo que Lewin
«mejorados». Has1
denomina dinámica familiar. Aquí es pertinente la aplicación de técnicas gru-
«locos». Estos gru¡:
pales y socíométrícas); 3. Nivel institucional (familia como institución a través
operativos con tart
de su historia, su estructura socíoeconómíca, su relación con otras familias,
mulación de un E<
con el vecindario, el barrio, etc.); 4. Nivel comunitario, más amplío y que tiene
nos proponemos e:
que ver con la inserción en la comunidad social próxima.
Psicoterapia psicoanalítica de grupo (II) 545
y Antonio García de la Hoz
erar la situación en el concepto de ECRO, que tuvieron una influencia inmediata en la gestación
::s emergente y por- del grupo operativo, que veremos a continuación.
paciente es un rol Quedaría mencionar únicamente que el ECRO del terapeuta que trabaja
sitario de las ansie- con grupos familiares, debería incluir, según Pichon, los siguientes conceptos
~s D (los depositan- y pasos operacionales: a. Concepto de portavoz; b. Análisis de los roles. Lide-
niembro dinámica- razgos; c. Análisis de las idelogías o prejuicios; d El análisis del malentendido
tructura familiar le básico. e. El análisis de los secretos familiares; / Análisis de los mecanismos
tnámica subyacente de escisión y segregación; g. Análisis de los mecanismos de preservación; h.
'ar al resto del gru- Las fantasías de omnipotencia e impotencia que fácilmente se proyectan so-
1 del rol por el pa-
bre el terapeuta; i. Análisis de la situación triangular básica, reeditada en si-
ilibrio y una cierta tuaciones intergrupales.
:specto al paciente
un deseo de elimi-
1.2. Desarrollo del modelo y técnica del grupo operativo
1 grupo, como de la )
mal del paciente en 1.2.1. Desarrollo conceptual y técnico del grupo operativo
que el paciente tie-
;tereotipos tanto en Pichon-Ri':iere, creador de la técnica, siempre tuvo gran sensibilidad para
os de segregación. todo lo que significaba grupo de seres humanos. En una frase pronunciada
1r vencer el primer medio en serio, medio en broma, dicha a un periodista que lo entrevistaba
!el mismo por parte para una biografía, poco tiempo antes de morir, afirmaba que «mi primer
iendo a romper los grupo como observador no participante fue a través del ojo de una cerradu-
ra», viendo discutir, de niño, a sus padres. Ginebrino de origen, toda su tra-
ita la posible recu- yectoria profesional la llevó a cabo en Argentina. En el seno de su práctica
el hecho de que al clínica llegó a la concepción de la té_cnica operativa de grupos. Podemos re-
po familiar. Por su- gistrar dos experiencias antecedentes y de alguna manera fundantes, que tu-
vieron importancia en la creación de la técnica:
b. Por otro lado, tenemos la experiencia de Rosario (1958), llevada a cabo miento del grupo o
mediante la creación de una situación de laboratorio social o de trabajo de gura 4.
una comunidad y que tuvo como objetivo la aplicación de una didáctica
interdisciplinaria de carácter acumulativo. Para esta experiencia, organiza-
da por el IADES 1, la estrategia consistió en la creación de una situación de FIGURA 4. Esquema CÚ
Laboratorio Social (tipo Lewin), con trabajo en grupos pequeños hetereo-
géneos, además de asambleas generales. Estos grupos pequeños son los
precursores directos de los grupos operativos, pues allí ya se planteó la
existencia de un coordinador que tenía como misión lograr que la comuni-
cación se mantuviera activa y pudiera ser creadora, y de un observador que
registrara lo que pasaba para luego exponerlo en el grupo grande.
Así nació el grupo operativo como grupo que opera sobre una tarea. Este
operar, que no tiene que ver con lo que esto significa para el funcionalis-
mo empirista y mecánico (asunción de un modelo de causa-efecto lineal),
ni con lo que entiende por operar el método clínico (observación-diagnós-
tico-tratamiento [operar]), ya que se trata de un operar en espiral dialécti-
co, remitiendo continuamente a una teoría y a una práctica, y que en el
grupo operativo es la acción del equipo coordinador sobre el grupo y la
acción del grupo sobre la tarea. La tarea es un concepto fundamental, de
forma que Pichon-Riviere propone una psicoterapia de grupo centrada en
una tarea.
Una posible noción de grupo operativo podría ser la siguiente: grupo
que, a partir de una estereotipia inicial, adquiere plasticidad y movilidad a
través de la tarea, haciéndose con ello intercambiables los roles. La opera-
tividad del grupo tiene que ver con la ruptura de la estereotipia inicial y a. En la Pretai
con la movilidad de los roles, en definitiva con una tendencia direccional quizo-paranoides, e1
al cambio, que según José Bleger, es la «modificación de estructuras relati- estanque aquí y se <
vamente estables». Como antes señalábamos (ver cono invertido), para eva- rea, que consistiría <
luar los cambios en un grupo se ponen en juego las seis constantes men- La entrada en tarea
cionadas. yor parte del deven
Para Pichon, el grupo adquiere más homogeneidad en la resolución de viceversa. c. Por fin
la tarea en la medida en que es mas heterogéneo en su composición y defi- nencia de los mien
ne al grupo operativo como centrado en una tarea y que tiene por finali- una internalización
dad aprender a pensar en términos de resolución de las dificultades crea- cada integrante y es
das en el propio espacio grupal. Estas dificultades despiertan ansiedad, pal más conseguido
impiden la movilidad y provocan la detención del proceso. Es el llamado Llegamos así a
por Pichon período de pretarea. Se delimita así un esquema de funciona- ría entonces «el gri
ción de estructura
1 Instituto Argentino de Estudios Sociales, en la que participaron la facultad de Ciencias aprendizaje y com1
Económicas, el Instituto de Estadística, la facultad de Filosofía y su departamento de Psic:olo- cambio. Los roles, f
gía y la facultad de Medicina. nales u operativos, <
i y Antonio García de la Hoz Psicoterapia psicoanalítica de grupo (II) 547
1958), llevada a cabo miento del grupo operativo, que representamos esquemáticamente en la fi-
ocial o de trabajo de gura 4.
ón de una didáctica
[periencia, organiza-
de una situación de FIGURA 4. Esquema de funcionamiento del grupo operativo
s pequeños hetereo-
s pequeños son los
1llí ya se planteó la
,grar que la comuni-
le un observador que
JO grande.
· la siguiente: grupo
:idad y movilidad a
los roles. La opera-
:stereotipia inicial y a. En la Pretarea hay un predominio de los mecanismos de escisión es-
ndencia direccional quizo-paranoides, entre el sentir y el pensar. La patología es que el grupo se
e estructuras relati- estanque aquí y se convierta en un grupo estereotipado. b. Luego viene la ta-
nvertido), para eva- rea, que consistiría en el abordaje de las ansiedades que despierta el cambio.
~is constantes men- La entrada en tarea es sólo por momentos, como refleja la figura 4 y la ma-
yor parte del devenir grupal se consume en esos pasajes de pretarea a tarea y
en la resolución de viceversa. c. Por fin llega el momento del Proyecto, donde se logra una perte-
:omposición y defi- nencia de los miembros que se concreta en una planificación. Se produce
¡ue tiene por finali- una internalización (no sólo racional sino también emocional) del grupo y de
LS dificultades crea- cada integrante y es el momento de los liderazgos funcionales y del ECRO gru-
espiertan ansiedad, pal más conseguido.
:eso. Es el llamado Llegamos así a una definición más completa de grupo operativo que se-
¡uema de funciona- ría entonces «el grupo, que centrado en una tarea, se propone la moviliza-
ción de estructuras estereotipadas y la resolución de las dificultades de
1 la facultad de Ciencias aprendizaje y comunicación, debidas al monto de ansiedad que genera el
:partamento de Psicolo- cambio. Los roles, fijos al comienzo, deben configurarse en liderazgos funcio-
nales u operativos, en el aquí-ahora de la tarea».
548 Alejandro Avila Espada y Antonio García de la Hoz Psicoterapia psicoanalítica l
roduzcan de manera
- Ansiedad - Miedos al cambio: Al - Productividad
ición de las ansieda- confusional grupal ataque (paranoide) y - Ordenación de
- Participación a la pérdida subtemas o
sistematizado las no- individual basada en (depresivo) subtareas
que se refiere al gru- experiencias - Pertenencia de cada - Conjunción de
en torno a tres pun- SITUACIÓN pasadas sujeto al grupo y verticalidad y
GRUPAL - Referencia a otros pertinencia frente a horizontalidad
grupos la tarea
- Serialidad (Sartre) - Peligro:
importante entre el Formalización de la
la expresión posible resistencia al
le los integrantes, su cambio
mcepto de grupo se - Tienen significación - Esclarecimiento - Liderazgos
lina una experiencia · «prestada» básico de dos: funcionales
esté en la experien- (coordinador, 1. Grupo (Tercero
:ramiento que viene observador, coordinador regulador en
ROLES
participantes, son 2. Integrantes Sartre)
lleo hace una distin-
así pues así se - Aparecen
Pichon. Éste decía dispuso) determinados
:i, en cuyo desenvol- liderazgos
cómo esta denomi-
- Se responde - Aparecen: - Ordenación de
:ntido amplio (cuan-
intelectualmente de 1. Tarea manifiesta subtareas
) (cuando sólo tiene la tarea 2. Tarea latente dentro de la
TAREA
- Incoherencia tarea principal
:ntos: fase de indiscri- organizativa con la - Claridad
nomentos se suelen tarea organizativa
pero que no impide
s. Las características
a tarea es lo que he- En la evolución y desarrollo del grupo operativo, hay que mencionar las
formulaciones que N. Caparrós y S. López Ornat (1975) llevaron a cabo y su
ubicar según dos pla- aplicación a las características de nuestro medio. Recogiendo las anteriores
) verbal (manifiesto), aportaciones intentan una sistematización y formalización de las nociones.
in y la acción (laten- Ubican al grupo operativo dentro de las llamadas técnicas de movilización,
para formular las in- donde la tarea deja de ser algo implícito, a diferencia del grupo terapéutico
factor de unión por clásico, para convertirse en algo permanentemente explicitado y racional-
nani/iesta (que surge mente decidido. Señalan cuatro elementos principales que dan cohesión a
orno) que tiene que toda la experiencia grupal:
,arece por la exterio-
:rbal, de las fantasías l. El emergente. Alude a aquellas intervenciones verbales o extraverba-
lano de la dinámica. les hechas por un individuo o varios del grupo que tienen que ver con la ta-
/
rea. Proceden del aprendizaje y la experiencia grupal. El emergente puede o lados en el apartac
no ser mediado por la intervención analítica. Si no es mediado por ella, su de portavoz, emer¡
mismo proceso le lleva a convertirse en experiencia grupal. reside en la selecci
2. Los contenidos latentes. Representan las resistencias individuales fren- nador, para que to
te a la fusión en lo colectivo. Son los exponentes de las dificultades ante el totalidad.
proceso creador (tarea). Deben ser remitidos de inmediato a la tarea concreta, El grupo es ges
es decir, confrontados y contextuados en un proceso de cambio específico. un coordinador y ur
Hay dos niveles de latencia: por un lado, los contenidos que resultan de la El coordinador sef
propia experiencia grupal y, por otro, los contenidos provenientes de las la- su devenir en relac
tencias más arcaicas (el grupo interno y toda una serie de experiencias extra- desvela contenidos
grupales). venir para señalar 1
3. La experiencia grupal Es un producto, tanto intelectual como afectivo si estuviera dentro
(predominantemente latente) de los miembros del grupo (como había expre- nar del grupo y de
sado Bauleo). Produce nuevos emergentes (manifestaciones de la experien- va e interpretativa
cia), da lugar a significados (aprendizaje grupal) y suscita y reverdece conteni- grupo, recogiendo
dos latentes. La experiencia grupal puede aparecer bien por libre asimilación grupo cuando lo c
(sin que medie interpretación de los emergentes), bien por concienciación nes complementari
grupal de los diferentes niveles de latencia o por fin por la interpretación de uno (el coordinadc
una anterior experiencia que provoque la nueva. dor) como subordi
4. El significado. Partiendo de una visión dialéctica del grupo, el signifi- descomponer cuan
cado no se puede considerar como un producto final, sino como un instante te del equipo coo:
de concienciación-vivenciación posibilitador del desarrollo, es decir, conlleva uno o bien de otro.
de forma inevitable un proyecto. Antes de empe
que consta de tres
de cualquiera de e
I.2.2. Variantes clínicas del grupo operativo El tiempo oscila e
son los del equipo
Como ya se ha señalado, y casi desde el origen, el grupo operativo no fue al ser intensivo, rec
una modalidad exclusivamente terapéutica. De hecho podríamos indicar en el encuadre se 1
que si hubiera una «ortodoxia» del grupo operativo, ésta no sería eminente- todo en el ámbito
mente clínica. Y ello por la razón siguiente: en un contexto terapéutico no unificar a los pacie
podemos señalar una tarea concreta, a no ser que tomemos como tal la «cu- blicos (hospitales
ración» y ésta es demasiado inespecífica y cargada de contenido ideológico como por ejemplo
como para remitir a ella todo el quehacer grupal, como mandarían los cáno- profilaxis (p.e., mat
nes del grupo operativo. En todo caso y hecha la salvedad anterior, pode- cos, enfermos con :
mos señalar dos variantes clínicas fundamentales que se describen en la bi- Laboratorio 501
bliografía pertinente y que son el grupo operativo terapéutico y el grupo técnica operativa, i
laboratorio social. máticas, y que tiet
mente -al menos
El grupo operativo terapéutico: Los esfuerzos por la aplicación clínica de la
técnica operativa dieron como fruto el grupo operativo terapéutico que tie- 2 Véase la propu
ne, desde el punto de vista teórico y práctico, los mismos presupuestos seña- Ávila (1933).
ada y Antonio García de la Hoz Psicoterapia psicoanalítica de grupo (II) 551
El emergente puede o lados en el apartado anterior (es decir, construcción de un ECRO, conceptos
s mediado por ella, su de portavoz, emergentes, tarea, etc.). La particularidad de este tipo de grupo
1pal. reside en la selección previa de los integrantes, por parte del equipo coordi-
1cias individuales fren- nador, para que todos ellos asuman una tarea manifiesta que los nuclee en su
las dificultades ante el totalidad.
ato a la tarea concreta,
1
La técnica operativa ha sido aplicada con éxito a otros tipos de grupo que El grupo de rt
han nacido a su amparo, ya no propiamente clínicos, y que tienen unas ca- adquiriendo espé
racterísticas diferenciadoras. Tenemos los siguientes: para procurar la
menos o conflict,
El grupo de discusión coordinado con técnica operativa: Con esta denomina- el examen y cor
ción («Discusión») han nacido varios tipos de grupos (véase Ibáñez, 1979), obstáculos teóric
pero aquí nos referimos únicamente al coordinado con técnica operativa, es de acción.
decir, a la unión de esta modalidad técnica con las características básicas del El grupo de
grupo de discusión. que formula una
Es un dispositivo que se enmarca dentro de la aplicación de la técnica relativa a una o v
operativa al campo del aprendizaje, particularmente para inducir o facilitar la viese el grupo. La
motivación individual hacia el mismo. Su pertinencia radica en una doble pre- mientas generale5
misa: en la tarea de formación que deben llevar a cabo las instituciones de a elaborar y en el
salud mental y en la autoformación permanente de sus profesionales. Intenta sólo la experienci
fomentar una actitud autoparticipativa del sujeto hacia el aprendizaje y ayu- nivel de jerarquía
da a vencer resistencias intelectuales y emocionales ante la nueva informa- comunicacionales
ción, lo que implica cambio de actitudes, valores y creencias. Es un tipo de
La tarea del coordinador o equipo docente es la facilitación de la partici- y puede insertan
pación en las discusiones y la toma de conciencia de los progresos en los in- para profesionale:
tegrantes. Orienta la discusión, sin ejercer por ello un mero papel de trante en el cual t
docente-transmisor de información. Una de las maneras típicas de empezar cuestionar su mo
este tipo de grupos (tras la explicitación del encuadre) es la de utilizar una este grupo poden
demostración-ejemplo sobre la tarea, que permita introducir las preguntas y sin que la imagen
movilizar a los integrantes. Esta demostración-ejemplo puede ser de muy va- y resolución de la:
riada naturaleza, pudiendo incluir presentaciones audiovisuales y role-playing. En la conduc,
Las respuestas suelen ser muy variadas, y precisamente el grupo de discusión nicos específicos,
utiliza una gestión adecuada de las divergencias en el seno del grupo para lo- ción establezca c~
grar el progreso en la tarea individual. miento de priorid
Suelen estar constituidos por un número de integrantes que oscila entre actividades de cae
10 y 20, quedando para la habilidad del coordinador la gestión de grupos permite contrasta!
mayores en número. Las particularidades de los integrantes varían según la las que los demás
da y Antonio García de la Hoz Psicoterapia psicoanalítica de grupo (II) 553
viere aplicaron esa si- naturaleza de los objetivos del grupo de discusión, sin que puedan estable-
o es recomendable en cerse criterios o límites, tan sólo la pertinencia a la tarea del grupo. Las ta-
de base, dada la posi- reas pueden ser muy variadas. La duración depende de la temática de traba-
movilizan. Quizás el jo, aunque no deben prolongarse más de 90 minutos, continuando en
precisamente, el reco- posteriores reuniones si la temática así lo requiriera.
siderada necesaria en La coordinación suele ser detentada por una sola persona, aunque la
presencia de un observador participante puede desbloquear situaciones co-
yunturales. El coordinador debe gestionar la dinámica grupal de forma que
ésta se centre en los integrantes y sus dificultades de aprendizaje y no en su
figura de docente como transmisor de información.
)S tipos de grupo que El grupo de reflexión: Se trata de una variante del grupo operativo que fue
y que tienen unas ca- adquiriendo especificidad propia. Es una modalidad de grupo que funciona
para procurar la toma de conciencia de sus integrantes respecto a los fenó-
menos o conflictos que se dan en el seno grupal. Se trata de profundizar en
a: Con esta denomina- el examen y confrontación de los miembros del grupo, transformando los
: (véase Ibáñez, 1979), obstáculos teóricos y prácticos en descubrimientos y en técnicas concretas
n técnica operativa, es de acción.
acterísticas básicas del El grupo de reflexión se constituye a partir de un grupo pre-existente
que formula una demanda a un tercero, el conductor del grupo de reflexión,
)licación de la técnica relativa a una o varias situaciones de conflicto o dificultades por las que atra-
ra inducir o facilitar la viese el grupo. La conducción de este grupo no se aparta mucho de los linea-
dica en una doble pre- mientos generales de un grupo operativo, en cuanto hay una tarea específica
JO las instituciones de a elaborar y en el trabajo sobre la misma se ponen en juego y se analizan no
; profesionales. Intenta sólo la experiencia que sus miembros ya poseen, sino también, y en el mismo
a el aprendizaje y ayu- nivel de jerarquía, los estilos personales, los roles que se asumen y las redes
mte la nueva informa- comunicacionales, con sus estereotipos.
:ncias. Es un tipo de grupo muy aprovechable para el trabajo con instituciones,
lCilitación de la partici- y puede insertarse perfectamente en programas de formación permanente
os progresos en los in- para profesionales de la salud mental, dado el contexto especialmente frus-
o un mero papel de trante en el cual trabaja, resultando por ello de gran importancia esclarecer y
ras típicas de empezar cuestionar su motivación hacia el trabajo. Como posibles tareas iniciales de
e) es la de utilizar una este grupo podemos citar la capacidad del equipo, el desarrollo del programa
·oducir las preguntas y sin que la imagen del equipo se deteriore, la elaboración de planes, la gestión
, puede ser de muy va- y resolución de las crisis que se produzcan, etcétera.
ovisuales y role-playing. En la conducción del grupo de reflexión se utilizan algunos recursos téc-
~ el grupo de discusión nicos específicos, independientemente de lo que la creatividad de la conduc-
seno del grupo para lo- ción establezca cara a los problemas concretos, por ejemplo a. el estableci-
miento de prioridades que tiene la tarea grupal dentro del marco general de
:rantes que oscila entre actividades de cada miembro, y b.) la denominada confrontación bilateral, que
,r la gestión de grupos permite contrastar las expectativas que cada miembro tiene sobre los otros y
grantes varían según la las que los demás tienen sobre cada uno. También confronta uno mismo su
554 Alejandro Avila Espada y Antonio García de la Hoz Psicoterapia psicoanalítica
opinión de sí con las opm1ones de los demás. Con éstas y otras técnicas se
puede disponer de un registro de experiencias previas y de motivaciones de I.3. El grupo ope
cada sujeto, lo que permite al coordinador salir al paso del posible rápido de-
terioro de las relaciones personales, cuando no ha sido posible un análisis más Para finalizar este
en profundidad de las diferencias, ya ideológicas, ya teórico-conceptuales. del grupo operati,
tenemos una tarea
El grupo institucional: Se llama institución a un nivel de fenómenos/ es- pos (grupos de fo
tructuras que se encuentra en la articulación de lo social y lo organizacional, técnica operativa
sistema de reglas o principios a seguir para la co,nsecución de un tipo de so- marse como psicote
ciedad, forma social cuyo contenido sería la articulación entre la acción his- la información rec
tórica de los individuos, grupos y las normas sociales existentes. ñeros en formacic
Un grupo institucional se centraría en el análisis de aquello que las insti- cada uno respecto
tuciones encubren, en cuanto que éstas no son una instancia más entre dis- En nuestra ex¡
tintos niveles, sino la instancia que atraviesa a todas las demás (persona, re- grupos, podemos a
lación, grupo, organización, sistema social). La escuela francesa (Lapassade, trabajo y elaboraci<
Lourau, Guattari y otros) propagó el término análisis institucional, lo que su- sar más libremente
pone que es la institución misma la que es sometida a análisis por alguien cos, técnicos o acti
de fuera, que ocupa el lugar de analista institucional. La demanda parte de la trarse con un es¡
propia institución o de un grupo representativo de la misma, y aunque lo institución formadc
demandado sea un problema específico, el objeto de estudio abarca a la ins- En un grupo d
titución en sí misma, comprendiendo a todos sus elementos estructurales. El coterapeutas, no se
contrato se efectúa con la institución,, y los analistas tras estudiar la deman- zar un dispositivo 1
da han de tomar contacto con las diversas partes de la institución y recabar rea de la formaci
información sobre su estructura, historia y proyectos futuros. formación en últim
·,Los analistas, habitualmente dos o tres dependiendo del tamaño y la cia que ha de irse
complejidad de la institución a analizar, deben tener garantías expresas para identidad profesioi
accionar libremente dentro de la institución, límites temporales amplios el proceso psicoter
para la ejecución de su trabajo, lo que no quiere decir que vayan a interferir tural de estos gru¡:
en el funcionamiento normal de la institución, sino que dispondrán de capa- suficiente individu
cidad efectiva para observar, convocar e intervenir en todos los niveles de gresiva solidez en
funcionamiento de la misma. una separación lar¡
Los analistas deben garantizar el secreto sobre lo analizado a la institución tro, teórico-técnico
y sus miembros, garantías que se centran en ceñirse al nivel adecuado de
explicitación de los fenómenos (el institucional), que no es ni el individual,
ni el de los subgrupos, grupos o redes, sino el entrecruce de todos ellos. II. EL MODELO DI
El objetivo del grupo institucional es esclarecer el proceso de institucio-
nalización, desvelando los elementos instituyentes e instituidos y en su rela- Nicolás Caparrós y
ción con las restantes instancias (lo individual, lo grupal y lo social). La lectu- pú de Psicoterapia
ra de este proceso ha de entenderse más en relación al esclarecimiento de la 3 Institución dedic
dirección que a la pretensión de un control Pues no conviene olvidar que a mación de psicoterape1
través de la institución se articula el control social, y por ello existe el peligro psicoterapeutas. Uno d
para los analistas institucionales de convertirse en meros agentes de control. ción de la revista de psi
,da y Antonio García de la Hoz Psicoterapia psicoanalítica de grupo (II) 555
El núcleo de la personalidad es una estructura compuesta por los vínculos con los vínculos
/undantes que se configuran de determinadas formas merced a la intervención pliquen configun
preferencial de ciertos mecanismos de defensa. Esta estructura relativamente tuaciones, no del
estable -que no existe en las psicosis- representa los fundamentos de la individuos. La te
identidad del yo y el modo habitual de establecer relaciones objetales. El nú- de los dramas pr
cleo distribuye de un modo desigual a la libido entre el yo y los objetos, y ses- nuevas pautas ne
ga de una forma peculiar las raíces afectivas de la conducta. Para concretar, mo trabajo grupa
podemos enunciar tres familias de núcleos: la esquizotde, la confusional y la de- nicas, dispositivo
presiva. Un núcleo de personalidad no presupone formación patológica alguna, delo ha sido pub]
sino la posibilidad de que se produzca una cierta configuración existencial de
la que es responsable una estructura profunda. Una descripción más extensa
de estos conceptos puede consultarse en N. Caparrós (1992).
La estructuración de los núcleos implica distintos tipos de vivencias del III. INTRODUCC
individuo en el grupo y lo que interesa ahora es el análisis de la relación, el
encuentro entre lo «vertical-individual» y lo «horizontal en el aquí-ahora». La 111.1. Aspectos h,
tarea terapéutica en el grupo, a partir de los núcleos básicos y de los grupos
internos, se va a desarrollar en lo concreto a través de situaciones esquizoi- El psicodrama fo
des, confusas y depresivas, de manera que habrá partes de cada uno de estos él mismo declara
momentos propicios al cambio (creación, praxis, reflexión) y partes de resis- horas» en la «Ko1
tencia al cambio (persecución, bloqueo, culpa), según prime una situación u vivió en esta cim
otra. La situación grupal es otro concepto central de este modelo, y se puede hasta su muerte.
definir como aquella secuencia de conductas verbales y preverbales que re- mente, y llegó a J
sultan del empleo preferente y significativo de un conjunto de mecanismos el psicodrama ps
de defensa. Admiten una doble lectura, la primera descriptiva, la segunda a también los psico
nivel más profundo. En la primera se intenta efectuar el análisis de los conte- Moreno, en 1
nidos manifiestos del «aquí-ahora». Relatos, intervenciones puntuales, silen- contra el psicoar
cios prolongados, manifestaciones afectivas preverbales, grado de cohesión frente al individt
del discurso. La segunda es el análisis estructural de la situación, el cómo se palabra. De esta
manejan los citados contenidos manifiestos, alrededor de qué mecanismos en método active
de defensa se organiza el discurso. Podemos afirmar que el grupo elabora tra el psicoanális:
cuando está en situación depresiva, pero también ésta sirve para inducir re- de Moreno, qui2
petición y sometimiento a instancias superyoicas excesivas. En situación es- 1912, en una situ
quizoide el grupo se muestra propositivo, aunque su vertiente resistencial sir- período de plena
ve para ahondar las fantasías de fragmentación, oralidad exclusiva y dispuesto a rebe
excluyente y sentimientos de persecución. El grupo actúa en situación confu- psicoanálisis en 5
sional y lleva a la práctica lo que piensa y siente, pero también puede ir al puestos.
acting-out o al bloqueo implosivo. Por intervenir un elevado número de va- El psicodram
riables (núcleos, historias, mecanismos, situaciones, proceso, etc.) el concepto máticas (dramatiz
de tarea terapéutica no es más que algo muy genérico, como el significado municación, de e
más abarcativo posible de un cúmulo de significantes. presentación de
Finalmente, para este modelo, la psicoterapia de grupo tiene como obje- teatro, cuyo argu
to el análisis de las manifestaciones actuales de los vínculos en su relación como actor.
pada y Antonio García de la Hoz Psicoterapia psicoanalítica de grupo (II) 559
Gpuesta por los vínculos con los vínculos fundantes y las posibilidades de modificarlas en cuanto im-
ilerced a la intervención pliquen configuraciones rígidas y estáticas. Se parte del estudio/ análisis de si-
~structura relativamente tuaciones, no del análisis sucesivo de los mundos internos de los respectivos
los fundamentos de la individuos. La terapia consiste en hacer posibles sitüaciones nuevas ~a partir
iciones objetales. El nú- de los dramas propuestos en el devenir grupal y tras ello el aprendizaje de
!l yo y los objetos, y ses- nuevas pautas no predeterminadas que surgen como consecuencia del mis-
mducta. Para concretar, mo trabajo grupal. Una exposición detenida de las aportaciones teóricas, téc-
de, la confusional y la de- nicas, dispositivos operacionales y aplicaciones clínicas derivadas de este mo-
tación patológica alguna, delo ha sido publicada recientemente (Ávila, 1993).
figuración existencial de
::lescripción más extensa
1992).
,s tipos de vivencias del · III. INTRODUCCIÓN AL PSICODRAMA PSICOANALÍTICO
.nálisis de la relación, el
tal en el aquí-ahora». La III.1. Aspectos histórico-conceptuales
básicos y de los grupos
de situaciones esquizoi- El psicodrama fue creado por ]acabo Levy Moreno alrededor de 1911, aunque
es de cada uno de estos él mismo declara que «nació el primero de abril de 1921, entre las 19 y 22
exión) y partes de resis- horas» en la «Komoediem Haus» de Viena. Médico rumano nacido en 1892,
1 prime una situación u vivió en esta ciudad hasta 1925, desde donde pasó a EE UU y residió allí
este modelo, y se puede hasta su muerte. La práctica del psicodrama se fue extendiendo paulatina-
es y preverbales que re- mente, y lJegó a países como Francia, donde a manos de psicoanalistas nace
onjunto de mecanismos el psicodrama psicoanalítico. Hacia 1962 se extiende por Argentina, siendo
lescriptiva, la segunda a también los psicoanalistas los pioneros en acogerlo y difundirlo.
· el análisis de los conte- Moreno, en la introducción a su libro Psicodrama, alude a dos aspectos
iciones puntuales, silen- contra el psicoanálisis que había en Viena en 1914: la rebelión del grupo
ales, grado de cohesión frente al individuo y la rebelión del actor frente a la preponderancia de la
la situación, el cómo se palabra. De esta forma, el psicodrama moreniano trocaría el método verbal
lor de qué mecanismos en método activo y la situación individual en grupal. Estas reacciones con-
ar que el grupo elabora tra el psicoanálisis, que van a perdurar durante toda la trayectoria personal
ta sirve para inducir re- de Moreno, quizás tengan que ver con que Moreno conoció a Freud en
:esivas. En situación es- 1912, en una situación de desencuentro vital flagrante. Freud entraba en un
vertiente resistencia! sir- período de plena madurez mientras que Moreno estaba en plena juventud,
' oralidad exclusiva y dispuesto a rebelarse contra todo. A pesar de reconocer la influencia del
1ctúa en situación confu- psicoanálisis en su obra, va a insistir en los puntos de diferencia antes ex-
ero también puede ir al puestos.
elevado número de va- El psicodrama es un procedimiento terapéutico que utiliza técnicas dra-
,roceso, etc.) el concepto máticas (dramatizaciones), además de verbales, como medio expresivo de co-
ico, como el significado municación, de elaboración, etc. Por dramatización podemos entender la re-
presentación de escenas significativas para el paciente, a la manera de un
grupo tiene como obje- teatro, cuyo argumento suele ser presentado por él y en el que interviene
vínculos en su relación como actor.
560 Alejandro Avila Espada y Antonio García de la Hoz
Psicoterapia psicoanalítica de
Jontaneidad. La catarsis,
;ería el efecto que la re- espejo, etc.), pero fundamentalmente debe vivir la subjetividad del paciente
ndaria), sino en el actor- e identificarse con sus experiencias, aunque la unidad nunca debe ser com-
La espontaneidad es con- pleta.
desarrollando a lo largo El actor-paciente, que es el verdadero protagonista del psicodrama, repre-
amó «categoría del mo- senta un conflicto privado ayudado por el yo-auxiliar. El psicodrama more-
:tus nascendi La esponta- niano se centraba en este conflicto individual y el público sólo intervenía en
1ática, creatividad, origi- los comentarios generales post-dramatización. El sujeto puede ejercer resis-
tencia, y aquí esta palabra, no como en psicoanálisis, se entiende en sentido
sarrolla toda una teoría operacional, cuando el paciente se niega a participar en la producción. Se
:o que asume un indivi- puede vencer con la utilización de los recursos técnicos psicodramáticos (do-
ma situación específica, ble, soliloquio del terapeuta, soliloquio del doble, etcétera).
:tos. Distingue tres tipos . Los espectadores, tienen dos funciones principales: a. Relacionándose con
.ticos (sujeto que come, el sujeto y los actos que se cumplen en el escenario (función centrada en la
Jlógicos o psicodramáti- producción), y b. relacionándose consigo mismo (función centrada en el pú-
: padre, policía, doctor, blico). En cuanto a la primera, es como si fueran la representación del mun-
desde el mundo social, do para el actor-paciente. En cuanto a la segunda función, el público tam-
'1, del rol (actitud cognos-
bién es paciente, o por lo menos educando.
ztación de rol (habilidad El escenario, que para Moreno era indispensable, seguía unos principios
nal a la percepción del de construcción: a. Disposición en círculo, b. dimensión vertical del escena-
las dos anteriores, como rio, y c. tres niveles concéntricos de escena (inferior, medio y superior), con
le los mismos. un cuarto nivel galería, o nivel supraindividual. El nivel superior del escena-
¼ de diferenciarse de la
rio sirve para representar cuando el paciente está en el grado máximo de es-
raíces en ella. Para Mo- pontaneidad.
e la conducta inmediata Muchos de estos elementos han perdido hoy su vigencia al fundirse psi-
obre los aspectos reales codrama y psicoanálisis, naciendo el psicodrama psicoanalítico, que es lo que
captación de lo real en hoy en día se practica, fundamentalmente a partir de las escuelas francesa y
latinoamericana, que veremos a continuación.
lementos: l. El director,
,res, y 5. El escenario.
.dor general, que produ- III.2. Las aportaciones francesas y latinoamericanas
ente terapéutico, y c. Es
:ica y debe trabajar con Las trataremos en conjunto, pues a pesar de algunas diferencias, básica-
el yo o yoes-auxiliares). mente han llegado a los mismos puntos de inflexión, en lo que se refiere a la
to para consideraciones teoría y técnica del psicodrama psicoanalítico. El psicodrama psicoanalítico
la posible utilización de cabe definirlo con la fértil unión de la teoría psicoanalítica con los recursos
psicodramáticos propuestos por Moreno. Ha llevado a cabo un análisis críti-
mes básicas: a. La de ac- co de la obra y praxis moreniana y ha reformulado algunas de sus propues-
to, por lo que tiene que tas, considerándolas utópicas e ideológicas (escuela latinoamericana) o acer-
s. b. La de investigador cándolas mucho más a la teoría psicoanalítica (escuela francesa). Seguimos
·eacciones después de la para ello la revisión de Pavlovsky (1993):
tipos de técnicas (doble, En el análisis crítico de la obra de Moreno se distinguen tres aspectos
fundamentales:
562 Alejandro Avila Espada y Antonio García de la Hoz Psicoterapia psicoanalítt
a.La propuesta de técnicas dramáticas en psicología, que es considera- mienzo del trata
do como el aporte fundamental. Se sentaron las bases del psicodrama, socio- zado de hechos :
grama y role playing acentuando la importancia del grupo en la psicoterapia y a diferencia de la
creando la sociometría (procedimiento para estudiar las relaciones interper- vínculo d~ las fa1
sonales en los grupos). escenifica algo y~
b. Las teorías creadas por Moreno son, en cambio, ciertamente confusas riquecimiento, p:
y fragmentarias. Formuló una teoría del desarrollo infantil desde el punto de szva, que en opm
vista del psicodrama, apoyándose en conceptos. tales como él caldeamiento, ciente del pacier
la espontaneidad, la catarsis, etcétera. general, el proce!
c. La ideología subyacente a la obra de Moreno, punto también confuso, Antes de la dran
pues existe un fondo místico-religioso y a veces aparece en sus escritos con logra mediante 1,
un rol mesiánico-paternalista, desde donde intenta resolver muchos de los partir de aquí h
«problemas de la humanidad». con el apoyo de
de los que inter
En cuanto al marco de referencia, el psicodrama psicoanalítico parte, como mulando las int1
es lógico, del psicoanálisis como esquema referencial y esto se refleja en un inconscientes. P,
cambio de estructura a la hora de la práctica. Por lo pronto, desaparece el en la investigaci<
escenario clásico y los espectadores como tales, para convertirse en un gru- interpretación d<
po, con una sala de reunión y con unos coordinadores y yo-auxiliares. El ac- Como concl
tor-paciente sigue siendo el protagonista, pero ahora se coloca más énfasis en marcos distinto:
lo grupal. El uso del psicoanálisis como referencia teórica impone el replan- entre el psicoan
teamiento de algunos conceptos, pero asimismo, los conceptos clásicos del esencialmente I
psicoanálisis son también reformulados al aplicarlos al psicodrama. Por ejem- «verbalización»,
plo, la interpretación, en psicodrama, puede ser anterior a la dramatización, sidera el «come
durante la misma o posterior a ella. También la resistencia es vista desde otra corporeizar y h~
óptica, y se habla de resistencia antes de dramatizar (negarse a hacerlo: es el que señalar que
sentido moreniano de resistencia) y durante la dramatización (actuaciones, o ha extendido al
acting-out en psicodrama). La teoría d1
Como adelantábamos, la técnica ha sido el aporte fundamerttal del psico- rrollo:
drama psicoanalítico. Entre la gama de recursos utilizados podemos indicar
los siguientes: a. La inversión de roles (el yo-auxiliar toma el papel del paciente a. Una tea
y éste el del yo-auxiliar; b. El soliloquio (explicitación verbal de lo que se sien- te, siendo ésta ú
te en la escena. Puede ser del paciente o del terapeuta); c. El doble (el tera- b. Una tea
peuta u otro paciente verbaliza algunos sentimientos o pensamientos del pa- de las escenas e,
ciente que se mantienen inexpresados, encarnando, por así decir, una parte c. Una tea
oculta de él); d. El espejo (el terapeuta u otro paciente actúan como si entre el una explicación
paciente y. él hubiera un espejo, simulando todos sus movimientos. Puede
ser verbal, corporal y/ o conductual).
Se ha establecido toda una teoría de la escena dramática, que puede adop- RESUMEN
tar numerosas modalidades, entre las cuales podemos destacar las siguientes:
a. Dramatización exploratoria, en la que se ponen en evidencia los síntomas, En este capítul
conflictos y mecanismos de defensa de los pacientes. Se usa sobre todo al co- y técnicas de la
Sspada y Antonio García de la Hoz Psicoterapia psicoanalítica de grupo (II) 563
:ología, que es considera- mienzo del tratamiento; b. Dramatización descriptiva, que es un relato dramati-
es del psicodrama, socio- zado de hechos actuales o pasados. Suele ser conducida por el propio paciente
¡rupo en la psicoterapia y a diferencia de la anterior que la conduce el terapeuta; c. Dramatización expresiva,
.r las relaciones interper- vínculo de las fantasías individuales y grupales; d Dramatización elaborativa, que
escenifica algo ya interpretado y que se presenta para la mejor asimilación y en-
bio, ciertamente confusas riquecimiento, para alcanzar una mayor grado de insight. e. Dramatización defen-
nfantil desde el punto de siva, que en oposición a la expresiva, funciona encubriendo una fantasía incons-
:s como el caldeamiento, ciente del paciente o del grupo. Requiere necesariamente la interpretación. En
general, el proceso de dramatizar sigue una evolución ya marcada por Moreno.
punto también confuso, Antes de la dramatización habría que conseguir el ambiente propicio, lo que se
1rece en sus escritos con logra mediante lo que Moreno llamó warming up o proceso de caldeamiento. A
resolver muchos de los partir de aquí hay que conseguir un nivel aceptable de intensidad dramática,
con el apoyo de las dramatizaciones señaladas. Al final están los comentarios
de los que interv_inieron en la dramatización y de los que no lo hicieron, for-
sicoanalítico parte, como mulando las interpretaciones que favorezcan la comprensión de los procesos
al y esto se refleja en un inconscientes. Pero todo ello centrando más el interés en la dinámica grupal,
lo pronto, desaparece el en la investigación de las fantasías inconscientes individuales y grupales y en la
·a convertirse en un gru- interpretación de las mismas.
res y yo-auxiliares. El ac- Como conclusión, el psicodrama psicoanalítico realiza una fusión de dos
se coloca más énfasis en marcos distintos que se aplican con éxito al grupo, superando así la pugna
eórica impone el replan- entre el psicoanálisis (freudiano) y el psicodrama (moreniano), protagonizada
,s conceptos clásicos del esenciab:pente por el propio Moreno. Se integran la «dramatización» y la
al psicodrama. Por ejem- «verbalización», dando lugar a una concepción dramática del grupo y se con-
erior a la dramatización, sidera el «como si» del espacio dramático como un vehículo que permite
:tencia es vista desde otra corporeizar y hacer exteriores los objetos y vínculos internos del sujeto. Hay
· (negarse a hacerlo: es el que señalar que la corriente francesa (fundamentalmente Lebovici y Anzieu)
1atización (actuaciones, o ha extendido al campo infantil la corriente psicodramática.
La teoría del psicodrama psicoanalítico ha propuesto el siguiente desa-
e fundamental del psico- rrollo: ·
lizados podemos indicar
,ma el papel del paciente a. Una teoría de la escena, que distinga escena manifiesta de escena laten-
verbal de lo que se sien- te, siendo ésta última la que constituye el significado de la anterior.
~uta); c. El doble (el teta- b. Una teoría de lo imaginario, donde éste es concebido como continente
s o pensamientos del pa- de las escenas confinadas en el mundo interno del sujeto.
por así decir, una parte c. Una teoría de las articulaciones dimensionales, que propone reunir en
~ actúan como si entre el una explicación unificada lo discursivo, lo imaginario y lo real.
sus movimientos. Puede
1 evidencia los síntomas, En este capítulo, segunda parte de la revisión de las concepciones teóricas
Se usa sobre todo al co- y técnicas de la psicoterapia de grupo, se aborda la repercusión que las apor-
564 Alejandro Ávila Espada y Antonio García de la Hoz ;ICOTER
Universidad Complu1
ida y Antonio García de la Hoz 24. PSICOTERAPIA DE PAREJA Y DE FAMILIA
Los temas pareja y familia son muy tardíos en hacer su aparición en el cam-
po de la ciencia psicológica. Hasta fechas muy recientes no se han estudiado
s, Nueva Visión. como entidades propias, probablemente por la dificultad que implica el acer-
1, por reunir los trabajos camiento a áreas de la intimidad más protegida -y temida-, tanto personal
, operativos y la concep- como socialmente. A causa también de las dificultades metodológicas que
mismo autor, Teoría del plantean específicamente estas entidades; y quizá, también, al hecho de que
~rspectiva.
su análisis encara al investigador, y al clínico, consigo mismo, con su propia
10 analítico-vincular, 2 pareja y familia. Todo ello dificulta el mantener esa mínima «distancia» que
exige toda tarea científica. Podríamos decir que la dificultad del clínico para
,re la perspectiva analíti-
mantener la posición de disociación proyectiva, necesaria en el tratamiento con
ficado a la fundamenta- parejas y familias, es la misma que sufre el investigador de la relación conyu-
,sicoterapia de grupo. El gal y familiar.
:vista a una variedad de El estudio de la pareja y la familia sólo en fechas muy recientes señala la
os y de psicoprofilaxis; diferencia entre ambos tipos de relación. En los primeros trabajos sobre
estos temas se utilizan indistintamente ambos términos como equivalentes;
así se habla de pareja, matrimonio o familia para referirse al conjunto de fe-
)-vincular, tomos I y n, nómenos que se dan en la relación hombre-mujer, sin discriminar lazos insti-
tucionalizados o no, o grupo de personas más amplio, que incluya a los hijos.
1e de los modelos teóri- Frecuentemente se habla de la pareja considerándola un subsistema de
xe la estructura y desa- la familia. Se entiende por pareja la relación profunda que se da libremente
)ersonalidad», la consti- entre dos personas, generalmente un hombre y una mujer, basada en un sen-
cas.
timiento amoroso, y que tiene intención de duración en el tiempo. La familia
hace una referencia explícita a la presencia de hijos.
Los estudios de familia toman importancia a partir de mediado el siglo
XIX, a consecuencia del cambio social que plantea el fenómeno de la indus-
Universidad Complutense.
566 Marina Bueno Belloch Psicoterapia de pareja y de.
trialización en la vida familiar y conyugal. Y que crea el temor de que una los señores Strache
institución «pilar y soporte de la sociedad», entre en crisis, cambie o se des- decir que fue la prin
truya. Una publicaciór
Las publicaciones en esta época son de enfoque multiprofesional predo- milia de Flügel, en ~
minantemente moralistas, conservadoras de los valores matrimoniales tradi- tica» fue el que pn
cionales, y carentes de un planteamiento teórico consistente. Los profesiona- Suiza, del que qued
les que atienden estos conflictos son los asistentes sociales en el mundo de temas familiares,
anglosajón y norteamericano (Broderick y Schraeder, 1981), y los sexólogos, complementarias en
especialmente en Inglaterra (H. Ellis) y Alemania '(M. Hischfeld). 1974). Todo esto po
A partir de los años treinta se crean los primeros servicios de consulta coanalistas por el ab
conyugal en EE UU, y posteriormente en Inglaterra, integrando plantillas sar de no ajustarse 1
profesionales interdisciplinarias, que trabajan con técnicas de consejo conyu- co ortodoxo.
gal. En 1931, 1934 y
El primer gran modelo teórico que abordó esta problemática fue el mo- terapia consecutiva sei
delo psicoanalítico. · ción de síntomas. Be
«La teoría psicoanalítica alcanzó su momento de máxima expansión en zado por Obendorf,
los años 30 con un modelo teórico que fue considerado como una revolu- considera el primer<
ción en el campo de la psiquiatría. Fue, en realidad, el primer modelo teóri- complementan las rn
co para la comprensión y el abordaje de las alteraciones psíquicas» (Zilboorg, flictivos y defensivos
1969). Bowen (1966) señala que de la realidad al obs,
to. Insistieron en la
el psicoanálisis aportó concepto y procedimientos útiles para las necesidades masi- miembros de la parej
vas de la segunda guerra mundial, y comenzó una nueva era en psiquiatría [...] pero En otros rnsos e
la técnica del tratamiento psicoanalítico estándar no era efectiva para todo tipo de bros de la parejá po
problemas [...] así comenzaron los nuevos psiquiatras a experimentar variaciones en nica «colaborativa»
el método de tratamiento. En el área pareja-familia, fue en una de las que empezaron (1953) le llamaron t,
a experimentar tales variaciones [pp. 345-347]. bar que con 2 lgunrn
vía, al estar los cón3
Las referencias a un otro en la teoría freudiana son fundamentales. El psi- turbaciones y sin 12
coanálisis hace hincapié en las relaciones del sujeto con los otros significati- enfoque de tratami1
vos, donde la familia tiene especial trascendencia; conceptos como: proyec- pero más centrado
ción, identificación, complejo edípico, relación de objeto, así lo atestiguan. La trabajar mejor las ni
metodología, sin embargo, es contraria al contacto del analista con la familia individual al que se
del paciente. relieve las reacciorn
Freud en 1909, en la introducción al trabajo de O. Rank El nacimiento pacientes (P. A. Mar1
del mito del héroe, introdujo el término novela familiar, refiriéndose a la familia La emigración 1
imaginaria que el paciente se construye y que explica y justifica su historia mundial hizo que m
emocional. En este trabajo puso las bases para la terapia familiar psicoanalíti- coanalistas con los s
ca que se desarrolló posteriormente. gran desarrollo en t
También en 1909, en el tratamiento del llamado «pequeño Hans», o teórico y metodológ
«caso Juanito», trabajó Freud con el padre como intermediario de la terapia Ejemplos son los tr:
del hijo, ¿podríamos hablar de la primera terapia familiar? De su trabajo con Mahler, Bion, Winni
Marina Bueno Belloch Psicoterapia de pareja y de familia 567
~a el temor de que una los señores Strachey, a los que trató simultáneamente, ¿podríamos quizá
crisis, cambie o se des- decir que fue la primera terapia de pareja?
Una publicación importante entonces fue el Estudio psicoanalítico de la fa-
multiprofesional predo- milia de Flügel, en 1921. En 1936 el tema «Neurosis familiar y familia neuró-
res matrimoniales tradi- tica» fue el que presidió el IX Congreso Internacional de Psicoanálisis, en
sistente. Los profesiona- Suiza, del que quedan los resúmenes tomados por R. Spitz. Se trabajó acerca
sociales en el mundo de temas familiares, pero también sobre pareja, por ejemplo sobre neurosis
, 1981), y los sexólogos, complementarias en matrimonios y sus tratamientos psicoanalíticos (Teruel,
~ischfeld). 1974). Todo esto pone de manifiesto el gran interés despertado entre los psi-
)S servicios de consulta coanalistas por el abordaje teórico y metodológico de parejas y familias, a pe-
·a, integrando plantillas sar de no ajustarse a las condiciones del modelo de tratamiento psicoanalíti-
nicas de consejo conyu- co ortodoxo.
En 1931, 1934 y 1938, Clarence Obendorf publicó sus trabajos sobre psico-
problemática fue el mo- terapia consecutiva señalando la importancia de la relación conyugal en la forma-
ción de síntomas. Bela Mittelman (1944, 1948 y 1956) continuó el trabajo reali-
~ máxima expansión en zado por Obendorf, abriendo nuevos enfoques para la terapia de parejas. Se le
:rado como una revolu- considera el primero en utilizar la terapia conjunta. Ambos resaltan cómo se
el primer modelo teóri- complementan las neurosis en pareja y cómo se ensamblan sus esquemas con-
1es psíquicas» (Zilboorg, flictivos y defensivos entre sí. Afirman que se obtiene una visión más completa
de la realidad al observar las reacciones complementarias durante el tratámien-
to. Insistieron en la conveniencia de que el mismo terapeuta viera a ambos
)ara las necesidades masí- miembros de la pareja, por separado, pero simultáneamente.
:ra en psiquiatría [...] pero En otr¿s casos dos psicoanalistas se ocupaban de cada uno de los miem-
~fectiva para todo tipo de bros de la parej&por separaJo, pero intercambiando información. A esta téc-
perimentar variaciones en nica «colaborativa» (P. A. iviartin, i976), sus autores, P. Martin y W. H. Bird
una de las que empezaron (1953) le llamaron técnica esiereoscópica. Comenzaron este trabajo al compro-
bar que con 2 lgunos de sus pacientes la técnica psicoanalítica clásica no ser-
vía, al estar los cónyuges demasiado mvolucrados emocionalmente, con per-
n fundamentales. El psi- turbaciones y sin la fuerza yoica que requiere la terapia psicoanalítica. El
con los otros significati- enfoque de tratamiento era básicamente el del psicoanálisis convencional,
onceptos como: proyec- pero más centrado en factores interpersonales y reales, lo que les permitía
o, así lo atestiguan. La trabajar mejor las neurosis complementarias. Es un método de psicoanálisis
:1 analista con la familia individual al que se suma la relación entre los dos terapeutas y que pone de
relieve las reacciones contratransferenciales provocadas por sus respectivos
O. Rank El nacimiento pacientes (P. A. Martín, 1976).
refiriéndose a la familia La emigración de psicoanalistas centroeuropeos en la segunda guerra
:a y justifica su historia mundial hizo que muchos de ellos fueran a EE UU. El contacto de estos psi-
pia familiar psicoanalíti- coanalistas con los sociólogos, psicólogos sociales y antropólogos, ciencias de
gran desarrollo en esos países, fue un factor decü-,i" o para el nuevo rumbo
:lo «pequeño Hans», o teórico y metodológico que tom ó el campo de la terapia conyugal y familiar.
~rmediario de la terapia Ejemplos son los trabajos de Erickson, Fromm, Hornev, Fromm-Reichman,
iliar? De su trabajo con Mahler, Bion, Winnicott, Pichon Riviere y un largo etcéi:era, de gran repercu-
568 Marina Bueno Belloch Psicoterapia de pareja y de fa
s1on en conocidos terapeutas familiares como J ackson, Ackerman, Bowen, psicoanalítico y que
Dicks, Laing, Boszormenyi-Nagy, Framo, Balint, etcétera. Sperling, Willi, Stierli
En la misma línea de ampliación y desarrollos del enfoque psicoanalíti- namik que recoge las
co, siguió H. Sullivan (1953), con su concepto sobre las relaciones interperso- conyugal y familiar d
nales, con énfasis en los problemas conyugales. En 1952 Fairbairn elaboró su A medida que se
teoría de la personalidad basada en las relaciones de objeto, en la que se nes científicas en sim
apoyó Dicks (1952, 1963, 1967) para su trabajo teórico y psicoterapéutico deficiencias de cierta¡
con parejas, de gran influencia en autores posteriores, tanto ingleses como cuando en 1912 escril
hispanoamericanos. · confesar que me ene
En 1955, E. Glover envió un cuestionario a los miembros de la IPA para quier terapia individu;
recoger sus opiniones acerca de estas innovaciones. Los resultados, como los a la de su mujer, los e
que obtuvo Menninger en 1958, muestran un acuerdo, casi generalizado, en turamente [...] hemos
la afirmación de mantener el enfoque psicoanalítico ortodoxo, con analistas imposible desarrollar».
independientes, y que, por tanto, no se debí~ analizar al mismo tiempo a más Entre otros grupo
de un miembro del mismo grupo. Más recientemente se ha insistido en la gentina muy activame
misma dirección (Giovachini, 1965; Drellich, 1968). Liberman, Sluzki, Biar
M. Grotjhan (1956) usó unos conceptos de abordaje y comprensión de Tavi stock de Londres.
los fenómenos familiares que indican el cambio del foco de atención de lo
individual a lo grupal familiar.
En 1957, D. Jackson acuñó el término terapia conjunta para referirse al I.2. Fundamentacion
trabajo de un terapeuta con ambos miembros de una pareja, o, incluso, con de objeto de amo1
los hijos de la misma, en la misma se~ión de terapia.
El tratamiento psicoanalítico se entendía más como una terapia triádica En el marco psicoanal
(P.A. Martín, 1976), haciendo hincapié en el análisis de la transferencia, más relación de objeto.
que en el análisis de la interacción que propuso Jackson, que influyó en au- Laplanche y Pont
tores tan importantes para la terapia familiar como N. Ackerman (1959; ladón del sujeto con
1966) y que es el enfoque con el que opera la actual terapia sistémica. tal de una determina
Autores como Greene, Solomon y Lustig (1960) utilizaron el método com- sión más o menos fa
binado, donde trabajan tanto las reacciones transferenciales triangulares, las predominantes».
identificaciones proyectivas, los sueños transferenciales, como las transaccio- Entendemos el tér
nes homeostáticas (basadas en la teoría general de sistemas). En la misma lí- relaciones reales con 1
nea P. A. Martín (1976) cita autores como Reding y Ennis (1964); Reding y puede modificar la ap
otros (1967), que combinan modelos psicoanalítico y psicodrama; y otros que no es sólo la forrr
como Satir (1965) y A. Watson (1962), se citan entre los primeros que traba- la forma en que éstos n
jan en terapia conjunta de pareja. En «Pulsiones y d
Otra aportación relevante fue la creación de la revista Family Process en conceptos relación de o
1962, con Ackerman, Jackson, Framo, y posteriormente Don Bloch, como y odio no son aplicab
editores, y que surgió con el deseo de unificar y discutir criterios teóricos, de biendo ser reservadas
investigación y clínicos en este campo. Esta revista ha editado los trabajos mo en la relación objelt
más relevantes de corte psicodinámico desde su fundación. lidad, en términos d~
En Alemania, a través de Horst Eberhard, se desarrolló un núcleo impor- entendería como el co
tante de terapeutas que abordan la pareja y la familia desde el punto de vista medida en que hacia él
Marina Bueno Belloch Psicoterapia de pareja y de familia 569
son, Ackerman, Bowen, psicoanalítico y que están produciendo muy importante bibliografía, como
era. Sperling, Willi, Stierlin, Kaufmann o Wardt. Han editado la revista Familiendy-
:lel enfoque psicoanalíti- namik que recoge las principales aportaciones en lengua alemana a la temática
las relaciones interperso- conyugal y familiar desde el enfoque psicoanalítico.
952 Fairbairn elaboró su A medida que se han ido publicando estudios, investigaciones y discusio-
de objeto, en la que se nes científicas en simposios y congresos, se han ido poniendo de manifiesto las
6rico y psicoterapéutico deficiencias de ciertas posturas, que ya había señalado Freud, por otra parte,
res, tanto ingleses como cuando en 1912 escribió: «cuando se refiere al tratamiento de relaciones, debo
confesar que me encue~tro totalmente perdido y que tengo poca fe en cual-
miembros de la IPA para quier terapia individual», o, en 1915 «cuando la resistencia del marido se suma
Los resultados, como los a la de su mujer, los esfuerzos no obtienen fruto, y la terapia se rompe prema-
do, casi generalizado, en turamente [...] hemos comenzado algo que, ante las condiciones existentes, era
· ortodoxo, con analistas . imposible desarrollar».
r al mismo tiempo a más Entre otros grupos a destacar señalamos al que actualmente trabaja en Ar-
1te se ha insistido en la gentina muy activamente en estos temas, con autores como Berestein, Puget,
Liberman, Sluzki, Bianchi, Gaspari, Maldavsky, o el representado por la Clínica
rdaje y comprensión de Tavistock de Londres.
foco de atención de lo
ntemente inteligible sin el buscará un objeto al que investirá con esos atributos, es el ideal de objeto. En
de identificación, que es el la pareja tendría que coincidir un cierto tipo de ideal de objeto, y oficiar ca-
1eepto de ideal del yo, que da uno para el otro como sujeto y objeto y como soporte de realidad de sus
respectivas elecciones de objeto amoroso que, como hemos señalado, son re-
e no se somete a la prime- ediciones de la relación con un objeto preexistente.
hasta que no reconoce la Lemaire (1986) dice que «la elección debe corresponder a estos dos cri-
terios a la vez: ser origen de satisfacciones de la mayor parte de los deseos
1 su intersubjetivización al conscientes y a la ver, contribuir a reforzar al yo y a su seguridad propia fren-
este paso fundamental, de te al conjunto pulsional que en todo adulto conserva la huella de los cam-
cribe el psicoanálisis a tra- bios, de la evolución histórica del sujeto».
:tración y elección de objeto, En su obra Tres ensayos de teoría sexual Freud (1905) plantea una modali-
ipo. dad de elección, la elección. por apuntalamiento, que se realiza desde del re-
como fantasía-, realizada conocimiento de la falta, de la incompletud, buscando lo que complementa.
a. El sujeto seguiría ligado En 1915, en la Introducción al narcisismo, introdujo otro tipo de elección, la
ado. La castración divide la narcisista, basada en la relación del sujeto consigo mismo, relación especular
> de la búsqueda de la pri- que hace referencia a una relación imaginaria, a la imagen de lo que se que-
isqueda de objetos sustitu- rría ser, al yo ideal.
1í se abre la posibilidad de Lemaire (1986) señala como tipos de elección: la referida a las imágenes
parentales (por similitud, por oposición, etc.); la referida a las pulsiones pre-
sujeto, o bien no formará genitales, y la elección de objeto en función de la organización defensiva del
lo todo contenido real que sujeto.
1ipotencia, de falo. El com- Para 0tra lectura de la elección de pareja desde factores psicosociales
de acceso a la subjetiviza- puede remitirse, como introducción, a Bueno Belloch (1982).
, requisito previo para que
1 sexual), y, a partir de ahí,
no ya únicos. Elección de IJ. El ciclo vital de la pareja y de la familia
ad de establecer esta elec-
de posibilidad psíquica de Se trata de presentar de modo esquemático el ciclo vital de una pareja-fami-
, es, por tanto, en modo al- lia, con énfasis en los procesos individuales -intrapsíquicos-, e interperso-
dinal del sujeto. nales -intersubjetivos-, con sus momentos de escisiones idealizadoras y de
stedípica marca específicas inevitables duelos.
1 y posibilidad futura de la Vamos a presentar una sucesión de etapas que se repiten en la mayoría
mes de objeto a las relacio- de las parejas-familias convencionales (formadas por la pareja conyugal con
elación de objeto propicia- sus hijos), pero sin olvidar las características especiales de otras tipologías fa-
xo, como consecuencia del miliares que cada vez más se presentan en la realidad social.
tlización del deseo. De esa Willi (1978) aporta un concepto, asimilado por la mayoría de clínicos e
'. la determinación de obje- investigadores, que permite entender las dificultades de la pareja en los dis-
tintos momentos de su evolución. Es el concepto de colusión, tomado de la
21), Freud relacionó el ena- teoría psicoanalítica, del desarrollo pregenital de la libido. Entiende colusión
allí cómo se constituye el como el juego conjunto de una pareja en torno a un conflicto neurótico que
tarite del complejo de Edipo, tiene carácter de defensa para ella. Se trata de fijaciones en situaciones de
1, pero si no le es posible, conflicto inconsciente en la infancia y que son mutuamente resonantes. Se
Psicoterapia de pareja y de
572 Marina Bueno Belloch
otro si el inestable
produce colusión cuando ambos se enredan de forma inadecuada en un ri-
temores a la intim
tual estereotipado de lucha que absorbe gran cantidad de su energía psíqui-
xualidad, etcétera.
ca, y que les es muy difícil poder solucionar. Generalmente es un suceso ex-
Familia con hzj
terior (que suele corresponder a cambios en la estructura familiar, como el
reorganización del
nacimiento de un hijo, una boda, un cambio laboral, una muerte), que reacti-
poso-esposa aparee
va una temática que ya, latentemente, era un foco de conflicto y que descom-
además relación fa
pensa el sistema defensivo conjunto. Es ahí donde se enmarca la demanda
gen abriendo un m
de ayuda al psicoterapeuta de pareja o familia. ,
En este mome
En relación con las fases mencionadas vamos a señalar algunas de las ca-
mites más precisos
racterísticas más importantes, y de las colusiones comunes a ellas. En todas
dos también con rc
las fases hay que enfrentarse a períodos de cambios, crisis y transiciones. La
Es una fase pre
estabilidad (morfostasis) es la que da identidad y seguridad al grupo, y el
el primero a vece:
cambio (morfogénesis) introduce crisis, modificaciones, adquisiciones y creci-
cuidados y atencic
miento a cada uno y al grupo. Ambos polos son imprescindibles, y de su ade-
brecarga de la tar
cuado funcionamiento depende el equilibrio y la salud mental del grupo fa-
áreas de interés pa
milia-pareja, y de cada uno de sus integrantes.
entre ambos. La ta
Las etapas, siguiendo a varios autores, las presentamos así:
aunque es una eta
den llevar a la pare
l. Fase de constitución de la pareja. La «luna de miel».
· Familia con hzji
2. El nacimiento del primer hijo. La inclusión del tercero.
«crisis de los años
3. La familia con hijos pequeños en edad escolar. La salida de casa.
riores citadas ante:
4. Ruptura de la dependencia de los hijos. El nido vacío.
gar.
5. El reencuentro de la pareja conyugal y la vejez.
En esta etapa,
en su sistema de n
Las limitaciones de espacio nos permiten solamente señalar algún aspec-
saria adaptación a
to de las primeras fases.
tes de la pareja es
ya han crecido y e
Fase inicial, o fase de formación de la pareja. Es la más estudiada. Lo que
reses personales y
caracteriza a esta estapa es el enamoramiento y los fenómenos que lo rodean.
dad común como J
Produce importantes beneficios secundarios debido al aseguramiento narci-
En las familifü
sista que implica el reconocimiento del otro, su aceptación de la definición
dedicado hasta ah
de sí mismo próxima a sus ideales, y por las satisfacciones libidinales que se
za de los hijos y d1
obtienen, que refuerzan la autoestima y la del compañero. En muchos casos
mento la norma d
se trata de mantener la mutua idealización de la pareja real, de mantener una
En los hijos toma
relación de carácter profundamente regresiva, en una dimensión imaginaria,
los adolescentes c
donde no exista la diferenciación, el tercero, la exclusión (Lemaire, 1986).
propios padres, ya
Anzieu le llama «ilusión grupal». El juego colusivo conjunto se organiza en este
Se reduce el v
momento por el entrecruzamiento de movimientos defensivos inconscientes
tancia. También la
de cada uno para mantener fuera de la conciencia cualquier percepción des-
cusión en la famili:
agradable. Cuantos más aspectos del yo individual deban quedar fuera para
Problemas var
mantener la idealización, mayor será el peligro intrapersonal (por el retorno
enferman a algún
de lo reprimido), como interpersonal, por la dificultad para ser soportes del
Psicoterapia de pareja y de familia 573
Marina Bueno Belloch
alianzas y exclusiones, mantenimiento de los hijos como pequeños o débiles, sultantes de la com
desarrollo de sintomatología psicosomática, etc.). do de angustia, ider
La crisis de los años intermedios puede ser decisiva para la madurez. Wi- W alrond-Skynn
lli recomienda en este momento tolerancia madura y sabiduría para volver a madurez de sus co
dar valor a la historia en común de muchos años. nablemente madur:
La fase de «nzdo vacío», la ruptura de la dependencia de los hijos, el reen- ria de los tipos de v
cuentro de la pareja conyugal y la vejez: la pareja se reencuentra después de Respecto de la~
años dedicados a compartir su tiempo, intereses y dedicación con los hijos. propuesta por Acke
Si todo ha ido bien es un reencuentro positivo. La igualdad de valor suele
desplazarse hacia la esposa al plantearse la jubilación del marido y su estan- l. Grupo fam
cia en el hogar. Los cónyuges dependen cada vez más el uno del otro, lo cual 2. Grupo fam
puede ser positivo, pero también puede ser fuente de conflictos. 3. Grupo fam
La aparición de enfermedades, la vejez, el miedo a la muerte, todos estos 4. Grupo fam
temas están presentes en estos momentos. La relación familiar ahora se hace 5. Grupo fam
en base a pautas que acuerden con sus hijos ya adultos. 6. Grupo fam
Toda esta descripción de fases evolutivas de una familia es aplicable sólo 7. Grupo fam
a la familia estable tradicional. En el momento actual la realidad no se adap-
ta a esta unidad ideal compuesta por la familia nuclear-conyugal más sus
hijos. Hay un aumento claro de familia nuclear (sólo la madre con sus hijos)
y muchas familias mixtas en que convive una pareja con hijos de anteriores
II. PSICOTERAPIA J
uniones más los propios de esa relación. En todos los casos es importante, en
cualquier modo, el movimiento esta,bilidad-cambio propio de toda relación
humana y de todo sistema abierto, vivo.
n.1. Característica
familias. Psic
l.4. Tipología de los vínculos conyugales y familiares y contratransJ
Por su posible utilidad metodológica vamos a citar algunas de las tipologías La característica m:
presentadas en nuestro marco. Puget y Berenstein (1988) proponen cuatro es la posibilidad p2
parámetros que permiten definir y diferenciar el vínculo de pareja de otros representa el víncu
vínculos diádicos (amigos, amantes, etc.): a. la cotidianeidad; b. proyecto vital te analizar vínculos
compartido; c. relaciones sexuales, y d tendencia monogámica (tomada como informaciones, intr
definitoria de la marca simbólica de preferencia de pasaje del objeto único al ideacionales, fantas
objeto unificado amoroso). de los implicados f:t
Hablan de varias modalidades de relación, desde el eje discriminación- Estas terapias r
indiscriminación de los yoes. Plantean como «estructura cero» el mayor ra de la relación, y
grado de fusión, pasando por «estructura 1 dual», donde predomina la indis- la compone. Un al
criminación, a «estructura 2 de terceridad limitada» y «estructura 3 de trian- analítica que pued
gularidad amplia», donde predomina la discriminación y autonomía. son los siguientes:
Sager (1980) plantea siete combinaciones de cónyuges a partir de las que
explica las modalidades de relación: combinaciones de cónyuge igualitario, La posición de
romántico, parental, infantil, racional, camarada y paralelo. Y los subtipos re- producción ideativ
Marina Bueno Belloch Psicoterapia de pareja y de familia 575
algunas de las tipologías La característica más determinante de estas terapias, frente a las individuales,
(1988) proponen cuatro es la posibilidad para el terapeuta de observar la organización defensiva que
riculo de pareja de otros representa el vínculo para cada componente del grupo pareja-familia. Permi-
meidad; b. proyecto vital te analizar vínculos y relaciones gracias al trabajo conjunto en el que integra
mogámica (tomada como informaciones, intra-inter y transubjetivas, producciones oníricas, procesos
>asaje del objeto único al ideacionales, fantasías, psicopatológicas o no, y las reacciones y asociaciones
de los implicados frente a ese material y frente al propio terapeuta.
:le el eje discriminación- Estas terapias pueden cumplir una doble función: una relativa a la mejo-
ructura cero» el mayor ra de la relación, y la otra referente a la mejora de áreas de cada sujeto que
mde predomina la indis- la compone. Un abordaje diferente de otros elementos de la terapia psico-
y «estructura 3 de trian- analítica que pueden mencionarse, siguiendo a Puget y Berenstein (1988),
in y autonomía. son los siguientes:
yuges a partir de las que
, de cónyuge igualitario, La posición de sentados, que determina a nivel inconsciente un tipo de
.ralelo. Y los subtipos re- producción ideativa más equiparable a la situación de vigilia. El peso de la
Psicoterapia de pareja y ~
576 Marina Bueno Belloch
realidad puede conllevar una facilitación para la acción motriz y una difi-
II.1.2. Encuadre
cultad para simbolizar. Permite también una menor regresión.
El lenguaje es más de acción, ya que es menor la inhibición motora
Cada encuadre cot
que en la terapia individual, aunque depende del encuadre, y es también
aquello imposible e
más fácilmente expresable la violencia.
1988).
La asociación libre es una propuesta que se formula en relación con la
El encuadre, e
posibilidad de pensar libremente. Un yo opera como límite del otro yo en
constantes una seri1
su posibilidad de pensar y hablar libremente, El aceptar compartir entre
regulan la relación
dos o más personas un discurso, representa tanto una facilitación como
de paciente y analis
una restricción vivida como herida narcisista. En la sesión, además de ha-
po y lugar, los hono
blar acerca de su conflicto, la pareja, la familia, lo reproduce en presencia
del terapeuta.
En este encuadre se produce una lucha permanente por el deseo de
II.1.3. Transferenc
convertir al otro en objeto intrasubjetivo; el tratamiento consistirá en pasar
y familia
desde un mundo invadido por vínculos hasta el penoso reconocimiento de
espacios intrasubjetivos diferenciados, pertenecientes a cada uno de los su-
En este apartado vi
jetos de la relación. ·
relativos al proceso
dización en el tema
de· 1os autores sigu
II.1.1. Psicodiagnóstico
(1988), y para la fan
menyi-Nagy y Fram,
Previa a la definición del encuadre terapeut1co hay una fase preliminar,
El Vocabulario,
fundamental, que es la fase diagnóstica, llevada a cabo, generalmente, me-
ferencia entre tran
diante entrevistas, aunque es muy rica la información obtenida mediante
transfamiliar se pro
tests, preferentemente proyectivos diádicos o relacionales (ver Stierlin et
des, expectativas, e
al., 1981; Bueno Belloch, 1984, 1985; Strupp, 1992).
dividuo con los mi
El objetivo de esta fase es poder analizar cuál es el conflicto, la deman-
son transferidas de
da y la pertinencia de un determinado tipo de psicoterapia. Hay diversos
sistema familiar. L
modos de abordar esta primera fase (Williams, 1974; Knox,1971; MacKin-
tipo.
non y Michels, 1971; Spoerl, 1975, etc.). Algunos autores no diferencian la
Los procesos d1
fase diagnóstica de la terapéutica, mientras que la mayoría se opone a este
nómenos de transft
criterio, por considerar imprescindible una exhaustiva indagación que ga-
propio sistema fami
rantice la conveniencia y posibilidad de éxito de un determinado método
porque implica poi
psicoterapéutico. La información a obtener de la pareja se refiere tanto a
analizan dos ejes d
aspectos personales (de historia clínica, de evolución, estructura, tipo de
hijos (situación en 1
transferencia, etc.), como a aspectos conjuntos (historia del vínculo) y de la
tos que conlleva) y
relación (demandas, expectativas, dinámica actual, etc.).
cuentes déficits de
Un modelo de entrevista conjunta de diagnóstico que puede ser con-
A diferencia dt
sultado es el propuesto por Williams (197 4).
miento de relacione
liar, especialmente.
na al terapeuta el h
Psicoterapia de pareja y de familia 577
Marina Bueno Belloch
las actitudes, percepciones y «puntos ciegos» del terapeuta que obstaculizan sus in- l. Sacar a la 1
tentos para mantener una actitud imparcial, neutral y uniformemente ·empática para capaces de adoptar <
toda la familia. Los problemas de contratransferencia a menudo están ligados a expe- 2. Que cada pe
riencias y conflictos no resueltos de su propia familia de origen. Por consiguiente la y de su conflictiva ¡::
elaboración de los conflictos surgida de la experiencia propia de la vida familiar da, desde ahí, reintr<
anterior adquiere el mismo estatus que el que tiene el análisis de entrenamiento para 3. Que puedar
los psicoanalistas neófitos [p. 426]. tal como es, no com,
4. Que puedat
Sin embargo habría que ampliar esta definición señalando que la contra- sí mismo, al otro y
transferencia hace referencia a todas las respuestas del analista frente a, o en para ambos o para u
relación con, su paciente (pareja o familia), tanto en su aspecto positivo, faci- 5. Que puedar
litador de la comprensión de la problemática del paciente, como inhibidor de cológico de sus míe
tal empatía. cada uno desarrolle
Es, como en el caso anterior, aplicable tanto a la familia como a la pat eja. 6. Que se pu
En el análisis de pareja los puntos ciegos se relacionan más directamente con nante».
Marina Bueno Belloch
Psicoterapia de pareja y de familia 579
reja como investido de un la representación del objeto pareja internalizado del analista, construido a
~rna e infantil de cada uno lo largo de su vida y actualizado por su propia relación vincular de pareja
pareja en base a los acuer- actual, con sus aspectos progresivos y regresivos. Puget y Berenstein (1988,
:Puget y Berenstein, 1988). p. 85) analizan tres configuraciones contratransferenciales que consideran
e tres personas reales en el prototípicas en la psicoterapia de pareja: el terapeuta como juez, el tera-
:ión del interjuego triangu- peuta como cómplice -hay un tercero excluido- y el terapeuta como
os acuerdos inconscientes «amante» -a causa de una transferencia erótica con el terapeuta.
les infantiles y el nivel pre- Cuando el trabajo es en coterapia cada uno de los coterapeutas puede
facilitar al otro el control de la contratransferencia, mostrando los puntos
sferencial como estructura ciegos de sus intervenciones. Operaría así, además, como supervisor en
1tificación proyectiva de la cierto sentido.
n crearle dificultades con-
Todos los autores reco-
reja. La transferencia pasa
c:omo objeto único por ca- II.1.4. Objetivos en psicoterapia de pareja y familiar
bjeto unificado, lo que su-
·econocerse a un otro real Diferentes autores desde diversos enfoques se han ocupado del tema, des-
tto vincular más complejo, de Kalina (1970) en relación con la psicoterapia breve, hasta los que espe-
1proceso psicoterapéutico cíficamente se han ocupado de la psicoterapia de pareja o de familia,
: ocupar un lugar externo como Willi, Teruel, Lemaire, Avía, Sager, Ferber y Ranz, Dicks, Thomas,
1ar autónoma y satisfacto- Boszormenyi-Nagy, Framo, etc. Todos coinciden en la necesidad de fijar
unos objetivos claros. Esto va a condicionar los resultados de la terapia, ya
que crea un compromiso importante, cognitivo y afectivo en cada miem-
bro de la pareja o familia y en el propio terapeuta, que interviene de forma
determinante en el proceso.
Una síntesis de sus puntos comunes puede ser la siguiente:
uta que obstaculizan sus in- l. Sacar a la pareja de su formación de «colusión» para que sean
1iformemente empática para capaces de adoptar decisiones y clarificar su relación.
1enudo están ligados a expe- 2. Que cada persona alcance un conocimiento profundo de sí mismo
: origen. Por consiguiente la y de su conflictiva personal y de cómo eso actúa en su relación. Que pue-
1 propia de la vida familiar da, desde ahí, reintroyectar lo proyectado en el otro.
álisis de entrenamiento para 3. Que puedan lograr una mayor comprensión y aceptación del otro
tal como es, no como quisieran que fuese.
4. Que puedan tener expectativas próximas a la realidad respecto a
señalando que la contra- sí mismo, al otro y a la relación. Que no sean imposibles o destructivas
del analista frente a, o en para ambos o para uno de ellos.
1 su aspecto positivo, /aci-
5. Que puedan establecer una relación que no agote el universo psi-
ciente, como inhibzdor de cológico de sus miembros, ni exclusivista, ni absorbente, que permita que
cada uno desarrolle sus áreas personales.
L familia como a la pareja.
6. Que se pueda detectar e interpretar el «objeto interno domi-
1an más directamente con nante».
580 Marina Bueno Betloch Psicoterapia de pareja y de fa
Los problemas en t~
II.2. Modos de abordaje psicoterapéutico de los conflictos conyugales. guen existiendo. Gre
Clasificación de enfoques de psicoterapia psicoanalítica de pareja tura de poder de un
La psicoterapia
Desde los años treinta se reconoció oficialmente como psicoterapia los méto- reja disfuncional es
dos empleados para el tratamiento de los conflictos y disfunciones en las re- riódicamente revisan
laciones de pareja. Desde entonces diversos autores han venido informando distorsiones, las defd
del elevado número de pacientes que consultan por este tipo de problemas, reprime en la relaciór
bien en pareja, bien individualmente. · ferenciales provocad
Como ya hemos planteado en el primer punto de este capítulo se han Este enfoque pai
empleado varios procedimientos terapéuticos en el campo de la psicoterapia problemas muy impc
psicoanalítica, desde la utilización del método psicoanalítico ortodoxo freu- desenlaces. Se recom
diano, hasta un abanico de procedimientos basados o fundamentados en el duales y sus efectos e1
psicoanálisis. .
En la psicoterapia de pareja, en sus diferentes versiones, se «trata de
comprender los factores inconscientes determinantes de las múltiples vicisi- n.2.2. La psicoterap
tudes de ese vínculo» (Puget y Berenstein, 1988).
Tiene que abordar lo intrasubjetivo, lo intersubjetiva y lo transubjetivo, y Es el tipo de psicote
las representaciones inconscientes de cada uno de estos elementos. afirmaban, ya entone<
Vamos a plantear los tres procedimientos más utilizados desde el enfo- amb~s cónyuges, y un
que de psicoterapia psicoanalítica: En función del rn
denominaciones «trat
l. El psicoanálisis individual, y las submodalidades: consecutivo, con- ambos miembros de
currente y colaborativo. cuando es una pareja
2. La psicoterapia conjunta de pareja. modelos hay autores
3. La psicoterapia de grupo de parejas. vista por separado ce
forma esporádica o ~
como condición ineh
II.2.1. Psicoterapias consecutiva, concurrente y colaborativa podemos citar a Dick
Berenstein, Puget o 'J(
En el primer apartado de este capítulo ya se han descrito los momentos en La terapia simult
que se produjeron estas variaciones al método psicoanalítico y sus caracterís- marcando un importa
ticas. La hipótesis de f
los psicoterapeutas ps
La psicoterapia consecutiva de pareja se basa en la utilización del méto- nifiestan en la relació1
do psicoanalítico primero con uno de los cónyuges, y cuando éste termina, transferencia que tien
empieza el del segundo. El terapeuta es el mismo en los dos casos. Plantea la transferencia los co
muchos inconvenientes, derivados del manejo transferencia! y contratransfe- ción psicoanalítica, pe
rencial, y de la duración del proceso. Lemaire señala tn
En la psicoterapia concurrente el mismo terapeuta trata a ambos cónyu-
ges de forma individual, pero simultáneamente. Este método ayuda a ver las l. Las terapias é
interacciones neuróticas complementarias de ambos miembros de la pareja. relación.
Man·na Bueno Belloch Psicoterapia de pareja y de familia 581
s versiones, se «trata de
es de las múltiples vicisi- n.2.2. La psicoterapia conjunta
etivo y lo transubjetivo, y Es el tipo de psicoterapia más utilizada actualmente. Berman y Lief (1975)
,tos elementos. afirmaban, ya entonces, que el 80% de los tratamientos de pareja incluían a
utilizados desde el enfo- ambos cónyuges, y uno o más terapeutas. ·
En función del número de terapeutas, algunos autores han propuesto las
denominaciones «tratamiento en trío», cuando un solo terapeuta se ocupa de
idades: consecutivo, con- ambos miembros de la pareja conjuntamente, y «tratamiento en cuarteto»
cuando es una pareja de coterapeutas quien realiza esta función. En ambos
modelos hay autores que contemplan la posibilidad de realizar alguna entre-
vista por separado con cada uno de los miembros de la pareja, bien sea de
forma esporádica o sistemática, y quienes parten de la presencia conjunta
como condición ineludible para efectuar el tratamiento. Entre los primeros
:o labora ti va podemos citar a Dicks, Teruel, Sager, Hollender, etc., y entre los segundos a
Berenstein, Puget o Willi.
!escrito los momentos en La terapia simultánea de parejas fue descrita por A. Thomas en 1956,
,analítico y sus caracterís- marcando un importante cambio en el abordaje psicoanalítico habitual.
La hipótesis de partida elaborada por Wrage (1968), y compartida por
los psicoterapeutas psicoanalíticos de pareja, es que los conflictos que se ma-
n la utilización del méto- nifiestan en la relación psicoterapéutica, son el equivalente de las neurosis de
s, y cuando éste termina, transferencia que tienen lugar en el encuadre psicoanalítico. Se actualizan en
en los dos casos. Plantea la transferencia los conflictos que van a ser tratados a través de la interpreta-
;ferencial y contratransfe- ción psicoanalítica, pero siempre desde el vínculo.
Lemaire señala tres modalidades de psicoterapia conjunta:
uta trata a ambos cónyu-
e método ayuda a ver las l. Las terapias de pareja que buscan mejorar la comunicación y la inter-
s miembros de la pareja. relación.
582 Marina Bueno Belloch Psicoterapia de pareja y de
·ación de uno o cada uno de a. observación directa de los participantes, lo que permite:
b. evaluar más objetivamente sus comportamientos,
nalíticas de pareja, caracte- c. observar los aspectos más sanos de la pareja, y
de cada uno, y, simultánea- d. permite establecer los límites conyugales de forma constructiva.
profundos, en particular de
a cada compañero desarro-
micación con la pareja (pp. II.2.3. Psicoterapia de grupo de parejas
·ejas Y uno o más terapeutas Lemaire (1977) resume todo su trabajo sobre psicoterapias conyugales ha-
Inglaterra y el segundo en ciéndose dos preguntas fundamentales acerca de la pertinencia de una deter-
minada indicación de la terapia: ¿tolerará la pareja un cuestionamiento de
ori respecto de este tipo de sus pulsiones básicas y una aceleración del proceso en curso, incluso en pre-
11 Y contratransferencial, con sencia del terapeuta?, y ¿tolerará el terapeuta estar estrechamente implicado
·esencia del cónyuge porque en la realización de la labor analítica, cuyas bases inconscientes le remiten a
antasías, por el temor al uso su propio Edipo, y los riesgos que entraña su actitud frente a la escena pri-
a agresividad, etcétera. maria? (p. 213). Hace referencia, pues, tanto a las variables del paciente
1a un equilibrio más sano a -pareja- , como del terapeuta.
ores en la comunicación en Para llegar a considerar la analizabilidad de la pareja es preciso haber he-
>rocas, el análisis de las dis- cho un estudio psicodiagnóstico de la misma. Puget y Berenstein (1988) su-
brayan como aspectos a analizar, de los que se derivará la indicación o no de
de 200 parejas, afirma que terapia de pareja:
~les. Otros muchos autores
l. Poder delimitar y analizar zonas compartibles y no compartibles. Se-
mular como si se tratase de rá indicada la TP cuando de ese espacio no compartible proviene una disfun-
¡ue tiene una pareja en un ción que afecta al funcionamiento vincular (por ejemplo, la necesidad de ex-
1de todas o de una especí- cluir al otro, de modo confusional o paranoide).
pal, según la técnica prefe- 2. Analizar la transferencia, que cuando está muy fijada en un vínculo
dado con el compañero, impide transferirlo al terapeuta en la terapia, de mo-
, es la de Mangile y Prud- do que será el terapeuta el que ocupe el lugar de excluido.
1es, siguiendo a Bion y Ez- 3. Casos en los que es necesaria la presencia de los dos yoes en conflic-
tero, es necesario descubrir to para adquirir una visión especular y poder escucharse a través del pasaje
>, mostrar a cada pareja lo por un tercero.
na cómo reacciona ante su
De modo sintético vamos a resumir algunas de las indicaciones de terapia
conjunta propuestas por autores (Lemaire, Sager, Greene Haley, etc.): cuando
es la propia pareja quien demanda ayuda para sus conflictos, y el vínculo re-
sume los aspectos neuróticos individuales, mientras que el resto de la perso-
nalidad se mantiene ajena. Cuando uno o ambos son capaces de explorar in-
darse para poder llevar a tensamente y modificar las fuerzas intrapsíquicas, interpersonales y del
medio. Cuando se producen dificultades en la terapia individual (impasse, te-
586 Marina Bueno Belloch Psicoterapia de pareja y ,
mor a la evolución personal por su efecto en la relación, etc.). Cuando hay Hoy todos 1m
tendencia al acting-out. En dificultades para una eficaz comunicación. Cuan- familia como un t,
do un trastorno psiquiátrico en uno de ellos requiere la presencia del cónyu- los fenómenos qu
ge para su equilibrio psíquico, etcétera. miento de la fan
presentes en el m
Contraindicaciones o límites terapeutas mascul
al número de per
Al modificar profundamente los procesos inc,onscientes sobre los que des- con sus padres; m
cansa el equilibrio de los integrantes de la pareja, surge el peligro de que los emocionalmente i
vínculos, más o menos neuróticos, se rompan. Al ser los que aseguraban en pos familiares) y ta
alguna medida la gratificación libidinal de ambos, puede que la pareja se se- Vamos a toma
pare. psicoanalítica, Ber
misma. Así, señala
fantasmática, la tn
Cuando se teme que la nueva comprensión que adquiere cada persona
da la fantasía inco
en la terapia pueda ser utilizada patológicamente.
no que, merced a
La aceleración en el levantamiento brusco de la represión por la terapia,
tiene, como sus ce
puede transformarse en el establecimiento de vínculos desde características
liar»; si tiene elem
no atinentes a un buen funcionamiento vincular.
estructurados, sine
Los cónyuges pueden presentar un frente unido que frustre los esfuerzos
determinación pre
del terapeuta por efectuar un cambio.
de azaroso». «Psic
En todos aquellos casos en que es importante un trabajo intrapsíquico
elecciones objetalé
que no puede ser abordado en una terapia conjunta.
normas inconscien
por cada yo, acord
con la diferencia J
Il.3. Psicoterapia familiar de orientación psicoanalítica rentesco» (pp. 64-6
El concepto «1
Gutiérrez et al. (1989) han revisado las 15 clasificaciones metodológicas in- guiendo a Ferreira
ternacionalmente más utilizadas en este tema, desde Buckley (1968) hasta comparte todo el
Nichols (1984). En todas ellas la TF psicoanalítica ocupa un lugar bien dife- problemas, conflic
renciado respecto a los otros métodos, aunque incluyen en el mismo grupo «el culpable», «el i
autores de diversa orientación y técnica. Esto mismo se observa en otras re- miliares que cump
visiones como Gurman, Knister y Pinsof (1986), o Hazelrigg, Cooper y za homeostática en
Bordmin (1987). Incluso en otros modelos, como el d¿ TF sistémica, se habla milia. Funcionan c
de la orientación psicodinámica como de uno de los abordajes sistémicos defensa de los indi
utilizados. El proceso ten
Puede considerarse a Ackerman como el innovador de la terapia psico- la comprensión de
analítica de gran influencia en la actual TF psicoanalítica. Explicó «una rela- El papel del t<
ción representa más que la suma de personalidades. Un nuevo nivel de or- esclarecer las disfu
den crea cualidades nuevas». Abogó por una terapia del grupo familiar como ten en la familia, i
un todo para hacer una interpretación psicoanalítica de la dinámica incons- con cada miembro
ciente en su contexto. meterse con el gruJ
Marina Bueno Belloch Psicoterapia de pareja y de familia 587
lación, etc.). Cuando hay Hoy todos los terapeutas familiares coinciden en la consideración de la
caz comunicación. Cuan- familia como un todo, como una unidad, desde la que se analizan y explican
·e la presencia del cónyu- los fenómenos que en ella se producen. Como dice Satir (1965), «el trata-
miento de la familia como unidad significa tener a todos los miembros
presentes en el mismo sitio y a la misma hora, con un terapeuta, o con co-
terapeutas masculino y femenino». No obstante, hay diferencias en cuanto
al número de personas implicadas en la TF (sólo el «paciente identificado»
con sus padres; una díada básica; todo el grupo familiar; todas las personas
entes sobre los que des-
emocionalmente importantes para la familia -terapia de red-; varios gru-
irge el peligro de que los
pos familiares) y también en cuanto al número de terapeutas.
~r los que aseguraban en
Vamos a tomar de uno de los autores que más trabaja actualmente la TF
1uede que la pareja se se-
psicoanalítica, Berenstein (1990), la valoración y descripción que hace de la
misma. Así, señala que «psicoanalizar una familia es interpretar una red inter-
fantasmática, la trama de fantasías que envuelve a los yoes, donde tiene cabi-
e adquiere cada persona
da la fantasía inconsciente de cada uno, no que se suma a la de los otros, si-
no que, merced a ella, tiene su lugar en el conjunto fantasmático. Si éste
1 represión por la terapia,
tiene, como sus componentes, elementos históricos, conforma un «mito fami-
1los desde características
liar»; si tiene elementos actuales constituye una creencia. Ambos son no sólo
estructurados, sino estructurantes, y, en este sentido, se constituye como una
· que frustre los esfuerzos
determinación prefigurada, sin perder de vista lo que tiene de probabilístico,
de azaroso». «Psicoanali,zar una familia es tomar contacto con el sistema de
un trabajo intrapsíquico
elecciones objetales, de nombres propios, así como de los acuerdos, pactos y
normas inconscientes de la pareja y de la familia. También con el límite dado
por cada yo, acorde con la diferencia sexual y sus consecuencias psíquicas, y
con la diferencia generacional y las consecuencias de su posición en el pa-
ítica rentesco» (pp. 64-65).
El concepto «mito familiar» es muy utilizado en TF, se puede definir, si-
dones metodológicas in- guiendo a Ferreira (1963) y a Stierlin (1988), como un cliché explicativo que
de Buckley (1968) hasta comparte todo el sistema familiar y que sirve para ocultar los verdaderos
>cupa un lugar bien dife- problemas, conflictos y tensiones familiares. Por ejemplo, «la familia feliz»,
luyen en el mismo grupo «el culpable», «el salvador», etc. Generalmente se acompañan de secretos fa-
lO se observa en otras re- miliares que cumplen la función de mantener el mito. Tienen una gran fuer-
o Hazelrigg, Cooper y za homeostática en el grupo ya que sirven para mantener el statu qua de la fa-
de~TF sistémica, se habla milia. Funcionan como protección y defensa grupal como los mecanismos de
los abordajes sistémicos defensa de los individuos.
El proceso terapéutico trata de crear un espacio, un contexto que facilite
'ador de la terapia psico- la comprensión de esos significados en el grupo.
tlítica. Explicó «una rela- El papel del terapeuta integra como objetivos fundamentales detectar y
s. Un nuevo nivel de or- esclarecer las disfunciones en la comprensión y activar los recursos que exis-
1 del grupo familiar como ten en la familia, ser imparcial, respetar los valores familiares, ser empático
:a de la dinámica incons- con cada miembro, ser activo en cuanto a asumir responsabilidad y compro-
meterse con el grupo y con la terapia. Su intervención se plasma a través fun-
588 Marina Bueno Belloch
Psicoterapia de pareja y 1
l. Cuando existen fuertes vínculos que conducen a la explotación fa- LECTURAS RECOMJ
miliar, especialmente en niños y adolescentes.
2. Cuando los fuertes vínculos invisibles de lealtad hacen que el trato Berenstein, I., Pszá
de un miembro familiar con un terapeuta, amigo o pareja, sea vivido como El lector encorn
una traición a la familia. miento psicoanalític<
3. Cuando existe el peligro de que una terapia individual separe una
relación, en especial la de padres-hijos. Bueno Belloch, M
4. Ante perturbaciones graves como la anorexia nerviosa o las altera- DDB, 1985.
ciones esquizofrénicas. Obra de referern
5. Cuando hay que contrarrestar una situación de aislamiento profun- e intervenir en las re
do o expulsión de la familia (por ejemplo, ancianos, enfermos).
Willi, J., La pareja h
Obra clásica en
tológicas.
Marina Bueno Belloch
Psicoterapia de pareja y de familia 589
. modalidades de relación
proca constructiva de los
Contraindicaciones
1tales en la interpretación
, la acción, y desde cada Ackermann (1966) no aconseja la TF cuando la presencia de una tendencia
e relacionan el contenido nociva irreversible hacia la disolución familiar hace imposible revertir el pro-
;nificado, y la causa y el ceso. También en el caso de que un miembro esté tan dañado psíquicamente
interpretará desde uno u que no pueda tolerar el trabajo en familia (psicopatías, borderlines, cuadros
:lel terapeuta en TF, según delirantes).
dvertido pero observable
lealtad hacen que el trato Berenstein, I., Psicoanalizar una familia, Buenos Aires, Paidós, 1990.
) pareja, sea vivido como El lector encontrará aquí una visión actualizada de la problemática del trata-
miento psicoanalítico de familias, con ejemplos clínicos.
pía individual separe una
Bueno Belloch, M., Relaciones de pareja: Modelos teóricos de relación, Bilbao,
~xia nerviosa o las altera- DDB, 1985.
Obra de referencia sobre los diferentes modelos teóricos que permiten entender
5n de aislamiento profun- e intervenir en las relaciones de pareja.
enfermos).
Willi, J., La pareja humana: Relación y conflicto, Madrid, Morata, 1978.
Obra clásica en la que se teoriza las modalidades de colusión y sus variantes pa-
tológicas.
QUINTA PARTE
I. INTRODUCCIÓN
Universidad de Valencia.
La psicoterapia psicoanai
594 Elena Ibáñez Guerra e Isabel Caro Gabalda
fue siempre el caballo de batalla de la psicología clínica, buscar teorías que permitió tener é
le dieran un estatus científico a su actividad. y científicos.
Pero ni el propio Freud logró crear un sistema coherente, sin necesidad ¿Qué tiene 1
de recurrir a la evolución histórica que sufrió el psicoanálisis con todas sus en la actualidad
escuelas y sus disidentes, ya que encontramos en sus propios textos nume- ciencia psicológ
rosas modificaciones e incluso contradicciones. Desde la teoría original del miento humano,
trauma, clave explicativa de todos los trastornos psíquicos, hasta la hipótesis ta, pero además
del desarrollo psicosexual con todas sus alteraciones, pasando por la elabo- términos psicoat
ración del concepto de energía psíquica o del aparato psíquico, Freud fue juego científico,
cambiando y modificando sus construcciones teóricas, hasta el punto de edificio científic
que se pueden distinguir en él tanto distintas etapas como diversas incom- ral», «lo anorma
patibilidades entre las mismas. A pesar de ello o posiblemente por ello, ciente» a «lo cor
hay que reconocer que el psicoanálisis sirvió en muchos casos de referente cológico como
teórico para la investigación empírica en psicología. Así, mientras que son objetar a esta a
muchos los autores que firmaron el certificado de defunción del conduc- temporáneas de
tismo (Genovard, 1980; Seoane, 1980; Y ela, 1980), su principal rival, muy estudio, más aú1
pocos se atrevieron a firmar la muerte del psicoanálisis, y no porque éste se podían analiz
no estuviese muerto -prácticamente siempre fue un no-nato para la cien- to psicológico d
cia psicológica- sino porque, al igual que le ocurrió a la literatura en los sujetos?
otros tiempos, el psicoanálisis sirvió y sigue valiendo como fuente de inspi- - En primer 1
ración para todos aquellos científicos que se dedicaban o dedican a las tenía sus raíces ,
ciencias sociales. freudiano-, al 1
Posiblemente éste sea uno de los grandes méritos de la teoría psicoana- separables entre
lítica, el haber integrado dentro de sus presupuestos la visión naturalista zaban no sólo c
con la social, o, si se prefiere, el no haber perdido de vista que, aunque su nes filogenéticm
finalidad era convertirse en una ciencia de la naturaleza, se trataba en realidad personal a su m<
de una ciencia del espíritu. Debemos pensar que teorías de mayor alcance fi- En segundo
losófico y de una gran trascendencia psicológica como, por ejemplo, la feno- dinámico-, en e
menología, no lograron ni el auge ni la crítica conseguida por el psicoanáli- motivaciones y
sis en la psicología: ¿por qué? Desde nuestro punto de vista, porque ni la buscar la libera,
fenomenología en sus aplicaciones clínicas (véase Jaspers, 1913), ni tan si- del mínimo esfu
quiera las terapias humanistas derivadas en buena medida de ella, buscaron En definitiv
convertirse en científicas, más bien lo contrario, mantuvieron siempre que senta, como ver
su epistemología así como su objeto de conocimiento -el sujeto humano- (1992), que todc
no podía ser explicado en términos científico-naturales y, de ese modo, se psicológico freu
automarginaron del campo de la ciencia psicológica, a pesar de que hoy en losóficos y cultt
dí~ se pretende encontrar una fundamentación fenomenológica al propio renda cultural <
Skmner (Fuentes, 1992). Se puede decir que, en gran parte, Freud y su psi- en nuestros díai
coanálisis, mantenían el mismo principio, pero su formación médica y no fi- freudiano no es
losófica, sus primeros trabajos neurofisiológicos sobre la afasia, le hicieron ir bezas en dónde
más allá, pretendió encontrar un referente empírico a sus especulaciones un analista que
más o menos filosóficas, y el resultado fue un híbrido que a la vez que le pertenece a la t
La psicoterapia psicoanalítica vista desde la psicología cognitiva 595
,áñez Guerra e Isabel Caro Gabalda
línica, buscar teorías que permitió tener éxito y prestigio social le marginó de los ámbitos académicos
y científicos.
coherente, sin necesidad ¿Qué tiene el psicoanálisis de sugestivo para que siga hablándose de él
;icoanálisis con todas sus en la actualidad? Como señala Seoane en 197 6, en contraposición a una
ms propios textos nume- ciencia psicológica que pretendía establecer leyes generales del comporta-
:sde la teoría original del miento humano, el psicoanálisis logró convertir al individuo en protagonis-
íquicos, hasta la hipótesis ta, pero además no al individuo «normal» sino al «desviado» a aquel que, en
es, pasando por la elabo- términos psicoanalít~cos, todos llevamos dentro. Freud invirtió las reglas del
trato psíquico, Freud fue juego científico, por decirlo en términos estructuralistas, «dio la vuelta» al
1ricas, hasta el punto de edificio científico existente en su época. Impuso «lo individual» a «lo gene-
,as como diversas incom- ral», «lo anormal» a <<lo normal», «lo irracional» a «lo racional», «lo incons-
) posiblemente por ello, ciente» a «lo consciente» y, sobre todo, promovió una imagen del sujeto psi-
uchos casos de referenté cológico como principal objeto de estudio de la psicología. Se podría
ía. Así, mientras que son objetar a esta afü:mación que también las demás teorías psicológicas con-
e defunción del conduc- temporáneas de la psicoanalítica tenían al sujeto humano como objeto de
), su principal rival, muy estudio, más aún a un sujeto humano empírico, divisible en elementos que
nálisis, y no porque éste se podían analizar tanto objetiva como cuantitativamente, ¿qué tenía el suje-
un no-nato para la cien- to psicológico del psicoanálisis que le hizo sobrevivir más que al resto de
currió a la literatura en los sujetos?
do como fuente de inspi- En primer lugar, que no era divisible, el sujeto humano psicoanalítico
dicaban o dedican a las tenía sus raíces en su historia -las experiencias tempranas o modelo genético
freudiano,-, al mismo tiempo que estaba constituido por tres estructuras in-
tos de la teoría psicoana- separables entre sí: el id el ego y el superego -modelo estructural- que lo enla-
:stos la visión naturalista zaban no sólo con el mundo social -superego- sino también con sus oríge-
, de vista que, aunque su nes filogenéticos -td o mundo instintivo-, buscando siempre la adaptación
'eza, se trataba en realidad personal a su medio ambiente -modelo adaptativo.
)tías de mayor alcance fi- En segundo lugar, que se trataba de un sujeto activo, dinámico -modelo
1mo, por ejemplo, la feno- dinámico-, en el sentido de que en su «interior» se producían una serie de
seguida por el psicoanáli- motivaciones y conflictos, en su mayor parte inconscientes, que le hacían
tto de vista, porque ni la buscar la liberación de sus tensiones -modelo económico- mediante la ley
Jaspers, 1913), ni tan si- del mínimo esfuerzo de su energía psíquica.
medida de ella, buscaron En definitiva el sujeto psicológico freudiano representaba y aún repre-
nantuvieron siempre que senta, como veremos más adelante, al yo romántico, en palabras de Gergen
1to - el sujeto humano- (1992), que todos llevamos todavía dentro. Dicho de otra manera, el sujeto
1rales y, de ese modo, se psicológico freudiano es un compendio de los conocimientos científicos, fi-
:a, a pesar de que hoy en losóficos y culturales de su tiempo y, en ese sentido, forma parte de la he-
enomenológica al propio rencia cultural continental del mundo occidental, tal y como lo conocemos
ran parte, Freud y su psi- en nuestros días, por ello sobrevive aún en nuestra época. Porque el sujeto
formación médica y no fi- freudiano no es un entramado de asociaciones, sino más bien un rompeca-
)re la afasia, le hicieron ir bezas en dónde todas las piezas tienen su lugar y lo único que hace falta es
:ico a sus especulaciones un analista que sepa dónde encajarlas. En definitiva, el sujeto psicoanalítico
)tido que a la vez que le pertenece a la tradición judeocristiana y se comporta como tal, con sus vir-
596 Elena Ibáñez Guerra e Isabel Caro Gabalda La psicoterapia psicoanalítio
tudes y sus defectos, con sus logros y sus contradicciones, y tiene en la «con- construccionismos y
fesión» (Pennebaker, 1991) el principio de la «curación» primeros por el «o:
cionamiento perso1
cía de un sujeto ac
bientales, sino que
II. PSICOLOGÍA COGNITIVA Y PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA Ibáñez, 1993).
Aun cuando existen numerosos libros que permiten al lector conocer las
GRÁFICO 1
aportaciones de la denominada «revolución cognitiva» a la psicología clínica
(Delclaux y Seoane, 1982; lngram, 1986; Williams et al, 1988), sin embargo,
existen menos que permitan conocer lo que se podría denominar las «actitu-
des básicas» de la psicología cognitiva. Es decir, aun cuando la psicología
cognitiva aparece a finales de los sesenta asociada a la aparición de las <<nue-
vas tecnologías», sobre todo a las aportaciones de la cibernética y con ella a
las del ordenador, pocas veces se ha dicho que lo que realmente pretendió
fue cambiar la concepción psicológica que del sujeto se tenía desde el con-
ductismo. En este sentido, la pretensión básica de los psicólogos cognitivos
de los primeros tiempos fue, por un lado, incorporar el concepto de mente a
la psicología, aun cuando con ello permitía la entrada de «inobservables»
dentro del conocimiento psicológico; por otro lado, también significó una
crítica al método científico-natural, sobre todo después de las críticas realiza-
das a éste tanto por Popper con . su criterio de que no existe confirmación
empírica posible de las hipótesis sino tan sólo falsación, como por Kuhn con
/
su concepto de «paradigma» que conllevaba la muerte social de las teorías
independientemente de su grado de verificación empírica. Junto a ello, el de- Sujeto
safío realizado previamente por Turing en Puede pensar una máquina (Turing, activo
1950; Newell, 1973), en el que se planteaba que si hablando con una compu-
tadora, sin verla, no podíamos distinguir entre si se trataba de una máquina
o un hombre, entonces es que tanto el pensamiento humano como cualquier
otra actividad podían ser «construida», posibilitó el que se admitiera como
criterio de comprobación empírica la «construcción material» de las teorías Desde ese pre<
(Seoane, 1985) freund y Schwartz,
Tenemos, por tanto, que la «revolución cognitiva» (gráfico 1) postuló un en realidad el sueí
nuevo concepto de mente, en el que los viejos principios asociacionistas fue- hecho, el psicoaná
ron complicándose para constituir redes o nódulos de información plenos de manteniendo la exi
significado, que posibilitaron, por un lado, las concepciones conexionistas batada a la psicol<
actuales, y por otro lado, una formalización de los procesos mentales superio- como algo distinto
res que se transformaron en lo que se denominó «procesamiento de informa- jeto psicológico, al
ción». En segundo lugar, la crítica metodológica -nunca totalmente realiza- para lograr su adap
da por los psicólogos cognitivos que, en su sentido fuerte, fueron unos un sujeto activo y e
experimentalistas acérrimos-, llevó a las posturas no-justificacionistas (Wei- ductismo eskineria1
mer, 1979), posturas que tuvieron una gran influencia en la aparición de los creado su propia rr
La psicoterapia psicoanalítica vista desde la psicología cognitiva 597
lbdñez Guerra e Isabel Caro Gabalda
interpretación de los sueños», y sus propios criterios de contrastación y justi- éste que le enlaza e
ficación empírica, de hecho la mejoría y curación del sujeto eran, para el psi- lisis del mundo err
coanalista, la principal justificación empírica de su teoría, aun cuando en los énfasis especial.
últimos tiempos y dentro del propio psicoanálisis se haya cuestionado la hi-
pótesis de la «cura», intentando ver al psicoanálisis más como un procedi-
miento que permite que el sujeto logre su propio conocimiento que un au- GRÁFICO 2
téntico método terapéutico.
Sin embargo, la «revolución cognitiva» pronto se transformó en «movi-
da» más que en auténtica revolución, en el sentido de que todo se convirtió
en cognitivo, hasta los propios conductistas renunciaron a su principio de
que lo inobservable debía de permanecer al margen del ámbito de la ciencia
psicológica, y por más que hasta el propio Skinner (1985) negase la posibili-
dad de una «ciencia cognitiva», la filosofía de la ciencia de finales de los
ochenta señalaba que «sin inferencias e inobservables no hay ciencia actual-
mente» (Power, 1988; 1991). De este modo, todas las terapias se convirtieron
en cognitivas, aun cuando estaban y están lejanas al paradigma del procesa-
miento de la información de los años sesenta (Ibáñez, 1982a; 1990). Es lógico
que también todas ellas fijasen, entonces, su atención en la perspectiva de lo
inobservable e inobservado por antonomasia -el psicoanálisis- y que vol- /
viesen a encontrar en sus principios algunos de los presupuestos que les ha- SUJETC
cían falta para convertirse en cognitivas. Se empezó con el análisis de los
«elementos comunes» a las psicoterapias para terminar hablando, como se
verá posteriormente, de los «proceso·s terapéuticos» dentro de los cuales la
«alianza terapéutica» se convirtió en tópico común. Actividad p
multifreni
Pero mientras ocurría esto, la psicología cognitiva ya había modificado
sus actitudes y sus presupuestos. Las crítica·s que había recibido principal-
mente del mundo social y emocional, le habían llevado a cuestionarse no
sólo su idea de <<mente» sino también su concepto de «sujeto» y su crítica De hecho, la re.
metodológica (véase gráfico 2), y esto la acercaba más al pensamiento psico- sujeto psicológico é
analítico aunque, como veremos posteriormente, también la alejaba del mis- una continua crisis
mo. La psicología social, que en su momento se había transformado también cionalidad están so1
al cognitivismo (Garzón, 1984), rechazaba el individualismo imperante en la ya no existe un yo 1
cognición social al señalar que el individuo no está aislado sino que vive en pendiendo no sólo ,
un contexto soci3.l, llegando a afirmar que hasta el propio concepto de indi- sino también de los
viduo era una construcción social (Gergen, 1985); por otra parte, el mundo ello mediatizado ta
de las emociones también reivindicaba su parcela dentro de una psicología medios de comunic
del procesamiento de la información que las había transformado en puro ra- vivimos en la époc2
zonamiento, o si se prefiere en meras «cogniciones calientes», robándoles el bién al id, lo que in
estatus que hasta entonces habían tenido en la esfera psicológica. Ambas crí- de relaciones social
ticas sirvieron para que muchos psicólogos volvieran sus ojos hacia el psico- convivencia y la vis
análisis ya que éste, aunque individualista en sus principios, había sido pione- do al ego pero ha n
ro tanto en el e~tudio de los orígenes del propio sujeto psicológico, punto to, más a las teoría
Ibáñez Guma e Isabel Caro Gabalda La psicoterapia psicoanalítica vista desde la psicología cognitiva 599
os de contrastación y justi- éste que le enlaza con el construccionismo social de Gergen, como en el aná-
del sujeto eran, para el psi- lisis del mundo emocional del sujeto, tema sobre el que había puesto un
1 teoría, aun cuando en los énfasis especial.
se haya cuestionado la hi-
isis más como un procedí-
> conocimiento que un au- GRÁFICO 2
o se transformó en «movi-
lo de que todo se convirtió METAS ACTUALES
mciaron a su principio de Regenaración cognitiva (años noventa)
/ ~
, al paradigma del procesa-
ñez, 1982a; 1990). Es lógico
:ión en la perspectiva de lo
1 psicoanálisis- y que vol-
j
os presupuestos que les ha- SUJETO MÉTODO MENTE
pezó con el análisis de los
:rminar hablando, como se
os» dentro de los cuales la
Actividad pura Fragmentario Comunicación
1.
multifrenia práctico social
¡nitiva ya había modificado
te había recibido principal-
¡ llevado a cuestionarse no
pto de «sujeto» y su crítica De hecho, la regeneración cognitiva de los años noventa ha convertido al
1 más al pensamiento psico- sujeto psicológico en un individuo multifrénico (Gergen, 1991) que está en
también la alejaba del mis- una continua crisis de identidad, su valoración personal, su eficacia y su ra-
nabía transformado también cionalidad están sometidas constantemente a los procesos de relación social,
ividualismo imperante en la ya no existe un yo único al cual conocer sino que existen múltiples yoes de-
stá aislado sino que vive en pendiendo no sólo de los distintos papeles sociales que se deben representar,
el propio concepto de indi- sino también de los procesos de comparación social que uno realiza, y todo
;); por otra parte, el mundo ello mediatizado tanto por el conocimiento técnico como por los distintos
la dentro de una psicología medios de comunicación social. Para decirlo en terminología psicodinámica,
,ía transformado en puro ra- vivimos en la época en que el superego ha devorado no sólo al ego sino tam-
1es calientes», robándoles el bién al id, lo que implica que el sujeto es «actividad pura» en un entramado
sfera psicológica. Ambas crí- de relaciones sociales permanentes que son las que imponen las normas de
eran sus ojos hacia el psico- convivencia y la visión del mundo. En este sentido, el psicoanálisis ha perdi-
principios, había sido pione- do al ego pero ha recuperado la dinámica del superego, acercándose, por tan-
io sujeto psicológico, punto to, más a las teorías psicoanalíticas sociales de autores como Stack- Sulli-
600 Elena Ibáñez Guerra e Isabel Caro Gabalda La psicoterapia psicoanalítica vista
van, Horney o Fromm que a las del propio Freud. Al mismo tiempo, esta vi-
sión más social y menos individual, ha permitido que autores como Adler III. PRINCIPIOS BÁSICO
vuelvan a recobrar relevancia en nuestros días, no tanto por su defensa del
«carácter» del individuo, sino más bien por haber dado a su teoría un carác- Hacer una breve expos1
ter sociopolítico al situar en la competitividad social el origen de todas nues- la terapia psicoanalítica
tras desdichas. nido de este capítulo. P<
Por otro lado, la psicología cognitiva actual se ha vuelto pragmática, sarias para proceder a n
no en vano su origen es norteamericano, por lo que ha convertido la efica- co. Nos referimos a cuál
cia en su principal criterio de comprobación empírica. De este modo se pacientes y al psicoanáli!
acerca a los terapeutas psicodinámicos que consideran que la «mejoría» o
la «cura» es el mejor método para validar su teoría. Claro que este criterio l. contenido: una de
parece haber invadido actualmente a la ciencia psicológica, y los psicólo- en la que es fácil recon1
gos, desengañados en buena medida de sus conocimientos científicos, han dice Wachtel (1977), qm
visto en la eficacia práctica su razón de ser, olv:idándose, como los psicoa- sentido, el contenido de
nalistas de antaño, de preguntarse por las causas de su eficacia. Al «todo marias ausentes. Gracias
vale» gritado por Feyerabend como una crítica al método científico-natu- final era posible hablar d
ral, se ha unido el «todo vale, si resulta ser eficaz». Así, desde el punto de El problema de un p
vista metodológico, la «eficacia terapéutica» sustituye a cualquier plantea- co, su malestar proviene
miento teórico, como lo demuestran las discusiones bizantinas, mantenidas inconscientes, provenie
en los últimos diez años, acerca de qué psicoterapia es más rápida y más infantiles y tempranas (F
eficaz. Con el fin del sujeto se ha conseguido el final del método que, en 2. marco: otra caract
definitiva, era quien decidía si una teor:ía debía considerarse o no científi- cibir secretos, para conve
ca. Desde este punto de vista, la terapia psicoanalítica ya ha conseguido su dad; es decir, que el ser
meta, tener la misma relevancia teórica que las psicoterapias restantes, no determinadas característl
porque se hayan comprobado empíricamente sus supuestos básicos, sino co, frío y victoriano, la
porque el criterio de verificación empírica ha dejado de ser la garantía de oculto, y la recreación d1
lo que es científico. pasadas a la imagen que
Sin embargo, hay algo en el psicoanálisis que no entra dentro de las ac- 1991).
titudes de la «regeneración cognitiva», el concepto de «mente» psicodiná- 3. tipo de pacientes: 1
mico escapa del marco social y tiene su razón de ser dentro de un indivi- análisis eran pacientes ce
duo (véase gráfico 2), por el contrario la «mente» actual es una mente mente que Freud utiliza
socializada, pero no en el sentido primigenio de este término, sino más las dejaba de lado, en su
bien en que es una mente social, pues uno toma conciencia de su ser y de (Wachtel, 1977).
su racionalidad dentro de los procesos de comunicación social. Evidente- Este tipo de paciente
mente, esto está más próximo a las teorías actuales sobre «las relaciones de sociedad y del grupo
objetales» que a los principios del desarrollo infantil desarrollados por el
roles contrapuestos para
propio Freud.
dad victoriana era el var<
Una vez visto cómo la psicología cognitiva ha ido permitiendo, principal-
por el éxito, resistiendo,
mente a partir de sus actitudes, que los principios psicoanalíticos se reincor-
alcanzar sus metas. Un hi
porasen al corpus de conocimientos psicológicos, pasemos a analizar con más
demasiado y mostrar un:
detenimiento y desde un punto de vista más técnico, la visión que ésta tiene
más. El éxito implicaba
de la psicoterapia psicoanalítica.
aquello que pudiera crea
Ibáñez Guerra e Isabel Caro Gabalda
La psicoterapia psicoanalítica vista desde la psicología cognitiva 601
En esta sociedad, que valoraba ante todo la integridad y el logro perso- Por eso, como
nal, a la mujer, aun reconociéndole muchas cualidades, se la consideraba lítica? La respuest:
como un ser humano más frágil, tanto física como moralmente (Frank y forma hermenéuti,
Frank, 1991). cientes, y no un
4. el cambio psicoanalítico como comunicación científica: se ha escrito tanto (Ricoeur, Shafer y
sobre la validez científica o no del psicoanálisis, y se le ha criticado tanto por zada se la ha consi
ese motivo (Eysenck, 1966; Rachman, 1971), que parece que psicoanálisis y patología. O, finalr
ciencia son dos términos absolutamente irreconciliables. Sin embargo, Freud derado como una ,
como hombre de su época, consideraba qu·e la ciencia era la solución a un modelo causal
todos los problemas. seos, creencias y fo
La psicología psicoanalítica seguía como ciencia una metodología herme- otros estados men1
néutica que buscaba establecer inferencias de fiabilidad y validez comproba- para actuar» (Edeh
bles. Dependía de las observaciones, consecuencia del estudio de la expe-
riencia individual (Fisher, 1991).
El analista, observador imparcial y entrenado, funcionaba como un espe-
jo, utilizando el método de la asociación libre. La información que se obtenía V. ¿TERAPIA O TE
por esos medios sobre el estado subjetivo del paciente, tenía el estatus de he-
cho científico (Frank y Frank, 1991). En su momento, es decir, en ese marco El campo de la te
cultural, este supuesto pudo ser admitido y desarrollado. Con el advenimien- psicoanálisis, ciert1
to de terapias de tipo conductual, focalizadas en conductas, y que se adscri- (Mahoney, 1988). i
bían el sobrenombre de científicas, este supuesto fue totalmente rechazado. que parece que se
En la actualidad, y dentro de un marco postmoderno, en donde desde todas modelos constructiv,
las ciencias se cuestiona la validez del método hipotético-deductivo, y con la ba a las terapias 1
llegada de modelos construccionistas a la psicología, en relación a este su- epistemológicamer
puesto, quizás nos podemos preguntar: ¿y por qué no se puede considerar al salidad y el cambi
psicoanálisis como científico? Pero ésta es una cuestión en la que entraremos trabajos de Mahon
en su momento, planteémonos antes qué es el psicoanálisis y qué son las te- res más represent
rapias cognitivas. mantendrían una J
nismo típico de l<
mente, algunas de ,
La terapia cog1
IV. ¿QUÉ ES EL PSICOANÁLISIS? organismo cuya tal
después utilizados
La complejidad del psicoanálisis y de las teorías y técnicas cognitivas hacen posterioridad org2
difícil su comparación. Centrándonos en este apartado en el psicoanálisis, como más o meni
éste surge del trabajo de Freud en cuatro áreas interrelacionadas (Baker, que conoce. De to
1989). La metapsicología o la teoría general del desarrollo, estructura y funcio- trenado terapéutic:
namiento de la personalidad. La teoría y técnica clínica o cómo cambiar la psi- tuar de forma más
que. La metodología: el psicoanálisis como método de estudio de la psique Frente al pacic
que incide en la observación natural, la inferencia y el razonamiento inducti- jor o más correcto. l
vo. Y el enfoque filosófico o el estudio de los procesos culturales, de la con- ser la de guiar al p
ducta de los individuos en grupos de instituciones. básica que se le tn
, Ibáñez Guerra e Isabel Caro Gabalda La psicoterapia psicoanalítica vista desde la psicología cognitiva 603
ntegridad y el logro perso- Por eso, como se pregunta Singer (1987) ¿de qué es teoría, la teoría psicoana-
ilidades, se la consideraba lítica? La respuesta de Singer es triple. A la teoría se la ha considerado una
)mo moralmente (Frank y forma hermenéutica, una teoría del significado de las narrativas de los pa-
cientes, y no un proyecto científico que examine vínculos causa-efecto
ientífica: se ha escrito tanto (Ricoeur, Shafer y Spence). En segundo lugar, y de una forma muy generali-
se le ha criticado tanto por zada se la ha considerado una teoría general sobre la personalidad y la psico-
: parece que psicoanálisis y patología. O, finalmente, y más cercano a nuestros propósitos, se la ha consi-
iables. Sin embargo, Freud derado como una ciencia circunscrita de la mente y de la imaginación, como
ciencia era la solución a un modelo causal sistemático sobre el contenido mental, de por qué los de-
seos, creencias y fantasías, inconscientes la mayoría de las veces, «influyen en
:ia una metodología herme- otros estados mentales, pensamientos, percepciones, recuerdos, e intenciones
,ilidad y validez comproba- para actuar» (Edelson).
:ia del estudio de la expe-
pliaciones que ha sufrido el psicoanálisis de enfoques posteriores. Es posi- CUADRO l. Psicoanálisz~ ter
ble comparar, siempre y cuando entendamos a cada uno de los sistemas de Mahoney, 1~
teóricos en cuestión como surgiendo en un determinado contexto psico-
histórico. Es decir, siguiendo el principio del destino lógico de Keyser Psico
(1924) nuestras premisas tienen ciertas consecuencias. Podríamos decir
que un enfoque es como es y no puede ser de otra manera. Así, las críticas Énfasis de la inter- (a) hi:
al psicoanálisis, por ejemplo, dejan de tener sentido como críticas, y sólo vención (b) ce
nivel
lo tienen si se· las entiende como pistas y pautas de los intereses de enfo- del p,
ques posteriores, aunque todo sea dicho de paso, 'compartan un interés co- (c) ce
mún doble: la explicación y la modificación de la «psique» humana. desa,
(d) te
Resistencia La re
VII. PSICOANÁLISIS-TERAPIA COGNITIVA-TERAPIA CONSTRUCTIVISTA: fleja:
UNA VISIÓN GENERAL idea,
acció
o inc<
Comenzaremos comparando, en un primer nivel más general, cómo se impid
plantean la terapia cognitiva, el psicoanálisis y el constructivismo (véase mienl
cuadro 1), cuestiones terapéuticas fundamentales. El constructivista, como
se aprecia en el cuadro, se parece más al psicoanálisis, en relación a su vi-
sión histórica de los problemas (ahistórica en los enfoques cognitivos racio-
nalistas) y a su concepción de la resiste,:zcia. Respecto al insight, éste es im-
portante en los tres enfoques, y aunque a pesar de que haya diferencias
entre ellos, podemos apreciar que el constructivismo está más cercano en lnsight Lami
su visión del insight al psicoanálisis que a las terapias cognitivas más «ra- piae:
cionalistas». La relación terapéutica es distinta en los tres enfoques, ya que grarE
cada uno de ellos acompaña sus metas terapéuticas de un contexto inter- lectu,
personal diferente. de la:
probl
En relación a las diferencias teóricas (véase cuadro 2), como .podemos cient1
apreciar por la clasificación de Mahoney (1991) existen profundas diferen- sus il
cias entre los tres enfoques, aunque a niveles prácticos existan algunas co-
munalidades.
A pesar de las diferencias, es obvio que al surgir el psicoanálisis como
la primera forma articulada de tratamiento psicológico, introdujera temas y Relación terapéu- El ter
conceptos hasta ese momento no elaborados en su explicación de los fenó- tica figun
dad,1
menos clínicos. Y estos temas, de diversas formas y en diversos enfoques,
pode
siguen presentes en la actualidad. el «in
El paso del tiempo ha jugado pues a nuestro favor y podemos plantear tico»,
la posibilidad de un enfoque cognitivo de algunos conceptos tradicionales actitL
psicodinámicos. Dada la amplitud del trabajo psicoanalítico, nos vamos a deec
sin ju
centrar en dos de los aspectos que hoy en día más claramente pueden ser
cient
explorados en sus conexiones con la psicología y las terapias cognitivas.
'ª Ibáñez Gue"a e Isabel Caro Gabalda Psicoterapia de pareja y de familia 607
:oques posteriores. Es posi- CUADRO l. Psicoanálisis, terapia cognitiva y constructivismo: diferencias prácticas (a partir
t cada uno de los sistemas de Mahoney, 1991)
:terminado contexto psico-
1 destino lógico de Keyser Psicoanálisis Terapia cognitiva Constructivismo
cuencias. Podríamos decir
>tra manera. Así, las críticas Énfasis de la inter- (a) histórico. (a) ahistórica. (a) histórico.
ntido como críticas, y sólo vención (b) centrado en el (b) centrada en el (b) centrado en el
nivel inconsciente problema. proceso.
rs de los intereses de enfo-
del problema. (c) centrada en el (c) centrado en el
o, compartan un interés co- (c) centrado en el control. desarrollo.
1sique» humana. desarrollo. (d) teleológica. (d) teleonómico.
(d) teleológico.
len claramente de los límites estrictos psicodinámicos, y nos facilitan un pun- Wachtel (1977) explica I
to de confluencia entre el psicoanálisis y las psicologías y terapias cognitivas. los patrones neuróticos J
piagetiano), abandonandc
cionalmente» (Wachtel, 1
vn.2. Transferencia y psicología cognitiva Para Wachtel (1977) 1
mos manejado o enfrent
Los trabajos actuales en la psicología de la personalidad, social y experimen- con las que nos encontre
tal parecen coincidir en ver a la transferencia como un fenómeno general, mientas interpersonales),
como una característica fundamental de la condición humana (Singer, 1985). cómo las manejemos. Lo:
En este sentido analizaremos el fenómeno de la transferencia en relación al periencias y relaciones co
concepto de esquema. iniciales. Esta postura im
El origen del concepto de esquema se encuentra, según Singer (1985), en transferencia, asimilamos
los trabajos de Piaget (1926) sobre los procesos de asimilación-acomodación, modamos, en el sentido p
Bartlett (1932) con su trabajo experimental sobre memoria, Lewin (1935) con Por tanto, lo que har
su análisis de las regiones «internas personales» y su fluidez o diferenciación, en relación al concepto
H.S. Sullivan (1947) con su identificación del papel central del concepto del concepto en varios nivelt
sí mismo en organizar respuestas a nuevas experiencias, y en Kelly (1955}
con su concepto de «constructos personales». l. La reacción de trt
El concepto es de amplio uso en la psicología cognitiva actual, y engloba, mente de cómo reaccior
además, a otros conceptos diversos, como el de marcos (Minsky, 197 5), guio- Saretsky' (1978) el tratan
nes (Schank y Abelson, 1977), etc. Se puede definir, de una forma muy gene- renda, sino que facilita
ral, como «estructuras organizadas del conocimiento prototípico» (Eysenck, que los pacientes desam
1984, p.322). Los esquemas serían cluste'rs organizados de información alma- esquemas organizados se
cenada, creencias sobre los objetos y las personas que conforman nuestro situación terapéutica. De
ambiente y sobre nuestras normas sociales (Singer, 1985). Estas estructuras experiencias personales,
surgen de extraer elementos comunes de nuestras experiencias personales en existente sobre prejuicic
los numerosos acontecimientos y hechos por los que pasamos en nuestra vi- ceptos de conocimiento
da (para una revisión del concepto consultar De Vega, 1984). nica de transferencia, en
El concepto de esquema es altamente significativo dentro de_l enfoque los cuales funcionan de 1
del procesamiento de la información. En éste se ve a los seres humanos un paciente piensa y far
como organismos que buscan y procesan información. Este enfoque, original- asociaciones que vaya h:
mente dedicado a la explicación del modo de pensar de los seres humanos, típicos sobre personas, e
se está utilizando incluso en clínica como medio de explicación de proble- momentos (Singer, 1985)
mas emocionales (Ibáñez, 1982b; Williams, Watts, MacLeod y Mathews, Además, y siempre )
1988), y ha conocido tantos desarrollos y tantas críticas que es difícil marcar ten a características prot
los límites tan necesarios en este trabajo. esa situación presente a
Por eso hemos elegido exclusivamente el concepto de esquema, como nú- sientan juzgados por un
cleo de esta comparación, transferencia-psicología cognitiva, por ser uno de juzgar. Pero el hecho de
los más utilizados (Horowitz, 1988; Lockwood, 1992; Singer, 1985; Wachtel, ra de autoridad con la e
1981; Westen, 1988), y a partir del cual el lector puede hacerse una idea de sos prototipos paternos ;
cómo revisar cognitivamente un principio básico psicodinámico. La justifica- 2. La reacción del p
ción, además, nos la da un autor tan significativo como Wachtel. De hecho, Westen (1988), un pacii
za Ibáñez Guerra e Isabel Caro Gabalda La psicoterapia psicoanalítica vista desde la psicología cognitiva 611
lÍcos, y nos facilitan un pun- Wachtel (1977) explica parte del funcionamiento psicológico implicado en
logías y terapias cognitivas. los patrones neuróticos partiendo del concepto de esquema (en el sentido
piagetiano), abandonando «las metáforas que los analistas han utilizado tradi-
cionalmente» (Wachtel, 1977, p. 53).
Para Wachtel (1977) nuestras experiencias en la infancia, y cómo las haya-
mos manejado o enfrentado a ellas van a influir en experiencias posteriores
nalidad, social y experimen- con las que nos encontremos (en una forma de recreación cíclica de aconteci-
:omo un fenómeno general, mientos interpersonales), y lo que es más importante, cómo las percibamos, y
ción humana (Singer, 1985). cómo las manejemos. 'Los patrones iniciales persisten porque en nuestras ex-
transferencia en relación al periencias y relaciones con los demás recreamos una y otra vez las condiciones
iniciales. Esta postura implica que, al igual que ocurre con el fenómeno de la
1tra, según Singer (1985), en transferencia, asimilamos experiencias con otras anteriores, e incluso las aco-
le asimilación-acomodación, modamos, en el sentido piagetiano del término (Wachtel, 1977).
memoria, Lewin (1935) con Por tanto, lo que han propuesto diversos autores, es que la transferencia
su fluidez o diferenciación, en relación al conéepto general de esquema nos va a permitir entender el
Jel central del concepto del concepto en varios niveles que resumimos a continuación.
~riendas, y en Kelly (1955)
l. La reacción de transferencia en sí: Esta reacción depende fundamental-
1 cognitiva actual, y engloba, mente de cómo reacciona el paciente ante la figura del analista. Como dice
inarcos (Minsky, 197 5), guio- Saretsky (1978) el tratamiento psicoanalítico no crea reacciones de transfe-
iir, de una forma muy gene- rencia, sino que facilita , que éstas aparezcan. Podemos suponer, entonces,
ento prototípico» (Eysenck, que los pacientes desarrollan prototipos (Cantor, Mischel y Schwartz, 1982), o
rndos de información alma- esquemas ~rganizados sobre la gente y las situaciones, o sobre el analista y la
1as que conforman nuestro situación terapéutica. Desarrollamos prototipos de personas a partir de nuestras
;er, 1985). Estas estructuras experiencias personales, nuestra exposición al ambiente social y al consenso
, experiencias personales en existente sobre prejuicios sociales. Este tipo de esquemas representan con-
que pasamos en nuestra vi- ceptos de conocimiento social muy relevantes para entender la situación clí-
'ega, 1984). nica de transferencia, en la que el paciente reaccionará según sus prototipos
lcativo dentro del enfoque los cuales funcionan de una forma au_tomática e inconsciente. Por ejemplo, si
,e ve a los seres humanos un paciente piensa y fantasea que el terapeuta se aburrirá o despreciará las
:ión. Este enfoque, original- asociaciones que vaya haciendo, esto va a depender de esos esquemas proto-
:nsar de los seres humanos, típicos sobre personas, de origen experiencia! y que pone en marcha en esos
, de explicación de proble- momentos (Singer, 1985).
Ltts, MacLeod y Mathews, Además, y siempre y cuando las características de una situación se ajus-
ríticas que es difícil marcar ten a características prototípicas, la persona asimilará, con toda probabilidad,
esa situación presente a viejos esquemas. Es corriente que los pacientes se
:epto de esquema, como nú- sientan juzgados por un terapeuta, aunque éste mantenga una postura de no
a cognitiva, por ser uno de juzgar. Pero el hecho de manifestar pensamientos, deseos, etc., ante una figu-
992; Singer, 1985; Wachtel, ra de autoridad con la que se mantiene una relación asimétrica evoca diver-
puede hacerse una idea de sos prototipos paternos y de otras figuras de autoridad (Westen, 1988).
psicodinámico. La justifica- 2. La reacción del paciente a las características del terapeuta: Como comenta
como Wachtel. De hecho, Westen (1988), un paciente siempre va a desarrollar una representación de
612 Elena Ibáñez Guerra e Isabel Caro Gabalda La psicoterapia psicoanalítica vista a
cómo debe ser un terapeuta, y este esquema, al igual que cualquier otro es- transferencia se toman 1
quema social, puede estar distorsionado por motivos cognitivos y motiva- pía cognitiva- y que s
cionales. Por ejemplo, y desde el punto de vista motivacional, los pacientes Volvemos con ello, a afi
tienen muchas razones para distorsionar sus percepciones del terapeuta, ferencias entre enfoques
como en el caso de que el paciente idealice al terapeuta para identificarse rapias cognitivas, en gen
con él. Por ejemplo, y desde el punto de vista cognitivo, las maneras y la de los problemas en la <
apariencia del terapeuta le pueden recordar al paciente a otra persona o tos constructivistas que l
ejemplar de una categoría, activando, por tanto, esquemas relevantes a esa De hecho, Beck, Fré
persona o categoría. Una vez que el esquema es activado el paciente tende- los trastornos de person
rá a ignorar aquel comportamiento del terapeuta que no se acomode a di- rencia y la contratransfo
cho esquema. en la terapia cognitiva, 11
3. Las características del paciente: El concepto de guión se refiere a paque- te integral del enfoque e
tes de inforrnación relativos a ámbitos o situaciones convencionales, inclu- blar en sus últimos trab
yendo en ellos a personajes, objetos y acciones (De Vega, 1984). Este concep- entre comillas, y clasific:
to nos sugiere que elaboramos clusters de secuencias de acción construidos de la relación terapéuti1
alrededor de los muchos encuentros diarios que experimentamos. Este con- Estas reacciones se enti
cepto nos permitiría explicar la conducta idiosincrásica de una persona en partiendo de creencias ,
una situación dada. Por ejemplo, la transferencia puede reflejar un aspecto al terapeuta como un in
de un guión previo para esta interacción social, particular y relativamente terapeuta cognitivo en t
inusual y explicar de esta manera, por qué, quizás, muchos pacientes (sobre decir, es' fácil de interpre
todo de niveles socioeconómicos bajos y grupos étnicos minoritarios) eran Quizás el problema •
inapropiados para la terapia psicodinámica al carecer de un guión personal res entre trans/erencia-alit
que les ayudará a conducirse apropiadamente en esa situación (Singer, 1985). terapéutica deriva del (
1986) y se refiere a aspee
mos estas diferencias.
VII.3. Transferencia y terapias cognitivas Como ya expusimo:
complejo y abarca diven
El concepto en terapia cognitiva más cercano al de transferencia (en el senti- embargo, hay que señala
do de alianza de trabajo) es el de empirismo colaborador (Beck, et ql., 1979). pectas de colaboración r
Éste se refiere al trabajo común paciente-terapeuta, con la finalidad de que torsionados. Los primer<
el paciente realice evaluaciones significativas distintas de los supuestos nega- originaban en la relaciór
tivos en cuestión. Lo que evita el terapeuta es sugerir cogniciones distintas, nas (Gastan, 1990), a pi
favoreciendo los propios procesos cognitivos del paciente de resolución de alianza terapéutica. Pero o
un problema. La relación terapéutica en el enfoque cognitivo supone que el afines. El origen pues
terapeuta, guía, instruye y dirige al paciente, pero evitando siempre el jugar (Freud, 1940; Sterba, 193
un papel de autoridad. res, que, aun partiendo d
A partir de ello, se ha postulado por los defensores del modelo cognitivo tificación positiva; Zetzel: ,
tradicional que esta forma de entender la relación terapéutica supone una in- concepto afín de estudio
novación importante en terapia (Beck y Haaga, 1992). Aunque este concepto terapeuta, más allá de las
se asemeja al de alianza de trabajo (Zetzel, 1956) y en este sentido no podría- En la actualidad se s
mos asumir que es una innovación, esta cuestión es mucho menos grave que componentes (Hartley, 1~
el asumir como hacen otros autores (Perris, 1988) que transferencia y contra- tre paciente y terapeuta,
lbáñez Guerra e Isabel Caro Gabalda La psicoterapia psicoanalítica vista desde la psicología cognitiva 613
~ual que cualquier otro es- transferencia se toman en cuenta en ambos enfoques -psicoanálisis y tera-
>tivos cognitivos y motiva- pia cognitiva- y que se refieren a procesos semejantes en ambas terapias.
motivacional, los pacientes Volvemos con ello, a afirmaciones anteriores, en las que señalábamos las di-
~rcepciones del terapeuta, ferencias entre enfoques psicodinámicos, cognitivos y constructivistas. Las te-
erapeuta para identificarse rapias cognitivas, en general, no se han ocupado de la relación terapéutica y
:ognitivo, las maneras y la de los problemas en la esfera interpersonal, a diferencia de los planteamien-
paciente a otra persona o tos constructivistas que lo han hecho mucho más (Lockwood, 1992).
esquemas relevantes a esa De hecho, Beck, Freeman y cols. (1990), en su manual de tratamiento de
i.ctivado el paciente tende- los trastornos de personalidad, dicen expresamente: «mientras que la transfe-
l que no se acomode a di- rencia y la contratransferencia no son mecanismos centrales de tratamiento
en la terapia cognitiva, la consideración de la relación terapéutica es una par-
de guión se refiere a paque- te integral del enfoque cognitivo» (p. 252). A pesar de ello, no dudan en ha-
mes convencionales, inclu- blar en sus últimos trabajos del fenómeno de la transferencia, aunque, eso sí,
~ Vega, 1984). Este concep- entre comillas, y cl~sificando a las «reacciones de transferencia» como parte
cias de acción construidos de la relación terapéutica (consultar Beck, Freeman, y cols., 1990, p. 352).
experimentamos. Este con- Estas reacciones se entienden postulando que el cliente está respondiendo
crásica de una persona en partiendo de ·creencias y expectativas generalizadas, más que respondiendo
puede reflejar un aspecto al terapeuta como un individuo. Y esto es así porque el papel que juega el
particular y relativamente terapeuta cognitivo en terapia es completamente distinto al del analista, es
s, muchos pacientes (sobre decir, es fácil de interpretar, es activo y directivo.
étnicos minoritarios) eran Quizás el problema provenga de la confusión por parte de algunos auto-
ecer de un guión personal res entre trqns/erencia-alianza terapéutica-alianza de trabajo. De hecho, la alianza
sa situación (Singer, 1985). terapéutica deriva del concepto de transferencia (Alexander y Luborsky,
1986) y se refiere a aspectos concretos de ésta. Es importante que desarrolle-
mos estas diferencias.
Como ya expusimos antes, el concepto de transferencia freudiano es
complejo y abarca diversos elementos en los que no volveremos a entrar. Sin
e transferencia (en el senti- embargo, hay que señalar que en sus trabajos, Freud distinguía entre los as-
borador (Beck, et al., 1979). pectos de colaboración más realistas de la relación terapéutica y los más dis-
ta, con la finalidad de que torsionados. Los primeros eran la base de la colaboración terapéutica y se
ntas de los supuestos nega- originaban en la relación no conflictiva y de confianza con las figuras pater-
gerir cogniciones distintas, nas (Gastan, 1990), a partir de ellos Zetzel (1956) postuló el concepto de
paciente de resolución de alianza terapéutica. Pero otros autores antes que Zetzel hablaron de conceptos
1e cognitivo supone que el afines. El origen pues del concepto se sitúa en el marco psicoanalítico
, evitando siempre el jugar (Freud, 1940; Sterba, 1934; Zetzel, 1956) a través de la obra de diversos auto-
res, que, aun partiendo de distintas etiquetas (Freud: regla básica; Sterba: zden-
sores del modelo cognitivo tzficación positiva; Zetzel: alianza de trabajo y alianza terapéutica), se referían a un
terapéutica supone una in- concepto afín de estudio: el vínculo positivo que se establecía entre paciente y
192). Aunque este concepto terapeuta, más allá de las estrategias terapéuticas concretas.
en este sentido no podría- En la actualidad se suele ver a la alianza terapéutica como teniendo dos
~s mucho menos grave que componentes (Hartley, 1985): la relación real o la respuesta humana mutua en-
que transferencia y contra- tre paciente y terapeuta, incluyendo las percepciones no distorsionadas y el
614 Elena Ibáñez Gue"a e Isabel Caro Gabalda La psicoterapia psicoanalítica vista,
vínculo auténtico, la confianza y el respeto hacia cada uno, y la alianza de tra- el patrón relacional en el
bajo que depende de y refleja la habilidad de la díada terapéutica para traba- meta común de comprens
jar juntos hacia una meta del tratamiento. El terapeuta se ve caracte
El auge actual de este concepto se debe a la presentación que de él hizo ayuda y que está motivado
Bordin en 1975 ante la Society for Psychotherapy Research, trabajo que fue
publicado posteriormente (Bordin, 1979). El interés por su estudio en los se- Creemos, partiendo
tenta se debió fundamentalmente a la creciente falta de satisfacción de los cia de la alianza terapét
investigadores con el concepto de condiciones terapéuticas (Stiles, Shapiro y se la llame debe ser ter
Elliot, 1986), y a la posibilidad de postular, siguiendo a Bordin (1979), una obvio, y tal y como señ
variable que se pudiera emplear en todos los tratamientos, y cuya investiga- en su relación con el
ción permitiera aislar las condiciones básicas, facilitadoras del cambio tera- ejemplo, un terapeuta ce
péutico, aunque manteniendo los elementos diferenciales de cada enfoque. Es decir, conceptua
La alianza terapéutica es un concepto que dispone de múltiples defini- pirismo colaborador, y
ciones, provenientes de campos diversos y cuyos_elementos más destacados cuestiones clínicas básic
aparecen en el Cuadro 3. Podemos afirmar que dado su valor explicativo del le fácil el trabajo terapé
proceso de la terapia, no sólo ha sido importante en el marco psicodinámico, cionales de la terapia e
sino en muchos otros (para una revisión exhaustiva, consultar, Docherty, mención a la resolución
1985). Recordemos simplemente la importancia que daba Carl Rogers (1957) transferencia, etc. Tener
a la relación terapéutica, caracterizada como «cálida, genuina, y empática». noventa con la entrada e
tivas, y de los estudios d
tica para el resultado fin
CUADRO 3. Perspectivas sobre la alianza terapéu(ica (a partir de Gastan, 1991) tico dirigido a la resoluc
caso, la resolución de ru
Enfoques dinámico ker, McMain, y Murray, ·
y centrado en el cliente Otros enfoques
Finalmente, la aliam
tante, y al que se le estl
1. La alianza terapéutica o la relación 1. Acuerdo entre paciente y terapeu- todo porque:
afectiva del paciente con el tera- ta sobre las metas y las tareas del
peuta. tratamiento.
2. La alianza de trabajo o la capaci-
l. La alianza terap
dad del paciente de trabajar con servador parece ser el m
una meta en la terapia. les y Gutfreund, 1988;
3. La comprensión e implicación em- Newson, 1986; Gaston,
pática del terapeuta. diferencia frente a otros
Christoph, Alexander, M
2. Puede ser un h
1991; Frieswyk, etal, 19~
Sobre la base de estos elementos podemos afirmar que la alianza asumi- 3. Nos puede pern
ría, por una parte, factores de relación interpersonal, de comunicación entre de la relación en la que é
dos individuos y, por otra, factores más específicos, centrados en el tipo de 4. Permite múltipl,
trabajo que paciente y terapeuta desarrollan conjuntamente. flexible, que se ha estud
La siguiente definición de Horowitz y Marmar (1985) expresa los límites analítica (Luborsky y Al
de la alianza: 1986; Suh, Strupp y C
Ibáñez Guerra e Isabel Caro Gabalda La psicoterapia psicoanalítica vista desde la psicología cognitiva 615
ada uno, y la alianza de tra- el patrón relacional en el cual, tanto el paciente como el terapeuta mantienen una
ada terapéutica para traba- meta común de comprensión y resolución progresiva de los problemas del paciente.
El terapeuta se ve caracterizado como experto y el paciente como aquel que busca
,resentación que de él hizo ayuda y que está motivado para obtenerla de ese experto [p. 575].
' Research, trabajo que fue
!S por su estudio en los se- Creemos, partiendo de nuestros comentarios anteriores, que la importan-
falta de satisfacción de los cia de la alianza terapéutica está fuera de toda duda, y que se la llame como
,apéuticas (Stiles, Shapiro y se la llame debe ser tenida en cuenta por los clínicos. Pero también parece
endo a Bordin (1979), una obvio, y tal y como s·eñalábamos al principio, que un psicoanalista va a ver,
amientos, y cuya investiga- en su relación con el paciente, elementos transferenciales distintos a, por
ilitadoras del cambio tera- ejemplo, un terapeuta cognitivo.
nciales de cada enfoque. Es decir, conceptualmente la transferencia nada tiene que ver con el em-
ispone de múltiples defini- pirismo colaborador, y no digamos terapéuticamente. Dejando al margen
elementos más destacados cuestiones clínicas básicas que cualquier terapeuta debe dominar para hacer-
tdo su valor explicativo del le fácil el trabajo terapéutico al paciente, no hay en las formulaciones tradi-
:n el marco psicodinámico, cionales de la terapia cognitiva, las de los años setenta u ochenta, ninguna
stiva, consultar, Docherty, mención a la resolución de los conflictos de la transferencia, las neurosis de
ue daba Carl Rogers (1957) transferencia, etc. Tenemos pues que esperar hasta finales de los ochenta y
la, genuina, y empática». noventa con la entrada de posturas más interpersonales en las terapias cogni-
tivas, y de los estudios de proceso sobre la importancia de la alianza terapéu-
tica para el resultado fina:l (Luborsky, etc.) para encontrar un trabajo terapéu-
ir de Gaston, 1991) tico dirigido a la resolución de problemas en la relación terapéutica, en este
caso, la resolución de rupturas de la alianza (Caro y Safran, 1992; Safran, Croc-
ker, McMain, y Murray, 1990).
Otros enfoques Finalmente, la alianza terapéutica es un concepto hoy en día muy impor-
tante, y al que se le está prestando mucha atención en diversos enfoques, y
lo entre paciente y terapeu- todo porque:
las metas y las tareas del
:o.
l. La alianza terapéutica estimada por el cliente, el terapeuta, o un ob-
servador parece ser el mejor predictor del resultado terapéutico (Eaton, Abe-
les y Gutfreund, 1988; Frieswyk, Allen, Colson, Coyne, Gabbard, Horwitz,
Newson, 1986; Gaston, 1990; Klee, Abeles y Muller, 1990;) con una notable
diferencia frente a otros conceptos estudiados al respecto (Luborsky, Crits-
Christoph, Alexander, Margolis, y Cohen, 1983).
2. Puede ser un barómetro del cambio a lo largo de la terapia (Caro,
1991; Frieswyk, et al., 1986).
irmar que la alianza asumi- 3. Nos puede permitir el no separar la técnica terapéutica, del marco o
nal, de comunicación entre de la relación en la que ésta se desarrolla (Hartley, 1985).
os, centrados en el tipo de 4. Permite múltiples desarrollos de investigación, al ser un concepto
ntamente. flexible, que se ha estudiado desde perspectivas tan diversas como la psico-
1r (1985) expresa los límites analítica (Luborsky y Auerbach, 1985; Marmar, Horowitz, Weiss y Marziali,
1986; Suh, Strupp y O'Malley, 1986), la interpersonal (Safran, Crocker,
616 La psicoterapia psicoanalítica vista,
Elena lbáñez Guerra e Isabel Caro Gabalda
McMain y Murray, 1990), la teoría de Kohut (Beutler y Clarkin, 1990), etc. actitud o acción -cual,
E, igualmente, se reconoce su importancia en marcos teóricos y terapéuticos o no- que fomenta el
diferentes, como por ejemplo, la terapia de conducta (Kanfer y Scheff, 1988), 1978).
la terapia cognitiva (Rush, 1985), la psicofarmacología (Docherty y Fiester, En el proceso de des,
1985), etcétera. es fácil que el paciente
conflictos inconscientes
El importante fenómeno de la transferencia como ya hemos comentado cia, que, en algunos cas
con anterioridad va unido al de resistencia. puede tomar la forma, r
cía de sueños a analiza
Freud llegó a definir al
VII.4. Resistencia ción para vencer las resi
La resistencia es mi
Quizás con el concepto de resistencia nos encontremos en una situación se- ras fantasías infantiles,
mejante a la implicada en nuestra diferenciación entre transferencia y alianza dieron lugar a la repres
terapéutica. Es decir, llamemos al fenómeno como lo llamemos, cualquiera adulta suplante a las a¡
de nosotros como terapeutas ha podido experimentar el fenómeno de la re- profundos de la mente.
sistencia de múltiples maneras, y en función de su enfoque resolverlo de permite que las memori:
múltiples formas.
Podemos pensar que el interés por plantearse este fenómeno desde otros
enfoques, no sea quizás más que un reflejo, aunque suene extraño decirlo a VII.4.2. -La resistencia (
estas alturas, de:
El concepto ha recil:
autores cognitivos. Den
l. Un reconocimiento de la deuda teórica de cualquier enfoque con el psi- como «conducta del cli,
coanálisis. ta» (Turkat y Meyer, 19~
2. La posibilidad, desde posturas cognitivo-comportamentales, aunque mientas. Beck, por ejem
sobre todo desde las constructivistas, de llamar a las cosas por su nombre, z.e. en lugar de resistencia, :
-resistencia- , sin que se nos tache de poco científicos, etcétera. en muchos trastornos y
cionadas con el Eje II de
Sin embargo, así como con la transferencia nos encontramos con que el De todas maneras, e
concepto se pudo enriquecer desde la psicología cognitiva, o ha derivado a los manuales de terapi
importantes trabajos de investigación sobre los mecanismos del cambio tera- Emery, 1979) ni en 1m
péutico, permaneciendo inalterable, con la resistencia nos atrevemos a afirmar 1985) sino en los prime
que nos encontramos con un caso distinto. El concepto ha sido definido de personalidad (Beck, Fre<
formas distintas según el marco terapéutico, aunque ha sido más sistematiza- Ellis (1985) ha sido
do en el psicoanálisis, en estas diferencias nos centraremos antes de pasar a cuestión. Para el terape
nuestra conclusión final. proviene a menudo de l
todo y mucho más imr
conceptos distorsionado
VII.4.1. La resistencia en el marco psicoanalítico
sistencia que pueden a¡
En general, el concepto de resistencia tiene múltiples significados en el con- malestar fruto del esfue1
texto psicodinámico. «Se refiere a cualquier inclinación, idea o sentimiento, ciente a manifestarse tal
a Ibáñez Guerra e Isabel Caro Gabalda
La psicoterapia psicoanalítica vista desde la psicología cognitiva 617
eutler y Clarkin, 1990), etc. actitud o acción -cualquier cosa que el paciente hace, de forma consciente
reos teóricos y terapéuticos o no- que fomenta el status quo e impide el desarrollo personal» (Daniels,
1eta (Kanfer y Scheff, 1988), 1978).
ología (Docherty y Fiester, En el proceso de descubrimiento que supone el tratamiento psicoanalítico,
es fácil que el paciente se sienta amenazado al ir revelando cada vez más
conflictos inconscientes, cuando esto ocurre, el paciente manifiesta resisten-
:::orno ya hemos comentado cia, que, en algunos casos puede ser entendida como transferencia negativa, y
puede tomar la forma, por ejemplo de bloqueos en la asociación libre, caren-
cia de sueños a analizar, etc. (Rychlak, 1973). Tan importante es esto, que
Freud llegó a definir al tratamiento psicoanalítico como «una nueva educa-
ción para vencer las resistencias internas» (en Rychlak, 1973, p. 83).
La resistencia es manejada en el psicoanálisis centrándose en las prime-
tremos en una situación se- ras fantasías infantiles, en sus experiencias y en las actitudes paternas que
entre transferencia y alianza dieron lugar a la represión. Con el tiempo esto permite que la comprensión
no lo llamemos, cualquiera adulta suplante a ·las aprehensiones infantiles que aparecen en los estratos
entar el fenómeno de la re- profundos de la mente. Entonces la represión pierde su poder motor y se
: su enfoque resolverlo de permite que las memorias vuelvan a la consciencia (Daniels, 1978).
lesaprobación; autocastigo; ga- 3. Esté implicada en significados específicos dados a emociones particulares, o
contribuya a desconectar del procesamiento consciente cualquier tipo de informa-
tacer de diversas formas, ajus- ción o recuerdo de tipo doloroso.
el paciente: 1) disputar creen- 4. Convierta en altamente egocéntricos a los procesos cognitivos una vez que
es activada.
:les elevados con las técnicas
5. Sea capaz de asimilar las informaciones, experiencias, etc., ya mencionadas sin
ca; 4. educar al paciente res- que el paciente sea consciente de que este proceso de asimilación está teniendo lugar.
lento; 5. hacer que el paciente
)S, a través de un proceso de El tratamiento constructivista de la resistencia supone el hacer conscien-
;, en la línea del método expe- te diferentes perspectivas (Liotti, 1989), en lograr que el paciente realice
Jaciente por adelantado sobre «cambios perceptuales/ fenomenológicos que reflejan una creciente flexibili-
dad y ambigüedad en las construcciones de la realidad del individuo» (Ma-
concluir, al menos en relación honey, 1985, p. 35). Para lograr esto, el terapeuta adopta un papel en el que
82), que en poco se diferencia reduce la necesidad de protección del paciente, reconociendo sus patrones
rtamental, ya que parece que de desarrollo, y reconduciendo el significado de esa necesidad de protección
ra tocados por el psicoanálisis. hasta que se produzca un cambio progresivo de los paradigmas personales
emos a pensar que ambos en- (Mahoney, 1985).
>mún. Es decir, como señalan
ciacionista como la terapia de
tan racionalista como lo es el
: cuadros de comparación. VIII. CONCLUSIÓN
¿Ha sido lícita nuestra comparación?, ¿qué hemos aportado con ella? Quizás
ctivistas señalar la 'diversidad de enfoques, y de explicaciones, frente a la comunali-
dad de sus objetos de estudio. Es difícil medir el grado de vigencia del psi-
nuestra supervivencia el pro- coanálisis ya que desde hace algún tiempo no ha dejado de ser un ilustre y
realidad, sobre todo aquellas eterno agonizante. Como hemos señalado con anterioridad, seguimos intentan-
resistencia en el constructivis- do explicar temas y conceptos introducidos por el psicoanálisis. Sin embar-
), y es definida como la «opo- go, no es nuestra intención afirmar que estamos volviendo al psicoanálisis, si-
cturas de significado» (Liotti, no que nunca hemos dejado de estar dentro de él. Pero cuidado, no nos
JCiones tendrán un grado ma- confundamos, como tampoco dejaremos de estar dentro de la fenomenolo-
plo, cuanto más significativo y gía, del conductismo, etcétera.
ncia al cambio va a presentar. ¿Qué significado tiene esta afirmación? Nuestras teorías psicológicas ac-
terapia siempre y cuando se tuales son teorías sobre teorías, a favor o en contra de ellas, ampliando o in-
~ significados del paciente. tegrando las teorías ya existentes. Bebemos del pasado, y nuestro presente no
89, pp. 43-44), cuando una es- es más que un inicio del futuro. Es decir, que con nuestras teorías cortamos
' más probable es que ésta: de una forma especial el mundo de los hechos clínicos, cuando desde nues-
tro enfoque particular afirmamos unos conceptos y negamos otros. Pero esta
,conocimiento y autodescripción
negación no deja, a veces, de implicar un «cierto reconocimiento» de una
«existencia», existencia difícil de enmarcar en nuestros constructos personales y
ncias tempranas de fuerte carga que por eso rechazamos.
~racciones del paciente con otras Por ejemplo, Freud se negó a conocer a Popper-Linkeus y a Vaihinger.
Al primero por ser amigo de Mach, pues éste defendía una física Jenomenoló-
620 Elena Ibáñez Guerra e Isabel Caro Gabalda
La psicoterapia psicoanalítica vista
gica en la que el conocimiento estaba relacionado con nuestros supuestos, in-
terpretaciones o puntos de vista (Rychlak, 1982). Como dice Rychlak (1982), él se deducen dos cret
quizás si Freud hubiera aceptado otros supuestos, fuera del reduccionismo tismo y el realismo teraJ
newtoniano, su teoría sobre la libido hubiera sido innecesaria. Su negativa cuentra en la eficacia 1
frente al segundo, tuvo también que ver con la ruptura de Freud con Adler. do que lo important;
La defensa de Vaihinger de su filosofía del como sz; en la que no existen finalidad, que en el Cfü
ideas fijas, estáticas, provenientes de nuestra experiencia de primera mano, su poder y libertad per
sino que mas bien lo que tenemos, y en él vivimos, es un mundo de ficcio- son los scripts o esquen
nes, supuestos, ante los que nos comportamos como si, chocaba con la episte- sólo tienen validez en
mología determinista freudiana (Rychlak, 1982). minado realismo terapi
En resumen, los paradigmas existentes en psicología dictaminan nuestros se tratase de auténticas
enfoques psicoterapéuticos. Por tanto, tenemos que señalar que el postmo- viduo sólo busca aque
dernismo actual, parece estar facilitando la transición a perspectivas distintas bienestar personal; pan
(constructivistas), la vuelta a otras tradicionales (psicoanálisis) y la evolución das «modelos» de actu;
de los enfoques presentes (por ejemplo, comparar la formulación cognitiva y buscan principalmen
de la depresión por Beck y su grupo en 1979 y de los trastornos de persona- dran tanto la salud físi(
lidad en 1990). Así, hoy en día es fácil encontrar publicaciones (cf Mahoney quirido en la actualida,
y Freeman, 1985; Safran y Greenberg, 1991), en las que se compaginan enfo- un paradigma teórico -
ques cognitivos, constructivistas, psicodinámicos, interpersonales, etc, y en el que sustentarse.
donde se aprecian influencias mutuas. De _estas dos creer
Por ejemplo, parece ser que la terapia cognitiva se está volviendo un tan- para la terapia (Véase g
to más constructivista. Así, en un trabajo reciente publicado por Haaga y son infundadas, /ragment
Beck (1993), y titulado significativamente: Perspectiva constructivista del realis- mas de lo qué es o no
mo depresivo: Implicaciones para la teoría y terapias cognitivas, los autores revisan éste, en este momento t
el problema del conocimiento de la realidad como algo sesgado por parte de cesita una terapia para
los depresivos y como más correcto por los sujetos normales. Si a la terapia decir, si una terapia fur
cognitiva los autores constructivistas, como nos aparece en el cuadro 2, la lida e importa poco el I
etiquetaban como realista, en este trabajo los autores se centran en la viabili- mismo tiempo a que al
dad de su enfoque, afirmando «que la teoría cognitiva de la depresión es más tual, en el sentido de qu
viable si la incluimos en un encuadre constructivista que si lo hacemos en son «reales», es lo que
uno realista. Muchos aspectos de la teoría han sido siempre consistentes con ción terapéutica; por s1
el constructivismo [...], p. 3 7. mente, su experiencia clíi
Las terapias han seguido siempre las modas psicológicas dominantes, es- parte del paciente; no e:
perando encontrar en el nuevo paradigma, en los nuevos conceptos, la razón tre casi con exclusivida,
y explicación de sus principios terapéuticos. Por otra parte, parece que en ción paciente/ terapeuta
todos los tiempos hubo terapeutas psicoanalistas, conductistas, cognitivos y, una serie de modelos d
por lo que estamos viendo, constructivistas o construccionistas, y sin que acto terapéutico se puei
esto haya implicado la existencia de un marco integrador para las psicotera- tienen validez para ese
pias. Junto a esto, la propia psicología se encuentra dentro de un contexto ralizables. En otras pala
social cuyas actitudes básicas impregnan toda su actividad; como ya señala- el neopragmatismo y el
mos anteriormente el postmodernismo actual parece jugar un papel impor- rición de categorías di:
tante dentro de la propia psicología (Kvale, 1992), hasta el punto de que de trastornos de personalidal
los problemas de los er
a Ibáñez Guerra e Isabel Caro Gabalda
La psicoterapia psicoanalítica vista desde la psicología cognitiva 621
con nuestros supuestos, in-
Como dice Rychlak (1982), él se deducen dos creencias básicas para la psicología actual: el neopragma-
>s, fuera del reduccionismo tismo y el realismo terapéutico (Seoane-Ibáñez, 1993). El neopragmatismo en-
do innecesaria. Su negativa cuentra en la eficacia y en la utilidad práctica su razón de ser, consideran-
uptura de Freud con Adler. do que lo importante es el conocimiento práctico encaminado a una
110 si; en la que no existen finalidad, que en el caso de la terapia sería ayudar al individuo a aumentar
Jeriencia de primera mano, su poder y libertad personal, para ello su cuerpo de conocimientos teóricos
10s, es un mundo de ficcio- son los scripts o esquemas de acción, considerados como heurísticos ya que
no si; chocaba con la episte- sólo tienen validez en un tiempo y lugar específicos. Por su parte el deno-
minado realismo terapéutico plantea las relaciones interpersonales como si
cología dictaminan nuestros se tratase de auténticas relaciones terapéuticas, en el sentido de que el indi-
que señalar que el postmo- viduo sólo busca aquellas relaciones que puedan contribuir a mejorar su
ción a perspectivas distintas bienestar personal; partiendo de esto, las teorías psicológicas son considera-
psicoanálisis) y la evolucion das «modelos» de actuación más que explicaciones de la actividad humana,
·ar la formulación cognitiva y buscan principalmente el desarrollo personal, dentro del cual se encua-
ie los trastornos de persona- dran tanto la salud física como la mental. De ahí la importancia que ha ad-
publicaciones (cj Mahoney quirido en la actualidad la psicología de la salud, la cual, a su vez, carece de
as que se compaginan enfo- un paradigma teórico -en el sentido clásico del término paradigma- en
;, interpersonales, etc, y en el que sustentarse.
De estas dos creencias básicas se deducen una serie de presupuestos
va se está volviendo un tan- para la terapia (Véase gráfico 3), como son que, en la actualidad, las terapias
nte publicado por Haaga y son infundadas, fragmentadas y construccionistas. Dejando al margen los proble-
ctiva constructivista del realis- mas de lo qué es o no científico y los problemas metodológicos asociados a
:ognitivas, los autores revisan éste, en este momento todo parece indicar que el único fundamento que ne-
to algo sesgado por parte de cesita una terapia para ser considerada como tal es su utilidad y eficacia; es
tos normales. Si a la terapia decir, si una terapia funciona esto es suficiente para que sea considerada vá-
aparece en el cuadro 2, la lida e importa poco el porqué funciona o el cómo funciona. Esto conlleva al
ores se centran en la viabili- mismo tiempo a que al «enfermo» se le considere una: especie de realidad vir-
titiva de la depresión es más tual, en el sentido de que tampoco importa si sus sentimientos o su narración
ivista que si lo hacemos en son «reales», es lo que a él le preocupa y esto es suficiente para una actua-
do siempre consistentes con ción terapéutica; por su parte el «terapeuta» aporta a la terapia, principal-
mente, su experiencia clínica, de hecho es considerado como un «experto» por
psicológicas dominantes, es- parte del paciente; no es raro, por tanto, que el «proceso terapéutico» se cen-
; nuevos conceptos, la razón tre casi con exclusividad en el análisis de los procesos cognitivos de la rela-
1r otra parte, parece que en ción paciente/ terapeuta, y que la «técnica terapéutica» a utilizar consista en
,, conductistas, cognitivos y, una serie de modelos diversos y efímeros, en el sentido de que en el mismo
:onstruccionistas, y sin que acto terapéutico se pueden utilizar distintos modelos teóricos pero que sólo
1tegrador para las psicotera- tienen validez para ese momento y esa ocasión, no siendo en absoluto gene-
ntra dentro de un contexto ralizables. En otras palabras, la falta de fundamentación teórica que implica
1 actividad; como ya señala-
el neopragmatismo y el realismo terapéutico actual conlleva tanto la desapa-
i.rece jugar un papel impor- rición de categorías diagnósticas -de hecho dentro de los denominados
2), hasta el punto de que de trastornos de personalidad se puede encuadrar a cualquier persona- ya que
los problemas de los enfermos son construcciones de la realidad que él se
622 Elena Ibáñez Guerra e Isabel Caro Gabalda La psicoterapia psicoanalítica vista d.
crea en los procesos de interacción social, como de las técnicas terapéuticas, námicos sustentados pe
ya que éstas tienen que adaptarse al tipo de narrativa del enfermo y, por tan- para complicarse la vid:
to, dependerá del marco del discurso de éste la técnica que debamos aplicar. sintomatología es su pr
piel -para utilizar una
causas de sus problema
GRÁFICO 3
dar cognitivo, se constru
diante el «proceso tera1
su paciente por medio e
CREENCIAS ACTUALES
tiempo que su «técnica
la realidad entre ambos
No es raro, pues, qt
NEOPRAGMATISMO REALISMO TERAPÉUTICO tantos modelos terapéut
máticos y estén menos J
gico de su ciencia. T am
psicoanálisis haya empe
del pensamiento terapé
que hemos expuesto h2
psicoanalítico y con él ti
lo que se ha venido a lla
INFUNDADAS FRAGMENTADAS
RESUMEN
Se presentan y se explo
psicoterapia psicoanalíti,
Por otro lado, el que las terapias sean fragmentadas viene dado por el pías cognitivas por otro.
hecho de que el «enfermo» es un yo fragmentado, es decir, multifrénico, ca- Comenzamos este p
rente de identidad propia y saturado de relaciones sociales que son las que, ma psicoanalítico, para ¡
en principio, le crean problemas. Ahora bien, la multifrenia no afecta exclusi- las relaciones pasadas y
vamente al enfermo, por lo que el «terapeuta» también se presenta ante éste Acto seguido y con v
como un experto que intenta unificar en su persona diversos esquemas, de ahí hace una breve exposicic
la importancia que está adquiriendo actualmente el estudio de los valores psicodinámica, haciendo
del terapeuta. El «proceso terapéutico» se centra en conseguir la unicidad del pueden sernos de utilidi
acto terapéutico ya que, en principio, cada sesión terapéutica debe tener un campo actual de lo que
principio y fin en sí misma y la terapia no se percibe como acto dinámico y manteniendo una divisió
continuado. Por último, las «técnicas terapéuticas» son consideradas, tanto vistas, se exponen los pm
por el enfermo como por el terapeuta, guías de acción más que auténtico co- sis y cognitivo- sobre te
nocimiento, dado que la realidad es relativa y construida a través del proceso coanálisis -transferencia )
terapéutico. marcos cognitivos, gracia:
Por último, las terapias son construccionistas en el sentido de que el «en- la menor duda, los enri
fermo» es percibido como una realidad superficial, lejano a los complejos di- transferencia con la aliam
i Ibáñez Gue"a e Isabel Caro Gabalda La psicoterapia psicoanalítica vista desde la psicología cognitiva 623
de las técnicas terapéuticas, námicos sustentados por el psicoanálisis, el sujeto actud no tiene tiempo
tiva del enfermo y, por tan- para complicarse la vida con análisis históricos acerca de su existencia, su
:nica que debamos aplicar. sintomatología es su problema y no está dispuesto a buscar debajo de la
piel - para utilizar una vieja metáfora conductista-- ni las razones ni las
causas de sus problemas. Por su parte, el «terapeuta» es un mero procesa-
dor cognitivo, se construye una imagen del paciente y de su realidad y me-
diante el «proceso terapéutico» intenta reconocer los patrones cognitivos de
su paciente por medio de procesos de comparación de patrones, al mismo
tiempo que su «técnica terapéutica» se reduce a un intento de reconstruir
la realidad entre ambos (paciente/terapeuta).
No es raro, pues, que, dentro del mundo actual de las terapias, existan
TERAPÉUTICO tantos modelos terapéuticos, ni que los terapeutas sean cada vez más prag-
máticos y estén menos preocupados por el estatus científico y epistemoló-
gico de su ciencia. También es comprensible que, en estos momentos, el
psicoanálisis haya empezado a renacer y a reivindicar el papel precursor
del pensamiento terapéutico dentro de h psicología; sin embargo, por lo
que hemos expuesto hasta aquí, todo parece indicar que el yo romántico,
psicoanalítico y con él toda su tradición histórica, está desapareciendo con
lo que se ha venido a llamar «El Fin de la Historia».
CONSTRUCCIONISTAS
RESUMEN
Caro, I. (1993) (comp.), Psicoterapia e investigación de procesos, Valencia, Promo- Uno de los tópicos conte1
libro. Colección de Psicología Teorética. · tatuto epistemológico del
A través de sus diversos capítulos este libro expone cómo se puede proceder al ello hasta el presente, bie
estudio del proceso del cambio terapéutico en diversas disciplinas, incluyendo el psi- te, Nagel, 1959; Popper,
coanálisis y la terapia cognitiva, y utilizando metodología de diversas áreas de cono- 1984, 1993) o atribuyénd
cimiento, como por ejemplo, la psicología cognitiva (capítulo de Bucci, sobre la acti- Mérida, 1979; Fernández
vidad referencial descrita como mecanismo del cambio psicodinámico).
parrós, 1988; Gutiérrez Tt
1989; Fierro, 1990; Dor, l
Mahoney, M. y Freeman, A. (1988), Cognición y psicoterapia, Barcelona, Paidós.
anterior se ha hecho refe
Este volumen permite al lector conocer los modelos cognitivos más relevantes,
también la exploración de diversos autores, y dentro de varias perspectivas psicodi- reconsiderar las relacionei
námicas, de en qué medida o qué hay de cognitivo, por ejemplo, en el psicoanálisis tífico, en función de la d<
en general (capítulo de Arieti), o en el modelo adleriano (capítulo de Shulman). verificabilidad y refutabili
mientas que utiliza a las e
Peterfreund, E. y Schwartz, J. T. (1976), Información, sistemas y psicoanálisis, puede ser dicho en este á
México, Siglo XXI. ya enunciado por otros.
En este libro se recoge uno de los primeros intentos de hacer una interpretación Cuando Putnam sugi,
de la teoría psicoanálitica desde la perspectiva de la teoría general de sistemas, que nes de sus conceptos co
sirve de base para los desarrollos posteriores de la psicología cognitiva del procesa- l 955) afirma que es pelig
miento de la información. de dotarle de una base ci
algunos de sus discípulo:
ción- reclaman una clan
primeros trabajos (Proyect
tendió integrar el conjunt
cía, lo que le lleva a re(
constante verificación, cri
rosas ocasiones. En aquel
H . Jackson. Freud no tie
que el que comúnmente
Universidad de Salamanca.
a Ibáñez Guerra e Isabel Caro Gabalda
26. CONTRIBUCIONES DE LA INVESTIGACIÓN
rítica, primero sobre lo que SOBRE LA PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA
1s epistemologías a su base,
o el estatus acutal de la psi-
ílista), los límites entre tera- ALEJANDRO ÁVILA ESPADA
perspectivas acogen y usan
:o neopragmático, en donde
,s son tanto para el que ex-
de procesos, Valencia, Promo- Uno de los tópicos contemporáneos más recurrentes ha sido y es discutir el es-
tatuto epistemológico del psicoanálisis. Numerosos autores se han ocupado de
,ne cómo se puede proceder al ello hasta el presente, bien negándole toda cientificidad posible (principalmen-
1s disciplinas, incluyendo el psi- te, Nagel, 1959; Popper, 1963; Bunge, 1969; M. Mannoni, 1979 y Grünbaum,
)gía de diversas áreas de cono- 1984, 1993) o atribuyéndosela en mayor o menor medida (Tizón, 1978; Mora
:apítulo de Bucci, sobre la acti- Mérida, 1979; Fernández Villamarzo, 1979, 1987; Edelson, 1984, 1988; N. Ca-
psicodinámico). parrós, 1988; Gutiérrez Terrazas, 1988; T. Sánchez, 1988; Poch, 1989; Coderch,
1989; Fierro, 1990; Dor, 1983, 1988, 1990, entre otros muchos). En el capítulo
icoterapia, Barcelona, Paidós. anterior se ha hecho referencia a algunas de estas críticas, y ello nos da pie a
elos cognitivos más relevantes,
reconsiderar las relaciones entre la psicoterapia psicoanalítica y el método cien-
de varias perspectivas psicodi-
por ejemplo, en el psicoanálisis
tífico, en función de la delimitación del objeto de estudio del psicoanálisis, la
10 (capítulo de Shulman). verificabilidad y refutabilidad de sus hipótesis y la adecuación de los procedi-
mientos que utiliza a las exigencias del método científico. Aunque poco nuevo
ación, sistemas y psicoanálisis, puede ser dicho en este ámbito, intentaremos introducir un cierto orden en lo
ya enunciado por otros.
tos de hacer una interpretación Cuando Putnam sugiere que el psicoanálisis debería estudiar las relacio-
teoría general de sistemas, que nes de sus conceptos con los de la filosofía, Ferenczi (1911, publicado en
sicología cognitiva del procesa- 1955) afirma que es peligroso distraer al psicoanálisis de la tarea primordial
de dotarle de una base científica apoyada en los hechos. Tanto Freud como
algunos de sus discípulos directos -el caso de Ferenczi no es una excep-
ción- reclaman una clara vocación científica para el psicoanálisis. Desde sus
primeros trabajos (Proyecto de una psicología para neurólogos, 1895) Freud pre-
tendió integrar el conjunto de los descubrimientos psicoanalíticos en la cien-
cia, lo que le lleva a reexaminar cuidadosamente sus teorías, sometidas a
constante verificación, criticándolas, revisándolas y modificándolas en nume-
rosas ocasiones. En aquel libro aparecen en la sombra las concepciones de
H. Jackson. Freud no tiene propiamente un texto sobre epistemología, ya
que el que comúnmente se cita («Múltiple interés del psicoanálisis», 1913)
Universidad de Salamanca.
626 Alejandro Ávila Espada Contribuciones de la investigación s
no es tal, sino un trabajo sobre psicoanálisis aplicado. Algunas citas -no ex- la base del materialism
haustivas- de Freud nos ilustrarán sus posiciones sobre la ciencia: 1927) Politzer defendió
del antipsicoanálisis, 192•
La finalidad de este proyecto es la de estructurar una psicología que sea una ciencia su carácter objetivo y e
natural; es decir, representar los procesos psíquicos como estados cuantitativamente no por eso dejó de atac
determinados de partículas materiales especificables, dando así a estos procesos un lar contra las posicione
carácter concreto e inequívoco [...] [Freud, 1895, «Proyecto de una psicología para nálisis y marxismo, 1933
neurólogos», Obras completas (OC), p. 211]. de 'errores' necesarios ¡:
[...] Cualquiera que sea el valor que se conceda a mis resultados, he de rogar que
psicología dialéctica con
no se vea en ellos el fruto de una cómoda especulación. Reposan en una laboriosa Será necesario acud
investigación individual de cada enfermo, que en la mayoría de los casos ha exigido límites de la ciencia ac
cien o más horas de penosa labor [.. .]. Al abrirnos este nuevo método de investiga- mers, 1982) para que el
ción, el acceso a un nuevo elemento del suceder psíquico, a los procesos mentales tanto entre la ciencia zdt
inconscientes, o, según la expresión de Breuer, incapaces de conciencia, nos ofrece la Dentro del propio ¡:
esperanza de una nueva y mejor comprensión de todas las perturbaciones psíquicas cuestión del fundament,
funcionales [...] [Freud, 1896, «La etiología de la histeria», OC, p. 316]. lidad de ciencia natura
realizando constantes e~
La coincidencia de la investigación con el tratamiento es, desde luego, uno de
sis (por ejemplo, Edelso
los títulos más preciados de la labor analítica [...] [Freud, 1912, «Consejos al médico
en el tratamiento psicoanalítico», OC, p. 1656]. rán una _hermenéutica, a
ría general de la cienc
El verdadero principio de la actividad científica consiste más bien en la descrip- Desarrollaremos a conti:
ción de fenómenos, que luego son agrupados; ordenados, y relacionados entre sí [...] tre las concepciones her
Sólo después de una más profunda investigación del campo de fenómenos de que se críticas al estatuto cientí
trate resulta posible precisar más sus conceptos fundamentales científicos y modificar-
los progresivamente, de manera a extender en gran medida su esfera de aplicación, ha- Blight (198 1) sitúa e
ciéndolos así irrebatibles [Freud, 1915, «Los instintos y sus destinos», OC, p. 2039]. ción y publicación del s
La investigación psicoanalítica descubre en la vida psíquica del individuo huma- rresponde al psicoanális
no hechos que nos permiten resolver más de un enigma de la vida colectiva de los lósofos de la ciencia a:
hombres o, por lo menos, fijar su verdadera naturaleza [...] he de hacer constar que opinaron que el psicoan
en más de una ocasión he rectificado mis opiniones sobre importantes extremos de fica. Estas opiniones in:
mis teorías o las he reemplazado por otras que mi labor de investigación me demos- Gill, 1976; Klein, 1976;
traba más acertadas [...] Lo que caracteriza al psicoanálisis como ciencia no es la ma- de posición en la que se
teria de que trata, sino la técnica que emplea [...] Su único fin y su única función cia natural y se le canee
consisten en descubrir lo inconsciente de la vida psíquica [Freud, 1916-1917, «Lec- rá uno de los más clarrn
ciones introductorias al psicoanálisis», OC, pp. 2225, 2274-5 y 2365]. diana, por su potencial e:
El extraordinario talante científico de Freud ha sido objeto de elogio por teoría clínico-psicológic2
numerosísimos autores, de muy diversa filiación. Pero ni en su época ni des- La posición de Gill es e
pués el psicoanálisis ha sido acogido entre las ciencias naturales (naturwis- no es psicología», aboga
senschaften). Ya Ortega y Gasset (1911) habló del psicoanálisis como una cien- coanalítica. Como tendr
cia sui generis y problemática. Las críticas llegarán también desde el dad de compatibilizar el
materialismo, donde el principal exponente de la crítica fue G. Politzer, Gutiérrez Terrazas (
quien se ocupó en primer lugar por esbozar una psicología materialista sobre su determinación del oby
Alejandro Ávila Espada Contribuciones de la investigación sobre la psicoterapia psicoanalítica 627
icado. Algunas citas - no ex- la base del materialismo dialéctico marxista. En un primer período (1923-
es sobre la ciencia: 1927) Politzer defendió radicalmente al psicoanálisis (véase su trabajo El mito
del antipsicoanálisis, 1924) considerándolo fundamento para la psicología por
a psicología que sea una ciencia su carácter objetivo y científico, en ruptura con la moral y la religión. Pero
como estados cuantitativamente no por eso dejó de atacar su dogmatismo e idealismo metafísico, en particu-
, dando así a estos procesos un lar contra las posiciones freudomarxistas. Acabó considerándolo (en Psicoa-
>royecto de una psicología para nálisis y marxismo, 1933; y en El fin del psicoanálisis, 1939) como un conjunto
de 'errores' necesarios para el desarrollo de la psicología concreta, ensayo de
mis resultados, he de rogar que psicología dialéctica construida por Politzer.
ción. Reposan en una laboriosa Será necesario acudir a los filósofos y epistemólogos que cuestionan los
mayoría de los casos ha exigido límites de la ciencia actual (Atlan, 1979; Prigogine y Stengers, 1982; Chal-
ste nuevo método de investiga- mers, 1982) para que el psicoanálisis conserve un lugar entre la ciencia, no
íquico, a los procesos mentales tanto entre la ciencia zdeal sino entre la ciencia real.
Jaces de conciencia, nos ofrece la Dentro del propio psicoanálisis surgirán dos orientaciones en cuanto a la
las las perturbaciones psíquicas cuestión del fundamento científico: quienes sostendrán la exigencia y posibi-
ria», OC, p. 316]. lidad de ciencia natural que Freud siempre reclamó para el psicoanálisis,
realizando constantes esfuerzos para la formulación científica del psicoanáli-
niento es, desde luego, uno de
eud, 1912, «Consejos al médico
sis (por ejemplo, Edelson, 1984, 1988) y por otra parte quienes lo considera-
rán una hermenéutica, a la que no tiene sentido aplicar los cánones de la teo-
ría general de la ciencia (por ejemplo, Ricoeur, 1970; Habermas, 1971).
:onsiste más bien en la descrip- Desarrollaremos a continuación dos cuestiones principales: a. la polémica en-
.dos, y relacionados entre sí [...] tre las concepciones hermenéutica y científico-natural del psicoanálisis; b. las
:ampo de fenómenos de que se críticas al estatuto científico del psicoanálisis y su contestación.
mentales científicos y modificar-
dida su esfera de aplicación, ha- Blight (1981) sitúa el punto de arranque de la polémica con la celebra-
; y sus destinos», OC, p. 2039].
ción y publicación del simposio dirigido por S. Hook sobre el lugar que co-
a psíquica del individuo huma- rresponde al psicoanálisis entre las ciencias (1959). La mayor parte de los fi-
5ma de la vida colectiva de los lósofos de la ciencia asistentes al simposio (por ejemplo, Hook y Nagel)
za [...] he de hacer constar que opinaron que el psicoanálisis no podía ser considerado una disciplina cientí-
sobre importantes extremos de fica. Estas opiniones influyeron en numerosos psicoanalistas (Home; 1966;
>or de investigación me demos- Gill, 1976; Klein, 1976; Schafer, 1976; Steele, 1979) en una progresiva toma
ilisis como ciencia no es la ma- de posición en la que se abandona la pretensión del psicoanálisis como cien-
1 único fin y su única función cia natural y se le conceptualiza como ciencia hermenéutica. Merton Gill se-
:¡uica [Freud, 1916-1917, «Lec- rá uno de los más claros exponentes al considerar que la metapsicología Jreu-
274-5 y 2365]. diana, por su potencial explicativo, sería como un cuerpo extraño al lado de la
ha sido objeto de elogio por teoría clínico-psicológica orientada a comprender el comportamiento humano.
Pero ni en su época ni des- La posición de Gill es conocida a través de la expresión de «Metapsicología
ciencias naturales (naturwis- no es psicología», abogando en consecuencia por una psicología (del yo) psi-
psicoanálisis como una cien- coanalítica. Como tendremos ocasión de abordar después, existirá posibili-
llegarán también desde el dad de compatibilizar el binomio comprensión / explicación.
: la crítica fue G. Politzer, Gutiérrez Terrazas (1988) sostiene la posición hermenéutica al efectuar
psicología materialista sobre su determinación del objeto empírico del psicoanálisis. Un objeto que no se si-
Contribuciones de la investigación se
628 Alejandro Ávila Espada
que la retirada a la hermenéutica ha sido completamente innecesaria, ya que las confundirse frecuentemen
objeciones del positivismo lógico al psicoanálisis (Popper, 1959, 1963) no tie- trecha relación con el cor
nen aplicación al nivel del objeto de estudio, sino al del método. Por ejem- ción) en psicoanálisis. En
plo, Spinner (197 4) ha defendido que la dicotomía recogida por Popper de tendríamos una teoría de
Reichenbach entre contexto de descubrimiento y contexto de justificación no es conocimientos descriptivo
adecuada, ya que el psicoanálisis se ubica en un nivel más reducido que el aplicada (teorías sustantiva:
contexto de descubrimiento. En nuestra opinión, el psicoanálisis se sitúa al rapéutico).
menos en la misma esfera de contexto de descubrimiento que la teoría de la Las insuficiencias de
relatividad y la teoría cuántica, solamente que son teorías más o menos afor- plantear que la pretensión
tunadas que se aplican a ámbitos diversos: infinitamente grande, infinitr.men- tructura lógica y epistemc
te pequeño y por fin el universo que los clásicos denominaban sublunar: el ciencia natural, ha fracasac
del sujeto. El nivel del psicoanálisis es la díada, en la cual la investigación mente abierta la puerta a
psicoanalítica consiste en obtener conocimientos sobre el paciente y la rela- natural. Incidirá en este
ción que mantiene con el terapeuta en la situación analítica. Se trata de lo Kachele (1985) entre teorí.
que Thoma y Kachele (1985) han denominado conocimientos diádico-específi- analíticas del desarrollo, la
cos o casuísticos. El conocimiento casuístico, aunque se adquiere sobre un formulada en psicoanálisis.
trasfondo de hipótesis que emanan de la teoría psicoanalítica, puede condu- se ajusten a la realidad, qu,
cir a una ampliación y modificación de las hipótesis previas. De esta manera qué medida se ajusta o n
el conocimiento logra una forma más general, que provoca a su vez la adqui- Pero las teorías ricas en J
sición de nuevos conocimientos. Este proceso puede describirse como un por ello a una difícil verifi
círculo hermenéut/co. La unión entre práctica del psicoanálisis y la teoría gene- para realizar las tareas clíni
ral se da sólo a través de este conocimiento diádico-específico. Freud, tal vez tica terapéutica que emple
sin proponérselo, hizo algo así. psicoanálisis se ve forzado
El psicoanálisis es, a la vez, método de tratamiento y método de investi- eficiencia de cualquiera d,
gación, en una unión inseparable que significa que: ción. Incluso Ricoeur (1 97,
«La garantía de que la reali
l. La «curación» es el resultado de la comunicación apropiada al pa- ima.ginación cel psicoanalis
ciente del conocimiento diádico específico, que resulta de la integración de (Ricoeur, 1974, p. 19).
experiencias afectivas y cognitivas en la díada. . Evidentemente, mientr:
2. La comunicación del conocimiento -desde el punto de vista técni- psicoanálisis en cuanto ciej
co- debe ser efectuada correctamente, de acuerdo a las reglas del método el arte: la práctica terapéuti,
de la terapia. Frente a los partidarios
3. La técnka de tratamiento conduce a nuevas intelecciones (insight), Miles (1966) han venido e
más profundas, tanto en el acontecer psíquico del paciente como en la rela- ciencia experimental, en Cl
ción con el anali:,ta. Así, la técnica terapéutica amplía el conocimiento diádi- condiciones artificiales, pre
co específico. res de la formulación del p:
cado, como afirma Legran
Tampoco se considera actualmente como la única perspectiva posible variables en estudio y el ir
que las ciencias de la naturaleza tengan un modelo de causalidad privativo mental de las variables. Leg
(la causalidad de naturaleza), y que las causas histórico-sociales, y aun otras, tación es la «variable experi
estén totalmente excluidas. En el psicoanálisis la causalidad va estrechamen- la interpretación -como le
te unida a la argumentación de las causas (las razones), hasta el punto de ble. Las variables que estl
Alejandro Ávila Espada Contribuciones de la investigación sobre la psicoterapia psicoanalítica 631
aente innecesaria, ya que las confundirse frecuentemente. El conocimiento causal (las teorías) están en es-
(Popper, 1959, 1963) no tie- trecha relación con el conocimiento del cambio (las técnicas y reglas de ac-
10 al del método. Por ejem- ción) en psicoanálisis. En una consideración tecnológica del psicoanálisis,
11ía recogida por Popper de tendríamos una teoría del psicoanálisis como ciencia básica (incluyendo los
ontexto de justificación no es conocimientos descriptivo y causal) y la teoría del psicoanálisis como ciencia
l nivel más reducido que el aplicada (teorías sustantivas -el saber de cambio; y operativas -el saber te-
1, el psicoanálisis se sitúa al rapéutico).
,rimiento que la teoría de la Las insuficiencias de la crítica positivista llevan a Wallerstein (1986) a
n teorías más o menos afor- plantear que la pretensión hermenéutica de dotar al psicoanálisis de una es-
amente grande, infinitr,men- tructura lógica y epistemológica en base a métodos distintos de los de la
s denominaban sublunar: el ciencia natural, ha fracasado o al menos es ya innecesaria. Queda así formal-
. en la cual la investigación mente abierta la puerta a la recuperación del psicoanálisis para la ciencia
; sobre el paciente y la rela- natural. Incidirá en este proceso la distinción que argumentan Thoma y
ión analítica. Se trata de lo Kachele (1985) entre teoría de la ciencia básica (por ejemplo, las teorías psico-
:onocimientos diádico-específi- analíticas del desarrollo, la personalidad, las neurosis) y la tecnología, aún no
nque se adquiere sobre un formulada en psicoanálisis. A las hipótesis de la teoría básica se les exige que
)Sicoanalítica, puede condu- se ajusten a la realidad, que den una explicación justa y suficiente de ella. En
esis previas. De esta manera qué medida se ajusta o no es cuestión de verificación y experimentación.
e provoca a su vez la adqui- Pero las teorías ricas en parámetros, como es la psicoanalítica, se enfrentan
puede describirse como un por ello a una difícil verificación empírica. La tecnología debe ser adecuada
)sicoanálisis y la teoría gene- para realizar las tareas clínicas, y su eficiencia se juzga por el éxito de la prác-
ico-específico. Freud, tal vez tica terapéutica que emplea, según unos criterios de éxito. En este punto el
psicoanális1s se ve forzado a abandonar la hermenéutica si quiere probar la
miento y método de investi- eficiencia de cualquiera de sus procedimientos, por ejemplo, la interpreta-
e: ción. Incluso Ricoeur (197 4), fiel defensor de la hermenéutica, considera que:
«La garantía de que la realidad del inconsciente no es una mera ficción de la
11unicación apropiada al pa- imaginación cel psicoanalista, la ofrece, finalmente, sólo el éxito terapéutico»
resulta de la integración de (Ricoeur, 197 4, p. 19).
Evidentemente, mientras no pueda desarrollarse una cierta tecnología, el
~sde el punto de vista técni- psicoanálisis en cuanto ciencia aplic~da queda en el dominio fronterizo con
:rdo a las reglas del método el arte: la práctica terapéutica como práctica artística.
Frente a los partidarios de la hermenéutica, autores como Arlow (1959) y
uevas intelecciones (insight), Miles (1966) han venido defendiendo para el psicoanálisis su carácter de
el paciente como en la rela- ciencia experimental, en cuanto que la situación analítica reproduce ciertas
nplía el conocimiento diádi- condiciones artificiales, propias de la situación de laboratorio. Los defenso-
res de la formulación del psicoanálisis en cuanto hermenéutica, les han acha-
cado, como afirma Legrand (197 4), la dificultad de reducir el número de
a umca perspectiva posible variables en estudio y el incumplimiento de la exigencia de control experi-
:lelo de causalidad privativo mental de las variables. Legrand apunta que aunque .;e arguya que la interpre-
stórico-sociales, y aun otras, tación es la «variable experimeLt:d>> del psicoanálisis, se elude reconocer que
causalidad va estrechamen- la interpretación -como la misma situación analítica-- es singular, irrepeti-
razones), hasta el punto de ble. Las variables que estudia el psicoanálisis no puedcr.. separarse de la
632 Alejandro Avila Espada
Contribuciones de la investigación sobre
misma situación analítica, puesto que se perdería su misma naturaleza (Gu-
tiérrez Terrazas, 1988). ¿Se puede hablar en este sentido de ciencia de lo sin- pueda enunciar claramente
gular y para lo singular? Desde este punto de vista, la pretensión de Arlow y que la evidencia para las l
Miles sería errónea al intentar identificar situación analítica con contexto ex- tante, la ausencia de clarif
perimental. gación clínica válido no pe
Tizón (1978) afirma que el psicoanálisis está estructurado efectiva y for- de las mismas, corriéndose
malmente como una ciencia, en la que un corpus teórico (la metapsicología) se fenomenológicas o anecdó1
contrasta con los hechos a través de la situación analítica, situación mediado- llar una metodología sister
ra entre los fenómenos inconscientes objeto de investigación y su teoriza- tion sólo esbozada por el
ción. Esto implica el cumplimiento de la exigencia de estrecha correspon- vemos reiteradamente a
dencia entre el componente teórico y la experiencia (Ladriere, 197 4). Tizón modo de digresión podríar
(1978) precisa que el psicoanálisis, en cuanto es una psicología dinámica po- psicoanalítico, tomado corr
sible añade . al objeto general de la psicología una dimensión nueva: el in- trinas positivistas si estas 6
consciente dinámico, configurando así en un concepto integral de conducta, (1972) ha desarrollado una
el objeto de la psicología dinámica o psicoanálisis en la conducta significante pírica acerca de la validez
inconscientemente sobredeterminada. Desde esta posición se postula la conside- teoría dinámica. Aunque 1
ración positiva del estatuto científico del psicoanálisis. Revisaremos a conti- bles, no deja de ser en mt
nuación la verificabilidad, falsación y prueba de las hipótesis formuladas en centrales de la teoría dinán
el psicoanálisis y la psicoterapia psicoanalítica, siguiendo parte de las consi- psicométricas entre variabl
deraciones formuladas por Edelson (1984, 1988), uno de los más brillantes xo causal,.no siempre ha si1
conceptualizadores actuales de esta polémica, y defensor del argumento de La crítica que Karl Po
cientificidad. coanálisis ha tenido un m~
Las críticas principales que se han formulado al estatuto científico del en torno a la obra de Pop
psicoanálisis son tres: psicoanálisis fue incapaz d1
lo no científico, que sus hi
a. La de la imposibilidad de verificar o confirmar sus hipótesis (por evidencia empírica. Este a1
parte de los positivistas lógicos); que en el propio Freud se
b. La de imposibilidad de falsación (Popper); y tes. Popper parece haberse
c. La imposibilidad de obtener datos para probar sus proposiciones una verdadera carencia de
(Grünbaum). especifiquen habitualmente
vaciones particulares, obte
Edelson, como veremos, ataca el fondo de la polémica. mente aceptadas como fun
coanalítica, no quiere deci
El positivismo lógico, según palabras de Nagel (1959), sostiene que el psi- que con frecuencia en los
coanálisis está lleno de términos teóricos vagos, sin conexión con procedi- dogmáticas, ex cátedra, o a1
mientos empíricos, y que sus hipótesis no pueden ser verificadas ni confir- Lacan, etc.), pero ello sók
madas. Esta concepción desarrolla un inductivismo enumerativo, por el cual por el método científico, o
toda observación vinculada a una hipótesis le presta apoyo, y a mayor núme- análisis de los conceptos q
ro de observaciones positivas, mayor apoyo empírico recibe la hipótesis. Esta novedad en el campo cier
posición oculta que las hipótesis están subdetederminadas por los datos, los quería decir, por qué se di
mismos datos pueden ser explicados por un infinito número de hipótesis, lo la exposición de los compc
que invalidaría la crítica positivista absoluta. Pero ello no quiere decir que se En una dirección distir
das, argumentando que la5
Alejandro Ávila Espada
Contribuciones de la investigación sobre la psicoterapia psicoanalítica 633
. su misma naturaleza (Gu-
entido de ciencia de lo sin- pueda enunciar claramente su valor. Rapaport (1959) ya nos señaló que aun-
a, la pretensión de Arlow y que la evidencia para las hipótesis psicoanalíticas pareciese masiva e impac-
1 analítica con contexto ex-
tante, la ausencia de clarificación acerca de cual fuese el método de investi-
gación clínica válido no permitía ofrecer datos concluyentes acerca del valor
~structurado efectiva y /or- de las mismas, corriéndose el riesgo de que se trate de evidencias puramente
órico (la metapsicología) se fenomenológicas o anecdóticas. Rapaport insistió en la necesidad de desarro-
nalítica, situación mediado- llar una metodología sistemática de investigación del sujeto individual, cues-
investigación y su teoriza- tion sólo esbozada por el psicoanálisis de forma incidental. Nótese que vol-
cía de estrecha correspon- vemos reiteradamente a la clásica discusión positivismo/ psicoanálisis. A
tcia (Ladriere, 197 4). Tizón modo de digresión podríamos plantearnos qué cabría decir desde el método
na psicología dinámica po- psicoanalítico, tomado como paradigma provisionalmente evidente, a las doc-
1a dimensión nueva: el in- trinas positivistas si estas fuesen objeto de enjuiciamiento formal. Paul Kline
:epto integral de conducta, (1972) ha desarrollado una serie de estudios en los que aporta evidencia em-
s en la conducta significante pírica acerca de la validez y falsabilidad de varios conceptos relevantes de la
ición se postula la conside- teoría dinámica. Aunque las aportaciones y esfuerzos de Kline son estima-
álisis. Revisaremos a conti- bles, no deja de ser en muchos casos ingenuo pretender explicar conceptos
as hipótesis formuladas en centrales de la teoría dinámica en base al mero establecimiento de relaciones
¡uiendo parte de las consi- psicométricas entre variables. La evidencia de que correlación no implica ne-
uno de los más brillantes xo causal, no siempre ha sido tenida en cuenta en estos estudios. _
lefensor del argumento de La crítica que Karl Popper (1963) formuló al estatuto científico del psi-
coanálisis ha tenido un mayor eco, quizás por las amplias controversias que
J al estatuto científico del en torno a la obra de Popper se han producido. Este autor enunció que el
psicoanálisis fue incapaz de encontrar el criterio para separar lo científico de
lo no científico, que sus hipótesis no podían ser falsadas mediante cualquier
infirmar sus hipótesis (por evidencia empírica. Este argumento es, cuando menos, muy cuestionable, ya
que en el propio Freud se encuentran falsaciones de sus hipótesis preceden-
y tes. Popper parece haberse fijado más en la falta aparente de falsación, que en
probar sus proposiciones una verdadera carencia de falsación intrínseca. El que los psicoanalistas no
especifiquen habitualmente en sus publicaciones de forma precisa qué obser-
vaciones particulares, obtenidas bajo qué condiciones, deberían ser general-
Jlémica. mente aceptadas como fundamento decisivo para rechazar una hipótesis psi-
coanalítica, no quiere decir que este canon no pueda establecerse. Es cierto
(1959), sostiene que el psi- que con frecuencia en los escritos psicoanalíticos se aprecian exposiciones
,ín conexión con procedi- dogmáticas, ex cátedra, o acogidas a argumentos de autoridad (según Freud,
n ser verificadas ni confir- Lacan, etc.), pero ello sólo enuncia el desinterés de muchos psicoanalistas
!O enumerativo, por el cual por el método científico, o bien su falta de rigor a la hora de adentrarse en el
ta apoyo, y a mayor núme- análisis de los conceptos que exponen, lo cual, desgraciadamente, no es una
co recibe la hipótesis. Esta novedad en el campo científico. No sólo interesa qué se dijo, sino qué se
minadas por los datos, los quería decir, por qué se dijo y para qué, y todo ello implica profundizar en
to número de hipótes'is, lo la exposición de los componentes epistemológicos de un sistema conceptual.
dio no quiere decir que se En una dirección distinta, Grünbaum (1984) ha efectuado críticas reitera-
das, argumentando que las hipótesis psicoanalíticas, aunque falsables, no se
634 Alejandro Ávila Espada
Contribuciones de la investigación
;o que es imposible obtener 3. El psicoanálisis ha tenido que abandonar el tally argument como
analítica. La importancia de forma de justificación de las hipótesis. En cambio se formula la tesis de la
vez que confieren credibili- condición necesaria (el insight verdadero conduce al éxito terapéutico), que
tación provisional como más debería ajustarse además a la realidad objetiva, para que se cumpliera la
:mente reproducir las condi- exigencia científica, pero esto no puede ser probado, pudiendo incidir mu-
la situación analítica es difi- chos otros factores en el proceso de cambio que se da dentro del psico-
)do de la «asociación libre» análisis.
1cias extrañas y no controla- A modo de comentario es curioso como tanto «psicoanalistas» como
ninativo, en el que las eviden- «antipsicoanalistas» caen en el error común de invocar a Freud en la ma-
científica a las hipótesis psi- yoría de sus disputas. En este caso tanto unos como otros incurren en el
dogmatismo. El psicoanálisis y su pretensión científica subsiguiente es algo
más que Freud, por mucho que éste haya podido significar en la historia
emplo positivo- de la hipó-
de la concepción psicoanalítica.
;is sobre otras hipótesis alter-
4. Los datos obtenidos en la situación psicoanalítica están fatalmente
corrompidos .por la sugestión del analista, el conocimiento previo del
·a que se eliminen explicado-
paciente, sus preconceptos téoricos, e incluso por la falibilidad de su me-
hubieran podido recibir con-
moria o los defectos del sistema de registro. Por ello arguye Grünbaum
que los datos no pueden ser utilizados independientemente del tally argu-
premisas, Grünbaum (1984) ment.
Juntos: Desgraciadamente Grünbaum olvida que el reto científico del psicoa-
nálisis reside especialmente en trabajar con estas incertidumbres, sin las
argument (argumento de la cuales aquél no tendría razón de ser. Es cierto que ello obliga a acuñar
ntífica de las hipótesis psico- conceptos o preconceptos que necesitan de un afinamiento científico tales
tales. como el mencionado «caso único», «transferencia» «contratransferencia»
1mento expresado por Freud que lejos de ser invocaciones mágicas con ambición de resolver proble-
s» (1916-1917) acerca de que mas, señalan con su presencia líneas de investigación e hipótesis para las
s resistencias superadas si las que hay que trazar caminos de estudio.
ido coinciden con lo que es La posición de Grünbaum, más fecunda en cuanto a las aportaciones
si las conjeturas del psicoana- que efectúa su crítica metodológica, nos invita a revisar la conducción de
s correctas. Grünbaum consi- las investigaciones psicoanalíticas, especialmente desde dentro de la situa-
10lógica de los psicoanalistas, ción analítica. Algunos de los desarrollos de investigación en el campo del
evidencia de las recaídas sin- psicoanálisis, que van a ser comentados en el capítulo siguiente, pueden
is terminable e interminable» ofrecer un mejor cumplimiento de las tres condiciones del inductivismo
. recuperaciones o rem1s1ones eliminativo. Queremos citar a Edelson (1984) que ha subrayado que los es-
mviene recordar en este pun- tudios intensivos de casos individuales pueden ser utilizados para generar
terapéutico del análisis. y poner a prueba hipótesis de la terapia psicoanalítica. Este intento, que
por cierto lleva años trabajándose por parte de numerosos analistas, puede
nuestran interés hacia la evi- responder a ciertas cuestiones aunque no a todas.
sis y habría que demostrar si Los objetivos de los estudios teóricos sobre casos individuales, que
pueden aprovecharse para la psicoterapia psicoanalítica, son los siguientes:
Contribuciones de la investigact6n s
636 Alejandro Ávila Espada
o/ Research in Psychotherapy, y apenas cuatro años más tarde el primer manual El estudio más amplio fu(
dedicado a considerar lo que que se había hecho hasta entonces en investi- rreo a 3 000 pacientes coi
gaciones controladas (Meltzoff y Kornreich, 1970; Research in Psychotherapy), peutas habían completadc
llegando a conclusiones bastante distintas a las que había propuesto Eysenck to. Sus resultados mostra
una década antes 3 • Para Meltzoff y Kornreich la psicoterapia es una modali- como más ansiosos mejot
dad efectiva de tratamiento, con resultados significativamente mejores que el ansiedad, resultado que e
no tratamiento. Al año siguiente aparecerá la primera edición del que se con- borsky, 1962a). Los estudi
vertirá en el libro de cabecera de todo psicoterapeuta interesado en la inves- estar realizados con un nú
tigación: el Handbook o/ Psychotherapy and Behavior Change, coordinado por vamente) no mostraron ap
Bergin y Garfield (1971). Dentro de él, Bergin (1971) incluyó una detenida ciales y resultado final. :E
revisión de la literatura de investigación sobre resultados de la psicoterapia, más que los demás, o que
reanalizando parte de los datos considerados por Eysenck en su crítica de res (ambos datos en Knap
1952 criticando de forma fundada sus resultados. Las conclusiones de Melt- pecialmente relevantes, ni
zoff ; Kornreich y las de Bergin abren pues, a principios de los setenta, un cientes se benefician más e
camino de esperanza para los psicoterapeutas. Algunos fenómenos que no b. Investigaciones sob1
habían sido investigados hasta entonces empiezan a ser considerados: la ticos. Holt y Luborsky (1'
cuestión de los potenciales efectos negativos de la psicoterapia, es decir, que . formación idónea de psiqu
los pacientes pudieran empeorar en el curso de la misma, empieza a ser un mación, identificaron las
elemento más a considerar en ulteriores investigaciones. objetividad, capacidad pai
Los estudios pioneros de investigación sistemática sobre la psicoterapia vidad, interés en la psiquii
psicoanalítica se habían iniciado en los años cincuenta, pero sus resultados de Holt y Luborsky no p(
no fueron conocidos hasta los setenta. La distinción entre la investigación de los psicoanalistas idóni
del tratamiento psicoanalítico propiamente dicho (véanse por ejemplo, las re- como constatan Luborsky
visiones de Strupp, 1968; Luborsky y Spence, 1971) de la de la efectividad y exigencias de formación y
proceso de la psicoterapia de orientación dinámica, más fácilmente accesible mente muy superiores a la
a la investigación sin alterar su contexto natural, ha sido una de las cuestio- nes. H . Klein (1965) realiz:
nes de partida. Salvo excepciones, son relativamente escasos los trabajos pu- nan las estimaciones de C(
blicados antes de 1970. Destacan los de Keet (1948); Knapp (1963) y los in- terapeutas analistas, y el é
cluidos en la obra de Alexander, French y Pollock (1968). 63% de los pacientes trati
La investigación hasta 1970 se ha centrado en la consideración de algu- estimada mostraron una n
nos problemas específicos: igual forma el 39% de los
que estos datos no son fia
a. La analizabiltdad y accesibilidad de los pacientes al tratamiento psicoanalí- por tanto pueden estar co
tico; en otras palabras, qué características deben reunir los pacientes para be- rente con las evidencias de
neficiarse del tratamiento psicoanalítico, y cómo puede por tanto predecirse Bergin (1971).
el éxito en el tratamiento 4• Los principales estudios que han abordado de c. La investigación sol
forma controlada esta cuestión son los de H. Klein (1960); Knapp et al., can un buen número de i
(1960); Hamburg et al., (1967); Luborsky et al. (1970), además de los proyectos cuanto a los datos que faci
más conocidos (Menninger, Vanderbilt, Tavistock, Monte Zion, Penn, etc.). cución más acorde con lo
siones pioneras sobre efec
3 La polémica en torno a Eysenck es revisada en el epígrafe siguiente. citar la de Fenichel (1930)
4 En el capítulo 11 se ha abordado esta temática más extensamente. mientas conducidos en el
Alejandro Ávila Espada Contribuciones de la investigación sobre la psicoterapia psicoanalítica 643
s más tarde el primer manual El estudio más amplio fue el de Hamburg et al. (1967) que encuestó por co-
ho hasta entonces en investi- rreo a 3 000 pacientes con muy variados trastornos, para los cuales los tera-
70; Research in Psychotherapy), peutas habían completado cuestionarios al inicio y al término del tratamien-
:¡ue había propuesto Eysenck to. Sus resultados mostraron que los pacientes diagnosticados inicialmente
a psicoterapia es una modali- como más ansiosos mejoraron más que los que no mostraron inicialmente
ificativamente mejores que el ansiedad, resultado que es consistente con los del Informe Menninger (Lu-
mera edición del que se con- borsky, 1962a). Los estudios de Klein (1960) y Knapp et al. (1960) además de
tpeuta interesado en la inves- estar realizados con un número muy reducido de pacientes (30 y 27 respecti-
wior Change, coordinado por vamente) no mostraron apenas relaciones significativas entre condiciones ini-
(1971) incluyó una detenida ciales y resultado final. Entre ellas que los pacientes obsesivos mejoraron
resultados de la psicoterapia, más que los demás, o que los más jóvenes se beneficiaron más que los mayo-
)or Eysenck en su crítica de res (ambos datos en Knapp et al.). Por lo demás, los resultados no fueron es-
)S. Las conclusiones de Melt- pecialmente relevantes, ni difieren de los estudios generales sobre qué pa-
principios de los setenta, un cientes se benefician más de la psicoterapia.
Algunos fenómenos que no b. Investigaciones sobre las características idóneas de los terapeutas psicoanalí-
iezan a ser considerados: la ticos. Holt y Luborsky (1958) en un estudio sobre las características de la
la psicoterapia, es decir, que formación idónea de psiquiatras residentes y la predicción del éxito en la for-
~ la misma, empieza a ser un mación, identificaron las siguientes: inteligencia, empatía, fluidez verbal,
aciones. objetividad, capacidad para el crecimiento personal, flexibilidad, autoobjeti-
emática sobre la psicoterapia vidad, interés en la psiquiatría, confianza en sí mismo y seguridad. El estudio
incuenta, pero sus resultados de Holt y Luborsky no permite distinguir específicamente las características
inción entre la investigación de los psicoanalistas idóneos, ni hay otros estudios controlados al respecto,
o (véanse por ejemplo, las re- como cons'tatan Luborsky et al. (1970). Sin embargo, son bien conocidas las
971) de la de la efectividad y exigencias de formación y supervisión que se hace a los candidatos, general-
lÍca, más fácilmente accesible mente muy superiores a las que se hacen a los terapeutas de otras orientacio-
1, ha sido una de las cuestio- nes. H. Klein (1965) realiza el único estudio en el que claramente se relacio-
1ente escasos los trabajos pu- nan las estimaciones de competencia efectuadas por los supervisores de los
1948); Knapp (1963) y los in- terapeutas analistas, y el éxito en el tratamiento de sus pacientes actuales: el
:k (1968). 63% de los pacientes tratados por candidatos con mayor nivel de habilidad
en la consideración de algu- estimada mostraron una mejoría sustancial, mientras que sólo mejoraron de
igual forma el 39% de los pacientes de los terapeutas menos capaces. Aun-
que estos datos no son fiables (ambas estimaciones las hacía el supervisor, y
'ientes al tratamiento psicoanalí- por tanto pueden estar contaminadas), indican una tendencia lógica y cohe-
reunir los pacientes para be- rente con las evidencias de las causas de efectos negativos que había descrito
o puede por tanto predecirse Bergin (1971).
tudios que han abordado de c. La investigación sobre los resultados del tratamiento psicoanalítico. Desta-
. Klein (1960); Knapp et al., can un buen número de informes descriptivos, más o menos completos en
.970), además de los proyectos cuanto a los datos que facilitan, junto a estudios más recientes y con una eje-
)ck, Monte Zion, Penn, etc.). cución más acorde con los procedimientos de investigación. Entre las revi-
siones pioneras sobre efectividad del tratamiento psicoanalítico, es obligado
ígrafe siguiente. citar la de Fenichel (1930) con su publicación de los resultados de los trata-
:xtensamente. mientos conducidos en el Instituto Psicoanalítico de Berlín en el período
644 Alejandro Ávila Espada
Contribuciones de la investigación sobre
coanalítico, mediante la for- 11. La Investigación de la psicoterapia breve' desarrollada en la Clínica Ta-
¡uen conceptos centrales de vistock. Uno de los últimos proyectos que inician su curso antes de 1970 es
la conocida serie de estudios sobre la psicoterapia breve de orientación diná-
iación de psicoterapia de la Es- mica conducidos por David H. Malan en Londres, en el entorno de la Clíni-
vid Shakow inició el primer ca Tavistock. _Evitamos nuevamente reiterar análisis precedentes de sus resul-
inálisis en la Universidad de tados (véase Avila, en prensa).
Carmichael y más tarde Eli-
enneth Isaacs y Ernest Hag- Ya en los setenta se produce un giro conceptual. En 1973 se publicó la
pueden constatarse en el es- obra de Donald J. Kiesler The Process o/ Psychotherapy: Empirical Foundations
ducciones de terapeutas y and Systems o/ Analysis, pionera en el enfoque de la investigación sobre el pro-
ceso de la psicoterapia, que compila un gran número de instrumentos y siste-
\Jational Institute of Mental mas de valoración; aunque la mayor parte de ellos está ya en desuso, han si-
akow y centrado exclusiva- do la base de los posteriores métodos de investigación del proceso de la
Paul Bergman durante cua- psicoterapia.
:nerado varios estudios (Co- En 1975, Sloane y su grupo de colaboradores compararon la efectividad
1966) tanto sobre aspectos de la psicoterapia psicoanalítica, la terapia de conducta, y como grupo de
control, la lista de espera de pacientes. En el estudio participaron conocidos
nica Hampstead. Se trata de terapeutas. Los resultados (Sloane et al., 1975) indicaron que ambas terapias
tamiento psicoanalítico, que fueron superiores al grupo de control en cuanto a la reducción de los princi-
por descriptores para servir pales síntomas, aunque no se observaron apenas diferencias en medidas de
tarjetas contienen una uní- ajuste ocupacional y social.
s libros de registro de notas Los estudios de meta-análisis empiezan a aparecer en la escena hacia
a, junto a datos básicos del finales de 'los setenta. Smith y Glass (1977) publican su Meta-Analysis o/
car fácilmente casos en los Psychotherapy Outcome Studies, en el que someten a revisión 375 estudios con-
o fenómenos, pero no hace trolados sobre psicoterapia y consejo, concluyendo que el cliente típico de la
a directa (como puede estu- terapia mejora un 75% más que los sujetos de los grupos de control. Estos
). resultados generan otra oleada de críticas (Eysenck, 1978; Gallo, 1978; Rim-
ia de la fundación Menninger, land, 1979; Strahan, 1978) y son soporte a la vez para los defensores de la efi-
en el proyecto se inicia for- cacia de la psicoterapia (Gottman y Markman, 1978; Parloff, 1979; Strupp,
tos más ambiciosos de la in- 1978).
do objeto de ntlmerosísimas Bergin y Lambert (1978) en la segunda edición del Handbook o/ Psycho-
Kernberg, Bernstein, Coyne, therapy and Behavior Change (Garfield y Bergin, 1978) vuelven a obtener resul-
1dio se analizó la trayectoria tados modestamente favorables a la psicoterapia, pero continúan llamando la
21 que son tratados median- atención sobre la dificultad de evaluar los efectos indeseables. La tasa de re-
:)S resultados -ciertamente
misión espontánea media a través de los diferentes estudios queda situada en
)ajos (Ávila, 1989; Ávila, en el 43%, ligeramente superior a la obtenida por Bergin en 1971. Bergin y
concluyendo que de los 42 Lambert constatan que los sujetos sometidos a tratamiento mejoran más y
t, 11 no mostraban cambios, más rápidamente que los no tratados.
raban un cambio moderado . En 1979 se dan a conocer los resultados del Proyecto Vanderbilt, condu-
n y difícil interpretación de e1do por Hans Strupp y sus colaboradores (Strupp y Hadley, 1979), encami-
:studios destacados sobre la nado a comparar los resultados obtenidos por psicoterapeutas profesionales
con amplia experiencia con los de profesores universitarios que -sin forma-
648 Alejandro Avila Espada Contribuciones de la investigación so
nbigua. Se denomina «Efec- Ya Kiesler (1966) había criticado la existencia de dos mitos entre los pio-
:to puede ser concebido de neros de la investigación en psicoterapia: el mito de la uniformidad de los pa-
) de la acción de una causa, cientes al inicio de los tratamientos y el de la unzformzdad de los terapeutas en
a de la causalidad: a partir cuanto a sus procedimientos. Aunque se ha desarrollado amplia literatura so-
no consecuencia invariable bre los «principios comunes» a todas las psicoterapias (y psicoterapeutas),
ines, el conjunto de antece- que ciertamente ha contribuido a aislar y clarificar ciertos fenómenos, poco
ómeno determinado (teoría más puede decirse sobre ello. De los principios comunes hemos de descender
smo, por ejemplo, Hume), a los procesos puestos efectivamente en juego en el curso de las acciones terapéuticas.
1eos, meramente consecuti- Como después describiremos, Kiesler es en cierta forma el padre de la inves-
bre la «Efectividad» de las tigación contemporánea sobre el proceso de cambio, línea que prácticamente
:ciones hacemos al uso de acaba con la investigación evaluativa tradicional, y también con los estudios
mmos, y ello por la diferen- de meta-análisis orientados a considerar como objeto la efectividad de la psi-
)S efectos. Si adoptamos la coterapia, entendida genéricamente. Aunque ya desde 1973 hay pequeños
:ausa y no pueden valorarse núcleos dedicados al estudio del proceso de cambio, será en los ochenta
:oterapia formarán parte de cuando adquieran ·carta de naturaleza, a partir del momento en que con el
la causación sintética esta- meta-análisis de Smith, Glass y Miller (1980) se pueden considerar conclui-
las co,nexiones entre causas das las vías tradicionales de investigación.
:s. Es decir, podrán estable- Los primeros estudios que evaluaron los resultados de los tratamientos,
tos de la psicoterapia. se publicaron hacia finales de los años cuarenta (Brenman, Kubie, Rogers y
medidos de acuerdo a dife- Gill, 1948; Muench, 1947; Obendorf, 1948; Obendorf, Greenacre y Kubie,
1948), antecediendo al conocido ataque de Hans J. Eysenck en 1952 contra
la supuesta ineficacia de la psicoterapia (principalmente psicoanalítica), con-
troversia que en cierta forma no ha terminado todavía, como señala Erwin
(1980), sino por agotamiento de sus actores. La argumentación de Eysenck,
to informada. concluye en la recomendación que «los psicólogos no deben entrenarse en
por observadores (amigos, una actividad (la psicoterapia) de tan dudosa validez»; afortunadamente para
el desarrollo de la psicoterapia, los psicólogos desoyeron el consejo de
general, etcétera. Eysenck.
La revisión de Eysenck se produjo como un intento de apoyo empírico a
~pende en gran parte de las su crítica negativa hacia la recomendación que hizo en 1949 el Com_ité de
~ es muy dificil definir el ni- Formación en Psicología Clínica de la American Psychological Association
~ para que se considere efec- acerca de que los psicólogos clínicos debían ser formados en psicoterapia.
iuste son cuestión de grado. Eysenck realizó entonces una revisión «nominal» en la que tomó en conside-
la evaluación de la psicote- ración los datos publicados entre 1927 y 1951 en 24 estudios que incluyeron
rapia?» ha venido a ser sus- un total de 8 053 casos tratados (5 estudios con un total de 760 casos trata-
KQué tratamiento, por quién, dos con psicoterapia psicoanalítica; y 19 estudios con un total de 7 293 casos
>blema específico, bajo cuál tratados con formas muy variadas de psicoterapia, que Eysenck denominó
). genéricamente «ecléctica»). Los indicadores de estos estudios fueron clasifi-
. de las especificaciones ne- cados por Eysenck, según su criterio, en cuatro categorías («curados, muy
dente que cada uno de sus mejorados»; «mejorados»; «ligeramente mejorados»; «no mejorados, falleci-
puede esconderse tras las dos, abandonaron tratamiento»), tomando posteriormente Eysenck la deci-
sión de reunir las cifras de las dos primeras categorías («curados, muy mejo-
652 Alejandro Ávila Espada
Contribuciones de la investigación s1
adolece de algunos defectos, que no son corregidos en su ampliación poste- de varias lecturas diferen
rior (1960), y que resumimos a continuación: tórico en el panorama de
revulsivo de los numero
l. Eysenck utiliza un número muy insuficiente de estudios (cinco) para en especial la psicoanalíti
valorar los efectos de la psicoterapia psicoanalítica. Meltzoff y Kornreich Luborsky, Singer y 1
(1970) destacan que hasta 1959 hay al menos 30 estudios bien conocidos so- siones conceptuales de 1
bre efectos de la psicoterapia psicoanalítica, que Eysenck pudo haber inclui- su revisión se ocuparán
do en su revisión de 1960 (en el Handbook ofAbnormal Psychology). dios controlados, efectua
2. Los estudios que forman el criterio de línea· de base agrupan condi- ción se determinó sobre
ciones sumamente heterogéneas, sin que haya evidencia de cuáles fueron los los sujetos a grupos comi
tratamientos aplicados, ni las clases de pacientes y trastornos que presenta- nos; participación de ter
ban, y por tanto cuáles eran las verdaderas diferencias con los grupos de resultados con especifica
«tratamiento psicoanalítico» y «tratamiento ecléctico». Cartwright (l 955) ha dos objetivas e indepenc
justificado que la curva de recuperación descrita _por Denker coincide con resultados de la revisión
las tasas de recuperación económica en EE UU en esos años, sugiriendo la miento y control), 20 me
probable influencia de los factores socioeconómicos. rapia), 13 no arrojaron di
3. Eysenck reúne estudios en la categoría «ecléctica» que deben ser tados negativos. Examirn
considerados separadamente, identificando de forma más precisa las clases pacientes no psicóticos, l
de tratamiento. ron diferencias.
4. No se controla que los períodos temporales de los grupos de trata- Luborsky, Singer y l
miento sean de dos años, para una verdadera equiparación con el criterio de la los distintos niveles de c
línea de base, ni tampoco que los momentos de evaluación sean comparables. limitado de tratamiento 1
5. La comparación que efectúa Eysenck entre grupo de tratamiento y terapia versus terapia de
grupo de control no equivalente adolece de notables problemas de validez tratamiento médico para
interna, según los criterios de Campbell y Stanley (1966). tratamiento médico fue s
6. Los criterios que utiliza Eysenck para asignar resultados a los dos blo- concluyen: «Los estudios
ques de categorías «Mejorado» / «No mejorado» son cuando menos arbitrarios, centaje de pacientes que
ya que como ha mostrado Bergin (1971), reanalizando parte de los datos consi- de ello» (Luborsky, Singe1
derados por Eysenck, éste hace un uso bastante sui generis de los criterios y ca- El trabajo de Lubor:
tegorías. Por ejemplo, resulta destacable que Bergin, no precisamente sospecho- Smith y Glass (1977) en
so de parcialidad, obtenga un 91 % de mejorías en los datos del Instituto estadísticamente los resul
Psicoanalítico de Berlín, frente al 39% que había establecido Eysenck para los terapia. Smith y Glass pa
mismos datos. Esta diferencia hace pensar en sesgos del evaluador, ya que las Kornreich (1970) e intern
reevaluaciones que Bergin hace de 19 estudios de psicoterapia denominada que la psicoterapia haya
ecléctica son muy similares a los de Eysenck (65 y 64% respectivamente). análogos), clasificándolos
Ber:_gin revisa también las tasas de remisión espontánea, ofreciendo una esti- nitud del efecto diferenc
mación del 30% para los sujetos no tratados. Con este índice, la tasa de me- racterísticas del mismo. ]
jora para los pacientes tratados mediante psicoterapia en general -y psicoa- con el tamaño del efecto
nalítica en particular- es significativamente superior a la de los no tratados. trumento utilizado para e
magnitud del efecto. CU2
De todo ello se desprende que los resultados de Eysenck -aunque fue- las diferencias entre los e
ren acertados como «datos»- son probablemente incidentales, susceptibles bas producen el mismo eJ
Alejandro Avila Espada Contribuciones de la investigación sobre la psicoterapia psicoanalítica 655
os en su ampliación poste- de varias lecturas diferentes, y no deben ser tomados más que como dato his-
tórico en el panorama de la investigación de la efectividad de la psicoterapia,
revulsivo de los numerosos y fructíferos interrogantes que la psicoterapia, y
1te de estudios (cinco) para en especial la psicoanalítica, se planteó investigar a partir de ese momento.
tica. Meltzoff y Kornreich Luborsky, Singer y Luborsky (1975) continuarán la tradición de las revi-
:studios bien conocidos so- siones conceptuales de los estudios sobre resultados de la psicoterapia. En
~ysenck pudo haber inclui- su revisión se ocuparán de seleccionar, mucho más rigurosamente, 33 estu-
rmal Psychology). dios controlados, efe~tuados con pacientes reales. La calidad de la investiga-
1ea de base agrupan condi- ción se determinó sobre la base de 12 criterios (método de asignación de
:lencia de cuáles fueron los los sujetos a grupos comparables; procedimientos para computar los abando-
y trastornos que presenta- nos; participación de terapeutas con experiencia; desarrollo de medidas dt.
:rencias con los grupos de resultados con especificación de objetivos terapéuticos; medidas de resulta-
tico». Cartwright (1955) ha dos objetivas e independientes; tamaño adecuado de las muestras, etc.). Los
L por Denker coincide con resultados de la revisión mostraron que de los 33 pares de estudios (trata-
en esos años, sugiriendo la miento y control), 20 mostraron resultados positivos (en favor de la psicote-
DS. rapia), 13 no arrojaron diferencias significativas, y en ningún caso hubo resul-
«ecléctica» que deben ser tados negativos. Examinando separadamente los 19 estudios realizados con
,rma más precisa las clases pacientes no psicóticos, 11 fueron favorables a la psicoterapia y 8 no mostra-
ron diferencias.
1les de los grupos de trata- Luborsky, Singer y Luborsky efectuaron también comparaciones, entre
,aración con el criterio de la los distintos niveles de calidad de los diseños (no hubo diferencias); tiempo
luación sean comparables. limitado de tratamiento versus tiempo ilimitado (no hubo diferencias); psico-
1tre grupo de tratamiento y terapia versus terapia de conducta (no hubo diferencias); psicoterapia versus
ables problemas de validez tratamiento médico para los síntomas psicosomáticos (la psicoterapia más el
(1966). tratamiento médico fue superior al tratamiento médico aislado). Los autores
nar resultados a los dos blo- concluyen: «Los estudios comparativos controlados indican que un alto por-
in cuando menos arbitrarios, centaje de pacientes que realizan alguna de estas psicoterapias se benefician
ido parte de los datos consi- de ello» (Luborsky, Singer y Luborsky, 1975, p. 1003).
i generis de los criterios y ca- El trabajo de Luborsky et al. se superpone con la amplia revisión de
1, no precisamente sospecho- Smith y Glass (1977) en el primero de sus meta-análisis, quienes integraron
en los datos del Instituto estadísticamente los resultados de 3 7 5 estudios sobre efectividad de la psico-
~stablecido Eysenck para los terapia. Smith y Glass parten de la definición de psicoterapia de Meltzoff y
:os del evaluador, ya que las Kornreich (1970) e intentan recopilar todos los estudios controlados en los
:le psicoterapia denominada que la psicoterapia haya sido puesta a prueba (incluyendo los estudios con
i5 y 64% respectivamente). análogos), clasificándolos según varias dimensiones. Se considera así la mag-
ntánea, ofreciendo una esti- nitud del efecto diferencial producido por un estudio, en relación a las ca-
n este índice, la tasa de .------
me- racterísticas del mismo. La validez interna del estudio no implica relación
rapia en general -y psicoa- con el tamaño del efecto terapéutico producido. No obstante, el tipo de ins-
rior a la de los no tratados. trumento utilizado para evaluar los resultados, mostró tener relación con la
magnitud del efecto. Cuando se controlan estadística y experimentalmente
s de Eysenck -aunque fue- las diferencias entre los estudios de terapia de conducta y psicoterapia, am-
te incidentales, susceptibles bas producen el mismo efecto medio. El efecto total de la psicoterapia se es-
656 Alejandro Ávila Espada
Contribuciones de la investigación so
as, lo que vino a apoyar la concluyen que la psicoterapia es inequívocamente efectiva. El tamaño del efec-
mente más efectiva que el to medio para todos los tipos de psicoterapia combinados y todos los grupos
de pacientes fue en este segundo meta-análisis de 0.85 desviaciones típicas.
¡ación se refiere- Bergin y La interpretación que hacen Smith, Glass y Miller de este resultado, expresa-
1mente idénticas a las de do en términos relativos, es que representa que los pacientes que antes de
tuar la tasa de remisión es- iniciar tratamiento estaban situados en torno a la media o por debajo de la
ad entre los distintos estu- media en bienestar psicológico (percentil 50) alcanzan el percentil 80 en bien-
estar psicológico por ,efecto de la psicoterapia, respectó de los que necesita-
1 se han quedado práctica- ban tratamiento pero permanecieron sin él. Asf, la magnitud del efecto cons-
' mientras todos los demás tatada es notablemente mayor en la psicoterapia que en otras intervenciones
1971; Luborsky, Chandler, derivadas de las ciencias sociales. Un resultado complementario es que no se
Suinn, 1975; Kellner, 1975; evidenciaron efectos negativos o de deterioro en los estudios revisados (ob-
,rsky, 1975; Smith y Glass, viamente en relación a los estudios, no a los sujetos individuales).
; Bergin y Lambert, 1978; Smith, Glass y Miller consideraron también la efectividad media de las
ro y Bergin, 1986; Parloff, distintas formas de terapia. Aunque esta cuestión no tiene una interpretación
\-1armar, 1990) han ofrecido única, no se observaron diferencias sistemáticas en términos de asociaciones
1 pro de la psicoterapia, lo
entre clases de pacientes, tipos de terapia y tipos de criterios de resultados
ado cualquiera que tenga la obtenidos.
io a revisar de nuevo la ma- Comparando aisladamente los tipos de tratamientos, las que mostraron ser
1es por sí mismo» (Korchin, más efectivas (tamaño del efecto mayor) fueron las terapias cognitivas, con-
ductual-cognitivas, la hipnoterapia y la desensibilización sistemática. La tera-
¡ue, basándose en 475 estu- pia menos efectiva fue el consejo psicológico común. En torno a la media de
17 66 «tamaños de efectos» efectividad de las terapias estuvieron la terapia psicodinámica, dinámico-
iith, Glass y Miller (1980) 5 ecléctica, terapia adleriana, terapia centrada en el cliente, terapia Gestalt, tera-
pia racional-emotiva, análisis transaccional, modificación de conducta (pro-
esde su publicación el punto de gramas operantes), terapia conductual-ecléctica y el consejo vocacional
, cuya consideración más detenida
evolutivo.
]oumal of Consulting and Clinical
tmann señalan que «el meta-análi- Agrupando las terapias por clases, las terapias centradas en la manipula-
; y muchas veces arbitrarias que ción conductual fueron más efectivas que las verbales y éstas a su vez más
1983, p. 125). Dado que Smith et que las evolutivas. Los tratamientos placebo, consistentes normalmente en
~ta-análisis, esto ha sido objeto de entrenamiento en relajación, mostraron un efecto positivo similar a 0.50 des-
deficientes, mientras que algunos
tudios no publicados, tesis docto-
pía de conducta, y resaltando el aspecto prometedor de la terapia conductual-cognitiva. Criti-
1les estudiantes universitarios, que
can especialmente que en el meta-análisis de Smith, Glass y Miller no se hubieran incluido
s revelador que la media de edad
algunos estudios con resultados favorables a la terapia de conducta. Parte de las críticas he-
s de meta-análisis plantean proble-
chas al estudio de 1977 fueron ya contestadas en el volumen de 1980 y otras lo fueron en
; procedimientos de muestreo y la
Glass y Kliegl (1983), centrándose sobre todo en la justificación de la no exclusión de los es-
ío son de despreciar las evidencias
tudios considerados deficientes.
~ada.)
A pesar de estas matizaciones, con la publicación del estudio de Smith et al., cambia la
en la discusión de los resultados
tendencia crítica hacia la psicoterapia, empezando a aceptarse el argumento de la efectividad
Rachman y Wilson, 1980) quienes
de la psicoterapia (Garfield, 1983a; 1983b; 1984), y aún aceptando las deficiencias de este es-
1d relativa de las distintas terapias.
tudio, cabe admitir que sus principales resultados no han cambiado. De hecho los estudios
~ la psicoterapia dinámica, recono-
de meta-análisis posteriores, menos ambiciosos pero quizás mejor desarrollados (por ejemplo,
:umentando la primacía de la tera-
Shapiro y Shapiro, 1982a) ofrecen resultados plenamente compatibles con los de aquél.
658 Alejandro Ávila Espada Contribuciones de la investigación
viaciones típicas. Cuando los tipos de tratamientos se combinan con las cla- (1967a). La «indicación
ses de pacientes y con los tipos de criterios de resultados, desaparecen las di- formulada.
ferencias entre las terapias conductuales y las verbales, permaneciendo am- Smith, Glass y Min
bas como más efectivas que las de consejo evolutivo. sis de la efectividad de
Respecto de los tipos de criterios de resultados, los que mostraron los ta- tro conocidas conclusio
maños de efecto mayores fueron los relativos a las medidas de ansiedad y
miedos. Los tamaños de efecto menores se observaron con medidas de ras- La psicoterapia es consist
gos de personalidad, ajuste y logros escolares y laborales. En cuanto a las me- beneficios están a la par
didas utilizadas, los efectos mayores se dieron en las medidas más reactivas. médicas o educativas. Los
El período temporal postratamiento en que se efectúa la medida también es- una pequeña cuantía [...].
Los diferentes tipos e
tá relacionado con la magnitud del efecto. En las medidas inmediatas postra-
psicodinámica, centrada e
tamiento el tamaño del efecto fue de 0.90 desviaciones típicas, mientras que tica] no producen tipos o.
se produce una caída gradual que sitúa el tamaño del efecto en 0.50 desvia- Las diferencias acerca
ciones típicas a los dos años del término del tratamiento. Smith, Glass y Mi- dual, por terapeutas con <
ller resaltan que en las terapias conductuales la evaluación de los efectos se tiempo, y otras similares] ¡
hizo mucho más cerca del momento final del tratamiento y con medidas más La psicoterapia es ca
reactivas que en las terapias verbales, lo que puede explicar las diferencias miento de los trastornos p
en magnitud en tamaño del efecto entre ambas. de tratamiento, los benefo
Los tipos de pacientes (tipos de trastornos tratados) mostraron también siderado.s separadamente 1
algunas relaciones con el tamaño de los efectos. Los efectos más claros se
dieron en pacientes depresivos, fobias monosintomáticas. Los efectos más Los trastornos más
reducidos con los pacientes psicóticos, 'neuróticos graves y discapacitados son principalmente los
físicos. pugnan la administracic
También se consideraron asociaciones entre características socio-demo- farmacológica facilita el
gráfico-culturales de los pacientes y terapeutas. Los efectos más acusados se alcanza toda su potenci
dieron en pacientes con nivel de educación y estatus socioeconómico supe- nar el mito construido ~
rior, los más parecidos a los terapeutas. También se observó tamaños de efec- macológica.
to superiores en los grupos con mayor proporción de pacientes femeninos.
Si se considera la modalidad de tratamiento (psicoterapia individual, de
grupo o combinada) no aparecen diferencias, mostrándose igualmente efecti-
vas. Los años de experiencia del terapeuta no mostraron tampoco tener rela- IV. UNA NUEVA DIREO
ción con la magnitud de los efectos. Sin embargo, los psicólogos contribuye- EL ESTUDIO DEL «P
ron con magnitudes de efectos mayores que los psiquiatras, y a su vez éstos
más que los educadores. Dado que el estudio de Smith, Glass y Miller no Las estrategias de inve
pudo especificar más en cuanto a características profesionales específicas, procedimientos empírio
estas comparaciones interprofesionales deben tomarse con suma cautela. investigar los fenómeno
El mayor rigor y calidad experimental de los diseños utilizados por los cuencia necesario incoq
estudios también mostró estar asociada a tamaños de efecto mayores. El 60% importancia del elementt
de los estudios considerados estuvieron conducidos por investigadores reco- teradamente destacada
nocidos en el campo de la psicoterapia. 1973; Feyerabend, 1975
Pese a constatarse en el meta-análisis todas estas diferencias, no nos per- constatado también el c1
miten hacer una predicción fiable que conteste a la pregunta de Paul cipios irrefutables (bien
Alejandro Ávila Espada Contribuciones de la investigación sobre la psicoterapia psicoanalítica 659
; se combinan con las cla- (1967 a). La «indicación terapéutica específica idónea» no puede todavía ser
ltados, desaparecen las di- formulada.
bales, permaneciendo am- Smith, Glass y Miller integran estos resultados junto a los del meta-análi-
).
sis de la efectividad de los tratamientos farmacológicos, formulando sus cua-
,, los que mostraron los ta- tro conocidas conclusiones que recogemos literalmente:
1s medidas de ansiedad y
,aron con medidas de ras- La psicoterapia es consistentemente beneficiosa, en sus diferentes modalidades. Sus
)rales. En cuanto a las me- beneficios están a la p~r de otras intervenciones más caras y ambiciosas, como las
las medidas más reactivas. médicas o educativas. Los beneficios de la psicoterapia no son permanentes, salvo en
una pequeña cuantía [.. .].
:túa la medida también es-
Los diferentes tipos de psicoterapias (conductuales o verbales; psicoanalítica o
nedidas inmediatas postra- psicodinámica, centrada en el cliente o de exposición [p.e. desensibilización sistemá-
iones típicas, mientras que tica] no producen tipos o grados de beneficios claramente diferentes [.. .].
del efecto en 0.50 desvfa- Las diferencias acerca de cómo se realiza la psicoterapia [en grupo o en indivi-
niento. Smith, Glass y Mi- dual, por terapeutas ·con experiencia o novatos, durante cortos o largos periodos de
raluación de los efectos se tiempo, y otras similares] producen muy pocas diferencias en cuanto a beneficios [...].
miento y con medidas más La psicoterapia es casi tan efectiva como la terapia farmacológica en el trata-
de explicar las diferencias miento de los trastornos psicológicos más graves. Cuando se combinan ambas formas
de tratamiento, los beneficios netos son menores que la suma de sus beneficios con-
1tados) mostraron también siderados separadamente [Smith, Glass y Miller, 1980, pp. 183-188].
Los efectos más claros se
:::,máticas. Los efectos más Los trastornos más graves a los que se refieren en este último apartado
)S graves y discapacitados
son principalmente los psicóticos, y en especial los esquizofrénicos, y pro-
pugnan la administración separada y sucesiva de los tratamientos: la terapia
características socio-demo- farmacológica facilita el acceso posterior a la psicoterapia, que de esta forma
)S efectos más acusados se
alcanza toda su potencialidad. Estos datos vienen, por otra parte, a cuestio-
1tus socioeconómico supe- nar el mito construido en torno a la hipotética superioridad de la terapia far-
~ observó tamaños de efec- macológica.
tn de pacientes femeninos.
psicoterapia individual, de
trándose igualmente efecti-
;traron tampoco tener rela- IV. UNA NUEVA DIRECCIÓN EN LA INVESTIGACIÓN EN PSICOTERAPIA:
los psicólogos contribuye- EL ESTUDIO DEL «PROCESO DE CAMBIO»
tsiquiatras, y a su vez éstos
: Smith, Glass y Miller no Las estrategias de investigación basadas exclusivamente en los criterios y
; profesionales específicas, procedimientos empíricos tradicionales se han demostrado insuficientes para
irse con suma cautela. investigar los fenómenos del campo de la psicoterapia, haciéndose en conse-
diseños utilizados por los cuencia necesario incorporar las aportaciones racionalistas y subjetivistas. La
de efecto mayores. El 60% importancia del elemento humano en la evolución de la ciencia ya ha sido rei-
os por investigadores reca- teradamente destacada (Polanyi, 1958; Lakatos, 1970; Hanson, 1971; Kuhn,
1973; Feyerabend, 1975; Manicas y Secord, 1983; O'Donohue, 1989). Hemos
tas diferencias, no nos per- constatado también el cuestionamiento a que la ciencia deba basarse en prin-
:e a la pregunta de Paul cipios irrefutables (bien sean axiomas o datos de experiencia). El modelo de
660 Alejandro Ávila Espada Contribuciones de la investigación s,
ciencia basado exclusivamente en la formulación y verificación de hipótesis me- ¿Cuál debe ser el fo
diante el método hipotético-deductivo ha sido abandonado como método prin- ción y descripción de le
cipal para el estudio de la psicoterapia, al menos en el contexto de los investi- aproximación científica.
gadores de la psicoterapia psicodinámica, interpersonal y cognitiva. Este un paso posterior., que i
cambio viene a seguir unos pasos similares al que se ha dado en la investiga- de los fenómenos. En la
ción sobre la personalidad (Rorer y Widiger, 1983). linsky y Howard (1978),
Esta inclusión del subjetivismo y su contexto en el estudio de la psicotera- matico de desarrollo, sir
pia ha permitido interesantes y renovadores logros (Rice y Greenberg, 1984), compartido de fenómen
que vienen a constituir una sólida base para una fundamentación científica de objetivos diferentes. Los
la psicoterapia. Horowitz (1982) ha señalado que los investigadores de la psico- un trabajo riguroso cons1
terapia habían sido forzados históricamente a constituirse en meros validadores
empíricos, y a dejar de lado los paradigmas relacionales y descriptivos, que son, Identificación y e
sin embargo, los que mejor se adecuan a la investigación en psicoterapia. Una Desarrollo de tea
investigación relacional que aprovechando el símil de los modelos de procesa- Construcción de
miento se centra en la consideración de las relaciones entre variables (variables Predicción.
de input, variables de proceso y variables de resultados). Complementariamente,
la investigación descriptiva se realiza mediante observaciones intensivas de fenó- Este énfasis último e
menos, desarrollando sistemas de codificación y clasificación. se dan, en toda su comp
La explicación de un fenómeno previamente descrito introduce el nivel mación científica a la psi<
científico. Así, en psicoterapia, cuando puede predecirse en función de qué in- Enunciaremos algun<
gredientes activos del tratamiento tiene lugar el cambio, la investigación pasa del dología de investigación
nivel precientífico al científico. Para llegar, a este nivel procedemos de la des- saria la construcción de
cripción a la explicación, y de ésta a la predicción. Algunas de las evidencias ya fenómenos, que permitar
obtenidas empiezan a perfilar este nivel explicativo. cos, facilitando así una ba
La descripción está referida -casi inevitablemente- a la teoría, que es ne- En la investigación (
cesaria para hacer inteligibles los fenómenos. El realismo trascendental (Bhaskar, trucción de taxonomías fi
1979) es una posición epistemológica alternativa a los puntos de vista empirista
y paradigmático, en la que la tarea de la ciencia es inventar teorías que intenten - Condiciones del I
representar el mundo existente independientemente de la experiencia cognos- ren intervenciones orient:
cible, lo cual puede dar lugar a errores detectables mediante una evaluación de - Intervenciones ter
las teorías en base a criterios racionales. Manicas y Secord (1983) han subraya- - Interacciones (car,
do que el científico debe construir descripciones consensualmente fiables que dan en el encuentro dual,
intenten aproximarse a la realidad externa. Las observaciones significativas en
una ciencia son aquellas que encuentran criterios de relevancia para las con- teniendo en cuenta que L
cepciones actuales, pero que también pueden facilitar evidencias que cambien cas) regulan la manifestac
la teoría. La tarea del científico pasa a ser no sólo una mera constatación, sino ejemplo, no se dan igual .
la de dotar de sentido a lo observado. La explicación de un proceso reposa sesivo, en un paciente fób
en la descripción de mecanismos causales que son frecuentemente inobser- Otro foco de interés (
vables, y que el científico ha de imaginar junto a sus observaciones (Polanyi, cual implica también estw
1966). La investigación en psicoterapia requiere poner el énfasis en facilitar la patología. En este caso
explicaciones mediante procedimientos que utilizan tanto la observación paciente; b. fenómenos dé
como la imaginación. car -si es posible- los ti
Contribuciones de la investigación sobre la psicoterapia psicoanalítica 661
Alejandro Ávila Espada
verificación de hipótesis me- ¿Cuál debe ser el foco de la investigación en psicoterapia? La identifica-
ndonado como método prin- ción y descripción de los fenómenos relevantes son las tareas centrales de la
:n el contexto de los investi- aproximación científica. La construcción de modelos para los fenómenos es
:personal y cognitiva. Este un paso posterior, que se basa en la constatación de regularidades o pautas
: se ha dado en la investiga- de los fenómenos. En la investigación en psicoterapia, tal como señalan Or-
linsky y Howard (1978), nos encontramos todavía en un estado preparadig-
!n el estudio de la psicotera- matico de desarrollo, sin un único paradigma, sin teoría común, ni conjunto
>s (Rice y Greenberg, 1984), compartido de fenómenos, ni lenguaje descriptivo común, y por supuesto,
undamentación científica de objetivos diferentes. Los investigadores de la psicoterapia habrían de afrontar
)S investigadores de la psico-
un trabajo riguroso constituido por:
tituirse en meros validadores
nales y descriptivos, que son, Identificación y descripción de los fenómenos de interés.
igación en psicoterapia. Una Desarrollo de teorías que los expliquen.
de los modelos de procesa- Construcción de modelos.
nes entre variables (variables Predicción.
idos). Complementariamente,
ervaciones intensivas de fenó- Este énfasis último en la observación natural de los fenómenos tal como
sificación. se dan, en toda su complejidad multidimensional, es la base de toda aproxi-
descrito introduce el nivel mación científica a la psicoterapia.
ecirse en función de qué in- Enunciaremos algunos de los pasos necesarios para establecer una 'meto-
bio, la investigación pasa del dología de investigación descriptiva en psicoterapia que sea válida. Es nece-
nivel procedemos de la des- saria la co_nstrucción de esquemas comprehensivos de clasificación de los
Algunas de las evidencias ya fenómenos, que permitan describir y definir diferentes fenómenos terapéuti-
cos, facilitando así una base observacional para la investigación.
ente- a la teoría, que es ne- En la investigación en psicoterapia tiene un inestimable valor la cons-
•alismo trascendental (Bhaskar, trucción de taxonomías fiables y consensuadas de:
los puntos de vista empirista
inventar teorías que intenten - Condiciones del paciente y estados y procesos problema que requie-
1te de la experiencia cognos- ren intervenciones orientadas al cambio.
mediante una evaluación de - Intervenciones terapéuticas posibles para cada «elemento» problema.
f Secord (1983) han subraya-
- Interacciones (características de los fenómenos de interacción) que se
consensualmente fiables que dan en el encuentro dual que se da en la psicoterapia.
Jservaciones significativas en
: de relevancia para las con- teniendo en cuenta que las diferencias individuales (de personalidad o clíni-
litar evidencias que cambien c~s) regulan la manifestación de los fenómenos de forma característica (por
una mera constatación, sino e¡emplo, no se dan igual las manifestaciones de ansiedad en un paciente ob-
ación de un proceso reposa sesivo, en un paciente fóbico o histérico).
on frecuentemente inobser- Otro foco de interés es la observación de los mecanismos del cambio lo
sus observaciones (Polanyi, cual implica también estudiar los mecanismos de formación de síntomas de y'
poner el énfasis en facilitar la patología. En este caso incluimos: a. Cambios efectivamente dados en el
ilizan tanto la observación paciente; b. fenómenos del terapeuta asociados a esos cambios; para identifi-
car -si es posible- los tipos de intervenciones (microprocesos) que dirigen el
662 Alejandro Ávila Espada Contribuciones de la investigación sol
cambio. Esta identificación es posible mediante la observación in situ, posibi- los cambios estructurales
litando hipotéticamente la inferencia de qué mecanismos internos están ope- partir de aquí el foco de
rando en el cambio. Las investigaciones y modelos de la psicología cognitiva métodos para identificar
y del psicoanálisis han aportado cierta comprensión sobre algunas de las ope- nifiestan como pautas re]
raciones mentales que pueden estar teniendo lugar. libre. De esta forma se
Entre las principales directrices de la investigación actual en psicoterapia ción) para detectar indic
están: (Bucci y Freedman, 1978
aportar validez externa
l. Descubrimiento de los mecanismos de cambio efectivos, medi::.nte el vadas.
estudio de lo que hacen los terapeutas expertos. En una dirección co
2. La utilización de la teoría para orientar la observación. lo que denominan Marce
3. Las tareas orientadas a objetivos de descripción y explicación de un libres. Un Marco es la e~
fenómeno como tareas previas a las de validación empírica. «Aislar» los fac- pueden implicar tanto ca
tores que promueven el cambio es previo a la formulación de cualquier hi- percepción, creencia, cot
pótesis predictiva. un Marco que se repite
4. La descripción detallada de un fenómeno y su contexto son esencia- nes verbales, estructuras
les para que los investigadores puedan identificar fiablemente un fenómeno portantes períodos de ti<
a través de diferentes situaciones. El desarrollo de sistemas de codificación conceptos de Marcos y P,
de complejidad variable, para categorizar los diferentes tipos de fenómenos titivas de los pacientes ;
que se dan en la psicoterapia, es un paso de primer orden para transformar la como para la detección 1
psicoterapia en unt1 ciencia descriptiva. bios en los prototipos.
Estos investigadores
Uno de los ejemplos más característicos que podemos mostrar del ori- patrones dirigidos (PDIS),
gen de estos planteamientos aplicado al ámbito de los fenómenos de inte- cia artificial, para detecta
rés para la psicoterapia psicoanalítica, es el estudio de las estructuras emo- psicoanalítico (marcos y
cionales, marcos (estructuras individuales determinantes de la repetición) y los componentes fundar
su investigación mediante modelos cognitivos y computacionales. El psi- (texto); b. la base de con
coanálisis es, en lo esencial, una teoría sobre las representaciones mentales, ceso de razonamiento. A
cuya accesibilidad a la investigación objetiva ha sido siempre problemáti- portante valor heurístico.
ca. Los investigadores psicoanalíticos en los últimos años han venido pres- Si tecnológicamente
tando especial atención al desarrollo de modelos que permitan avanzar en un analista como un sis1
el conocimiento de dichas estructuras a través de la investigación. Uno de marcos repetitivos y los ¡
estos modelos es el modelo del Código dual (Bucci, 1985, 1988) basado en Este modelo implica (Tel
desarrollos de k. teoría psicoanalítica y de la psicología cognitiva, según el
cual las representaciones verbales y no verbales son registradas de forma - secuencias ordern
simbólica, en sistemas separados de esquemas mentales. Ambos códigos - invariantes a trav,
tienen una organización intrínseca independiente aunque están interconec- tornos de conducta),
tados por un complejo sistema de vínculos referenciales. Ambos códigos - cuyos predicados
son capaces de representar una gran cantidad de información de forma es- formaciones perdidas en
tructurada y sirr.bólica. Este modelo dual es utilizado para reinterpretar el - en prmc1p10, pue,
modelo del apa:~ato psíquico y en particular para explicar el proceso del tica del paciente como n
tratamiento psicoanalítico, que si bien se articula mediante el nivel verbal, las repeticiones en el clise
Alejandro Ávila Espada Contribuciones de la investigación sobre la psicoterapia psicoanalítica 663
observación in situ, posibi- los cambios estructurales se producen primariamente en el nivel no verbal. A
1nismos internos están ope- partir de aquí el foco de la investigación se va a centrar en el desarrollo de
s de la psicología cognitiva métodos para identificar las estructuras emocionales no verbales que se ma-
m sobre algunas de las ope- nifiestan como pautas repetitivas en el lenguaje verbal durante la asociación
libre. De esta forma se han construido procedimientos (escalas de evalua-
Lción actual en psicoterapia ción) para detectar indicadores lingüísticos como la actividad referencial (RA)
(Bucci y Freedman, 1978; Bucci, 1984). Estos procedimientos han permitido
aportar validez externa a las representaciones emocionales internas y pri-
nbio efectivos, mediánte el vadas.
En una dirección complementaria Teller y Dahl (1986) han identificado
observación. lo que denominan Marcos en el estudio de la estructura de las asociaciones
·ipción y explicación de un libres. Un Marco es la estructura de una secuencia de sucesos. Los sucesos
1 empírica. «Aislar» los fac- pueden implicar tanto categorías mentales como procesos como la actuación,
,rmulación de cualquier hi- percepción, creencia, conocimiento, sentimientos, etc. Un Prototipo va a ser
un Marco que se repite de forma característica a lo largo de las produccio-
, y su contexto son esencia- nes verbales, estructuras emocionales y acciones de un sujeto, durante im-
r fiablemente un fenómeno portantes períodos de tiempo. Dahl (1988) y Teller (1988) van a aplicar los
:le sistemas de codificación conceptos de Marcos y Prototipos para la investigación de las estructuras repe-
~rentes tipos de fenómenos titivas de los pacientes y los estilos de inferencia de los psicoanalistas, así
er orden para transformar la como para la detección del cambio, entendido estructuralmente como cam-
bios en los prototipos.
Estos ,investigadores se sirven entonces de un sistema de inferencia de
: podemos mostrar del orí- patrones dirigidos (PDIS), mediante el desarollo de aplicaciones de inteligen-
de los fenómenos de inte- cia artificial, para detectar las secuencias de sucesos repetitivos en el discurso
:lio de las estructuras emo- psicoarni.lítico (marcos y prototipos). Según puede apreciarse en la figura 1,
ninantes de la repetición) y los componentes fundamentdes del sistema de inferencia son: a. el input
y computacionales. El psi- (texto); b. la base de conocimient-:); y c. el mecanismo de inferencia del pro-
representaciones mentales, ceso de razonamiento. Aunque se trata de un modelo simple, tiene un im-
:1 sido siempre problemáti- portante valor heurístico.
mos años han venido pres- Si tecnológicamente fuese posible -y a nivel experimental lo es- tanto
,s que permitan avanzar en un analista como un sistema de inferencia podrían detectar igualmente los
:le la investigación. Uno de marcos repetitivos y los prototipos en el discurso psicoanalítico del paciente.
cci, 1985, 1988) basado en Este modelo implica (Teller, 1988) que los marcos son:
icología cognitiva, según el
s son registradas de forma - secuencias ordenadas de sucesos contingentes,
mentales. Ambos códigos - invariantes a través de los objetos (las personas) y las situaciones (en-
:e aunque están interconec- tornos de conducta),
terenciales. Ambos códigos - cuyos predicados prototípicos pueden ser utilizados para aportar in-
e información de forma es- formaciones perdidas en identificaciones instantáneas parciales, y
lizado para reinterpretar el - en principio, pueden ser detectados tanto mediante la escucha analí-
ara explicar el proceso del tica del paciente como mediante un programa de computadora que busque
la mediante el nivel verbal, las repeticiones en el discurso de la asociación libre.
664 Alejandro Ávila Espada
Contribuciones de la investigación sobre
FIGURA l. Organización general de un sistema de inferencia del patrón dirigido para la de-
tección de secuencias de sucesos repetitivos en el discurso psicoanalítico. RESUMEN
¡---- SEMÁNTICO
1
INTÉRPRETE 7 Este capítulo cierra el Mai
máticas especialmente relc
una psicoterapia basada u
¡ - - ANALIZADOR examina el debate sobre l
1 MECANISMO DE científico, mediante la exp
TEXTO INFERENCIA IDENTIFICACION
estatuto epistemológico p2
DEL PATRÓN - - DE LA SECUENCIA
DIRIGIDO DE SUCESOS tica, y quienes defienden
ción del estatuto actual dt
BASE DE
CONOCIMIENTO
J mucho más allá de la con
las respuestas de Edelson
cambiante.
En la segunda parte se
desde las aportaciones qm
Fuente: Adaptada a partir de Teller, 1988, p. 173 psicoanalítica, han efectuac
troversias. Se presta especi2
la psicote_rapia, eje de la
Obviamente sistemas de inferencia como el aquí comentado tienen cier- planteamientos surgidos a 1
tas limitaciones. La principal es que aceptan pocas distorsiones de la estruc- ción vira hacia el estudio d
tura gramátical correcta cuando se utiliza en el procesamiento lenguaje natu- establecer puentes entre lai
ral. Otro inconveniente es que es necesario circunscribir el tema para que se la que necesariamente ha e
pueda identificar el patrón. Este tipo de desarrollo ha llegado hasta el mo- nalítica.
mento al mismo límite en el que se encuentran los modelos computacionales
del proceso psicoterapéutico (recordemos el ELIZA [Weizenbaum, 1966] y el
PARRY [Colby, 1981]) cuyo exponente más sofisticado ha sido hasta el presen-
te el ERMA (Clippinger, 1977) el cual ha modelizado la generación del discur-
so de una paciente en psicoanálisis. El sistema de inferencia PDIS, por su ca-
pacidad para analizar el discurso -aunque sea rudimentariamente- es por LECTURAS RECOMENDADA
ahora único en el panorama de la investigación psicoanalítica y del proceso
de la psicoterapia. Leuzinger-Bohleber y Kachele (1988) han desarrollado un El lector puede considerar
método para generar y probar hipótesis psicoanalíticas en el contexto del sarrollados en este capítulo
proceso psicoanalítico, utilizando una modificación de la estructura funcio-
nal del ERMA, que está siendo probado actualmente en el estudio de procesos Ávila, A. (1989), «Psicoaná
psicoanalíticos con el banco de datos de la Universidad de Ulm.
efectividad terapéutica
51-74.
Hasta aquí esta breve revisión de un ámbito tan complejo y cambiante
como son las perspectivas de la investigación actual de procesos básicos y
- - (en prensa), «Desafíos
desarrollos técnicos en psicoterapia psicoanalítica. Queda para otros trabajos
tica de fin de siglo», Ce
un estudio más profundo de las principales nuevas directrices que están pre-
sitarias de Psicoanálisi
sentadas en una de las lecturas a la que remitimos al lector (Ávila, en prensa).
curso de publicación.
Alejandro Ávila Espada
· Contribuciones de la investigación sobre la psicoterapia psicoanalítica 665
Ricoeur, P. (1965), De l'interpretation. Essai sur Freud, París, Seuil. Hay versión
castellana: Freud· Una interpretación de la cultura, México, Siglo XXI, 1970.
l. OBRAS FUNDAMENTALE~
-;, Traducciones
- Lengua inglesa
The Standard Edition of the (
James Strachey en cola!:
y Alan Tyson, 24 vol:
Psychoanalysis, 1953-19
Collected Papers, traducción
Strachey; ibzd 5 vols., 19
The Letters of Sigmund Freu,
York, Basic Books, 1961
- Lengua castellana
ISBN 84 - 323-0848-X
9 788432 308482