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El derecho a la defensa y el ejercicio de la abogacía: ¿Cuándo deja de ser ético?

“La verdad nunca daña una causa justa.” (Mahatma Gandhi)

Es necesario que como futuros abogados tengamos en cuenta la realidad en la cual se sitúa

nuestra profesión. Realidad que incluye todo aspecto del desarrollo de la sociedad en sí;

tomándola como conjunto en el cual podemos encontrar delincuencia, causas justas,

justicia social, delitos, faltas, etc. El afán por “purificar” la sociedad de todos aquellos

elementos, que justamente, percibimos como dañinos o perjudiciales al orden público, debe

de obedecer a un lente objetivo y pragmático, no idealista. De esta forma podemos

empezar a dilucidar el verdadero problema al cual nos referimos cuando hablamos del

derecho a la defensa y el litigio.

Según la Constitución:

El principio de no ser privado del derecho de defensa en ningún estado del proceso. Toda

persona será informada inmediatamente y por escrito de la causa o las razones de su

detención. Tiene derecho a comunicarse personalmente con un defensor de su elección y a

ser asesorada por éste desde que es citada o detenida por cualquier autoridad. (Artículo

139, inciso 14)

Si bien los parámetros normativos de la ley nos pueden servir de guía, es necesario explicar el

por qué es necesario que sea de esa forma. Una de las razones que podemos dilucidar más

rápidamente es el Principio de igualdad ante la ley (Artículo 7), que encontramos en

nuestra Constitución, más allá incluso de ello, podemos encontrar el principio ético de la

igualdad, que configura como la base de infinidad de derechos no únicamente nacionales,

sino, enforzados por organizaciones internacionales como la ONU, que lo considera uno de

los principios clave para un estado de derecho1.

1
Igualdad y no discriminación. https://www.un.org/ruleoflaw/es/thematic-areas/human-rights/equality-and-
non-discrimination/
Sin embargo, podemos encontrar en el Código de Ética del Abogado que configura en el

Capítulo II, Artículo 18, la libertad de patrocinio del abogado, mediante la cual, puede

aceptar o rechazar un caso sin necesidad de justificarse por ello. Entonces, la pregunta de

cuándo acaba la ética en el ejercicio de la abogacía queda en manos de los operadores del

Derecho, en este caso, los abogados. Es así que encontramos cómo se puede percibir la

mala práctica en situaciones jurídicas en las que se defiende a una persona, tan, al ojo

público o incluso a la razón, culpable. Ciertamente, no podemos negar que la mala práctica

se una realidad común en el ejercicio de la abogacía, tomando como ejemplos la cantidad

de escándalos en los que se ha encontrado al Colegio de abogados de Arequipa, de los

cuales uno se refiere a la acusación de fraude realizada en contra de las elecciones a

decanato realizadas en 20172 y a más de 800 abogados sancionados por mala práctica3 que

podemos encontrar en el RNAS (Registro Nacional de Abogados Sancionados por Mala

Práctica Profesional), siendo este un organismo del MINJUS, osease, que existe una

posibilidad de que las cifras no reflejen del todo la realidad de la mala práctica profesional

en el sector abogacía.

Concluimos, por lo visto, que queda en las manos del abogado el ejercicio ético de su

profesión y rol en la sociedad, de igual manera, “limpiar” la imagen que se ha creado al

respecto de su profesión en su localidad.

2
“No voy a permitir que se proclame al nuevo decano del Colegio de Abogados”. Diario Correo.
https://diariocorreo.pe/edicion/arequipa/no-voy-permitir-que-se-proclame-al-nuevo-decano-del-colegio-de-
abogados-790028/
3
Registro Nacional de Abogados Sancionados por Mala Práctica Profesional. https://rnas.minjus.gob.pe/rnas/

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