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TERCERA GENERACIÓN
Módulo II. Aplicación Clínica de las Terapias de Tercera Generación
TRATAMIENTO DE LA
AGORAFOBIA (CON O SIN
PÁNICO) CON TÉCNICAS DE
EXPOSICIÓN A REALIDAD
VIRTUAL
Dra. D.ª Verónica Guillen Botella
Dra. D.ª Guadalupe Molinari Conde
Este material es de uso exclusivo para los alumnos
de la VIU. No está permitida la reproducción total o
parcial de su contenido ni su tratamiento por
cualquier método por aquellas personas que no
acrediten su relación con la VIU, sin autorización
expresa de la misma.
Edita
Universidad Internacional de Valencia
Depósito Legal
En proceso
Máster Universitario en
Terapias Psicológicas de Tercera Generación
Índice
Tema 1. La Agorafobia y el Trastorno de Pánico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
1.1. Criterios diagnósticos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8
1.1.1. Descripción y criterios diagnósticos de la Agorafobia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8
1.1.2. Descripción y criterios diagnósticos del Ataque de Pánico y del Trastorno de Pánico. . . . . . . . 10
1.2. Instrumentos de evaluación de los TA según el DSM-V. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12
1.3. Resumen de cambios en el DSM-V. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14
TEMA 3. Una propuesta de tratamiento para la agorafobia con o sin trastorno de pánico. 25
3.1. Los componentes del tratamiento. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
3.1.1. El componente educativo del tratamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
3.1.2. La discusión cognitiva de los pensamientos catastróficos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28
3.1.3. La hiperventilación y el entrenamiento en respiración lenta. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31
3.1.4. El entrenamiento en técnicas de distracción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
3.1.5. Exposición. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
3.1.6. Prevención de recaídas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38
Glosario. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53
Enlaces de interés. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55
Bibliografía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57
Bibliografía recomendada. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 62
Leyenda
Glosario
Términos cuya definición correspondiente está en el apartado “Glosario”.
Enlace de interés
Dirección de página web.
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Tratamiento de la Agorafobia (con o sin pánico) con Técnicas de Exposición a Realidad Virtual viu
6ECTS .es
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Tema 1.
La agorafobia y el trastorno de pánico
A partir del año 2013, 1 de cada 9 personas en todo el mundo habrá sufrido un Trastorno de Ansiedad
en el último año (Baxter, Scott, Vos, y Whiteford, 2013). Los trastornos de ansiedad, como grupo, son
la clase más común de trastornos mentales. Su prevalencia mundial se estima en un 7,3%, aunque
ésta varía de acuerdo al país. Específicamente, la prevalencia de la Agorafobia se estima en un 2%,
mientras que el Trastorno de Pánico tiene una prevalencia de entre un 2 y un 5% (Baxter y cols., 2013).
Las mujeres son dos veces más propensas que los hombres a sufrir un trastorno de ansiedad (Remes,
Brayne, van der Linde, y Lafortune, 2016). Los adultos con edades comprendidas entre los 35 y 54
años de edad son un 20% más propensos a tener un trastorno de ansiedad que adultos mayores de
55 años.
Las publicaciones sobre los trastornos de ansiedad han aumentado a lo largo de los últimos 30 años
a una tasa más rápida que las realizadas sobre cualquier otro trastorno. A comienzos de los 80 sólo
un 0´5% o un 1% de todas las publicaciones en el ámbito de la psicología clínica se centraban en los
trastornos de ansiedad; a comienzos de los 90 la situación cambia de forma notable, ya que un 21%
de todas las publicaciones giraba en torno a esta problemática. Además, no todos los trastornos de
ansiedad han recibido igual atención. De todos ellos, los que más publicaciones han originado es
el trastorno de pánico (TP) y la agorafobia (A) (Norton, Cox, Asmundson y Maser, 1995). Aunque a
principios de los años 90 los autores se mostraban escépticos sobre si esta tendencia de aumento en
las publicaciones sobre los trastornos de ansiedad continuaría, artículos recientes han encontrado un
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Tratamiento de la Agorafobia (con o sin pánico) con Técnicas de Exposición a Realidad Virtual viu
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En esta nueva versión del manual diagnóstico, en cada uno de los capítulos específicos sobre los
distintos trastornos psicopatológicos, además de especificar sus características clínicas y los criterios
diagnósticos correspondientes, se incluye información sobre los factores de riesgo y pronóstico
(factores temperamentales, ambientales, y genéticos-fisiológicos), así como información sobre el
curso y evolución de cada trastorno, incorporando observaciones detalladas sobre las diferencias que
pueden encontrarse en sus manifestaciones según el momento del ciclo vital en que aparezca.
La Agorafobia se define como el miedo a estar en lugares o situaciones de los cuales pueda ser difícil
o embarazoso escapar o en los cuales pueda no disponerse de ayuda en el caso de tener un ataque de
pánico o síntomas similares a los del pánico (mareo, caída, despersonalización, desrealización, pérdida
del control de esfínteres, vómito, molestias cardíacas). Como consecuencia de este miedo, la persona
evita las situaciones temidas, las soporta con gran ansiedad o necesita ser acompañada. Algunos
ejemplos de situaciones temidas y evitadas en la agorafobia son cines y teatros, supermercados,
clases, grandes almacenes, restaurantes, museos, ascensores, auditorios o estadios, aparcamientos,
lugares altos, lugares cerrados (p.ej., túneles), espacios abiertos exteriores (campos, calles anchas,
patios) o interiores (grandes habitaciones, vestíbulos), viajar en autobuses, trenes, metros, aviones,
barcos, conducir o viajar en coche (en cualquier momento o en autopistas o vías rápidas), hacer colas,
cruzar puentes, fiestas o encuentros sociales, andar por la calle, quedarse en casa solo, estar lejos de
casa. Los agorafóbicos constituyen alrededor del 50-60% de todos los fóbicos vistos en la práctica
clínica. Este trastorno tiene un mayor porcentaje de pacientes mujeres que hombres. Entre un 1% y un
5% de la población española ha desarrollado un episodio psicológico relacionado con la agorafobia
durante su vida.
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En relación al diagnóstico de agorafobia, si bien la mayor parte de los descriptores permanecen intactos,
con el propósito de facilitar el diagnóstico diferencial con algunos subtipos de fobia específica, se ha
añadido el requerimiento de que la manifestación de los síntomas de ansiedad, miedo y evitación
se presente en dos o más de cinco situaciones típicamente agorafóbicas. Para el diagnóstico de este
trastorno también se han añadido los dos criterios propuestos para Fobia Específica y Trastorno de
Ansiedad Social; el primero corresponde a la temporalidad que establece que la duración mínima
de los síntomas debe ser de seis meses; el segundo concede al clínico la facultad de determinar si
la ansiedad es desproporcionada respecto al peligro o amenaza real de la situación (Tortella-Feliu,
2014).
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Por lo que se refiere al Trastorno de Pánico, el DSM-IV (APA, 1994) y en su revisión (DSM-IV-TR) hace
una diferenciación entre Ataques de Pánico y Trastorno de Pánico (TP). Los Ataques de Pánico (AP)
son períodos discretos de miedo o malestar intenso en los que, al menos, se observan cuatro de los 13
síntomas somáticos o cognitivos que se contemplan en estos sistemas de clasificación. Además, los
AP tienen un inicio súbito y en poco tiempo (en 10 minutos o menos) llegan a su máxima intensidad,
suelen ir acompañados de una sensación de peligro inminente y un impulso o necesidad de escapar.
En el DSM-V (APA, 2013) los Ataques de Pánico, para los cuales se mantienen sus descriptores clínicos
sin cambio alguno, se consideran una especificación clínica aplicable a cualquier trastorno psicológico
(ya sea un trastorno de ansiedad o cualquier trastorno psicopatológico). Uno de los cambios que
contempla esta nueva edición del manual diagnóstico es la distinción de dos tipos de ataques o crisis:
a) Crisis esperadas: Son aquellas en que existe una señal obvia o desencadenante, como son las
situaciones en las que previamente han ocurrido ataques de pánico.
b) Crisis inesperadas: Son aquellas para los que no hay ninguna señal obvia o desencadenante
en el momento en que aparecen (p. ej. al relajarse o al dormir [ataque de pánico nocturno]).
Estas categorías sustituyen a las delimitadas en el DSM IV (APA, 1994): crisis situacionales, predispuestas
situacionalmente, y no situacionales/inesperadas. Anteriormente, se clasificaban los AP teniendo
en cuenta la relación que guardaba el comienzo del ataque con los desencadenantes situacionales
del AP: (a) Inesperados, su comienzo no se da a partir de un desencadenante situacional claro.
(b) Determinados situacionalmente, los ataques se dan siempre durante la exposición o en la
anticipación de un estímulo desencadenante. (c) Predispuestos situacionalmente, en los casos en
que los ataques son más frecuentes en determinadas situaciones, pero no se asocian completamente
con éstas.
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Nota: Los síntomas se presentan con el propósito de identificar un ataque de pánico; sin embargo,
el ataque de pánico no es un trastorno mental y no se puede codificar. Los ataques de pánico se
pueden producir en el contexto de cualquier trastorno de ansiedad así como en otros trastornos
mentales (p. ej., trastornos depresivos, trastorno por estrés postraumático, trastornos por consumo
de sustancias) y en algunas afecciones médicas (p. ej., cardíacas, respiratorias, vestibulares,
gastrointestinales). Cuando se identifica la presencia de un ataque de pánico, se ha de anotar como
un especificador (p. ej.,“trastorno de estrés postraumático con ataques de pánico”). En el trastorno
de pánico, la presencia de un ataque de pánico está contenida en los criterios para el trastorno y el
ataque de pánico no se utiliza como un especificador.
La aparición súbita de miedo intenso o de malestar intenso que alcanza su máxima expresión en
minutos y durante este tiempo se producen cuatro (o más) de los síntomas siguientes:
Nota: La aparición súbita se puede producir desde un estado de calma o desde un estado de
ansiedad.
1. Palpitaciones, golpeteo del corazón o aceleración de la frecuencia cardiaca.
2. Sudoración.
3. Temblor o sacudidas.
4. Sensación de dificultad para respirar o de asfixia.
5. Sensación de ahogo.
6. Dolor o molestias en el tórax.
7. Náuseas o malestar abdominal.
8. Sensación de mareo, inestabilidad, aturdimiento o desmayo.
9. Escalofríos o sensación de calor.
10. Parestesias (sensación de entumecimiento o de hormigueo).
11. Desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (separarse de uno mismo).
12. Miedo a perder el control o a “volverse loco.”
13. Miedo a morir.
Nota: Se pueden observar síntomas específicos de la cultura (p. ej., acúfenos, dolor de cuello,
dolor de cabeza, gritos o llanto incontrolable). Estos síntomas no cuentan como uno de los cuatro
síntomas requeridos.
Por lo que se refiere al diagnóstico de TP, el DSM-V plantea que para establecer el diagnóstico de TP,
al menos, algunos AP deben ser inesperados. El TP se define como la presencia de AP inesperados
y recurrentes. Al menos uno de ellos va seguido durante un mínimo de un mes de inquietud o
preocupación persistente por la aparición de nuevas crisis o sus consecuencias, y/o por un cambio
significativo y desadaptativo en el comportamiento que se relacione con las crisis de pánico. En la
Tabla 3 se presentan los criterios para el TP según el DSM V (APA, 2013).
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de decisiones clínicas y no como la única base para realizar un diagnóstico clínico. Específicamente
para los trastornos de ansiedad, se han incluido 3 escalas:
2) Medidas breves de severidad: existen para los distintos TA. La versión para evaluar la severidad
de la Agorafobia (Craske, Wittchen, Bogels, Stein, Andrews, Lebeu, 2013) consta de 10 ítems donde se
evalúa la severidad de los síntomas de la agorafobia durante los últimos 7 días en una escala likert de
0 (nunca) a 4 (todo el tiempo). La escala de severidad para el Trastorno de Pánico (Craske, Wittchen,
Bogels, Stein, Andrews, Lebeu, 2013) también consta de 10 ítems con una escala likert de 0 (nunca) a
4 (todo el tiempo). Cada ítem solicita al individuo que recibe atención que califique la gravedad de su
trastorno de pánico durante los últimos 7 días.
Estudios ya han evaluado la validez, fiabilidad y sensibilidad clínica de estas medidas breves y han
encontrado que poseen alta confiabilidad interna y validez convergente y discriminante (Beesdo-
Baum y cols. 2012; Lebeau, Glenn, Hanover, Beesdo-Baum, Wittchen, & Craske, 2012).
Ambas escalas pueden descargarse para su utilización con fines clínicos y de investigación
desde:
https://www.psychiatry.org/psychiatrists/practice/dsm/educational-resources/assessment-
measures
3) Medida global de discapacidad: no es específica para los TA, sino para cualquier trastorno
psicopatológico. Se trata de una escala de 38 ítems, la WHODAS 2.0 (World Health Organization
Disability Assessment Schedule 2.0), que evalúa 6 dominios de funcionamiento:
Cuenta con una versión de auto-informe y otra de valoración por parte de una persona
cercana al paciente. Es posible descargar esta escala en diferentes idiomas desde la página
oficial de la Organización Mundial de la Salud (OMS):
http://www.who.int/classifications/icf/form_whodas_downloads/en/
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•• Los criterios diagnósticos para la Agorafobia son traslación prácticamente directa de los
descriptores del DSM-IV, aunque ahora se incluye la necesidad, para facilitar el diagnóstico
diferencial con algunos subtipos de fobia específica, de que el miedo-ansiedad-evitación
se manifiesten en dos o más de entre cinco situaciones prototípicamente agorafóbicas.
•• Las crisis o ataques de pánico, para las que se mantienen sus descriptores sin cambio
alguno, se consideran una especificación potencialmente aplicable a cualquier trastorno
psicopatológico. En cuanto a los tipos de crisis de pánico, se han limitado dos tipos: crisis
esperadas e inesperadas.
Los cambios propuestos en el DSM V avanzan hacia una concepción más dimensional
del sistema clasificatorio, así como a tener en cuenta la psicopatología a lo largo del ciclo
vital. Sin dudas, se trata de una herramienta clínica útil para la práctica clínica. Aunque
los criterios diagnósticos categóricos pueden ser clínicamente útiles, la ansiedad es una
construcción dimensional, y la distinción entre lo normal y lo anormal descansa en:
•• La frecuencia de ocurrencia.
•• La persistencia en el tiempo.
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Tema 2.
Eficacia y eficiencia de los programas de tratamiento:
tratamientos de elección para la Agorafobia y el Trastorno
de Pánico
Tras largos años de investigación sobre el tema, en estos momentos es posible afirmar que
disponemos de tratamientos eficaces para la Agorafobia y para el Trastorno de Pánico (a partir de
aquí nos referiremos de forma general a la Agorafobia y Trastorno de Pánico como TPA). Sin duda, los
programas que han acumulado una mayor evidencia empírica son los tratamientos de orientación
cognitivo-comportamental (TCC) y son los más eficaces y eficientes para abordar el TPA (Botella, 2001;
2003). Existen una serie de revisiones y estudios de meta análisis que muestran la eficacia de estos
programas de tratamiento (Barlow, 1997, 2002, 2008; Barlow, Ester y Vitale, 1998; Gould, Otto, y Pollac,
1995; Landon y Barlow, 2004; Margaf, Barlow, Clark y Telch, 1993); y el American Nacional Instutute of
Health (NIH, 1991) los ha recomendado como tratamientos de elección para el TPA.
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Además, en los últimos años, acompañando a las modificaciones que se han realizado en cuanto
al diagnóstico de los trastornos mentales hacia una conceptualización más dimensional, se han
propuesto tratamientos transdiagnósticos para los trastornos de ansiedad, que se centran en las
comunalidades observadas dentro de estos trastornos más que en sus diferencias.
En el primer estudio controlado sobre la eficacia del TCP (Barlow, Craske, Cerry, y Klosko, 1989) se
utilizaron tres condiciones de tratamiento (TCP, relajación y TCP combinado con relajación) que se
compararon con un grupo control lista de espera. En el post tratamiento las tres condiciones de
tratamiento resultaron más eficaces que el grupo control lista de espera. De los pacientes, 60 % del
grupo de relajación y 87% del grupo TCP sólo y combinado con relajación alcanzaron el estatus libre
de pánico cuando terminaron las 15 semanas de tratamiento.
Craske, Brown y Barlow (1991) aportaron datos correspondientes a los 2 años de seguimiento del
estudio anterior. Los datos de este seguimiento revelaron que el 81% de la condición de sólo TPC
estaban libres de pánico comparado con el 43 % de los pacientes de la condición de TCP combinada
con relajación y el 36% de los pacientes de la condición de relajación. Una posible explicación de por
qué los pacientes de la condición combinada no mantuvieran los resultados es que ni la TCP ni la
relajación se presentaron de la misma forma que en la condición combinada, los dos tratamientos se
presentaron algo abreviados comparados con las otras dos condiciones.
En otro estudio Klosko, Barlow, Tassinari, y Cerny (1990) se comparó la eficacia de TCP y el alprazolam
con una condición placebo (fármaco) y una condición control lista de espera. En este estudio, los
resultados de la evaluación post-tratamiento mostraron que el 87% de los pacientes de la condición
TCP lograron el estatus libre de pánico, comparado con el 50% de los pacientes de la condición de
alprazolam, 36% de los pacientes de la condición placebo (fármaco) y el 33% de los pacientes de la
condición control lista de espera. El TCP resultó ser significativamente más efectivo que las otras tres
condiciones.
Schmidt et al. (2000) llevaron a cabo un estudio controlado para determinar la necesidad del
entrenamiento en respiración en el contexto de la TCP. Este estudio puso de manifiesto que, aunque
el entrenamiento en respiración no parece afectar el resultado inicial después del tratamiento puede
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producir una peor evolución a largo plazo. También se ha demostrado que el TCP era efectivo aplicado
en formato de tratamiento grupal (Telch et al., 1993).
Una de las principales críticas al TCP es que en la mayoría de ensayos los pacientes presentaban
niveles mínimos o moderados de agorafobia. Es este sentido, Craske, De Cola, Sachs, y Pontillo (2003)
realizaron un estudio para examinar si el TCP con el componente adicional de exposición en vivo era
más efectivo para tratar a pacientes con TP con agorafobia que el TCP sólo. Los resultados indicaron
que las dos condiciones de tratamiento eran igualmente eficaces, lo que sugiere que el componente
adicional de tratamiento (exposición en vivo) no mejora los resultados obtenidos al aplicar el TCP
sólo.
El grupo de Clark (Clark, 1989; Salkoskis y Clark, 1991) ha desarrollado un programa basado,
fundamentalmente, en la teoría cognitiva del TP (Beck, Emery, y Greenberg, 1985; Clark, 1986;
Salkovskis, 1988), según la cual, la persona que sufre AP recurrentes lo hace debido a una tendencia
a interpretar de forma errónea y catastrófica las sensaciones corporales que experimenta. Estas
interpretaciones dan lugar a un incremento de la ansiedad que a su vez incrementa las sensaciones
y se produce un círculo vicioso que culmina en un AP. El programa de terapia cognitiva (TC) incluye
varios componentes que ayudan a la persona a identificar y a someter a prueba sus interpretaciones
y la ayudan a sustituirlas por otras más realistas:
•• Procedimientos comportamentales:
•• Tareas para casa: se registran los AP, los pensamientos negativos, las repuestas racionales,
y una serie de ejercicios (ej. experimentos comportamentales, entrenamiento en
respiración lenta) que cambian dependiendo de la fase de la terapia en la que se
encuentre (Clark et al. 1994).
Clark et al. (1994) realizaron un ensayo controlado aleatorizado en el que se comparó la eficacia de
tres tratamientos (TC, relajación aplicada e imipramina) con una condición control lista de espera. Los
resultados del post-tratamiento mostraron que los tres tratamientos activos fueros significativamente
más eficaces que la condición control de lista de espera. El 75% de los pacientes en la condición de
TC estaban libres de pánico comparados con el 70 % de los pacientes de la condición de imipramina
y el 40 % de la condición de la relajación aplicada. En el seguimiento a los 9 meses, los pacientes
que habían recibido TC 85% continuaban libres de pánico, el 60% de los pacientes que habían
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recibido imipramina y el 47% de pacientes que había recibido relajación aplicada. En el punto final de
evaluación, la TC fue significativamente más efectiva que las otras dos condiciones.
Estos dos enfoques de tratamiento tienen muchos puntos en común y los objetivos son, básicamente,
los mismos en los dos programas. Su diferencia más notable es que en el programa del grupo de
Barlow se insiste en la exposición a las sensaciones interoceptivas (EI), mientras que en el programa
del grupo de Clark se da mucho énfasis al componente cognitivo.
Por otro lado, el grupo de Bitran, Morissette, Spiegel, Barlow (2008) presentaron los resultados de un
tratamiento para el trastorno de pánico con niveles de agorafobia de moderados a graves llamado
“Sensation-focused intensive treatment” (SFIT). SFIT es un tratamiento intensivo de ocho días de
duración que combina las características del tratamiento cognitivo-conductual para el TP, tales como
la exposición interoceptiva y reestructuración cognitiva. SFIT se centra en las sensaciones físicas
temidas, así como la evitación agorafóbica. Los datos preliminares apoyan la utilidad de SFIT en la
mejora del TPA (Morissette, Spiegel y Hinrichs, 2005; Spiegel & Barlow, 2000). El objetivo de SFIT es
reducir los factores mantenedores de la ansiedad así como los comportamientos de evitación, las
cogniciones y las sensaciones físicas condicionadas. El programa SFIT es diferente a la TCC en el hecho
que incluye exposiciones situacionales e interoceptivas masivas y no graduadas. En este estudio se
investigó más a fondo la eficacia de SFIT y se evaluaron los factores relacionados con los resultados
del tratamiento, incluyendo la gravedad de los síntomas de pánico, el género, la comorbilidad, la
autoeficacia y el lugar de residencia. Los resultados indicaron que el tratamiento era eficaz para
reducir los síntomas del TPA y los logros del tratamiento se mantenían en el seguimiento.
Existen varios estudios que han examinado el papel de la EI en el tratamiento del TPA y subrayan su
importancia mostrando resultados preliminares de utilizar este componente para tratar el trastorno
de pánico y la necesidad de su contribución terapéutica de manera controlada. Un estudio (Arntz,
2002) comparó la TC con la EI en el tratamiento del TP sin agorafobia. 69 pacientes fueron asignados
aleatoriamente a cada condición. No se encontraron diferencias significativas entre los dos tratamientos
en la reducción de la frecuencia y en los niveles de ansiedad diarios después de las 12 sesiones de
tratamiento y en los dos seguimientos (a las 4 semanas y a los 6 meses). En las dos condiciones un
gran porcentaje de pacientes estaban libres de pánico en la evaluación post tratamiento y en los
seguimientos (entre 75–92%). A pesar de que la reducción de las creencias idiosincrásicas sobre la
naturaleza catastrófica de las sensaciones corporales tuvo la misma fuerza en ambas condiciones, las
creencias en el post tratamiento correlacionaron fuertemente con los síntomas de la evaluación post
tratamiento y seguimientos en la condición TC, pero no en la condición EI. Por tanto, la reducción de
las creencias puede ser esencial en TC, pero no en EI. Esto sugiere que los dos tratamientos pueden
utilizar diferentes mecanismos de cambio.
Existe una amplia utilización en clínica de la EI, sin embargo, no hay muchos informes empíricos
sobre la naturaleza de las evaluaciones interoceptivas y la EI. Un estudio descriptivo (Norman, 2004)
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En otro trabajo, Antony, Ledley, Liss y Swinson (2006) se centraron en determinar los efectos relativos
de determinados ejercicios de inducción de síntomas. Este estudio describe las respuestas de
los individuos con trastorno de pánico y los controles no clínicos a 13 ejercicios estándares y tres
ejercicios control. En general, los individuos con TP respondieron con más intensidad a los ejercicios
de inducción de síntomas que los controles. Los ejercicios que les produjeron más miedo incluyeron:
rodar, hiperventilar, respirar a través de una pajita y el uso de un depresor de lengua. Este estudio
también explica los síntomas específicos provocados por cada ejercicio, el porcentaje de participantes
que informaron tener miedo durante cada ejercicio, y los predictores del miedo. Se encontró que las
personas con TP responden con más intensidad a los ejercicios de EI que las personas sin un trastorno
de ansiedad. Por otra parte, los ejercicios de control no produjeron sensaciones de pánico y eran
menos eficaces para desencadenar el miedo en comparación con los ejercicios estándares de EI.
Lamplug, Berle, Milicevic, y Starcevic (2008) llevaron a cabo un estudio piloto (n=15) en el pusieron
a prueba un programa de tratamiento en grupo aplicado en 5 sesiones (4 horas cada día). Entre
sus componentes estaba la exposición interoceptiva. Se encontraron mejoras estadísticamente
significativas entre las puntuaciones pre y post tratamiento en la mayoría de las medidas. Estas
mejoras se mantuvieron al mes de seguimiento.
Por otra parte, la hiperventilación sostenida o espontánea se ha asociado con una variedad de
síntomas físicos y se ha relacionado con un número de enfermedades orgánicas (ej. asma) y trastornos
mentales como el TP. Los resultados de distintos estudios sugieren el importante papel de los niveles
bajos de dióxido de carbono (CO2) en el TP. Elevar los niveles de CO2 ha demostrado tener efectos
beneficiosos, y terminar con la hiperventilación ha demostrado ser un potente mediador en la
reducción de la gravedad de los síntomas de pánico y el éxito del tratamiento (Meuret y Ritz, 2010).
Toda esta evidencia científica ha dado lugar a modelos teóricos transdiagnósticos (Barlow, Allen y
Choate, 2004; Craske y cols., 2009). El transdiagnóstico significa cambiar la óptica con que se miran
los trastornos mentales; en lugar de fijarse en lo específico y diferencial, se focaliza en lo común y
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genérico que tienen entre sí los diferentes trastornos. Un mecanismo o proceso psicopatológico
es transdiagnóstico cuando está relacionado etiológicamente (génesis o mantenimiento) con un
conjunto de trastornos mentales (Sandín, 2012). De este modo, el planteamiento y aportación de base
del transdiagnóstico consiste en entender de modo diferente la relación entre grupos de trastornos
mentales, al igual que la TCC aplicable a dichos grupos. En este sentido, los TCC transdiagnósticos
están centrados en el desarrollo de protocolos de tratamiento que sean válidos para un conjunto de
trastornos que compartan mecanismos o factores comunes entre sí. Tales protocolos no se presentan
como sustitutos de los orientados específicamente, sino complementarios a éstos.
Estos modelos transdiagnósticos han dado lugar, a su vez, al desarrollo de programas de tratamiento
transdiagnósticos. Se han diseñado una variedad de protocolos de tratamiento de “amplio espectro”
para aplicar principios de tratamiento comunes a una variedad de trastornos (McEvoy, Nathan, y
Norton, 2009). Sin embargo, no todos estos tratamientos se pueden considerar verdaderamente
unificados. Los tratamientos unificados (o transdiagnósticos) son aquellos que aplican los
mismos principios de tratamiento subyacentes en los trastornos mentales sin adaptar el protocolo
a diagnósticos específicos. En cambio, se hace hincapié en los mecanismos comunes a los diferentes
trastornos (por ejemplo, pensamientos, comportamientos, y emociones), que luego se individualizan
durante la terapia. Este enfoque aumenta la flexibilidad para que los pacientes identifiquen y desafíen
una variedad de cogniciones y comportamientos problemáticos que pueden contribuir a la misma
respuesta emocional (p. ej., Ansiedad) en respuesta a diferentes señales (por ejemplo, sensaciones
interoceptivas, interacciones sociales), así como a diferentes respuestas emocionales (p. ej., depresión,
ansiedad, enfado). El enfoque de tratamiento unificado no se limita a diagnósticos específicos, a pesar
de que se aplican a personas que pueden cumplir los criterios de uno o más diagnósticos clínicos.
En síntesis, la premisa subyacente a los tratamientos transdiagnósticos es que las similitudes entre los
trastornos superan a las diferencias y que focalizarse en el tratamiento de los factores comunes puede
tener importantes beneficios en comparación con los enfoques de tratamiento específicos para cada
diagnóstico. En teoría, los tratamientos transdiagnósticos deberían permitir que el terapeuta aplique
estrategias de tratamiento basadas en la evidencia dentro de un protocolo único, aumentando la
eficiencia y eficacia del tratamiento, reduciendo la necesidad de múltiples manuales de tratamiento
específicos para cada trastorno y aumentando la facilidad de implementación (Chorpita, Taylor,
Francis, Moffitt y Austin, 2004).
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Los abordajes transdiagnósticos existentes adoptan dos formas (Craske, 2012). En el primer caso, se
trata de programas transdiagnósticos aplicables a trastornos específicos dentro de una categoría
de diagnóstico, como pueden ser los trastornos de ansiedad y/o los trastornos alimentarios. Estos
protocolos están compuestos principalmente por estrategias genéricas de la TCC. En el segundo caso,
se trata de enfoques transdiagnósticos que trascienden todos los límites diagnósticos e implican
estrategias terapéuticas basadas en la aceptación. En este segundo grupo, que se han aplicado a
muestras ansiosas, se incluyen el Programa para la reducción del estrés basado en la Atención Plena
(MBSR) (Kabat-Zinn y cols., 1992) y la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) (Hayes, Strosahl, y
Wilson, 1999).
Los estudios preliminares de eficacia ponen de manifiesto importantes efectos del tratamiento.
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análisis adicional de los datos, Norton et col. (2004) también observaron una disminución significativa
en los síntomas de depresión y severidad de entre los que reciben tratamiento, a pesar del hecho de
que la depresión no fue un objetivo de cambio del tratamiento.
Recientemente, este mismo autor (Norton, 2008) llevó a cabo un estudio cuyo propósito fue examinar
la eficacia de una terapia cognitivo-comportamental de 12 semanas basada en la perspectiva
transdiagnóstica para los trastornos de ansiedad y comparar también los resultados a través de los
diferentes diagnósticos. Participaron 52 pacientes en el estudio y los resultados mostraron que éstos
tendían a mejorar con el tratamiento sin resultados diferenciales en cualquiera de los diagnósticos
primarios o comórbidos. Los resultados de este estudio proporcionan apoyo preliminar al supuesto
defendido en esta perspectiva, que los individuos con diferentes diagnósticos de ansiedad pueden
ser tratados utilizando el mismo protocolo de tratamiento.
En cuanto al programa CALM, en un estudio clínico controlado (Roy-Byrne y cols., 2010), se comparó
la eficacia de este tratamiento TCC transdiagnóstico en una muestra clínica de atención primaria
(n=1004) que sufría de diversos trastornos de ansiedad (trastorno de pánico, ansiedad generalizada,
ansiedad social y estrés postraumático) con el tratamiento habitual (que consistía en farmacoterapia
y psicoterapia). Los resultados mostraron que el programa CALM fue más efectivo que el tratamiento
habitual en la reducción de la sintomatología ansiosa y de la incapacidad funcional debida a la
ansiedad.
En síntesis, podemos decir que los tratamientos transdiagnósticos se han mostrado, por lo menos,
igual de eficaces que los tratamientos habituales para los trastornos de ansiedad. Por lo tanto,
en cuanto a estrategias terapéuticas, aún queda por responder cuál de los dos abordajes (un TCC
específico o un tratamiento transdiagnóstico) es más eficaz para los TA.
En este sentido, un artículo reciente (Barlow y cols., 2017), evaluó si el Protocolo Unificado para el
tratamiento transdiagnóstico de los trastornos emocionales es al menos tan eficaz como los protocolos
de trastorno único en el tratamiento de los trastornos de ansiedad. Un total de 223 pacientes en
un centro de tratamiento ambulatorio con un diagnóstico principal de trastorno de pánico con o
sin agorafobia, trastorno de ansiedad generalizada, trastorno obsesivo compulsivo o trastorno de
ansiedad social fueron asignados aleatoriamente. por diagnóstico principal a recibir el Protocolo
Unificado, o un Protocolo Específico para el trastorno de ansiedad correspondiente, o bien fueron
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asignados a una condición control de lista de espera. Los pacientes recibieron hasta 16 sesiones con
una duración del tratamiento que oscilaba entre las 16 y las 21 semanas. Los resultados se evaluaron
al inicio, una vez finalizado el tratamiento y a los 6 meses de seguimiento. Este estudio encontró
que era más probable que los pacientes finalizaran el tratamiento si recibían el Protocolo Unificado.
Además, ambas condiciones de tratamiento se mostraron más eficaces que la condición lista de
espera en la reducción de la gravedad clínica desde el inicio hasta el final del tratamiento, así como
desde el inicio hasta el seguimiento a los 6 meses. Las conclusiones de este estudio sostienen que el
Protocolo Unificado de Barlow produce una reducción de los síntomas equivalente a los tratamientos
psicológicos estándar basados en la evidencia para los trastornos de ansiedad. Por lo tanto, puede ser
posible utilizar un protocolo en lugar de múltiples protocolos de tratamiento para tratar de manera
más eficiente los trastornos de ansiedad y depresión más frecuentes.
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Tema 3.
Una propuesta de tratamiento para la agorafobia con o sin
trastorno de pánico
Hace ya más de 20 años nuestro grupo de trabajo publicó (Botella y Ballester, 1991) una adaptación
del programa de tratamiento del control del pánico del grupo de Barlow (Barlow, y Cerny, 1988;
Barlow, y Craske, 1989, 1994) y del programa de terapia cognitiva del grupo de Clark (Clark, 1989;
Salkoskis y Clark, 1991). Como se ha señalado anteriormente, ambos protocolos están incluidos en
la lista de tratamientos empíricamente validados de la American Psychological Association por lo
que se ajustan a los criterios de eficacia y utilidad clínica. A partir de entonces hemos aplicado con
éxito este protocolo de tratamiento y lo hemos adaptado para ser utilizado en distintos formatos. A
continuación se describen los componentes fundamentales que incluye.
Uno de los componentes más importantes del programa es el componente educativo. El objetivo de
dicho componente es ofrecer al paciente una explicación de lo que le está sucediendo, tanto en el
momento concreto de sus crisis como en lo que se refiere al trastorno.
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La mayor parte de las veces los pacientes cuentan con poca información sobre su problema de ansiedad.
En muchas ocasiones, ni siquiera saben que tienen un trastorno de ansiedad y la sintomatología que
presentan les hace pensar que lo más probable es que tengan un problema orgánico que explica el
malestar que experimentan en sus crisis. Además, el malestar tan importante que causa el pánico
hace que las personas que lo padecen estén convencidas de que no existen otras personas con este
problema. El carácter inesperado de los ataques de pánico unido a la intensidad de las sensaciones
corporales y cognitivas que les acompaña, hace que los pacientes con TP tengan un sentimiento
de miedo, indefensión y falta de control sobre su problema. Ofrecerles una oportunidad para que
sepan que es lo que les está sucediendo hace que diminuyan estos sentimientos y mejore su estado
emocional.
¿Qué es la ansiedad?
Es importante llegar con el paciente a una definición “consensuada” del término ansiedad que incluya,
tanto aspectos negativos como positivos.
Los pacientes consideran que la ansiedad es negativa porque les resulta muy molesta y desagradable
interfiriéndoles en su vida cuotidiana y produciéndoles mucho malestar. Además consideran que es
peligrosa aporque creen que los ataques de pánico pueden provocarles la muerte o la locura. Por
todo esto, es fundamental dejar claro que la ansiedad no es perjudicial en sí misma, que nadie ha
enloquecido, ha muerto, ha perdido el control... por esto. Aclarar que las sensaciones en sí mismas son
inofensivas tal y como avalan numerosos estudios al respecto.
Es importante también ilustrar todo lo que explicamos al paciente con ejemplos, esto le ayudará a
comprender lo que le ocurre. Para explicarle las formas de manifestación de la ansiedad resulta útil
pedirle que se imagine a un negro watusi paseando en la sabana africana que se encuentra con un
león. Le pedimos a continuación que nos diga que cree que pensaría, sentiría y haría en esta situación.
Llegamos a la conclusión junto a la persona de que: pensaría que se encontraba frente a un peligro,
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sentiría miedo que le haría manifestar sensaciones corporales como la taquicardia, respiración agitada,
dilatación de la pupila, reaccionaria corriendo, escondiéndose, subiendo a un árbol o enfrentándose
al león.
Este ejemplo nos ayuda a presentar al paciente el triple sistema de respuesta de la ansiedad:
cognitivo, fisiológico y comportamental, así como analizar el carácter adaptativo y la utilidad de
la respuesta de ansiedad para la supervivencia del individuo. Además se explora el componente
fisiológico de la ansiedad explicándole al paciente la utilidad de las diferentes sensaciones corporales
(p.ej. las taquicardias suponen un aceleramiento del corazón para aumentar el aporte de sangre a
los músculos). Con estos ejemplos vamos rompiendo la creencia del paciente de que la ansiedad es
negativa. En muchas ocasiones el paciente entenderá la utilidad de la ansiedad en el ejemplo, pero
no en su caso. Se le explica pues que es cierto que a veces la respuesta de ansiedad es más intensa o
generalizada de lo que sería útil y en ese caso hablamos de un “trastorno” o “problema” de ansiedad,
dejándole claro que es la respuesta de ansiedad excesiva o no justificada la que resulta patológica en
el individuo y no la ansiedad en si misma.
Para explicarle la importancia del pensamiento utilizamos el ejemplo de Beck, en el que una persona
se encuentra sola en casa y oye un ruido en una habitación. Le pedimos al paciente que se imagine
en esa situación y que nos diga cómo cree que se sentiría y qué es lo que haría si pensara que el
ruido ha sido provocado por un ladrón peligroso que ha entrado por la ventana. El paciente contesta
normalmente que se sentiría muy nervioso, con temblores, palpitaciones… y que se escondería o
saldría corriendo. Le pedimos entonces que imagine que estando en la misma situación piensa que
el ruido lo ha provocado el viento que ha tirado el jarrón que había sobre la mesilla o ha cerrado la
ventana y que diga también como se sentiría y que haría. Algunos pacientes refieren que sentirían
un sobresalto inicial pero coinciden que en que no se sentirían nerviosos. No tendrían ninguna
sintomatología física en especial y se comportarían yendo a recoger los cristales o el jarrón roto.
Seguidamente, se le pregunta al paciente en qué se diferencian los dos ejemplos. Realmente, la
situación es la misma, pero la reacción ha sido completamente distinta. La única diferencia entre
ambas situaciones ha sido la interpretación que la persona ha hecho. En el primer caso piensa que se
trata de un ladrón y en el segundo que es el viento. Finalmente se le pregunta que conclusión extrae.
Se trata de llevar al paciente a la idea del papel central de los pensamientos en la respuesta de la
ansiedad. Estos son los que nos conducen a una determinada respuesta emocional.
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mareo…). Todas estas respuestas, por sí solas, son insuficientes para que se produzca un ataque de
pánico. Pero en ocasiones, la persona asocia e interpreta estas sensaciones como indicadores de que
va a producirse un desastre inminente (ataque cardíaco, parada respiratoria, desmayo, pérdida de
control de su mente…). Estas cogniciones incrementan la percepción inicial de amenaza, pasando la
preocupación inicial del paciente en un segundo plano para ocuparse de un supuesto peligro mucho
más inminente y más grave. Este incremento de la sensación de amenaza lleva a un aumento de las
sensaciones corporales. Esto hace que la cognición catastrófica se valide a si misma lo que hace a la
persona entrar en un círculo vicioso que culmina en el pánico.
Es importante recordar que la presentación del modelo cognitivo del pánico debe hacerse a partir de
un AP relatada por el paciente, mientras el terapeuta transcribe el proceso del ataque en una figura
que refleja el feedback entre cogniciones y sensaciones que se da en el ataque (ver figura 1).
Amenaza
(percibida)
Temor
Crisis de Pánico
Aprensión
Interpretación o Sensaciones
Significado Catastrófico corporales
Figura 1. Ilustración del modelo cognitivo del pánico. Clark y Salkoskis, (1991).
Se tiene que incidir en el lugar que ocupan las cogniciones catastróficas. Finalmente, se le pregunta al
paciente hasta qué punto cree que el modelo coincide o no con su experiencia.
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Veremos ahora los pasos a seguir para el reto de los pensamientos catastróficos:
Definición del pensamiento negativo: ¿Qué me preocupa? ¿Qué temo? ¿Qué creo que puede
sucederme?
Análisis de las evidencias a favor y en contra del contenido del pensamiento: ¿Qué pruebas
tengo de que lo que temo vaya a ocurrir? ¿Y en contra?
Una vez identificado el pensamiento catastrófico, así como conocidos el grado de creencia y de
ansiedad que produce, pasamos a analizar las evidencias que lo sustentan y explorar cualquier
información que puede ir en contra de que aquello que se teme pueda ocurrir con cierta facilidad.
Empezamos preguntando a la persona por aquellas razones que le han llevado a interpretar sus
sensaciones corporales de manera catastrófica (asfixia, desmayo, infarto). Es común que caigan en
errores de generalización “Sé que todos los que padecen un infarto sienten dolor en el pecho porque
a fulanito le pasó”. En ese momento y sin ninguna razón (error por no ser consciente de la causa
real y de sus sensaciones), yo sentí una punzada en el pecho. Por lo tanto, pensé que yo también
iba a tener un infarto (error por inferencia arbitraria). Iniciar la discusión cognitiva haciendo caer al
paciente en su error lógico resulta fácil. Primero le reforzamos por las razones que le llevan a defender
su interpretación catastrófica. Cuando ya tenemos estas razones a favor, pasamos a proponerle al
paciente que piense en algún posible dato o hecho que le pudiera hacer dudar de que lo que piensa
es cierto. Se colabora con el paciente formulándole preguntas como: ¿Tuviste finalmente un infarto
en la última crisis?, ¿Lo has tenido alguna vez?, ¿Conoces a alguien que haya tenido un infarto durante
una crisis de angustia?, ¿Lo has leído en algún sitio?, ¿Es idéntica tu situación médica y tu organismo
del de la persona que según dices tuvo un infarto y le dolía el pecho? ¿Alguna vez has sentido esa
sensación y ha sido provocada por otra causa? … Podríamos realizar además algún experimento
conductual que provocase las sensaciones temidas (p.ej., subir corriendo las escaleras).
Una vez vistas todas las evidencias a favor y en contra del pensamiento negativo el terapeuta hace un
resumen de todo lo hablado hasta el momento.
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Análisis de probabilidades: ¿Qué probabilidad hay, de que lo que temo pueda ocurrir?
Las personas que sufren AP suelen tener la certeza total, en el momento de la crisis, de que va a morir
o desfallecer. Si se ha aplicado correctamente el paso anterior de la discusión cognitiva, es de suponer
que el grado en que la persona cree que la consecuencia temida va a producirse será menor. Se le
pedirá a la persona que estime en una escala de 0 a 100 el grado de firmeza con el que mantiene su
creencia o el grado de creencia respecto al pensamiento negativo. Lo importante, más que lograr que
la intensidad de la creencia del paciente haya disminuido, es que la persona comience a cuestionarse la
certeza de su anticipación y que con el tiempo y la evidencia acabe desmoronándose el pensamiento
negativo. Se enfatiza la probabilidad estimada por la persona de que se equivoque temiendo lo peor.
No le debemos ocultar al paciente, que, en efecto, alguna vez le puede pasar aquello que teme. La
cuestión es si la probabilidad es lo suficientemente alta como para que se justifique tener esos niveles
de ansiedad y preocupación que le interfieren en muchos ámbitos de su vida. Vivir conlleva aceptar
ciertos riesgos como ponerse enfermo, tener un accidente, morir… pero la ansiedad es independiente
de estos riesgos por lo que durante un ataque de pánico la probabilidad de que pasen estas cosas es
la misma que en otro momento.
Si el paciente ha reconocido que hay una cierta probabilidad de que está equivocado al pensar cómo
lo hace, debe de haber alguna otra razón que explique por qué se sentía de ese modo. Es decir, vamos
a reatribuir las sensaciones corporales. Cuando la persona aprende a retar los pensamientos ya ha
recibido información sobre la ansiedad y cómo se manifiesta, además de haber comprobado los
efectos de la hiperventilación, muy parecidos a lo que siente en sus crisis. Por tanto, puede atribuir
la causa de lo que le pasaba a la hiperventilación o la ansiedad y no a que por ejemplo tuviera un
tumor cerebral. En otros casos, las sensaciones corporales descritas pueden ser debidas a procesos
desencadenantes como la disminución de la presión arterial, la hipoglucemia, cambios hormonales,
intoxicación por cafeína.
En definitiva, se pretende que la persona aprenda a responder de manera racional ante cualquier
sensación corporal que considere indicadora de una patología.
Desdramatización o decatastrofización: ¿Qué sería lo peor que puede sucederme si lo que temo
fuera cierto? ¿Sería tan horrible?
Después de que el paciente haya examinado toda la información que proviene de su experiencia
pasada, haya realizado experimentos comportamentales para poner a prueba su cognición
catastrófica y haya llegado a lo conclusión de que existe una baja probabilidad de que le ocurra
aquello que tanto teme, le planteamos que se imagine que es falso todo lo que hemos hablado y
que tiene razón al pensar que le puede ocurrir algo como desmayarse. Un paciente de pánico
puede angustiarse mucho pensando que en una crisis puede desmayarse. Le planteamos entonces
lo siguiente: “Imagínate que es cierto que puede desmayarse en una crisis (aunque sabe que no es
posible) y que un día se desmaya. ¿Qué ocurriría? Probablemente alguien le sentaría en una silla y
le daría aire y agua ¿Qué podría ocurrirle? ¿Algo más?...” Después le pedimos que nos sitúe en una
escala de 0-100, lo horrible que cree que sería esa experiencia. Si el paciente catastrofiza indicando
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que sería muy horrible le haremos preguntas del tipo: “Como me situaría en la misma escala si lo
diagnosticaron de una enfermedad mortal?” Con preguntas de este tipo la persona se ve obligada a
volver a valorar lo horrible que sería desmayarse.
Tener cuidado con este paso si la cognición consiste en una amenaza que, de producirse, pondría en
peligro la vida de la persona (infarto, asfixia, ataque cerebral…).
Utilidad del pensamiento: ¿Me ayuda pensar en la posibilidad de que lo que temo vaya a
suceder, o por el contrario, sólo consigo ponerme más ansioso? ¿Me resulta útil pensar así?
Este es el último punto para combatir los pensamientos catastróficos. Hacemos un resumen de lo
que hemos avanzado y vemos con el paciente que por lo que parece nos encontramos ante un
pensamiento negativo que no tiene demasiadas probabilidades de ser cierto, y además en el caso que
ocurriese, no sería tan horrible como se pensaba en primeramente. Entonces se le pide a la persona
que piense lo contrario, que existe una alta probabilidad de que le ocurra aquello que teme y eso
sería fatal para su vida. Aunque eso fuera así, ¿Qué utilidad tiene pasarse los días pensando en algo
que no se puede evitar? ¿Sirve para que no se produzcan las consecuencias temidas? Y sin embargo,
¿Tiene alguna consecuencia negativa anticipar constantemente ese pensamiento? La persona llega a
la conclusión de que los pensamientos catastróficos sólo sirven para interferir en su día a día.
Una vez ha finalizado la discusión cognitiva podemos hacer la siguiente pregunta: Entonces, ¿qué
sentido puede tener mantener una idea que por un lado, existe una baja probabilidad de que sea
cierta y pensar en ello no tiene ninguna utilidad más que contribuir a ponerte más ansioso?.
Es importante tener en cuenta que cada discusión cognitiva se apoyará en diferentes argumentos,
según nos encontremos ante una cognición o otra (miedo a padecer un infarto, miedo a la asfixia,
miedo al desmayo, miedo a perder el control y a enloquecer…).
Este componente está especialmente indicado para los pacientes en los que la hiperventilación juega
un papel importante en sus crisis de angustia. El objetivo del entrenamiento en respiración lenta es
enseñar a los pacientes un ritmo de respiración opuesto a la hiperventilación, para ello se tiene que
realizar antes la prueba de hiperventilación. Se le dice a la persona que esta prueba nos ayudará
a entender mejor su problema ya que es un modo de hacerle ver la importancia de su pauta de
respiración en las crisis y la necesidad de aprender otro ritmo de respiración. Se realiza la prueba con
una cinta de casete grabada con las instrucciones que se han de seguir:
“Se le va a presentar un ritmo rápido de respiración que usted deberá intentar seguir durante dos minuto”.
Deberá tomar aire por la nariz y por la boca cunado oiga la palabra inspire y lo soltará cuando oiga la
palabra espire. Al hacerlo puede sentir una serie de sensaciones desagradables consecuencia natural de
ese ritmo de respiración, aunque, en ningún modo sus efectos son perjudiciales para su salud. Si le resulta
insoportable la experiencia puede dejar de seguir el ritmo cuando quiera y utilizar la bolsa auxiliar (el
terapeuta modela la utilización de la bolsa. Cuando acabe la prueba le pediremos que se concentre unos
minutos en sus sensaciones, con los ojos cerrado, y después nos contará como se ha sentido.”
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Es importante reiterar que de ningún modo la hiperventilación puede ser peligrosa. Realmente
existe la posibilidad de que el paciente tenga un AP por lo que no se debe negar esta posibilidad.
Sin embargo hay que insistir en la importancia que tiene la realización de esta prueba para conocer
exactamente cómo se producen las crisis del paciente. En casos extremos, se puede establecer una
gradación en cuanto al tiempo de hiperventilación y en otros casos (sobre todo en pacientes con
miedo a perder el control) empezar la prueba de hiperventilación con los ojos abiertos pasando más
adelante a tener los ojos cerrados.
Es importante observar al paciente para registrar su reacción fisiológica y controlar que sigue el ritmo
de respiración que indica el ritmo de la grabación. Cuando termine la grabación y después de estar un
minuto con los ojos cerrados centrándose en sus sensaciones se le pide que abra los ojos y conteste
a dos cuestionarios:
•• En caso de haber sentido la experiencia agradable que expliqué como se sintió mientras
hiperventilaba.
Cuestionario de similitudes:
•• Si los efectos de la hiperventilación no son los mismos que en sus crisis, rodee con un
círculo:
- Algunas sensaciones durante y/o después que normalmente no tengo en mis ataques.
Estas son…
- Algunas sensaciones que tengo normalmente en mis ataques no las he tenido. Estas
son…
Es muy importante que se explique el papel de la hiperventilación en los AP, explicándole bien los
mecanismos fisiológicos a través de los cuales la hiperventilación se traduce en esa sensación de
malestar que le invade en sus AP.
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hiperventilación. Con este ritmo se reducirá el índice de oxígeno y aumentará el dióxido de carbono.
El terapeuta modela como se tiene que realizar esta nueva respiración alternativa. Para ello oyen
una grabación de 5 minutos en la que se marca el ritmo (8 respiraciones/minuto o 12 respiraciones/
minuto). El paciente prueba con ambos ritmos y señala cual le resulta más cómodo. Una vez sabe
cómo realizar la nueva pauta de respiración, para que comprenda mejor su utilidad le hacemos
hiperventilar, nos tiene que avisar cuando empiece a tener sensaciones desagradables, entonces
tiene que aplicar la respiración lenta que le hemos enseñado. Al terminar la prueba se le da feedback
del tiempo que le ha costado eliminar o reducir las sensaciones desagradables y se le pregunta si cree
que es un buen modo de controlar el pánico.
Es importante que el paciente practique este ritmo de respiración así lo automatizará (cada día dos
veces durante 20 minutos). Durante la primera semana practica el ritmo tumbado o sentado en un
lugar tranquilo, en la segunda andando o de pie en casa, y la tercera semana ya podrá practicar el
ritmo por la calle y en cualquier situación.
Es importante indicar que se tiene que expulsar todo el aire que han tomado para evitar la
hiperventilación.
Uno de los factores más importantes del TP es la auto-atención hacia el propio funcionamiento
corporal. La persona establece como un sistema de alarma o estado continuo de alerta ante el más
mínimo cambio. Una gran parte de los AP que estas personas padecen son desencadenadas por
cambios totalmente normales en el funcionamiento fisiológico.
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objeto que se encuentre en el despacho y que tenga cierta complejidad estimular). Es importante
que analice con profundidad todas las dimensiones o cualidades del objeto. Cuando lleva un tiempo
concentrado en esa tarea se le pregunta si todavía es consciente de su corazón y él ya no es consciente,
deja de estar pendiente. Con este ejercicio se tiene que llegar junto a la persona a discutir dos ideas
fundamentales: que la auto-atención corporal es un factor de primer orden en el origen de las crisis y
el mantenimiento del TP y que cuando una persona dirige su atención a un estímulo diferente del que
teme y se concentra en él disminuye su consciencia acerca del estímulo amenazante.
•• Centrarse en el objeto. Describir con todo detalle cualquier objeto (forma, color, tamaño,
textura…). Es importante que el objeto elegido tenga cierta complejidad con el fin de que
pueda absorber su atención. Se le explica que la atención es un recurso limitado como la
potencia de la corriente eléctrica que hay en una casa: cuando se conecta a la corriente un
aparato que consume mucha energía la intensidad de la luz de la lámpara disminuye, esto
no pasa si el aparato no consume mucha energía. Si atendemos a un estímulo simple,
podremos atender a ese estímulo a la vez que nos seguimos preocupando por las
sensaciones físicas.
•• Conciencia sensorial. Hacer un recorrido por todos los sentidos intentando agudizarlos y
hacer consciente lo que generalmente no percibimos conscientemente. Esto es, describir
todo lo que se ve y se oye, describir los olores que nota, el gusto de su boca, el tacto que
siente en sus manos y el resto del cuerpo. “Abrir todos los poros del cuerpo y sentir todo lo
que nos transmiten nuestros sentidos”. El olfato es uno de los sentidos más primitivos y
más olvidados y es capaz de transmitir emociones intensas y de trasladarnos a situaciones
remotas.
•• Ejercicios mentales. Llevar a cabo cualquier actividad mental que requiera la suficiente
dosis de atención para que se distraiga de su propio cuerpo (Ej. Contar del 0 al 100 de tres en
tres; descontar del 1000 al 0 de 7 en 7; nombrar animales por orden alfabético; buscar
palabras que empiecen por una determinada letra… Si la tarea resulta muy sencilla no será
útil. Pero tampoco tiene que ser demasiado compleja sino sólo servirá para angustiarse más.
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para ello hay que explorar todas las cualidades de la situación imaginada: color, sonido,
forma, tacto, olores…
Al igual que sucede con la respiración lenta es muy importante practicar las técnicas de distracción
para llegar a automatizarlas, observando cuáles de ellas consiguen distraerle más y pensando en qué
situaciones podría aplicar cada una.
3.1.5. Exposición
Con los experimentos comportamentales cambiamos las creencias de la persona a través de la propia
experiencia, es decir, a partir de la comprobación y la verificación directa por parte de uno mismo
de las predicciones que se derivan de una determinada creencia. Esta estrategia se utiliza cuando
ya el paciente ha aprendido técnicas para controla el pánico (reto de pensamientos catastróficos,
respiración lenta, técnicas de distracción). Le explicamos a la persona la función que está teniendo
la evitación en el mantenimiento de su problema y cuáles son las ventajas de empezar a afrontar sus
miedos. Se le anima a que empiece a afrontar, progresivamente todo aquello que teme (situaciones,
actividades, imágenes, pensamientos…).
•• El paciente comprueba que las técnicas de control de la ansiedad que ha aprendido son
útiles ya que disminuyen la ansiedad e intensidad de las crisis.
•• Se verifica que los estados de ansiedad y los AP pueden ser provocados y facilitados a
voluntad y reducidos a través de determinadas técnicas por lo que se incrementa la
sensación de control sobre el trastorno.
Existe una gran diversidad de experimentos conductuales que se pueden realizar con los pacientes.
En este componente cabe una gran creatividad por parte del terapeuta. Hay dos grandes tipos de
experimentos:
•• Afrontar las situaciones o actividades que la persona teme o evita con el objetivo de poner
a prueba la eficacia de las técnicas de control de la ansiedad y explorar si se producen las
consecuencias catastróficas.
•• Elegir otras situaciones o actividades que reproduzcan lo más posible las sensaciones o
condiciones presentes en las crisis de los pacientes, con el objetivo que la persona afronte
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Tratamiento de la Agorafobia (con o sin pánico) con Técnicas de Exposición a Realidad Virtual viu
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las sensaciones o estímulos internos temidos. Los más utilizados en el pánico son los
siguientes:
- Hiperventilación.
- Ejercicio físico.
- Técnicas de imaginación.
- Ingestión de cafeína.
- Intención paradójica.
Se le explica al paciente cómo el elemento que contribuye al mantenimiento de este problema, como
ocurre en todas las fobias y con otros problemas de ansiedad, es la evitación, esto es, no enfrentarse
a las situaciones temidas. La forma más clara de evitación es no ir a la situación, no afrontarla. Otra
forma de evitar es enfrentarse a la situaciones temida, pero realizar conductas que la persona piensa
le pueden proteger de lo que teme (conductas de seguridad) como, por ejemplo, tomar alcohol,
ansiolíticos cuando se enfrenta a las situaciones que teme.
- Cada vez va perdiendo las habilidades necesarias para enfrentarse a una situación.
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•• Beneficios de la exposición.
- Cuando persona se expone a las situaciones que teme, eso le ayuda a cambiar
los pensamientos que tiene haciéndolos más realistas, ya que pone a prueba los
pensamientos catastróficos que ha expresado a lo largo del tratamiento.
- Aumenta su autoestima.
Lo primero que hay que hacer es diseñar una jerarquía, es decir, un listado de los pasos que hay que
seguir para enfrentarse a cada situación que se teme, Se hará la jerarquía en función de la ansiedad
que produce cada aproximación al objetivo. Se iniciará la exposición por el primer paso y no se pasa
al siguiente hasta que la persona no es capaz de enfrentarse a la situación con relativa tranquilidad.
Se le explica al paciente que al exponerse a la situación la ansiedad aumenta y esto es totalmente
normal, recordándole que la ansiedad puede ser molesta pero nunca peligrosa. La ansiedad por
intensa que sea, sube hasta un punto y después comienza a bajar. Es fundamental transmitirle a la
persona la importancia de experimentar la ansiedad permaneciendo en la situación hasta que ésta
comienza a descender considerablemente. En el caso de que, debido a una subida importante de la
ansiedad se abandone la situación antes de que ésta baje, hay que intentar alejarse lo menos posible,
tranquilizarse y volver a la situación. Durante la exposición la persona puede utilizar las técnicas
que ha aprendido para controlar la ansiedad. Es importante que se programe para realizar tantas
exposiciones como sea posible.
•• Ejemplificación en la sesión.
•• Elaboración de la jerarquía.
•• Establecimiento de tareas.
•• Revisión de tareas.
- En cada sesión posterior es muy importante que el terapeuta revise las exposiciones,
refuerce al paciente y programe las de la semana siguiente.
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Los pacientes agorafóbicos evitan determinadas situaciones en las que piensan que no podrían recibir
ayuda o porque cree que sería muy embarazoso sufrir una crisis en ese contexto. Tal y como hemos
visto, se trata de conductas agorafóbicas (p.ej. hacer colas, ir al cine, ir a un supermercado…). Pero no
todos los pacientes con TP presentan evitación agorafóbica a ese tipo de situaciones, ya que hay veces
que no nos encontramos la asociación de los ataques a determinadas situaciones por lo que no tiene
sentido hablar de evitación agorafóbica. En estos casos la persona suele referir un sentimiento de
indefensión porque nunca sabe de dónde y cómo puede surgir la ansiedad. Ahora bien, presenten o
no agorafobia, casi todos los pacientes suelen evitar cualquier actividad que les produzca sensaciones
similares a las que tiene en sus AP. Evitan cualquier estímulo interno asociado a la crisis (ej. discutir,
emocionarse, actividad sexual…). Por tanto, es importante también que la persona se exponga a
estímulos internos como las sensaciones corporales o cognitivas.
En cuanto a la exposición a las sensaciones que el paciente evita: Se le pedirá a la persona que
durante la exposición a los estímulos externos sean conscientes de las sensaciones corporales que
experimentan y se realzarán también ejercicios de exposición a estímulos interoceptivos. Como las
sensaciones corporales remiten de forma natural y es difícil mantener una determinada sensación
hasta que disminuya la ansiedad hay que compensar ésta corta duración de las exposiciones con
una frecuencia mayor y repetición de las mismas así como con un incremento de la intensidad de las
sensaciones. Haremos la jerarquía pues en base a la repetición y duración de los ejercicios. Es muy útil
el modelado previo por parte del terapeuta.
1. Temor a los problemas cardíacos: correr, subir y bajar escaleras, saltar, realizar flexiones de
piernas, tensión simultánea de los músculos del tórax y brazos, respiración forzada y tensión
en el brazo izquierdo.
3. Temor a volverse loco o perder el control: hiperventilación, fijar la vista en una luz, lo mismo
pero parpadeando y apagar y encender la luz de forma intermitente.
•• Repaso de los registros del paciente, de su evolución a lo largo del tratamiento, comentando
los cambios en las variables más importantes.
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•• Refuerzo del terapeuta. Felicitación al paciente por el trabajo realizado y los cambios
logrados.
•• Abordar las expectativas futuras que el paciente tiene respecto a sus ataques de pánico. Es
posible que vuelvan a tener algún conato de crisis pero no quiere decir que están como al
principio, sino que es momento de refrescar conceptos aprendidos en terapia.
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Tratamiento de la Agorafobia (con o sin pánico) con Técnicas de Exposición a Realidad Virtual viu
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Tema 4.
Uso de la Realidad Virtual (RV)
Con el objetivo de avanzar en la mejora de los tratamientos psicológicos en términos de Eficacia (Eje
I) o de Utilidad Clínica (Eje II), en los últimos años se ha investigado el uso de algunas TIC, como la
Realidad Virtual (RV) como herramienta eficaz para la aplicación del componente de exposición. Las
conclusiones obtenidas, pone de manifiesto la eficacia de la RV para el tratamiento de la ansiedad
(Meyerbröker y Emmelkamp, 2010; Powers y Emmelkamp, 2008 Opris, Pintea, García-Palacios, Botella,
Szamosközi y David, 2012). Concretamente, el estudio de meta-análisis que llevaron a cabo Powers y
Emmelkamp (2008) demuestra que el tratamiento de exposición en vivo (EIV) no es significativamente
más eficaz que la exposición en RV (ERV) para el tratamiento de una serie de trastornos de ansiedad
(incluido el TPA). En algunos casos incluso resultó más eficaz la ERV que la EIV.
Algunos trabajos han señalado las ventajas de la utilización de la RV para la aplicación del componente
de exposición en los trastornos de ansiedad, entre ellos los TPA (Anderson, Jacob, y Rothbaum, 2004;
Botella et al., 2004; Botella, García-Palacios, Quero, Baños y Bretón-López, 2006). Además se han
realizado varios estudios con muestras clínicas que han demostrado que es eficaz para la aplicación
de las técnicas de exposición (Botella et al., 2007; Peñate, Pitti, Bethencourt, De La Fuente, y García,
2008; Pérez-Ara et al., 2010; Vincelli et al., 2003).
Nuestro equipo ha desarrollado y validado varias aplicaciones basadas en diferentes TICs, tales como:
Realidad Virtual (RV). En este apartado se presentan los elementos básicos de la RV y se analizan las
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Un sistema de RV puede generar tantas audiencias y situaciones sociales como requiera la persona,
y dichas situaciones pueden estar a su disposición cuando sea necesario y tantas veces como la
persona desee. La única misión de los avatares y de todo el mundo virtual es estar ahí para ayudar. Por
lo tanto, la RV proporciona valiosas oportunidades respecto a entrenamiento y auto-entrenamiento.
Una persona con miedo a conducir tras un accidente de coche puede practicar diferentes elementos
temidos (adelantar en una vía, conducir con lluvia, entrar en túneles, o cruzar un puente) tantas veces
cono sea necesario en el mundo virtual. Esta posibilidad de práctica continuada en muy diversos
contextos puede ayudar a generalizar los logros obtenidos en la situación de terapia al mundo real.
La RV ayuda a la persona a sentirse presente y juzgar una situación como real. De hecho, un elemento central
en la RV es que proporciona a la persona un lugar en el que puede situarse y vivir la experiencia (Baños,
Botella, Guerrero, Liaño, Alcaniz y Rey, 2005). La RV aporta un importante beneficio para el tratamiento,
ya que proporciona una sensación de presencia que rara vez se puede lograr con la exposición en
imaginación. Este aspecto es fundamental, ya que la terapia de exposición tiene como objetivo facilitar
el procesamiento emocional de los recuerdos del miedo. Además, el terapeuta puede saber en todo
momento que está sucediendo, a que elementos se enfrenta el paciente y que le está perturbando.
Lógicamente, esto también contribuye al control de la situación y a la protección del paciente.
La RV permite ir más allá de la realidad. En terapia, (y también en el mundo real) somos testigos de
la importancia de ciertas situaciones consideradas extremas, para lograr superar definitivamente
un problema. Hay diferentes umbrales de dificultad/amenaza; una vez superado un umbral muy
elevado, afrontar el resto resulta mucho más sencillo. Los mundos virtuales permiten crear situaciones
o elementos tan “difíciles o amenazantes” que no es esperable que eso suceda en el mundo real.
Por ejemplo, en nuestra aplicación para la claustrofobia es posible desplazar una de las paredes
(produciendo un fuerte ruido), reduciendo la habitación a un espacio muy pequeño. El primer
paciente que fue tratado con esta aplicación indico precisamente esto: “Si yo soy capaz de afrontar
esa pared, puedo con todo” (Botella et al. 1998b). Lo mismo puede hacerse en otros mundos virtuales,
una persona con fobia a las arañas subitamente tiene que hacer frente a miles de aranas, o aranas que
aumentan tanto que se convierten en monstruos.
La RV como una importante fuente de eficacia personal (Botella et al., 1998a; 2004). Según Bandura
(1977), de todas las fuentes posibles de eficacia personal, los logros de rendimiento son especialmente
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La RV es lo suficientemente flexible como para permitir el diseño de diferentes escenarios en los que el
paciente puede desarrollar expectativas personales de eficacia de mayor magnitud (incluyendo desde
las ejecuciones fáciles a las muy difíciles), generalización (en relación a los diferentes dominios) y
fuerza (difícil de extinguir, y logra que el paciente persevere independientemente de las dificultades).
El objetivo es lograr que la persona descubra que los obstáculos y las situaciones temidas pueden ser
superados a través de la confrontación y el esfuerzo.
Uno de los problemas que plantea el tratamiento de exposición en vivo es que los pacientes a veces
tienen tanto miedo de enfrentarse a lo que temen que, o bien rechazan este tipo de programa o lo
abandonan después de su inicio (Marks y Sullivan, 1992). Este tratamiento también puede resultar
muy aversivo para los pacientes que no lo aceptan y puede hacer que se sientan muy inseguros, ya
que no hay garantía de que algo no vaya a salir mal (por ejemplo, un ascensor que se para, problemas
técnicos en un avión, etc.). La seguridad es una ventaja importante de la RV. Los pacientes pueden
controlar el contexto y la situación generada por el ordenador con el terapeuta como lo deseen
y sin ningún riesgo. En efecto la “virtualidad” de la situación es precisamente lo que hace que los
pacientes se sientan seguros (pueden actuar, experimentar y explorar el escenario temido “como si”
fuera real). Esto proporciona un importante paso intermedio entre la consulta del terapeuta (donde
los pacientes se sienten seguros y protegidos) y el mundo real (que puede parecer tan amenazante
que los pacientes deciden que no pueden hacer frente a él). Por otra parte, la RV permite que el
objeto temido se gradúe de forma muy precisa según las diferencias individuales. Esto significa que
los tratamientos pueden diseñarse “a medida” para cada paciente y problema. Además, los pacientes
suelen aceptar muy bien el uso de la RV. En un estudio realizado por García-Palacios y colaboradores
se comparó la aceptación de la exposición en vivo de una sola sesión y multisesión frente a la terapia
de exposición multisesión con RV (García-Palacios et al., 2001). Más del 80% de la muestra prefirió la
RV a la exposición en vivo.
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de hecho, son tan solo una interpretación, una simulación, que (por lo menos hasta cierto punto) se
pueden cambiar. El paciente puede construir una nueva realidad sobre el mismo y el mundo (“he sido
agorafóbico hasta hoy, pero a partir ahora ya no hay necesidad de seguir siéndolo”). Por lo tanto, el
objetivo de la RV no es necesariamente “recrear” la realidad, sino más bien lograr entornos virtuales que
sean relevantes y significativos para la persona (Hoorn, Konijn y Van der Veer, 2003).El primer estudio
que utilizo la RV para el tratamiento de un trastorno psicológico se centró en acrofobia y se expuso
al usuario a escenarios virtuales provocadores de ansiedad en lugar de a situaciones ansiosas reales.
Desde entonces, se han producido avances significativos en el número de problemas estudiados, así
como su complejidad. En el siguiente apartado se presenta una revisión de los principales resultados
obtenidos con la terapia de RV en los trastornos emocionales.
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Tratamiento de la Agorafobia (con o sin pánico) con Técnicas de Exposición a Realidad Virtual viu
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ESCENARIOS
DESCRIPCIÓN OBJETIVO MODULADORES
VIRTUALES
Habitación
donde hay Introducir al paciente
una mesa con en el mundo virtual
Habitación algunos objetos (interaccionar, desplazarse,
entrenamiento encima de ella. familiarizarse con el
Es un escenario entorno).
neutro.
En el mensaje del
Trabajar la ansiedad contestador un amigo
anticipatoria que los se disculpa por no
pacientes tienen antes acompañarle a comprar y
de enfrenar una situación le da una lista de productos
Habitación Recreación agorafóbica (puede leer que tienen que comprar: de
de la casa de un salón revistas, escuchar la radio menor a mayor dificultad
Ver anexo comedor donde se habla de un respecto a la compra.
“05MTG_Anexo” (mesa, silla, centro comercial en rebajas,
escuchar un contestador Cuando sale de la casa para
disponible en sofá, mesita, ir al centro comercial debe
campusVIU televisión, telefónico.
coger un ascensor: modular
(pág.6-19) radio…). Permite trabajar distintas el número de personas que
situaciones típicas de este van en él (hasta 4). Dentro
problema: estar sólo en de él se puede escuchar
casa, salir sólo de casa e ir al una conversación con
ascensor. contenido agorafóbico y/o
provocar una avería.
El número de personas que
Exponer al paciente se encuentran dentro, todas
El paciente está a situaciones en las sentadas, algunas de pie o
Metro en la estación que experimenta muchas de pie alrededor
Ver anexo del metro, incontrolabilidad (medios del paciente.
“05MTG_Anexo” esperándolo de transporte públicos).
disponible en y cunado el La duración del viaje (9
campusVIU metro llega Permite trabajar situaciones estaciones).
(pág.63-74) puede subirse típicas: ir en metro, alejarse
en él. de casa y estar en lugares Número de personas que
concurridos. entran o salen del metro
en cada estación.
Exponer al paciente a los
Autobús El paciente está El terapeuta puede elegir
medios de transporte.
Ver anexo esperando en dos rutas: una larga y una
“05MTG_Anexo” la parada de Permite, al igual que el corta y decidir cuándo
disponible en autobús y se metro, trabajar situaciones puede parar.
campusVIU tiene que subir típicas: usar el autobús,
Número de personas que
(pág.20-40) en él. alejarse de casa y estar en
están dentro del autobús.
lugares concurridos.
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ESCENARIOS
DESCRIPCIÓN OBJETIVO MODULADORES
VIRTUALES
Este lugar
Exponer al paciente a El número de personas
Centro consta de dos
situaciones agorafóbicas: que hay dentro; bloquear
comercial plantas: planta
realizar la compra en un pasillos con personas para
Ver anexo baja dónde se
centro comercial estar en que tenga dificultad de
“05MTG_Anexo” encuentran los
ligares concurridos, hacer movilidad, que al pagar en
disponible en CD y libros y
cola, estar en lugares caja de error la tarjeta, por
campusVIU primera planta
pequeños (pasillos), usar las lo que tiene que está más
(pág.41-62) donde está el
escaleras metálicas. tiempo allí.
supermercado.
Exponer al paciente a una
situación agorafóbica muy
El terapeuta puede hacer
amenazadora: estar en un
Consiste en un que la persona camine por
Túnel lugar en el que encontrar
túnel oscuro. el túnel, corra o pase por el
la salida o escapar es difícil
túnel en coche.
en caso de tener un ataque
de pánico.
El programa de tratamiento incluye una serie de componentes que se puede aplicar en 8 sesiones:
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Tratamiento de la Agorafobia (con o sin pánico) con Técnicas de Exposición a Realidad Virtual viu
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visión túnel y visión doble, todo ello simultáneamente a la exposición de las situaciones agorafóbicas
en los escenarios virtuales seleccionados.
Método
Tratamiento
Figura 5. Componentes del tratamiento cognitivo comportamental para la agorafobia con o sin pánico. Elaboración propia.
El programa Going-Out ha sido sometido a prueba en una serie de estudios. El primer trabajo se llevó
a cabo en un estudio de caso (Villa, Botela, García-Palacios y Osma, 2007) de una mujer con TPA a la
se le aplicó la exposición con RV tanto a las situaciones agorafóbicas como a las sensaciones físicas
temidas. Los resultados mostraron una importante reducción en todas las medidas y una buena
aceptación del tratamiento que se mantuvo hasta los 12 meses de seguimiento.
También se ha llevado a cabo llevó a cabo un estudio controlado (Botella, et al. 2007) en el que se
comparó la eficacia de la exposición por medio de RV (ERV) versus la exposición en vivo (EV) y frente
a una condición lista de espera. Cabe señalar que este estudio está incluido en los dos meta-análisis
anteriormente citados que revisan la eficacia de la RV para el tratamiento del TP. Los resultados
mostraron que ambas condiciones de tratamiento fueron más eficaces que la condición lista de
espera en todas las medidas de tratamiento y hasta los 12 meses de seguimiento. No hubo diferencias
significativas entre ambas condiciones de tratamiento. Pero en este estudio no se utilizó la exposición
interoceptiva (EI) en RV de manera controlada. Por esta razón, en Pérez-Ara et al., (2010) compararon
el efecto de EI aplicado en RV (sonidos y efectos del programa) frente a la aplicación de EI siguiendo
los métodos tradicionales. Los resultados mostraron que ambas condiciones eran capaces de reducir
significativamente las principales variables clínicas relacionadas con el TPA en el postratamiento: estos
resultados se mantuvieron e incluso mejoraron a los 3 meses de seguimiento. No se encontraron
diferencias significativas entre las dos condiciones de tratamiento. Por tanto, provocar sensaciones
físicas mediante los efectos de la RV fue un procedimiento tan poderoso como evocar las sensaciones
físicas mediante la realización de ejercicios de EI en vivo (hiperventilación, subir y bajar escaleras…).
Los participantes mostraron buena opinión sobre los componentes EI; además, los participantes
de la condición EI con RV consideraron el componente de exposición más lógico y útil para tratar
otros problemas que los participantes incluidos en la condición de EI en vivo. Los dos grupos de
tratamientos se mostraron satisfecho si que hubiera diferencia significativas entre ambos.
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En un estudio de caso (Quero et al., 2010) en el que se estudiaron las preferencias del paciente acerca
de la forma de aplicar el tratamiento (EI en RV o EI en vivo). Los resultados obtenidos indicaron que el
tratamiento preferido por el participante fue EI en RV debido a que las sensaciones que experimentó
se producían e forma inesperada, tal y como sucedía en la vida real. Además de considerar esta
condición de tratamiento más útil, más lógica y también el tratamiento que recomendaría a un amigo.
Hay que señalar también que el paciente consideró esta condición más aversiva, porque el tiempo de
exposición en RV era mayor (aprox. 50 minutos) y menos eficaz porque consideraba que realizar los
ejercicios de manera tradicional le ayudaba a atribuir los síntomas a reacciones naturales de nuestro
organismo.
En definitiva, los estudios realizados con el programa Going-Out muestran que utilizar la RV para
aplicar el componente de exposición a las situaciones agorafóbicas y de EI de forma simultánea puede
mejorar la disponibilidad del tratamiento para el TPA y resulta más fácil de utilizar por parte de los
terapeutas porque se puede realizar la exposición en consulta reduciendo los costes que supone el
desplazamiento además de salvaguardar la confidencialidad de los pacientes. Además la realización
simultánea de los dos tipos de exposición resulta una alternativa más ecológica.
En un ensayo clínico realizado por Peñate, Pitti, Bethencourt, de la Fuente, y Gracia (2008) se comparó
la eficacia de la exposición por medio de RV (ERV) con la TCC en pacientes con diagnóstico de TP.
Los participantes recibieron las 11 sesiones de TCC o un tratamiento combinado de TCC y RV. La TCC
incluye la exposición en vivo. Además, todos los sujetos recibieron antidepresivos. En la evaluación
post-tratamiento los resultados mostraron que la TCC y la TCC combinada con RV resultaron ser
igualmente eficaces en el post tratamiento y en los tres meses de seguimiento.
Este mismo grupo realizó un ensayo clínico en el que se incluyeron 27 pacientes con diagnóstico
de TP y Agorafobia. Recibieron TCC (incluyendo la exposición in vivo) o una combinación de la TCC
y exposición por medio de RV. Todos los sujetos recibieron medicación antidepresiva. No hubo
diferencias significativas entre ambos grupos, pero si que se encontró una tendencia a favor de la
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Tratamiento de la Agorafobia (con o sin pánico) con Técnicas de Exposición a Realidad Virtual viu
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condición combinada. En cualquier caso, el trabajo tiene debilidades metodológicas y los resultados
son difíciles de interpretar ya que los participantes del grupo de la condición combinada también
realizaron alguna sesión de exposición en vivo.
En resumen, hay pocos trabajos que comparen la condición pura de exposición por medio de RV con
la exposición in vivo, aunque esto está comenzando a cambiar (ver por ejemplo, Bouchard y cols.,
2016). En este último estudio de Bouchard y colaboradores, si bien utilizan la exposición mediante RV
en el tratamiento de la ansiedad social, se encontró que la exposición con RV fue más efectiva en el
post-tratamiento que la exposición en vivo. Además, las mejoras se mantuvieron en el seguimiento a
los 6 meses. La RV fue significativamente más práctica de aplicar para los terapeutas que la exposición
in vivo.
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Tema 5.
Recomendaciones futuras
A pesar de los numerosos hallazgos en cuanto a la eficacia de los tratamientos para el TPA todavía
existen limitaciones respecto a estos tipos de tratamientos, es decir, no todas las personas que sufren
este trastorno pueden beneficiarse de estos programas de tratamiento eficaces por:
•• Dificultades que encuentran los profesionales de la salud mental para aplicar los programas
empíricamente validados (Barlow, Levitt y Bufka, 1999).
•• Otro de los problemas es la aceptabilidad por parte de los pacientes del componente de
exposición de estos tratamientos. Un 25% de los pacientes tienen dificultades para
beneficiarse de esta técnica ya que rechazan su aplicación por considerarla aversiva (García-
Palacios, Hoffman, Kwong See, Tsai, y Botella, 2001). A veces, aunque acepten este componente,
es necesaria la presencia del terapeuta en las tareas de exposición fuera de consulta.
Respecto a este último punto, juega un papel importante el uso de la RV como herramienta eficaz
para la aplicación del componente de exposición. Por tanto, parece necesario diseñar otros escenarios
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clínicamente significativos para las personas con diagnóstico de TPA y hacer posible que los pacientes
trabajen los diferentes escenarios desde casa una vez ya superados en consulta. Además se necesitan
más estudios controladosque comparen la condición pura de exposición por medio de RV con la
exposición en vivo clásica.
En suma, el tratamiento para el TPA ha mejorado y contamos con programas de tratamiento bien
establecidos que han demostrado su eficacia a largo plazo. Pero es necesario desarrollar nuevas formas
de aplicación de la TCC para mejorar su disponibilidad permitiendo que lleguen a un mayor número
de pacientes sin perder su eficacia. Esto es, mejorar la efectividad terapéutica o Utilidad Clínica (Eje
II) en términos del Task force de la APA sobre las directrices de la investigación psicológica. En este
sentido, los programas de tratamiento transdiagnósticos parecen una alternativa prometedora al
intentar facilitar la implementación de los tratamientos psicológicos basados en la evidencia.
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Glosario
Exposición en imaginación
Técnica de exposición en la cual el cliente se expone en su imaginación (es decir, imaginando) a los
estímulos y situaciones que le producen ansiedad.
Exposición en vivo
Técnica de exposición en la cual el cliente se expone en la vida real a aquellos estímulos y situaciones
que producen ansiedad, miedo y/o pánico. Acostumbra a ser la más efectiva de las técnicas de
exposición.
Exposición interoceptiva
Técnica de exposición que consiste en la inducción de las sensaciones corporales que producen
ansiedad o pánico, con el objetivo de reducir la ansiedad que producen y comprobar que no son
sensaciones peligrosas.
Reestructuración cognitiva
Técnicas que se encaminan a identificar pensamientos (cogniciones) no adecuados del cliente que
están incidiendo en sus emociones y conductas inadecuadas, para modificarlos o sustituirlos por
otros más adecuados.
Respiración Lenta
Técnica de relajación consistente en que el cliente siga un patrón de respiración abdominal lento de
ocho veces por minuto, que reduce la activación fisiológica producida por la ansiedad.
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Técnicas cognitivas
Conjunto de técnicas terapéuticas que persiguen como objetivos el uso de pensamientos del cliente
para la solución o mejora del problema, ayuda para llevar a cabo determinadas estrategias o para
sustituir o reemplazar a otros pensamientos que mantengan al problema, o sean parte del mismo.
Ejemplos de técnicas cognitivas serían la reestructuración cognitiva o las autoinstrucciones.
Técnicas conductuales
Conjunto de técnicas terapéuticas que persiguen como objetivos la modificación, adquisición o
pérdida de comportamientos por parte del cliente.
Técnicas de exposición
Las técnicas de exposición son técnicas que se basan en exponerse a aquellas situaciones o elementos
que producen ansiedad o angustia al cliente. Su aplicación es, en la gran mayoría de los casos, gradual.
Es decir, se sugerirá al paciente en un primer momento la exposición a estímulos o situaciones que
generan escasa ansiedad, para ir aumentando la dificultad a medida que se vayan consiguiendo los
objetivos de la técnica.
Normalmente, para la aplicación de este tipo de técnicas, el cliente estará entrenado en otras
habilidades para controlar la ansiedad (como por ejemplo las técnicas de relajación) y/o técnicas
para afrontar situaciones problemáticas. Los objetivos que persiguen estas técnicas son: a) aprender
que la ansiedad y sus síntomas pueden ser controlados con técnicas de afrontamiento enseñadas,
b) aprender que las consecuencias catastróficas anticipadas a la situación que produce ansiedad no
ocurren y c) romper la asociación entre situaciones o estímulo y ansiedad, y a responder de un modo
distinto a la situación.
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Enlaces de interés
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Agradecimientos
Autoras
Dra. D.ª Verónica Guillen Botella
Dra. D.ª Guadalupe Molinari Conde