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“La controversia se centra en la doble intervención judicial y notarial, así como más
recientemente en el carácter contractual o de negocio jurídico familiar que reviste la
adopción.
En la legislación guatemalteca según los términos del código civil debe dársele un
valor esencial al consentimiento del adoptante y adoptado (o su representante, en su
caso), que realizan y consienten la adopción, si bien no pueden llevarla a cabo como
un negocio puramente privado, sino con la intervención y garantía de la aprobación
judicial, que representa la función protectora estatal necesaria para este acto, que no
queda completo con dicha aprobación, sino que requiere como requisito formal
sustancial el otorgamiento de escritura pública, siendo este un aspecto público y
tutelar del Estado que se manifiesta en la fase judicial, mientras en la fase notarial es
la que recoge la expresión puramente privada del consentimiento, pero con carácter
formalista.
Federico Peña, indica que: “Es una institución por medio de la cual se establecen
entre dos personas extrañas relaciones civiles de paternidad y filiación semejante a
las que tienen lugar en la filiación legitima”. Indica también Que la adopción es una
institución, porque es una base negocial. “Este negocio jurídico de adopción no es
más que uno de los elementos sobre los cuales se asienta el instituto de la adopción.
Al efecto de esta corriente, el código civil guatemalteco sin mencionarlo a tomado
parte de esta corriente doctrinaria, principalmente por el tipo de adopción que regula,
pues sin desechar la voluntad de los particulares, están predeterminados en la ley: la
creación, organización, reglamentación, cuidado y revocación, mediante
procedimientos que comprenden aspectos de fondo y forma obligatorios para las
personas interesadas.