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-El pulso
1. Órganos del movimiento. -2. Descripción del brazo, del antebrazo y de la mano.
-3. Estudio de los variados movimientos de la mano. -4. -¿Qué es el pulso? -5.
Higiene y educación del pulso.
Los huesos del hombro son el omoplato o escápula (llamado vulgarmente paletilla), y
la clavícula; el brazo tiene un solo hueso, llamado húmero, y el antebrazo tiene
dos, llamados cúbito y radio.
En el metacarpo hay cinco, que corresponden uno a cada dedo, y en los dedos hay
tres (excepto en el pulgar, que sólo tiene dos), llamados de mayor a menor,
falange, falangina y falangeta.
Los músculos principales del hombre son: el deltoides, los espinosos y los redondos
mayor y menor.
Los redondos van desde el vértice de la escápula hasta el húmero, y mueven el brazo
hacia atrás, aproximándole también al tronco.
Los músculos del brazo son: el bíceps braquial, que va del húmero al radio y sirve
para levantar el antebrazo y doblarle sobre el brazo; el braquial anterior, cuyas
funciones son parecidas a las del bíceps, y el tríceps braquial, que se utiliza
para extender el antebrazo.
En esta región se hallan hasta diez y seis músculos, de los cuales los más
importantes son: el pronador redondo que, al contraerse, hace que el radio se cruce
con el cúbito; el flexor superficial, que dobla los dedos sobre la mano; el flexor
largo del pulgar, que dobla el dedo de este nombre; el flexor profundo, que dobla
los demás dedos por medio de tendones, y el extensor superficial, cuyas funciones
son las de extender los dedos.
Los músculos de la mano son diez y nueve; se distribuyen en tres regiones (interna,
externa y media), y sirven para doblar, extender o separar los dedos.
Todas las partes de las extremidades superiores tienen nervios que, con los
músculos y huesos, producen los movimientos.
Los dedos de nuestra mano pueden oponerse unos a otros sucesiva o simultáneamente,
a lo cual no llega ningún ser irracional; pueden doblarse y extenderse por varios
puntos, total o parcialmente, uno solo, todos juntos, de dos en dos y con todas las
combinaciones imaginables.
Ciento veinte movimientos diferentes pueden producirse con los dedos, doblándolos y
extendiéndolos como si fuesen de una sola pieza (primero de uno en uno y luego de
dos en dos, hasta llegar a doblarlos y extenderlos todos juntos, después de haber
hecho todas las combinaciones posibles). Doblándolos por las articulaciones y
extendiéndolos luego, pueden producirse más de 50.000.000.000 de posiciones
extremas. Es de cálculo imposible el número de movimientos que se producen para
obtener la inmensa variedad de posiciones comprendidas entre las extremas que se
han apuntado; mas si tal número se pudiese hallar, habría que multiplicarle por las
modificaciones que en los movimientos anteriores ejercen los de la muñeca en
combinación con los digitales.
¡Verdaderas maravillas naturales son, por tanto, nuestras manos! ¡Admirables son
las obras que salen de la mano del hombre; pero más admirable es el instrumento que
las produce!
4. El pulso puede considerarse como fenómeno, como parte del cuerpo, y como
propiedad de la mano.
El pulso de los niños es mucho más frecuente que el de los adultos; y el pulso se
retarda notablemente en la vejez. El número de pulsaciones de un adulto, en su
estado normal, es próximamente de sesenta a sesenta y cinco por minuto. Cuando el
número de pulsaciones pasa de ochenta por minuto, la circulación llega al estado de
fiebre.
5. Vale más, sin embargo, prevenir que curar, y conviene saber, por esto, que para
evitar la mayor parte de las enfermedades que producen trastornos en el pulso, hay
una regla de gran valor: la de la sobriedad. Toda transgresión en este punto
perturba el orden regular de la circulación: el abuso de las bebidas, y el de los
placeres sexuales, especialmente, producen muy pronto en el pulso desórdenes de
difícil o imposible corrección.
En los dos primeros casos nada puede hacer el maestro sin las prescripciones del
médico. Cuando el pulso no es delicado y seguro por falta de ejercicio, se educa
con trabajos manuales y con el cultivo de las artes plásticas, entre las cuales, y
para este fin, la Escritura es una de las más útiles.
De todas suertes es preciso, para tener buen pulso, reunir las condiciones
siguientes: regularidad de funciones en el sistema nervioso y en los aparatos
circulatorio y respiratorio, facilidad natural de movimientos en la mano y
educación de este órgano por medio de ejercicios a propósito.