Está en la página 1de 4

“Industria e Imperio”, Eric Hobsbawm

Cap.2 “El Origen de la Revolución Industrial”

Ante todo hay que tener en cuenta dos cosas: se debe tomar “con pinzas”, por así decirlo, porque esta Revolución no es
crecimiento económico puro, es transformación económica y social. En segunda instancia, es la primera Revolución Industrial
por lo que no se puede explicar la misma en factores internos y externos.
Hobsbawm busca saber por qué Gran Bretaña se convirtió en el primer taller del mundo y por qué a fines del siglo XVIII. Para
esto pretende rechazar, claramente no al 100%, más bien dejar de lado las explicaciones habituales a saber las teorías sobre el
clima, geografía, accidentes históricos, de reforma protestante, política, etc.
Hobsbawm propone analizar primero las condiciones previas a la industrialización, ubicándonos en el siglo XVIII. Dichas
condiciones son:

*En 1750, dudosamente existía un campesinado libre propietario de tierras


*La gran acumulación de excedentes estaba concentrado en inversores
*No existió escasez de capital ni absoluta ni relativa
*El país constituía un mercado nacional, un extenso sector manufacturero desarrollado y un aparato comercial desarrollado
también.
*El transporte y la comunicación era de fácil acceso y barato, debido a que ningún punto del país dista a más de 100km del
martes

Orígenes propios de la Revolución Industrial

*Relación entre beneficio y la innovación tecnológica; la empresa privada tiende al beneficio, es decir que sólo innovará si puede
existir mayor beneficio, no de otra manera.
La industrialización permite a la producción ampliar o crear mercados y la producción masiva de productos baratos multiplicará
ese mercado.
Por otro lado tenemos el mercado interior, esto es lo que Hobsbawm va a calificar como el “combustible” que mantendrá el
fuego encendido. Este mercado interior crece debido a varias cuestiones: crecimiento de la población (que equivale a más
consumidores y productores), mayores ingresos en la gente (lo que equivale a más clientes), incremento en la renta per cápita
(que equivale también a mejores clientes) y que los artículos producidos industrialmente reemplazan a los anteriores artesanales.
Respecto a la población, esta eleva el crecimiento demográfico debido a una mejor alimentación, mejora ambiental y una
expectativa de vida más larga (la cual permitía tener más hijos). El efecto económico de esto es “más gente = más
consumidores”, es decir, gente que puede comprar debido a su salario. La mejora del transporte, alimentos y productos básicos se
ve en todos lados, se dice que incluso los pobres comían y se vestían (algo insólito para la época). El carbón y el hierro eran
productos que se usaban en la cocina, productos domésticos básicos, por lo que crece esa industria.

Pasemos al mercado exterior. En 1750 y 1770 la demanda interior crece un 7% y la exterior un 76%, dado que Gran Bretaña
controla la exportación de otros países y destruye al mercado interno de otros países a través de la guerra y la colonización (por
eso el porcentaje entre uno y otro es tan diferente).

Tenemos hasta aquí el mercado interno y externo, ahora entra en juego el gobierno, quien tiene unos objetivos bélicos
comerciales; la guerra trae más exportaciones, la paz no.
El gobierno con respecto al mercado interior en el 1700 opta por el proteccionismo contra las importaciones de tejidos en la
India. Con respecto al exterior, en 1813 opta por una privación del monopolio de las campañas de las indias orientales
(continente desindustrializado).

Según Hobsbawm, la chispa para la Revolución fue el proteccionismo y se da en el siglo XVIII porque hay nuevos centros de
expansión (que permiten un aumento en la venta de productos textiles, y también venta de té y café en la India por ej), porque
hay una creación de sistemas económicos (que se puede ver en el tráfico de esclavos) para producir ciertos artículos, porque hay
conquista de colonias.
Durante el siglo XVI hay un millón de negros africanos que son trasladados a América y en el siglo XVIII son alrededor de 7
millones.
RESUMEN LIBRO

La Revolución Industrial es una aceleración del crecimiento económico determinada y conseguida por la
transformación económica y social a través de la cual se produjo una economía capitalista a fines del siglo XVIII. La
persecución del beneficio privado condujo a las transformaciones tecnológicas.
Estuvo precedida por lo menos por 200 años de constante desarrollo económico y fue la primera Revolución de la
historia; distinta a las subsiguientes, que pudieron utilizar la experiencia, el ejemplo y los recursos británicos mientras
que Gran Bretaña sólo pudo aprovechar la de los otros países en proporción mucho menor y muy limitada.
Inglaterra formaba parte de una “economía europea” o “economía mundial de los estados marítimos europeos”.
Formaba parte de una red más extensa de relaciones económicas que incluía varias zonas “avanzadas”, algunas
potencial industrialización, áreas de “economía dependiente” (consistían en colonial formales, puntos de comercio y
dominio, y sectores económicamente especializados en atender las demandas de las zonas “avanzadas”) y economías
extranjeras marginales no relacionadas con Europa.
Así, una zona estaba relativamente urbanizada de otras que producían y exportaban abundantes productos agícolas o
materias primas (sistema de intercambios).

Gran Bretaña se convirtió en el primer “taller del mundo” hacia fines del siglo XVIII. El estímulo para la Revolución
procedía del excepcional largo período de buenas cosechas. Los factores climáticos, la geografía, la distribución de los
recursos naturales no actúan independientemente, sino sólo dentro de una determinada estructura económica, social e
industrial. El más poderoso de esos factores era un fácil acceso al mar o a ríos navegables (la forma de transporte más
barata y práctica de la era preindustrial).

En la segunda mitad del siglo XVIII, prácticamente todos los gobiernos de Europa querían industrializarse, pero sólo
lo consiguió el británico. Los gobiernos británicos, desde 1660 estuvieron firmemente comprometidos en políticas que
favorecían la persecución del beneficio por encima de cualquier otro objetivo.

Las principales condiciones previas para la industrialización ya estaban presentes en la Inglaterra del siglo XVIII. El
país había acumulado excedente amplio como para permitir la necesaria inversión en un equipo no muy costoso, antes
de los ferrocarriles, para la transformación económica. Este excedente se concentraba en manos de quienes deseaban
invertir en el progreso económico y gentes deseosas de invertir sus recursos en otras instancias.
El país no era una economía de mercado en la que se compran y venden la mayoría de bienes y servicios, constituía
sólo un mercado nacional. Y además, poseía un extenso sector manufacturero altamente desarrollado y un aparato
comercial todavía más desarrollado.

El transporte y las comunicaciones eran relativamente fáciles y baratos. Los problemas tecnológicos fueron sencillos.
No requirieron trabajadores con cualificaciones científicas especializadas.
El desarrollo industrial estaba dentro de las capacidades de una multiplicidad de pequeños empresarios y artesanos
cualificados tradicionales. Los obstáculos fueron fáciles de superar ya que era un país lo suficientemente rico y
floreciente.

Las empresas privadas tienden hacia el beneficio y sólo hacia la innovación si puede conseguir con ello mayores
beneficios. En las sociedades preindustriales, el mercado disponible y futuro consiste en los ricos, que piden artículos
de lujo en pequeñas cantidades, pero con un elevado margen de beneficio por cada venta, y en los pobres, quienes
tienen poco dinero, no están acostumbrados a las novedades, son reticentes a consumir productos en serie y pueden no
estar concentrados en ciudades o no ser accesibles a los fabricantes nacionales.

La industrialización permite a la producción ampliar sus propios mercados e incluso crearlos.


Un siglo de industrialización había demostrado que la producción masiva de productos baratos puede multiplicar sus
mercados.

Hay dos escuelas de pensamiento: una hace hincapié en el mercado interior (la mayor para los productos del país), la
otra se fija en el mercado exterior o de exportación (mucho más dinámico y ampliable). Ambos esenciales de forma
distinta, tanto como lo era también el gobierno.

El mercado interior podía crecer si crecía la población (que creara más consumidores y productores), ante una
transferencia de las gentes que recibían los ingresos no monetarios a monetarios (lo cual crea más clientes), un
incremento en la renta per cápita (que creara mejores clientes), y que los artículos producidos industrialmente
sustituyeran a las formas más anticuadas de manufactura o a las importaciones.

El aumento de población fue causa o consecuencia de factores económicos. Declinó su mortalidad porque estaban
mejor alimentados o con más regularidad, o a causa de mejoras ambientales. La gente tenía mucho más en cuenta los
factores económicos al casarse y al tener hijos, y determinados cambios sociales pudieron haber alentado o incluso
requerido familias más precoces y numerosas. Una economía familiar compensada por el trabajo de todos sus
miembros, estimulaba el crecimiento de la población.
Los adelantos médicos no fueron importantes en la reducción de la mortalidad (excepto la vacuna antivariólica), por lo
que los cambios en ésta se deberán a cambios económicos, sociales o ambientales.

Más gente quiere decir más trabajo y más barato, lo cual es un estímulo para el crecimiento económico en el sistema
capitalista. Pero la mano de obra barata puede retardar la industrialización. En Inglaterra una fuerza de trabajo cada
vez mayor coadyuvó al desarrollo porque la economía ya era dinámica. Más gente significa más consumidores, lo cual
es un estímulo tanto para la agricultura como para las manufacturas.

El país ya era una economía de mercado con un amplio y creciente sector manufacturero. Los ingresos medios de los
ingleses aumentaron sustancialmente en la segunda mitad del siglo XVIII gracias a una población que se estancaba y a
la falta de trabajadores. La gente estaba en mejor posición y podía comprar más; había un pequeño porcentaje de niños
con necesidades de artículos indispensables, y una proporción más amplia de jóvenes adultos pertenecientes a familias
reducidas con ingresos para ahorrar.
Hacia 1750 comenzaron a dedicar su productividad extra a un mayor número de bienes de consumo que al ocio.

Desde principios del siglo XVIII se llevaron a cabo mejoras costosas en el transporte tierra adentro (por río, canal e
incluso carretera) para disminuir los costos prohibitivos del transporte de superficie. El impulso para realizarlas
provino del mercado interior y la creciente demanda urbana de alimentos y combustible.

Las industrias alimenticias compitieron con las textiles, ya que existía para ambas un amplio mercado. Todo el mundo,
por pobre que fuera, comía y se vestía. No obstante los productos alimenticios eran más inmunes a la competencia
exterior que los tejidos.
Los molinos harineros y las industrias cerveceras fueron pioneros de la revolución tecnológica de Gran Bretaña pero
no transformaban tanto la economía circundante.
Cuanto mayor fuera la ciudad y más rápida su urbanización, mayor era el objetivo para tales desarrollos.

El consumo de carbón se realizó casi en todos los hogares urbanos. El hierro se refleja en la demanda de enseres
domésticos. La base preindustrial de la industria del carbón fue más importante que la de la industria del hierro. Se
producían millones de toneladas antes de la Revolución y las máquinas de vapor, incluso, fueron producto de las
minas.
La demanda de acero era despreciable al precio de entonces. El mayor mercado civil para el hierro era quizás toda vía
agrícola, apenas lo bastante grande para una transformación industrial. La auténtica Revolución Industrial en el carbón
y el hierro llega recién cuando el ferrocarril proporciona un mercado de masas no sólo para bienes de consumo, sino
para las industrias de base.

La principal ventaja del mercado interior preindustrial era su gran tamaño y estabilidad. Promovió el crecimiento
económico y fue el amortiguador para las industrias de exportación más dinámicas frente a las repentinas
fluctuaciones y colapsos. Además, proporcionó la base para una economía industrial generalizada,
Las industrias de exportación flucutaban extraordinariamente, trabajaban en condiciones distintas y más
revolucionarias.
La demanda interior crecía, pero la exterior se multiplicaba. Las industrias de exportación no dependían del
crecimiento de cualquier demanda interior del país sino que podían lograr el crecimiento mediante el control de una
serie de mercados de exportación de otros países y destruyendo la competencia interior dentro de otro (a través de
medios políticos o semipolíticos de guerra y colonización). El país que conseguía concentrar los mercados de
exportación de otros, o monopolizar los mercados de exportación de una ampliar parte del mundo en un período
brvee, podía desarrollarse hacia la Revolución Industrial. Y esto es lo que le sucedió a Gran Bretaña en el siglo XVIII.

Las conquistas de mercados por la guerra y la colonización, requería una economía capaz y un gobierno dispuesto a
financiar ambos sistemas de penetración. Inglaterra está dispuesta a subordinar toda la política exterior a sus fines
económicos. Sus objetivos bélicos eran comerciales, es decir, navales.
Los fines económicos de Inglaterra no respondían sólo a intereses comerciales y financieros sino también a los del
grupo de la presión de los manufactureros.
Hacia 1700, los productores ingleses obtuvieron medidas proteccionistas contra importaciones de tejidos de la India.
La política inglesa del siglo XVIII era de agresividad sistemática, sobre todo contra Francia. El resultado de este siglo
de guerras intermitentes fueron los monopolios virtuales de las colonias ultramarinas y del poder naval a escala
mundial. La guerra misma tendió a aumentar las exportaciones mientras que la paz tendía a reducirlas.
La guerra contribuyó a la innovación tecnológica y a la industrialización (flotas y cañones), era el mayor consumidor
de hierro.
Los contratos del gobierno cubrían partidas sustanciosas que debían servirse a tiempo. Valía la pena la introducción de
métodos revolucionarios para satisfacerlos. Muchos inventores o empresarios fueron estimulados por ese lucrativo
porvenir.

Las exportaciones respaldadas por la ayuda del gobierno proporcionaron la chispa, y el “sector dirigente” de la
industria. Indujeron también mejoras en el transporte marítimo.
El mercado interno proporcionó la base para una economía la base para una economía industrial generalizada y el
incentivo para futuras mejoras en el transporte terrestre, así como una amplia plataforma para la industria del carbón y
para innovaciones tecnológicas. El gobierno ofreció su apoyo al comerciante y al manufacturero e incentivos para la
innovación técnica y el desarrollo de las industrias base.

La poderosa, creciente y dinámica corriente de comercio ultramarino que arrastró con ella a las nacientes industrias
europeas, se apoyaban en la constitución de un mercado para productos ultramarinos de uso diario, a la creación de
sistema económicos para la producción de esos artículos, y en la conquista de colonias destinadas a satisfacer las
ventajas económicas de sus propietarios europeos.

Al espesarse la red del comercio internacional, sucedió otro tanto con el comercio ultramarino en los intercambios con
Europa. Los ingleses recurrieron antes al comercio colonial.

Detrás de ña Revolución Industrial inglesa, está esa proyección en los mercados coloniales y “subdesarrollados” de
ultramar y la victoriosa lucha para impedir que los demás accedieran a ellos.

La economía industrial británica creció a partir del comercio, y especialmente del comercio con el mundo
subdesarrollado. El comercio y el transporte marítimo mantenían la balanza de pagos británica y el intercambio de
materias primas ultramarinas para las manufacturas británicas iba a ser la base de la economía internacional de Gran
Bretaña.

Mientras aumentaban los intercambios internacionales, pudo advertirse una revitalización general de las economías
internas y ha quedado registrado en los movimientos de los precios. La Revolución Industrial se forjó en las décadas
posteriores a 1740, cuando ese masivo pero lento crecimiento de las economías internas se combinó con la rápida
expansión de la economía internacional, y en el país que supo movilizar las oportunidades internacionales.

También podría gustarte