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Biografía de Demóstenes

Demóstenes fue uno de los oradores más relevantes de la historia y un


importante político ateniense. Nació en Atenas, en el año 384 a. C. y falleció
en Calauria, en el año 322 a. C.

Sus dotes de oratoria constituyen la última expresión significativa de las proezas


intelectuales atenienses, y permiten el acceso a los detalles de la política y la cultura
de la Antigua Grecia durante el siglo IV a. C. Demóstenes aprendió retórica mediante
el estudio de los discursos de oradores anteriores. Pronunció sus primeros discursos
judiciales a los veinte años de edad, cuando reclamó a sus tutores que le entregaran la
totalidad de su herencia. Durante un tiempo, Demóstenes se ganó la vida como
escritor profesional de discursos judiciales y como abogado, redactando textos para su
uso en pleitos entre particulares.

Demóstenes se interesó por la política durante esa época, y fue en el 354 a. C. cuando


dio sus primeros discursos políticos en público. Dedicó sus años de plenitud física e
intelectual a oponerse a la expansión del reino de Macedonia. Idealizaba a su ciudad y
luchaba por restaurar la supremacía ateniense y motivar a sus compatriotas para
oponerse a Filipo II de Macedonia. Buscó preservar la libertad de Atenas y establecer
una alianza contra Macedonia en un intento sin éxito de impedir los planes de Filipo de
expandir su influencia hacia el sur, conquistando las ciudades-estado griegas. Dos
años antes de la muerte de Filipo, Demóstenes tuvo un papel capital en el
levantamiento de Atenas y Tebas contra el rey macedonio y su hijo, Alejandro III, en
la batalla de Queronea, si bien sus esfuerzos no tuvieron éxito cuando la revuelta se
encontró con una enérgica reacción macedonia. Más aún: para prevenir una revuelta
similar contra su propio líder, el sucesor de Alejandro, el diádoco Antípatro, envió a sus
hombres para que acabaran con Demóstenes. Demóstenes, sin embargo, se suicidó
con el fin de evitar caer en manos de Arquias, confidente de Antípatro.

El llamado Canon Alejandrino, compilado por Aristófanes de Bizancio y Aristarco de


Samotracia, reconoce a Demóstenes como uno de los 10
mayores logógrafos y oradores áticos. Según Longino, Demóstenes "perfeccionó al
máximo el tono del discurso idealista, pasional, abundante, preparado,
rápido". Cicerón le aclamó como "el orador perfecto" al que no le faltaba nada
y Quintiliano le alabó dirigiéndose a él como "lex orandi" ("la norma de la oratoria") y
diciendo de él que "inter omnes unus excellat" ("se encuentra solo entre el resto de
oradores").
Discurso Filípicas
Las Filípicas son los discursos que elaboró Demóstenes en contra de la política
expansionista de Filipo, el Rey de Macedonia, sobre la actual Grecia. El orador
desarrolló cuatro Filípicas en las que expone su plan para derrotar al monarca frente a
los atenienses en sus correspondientes asambleas.

Primera Filípica

En el primer discurso contra Filipo, Demóstenes trata de levantar el ánimo a los


atenienses para que no se dieran por vencidos y propone la formación de dos
ejércitos: uno formado por ciudadanos con el objeto de defender en situaciones
puntuales y otro compuesto además por mercenarios combatientes que se situarían en
torno a Macedonia para hacer la guerra constantemente, dificultando la concentración
del monarca hacia sus conquistas.
También sugiere que deberían tenerse en cuenta la favorable posición geográfica de
la que gozan para luchar y las estaciones del año, que permiten o no la navegación y
la penetración en determinadas regiones.
Critica duramente la falta de vergüenza que tienen los atenienses por haber permitido
en sus propias tierras tal avance de Filipo, el cual no parece hallar límite en su
ocupación territorial. Demóstenes les presenta un plan de recaudación de dinero que
los mismos atenienses habrían de administrar sabiamente y les lee una carta escrita
por Filipo para los eubeos, la cual reprocha concienzudamente. Finalmente, espera
que sus consejos sean útiles para el pueblo.

Segunda Filípica
En la segunda filípica, el orador insiste en que no confíen la paz ficticia que
aparentemente ofrece Filipo, que lo distingan como el enemigo que es, porque en caso
contrario acabaría conquistándoles tal y como había hecho con muchas otras zonas a
través de sus calumnias aprovechando las rivalidades entre ciudades para ganárselas
fingiendo que satisfaría los intereses de cada una. Afirma que la desconfianza es el
aliado principal de los atenienses que todavía aguantan y sobre los que sabe Filipo
que no será fácil influir.

Tercera Filípica
En la tercera filípica, Demóstenes exige el ataque hacia Filipo, pues se estaba
convirtiendo en un peligro para todos los griegos. Recrimina a los atenienses por no
haber movido un dedo para evitar la catástrofe. Una pregunta muy ilustrativa es: ¿al
que instala esta máquina de guerra contra la ciudad debo yo decir que está en paz con
vosotros? y una afirmación bastante acertada decía: no somos capaces de hacer nada
ni de lo conveniente ni de lo necesario ni de aliarnos ni de constituir una comunidad de
ayuda mutua y amistad.

Cuarta Filípica
En la cuarta filípica, el objetivo consiste en establecer un equilibrio entre ricos y
pobres, de forma que haya concordia entre un escalón y otro, y en buscar un acuerdo
con los persas. Declara que sus oyentes solo quieren, tras los debates, que se les diga
lo que hay que hacer, mientras que Filipo va rompiendo la paz por completo. Les
recrimina que nunca han preparado un verdadero plan de acción. Afirma que nunca
habían necesitado más dinero y que para ello había que compartir los beneficios.
Culmina diciendo que si la actitud ateniense no cambia, ellos mismos serán los
culpables de su perdición.

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