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ENCUENTRA
INTIMIDAD CON .
DIOS EN MEDIO ,./

OCUPACIONES
DE LA VIDA ~_~~~

. Cómo tener
un corazon '
I

de MARÍA
en 'u n 'mundo
. \

de MA T
Cómo tener ./

un corazon
de MARÍA
en un mundo
de MARTA

B UENOS A IRES - MIAMI - SAN JOSÉ - SANTIAGO

www.editorialpeniel.com .
Cómo tener un corazón de Mana en un mundo de Marta
Joanna Weaver

Publicado por:
Editonal Peniel
Boedo 25
Buenos Aires C1206AAA - Argentina
Te\. (54-U) 4981-6034/6178
e-mail: info@penie\.com.ar

www.editorialpenie\.com

Originaly published in english


under the title: "Having a Mary heart in a Martha world"
Published by WaterBrook Press,
2375 Telstar Drive, Suite 160
Colorado Springs, Colorado 80920

Copyright © 2000, 2002 by Joanna Weaver


All rights reserved

Traducido al castellano por: Virginia López Grandjean


Copyright © 2004 Editorial Peniel

Diseño de cubierta e interior: arte@penie\.com.ar

ISBN W 987-557-037-0

Edición W lAño 2004

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida en


ninguna forma sin el permiso por escrito del autor o la editoria\.

Todas las citas biblicas son tomadas de la Biblia RVR 1960.

Printed in Colombia.
Impreso en Colombia.
Palabras de reconocimiento para

CÓMO TENER UN CORAZÓN DE


MARÍA EN UN MUNDO DE MARTA

"Encontramos con frecuencia que un libro no está a la altura de lo que


promete su título, pero Cómo tener un corazón ... cumple, y con creces,
su promesa. Descubrí que es un libro fácil de leer, personal y bien es-
crito, con un mensaje que va mucho más allá de lo superficial. El libro
me indagó, me desafió y me alentó a vivir día tras día como una María
en un mundo que es como Marta, sin dejar de demostrar las cualidades
positivas de ambas personalidades. ¡Los lectores serán bendecidos!"

CAROLE MAYHALL,
autora de Come Walk With Me y Here 1 Am Again, Lord

'Joanna Weaver tiene un corazón que canta. Cuando estoy cerca de


ella, siempre me hace sonreír. Su voz suena clara y fuerte en Cómo
tener un corazón ... este libro nos invita a unimos al coro de la diaria co-
munión con Cristo, a pesar de las presiones que amenazan con silen-
ciamos. Puede considerarse como una sinfonía para el alma."

ROBINjONES GUNN,
autora de los éxitos de librería de la serie Glenbrooke y Christie Miller

"Equilibrio. De eso se trata, y joanna Weaver lo ha encontrado, lo ha


descrito y nos llama a considerar esta obra maravillosa y práctica. Si
alguna vez ha tenido grandes dificultades para encontrar un momen-
to de quietud, y su corazón anhelaba una profunda y santa comunión
con el Señor, o si se ha sentido desalentado porque ninguna de estas
dos cosas parecía posible, este libro lo desafiará y será una bendición
para usted."
JAN SILVIOUS,
autora de Foolprofing Your Lije
"Con espontaneidad, humor y pasión,joanna Weaver nos invita a cul-
tivar un 'corazón de María' que se deleite en pasar tiempo con Dios y
le dé a Él la mayor prioridad. Pero no por eso descarta a Marta, la mu-
jer dedicada al servicio. Por el contrario, con gran sabiduría y practi-
cidad nos demuestra cómo equilibrar las cualidades de María y de
Marta que todos tenemos. Aprecio especialmente sus ideas sobre có-
mo expresar el amor generosamente, tanto hacia Dios como hacia la
humanidad. "

- jUDITH COUCHMAN,
escritora y líder de seminarios de Designing a Woman~ Lije
Para mi madre, Annetfe Gustafson,
y mi mentora, Teri Myers,
que tenían un corazón como el de María.

La belleza y la equilibrada gracia


de sus vidas, aún hoy, me desafían
y me inspiran.
Gracias por marcar el camino para
andar en las pisadas del Maestro,
de manera tan clara
que no pude evitar seguirlo.
Agradecimientos ........................................................................... 9

1 La historia de dos hermanas ......................................... u

2 "Señor, ¿no te da cuidado?" ............................................... 27

3 El diagnóstico .................................................................... 49

4 Lacura ............................................................................... 71

5 La intimidad de la sala ..................................................... 91

6 El servicio de la cocina ..................................................... 1U

7 La mejor parte ................................................................. 133

8 Lecciones de Lázaro ........................................................ 155

9 El corazón de Marta, abierto a la enseñanza ................... 179

10 El extravagante amor de María ....................................... 203

U El equilibro entre el trabajo y la adoración ..................... 225

12 Un corazón como el de María en un mundo


que es como Marta ......................................................... 247

13 Notas ............................................................................... 265


H e tenido la bendición de que muchas amigas me acompa-
ñaran en el camino de escribir este libro. Amigas que han
leído originales, han cocinado para mí, han orado por mí
cuando estaba atravesando alguna situación difícil, y me alentaron
a continuar cuando yo sentía que ya no tenía fuerzas. Al mirar atrás
y ver el camino recorrido, no creo que nadie pudiera haber hecho
esto solo.
Aunque no puedo agradecer a cada uno de ellas, debo mencio-
nar a Erica Faraone y Tricia Goyer por sus dones de perspectiva y
aliento, así como a las mujeres de mi iglesia, las FaithBuílders, y a
las integrantes de One Heart / Blessed Hope por su fiel intercesión a
mi favor. Agradezco especialmente a mi amiga Rosemarie Kowals-
l...i, que me permitió utilizar su historia en el capítulo 4, para ilus-
trar el carácter gratuito de la gracia, que transmite la esencia mis-
ma de este libro.
A mi correctora, Anne Buchanan, mi sincero agradecimiento.
Verdaderamente, "mejores son dos que uno". Gracias, Anne, por ayu-
darme a encontrar las palabras justas para transmitir el mensaje
que ha llenado mi corazón de tal manera, y por las risas que pudi-
mos compartir a lo largo del camino.
A la maravillosa gente de WaterBrook -Carol Bartley y Liz Hea-
ney, por mencionar solo a dos- mi más profunda gratitud, también.
Estoy especialmente agradecida para con mi representante y
amiga, Janet Kobobel Grant, por todas las cosas maravillosas que
eres.
y finalmente, a mi esposo, John, y mis dos increíbles hijos,
John Michael y Jessica. Su paciencia, su apoyo y su amor son re-
galos preciosos, enormemente valiosos, tesoros que jamás dejaré
de apreciar. John, gracias por creer en mí. Niños, gracias por las
sonrisas y por permitirme que los comparta con el mundo. ¡Son los
mejores hijos del mundo!
Pero, más que nada, Señor Jesús, gracias por hacer posible que
cada uno de nosotros te conozca, te conozca de verdad... tanto
quienes somos como María, como los que somos como Marta. Ve
más allá de estas palabras insuficientes y, por tu Espíritu Santo, llé-
vanos a cada uno de nosotros a tu presencia. Ayúdanos a descubrir
el gozo y el secreto de tener Cómo tener un corazón de Maria en un
mundo de Marta.

Solí Deo Gloria. La gloria solo a ti.


I A IH~STOIRIA DE
DOS HERMANAS
Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada
Marta le recibió en su casa. Esta tenía una hermana que se llamaba María,
la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra.
(LUCAS 10:38-39)

>. Ha tratado usted de hacer siempre todo?


Yo sí lo hice, lo hago, y probablemente siempre lo ha-
\., ga. No solo está en mi naturaleza; está también en mi
descripción de tareas ... y seguramente también en la suya. Ser una
mujer requiere más energía, más creatividad y más sabiduría de la
que jamás soñé cuando era una niña. Y esto no solo es así para las
ocupadas mujeres de hoy. Siempre fue así.
En 1814 Martha Forman se casó con un hombre muy rico, due-
ño de una gran plantación en Maryland, EE.UU. Uno pensaría que
se pasaba los días tomando té, recibiendo a las modistas que le to-
maban las medidas para sus lindos vestidos o dando órdenes a sus

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

siervos mientras charlaba con importantes invitados. Pero Martha


trabajaba a la par de sus siervos, desde las cuatro de la mañana has-
ta las once de la noche, todos los días. Algunas de sus actividades
diarias eran:

Convertir entre quince y diecisiete kilos de sebo en velas;


cortar catorce camisas, abrigos o pantalones para los escla-
vos -a quienes siempre llamaba "la gente" o "nuestra fami-
lia"- tejer medias; lavar; teñir e hilar lana; cocinar pasteles
de carne y papas; sembrar trigo o cosecharlo; matar anima-
les de granja y salar la carne; plantar o cosechar frutas y ver-
duras; hacer dulces, mermeladas y conservas con la fruta
que había cosechado; ayudar a blanquear con calo pintar las
paredes; planchar; prepararse para las grandes fiestas y cui-
dar de los enfermos, tanto de su familia como de entre los es-
clavosl .

¿Qué hizo usted hoy? Quizá no haya matado un cerdo ni haya


cosechado trigo, pero sin duda estuvo bastante ocupada. Ya sea que
haya estado vendiendo casas o en casa, besando a un niño que ha-
cía pucheros -o ambas cosas- su día pasó igual de rápido. Y ahora
que ha podido robar unos minutos a sus muchas ocupaciones para
dedicarlos a este libro, su mente y su cuerpo están, probablemen-
te, tan cansados como los de Martha Forman.
Un coraz6n de María en un mundo de Marta. La idea la intriga. En
lo más profundo de su ser hay un anhelo, un hambre de conocer a
Dios y amarlo. De conocer realmente a Jesucristo y la comunión del
Espíritu Santo. No busca más conocimiento intelectual; lo que quie-
re es intimidad, un contacto de corazón a corazón.
Pero una parte de usted se resiste. Está exhausta, y se pregunta
de dónde sacará las fuerzas o el tiempo para hacerlo. Alimentar su
vida espiritual parece una obligación más que cumplir; una cosa
más que agregar a una vida ya repleta de responsabilidades.
Es casi como si estuviera con un pie en el escalón más bajo de
una escalera que se eleva hasta el cielo. Ansiosa, pero dudando, va
recordando los "escalones" espirituales que sabe que debería pisar:
estudiar la Biblia, orar, tener comunión ...

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LA HISTORIA DE DOS HERMANAS

"Dios está allá arriba", se dice, torciéndose un poco al levantar


la cabeza para mirar hacia arriba, sin saber cómo comenzar, sin es-
tar segura siquiera· de querer intentar ese largo ascenso cuya sola
idea la marea. Pero no hacer nada significa no llegar, y su corazón
ya lo sabe: este camino cristiano tiene más que lo que usted ha ex-
perimentado hasta ahora. y usted tiene suficiente hambre, suficien-
te desesperación, como para querer todo lo que hay.

UNA HISTORIA SINGULAR


Quizá ningún otro pasaje de la Biblia describe tan bien el con-
flicto que sentimos como mujeres que este que encontramos en el
evangelio de Lucas. Basta con mencionar los nombres de María y
Marta en un grupo de mujeres cristianas para recibir como respues-
ta un coro de miradas cómplices y sonrisitas nerviosas. Todas he-
mos sentido esa lucha. Queremos adorar como María, pero la Mar-
ta que llevamos adentro nos obliga a hacer cosas.
Vamos a darle un repaso, por si usted ha olvidado la historia. Se
encuentra en Lucas. Es la historia de dos hermanas. Es la historia
de usted y yo.

Aconteció que yendo de camino, entr6Uesús1 en una aldea; y


una mujer llamada Marta le recibió en su casa. Esta tenía una
hermana que se llamaba Maria, la cual, sentándose a los pies
de jesús, oía su palabra. Pero Marta se preocupaba con muchos
quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi
hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. Respon-
diendojesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con
muchas cosas. Pero solo una cosa es necesaria; y Marta ha es-
cogido la buena parte, la cual no le será quitada 00:38-42).

UN MUNDO QUE ES COMO MARTA


Cuando leí la primera parte de la historia de María y Marta,
debo confesar que tuve ganas de elogiar a esta última. Sé que
siempre hablamos bien de María en los estudios bíblicos, pero, si

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COMO TENER UN CORAZON DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

he de ser sincera, Marta está más de acuerdo con mi tendencia


perfeccionista.
¡Qué mujer! Abre su casa para un grupo de trece hombres ham-
brientos -quizá más-o ¡Qué anfitriona! No saca de su refrigerador
una comida congelada para arrojarla en el microondas, como yo he
hecho más de una vez. ¡Ella no! Ella es el paradigma de las cocine-
ras y decoradoras que vemos en televisión, la mujer de Proverbios
31, la versión hebrea de la más afamada cocinera. 0, al menos, así
la imagino yo. Ella es la Reina de la Cocina ... y del resto de la casa
también.
y la historia de Lucas comienza con Marta en su momento de
gloria. Después de todo, se trata de Jesús. Marta deja a un lado
su menú común de sopa y pan y saca todos los libros de recetas.
Este será, asegura, un banquete digno de un mesías. Digno de
"el" Mesías. Marta envía a un siervo al campo a matar un corde-
ro, otro al mercado a comprar algunas de esas frutas perfumadas
que vio ayer. Como un general militar, ladra órdenes a sus ayu-
dantes de cocina. ¡Pongan a remojar las lentejas! ¡Muelan los ce-
reales! ¡Amasen!
¡Tantas cosas para hacer, y tan poco tiempo! Se asegura que
las servilletas hagan juego con el mantel, de que los siervos vier-
tan el vino por la derecha y no por la izquierda. La mente de
Marta hormiguea de actividad, como un salón lleno de niños de
jardín de infantes. ¿Qué podría servir como postre? ¿Un queso
de cabra con frutas frescas? ¿Se quedarán a dormir Jesús y sus
seguidores? ¡Hay que cambiar enseguida las sábanas y poner
toallas limpias!
-¿Dónde está María? ¿Alguien vio a María? -le pregunta a un
siervo que pasa rápidamente a su lado.
Si María cambiara las sábanas, ella tendría tiempo para decorar
el queso formando un arca y colocar las frutas como animalitos, de
a dos. Una producción de esta magnitud requiere de la habilidad de
una planificadora superior. Y Marta es una extraordinaria adminis-
tradora, un torbellino de eficiencia, con un toque de demonio de
Tasmania para "motivar" a los sirvientes.
Yo soy la mayor de mis hermanos. Quizá por eso comprendo
cuán molesta se sintió Marta cuando, finalmente, encontró a María.

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LA HISTORIA DE DOS HERMANAS

Toda la casa es un caos de actividad por los preparativos para reci-


bir adecuadamente al maestro más famoso del momento, el hom-
bre que más posibilidades tiene de ser el próximo rey de Israel. Me
siento identificada con el enojo que fermenta en el interior de Mar-
ta al ver a su hermana cómodamente sentada a los pies del Maes-
tro, en la sala.
Sinceramente, es demasiado. Con todo lo que queda por ha-
cer, ahí está María, contra todas las costumbres, en medio de una
reunión que solo debía ser para hombres. Peor aun, parece no
darse cuenta de los gestos desesperados que Marta le hace desde
el vestíbulo.
Marta trata de aclararse la garganta. Hasta recurre a su truco
más efectivo: "el ojo furioso", famoso por dejar fríos a los hombres
que osan acercarse. Pero nada de lo que hace causa efecto alguno
en su hermanita. María solo tiene ojos para jesús.
Llevada al límite, Marta hace algo sin precedentes. Interrumpe
la reunión de hombres, segura de que jesús se pondrá de su lado.
Después d.e todo, el lugar de la mujer está en la cocina. María, su
hermana, debería estar ayudándola a preparar la comida.
Marta se da cuenta de que su voz suena un poco alterada, pero
sin duda, jesús comprenderá. Él sabe lo que es cargar el peso del
mundo sobre sus hombros.
Ahora bien, por supuesto, no encontramos todo esto en la Bi-
blia. Lucas tiende a minimizar la historia, y dedica solo cuatro ver-
sículos a un acontecimiento que cambiaría la vida de Marta para
siempre. Y la mía también. y la suya, si usted permite que la senci-
lla verdad de este pasaje penetre en su corazón.
En lugar de elogiar a Marta, jesús la reprende con dulzura y le
dice que María ha elegido "la mejor parte".
"¿La mejor parte?", debe de haber repetido Marta, incrédula.
"i La mejor parte!", le digo a Dios en medio de mi propio torbe-
llino de actividades. "¿ Quieres decir que hay más? ¿Que tengo que
hacer algo más?"
"No, no", responde Él a mi cansado corazón. Las palabras deje-
sús en Lucas 10 son increíblemente liberadoras para quienes esta-
mos subidos a la rueda de la productividad en esta vida.

15 -----
CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

No es "más" lo que Él requiere de nosotros.


De hecho, es posible que sea menos.

UN CORAZON COMO EL DE MARíA


La Biblia no habla mucho de María y Marta. Son mencionadas
por su nombre solo tres veces en la Biblia: Lucas 10:38-42, Juan
11:1-44 y Juan 12:1-11. Pero de estos breves relatos surge una ima-
gen fascinante de lo que debe de haber sido esa casa en Betania ... y
lo que la vida suele ser para nosotros.
Dicen que en la variedad está el gusto. Quizá es por eso que
Dios pone a personas de personalidades tan diferentes juntas, en
una misma familia. Tal vez sea eso, o tal vez sea que está tratando
de preparamos para lo que es el matrimonio. María era el rayo de
sol en el trueno de Marta. Era el furgón de cola de la locomotora de
su hennana. María solía ir paseando por la vida, se detenía a oler el
perfume de las rosas. Marta, seguramente, cortaba las rosas, corta-
ba los tallos en ángulo y las colocaba con algunos helechos en un
lindo t1orero.
Esto no significa que una tuviera razón, y la otra estuviera equi-
vocada. Todos somos diferentes, y así nos creó Dios. Cada conjun-
to de dones y cada personalidad tiene sus puntos fuertes y sus pun-
tos débiles, sus glorias y sus tentaciones.
Me resulta interesante que, cuando Jesús corrigió a Marta, no le
dijo: "¿Por qué no tratas de parecerte más a tu hennana María?" Él
sabía que Marta nunca sería María, y que María nunca sería Marta.
Pero cuando las dos enfrentaron la misma disyuntiva -trabajar o
adorar- Jesús dijo que María había elegido la mejor parte.
Para mí, esto quiere decir que ambas podían tomar esa mejor
parte. De hecho, está al alcance de cualquiera de nosotros, sean
cuales fueran nuestros dones o nuestra personalidad. Es una deci-
sión que todos podemos tomar.
Es cierto que, si de personalidades se trata, para María habría si-
do más fácil elegir esa parte que para Marta. María parece más sua-
ve por naturaleza, más proclive a caminar sobre el rocío de la ma-
ñana que a quedar atrapada en el sol ardiente del día.

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LA HISTORIA DE DOS HERMANAS

Estoy segura que, cuando Jesús apareció inesperadamente aque-


lla tarde, María probablemente comenzó por servirlo, como había
hecho muchas veces antes. La veo levantando los cayados y las
mantas enrolladas que los discípulos iban dejando en el suelo
mientras entraban en la casa tan bien ordenada por Marta. Oculta
detrás de los rollos y los mantos, María observa al hombre que ha
capturado el corazón de Israel con sus palabras. Son tales el gozo y
la atracción que emanan de est~ Hombre, que no puede evitar pres-
tarle toda su atención.
¿Será Jesús el Mesías que dice la gente que es?, se pregunta Ma-
ría. Sabe que es un gran maestro, pero ... ¿será el verdadero Hijo de
Dios ese que camina sobre la alfombra que ella misma tejió, ese
que la saca de su timidez y la integra al círculo de sus amigos más
íntimos?
María deja caer los bártulos de los discípulos en un rincón y se
apresura a servir vino para los hombres cansados. Se advierte tal
confianza y camaradería entre ellos ... Ríen y hacen bromas mien-
tras se lavan el polvo del camino de los pies con el agua que ella les
da. Después, se recuestan sobre los almohadones por todo el salón,
y Jesús comienza a enseñar.
Jesús habla como nadie que ella haya escuchado jamás. Sus pa-
labras tienen un magnetismo tal que es como si emanaran aliento
de vida, un aliento de vida que María no sabía que necesitaba ...
hasta ahora. María se acerca y se queda en un rincón oscuro escu-
chando a Jesús, rodeando con los brazos un jarro de vino ya vacío.
Sabe que, a su alrededor, todo es movimiento. Los sirvientes van
de aquí para allá lavando pies sucios, mientras otros ponen la me-
sa al otro extremo del salón, ya que la comida pronto estará lista.
María sabe que hay muchas cosas para hacer. Pero no puede mo-
verse ... excepto para acercarse más.
No es usual que una mujer se siente con un grupo de hombres,
pero las palabras de Jesús parecen invitarla. A pesar de su reticen-
cia natural, gradualmente va acercándose hasta que se arrodilla a
sus pies. Las enseñanzas del Maestro la envuelven y revelan la ver-
dad a su hambriento corazón.
La Biblia no señala expresamente si esta era la primera visita
de Jesús al hogar de Betania. El trato franco de Marta hacia Jesús

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARiA EN UN MUNDO DE MARTA

parecería indicar que existe un conocimiento previo, pero, sea cual


fuere el caso, ese día María decidió dejar que los demás sirvieran
para poder dedicarse a escuchar. No todos los días Dios visita nues-
tra casa. Así que María olvida las tradiciones, rompe las normas es-
tablecidas del protocolo, y se acerca. Tan cerca de]esús como le sea
posible.
No importa que la malentiendan. Le preocupan poco las mira-
das extrañadas de los disCípulos. Alguien, a la distancia, pronuncia
su nombre, pero ella está embelesada por el llamado del Maestro.
El llamado a acercarse. El llamado a escuchar.
y María escucha.

LA HISTORIA DE CUALQUIER MUJER


Comparada con esta situación de la inesperaqa llegada de estos
visitantes a Betania, veo mi propia lucha entre trabajar y adorar, ca-
da día.
Una parte de mí es María; quiero adorar a Dios con todo mi ser,
sentarme a sus pies.
Pero otra parte de mí es Marta: ¡hay tanto que hacer!
Hay tantas necesidades legítimas que me rodean y me obli-
gan a trabajar. Escucho el dulce llamado de Dios para apartar-
me, y respondo: "Sí, Señor, ya voy". Pero entonces suena el te-
léfono, o recuerdo ese cheque que debía depositar... ayer. De
repente, todas mis buenas intenciones de adoración desapare-
cen, devoradas por lo que Charles Hummel llama "la tiranía de
lo urgente".
"Vivimos en constante tensión entre lo urgente y lo importante
-dice Hummel-. El problema es que lo importante rara vez deba
ser hecho hoy, o siquiera esta semana. Las horas extra de oración y
estudio bíblico pueden esperar. Pero las tareas urgentes requieren
acción inmediata: un sinfín de exigencias que nos presionan a ca-
l
da hora y cada día."
¿Le suena conocido? A mí sí. Las veinticuatro horas con que
cuento cada día rara vez se extienden lo suficiente como para
que pueda cumplir con todas mis obligaciones. Tengo una casa

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LA HI S TOR I A DE D OS H ERM ANAS

para atender, un esposo para amar, hijos para cuidar, un perro


para alimentar. Tengo obligaciones en la iglesia , plazos para en-
tregar mis escritos , reuniones de trabajo a mediodía . y muy po-
cas de estas cosas son superfluas. Hace ya mucho tiempo que tra-
té de cortar todo lo innecesario . Esta es mi vida; cada hora está
llena al máximo .
Hace poco tiempo la revista Today's Christian Woman (La mujer
cristiana de hoy) realizó una encuesta entre más de mil mujeres
cristianas. Más del sesenta por ciento de ellas indicaron que traba-
3
jan a tiempo completo fuera de su casa . Agreguemos a las cuaren-
ta horas de trabajo semanales las ocupaciones de la casa y las com-
pras, y tendremos la receta justa para el agotamiento . Las mujeres
que prefieren no trabajar fuera de su casa están igual de ocupadas.
Correr detrás de un niño que recién comienza a caminar, llevar al
más grande a sus prácticas de fútbol , las tareas de la cooperadora
escolar, cuidar a los niños de la vecina ... la vida parece ajetreada en
cualquier nivel.
¿Dónde encontramos, entonces, el tiempo para sentarnos junto
a María a los pies de Jesús? ¿Dónde encontramos la energía para
servir al Señor?
¿Cómo podemos elegir la mejor parte y, aun así, hacer todo lo
que realmente hay que hacer?
Jesús es nuestro supremo ejemplo. Él nunca estaba a urado .
Sabía dónde estaba X adónde iba. No era prisionero de las exigen-
cias del mundo , ni siquiera de sus necesidades desesperantes . "Yo
solo hago lo que el Padre me dice que haga", les dijo Jesús a sus
discípulos. ~ te.MYJNÍ gu. ~o _; d ~o «n Juan 1'7:1{
Alguien ha dicho que Jesús iba de un lugar de oración a otro lu-
gar de oración y, en el camino , hacía algún que otro milagro. ¡Qué
increíble estar tan conectado con Dios que ninguna acción sea des-
~rdiciadª, qUf...Ili~lahrª-ºÚga en saco roto!
Esa es la intimidad que Jesús nos invita a tener con Él. Nos in-
vita a conocerlo, a verlo tan claramente que , cuando lo miremos,
veamos también el rostro de Dios.
Así como recibió a María cuando ella se sentó a sus pies en la
sala, así como invitó a Marta a salir de la cocina por un rato y to-
mar parte de la mejor parte, Jesús nos invita a acercarnos a Él.

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

Si obedecemos a su invitación, encontramos la clave de nues-


tros anhelos, el secreto para vivir más allá de las presiones diarias
que, de lo contrario, podrían llegar a destrozarnos. Porque cuando
aprendemos lo que significa elegir la mejor parte de la intimidad
con Cristo, comenzamos a ser cambiados.
No se trata de una conversión simplemente superficial. jesús
es el Salvador que nos acepta tal como somos -María, Marta o una
mezcla de ambas- pero nos ama demasiado como para dejamos
así. Él es quien puede damos Un corazón de María en un mundo de
Marta.
Esta transformación es exactamente lo que vemos en los
Evangelios, en la continuación de las historias de María y Mar-
ta. Marta, como descubriremos, no deja a un lado su personali-
dad, ni renuncia a sus pasatiempos, ni quema sus libros de co-
cina para adorar a jesús. No trata de copiar a María, la
"corderita" .
Simplemente, obedece. Recibe la reprensión de jesús y aprende
que, así como hay un tiempo para trabajar, también hay un tiempo
para adorar. La Marta que vemos más adelante en los Evangelios ya
no es frenética ni resentida, sino llena de fe y confianza. La clase de
fe y confianza que se logran solamente cuando pasamos un tiempo
a los pies de jesús.
María también cambia un poco. Porque, aunque su naturaleza
contemplativa la convierte en una adoradora natural, también la
hace vulnerable a la desesperación, como veremos más adelante en
los Evangelios. Cuando se produce el desastre, María tiende a de-
jarse inundar por el dolor y quedar paralizada por las preguntas.
Pero, finalmente, cuando se da cuenta de que jesús no tiene mucho
tiempo más, María pone en práctica lo que ha aprendido en adora-
ción. Da un paso al frente y aprovecha la oportunidad de servir de
una manera tan bella como sacrificada.
Eso es lo que yo veo en los retratos que la Biblia nos ofrece de
las dos hermanas de Betania. Dos mujeres completamente diferen-
tes se transforman delante de nuestros ojos: una santa metamorfo-
sis. La que es osada se vuelve mansa, la que es apocada cobra va-
lor. Porque es imposible estar en presencia de jesús y no ser
cambiados.

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LA HISTORIA DE DOS HERMANAS

Mi oración es que usted, al leer los siguientes capítulos, permi-


ta que el Espíritu Santo pueda acceder a todos los rincones ocultos
de su vida. Ya sea que tienda a ser una persona enérgica, como Mar-
ta, o más contemplativa, como María, Dios la llama a tener intimi-
dad con Él a través de jesucristo.
La opción que Él les presentó a estas dos hermanas tan diferen-
tes -y la transformación que se operó en ellas- es exactamente lo
que nos ofrece a cada uno de nosotros.

lO PRIMERO. PRIMER.O
La charla íntima que María disfrutó con jesús en la sala nunca
será producto del ajetreo que vive Marta en su cocina. El ajetreo,
en sí mismo, alimenta la distracción. Lucas 10:38 nos muestra a
una mujer que tiene el don de la hospitalidad. Marta le abrió su ho-
gar a jesús, pero eso no significa automáticamente que le haya
abierto sucorazón. En su ansiedad por servir ajesús, casi pierde la
oportunidad de conocerlo.
Lucas nos dice que Marta estaba preocupada por los muchos
quehaceres que tenía entre manos. Esa es la palabra clave: queha-
ceres. Para Marta, no servía de nada darle a jesús algo que no fue-
ra lo mejor. Ella tenía "que-hacer" lo mejor para jesús.
Nosotros podemos llegar a caer en la misma trampa. Es posible
que sintamos que debemos demostrar que amamos a Dios hacien-
do grandes cosas para Él. Así que pasamos de largo, a la carrera, la
intimidad de la charla en la sala, y nos preocupamos por trabajar
para Él en la cocina: implementamos grandes ministerios y mara-
villosos proyectos con los que nos esforzamos por dar a conocer las
Buenas Nuevas. Hacemos todas nuestras obras en su nombre. Lo
llamamos "Señor, Señor". Pero, al final, ¿Él nos conocerá? ¿Lo co-
noceremos?
¿Sabe algo? El reino de Dios es una paradoja. Mientras el mun-
do aplaude a los que logran grandes cosas, Dios desea compañía. El
mundo grita: "¡Haz más! ¡Sé todo lo que puedas ser!" Pero nuestro
Padre susurra: "Estate quieto, y conoce que yo soy Dios". Él no
busca maravillas. Busca hijos e hijas: un pueblo en el cual pueda
derramar su vida.

------------------------~----------------------------21 -----
CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARiA EN UN MUNDO DE MARTA

Dado que somos sus hijos, el servicio en la cocina será el re-


sultado natural de la intimidad que disfrutamos en la sala con
Dios. Como Jesús, debemos ocuparnos de los negocios de nues-
tro Padre. Cuanto más nos acerquemos al corazón de Dios, más
veremos lo que Él tiene en su corazón para este mundo. Así que
servimos, ministramos y amamos, sabiendo que, cuando lo ha-
cemos por "el más pequeño de estos", lo hemos hecho para
Cristo.
Cuando ponemos el trabajo antes que la adoración, ponemos el
carro delante del caballo. El carro es importante; el caballo tam-
bién. Pero el caballo debe ir primero, porque si no, terminaremos
tirando del carro nosotros mismos. Frustrados y cansados, pode-
mos caer casi destruidos bajo la presión del servicio, porque siem-
pre hay algo para hacer.
Cuando pasamos primero un tiempo en su presencia, cuando
nos tomamos un tiempo para escuchar su voz, Dios nos da los "ca-
ballos de fuerza" que necesitamos para transportar aún la carga
más pesada; nos prepara la montura de su gracia y nos invita a ca-
balgar con Él.

EL LLAMADO
Nunca olvidaré una noche, hace muchos años, cuando lloré
en la oscuridad. Mi esposo era copastor en una iglesia muy
grande, y estábamos siempre terriblemente ocupados. Trabajar
tanto en la música como en la educación cristiana significaba
que pasábamos horas y horas desarrollando proyecto tras pro-
yecto, y el tamaño de la congregación significaba que siempre
había alguna persona necesitada. Yo me iba a dormir pensando
en la gente que se me había pasado por alto: los matrimonios
con problemas, los niños en crisis. Me preocupaba por todas las
cosas que tendría que haber solucionado y no había podido, por
todas las cosas que no había hecho tan bien como debería ha-
berlas hecho.
Recuerdo que esa noche me aferré al brazo de mi esposo y llo-
ré, mientras él trataba de consolarme. -¿Qué pasa, querida? -me
preguntó, acariciándome el cabello.

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LA HISTORIA DE DOS HERMANAS

Pero yo no podía hablar. Estaba totalmente abrumada.


Lo único que podía articular en medio de los sollozos era un pe-
dido angustiado:
-Cuéntame la buena noticia ... Ya no la recuerdo -le rogué-o Sin-
ceramente, no la recuerdo ... Cuéntame la buena noticia.
Quizá usted se ha sentido así también. Conoce al Señor de toda
la vida, pero no ha hallado la paz y la plenitud que tanto anhela.
Entonces, incremente su ritmo de servicio, para así, de alguna ma-
nera, merecer más amor. Se ofrece como voluntario para todo: can-
ta en el coro, es maestro de Escuela Dominical, ayuda en la Escue-
la Bíblica de Vacaciones, visita el hogar de ancianos todas las
semanas. Pero, por las noches, se queda mirando la nada, pregun-
tándose si la vida es solamente esto.
O quizá se ha retirado del servicio. Ya recorrió la ruta que he des-
crito y, francamente, está harto. Dejó de ofrecerse como voluntario,
dejó de decir que sí a todo. Ya nadie lo llama. Ya nadie le pide nada.
Está fuera del lazo y se alegra de estarlo. Pero la paz y el silencio no
son paz ni silencio. La quietud no lo ha llevado a un andar más cer-
ca de Dios, como usted deseaba, sino a una sensación de resenti-
miento. Su corazón está cargado y frío. Va a la iglesia; hace como
que adora, pero vuelve a su casa tal como entró. Y, por las noches,
algunas veces se pregunta: "¿ Cuál era la buena noticia? ¿Podría al-
guien decírmela? Ya no la recuerdo".

LA BUENA NOTICIA
La buena noticia está entretejida a lo largo del Nuevo Testamen-
to, en un hilo brillante, lleno de gracia que resplandece de manera
especial en las historias de María y de Marta. El mensaje es este: la
salvación no depende de lo que yo hago; depende de lo que hizo
Jesús.
La cruz hizo algo más que pagar por mis pecados; me liberó de
la atadura de los "debería" y "si pudiera ... " y lo que "podría haber
sido". Y las palabras de Jesús para Marta son las palabras que Él
quiere pronunciar a su corazón y al mío: "Afanada y turbada estás
con muchas cosas. Pero solo una cosa es necesaria."

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CÓMO TENER UN CORA,ZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

Esa única cosa no se encuentra haciendo más. Se encuentra al


sentamos a sus pies.
Piénselo: María se sentó a los pies de Jesús. No movió ni un
músculo. Solo escuchó. No dio respuestas inteligentes ni presentó
una tesis doctrinal. Su don era la disponibilidad. Al fin y al cabo,
creo que Marta también tenía ese don.
El único reguisito para. una amistad más profunda con Dio~«:.s
res te de Él con un corazón abi . para u-
: cibir. jesús E!i9: "Venid a mi to s os que estáis trabajados y carga-
dos, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended
de mi, que soy manso y humilde de coraz6n; y hallaréis descanso pa-
ra vuestras almas" (Mateo 11:28-29).
Jesús nos invita a ir a descansar, a pasar un tiempo con Él en la
intimidad de la sala. Esa intimidad que nos permite presentar sin-
ceramente nuestras quejas, acercamos osadamente y derramar ge-
nerosamente todo nuestro amor. Esa intimidad que nos permite es-
cuchar la voz de nuestro Padre y discernir su voluntad. Esa
intimidad que nos llena de tal manera de su amor y su naturaleza
que desborda sobre nuestro mundo seco y sediento en el servicio
de la cocina.
En la sala. Allí comienza todo. A sus pies. ;

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LA HISTORIA DE DOS HERMANAS

UNA INVITACION

QuiZá, como Marta, usted nunca supo que podía entrar en la


intimidad de la sala con Dios. Pero eso es exactamente lo que Je-
sucristo vino a hacer. Su muerte y su resurrección preparan el ca-
mino para que cada uno de nosotros pueda ser reconciliado con
Dios. Pero el regalo de la salvación es simplemente eso: un regalo.
Los regalos deben ser recibidos.
Usted puede recibir este maravilloso regalo si pronuncia esta
sencilla oración:

Querido Señor Jesús:


Creo verdaderamente que eres el Hijo de Dios y que moriste en
la cruz para pagar el castigo por mi pecado.
Por favor, ven a mi vida, perdona mi pecado, y hazme miembro
de tu familia. Ahora me arrepiento de seguir mi propio camino.
Quiero que tú seas el centro de mi vida.
Gracias por tu regalo de la vida eterna y por tu Espíritu San-
to, que ahora ha venido a vivir en mi.
4
Te lo pido en tu nombre. Amén.

JESÚS LE DIJO: Yo SOY EL CAMINO.


y LA VERDAD. Y LA VIDA:
NADIE VIENE AL PADRE. SINO POR MI.
(JUAN 14:6)

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2

"SEÑOR. ¿NO TE DA
CUI~DADO?tt

Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres,


y acercándose, dijo: Señor, ,no te da cuidado que mi hermana
me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude.
nUCAS IO:40~

H abía sido un día muy ajetreado para mí. Había arrastrado a


los niños toda la mañana, haciendo compras y más com-
pras, y ya hacía una hora que había pasado la hora habitual
del almuerzo. Todos teníamos hambre y estábamos un poco irrita-
bles, pero el día cobró un nuevo brillo cuando entré con el auto en
el estacionamiento de nuestra pizzería favorita.
-¡Pizza, pizza, pizza! -repetía Michael, mi hijo de cuatro años,
meciéndose en el asiento trasero.

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARÍA EN UN MUNDO DE MARTA

Su hermana,jessica, de dos años, aplaudía, pensando en los jue-


gos especiales preparados para los niños en el patio. Pero nuestro
gozo se intelTUmpió bruscamente cuando abrí la billetera y descu-
brí que no tenía suficiente dinero.
-¡No es justo! -afirmó, desafiante, Michael, desde el asiento tra-
sero, mientras regresábamos a casa para comer cualquier cosa que
hubiera quedado en el refrigerador-o Nos prometiste que íbamos a
comer pizza.
Tenía razón. La promesa de la pizza había logrado que se com-
portaran bien toda la mañana. Suspiré, mirando por el espejo retro-
visor. Es difícil explicarle a un niño que el hecho de tener una bi-
lletera no significa necesariamente que haya dinero en ella.
Algunas veces me resulta difícil explicármelo a mí misma ...
Así que estábamos en un punto muerto. Todas mis explicacio-
nes caían en oídos sordos. Michael se quedó sentado, enfurruñado,
en el asiento trasero, con los brazos cruzados sobre el pecho, y el
ceño tan fruncido que casi se le juntaban las cejas en el medio.
Entonces, sentada junto a él en el asiento, jessica le dijo, con su
clara vocecita:
-¡La vida es dura, Miko!

NO ES JUSTO
La vida es dura, y rara vez es justa. Aunque trabajemos mucho
y hagamos lo que se espera de nosotros, las tareas cotidianas gene-
ralmente parecen damos muy pocas recompensas. ¿Cuándo fue la
última vez que la aplaudieron por la cena que había preparado?
-¡Excelente guiso, mamá! ¡Eres la mejor!
Su familia aplaude, con los rostros sonrientes llenos de admira-
ción. Su quisquilloso hijo adolescente "choca los cinco" con usted
y exclama:
-¡Otra, otra!
¿Cuándo fue la última vez que su jefe y sus compañeros de tra-
bajo aplaudieron el hecho de que usted llegó a trabajar a horario,
hizo su trabajo con una sonrisa y se quedó hasta tarde para termi-
nar un proyecto?

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"SE¡;¡OR, ¿NO TE DA CUIDADO?"

-Hiciste un muy buen trabajo con Anderson -le dice su jefe, aso-
mando la cabeza por la puerta-o Puedes tomarte la semana próxima
libre, con goce de sueldo. Pensándolo bien ... ¡tómate dos semanas!
Esas cosas no suceden, ¿verdad? La última vez que me fijé, no en-
tregaban premios por mantener limpio el baño, y las horas extras que
pasamos fuera de casa generalmente no son reconocidas ni apreciadas.
Lo siento. ¡No hay pizza!
Aunque Marta quizá haya sido la primera persona en preguntar-
le a Jesús:
-Señor, ¿no te importa? -sin duda no fue la última.
Todos hemos sentido la soledad, la frustración, el resentimien-
to y la sensación de haber sido hecha a un lado que ella sintió en
esa cocina de Betania aquella tarde ... Hacer todo el trabajo para los
demás cuando parece que nadie lo nota y a nadie le importa.
Todos hemos repetido alguna vez las palabras de mi hijo:
-¡No es justo!
En Lucas 10:40, vemos una clara imagen de la lucha de Marta.
Le aparecen visitas por sorpresa. No sabemos cuántas personas
eran. Si podemos tomar el comienzo del capítulo 10 de Lucas co-
mo indicio, podrían ser hasta setenta las personas que "desembar-
caron" en su tranquilo hogar. y Marta responde con los brazos
abiertos y una enorme sonrisa. Pero en algún punto entre la coci-
na y la sala, una semilla de resentimiento comienza a brotar en ella.
Poco después, explota en una pregunta que se repite en los corazo-
nes de millones de personas en la actualidad:
-Señor, ¿no te importa?
El problema es obvio. Marta hace todo el trabajo, mientras Ma-
ría se deleita con toda la gloria. No es justo. Al menos, Marta pien-
sa que no lo es, y la comprendo. Una parte de mí desearía que Je-
sús hubiera dicho:
-Marta, lo siento. ¡Qué insensibles hemos sido! ¡Vamos, María!
Vamos, muchachos. Vamos todos a ayudar a Marta.
Después de todo, era lo que Marta quería. Eso es lo que yo quie-
ro cuando me siento abrumada: palabras dulces que me calmen y
muchas manos que me ayuden. Quiero que cada uno lleve su pro-
pio peso. Pero, más que nada, quiero que la vida sea justa.

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARÍA EN UN MUNDO DE MARTA

SEÑALES DE SATURAClON
EN MARTA

QuiZá usted sea propensa a la clase de saturación debida al peifeccio-


nismo que sufrió Marta en Betania. Carol Travilla, en su libro, Caring
Without Wearing (Cómo ocuparse sin extenuarse), señala cinco expecta-
tivas poco realistas que pueden causar agotamiento. ¿Se siente identifica-
do con alguna de estas cinco posturas poco realistas?

• Lo que yo puedo hacer no deberia tener limites.


• Puedo ayudar a todo el mundo.
• Soy la única persona que puede ayudar.
• Nunca debo cometer un error.
• Puedo cambiar a otra persona.

No ESTÁ BIEN LO QUE HACES. DESFALLECERÁS DEl TODO. TÚ.


Y TAMBltN ESTE PUEBLO QUE ESTÁ CONTIGO:
PORQUE El TRABAJO ES DEMASIADO PESADO PARA TI:
NO PODRÁS HACERLO TÚ SOLO.
(ÉXODO 18:17-18)

LA BALANZA DE LA JUSTICIA
Cuando yo era niña solía jugar con una balanza decorativa de
mi madre. Estaba colocada orgullosamente sobre el piano. Era de
bronce ornamentado, con dos platos sobre los que se disponían va-
rias frutas artificiales de manera muy creativa, para que un plato es-
tuviera un poco más elevado que el otro.
De vez en cuando, en lugar de practicar piano, acomodaba las
frutas. El ejercicio era muy educativo. Una naranja de plástico era

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"SEÑOR, ¿NO TE DA CUIDADO?"

igual a dos ciruelas. La banana y la manzana pesaban aproximada-


mente igual y, juntas, se equilibraban bastante bien con el pomelo.
Si lo hacía bien, podía pasar bastante tiempo de mi lección de pia-
no reacomodando las frutas en los platos de la balanza.
Un día decidí llevar mi pequeño experimento un paso más allá.
Después de reacomodar todas las frutas de plástico en una enorme
pirámide sobre un solo plato, busqué algo que hiciera de contrape-
so. ¡Ah! Las uvas de vidrio de la abuela.
¿Las recuerda? A mí me encantaba mirar a través del vidrio co-
loreado de esas grandes bolas insertadas firmemente con alambres
en un trozo de madera retorcida. Su color violeta profundo hacía
que todo pareciera ondulado, distorsionado, como de otro mundo.
Una perfecta distracción en lugar de una clase de piano muy abu-
rrida ... ; casi tan divertido como jugar con la balanza.
Casi.
Naturalmente, usted ya adivina lo que sucedió cuando colo-
qué las uvas sobre el plato de la balanza. Cayeron como un ladri-
llo sobre la superficie de caoba del delicado piano de mi madre,
con lo que los bronces salieron disparados y las frutas de plásti-
co volaron. Mamá vino corriendo, y yo comencé a tocar la "Can-
ción de guerra india", con la esperanza de que ella creyera que el
ruido había sido el de las notas más bajas, y no el resultado de
mi travesura.
Pero no funcionó. Esa vez, recibí todo lo que me merecía.
Pero la balanza de bronce de mi madre no es la única a la que le
he prestado una atención indebida durante mi existencia. Supongo
que lo mismo le sucede a usted. Desde la niñez, todos tenemos una
serie de pesas y medidas invisibles que pesan todo lo que nos suce-
de y lo comparan con lo que les sucede a los demás.
Cuando éramos pequeños, por ejemplo, medíamos la forma en
que nuestros padres nos trataban por la manera en que trataban a
nuestros hermanos.
-¿Por qué Julie tiene dos caramelos más que yo?
-¡Papá, ahora me toca a mí sentarme en el asiento delantero!
Eso es parte de la infancia, por supuesto. Pero muchos de noso-
tros llevamos la misma balanza a la edad adulta, sin darnos cuenta,

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

y pasamos una cantidad increíble de tiempo tratando de equilibrar


los platos de la balanza.
Justo o no justo. Igualo desigual. Todo lo pesamos. y si no te-
nemos cuidado, nuestra visión del mundo puede llegar a distorsio-
narse. Cada palabra puede llegar a cobrar un significado oculto.
Cada acción puede convertirse en un ataque personal.
-Yo hago todo el trabajo -murmuramos-o ¿Por qué ellos se lle-
van toda la gloria?
-¿Cómo se atreve a tratarme de esa forma?
Como las uvas de mi abuela, esas "uvas agrias" fácilmente lle-
gan a pesar más que todo lo que es bueno en nuestra vida, e incli-
nan la balanza en nuestra contra. Porque, cuando buscamos injus-
ticias, generalmente las encontramos. y cuando esperamos que la
vida sea siempre justa, inevitablemente nos predisponemos para
una gran decepción.

LAS TRES HD" MORTALES


Se cuenta que un sacerdote servía en una pequeña parroquia en
el campo, en un lugar perdido. Amaba a su gente, y ellos también
lo amaban a él. Este hombre hacía la obra de Dios de manera tan
eficaz que Satanás asignó dos demonios para que lo molestaran y
perturbaran su ministerio. Estos demonios trataron de todas for-
mas de desviarlo, pero no lo lograron. El tranquilo sacerdote pare-
cía inalcanzable para ellos. Finalmente, desanimados, fueron a ver
al diablo mismo.
-Hemos probado todo -le dijeron, y explicaron todo lo que ha-
bían hecho. Satanás los escuchó, y luego les dio un consejo.
-Es muy fácil-susurró-. Díganle que su hermano ha sido nom-
brado obispo.
Los demonios se miraron entre sí. Parecía demasiado simple.
Habían esperado algo más ... "diabólico". Pero valía la pena inten-
tarlo; todo lo demás había fallado.
Varias semanas después, regresaron muy contentos. El viejo sa-
cerdote no había tomado nada bien la noticia del ascenso de su her-
mano. El gozo que antes disfrutaba se había convertido en quejas.

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"SEÑOR, ¿NO TE DA CUIDADO?"

Sus palabras de aliento habían cambiado por palabras de reproches


y tristeza. En poco tiempo el dinámico ministerio de este hombre
había sido destruido por el gusano de la envidia y la nube negra de
la decepción; la amarga conclusión de que "no era justo".
Satanás nunca ha sido terriblemente creativo. Las herramientas
que utiliza hoy son las mismas que ha utilizado siempre ... , y no es
de extrañarse, ya que son muy eficaces. Desde el huerto del Edén,
pasando por la cocina de Marta en Betania, hasta llegar a nuestro
mundo cotidiano, Satanás continúa planificando sus ataques ba-
sándose en lo que suelo llamar "las tres D mortales":
• Distracción.
• Desánimo.
• Duda.

A lo largo de los tiempos Satanás siempre utiliza estas tácticas


para derribar a los mejores y más brillantes siervos de Dios. La es-
trategia subyacente es bastante simple: sacar la mirada de la gente
de Dios y ponerla sobre sus circunstancias. Hacer creer a las perso-
nas que la "felicidad" está basada en lo que sucede a su alrededor.
O enviarles una buena noticia ... sobre otra persona. Cuando está
totalmente desanimada, decirle que a Dios no le importa. Después,
es cuestión de sentarse y dejar que trabaje la duda.
Realmente, es una estrategia brillante, si lo pensamos bien. Si se
plantan las "D" mortales en el corazón humano, tarde o temprano
la persona se destruye a sí misma.
A menos que alguien intervenga, que es precisamente lo queJe-
sús vino a hacer.

UN CORAZON OISTRAioO
Cuando Jesús se encontró con Marta, ese día, en Betania, ella es-
taba distraída por sus preocupaciones. Allí comienza, generalmen-
te, Satanás. Él sabe que, si estamos demasiado preocupados y aplas-
tados por las obligaciones, hay buenas posibilidades de que nuestro
corazón no escuche el llamado del Salvador a acercamos. Aunque el
hecho de distraemos no le hará ganar nuestra alma, sabe que sacar

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

nuestra mirada de aquello que es verdaderamente importante nos


hará más vulnerables al ataque.
La Biblia dice que Marta "se preocupaba con muchos quehaceres",
lo cual, en otras palabras, quiere decir que estaba distraída. Un dic-
cionario define la palabra "preocupar" de la siguiente forma: (1)
Abrumar, derribar, derrotar, destruir. (2) Acosar, molestar, angus-
tiar. (3) Confundir, perturbar, dejar perplejo.
¿Ha sentido alguna de estas cosas últimamente? ¡Yo sí!
La palabra griega utilizada en este pasaje es perispao: Estar de-
masiado ocupado en una cosa; apartarse. Eso también me suena co-
nocido.
Una concordancia agrega otra dimensión al significado de esta
palabra; dice que significa "arrastrar por todos lados". ¿No se ima-
gina a Marta con todas sus responsabilidades mordiéndole la falda
como un grupo de chihuahuas enojados; arrastrando todas sus ex-
pectativas detrás de sí como bolas y cadenas?
Las ocupaciones de Marta no tenían nada de insignificantes. Es
importante reconocer esto. De hecho, los "quehaceres" que la ocu-
paban fueron descritos por Lucas con la palabra diakonia: la pala-
bra que el Nuevo Testamento utiliza para referirse al ministerio.
"Pero hasta el puro ministerio para Jesús puede convertirse en un
peso que arrastramos para todas partes", dice el pastor y escritor
Dutch Sheets. "Se llama 'la unción de la rueda de molino' y no vie-
ne de Dios.,,5
Yo he sentido la "unción de la rueda de molino" en mi ministe-
rio mucho más de lo que hubiera deseado. Aun en esos días en que
tengo la mejor motivación, mi corazón puede llegar a apartarse de
hacer las cosas "como para el Señor" y conformarse con simple-
mente hacer las cosas. y cuando eso sucede, le aseguro, esta Marta
no está precisamente alegre.
Tampoco estaba alegre la Marta original. Como el conejo de Ali-
cia en el país de las maravillas, tenía una serie de tareas que realizar,
pero aparentemente nadie se daba cuenta de lo importante que era
su misión. De hecho, parecían ignorar su necesidad. Poco tiempo
después, la amable anfitriona que había en Marta se desmoronó y
dio lugar a la Reina de Corazones, con su dedo acusador y sus gri-
tos: "i Que les corten la cabeza! ¡Que les corten la cabeza a todos!"

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"SEÑOR, ¿NO TE DA CUIDADO?"

Conozco bien a la Reina de Corazones. Ella levanta su noble ca-


beza en nuestra casa con frecuencia. Cuando las tareas de la casa se
acumulan, mi programa de trabajo se desbarata y las obligaciones
quedan sin cumplir, tengo todos los elementos que necesito para
tener un "real" ataque de nervios. La Reina que hay en mí va de un
lado a otro de la cocina, cerrando de un golpe las puertas de los ar-
marios y lanzando cacerolas dentro de los armarios, gritándole in-
dignada a nadie en particular.
Pobre del niño que se cruce con la Reina en medio de un ataque
de rabia. Especialmente después que su Alteza ha recorrido la casa
y ha hallado ropa limpia, sin planchar, tirada sobre el suelo.
-¿Medias limpias? -grito-o ¿Quieres medias limpias? ¡Fíjate de-
bajo de tu cama, donde sueles guardar el resto de tu ropa!
("Y, dicho sea de paso, ¡que le corten la cabeza!"). No lo digo,
pero algunas veces, lo siento.
Estoy abrumada y fuera de mí. Me siento increíblemente sola,
como Marta. Y, aunque no se note fácilmente en mi máscara de Rei-
na de Corazones, el peso del desánimo ya comienza a derrumbar
mi corazón.

UN CORAZON DESANIMADO
Cuando estamos distraídos el desánimo está a la vuelta de la es-
quina. El cansancio se infiltra a medida que la vida nos demuestra
que es demasiado para nosotros. Nos hace decir y hacer cosas que
en otra circunstancia jamás haríamos o diríamos. Aunque quizá
acabemos de hacer algo grande para Dios, el desánimo y el cansan-
cio nos dicen que somos inútiles, que estamos abandonados y no
tenemos esperanzas.
Elías sintió esa clase de desánimo. Acababa de lograr una impre-
sionante victoria sobre los profetas de Baal (ver 1 Reyes 18), y había
volado alto. Pero cuando jezabel demostró sus intenciones con res-
pecto de la vida de Elías, las orgullosas palabras de esa malvada rei-
na hicieron caer al profeta a tierra con un golpe seco. Menos de un
día después que el fuego santo cayera del cielo, que demostró de una
vez y para siempre que Dios era Dios, Elías huía para salvar su vida.

----35---
CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

La distracción lo hizo temer. El desánimo hizo que se escondiera .


. -¿No te importa? -le preguntó Elías a Dios, temblando bajo el
enebro, en el desierto.
-Ya basta, Señor -se quejó en 1 Reyes 19:4-. Quítame la vida.
Simplemente déjame morir.
¿Ha pasado usted demasiado tiempo debajo del enebro de la au-
tocompasión? Es fácil encontrar un lugar con sombra y sentir pe-
na por nosotros mismos cuando estamos distraídos y desanimados.
Especialmente cuando nos encontramos con una oposición feroz
que no esperábamos. Principalmente cuando parece que estuviéra-
mos huyendo para salvar nuestra vida.
En el diccionario, la palabra autocompasión se encuentra muy
cerca de autocomplaciente y autodeterminación. Si lo pensamos
bien, causa gracia; ¡es tan cierto! Yo suelo regodearme en la auto-
compasión. El problema es que nadie quiere disfrutarla conmigo.
O quizá a usted le resulte más familiar el enebro del encierro. El
fracaso parece inminente, y es más fácil esconderse que enfrentar
la vida cara a cara. Así que tapamos nuestros hombros temblorosos
con lo que queda de nuestra seguridad hecha harapos, nos cubri-
mos la cabeza, y rogamos que nos excusen de las actividades habi-
tuales de la vida. Estamos desalentados y totalmente deprimidos ...
todo, porque nos ha invadido el desánimo.
El desánimo puede quitamos toda la esperanza, toda la visión,
todo nuestro mañana y nuestros sueños. Sin duda, eso le pasó a
Elfas.
Pero me encanta la tierna imagen de 1 Reyes 19:5-7, porque nos
da una pista de la ternura que nos espera en nuestros momentos de
desánimo. ¿Recuerda lo que sucedió? Dios envió a un ángel para
que le llevara alimento a su desanimado profeta.
-Levántate y come -le dijo el ángel- El viaje es demasiado para ti.
y se quedó cuidándolo mientras Elías dormía.
Cuando estamos distraídos y desanimados, cansados y abruma-
dos, no hay mejor lugar donde ir que a nuestro Padre. Solo Él tie-
ne lo que necesitamos. No se acurruque debajo de un enebro. No
se esconda en un armario. Acuda al Señor y permita que Él borre
su desánimo.

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"SEÑOR, ¿NO TE DA CUIDADO?"

Cuando lo haga, encontrará sanidad para su corazón herido.


Aunque no pueda evitar las dudas.

UN CORAZON QUE DUDA


A lo largo de toda la historia Satanás ha descubierto que tratar
de hacer que la humanidad cuestione la existencia de Dios es inú-
til. Como escribe Pablo en Romanos 1:19-20, la existencia de Dios
está escrita en el corazón del hombre. Una y otra vez, en el curso
de la historia, el agnosticismo y el ateísmo han caído frente a la
creencia fundamental de que Dios existe. En nuestra época hemos
visto un siglo de incredulidad y ateísmo desmoronarse junto con la
Unión Soviética y el Muro de Berlín. Contrariamente a lo que el co-
munismo predecía, la fe en Dios no ha muerto, sin duda. De hecho,
el crecimiento de los Estados ateos en el siglo XX no hizo más que
fomentar el desarrollo de la religión.
Dado que el ateísmo no ha surtido efecto, Satanás ha vuelto a
otra mentira de su viejo arsenal. Si no puede hacernos dudar de la
existencia de Dios, hará todo lo posible por hacernos dudar del
amor de Dios. Después de distraernos, después de desanimarnos,
su táctica final es la desilusión y la duda.
"Estás solo, querido -nos susurra en nuestra soledad-o ¿Lo ves?
A Dios, en realidad, no le importa; si no, ya habría aparecido."
Nada más lejos de la verdad, por supuesto. Pero Satanás conti-
núa usando este engaño con gran éxito. Aun contra los mismos hi-
jos de Dios.
Me avergüenza reconocer que mi corazón algunas veces ha es-
cuchado el canto de sirena de Satanás. Las palabras de duda y las
notas de desilusión resuenan con tonos similares a las de la frustra-
ción y la confusión que siento en mi interior. Como contraria a la
fe, esta quejosa melodía se levanta cuando Dios no actúa como yo
creo que debería hacerlo, o me parece que no me ama como yo qui-
siera ser amada.
Como dos canciones interpretadas en diferentes claves, la diso-
nancia de lo que siento choca contra lo que sé, y amenaza con apa-
gar el sonido del himno del eterno amor de Dios.

---------------------------------------------------37-----
CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARÍA EN UN MUNDO DE MARTA

CINCO ESTRATEGIAS PARA


COMBATIR. EL DESÁNIMO

Todos, en un momento u otro, caemos en el desánimo. El secreto es no


quedarse allí. Aquí le ofrecemos varias sugerencias para combatir la es-
piral descendente de las "D" mortales en su vida.

1. Haga pausas para descansar. El desánimo, muchas veces, es lafor-


ma en que nuestro cuerpo nos dice: "¡Alto ! Necesito descansar". Tra-
te de tomar una siesta o irse a la cama un poco más temprano. Se
sorprenderá al descubrir cuán diferentes verá las cosas a la luz de la
mañana (ver Éxodo 34:21).
2. Busque un nuevo punto de vista. Retroceda unos pasos y pida a
Dios que lo ayude a ver su perspectiva sobre la situación. Muchas
veces, lo que a nuestros ojos parece una montaña imposible de atra-
vesar, para Él es simplemente un escalón hacia un punto más eleva-
do (ver Isaías 33:17).
3. Tenga paciencia. Es fácil desanimarse cuando las cosas no van co-
mo nosotros las planeamos. Pero si usted ha entregado sus preocu-
paciones al Señor, puede estar seguro de que Él obra, aunque usted
no lo vea (ver Romanos 8:28).
4. Relaciónese con otras personas. El desánimo se alimenta del aisla-
miento. ¡Salga de su casa! Vaya a visitar a unos amigos. Es increíble
cómo la vieja y querida comunión puede levantamos el ánimo y hacer
huir a la tristeza (ver Salmos 133:1).
5. Prepare el reloj. Está bien. Quizá las cosas no anden bien, realmen-
te. Muchas veces, me resulta útil poner el despertador para dentro de
diez minutos y, durante ese tiempo, dedicarme simplemente a llorar.
Pero cuando suena el despertador, me limpio la nariz, me seco los
ojos, y entrego mi situación al Señor para poder continuar (ver Ecle-
siastés 3:4).

y JEHOVÁ VA DELANTE DE TI: tL ESTARÁ CONTIGO.


NO TE DEJARÁ. NI TE DESAMPARARÁ: NO TEMAS NI TE INTIMIDES.
(DEUTERONOMIO 31:8)

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"SEÑOR, ¿NO TE DA CUIDADO?"

"SEÑOR, ¿NO TE IMPORTA?"


Comenzó una primavera, cuando los azafranes empezaban a em-
pujar la dura tierra y los pequeños brotes que serían árboles se despe-
rezaban lentamente mirando al Sol. A mi alrededor el mundo desper-
taba, pero la calidez del cambio de estación no me llegaba. Aunque yo
amaba a Dios, Él me parecía distante y preocupado con otra cosa que
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no era yo. Supongo que fue mi primera crisis espiritual.
Fui criada en un hogar cristiano, así que recibí aJesús con en-
tusiasmo cuando tenía cuatro años. Amaba a Dios con todo, co-
mo solo un niño puede hacerlo, y sabía que Él me amaba, aun-
que, algunas veces me preguntaba por qué. Pero, lentamente, a
lo largo de los años, prácticamente sin que me diera cuenta, pe-
queños hilos de incertidumbre se habían entretejido en mi alma,
y gradualmente habían llegado a formar un velo oscuro. Esa pri-
mavera, después de quince años de estar en el ministerio a tiem-
po completo, comencé a luchar contra las dudas. Especialmente
en lo relativo a la oración.
Parecía que Dios no respondía mis oraciones como debería. "Pi-
de lo que desees, y te será hecho", había prometido, pero yo sentía
como si alguien, en las puertas del cielo, estuviera devolviendo mis
oraciones al remitente. Mi amiga no había sido sanada de su cán-
cer terminal, y mi madre continuaba con problemas después de su
cirugía a corazón abierto. Aun las pequeñas oraciones quedaban
sin responder. Mi camioneta, por ejemplo, seguía haciendo ruidos
molestos, a pesar de los esfuerzos del mecánico y de los cambios de
lubricante; y la calefacción no funcionaba bien. Muchas otras cosas
pequeñas andaban mal. Nada demasiado terrible, solo lo suficiente
como para mantenerme preocupada y también distraída.
La camioneta fue el toque final. El invierno regresó a Montana,
y fui conduciendo a ver a mi madre, que luchaba contra la depre-
sión. Había pasado un año desde la operación y, a pesar de una es-
tricta dieta vegetariana, su colesterol estaba por las nubes. La me-
dicación le causaba terribles cambios de ánimo y dolor en el pecho.
Sentía ganas de darse por vencida.
-Preferiría irme con el Señor -me dijo-o Si mi calidad de vida
disminuye tanto, no tiene sentido vivir.

39---
CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MAR1;A

Lloramos y oramos juntas. Yo quería comprenderla y apoyarla,


pero me sentía tan molesta ... i Mi madre estaba dispuesta a irse con
el Señor porque se cansaba después de arrancar las hierbas del jar-
dín y limpiar la casa!
-Mamá, lo que haces no te convierte en la persona que eres -le
dije, con lágrimas en las mejillas-. Nunca ha sido así. Yo te amo por
ti misma. Te necesito ... Por favor, no te des por vencida.
Parecía muy pequeña y frágil cuando se inclinó por la ventani-
lla para abrazarme, la noche siguiente. Yo había ido a alentarla, a
reconstruir su confianza y, de algún modo, arreglar el cortocircuito
emocional que había dejado a mi madre -que generalmente era tan
positiva- con una actitud negativa y sin esperanza. Pero la breve vi-
sita había terminado con un sabor agridulce y una pausa.
-¿Pudiste levantar la ventanilla? -me preguntó.
El día anterior ella había bajado la ventanilla de la camioneta
-que era automática- y no habíamos logrado levantarla nuevamen-
te, a pesar de todos nuestros esfuerzos y los trucos que habíamos
probado.
-No, pero no hay problema -le dije.
La abracé por última vez y miré al cielo. Había comenzado a ne-
var, y las nubes eran negras.
El mecánico de la gasolinería tampoco pudo ayudarme, así que
tapé la ventanilla con una toalla y salí de la ciudad, muy molesta.
Molesta por la ventanilla, que no se movía. Molesta con mi madre,
que parecía querer decir adiós a todo. Pero, principalmente, enoja-
da con Dios, que parecía no prestarme la más mínima atención.
"Muy bien, Dios -oré-o Tú dijiste que no tenemos porque no
pedimos, así que aquí va. Por favor, Señor, haz que esta ventanilla
suba. Yo ya probé con todo. Tú eres el único que puede ayudarme."
Logré reunir una cantidad razonable de fe y presioné el botón.
Nada. El viento entró por la ventanilla e hizo volar la toalla cuan-
do tomé la carretera interestatal. La nieve comenzó a entrar en la
cabina.
"Señor, tú sabes que la calefacción de la camioneta no funciona,
y faltan casi doscientos cincuenta kilómetros para llegar a casa." Se
me comenzaron a caer las lágrimas mientras refunfuñaba, tratando

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"SEÑOR, ¿NO TE DA CUIDADO?"

de subirme el cierre del abrigo con una sola mano. "Tú dices que
proveerás para todas nuestras necesidades según tus riquezas en
gloria. Solo necesito un pequeño milagro."
"Por favor." Hice una breve pausa, como si le diera tiempo a mi
petición para llegar al cielo. Mis ojos se cerraron durante un segun-
do mientras presionaba nuevamente el botón.
Nada. Irritada, me pasé a la banquina de la carretera y frené
bruscamente.
"Muy bien." Salí del auto y cerré la puerta de un golpe. El vien-
to cortaba el suelo y encerraba a la camioneta en una nube de nie-
ve. Quité lo que quedaba de la toalla y saqué una manta del asien-
to trasero. "Si tú no te ocupas de mí, lo haré yo misma."
La hostilidad me quemaba en la garganta, y me ahogaba mien-
tras escupía las palabras con una ira que se había acumulado du-
rante todo un verano y un otoño espiritualmente helados.
"¿ Cómo puedo saber si eres real si no me contestas una mínima
oración? Estoy desesperada, pero tú callas. Estoy enojada, pero pa-
rece que eso no te importa."
Un poco antes, ese mes, yo había conducido veinticinco kiló-
metros con la ventanilla baja con una temperatura por debajo del
c~ro grado. Tardé horas en volver a calentarme. Subí nuevamente a
!'a camioneta, me envolví los hombros con la manta y me preparé
para un viaje espantoso.·
Finalmente, apagué el calefactor que no funcionaba, ya que el
aire vacilantemente tibio me hacía sentir más el frío. Continuamos
en medio de un incómodo silencio. Mi traicionero Amigo no pare-
cía interesado en hablar, así que pasé el resto de la tormenta sola;
luchaba bajo las nubes oscuras del enojo.
Cambié de estación de radio a una cristiana, donde escuché a la
gente hablar del amor de Dios. Pero, por primera vez en mi vida,
yo dudaba que ese amor fuera real. ¿Alguna vez se lo habían cues-
tionado ellos? ¿Alguna vez su fe había sido sacudida por las dudas
sobre la soberanía del Padre? Este cinismo, frío y duro, era nuevo
para mí.
Cuando finalmente llegué a casa, el reloj de la radio brillaba:
22:59. Había conducido lentamente la mayor parte del viaje, tra-
tando de distinguir, a pesar de la nieve que me cegaba, los rastros

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARtA EN I,JN MUNDO DE MARTA

de la línea divisoria de carriles en la carretera. Pero en algún lugar,


a lo largo de esos helados kilómetros llenos de temor, mi enojo se
había esfumado.
El último remanente de enojo se desvaneció cuando compren-
dí, a unos cuarenta kilómetros de casa, que sentía calor. Realmen-
te. Aunque mi nariz estaba dura de frío y mis mejillas parecían tie-
sas al tocarlas, el resto de mi cuerpo estaba verdaderamente
cómodo. Milagrosamente cómodo.
El Padre me había escuchado. Me había respondido. No como yo
se lo había pedido y, sin duda, no como yo lo había planeado. No
había subido la ventanilla. Pero me había envuelto en sus brazos.
Comencé a llorar otra vez, pero esta vez, no eran las lágrimas de
una hija quejosa, sino las de una hija que ha recibido su lección.
"Confía en mí, hija mía. Mi único interés es tu bien."

DUDAS SOBRE LA BONDAD DE DIOS


Me pregunto cómo se siente el Padre cuando pensamos lo peor
de Él en lugar de lo mejor. ¿Le dolerá el corazón como a mí cuan-
do dudamos de su amor?
"No me amas", me dijo mi hijo, de trece años, con la misma
mueca en la boca que había utilizado para reprocharme la falta de
pizza aquella tarde, tantos años atrás. Estaba bromeando -bueno,
más o menos- y lo dijo con un asomo de sonrisa, pero con toda la
intención de que la frase doliera. y dolió.
"¿Qué quieres decir? -quise gritar-o Te visto. Te doy de comer.
Me aseguro que tu equipo de fútbol esté limpio. Tengo en el cuer-
po la marca indeleble del corte que el médico me hizo para que tú
pudieras vivir, hijo ingrato ... ¿Y me dices que no te amo?"
Pero nada de eso importaba en ese momento. Yo le había dicho
que no podía quedarse hasta tarde viendo el partido de fútbol en la
televisión porque al día siguiente tenía que ir a la escuela y, repen-
tinamente, todo mi amor había desaparecido para él.
No es necesario que ocurra una tragedia para que dudemos del
amor de Dios. La duda puede infiltrarse, insidiosa y peligrosa-
mente, en 10 cotidiano. Sucede cuando no conseguimos 10 que

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"SEÑOR, ¿NO TE DA CUIDADO?"

queremos, cuando nuestras necesidades son pasadas por alto o


cuando, como Marta, somos los únicos que hacemos todo el traba-
jo sucio mientras los demás se divierten.
Ahora bien, estas dudas, en sí mismas, no son pecado. Simple-
mente, es un pensamiento o sentimiento que surge casi involunta-
riamente. Pero cuando permitimos que se establezca en nuestro co-
razón durante bastante tiempo, y la sujetamos como una semilla de
girasol entre los dientes, esa pequeña duda puede convertirse en un
gran problema. Porque la duda, si no la solucionamos, puede su-
purar hasta convertirse en incredulidad. Y la incredulidad, mi que-
rido amigo, no es solo un pecado; es un grave problema. Cuando
ya no creemos en la bondad de Dios, cuando ya no confiamos en
su cuidado, terminamos alejándonos del mismo amor que necesi-
tamos para vivir.
La incredulidad hizo caer aJudas: se negó a confiar en los tiem-
pos de Dios. La incredulidad endureció el corazón de Saúl: cerró
los ojos a la justicia de los caminos de Dios. La incredulidad man-
tuvo a los israelitas en el desierto durante cuarenta años, porque
cuestionaron la capacidad de Dios para guiarlos. Y fue la incredu-
lidad, allá por el comienzo de los tiempos, lo que abrió la puerta
para la entrada de las tinieblas en un mundo que había sido creado
solo para la luz.
El huerto del Edén debe de haber sido maravilloso. Piénselo: no
había una casa para limpiar, ni había que cocinar, ni había ropa pa-
ra planchar. Eva tenía todo hecho. Un esposo perfecto. El paraíso
en la sala. Dios como compañero de juegos. Pero, por alguna razón,
en medio de todas estas bendiciones, lo maravilloso se convirtió en
insignificante, lo notable, en mediocre. y una molesta sensación de
descontento hizo que Eva comenzara a vagar haciá lo único que
Dios les había prohibido tocar: el árbol del conocimiento del bien
y del mal.
¿Qué tenemos los seres humanos que nos hace desear tan de-
sesperadamente "saber", "comprender"? Queremos tener el itinera-
rio completo de nuestra vida, y cuando Dios no nos brinda uno in-
mediatamente, nos ponemos a escribirlo nosotros mismos.
"Necesito saber" -nos decimos.
"No -responde Dios, dulcemente-o Necesitas confiar."

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

Pero, como la primera dama original, hacemos a un lado su dul-


ce voz y vamos directamente hacia el árbol. No al árbol sacrificial
de la cruz, sino al orgulloso, altanero, bello árbol del conocimien-
to. Porque, después de todo, conocimiento es poder. y el poder es
lo que, secretamente, anhelamos.
Creo que el pecado que Eva finamente cometió comenzó con un
pequeño pensamiento; un pequeño y molesto temor de estar per-
diéndose algo, de que Dios no tuviera en mente su bien ante todo.
¿Qué podría tener de malo algo tan hermoso, tan deseable como el
fruto prohibido? Quizá un resentimiento oculto se había infiltrado
en su espíritu. Adán había podido dar nombre a todos los anima-
les, y ella tenía que limitarse a recoger papayas. Sea cual fuere el
motivo de la pequeña irritación original, la había hecho desear al-
go más.
y Satanás estaba listo, esperaba, deseoso de darle más de lo que
ella había pedido. Así que comenzó a llenar su mente de preguntas:
"¿Con que Dios ha dicho ... ?" Satanás animó a Eva a dudar de la pa-
labra de Dios y de su bondad, hasta que la pregunta repetida final-
mente ocultó su confianza en el amor de Dios.
Desde entonces, la humanidad cuestiona el amor de Dios per-
manentemente.

PREGUNTAS
"Señor, ¿no te importa?" Como Marta, tenemos preguntas. Co-
mo Marta, tenemos dudas. Estoy tan feliz de que Dios no se sien-
ta intimidado por nuestras preguntas y nuestras dudas, nuestros
temores o aun nuestras frustraciones. Él quiere que confiemos en
su amor lo suficiente como para contarle lo que pensamos y sen-
timos. David hacía eso. Él es un maravilloso ejemplo de un cora-
zón honesto y abierto delante de Dios. El pastor que llegó a ser rey
derramó sus quejas delante del Señor por medio de los Salmos. En
Salmo 62:8 nos invita a hacer lo mismo: "Esperad en él en todo
tiempo, oh pueblos; derramad delante de él vuestro coraz6n; Dios es
nuestro refugio".
Nuestra amiga Marta estaba bien encaminada aquel día, en Beta-
nia. En lugar de permitir que sus preguntas y sus dudas crecieran,

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·SEÑOR, ¿NO TE DA CUIDADO?"

tomó sus preocupaciones y sus temores y los expresó delante deje-


sús. Aunque su forma de hacerlo, bastante agresiva, no es precisa-
mente el mejor ejemplo, hay varias lecciones importantes que po-
demos sacar de su valiente encuentro con Cristo.
Primero, podemos llevar nuestras necesidades ante jesús en
cualquier momento y en cualquier lugar. "Pedid, y se os dará", dijo
jesús en Mateo 7:7. En el griego original, el verbo utilizado impli-
ca "pedid insistentemente". jamás cansaremos a nuestro Salvador.
Él nunca está demasiado ocupado como para escuchar el clamor de
nuestro corazón. Marta aprovechó al máximo su disponibilidad,
aun en medio de todas las preocupaciones y los preparativos de la
fiesta.
Segundo, a jesús realmente le interesa lo que nos preocupa.
"Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de
vosotros", dice 1 Pedro 5:7. jesús no se rió de las preocupaciones de
Marta. No se enojó al escucharlas. Por el contrario, le habló con in-
finita dulzura y suavidad, reconoció el dolor que había detrás de
sus quejas.
Finalmente, jesús nos ama lo suficiente como para confrontar-
nos cuando nuestra actitud es equivocada. "Yo reprendo y castigo a
todos los que amo", dice el Señor en Apocalipsis 3:19. y eso es lo
que el Salvador hizo con Marta. Intuitivamente, comprendía el do-
lor de Marta, pero eso no impidió que le dijera lo que ella necesi-
taba escuchar.
y debemos reconocer que Marta lo escuchó.
Muchas veces -creo- nos aferramos a nuestras dudas y confu-
siones hasta que nuestras preguntas explotan en forma de acusa-
ciones. Le gritamos a Dios, enojados por el dolor. Después, la na-
turaleza humana hace que corramos a escondernos para
consolamos por la aparente injusticia.
Pero Marta no hizo eso. Dijo lo que pensaba, sí, pero se quedó
para escuchar la sentencia de jesús. Aunque lo acusó de no cuidar-
la, estaba dispuesta a escuchar su respuesta. Estaba dispuesta a de-
jar el resultado en sus manos.
Amo la compasión que jesús demuestra en esta historia. Él sa-
bía lo que le sucedía a Marta y comprendía su queja. Pero la ama-
ba demasiado como para darle lo que ella deseaba. Por el contrario,

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARtA EN UN MUNDO DE MARTA

jesús le dio lo que ella necesitaba: una invitación para acercarse a


Él. Con los brazos abiertos, invitó a esa mujer angustiada a dejar
sus preocupaciones y cuidados, y encontrar refugio solo en Él.
Porque, cuando tenemos preguntas, no hay mejor lugar donde
ir que a Aquel que tiene las respuestas.

LA RESPUESTA PARA LA PREGUNTA


"Señor, ¿no te importa?"
Claro que le importa. Por eso vino.
Si yo fuera Dios y quisiera comunicarme con el hombre, le ha-
ría una corta visita. Quizá una semana o dos, avisada con mucha
anticipación. Visitaría las ciudades más importantes antes de regre-
sar a mi cómodo hogar celestial. Solo el tiempo necesario para lla-
mar la atención de la gente y arreglar las cosas, y después, ¡arriba
otra vez! Saldría de aquí inmediatamente.
¿Quién que esté en su sano juicio dejaría el cielo para vivir en
la Tierra? ¡Sería como que un granjero vendiera su cálida cabaña
para ir a vivir en la pocilga! Como si Bill Gates vendiera su multi-
millonaria empresa Microsoft para ir a trabajar en un local de co-
midas rápidas por un salario mínimo. ¡Impensable! Pero eso fue lo
que hizo jesús.
Dios se hizo uno de nosotros para que, cuando le preguntemos
"Señor, ¿no te importa?", podamos saber, sin lugar a dudas, que sí
le importa. En lugar de una visita de compromiso o de hacer una
aparición espectacular como un extraterrestre, vino a vivir entre no-
sotros. A través de jesucristo encamado, Dios entró en el mundo
por la misma puerta que nosotros. Después, se quedó todo el tiem-
po que se lo permitimos, hasta que lo enviamos, por medio de la
muerte, por la misma y dolorosa salida que nosotros atravesaremos.
¿Le importa? ¿Cómo no creerlo?
Será mejor que lo crea. Porque, si no acepta para siempre la res-
puesta a esa pregunta, de una vez por todas, nunca podrá salir de
las dudas para lograr una fe verdadera. Siempre estará frente a la
dorada manzana y al susurro de la tentación de manejar usted mis-
mo las cosas.

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"SEÑOR, ¿NO TE DA CUIDADO?"

El hecho es que, si no dejamos de dudar de la bondad de Dios,


no podremos experimentar el amor de Dios.
Marta expresó en voz alta su temor interior, y nosotros también
podemos hacerlo. Pero, como Marta, debemos quedarnos a escu-
char la dulce confirmación de su respuesta.
No espere explicaciones ni disculpas. Después de todo, Dios es
Dios. Si el justo Job no pudo obligar a Dios a explicarle sus accio-
nes, nosotros no deberíamos esperar comprender siempre los mis-
teriosos caminos del Señor.
Pero descanse en la seguridad de que Dios le responderá. Él an-
hela revelarle su amor. Pero no lo encontrará gritándole en la cara.
No lo encontrará irrumpiendo en su presencia con la exigencia de
ser tratado de forma justa. Lo encontrará sentándose a sus pies y
recordando quién es Él.

EMANUEL DIOS CON NOSOTROS


Él sabe que el viaje es difícil. Sabe que la vida rara vez es justa.
jesús luchó contra los mismos vientos helados de las distracciones,
el desánimo y la duda que nos impiden conocer el amor de Dios.
Pero, como el Padre, Él anhela abrazarnos. Anhela cambiar las del-
gadas mantas de nuestra autosuficiencia por su suficiencia plena.
El Señor jesús nos invita a arrojar nuestras dudas, nuestros temo-
res y nuestra ansiedad sobre Él, para descubrir cuánto le importa-
mos en realidad.
"Confía en mí, hijo mío -nos susurra-o Mi único interés es tu
bien."

47---
3

E~ D~AGNOST~CO

"Respondiendo Jesús, le dijo:


Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas".
nUCAS IO:4I~

A llá lejos, en el Mar Egeo, en el archipiélago de las Cíclades,


se encuentra una isla griega llamada Naxos. Prácticamente
inmune a la marcha de la tecnología y la era de la informá-
tica, Naxos permanece igual desde hace siglos. Los olivares bor-
dean las costas rocosas de la isla mientras las aguas color turquesa
se agitan en el puerto. El Monte Za domina la vista; sus colinas ver-
des y sus frescos arroyos corren presurosos a encontrarse con el
mar. El ritmo de vida es relajado, y los lugareños tienen todo el
tiempo del mundo para hablar con los visitantes.
Una de las primeras cosas que uno observa al llegar a esta isla
es los collares de cuentas que muchos lugareños usan. Ricos y po-
bres, altos y bajos, jóvenes y viejos ... pero especialmente los hom-
bres ancianos, ya que se trata de una antiquísima costumbre grie-
ga. Los isleños tocan y manipulan las cuentas de sus collares todo

- - - - - - - - - - - - - - 49 - - -
CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

el día. Dicen que esos collares les dan alivio, que el proceso de to-
carlos constantemente calma sus ansiedades. Los llaman komboloi
('cuentas de la preocupación,).7
Podríamos decir que es una costumbre extraña: Pero nosotros
también tenemos rituales para nuestras preocupaciones. Aunque
no llevemos "collares de preocupaciones" alrededor del cuello, la
preocupación, sin duda, afecta nuestra vida. Nos mordemos las
uñas. Caminamos de un lado a otro. Nos quedamos despiertos por
las noches. Todo a causa de las preocupaciones. Hora tras hora,
nuestros dedos mentales manipulan los problemas, los dan vuelta
de un lado para el otro como si fueran un cubo mágico. Manipula-
mos e imaginamos situaciones, desesperados por resolver el pro-
blema. Pero no encontramos respuestas.
Lo más triste es que somos gente ansiosa. Somos un mundo de
personas preocupadas.
"Creo que hay una epidemia de preocupación", confirma el Dr.
Edward Hallowell en su libro Wony (Preocupación). Este exitoso
autor y psiquiatra estima que, en los Estados Unidos, una de cada
cuatro personas -aproximadamente sesenta y cinco millones de es-
tadounidenses- presentan las características del desorden nervioso
de ansiedad en algún momento de su vida. 8 La mitad de la pobla-
ción es lo que él llama "preocupados crónicos".
Pero la preocupación no es precisamente un fenómeno moder-
no. jesús describió de forma precisa el mismo problema hace dos
mil años. No escribió un libro ni abrió una clínica para tratarlo. No
tenía título de médico, pero conocía el corazón y la mente huma-
nas. Con el vasto conocimiento que solo el Creador puede tener so-
bre lo creado, jesús habló la verdad a una mujer atrapada en una
preocupación crónica.
"Marta, Marta -comentó jesús dulcemente- afanada y turbada
estás con muchas cosas. "

LA MALDICION DE LA ANSIEDAD
Estas palabras seguramente dejaron pasmada a Marta. A mí, por
lo menos, me dejan pasmada.

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EL DIAGNOSTICO

"¡Un momento, Señor! -debe de haber querido decir Marta-.


Solo estoy tratando de servirte."
Pero estas tiernas palabras atravesaron directamente las excusas de
Marta. En una breve frase, Jesús diagnosticó el problema que ha ator-
mentado a la humanidad desde el comienzo de los tiempos. Sus oríge-
nes se remontan a un huerto, a un árbol y a la caída del ser humano.
Es la maldición de la ansiedad. La carga continua de la preocu-
pación y el temor.
No tenía por qué sucedemos. El árbol del conocimiento del
bien y del mal estaba prohibido por una buena razón: nuestra pro-
pia protección. Dios había creado al hombre y la mujer para que
disfrutaran de una relación de amor mutua con Él, la misma rela-
ción con que fuimos creados para disfrutar nosotros. Él se ocupa-
ría de nosotros y cuidaría de todas nuestras necesidades. Por nues-
tro lado, íbamos a "disfrutar a Dios y adorarlo por siempre", según
las bellas palabras del Credo de Westminster.
Pero, en lugar de considerar los límites como una prueba de la
misericordia de Dios, Adán y Eva interpretaron la orden como una
demostración de poder de su parte; el deseo de impedirles acceder
a algo bueno. Así que tomaron, y comieron. Sus ojos fueron abier-
tos. Y lo que vieron fue mucho más de lo que habían esperado. En
lugar de recibir un poder divino, se sintieron aterrorizados a con-
templar su desnudez, su completo desamparo. Pero, en lugar de co-
rrer para regresar a Dios, huyeron de Él.
¿Por qué? Génesis 3:10 nos dice que tenían miedo. Pero yo creo
que lo que los impulsó a buscar refugio fue mucho más que un sim-
ple temor a la ira de Dios.
Por primera vez el hombre y la mujer se vieron aparte de Dios.
Como dos niños solos y perdidos, repentinamente vieron al Edén
como un lugar atemorizante en lugar de un hermoso paraíso. Re-
pentinamente, con el conocimiento del bien y del mal, llegaron las
sombras y los lugares oscuros, los sonidos extraños y los ruidos te-
rroríficos. Los hijos de Dios ya no eran inocentes e ignorantes. Ya
no estaban bajo la protección de Dios.
Con el mordisco de la "manzana" llegó la terrible y desnuda
verdad: Adán y Eva estaban solos. Así que, como niños desobedien-
tes, corrieron a esconderse, trataron de ganar tiempo suficiente como

----------------------------------------------------- 51 ------
CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

para salir de este embrollo causado por la serpiente. Apartados por


su desobediencia del mismísimo Dios a quien tanto necesitaban, se
volvieron temerosos y ansiosos crónicos.
Así continúa sucediendo hasta hoy, pasando por Marta de Beta-
nia, por usted y por mí.

UNA MUJER QUE NACIO PREOCUPADA


Yo vengo de una larga tradición familiar de suecos preocupados.
"Kéire Mej", solía decir mi abuela Anna. "Pobre de mí, pobre de
mí". Demasiado alto, demasiado rápido. Demasiado, demasiado
poco. Con todo el peligro potencial que encerraba el mundo, había
solo una respuesta posible, aparentemente: preocuparse.
Recuerdo las noches que pasé en vela, repasando mi lista de te-
mores. Por alguna razón, cuando era adolescente, había llegado a
la conclusión de que el secreto para evitar los problemas era preo-
cuparme por ellos. De hecho, me preocupaba mucho si me había
olvidado de preocuparme por algo.
Cuando mamá y papá viajaron a Hawaii para celebrar su deci-
moquinto aniversario, pasé la mayor parte de esa semana tratando
de pensar en todas las cosas que podrían salir mal. ¿Qué sucedería
si el avión se desplomaba? ¿Qué pasaría si un maremoto azotaba
Waikiki? Cualquier cosa podía suceder. Piñas podridas. Sushi en
mal estado. Salmonella en la leche de coco que había quedado de
ayer. Entonces, yo quedaría huérfana -snif-. Quedaría sola para
cuidar a mi hermanito y mi hermanita. Sola. Snif, snif, snif...
Por supuesto, mis padres regresaron a casa sanos y salvos, y
muy bronceados. Pero, de alguna extraña forma, eso solo confirmÓ
mi tesis: preocúpate, y no sucederá. Así, poco a poco, la preocupa-
ción se convirtió en mi forma de actuar.
¿Y usted? ¿La preocupación se ha convertido en un factor domi-
nante en su vida? El Dr. Hallowell, que se refiere a sí mismo como un
"preocupado crónico", también, nos ofrece una lista de características
que podemos reconocer. Si nos sentimos identificados con estas carac-
terísticas, es posible que tengamos problemas con las preocupaciones.
N o se equivoque: la preocupación es un verdadero problema.

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EL DIAGNOSTICO

DIEZ CARACTER.íSTICAS DE
UN GRAN PR.EOCUPADO

¿Es la preocupación un problema en su vida? El Dr. Hallowell dice


que puede serlo si usted presenta las siguientes señales:

1. Pasa mucho más tiempo preocupándose innecesariamente que otras


personas que conoce.
2. La gente que lo rodea comenta cuánto se preocupa usted por cualquier
cosa.
3. Siente que no preocuparse es mala suerte o "tentar al destino".
4. La preocupación interfiere con su trabajo: pierde oportunidades, no
toma decisiones o rinde menos de lo que sería su nivel óptimo.
5. La preocupación interfiere con sus relaciones más cercanas: su cónyu-
ge o sus amigos suelen quejarse porque sus preocupaciones los moles-
tan o les quitan energía.
6. Sabe que muchas de sus preocupaciones son irreales o exageradas, pe-
ro no puede controlarlas.
7. Algunas veces se siente abrumado por las preocupaciones y hasta ex-
perimenta síntomas físicos, como palpitaciones, respiración entrecor-
tada, falta de aliento, mareos, temblores o sudor.
8. Siente la necesidad crónica de reasegurarse, aunque todo esté bien.
9. Siente un temor exagerado por ciertas situaciones que otras personas
parecen manejar sin problemas.
10. Sus padres o abuelos eran preocupados crónicos, o sufrían de un de-
sorden nervioso de ansiedad. 9

EXAMINAME. OH DIOS. y CONOCE MI COR.AZON: PR.UfBAME y CONOCE


MIS PENSAMIENTOS: Y VE SI HAY EN MI CAMINO DE PER. VER.SIDAD. Y
GUiAME EN El CAMINO ETER.NO.
(SALMOS 139:23-24)

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARiA EN UN MUNDO DE MARTA

PREOCUPACION INNECESARIA
"La congoja en el corazón del hombre lo abate", nos dice Prover-
bios 12:25. Pero la pesada carga de la ansiedad y el sufrimiento aso-
ciado con ella no nos ofrecen beneficios reales. Jesús destacó esta
futilidad básica cuando nos recordó: "¿Y quién de vosotros podrá,
por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?" (Mateo 6:27).
Se dice que la preocupación es como una mecedora: nos man-
tiene ocupados, pero no nos lleva a ninguna parte. Una estadís-
tica muy interesante señala que, en el setenta por ciento de los
casos, no hay nada que podamos hacer respecto de lo que nos
preocupa.

De lo que nos preocupa:


El 40% son cosas que nunca llegan a suceder.
El 30% se refiere al pasado, que ya no podemos cambiar.
El 12% está relacionado con las críticas de los demás (en
su mayor parte, infundadas).
El 10% se refiere a la salud, que empeora cuando esta-
mos bajo estrés.
El 8% se refiere a problemas reales que pueden ser solu-
cionados. 10

Cuando realmente lo estudiamos de cerca, vemos que preocu-


pamos es una pérdida de tiempo. Pero es más que eso. La preocu-
pación no solo es inútil: es mala .para nosotros.
Los daños físicos y emocionales causados por la ansiedad cró-
nica son bien conocidos y están ampliamente comprobados. Hace
años, el Dr. Charles H. Mayo, de la Clínica Mayo, señaló que la
preocupación afecta la circulación, las glándulas, todo el sistema
nervioso, y daña profundamente el corazón. "Nunca he conocido
a un hombre que muriera por trabajar demasiado -dijo- pero sí
muchos que murieron por dudas". En los años transcurrídos des-
de entonces, los investigadores han descubierto que la preocupa-
ción crónica está relacionada con la debilitación del sistema inmu-
nológico, las enfermedades cardiovasculares, los desequilibrios

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EL DIAGNÓSTICO

neurológicos, la depresión clínica y otras disfunciones físicas y psi-


cológicas, sin mencionar las enfermedades relacionadas de manera
específica con la ansiedad, como los ataques de pánico, la agarofo-
11
bia y los desórdenes obsesivo-compulsivos.
Todo eso, a causa de las preocupaciones. No es de extrañarse
que jesús haya advertido a Marta acerca de la ansiedad. No es de
extrañarse que la Biblia nos diga más de trescientos cincuenta ve-
ces: "No temas".
La verdad es que, simplemente, no fuimos creados para preocu-
parnos. No fuimos formados para el temor. Y si queremos vivir vi-
das sanas, debemos encontrar una forma de dejar atrás nuestra
preocupación crónica.
Pero, más allá de nuestro bienestar físico, hay una razón espiri-
tual aun más importante para no preocupamos. Si la ansiedad hizo
que los amigos más cercanos de Dios, Adán y Eva, se escondieran
de su rostro, imagínese lo que puede causarnos a usted y a mí.

POR QUÉ LA BIBLIA NOS DICE QUE


NO NOS PREOCUPEMOS
Cuando Dios nos dice, en la Biblia, que no nos preocupemos,
no se trata de una sugerencia. Es una orden. La preocupación, la
ansiedad, el afán, son mencionados específicamente veinticinco ve-
ces en el Nuevo Testamento como algo que debemos evitar.
Las palabras que más se utilizan en el Nuevo Testamento para
referirse al afán y la ansiedad proviene de la misma palabra griega:
meridzoe, que significa "estar dividido, ser tironeado en direcciones
opuestas, ahogarse". Quizá, después de todo, sí llevamos nuestras
preocupaciones alrededor del cuello ...
En la parábola del sembrador, jesús nos dice: "La [semilla] que
cayó entre espinos, estos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados
por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida" (Lucas 8: 14,
énfasis agregado). Estas personas han aceptado la Palabra de Dios,
pero "no maduran". jadean, sin poder encontrar aliento espiritual,
agobiadas por las preocupaciones, acuciadas por los espinos. Estos
cristianos, quizá, sobrevivan, pero nunca llegan a florecer.

55 - - - -
CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

La palabra que se utilizaba en inglés antiguo para referirse a la


preocupación significaba "morder". Como un perro que muerde un
hueso, la persona preocupada "mastica" su problema todo el día.
Jesús nos advirtió específicamente contra esta clase de ansiedad
crónica cuando dijo: "Por lo tanto, les digo: Dejen de estar perpe-
tuamente inquietos [ansiosos y preocupados] por su vida" (Mateo
6:25, traducción libre de The Amplified Bible).
¿Por qué la Biblia es tan categórica con respecto a que debemos
evitar el temor y la preocupación? Porque Dios sabe que la preocu-
pación es un cortocircuito en nuestra relación con Él, que hace que
fijemos nuestros ojos en nuestra situación en lugar de en nuestro
Salvador.
Es como la espesa niebla de Londres, la clase de niebla que se
ha hecho legendaria a tal punto que no puede haber una verdade-
ra historia de Sherlock Holmes sin una niebla espesa que oculte al
villano y permita que este escape. "Espesa como sopa de legum-
bres", dicen los londinenses. "No se ve una mano aunque uno la
ponga delante de la cara", suelen decir.
Pero aunque la niebla física puede parecer densa y casi sólida,
los científicos nos dicen que un banco de niebla de treinta metros
de profundidad y siete calles de extensión contiene una cantidad de
agua que no llega a llenar un vaso. Dividida en billones de gotitas,
no tiene demasiada sustancia. Pero tiene el poder de frenar el mo-
vimiento de toda una ciudad. l2
Lo mismo sucede con la ansiedad. Nuestra mente dispersa el
problema en billones de gotitas de temor que nos impiden ver el
rostro de Dios. Llevar nuestra ansiedad al Señor es, con frecuencia,
lo último que se nos ocurre cuando estamos envueltos por una nie-
bla espiritual. Pero solo el Sol del Hijo tiene el poder de dispersar-
la. Sin Él, un temor nos lleva a otro temor, y nuestras vidas se re-
ducen a arrastramos dolorosamente.

LA PREOCUPACION COMO FORMA DE VIDA


En su libro Bring Back the ]oy (Devuélveme el gozo), Sheila
Walsh escribe sobre un grupo de mujeres a las que les habló so-
bre el temor y el lugar que este ocupa en nuestras vidas. Una

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El DIAGNÓSTICO

mujer dice: "El temor es lo que me mantiene en una pieza. Sin él,
yo sería como un suéter: me desarmaría por completo". Todas las
mujeres rieron, dice Sheila, "pero sabíamos que tenía algo de ver-
dad lo que ella decía. El temor constituía la mitad de la estructura
de su vida, y ella tenía miedo (ahí está de nuevo esa palabra) de qué
iba a mantenerla en pie si eso le faltaba". 13
La preocupación puede convertirse en un hábito, incluso, en
una forma de vida; y no es fácil deshacerse de ella. Después de to-
do, algunas veces, hasta parece que funciona.
Quizá seamos ligeramente neuróticas, pero al menos nuestros
hijos nunca se lastiman (porque nunca les permitimos subirse a na-
da que sea más alto que nuestro sofá). Nuestro esposo siempre tie-
ne ropa interior limpia y recién planchada (en caso de accidente,
los paramédicos sabrán que tiene una esposa que realmente se
preocupa por él). No salimos mucho, pero la casa brilla (quisiéra-
mos invitar a algunos amigos a casa, pero ... ¿y si nos dijeran que
no? ¡¿Y si nos dijeran que sí?!)
Lamentablemente, la creencia de que la preocupación verdade-
ramente nos ayuda es solo una ilusión ... y muy peligrosa. La preo-
cupación no impide que sucedan las cosas malas. De hecho, puede
llegar a impedirnos vivir la vida plena que Dios desea que vivamos.
En lugar de ayudarnos a resolver los problemas de la vida, la ansie-
dad crea otros problemas, entre los cuales se encuentra la tenden-
cia a una introspección no sana. Para muchos de nosotros, nuestras
preocupaciones pueden ser como las papas fritas: con una sola no
basta.
El Dr. Hallowell habla de una paciente que describía su preocu-
pación de esta manera: "Es como una helada que se extiende con-
tra un vidrio frío. En unos pocos segundos, me encuentro luchan-
do contra una enorme red de detalles intrincados y peligrosos.
Usted no me creería cuán rápido paso de preocuparme por una so-
14
la cosa a enredarme en una montaña de preocupaciones".
Mi amiga Penny concuerda: "Quizá estoy sentada en el sofá, y
siento que, de repente, un pensamiento cobra vida propia". Poco
después, se encuentra llorando, sollozando desesperadamente. "En
unos segundos, mis hijos han muerto, mi esposo se divorcia de mí
y estoy viviendo en la calle."

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

Hallowell dice que es común que las personas que se preocupan


dejen volar su imaginación hasta el infinito. En lugar de descansar
en los hechos, permiten que una preocupación se apile sobre otra
hasta que se produce el efecto dominó: un temor moviliza al si-
guiente, y así sucesivamente. Por eso es que la verdad es un pode-
roso antídoto contra la preocupación. "Aténgase a los hechos -su-
giere Hallowell- porque gran parte de la p,reocupación tóxica está
basada en exageración tras exageración."
Preocupación tóxica. Una descripción interesante que me sue-
na muy cierta: he comprobado cómo me estruja el estómago mu-
chas veces.
Si no se la controla, la preocupación se infiltra en nuestros pen-
samientos, contamina nuestro gozo y nos convence de abandonar
una solución antes de probarla. Como el burrito amigo de Winnie
the Pooh, podemos llegar a dejar que nuestra vida sea consumida
por la negatividad. "¿Para qué? No servirá de nada." En lugar de
buscar lo mejor, suponemos lo peor. y no nos sorprende en lo más
mínimo que lo peor nos llegue.
¡Qué forma tan terrible de vivir! No es de extrañarse que Jesús
nos haya ordenado que dejemos a un lado las preocupaciones y no
temamos.

¿PREOCUPACION SANA O
PREOCUPACION ENFERMIZA?
No lo malentienda. Cuando Jesús nos dijo que no nos preocu-
páramos, no nos pidió que viviéramos en negación, inventándonos
una vida de cuento de hadas que es falsa. No nos decía que no hay
nada por lo que debamos preocupamos.
La verdad es que vivimos rodeados de oportunidades de sentir
temor, ansiedad y preocupación. Porque nuestro mundo está lleno
de luchas y dolores reales, y enfrentamos cosas que nos inquietan
legW-rl1amente cada día. A las personas buenas -y a las "no tan
buenas" también-les suceden cosas malas. Hay problemas reales,
generalmente, todos los días. Las personas no actúan como debe-
~an hacerlo. Las relaciones tienen problemas, y algunas veces se

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EL DIAGNOSTICO

destruyen. Hay potencial para el dolor por dondequiera que mire-


mos. Y, sin duda, hay cosas por las que debemos movemos y actuar.
Jesús sabía esto mejor que nadie. Pasó la mayor parte de su vida
siendo perseguido y acosado por sus enemigos. ¿Por qué, entonces,
nos dijo que no nos preocupáramos? Jesús sabía que una vida llena
de temor deja poco lugar para la fe. Y, sin fe, no podemos ni agradar
a Dios ni acercamos a Él para obtener el consuelo y la guía que nece-
sitamos para enfrentar los problemas y los asuntos de todos los días.
¿Cuál es, entonces, la diferencia entre una preocupación sana y
normal, y una preocupación enfermiza, "tóxica"? Algunas cosas
que he descubierto en mi propia lucha contra el temor son:

PREOCUPACIÓN SANA PREOCUPACIÓN ENFERMIZA

• Respuesta a una amenaza • Generalmente es infundada.


genuina.
• Es específica (se refiere a • Es generalizada (se extiende
una cosa). a muchas cosas)

• Se concentra en el problema. • Se obsesiona con el problema.

• Resuelve el problema. • Crea más problemas.

• Busca la respuesta en Dios. • Busca la respuesta en sí misma


o en los demás.

El pastor y maestro Gary E. Gilley resume la diferencia de esta


manera: "Preocuparse de manera enfermiza es permitir que los pro-
blemas y las inquietudes se interpongan entre nosotros y el cora-
zón de Dios. Es la perspectiva de que, por alguna razón, Dios ha
perdido el control de la situación, y no podemos confiar en Él. Una
preocupación legítima nos,
empuja más16 cerca de Dios y nos hace
descansar y confiar en El mucho más".
La preocupación sana nos acerca a Dios. La preocupación enfer-
miza nos aleja de Él. Creo que esta distinción es especialmente útil
para quienes tendemos a espiritualizar la preocupación y nos con-
vencemos de que es nuestro deber atormentamos por cosas como

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

el estado del mundo, nuestra economía o nuestro futuro. Oswald


Chambers lo expresa de esta manera en En pos de lo supremo:

Preocuparse por pequeñeces es algo que siempre termina


en pecado. Imaginamos que un poco de ansiedad y preocu-
pación son una indicación de cuán sabios somos en realidad;
pero es, mucho más, una indicación de cuán malvados so-
mos realmente. Nuestro Señor nunca se preocupaba y nun-
ca estaba ansioso, porque no tenia como fin llevar a cabo sus
propias ideas; tenía como fin llevar a cabo las ideas de Dios.
Preocuparse por pequeñeces es algo maligno, si somos hijos
de Dios. c. .. ). Toda nuestra preocupación y nuestra ansiedad
es causada por hacer suposiciones sin Dios.17

Eso es algo que todos debemos recordar cuando hablamos de la


preocupación. Cada día de nuestra vida encontramos motivos legí-
timos para preocupamos. Pero, en lugar de atonnentamos, en lu-
gar de preocupamos de fonna malsana, debemos concentramos en
discernir lo que podemos hacer -con la ayuda de Dios- y lo que de-
bemos dejar enteramente en manos de Dios.
Algo más importante aun: debemos recordar pennanentemente
quién es Dios, y qué puede hacer.
Las boletas no se pagan solas. Pero nosotros servimos a Jehová-
Jireh, el Dios que provee. Sí, el lunar que tenemos en el brazo qui-
zá deba ser controlado, y hasta es posible que sea un cáncer. Pero
nosotros servimos a Jehová-Rafa, el Dios que sana. Hay muchos
motivos de preocupación en este mundo. Pero nosotros servimos a
EI-Shaddai: el Dios todopoderoso.
Jesús nos advirtió que en este mundo tendríamos tribulaciones
(ver Juan 16:33). ¡Preste atención! Dijo que vamos a tener tribula-
ciones, no que "posiblemente las tendremos". Los problemas vie-
nen con el territorio en que vivimos.
"Pero confiad -dijo Jesús-. Yo he vencido al mundo."
Si tenemos a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador, no esta-
mos solos. Nunca estamos solos. Cuando la vida viene rodando co-
mo una gigantesca bola de nieve calle abajo y amenaza con derri-
bar nuestra casa, podemos descansar tranquilos. Porque vivimos en

-----60------------------------------------------------
EL DIAGNÓSTICO

una poderosa fortaleza. Porque estamos escondidos bajo alas todo-


poderosas. Porque tenemos un Gran Hermano que está justo a
nuestro lado ... y se está arremangando la camisa.
Esa es la razón por la que, verdaderamente, podemos dejar a un
lado las preocupaciones; no porque no haya motivos para preocu-
parse, sino porque tenemos a Alguien que puede manejar todo eso
mucho mejor que nosotros.

TRES PASOS HACIA LA VICTORIA


Pablo tenía toda clase de razones para preocuparse mientras es-
taba en esa prisión romana, a la espera de una posible sentencia de
muerte. Pero, en lugar de contarles a los filipenses una historia tris-
te que los hiciera llorar, les escribió una increíble epístola de gozo.
y esa epístola incluye un pasaje que me fue muy útil cuando quise
aprender a no preocuparme.
"Por nada estéis afanosos -dice Pablo en Filipenses 4:6-7- sino sean
conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con
acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento,
guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús."
En este breve pasaje encontramos tres pasos concisos y prácti-
cos para vencer a las preocupaciones.
No estar ansiosos por nada.
Orar por todo.
Dar gracias en todo.
Cuando Pablo escribió "Por nada estéis afanosos", literalmente,
quería decir: "¡No se preocupen por nada, ni siquiera por una sola
cosa!" Nada. Ni nuestra familia, ni nuestra economía, ni nuestro
futuro, ni nuestro pasado. Ninguna cosa. Esto es muy importante
para alguien como yo, porque la preocupación es un hábito muy
traicionero. Si permitimos que una pequeña preocupación se infil-
tre, sin duda le seguirá otra, y otra. Es mejor cortar todo de raíz. No
estar ansiosos por nada.
Pero, por supuesto, la única forma de poner en práctica esa or-
den es practicar la segunda: orar por todo. y Pablo, literalmente,
quiso decir: "¡Oren por cada cosa, aun las más insignificantes!" No

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARiA EN UN MUNDO DE MARTA

hay nada que sea demasiado grande ni demasiado pequeño como


para llevarlo ante el corazón de nuestro Padre. Come Ten Boom lo
expresó así: "Cualquier preocupación que sea demasiado pequeña
como para ser convertida en oración, es demasiado pequeña como
, 18
para ser una carga' .
Darme cuenta de esto me ha sido enormemente útil. Una de las
formas en que Dios me sacó de un estilo de vida de preocupación tras
preocupación fue esa: orar. Una idea realmente novedosa, ¿verdad?
Especialmente para alguien que había vivido la mayor parte de su vi-
da siguiendo el axioma: "¿Para qué orar, si puedo preocuparme?"
Lo que hice fue esto: en lugar de obsesionarme mentalmente
con mis problemas, comencé a convertir, conscientemente, mis
preocupaciones en oraciones.
En lugar de preocuparme: "¿Qué pasaría si mi esposo tuviera un
accidente en la ruta?", oraba: "Querido Señor Jesús, cuida a Juan
mientras está en la ruta hoy. .. ".
En lugar de decirme a mí misma: "Si no termino este disfraz,
Jessica realmente va a sentirse muy mal", le decía a Jesús: "Señor,
tú sabes cuánto significa esto para mi hijita J essica ... ".
Puede parecer simplista, pero algo, en este pequeño acto, rom-
pió mi atadura. En lugar de alimentar y repetir mis temores, co-
mencé a entregarlos al Señor. y gradualmente, a medida que lo ha-
cía, descubrí que esa ansiedad crónica había perdido su poder
sobre mi vida.
Es que atormentamos magnifica el problema, pero la oración
magnifica a Dios. "La razón por la que nuestros problemas suelen
parecer abrumadores es que permitimos que las cosas temporales
se agiganten a nuestros ojos más que las cosas de la eternidad", es-
cribe Selwyn Hugues en Every Day Light (Luz para todos los días).
"Aun la moneda más pequeña, cuando la colocamos cerca de nues-
19
tros ojos, puede ocultar el sol."
Quizá por eso es que Pablo concluye su receta para las preocu-
paciones con un último consejo fundamental: "¡Dad gracias en to-
do!" Mire todo lo que Dios ha hecho. Como dice el viejo himno:
"Bendiciones, ¡cuántas tienes ya! Bendiciones, Dios te manda
más". Si no agradecemos lo que Dios ha hecho en el pasado y en el
presente, no tendremos fe para creer lo que Dios hará en el futuro.

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EL DIAGNÓSTICO

La gratitud es importante, porque tiene el poder de cambiar nues-


tra actitud. Cuando estamos dispuestos a dar gracias a Dios en todas
las cosas, no solo en algunas -de darle gracias en obediencia, aun
cuando no sintamos demasiados deseos de hacerlo-, algo en nosotros
comienza a cambiar. Comenzamos a ver la vida como la ve Cristo, lle-
na de oportunidades, en lugar de obstáculos. y cuando vemos la vida
a través de los ojos de la fe, el temor, simplemente, tiene que huir.

LA DECISION QUE PRODUCE PAZ


Muchas son las cosas que dependen de nuestra perspectiva. Si
mi Dios no es más grande que mis circunstancias, entonces, mis
circunstancias son más grandes que Dios, y ahí es cuando la ansie-
dad me domina.
"Es interesante la mente humana -dicen los escritores Bill y
Kathy Peel en su libro Discover Your Destiny (Descubre tu destino)-
Solo puede concentrarse en un par de cosas a la vez. Cuando esta-
mos preocupados por un problema y nos concentramos en nuestra
propia incapacidad para manejarlo, en realidad, no estamos dejan-
do lugar para que Dios entre en escena. Recuperamos la posibilidad
de pensar de manera racional solo cuando nos concentramos en
20
Dios y su capacidad".
y cuando hacemos eso, dice Pablo: "La paz de Dios, que sobrepa-
sa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensa-
mientos en Cristo Jesús" (Filipenses 4:7). Cuando decidimos orar,
en lugar de preocuparnos, cuando decidimos tener un corazón
agradecido en circunstancias que quizá no sean de las mejores, en-
tonces, la paz de Dios llega y nos toma bajo su custodia protecto-
ra. Esta paz hace guardia a la puerta de nuestro corazón y trascien-
de, sobrepasa y co~funde nuestro entendimiento, nos da paz.
Aliviados de esa responsabilidad, podemos quitarnos de encima
nuestro collar de preocupaciones y tomar el escudo de la fe. y en-
tonces podemos retroceder unos pasos y ver cómo Dios se mueve.
Hablando de los "collares de preocupaciones", el uso de los kom-
boloi habían declinado notablemente en Grecia en las últimas tres o
cuatro décadas, a medida que los jóvenes griegos trataban de adop-
tar nuevas formas. Pero ahora, parece, esos antiguos artilugios para

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

reducir el estrés están volviendo con todo. Aun en la cosmopolita Ate-


nas, están en todas partes. Pueden encontrarse collares de plástico en
puestos por las calles o pagar hasta mil dólares en una joyería por al-
go más ornamentado. Ejecutivos vestidos con trajes de Armani hacen
rodar entre sus dedos cuentas de marfil y piedras negras lisas. Los an-
cianos prefieren las cuentas de madera. Los jóvenes griegos hacen gi-
rar las cuentas de sus collares, comparando estilos y precios. Es una
tradición que aún ofrece una cierta forma de consuelo.
Me pregunto cuántos de ellos saben cómo se iniciaron los kombo-
loi. Me pregunto si cambiarían sus jugueteos con las cuentas de sus co-
llares por el propósito original que estos collares representaban. ¿Sabe?
Los komboloi, originalmente, eran utilizados, en otras culturas, para
contar oraciones. Cuenta por cuenta, oración por oración, los kombo-
loi eran una expresión exterior de un corazón que miraba a Dios.
Es la misma opción con que contamos hoy. ¿Vamos a orar, o va-
mos a preocupamos? Realmente, no podemos hacer las dos cosas
al mismo tiempo.

El CAMPO DE BATALLA DE LA MENTE


"Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo hones-
to, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen
nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pen-
sad" (Filipenses 4:8). Pablo concluye su consejo sobre la preocupa-
ción con una lista de cosas en las que debemos pensar. ¿Se centra-
rán nuestros pensamientos en cosas verdaderas o en cosas falsas?
¿En lo honesto o lo desagradable? ¿En lo puro o lo corrompido?
¿En lo amable o lo despreciable? ¿En lo de buen nombre o lo ver-
gonzoso? ¿En la virtud, en lo que es digno de alabanza? ¿O en lo
que es sórdido y despreciable?
"Basura entra, basura sale.» Es fácil entender el dicho. Lo que
ponemos en nuestra mente afecta nuestro corazón. De la abundan-
cia de nuestro corazón habla nuestra boca. Nuestra mente trabaja.
Nuestra lujuria arde. La vida se destruye.
No es posible subestimar el efecto de lo que pensamos. La gue-
rra de las preocupaciones, así como la prueba de las tentaciones, se
gana o se pierde en el campo de batalla de nuestra mente.

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EL DIAGNOSTICO

Los ojos grises de la joven se movían inquietos tras el armazón


de sus anteojos metalizados, mientras miraba a su alrededor en la
biblioteca llena de gente. Por un momento, pensé que daría media
vuelta para irse. Pero se acercó al escritorio del bibliotecario y es-
peró su turno.
"¿Tiene algún libro sobre temor y preocupaciones?", preguntó
al hombre que estaba detrás del mostrador, en voz suave y baja. Re-
conocí el dolor que exudaba cada palabra. Yo también había vivido
presa de la ansiedad.
Pero Dios había hecho tantas cosas en mi vida con relación a la
ansiedad ... Yo había sido del tipo de personas que siempre tenía
que arreglar todo y dejar a todos felices, tratando de que todo estu-
viera bien, al tiempo que impresionaba a Dios con mis obras. Co-
mo Marta, estaba continuamente preocupada y ansiosa por muchas
cosas. Quería crecer en Cristo, pero cada vez que me enfrentaba
con un nuevo obstáculo, retrocedía llena de temor. En lugar de sal-
tar los obstáculos "en Cristo que me fortalece", había frenado en se-
co. Después, retrocedía para echar una buena mirada a la situación
y figurarme una forma de esquivarla.
Ahora, al estar allí, en la biblioteca, me pregunté si tendría
oportunidad de decirle a la joven lo que Dios había hecho por mí.
Ella venía hacia mí con los brazos llenos de libros sobre cómo ven-
cer el temor. "¿Debería detenerla, Señor?", susurré en mi corazón.
Pero ella y el bibliotecario aún estaban hablando, así que esperé.
"Ah... -escuché que decía la joven- ¿tiene la última novela de
Stephen King?"

UNA MENTE NUEVA


Me avergüenza admitir que finamente no hablé con esa joven.
El momento para hablarle pareció perderse en medio de la ironía y
la incomodidad. Me volví hacia mi trabajo, sentí que mi consejo no
habría sido bien recibido en ese momento.
Generalmente he experimentado que Dios no suele sacarnos
nuestros "amigos" -aquellas cosas en las que nos apoyamos- aun-
que ellos no sean buenos para nosotros. Nosotros mismos debemos

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARiA EN UN MUNDO DE MARTA

estar dispuestos a soltarlos. Y, hasta que lo hagamos, continuará la


batalla en nuestra mente.
Muchos de nosotros, aun siendo cristianos, nos quejamos de
que luchamos contra el pecado pero, secretamente, le damos a Sa-
tanás toda clase de municiones para atacamos. Sabemos que no de-
beríamos leer ese libro. Sabemos que la conversación telefónica que
tuvimos ayer no dio gloria al Señor, precisamente. Sabemos que la
falta de perdón que hace tanto abrigamos en nuestro corazón se es-
tá endureciendo y acabará convirtiéndose en furia. Pero nos aferra-
mos a ella, y después nos preguntamos por qué nos cuesta tanto
hacer cambios para bien en nuestras vidas.
Debemos estar dispuestos a tener un rol activo en la batalla con-
tra la ansiedad. Yo le permití acceso a Satanás durante demasiado
tiempo a mis pensamientos y, al hacerlo, le di rienda suelta.
Pero cuando comencé a "[llevar] cautivo todo pensamiento a la
obediencia a Cristo" (ver 2 Corintios 10:5), la ansiedad comenzó a
perder poder. En lugar de ser arrastrada por el temor, comencé a
pensar dos veces cada cosa. Muchos pensamientos llegaban de in-
cógnito, disfrazados de emociones comunes. Pero, en lugar de abri-
garlos, comencé a ponerles las esposas a esos pensamientos intru-
sos que me provocaban temor, y a llevarlos a Jesús. Juntos, los
interrogábamos:
• ¿De dónde has venido? (¿Cuál es el origen de este temor? ¿Es
. real o imaginario?)
• ¿Adónde vas? (¿Me acercará a Dios este temor, o me apartará
de Él? ¿Puedo hacer algo al respecto, o debo entregarlo a
Dios?)
Durante mucho tiempo, había permitido que los pensamientos
llegaran y se fueran sin comprender que, si Satanás controla mi men-
te, me controla.a mí. Antes, yo permitía que mis emociones me lle-
varan por los traicioneros caminos de la confianza en mí misma en
lugar de confiar en Dios. Había permitido que mi preocupación me
hiciera beber de las aguas contaminadas por la duda. Mis temores me
habían hecho alimentarme de los verdes pastos de la autocompasión.
Pero ya no. Una nota en el margen de una antigua versión de la
Biblia en inglés traduce Isaías 26:3 de esta forma: "Tú guardarás en
21
completa paz a aquel cuya imaginación en ti persevera".

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EL DIAGNOSTICO

La Palabra cobró vida vibrante para mí el día que leí esa traduc-
ción en particular. Era el diagnóstico que yo necesitaba escuchar.
Mi imaginación había controlado mi vida durante tanto tiempo que
había crecido hasta convertirse en un enorme perro ovejero, que
correteaba libremente por las praderas de mi mente. Las emociones
saltaban tras mi imaginación como cachorros, nunca seguros de
adónde iban, pero felices de sumarse a la carrera.
"¡Ven aquí, imaginación! ¡Vamos, perrita!" Algunas veces, lo
decía en voz alta. Tan fuerte era la atracción del temor que necesi-
taba una imagen verbal vívida para volver a mi centro. Para volver
a mi fe. Entonces, señalaba a mi costado y les indicaba tanto a mi
imaginación como a cualquier emoción que anduviera saltando por
ahí: "¡Quietas!"
¿Loca? Sí, es posible. Pero me daba resultado. Nada era más lo-
co que la ansiedad que había sufrido hasta ese momento.
Comencé a buscar versículos bíblicos sobre el temor, la ansie-
dad, la mente. Cuando encontraba un versículo adecuado, lo me-
morizaba. Después, cuando me llegaba la tentación de tener temor,
le respondía con la Palabra de Dios: "Porque no nos ha dado Dios es-
píritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio" (2 Ti-
moteo 1:7).
Como el rey David en el Salmo 1:2, comencé a meditar en la Pa-
labra de Dios día y noche. La palabra "meditar" siempre se relaciona
con la acción de una vaca que rumia y digiere el pasto. En lugar de
masticar mi problema, entrené a mi mente para que masticara las
promesas de Dios. Y, a medida que el Espíritu Santo y yo traíamos a
la memoria la Palabra, sucedía algo emocionante. La ansiedad huía
al ser enfrentada con la verdad, y la paz -la clase de paz que aquietó
aquella tormenta que asustaba a los discípulos- volvía a su lugar.
La clase de paz que solo Jesús puede dar. ¡Quieto, calma!

PERFECTA PAZ
"El perfecto amor echa fuera el temor", nos dice 1 Juan 4:18. Me
encanta la forma en que]. B. Phillips traduce este versículo: "El
amor no contiene temor; de hecho, el amor plenamente desarrolla-

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

do expele cada partícula de temor, porque el temor siempre contie-


ne algo de la tortura de sentirse culpable. Esto significa que el hom-
bre que vive en temor aún no ha perfeccionado su amor".
Este versículo, en particular, me es muy útil, porque se refiere a
la raíz de mi hábito de preocuparme. Yo estaba ansiosa por la mis-
ma razón por la que estaban ansiosos el primer hombre y la prime-
ra mujer: no estaba segura del amor de Dios.
Oh, claro, sabía que era salva y que, si moría, iría al cielo. Pero, en
algún punto del camino, había convertido al amor de Dios en algo que
debía ganarme. Si podía ser suficientemente buena, entonces, Dios
tendría que amarme. Pero, por supuesto, yo tropezaba vez tras vez. Ca-
da vez, me llevaba semanas acumular los suficientes puntos espiritua-
les como para sentir que Dios se agradaba de mí nuevamente.
No es de extrañarse que estuviera preocupada. No es de extra-
ñarse que tuviera miedo. Estaba constantemente cosiendo hojas de
higuera para tratar de tapar mis partes más impresentables.
Cuando Jesús dijo: "Marta, Marta ... ", tan suavemente, aquel aje-
treado día, en Betania, estaba hablándonos a usted y a mí también.
Si le prestamos atención, Él nos susurra con amor su diagnóstico
sobre el estado de nuestras almas: "Estás preocupado -nos señala-o
Estás ansioso. No es solo por esta comida; es por todo".
y con el diagnóstico, llega la elección.
Ven, y encontrarás mi amor, nos invita Jesús. Ven a encontrar un
amor tan perfecto que cubre todas tus faltas y te declara "inocente".
Ven a hallar un amor que hace huir al temor. Ven a encontrar todo
aquello que siempre anhelaste. Ven a encontrar paz para tu alma.
"Joanna, Joanna ... ", susurra el Señor a mi vida hoy. Escuche con
atención, y oirá que Él también lo llama a usted. "No se turbe vuestro
corazón" -dice Jesús-. Creéis en Dios, creed también en mí" (Juan 14:1).
Nos está instando a dejar de lado nuestros collares de preocu-
paciones, a dejar de luchar contra las cosas que no podremos arre-
glar jamás y, en cambio, buscar su rostro.
Nos está llamando al gran cambio: ese cambio en el que nunca
perdemos. Al cambiar las "muchas cosas" que nos causan ansiedad,
nos da esa "única cosa" que calma nuestros corazones: Él mismo.
Porque Él es el Príncipe de paz.

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EL DIAGNOSTICO

DIEZ FORMAS DE CONTROLAR EL HÁBITO DE PREOCUPARSE:

10. Distinga la preocupación tóxica de la preocupación sana. Deter-


mine si puede hacer algo con respecto a su situación. Si es así, haga un
plan para manejarla. (Ver Proverbios 16:3).
9. No se preocupe solo. Comparta sus preocupaciones con un amigo o
consejero. Recibirá consejos útiles. Hablar de nuestros temores con al-
guien suele revelamos soluciones que nos eran invisibles antes. (Ver
Proverbios 27:9).
8. Cuide su cuerpo. El ejercicio frecuente y el descanso adecuado pue-
den reducir en mucho las preocupaciones. Cuando nuestro cuerpo está
sano, nuestra mente puede manejar mejor el estrés y reaccionar de ma-
nera apropiada. (Ver 1 Corintios 6:19-20).
7. Haga lo correcto. Una conciencia culpable puede causar más ansie-
dad que un mundo de problemas. Esfuércese por tener una vida irrepro-
chable. Arregle sus errores rápidamente confesando y pidiendo perdón.
(Ver Hechos 24:16).
6. Mire el lado positivo. Concéntrese conscientemente en lo que es bue-
no a su alrededor: No se permita hablar de manera negativa, ni siquie-
ra sobre sí mismo. (Ver Efesios 4:29).
5. Controle su imaginación. Sea realista en cuanto a los problemas que
enfrenta. Trate de vivir el "aquí y ahora", no lo que "podría ser". (Ver
Isaías 35:3-4).
4. Prepárese para lo inesperado. Aparte una cierta cantidad de dinero
y adopte medidas sensatas para estar preparado para el caso de que
surjan dificultades. (Ver Proverbios 21:20).
3. Confíe en Dios. Recuérdese constantemente que debe tener a Dios pre-
sente. Entonces, cuando el temor llame a su puerta, podrá enviar a la
fe a responderle. (Ver Salmos 112:7).
2. Medite sobre las promesas de Dios. La Biblia tiene el poder de
transformar nuestra mente. Busque pasajes bíblicos que traten las co-
sas que le causan ansiedad a usted, especificamente. Responda a las di-
ficultades de la vida con la Palabra de Dios. (Ver 2 Pedro 1:4).
1. ¿La forma número uno de controlar el hábito de preocuparse?
¡Orar! Joseph M. Scríven lo expresa muy bien en su himno: "¿Vive el
hombre desprovisto de paz, gozo y santo amor? Esto es porque no lle-
vamos todo a Dios en oración"." (Ver Colosenses 4:2).

Busaut A JEHOVÁ. y tL ME ovO. y ME LIBRO DE TODOS MIS TEMORES. Los aUE


MIRARON A tL FUERON ALUMBRADOS. Y SUS ROSTROS NO FUERON AVERGONZADOS.
(SALMOS 34:4-5)

- - - - - - - - 69 - - -
4

lA CURA
Afanada y turbada estás con muchas cosas.
Pero solo una cosa es necesaria.
nUCAS IO:41'42~

S e cuenta la historia de un hombre que se encontró con Dios


en un hermoso valle una mañana. 23
-¿Cómo estás esta mañana? -le preguntó Dios.
-Muy bien, gracias -dijo el hombre-o ¿Hay algo que pueda ha-
cer por ti hoy?
-Sí -dijo Dios-. Tengo esta carretilla con tres piedras, y necesi-
to que alguien la lleve hasta la cima de esta colina. ¿Querrías ha-
cerlo?
-Claro, me encantaría hacer algo por ti. Las piedras no parecen
muy pesadas, y la carretilla está en buenas condiciones. Estaré fe-
liz de hacerlo. ¿Dónde quieres que la lleve?
Dios le dio instrucciones específicas al hombre, dibujó un ma-
pa en la tierra del costado del camino.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 71 - - -
CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

-Atraviesa el bosque por el camino que sube zigzagueando la


colina. Una vez que llegues a la cima, simplemente, deja la carreti-
lla allí. Gracias por tu buena disposición para ayudarme.
-¡No hay problema! -respondió el hombre, y partió alegremente.
La carretilla era un poco pesada, pero era una carga fácil de lle-
var. Comenzó a silbar mientras caminaba rápidamente por el bos-
que. El sol se filtraba entre los árboles y le acariciaba la espalda.
¡Qué gozo poder servir al Señor! -pensaba- mientras disfrutaba del
bello día.
Justo al tomar la tercera curva, entró en un pequeño pueblo. La
gente sonreía y lo saludaba. Finalmente, junto a la última casa, un
hombre lo detuvo y le preguntó:
-¿Cómo estás hoy? ¡Qué linda carretilla llevas! ¿Adónde vas?
-Bueno, Dios me dio una tarea para hacer esta mañana. Voy a
llevar estas tres piedras a la cima de la colina.
-¡Santo cielo! ¿Puedes creerlo? Esta mañana estuve orando pa-
ra saber cómo podría hacer llegar esta piedra que tengo a la cima
de la colina -le dijo el hombre, muy entusiasmado-. ¿Te parece que
podrías llevarla allá por mí? ¡Sería una verdadera respuesta a mi
oración!
El hombre de la carretilla sonrió y le dijo:
-¡Claro! No creo que a Dios le moleste. Ponla detrás de las otras
tres piedras.
y partió llevando la carretilla con las tres piedras y la piedra
agregada.
La carretilla ahora parecía un poco más pesada. El hombre sen-
tía los tirones que daba cuando chocaba contra alguna piedra del
camino, y parecía que se inclinaba hacia un costado. Se detuvo pa-
ra acomodar la carga mientras cantaba un himno de alabanza, con-
tento de ayudar a un hermano que servía a Dios. Después, partió
nuevamente y pronto llegó hasta otro pequeño pueblo al costado
del camino. Un buen amigo suyo que vivía allí le ofreció un vaso
de jugo de manzana.
-¿Vas a la cima de la colina? -le dijo su amigo.
-¡Sí! Estoy muy entusiasmado. ¿Te imaginas? ¡Dios me dio al-
go para hacer!

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LA CURA

-¡Oh! -dijo su amigo-o Necesitaría que alguien me llevara esta


bolsa de piedritas allá arriba. Estaba tan preocupado por no poder
hacerlo, porque no tengo tiempo de llevarlas yo mismo. Pero creo
que tú podrías ubicarlas entre esas tres piedras, por aquí, por el
medio ...
y mientras lo decía, colocaba la bolsa en la carretilla.
-No hay problema -dijo el hombre-o Creo que puedo mane-
jarlo.
Terminó el jugo, se levantó y se limpió las manos en su jardine-
ro antes de tomar la carretilla nuevamente. Saludó a su amigo y co-
menzó a tirar de la carretilla hacia el camino.
Ahora, realmente tenía que hacer un esfuerzo para llevar la ca-
rretilla, pero no era demasiado incómodo. Al comenzar a subir la
pendiente sintió el peso de las tres piedras, la otra piedra más gran-
de y la bolsa de piedritas. Pero se sentía bien, porque estaba ayu-
dando a su amigo. Sin duda, Dios estaría complacido por lo enér-
gico y colaborador que era.
Una pequeña parada siguió a la otra, y cada vez la carretilla es-
taba más llena. El Sol ardía en el cielo sobre las espaldas del hom-
bre, y le dolían los hombros, por el esfuerzo. Los cantos de alaban-
Z:l y acción de gracias que llenaban su corazón al comienzo de la
:.area habían desaparecido hacía rato de sus labios, y comenzó a
abrigar un cierto resentimiento. Sin duda, esto no era lo que él ha-
bía aceptado hacer al principio. Esa mañana. Dios le había dado
una carga más pesada de la que podía llevar.
La carretilla, pesada y difícil de mover, se bamboleaba con las
irregularidades del camino. Irritado, el hombre comenzaba a pen-
sar en soltar la carretilla y dejar que cayera colina abajo. Le parecía
que Dios jugaba a un juego cruel con él. La carretilla se movía de
un lado a otro, y la carga de sus obligaciones lo golpeaba en las ca-
deras y lo lastimaba.
-¡Basta! -exclamó finalmente, enfurecido-o Dios no puede pe-
dirme que yo cargue todo esto hasta la cima de la colina.
-Oh, Dios -gimió-o ¡Esto es demasiado difícil para mí! Pensé
que tú habías preparado este viaje, pero es tan pesado que me su-
pera. Tendrás que conseguir a otra persona para que lo haga. Yo,
realmente, no tengo fuerzas.

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COMO TENER UN CORAZON DE MARtA EN UN MUNDO DE MARTA

Mientras él oraba, Dios vino a su lado.


-Parece que estás en dificultades. ¿Cuál es tu problema?
-Me diste una tarea que es demasiado difícil para mí -sollozó el
hombre-o No estoy en condiciones de hacerlo.
Dios se acercó a la carretilla, que estaba trabada en una piedra
del camino.
-¿Qué es esto? -dijo, levantando la bolsa de piedritas.
-Eso es de Juan, mi amigo. No tenía tiempo para llevarlo arriba
él mismo. Pensé que lo ayudaría ...
-¿Y esto? -dijo Dios, sacando dos piedras más de la carretilla,
mientras el hombre trataba de explicarle.
Dios continuó descargando la carretilla, sacó tanto las cosas más
livianas como las más pesadas. Las arrojaba al suelo, levantando
polvo a su alrededor. El hombre que había querido ayudar a Dios
quedó en silencio.
-Si te contentas con dejar que los demás se ocupen de sus pro-
pias cargas -le dijo Dios- yo te ayudaré con tu tarea.
-¡Pero yo prometí que los ayudaría! No puedo dejar esas cosas
ahí.
-Deja que los demás lleven cada uno sus cosas -le dijo Dios
suavemente-o Sé que tratabas de ayudarlos, pero cuando tú estás
agobiado por todas esas cargas, no puedes ocuparte de lo que yo te
di para hacer.
El hombre se levantó de un salto, al darse cuenta, repentina-
mente, de la libertad que Dios le ofrecía. -¿ Quieres decir que solo
tengo que llevar las tres piedras, después de todo? -preguntó.
-Eso es lo que yo te pedí que hicieras -le dijo Dios, sonriendo-.
Mi yugo es fácil, mi carga es ligera. Yo nunca te pediré que lleves
más de lo que puedes soportar.
-¡Eso sí puedo hacerlo! -dijo el hombre, sonriendo de oreja a
oreja.
Tomó la carretilla y partió una vez más, dejando el resto de las
cargas junto al camino. La carretilla aún se bamboleaba un poco,
pero ya no lo notaba.
Una nueva canción había en sus labios, y sintió una brisa fra-
gante sobre el camino. Con gran gozo, llegó a la cima de la colina.

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LA CURA

Había sido un día maravilloso, porque había hecho lo que el Señor


le había pedido.

UNA CARRETILLA DEMASIADO CARGADA


Yo me he sentido como ese hombre que arrastraba piedras: so-
brecargada, abrumada, con demasiado trabajo. Lo que comenzó
siendo un gozo se había convertido en algo pesado, y tenía ganas
de abandonar.
Nada es más difícil de soportar que una carga que no fuimos lla-
mados para llevar. Aunque Dios nos pide que llevemos las cargas
los unos de los otros, no nos ha pedido que intervengamos para lle-
var las cargas de quienes no quieren llevarlas ellos mismos. Y, aun-
que hay muchas necesidades, Dios no nos ha pedido que las supla-
mos todas.
De hecho, nosotros, como Marta, nos sorprenderíamos al ver
cuán poco es lo que Dios nos pide, realmente.
Los judíos, ansiosos por agradar a Dios, estaban llenos de reglas
y normas. Dios había dado la ley; y, por agradarle, estaban decidi-
dos a vivirla al máximo. Si un poco de leyera bueno, entonces, se-
guramente, mucha ley sería mejor. Al menos, esa era la opinión de
los fariseos, una de las dos sectas religiosas que influenciaban a la
gente común en la época de Jesús.
En su deseo de ser una nación perfecta, los fariseos tomaron los
preceptos básicos que Dios le había dado a Moisés y comenzaron a
crear formas de aplicarlos en la vida diaria. Finalmente, crearon la
Mishnah, una colección de más de seiscientas reglas y normas des-
tinadas a ayudar a los judíos a vivir la ley hasta la última jota y la
última tilde. Los mandamientos iban de lo sublime a lo ridículo.
Especialmente, los relativos al día de reposo.
La ley de Dios requería un día semanal de reposo en el que ce-
saran las labores y se dejaran las cargas. Desde la salida de la pri-
mera estrella el viernes por la noche hasta la puesta del Sol del sá-
bado, los judíos debían abandonar todo trabajo; y las reglas sobre
lo que constituía el trabajo eran muy precisas. Los fariseos creían
que esto significaba que un hombre que llevaba una aguja en un

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C6MO TENER UN CORAZ6N DE MARíA EN UN MUNDO DE MARTA

bolsillo en el día de reposo estaba cosiendo. Si arrastraba una silla


por un piso de tierra, estaba arando; si arrastraba un colchón, lle-
vaba una carga. Si tenía trigo y lo restregaba entre sus manos, co-
H
sechaba. Al hacer cualquiera de estas cosas, quebrantaba la ley.
Los fariseos argumentaban, incluso, que no debía comerse un
huevo que había sido puesto un día de reposo, porque la gallina ha-
bía trabajado. La carga que se podía llevar, legalmente, en un día de
25
reposo no debía superar el peso de un higo seco.
Pero, en lugar de acercar a la nación de Israel hacia Dios, la ley
farisaica se convirtió en piedra de tropiezo. Era imposible guardar
cada detalle en particular de lo que Jesús llamó "cargas pesadas"
(Mateo 23:2-4).
Es en este entorno legalista que, encontramos a Marta. La reli-
gión judía era patriarcal por naturaleza. Solo los hombres podían
integrar el concilio de gobierno, el Sanedrín. Solo los hombres po-
dían entrar en la sinagoga; las mujeres debían estar afuera. Solo los
hombres podían llevar las filacterías con las Escrituras sobre la
frente o en el brazo izquierdo, para recordarles la Ley de Dios. Los
adornos externos de la devoción a Dios eran, en su mayor parte,
dominio masculino.
Las mujeres que deseaban demostrar su amor por Dios debían
hacerlo por medio de las buenas obras; pero esa era la única posi-
bilidad que les quedaba. Se les permitía entrar al atrio de las muje-
res, en el templo, para adorar, pero no avanzar más allá. En el de-
sierto, solo habían podido llegar hasta la puerta del tabernáculo.
Aun Salomón, en su descripción de la mujer perfecta, menciona
muy poco de su andar espiritual con Dios; solo las tareas que ella
desempeñaba.
y las mujeres judías tenían deberes; muchos deberes. Aun guar-
dar el día de reposo significaba mucho trabajo para las mujeres de
la época de Jesús. Aunque el día de reposo era, obligatoriamente,
un día de descanso tanto para hombres como para mujeres, el día
anterior al de reposo estaba lleno de frenéticos preparativos. Había
que preparar tres comidas kosher, había que llenar las lámparas de
aceite de oliva, había que llenar las tinajas hasta el borde para los
lavamientos ceremoniales. La casa debía ser aseada y toda 26
la fami-
lia debía tener ropa limpia para ponerse al día siguiente.

------76--------------------------------------------------
LA CURA

Yeso era para un día de reposo "común". Los días festivos y los
eventos especiales implicaban mayores preparativos.
El día que jesús visitó a Marta y a María, probablemente, haya
sido más ajetreado que lo usual. Se acercaba la Fiesta de los Taber-
náculos, y la casa estaba llena de actividades y comidas en prepara-
ción. Esta fiesta de peregrinaje se realizaba a comienzos del otoño
y era una de las tres en las que todo varón judío adulto que vivie-
ra dentro de un radio de hasta treinta y ocho kilómetros dejerusa-
lén debía ir a la ciudad santa para celebrar.
La Fiesta de los Tabernáculos duraba siete días, seguidos de un
día de reposo especial. Se realizaba justo después de la cosecha, y
era un tiempo de gran celebración y gozo. La gente salía de sus ho-
gares para vivir en tiendas, pequeñas carpas, recordaba así el tiem-
po pasado en el desierto. William Barclay, en su comentario sobre
el Evangelio de Juan, lo describe así:

La ley especificaba que las tiendas no debían ser estructuras


permanentes, sino construidas especialmente para la oca-
sión. Sus paredes debían estar hechas de ramas y hojas, de
tal forma que brindaran protección del clima, pero no blo-
quearan por completo el sol. El techo debía ser de paja, pe-
ro no tan cerrado que no permitiera ver las estrellas de no-
che. La significación histórica de todo esto era que el pueblo
recordara de manera inolvidable que, en cierto tiempo, ha-
bían sido vagabundos sin hogar en el desierto, sin tener un
. techo sobre sus cabezas. 27

Betania estaba sobre el límite oriental del Monte de los Olivos,


a apenas cinco kilómetros de jerusalén. Cuando jesús visitó a esta
familia, las suaves ondulaciones de la ciudad estaban, probable-
mente, llenas de tiendas de peregrinos. Con el fin de acomodar a
los que venían a adorar durante las grandes festividades, los lími-
tes de jerusalén solían extenderse de modo que incluían Betania.
Así que, cuando Marta invitó a jesús y a sus discípulos a quedar-
se en su casa camino a jerusalén, ellos aceptaron su amable hospita-
lidad. Marta continuó con las tareas que se esperaban de ella: que to-
do estuviera cómodo para que todos los demás pudieran adorar.

---------------------------------------------------77------
CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARfA EN UN MUNDO DE MARTA

La idea de estar con jesús jamás se le ocurrió, porque, simple-


mente, no se permitía tal cosa. Pero ella amaba a jesús. Yo creo que
sabía que hospedaba al Mesías. Así que Marta demostraba su devo-
ción al darle la ofrenda que sabía dar: el don del servicio.
Pero aun las carretillas que son aceptadas de buen grado llegan
a volverse pesadas, y Marta lo descubrió muy pronto. Especialmen-
te cuando están cargadas con el peso extra de nuestros planes hu-
manos y nuestras expectativas humanas.

DESCARGAR PIEDRAS
jesús vino a la Tierra e, inmediatamente, volcó la carga de reglas
y normas que llevaban los judíos en su carretilla. Golpeó a los líde-
res religiosos donde más les dolía: en medio de su orgullo espiri-
tual: "¡Ay de vosotros también, intérpretes de la ley! porque cargáis a
los hombres con cargas que no pueden llevar, pero vosotros ni aun con
un dedo las tocáis" (Lucas 11:46).
Para los que se sentían desamparados bajo el peso de la ley,
Cristo se convirtió en el que llevaba las cargas: "Venid a mi todos
los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar" (Ma-
teo 11:28). Pero a quienes ponían su fe en sus propios logros re-
ligiosos, les agregó otra carga más: "Una cosa te falta -dijo jesús
al joven rico-o Anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres,
[... ]; y ven, sígueme" (ver Marcos 10:21). jesús sabía que, tarde o
temprano, la carga dellegalismo sería demasiado difícil para que
el religioso la llevara solo, y clamaría pidiendo ayuda. y Él esta-
ría a su lado.
jesús quitó todas las "tradiciones de hombres", las capas de co-
sas que podían o no podían hacerse, que habían oscurecido el ros-
tro de Dios. "Este es Dios", declaró ante el mundo. "¡Mírenlo,
vean! Él los ama. Él me envió para que ustedes puedan tener vida
y comunión con Él. No es la apariencia externa lo que le importa
al Padre, sino la persona interior".
Eso fue lo que jesús le dijo a Marta esa tarde tan ajetreada. "Es-
tás preocupada y cargada con muchas cosas, pero solo una cosa es ne-
cesaria". ¿Cuál era esa única cosa? No era cocinar, ni limpiar ni ha-
cer buenas obras, sino conocer a Dios. Escucharlo. Dejar la cocina

------78--------------------------------------------------
LA CURA

durante el tiempo suficiente como para vivir la comunión íntima


de la sala.
"Solo una cosa es necesaria." Con esas palabras Cristo barrió
con siglos de chauvinismo y prejuicios, tradiciones y rituales.
Las mujeres ya no tendrían que estar afuera, mirando al interior,
cuando se tratara de asuntos espirituales. Tan seguro como que
la muerte de Cristo sería el puente que atravesaría el abismo en-
tre Dios y la humanidad, las palabras de jesús aquel día destru-
yeron la barrera de los géneros que separaba a las mujeres de su
Hacedor.
La Biblia no nos dice cómo reaccionó Marta ante la sorpresiva
respuesta de jesús. Pero imagino a jesús extendiéndole su mano y
animándola a unirse a María, a sus pies.
¿Qué hizo Marta entonces?, me pregunto. Quizá farfulló algu-
nas excusas: la cena, su delantal, su cabello. Quizá solo se escurrió
cuando se sintió reprendida. O, quizá, al estar allí y mirar a los ojos
a su Maestro, simplemente, cayó de rodillas y comenzó a escuchar.
El hecho es que no sabemos. Aunque la Biblia generalmente
menciona las ocasiones en que la invitación de jesús recibió una
respuesta negativa -el joven rico que se alejó triste y los que guar-
daban la ley y se alejaron airados- esta historia, en particular, que-
da sin final. Quizá es para dejamos lugar para decidir cuál será
nuestra respuesta personal.
¿Qué haremos cuando nos digan que hemos pasado por alto lo
mejor que Dios tiene para nosotros? ¿Nos pondremos de rodillas o
correremos de regreso a 10 que ya conocemos? ¿Farfullaremos ex-
cusas o humillaremos nuestro corazón?
Es difícil pasar por alto el amor de jesús. La dulce atracción del
Espíritu Santo calma nuestros temores y hace trizas nuestras defen-
sas. Si nos basamos en sus subsiguientes encuentros conjesús, que
estudiaremos en futuros capítulos, creo que eso fue exactamente lo
que le sucedió a Marta. Ella dobló sus rodillas y se encontró a sus
pies. Dejó que Dios descargara su carretilla, tan llena de preocupa-
ciones, y que volviera a llenarla con su presencia.
Solo entonces, cuando Marta soltó su larga lista de cosas para
hacer y comenzó a hacer lo único que realmente era necesario, co-
menzó a darle a Dios lo que Él realmente desea.

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

DESCARGAR PIEDRAS

Cuando mi amiga Tricia comenzó a sentirse abrumada por su vida, de-


masiado llena de actividades, ella y su esposo Juan decidieron descargar
algunas piedras de sus sobrecargadas carretillas. Este es el sencillo proce-
dimiento que siguieron. Quizá le sea útil a usted también.

1. Hicieron una lista de todas las actividades en las que participaban


(hijos, trabajo, iglesia, etc.).
2. Oraron por esas actividades y les asignaron un orden de importan-
cia, del uno al cuatro.
3. Eliminaron todos los número cuatro.

Aunque este proceso le resulte algo simplista, verdaderamente ayudó a


Juan y Tricia a aligerar su carga. "¡Fue muy difícil soltar aquellas cosas
que disfrutábamos! -dice Tricia-. Pero la libertad y la paz que hemos
conseguido hacen que valga la pena".

PUES Asl HA DICHO JEHovA DE lOS EJfRCITOS:


MEDITAD BIEN SOBRE VUESTROS CAMINOS.
(HAGEO 1:5)

EL REGALO QUE DIOS DESEA


Hacía menos de un año que nos habíamos casado, cuando llegó
mi cumpleaños. Mi esposo guardó tal secreto sobre los planes que
tenía para celebrarlo, que yo estaba segura de que este cumpleaños
sería algo extraordinario. Y lo fue. Llegué a casa y encontré velas y
rosas, la mesa puesta con vajilla nueva, y una torta casera de cum-
pleaños sobre la mesa. Juan había ido a ver a la señora Chapman,
nuestra vecina de alIado, y ella le había dicho cómo hacer todo,
desde el principio.

------80--------------------------------------------------
LA CURA

Yo estaba fuertemente impactada. Pero lo que me intrigó más


fue la enorme caja que ocupaba el centro de la mesa. ¿Qué sería?
¿Lencería? ¿Un vestido nuevo? ¿Bombones? Juan parecía tan entu-
siasmado como yo, e insistió en que abriera el regalo antes de sen-
tarnos a cenar.
"Espero que te guste -me dijo, con los ojos brillantes como los
de un niño-o Dijiste que lo necesitabas."
"Que lo necesitaba ... ". Esa debería haber sido la primera clave.
Pero, joven e ingenua como yo era en lo relativo a los hombres, su-
puse que el regalo sería aun más maravilloso de lo que yo había
pensado al principio. Seguramente era la multiprocesadora tan ca-
ra que había visto en un negocio del centro.
Quité con cuidado el moño y comencé a quitar la cinta adhesi-
va de un extremo. "¡Ábrelo! ¡Rompe el papel!", me instaba Juan.
Reímos mientras yo rompía el hermoso envoltorio. Ninguno de los
dos veía la hora de saber cuál sería mi reacción.
Y allí estaba, envuelto en el papel más caro de Hallmark. .. mi re-
galo de cumpleaños en toda su gloria. El amor de mi vida me ha-
bía regalado, no uno, sino dos -es un hombre muy generoso- ga-
binetes para artículos de limpieza. Uno para colgar la plancha y la
tabla de planchar, y el otro, para guardar el lampazo y el cepillo.
Por decirlo cortésmente, me quedé sin palabras. Juan estaba tan
entusiasmado que insistía en colgarlos inmediatamente. "Dijiste
que los necesitabas", repetía, mientras buscaba un destornillador.
"Sí, eso dije, ¿verdad?", respondí débilmente, siguiéndolo hasta
el lavadero.
Afortunadamente, aún éramos recién casados. Me mordí los la-
bios antes de darle un beso de agradecimiento, y durante años Juan
pensó que había escrito una nueva página en la historia de los re-
galos de cumpleañOS. ¡Vaya si lo hizo!
Muchas veces le damos a Dios un regalo que creemos que nece-
sita, en lugar de tomarnos el tiempo para averiguar qué es lo que
verdaderamente desea.
Hacemos promesas y cada nuevo año nos decidimos a poner
más la mente en las cosas del cielo. Este año leeré toda la Biblia. Es-
te año buscaré un grupo de oración ... o iniciaré uno. Este año ha-
ré el ayuno de cuarenta días del que todos hablan.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 81 - - -
CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARíA EN UN MUNDO DE MARTA

Nos fijamos la meta de ser más amorosos y menos egoístas. Bus-


camos oportunidades para servir. VIsitamos a un enfermo el lunes,
atendemos la línea de ayuda a madres solteras el martes, trabajamos
como voluntarios en la escuela el miércoles, ayudamos con el come-
dor comunitario el jueves, ayudamos en la preparación del boletín de
la iglesia el viernes, jugamos con los niños el sábado y vamos a la igle-
sia el domingo. y todo lo que hacemos es importante. Es bueno.
El problema es que, contrariamente a lo que la gente imagina,
no podemos hacer todo. Ni siquiera tenemos que intentarlo.
Pablo explica esto en Romanos 12. Dice que el cuerpo de Cris-
to tiene muchos miembros, y cada uno tiene un don diferente; lo
cual significa que cada uno tiene una tarea diferente para hacer. El
hecho de que el veinte por ciento de la iglesia haga el ochenta por
ciento del trabajo no es, de ninguna manera, lo que Dios quiso des-
de un principio.
Las palabras de jesús para Marta son para los que nos excede-
mos en el servicio, también: "Solo una cosa es necesaria". Debemos
tomamos el tiempo para sentamos a los pies de jesús, adorarlo, lle-
gar a conocerlo mejor. Cuando ponemos lo primero, primero, Él se
deleita en revelamos su voluntad y cuál es la parte que nos toca
realizar en su cumplimiento.
Algunas veces creo que me resulta difícil discernir cuál es la vo-
luntad de Dios porque estoy rodeada de lo que es innegable. Al-
guien, obviamente, tiene que hacerse cargo de cuidar a los niños de
clase cuna durante el culto dominical. Alguien tiene que visitar a
Catalina, que está postrada en cama porque lleva un embarazo di-
fícil. Alguien tiene que cortar la tela para las mantas que enviare-
mos a las obras misioneras ... Alguien tiene que hablarle a mi veci-
na de jesús. Estoy rodeada de necesidades legítimas, y quiero hacer
todo. Lo intento. Pero a mitad de camino de un día de trabajo fe-
roz, me encuentro irritada y molesta, sin esa aura brillante que es-
peraba mantener cuando comencé, por la mañana.
Eso es exactamente lo que sucedió hace unos años, cuando nues-
tra iglesia preparó una cena para recaudar fondos para las misiones.
Alguien -obviamente- tenía que dirigir los preparativos, así que, ale-
gremente, me ofrecí para hacerlo, segura de que le estaba haciendo
un gran favor a Dios. Estaba llena de creatividad y energía para el

-------82----------------------------------------------------
LA CURA

proyecto. "Oh, Señor -le dije-o Te encantará lo que te tengo prepara-


do." y puse manos a la obra, segura de que Él estaba conmigo.
Lamentablemente, cada aspecto de esta actividad fue una lucha.
Hubo roces interpersonales y tuve mis propias quejas. Pero des-
pués que todo terminó, me sentí muy satisfecha. La cena fue her-
mosa; la comida, deliciosa; la decoración, delicada. Los asistentes
se sintieron conmovidos por el mensaje del misionero, y reunimos
bastante dinero para cubrir necesidades fundamentales.
Recuerdo que suspiré, orgullosa. "¿No fue maravilloso, Señor?"
Pero no escuché respuesta alguna en mi espíritu. Era como si me
hubiera vuelto para hablar con el Señor... y Él no estuviera allí.
"Dios -clamé, en mi corazón-o ¿Dónde estás?"
Su voz me respondió a la distancia. "Aquí, Joanna". Allí estaba,
esperando pacientemente en el camino donde yo le había contado
por primera vez mis planes para esta actividad.
"Pensé que tú estabas en esto, Señor -le dije mientras me acer-
caba donde Él estaba-o Pensé que te gustaría."
Él me tomó suavemente de la mano y limpió mis lágrimas. "Fue
bueno. Quizá hasta fue importante. Pero no era lo que yo tenía pla-
neado para ti".
Me di cuenta de que, aunque hay muchas cosas que deben ser
hechas, cosas que puedo hacer y quiero hacer, no siempre soy yo la
que debe hacerlas. Aunque tenga la carga de un cierto proyecto o
una actividad, mi interés o mi preocupación no son una indicación
cierta de que tengo que estar a cargo de eso. Dios quizá simplemen-
te me llama a orar para que se levante la persona adecuada para ha-
cerlo. Más aun, quizá le esté robando la bendición a otra persona
cuando doy por descontado que debo hacer todo.
i Cuánto desearía haber aprendido antes en mi ministerio a espe-
rar en el Señor! Gran parte de mi energía y mi gozo se consumieron
en tareas y obligaciones que no eran para mí. Aún tiendo a lanzar-
me directamente sobre las tareas, suponiendo que conozco la volun-
tad de Dios, en lugar de esperar a escuchar qué es lo que Él desea.
Es un error muy costoso, porque, con frecuencia, cuando el Es-
píritu Santo me pide algo, estoy hasta el cuello en otra actividad o
estoy demasiado cansada de mi última tarea inútil como para hacer
lo que Dios realmente desea de mí.

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARÍA EN UN MUNDO DE MARTA

EL PODER pRACTICO DE "UNA SOLA COSA"

La única cosa que Jesús dijo que Marta necesitaba en su vida era tener co-
munión con Él, yeso también se aplica a nosotros. Pero el principio de esa
"sola cosa" puede, también, tener implicaciones más pequeñas y prácti-
cas que pueden ayudamos cuando la vida parece abrumadora. He aquí al-
gunas formas de practicar esto de pensar en una "sola cosa" cuando la
carretilla parece demasiado cargada.

1. Invite a Jesús a gobernar y reinar. Cada mañana, antes de salir de


la cama, invite al Señor a ocupar el trono de su vida, a ser la "sola co-
sa" para usted. Preséntele su día y pídale sabiduria y orientación.
2. Pida a Dios que le revele cuál es el próximo paso. A medida que
avanza el día, pregúntele constantemente al Señor: "¿Qué tengo que
hacer ahora?" No permita que la imagen total 10 abmme. Dé el paso
siguiente a medida que Él se 10 revela; lavar un plato, hacer un llama-
do telefónico, cambiarse para salir a correr. Después, dé el paso si-
guiente ... y el siguiente.
3. Tenga fe de que lo que tiene que ser hecho, va a ser hecho. Dado
que usted ha dedicado su día al Señor, confíe en que Él le mostrará la
sola cosa o las muchas cosas que debe hacer. Haga 10 que puede hacer
en el tiempo de que dispone. Después, confíe en que 10 que no se hizo,
o era innecesario, el Señor se ocupará.
4. Esté abierto a la guía del Espíritu. Quizá su día se vea interrumpi-
do por "citas divinas". En lugar de resistirse a las interrupciones, flu-
ya con esa sola cosa que Dios trae en ese momento a su camino. Se sor-
prenderá por el gozo y la libertad que tendrá al entregar sus planes a
Dios y cooperar con los de Él.

ENCOMIENDA A JEHOVÁ TUS OBRAS. y TUS


PENSAMIENTOS SERÁN AFIRMADOS.
(PROVERBIOS 16:3)

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LA CURA

¿QUÉ DESEA DIOS?


Esto nos trae de regreso a la pregunta crucial: ¿Qué es lo que
Dios desea?
Si pudiéramos captar lo que Dios espera -supone el adicto al
trabajo que hay en nosotros- sería fácil complacerlo. Pero ese fue
el motivo de la caída de los fariseos. Habían reducido su relación
con Dios a una serie de cosas que podían o no podían hacerse, pa-
sando totalmente por alto el propósito por el cual Dios los había
apartado para sí. Se ponían sus uniformes de trabajo religioso, sin
darse cuenta de que Dios no deseaba mucamas y mayordomos, si-
no que buscaba un pueblo para sí.
Ahora bien, esto no significa que el servicio a Dios no sea im-
portante. La Biblia nos dice: "Todo lo que te viniere a la mano para
hacer, hazlo según tus fuerzas" (Eclesiastés 9:10) y "La fe, si no tiene
obras, es muerta", dice Santiago 2: 17. Como veremos en el capítu-
lo 6, servir a Dios y a los demás es realmente importante. Trabajar
duro es parte de lo que somos llamados a hacer.
Pero el servicio nunca debió ser nuestra primera prioridad. El
trabajo no es nuestra primera orden; ni siquiera el trabajo para el
Señor. De hecho, nuestros propios esfuerzos están tan abajo en la
lista de lo que Dios desea, que ni siquiera aparecieron en la conver-
sación que jesús tuvo con Marta. Solo una cosa es necesaria ... y es-
taba sucediendo, no en la cocina, sino allí mismo, en la sala.
Observemos, sin embargo, que jesús no reprendió a Marta por-
que estuviera preparando la cena, con lo cual habría instituido el
undécimo mandamiento: "No cocinarás" (¡Hubiera sido una exce-
lente excusa para mí cuando no tengo ganas de preparar la cena!).
jesús no estaba preocupado en lo más mínimo por las capacidades
externas de Marta. Fueron sus discapacidades internas las que Él
quería examinar; los oscuros rincones del orgullo y los prejuicios,
la discapacidad espiritual del ajetreo que la hacía incapaz de disfru-
tar de la intimidad de su presencia.
Después de todo, la intimidad puede constituir una amenaza.
Acercamos a jesús significa que ya no podemos esconder nuestras
fallas. Su luz ilumina todo lo que hay de malo y feo en nuestra vi-
da. Por eso, inconscientemente, quizá huyamos de la presencia de

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA
!

Dios, en lugar de buscarla. y Satanás apresura nuestro retiro, nos


dice que no somos suficientemente buenos como para ganar el fa-
vor de Dios. Nos dice que cuando tengamos cada cosa en su lugar...
entonces podremos entrar en la sala.
Pero la verdad es que no podemos poner cada cosa en su lugar
espiritualmente, a menos que vayamos primero a encontrarnos con
Jesús en la sala.
No siempre es fácil llegar allí. La intimidad con Dios quizá re-
quiera que abandonemos las cosas que nos hacen sentir cómodos.
Algunas personas se sienten incómodas en presencia de Dios. Le
restan importancia al acto de adoración por considerarlo demasia-
do emocional, y prefieren el estudio bíblico o la doctrina puramen-
te intelectual. 0, simplemente, les cuesta quedarse quietas, porque
así es su personalidad. Pero sea cual fuere nuestro temperamento,
sin importar nuestras preferencias intelectuales, todos somos lla-
mados a tener intimidad con Dios. Lo único que Marta necesitaba
era lo único que nosotros tam~ién necesitamos.
Si a usted le resulta difícil permanecer a los pies deJesús, pida-
le al Señor que le revele cuál es el obstáculo. No hay necesidad de
dejar su intelecto ni su personalidad de lado cuando entra a la sala
a encontrarse con Jesús. Simplemente, venga como usted es. Como
un hijo de Dios.
Después de todo, a los niños les encanta la intimidad. "Abráza-
me, mamá." Con los bracitos extendidos, nos ruegan: "¡Papito,
abrázame!" Desde nuestra infancia, cuando algo nos atemoriza o
estamos enfermos, el primer lugar donde queremos estar es tan cer-
ca del corazón de nuestros padres como podamos. Nos acurruca-
mos en sus brazos.
Esa es la intimidad que nuestro Padre desea tener con nosotros.
No porque la hayamos ganado, sino porque Él la ansía. Y nosotros
también, estemos conscientes de ello o no.

ANHELO DE INTIMIDAD
No me di cuenta de cuánto anhelaba a Dios hasta aquella oscu-
ra noche en que clamé por escuchar la buena noticia. Aunque lo

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LA CURA

servía desde mi niñez, había un vacío devastador en mi relación


con mi Padre celestial. Había trabajado y trabajado para agradarle,
pero no sentía su amor.
Los gálatas conocían ese tipo de vacío. Habían recibido a Cris-
to como su Salvador y habían florecido bajo las enseñanzas y el cui-
dado de Pablo. Pero, cuando Pablo dejó Galacia, los judaizantes en-
traron y les dijeron que todavía les faltaba mucho para poder
disfrutar una verdadera intimidad con Dios. Los judaizantes eran
cristianos judíos que creían que las prácticas ceremoniales del An-
tiguo Testamento, incluyendo la circuncisión, aún eran obligatorias
para la iglesia del Nuevo Testamento. Pablo, decían, había quitado,
erróneamente, los requisitos legales del evangelio para hacerlo más
atractivo para los gentiles.
Así como los escribas y fariseos agregaban reglas y reglamentos
a la Ley, así los judaizantes intentaron mezclar una nueva forma de
legalismo con el evangelio de la gracia. Querían una manifestación
externa de lo que solamente podía ser una obra interior.
Por eso Pablo envió una carta para "despertar" a su amada igle-
sia de Galacia, en la que llamó "esclavitud" al evangelio que predi-
caban los judaizantes, y agregó: "¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os
fascinó [... ]? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a aca-
bar por la carne?" (Gálatas 3:1, 3).
Si no tenemos cuidado, podemos caer presas de la misma clase
de mentiras en que cayeron los gálatas; mentiras que nos dicen que
debemos "lograr resultados" para ganamos el amor de Dios. Pode-
mos llegar a agregar tantos requisitos a nuestra fe que la "única co-
sa" quede ahogada por las "muchas", y lo "mejor" sea desplazado
por lo "bueno".
Lo que debemos comprender es que Dios no nos eligió para
"usamos". No somos robots que trabajamos en una especie de "fá-
brica de chocolates" cósmica, día y noche tratando de lograr un
cristianismo más "suave", más "agradable al paladar".
No fuimos creados para llenar una necesidad egoísta de alabanza
de Dios. Los ángeles rodean continuamente su trono con adoración.
No somos una especie de proyecto piloto espiritual, ratones de
laboratorio que alguien soltó en un laberinto para estudiar cómo
interactúan. .

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARtA EN UN MUNDO DE MARTA

No; la Biblia deja en claro que Dios nos creó porque anhela te-
ner comunión con nosotros. Nuestro Padre desea derramar su pro-
pia vida en nosotros, damos una herencia y una participación en su
naturaleza divina.
¿Qué anhela Dios? En realidad, es muy simple. Lo desea a us-
ted. Todo de usted.

UNA COSA ES NECESARIA


Cuando jesús le dijo a Marta que solo una cosa era necesaria en
su vida, el contexto del versículo señala claramente un llamado es-
piritual. La "mejor parte" que María había descubierto no se en-
cuentra en la mesa, sino a sus pies.
Pero la frase griega traducida como "solo una cosa es necesaria"
también podría referirse a porciones de comida. Quizás, en un su-
til giro de palabras, jesús le estaba haciendo una invitación doble:
Primero, a conocerlo; a poner la adoración antes que el trabajo.
Pero también, a no excederse; ni siquiera en nuestros esfuerzos
por Él.
En lugar de tomar de una mesa especialmente preparada con
entradas especiales, jesús solía comer de un bol común, colocado
en el centro de la mesa. Los invitados solían partir trozos de pan y
mojarlos en la sopa. jesús quizá le haya recordado, suavemente, a
Marta, que su excesivo esfuerzo en preparar muchos platos diver-
sos la estaba manteniendo tan ocupada en la cocina que se estaba
perdiendo la verdadera "comida", la verdadera "alma" de la fiesta.
"Su falta no fue que ella sirviera -escribe Charles Spurgeon en
su clásico devocional Moming and Evening (Mañana y tarde)- La
condición de siervo corresponde correctamente a todo cristiano. Su
falta fue que estaba 'afanada y turbada [...1 con muchas cosas', de tal
lB
modo que llegó a olvidarse de jesús y solo recordaba el servicio".
Cuán fácil es confundir deber con devoción; lo común con la
comunión. Eso fue lo que hizo caer a Marta, y puede serlo para mí
también. Porque, en su esfuerzo por preparar una mesa digna del
Hijo de Dios, casi se pierde el verdadero banquete. y yo también
puedo llegar a estar tan abrumado que mi adoración se convierta

---88---------------------------
LA CURA

en trabajo más que en deleite, y la devoción llegue a convertirse en


un deber más.
Si no tengo cuidado, las disciplinas espirituales de la oración, el
estudio bíblico y la alabanza pueden llegar a convertirse en poco
más que tareas que voy marcando en mi lista de cosas para hacer,
o piedras que me siento tentado a sacar de mi carretilla porque me
hacen más lento el camino. Así que necesito escuchar la cura que
Jesús tiene para todas mis preocupaciones y ansiedades.
"Solo una cosa es necesaria", y se encuentra en la verdadera co-
munión con Él.
Porque Él, después de todo, es el Pan de Vida, el Agua Viva, la
única "comida" que necesitamos. Él quiere cambiar nuestro cora-
zón y dar poder a nuestra vida. Él quiere que encontremos la gran
libertad de Lucas 10:42.
Yo no puedo hacer todo, pero puedo hacer "solo una cosa".
No puedo satisfa·cer todas las necesidades, pero puedo respon-
der en obediencia a la necesidad que el Espíritu Santo pone en mi
corazón.
No puedo llevar todas las cargas, pero puedo llevar la carga que
Dios tiene para mí.
Porque su yugo es verdaderamente fácil, y su carga es realmen-
te ligera.

-------------------------------------------------89------
s

~ A ~NT~M~DAD
DIE LA SALA
He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la
puerta, entraré a e1, y cenaré con e1, y e1 conmigo.
~ArocALlPsIS 3:20~

S imeón era, probablemente, como la mayoría de los niños de


su edad en el año 403. Este jovencito de trece años pasaba
gran parte de su tiempo cuidando de los rebaños de su padre
en las colinas de Cilicia.
Pero, un día, mientras escuchaba un sermón sobre las bienaven-
turanzas, el corazón de Simeón se conmovió y cambió. Dejó su ho-
gar y su familia y comenzó una búsqueda de Dios que duraría toda
su vida, que lo llevaría de un ministerio al desierto de Siria y a pa-
sar tres décadas sentado en un poste. Sí. En un poste.

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

Simeón Estilitas comenzó una moda espiritual que duraría más


de mil años. Fue el primer "ermitaño de la columna".
El celo espiritual siempre ha adoptado diversas formas, pero los
primeros mil años del cristianismo fueron testigos de formas suma-
mente extrañas. A medida que la iglesia crecía en los primeros si-
glos, también crecía la mundanalidad. Como reacción ante esto,
muchos cristianos se retiraron para vivir una vida de pobreza, cas-
tidad y separación. Ansiosos de santidad, los monjes se reunían en
comunidades, con frecuencia compitiendo entre sí en su anhelo de
negarse a sí mismos.
Simeón, diría yo, ganó la competencia, sin lugar a dudas.
"Simeón fue al desierto sirio y vivió con una cadena de hierro
en sus pies antes de hacerse enterrar hasta el cuello durante varios
meses -escribe Robert]. Morgan en su libro On This Day ... (En es-
te día)-. Cuando las multitudes se acercaron en masa para ver sus
actos de supuesta santidad, Simeón decidió escapar de la distfac-
ción y vivió en lo alto de una columna. La primera columna tenía
casi dos metros de alto, pero pronto construyó otras más altas, has-
ta que su residencia permanente se erguía a casi veinte metros de
altura".29
Allí vivió treinta años, expuesto a todos los cambios climáticos,
atado a su poste con una cuerda que impedía que cayera cuando
dormía. Por medio de una escalera, sus seguidores le llevaban comi-
da todos los días y retiraban los desechos. Miles de personas se acer-
caban para observar tontamente a este extraño hombre subido a su
columna. Cientos escuchaban diariamente cuando Simeón predica-
ba sobre la importancia de la oración, la entrega y la justicia.
Pero la pregunta que se me ocurre, como, estoy segura, se les
ocurrió a algunos de los que iban a escucharlo, es: ¿acaso vivir so-
bre ese poste acercó a Simeón más a Dios?

LA CARGA DE LA ESPIRITUALIDAD
Intimidad con Dios. ¿Qué significa para usted, cómo la logra?
¿Es necesario sentarse sobre una columna como Simeón o hacer-
se enterrar hasta el cuello en arena? ¿Es algún nivel místico de

-----92----------------------------------------------
LA INTIMIDAD DE LA SALA

conciencia que solo pueden lograr los que son profundamente


devotos?
Algunas religiones dicen que es así. Según el hinduismo -una
religión basada en el harma de las buenas obras- una vida no es su-
ficiente para que el alma logre la iluminación espiritual. Los mate-
máticos hindúes estiman que se necesitan 6,8 millones de rotacio-
nes por medio de la encamación para que el bien y el mal que hay
en nosotros finalmente se equilibren, de manera que podamos re-
30
cibir el nivel espiritual final del nirvana.
En el oriente antiguo, durante los festivales religiosos los hom-
bres suelen insertarse anzuelos bajo la piel de la espalda. Estos an-
zuelos son atados a carretillas llenas de piedras, que los hombres
arrastran por las calles; esperan así obtener el perdón por sus peca-
dos. En ciertas áreas de México los devotos recorren kilómetros pe-
regrinando de rodillas.
En todo el mundo las personas llegan a limites inconcebibles
para hallar a Dios ... lo cual es muy triste, si pensamos en los limi-
tes a los que llegó Dios para encontramos a nosotros.
No necesitamos millones de vidas para ser suficientemente pu-
ros como para ver a Dios. No necesitamos clavamos anzuelos en la
espalda ni quedar con las rodillas en carne viva para ganar el favor
de Dios.
Lo único que necesitamos, en realidad, es a Jesús. Porque Él es
la única prueba que necesitamos. El Padre realmente desea que es-
temos cerca de Él y está dispuesto a hacer todo lo necesario para
asegurarse de que suceda.
Es difícil imaginar que el Creador del universo quiera conocemos.
Nos sentimos tan indignos ... Por eso muchos de nosotros continua-
mos pensando que debemos ganamos el camino al cielo, que solo los
súper espirituales -los Simeones de este mundo- pueden realmente
conocer a Dios. Cargados con el peso de nuestra propia espirituali-
dad, luchamos bajo una carga de obligaciones impuestas por nosotros
mismos: "Tengo que hacer esto ... No podré conocer realmente a Dios
hasta que... ". Podemos llegar a pasar una parte tan grande de nuestra
vida preparándonos para conocer a Dios, o retrocediendo por temor
a desagradar a Dios, que nunca lleguemos a disfrutar de la intimidad
del encuentro que Jesús nos ofrece "en la sala".

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARiA EN UN MUNDO DE MARTA

Pero la intimidad con Dios fue, en realidad, el objetivo mismo


de la venida y la muerte de jesús. "Pero ahora en Cristo jesús, voso-
tros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por
la sangre de Cristo", escribe Pablo en Efesios 2:13. Porque, cuando
jesús murió, su cruz se convirtió en el puente que une los dos ex-
tremos del enorme abismo de pecado que nos separaba de Dios.
Con su último aliento jesús sopló la cortina que había impedido
que los humanos pecadores tocaran al Dios santo. Ahora, podria-
mos entrar en la mismísima presencia de Dios, limpios y aproba-
dos, no por nuestras propias obras, sino por su gracia. jesús derri-
bó "la pared intermedia de separaci6n" (versículo 14) que había
separado a la humanidad de Dios.
Cuando no podíamos subir al cielo, el cielo descendió a noso-
tros y nos recibió en la intimidad de la sala por medio de la puerta
que es jesucristo.
Esa es la buena noticia del evangelio.
El camino ya está hecho. El precio fue pagado. Todo lo que de-
bemos hacer es acercamos.

EL PRECIO YA FUE PAGADO


Se cuenta la historia de un joven que dejó el Viejo Continente y
navegó hacia América, para hacerse una nueva vida en el Nuevo
Mundo. Antes de partir, su padre le puso un dinero en la mano. No
era mucho, pero era todo lo que tenía. Tenía la esperanza de que
ayudara a sostenerse al joven hasta que este consiguiera un traba-
jo. Su madre le entregó una caja con comida para el viaje, se salu-
daron con un beso y un abrazo y; en medio de lágrimas, se dijeron
adiós.
En el barco, el joven presentó su boleto y buscó el pequeño ca-
marote que compartiria con varios otros durante el mes que dura-
ría el viaje hasta Nueva York. Esa noche, a la hora de la comida, el
joven fue arriba y desenvolvió un emparedado que su madre le ha-
bía hecho. Comió en silencio, mirando a los otros pasajeros que se
dirigían hacia un gran salón lleno de mesas. Escuchó sus risas, sus
charlas y observó cómo los camareros llevaban platos llenos de co-
mida humeante. Pero sonrió, disfmtando del pan casero hecho por

- - - 94 - c - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
LA INTIMIDAD DE LA SALA

su madre y la manzana que ella había cosechado esa misma maña-


na. "Bendice a mi familia, Señor", oró.
Los días pasaron muy lentamente, y la comida de la caja dismi-
nuía con rapidez. Pero las comidas que servían en el comedor se-
guramente eran muy caras, y el joven iba a necesitar el dinero pa-
ra después.
Ahora, él comía solo en su camarote. El aroma que salía del co-
medor hacía que su estómago se retorciera de hambre. Se permitía
unas pocas galletas y un poco de queso cada día, y daba gracias en
oración antes de raspar el moho que se había formado en esa roca
en que se había convertido su comida. Una manzana algo seca y el
agua tibia de lluvia que había recogido en una lata completaban su
magra comida.
A tres días de llegar a Nueva York, ya la comida se había acaba-
do, excepto por una manzana llena de gusanos. El joven ya no po-
día soportar más. Pálido y débil, preguntó al camarero, con un in-
glés dificultoso: "¿Cuánto?" El camarero lo miró, confundido.
"Comida", dijo el joven, mientras le mostraba algunas monedas,
señalando hacia el comedor. "¿Cuánto?"
Finalmente, el camarero comprendió. Sonrió, y sacudió la cabe-
za. "No cuesta nada", le dijo, cerrando la mano del jovencito para
que no se le escapara el dinero. "Puede comer todo lo que quiera.
El costo de la comida estaba incluido en el pasaje."
Esta historia significa mucho para mí. Durante años viví como
una mendiga en lugar de como una princesa. Me había conforma-
do con un queso rancio y unas manzanas secas en lugar de disfru-
tar del banquete que Dios me había preparado. Esperaba el día en
que sería digna de sentarme a su mesa, sin darme cuenta de que el
costo de esa comunión estaba incluido en el precio que Cristo pa-
gó por mi pasaje.
El precio ya fue pagado. Por favor, preste atención a esta simple
verdad. Si ha recibido a Cristo como su Salvador, el precio ya fue
pagado para usted.
Y eso significa que no hay nada que nos impida entrar a la inti-
midad de la sala. La "pared intermedia de separación" ha sido de-
rribada, al menos, del lado de Dios. Pero quizá usted también ten-
ga que hacer cierto trabajo para demolerla de su lado, ya que el

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARÍA EN UN MUNDO DE MARTA

enemigo de nuestras almas está muy ocupado construyendo barre-


ras para impedir la intimidad espiritual.

BARRERAS CONTRA LA INTIMIDAD


Antes de ser salvos Satanás nos dice que estamos bien; que no
necesitamos un Salvador.
Pero después de que somos salvos, el acusador levanta su dedo
huesudo contra nosotros y nos dice que no somos buenos. No me-
recemos un Salvador.
Miente, por supuesto. Jesús lo afirma así en Juan 8:44. Satanás
es "padre de mentira". De hecho, mentir es lo que mejor sabe hacer;
es su "idioma materno". La palabra que se traduce como "mentira",
en griego, es pseudos, que significa "falsedad" o "intento de enga-
ño". En nuestro idioma, anteponemos el prefijo pseudo para dar la
idea de algo falso, una falsificación.
y eso es exactamente lo que recibimos cuando prestamos
atención a las mentiras de Satanás y nos conformamos con algo
que es menos que lo mejor de Dios para nosotros: pseudocristia-
nismo, pseudogracia. Satanás, generalmente, no trata de hacer-
nos tragar una mentira obvia; es demasiado inteligente como pa-
ra hacer eso. Por el contrario, solo adapta la verdad para sus
propios propósitos, que son los de mantenemos tan lejos de Dios
como sea posible.
"Mira lo que has hecho -nos susurra-o ¿Cómo podría Dios per-
donarte por esto?" Tergiversa la verdad del pecado hasta convertir-
la en una maza de culpa y vergüenza con la que nos castiga. "No
sirves, no sirves, no sirves ... no, no sirves para nada."
Si se lo permitimos, volverá a cantarlo. Porque cada vez que es-
cuchamos su mentirosa canción, damos un paso hacia atrás, y nos
alejamos de la sala. Nos alejamos de la intimidad que tanto anhela
nuestro corazón.
Ahora bien, quizá usted no luche contra las mentiras que yo he
mencionado. Quizá nunca ha sentido el aislamiento y la soledad de
esas dudas y esa culpa. De hecho, su relación básica y su situación
en Dios pueden ser seguras e inconmovibles. Pero i tenga cuidado!

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LA INTIMIDAD DE LA SALA

Satanás puede usar otras circunstancias con igual efectividad para


evitar que usted se acerque a Dios.
Por ejemplo, la multiplicidad de ocupaciones.
Anne Wilson Schaef habla de un volante con el que publicita-
ban algunas reuniones especiales para adictos al trabajo en la zona
de San Francisco. Al final del volante había una frase: "Si usted es-
tá demasiado ocupado como para asistir a estas reuniones, no se
31
preocupe, lo entendemos".
Me pregunto si Dios comprende cuando estamos demasiado
ocupados como para prestar atención a su presencia en nuestras vi-
das. O demasiado cansados. O demasiado avergonzados como pa-
ra admitir que hemos hecho algo que Él no aprueba.
No se equivoque. A Satanás le encanta utilizar nuestros ajetrea-
dos planes, nuestros cuerpos estresados, nuestros arranques emo-
cionales para colocar barreras contra nuestra intimidad con Dios.
Por eso debemos examinar bien de cerca cualquier pensamiento,
sentimiento o actividad que disminuya nuestro anhelo de tener in-
timidad con Dios.

BOCADillOS ESPIRITUALES
Teri Myers era la esposa de mi pastor cuando vivíamos en Grants
Pass, Oregon. Era, y aún es, una querida amiga y mentora espiritual
para mí, una verdadera representación de lo que es un corazón de
María en un mundo que es como Marta. Al verla caminar con Dios
a lo largo de los años, he llegado a desear más ardientemente pro-
fundizar mi propio andar con el Señor. Pero Teri es la primera en ad-
mitir que no siempre es fácil permanecer cerca del Señor.
Cuenta que, una noche tenían invitados a cenar. Había trabaja-
do todo el día para preparar una comida espectacular: cuatro pla-
tos y un postre muy especial. Iba a ser maravilloso. Pero, en algún
momento, a lo largo de la tarde, se dio cuenta de que tenía hambre.
"Había trabajado tanto, cocinando y limpiando -dice- que me
había olvidado por completo de almorzar." Pero eran solo las cua-
tro de la tarde, y los invitados recién llegarían a las seis. "Yo siem-
pre tenía unas barritas de chocolate escondidas", dice, con una

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARtA EN UN MUNDO DE MARTA

sonrisa. Así que tomó un par de barritas y se sentó a comer, disfru-


taba de la sala limpia y de la mesa bien puesta.
"¡Funcionó! Mi estómago ya no hacía ruido. Tuve tiempo más
que suficiente para ducharme, peinarme y vestirme." Pero solo
cuando se sentó a comer, descubrió el problema. "Ahí estaba yo, y
esa maravillosa cena que había trabajado todo el día para preparar,
¡pero no tenía apetito!" El bocadillo de la tarde le había quitado el
apetito acuciante. Terminó por picar un bocadito por aquí y otro
por allá de su plato, mientras los demás se dedicaban con todo en-
tusiasmo a arrasar con la comida.
"El Señor me habló en ese momento -dice Teri-. Me mostró que
muchas veces llenamos nuestras vidas con bocadillos espirituales;
cosas como amigos, libros y compras. Quizá sean buenas cosas,
completamente inocentes ... pero no tan inocentes, porque nos qui-
tan el hambre acuciante de Dios."
La ilustración de Teri se grabó en mi memoria, porque se aplica
muy adecuadamente a mi propia vida. Constantemente lucho con-
tra la tendencia a llenar el hueco con forma de Dios que Él creó en
mí, con otras cosas. No me gusta estar sola, así que lleno el espa-
cio con llamados telefónicos, reuniones sociales y visitas al centro
comercial; pero la soledad, como suele decir mi amiga Jeanne Ma-
yo, puede ser "la llamada de Dios para que estemos en comunión
con Él". No me gusta el silencio, así que lo lleno con las comedias
y los programas de entrevistas de la televisión, con música cristia-
na y canales de noticias ... pero fue en la quietud de la noche que
Samuel escuchó la voz de Dios.
Fuimos diseñados para estar cerca de Dios. Así como nuestro
cuerpo tiene hambre y sed de comida y bebida, nuestro espíritu tiene
hambre y sed de su presencia. Pero así como es posible cargar nues-
tro cuerpo de calorías sin valor nutritivo, podemos encontrar formas
de apaciguar nuestro anhelo espiritual sin llegar a alimentamos como
realmente necesitamos. Podemos llenamos de barritas de chocolate
mientras nuestro espíritu se seca por falta de verdadero alimento.
Si a usted le resulta algo difícil sentirse cerca de Dios -o, inclu-
so, tener deseos de acercarse a Él- quizá deba reflexionar sobre las
actividades que usa para llenar los lugares vacíos de su vida. ¿Qué
cosa le quita ese apetito acuciante por Dios?

-----98------------------------------------------------
LA INTIMIDAD DE LA SALA

Pero también puede ser que solo necesite comenzar a "comer"


las buenas cosas del Señor para descubrir cuánta hambre espiritual
tiene realmente. ¿Sabe? El hambre y la sed espirituales no funcio-
nan igual que los físicos. Cuando nuestro cuerpo físico siente do-
lor por el hambre, comemos, y nuestra hambre queda .satisfecha.
Pero, espiritualmente hablando, hasta que no "comemos", no nos
damos cuenta de cuán hambreados estamos. Cuando nos damos un
banquete en la mesa de Dios, algo extraño pasa. Tenemos más ham-
bre. Más sed. ¡Queremos más! Tenemos que tener más.
"Nuestra alma es elástica -dice Kent Hughes en su libro Libera-
ting Ministry from the Success Syndrome (Cómo liberar al ministerio
del síndrome del éxito)- No hay límites para su posible capacidad.
Siempre podemos abrimos más para recibir más y más de su pleni-
tud. Los muros siempre pueden extenderse más; el techo siempre
puede subir más; el piso siempre puede acomodar más. ¡Cuanto
32
más recibamos de su plenitud, más podremos recibir!",
Una vez que hemos probado la intimidad de la sala que Jesús
nos ofrece, descubriremos que nada más nos satisface. Porque aun
las barras de chocolate parecen insulsas en comparación con la dul-
zura de la presencia del Señor. Cuando hayamos probado lo mejor
de lo mejor, estaremos dispuestos a evitar la comida chatarra que
este mundo nos ofrece para poder tener una verdadera comida
abundante y tranquila con el Salvador.
"Gustad, y ved que es bueno Jehová", dice el salmista (Salmo
34:8).

HAGAMOS lUGAR PARA EL SALVADOR


Pocas cosas han alimentado mi hambre por Dios como el curso
de discipulado que tomé en 1987. Otras personas, quizá, luchen
con las tentaciones mundanas; mi lucha siempre ha sido en el área
de las disciplinas espirituales. Mi vida devocional ha sido errática,
para decirlo de una manera elegante. Gracias a Dios porque desa-
rrollé el hábito de tener un tiempo devocional en mi niñez, ya que,
cuando llegó el ajetreo de la adultez, me resultaba muy difícil tener
un tiempo a solas con el Señor.

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

Algunos quizá se queden pasmados al leer esto. Su vida devo-


cional es regular como un reloj. Les parece imposible vivir todo un
día sin haber tenido un tiempo a solas con el Señor.
Si ese es su caso, quiero que sepan cuán bendecidos son. Tuvie-
ron que pasar casi veinte años para que yo llegara a esta disciplina,
y aun entonces, fue un regalo de gracia, no un logro mío.
Hasta que tomé el curso 2:7 de los Navegantes, ni siquiera sabía
qué era lo que me hacía falta. Hay muchos programas de discipu-
lado maravillosos que pueden tomarse, y no destaco este por nin-
guna razón más que porque fue el que nuestra iglesia utilizó. Así
pude tener las herramientas de discipulado que necesitaba, y cier-
to control externo también.
La clase fue maravillosa. Mi espíritu comenzó a crecer y a de-
sarrollarse a medida que el terreno de mi corazón era arado yali-
mentado por la Palabra de Dios. Pero, entonces, mis tendencias
de "Marta" perfeccionista irrumpieron y me hicieron encarar mi
tiempo devocional como otro deber más que debía realizar. Me
gustaba lo que sentía cuando tildaba los capítulos de la Biblia que
había leído y lograba memorizar otro versículo. Si he de ser sin-
cera, mi mayor motivación provenía de mi naturaleza competiti-
va. Quería ser la alumna modelo, una de las molestas "preferidas"
de la maestra.
El artículo de Robert Boy Munger "Mi corazón, el hogar de
Cristo" cambió todo eso. Por medio de la sencilla analogía que su-
gería, descubrí lo que significaba tener un corazón de María para
Dios. De repente mis ojos se abrieron y pude ver lo que es realmen-
te la devoción.
No es un deber. Es un deleite.
No es un ejercicio de piedad. Es un privilegio.
No es tanto una visita, como un regreso al hogar.
"Sin dudas, una de las doctrinas cristianas más fundamentales
es que Jesucristo mismo, a través de la presencia de su Espíritu
Santo, entre concretamente en un corazón, se ubique y se sienta co-
mo en casa allí -dice Munger-. Jesús entró en mi oscuro corazón y
encendió la luz. Encendió un fuego en la chimenea y así hizo huir
el frío. Puso música donde había habido silencio y llenó el vacío
con su maravillosa y amorosa comunión."

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LA INTIMIDAD DE LA SALA

Munger continúa contando que le mostró a Cristo la casa de su


corazón y lo invitó a "acomodarse y sentirse totalmente como en
casa" en cada cuarto. Juntos, visitaron la biblioteca de su mente,
"un cuarto muy pequeño, de paredes muy gruesas". Echaron un
vistazo al comedor de sus apetitos y deseos. Pasaron un rato en el
taller, donde guardaba sus talentos y habilidades, y en el "salón de
juegos" de ciertos "conocidos, amistades, actividades y diversio-
nes". Hasta metieron la cabeza en el cuarto de los cachivaches, lle-
no de cosas muertas, en descomposición, que había llegado a jun-
tar con el tiempo.
A medida que Munger describía cada cuarto, sentí que estaba
reflejando mi propio corazón. Pero fue su descripción de la sala la
que cambió para siempre la imagen que yo tenía de mi tiempo a so-
las con el Señor.

Después, entramos en la sala. Era un cuarto bastante ín-


timo y cómodo. Me gustaba. Tenía un hogar, sillas mullidas,
una biblioteca, un sofá y un ambiente tranquilo.
A Él también pareció gustarle. Dijo: "Es, realmente, un
cuarto muy bonito. Vengamos aquí con frecuencia. Es tran-
quilo, silencioso, y podemos tener comunión juntos".
Bueno, por supuesto, como cristiano joven que era, yo
estaba fascinado. No se me ocurría nada que pudiera prefe-
rir a pasar unos momentos tranquilos con Cristo, en íntima
camaradería.
Él me prometió: "Estaré aquí todas las mañanas, tempra-
no. Reúnete conmigo aquí, y comenzaremos el día juntos".
Así que, mañana tras mañana, yo bajaba a la sala y Él toma-
ba un libro de la Biblia, lo abría, y leíamos juntos. Me conta-
ba sus riquezas, y me abría sus verdades... Eran horas mara-
villosas que pasábamos juntos. De hecho, llamábamos a la
sala "nuestro refugio". Fue un tiempo en que tuvimos nues-
tro tiempo devocional juntos.
Pero, poco a poco, bajo la presión de mis muchas respon-
sabilidades, este tiempo comenzó a ser cada vez más breve.
Comencé por faltar un día, algunas veces. O faltaba dos días
seguidos; con frecuencia, más.

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

Recuerdo que una mañana yo bajaba muy apurado.


Cuando pasé junto a la puerta de la sala, estaba entreabierta.
Miré hacia adentro, y vi el fuego del hogar encendido y al Se-
ñor, sentado allí. "Bendito Maestro, perdóname. ¿Has estado
aquí todas estas mañanas?"
"Sí -me dijo-. Te dije que estaría aquí todas las mañanas
para reunirme contigo." Entonces me sentí aun más aver-
gonzado. Él había sido fiel, a pesar de mi infidelidad. Le pe-
dí perdón, y me perdonó con todo amor.
Me dijo: "Tu problema es que has estado pensando en el
tiempo devocional, el estudio bíblico y el tiempo de oración,
como un factor de tu propio progreso espiritual, pero olvidas-
te que este encuentro también significa mucho para mí". 33

¡Qué idea increíble: que Cristo quiera pasar un tiempo pro-


fundo conmigo! Que Él esté esperando para estar conmigo y que
me eche de menos cuando yo no aparezco. Una vez que ese men-
saje se hizo carne en mi corazón, comencé a ver mi tiempo de-
vocional de otra manera; no como un ritual, sino como una re-
lación.
y las relaciones no son obra de la casualidad. Deben ser nutri-
das, protegidas y amadas.

LA COMODIDAD DEL HOGAR


El lugar que María encontró a los pies de Jesús es el mismo
que podemos ocupar usted y yo. Es un lugar donde podemos es-
tar cómodos, donde podemos quitarnos los zapatos y sentarnos
sin ceremonias. Es un lugar de transparencia y vulnerabilidad;
un lugar donde somos totalmente conocidos, pero al mismo
tiempo, totalmente amados. Es, realmente, un lugar que en
verdad llamamos hogar.
Si lo amamos y obedecemos sus enseñanzas, diceJesús enJuan
14:23, Dios vendrá y vivirá con nosotros. "Mi Padre lo amará", di-
jo Jesús de aquellos que lo siguen, "y nosotros vendremos a él y ha-
remos morada con él" (énfasis agregado).

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LA INTIMIDAD DE LA SALA

ARMEMOS UN "REFUGIO"
Hay algo especial en tener un lugar sagrado dedicado a Dios; un rincón
de oración apartado especialmente para sus tiempos devocionales. Pero si
usted no tiene mucho espacio extra en su hogar, considere las siguientes
ideas para crear un rincón de oración esté donde estuviere:
• Emilie Bames, una autora y oradora que ha inspirado a miles de cris-
tianos hacia una vida hermosa, tiene una canasta de oración a mano
como ayuda para sus devocionales. En ella guarda: (1) su Biblia; (2) un
libro de devociones diarias u otra lectura inspiradora, (3) una caja de
pañuelos de papel "para los momentos en que uno llora de gozo o de do-
lor", (4) un bolígrafo para escribir notas y (5) algunas tarjetas bonitas
para el caso de que se sienta motivada a escribirle una nota a alguien
por quien ha estado orando. Para Emilie, ver la canasta es tanto una in-
vitación como un recordatorio de pasar tiemgo con el Señor. y, dado que
es portátil, puede llevarla a cualquier lado.
• Robin]ones Gunn, una conocida novelista cristiana, comenzó a encen-
der una vela para señalar sus momentos de oración después que una
amiga la hizo sentir especialmente bienvenida al encender una vela du-
rante su visita. "Algunas veces, la casa está aún oscura y silenciosa
cuando me siento y enciendo la vela para tener mi devocional. Otras ve-
ces, la vida es un remolino a mi alrededor, pero mi rincón se convierte
en un lugar tranquilo de conversación íntima. Cuando mi familia ve que
la vela está encendida, saben que deben dejar tranquila a mamá duran-
te el tiempo que esté allí, abriendo mi corazón al Señor y escuchándolo.
He notado que, después de apagar la vela y entrar en el frenesí del res-
to del día, una dulce fragancia permanece en mi casa yen mi alma".35
• Hace años que Gwen Shamblin, una especialista cristiana en cómo per-
der peso, se despierta en la mitad de la noche para tener su tiempo de-
vocional. Para "tener preparado este encuentro con Dios", tiene una al-
mohadilla eléctrica bajo el almohadón del sofá, con una manta y su
Biblia arriba. "Me acurruco allí, abro mi B~blia ro converso con Dios.
Son momentos que realmente espero con ansIas."
MAS TÚ. CUANDO OR.ES. ENTR.A EN TU APOSENTO. Y CER.R.ADA LA
PUER. TA. OR.A A TU r
ADR.E QUE ESTA EN SECR.ETO:
y TU rADR.E QUE VE EN LO SECR.ETO TE R.ECOMPENSAR.A EN PÚBLICO.
(MATEO 6:6)

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COMO TENER UN CORAZON DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

Es un camino de ida y vuelta. Jesús no solo desea estar en casa


con nosotros; también quiere que tengamos nuestro hogar en Él.
"Dios quiere ser tu morada", dice Max Lucado en The Great House
01 God (La gran casa de Dios).

A Dios no le interesa ser una casa de fin de semana o una re-


sidencia de veraneo. No pienses que puedes usar a Dios co-
mo cabaña para las vacaciones o como un hogar para cuan-
do estés jubilado. Él quiere que estés bajo su techo ahora y
siempre. Quiere ser tu domicilio ¡ermanente, tu punto de
referencia; Él quiere ser tu hogar.)

¡Qué bella oferta de gracia, de Jehová de los ejércitos! Es difícil


imaginar que uno podría decir "no" a la oportunidad de vivir en
Dios y descansar en Él. Pero podemos hacerlo ... y, con frecuencia,
lo hacemos. Isaías 28 nos da una vívida imagen de lo que sucede
cuando nos negamos. "Este es el reposo; dad reposo al cansado", les
dijo Dios a los israelitas a través de su profeta (Isaías 28:12). "Este
es el lugar de reposo", les dijo, invitándolos a estar en casa con Él.
Pero los israelitas no lo escucharon, según nos dice Isaías. En
lugar de hacer de Dios su morada, insistieron en vivir de manera
más independiente. Y lo que sucedió entonces es la imagen misma
de lo que nos sucede a nosotros cuando rechazamos la oferta del
Padre, de tener intimidad y estar en casa con Él. Isaías dice, en el
versículo 13:

La palabra, pues, de Jehová les será mandamiento tras manda-


miento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea so-
bre línea, un poquito allí, otro poquito allá.

Matthew Henry, al escribir sobre estos versículos, dice que los


israelitas "no escucharon [... ] continuaron con su camino de mani-
festaciones externas. [... ]. La predicación del profeta resonaba con-
tinuamente en sus oídos, pero eso era todo; no les causaba impre-
sión alguna; tenían la letra del precepto, pero no la experiencia del
poder y del espíritu de él; estaba continuamente en su cabeza. pe-
ro no lograba entrar en su corazón,,38 (énfasis agregado).

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LA INTIMIDAD DE LA SALA

¿Le suena conocido, "Marta"? A mí, sí. Cuando rechazamos el


ofrecimiento de Dios, de un descanso lleno de gracia en la sala, la
única alternativa que nos queda es la tiranía de las obras: ¡que, co-
mo ya hemos visto, no sirve para nada! Nos veremos obligados a
hacer cada vez más: más actividades de servicio, presidir más comi-
tés, más actividades espirituales extracurriculares ... para tratar de
ganar la aprobación de Dios. Y aun así, fallaremos, porque lo que
el Padre realmente quiere es que hallemos nuestra identidad,
"nuestro domicilio permanente", como dice Lucado, en Él, y solo
en Él.

COMO VIVIR JUNTOS


Jesús vino a mostramos el camino hacia la casa del Padre. En
lugar de hacer una visita anual al Lugar Santísimo, somos invitados
a habitar allí; a hacer nuestro hogar en el salón del trono de Dios ...
o, si lo prefiere, en su sala.
Pero, hablando en términos prácticos, ¿cómo es esto posible?
Jesús nos dice en Juan 15:4: "Permaneced en mi, y yo en vosotros".
Habiten en mí, promete, y yo habitaré en ustedes.
Después, para damos una idea aun mejor de lo que significa
realmente estar en casa con Dios, Jesús usa una imagen verbal tan
simple que hasta un niño puede comprenderla, aunque quizá nos
lleve la vida implementarla.
"¿Ven esta vid? -casi puedo escuchar a Jesús decir mientras to-
ma una rama para que los discípulos la vean-o ¿Ven esta rama?
¿Ven cómo están conectadas? Pues bien, así es con ustedes y yo."
"Yo soy la vid -dijo, en realidad-o Vosotros los pámpanos; el que
permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados
de mí nada podéis hacer" Guan 15:5).
Todos nuestros "mandamiento tras mandamiento, mandato so-
bre mandato" nunca lograrán lo que Jesús puede lograr cuando
permitimos que haga las cosas a su manera en nuestra vida. Pero
para hacer eso, tenemos que estar conectados con Él. No es sufi-
ciente con estar relacionados. O conocerlo. Tenemos que estar asi-
dos espiritualmente; tenemos que recibir nuestra vida de Él, estar

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COMO TENER UN CORAZON DE MARiA EN UN MUNDO DE MARTA

conectados de forma tan estrecha que nos secaríamos y moriríamos


si nos cortaran de Él.
Durante mucho tiempo pasé por alto esa verdad. Había pasado
tanto tiempo de mi vida concentrada en el "fruto" de mi propia
santidad personal, que pasé por alto la conexión, la dulce intimi-
dad de estar unida a la Vid. Como consecuencia, lo que trataba de
hacer era tan absurdo como que una rama de manzano tratara de
dar fruto por sí sola.
"Sé buena, sé bueno. Haz el bien, haz el bien", repite la rama ro-
ta, sobre la tierra.
"Esa manzana tiene que brotar de un momento a otro", dice la
rama seca y desvalida.
Pero no funciona así. Es el árbol, no la rama, quien determina
el fruto. El árbol es la fuente de vida. La rama no tiene poder pro-
pio. Pero una vez que está comunicada, una vez que la savia co-
mienza a fluir y las hojas crecen, esa pequeña ramita insignificante
se encuentra llena de fruto. Sin tener que hacer nada ... excepto per-
manecer.

PER.MANECER CER.CA
La relación con Dios funciona de la misma manera. Mi única
responsabilidad es mantener una conexión con Cristo sólida y se-
gura. ¿Cómo se hace esto? En realidad, no es tan complicado. Por
trillada que parezca, la fórmula para tener intimidad con Dios es la
misma hoy que siempre:

ORACIÓN + la PALABRA + TIEMPO = INTIMIDAD con DIOS

Hablaremos más sobre cómo tener un tiempo devocional en el


capítulo 7, pero por ahora tomemos unos momentos para estudiar
estos componentes necesarios de una relación estrecha con Dios.
Antes que nada, ¿qué es la oración? Hay libros enteros sobre es-
te tema, pero si vamos a lo básico, orar es, simplemente, hablar con
Dios. Orar es que mi corazón clame al Señor pidiendo su guía y sa-
biduría para mi propia necesidad, así como para las necesidades de

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LA INTIMIDAD DE LA SALA

los demás. Cuando enfoco mi corazón en Él, la oración me permi-


te expresar mi amor por medio de la alabanza, declarar mi depen-
dencia absoluta solo de Él. Después, cuando espero delante del Se-
ñor, Él me revela lo que tiene en su corazón.
Una de las maneras más preciosas en que Dios expresa su amor
por nosotros es por medio de su Palabra, la Biblia, que es el segun-
do factor esencial para la intimidad. La palabra hebrea que se tra-
duce como "Biblia" es mikra, que significa "el llamado de Dios".39
¿No es maravilloso? No tenemos que preguntarnos qué piensa
Dios, qué siente con respecto a determinados temas, porque, en
gran parte, ya nos lo ha dicho por medio de las Escrituras. Mejor
aun, no tenemos que preguntarnos si nos ama o no. En el evange-
lio, Dios nos muestra su amor de manera que todos lo vean. Está
en su Palabra.
"No temas, porque yo te redimí; te puse nombre -nos dice Dios en
Isaías 43:1-. Porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable,
y yo te amé" (v. 4). Somos un pueblo elegido. Santificado. Profun-
da y cariñosamente amado por Dios. ¿Cómo lo sé? Escucho la voz
de Dios que me lo dice, "me llama" cada vez que abro su Palabra.
El tiempo es un factor esencial en la intimidad de la sala, por
una razón puramente práctica. Si no me tomo el tiempo para orar,
no habrá una comunicación real en nuestra relación. Si no me to-
mo el tiempo para leer la Palabra de Dios, no escucharé su amoro-
so llamado. y si no me tomo el tiempo para estar a solas conJesús,
nuestra relación sufrirá, porque el tiempo es fundamental para
cualquier relación.
Me encanta la manera en que Kent Hughes describe el impacto
que tiene en la intimidad el pasar tiempo con Dios. "Piense en esto
de la siguiente forma -dice-o Nuestras vidas son como placas foto-
gráficas, y la oración es como la exposición a Dios a lo largo del tiem-
po. Cuando nos exponemos a Dios durante media hora, una hora,
quizás dos horas por día, su imagen se imprime en nosotros cada vez
más. Cada vez más absorbemos la imagen de su carácter, su amor, su
40
sabiduría, su manera de tratar con la vida y las personas".
Eso es lo que yo quiero. Eso es lo que necesito. Y eso es lo que
recibo cuando paso tiempo en la Palabra de Dios y en oración. Re-
cibo más de Jesús y, en el proceso, un poco menos de mí.

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

COMO HALLAR
LA VOLUNTAD DE DIOS

¿Alguna vez se pregunt6 c6mo otras personas han aprendido a discernir


la voluntad de Dios? George Müller, un pastor inglés del siglo XIX que fue
reconocido por su vida de oraci6n y su estrecha relaci6n con Dios, dio una
vez este sencillo método para determinar la voluntad de Dios por medio
de la oraci6n y la Palabra:

1. Busco al principio poner mi coraz6n en tal estado que no tenga volun-


tad propia respecto de un asunto dado.
2. Habiendo hecho esto, no dejo el resultado a las emociones o a la sim-
ple impresi6n. De hacerlo, me expongo a graves engaños.
3. Busco la voluntad del Espíritu de Dios a través, y en conexi6n con la
Palabra de Dios. Si el Espíritu en verdad nos guía, lo hará de acuer-
do a las Escrituras y nunca al contrario de ellas.
4. De seguido tomo en cuenta las circunstancias providenciales. A menu-
do estas claramente indican la voluntad de Dios en conexi6n con su
Palabra y su Espíritu.
5. Le pido a Dios en oración que me revele su voluntad directamente.
6. De este modo (1) mediante la oraci6n a Dios, (2) el estudio de la Pa-
labra, y (3) la reflexi6n, llego a un juicio deliberado de acuerdo a lo
mejor de mi capacidad y conocimiento, y si mi mente está de esta ma-
nera en paz, y continúa así después de dos o tres peticiones más, pro-
cedo a obedecer.11

ENTONCES TUS OIDOS OIRÁN A TUS ESPALDAS


PALABRA QUE DIGA: ESTE ES EL CAMINO. ANDAD POR ~L;
Y NO ECH~IS A LA MANO DERECHA. NI TAMPOCO
TORZÁIS A LA MANO IZQUIERDA.
(IsAIAs 30:21)

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LA INTIMIDAD DE LA SALA

MANTENER LA INTIMIDAD
Dios anhela hacer su hogar en nosotros. Y anhela que nosotros
hagamos nuestro hogar en Él. Piénselo. Cristo "en nosotros" (1 Juan
4:13). Nuestra vida, "escondida con Cristo en Dios" (Colosenses
3:3). ¡Qué increíble, íntima mezcla de lo divino y lo humano!
Hay solo una cosa que puede interrumpir esa intimidad de la
sala, y es nuestro propio pecado. Porque, aunque no hay nada que
podamos hacer para lograr ser salvos, hay mucho que podemos
hacer para mantener nuestra conexión con la Vid. Dado que el
pecado interrumpe el flujo vital que necesitamos para crecer, de-
bemos hacer todo lo posible por mantener un corazón puro de-
lante de Dios.
Esto es algo que estoy aprendiendo a hacer con cierta regulari-
dad; algo que, he descubierto, marca una enorme diferencia en el
grado de intimidad que disfruto con Jesús.
Yo lo llamo "mantenimiento" espiritual.
Los integrantes de su familia, al entrar en su casa, ¿también sue-
len dejar caer al piso cualquier cosa que traigan en la mano? La si-
guiente vez, dejan caer otra cosa más. Esto desordena la casa e irri-
ta a la encargada de mantenerla limpia ... que soy yo.
Pero, espiritualmente hablando, yo suelo hacer lo mismo. Dejo
caer una palabra negativa aquí, se me resbala una actitud negativa
por allá, permito que un resentimiento quede en el rincón donde
cayó. No pasa mucho tiempo hasta que el desorden del pecado me
llega a las rodillas, y mi corazón está paralizado, sin saber por dón-
de comenzar a limpiar ese lío y sintiéndose muy lejos de Dios.
Estoy segura de que estamos de acuerdo en que esta no es, preci-
samente, la mejor manera de vivir, ni en una casa ni en un corazón.
Pero estoy aprendiendo. Estoy mejorando.
Ahora, en lugar de dejar que el pecado se apile, trato de hacer el
mantenimiento todos los días. Mi meta es la obediencia; evitar el pe-
cado siguiendo los mandamientos de Dios. Pero cuando hago algo
mal, trato de elegir el arrepentimiento. Le digo a Dios que lo lamento
y busco la forma de enmendar el daño que haya causado. Conscien-
temente, le entrego al Señor las cosas que no puedo arreglar y me pro-
pongo hacerlo mejor, dependiendo de Dios para que esto sea posible.

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

El arrepentimiento consciente lleva a la santidad inconsciente.


Esa frase, que saqué de los escritos de Oswald Chambers, ha logra-
do cosas increíbles en mi andar con Dios. Me ha levantado de la tie-
rra del huerto y me ha injertado en el árbol.
Antes, yo trataba de producir el fruto de santidad por mí mis-
ma, y solo lograba fracasos y autocondenación. Pero cuando com-
prendí que la santidad era una obra del Espíritu Santo en mi vida,
que mi responsabilidad era vivir conectada con la Vid, pude aban-
donar mis esfuerzos inútiles y concentrarme en permanecer cerca
del que me da vida.
¿Intimidad con Dios? En realidad, es bastante simple.
No es una columna en la que nos sentamos; es una casa donde
vivimos.
No es una lista de cosas que puéden hacerse o no pueden hacer-
se; es una rama que permanece unida al árbol.
No es esforzarse por conocer a Dios, sino damos cuenta que
nuestro Padre anhela conocemos a nosotros. Y es gratuita; al me-
nos para usted y para mí.
Pero nunca debemos olvidar que, a Jesús le costó la vida.

---110
6

E~ SEIRV~C~O
DE
LA COCIINA
Todo lo que te viniere a la mano para hacer. hatlo según tus fuerzas.
ECLESIASTÉS 9:10

,,yo sé quiénes son ustedes. "Los ojos del presidente chi-


no miraban con calma y sin agitación mientras hablaba
en un cuidado inglés. Su comentario interrumpió el
transcurso de la conversación que se había desarrollado en el cuar-
to durante la mayor parte de la tarde.
Don Argue miró al hombre, sin estar seguro de qué quería de-
cir con esas palabras.
El año era 1998. Como presidente de la Asociación Nacional de
Evangélicos, El Dr. Argue había sido invitado a reunirse con el pre-
sidente de la República Popular China, Jiang Zemin, para hablar
sobre la situación de China con respecto de la libertad religiosa.

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

Decenas de miles de cristianos eran perseguidos por su fe, y había


miles más encarcelados o que ya habían sido ejecutados. El Dr. Ar-
gue había presentado sus argumentos lógicos sobre las ventajas de
permitir que los cristianos practicaran su fe. "Ellos serán sus mejo-
res trabajadores -le había dicho al Presidente-o Son honestos y con-
fiables". Pero la conversación, a partir de allí, se había desviado en-
tre posturas políticas y palabras diplomáticas.
"Yo sé quiénes son ustedes -repitió ahora el presidenteJiang, en
voz baja, dirigiéndose al Dr. Argue. Con la ayuda del intérprete, re-
pitió su historia.- Cuando era joven, estuve muy enfermo y me in-
ternaron en un hospital. Uno de los suyos, me cuidaba una enfer-
mera cristiana. Aun después de un día muy largo y ajetreado, no se
iba hasta asegurarse de que todas nuestras necesidades hubieran si-
do satisfechas."
El presidente Jian~ sonrió y asintió con la cabeza. "Sí, yo sé
quiénes son ustedes."

MODELOS DE CRISTIANISMO
De todas las señales identificatorias de un cristiano, Jesús dijo
que el amor sería la que nos deiataría: "En esto conocerán todos que
sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros" Quan
13:35). El ágape debe ser nuestra firma; ese amor incondicional,
eterno de Dios, que fluye a través de nuestra vida y hacia los de-
más. Un amor fileo, el que nos hace "sentir bien" no es suficiente.
Necesitamos un amor que ame "a pesar de" tanto como "a causa
de". A pesar del rechazo, de las dificultades o de la persecución,
amamos. A causa de la gran compasión que Dios derramó sobre no-
sotros, lo brindamos a nuestro mundo, tanto en palabras como en
servicio sacrificial.
Hemos sido llenados con este gran tesoro con un único propó-
sito: derramamos.
Cristo ilustró este ágape a sus discípulos cuando lavó sus pies.
"Como yo os he amado, que también os améis unos a otros", les dijo a
estos hombres en Juan 13:34, con los pies recién lavados como tes-
timonio de sus palabras.

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EL SERVICIO DE LA COCINA

Lo que jesús hizo seguramente conmocionó a sus discípulos. La


midrash enseñaba que a ningún hebreo, ni siquiera a un esclavo,
podía ordenársele que lavara los pies de otro. Las calles de Palesti-
na eran áridas en aquel entonces, desparejas y sucias. William Bar-
clay dice: "En tiempo de sequía, tenían varias pulgadas de polvo, y
43
en tiempo húmedo, eran barro blando". Agreguemos a este hecho
que la mayoría de las personas usaban sandalias, una simple tira de
cuero atada a los pies por unas pocas tiras pequeñas, y lavar los pies
era un trabajo sucio, por decirlo educadamente.
Aunque los discípulos, por tradición, asistían a su rabí favorito
en sus muchas necesidades, jamás habían considerado siquiera la
idea de realizar una tarea tan sucia. Tampoco se esperaba que lo hi-
cieran. Sencillamente, era algo que no se hacía.
Así que, cuando jesús se inclinó para servir a sus seguidores,
fue una demostración gráfica de humildad. Su Maestro se había
convertido en el más bajo de todos. Después, los invitó ... no, les or-
denó que ellos hicieran lo mismo. "Es notable que solo una vezje-
sús haya dicho que les estaba dando un ejemplo a los discípulos, y
44
fue cuando les lavó los pies", dice J. Oswald Sanders.
¿Sabe? El servicio en la cocina no es opcional para los cristianos.
Se supone que debemos pasar una buena parte de nuestro tiempo si-
guiendo el ejemplo de nuestro Señor. Se supone que debemos servir
a los demás y demostrarles amor... y, al hacerlo, representar a jesús
para el mundo que nos rodea. Lamentablemente, como el mundo
bien sabe, es fácil que los cristianos olvidemos para qué estamos
aquí. Es fácil caer en la hipocresía de hablar una cosa y vivir otra, o
de involucrarnos tanto en nuestras actividades religiosas que descui-
demos el deber de acercarnos a quienes nos rodean.
Mahatma Gandhi dijo una vez: "Si los cristianos vivieran según
45
su fe, no quedaría ningún hindú en la India". Este gran líder de la
nación India estaba fascinado con la idea' de conocer a Cristo. Pe-
ro, cuando conoció a los cristianos, se sintió decepcionado. Lamen-
tablemente, el mundo está lleno de personas que sienten lo mismo.
Las intrigan las palabras de Cristo, pero retroceden porque sus se-
guidores las decepcionan.
"No miren a las personas -podríamos protestar nosotros- mi-
ren a jesús." Pero, aunque esto posiblemente sea cierto, la verdad,

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

lamentablemente, sigue siendo que, nos guste o no, nosotros so-


mos el único Jesús que algunos llegarán a ver jamás. Dwight L.
Moody lo expresó de esta manera: "De cien hombres, uno leerá la
16
Biblia; los otros noventa y nueve leerán al cristiano".
El apóstol Pablo comprendía la responsabilidad que implica re-
presentar a Cristo ante los demás. Más de nueve veces escribió algo
así como "Síganme a mí, así como yo sigo a Cristo". Veamos algunas:
"Por tanto, os ruego que me imitéis" (1 Corintios 4:16).
"Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto ha-
ced" (Filipenses 4:9).
"Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo" (1 Corintios 11:1).
En versículos como estos Pablo no solo instaba a las personas a
imitar su vida, sino a vivir de tal manera que se convirtieran en
ejemplos de cristianismo. Pablo dice en 1 Tesalonicenses 1:6-7: "Y
vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor, [... ], de tal
manera que~ sido ejemplo a todos los [... ] que han creído" (én-
fasis agregado). .
En la iglesia del Nuevo Testamento no había Biblias de los Ge-
deones. No había Biblia, excepto por las Escrituras hebreas. La úni-
ca evidencia de este camino nuevo y vivo eran las epístolas vivas,
que caminaban y respiraban, que llenaban los salones de la joven
iglesia y se derramaban hacia las calles.
"Sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, si-
no con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas
de carne del coraz6n", les dice Pablo a los cristianos de Corinto en
2 Corintios 3:3.
Ustedes son una carta que todos conocen y leen, dice Pablo.
Lo mismo se aplica a nosotros hoy. Somos la carta de amor de
Dios para el mundo. Fuimos apartados con un propósito: comuni-
car su gloria a un mundo perdido y agonizante.

UNA VIDA FRUCTIFERA


Una vez escuché hablar de un hombre al que le encantaba ex-
perimentar en su huerto. Siempre lograba una planta híbrida de es-
to o de aquello. Su mayor logro fue un árbol que había armado de

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EL SERVICIO DE LA COCINA

a partes. Parte de ciruelo, parte de damasco, parte de durazno y


parte de ciruela pasa; era el árbol "armado" más loco que uno pu-
diera imaginar. Pero ese árbol tenía un problema.
Estaba vivo, naturalmente. Crecía bien. Tenía hojas. De vez en
cuando, en primavera, hasta florecía un poco. Pero nunca dio nin-
gún tipo de fruto.
Juan el Bautista observó el mismo problema en las vidas de mu-
chos de sus seguidores judíos. y no ahorró palabras para advertir-
les sobre la falta de fruto en sus vidas.
Juan dijo que un árbol se identifica por su fruto, y un árbol que
no produce nada, no vale nada. "Haced, pues, frutos dignos de arre-
pentimiento, y no comencéis a decir dentro de vosotros mismos: Tene-
mos a Abraham por padre; porque os digo que Dios puede levantar hi-
jos a Abraham aun de estas piedras" (Lucas 3:8).
Juan reprendió a los judíos por creer que su ADN -su "sangre"-
era suficiente como para agradar a Dios. Pero no era suficiente con
ser hijos de Abraham, les dijo. También tenían que vivir como per-
sonas elegidas; dar frutos dignos de su linaje. Si no lo hacían, Dios
estaba preparado para encontrar personas que sí lo hicieran. "Y ya
también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo
árbol que no da buen fruto se corta y se echa en el fuego" (Lucas 3:9).
De la misma manera, no es suficiente con llamarnos "cristia-
nos". Debemos vivir como cristianos. "No todo el que me dice: Señor,
Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de
mi Padre que está en los cielos" (Mateo 7:21).
Los manzanos producen manzanas. Los ciruelos producen ci-
ruelas. Si nos llamamos cristianos, nuestras vidas deben ser, inequí-
voca y obviamente, cristianas.

El FRUTO BROTA
A lo largo de toda la Palabra de Dios se utiliza el símbolo del
fruto. Los cuatro evangelios incluyen la imagen que Cristo presen-
tó de la vid y las ramas. De los veintisiete libros del Nuevo Testa-
mento, quince mencionan la clase de fruto que debemos tener en
nuestra vida, lo cual incluye:

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

• El fruto de nuestros labios: "Así que, ofrezcamos siempre a


Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de
labios que confiesan su nombre" (Hebreos 13:15).
• El fruto de nuestras obras: "Para que andéis como es digno de!
Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y
creciendo en e! conocimiento de Dios" (Colosenses 1:10).
• El fruto de nuestras actitudes: "Mas e! fruto de! Espíritu es amor,
gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, tem-
planza; contra tales cosas no hay ley" (Gálatas 5:22-23).

¿Cómo puedo asegurarme que mi vida dé esa clase de fruto?


En realidad, no es tan difícil. ¿Sabe? El fruto no es algo que
uno se sienta a fabricar en su vida. El fruto brota naturalmente.
Uno se conecta con la Vid y muy pronto tiene uvas; toneladas de
uvas.
¡Tantas uvas que hay que compartirlas!
Cuando "permanecemos" en la relación íntima con Cristo de la
que hablamos en el capítulo 5, algo increíble sucede. Comenzamos
a amar como nunca antes amamos. Nuestra vida cambia, y nos con-
vertimos en ejemplos dignos de imitar.
Comenzamos a producir fruto. Delicioso, jugoso, que hace agua
la boca. Fruto en nuestra vida que le dice al mundo quiénes somos
y cómo es nuestro Dios. Aun cuando estemos encerrados en la co-
cina lavando los platos.

GOZO EN LA COCINA
Nicolás Herman nació en la región de Lorena, en Francia, a mi-
tad del siglo XVII. No tuvo una gran educación y trabajó breve-
mente como criado antes de ser soldado. A los dieciocho años, Ni-
colás experimentó un despertar espiritual y, a partir de ese
momento, su vida tuvo solo una meta: "andar como si estuviera en
presencia de Dios".
En 1666 Nicolás ingresó en un monasterio carmelita en París.
Allí sirvió como hermano laico hasta su muerte, a los ochenta años,
"lleno de amor y años, y honrado por todos los que lo conocieron".

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EL SERVICIO DE LA COCINA

Quizás usted reconozca mejor a Nicolás por el nombre que le


dieron los carmelitas: Hermano Lorenzo. Un grupo de cartas que
escribió durante su vida fueron recopiladas en un libro llamado La
práctica de la presencia de Dios. Aunque el Hermano Lorenzo nun-
ca imaginó que sus cartas serían publicadas, este librito se ha ven-
dido por millones, y ha constituido, durante siglos, un desafío pa-
ra que los cristianos caminen más cerca de Dios.
Es la imagen de una vida dedicada a Dios: una vida realmente
fructífera. Una imagen de un corazón como el de María en un mun-
do que es como Marta.
Lo más particular es que el influyente librito del Hermano Lo-
renzo ilustra bellamente cómo se supone que debe operar el proce-
so de dar fruto en nuestra vida. De manera simple, pero con nota-
ble detalle, nos muestra que no es solo lo que hacemos por Cristo
lo que importa, sino cómo lo encaramos. Él no aprendió el secreto
de ser fructífero sentado en un poste, como Simeón Estilita. Lo
aprendió en la cocina. Sí. En la cocina.
Cuando el Hermano Lorenzo entró en el monasterio, lo hizo
con la expectativa de pasar sus días orando y meditando. Por el
contrario, se le asignó la tarea de cocinar y limpiar, una ocupación
por la cual admitió sentir "gran aversión".
Pero, una vez que el Hermano Lorenzo decidió "hacer todo por
amor a Dios, y con oración ... por su gracia hacer bien su trabajo",
descubrió que su "servicio en la cocina" era un gozo y un camino
para un andar más cercano a Dios. Escribió:

Para mí, el tiempo de trabajo no difiere del tiempo de ora-


ción, y en medio del ruido y el alboroto de mi cocina, con
varias personas pidiéndome al mismo tiempo cosas diferen-
tes, tengo una gran tranquilidad en Dios, como si estuviera
sobre mis rodillas en la Santa Cena. 47

¡Qué meta! Estar tan conectado con la presencia de Dios que lavar
los platos se convierta en un acto de adoración. Que los momentos de
nuestra vida, por insignificantes que sean, ardan de fuego divino.
Cuando Jesús reprendió a Marta, recordemos, no estaba repren-
diéndola por su tarea. Estaba reprendiéndola por su actitud. "Él

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARiA EN UN MUNDO DE MARTA

culpó a Marta, no por su solícito servicio de amor -dice Charles


Grierson- sino por permitir que ese servicio la irritara, la agitara,
la absorbiera".48
El servicio sin espiritualidad es agotador e infructuoso. Pero,
sin duda, la espiritualidad sin servicio es estéril y egoísta. Debemos
unir ambos y hacer todo "como para el Señor".
Cuando lo hacemos, nuestro trabajo "en la cocina" se convierte
en algo maravilloso. El lavabo se convierte en un santuario. El ce-
pillo limpia tierra santa. Y las tareas diarias que solían aburrimos o
agotamos se convierten en oportunidades para expresar nuestra
gratitud; caminos para su gracia sin intereses ulteriores.

SERVIR COMO JESÚS


Nuestra santificación, como dijo alguna vez el Hermano Loren-
zo, "no depende de un cambio de actividades, sino de hacer para la
gloria de Dios todo aquello que comúnmente hacemos para noso-
tros mismos".49
Durante tres años y medio, jesús de Nazaret hizo exactamente
eso. Ministró a partir de la vida diaria. En lugar de rentar un coli-
seo o construir una sinagoga y luego esperar que la gente se acer-
cara a Él, jesús se acercaba a la gente. Se tomaba el tiempo para sa-
tisfacer las necesidades de las personas. Nuestro Salvador se detuvo
a mitad de camino para sanar a la mujer que tenía flujo de sangre.
Dejó a un lado los compromisos de la tarde e hizo lugar en su re-
gazo para recibir a los niños. jesús confrontaba a los hipócritas re-
ligiosos tal como consolaba a las almas perdidas: uno por uno, a
medida que surgía la oportunidad.
Es exactamente esta clase de ministerio espontáneo la que Dios
nos confía a usted y a mí. "Parece que Él no hace por sí mismo na-
da que pueda delegar a sus criaturas -escribe C. S. Lewis-. Nos or-
dena hacer, lenta y trabajosamente, lo que Él podría hacer perfec-
m .
tamente en un cerrar de ojos."
A santos temblorosos e inútiles como usted o yo, Dios les da
el ministerio de la reconciliación: de llevar a la humanidad de
regreso a casa, a Dios. Una tarea impresionante, sí.

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EL SERVICIO DE LA COCINA

Pero no imposible cuando la tomamos un día a la vez y se-


guimos el ejemplo que Jesús nos dio, el ejemplo que el Herma-
no Lorenzo imitó.

EL EOUIPO DE COCINA DE DIOS

¿Quiere usted servir al Señor, pero no sabe qué hacer? Quizá las siguien-
tes indicaciones le den una idea de formas en que puede servir a Dios sir-
viendo a sus hijos. Una vez que comience, se dará cuenta de que las opor-
tunidades son infinitas.

• Únase al servicio secreto de Dios. Busque formas de servir de for-


ma anónima: enviar una nota de aliento, dejar un plato de galletas ca-
seras en una casa, pagar el campamento para un niño, pagar la bole-
ta de la electricidad de alguien necesitado.
• Dé un vaso de agua fría en su nombre. Ofrézcase como voluntario
para dar de beber a los atletas en un maratón de personas minusváli-
das. Regale helados en el parque un día de mucho calor. Tenga refres-
cos frias para los viajeros en una parada de autobús.
• Busque a su "ángel desconocido". Dios suele poner a personas ne-
cesitadas en nuestras vidas para que las sirvamos. En lugar de resis-
tirse, acepte a esa persona como una "cita divina" y ámela para el Se-
ñor.
• Consuele con la consolación que ha recibido. Muchas veces, don-
de mejor servimos es en alguna área en que hayamos sufrido dolor. Si
usted ha superado un cáncer, puede dar esperanza y apoyo a alguien
que recién ha recibido el diagnóstico. Si ha perdido a un ser querido,
tiene palabras que los que están de duelo necesitan escuchar.

TODO LO QUE TE VINIERE A LA MANO PARA HACER.


HAZLO SEGUN TUS FUERZAS.
(ECLESIASTÉS 9:10)

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARiA EN UN MUNDO DE MARTA

Veo tres sencillos principios de ministerio en la vida de Cristo,


que pueden mostramos cómo vivir nuestra vida sirviendo fructífe-
ramente "en la cocina":
• jesús ministraba mientras iba por el camino.
• jesús se desviaba de su camino para ministrar.
• jesús ministraba de todas las maneras posibles.

POR El CAMINO
Antes que nada, jesús estaba disponible. Ministraba cuando se
lo necesitaba, mientras iba por el camino. Libró al hombre poseído
por demonios cuando pasaba por la tierra de los gadarenos (ver
Mateo 8:28-34). Camino a Capemaum, usó el tiempo para enseñar
a sus discípulos (ver Marcos 9:33-37). Cuando regresaba de Decá-
polis, aprovechó oportunidades para sanar a los enfermos y resuci-
tar muertos (ver Lucas 8:40-56).
Aun el hecho central de este libro -la historia de María y Marta
que nos cuenta Lucas 10:38-42- se produjo mientras jesús estaba
"en el camino". En lugar de apresurarse por llegar a jerusalén,
adonde se dirigía, jesús, aparentemente, se detuvo de forma ines-
perada en Betania, donde, como dice el versículo 38, "una mujer
llamada Marta le recibió en su casa".
Este es un Dios que se acerca a nosotros. Cuando le abrimos
nuestra vida, Él entra en nuestro corazón y habita dentro de noso-
tros. Después, nos invita a sumamos a su viaje ... porque de eso se
trata: servir a Dios. Dios no viene a firmar nuestro libro de invita-
dos. Viene a hacemos suyos.
Henry Blackaby nos recuerda, en Mi experiencia con Dios, que
jesús observaba para ver lo que su Padre estaba haciendo, y luego
hacía lo que veía que el Padre ya estaba haciendo. Jesús no hacía
nada por iniciativa propia, según juan 5:19. Por el contrario, el Hi-
jo hacía solo lo que veía hacer al Padre.
Ese es el secreto del servicio en la cocina. En lugar de esperar que
Dios acept€; nuestros planes, sueños y proyectos, o de tratar frenéti-
camente de impresionarlo con nuestros esfuerzos para Él, simple-
mente tenemos que ver dónde Dios está trabajando, y unimos a Él.

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EL SERVICIO DE LA COCINA

Cuando lo hacemos, el servicio en la cocina se convierte en un


deleite en lugar de una destrucción. Se convierte en un resultado
natural de nuestra relación con Dios, en lugar de un deber más que
nos impide hacer lo que realmente queremos hacer. Cuando minis-
tramos "en el camino", cada día se convierte en una aventura.
Nunca olvidaré un día que regresábamos en el auto de un re-
tiro para pastores de jóvenes. Al cruzar el sector oriental del esta-
do de Montana, encontramos un desvío que nos sacó de la ruta
rural y nos llevó a una ruta de tierra llena de nieve. Kilómetro tras
kilómetro, continuamos avanzando, el único auto en esa vasta
planicie de Montana, con solo una cerca de alambre para demar-
car el camino.
"Creo que estamos perdidos", dije.
"No estamos perdidos -dijo Juan-. Vuelve a dormir."
Así que, como obediente esposa que soy, volví a dormir. No sé
cuánto más recorrimos, pero desperté cuando el auto finalmente
giró en la entrada de un campo y se detuvo. Después me enteré de
que era la única entrada que mi esposo había visto en muchos ki-
lómetros.
Me restregué los ojos y me senté, justo a tiempo para ver un pe-
queño trailer rosa y blanco, algo oxidado, inclinado ligeramente
por el viento. Miré a Juan mientras detenía el vehículo.
"Estamos perdidos", admitió.
Pero no estábamos perdidos en lo más mínimo.
El anciano que salió a recibirnos pareció un poco decepcionado
cuando Juan salió del auto. Era su cumpleaños, y tenía la remota
esperanza de que el auto que había escuchado llegar fuera el de su
hijo, que vendría a visitarlo desde Minnesota.
Pero pareció reanimarse cuando nos quedamos a charlar un po-
co y le regalamos un pequeño animalito de juguete que habíamos
comprado en el viaje. Al despedirse de nosotros, a pesar de la lágri-
ma que brillaba en sus ojos, sonreía mientras nos señalaba el cami-
no por donde podíamos regresar a la ruta.
He descubierto que, cuando estamos dispuestos a servir como
lo hacía Jesús -mientras vamos "por el camino"-, citas divinas co-
mo esta comienzan a surgir por todas partes. Y si nos tomamos el

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARÍA EN UN MUNDO DE MARTA

tiempo para detenemos y escuchar, podemos encontrar nuestro


destino, aunque pensemos que estábamos perdidos.

DESVIARNOS DE NUESTRO CAMINO


En el libro Lave Adds a Little Chocolate (El amor agrega un poco
de chocolate), Linda Andersen escribe:

El deber puede preparar un emparedado para que nues-


tro hijo almuerce en la escuela, pero el amor le agregará una
notita diciéndole cuánto lo amamos ... La obligación manda
a los hijos a dormir a horario, pero el amor acomoda las
mantas y da besos y abrazos -aunque los hijos sean adoles-
centes-. El deber se ofende fácilmente si no es apreciado, pe-
ro el amor aprende a reír mucho y trabajar por el puro gozo
de hacerlo. La obligación puede servir un vaso de leche, pe-
ro, con frecuencia, el amor le agrega un poco de chocolate. 51

Esta descripción del amor es una bella imagen de la forma en


que jesús vivió su vida. Una y otra vez Él fue más allá del llamado
del deber, y actuó por amor. Se salió de su camino para ministrar...
y creo que quiere que nosotros hagamos lo mismo.
jesús debe de haber estado agotado esa tarde, hace muchos
años, que vemos reflejada en Mateo 14. Todo el día la multitud lo
había acosado con sus necesidades. Tengo la impresión de que aje-
sús eso no le importaba. Aún podía observar los ojos brillantes de
la niña inválida cuando ella dio el primer paso. Aún podía escuchar
los gritos de gozo de la multitud cuando ella tomó su mano y co-
menzó a danzar. Aún podía sentir la presión de la vieja mano arru-
gada del anciano que le agradecía por devolverle la vista. Era pre-
cisamente a eso que había venido: "A vendar a los quebrantados de
corazón, a publicar libertad a los cautivos" (Isaías 61:1).
p.,ro ¿quién iba a sanar el corazón quebrantado de jesús? Su
primo Juan había sido ejecutado días antes, y jesús estaba triste. La
brillante ciudad de Tiberias refulgía en Galilea aquel día. Las antor-
chas del palacio del rey Herodes iluminaban el temprano atardecer.

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EL SERVICIO DE LA COCINA

A jesús le habían contado que dentrQ. de sus paredes había un pla-


to. Un plato que sostenía la cabeza de su querido amigo.
Ahora que se acercaba la noche, jesús deseaba estar solo. Nece-
sitaba estar solo. Solo el Padre podía consolarlo en su terrible tris-
teza y calmar el agotamiento que le calaba hasta los huesos.
"¡Allí está!" Las voces resonaron a través del lago, mientras una
larga fila de personas se abría camino rodeando el agua. Los discí-
pulos gimieron; habían visto el dolor reflejado en los ojos de su
Maestro. Ellos también estaban cansados después de un día traba-
joso. Sin duda, merecían algo de descanso.
"Despidámoslos", sugirió uno de los discípulos a jesús.
Pero jesús dijo que no.
En lugar de despedir a la gente, jesús tuvo compasión de ellos
y sanó a los que estaban enfermos (ver Mateo 14:14). Fue más allá
de su propia necesidad y los amó. Hizo lo que podía para ayudar-
los y; como si eso no fuera suficiente, alimentó a la multitud ham-
brienta. Pescado y pan para cinco mil personas.
La palabra que Mateo utiliza para decir "compasión" en este pa-
saje es splagchnizomai. Significa que jesús no respondió a esas per-
sonas por deber; les ministró porque sintió su angustia. Tan pro-
funda era su compasión, su splagchnizomai, que jesús literalmente
la sintió en sus entrañas. Dejó de lado su dolor para poder hacerse
cargo del de ellos. Dejó de lado sus deseos para convertirse en el
único deseo de ellos. Dejó de lado sus planes para poder satisfacer
todas sus necesidades.
y esa es la esencia del ministerio que se desvía de su camino.
Deja a un costado el yo, y extiende su mano con verdadera com-
pasión.
"El verdadero amor duele -dijo una vez la Madre Teresa-. Siem-
pre tiene que doler". y en otro lugar escribió, con gran agudeza: "Si
realmente nos amamos unos a otros, no podremos evitar hacer sa-
52
crificios". Durante muchos años esta diminuta monja y sus segui-
doras se salieron de su camino para ministrar a los moribundos,
primero en Calcuta, en la India, y luego, en todo el mundo. Su mi-
nisterio iba mucho más allá de tomar de la mano a los enfermos y
orar por ellos. Ellas sacaban a los enfermos de la calle cargándolos
sobre sí. Limpiaban sus heridas malolientes. Se ponían de rodilla

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARiA EN UN MUNDO DE MARTA

para limpiar sus "accidentes". Con amor, les daban de comer en la


boca a los que ni siquiera tenían dientes.
Ahora que la Madre Teresa se ha ido de este mundo, sus Misio-
neras de la Caridad continúan la obra que ella comenzó; un traba-
jo que una y otra vez se desvía de su camino para servir.
¿Por qué lo hacen?
Si se les pregunta, la respuesta es clara y contundente: "Lo ha-
cemos porque Jesús lo hizo".
Nosotros también debemos hacerlo.

SERVIR DE TODAS LAS MANERAS POSIBLES


Cuando el Hermano Lorenzo se entregó al servicio de Dios, no
pudo elegir qué trabajo haría. Si usted se ofrece como voluntaria
para ir a servir con las Misioneras de la Caridad, tampoco podrá
elegirlo. Todos comienzan en el mismo lugar: en el lugar de servi-
cio más humilde. Pero cuando somos realmente siervos, el título y
la posición son totalmente secundarios. Estamos dispuestos a ha-
cer cualquier cosa que sea necesaria.
Jesús no tenía una oficina lujosa en el barrio más caro de Jeru-
salén con una placa de bronce en la puerta que dijera: "Mesías". No
tenía un instituto bíblico con grandes edificios. Simplemente, mi-
nistraba mientras caminaba. Mientras iba por el camino. Cuando se
desviaba del camino.
Creo que esto es importante para tenerlo en cuenta cuando ha-
blamos del servicio de la cocina, especialmente en esta era de los
estudios sobre los dones. En las últimas dos décadas ha habido una
oleada de libros, seminarios y otras oportunidades de enseñanza
que tienen como fin hacer que conozcamos cuáles son nuestros do-
nes naturales y espirituales. Desde los clásicos hasta los más mo-
dernos, estos libros han ayudado a miles de cristianos a descubrir
los dones especiales que Dios ha puesto en ellos para edificación de
la iglesia.
El propósito de tales ofertas ha sido equipar a los santos para la
obra del ministerio, y el principio es muy sano: si trabajamos a par-
tir de los dones que Dios nos ha dado, podemos cumplir en mayor

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EL SERVICIO DE LA COCINA

medida con el potencial para el ministerio, y esto ayuda a los diver-


sos miembros de la iglesia a trabajar en armonía.
Pero me temo que, en lugar de movilizar al cuerpo de Cristo, es-
te énfasis en los dones nos ha dado a muchos una excelente excu-
sa. Ahora, cuando las iglesias piden gente que trabaje, tenemos una
razón espiritual para decir que no podemos.
-No es mi don -decimos, piadosamente, señalando Romanos
12 y 1 Corintios 12.
-Sí, me gustaría ayudar, pastor, pero no trabajo con bebés.
-Los adolescentes no son lo mío.
-No tengo el don de visitar los hogares de ancianos.
-Yo soy un exhortador, ¿sabe? No sirvo para limpiar baños.
Cuando la cortina de humo verbal finalmente se disipa, perma-
nece la pregunta: ¿Qué es lo que sí hacemos?
N o quiero minimizar la importancia de conocer nuestros
puntos fuertes y nuestros puntos débiles. Hay mucho que debe-
mos aprender sobre los dones que Dios da a la iglesia, y la par-
te que nos toca cumplir en el cuerpo de Cristo según Romanos
12. Además, ya hemos dicho que una necesidad no es necesaria-
mente un llamado, y nadie está llamado a hacer todo. Por eso
siempre debemos comenzar por la sala, y pasar un tiempo espe-
rando delante del Señor y preguntándole qué es lo que quiere
que hagamos.
Pero, hasta donde yo sé, la descripción bíblica de dones y los re-
cordatorios de servir sabiamente nunca tuvieron como fin servir
como excusa para elegir la clase de servicio que nos resulta cómo-
da, y dejar de lado todos los demás.
Después de todo, el mismo capítulo de Romanos que nos da la
lista de dones espirituales también dice claramente que todos so-
mos llamados a servir, sea cual fuere nuestro don específico. Es po-
sible que no tengamos el don de la hospitalidad (ver Romanos
12:7), pero todos somos llamados a practicarla (v. 13). Podemos no
tener el don de dar (v. 8), pero todos somos llamados a compartir
"para las necesidades de los santos" (v. 13).
"En lugar de elegir las oportunidades de ministrar basándonos
solamente en nuestros talentos e intereses -escribe ]ack Hoey en

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARÍA EN UN MUNDO DE MARTA

Discipleship Joumal (Revista de discipulado)- se nos ordena que nos


dediquemos siempre totalmente a la obra del Señor.,,53
Eso es lo que hacía nuestro Salvador. Ministraba en todo lu-
gar donde iba, de toda clase de formas. Se detenía a hablar con
una mujer que se sentía sola. Les contaba historias a los niños y
cocinaba para sus discípulos. Cenaba con publicanos y pecado-
res, y llegó a llamar a uno a que abandonara su escondite en un
árbol para poder tener un poco de koinonia (comunión) con él.
En lugar de guardar su vida, Jesús la entregaba; y dijo a sus
seguidores que hicieran lo mismo. Cuando nos entregamos pa-
ra ser usados por Dios, no siempre podemos elegir el horario, el
método o el lugar de ministerio. De hecho, algunas veces nos
encontramos sin hacer nada ... más que orar y esperar la guía de
Dios.
"El que solo permanece quieto y espera, también sirve", escri-
bió el gran poeta inglés Juan Milton. 54 Frustrado por las limitacio-
nes de volverse ciego, Milton había sentido que su vida perdía va-
lor, que Dios no podía usarlo. Pero, como descubrió el poeta, la
clave no está en nuestra actividad, sino en nuestra receptividad a la
voz de Dios y en nuestra disposición para ser usados de cualquier
manera que Él nos señale.
Cuando le llevamos nuestra disposición para servir, Dios siem-
pre, finalmente, nos muestra algo que podemos hacer por Él. y esa
tarea siempre tiene algo que ver con el amor.

PASION. COMPASION y PODER


Una verdadera pasión por Dios provocará, naturalmente, com-
pasión por las personas. No podemos amar al Padre sin estar tam-
bién dispuestos a amar a sus hijos ... aun cuando no sean fáciles
de amar.
En su hermoso libro Love Beyond Reason (Amor más allá de la
razón), Juan Ortberg cuenta la historia de Pandy la muñeca de tra-
po de su hermana. "Había perdido gran parte de su cabello, le fal-
taba un brazo y, en general, se le había salido casi todo el relleno."
Pero era la muñeca favorita de su hermana.

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EL SERVICIO DE LA COCINA

Así que, cuando Pandy desapareció en el viaje de regreso de las


vacaciones, el padre dio la vuelta con el auto y volvió hasta Cana-
dá en su búsqueda. "Éramos una familia muy amorosa", dice Ort-
berg. "Quizá no éramos particularmente brillantes, pero sí muy ca-
riñosos." Encontraron a Pandy en el hotel, envuelta entre las
sábanas que esperaban ser lavadas, lo cual habría significado una
muerte segura para ella.
¿Por qué Pandy era tan valiosa para la familia? No era por su be-
lleza. Era el hecho de que la hermanita de Ortberg la amaba tanto
que, como él dice: "Si alguien amaba a mi hermana, naturalmente,
también amaba a Pandy".

CONTROLE SUS MOTIVOS

El servicio en la cocina es parte vital de la vida de cualquier cristiano, pe-


ro nunca debemos olvidar que el porqué servimos es tan importante como
el cómo servimos. La motivación de nuestro corazón siempre marca la di-
ferencia. Jan Johnson, autora de Living a Purpose-Full Lije (Cómo vivir
una vida llena de propósito) sugiere una serie de preguntas útiles para
ayudamos a "hacer la obra de Cristo con un corazón como el de Cristo".

• ¿Sirvo solo para impresionar a alguien?


• ¿Sirvo para recibir recompensas de otros?
• ¿Los cambios de humor (propios o ajenos) afectan mi servicio?
• ¿Uso mi servicio para sentirme bien conmigo mismo?
• ¿Uso el servicio para acallar la voz de Dios que me exige un cambio?55

JEHOVÁ NO MIRA LO QUE MIRA EL HOMBRE:


PUES EL HOMBRE MIRA LO QUE ESTÁ DELANTE DE SUS OJOS.
PERO JEHOVÁ MIRA EL CORAZON.
(l SAMUEL 16:7)

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARiA EN UN MUNDO DE MARTA

Lo mismo sucede con nuestro Padre celestial. Como hijos su-


yos, tenemos fallas y heridas, estamos rotos y muchas veces, muy
desgastados. "Todos somos muñecos de trapo -dice Ortberg-. Pero
somos los muñecos de trapo de Dios." Y Jesús dejó en claro que
servirlo a Él implica servir a quienes Él ama.
-Si me amas, debes amar a mis muñecos de trapo -dice Dios, es-
cribe Ortberg-. Todo viene dentro del mismo paquete. 56
Creo que es por eso que, en Hechos 3, Pedro y Juan no pudie-
ron pasar de largo junto al hombre que estaba sentado delante de
la puerta del templo llamada La Hermosa. Cuando miraron al mu-
ñeco de trapo que era aquel hombre, no vieron a un cojo; vieron a
un hijo de Dios. Y lo amaron. Quisieron ayudarlo. Su pasión por
Dios se convirtió naturalmente en compasión por el necesitado. Pe-
ro, en lugar de ofrecerle dinero, le dieron algo mucho más valioso;
algo que todos debemos recordar cuando ofrecemos un servicio
por compasión.
-No tengo plata ni oro -le dijo Pedro. Pero entonces, con toda la
pasión y el poder del Espíritu Santo que tenía en su interior, conti-
nuó-: Pero lo que tengo te doy; en el nombre deJesucristo de Nazaret,
levántate y anda (Hechos 3:6).
Es que la compasión es solo el comienzo de lo que tenemos pa-
ra ofrecer a las personas que Jesús ama. Después de todo, el mun-
do está lleno de obras de caridad, personas caritativas y fundacio-
nes que dan dinero y tiempo para hacer cosas increíbles para los
pobres. y yo sé que esta compasión complace a Dios, aunque pro-
venga de personas que no son cristianas.
Pero lo que el hombre cojo necesitaba de Pedro aquel día no
era su compasión. Necesitaba algo que no se encuentra en bolsi-
llos ni billeteras, ni siquiera en la piedad de los demás. Ese hom-
bre necesitaba sanidad. Necesitaba que el poder de Dios transfor-
mara su vida.
y poder fue, exactamente, lo que recibió. Por el poder del Espí-
ritu Santo, Pedro tomó al hombre de la mano y lo ayudó a levan-
tarse, "y al momento se le afirmaron los pies y tobillos; y saltando, se
puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y sal-
tando, y alabando a Dios" (Hechos 3:7-8).

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EL SERVICIO DE LA COCINA

LO QUE TENEMOS PARA OFRECER


Yeso, más que nada, es lo que el mundo necesita de nosotros
hoy. Han escuchado los sermones por televisión; han visto los edi-
ficios de nuestras iglesias y han leído nuestros ofrecimientos. Pero
tienen hambre de la gloria manifiesta de Dios. Algo más grande que
ellos. Algo más grande que nosotros. Quieren ver a Dios.
Siempre ha sido así. Pablo hablaba de esta realidad cuando es-
cribió, en 1 Corintios 2:4-5: "Y ni mi palabra ni mi predicación fue
con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración
del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabi-
duría de los hombres, sino en el poder de Dios".
El mundo ya tiene suficiente sabiduría humana. Si lo único que
su prójimo necesitara fuera saber cómo se hacen las cosas, encon-
traría la respuesta en los programas de consejos de la televisión. Si
su cuñado necesitara solamente asesoramiento, lo encontraría en
sus compañeros de trabajo o en Internet. Pero lo que él no puede
conseguir allí es lo que realmente necesita: una vida nueva. Si la sa-
biduría humana fuera suficiente para resolver todos los problemas
del mundo, ya nos habríamos librado de guerras, hambrunas y en-
fermedades ... y no tendríamos necesidad de Dios.
Obviamente, eso no ha sucedido. El mundo sigue enredado en
luchas, agotándose en un vacío físico y espiritual, sufriendo y mu-
riendo. Aún sigue desesperado por el tipo de sanidad que solo Dios
puede dar.
Sería una buena idea, entonces, que cada uno de nosotros hicie-
ra una pausa, de vez en cuando, en medio del servicio, y se pregun-
tara: "¿En qué confío? ¿A quién llevo a la gente?"
Porque, si nuestro servicio en la cocina no le muestra a Jesús a
la gente, nos arriesgamos a convertimos en mesías sustitutos. Si
nosotros, y no Dios, terminamos siendo el origen de nuestra espe-
ranza, estamos guiando a esas personas hacia una decepción segu-
ra, y nosotros mismos acabaremos agotados por completo; porque,
en nosotros mismos no podemos salvar al mundo. En nosotros, co-
mo Pedro y Juan a la entrada del templo, no tenemos nada para
ofrecer. Pero, en Cristo, se nos da el poder de dar a las personas lo
que ellas necesitan más desesperadamente.

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COMO TENER UN CORAZON DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

¿Sabe? Solo Dios puede sanar a los muñecos de trapo. Solo Dios
puede rellenarnos. Nuestra tarea es, simplemente, ser muñecos de
trapo emisarios, formados a su semejanza, llenos de su amor y do-
tados de su poder. y del privilegio de dar a conocer a un Padre
amoroso con nuestro mundo huérfano.

¡SE ME SALE POR TODOS LADOS!


Se cuenta que un niñito se acercó a un predicador después de
un culto evangelístico en una carpa. -Disculpe, señor... -le dijo,
muy educado-. Usted dijo que todos debemos invitar a jesús a en-
trar en nuestro corazón, ¿verdad?
-Así es, hijo -le dijo el evangelista, inclinándose para poder mi-
rar al niño a los ojos-o ¿Se lo pediste tú?
-Bueno, me gustaría -dijo el niño, levantando un poco de pol-
vo con la punta del zapato antes de volver a mirar al evangelista-o
Pero estuve pensando ... yo soy tan pequeño y jesús es tan grande
que ... ¡se me va a salir por todos lados!
-De eso, justamente, se trata, querido -le dijo el evangelista.
No sé usted, pero yo quiero quejesús sea tan evidente en mi vi-
da que la gente no me considere simplemente una buena persona,
llena de buenas obras. Quiero que mi relación con Dios sea tan real
y vital, tan como la de los apóstoles Pedro y Juan, que la gente no
pueda menos que darse cuenta.
¿No sería maravilloso que se dijera de nosotros lo que se dice
en Hechos 4: 13? "Entonces viendo e! denuedo de Pedro y de Juan, y
sabiendo que eran hombres sin letras y de! vulgo, se maravillaban; y
les reconoCÍan que habían estado con Jesús".
Creo que eso fue lo que el presidente Jiang Zemin quería decir
cuando le contó a Don Argue la historia que relatamos al principio
de este capítulo. Él "reconoció" la diferencia en la vida de una cris-
tiana totalmente anónima. Yeso se grabó en su memoria.
Lamentablemente, no conozco el resto de la historia. Los cris-
tianos chinos continúan siendo perseguidos a causa de su fe ca-
da día. Las autoridades chinas no dan señales de modificar su
posición.

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EL SERVICIO DE LA COCINA

Pero ¿quién sabe? Quizá la tierna compasión de una mujer-una


enfermera cristiana que, mientras iba por su camino, se desvió de
ese camino, de diferentes formas- sea la que cambie, finalmente, el
corazón de un presidente y de su país.
Una cosa es segura. La causa de Cristo está vivita y coleando en
China gracias a cristianos como ella. Cristianos que se atrevieron a
amar. Cristianos que se atrevieron a servir. Cristianos que se atre-
vieron a dejar que Jesús "se les saliera por todos lados".
En lugar de oponerse al gobierno durante los últimos cuarenta
años de gobierno comunista, "Los cristianos chinos se dedicaron a
la adoración y el evangelismo, la misión original de la iglesia -es-
cribe Philip Yancey en Whats So Amazing About Grace? (¿Qué tiene
de extraordinaria la gracia?)-. Se concentraron en cambiar vidas, no
en cambiar leyes". y algo increíble ha estado sucediendo en estos
últimos cuarenta años.
-Cuando me fui de China, había allí setecientos cincuenta mil
cristianos -le contó un anciano misionero, experto en China, a
Yancey. ¿Y ahora?
-Se escucha todo tipo de cifras -dice el hombre-o Pero creo que
57
una cifra aproximada sería treinta y cinco millones.
Una vida puede, realmente, marcar una diferencia. Su vida, más
mi vida, son dos.
Conectémonos con la Vid de tal forma que podamos comenzar
a dar fruto. Comencemos a vivir de tal manera que Jesús "se nos
salga" por todos lados. Comencemos a amar de tal modo que otros
puedan señalar nuestra vida y decir: -Yo sé quién es usted.
O mejor aún: -Yo sé a quién pertenece usted -porque ven a
nuestro Señor, y su amor, en nosotros.

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7

1 A M\IEJOIR PARTIE
Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido
la buena parte, la cual no le será quitada.
nUCAS IO:42~

A lgunas veces,· una imagen vale más que mil palabras.Mi


cumpleaños número treinta y pico había amanecido brillan-
te y ajetreado. Entre una pila de boletas para pagar y publi-
cidades varias, encontré una tarjeta enviada por mi amiga Janet
McHenry. Era para desearme un feliz cumpleaños, pero lo que me
hizo sonreír y realmente captó mi atención fue la fotografía de la
tapa. Ilustraba todo lo que yo había sentido en ese temible día en
que comenzaría a ser un poco más vieja.
-Esa soy yo -le dije a mi esposo, mientras le mostraba la foto-
grafía en blanco y negro.
Era una fotografía tomada a principios de los años cincuenta,
de una joven en shorts tipo Greta Garbo, con ocho o nueve aros

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

hula-hula que giraban locamente alrededor de su cintura. -¿ Cómo


lo hace? -quise saber.
Había sido un día frustrante, con demasiadas responsabilidades
y poca energía de mi parte. Uno por uno, nombré los "aros" que ha-
bía tratado de mantener en movimiento: esposa, madre, esposa de
pastor, amiga, escritora, profesora de piano, cocinera, limpiadora,
y chofer de niños. Si no llevaba a mi hijo a un partido, corría para
llegar a tiempo a la iglesia; si no doblaba la ropa recién lavada, tra-
taba de tener unos pocos minutos en paz para escribir.
-¡Esa soy yo! -reí. Hice unos movimientos algo exagerados con
las caderas, tratando de mantener mis aros invisibles en el aire. Mis
ojos fueron de la fotografía a la mirada preocupada de mi esposo y
luego volvieron a la foto. -¡Esa soy yo!
Después de unas tazas de té de tila y algunos calmantes -quie-
ro decir, caramelos- de chocolate, me tranquilicé y leí la carta de
mi amiga mientras mi esposo llevaba a los niños a otro partido.
Charlatana y llena de humor, Janet me contaba sobre su propia vi-
da ajetreada y las cosas que el Señor le había enseñado.
Terminé la carta, cerré la tarjeta y miré una vez más la fotogra-
fía de la joven. Había tantos aros ... pero ella parecía tranquila. El
cuerpo parecía completamente quieto, los brazos algo extendidos,
mientras los aros danzaban alrededor de su cintura en un caos sin-
cronizado.
Su rostro me atrapó. Miraba directamente a la cámara y sonreía
tan tranquila como si no tuviera ningún problema.
Entonces me di cuenta; pude ver cuál era su secreto. -Encontró
el ritmo -me susurré a mí misma.
-Determinó cuál era su centro, y dejó que todo lo demás se mo-
viera alrededor de eso.
Eso es exactamente lo que yo no estaba haciendo con mi vida.
Todas las cosas que trataba de lograr eran importantes, pero había
perdido el centro. Como una rueda sin eje, había ido a los tumbos
por la vida, chocaba contra un deber y otro deber.
Si había una pausa adecuada, pasaba un poco de tiempo con el
Señor. Pero últimamente, la mayoría de las veces, mis días ajetrea-
dos se habían deslizado sin que tuviera un tiempo de quietud. Y mi
vida estaba revelando lo que le faltaba a mi espíritu.

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LA MEJOR PARTE

Me descubrí orando: -Enséñame, Señor. Muéstrame el ritmo de


la vida.
-Sé mi centro.

AR.OS y SANTIDAD
La vida está llena de aros hula-hula. Todos tenemos responsabi-
lidades, cosas importantes que requieren nuestra atención. Pero si
no tenemos cuidado, nuestro corazón y nuestra mente se consumi-
rán en la tarea de tener todos esos aros en movimiento. En lugar de
centramos en Cristo y dejar que los demás elementos de nuestra vi-
da ocupen el lugar que les corresponde alrededor de ese centro,
acabamos cambiando nuestra atención de una cosa importante a
otra, al tratar desesperadamente de mantenerlas a todas en movi-
miento.
Es fácil olvidar que, así como hay un tiempo para trabajar, tam-
bién hay un tiempo para adorar; y es la adoración, el tiempo que
pasamos con Dios, el que nos brinda ese centro sereno para una vi-
da ajetreada y compleja.
María de Betania no cayó en ese error. Ella sabía cuál era la di-
ferencia entre el trabajo y la adoración. Marta, no. Por eso, casi se
perdió la mejor parte.
Casi puedo ver a Marta mientras saludaba a Jesús, que estaba de
paso por Betania. No creo que se notaran los aros que intentaba
mantener en movimiento, pero no me sorprendería haber observa-
do un ligero movimiento en sus caderas. -¡Pasa! ¡Pasa! -le dijo,
probablemente. -Mi casa es tu casa. Ahora, si me disculpas, tengo
que ver cómo va la sopa.
Yo también he sido culpable de darle a mi Señor un "hola" sin
aliento y un rápido abrazo. Lo he recibido en mi vida y lo he ubi-
cado en ella; pero después, continué como Marta, girando frenéti-
camente mientras me ocupaba de otros "quehaceres".
María no hacía eso. Dejó caer sus "aros hula-hula" y se sentó a
los pies del Señor. ¿Quién tiene tiempo para juegos cuando esta-
mos en presencia del Maestro más sabio que jamás haya vivido?

--.--. __ ._----------~- ---


CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

Ahora bien, se dice que María probablemente no tuviera ningún


aro en movimiento -es decir, que era de "las holgazanas"-. A los
que somos como Marta nos gusta decir: -i Por eso tenía tiempo pa-
ra sentarse a sus pies!
Pero no tenemos prueba de ello, y creo que la Biblia no nos da
ningún detalle a propósito.
Los estereotipos impiden que nos acerquemos a la verdad. La
historia de María y Marta nunca tuvo como fin convertirse en un
perfil psicológico o un juego de roles en que elegimos el personaje
con quien más nos identificamos. Es la historia de dos respuestas
diferentes en una ocasión en particular. En ella, no debemos bus-
car nuestro tipo de personalidad, sino la clase de corazón que Cris-
to anhela que tengamos: un corazón centrado solo en Él.

MANTENER EL ENFOQUE
Cuando leí la tarjeta de cumpleaños que mi amiga me había en-
viado aquel día, no pude evitar maravillarme por la obra que Dios
había hecho en ella. Madre de cuatro hijos, casada con un agricul-
tor que, además, era abogado, Janet era profesora de inglés en una
escuela secundaria, y escribía libros y articulas en los ratos libres
que podía encontrar aquí y allá. Su vida era muy ajetreada. La rei-
na de los aros hu la-hu la.
Un año antes Janet había enviado un mensaje pidiendo socorro
al grupo de correo electrónico al que ambas pertenecíamos. Diver-
sas crisis dolorosas, incluido un juicio injusto, habían caído sobre
la vida de su familia sin aviso previo.
-Oren por mí -pedía-o Siento que estoy cayendo.
Janet, de personalidad melancólica pero perfeccionista, se había
encontrado ahogada en desesperación. No podía arreglar la situa-
ción. No podía cambiarla. Pero, en medio de todo eso, Dios la lla-
maba a acercarse a Él.
Después de varios meses, nos escribió: -Me levanto una hora
más temprano y salgo a caminar y oraT.
Cada mañana, antes de ir a trabajar, Janet se ponía ropa de
gimnasia y salía a caminar por el pequeño pueblito donde vivía,

------136--------------------------------------------------
LA MEJOR PARTE

y oraba por las personas y las situaciones que iba recordando mien-
tras andaba. -No puedo creer el cambio que esto logra en mi vida,
esto de estar a solas con Dios -escribió en la tafjeta de cumplea-
ños-. ¡El otro día descubrí que estaba cantando!
Hudson Taylor dijo, una vez: -Todos tendremos pruebas. La
pregunta no es cuándo llegará la presión, sino dónde dejaremos
que se instale. ¿Se interpondrá entre nosotros y el Señor? ¿O nos
59
apretará aun más contra el pecho de Cristo?"
En lugar de dejar que sus circunstancias la apartaran de Dios,
]anet decidió permitir que la acercaran más.
Mi amiga experimentaba la verdad que Selwyn Hughes escribe:
-La vida funciona mejor cuando sabemos cómo echar una mirada
a las cosas, mientras observamos atentamente a Dios. Verlo a Él cla-
60
ramente nos permitirá ver todo lo demás claramente"
Es muy fácil perder el enfoque en la vida, perder el centro ... La vi-
da conspira para apartar nuestros ojos del rostro de nuestro Salvador,
nos hipnotiza con la corriente interminable de nuestros problemas.
Quizá intente explicármelo de una manera racional a mí misma:
-No puedo pasar tiempo con Dios hoy. No tengo tiempo.
Pero la verdad es que, cuanto peor es el día, más tiempo tengo
que pasar con el Salvador. Cuantos más "aros" deba tener en movi-
miento, más necesito mantener el centro.
Creo que es importante recordar que si María no hubiera deci-
dido tomarse el tiempo de su ajetreada agenda de actividades dic-
tadas por Marta para sentarse a los pies de]esús, todo este encuen-
tro no se hubiera producido. Los evangelios habrían continuado
sin registrar esta íntima pausa entre una mujer y su Salvador. y no
habríamos visto la diferencia que la intimidad de la sala puede mar-
car en una vida -yen una familia- rendida a Dios.

HACER. LUGAR.
He descubierto que necesito estar a solas, un tiempo devocional
diario con Dios, si quiero mantener el centro. Si quedo librada a mi
propio albedrío, soy débil y cambiante. Un día estoy ardiendo:
"¡Señor, te amo! ¡Glorifícate en mí!" Al día siguiente, estoy tibia:

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COMO TENER UN CORAZON DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

"Lo siento, Señor, tengo que tenninar pronto". He descubierto que


las palabras del himno son tan ciertas:

Me siento, Señor, propenso a vagar,


• • 61
Propenso a dejar al DIOS que tanto amo.

En su libro First Things First (Lo primero, primero), Stephen Co-


vey cuenta la historia de un hombre que dictaba un seminario so-
bre la administración del tiempo. Para demostrar un concepto, es-
te hombre sacó un frasco muy grande, de boca muy ancha, de
debajo de la mesa. Tomó algunas piedras del tamaño de un puño y
las puso en el frasco. Entonces, miró a los presentes y les pregun-
tó: "¿Está lleno este frasco?"
Algunos de los presentes, sin saber cuál era el objetivo de la de-
mostración, respondieron rápidamente que sí. El maestro rió sua-
vemente y dijo: "No". Entonces sacó un recipiente con piedritas y
comenzó a volcarlas en el frasco. Los presentes vieron cómo las
piedritas se acomodaban en los resquicios de las piedras más gran-
des y llenaban los espacios hasta llegar al borde.
"Ahora, ¿está lleno?"
La gente estaba un poco reticente a contestar. Después de todo,
ya se habían equivocado una vez. En lugar de esperar la respuesta,
el maestro volcó otro recipiente con arena entre las piedras y las
piedritas. Sacudió suavemente el frasco para que la arena se acomo-
dara, y volcó un poco más, hasta que la arena llegó al borde del
frasco. Preguntó nuevamente si estaba lleno y, esta vez, algunos
contestaron: "Probablemente, no".
Ahora, el maestro tomó una jarra con agua y la derramó lenta-
mente en el frasco. El agua se filtró hasta que llegó al borde del
frasco y comenzó a derramarse afuera. "¿Está lleno ahora el fras-
ca?", preguntó el expositor. Todos contestaron que sí.
-Muy bien -dijo el hombre-o ¿Cuál es la lección que nos da es-
ta ayuda visual?
Alguien que estaba sentado por atrás levantó la mano y dijo:
-Que, por ocupada que esté nuestra vida, siempre hay lugar para
algo más".

---l38-------------------
LA MEJOR PARTE

-No -dijo el maestro, mientras los demás soltaban la risa-o No


es esa.
-La lección es, señores -dijo el expositor cuando las risas cedie-
ron- que si no ponemos primero las piedras grandes, nunca podre-
62
mas ponerlas al final.
¡Qué colosal imagen de una colosal verdad! Parece lo mismo
que Jesús quiso dejar en claro al decir: "Buscad primeramente el rei-
no de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas" (Ma-
teo 6:33).
Lo primero, primero, dijo el Señor. Ocúpate de mis cosas, y yo
me ocuparé de las tuyas. Haz lugar en tu corazón para mí, y yo ha-
ré lugar para todo lo demás.

DEMASIADO LLENOS PARA


ESTAR COMODOS
Fuimos creados para estar llenos. Según Efesios 3:17-19, cuan-
do llegamos a conocer a Jesús como nuestro Señor por la fe, co-
menzamos a comprender el increíble amor de nuestro Salvador. y
cuando conocemos mejor su amor, somos "llenos de toda la pleni-
tud de Dios" (v. 19, énfasis agregado).
Fuimos creados para la plenitud de Dios, ni un gramo ni un li-
tro menos. Pero ¿estamos preparados para eso? Después de todo,
ser llenos hasta el borde con toda la plenitud de Dios muy posible-
mente nos obligue a ensancharnos. Como mínimo, podemos estar
seguros de que no será precisamente cómodo.
¿Estamos dispuestos a permitir que Dios haga explotar nuestro
ámbito de comodidad para expandir nuestra capacidad de recibir
más de Él? ¿O queremos un Dios al que podamos manejar?
Lamentablemente, muchas veces eso es lo que queremos: suficien-
te de Dios como para dejarnos contentos, pero no demasiado, como
para que nos haga cambiar. Nunca lo diríamos así, pero nuestra acti-
tud es justamente la que Wilbur Rees tenía en mente cuando escribió:

Quisiera comprar $ 3 de Dios, por favor. No demasiado,


para que no haga explotar mi alma ni interrumpa mi sueño,

----------------------139------
CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

sino lo suficiente como para una taza de leche caliente o una


siesta al sol. No quiero que me dé tanto de Él que llegue a
amar a una persona negra o ayude a un inmigrante a levan-
tar una cosecha. Quiero éxtasis, no transformación. Quiero
la calidez del vientre, no un nuevo nacimiento. Quiero me-
dio kilo del Eterno en una bolsa de papel. Quisiera comprar
63
$ 3 de Dios, por favor.

El problema, por supuesto, es que Dios no funciona así. No es-


tá a la venta en porciones fáciles de manejar y baratas. No está a la
venta, por empezar. Y no busca compradores; busca compramos ...
a usted y a mí. Quiere un pueblo que esté totalmente entregado a
Él. Completamente. En liquidación total. No está dispuesto a rega-
tear. No trata de agradar a nadie. Él ya pagó el precio. Su Hijo mu-
rió en la cruz para pagar nuesu'a deuda y rescatar nuestras almas.
Pero la transacción nunca es una venta obligada; y es funda-
mental que nos demos cuenta de esto. Dios es un caballero, no un
ladrón. Él nos corteja y nos busca; pero nunca se impondrá a no-
sotros. Podemos, de hecho, decirle que no al Hacedor del univer-
so. Podemos limitarlo a un rincón de nuestra vida.
La escritora y maestra Cynthia Heald lo expresa de la siguiente
forma: -Llegamos al grado de intimidad con Dios que nosotros
64
queramos llegar.
Las únicas limitaciones para la presencia de Dios en nuestra vi-
da son los límites que nosotros mismos nos fijamos; las excusas
que ponemos para evitar ser llenos hasta la plenitud de Dios.
La excusa de Marta eran sus deberes. Tenia mucho para limpiar
y cocinar. No creía tener tiempo para sentarse a los pies de Jesús.
Quizás su excusa sean los hijos o el trabajo. O quizá, como yo,
la única excusa que tenga para no cumplir con sus devocionales sea
pura holgazanería. Sea lo que fuere -sea lo que fuere que nos impi-
da pasar tiempo con Dios regularmente- es un pecado.
¿Suena duro decir que cocinar, limpiar, cuidar a los niños o
trabajar en su ocupación puede ser un pecado? Piénselo. La defi-
nición misma de pecado es separación de Dios. Así que, por im-
portante que sea la actividad, por buena que parezca, si la utilizo
como una excusa para tener a Dios a cierta distancia, es pecado.

------140----------------------------------------------
LA MEJOR PARTE

Debo confesarlo y arrepentirme de ello para poder acercarme al


Señor una vez más.
Porque cuanto más tiempo pase sin ser lleno de la presencia de
Dios, más seco y vacío y frustrado me sentiré.

TIENE QUE HABER ALGO MÁS


Cuando mi esposo y yo salimos de Montana para que él traba-
jara como pastor de música en Grants Pass, estábamos exhaustos.
La locura del petróleo de fines de los años setenta se había acaba-
do en el este de Montana y dejó un reguero de bancarrotas, empre-
sas cerradas y desesperación. En solo un mes, cincuenta familias de
nuestra iglesia se habían ido de la ciudad a buscar trabajo en otra
parte. Había sido un tiempo difícil para mi esposo y para mí, emo-
cional y económicamente. Pero no tenía idea de cuánto me había
secado espiritualmente.
Alguien me comentó hace poco: -No sabía lo seca que estaba
hasta que vi gente que estaba mojada.
Entendí lo que quería decir, porque eso fue exactamente lo
que me sucedió cuando llegamos a Oregon. La gente de Grants
Pass estaba muy "mojada". ¡Totalmente empapada, sumergida en
el Señor! La presencia del Señor era tan dulce en nuestras reunio-
nes, la gente tan madura en su fe, que lo único que yo podía ha-
cer era llorar.
Hacía años que conocía al Señor. Hacía casi una década que es-
taba casada con un pastor. Pero estaba espiritualmente seca. Seca
hasta los huesos.
¿Quiénes eran estas personas?, me preguntaba. ¿Cómo podían
estar tan felices? ¿Qué tenían que yo no tenía? ¿Cómo podían es-
tar ahí sentadas, disfrutando de la presencia del Señor, cuando yo
siempre me sentía obligada a estar en constante movimiento, ocu-
pada pero exhausta por el esfuerzo de tener todos mis aros hula-hu-
la en el aire?
Algunas veces tenemos que disminuir un poco el ritmo para
hacer un inventario espiritual y ver dónde estamos con respecto
a Dios. Algunas veces tenemos que darnos cuenta de cuán vacíos

------- 141-~~
CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

estamos, antes de desear ser llenados. Durante ese primer año en


Grants Pass, yo hice ambas cosas.
Al mirar lo que había sido mi vida hasta entonces, vi varias ex-
periencias "pico" en las que la lluvia había caído y empapado pro-
fundamente mi suelo, pero había también algunos valles secos.
Momentos de hambruna en que estaba tan seca y tan caída emocio-
nalmente que apenas me sentía viva. Yo tenía una clásica persona-
lidad sanguínea en mi andar con Dios: picos altos, muy altos, y pre-
cipicios muy, muy profundos. y ahora, últimamente, me sentía
perdida en un desierto monótono y estéril.
-Destruye las montañas, si es necesario, Señor -lloré una no-
che- pero llena esos valles. Dame una firmeza tal en mi vida que
pueda caminar tan fielmente en los buenos tiempos como en los
malos. ¡Quiero conocerte! Quiero ser llena de ti... y permanecer
llena.
¿Qué era lo que andaba mal en mí? Cuando me detuve a pen-
sarlo, supe parte de la respuesta. Mis tiempos de devocionales per-
sonales eran, por decirlo delicadamente, erráticos. Mi vida de ora-
ción tambaleaba, y solo leía la Biblia esporádicamente. Y, dado que
no pasaba un tiempo con Dios de manera regular, no me ponía en
posición de ser llenada una y otra vez.
¡No era de extrañarse que andara como si mi tanque estuviera
vacío!
En realidad, lo que sucedía era que solo me reunía con Dios
cuando tenía ganas de hacerlo. Yeso, comencé a darme cuenta, no
era suficiente. Si quería ser llena de Dios con mayor frecuencia, te-
nía que decidirme a permitir que Él me ensanchara para hacer lu-
gar para la "mejor parte" diariamente en mi vida. Yeso podía sig-
nificar aprender a abandonar mis emociones como brújula y
comenzar a ejercitar mi voluntad.

UN -ACTO DE LA VOLUNTAD
Hacer lugar para la "mejor parte" en nuestra vida no es fácil.
Muchos grandes hombres y mujeres de Dios han tenido gran di-
ficultad para conseguir un tiempo a solas con su Salvador. Me

------142--------------------------------------------------
LA MEJOR PARTE

encanta la espontaneidad y el humor con que J. Sidlow Baxter re-


lata su batalla por reestablecer un tiempo devocional regular des-
pués que "una vocecita delicada me decía que eso no era práctico,
que [... l yo no era de esas personas que son espirituales, que solo
unas pocas personas podían ser así".
Eso colmó la medida. Baxter quedó horrorizado por la forma en
que podía llegar a explicar racionalmente el hecho de evitar aque-
llo que más necesitaba, así que se dispuso a hacer algunos cambios
radicales. Escribe:

Como nunca antes, me enfrenté cara a cara con mi vo-


luntad. Le pregunté directamente: "Voluntad, ¿estás lista
para orar durante una hora?" La voluntad me dijo: "Aquí
estoy, y estoy lista, si tú lo deseas". Así que la voluntad y
yo nos tomamos del brazo y nos dirigimos a nuestro tiem-
po de oración. Inmediatamente, las emociones comenza-
ron a tirar para el otro lado, protestando: "Nosotras no va-
mas". Vi que la voluntad flaqueaba un poco, así que le
pregunté: "¿Puedes soportarlo, voluntad?", y ella respon-
dió: "Sí, si tú puedes". Así que la voluntad continuó, y
juntos nos arrodillamos para orar. [ ... l. Todo ese tiempo
fue una lucha. En cierto momento ... una de esas traicione-
ras emociones capturó mi imaginación y escapó hacia el
campo de golf; lo único que pude hacer fue ir y traer de las
orejas a esa traviesa.
Al final de esa hora, si me hubieran preguntado: "¿La pa-
saste bien?", tendría que haber respondido: "No, fue una lu-
cha desgastan te contra emociones contrarias y una imagina-
ción traviesa, del principio al fin". Lo que es peor, esa batalla
con las emociones continuó durante unas dos o tres sema-
nas más, y si, al final de ese tiempo, me hubieran pregunta-
do: "¿Has pasado un tiempo agradable en tu oración dia-
ria?", tendría que haber confesado: "No, algunas veces
parecía que los cielos estaban cerrados y que Dios estaba de-
masiado lejos como para escucharme, y que el Señor Jesús
estaba extrañamente apartado de mí, y que la oración no ser-
vía para nada".

143---
CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

Pero algo estaba sucediendo. Por empezar, la voluntad y


yo realmente les enseñamos a las emociones que éramos to-
talmente independientes de ellas. Además, una mañana,
aproximadamente dos semanas después de comenzada la lu-
cha, cuando la voluntad y yo nos dirigíamos hacia otra hora
de oración, escuché que una de las emociones le decía a otra:
"Vamos, chicas, no tiene sentido continuar resistiéndonos.
De todos modos, van a ir... ".
Después, un par de semanas más tarde, ¿qué creen que
sucedió? Durante uno de nuestros tiempos de oración, cuan-
do la voluntad y yo no pensábamos en lo más mínimo en las
emociones, una de las más vigorosas apareció inesperada-
mente y gritó: "¡Aleluya!", a lo cual, todas las demás emo-
ciones gritaron: "¡Amén!" y por primera vez, todo mi ser: in-
telecto, voluntad y emociones, estuvo unido en una
operación coordinada de oración. De repente, Dios era real,
los cielos estaban abiertos, el Señor Jesús estaba luminosa-
mente presente, el Espíritu Santo realmente se movía entre
mis anhelos, y la oración tenía una vitalidad sorprendente.
Más aun, en ese momento comprendí, repentinamente, que
el cielo había estado observando y escuchando durante to-
dos esos días de lucha contra emociones frías y rebeldes, y
que yo había recibido algunas lecciones muy necesarias de
• • 65
parte de mI Maestro celestIal.

Cuando leí por primera vez las palabras de Baxter, ellas libera-
ron algo muy profundamente dentro de mi alma. ¡Así que yo no era
la única! Otras personas también tenían dificultades. De repente,
sentí esperanza; esperanza de que yo también podría disfrutar de
los gozos de la "mejor parte". No tenía que esperar a sentirme es-
piritual para tener mi tiempo con Dios. Tenía que tomar una deci-
sión de la voluntad, y los sentimientos de espiritualidad, finalmen-
te, también llegarían.
Así que comencé a intentarlo, pero no era fácil. Algunas veces tu-
ve que luchar como Baxter. Algunas veces Dios parecía distante, y mi
corazón estaba como de frío acero. Otras veces me sentía irritable e
impaciente. Pero persistí y; gradualmente, las cosas comenzaron a

-------144---------------------------------------------------
LA MEJOR PARTE

cambiar. Como un paciente que despierta de un largo período en


coma, comencé a sentir un hambre de Dios que nunca había senti-
do antes; una especie de "satisfacción imposible de satisfacer" que
crecía cada vez más.

GRACIA ADMIRABLE
Cuando comencé a comprender la gracia -esa maravillosa, admi-
rable, abundante gracia de Dios- de una nueva forma, comencé a re-
conocer la obra que el Espíritu Santo hacía dentro de mí, al darme
el poder y el deseo de hacer la voluntad de Dios como nunca antes.
Me encontré frente al púlpito, orando cuando ya el culto había
terminado, buscando al Señor. Me encontré despierta a mitad de la
noche para pasar un tiempo en su Palabra, buscando al Señor. Me
encontré buscando libros y programas radiales religiosos durante el
día, buscando al Señor.
Quería todo lo que jesús pudiera ofrecerme. Y, al buscar su ros-
tro, descubrí que Él había estado allí, esperándome todo ese tiem-
po, con un jarro lleno de su presencia, listo para derramarlo. Que-
riendo llenarme "hasta la medida de la plenitud de Dios".
Esperando que yo eligiera la "mejor parte" y me encontrara con Él
en la sala.
La intimidad de la sala no es un estado místico del ser -o el no-
ser- como la idea hindú del nirvana. No tenemos que subir al Hi-
malaya para encontrarla, ni salir a buscar espíritus como los anti-
guos indios estadounidenses. No la encontraremos en un estante,
ni en una cueva antigua, ni bajo las luces de un museo.
La "mejor parte" no está "en algún lugar, allá afuera". Está den-
tro de nosotros, donde Cristo habita por su Espíritu Santo. ¿No es
maravilloso? No podemos perderla de vista.
¿Recuerda el cuadro de jesús golpeando a la puerta? Esa bella
escena estuvo colgada encima de la cómoda de mi abuela durante
años, como dulce recordatorio para esta niñita de que jesús anhe-
laba entrar en su corazón. La puerta de madera no tenía manija ha-
cia el lado de afuera, donde el Señor estaba esperando. Solo podía
abrirse desde adentro.

-----------145---
CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

Lo mismo sucede con la puerta de la voluntad. jesús no obligó


a las hermanas de Betania a aceptar su compañía; tampoco me obli-
gará a mí. Yo tengo que dejarlo entrar para que podamos disfrutar
de la intimidad de la sala. y la puerta no siempre es fácil de abrir,
ni siquiera desde adentro. Pero he descubierto que hay tres peque-
ñas llaves que pueden llegar a marcar una enorme diferencia. Son
tres sencillas verdades, tan simples que tendemos a pasarlas por al-
to, pero tienen suficiente poder como para abrir de par en par puer-
tas de voluntad obcecadamente cerradas. Estas llavecitas marcaron
una diferencia vital para mí, ya que me permitieron mantener mi
vida centrada en Cristo.
¿Cuáles son esas tres llavecitas? Son fáciles de recordar, porque
comienzan todas con C:
• Continuidad
• Creatividad
• Conversación

PRÁCTICA CONTINUA
Cuando era adolescente, leí un libro sobre Andraé Crouch, un
conocido músico cristiano de esa época. Su padre, que era pastor,
había orado por las manos de su hijo, que entonces tenía doce
años, cuando la iglesia necesitaba un pianista, y Dios había respon-
dido su oración. Andraé no solo se convirtió en pianista de la igle-
sia, sino que, además, bendijo a miles de personas con su música y
sus maravillosas canciones.
Bien, eso decididamente me inspiró, así que, al día siguiente,
sentada frente al piano, oré: -Querido jesús, tú sabes que no soy
muy buena para esto del piano. ¿Harías por mí lo que hiciste por
Andraé?
Esperé, pero nada sucedió.
En cambio, la voz del Señor me dijo ... bueno, en realidad, no es-
cuché una voz audible de Dios. Nunca la he escuchado así. Pero,
en ese momento, fue como si la escuchara. En algún lugar del he-
misferio derecho de mi corazón, la voz del Señor me dijo:
-Practica, joanna, practica.

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LA MEJOR PARTE

Práctica. Creo que eso es lo que Dios quiere susurrar a nuestro


corazón cuando pedimos la "mejor parte". 'Tienes que invertir tiem-
po, querido. Tienes que hacer un poco cada día". Si queremos ser
cristianos maduros, si queremos conocer a Dios en toda su plenitud,
es crucial que busquemos a Jesús de forma continua, día tras día.
He aprendido, en mi propia vida, que si quiero desarrollar un
tiempo devocional continuado con Dios, tengo qu~ separar una
parte de mi día para Él. y tengo que cuidarla mucho; aun, incluir-
la en mi agenda diaria. Porque, si no tengo cuidado, la "mejor par-
te" puede quedar relegada tan a un costado que termina en el sue-
lo, en lugar de alimentar mi alma.
No importa, en realidad, qué parte del día elija. Diferentes per-
sonas de fe, a lo largo de los siglos, lo han hecho exitosamente en
diferentes momentos del día. Daniel, por ejemplo, oraba tres veces
por día: mañana, mediodía y noche (ver Daniel 6:10). David, segu-
ramente, era un mañanero, según sugiere Salmos 5:3: "Oh Jehová,
de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti, y es-
peraré". Jesús también tendía hacia la mañana, según Marcos 1:35:
"Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue
a un lugar desierto, y allí oraba".
En lo que a mí respecta, he fluctuado entre la mañana y la no-
che, pero finalmente me decidí por la mañana. No solo es más fá-
cil para mí encontrar un tiempo sin interrupciones en ese momen-
to, sino que he descubierto que es una maravillosa forma de
comenzar el día.
Pero, una vez más, lo importante no es cuándo decido encon-
trarme con Dios cada día. Lo que realmente importa es que yo apa-
rezca por allí con frecuencia ... y, si he de ser sincera, es en ese pun-
to en que he fallado. Dado mi temperamento propenso al "todo o
nada", perder el devocional durante uno o dos días era suficiente
para sacarme del camino durante días, incluso semanas. Lo que no
veía se escapaba de mi mente y, aunque me avergüenza, debo ad-
mitir que hubo meses enteros en que no he tenido un tiempo "for-
mal" con Dios, en que me sentara específicamente a leer la Biblia y
a orar a solas con Él.
Pero la continuidad, después de todo, no significa perfección;
simplemente, significa negarse a darse por vencido. Yeso es lo que

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARÍA EN UN MUNDO DE MARTA

me ha salvado. Como Sidlow Baxter, me negué a resignarme a la


posibilidad de que yo no era como "la gente espiritual". Así que,
con una enorme medida de la gracia de Dios y una voluntad terca
que siguió intentándolo, he podido volver a la cotidianeidad de mis
encuentros con Dios.
Y, en algún punto de ese encuentro diario, en esa familiaridad
que se construye día tras día con el tiempo que pasamos juntos, he
sentido que me acercaba más al Señor. Cada vez más, más estrecha-
mente cerca de Él. y también, en el proceso, me llenó más de su
presencia. Estoy más calma y serena. Más centrada en las cosas
prácticas.
Es increíble lo que puede lograr un breve tiempo diario aparta-
do de todo. Especialmente cuando ese tiempo lo pasamos con Jesús.

ALGUNAS ESTRATEGIAS CREATIVAS


Cuando estaba en la universidad, y en los años siguientes, traté
muchas veces de leer la Biblia sistemáticamente, pero inevitable-
mente me daba por vencida, generalmente entre Levítico y Núme-
ros. En algún lugar entre las leyes y los engendrados, terminaba
quedándome dormida. Y después perdía interés. Y finalmente vol-
vía a mis hábitos de leer siempre mis pasajes favoritos y no apren-
der nada realmente nuevo.
Pero cuando comencé a usar una guía que alternaba entre el An-
tiguo y el Nuevo Testamento, todo cambió. La variedad despertó
mi interés y comencé a ver a Cristo en el Antiguo Testamento, y la
belleza del pacto de sangre en el Nuevo Testamento. No veía la ho-
ra de volver a mi lectura bíblica cada día, para ver qué sucedería en
la historia épica del plan de Dios para la humanidad.
La Santa Biblia Nueva Versión Internacional que me regaló mi
esposo para mi cumpleaños avivó mi tiempo de estudio aún más.
Me encantó su lenguaje contemporáneo. Y dado que tenía todo
lo que necesitaba en la punta de los dedos -una buena concor-
dancia y referencias cruzadas, así como notas de estudio que me
ayudaban cuando no comprendía algo- pude evitar atascarme en
el estudio.

------148------------------------------------------------
LA MEJOR PARTE

En esos dos sencillos cambios -alternar entre libros de la Biblia


y leer una versión más contemporánea- descubrí un poco del poder
que la creatividad puede tener en nuestros tiempos devocionales.
Es muy fácil caer en hábitos y rituales, ya sean los que nos im-
ponen los demás o los que nosotros mismos nos imponemos. Pero
aunque la continuidad del hábito y la belleza del ritual pueden ser
enriquecedores y satisfactorios, también pueden llevarnos a la mo-
notonía. "Tres capítulos más", bostezamos, "y podré irme a dor-
mir". Aunque la monotonía de la rutina no es, en realidad, excusa
para abandonar nuestro tiempo devocional, la verdad es que tene-
mos mayores posibilidades de continuarlo si tenemos tanto interés
como voluntad para motivarnos.
En otras palabras, hay más de una forma de disfrutar de un
tiempo devocional con el Señor. Hay más de un enfoque para es-
tudiar la Biblia. Hay más de una forma de meditar y orar. La ver-
dad práctica es que, si no aprendemos cómo alimentar nuestra al-
ma para que coma, ella se seca y, poco a poco, muere. Yeso hace
que sea necesario un poco de variedad en nuestra vida espiri-
tual. .. un poco de creatividad en la forma en que encaramos nues-
tros devocionales.

UN POCO DE CONVERSACION
La última clave para la "mejor parte" es la conversación. Quizá
esto le suene extraño. ¿Qué tiene que ver la conversación con el de-
vocional?
Pero nuestra relación con Dios debe ser una relación íntima, de
amor, ¿y qué relación prospera sin diálogo, una comunicación bue-
na, sincera, de ida y vuelta? La necesitamos para el matrimonio, y
la necesitamos para nuestro andar con Dios.
Hace unos años, al observar mi relación con Dios, comprendí
que la comunicación, en mi tiempo devocional, era una serie de
monólogos y muy poco diálogo. Yo leía lo que Dios pensaba y des-
pués pasaba unos minutos contándole lo que yo pensaba. Pero
nunca llegaba al punto de conversar, del ida y vuelta, de las pregun-
tas y respuestas que dan vida a una conversación.

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARtA EN UN MUNDO DE MARTA

DEVOClONALES CR.EATIVOS
Si usted se ha descubierto bostezando en su tiempo devocional-o simplemente
desea un cambio- quizá le resulten útiles las siguientes sugerencias para una
intimidad creativa con Dios.
l. Lleve a Dios a tomar un café. Busque un rincón tranquilo en un café o
incluso un restaurante de comidas rápidas, y reúnase allí con Dios. Lleve
su Biblia y un cuaderno. Tome una taza de café y prepárese para un en-
cuentro de corazón a corazón con su mejor Amigo.
2. Agregue un clásico de la literatura espiritual a su dieta devocional.
Aunque nada debe remplazar a la Palabra de Dios, los libros cristianos
constituyen deliciosos y enriquecedores platos complementarios.
3. Mueva su fe. Salga a caminar con Dios. Alábelo por su obra en la natu-
raleza. Escuche un pasaje bíblico o un mensaje en casete. Ore. Su cuerpo
y su espíritu agradecerán el ejercicio.
4. Lleve un diario. Lleve un diario espiritual. Registre sus pensamientos a
medida que medita en la Biblia. Escriba cartas de amor a Dios y listas de
motivos de oración.
5. Acérquese a Dios con cánticos. Agregue música a sus devocionales. Use
una música de alabanza o cante a capella. Lea un himno en voz alta.
6. Haga que la fe venga por el oír. Pida grabaciones de los mensajes de sus
predicadores preferidos o planifique su tiempo devocional en relación con
un programa de radio cristiano.
7. Profundice. Un buen estudio bíblico hará que usted vaya más allá de sim-
plemente leer la Palabra. Lo ayudará a usar sabiamente la Palabra de ver-
dad y aplicarla.
B. Aproveche todas las versiones. Es importante encontrar una traducción
de la Biblia que pueda comprender bien, para sus devocionales diarios. Pe-
ro, de vez en cuando, lea de otras versiones para obtener una perspectiva
nueva. Lea el texto en voz alta.
9. Esconda la Palabra. Memorizar pasajes bíblicos es plantar la Palabra de
Dios en lo profundo de su corazón. Escriba los versículos en tarjetas o no-
tas autoadhesivas y llévelas con usted para repasarlos.
10. Pase medio día orando. Puede parecerle imposible, pero, cuando usted
aparte un tiempo más prolongado para pasar con el Señor, Él se hará pre-
sente de formas increíbles.
COMO El CIERVO BRAMA POR LAS CORRIENTES DE LAS AGUAS.
ASI ClAMA POR TI. OH DIOS. El ALMA MIA.
(SALMOS 42:1)

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LA MEJOR PARTE

Pero eso cambió cuando comencé a leer la Biblia como una car-
ta de amor de Dios para mí. Comencé a escuchar su voz que me lla-
maba en las páginas de las Escrituras, y comencé a responderle des-
de lo profundo de mi corazón. Comencé un diario en el que
anotaba las cosas que sentía que el Señor me decía en su Palabra.
En lugar de los dos o tres capítulos de la Biblia que había trata-
do de leer cada día, comencé a leer porciones más pequeñas, gene-
ralmente, un solo capítulo. En lugar de leer solamente el capítulo,
meditaba sobre él y subrayaba los versículos importantes a medida
que los leía. Después elegía el versículo que parecía hablarme más
claramente y respondía a él en mi diario. Algunas veces, lo parafra-
seaba en mis propias palabras. Otras veces, hacía preguntas. Pero,
generalmente, ese versículo se convertía en una oración en la que
yo pedía al Señor que aplicara la verdad de su Palabra a mi vida y
a mi corazón.
Finalmente, mi diario de pasajes bíblicos destacados se convir-
tió en un diario de oración, al mismo tiempo. Derramar mi corazón
al Señor sobre el papel me permitió admitir sinceramente mis lu-
chas, mis esperanzas, mis necesidades. Traté de recordar y escribir
las respuestas que recibía, también; tanto las palabras que el Señor
hablaba a mi espíritu como los hechos que veía desarrollarse a mi
alrededor. De esa forma, mi diario se convirtió tanto en un registro
de mi relación con Dios, como de mi diálogo vivo con Él. Y, a par-
tir de esa sencilla conversación, comenzaron a suceder algunas co-
sas maravillosas.
En primer lugar, ya no leía la Biblia, simplemente; la Biblia es-
taba entrando en mí. Comenzó a cobrar vida a medida que yo pro-
fundizaba en ella.
Mi vida de oración también cobró nueva vitalidad. Ya no le pre-
sentaba a Dios mi lista de pedidos y algunas sugerencias ,sobre có-
mo podría manejarlos. Conversaba con Dios; hablaba y escuchaba.
Ya no era como aquel de quien habla Santiago en 1:23-24, que
"es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural.
Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era".
Esta nueva conversación con Dios no me lo permitía. El registro es-
crito presentaba una imagen bastante detallada de mi condición ...
una imagen difícil de ignorar.

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARiA EN UN MUNDO DE MARTA

A medida que reconocía lo que veía, me arrepentía y aplicaba la


verdad que había descubierto. Y, gradualmente, en el proceso, el
Espíritu Santo comenzó a transformarme en la persona de la que
habla el versículo 25, que "mira atentamente en la peifecta ley, la de
la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hace-
dor de la obra".
Continuidad. Creatividad. Conversación. No puedo explicarle
lo mucho que estas tres "C" han hecho para ayudarme a mantener
mi vida centrada en Cristo. ¡Oh, sin duda, aún tengo mucho por
recorrer! Estoy lejos de la perfección en cuanto a mi diligencia es-
piritual. Pero estoy, también, lejos de donde estaba. Soy más esta-
ble. Más centrada. Más firme. Menos propensa a saltear mis tiem-
pos de quietud con Jesús, y más propensa a volver a retomarlos
rápidamente, cuando eso sucede.
Lo más importante, ha crecido mucho mi capacidad de Dios. Ya
no estoy vacía ni seca. Sé a dónde ir para ser llena, y estoy más in-
teresada en llegar allí. Anhelo más elegir la "mejor parte" ... ser lle-
na hasta la medida de la plenitud de Dios, estar centrada y estable-
cida en Cristo.

UN CENTRO ESTABLE
¿Recuerda a la joven de los aros hula-hula, en la tarjeta para mi
cumpleaños? Ella conocía el secreto. Había encontrado su centro,
y nosotros también podemos hacerlo si elegimos diariamente "la
mejor parte".
De hecho, podemos encontrar esa clase de estabilidad ejempli-
ficada en otro juego de aros de los que quisiera hablarle. Otro ju-
guete de niños. Quizá usted lo recuerde. Es una serie de anillos de
metal llamada "giróscopo". Una definición del giróscopo es: "una
rueda que gira, montada de tal manera que está en libertad de gi-
rar sobre uno cualquiera de tres ejes posibles". Una vez que se lo
pone en movimiento, continúa y continúa, y es difícil de derribar.
De hecho, si uno trata de empujarlo, se afierra obstinadamente a su
posición original, y continúa girando en la misma dirección.
-Cuando yo era un niño, los giróscopos me fascinaban -recuer-
da Howard E. ButtJr. en Renewing America~ Soul (La renovación del

------152--------------------------------------------------
LA MEJOR PARTE

alma de Améríca)-. El giróscopo me parecía un círculo danzante:


giraba libremente, pero estaba perfectamente balanceado y era es-
table, se mantenía erguido por algún misterioso poder interno.
Más tarde, cuando fue un joven adulto, Howard se enteró de
que los giróscopos son más que juguetes científicos giratorios; tie-
nen numerosas aplicaciones prácticas, también. "Ellos estabilizan
nuestros aviones en condiciones climáticas turbulentas, mantienen
firmes en su curso a nuestros barcos mientras atraviesan mares em-
bravecidos, y los guían automáticamente con sus brújulas".
¡Qué imagen de la vida que debemos tener en Cristo! A medi-
da que entregamos nuestros aros al Señor jesús, a medida que nos
centramos en Él, sucede algo maravilloso. Él toma esos aros y los
hace danzar. Convierte los círculos giratorios de nuestras caóticas
vidas en un giróscopo estable y firme, montado y sostenido solo
por Él.
Él estabiliza la turbulencia de nuestra vida. Nos da estabilidad
en medio de los mares embravecidos y nos guía con la brújula de
su eterno amor. A medida que elegimos la "mejor parte", jesucris-
to se convierte en el equilibrio estable de nuestra vida, que está en
constante movimiento.
-El niñito que hay en mí aún dice: ¡parece divertido! -escribe
Howard, al hablar del giróscopo tanto como de su hermosa aplica-
ción a una vida centrada en Cristo-o y el adulto que soy mira a su
alrededor con ojos muy abiertos y susurra: ¡Nunca lo hemos nece-
sitado tanto como ahora! 66
Estoy de acuerdo. En esos días ajetreados y enloquecidos en que
no me siento demasiado alegre, estoy aprendiendo a buscar al Se-
ñor en lugar de recurrir a los "sedantes" bombones de chocolate.
Estoy aprendiendo a salir de la cocina y dirigirme hacia la sala don-
de jesús me espera, porque allí encontraré todo lo que necesito y
todo lo que deseo.
Después de todo, no necesito dominar más aros hula-hula.
Lo que realmente necesito es a Aquel que puede dominarlos por
mí.

---153---
~
ECCiONIES
DE lÁZARO
Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, [. .. ].
Enviaron, pues, las hermanas para decir a Jesús:
Señor, he aquí el que amas está enfermo.
UUAN 11:1. 3~

M e encantan los buenos relatos. No hay nada como beber


un té helado debajo de un árbol frondoso y perderme
en un libro interesante en un día de verano. Puedo es-
tar inmersa durante horas en las vueltas de la vida de otra perso-
na. Suspenso, misterio, romance ... en lo que a mí respecta, esos
son los elementos de la buena ficción. Los obstáculos y las vuel-
tas del azar me hacen dar vuelta página tras página y enfrascar-
me en las tramas.

-------------------------------------------------155-----
CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

Pero, cuando se trata de la vida real, preferiría ir directamente


al final feliz. Pasemos por alto la manzana envenenada; estoy más
interesada en el Príncipe Azul y el beso. "Y fueron felices para
siempre" ... esa es la clase de histona que prefiero para mí.
Pero la vida rara vez se presenta así. La mayoría de nosotros pa-
samos la mayor parte de nuestra vida tratando de limpiar lo que los
duendes han ensuciado, en lugar de escuchar las dulces palabras de
encantadores príncipes. Y, lamentablemente, cuando llegan los
tiempos difíciles y la trama de nuestra vida se complica, no basta
con buscar la última página para satisfacer nuestra curiosidad o ter-
minar con el suspenso.
No hay modo fácil de averiguar cómo termina nuestra historia.
Simplemente, tenemos que seguir firmes hasta que se aclare la
línea argumental.

UNA TRAMA CONFUSA


Solo puedo imaginar lo que habrán sentido María y Marta cuan-
do su hermano Lázaro cayó enfermo. Todo había andado tan bien...
Desde que Jesús había llegado a visitarlas, nada había sido igual.
Había una nueva paz. Un nuevo gozo. Una nueva sensación de
amor permeaba la casa toda. Lo sucedido en Lucas 10:38-42 había
sido algo más que un par de párrafos. Esa reunión había reescrito
la historia de sus vidas por completo. Pero ahora parecía que la tra-
ma daba un giro inesperado y extraño.
Quizá todo comenzó con una fiebre. -Un plato de mi caldo de
pollo, una buena noche de descanso, y te sentirás como nuevo
-probablemente le dijo Marta a su hermano, con voz segura, mien-
tras le daba una cucharada del sabroso caldo.
María, quizás, sonrió y asintió mientras refrescaba con un paño
húmedo la frente de Lázaro.
-Estoy seguro de que tienes razón, Marta -tal vez dijo Lázaro,
agradecido, mientras se hundía nuevamente bajo las sábanas y de-
jaba que sus eficientes hermanas cuidaran de él-o Me pondré bien.
Pero, como usted probablemente ya sabe, no fue así.
Juan 11: 1 no d~ demasiados detalles sobre su enfermedad; solo
nos dice que había un hombre llamado Lázaro, que estaba enfermo.

------156--------------------------------------------------
LECCIONES DE LAzARa

Pero, por el relato que sigue, es obvio que Lázaro era un hom-
bre muy especial. Era muy amado, no solo por sus hermanas, sino
por jesús. El mensaje que le enviaron Marta y María lo decía todo:
"Señor, he aquí el que amas está enfermo" (11:3, énfasis agregado).
Su relación debe de haber sido excepcionalmente estrecha. No se
trataba de un extraño. Era un amigo.
Así que puedo imaginarme las esperanzas a las que se aferraban
las hermanas, al enviar al mensajero. Seguramente todo se arregla-
ría. La enfermedad parecía grave, pero jesús iba a venir. Lázaro se-
ría sanado, y su vida continuaría como de costumbre.
Los discípulos dejesús probablemente pensaron lo mismo. Des-
pués de todo, cuando llegó la noticia de que Lázaro estaba enfer-
mo, jesús les dijo específicamente: -Esta enfermedad no es para
muerte. Y agregó: - ... sino para la gloria de Dios, para que el Hijo
de Dios sea glorificado por ella.
Buena noticia, habrán pensado los discípulos. ¡Lázaro vivirá!
Pero Dios tenía otros planes para Lázaro y para sus hermanas.
Porque ellos tenían un lugar en un relato más importante y valioso
que un best-seller, más romántico, más misterioso, con más giros y
cambios que los que cualquier novelista podría soñar por sí mismo.
Es la historia de la relación continuada de Dios con la raza huma-
na. y es un relato en el que el Maestro Relator ha trabajado desde
los albores de la creación.

LA TRAMA SE COMPLICA
La Biblia nos da el argumento básico. El borrador creado por
Dios era el de una perfecta historia de amor. Él creó a un hombre
y una mujer para vivir en comunión con Él y entre sí, en una feli-
cidad como de cuento de hadas. La escenografía era tan bella que
desafiaba toda descripción posible. Y la historia era muy dulce. Lar-
gas caminatas al anochecer. Descubrir cosas nuevas cada día. Nada
de lágrimas. Nada de muerte. Nada de dolor.
Ese era el propósito original de Dios, no solo para Adán y Eva,
sino para usted y para mí también. Entonces, se infiltró una ser-
piente, y el pecado arruinó el Paraíso. La desobediencia destruyó el

157
CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

original de Dios y arrojó al hombre y la mujer fuera del Edén. La


historia había terminado, o al menos, eso parecía.
Pero, en lugar de escribir un cruel final, la tentativa de Satanás
de interrumpir el relato épico de Dios solo sirvió como introduc-
ción. Porque "en el momento en que la fruta prohibida tocó los la-
bios de Eva -escribe Max Lucado- "la sombra de una cruz se recor-
tó sobre el horizonte".67 Con la caída del hombre, Dios comenzó a
desarrollar la historia más grande de todas: su increíble plan de re-
dención.
y la saga continúa hasta este mismo día. El bien y el mal aún ba-
tallan por el alma del hombre. El conflicto entre el amor y el odio
continúa siendo el tema central. Lo que Satanás hace para mal,
Dios lo vuelve para bien.
Pero, vamos, saltee las páginas y vaya al final.
Verá que esta historia tiene un final feliz. Un final feliz increí-
ble, totalmente fuera de este mundo. i Un final glorioso, con trom-
petas y fanfarrias y un banquete fastuoso como los de antes, pero
en el cielo!
Pero en las páginas intermedias ... allí entramos nosotros. Por-
que, aunque ya conocemos el final, no podemos saltar hasta la úl-
tima página. Al menos, no todavía. Yeso, creo yo, es porque Dios
tiene muchas cosas que quiere enseñamos a medida que se desa-
rrolla la historia. Porque, escondidas entre los giros y los cambios
de la trama de cada día, hay lecciones valiosas sobre quién es Dios
y cómo obra, y cuál es nuestro rol en este relato.
. Lecciones como las que María y Marta aprendieron aquel día en
que temieron que la historia de su hermano hubiera terminado y
que toda esperanza hubiera desaparecido.

UNA GLORIA MAYOR


Siempre me gustaron los rompecabezas que pueden armarse
uniendo puntos con un trazo de lápiz. Mirando los puntos, ya ten-
go una idea de cómo será la figura final cuando esté armada. Pero
no siempre funcionan así las cosas en el esquema de Dios, como
María y Marta descubrieron en aquel trágico día en Betania. Lo que

158
LECCIONES DE LAzARO

ellas aprendieron por dolorosa experiencia fue la primera de las


lecciones que podemos aprender de la historia de Lázaro.

• La voluntad de Dios no siempre obra en línea recta.

Eso significa que no siempre veré una conexión clara entre el


punto A y el punto B. No siempre veré el patrón en lo que me está
sucediendo. No siempre comprenderé el plan.
Una razón de esto es que Dios está entretejiendo una gloria ma-
yor que la mía sola. Como explica Pablo en Romanos 8:28: "Y sa-
bemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien,
esto es, a los que conforme a su propósito son llamados". Son los pro-
pósitos de Dios, no los míos, los que deben prevalecer. Él no solo
se preocupa por la necesidad individual, sino por la necesidad co-
lectiva también.
Dios relaciona mi bien con el bien de usted, y el bien de am-
bos éon el bien de los demás. Las tramas de nuestras historias in-
dividuales se entretejen para formar su plan maestro. Nada se
desperdicia. Nada queda fuera. No hay cabos sueltos ni cosas
puestas solo para despistar; cada argumento cuenta con toda la
atención de Dios, con todo su diligente cuidado. Su historia le
importa a Jesús tanto como le importaban las historias particula-
res de María, de Marta y de Lázaro. Pero Él siempre tiene en
mente la imagen más amplia mientras maneja las historias de
nuestras vidas. Él conoce desde el principio hasta el final, y ac-
túa de forma coherente.
Así que no se sorprenda si su historia personal da algunos giros
inesperados por aquí o por allá. No se inquiete si el punto A no lle-
va automáticamente al punto B. No hay desvíos en la línea argu-
mental de Dios, en realidad. Solo complicaciones que Él puede re-
solver perfectamente bien.
Satanás hace todo lo posible por arruinar las cosas, pero Dios
contrarresta sus diabólicos planes con movimientos propios. Me
gusta imaginar lo que sucede en el ámbito espiritual cuando lo ha-
ce. "¡Toma esta!", imagino que dice Satanás, escribiendo un diabó-
lico cambio en el argumento. "Muy bien", dice Dios. "Creo que lo
haré". Y, con una sonrisa que ilumina los tiempos, toma lo peor de

~~~~159~~-
CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARiA EN UN MUNDO DE MARTA

Satanás y lo transforma en lo mejor para nosotros. Y con cada giro


y vuelta, nuestra historia se hace más clara, 'más rica y más divina.
El Autor de nuestra salvación realmente sabe lo que hace, aun
cuando nosotros no lo entendamos.
Cuando Dios le dio el sueño de la Luna y las estrellas que se in-
clinaban ante él, José pensó que estaba para algo grande. Pero no
se esperaba el "pequeño viaje" que debió hacer a Egipto. Sin em-
bargo, el plan de Dios iba mucho más allá de lo que el joven José
podría haber imaginado. Dios usó esos años de esclavitud y cárcel
para moldear a un hombre que, finalmente, no solo salvaría de mo-
rir de hambre a su familia y a Israel, sino a todo el mundo.
Cuando el rey Darío se vio obligado a arrojar a Daniel al foso de
los leones, estoy segura de que Daniel debe de haberse preguntado
si estaría a punto de encontrarse con su Hacedor transformado en
puré de persona. No tenía idea de cómo su milagroso rescate servi-
ría como catalizador para la conversión de una nación entera. Pero
Dios tenía un plan.
Dios siempre tiene un plan, pero ese plan puede no seguir la ló-
gica humana. De hecho, con frecuencia parece que va directamen-
te en contra de lo que creemos con respecto a Dios.

CUANDO SUCEDEN COSAS MALAS


-El problema más difícil que tengo que enfrentar como cris-
tiano -dijo el pastor y escritor Ray C. Stedman una vez -es qué
hacer cuando Dios no hace lo que me han enseñado que debo
esperar que haga; cuando Dios se sale de la línea y no actúa co-
mo ~o creo que debería hacerlo. ¿Qué puedo hacer yo enton-
ces?
Las preguntas que nos plantea la historia de Lázaro no son fáci-
les. ¿Por qué Jesús permitió que tanta tristeza cayera sobre una fa-
milia que lo amaba tanto? ¿Por qué contuvo su poder para sanar,
cuando había sanado a tantos antes?
No son temas fáciles de comprender. No son realidades fáciles
de soportar, y algunos de los que leen este libro han soportado más
tragedias y dolores de los que yo puedo siquiera imaginar. Algunos

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LECCIONES DE LAzARO

han perdido hijos. Algunos enfrentan un diagnóstico que siempre


han temido. Otros han sufrido la ruptura de un matrimonio y en-
frentan la vida solos.
¿Por qué? No hay respuestas fáciles. El hecho es que es posible
que no conozcamos el propósito que hay detrás de nuestro dolor
hasta que veamos a Jesús cara a cara. Aun entonces, no se nos ga-
rantiza que recibiremos ninguna explicación. Solo se nos da una
promesa: "Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no ha-
brá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las prime-
ras cosas pasaron" (Apocalipsis 21:4).
Dado que vivimos en este mundo, atrapados en el viejo orden
de cosas, la tragedia toca nuestras vidas. Eso es, simplemente, un
hecho, tanto para los cristianos como para los que no son cristia-
nos. Perderemos seres amados. Todos, finalmente, moriremos. Ro-
manos 8:28 suele ser presentado de forma distorsionada, como si
significara que, a los que aman a Dios, solo les suceden cosas bue-
nas. Pero Pablo quería decir precisamente lo contrario. En el si-
guiente párrafo, Pablo detalla la clase de "cosas" que podemos es-
perar en este mundo:

¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angus-


tia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?
[. .. ]. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni
ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por
venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos
podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor
nuestro (Romanos 8:35, 38-39).

Las pruebas son verdaderas. Las cosas malas les suceden tanto
a las personas buenas como a las personas malas. y los que somos
cristianos no escapamos de la vida, dice Pablo, sino que la vence-
mos: "Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por me-
dio de aquel que nos amó" (Romanos 8:37).
Esta promesa ancla nuestro mundo, tan inestable, a su reino
inalterable.
y también lo afirman las lecciones de Lázaro. Porque, aunque la
vida pueda sacudirnos, zarandearnos y hacernos caer, esta verdad

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COMO TENER UN CORAZON DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

como roca de Juan 11:5 continúa siendo cierta: "Y amaba Jesús a
Marta, a su hermana ya Lázaro" Quan 11:5, énfasis agrgado).
Amor. Esa es un ancla confiable. Vamos. Escriba su nombre en
el espacio en blanco: ''jesús ama a.................................................................. ".
El amor que Cristo tiene por usted es un amor al que puede afe-
rrarse, porque lo sostendrá. Aunque no comprendamos los méto-
dos de Dios, eso no cambia el hecho de que Él nos ama.
Aunque parezca que se demora.

CUANDO EL AMOR DE DIOS SE DEMORA


El sentido común indicaría que Jesús dejaría inmediatamente to-
do lo que estaba haciendo cuando escuchó que Lázaro estaba enfer-
mo, y viajaría inmediatamente a Betania. Pero, cuando le llegó la ma-
la noticia, "se quedó dos dias más en el lugar donde estaba" Quan 11:6).
En retrospectiva, podemos ver los propósitos de Dios en esta
demora. Después de todo, tenemos el relato del evangelio. Sabemos
que, al final, todo salió bien.
Pero ¿qué pensaron María y Marta en ese momento? ¿Qué pen-
saron los discípulos?
¿Y mi vida? ¿Y la suya? ¿Qué hacemos cuando Dios no actúa o
se mueve de la manera que creemos que debería hacerlo?
Si prestamos atención en esos momentos, podemos comprender
mejor la segunda lección que la historia de Lázaro tiene para ense-
ñamos:

• El amor de Dios, algunas veCes, se demora por nuestro bien


y para su gloria.

Como seres humanos, tendemos a buscar explicaciones racio-


nales para todo. Los judíos de la época de Jesús estaban especial-
mente interesados en los por qué y los para qué de la vida. Por eso,
cuando encontraron a un hombre que había nacido ciego, los dis-
cípulos quisieron saber inmediatamente qué había fallado. -Rabi
-le preguntaron a Jesús- ¿quién pecó, este o sus padres, para que ha-
ya nacido ciego? Quan 9:2).

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LECCIONES DE LAzARO

Era una pregunta razonable. Después de todo, los maestros de


religión de esa época habían desarrollado el principio de que "no
hay muerte sin pecado, y no hay sufrimiento sin iniquidad". Por
consiguiente, donde había aflicción debía haber pecado. Quizá el
hombre había hecho algo malo en el vientre o en un estado de pree-
xistencia. Quizá el hombre merecía su ceguera. O quizá era la víc-
tima inocente del pecado de sus padres.
La elite religiosa, así como la gente común, se especializaba en
causa y efecto, como nosotros ahora. Queremos explicaciones.
Queremos saber por qué.
Con una breve frase,jesús destruyó sus razonamientos y sus fi-
losofías sobre la culpa: -No es que pecó éste, ni sus padres, sino para
que las obras de Dios se manifiesten en él-les dijo (ver v. 3).
¡Qué esperanza habrá surgido en el corazón de este hombre
cuando escuchó a jesús decir esas palabras! ¡No era su culpa! Tam-
poco era víctima de padres malos o de un mal harma. ¡Dios tenía
un plan!
Con saliva y tierra, jesús hizo una compresa de barro y la co-
locó sobre los ojos del hombre. Después le dijo que fuera a lavar-
se en el estanque de Siloé. El hombre fue sanado, y sus vecinos
se sorprendieron. El Sanedrín trató de restar importancia al mi-
lagro, pero de la tragedia de un hombre provino otro triunfo di-
vino.
Por un mundo caído, ese hombre había nacido ciego. Pero, por
ese hombre, jesucristo fue glorificado.
No somos peones de alguna especie de ajedrez celestial, descar-
tables, sin importancia. Somos valiosos y muy amados. -¿No se
venden cinco pajarillos por dos cuartos? -nos recuerda jesús suave-
mente en Lucas 12:6-7-. Con todo, ni uno de ellos está olvidado de-
lante de Dios. f. .. ]. No temáis, pues; más valéis vosotros que muchos
pajarillos ".
Aunque quizá nunca lleguemos a comprender totalmente por
qué Dios se demora, podemos descansar, seguros de que su amor
siempre obra. Quizá no se mueva según nuestros planes, pero
siempre llega a tiempo para lo mejor. y siempre tiene como fin
nuestro bien último.

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

CONFIEMOS EN EL CARÁCTER DE DIOS


La tercera lección de Lázaro subraya esta esperanza:

• Los caminos de Dios no son nuestros caminos, pero su ca-


rácter sigue siendo digno de confianza.

En otras palabras, no tenemos por qué desesperamos, aun


cuando parezca que toda esperanza ha desaparecido. Quizá no vea-
mos el fin de la historia, pero conocemos a su Autor.
Marta y María, mientras estaban sentadas en el lecho de muer-
te de Lázaro, esperando que jesús llegara, no tenían nada a qué afe-
rrarse, excepto lo que conocían del carácter de jesús. Pero lo que
ellas conocían era suficiente para sostenerlas. Sabían que jesús
amaba a su hermano. Sabían que jesús tenía poder para sanar. Sa-
bían que jesús sabría qué hacer. Aunque seguramente debían en-
frentar dudas y miedos, creo que tenían, en el fondo, la seguridad
de que jesús, finalmente, arreglaría todo.
Si usted lucha por mantenerse firme en medio de circunstancias
difíciles, quisiera recordarle que regrese a lo que sabe de Dios. Abra
la Biblia y busque pasajes a los que pueda asirse; pasajes que reve-
len el corazón y la fidelidad de Dios. Recuérdese que Dios es su for-
taleza. Que Él es su fuente de consuelo. Que Él no permitirá que
usted caiga. Que Él la o lo ama apasionadamente y solo quiere lo
mejor para usted.
-Solo confiamos en aquellas personas que conocemos -dice
Martha Tennison, una reconocida oradora de reuniones femeni-
les-. Si a usted le resulta difícil confiar en Dios, quizá sea porque
realmente no lo conoce.
Martha Tennison ha vivido esta verdad en su propia vida. Un
grupo de sesenta y siete jóvenes de su iglesia regresaba de un fin
de semana en un parque de diversiones, cuando el autobús en que
viajaban fue atropellado de frente por un conductor ebrio. Veinti-
cuatro jóvenes y tres adultos murieron en el infierno resultante de
la explosión del tanque de gasolina. Martha y su esposo, el pastor
de la iglesia, tuvieron que decirles a todas las familias que sus hi-
jos Ysus compañeros, que tanto amaban, habían muerto. El dolor

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LECCIONES DE LAzARO

era casi insoportable. Una y otra vez, Martha se encontró acudien-


do a la Biblia, clamando al Dios que sabía que era fiel.
-Descubrimos lo que realmente creemos en los momentos más
oscuros -dice Martha.
-Descubrimos que podemos aferrarnos al Dios que conoce-
69
mos.
Aun cuando sus historias no se desarrollen de la manera que
nosotros pensamos que deberían hacerlo.

LAS LECCIONES DE GRAMÁTICA DE DIOS


Mis conocimientos de gramática son algo insuficientes, por de-
cirlo de manera elegante. Mi maestra de Lengua de séptimo grado
era una mujer adorable, pero lo más importante para ella no era
elegir el pronombre correcto ni analizar participios. Así que, en lu-
gar de analizar oraciones y conjugar verbos, pasábamos las tardes
pintando con acuarelas y cocinando suflés. i En serio!
Hasta el final de cada trimestre, es decir, cuando parecía nece-
sario calificar algo que tuviera que ver más con el idioma que con
la economía doméstica. Entonces, nuestra maestra pegaba una lar-
ga tira de papel por todo el salón, con ciento cincuenta preguntas
sobre gramática escritas prolijamente con marcador. Era una prue-
ba con libro abierto. Ella nos alentaba a mirar en nuestros impe-
cables libros de Lengua, casi jamás abiertos, para buscar las res-
puestas. No había insistencias para saber si habíamos aprendido
algo, solo información que se transfería del libro al cuaderno de
hojas rayadas.
Todos sacábamos calificaciones excelentes. Pero solo en la es-
cuela secundaria aprendí realmente para qué servía un:¡l preposi-
ción. O que nunca se termina una oración con una de ellas.
Aprender las lecciones de gramática de Dios me ha llevado un
poco más de tiempo.
¿Usted no sabía que Dios enseña gramática? Pues bien, lo hace.
Todo lo que necesitamos saber está detallado en su Palabra, lo cual es
bueno, porque esta materia también es a libro abierto. Pero este Maes-
tro no espera hasta el final del trimestre para darnos las preguntas y

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

pegarlas alrededor del salón. Por el contrario, Dios nos permite en-
frentarlas todos los días. Las preguntas surgen de nuestra vida. Las
respuestas se encuentran en Él y en su Palabra.
Me pregunto qué sintieron María y Marta cuando finalmente re-
cibieron noticias de jesús. Habían estado esperando durante días.
Pero en lugar del Maestro, la única persona que vieron acercarse a
su casa fue un mensajero sin aliento con un mensaje que sin duda
sonó hueco en sus oídos. "Esta enfermedad no es para muerte".
Es difícil tener esperanzas cuando las esperanzas están muertas.
Es difícil creer las promesas de Dios cuando el cadáver de mi her-
mano está en la sala.
Pero los caminos de Dios no son nuestros caminos. Sus tramas
no siempre siguen la dirección que nosotros pensamos que debe-
rían seguir. Y ni siquiera su gramática es nuestra gramática. Porque
es contra este telón de desesperación que encontramos la regla nú-
mero uno de la gramática de Dios. Escuche con atención, porque
va a haber examen.

• Regla de Gramdtica de Dios No. 1: Nunca ponga un punto


final donde Dios ha puesto una coma.

Muchas veces, según Ray Stedman, interpretamos la demora de


Dios como una negación. Pero la historia de Lázaro nos dice que
"una demora en responder no es señal de indiferencia de Dios, o de
que no nos haya oído. Es una señal de su amor. La demora nos ayu-
dará. Nos hará más fuertes".7o
jesús podría haber pronunciado una palabra y haber sanado a
Lázaro. Lo hizo con el siervo del centurión romano (ver Mateo 8:5-
13). Lo hjzo con la hija de la mujer sirofenicia (ver Marcos 7:24-
30). Sin estar presente físicamente,jesús sanaba con solo una pala-
bra. Podía haber hecho eso con Lázaro; Marta y María bien lo
sabían.
Pero los caminos de Dios no son nuestros caminos, y sus tiem-
pos rara vez coinciden con los nuestros. Dios nunca llega tarde, pe-
ro he descubierto que rara vez llega demasiado temprano. Por eso
debemos confiar en sus tiempos tanto como en su carácter.

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LECCIONES DE LAzARO

Ce Ce Winans escribe en su libro, On a Positive Note (Una nota


positiva):

La fe tiene que ver con cómo vivimos el "mientras tanto",


cómo tomamos decisiones cuando no estamos seguros de
qué viene después. Lo que hacemos con nosotros mismos
entre la última vez que escuchamos hablar a Dios y la vez si-
guiente ~ue lo escuchamos es el desafío continuo de una vi-
da de fe.

Esperar cuatro días sin duda hizo que Jesús llegara tarde para la
sanidad, pero lo hizo llegar justo a tiempo para la resurrección. Así
que nunca pongamos un punto final donde Dios pone una coma.
Justo cuando nosotros pensamos que la frase está terminada, quizá
venga la parte más importante.
Simón Pedro aprendió la segunda regla de gramática de Dios, a
los golpes. El discípulo de la boca grande tenía buenas intenciones,
pero cuando Jesús lo reprendió, Pedro escuchó el mensaje fuerte y
claro.

• Regla de la Gramática de Dios No. 2: Nunca pongas una co-


ma donde Dios pone un punto final.

A lo largo de los cuatro Evangelios Jesús había hablado de su


muerte. En Mateo 16:21, la Biblia nos dice que: "Desde entonces co-
menzó jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir ajeru-
salén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y
de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día".
Pero Pedro no quería saber nada de esto. Por eso llevó aparte al
Maestro y comenzó a reconvenirlo. -¡No, Señor! -le dijo (ver v.
22)-. En ninguna manera esto te acontezca.
Pedro probablemente pensó que estaba siendo valiente, prote-
giendo y corrigiendo al Señor. Debe de haberse sentido muy orgu-
lloso de sí mismo ... hasta que Jesús reprendió a Pedro por su re-
prensión.

--------167------
COMO TENER UN CORAZON DE MARiA EN UN MUNDO DE MARTA

-¡Quítate de delante de mí, Satanás! -le dijo (v. 23)- me eres tro-
piezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los
hombres.
¡Ay! No todos los días el Hijo de Dios llama "Satanás" a alguien,
así que, cuando lo hace, seguramente duele. Pero si estamos tratan-
do de poner una coma donde Dios desea un punto final, no nos
sorprendamos si jesús nos hace estallar el globo. Porque, cuando
intentamos darle aliento de vida a algo que Dios quiere que muera,
nos convertimos en piedra de tropiezo para Cristo.
Hay momentos en toda vida, en que Dios escribe el final de un
capítulo, cuando nos pide que digamos adiós a algo o alguien que
ha sido muy importante para nosotros. Puede ser un cónyuge,
nuestro padre o nuestra madre, un amigo ... Puede ser un trabajo
que nos encantaba, una ciudad donde fuimos felices, un prejuicio
o un preconcepto que siempre creímos que era cierto.
Los finales, en cierto modo, son inevitables. Los caminos sin
salida, las posibilidades fallidas y las paredes de ladrillos nos de-
cepcionan a todos. y cuando esos finales llegan, podemos lu-
char contra ellos como Pedro le aconsejó a jesús, o podemos
aceptarlos, como jesús hizo, como provenientes de la mano del
Padre.
Laura Baker Snow escribe algo hermoso sobre estos tiempos:

Hijo mío, tengo un mensaje para ti hoy; déjame susurrarlo


en tu oído, para que pueda revestir de gloria cualquier nube
de tormenta que se levante, y alisar los caminos áridos que
quizás debas recorrer. Es breve; solo cuatro palabras, pero
permite que se internen en tu ser más íntimo; úsalas como
una almohada sobre
72
la. cual recostar tu cansada cabeza ... Es-
to viene de mí.

Yeso, por supuesto, nos trae nuevamente a la verdad funda-


mental que está detrás de todas las lecciones de gramática de Dios:
El Padre sabe qué es lo mejor.
Sus puntos finales quizá no sean como los nuestros. Sus comas
quizá no sean como las nuestras. Sus caminos quizá no sean nues-
tros caminos. Pero Dios es el que cuenta la historia, y podemos

------168------------------------------------------------
LECCIONES DE LAzARO

confiar en que guiará el relato en la dirección correcta. Podemos te-


ner fe de que todo, realmente, terminará bien.
y es esa misma fe la que nos lleva a la próxima lección que pue-
de enseñarnos la historia de Lázaro.

ENTR.EGAR. EL CONTR.OL

¿Alguna vez se encontró aferrado al lápiz, sin querer permitir que Dios
escriba en las páginas de su vida? Yo he descubierto que el Señor es infi-
nitamente amoroso y paciente en su trato con nosotros. Nos muestra có-
mo renunciar a nuestros derechos para lo mejor. Si esto le resulta dificil,
quizá estas ideas le ayuden:

1. Pídale a Dios que le dé buena disposición. Algunas veces, este


es el primer paso necesario. Si no está dispuesto a rendir el control
a Dios, ore, primero, para poder cambiar de actitud.
2. Reconozca que tiene un adversario. Lo último que Satanás desea
para usted es que entregue complefamente su vida a Dios. Ore para
tener la sabiduría y la fortaleza necesarias para no escuchar sus
mentiras.
3. Suelte de a una cosa por vez. Algunas veces nos asimos al control
porque tenemos miedo de que se nos pida que hagamos cambios
drásticos para los que no estamos preparados. Pero Dios, en su bon-
dad, nos lleva a un ritmo que podemos seguir. Si simplemente obe-
decemos lo que nos pide en este momento, Él nos guiará al paso si-
guiente cuando sea el tiempo justo.

ESTIMO TODAS LAS COSAS COMO ptRDIDA POR LA EXCELENCIA DEL


CONOCIMIENTO DE CRISTO JESÚS. MI SEÑOR. POR AMOR DEL CUAL
LO HE PERDIDO TODO. y LO TENGO POR BASURA. PARA GANAR A
CRISTO. y SER HALLADO EN ÉL.
(FILIPENSES 3:8-9)

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

DESARROLLAR LA FE
Después de la muerte de Lázaro, la casa de Betania estaba,
muy probablemente, llena de gente. Para la fe judía era un deber
sagrado expresar el duelo. Era tan importante para los judíos que
se había armado toda una industria alrededor de esta actividad.
Si la persona fallecida no tenía suficientes amigos para condoler-
se, la familia contrataba lloronas para asegurarse de que el falle-
cido fuera despedido adecuadamente. Cuanto más fuerte llora-
ran, mejor.
Pero María y Marta no tuvieron que contratar a nadie cuan-
do Lázaro murió. Tenían mucha gente lamentándose allí, según
juan 11. Amigos y familiares se agolparon para apoyar a las her-
manas en su duelo, algunos venidos de otras ciudades (ver v.
19).
Esto significa que Marta tenía, otra vez, la casa llena de gente
cuando jesús llegó, finalmente, a Betania. Pero cuando alguien le
dio la noticia de que jesús estaba llegando, fue Marta, no María, la
que corrió a su encuentro. Los invitados, los deberes, todas las dis-
tracciones nada importaron, solo jesús.
Se encontró con Él en algún punto del camino de entrada a Be-
tania, y con toda la sincera angustia de su profundo dolor, Marta
derramó delante del Señor su pena: -Señor, si tú hubieras estado
aquí, mi hermano no habría muerto -le dijo.
Su respuesta fue natural y de corazón. Pero entonces, Marta
agregó algo que revelaba cuánto había cambiado desde la última
vez que se habían visto. -Mas también sé ahora que todo lo que pidas
a Dios, Dios te lo dard -continuó (v. 22).
Ya no vemos a una mujer tratando de manipular a Dios. En lu-
gar de tratar de rescribir la historia de la muerte de su hermano, en
lugar de poner una coma donde había un punto final, o de poner
un punto final donde había una coma, Marta estaba poniendo el ti-
món de sus vidas en manos de jesús.
Haz lo que quieras, le estaba diciendo. Coloca los signos de
puntuación que te parezca. Hágase tu voluntad.
Es esa clase de entrega y esa clase de resolución la que pone
en movimiento el milagro. Casi puedo ver la gloria en el rostro

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LECCIONES DE LAzAR O

de Jesús cuando declaró su propósito a Marta aquel día en el ca-


mino, fuera de su casa. -Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la
vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que
vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? Guan
11:25-26).
¡Cuán preciosa habrá sonado la respuesta de Marta a los oídos
deJesús!: -Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hi-
jo de Dios, que has venido al mundo (v. 27).
"Creo." ¿Puede haber una respuesta más dulce? En la gran de-
claración de fe de Marta y los milagrosos hechos que sucedieron a
ella, encontramos la cuarta lección de la historia de Lázaro.

• El plan de Dios se desata cuando creemos y obedecemos.

Esta es una de las lecciones más emocionantes de todas, porque


significa que la historia de Dios, en cierto sentido, es interactiva.
Somos parte integral del proceso de escritura. Nuestras decisiones
juegan un rol en el desarrollo de la trama. Así como la desobedien-
cia de Adán y Eva bloqueó el propósito de Dios, nuestra obedien-
cia desata su plan.
La fe y la obediencia van de la mano. Se necesita fe para deci-
dir obedecer y, si usted es como yo, se necesita obediencia para
decidir tener fe cuando estamos temblando de temor. Pero cuan-
do Dios pronuncia una promesa para nuestro corazón, podemos
tomarle la palabra. Eso fue lo que hizo Marta. Y cuando lo hizo,
la fe se levantó para ayudarla a dar el siguiente paso: obedecerlo
cuando Él habló, aunque lo que le dijo que hiciera parecía total-
mente impracticable.

PODER DE RESURRECCION
Para cuando Jesús llegó a Betania, hacía cuatro días que Lázaro
estaba muerto y sepultado. El período de tiempo era importante
para los judíos. "Muchos judíos creían que el alma permanecía cer-
ca del cuerpo durante tres días después de la muerte, esperando
poder regresar a él. Si eso era lo que pensaban aquellas personas,

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARiA EN UN MUNDO DE MARTA

entonces, obviamente pensaban que ya no quedaba ninguna espe-


ranza: Lázaro estaba irrevocablemente muerto".73
Hacía siglos que los dos principales grupos de líderes religio-
sos judíos, los saduceos y los fariseos, discutían acerca de la vi-
da después de la muerte. Los saduceos decían que no había resu-
rrección, no había vida futura, no había cielo ni infierno. La vida
en la Tierra era lo único que existía. Los fariseos, por otra parte,
creían que había futuro para los muertos. Creían en la inmorta-
lidad del alma, y en las recompensas y castigos después de la
muerte.
Pero ninguna de estas dos sectas comprendía el concepto de la
resurrección. Sin duda, no del tipo de resurrección de la que esta-
ban a punto de ser testigos.
Solo puedo imaginar lo que habrán pensado todos cuando jesús
pidió que hicieran rodar la piedra. Todos reímos al leer el comen-
tario de Marta: -Señor. .. hiede ya.
Solo ella se atrevió a decir 10 que todos estaban pensando. Ha-
bía un cuerpo muerto detrás de esa piedra; un cuerpo en descom-
posición. "i Qué asco!", diría mi hij o.
Marta no comprendía la idea. Nadie la comprendía. ¿Por quéje-
sús querría abrir la tumba de un hombre que hacía cuatro días que
estaba muerto? ¿Para presentarle sus últimos respetos?
Marta tenía fe para lo que habría podido suceder: -Señor, si hu-
bieses estado aquí, mi hermano no habría muerto Ouan 11:21).
Marta tenía fe para lo que iba a suceder: -Yo sé que resucitará en
la resurrecci6n, en el día postrero (v. 24).
Lo que Marta necesitaba era fe para lo que estaba sucediendo en
ese momento: -¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?
74
-le pregunta jesús en el versículo 40.
Es lo mismo que jesús nos pregunta hoy: "¿Creerás?" La res-
puesta de fe de Marta fue rápida; su obediencia, indudable. "En-
tonces quitaron la piedra", dice el versículo 41. Y el resto es histo-
ria, una historia increíble, irrepetible, que cambió para siempre
sus vidas.
Porque cuando jesús se paró delante de la tumba y dijo: "Láza-
ro, venfuera", el infierno tembló. En pocas semanas más, el aguijón

------172--------------------------------------------------
LECCIONES DE LAzARa

de la muerte, que hería a la humanidad, sería destruido. La oscura


tierra de sombras que era la muerte se llenaría de una luz gloriosa.
y nunca más volveríamos a leer la historia de la vida eterna de la
misma forma.
La última lección de la historia de Lázaro aún resuena hoy:

• El "final" nunca es el final; solo es el comienzo

Cuando Jesús llegó tarde a Betania, su retraso fue un acto de


amor. El regalo de una nueva perspectiva. Una vista previa de mi-
sericordia, no solo para María, Marta y Lázaro, sino para los discí-
pulos, para usted y para mí.
jesús sabía que nos resultaría difícil el concepto de la resurrec-
ción. Sabía que tendríamos dudas cuando su tumba apareciera va-
cía. Sabía que habría teorías de conspiración y salas de chat llenas
de gente queriendo debatir la posibilidad de que los muertos vuel-
van a la vida. Así que el Autor de nuestra fe, nuestro gran Dios re-
lator, le puso a la muerte de su Hijo el prefacio de un acto que se-
ría una especie de vista previa de la resurrección. Cuando jesús
levantó a Lázaro de los muertos, mató la mentira de Satanás que di-
ce que el final es el final.
La verdad de Lázaro y el secreto de la resurrección es este: si
jesucristo puede convertir a la muerte en vida, la tristeza en ale-
gría, el sufrimiento en triunfo ... entonces, nada realmente malo
puede tocar nuestra vida otra vez. No, verdaderamente. Pueden
suceder cosas desafortunadas. Pueden llegar dificultades. Pero to-
do se convierte en material para una obra mayor, una gloria más ...
gloriosa.
Philip Yancey señala la cruz y la tumba vacía como puntos de
inflexión en el punto de vista sobre el sufrimiento: "Cuando los es-
critores del Nuevo Testamento hablan de momentos difíciles, no
expresan nada de la indignación que caracterizaba ajob, los profe-
tas o muchos de los salmistas. No ofrecen una explicación real pa-
ra el sufrimiento, pero apuntan constantemente a dos hechos: la
muerte y la resurrección de jesús" .75
Como resultado de la obra de Cristo en la cruz, dice Yancey, "el
patrón de los tres días: tragedia, oscuridad, triunfo, se convirtió,

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARiA EN UN MUNDO DE MARTA

para los escritores del Nuevo Testamento, en un modelo que pue-


76
de ser aplicado a todos nuestros tiempos de prueba".
Al mirar atrás, de hecho, podemos ver este modelo en toda la
historia de Dios. José lo vivió. También Job, aunque no logró com-
prenderlo. Los discípulos lo sintieron. También nuestro Señor.
Puede llegar la tragedia. También la oscuridad. Pero el triunfo
aguarda a la vuelta de la esquina.
Esa es la lección que nos sugiere la resurrección de Lázaro; esa
es la verdad que la resurrección de Jesús iba a demostrar de mane-
ra triunfante.
Quizá sea viernes, sugería la tumba vacía de Lázaro. i Pero pron-
to llegará el domingo!

UNA CÁSCARA VAcíA


Felipe no era como los otros niños de la iglesia. Era un jovenci-
to agradable y feliz, pero le costaban mucho algunas cosas que eran
fáciles para otros niños. Tenía un aspecto diferente, también, y to-
dos sabían que era porque tenía síndrome de Down. Su maestro de
Escuela Dominical se esforzaba para que todos los niños de la cla-
se de tercer grado jugaran juntos, pero la discapacidad de Felipe di-
ficultaba su integración.
Se acercaba la Pascua, y el maestro tuvo una maravillosa idea
para su clase. Reunió unos cuantos moldes de huevos de Pascua
grandes, de plástico, y entregó uno a cada niño. Juntos, fueron to-
dos afuera. Era un día hermoso.
-Quiero que cada uno de ustedes me traiga algo que les re-
cuerde la Pascua, la nueva vida -dijo el maestro-o Pónganlo den-
tro del huevo y, cuando entremos, mostraremos lo que hemos en-
contrado.
La búsqueda fue gloriosa. Fue confusa. Fue salvaje. Los niños co-
rrían por todo el terreno de la iglesia, buscando símbolos, hasta que,
finalmente, sin aliento, todos estuvieron listos para volver al salón.
Los pequeños de ocho años colocaron sus huevos sobre la me-
sa y, uno por uno, el maestro comenzó a abrirlos. Los niños esta-
ban alrededor de la mesa, esperando.

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LECCIONES DE LAzARO

Abrió uno, y había una flor. Todos hicieron: "¡Ohhh!" y


"¡Ahhh!"
Abrió otro, y encontró una mariposa. "Hermosa", dijeron todas
las niñas.
Abrió otro, y encontró una piedra. -¿Una piedra? -rieron todos.
Pero el niño que la había encontrado dijo: -Sabía que todos uste-
desl· an a traer flores y hojas y cosas así, entonces, tomé una pie-
dra arque era algo diferente. Eso es la vida nueva, para mí.
odas rieron otra vez.
Pero cuando el maestro abrió el último huevo, todos se queda-
ron en silencio. -¡Ahí no hay nada! -exclamó, finalmente, un ni-
ño. -Qué estúpido -dijo otro-o Alguien hizo las cosas mal.
Entonces, el maestro sintió que alguien lo tocaba en la espalda,
y se volvió. Vio a Felipe parado junto a él. -Es mío -dijo el niño-o
Es mío.
Los niños dijeron: -Nunca haces nada bien, Felipe. Ese huevo
no tiene nada adentro.
-Lo hice -dijo Felipe- lo hice bien. Está vacío. ¡La tumba está
vacía!
Entonces se hizo un nuevo silencio. Un silencio muy profun-
do, algo inusual en niños de ocho años. Y en ese momento, se
produjo un milagro. Felipe se convirtió en parte de esa clase de
niños de tercer grado. Lo aceptaron. Pudo salir de la tumba de la
indiferencia. A partir de entonces, Felipe fue un amigo para sus
compañeros.
Tres meses después, Felipe murió. Su familia sabía desde su na-
cimiento que el niño no viviría una vida completa. Una infección
que la mayoría de los niños podrían haber combatido fácilmente le
quitó la vida a su cuerpo.
El día del funeral, la iglesia estaba llena de gente que se lamen-
taba por la muerte de Felipe. Pero la imagen de los nueve niños de
tercer grado avanzando por el pasillo con su maestro de Escuela
Dominical fue lo que hizo llorar a la mayoría.
Los niños no llevaban flores. En cambio, fueron directamente
77
hasta el altar, y colocaron en él un huevo de Pascua vacío.

------------------------------------------------175----~
CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

EL DIOS QUE LLORA CON NOSOTROS


Todos moriremos. Lázaro, finalmente, murió. El pequeño Felipe
murió. Usted y yo moriremos.
Pero nunca olvide que el final no es el final. Es solo el comien-
zo. Cuando pertenecemos a jesús, simplemente dejamos nuestra
cáscara vacía y vamos hacia la gloria. "¿D6nde está, oh muerte, tu
aguij6n?" -escribe Pablo para recordárnoslo en 1 Corintios 15:55-.
"¿D6nde, oh sepulcro, tu victoria?"
Pero la muerte, de todos modos, nos clava un aguijón, aunque
sepamos que no es el final. Nos duele dejar atrás a las personas que
amamos. Duele quedar atrás. Todos encontraremos muchos más
dolores en nuestro camino a la tumba. Algunas veces, la historia de
nuestra vida parece un episodio triste tras otro. .
y jesús lo sabía.
Aunque jesús sabía que Lázaro estaba a punto de ser levantado
de entre los muertos, comprendía el dolor de Marta y María. Pero
hizo algo más que comprenderlo. Lo sintió, también. Juan 11:35
nos dice que jesús lloró. La palabra que se utiliza para decir que
lloró denota un profundo dolor y gran emoción.
jesús amaba a esta familia de Betania, por eso lloró, y llora con
nosotros también. Aunque jesús sabe que el resultado final será el
triunfo, aunque ve el final gozoso a la vuelta de la esquina, aun así
se mete en medio de nuestro dolor y nos abraza muy fuerte, y sus
lágrimas se mezclan con las nuestras.
y esa, creo, es la esencia de la historia que Dios escribe a lo lar-
go de toda nuestra vida.
Hoy sufrimos. Hoy no entendemos. Pero algún día, en ese eter-
no mañana, el mismo Salvador que llora con nosotros enjugará to-
da lágrima de nuestros ojos. Él nos desatará de nuestros lienzos
mortuorios de carne corruptible, y seremos libres. Algún día, todas
las piezas rotas y dispersas se ubicarán en su lugar y, de repente,
comprenderemos que la mano de Dios estuvo sobre nosotros todo
el tiempo. Y la tragedia, la oscuridad, serán instantáneamente sor-
bidas e1;l victoria.
¡Qué perfecto final para nuestras imperfectas historias!
Ese es el amor de nuestro Relator Maestro, Dios.

------176------------------------------------------------
LECCIONES DE LAzARa

JESÚS COMPRENDE

'1esús lloró" es un versiculo famoso por ser el más breve de la Biblia. Pero,
para mi, el verdadero poder de este pasaje de dos palabras de la historia de
Lázaro es la seguridad de que Jesús comprende cómo es la vida para noso-
tros. No nos pide nada que no haya estado dispuesto a hacer Él mismo, y
promete estar con nosotros en todo lo que debemos atravesar. Por ejemplo:
• jesús conoció la tentación: "Y estuvo allí en el desierto cuarenta
días, y era tentado por Satanás" (Marcos 1:13).
• jesús conoció la pobreza: "Las zorras tienen guaridas, y las aves
del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su ca-
beza" (Mateo 8:20).
• jesús conoció el enojo: "Y haciendo un azote de cuerdas, echó jue-
ra del templo a todos, [... ], y volcó las mesas; y dijo f.. .]: Quitad de
aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado" (Juan
2:15-16).
• jesús conoció el cansancio: "Entonces Jesús, cansado del camino,
se sentó asijunto al pozo" (Juan 4:6).
• jesús conoció la decepción: "¡Jerusalén,Jerusalén, que matas a los
profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise
juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas,
y no quisiste!" (Lucas 13:34).
• jesús conoció el rechazo: "Desde entonces muchos de sus discípu-
los volvieron atrás, y ya no andaban con él" (Juan 6:66).
• jesús conoció la tristeza: "Mi alma está muy triste, hasta la muer-
te" (Mateo 26:38).
• jesús conoció el ridículo: "Y le golpeaban en la cabeza con una ca-
ña, y le escupían, y puestos de rodillas le hacían reverencias" (Mar-
cos 15:19).
• jesús conoció la soledad: "Dios mío, Dios mio, ¿por qué me has de-
samparado?" (Mateo 27:46).

PORQUE NO TENEMOS UN SUMO SACERDOTE QUE NO PUEDA


COMPADECERSE DE NUESTRAS DEBILIDADES. SINO UNO QUE FUE
TENTADO EN TODO SEGÚN NUESTRA SEMEJANZA. PERO SIN PECADO.
(HEBREOS 4:15)

---------------------------------------------177------
9

IEI! COR.AZON DIE


M\AIRJ[A. AIB~ER.J[O
A !LA ENSEÑANZA
Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente
mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.
«JUAN 8:31-32~

"N o se necesita experiencia previa. Nosotros lo capacita-


remos", decía el anuncio. Parecía un aviso de la sec-
ción de trabajo para el turno nocturno de McDo-
nald's. Excepto que esta publicidad aparecía de las páginas de una
de las revistas de negocios más importantes de Estados Unidos.
Después de décadas de capitalismo salvaje, parece, las com-
pañías más importantes empiezan a buscar una nueva clase de

--------------------------------------------------179------
COMO TENER UN CORAZON DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

empleado. Aunque sigue siendo importante tener un título, mu-


chas empresas buscan cualidades más personales en sus trabajado-
res. -¿Cómo interactúa usted con los demás? -preguntan-o ¿Sabe
trabajar en equipo, o es un solitario? \
En resumen: -¿Tiene buena disposición para aprender?
Las empresas ignoran los currículos brillantes, pasan por alto
las grandes agencias de colocaciones y van derecho a los claustros
universitarios para conseguir a sus trabajadores. ¿Por qué?
-Pasamos más tiempo "desentrenando" personas del que pasa-
ríamos entrenándolas de cero -dijo un ejecutivo que escuché en un
programa televisivo-. No necesitamos gente que lo sepa todo; ne-
cesitamos personas dispuestas a aprender.

UN CORAZON DISPUESTO A APRENDER


SiJesús hubiera sacado un aviso clasificado en el periódico más
leído de Jerusalén al comienzo de su ministerio, hace dos mil años,
creo que hubiera sido muy similar al que he comentado. "No se ne-
cesita experiencia previa. Nosotros lo capacitaremos". Jesús no es-
taba interesado en encontrar personas capacitadas, sino personas
que estuvieran dispuestas. Buscaba corazones que estuvieran dis-
puestos a aprender.
Quizá es por eso que Jesús dijo: "Dejad a los niños venir a mí, y no
se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos" (Mateo 19: 14).
Los niños aprenden rápidamente, sobre todo, porque no tienen ideas
preconcebidas que impidan que escuchen algo nuevo y lo reciban.
Quizá es por eso que Jesús llamó a un grupo de hombres comu-
nes para acompañarlo, en lugar de un grupo de religiosos profesio-
nales. Las mentes de los escribas y fariseos cultos de Israel estaban
cargados de falsas percepciones y planes hechos por hombres; hu-
biera llevado años reprogramar su forma de pensar para adaptarla
a la de Dios. Así que Jesús eligió hombres sin currículum vitae, sin
educación formal, sin experiencia de trabajo evangélico previo.
Para el resto del mundo, no eran nada especial. Sucios, incultos,
y algunas veces torpes. Pero Jesús veía en ellos exactamente lo que
necesitaba: seguidores con potencial para ser transformados.

------, 180------------------------------------------------
EL CORAZÓN DE MARTA, ABIERTO A LA ENSEÑANZA

¿ESTÁ DISPUESTO A APRENDER?


Estudie las siguientes afirmaciones para darse una idea de hasta qué pun-
to está dispuesto a aprender. Responda: G (generalmente), A (algunas ve-
ces) o R (rara vez).
G A R

1. No me resulta incómodo pedir consejo.


2. Cuando me equivoco, no demoro en admitirlo.
3. Me gusta leer para informarme, más que como
forma de escape.
4. Puedo recibir críticas sin sentirme herido.
5. Disfruto de escuchar las ideas y las opiniones de
otras personas sin sentir necesidad de expresar las mías.
6. Cuando leo algo en la Biblia, automáticamente pienso
cómo aplicarlo.
7. Disfruto de la iglesia y las clases bíblicas,
y generalmente tomo notas.
8. Puedo discrepar de alguien sin sentir que tengo
que debatir el asunto.
9. Estoy dispuesto a considerar una situación
desde todos los ángulos antes de formarme una opinión.
10. Prefiero ser justo que tener siempre la razón.

Adjudíquese 3 puntos por cada respuesta G, 2 puntos por cada A y O


por cada R. Sume el puntaje. Si tiene entre 24 y 30 puntos, tiene un cora-
zón dispuesto a aprender. Si tiene entre 15 y 23, continúe intentándolo.
Sin duda podrá lograrlo. Si tiene entre Oy 14, debería convertir este asun-
to en un motivo de oración, porque descubrirá que un corazón dispuesto
a aprender es uno de los tesoros más grandes de la vida.
R.ETÉN EL CONSEJO. NO LO DEJES:
GUÁRDALO. PORQUE ESO ES TU VIDA.
(PROVERBIOS 4:13)

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARiA EN UN MUNDO DE MARTA

Lamentablemente, aunque todos aplaudimos la idea de la trans-


formación, la mayoría de nosotros no disfrutamos del proceso que
nos lleva allí. Ser transformados implica que tenemos que cambiar,
yel cambio, generalmente, duele. Pero, como Paul W Powell escri-
be: "Dios está más preocupado por nuestro carácter que por nues-
tra comodidad. Su meta no es mimarnos físicamente, sino perfec-
cionarnos espiritualmente". 78
Creo que es por eso quejesús decidió confrontar a Marta por su
actitud después del pequeño berrinche sobre la ayuda en la cocina,
en Lucas 10. Había más en juego que el incidente que estaba a la
vista. En esas quejas de Marta, Cristo podía ver una línea de falla
que corría muy en lo profundo de la psiquis de esa mujer, donde
estaba localizada su identidad. Marta pensaba que tenía valor por-
que era productiva. jesús quería que aprendiera que tenía valor,
simplemente, porque era suya.
Estoy segura de que la reprimenda de jesús debe de haber he-
cho sufrir a Marta. Después de todo, a nadie le gusta que se expon-
gan sus faltas. No me sorprendería que haya habido un momento
en que Marta se sintiera tentada de guardar su ego herido en una
valija y salir del cuarto dando un portazo. Ella sabía cuándo sus es-
fuerzos no eran apreciados. ¡Que se preparen su propia cena! En-
tonces verían cómo ella se había esclavizado.
Pero, en cambio, Marta se quedó y escuchó a jesús. Y si noso-
tros queremos ser sus discípulos, debemos estar dispuestos a hacer
lo mismo. Aunque sus palabras hieran nuestra voluntad.

CORAZON ENOJADO
Aquel día, mientras llevaba a los niños a la escuela, mi mente
era un torbellino. Fue una fría mañana de invierno, hace varios
años. Nubes oscuras cubrían el cielo mientras yo luchaba por avan-
zar por las calles cubiertas de nieve. El aguanieve del día anterior
se había convertido en grandes surcos de hielo que hacían que mi
camioneta zigzagueara peligrosamente.
Tenía que luchar para mantener el control del volante. Pero la
verdadera lucha, esa mañana, estaba en mi interior.

------182--------------------------------------------------
EL CORAZON DE MARTA, ABIERTO A LA ENSEÑANZA

"¡Qué imagen de mi vida!", pensé, mientras miraba el paisaje


gris por la ventanilla. Frío. Oscuro. Desolador.
Varios meses antes se había producido un terrible malentendi-
do entre una de mis mejores amigas y yo, y nada de lo que yo ha-
bía intentado había logrado repararlo. Yo me había equivocado y le
había pedido perdón. ¿Por qué no me perdonaba? Los surcos hela-
dos de esta fría situación agitaban de un lado a otro mis emociones,
me quitaban el gozo y la paz, y me dejaban vacía, dura y hueca.
La dulce voz de mi hija seguía las palabras de la canción cristia-
na que sonaba en la radio. La canción hablaba de jesús pasando por
un corazón partido por el enojo.
Las palabras me hicieron recordar lo que le había dicho el día
anterior a mi esposo, hablando de mi amiga: "Supongo que uno so-
lo conoce verdaderamente a una persona cuando la hace enojar", le
dije en un momento de ira. Pero ahora sentía al Espíritu Santo vol-
viendo esas palabras como un reflector sobre mi propio corazón os-
curo y resentido.
-¿Y tú, joanna? -sentí que el Señor me decía, suavemente-o
¿Qué te ha hecho ver de ti misma este enojo que te ha partido el
corazón?
Lo que me mostraba no era muy agradable. Había cosas en mi
vida que yo había dejado sin arreglar, asuntos básicos que me ha-
bía negado a solucionar. Pero era hora de enfrentarlos, y yo lo sa-
bía. Para mí, el simple hecho de estar lista para hacerlo ilustra una
de las cosas más hermosas que he aprendido de mi Señor.
jesús hace todos los esfuerzos posibles para preparar mi cora-
zón para que escuche y aprenda. Espera el momento en que estoy
más dispuesta a obedecer. Y, aunque conservo mi libertad de recha-
zarlo en cualquier momento, su reprensión es dulce. Me atrae y, al
mismo tiempo, me desarma, hace que me sienta dispuesta y lista
para el cambio.
Si usted no ha experimentado este dulce aspecto de la discipli-
na de nuestro Salvador, quisiera sugerirle que pase un poco más de
tiempo en la sala con Él. Porque, cuando estamos ocupados en la
cocina, la reprensión suena dura y exigente, un deber más que
cumplir. Pero cuando escuchamos desde la sala, sentimos el amor
de la voz de Dios y suena como vida para nuestra alma.

183---
CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARiA EN UN MUNDO DE MARTA

Allí fue donde Marta la encontró. En la sala. Allí recibió la re-


prensión de su Salvador, y ya vimos cómo cambió. En lugar de
exaltarse en contra de Dios, se humilló, y descubrió cuán ciertas
eran las palabras del rey Salomón: "Mejor es reprensión manifiesta
que amor oculto. Fieles son las heridas del que ama" (Proverbios
27:5-6).
Especialmente, cuando el que ama es Jesús.

APRENDER O NO APRENDER
-Mamá ... -me dijo Juan Miguel, mirándome muy serio con sus
grandes ojos oscuros. Mi hijo, a los doce años, era un niño brillan=
te (¡por supuesto!), tenía una mente continuamente activa, explo-
radora y, en algunos casos, se le mezclaban las palabras.
-Sí, hijo -le dije.
-Estaba pensando ... La gente que es realmente pobre ... ¿vive en
pubertad, no es cierto?
Como podrán imaginar, corregí amablemente su error,. y des-
pués tuvimos una charla profunda sobre la penosa situación de las
personas que mueren de hambre en todo el mundo.
Bueno ... eso es lo que tendría que haber hecho.
Pero no lo hice. Lancé la carcajada.
-¿Pubertad? -grité, sin lograr contener el volumen de mi voz-o
¿De dónde sacaste eso? Querrás decir "pobreza".
-Sí, bueno, eso -Me miró-. ¿Qué dije yo?
Le explique la diferencia entre ambas palabras, y ambos reímos
un rato. De hecho, descubrimos una palabra clave para su incipien:'
te adolescencia.
~Creoque tengo una espinilla -me dijo unos días después, mi-
rando muy preocupado un bultito blanco que asomaba en su
mentón.
~Bien, Miguel. -Era su primera espinilla (también llamado "ba-
rrito") completa. Le palmeé la espalda y lo felicité-o Por fin estás
entrando en la pobreza.
Momentos para aprender. Esos momentos de la vida en que la
verdad brota -pemón por el miste- y nos ofrece una oportunidad

------184------------------------------------------------
EL CORAZÓN DE MARTA, ABIERTO A LA ENSEÑANZA

para crecer. Aprender o no aprender, esa es la cuestión. Porque


cuando somos corregidos, reprendidos o castigados, tenemos una
opción. Podemos aceptarla o rechazarla.
Juan Miguel podría haberse ofendido por mi falta de considera-
ción hacia sus sentimientos por su error de vocabulario. Podría ha-
berse ido dando un portazo. Pero decidió aceptar mi instrucción
con buen humor y, al hacerlo, abrió la puerta para una charla de
madre e hijo sobre un tema que no es fácil de hablar.
En cuanto a mí, recibí una lección -muy necesaria, por cierto-,
sobre no tomarme a mí misma demasiado en serio. Michael me ha
ayudado a reír y aprender de mis errores en lugar de tratar de ocul-
tarme de ellos.
El hecho es que todos nos confundimos algunas veces. La ma-
yoría de nosotros no dudamos en admitir que no somos perfectos ...
mientras no tengamos que dar detalles. Pero cuando alguien seña-
la una falla específica en nuestra vida, no permanecemos tan cal-
mados. Y, a diferencia de mi hijo, que tiene tan buen talante, tam-
poco solemos reír frente a las críticas. Por el contrario, nos
ponemos tensos y soberbios. O comenzamos a disparar palabras a
nuestro alrededor para derribar sus argumentos. "No es cierto", de-
cimos, y enumeramos las razones por las que no lo es. Cuando es-
to no funciona, pasamos a la ofensiva y comenzamos a enumerar
las fallas del otro. "¡Sácate la viga de tu ojo!", gritamos, y corremos
a escondemos.
Pero Marta -y esto debemos reconocerlo- no hizo eso cuando
Jesús la reprendió aquel día, en la sala. O, al menos, yo creo que no
lo hizo.
Cuando Él le dijo: "Marta, Marta, afanada y turbada estás con
muchas cosas. Pero solo una cosa es necesaria; y María ha escogido la
buena parte, la cual no le será quitada", no hay registro de que ella
lo haya refutado. No hay respuesta furibunda. De hecho, el inci-
dente concluye con la palabra de reprensión de Jesús.
La Biblia no nos dice cómo respondió Marta en aquella ocasión.
Pero estoy convencida de que Marta recibió la reprensión de Jesús
con humildad y aprendió de ella. Creo que Marta tenía un corazón
dispuesto a aceptar la enseñanza, porque no hay otra cosa que pue-
da explicar su misteriosa transformación en la Marta de Juan 11 y 12.

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

En estos dos capítulos vemos una mujer completamente dife-


rente de la que conocimos en Lucas 10:38-42. Oh, seguía siendo al-
go impaciente e insistente, demasiado práctica para su propio bien.
Pero, como hemos visto, había ahora en ella una tierna vulnerabi-
lidad que no vimos antes. Una nueva fe. Una nueva intimidad con
Jesús que solo se produce cuando recibimos y aplicamos la corr.ec-
ción del Señor.
Ya hemos mencionado la transformación de Marta en el capítu-
lo anterior. Pero quisiera concentrarme en los cambios que vemos
enJuan 11, porque ellos nos presentan la imagen de una muj~r que
cambió porque tenía un corazón dispuesto a aprender. Primero,
Marta dejó una casa llena de invitados y salió corriendo para reci-
bir a Jesús. Ella era una mujer que antes se obsesionaba para de-
mostrar su buena hospitalidad. ¿Por qué dejaría una casa llena de
gente?
Lo más extraño es que Marta era, seguramente, la primogénita.
Estaba acostumbrada a ser "la fuerte". Había mantenido unida a la
familia y, en medio de su. terrible dolor, sin duda sentía la necesi-
dad de continuar manteniéndola unida. Pero cuando Jesús llegó a
Betania, en lugar de quedarse "guardando el fuerte", Marta dejó a
un lado sus obligaciones y corrió a recibir a su Maestro.
-Señor -le dijo a Jesús en Juan 11:21- si hubieses estado aquí, mi
hermano no habría muerto.
Sus palabras estaban llenas de dolor y confusión. Momentos
después, María se haría ecq de esas palabras, una por una. Pero so-
lo Marta tuvo algo más para decir. Sin esperar un segundo, sin pau-
sas, Marta agregó: "Mas también sé ahora que todo lo que pidas a
Dios, Dios te lo dará".
Fe. Esa era la diferencia. En lugar de quejarse como una niña y
exigir que Jesús hiciera las cosas como ella quería, Marta proclamó
su seguridad de que Jesús podía hacer lo que fuera necesario. Atrás
habían quedado las épocas de señalar con el dedo a su hermana y
gritar: "i Dile!" Ya no le estaba dando órdenes a Jesús. Por el con-
trari): con toda humildad, le dio a Jesús la autoridad y el espacio
para decidir qué era lo mejor.
Fue a este corazón abierto y dispuesto que Jesús se reveló con
toda su gloria: -Yo soy la resuuecci6n y la vida; el que cree en mí,

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EL CORAZON DE MARTA, ABIERTO A LA ENSEI'IANZA

aunque esté muertO, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no mo-
rirá eternamente. ¿Crees esto? -le dijo en Juan 11:25-26.
-Sí, Señor -respondió ella-o Yo he creído que tú eres el Cristo, el
Hijo de Dios, que has venido al mundo (Juan 11:27).
Los eruditos sostienen que esta es una de las más increíbles de-
claraciones de fe de la Biblia, porque va directamente a la esencia
de quién era y quién es Jesús. y esta visionaria proclamación no
provino de la contemplativa y sensible María, sino de Marta, que, a
pesar de ser tan organizada y devota del trabajo, estaba dispuesta a
aprender.
Marta ya no estaba cegada por la duda y el egoísmo. Sus ojos es-
taban abiertos. Sabía quién era Jesús; no solo un buen hombre o un
maestro fascinante, sino el mismísimo Hijo de Dios. Ella lo procla-
mó Cristo, su Mesías.
Pero más allá del entendimiento teológico de Marta, encuentro
en el versículo 28 el cambio más tierno de todos: -Habiendo dicho
esto, fue y llam6 a María su hermana, diciéndole en secreto: El Maes-
tro está aquí y te llama.
i Un minuto! ¿Qué sucedió con la .rivalidad entre hermanas que
vemos en Lucas lO? El resentimiento ha desJlparecido. Marta no
solo podía condolerse por sí misma, sino también por su hermana.
y esta vez, en lugar de tratar de apartar a María de los pies de Je-
sús, Marta la ayudó a acercarse.
Es obvio que esta no es la misma mujer que vimos antes en ese
hogar deBetania. La ansiosa, exigente "reina de todo" ha desapare-
cido. Yen su lugar hay una mujer con el corazón transformado. Es
la clase de corazón transformado que todos deseamos, y que nos
pasamos la mayor parte de la vida preguntándonos cómo podemos
obtener.
Creo que recibimos un nuevo corazón de parte del Señor de la
misma manera que lo recibió Marta: aceptando su enseñanza. Y pa-
ra esto, básicamente, se necesitan tres cosas:

• Estar dispuestos a escuchar.


• Actuar en respuesta a lo que escuchamos.
• Responder a la disciplina.

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

¿TIENE USTED OíDOS?


-Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es.
Cada mañana, durante miles de años, los judíos piadosos han
repetido Deuteronomio 6:4. Con este versículo comienza la shemá,
su principal confesión de fe, que instruye al pueblo judío sobre su
deber: -y amarás aJehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu al-
ma, y con todas tus fuerzas (6:5).
Shemá. Esta palabra hebrea significa, literalmente, "oye". Esa
palabra también se aplica a nosotros. La Biblia contiene gran ver-
dad. Palabras llenas de poder que pueden cambiar nuestras vidas ...
si estamos dispuestos a "shemá": si estamos dispuestos a oír.
Lamentablemente, parece que el pueblo de Dios siempre ha te-
nido problemas de audición. Quizás es hereditario. Una y otra vez,
en el Antiguo Testamento, leemos cómo Dios intenta comunicarse
con sus hijos rebeldes y sordos:

y os hablé, y no disteis oído; antes fuisteis rebeldes al mandato


de Jehová, y persistiendo con altivez subisteis al monte (Deute-
ronomio 1:43).

Y les envió profetas para que los volviesen aJehová, los cuales
les amonestaron; mas ellos no los escucharon (2 Crónicas
24:19).

Les soportaste por muchos años, y les testificaste con tu Espíri-


tu por medio de tus profetas, pero no escucharon (Nehemías
9:30).

No es difícil ver un patrón aquí. Casi desde el comienzo de los


tiempos, el pueblo de Dios ha obstaculizado la obra transformado-
ra de Dios negándose a escuchar. Apagando su voz. Nosotros hace-
mos lo mismo cuando nos negamos a prestar atención a la voz de
su Espíritu Santo en nuestra vida.
Algunas veces, la negativa a escuchar es deliberada; no queremos
enfrentar lo que creemos que Dios podría tener para decimos. Otras

----~188------------------------------------------------
EL CORAZÓN DE MARTA, ABIERTO A LA ENSEÑANZA

veces, creo que es casi inconsciente; vivimos en un estado de nega-


ción porque no podemos enfrentar ninguna exigencia que el Señor
pudiera querer hacernos. Algunas veces, muy convenientemente,
permitimos que la voz de Dios sea ahogada por la confusión de nues-
tra existencia diaria; evitamos escucharlo pues estamos demasiado
ocupados como para leer la Biblia u orar. Es casi como si fuéramos
niños obstinados que se cubren las orejas, patean el suelo y cantan a
toda voz para no escuchar lo que sus padres tratan de decirles.

¿COMO LE HABLA DIOS A USTED?

Aunque sabemos que Dios nos habla claramente a través de la Biblia, mu-
chos de nosotros no estamos seguros de cómo podemos escuchar la voz de
Dios en nuestro espíritu. "¿Cómo le habla Dios a usted?", le preguntó al-
guien a la oradora y escritora Carole Mayhall. Su respuesta me ha resul-
tado intensamente práctica y útil.

Para mí, Él habla por medio de una impresión clara en mi corazón.


Nunca me ha hablado en voz alta, pero algunas veces, el pensamiento que
pone en mi alma es tan vívido que es como si lo hiciera. Muchas veces es
solo un pensamiento o una idea que aparece de repente en mi alma, y sé
que es de Él...
Algunas veces, un pensamiento aparece de improviso en mi mente; un
pensamiento tan diferente de lo que yo estaba pensando, o tan creativo
que yo jamás lo hubiera tenido, o totalmente opuesto a lo que yo deseaba
que Dios me dijera. Cuando eso sucede -y si está de acuerdo con lo que
dice la Palabra de Dios- sé que he escuchado su voz de forma clara.Siem-
pre oro para poder escuchar su voz con mayor frecuencia y más clara-
mente. Cuando no lo hago, sé que Él no ha dejado de hablar; más bien es
que yo he dejado de escuchar. 79

MIS OVEJAS OYEN MI VOZ. Y YO LAS CONOZCO. Y ME SIGUEN.


(JUAN 10:27)

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

Sea como fuere que lo hagamos, el resultado final es el mismo.


Cuando nos negamos a escuchar a Dios, lo excluimos. Le negamos
la oportunidad de enseñamos, de transformar nuestra vida, de
obrar a través de nosotros para transformar el mundo.
Sin duda es por eso que jesús repetía tanto su llamado a escu-
char. Una y otra vez, el clarín de la voz de jesús repite, a lo largo de
los Evangelios, las palabras de la shemá: "El que tiene oídos para oír,
que oiga". Y ocho veces, en el Apocalipsis, jesús indica a su esposa,
la iglesia, que escuche: "El que tiene oídos, oiga lo que el Espíritu di-
ce a las iglesias".
No nos confundamos. El Señor continúa hablando hoy. A través
de la Biblia. A través de nuestras circunstancias. En nuestro cora-
zón, con la voz del Espíritu Santo. Si renunciamos a nuestra rebe-
lión y nuestra negación, podremos escucharlo. Podemos escuchar
su voz y, cuando le prestemos atención, Él nos enseñará.
Nosotros, que tenemos oídos ... escuchemos.

HACER LO QUE JESÚS DICE


Por supuesto, no basta con solo escuchar la Palabra de Dios. La
Biblia deja eso bien en claro. El poder transformador de Dios se li-
bera en nuestra vida cuando no solo escuchamos, sino cuando ac-
tuamos en respuesta a lo que hemos escuchado.
De hecho, en nuestra negativa a escuchar, es posible que nos ce-
rremos a la posibilidad de escucharlo nuevamente más adelante. El
pecado obstruye nuestros oídos espiritUales de la misma manera
que el cerumen excesivo obstruye los físicos. Cuando eso sucede,
quizá parezca que escuchamos, porque asentimos y decimos que sí,
pero no comprendemos en lo más mínimo. Las personas que tie-
nen oídos espirituales obstruidos "siempre están aprendiendo", co-
mo escribe Pablo en 2 Timoteo 3:7, "y nunca pueden llegar al cono-
cimiento de la verdad".
El triste hecho es que podemos llegar a estar tan acostumbrados
a la voz de Dios, que ya no nos conmueva. Podemos convertimos
en personas como aquellas sobre las que Dios nos advierte a través
del profeta en Ezequiel 33:31-32:

-----190------------------------------------------------
EL CORAZÓN DE MARTA, ABIERTO A LA ENSEÑANZA

y vendrán a ti como viene el pueblo, y estarán delante de ti co-


mo pueblo mío, y oirán tus palabras, y no las pondrán por obra;
antes hacen halagos cón sus bocas, y el corazón de ellos anda
en pos de su avaricia. Y he aquí que tú eres a ellos como cantor
de amores, hermoso de voz y que canta bien; y oirán tus pala-
bras, pero no las pondrán por obra.

Suena terriblemente conocido, ¿verdad? Así como las palabras


de Santiago, el hermano de Jesús: "Pero sed hacedores de la palabra,
y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos" (Santia-
go 1:22).
Ya he hablado bastante en este libro sobre la obediencia, princi-
palmente porque creo que la obediencia es un ingrediente esencial
en la intimidad con Dios y la clave para tener un corazón como el
de María. Y de lo que estamos hablando aquí es, ni más ni menos,
obediencia. O tomamos las palabras de Jesús en serio y cambiamos,
o escuchamos, pero les restamos importancia. Y restarle importan-
cia a la voz de Dios es peor que no escucharlo para nada. Especial-
mente si decimos que lo amamos.
Cuando mis hijos se niegan a escucharme, quisiera citar las pa-
labras de Jesús enJuan 14:21: "El que tiene mis mandamientos, y los
guarda, ese es el que me ama". "No me digas que me amas", tengo
ganas de decirles cuando siguen viendo los dibujos animados en la
TV después que les he dicho que ordenen su cuarto. "Obedéceme".
Jesús no anda con rodeos. Va directamente al meollo de lo que
de veras importa en la vida de cada uno de nosotros. Mete el dedo
en nuestras llagas, los lugares infectados por el pecado que trata-
mos tanto de ocultar. Señala nuestro cuarto en completo desorden
y dice: "Haz esto, y vivirás". Porque, si queremos vivir, tendremos
que obedecer.
Oswald Chambers ha iluminado mi vida de muchas maneras,
pero, quizá, ninguna tan aguda como esta simple verdad sobre la
importancia de la obediencia.

Todas las revelaciones de Dios están selladas hasta que se nos


abren por medio de la obediencia. [... ]. Obedezca a Dios en lo
que Él le muestra e, instantáneamente, se abrirá lo siguiente.

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

[ ... j. Dios nunca revelará más verdad acerca de sí mismo has-


80
ta que usted haya obedecido lo que ya sabe.

Lamentablemente, con frecuencia es más fácil hablar de la


obediencia que hacer algo, cualquier cosa. Disecamos yanaliza-
mos la verdad de Dios; la debatimos; filosofamos acerca de
ella ... cualquier cosa antes que permitir que afecte verdadera-
mente nuestra vida.
"¿ Qué quiso decir realmente Jesús?", nos preguntamos, mien-
tras examinamos las duras palabras de Jesús en un estudio bíblico
de un miércoles por la noche. "Sin duda no quiso decir que tene-
mos que vender todo lo que tenemos y dárselo a los pobres", resu-
mimos, y continuamos explicando por qué tendremos que dejar de
ofrendar para las misiones hasta que terminemos de pagar el auto
nuevo.
Es un ejemplo extremo, por supuesto. Pero sí creo que dentro
de cada uno de nosotros hay algo que se rebela contra la autoridad
de Dios en nuestra vida. Algo profundo que insiste en hacer las co-
sas a nuestra manera. Eso sucede ahora tanto como sucedió cuan-
do Eva se resistió, porfiada, a Dios en el huerto, cuando los hijos
de Israel pasaron por alto las advertencias de los profetas, cuando
los judíos entregaron a Jesús para que fuera crucificado.
Kathleen Norris, autora de Amazing Grace: A Vocabulary of
Faith (Gracia admirable: un vocabulario de fe), relata un simple
hecho que le mostró esta realidad de forma tan clara que le cam-
bió la vida. El grupo femenil de su iglesia le había pedido que tu-
viera un estudio bíblico sobre el Anticristo, tarea para la que no
se sentía preparada. El material de estudio con que contaba la
animó un poco, pero no le fue de mucha ayuda práctica: en ese
material se mencionaba que hasta San Agustín se había dado por
vencido con relación a tal tema, diciendo que era más de lo que
podía abarcar.
Así que Kathleen fue a ver a su pastor para pedirle ayuda. "Él
resumió y rápidamente descartó la idea que suelen tener los cris-
tianos de que el Anticristo puede identificarse con sus enemigos
personales, o con los que están en el poder y, por algún motivo,
son detestables. Es una tentación en la que es fácil caer", dice la

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E l eo R A Z ON D E M A R.T A, A B 1E R T o A L A E N S E Ñ A N Z A

autora. "En nuestra época, se ha identificado al Anticristo con


Adolf Hitler, Stalin, y, dado el estado actual de histeria política en
los EE.UU., sin duda, también con Bill y Hillary Clinton".
Pero, escribe Kathleen, el pastor dijo algo tan simple que le que-
dó grabado en la mente para siempre: "Cada uno de nosotros actúa
como un Anticristo cuando escuchamos el evangelio y no lo pone-
, . '1 81
mas en practica .

ACEPTAR. LA REPRENSION
¿Qué sucede cuando nos negamos a escuchar a Dios y actuar en
respuesta a lo que Él dice?
La Biblia dice claramente que Dios, como un padre amoroso,
nos corregirá de la manera apropiada: "Porque Jehovd al que ama
castiga, como el padre al hijo a quien quiere" (Proverbios 3:12).
El nivel de disciplina que recibamos depende, principalmente,
de nuestro grado de disposición para aprender. Cuando mi madre
era pequeña, lo único que su padre tenía que hacer era mirarla de
una forma que expresara su decepción ante un mal comportamien-
to, y mi madre corría a sus brazos, deshecha en lágrimas, y le roga-
ba perdón. Naturalmente, cuando le tocó a mi padre tratar con su
hija mayor, fue necesario algo un poco más fuerte. N o solo recibí
miradas, sino también palabras duras y algunas palmadas en el tra-
sero. Con casi alta frecuencia, ahora que lo pienso.
Espiritualmente, la situación es la misma. Si estamos dispuestos
a aceptar la enseñanza, llegamos pronto a la obediencia. Como con-
secuencia, el grado de disciplina es bastante menor; a veces casi in-
doloro. Pero, si somos rebeldes a la enseñanza, si rechazamos la re-
prensión de Dios, el grado de disciplina aumenta, como el que mi
padre debía utilizar conmigo. No porque Dios no tenga misericor-
dia de nosotros, sino porque nuestro corazón es rebelde. Nuestro
Padre celestial hará cualquier cosa que sea necesaria para quebrar
esa rebelión antes que esa rebelión nos quebrante a nosotros. Aun-
que signifique que tengamos que esperar algo que deseamos, o qui-
tarnos nuestros "juguetes" -como esa computadora que acaba de
romperse- o permitir que llegue a nuestra vida alguna aflicción.

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

"Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; mas ahora


guardo tu palabra" (Salmos 119:67), dice el salmista. Antes que lle-
gue a la conclusión de que Dios es cruel, continúe leyendo. No se
trata de un hijo tembloroso que sufre duros golpes de su Padre. Es
un hijo castigado que puede decir a su Padre con total seguridad:
"Bueno eres tú, y bienhechor; enséñame tus estatutos" (119:68).
jesús reprendió de forma directa a Marta. Sus palabras fueron
amables, pero apuntaban directamente al centro del error de ella. y
Marta prestó atención. Estaba dispuesta a aprender. Lo único que
necesitaba era unas tiernas palabras de reprensión de alguien que
amaba. jesús no tuvo que esforzarse para convencerla. Ella no de-
batió su reprensión. Simplemente aceptó sus palabras, aunque es-
toy segura de que le dolió escucharlas.
Marta conocía el secreto que todo hijo que ha sido disciplina-
do con amor llega a aprender, finalmente. Nunca debemos escapar
de Papá. Aunque la corrección duele y la reprensión lastima, hay
una gran recompensa. Hebreos 12: 11 nos dice: "Es verdad que nin-
guna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza;
pero después da fruto apacible de justicia ti los que en ella han sido
ejercitados" .
Yo, por ejemplo, estoy enormemente agradecida por la disci-
plina que mis padres me aplicaron. jamás podría decir que me
maltrataron, sino que los bendigo por ella. Gracias a su diligen-
cia por corregir mis errores en la niñez, tengo muchas tentacio-
nes menos que enfrentar en mi edad adulta. Un ejemplo: no me
siento tentada a robar; no después de aquella tarde en que mi
madre me hizo regresar a la tienda de donde había robado una
golosina, cuando tenía cinco años. Y no me cuesta no decir pa-
labrotas, tampoco. Dejé de hacerlo la primera vez que me lava-
ron la lengua con agua y jabón.
Como adulta, también estoy aprendiendo a aceptar la disciplina
del Señor. En lugar de escapar de su castigo, descubro que lo espe-
ro ~on ansias. Aun -me atrevo a decirlo- lo pido. Las palabras del
Salmo 23 suenan en mi alma como una preciosa canción: "Tu vara
y tu cayado me infundirán aliento".
Hace varios años, un niño de cuatro años,josué Wiedenmeyer,
me enseñó una lección sobre cómo aceptar la disciplina que nunca

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EL CORAZON DE MARTA, ABIERTO A LA ENSEÑANZA

olvidaré. Cuando sus padres, Alfredo y Tammy, llegaron de vaca-


ciones, el Parque Nacional del Glaciar era lo primero que querían
conocer. Cargamos a ambas familias en la camioneta, la mañana si-
guiente, y salimos a pasear. Los niños charlaban mientras nosotros
señalábamos varios puntos de interés. Subimos a la carretera de
montaña en medio de pinos y cedros antiguos, hasta que llegamos
a una gran distancia del valle. En la cima, pasamos una hora en el
centro de visitantes y almorzamos al sol, disfrutando de la increí-
ble belleza que nos rodeaba.
Eran casi las dos de la tarde cuando comenzamos el descenso.
Era la hora de la siesta. Un tiempo difícil para el pobre Josué. No
le gustaba el asiento del auto. No quería galletas. Tammy trató de
consolarlo. Trató de distraerlo. Pero nada funcionaba. Hasta que in-
tervino su papá. "Josh, ¿necesitas una tunda?"
Ahora bien, yo les he hecho esta pregunta a mis hijos un mi-
llón de veces, pero nunca escuché la respuesta que escuché ese
día. Josué hizo una pausa, con los ojos llenos de lágrimas. Conte-
niendo la respiración entre sollozos, dijo con voz apenas audible:
"Sí, papá".
"Juan, ¿podrías detenerte un momento?", le pidió Alfredo a
mi esposo, quien accedió. Alfredo bajó del asiento delantero,
abrió la puerta de la camioneta y esperó que Josué pasara por
encima de varias piernas hasta llegar a sus brazos. Caminaron
unos pocos pasos y Alfredo aplicó una amorosa pero firme pre-
sión a las nalgas de su hijo. Después, lo abrazó y le habló exhor-
tándolo con ternura.
Volvieron a la camioneta y Josué volvió a su asiento, con respi-
ración entrecortada, como cualquier persona que ha estado lloran-
do, pero sin quejarse.
Josué recibió lo que necesitaba, y continuamos el viaje en paz.
¡Qué gran lección! En lugar de evitar la disciplina, él la aceptó. A
los cuatro años de edad Josué había descubierto un secreto que a
muchos les lleva toda una vida aprender.

"Bienaventurado el hombre a quien tú, JAR, corriges, y en tu ley


lo instruyes, para hacerle descansar en los días de aflicción"
(Salmos 94:12-13).

195---
CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

SANTA TRANSFORMACION
¿Quiere usted conocer a Dios? ¿Realmente desea tener una re-
lación íntima, de corazón a corazón, con Él? Si es así, entonces, res-
ponda a su reprensión. No rechace su corrección. "Volveos a mi re-
prensi6n; he aquí yo derramaré mi espíritu sobre vosotros, y os haré
saber mis palabras", dice el Señor en Proverbios 1:23. Respóndale
con un corazón dispuesto a aceptar sus enseñanzas, y se sorpren-
derá con la santa transformación que se producirá en su vida.
Yo quiero eso para mi vida. Quiero una transformación santa
que me cambie tanto como a Marta. Mi temor más profundo siem-
pre ha sido levantarme un día, dentro de treinta años, y darme
cuenta que no he cambiado; de que sigo luchando contra los mis-
mos hábitos inútiles, actitudes egoístas y pecados escondidos de
hace tanto tiempo atrás.
¡Qué terrible sería eso! Pero, si no tengo un corazón dispuesto
a aprender, estoy destinada a ese estancamiento espiritual. Amarga-
da y temerosa, me aferraré a esas cosas del pasado que tendría que
haber soltado hace ya tanto tiempo ... y todo por negarme a que mi
Padre celestial me enseñe.
El propósito de la muerte de Jesús en la cruz no fue damos un
"seguro contra incendios" ni un viaje con todo pago al cielo. Él
murió y resucitó para que pudiéramos ser hechos nuevos. Para que
no tuviéramos que quedar atrapados en nuestras trasgresiones y
pecados, atados por nuestras emociones, heridas y decepciones del
pasado. Lo hizo para que pudiéramos ser transformados en su mis-
ma imagen, como dice Pablo en 2 Corintios 3:18. Ya no debemos
escondemos, ocultamos detrás de un velo de vergüenza, sino que,
"a cara descubierta", reflejamos "como en un espejo la gloria del Se-
ñor" y "somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen,
como por el Espíritu del Señor".
No se conformen a este mundo, nos dice Pablo en Romanos
12, sino sean transformados. Ese es el resultado de aceptar la en-
señanza, de estar abiertos a aprender las lecciones que el Señor
quiere damos; y, cuando elegimos la transformación, elegimos al-
go magnífico. Esta palabra griega es metamoifoo, de la cual pro-
viene nuestra palabra metamorfosis, que significa ser cambiado o

------196--------------------------------------------------
EL CORAZÓN DE MARTA, ABIERTO A LA ENSEÑANZA

transfigurado. Es la misma palabra que se utiliza para relatar lo que


le sucedió a Jesús en el Monte de la Transfiguración.
Transformación. Nosotros también podemos experimentarla.
Lo único que debemos hacer es estar dispuestos a aprender.
Jesús nos cambiará. Lo único que debemos hacer es entregar
nuestra vieja vida, y Él la hará nueva.

lA MAR.IPOSA
Joanie Burnside brilla. El cabello castaño, muy corto, enmarca
el rostro de una mujer de "cuarenta y tantos" años, con unos len-
tes de montura de metal que agrandan sus danzarines ojos azules.
Joanie es, además, una talentosa actriz, y tuve el privilegio de ver-
la representar un monólogo, un Domingo de Ramos, en Mount
Hermon, un centro de conferencias cristiano.
El culto anterior a la Pascua, en Mount Hermon, siempre es
emotivo. Inevitablemente, salgo de allí conmocionada por la in-
mensidad de la obra de Cristo en la cruz. Pero la representación de
Joanie aquel año me recordó no solo lo que Jesús hizo, sino lo que
desea hacer en usted y en mí.
Porque Jesús no vino para hacer que las personas malas sean
mejores. Vino a transformarnos en algo completamente nuevo.
Mis palabras no logran describir el poder que tenían las imáge-
nes que vi aquella mañana, pero, con permiso de Joanie, me gusta-
ría intentarlo. Imagine conmigo a una mujer anciana, ubicada en el
centro del escenario, vestida con un abrigo oscuro y llevando una
bolsa de aspecto sucio y viejo sobre sus hombros. Sus manos afie-
rran una cartera vieja. Sus pies están cubiertos por harapos. Está in-
clinada sobre un bastón. Su rostro está torcido por la sospecha, su
voz es aguda y punzante al comenzar el relato.
Escuche con atención. En algunos momentos creo escuchar a
Marta hablando. En otros, me escucho ¡l mí misma.
"He venido a contarles la historia de una mariposa -comienza
la mujer. La única utilería que hay sobre el escenario son las ropas
que lleva puestas y una sencilla cruz de madera a sus espaldas-o
Comenzó como todas las demás, como una modesta oruga, que

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - ---197---
CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

podría haber crecido, pero nunca cambiar. Su vida hubiera sido vie-
ja, fea y amarga si no hubiera sido por la gracia del Creador.
"Esto es lo que ella hubiera sido -dice la mujer, señalando su
cuerpo torcido y decrépito-. Aunque quería cambiar... no podía. Lo
único que podía hacer era someterse al poder de Dios.
"Tenía un gorro, con el que se cubría la cabeza, su precioso ce-
rebro, su inteligencia superior. Las universidades y los diplomas es-
taban a su disposición, para impresionar a los demás ... para redu-
cir a los demás a su propio tamaño.
"El cabello, que debería haber sido su corona, era simplemente
un reflejo de las ansiedades que habían atacado su vida, porque es-
taba prematuramente gris. Se preocupaba por todo: su futuro, su
pasado, sus errores, sus sueños.
"Sus dientes ... -la mujer mordió para dar mayor énfasis a sus
palabras-o Los guardianes de su boca, una de sus más feroces ar-
mas, siempre listos para morder, para cortar a otros con sus rá-
pidas réplicas llenas de sarcasmo. Porque de lo que abunda en el
corazón habla la lengua. Algunas veces, era algo aparentemente
inocente, como un chisme. Otras veces, juicios; algunas veces,
mentiras descarnadas con las que asesinaba el carácter de otras
personas.
"Su cartera era su seguridad, porque en ella guardaba su amado
dinero. Había nacido en un hogar rico y, mientras tuviera suficien-
te dinero para protegerla, estaría a salvo. Nadie podía tocarla, na-
die podía llegar hasta ella. Se encerró detrás de sus bienes materia-
les; ninguno de ellos era malo en sí mismo, pero todos eran malos
para ella, porque los adoraba en lugar de adorarlo a Dios.
"Usaba su bastón como un dedo, para señalar acusadoramente
sus propios pecados cuando los veía en otros. Este excesivo ego-
centrismo se convirtió en una maravillosa muleta porque, cuando
se sentía mal consigo misma, fácilmente podía encontrar cosas ma-
las en la vida de los demás.
"Sus zapatos cubrían una de sus características más tristes: sus
pies. Esos pobres pies ... Había pasado toda la vida andando de aquí
para allá sin sentido. No tenía propósito; nadie a quien seguir, nin-
gún lugar donde ir. Cada día era simplemente veinticuatro horas
más de desesperación."

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EL CORAZÓN DE MARTA, ABIERTO A LA ENSENANZA

La mujer baja la gran bolsa que lleva sobre su hombro y la se-


ñala. "Esta era su carga, el pecado que llevaba y que la obligaba a
andar inclinada, y que cada año se hacía más y más pesado. Había
metido todos sus pecados en esa bolsa, rogando que nadie los no-
tara, aunque eran obvios para todos. Su vida se había vuelto grotes-
ca por ese peso. Sus pecados desfiguraban la belleza que ella debía
haber sido.
"Finalmente, estaba su corazón, una sombra hecha jirones de lo
que el Creador le había dado."
Con movimientos de mímica, la mujer toma un pequeño cora-
zón de piedra de su pecho y lo sostiene con dos dedos. "Era duro
e intransigente, no permitía que entrara amor en él... ni que salie-
ra ... protegido de los intrusos por su cabeza, su boca, su cartera y
su bastón.
"Pero un día esta mujer encontró unos amigos que tenían vidas
dulces y puras. Ellos le ofrecieron el Agua Viva, y cuando ya no pu-
do soportar la sed, bebió un sorbo ... solo un sorbo, claro, porque
no estaba lista para beber, en realidad. Pero ese sorbo fue extrema-
damente dulce, y le dio una sed incomparable. Bebió, tomó, y esa
Agua Viva la satisfizo y la llenó de la cabeza a los pies."
El rostro de la mujer que estaba sobre el escenario ahora brilla con
el recuerdo de esa agua y de la nueva vida que ha recibido. Una por
una, comienza a quitarse las ropas innecesarias que la habían atado.
"Se quitó el gorro, y su conocimiento ahora era para gloria de
Dios. Sus pensamientos se convirtieron en los pensamientos de
Dios, cuando ella se entregó a su Espíritu." La mujer se quita el go-
rro y lo deja caer al suelo.
"El cabello que las preocupaciones habían emblanquecido fue
renovado, porque el gozo que era de Dios, ahora era suyo." La mu-
jer sacude el cabello alegremente, con energía.
"La boca que había usado para herir a los demás ahora se dedi-
caba a edificarlos, a cantar salmos e himnos y cánticos espiritua-
les ... a buscar formas de curar heridas, en lugar de causarlas.
"La cartera se convirtió en una herramienta, como la vaina de
una espada. Llevaba algo de gran poder. Comenzó a utilizar su di-
nero para extender el reino de Él en lugar de proteger el suyo pro-
pio" -dice la mujer, levantando la cartera para que todos la vean.

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARiA EN UN MUNDO DE MARTA

"El bastón ya no era necesario, porque su necesidad de juzgar


se desvaneció a la luz de la gracia de Dios. Lo entregó a otros que
necesitaban sostenerse, cuando comenzó a acercarse a los demás
para ayudarlos a llevar sus cargas."
"Aaahh... -la mujer hace una pausa y sonríe, sacudiendo un de-
do-o y sus pies ... Al principio, comenzaron a caminar; después, a
correr, a saltar, a danzar de gozo, porque, finalmente, ella tenía una
razón para vivir. Un Maestro a quien seguir. Un camino que Él ha-
bía preparado especialmente para ella. Un gozo como ella nunca
había conocido."
"Él tomó la carga de sus pecados -dice la mujer, con voz más
fuerte y más joven. Su cuerpo se yergue. Cuelga sus cosas sobre la
cruz-o Cómo lo hizo, ella nunca lo entendería. Pero Él le dijo que
había muerto para tener derecho a hacerlo."
"Su corazón de piedra fue transformado en un corazón nuevo,
vital, vivo." Con manos temblorosas, levanta el pequeño corazón
imaginario hacia el cielo, y recibe uno enorme, palpitante a cam~
bio. Con su rostro levantado y los ojos abiertos por la maravilla, la
mujer representa el movimiento de colocar el corazón nuevo den-
tro de su pecho.
"Crea en mi, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu rec-
to dentro de mi" [Salmo 51:10], susurra.
Las palabras son suaves, un ruego agradecido que resuena con
dulce eco por todo el auditorio. La oración de David se repite en
cada uno de nosotros. Es un momento santo.
"Un corazón limpio, Señor. Un espíritu recto. Dentro de mí".
"Gracias por escuchar mi relato -dice la mujer, finalmente. Su
voz es baja y suave. Se desabotona el abrigo- Porque ... , verán ... , yo
soy esa mariposa."
Deja caer el abrigo, y revela un magnífico leo tardo color púrpu-
ra con alas flotantes, multicolores. Brillante, refulgente en la luz. Es
un traje bellísimo. Exquisito.
Con sus brazos extendidos, la mujer sale como renacida.
Flotando, danzando, saltando. Dejando todas sus vestiduras te-
rrenales atrás. Invitándonos a cada uno de nosotros a hacer lo
• 82
mIsmo.

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EL CORAZON DE MARTA, ABIERTO A LA ENSEÑANZA

Nueva vida a cambio de la vieja. Eso es lo que Jesús ofrece. Un


corazón cálido a cambio de uno frío. y todo, por el precio de estar
dispuestos a aprender.
Al entregar mi vida a las enseñanzas de Cristo, aun a sus repren-
siones, he aprendido el valor de la tierna disciplina de Dios. Es so-
lo cuando luchamos por liberarnos de las crisálidas de nuestra na-
turaleza inferior que podemos conocer la verdadera belleza de la
nueva vida que Cristo nos ofrece.
Así que no tema despojarse de viejas y conocidas vestiduras.
Recuerde que Jesús vino a hacer nuevas todas las cosas.
Escúchelo, y obedezca. Acepte su disciplina.
y después ... prepárese para volar.

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.LO

El EXTIRAVAGANTE
AMOR DE MARIA
Entonces María tom6 una libra de peifume de nardo puro,
de mucho precio, y ungi6 los pies de Jesús, y los enjug6
con sus cabellos; y la casa se llen6 del olor del peifume.
«JUAN 12:3)

E
~
l parece estar tan cansado ... Ese rostro que ella tanto ama es-
tá marcado y fatigado cuando lo recibe en la puerta. Su fren-
te está arrugada por la preocupación, pero cuando la ve, los
ojos del Maestro se dulcifican. Se abre camino entre el vestíbulo lle-
no de gente y la toma de las manos.
-María ...
-Estoy tan feliz de que estés aquí, Señor -dice ella-o Ha pasado
tanto tiempo ...

-------------------------------------------------203-----
CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARtA EN UN MUNDO DE MARTA

Sus viajes lo han llevado lejos de Jerusalén, últimamente. Lejos


de los atrios del templo. Lejos del precio que han puesto a su cabe-
za, según se comenta.
-Estoy preocupada por ti -susurra María.
Jesús sonríe y sacude lentamente la cabeza.
-No te preocupes por nada, querida María. Mi vida está en ma-
nos del Padre.
Sus palabras son dulces, pero intensas, como si guardaran una
verdad oculta. Ella se estremece mientras van hacia la sala.
Es obvio que esta visita no será nada similar a la de tantos me-
ses atrás. Algo anda mal. Pero, por alguna razón, María siente que
algo está muy bien. Va en contra de toda lógica. Ella puede ver que
el Maestro está cansado. Los hombres están, sin duda, preocupados
y confundidos. Pero María siente una especie de temblor interno,
como el resonar de un solo tambor contra un fondo de instrumen-
tos de cuerdas. ¿Es esperanza ... o es gozo?
No hay sonido, solo la espera. Como si todo el cielo estuviera
de puntas de pie, escuchando esa canción. Como si toda la eterni-
dad hubiera estado cobrando ímpetu para esta semana ... para este
viaje ... para este Hombre.

UN POCO DE PERSPECTIVA
Nadie puede saber qué pasó en el corazón de María cuando se en-
contró con Jesús aquel día. Pero la dulce tristeza y la sensación del
destino inminente que rodeaban este viaje final a Jerusalén son evi-
dentes. Sabemos que Jesús había "afirmado su rostro" para ir hacia la
Ciudad Santa. Hacia un arresto cierto y una muerte segura. De todas
las personas que lo rodeaban, solo María parecía comprenderlo, por-
que solo ella pareció motivada a actuar de la manera adecuada.
La historia que se encuentra enJuan 12:1-8 es la última vez que
la Biblia menciona a María, Marta y Lázaro. La misma historia, re-
latada en Mateo y Lucas, no menciona a esta familia por nombre,
pero los aspectos similares de la narración parecen indicar que es-
tos evangelistas hablaban del mismo hecho. Aunque la tradición
religiosa sugiere que los tres estuvieron al pie de la cruz, la Biblia

~~-204------------------------------------------------~
EL EXTRAVAGANTE AMOR DE MARIA

no dice específicamente que estuvieran allí. Sin embargo, es obvio


que esta familia amaba profundamente al Señor, y que Él los ama-
ba a ellos. Este trío de Betania le había dado algo que jesús necesi-
taba después de salir de Nazaret, tres años y medio antes.
Le habían dado un hogar. Una familia. Un lugar donde recostar
su cabeza.
y para estas hermanas y este hermano, para todos los que ama-
ban a jesús, la sensación debe de haber sido de confusión en este
último viaje a jerusalén. Según Mateo 26:2, jesús les había dicho a
los discípulos lo que lo esperaba: -El Hijo del Hombre será entre-
gado para ser crucificado.
No había guardado ningún secreto para con ellos, pero aun así,
los discípulos parecían incapaces de comprender en su totalidad lo
que estaba sucediendo.
Naturalmente, sabían que jesús era un hombre buscado. El he-
cho había sido bien publicitado. Después de resucitar a Lázaro de
los muertos, jesús había llegado rápidamente al tope de la lista de
los más buscados por la mafia. No es de extrañarse. Muchos de la
comunidad judía, aparentemente, habían experimentado un verda-
dero cambio de corazón (ver juan 11:45). Después de ver a jesús
traer nuevamente a su amigo Lázaro a la vida, se habían convenci-
do de que Él era realmente alguien especial... quizás, incluso, el
Mesías. Si jesús podía hacer eso con un hombre muerto, ¡qué no
podría hacer por alguien que aún estaba vivo!
La asistencia al templo había declinado, al tiempo que aumen-
taban las multitudes que se agolpaban para escuchar al hombre de
Galilea. Los expertos en crecimiento de la sinagoga estaban muy
preocupados. Quizá tuvieran que hacer algo destinado a atraer a las
personas que estaban "en la búsqueda". Quizá tuvieran que prepa-
rar un programa para alimentar a la multitud: el nazareno había te-
nido mucha suerte con sus "comidas rápidas". Era obvio que de-
bían hacer algo ... y pronto. Todo estaba en juego. Especialmente,
para la elite religiosa.
-Si permitimos que continúe así -habían argumentado los prin-
cipales sacerdotes y algunos de los fariseos delante de la autoridad
judía, el Sanedrín (ver 11:48)- todos creerán en él, y los romanos
vendrán y tomarán nuestro lugar y nuestra nación.

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARtA EN UN MUNDO DE MARTA

Pérdida de posición. Pérdida de poder. Pérdida de influencia. A


esta altura del juego, era un riesgo que los judíos no querían asu-
mir; especialmente, no después de haber trabajado tanto para ase-
gurarse precisamente esas cosas.
El Sanedrín acababa de negociar una paz incierta con el procu-
rador romano, Pilato, y después de un comienzo algo ríspido, todo
iba bien. Cuando el recién nombrado Pilato se paseó por las calles
de Jerusalén con sus banderas romanas con la imagen del empera-
dor, el pueblo se había levantado, furioso, contra la idolatría. Al ver
tal oposición, Pilato había logrado un entendimiento con las auto-
ridades del templo adoptando la postura de "yo no los molesto a
ustedes, y ustedes no me molesten a mí". El Sanedrín, finalmente,
había colocado al procurador donde querían que estuviera. Claro
está, hasta que apareció Jesús.
-Ustedes no saben nada -rugió Caifás, el sumo sacerdote, du-
rante la reunión.
Como la mayoría de los saduceos, no era conocido precisamen-
te por su tacto ni por su bondad. s3 Según su mentalidad, estaba
pensando estratégicamente, esperando empujar la situación hacia
su conclusión lógica.
-No se dan cuenta de que es mejor para ustedes que muera un
hombre por el pueblo, en vez de que muera toda la nación (ver
11:49-50).
Pero Caifás era el que no tenía ni idea. Sin saberlo, "profetizó que
Jesús había de morir por la nación", escribe Juan en los versículos 51
y 52, "y no solamente por la nación, sino también para congregar en
uno a los hijos de Dios que estaban dispersos".
Así que, mientras las instituciones religiosas planeaban la caí-
da de Jesús, el plan de Dios para reunir a toda la humanidad pa-
ra Él se apresuraba. Las puertas del cielo comenzaban a abrirse,
listas para recibir a todos los que entrarían a través de Jesucris-
to, el Hijo.
Comenzaba a sonar la canción de la eternidad. El Cordero "que
fue inmolado desde el principio del mundo" (Apocalipsis 13:8) estaba
a punto de morir para que usted y yo pudiéramos conocer a Dios.
Solo María parecía escuchar esa música. Solo ella parecía lista
para responder a la extravagancia del amor de Jesús.

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EL EXTRAVAGANTE AMOR DE MARíA

AMOR EXTRAVAGANTE
Llevar a dormir a mi hija, Jessica, cada noche, es siempre un re-
galo muy especial para mí. Pero, de todos nuestros recuerdos de
acuarelas, quizá ninguno sea tan dulce como el de llevarla a dormir
cuando era pequeña.
-Te amo, Jessica- le decía, mientras acomodaba la manta ro-
sa alrededor de su cuello y alisaba sus cabellos rubios sobre la al-
mohada.
-¡Yo te amo más! -decía ella con un brillo pícaro en los ojos, co-
menzando así nuestro pequeño juego de cada noche.
-Bueno, pero yo te amo mucho más -le decía yo, besándola en
la mejilla y haciéndole cosquillas en la pancita cubierta por su pi-
jama rosa.
-Bueno, y yo te amo mucho muchísimo más -anunciaba ella
cuando había terminado de reír. Entonces me echaba los brazos al
cuello antes que yo pudiera reaccionar, y me agregaba el toque fi-
nal: -Yo te amo más que a todo el mundo.
Guau. Juego terminado. ¿Más que a todo el mundo? Eso es
amor. Especialmente para una niña de solamente tres años. Es-
pecialmente, cuando consideramos todo lo que hay para amar
en el mundo. Amarme más que a todo el mundo significaba
amarme más que al helado. Más que a su muñeca favorita. Más
que a un paseo en el parque. Más que los regalos de cumpleaños
y su nuevo triciclo. Más que la goma de mascar y el paseo sobre
el caballo de la calesita (tiovivo). Me amaba a mí más, mucho
más, que a todo eso junto.
Eso es un amor extravagante. La clase de amor que deja de la-
do todo lo demás para poder concentrarse solo en una cosa: el ob-
jeto de su amor. La clase de amor que sacrifica todo, y al mismo
tiempo desearía tener más para dar. Nada es demasiado precioso.
Nada es demasiado exorbitante. El corazón exige que demos ... que
demos todo.
Cuando María ungió a Jesús en ese banquete dado en su honor,
le entregó lo mejor de sí. De hecho, quizá haya entregado su propio
futuro cuando derramó el perfume sobre sus pies. Porque ese fras-
co de perfume -que Mateo y Marcos aclaran que era de alabastro, y

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

que debía ser roto para poder abrirlo- bien podría haber contenido
todos los sueños y las esperanzas que ella hubiera tenido.
Casarse era uno de los mayores deseos de toda jovencita judía.
Su cultura, aun su religión, hacían que el matrimonio y, especial-
mente, tener hijos, fuera la forma más elevada de honor. Ser estéril
era una vergüenza. Pero ser soltera ... era realmente una ignominia.
Para cuando llegaban a los doce años, la mayoría de las jóve-
nes judías habían sido prometidas en matrimonio, si es que no es-
84
taban casadas ya. Generalmente, eran los padres los que arregla-
ban la unión, aunque a las jóvenes se les daba oportunidad de
opinar al respecto. Había varios factores involucrados. Uno era la
dote, la compensación que el novio pagaba al padre de la novia.
Pero la novia, generalmente, también debía aportar algo de valor
al matrimonio.
Cuando ambos lados estaban de acuerdo, se realizaba el com-
promiso. Un adornado documento llamado ketuba era firmado por
la futura esposa y el futuro esposo, y la ceremonia se sellaba con un
beso. A partir de ese momento, la pareja estaba legalmente obliga-
da a casarse, aunque la ceremonia de bodas en sí podía celebrarse
85
varios años después. El acuerdo podía disolverse solamente por la
muerte o el divorcio, opción que José consideró antes de recibir la
confirmación del ángel.
Hasta donde sabemos, María nunca tuvo oportunidad de casar-
se. Dado que ella y Lázaro vivian con Marta, parece que sus padres
habían muerto varios años atrás. El hecho de que fuera llamada la
casa de Marta es interesante, también, ya que el patrimonio fami-
liar generalmente pasaba a manos del hijo varón. Algunos comen-
taristas especulan que Marta posiblemente hubiera estado casada y
enviudado, y que la casa fuera una herencia de su esposo.
Pero ¿qué tenía María? Sin padre que organizara su boda, el
tiempo se le escapaba rápidamente. El frasco de alabastro lleno de
perfume podría haber sido parte de la dote de María, si no toda. Va-
lía más de cien denarios, casi el sueldo de un año, y no era un per-
fume común. Aunque su nombre no suene demasiado romántico,
el nardo era un perfume raro, hecho del aceite aromático extraído
de la raíz de una planta que crecía principalmente en la India. 86 Te-
nía que ser importado. María no podía comprarlo fácilmente en la

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EL EXTRAVAGANTE AMOR DE MARIA

perfumería de la esquina. De hecho, no hay perfume que yo conoz-


ca hoy que pueda compararse en valor a ese; aproximadamente
treinta mil dólares el frasco.
Por otra parte, el alabastro era un material usado para recipien-
tes, muy común en el Cercano Oriente. Ese yeso nevado brillaba,
suave y traslúcido, cuando se lo pulía. Era fáciJ de esculpir para dar
forma a elaborados frascos, cajas, floreros o jarras. Algunas veces
también se llamaba alabastra a los recipientes de mármol. 87 Pero el
origen y el tipo del recipiente no era, en realidad, lo más importan-
te. Tampoco lo es ahora.
Lo que más importaba, lo que más importa hoy, es el tesoro que
contiene el recipiente. Y el tesoro que María derramó aquel día era
más que un perfume costoso. Estaba derramando su propia vida en
amor y servicio sacrificial.
Lamentablemente, no todos los presentes tenían ese mismo co-
razón.

DESDE El lADO OSCURO


¡Qué desperdicio! ¡Qué demostración emotiva tan extrava-
gante, exorbitante, innecesaria! ¿Por qué usar todo un frasco,
cuando unas pocas gotas hubieran sido más que suficientes?
¿Por qué romper el frasco cuando hubiera podido derramarlo
sin problemas? ¿Por qué el cabello? Toda la escena era bastante
incómoda, para nada decente ni ordenada. Mientras María aca-
riciaba los pies del Maestro, el perfume pendía, penetrante, en
el aire, con los sollozos de la mujer como único sonido que
rompía el pasmado silencio.
-¿Por qué no le dice que termine de una vez? -pensó Judas,
mientras observaba el vergonzoso espectáculo que estaba dando
esa mujer. Se alejó de la escena, perturbado. Desconfiaba de toda
forma de sentimentalismo, cualquier cosa que lo distrajera de la
causa de librarse de los romanos y establecer el tan esperado reino.
Seguir al Nazareno había sido una montaña rusa de altibajos emo-
cionales para Judas, algo muy inquietante para un hombre estable
como él.

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

Pero Judas había enganchado su carro a una estrella, y estaba


decidido a continuar ascendiendo por difícil que fuera el camino.
No había sido fácil. Sin duda, el Salvador iba a establecer su reino
pronto. Pero cada vez que la multitud trataba de coronarlo rey, Él
se negaba y escapaba de la oportunidad.
Lo peor de todo era que las ofrendas habían comenzado a esca-
sear. Jesús no era ya tan popular como antes, a juzgar por el peso
de la bolsa de dinero que Judas llevaba alrededor de la cintura. Ca-
da vez era más difícil robar de allí. Naturalmente, esta era una for-
ma muy desagradable de expresarlo. Judas prefería llamarlo "com-
pensación por los servicios prestados".
-Si no cambia algo, y pronto -pensaba Judas- quizá deba cam-
biar de trabajo.
Él no era como los demás discípulos. Era el único que no venía
de Galilea, sino de la ciudad de Queriot, y estaba decidido a dejar
su marca en el mundo. Pero para dejar una marca se necesitaba di-
nero. y no lo tenía.
-Eh, Judas -le dijo un discípulo, inclinado hacia él- ¿cuánto
crees que costará ese frasco de nardo puro?
¿Nardo puro? Judas no había reconocido la fragancia. Oh, oh,
oh... i Era peor de lo que él había pensado! El perfume más caro del
mundo.· Alguien tenía que decir algo.
-Ejem ... perdón, Maestro -comenzó. Judas señaló a la mujer y
su frasco roto-o ¿Por qué no se vendió ese perfume y se entregó
el dinero obtenido a los pobres? Es el equivalente a un año de
sueldo.
Algunos discípulos, a su alrededor, asintieron entre murmullos.
-Déjala en paz -dijo Jesús.
Sus ojos atravesaron a Judas como si miraran dentro de su alma.
Judas se revolvió en su lugar, incómodo.
-Ese perfume fue guardado para el día de mi sepultura -conti-
nuó Jesús-. Siempre tendrán pobres entre ustedes, pero a mí no
siempre me tendrán.
Judas miró a los demás discípulos en busca de apoyo, pero ellos
estaban mirando hacia otro lado, hacia arriba, hacia fuera, a cual-
quier lado menos a Judas o al Maestro.

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EL EXTRAVAGANTE AMOR DE MARIA

Ahora, Judas tragó saliva. Sentía que algo se consolidaba en su


interior. En lugar de atravesar su corazón, las palabras de Jesús, de
alguna forma, habían confirmado un trato. De repente, todo le pa-
recía claro como el agua. Nada iba a cambiar. Todo lo que Él había
dicho sobre la muerte ... No iba a haber ningún reino. Todo había
sido una farsa.
Adiós esperanzas de formar parte del nuevo Parlamento judío.
Se había acabado el juego.
A menos que ...

LA HISTORIA DE DOS SEGUIDORES


La historia de la unción de jesús se relata en los cuatro Evange-
lios, como la de la traición de judas. Sea que los pensamientos de
Judas hayan evolucionado como yo he especulado, o no, el resulta-
do fue el mismo. Mateo y Marcos indican que el cambio de cora-
zón de Judas se produjo inmediatamente después del extravagante
acto de amor de María.

Entonces Judas Iscariote, uno de los doce, fue a los principales


sacerdotes para en~regárselo. Ellos, al oírlo, se alegraron, y pro-
metieron darle dinero. y Judas buscaba oportunidad para entre-
garle (Marcos 14:10-11).

Solo Mateo destaca la suma por la cual Judas vendió a Jesús:


treinta piezas de plata, la suma exacta profetizada cuatrocientos
años antes en Zacarías 11:12-13. Era el precio que se pagaba habi-
tualmente por un esclavo, según Éxodo 21:32; aproximadamente
ciento veinte denarios.
Menos de la mitad del dinero que María había derramado tan
generosamente sobre los pies de jesús.
La vida suele sacar a la superficie quiénes somos en realidad, las
motivaciones profundamente ocultas en nuestro corazón. "Porque
de la abundancia del corazón habla la boca", dice jesús en Mateo
12:34-35. "El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas
cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas".

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

Esto, sin duda, le sucedió a Judas. Pero también le sucedió a


María. Mientras la situación hizo que el mal que estaba latente en
el interior de Judas saliera a la superficie, también hizo surgir algo
hermoso de lo más profundo de la doncella de Betania.
Según todas las apariencias, María era reflexiva por naturaleza.
Y, aunque la intuición espiritual la convertía en una maravillosa
adoradora, también la hacía susceptible a la desesperación. En lu-
gar de correr a encontrarse con Jesús después que Lázaro murió, re-
cordemos que permaneció en la casa. Sola y deprimida entre todos
los amigos que llenaban el lugar, se había hundido en su dolor, y ni
siquiera la noticia de la venida de Jesús había logrado disipar su
tristeza.
Pero, gracias a Dios, Jesús se encuentra con nosotros donde es-
tamos. Él entra en esos oscuros y ocultos rincones de nuestras vi-
das y, si estamos dispuestos a darle lugar, hace brillar en ellos la
dulce luz del cielo, su precioso Espíritu Santo. Si se lo permitimos,
se ofrece para limpiar nuestra personalidad, templándola con el Es-
píritu Santo para que no caigamos en la debilidad de nuestros pun-
tos fuertes y la fortaleza de nuestras debilidades.
Yeso, hasta donde sabemos, es lo que le sucedió a María. Aun-
que sintió, con su profunda intuición, la gravedad de la situación
de su Señor, esta vez, no se desmoronó. En lugar de quedarse sen-
tada pasivamente y escuchar al Salvador, en lugar de estar abruma-
da por el dolor, esta vez, María respondió. Se entregó en adoración
a Aquel que le había dado tanto a ella y a su familia.
No sucedió lo mismo con Judas, aparentemente. Aunque Jesús
conocía las debilidades de este discípulo, le había dado una opor-
tunidad tras otra en los tres años que habían recorrido juntos. Se-
gúnJuan 13:29, Jesús lo había convertido en tesorero del grupo.
"Algunas veces -escribe William Barday en The Gospel 01 Juan
(El Evangelio de Juan)- la mejor manera de recuperar a alguien
que está en el camino errado es tratarlo, no con sospechas, sino con
confianza; no como si esperásemos lo peor, sino como si esperáse-
88
mos lo mejor". Eso es exactamente lo que Jesús había hecho con
Judas. Pero Judas no había cambiado.
Imagínese pasar tres años de su vida con el Mesías ... y apartar-
se de Él siendo el mismo que era al principio. Puede sucedemos a

------212------------------------------------------------
EL EXTRAVAGANTE AMOR DE MARIA

cualquiera de nosotros si no definimos, de una vez por todas, el


asunto del señorío de Cristo en nuestra vida.
Hasta que decidamos a quién serviremos, corremos el riesgo de
desarrollar un corazón de Judas en lugar de un corazón de amor sa-
crificial. Porque cuando nuestros intereses estén en conflicto con
sus intereses, nos sentiremos tentados a venderlo como esclavo al
mejor postor, en lugar de derramar toda nuestra unción a sus pies.

AMOR EXTRAVAGANTE VS. AMOR EGOíSTA


"Para saber a quién adoras -dice Theodore Parker- quiero ver-
te en tu comercio. Quiero saber cómo rentas tu casa, cómo consi-
89
gues el dinero, cómo lo guardas y cómo lo gastas".
Jesús dice, básicamente, lo mismo en Mateo 6:21: "Porque don-
de esté vuestro tesoro, alli estará también vuestro corazón".
El tesoro de María no estaba en su ajuar. Su esperanza no esta-
ba en lo que podía obtener de Jesús. Su gozo estaba en lo que po-
día dar.
Judas, por el contrario, buscaba todo lo que pudiera conseguir.
Esa es la primera diferencia entre un amor extravagante y un cora-
zón egoísta y centrado en sí mismo.
Veamos lo siguiente:
María tenía un corazón agradecido.
Su hermano había sido resucitado de los muertos. El Mesías ha-
bía venido y la había llamado "amiga". ¿Qué mayor honor, qué ma-
yor gozo, que darle todo a Aquel que le había dado tanto?
Judas tenía un corazón codicioso.
Las cosas no iban como él había planeado. Una de las Leyes de
la Tentación de Wescott, que cita William Barclay, es que la tenta-
ción "viene por medio de aquello para lo cual somos naturalmen-
te aptos" .90 Nuestro punto fuerte puede ser nuestra piedra de tro-
piezo. Y el punto fuerte de Judas era su ambición, su
concentración y su compromiso por avanzar. Era, también, por su-
puesto, su mayor debilidad. Esto hizo que Judas se preocupara
más por la situación política y por su propia cuenta bancaria que
por el estado de su corazón.

----213---
CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARtA EN UN MUNDO DE MARTA

La codicia es tirana. Las mujeres pueden caer en ella tan fácil-


mente como los hombres. "La sanguijuela tiene dos hijas que dicen:
¡Dame! ¡dame!", dice Proverbios 30:15.
"Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento",
le dice Pablo al joven pastor Timoteo (l Timoteo 6:6). El descon-
tento puede filtrarse muy fácilmente y hacer que nos sintamos in-
satisfechos con lo que tenemos. No pasará mucho tiempo antes que
ese descontento se endurezca, convirtiéndose en la determinación
de conseguir lo que merecemos, sea cual fuere el costo. Pero el cos-
to es, generalmente, demasiado alto.
"Raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando al-
gunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolo-
res", le escribe Pablo a Timoteo en el versículo 10.
El secreto de la felicidad está, no en conseguir lo que desea-
mos, sino en desear lo que tenemos. judas volvió en sí demasia-
do tarde. Su codicia lo llevó a hacer lo inimaginable: traicionar
a un amigo. Traicionar al Hijo de Dios. Pero el dolor que pron-
to reemplazó a la codicia no pudo sanar su alma. Tampoco su
mente. Después de tratar de devolver el dinero, judas fue y se
ahorcó, y su cuerpo fue enterrado en un campo comprado por
la sangre de jesús.
Sin gratitud, tenemos tendencia a caer en la misma dureza de
corazón y la oscuridad mental que llevaron a Judas a la traición. Si
nos negamos a reconocer la inmensidad de la gracia de Dios y el in-
creíble precio que jesús debió pagar, tarde o temprano, le restare-
mos importancia. Y una vez que comencemos a desmerecerla, co-
menzaremos a abusar de ella, y la pisotearemos corriendo para
buscar una bendición más.
Sin gratitud, nos convertimos en la clase de personas de las que
habla Romanos 1:21: "Pues habiendo conocido a Dios, no le glorifica-
ron como a Dios, ni le dieron graciaS, sino que se envanecieron en sus
razonamientos, y su necio coraz6nfue entenebrecido". Las mentes en-
tenebrecidas hacen cosas tenebrosas. Miremos a judas.
¡Qué triste es pensar que sea posible conocer a Dios, sin expe-
rimentarlo nunca realmente! Si queremos intimidad con Dios, de-
bemos alimentar la gratitud en nuestro corazón y glorificar así a
jesús.

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EL EXTRAVAGANTE AMOR DE MARIA

DOS CLASES DE CORAZONES


Veamos algunas diferencias más entre el corazón de María y el
de Judas. ¿Qué clase de corazón tiene usted? ¿Es de una gratitud
extravagante, o está cerrado por la codicia?

• María se entregó por entero a Jesús.


• Judas se entregó a la materialización de sus planes.

• María escuchó lo que Jesús decía, y respondió.


• Judas escuchó, pero sin comprender.

• María no se guardó nada.


• Judas no dio nada.

En lugar de sentirse avergonzado por la extravagancia de María,


Judas criticó lo que ella daba. Su codicia trastocaba su percepción.
"Si descubrimos que estamos criticando a otras personas -dice Bar-
clay- deberíamos dejar de examinarlas a ellas y examinamos a no-
sotros mismos".91
El amor extravagante, aún hoy, rara vez es comprendido. "¿No
estás yendo demasiado lejos con esto de Dios? -podría preguntar-
nos alguien-o ¿Para qué pasas tanto tiempo orando? Después de to-
do, Dios conoce tu corazón" -podría razonar otro.
Pero el verdadero amor siempre le cuesta algo al que lo da. Si no
fuera así, ese dar se limitaría a una contribución puramente filan-
trópica. En el mejor de los casos, un gesto amable. En el peor, un
acto de egoísmo. A la luz del total abandono de María, un amor a
medias es, verdaderamente, lo "menos" que podemos hacer.
¿Amamos a Jesús "más que a todo el mundo"? ¿O solo cuando
nos conviene?

SACRIFICIO EXTRAVAGANTE
Cuando un ejecutivo minero canadiense entró en la jungla de
Colombia, en octubre de 1998, iba esperando salir con uno de sus
empleados. Pero no salió. Al menos, no inmediatamente.

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

Ed Leonard, un perforador de sesenta años de edad que trabaja-


ba para la empresa de Norbert Reinhart, había sido tomado como
rehén por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, tres
meses antes.
El secuestro era, y es, un gran negocio en Colombia. Solamen-
te en 1998, más de veintiuna personas fueron secuestradas, aun-
que la mayoría fueron liberadas después del pago del rescate. Yeso
era lo que quería hacer Reinhart. Con un cepillo de dientes, algu-
nos libros, y una cámara, se dice que guardó cien mil dólares en
su mochila para pagar por la liberación de Leonard. Pero no había
garantías.
Su esposa, Robin, le rogó que no fuera. Sí, Leonard tenía espo-
sa e hijos, pero Leonard también tenían dos hijos pequeños. Pero
Reinhart le había prometido a Leonard, un hombre que había con-
tratado telefónicamente, que podría trabajar seguro. E iba a hacer
todo lo posible para traerlo de regreso a casa.
El 6 de octubre, la guerrilla tomó el dinero del rescate de Rein-
hart, pero pidió, además, un intercambio. El ejecutivo aceptó. Esa
tarde, en un camino rocoso y desierto, Norbert Reinhart conoció
personalmente a su empleado.
-Usted debe de ser Ed Leonard -le dijo, dándole la mano-. Su
turno terminó. Es hora de que vuelva a su casa.
y con ese gesto, cambió de lugar con él y se convirtió en rehén.
El mundo estaba atónito. Algunos decían que Reinhart estaba
loco.
-Que el gobierno y los profesionales del área sean los que ma-
nejen esto ~ecían.
Pero las negociaciones se habían prolongado demasiado.
Cuando Reinhart fue liberado sorpresivamente, varios meses des-
pués, resumió su experiencia diciendo: -Solo hice lo que tenía
92
que hacer.
Un sacrificio extravagante. Norbert Reinhart había arriesgado
su vida por su empleado, sin saber qué podría sucederle. Aunque
algunos que conocen de cerca la situación han señalado que habría
tenido motivos no demasiado altruistas, lo que Reinhart hizo es, de
todos modos, impresionante.

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EL EXTRAVAGANTE AMOR DE MARIA

Pero Jesús entregó su vida sabiendo sin lugar a dudas que no


saldría de eso vivo. Esta transacción iba a costarle todo, pero Él se
dio, de todos modos. Yeso no es simplemente impresionante; es re-
volucionario.
Jesús entregó su vida por usted y por mí. No tenía por qué ha-
cerlo. Podría haber dicho una palabra, y diez mil ángeles habrían
volado a rescatarlo. Pero, en cambio, decidió no usar su propio po-
der. Se humilló y eligió el camino de la muerte sacrificada. Y nun-
ca hubo ni atisbo de egoísmo en su sacrificio: ni interés propio, ni
motivos confusos.
¿Por qué lo hizo? Por amor. Amor extravagante, desbordante,
ese amor que puede cambiar una vida.

AMOR DESBORDANTE
El apóstol Juan escribe en 1 Juan 3:1: "Mirad cuál amor nos ha
dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios". ¡Qué mara-
villosa imagen: el amor desbordante de Dios! Un amor tan maravi-
llosamente extravagante que, como una rica crema hidratante, de-
be ser extendido. Tanto amor que lo simple y lo común no es
suficiente.
María sabía algo de ese tipo de amor. También lo saben muchos
cristianos que conozco. Ellos dan y dan de sí mismos, aparente-
mente, sin cansarse. La compasión y el servicio fluyen de sus vidas
ininterrumpidamente.
Claro que se cansan. Algunas veces están de mal humor... , pero
no pór mucho tiempo. De hecho, parece que, cuanto más dan, más
energía reciben.
Trato de acercarme lo más posible a las personas cómo esas.
Las observo y trato de aprender. ¿Cómo hace Nita para registrar
todos los comprobantes en un libro sin quejarse? ¿Cómo hacen
Judy y Ed para saber cuándo alguien está sufriendo, aunque no
diga nada? ¿Por qué la Tía Gert sigue con el club bíblico del ve-
cindario todas las semanas? Su corazón está débil, su cuerpo
torcido por la escoliosis, pero ella sigue amando, y dando ... y
dando.

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

Estos son solo algunos de mis héroes de la fe. Si usted mira a su


alrededor, los encontrará por todas partes. Hay de todo tamaño y
forma, edad y género. No suelen destacarse en medio de la multi-
tud. Gran parte del tiempo, realizan su compasivo servicio sin ser
vistos ni reconocidos. Pero cuando uno se acerca, descubre que tie-
nen algo en común. Ellos saben amar, no solo de palabra, sino de
obra.
Eso es lo que hace que se destaque el amor de María en Betania.
Ella no solo amó aJesús, sino que hizo algo al respecto. Lo que hi-
zo, y cómo lo hizo, señalan el seCreto para amar más plenamente a
Dios y a su gente.
María amó con todo su corazón.
No se guardó nada para sí. Por el contrario, con dulce abando-
no, derramó todo lo que tenía para mostrar que amaba a Jesús.

UN SALTO DE AMOR
¿Alguna vez siente usted que está reteniendo una parte de su vi-
da, preguntándose cuánto puede dar para que le quede algo? Co-
mo María, usted siente el llamado a una entrega total, pero le da te-
mor rendirse de esa forma. Si es esto lo que siente, no es el único.
Creo que cada uno de nosotros llega a un punto de inflexión en su
relación con Dios en que enfrentamos la disyuntiva de entregamos
a Dios total o parcialmente.
Recuerdo el día en que Dios me llevó a ese punto. Hacía casi un
mes que estaba trabajando en mi corazón, pidiéndome que me en-
tregara por completo a Él. Jesús era mi Salvador, pero aún po era
mi Señor. Ahora Él me decía que era hora de entregarme.
Yo quería obedecer, pero tenía mucho miedo. ¿Qué sucedería si
decía que sí? ¿Qué significaría eso? Yo era una adolescente, tenía
muchos planes y sueños. Si me entregaba completamente a Él, ¿me
quitaria todo, o me enviaría al África? En aquel momento, ese era
el peor destino que podía imaginar... o casi. Si lo pienso ahora, ¿y
si m\! hubiera hecho casar con un hombre bajo, gordo, calvo, con
acné en la frente, y nos hubiera obligado a trabajar entre los pig-
meos durante el resto de nuestras vidas? ¡Eso habría sido aún peor!

------218--------------------------------------------------
EL EXTRAVAGANTE AMOR DE MARIA

Pero en lugar de responder a mis preguntas y calmar mis mie-


dos, el Señor me presionaba para que me decidiera.
-¿Vas a darme todo de ti? -me preguntaba. Sin negociar. Sin
prometer nada. Lo que Él me exigía era una entrega total, y nada
menos.
Las corrientes disonantes de mi espíritu y mi carne finalmente
chocaron ese verano en el campamento de jóvenes. Recuerdo aún
la noche en que me entregué por completo a Él. Sentí como si es-
tuviera parada sobre un trampolín, frente a una piscina, a trescien-
tos metros de altura, mirando la negrura del agua allá abajo. "Sal-
ta", escuchaba que el Señor me decía. "Salta. Yo te recogeré".
Pero yo no veía sus manos. Saltar significaba lanzarme a algo
absolutamente desconocido. ¿Realmente me recogería en susbra-
zos? ¿O tendría que caer, caer para siempre, como en los sueños
que solían repetirse en mi mente por las noches?
Estaba allí, temblando en la oscuridad, aferrada a mis sueños y
esperanzas ... hasta que comprendí que no había forma de volver
atrás. Era entregarle todo mi corazón o nada. Alejarme de esta de-
cisión significaba, para mí, alejarme de Dios. Y no podía hacerlo,
no quería hacerlo. Así que cerré los ojos, respiré hondo y me lancé
a lo desconocido.
-Soy tuya, Señor -gritó mi corazón-o ¡Todo de mí! No me he
guardado nada.
Esperé la caída sin fin. Esperaba seguir cayendo. Pero, en cam-
bio, sentí unos brazos fuertes que me rodeaban. Los brazos que
construyeron el universo. Los brazos que sostenían el mundo.
Unos brazos tan amorosos que podían acunar a los niños. Unos
brazos tan fuertes que podían soportar cualquier carga que tuviéra-
mos que llevar. Eran los brazos eternos de Jesús. Ellos me atrapa-
ron. Me abrazaron. Me recibieron como suya.
Creo que sé un poco de lo que María debe de haber sentido ese
. día, a los pies de Jesús. Con ese precioso perfume en la mano, se-
guramente estaba temblando. Porque nadie da todo de sí sin lucha.
Nadie da todo de sí sin querer quedarse con algo. Quizá a María le
resultó difícil entregarse, como a mí. Quizá se quedaba mirando el
alabastro por las noches. "¿Puedo hacerlo? ¿Debo hacerlo?" Hasta
que dijo: "Sí, Señor. Te doy mi todo".

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARÍA EN UN MUNDO DE MARTA

HAGA DE JESÚS SU SEÑOR


QuiZá, como yo, usted ha conocido aJesús como su Salvador, se ha arrepen-
tido de sus pecados, pero aún parece que falta algo. Yo encontré eso que me
faltaba cuando hice deJesús no solo mi Salvador, sino mi Señor. Hannah Whi-
tall Smith, en su clásico libro The Christian~ Secret of a Happy Lije (El secre-
to del cristiano para una vida feliz), señala los pasos que es necesario dar: 9J
1. Exprese en palabras definidas su fe en Cristo como su Salvador y reco-
nozca que [... ] Él lo ha reconciliado con Dios, según 2 Corintios 5:18-19.
2. Reconozca definitivamente a Dios como su Padre, y a usted mismo como
su hijo redimido y perdonado, según Gálatas 4:6.
3. Entréguese definitivamente para ser todo del Señor: cuerpo, alma y es-
píritu; y para obedecerlo en todo lo que su voluntad se haga conocer, se-
gún Romanos 12:1.
4. Crea y continúe creyendo, a pesar de las circunstancias, que Dios toma-
rá posesi6n de todo lo que usted le entregue, y que a partir de entonces
trabajará en usted para que desee y haga su buena voluntad, a menos
que conscientemente usted contraríe su gracia, según 2 Corintios 6:17-
18 y Filipenses 2:13.
5. No haga caso de sus sentimientos como prueba de su relaci6n con Dios,
sino simplemente tenga en cuenta el estado de su voluntad y de su fe. Y
considere todos estos pasos que ahora está dando como algo firme, aun-
que el enemigo quiera hacerlo parecer de otra manera. Hebreos 10:22-23.
6. Nunca, en ninguna circunstancia, ceda ni por un momento a la duda o
el desaliento. Recuerde que todo desaliento viene del diablo, y niéguese
a admitirlo, según Juan 14:1, 27.
7. Cultive el hábito de expresar su fe en palabras definidas, y repitalas con
frecuencia. "Soy por entero del Señor, y Él está obrando en mi, para que
desee y haga su buena voluntad", según Hebreos 13:21.
Hannah sugiere que hagamos todas estas cosas como parte de un acto
diario de nuestra voluntad: "Y llegado a este punto, descanse. No hay nada
más que pueda hacer. .. Ahora, usted es del Señor".

EL QUE COMENZO EN VOSOTROS LA BUENA OBRA.


LA PERFECCIONARA HASTA El DIA DE JESUCRISTO.
(FILIPENSES 1:6)

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EL EXTRAVAGANTE AMOR DE MARtA

Así que, cuando rompió el frasco y derramó el ungüento, María


no se detuvo a contar el costo o calcular cuánto se necesitaba real-
mente del perfume. Lo derramó todo. Profusamente. Extravagante-
mente. Hasta que su tesoro cayó por los pies de jesús y perfumó el
piso.
Entonces, hizo algo que me resulta desconcertante. Desató el
pañuelo que cubría su cabeza y limpió los pies de jesús con sus ca-
bellos. Con ese acto, entregó su gloria y, básicamente, quedó des-
nuda delante de su Señor. Porque, en esa cultura, ninguna mujer
decente se soltaba el cabello en público jamás. El cabello de una
mujer era su gloria, su identidad, su señal máxima de femineidad,
un regalo íntimo destinado solo a su esposo. Pero, para María, na-
da era demasiado extravagante para jesús; estaba dispuesta, aun, a
arriesgar su reputación. Como una amada frente a su amante, se hi-
zo vulnerable y frágil, abierta a la reprensión y el rechazo.
Pero no recibió ni reprensión ni rechazo. Solo la tierna y silen-
ciosa aprobación del Esposo para esta esposa. jesús observó cómo
María secaba sus pies, y estoy segura de que había lágrimas en sus
ojos.
La extravagancia podría ser malentendida por los demás, pero
no por Aquel que ella amaba. "Ella ha hecho algo hermoso por mí" ,
dijo jesús, enfrentándose a la desaprobación de sus discípulos.
"Déjenla en paz. Ella es mía."

SANTOS BESOS
jessica y yo hemos pasado a un nuevo "juego" a la hora de ir a
dormir. Es un juego de besos. Muchos besos. Uno en la frente y en
cada párpado. Otro en la nariz y en cada mejilla. Un suave toque
en los labios y en la barbilla y después, si lo soportamos, debajo de
la barbilla, donde da cosquillas. Con muchos besos, susurros y un
enorme abrazo para contenerlos todos, oramos y después ... i bue-
nas noches!
No sé jessica, pero yo duermo mejor cuando sé que me aman
tanto como para darme todos esos besos. Amada de forma exorbi-
tante, tonta, extravagante. Cubierta de besos.

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

judas le dio a jesús un solo beso. El beso de la traición. ¡Cuán-


to habrá sufrido el corazón de Dios! Todo el tiempo que habían pa-
sado juntos ... ¡y ser rechazado así! jesús sabía qué iba a suceder,
por supuesto, pero aun Él pareció sorprendido por la señal que eli-
gió judas aquella noche en Getsemaní. ¿Siente el dolor de las pala-
bras de jesús en Lucas 22:48? ''judas, ¿con un beso entregas al Hijo
del Hombre?"
A diferencia de este gesto burlón, hiriente, de judas, la amoro-
sa atención que María derramó sobre los pies del Salvador no tenía
nada que ver con manipulación ni control. Cuando jesús predijo su
muerte, en lugar de reprenderlo como hizo Pedro: -De ninguna ma-
nera esto te acontezca.

UNA PRUEBA DE AMOR

San Agustín predicó, una vez, un sermón en el que proponía una especie
de prueba para ver si amamos verdaderamente a Dios:

Supongamos que Dios te propone un trato: "Te daré todo lo que desees.
Puedes poseer el mundo entero. Nada será imposible para ti. f. ..]. Na-
da será pecado, nada estará prohibido. Nunca morirás, nunca sentirás
dolor, nunca tendrás nada que no quieras, y siempre tendrás todo lo que
quieras, excepto por solo una cosa: jamás podrás ver mi rostro".

Agustín cerraba su mensaje con esta pregunta:

¿Sentiste un escalofrío en el corazón al escuchar las palabras: ".. .jamás


podrás ver mi rostro"? Ese escalofrío es lo más precioso que tienes: ese
es el puro amor por Dios!·

POROUE ¿OUf APROVECHARÁ AL HOMBRE SI GANARE


TODO El MUNDO. Y PERDIERE SU ALMA?
(MARCOS 8:36)

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EL EXTRAVAGANTE AMOR DE MARIA

María preparó a su Salvador; preparó el camino del Señor. Y, en


lugar de hundirse en la depresión, la reflexiva María hizo lugar pa-
ra la soberana voluntad del Señor cuando ungió al Amado de su al-
ma para la sepultura.
-De cierto os digo -dijo Jesús en Marcos 14:9- que dondequiera
que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará
lo que ésta ha hecho, para memoria de ella.
Y aún hoy se cuenta la historia; la historia de una mujer que
amó tanto, que dio todo lo que tenía. El dulce aroma del extrava-
gante sacrificio de María aún puede sentirse hoy.
Sentimos el precioso perfume del amor extravagante que se le-
vanta una vez más, cada vez que uno de los hijos de Dios entrega
su todo a Aquel que todo entregó.

--------------------------------------------------223-----
11

El! IEQlJ~1I ~IBRI!O


ENTRE El! TRABAJO
y LA ADORAC~ON
y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón.
«COLOSENSES 3:23~

M e encantan los subibajas. Mi hermana y yo jugábamos


durante noras en una vieja plancha de madera asegura-
da a una barra de metal en el campamento de la iglesia
al que asistíamos todos los veranos. Como yo era la mayor, era
más pesada, así que tenía que sentarme un poco más hacia aden-
tro, mientras que ella se sentaba justo en el borde. y ya estábamos
listas para empezar. Arriba y abajo, arriba y abajo, en esas tardes
llenas de sol, entre los pinos del Campamento Bíblico del Glaciar.

----225---
CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

Pero disfrutábamos especialmente cuando encontrábamos el pun-


to exacto de sincronización en que ambas podíamos quedar sus-
pendidas en el aire. Puro, exquisito equilibrio.
-¡No hagas que me golpee! -gritaba Linda cuando yo balancea-
ba mi peso hacia atrás.
Sabía lo que iba a venir. El más ligero cambio en la distribución
del peso hacía que yo cayera como plomo, y la plancha de madera
chocaba contra el suelo, con lo que mi pequeña hermanita podía
salir volando unos cuantos metros en el aire.
Bueno, no salía volando. Pero yo siempre lo intentaba. Era muy
divertido.
Hasta que apareció mi primo Celso. Él se subía al centro del su-
bibaja y se paraba con un pie a cada lado de la barra. Ahora era él
el que controlaba para qué lado iba el peso, qué lado subía y qué
lado bajaba. Qué lado se golpeaba.
Linda y Celso siempre estuvieron cruelmente conspirados
contra mí. Cuando éramos niños, se encerraban en el dormitorio
de Celso todos los domingos por la tarde para que yo no pudiera
jugar con ellos a construir casas con bloques. Cuando jugábamos
a la escondida en verano, yo buscaba durante horas mientras ellos
estaban adentro, tomando helado y mirando la televisión. Pero no
es que les guarde rencor. Solo quiero que usted comprenda la si-
tuación.
Así que, cuando los azules ojitos "inocentes" de Celso se entre-
cerraban, en esas tardes de verano, yo siempre sabía lo que iba a ve-
nir. Con un par de movimientos de pies que él hiciera, yo saldría
volando por entre los árboles, gritando, aferrándome a la plancha
de madera con ambas manos, mis largas piernas temblando en la
brisa antes de regresar al subibaja con un golpe que me hacía tem-
blar la columna vertebral.
Me encantan los subibajas.

SUBIBAJAS EN EQUllIBR.IO
Me pregunto si Dios tenía un subibaja en mente cuando colocó
la historia de María y Marta en Lucas entre dos famosos pasajes: la

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EL EQUILIBRIO ENTRE EL TRABAJO Y LA ADORACION

historia del Buen Samaritano (Lucas 10:30-37) y la enseñanza del


Padrenuestro (11: 1-4). Uno habla de nuestra relación con las per-
sonas. El otro trata sobre nuestra relación con Dios. Uno enseña a
servir. Otro enseña a orar. Uno destruye la barrera que divide a las
culturas. El otro destruye la barrera que separa a la humanidad de
Dios.
Quizá es por eso que esta pequeñísima sección de la Biblia que
estudiamos primero es tan importante. En la historia de Lucas so-
bre estas dos mujeres y un Salvador encontramos el punto de apo-
yo central, el pivote de nuestro subibaja espiritual; el secreto para
equilibrar lo práctico con lo espiritual, los deberes con la devoción.
Sin ese punto de apoyo, estas historias son dos planchas de made-
ra separadas. Ambas son importantes. Ambas son ciertas. Pero
cuando colocamos las verdades fundamentales del servicio y la ora-
ción en el punto de apoyo de la practicidad, cuando llegamos a la
casa llena de gente y "¿qué hacemos ahora?", entonces, comienza
realmente la diversión.
Tengo que admitir que me cuesta mantener ese equilibrio. Ha-
ce unos meses tuvimos una cena en la iglesia, y me encontré en la
cocina, en lugar de estar en el culto. Apenas escuchaba al orador.
Parecía muy dinámico. Mi esposo se asomó por la puerta y me di-
jo: -¡Te lo estás perdiendo!
Pero yo me mantuve firme: -Alguien tiene que lavar los platos
-dije, mientras soplaba los cabellos que me caían sobre los ojos-o
Nadie quiere estar aquí toda la noche limpiando.
No recuerdo en qué momento de esa noche me di cuenta. Ob-
viamente, soy un poco lenta, especialmente, si tenemos en cuenta
que estaba en medio del proceso de escribir este libro. Pero esa no-
che, tener un corazón como el de María en un mundo que es como
Marta era lo último en que podría haber pensado. Estaba contro-
lando todo como una Marta perfecta. Los platos brillaban. Las co-
pas brillaban. Aun nuestros utensilios de cocina -cada pieza, sobre-
viviente de un juego diferente- parecían nuevos. Pero, cuando todo
terminé, me di cuenta de que me había perdido algo especial. Jesús
había estado en medio de nosotros, y yo había estado tan ocupada
lavando los platos que me había perdido la oportunidad de sentar-
me a sus pies.

-------------------------227-------
CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

Había olvidado todo lo que había estado aprendiendo sobre có-


mo equilibrar el trabajo y la adoración.
¡Ay! ¡Una nueva caída!

NUESTRO SUPREMO EJEMPLO


Jesús era la persona más equilibrada que haya conocido el mun-
do. De hecho, en parte, vino para eso: para mostramos cómo ma-
nejar el difícil equilibrio entre el trabajo y la adoración, entre lo que
hacemos y lo que somos.
Él nos dio una imagen de cómo debe ser nuestro subibaja en
Lucas 10:25-28, justo antes de la Parábola del Buen Samaritano.
-¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna? -le preguntó un
intérprete de la ley a Jesús un día (ver 10:25)-. ¿Qué puedo hacer
para asegurarme un pasaje al cielo?
Buena pregunta. Pero Jesús miró el corazón de este intérprete
de la ley y vio que estaba más interesado en debatir que en hallar
respuesta, más preocupado por la teoría que por la práctica. Así
que revirtió la pregunta y dejó que el "experto" le diera su opinión.
-¿Qué está escrito en la Ley? -le dijo-. ¿Qué lees allí?
Casi puedo escuchar la voz del experto volviéndose más grave
y seria, mientras recogía sus vestiduras y asumía la postura correc-
ta para citar las Escrituras. Todos dejaron de hacer lo que estaban
haciendo. Los bebés dejaron de lloriquear. Los niños dejaron de ca-
zar mariposas. Porque reconocieron la conocida porción de la Torá
que resonaba en labios del experto: -Amarás al Señor tu Dios con to-
do tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda
tu mente; ya tu prójimo como a ti mismo (Lucas 10:27).
La frase final quedó flotando en el aire de la tarde, y la voz del
experto perdió algo de su gravedad y compostura en el final, cuan-
do levantó la mano al cielo para mayor énfasis. Todos estaban en
silencio. La multitud esperaba, como hechizada. Todas las miradas
fueron del experto a Jesús. ¿Qué diría el rabí itinerante ante tanta
sabiduría y erudición?
Imagino a Jesús asintiendo con una sonrisa: -Has respondido
bien. Haz esto, y vivirás.

------228------------------------------------------------
EL EQUILIBRIO ENTRE EL TRABAJO Y LA ADORACIÓN

Fin de la conversación. El experto ha obtenido la mejor califi-


cación. ¿La siguiente pregunta?
Amar al Señor nuestro Dios y a nuestro prójimo como a noso-
tros mismos es exactamente lo que Dios siempre quiso que hicié-
ramos; una perfecta imagen de la vida perfectamente equilibrada.
Estos dos versículos resumen todo el Antiguo Testamento y el Nue-
vo Testamento juntos.
Dios desea que lo amemos. Que lo amemos en serio.
y quiere que nos amemos unos a otros. De verdad. Así podrán
saber que pertenecemos a Él, si tenemos amor los unos por los
otros (ver Juan 13:35).
Amor por Dios. Amor por los demás. Adoración y servicio. Son
los dos extremos de nuestro subibaja. Aunque el amor por Dios es-
tá primero, no es posible separar estos amores. Uno fluye del otro ...
y vuelve. Eso es lo que significa vivir una vida equilibrada, una vi-
da como la de Cristo.
Pero el intérprete de la ley, aparentemente, no lo comprendió. y
si lo comprendió, no quería darse por vencido. Este alborotador de
Nazaret había salido del diálogo mejor parado que él mismo. Así
que, queriendo justificarse, el hombre desafió a Jesús. -¿Y quién es
mi prójimo? -le preguntó en Lucas 10:29.
-¡Ajá! -seguramente pensó el experto-o Ahora sí que lo atrapé.
Esa pregunta había acosado a los eruditos religiosos durante siglos.
Por supuesto, cuando uno convierte a Dios en su exclusiva propiedad
y llama a cualquiera que no ha nacido judío "goy", es decir, "perro gen-
til", la lista de "prójimos aceptables" se reduce drásticamente.
Cuando no estamos interesados en escuchar la verdad y solo
queremos una conversación interesante, Jesús no es, decididamen-
te, la mejor persona para seguirnos el juego. Porque Él es la Ver-
dad. Y cuando golpeamos, Él abre la puerta. Cuando buscamos, Él
revela. Cuando preguntamos, algunas veces, recibimos una res-
puesta que no queremos escuchar. Eso fue lo que le sucedió a este
pobre intérprete de la ley.
Lo que recibió este hombre fue una buena caída, con golpe y to-
do ... cuando Jesús lo hizo bajar de su postura legalista y súper es-
piritual de un solo golpe, con una imagen práctica de lo que es
amar al prójimo.

----------229-------
CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

MEDIDAS CORRECTORAS
jesús es como mi primo Celso, solo que más agradable. No nos
hace saltar por el aire para después vemos caer. Contrarresta nues-
tras creencias y estilos de vida errados con un propósito: damos
equilibrio. Pero, para el intérprete de la ley, el enfoque de jesús de-
be de haber sido discordante. Después de todo, la historia que Él
contó desafiaba algunas creencias judías muy enraizadas, y sacudía
su sentido de superioridad religiosa como judío, con lo cual des-
mantelaba las excusas que había utilizado para no involucrarse con
las personas que consideraba inferiores a él.
El héroe de la historia de jesús no era Moisés ni josué. ¡No
era judío! Por lo menos, no era un verdadero judío. Era uno de
esos despreciados "mestizos" samaritanos que vivían en el nor-
te. Y jesús no se detuvo allí. No solo glorificó al samaritano lla-
mándolo bueno, sino también hizo una comparación bastante
poco halagüeña entre la generosidad de este hombre y la hipo-
cresía de los judíos que habían pasado de largo junto al hombre
herido y sangrante justamente cuando iban hacia jerusalén, "a
la iglesia".
El intérprete, probablemente, se retorció junto con el resto de la
elite religiosa presente en la multitud que escuchaba. Quizá la his-
toria le recordaba el ciego harapiento que había pasado por alto
cuando iba camino al debate.
-Una moneda, una moneda para el pobre -gritaba el ciego.
Pero el intérprete no tenía cambio y, además, ya había ofrenda-
do en el templo.
jesús había dado muy cerca del blanco. Les había "pisadb los ca-
llos" a algunas personas a las que las sandalias les calzaban muy
bien.
Él suele hacer eso, ¿sabe? Eso de destacar las discrepancias que no-
sotros preferimos ignorar. Y, aunque estemos más cómodos con nues-
tro trasero firmemente apoyado sobre la plancha de madera, equilibrar
nuestra vida es precisamente lo que jesús nos llama a hacer.
Ama al Señor tu Dios ... y ama a tu prójimo como a ti mismo.
¿Amar a Dios? "¡No hay problema!", pensaremos algunos.
"Soy muy bueno para todo lo que sea espiritual. Hasta podrían

------230-----------------------------------------------
EL EQUILIBRIO ENTRE EL TRABAJO Y LA ADORACION

considerarme un experto. Canto himnos espirituales ... ". Así que,


ahí nos quedamos, sentados en nuestro extremo del subibaja, feli-
ces de estar adorando en presencia del Señor.
Pero hay más, más que solo adoración, en esta vida cristiana
equilibrada.
¿Amar a las perso!1as? "¡ Claro, eso es lo que hago!" , dicen otros,
sentados al extremo opuesto del subibaja. "Me encanta servir a las
personas. Soy, decididamente, como Marta. El otro día, justamen-
te ... ". y recitamos nuestra lista de servicios y nuestros sacrificios,
felices de estar ayudando al Señor.
Pero hay más, más que solo servicio, en esta vida cristiana equi-
librada.
¿Sabe? Jesús quiere que todos seamos como mi primo Celso
-solo que más amables-o Él nos indica, si puedo decirlo de esta ma-
nera, que dejemos nuestra falsedad religiosa y cumplamos la dura,
pero satisfactoria tarea de equilibrar nuestro cristianismo, pasando
el tiempo adecuado tanto en la sala como en la cocina, adorando y
sirviendo, amando a Dios y amando a la gente.
"Santo sudor": Así se refiere Tim Hansel a este equilibrio. De he-
cho, tiene un libro que lleva ese título. "El santo sudor -dice Han-
sel- es la fusión activa de lo espiritual y lo terrenal, lo santo y lo
práctico, una profunda paradoja que está en el centro mismo de es-
ta vida que llamamos cristiana."
Dice Hansel: -Lo santo está aquí, dentro de nosotros, esperan-
do poder derramarse hacia fuera, y es mucho más accesible de lo
que jamás hubiéramos imaginado. Es gracia con heridas; es reden-
ción a toda velocidad. 95
¡Me gusta eso! Aunque he sido justificada solo por la fe -salva-
da, no por mis obras, sino por el sacrificio de Cristo- debo colabo-
rar con el Señor en el proceso de mi santificación; es decir, de ser
hecha más semejante a Él. Debo permitir que esta santidad afecte
la forma en que vivo y lo que hago.
Dios provee lo santo; yo proveo el sudor. Eso es parte de lo que
significa equilibrar el trabajo y la adoración. Es para lo que fuimos
hechos.
Aunque fuimos creados para adorar, primero y antes que na-
da, tambié!1 fuimos "creados en Cristo Jesús para buenas obras, las

--- - -- ------ - - - ----231~--


CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARtA EN UN MUNDO DE MARTA

cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas"


(Efesios 2:10). Fuimos creados para tener la íntima comunión del
Padrenuestro, pero también se nos ha confiado el ministerio del
Buen Samaritano.
Creados para decir que sí, tanto al llamado al deber, como al de
la devoción.

PRACTIQUEMOS DECIR. QUE Sí


¿Recuerda hace varios años, cuando los expertos nos decían
que debíamos tomarnos tiempo para nosotros mismos, que po-
díamos practicar mirándonos al espejo y decir "no"? ¡Algunos lo
hicimos de veras! Con la punta de la lengua en el paladar, "nnn" ,
seguido de una satisfactoria "0000". Al principio no era fácil, pe-
ro finalmente lo logramos. Después de un tiempo, hasta era di-
vertido.
Supongo que el hecho de tener dos hijos me permitió practicar
un poco más, pero no pasó mucho tiempo antes que llegara a pro-
nunciar esa palabra con total comodidad. "¡No, no, no, NO!" Po-
día decirlo casi sin pensarlo. -No, lo siento, pero no estaré dispo-
nible. No, lo lamento, pero eso no es conveniente.
Fue tan efectivo que llegó un momento en que nadie se moles-
taba en continuar preguntando.
Nadie, excepto Dios, por supuesto.
A Él no lo impresionaron mi autoprotección ni mi excusa de
darle "prioridad a la familia". Él conocía mi corazón, y sabía bien
que mi "no" sé había vuelto demasiado rápido, casi una reacción
automática. Estaba tan preocupada por protegerme a mí misma que
ni siquiera me detenía a considerar que un pedido de participación
podía ser parte del llamado de Dios para mí. Así que, algunas ve-
ces, cuando decía que no, en realidad, no se lo estaba diciendo a
una persona ni a un ministerio, sino a Dios mismo. Y, como final-
mente descubrí, no se le puede decir que no a Dios sin sufrir algu-
nos "efectos colaterales" espirituales realmente serios.
No sucedió inmediatamente, pero sucedió. Como los israeli-
tas, comencé a experimentar las consecuencias espirituales de un

-------232-----------------------------------------------
EL EQUILIBRIO ENTRE EL TRABAJO Y LA ADORACION

prolongado egoísmo espiritual: "Bien pronto olvidaron sus obras; no


esperaron su consejo. [oo.]. Y él les dio lo que pidieron; mas envió mor-
tandad sobre ellos" (Salmos 106:13, 15).
Eso es lo que sucede, <:reo, cuando el "no" se convierte en una
respuesta fácil para cualquier cosa que no entre en nuestros pla-
nes personales. Nuestra alma se debilita, enflaquece, agoniza.
Porque fuimos creados para abundancia y plenitud, no para una
inactividad negativa e introspectiva. Fuimos creados para decir
un entusiasta" ¡sí!" al llamado de Dios para nuestra vida, tanto
para su llamado a la devoción como para su llamado al servicio.
Decirle que sí a Él es liberar su poder y su gozo sobre nuestra al-
ma. Es lo que nos da fortaleza y energía para hacer lo que Él
quiere que hagamos.
Al mismo tiempo, es importante recordar que decirle que sí a
Dios no significa decirle que sí a todo. Cuando nuestra vida está co-
mo una agenda recargada de actividades, es fácil que quedemos
desnutridos y secos espiritualmente. Apenas podemos escuchar la
voz de Dios por encima del torbellino de actividades, mucho me-
nos decir que sí a lo que Él nos pide. En este caso, necesitamos
aprender a decir que no, pero solo para poder decir que sí a Dios
cuando Él quiera encomendarnos una tarea.
-Es una gran revelación saber que el secreto para "hacer todo"
no significa, necesariamente, hacer todo -escribe Jill Briscoe en su
excelente libro Renewal on the Run (Renovación a la carrera)- sino
descubrir qué parte del "todo" nos ha dado Él para hacer, y hacer
todo de eso. 96
Al llegar a comprender el impacto que el "sí" y el "no" pue-
den tener en mi vida, comencé a ver cada situación individual-
mente, y aun a detenerme para orar acerca del pedido antes de
dar una respuesta. ¡Imagínelo! De esa forma, aunque aún debo
decir que no, algunas veces, el propósito de ese "no" es bien di-
ferente.
Ahora, digo "no" para poder decirle "sí" a Dios. -No, no voy a
poder estar en el comité de planificación. El Señor me está dicien-
do que ayude con el ministerio del hogar de ancianos.
y cuando sigo en esta obediencia dependiendo de Dios, descu-
bro que el Señor no solo me bendice en lo que hago, sino también

233---
CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARíA EN UN MUNDO DE MARTA

levanta las personas necesarias para hacer las cosas que yo debí re-
chazar. Todo, porque he comenzado a buscar formas de decir esa
breve palabrita que comienza con "s".
¡Vamos, practíquelo! "Ssss... " Es la misma boca, el mismo pala-
dar, pero en lugar de mover la lengua hacia arriba y adentro, hay
que moverla hacia arriba y afuera. "Ssss .. .íííL.". Hasta la sensación
es mejor: -Sí, creo que puedo ayudar. Sí, creo que se puede arre-
glar. Déjame orar al respecto.
El efecto puede ser realmente emocionante. Especialmente
cuando nos aseguramos de decirle ese "sí" a Dios.

EL RITMO DE UNA VIDA EQUILIBRADA


Algo más que descubrí con respecto del equilibrio: no se trata
tanto de mantener un equilibrio en suspensión perfecta, sino de
encontrar el ritmo adecuado para nuestra vida.
Es que ese lugar de sincronización pura que nos gustaba en-
contrar a mi hermana y a mí en el subibaja, nunca duraba mucho.
Pasábamos mucho más tiempo subiendo y bajando que suspendi-
das en el medio. De hecho, eso es, en parte, lo que lo hacía diver-
tido. Mientras subíamos y bajábamos, todo se equilibraba. Podía-
mos movemos a nuestro antojo y, aun así, estar más o menos
equilibradas.
He descubierto que es muy útil recordar esto para mi vida. Por-
que, hablando en términos prácticos, el equilibrio entre la intimi-
dad de la sala y el servicio de la cocina es mucho más parecido al
movimiento de arriba-abajo del subibaja, que a ese fugaz momen-
to de perfecta sincronización.
Un lado de mí predomina un tiempo, después el otro. Un día
puedo pasar varias horas estudiando la Biblia y orando, acomo-
dándome suavemente en el lado de la intimidad con Dios. y al
otro me entrego por completo a trabajar como voluntaria en la
escuela de mi hija, inclinándome hacia el servicio. Si midiéra-
mos cada uno de estos días individualmente, parecerían total-
mente desbalanceados. Pero no es así cuando los consideramos
juntos.
EL EQUILIBRIO ENTRE EL TRABAJO Y LA ADORACION

Lo mismo sucede, creo, con las etapas de nuestra vida. Duran-


te años, pasé la mayor parte de mi tiempo corriendo a mis dos pe-
queños hijos de aquí para allá. Era difícil ofrecerme para hacer al-
go fuera de casa, o aun disponer de unos momentos para estar a
solas con Dios. Ahora que los niños van a la escuela, tengo más
tiempo para hacer ambas cosas. y un día, en el tristemente no de-
masiado lejano día en que pueda disponer mucho más de mi
tiempo, es posible que llegue a alcanzar esa perfecta simetría en-
tre espíritu y servicio.
Pero no tengo que preocuparme demasiado si no lo logro. Esa
es la belleza del equilibrio del subibaja. Mientras mi corazón esté
inclinado tanto hacia el servicio como hacia la adoración, no tengo
por qué sentirme culpable si mi vida parece apoyarse en un lado un
poco más de tiempo, porque sé que, a su tiempo, saldré de ese lu-
gar y pasaré más tiempo en el otro.
Planificar con anticipación es de gran ayuda. Si sé que pasaré un
bloque de tiempo en el servicio, como organizar un evento o parti-
cipar de una obra musical cristiana, entonces sé que tengo que de-
dicar tiempo, después, a la oración, los devocionales y un descan-
so adecuado. Si sé que pasaré un bloque de tiempo concentrada en
la adoración, digamos, en un retiro femenil o una semana de cul-
tos especiales, entonces tengo que asegurarme que mis compromi-
sos para con otras personas estén cubiertos y estar preparada para
trabajar algo extra después para ponerme al día.
Pero no tengo que adelantarme demasiado. No tengo que
guardar un registro de las horas que paso en el servicio y las que
paso adorando, ni preocuparme para que cada momento del día
esté perfectamente equilibrado. Lo que tengo que hacer, en
cambio, es entregar mi vida al Señor y permitir que Él haga el
papel de "Celso". Él me mostrará cómo atender ambos lados en
mi vida.
De hecho, ese ritmo de sube y baja puede ayudar a mantener mi
vida avanzando en dirección correcta. Nuestra vida debe ser diná-
mica, no estática. Como el péndulo de un reloj o la bomba de una
planta de extracción de petróleo, el ritmo del movimiento es lo que
genera energía. La verdad es que progresamos cuando tenemos una
vida dinámicamente equilibrada, no quieta.

--------------------------------------------------235------
CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARÍA EN UN MUNDO DE MARTA

Subibaja. Arriba y abajo. Trabajo y adoración. Amar al Señor y


amar a las personas. Es el ritmo dinámico que moviliza una vida
significativa, equilibrada, basada en el "sí".
. Su ritmo de vida quizá sea duerente del mío; María y Marta, sin
duda, tenían diferentes patrones. Pero es tan básica esta necesidad
de equilibrio que el Señor ha ordenado ciertos principios que se
aplican a toda vida. Ellos brindan ritmo y rima a nuestras vidas de-
sordenadas y, cuando los ignoramos, sufrimos. En los últimos años,
el Señor ha traído dos de estos principios a un lugar prominente

~
ESCUCHE A SU ALMA:
COMO ENCONTRAR EL EQUILIBRIO
Dado que fuimos creados para estar en equilibrio, sentimos en el al-
ma la diferencia cuando nuestra vida se inclina demasiado en una
dirección u otra. El desequilibrio se verá en nuestras actitudes,
nuestro nivel de energía, aun en la forma en que interactuamos con
otras personas. Cualquiera de las siguientes pautas podría ser una
indicación de que usted necesita inclinarse un poco más hacia el
servicio o hacia la devoción. 97

SON SEÑALES DE QUE USTED PUEDE ESTAR NECESITANDO


PASAR MÁS TIEMPO EN LA COCINA

• Una ligera depresión. Siente una vaga infelicidad, una sensación de


decaimiento.
• Rechaza las intromisiones. En lugar de recibir a las personas en su
vida, desea que se vayan.
• Lo irrita la dirección que está tomando su vida. Siente falta de propó-
sito y algunas veces se pregunta: "¿Esto es todo lo que hay?"
• Creciente autoindulgencia. Siente la tentación de mimarse comiendo
sus comidas favoritas o saliendo de compras.
• Apatía. No encuentra cosas que lo motiven. Sabe que su nivel de com-
pasión es muy bajo, pero no lo preocupa.

-----236--------------------------------------------------
EL EQUILIBRIO ENTRE EL TRABAJO Y LA ADORACIÓN

dentro de mi corazón, quizá, porque son muy fáciles de olvidar en


nuestra cultura tan agitada. Uno es el principio del descanso en el
día de reposo. El otro es el de la hospitalidad.

EL REGALO DEl OlA DE REPOSO


Se cuenta que una tribu nómada de Sudáfrica solía emprender
largas marchas." Día tras día se lanzaban a los caminos. Pero enton-
ces, repentinamente, dejaban de caminar y acampaban por un par

1 - - - - - - - - - - -..- - - - - - - - - - - - - - - - - - - . - - - - - - - - - - 1

SEÑALES QUE INDICAN QUE PODRIA ESTAR


NECESITANDO PASAR MÁS TIEMPO EN LA SALA:

• Bajo nivel de energía. Como el Mar Muerto, quizá esté recibiendo


mucho, pero no da ... y por eso, se estanca.
• Irritabilidad y frustración. Se descubre contestando mal a los demás,
tan tenso que podría "saltar" en cualquier momento, y especialmen-
te con las personas que le parecen holgazanas o que no colaboran.
• Incomodidad frente al silencio. El silencio lo pone nervioso, así que
corre a encender la TV o la radio.
• Bajo nivel de gozo. Hace tiempo que no siente esa corriente de go-
zo y abundancia en su corazón.
• Sensación de aislamiento. Se siente solo, como si nadie lo apoyara
ni lo comprendiera.
• Exagerada tendencia a la productividad. Se siente acosado por la
sensación de que debe hacer más y más. Se ofrece cada vez para
más tareas, más comisiones, más proyectos, aunque ya tiene más
que suficientes.
• Sensación de sequedad y vacío. No es de extrañarse que se sienta
así. Está dando mucho, respondiendo a muchas exigencias, pero no
recibe ni es fortalecido.

ESCUDRIÑAME. OH JEHovA. y PRufBAME: EXAMINA MIS INTIMOS


PENSAMIENTOS y MI CORAZON. PORQUE TU MISERICORDIA ESTA
DELANTE DE MIS OJOS. Y ANDO EN TU VERDAD.
(SALMOS 26:2-3)

------------237-----
CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARiA EN UN MUNDO DE MARTA

de días. Cuando les preguntaron por qué se detenían, los nativos


explicaron que necesitaban ese tiempo de descanso para que sus al-
mas los alcanzaran.
¿No es un gran concepto? Dejar que nos alcance nuestra alma.
Cuando leí esta breve historia, hizo eco muy profundo dentro de
mí. Puedo llegar a correr tanto que dejo todo atrás. No solo a Dios.
No solo a las personas. Puedo perder mi propia alma también.
Creo que es por eso que Dios nos indicó que observáramos un
período regular de descanso en medio de nuestras agitadas vidas.
Por eso nos dio un día de reposo.
En hebreo, la palabra sabbath significa, literalmente, "cesar las
labores". Se refiere, específicamente, a un día de'la semana apartado
para el descanso y la adoración. Los judíos siempre han observado
el día de reposo desde la caída del Sol del viernes hasta la caída del
Sol del sábado. Nosotros, los cristianos, apartamos el domingo, el
día en que resucitó Jesús, como día de reposo. Pero el día que se eli-
ja no es lo importante, sino el propósito por el cual se lo elige: dar
equilibrio a nuestras vidas agotadas por el trabajo, semanalmente.
"Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día
santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso deJehová; y lo venerares, no
andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando
tus propias palabras, entonces te deleitarás en Jehová" (Isaías 58:13-
14). Lamentablemente, el día de reposo está siendo comprimido por
nuestra cultura que nunca se detiene, y eso presenta un enorme pro-
blema para el equilibrio en la vida de muchos cristianos.
En primer lugar, para muchos de nosotros es difícil resistirse a
la mentalidad, que hoy predomina, de que es un día como cual-
quier otro. Aunque apartemos el domingo por la mañana y el do- .
mingo por la noche para la iglesia, es difícil resistirse a la atracción
del centro comercial por la tarde. Quizá tengamos reuniones admi-
nistrativas u otras responsabilidades el domingo; partidos de fútbol
o recitales, por mencionar algunos ejemplos. Cada vez es más difí-
cil resistir la tentación de usar el día de reposo para "ponerse al
día", en lugar de dedicarlo a adorar y descansar.
Segundo -y, en parte, como consecuencia de lo anterior- mu-
chas personas tienen que trabajar en el día del Señor. Temen insis-
tir en que les permitan tomarse el domingo libre por no perder su

------238--------------------------------------------------
EL EQUILIBRIO ENTRE EL TRABAJO Y LA ADORACION

trabajo o, simplemente, atrasarse. Aunque, legalmente hablando,


los empleadores no pueden negar a sus empleados que tomen un
tiempo para practicar su fe, excepto en circunstancias extremas,
inevitablemente existe una cierta presión.
Pero, a pesar de todas las distracciones, reales o imaginarias, real-
mente creo que, si queremos equilibrio en nuestra vida, debemos
disponer nuestro corazón para obedecer el cuarto mandamiento (ver
Éxodo 20:8). Los aspectos específicos de lo que eso significa para us-
ted y su familia es un asunto entre usted y Dios. Pero creo que guar-
dar el día de reposo como Dios lo dispuso implica tres cosas.
Primero, el día de reposo debe ser diferente, apartado; debe con-
trastar notablemente con los demás seis días. No debe ser simple-
mente un día en que nos ocupemos de las compras que no pudimos
hacer el sábado, o terminar el trabajo que trajimos a casa el viernes.
Segundo, el día de reposo debe ser un día de devoción. Debe ser pa-
sado en la sala. Los deberes de la cocina pueden esperar. Es un tiempo
para concentrar nuestro corazón y nuestra mente solo en Dios.
Finalmente, el día de reposo debe ser, al menos parcialmente,
un día para la familia, un tiempo que pasemos no solo con nuestra
familia biológica, sino con la familia de la fe que se reúne para ado-
rar y tener comunión: "No dejando de congregarnos, como algunos
tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que
aquel día se acerca", dice Hebreos 10:25.
¿ Cómo se traducen en la práctica estas prioridades? He aquí las
pautas para el día de reposo que Elizabeth Stalcup y su familia han
acordado: "Nuestra familia asiste al culto matinal el domingo, aun-
que estemos muy cansados, siempre que no estemos enfermos. No
lavamos ropa, no limpiamos la casa, ni salimos de compras ni ha-
cemos comidas muy elaboradas. Caminamos, leemos la Biblia, vi-
98
sitamos amigos, dormimos la siesta o jugamos en el jardín" .
Esta forma de observar el día de reposo requiere cierta discipli-
na. Las tareas del hogar y el trabajo traído al hogar deben ser he-
chos antes. Los miembros de la familia quizá se sientan incómodos
por la quietud. Pero quienes han convertido la costumbre de guar-
dar el día de reposo en una prioridad, testifican que el poder equi-
librante de este día vale la pena. Después de todo, como dice Eliza-
99
beth, "Dios nos dio el día de reposo porque nos ama".

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

Si, por una razón u otra, usted no puede apartar el domingo co-
mo día de reposo, quisiera animarlo a que sea creativo y aparte otro
tiempo cada semana. Algunas iglesias tienen cultos a mitad de se-
mana o grupos hogareños, y otras tienen cultos de adoración los
viernes o los sábados. Aunque creo que el día del Señor realmente
debe ser el día del Señor, también creo que, si buscamos sincera-
mente su rostro, Dios nos ayudará a apartar el descanso y la adora-
ción del día de reposo que tanto necesitamos.
Quisiera agregar otro pequeño consejo sobre este asunto, que
se aplica especialmente a quienes "trabajamos el domingo" para
el Señor, sea enseñando en la Escuela Dominical, tocando el pia-
no durante la adoración, o cuidando a los niños en la clase cuna.
Aunque este trabajo no nos impide reunimos con el cuerpo de
Cristo, es, sin duda, trabajo. Es posible que tengamos que encon-
trar un momento aparte para nuestro día de reposo. Un momen-
to en que nosotros también podamos abrir nuestros brazos y
aprovechar el regalo del descanso, la devoción y la comunión del
día de reposo.

El REGALO DE LA HOSPITALIDAD
La práctica de guardar el día de reposo no es el único principio
para el equilibrio ordenado por Dios que parece haberse perdido en
esta época. Otro, que inclina el subibaja hacia el lado del servicio,
es la práctica de la hospitalidad. y no estoy hablando solamente de
invitaciones a cenar. Estoy hablando de la práctica de abrir nues-
tros brazos para recibir a otras personas en nuestra vida.
-Las mujeres cristianas no tienen opción en cuanto a si serán
hospitalarias o no -dice Rachael Crabb, en su libro The Personal
Touch (El toque personal)-. Es un mandato bíblico. La Biblia nos di-
ce que, en los últimos días, las personas serán amadoras de sí mis-
100
mas. Nosotros, en cambio, somos llamados a ser dadores.
Una y otra vez, en la Biblia, se nos alienta a demostrar hospita-
lidad, a extendemos para damos a los demás, a recibirlos en nues-
tra vida. Se nos da el ejemplo de Abraham, que recibió a tres visi-
tantes santos sin saber quiénes eran. Jesús nos exhortó a recibir a
quienes no pueden devolvemos nada (ver Lucas 14:12-14). Pablo

------240--------------------------------------------------
EL EQUILIBRIO ENTRE EL TRABAJO Y LA ADORACION

señala la hospitalidad como un requisito para los líderes de la igle-


sia (ver 1 Timoteo 3:2) y nos anima a todos a practicar la hospita-
lidad en Romanos 12:13. Pedro agrega que debemos hacerlo sin
quejarnos (ver 1 Pedro 4:9).
Ay... Este último detalle me duele. Pero el versículo de Romanos
12 me da consuelo, porque la hospitalidad no es, definitivamente,
el área para la que yo me siento más dotada o mejor dispuesta. La
exhortación de Pablo a "practicar" la hospitalidad me da la espe-
ranza de mejorar algún día. Al menos, debo intentarlo. Practica,
Joanna, practica.
Genéticamente, yo debería estar predispuesta a la hospitalidad.
Cuando era niña, mi padre siempre traía a casa personas "extra-
ñas", por decirlo en términos delicados. Lejos de objetarle algo, mi
madre siempre los recibía con un corazón cálido y algo para comer.
De hecho, durante bastante tiempo, solíamos bromear diciendo
que la casa de nuestros padres era algo así como el "Hogar Gustaf-
son para niños y niñas sin techo". Ellos hacían que pareciera fácil
ser hospitalario.
Pero no lo es; al menos, no siempre. Es algo que me cuesta, per-
sonalmente, en parte porque no soy un ama de casa perfecta, pero,
fundamentalmente, porque siempre estoy muy ocupada. Es un de-
safío hacerme del tiempo en mi vida para recibir a la gente. Muchas
veces me he sentido como el monje benedictino del que habla
Kathleen Norris en su libro Amazing Grace: A Vocabulary of Faith
101
(Gracia admirable: Un vocabulario de fe).
Permítame explicarle algo: los monjes benedictinos son exper-
tos en hospitalidad. Su fundador, San Benedicto, hizo de la aten-
ción de extraños una de las reglas fundamentales de la orden. -Re-
ciban a los visitantes, y recibirán a Cristo -les ordenó.
Nadie debe ser rechazado. Así han hecho los benedictinos du-
rante siglos. Pero un monje que estaba muy ocupado, cuando un·
visitante se le acercó preguntándole sobre la abadía, le respondió
secamente: -No tengo tiempo para sus preguntas. ¡Estamos ocupa-
dos tratando de mantener en actividad un monasterio!
Ay. .. Cuán fácil es dejarnos llevar por nuestras ajetreadas vidas,
tanto que olvidamos la razón por la que Jesús vino y el propósito
por el cual fuimos llamados.

--------------------Ml-----
CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

PRACTICAR LA HOSPITALIDAD

Si usted es como yo, la hospitalidad no es un don natural para usted. He


aquí algunas sugerencias del clásico libro de Karen Main, Open Heart -
Open Home (Abre tu coraz6n, abre tu hogar) que me han ayudado mu-
cho, más otros que descubrí yo misma.

1. Nunca limpie delante de sus invitados. En cambio, trate de planifi-


car e ir limpiando a medida que ensucia, para estar siempre lista en
caso de que haya alguna visita inesperada.
2. Ponga el énfasis en la bienvenida, no en la perfecci6n. El prop6sito de
la hospitalidad es abrir nuestros brazos a los demás, no impresionar-
los. Es mejor hacer todo sencilla y cdlidamente que irse a los extremos.
3. Haga todo lo posible con anticipaci6n. Planifique de antemano para
poder brindar hospitalidad; hasta puede cocinar con anticipaci6n.
Karen dice: -Si trabajo demasiado, es porque no estoy administran-
do bien mi tiempo, no estoy preparada ni planifico con anticipaci6n,
estoy haciendo demasiadas cosas al mismo tiempo, dependo de mis
propias fuerzas y no del Señor.
4. Incluya pequeños toques de belleza. Unas velas y un florero con unas
margarítas del jardín pueden convertir hasta una cena de hambur-
guesas en un banquete. (¡Y ayudan a esconder las manchas del man-
tel, además!)
5. Aproveche toda la ayuda que le ofrezcan. Cuando alguien le ofrezca
ayuda, aCéptela. Muchas manos alivian el trabajo, y compartir las
tareas puede ser una gran oportunidad para tener comuni6n.
6. Guarde un registro. Karen tiene archivos de recetas fdciles, y consejos
creativos y prdcticos para la hospitalidad. Otras mujeres guardan un
registro de los invitados que han tenido y las comidas que les han pre-
parado. Yo he descubierto que enumerar por escrito las cosas que ten-
go que hacer me ayuda a concentrar mis pensamientos dispersos y a
utilizar el tiempo y la energía de manera más productiva. 102

HOSPEDAOS lOS UNOS A LOS OTROS


SIN MURMURACIONES.
(1 PEDRO 4:9)

------242------------------------------------------------
EL EQUILIBRIO ENTRE EL TRABAJO Y LA ADORACIÚN

Cuando vivíamos en la casa pastoral, varias veces, durante la sema-


na, venían de las vías del tren cercano personas sin techo en busca
de comida o refugio. Yo estaba ocupada. Algunas veces, estas per-
sonas estaban sucias y desarrapadas. Me avergüenza admitir que
hubo momentos en que, para mis adentros, pensé: -¡Váyase de
aquí! ¡Estamos ocupados trabajando en la iglesia! .
Pero, invariablemente, decían algo como: -La gente de la gaso-
linería me dijo que viniera aquí. Dicen que esta iglesia ayuda a to-
do el mundo.
¡Ay, ay... ! Como cristianos, como iglesia, somos llamados a ser
un hospital, la raíz de la palabra "hospitalidad". Nuestra vida debe
ser un refugio para los que sufren, no un club de campo para estar
cómodos.
"¿De qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene
obras?", pregunta Santiago. Supongamos que alguien está sin ropa
y sin comida, dice el hermano de Jesús en Santiago 2:14-17. "Yal-
guno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les
dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?"
Santiago repite la pregunta y concluye: "Así también la fe, si no tie-
ne obras, es muerta en sí misma".
La hospitalidad no es optativa para alguien que quiere decirle sí
a Cristo. Es parte de su llamado para nosotros, aunque sea difícil
integrarla en nuestra ajetreada vida.

INCLINADOS HACIA LA DEBILIDAD


En mi lucha por superar los problemas que me plantea la hos-
pitalidad, he descubierto otra cosa más sobre el equilibrio, que es
importante comprender. Para vivir la vida equilibrada que Dios de-
sea, es posible que debamos poner más peso en aquel lado en que
nos sentimos más débiles.
De hecho, mi hermana y yo jamás hubiéramos podido jugar en
el subibaja si yo no hubiera hecho el esfuerzo de ubicarme más cer-
ca del medio. Mi "fuerza" habría superado su "debilidad". Tenía
que acercarme a ella para lograr un equilibrio aceptable.
Lo mismo se aplica al equilibrio de nuestra vida. Hay momentos
en que tenemos que hacer un esfuerzo consciente por inclinamos

---------------------- ------------------------------243------
CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

hacia el lado de nuestra debilidad, para darle más peso al área de


intimidad o servicio que no nos resulta fácil.
Eso es lo que hizo Marta. Se inclinó para salir de la comodidad
de su cocina y cambió el peso de su atención hacia la sala. Maria
hizo lo mismo cuando dejó su lugar a los pies del Señor y se incli-
nó hacia un servicio activo al ungir al Señor. Yo también trato de
aprender esta lección de adoptar medidas correctoras, dándole ma-
yor énfasis a los lados débiles de mi vida.
Pero es necesario que lo haga sola. Cuando escucho la dulce voz
del Espíritu Santo que me señala mis debilidades, sé que Él está
cerca y dispuesto a ayudarme a cambiar. Si la hospitalidad es mi
punto débil, Él me ayudará a inclinarme hacia ese lado del servicio.
Si necesito darle un poco más de peso alIado del día de reposo, Él
me guiará fielmente en esa dirección, y me hará "descansar en pas-
tos verdes". Cuando mantenga mi mirada fija en el Señor, tendré
pasión por Dios y compasión por las personas, y la clase de equili-
brio que el Señor quiso para mí desde un principio.

POR DEBAJO DEL NIVEl DEL AGUA


¿Cómo equilibramos el trabajo y la adoración, entonces? Con
todas las cosas de las que hemos hablado: tener la actitud de decir
"sí", encontrar el ritmo, inclinamos hacia el lado de nuestras debi-
lidades, todo eso puede ayudamos a mantener el subibaja equili-
brado. Pero todo vuelve a la misma realidad fundamental que cam-
bió los corazones de Maria y Marta de Betania. Es la misma realidad
a la que hemos regresado una y otra vez en este libro.
El secreto de equilibrar el trabajo y la adoración, la devoción y
el servicio, el amor a Dios y el amor a las personas, es mantener
nuestra conexión con Jesucristo. Nuestra relación con Él es el cen-
tro de equilibrio, el ancla, el punto de referencia que hace posible
que haya equilibrio. y cuanto más profunda sea esa relación, más
estable será el equilibrio.
-Todo comienza al nivel del agua -dice Jeanne Mayo.
He llegado a apreciar, no solo las enseñanzas de esta increíble mu-
jer, sino la forma en que vive su vida. Ella logra más en veinticuatro

---244
EL EQUILIBRIO ENTRE EL TRABAJO Y LA ADORACiÓN

horas de lo que yo hago en dos semanas. Pero, en medio de sus


múltiples ocupaciones, se ha comprometido profundamente a
guardar el equilibrio.
No es fácil. Además de ser esposa de un pastor en Rockford, Illi-
nois, (EE.UU.), jeanne dirige un grupo juvenil de novecientos jó-
venes y supervisa la escuela de la iglesia, con mil trescientos niños,
sin mencionar su exitoso ministerio como oradora.
Hace poco le pregunté cómo hace para mantener el equilibrio.
-Es necesario comprometerse irrevocablemente a poner lo pri-
mero, primero -dice jeanne-. Constantemente le tengo que pedir
al Señor que haga en mí lo que dice el Salmo 139: "Vive en mi co-
razón. Examíname. Conoce mi corazón".
Entonces,jeanne me contó una historia que se ha convertido en
un disparador espiritual para su vida. Dios es fiel en recordarle el
tiempo en que su vida comenzó a descontrolarse.
En el otoño de 1992, un hombre llamado Michael Plant comen-
zó a cruzar solo el Atlántico Norte. Era un experto navegante y ya
había hecho este viaje varias veces. Su nuevo velero, el Coyote, era
tecnológicamente tan avanzado que había pocos como él en el
mundo.
plant partió solo y dejó a su equipo de apoyo para que monito-
reara el recorrido por satélite y radio. Todo iba bien y, aun cuando
una tormenta interrumpió las comunicaciones, nadie se preocupó
demasiado. Su nave estaba equipada con tecnología de avanzada
para la navegación y los casos de emergencia. Plant, sin duda, reto-
maría el contacto por radio cuando todo se arreglara.
Pero nunca más se volvieron a tener noticias de Michael Planto
Después de numerosos intentos de ubicarlo por radio, el servicio
de Guardacostas envió helicópteros a buscarlo. Encontraron al Co-
yote flotando boca abajo. Su capitán, y único pasajero, jamás fue
hallado.
-¿Por qué? ¿Cómo pudo suceder esto? -se preguntaban los ex-
pertos-. Todos saben que los veleros son muy difíciles de volcar.
Su profunda quilla y su poderoso timón se enderezan solos. Pero,
al examinar el velero, se vio claramente cuál era la causa de la tra-
gedia. Con todos sus avances tecnológicos y su belleza, el Coyote
no tenía suficiente peso por debajo del nivel del agua. No había

245
CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

suficiente lastre abajo como para superar el peso de los sofisticados


aparatos que tenía arriba. Así que se dio vuelta cuando perdió su
• • • 103
capacIdad para eqUIhbrarse en el agua.
-Nuestra vida también puede volcar -concluye Jeanne Mayo- si
lo que está por debajo del nivel del agua, espiritualmente hablan-
do, no tiene mayor peso que lo que está arriba.
No importa cuán bello sea nuestro aspecto superficial, no im-
porta cuán equilibrados parezcamos, lo que realmente importa es
lo que está abajo.
Si queremos vivir una vida equilibrada, debemos concentramos
en lo que nos apuntala. Jesús lo hizo. Él estaba en constante comu-
nión con el Padre. Nosotros debemos hacer lo mismo si queremos
navegar con éxito en nuestra vida. y podemos hacerlo, porque la
cruz pagó para nosotros el mismo privilegio que Cristo disfrutaba:
una relación personal, íntima, con Dios.
Cuando pasemos tiempo en la sala, andando y charlando con
Él, llenaremos el "casco" de nuestra vida de las ricas cosas de Dios.
y de esa abundancia surgirá el equilibrio en medio de la tormenta,
y un poco más para compartir con otros.
Amaremos a Dios, y amaremos a nuestro prójimo. Oraremos
con' el Padrenuestro y jugaremos a ser el Buen Samaritano. Guarda-
remos el día de reposo y practicaremos la hospitalidad.
Pero viviremos siguiendo un ritmo sostenido, con un punto de
anclaje fuerte y sólido. El trabajo será una forma de adorar. La ado-
ración será un deleite.
Haremos como hacía mi primo Celso ... iY lo haremos con gozo!

------246------------------------------------------------
12

lJN CORAZON
DIE MAR~A lEN UN
M\UNDO DIE MARTA

A aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros


sin mancha delante de su gloria con gran alegría.
UUDAS 24)

U n corazón como el de María. Un mundo que es como Mar-


ta. ¿Alguna vez podrán unirse estas dos partes de mí? ¿En-
contraré alguna vez el puro y exquisito gozo de estar cen-
trada solamente en Cristo? ¿Es realmente posible vivir una vida
equilibrada de intimidad en la sala y servicio en la cocina?
Ahora más que nunca, creo que la respuesta es "sí". Aunque
no "lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto", como Pablo, yo

-----------------·247---
CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

también "prosigo, por ver si logro asir aquello para 10 cual fui tam-
bién asido por Cristo Jesús" (Filipenses 3:12). No he llegado, pero sé
adónde voy.
Wainwright House, ubicada en Long Island, es como el decora-
do de una película romántica ambientada en el siglo XIX. La hiedra
recorre sus tres pisos de paredes de roca y se enrosca en las torres
y las ventanas de vitrales antes de volver a bajar a los jardines que
rodean esta mansión de cien años de antigüedad. Era la primera vez
que yo iba a la costa este, y poder alojarme en esta maravillosa pro-
piedad fue como un sueño hecho realidad.
Junto con otras catorce participantes, estaba en la inmensa bi-
blioteca de la mansión escuchando a Elizabeth Sherrill, autora del
best-seller The Hiding Place (El refugio secreto), que nos enseñaba
cómo escribir una historia a partir de nuestra experiencia personal,
para la revista Guideposts.
Había sido una temporada emocionante. Poco después de recibir
la invitación a ese taller, me enteré de que WaterBrook Press estaba
interesada en publicar este libro. ¡Maravillosa noticia! Excepto por el
hecho de que ahora tenía que poner manos a la obra... y escribirlo.
Estaba muerta de miedo. Sentada en aquella habitación de pare-
des oscuras,. aquel día, me sentía acosada por pensamientos críti-
cos. -¿Quién te crees que eres, escribiendo acerca de la intimidad
con Dios?
Sin duda, yo no era experta en el tema, aunque mi corazón
deseaba que lo fuera. Había personas mucho mejor preparadas que
yo; de eso estaba segura. .
-Por sobre todo ... -la voz de Elizabeth interrumpió mis pensa-
mientos, hablando sobre cómo escribir desde el punto de vista pro-
pio, en primera persona- el narrador debe reflejar sus luchas.
Con eso captó totalmente mi atención. -En lugar de presentar al
individuo como un experto -dijo- debemos ver cómo la persona cre-
ce a lo largo de la historia. Debemos verlo a través de sus cambios.
Algo saltó en mi interior. Entusiasmo. Esperanza.
Sin duda, yo vivía luchando por mantener la intimidad con
Dios. Mi desanimado corazón comenzó a cobrar aliento. ¿Sería que
Dios me elegía para escribir este libro precisamente por la razón
por la cual yo me sentía inadecuada para hacerlo?

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UN CORAZÓN DE MARtA EN UN MUNDO DE MARTA

-Oh, Señor, soy tuya -oré, en silencio, mientras tomaba notas


de lo que Elizabeth decía-o Toma mis luchas y úsalas para tu glo-
ria. Pero, hagas lo que hicieres, no permitas que siga siendo la mis-
ma. Cámbiame. Dame un corazón como el de María para mi mun-
do, que es tan similar al de Marta.
N o tenía idea de cuán maravillosa ni cuán difícil sería la res-
puesta del Señor a esa oración.

SEÑOR. DEL PR.OCESO


¿No le gustaría que su cocina tuviera un replicador? Como el
que tienen en "Viaje a las estrellas". Uno podría decir: -Café de Co-
lombia, dos cucharadas de azúcar y un toquecito de chocolate ra-
lIado-. y ¡puf! ¡Ahí está!
Lamentablemente, aún sigo con mi vieja cafetera eléctrica y es-
ta fundamental realidad: se necesita un proceso para obtener un
producto.
El diamante del anillo que tengo en mi mano izquierda no apare-
ció allí por arte de magia. Antes que Juan y yo lo eligiéramos en la jo-
yería, alguien lo montó en un engarce de oro. Antes de eso, otra per-
:!lona vio una promesa en aquella piedra lechosa y despareja, y talló
faceta tras faceta para liberar la belleza que estaba oculta en .su interior.
Antes de eso, un minero encontró esa piedra en lo profundo de una
montaña. Y miles de milenios antes de eso, un millón de kilos de ra-
ca, la presión y el vapor trabajaron juntos para comprimir un carbón
común en la forma y la sustancia que hoy llamamos un diamante.
Hay que pasar por un proceso para obtener un producto. El au-
to que manejo no apareció de repente en una concesionaria. La ca-
sa en que vivo tardó cuatro meses en ser construida... y mucho
más, si tomamos en cuenta el tiempo que tardaron los árboles en
crecer, la extracción del metal utilizado para hacer los clavos, y la
mezcla de arena y calor utilizada para hacer el vidrio.
¿Capta la idea?
Un producto requiere un proceso. Lo mismo se aplica a nuestro
andar cristiano. Para llegar a ser como Jesús también es necesario
pasar por un proceso.

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

Ese simple descubrimiento ha revolucionado mi vida en los úl-


timos años. Es que pasé la mayor parte de mis treinta y siete años
de vida esperando "llegar". Ser perfeccionada.
En algún rincón, en lo profundo de mi corazón, aún tenía la es-
peranza de que, cuando "realmente" le entregara mi corazón a
Cristo, saldría, como de una cabina de teléfonos espiritual, total-
mente vestida en azul con una capa roja y una linda falda blanca,
una larga capa que flotaría al viento, y una gran S pegada en el pe-
cho ("S" de "supercristiana"). Podría saltar grandes piedras de tro-
piezo de una sola vez, sería más rápida que los dardos de fuego del
enemigo, y más poderosa que todas las tentaciones del infierno.
¿No oye la música? ¿No ve la brisa que levanta mi capa mien-
tras paso volando?
Bueno, .no sucedió. De hecho, generalmente he sido más una
tranquila Clark Kent femenina que una súper heroína. Algunos
días, lo único que puedo hacer es salir de la cama. Y, por más que
traté, nunca logré que el traje me calzara perfectamente.
Imaginará cuán aliviada me sentí cuando finalmente me entró
en la cabeza que ser cristiano es un proceso y no un hecho aislado.
Es un viaje, no un destino.
-Pensé que sería fácil ser cristiano -escribió hace varios siglos
Samuel Rutheford- pero, oh, las curvas, las vueltas, las subidas y
bajadas que me ha hecho atravesar.... 10'1
Son las vueltas y las pruebas de la vida las que producen carác-
ter y fidelidad a Dios, concluye Rutheford. Y he descubierto que
eso también es cierto.
Se necesita un proceso para producir un producto. Y eso se apli-
ca a los cristianos santificados tanto como a los diamantes, los au-
tos y las casas. Sin duda, se aplica a tener un corazón como el de
María en un mundo que es como Marta. Si queremos ser como Je-
sús, no podremos escapar del proceso de refinamiento.
Pero podemos estar seguros, como dice Pablo en Filipenses 1:6:
"Que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará has-
ta el día deJesucristo".
Lo que Dios comenzó el día que entregué mi vida a Él, lo com-
pletará en la medida en que yo continúe siempre rendida a Él. Es
necesario que atraviese un proceso para llegar a ser la clase de

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UN CORAZON DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

cristiana que quiero ser, pero Jesucristo es el Señor del proceso, y


el proceso es divino.
Eso no significa que siempre entenderemos sus métodos. Es un
misterio para mí cómo Dios puede tomar algo tan imperfecto como
mi vida y convertirlo en agente de su gloria. En su libro When God
Shines Through (Cuando Dios brilla (a través de nosotros]), Claire
Cloninger escribe acerca de este Dios tan imaginativo que toma las
piezas rotas y dispersas de nuestra vida y las convierte en caleidos-
copios:

Para mí, una de las grandes frustraciones de recorrer la


"cotidianeidad" de mi vida como cristiana es que no siempre
puedo ver cómo cada pequeña pieza de la persona que soy,
encaja en el gran rompecabezas del plan de Dios. Me siento
tentada, algunas veces, a considerar que mi vida consiste en
una comida aquí, una reunión allá, llevar a los niños a la es-
cuela, una llamada telefónica, comprar la comida... todos
fragmentos dispersos de mi tarea como madre, en particular.
Pero sé que soy llamada, como hija de Dios, a creer por
fe que todas esas cosas son un conjunto. Que, de alguna for-
ma, cada retazo de mi vida, cada paso y cada lucha son par-
te del proceso de ser ensamblada en el enorme y perfecto pa-
105
trón de Dios para bien.

Claire llega a la conclusión de que son esas piezas tan dispersas


las que Dios usa para formar su calidoscopio. En lugar de esperar
que nosotros lleguemos, Dios hace brillar la luz de Cristo a través
de los fragmentos que ponemos en sus manos, transformando el
desorden "en belleza y simetría", haciendo que los colores de nues-
tro quebrantamiento salten como fuegos artificiales en el cielo.

COLABORADORES DE CRISTO
Pero no se equivoque. El proceso de permanecer rendido a Cris-
to y permitir que Él obre en nuestra vida no es tan pasivo como po-
dría parecer.

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CÚMO TENER UN CORAZÚN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

Sí, el Señor ha hecho hasta lo imposible para hacemos suyos. Sí,


murió y resucitó. Envió al Espíritu Santo para enseñamos y guiar-
nos. Invirtió su propia vida para hacemos santos, y tomará lo que
le ofrezcamos y lo convertirá en algo bueno. Pero nosotros también
debemos colaborar en el proceso.
"Si todos trabajamos unidos, unidos, si todos trabajamos, qué
gloria será". Siempre me gustó esa canción. Julie Olson y yo siem-
pre nos juntábamos en la Escuela Dominical para hacer los movi-
mientos, con nuestras polleras recién planchadas que acompaña-
ban el movimiento hacia atrás y hacia delante. Suave. Dulcemente.
No como Brian Larson y los otros molestos niños de tercer grado
que convertían la canción en una marcha de lucha.
"Tu obra es mi obra", cantábamos Julie y yo, señalándonos con
una sonrisa, mientras los varones se golpeaban el pecho. "Nuestra
obra es de Dios", continuábamos, repitiendo el coro, hasta que nos
palmeábamos las manos para enfatizar: "¡Qué gloria será!"
Es increíble lo bien que me comportaba yo cuando niña. Claro,
es fácil cantar dulcemente en la Escuela Dominical. Pero la vida
puede ser algo diferente.
A medida que crecí, lamento reconocerlo, el énfasis de mi can-
ción fue girando hacia las luchas y los forcejeos, como la de aque-
llos molestos jovencitos de la escuela. Me confunde y me irrita, en
cierto modo, saber qué es obra mía y qué es obra de Dios. y de vez
en cuando, espiritualmente, canto, a gritos, como Hulk Hogan: "Es
tu obra, no mi obra", mientras golpeo a las puertas del cielo. "Es-
toy cansada de tirar. ¡Es tu obra, Dios!", exijo, intentando hacerle
una llave al Todopoderoso. "¡Es tu obra!"
Pero cuando me calmo lo suficiente como para poder escuchar,
cuando calmo mi corazón para escuchar su voz, el Salvador me da se-
guridad: -Sí, tu salvación es obra mía. Está terminada. Yo lo hice en
la cruz. Pero ahora quiero colaborar contigo para que puedas vivirla.

UNA VIDA FÁCIL POR FAVOR


No sé qué esperaba cuando comencé este libro, que había creci-
do en mi interior durante dos años. Qué mensaje fantástico: Jesús

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UN CORAZ6N DE MARiA EN UN MUNDO DE MARTA

desea conocernos. A cada uno de nosotros. A los que somos como


María y los que somos como Marta, con nuestras diferentes perso-
nalidades, dones y estilos de adoración.
Era algo grande. Muuuuy grande. Lleno de implicaciones de
gracia. Pero cuando me senté a escribirlo, las palabras se me que-
daban en el camino. El capítulo 2, solamente, tuvo seis versiones,
y otros tantos comienzos. No era nada parecido al libre fluir del Es-
píritu Santo que había imaginado cuando firmé el contrato. De he-
cho, extrañamente, parecía trabajo. Mucho trabajo.
Intenté aplicar un enfoque de luchadora: -Hey; es tu obra, Señor.
Hago este trabajo para ti, así que ... podrías ayudarme, ¿no crees?"
Silencio.
Intenté con el enfoque de Job: -¿Dónde estás, y por qué no te
preocupa lo que me está pasando?
Silencio.
Hasta consideré adoptar el enfoque de Jonás: -Olvídate de Ní-
nive. Me vaya las Bahamas.
Pero seguía sin sentir nada más que la suave sensación de su
presencia. La sensación de que Él estaba allí, pero esperando, espe-
rando que yo captara lo que quería enseñarme acerca del proceso.
Henrietta Mears ha dicho que hay solo una manera de aprender
las lecciones de Dios: -Con el rostro en tierra y la boca cerrada. 106
Algo muy difícil para una persona verbalmente prolífica. Pero
era allí donde el Señor me llevaba una y otra vez. De rodillas. Cer-
ca de donde María encontró a Jesús esa tarde, en Betania.
Algunas veces, yo solo esperaba y escuchaba. Otras veces, de-
rramaba mi petición y mi queja. Pero la mayoría de las veces me
encontraba volviendo a mi oración original. Cuando quedaba tra-
bada, cuando le decía a Dios que no entendía, el Señor me recorda-
ba, dulcemente, lo que yo le había dicho en Wainwright. -Toma
mis luchas y úsalas para tu gloria. Cámbiame. Dame un corazón
como el de María para mi mundo, que es como el de Marta.
y con esas palabras llegaba una quietud, una conciencia de que
el Señor estaba obrando. Comencé a darme cuenta de que, si esta-
ba uncida al yugo de Cristo, podía confiar en que Él marcaría el rit-
mo. Él sabía lo que yo necesitaba y lo que había que hacer. Podía

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARiA EN UN MUNDO DE MARTA

confiar en que Él completaría lo que había comenzado. La parte


que me tocaba a mí era colaborar con Él. Así que me levantaba,
después de orar, y me iba a trabajar... y a esperar... un poco más.

LA PRUEBA DE NUESTRA FE
Lo que yo vivía, por supuesto, no es nada nuevo. Le ha sucedi-
do a todo cristiano en un momento u otro. Es la experiencia de la
santificación, de trabajar duramente junto a Cristo mientras Él ha-
ce su obra de transformación en nosotros. Es el proceso de perse-
verar, de continuar, de obedecer en las cosas pequeñas y en las
grandes, de hacer las cosas lo mejor posible y continuar marchan-
do, confiando en que Dios hará el resto.

EL SEÑOR ES QUIEN MARCA MIS PASOS

El Señor es quien marca mis pasos ... no me apresuraré.


Me hace detenerme en intervalos de quietud.
Me provee imágenes de paz que me devuelven la tranquilidad.
Me lleva por caminos de eficacia con la calma de mi mente, y su guía es paz.
Aunque tenga muchas cosas para hacer cada día, no me agitaré,
Porque su presencia está aquí.
Su independencia del tiempo y su suprema importancia me guardarán
en paz.
Él prepara refrigerio y renovación en medio de mi actividad
y unge mi mente con fragancias de calma.
Mi copa de gozosa energía está rebosando.
De cierto, la armonía y la efectividad serán los frutos de mis horas,
Porque andaré al paso de mi Señor y habitaré en su casa para siempre.

10i
UNA VERSION JAPONESA DEL SALMO 23.

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UN CORAZÓN DE MARiA EN UN MUNDO DE MARTA

Perseverar no es demasiado divertido. Pero es la perseverancia


la que le permite a Dios tomar nuestras confusiones y embrollos, y
convertirlos en milagros. Él se deleita en transformar las presiones
de negro carbón de nuestra vida en diamantes de radiante belleza.
Pero hacer todo eso requiere un proceso. Un proceso que lleva
tiempo. Un proceso que es, algunas veces, doloroso.
Probablemente usted se haya dado cuenta de que soy una mujer
algo extraña. Así que no le sorprenderá que me encantó estar emba-
razada. Pero me entusiasmaba especialmente el parto. Las contrac-
ciones. Los jadeos. Todo eso. No veía la hora de que comenzara.
-Es dolor con propósito -le decía yo, dulcemente, a todo aquel
que quisiera oírme-o Me imaginaba en esa pequeña sala de partos,
rodeada por los amantes brazos de mi esposo, cantando canciones
de alabanza. "Aleluya... Ale .. .luuuuu ... ¡Ah! ¡Esa fue fuerte!", diría
yo con una sonrisa, mientras Juan me acariciaba suavemente la
frente. La enfermera entraría, asombrada por mi veloz progreso.
-Tendrá el bebé en cualquier momento, señora Weaver. Nunca he
visto a nadie llevar tan bien el trabajo de parto como usted.
Baste decir, una vez más, que ... no fue así. En lugar de triunfar
después de un trabajo de parto glorioso, me llevaron de urgencia
para hacerme una cesárea. El bebé estaba de nalgas. -o esta es la
cola de su bebé -me dijo el médico, impertérrito- o la cabeza tiene
una grieta en el medio.
Nada de ese proceso de parto me fue fácil. Cuando finalmente sa-
lí de la anestesia y pude tener en brazos a mi varoncito, mis ojos no
lograban enfocarlo bien. -Desearía poder verlo -murmuré, mientras
sostenía ese mantoncito de carne a unos quince centímetros de mi
rostro-. Dos años y medio después, Jessica nació después de catorce
horas de un duro trabajo de parto que no tuvo nada de triunfante.
-¿Ah, sí? -imagino que estarán diciendo las madres que leen es-
to-. ¿Quiere que le cuente lo que es verdaderamente el dolor?
Lo sé, lo sé. Mi intención no es intercambiar historias de terror
sobre partos, sino recordarle que las cosas buenas rara vez son fá-
ciles. Unas semanas después de que mis hijos nacieran, cuando ya
la herida había sanado y ese dolor que me había partido al medio
era solo un recuerdo no demasiado lejano, pude decir, sinceramen-
te, mientras tenía en brazos a mis hijos: -Valió la pena.
y era cierto.

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARÍA EN UN MUNDO DE MARTA

VALDRÁ LA PENA
Eso es exactamente lo que Santiago trataba de decir en su carta
a las iglesias dispersas por todas partes. Ese es exactamente el sen-
tido de su sorprendente afirmación acerca del doloroso proceso de
colaborar con Dios en nuestro crecimiento cristiano:

Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en di-


versas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce
paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que
seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna (Santiago
1:2-4).

¿Sumo gozo? ¿De qué habla este tipo? Las iglesias alas que di-
rigió su carta estaban sufriendo una persecución espantosa. Des-
pués de la muerte de uno de los primeros diáconos, Esteban, mu-
chos cristianos habían huido de Jerusalén y se habían extendido
por toda Judea y Samaria (ver Hechos 8:1). Muchos se habían
unido a comunidades judías en diferentes puntos sobre el Medi-
terráneo (ver Hechos 11:19-20). Pero, en lugar de ser recibidos
por sus compatriotas judíos, eran rechazados y perseguidos. Los
judíos les negaban su protección, los gentiles los explotaban, les
robaban sus posesiones, los mandaban a la cárcel, los trataban
108
peor que a esclavos.
y fue a esos descastados solitarios y sufrientes que Santiago de-
dicó estas increíbles palabras: -Tened por sumo gozo -0- puro gozo-
como dicen algunas otras versiones.
-¡Qué hermoso! -dice Kent Hughes-. Una carta de aliento del
Pastor Trastomado. 109
¿Pero qué les decía realmente Santiago a esos cristianos que su-
frían tan atrozmente? Les decía que miraran más allá de la doloro-
sa superficie de lo que sucedía para ver lo que Dios hacía en medio
de todo eso. Quería que vieran que las pruebas -peirasmos- que
atraveban no eran caprichosas. La prueba de su fe tenía un propó-
sito. Sus pruebas estaban destinadas a un fin glorioso. Todo valdría
la pena, si perseveraban.

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UN CORAZÓN DE MARiA EN UN MUNDO DE MARTA

El GLORIOSO RESULTADO
El problema, por supuesto, es que la mayoría de las veces no de-
seamos perseverar. Todos queremos tener buen testimonio, pero
preferimos saltear las pruebas que nos permiten desarrollarlo. To-
dos queremos el producto, pero preferiríamos no pasar por el pro-
ceso para conseguirlo.
Como escribe Charles Swindoll:
Me temo que nuestra generación se acerca peligrosamente a la
mentalidad de "Me estoy cansando, así que creo que vaya abando-
nar". Y no solo en lo espiritual. Hacer dieta implica disciplina, así
que continuamos siendo gordos. Terminar los estudios es mucho
problema, así que los dejamos por el camino. Cultivar una relación
íntima es doloroso, así que nos retiramos. Escribir un libro es mu-
cho trabajo, así que no lo comenzamos. Trabajar para resolver los
conflictos del matrimonio es una lucha agotadora, así que preferi-
mos huir. Permanecer en una ocupación es duro, así que empeza-
mos a mirar hacia otro lado ...
y cuando estamos a punto de dejarlo, llega el Maestro, que se
inclina sobre nuestro hombro y nos susurra: "Sigue adelante; no
110
dejes. Continúa".

Cuando se trata de nuestra vida espiritual, muchos de


nosotros somos "todo o nada". Si no somos perfectos auto-
máticamente, nos damos por vencidos. Cuando las virtudes
cristianas como la paciencia y la bondad nos resultan difíci-
les, abandonamos el desarrollo de nuestro carácter y deci-
mos que la santidad es para los que están mejor preparados.
Pero cuando nos damos por vencidos, abandonamos nuestra
parte de la "sociedad". La perseverancia es una de nuestras
responsabilidades en este proceso de ser cambiados.
¡Y qué cambio será ese! Las recompensas de la perseve-
rancia que Santiago enumera son mucho más que meras pa-
labras. Nos dice que el glorioso resultado de la perseveran-
cia será que nos hará "perfectos y cabales, sin que [os] falte
cosa alguna".

--257
CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARÍA EN UN MUNDO DE MARTA

La palabra que se traduce como "perfectos" es te/ios, que


se refiere a una madurez dinámica, una personalidad que ha
alcanzado su desarrollo pleno. y cuando dice que seremos
"cabales", la palabra holokleros significa que seremos "ente-
ros, perfectos en todas nuestras partes". Era la palabra que se
utilizaba para referirse a la condición del sumo sacerdote y
del sacrificio animal que se ofrecía cada año. Significa que
estaban libres de cualquier marca que los desfigurara o los
descalificara. lll

La perseverancia nos prepara para ser los sacrificios vivos de los


que Pablo dice, en Romanos 12:1, que son "santos y agradables a
Dios".
Dios usa la presión de las pruebas para perfeccionar nuestra
vida. Da forma a las facetas de la humilde piedra de modo que re-
fleje su gloria. La última frase de Santiago 1:4 resuena en mi co-
razón y me da una increíble esperanza. Cuando perseveramos,
llegamos a ser completos y perfectos, sin que nos falte "cosa algu-
na". Leipos medies. No sufrimos deficiencias. Tenemos todo lo que
necesitamos.
Por supuesto, aun habrá áreas de nuestras vidas en que tendre-
mos conflictos. Habrá batallas, y algunas veces perderemos alguna.
Pero si estamos dispuestos a perseverar en el proceso, un día -con
Cristo a nuestro lado- ganaremos la guerra.
Por eso puedo decirle: ¡Persevere, amigo mío! Persevere. ¿De-
sea más de Dios? No se conforme con nada menos. ¿Quiere ser más
como Jesús? ¡Persevere, continúe, avance!
y cuando lo haga -se lo aseguro- usted cambiará. Cambiará co-
mo fueron cambiadas María y Marta.

UN CORAZON DE MARíA EN
UN MUNDO DE MARTA
Me encanta la última imagen que vemos de María y Marta en la
Biblia. Juan 12:1-3 nos presenta un retrato de dos mujeres descan-
sando. Descansando con su Salvador. En paz consigo mismas.

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UN CORAZÓN DE MARtA EN UN MUNDO DE MARTA

Marta aún sirve, pero lo hace con un corazón atento. En lugar


de atrincherarse en la cocina, sirve en la sala, en la presencia de su
Señor. La ocupada sierva se ha convertido en una alumna atenta.
Marta bebe cada una de las palabras de Jesús.
María quizá haya comenzado la tarde sentada a los pies de Cris-
to, pero en lugar de escuchar pasivamente, entrega todo lo que tie-
ne. Abre su tesoro y lo derrama en un ministerio profético para
Cristo. Con amoroso servicio, prepara al Maestro para su sepultu-
ra al final de su recorrido en esta Tierra. La reflexiva alumna se ha
convertido en una sierva útil que demuestra su amor por medio de
un acto extravagante.
Yo también he sido cambiada, de maneras que jamás hubiera
imaginado. Yo también he aprendido lecciones sorprendentes sobre
lo que significa tener un corazón como el de María en un mundo
que es como Marta.
No ha sido un proceso fácil ni cómodo. Si he de ser sincera, hu-
biera preferido un viaje a un spa celestial. Un día de spa con masa-
jes corporales, faciales, y un guardarropas celestial renovado. Pero
Dios decidió hacerlo a la usanza antigua. Decidió usar la vida para
enseñarme. Decidió usar el proceso de escribir este libro.
-¡Estoy en bancarrota, Dios! -lloré una noche, vacía y sola.
Mis palabras se habían secado y, aunque en mi corazón aún re-
sonaba el mensaje, parecía que había una invisible pared que me
impedía ver más allá. Había vivido cada capítulo personalmente. La
terrible paranoia de decir "¿No te importa?" La temerosa ansiedad
de escuchar "Afanada y turbada estás con muchas cosas". El dolor
insoportable de decir: "Si tú hubieras estado aquí... ".
Esa noche, en medio de la oscuridad, me sentía completamente
sola.
Pero, en algún punto de toda esa lucha, Dios me buscó.
Me habló palabras de paz y me dio su guía, aunque no pue-
do explicar cómo lo hizo. De alguna forma, su gracia me ayudó
a vivir un día por vez; sin temer al futuro ni lamentar el pasado.
Más maravilloso, más increíble aún: Dios comenzó a sanar la di-
:cotomía de mi vida. Comenzó a unir las dos caras de esa espe-
cie de esquizofrenia espiritual que me había hecho sufrir duran-
te años.

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARíA EN UN MUNDO DE MARTA

En lugar de tratar, con mis propias fuerzas, de fundir la intimi-


dad de la sala con el servicio de la cocina, comencé a concentrar-
me únicamente en Cristo. En lugar de volverme loca por lo que ha-
cía o no hacía, comencé a entregar mis días al Señor y a pedirle que
Él dirigiera mi camino. -Tú sabes lo que hay que hacer hoy, Señor.
Muéstrame la "única cosa", y la haré.
Con la entrega, recibí una paz nueva. Pude dejar la visión estre-
cha de la mentalidad de "todo o nada" y disfrutar cada día. Comen-
zaron a surgir oportunidades por todas partes. Tuve el privilegio de
llevar al Señor a una mujer cuando me tomé el tiempo de dejar el
libro que estaba leyendo y escucharla. En un partido de básquet de
Jessica, me encontré con una persona conocida que realmente ne-
cesitaba oración. Incluso, comencé a escribir con mayor fluidez.
Entonces, varias semanas después, cuando iba al hospital a vi-
sitar a un miembro de nuestra iglesia que estaba enfermo, me en-
contré pensando: -¿Esta visita, es hecha por Marta o por María?
Es la misma pregunta que me formulé con relación a este libro.
-Todo el trabajo que estoy haciendo, todo lo que escribo y reescri-
bo ... ¿es un deber para Marta o una devoción de María?
No estaba segura.
De repente, mientras conducía el auto, en medio de las pregun-
tas que cruzaban mi mente, comprendí que era ambas cosas. Visi-
tar al enfermo en el hospital era hacer la tarea de Marta "al estilo
María". Escribir sobre la intimidad con Dios era algo propio de Ma-
ría, hecho con la diligencia característica de Marta. En mi corazón,
que alguna vez había estado dividido, ambas eran una. Ya no tenía
que preocuparme por mis motivaciones, por si estaba actuando por
deber o por devoción. Dios había derribado la pared y había con-
vertido la sala y la cocina en un solo ambiente.
-¡Es ambas! -grité, golpeando el volante, con una sonrisa enor-
me en mi rostro-o ¡Ambas!

TODO ENTREGO A TI
No puedo expresar la libertad que sentí aquel día. Fue como si un
rompecabezas gigante en el que había estado trabajando durante

~~-260---------------- ---------
UN CORAZÓN DE MARIA EN UN MUNDO DE MARTA

años, finalmente se resolviera solo. Unir las dos partes de mi co-


razón parecía algo tan natural, tan simple. Casi vergonzosamente
fácil.
Pero quizá usted ya ha descubierto que Dios se deleita en un co-
razón unido. Quizá ya está viviendo en ese lugar de perpetua flui-
dez delante del Señor, sirviéndolo y amándolo, sencillamente, un
día por vez. Pero, si no es así, si es de los que han tenido que lu-
char, ¡anímese! Dios tiene una forma mejor de lograrlo.
Ken Gire, en su libro Intense Moments with the Savior (Momen-
tos intensos con el Salvador), escribe: -He aprendido que mi fortale-
za no se encuentra en cuán 112
intensamente lucho [... ), sino en cuán
completa es mi entrega.
Cuando llegamos al final de nosotros mismos y nuestras capa-
cidades, cuando entregamos nuestra vida, Jesús promete utilizarla.
Lo poco es mucho cuando Dios está en ello. Especialmente si ese
"poco" es usted y yo.
-Entrégate por completo a Dios -dice la Madre Teresa en Lije in
the Spirit (La vida en el Espiritu)-Él te usará para lograr grandes co-
sas, con la condición de ~ue creas mucho más en su amor que en
• • • 113
tus propIas debIhdades.
Cuando entregamos nuestra vida a Jesucristo, le damos libertad
al Señor del Proceso para que haga su obra. Porque es en nuestras
debilidades que Cristo es fuerte. Es en nuestra incapacidad que lo
encontramos más que suficiente. y es en nuestra disposición para
ser quebrantados que Él da sanidad, más sanidad y plenitud de las
que jamás hubiéramos creído posibles.
Este es un viaje de toda la vida, y su fruto durará para toda la
eternidad. El fruto de este viaje permanecerá mucho después que
nosotros nos hayamos ido.
Henrietta Mears es conocida por todo lo que hizo en el reino de
Dios (desarrollar una enorme Escuela Dominical, discipular líde-
res). -Pero, en medio de todo lo que hacía -escribe Jan Johnson en
Living a Purpose-Full Lije (C6mo vivir una vida llena de prop6sito)-
solía sentarse a los pies de Dios, estudiando, escuchando, disfru-
tándolo.
A pesar de su ajetreada vida, Henrietta "abría su Biblia en el sa-
grado silencio de la comunión personal con Dios con la misma

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CÓMO TENER UN CORAZÓN DE MARiA EN UN MUNDO DE MARTA

atención con que un hombre que está muriendo de hambre se acer-


ca a un banquete". y cuando murió, se dijo que Henrietta Mears
"había atravesado, como deslizándose, el velo entre el presente y el
futuro, ese que durante años había sostenido que era muy, muy fi-
no. Alguien comentó: 'No era nada nuevo para ella encontrarse con
su Señor a solas, porque lo había hecho con frecuencia. Esta vez,
simplemente, se fue con Él'''. 114
¿Quiere usted esa clase de corazón como el de María en un
mundo como el de Marta? Yo sí, sin duda.
Quiero vivir tan íntimamente con Jesús que cuando sea la hora
de dejar este mundo, yo también atraviese, como deslizándome, el
mismo fino velo del que solía hablar Henrietta Mears. De una vida
llena de gloria a otra. De esperar "en su presencia" a estar "cara a
cara" frente a su gloria.
Pero, para que eso suceda, debo perseverar y ser paciente, por-
que es necesario pasar por un proceso para obtener un producto, y
ese proceso lleva tiempo. Pero nunca olvide, amado de Cristo, que
este proceso es divino. Dios está a su lado. Él es quien está a cargo.
Lo único que le pide es que colabore y se entregue a lo que está ha-
ciendo en su vida.
"Por tanto, no desmayamos -dice Pablo en 2 Corintios 4:16-17-
antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el inte-
rior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación
momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno
peso de gloria."
De gloria en gloria, Él nos cambia.
Así que no se preocupe porque todavía no ha llegado, amigo
mío. No se dé por vencido mientras dure el proceso. No se pierda
el viaje.
Porque será glorioso. ¡Todo valdrá la pena!

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UNA ORAClON PARA EL CAMINO

Oh, Cristo, no me des tareas que pueda


cumplir con mis fuerzas,
Sino dame fuerzas para cumplir mis tareas,
Porque quiero extenderme a través de cosas
que sean demasiado grandes para mí.
Quiero crecer por medía de la
grandeza de mis tareas,
Pero necesitaré tu ayuda para crecer así.
lJ.j

E. ST ANLEY JONES
NOTAS

CAPÍTULO 1

1. Vera LEE, Something Old, Something New, NapervilIe, Sourcebooks, Inc.,


1994, pp. 102-103.
2. Extractado de "Growing Strong in God!; Family", The 2:7 Series, Colorado
Springs, NavPress, 1987, p. 20.
3. Miriam NEFT y Debra KLINGSPORN, Shattering Our Assumptions, Min-
neapolis, Bethany, 1996, p. 194.
4. Tomado de A New Beginning, © 1995, Stonecroft, Inc. Usado con permiso.
Para mayor información, visite la página web www.stonecroft.org y cliquee
en "A New Beginning" (Un nuevo comienzo).

CAPÍTULO 2

5. Dutch SHEETS, The River of God, Ventura, Gospel Light, 1998, pág.
195.
6. Una versión de esta historia apareció como Joanna WEAVER, "Out in the
Cold", Home Life 54,N°. 6, marzo de 2000, 20-2.

CAPiTULO 3

7 . J oel GREGORY, Growing Pains of the Soul, DalIas, Word, 1987, pág. 31.
8. Edward HALLOWELL, Worry: Controlling It and Using It Wisely,
Nueva York, Pantheon, 1997, p. xi.
9. Adaptado de HALLOWELL, Worry, pp. 79-83.
10. "An Average Person!; Anxiety is Focused on ... " citado en John
UNDERHILL y Jack LEWIS, compiladores, Bible Study Foundation
Illustration Database, página web de la Bible Study Foundation
(www.Bible.org).
11. Ver Archibald D. HART, Overcoming Anxiety, DalIas, Word, 1989.
12. Tony EVANS, No More Excuses, Wheaton, Crossway Bookc;, 1996, p.
223.
13.Sheila WALSH, Bring Back the Joy, Grand Rapids, Zondervan, 1998, p.
53.
14. HALLOWELL, Worry, p. 70.
15. Anne DRISCOll, en una entrevista con el Dr. Edward HAllOWEll,
"What, Me Worry?", On Air Dateline NBC, 4 de noviembre de 1999, en la
página web http://MSNBe.MSN.comlnews/210941.asp.3
16. Gary E. GILLEY, "Think on These Things", boletín 4, W. 2 (febrero de 1998).
17.0swald CHAMBERS, En pos de lo supremo, Cle.
18. Corrie TEN BOOM, citada en Moments - Someone Special; Minneapolis,
Heanland Samplers, 1997, s.p.
19.5elwyn HUGHES, Every Day Light, Nashville, Broadman &: Holman,
1998, día 1. [ver si está traducido al castellano para confinnar nombre y
editorial)
20. Bill Y Kathy PEEl, Discover Your Destiny, Colorado Springs, NavPress,
1997, p. 202.
21. Traducción libre. (N. de la T.)
22. SCRlVEN,]oseph, "¡Oh, qué amigo nos es Cristo!", traducción de leandro
Garza Mora, Himnario Bautista, Casa Bautista de Publicaciones, El Paso,
1978.

CAPÍTULO 4

23. Adaptado de un relato de Rosemarie Kowalski. Usado con penniso.


24. Bemard YOUNGMAN, The Lands and Peoples of the Living Bible,
Nueva York, Hawthom, 1959, p. 213.
25. YOUNGMAN, Lands and Peoples, pp. 213-214.
26. G. Emest WRIGHT, ed., Great People of the Bible and How They Lived,
Pleasantville, Reader's Digest Association, 1974, pp. 324-325.
27. William Barday, El Nuevo Testamento comentado por William Barday-
Vol., Evangelio de]uan, Ed. La Aurora. [confinnar nombre del libro en
castellano)
28. Charles SPURGEON, Moming and Evening, Nashville, Nelson, 1994,
24 de agosto, tarde. [¿está en castellano?)

CAPÍTULO 5

29. Roben MORGAN, On This Day, Nashville, Nelson, 1995,5 de enero.


30. Ph'Jip YANCEY, What's So Amazing About Grace?, Grand Rapids,
L·'mdervan, 1997, p. 97.
31. Anne Wilson SCHAEF, LAUGH! I Thought I Would Die If I Didn't,
Nueva York, Ballantine Books, 1990,27 de mayo.
32. Kent HUGHES, Liberating Ministry from the Success Syndrome,
Wheaton, Tyndale, 1988, pág. 139.
33. Tomado de The Growing Disciple, Serie 2:7, Curso 1, Colorado Springs,
NavPress, 1987, pp. 69-73.
34. Adaptado de Emilie BARNES, The Spirit of Loveliness, Eugene, Harvest
House, 1992, pp. 109-110.
35. Tomado de una entrevista por correo electrónico con RobinJones Gunn,
30 de enero de 2000.
36. Extractado de Gwen SHAMBLIN, "Love the Lord With Al! Your Mind",
semana 2 de la serie de video Weigh Down Workshop: Exodus Out of
Egypt, Weigh Down Workshop Inc., 1997.
37. Max LUCADO, The Great House of God, DalIas, Word, 1997, p. 4.
38. Matthew HENRY, Matthew Henry's Commentary on the Whole Bible,
vol. 4, Nueva York, Revell, s.f., p. 153. [ver título correcto y editorial en
castellano]
39. Confirmado en una conversación telefónica con Eugene Peterson, 29 de
enero de 2000.
40. HUGHES, Liberating Your Ministry, pp. 72-73.
41. Adaptado de Henry BLACKABY, Mi experiencia con Dios, Junta de
Escuela Dominical de la Convención Bautista del Sur, Nashville, p. 43.

CAPÍTULO 6

42. Grabación de un sermón y entrevista con el Dr. Donald Argue, Billings,


Montana, marzo de 1999.
43. William BARCLAY, El Nuevo Testamento comentado por William
Barday, vol. ,Juan, Ed. La Aurora. [ver nombre correcto completo en
español]
44. J. Oswald SANDERS, Discipleship Journal 76, julio-agosto de 1993, p. 39.
45. Citado en Madre TERESA, In My Own Words, Nueva York, Random
House, 1996, p. 100.
46. Citado en Philip YANCEY, What~ So Amazing About Grace?, Grand
Rapids, Zondervan, 1997, p. 262.
47. HERMANO LORENZO, La práctica de la presencia de Dios, trad. de
Eduardo Coria, p. 10.
48. Charles GRIERSON, "Martha", Dictionary of The Bible, James Hastings,
ed., Nueva York, Scribner, 1909, p. 588.
49. HERMANO LORENZO, La práctica de la presencia de Dios, p. 9.
50. CS. LEWIS, "The Efficacy ofPrayer", The World's Last Night, Nueva
York, Harcourt BraceJovanovich, 1960, p. 9.
51. Linda ANDERSEN, "Love Adds a Little Chocolate", en Medard LAZ, Love
Adds a Little Chocolate: One Hundred Stories to Brighten your Day,
Nueva York, Wamer, 1998, p. 15. Reimpreso como Love Adds the
Chocolate, Colorado Springs, WaterBrook, 2000.
52. Primera cita: Dafne KINGSMA, Weddings from the Heart, Nueva York,
MJF Books, 1995, p. 111. Segunda cita: MADRE TERESA, In My Own
Words, pág. 33.
53. Jack B. HOEY Jr., "Breaking the Unploughed Ground", Discipleship
Joumal39, mayo-junio 1987, p. 4.
54. John MILTON, "When 1 Consider How My Light 1s 5pent", Norton
Anthology of English Literature, vol. 1, ed. rev., Nueva York, w.w.
Norton, 1968, p. 1015.
55. Jan JOHNSON, Living a Purpose-Full Life, Colorado Springs,
WaterBrook, 1999, pp. 151-153.
56. John ORTBERG, Love Beyond Reason, Grand Rapids, Zondervan, 1998,
pp. lI-14, 18.
57. YANCEY, What~ 50 Amazing About Grace?, pp. 258-259.

CAPÍTULO 7

58. Ver el libro de Janet HOLM McHENRY, PrayerWalk: Becoming a Woman


of Prayer, Strength and Discipline, Colorado Springs, WaterBrook, 2001.
59. Citado en Dennis RAINEY, Planting Seeds, Pulling Weeds, San
Bemardino, Here's Life, 1989, p. 114.
60. Selwyn HUGHES, Everyday Light, Nashville, Broadman &: Holman,
1998, día 1. [está traducido?)
61. Robert ROBINSON, "Come Thou Fount oi Every Blessing", The Hymnal
for Worship and CeIebration, Waco, Word Music, 1986, p. 2.
(Traducción libre).
62. Adaptado de Stephen COVEY, First Things First, Nueva York, Simon &:
Schuster, 1994, pp. 88-89. [¿puede ser que esté traducido al castellano?)
63. Wilbur REES, "$3 Worth oi God", citado en Tim HANSEL, When I ReIax
I FeeI Guilty, EIgin, David C. Cook, 1979, p. 49.
64. Cynthia HEALD, "Becoming a Fríend oi God", Discipleship Joumal54,
noviembre-diciembre 1989, p. 22.
65. De la correspondencia personal de]. Sidlow Baxter, 8 de septiembre de
1987, citado en Kent HUGHES, Liberating Ministry from the Success
Syndrome, Wheaton, Tyndale, 1987, pp. 78-81.
66. Howard E. BUTT, Jr., Renewing America's Soul: A Spiritual Psychology
for Home, Work and Nation, Nueva York, EE.UU., Continuum, 1996,
pp. 232-233.
CAPÍTULO 8

67. Max LUCADO, God Carne Near, Portland, Multnomah, 1987, p. 79.
68. Raye. STEDMAN, "Gods Strange Ways", sermón pronunciado el9 de
septiembre de 1984, en la Peninsula Bible Church, Palo Alto, California,
EE.UU.
69. Martha TENNISON, en un sermón pronunciado el 25 de septiembre de
1999, en Billings, Montana, EE.UU.
70. STEDMAN, "Gods Strange Ways".
71. CeCe WINANS, On a Positive Note, Nueva York, Pocket Books, 1999, p. 207.
72. Citado en L.B. COWMAN, Manantiales en el desierto, Casa Bautista de
Publicaciones.
73. NIV Study Bible: New International Version, Grand Rapids, Michigan,
EE.UU., 1985, nota sobre el texto de juan 12.
74. TENNISON, en un sermón pronunciado el 25 de septiembre de 1999.
75. Philip YANCEY, Disappointment With God, Grand Rapids, Zondervan,
1988, p. 211.
76. YANCEY, Disappointment With God, p. 211.
77. Adaptado de Harry PRITCHETT,jr., Leadership (verano de 1985),
citado en el libro de Charles SWINDOLL, Tales of a Tardy Oxcart,
Nashville, Word, 1998, pp. 491-492.

CAPÍTULO 9

78. Citado en Daybreak Quotes, Wheaton, IIlinois, EE.UU., Tyndale, 1991.


79. Carole MAYHALL, "Listening to God" enjudith COUCHMAN, ed., One
Holy Passion, Colorado Springs, Waterbrook, 1998, pp. 109-111.
80. Oswald CHAMBERS, En pos de lo supremo, CLe.
81. Kathleen NORRIS, Amazing Grace: A Vocabulary of Faith, Nueva York,
Riverhead Books, 1998, pp. 14-15.
82. Adaptado con permiso de la autora, joanie Burnside.

CAPÍTULO 10

83. josefo dice que los saduceos "en su [conversación] con sus pares son
tan groseros como con extranjeros". NIV Study Bible: New International
Version, Grand Rapids, Zondervan, 1985, nota sobre juan 11:49.
84. james B. PRITCHARD, ed., Everyday Life in Bible Times, Washington,
De., National Geographic Society, 1977, p. 305.
85. Charles PANATI, Sacred Origins of the Profound, Nueva York, Penguin,
1996, p. 323.
86. NIV Study Bible, nota sobre Marcos 14:3.
87. Ruth V. WRIGHT Y Robert L. CHADBOURNE, Gerns and Minerals of
the Bible, Nueva York, Harper &: Row, 1970, p. 6.
88. William BARCLAY, The Gospel of]ohn, ed. rev., vol. 2, Filadelfia,
Westminster, 1975, p. 111. [estará traducido?]
89. Theodore PARKER, citado en Cora Lee PLESS, "How Do We Return?",
God's Abundance: 365 Days to a Simpler Life, Lancaster, Starburst, 27 de
diciembre de 1997.
90. Citado en BARCLAY, The Gospel of]ohn, 2:111.
91 BARCLAY, The Gospel ofJohn, 2:112.
92. Tom FENNEL TIMMINGS, "Homecomingfor a Hero", Maclean's, 25 de
enero de 1999, p. 25.
93. Hannah WITALL SMITH, The Christian's Secret of A Happy Life,
Nashville, Nelson, 1999, pp. 45-46.
94. Peter KREEFT, Three Philosophies of Life, San Francisco, Ignatius Press,
1989, pp. 94-95.

CAPÍTULO 11

95. Tim HANSEL, Holy Sweat, Waco, Word, 1987, p. 12.


96. Jill BRISCOE, Renewal on the Run, Wheaton, Harold Shaw, 1992, p.
109.
97. Tenga en cuenta que algunos de estos síntomas pueden indicar un
desequilibrio físico o emocional, además de espiritual. Si son
persistentes o graves, podría ser útil que consultara a un médico al
tiempo que ora para que Dios le indique cómo equilibrar su vida.
98. Elizabeth MOLL STALCUp' "Seizing the Sabbath", Virtue, agosto-
septiembre de 1998, pp. 26-27.
99. STALCUp, "Seizing the Sabbath", pp. 26-27.
100. Entrevista con Jane JOHNSON STRUCK, "Hospitality on the Run",
Today's Christian Woman, enero-febrero de 1992, pp. 58-59.
101. Kathleen NORRIS, Amazing Grace: A Vocabulary of Faith, Nueva York,
Riverhead Books, 1998, pp. 265-266.
102. Adaptado de Karen MANIS, Open Heart - Open Home, EIgin, David C.
Cook, 1976, pp. 171-176.
103. William PLUMMER, "Taken by the Sea", People, 14 de diciembre de
1992, pp. 59-61.
CAPÍTULO 12

104. Citado en Howard L. RICE, Reformed Spirituality, Louisville,


WestminsterfJohn Knox, 1991, p. 179.
105. Claire CLONINGER, When God Shines Through, DaHas, Word, 1994,
p.132.
106. Henrietta MEARS, What the Bible Is AH About, Ventura, Regal, 1983,
p.84.
107. Citado en MADRE TERESA, Life in the Spirit, San Francisco, Harper &:
Row, 1983, p. 76-77.
108. Kent HUGHES, James: Faith That Works, Wheaton, Crossway Books,
1991, p. 17.
109. HUGHES, James, p. 17.
1l0. Charles SWINDOLL, Growing Strong in the Seasons of Life, Portland,
Multnomah, 1983, p. 47-49.
111. William BARCLAY, The Letters ofJames and Peter, ed. rev., Louisville,
Westminster / John Knox Press, 1976, p. 44. [traducido?]
112. Ken GIRE, Intense Moments with the Savior, Grand Rapids, Zondervan,
1985, p. 86.
113. MADRE TERESA, Life in the Spirit, p. 24.
114. Jan JOHNSON, Living a Purpose-Full Life, Colorado Springs,
Waterbrook, 1999, p. 95.
115. Citado en Daybreak Quotes, Wheaton, Tyndale House, 1991.
"Descubrí que es un libro fácil de leer, personal y bien escrito, con un mensaje
- que va mucho más allá de lo superficial. El libro me indagó, me desafió y me
alentó a vivir día tras día como una María en un mundo que es como Marta."
-CAROLE MAYHALL, .
autora de Here 1AmAgain,Dord (Aquí estoy otra vez, Señor)
.

UNA INVITACIÓN PARA TODA PERSONA QUE


ALGUNA VEZ HA SENTIDO QUE NO ES
SUFICIENTEMENTE DEVOTA, QUE NO AMA LO
SUFICIENTE, QUE NO HACE LO SUFICIENTE.

a vida actual no es, en realidad, dema~iado diferente de 16 que era la de

L María o Marta en el N uevo Test am ento. Como María, ansiamos


sentarnos a los pies de! Señor... pero las exigencias diarias de un mundo
ajetreado no nos dejan en paz. Como Marta, amamos a Jesús' y queremos
servirlo, pero luchamos, contra e! cansancio, el resentimiento y nuestra propia
sensación de incapacidad. I

. Entonces llega Jesils en medio de nuestra vida ocupada, para extenpernos la


misma invitación que hace mucho tiempo les hizo a las dos hermanas de
Betania. Tiernamente, nos invita a e!egir "la mejor parte": una vida gq>zosa de .
intimidad con Él que produce, naturalmente, un ~ervicio de amor.'
Con su nuevo enfoque sobre esta conocida historia bíblica, Joanna Weaver
nos muestra cómo todos nosotros - seamos como Mart~ o Marí~- podemos
acercarnos más a Dios: profundizar nuestra devoción, fortalecer }1Uestro servicio
y hacer ambas cosas con menos tensión y mayor gozo.

"Uno de los mejores libros que hemos /us~do jamás."


-Iglesia de Dios, Providence Road, Charlotte, EE.UU

"Su libro ayudó a cambiarnos la vida."


-Iglesia Bautista de Columbus, EE. uu.

jOANNA WBAVBR es escritora, eSfJosa de pastor y madre de dos


hijos. Ha escrito artículos para publicaciones como Enfoque a.la familia y
Guideposts. También fue galardonada por su libro de regalo para bodas, With
This Ring (Con este anillo). Joanna vive con su familia en Whitefish, EE.UU.

ABK 4/e3/eS SPWO


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Vida cristiana / Vida práctica / M WAVER JO VDPS -
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