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Problema Jurídico: Demandas de inconstitucionalidad contra los artículos 370, 376, 385,
386 y 387 del Código Sustantivo del Trabajo
De otra parte, el ciudadano Lucas Mesa Mejía demandó la constitucionalidad de los artículos
386 y 387 del C.S.T. . La demanda fue radicada con el número D-7140.
Normas citadas: artículos 370, 376, 385, 386 y 387 del C.S.T., los artículos 38 y 39 de la Carta,
Ley 26 de 1976,
Sentencias citadas: sentencia C-201 de 2001, Sentencia C-797 de 2000. C-1052 de 2001, C-1256
de 2001 y C-013 de 2000,
Parte Resolutiva:
Primero.- ESTARSE A LO RESUELTO en la sentencia C-465 de 2008, por medio de la cual la Corte
Constitucional resolvió declarar la exequibilidad del artículo 370 del Código Sustantivo del Trabajo, por
el cargo analizado, “en el entendido de que el depósito de la modificación de los estatutos sindicales
cumple exclusivamente funciones de publicidad, sin que ello autorice al Ministerio de la Protección
Social para realizar un control previo sobre el contenido de la reforma”.
Segundo.- ESTARSE A LO RESUELTO en las sentencias C-271 de 1999 y C-797 de 2000, por medio
de las cuales la Corte Constitucional declaró la exequibilidad de las expresiones "la votación de la
huelga en los casos de la ley y" , “la determinación de la cuantía de la caución del tesorero”, “la
asignación de los sueldos” y “la aprobación de todo gasto mayor de un equivalente a diez (10) veces el
salario mínimo mensual más alto”, contenidas en el artículo 376 del Código Sustantivo del trabajo.
Tercero.- Declarar la EXEQUIBILIDAD de las expresiones sobre las cuales no hay pronunciamiento
previo de la Corte Constitucional, contenidas en el artículo 376 del Código Sustantivo del Trabajo y de
la totalidad de los artículos 385, 386 y 387 de la misma normativa, por el cargo analizado en esta
sentencia.
Cópiese, notifíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional, cúmplase y
archívese el expediente.
Observaciones:
observaciones relativas a mi posición jurídica respecto de la libertad sindical y el requisito del depósito
de la modificación de los estatutos sindicales:
1. El derecho de asociación sindical, como una modalidad del derecho de libre asociación de las
personas para el desarrollo de las diversas actividades lícitas que realizan en sociedad, es expresión de
la autonomía de la voluntad de las mismas para regular sus intereses, que el ordenamiento jurídico les
reconoce, la cual se ejerce en este caso dentro del marco de la protección especial del Estado al trabajo
y de la garantía de unos derechos mínimos de los trabajadores consagradas en la Constitución Política
(Arts. 25 y 53)
El ejercicio de la autonomía de la voluntad está limitado en forma general por el orden público, esto es,
por las condiciones básicas o fundamentales de la vida social, de interés general, que el ordenamiento
jurídico prevé en normas imperativas, no derogables por los particulares.
Esta limitación se explica en un Estado Social de Derecho como el colombiano, por la sujeción de todos
los gobernados al ordenamiento jurídico, en primer lugar a la Constitución Política, y por la prevalencia
del interés general (Arts. 1°, 4° y 6° C. Pol.).
El Art. 39 superior establece que los trabajadores tienen derecho a constituir sindicatos sin intervención
del Estado y que su reconocimiento jurídico se producirá con la simple inscripción del acta de
constitución.
Este precepto concuerda con el contenido en el Art. 2° del Convenio 87 de la OIT, en virtud del cual los
trabajadores, sin ninguna distinción y sin autorización previa, tienen el derecho de constituir las
organizaciones que estimen convenientes, así como el de aliarse a estas organizaciones, con la sola
condición de observar los estatutos de las mismas.
En este sentido, el Art. 3° del Convenio 87 de la OIT establece que las organizaciones de trabajo tienen
el derecho de redactar sus estatutos y reglamentos administrativos, el de elegir libremente sus
representantes, el de organizar su administración y sus actividades y el de formular su programa de
acción. Agrega que las autoridades públicas deberán abstenerse de toda intervención que tienda a limitar
este derecho o a entorpecer su ejercicio legal.
No obstante, el citado Art. 39 de la Constitución contempla que la estructura interna y el
funcionamiento de los sindicatos y organizaciones sociales y gremiales se sujetarán al orden legal y a
los principios democráticos.
Por su parte, el Art. 8° del Convenio 87 de la OIT dispone que al ejercer los derechos que se les
reconocen en el mismo, los trabajadores y sus organizaciones respectivas están obligados, lo mismo que
las demás personas o las colectividades organizadas, a respetar la legalidad.
Con base en los anteriores enunciados normativos se puede concluir que la Constitución Política y los
tratados internacionales en materia de trabajo ratificados por Colombia protegen el derecho de
asociación y la autonomía sindicales de los trabajadores, pero la protección otorgada no es absoluta o
ilimitada, pues dicha normatividad permite que la ley establezca restricciones con fundamento en los
principios democráticos, la seguridad nacional, la seguridad, la salud o la moral públicas y los derechos
y libertades de los demás.
En el mismo sentido, la Corte Constitucional ha señalado en numerosas ocasiones que las limitaciones o
restricciones a los derechos fundamentales deben sujetarse al principio de razonabilidad, en cuanto
deben perseguir finalidades legítimas o válidas a la luz de la Constitución Política y deben
materializarse con medios que sean: i) adecuados o idóneos para la consecución de aquellas; ii)
necesarios, es decir, que no existan otros medios que no sacrifiquen los valores, principios o derechos
constitucionales o que los sacrifiquen en menor medida, y iii) proporcionales en sentido estricto, o sea,
que sus beneficios sean superiores a la afectación de los valores, principios o derechos constitucionales.
ANEXO
FICHA INFORMATIVA DE SENTENCIAS REVISADAS
Corporación: La Sala Plena de la Corte Constitucional
Resumen de los hechos: La Ley 32 de 1990 establece las calidades que deben reunir quienes
pretendan desempeñarse en el comercio como agentes de viaje. En particular, la precitada ley, señala
como requisito necesario para desempeñar la actividad comercial mencionada, acreditar un título
académico en el ramo turístico o, en su defecto, demostrar “la vinculación destacada no menor de cinco
(5) años en agencias de viajes y turismo -, agencias mayoristas, en cargos directivos de Presidencia,
Gerencia o equivalente”. En ambos casos se requiere obtener la correspondiente matrícula profesional.
A juicio de la actora, la Ley demandada vulnera los artículos 13, 25, 26 y 333 de la Constitución
Política, pues, en su criterio, el legislador limitó, sin ninguna justificación, el ejercicio de la actividad
de agente de viajes y turismo. Para fundamentar su aserto, afirma que, pese a que la labor de las
agencias de viaje no apareja un riesgo social importante, la ley exige, a quienes deseen establecer una
empresa de esta naturaleza, que el respectivo gerente tenga un título profesional expedido por una
facultad o escuela superior, en programas cuyos planes de estudio formen a los estudiantes en el ramo
del turismo.
Normas citadas: Ley 32 de 1990, artículos 13, 25, 26 y 333 de la Constitución Política
Argumentos relevantes de otras instancias: “Ahora bien, no puede decirse que el legislador
tiene absoluta libertad para determinar qué actividad debe ser regulada, y establecer cualquier clase
de requisitos o condiciones para su ejercicio. Como se ha dicho antes, el valor normativo del texto
constitucional y el contenido esencial del derecho que se estudia, imponen al legislador una serie de
límites al ejercicio de sus funciones y al contenido material de los actos que expide.
En este sentido, para que sea legítima la reglamentación del derecho, es necesario que sea clara y
objetiva la exigencia de cualificación que impone la protección del interés general. En tal virtud,
los títulos de idoneidad y las tarjetas y licencias profesionales destinadas a controlar el ejercicio
de la profesión, constituyen una excepción frente a la regla general, excepción que no puede
desconocer los principios de la Carta del 91”.
En suma, el Legislador pretendía, a través de la profesionalización de la labor de los agentes de
viajes, proteger a un grupo de profesionales y lograr mayor eficiencia en el cumplimiento de su papel
como mediadores de servicios turísticos y, de esta manera, hacer más competitiva la industria
turística.
No obstante, la Corte ya ha señalado que si bien el Estado puede promover determinadas actividades
económicas que le reporten un beneficio al país, lo cierto es que no puede hacerlo excluyendo del
mercado laboral a ciertos grupos suficientemente capacitados para realizar las correspondientes
labores. En otras palabras, el fomento de una determinada industria no es razón suficiente para
restringir el mercado laboral.
diatamente referidos, conducen a afirmar que no existe ninguna claridad sobre el sujeto obligado por
las disposiciones demandadas o sobre el tipo de obligación que debe ser cumplida. En efecto, de una
parte no es posible saber si el título de idoneidad que exigen las disposiciones demandadas debe ser
acreditado por el empresario o comerciante que decide establecer una agencia de viajes (art. 1º y 4º
de la Ley 32 de 1990) o por el gerente o presidente de la respectiva agencia (art. 3º de la Ley 32 de
1990) o, adicionalmente, por todos los empleados que ocupen cargos directivos (art. 3 de la Ley 32
de 1990) o, en general, por la totalidad de los empleados que trabajen en la agencia de viajes
realizando las funciones propias de esta empresa comercial (art. 4 y 11 de la Ley 32 de 1990).
Tampoco resulta claro si el título que se exige debe ser expedido por una escuela de educación
superior cuyos planes de estudio, según concepto del ICFES formen a profesionales dentro del ramo
del turismo, o por un centro de educación, aprobado por el ICFES, en programas relacionados con el
turismo, que según criterio del Consejo Profesional de Agentes de Viajes y Turismo cuenten “con la
suficiente intensidad horaria y calidad de contenidos en cuanto a materias relacionadas con turismo y
específicamente con el funcionamiento de las agencias de viajes”. Finalmente, nada permite saber
cuáles son las tareas que se pueden realizar según el tipo de tarjeta obtenida, todo lo cual será
finalmente definido por el Consejo Profesional de Agentes de Viajes y Turismo.
En suma, las normas demandadas no definen con claridad ni el sujeto sobre quien recae la obligación
ni el contenido concreto de la misma, delegando, probablemente por ausencia de técnica legislativa,
en la autoridad administrativa la definición de dichos extremos.
Adicionalmente, los artículos 150-21, 333 y 334 de la C.P. confieren a la ley la tarea de regular la
libertad económica. Las mencionadas disposiciones establecen que toda intervención en esta materia
debe precisar sus fines y alcances y definir con claridad los límites a la libertad económica. En
consecuencia, mal puede el legislador regular la materia estudiada de manera tal que, en última
instancia, quien termine definiendo el contenido y los sujetos de la obligación que se impone para
poder actuar en el comercio, resulte siendo un órgano de la administración. El mercado de trabajo y,
en general, el ejercicio de la libertad económica, sólo pueden ser objeto de limitaciones sustanciales
por parte del legislador, cuando ello resulte indispensable y proporcionado para proteger los derechos
de los demás o bienes e intereses constitucionales particularmente relevantes, y siempre que la
referida intervención precise sus fines y alcances y defina los límites de la libertad económica.
Parte Resolutiva: Primero.- Declarar INEXEQUIBLES los siguientes apartes y artículos de la
Ley 32 de 1990:
a) La expresión "Para tal efecto se considera la persona natural graduada en facultades o escuelas de
Educación Superior que funcionen legalmente en el país, en programas cuyos planes de estudio
formen profesionalmente a los estudiantes en este ramo, según concepto emitido por el ICFES", del
artículo 1º.
b) La frase "de educación superior" del artículo 2.
c) El inciso segundo del literal a) del artículo 3.
d) Los literales a), b) y c) del artículo 4.
e) Los artículos 7, 9, 11