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Algunos ejemplos de valores empresariales son:

Calidad: Es fácil y usual prometer calidad, pero comprometerse con ella significa insistir en
los procesos hasta que el producto o servicio obtenido sea el mejor posible, es decir, no
conformarse con menos.

Solidaridad: Tender una mano al necesitado, anteponer el bienestar colectivo al lucro, saber poner
coto a la competitividad empresarial dentro y fuera de la organización.

Responsabilidad: Esto significa una mezcla de gratitud, lealtad y sinceridad, que en términos


empresariales es sinónimo de compromiso social y comunitario no sólo con la clientela, sino con
la sociedad.

Confianza: Darla es recibirla. La confianza tiene que ver con la fe en la palabra empeñada y en los
buenos deseos del otro, incluso cuando ello eventualmente signifique decepcionarse o enfrentar
mayores auto exigencias.

Trabajo en equipo: En tiempos de individualismo extremo, la gestión común y el trabajo en


equipo se convierten en un valor altamente demandado, que sirve para ejercer la tolerancia,
el respeto y la consideración.

Sinceridad: La sinceridad empresarial tiene que ver con comunicaciones transparentes,


rendiciones de cuentas y actitudes honradas frente al público en general y a la clientela asegurada.

Originalidad: La persecución del propio camino, incluso cuando eso suponga riesgo y mayores
exigencias.

Competitividad: El esfuerzo por ser el primero, tomando la meta como el destino al que llegar lo
más rápidamente posible.

Sencillez: Apostar por lo simple, por lo fácil, por los procesos más manejables y sencillos que se
puedan tener sin sacrificar el cumplimiento de los objetivos empresariales.

trato respetuoso: El respeto es un valor fundamental entre las personas, por ello, se debe tratar a
los demás como te gustaría ser tratado, escuchar con atención las propuestas y críticas que aportan
y, valorar su trabajo. El trato respetuoso genera en las personas un sentimiento de aceptación y
motivación que les permite desarrollar con la mejor disposición sus compromisos laborales.

Comunicación clara y honesta: La comunicación empresarial debe ser transparente y honesta en


todos los departamentos, con los proveedores y los clientes. La comunicación constante y clara es
imprescindible para que los trabajadores, y demás personas relacionadas con la empresa, estén al
tanto de los proyectos, los avances, los objetivos por alcanzar e, incluso, de los planes de
expansión.

Responsabilidad laboral: La responsabilidad es un principio que debe ser aplicado por la empresa
como institución y, por los trabajadores como integrantes de una empresa. La responsabilidad se
puede apreciar a partir de la puntualidad, la disciplina, el cumplimento de las labores asignadas, la
integridad y la honestidad entre todos aquellos que trabajan en una misma empresa.
La responsabilidad es una parte fundamental de la gestión empresarial, supone un orden y una serie
de normativas a cumplir en beneficio de todas las personas que se relacionan con la empresa.

La competitividad: es un valor que se promueve desde la cultura empresarial y que parte de la


necesidad de estar constantemente ideando proyectos que conduzcan a mejorar los procesos
laborales, la producción y la calidad de los bienes o los servicios.

La integridad es un valor que se caracteriza por anteponer la honestidad y el compromiso ante las
responsabilidades laborales. De allí que en las empresas se deba hacer énfasis en la integridad de
sus trabajadores, desde la cultura organizacional, para evitar estafas o daños a terceras personas. La
integridad se refleja a través del trabajo consecuente, responsable, honesto y auténtico que busca
ser competitivo y de alta calidad.

La constancia y disciplina son valores empresariales que conllevan a la elaboración de proyectos


exigentes, superación de obstáculos y trabajo arduo.

Fuente: https://concepto.de/valores-de-una-empresa/#ixzz6ufWNS2G0

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