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OSTEOMALACIA.
APARICIÓN, IMPORTANCIA.
La osteomalacia afecta casi exclusivamente a vacas viejas, con buena producción de leche.
Antiguamente el padecimiento se presentaba en todo el mundo en rebaños carniceros
(vacas amas) y lecheros, causando con frecuencia grandes pérdidas. Desde que Theiler
(1931) demostró que la osteomalacia bovina se debe a una deficiencia prolongada de P, se
previene a través de la alimentación de los países con producción moderna. Por ello en la
actualidad la osteomalacia clínicamente manifiesta solo se observa en regiones con cría
extensiva durante periodos de sequía (Rusia, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Sud y
Norteamérica). Lo mismo ocurre en reserva naturales donde los bovinos son mantenidos en
forma extensiva.
ETIOLOGÍA.
PATOGENIA.
Deficiencia moderada de P; a plazo también moderado pueden ser superadas por el bovino
recurriendo a sus reservas corporales; para ello está disponible menor o igual a 10% de las
sales minerales del esqueleto sin que se produzcan lesiones óseas importantes. Pero si
pasan varios meses de suministro insuficiente se producen síntomas de deficiencia, que son
tanto más graves cuanto más amplia es la relación Ca:P de la ración; el exceso de Ca
contribuye a la salida de sales minerales del hueso. La gestación requiere mucho menos P
que la lactancia ya que con cada litro de leche se pierde 0,9 g P y 1,2 g Ca. Por ello la
osteomalacia grave se presenta casi exclusivamente en vacas lactantes. Durante ello se
incrementa la movilización y transformación de la sustancia ósea mineralizada; estas
pérdidas son reemplazada por osteoides no calcificados por lo cual el esqueleto con el
tiempo pierde su solidez. Los huesos y articulaciones de las vacas con osteomalacia ya
están sensibles con el esfuerzo normal; los primeros pueden presentar protuberancias en
las inserciones tendinosas y fracturarse ante el menor traumatismo. (En vacas más jóvenes,
bajo las mismas condiciones se desarrollan además de las alteraciones osteomalácicas
también aquellas de tipo raquítico).
SÍNTOMAS.
El animal en estación cabeza y cuello levemente estriados, dorso encorvado (cifosis), grupa
caída, telas abdominales levantadas, miembros anteriores adelantados, a veces cruzados,
miembros posteriores remetidos bajo el abdomen; levantado o descargado de alguna
extremidad, cola levantada, tendencia a permanecer echados, incluso con el pesebre lleno;
al estimularlos se levantan con reticencia, como dudando y permanecen un rato arrodillados
sobre los carpos con miembros posteriores elevados, al pararse solos se desplazan con
dificultad hacia el costado.
En movimiento muestran un andar rígido, tieso, a veces oscilante o arrastrante con pasos
notablemente cortos, se trata de evitar en lo posible la fuerte flexión articular de las
extremidades. Debido al dolor los pacientes suelen presentar mirada miedos, temblores, así
como cojera de apoyo de grado variable y localización cambiante. Sólo rara vez el paso
mejora algo luego de un poco de movimiento, en la mayoría de los casos se vuelve más
tenso, dudoso, y se interrumpe con frecuentes pausas. En vacas con osteomalacia grave a
veces se escucha un “tac” repetido a cada paso, cuya localización en el animal no puede
determinarse con seguridad.
CURSO, PRONÓSTICO.
NECROPSIA.
TRATAMIENTO.
La aplicación de vitamina D permite aprovechar mejor las sales minerales ofrecidas; pero
esta medida por sí sola no permite eliminar las graves situaciones carenciales.
Habitualmente por animal se aplica vía parenteral 0,5-1 x 10^5 UI de vitamina D3; lo mismo
se logra también suministrando concentrado D-vitaminizado. Hay que cuidar de no dar un
exceso de esta vitamina (hipervitaminosis D)
PROFILAXIS.
Definición: se trata de un trastorno agudo del metabolismo del calcio que se presenta en
vacas lecheras, por lo general poco después del parto; produce caída en decúbito y en
casos graves coma. Otras denominaciones: paresia puerperal, fiebre de leche, colapso
puerperal, “vaca caída”.
APARICIÓN, IMPORTANCIA.
ETIOLOGÍA Y PATOGENIA.
Con el comienzo de la lactancia todas las vacas tienen un balance negativo de Ca y con ello
una hipocalcemia. Esto provoca mayor secreción de PTH lo que a su vez aumenta el ,
dihidroxicolecalciferol. Con una lactancia de 24 horas se mejora entonces la absorción
activa de Ca en el intestino. Hasta que se hace efectivamente la movilización del Ca óseo
pasan 48 horas o más. Pese a las numerosas investigaciones realizadas no se ha aclarado
totalmente por que en algunas vacas este descenso de la calcemia alcanza valores
patológicos que conducen a la caída. Actualmente es indiscutible que la secreción de PTH
es normal aún en vacas que llegan a caer. Después de ello, en la mayoría de las vacas
aumenta el nivel de 1,25-dihidroxicolecalciferol. En cambio las vacas que enferman de
hipocalcemia se diferencian de las otras en que sus órganos efectores (intestinos y huesos)
responden en forma insuficiente o tardía a estos estímulos. La 1,25(OH)2-vit.D3 se une a un
receptores especificos (VDR) que se encuentran en las células de los órganos efectores.
Una de las causa de la “caída” radica en la disminución de estos receptores con el aumento
de la edad. Otro motivo de esta reacción refractaria a los estímulos hormonales radica en
que el abundante suministro de Ca en la dieta final del periodo de secado hace que la vaca
cubra sus requerimientos de Ca casi exclusivamente en forma pasiva con la absorción de
este elemento en el intestino. No se requiere de la absorción activa ligada a las hormonas
metabólicas porque la secreción de PTH está frenada por el alto tenor de Ca en el plasma y
con ello también la síntesis de 1,25(OH)2-vit.D3. Con ello también disminuye el número de
VDR. En estudios comparativos entre vacas sanas y caídas con marcadores óseos se
comprobó que en estas últimas también se activa el metabolismo óseo. De ello surge que
probablemente el trastorno de la absorción intestinal tiene mayor importancia etiológica que
la alteración de la resorción ósea.También se pudo demostrar que en estado de alcalosis
metabólica tanto los riñones como los huesos no responden o lo hacen tardíamente a los
estímulos de la PTH segregada normalmente durante la hipocalcemia. Una producción
excesiva de Tc no es considerada actualmente como causa de “caída” hipocalcémica.
De los expuesto surge que la edad y la alimentación de la vaca durante el periodo seco son
de gran importancia etiológica en la paresia puerperal hipocalcémica y que también la
producción inicial de leche desempeña cierto papel. Si bien las distintas razas se ha
determinado una variada susceptibilidad a la paresia puerperal hipocalcémica, la
heredabilidad calculada para este padecimiento puede considerarse baja. Los
conocimientos sobre la patogenia resultan orientadores para la terapia y profilaxis.
SÍNTOMAS Y CURSO.
clínicamente se distinguen tres estadios, el primero de los cuales es muy breve por lo que
suele pasar desapercibido; el tercero solo se presenta en la hipocalcemia de grado intenso
por lo cual no se observa en todos los casos. Al principio los síntomas clínicos no son muy
notables. Estas vacas muestran una actitud corporal algo rígida. Algunas veces empujan
hacia adelante, descargan alternativamente los miembros y presentan espasmos
musculares (fibrilares), preferentemente en la región de los hombros. La rumia y motilidad
preestomacal están disminuidas. En las pacientes con retención de secundinas suele
encontrarse en menor tono muscular de la pared uterina y una pobre adherencia de las
telas. Estos hallazgos son indicios importantes de la presencia de hipocalcemia aun cuando
todavía no se encuentran síntomas clínicos evidentes. Al comienzo del 2° estadio la
capacidad de estación aún se mantiene, son lentos en sus movimientos, se levantan con
desgano y después se niegan a echarse pese a la debilidad del tren posterior. Más tarde
caen en decúbito esternal, con parálisis fláccida de la musculatura y no hacen intentos para
levantarse cuando se las estimula (“vaca caída”, paresia puerperal). La somnolencia
aumenta y la cabeza se apoya en el pesebre o en el lateral del tórax. En el examen clínico
se comprueba que la temperatura es normal o algo reducida y la frecuencia cardiaca normal
o algo aumentada. El latido es palpitante, con un ritmo aún normal. La actividad ruminal está
claramente disminuida; generalmente no se deponen heces ni orina. La sensibilidad de la
piel ya suele estar reducida en la región de la cruz y del tren posterior. En el 3° estadio
(fiebre de leche, fiebre de parto, coma puerperal), la parálisis general se incrementa. Estos
animales se encuentran en decúbito lateral, con ronquidos o estertores (parálisis del velo
del paladar), abdomen más o menos meteorizado (afección del eructo) y no reaccionan ante
estímulos externos. La superficie corporal está fría, no solo en las extremidades sino
también en el tronco; también está disminuida la temperatura rectal. La frecuencia cardiaca
está aumentada, a veces hay arritmias y congestión de las venas yugulares. La respiración
es superficial y muchas veces irregular. Están muy disminuidos los reflejos palpebral y
corneal así como la sensibilidad cutánea.
HALLAZGOS DE LABORATORIO.
En las vacas caídas, junto a la hipocalcemia generalmente no se puede encontrar una clara
disminución del fósforo inorgánico y una leve hipermagnesemia. En caso de alimentación
con pastos verdes, de crecimiento rápido, la parálisis puerperal hipocalcémica también
puede cursar con hipomagnesemia. El valor normal de Ca en el suero se ubica entre 2,1 y
2,7 mmol/l. Inmediatamente después del parto, por los motivos citados, la calcemia
desciende a valores subnormales. No existe una relación estrecha entre el grado de
hipocalcemia y el síntoma de “caída”: la mayoría de las vacas con concentración sérica de
1,25 mmol Ca/l y menores están caídas en decúbito. Pero la capacidad de mantenerse en
pie ya puede perderse con concentraciones de 1,75 mmol/l. En el 3° estadio a veces se
miden valores de 0,5 mmol/l. Los valores que citados corresponden al Ca sérico total, es
decir el libre y el ligado a proteínas y otros complejos orgánicos. Para el funcionamiento de
las células musculares y nerviosas solo tiene importancia el Ca libre, ionizado. Son algo
más claras las relaciones entre el Ca libre y los síntomas clínicos. Pero la determinación del
Ca iónico requiere aparatos especiales por lo cual rutinariamente se mide la concentración
del Ca sérico total. Hay una correlación estrecha y lineal entre Ca total y Ca libre. Pero
cómo esta relación está determinada por otros factores, sobre todo el tenor de proteínas y el
pH del suero, resulta evidente que en determinados casos los síntomas clínicos no
coinciden con la concentración de Ca total que se mide. La leve hipermagnesemia y la
hipofosfatemia se explican por el hiperparatiroidismo que se instala a causa de la
hipocalcemia que provoca una reducción en la excreción renal de Mg y un aumento en la
del fosfato. Luego del tratamiento con infusión de Ca aumenta nuevamente la concentración
sérica de fosfato a valores normales, sin que se sustituya el P por infusion.La hiperglucemia
que en general se encuentra durante la hipocalcemia se explica porque esta última frena la
secreción de insulina; además en algunos casos hay resistencia a la insulina por
hipercortisolemia. Por el mismo motivo y a causa de la activación del sistema nervioso
simpático también se movilizan más grasas de depósito; como complicación de
hipocalcemia puede ocurrir una esteatosis hepática.
Según las dimensiones de los daños musculares producidos por la “caída” y con ello
también la duración, hay un aumento leve a moderado en la actividad de determinadas
enzima, tales como la creatinina cinasa (CK), específica para el músculo y la aspartato
aminotransferasa (AST) que también es abundante en este tejido. En la caída provocada
por traumatismos musculares el incremento de la actividad de estas enzimas es mucho
mayor, de manera tal que este análisis enzimático permite clarificar la etiología de la “caída”
en decúbito. En el hemograma no cabe esperar alteraciones específicas: el parto previo y la
enfermedad en sí actúan como estrés y llevan a la neutrofilia, linfopenia y eosinopenia. La
alteración en la ingestión de agua suele tener como consecuencia una hemoconcentración.
COMPLICACIONES.
La incapacidad para echarse y levantarse causada por la hipocalcemia puede tener como
consecuencia heridas por resbalado o golpes; aplastamientos o heridas abiertas en
pezones, excoriaciones en el nudo de los miembros posteriores, distensiones o desgarros
musculares (Mn. aductores, M. gastrocnemio), luxaciones articulares (cadera, babilla) o
fracturas (femur, anillo pelviano). Por lo contrario, la comprobación de estas lesiones en
vacas que tuvieron un parto sin complicaciones permite presumir de una paresia puerperal
que pasó desapercibida. El diagnóstico, pronóstico y terapia de estas complicaciones se
tratan con las enfermedades del aparato locomotor. Si las vacas permanecen caídas largo
tiempo sobre el piso duro pueden producirse lesiones por compresión, que se manifiestan
por necrosis de piel (“úlceras de decúbito” en el nudo, lateral del tarso, rodilla, trocánter
femoral), flemones como expresión de la isquemia compresiva, degeneración y necrosis de
la musculatura de los miembros, o como parálisis nerviosas (N.radial, fibular, tibial). Otra
complicación peligrosa representa la neumonía por aspiración del contenido ruminal
regurgitado o la falsa vía de medicamentos, las cuales como regla son mortales.
NECROPSIA.
DIAGNÓSTICO.
Se puede establecer con bastante seguridad en base a los hallazgos clínicos, la relación
temporal con el parto, la anamnesis sobre el curso del mismo y la edad del animal. La
buena respuesta a la infusión terapéutica de Ca sirve tardíamente como confirmación del
diagnóstico. Pero cómo esta terapia está ligada a importantes riesgos en animales caídos
por otra causa, en todos los casos hay que realizar una minuciosa revisión clínica.
Generalmente se puede prescindir de la determinación de Ca y otros electrolitos en el
suero. El análisis de laboratorio no es útil ya que la obtención de los resultados transcurre
demasiado tiempo. Para aquellos casos dudosos, en que la infusión repetida de Ca resulta
riesgosa, no da resultado o hay recidivas se dispone de un test rápido, realizable con
sangre entera “al pie de la vaca” (Calcium-Test-Graeub); en el mismos se aprovecha que
los iones Ca también son esenciales para la coagulación sanguínea.
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL.
muchas otras causas pueden llevar a la “caída” en el puerperio temprano. Además hay que
considerar que otros padecimientos simultáneos pueden influenciar notablemente en el
cuadro clínico. Básicamente la paresia puerperal hipocalcémica debe diferenciarse de otros
trastornos metabólicos como hipomagnesemia, hipofosfatemia primaria y síndrome de
lipomovilización. Pero simultáneamente con la hipocalcemia y como complicación de esta,
pueden ser causa de caída en decúbito lesiones traumáticas del cinturón pelviano y de los
miembros posteriores por parto distócico. Por ejemplo: luxación de la articulación
sacroilíaca. cadera, fracturas de pelvis o del fémur, desgarro del M. gastrocnemio o de los
aductores o parálisis nerviosa central y periféricas. Otras causas de decúbito pueden ser
estados de agotamiento o shock por parto distócico o grandes pérdidas de sangre,
aprisionamiento y desgarro de intestino delgado o de las vías urinarias eferentes. También
las lesiones de las vías blandas del parto, retención de secundinas y retraso en la involución
del útero pueden llevar a caída en decúbito especialmente por la inflamación, dolores
intensos y sobre todo producción de endotoxinas que conducen al shock. Además hay que
prestar atención si la toxemia es consecuencia de una mastitis, que suele desarrollarse en
este periodo (“mastitis paralítica”). Con la alimentación con pasto verde de crecimiento
rápido la hipocalcemia puede cursar también con hipomagnesemia; el cuadro clínico es
similar pero de vez en cuando pueden observarse síntomas tetánicos temporarios e
hiperexcitabilidad. La hemoglobinuria puerperal por carencia de fósforo es
extraordinariamente rara y por lo general recién se presenta 1-4 semanas posparto.
También los trastornos del metabolismo energético como cetosis y síndrome de
lipomovilización que en casos graves pueden cursar con caída por lo general no se
presentan inmediatamente después del parto.
El sensorio puede estar afectando en todas las patologías que cursan con toxemia de
origen bacteriano; pero estas alteraciones transcurren con fiebre. Los estados graves de
shock por toxemia no siempre se pueden diferenciar clínicamente de la forma comatosa de
la hipocalcemia.
PRONÓSTICO.
Los casos no complicados en general responden bien a la terapia de infusión; las pacientes
se levantan ½-12 horas después de este tratamiento. De todas maneras la frecuencia de las
recidivas es relativamente alta (25-30%). Las investigaciones en vacas que volvieron a caer
en decúbito luego de la infusión de Ca demostraron que en ellas la hidroxilación renal de
25(OH)2D3 ocurre con una demora de 24-48 horas pese a un alto nivel de PTH. Como ya
se dijo se responsabiliza de ello a la alcalosis metabólica. En promedio cabe esperar que
5-10% de las vacas enfermas no responda al tratamiento, muera o deba sacrificarse por
traumatismos u otros padecimientos secundarios ya descritos.
TRATAMIENTO.
Además de las medidas etiotropas destinadas a normalizar el metabolismo del Ca, tienen
gran importancia los cuidados y controles tendientes a evitar complicaciones.
Medidas etiotropas: para la terapia por infusión se utilizan soluciones de Ca,
preferentemente orgánicas como borogluconato de Ca al 20-35%. La dosis orientativas es
de 15-20 mg Ca/kg MC, los que en vacas con un peso corporal promedio se alcanza con la
infusión de 500 ml de una solución de gluconato de Ca al 20%. Esto corresponde a una
dosis de 9 g Ca/vaca. Dosis más altas no logran un mejor efecto terapéutico y no son
recomendables debido al elevado riesgo de efectos tóxicos secundarios. Tampoco con dosis
normales puede excluirse totalmente el riesgo de alteraciones cardiacas. Para evitar
concentraciones momentáneas muy altas el tiempo de infusión debe ser de por lo menos 6
minutos. Para poder interrumpir inmediatamente la infusión cuando se alcanza
concentraciones tóxicas, la actividad cardiaca debe ser controlada con el fonendoscopio.
Normalmente la infusión de Ca provoca bradicardia por bloqueo de los estímulos en el
corazón y vagotonía. Durante el curso de la infusión la frecuencia vuelve a aumentar; se
considera sobredosificación cuando supera los valores normales. Lo mismo es válido
cuando aparecen alteraciones del ritmo en forma de extrasistoles.
Las soluciones de Ca son muy irritantes para los tejidos; el cloruro mucho más que los
compuestos orgánicos. En todos los casos debe llevarse a cabo una buena técnica de
infusión. Para evitar movimientos defensivos el animal debe estar bien fijado, aún cuando
esté en estado comatoso ya que puede despertar durante la terapia. En cuanto se sospecha
que la aguja no está estrictamente endovenosa, se le debe interrumpir y punzar otra vena.
Por su mejor tolerancia local algunas soluciones orgánicas pueden aplicarse por vía
subcutánea en depósitos de hasta 80 ML. Pero la sola aplicación por esta vía no alcanza
para restablecer la concentración efectiva de Ca en sangre; en cambio cuando la infusión
endovenosa debe ser interrumpida por alteraciones en el ritmo cardíaco el resto del
medicamento puede aplicarse por vía subcutánea.
En las vacas que siguen caídas luego de varios tratamientos debe evaluarse si no hay otras
causas. Salvo que en base a determinación de Ca el suero se puede excluir una grave
hipocalcemia puesta parece poco probable por los hallazgos clínicos, se recomienda
levantar cuidadosamente al animal por medios mecánicos. Esta medida es útil a fines
diagnósticos y permite formular un pronóstico mejor fundamentado que con el animal caído.
El levantado mediante aparejo y “broche de caderas” (bagshaw) implica ciertos riesgos
(hemorragias subcutáneas, desgarros musculares). Más adecuada es el “cow lift” que se
arma encima de la vaca, una estructura con cintos y roscas que pasan debajo del tórax y
abdomen, con lo que se levanta cuidadosamente la vaca hasta mantenerla en pie. Más
protector, pero también más caro es levantarla dentro de una bañera portátil que se llena
con agua. Cualquiera sea el método empleado, si la paciente no hace intentos propios para
incorporarse debe desistirse del mismo.
La vaca caída debe recibir una alimentación bien estructurada y apetecible que estimule la
actividad preestomacal, rica en nutrientes; también hay que pensar que no puede alcanzar
el bebedero por lo que hay que abrevarla con balde varias veces al día.
PROFILAXIS.
En las medidas preventivas hay que distinguir entre aquellas medicamentosas destinadas al
individuo y la adaptación de la alimentación de las vacas secas.Esta última recién es
efectiva después de un tiempo prolongado pero tiene la ventaja que es positiva para todos
las vacas en riesgo, por lo cual se la debe aplicar Sobre todo en rebaños con frecuente
aparición de esta patología.
Métodos medicamentosos: aplicación de 10 x 10^6 UI vitamina D3, IM, 2-5 días antes del
parto. Este tratamiento aumenta efectivamente la absorción de Ca en el intestino y su
liberación del hueso. Pero el efecto benéfico no se produce si el animal pare antes o recién
después de alcanzar el nivel tisular adecuado. No siempre es posible predecir el momento
exacto del parto. Se debe desaconsejar la repetición del tratamiento si la vaca pare más
tarde de los esperado ya que implica el peligro que la misma enferme de calcinosis por
hipervitaminosis D3. La 25-hidroxi-vitamina D y también los compuestos dihidroxilados del
calciferol resultaron más efectivos que las altas dosis de vitamina D3, sobre todo porque
prolongan el efecto. Pero se ha comprobado que en una parte de las vacas así tratadas la
caída recién se produce 1 semana posparto. En Alemania, Australia y Suiza actualmente no
están registrados estos metabolitos de la vitamina D3 para su uso en bovinos.
Otra medida preventiva consiste en no ordeñar totalmente a las vacas recién paridas, Se
retira solamente tanto calostro como sea necesario para satisfacer al ternero; más tarde
solo se retira la mitad de la leche producida. Con ellos se evita el exceso descenso del Ca
en el plasma. Pero esta medida por sí sola no puede evitar la paresia puerperal
hipocalcémica. Además aumenta el riesgo de mastitis por la leche residual en la ubre.