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Imperio español
Monarquía universal española
Monarquía Hispánica
Imperio
1492-1898
(1402-1976)n. 1
Índice
1 Orígenes
2 El Imperio de los Reyes Católicos (1492-1516)
2.1 La unificación de España y el fin de la Reconquista
2.2 La política europea
2.3 La conquista del Nuevo Mundo
3 El imperio de los Austrias (1516-1700)
3.1 De la batalla de Pavía a la Paz de Augsburgo (1521-1555)
3.2 De San Quintín a Lepanto (1556-1571)
3.3 El Reino en dificultades (1571-1598)
3.4 «Dios es español» (1598-1626)
3.5 El camino a Rocroi (1626-1643)
3.6 Sublevaciones internas (1640-1665)
3.7 El Imperio con el último Habsburgo (1665-1700)
4 El Imperio de los Borbones (1700-1806)
4.1 El cambio de dinastía
4.2 La reforma del Imperio
4.3 Las guerras coloniales durante el siglo XVIII
4.4 España hacia 1800
5 El fin del imperio global (1808-1898)
5.1 La Revolución francesa y las guerras napoleónicas
5.2 La independencia de las posesiones americanas continentales
5.3 El Desastre del 98 y la pérdida de las islas del Caribe y Filipinas
6 Los últimos territorios, África (1885-1975)
7 Territorios del Imperio español
7.1 América
7.1.1 Territorios portugueses
7.2 Asia y Oceanía
7.2.1 Territorios portugueses
7.3 África
7.3.1 Territorios portugueses
7.4 Europa
8 Administración del Imperio
8.1 América y Filipinas
8.1.1 Consejo de Indias
8.1.2 Casa de Contratación de Indias
8.2 Corona de Aragón
9 Población y ordenamiento jurídico en América y Filipinas
9.1 Españoles
9.2 Indígenas
9.3 Mestizos
9.4 Africanos y otros
10 Legado cultural del Imperio
10.1 Arquitectura colonial española
11 Véase también
12 Notas
13 Referencias
14 Bibliografía
14.1 Libros citados
14.2 Publicaciones citadas
14.3 Otras lecturas recomendadas
15 Enlaces externos
Orígenes
A principios del siglo xv d. C. los distintos reinos de la península ibérica
perseguían objetivos diferentes con su política exterior. Navarra quedó pronto
confinada por la expansión de los otros dos reinos y sus sucesivos monarcas
orientaron más sus miradas hacia Francia,9 pero el Tratado de Almizra fijó los
límites para la reconquista de las otras dos coronas,10 forzandolas a emprender
políticas exteriores similares, pero al mismo tiempo diferentes:
La política europea
Véanse también: Imperio español en Europa, Italia española y Países Bajos
Españoles.
Después de la muerte de la reina Isabel, Fernando, como único monarca, adoptó una
política más agresiva que la que tuvo como marido de Isabel, utilizando las
riquezas castellanas para expandir la zona de influencia aragonesa en Italia,
contra Francia, y fundamentalmente contra el reino de Navarra, al que conquistó en
1512.
El trono castellano lo asumió su hija Juana I «la Loca», quien fue declarada
incapaz de reinar, manteniendo su padre la regencia (aunque en todos los documentos
oficiales aparecían Juana y Fernando como reyes, era Fernando quien ejercía el
poder).
Con el objetivo de aislar a Francia, se adoptó una política matrimonial que llevó
al casamiento de las hijas de los Reyes Católicos con las dinastías reinantes en
Inglaterra, Borgoña y Austria. Tras la muerte de Fernando, la inhabilitación de
Juana I, hizo que Carlos de Austria, heredero de Austria y Borgoña, fuera también
heredero de los tronos españoles.
Las nuevas tierras fueron reclamadas por los Reyes Católicos, con la oposición de
Portugal. Finalmente el papa Alejandro VI medió, llegándose al Tratado de
Tordesillas, que dividía las zonas de influencia española y portuguesa a 370 leguas
al oeste de las islas de Cabo Verde (el meridiano situado a 46º 37’) longitud
oeste, siendo la zona occidental la correspondiente a España y la oriental a
Portugal. Así, España se convertía teóricamente en dueña de la mayor parte del
continente con la excepción de una pequeña parte, la oriental —lo que hoy día es el
extremo de Brasil—, que correspondía a Portugal. En adelante, esta cesión papal,
junto a la responsabilidad evangelizadora sobre los territorios descubiertos, fue
usada por los Reyes Católicos como legitimación en su expansión colonial. Poco
después, esta «legitimación» fue discutida por la Escuela de Salamanca.
Años después, bajo Felipe II, este «Imperio Castellano» se convirtió en una nueva
fuente de riqueza para los reinos españoles y de su poder en Europa, pero también
contribuyó a elevar la inflación, lo que perjudicó a la industria peninsular. Como
siempre ocurre la economía más poderosa, la española, comenzó a depender de las
materias primas y manufacturas de países más pobres, con mano de obra más barata,
lo cual facilitó la revolución económica y social en Francia, Inglaterra y otras
partes de Europa. Los problemas causados por el exceso de metales preciosos fueron
discutidos por la Escuela de Salamanca, lo que creó un nuevo modo de entender la
economía que los demás países europeos tardaron mucho en comprender.[cita
requerida]
Por otro lado, los enormes e infructuosos gastos de las guerras a las que arrastró
la política europea de Carlos I heredados por su sucesor Felipe II, llevaron a que
se financiasen con préstamos de banqueros, tanto españoles como de Génova, Amberes
y sur de Alemania, lo que hizo que los beneficios que pudo tener la Corona (el
Estado, al cabo) fueran mucho menores que los que obtuvieron más tarde otros países
con intereses coloniales, como los Países Bajos y posteriormente Inglaterra.
Cruz de Borgoña, una de las varias enseñas navales utilizadas por la Monarquía
Hispánica en el periodo.14
El periodo comprendido entre la segunda mitad del siglo xvi d. C. y la primera del
XVII es conocido como el Siglo de Oro por el florecimiento de las artes y las
ciencias que se produjo.
Durante el siglo xvi d. C. España llegó a tener una auténtica fortuna de oro y
plata extraídos de «Las Indias». En el estudio económico realizado por Earl J.
Hamilton (1975), «El tesoro americano y la Revolución de los precios en España,
1501-1659», esa fortuna tiene unas cifras concretas. Hamilton describe que en los
siglos XVI y XVII, desde 1503 y durante los 160 años siguientes, durante la mayor
actividad minera, arribaron desde la América española 16 900 toneladas de plata y
181 toneladas de oro. Sus cuentas son minuciosas: 16 886 815 303 gramos de plata y
181 333 180 gramos de oro.n. 5
Escudo de Carlos I.
Ante la posibilidad de que Carlos I decidiera apoyar la mayor parte de las cargas
de su imperio en el más rico de sus reinos, el de Castilla, lo cual no gustaba a
los castellanos que no deseaban contribuir con oro, plata o caballos a guerras
europeas que sentían ajenas, y enfrentados a un creciente absolutismo por parte del
rey comenzó una sublevación que aún se celebra cada año llamada de los Comuneros,
en la cual los rebeldes fueron derrotados. Carlos I de España y luego V de Alemania
se convertía en el hombre más poderoso de Europa, con un imperio europeo que solo
sería comparable en tamaño al de Napoleón. El emperador intentó sofocar la Reforma
protestante en la Dieta de Worms, pero Lutero renunció a retractarse de su herejía.
Firme defensor de la Catolicidad, durante su reinado se produjo sin embargo lo que
se llamó el Saco de Roma, cuando sus tropas fuera de control atacaron la Santa Sede
después de que el papa Clemente VII se uniera a la Liga de Cognac contra él.
Pese a que Carlos I era flamenco y su lengua materna era el francés vivió un
proceso de españolización o, más concretamente, de castellanización. Así, cuando se
entrevistó con el papa, le habló en español y más tarde, cuando recibió al
embajador de Francia, un obispo francés se quejó por no haber entendido el
discurso, a lo que el emperador contestó: «Señor obispo, entiéndame si quiere y no
espere de mí otras palabras que de mi lengua española, la cual es tan noble que
merece ser sabida y entendida de toda la gente cristiana».15 Esta frase ha calado
bastante en los españoles y, siglos después, aún se utiliza el dicho «Que hable en
cristiano» cuando un español (o casi todo otro hispanoparlante) quiere que se le
traduzca lo dicho.
Virreinato de Nueva España, fruto de las conquistas de Hernán Cortés entre otros
muchos, tales como Miguel López de Legazpi, Juan Ponce de León y Pedro de Alvarado.
Desde 1492, la colonización del Nuevo Mundo fue encabezada por una serie de
guerreros-exploradores conocidos como conquistadores. Aprovecharon para esta
empresa el hecho de que algunos pueblos nativos estaban en guerra con otros y
muchos se mostraron dispuestos a sellar alianzas con los españoles para derrotar a
enemigos más poderosos como los aztecas o los incas. La conquista, además, fue
facilitada por la superioridad tecnológica,16 incluida la logística, y la
propagación en América de enfermedades comunes en Europa (p. ej.: viruela), pero
desconocidas en el Nuevo Mundo, que diezmaron a los pueblos originarios de América.
En 1528, el gran almirante Andrea Doria se alió con el emperador para desalojar a
Francia y restaurar la independencia genovesa. Esto abrió una nueva perspectiva: en
este año se produce el primer préstamo de los bancos genoveses a Carlos I.
En 1543, Francisco I de Francia anunció una alianza sin precedentes con el sultán
otomano Solimán el Magnífico, para ocupar la ciudad de Niza, bajo control español.
Enrique VIII de Inglaterra, que guardaba más rencor contra Francia que contra el
emperador, a pesar de la oposición de este al divorcio de Enrique con su tía, se
unió a este último en su invasión de Francia. Aunque las tropas imperiales
sufrieron alguna derrota como la de Cerisoles, el emperador consiguió que Francia
aceptara sus condiciones. Los austriacos, liderados por el hermano pequeño del
emperador Carlos, continuaron luchando contra el Imperio otomano por el este.
Mientras, Carlos I se preocupó de solucionar un viejo problema: la Liga de
Esmalcalda.
Felipe II de España
El emperador Carlos repartió sus posesiones entre su único hijo legítimo, Felipe
II, y su hermano Fernando (al que dejó el Imperio de los Habsburgo). Para Felipe
II, Castilla fue la base de su imperio, pero la población de Castilla nunca fue lo
suficientemente grande para proporcionar los soldados necesarios para sostener el
Imperio. Tras el matrimonio del rey con María Tudor, Inglaterra y España fueron
aliados.
Para España la guerra se convirtió en un asunto sin fin. En 1574, los Tercios de
Flandes, bajo el mando de Francisco de Valdés, fueron vencidos en el asedio de
Leiden después de que los neerlandeses rompieran los diques, causando inundaciones
masivas.
En 1576, abrumado por los costes del mantenimiento de un ejército de 80 000 hombres
en los Países Bajos y de la inmensa flota que venció en Lepanto, unidos a la
creciente amenaza de la piratería en el Atlántico y especialmente a los naufragios
que reducían las llegadas de dinero de las posesiones americanas, Felipe II se vio
obligado a declarar una suspensión de pagos (que fue interpretada como bancarrota).
No obstante, la derrota del contraataque inglés contra España, dirigido por Drake y
Norris en 1589, marcó un punto de inflexión en la guerra anglo-española a favor de
España. A pesar del fracaso de la armada española, la flota española siguió siendo
la más fuerte en los mares de Europa hasta el siglo XVIII, a pesar de que en 1639,
fue derrotada por los neerlandeses en la batalla naval de las Dunas, cuando una
visiblemente exhausta España empezaba a debilitarse. El tratado de Londres fue
favorable a España y el desastre de la contra armada inglesa dejó en bancarrota al
Reino de Inglaterra, que había reunido una flota de 200 naves y 20 000 hombres (aún
mayor que la Gran Armada española de 1588) con la intención de sublevar Portugal y
afianzar un estado hostil a España, cosa que no consiguió, y también con el deseo
de amenazar a los territorios de ultramar de la monarquía hispánica.
Imperio español de Felipe II, III y IV (de 1556 a 1665) incluyendo los territorios
cartografiados y reclamados, reclamaciones marítimas (mare clausum) y otros
aspectos.
Pese a que actualmente sabemos que la economía española estaba minada y que su
poderío se debilitaba, el Imperio seguía siendo con mucho el poder más fuerte.
Tanto es así que podía librar enfrentamientos con Inglaterra, Francia y los Países
Bajos al mismo tiempo. Este poderío lo confirmaban el resto de pueblos europeos;
así el hugonote francés Duplessis-Mornay, por ejemplo, escribió tras el asesinato
de Guillermo de Orange a manos de Balthasar Gérard:
La ambición de los españoles, que les ha hecho acumular tantas tierras y mares, les
hace pensar que nada les es inaccesible.
Carnicer y Marcos (2006, p. 69)
Se ha mostrado en varias obras literarias y especialmente en películas el agobio
causado por la continua piratería contra sus barcos en el Atlántico y la
consecuente disminución de los ingresos del oro de las Indias. Sin embargo,
investigaciones más profundas18 indican que esta piratería realmente consistía en
varias decenas de barcos y varios cientos de piratas, siendo los primeros de escaso
tonelaje, por lo que no podían enfrentarse con los galeones españoles, teniéndose
que conformar con pequeños barcos o los que pudieran apartarse de la flota. En
segundo lugar está el dato según el cual, durante el siglo xvi d. C., ningún pirata
ni corsario logró hundir galeón alguno; asimismo, de unas 600 flotas fletadas por
España (dos por año durante unos 300 años) solo dos cayeron en manos enemigas y
ambas por marinas de guerra no por piratas ni corsarios.18 Los ataques corsarios en
todo caso, entre los cuales destacó Francis Drake causaron serios problemas de
seguridad tanto para las flotas como para los puertos, lo que obligó al
establecimiento de un sistema de convoyes así como al incremento exponencial en
gastos defensivos destinados al entrenamiento de milicias y a la construcción de
fortificaciones. Sin embargo, fueron las inclemencias meteorológicas las que
bloquearon con mayor gravedad todo el comercio entre América y Europa. Más grave
era la piratería mediterránea, perpetrada por berberiscos, que tenía un volumen
diez o más veces superior a la atlántica y que arrasó toda la costa mediterránea
así como a las Canarias, bloqueando a menudo las comunicaciones con este
Archipiélago y con las posesiones en Italia.
Los españoles intentaron librarse de los numerosos conflictos en los que estaban
involucrados, primero firmando la Paz de Vervins con Francia en 1598, reconociendo
a Enrique IV (católico desde 1593) como rey de Francia, y restableciendo muchas de
las condiciones de la Paz de Cateau-Cambrésis. Con varias derrotas consecutivas y
una guerra de guerrillas inacabable contra los católicos apoyados por España en
Irlanda, Inglaterra aceptó negociar en 1604, tras la ascensión al trono del
Estuardo Jacobo I.
La paz con Francia e Inglaterra implicó que España pudiera centrar su atención y
energías para restituir su dominio en las provincias neerlandesas. Los
neerlandeses, encabezados por Mauricio de Nassau, el hijo de Guillermo I, tuvieron
éxito en la toma de algunas ciudades fronterizas en 1590, incluyendo la fortaleza
de Breda. A esto se sumaron las victorias ultramarinas neerlandesas que ocuparan
las colonias portuguesas (y por tanto españolas) en Oriente, tomando Ceilán (1605),
así como otras islas de las Especias (entre 1605 y 1619), estableciendo Batavia
como centro de su imperio en Oriente.
Después de la paz con Inglaterra, Ambrosio Spínola, como nuevo general al mando de
las fuerzas españolas, luchó tenazmente contra los neerlandeses. Spínola era un
estratega de una capacidad similar a la de Mauricio, y únicamente la nueva
bancarrota de 1607 evitó que conquistara los Países Bajos. Atormentados por unas
finanzas ruinosas, en 1609 se firmó la Tregua de los Doce Años entre España y las
Provincias Unidas. La Pax Hispanica era un hecho.
Felipe IV de España.
En 1618 el rey reemplazó a Spínola por Baltasar de Zúñiga, veterano embajador en
Viena. Este pensaba que la clave para frenar a una Francia que resurgía y eliminar
a los neerlandeses era una estrecha alianza con los Habsburgo austriacos. Ese mismo
año, comenzando con la Defenestración de Praga, Austria y el emperador Fernando II
se embarcaron en una campaña contra Bohemia y la Unión Protestante. Zúñiga animó a
Felipe III a que se uniera a los Habsburgo austriacos en la guerra, y Ambrosio
Spínola fue enviado en cabeza de los Tercios de Flandes a intervenir. De esta
manera, España entró en la guerra de los Treinta Años.
En 1621 el inofensivo y poco eficaz Felipe III murió y subió al trono su hijo
Felipe IV. Al año siguiente, Zúñiga fue sustituido por Gaspar de Guzmán, más
conocido por su título de conde-duque de Olivares, un hombre honesto y capaz,[cita
requerida] que creía que el centro de todas las desgracias de España eran las
Provincias Unidas. Ese mismo año se reanudó la guerra con los Países Bajos. Los
bohemios fueron derrotados en la batalla de la Montaña Blanca en 1621, y más tarde
en Stadtlohn en 1623.
Había esperanza en Madrid acerca de que los Países Bajos pudiesen ser
reincorporados al Imperio, y tras la derrota de los daneses, los protestantes en
Alemania parecían estar acabados. Francia estaba otra vez envuelta en sus propias
inestabilidades (el asedio de La Rochelle comenzó en 1627) y la superioridad de
España parecía irrefutable. El conde-duque de Olivares afirmó «Dios es español y
está de parte de la nación estos días», y muchos de los rivales de España parecían
estar infelizmente de acuerdo.
La guerra de los Treinta Años también se agravó cuando, en 1630, Gustavo II Adolfo
de Suecia desembarcó en Alemania para socorrer el puerto de Stralsund, último
baluarte continental de los alemanes beligerantes contra el emperador. Gustavo II
Adolfo marchó hacia el sur y obtuvo notables victorias en Breitenfeld y Lützen,
atrayendo numerosos apoyos para los protestantes allá donde iba.
En 1636, las fuerzas españolas avanzaron hacia el sur hasta llegar a Corbie,
amenazando París y quedando muy cerca de terminar la guerra a su favor. Después de
1636, Olivares tuvo miedo de provocar otra bancarrota y el ejército español no
avanzó más. En la derrota naval de las Dunas en 1639, la flota española fue
aniquilada por la armada neerlandesa, y los españoles se encontraron incapaces de
abastecer a sus tropas en los Países Bajos.
La gran habilidad del cardenal Mazarino para manejar esa victoria logró dañar la
reputación de los Tercios de Flandes, creando una falsa propaganda que aún
permanece; el de una victoria en la que, para saber el número de enemigos al que se
enfrentaron, los franceses solo tenían que «contar los muertos». Tradicionalmente,
los historiadores señalan la batalla de Rocroi como el fin del dominio español en
Europa y el cambio del transcurso de la guerra de los Treinta Años favorable a
Francia.
Paz de Westfalia.
En 1648 los españoles firmaron la paz con los neerlandeses y reconocieron la
independencia de las Provincias Unidas en la Paz de Westfalia, que acabó al mismo
tiempo con la guerra de los Ochenta Años y la guerra de los Treinta Años. A esto le
siguió la expulsión de Taiwán y la pérdida de Tobago, Curazao y otras islas en el
mar Caribe.
La guerra con Francia continuó once años más, ya que Francia quería acabar
totalmente con España y no darle la oportunidad de que se recuperara. La economía
española estaba tan debilitada que el Imperio era incapaz de hacerle frente. La
sublevación de Nápoles fue sofocada en 1648 y la de Cataluña en 1652 y además se
obtuvo una victoria contra los franceses en la batalla de Valenciennes (1656,
última de las victorias españolas), pero el fin efectivo de la guerra vino en la
batalla de las Dunas (o de Dunquerque) en 1658, en la que el ejército francés bajo
el mando del vizconde de Turenne y con la ayuda de un importante ejército inglés,
derrotó a los restos de los Tercios de Flandes. España aceptó firmar la Paz de los
Pirineos en 1659, en la que cedía a Francia el Rosellón, la Cerdaña y algunas
plazas de los Países Bajos como Artois. Además se pactó el matrimonio de una
infanta española con Luis XIV.
En los últimos años del reinado de Felipe IV, concluidos los grandes conflictos,
Felipe IV pudo concentrarse en el frente portugués. Sin embargo, ya era demasiado
tarde. Meses antes de su muerte (ocurrida en Madrid, el 17 de septiembre de 1665),
la derrota en la batalla de Villaviciosa (17 de junio) permitía vaticinar la
pérdida de Portugal. La situación en España no era más halagüeña, y la crisis
humana, material y social afectaba profundamente a las regiones del interior.
Declaro mi sucesor (en el caso de que Dios se me lleve sin dejar hijos) el de
Anjou, hijo segundo del Delfín de Francia; y, como a tal, lo llamó a la sucesión de
todos mi reinos y dominios sin excepción de ninguna parte de ellos.
Citado por Alonso Mola y Martínez Shaw (2000, p. 45)
La segunda parte de su reinado comenzaría en 1680 con la toma de poder del duque de
Medinaceli como valido, quien retoma las medidas tomadas por don Juan José de
Austria para llevar a cabo el proyecto económico del rey para estabilizar la
economía. El valido consiguió una de las mayores deflaciones de la historia, si no
la mayor, lo que perjudicó las arcas de la monarquía, pero supuso un incremento
considerable del poder adquisitivo de los ciudadanos.20
Retrato de Felipe V de España, por Jean Ranc (c. 1723). Óleo sobre lienzo, 144 x
115 cm, Museo del Prado (Madrid).
El nuevo rey no fue excesivamente bien recibido en España, aparte de los retrasos
en su entrada en Madrid por el mal tiempo y las continuas recepciones, los
cortesanos comenzaron a ver que era abúlico, casto, piadoso, muy seguidor de los
deseos de su confesor y melancólico, redactándole una coplilla:
El deseo de las otras potencias por España y sus posesiones no podía quedar zanjado
con el testamento real. Por lo que los enfrentamientos eran casi inevitables; el
archiduque Carlos de Austria no se resignó, lo que dio lugar a la guerra de
Sucesión (1702-1713).
Felipe V no estaba preparado para dirigir el imperio más grande de aquel momento y
él lo sabía; pero también sabía rodearse de las personas más preparadas de su
época.22 Así los monarcas Borbones y los hombres que vinieron con ellos trajeron un
proyecto para el Imperio español y un deseo de fundirse con él; por ejemplo
Alejandro Malaspina decía que se sentía «Un italiano en España y un español en
Italia», Carlos III de España mandó esculpir estatuas de todos los reyes y
dignatarios españoles desde los visigodos como heredero que se sentía de ellos, el
marqués de Esquilache se molestaba cuando los nobles españoles no le tuteaban como
era la costumbre o, por las tardes, tomaba chocolate, tradición que diferenciaba a
la corte española de otras europeas; pero el más claro quizá fuese Felipe V delante
de su abuelo Luis XIV, cuando tenía ante sí una posibilidad en el futuro de volver
a Francia como rey de un país en auge en lugar de otro en decadencia como era
España, dicen que respondió:
Está hecha mi elección y nada hay en la tierra capaz de moverme a renunciar a la
corona que Dios me ha dado, nada en el mundo me hará separarme de España y de los
españoles.
Citado por Martínez Shaw (2000, p. 54)
Detalle de una galería de retratos de los emperadores del Perú donde los reyes
españoles (lado derecho) figuran como sucesores de los soberanos incas (lado
izquierdo). Lámina publicada en 1744 en la obra Relación del Viaje a la América
Meridional en la que Jorge Juan y Antonio de Ulloa fueron sus autores.
Con el monarca Borbón se modificó toda la organización territorial del Estado con
una serie de decretos llamados Decretos de Nueva Planta eliminándose fueros y
privilegios de los antiguos reinos peninsulares y unificándose todo el Estado
español al dividirlo en provincias llamadas Capitanías Generales a cargo de algún
oficial y casi todas ellas gobernadas con las mismas leyes; con esto se consiguió
homogeneizar y centralizar el Estado español utilizando el modelo territorial de
Francia.
Por otra parte con Felipe V llegaron ideas mercantilistas francesas basadas en una
monarquía centralizada, puesta en funcionamiento en América lentamente. Sus mayores
preocupaciones fueron romper el poder de la aristocracia criolla y también
debilitar el control territorial de la Compañía de Jesús: los jesuitas fueron
expulsados de la América española en 1767. Además de los ya establecidos consulados
de Ciudad de México y Lima, se estableció el de Vera Cruz.
Entre 1717 y 1718 las instituciones para el gobierno de las Indias, el Consejo de
Indias y la Casa de la Contratación, se trasladaron de Sevilla a Cádiz, que se
convirtió en el único puerto de comercio con las Américas.
A estas reformas le siguió una nueva política expansionista que buscaba recuperar
las posiciones perdidas. Así, en 1717 la armada española recobró Cerdeña y Sicilia,
que tuvo que abandonar pronto ante la coalición de Austria, Francia, Gran Bretaña y
los Países Bajos, que vencieron en Cabo Pessaro. Sin embargo la diplomacia
española, apoyada por los Pactos de Familia con sus parientes franceses, lograría
que la corona del Reino de las Dos Sicilias recayera en el segundo hijo del rey
español. La nueva rama dinástica sería conocida posteriormente como Borbón-Dos
Sicilias.
Castillo San Felipe de Barajas en Cartagena de Indias. En 1741 una enorme flota
británica liderada por el almirante Vernon fue derrotada por las fuerzas españolas
de Blas de Lezo que defendían este fuerte.
Una de las victorias españolas más importantes de todo el periodo colonial en
América, y sin duda la más trascendente del Siglo xviii d. C., fue la de la batalla
de Cartagena de Indias en 1741 (ver Guerra del Asiento) en la que una colosal flota
de 186 buques ingleses con 23 600 hombres a bordo atacaron el puerto español de
Cartagena de Indias (hoy Colombia). Esta acción naval fue la más grande de la
historia de la Marina inglesa, y la segunda más grande de todos los tiempos después
de la batalla de Normandía. Tras dos meses de intenso fuego de cañón entre los
buques ingleses y las baterías de defensa de la bahía de Cartagena y del Fuerte de
San Felipe de Barajas, los asaltantes se batieron en retirada tras perder 50 navíos
y 18 000 hombres. La acertada estrategia del gran almirante español Blas de Lezo
fue determinante para contener el ataque inglés y lograr una victoria que supuso la
prolongación de la supremacía naval española hasta principios del siglo xix d. C..
Tras la derrota, los ingleses prohibieron la difusión de la noticia y la censura
fue tan tajante que pocos libros de historia ingleses contienen referencias a esta
trascendental contienda naval. Incluso en nuestros días poco se sabe de esta gran
batalla, frente al muy conocido episodio de Trafalgar o incluso al de la Armada
invencible.
España también se enfrentó con Portugal por la Colonia del Sacramento en el actual
Uruguay, que era la base del contrabando británico por el Río de la Plata. En 1750
Portugal cedió la colonia a España a cambio de siete de las treinta reducciones
guaraníes de los jesuitas en la frontera con Brasil. Los españoles tuvieron que
expulsar a los jesuitas, generando un conflicto con los guaraníes que duró once
años.
Por España y por el Rey, Gálvez en América (2015), pintura al óleo de Augusto
Ferrer-Dalmau que recrea la batalla de Pensacola en 1781.
La recuperación gradual de las guerras se vio de nuevo interrumpida por la
participación española en la guerra de Independencia de los Estados Unidos (1779-
1783), en apoyo de los Estados sublevados y los consiguientes enfrentamientos con
Gran Bretaña. El Tratado de Versalles de 1783 supuso de nuevo la paz y la
recuperación de Florida y Menorca (consolidando la situación, puesto que habían
sido recuperadas previamente por España) así como el abandono británico de Campeche
y la Costa de los Mosquitos en el Caribe. Sin embargo, España fracasó al intentar
recuperar Gibraltar después de un duradero y persistente sitio, y tuvo que
reconocer la soberanía británica sobre las Bahamas, donde se habían instalado
numerosos partidarios del rey inglés o lealistas procedentes de las colonias
perdidas, y el archipiélago de San Andrés y Providencia, reclamado por España pero
que no había podido controlar.
Como resultado, la España del xviii d. C. fue una potencia de nivel medio en los
juegos de poder, sin su antiguo nivel de superpotencia. Su extenso imperio en las
Indias le daba una notable relevancia y, aunque era mayor en Europa la importancia
de Francia, de Inglaterra o de Austria, aún mantenía la más importante flota del
mundo y su moneda era la más fuerte.
La muerte del brigadier Churruca a bordo del navío San Juan Nepomuceno, en la
batalla de Trafalgar.
El motín de Aranjuez.
Tras la Revolución francesa de 1789, España se unió a los países que se aliaron
para combatir la revolución. Un ejército dirigido por el general Ricardos
reconquistó el Rosellón, pero apenas unos años después, en 1794 las tropas
francesas les expulsaron e invadieron territorio español. El ascenso de Godoy a
primer ministro supuso una política de apaciguamiento con Francia: con la Paz de
Basilea de 1795 se logró la retirada francesa a cambio de la mitad de La Española
(lo que hoy en día es República Dominicana).
En 1796 el Tratado de San Ildefonso supuso la alianza con la Francia napoleónica
contra Gran Bretaña, lo que supuso la unión de sus respectivas fuerzas armadas. El
combate naval del cabo de San Vicente fue una victoria relativa para los
británicos, que no supieron aprovechar, aunque en Cádiz y Santa Cruz de Tenerife la
flota británica sufrió sendos fracasos. Lo más reseñable fue la pérdida de isla
Trinidad (1797) y Menorca. En 1802, se firmó la Paz de Amiens, tregua que permitió
a España recobrar Menorca.
Mientras las sucesivas coaliciones eran derrotadas una y otra vez por Napoleón
Bonaparte en el continente, España libró una guerra menor contra Portugal (guerra
de las Naranjas) que le permitió anexionarse Olivenza. En 1800 Francia recobró
Luisiana. Cuando Napoleón decretó el Bloqueo Continental, España colaboró con
Francia en la ocupación de Portugal, país que desobedeció el bloqueo. Así, las
tropas francesas entraron en el país, acuartelándose unidades en guarniciones de la
frontera.
La rendición de Bailén.
En 1808 Napoleón se aprovechó de las disputas entre el rey español Carlos IV y su
hijo, el futuro Fernando VII, y consiguió que estos le cediesen el trono, de modo
que España fue tomada por Napoleón sin disparar ni una bala.
Por último, en 1836 las Cortes de España autorizan al Gobierno para renunciar a
todo derecho territorial o de soberanía y reconocer la independencia en sucesivos
tratados de paz y amistad. Posteriormente, a lo largo del siglo xix d. C., y luego
de complejos procesos políticos, las posesiones españolas en América formaron los
actuales estados hispanoamericanos. El expansionismo estadounidense se hizo
presente tanto sobre los últimos restos del Imperio español, forzándose la compra
de Florida por cinco millones de dólares en el año 1821,25 así como adquiriendo
posteriormente los derechos sobre las pretensiones españolas en Oregón, como
también sobre los nuevos países americanos (a través de influencia económica y
política y con la anexión de Texas y el norte del nuevo estado mexicano: Nuevo
México, Utah, California y Nevada).
La crisis económica derivada de la subida del precio del algodón por la guerra de
Secesión estadounidense, las malas cosechas y los pobres resultados de los intentos
de modernización de la agricultura (desamortización), infraestructuras
(ferrocarril) acabaron con el régimen de O'Donnell y su experiencia imperialista.
Las guerras y disputas entre progresistas, liberales y conservadores, que se
negaban a aceptar que el país tuviera un estatus bajo a escala internacional, se
hicieron frecuentes. El descontento creciente por la inestabilidad y la perenne
crisis económica llevó al estallido de una revolución que dio paso a experimentos
políticos y a la Primera República española. La posterior restauración monárquica
de 1875 marcó un nuevo periodo, más favorable, cuando Alfonso XII y sus ministros
tuvieron cierto éxito en recobrar el vigor de la política y el prestigio españoles,
en parte por haber aceptado la realidad de las circunstancias españolas y trabajar
inteligentemente.
El desencadenante de esta guerra fue el hundimiento del acorazado Maine, del que se
culpó a España (tras una agresiva campaña de prensa de William Randolph Hearst).
Las últimas investigaciones no han llegado a demostrar nada de forma concluyente:
ni si fue un accidente o un sabotaje externo, ni quién sería el responsable, aun
así existe la teoría de que fueron los propios estadounidenses quienes provocaron
el incendio en el Maine con el propósito de hundirlo, culpar a España y provocar
una guerra para apoderarse de las colonias españolas, autodefiniéndose como
defensores de los cubanos contra la tiranía española. Esta guerra acabó con una
humillante derrota española y la independencia de Cuba. En Filipinas, los
independentistas también contaron con el apoyo estadounidense. España se vio
forzada a pedir un armisticio, y se firmó el Tratado de París, por el cual se
renunciaba definitivamente a Cuba y se cedían a EE. UU.: Filipinas, Puerto Rico y
Guam. Esta serie de sucesos son conocidos como el «desastre del 98». Los últimos
territorios españoles en Oceanía fueron finalmente vendidos a Alemania en el
Tratado germano-español de 1899.
La pérdida de la mayor parte del Imperio americano llevó a España a volcarse cada
vez más en su dominios en África, especialmente tras la derrota contra los Estados
Unidos en 1898.
En 1860, tras la guerra contra Marruecos, este país cedió el territorio del Sidi
Ifni por el Tratado de Wad-Ras. Las siguientes décadas de colaboración franco-
española implicaron el establecimiento y la extensión de protectorados españoles al
sur de la ciudad. España reclamó también un protectorado en la costa occidental
desde la desembocadura del río Draa hacia el sur incluyendo el territorio del
Sáhara desde Cabo Bojador hasta Cabo Blanco, la soberanía española fue reconocida
en la Conferencia de Berlín de 1884: España administraba Sidi Ifni y el Sáhara
Occidental conjuntamente, en esa época España llegó a reclamar el Adrar
(actualmente parte de Mauritania) aunque luego Francia ocupó tal territorio.
Entre 1926 y 1959, Bioko y Río Muni estuvieron unidas bajo el nombre de Guinea
Española.
América española hacia el año 1800, los territorios coloreados eran considerados
provincias en algunos mapas del Imperio español.
Territorio de Nutca (reclamaciones territoriales de España en la Costa Oeste de
Norteamérica, siglo xviii d. C.) y toponimia española.
Virreinato de las Indias (1492-1535): primera entidad territorial formada tras el
descubrimiento de América por Cristóbal Colón, estaba compuesta por todos los
territorios descubiertos, explorados, reclamados y controlados por los españoles en
el Nuevo Mundo, principalmente las Antillas y Castilla de Oro (Panamá). Sucedido
por el virreinato de Nueva España tras la conquista del imperio azteca.
Virreinato de Nueva España (1535-1821): compuesto por los actuales países de
México, Guatemala, Nicaragua, Honduras, Salvador, Costa Rica, Florida y los estados
del suroeste de los Estados Unidos (California, Nuevo México, Arizona, Texas,
Nevada, Florida, Utah, Luisiana y parte de Colorado, Wyoming, Kansas y Oklahoma) y
las Antillas (Cuba, La Española, Puerto Rico, Bahamas, Antigua y Barbuda,
Montserrat, isla de San Martín, Anguila, Bonaire , Trinidad y Tobago, Granada ,
Curazao, Aruba, Jamaica, islas Vírgenes, San Cristóbal y Nieves, Dominica,
Guadalupe, Martinica, San Bartolomé, Barbados, islas Turcas y Caicos, Santa Lucía e
islas Caimán), perdiéndose la mayoría de estas en el siglo XVII a excepción de
Trinidad (cedida a Reino Unido en 1797), La Española, Cuba y Puerto Rico, además de
las islas Filipinas en Asia y las islas Marianas y las Carolinas en Oceanía.
También incluía pretensiones sobre la costa este de los modernos Estados Unidos.
España mantuvo bajo su control estos territorios hasta 1821, año en que se
independizó, aunque en varios de los estados de las Grandes Llanuras y las Antillas
Menores no hubo una presencia española estable
Capitanía General de Santo Domingo (1535-1795; 1809-1821; 1861-1865): fue la
primera provincia española en el Nuevo Mundo, y comprendía la totalidad de la isla
de La Española, cuya parte oriental se convirtió más tarde en la República
Dominicana, mientras que la parte occidental se convirtió en 1697 en la colonia
francesa de Saint-Domingue, la cual se acabaría independizando como Haití.
Capitanía General de Cuba (1777-1898): durante los dos siglos anteriores una
gobernación novohispana, estaba formada por la isla de Cuba y adyacentes, además de
la Florida y la Luisiana.
Gobernación de la Luisiana (1764-1803): cedida por Francia, incorporaba territorios
de los actuales estados del medio oeste estadounidense (Luisiana, Arkansas,
Oklahoma, Kansas, Nebraska, Dakota del Sur, Dakota del Norte, Wyoming, Montana,
Idaho, Minnesota e Iowa).
Capitanía General de Guatemala (1542-1809; 1814-1821): también conocida como Reino
de Guatemala, estaba formada por los territorios de Guatemala, El Salvador,
Nicaragua, Honduras, Costa Rica, y el estado mexicano de Chiapas. Declaró su
independencia en 1821, para sumarse al Primer Imperio Mexicano, del que se separó
(salvo Chiapas) el 1 de julio de 1823.
Capitanía General de Puerto Rico (1582-1898), posteriormente provincia: abarcó la
isla de Puerto Rico y otras menores adyacentes a ella.
Capitanía General de Yucatán (1565-1821): comprendía los actuales estados mexicanos
de Yucatán, Campeche, Quintana Roo y el este de Tabasco. La inclusión de Belice y
El Petén son motivo de controversia por algunos historiadores.28
Comandancia General de las Provincias Internas (1776-1821): fue creada por el rey
Carlos III mediante una real cédula del 22 de agosto de 1776, dando al comandante
general, sobre estas previamente establecidas provincias, las facultades
equiparables a las del virrey de Nueva España; comprendía los actuales territorios
de Sonora y Sinaloa, las Californias, Coahuila, Nuevo Reino de León, Nuevo
Santander, Texas, Nueva Vizcaya, y Nuevo México. Entre 1787 y 1790 y entre 1813 y
1821 estuvo divida en dos Comandancias Generales: Oriente y Occidente.
Territorio de Nutca (1789-1794): fue cedido a Gran Bretaña en 1795. Incluía los
territorios de los actuales estados del noroeste estadounidense (Oregón, Idaho,
Montana y Washington), además el suroeste de la provincia canadiense de la Columbia
Británica, el territorio de Yukón y el actual estado estadounidense de Alaska hasta
el paralelo 61º N. Gran parte de la región formaba el denominado territorio del
Orejón. La presencia española se reducía a los fuertes de San Miguel de Nutca y
Nuñez Gaona.
Virreinato del Perú (1542-1824): en su máxima extensión abarcó a los actuales
países de Perú, Colombia, Argentina, Ecuador, Panamá, Chile, Bolivia, Paraguay,
Uruguay, territorios en Brasil, Las Guayanas, parte sur del actual Venezuela y las
islas Galápagos. Incluía algunas pretensiones en Oceanía y la Amazonia.
Capitanía General de Chile (1541-1818): también llamada Reino de Chile, comprendía
el actual Chile y la región de Patagonia hasta que la parte oriental de esta última
pasó a la Gobernación de Buenos Aires en 1570.
Virreinato de Nueva Granada (1717-1723;1739-1822): comprendía los actuales países
de Panamá, Colombia, Ecuador, Venezuela, norte de Brasil, oeste de Guyana y las
islas Galápagos.
Capitanía General de Venezuela (1777-1823): creada por Carlos III de España, civil
y militarmente autónoma del Virreinato de Nueva Granada. Correspondía al territorio
actual de Venezuela, el oeste de Guyana y la isla de Trinidad.
Virreinato del Río de la Plata (1776-1818): comprendía los actuales países de
Argentina, Bolivia, Paraguay, Uruguay y parte de Brasil. Incluía las islas Malvinas
(hasta 1810) y territorios en el Golfo de Guinea, África. Es de mencionar que el
control del extremo sur (Patagonia) no fue efectivo por el Estado argentino hasta
después de la independencia de Argentina. Sin embargo, el dominio español de
Patagonia a raíz de sus descubrimientos no fue disputado a España.
Territorios portugueses
Durante la Unión Ibérica (1580-1640), los territorios del imperio portugués en
América también pasaron a estar bajo el gobierno de la casa de Austria:
Dimensiones del Imperio español en comparación con otros, según las aclaraciones de
F. A. Durántez
El matrimonio de los Reyes Católicos (Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón)
supuso una única dirección de ambos reinos bajo una administración superior única,
el Consejo Real. Se unificó la hacienda (pero no los impuestos), la política
interior y exterior, el ejército, las órdenes militares y la Inquisición y, en lo
que no afectase a estos temas, cada reino mantuvo su propia administración, moneda,
normas jurídicas, etc.
Tras la derrota del pretendiente austriaco a la sucesión del trono, el nuevo rey,
Felipe V de España va publicando los decretos de Nueva Planta, diferentes para
Aragón y Valencia (1707), Aragón (1711), Baleares (1715), y Cataluña (1716). En
ellos, como castigo por su rebelión, deroga parte de los fueros y derechos de los
territorios de la Corona de Aragón sobre los que considera tener derecho de
conquista. Los decretos tenían matices y efectos diferentes según el territorio
histórico y no afectaron ni al Valle de Arán, ni a Navarra ni a las Provincias
Vascongadas, los cuales mantienen todos sus fueros por haber sido leales a Felipe
de Anjou. Por ejemplo, Cataluña mantiene su derecho civil y parte de sus fueros e
instituciones, mientras que Valencia no.
América y Filipinas
Artículo principal: Organización administrativa indiana
En las Indias, dada su lejanía con la metrópolis, se fue desarrollando
paulatinamente una organización administrativa, que descansaba en una serie de
órganos o autoridades territoriales (virreyes, gobernadores, reales audiencias,
corregidores, etc.), sujetos a los órganos centrales (rey y el Consejo de Indias).
Consejo de Indias
Artículo principal: Consejo de Indias
El Consejo de Indias, desde su fundación en 1524, fue el máximo órgano
administrativo en relación a las Indias. Entre sus funciones estaban:
En el Gobierno Temporal: toda la administración gubernativa compete al Consejo de
Indias:
Planificación y proposición al Rey de las políticas relativas al Nuevo Mundo
(poblamiento, relación con los aborígenes, comercio, etc.).
Organización administrativa de las Indias, ya sea con la creación de nuevos
Virreinatos, nuevas Gobernaciones, etc., y su autonomía respecto de la metrópoli.
Proposición al Rey de los cargos de grandes autoridades americanas (Virreyes,
Gobernadores, Oidores, etc.).
Tutela del buen funcionamiento de las autoridades, dictando medidas de probidad
administrativa y nombrando un Juez de Residencia para que realice el respectivo
Juicio de residencia.
Revisión a diario de la correspondencia que viene de América y demás posesiones.
Así mismo, autorización de la exportación o importación de libros a América.
Desde 1614, autorización de la aplicación de la legislación castellana en las
Indias.
Aprobación o rechazo de la legislación originada en América.
Elaboración de las normas que regirían en Indias y que eran dictadas por el rey
como Reales Cédulas o Reales Provisiones (similares a las Reales Cédulas pero más
solemnes).
En Gobierno Espiritual: preocupación por materias de orden espiritual, analizando
los derechos otorgados por la Santa Sede, así por ejemplo:
Ejercicio del Derecho de presentación.
División de los Obispados.
Revisión de las bulas papales; en conformidad, se les da Exequatur o Pase Regio;
sin este no se cumplen las bulas.
Examen de las disposiciones de la Iglesia en América y de los Sínodos; estos no se
cumplen sin la aprobación del Consejo de Indias.
En materia militar:
En 1600 se crea, dentro del Consejo, la Junta de Guerra de Indias, un comité de
«ministros de capa y espada» (militares) encargado de coordinar con el Consejo
Supremo de Guerra las estrategias militares.
En Hacienda:
Examen de las cuentas de los oficiales reales.
En Justicia:
Era el más alto tribunal en América y para los efectos de administrar justicia, se
reunía el consejo en una sala de justicia, integrado por ministros letrados. En
esta materia, el Consejo era absolutamente independiente, incluso del rey.
Conocimiento de ciertos asuntos criminales (delitos cometidos en la «carrera de
Indias», evasión tributaria, delitos de comiso por contrabando).
Conocimiento de las apelaciones en lo civil, de que habría conocido la Casa de
Contratación cuando la suma disputada fuera superior a 40 000 maravedíes.
Conocimiento de las apelaciones de los Juicios de residencia.
Conocimiento del Recurso de segunda suplicación.
Excepcionalmente en sala de gobierno: conocimiento del Recurso de injusticia
notoria.
Casa de Contratación de Indias
Artículo principal: Casa de Contratación de Indias
Se convirtió en la responsable del aprovechamiento económico de las colonias
americanas. Entre sus responsabilidades figuraba el cobro de los impuestos al
comercio con América (entre ellos, el famoso Quinto Real), y tenía competencias en
asuntos de política poblacional.
Establecida primero en Sevilla y luego en Cádiz, estos fueron los puertos obligados
de salida y entrada para el comercio de Indias. La prohibición de comerciar con
América impuesta a los demás puertos españoles fue la base del crecimiento y
prosperidad primero de Sevilla y luego de Cádiz, al obligar a los comerciantes
españoles y extranjeros a establecerse en el puerto base de la Casa de Contratación
si deseaban comerciar con América. Esto hizo que las colonias forasteras
(castellanos, vascos, catalanes, gallegos, valencianos, etc.) y extranjeras
(genoveses, franceses, etc.) fuesen importantes en Sevilla y Cádiz.41
Corona de Aragón
Artículos principales: Corona de Aragón y Corona de Aragón y colonización de las
Indias.
La integración de los territorios de la Corona en la nueva monarquía estuvo marcada
por el poder hegemónico de Castilla. Como en todos los territorios no incorporados
en la estructura castellana (Flandes, Indias, Nápoles, Sicilia, Navarra, Vizcaya,
etc.), el Consejo de Aragón y el virrey se convierten en el centro de la
administración. El Consejo Supremo de Aragón era un órgano consultivo de la corona
creado en 1494, a raíz de una reforma en la cancillería real realizada por Fernando
el Católico, que desde 1522 estaría integrada por un vicecanciller y seis regentes,
dos para el reino de Aragón, dos para el reino de Valencia y dos para Cataluña,
Mallorca y Cerdeña. Por su parte, los virreyes asumieron funciones militares,
administrativas, judiciales y financieras.
Durante el siglo xvii d. C., las tensiones fueron bastante mayores. Las necesidades
financieras de los monarcas les condujeron a intentar aumentar por todos los medios
la presión fiscal sobre los territorios de la Corona de Aragón, tratando de igualar
los impuestos en toda España. Pero los fueros garantizaban importantes protecciones
frente a las pretensiones reales. Los proyectos de Unión de Armas de Olivares, que
buscaban que los otros reinos compartieran las cargas bélicas de Castilla, son un
ejemplo de ello.
Tras entrar en guerra la corona con Francia en 1635, el despliegue de los tercios
sobre Cataluña generó graves conflictos, que desencadenaron la guerra de los
Segadores en 1640. La Generalidad de Cataluña, tratando de dominar la sublevación
popular, declaró la formación de una República catalana pero, ante la imposibilidad
de mantenerla, nombró a Luis XIII de Francia conde de Barcelona. El conflicto
terminó con la Paz de los Pirineos (1659), por la cual el condado del Rosellón y la
mitad norte del condado de la Cerdaña pasaban para siempre a dominio galo y Francia
devolvía a España la Cataluña del sur de los Pirineos. A finales del siglo, en
1693, estallaría también en Valencia la Segunda Germanía, un alzamiento campesino y
antiseñorial en torno a la partición de las cosechas.
Españoles
Aquellos súbditos de origen europeo, nacidos en América (criollos) o en la
metrópoli (peninsulares). Los españoles nunca fueron mayoritarios en ninguno de los
territorios del imperio, salvo en la metrópoli y algunos otros como Cuba,
Argentina, Chile, Puerto Rico y el Nuevo Reino de León (Noreste de México).424344
El coste demográfico para España, especialmente para la Corona de Castilla, fue
irrelevante, de forma que el crecimiento de población apenas se vio afectado por la
emigración a América.n. 1245464748
Indígenas
Tanto africanos libres como esclavos participaron también desde las primeras
décadas en la conquista y en la posterior defensa militar de la colonia, creando
unidades normalmente integradas por negros libres que trabajaban como artesanos y
otras labores cualificadas.
Con el tiempo, la Florida española llegó a ser la esperanza de libertad para los
esclavos de las colonias británicas del sur. En 1693, Carlos II garantizó a todos
los esclavos que serían hombres libres si se convertían al catolicismo. A cambio,
los liberados prometían derramar hasta la última gota de sangre en defensa de la
Corona y de la Fe.57
Mestizos
Artículo principal: Mestizaje en América
La sociedad hispanoamericana tenía un fuerte componente mestizo que no se hallaba
en las colonias francesas o británicas. El mestizaje fue realizado casi en su
mayoría por los varones españoles. Desde los primeros años de la conquista, el
matrimonio con indígenas bautizadas estuvo autorizado por las leyes españolas.
[cita requerida] Así, por Real Cédula de Fernando el Católico, de 14 de enero de
1514, se autorizaron los matrimonios entre españoles e indígenas americanos. Uno de
esos matrimonios resultó emblemático: el de Isabel Moctezuma (Tecuichpo
Ixcazochtzin, antes de bautizarse, hija de Moctezuma II y última emperatriz de los
aztecas) con el extremeño Juan Cano, del que nacerían 5 hijos que iniciarían la
genealogía de los duques de Miravalle, título aún existente hoy en día.
La escasez de mujeres europeas durante los primeros años de la conquista, hizo que
los conquistadores españoles generaran, con las mujeres indias nativas de cada
zona, a través del rapto, la violación o el amancebamiento, una nueva población
mestiza.6364 Aunque hubo casos en los que los españoles se casaban con indias, en
la mayoría de las ocasiones se ponía en práctica una costumbre presente desde la
Edad Media en España: la barraganía. El hombre se hacía responsable de la barragana
y de los hijos habidos con ella, pero la mujer no podría gozar de los derechos
propios de una esposa (como el de la herencia).6566
Las costumbres eran más relajadas que en Europa, la poligamia era tolerada y cada
español podía tener varias concubinas (barraganas). El escritor y cronista de
Indias Bernal Díaz del Castillo cuenta sobre un tal Álvarez que había tenido
treinta hijos en solo tres años.67
Africanos y otros
Véanse también: Comercio atlántico de esclavos y Dum Diversas.
A partir de 1495, durante los primeros años de la conquista se capturaron indios en
las islas del Caribe y se los envió como esclavos para ser vendidos en España.5051
5253Hasta que la reina Isabel lo prohibió.5150La protección legal a los amerindios
(patrocinada por fray Bartolomé de las Casas) y las Leyes de Indias, favoreció la
importación de esclavos africanos, que llegaron a ser la mayoría de la población en
algunos territorios de la cuenca del mar Caribe y en Brasil.
La lengua española, tras el chino mandarín, es la lengua más hablada del mundo por
el número de hablantes que la tienen como lengua materna. Es también idioma oficial
en varias de las principales organizaciones político-económicas internacionales
(ONU, Unión Europea, UA, OEA, TLCAN, MERCOSUR, ALCA, UNASUR, CAN y de la Secretaría
General Iberoamericana, entre otras). Lo hablan como primera y segunda lengua entre
450 y 500 millones de personas, pudiendo ser la tercera lengua más hablada
considerando los que lo hablan como primera y segunda lengua. Por otro lado, el
español es el segundo idioma más estudiado en el mundo tras el inglés, con al menos
17,8 millones de estudiantes; si bien otras fuentes indican que se superan los 46
millones de estudiantes distribuidos en 90 países, en su regulación contribuye como
entidad supranacional, la Asociación de Academias de la Lengua Española.
El catolicismo es la rama del cristianismo con más fieles a nivel mundial; esto es
debido en buena medida a la labor evangelizadora que se desarrolló durante siglos
en la cuasi totalidad de los otrora dominios imperiales.[cita requerida] A día de
hoy el catolicismo es mayoritario en toda Iberoamérica, Filipinas, Guam y otras
islas del Pacífico; o en territorios en los que el dominio español ha sido más
corto, como Guinea Ecuatorial.
Sumando gran parte de los países americanos (incluido Estados Unidos, Canadá y
varias islas caribeñas[¿cuál?]) y Filipinas, existen 52 conjuntos históricos y
monumentos (sin incluir parajes naturales) construidos durante el período virreinal
que hoy son Patrimonio de la Humanidad.68
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