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Unidad 2
Formación y práctica profesional
de la Enfermería en la transición del
siglo XIX al siglo XX en México
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Historia de la Enfermería en México
Unidad 2. Formación y práctica profesional de la Enfermería
en la transición del siglo XIX al siglo XX en México
Introducción de la unidad
Formación y práctica profesional de la Enfermería en la
transición del siglo XIX al siglo XX en México
Para comprender la historia de la enfermería en México, es necesario considerar los hechos históricos
y su relación con la mujer a finales del Porfiriato y durante la Revolución Mexicana, época que se
caracterizó por tener un modelo de enfermería muy definido de abnegación, debilidad, capacidad de
servicio, recato, dedicación al hogar y principalmente ser madre. Se le reconocía su superioridad moral
sobre el hombre; sin embargo, no a todas las mujeres se les resaltaban esas virtudes, pues a la mujer
obrera se le subestimaba con respecto a la maternidad. La mujer de clase media baja incorporada al
magisterio se le veía como educadora de los hijos de otras y el ideal para la maestra parecería ser la
soltería.
El trabajo para la mujer que vivía en la miseria era visto como una opción para alejarlas de otras
actividades como la prostitución; a consideración de ello se crearon fuentes de empleo en la industria
textil y cigarrera, pero con una desigualdad salarial frente al hombre y pésimas condiciones de
salubridad, situación que no cambió significativamente con la Revolución, pero se incorporó a fábricas,
talleres, industrias y oficinas. Ni la Constitución de 1917, con sus avances en legislación, resolvió los
problemas suscitados en torno a la mujer trabajadora.
Dentro de los signos de liberación educacional, aunque limitados por las ideas de menor capacidad
intelectual, encontramos la docencia en primaria, actividades secretariales, trabajo doméstico,
ocupaciones manuales, la partería y nuestro tema de estudio: la enfermería.
Cabe mencionar que la formación que recibieron las enfermeras se da por diversas razones, ya que
no se contaba con religiosas que brindaran atención cristiana y asistencial a los enfermos, y el cambio
que se generó cuando la Escuela de Enfermeras del Hospital General de México se independizó de la
Escuela de Medicina.
Teniendo como referente esta breve descripción de la situación de la mujer a finales del porfiriato y
durante la Revolución Mexicana, la siguiente unidad aborda de forma general la formación que
tuvieron las enfermeras mexicanas a finales del siglo XIX; la organización de la práctica de enfermería
durante el inicio del Hospital General de México y las disposiciones para su funcionamiento; las medidas
que contribuyeron a disminuir las tasas de morbilidad y mortalidad de las enfermedades infecciosas
durante el periodo posrevolucionario y la práctica de la partería. Lo anterior con la finalidad de
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mostrarte un panorama de la enfermería en México a principios del siglo pasado, que sin duda te
ayudará a comprender las causas que originaron el funcionamiento de la enfermería dentro de los
hospitales y que son el principio de la organización académica y administrativa de la profesión de
enfermería que prevalece hasta el día de hoy.
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Historia de la Enfermería en México
Unidad 2. Formación y práctica profesional de la Enfermería
en la transición del siglo XIX al siglo XX en México
Objetivo de la unidad
Comprender las causas que propiciaron la formación de la enfermería profesional en México
durante la transición del siglo XIX al siglo XX, mediante la revisión del entorno sociopolítico y
económico que caracterizó esta época, con la finalidad de identificar los motivos que generaron
la organización de la enfermería profesional hospitalaria para el beneficio de la salud en la
restructuración del país a finales del periodo del porfiriato y durante la Revolución Mexicana.
Temas
1. La formación en la Escuela Práctica y Gratuita de Enfermeras del Hospital de san Andrés, 1896
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Para poder lograr esta nueva visualización de la enfermera mexicana del siglo XX, se contrató en
primer lugar a Rosa Crowder, de 25 años de edad, titulada en la Escuela de Enfermeras del Hospital del
Este en Illinois, Estados Unidos; su llegada tuvo lugar el 24 de noviembre de 1900 y brindó sus servicios
hasta junio de 1902, año en que regresó a su país.
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enfermeras una actitud minuciosa en todas las cosas relacionadas con la profesión, lo cual debía
combinarse con el orden, el método y la limpieza. Dio a conocer la necesidad de que las enfermeras
utilizaran un uniforme (rayado de color azul con blanco, cofia y delantal) y, hasta que comprendieran
los principios a inculcarse, emprenderían el servicio asistencial, sin olvidar que la enfermera no es ni
puede ser médico.
Los textos utilizados fueron el Manual de infirmieres y el Manual de infirmieres sage-feme, del Dr.
Eugene Vincet (Mandujo, 2008).
El tendido de camas fue uno de los primeros procedimientos para iniciar con la capacitación de las
enfermeras, donde se enfatizó sobre las ventajas obtenidas con técnicas especiales según las
enfermedades y los diferentes casos. Se enseñó a observar la sintomatología que presentaban los
pacientes y se reforzó la medición de los signos vitales (pulso, respiración y temperatura,) seguido de su
apropiado registro. Se implementó el vestido que deberían tener los enfermos al permanecer en cama,
medidas higiénicas como el cambio de ropa y el baño apropiado según la enfermedad, y los efectos
terapéuticos del agua según su temperatura. *
La alimentación fue una de las enseñanzas que también se contemplaron. Se retomó la forma de
preparar y dar los alimentos, la forma de preparar y aplicar un enema y la forma de ministrar
medicamentos por diferentes vías (oral e hipodérmica), así como sus efectos.
Se instruyó en las medidas de asepsia y antisepsia, dentro del cual se contemplaba la preparación
de soluciones antisépticas y sus aplicaciones, la limpieza de una herida y las curaciones posteriores, la
esterilización y las diversas formas de conseguirla; la importancia de la asepsia quirúrgica, el
desenvolvimiento de la enfermera dentro de los quirófanos, señalando cuidados específicos, como el
caso de cirugías de cráneo o abdomen, el empleo de aparatos quirúrgicos y la obstetricia.
Ante la partida de la enfermera Crowder, el Dr. Liceaga se vio en la necesidad de acudir a Rosa
Warden en julio de 1902, quien parecía ser una enfermera agradable, educada y dispuesta a trabajar
para continuar con la capacitación de las enfermeras; sin embargo, para marzo del año 1903 eran
demasiados los problemas que habían surgido en la escuela, al grado que el Dr. Liceaga pensó en
cerrarla. Confió la tarea al señor Cooper y su esposa, e incluso la escuela se instaló en el Hospital de
Maternidad e Infancia para que el Dr. Liceaga pudiera supervisarla estrechamente, pero aun así no
funcionó. Se buscaron otras estrategias, como premiar la puntualidad de las alumnas, disciplinar a los
estudiantes e impartir conocimientos básicos.
*Pérez Cabrera Iñiga, maestra, decana de la ENEO y ex trabajadora del HGM, comenta que, al realizar el baño de los
pacientes, en varias ocasiones la primera acción era retirar los gusanos que salían de los yesos de los pacientes.
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El Dr. Liceaga, ante tales circunstancias, propuso una nueva estrategia, pensando que la causa fuera
una insubordinación donde la enfermera Warden haya actuado con ligereza; pero no funcionó, pues
ella quería que se dejara a su cargo el hospital y se destituyera al director. No obstante, consiguió que
se le asignaran las salas de cirugía mayor y medicina (Loredo, 1992).
Sin embargo los problemas habían iniciado al llegar la enfermera Warden: se quebrantó el
reglamento y las reglas de conducta favorables para las alumnas no se seguían. El Dr. Liceaga pidió su
renuncia, pero por la próxima apertura del Hospital General de México y no haber quién capacitara a
las enfermeras, continuó hasta marzo de 1904.
De esta forma, el Dr. Liceaga contactó a Maude Dato, de origen alemán, titulada en el Victoria-Haus
fur Krankenpflege de Berlín, quien se encontraba trabajando en el Hospital de Acámbaro, Guanajuato,
para que en abril de 1904 quedara como directora de la escuela y a cargo de la enseñanza de las
alumnas; posteriormente fue jefe del Hospital General de México, teniendo como subjefe a Gertrudis
Friedrich, también de origen alemán.
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Tema 2. Las órdenes religiosas y la práctica de la enfermería a finales del siglo XIX
El siguiente tema describe la organización de la práctica de enfermería durante el inicio del Hospital
General de México, contemplando las diversas funciones que se atribuían a las enfermeras que ya
contaban con una mejor preparación en ese momento.
Una vez inaugurado el Hospital de México el 5 de febrero de 1905, y con el personal de enfermería
capacitado de una forma nunca antes vista, se les dio el nombre de Enfermeras Primeras (Loredo, 1992),
y se les asignó la responsabilidad de los servicios que conformaban el nuevo nosocomio. Treinta de ellas
ocuparon el cargo anterior y 18 más tenían el nombramiento de Enfermeras Segundas. Se les
consideraba integrantes del equipo de salud, lo cual les dio un estatus que anteriormente no tenían.
Junto al nombramiento, se enlazaban por consiguiente funciones administrativas como incidencias de
las enfermeras (asistencia, licencias, castigos, altas o bajas), registros de lavandería, desinfección, ropa
sucia del servicio y la enseñanza a las nuevas candidatas.
Para estos momentos históricos, ya no solo se requería de una buena voluntad para integrarse a los
servicios, ahora también se requería de aspectos humanos y técnicas acordes a los adelantos de la
medicina; su constante roce con los médicos de la época y su permanencia en los pabellones del
nosocomio enriquecerían su conocimiento. Prueba de ello es que la enfermera por primera vez
participa en la visita médica y notifica todos los aspectos importantes de los pacientes con relación a su
tratamiento o dan aviso de los casos graves.
Dentro de las funciones asistenciales que se atribuyeron a las enfermeras encontramos medicación,
alimentación, atención de las órdenes médicas, apoyo en las curaciones y pequeñas cirugías, apoyo a
los enfermos para levantarse, asearse, cambiar su ropa, enseñarles el uso de los baños y saliveras; si
estaban graves los aislaban de los demás pacientes*. Sumado a esto, se les dio la responsabilidad de
cuidar el mobiliario físico, para lo cual tenían que notificar los desperfectos, así como mantener el orden
y el aseo de los servicios.
Para el año de 1906, las enfermeras alemanas fueron sustituidas por Mary J. McClaud y Ana Hambory,
de Estados Unidos (Loredo, 1992) en los cargos de jefe y subjefe de Enfermeras. De esta forma, los
servicios y la enseñanza seguían teniendo influencia exterior de nuestra nación, pero que dieron las
bases para la contextualización de la enfermería profesional.
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Cuerpo de enfermeras del Hospital General el 5 de Febrero de 1906 (Historia del Hospital General de México, 1905-2010)
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Lista de enfermeras del Hospital General en 1905 (ENEO 100 AÑOS, CD interactivo)
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En este tema se describe la fundación de la Escuela de Enfermería del Hospital General de la ciudad
de México y sus disposiciones generales para su funcionamiento.
Primera. Para estos cursos, se seguirá el Manual práctico de la enfermera, publicado por
Bourneville, y podrá cambiarse el texto a iniciativa del director del hospital, con aprobación de la
dirección de la beneficencia.
Segunda. Los grados en la clase de enfermera serán las de aspirantes que pasarán a enfermeras
segundas, y de enfermeras segundas pasarán a primeras; se podrá obtener el grado de
aspirante según las aptitudes que presenta la persona interesada, y pasará sucesivamente a los
grados siguientes, una vez efectuados los estudios y prácticas que fije el director del hospital en
vista de las necesidades del establecimiento.
Tercera. Las aspirantes a enfermeras segundas y enfermeras primeras del Hospital General
tendrán obligación de seguir los cursos hasta obtener el diploma final. Podrán seguirlos
igualmente todas las personas afines al hospital que deseen hacer la carrera, siempre que
justifiquen al inscribirse, hayan terminado la instrucción primaria y gocen de buena salud y
moralidad, comprobada con un certificado de persona abonada. Al inscribirse, deberán tener
menos de 30 años de edad.
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Cuarta. El programa de estudios se fijará a principios de cada año por el director de Hospital
General, con aprobación de la Dirección General de la Beneficencia Pública, procurando que
en ningún caso se dificulten e interrumpan las labores propias del hospital. La Dirección de
Beneficencia, a propuesta del hospital, nombrará de entre los médicos del mismo
establecimiento a los profesores que han de dar las clases.
Quinta. Las clases se darán una vez por semana, desde el 1 de febrero al 30 de noviembre, en los
días y horas que fije la Dirección General del Hospital General.
Sexta. Al terminar el año de estudios, se sujetarán las alumnas que lo hayan cursado a un
examen aplicado por el profesor del curso; lo presenciarán otros dos profesores, que tomarán
parte en la votación final. Las calificaciones serán mal, mediana, bien, muy bien y superior, y se
requerirá por lo menos tres medianos para ser aprobadas. Las alumnas reprobadas repetirán el
curso, y perderán su empleo cuando sean empleadas del Hospital General y obtengan la
calificación de mal en dos cursos consecutivos.
Séptima. A las alumnas que terminen con buen éxito el tercer año de estudios se les extenderá,
por la Dirección General de la Beneficencia Pública, un diploma que acredite que han
terminado la carrera y las calificaciones que han obtenido en los tres cursos que la constituye.
Octava. El director del Hospital General será el director de la escuela, y un reglamento interior
fijará los detalles de la organización y de la marcha de la Escuela de Enfermeras del Hospital
General.
Bases para el reglamento de la Escuela de Enfermeras del Hospital General (Pérez, 2006; Loredo,
1996)
Dentro de este documento se encuentran algunas disposiciones generales como las siguientes:
Estarán obligadas a hacer ejercicios al aire libre, para lo cual la enfermera primera en jefe
señalará los grupos, la hora y la manera de verificarse.
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No deberán tener familiaridad con los médicos, y al dirigirse a ellos deberán decir “el señor
doctor”.
No emplearán a los enfermos en las faenas domésticas del pabellón, como barrer, limpiar
la vajilla o repartir alimentos o medicinas.
Está prohibido fumar, tomar bebidas alcohólicas, usar chales o rebozos, tacón alto,
perfumes, polvos y pintura en la cara, lazos de listón en la cabeza y peinados exagerados.
Su plan de estudios (elaborado por el director del Hospital y su jefe de Enfermeras) era coherente con
las intervenciones que la enfermera realizaba; se parte de que su trabajo era de tipo custodial y de
colaboración con el personal de Enfermería asignado.
Con relación a los profesores, el Dr. Fernando López giró un oficio dirigido al director general de la
Beneficencia Pública, proponiendo al Doctor Eduardo Lamicq (médico externo) para que impartiera la
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materia de Higiene; el oficio se acompaña de una firma de conformidad de que tal cátedra sería sin
goce de sueldo y solo con carácter honorífico.
En 1908, Eulalia Ruiz Sandoval es la primera subjefe de enfermeras, y en 1910 fue nombrada jefe de
Enfermería. Realizó sus estudios en la escuela del propio hospital e iniciaría con sus ideas, conocimientos
y experiencias la proyección de la enfermería con un pensamiento formado en la vida social mexicana.
En 1918 se asigna una enfermera con funciones específicas de supervisión, la cual se realizaba por
medio de recorridos a los pabellones.
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En este último tema se realiza una descripción de la práctica de la partería y de la práctica sanitaria
en México durante la Revolución Mexicana.
Como se mencionó anteriormente, la Escuela del Hospital General de México pasó a ser
dependiente de la Universidad Nacional de México, en específico de la Escuela de Medicina, por lo
cual hay que remarcar que ambas escuelas tenían en común al mismo director, así como normas y
reglamentos disciplinarios en sus planes y programas de estudios.
Con este nuevo cambio de dependencia, la Escuela de Enfermería nace como Escuela Universitaria,
y el Dr. Fernando Zárraga se convirtió en el primer director de la Escuela de Enfermería, cargo que
desempeñó del 6 de mayo de 1911 al 29 de abril de 1912. En los años de 1911 a 1916, periodo
relacionado con la Revolución Mexicana, surge una inestabilidad política que afecta a la Universidad
Nacional relacionada con los continuos cambios de dirección en la Escuela de Medicina; no obstante,
el 11 de enero de 1912 se aprueba el plan de estudios para la carrera de Enfermería y de Partera (Pérez
y Castañeda, 2006).
Plan de Estudios
Nombre, forma y situación de las principales vísceras y de los órganos de los sentidos
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Higiene personal
Respiración, aire
Vestido
Ejercicios
Aislamiento y desinfección
Modo de llevar las hojas termométricas, con apreciación a la vez del pulso y la respiración
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Conocimiento elemental de lo que son las afecciones médicas y quirúrgicas más comunes y de
los accidentes médicos y quirúrgicos más frecuentes, con el fin de que las enfermeras y futuras
parteras puedan reconocerlo fácilmente y anotarlo en las hojas de observación
correspondiente.
Nociones elementales acerca de las principales clases de medicamentos, sus dosis y manera
de administrarlos.
Nota: en las tres secciones del curso, se tendrá presente siempre que está destinado a enfermeras, y
por consecuencia se relacionarán los conocimientos a las aplicaciones que tengan que hacer de ellos.
Tercer año (para la carrera de Partera)1. Durante esa época, cada una de las carreras tenía una
1Pérez Cabrera Iñiga, maestra, decana y ex trabajadora del HGM, comenta que, cuando las enfermeras trabajadoras del
HGM continuaban los estudios de partera, contaban con el permiso para asistir a sus clases teóricas en un horario
matutino de 7 a 9 y de 13 a 15, para lo cual requerían realizar sus actividades previamente y avisar de su ausencia para
ser suplidas.
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Ovulación, menstruación
Fecundación
Aborto
Parto
Puericultura
Interrogatorio
Exploración de la mujer embarazada en sus distintas etapas para fijar el diagnóstico con
presentación y posición
Asistencia al trabajo del parto, de preferencia fisiológico, para practicar las manipulaciones y
los cuidados necesarios a la madre y al hijo
Patología obstétrica del embarazo, del parto, del parto secundino y del puerperio
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Conocimientos de las operaciones obstétricas y de los medicamentos que puedan usar las
parteras, con expresión de la forma y las dosis
Cabe mencionar que, para 1925, se crea la enseñanza secundaria en México, y en 1927 se aprueba
el curso preparatorio de un año en el que estudiaban biología, matemáticas, químicas y física en la
Escuela Nacional Preparatoria. Durante la gestión del Dr. Ignacio Chávez (1935), se exigió que las
aspirantes de enfermería tuvieran estudios de secundaria, lo cual se realizó hasta 1938, y se estableció
que para los estudios de partera habría que tener el antecedente de enfermería.
Con estos cambios de dependencia, se solicitó como requisito para ser partera prepararse primero
como enfermera (Alatorre, 1994), para lo cual se requería contar con los estudios de primaria
profesional. De esta forma se adquiere el nombre de Escuela de Enfermería y Obstetricia.
Durante la época porfiriana (1877 a 1910), los índices de mortalidad materno-infantil eran demasiado
altos (Agostoni, 2007), y la mayoría de las defunciones infantiles se relacionaba con la falta de medidas
higiénicas apropiadas durante el periodo de gestación; a esto podemos sumar las epidemias que
sacudieron la nación, por ejemplo: la mortalidad en México durante la década de 1910 tuvo un
promedio de 37.4 muertes por cada 1000 habitantes; de 1916 a 1925, la viruela provocó un promedio de
32 defunciones por cada 100,000 habitantes, y la tifo en 1916 promedió 337 muertes por 100,000
habitantes (Rivera, 2003), problemas de salud que tuvieron interés durante y después de la Revolución
Mexicana.
Para 1910, a pesar de existir nosocomios como el Hospital General de México, no se consideraba el
medio ideal para hacer frente a las enfermedades (Agostoni, 2007); ese lugar se encontraba en el
hogar, era donde se trataba de recuperar la salud, evitar el contagio y combatirlo a través de
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oraciones e invocando a un santo protector. Aun así llegaban médicos alópatas, homeópatas, civiles y
militares, incluso médicos sin título para ejercer. Se puede concluir entonces que los medios para evitar
la enfermedad eran de naturaleza doméstica, familiar y comunitaria.
Este panorama epidemiológico propició que se implementaran estrategias para contrarrestar estos
problemas de salud pública (Agostoni, 2007), los cuales se encaminaron a mejorar las condiciones de
vida en el hogar y en el medio laboral.
Para el hogar se aconsejaba limpieza, ventilación y preparación de los alimentos. Con respecto a la
individualidad se recomendaba el aseo personal, educación física, evitar el alcoholismo y las
aglomeraciones.
Otras acciones fueron cuidar la alimentación popular, obligar la enseñanza de la higiene en las
escuelas y, en caso muy específico, proponer la creación de establecimientos para la atención y
asistencia médica de la mujer embarazada y la infancia, logrando la conclusión del primero para 1922,
conocido como Centro de Higiene Infantil “Eduardo Liceaga”, onde la madre tendría un seguimiento
del embarazo y se le capacitaría para cuidarse y cuidar a sus hijos. También la agotadora y larga
jornada laboral se consideró un riesgo en la mujer embarazada, por lo cual se consideró disminuirla.
Durante estos años, las políticas estatales de salud no se centraron exclusivamente en las zonas
urbanas a causa del desarrollo económico, pues obligó al Estado a prestar atención a las zonas rurales,
específicamente puertos y fronteras; un ejemplo de ello lo podemos encontrar cuando en 1916 el Dr.
Rodríguez da órdenes para la reubicación del Instituto Bacteriológico Nacional de México a Xalapa,
Veracruz (Rivera, 2003), probablemente como una acción encaminada a la prevención de las
enfermedades infecciosas hacia los países vecinos, y como respuesta a la creación de las primeras
organizaciones de salud internacionales, que tenían el principal objetivo de controlar las enfermedades
en las fronteras.
Para 1917, en la Constitución Política, artículo 73, se confía a los poderes nacionales la salubridad
general de la República, y en el artículo 123 se expresan las bases generales de seguridad social para
los trabajadores.
Esta expansión sanitaria estaba en discordia con la formación de los recursos médicos y con el
creciente interés de estos por ubicarse en instituciones hospitalarias, lo que favoreció el desarrollo de
Enfermería en otro importante espacio: el de la salud sanitaria, ya que para la implementación de las
estrategias antes mencionadas se requería de un vínculo entre la autoridad médica y la población, el
cual se encontró en la figura de la enfermera visitadora, que se consideró insustituible para implementar
la medicina preventiva, y se tuvo que suplir su falta de estudios académicos y de preparación técnica
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en asuntos de salubridad con una gran dosis de devoción, sacrificio, buena voluntad y su abnegación
para combatir, por ejemplo, la fiebre amarilla, el cólera, la peste, la meningitis y la viruela. entre otras,
(Sosa, 1951).
Las actividades realizadas por las enfermeras visitadoras fueron diversas, y su presencia era en
fábricas, escuelas, mercados, iglesias y cooperativas.
Para el Departamento de Salubridad Pública, al concluir la fase armada de la Revolución, fue vital
difundir los principios de la medicina preventiva, lo cual contribuiría en la formación de enfermeras
visitadoras que irían a casas a dar esas enseñanza teórica y práctica de los cuidados que requerirán
recibir la niñez y la mujer embarazada; darían instrucciones precisas relativas al manejo científico e
higiénico del ámbito doméstico, divulgarían consejos referentes a la higiene de la alimentación y el
cuidado corporal, y de esta forma guiaría, supervisaría y erradicaría la ignorancia materna.
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Las necesidades que demandaban enfermeras mejor capacitadas para los nuevos retos
que planteaban los avances de la medicina y la situación epidemiológica del país.
Los factores que contribuyeron para el surgimiento de las primeras escuelas de enfermería
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