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Carmmie primeRo El origen del vestido E| homibire, cattipatad con ellanimal es, semi) Arnold Gehlen, yi aver desprmvistom (Mliegeiueses), un ser Weta de defers que en Oi hivel onginico np, estd canmeterizado ai chferets fete 2 los instintas, sin eambientes natural 9, por tirits, obligade a {rear por si mismo, con su prapia acrivicld, ls eonidicines de sa ftencit, su propio mundo, Logue en rclueidin ena el uninial pur- en tin primer momento, califearse conus defecte, si ky rrinamos Hele otto punto de vista resulta ser una ventaje precisimente Hime ser desrnyinien el! hombre esti destinady ii convertiqse en Up romstco gue compensa su propis inadagtacion tatural tree ung ssegunila naroratezany la cultura’. Preclsemente en este [lors insuftciencia podria derettninatse una vk las raaunes ce hase ye ha inducide yaa les hombres pirciitives « modifiear su propio Po desnucdo con pinturas, tatusjes y addomnos con el fine per. siomarie, ‘La vida de fos pueblos prittintrves estaba caractesizadi en gran ult por li influuneia de Mi ragia y de los expiritus, a len ie se mi, Miles Flin, cap li lunt, anaes] i sr Pet de Salut thoes 3 Darwin bahia panifewasy esa utnore abe exons bos eal reklam pciatule armas els etee (newindian: Rasen Ek Wil, 1966, pike 98 ven caps Edad bodery mt sere ao i a, 43 les atribuia el origen de todos los males, de otra forma incomprensi- cidn, establece que las primeras huellas del vestido no se encuen- bles. Sucesos nefastos como la muerte, la enfermedad o as catistro- tran en el taparrabos de hojas, sino en un cordén que se ataba alre- fes de la naturaleza se crcian determinados no por causas naturales, dedor de los costados y que a veces se utilizaba por sisolo sin afadir Sino por una magia hostil desarrollada por otros hombres, por Ia otros elementos: puesto que evidentemente no es un medio de pro- accion de espiritus 0 por otras fuerzas mentales no encarnadas en teccién contra la intemperie o el frio, ni tampoco una expresion de ‘una forma fisica. La imposibilidad de defenderse con otro tipo de pudor, Wundt, haciendo referencia a la vida de los Wedda, lo defi- ‘magias alternativas, cuyas priicticas generalmente pocos especialis- ne como «una forma del difundido vinculo magico» que gurantiza tas conocian, se contrarrestaba llevando encima amuletos que ahu- cualquier cosa, incluso la fidelidad de la mujer. yentaban, segiin la opinién general, las influencias maléficas sin la A esta especie de cinturdn primitivo se han afiadido a continu necesidad de una intervencidn directa cién ocras antiguas formas de prevencién en relacion con la magia, Ta ornamentacién, particularmente la practicada sobre los ori- como los collares, las pulseras, los anillos, los pendientes y en mu- ficios del cuerpo, tiene su origen sobre todo cn este intento migico, ‘chos casos las bandas para la cabeza: «los collares y las pulseras, que inicial de protegerse de los espiritus; se creia que las influencias ma- han llegado hasta la sociedad actual siendo los ornamentos preferi- léfieas de un mago o de un espiritu podian penetrar ficilmente a dos por las mujeres, asi como las bandas que éstas Hevan en algu- través de estas aberturas y por ello se adornaban las orejas, la boca, has culturas primitivas, son un desarrollo posterior de aquel cor- Is nariz, ctc., con amuletos y otros objetos magicos cuya funcién era doncillo atado alrededor de los costados, o en cierta forma una tras- defensiva. En algunas culturas el uso de aros y anillas en torno al pposicidn de su significado a otras partes del cuerpo»’. Solo con la ‘cuello tiene su origen en una intencién evidentemente migica. En: Jpradual desaparicién de las iniciales motivaciones magicas y pricti- Egipto se llevaron con el fin de prevenir una muerte prematura: §@ ‘es, estos ornamentos asumirian, «mediante la heterogeneidad de penzaba que la vida se escapaba a través de a cabeza o de las manos Jos fines», una funcién fundamentalmente estética, con formas por lo que se intentaba bloquear estos canales por medio de anillog flempre més refinadas desde el punto de vista artistico! fon poder magico". También la piel de le6n o de oso que el guerrero De todas formas, en el instinto humano hacia la ornamentacion Hlevaba encima debia transmitiele la fuerza de dichos animales taal tube suponer una raiz estética. Algo similar se constata en el mundo temidos; si ademas de este aspecto migico la piel ofrecia una buena finimal e incluso en el mundo de las flores. El fenémeno del helio- defensa contra las armas enemigas, su valor aumentaba atin mis, Hyopismo pone de manifiesto una impulsiva sensibilidad hacia la Algunos estudiosos afirman que la finalidad magica de tales obs gla variedad de colores de las flores favorece el inscinto de busca jetos ha constituido la primera motivacién del vestido, por lo qué fi) los insectos. En animales mas grandes, hacer ostentacion de un Tas primeras manifestaciones artiticas tenian fines pricticos y rel Jipecto externo, agradable estéticamente, estimula el cortejo por cionados con la magia, mas que fines simplemente estéticos. Wile parte dc los miembros del sexo contrario y en el periodo de celo co- helm Wundt, por ejemplo, considera que «los ornamentos, el tatuil Munica la propia disponibilidad sexual, Algunos tipos de pajaros je, ete., son sobre todo instrumentos migicos y como tales Se emt sci colores variadon ene fase de incubaciin dearolando pean en las necesidades més urgentes a ls que el hombre no pu is particulates, y, uno ante otro, macho y hembra, se exhiben hacer frente por si solo, como la proteccién contra las enfermé Welprocamente. En el mundo animal también existen regalos nup- des y la suerte en la caza o en la guerrav’. Como apoyo a tal afi Jes: los machos de algunos émpidos ofrecen a la hembra corteja- Jpranos de arena 0 minuisculos pétalos de flores. Las hembras de TA propirito de este tema, Frazer afirma que als aills los nudos se asignaban tanto el porler magico de ceritar una influcncia coactiva que eee ‘prsionaba e alma del hombre, como el poder de imped a penetracion de lo fp: Elemente de price de la pcr, Madi, Luis Faure, blioteca cient ites malignos. Cit. J.G. Frazer, 1! ram dar Tia, Einaudi, 1950, pigs Mystics, 1926), ES [ects cps La rome dorada. Magi y reign, México, ECE. 1979} Bae, pig. 71; cf. pigs. 72-73 INV. Wund, Emon di prclepe de’ popab, Turin, Bocca, 1929, pigs. 36 Bir, Hem pi, 364 “4 algunos tipos de paloma tienen los ojos azules,y también los regalos de sus admiradores, bayassilvestres 0 piedrecilla, son todos azules si bien de distinta tonalidad La percepcién y el corte sexual a través de estimulos estéticos «stin, por tanto, bastante difundidos en el mundo animal y se puede apreciar en este fendmeno, en sentido darwiniano, una aftnidad con Ia tendencia al atavio que caracteriza al hombre en la actual dad, John Carl Fligel encuentra el origen del vestido en esta fans ién ornamental motivada por el «deseo de reforzar la atraccidn se xual y de atraer la atencidn sobre los érganos genitales»”. Efectivas ‘mente, en los pueblos primitivos la pintura del cuerpo, cl ratuaje y los elementos ornamentales en general tienen como punto de parti- dla la gin genital y muy a menudo estin en relacion con fenome> fos especificos de la vida sexual, como, por ejemplo, el rito de ink ciacién de la pubertad y en el matrimonio. ; pac Buytendijk sostiene que el elemento estético presente en la nae : : Por tanto, turaleza no debe ser subordinado exclusivamente a una funcién Sle eenaaea aS prictica como la reproduccién. Afirma que «la naturaleza muestra, os de a mentacién, como ate uuna rica profusiGn de formas y un maravilloso juego de colores, ela ponryincl cn een se eee Se seins oe och siete erp al hombre y encuentra un rico y significativo paralelismo en las fore tion fisiea, asumiendo asi la funcién involuntarie de ween mas y colores dela indumentaria. En relacion con este tema me pas Vesti. : involuntaria de prenda de recen pertinentes las consideraciones de Jean Huizinga, que acusea. I Ia etnologia y a sus ciencias afines de haber dado muy poco relieve: al concepto de juego. Afirma que «la civilizacion humana surge y dlesarrolla en el juego y como juegow; incluso considera que eéste 4 ‘mis antiguo que la cultura», Refiriéndose ala concepeion de Fi drich Schiller, que habla de un impulso innato hacia el juego, Hi zinga encuentra en el hombre «una instintiva y espontinea nec eed dad de adornars, ala que asigna con razon una funcion lice Bara, pe ary, Mio, Baiion, 1926 selvitica extravagancia de las mascaras de los pueblos primitivos Pe et ome ks iin ov reac af we, Madd, Laat ae Oe PE AL entrelazado de figuras en los fetiches, la magiea meatla de moti 1. Veblen, Ltrs dle cle ate, Tori, Eins, 1 pag 138 ornamentales, la contorsién caricaturesca de figuras humanas im Tne den ia, Mexico, ECE, 1963) ree eA ny C Fligel, Pri de abiomnts, Nin, Angeli 1983 i ian I ste cia Pen Hh Yoo oa oa Pa 3 es einai imams og Sl Bence silt Sr Rar Tomasi mas at csp: Pag def atid, Biden, 988) 64a comodiad i a oemamentacn Ema ome Ho lic LE Mg Barendile Dar Meme, Wear sx seem Vertindis, Sag Be encuentra cl uso del tatu y de a pinara carpal ge ee Koehler, 1958, pg. 210-211 Wiles 1a primera necesita espiroal del aay. oe ore ne aul de °J. Huizinga, Hem de, Torn, Einau, 1949, pga. 14 17 [em Wc puce observaren ls clases incite or prea Hom iden, Mai, Minas ail, TIE} Pps Re, tae Laces na esa tendencia tiguan los muchos aspectos comun: eptos; basta pensar en la piel a cuestion de si la motiy; funcion magica y utilitaria o | Uikima como fe ‘acién primaria del vestido ha sido la la funcién ornamental, entendid; meno estético y frectamente considerando cada ti biendo prevalecido una funcion o fon a las catdstrofes naturales qu la esta lidlico, creo que se esclarece co- ipo de cultura por separado, ha- 1a otra segiin el grado de exposi- presenta cada grupo étnico, Se tas de los paises no eivilizadose (1. Carly pig, 42) 46 47 trata, de todas formas, de una relacién de interaccién entre las exi- gencias de proteccién tipicas del hombre como «ser desprovisto» (Mangelweren), inseguro, insuficiente y limitado, con necesidad de refugiarse en la magia y Ia instintiva creatividad del home dudens, que se expresa en el fendmeno estético de la ornamentacién del propio ‘cuerpo. Ciertas semejanzas entre culturas remotas en cuanto al em= pleo de objetos en los que se observa una fusién de la funcién magi- ca y de la funcién ornamental, se explicarian como motivaciones psicologicas que se consideran comunes a todos los seres humanos, mis que en términos de contacto cultural ‘A-estas dos funciones del vestido afiadiria otra igualmente im portante ligada al instinto de rivalidad que, de una forma social= mente aceptada, se manifiesta en una necesidad individual de dis tincién. El estado de desnudez en el que el ser humano abandona él seno materno en el acto del nacimiento constituye el nico mo= mento de igualdad con sus semejantes. El hombre, desde los albores de su historia, ha intentado huir instintivamente del riesgo de la homogencidad que representa la piel, al constituir un «uniformey comin para todos los seres humanos, haciendo uso de la pintura corporal, del tatuaje, de los ornamentos y del vestido: embellecerse significa diferenciarse. Se trata de un fendmeno tipicamente huma: no que no se encuentra en el mundo animal, en el que en cambio s6lo se puede observar una instintiva exhibicién de aspectos nate ralmente bellos. La conciencia del yo que caracteriza al ser humano se expres ‘como experiencia de separacién, de distincién con respecto a losses mejantes y al propio ambiente. La ornamentacién del cuerpo, ya en el hombre primitivo, responderia a esta innata necesidad de salvas ‘guardar y afirmar la propia individualidad y también a la exigencia que presenta el individuo de manifestar y comunicar a los compd= nentes del grupo social al que pertenece sus caracteristicas y cualie dades, asi como la actividad que éstas llevan consigo, como su por ejemplo, en el caso de los trofeos de caza y'de guerra. Entre Ie pueblos primitivos, este significado social de diferenciacién a vvés de la ornamentacién estaba determinado de todas formas factores naturales como la edad, el sexo o las capacidades persor les, y no surgia, como sucederia més tarde con el fenémeno de moda, con motivo de factores sociales y econémicos en relaci ccon la divisién de la sociedad en clases TE torno a este argumento me detengo en cl capitulo «ls inicios de sodas 48 Todavia hoy esti difundida la conviecién de que las funciones iniciales del vestido se encuentran en el sentimiento scomurm de pudor y en la necesidad humana de proteccién de los rigores del cli- ma, asi como en los posibles riesgos de agresion fisica unidos al eer cicio de la caza y de otras actividades'». Como atestigua la abundan- cia de literatura etnol6gica, esta exigencia de proteccién mo ha sido ‘nunca el motivo que ha determinado la aparicion del vestido: el re- ducido vestuario de los extinguidos aborigenes de la Tierra de Fue- Ro, cuyo clima es, sin duda, muy riguroso, constituye una prueba de ello. Como mucho, el vestido ha podido ser necesario cuando el hombre se ha trasladado desde los trépicos o territorios mis frios, En todo caso, el hombre primitivo ha intentado protegerse mas que de los agentes fisicos de los agentes migicos, a menudo considera- ddos tan reales como la lluvia o el frio, En lo que se refiere al «senti- Iiento» de pudor, hay que sefialar que no es tan «comin», por el hecho de que no en todos los sitios afecta a las mismas partes del cuerpo y hay que considerarlo mas bien como una consecuencia ® Hegel expresa en los siguientes trminox: el vestid en genet ten sa eco, pra doe a cs de deere Se in tor ann tc. Por tra pare el hombre seve empudo a eubrine de vesiden scan tl pulor (G. W. F. Hegel, Eze Turi, Einar, 1976 pig, 831). Ba soba soe he cl por, H. Elis demuestra que se tats de un fendene intents ime Pendent a del vstidoy anterior xl. Como fundamen de a nveneion dl ¥ de los ornamentos ha tenido que dane la hse piclogice pris devo finocin preeniseme- aE] impulso auc empun a lt hembras los seule Aono a clertas mujeres africana qu Crecen de upartaon a setae ea afte, samc can ett pero ur enn pein ever y oramentoay CH. Elis ll plore, ce Pls Bois: Newton Compan, 19 7: pap 929°C. Fags ss ee Jueves elven oeunactn, cal par lr tad Me prsccekn (© Fle, Peps deamon, Nil Rags, 1985 py P36 |vees esp: Pal de id Puidos, 1964 F. Kier constr guslnene Ia protect yc por como las funciones inicales de vetde (FE Kiewen ls faye wd Hera Mich Bate, Reinhard, 1956, pigs 28-19). A propoce de tem, G van der Leeuw consid sl hombre no secontente cos in ees leh sido otorgads, porque se eonfecctonavestdon lint 1 pars proteer ls panos seals y pun salar la ptencia senda peor enc dl pelo gc eeprent dha poten se exponen auc gran en torno al rey ya otros portadores de sa enya, Ea pals is participa de a necesidad decir y todavia hoy se encucnan evel sibs tendencis lade protege lade smboloar (6, van det Lacon, Ps Peis dale rie, Trin, Boringhicr, 1975 pig 105.160) 49 que como una motivacién inicial del vestido'. De todas formas, no primer intento —es decir, el de tomar coneiencia de la propia ra- se pretende negar con todo ello que, en la evolucién mis reciente de 26n como de un instrumento que puede extenderse mis allé de los Ja indumentaria, estas dos fanciones hayan tenido un papel detet- limites a los que todos los animales estén sometidos— fue muy im- e mamteten clineabuactytiiaccae portante y decisiva para el modo de vivir. Por primera vez el ‘Al afrontar el tema del origen del vestido es frecuente que casi hombre tomé plena conciencia de lo que intrinsecamente lo carac- siempre se haga referencia a la historia del pecado de Adin y Eva terizaba como hombre y lodistinguiadel mundoanimal,«...descubrié harrado en la Biblia, un texto que ha condicionado intensamente la en si mismo Ia facultad de elegi por sus propios medios de cultura y los comportamientos del hombre occidental. A continua, vivir y de no estar ligado, como los demas animales, a un nico siste- cidn cito algunas reflexiones contenidas en un breve y audaz escrito, ‘ma de vida», Pero a la satisfaccion encontrada cn el descubrimien- titulado «Mutmasslicher Anfang der Menschengeschichten”, que el to de la propia libertad de cleccién, debié seguir inmediatamente mis grande pensador de la Mustracién alemana, Immanuel Kant tun estado de eansiedad y angustia», puesto que, comenta Kant, una ae ree cevero igor racionalista a partir de la mitica configurde vez saboreada la libertad, al hombre «ahora le era imposible volver Gin del lato biblico, Kant encuade al primer hombre en un et hs condicion de exclavo (bajo el dominio del insino)® do paradisiaco, que, sin embargo, a diferencia de Ia interpretaci6n En la interpretacion kantiana, la expulsién del paraiso simboli- So eaeesoriders como una eondicion anterior al set human sl pao del prinuiviemo ala condicion hursnscn una cata Rain ead de ignorancia y, por tanto, de inocencia. En este le naturaleza simplemente animal, la evolucién de las ataduras del primer momento el hombre se gui6 solamente por el instinto, «esa jnstinto a la supremacia de la razon»®, del estricto cumplimiento de Moz de Dios a Ia que obedecen toclos los animales» y que ale concer Jas leyes impuestas a la naturaleza animal al estadio de la libertad, Wo algunas cosas como el alimento, mientras que otras le Fueroa Para el hombre ya no podia ser posible un retorno al paniso de la prohibidas» (Génes, I, 2-3)". El hombre se encontré bien mien inocencia, no porque como guardian del paraiso haya «wn queru- trae siguig las huellas de este instinto primitivo, pero la raz6n, un n, que blande flameante espadan (Gnesi, III, 24), sino porque del ‘vez despierta, «intent ampliar su conciencia de los medios de al taclo de libertad ya no se vuelve atras. Para el fildsofo de Konigs- mentacion mas alli de los limites impuestos por el instinto» y leit Derg, este pecado original es el principio, el verdadero inicio de la ddujo a comer el fruto prohibido: «... es una propiedad de la 1 Dhistoria humana descle un punto de vista ideal y logico; la inocencia Gque, con la ayuda de Ia imaginacién, ésta pueda producir artiie Perdida, la «caida», se convierten en una emancipacién, en la libe- mente descos intensos, no solo sin un instinto natural que tienday in del hombre de la animalidad, de la vida puramente instinti- cllo, sino incluso contra este mismo instinto» ip, remind ‘De todas formas, aunque la ocasion de desobedecer al insti Sélo como consecuencia del pecado original, nuestros proge natural pudo ser algo de poca importancia, «la consecuencia de é lores tomaron conciencia de su propia desmuder y fue en este preci- # momento en el que surgié la exigencia exclusivamente humana cubrirse: «.. viendo que estaban desnudos, cosieron unas hojas higuera y se hicieron unos ceftidores» (Géness, II, 7) (ig, 2). En lidad la razén no se limité a actuar solamente sobre el instinto de Faun Sqilace, principio de siglo, manifesta una tess de ete po Fe eee fire emolen, dine vested que ha creado : nto sexual a través del cual se garantiza I é Ripoles, Sandon, 1912, pp. 51-52 c ma p consccyaciat tes Po eticulo, «Alutmusicher Anfang der Menschengeschichten, fue pecie. «Pronto el hombre se dio cuenta de que el impulso sexual, cae a ris Moar eles eer 1786 Vi. 2 , SN meine Fl aor hace referencia a eiin aia =: votes conga della sora wvanam en Sag alle ster, dicin de ae Patni itn, Gate. 1972, pi. 221-238 Jf ie, 225 (ein ian Yn, py 223 (odin alana) ms © fm, pay 28 (edicin salina). ¥ Laem, pix, 229 (edicion italiana), 50 que en los animales depende exclusivamente de un estimulo pasaje- ro, periédico en gran medida, en su caso puede prolongarse ¢ inclu- so aumentar por medio de la imaginacién, cuya intervencién es moderada, aunque simultineamente haga que dicho impulso sea duradero cuanto mis tiempo permanezca el objeto sexual fuera alcance de los sentidos... De esta forma la hoja de higuera fue el producto de una manifestacién de la raz6n bastante mas amplia... La conciencia de un cierto dominio de la azn sobre los estimu: Jos», Por consiguiente se pudo «inhibir la saciedad que esta implici- {wen la satisfaccién de un simple placer animaly, haciendo la atrac- cidn sexual «mas intima y duradera al ocultar su objeto a los senti- tlos»™. Prosiguiendo, Kant afiade que precisamente el «rechazo» implicito en el epudor» constituyé el artificio para pasar poco a poco de los estimulos simplemente sensibles a los ideales, del deseo simplemente animal al amor, y con ello del simple sentimiento del placer al gusto por la belleza». «Un pequefto comienzon, considera, fue, sin embargo, hizo época, puesto que dio una orientacion to- falmente nueva a la forma de pensar y fue mis importante que toda B) Is interminable serie de sucesivos progresos culturales»* Sin querer forzar el sentido de estas consideraciones, me parece {que el fildsofo alemain, a través de la hoja de hignera, generalmente onsiderada como la primera prenda de vestir, como la primera nanifestacién humana de pudor, ha querido poner en evidencia el poxler eminentemente erético del v anticipandose al con- opto freadiano de sublimacién, ha subrayado que la transforma- fi0n de los instintos en sentimientos sefialé un momento funda- Jpental en la historia del progreso y de la civilizacién: en efecto, co- henz6 a cxistir el mundo de la fantasia y de sentimiento que refind Plogresivamente el espiritu humano y que es e! origen de todo lo We cl hombre ha creado y crea en el campo de la poesia, de la musi- ‘Ph del arte y en todos aquellos sectores, incluido tambien el campo Hk! vestido, que representan las parcelas privilegiadas de la revela- on dle lo bello 1 Hae, pig, 226 (edicién italiana. W Laem % Kant asigna al vestido una gran importancia porque consttuye el elemento J dignidal al hombre, que hace de él una eriaturs mora, De esta forma, se i el yestido como e] Fundamento de a moral y dela eivilizacibn (ct. I Findecine dele metas det ctu, Basi, Lateeza, 1980 [vers, esp: Fardamen: Wea metas de ls eatamres, Madeid, Expasa-Calpe, 1973} Tal concepeién se seporado al lenguakecotiano, como por ejemplo en la expresim falta de om la acepcion de falta de sentido del recat y de la composturs, TsO DYMO TAINOI ACY WALTMAN 53 Cairuto Il Formas y funciones de la ornamentacién corporal Es posible distinguir entre una ornamentacién directa y una Of) namentacién indirecta en funcién del efecto estético que adquiet {1 cuerpo, mediante intervenciones directas sobre su superficie @ simplemente a través de objetos ornamentales como las joyas 0 16 yestides. A veces las dos formas de decoracién son dependiente entre si, como en el caso de los pendientes y de los zapatos, que plican respectivamente una cierta mutilacion y deformacién de ggunas partes del cuerpo. Pintura del enerpo y tatuaje El cuerpo humano ha representado quizi uno de los primeng campos de manifestacion artistica (fig 3). La pintura del cuerpd tina forma de decoracién directa difundida en todo tipo de cultus Se remonta al paleolitico. Las pinturas recuperadas en las cuey arestiguan que los hombres de esa época ya conocian los colores ‘igen mineral como el ocre, con el cual probablemente pintab las pieles, el cuero, la madera y también el propio cuerpo. En al nas poblaciones precolombinas se creia que las pinturas Facials dian proteger de las enfermedades; los Wai Wai, un grupo de ind famericanos, tenian la costumbre de pintarse ¢l cuerpo de rojo com proteccién contra los espiritus malignos. Algunos pueblos gues Hi \ Piorura corporal de un hombre Kau. Focografa exaid de ¢ 54 ppensable para suscitar el miedo en el enemigo y adquirir mayor se~ ‘guridad en si mismos. En diversas culturas indigenas la pintura cor- poral reproducia los motives ornamentales que aparccen en todas s, retomando los temas decorativos de los objetos de ceramica 0 madera de uso doméstico. Solamente con el tatuaje' se realiz6 la aspiracién de los pueblos primitivos de hacer permanentes las pinturas del cuerpo, sin la nes Cesidad de renovarlas constantemente. Desde tiempos remotos, tal vex ya desde el paleolitico, ha sido un elemento decorativo de gral difusion. Charles Darwin afirma que «no se puede hacer mencibay de ningiin gran territorio, desde las regiones polares en el norte hase ta Nueva Zelanda en el sur, en el que los indigenas no acostumbret 4 colorearse Ia piel con el iamado tatuajen® (fig. 4). Sus funciones eran idénticas a las de la pintura corporal: constia tuian cl simbolo de la posicién social y variaban en cantidad y ca racteristicas segiin el papel y las actividades desarrolladas en el me bito del grupo. En las islas de la Micronesia las decoraciones facia les en zig-zag o en forma de gancho estaban reservadas al jefe de tribu, mientras que a los demas componentes del grupo solo se I permitia emplearlas en el pecho y en la espalda, ‘Asi, en algunas poblaciones de Nueva Zelanda, los individu ‘con mayor influencia en el ambito de la comunidad se practical tatuajes en el rostro y en el cuerpo para distinguirse de los demas in dividuos, los cuales presentaban en el cuerpo una decoracion nos profusa y mas simple. Determinados pueblos primitivos afticaa nos ¥ polinesios se tatuaban con signos que simbolizaban el mimé de enemigos que habian sido aniquilados, o de heridas recibidas Ja guerra, como si el tatuaje fuera una especie de medalla al val ‘Algunos pueblos primitivos imprimfan en el cuerpo no s6lo los tos heraicos, sino también los delitos de los ladrones, adiilteros deudores, cuyos tatuajes correspondientes pretendian poner de lieve para siempre la culpa y alertar a los demas componentes grupo. La imposicién de un signo distintivo con el fin de aislar ai dividuos considerados socialmente peligrosos se puede encont fen todas partes, s6lo que en lugar del indeleble tatuaje se utilizal Tia palabra tase ticne st origen en la forma etataus, que significa wal sobre la pic, El téemino fue regsttado en Tabiti por el explorador inglés Ja Cook 5 fue adoptado y a su ver modificado en las diversts lenguas europea > C.Darwin, Longe delwoms, Milin, Barion, 1926, pig, 441 [vers esp igen del baie base natural on redial sexo, Madi, Piaf, 1966) 36 {. Tatuaje y ormamentacién de una mujer Kau. Fotografia comada de Gent di Kau (edicion de L. Riefensthal, Mili 19 una determinada prenda de vestir: basta pensar en el capuchén ne gro de los leprosos, o en el velo amarillo que las cortesanas tenian: que llevar en la Florencia del siglo xv. En muchos casos el tatuaje intentaba transmitir un mensaje de tipo sexual unido a la capacidad procreativa, por medio del cual ef hombre ponia de manifiesto su propia virilidad y la mujer sefialabar que habia alcanzado la edad de la fecundidad, o bien su pertenencia’ aun hombre. De esta forma, en Ia isla de Hokkaido (Japén) los! hombres primitivos, como signo de virilidad, se practicaban un taal tuaje en forma de brazalete por cada mujer conquistada. En Nueval inea las mujeres empezaban a tatuarse en la infancia y despus ‘cubrian gradualmente todo el cuerpo hasta completar la operaci6r en la pubertad, de forma que quedara clara su disposicion para ‘emparejamiento; después de haberse casado, se tatuaban un signo forma de V entre los senos. También se empleaban mucho las li reas tatuadas sobre el rostro para manifestar cl estado civil. Dada la ausencia de escritura, la comunicacién visual, median tun cédigo preciso de formas y de colores, permitia a los pueblos pri mitivos leer sobre el cuerpo semidesnudo de cada individuo info maciones relativas al grupo al que pertenecfa, a sus empresas, a actividades y funciones. Pero ademas de ser un medio de recon micnto de la propia identidad, el tatuaje, como la pintura co tenia una funcién magiea y religiosa y, sobre todo, si era rico y riopinto, una misién ornamental cuya finalidad era aumentar la Meza y el encanto de la persona. Distintos ejemplos de pinturas y tatuajes primitivos parecen a ténticas prendas de vestir: los disefios geométricos y las decoraci nes que embellecian y resaltaban ciertas partes del cuerpo, cons ‘guian transformar milagrosamente la piel humana en un tejido indumentaria inicial de estos pueblos primitivos recuerda ex citamente este tipo de decoracion corporal). Cuanto mas amplh ‘eta Ia superficie del cuerpo decorada, mas se parecia la piel a prenda de vestir y como consecuencia los individuos de las til daban la sensacién de estar més vestidos que si llevaran trajes ce dos (fig, 5). Alexander von Humboldt observaba que la decoraci corporal no es inferior en ningiin caso al arte del vestir: «si los blos que practican la pintura corporal se hubieran estudiado atentamente como las naciones que emplean cl vestido, se hal descubierto que la mas Fertil imaginacion y la actitud mas caprich Ho. 5. Taruaje femenino de Ia isla de Tasmania, colonia polinesia de Melanesia oroccidental. Dibujo extraido de La res spp dela tera 1V (edicion de R, Biasutti), Turin, UTET, 1967, sa han originado tanto la moda de las pinturas como la moda dell indumentaria»’. Las actuales formas de ornamentacién obviamente tienen poco) co nada en comin con las modalidades técnicas y las importantes fanciones informativas que tenian la pintura corporal y el tat ca los pueblos primitivos. En nuestra cultura el tatuae, sobre t como Lonsecuencia del empleo del vestido, no puede exhibirse yh Gsumido un caracter de arte clandestino que generalmente 0 h fdo nunca mas alla de un limitado repertorio de estereotipos simby licos y eroticos, Su contemplacién suscita todavia una repulsi instintiva, puesto que, bajo la forma de mensajes, simbolosy fig srotieas ha sido, y todavia Lo es, un elemento decorativo particula vente difundido entre las clases sociales més bajas y marginadag De todas formas, no han faltado casos de tatuaje entre person: cuyos nombres estin ya ligados ala historia, como Napole6n, Es {que Ill, Pedro el Grande, Roosevelt, Truman, Churchill, el man oty Montgomery, Stalin, john Kennedy, etc. En estos iltimos them os parece que el tatuaje, como técnics de elaboracién del «cue Expecticulor, estévolviendo a la moda. Hoy el arte del tatuaj, 20 folo en el sur de California, capital del «neotatuaje» y también ¢& Tnglaterra y Holanda, paises europcos lideres en el sector, si de técnicas mas perfectas: ya casi no se trabaja a mano, sino que fsa una especie de rotulador que describe sus trazos sobre lap ton agujas eléctricas, ofreciendo una mayor variedad de colors ‘Ademis se han cambiado los modelos: ya no se reproducen $0 mente dragones y samurais, sino también retratos de actrices (Wi filyn Monroe, Marlene Dietrich), copias de cuadros famosos (ob de Botticelli y Guido Reni, y también de Klee o Kandinsky) y fa ‘fas geométsico-punks. Por otra parte, en Japon se practican los Tunjes negativos», especialmente difundidos entre las mujeres: Uibujos realizados al polvo de arroz o al dxido de zinc, que apa Sobre la superficie de la piel solamente en determinadas circu Clas, cuando la persona se encuentra en estado de excitacién, ef bao caliente 0 cuando bebe alcohol. La prolongada y costosa pri tea sadomasoquista del tatuaje, sobre todo por razones cultural tho se ha consolidado en Italia salvo en raras excepciones dentro In alta burguesia y en todo caso en forma de mindsculas sei ocultas y runca a través de grandes dibujos*. ~ Darwin, ide J vipa, en La Repubblica, 12 de abel TA. von Humboldt, citado por 4 Cfe 1 Laurens, «Dal galcotto al 1985, pig, 15, o Cosmetieas Con la costumbre de cubrir el propio cuerpo, tipiea del hom- bre civilizado, la intervencién directa sobre éste se ha limitado no- tublemente y por lo general ha asumido una finalidad puramer ‘cosmética simbélica que, sin embargo, no ha excluido del todo la funcién tipica de los pucblos primitives. Efectivamente, cl cos- mnctico puede transformasse en caracteristica dominante de un gru- po hasta el punto de que el individuo, para sentirse integrado en {ite y para diferenciarse de los dems, se ve inducido a empelarlo: busta pensar en el maquillaje vulgar y recargado al que recurrian las prostitutas del siglo pasado para seftalar al hombre su propia pre- sencia, ot ‘las extrafias cabelleras de los modernos punks. En el flo xv, la costumbre de afeitarse las cejas constituye un caso similar, tsi como la tendencia a dibujarse lunares para intensificar la palidez fristocritica de la piel, en el siglo xvim, la de aplicarse polvos para blanquear aiios 30. ‘el rostro en el siglo xix, 0 la moda de las ojeras en los TE arte de la wcosmética»*, cuya raiz griega significa adorn, de~ goracion, hha representado ya desde la antigiedad un modo de mos- {rar la propia individualidad y de comunicar mensaes. La cosméti- fi ha sido empleada como lenguaje de seduccién prevalentemente por las mujeres ‘e remonta a la época en que éstas tenian que ha- ferse notar para que las eligieran como esposas y recurrian a uno de Jos pocos miradas y imedios de atraccién que les estaba permitido: captar las 1h atencién del hombre con seitales visuales lamativas. Jin culturas diferentes de Ia nuestra era el hombre el que atraia las Fidional, donde eran las mujeres flo se ata ‘como en el caso de los Todas de la India me- {que elegian al hombre, que por aviaba con pequefos espejos y vivos colores. ‘uales productos de cosmética (por ejemglo, el maquilla Jo: los polvos faciales, las sustancias para dar color alas mejillas 0 las idas para maquillarse) 0 para el cuidado de la piel (eremas tle distintos tipos, tonicos, mascarillas, productos como las cremas 71a termino cosmética correspond a la teaduecidn de la palabra italiana in (que proviene del griego xZajco.c «késmesisey sifica ornamento, aoe ori caprlconjmto de ences crplenas parse cudado IN. del TF] r a ot fluidas 0 las lociones limpiadoras), son muy variados y tienen lag funciones de reforzar las tonalidades naturales de la piel y de suplie en parte la actividad reducida de las glindulas sebiceas®. Los os, ue aportan vida al rostro y que de forma tan discrcta como efreap foman parte en el juego erético, son sometidos a una variedad de are tificios cosméticos (sombras, lépices, mascarillas) para resaltar oa expresion sedluctora y sensual mentaria. En efecto, los labios tienen un papel muy importante én {a telacién amorosa . perteneccn a las zonas erégenas del cuerpo yy Por tanto, hacen del beso un acto particularmente erstico, La teed or la que la mujer acentia el rojo natural de esta zona con el min, haciendo que la boca parezca sensual y carnal, esti en esta fame ion de atraccion, EI Cantar de los Cantares est Ileno de olores fragantes: las mej Ilas de los amantes huclen a hietba, los senos a especies, cl aliento-al Imiel. Los olores son podlerosos estimulantes de todo el sistema ny vioso, lo cual explica por qué ciertas sensaciones olfativas pueden generar emocionesfortisimas. El olor de ls scereciones de las gm alas de las axilas y de las zonas genitales atiia como un potente timulante sexual, por lo que en otras épocas dicho olor era deseadg ¢ incluso provocado; en la antigdedad las concubinas reales eran 30 ‘metidas aun largo tratamiento con el fi tensidad en los propios olores naturales. Los potentados oricnalegh después de haber hecho correr a las mujeres de su harén o teas hy berles provocado el eansancio, elegian aquella cuyas prenclas sud das suscitaran un mayor placera su olfato. Ell poder de las emanacio nes sudorosas del cuerpo femenino sobre cl hombre ha sido cantadh Por poetas y escritores como Charles Baudclaire y Emile Zola, wu yugando» también a los poderosos de la tierra® de los productos de aseo personal, el hombre de la wcivilizacion i dustrial prefiere, en cambio, eliminar los olores del propio cuerp Como si fueran negativos, sustituyéndolos por olores ajenos a * Se pueden encontrar consideraciones interesantes sobre este tema en Ga tareli, 7 cameti, Roma, Editori Rivniti, 1984, "Cl. dem, pigs. 84.85, e entre ellos el mas difundido es el perfume. A esta sustancia ctéret siempre se le ha atribuido un poder purificadot con respecto a la materialidad y a lo instintivo, asi como la cualidad de refinar y eles ‘var el espiritu, Como afirma Frazer, el uso del perfume en algunos pueblos primitivos tenia la finalidad de suscitar un estado de éxtasis. ¥ de inspiracién, asi como la de ahuyentar los poderes maléficos, dar caza a los espiritus malignos y exorcizar a las bruja”. } Hoy, en cambio, el perfume esté en funcién de toda una de gratificaciones interpersonales y sobre todo narcisistas. En mbito de la comunicacion, el perfume, ampliando ¢l propio corporal, potencia el cuerpo como productor de mensajes y al mis ‘mo tiempo como extensién de las capacidades de reaccion sensor por parte del virtual destinatario del mensaje. Estimular de for agradable la percepci6n olfativa de los demas presenta sobre todo funcién de atraer sobre el yo, por una parte, la rivalidad de los indi vviduos del propio sexo y, por otra, la atencién del sexo contrario. uso del perfume ofrece ademas agradables sensaciones tictiles y frescura que pueden producir, sobre todo en determinados mor tos de depresin y cansancio, un efecto embriagador y en cie modo euforizante. Otros productos para el cuerpo son los jabon las espumas y sales de baiio, los desodorantes, etc. El empleo de los cosméticos afecta también al cabello. cl cabello era una prictica igualmente difundida en los pucblos pr ‘mitivos que empleaban tintes de tipo vegetal, algunos de los ‘como la jena, cl indigo y la camomila todavia se emplean; antigu mente también se utilizaban la ciscara de nuez y la savia de ene En torno a 1960 se difundid el uso del agua oxigenada y con el feccionamiento de las técnicas se ha legado después a la moda las mechas. Actualmente son de uso frecuente los champiis, qu permiten a cualquier persona modificar el color del propio pelo, sea por el placer de cambiar o por liberarse del miedo a no par joven a causa de las canas*, Los productos de belleza, antes simbolo del lujo de las clases tas, han aleanzado, gracias sobre todo a las falsas promesas de medios de comunicacién, un alto indice de consumo y represent Cie JG. Frazer, 1 name d'or, Turin, Einaudi, 1950 [vers esp at rama da. Magia y relia, México, FCE, 1979) Ci F. Dogan, Pcipateleia det cons qusidian, Min, Angeli, 1976, inas 119-128, Como breve referencia histéria al peinado, eff. M. A. Des Pricocoleia dela mode, Roma, Ealivori Rinuniti, 1981, pigs. 195-199 [ver Prana de le mada, México, FCE, 1985} 64 tuna prolongacién natural de la higiene. Tanto en el hombre como cen la mujer, el ser atractivo coincide cada ver'mas con el mante: miento de los rasgos juveniles durante el mayor tiempo posible, dlado que la sociedad industrial exalta el mito de la eiieneia y de a juventud. La esperanza media de vida se ha prolongado sobre todo como consccuencia de un mayor conocimiento de la medicina pre- ventiva, y todos sentimos el deber de mantenernos eficientes ¥ en forma durante el mayor tiempo posible para no sentienos excluidos de la colectividad, Sigfried Kracauer considera que «por temor a que se les retire del uso como mercancia usada, hombres y mujercs se tifien el pelo y las personas de cuarenta afios practican deporte para mantenerse delgadas»’. El cuidado del propio cuerpo (las dic- lus, la actividad fisica, los intentos de mantener el cabello y los es- fuerzos para hacer desaparecer la grasa del abdomen o la celulitis, ssi como los cuidados de la piel) legan a ser deberes que hay que eumplir, pero que a menudo tropiczan con la imposibilidad de gas- tr dinero y de invert tiempo, o.con la desguna yas debiliades de i gula. Jean Baudrillard observa con agudeza que el efecto de la wlibera- ¢i6n del cuerpo» en nuestra sociedad ha sido el de hacer de él un ob- Jeto de preocupacién, positiva y negativa al mismo tiempo. Entre as las actuales «obsesiones colectivas» en relacién con el cuerpo, llestacaria la preocupacién represiva: el_a higiene en todas sus for- fis... tiende a exorcizar el cuerpo y en particular sus funciones de Werecién y secrecién; se inclina por una definicién negativa del Mnismo, definiéndolo por eliminacién como un objeto plano, sin Wefecto, asexuado, salvaguardado de toda agresion externa y, por Junto, protegido contra si mismo. Sin embargo, la obsesién por la Wigiene ino es la heredera directa de la moral puritara: esta moral re- Jptobaba, reprimia el cuerpo. De una forma mas suil la ética con- Jeinporinea, en toda su abstraccién higiénica, en toda su pureza de Aignificante desencarnado, lo santifica... del deseo oculto, censura- Asi, en un cuidado lidico del fisico, la preocupacién higiéni- % previene de toda relacién negativa entre el cuerpo y el deseo. 5 Krcar, Gb ip Tri, Bindi, 1980, pp 22 We}. Bauder, tad dct Bolonin i Mino, 1976, lig. 202 hh med ms, ato, 8 Pi 65 de pelo representaba una operacién dificil y delicada, ya sea por el peligro de molestar al espiritu y provocar su venganza, ya sea por la orn Uificultad de encontrar un lugar donde colocar las hebras cortadas. En efecto, después del corte de determinadas partes del cuerpo, se El cabello y sus tipos de peinado correspondientes contribuyen, cercia que perduraba «la relacién positiva que existe entre el hombre junto alos demas clementos de la indumentaria, ala constivucion de y todos los elementos de su anatoméa, por lo que él sufriria cual- Ta imagen corporal, es decir, establecen la forma en que el sujet quier mal que pudiera sobrevenir a las partes separadas, como los vive el complejo de sus propias caracteristicas fisicas, influyendo eft restos del eabello y de las ufias»''. Por esta razon, estas hebras 0 des- el concepto de si mismo y en Ia interaccién con los demis. Los a5: pojos se depositaban con mucho cuidado en lugares seguros con el pectos particulares de la personalidad del individuo, su clase social fin de evitar que pudieran emplearse para wejercer maleficion contra Oral grupo politico y religioso al que pertenece, se pueden seftalan la persona a la que habian perteneciclo; también en caso de que el ‘isualmentea los demas a través del peinado: el pelo largo y la bag Individuo fuera hecho prisionero, estos restos podian emplearse a han caracterizado la protesta juvenil del 68 y han expresado € ‘como prenda para que el sujeto no huyera, Por otra parte, en algu- anticonformismo de los hippies. Por otra parte, otro cjemplo sei ‘nos pueblos, como, por ejemplo, entre los habitantes de las Islas, ‘I pelo corto y variopinto de Ia pacifica marginalidad punk o el tk Marquesas, se podian encontrar hombres con Ia cabeza rapada en su gor, el orden y la renuncia quc denota el pelo, a veces rapado {otalidad salvo un mechén de la parte superior, que se mantenia Cero, de militares y religiosos. suclto o recogido de una forma especial y que simbolizaba un voto El cabello desalifiado y poco cuidado, asi como el abandono de venganza; el mechén se cortaba solo después del cumplimiento la forma de vestir, pueden indicar un estado de tension, de agresi ile la promesa dad, de rechazo o de indiferencia hacia la propia imagen, o uf Pucsto que los cabellos y todo el conjunto capilar del cuerpo hu- ‘concentracion de energias en torno a actividades y problemas es nano son elementos comunes al mundo animal, constituyen sim- Cificos que absorben temporalmente toda la atencion del individ hpolos de agresividad, de fuerza bruta y maléfica. A propésito de este Expresiones como «poner los pelos de puntay, «erizar el pelo» fema, Frazer considera lo siguiente: «También en ner un diablo como cabello»**, ponen de manifiesto la conviedl que Ia potencia maligna de las brujas y de los magos re de que existe una estrecha relacién entre los estados emotivos Jello y que nada podia dafiar a estos malvados mientras conscrva- individuo (miedo, ira, depresin, etc.) y el estado del cabell fan cl pelo. Por esta azn, en Francia era costumbre afeitar todo el ccuidados y el interés en torno al cabello atestiguan una profunda s @ucrpo a los acusados de brujeria antes de entregarlos a los alguaci- lacion de identificacién entre la persona y su pelo. Muchos si Js”. El corte de pelo que se realizaba a los recién nacidos en algu- tuados latentes de nuestras costumbres cotidianas en relacion com, {hos pueblos primitivos desempefiaba la funcién de rito de separa- ‘Cabello, tal vez puedan llegar a ser mas comprensibles si nos fe #i0n, Su valor consistia en la purificacton de las tuerzas maleticas; tamos a las ereencias y a los mitos de la mentalidad arcaica, Jepresentaba la ruptura con la condicién precedente y el paso a un Frazer hace referencia a las atenciones y a los tabis en rch i estado diverso", Ilevando implicita la misma funcién simbélica con el cabello difundidos en numerosos pueblos primitives. Jive forma el corte de pelo al que se someten las personas que abra- Consideraban la cabeza como una parte especiamente sagrada e fin la vida religiosa {que habitaba un espiritu muy sensible a las heridas o « las falta Las sensaciones tctiles de blandura, suavidad y esponjosidad idaban mucho la cabeza y el peinado. respeto, por lo que cui 5 TG. Frazer, 1! rmo dory 1, Turin, Einaudi, 1950, pi, 385 [vers espe La <7 cencr un diablo como cabellos es una teaduecia literal dea Wr frais, Magie'y rin, México FCE, 1979} lon que significa etar muy iad He Cie Mem pig, 390. {no hay ninguna expresi6n 1 Ce fdem, pig, 429. 16h. fem, gy. 390-391. italiana vere wn davolo pe apel a ence a fae orga por en espaol Fae e a pabet pao 8 call que describ dicho xo de 66 aque suscia el cabello invita a a cain; ademds de sensaciones eroticas provocan también sensaciones de ternura y de calor que tienen una connotacion maternal. En efecto, desde el pont de vie tadel tacto la experiencia de tocar el cabello origina una profunda y reconfortante comunicacion afectiva propia de la infancia. En esta experiencia gratificante quiz se pueda encontrar un significado a la difundida costumbre de juguctear, ensortijar, tocar y alisar los prom pios cabellos, que acompana generalmente a los estados de tension ¥ de inseguridad. Esta connotacién psicolégica de proteccién y de: aplomo explicaria también el origen de la expresin wecharse la manos a la cabezan. La vitalida y dinamismo del cabello se han asociado siempreal] rencial energetico del individuo, como atestiguan las creencia Felts pueblos primitivos. Frazer, ecfiriéndlose a este tema, cons tm lo siguiente: «Ein los cuentos populares sucede que a menudo fuerza de un hombre aparece relacionada con su pelo; sise le cont se debilita o se le provoca la muerte. Los indigenas de Ia isla de boina creian que su fuerza residia en el cabello y que si se les co bo, la perderian; el mito de Sansén es emblemitico con respec esta relacion simbolica. El rapado que se realiza a los prisioneros Jos traidores 0 a los enfermos mentales, que en general acompai a los actos de marginacién y discriminacién, ha tenido y tiene via un significado de castracién evidente. Este simbolismo, ralmente inconsciente,eslacausa delestadodeansia,sinodeunasit ‘cién traumitica, con’ la que a veces pueden vivirse fendm como la pérdida del cabello o la formacién de las canas: cl indi duo siente que su propia imagen e indirectamente la calidad de rclaciones interpersonales se han visto afectadas. Si diige su a ci6n solamente al yo corporal, podri debatirse entre la angustia desconfianza en si mismo, determinadas por la sensacion de rioro fisico, y la confianza ciega en espectativas milagrosas, ali tadas por las promesas de la publicidad de cosméticos. Ade temor del sujeto a que los demas lo encuentren envejecido y atractivo sexual, por tanto con un papel no compartido ni ace do, podria creat una serie de condicionamientos en cl com ‘miento que incidirian inevitablemente en la seguridad del it duo en la propia persona, asi como en sus relaciones con log mis. Tem, pig, 429. 68 Mdifcaciones enol exerpo Por otra parte, existen pricticas, ademas de ls cosmética, que con intenciones cultuales y estéticas producen profundas modifica ciones corporales; entre éstas, una de las més audaces es sin duda la remodelacin del eréneo mediante presién, que las mujeres de ciertas tri- bus realizan con sus propios hijos (fg 7). Entre algunos pueblos que se consideran ecivilizados», la moldcable blandura del crineo in fantil llegé a ser un estimulo para provocar conscientemente inten- tos de deformacién, determinados mis bien por rizones raciales y cugenésicas que por razones estéticas. En efecto, se consideraba que ln conformacién del crineo de un individuo y, por tanto, la de su ‘cerebro era lo que condicionaba sus actitudes y su comportamiento moral. También los labios y los Ibulos de las orejs podian sufrir deformaciones por razones estéticas, para lo cual se estiraban me- iante pesos. La nariz, podia ser perforada o aplastada. Entre los pueblos primitivos, son frecuentes loscjemplos de mu- Wlcién waidos a menudo a ritos de iniciacién a los que se sometian los adolescentes de ambos sexos. La extirpacion de la falanges y de os dientes, las perforaciones en los labios, en las mejillas y en las Deja (estas tiltimas todavia se practican), asi como la circuncisién Musculina y la subincision 0 corte que se practicaba en los labios Menores de las jovencs, sefialaban la Hegada a la edad adulta y la in- fercion activa al grupo tribal al que el sujeto perteneciera; por ello, Hichas mutilaciones y deformaciones se exhibian con orgullo, como. Hementos decorativos. Cortarse las ufias 0 el pelo, depilarse o pe Hime tambien son formas de mutilacion y deformacién, de elim Beidn forzada y de modificacién artificial de ciertas caracteristicas | cuerpo; pero el hombre no las percibe como tales, porque desde #@ mucho tiempo se han asimilado como pricticas higiénicas 0 inludos estéticos. Ademis, la diferencia de este tipo de manipula- nes se debe al hecho de que no producen efectos permanentes, Mo ocurre, por ejemplo, en el caso de la extirpacién de las falan J de los dientes; en estos casos, si el hombre no interviniera, lo Wit Ia naturaleza. A propdsito de este tema, Fligel afirma que «el fe anticipa a la naturalezan's DG Fn, Pg det aim, Mili Angeli 1982, ig 57 fern Prvolaia del vestide, Paidos, 1964) = sil 69 7. Maer Manghes (Cong 0 Zt cn ao deformada yco0 Pi Tipico de las sos. as fanjas ornasnentales practicadas sobre la piel estaban muy dlfeadias entre ciertos pueblos primitivos, come, Per ejemplo, en. titan igenes australis. Para los pueblos gssre: tas cicatri- 10s ari grcridasreibidas en el combate contra los snetiys ‘cons- ces de a motivo de orgalloy de honor, siendo, Pox Ut, ua mo- truian Norativo como lo son hoy las medallas ‘valor. En las ciuda- ire Niversitarias de Alemania Occidental XV" todavia asocia- des suadiantils (Verbndanget) cuyos miembros hhasta hace al- fpunas décadas, practicaban el duelo como Sy forma de deporte ho- Bara jc'y arintocrtico. Lax clcaricesrecbida convertian en un 1 Acadmiracin y dstincién, simbolo de une formacion uni- Nersitaria seria y militarizada. Los pueblos civilizados también practiean deformaciones en los pia. Los pies pequetios constituyen yo ‘caracteristica propia de a Pe hina, perocl deseo de reducie posteriormnen’® sus dimensiones for motivor de belleza ha hecho que las make sometieran en el nado a irreversibles deformaciones ie Tos zapatos ocultaban cui- sco ente (Big, 8); Pagece que reduc ls dimenoues de los pies ane mediante el desplazamiento ce los hese ‘estaba unido a te er de que esta intervencion sobre cl COPS determinaba fina hipertrofia de sus Organos sexualess ‘ucediendo algo semejante vip que oeurre cn orticultura: con la poslas¢ ‘obtienen frutos mis are tes y jugoaos. Como consccuencily 10s Pie ‘empequefieci- odie eataban cazgadios de simbolismo erésc>- 1 ‘que ade- Hor ‘hacian de la mujer un Optimo partido: ¢5 i la posibilidad de Bp fran see ne'como ebjeto amoroso se graduaba en Fare A eapacidad para caminas, porloque la mur Tae tenia los pies mindsculos estaba condenada » iquedarse sin marido. aces cuentos populares de todas partes dl mundo, el 22 Ju ternenino eth presente como so} narrativaal problema de aeeicrae na exposa acecuad. Ente éstos, el MS conocido es el os rremicienta, un cuento muy antigue qe aPArecr Pe primera He ca forma earita en cl sigio x. de ).C Benn Bettelheim, en see eresante estudio sobre el uso y la importance del psicoandli- Wh tn los cuentos y sobre el significado ipsicoanalitico de los mis Hen veribe a propasito dela Cenicienta: ‘inigualable pequeficz fel pte como sefial de extraordinaris ietud, distinci6n y belleza asi Hel pie crvapaco de material preciso, som indice de un origen Mifental, aunque no necesariamente chino ‘Actualmente el receptor Wis azocia el atractivo sexual y la belleza en ‘general aunos pies de No aoc erducidas, como hacian en cambio os chinos de la anti- n Fic. 8. Un gemplode la antigua costumbre china de deformar los pies hasta ir sus dimensiones a poco mis de ses centimetros. Fotografia womada de B. of. 1 cope incampits, Milin, Mondadori, 1975, irucdad, de acuerdo con su prictica de vendar los pies de las muje- reo En este cuento el zapato es un elemento tan importante que tlecide el destino de aquella que pueda calzar en él su propio pie, pues simboliza la promesa de matrimonio de Cenicienta con el Principe. Ella «acepta su vagina que aparece simbolizada a través tel zapato y aprueba su deseo del pene representado por su pic. Solo de esta forma se la reconoce como la esposa adecuadan'™ Como apoyo a esta interpretacién del cuento de Cenicienta, Bettelheim aduce algunas reflexiones sobre la ceremonia nupeial en ‘orno al intercambio ritual del anillo que, siendo el simbolo de la ‘agina, se adapta al dedo erguido. A partir de este anilisis, el zapato dlecristal que el principe ofrece a Cenicienta para que ésta intronus, «el pie, podeia tener el mismo significado simbélico que la alianza matrimonial de oro, En estos prejuicios ancestrales, que ya son menos intensos a ‘usa del tiempo (y cuyos origenes actualmente se nos escapan), asi como en el poder magico que asignamos inconscientemente a algu- fos elementos de la indumentaria, tal vez se encuentre la explia on de por qué las mujeres prefieren los pies desproporcionada mente pequefios, asi como de la costumbre femenina de forzar el pic en zapatos clemasiado estrechos. Las observaciones de Havelock Lillis han puesto de relieve el atractivo sexual existente en las for. ‘mas artificiales de caminar y habla de la existencia de «una atrac. ©16n sexual abstracta basada en la sensacién de impedimento, ya sea Fepentino o provocado, o sélo visto o imaginado; los pies xe con- wierten en el nicleo principal de este tipo de atraccién, lo que cons. tituyc Ia base sobre la cual se tiende a construir un fetichismo ¢ Forno a éstos o en torno a los zapatos»®. La resistencia que los dis- 8 Bettethcim, nds ncantaty Mili Feltinelli, 1977, pip. 227 vers. exp Moni de ts cunts de bade, Barcelona, Faitorial Critica, 1981} "dem. pig, 260 ' Chr. ide, pigs, 260-261 y pig. 265. Wilhelm Wand nos ofece otra inter ftuciin del fenémeno de atarsereciprocamente un cordoneillos los costes, Mrecuente entre los hombres y mujeres de algunos pueblos primitives: e¢ eons on fhicantamiento mutwo y se aticipa al intercambio de anillos que todavia hoy se [practcs en las promesas de matrimonio y en las bodas. «Ln efecto, intercancbio te anil en cierto modo una reproduccionredicida de quel inerearbio pe Initivo de vinculos; a gran diferencia —afirma— esti en que solamente. Ie ees th primitiva el vinculo estaba considerado completamente mages, mints que fara nosotros e a convertido en un puro simbola» W. Wun Bement pacie i pepe, Tati, Bocca, 1929, pig 72 [vers esp: Element de elie dr hp Luis Faure, «Biblioteca cienttiea y filosotican, 1924) lis, Pola det ceo, IT, Roma, Newton Compton, 1970, pig. 205: 3 ic. 9. Asi deberia ser la conformacién anatémica del pie exigida por la forma d ‘apa, tintos tipos de calzado han mostrado en relacién con los cambio del gusto a lo largo de la historia de las costumbres se podria expl car a partir de las «emociones voluptuosasy que suscitan en quieh los lleva y en quien los observa. Segtin Ellis, chasta el suftimient puede legar a ser un simbolo erético en una gran variedad de Cunstancias particulares y procurar el mismo placer que las emocig ines que acompafian al acto sexual>” En la actualidad, el uso del zapato provoca una deformacién d pie que también afecta al hombre. Los fabricantes elaboran zapat simétricos, aunque el contorno de un pie no deformado sea as trico: el pulgar se separa de dos a cinco centimetros del dedo peqh fio y, respecto al resto del pie, la parte de los declos se ensan como un abanico. En cambio, por la forma del zapato, se podria d ducir que los dedos convergen en la punta y no hacia el talén yd acucrdo con su linea, el pulgar tendria que estar, por tanto, en el 2 Tom, pig. 106. 7” gar del tercer dedo, es decir, en el centro (fig. 9). A pesar de esta evi- dencia anatémica, fabricantes y clientes, probablemente a causa de lun inconsciente pero difundido fetichismo, concuerdan en sostener que la estética del zapato debe tener prioridad sobre el pie: como consecuencia, éste se convierte inevitablemente en instrumento de deformacién no dolorosa, que comienza ya en Ia infancia®. En el siglo xv estaba muy difundido en Venccia el empleo de specie de plataformas” que, colocadas bajo los zapatos y ocul {as por largos faldoncs, superaban incluso el medio metro de altura; éstas permitian aumentar la estatura a muchas mujeres y modificar su propio porte, que parecia bastante solemne a causa de la penosa lentitud y cautela con la que caminaban. Se consideraba que la no- bleza de una mujer estaba relacionada con la altura de sus chapi- nes***. Hasta entonces no habia habido una gran diferencia entre los zapatos de hombre y los de mujer, pero desde el momento en «que el zapato alto de Oriente llegé a Europa, ya no es posible con- fundir un zapato femenino con uno masculino, salvo por un breve periodo del siglo xvii en el que también los hombres emplearon el tacén alto, En los siglos xvt y xu, los chapines o zapatos con plata- forma también se pusieron de moda en otros paises curopeos. La excesiva altura de estos zapatos transformé a las mujeres en criatu- fas extrafias; lo que atraia al hombre no era solamente su exagerada altura, sino sobre todo la sensacién de inestabilidad determinada por estas autenticas banquetas portitiles. La contemplacién de una ‘mujer que caminaba de una forma precaria, correspondia a la ima- jen de debilidad femenina que el hombre se habia representado. El uso especial que se hacia de este tipo de calzado manifiesta su atrac- Livo particular, pues se empleaba sobre todo en ceremonias nupcia- les y en fiestas de cortejo. El arte de caminar limitando la libertad de movimicntos, que Gir el interesante catélogo (Satur Peragans, Florencia, Centro Di, 1985) [poblicade con ocasion de Ia exposicién realizada en Florencia en torno a la obra de Salvatore Ferragamo, en la cual se a pretendido poner de relieweel valor del zapac 1 como producto de artesania, como objto atistico, Los zapatos con plataforma o chapines venecianos descienden de los kkub- lab» sitios, témino onomatopeyico aplcado a los mecos, Los chapines son un tipo de vandalia de origen italiano que se caracteiza In por Mevar en su base una alta plataforma, Se trata de una especie de calzado fsirctamente Femenino y si uso se extendié por Italia a lo go del siglo x [Nat 7] * Para profundiar mas sobre estas formas de madificacin corporal, ef. B. Rusltsky, 1 core incampnis, Milén, Mondadori, 1975 en la mujer sicmpre ha sido uno de sus atractivos més seductores; se inventé y perfeccioné en Oriente. Ciertas costumbres africanas, como, por ejemplo, la de sobrecargar a la mujer con adornos de hie- ro que Megaban a alcanzar un peso de hasta treinta kilos (fig 10), demuestran que la tendencia a obstaculizar su paso esti més difundi- da de lo que se cree. Esta tendencia se remonta a un lejano pasado, cen el que un tipo de calzido demasiado grande que dificultaba el paso o los pesados ornamentos, era instrumento y simbolo del estae do de «esclavitud» de la mujer, de su sumisiGn al hombre; sin ems bargo, con el tiempo, estos objetos han adquirido un valor de signos. de alto estatus social y su ostentacién se ha convertido en motivo de Oorgullo. En realidad, todos los elementos propios del campo ona mental y erotico empleados actualmente (cadenas, collares, tatuajes, el desnudo, el bronceado, etc.) caracterizaron en el pasado a los es. clavos y a los salvajes, es decir, eran los signos de las clases y de lag razas dominadas. Otro tipo de deformacién del cuerpo en la que me detengo a continuacion es la besidad. En algunas tribus primitivas, las muchas ‘chas que Hlegaban a la pubertad eran enviadas a ciertas «casas de enw gorde» creadas expresamente con esta finalidad, donde permanes cian durante un periodo que variaba en funcién del poder adquistie vo de los padres. Dado que la belleza se concebia en relacién dire con el peso, la grasa se convirtié en un fenémeno de distincién s cial y de buen gusto en el cuidado del propio cuerpo. En las curas belleza, la mas conocida de las deformaciones provocadas en al ‘nos grupos étnicos africanos es la esteatopigia, es decir, el desarroll excesivo de la grasa subcutdinea que recubre las partes posteriores Ja mujer, asi como la parte mas alta de los muslos. La armadura, mirifaque que se colocaba bajo los vestidos, denominada despt ‘ul de Paris y cuyo uso se difundié en la segunda mitad del siglo pa do, ha proporcionado una imitaci6n artificial de la esteatopigia tre las mujeres occidentales: una majestuosa parte posterior cuerpo, auténtica o simulada a través del mirifiaque, estaba muy moda, constituia un clemento de atraccién y seduccién del cue femenino (fig. 11). : p 7 i Hi. 10. Los aros que las mujeres Padaung Mevab Tambien en Occidente se puede encontrar un caso muy evi a cesce i ung Hevaban como collar son uno de los te de deformacign el corsé que as mujeres emplearon has pein Pitlos uriovs dela moda femenina Eston aos estabun hechon cos poae at6n enrollados en torno ai cuelleyinicialmente se colocabhe te "J sespués se legaba gradualmente aun nimero de veintiden El peeo Bi lo azillon que estas mujeres Hevaban, incluso en los beams yen la pcenn, wile recorrian muchas mills y hacian la labor en el esrao, aleereaig 30 kilos. Fotogratia entrada de / cau ae! mando I (elicion ch Hurehinson), Mibin, Societa Editrice Libreria, 1913-1993, pios de nuestro siglo para comprimir la cintura y dar al cuerpo forma mis atractiva. El cor no solamente lastimaba la carne, 6 que alteraba la posicién de los organos internos provocando ¢on. tiempo distintas enfermedades (fig 12). Es un ejemplo tipico! 16 ic. 12, ftectos del corsé sobre el cuespo femenino, tomado de B. Rudofsky, /e ‘po icopiat, Milan, Mondador, 1975, ln funcidn que tienen en comin algunoselementos dela indumentaria femenina: la de hacer que la mujer esté incapacitada para el desarro- Mo de cualquier actividad fisica iil. T. Veblen observa que «el cor- é cs sustancialmente una mutilacion que la mujer debe soportar on la finalidad de reducir su vitalidad, provocando de forma clara duradera su inhabilidad para el trabajo... viéndose recompensada Jor una serie de ventajas en lo referente a su reputacién, que se deri- va de su aumento en fragilidad y discreciény*. El auge del corsé se Jpisaba en su utilidad como signo de bienestar econdmico: de he- ho, las mujeres de las clases mas pobres, como consecuencia del Veblen, Le ti dla ait, as, ini, 149; pls 133134 fen cps Tors rt na eso, POE, TOG 7”

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