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Abril 21 de 2021

Cuando los niños se vuelven superhéroes en medio de una


pandemia

Omar Páramo

Tacubo es un superhéroe, pero no de cómic o película, sino uno de


la vida real, pues además de pelear cada fin de semana sobre un
ring —de dos a tres caídas, sin límite de tiempo—, de lunes a
viernes se coloca su máscara encrestada y sale a las calles para
echarse un tiro contra el bullying escolar o, como hace ahora que
las escuelas están cerradas, para rifársela contra la angustia
padecida por tantos niños como resultado de este confinamiento
pandémico de más de un año.

“El coronavirus nos ha golpeado a todos de una forma u otra. Yo,


aunque no me he contagiado, he pasado momentos complicados, y
los pequeños a los que he visitado aún más. El 70 por ciento de
ellos ha perdido a algún familiar por la Covid-19, la mayoría de las
veces a uno de sus abuelos, y eso a su edad es algo difícil de
asimilar”.

Desde que inició esta crisis sanitaria al Tacubo le han llovido


mensajes sobre alumnos de primaria que atraviesan un mal rato y,
por ello, tras pensar en alternativas para ayudarlos a entender una
vida que les cambió de un día al otro, el luchador y su equipo
diseñaron una dinámica capaz de llenar sus necesidades anímicas
y mentales, pero de forma lúdica. Ésta consiste en encargarle a
cada infante una serie de misiones las cuales, al completarse, harán
de él (o de ella) todo un superhéroe, con traje e identidad a guardar.

“¿Y es que a quién no le gustaría tener superpoderes para


enmendar lo malo?”, pregunta el luchador, quien al hablar de
capacidades sobrehumanas no se refiere a ser verde y tener una
gran fuerza, a volar con capa roja o a ser veloz como el rayo, sino a
poseer el valor, empatía y buena voluntad para hacer de este
mundo un lugar mejor.

A decir del Tacubo, la historia de todo héroe siempre es una de


orígenes: Supermán sería un kriptoniano del montón si su planeta
no hubiera estallado, Spiderman seguiría siendo un aburrido
estudiante de química si no lo hubiera mordido una araña
radioactiva y Batman llevaría una existencia frívola de millonario
fatuo si un criminal no le hubiera arrebatado a sus padres al salir del
cine a medianoche.

“Como podemos ver, los eventos difíciles o excepcionales siempre


son un semillero de paladines y esta crisis sanitaria es las dos
cosas. Por eso a nuestros campeones les pedimos crear a un
superhéroe a partir de la frase: ‘Durante una pandemia que llegó a
la Ciudad de México en 2020 había un niño que…’. A partir de estas
palabras ellos vierten su esencia en el papel y comienzan a crear su
álter ego”.

Sobre si es complicado entrenar a los pequeños para convertirlos


en protectores de su comunidad el Tacubo confiesa que hizo
trampa al diseñar estas intervenciones pues no les está enseñando
nada a los menores que no tuvieran, pues la materia prima siempre
estuvo ahí.

“Todos los niños —sea el año pasado o éste— han realizado al


menos un acto heroico para hacer más llevadero el encierro. Desde
antes ya eran súper, nosotros sólo venimos a mostrarles lo
evidente”.

El poder de la palabra

Además de luchador, el Tacubo es comunicólogo —hizo la carrera


en la UNAM— y, por lo mismo, cree en el poder de la palabra y el
diálogo. Ello explica por qué, al diseñar esta intervención, tuvo el
cuidado de que los niños, al crear sus personajes, le expresaran los
temores, inquietudes y esperanzas que sienten por la pandemia.

“Entre lo que me refieren se repiten siempre sus ganas de volver al


salón de clases, ya que si bien al principio les gustaba eso de no ir
a la escuela ya comienzan a sentirse cansados de las mismas
paredes y ventanas; me dicen que extrañan la hora del receso y
correr por el patio. También me han contado que han llegado a
sentirse frustrados y a veces hasta enojados; nosotros los
ayudamos a lidiar con eso”.

Cada intervención es individual: el luchador va a la casa de los


niños y regresa días después, pues la dinámica consta de dos
sesiones. “Visito a estudiantes de entre siete y nueve años en cuyas
escuelas estuve antes —previo acuerdo con sus padres y maestros
— y, como ya me conocen su reacción hacia mí suele ser de ‘¡qué
sorpresa!, ¿cómo has estado?’, como si yo fuera un viejo amigo
suyo”.

Algo que ha sorprendido al Tacubo al aplicar su dinámica es lo


transparentes que son los menores al dar forma a sus superhéroes,
ya que por más fantásticos que sean sus relatos y bocetos, cada
detalle revela mucho de ellos, como pasa con Puños de Acero,
personaje ideado por un pequeño de ocho años que, agobiado por
el encierro y la rutina, comenzó a tomar clases de box.

“El textito que me entregó dice: ‘Durante una pandemia que llegó a
la Ciudad de México en 2020 había un niño que dejó de ir a la
escuela. Al principio le gustaba pues no se levantaba temprano,
pero muy pronto extrañó a sus amigos, el recreo y comenzó a
sentirse triste y de malas, aunque se lo guardaba para no preocupar
a su hermanita’”.

Al finalizar la intervención, los padres de Puños de Acero le


comentaron al Tacubo que su hijo se sentía incómodo y que la
dinámica le había ayudado a manifestar su sentir. “Lo más curioso
es que su única salida a la rutina eran sus clases de box. Al revisar
el dibujo de su superhéroe los tres vimos que éste tenía un antifaz,
una capa y unos guantes rojos de boxeador… Le otorgó justo
aquello que, para él, es un escape y un símbolo de que todo puede
estar mejor”.

Para el Tacubo justo ése es el sentido de sus intervenciones, no el


convertir a los niños en el siguiente Stan Lee —“lo cual no estaría
mal”—, sino enseñarles a crear superhéroes para que se expresen
y manifiesten aquello que les provoca malestar. “No confundamos
transparencia con invisibilidad, que son muy diferentes: los niños
son transparentes y sería un error no ver ver lo que nos quieren
mostrar”.

Cuando la realidad supera a la ficción

Decir que el Tacubo es un superhéroe de la vida real no es


exagerar: así se le llama en la cultura pop a aquellas personas que,
como Fray Tormenta, Peatonito o Superbarrio, se disfrazan para
proteger a los más vulnerables, buscan la mejora de sus
comunidades y, desde el anonimato, impulsan acciones de fuerte
impacto social.
De su vida secreta sólo sabemos que estudió Ciencias de la
Comunicación en la UNAM y que, por ir a las escuelas para hablar
de bullying, ganó el Premio al Servicio Social Gustavo Baz Prada en
2013. Lo demás es misterio, pues ni siquiera cuando le entregaron
dicho reconocimiento se quitó la máscara por respeto a la mística
que caracteriza a la lucha libre (de hecho, ésa fue la única vez que
no se siguió el protocolo universitario y se le permitió a un
galardonado plantarse con disfraz ante el rector, todo para proteger
su identidad).

Sin embargo, los niños saben muy bien quién es el Tacubo, ya que
donde ha realizado alguna intervención, incluso años después se
sigue hablando de aquella vez que un enmascarado con cresta de
gallo visitó la escuela y les enseñó que la escuela no es una jungla
donde domina el más fuerte, y que la violencia sí se puede
erradicar.

El año pasado, el periodista canadiense Peter Nowak entrevistó al


Tacubo para su libro The Rise of Real-Life Superheroes and the
Fall of Everything Else, donde el luchador explicó que al saberse
con las herramientas cognitivas de un comunicador y las destrezas
de un peleador del ring pensó en combinarlas para captar la
atención de los menores y hacerles llegar su mensaje “pues los
mexicanos, desde siempre, hemos visto a los luchadores como
superhéroes de carne y hueso, y hay infinidad de películas del
Santo para dar fe de ello”.

Y si hubiera dudas de cómo a veces la ficción y la realidad se


parecen demasiado ahí tenemos la historia misma del Tacubo, que
parece sacada de una historieta: él era un niño bajito y delgado
quien a diario padecía acoso escolar hasta que comenzó a practicar
lucha libre, ganó confianza y, en vez de usar sus habilidades para
vengarse, las empleó para crear conciencia sobre este problema
tan serio.

Un relato similar puede leerse en el Amazing Fantasy #15, de 1962,


cómic donde aparece por primera vez Spiderman y en el cual
vemos que Peter Parker es un cerebrito con gafas que recibe
bullying del atleta Flash Thompson hasta que adquiere superfuerza
¿y qué es lo primero que hace?, ¡volverse peleador de lucha libre!
Lo de combatir al crimen vendría después, y sólo hasta darse
cuenta de algo que el Tacubo ha planteado en más de una ocasión,
aunque con otras palabras: eso de que es mejor ser “un vecino
amistoso” y, sobre todo, aquello de que “con un gran poder viene
una gran responsabilidad”.

¿Y qué mayor responsabilidad hay que nuestros niños?, pregunta el


Tacubo, quien agrega que de ahí lo importante de formar desde hoy
a los héroes del mañana. “Mucho se repite que tras esta pandemia
nada volverá a ser igual y ojalá así sea, porque si lo que viene
depende de estos pequeños que están aprendiendo a ser héroes
verdaderos, el mundo del futuro será mucho mejor”.

—o0o—

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