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CAPITULO 2 Estilo obsesivo-compulsivo Withen Reich describié a los caracteres compulsivos como «mé- quinas vivientes» '. Es ésta una descripcién acertada y esta de hecho confirmada por la experiencia subjetiva de algunas de esta clase de personas (véase p. 59). Es, ademas, un buen ejemplo de lo que es una descripcién formal de tipo general. Esta cualidad de maquina no se deriva del contenido de cualquier impulso instintual ni tam- poco de cualquier contenido mental. En realidad, muchas de las caracteristicas formales del funcio- namiento obsesivo-compulsivo son muy conocidas, més quizd que las de cualquier otro padecimiento neurético. Por ejemplo, todos estamos familiarizados con una caracteristica forma de pensar mar- cada por la «rigidez», por un cierto modo de actividad tensa y por otros rasgos parecidos. La gente obsesivo-compulsiva también evi- dencia, en su intelectualidad, lo que probablemente sea el ejemplo mais conocido de una caracteristica formal con conspicuos aspectos tanto defensivos como adaptativos. Sin embargo, el hecho de que tales rasgos sean bastante bien conocidos no indica ni mucho me- nos que sus caracteristicas formales se comprendan bien o que ha- yan sido seriamente estudiadas. Por ejemplo, me consta que no hay un solo estudio de la rigidez intelectual obsesivo-compulsiva, aun- que es por cierto uno de los fenémenos psiquidtricos que con mas facilidad se observa. Y esto es verdad a pesar del hecho de que la neurosis obsesivo-compulsiva haya sido el tema mas intensamente estudiado desde un punto de vista dinamico, es decir, desde el pun- to de vista de las fuerzas instintuales y contrainstintuales implicadas en él. 'W. Reich, Character Analysis, 1933, Orgone Institute Press, Nueva York, 1949, p. 199. (Hay traduccién castellana: Amdilisis del cardcter, Ediciones Paidés Tbérica, Madrid, 1995.) 42 / ESTILOS NEUROTICOS He escogido, para su anilisis, los siguientes tres aspectos del es- tilo de funcionamiento obsesivo-compulsivo: (1) la rigidez, (2) el modo de actividad y la distorsién de la experiencia de autonomia, y (3) la pérdida de la realidad. Los aspectos primero y tercero son fundamentalmente de cognicién y pensamiento, mientras que el se- gundo se refiere a la clase de actividad que a menudo denominamos «impulsada», asi como a aspectos de la forma mds caracteristica de experiencia subjetiva de la persona obsesivo-compulsiva; esta sec- cién, quiza, sera la que, en general, describa con mas propiedad la forma de vida de esta persona. Rigidez El término «rigidez» se utiliza frecuentemente para definir va- rias caracteristicas de la gente obsesivo-compulsiva. El término pue- de referirse, por ejemplo, a una postura corporal acartonada, a un comportamiento social afectado, o a una tendencia general a per- sistir en una accién que ha dejado de ser importante o que incluso se considera absurda. Pero, sobre todo, la «rigidez» describe un es- tilo de pensamiento. éQué es lo que exactamente se entiende por rigidez de pensa- miento? Un ejemplo tipico lo tenemos en la clase de pensamicnto que uno se encuentra en un debate con una persona compulsiva ¢ intran- sigente; el tipo de persona que llamamos «dogmitica» y «categérica» en sus opiniones. Incluso entablar una conversaci6n corriente con una de estas personas es a menudo muy frustrante, y lo es por una raz6én. en particular. No lo es, ni mucho menos, porque uno se encuentre con una oposici6n inesperada; una discusién de esta naturaleza es, por re- gla general, frustrante porque uno no experimenta ni un desacuerdo real ni tampoco un acuerdo. No hay en absoluto una comunién de mentes, y uno tiene la impresién de no ser escuchado, de recibir una atencién indiferente. El siguiente extracto de una conversacién ilus- trard lo que se acaba de decir. Dos amigos, K y L, estan hablando so- bre la compra de una casa en la que K esta interesado. K: ¢Asi que piensas que no deberia comprarla? L: Nunca compres una casa con un tejado en malas condiciones. Antes ESTILO OBSESIVO-COMPULSIVO 7 43 de lo que tu te piensas, te habris gastado en reparaciones lo que te ha costado la vivienda. K: Pero el aparejador que contraté para que la inspeccionara me dijo que estaba en perfectas condiciones. L: El tejado es sélo el principio. Primero es el tejado y luego se estro- pea la fontaneria; a esto le sigue la calefaccién y a continuacién el en- lucido. Pues todas las cosas que dices, a mi me parece que estén bien. Y después del enlucido, sera la instalacién eléctrica. Pero si la instalacién eléctrica esta... ({Interrumpe a su amigo con suficiencia] Te lo digo yo, antes de lo que ‘td piensas, la casa te habra costado el doble de su precio. Raat a En esta conversacién, L no esta exactamente en desacuerdo con K. El primero no objeta o se opone realmente a los argumentos de K, por lo que no se le puede acusar de «negativismo». Lo que simple- mente hace ¢s no prestar atencién. Se trata, ademas, de una falta de atencién que tiene una cualidad especial; es totalmente diferente, por ejemplo, de la atencién errante de una persona cansada. La ina- tencién que nos ocupa parece tener algo asi como una cualidad ac- .tiva y, por asi decirlo, de arraigados principios. Es con esta inaten- cién a los nuevos hechos o a un punto de vista diferente como la rigidez (o su forma mas especifica, el dogmatismo) parece que se manifiesta en la persona obsesivo-compulsiva. Es esta falta de aten- cién la que hace que veamos a esta gente tan totalmente refractaria a dejarse influenciar por los demas. Sin entrar, por ahora, a definir Ja rigidez con una mayor extensién, permitidme que diga, no obs- tante, que algan tipo de restriccién especial de la atencién parece ser que es una caracteristica crucial de la rigidez intelectual obsesi- vo-compulsiva, aunque no la tinica. Tener en cuenta el hecho de que la rigidez intelectual no es pe- culiar de la gente obsesivo-compulsiva, puede que clarifique esta caracteristica de la falta de atencién, asi como también otras. Con- cretamente, en casos de dafios orgdnicos cerebrales es corriente ob- servar espectaculares cuadros de dicha rigidez. Este ejemplo puede parecer extrafio, pero es bastante valido. El fendmeno descrito me- diante el término «rigidez» tienc, de hecho, caracteristicas esencia- les en comiin en estos dos tipos de patologia. Me gustaria hacer una 44 / ESTILOS NEUROTICOS breve digresién para examinar ciertas caracteristicas de la rigidez de pensamiento en casos organicos, en los que son ciertamente mas intensas y, en general, mejor conocidas que en los casos obsesivo- compulsivos. Goldstein? y sus colegas han demostrado que la rigidez de las personas con el cerebro dafiado organicamente es un aspecto de la calidad concreta (y vinculada a un estimulo) de su cognicién y del modo gencral de abordar los asuntos. La atencién de la persona con el cerebro dafiado organicamente parece estar oprimida o pasiva- mente sujetada por un aspecto mds o menos inmediatamente ma- nifiesto o concreto (o por cualquier aspecto que de otro modo le haya sido impuesto a su atencién) de una situacién o tarea de la que no puede zafarse. Su atencién, retenida por un aspecto de una si- tuacién o tarea, puede ser distraida, es decir, puede ser apartada o retirada, pero la persona no es capaz de hacerlo por si misma. En otras palabras, ha perdido la capacidad de dirigir a voluntad la atencién. He aqui un ejemplo: «A un paciente que ha sido capaz de enu- merar correctamente los dias de la semana, se le pide a continuacién que diga en voz alta las letras del alfabeto. El sujeto no puede realizar el cambio a esta nueva tarea, y s6lo después de que se lo apuntaran repetidas veces, esto es, después de que el examinador comenzara a recitar el alfabeto, pudo el paciente seguir enumerando las letras [...] A otro paciente, que podia enumerar toda una serie de nimeros, em- pezando por el uno en adelante, le pide el examinador que comience por un mimero que no sea el uno; el] sujeto se muestra entonces des- concertado y se comprueba que sélo puede recitar la serie si empieza por el uno»?, La persona normal, por el contrario, suele salir airosa de las an- teriores pruebas, o sea, que tiene la capacidad de apartarse de los aspectos concretos, o inmediatamente manifiestos, de una situacién 2 K, Goldstein y M. Scheerer, «Abstract and Concrete Behavior: An Experi: mental Study with Special Tests», en Psychological Monographs, LIM, 1941, nam, 2 completo »K. Goldstein y M. Scheerer, ibid., p. 5. ESTILO OBSESIVO-COMPULSIVO / 45 o tarea y trasladar su atencién de una manera suave y rapida ya a este aspecto, ya a este otro. Tiene, por consiguisse la capacidad de dirigir su atencién a voluntad., Esta claro que lo que estoy describiendo aqui es lo que llama- mos «flexibilidad»; y apunto, ademas, que la flexibilidad cognitiva puede definirse como una movilidad de la atencién de esta clase, o sea, como una movilidad volicional de la atencién. Ahora bien, an- teriormente llegamos a la conclusién de que la rigidez intelectual obsesivo-compulsiva sc caracterizaba también por una cierta limi- tacién especial de la atencién. ¢Podemos decir que, no obstante la obvia disparidad que existe entre la rigidez de la persona obsesivo- compulsiva y la de la persona con dajios en el cerebro, ambas pre- sentan la caracteristica de sufrir una pérdida o deterioro general de la movilidad volicional de la atencién? Aunque la atencién de la persona obsesivo-compulsiva no pue- de ser considerada en puridad como vinculada a un estimulo o ma- nifiestamente incapaz de cambiar a voluntad, como en el caso de la persona con el cerebro dafiado, esta, de hecho, lejos de gozar de li- bertad y movilidad. Permitidme que describa mas detalladamente este modo de atencién y sus limitaciones. La caracteristica mas destacada de la atencién obsesivo-com- pulsiva es su intenso y concentrado foco. Estas personas no suelen fijar su atencién con vaguedad. Se concentran, y lo hacen preferen- temente en el detalle. Esto se hace patente en el test de Rorschach en el que con frecuencia dan, a lo largo de la prueba, un alto ni- mero de cortas y «detalladas respuestas» compuestas de precisas descripciones (ven, por ejemplo, pequefios perfiles de caras, o de otras cosas, a todo lo largo de los bordes de las manchas de tinta). Idéntica predisposicién a los detalles se les nota en su vida cotidia- na. Por este motivo, a esta gente se la encuentra uno con frecuencia desempefiando profesiones técnicas, puesto que esta interesada y siente predileccién por los detalles técnicos. Por supuesto, la mis- ma agudeza de atencién es asimismo una caracteristica de muchos sintomas obsesivo-compulsivos. Estas personas notaran una ligera capa de polvo o se preocuparan por una insignificante inexactitud que, dicho sea de paso, no Ilamaria la atencién de cualquier otra per- sona. No obstante, la atencién obsesivo-compulsiva, a pesar de su agudeza, es en ciertos aspectos marcadamente limitada tanto en mo- 46 / ESTILOS NEUROTICOS vilidad como en alcance. Esta gente no sdlo se concentra en deter- minados momentos; parece que esta siempre concentrada. Hay cier- tos detalles del mundo que no merecen la pena que sean captados por una atencién extremadamente enfocada y concentrada. En con- creto, es éste un modo de atencidén que, al parecer, no esta equipa- do para una impresién casual o inmediata, que no permite una cla- se de experiencia cognitiva mas pasiva e impresionistica que pueda incluir en su atencién o permitir que uno sea «golpeado» también por aquello que es periférico o incidental a su foco de atencién ori- ginal y previsto, o que incluso pueda no poseer una intencién cla- rao una agudeza de foco en un primer momento. Parece que esta gente es incapaz de lograr que su atencién deambule de un lado para otro, o de permitirle pasivamente que sea atraida por algo. De aqui que sea muy raro que estas personas tengan corazonadas y que se sientan impresionadas o sorprendidas por algo. No es que no mi- ren o no escuchen, sino que miran o escuchan con tal intensidad que no pueden desviar su atencién hacia otra cosa. Por ejemplo, son las clasicas personas que cuando escuchan una grabacién musical su atencién € interés se centran Gnicamente en la calidad del equipo, en las caracteristicas técnicas de la grabacién y en otros aspectos parecidos; con lo cual no pueden oir al mismo tiempo la mésica, y mucho menos atin sentirse arrebatadas por ella. En general, la persona obsesivo-compulsiva suele tener un in- terés claramente definido y perseverara en él; procurara satisfacer- lo y, para cllo, dispondra los elementos necesarios, y lo hara a ren- glén seguido, pero, en muchas ocasiones, se perder esos aspectos de la situacién que le dan sabor 0 poder impactante. Esto hace que esta gente a menudo parezca totalmente insensible al «tono» de las situaciones sociales. Es tal la capacidad humana para hacer de una deficiencia una virtud que, de hecho, estas personas se vanaglorian con frecuencia de su simplicidad mental o imperturbabilidad. El intenso, aunque sin embargo estrecho, enfoque del modo de atencién obsesivo-compulsivo se picrde, por tanto, ciertos aspectos del mundo, aun cuando, al mismo tiempo, se percate de otros con suma facilidad. No todos los modos de cognicién que poseen la fa- cultad de conseguir una concentracién intensa y una atencién ex- ESTILO OBSESIVO-COMPULSIVO / 47 tremadamente marcada adolecen de dichas limitaciones. Hay cier- ta gente que es capaz de considerar la impresién casual con una atencién casual, de entretener la intuicién 0, dicho de otra manera, de notar brevemente el elemento en la periferia de la atencién, y lue- go seguir adelante (o no) con escasa 0 ninguna pérdida. Es lo que se llama una atencién de libre movilidad, un modo cognitivo flexi- ble. Sin embargo, la persona obsesivo-compulsiva no esta tan equi- pada. Para ella, la intuicién o la impresién pasajera es s6lo una dis- traccién potencial y, por tanto, molesta para su firme concentracién. Ademds, parece que es precisamente el intenso y estrecho foco de antencién de este tipo de persona lo que la hace evitar esta distrac- cién. Explicaré esto mas ampliamente. No nacemos con la facultad de concentrarnos intensamente, ni tampoco con la de mirar o escuchar algo de una manera técnica, cla- ra y atenta; lo mismo cabe decir de la accién de mantener el ojo de nuestra mente enfocado con fijeza sobre un solo punto durante un largo periodo de tiempo y, como nosotros decimos, seguir un hilo de pensamientos. La cognicién propia de la nifiez es altamente im- presionable y dada a la distraccién; la atencién del nifio esta, por asi decirlo, abierta y dispuesta a ser captada por algo. Las activas, y nor- malmente volicionales, capacidades cognitivas —entre ellas la fa- cultad de concentrase de manera intensa y continuada, en la que la persona obsesiva-compulsiva sobresale— son capacidades que ma- duran lentamente durante la infancia‘ y es muy posible que sigan desarrollandose incluso en la adolescencia. Es probable que estas ccapacidades relacionadas con la direccién volicional de la atencién se desarrollen, al menos en sus fases iniciales, junto con otras capa- ccidades también relacionadas con la direccién volicional y con la in- tencionalidad en general. De todos modos, en los casos normales, estas capacidades cognitivas se logran; la direccién y el manteni- miento de la atencién 4 voluntad de una forma tal que la concen- tracién continuada se hace posible. De hecho, por regla general, estas capacidades para conseguir una atencién intensa y marcada- mente enfocada llegan a establecerse lo suficientemente bien como +E. G. Schachtel, Metamorphosis, Basic Books, Nueva York, 1959. Véase en particular el capitulo 11, «The Development of Focal Attention y la Emergence of Reality», pp. 251-278. 48 / ESTILOS NEUROTICOS para permitir que sean intensificadas y suavizadas a voluntad, y de forma tan suave que a duras penas se nota. La persona normal, por su parte, puede concentrarse y atender a una intuicién; ademas, pue- ide hacer que su atencién cambie, de manera suave, no sélo en di- reccién, sino también en intensidad. Sin embargo, en algunos casos —-y el obsesivo-compulsivo es uno de ellos, aunque no el inico— esta capacidad direccional de la atencién parece que puede mante- nerse, y ¢s aparentemente mantenible, sélo bajo una continua ten- sién y con un enfoque de gran intensidad y extrema estrechez; en otras palabras, de una forma continua, rigida y, en cierto modo, hi- pertrofiada. Tenemos, por tanto, derecho a decir que este modo cognitivo entrafia un deterioro de la movilidad volicional normal de la aten- cién. La capacidad normal para realizar cambios suaves y volicio- nales desde una cognicién fuertemente dirigida a otra mas relajada ¢ impresionistica brilla aqui por su ausencia, Elementos en la peri- feria de la atencién, lo nuevo o lo sorprendente, eso que sdlo pue- de ser apresado de una manera impresionistica, son todos elemen- tos que sélo distraen y perjudican potencialmente a la persona obsesivo-compulsiva, y son, por ello, evitados justamente por la in- tensidad y la fija estrechez de su preocupacién por su propia idea o meta. Es como disparar una flecha en un dia de viento: cuanto mas grande sea la tensién del arco y la fuerza de la flecha, menos estara ésta a merced de los vientos reinantes. Esto es lo que queremos dar aentender por la rigidez intelectual de la persona obsesivo-com- pulsiva y lo que experimentamos como una cualidad de «inatencién activa», por parte de la persona compulsiva y dogmatica, a cualquier influencia externa o a cualquier nueva idea. Se inferira también de esta concepcién de la cognicién obsesivo-compulsiva que las mis- mas cualidades que hacen que esta gente parezca tan rigida en un contexto, la dotan, en otro, de una excelente aptitud técnica y de una impresionante capacidad de concentracién cuando se trata de un problema técnico. ESTILO OBSESIVO-COMPULSIVO 7 FF El modo de actividad y la distorsién general de la experiencia de autonomia En cada estilo neurético, uno puede describir, ademas de un modo cognitivo caracteristico, modos interrelacionados de activi- dad, de experiencia de afecto, etcétera. Sin embargo, no cabe duda de que entre los estilos ncuréticos no sélo existen diferencias en la forma de funcionamiento dentro de zonas como éstas, sino que tam- bién encontraremos diferencias en la importancia que las distintas zonas puedan tener en el conjunto de la organizacién psicolégica. En el estilo histérico, por ejemplo, la experiencia de afecto domina practicamente la existencia del individuo. En el estilo obsesivo-com- pulsivo, sin embargo, la experiencia de afecto se retira como un todo, como pronto se hard evidente; es propio de la naturaleza de este estilo que la vida gire en torno de la actividad laboral y de cier- tas clases de experiencias subjetivas asociadas a ella. El rasgo mas sobresaliente de la actividad del obsesivo-com- pulsivo es su abundante cantidad y, junto con esto, su intensidad y ‘concentraciGn. Esta gente puede ser muy productiva en actividades socialmente apreciadas, o puede ser que no; sin embargo, por regla general, puede ser —y de hecho lo es—, con mas o menos conti- nuidad, intensamente activa en una determinada clase de trabajo. En particular, el trabajo que quiza mejor le cuadre es el técnico y ex- tremadamente rutinario. En realidad, muchos sintomas compulsi- vos No son otra cosa que unas extravagantes intensificaciones de ta- les actividades. Por ejemplo, tenemos el paciente compulsivo que se pasa todo el santo dia limpiando y relimpiando afanosamente la casa; o el pacien- te obsesivo que dedica horas y horas a reunir, y a anotar en fichas, da- tos de todas las instituciones docentes que localiza, alegando la pere- grina justificacién de que lo hace para matricularse algin dia en «la mejor». La cuestién basica de la ocupacién, con mas o menos frecuen- cia, por parte de esta gente en intensas actividades de este tipo tie- ne su importancia, por lo que vale la pena apuntar que es un modo de funcionamiento que cuadra perfectamente con su rigida cogni- “SUV ESTILOS NEUROTICOS-—“—SS<‘. Deberia afiadirse, sin embargo, que en este ejemplo no es sim- plemente el hecho de «tener conciencia de algo» lo que era esencial para cl paciente, sino que mas bien este «tener conciencia de algo» era esencial para la directriz y para todo el modo caracteristico de la actividad y de la experiencia. ¥ asi, cuando el paciente piensa: «Ahora soy un trabajador», piensa también: «Ahora deberia com- portarme a tenor de como lo hacen los trabajadores». Qnro ejemplo tipico de este mismo proceso es el del paciente ob- sesivo que en psicoterapia se empefa en descubrir, a partir de sus sue- fios, fantasias y otras visiones, su modo «real» de pensar, desear y sen- tir, Una vez que lo descubre, lo tinico que tiene que hacer es ordenarse asi mismo que actie de esa manera. ¢Hacia dénde y de qué manera la persona obsesivo-compulsiva deriva estas directrices, Grdenes y presiones, asi como los «deberias» que ella se dirige a sf misma y bajo los cuales vive desde entonces? Objetivamente, no hay duda de que provienen de ella misma: ella se recuerda a si misma su «rol», urde y se acoge a sus propios limi- tes o plazos y se da sus propias 6rdenes. Pero, a pesar de ser objeti- vamente sélo suyas la autoria y la responsabilidad de estas érdenes y directrices, la persona no cree que realmente lo son. No cree que 3.Q, Fenichel, The Psychoanalytic Theory of Neurosis, Norton, Nueva York, 1945, p. 530. (Hay traduccién castellana: Teoria psicoanalitica de las mewrosis, Edi- ciones Paidés Thérica. Madrid. 1994.) 58 / ESTILOS NEURGTICOS las emisiones de estas 6rdenes fuesen producto de su propia auto- ridad y de su libre albedrio. Por el contrario, el obsesivo-compulsi- vo siempre piensa que se esta recordando a si mismo una objetiva y acuciante necesidad, algiin imperativo o alguna orden proveniente de una autoridad mas alta que su personal deseo o eleccién, y que él esta, por tanto, obligado a satisfacer o cumplir. De aqui que esta gente piense que las buenas costumbres le exi- gen vestir con compostura, que el deber le obliga a visitar a la tia Tilly, que los deseos del jefe le dicen que tiene que terminar a tiem- po el trabajo, que la buena salud requiere la realizacién a diario de una serie de ejercicios, que la salud mental nos exige un cierto nu- mero de aficiones y una determinada cantidad de «relajamiento», que la cultura nos dice que tenemos que leer y escuchar misica, et- cétera, etcétera. A la persona compulsiva no se le ocurre que para muchas otras personas ninguno de estos deberes y «necesidades» tienen la mas minima importancia y, si se le ocurre, no importa, para ella sfla tiene. Cuando la persona obsesivo-compulsiva actia en calidad de su propio supervisor, también cree que actiia para atender las exigen- cias de alguna necesidad objetiva, en particular de naturaleza mo- ral. Ella trata a esta objetiva necesidad 0 imperativo como si se ad- judicara el cargo de agente o representante de si misma. Estas presiones o imperativos externos, que la persona obsesivo-compul- siva dota con tal apremiante autoridad, toma muchas formas. Esta gente estd perfectamente al tanto de varias clases de expectativas externas, entre ellas la amenaza de una posible critica, la influencia y direccién de opiniones autorizadas, reglas, normas y convencio- nalismos, y, por encima de todo, de un gran conjunto de principios morales o cuasimorales. Estas personas no se sienten literalmente forzadas a cumplir con estos principios y no precisan someterse a ellos. Reconocen su autoridad y se presionan ellas mismas pensan- do, por ejemplo, que es un deber cumplir con ellos. La necesidad del individuo de mantener un inflexible y perma- nente estado de actividad dirigida e intencional, asi como una con- tinua presién sobre él mismo, requiere una experiencia de esta in- dole, es decir, una experiencia de alguna necesidad apremiante o un imperativo moral superior a sus propios deseos o elecciones. Este régimen de presién inflexible y voluntaria —un régimen de esfuer- ESTILO OBSESIVO-COMPULSIVO / 59 zo, en otras palabras— no tiene una direccién intrinseca. El obse- sivo-compulsivo esta ahi dispuesto a cumplir con su deber, prepa- rado para poner en funcionamiento su fuerza de voluntad, pre- parado para trabajar o, al menos, para «intentarlo»; pero, para trabajar de esta manera, debe tener alguna directriz autoritativa que transmitirse a si mismo. Estas personas sienten y funcionan como impulsados y laboriosos autématas que se presionan a si mismos pair eiccutar dcbears cecerionssbli tadeas'ytanens Intecniesier que son, seguin su punto de vista, no elegidas, sino que simplemen- te estan ahi. Un paciente compulsivo comparaba toda su vida con un tren con buena marcha, rapido, que arrastra una carga sustancial, pero sobre una via tendida para él. Es decir, el obsesivo-compulsivo no se siente como un hombre libre. De hecho, se siente extremadamente incémodo en circuns- tancias en las que dispone de un hdlito de libertad. Esta es una di- ficultad muy comin que el obsesivo-compulsivo tiene que afrontar en tiempos de vacaciones o en dias de descanso. En dichas ocasio- nes en las que sus deberes habituales, responsabilidades y cargas de trabajo —de las que suele quejarse— desaparecen, da sefiales ine- quivocas de malestar hasta que encuentra un nuevo motivo de pre- sién o una obligacién apremiante. Un paciente se quejaba con frecuencia de los fines de semana. «jEs que no sé lo que quiero hacer!», decia. Para descubrir qué cra lo que «queria» hacer, inicié una bisqueda psicolégica de si mismo, en Ja que incluyé hasta sus suefios. Escogié esta forma de solucionar su problema porque una de las reglas para una buena salud mental es ha- cer lo que uno quiere hacer. Las presiones y las directrices con las que vive la persona obse- sivo-compulsiva son, sin lugar a dudas, extremadamente gravosas para ella; pero no hay que olvidar que también son gu/as autoritati- vas. Proporcionan una estructura dentro de la cual esta persona puede funcionar con relativa comodidad, si bien fuera de ella se siente extremadamente molesta. En el trabajo, estas personas suc- 60 / ESTILOS NEUROTICOS len sentirse mas confortables al pensar que alli disponen de un hue- co pequefio propio (o jurisdiccién) en cl que se dedican a llevar a cabo los deberes encomendados por la superioridad. Sus eleccio- nes quedan limitadas a las de cardcter técnico como, por ejemplo, la mejor manera de cumplir con los plazos o de satisfacer las ex- pectativas. Sus satisfacciones no son las satisfacciones de la toma de decisién y del disfrute de la libertad, sino las del deber por esta vez cumplido, la superioridad temporalmente complacida y, mas fre- cuentemente, las satisfacciones de practicar un virtuosismo técnico y una ingeniosidad muy desarrollados. Antes sefialé que la experiencia del obsesivo-compulsivo de im- ponerse obligaciones a si mismo y de vivir bajo una presién y una direccién casi externas esta representada, mucho mas que por cual- quier otro, por un contenido pensamiental especifico que es el de «yo deberia...». Este es el pensamiento con el que él se estimula en el trabajo, se impone comportarse de ciertas maneras, ¢ incluso se amonesta a si mismo y se preocupa (por ejemplo, «yo deberia ha- ber...» o «tal vez yo deberia...»). Probablemente este pensamiento, o alguna variacién del mismo (como podria ser «yo debo», en el mismo sentido), sea una parte explicita de ciertos sintomas obsesi- vos y compulsivos (por ejemplo: «yo deberia fregar») y quizd esté implicito en otros sintomas (por ejemplo, los tics). En general, el «yo deberia» hace referencia a principios morales; y la gente obse- sivo-compulsiva encontrara consideraciones morales en los lugares ms remotos ¢ inverosimiles. Pero es importante tener en cuenta que también se puede referir a otras muchas clases de imperativos, tales como a reglas de decencia o buenas costumbres, o alo que es- peran los jefes de nosotros. Me gustaria darle a esto el adecuado én- fasis debido a la posicién en que el «deberia» coloca a los senti- mientos morales del obsesivo-compulsivo. ‘Los aspectos morales del sentido del «yo deberia» coinciden con lo que, de algiin modo, podriamos llamar una funcién del superego. Sin embargo, si consideramos esta funcién del superego a la luz de lo que acabamos de analizar, aflora un hecho fundamental. La ex- periencia moral del obsesivo-compulsivo, su «yo deberia» moral, es sélo un contenido especial —aunque extraordinariamente impor- tante— de su general y mas o menos continua experiencia de vivir ESTILO OBSESIVO-COMPULSIVO 7 OT lo que para él representa una presién casi externa. De este modo, entre una experiencia tan clara de presi6n moral como en «deberia ir a la iglesia» o «deberia ser amable con él», y otra exenta por com- pleto de presiones morales, como es la presién de una fecha limite, «tengo que terminar esto antes de...», hay un determinado niimero de principios, deberes y requisitos cuasimorales que, en varios mo- mentos, constituyen la experiencia de presién y de direccidn casi externa del obsesivo-compulsivo. Por consiguiente, en esta forma general de experiencia subjeti- va, el contenido especificamente moral, o funcién del superego, pa- rece que pierde su nitidez de contorno. Para estar seguro, uno puc- de imaginar con facilidad un contenido especificamente moral como derivado de una forma mas general de experiencia, o uno puede es- tar dispuesto a asignarle al superego, considerado como un todo, la forma general; pero, en cualquiera de los casos, es dificil identificar una funcién mental, que podriamos llamar «superego», y que es re- lativamente independiente del modo general de existencia. No hay necesidad de que nos preocupemos aqui por este problema tedri- co; sin embargo, si me gustaria tocar un punto adicional relativo a una cualidad especifica que se le suele atribuir al superego del ob- sesivo-compulsivo: la dureza. Es frecuente que el superego del obsesivo-compulsivo sea con- siderado excesivamente duro. También, 0 quizd de forma alternati- va, ha sido estimado como inadecuadamente integrado. Estas con- sideraciones, sin duda alguna, estan basadas en parte en la evidencia de una tensién o una preocupacién mas o menos crénica asociada al sentido del «yo deberia» que, por lo visto, es un azote para este tipo de gente y que, al parecer, le es dificil escapar de él. Aunque los fenémenos son bastante claros, sobre la base del punto de vista ac- tual aparecen en una perspectiva algo diferente. Si uno toma en con- sideracion la naturaleza del modo general de actividad y experien- cia, de la cual el sentido del «yo deberia» es un aspecto, esta claro que la dureza o la «inadecuada integracién» cs absolutamente ne- cesaria para el total funcionamiento de ese modo. Cuando decimos que la presién del «yo deberia» es dura o esta defectuosamente integrada, decimos en esencia que el sujeto expe- rimenta una continua presién que es distinta y extrafia a sus propios deseos. Pero éstas son precisamente las condiciones que le permi- “@Z7ESTILOS NEUROTICOS—_SSO~O*sSSC“‘CNNNNNNUTT.V ten la inconfortable presencia, aunque a fin de cuentas reconfor- tante, de una orden o de una directriz a la que someterse. Si la pre- sién no fuese «dura», si tendiese, en otras palabras, a fusionarse con lo que se experimenta como opciones libres o deseos, ese sentido de directriz externa se desvaneceria. Por tanto, no es de extrafar que la persona obsesivo-compulsiva rechace, en tltima instancia, cualquier ofrecimiento de alivio, aparentemente reconfortante, pro- cedente de las «duras» exigencias de su conciencia; y cllo porque, desde su punto de vista, tal alivio le reportara mas inconvenientes que beneficios. Por el contrario, si esa persona se encuentra tem- poralmente libre de dichas exigencias, como ocurre en €poca de va- caciones, empezara enscguida a mirar a su alrededor para buscar otras nuevas. Es obvio que con este estilo de funcionamiento gran parte de nuestra vida, aparte de la laboral, quede limitada y seriamente res- tringida. De entrada, ciertos ambitos de la vida psicoldgica no son compatibles con un continuo y rigido estado de tensién o actividad deliberada. Ciertas clases de experiencias subjetivas, particular- mente la experiencia afectiva, requieren por propia naturaleza un «dejar hacer» o, por lo menos, una relajacién de la actitud de in- tencionalidad, y donde tal relajacién es imposible, como en el esti- lo obsesivo-compulsivo, esos dmbitos de la vida psicolégica tienden a reducirse de tamaiio. De aqui el caracter seco y mecinico 0 la abu- rrida pesadez que caracteriza a estas personas. A veces somos testi- gos del lamentable espectaculo de c6mo una de estas personas in- tenta deliberadamente lograr un determinado estado de animo o talante —por ejemplo, un talante alegre—, para lo cual la primera condicién previa es un relajamiento de la intencionalidad. A veces esta restriccién de la afeccién se atribuye erréneamen- te al «hipercontrol» del obsesivo-compulsivo, lo cual induce a pen- Sar que estas personas pueden intencionadamente, o por medio de la fuerza de voluntad, restringir o controlar sus propias experien- cias de afecto o impulso. Pero, por mucho que quieran, esto no lo pueden hacer, ya que sélo pueden controlar, y hasta cierto punto, la expresién externa de la afeccidn. Pero, aunque ellas no puedan re- primir o limitar la experiencia afectiva mediante un esfuerzo deli- berado, la existencia de ese estado de tensa intencionalidad —y el EESTI OBSESIVO-COMPULSIVOT GF malestar, si esa intencionalidad comenzara a relajarse, que les mue- ve a reducirla— restringe automaticamente no sdlo la experiencia afectiva, sino también el impulso, la alegria y, en general, la accién espontanea. El malestar que esta gente siente ante cualquier tentacién enca- minada a relajar su actitud de intencionalidad, su esforzada activi- dad, o su determinacién, toma muchas formas especificas, se ex- presa en multitud de actitudes y con frecuencia entrafia claboradas racionalizaciones. Por ejemplo, un paciente estaba convencido de que debia evitar a toda costa ver la television, ya que podria divertirse viéndola, desear verla mas tiempo, convertirse en un adicto y no querer hacer nada més que €s0; y, si esto ocurria, ¢qué seria entonces del libro que estaba es- cribiendo? En general, las personas obsesivo-compulsivas creen que cual- quicr relajamiento de la actividad que implica deliberacién o inten- cionalidad es impropio, peligroso, o algo peor. Si no estan traba- jando, normalmente piensan que, al menos, deberian estar pensando (esto es, preocupandose) acerca de algtin problema, y la simple po- sibilidad de no preocuparse por un problema que exista, aunque sea uno sobre el que no pueda hacer nada, les parece algo comple- tamente temerario. No se sienten c6modas con cualquier actividad que, aparte del deleite de su realizacién, carezca de un objetivo o una finalidad; y, por regla general, no admiten la posibilidad de en- contrar la vida satisfactoria sin un sentido continuo de finalidad y esfuerzo, sin un sentido continuo de prosperar en la profesién, de ganar dinero, de escribir articulos o de otras cosas parecidas. Vale la pena mencionar aqui que, en ocasiones, las personas ob- sesivo-compulsivas experimentan un impulso o una tentacién inu- sual que suele ir acompafiada de una determinada clase de ansiedad y malestar. Me refiero al temor de «volverse loco» 0, como a veces se le denomina, el sentimiento de «pérdida de control»; sentimien- to este que, mas tarde o mas temprano, este tipo de personas dejan traslucir. A veces se piensa que esta experiencia refleja un peligro real de psicosis, un debilitamiento de un mecanismo de defensa y una verdadera presién de un impulso primitivo de gran intensidad. Aunque en algunas ocasiones no hay duda de que se trata de esto, no es en modo alguno la ténica general. Este temor parece que sur- ge en las personas obsesivo-compulsivas cuando, por cualquier mo- tivo, se interrumpe de manera significativa su acostumbrada y rigi- da intencionalidad. Por ejemplo, cuando sienten la tentacién de reanudar una conducta inusual y abandonada; esto no quiere decir, en absoluto, que dicha conducta tenga que ser agresiva o rudimen- taria. De esta forma, es facil que la gente rigida experimente con fre- cuencia el temor de una posible «pérdida de control»; esto se traduce en horas de terapia durante las cuales, en determinados momentos, es- tas personas rompen a reir a carcajadas o se excitan desmesurada- mente, rompiendo asi su comedida y habitual compostura. En otras palabras, la impresién por parte de esta gente de una «pérdida de control» inminente, parece que a menudo representa nada mas que su sensacién de una pérdida o relajamiento de la ten- sién volicional, o sea, un relajamiento de la «voluntad»; y, si bien es ésta una sensacién que desde su punto de vista pudiese parecer como si estuviese «volviéndose loco», no es ni mucho menos equi- valente a una pérdida o rotura de una estructura defensiva —o de cualquier otra estructura de impulso y control—, como sucederia en el caso de un auténtico episodio psicético. Hay otra clase de experiencia psicolégica que, al parecer, pue- de ser tan molesta para la persona obsesivo-compulsiva como lo po- dria ser un abandono temporal del impulso o voluntad. Estoy ha- blando del proceso de toma de decisiones. Entre las actividades de la vida cotidiana, no hay probablemente una para la cual este estilo sea menos adecuado. Ninguna aportacién de trabajo duro, ningu- na actividad impulsora o de fuerza de voluntad ayudarin lo mis mi- nimo a tomar una decisién. A veces la incertidumbre y el malestar que estas personas experimentan cuando estan en puertas de tomar una decisién se achaca al cardcter ambivalente de la propia decisién. Pero el signo distintivo de las personas obsesivas en el preciso ins- tante de tomar una decisién no es la mezcla de sentimientos encon- trados, sino mas bien el hecho de que estos sentimientos estén siem- Silo OESIVO-COMPULSIVO7 6) pre tan maravillosa y tan perfectamente equilibrados. De hecho, es facil observar que en el momento preciso en que una persona ob- sesiva esta a punto de tomar una decisién, justo cuando el equili- brio se ha roto y se inclina decisivamente hacia una determinada direccién, dicha persona descubriré un nuevo elemento que resta- blecera ese equilibrio perfecto. La persona obsesivo-compulsiva, di- cho de otro modo, se arruga ante el hecho de tener que tomar una decisién. Y no debemos sorprendernos de que esto ocurra. Para una persona movida por un sentido de presién y guiada por directrices morales, para un soldado disciplinado dedicado sélo al cumpli- miento del deber y que hace, por ello, dejacién de sus propias ape- tencias, el hecho de tomar una decisi6n —la cual, por su propia na- turaleza, sucle girar en torno a estas mismas apetencias y que lleva consigo un sentido de libertad y de libre elecci6n— no puede ser otra cosa que extremadamente molesto. Tal vez porque nadie pue- de evitar el tener que tomar decisiones, es interesante ver las ope- raciones mentales que acontecen en la gente obsesivo-compulsiva en tales circunstancias y la transporta, por asi decirlo, a través de es- tas ocasiones. (Cuando la necesidad la pone en la tesitura de tener que tomar una decisién, incluso aunque ésta sea trivial desde un punto de vis- ta normal, la persona obsesivo-compulsiva intentara, por regla ge- neral, llegar a una solucién invocando alguna norma, principio o re- quisito externo que pudiera, con un cierto grado de plausibilidad, Pproporcionar una contestacién «apropiada». Procurara encontrar algunos medios en virtud de los cuales el proceso de toma de deci- siones pueda acoplarse a su modo regular de funcionamiento. Si puede encontrar algun principio o requisito externo que sea acep- tablemente aplicable a la situacién en cuestién, la necesidad de una decisién desaparece come tal; es decir, llega a transformarse en el problema puramente técnico de aplicar el principio correcto. De este modo, si la persona puede recordar que es sensible al ahorro por ir al cine mas barato, o «légica» por ir al mas cercano, o buena por ir al de valores educacionales, el asunto queda reducido, pues, a un problema técnico: simplemente determinar cual es el mas educa- cional, el mas cercano, etcétera. En un afin por encontrar tales re- quisitos y principios, aducird moralidad, «légicar, costumbrismo social, conveniencia, reglas de conducta «normal» (especialmente 66 7 ESTILOS NEUROTICOS si es un paciente psiquidtrico), y otros pretextos similares. En resu- midas cuentas, tratara de determinar qué es lo que «deberia» hacer. A veces, con uno o mds principios en mente, puede afadir pros y ‘contras —por ejemplo, las ventajas que supone el tener nifios en la columna izquierda, pero los gastos que originan en la derecha— con la esperanza de que el resultado de este procedimiento técnico, mas complicado, sea decisivo. A veces lo es, o por lo menos lo parece, lo que da lugar a que muchas «decisiones» de este tipo formen par- te de la vida diaria del obsesivo-compulsivo. Y asi, decide ponerse un traje en vez de otro porque es mas «apropiado». Pero muchas decisiones, sobre todo aquellas que se salen de su ya establecida ru- tina, no son muy susceptibles de ser tratadas de esta forma. Ninguin principio plausible aparece, o aparece un nimero de ellos, pero nin- guno suficientemente autoritativo. Y esto ¢s casi tan probable que suceda en asuntos en que las consecuencias objetivas sean triviales, como en asuntos en que no lo sean. ‘Cuando la persona obsesivo-compulsiva sea incapaz de tomar una determinacién mediante una f6rmula o una norma, lo mas probable es que empicce a inquietarse. Luchard por encontrar la solucién co- rrecta. Sera exigente consigo misma, trabajara en ello dia y noche, y se obligard a si misma a «pensar en el asunto. Pero la inquietud de la persona obsesivo-compulsiva tiene muy poco en comin con lo que piensa la persona normal sobre los hechos relevantes. Durante su es- tado de inquietud, la persona obsesiva continuara hasta mucho des- pués de haber agotado los hechos relevantes y de haber apurado cual- quier posibilidad de obtener de los mismos un nuevo conocimiento. Habra hecho con ellos todas la combinaciones posibles y lo habra he- cho muchas veces. En otras palabras, esta persona ha intentado, una vez mas, abordar el problema de la toma de decisiones de acuerdo con su estilo. ¥ trata de abordarlo como si fuese el mas complejo de los problemas técnicos; en este caso, la biisqueda de la respuesta «co- recta». Pero, en la mayoria de las ocasiones, esta btisqueda esta abo- cada al fracaso. A su juicio, no hay una respuesta correcta, es decir, en el sentido de que haya una respuesta correcta a un problema téc- nico. La decisién, por mucho que la persona intente hacer caso omi- so del hecho, supone una eleccién, una preferencia. A veces nos damos cuenta de que, a pesar de todo el titubeo y de la ponderacién de los pros y de los contras que preceden a la de- ESTILO OBSESIVO-COMPULSIVO / 67 cisién del obsesivo-compulsivo, la decisién en si, o el cambio en si, se efectiia de una manera sumamente abrupta. Con independencia del tiempo consumido, la decisién en si misma estara muy atenua- da si se compara con la de la persona normal; sera muy parecida a un salto al vacio. La persona obsesivo-compulsiva finalmente dira ‘© pensard mas o menos esto: «jqué diantre!» o «jtengo que hacer algo!», y cogerd unos de los trajes que le ha estado ofreciendo el de- pendiente o, con toda rapidez, firmara el contrato. Una vez hecha la eleccién, lo normal es que estas personas la consideren como una nueva directriz y no acepten ninguna nueva evidencia, prefiriendo pensar que la situacién ya no admite modificacién alguna. Una vez que el obsesivo-compulsivo haya experimentado esto, puede dedi- ‘carse de nuevo, no sin cierto alivio, ala mas especifica y familiar ta- rea de ejecutar la directriz. La fuerza de voluntad y el modo gene- ral de la actividad impulsora encuentran una vez mas aplicacién. Pero la interaccién entre la decision y los nuevos datos que, de ma- nera continuada, estan disponibles durante el curso de la accién, y que es crucial para la actividad de una persona mas flexible, dificil- mente existe para la obsesivo-compulsiva. La pérdida de la realidad A veces, la gente obsesivo-compulsiva se preocupa (es decir, hace su complejo trabajo mental) por cosas que aunque no sean en- teramente improbables, si son verdaderamente absurdas. Sus preo- cupaciones —ideas hipocondriacas, por ejemplo— pueden ser tan estrafalarias que a menudo rondan lo alucinante. Aunque uno lle- gue a comprender los motivos que pueda tener la persona obsesiva para sentirse preocupada, ¢no es un estado incipiente de alucina- cién eso de ponerse a hablar como si creyera que ha contraido una enfermedad grave a través de la mas remota y complicada cadena de contactos? Y lo mismo, cuando una persona ha acabado de lim- piar meticulosamente una mesa y, a renglén seguido, se comporta como si creyera que esta de nuevo sucia y se pone otra vez a lim- piarla, no deberia esto considerarse un auténtico caso de alucina- cién? Para contestar a estas preguntas, el hecho de que la persona se comporte meramente «como si creyera...», debe considerarse con ‘68 / ESTILOS NEUROTICOS sumo cuidado, y ello porque puede resultar que la persona obsesi- va no crea realmente en las cosas que esta dando a entender. Puede ser que ella no crea que realmente la mesa esté sucia o que se haya contagiado de una peligrosa enfermedad; por lo menos en el senti- do en que ordinariamente usamos la palabra «creer». De hecho, si lo miramos mas detalladamente, comprobaremos que la persona ni. tan siquiera ha declarado que estas cosas puedan ser verdad. Ella nunca dice «tengo cancer» o «me han contagiado». En vez de esto, dice que podria haber sido contagiada o que podria tener cancer, y esto supone una importante diferencia. Se puede apuntar, ademas, que la preocupacién del obsesivo- compulsivo en tales momentos es diferente de lo que podria consi- derarse una preocupacién normal. Por regla general, su mayor de- saz6n estara fundamentalmente en los «detalles técnicos». Por ejemplo, la persona obsesiva es la que nos dice con gran zozobra que fulanito podria haber tocado a tal persona, quien, a su vez, pro- bablemente habia tenido contacto con ¢l pomo de la puerta que clla habia tocado; detalles estos que, por su propia naturaleza, carecen de suficientes fundamentos como para dar pabulo al temor de con- tagio que tan ostensiblemente evidencia. Al parecer, estos detalles técnicos sustituyen en su preocupacién a aspectos verdaderamente sustanciales. La misma cuestién aparece en relacién con la duda ob- sesiva en general. Normalmente, la gente obsesiva tiene dudas so- bre cuestiones obvias en circunstancias en que a la falta de infor- macién, que pudicra dar lugar a una incertidumbre normal, no se le puede echar la culpa. Si asumimos que el concepto de verdad y el significado de duda son para el obsesivo-compulsivo lo que son para una persona con un punto de vista normal, estariamos enton- ces frecuentemente obligados a llegar a la conclusién de que la per- sona obsesiva ha perdido la nocién de lo verdadero. No obstante, ‘esta asuncién parece que no posee respaldo alguno. Antes he hecho mencién del estrechamiento de la atencién de la persona obsesivo-compulsiva, de su preocupacién por el detalle técnico, y de su pérdida del sabor y del impacto de las cosas. Esta clase de cognicién —quiza junto con la disminucién y restriccién generales de la experiencia subjetiva de cualquier inmediatez— pa- rece que tiene, con respecto a su aprehensién del mundo exterior, ESTILO OBSESIVO-COMPULSIVO / 69 una consecuencia adicional sobresaliente: la pérdida de la expe- tiencia de certidumbre. ‘Cuando uno observa con detenimiento a la gente obsesivo- compulsiva o analiza sus ideas o declaraciones, se da cuenta con claridad de que cualquier pregunta del estilo «zy ii te lo crees?» o «ges realmente asi?», munca es contestada con un si o con un no, sino que es evitada. Incluso cuando se trate de asuntos con los que la persona obsesivo-compulsiva no tenga una duda vigente, dicha persona se mostrara con frecuencia sorprendida por la pregunta y practicamente la desechara como si no fuese digna de prestarle in- terés. No dira «es verdad», sino algo asi como «puede ser» o «qui- za encaje». Un paciente compulsive, por ejemplo, dijo de la mujer con la que pensaba casarse: «Debo estar enamorado de ella; retine todas las cua- lidades que a mi me gustan en una esposa». De este modo, la preocupacién por los detalles técnicos toma cl lugar de un reconocimiento o una respuesta directa sobre la perso- na o el acontecimiento en cuestién. La experiencia del obsesivo- compulsivo es comparable, en este sentido, con la experiencia de un piloto que esta volando por la noche o en medio de la niebla con unos instrumentos muy precisos que funcionan a la perfeccién. El puede hacer volar a su aparato, puede hacerlo volar como s# tuvie- se una vision totalmente clara; aunque, dada su situacion, nada lo esta experimentando directamente, sélo se experimentan los indi- cadores, cosas que significan otras cosas. Este mismo punto también puede quedar explicado con el caso de un abogado que cada majiana seleccionaba el color de sus prendas de vestir con la ayuda de una ruleta de colores. Aparentemente, él no in- tervenia para nada en el proceso mental ni estético; o sea, no pensaba esto parece apropiado» o «esto es bastante bonita», sino que mas bien pensaba: «Si de acuerdo con el procedimiento ha salido este co- lor, es que debe quedar bien». Un sentido de la conviccién con respecto al mundo —un senti- do de lo verdadero, en otras palabras— implica un margen de aten- 70 / ESTILOS NEUROTICOS cién, un interés y una sensibilidad para los matices y las proporcio- nes de las cosas, asi como una capacidad para darles una respuesta directa; algo para lo cual la persona obsesivo-compulsiva no esta he- cha. En lugar de esto, esta persona sc preocupa por detalles técni- cos o indicadores que ella interpreta de acuerdo con normas y prin- cipios autoritativos. En consecuencia, en vez de decir que algo «es», dice que «encaja». En este punto cabe hacer mencién de una paradoja relacionada con la sintomatologia de la persona obsesivo-compulsiva. En lo que concierne a la certidumbre, esta persona se caracteriza sintomati- camente por dos destacados aspectos: duda ¢ incertidumbre, por un lado, y dogma, por otro. El psicoandlisis ha hecho ya que de- saparezca esta paradoja al demostrar que existe una correlacién sig- nificativa entre ambos aspectos. El dogma surge con el fin de sobreponerse a la duda y a la ambivalencia, y también para com- pensarlas. Es ésta, pues, una explicacién dinamica de la relacién que existe entre los dos aspectos. Pero, ademas de esto, me gustaria in- dicar la existencia de una relacién formal. Para que se haga visible una esencial similitud entre dogma y duda obsesional, basta tan sélo que preguntemos qué aspecto de la actitud normal de la persona hacia los hechos ciertos esta notoria- mente ausente en ambos. Es el aspecto que ya he indicado el que esta gencralmente ausente de la experiencia obsesivo-compulsiva, esto es, un sentido de conviccién y la total dimension de interés en la verdad real. Uno incluso puede ir mas lejos. Tanto la duda como. el dogma se basan de manera esencial en la atencién limitada y en el estilo de pensamiento indicador-técnico, asi como en la apre- hensién del mundo que es caracteristica de la persona obsesivo- compulsiva. Esto es mucho mis obvio en el caso del dogma. La atencién limitada y rigida del obsesivo-compulsivo le permite evi- tar toda nueva informaci6n; no la considera potencialmente intere- sante, sino solamente como potencialmente perturbadora. Al mis- mo tiempo, su exclusivo interés por los indicadores técnicos permite a la persona dogmatica sentirse completamente satisfecha con sus propias soluciones, o mejor dicho, sentirse completamente satisfe- cha con tanta facilidad. Mientras que se satisfagan ciertos requisi- tos técnicos, sus ideas «deben ser» correctas, y la persona es capaz ESTILO OBSESIVO-COMPULSIVO7 71 de hacer caso omiso de sus dsperas aristas o incluso de ignorar los hechos que, para cualquier otro observador imparcial, las contra- dicen de manera flagrante y clara. Este es el fundamento de la per- sona dogmitica y, en general, de la consabida capacidad del obse- sivo-compulsivo para producir absurdidades «légicas». Pero este mismo interés exclusivo por las sefiales e indicadores técnicos tam- bién hace dudar a la persona obsesiva. Lo que podria ser para la per- sona normal un insignificante detalle en relacién con el todo, a me- nudo sera para la persona obsesivo-compulsiva una raz6n suficiente para cambiar radicalmente su percepcién del todo. En otras palabras, el exclusive interés del obsesivo-compulsivo por las sefiales e indicadores técnicos le impide ver las cosas en sus proporciones reales, captar los matices o reconocer la sustancia real del mundo y, por consiguiente, lo hace susceptible no sdlo de que- dar satisfecho con suma facilidad, sino también de entrar en la duda sin obstaculo alguno. Pero, si uno dice que tanto el dogma como la duda se basan en Ultima instancia en la pérdida general de la expe- riencia de conviccién del obsesivo-compulsivo, uno puede anadir que, en sus formas extremas, agrandan esa pérdida y proporcionan garantias adicionales contra la mencionada experiencia. Es decir, este punto de vista sugiere una relacién dinamica adicional. El dog- ma y la duda pueden constituir defensas contra la mas directa y es- pontanea experiencia de conviccién. Me gustaria comentar otra manifestacién sintomatica de este modo de pensamiento y de la pérdida del sentido de lo verdadero: el gran interés del compulsivo por el ritualismo. El comportamien- fo ritualista se adapta de manera muy clara a la descripcién de la ac- tividad del obsesivo-compulsivo como mecanica, esforzada y como si estuviese al servicio de una directriz externa. E] évterés ritualista depende de un indicador especificamente centrado —estilo de cog- nicién— y de un deterioro del sentido de la realidad sustancial. El acto ritualista, como tal, al margen de lo mas 0 menos apropiada que sea la significacién simbolica de su contenido, debe parecerle defi- nitivamente absurdo a todo aquel cuyo sentido de la realidad e in- terés por lo verdadero no esté dafiado. Y si su sentido de la realidad no estuviese deteriorado, seria también —como acto— un sinsen- tido para el obsesivo-compulsivo, independientemente de las fuer- zas dinamicas que motivaran a éstc. Pero, para él, todas las cosas, 72 / ESTILOS NEUROTICOS en mayor o menor grado, tienden a ser indicadores o sefiales técni- cas; su vida ¢ intereses consisten, en buena parte, en la aprehensi6n y manipulacién de tales indicadores y sefiales. La discrepancia, por tanto, entre el ritual sintomatico y la aparentemente no ritualista conducta obsesivo-compulsiva no es a menudo tan grande como a primera vista parece. A menos que se comprenda esta forma gene- ral de pensamiento y experiencia, el interés ritualista de la persona obsesivo-compulsiva no puede ser comprendido por todos aquellos. para quienes las cuestiones dindamicas no estan tan expresadas.

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