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1.3 ANTECEDENTES
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Susy más allá de las viejas costumbres y relata hechos que sintetizan la
importancia de dichas costumbres en el desarrollo de la mujer, gracias a esta
se lograron muchos avances no solo en su género sino en el país en general.
Otras de las fuentes que consultamos fue el archivo general de la nación, allí
encontramos documentos como cartas, descripción de imágenes, afiches o
mensajes dirigidos de personas a mujeres o de mujeres a otras personas, en
los cuales se expresa y es evidente la forma de relación discreta y tímida que
mantenían con las personas que se relacionaban, no solo las mujeres de elite
sino también las mujeres populares, de trabajos humildes y que desempeñaban
oficios considerados como sucios, tal es el caso de las chicherías presentes en
el centro de santa fe de Bogotá, un lugar de baja clase y a los que no se podían
asomar las familias de elite; los políticos, abogados, grandes comerciantes o
empresarios; también las lavanderas o sirvientas de diferentes edades.
En el archivo general de la nación también se encuentran especies de reseñas
históricas de las opiniones sobre temas que causaba revuelo como la libertada,
la justicia, el llevarle la contraria a la religión o a los políticos de la época.
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2. JUSTIFICACION.
Finalmente el ánimo investigativo sobre este tema, se origina a partir del interés
por conocer sobre las costumbres del “bello sexo” en diversos aspectos, de
sus aspiraciones, sus deslices, su subjetividad, entre otras.
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3. OBJETIVOS.
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4. MARCO REFERENCIAL.
EPOCA COLONIAL
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circunstancias excepcionales derrumbaron momentáneamente algunas
barreras en los roles asignados a cada sexo. Después del medio siglo, con el
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Romanticismo, y en el último cuarto de siglo, con el espíritu conservador y
religioso que se impuso en la sociedad colombiana, volvieron a tomarse muy
en serio algunas restricciones para el sexo femenino. En ello tuvieron injerencia
ideas importadas sobre todo de Francia, pero también de Inglaterra y, al cerrar
el siglo, de Norteamérica. Recordemos que en estos dos últimos países los
ideales Victorianos difundían en aquel entonces la imagen de la perfect lady.
Todas estas influencias compartían la idealización del mundo doméstico,
dentro del cual reinaba y ejercía su autoridad la mujer. Otro componente de la
imagen femenina decimonónica fue el culto a la Virgen María que se renovó en
el mundo católico. Todos estos ideales incumbían si acaso a una parte de las
mujeres de los sectores más acomodados que habitaban los centros urbanos.
Las demás llevaban una existencia muy distinta, marcada ante todo por el afán
de ganarse la vida.
Por otro lado a finales del siglo XVIII, ¨Se encuentra también el argumento de
que la política de protección al indio(a) es ya imposible de continuarse debido
precisamente a la ausencia de población propiamente india en las
comunidades. De manera que se puede plantear que fue tan efectiva la
protección que desaparecieron los protegidos. Los españoles y luego los
blancos criollos siempre vieron al indígena como su inferior.
No solo a los indios, desde la colonia, la mujer ha participado y acompañado
los procesos políticos especialmente durante las guerras, demostrando así su
interés por ser escuchada y tenida en cuenta como parte de una sociedad. Sin
embargo, la falta de reconocimiento como ciudadanas con los mismos
derechos y deberes que los hombres, ha mantenido a las mujeres en un
segundo plano, como corresponde a haber recibido una educación diferente a
la de los varones, una educación que limitó sus posibilidades.
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EDUCACION EN LA EPOCA COLONIAL
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guerrillas, otras como mensajeras en el correo secreto, y otras como las
"juanas" que acompañaron a sus maridos en las campañas guerreras; María
Antonia Santos Plata fue una de las grandes heroínas de la Independencia de
Colombia. Esta mujer (no muy reconocida en esta época, pues solo se cuentan
las historias de aquellas mujeres que estuvieron más cerca a los grandes
hombres en la guerra de independencia (1810)) cuenta también una historia
muy importante en la independencia de nuestro país: Antonia Santos se formó
en un ambiente de rebeldía y descontento por las arbitrariedades de la corona
contra su pueblo. Además, su familia se vinculó fervorosamente a la lucha a
favor de la emancipación del Nuevo Reino de Granada. Por esa época se
conforman las guerrillas patriotas en la Nueva Granada para luchar contra los
españoles realistas, las que combatieron el régimen del terror y apoyaron al
ejército de Bolívar en la campaña libertadora de 1819.
La clase social alta del siglo XIX no solo eran educadas para realizar las
labores domésticas, si no que eran alfabetos, educadas y literatas, lo que las
ayudaba para realizar uno de sus principales papeles en la independencia: ser
espías. “Las mujeres establecieron una verdadera red de información, de la
cual ellas servían como eslabones principales ciertas madres, hijas, esposas y
amantes acompañaban a los soldados en las batallas, no solo para ayudarles
con los enfermos y servirles comida a los soldados si no para luchar en el
campo de batalla vestidas de hombres o también cuando recibían el apoyo de
sus superiores a las que se les proporcionaba a muchas la protección
necesaria para actuar de traficantes, espías y seductoras; es decir,
convenciendo a los soldados para cambiarse de bando.”
Entre los nombres de las mujeres que apoyaban en las redes de información se
encuentra el de Baltazara Terán, mujer latacungueña, que al ser propietaria de
una fonda en la que se hospedaban los soldados realistas podía enterarse de
sus planes y comunicarles a los independentistas.
Entre las mujeres que pelearon en las batallas se encontraron Nicolasa Jurado,
Gertrudis Espalza e Inés Jiménez, que para poder pelear en la batalla de
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Babahoyo del 21 de agosto de 1821 y la de Pichincha del 24 de mayo de 1822
tomaron los seudónimos de Manuel Jurado, Manuel Espalza y Manuel
Jiménez. Su participación al igual que el de otras mujeres fue reconocida
públicamente y Jiménez y Espalza fueron condecoradas. En uno de los
discursos realizados por Simón Bolívar reconoció la participación de las
mujeres en la batalla:
“…hasta el bello sexo, las delicias del género humano, nuestras amazonas han
combatido contra los tiranos de San Carlos con un valor divino… Los
monstruos y tigres de España han colmado la medida de la cobardía de su
nación, ha dirigido las infames armas contra los cándidos y femeninos pechos
de nuestras beldades; han derramado su sangre; han hecho expirar a muchas
de ellas, y las han cargado de cadenas, porque concibieron el sublime designio
de libertar a su adorada patria”
Las mujeres anteriormente nombradas son solo un fragmento del sin número
que apoyaron con sus posibilidades a la causa. Pero al hablar del rol de la
mujer en la independencia no se puede dejar de lado a la “Libertadora del
Libertador”, Manuela Sáenz.
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EDUCACIÓN OBTENIDA POR LAS MUJERES A PARTIR DE 1810
Al hablar de las maestras, hay que tener en cuenta la labor cumplida por las
madres en muchos hogares. Según consta en algunas memorias
autobiográficas y en relatos costumbristas, ellas solían leerles en voz alta a sus
hijos y les enseñaban las primeras letras. Y, hacia fines del siglo, también hay
que tener presente la labor educativa de las comunidades religiosas. Se
mantuvo abierto el Colegio de la Enseñanza, fundado en Bogotá en 1783 con
apoyo de la orden francesa de la Compañía de María. Pero sin duda el aporte
más grande en materia educativa y asistencial se debió a las Hermanas de la
Presentación o de la Caridad, de origen francés, quienes abrieron colegios en
treinta y tres poblaciones colombianas entre 1873 y 1900. Durante el último
cuarto de siglo llegaron también al país la congregación del Buen Pastor
(Francia), las Hijas de la Caridad (Francia), las Bethlemitas (Guatemala) y, en
1880, se fundaron en Villa de Leyva las Terciarias Dominicas colombianas.
La educación de la mujer ha permitido una participación activa en la toma de
decisiones, el bienestar de los hijos, la disminución de la morbi-mortalidad y la
explosión demográfica. El mejoramiento en las condiciones de salud viene
precedido de logros en la educación119.
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toda la autoridad sobre los hijos (patria potestad). No tenían derechos legales,
no podían participar en política, no estudiaban para poder ocupar puestos bien
remunerados.
En las ciudades las mujeres Vivian de acuerdo con su situación social; esta
situación la determinado la ocupación de su marido, la riqueza o pobreza de la
familia a la cual pertenecía. Las mujeres pobres, además de llevar una vida
similar a la de las mujeres del campo, casi siempre tenían que emplearse de
sirvientes, en caso de familias acomodadas. Muy distinta era la situación de las
mujeres de clase alta; aunque también se suponía que debían ser sobre todo
madres, y no tenían que prepararse para nada diferente, en la realidad recibían
un poco mas de educación. Generalmente, aprendían a leer y escribir. Y
algunas habilidades manuales, como bordado o hacer planos elegantes de
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cocina. Muchas aprendían a tocar algún instrumento: guitarra, el triple, o lo que
era más fino, el piano. Aunque las esposas de clase alta tampoco tenían
muchos derechos ante la ley, los maridos aceptan sus puntos de vista en caso
de la casa, educación de los hijos, sus noviazgos…..pese a todos los cambios
experimentados por la sociedad colombiana, las mujeres —y sobre todo las
mujeres pobres— siguen siendo el sector social más explotado, oprimido y
marginado.
La mujer campesina, era en primer lugar madre, tenía muchos hijos, casi todos
lo que podía, muchos morían pequeños, pero siempre podían quedar unos 4 o
5 que se criaban. A pesar de estaba mucho tiempo embarazada y dando leche
a los pequeños, tenían que trabajar sin descanso. Madrugaba a hacer el
desayuno para los hombres de la casa. Luego debía arreglar la casa y tender a
los hijos, preparar la comida, lavar la ropa. La mujer campesina nunca asistió a
la escuela y había aprendido a ser madre ciudadana a los hermanitos
pequeños mientras la mama trabajaba.
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tertulia del Buen Gusto, a la que asistieron personajes que más tarde se
destacaron en el período de la Independencia y en la vida política de la nueva
república, entre ellos: Frutos Joaquín Gutiérrez y su hermano José María,
Camilo Torres, Manuel Rodríguez Torices, Custodio García Rovira y Miguel
Pombo. En aquellos años, el influjo francés, con su refinamiento y elegancia,
empezaba a transformar algunas costumbres sociales del virreinato.
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