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CULTURA MAYA

Y CRISTIANISMO

Vitalino Similox Salazar"

Introducción

Estamos frente a la época de los indígenas. Epoca


en que de las discusiones pasaremos a los hechos en
la contribución por construir nuevas sociedades na­
cionales. Epoca en que se irán perfilando y cons­
truyendo las condiciones objetivas a fin de que el
proceso de autodeterminación, independencia y li­
beración de los pueblos indígenas sea irreversible.
En este proceso, necesitaremos de una gran do­
sis de tolerancia para saber oír, escuchar no sólo
aciertos sino también errores, en tanto que la cues­
tión indígena no está agotada, nadie tiene toda Ja
verdad y entre los mismos indígenas hay mucha dis­
persión en sus posturas y demandas.
Es tiempo propicio para crear y abrir los espa­
cios de la discusión, con objeto de que las diferen­
cias encuentren el cauce adecuado para construir e
identificar las convergencias y Jos consensos en
torno al tema.

Pastor presbiteriano, secretariogeneralde la Conferencia de


Iglesias Evangélicas de Guatemala, ClEDBO.

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VrrAUNO SIMILOX SA1AzAR

l. El aporte de la religl6u maya

Desde que se practicó la evangelización por parte


del cristianismo y se vinieron a reproducir estructu­
ras religiosas provenientes de otros contextos, en las
comunidades indígenas mayas, más que llevar la
buena noticia; las manifestaciones de fe indígenas
con sus teologías entraron en clandestinidad. Con
esto, las iglesias cristianas, las teologías cristianas,
perdieron una gran riqueza para comprender mejor
el mismo evangelio. Sin embargo, los pueblos indí­
genas siguieron viviendo su fe, siguieron elaborando
sus propias teologías hasta hoy.
Es innegable que las teologías indígenas fueron
bases de cohesión y fuerza de esos pueblos en el pe­
riodo precolombino y han sido clave de resistencia
ante tantas amenazas de muerte que han vivido a lo
largo de quinientos años. Sin esas fuertes bases
teológicas, los pueblos indios no hubieran sobrevi­
vido durante esos años. Su sobrevivencia es una
prueba irrefutable de fortaleza teológica.
Sin quitar las connotaciones comunes de sufri­
miento de nuestros pueblos a nivel de Abia Yala
(América), tanto los condicionamientos históricos
como las diversas concepciones del más allá que se
reflejan en el más acá, nos dan pie para hablar no de
teología india, sino de teologías indias.
Estas son de siglos. Desde que los indígenas pre­
guntaron por la causa y la razón de sus problemas
vitales, y pudieron forjar sus respuestas pecu1iares
ante los grandes misterios y ante el más allá, nacie­
ron las teologías de los pueblos indios, entre quienes
están los mayas. Que no han sido escritas o que uti­
lizaron métodos distintos a los que utilizan las teolo­
gías cristianas o no cristianas.
Las profundidades de la fe -base de toda teolo­
gía- vividas por estos pueblos y expresadas en todos
los acontecimientos, solamente pueden ser expresa­
das en su radicalismo mediante las propias y respec­
tivas lenguas indígenas. Las otras lenguas única­
mente pueden aproximarse, incapaces de iluminar la

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CuL11JRAMAYA YCRJS11ANJSMO

totalidad de los conceptos. Lo mismo se puede decir


de aquellos que llegan a experimentar una espiritua­
lidad indígena profunda, porque de otro modo sería
una mera antropología de religiones.
Ningún pueblo se encuentra vacío de Dios, todos
conocen a Dios según los condicionamientos de su
historia, le conocen algunos atributos, por lo que
Dios ya no necesita ser comprendido desde otras
dimensiones. La revelación de Dios ya está explicada
y completada y otros pueblos no tienen mucho, y a
veces nada nuevo que añadir. Dios está por encima
de las culturas, de los pueblos, sobrepasa todas las
lenguas, todos los pueblos. No se dice que se explica
fuera de los contextos culturales, porque el mensaje
va dirigido a los hombres concretos sumergidos en
sus culturas determinadas. Todas las culturas, todos
los pueblos llevan consigo los mecanismos, los códi­
ces para hablar de Dios, de Wiracocha, de Ya­
mand6, de Paba y de Nana, de Manitú, de Tal, Ajau,
y todos los pueblos, hasta aquellos que aún no han .
nacido, o aquéllos que van a ser descubiertos en re­
giones astrales tendrán sus maneras de hablar, de
sistematizar, de invocar a Dios único y Señor de
todo y de todos.
La teología maya, a pesar de todo, es una teolo­
gía que admite rivalidades, diálogo, para comple­
mentar su experiencia y su convencimiento.
Las teologías indias tienen sus métodos, sus ma­
neras de manifestarse, sus cánones propios, su ter­
minología, sus lenguas peculiares. En la búsqueda
de Wiracocha, de Manitú, de Paba, de Nana, vamos
a encontrar otras teologías que van a enriquecer
todo el saber universal del Ser Supremo. El conoci­
miento de Dios, partirá de la suma de los conoci­
mientos parciales de las diferentes culturas y religio­
nes de la raza humana.
La salvación desde la teología maya, se ana1iza
desde elementos claves, tales como: el concepto
como pueblo de Dios, la dimensión de la corporei­
dad, la ética y el lugar privilegiado del pobre en la
economía de la salvación. Para el maya, la salvación

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VrrAUNO SIMILOX SAIAZAR

es un mensaje del malz, que interpreta la realidad


concreta, con íntima relación con la lectura del Po­
poi Vuh como un vehículo que busca la verdad en las
actividades e intenciones.
La salvación tiene que ver con la cosmovisión y el
sentido del futuro, de la participación de todo y ac­
tores de un proceso civilizador, de una visión histó­
rica y sustentación ideológica maya. Es la superación
constante, el equilibrio constante de la relación
Dios-hombre-naturaleza.
La salvación es la perfección del cosmos, pues en
la cosmovisión maya, es la obra maestra, la cons­
trucción perfecta dentro de la cual se realiza la his­
toria, el destino del hombre. El perfeccionamiento
de este cosmos, es la vida eterna, la resurrección de
toda la humanidad por la eternidad.
Este es el mensaje del maíz, en tanto el maíz
convertido en hombre -segün el Popol Vuh-, luego
de ser enterrado, vuelve a su forma original de ve­
getal, a través de los procesos de germinación y creo
cimiento de la planta, sus frutos welven a formar
carne del hombre hasta un futuro entierro, y así su­
cesivamente se inicia otro ciclo de vida, un nuevo
renacer. La salvación es un proceso hacia el
perfeccionamiento.
La salvación tiene que ver con el destino del
hombre, y depende de la buena marcha del universo,
por lo que su porvenir, su futuro, su salvación se en­
cuentran sujetos a lo que sucede a la humanidad. La
salvación tiene que verse desde el concepto básico
"aya": Tolalidod y complemenlariedad. Siempre ha­
brá relación entre la religión, el cosmos, el porvenir,
el orden social y el orden cósmico en su globalidad.
El milagro de la supervivencia indígena es real
en América Latina y expresión de salvación, los años
no han doblegado la voluntad del indio de seguir
existiendo con su propia identidad y costumbres.
Nos preguntamos, ¿cómo es posible que el indio
haya soportado tanto maltrato? Ahí están los pue­
blos desafiando al tiempo y a sus opresores -quienes
se han cambiado de nombre pero en el fondo vienen

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CuLTtJRA MAYA Y CRlSl1ANISMO

a ser los mismos conquistadores de hace cinco si­


glos. Así por ejemplo, los datos estadísticos nos
muestran los países de predominio indígena: en Bo­
livia el 60 por ciento del total de habitantes son indí­
genas; en Guatemala el 60 por ciento, en Ecuador
el 40 por ciento, en México un 21 por ciento y en
Perú el 55.
Sin duda, en la existencia de estos pueblos
aborígenes, entre ellos el pueblo maya, está ante
todo la mano poderosa de ese Ser Superior, que
actúa por medio de la preservación de la humani­
dad, de las diferentes culturas, y eso es la salvación
según el pensamiento maya. Dios es vida, vida para
todos y no muerte.

11. El proceso social guatemalteco y la cultura


maya, hoy

La evolución económica durante la década de los


ochenta y las tendencias que dominan el desarrollo
capitalista al comienzo de los noventa, han introdu­
cido cambios importantes en la ubicación de la po­
blación indígena dentro de la realidad nacional.
En la costa, la tendencia dominante de desarrollo
de la agricultura capitalista que se empezó a percibir
en los años 1986 Y 1987 es la de intensificar la
tecnificación de los cultivos y aumentar la mano de
obra procedente de la costa o incluso tender a utili­
zar más mano de obra de colonos. La crisis del al­
godón y la alta tecnificación del azúcar, son mues­
tras de lo primero. En cuanto a lo segundo, de un
lado es producto directo de la tecnificacién, pero
también es fruto de la gran cantidad de población
que se asentó en la costa en los años ochenta. Fi­
nalmente, existen proyectos de los empresarios,
como el de FUNDAZUCAR, que buscan desplazar al
Estado en la asistencia social a los trabajadores fijos,
creando ellos las escuelas, hospitales, casas, sistemas
de agua, etcétera en la perspectiva de disponer de

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VrrAUNO SIMILOX SALuAR

mano de obra próxima a la plantación y dependiente


de ésta.
EUo ha repercutido en el altiplano, modificando
la relación que existía anteriormente entre Iatifun­
dio-minifundio. Los indígenas del altiplano ya no
son solicitados para trabajar en la costa, por lo me­
nos en la cantidad en que eran requeridos antes.
Esto ha producido en primer lugar un aumento de la
migración a la capital, pero otra parte de esta' fuerza
de trabajo ha sido asimilada por las nuevas empre­
sas, en muchos casos pequeñas empresas agrarias
destinadas a cultivos intensivos para la exportación
no tradicional. Estos cultivos sí demandan abun­
dante mano de otra -recoleccién de arveja, brócoli,
ajo, etcétera-, tanto para la recolección como para
manipular el producto segün las normas del mer­
cado. Una parte de estas explotaciones agrícolas
están en manos de indígenas, y en cierta medida
también la comercia1ización a través de cooperati­
vas. No así la exportación de los productos. También
en el altiplano más inmediato a la capital -Chimalte­
nango, Sacatepéquez-, se han instalado empresas de
maquila que absorben mano de obra indígena.
En la ciudad, se ha dado una inmigración masiva
de población indígena, superando a la inmigración
de oriente que fue la característica de los años se­
tenta. Esta población, según han revelado encuestas
rea1izadas por FLACSO en los dos últimos años, con­
serva su conciencia étnica, aunque frecuentemente
se desprende de los signos externos para sobreUevar
en mejores condiciones la convivencia en la ciudad.
No se conocen iniciativas culturales u organizativas
dirigidas a que esta población mantenga su concien­
cia étnica. La mayoría de esta población se ubica en
el sector informal de la economía, _
Resulta muy dificil poder precisar el peso de las
contradicciones de clase o de la conciencia de opre­
sión étnica en la conciencia subjetiva indígena.
La mayoría de los portavoces organizativos del
mundo indígena, vinculan ambos aspectos y definen

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la opresión étnica como determinante para su pue­


blo.
Se puede pensar, para comprobarlo con la reali­
dad, que las contradicciones de clase en el interior
del mundo indígena, han aparecido históricamente
mediatizadas por los intereses de la comunidad y
subordinadas al orden que regía la vida comunitaria.
Precisamente las contradicciones de clase interindí­
genas, adquieren relevancia propia cuando el pueblo
las percibe como un riesgo o como una traición a los
intereses de la comunidad. De ser así, los intereses
de la comunidad prevalecen en la conciencia indí­
gena por encima de sus intereses personales o de
grupo social, mediatizando las contradicciones de
clase.
Un ejemplo antiguo era el peso que suponían los
gastos económicos que implicaba ocupar cargos de
responsabilidad o presidir prácticas rituales en la
comunidad tradicional. Es posible ver cómo la exis­
tencia de una burguesía indígena en Quezaltenango
y áreas adyacentes, no ha provocado divisiones en la
comunidad, sino que los sectores que no disfrutan
esta situación la ven con orgullo, ya que muestra
hasta donde puede llegar el Quiché.
En cualquier caso, estas reflexiones pueden ser
muy parciales, y podrían presentarse visiones con­
trapuestas de este asunto. En todo caso, lo que su­
giero es profundizar en la relación entre intereses de
la comunidad-intereses de clase.
Al respecto, la lectura de textos, y la limitada ex­
periencia que se tiene, sugiere la importancia de la
comunidad como núcleo del poder indígena. Esta
cuestión es central en la discusión del proceso social
y la cultura maya.
La cuestión étnica no puede ser abordada por
ninguno al margen de la cuestión de cuotas de po­
der. ¿Cómo llevar este tema a la realidad guate­
malteca, donde la autonomía de las veintitrés etnias
no parece muy factible desde el punto de vista del
Estado moderno?

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En primer término, el Estado sumamente des­


centralizado, como fórmula para poder lograr la
unidad nacional de una sociedad sumamente divi­
dida étnicamente. La descentralización administra­
tiva es un primer paso, pero debe relacionarse tam­
bién con una descentralización del poder político, lo
cual implica dar más autonomía al poder local -es­
trechamente relacionado con la comunidad, base
del poder indígena- y regional. Además, el poder en
el ámbito local aparece como elemento clave en la
estrategia de acumulación de fuerzas para lograr
transformar toda una sociedad.
Sin embargo esto pareciera ser insuficiente, ya
que no afecta el poder legislativo, base representa­
tiva del poder en la república democrática. Por
tanto un país peculiar -con veintitrés etnias- necesita
tener formas de representación popular también
peculiares. Este tema debería estar presente en
cualquier revisión de las leyes electorales y de la
Constitución de la República. La representación
corporativa del pueblo indígena en el sistema polí­
tico, por lo menos en el legislativo, debería combi­
narse, subordinarse o colocarse por encima -este es
un tema a analizar- de la representación partidista.
La base de esta propuesta es que si la represen­
tación partidista es el único mecanismo para partici­
par en el poder legislativo, se obliga a las etnias a
adoptar una plataforma partidista indígena -lo cual
debilita la unidad nacional- o a sumarse a las plata­
formas partidistas ladinas, lo cual es forzarlas a un
grado de acu/turación. En caso contrario, habría que
demostrar que el pueblo indígena puede tener
igualdad de oportunidades con el ladino en el sis­
tema partidista introducido por la cultura occidental.
La experiencia nicaragüense sugiere que no es posi­
ble plantear los derechos étnicos sin vincularlos al
control de los recursos que históricamente pertene­
cieron a esas comunidades.
La tierra aparece como eje de esta reivindicación
en Guatemala. Sin embargo, con el énfasis que se
hace actualmente en la preservación de los recursos

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CuLnJRA MAYA Y CRIS11ANISMO

naturales, habría que ampliar la lista -tierra, bos­


ques, ríos, fauna, etcétera. El planteamiento se
puede unir al de la descentralización y mayor poder
local, en el sentido de exigir que estos recursos, que
actualmente están en manos del Estado central, pa­
sen a las comunidades cediéndolos al poder local.
En la sociedad ladina hay una profundización de
las manifestaciones de discriminación dominante así
como la necesidad histórica de superarlas para lo­
grar la integración y unidad nacional.
Por ejemplo, en los grupos dominantes actuales
en la sociedad están llegando a predominar los ladi­
nos de segunda y tercera generación -Serrano Ellas,
belga; Gutiérrez, Botrán, la comunidad judía llegada
recientemente, Moliviatis, etcétera. Este grupo está
atín mucho más desnacionalizado que la oligarquía
tradicional histórica y las clases medias ladinas, que
en cierta medida se educaron y asumieron una visión
histórica de Guatemala. Cada vez más la sociedad
ladina es dominada por personas que no viven esta
historia, no tienen referencias en el pasado de la na­
ción y por tanto transmiten una cultura y unos valo­
res adaptados de la cultura y del sistema de valores
estadounidenses. La televisión, el cine, la moda y el
comercio refuerzan esta aculturación de la sociedad
ladina.
El ejército parece o pretende aparecer, cada vez
más como reserva de los valores históricos nacio­
nales. Lo cierto es que en su formación se cuida de
mantener los mitos ladinos sobre la historia, e in­
cluso muchos despachos del ejército los preside un
grotesco dibujo de Tecún Umán. Pero el mito na­
cional por excelencia para el ejército es la reforma
liberal, ejemplo de la racionalidad estadista que so­
metió y creó un nuevo vasallaje moderno para el
pueblo indígena.
Estas reflexiones sugieren la importancia de es­
timular a los círculos intelectuales, literarios y aca­
démicos para que profundicen, desarrollen y pro­
muevan una cultura y una interpretación de la histo­
ria de Guatemala que contribuya a reforzar el pro­

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VrrAUNO SIMILOX SAIAZAR

yecto de unidad nacional y también ayude a superar


la discriminación étnica. Es importante que estos
sectores se planteen no sólo la creación académica,
sino la disputa en los medios de comunicación y en
la formación de las futuras generaciones. Es tam­
bién un terreno en el que se debería plantear una
convergencia con los sectores intelectuales indígenas
de vanguardia.
Sólo en una sociedad más participativa, tole­
rante, en donde se haya superado la cultura de la
manipulación, de la compra y venta de los' valores
humanos, .de la competencia y de la violencia, el
maya podrá expresar libremente su religión y arre­
glar su situación en forma global y deftnitiva.

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