Tomado de Nahum, B. (1994): “Manual de Historia del Uruguay 1830-1903”, EBO, Montevideo.
Nacimiento y Conflictividad
CONSTITUCIÓN del ESTADO, 1828-1830
HECHOS PRINCIPALES
1929 6 Mayo - Comienzo del estudio del Proyecto de Constitución por la Asamblea
10 Setiembre - Aprobación del Proyecto
1830 26 Mayo - Aprobación del Proyecto Constitución por los Gobiernos del Imperio del
Brasil y de las Provincias Unidas.
18 Julio - Jura de la Constitución por la población Oriental
Ratificada la Convención Preliminar de Paz (4 de octubre de 1828) por los Gobiernos de las Provincias Unidas
y Brasil, se realizaron las elecciones para designar a los Representantes que habrían de gobernar el territorio
oriental y al mismo tiempo redactar la Constitución política del nuevo Estado cuya creación allí se disponía.
El 22 de noviembre de 1828, integrada por 28 miembros, la Asamblea General Constituyente y Legislativa
del Estado se instaló en la villa de San José.
Tuvo que enfrentar dos series de problemas diferentes: una, relativa a la organización y administración del
nuevo Estado, con las urgencias que presentaba una realidad institucional en la que casi todo estaba por hacer; y
otra, las rivalidades personales de los dos caudillos que buscaban obtener el predominio en la Asamblea para
volcarla en su favor.
Todavía no había partidos políticos, sino grupos de personas que seguían a Rivera (Santiago Vázquez) o
Lavalleja (Miguel Barreiro, Lázaro Gadea), con relevantes méritos personales ambos en las guerras de
independencia para basar su aspiración al mando supremo del nuevo Estado. El pasado también desunía. En la
Asamblea había “abrasilerados”, de destacada colaboración durante la dominación brasileña (José Ellauri, Francisco
Llambí, Pedro F. Berro, Luis Lamas); unitarios o “aporteñados” (Juan F. Giró, Gabriel Pereira); artigüistas de la
primera hora (Miguel Barreiro, Atanasio Lapido, Manuel Pagola), y hombre de actuación pública reciente
(Alejandro Chucarro, Lorenzo J. Pérez).
1
OBRA LEGISLATIVA
OBRA CONSTITUYENTE
Comisión redactora
La Asamblea designó una Comisión especial para la redacción de la Constitución, presidida por Jaime Zudáñez
con la secretaria de José Ellauri (quien más tarde actuó como su miembro informante); junto a Santiago Vázquez,
fueron los hombres más versados en ciencias jurídicas de la Asamblea.
El medio intelectual y profesional era muy limitado, varias personas rehusaron intervenir por “sus escasas
luces”, casi no hubo cita de tratadistas o teóricos de derecho constitucional en los debates (dada la pobreza de las
bibliotecas existentes), predominando entonces el criterio de la experiencia personal y de administración que
tenían quienes habían actuado en el Cabildo, el gobierno artiguista, los gobiernos provisorios (1825-1828), y
manejando sus propios negocios particulares (bufetes de abogado, registro de importación, barracas, comercio,
estancias).
Fuentes
Se sabe, (…), que la Comisión pudo consultar las Constituciones que estaban más a su alcance: la francesa de
1791 y la española de 1812, que sirvieron de modelo a la brasileña de 1824, la bolivariana y la rivadaviana de 1826,
y la chilena de 1828, así como los estatutos de los gobiernos porteños y la labor organizativa de la Provincia
Oriental entre 1825 y 1828, en la que varios Constituyentes habían actuado.
2
“La Comisión no tiene la vanidad de persuadirse que haya hecho una obra
original, grande ni perfecta. Lo primero sería una extravagancia, porque en
materia de constituciones, señores, poco o nada hay que descubrir después
que las Naciones más civilizadas del globo […] las han hecho. Lo grande y lo
perfecto no era compatible con las escasas luces de los miembros de la
Comisión, y con dificultades de todo orden que les ha sido forzado superar
para concluir un trabajo tan delicado como importante. […] Sin la
comodidad precisa para el recogimiento y la meditación, sin libros, y sin
sociedad numerosa de ciudadanos ilustrados a quienes consultar, y de
quienes recoger conocimientos útiles”
3. Organización del Poder Legislativo. La Comisión propuso un sistema bicameral que, pese a la posición
de Ellauri, favorece unicamaralismo, fue aprobada por la Asamblea. Esto se complementó con la elección
directa de los miembros de la Cámara de Representantes.
4. Amovilidad o inmovilidad de los Ministros de Estado . Aquí se promovió el debate más extenso y
esclarecedor en los trabajos de la Asamblea. José Ellauri sostuvo que los Ministros eran funcionarios
públicos como los demás y que deberían establecerse causales para su destitución. Intentaba quitarles
significado político y darle más estabilidad a los gobiernos. En la posición opuesta, Santiago Vázquez
argumentó que llenaban cargos de confianza del Presidente, a cuyo criterio debía quedar sometida su
3
permanencia en tales funciones políticas, son penas de crear una brecha funesta entre ambos. Al
primero, la destitución de los Ministros le parecía un rasgo “monárquico”; el segundo, señalaba que la
permanencia en sus cargos no figuraba en ninguna Constitución de los Estados que formaban América del
Norte.
La Asamblea aprobó finalmente el principio de la amovilidad, por el cual el Presidente podía destituir a
sus Ministros por su sola voluntad.
5. Militares en el Parlamento. El artículo que negaba el acceso al Parlamento a los militares encuentra su
explicación en el conflicto constante que la Asamblea mantuvo con ellos, especialmente con Rivera.
Además, su número, herencia de las guerras de independencia, era desmesurado en relación a los
recursos estatales y no se confiaba en que contribuyera a mantener el equilibrio de los poderes.
Una vez aprobada la Constitución, 34 militares encabezados por Rivera y Lavalleja presentaron una
solicitud de reconsideración de la medida. Argumentaron que ante la falta de “hombres de luces”, debía
recurrirse a todos los gobiernos de la República; pero la Asamblea no hizo lugar al pedido.
Muchos años después, José Enrique Rodó dijo que la resolución había obedecido a la “prevención contra
la influencia perturbadora del caudillaje”, y Francisco Bauzá sostuvo que esa exclusión había sido una de
las causas de las guerras civiles porque marginaba a los caudillos de la actividad política.
Hoy resulta difícil imaginar a alguno de aquellos caudillos actuando como parlamentario, aunque también
es claro que su exclusión no contribuyó a integrarlos al sistema constitucional.
Tomado de http://manosanta.com.uy/contenidos/ceibal/public/historia/actividades/uruguay/003-
esquema-de-la-constitucion-de-1830.html
Documento Nº1:
4
“Artículo 1º. El Estado Oriental del Uruguay es la asociación política de
todos los ciudadanos comprendidos en los nueve departamentos actuales
de su territorio.
Artículo 2º. El es y será para siempre libre, e independiente de todo
poder extranjero.
Artículo 3º. Jamás será el patrimonio de persona, ni de familia alguna.
Artículo 4º. La soberanía en toda su plenitud existe radicalmente en la
Nación, a la que compete el derecho exclusivo de establecer sus leyes,
del modo que más adelante se expresará.
Artículo 5º. La religión del Estado es la Católica Apostólica Romana.
Artículo 6º. Los ciudadanos del Estado Oriental del Uruguay son
naturales o legales.
Artículo 7º. Ciudadanos naturales son todos los hombres libres, nacidos
en cualquier parte del territorio del Estado. […]”
5
La Constitución de 1830, por los errores anotados, s uno de los
factores de perturbación que intervienen en la vida de la República de
1830 en adelante. Ella será impedimento constante para que el país
pueda realmente constituirse; impedirá la formación de hábitos de
gobierno propio; entregará la vida de la campaña al ajeno arbitro
administrativo de la capital, erigirá un Poder Ejecutivo absoluto, incitará
a la violencia y la coacción electorales, favorecerá la prepotencia del
caudillismo, provocará motines y dictaduras, mantendrá la inercia y el
atraso del interior, engendrará gobiernos de círculos y de fraude.”
6
solamente la obra de formalismo jurídico necesaria para que el país
actuara en la esfera internacional e interna, con los órganos de gobierno
adecuados y bajo el precepto severo e indestructible de la ley. Al cumplir
esta labor sin pretensiones de originalidad, según la reiterada declaración
de los constituyentes, tuvieron también sus aciertos. Es justicia señalarlo
luego de haber puntualizado los errores. Actuaron en general en un plano
liberal y avanzado, reflejo de las ideas revolucionarias, consagrando la
igualdad y seguridad personal, la inviolabilidad de las propiedades, el
derecho de petición, el libre ejercicio de toda clase de industria,
agricultura y comercio, la libertad de prensa, la inviolabilidad de la
correspondencia y el domicilio, en el orden de los derechos individuales;
y en la distribución de los poderes, creando un verdadero poder
parlamentario, mediante la organización de un legislativo con
atribuciones amplias, con inmunidades que asegurasen su independencia
funcional y una estructura adecuada para evitar influencias nocivas.
Algunas de estas últimas garantías ya había estado organizadas en la
provincia, pero en la constitución ellas se relacionan con un conjunto de
medidas tendientes a asegurar un funcionamiento regular y pleno del
parlamento. Todos estos principios que hoy nos aparecen una simple
deducción lógica, eran en cierto modo una experiencia atrevida de
aquella hora de reacción ante revolucionaria, organizada por la
cuádruple alianza.”
7
esenciales de la condición humana. Algunas de las soluciones halladas a
esta problemática por los hombres de 1829 configuraron la afirmación
irrenunciable del ser nacional en su dimensión política, y el paso de un
siglo y medio no ha hecho más que enriquecer su significación y darle
prestigio de la tradición que se asienta en el reconocimiento a la
dignidad humana. Otras han debido ceder –felizmente- ante el avance del
grado de civilización y de cultura colectiva de nuestro pueblo […]”