1988
EL FIN DE LA ILUSIONdesencuentros entre Spinettay el publico, ap
lamentable, le otorgaron mayor complejdad e hicieron
ds rico su paso por el planeta Tierra. La canonizacién
post mértem fue borrando de a poco los contflietos que
planteaba Spinetta como artista no complaciente. Como
cierre del accidentado recital, tl ver como una manera
de reconciliarse con los intolerantes, decidié tocar una
versién maravillosa de su deconstruida “Muchacha”, que
fue coreada por el mismo pablico que minutos antes lo
habia transformado en su propia ereacién: un tester de
violencia
TODOS LOS FEMICIDIOS,
EL FEMICIDIO| boxeo aparece en tres relatos de Julio Ci
El mis famoso es “Torito” (1956), un mon
interior, marcas de oralidad inchuidas, donde el n
dor recrea los ilkimos dias de Justo Suarez, el
boxeador argentino devenido héroe, que
‘en que se moldearon varios de qui
su camino. El mejor probablemente sea el menos cor
ido, “Segundo viaje” (1982), donde un boxeador
‘pelo comienza a ganar peleas estimulado por una e
dad indecible,“La noche de Mantequilla” (1977), el ott
acercamientoal boxeo, tiene como telén de fondo la pelea
entre Carlos Monzn y Mantequilla Népoles ocurrida en
febrero de 1974 en Paris. Aunque el relato coquetea con.
cl género de espionaje pasado por el filtro dela guerrilla
sudamericana exiliada en Europa, Cortizar aprovecha
para sacarse el gusto de deseribir detalles técnicos de su
deporte favorito y elabora un apodo para Monzén, con
su habitual cuota de lirsmo: “el sauce de largos brazos",
“El gaucho de hierro” fue el que le otorgaron los perio=
”ero para 1977, cuando Cortézar publica
“Monzén ya habia sco personaje de varias peliculas
mismo aio fue el protagonista de £1 Macho, un spaghetti
‘western italiano. Ahi lo acompaiiaba Susana Giménez,
con quien habia grabado tres afios antes La Mary, un
drama que se recuerda especialmente por el volaje de
sus escenas erbticas y ciertas leyendas sobre el backstage.
‘Monzén también fue parte de algunas comedias blan-
cas en el contexto pacato-opresivo de la dictadura, como
Amigos para la aventura (1978), junto a Palito Ortega; sin
‘embargo, su papel més emblemético se da en Sova, soar
(1976), una obra maestra de Leonardo Favio en la que el
boxeador comparte el protagonismo con Gian Franco
Pagliaro. Hace de un muchacho de pueblo de una sit
pleza enternecedora, al borde de la deficiencia, quien se
cruzacon Mario, el Rulo, un artista de varieté, bastante
chanta, que lo convence de viajar a Buenos Aires para
iniciarlo como su partener. La pelicula es una tragico-
media bizarra que, ademés de contar con una actucién
extraordinaria de Pagliaro, qued6 en la historia por la
escena en la que Monzén aparece cruzado de picrnas, en
bata y ruleros. Pero més allé de la imagen iconogrifica
(que el boxeador se negaba a hacer segtin el mismo Fa-
io) el trasfondo es el marcado vinculo homoerdtico que
hay entre los dos protagonistas y que el rol de Monzén
representa exactamente lo contrario a su estereotipo, es
decis el macho, como lo dejaba en claro el titulo del spa-
jguetti western italiano que filmaria un aio después. En
Sofiar, soar, sa pasallorando, emitiendo unos quejidos
*
‘También sucede cuando juega a selecci6n argentina
el Mundial, pero con las estrellas del boxeo ocurre con
ns especficidad porque se trata de un hombre solo que
se enfrenta a otro; en el caso della defensa de ttulos, por
lo general, de una nacionalidad distinta. Enconces es¢
hhombre parado en el medio del ring pasa a ser el expo
nente de la virilidad de todo un pais. En el deporte s¢
pponen en juego muchos de los valores més primitivos y
brutales de la psiquis masculina. Slo hace falta prestar
stencién al contenido de las canciones de cancha, cuyo
analisisargumental indicarfa que un alto porcentaje trata
sobre poner en duda la orientaci6n sexual del adversario,
aludiendo a esta duda una connotacién negativa. En el
«aso del boxeador devenido representante viril, si gana,
‘ganamos todos y permite que podamos comentar en la
sobremesa: “Viste el jab de derecha que le meti6?, sin
tener la menor idea de lo que es un jab de derechs. Por
€30, incluso, quienes no siguen el boxeo con asiduidad,
cuando en la madrugada de un sibado un boxeador sale
del nicho del deporte y encara sus peleas rascendentales,
se detienen frente al televisor y sufren los golpes y las
«caidas como si fueran propios.
‘Teniendo en cuenta esta identificacién espectador/
boxeador, ue explica muchisimas cosas de las que tal vez
‘no quisigramos ser conscientes, es que se vuelve relevante
cl dato de que a partir de 1970 Monzén haya defendido,vor. Eso también ayuda a entender su conn
simbolo. De hecho, slo Bennie Briscoe, quien en
encajé un derechazo que lo mantuvo groggy por algunos
segundos, y Rodrigo Valdez, que en su iltima defensa
Ie hizo apoyar una rodillaen a lona, legaron a sentic la
inminencia de una victoria sobre Monzén (que perdié
tres peleas pero en sus comienzos como profesional en
los afos sesenta).
Entonces Monzén llega al final desu carrera inmacu-
Jado, sin el declive de Gatica, por mencionar un ejemplo
cereano de laantologia, y habiendo atravesado la atmés-
fera del deporte de tal modo que se habia convertido en
parte del imaginario cultural del pais. Admirado por los
hhombres y deseado por las mujeres, encarnaba también
Ia épica del chico pobre, sin insteuccién, el “negrito” al
que en la calle se lo mira de reojo y de tepente llega al
centro de la fama, es famoso en Europa, se codea con
Alain Delon, se vuelve multimillonario y es pareja de
Susana Giménez, una de las figuras més embleméticas
del especticulo.
EL If de febrero de 1988, Carlos Monz6n estrangul6 a
su expareja Alicia Muniz. y la tiré desde el baled de una
casa de veraneo del barrio La Florida en Mar del Plata.
Laidolatria lev6 a que la opinion piblica minimizara
lerimen incluso cuando el propio exboxeador, a pesar
deno haber reconocido nunca su culpabilidad y denomi-
a
iento que habria
fetima incluso sino hubiese sido
del baleén. Aunque treinta afios pueden equivaler a
pirrafos de un libro de historia, analizar con los oj0$
del presente las interpretaciones mis miserables del eas0
seria por lo menos improductivo. Los estudios de géne=
10 ubicaron en el ncleo de sus teorfas la violencia max
chistay las distimas tfenicas de dominacién masculina,
yy modificaron por completo la mirada, por momentos
Piadoss, que se tenia sobre este tipo de casos. Sin em
bargo, cada vez. que ocurre un hecho similar, un sector
de la sociedad sigue con la costumbre de sacar del foco
al vietimario y hacer un primer plano en la vietima bajo
todas las formas del concepto “algo habré hecho”. Por
«50 es que el erimen de Monzén fue entendido de manera
‘undnime como un momento bisagra en la visibilizacién
de la violencia machista. La advertencia “No todas las
mujeres se dejan pegar por Monzén” encabezaba el ttu~
lo de “Las minas estan hartas", una nota de Cantarock
‘en la que Noem{ Hakel, con pinceladas autobiograticas,
‘razaba un panorama del feminismo en tiempos neocon-
servadores".
Poco antes de mori, el programa 360 Todo para ver,
conducido por Julign Weich, consigui6 una entrevista ex-
clusiva con Monz6n realizada por laperiodista Mercedes
‘Marti. El documento es revelador en varios aspectos por-
" Noemf Hakel, “Las minus etn hares, Catarock, N29, abil
e968,ROOM eseaLd deSera Fe, volver jo
‘Maximiliano), desu vida después del erimen (habia deja-
do el alechol, se habia hecho evangelist) pero también de
otros detalles que hoy pareceria imposible que a alguien
se le ocurriese pasar al sre, especialmente un segmento
dedieado a su relacién con las mujeres. Ahi Monzén apa-
rece en baa yrecostado sobre una cama, Cuenta que sale
viernes y sibado y que por la eantidad de mujeres que se
le acercan no tiene tiempo para atender sus necesidades.
‘Asevera que las revstas del especticulo sequedsban cor-
tas cuando decian que con Susana Giménez hacia el amor
cinco veces por dia. Se clifia de“antiguo” y “machista”
porque le gusta que su mujer salga vestida como él quiere
¥ que no muestre las piernas. Pero lo ms ineémodo no
es este alarde tipico masculino, en este caso subrayado
por quien lo dice, sino que en determinado momento se
‘oye el inicio de “Matador” de Los Fabulosos Cadillacs.
Seguramente quien edit6 y musicaliz6 aquella entrevista
zo sabia que estaba explicando todo para la posteridad.
Latitima noche de Alicia Muniz ofrece un recorride por
sitio ligados al paisaje marplatense canénico, que luego
del femicidio, por su caricter pintoresco, adquieren un
9: el casino, donde la expareja y un par de
amigos fueron a jugar a la ruletas el club Pefiarol, donde
siguieron la noche al parecer con los obvios excesos, y
“Monzén). Por supuesto, el caso fue y
sigue siendo un hito de la prensa amarilla. Incluso adi
fundida imagen de Alicia Mufiz. estrellada boca abajo
contra el piso se asemeja a la tapa de un pulp fiction, y
la aparicién del cartonero Biez en el rol del personaje
externo que explica todo va en ese curs.
Hay algo de genocidio aleatorio que subyace detris
de los femicidios, como si se trtara de un exterminio
que no necesita adoctrinamiento alguno porque ya se
encuentra internalizado en la mente de todos los hom-
bores que somos criados en esta sociedad. La condena por
exhibir debilidad en pablico, una técita proscripcién de
1a sensibilidad, el temor a salirse de la “norma” sexual,
Ja subestimacién intelectual de la mujer, entre otros, son
preceptos explicitos que el varén recibe desde chico y
que, de no advertirse, pueden generar serios problemas
Puntualizaren el origen humilde o en lafalta de instruc-
cid de Monzén, como tantas veees se hizo, se parece a
dae a entender que un hombre escolarizado de familia
acomodada no puede cometer el mismo delito. Pero el
tema es tan complejo que asumir la responsabilidad so-
cial de manera ecuménica también puede ser entendido
como una forma sutl de lavarse las manos. Lo ‘nico
seguro es que desde la complejidad de una perspectiva,
‘masculina stiada por la muerte de su estereotipo (el ma-
cho) adherir a esl6ganes o simbolos slo tendra sentido
si surge de una autoeritica intima.