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Fueron dos meses de hostigamiento diario, continuo y abrumador los

que Alexandra Sánchez tuvo que soportar por temor a ser despedida.
El culpable: su jefe, un juez al que le gustaba llamarla ‘princesa’ y
quien tenía ‘agendado’ cada movimiento que ella daba. “A la salida
pasaba por mi oficina y me decía te llevo a tu casa, pese a que no
íbamos en la misma ruta. Yo le inventaba cualquier cosa, pero
insistía. Empecé a decirle que tenía trabajo y me quedaba hasta tarde
asegurándome que se fuera”, cuenta.
El acoso, cuenta Alexandra, incluso llegó a sus redes sociales. “Me
escribía a la 1 a.m., yo no le contestaba, pero me decía que sabía que
estaba en línea. Me decía para hacer ‘cosas virtuales’ y que soñaría
conmigo”, recuerda la secretaria judicial. Pero fue cuando él intentó
besarla en su oficina, en que finalmente decidió denunciarlo ante las
instancias internas del Poder Judicial en el 2015.
Dos años después, el juez solo fue amonestado por 6 meses. Ella tuvo
que cambiar de trabajo y aún espera el resultado de la apelación.
“Hace poco me lo crucé y sonrío de forma sarcástica y me puse a
llorar. He tenido que llevar terapia durante año y medio”,

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