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SEDE LA ANTIGUA GUATEMALA.

LICDA. SILVIA GALDAMEZ


REHABILITACIÓN CARDIACA

RIESGOS CARDIOVASCULARES VINCULADOS CON LA PRÁCTICA DEL


EJERCICIO

ANDREA ALEJANDRA TOLEDO VASQUEZ 20125-18


MARÍA MARTA LUCIA VELÁSQUEZ FRANCO 21304-16
ÁNGEL FERNADO MIRANDA CASTELLANOS 20669-18
LILIA JIMENA CAROLINA GUZMAN STWOLINSKY 20943-17

EDWIN GUILLERMO SANTIAGO CARDENAS 23596-17

LESLY KARINA ARIAS CACHUPE 20314-17

ALMA NOEMÍ CABRERA SEQUEN 22103-17

LICENCITURA EN FISIOTERAPIA (FDS)


SECCIÓN: 1
INTRODUCCIÓN

El control de los factores de riesgo cardiovascular resulta la mejor estrategia de


prevención. En este sentido la práctica de ejercicio físico es fundamental, ya que no
sólo mejora el estado de salud, sino que evita la aparición de enfermedades
cardiovasculares. Durante la práctica de ejercicio, las pérdidas de agua y sales
minerales aumentan, por lo que es necesario hidratarse antes, durante y después
del ejercicio físico. Una de las estrategias clave en la prevención de las
enfermedades cardiovasculares es la práctica de actividad física. Realizar ejercicio
moderado, evitando de esta manera el sedentarismo, es un hábito de vida
cardiosaludable, capaz de evitar el desarrollo de patologías cardiovasculares. A
pesar de que el ejercicio tiene tantos beneficios físicos y psicológicos en la persona,
puede contribuir al desarrollo de condiciones cardiacas preexistentes o que se
generes de manera expontanea.

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ÍNDICE

INTRODUCCIÓN .............................................................................................................................. 2
ÍNDICE ............................................................................................................................................... 3
RIESGOS CARDIOVASCULARES VINCULADOS CON LA PRÁCTICA DEL EJERCICIO
............................................................................................................................................................. 4
Posibles enfermedades cardiacas en deportistas ................................................................ 4
Factores de riesgo cardiovascular en el deportista ............................................................. 8
Factores de riesgo en personas no deportistas .................................................................... 9
CONCLUSIONES........................................................................................................................... 14
E-GRAFÍA ....................................................................................................................................... 15

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RIESGOS CARDIOVASCULARES VINCULADOS CON LA PRÁCTICA DEL
EJERCICIO

Los Riesgos del ejercicio


La práctica regular de ejercicio físico a una intensidad ligera-moderada induce una
serie de adaptaciones que producen los beneficios para la salud. Diferentes
estudios han mostrado una relación inversa entre ejercicio habitual y riesgo de
enfermedad coronaria, eventos cardiacos y muerte. El ejercicio mejora el perfil
lipídico y el control de la glucemia, reduce o previene la hipertensión arterial, la
obesidad y el estrés, mejora la forma física y aumenta la longevidad. Sin embargo,
la mayoría de las evidencias de sus beneficios se extraen de estudios
observacionales, y aunque el consumo máximo de oxígeno y el tiempo de ejercicio
durante la prueba de esfuerzo son potentes predictores de mortalidad, no hay
acuerdo en la cantidad y la intensidad de la actividad física necesaria en prevención
primaria y secundaria. Por otro lado, aunque durante la realización de un ejercicio
extenuante aumenta temporalmente el riesgo de infarto agudo de miocardio, el
balance entre los riesgos y los beneficios es claramente favorable a éstos, aunque
hay un umbral mínimo de gasto energético semanal necesario para disminuir el
riesgo cardiovascular.

Posibles enfermedades cardiacas en deportistas


Los deportistas de elite con entrenamientos que llevan a sus organismos al límite
de la resistencia, tienen mecanismos de adaptación cardiovascular a estas
circunstancias. Una de las adaptaciones más conocidas es el Corazón de Atleta.
Pero en algunos casos existe cierta predisposición genética o enfermedades
preexistente pueden generar disfunciones o desadaptaciones cardiológicas graves
que pueden ser agudas o crónicas:

Agudas

• Muerte súbita en el deportista


Se estima que entre 1 y 3 de cada 100 000 deportistas jóvenes aparentemente
sanos desarrolla una arritmia (ritmo cardíaco anómalo) de forma súbita que
ocasiona su muerte repentina durante la práctica de ejercicio. Los varones se ven
afectados hasta 10 veces más a menudo que las mujeres. Los jugadores de
baloncesto y de fútbol americano en Estados Unidos, y los de fútbol en Europa,
pueden tener un riesgo más alto.

Causas
En deportistas jóvenes, la causa más común de muerte súbita cardíaca es:
• Engrosamiento anormal no detectado del músculo del corazón
(miocardiopatía hipertrófica)
• Síndrome del QT largo o síndrome de Brugada,
• Los aneurismas aórticos también pueden causar la muerte súbita en
jóvenes deportistas.
• Con menos frecuencia, un aumento de tamaño del corazón no
detectado (miocardiopatía dilatada) puede estar presente en una
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persona joven que no presenta síntomas, y la persona puede morir
repentinamente durante o después del ejercicio intenso.
• Las anomalías de las arterias coronarias (enfermedad de la arteria
coronaria), especialmente cuando una de las arterias tiene un trayecto
anómalo a través del músculo cardíaco (más que en su superficie)
pueden causar la muerte súbita en los deportistas cuando la
compresión corta el flujo de sangre al corazón durante el ejercicio.

En los atletas de mayor edad, la causa más común es:

• Arteriopatía coronaria
• miocardiopatía hipertrófica
• valvulopatía cardíaca.

Síntomas

Algunos deportistas presentan signos de alarma, como desmayos o dificultad


respiratoria (disnea). A menudo, sin embargo, los deportistas no reconocen o no
comunican estos síntomas, y el primer signo es que se produce una parada
respiratoria y el sujeto pierde el conocimiento.

Diagnostico

• Cribado previo a la práctica deportiva

Habitualmente se realiza una valoración médica de la persona antes de comenzar


a practicar deporte. Los médicos valoran a las personas que tienen trastornos
médicos y también a aquellas que creen no sufrir ningún trastorno médico. Las
personas sin trastornos médicos conocidos generalmente deben ser examinadas
debido a que algunos trastornos graves no causan problemas hasta que el sujeto
realiza ejercicio. Las preguntas se centran en tres áreas:

• Síntomas como dolor o malestar en el tórax, desmayos o casi


desmayos, fatiga y dificultad para respirar, sobre todo cuando se
presentan estos síntomas durante el ejercicio intenso

• Antecedentes familiares, especialmente antecedentes de miembros


de la familia que se desmayaron o murieron mientras hacían ejercicio,
o que murieron de forma súbita antes de los 50 años

• El consumo de fármacos

La exploración física se centra en la auscultación cardíaca con un estetoscopio


para detectar soplos cardíacos que pudieran indicar una enfermedad cardíaca, y
en tomar la presión arterial a la persona primero acostada y de nuevo mientras
permanece de pie.

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Tratamiento

• Reanimación

Si se produce una parada respiratoria y pérdida de conocimiento el tratamiento


inmediato es

• Reanimación cardiopulmonar
• Uso de un desfibrilador externo automático (DEA), si está disponible

Menos conocida pero también grave es la falla cardiaca aguda. Recordemos que el
corazón es un músculo. Puede agotarse y fallar en la contracción. Podemos
encontrar “marcadores en sangre” de esta situación como presencia de enzimas
cardiacas o similares luego de un esfuerzo extenuante.

Crónicas

• Corazón de atleta
El corazón de atleta (corazón de deportista) se refiere a los cambios fisiológicos
normales que sufre el corazón en las personas que hacen regularmente ejercicio
aeróbico vigoroso (por ejemplo, carreras o ciclismo de alta intensidad) y también
en quienes realizan un entrenamiento físico intenso con pesas (levantamiento de
pesas).

En una persona con corazón de atleta

• El corazón es más grande.

• Las paredes del corazón son más gruesas.

• Las cámaras (cavidades) cardíacas son algo más grandes.

Este aumento de tamaño y grosor de las paredes permite al corazón bombear una
cantidad de sangre sustancialmente mayor con cada latido. El mayor volumen de
sangre con cada latido permite que el corazón bombee más despacio, lo que da
lugar a un pulso más lento y más fuerte (que puede palparse en la muñeca y en
cualquier otra parte del cuerpo) y en algunos casos a un soplo cardíaco. Los soplos
son los sonidos específicos que se generan cuando la sangre atraviesa las
válvulas cardíacas. Aunque los soplos cardíacos también pueden ser signo de
una valvulopatía, son perfectamente normales en el corazón de un atleta y no son
peligrosos. El latido cardíaco de una persona con corazón de atleta puede ser
irregular en reposo, pero se regulariza en cuanto inicia el ejercicio. La presión
arterial es prácticamente igual a la de cualquier otra persona sana. Los cambios
cardíacos en las mujeres suelen ser menores que en los hombres de la misma
edad, tamaño corporal y nivel de entrenamiento.

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Las adaptaciones cardíacas que tienen lugar en el corazón de un atleta se
asemejan a las que pueden ocurrir en ciertos trastornos cardíacos. Por ejemplo,
el corazón puede aumentar de tamaño (dilatarse) en la miocardiopatía
hipertrófica y en la insuficiencia cardíaca. Los soplos pueden ocurrir en
los trastornos de las válvulas del corazón, y un pulso irregular puede indicar
un ritmo cardiaco anormal. Las principales diferencias entre el corazón de atleta y
un corazón anormal es que en el corazón de atleta
• El corazón y sus válvulas funcionan normalmente.

• La persona no tiene un mayor riesgo de sufrir un ataque al corazón u


otro trastorno cardíaco.

El sujeto no tiene síntomas. Generalmente, el médico sospecha que una persona


tiene corazón de atleta durante un cribado sistemático o al evaluarla por otros
síntomas no relacionados. No se precisa tratamiento. Cuando un deportista deja
de entrenar, el corazón de atleta desaparece lentamente, es decir, el tamaño del
corazón y la frecuencia cardíaca tienden, gradualmente, a parecerse al patrón
característico de una persona que no practica deporte. Dicho proceso puede tardar
semanas o meses en ocurrir. A veces, un atleta necesita reducir o interrumpir el
entrenamiento durante unos meses para determinar si los cambios desaparecen
o si se necesita una evaluación adicional para detectar un trastorno cardíaco.

El corazón de atleta no parece afectar a la salud en modo alguno. Las poco


frecuentes muertes súbitas de deportistas suelen deberse a una enfermedad
cardíaca subyacente que no fue no detectada con anterioridad, más que a
cualquier peligro resultante del corazón de atleta

• Ante un esfuerzo intenso y sostenido la lesión del tejido muscular puede llevar
en vez de a la recuperación del musculo a su reemplazo por fibrosis (cicatriz).
Esto implica de por si perdida de la función muscular pero también sustrato para
futuras arritmias.
• La Fibrilación Auricular (pérdida del ritmo normal del corazón). Más frecuente en
esta población que en deportistas moderados. Esta arritmia aumenta las
posibilidades de fallo cardiaco y accidente cerebrovascular.
• La Aterosclerosis y Calcificación Coronaria (depósito de colesterol y calcio en la
pared de la arteria) Es una enfermedad muy compleja donde los Factores de
Riesgo Cardiovascular más conocidos son la Hipertensión, Colesterol Alto,
Diabetes, Tabaquismo y Sedentarismo.
• Pueden intervenir factores genéticos y una gran cantidad de moléculas algunas
conocidas otras no tanto, que son estimuladas por años de actividad física
extenuante y el stress físico y psíquico del alto rendimiento. Como dijimos es un
proceso crónico, pero puede debutar de golpe con síntomas como dolor de
pecho opresivo.

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Factores de riesgo cardiovascular en el deportista

• Riesgos asociados al deporte: Los deportistas no profesionales o


aficionados se han sumado a la tendencia de participar en carreras populares
o deportivas que exigen un gran rendimiento, lo que supone una alta
exigencia al corazón y aumenta el riesgo cardiovascular. Muchos
especialistas están de acuerdo en que un sobreentrenamiento o
sobreesfuerzo cardíaco favorece situaciones de riesgo.
• Alta exigencia cardiaca en deportistas de elite: Las investigaciones
realizadas indican que hay una relación entre la práctica de deporte de
resistencia y alta intensidad y las arritmias (ya sean bradicardias o
taquicardias). La más habitual es la fibrilación auricular, una enfermedad que
se manifiesta con latidos auriculares descoordinados y desorganizados lo
que produce un ritmo cardíaco rápido e irregular.
• Deporte en personas con enfermedades cardiológicas: Haber sufrido
alguna enfermedad cardiaca no implica necesariamente dejar de hacer
deporte ni reposo absoluto. Estos pacientes deben consultar al cardiólogo
qué deporte es el más adecuado y con qué frecuencia e intensidad pueden
practicarlo. Para ello se deberán someter a un reconocimiento cardiológico,
que determinará el estado del corazón y la posibilidad de realizar una u otra
actividad.
• Los deportes más arriesgados para el corazón: Aquellos deportes que
requieran más del 70% del consumo máximo de oxígeno durante el
entrenamiento conllevan mayor riesgo cardiovascular. Según este dato, se
consideran deportes exigentes a nivel cardiovascular el triatlón, el patinaje
de velocidad, el ciclismo, el remo y el boxeo. Por otro lado, el golf, el billar,
los bolos o el tiro olímpico son deportes con menor riesgo cardiovascular, ya
que su práctica depende más de la técnica que del esfuerzo.
Prevenir factores de riesgo cardiovascular en deportistas
La evaluación cardiovascular de un deportista es fundamental para prevenir posible
daños y evitar la muerte súbita. En primer lugar, será necesario realizar
determinadas pruebas cardiológicas, como electrocardiograma o pruebas de
esfuerzo, para comprobar cómo responde el corazón. Para minimizar el riesgo se
debe comenzar a hacer deporte incrementando la intensidad de manera gradual.
Un sobreentrenamiento puede poner en riesgo la salud del corazón. Del mismo
modo, no se recomienda abandonar bruscamente la actividad física. En definitiva,
no existen deportes o actividades inadecuadas, tan sólo se deben ajustar a las
condiciones de cada uno para reducir el riesgo cardiovascular.

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Factores de riesgo en personas no deportistas

Existen numerosas publicaciones que proponen una clasificación de los factores de


riesgo. La Sociedad Europea de Cardiología (ESC) ha publicado una tabla de
valoración del riesgo cardiovascular, que permite visualizar la importancia de estos
factores. Lamentablemente, y así como el sedentarismo está reconocido como uno
de estos factores, incluso por la ESC, el ejercicio físico no se tiene en cuenta en
esta tabla

Mientras que algunos factores de riesgo no son modificables, otros por el contrario
lo son, principalmente por el ejercicio físico.

Factores de riesgo no modificables


El sexo, la edad y la herencia son no modificables. El hecho de ser varón, anciano,
con factores hereditarios, constituye el caso menos favorable. En prevención
secundaria, el haber ya padecido un episodio cardiovascular representa un factor
de riesgo añadido.

Factores de riesgo modificables


Los principales factores son la hipertensión, el colesterol total, LDL (lipoproteína de
baja densidad) elevada, HDL (lipoproteína de alta densidad) demasiado baja, una
concentración importante de triglicéridos, la diabetes, el tabaquismo, el
sedentarismo, la obesidad, el estrés o algunos rasgos de la personalidad (ansiedad,

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depresión, tipo D), una concentración elevada de lipoproteína A, la
hiperhomocisteinemia, el abuso de alcohol, algunas infecciones, una inflamación
importante (proteína C reactiva [CRP] elevada), el síndrome de apnea del sueño, la
insuficiencia renal, una frecuencia cardíaca de reposo elevada, la zona geográfica
de residencia e incluso la contaminación. Algunos de estos factores están
relacionados, y los pacientes acumulan con frecuencia varios factores de riesgo.
Globalmente, los factores de riesgo principales duplican o triplican el riesgo de
padecer un accidente cardiovascular. Si un paciente presenta varios factores, el
riesgo no se acumula, sino que se multiplica

Factores de riesgo tratados con actividad física

• Hipertensión arterial (HTA) y actividad física


En la actualidad, la presión arterial óptima recomendada es de 120/80 mmHg. Se
habla de hipertensión por encima de 140/90 mmHg y de hipertensión grave con
cifras superiores a 180/110 mmHg. El riesgo cardiovascular es proporcional a la
presión arterial. En la HTA moderada, se deben adoptar medidas
higiénicodietéticas: pérdida de peso, abandono del tabaco, del alcohol, disminución
del consumo de sal y aumento de la actividad física (sobre todo por su acción sobre
la obesidad). En caso de HTA más importante, se debería recomendar un
tratamiento médico. En caso de HTA grave, el ejercicio está contraindicado (a la
espera de corregir la HTA mediante los medios farmacológicos adecuados).
Durante mucho tiempo, los tipos de ejercicio propuestos en el marco de la HTA han
sido: intensidad moderada (50-80% FCmáx [frecuencia cardíaca máxima]) y larga
duración. En la actualidad, numerosas publicaciones demuestran que los beneficios
obtenidos son en gran parte proporcionales a la intensidad marcada, que el
entrenamiento en intervalos (interval training) es una modalidad eficaz y que el
desarrollo muscular presenta un efecto neutro

• Colesterol y triglicéridos y actividad física


Está demostrado que el ejercicio puede mejorar el perfil lipídico. Los efectos
demostrados atañen principalmente al aumento del HDL y a la disminución de
triglicéridos. El efecto sobre el LDL es más moderado. Parece ser necesaria una
cantidad de ejercicios mínima (consumo de 1.000 kcal/semana) para conseguir
estos efectos, ampliamente observados en los deportistas que superan con creces
este consumo energético. No existen en la actualidad suficientes datos sobre el tipo
de ejercicios que se deben aconsejar para modificar el perfil lipídico

• Obesidad y actividad física


La ganancia de peso también está relacionada con un desequilibrio entre, por una
parte, los aportes alimentarios (sus cantidades) y, por otro lado, los consumos
energéticos (vida normal + ejercicios). Por sí mismo, el consumo energético es
proporcional al producto de la duración de los ejercicios y de su intensidad. Se debe
igualmente tener en cuenta una noción muy importante, que es el tiempo que los
pacientes pueden o están dispuestos a dedicar a la actividad física. Antiguamente,
con el objetivo de perder peso, se aconsejaba realizar actividades moderadas, de

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larga duración, para «aprovechar directamente las reservas de grasa». Se sabe en
la actualidad, gracias a estudios clínicos, que estas ideas son erróneas y que la
pérdida de peso está claramente relacionada con el producto «intensidad ×
duración» de los ejercicios propuestos.

A igual cantidad (kilocalorías consumidas), independientemente de la intensidad de


los ejercicios recomendados, la pérdida de peso es equivalente. Al estar limitado el
tiempo que cada persona puede dedicar a «controlar su peso» con el ejercicio, en
la actualidad se puede resumir «la receta» de la siguiente forma: «lo más potente
posible (intensidad), durante el mayor tiempo posible». El interés de proponer
ejercicios de mayor intensidad estriba también en el hecho de que el desarrollo de
la capacidad de esfuerzo es más importante en este caso. Es importante, por un
lado, al saber que el VO2máx (volumen máximo de oxígeno) es un importante factor
predictivo de mortalidad y, también, que a mayor capacidad, mejor calidad de vida.
Contrariamente a una idea muy extendida, pero no basada en datos científicos, la
realización de ejercicios de alta intensidad no disminuye de ninguna manera la
adherencia de los pacientes a un programa de ejercicios. Obviamente, es necesario
explicar a los pacientes la superioridad de los tipos de ejercicios elegidos. El
entrenamiento en intervalos parece ser una modalidad de elección, aunque también
está indicado el desarrollo muscular.

• Diabetes y actividad física


Como muchos factores de riesgo, la incidencia de la diabetes aumenta
considerablemente, sobre todo en los países industrializados. Algunos países
emergentes o en vías de desarrollo, por el desarrollo de su clase media, también se
encuentran enfrentados a un importante y preocupante aumento de prevalencia de
estos factores de riesgo. En el caso concreto de la diabetes, el aumento de su
incidencia está, al menos en parte, ligado al aumento de peso observado en la
población general. Se estima que si el peso aumenta 2 kg, la prevalencia de la
diabetes aumenta un 9%. En Estados Unidos, entre 1999 y 2000, el peso promedio
de una gran muestra de personas aumentó 0,5 kg y, paralelamente, la incidencia de
la diabetes, un 6%. La obesidad y la diabetes provocan un importante incremento
de la mortalidad. Aparte de los tratamientos médicos, del control de los
hipoglucemiantes y de la pérdida de peso, la actividad física puede influir de forma
favorable en la diabetes. Realizar ejercicio de forma regular permite disminuir
significativamente el uso de hipoglucemiantes así como el riesgo de desarrollar
diabetes en pacientes de alto riesgo. Si las antiguas recomendaciones
preconizaban la realización de ejercicios suaves, prolongados, en la actualidad
están indicados los ejercicios combinados y/o de mayor intensidad, incluso son
preferibles, debido a las razones ya mencionadas en el caso de la obesidad.

• Actividad física propiamente dicha


El propio sedentarismo, al presentar un efecto sobre los demás factores de riesgo,
representa un factor de riesgo no desdeñable. Se trata lamentablemente del factor
más representado en la población (más del 50% de las personas, un 80% si se
considera una cantidad suficiente de ejercicios para conseguir un efecto protector
cardiovascular). De nuevo, estudios epidemiológicos muy grandes (varios
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centenares de miles de personas) demuestran una relación entre la cantidad de
ejercicios realizados a la semana y la mortalidad global. Esta relación está
demostrada en la mortalidad cardiovascular, en la aparición de algunos cánceres,
en la incidencia de la diabetes, de la HTA, de la obesidad, etcétera. Se sabe
igualmente que se debe diferenciar «actividad física» (moverse) de «capacidad
física» (VO2máx).

El desarrollo de la capacidad depende de la intensidad a la que se realizan los


ejercicios. Se demuestra que las personas que realizan actividades de baja
intensidad, incluso prolongadas, no están igual de «protegidos» que las que
efectúan ejercicios intensos (de menor duración). La intensidad de los ejercicios
realizados es de una importancia real tanto para la capacidad física como para la
corrección de los diferentes factores de riesgo. Un metaanálisis resume
perfectamente este dato. Parece que el factor «intensidad de los ejercicios», que
conduce a una mejoría más importante de la capacidad física, resulta más
importante que el «factor duración» de los ejercicios realizados.

• Tabaco y actividad física


La actividad física ofrece varios beneficios en la deshabituación tabáquica. En
primer lugar, la realización de ejercicio físico permite disminuir el estrés o la
agresividad que en ocasiones acompañan a la suspensión del tabaco. Por otra
parte, el ejercicio físico permite evitar o limitar la ganancia de peso que con
frecuencia acompaña a la suspensión del tabaco (que principalmente está ligada a
un aumento de la ingesta alimentaria «por compensación»). Según estos mismos
estudios previamente citados, un fumador con buena capacidad de esfuerzo
presenta un riesgo de mortalidad inferior al de un no fumador sedentario.

• Prevención secundaria
La rehabilitación pluridisciplinar tras un episodio cardiovascular (infarto, insuficiencia
cardíaca, intervención cardiovascular) permite mejorar significativamente la
capacidad física de los pacientes y su calidad de vida, disminuir la importancia de
los factores de riesgo, reducir su riesgo de reingreso hospitalario y, finalmente,
disminuir su mortalidad. Sólo un tratamiento del conjunto de los factores de riesgo
permite conseguir estos beneficios. En rehabilitación cardiovascular, se observa
una disminución de la mortalidad del 20-35% en los pacientes rehabilitados, en
función del tipo de readaptación. En esta estrategia, el ejercicio físico,
«multipíldora», ocupa un lugar de elección en términos de eficacia.

• Actividad física y riesgo cardiovascular


Es importante diferenciar «factores de riesgo cardiovascular y actividad física» y
«riesgo cardiovascular y, o de, la actividad física». Existe claramente un mayor
riesgo de episodio cardiovascular agudo durante la práctica de ejercicio físico, pero
este riesgo aumentado (muerte súbita, infarto, etc.) se reduce mucho al realizar
ejercicio de forma regular. Por otro lado, el beneficio de la práctica regular de
ejercicio sobrepasa con creces este riesgo temporal. De forma muy esquemática,

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se estima que el riesgo agudo, cuando se realiza ejercicio regularmente (media
hora), se duplica durante el ejercicio y la media hora siguiente.

Por el contrario, el efecto protector conseguido con la práctica regular de ejercicio


disminuye a la mitad el riesgo de episodio agudo el resto de la jornada (23 h/24 h).
Independientemente del factor de riesgo que se pretenda modificar, o ampliamente
en prevención primaria, la cantidad de ejercicio que se debería realizar en una
semana tendría que representar un gasto energético de al menos 1.000 kcal (como
recordatorio, caminando o corriendo entre 3 y 12 km/h, un ser humano consume 1
kcal por kilo de peso corporal, por kilómetro recorrido: es decir, para una persona
de 80 kg que recorre 5 km, 400 kcal). Cada aumento de la cantidad de ejercicio se
acompaña de beneficios en términos de salud, pero una persona «sedentaria total»
ya consigue beneficios si aumenta, aunque de forma moderada, su gasto energético
diariamente, siempre que sea de forma regular.

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CONCLUSIONES

Existe abundante y contundente evidencia que la actividad física moderada es


beneficiosa para la salud en general y para el aparato cardiovascular en particular.
Estamos también aprendiendo que cuando con la actividad física es llevada al
extremo por competencia o autoexigencia en personas predispuestas los beneficios
se opacan y pueden aparecer consecuencias negativas. Los controles
cardiovasculares son muy importantes.

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E-GRAFÍA

• Manual MSD versión para público general. 2021. Muerte cardíaca súbita en deportistas
- Trastornos del corazón y los vasos sanguíneos - Manual MSD versión para público
general. [online] disponible: <https://www.msdmanuals.com/es/hogar/trastornos-del-
coraz%C3%B3n-y-los-vasos-sangu%C3%ADneos/el-deporte-y-el-
coraz%C3%B3n/muerte-card%C3%ADaca-s%C3%BAbita-en-deportistas> [consultado 4
May 2021].
• Manual MSD versión para profesionales. 2021. Corazón de deportista - Trastornos
cardiovasculares - Manual MSD versión para profesionales. [online] disponible:
<https://www.msdmanuals.com/es/professional/trastornos-cardiovasculares/los-
deportes-y-el-coraz%C3%B3n/coraz%C3%B3n-de-deportista> [consultado 4 May 2021].
• EMC - Kinesiterapia - Medicina Física, 2016. Factores de riesgo cardiovascular y actividad
física. [online] (Volumen 37,), pp.1-7. disponible:
<https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S1293296516774652>
[consultado 4 May 2021].

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