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TRABAJO FINAL
Estudiantes:
Adriana Vinarsci Izaguirre - 4.615884-7
Ana Laura Suna - 4.043.223-9
Santiago Pereira Duarte - 4.664.576-7
LO TRAUMÁTICO EN LA GÉNESIS DEL SUFRIMIENTO PSÍQUICO Y EL
ABUSO SEXUAL EN LA INFANCIA Y ADOLESCENCIA
INTRODUCCIÓN
Belén López Peiró, en su libro nos narra su historia de abuso en primera persona. La
misma es contada a través del relato de familiares y personal del poder judicial. Se
puede apreciar fácilmente cómo es tratada una víctima de abuso, cómo se la cuestiona
y como la tendencia primaria es a desconfiar de ella, lo cual empeora frente a la figura
de poder que representa su tío, con aparente conducta intachable. Lamentablemente
en el sistema de orden machista y patriarcal en que vivimos, lo natural es que una
denuncia de abuso sexual sea más perjudicial para la víctima que para el victimario.
En este libro, la autora hace referencia en algunos pasajes a cómo la perturbó el abuso
en cuanto a su vida sexual, puesto que, sus relaciones suelen estar acompañadas por
la vergüenza y el dolor. A raíz del abuso que sufrió, ya no se siente dueña de su propio
cuerpo y, tal como sucede en estos casos, siente una inmensa culpa, por lo sucedido
así como también por no poder ser la víctima que todos esperan. En este sentido, Rita
Segato en su obra “La guerra contra las mujeres” (2016), señala: “Uso y abuso del
cuerpo del otro sin que este participe con intención o voluntad, la violación se dirige al
aniquilamiento de la voluntad de la víctima, cuya reducción es justamente significada
por la pérdida de control sobre el comportamiento de su cuerpo y el agenciamiento del
mismo por la voluntad del agresor”.
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LO TRAUMÁTICO
Podríamos decir que el trauma psíquico es provocado por algún suceso o experiencia
en la vida de un sujeto lo suficientemente intensa como para producir diversos trastornos
o secuelas en su psiquismo. Debido a que el hecho en sí mismo es de tal magnitud que
el sujeto es incapaz de responder adecuadamente, desbordado por la cantidad o por la
entidad de las emociones que este acontecimiento le genera. Hablamos de un trauma
cuando referimos a una desarticulación entre lo fáctico y lo psíquico.
Lo fáctico se presenta entonces con una gran amplitud de formas, sin embargo no todas
ellas significarán una afectación problemática al aparato psíquico. Aquellos
categorizados como disruptivos son los potenciales a una afectación productora de
disfunciones, variable de acuerdo al potencial del suceso y a singularidades del sujeto
que lo vuelvan más proclive.
Por otro lado, se categorizan de acuerdo a su origen, siendo aquellos provocados por
mano del ser humano (eventos intencionales o directos), como en el caso del abuso
sexual, de una complejidad propia, dado que incluye el entorno social y a un otro
semejante.
Es decir que existe una interacción de lo exterior (el suceso) y lo interno del sujeto (su
psiquismo). Por lo que no es el hecho en sí mismo el productor del trauma sino la
relación que éste establece con la conformación del psiquismo del sujeto. El evento
traumático por sí solo no es condición suficiente para producir un trauma psíquico.
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representaciones. Dicho así, no puede de ese hecho elaborar una vivencia. Es entonces
que lo disruptivo supone un daño infligido al aparato psíquico de tal forma que impide al
sujeto la producción simbólica, negándole la elaboración de la experiencia vivida y
desvinculándola de lo afectivo.
Benyakar y Lezica (2005) señalan que “la experiencia traumática inundada por la
angustia automática, carente de representación, es la brecha psíquica que imposibilita
al sujeto pensar o significar un suceso” y cita a Lazar Satiel (1997): “el trauma debe
considerarse como el evento mismo o como la experiencia subjetiva de dicho evento o
ambas cosas”.
Cabe aclarar que una situación nunca es traumática por sí misma. Serán entonces, las
circunstancias propias de cada persona las que validen o no el trauma. Involucrando los
factores de vulnerabilidad psíquica propios del sujeto en relación con su medio
ambiente, su contexto histórico (no en todos los momentos de la vida las personas
reaccionan de la misma manera a los mismos estímulos), las estructuras relacionales
(principalmente las familiares), los mecanismos de defensa y sus posibilidades de
elaboración de los hechos, configuran la posición del sujeto frente a los hechos
potencialmente traumáticos.
Por su parte Freud introduce la noción de neurosis traumática y la define como “un
estado patológico que aparece en forma diferida luego de un traumatismo psíquico”
llama “período de incubación” al tiempo que transcurre entre el hecho traumático y la
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aparición de los síntomas. Ésta se incorpora en la estructura yoica y se convierte en
parte fundante de la estructura psíquica del sujeto.
Asimismo, crea el concepto de ‘après coup’ para señalar la reorganización que realiza
el psiquismo a posteriori de los hechos sucedidos, resignificándolos y dándoles un
nuevo sentido.
“No se trata de una acción diferida, de una causa que permaneciera latente hasta
la oportunidad de manifestarse, sino de una acción retroactiva desde el presente
hacia el pasado, ruptura del tiempo cronológico (…) en el que pasado y futuro se
condicionan y significan recíprocamente en la estructuración del presente.”
De esta forma los hechos traumáticos que se presentan en la vida del sujeto repercuten
sobre los contenidos de la memoria inconsciente, en un movimiento que modifica
retroactivamente el estado y condición de las huellas mnémicas, de manera que estas
toman nuevos sentidos impactando sobre el presente y el futuro de la persona afectada.
Esto implica que la llegada de un nuevo acontecimiento traumático que lo remita a una
experiencia de ruptura que desestabilice los dispositivos que ha organizado en torno al
trauma, pueda desencadenar síntomas patológicos en el sujeto.
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Durante los hechos traumáticos es común que se active el mecanismo de la disociación
que supone para el sujeto una escisión en la conciencia, donde la persona deja de
percibirse en el mundo a sí misma, a la situación en la que se encuentra o su realidad.
Instintivamente, frente a un hecho traumático que signifique peligro al sujeto, este puede
recurrir a ciertos recursos para poder hacerle frente a la situación: la lucha o defensa, la
huida o la disociación (parálisis).
En el caso de los niños las dos primeras opciones están prácticamente fuera de su
alcance ya que se torna imposible la posibilidad de enfrentarse a un adulto que lo está
atacando o emprender una huida, más aún si se trata del mismo adulto que debería
proporcionarle seguridad, por el cual, además, existe un sentimiento de admiración o
amor, lo que sumado a la desventaja física, le implica una situación de sorpresa e
incertidumbre que no le deja actuar. Por lo que, en muchos casos, no pudiendo
defenderse ni huir, su cuerpo se paraliza permitiéndole a su mente disociarse logrando
evadir la situación que está vivenciando y pudiendo así librarla de la carga afectiva que
implica y que no puede procesar debido a lo intenso de los sentimientos que se generan
en él: miedo, dolor, sorpresa, culpa, desprecio, incertidumbre, entre otros.
Es entonces que, durante los eventos de trauma, el sujeto puede llegar a perder parcial
o totalmente la memoria, ocasionado por la falta de interpretación del hecho y la
imposibilidad de integrar a la experiencia vivida los sentimientos o sensaciones que este
evento le provocaron. Esto es producto de situaciones que generan un sobregiro en el
psiquismo debido a la intensidad del estímulo y que por lo tanto impiden una tramitación
natural del suceso provocando trastornos duraderos en el psiquismo del sujeto.
Existe amplia literatura que trabaja sobre la idea de que los trastornos disociativos
graves se producen como resultado de traumas psicológicos avenidos en la niñez. En
el caso de los infantes, éstos tienen una dependencia de un adulto que sirve de
orientador en su proceso de representación y metabolización. Cuando un hecho deviene
disruptivo, existe el riesgo de que el niño altere sus funciones elaboradoras y
articuladoras.
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EL ABUSO SEXUAL EN LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA
Las definiciones sobre abuso sexual infantil son diversas, mientras algunas ponen el
foco en las edades tanto de las víctimas como de los victimarios, otras enfatizan la
transgresión y, además, están las que ponen el acento en una perspectiva de abuso de
poder. Estos tres criterios son considerados en la definición de abuso sexual infantil de
la SCOSAC (Standing Committee on Sexually Abused Children):
Dentro del psicoanálisis, el abordaje de esta problemática nos remite a los trabajos de
Freud de 1885, cuando se encuentra con los textos de Auguste Ambroise Tardieu,
médico francés que estudió el maltrato infantil y denunció más de diez casos de violación
de víctimas menores de 16 años.
En su tesis sobre la etiología de la histeria, Freud planteaba que todas las experiencias
sexuales traumáticas que tienen lugar en la primera infancia se constituyen como un
factor clave para el desencadenamiento de esa psicopatología. Dicha tesis tenía apoyo
en los testimonios y tratamientos llevados a cabo en sus pacientes mujeres.
Esta teoría atrajo gran rechazo de sus colegas de Viena, porque implicaba poner en
duda y cuestionar nada más y nada menos que a la figura paterna, que ocupaba el lugar
de poder central en aquella estructura social. A raíz de ese rechazo, Freud sustituye la
teoría de seducción por la de fantasía, la cual se configura como un eje esencial en toda
la teoría psicoanalítica de la época.
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Los movimientos feministas de 1970 también hicieron suya la causa contra los abusos
sexuales en la infancia y adolescencia, haciendo pública la problemática y ubicándola
dentro de un problema más amplio como es el de la violencia masculina contra mujeres
y niños en una sociedad que habilita su explotación. Desde su perspectiva, este tipo de
violencia tiene su basamento en cuestiones relativas a las relaciones de poder en las
sociedades patriarcales, dentro del cual los abusos en la infancia no quedan por fuera.
Este aporte fue de gran importancia, porque se pasó de ver la problemática como algo
propio de las familias, a una cuestión de las masculinidades predominantes. Así fue
como en los años ochenta se dio un intenso aumento en las denuncias por abusos
sexuales infantiles, lo cual tuvo consecuencias también al interior de las prácticas
psicoanalíticas, ya que se abandona la idea de fantasía que había propuesto Freud y se
pone énfasis en lo específico de lo traumático de los abusos sexuales.
Es muy común que los niños desplieguen sus mecanismos de defensa como la negación
y el silenciamiento ante lo acontecido. Una de las particularidades de la infancia en
relación a la sexualidad tiene vínculo con el conocimiento sobre la diferencia entre los
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sexos, no con la relación sexual en sí misma. Los niños abusados poseen un
conocimiento sexual por encima del adecuado para su etapa evolutiva, por lo tanto, les
han robado su infancia.
Abraham, (en Etchegoyen, 2005) señala que al mismo tiempo que el niño padece de
forma pasiva, se da también un proceso inconsciente que lo lleva a sentirse generador
de la situación. Tal sentimiento de culpa se hace evidente cuando el niño no le cuenta
a sus padres acerca de los abusos ocurridos.
Los efectos que los niños y niñas abusados sexualmente de forma crónica durante su
infancia presentan durante los años de abuso y que se instalan en sus psiquismo
convirtiéndose en parte de su personalidad en la adultez y las somatizaciones
vinculadas al trastorno postraumático; como las pesadillas recurrentes, pensamientos
intrusivos y recuerdo traumático de la vivencia o en contraposición la imposibilidad de
recordarlo; y patologías más graves que lo pueden llevar a la depresión y a la ansiedad,
o a desarrollar fobias o trastornos borderline de la personalidad, que pueden
desencadenar la constitución de ideas suicidas.
EL DIAGNÓSTICO PSICOLÓGICO
Cuando hay una denuncia, la labor se inicia con una entrevista de investigación
mediante la cual se indaga sobre el contexto en el cual se produce la misma. En el caso
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contrario, el instrumento a utilizar será la entrevista de evaluación, a través de la cual se
busca evaluar la subjetividad del niño de una forma más general, no tan centrada en el
abuso.
El rol del profesional de la psicología en esta etapa está en generar las condiciones para
el acceso a la información que derive en una interpretación, sobre la cual se realizará el
plan terapéutico más adecuado a las necesidades del paciente.
Las entrevistas se realizan tanto con el niño como con la familia, docentes y demás
referentes de cuidado. En función de los emergentes, se deberán tomar decisiones tales
como el pedido de quita o separación del niño con el abusador, realización de estudios
médicos, forenses y la utilización de otras herramientas diagnósticas (por ejemplo,
técnicas proyectivas gráficas).
Dado las dimensiones ya mencionadas del abuso sexual infantil, las víctimas pueden
permanecer en silencio durante muchos años y esta situación de su vida pueda ser
abordada recién en su adultez. Aquello que no tenía representación y que fue
constitutivo de la personalidad del sujeto necesitará un abordaje específico para poder
reconstruir el eslabón perdido que significa lo traumático.
El trauma también puede gestionarse y de esa forma los sujetos pueden lograr a partir
del acontecimiento de una experiencia traumática generar insumos para fortalecer su
psiquismo. El futuro impacto podrá ser menos dañino si estos eventos pudiesen
transitarse desde la significación y la palabra.
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CONCLUSIÓN
La violencia sexual tiene, en suma, un efecto arrasador que deja marcas físicas y
también en la subjetividad pero, principalmente, un dolor muy profundo y una intensa y
fuerte conmoción psíquica.
Por otro lado, en un sociedad con una creciente violencia, inestabilidades político-
económicas y un cambio climático inminente, los sujetos cada vez se ven expuestos a
situaciones que sorprenden su psiquismo y se categorizan en lo disruptivo. Por lo cual,
como futuros psicólogos, necesitamos contar con herramientas que nos permitan
abordar lo traumático.
REFLEXIONES INDIVIDUALES
Adriana Vinarsci
En el desarrollo del presente trabajo pude establecer contacto profundo con una de las
formas de violencia más graves de nuestra sociedad, que se arrastra desde tiempos
inmemoriales y que en los últimos años ha tomado mayor visibilidad, gracias a los
avances en materia de Derechos Humanos en el mundo, así también como los
movimientos feministas, que suponen una toma de conciencia sobre las formas de
dominación, opresión y explotación de que han sido y son objeto, tanto mujeres como
niñas, niños y adolescentes, por parte de los varones en el seno del sistema patriarcal,
en el cual la violencia y el abuso de poder se configuran como las armas por excelencia.
Desde esta perspectiva, considero que es un gran avance esa toma de conciencia, ya
que es muy difícil solucionar un problema si no se lo reconoce primero.
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Tal visibilización posee asimismo entre sus consecuencias destacables, los numerosos
esfuerzos orientados a dar mayor protección a los niños, niñas y adolescentes, así
también como el intento de evitar la re-victimización o victimización secundaria.
La realización de este trabajo implicó adentrarme en la temática del abuso sexual infantil
y conectarme con el sufrimiento de las víctimas de manera de poder dejar expuesta la
arista traumática que estos eventos desencadenan en el psiquismo de los afectados.
Además, me permitió empatizar con el relato de las víctimas a través del disparador
elegido y ahondar en la problemática del abuso en la niñez, fenómeno histórico y vigente
que muchas veces se invisibiliza o naturaliza por la sociedad.
Por lo que considero que lo aprendido en el transcurso del desarrollo de este trabajo
será un insumo fundamental para mi formación profesional pero también para mi
crecimiento personal.
Santiago Pereira
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situaciones, por lo cual este trabajo me permitió delimitar de forma objetiva a modo de
insumo para el ámbito clínico.
Previo a este seminario entendía como traumático a toda situación con cierto grado de
afectación y/o conmoción, pudiendo ahora vislumbrar que existen varias variables (del
suceso en sí mismo como del sujeto) que pueden hacer que un hecho angustiante
cargado de sufrimiento pueda o no devenir en lo que delimitamos teóricamente como
trauma.
Por otro lado, la temática del abuso sexul seleccionada grupalmente me permitió
acercarme a insumos teóricos de esta problemática social que se presenta
imperecedera en la historia de la humanidad y a la cual se profundiza en la actualidad
en reivindicación del lugar de sujeto de derecho de niños y adolescentes.
Considerando que los efectos del abuso sexual tienen afectación a mediano y largo
plazo, es importante el abordaje de esta temática a lo largo de nuestra formación a modo
de contar con insumos teóricos y herramientas específicas que permitan pensar posibles
abordajes terapéuticos desde la complejidad implicada.
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Benyakar, M., Lezica, A. (2005). Lo traumático. Clínica y paradoja (Vol. 1). Buenos Aires:
Biblos.
Etchegoyen, H., Kargieman, A., Del Pie de Rodríguez Sáenz, N. et al (2005). El concepto
de trauma segun diferentes autores psicoanaliticos. Psicoanálisis APdeBA.
Orjuela, L., Naranjo, O. (2012). Violencia sexual contra los niños y las niñas. Abuso y
explotación sexual infantil. Save the children.
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