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La movilidad del centro (MIGNOLO)

En su concepto teórico general de la semiótica colonial, Mignolo (2004) estudia la producción y la


interpretación del significado en el contexto colonial. Este significado lo conceptualiza como una
red de procesos semióticos en los cuales los signos de varios sistemas culturales interactúan en la
producción e interpretación de artefactos culturales híbridos. En este contexto, el significado
resulta de nuevas interacciones comunicativas a través de fronteras culturales. El concepto de
movilidad del centro (moveable center) es un aspecto particular de la semiótica colonial2 . Bien
puede ser que la representación territorial sea una necesidad humana, inmemorial. Pero el
concepto de movilidad del centro propone que desde el siglo XVI, y de modo nuevo, esta
representación se ha vuelto hegemónica mediante la nueva posibilidad de desplazar el centro
(Mignolo 2004:263)

De manera universal, las representaciones geográficas son construidas alrededor de un centro de


poder. Por ejemplo, los mapas chinos antiguos son configurados por cuadros imbricados,
concéntricos donde el imperio ocupa el centro. Las regiones se encuentran alrededor, y su
distancia geográfica es proporcional con su distancia cultural. En la periferia se encuentra el lugar
de la barbarie. Se convalida en estas representaciones las dicotomías centro-cultura y barbarie-
periferia. La movilidad del centro se produce cuando se opera una separación entre la percepción
etnocéntrica por un lado, y la conceptualización geográfica y los cálculos aritméticos y geográficos,
por el otro. Dicho de otra manera, es la proyección de la superficie del planeta desde otros puntos
de observación, igualmente válidos, y una afirmación sostenida por una ideología. Mignolo lo
ilustra con el caso del padre jesuita Mateo Ricci, en misión de evangelización de la China, en Shao-
King. Para no herir las sensibilidades de la dinastía Ming, Ricci propuso una representación
geográfica del mundo (mapa de 1584, fig.4) según el modelo de Ortelius, pero desplazando el
centro cerca de China. Su representación no tuvo mucho éxito con los chinos, pero fue adoptada
por los japoneses en el siglo XVII. El mapa de Ortelius (fig.3) coloca el centro geográfico cerca de
Roma, centro del imperio cristiano, con las Américas en el occidente y Asia en el oriente. Esta
representación territorial es la que fue adoptada por los cartógrafos de Europa y el mundo
occidental e ilustra su manera de ver el mundo, coincidiendo el centro étnico y cultural con el
centro geográfico, el Norte arriba, y Europa en el centro. Es la representación del mundo que se
impuso también en los tiempos de la colonización española en América Central y en América del
Sur, silenciando otros modos de representación de la territorialidad, la de los indígenas, por
ejemplo. Tanto es así que Mignolo califica la movilidad de centro como un instrumento de
colonización espacial (2004: 276). La representación del territorio que nació en los tiempos
coloniales fue posible por los requisitos de la expansión territorial y por el poder de imponer una
cierta visión del mundo. En resumen, lo que nos dice Mignolo es que la representación del espacio
es un acto político, que supone un sujeto emisor y un locus de enunciación desde donde se habla y
se impone una manera de ver el mundo. El emisor refiere al sujeto que emite una enunciación, en
el sentido de Jackobson (“esquema de la comunicación”). El locus de enunciación supone una
situación social, política y cultural para el emisor, que otorga valor a su enunciación, o poder. El
objeto de enunciación refiere al contenido de la enunciación. Mignolo utiliza este concepto en el
contexto de la semiótica colonial, donde busca nuevos loci (lugares) de enunciación en las culturas
denominadas como periféricas, por ejemplo, el mundo indígena (Mignolo 2003:63).

El concepto de movilidad del centro nos ayudará a explicar cómo el Sur de Torres García,
mediante su Universalismo Constructivo, desplaza el centro cultural europeo.

El Universalismo Constructivo expone los principios de un nuevo arte propiamente


latinoamericano, inspirado en la ética artística precolombina y la abstracción modernista. Los
mapas geográficos acompañan su primer manifiesto, “La Escuela del Sur”, e ilustran la inversión
semántica que propone el artista. Argumentamos que Torres García, mediante su arte, propone
una vuelta hacia atrás, y busca una voz propia para América Latina, lo que le permite desplazar el
centro cultural, Europa, y promover una unión cultural en el subcontinente.

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