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EL MUNDO DE LOS LIBROS

COMO ELEMENTO
CINEMATOGRAFICO

Jorge Caicedo Santacruz


Autores Editores.com - 2013
© Jorge Caicedo Santacruz (10-343-478 de 2012)
ISBN: Edición impresa – 978-958-46-2872-5
E-Book – 978-958-46-2873-2

Imagen de carátula:
http://thecultureenthusiast.blogspot.com/2012_05_01_archive.html
PRESENTACION 7
LOS LIBROS EN EL CINE 13
LAS LIBRERIAS EN EL CINE 59
LAS BIBLIOTECAS EN EL CINE 73
LOS BIBLIOTECARIOS EN EL CINE 131
LA TELEVISION 159
LOS ARCHIVOS EN EL CINE 175
BIBLIOGRAFIA 189
FILMOGRAFIA 193
PRESENTACION
La presente reflexión es una actualización del artículo publicado
por vez primera bajo el título de "Letras en cinta" en ALA (Revista
de la Asociación Latinoamericana de Archivos): Bogotá. Archivo
General de la Nación. No. 16, enero-junio de 1995, pág. 45-49 y
posteriormente en algunas revistas pertenecientes a instituciones
de educación superior.

Animado por la sugerencia de un querido amigo, decidí retomar el


casi perdido documento para profundizar y extender los puntos
tratados en él, cuyo interés y nacimiento se dieron durante mi
permanencia como Bibliotecólogo en la Fundación Patrimonio
Fílmico Colombiano.

Fue grande mi sorpresa cuando, al buscar nueva información que


me permitiera un mejor desarrollo del tema, encontré mi antiguo
artículo ―fusilado‖ y someramente modificado por un desconocido
que no tuvo el menor reparo para publicarlo, con su nombre y
diferente título, en Internet. De manera que la idea de mi amigo
obtuvo, sin haberlos buscado, la fuerza y los motivos suficientes
para salir del olvido y mostrar su rostro a la luz, ojalá para ser
leída y utilizada por muchos.

Así que trataremos exclusivamente de cine, no obstante un par de


series y una película para televisión, que por su singularidad

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merecen una consideración especial. Se trata de "Buffi, la
cazavampiros” y la trilogía de “El bibliotecario”, además de la
película “Sala de lectura”, en las cuales se rompe la tipificación
oscurantista del profesional bibliotecario, para presentarlo como
un ser normal, con valores, virtudes y atributos al igual que los
demás mortales, algunas veces como un héroe. Esa es la razón
por la que ganaron su derecho a ser incluidas en este trabajo.

Pero antes de adentrarnos en el tema, tal vez sea conveniente


aclarar el significado del término ―Bibliotecario(a)‖, tomado de
manera tan sui generis en un muy alto porcentaje de las veces
que se menciona.

Conocemos como bibliotecólogo en Colombia, o bibliotecónomo


en España y México, al profesional graduado y titulado en una
universidad aprobada por el Estado y facultada para otorgar el
respectivo título en Bibliotecología, Biblioteconomía o en Ciencias
de la Información, de acuerdo con la legislación educativa de
cada país.

Dado que son centenares las películas que provienen de países


de habla inglesa, la traducción ―bibliotecario‖, del inglés ―librarian‖,
se aplica por regla general a todas las personas que trabajan en
la biblioteca, ―Library‖, sin establecer diferencias de cargos o
funciones. En Colombia, sin embargo, se distingue al
Bibliotecólogo, profesional con la preparación académica
pertinente, que es quien ocupa los cargos directivos y de jefatura
en las diferentes áreas técnicas, del auxiliar, no profesional. Es
simple: igual sucede cuando se hace hincapié en la diferencia que
existe entre médico y tegua, abogado y tinterillo, arqueólogo y
guaquero.

Para comenzar, recordemos que las mejores películas en la


historia del cine se realizaron con base en historias narradas en
libros. Pero ahí no termina su papel. Esas representaciones
incluyen la aparición en escena, por corta que sea, de diversos
medios relacionados directamente con el mundo de los libros.

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Teniendo en cuenta sus características esencialmente visuales, el
cine utiliza diferentes elementos que permiten transmitir mensajes
o sensaciones predeterminadas y con frecuencia recurre a los
libros, librerías, bibliotecas y archivos, a partir de los cuales se
desencadenan situaciones diversas, que ocurren en dichos
espacios o que giran alrededor de los mismos, o de las personas
que por muy diferentes razones se involucran en ellos: editores o
impresores, libreros, lectores y escritores, bibliófilos, bibliómanos,
bibliotecarios y archivistas, o cualesquiera elementos involucrados
en el mundo de las letras impresas. Indiscutiblemente, las
bibliotecas y los libros, su materia prima, siempre han estado
presentes en el cine.
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Según Darío D'Alessandro , en conferencia dictada en 2003 en la
Biblioteca Luis Ángel Arango, en Bogotá, en el cine, el medio de
comunicación con mayor impacto en la sociedad, aún más que la
televisión, las referencias y las imágenes de la biblioteca
ofrecidas en sus historias pueden parecer apariciones fugaces,
simples fondos de escena, lugares que permiten recrear la
atmósfera ideal para un encuentro amoroso o para una escena de
misterio o de terror. Sin embargo, la presencia de la biblioteca en
un filme, por algunos segundos, incide en el espectador mucho
más que una transmisión televisiva sobre las bibliotecas, porque,
cuando en una cadena de televisión se presenta un programa
acerca de bibliotecas, los televidentes cambian de canal; no
obstante, estas mismas personas, en el cine, ven pasar en la
pantalla cualesquier escenas con bibliotecas y, aunque no las
perciben conscientemente, hay un mensaje que él llama
subliminal, que queda en sus memorias. Y concluye
cuestionándose: ¿Quién no recuerda las escenas filmadas en la
gran sala de lectura circular de la Library of Congress, de
Washington, en “Todos los hombres del presidente” o las

1
D'ALESSANDRO, Darío. La biblioteca en el cine. Conferencia
dictada en la Biblioteca Luis Angel Arango, Bogotá, en 2003. [en
línea] Disponible en:
http://www.lablaa.org/blaavirtual/bibliotecologia/dalessandro/biblio
cine1.htm (Consulta: 6 Enero de 2010).

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repeticiones efectuadas en las salas, catálogos y depósitos de la
New York Public Library de “Los cazafantasmas”?

El cine se ocupa de los libros, recurre a ellos como


fuente de argumentos pero también ha modificado ―el
arte de escribir‖. El juego de influencias es complejo
e inevitable. Hay otra relación posible que atrae a la
intención de este trabajo: el cine ocupado en los
libros, no en uno, sino en muchos libros, en sus
dimensiones y en sus alcances, en el lugar que
ocupan, el espacio que habitan y el ambiente que
conforman. El cine que muestra una biblioteca. En
algunos casos, sólo advierte un ambiente con libros
en el que alguien busca algo, en otros, es el
bibliotecario el que la cámara busca o el usuario que,
entre hojas, desenmascara lo oculto y el argumento
camina hacia una resolución. La biblioteca es así un
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recurso del personaje, una estrategia del guión.

He ahí el motivo de nuestro interés y la razón por la cual nos


aventuramos en los cuasi-infinitos caminos que conforman la
telaraña de la cinematografía, así sea sintetizada en un solo tema
como es el que ahora nos ocupa; en otras palabras, el mundo de
los libros como elemento cinematográfico. Y no solamente los
libros como elemento salvador y vivificante sino también como
punto de apoyo a la maldad y a los intereses personales carentes
de los valores universales.

En su viaje interplanetario buscando la Tierra, “El principito”


arriba a un pequeño planeta hecho con libros; montañas de
libros, y habitado sólo por un hombre que asegura ser historiador,

2 MARTIN OTEGUI, Virginia. Las bibliotecas en el cine. Aportes


para el análisis de la representación de las bibliotecas en el cine.
En: Revista General de Información y Documentación.
Universidad del Sur. Bahía blanca, Argentina. 2009, 19 61-90 [En
línea] Disponible en:
http://www.ucm.es/BUCM/revistas/byd/11321873/articulos/RGID0
909110061A.PDF. (Consulta: 08 Enero de 2010).

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el mejor historiador del mundo. Se trata de un depósito de libros
colocados de tal manera que conforman un mundo esférico, al
entrar en el cual el niño exclama:
-―Buenos días, señor. Busco el conocimiento‖
Y el extraño hombre responde:
-―Yo lo escribí. Lo leí. Está escrito. Es historia. Las demás son
obras completamente inútiles‖.

¡Ah! La vanidad y prepotencia de quienes aseguran poseer la


verdad. Aunque, si lo vemos con los ojos de la mente, bien
abiertos, ya lo expresaron clara y ciertamente los antiguos
romanos: ―Verba volant, scripta manent‖: Las palabras vuelan, los
escritos quedan. Y para bien o para mal, son muchas las obras
escritas por mentes cerradas a la luz, con parcialidad política,
manipulaciones oscuras, fanatismo religioso, ignorancia de las
causas, o, simplemente, desconocimiento o tergiversación de la
verdad. Lo que queremos decir es que no siempre los libros son
la esencia de los valores ni la acumulación de lo bueno. Aquí
cabe igualmente la vieja sentencia que reza: ―El papel aguanta
todo‖. Y nosotros agregamos: El celuloide también.

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LOS LIBROS EN EL CINE
Richard y Emmeline Lestrange, náufragos en “La laguna azul”
desde muy pequeños, crecen y se desarrollan por sus propios
medios. Ya adolescentes y sin haber contado con la presencia de
otros seres humanos, mucho menos adultos, sin la instrucción de
maestros ni familia, Richard, iluminado por la luz rojiza amarillenta
de la fogata en la playa, dice a su prima:
– ―Hay muchas cosas que no logro entender. Quisiera que un
gran libro que tuviera respuestas para todas las preguntas cayera
en esta isla y lo pudiera tener entre mis manos ahora mismo y
leerlo hasta saberlo todo‖.

No puede ser más explícita la necesidad del conocimiento en esta


expresión que lleva de la mano la aceptación de que los libros
contienen el saber, la información que nos permite conocer
aquello que ocasiona duda, inquietud y ansia de aprender. Basta
con saber que existe el libro, objeto indispensable y vital para el
crecimiento intelectual de las personas modernas, para desearlo
como lo que es y representa en la formación del ser humano
completo e integral.

Por su parte, Pursy, la rebelde y resentida adolescente, dice a su


padre, Bobby, profesor de literatura ya viejo y retirado cuya vida
se narra en “Secretos del pasado”:
-―Hasta un idiota sabe que los libros son mejores que la vida real.
Por eso son libros‖.

Todos quienes hemos tenido oportunidad de presenciar la


proyección de una película, con seguridad que hemos visto, en

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mayor o menor grado, persecuciones y crímenes ocasionados por
un libro, especialmente en películas de espionaje y de terror, así
como escenas de libros que caen sobre las personas, bien sea en
momentos cómicos como en situaciones violentas, y aceptamos
con naturalidad los libros huecos en los que se guarda llaves,
pequeñas piezas electrónicas, joyas o armas, o aquellos que al
abrirse dejan escapar tormentas o un enorme y feroz perro negro
como el de “El guardián de las palabras” cuando el niño perdido en
la biblioteca abre la novela ―El sabueso de los Baskerville‖; gritos
y risas como en “Corazón de tinta”, o monstruos, como en “Harry
Potter y la Piedra filosofal”; Cuando Harry entra a la sección
prohibida de la biblioteca, donde se guarda los libros que
contienen los más grandes secretos de la magia, encuentra un
libro en el cual vive un hombre encerrado entre las hojas impresas
y cuyo rostro sobresale en el papel, tratando de escapar cuando
el libro se abre. No faltará quien piense que las almas de los
autores pugnan por escapar de las jaulas de papel en las que
fueron encarceladas por sus dueños. De la misma forma, en
“Harry Potter y la cámara secreta” Harry utiliza un libro, el diario de
Tom Ryddle, más conocido como el mago Lord Voldemort, para
ocultar en él un calcetín que obsequia al pequeño Dobby, un elfo
doméstico esclavo de Lucius Malfoy, como símbolo de su libertad.
Y en “Secretos de familia”, un joven obsequia a la tutora un libro,
que en realidad es un cofre dentro del cual coloca un ratón
muerto.

La variedad en el contenido de un libro es inimaginable; una


pequeña herramienta escondida en la Biblia, como la usada por
Andy Dufresne en “Cadena perpetua” con la cual excava el túnel
que lo lleva a la libertad fuera de la temible cárcel de Shawshank;
puede incluir desde un ratón hasta un arma, o desde una
tormenta hasta un simple, sencillo pero aterrador conjuro. Desde
una receta de cocina hasta los más grandes y complejos
problemas de la química, la física cuántica, la política o las artes.
Desde un poema de amor… hasta un catálogo de misiles.

El viejo Ian, ex-actor de teatro, hipocondríaco y jubilado, que se


prepara para la llegada de su sobrina Jessie a Londres, dice a
Maurice Rusell, su igualmente anciano amigo del alma:

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-―También le compré una toalla rosa para que no haya
confusiones en el baño. Y por si quiere leer le conseguí estos
libros‖.
-―¡Qué horror! Edith Warton‖.
-―Quiero educarla, Maurice. Quiero enseñarle algunas cosas‖.

Vemos bibliotecas en cada uno de los apartamentos de los dos


ancianos: Ian, exlector, Maurice, aún en escena. Ambos conocen
y aprecian el valor de los libros y obviamente de la lectura, pero
Jessie, “Venus” para el enamoradizo actor, es una joven
campesina sin educación, inculta y desadaptada, a quien su
madre ya no tolera en casa.

El primer disgusto entre la muchacha y su tío se presenta a su


llegada porque él quiere que le prepare pescado, algo que,
obviamente, la inútil muchacha ignora. De manera que en su
primera salida con Maurice le pregunta:
-―¿Sabes algo de pescado?‖
-―Ni idea, querida. ¿Y tú?‖
-―Ni idea‖
-―Podrías usar un libro‖
-―¿¡Un libro!?‖
-―¡Los conoces! Dos pedazos de cartón con hojas impresas en
medio‖
-―¿Lees mucho?‖
-―Cuando no hay con quién hablar, es buena compañía‖.

Indudablemente se trata de una broma. Pero… ¿es una broma


en serio? Porque sin lugar a duda la metáfora es válida para
muchas personas a quienes un libro les representa justamente
eso: Dos trozos de cartón con hojas escritas en medio, no
importa lo que tengan escrito. Desconocen, y jamás les cruzaría
por la mente, que en los libros pueden encontrar, inclusive, la
receta de cocina capaz de modificar el curso de sus vidas.

Tampoco aprecia los libros el rey, padre del príncipe azul y futuro
suegro de “Cenicienta”, versión clásica de Walt Disney, pues
arroja al suelo varios volúmenes que se encuentran sobre la mesa
sostenidos por un par de, seguramente costosos, trancalibros de

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porcelana. Los libros no son importantes para él pero sí la vistosa
porcelana. Los libros son, simplemente, un complemento
decorativo ineludible de los finos trancalibros. No obstante, las
ratonas amigas de la muchacha atesoran y valoran un catálogo
de vestidos femeninos, del cual toman el modelo para el traje que
con tanto amor, esmero y arte, cosen para ella, pero que luego es
destrozado por las horribles hermanastras. Y un libro igual es el
usado por Flora, Fauna y Primavera, las hadas protectoras, para
confeccionar el vestido de la princesa Aurora, “La bella
durmiente”, el día de su décimo sexto cumpleaños.

Al comienzo de la historia y antes de revelarnos “El misterio de los


excavadores”, hay una escena especial, cuando se muestra un
libro abierto sobre cuyas páginas caen las lágrimas de la
profesora Kate Barlow, a quien los hombres de Green Lake, luego
de asesinar a su enamorado, incendian la escuela recién
construida. El libro es el recipiente que recoge el dolor de la mujer
que únicamente deseaba enseñarles a leer. Son pequeños
charcos de amarga impotencia sobre las palabras impresas, que
transmiten la indescriptible tristeza de su alma.

Pero no todos los libros son buenos. También hay libros


monstruos, como el ―Monster book of monsters‖, libro en forma de
enorme araña, con patas, cuatro ojos y filosos dientes, que
destruye lo que encuentra a su paso, persigue y ataca a todo
aquel que se cruce en su camino, exceptuando a su dueño, y al
que sólo Harry Potter podría controlar. O, como el ―Libro de
encantamientos‖, en “Abracadabra”, forrado con piel humana y
con un ojo en la cubierta, que se abre para observar a los lectores
y que fue obsequiado por el diablo a Winifred, la hermana mayor
de las tres brujas Anderson. Este libro vuela hasta las manos de
su propietaria cuando ella lo llama y se abre justo en la página
que contiene el conjuro indicado para cometer la maldad deseada
por la bruja. Algo así como una consulta en realidad virtual, ya
que, además, las páginas del libro se iluminan con luz propia pues
no requiere de energía eléctrica ni de baterías como sucede con
los computadores. Por otra parte, dicho libro está protegido por la
magia y ni siquiera el fuego puede causarle el menor daño,
mucho menos destruirlo. Esto nos recuerda la opinión de algunos

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en cuanto consideran, y parecen convencidos, de que el libro, tal
como lo conocemos, es imperecedero y por lo tanto nunca
desaparecerá como soporte de la cultura universal. Otros, por el
contrario, piensan que ésta es una posición más romántica que
práctica y que, al igual que todos los soportes escriptóreos del
pasado, el libro debe evolucionar a la par con el desarrollo
científico y tecnológico, el cual, en la actualidad, avanza a tal
velocidad que únicamente las últimas generaciones de jóvenes y
niños pueden ir al ritmo que les impone ésta, su época.

Hay igualmente un libro muy antiguo que contiene los secretos


de la lucha entre la luz y la oscuridad y provee la clave para
encontrar “Los seis signos de la luz”.
-―El libro te enseñará cómo se debe buscar los signos. Tú eres El
buscador y sólo el buscador puede leer el libro‖.

Evidentemente esa es la función básica y final del libro; enseñar


la manera de pensar, dudar, encontrar los signos que conducen al
hallazgo de las respuestas a lo ignoto y desconocido.

Pero no satisfecho con la lectura del libro, Will Stanton, un


muchacho de catorce años y reconocido por los ancianos como El
buscador, complementa la información mediante un par de
consultas en la Web; en Google, para ser más exactos. Ni más ni
menos como lo hace la mayoría de estudiantes para resolver sus
deberes académicos: buscar un título o un par de palabras que se
acerquen al asunto encomendado y copiar, pegar e imprimir, o
simple y directamente, imprimir. Y no sólo los niños. También los
adultos, estudiantes y profesores universitarios lo mismo que
empleados de alta y media jerarquía ―fusilan‖ o plagian
información obtenida en Internet a fin de lograr, buenas
calificaciones los primeros, publicaciones, ascensos y aprobación
de proyectos los otros.

Son los peligros de la tecnología mal empleada, cuando la


información localizada en la Red no es utilizada como el
complemento sino como el todo, pasando por alto la comprensión
que debe, necesaria e indispensablemente, ser parte inherente al
proceso normal de toda lectura, conducente, es de esperar, a

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resultados benefactores como el aprendizaje y, en el menor de los
casos, a la recreación del espíritu.

Gracias al uso y popularización de Internet, bien empleada, como


un servicio más en la actualización técnica de las bibliotecas, es
posible ingresar a los archivos del FBI, tal como hace el detective
Art asistido por la bibliotecaria de “Al rojo vivo”. Entre otras
inquietudes esta película despierta el planteamiento de un nuevo
tipo de problema de las bibliotecas en cuanto se refiere a la
consulta en línea: la discreción en el manejo de la información
proporcionada a los usuarios.

La anciana abuela Wendy toma el libro de ―Peter Pan‖ y dice al


Peter real, ya adulto, ejecutivo importante, casado y con hijos, los
cuales han desaparecido como consecuencia de “El regreso del
Capitán Garfio”:
-―Los cuentos son verdad. Te lo juro por todo lo que adoro. Peter
¿No sabes quién eres? Debes obligarte a recordar‖.

Independientemente de los escritos puramente de ficción, los


libros encierran nuestro pasado, la historia de los pueblos y de los
individuos. La vida en biografías, la geografía, los viajes y las
aventuras, la evolución de las artes, de la ciencia y la técnica. La
única manera de conocer el pasado, el presente y las
expectativas de un posible futuro, es leer, y, por supuesto,
recordar. Quien no lee, jamás llegará a saber nada de sí mismo.
Nunca sabrá quién es, ni de dónde vino ni hacia dónde puede o
debe dirigirse.

Los libros están por doquier, inclusive en las tupidas selvas del
Amazonas. Cuando hombres civiles asaltan el barco que
transporta a las visitadoras y asesinan a Olga Arellano, conocida
con el alias de ―La colombiana‖, aunque en la novela de Mario
Vargas Llosa realmente se apoda ―La brasileña‖, la mejor amante
de “Pantaleón y las visitadoras”, el sacerdote que preside su
sepelio lleva en la mano un libro del cual lee algunas frases,
rápidamente y de mala gana.

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Es una escena común en los entierros, ya que el ―Ritual de
exequias‖ guía el procedimiento de la liturgia funeral en la Iglesia
católica y provee al sacerdote los textos necesarios para su
lectura durante la ceremonia, entre los cuales se incluye la
predicación y los elogios del difunto. De igual manera se
presentan el sacerdote o el juez al celebrar una boda, llevando a
la mano el ―Ritual de matrimonios‖, del que toma la lectura de los
salmos responsoriales más algunos pasajes de los evangelios.

En cuanto a la lectura como sana, sabia y necesaria costumbre,


existen pueblos y países en donde la cultura del libro y la lectura
están acendradas desde tiempo atrás. Informes internacionales
señalan altos índices de libros leídos per cápita en Europa y
América del Norte, no comparables con el supremamente bajo
nivel de lectura en Suramérica, Africa y gran parte de Asia. Así,
“El club del libro Jane Austen” narra cómo cinco mujeres de
diferentes edades y costumbres, forman un club de lectura para
analizar y tratar de comprender la vida de la escritora por medio
del análisis de sus novelas, tales como ―Emma‖, ―Persuasión‖,
―Sentido y sensibilidad‖, ―Orgullo y prejuicio‖ y ―El Parque
Mansfield‖, que les ayudarán a resolver la inestabilidad de sus
vidas amorosas. Aunque las historias contemporáneas no siguen
ciegamente los textos de Austen, los personajes encuentran
reminiscencias, predicciones, advertencias y sabiduría sobre su
propia trayectoria, en las narraciones de la famosa escritora.

Pero no siempre ha sido así y menos cuando se es mujer. Aún en


el mundo de hoy, más del sesenta por ciento de las personas que
no saben leer ni escribir son mujeres. Desde tiempos
inmemoriales, las religiones, especialmente la católica y el islam,
desconocieron y negaron a la mujer su derecho de aprender.
María Magdalena era una mujer de clase alta, que sabía leer y
escribir, lo cual le valió la enemistad de los varones, quienes,
como estrategia para librarse de ella la acusaron de adulterio y
prostitución. En la Galilea de María de Magdala, las familias
pudientes gozaban de alguna libertad en la educación de sus
mujeres, mas no así en Judea donde les estaba prohibido
aprender a leer y escribir.

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Ochocientos treinta años después, en la Alemania medieval,
cuando las únicas alternativas eran convertirse al cristianismo o
ser asesinados, nace Johanna, la niña que más tarde habría de
convertirse en “La papisa Juana”, hija de Gerbert, un sacerdote
católico, fanático y oscurantista.

Johanna se beneficia del amor de Matías, su hermano mayor.


-―Quiero aprender a leer y a escribir los salmos‖
-―Papá no lo permitiría. Sería una blasfemia‖. Y Matías cuenta a
Johanna la historia de Santa Catalina, quien ―… a pesar de ser
mujer era culta y sabia‖.
Pero el padre se entera de que la niña sabe leer y escribir, y
exclama preso de la ira:
-―¡Criatura antinatural! ¡Has traído la cólera de Dios sobre
nosotros!‖
No obstante la prohibición de enseñar a las mujeres, el sabio
maestro Esculapius se ofrece para ir hasta la casa del sacerdote y
educar a Johanna, así que la niña aprende a leer y escribir, no
sólo en alemán sino también en Latín y griego, y recibe del
anciano un libro, ―La Odisea‖ de Homero, una de las obras más
antiguas de la humanidad, copia manuscrita y traducida por el
mismo maestro; la versión griega original, seguida por la
traducción al latín. Pero su padre la descubre.
-―¿De dónde sacaste este libro? ¿Qué clase de idioma es este?
¿Cómo puedes leer esto?‖
-―Es griego, padre. El maestro Esculapius me enseñó‖.
Entonces el sacerdote ordena a la niña borrar las palabras
escritas en el libro, raspándolas con la afilada hoja de un cuchillo.
-―¡Has insultado a Dios con tu desobediencia. Como castigo
trabajarás día y noche, comerás sólo pan y agua hasta que cada
palabra no cristiana sea borrada de aquí. Te enseñaré a temer a
los tormentos del infierno!‖.

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Y sometiéndola de rodillas, azota su pequeña espalda mientras
grita la oración del Padre Nuestro, tal como ora cuando golpea y
viola a su esposa delante de los niños.

Poco tiempo después y gracias a la mediación de Esculapius,


Johanna, de 10 años, es requerida ante el obispo que, de manera
excepcional autorizará su ingreso a la escuela, masculina, por
supuesto, de la catedral. Pero su llegada no es bien vista por el
fraile profesor, quien sostiene ante los reunidos:
-―Está en contra de la voluntad divina aceptar a una mujer en la
escuela de la catedral. Además es inútil. Las mujeres no poseen
la habilidad natural de obtener conclusiones lógicas. Las
secciones útiles del cerebro de una mujer son tan pequeñas, que
son incapaces de entender ideas y conceptos complejos. El
mismo San Pablo ha afirmado esta verdad, que las mujeres son
inferiores a los hombres, como lo determinan el orden de la
creación, la jerarquía y la fuerza de voluntad‖.

Años más tarde, oculta su identidad y convertida en Papa, su


santidad Johannes, propone construir en Roma una escuela para
niñas, con la oposición de obispos y cardenales:
-―¿Una escuela para niñas? ¡Nunca ha habido algo así!
-―Su santidad, supongo que usted sabe que mientras más sabe
una mujer su útero se hace más pequeño. Es de conocimiento
común‖.

Durante las centurias posteriores la iglesia y sus seguidores


consideraron que si una mujer podía leer estaba poseída por el
demonio y era sin lugar a dudas una bruja, al punto de matar en la
hoguera a centenares de mujeres instruidas y valiosas.

A finales del Siglo XVI, la mujer aún tenía prohibido el acceso al


conocimiento por considerar que no era inteligente y que el saber
y el estudio eran exclusivos del hombre. En los siglos siguientes y
de manera paulatina se le permitió acercarse al mundo
académico, iniciando con las niñas de familias adineradas, pero

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recibían una formación escolar básica sobre la cual se enfatizaba
en manualidades y educación moral.

Hoy, por fortuna, la situación ha cambiado en la mayor parte del


mundo, aunque en 2005 la poetisa afgana Nadia Anjuman, de 25
años, fue asesinada a golpes por su esposo y los familiares de
éste. El mundo supo entonces que el régimen talibán prohíbe que
las mujeres aprendan a leer y escribir. Si un padre le enseña a
escribir a su hija, será condenado a la pena de muerte. Las
mujeres tienen prohibido trabajar, estudiar y reírse en voz alta.
Nadia y otras jóvenes pertenecían a los Círculos de Costura de
Herat, y se reunían tres veces a la semana en la escuela de
costura La Aguja de Oro, en la casa del profesor Rahyab, de
sesenta años, donde secretamente estudiaban a escritores
prohibidos como Shakespeare, Tolstoy, Balzac, Dickens, Joyce,
Dostoievski y Nabokov.

Así las cosas… las palabras son pocas. Volvamos a los libros.

Muchas veces un libro, que bien puede tratarse de un diario


manuscrito, es causa de asesinatos, intrigas y traiciones, o la guía
para resolver antiguas incógnitas como sucede en “La momia”,
“Los cazadores del Arca perdida”, “Indiana Jones y la última Cruzada”,
“La novena puerta” y “El fantasma de Canterville”, entre muchas
otras.

- ―Algunos libros son peligrosos y no deben abrirse impunemente‖,


dice en “La novena puerta” el coleccionista de libros satánicos al
cazador de libros raros y muy antiguos, quien busca un libro
supuestamente escrito e ilustrado por Lucifer, cuyos grabados
contienen un mensaje secreto.

En “El nombre de la rosa”, el monje William de Baskerville explica:


- ―Hay un libro que mata, o por el que los hombres matan‖.
Y el anciano abad Jurgen, que oculta el libro de Aristóteles,
contesta:
- ―Hay libros prohibidos, espiritualmente peligrosos; la risa mata al
miedo (como en “Las brujas de Eastwick”, cuando en la mansión
del demonio sus tres mujeres flotan en el aire mientras ríen); Sin

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miedo no hay fe. Sin miedo no se necesita Dios‖. A lo cual el
monje responde:
- ―Pero no se puede eliminar la risa eliminando este libro‖.

Obviamente, no es posible suprimir las ideas destruyendo los


libros, negando la existencia de sus autores e incinerando a los
lectores.

“El nombre de la rosa”

El mensaje que trata de transmitir esta historia es el


miedo a lo desconocido y al rechazo de lo que no se
puede llegar a comprender desde el punto de vista
teológico. Dos personajes se enfrentan adquiriendo
dos roles completamente distintos: Jurgen de Burgos
y William de Baskerville; el primero considera que la
biblioteca, elemento presente a lo largo de toda la
película, debe desempeñar un rol esencialmente de
conservación. Según su particular punto de vista,
todo lo que está escrito debe conservarse y los
monjes no deben aventurarse a investigar nada más.
Por otro lado, fray William es un hombre de ciencia,
aspecto que esconde para no ser considerado un
brujo.

El libro perdido, el libro asesino o el libro por el que


se mata y sobre el que recae todo el misterio: el

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Segundo libro de poética de Aristóteles, que
desencadena todas las muertes dentro de la abadía,
significa para Jurgen un ataque frontal a sus
creencias. William asevera que el humor fue
empleado por los mártires para enfrentar y ridiculizar
a los paganos, a lo cual añade que Aristóteles
escribió su libro para ilustrar que el humor podía
utilizarse como instrumento de la verdad. Jurgen le
pregunta si ha leído ese libro y William admite que no
lo ha hecho puesto que el libro se perdió hace mucho
tiempo. Entonces Jurgen asegura que el libro no se
perdió, sino que nunca fue escrito, aunque es él
quien guarda una copia envenenada que mata a todo
aquel que osa tocarlo.

De ese modo, tenemos que la esencia de la historia


es que el libro mata por el conocimiento que atesora.
Un conocimiento que para los ilustrados es muy
interesante y que todos desean poseer. Así, los
primeros en morir por desear su contenido son los
monjes Adelmo de Otranto y Venancio de Selvemec,
seguidos por Berengario, ayudante del bibliotecario,
y el mismísimo bibliotecario Malaquías, además de
Severino, el herbolario, asesinado por Malaquías tras
descubrir el libro que Berengario había escondido
mientras moría sufriendo los efectos del veneno.

Por otro lado, más allá de un único libro, el acceso a


la información también está restringido en esta
biblioteca. Sólo el bibliotecario y su ayudante, así
como Jurgen, gracias a su veteranía, liderazgo y
conocimiento de los secretos de la abadía, tienen
ingreso garantizado a los fondos y pueden acceder a
los documentos originales.

William de Baskerville se percata durante sus


indagaciones de que todo el misterio se resume a la
posesión de un libro, del que desconoce casi todo
pero del que es consciente que, o mata o se mata

24
por él. La investigación para descubrir cómo se
accede a la biblioteca evitando al bibliotecario,
conduce al desastre final, cuando Jurgen trata, sin
conseguirlo, de envenenar a William y a su novicio
Adso de Melk.

Frustrado, Jurgen huye con el libro a través del


laberinto que constituye la biblioteca, pero en la
persecución un candil cae sobre algunos rollos y el
fuego se esparce mientras el monje devora sus hojas
envenenadas. Es en este momento, durante el
incendio que consume la biblioteca más grande de la
cristiandad, como William la define, cuando se nos
muestra que los libros no son importantes si no se
puede salvar antes las vidas humanas. William
ordena a Adso que huya de las llamas y el joven
obedece a pesar de su temor por el grave peligro que
corre la vida de su maestro, quien permanecerá en la
biblioteca que arde, tratando de salvar al menos unos
3
cuantos de tan valiosos ejemplares.

El amor del monje de Baskerville por los libros es tan grande que
expone la vida tratando de salvarlos del fuego, lo mismo que los
propietarios de libros en “Fahrenheit 451”, cuyo tema y mensaje
son para reflexionar. Hasta qué punto acierta la ciencia ficción al
predecir un futuro destructivamente siniestro para los libros; hasta
dónde puede llegar el valor que el ser humano concede a los
libros cuando está en juego la vida, cuando, si tiene la suerte y
fortaleza necesarias para salvarla, recibe la oportunidad de
convertirse en un libro viviente, memorizando su contenido total
con la misión y el deber de transmitirlo a otro ser humano.

3
ROS-MARTIN, Marcos. Asesinatos en la abadía por un libro [en
línea] Disponible en:
http://www.documentalistaenredado.net/400/asesinatos-en-la-
abadia-por-un-libro/ (Consulta: 6 Enero 2010)

25
Con el mismo propósito, la historia “Del amor y otros demonios”
nos recuerda los oscuros tiempos de la censura durante la vida
colonial en el Siglo XVIII. Como una de las funciones atinentes a
su trabajo, el obispo de Cartagena de Indias y su asistente, el
padre Cayetano, leen libros prohibidos por la Censura.
-―La Teodicea de Leibniz‖ - dice el asistente.
-―¿El publicado en París? Con todo y sus males este mundo es el
mejor de los mundos posibles‖. Y el obispo le refuta:
-―El mal no proviene de Dios sino de su ausencia‖
-―O de nuestro libre albedrío, como dice Leibniz‖
-―El mal no se cuestiona con la razón sino con la fe‖.

Gottfried Wilhelm Leibniz, o simplemente Leibniz (1646-1716) fue


un filósofo, matemático, jurista, bibliotecario y político alemán.
Uno de los grandes pensadores de los siglos XVII y XVIII. Su obra
más conocida, ―La Théodicée‖ fue escrita como título de una de
sus obras: ―Ensayo de Teodicea: Acerca de la bondad de Dios, la
libertad del hombre y el origen del mal‖.

El obispo toma otro libro de la mesa de su asistente y lo mira con


reproche:
-―¡Ecker! (?) Sigue prohibido ¿No es así?‖ y el sacerdote se
disculpa:
-―Pensaba guardarlo en el Capítulo Secretos, su excelencia‖.

El Santo Oficio de la Inquisición ejercía, entre otras funciones, el


control y la censura de libros y poseer un libro registrado en el
―Index Librorum Prohibitorum‖ (Índice de libros prohibidos) podía
pagarse con pena de muerte. Su última edición data de 1948 y,
aunque se siguieron incorporando títulos hasta 1961, una
provisión de 1966 decretó que no se siguiera renovando. El Indice
contenía nombres de autores cuyas obras estaban prohibidas en
su totalidad, obras aisladas de otros autores o anónimas y
también un detallado repertorio de los capítulos, páginas o líneas
que debían ser cortados o tachados. Esta labor correspondía a
los bibliotecarios, que debían ocuparse de ellas antes de dejar los
libros en manos de los lectores.

26
Cuando en el acervo de las bibliotecas se localizaba libros
incluidos en los índices de prohibidos o expurgados, se les
colocaba en estantes separados, enrejados y con la indicación
"Son de los prohibidos". A este grupo de libros y estantería se le
llamaba "El infierno". Sólo podían ser consultados por el Prior o el
Rector del colegio, o por aquellos usuarios que lograban un
permiso especial.

A pesar de la vigilancia y control ejercidos por las autoridades


civiles y eclesiásticas, hubo un intenso contrabando de libros. La
técnica era pasarlos ocultos en barriles de vino, toneles de fruta
seca o en cajas de doble fondo. Eran mercancías pagadas a muy
buen precio y valía la pena el riesgo.

De la mano con la ignorancia y la locura hay una patente


demostración de soberbia y poder por parte del obispo sobre el
subordinado en la escena del comedor:
-―¡Te espero para comer!‖ -dice el obispo.

Y come. Sólo que no ofrece nada al padre Cayetano, quien se ve


obligado a leer para su jefe que lo interrumpe a cada momento de
manera grosera e irrespetuosa con golpes de los cubiertos contra
el plato de porcelana, cada vez que no está de acuerdo con la
entonación dada a la lectura.
-―¡Leído así, Aristóteles pierde toda su claridad!‖.

Y como el asistente, incómodo y humillado, tal vez con hambre,


se levanta para salir, le ordena con firmeza y calma total:
-―Seguirás leyendo ¿no?‖

En la oficina del obispo hay libros sobre las mesas y en anaqueles


cerrados. También hay libros en la oficina de la abadesa del
convento de Santa Clara, a donde el obispo envía bajo orden de
detención a Sierva María, la niña mordida por un perro rabioso,
señal inequívoca de que está poseída por el demonio.

Cuando el obispo encarga el caso de la niña a su asistente, el


padre Cayetano, éste contesta mientras cierra el libro que
ocupara su lectura:

27
-―No soy exorcista, padre. No tengo el carácter ni la formación.
¿Y la Biblioteca del Vaticano? Me he estado preparando para
eso‖.

El obispo le quita de las manos el libro y dice mientras observa la


cubierta:
-―¡Garcilaso! No nombra a Dios más que un par de veces en toda
su obra‖.
-―Un poco más‖ -argumenta Cayetano -―Pero no es nada raro en
los buenos católicos del Renacimiento‖.

En “Harry Potter y la cámara secreta”, el profesor Lockhart, famoso


escritor de libros de magia que vende él mismo en las librerías y
que son conjuros plagiados a otros magos, al igual que su
autobiografía, que a veces obsequia para hacer propaganda de sí
mismo, dice cuando huye cobardemente ante el peligro:
- ―Los libros pueden mentir. Mis libros no se venderían si las
personas no creyeran que he hecho estas cosas‖.
Y en palabras del mago Voltemort:
- ―Mira el daño que un tonto libro puede hacer, sobre todo si lo
tiene una niña ingenua‖.

Así mismo, en “La historia sin fin 1”, el misterioso librero dice a
Bastian:
- ―Los libros que tú lees son seguros. Este libro no es para ti‖.

Ojalá todos leyéramos así. Con la misma atención, interés,


concentración y total vivencia de lo escrito con los que este niño
se zambulle en las palabras impresas del libro. No le importa la
lluvia ni el viento que penetran por la ventana, ni el frío que puede
vencerse con una manta sobre la espalda, ni el hambre que se
mitiga con una fruta. En esos momentos, su alma y su cuerpo, su
respiración y las palpitaciones del pequeño corazón existen sólo
para leer.

Y continúa en “La historia sin fin 2”. El mismo señor Koreander,


dueño de la librería, cuando Bastian entra por segunda vez,
aunque en esta ocasión ya sabe lo que busca:
-―No leas ese libro. Te exigiría demasiado‖

28
-―Pero ya lo he leído‖
-―¡Sí! Pero sería la segunda vez. Hay libros que cambian cada vez
que los lees‖.

Pues sí. Todos quienes alguna vez en la vida hemos repetido la


lectura de un libro sabemos que es cierto. Cada vez que uno lee
el mismo libro, comprende algo que simplemente no entendió en
la primera lectura o encuentra algo de lo que no se percató o no
vio la vez anterior. He aquí otro de los encantos del libro.

Y en “Abracadabra”, el niño hechizado y convertido en gato negro


trescientos años atrás, se refiere de esta manera al ―Libro de
encantamientos‖:
- ―De este libro no saldrá nada bueno‖.

Tal como existen libros prohibidos por el bien, pues sirven a favor
del mal, hay libros que en manos de los buenos conducen a la
destrucción de los malos. De ahí que sean los hijos del mal
quienes tratan de desaparecerlos.

Jared Grace, el niño rebelde de “Las crónicas de Spiderwick”,


descubre una habitación secreta en la casa de sus antepasados.
Allí, entre viejos libros cubiertos por una gruesa capa de polvo,
encuentra un libro atado con cintas y sellado con lacre, al cual se
adjunta una nota escrita ochenta años antes por el tío abuelo,
Arthur Spiderwick, que dice: ―Advertencia: No te atrevas este libro
a leer, pues tu destino terrible puede ser…‖

Spiderwick escribió e ilustró el libro secreto que trata de seres


fabulosos, algunos buenos, otros maléficos y terribles, que existen
entre el mundo real y el mundo de la fantasía: Trasgos, elfos,
grifos, ogros y diversas criaturas mágicas. Pero Jared pasó por
alto la advertencia y obtuvo información prohibida, por ser
peligrosa, por representar un conocimiento que bien empleado
por humanos buenos, es de interés vital, o mortal, según se vea,
para los malos. Es similar a un caso de censura, igual a la
impuesta por los clérigos inquisitoriales de hace algunos siglos,
más bien, años, y por los gobernantes corruptos de hoy y de
siempre.

29
Los monstruos, liderados por el ogro Mulgarath, buscan
desesperadamente el libro, que a través de dibujos y fórmulas
mágicas enseña las maneras como se puede controlarlos y
vencerlos. Por eso el autor explica a los niños:
-―Mulgarath quiere el poder que da el conocimiento‖.

También por eso los monstruos ruegan al ogro:


-―Amo, debe destruir el libro‖.

Palabras pronunciadas de manea textual, ochenta años antes por


la pequeña, invisible e inteligente rata guardiana del libro
prohibido y que, entre otras fantasías, es la causante de que los
libros se muevan solos en los anaqueles, aunque el espectador
no pueda verla.

A través de la historia se ha escuchado con frecuencia la voz de


un demente incitando a fanáticos seguidores ignorantes: Hay que
destruir los libros. Pero los monstruos persiguen a los niños y,
roto el círculo de protección, atacan la casa en donde se ocultan
con la madre, para adueñarse del libro prohibido y destruirlo. Los
niños arrojan el libro al fuego… sólo que éste se apaga y el libro
se conserva frio, intacto, pues se encuentra hechizado y
únicamente puede destruirlo su autor y propietario. Lo mismo que
el libro de las brujas Anderson. ¿Podría decirse y hacerse lo
mismo en la actualidad acerca de los libros electrónicos, digitales,
virtuales o pertenecientes a cualquier modalidad existente en las
redes de información universal, a propósito de piratería editorial,
plagio y destrucción de obras científicas, técnicas, filosóficas o
literarias?

Volviendo un poco atrás, tal vez sea cierto que, en ocasiones, hay
determinadas cosas que es mejor no conocer. Mallory, hermana
mayor de Jared y Simon, recrimina al primero:
-―¡El libro estaba aquí, con una advertencia que decía ―¡No leer!‖ y
sin embargo lo leíste!‖.
Así que Jared, ya corregido de su necia rebeldía, busca en el
manicomio a la tía Lucinda, hija de Arthur, que responde ante sus
ruegos de ayuda:

30
-―Este libro sólo ha traído desgracias y sufrimientos a mi familia‖.

Por otra parte, cuando alguien se inmiscuye en aquello que no le


corresponde, casi siempre corre el peligro de que nadie le crea.
Es lo que sucede cuando los niños cuentan la verdad a su madre
y ella, muy seria, les responde:
-―Así que encontraron este libro, que habla de cómo ver hadas,
duendes y espíritus del bosque‖ ¿Ah?

En otro tiempo, escenario y argumento, la pequeña “Matilda”


aprende en los libros de la biblioteca pública todo lo que su padre
le niega al no permitirle ir a la escuela. Y la bibliotecaria, una
amable mujer de pelo blanco, anteojos, por supuesto, vestida
según la costumbre de su época y su edad y consciente del
placer que la lectura proporciona a esta niña, la orienta y colabora
prestándole tantos libros, que Matilda necesita una carretilla de
juguete para llevarlos a su casa. Sólo que su padre, al
descubrirla, rompe los libros sin importarle las explicaciones de la
niña ni el hecho de que fueran propiedad de la biblioteca. El
mismo padre que se expresa de esta manera:
-¿‖Un libro? ¿Y para qué quieres un libro? Ahí tienes la televisión
en frente; ¡mírala! Un libro no te da lo que la televisión… y es más
rápida‖.

Matilda no es la única personita interesada en la lectura. La


pequeña Creese, una de las pupilas encomendadas a “Nanny
McPhee”, la niñera mágica, ofrece un libro a su padre, siempre
ocupado, al tiempo que pide con su infantil vocecita que denota la
ilusión de una aventura:
-―¡Léenos!‖ y su progenitor responde:
-―Tengo que escribir muchas cartas. Tal vez mañana‖. Y sale de
la alcoba sin siquiera notar las caras tristes y desilusionadas de
sus hijos. Todo lo opuesto a la amorosa mamá que lee cuentos a
sus hijos, incluyendo al gigantesco muchacho adoptado en “Un
sueño posible”.

Claro que en ciertas circunstancias sería preferible que nadie se


tomara el trabajo de leer para los niños. Por ejemplo, la comedida
monja del internado que a la hora de dormir lee para los niños

31
ciegos, ya metidos en sus respectivas camas del dormitorio
general:
-―¿En dónde nos quedamos ayer? Abajo, en el infierno, los
diablos se quejan; blasfeman y gritan cosas horribles. Ahí los
condenados sufrirán el castigo por los pecados cometidos.
Algunos serán quemados en aceite hirviendo, en sartenes
colocados sobre un fuego que nunca se apagará‖.

Ante esta locura, el pequeño Mirco, el nuevo, trata de no


escucharla cubriéndose con la manta y pensando en otras cosas.
Es el mismo niño ciego que describe así los colores a Feliz, otro
invidente:
-―…azul como el viento que te golpea la cara cuando vas en
bicicleta, “Rojo como el cielo” del atardecer o como el fuego‖.

¿De qué sirve una lectura de terror como esa, si es mil veces
preferible que los niños no la escuchen? ¿Cuál es el propósito de
barbaridades semejantes? Evidentemente no es el despertar la
curiosidad ni mucho menos el amor por los libros y su lectura.

“Footloose” es una muestra de cómo en la década de 1980,


muchos años después de haber desaparecido los Santos
Tribunales de la Inquisición en el mundo, la Junta directiva de
una escuela secundaria en Bomont, un pequeño pueblo de los
Estados Unidos, ordena quemar los nuevos libros por
considerarlos peligrosos para la formación moral de sus
estudiantes. Bomont, donde el Rock and roll es pecado y los
adolescentes escriben poemas de amor en las ruinas de la vieja
fábrica para no ser condenados al infierno por el pastor Shaw
Moore.

-―Reverendo. Tenemos un pequeño problema. Oí que el profesor


de inglés piensa enseñar ese libro. ―Matadero 5‖. ¿No es un
nombre horrible?‖

-―Es… es un clásico‖. Interviene Ren McCormack, el estudiante


forastero.
-―¡Quizás sea un clásico, pero en otros pueblos!‖ Contesta la
madre conservadora.

32
-―Tom Sawyer es un clásico‖. Complementa su esposo.

Empeñado en su campaña, uno de los moralistas entrega un


libro al pastor.
-―¿Qué es esto, Roger? No conozco este libro‖.
-―Se encontró en uno de los lockers de atletismo. Un libro como
éste debería quemarse. Deberíamos ir a la biblioteca y extraer
esta corrupción‖.
-―No deberíamos convertirlo en algo más grande de lo que es‖.
-―¡Ya nos deshicimos del profesor de inglés. Y no contamos con
su apoyo para nada!‖.

Sin embargo, unos cuántos fanáticos logran quemar algunos


libros de la biblioteca de la escuela. El pastor ha entrado en
razón. Sólo condena el baile por el contacto físico que exita e
induce al pecado. No está de acuerdo y muestra sincero
desagrado con la violenta destrucción de los libros.
- ―¿Qué harán después de quemar éstos?‖ ¡Satanás no está en
estos libros! ¡Está aquí adentro en sus corazones! ¡Vayan a casa
y júzguense a sí mismos!‖.

Más tarde y debido a que la Junta de padres de familia más


algunos profesores y políticos, todos encabezados por el pastor
Moore, prohíben la realización del baile de graduación, Ariel, la
adolescente y rebelde hija del pastor, entrega a Ron una biblia en
la que ha señalado algunos apartes. Así que, animado y
fortalecido con esta ayuda, en parte terrenal y en parte divina, el
joven se presenta en sesión del Consejo municipal y solicita la
abolición de la Ley que prohíbe bailar. Expresa que desde las
épocas más antiguas la gente bailó por numerosos motivos y lee
el salmo 149, complementado con lecturas tomadas de David y
del Eclesiastés. Las sagradas escrituras sirven de base
indiscutible para demostrar que el canto y la danza también son
un medio para alabar a Dios.

El poder de la información contenida en los libros es el temor de


los tiranos y de los ignorantes. Por eso los destruyen, no importa
que sea necesario, y natural, quemar a los lectores junto con sus

33
libros y sus casas. ¿Acaso es ésta una premonición de la
inquisición del futuro, tal como sucedió en el pasado?

El hombre tiene urgencia por descubrir y conocer otras verdades.


El hombre, de cualquier condición, sabe que en los libros hay algo
que él ignora. Y quien aprecia el verdadero valor de lo que
encierran los libros, lucha por ellos o los utiliza para perjudicar a
otros y para adquirir más poder, como el hermano Jurgen y el
inquisidor Bernardo Guy, como hizo Mildred, la resentida esposa
del bombero Montag para salvarse a sí misma, acusando a su
marido de esconder libros en la casa cuando la posesión de un
libro era el delito más grave que podía cometer un ciudadano, o
como hizo el mismo Montag para castigar a los bomberos
incendiarios de libros y personas.

"Allí donde queman libros, acaban quemando hombres". Heinrich


Heine (1821).

La bibliocastia o destrucción de libros mediante el fuego ha sido


un recurso empleado en determinadas comunidades por
diferentes individuos y grupos de personas como un intento para
eliminar las ideas, la existencia, la realidad de otros a quienes se
pretende borrar de la memoria colectiva, física e intelectual.

La quema de libros no es extraña. Recordemos “Indiana Jones y la


última Cruzada” en una dantesca escena cuando las tropas de
Hitler iluminaron la noche de muchas ciudades alemanas con una
hoguera de libros considerados anti alemanes, evento real
ocurrido el 10 de Mayo de 1933, y que en la Historia se conoce
como ―El bibliocausto nazi‖.

Bruno, de ocho años, “El niño con el pijama a rayas”, hijo del
general nazi a cargo de un campo de concentración durante la
Segunda Guerra Mundial, dice al tutor que le pregunta:
-―¿Alguna vez has leído algo?‖
-―¡Si! Libros. De aventuras, de caballeros y princesas bobas‖.
-―Bueno. Ya es tiempo de que conozcas el mundo real.
Y le entrega un grueso volumen de Historia de Alemania, según
los nazis, al cual siguen textos exclusivamente antisemitas. De

34
ahí que su hermana de doce años, piensa, se expresa y actúa
como una persona decididamente enemiga de los judíos.

Esto nos recuerda que jamás la historia escrita es igual a la que


se conoce fuera de los libros, porque estos son producto de la
imperfección humana y están sometidos al pensamiento, las
inclinaciones políticas, religiosas, raciales, sexuales, y a los
diversos fanatismos que aquejan a los historiadores, de cualquier
país y en cualesquiera épocas.

Esto es bien sabido desde tiempos inmemoriales, inclusive antes


de que “El arca de Noé” fuera instrumento divino para que una
familia humana y una pareja de cada especie animal salvaran sus
vidas en el Diluvio universal. Cuando Noé, advertido por Dios,
logra escapar con su esposa y sus hijos de la horrenda
destrucción de Sodoma y la ciudad vecina, Gomorra,
bombardeadas desde el cielo por una lluvia de fuego, una vez
seguros de encontrarse a salvo Noé se atreve a expresar a su
esposa la preocupación que lo embarga por la suerte que pudiera
haber corrido su mejor y tal vez único amigo:
-―Me pregunto si Lot escaparía‖
-―Si no lo hizo somos los únicos que sabemos qué les sucedió a
Sodoma y Gomorra‖
-―Tal vez algún día conozcamos a un escriba y cuente todo para
que las generaciones futuras sepan lo que sucedió‖
-―No puedes confiar en ellos. Los escribas tienen muy mala
reputación… cambian las cosas. Para cuando terminen la historia
de Sodoma y Gomorra dirán que ni siquiera estuvimos allí‖.

Sabias palabras de la mujer de Noé. Indudablemente merecía ser


salvada de la muerte para una más inteligente etapa de re-
procreación humana.

Pero no podemos tipificar de manera tan drástica a los escritores.


Un grupo de profesores especializados en las diferentes áreas del
saber han vivido juntos durante varios años, recluidos en una
residencia situada a las afueras de New York, empeñados en la
elaboración de una ambiciosa enciclopedia que abarcara todo el
conocimiento humano. La mayor parte del trabajo que realizan se

35
desarrolla en la gran biblioteca de la casona, pero con el paso del
tiempo el resultado de su labor se torna obsoleto pues el mundo
avanza mientras ellos ignoran los cambios que suceden, inclusive
en asuntos aparentemente triviales como los dialectos y
expresiones populares. Descubren alarmados que su tan
apreciada enciclopedia está anticuada desde antes de ver la luz.

Son sabios y saben acerca de todo, excepto sobre la manera de


vivir que llevan los demás humanos residentes en el exterior de
su casa-estudio. De tal forma que la llegada de Sugarpuss, una
bailarina de cabaret, como una “Bola de fuego”, representa un
inmenso y placentero paréntesis de relajamiento no sólo en el
aspecto físico sino también intelectual. Y como es de sabios
aprender, ellos también están dispuestos a intentar los pasos de
la conga y a conocer el dulce significado de la expresión yum-
4
yum.

¿Será cierto que la sabiduría va de la mano con el silencio, la


soledad y el recogimiento? Porque si es así de estricta… ¡Qué
aburrido debe resultar ser un sabio!

Pero si tenemos en cuenta a los autores, es de justicia reservar


un sitio igualmente destacado para los lectores.

- ―Existe un don extraordinario… algunos cuenta cuentos, al leer


en voz alta pueden dar vida a los personajes, emergiendo de los
libros hacia nuestro mundo. Por eso, algunos los llaman Lengua
de brujo‖.

Son las palabras del narrador que así nos introduce en “Corazón
de tinta”, película llena de libros, lectores y personajes ansiosos
de que alguien les lea.

4
Bola de fuego. [en línea] Disponible en:
http://elgabinetedeldoctormabuse.wordpress.com/2009/08/10/bol
a-de-fuego-ball-of-fire-1941-de-howard-hawks/ (Consulta abril 22
de 2011)

36
Algunos de los personajes extraídos de los libros son
desalmados. No tienen sangre en las venas cuando se trata de
hacer el mal, porque viéndolo bien ¿Qué otra cosa podría llenar
su corazón, sino la tinta que los engendró al describirlos?

Hay rufianes, dragones, unicornios, minotauros y otros seres


extraídos de los cuentos por Mortimer y su don de transportarlos
al mundo real. Sólo que, a cambio, su esposa Luisa fue
supuestamente transportada al mundo interior, y ficticio, de un
libro titulado ―Corazón de tinta‖, del cual, Mortimer, encuadernador
y restaurador de libros, junto con su hija Meggie, de doce años,
han buscado una copia durante nueve de esos doce, por muchos
países de Europa.

- ―La palabra escrita es peligrosa; espero que lo recuerdes‖ -dice


a la niña, la anciana y rica tia-abuela Elinor. Y cuando han caído
en poder de los siniestros personajes y su desalmado líder,
Capricornio, Mortimer tranquiliza a su hija diciéndole:
- ―No debes tener miedo, Meggie. Eres una niña. Los niños
siempre se salvan en los cuentos‖.

El verdadero poder de la palabra escrita. O salva, o condena. Y


tanto Mortimer como Luisa, verdaderos aficionados a la lectura,
transmitieron a su hija el amor por los libros y su lectura. Y, si
acaso fuera cierto que los niños, casi siempre, se salvan ―en‖ los
cuentos, no siempre salen bien librados ―de‖ un libro inadecuado
para su edad y su inocencia.

-―Amo los libros viejos, las páginas manchadas, las cubiertas de


piel…‖
Son las palabras de Mortimer visitando en un pequeño pueblo la
venta de libros en puestos callejeros y la enorme librería de
anticuario en donde al caminar por entre los anaqueles repletos
de libros viejos, escucha sus voces que le hablan todas al tiempo.
Allí, en esa confusión, encuentra el anhelado ejemplar de
―Corazón de tinta‖, que toma con manos ansiosas y admira con
ojos incrédulos. Temeroso pero decidido, hurta el libro y huyen del
poblado.

37
La rica y enorme biblioteca en casa de Elinor incluye valiosos
libros manuscritos antiguos que la niña reconoce como obras en
persa, por la caligrafía y las ilustraciones, e inclusive es capaz de
calcular el año de su elaboración, ante lo cual replica la anciana:
- ―Ya viajé a Persia cientos de veces, al igual que a San
Petersburgo, París, otros planetas y Shangri-La. Y jamás tuve que
abandonar esta habitación. Los libros son aventuras; contienen
homicidios, misterios y pasión. Y aman a todo el que también los
ama‖.

Pero un ataque de los rufianes extraídos de los cuentos destruye


la biblioteca. Los libros perecen en las llamas, y sus hojas,
desencuadernadas y ardientes, vuelan por la habitación junto con
las chispas sin control. Aquí un dato para recordar; siempre,
indefectiblemente, son los malvados quienes queman o destrozan
libros. Nunca es la gente de bien, puesto que son, precisamente
los ignorantes, corruptos, deshonestos y antisociales, quienes
sienten temor de que la verdad sea descubierta y la sociedad les
cobre los delitos cometidos en su contra.

Estos rufianes son personajes maltrechos, tatuados con letras de


tinta negra en sus brazos, manos, rostro y pecho, porque fueron
extraídos de los libros por malos lectores. La mala o defectuosa
lectura produce equivocaciones, errores, confusiones, malas
interpretaciones. La información recibida se distorsiona y
ocasiona la recepción de mensajes incorrectos. Probablemente
todo el mundo conoce anécdotas al respecto.

Tal como su padre, Mortimer, Meggie escucha las voces de los


libros en casa de Fenoglio, autor del libro que tantos problemas
ha causado y al leer en voz alta descubre que tiene la facultad de
traer al mundo real a ciertos personajes del texto leído, y que ella
también es una Lengua de brujo. El malvado Capricornio obliga a
la niña a leer en voz alta para extraer del libro al maléfico Sombra,
que le ayudaría a destruir el mundo, pero engañado por Meggie y
Fenoglio, el texto leído comienza a destruir a los abominables.
- ―¡Sigue leyendo!‖ grita su padre.
- ―¡No tengo nada que leer!‖
- ―¡Entonces escríbelo!‖

38
Y la lectura de lo que improvisa y escribe en sus dedos y en su
mano aniquila a los malvados devolviéndolos a su mundo original.
Ese es el poder de la palabra escrita y de la palabra oral.

No faltan los libros en cualquier lugar del mundo a donde vaya la


escritora Elizabeth (Liz) Gilbert, quien al viajar en busca de sí
misma, aprende a “Comer, rezar, amar”.

Una lujosa biblioteca en casa de su editora en Nueva York,


inclusive una biblioteca pequeña en la alcoba y, por supuesto,
también en la casa de Liz. La visita a la librería en donde adquiere
un diccionario de italiano, el juicioso estudio del diccionario
sumergida en la tibieza del agua en la bañera.

Hay libros en la habitación que alquila en Roma y cuando llega al


Centro de meditación, en la India, ve a una mujer con una
escarapela o botón en el pecho, que dice: ―Estoy en silencio‖.
-―¿Dónde conseguiste eso? ¡Es justo lo que necesito!‖
y un hombre contesta:
-―Los vendemos en la librería. Sin embargo descubrirás que el
silencio es una maravillosa práctica espiritual, pero es mucho más
dura de lo que parece‖.

Sólo poner la mano sobre el corazón debería ser motivo para


reflexionar y sin duda pensar en cuánta razón tiene el meditador.
Es muy difícil callar, sobre todo cuando se es joven, o niño, y el
alma necesita mucho más espacio del que hay dentro del cuerpo,
o de una biblioteca. El problema es que… hay que hacerlo.

Hay un hombre sentado en el suelo, leyendo un libro a la entrada


del templo. Un libro en la mesa de noche junto al reloj
despertador. Libros en las manos de los fieles en el templo y
libros sobre los muebles en la oficina de administración del templo
de la Gurú.

En Balí, un anciano médico nativo le ofrece un baúl lleno de


manuscritos con mantras y curas heredados de su abuelo, con la
petición de que Liz le haga una copia.

39
Liz y Felipe, su nueva pareja, leen por la noche en la sala de
estar, en casa de éste. Hay libros sobre la mesa de centro y sobre
el escritorio. También hay libros en un anaquel en la habitación de
la cabaña que arrienda Liz.

Finalmente, cuando Liz se despide de Ketut, su viejo amigo


médico balinés, le deja como obsequio un libro. Son fotocopias
ordenadas y encuadernadas de los apuntes que él le había
pedido que transcribiera. Bien, hemos superado la era de los
monjes copistas y hoy, por fortuna, contamos con las máquinas
fotocopiadoras.

“Tierra de sombras”, es una película llena de libros. El estudio en


casa del escritor británico C.S. Lewis, llamado coloquialmente
Jack y autor de las ―Crónicas de Narnia‖, es más una biblioteca
que un estudio como tal. Hay libros al entrar a la casa, a cada
lado del pasillo. Los libros son elementos inherentes al
pensamiento, a la pasión por lo que hace y están presentes en
cada lugar y en cada acto de la vida de este hombre, al punto
que, cuando su esposa, la poetisa estadounidense Joy Davidman,
Gresham, requiere cuidados especiales ya que está muriendo por
culpa del cáncer, Jack hace que la trasladen al estudio y es allí
donde muere, con los libros como fondo. Douglas, el hijo de Joy,
es un niño aficionado a la lectura, a quien es necesario ponerle
límites; un capítulo diario, para leer en la cama antes de dormir.

En el Magdalen College, de la Universidad de Oxford, donde Jack


se desempeña como profesor emérito de literatura, hay libros por
doquier: en las oficinas, en los despachos de los profesores, en
los recibidores y en los salones de clase. En la habitación del
estudiante y, por supuesto, en la magnífica biblioteca enchapada
en madera en donde suelen reunirse los profesores, ya sea para
trabajar o para mantener una discreta conversación. Y, en un
mundo de libros no podía faltar la escena del escritor, Jack,
firmando libros de venta en una librería.

Entre tantos diálogos inteligentes merece la pena rescatar


algunos apartes:

40
- ―Leer es seguro. Los libros no pueden herirnos‖.
- ―Mi padre solía decir: ―Leemos para saber que no estamos
solos‖‖.
- ―Robo libros para leer por la noche. Cuando comienzo un nuevo
libro mis manos tiemblan, mis ojos lo devoran y pienso si los
demás lo ven de la misma manera que yo‖.
- ―Tal vez sepa más del amor, por los libros, que por la
experiencia personal‖.

Por otra parte, los libros esotéricos, de magia negra y ciencias


ocultas, son por regla general voluminosos, tienen pastas gruesas
y duras, correas de cuero o adornos metálicos, bisagras y a veces
cerradura con llave. Encierran los más antiguos, poderosos,
secretos y profundos misterios de las artes oscuras. De estos se
encuentra por doquier y se utilizan tanto para causar problemas
como para resolverlos; recordemos a Harry Potter en sus
diferentes películas. La imagen de estos libros causa temor a
primera vista. La lectura de sus exorcismos, conjuros y sortilegios,
sirve para invocar o devolver a las tinieblas a seres maléficos
como ocurre en “Drácula”, “El exorcista”, “Poltergeist”, “El guardián
del demonio”, “Las brujas de Eastwick”, “La profecía”, “La momia”,
“La novena puerta”, “Abracadabra”. Y así mismo, el libro, por
medio de la información que contiene, es una herramienta
indispensable para ahuyentar la ignorancia y la maldad, o,
inclusive, para recuperar amores fallecidos como en “La muerte te
sienta bien”.

“Las brujas de Eastwik”

41
Sin embargo, los libros permiten, además, despertar intereses
benéficos como la lectura, la necesidad de creer y de soñar. En
“Harry Potter y la Piedra filosofal” Hermione dice:
- ―Eres un gran mago, Harry‖.
- ―No tan bueno como tú‖.
- ―¿Buena? Sólo con libros y estudio‖.

El mensaje aquí está claro. Los libros contienen la información,


pero depende del lector y es suya toda la facultad, y la
responsabilidad, de extraer esa información que le proporcionará
conocimiento. Sin la adecuada lectura, que según la necesidad
personal, intelectual y laboral, tendrá que darse a lo largo de toda
la vida en el nivel de estudio, ni los libros ni la información
contenida en ellos son garantía de aprendizaje. La secretaria de
“Los cazafantasmas” dice a uno de sus jefes científicos:
- ―Apuesto a que además le gusta leer‖ y él contesta:
- ―Ya no se usa‖. Entonces la muchacha responde:
- ―Algunos dicen que es algo intelectual, aunque yo lo hago para
pasar el tiempo‖.

Bueno, es precisamente una de las más grandes y maravillosas


ventajas que ofrece la lectura recreativa. Servir de vehículo para
escapar de la monotonía cotidiana hacia mundos ajenos y
fantásticos. Llenar los momentos de vacío con la vivencia de
aventuras que, si no fuera a través de la lectura, probablemente
jamás tendríamos oportunidad de experimentar. Qué mejor, más
sana, productiva y divertida manera de invertir el tiempo.

En “La historia sin fin”, un niño, Bastian, se sumerge en el mundo


fantástico de un libro cuyo contenido está a punto de borrarse
junto con el país de la Fantasía, porque los niños ya no creen en
ella. Pero en determinadas circunstancias puede resultar
peligroso; en “Harry Potter y la cámara de los secretos”, en el piso
de un corredor inundado, Harry encuentra un libro con las páginas
en blanco. Al escribir su nombre, brotan palabras de saludo que
luego se convierten en un diálogo escrito, una forma de chat en
papel, que permite al muchacho iniciarse en los misterios de la
cámara secreta. El libro, un diario escrito con tinta invisible, es la
vida misma de Tom Ryddle, el estudiante de magia que ha

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perdido el significado de los verdaderos valores. Cuando Harry
hiere al libro con el colmillo venenoso del basilisco, el libro se
desangra al tiempo que el estudiante de magia muere.

“La historia sin fin”

-―Es la señal de que lo bestial se aproxima. Una fuerza maligna


que se apodera de los jóvenes humanos que se alejan de los
libros y la lectura. Para detener a lo bestial, aunque sea
temporalmente, se requiere un joven humano que sea un voraz
lector, de gran imaginación y extraordinario valor‖.

Así inicia el narrador la introducción a la “Historia sin fin 3”, justo


antes de que ―Los bestias‖ que persiguen a Bastian lograran
entrar a la biblioteca de la escuela, donde él deja el libro mágico
tirado en el piso, en su afán por escapar regresando a Fantasía.
Sleep, el cabecilla, lo recoge y por la lectura de unas pocas líneas
se da cuenta de que lo escrito está sucediendo en ese mismo
instante. Maravillado por el descubrimiento, uno de sus
seguidores llamado Perro, toma el libro pero no puede o no sabe
leer y se justifica explicando que la letra es demasiado pequeña.

Excusa vana, aunque común, no precisamente por parte de


personas mayores con dificultades en su capacidad visual, sino
por gente joven con problemas de lectura, ocasionados por su

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bajo nivel escolar, o, simplemente por la carencia de una sana
costumbre lectora.

Una vez que ha tomado conciencia del poder que le otorga la


lectura, Sleep, el pandillero, manipula los acontecimientos de
manera simultánea en el mundo humano y en Fantasía. El poder
de la palabra escrita, los libros, la información. Lo mismo ocurre
cuando Bastian y su hermana recuperan el libro y ejercen el
control del caos mediante su lectura.

Nim, una niña de once años y su padre, Jack Rusoe, un biólogo


marino, viven en “La isla de Nim” en donde él desarrolla sus
investigaciones:
-―Cada determinados meses viene un barco que trae alimentos,
equipos y libros. Y si deseo saber algo del mundo, sólo tengo que
abrir uno de los libros que me trae mi papá y con un poco de
imaginación puedo ser parte de ellos‖.

Esto relata la pequeña Nim y lo pone en práctica cuando lee


recostada en su cama y vive tan intensamente las aventuras de
su libro, que se traslada con cama y todo al desierto en donde
ocurren las aventuras de Alex Rover, el protagonista de las
novelas que encantan a la niña. Tanto, que su padre, en bien de
la disciplina y la buena formación, debe poner límites:
-―No más lectura. Es hora de dormir‖.

De igual forma los adultos pueden disfrutar de un buen libro,


medio de recreación y ensoñaciones, como lo hacen Mina y Lucy
en “Drácula”, dos jóvenes solteras que leen las ―Mil y una
noches‖, cuyos cuentos las inspiran para jugar con fantasías
amorosas. En “En el nombre del padre”, cuando Gerry Conlon es
trasladado a una cárcel de alta seguridad, toma un libro del carro
transportador antes de subir las escaleras que conducen hacia su
celda. Es la representación de la soledad que lo aguarda, de la
larga espera en la que sólo el libro será su compañía; un símbolo
semejante al único momento de placidez y de independencia de
que goza en “El color púrpura” una mujer sometida a crueles
tratos desde su infancia, o el niño enfermo de cáncer que lee a
―Peter Pan‖ en su cama del hospital, aún en los momentos más

44
dramáticos de “El día después de mañana”. Instantes similares se
puede apreciar en “El sabor de la infidelidad”, “La discreta”, y la
clásica imagen romántica de la muchacha sentada en la ventana,
leyendo un libro de poesía en “El tren de Zhou Yu”, “Antes del
atardecer”, “Infidelidad”, “El beso francés”, “La celestina” y tantas
otras.

Evangeline, empleada de servicio doméstico en la misma casa


donde hace milagros la “Nanny McPhee”, deja a un lado la escoba
y se refugia en el balcón para practicar, a escondidas de los
niños, su muy incipiente nivel de lectura, y lo mismo hace la
propia Nanny en el balcón circular de su extraña alcoba
desprovista de muebles, excepto una mesa para té con su
respectiva silla individual. No podía faltar la anciana ciega, madre
de Laura, la protagonista de “Durmiendo con el enemigo”, a quien
vemos leyendo un libro en Braille, en la habitación del hospital en
donde se encuentra recluida. Curiosamente “Un paseo por las
nubes” presenta a Victoria Aragón, la ex estudiante de literatura,
leyendo ―Imágenes claras y oscuras de Shakespeare‖, en un bus
que viaja por el campo, no obstante leer en un vehículo en
movimiento es difícil, aún en carretera pavimentada y, según
dicen, peligroso para la vista por propiciar el desprendimiento de
las retinas.

La lectura representa para la joven Francie, la única manera de


sobrevivir entre la pobreza que agobia a su familia irlandesa. La
chica lee con ansia todos los libros que encuentra en la sección
de jóvenes en la biblioteca del barrio, pero también lleva a casa
libros para su padre, entre estos ―Anatomía de la melancolía‖,
clave en el desarrollo de la película así como el medio que
propicia, a través de un libro de la biblioteca, el fortalecimiento de
los “Lazos humanos” entre el padre y la hija.

El científico Otto Octavius y su esposa invitan a Peter Parker, “El


hombre araña 2” a cenar en su casa. Al fondo del comedor de la
casa taller en donde se encuentra la mesa, se aprecia su
biblioteca, presumiblemente especializada en física o cualquiera
que sea la especialidad del doctor. En la fase de los consejos,

45
que no puede faltar cuando hay jóvenes involucrados como
huéspedes de adultos, el anfitrión dice a su invitado:
-―Si quieres enamorar a una mujer, dale poesía; nunca falla‖.

Así que cuando Peter va con su ropa a la lavandería, lleva


consigo varios libros de poesía en cuyos lomos se ve claramente
los rótulos de clasificación de la biblioteca. Es una escena común
en las películas norteamericanas, tanto como en la vida real,
aquella de las personas que aprovechan el tiempo de lavandería
en tan útil actividad como lo es la lectura. Y no solamente en la
lavandería: también en los aeropuertos, aviones, estaciones y
asientos de tren, parques, alcobas y porches.

Los libros se emplean como regalo, como fuente de información y


registro de la historia, e inclusive como soporte de juramentos que
no siempre serán cumplidos. En “Amor a primera vista (La fuerza del
amor)”, un arquitecto y una diseñadora, desconocidos entre sí y
que no saben de sus gustos ni aficiones, coinciden en una
librería donde acaban de comprar libros que esperan dar como
regalos de Navidad a sus respectivas parejas. El, un libro de
jardinería para la esposa y ella un manual de motonáutica para
su marido. En la prisa por salir confunden sus regalos y, entre
risas, cada uno sigue su camino.

El libro es una alternativa tradicional en la que hay dos


posibilidades: primera, se obsequia para cumplir con una
obligación social, no importa si le agrada o no a quien lo recibe, y,
segunda, se regala con el deseo de complacer, en ocasiones con
el interés de dar un poco de nosotros mismos para que otra
persona nos lea, nos mire, nos tenga en sus manos y nos
recuerde. Quizás es lo que espera Barbara, la madre de “Bibi la
hechicera” al obsequiar a su hija adolescente un libro como regalo
de cumpleaños, tanto como el ya cincuentón Archie que se
despide de su amada jovencita Brett obsequiándole su, con toda
seguridad, último libro, en “Cómo atrapar a un millonario”.

“El pequeño Vanya” es un niño de orfanato, maltratado y


explotado por muchachos mayores. Seleccionado por una pareja
de italianos que compran niños al corrupto director para venderlos

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a extranjeros, le urge desesperadamente obtener información
acerca de su madre; pero Vanya Sointzev no sabe leer. Irka, una
joven del grupo de los grandes le da las primeras lecciones y el
niño dedica todo su empeño en aprender. Ayudado por su amiga
huye del orfanato perseguido por los italianos, pero bajo ninguna
circunstancia olvida el consejo de Irka:
- ―Nunca sueltes este libro. Así la policía no molestará‖.

El “Gringo viejo”, un escritor retirado, se reúne con una prostituta,


quien al enterarse de que él ha publicado varios libros, le dice:
-―Todos lo recordarán cuando usted ya no esté. Deme uno de sus
libros. Intercambiaremos su trabajo por el mío; así, usted
conserva sus principios y yo los míos‖.

Esta es una expresión del deseo de la perpetuidad; la muchacha


siente envidia y humildad ante el hecho de que los libros del
escritor serán su continuidad y lo reconoce de manera abierta y
sencilla, de la misma forma que ofrece su cuerpo a cambio de un
libro. Desde su punto de vista, los dos son igualmente válidos
mientras se conserve determinados valores relativos al trabajo de
cada quien. Y lo mismo sucede en “2012” con referencia a la
perduración de la cultura, a la perpetuidad del hombre creador de
cultura; El científico y la hija del presidente, experta en artes,
conversan en el avión cuando el planeta ha empezado a colapsar:
- ―Qué posibilidades tiene de abordar este avión un escritor
desconocido, que apenas si ha vendido cuatrocientos veinte
ejemplares de este libro. Sin embargo este libro es parte de
nuestro legado. ¿Por qué? Porque lo estoy leyendo‖.
- ―No trajiste cepillo de dientes. Sólo libros.
- ―Mi padre viajaba mucho y siempre me dejaba una caja llena de
libros. Me daba un helado por cada libro que leía. Y, en la
preparatoria tenía dos mil libros… y ninguna novia.

He ahí el centro, el eje y la periferia de la vida de los libros. Su


lectura. El libro se crea para ser leído y en esta medida trasciende
a generaciones posteriores aunque muchas, muchísimas veces,
deba permanecer oculto y desconocido durante largo tiempo... y
más de un lector deba aguardar media vida para encontrar una
novia.

47
Mario Ruoppolo, “El cartero de Neruda”, lleva consigo un libro de
poemas a través de cuyo contenido pretende aprender cómo ser
poeta para conquistar a su amada Beatrice. El libro se transforma
en herramienta de conquista en el amor y en la vida, sin importar
la posición ni la clase social de quienes comprenden su valor. Y,
por otra parte, también se puede apreciar la importancia, el
orgullo y la vanidad de poseer un libro firmado por el autor. Mario,
el cartero, hombre humilde y sin preparación académica, ensaya
frente al espejo la manera como pedirá a Neruda que le firme uno
de sus libros. Anticipa el orgullo con el que lo enseñará a sus
amigos, pero sólo obtiene una gran desilusión. Esperaba mucho
más y no le satisface lo escrito por el poeta: ―Cordialmente, Pablo
Neruda‖. Afortunadamente para Mario, su amistad con el vate le
permite obtener un nuevo autógrafo con diferente dedicatoria.

Así como hay libros desordenados en el estudio de su casa,


también hay una pequeña biblioteca en casa de los padres de
“Dan en la vida real”. Luego de cenar y lavar los platos, uno de
sus hermanos toma de allí un libro y dice, refiriéndose a su novia:
-―Marie compró unos libros, pero creo que debería leer uno de un
gran escritor; el mejor libro que he leído‖.
-―Más bien el único que has leído‖ interviene su hermana.
Acto seguido entrega a Dan un ejemplar de su libro para que lo
autografíe como obsequio para su prometida. Y al leer la
dedicatoria exclama:
-―¿Suerte? ¿Sólo eso?

Por lo visto es una reacción bastante común. No se trata


únicamente de obtener el preciado autógrafo sino que existe y es
innegable el deseo vanidoso de llevarse una dedicatoria
personalizada que, aparte de incluir nuestro nombre, demuestre
ante los otros nuestra cercanía, aprecio y, preferiblemente, cierto
grado de amistad, entre más alto mejor, con el autor de la obra
objeto de posesión y orgullo. De ahí que las dedicatorias resulten
desilusionantes; porque el lector es ambicioso y espera más de lo
que le corresponde.

Enamorado de Marie, novia de su hermano, Dan busca la


oportunidad para hablarle a solas:

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-―¡No quiero que leas mi libro. Quiero que lo olvides!‖.

¿Acaso uno expone su alma en las palabras que escribe? ¿Acaso


el escritor se siente, o se sabe, expuesto ante los ojos de los otros
cuando leen sus escritos? ¿Acaso el autor puede, o tiene derecho
de decidir quiénes pueden o no leer su obra?

En “Nunca te vi, siempre te amé” los libros son el camuflaje ideal


para enviar alimentos a un amigo de Londres durante la Segunda
Guerra Mundial; alimento físico para el cuerpo y alimento
intelectual para la mente. Los libros, tanto como la
correspondencia (información), establecen vínculos de amistad
entre individuos y pueblos. Son el medio para llevar amor, alegría
y esperanza entre el dolor de la guerra.

Ejemplos del manejo de la información contenida en los libros es


“Un milagro para Lorenzo”. Lorenzo Odone, de cinco años de
edad, sufre una enfermedad degenerativa. Los científicos
investigan el mal, cada uno por su cuenta y sin enterarse de los
avances y retrocesos de los otros. Así que los padres del niño
deciden investigar personalmente en la biblioteca y descubrir lo
que pasa con su hijo, mientras durante años de invalidez, el libro
y la lectura de cuentos infantiles son la única comunicación del
niño con sus angustiados padres, que devoran con los ojos y el
entendimiento decenas de libros en los cuales deben y necesitan
encontrar la cura para su hijo. Otra historia es la de Erick, uno de
los siete niños a quienes pretende educar “Nanny McPhee”. Ante
el temor de que su padre se case por segunda ocasión, el niño
demuestra a Evangeline, la sirvienta, que todas, absolutamente
todas las madrastras son malvadas, tal como comprueba la
lectura de un libro de cuentos infantiles.

Y no es nada raro presenciar escenas en las que un adulto o un


niño mayor asume, voluntaria o involuntariamente, el papel de
lector de cuentos para que los niños, finalmente, se calmen, y
absorbidos por las fantasiosas aventuras extractadas del libro, se
duerman, tal como “El pequeño Vanya” gracias a Natasha, una de
las mayores del orfanato, que calma a los pequeños mediante la
lectura de cuentos infantiles, aunque no todos presten la debida

49
atención. O, en la pequeña librería de “Tienes un e-mail”, en
donde Kathleen Kelly, su propietaria, lee cuentos para sus niños
clientes en algo así como un programa bibliotecario de La hora
del cuento.

Hay libros nuevos y bien organizados en el salón de clases del


colegio donde estudia Caroline, a quien Taylor, su hermano
mayor, el joven problemático de “Recuérdame”, lee en la cama el
libro de mitología, bellamente ilustrado, que él mismo le había
regalado días antes de que la niña sufriera una crisis nerviosa
ocasionada por la agresión de unas malas compañeras de la
escuela.

Este mismo Taylor lleva un diario manuscrito en el que escribe a


toda hora y en cualquier lugar y que luego de la explosión
terrorista de las Torres gemelas, en donde muere cuando
esperaba a su padre en una lujosa oficina, aparece en la calle,
inadvertido entre los escombros a pesar de que el viento mueve y
pasa las hojas como un grito silencioso, como un llamado de
atención para que alguien lo vea, lo salve y lo lea. Sabemos que
los libros no pueden gritar; pero… ¿y si lo hicieran? Y esto nos
recuerda los diarios manuscritos llevados por interesantes
personajes en otras muchas, muchísimas películas, entre ellas
“Danzas con lobos”, “El diario de Noah”, “El efecto mariposa”.

Como medio de registro para la historia, los libros se usan para


tomar notas, escribir diarios personales o crónicas que a la postre
servirán como fuentes de consulta acerca del pasado. Un libro de
recetas de cocina, heredado de la abuela en “Como agua para
chocolate”, es el recurso de acceso al pasado familiar, que permite
recrear el medio sociocultural mejicano en 1913 durante la
revolución encabezada por Pancho Villa. Por él se deduce la vida
de las mujeres en el campo: sus sueños, sus amores, la
alienación a que estaban sometidas en los albores del Siglo XX. Y
también Flora, Fauna y Primavera, las hadas protectoras,
consultan un recetario de cocina para preparar la torta que
ofrecerán a “La bella durmiente” en su cumpleaños.

50
A propósito de cocina, “Dragón rojo” inicia cuando el agente del
FBI, Will Graham, encuentra en el estudio del Dr. Hannibal Lecter,
médico psiquiatra y homicida antropófago, un volumen de cierta
Enciclopedia de cocina Larousse, con un marca páginas que
señala justamente la receta para preparar el hígado, órgano que,
coincidencialmente, faltaba en el último cadáver de la serie de
homicidios. Detalle suficiente para que el suspicaz detective
descubriera al asesino, pero que, lamentablemente, propicia la
violenta reacción de éste.

Retomando el valor histórico, John Dumbar, un teniente de la


Caballería estadounidense, es enviado a un puesto de avanzada
en la lucha contra los indios. En la soledad del paraje, el militar
lleva un diario en el cual describe los paisajes, los animales, sus
temerosos encuentros y posterior amistad con los indios, sus
costumbres y vestuario, ilustrando las anotaciones con dibujos
que enriquecen la historia real del Oeste norteamericano, en
donde será más conocido como “Danzas con lobos”. El teniente
pierde el libro durante una batalla, pero es rescatado del río por
un niño indio, quien lo devuelve a su dueño. El libro, registro de la
historia, se salva para permitir la perduración y el conocimiento de
los hechos, además de aportar felicidad al hombre. El libro
conserva y transmite la historia. Y la historia de “Hugo Cabret”,
narrada en la película que lleva su nombre, termina con la imagen
de Isabelle escribiéndola en su libreta.

Duke es un hombre mayor que vive voluntariamente en una


residencia para ancianos, empeñado en no dejar sola a su esposa
que sufre un alto grado de Alzheimer. Lleva un cuaderno diario
manuscrito, “El diario de Noah”, que lee constantemente a su
esposa y narra la historia de amor de Noah y Allie, que se
conocieron cuando eran adolescentes, de distintas clases
sociales, en un pequeño pueblo de los Estados Unidos en la
década de 1940.

Noah Caulhoun y su padre, a pesar de ser campesinos pobres,


mantienen la costumbre de sentarse al atardecer en el porche de
su casa, para leer poemas de sus autores favoritos. Cuando Noah
conoce a Allison Hamilton, cariñosamente llamada Allie, lee para

51
ella en el mismo porche cuando lo visita. Y, ya viejos y enfermos,
Noah lee para Allison su diario. En uno de sus pocos momentos
de lucidez la anciana le pregunta:
-―¿Recuerdas cuando me leías?‖

Seguramente nadie olvida jamás esos gratos momentos que son


el regalo de la lectura, especialmente si es ofrecida por un ser
querido, tanto en nuestra infancia como en la madurez.

La magia del cine permite a “El efecto mariposa” utilizar un diario


como importante coprotagonista de la historia. Se trata de un
manuscrito que consta de muchos cuadernos, escrito desde los
siete años por Evan, un joven esquizofrénico, siguiendo la
recomendación del médico psiquiatra. Su detallado diario es el
elemento que, rescatado del archivo del psiquiatra y de peligrosos
criminales cuando estuvo en prisión, se convierte en el foco sobre
el cual fijar su concentración para alternar entre diferentes
momentos cruciales del pasado, con el fin de cambiar el presente
y salvar la vida de otras personas, especialmente la de su amada
Keyleigh Miller.

Tal como en la vida real, sobre los libros se hace juramentos y


promesas que no siempre se cumple. En “No me iré sin mi hija”, un
médico musulmán viaja con su esposa y su hija desde los
Estados Unidos hasta la tierra de sus familiares en Irán. Se
trataba de unas vacaciones que sólo durarían dos semanas, lo
cual el médico jura sobre el Corán a fin de convencer a su
esposa. Pero cuando ella quiere regresar, él niega el permiso,
justificado por la familia ante la excusa de que Alá sabría
perdonarlo. Y no pararíamos de contar las películas en las que un
juez, un sacerdote o un capitán de barco, emplean un libro para la
lectura de votos matrimoniales… y las consabidas promesas de
uno y otro.

El profesor Keating, exalumno de la afamada y exigente


preparatoria de la Academia Walton, fundador, en su época como
estudiante, de un grupo secreto autodenominado “La sociedad de
los poetas muertos”, ordena a sus estudiantes romper un libro de

52
texto que enseña absurdas maneras de analizar la poesía clásica
norteamericana:
- ―Arranquen la hoja. ¡No! Mejor arranquen todo el capítulo‖.

Es el rompimiento de las viejas normas de vida. Es el valor para


enfrentarlas y abrir paso a lo nuevo en contra de los que temen el
cambio; es una concepción distinta de la vida y de los actos
simples. Sin embargo, lo nuevo es descubierto en el mismo
pasado del maestro modernista, cuando los estudiantes
encuentran un viejo anuario del colegio en donde también él
había estudiado. A esto se suman las visitas a la caverna en
donde los muchachos se reúnen por la noche para tocar música y
leer poesía. Son el arte y la espiritualidad retornados a la tierra, a
la naturalidad del hombre en su entorno puro, en su forma inicial.
Qué mejor que un libro de poesía para regresar a la libertad, aún
por sobre lo prohibido.

Los libros ardiendo, las llamas, las hojas que se retuercen, la luz
del fuego proyectada en los rostros de las personas, las cenizas
del papel que se levantan formando espirales grises o que yacen
tristemente en el rescoldo de la hoguera, son otro elemento
utilizado para simbolizar la destrucción de la cultura, de la
civilización, de la comprobación de hechos determinados: “Andrei
Rubliov”, “El nombre de la rosa”, “Fahrenheit 451”, “Nostradamus”,
“Indiana Jones y la última Cruzada”, “La novena puerta”, “Corazón de
tinta”, “El día después de mañana”.

No obstante, en “El día después de mañana”, como única


posibilidad de supervivencia ante el repentino congelamiento del
hemisferio, los usuarios de la biblioteca pública de Manhattan
queman centenares de libros en una hoguera encendida en la
antigua chimenea de una sala de lectura. Algunos discuten acerca
del valor de ciertos autores y determinadas obras; un hombre se
opone a la incineración de un ejemplar de la Biblia de Gutenberg
por tratarse de un elemento valioso en el inicio de la civilización
moderna, en tanto que una de las bibliotecarias acude a un libro
de medicina para descubrir la manera de salvar a una joven
herida, quien puede morir por envenenamiento de la sangre, tal
como en “La isla de Nim”, la escritora Alexandra Rover, quien se

53
encuentra a miles de kilómetros de la niña herida, consulta el
―Diccionario de Medicina Ilustrado‖ para recomendarle un
procedimiento de auxilio a través de Internet. Libros que salvan la
vida de las personas al servir como fuente de calor, vida para el
cuerpo; y como fuente de información, vida para el intelecto que
salva la vida del cuerpo.

Bueno, es una situación vital en la que los libros se requieren no


sólo para alimentar el espíritu.
- ―¡Necesitamos más libros! ¡Más libros!‖ Exclaman los lectores
ante el veloz congelamiento de la biblioteca y la inminente muerte
de todos los refugiados en ella.

En este caso se nos muestra la bibliocastia


necesaria, la necesidad de sobrevivir a cualquier
precio. Y no hay mejor combustible que los libros; las
mesas, las sillas o las estanterías que pueblan la
biblioteca tienen poco poder calórico; debemos saber
que en una chimenea es mejor quemar libros. Tras
un momento de estupefacción por parte de los
empleados de la biblioteca, terminan aceptando la
idea no sin antes discutir acerca de si es lícito
permitir la quema de los libros de Nietzsche. Se trata
de un genio del Siglo XX, según afirma el
bibliotecario, aunque siempre es mejor tener a mano
unos cuantos mamotretos con las leyes del estado o
de la ciudad, que quemar al filósofo alemán
5
enamorado de su hermana.

Una sensación similar a la experimentada cuando se proyecta el


fuego que consume los libros es la que transmite la librería

5
ROS-MARTIN, Marcos. El día de mañana buscadme en una
biblioteca. [en línea] Disponible en:
http://www.documentalistaenredado.net/403/el-dia-de-manana-
buscadme-en-una-biblioteca/ (Consulta: 6 Enero 2010)

54
desocupada en “Tienes un e-mail”, cuando vemos los espacios y
los muebles vacíos que contrastan con la imagen preconcebida
en la memoria, de salones llenos con estanterías repletas de
libros. Aquí el sentimiento es de soledad, de vacío, del triste final
de algo o de todo. Y esto se acentúa cuando se apagan las luces
y la penumbra marca el contraste de sombras y media luz en el
lugar abandonado.

Mas, así como sucede con todo, la muerte se opone a la vida, la


risa al llanto, el amor al odio y lo blanco a lo negro, “Los seis signos
de la luz” nos permiten ver imágenes opuestas al fuego, el uso del
elemento contrario. La biblioteca que se inunda por el torrente de
agua que fluye, o cae, de abajo hacia arriba, trepa las escaleras y
los muros y empuja los libros fuera de la estantería.

Entre los diferentes usos que suele darse a los libros, vemos
frecuentemente cómo las mujeres los colocan sobre sus cabezas
para aprender a caminar erguidas y cómo los niños se las
ingenian para apilarlos en el suelo y pararse encima tratando de
alcanzar algo que se encuentra por sobre su estatura. No cabe
duda de que los libros sirven para que seamos mejores, para
crecer y engrandecernos, para ayudarnos a alcanzar objetivos
más altos, aunque en “Bajos instintos” una novelista emplea sus
libros como fuente de ideas y fantasías para provocar los
asesinatos que sirven de base para la obra siguiente.

Además de escribir libros, Henry, el que vive “Buscando amar”, los


usa para calmarse cuando sufre de ansiedad. Se acuesta en el
suelo o en el sofá y se coloca varios libros grandes y pesados
sobre el pecho. El peso aumenta a medida que aumenta la
tensión y, por otra parte, su apartamento, fiel reflejo de su vida, es
un completo desorden de muchos libros en el suelo, inclusive los
que caben en los anaqueles de un mueble biblioteca.

En contraposición, “El lector” Michael Berg, un joven estudiante


enamorado de Hanna Schmitz, ex-agente de las SS alemanas
durante la Segunda Guerra Mundial, selecciona cuidadosamente
los libros que lleva de la biblioteca escolar para leerle a su amada
durante las citas amorosas en el apartamento de ésta. Hanna es

55
condenada a veinte años de prisión por los crímenes cometidos
durante la guerra, y Michael, ya hombre y convertido en un
famoso abogado, continúa buscando libros que él mismo graba
en casetes y envía a su antiguo amor, todavía en la cárcel.
Hanna, ante el estímulo recibido a través de los audiolibros,
decide, a pesar de su avanzada edad, frecuentar la biblioteca de
la prisión y, acostumbrada al esfuerzo y a la disciplina, aprende a
leer y a escribir. Su primer gesto de orgullo, firmar el libro de
préstamos en la biblioteca.

Igual encontramos un buen ejemplo del uso de audiolibros en la


escuela internado para invidentes de “Rojo como el cielo”, cuando
el profesor, don Giulio, los utiliza en sus clases de ciencias y
cuando Mirco, el niño que graba los sonidos de la naturaleza,
borra algunas cintas para reutilizarlas en su trabajo acerca de las
estaciones.

Un escritor, heredero de una inútil mina de nada, de la que sólo


sabe que queda en Creta, llega al muelle del puerto en donde
conoce a “Zorba el griego” antes de abordar el barco que los
llevará a la isla. En medio de un torrencial aguacero, los
encargados de subir los equipajes dejan en el suelo una gran caja
marcada como ―Libros‖. El hombre corre a sentarse sobre ella
para protegerla con su cuerpo, un maletín y el paraguas. Justo
entonces, los maleteros dejan caer otra caja que se abre y más
libros caen al suelo. El escritor abandona su puesto en la primera
y corre a recogerlos bajo la lluvia. Luego, en una sala de espera,
toma uno de los libros mojados, que ha guardado bajo el brazo y
se enfrasca en su lectura mientras pasa la tormenta que impide al
barco zarpar hacia Creta. En cambio, Daphne, la adolescente
norteamericana que busca “Un sueño para ella”, no tiene reparos
para utilizar un libro sobre su cabeza cuando se trata de
protegerse de la lluvia londinense.

Bueno, hay que resaltar el amor y la preocupación de este hombre


por sus libros, tal vez su pertenencia más valiosa. En el mundo real
también se suele observar escenas de este talante, no solamente
entre personas adultas sino también con niños. Si llueve, es
absolutamente normal ver que todos, o casi todos, guardan sus

56
libros bajo el brazo o, inclusive, los protegen dentro de la camisa o
cualesquier otras prendas de vestir. Obviamente saben, así sea de
manera subconsciente, que el libro es valioso, que el libro es
compañía durante los períodos de espera y los tiempos de soledad.

Una vez en alta mar, el siempre indiscreto Zorba pregunta al


escritor:
-―¿Es usted casado?‖
-―No. No lo soy‖
-―Debe ser por los libros‖.

Nuevamente, o como siempre, la idea preconcebida, especialmente


entre la gente no letrada, de que entre los libros no hay sexo, no hay
placeres, no se disfruta ni se vive. Para estas personas, la lectura,
aparte de dañar los ojos agotando la vista, sobre todo si se lee
después del almuerzo o la cena, como pensaban muchos abuelos,
propicia el aislamiento social y limita, por lo tanto, las posibilidades
de disfrutar un romance y conseguir una pareja, ya sea temporal o
definitiva.

-―Tienes que ser dos personas: la santa y la pecadora, la


bibliotecaria y la nudista‖ dice como si su palabra fuera “La cruda
verdad” un presentador de televisión a su compañera de trabajo,
cuando le aconseja sobre la manera de conquistar a un hombre.
Establece una serie comparativa de cualidades y defectos: los
opuestos entre virtud y pecado, mojigatería y liberalidad, rebeldía y
sumisión; pecado y nudismo contra santidad y represión, o, lo que
parece consideran un sinónimo, santidad y biblioteca, lo cual, según
él, van de la mano. Definitivamente, el mundo de los libros es
territorio desconocido para muchos habitantes del planeta.

Pero volvamos con el griego Zorba, en Creta, donde su jefe, el


escritor, no obstante las incomodidades del lugar, se permite al
menos el gusto de poseer una pequeña biblioteca en la miserable
casucha de la mina, en donde trata de escribir sin éxito junto a los
libros que con tanto trabajo logró transportar a salvo pese a las
peripecias del viaje.

57
Luego del asesinato de una joven viuda a manos del hombre rico del
pueblo, Zorba pregunta al escritor:
-―¿¡Por qué murió tan joven! Por qué debe morir alguien?
¡Dígamelo!‖
-―No lo sé‖
-―¡Entonces de qué sirven sus malditos libros! Si no le dicen eso
entonces qué demonios le dicen‖
-―Me hablan de la agonía de los hombres que no pueden responder
preguntas como esa‖
-―Yo escupo en su agonía‖

Y para la gente humilde y sencilla, sin educación y sin comida


¿Sirven de algo los libros? ¿Responden, explican o solucionan el
problema de la muerte, justifican la educada agonía de las personas
cultas, pensantes, reflexivas? Cuando la pobreza es miseria ¿sirven
los libros para algo a las personas con hambre? Viéndolo bien, la
reflexión vino del incrédulo ignorante.

Finalmente, ante el fracaso total de la mina y la inminente


proximidad de la partida, el escritor y Zorba se despiden en la playa:
-―Volveremos a vernos‖
-―No, jefe. Usted se irá… y se quedará con sus libros‖.

Otra vez la incredulidad, la desconfianza. Este hombre educado,


lector y escritor, no va a dejar su mundo de papel para regresar al
mío, de ignorancia, polvo, carbón y sudor, totalmente ajeno,
absolutamente distinto, donde no existen los libros pero sí las
navajas. Así que… ¡Bailemos!

58
LAS LIBRERIAS EN EL CINE

No olvidemos la imagen de las librerías, elegantes como en


“Amor a primera vista”, grandes como en “Un sueño posible”,
“La carta de amor”, “Los tres deseos” y “Tienes un e-mail”, en la
cual se muestra, además, la pequeña y tradicional librería de
barrio; clásicas como la de “Nunca te vi, siempre te amé”, modestas
y especializadas en viajes como en “Un lugar llamado Notting
Hill”, librerías de viejo como la ―Bernie´s rare books‖, cuyo
propietario es hallado muerto y colgado de la misma forma como
se ilustra una muerte en el libro satánico de “La novena puerta” o
en libros de ocultismo como la que enorgullece a Ray, uno de los
extraños científicos que conforman el grupo de “Los
cazafantasmas 2”; atestadas y desordenadas como en “Harry
Potter y la cámara secreta”, en la que vemos además la venta de
libros usados, en callejones oscuros y peligrosos, muy diferentes
a los toldos, mesas y carretas que llenan las calles y la plaza de
un pueblito alemán en “Corazón de tinta”, o librerías misteriosas
como la librería ―Cuarto mundo‖, propiedad de la tía de “Bibi la
hechicera” y la aún más intrigante librería donde inicia “La historia
sin fin”, de donde Bastian toma clandestinamente el extraño
libro, ante la disimulada complicidad del también misterioso
librero de anticuario, extraño, huraño y grosero, que fuma pipa y
tuerce la boca al mejor estilo de Popeye el marino, finge no
interesarse en el niño, que entró a la librería únicamente por
ocultarse de los chicos malos que lo persiguen desde la escuela,
y aunque los ojos y sonrisa cómplices delatan al viejo, aparenta

59
no darse cuenta de que Bastian se lleva el libro prohibido que él
estaba leyendo hasta cuando fue interrumpido por el muchacho.

La indolencia y la ignorancia se evidencian cuando ciertas


personas dejan aflorar comportamientos muy ajenos a la
urbanidad y la buena educación. El grupo de modelos de “Una
cara con ángel”, pertenecientes a una prestigiosa casa de modas,
va a la librería, en busca, según la modista, de un ambiente
siniestro donde tomar las fotografías para el próximo número de la
revista. Son mujeres vacías y superficiales, piensan que la librería
es un lugar siniestro, que junto con su jefe y el fotógrafo invaden
el lugar, sin saludar, cambian la posición de los libros en los
estantes sin escuchar las inútiles protestas de la dependiente, ni
sus explicaciones de que los libros se encuentran organizados por
temas. Cuando salen, sin siquiera dar las gracias, la librería es un
caos de libros en el suelo y sobre las mesas. Unicamente el
fotógrafo se apersona de colaborar para remediar el desorden.

“Un lugar llamado Notting Hill”

Es igualmente interesante el choque de culturas, mentalidad,


tradición y evolución de las librerías, como se puede apreciar en
“Tienes un e-mail”. Una modesta librería de estilo tradicional, ―La
tienda de la esquina‖, especializada en literatura para niños,
heredada, atendida y administrada por Christine, una mujer que
ama y conoce su trabajo, que lucha para no desaparecer ante el
monopolio de las grandes librerías de cadena, ―Libros Fox e
Hijos‖, modernas en su arquitectura, mobiliarios, elementos
complementarios como cafetería, juguetes y salas de juegos, más
un estilo de administración netamente mercantilista. En

60
contraposición a la dueña de la pequeña librería, el dependiente
moderno desconoce a los autores, no sabe de temas ni de
géneros literarios y su interés se basa exclusivamente en el acto
de vender, no de enseñar ni mucho menos aprender, y emplea
diversas estrategias como la presencia de los autores firmando
sus libros de venta en las librerías, de lo cual tenemos buenos
ejemplos en “Un día perfecto”, “Bajos instintos”, “Harry Potter y la
cámara secreta”, “Tierra de sombras” y “Antes del atardecer”,
historia del joven escritor Jesse Wallace, quien atiende una
entrevista y firma dedicatorias en una gran librería de París, que
también exhibe sus libros en mesas y armarios cerrados,
colocados estratégicamente en la calle, junto a la entrada
principal, o también Neil Walsch cuando presenta su obra
“Conversaciones con Dios” en una bonita librería, y es interrumpido
por una lectora que lo increpa preguntando si ese Dios es el
mismo ser vengativo que mató a su hijo de diez y ocho años.

“Una cara con ángel”

Henry Roth, escritor, y Rudy Holt, ilustrador, son autores


principiantes de libros infantiles. Henry es quien se pasa la vida
“Buscando amar”, aunque diríamos que con mucha dificultad.
Cuando Rudy muere, la editorial lo reemplaza con la también
ilustradora Lucy Riley, quien resume su vida en un simple
comentario; Estudiaba un doctorado en literatura pero abandonó
su tesis de grado por la ilustración de libros infantiles y escogió,

61
precisamente, libros infantiles, por ser lo más lejano a la literatura.
Curioso concepto ¿no? Sobre todo si sabemos que los libros
infantiles surgieron por evolución de las historias narradas en
forma oral por lejanos antepasados de nuestros antecesores
acerca de sus aventuras, y las de otros, ya reales o imaginarias,
con el propósito de distraer o instruir a los niños. Por su parte,
Henry, el escritor, no podría ser más grosero, maleducado y
arrogante con ella, con su amigo Rudy, con el editor y con toda
persona que tuviera la mala suerte de cruzarse en su camino, sin
importar que fuera una pequeña niña a la espera de un autógrafo.

El primer libro de Henry y Rudy es presentado en una gran


librería, donde firman libros a niños acompañados de sus madres,
aunque Henry odia a los niños y no se reprime para tratar a la
chiquilla con toda su crueldad y grosería, además de mostrar total
indolencia cuando una madre maltrata al pequeño hijo en una
cafetería. Hay otra presentación y firma de libros en una librería,
cuando sale la publicación del primer libro ilustrado por Lucy y se
anuncia, además, la presentación en Londres del libro de su
exnovio, que el editor de Henry califica como un horrible libro
sobre el romanticismo.

Jeremy Costwald, el exnovio de Lucy, es también escritor, pero de


libros para adultos intelectuales sabelotodo. Según la información
obtenida por Henry, es un académico, intelectual y brillante
profesor universitario, asesor de tesis en el programa de
doctorado en literatura. Este Jeremy escribe dos dedicatorias
iguales a las que únicamente cambia el nombre de la mujer
amada: una para Lucy y otra para Simmone, las cuales entrega a
la editorial y se imprimen en el libro de prueba mientras el autor
decide cuál dejará en la publicación.

En otro escenario, Paul Martel es un vendedor de libros usados,


que aprovecha el apartamento de un amigo escultor, y ausente,
como depósito de libros y como centro táctico para sus conquistas
amorosas. Todos los espacios de la vivienda están ocupados por
libros que pueden verse en los estantes, sobre las mesas, las
sillas y en el suelo.

62
“Infidelidad”

A pesar de los cúmulos de libros que aparentan un caos total,


Paul demuestra su conocimiento de lo que tiene y en dónde se
encuentra, cuando obsequia un libro de poesía a Constance, su
nueva conquista y la culpable de “Infidelidad”, y le da las
indicaciones exactas de su ubicación en los anaqueles, inclusive
el número de la página que le interesa. He aquí el libro como
herramienta de conquista en el amor, igual que en “El cartero de
Neruda”. Constance, y a muchas personas les pasaría lo mismo,
se impresiona al verse repentinamente sumergida en un mundo
de libros que la rodean y van desde el nivel de sus pies hasta más
arriba de su cabeza y se siente halagada por el poema leído y por
el libro obsequiado con el placer que fue abiertamente
demostrado por su nuevo amigo, a quien apenas acaba de
conocer.

Algún tiempo después, el librero y su amante bailan en medio de


los estantes repletos y entre los montones de libros apilados en el
suelo. Hacen el amor desesperadamente en la cama rodeada de
libros, tantos, que hasta pueden verse debajo de la cama.

Cuando Edward, esposo de Constance, descubre sus amoríos y


acude al apartamento de Paul, no puede dejar de observar los
libros que invaden absolutamente todos los espacios. Sobre una
mesa permanece abierto el enorme libro en Braille que su esposa
acariciara en una de las primeras visitas al amante, con sus hojas

63
blancas llenas de puntos perforados. Hay una bolsa de arena
para hacer ejercicio, así como el bibliotecario poeta de “El tren de
Zhou Yu” levantaba paquetes de libros a manera de pesas.
Edward mira la cama en donde su esposa lo engaña; las sábanas
blancas están destendidas y hay libros en el suelo debajo de ella.
Igual que en la biblioteca de “El tren de Zhou Yu”.

El cadáver de Paul, el vendedor de libros, sangra. La sangre corre


por el suelo y llega hasta los libros que se embarran de rojo.
Edward esconde los libros ensangrentados en la ropa del muerto
y, más tarde, cuando Constance se entera de la muerte del
amante, oculta en la basura de la cocina el libro de poesía que él
le regalara en su primera visita al apartamento. Esta premisa es
definitiva: Los libros son peligrosos porque en ellos, o por ellos, se
llega a la verdad. Y los deshonestos, los inmorales, los culpables
y los ignorantes, quieren destruirlos. Tema que se repite no
solamente en las películas, como una proyección de la vida real,
sino en la misma vida real.

Una escena que, entre otros aspectos, llama la atención por la


vulgaridad y la degradación a que ha llegado la protagonista,
ocurre en una librería en donde Constance ataca entre las
estanterías, libros y clientes, a una mujer, a quien no conoce,
porque supone que es otra amante de Paul.

El profesor Parker Wilson lleva a la librería a “Hachiko”, el


cachorro Akita que encontrara perdido en la estación de trenes,
con el propósito de pedir a Mary Ann, propietaria de la librería,
que le permita poner un aviso en el cual informa de su hallazgo y
le pregunta si quiere quedarse con él, pero Antonia, la gata de
Mary Ann, ataca al perrito.

Los libros y su entorno inicial, las librerías, son lugar ideal para
encontrar amigos, para contactar a otras personas que a su vez
necesitan de otros, o de algo, e indudablemente sirven para
encontrarnos a nosotros mismos. Las Antonias no faltan. Siempre
aparecen en forma de gata mimada o de dificultad o interferencia
en el camino para conseguir lo que buscamos. Sólo hay que
saber manejarlas… o evitarlas.

64
Hay “Un lugar llamado Notting Hill” en donde, como en todo lugar
digno, existe una buena librería. Justamente en ésta se conocen e
inicia, para complacencia de los espectadores, el romance entre
su propietario, William Thaker, y la famosa actriz de cine Anna
Scott, que visita el pueblo y entra a la librería por simple
curiosidad y por pasar el tiempo.

Esta librería, situada como se dijo, en un lugar igualmente digno,


permite descubrir también al ladrón de libros, bibliómano, pícaro
común en todo el mundo.

La actriz entra nuevamente a la librería, pero esta vez en busca


de perdón, llevando como presente una costosa pintura original.
Deja al descubierto su lado humano, y femenino, cuando exclama
la frase que se hizo famosa al trascender fuera del acetato:
-―Sólo soy una chica, de pie frente a un chico, pidiéndole que la
ame‖.

Dan Burns es un destacado periodista, autor de la columna “Dan


en la vida real”, a través de la cual da consejos para mejorar las
relaciones de pareja, relaciones difíciles entre padres e hijos, etc.,
aunque, paradójicamente, no tiene mucho éxito en su vida
personal como padre viudo con tres hijas adolescentes.

Durante una visita a la casa de sus padres con motivo de una


reunión familiar, sale a tomar un respiro y entra en una librería
donde Marie lo confunde con un empleado:
-―¿Podría ayudarme? Estoy buscando, un libro, obviamente. Un
libro que atrape, que sorprenda, que conmueva pero al mismo
tiempo, no‖. Y Dan le responde:
-―Bueno, en mi experiencia, casi nunca se encuentra todo en un
solo libro‖.
No obstante se apersona de atenderla como si fuera un vendedor.
Lo que ignora es que Marie, es la novia de su hermano.

Luego de presentarse van a una cafetería en donde Dan cuenta


un buen resumen de la historia de su vida y Marie, con una chispa
de humor y diversión argumenta:

65
-―¿Estás diciéndome que eres uno de esos viudos con tres hijas
que buscan inocentes mujeres en la librería?‖

Tal vez las personas no van a la librería únicamente a buscar


libros. Quizás allí se pueda buscar, y con algo de suerte
encontrar, amigos, gente como uno, que gusten de los libros y la
lectura como uno, que tengan una vida semejante o parecida a la
de uno. Pero, muy desafortunadamente, también asisten, como a
las iglesias y a los gimnasios, individuos carentes de ética y
moral, que buscan, precisamente, personas ingenuas a quienes
engañar.

“Dan en la vida real”

Apenas lo ha visto una vez en la calle, pero Alice no puede


contener su interés y lo sigue hasta una gran librería en donde
compra el libro que narra las aventuras de Adam Tallis y su
equipo de escaladores montañistas, héroes del Himalaya. Es el
primer paso a su dolorosa aventura, su primer llamado para
decirle “Mátame suavemente”, ya que al siguiente día volverá a la
librería con la ilusión de encontrarlo nuevamente.

Es notoria la biblioteca en casa de Deborah, la hermana de Adam;


él, maniático sexual, celoso y cruel. Ella, incestuosa, eterna
enamorada de su hermano, asesina de las mujeres que tuvieron
la mala fortuna de acercársele.

66
Ya formalizada su relación con Adam, Alice asiste a una clase de
escalada en donde conoce a Klauss, coautor del libro, y le
expresa con emoción:
-―Me gustó su libro‖

Y Klauss no se esfuerza por ocultar la sensación de orgullo


satisfecho que experimenta cualquier escritor al saberse
reconocido y saber que su trabajo es apreciado, como Brett, la
joven escritora que, sin proponerse “Cómo atrapar a un millonario”
escucha a su amiga exclamar con regocijo frente a un puesto de
venta de libros:
-―¡Mira! Alguien está leyendo tu libro‖
-―¡No lo puedo creer!‖

Indudables y bien merecidos orgullo y satisfacción por el éxito


obtenido, así sea una la persona que mira su creación.

El viacrucis de los escritores es bastante detallado en la siguiente


película: Robert Harlan, un contador despedido de su empleo, se
dedica de tiempo completo a trabajar “Un día perfecto”, su libro
iniciado años atrás y vive la aventura angustiosa de los escritores
principiantes y desconocidos cuando trata de publicarlo. Sufre el
rechazo de los editores pero se sostiene gracias al apoyo total de
su esposa Allison, protagonista de la historia, hasta que el éxito
deja de ser un sueño para convertirse en la realidad de un mundo
nuevo.

Robert y su familia experimentan la nerviosa emoción de abrir el


paquete enviado por la editorial, la sorpresa al ver su libro, la
fotografía, la ilusión de elaborar verbalmente una lista de amigos y
otras personas especiales a quienes obsequiarlo con amor y
orgullo. Después, los ejemplares expuestos en la librería y la
nerviosa satisfacción al ver su nombre en la carátula. La
desilusión vergonzosa cuando nadie aparece en la lectura
programada en la librería y la sensación de plenitud al escuchar
los aplausos y observar a los que asisten para verlo y escucharlo.

No puede estar ausente el hombre que se acerca a la mesa de


firmas en la librería y tomando un ejemplar pregunta al autor:

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-―¿Es gratis?‖ Y ante la respuesta negativa vuelve a dejar el libro
sobre la mesa. ¿Cuántos autores han vivido en carne propia tal
experiencia?

Personas conocidas y no, que piden su autógrafo, inclusive los


malos amigos que reaparecen en busca de su amistad y su
bondad.

Las críticas ya benévolas, ya sarcásticas:


-¿Se te subió a la cabeza?
-Pudiste ser más humilde. Sonaste algo pomposo.

El surgimiento de la vanidad y el sentirse por encima de los


demás, incluyendo a quien fue su inspiración y le brindó la fuerza,
la compañía y el valor necesarios para salir adelante.

Y la guerra sin sentimientos entre editores ambiciosos por


adueñarse de un contrato jugoso cuando la obra ha mostrado que
es un éxito y que puede producir mucho más dinero.

En la inmensa librería de usados ―Fine used books‖, la joven


dependienta Maggie Malone atiende a un anciano misterioso a
quien pregunta:
-―¿Qué busca? Y él responde:
-Un libro.
-Vino al lugar indicado (Sarcasmo obvio).

Luego de pasear buscando en la estantería, el hombre le entrega


un libro titulado ―Grandes expectativas‖, que la dependiente no
sabía que tenían en la librería. Ya que no aparece la etiqueta del
precio, guarda el libro para averiguarlo pero encuentra entre sus
hojas un pase para los actos de magia que siempre había querido
ver. Al día siguiente abre nuevamente el libro y halla un tiquete
para sobrevolar la ciudad en avión. Es huérfana y pobre, así que
su anhelo de ver cumplidos “Los tres deseos” de su vida, es,
finalmente, una maravillosa ocurrencia.

Aunque el libro es vendido por la propietaria de la librería, con


enorme tristeza para Maggie, un hombre llega para, simplemente,

68
devolverlo. Y su tercer deseo, ser rica, se vuelve realidad a través
de un joven abogado que la conduce hasta Bernhard,
multimillonario padre de la muchacha.

-―¿No has pensado en que podrías renunciar a esa estúpida


librería?‖. He aquí, nuevamente, el menosprecio por el oficio de
los libros.

Maggie escribe un libro que espera sea un éxito. Y,


repentinamente…
-―¡Te tengo una sorpresa. Tu libro será publicado!.
Ofrecimiento que ella rechaza de manera rotunda porque
considera que no lo ha ganado por méritos propios. Pero la obra
se publica y su joven enamorado se resiente:
-―Sé que no estoy a tu altura ahora que escribes sobre princesas
y cosas así‖.

Así como hay escritores, editores y lectores de costumbres o


inclinaciones no muy sanctas, también los hay entre los libreros.
Apenas divorciada, Elizabeth Gilbert, la escritora viajera de
“Comer, rezar, amar”, visita una librería en busca de algún libro
que le ayude a superar la crisis anímica por la que atraviesa. Pero
lo que encuentra es una vendedora antipática y de mal carácter
que obsequia a Liz la peor de sus miradas y dice en tono casi
ofensivo, que la sección de divorciados queda bajando de las
escaleras. Pero ya no son gajes del oficio sino defectos de la
constitución humana. Hace tiempo dijo un hombre sabio, que no
hay malas profesiones sino malos profesionales.

Abramos aquí un espacio, primero, para editores e impresores,


como el tirano Jack Taylor en “La hija de mi jefe” y los principales
protagonistas de “Cómo atrapar a un millonario” que pone sobre
el tapete la vida de los editores, su difícil tarea ante la duda entre
aprobar un libro en proyecto de publicación o rechazarlo y
posiblemente destruir a un escritor, tal vez un futuro excelente
escritor. La rudeza versus la sensibilidad del editor. La duda del
editor honesto acerca de si debe o no realizar ese tipo de trabajo.

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Muestra la relación del editor con escritores novatos y con
famosos presumidos, la lucha, a veces noble y otras desleal entre
firmas editoriales por obtener contratos y ganancias. Segundo,
bibliófilos y libreros. Podemos detenernos en el umbral de la
peligrosa “Novena puerta” para encontrar grandes colecciones
privadas, casi secretas, de libros antiguos y de ediciones
curiosas, pero esencialmente costosas. Un mundo desconocido
para la mayoría de las personas ajenas al medio de los
conocedores expertos. Libreros que atacan como buitres a los
propietarios de tesoros bibliográficos y se devoran entre sí,
literalmente, en lucha a muerte por las jugosas ganancias. Viven
de los libros, al punto que Boris Balkan, el coleccionista y escritor
de libros sobre temas demoníacos, usa como expresión de
seguridad la frase:
-―Apostaría un par de Biblias de Gutenberg a que…‖

Y cuando se reúne en su biblioteca con Dean Corzo, el librero


investigador, permite aflorar la satisfacción de su orgullo:
-―¡Hermoso! ¿verdad? El brillo suave, los dorados sobre el cuero,
por no hablar de los siglos de sabiduría que contienen‖.
-―Conozco gente que sería capaz de matar por una colección
así‖.
-―¡Ars diáboli! Nunca verá reunidos tantos libros sobre este tema
en otra parte del mundo. Son las ediciones más curiosas y
selectas que existen. He tardado toda una vida en reunirlos. Sólo
faltaba la pieza maestra‖.
-―Las nueve puertas del reino de las sombras‖. Su autor e
impresor fue quemado por la Inquisición junto con todas sus
obras‖‖.

La lista de asesinatos y suicidios no termina en la Inquisición. La


maldición alcanza uno a uno a los adinerados coleccionistas:
Andrew Telfer, Fargas, la Baronesa Kessler, la esposa de Telfer,
quien cuando conoce a Corso le dice:
-―¿Es éste su trabajo? ¿Autentificar libros antiguos?
-―Y también los busco‖
-―¡Ah! Es un detective de libros‖.

70
Y a propósito de impresores y conocedores, en un solitario
callejón hay un aviso: ―Restauración de libros P y P Ceniza‖. Uno
de los hermanos, al igual que Corso, fuma constantemente y
durante la primera visita de Corso a su taller deja caer ceniza,
como su apellido, sobre la cubierta del valioso libro que el librero
ha llevado para solicitar su concepto de expertos, no obstante él
mismo es capaz de reconocer la autenticidad y antigüedad de un
libro por la tinta, la textura y el sonido del papel.

-―Falsificar un libro resulta muy costoso. El papel de la época, la


tinta adecuada… demasiado caro para que sea rentable.
Requiere mucha destreza, pero puede hacerse‖.
-―Cada libro tiene su propia vida y su propio destino‖.
-―Tuvimos la oportunidad de estudiar este libro a fondo; la
impresión y la encuadernación son magníficos ejemplos de la
artesanía veneciana del Siglo XVII‖.
-―Excelente papel de tela resistente al paso del tiempo. Nada que
ver con las celulosas de hoy‖.
-―El color del papel, la tinta, las filigranas, la tipografía‖.
-―Si se trata de una falsificación o de un ejemplar con hojas
falsas, es obra de un maestro‖.

Bueno, tal demostración de conocimientos específicos es capaz


de dejar a muchas personas con la boca abierta ¿o cerrada?
puesto que claramente nos enseña qué tanto ignoramos acerca
de los libros, al punto de no saber ni siquiera lo mínimo en cuanto
se refiere a papeles, tintas, épocas de fabricación y técnicas
especiales en diferentes países. Y, cuando el libro de papel haya
desaparecido para dar paso, definitivamente, a otros formatos,
este arte, ciencia o técnica, habrá cumplido su etapa en la cultura
de la humanidad y quedará, simplemente, como un recuerdo
perenne en los museos grandes y pequeños de quizás sólo un
par de lugares en todo el planeta.

71
72
LAS BIBLIOTECAS EN EL CINE
Que la biblioteca es parte integral de la sociedad en países de
culturas desarrolladas, podemos verlo en “Un ángel en mi mesa”
cuando la escritora neozelandesa, Janet Frame, aún niña, recibe
encantada su premio como ganadora del concurso escolar de
poesía; Una visita a la biblioteca. ¡Increíble! Hay lugares en
donde conocer una biblioteca es un premio.

En “Deseo y decepción” sucede que el médico psiquiatra descubre,


en una gran biblioteca, al parecer, universitaria, que la homicida
había tomado de la colección Sigmund Freud, compuesta por
varios voluminosos tomos, un sueño analizado por el
psicoanalista, que la mujer utilizó para engañar al médico y a las
autoridades. Es una demostración de que la biblioteca, mucho
más que una locación cinematográfica, es un elemento clave de
la historia y mucho más que un lugar para Nerds e intelectuales
de la vida real.

En casi todas las películas en las que aparece una


biblioteca la escena gira en torno a un dato
concebido de diferentes maneras, y se construye,
entonces, como el lugar del saber o el lugar en el que
se sabe o el lugar en donde está lo que se necesita
saber. Por eso todo el espacio debe ambientarse a
partir de objetos de sabiduría o conocimiento y es en
esta necesidad donde aparecen las creencias
colectivas, las representaciones sociales del
conocimiento. El objeto por excelencia que
representa el saber es el libro, la presencia de una

73
sucesión aparentemente interminable que induce a
6
pensar en la infinitud del conocimiento.

Albert Einstein, enfermo y hospitalizado en “I.Q. Fórmula para


amar”, dice a sus amigos, todos viejos y probablemente jubilados:
- ―Siempre imaginé el cielo como una enorme biblioteca de donde
no se puede sacar los libros‖.

Y, en efecto, para la pequeña “Matilda”, la biblioteca es un cielo


en donde encuentra todo lo que desea aprender y que se halla
encerrado en los libros que una amable ancianita bibliotecaria
escoge para ella. La diferencia con el cielo es que en esta
biblioteca, los libros sí se pueden llevar.

El acaudalado británico padre de Daphne, la chiquilla que


protagoniza “Un sueño para ella”, busca refugio físico y anímico en
la enorme biblioteca de su mansión y allí permanece oculto en el
silencio y la tranquilidad que le ofrecen los numerosos estantes y
los muros cubiertos de libros. ¿No deberían ser así todas las
bibliotecas? ¿Remansos de paz en donde el cuerpo y el espíritu
puedan integrarse formando un ente superior, una energía que
trascienda lo meramente material y prosaico para ser, con toda
naturalidad, la simple pureza del conocimiento?

Hay una “Ciudad de ángeles” que no sería tal si no poseyera esa


maravillosa biblioteca de arquitectura absolutamente futurista que
se eleva en indeterminado número de pisos cilíndricos, en cada
uno de los cuales se aprecia las grandes salas con estanterías de
autoservicio y repletas de libros procesados por medios
computarizados.

Un ángel llamado Seth vive en el enorme edificio de la biblioteca.


Un día recoge de una mesa el libro dejado allí por un usuario y
que le llama la atención de manera especial, tanto que resuelve
obsequiarlo a la doctora Maggy Rice, quien despierta a la
madrugada y encuentra sobre su mesa de noche la novela ―A

6
MARTIN OTEGUI, Virginia. Op. Cit. Página web.

74
moveable feast‖, París era una fiesta, de Ernest Hemingway, la
cual lleva a la biblioteca para devolverla y, desde luego, allí se
encuentra con su ángel enamorado, dedicado a observarla.

Cuando Maggy conoce la verdad de la procedencia de Seth y


decide buscarlo para despedirse, va directamente a la biblioteca,
de forma tan natural como si fuera a buscar a un ángel en el cielo
y en donde, aunque no puede verlos, hay decenas de ángeles en
los corredores de todos los pisos, observando curiosos y
callados. ¿Es quizás demasiado romántico pensar que si los
ángeles necesitaran un refugio en la tierra, escogerían las
bibliotecas como cuartel y hogar? Porque, así mismo

“Las alas del deseo” es la visión de los ángeles de


la guarda, a quienes únicamente los niños pueden
ver, ya que los adultos han perdido la capacidad de
vivir según el espíritu. Y la Biblioteca pública de
Berlín es el escenario perfecto para sentir la
presencia de ángeles que custodian a los lectores,
sin diálogos, con el susurro de pensamientos que
son escuchados sólo por los ángeles, quienes
pasean tranquilamente o descansan sobre cornisas,
7
en un ambiente ideal para la meditación.

Es más; esta “Ciudad de ángeles”, con su biblioteca de ángeles,


muestra también la biblioteca del hospital y la gran mesa de
lectura circular donde la doctora Rice consulta libros de medicina,
así como la terrenal pero ordenada biblioteca de su apartamento,
tal como existen bibliotecas personales en incontables películas,
por ejemplo las bonitas y bien surtidas de “Tienes un e-mail”, en
los apartamentos de los dos libreros protagonistas.

Quizás resulte curioso el hecho de que “Ciudad de ángeles” refiera


enormes salas de lectura en diferentes pisos, perfectamente

7
Imagen bibliotecaria en el cine. [en línea] Disponible en:
http://www.cirio.info/cirio4.html (Consulta 20 Febrero 2010)

75
visibles desde cualquier lugar de otro piso, como puestos de
observación desde donde los ángeles, vestidos igual que sus
homólogos de la versión anterior, “Las alas del deseo”, con largos
sobretodos negros, vigilan a los lectores solitarios, chicos y
grandes, ensimismados en su lectura, o su mundo, o su problema
personal y singular. ¿Acaso la lectura silenciosa es de por sí
solitaria?

Y, opuestamente a la pacífica placidez proyectada por seres


espirituales, Andy Drufesne, ex banquero condenado a “Cadena
perpetua”, por un asesinato que no cometió, es usuario
permanente de la biblioteca en la penitenciaría de Shawshank y
se involucra de tal manera que decide participar de forma activa
en la mejora de la misma, incrementando las colecciones y
adecuando las instalaciones. De esta forma logra conformar una
nueva biblioteca dotada de mobiliario, sala de lectura, material
audiovisual, mejor material bibliográfico y servicios, gracias a las
donaciones de diferentes instituciones a las que el reo había
escrito cartas semanales durante años. Finalmente consigue que
la biblioteca se convierta en un programa de Trabajo social y en
un centro de alfabetización que lleva el nombre de "Brooks
Hatlen" en honor del primer bibliotecario que tuvo la prisión.

En otra cárcel, los guardias blancos atacan entre las estanterías


al convicto negro encargado de la biblioteca; arrojan libros al
piso, una y otra vez, se burlan de él y lo ofenden por ser negro.
Pero no se deja intimidar. Conserva el aplomo y la inteligente
diplomacia necesaria para hacerlos abandonar el intento de darle
una golpiza. Aunque la venganza no se hace esperar para “El
clan de los rompehuesos”, ya que durante el partido de fútbol
americano entre guardias y presos, se acerca a un gigantesco
jugador negro a quien le dice al oído:
-―¿Sabes lo que el jefe de guardianes dijo de ti en la biblioteca?
¡Dijo que eres un retrasado mental!‖. No obstante, la pelea entre
los presos es inevitable en la biblioteca carcelaria de “Un romance
peligroso”.

Pantaleón Pantoja, capitán del ejército peruano, el mismo que sin


uniforme es el incógnito “Pantaleón y las visitadoras”, recibe

76
órdenes de altos superiores para desplazarse a la selva
amazónica con la misión secreta de prevenir y eliminar la serie de
violaciones cometidas a diario por parte de los militares
emplazados en la región. Una vez elaborado su minucioso plan
de trabajo, explica al general y al capellán de la guarnición que
sus proyecciones para la creación y funcionamiento de un
prostíbulo ambulante, destinado a prestar servicios sexuales a la
tropa acantonada a lo largo de la selva y denominado Servicio de
Visitadoras del Ejército Peruano, se basan es estudios y lecturas
de una seria bibliografía científica acerca de las necesidades
sexuales básicas primarias, cuya lista de autores, los más
destacados sexólogos, psicólogos y biólogos, así como los textos
correspondientes, pueden consultarlos en la pequeña biblioteca
del Centro Logístico. ¡En plena selva amazónica!

El cine, como un texto de Bibliotecología, nos muestra bibliotecas


que probablemente nunca imaginamos: la de un portaviones en
“El vuelo del intruso”, o la biblioteca surrealista de una estación de
buses en “Lista de espera”. Inclusive hay una biblioteca en el
coche casa de Sheley, la estilista de “El primer beso”. Allí, en el
trailer, se presenta una situación especial cuando la pequeña
Vera, de once años, toma uno de los libros del anaquel y
comienza a leer con un gesto de inocente picardía. Sheley se
apresura a quitarle el libro diciendo:
-―No debes leer esto. Es… para adultos‖.
-―¿Los has leído todos? ¿De qué tratan?‖
-―En general de amor… y romance‖.

Claro que se debe separar la literatura para niños de las obras


para adultos. No es mojigatería. Todo a su tiempo. No se debe
madurar a la fuerza como los aguacates envueltos en papel
periódico. Los niños deben ser niños y madurar en su proceso
normal y natural. Quizás el descubrimiento de la vida y algunas de
sus múltiples facetas, a través de la lectura de ciertos libros,
pudiera ocasionar inquietudes, desconcierto e interpretaciones
equívocas en la mente de personas que aún no están preparadas
ni física ni psicológicamente para entender y asimilar aspectos
tales como el sexo, los conflictos de pareja o la mentalidad de los
adultos, tan compleja y muchas veces ruin, egoísta y totalmente

77
opuesta a la simplicidad sincera y descomplicada de los niños; en
otras palabras, la inocencia.

Pero ¿qué tiene que ver la inocencia con “Billy Elliot” cuando se
le niega la consulta de un libro de ballet, únicamente porque está
clasificado en la sección para adultos?

Sin duda, y sin importar que se trate de asuntos pequeños o


grandes, no falta quien ejerza determinada manipulación de la
información depositada en sus manos. Y, en un centro de
información, cualquiera que sea: biblioteca, archivo o centro de
documentación, al igual que en la política o la ciencia, es donde
se cumple con mayor exactitud la premisa de que, para bien o
para mal ―Quien tiene la información tiene el poder‖.

En la Thatcher Memorial Library, la bibliotecaria, Bertha


Anderson, es el estereotipo de la solterona, que permite al
periodista Jerry Thompson consultar el fondo de manuscritos,
pero le advierte que debe terminar la lectura ―entre las cuatro y
cuatro y treinta‖ y consultar exclusivamente las páginas que tratan
de “El ciudadano Cane”, de la 83 a la 142.

Otro ejemplo explícito en cuanto se refiere a manipulación del


poder que ostenta quien maneja información es el señor Stringer,
el bibliotecario de “El tren de las 4:50”, cuando niega a la usuaria
una novela de moda, con el pretexto de que aún no ha llegado a
la biblioteca, pero la saca de abajo del mostrador para
entregársela a otra persona, ante lo cual, ni más faltaba, se
produce el justo reclamo de la primera.

Caso diferente al de Sue, la bibliotecaria que presta a Graham un


libro sobre venenos, “Manual del joven envenenador”, a escondidas
del director, a sabiendas de que éste ya había negado el
préstamo al joven porque estaba clasificado como literatura para
adultos.

Si partimos de la idea de que el cine es una


expresión artística en la que el autor manifiesta su
visión personal sobre un hecho real o imaginado, y

78
que toda visión personal está influida por sus
experiencias personales, por la sociedad y la cultura
a la que pertenece, entonces podríamos decir que el
cine es un reflejo de experiencias personales,
sociales y culturales del director, guionista, etc.

Siguiendo con esta idea, vemos cómo las sociedades


en las que las bibliotecas están más valoradas se
reflejan palpablemente en el cine. Todos sabemos
que en las películas americanas es donde las
bibliotecas aparecen más veces, y esto es muy
normal, ya que en dicha sociedad el uso de esta
institución está muy extendido y las bibliotecas se
utilizan en la misma medida que otros servicios de la
comunidad.

Sin embargo, esto no sucede en España ni en los


países latinoamericanos. En el cine iberoamericano
son muy pocas las películas en las que aparece una
biblioteca. Por el contrario, otros aspectos de nuestra
sociedad sí aparecen a menudo, como son las
reuniones en los bares o el fútbol. Que vaya por
delante que no se tiene nada en contra de estas
actividades de las que nosotros participamos;
simplemente se exponen como parte de una realidad
cultural.

En el cine norteamericano también aparecen


reuniones en bares o delante del televisor de casa
viendo un partido de fútbol americano, pero además
de estas manifestaciones culturales aparece la
biblioteca, aunque su aparición en la película sea
muy breve. Independientemente de la imagen que de
la biblioteca y del personal bibliotecario se plasma en
el cine, es claro que el uso de este recurso por parte
del cineasta es un punto a favor de dicha cultura.

En cuanto a la imagen de la biblioteca en el cine se


puede decir que es muy variable dependiendo de la

79
época en que esté ambientada la película, pero
esencialmente de la imagen conceptual del director
y, sobre todo, de los ambientadores y quienes tienen
a su cargo la responsabilidad del vestuario‖.

Otra imagen recurrente es la de la biblioteca antigua,


llena de secretos que guardan el saber y cuyo
acceso está limitado a privilegiados. Esto se agudiza
con un entorno sobrio y gris, lleno de libros
amontonados, apilados, bajo una capa de polvo y
telarañas. Un lugar inaccesible custodiado por un
viejo bibliotecario que considera cualquier visita
como una intromisión en su privacidad.

De esta imagen sacra de la biblioteca mostrada en


algunas películas, pasamos a otra más acorde con la
realidad actual. Un lugar limpio e iluminado, con una
colección de libros organizados en estanterías y de
libre acceso. En estas bibliotecas los comentarios en
voz baja están permitidos, favoreciendo la idea de
ser un lugar donde la gente puede reunirse o se
8
puede hacer amigos.

Las bibliotecas, grandes o pequeñas, lujosas o modestas, se usan


también como indicio de cultura, de estudio, o simplemente como
elemento decorativo: por elegancia, bienestar económico y
distinción. En este último caso los protagonistas jamás tocan ni
mucho menos leen un libro, aunque pueden, sin reparo alguno,
utilizar la biblioteca como escenario para apasionadas escenas
de amor, como en “Expiación, deseo y Pecado”, entre Cecille, hija
de los ricos dueños de la mansión y Robbie, hijo del ama de
llaves, o en “Party girl”, cuando una noche, la nueva auxiliar,
completamente ebria, invita a su novio a hacer el amor en la

8
La biblioteca como atrezzo en el cine. [en línea] Disponible en:
<http://bibliocinefilos.blogspot.com/2009/09/la-biblioteca-como-
atrezzo-en-el-cine.html> Fecha de consulta 6 de Enero 2010

80
biblioteca pública en donde trabaja; o en “El tren de Zhou Yu”, en
cuya biblioteca, trabajo y vivienda del bibliotecario Cheng Ching,
hace locamente el amor con su novia Zhou Yu, una joven pintora
de porcelanas, siempre que ella lo visita. Y se recurre
precisamente a la biblioteca porque lo irreverente, tanto como lo
prohibido, llama la atención, condimenta y da sabor a la trama de
la película. Y por supuesto, a la vida real.

“Expiación, deseo y Pecado”

Cuando el sexo es cosa de grandes y las hormonas pretenden


hacerle creer a uno que ya es adulto, en la biblioteca escolar de
9
“American pie” se encuentra un libro pornográfico. Es un volumen
empastado como un antiguo código que los estudiantes llaman
―La biblia‖ y lo transmiten de curso en curso. Pero no está al
alcance de todos: está, de hecho, escondido en el doble fondo de
un escritorio de madera. Y los estudiantes están empeñados en
hablar del único argumento que les interesa: ¡El sexo!

Por otra parte, los anaqueles llenos de libros son el punto de


observación ideal para espías y curiosos que aprovechan esta
trinchera natural desde donde pueden vigilar o simplemente mirar
a alguien que, por alguna razón, les interesa. Citemos, entre
tantos, sólo un par de ejemplos:

9
D'ALESSANDRO, Darío. Op. Cit. Página web.

81
“El tren de Zhou Yu”

Un furioso bibliotecario observa a “Cain y Mabel” cuando Larry


Cain se oculta detrás de los estantes de la biblioteca para besar a
su esposa Mabel O’Dare; El bombero Black, oculto tras la
estantería y espiando entre los libros, descubre a Montag cuando
guarda en su mochila un libro prohibido que se supone deberían
incinerar como miembros del grupo “Fahrenheit 451”, e
“Infidelidad”, en la que, por entre los libros, igualmente oculta tras
los estantes, Constance observa a su amante coquetear con una
nueva conquista. Esta imagen es común en el cine y
probablemente todos hemos visto la escena del enamorado que
observa, tímido o sagaz, a la persona objeto de su amor, que se
encuentra al lado opuesto de un estante cargado de libros: en la
biblioteca escolar, universitaria, pública, o en la gran librería de la
ciudad. La habilidad del director o del camarógrafo nos muestra,
por lo general, unos ojos vigilantes enmarcados por libros de
colores.

Muchas conversaciones privadas, confidenciales, ocurren entre


las estanterías de las bibliotecas. Bryce y Garret se reúnen en la
biblioteca de la escuela para hablar de Juliana, “El primer amor”,
a fin de evitar el peligro de que algún compañero, o compañera,
pueda escucharlos. Pero las muchachas conocen las mismas
estrategias juveniles y escuchan ocultas en el pasillo contiguo,
también en medio de los estantes llenos de libros coloridos y
ordenados. Bien podríamos asegurar, entonces, que los libros no
solamente hablan… sino que también… escuchan.

82
Más tarde, Bryce se excusa con Juliana:
-―Perdón por lo que Garret dijo acerca de tu tío. Quería golpearlo
pero… estábamos en la biblioteca‖.

Nótese cómo la imagen conceptual de la biblioteca implica


determinado nivel de respeto, no únicamente el temor irracional e
infundado hacia un lugar en cierta forma misterioso. Desde luego
que también tiene que ver, y mucho, el grado de educación de las
personas: niños, adolescentes o adultos, ignorantes o instruidos.
Se trata de esos detalles aprendidos cuando se es pequeño,
recibidos en la casa por parte de la familia: abuelos, tíos y muy
especialmente la madre y el padre, así como en la escuela por
parte de los buenos maestros. El comportamiento decente,
civilizado, en todo lugar donde haya personas reunidas, acorde,
por supuesto, con las actividades que allí se desarrollan: iglesia,
restaurante, campo deportivo, la casa ajena, la biblioteca.

Taylor, protagonista de “Recuérdame”, hijo rebelde de un rico


empresario, trabaja como auxiliar en la biblioteca de la
universidad en donde toma clases como asistente no matriculado.
Conoce bien las secciones y los autores pero habla a gritos con
su amigo Adam, que come pizza entre las estanterías, mientras el
primero ubica libros en los anaqueles más altos y dice:
-―El esquema de clasificación para este entrepaño es que sus
autores durmieron juntos y terminaron muertos o en prisión‖.

Otro auxiliar que pasa con su carro transportador repleto de libros


les dice:
-―¡Shhh!‖ al tiempo que lleva un dedo a los labios, en un gesto
igual al que utiliza la mujer transparente en la biblioteca pública de
“Los cazafantasmas”, igual que la niña estudiosa en la terrorífica
sala de lectura donde “La bibliotecaria silenciosa” impone su ley,
igual que el ―¡Shhh!‖ de los lectores en la biblioteca de la
Academia de Cine, a Monsieur Tabard, investigador y escritor que
se ríe y burla de los niños, “Hugo” e Isabelle, quienes aseguran
conocer a Georges Meliés. Igual que Bastian, quien ante la
posibilidad de ser descubierto por sus perseguidores en “La
historia sin fin III”, ordena guardar silencio con un desesperado
―¡Shhh!‖ que obtiene otro igual como respuesta:

83
-―¡Yo soy el que ordena callar aquí, jovencito; mandar a callar es
trabajo del bibliotecario y no de un mocoso que lleva el pelo como
un puercoespín!‖.

“El primer amor”

Volviendo a Adam, durante un viaje con sus amigos se jacta de


haber hecho el amor con chicas de todos los continentes,
inclusive con una bibliotecaria esquimal… en la biblioteca. Y en
una discusión con su mejor amigo le increpa:
-―Tal vez sea muy divertido trabajar en tu biblioteca con todos
esos libros. Pero yo sí planeo graduarme‖.

La historia se complica cuando Taylor encuentra en su


apartamento al Jefe de policía, padre de su novia, quien interroga
amenazante:
-―¡Dónde está mi hija!‖ y el muchacho responde:
-―En la biblioteca‖.

¿Por qué la biblioteca es una excusa tan común entre los jóvenes
para ocultar una falta, por lo general la ausencia a otro sitio? Igual
miente Peter Parker, el muchacho que por una extraña
metamorfosis se convierte en “El Hombre araña”, cuando dice a
su anciana tía que irá a la biblioteca, pero en realidad asiste a una
sesión de lucha libre en busca de dinero para comprar un
automóvil usado.

84
La biblioteca, según como se vea, puede ser un mundo de
aventuras, fantasías y maravillas inimaginadas. En “El guardián de
las palabras”, Richard Tyler, un niño temeroso de todo, como
Bastian, el protagonista de “La historia sin fin”, entra a la
biblioteca pública buscando refugio contra una tormenta. Camina
entre las estanterías, altas como rascacielos por efecto
cinematográfico, hasta llegar a una sala circular. Su ropa mojada
por la lluvia escurre hasta el piso y es la causa para que Richard
resbale y sufra un golpe en la cabeza. Un torrente de colores
entremezclados lo persigue por la biblioteca hasta que se
encuentra con el Guardián, pero el niño se ha convertido en un
dibujo de historieta, en un mundo-biblioteca de historieta. Y,
mientras busca la salida vive fantásticas aventuras entre libros
vivientes: los hay masculinos y femeninos, amables, agresivos,
cobardes y valientes. De las obras salen diversos personajes,
materializados y vivos: ―El sabueso de los Baskerville‖, el ―Doctor
Jekill y Mister Hyde‖, los fantasmas de las ―Historias de
fantasmas‖… y seguramente algunos espectadores se quedan
esperando la aparición de ―Cenicienta‖ y ―Hamlet‖, sobre cuyos
lomos de los respectivos volúmenes enfatiza la cámara durante
un tiempo significativo. Cuando el niño vuelve a la normalidad
ocurre el reencuentro con el bibliotecario quien le presta tres
gruesos libros, justamente los que acompañaron a Richard
durante su increíble aventura. Ya puede regresar a casa; ha
vencido sus temores.

Tal vez por temor, entonces, la tutora del muchacho con


problemas de aprendizaje que vive “Un sueño posible”, visita
previamente la biblioteca de la universidad y separa un cubículo
para estudio individual.

La biblioteca es el sitio indicado para recabar información acerca


del mito del mal llamado Abominable hombre de las nieves o
Eslabón perdido, conocido en Florida como Pie Grande,
Sasquash en Canadá y Yeti en el Himalaya. En “Bigfoot y los
Henderson” se da a conocer algunas de las actividades cotidianas
de una biblioteca, por ejemplo el comportamiento de los usuarios
en sus puestos de lectura, el proceso de préstamos realizado por
los bibliotecarios y la manipulación de los libros en la estantería.

85
Isabelle, la nueva y única amiga de “Hugo” trata de consolarlo:
-―Llorar no tiene nada de malo. En los libros lloran todo el tiempo‖.
-―¿Adónde vamos?‖
-―Al lugar más maravilloso de la tierra. Es el País de nunca jamás,
Oz y la Isla del tesoro en uno solo‖. Y lo lleva a la Biblioteca de la
Academia de Cine, en París.

El bibliotecario, Monsieur Labisse, es un anciano de cabello y


barba blancos, con anteojos de vieja data que cabalgan sobre el
lomo de su nariz en tanto una cadenilla cuelga de ellos hacia un
lado. Siempre está arriba, muy alto, en donde se ve como un ser
superior, dueño de la sabiduría y del silencio, aunque la bondad
de su fuero interno sobresale a su pesar cuando se trata de
atender a los niños. Es amigo de Isabelle, por lo cual se deduce
que la niña es usuaria frecuente de la biblioteca.
-―¿Fotografías? En la parte de atrás. Izquierda, repisa superior.

A pesar de su intimidante seriedad hacia Hugo, el anciano


demuestra su conocimiento de la biblioteca y de sus colecciones.
Enormes estanterías de madera repletas de viejos libros que así
mismo se apilan en el suelo formando montañas por entre las
cuales pasan los dos niños hacia el sitio indicado.

En una escena posterior, el niño camina triste por la estación de


trenes y, en la sección de librerías de usados, choca contra un
anciano que deja caer varios libros, entre ellos ―Robin Hood‖, una
de las obras que el niño acostumbraba leer con su padre ya
fallecido. Y el anciano resulta ser el mismo bibliotecario, que
amable y sonriente obsequia el libro a Hugo.

-―En la Biblioteca de la Academia de Cine encontrarán todo lo que


necesitan saber sobre películas. Segundo nivel, cuarta hilera,
sección tres, repisa superior.‖

Es el mismo viejo y gentil bibliotecario que envía a los niños a una


sala inmensa de altísimo cielo abovedado, en donde el muchacho
toma el libro ―La invención de los sueños: La historia de las
primeras películas‖ de René Tabard. Y los dos niños, juntos, leen,
conocen y aprenden los orígenes del cine a partir de 1895. Así

86
descubren que Georges Meliés continúa con vida y que es el tutor
y padrino de Isabelle.

-―¿Por qué estás ayudándome, Isabelle?‖


-―Porque ésta podría ser una aventura y jamás he vivido una.
Fuera de los libros, claro. ¿Quieres un libro? Monsieur Labisse
siempre me los presta y seguramente también a ti. No me digas
que no te gustan los libros.‖
-―¡Sí! Claro. Mi padre y yo leíamos juntos a Julio Verne‖.

Así que, en una nueva visita a la biblioteca y rodeados por


millares de libros apilados en el suelo, Hugo invita a Isabelle a
vivir una diferente clase de aventura, en el cine, que la niña jamás
ha visto por prohibición de su padrino.

Curioso ¿no? Los libros y el cine entrelazados como mundos de


aventura, de imaginación, conocimiento y solaz.

“Hugo”

“Harry Potter y la cámara secreta” permite apreciar, entre muchas


otras escenas relacionadas, la biblioteca privada en el estudio del
profesor Dumbledore, director de la Escuela de Magia Howgarts.
La riqueza visual de los viejos volúmenes, ordenados y
dispuestos a ser tomados por un lector ansioso, produce la
impresión de que su propietario es sabio, viejo y ante todo, un

87
lector. En las películas de Harry Potter abundan escenas en las
cuales se presenta a los estudiantes leyendo, consultando libros
voluminosos en el gran salón que presta sus buenos oficios como
auditorio para reuniones, comedor o sala de estudio y en
ocasiones, de manera simultánea comedor y estudio; salones de
clases u oficinas llenas de libros antiguos, o muchachos en la
biblioteca, donde los libros, tenía que ser escuela de magia, se
mueven, vuelan y se acomodan solos. Seguramente es esa la
razón por la cual nunca se ve un bibliotecario; evidentemente no
lo necesitan.

“El cartero de Neruda” destaca la pequeña biblioteca del poeta,


exiliado en una isla italiana. Independientemente de que la
estadía fuera por un corto tiempo y de manera provisional, los
libros no podrían faltar en la casa del escritor, confirmando la vieja
sentencia de abuelos sabios: Una casa sin libros es una casa sin
dignidad.

“Abrete las orejas” ilustra la biblioteca y una gran colección de


libretos para teatro en la oficina de Peggy Ramsay, la agente
artística del escritor Joe Orton, así como a una pareja de
homosexuales organizando una pequeña colección de libros en el
estudio de su apartamento.

En “La fuerza de la verdad”, el abogado Henry Turner acompaña a


su hija a la biblioteca, donde juega con bolitas de papel que lanza
hacia la niña. Ella descubre que su padre, amnésico a causa de
un accidente, ha perdido la facultad de leer y se establece entre
los dos una unión que los lleva a compartir gratamente la
experiencia de la enseñanza y del aprendizaje integral, que
comienza con una rima para memorizar la manera de anudar los
cordones de los zapatos y continúa con enseñanzas para la vida
práctica, por ejemplo la visita a la biblioteca.
-―Unos libros los prestan para leer en casa y otros los tienes que
leer aquí‖.
-―Pero debo estar en silencio ¿verdad?‖

El juego en la biblioteca es un comportamiento normal para


muchas personas; por desinterés, por desconocimiento de las

88
normas, o como un simple mecanismo para llamar la atención,
aunque algunas demuestran actitudes anormales, contrarias a las
normas de convivencia social y a la razón lógica del
comportamiento civilizado. La muestra más clara se ve en “Abrete
las orejas”, película basada en la biografía del dramaturgo
homosexual Joe Orton y resalta la actitud del escritor y su amante
gay cuando solicitan libros prestados en la biblioteca pública, sin
saber que los dependientes ya han descubierto que son ellos
quienes destruyen los libros recortando las ilustraciones,
utilizadas luego para empapelar los muros del apartamento.
Obviamente son denunciados y enviados a la cárcel por
destrucción de la propiedad pública.

La adinerada pareja conformada por el escritor Paul Varjac y su


amiga de “Desayuno con diamantes” entra a la biblioteca pública en
donde la muchacha pregunta:
-―¿En dónde estamos?‖
-―En una biblioteca pública ¿Jamás habías estado en una?‖
-―No. Es la segunda cosa que jamás había hecho‖.

¡Qué tesoro de mujer!

El escritor le explica que todos los pequeños cajones, refiriéndose


a los ficheros, contienen tarjetas y que cada tarjeta corresponde a
un libro. La muchacha quiere ver la obra de su amigo, ―Nueve
vidas‖, pero se niega a diligenciar la solicitud de préstamo y
orgullosa trata de presentar al hombre con la bibliotecaria, a quien
no le interesa en absoluto y les llama la atención por no guardar
silencio. La muchacha insiste en que el escritor firme su libro para
que la bibliotecaria le crea y él se deja convencer entre los
regaños de la empleada. Entonces la caprichosa visitante protesta
con soberbia:
-―Vámonos. En este sitio no son tan simpáticos como en Tiffany‖,
refiriéndose, desde luego, a la afamada y costosa joyería
neoyorkina.

A propósito de mal comportamiento por parte de muchos usuarios


y de personas que nunca han comprendido la necesidad de
guardar silencio en la biblioteca, simplemente por respeto a

89
quienes se encuentran allí para realizar un trabajo y están
leyendo, investigando, tomando apuntes, redactando proyectos,
sería totalmente vergonzoso y aterrador que el fantasma de la
señora traslúcida que lee de pies buscando y tomando libros entre
los estantes, se viera en la necesidad de callar a los usuarios
ruidosos con un ―Shhhh‖ y el dedo índice sobre los labios como
hizo con “Los cazafantasmas”, gesto conocido universalmente por
jóvenes y viejos en todas las bibliotecas de todos los países de
todos los continentes.

El colmo del mal uso de una biblioteca se presenta en “Toy story


3” cuando los juguetes malos, entre los que se encuentra Ken, el
novio de Barbie, descubren al astronauta Lightyear, que trata de
escapar de la ludoteca en la guardería infantil Sunnyside. La
banda es liderada por Lotso, el oso con olor a fresa, quien ordena:
-―¡No ha querido hablar! ¡Llévenlo a la biblioteca!‖

Y en la pequeña biblioteca infantil de la guardería es sometido a


interrogatorio. Pero, en vista de que no les proporciona la
información que desean, el oso oloroso tiene una mejor idea:
-―Veamos ahora con libros‖

Así que leen el Manual del juguete y proceden a re-ensamblar al


astronauta para lograr que su comportamiento sea tan malo como
el de ellos. Aquí vemos nuevamente el perfecto ejemplo de la
información mal usada, mejor dicho, usada para servir al mal.

¡Qué tal! La biblioteca como centro de tortura. Y muchos dirán


que es verdad. ¡Qué otra cosa puede ser la biblioteca! El lugar
donde se tortura a través de la quietud y del silencio, el tormento
del estudio y las horas largas de concentración y trabajo
intelectual. Por fortuna no todos pensamos así.

Al morir el coronel Merryweather, padre de Maria, una niña de


trece años a quien deja completamente desamparada y pobre, el
notario, en una lujosa oficina en la que desentonan los libros
desordenados y colocados sobre un asiento, dice:
-―Desafortunadamente perdió todo, incluyendo la casa… tu padre
te dejó este libro. Es tu herencia‖.

90
El libro, grande y viejo, se halla empastado en cuero y muestra el
título en letras repujadas: ―Las antiguas crónicas del Valle
Moonacre‖. A través de él, Maria conocerá “El secreto de la última
luna”. El separador o marca páginas es notorio. Una ancha cinta
amarilla que esconde la llave del cofre de las perlas de la luna,
con todo el poder que éstas poseen. Las bellas ilustraciones son
retratos de personas reales y vivas, como Maria, involucradas con
el pasado del Valle por ser descendientes de las dos familias que
habitaron el lugar por generaciones.

En el castillo de Moonacre, perteneciente al tío de la niña, hombre


amargado, silencioso y solitario, el desplazamiento permitido para
Maria y su nana se reduce únicamente a ciertos espacios.
-―¡La biblioteca es privada y el acceso a mi estudio está
prohibido!‖.

El tío decomisa el libro, única posesión de Maria y la niña acude


al cocinero en busca de consejo, desconcertada ante su propio
desconocimiento de las cosas que ocurren en el castillo.
-―Obviamente no has terminado de leer el libro‖
-―¿El libro? ¿El libro de mi papá?
-―En la biblioteca. En ―Puertas secretas‖ hay un gabinete privado.

Y Maria entra a la gran biblioteca, repleta de libros antiguos


empastados del mismo color. Pronto descubre el título del libro
recomendado por el cocinero: ―Puertas secretas y cajones
ocultos‖ y al moverlo acciona el mecanismo de una gaveta en
donde encuentra oculto el libro que su padre le heredara y el cual
recupera para sentarse inmediatamente a leer.

Observación para bibliotecarios igualmente válida para los


usuarios: El buen cocinero ofrece a María un platillo con galletas
para que se alimente ―…mientras estudias‖. La niña lleva sus
golosinas a la biblioteca y las consume en tanto descubre a través
de la lectura la curiosa y fantástica historia de sus antepasados.

No consumir alimentos ni bebidas es una norma universal que


rige tanto en las bibliotecas públicas como privadas. ¿Por qué?
Sólo imaginemos el olor que desde las otras mesas nos llega

91
junto con la imagen de las hamburguesas, los perros calientes o
la pizza, mientras tratamos de concentrar nuestra atención en la
lectura de un texto cualquiera. Pero quizás lo más importante se
refiere a las estrategias de conservación y preservación de los
diversos materiales que existen en las bibliotecas. Tiene su lógica
y no es por fastidiar a los usuarios que prefirieron comer en la
sala de lectura en vez de ir al restaurante o la cafetería más
cercana. La razón son los malos olores, los restos de comida que
atraen a peligrosos animales como ratas y otros bichos
bibliófagos, además de la total posibilidad de dejar caer,
accidental o voluntariamente, comida o bebidas sobre los
materiales de consulta, quizás valiosos, que con seguridad se
echarían a perder.

“El secreto de la última luna”

El niño prodigio de “Magnolia” es uno de esos personajes


obsesionados por determinado programa de TV. Presionado por
su padre, carga con cuatro bolsas de libros, todos los días
durante la época de colegio y se dedica por entero a llenar su
cabeza con anécdotas que posteriormente utilizará para
responder las preguntas del programa. Y obviamente debe
recurrir a la biblioteca de la escuela como fuente y recurso de la

92
información que necesita para preparar su presentación al
10
concurso.

Un buen ejemplo de biblioteca escolar moderna es la de “Desafío


en las aulas”. Sus puertas y vidrios de seguridad contra incendios
y hurto, así como enormes y prácticos ductos de ventilación,
permiten a la maestra testigo de un asesinato y a sus estudiantes,
ocultarse para salvar sus vidas cuando son perseguidos por
narcotraficantes asesinos. Un dato interesante; Es sábado por la
tarde y se encuentran en la biblioteca cumpliendo un castigo
impuesto por la profesora. Cabe preguntarse si, en efecto, la
costumbre de castigar a los niños o jóvenes enviándolos a la
biblioteca es una estrategia pedagógica positiva o simplemente la
satisfacción del maestro por sancionar una falta de disciplina o de
rendimiento académico. Y las consecuencias a mediano y a largo
plazo: ¿Asistirán a la biblioteca estos niños o jóvenes en
búsqueda de información para su enriquecimiento intelectual si no
son enviados por castigo? Probablemente muchos pensarán que
la formación profesional del maestro o maestra que practica esta
costumbre debería ser reevaluada. Este es un hecho común,
tanto así que el cine lo utiliza de manera natural y muchos en el
mundo de carne y hueso lo hemos visto, con silenciosa extrañeza.
Para muestra cinematográfica este botón; en “El club de los
cinco” tres muchachas y dos chicos son obligados a pasar un
sábado en la biblioteca de la escuela Shermer High School en
donde deberán terminar una tarea.

También “El sustituto”, es un ex soldado que toma en secreto el


puesto de profesor temporal como reemplazo de la maestra
atacada brutalmente por algunos estudiantes, miembros de la
mafia local. En el enfrentamiento, el profesor busca refugio en la
biblioteca escolar, prácticamente destruida al convertirse en un

10
ROS-MARTÍN, Marcos. Las bibliotecas en el cine [en línea].
Disponible en: http://www.documentalistaenredado.net/769/las-
bibliotecas-en-el-cine/ (consulta 06 Enero 2010)

93
campo de batalla. Y si alguien busca una pelea por una mujer,
tenemos una en “El último americano virgen”.

Quizás entre los episodios de violencia ocurridos dentro de la


biblioteca, la escena representada con mayor dramatismo se
encuentra en “Semilla de maldad”, cuando la profesora Judy
Hammond es asaltada por un estudiante de la escuela en un
barrio marginal de New York, donde los jóvenes, fuera de control,
son indisciplinados, inmorales y dominados por Artie West, un
potencial delincuente juvenil. El crimen es impedido por el
profesor Richard Dadier, un ex militar que obtiene la plaza de
profesor, a pesar de la totalmente justificada oposición de su
esposa. Es el drama del conflicto entre la realidad cotidiana
carente de esperanza y el poder del conocimiento que encuentra
en la biblioteca escolar el lugar más adecuado para representarlo.

“Los ríos de color púrpura” cuentan que en la


prestigiosa Universidad de Guernon, en Francia, se
ha cometido un crimen atroz. El bibliotecario ha sido
asesinado tras largas horas de tortura y terribles
mutilaciones. Pero, ¿quién querría matar a un
bibliotecario? Su trabajo consistía básicamente en
gestionar los libros y las plazas de estudio en la
biblioteca. Así que, ¿cuál podría ser la motivación del
criminal? ¿un sacrificio ritual? ¿que las lecturas de
los alumnos le llevaron a descubrir algún oscuro
secreto de estos y lo hicieran callar? ¿que no les
prestara el libro adecuado?

Podemos ver un par de escenas que se desarrollan


en la biblioteca. Esta aparece ante nosotros como las
tradicionales bibliotecas de antiguas universidades:
espacios descomunales, auténticas murallas de
estanterías de madera repletas de libros, un aspecto
algo lúgubre y silencioso que sin embargo invita al
estudio con sus numerosos puestos de lectura
iluminados con una lámpara de mesa de tulipa

94
verde… y el papel del bibliotecario es mucho más
importante de lo que pudiera parecer a primera vista.

En el pasado, o en el trabajo de este bibliotecario,


que siguiendo la tradición paterna ocupa su misma
plaza, parece estar la clave. O al menos eso cree el
famoso detective Niémans, experto criminólogo
encargado de resolver el caso. A su llegada a la
Universidad de Guernon (al igual que en la película
Seven) pone a su equipo a trabajar en la búsqueda
de los libros que pudieran haber inspirado al asesino
y los alumnos que los tomaron prestados, buscando
en su catálogo términos como ―mal‖, ―violencia‖,
―tortura‖, ―sacrificios rituales‖, ―mutilaciones‖…
realizando una exhaustiva búsqueda de información
que pudiera dar alguna luz sobre el por qué del
11
asesinato del bibliotecario, que sólo es el primero.

Reunido en la biblioteca en la residencia de Dorian Gray, el grupo


que conforma “La Liga de los caballeros extraordinarios” es atacado
por la banda de Phantom. Allí se encuentran fantásticos
personajes de novela como Dorian gray, el Capitán Nemo, Allan
Quatermain, el Hombre invisible, el Dr. Jekill y su doble
personalidad, Mister Hide, y ya que no podía faltar la presencia
femenina, también está Mina Harker, la otrora novia del Conde
Drácula.

Es una biblioteca hermosa, más bien suntuosa, con estantes


altísimos ocupados en su totalidad por bien encuadernados libros
y de igual forma resalta el lujoso mobiliario. Cuando el grupo de
maleantes invade la sala, se desata el mismo infierno entre los
incontables disparos de pistolas, rifles y metralletas. Y en medio
del caos vuelan miles de pedazos de papel, producto de los libros
despedazados por el tiroteo.

11 Ibid.

95
También en el Nautilus, el fabuloso submarino propiedad del
capitán Nemo, hay una pequeña biblioteca que posee una
colección de mapas y planos de, supuestamente, todas las
ciudades del mundo, entre ellas Venecia, la ciudad que tratan de
salvar pues Phantom pretende destruirla con explosivos
sepultados en las bases de los principales edificios.

¿Por qué las bibliotecas deben ser el centro del conflicto?


Maestra o maestro versus mafia estudiantil, bibliotecario o
bibliotecaria contra estudiantes bulliciosos e indisciplinados,
científicos de lo paranormal enfrentados a fantasmas, hampones
empeñados en destruir libros cuidadosamente organizados en los
anaqueles. Definitivamente, la biblioteca infunde alguna especie
de temor, no sólo en los estudiantes que asisten a diversos
centros educativos, sino también en los fabricantes de películas
que desahogan así sus fobias, sus resentimientos antiguos contra
los maestros y bibliotecarios que los obligaron a guardar silencio,
a leer y a escribir informes y trabajos académicos cuando,
seguramente, deseaban salir a divertirse, o a desarrollar otras
actividades que bien pudieron ser igualmente académicas, pero
acordes con los intereses de los estudiantes, no precisamente
asistir ni encerrarse en la biblioteca.

Un pequeño espacio para la biblioteca escolar en el


cine italiano. Aquí la situación es decididamente
desconsolante. Las bibliotecas escolares italianas o
son vacías o se encuentran en los lugares más
inapropiados: en el corredor como en el filme “Jack
Frusciante uscito dal grupo” de Enza Negroni (1996)
donde la biblioteca es recordada como el lugar para
hacer fotocopias, o también en una clase de tapicería
de paredes como es filmada en una de las
secuencias iniciales del filme “Il portaborse” de
Daniele Luchetti (1990).

En “Bianca” de Nanni Moretti (Italia, 1984) está


Michele, quien se refugia en la biblioteca escolar
para escapar de un seminario y aquí encuentra a
Bianca. Se habla también de un libro, una versión

96
francesa de una obra no precisada, que ella busca
pero, naturalmente, la biblioteca de la escuela
Marilyn Monroe no tiene. La única cosa que Michele
es capaz de hacer en la biblioteca es comerse 100
gramos de profiteroles.

Tal vez la escena que mejor expresa


emblemáticamente, el estado de la biblioteca escolar
italiana, que muchas veces no existe y cuando existe
es rígidamente protegida de armarios con gradas y
con vitrales, rigurosamente cerrados con llave, es
aquella relatada en el filme “La escuela” de Daniele
Luchetti (1995). Aquí encuentran una mañana la
biblioteca destruida, por la caída del techo, mientras
el desconsolado profesor Vivaldi comenta: ―Y pensar
que me habría podido tocar a mi ayer por la tarde, el
12
turno en biblioteca‖.

Sea o no paradójico, los encargados del campo de concentración


en donde sobrevive “El niño con el pijama a rayas” consideran que
la biblioteca es un beneficio, un privilegio, un lugar de recreación y
descanso, y así lo expresan en falsas películas de propaganda
nazi, en las cuales muestran a niñas judías durante un juego y el
narrador comenta que entre las consideraciones humanitarias
concedidas a los judíos prisioneros están los juegos, la orquesta,
la alfarería y la lectura en la biblioteca, la cual, obviamente, no
existe.

Claro que, tanto en el mundo del cine como en el real, hay


muchas más bibliotecas inexistentes, o a través de las cuales se
pretende convencer a otros de aquello que conviene a quienes
las manejan o administran. En “La guerra de Hart”, también en un
campo de concentración alemán durante la Segunda Guerra
Mundial, el comandante nazi le dice a un oficial estadounidense:

12
D'ALESSANDRO, Darío. Op. Cit. Página web.

97
-―Tenemos una biblioteca con todos los manuales del ejército
americano‖.

Igual se tergiversa los informes, las estadísticas de asistencia, de


préstamos y de consultas como las facturas de compra, en
muchas bibliotecas que no son excepción si se comparan con
cualesquier empresas o entidades, ya sean públicas o privadas.

Pero no todas las bibliotecas en el mundo cuentan con el apoyo ni


el dinero ni los medios necesarios para subsistir dignamente,
mucho menos para funcionar como deberían. En una recepción
de gala con presencia de las altas autoridades de la ciudad donde
reside “El hombre araña 2” y en beneficio de la biblioteca, dice el
maestro de ceremonia:
-―El Comité para la Biblioteca de Ciencias de Nueva York les da la
bienvenida‖.

Vemos entonces que el mecanismo utilizado por las bibliotecas


cuando se trata de conseguir recursos económicos en pro de su
funcionamiento es universal: Bingos, cenas de gala, actividades
sociales, deportivas, artísticas o culturales, venta de libros usados
y de objetos relacionados con la lectura, cuya finalidad es la
consecución de fondos para subsanar, al menos en parte, la
carencia de fondos que deberían solventar las entidades o
instituciones o gobiernos responsables de ellas.

El Capitán piloto Daniel McCormick, que fue congelado en espera


de permanecer “Por siempre joven” en desarrollo de un
experimento en 1939 y despertó en 1992, va a la biblioteca
pública para enterarse de lo ocurrido durante ese largo medio
siglo de historia en el mundo. Una comedida y amable
bibliotecaria muestra al capitán la manera de usar el lector de
microfilmes y se ofrece a llamarle, lo cual realmente hace más
tarde, con la información requerida.

Debió ser grande y bien notorio el cambio de una biblioteca en los


Estados Unidos entre las décadas de los 1930 a los 1990. No
únicamente en el campo de la tecnología y los procesos para
manejo del conocimiento, sino también en los mobiliarios, la

98
distribución de los espacios y la estantería, la manera de vestir de
los bibliotecarios y la forma de prestar su servicio y atención a los
usuarios. Y es triste saber que en muchos países puede
transcurrir todo el tiempo del mundo, sin que, en las bibliotecas,
ocurra el menor cambio para mejoramiento y modernización de
las mismas.

“Carrie” White es una adolescente que sufre de


acoso escolar; apartada, ridiculizada y
menospreciada por sus compañeras y compañeros,
descubrirá que puede mover objetos con el poder de
su mente, lo que provoca que su carácter
introspectivo e inseguro comience a evolucionar
satisfactoriamente.

Convencida de que cuanto le está sucediendo es un


milagro, acude a la biblioteca de la escuela para
tratar de descubrir cuál es exactamente su problema
y la manera como puede aprender a canalizar su
poder.

La biblioteca está bien dotada en cuanto a


instalaciones y fondos así como en la amplitud de
sus espacios y se destaca la escena en la cual, la
joven estudiante realiza una consulta en los ficheros
catalográficos, mostrando la manera, hoy obsoleta,
como se usan estas herramientas para recuperación
13
de la información.

Hay “Un cadáver en la biblioteca”. Son las siete de la


mañana y los Bantry encuentran el cadáver de una joven
desconocida en la biblioteca de su mansión. Usaba un

13
ROS-MARTÍN, Marcos. Carrie encuentra su milagro en la
biblioteca. [en línea] Disponible en:
http://www.documentalistaenredado.net/465/carrie-encuentra-su-
milagro-en-la-biblioteca/ (Consulta 06 Enero 2010).

99
vestido de noche y exceso de maquillaje, el cual se ha
corrido por toda su cara. ¿Pero quién es ella? ¿Cómo llegó
hasta allí? y ¿Cuál es la conexión con el cuerpo de otra
chica encontrado tiempo después en el fondo de un
barranco? Los respetables Bantry invitan a la Señorita
Marple a que resuelva el misterio antes de que las malas
14
lenguas tengan de qué hablar.

Y, si se trata de salvar la vida, en “El día después de mañana”, la


Biblioteca Pública de Manhattan, en New York, es el refugio para
decenas de personas que tratan de sobrevivir buscando
protección contra una catastrófica tormenta de hielo, producto del
calentamiento global que ha llegado a su clímax en el hemisferio.

Esta biblioteca, la de Manhattan, ha sido escenario de muchas


películas. Por su imponente arquitectura, la majestuosidad del
atrio con sus temibles y grandes leones guardianes blancos
llamados Patience and Fortitude (Paciencia y Fortaleza), o
Conocimiento y Poder, las enormes columnas a cada lado de las
escaleras, la interminable sala de lectura general, y desde luego,
por el prestigio de todo aquello que como biblioteca de tal
magnitud representa para Nueva York, los Estados Unidos y el
mundo. Entre otras se puede mencionar, obviamente, “El día
después de mañana”, “Ya eres un muchacho grande” y “Los
cazafantasmas”.

La escena en la biblioteca de “Por siempre joven” fue filmada en la


Inglewood, Biblioteca Pública de California. Un bibliotecario que
trabajó allí en esa época describe la experiencia:
-―Los productores decidieron que el lugar no era suficientemente
fotogénico, así que físicamente redistribuyeron la biblioteca;
movieron la estantería, trajeron libros de distintas áreas del

14
Un cadáver en la biblioteca [en línea]
http://alpacine.com/pelicula/15374/ (Consulta: 20 Septiembre
2010)

100
edificio, etc. ¡Inclusive desconectaron los teléfonos! El desastre
fue peor que cuando tuvimos el terremoto de 1994‖.

Moraleja: Nunca presten su biblioteca, ni su casa, para la


filmación de una película, así les prometan que sólo será una
escena bien cortica.

El espesor de una atmósfera de terror, propia del


romanticismo negro, pasa al cine, que llega a llamar
a las películas caracterizadas con dicha atmósfera
como cine de terror ―de biblioteca‖. …El nombre de
la rosa (Eco, 1984), Indiana Jones y la última
cruzada (1989), La historia interminable (1994), El
guardián de las palabras (1994), La maldición del
demonio…

La biblioteca laberíntica, de pesadilla, propia de


épocas ya pasadas, sigue siendo una fiel aliada en
las películas reseñadas anteriormente (17). Quedan
pocas bibliotecas así, y sin embargo, el tópico es tan
fuerte e irresistible que sigue, y seguirá
probablemente siendo un filón literario y fílmico.
Como dice Chaintreau, la biblioteca hasta que se
populariza y se abre a todo el mundo (a través de la
alfabetización, bibliotecas públicas, etc.), juega el
papel de ―santuario o cementerio‖; visión que recoge
El nombre de la rosa: la abadía medieval es un
santuario pero también se convierte en cementerio,
hasta su total extinción.

Como se señala en algún estudio (Saorín, 1997), es


la biblioteca anti-acceso, con una CDU esotérica, que
muestra la lucha entre acceso y preservación
(predominando esto último hasta extremos
criminales), ejemplificada también en la figura de
Guillermo de Baskerville —el usuario aperturista,
abierto a los nuevos tiempos—, frente al bibliotecario
conservador y reaccionario como Jorge de Burgos.
En otras obras, la biblioteca es el escenario de un

101
crimen: el contraste entre la aparente tranquilidad y
silencio de una biblioteca con un asesinato se refleja
en obras como Un cadáver en la biblioteca de Agatha
Christie, cuya protagonista Miss Marple resuelve el
caso (18).

Afirma Garret, no exento de razón, que fuera de la


comunidad bibliotecaria se ha comentado con detalle
El nombre de la rosa, ―mientras que los propios
bibliotecarios han guardado silencio‖. Y sin embargo,
haciendo abstracción de la época, tenemos una
reflexión sobre las bibliotecas y sus ―guardianes‖:
está la censura (19), la estructura de los catálogos
(Guillermo de Baskerville consulta el índice, difícil de
entender), la implicación de la llegada de nuevas
tecnologías (las ―gafas‖ del monje detective, que
llaman mucho la atención), la arquitectura
bibliotecaria (el único dibujo de la novela es
precisamente un plano de la abadía), relación entre
bibliotecarios y usuarios (monjes copistas y
teólogos); convirtiéndose en una especie de
―parábola del investigador y del usuario de biblioteca‖
(20). …Recordatorio traumático del gran incendio
sufrido por la Biblioteca de Alejandría, los incendios
literarios y cinematográficos rememoran éste, una y
otra vez. Así ocurre en la novela corta Fahrenheit
451 de Ray Bradbury, llevada también al cine (1967,
dir. François Truffaut, con Oskar Werner y Julie
Christie), donde, en una dictadura futurista, los libros
son cosa prohibida y cada uno de los rebeldes se
dedica a memorizar un libro completo como única
forma de preservar la riqueza intelectual de la
especie humana.

¿Qué define a estas bibliotecas monumentales,


laberínticas y enormes? Las definen ciertas ―señas
de identidad‖, que son también estereotípicas y no
responden a la realidad de las bibliotecas modernas:
escaleras peligrosas atraviesan las bibliotecas, o

102
bien sus estantes son tan altos que es necesario
utilizar escalerillas para llegar a las pilas de libros; el
polvo campea por sus respetos; se constata la
existencia ―literal‖ de ―ratones de biblioteca‖; y las
salas son frías y húmedas, mal iluminadas.
Bibliotecas de estas características son comunes
hasta el siglo XIX, y perduran en la memoria,
perpetuándose de una manera asombrosa. En tales
escenarios los bibliotecarios sólo pueden ser calvos y
llevar gafas (21). Tampoco los lectores se salvan:
van en consonancia con los bibliotecarios. Las
escaleras dan mucho juego: siempre se cae alguien
de ellas o sobre ellas, sirven de escenario a una
persecución, o muestran unas bonitas piernas
femeninas (Carole Lombard en Casada por azar).
Estos recursos cinematográficos no hay que
tomárselos demasiado en serio: el cine no es la
realidad, aunque la evoque de manera imaginaria o
realista. Actualmente el libre acceso hace rara la
existencia de estanterías tan altas que necesiten de
artilugios semejantes. …Las imágenes que el cine
presenta de bibliotecas modernas, abiertas al
público, concurridas, etc., se contradicen muchas
veces, con la imagen de los que trabajan en ellas.

El polvo es el ―convidado de piedra‖ de una biblioteca


a la antigua. ―Raras son las descripciones que
olvidan el polvo, ese perfecto símbolo de un lugar
inmóvil donde se entiende que nunca pasa nada‖
(Chaintreau, 1993); al igual que los ratones de
biblioteca, que actualmente existen como algo
metafórico (aunque las bibliotecas, si se descuidan,
tienen ratas, ratones y otras especies del reino
15
animal y vegetal).

15
PAZ YANES, Claudia. Bibliotecas de cine: una revisión de la
imagen de las bibliotecas y los bibliotecarios en el séptimo arte
(tópicos y estereotipos). [en línea] Disponible en:

103
Todos los hombres del Presidente es una película
basada en las tareas de investigación que los
periodistas de The Washington Post, Bob Woodward
(Robert Redford) y Carl Bernstein (Dustin Hoffman),
llevaron a cabo durante el escándalo del Watergate
(1972-1974) que finalizaría meses después con la
dimisión del presidente de los Estados Unidos
Richard Nixon. En un trabajo de investigación
profundo y en el que nadie creía – de hecho
Woodward llevaba apenas unos meses en el
periódico cuando inició su investigación, es decir era
un novato, y trataron de pasar el tema a un redactor
más experimentado cuando la dimensión del caso
fue ampliándose – las tareas de recuperación de
información y entrevistas con testigos y con
implicados fueron determinantes para esclarecer lo
realmente sucedido dentro del Hotel Watergate.

Para percatarnos del enorme trabajo que supuso


desvelar el verdadero trasfondo de lo que se
convertiría en un escándalo de enormes
proporciones, en la película se nos ofrece una simple
muestra. Las pesquisas de los dos reporteros les
llevan hasta Howard Hunt y su secretaria que había
solicitado una serie de libros sobre el asesinato de
John F. Kennedy a la Biblioteca del Congreso
(Library of Congress). Woodward consulta a una de
las bibliotecarias si ese extremo era cierto y durante
un momento de duda la bibliotecaria lo afirma para
posteriormente negarlo todo. Sorprendido por la
reacción de la bibliotecaria, Bernstein vuelve a llamar
y se produce de nuevo la negación de la
bibliotecaria. El hecho de que la Casa Blanca pida

http://ibersid.eu/ojs/index.php/scire/article/view/1175/1157.
(consulta: 06 de Enero 2010)

104
material sobre Kennedy a una biblioteca podría
parecer poco relevante, hay que recordar que Nixon
se enfrentó a JFK en las elecciones presidenciales y
perdió, pero las formas y el aparente temor que
parece demostrar la bibliotecaria ante una cuestión
tan trivial invita a los dos investigadores a
desplazarse hasta la Biblioteca del Congreso.

Finalmente, ante la imposibilidad de poder contrastar


el interés de la Casa Blanca sobre el asesinato de
Kennedy vía telefónica, los dos periodistas solicitan
revisar las fichas de préstamo de todo un año (1971)
ante lo que uno de los bibliotecarios accede no sin
16
antes decirles: ―Se les van a caer los ojos‖.

A fuerza de repetición nos hemos familiarizado con la simple


acción de mover un libro, oprimir un botón o girar una estatuilla
ubicada sobre el visualmente pesado escritorio o entre los libros
del anaquel, que en la mente del espectador proyectan
inmediatamente la imagen de la biblioteca en la cual un pesado
mueble cargado de libros gira para descubrir una puerta secreta,
única vía de escape, o que a través de túneles y laberintos
conduce a laboratorios misteriosos, cámaras de tortura,
mansiones, enormes grutas o amplios salones en donde se oculta
un tesoro. Sin ir más lejos, en “Indiana Jones y la última Cruzada”,
sorprende el descubrimiento de antiguas catacumbas repletas de
ratas y esqueletos, justo debajo de la biblioteca de Venecia, a
donde el protagonista llega siguiendo las notas del diario escrito
por su padre. También Virginia, la adolescente protagonista de
“El fantasma de Canterville” descubre a través de las pistas
proporcionadas por un libro de profecías, la manera de colocar
una joya en forma de corazón en el sitio exacto de una imagen
tallada en una repisa de piedra, la cual, al presionarla, abre un
anaquel repleto de libros que permite cruzar la entrada secreta a

16
ROS-MARTÍN, Marcos. Las bibliotecas en el cine. Op. Cit.
Página web.

105
la recámara de Sir Simon de Canterville, el fantasma residente del
castillo.

El estereotipo de la biblioteca como espacio polvoriento, pleno de


libros encuadernados en cuero, planeado y realizado con una
geometría arquitectónica pre-pensada para usarse como
elemento visual cinematográfico, es un elemento común en
películas cuyas historias se desarrollan en épocas antiguas o que
implican el acontecer de crímenes rodeados de oscuridad y de
misterio.

¿Por qué esta imagen de las bibliotecas? Quizás porque detrás


de la cultura se esconde la ignorancia, lo vil, lo primitivo del
hombre. En cambio, la vía de escape a través de los libros
conlleva al descubrimiento de nuevos mundos, a la liberación de
la oscuridad y de la ignorancia por medio del conocimiento. Esto
en el caso de las películas tradicionales, pues no sucede lo
mismo en “El nombre de la rosa”, en la que opuestamente a lo
usual, la puerta secreta no es para salir sino para ingresar a la
biblioteca. Aquí, la cultura se oculta, se esconde del pueblo,
porque el régimen clerical del medioevo necesita conservar el
poder que la información le proporciona en tanto que el pueblo
continúe ignorante. Tanto es así, que el final de la tiranía de la
iglesia oscurantista coincide con la destrucción de la biblioteca,
cuyo acceso incluye trampas mortales en un túnel al que se
penetra por un sepulcro, en una alegoría de la biblioteca como la
muerte de la ignorancia. La torre es un laberinto en donde el
novicio Adso de Melk se pierde, siente miedo y el maestro lo
tranquiliza diciéndole:
-―Este es el encanto de un laberinto. ¿Te das cuenta? Estamos en
una de las bibliotecas más grandes de la cristiandad. No debiera
prohibirse consultar estos libros‖.

¿El joven discípulo no estaba preparado? ¿Acaso se necesita


preparación para enfrentarse al conocimiento? Adso, pregunta:
-―¿Porque son valiosos y frágiles?‖ y el maestro responde:
-―No son frágiles. Es que su sabiduría es diferente de la nuestra y
contienen pensamientos y palabras que podrían hacernos dudar‖.

106
Así que en la actualidad tampoco es de extrañar la existencia de
bibliotecas secretas, pertenecientes a ricos aristócratas
coleccionistas de libros raros y muy antiguos, tales como las
mostradas al atravesar “La novena puerta”.

La biblioteca del castillo de Altemberg, a donde Bibi Blocksberg,


más conocida como “Bibi la hechicera”, una adolescente de trece
años, fue enviada por sus padres Bernhard y Barbara para
reforzar sus matemáticas, perdidas en la escuela, es el centro de
operaciones del Consejo de Brujas Buenas, reunidas para
localizar a la malvada hechicera Rabia von Katzeinstein quien ha
escapado del pantano del horror.

La hermosa y valiosa biblioteca del castillo-escuela es la entrada


al laberinto secreto, a través de la consabida estantería giratoria.
Hay también una peculiar biblioteca en las casas de las niñas
protagonistas, quienes, además de sus padres, maestros y, por
supuesto las brujas, buscan satisfacer sus necesidades de
información recurriendo a los libros.
-―Cuando yo era niña… había montañas de libros‖.

Los principales personajes de la historia consultan libros de


magia, que abundan y son el eje de estas bibliotecas, para la
realización de los diferentes hechizos. Inclusive hay libros de
recetas de cocina para brujas. Pero en este mundo de magia y
sortilegios llama la atención la existencia de un moderno
computador en la biblioteca de Elea, la niña minusválida y mejor
amiga de Bibi, junto a los libros de la biblioteca en su casa.
Bueno, ni la brujería puede escapar a los avances tecnológicos y
menos cuando se trata de manejar información especializada.

Hay un libro especial por su contenido, nada menos que el mapa


del laberinto tan buscado por todos y que conduce a la misma
biblioteca por un recorrido interno que basa su ruta en los libros
de matemáticas. Probablemente sea la búsqueda del
conocimiento a través de la ciencia que prodigan los libros.
-―Cientos, miles de libros de matemáticas‖.

En conversación con Bibi, la malvada bruja Rabia confiesa:

107
-―Mi madre nunca tenía tiempo para mí; estaba ocupada
escribiendo un libro‖.
Y Bibi responde:
-―Igual que la mía ¿Usted escribe?

Y sometido por los encantos de la poción mágica, el padre de Bibi


entrega a Rabia el manuscrito del nuevo libro de magia escrito por
su esposa, convencido de que se trata de una famosa editora
publicista.

El centro del laberinto está hecho con enormes letras talladas en


piedra. Hay pasadizos a los cuales se ingresa por entre los
estantes giratorios en la biblioteca. El laberinto, que bien
podríamos llamar El mundo oculto del conocimiento, incluye una
caverna de hielo rodeada por oscuros túneles, un puente de
lianas colgantes sobre un abismo sin fondo y después, un lago de
aguas cristalinas y profundas; y la enorme caverna se concentra
en un templo de piedra destruido cientos de años atrás.

Por su parte, Bibi y Elea descubren con sorpresa que:


-―El libro que abre la pared de la biblioteca es un pentagrama‖

El padre de Bibi y el director de la escuela tratan de resolver la


ecuación mágica de la existencia, poder y funcionamiento del
laberinto mediante complicadas fórmulas matemáticas, que las
dos amigas resuelven con toda la sencillez de sus mentes
infantiles, al deducir que todo el embrollo no significa otra cosa
que un simple pentagrama. Y la magia devuelve a Elea la facultad
de sentir consuelo y alegría aunque sepa que no volverá a
caminar.

El “Gringo viejo” es un escritor que renuncia a su trabajo y reta a


la prensa reunida en la Biblioteca del Congreso de los Estados
Unidos, mientras en el segundo piso, su hija solicita un texto que
facilite el aprendizaje del idioma español, parte de su preparación
para viajar a Méjico. La biblioteca es presentada como eje de la
cultura y del conocimiento, como centro intelectual de las ideas
revolucionarias, lugar en donde se desafía los poderes y la
sociedad, aunque “Sólo problemas” presenta de manera reiterada

108
la biblioteca en la oficina de un juez; enigmática, desordenada y
sucia, en un mundo irreal construido entre un depósito de
chatarra. El juez no toca un libro. La biblioteca es el reflejo fiel de
la casa y de su entorno, de las personas que la habitan, del
desorden y el caos. Y al final, el juez resulta ser un monstruo. Ni
qué decir de las bibliotecas embrujadas, como la Biblioteca
pública de New York a donde deben acudir “Los cazafantasmas”
porque los libros y las fichas catalográficas vuelan entre los
anaqueles, lanzadas por los fantasmas que la habitan. La sala de
lectura general es enorme, ordenada y limpia, plena de lectores
juiciosos que trabajan en silencio. El carro transportador de libros
se encuentra tan lleno que resulta pesado para la casi anciana
bibliotecaria. Las estanterías de los lados y del fondo de la sala
lucen repletas. Las incontables lámparas blancas sobre las mesas
de lectura dan la impresión de ser cabezas o sombras en forma
de conos silenciosos. Y en medio de todo, resalta la irrelevancia
de una mujer con chaleco blanco que no se ha quitado el
sombrero, el cual resalta más aún por ser un sombrero negro.

Recurrentemente las bibliotecas se usan para solucionar los


problemas económicos de protagonistas desempleados, como
ocurre en “Sonámbulos”, y en “Durmiendo con el enemigo”, cuando
la protagonista, Laura Burney, cambiado su nombre y su aspecto,
huye de Marty, el marido psicópata que la maltrataba física y
psicológicamente, hasta el punto de pretender asesinarla. Quizás
Laura tenía conocimiento del trabajo en bibliotecas porque, aun
siendo rica, poco antes de su fuga dice al marido:
-―La señora Clark llamó de la biblioteca. Dice que me necesita de
tiempo completo‖. Y él responde:
-―No necesitas trabajar. Y no conozco tu amor por los libros‖.

Luego, ya libre, aunque en otra ciudad y llevando una difícil vida


de incógnita, se encuentra con un amigo, quien le había ayudado
a conseguir su nuevo trabajo en la biblioteca de la universidad:
-―¿Qué has estado haciendo?‖
-―Entre los libros. Guardando… acomodando‖
-―Lo disfrutas ¿No es así?‖
-―Me gusta lo que hago‖.

109
“Los cazafantasmas”

Verdaderamente hay que amar los libros para trabajar con ellos. Y
no solamente a los libros, pues detrás de ellos están los lectores,
llámense usuarios, clientes, estudiantes o investigadores. Sin
lectores no hay motivo, ni razón, ni justificación, para que existan
editoriales, librerías, bibliotecas, editores, libreros y bibliotecarios.
Y sin ellos tampoco habría lectores. Es, definitiva e
indudablemente, un mundo circular en el que no se tiene cabida
sin amor. Bien decían los abuelos: ―El trabajo hecho con amor,
siempre está bien hecho‖. Y, tal vez sea el punto indicado para
reflexionar acerca de la importancia que tiene ese humilde y en
apariencia tan simple acto de guardar y acomodar… con
responsabilidad y eficiencia, porque, pensemos un momento en lo
que sería de las bibliotecas, sobre todo las muy grandes
bibliotecas, sin aquellas personas dedicadas a recoger y guardar
los centenares, millares de libros y demás recursos que a diario
utilizan sus miles de lectores.

En “Perfume de mujer” un estudiante pobre trabaja como asistente


de la biblioteca escolar en un colegio para hijos de ricos. Es
notoria su amabilidad y resalta su sentido de colaboración con los
usuarios estudiantes, a pesar de las reglas, al prestar un libro
reservado por otro, a alguien que lo necesita con urgencia para
preparar un examen durante toda la noche; y aunque no es tan
común, suele mostrarse escenas anormales ocasionadas por
estos bibliotecarios no profesionales e improvisados, como en
”Party girl”, la muchacha problema contratada por ser ahijada de

110
la directora y como un medio para ayudarle a obtener el dinero
necesario para pagar a su madrina, quien había, a su vez,
pagado la fianza para evitar que fuera detenida. También Julia, la
muchacha de la “Leonera” es una joven común y corriente, un
tanto sobreprotegida, estudiante universitaria y empleada en una
biblioteca, acusada y encarcelada por dos crímenes sangrientos,
de lo cual no tiene la menor idea. En “La elección de Sofía” un
bibliotecario humilla a Sofía, una inmigrante polaca, porque pide
un poema de Emily Dickinson y lo pronuncia, obviamente, de
acuerdo con su lengua. La bibliotecaria titular de “¿Dónde quedó el
corazón?”, que ha llegado a la locura como producto del
alcoholismo, es reemplazada por su hermano Forney, un hombre
inteligente pero antipático y grosero que no pone reparos para
demostrar su disgusto cuando debe atender a Novalee, la usuaria
campesina que dice:
-―De cada dos palabras debo buscar una en el diccionario, que
me manda a otro diccionario‖.

Qué se puede decir. Falta de lectura igual a carencia de


vocabulario. Es un ciclo repetitivo que afecta a la mayor parte de
la población humana en todo el mundo. Los niños lectores llevan
el éxito en sus manos, cualquiera sea el oficio o profesión que les
espera en el futuro. Si sabe leer posee dominio del idioma y será
capaz de comprender lo que lea. En caso contrario, cada palabra
lo enviará a un diccionario que a su vez lo remitirá a uno diferente.
Si tiene vocabulario puede escribir un texto mejor que los demás;
está en condición de redactar informes y proyectos, discursos e,
inclusive, cartas de amor.

Situación similar se expone en “Filadelfia”, cuando el bibliotecario


pretende expulsar a un lector porque tiene marcas de sida en el
rostro. Curiosamente, un abogado negro es quien intercede a
favor del enfermo blanco.

Claro que también hay bibliotecarios buenos. Por ejemplo, la


viejecita de “Matilda”, el auxiliar de “Perfume de mujer”, las
asistentes de “Su otra esposa”, los compañeros de la “Party girl”.

111
“Party girl”

A propósito de problemas. En “Party girl”, tal como se mencionó


anteriormente, una joven que enfrenta dificultades económicas es
contratada como asistente en la biblioteca pública, como último
recurso para obtener el dinero necesario a fin de cancelar una
deuda y también para subsistir. Aborrece las labores cotidianas
del oficio hasta que, como suele suceder en las películas para
que podamos disfrutar de un desenlace feliz, prevalece el amor
por su nueva actividad y se convierte en la mejor de las asistentes
de la biblioteca, oficio que también desempeña la esposa de
George Bailey, el casi suicida de “Qué bello es vivir”, hermosa en
la vida de casados, pero que al verla en su sueño, como una
chica soltera, es una tímida bibliotecaria del estereotipo citadino,
con los inevitables anteojos y el cabello recogido en un moño.

Sin embargo, para alcanzar la felicidad final debe transcurrir


primero la trama del filme con sus venturas y desventuras. Una
noche de aquellas en las que entra ebria y subrepticiamente a la
biblioteca, Mary, la party girl, se encuentra repentinamente con la
carátula de un libro identificado con grandes letras ―Dewey
Decimal Classification‖ y corresponde a un juego de las tablas de
clasificación DDC20; a pesar de su lamentable estado hace un
esfuerzo para leer y queda fascinada por la magia de la
clasificación. A partir de entonces cambia su mentalidad y, en
consecuencia, su vida, aunque al día siguiente se encuentra en el

112
mostrador de servicios al público sellando libros devueltos y grita
en forma grosera a un usuario porque está cogiendo libros en la
estantería. Insiste en que todo tiene un orden de acuerdo con un
sistema y que los usuarios no entienden su trabajo. Piensa que
todo es demasiado fácil hasta que la jefe llama su atención y le
ordena reclasificar ―El origen de las especies‖ en cuya
codificación se había equivocado.

El Sistema de Clasificación Dewey se menciona con cierta


frecuencia en películas norteamericanas. Por ejemplo en “2012”,
el periodista demente que vive en el Yellowstone Park esperando
el fin del mundo, conserva una colección de mapas ordenada
según Dewey, y una voz resuena detrás de las estanterías en la
biblioteca escolar en donde estudia Bastian, el infatigable lector
de “La historia sin fin III”:
-―Los libros clasificados según el Sistema Decimal de Dewey, ver
en las fichas del catálogo‖.

¡Ah! Los sistemas de clasificación, indispensables para dar un


orden conveniente a las colecciones de las bibliotecas, no
solamente a los materiales bibliográficos sino audiovisuales, en
cualesquiera de sus especialidades, creados y perfeccionados a
lo largo de los años con el propósito de favorecer al usuario
facilitando sus consultas mediante el acceso a los temas de su
interés, pero que, paradójicamente, son considerados un
galimatías comprensible únicamente por los bibliotecarios.
Parecieran lenguajes inventados por ellos y para ellos, no para los
usuarios. Y el cine lo muestra como una realidad nada agradable
para los unos y los otros. Ejemplos claros de lo anterior son:
“Cómo perder la cabeza”, en la cual un joven se vanagloria de que
su novia bibliotecaria es la única que conoce verdaderamente la
DDC; “UHF”, que muestra en televisión un bibliotecario tipo
Schwarzenegger, quien levanta en vilo a un usuario por el simple
hecho de pedirle información, y además le pregunta con aire
amenazante si no conoce la Clasificación Decimal Dewey; y por
supuesto, “Party girl”.

La catalogación y la clasificación, aspectos


absolutamente profesionales en la vida del

113
bibliotecario, son descritas sobretodo en un filme,
Party girl de Daisy von Scherler Mayer (1995). Se
trata de una joven que termina trabajando en una
biblioteca para restituir el dinero a la madrina quien
había pagado su caución para salir de prisión. Ella no
solo se apasiona por este trabajo, ocasional, sino
que lo profundiza estudiando por sí misma la
Clasificación Decimal Dewey (CDD) y después
asistiendo a un curso. Las secuencias en la
biblioteca son 14, se desarrollan por más de 23
minutos y representan la máxima presencia de una
biblioteca en una película.

Estos ejemplos no nos ilustran científicamente


aspectos de la profesión, pero son particularmente
interesantes por cuanto ponen la atención sobre las
reglas del registro y de la clasificación que
constituyen para el bibliotecario un motivo de
distinción profesional. El cine sabe retomar los
aspectos más recónditos del individuo, en cuyo
argumento no pierde la ocasión para intervenir con
17
ironía.

Pero en “Legado de violencia”, Chris, un joven granjero que vive


con su padre y su hermano de 10 años, pregunta a éste:
- ―¿Qué haces?‖ y el niño responde:
- ―Organizo los libros de acuerdo con su olor; éste es de un tipo
que…‖

¿Y por qué no? Todos sabemos que es perfectamente posible


ordenar los libros por materia, autor, editorial, título, según su
tamaño o clasificarlos por colores, tal vez por su textura o por el
tipo de papel. Entonces ¿Por qué no de acuerdo con su olor?
Desde luego que nos veríamos en la imperiosa necesidad de
desarrollar un extraordinario sentido del olfato. He aquí un
interesante punto para reflexión: ¿A qué huelen la ―Biblia‖ y el

17
D'ALESSANDRO, Darío. Op. Cit. Página web.

114
―Corán‖? ¿Qué aroma tienen ―Mi lucha‖, ―Alicia en el país de las
maravillas‖, ―Cien años de soledad‖, la ―Divina comedia‖,
―Kamasutra‖ y el ―Algebra‖ de Baldor?

El trabajo en una biblioteca es por definición


―silencioso‖. En las películas es frecuente el gag
donde el silencio de la biblioteca es roto por algún
usuario o alguna acción trepidante, que choca con la
tranquilidad esperada: así en Cartas a Iris (1990),
Desayuno con diamantes (1961), El graduado
(1967), El sustituto (1996), Tallo de hierro (1988),
entre otras. Esto es una realidad: cuando alguien
hace ruido, el personal que trabaja en bibliotecas le
solicita que guarde silencio. Si el silencio impera en
la biblioteca, entrar en ella se percibe como una
sensación de intrusión, de violar un espacio sagrado
(15), que muchos escritores han recogido en sus
obras.

Desde el punto de vista del usuario, entrar a una


biblioteca, para consultar un libro requiere conocer
unos mínimos códigos de utilización del servicio. La
literatura da un paso más allá y sugiere a veces
explícitamente que los bibliotecarios, ocupados en
tareas inútiles, son enemigos de los lectores. Este
punto de vista tiene su contrapartida: en Su otra
esposa (1957), queda claro que las eficientes
bibliotecarias pueden no sólo ser las perfectas
intermediarias entre la información y sus usuarios
(16), sino que superan en cierto modo, la frialdad de
las máquinas; aunque finalmente se alían con ellas,
como debe ser.

Lo anterior choca con la bibliografía entorno a los


valores profesionales de los bibliotecarios: ésta no
deja de señalar hasta la saciedad, que un
bibliotecario en los albores del siglo XXI debe ser un
impulsor y componente de la generación del
conocimiento, un intermediario entre el usuario y la

115
información, poseer conocimientos técnicos y
capacidad de gestión, sin olvidar los valores
tradicionales y el buen trato (Arot, 2000).

Pero quizá lo que más se representa en el cine es al


propio usuario a la búsqueda y captura de la
información. Así, ―dos son las fuentes de información
institucional que con mayor recurrencia aparecen en
las obras literarias y cinematográficas: los archivos y
los centros de documentación.‖ (Gracia, 1994). El
personaje principal busca las fuentes de información
necesarias (es frecuente ver la prensa a través de
lectores-reproductores), como en Todos los hombres
del presidente, Ciudadano Kane (1941) o el film
clásico del director Jacques Tourneur La maldición
del demonio (1959, con Dana Andrews, Peggy
Cummins) que explota el tema del libro maldito que
no se halla en el British Museum (aunque figura en
sus catálogos), pero sí una copia en la biblioteca
particular del líder de una secta satánica. Es raro que
una película de cine negro o de espionaje no haga
alguna alusión a esta cuestión. Martin Raish lista un
conjunto de cerca de 100 películas que se utilizan
para una investigación, estudiar, encontrarse con
alguien o para otros propósitos, siendo el
bibliotecario una pieza más del mobiliario, que ayuda
18
a identificar el escenario.

Bernard, el protagonista de “Ya eres un muchacho grande”, es un


joven de 19 años, asistente de la Biblioteca Pública de Nueva
York, en donde aparece al comienzo de la película ubicando libros
mientras vuela en patines por entre los estantes; luego se sube al
montalibros y baja hasta el escritorio de circulación en donde lo
recibe, por supuesto, un fuerte llamado de atención.

18
PAZ YANES, Claudia. Op. Cit. Página web.

116
Bernard trata de encontrar la independencia de sus padres
insoportablemente arrogantes. La Madre esperaba que se
destacara en la biblioteca, pero llega a la conclusión de que:
-―Aparte de desarrollar habilidades no naturales con los patines,
has sido un completo fracaso‖.

La mayor parte del tiempo sus padres tratan de mantenerlo


alejado de las chicas, aunque la mamá debe, por el bien de todos,
vigilar mejor a su marido, que trabaja en la misma biblioteca como
curador de incunables y que, aparte de su oficina, tiene una
bóveda realmente ordenada donde alberga las cosas de valor…
como su erotismo y, obviamente, sus libros antiguos, más
valiosos que su esposa y la familia. Tanto así que durante una de
las escenas de llanto de la mamá, papá indica el pañuelo y dice:
-"Margery, tu pelusa se está pegando en la Biblia de Gutenberg".

Una razón más para que, finalmente, cansado de libros,


bibliotecas y padres, el muy profundamente frustrado auxiliar de
biblioteca tomara la misma Biblia de la bóveda para permitirse
aflorar sus sentimientos:
-"¡Al diablo con tu Biblia de Gutenberg! ¡Odio tu Biblia de
Gutenberg!"

Quizás sea pertinente anotar que la obligatoriedad de este


empleo fue impuesta por los padres, no por el deseo y mucho
menos por la vocación de Bernard. Lo mismo ocurre,
naturalmente, en cualesquier oficios que no satisfagan las
expectativas, ambiciones y proyecto de vida de los protagonistas,
ya sea en el cine como en la vida real.

Es una película, o una historia, repleta de imágenes interiores de


la biblioteca y eventos ocurridos en el devenir cotidiano de lo que
significa vivir entre libros y bibliotecarios.

“Su otra esposa”, que hace alusión al amor de un ingeniero por el


nuevo invento de la computadora, tiene lugar en el departamento
de Referencia de una estación de televisión. Por todas partes se
ve libros, documentos, estantes, mapas en el muro, sin descuidar
los tradicionales archivadores y escritorios metálicos grises de la

117
época. Todo es orden y limpieza, se nota la amabilidad de las
empleadas para atender consultas telefónicas y resalta la
amistosa camaradería entre ellas.

Tal como en la vida real, la no anunciada llegada del ingeniero


perturba la normalidad en el trabajo y la noticia de la adquisición y
próximo arribo de un computador para automatizar el
departamento preocupa al personal, temeroso de perder su
empleo. Y así como sucede cotidianamente en el mundo material,
una noche el ingeniero queda encerrado, igual que muchos
usuarios despistados, de aquellos que existen en cualquier centro
informativo, especialmente bibliotecas universitarias;
afortunadamente, la jefe de Referencia, Bunny Watson, regresa
en busca de algo que había olvidado y rescata al dedicado
ingeniero de sistemas, a quien invita a cenar en su casa, en
donde lo primero que se ve al entrar es la biblioteca, que
igualmente sirve como fondo en las vistas del comedor.

No falta el árbol de Navidad en la oficina ni el relajamiento


inoficioso de los empleados so pretexto de las fiestas
decembrinas. Tanto así que una llamada para indagar por los
nombres de los renos de Santa Claus es atendida por el ingeniero
de sistemas. El baile ocurre en las oficinas de Referencia. ¿Por
qué siempre sucede lo mismo? ¿Por qué las reuniones no se
llevan a cabo en las áreas administrativas, recreativas o de
deporte?

El Ingeniero y la jefe del centro buscan intimidad sentados en el


suelo, entre las estanterías, para hablar al calor de una botella de
licor. Imagen bastante curiosa si se tiene en mente las exigencias
impuestas a los usuarios en cuanto a reglamentos y normas de
conducta y actitud dentro de las bibliotecas y sitios similares.

Nota de probable interés para personas a cargo de actividades


sociales y culturales: Las salas de lectura con sus mesas y
silletería, amplios espacios y limpieza de pisos y ventanas, son
apetecidas por los directivos que, obviamente, no tienen su oficina
en dichas dependencias. Allí se reúne al personal de la biblioteca
o del archivo para celebrar la Navidad, el Año Nuevo, los

118
cumpleaños de empleados importantes; allí se brinda la copa de
vino al homenajeado y se ofrece el almuerzo al invitado. Para
muestra, la reunión navideña de “Su otra esposa” y el baile de
María, la pulcra y correcta bibliotecaria, sobre las mesas de
lectura en “Vivir de ilusión”, película seleccionada para su
preservación en el Registro Nacional Cinematográfico de los
Estados Unidos, en la Biblioteca del Congreso, por ser ―…cultural,
histórica o estéticamente significativa…‖. Tal vez podríamos
agregar, por ser una muestra de lo que no debe hacerse.

“Su otra esposa”

La reunión navideña es aprovechada por el ingeniero para


anunciar, inoportuno, la llegada de la computadora que permitirá
automatizar el centro de información de referencia. La imagen
siguiente es la gigantesca máquina ocupando el espacio donde
antes se encontraban los escritorios. El cambio es total. Se
resalta la señalización, antes inexistente: No tocar, No fumar. Casi
se siente el impacto que experimentan las empleadas. Llegan
visitas importantes para ver el progreso. El ingeniero y su
asistente no permiten hablar a las referencistas y nadie les presta
atención. Acto seguido reciben sus cheques de liquidación.

Mientras recogen sus pertenencias, la nueva y moderna asistente


de sistemas es incapaz de responder una consulta acerca de los
Watusi, ni de las minas del Rey Salomón. En el enorme tablero

119
titilan las luces mientras la antigua referencista proporciona
información inmediata, ya de memoria, ya tomada de materiales
escritos, incluyendo un extenso poema. La máquina enloquece
junto con la operaria que, fuera de control, abandona su trabajo y
el desconcertado ingeniero decide apagar la computadora.
Desaparecen las luces del tablero, se detienen las cintas que
giraban a los lados de la enorme máquina y se produce un grato
silencio. Entonces, una nueva consulta telefónica cuya respuesta
desconocen las referencistas, proporciona a la computadora la
oportunidad para reivindicarse y es la clave para demostrarnos a
todos, que humanos y máquinas pueden trabajar juntos.

Aunque sabemos que es difícil. Especialmente para las personas


mayores, acostumbradas al uso y consulta de los antiguos
catálogos en forma de ficheros, pero torpes y muchas veces
reacias al conocimiento y manejo de las tecnologías actuales. Así,
en la ya citada “Ciudad de ángeles”, al ingresar a una de las salas
de lectura, en uno de los muchos niveles del edificio de la
inmensa biblioteca, se oye voces inconexas, de usuarios
invisibles, entre las cuales una mujer exclama:
-―¡Qué pasó con las tarjetas; esas podían tocarse!‖.

En la ciencia ficción/fantasía la información se


equipara a conocimiento, que significa poder.
Curiosamente los valores que hoy día están ―fuera de
moda‖ —de custodio y preservador— son de gran
importancia en muchas obras de este género. Sobre
todo en las fantasías de destrucción del mundo,
donde la información se convierte en un factor clave.
La información, contenida en los libros del futuro
suele ser mágica o sagrada. A través de la literatura
y del cine (Griffen, 1987) se realizan anticipaciones
de la cultura, de la sociedad y sus manifestaciones.
Se suelen recrear bibliotecas totalmente
automatizadas, la vuelta a bibliotecas
rehumanizadas, la reinvención de bibliotecas tras un
cataclismo armagedónico o bien bibliotecas de la era
post-automatización, altamente tecnológicas y
―mentales‖ (por no decir telepáticas). Deudor de la

120
literatura utópica (Gracia, 1994), el cine ha reflejado
algunas de estas inquietudes. Así en 2001: Una
odisea del espacio (1968) no hay biblioteca sino una
gran computadora central, que se rebela contra sus
creadores. Este esquema de gran computadora
―madre‖, se repite en Alien (1980). A la vez que no
existen libros, desaparecen los placeres que la
lectura procura. En Roller Ball (1975, dir. Norman
Jewison, con James Caan, John Beck, Maud
Adams), todos los libros se han traspasado a la
memoria central del ordenador del planeta, llamado
―Zéro‖. Dicho ordenador se presenta bajo el aspecto
de una columna por la que circula un agua ―táctil‖. El
bibliotecario (señor mayor) desanimado por los
errores en los datos grabados, constata que todo el
siglo XV ha desaparecido. Una frase lo dice todo: ―No
es un siglo muy rico, excepto Dante y algunos papas
corrompidos‖, ironiza el bibliotecario. Como suele
suceder, el ordenador central se atasca y ante las
preguntas sólo responde ―Negativo, negativo‖, lo que
hace que el bibliotecario le pegue unas patadas y el
líquido de su interior salga por todas partes. Al no
haber libros (por culpa de estados totalitarios, por
incendios tipo Armagedón, etc.) las personas se
convierten en libros vivientes, como en Fahrenheit.
Aparecen robots antropomorfizados usados como
terminales para la búsqueda de información (como
los robots de la serie La guerra de las galaxias),
repetidos hasta la saciedad en las novelas de
ciencia-ficción (Asimov, Stanislav Lem, Ursula
LeGuin, etc.).

Referencias a la posibilidad de disponer de


―recuerdos injertados‖ en el cerebro, como en la
película Desafío total (1990, dir. Paul Verhoeven, con
Arnold Schwarzenegger, Sharon Stone, etc.), cuyo
protagonista tiene una vida ―inventada‖ por obra de
los chips, o la película española Abre los ojos (1997,

121
dir. Alejandro Amenábar, con Eduardo Noriega,
Penélope Cruz) (Saorín, 1998).

Apenas existen bibliotecarios: el usuario es el rey. Se


mencionan nuevos formatos (en Blade Runner
(1982) se lleva a cabo una investigación utilizando
elementos audiovisuales): cubos, cápsulas y otros
que sólo caben en la imaginación.

Sigue habiendo bases de datos que localizan


cualquier dato que se les pida. Sin ir más lejos, en
sagas de cómic y cine, el personaje de Superman,
posee una visión muy ―tecnológica‖ (rayos X,
cristales holográficos, etc.). Frente a tanta tecnología
surge un inevitable contraste con la poca evolución
19
de la especie humana.

Marcos Ros-Martín presenta las siguientes observaciones de “La


guerra de las galaxias”, unas semanas antes del estreno del
Episodio III – “La venganza de los Sith y La biblioteca Jedi de
Coruscant”.

No sé si volverá a aparecer Jocasta Nu, la archivera


Jedi, o si simplemente el Templo será destruido. La
primera misión de Anakin Skywalker es la
recuperación de un Holocron de los Sith que se
encuentra custodiado en el Templo de Coruscant y
por ende en la biblioteca.

Lo primero que debemos señalar es que existen


otras bibliotecas dentro de la imaginería de Star
Wars. Sin embargo es la de Coruscant, por razones
obvias, la que está mejor descrita. A modo de
curiosidad, la primera biblioteca Jedi que se
construyó se encontraba situada en el planeta Yavin
IV, que es precisamente el que iba a ser destruido
por la Estrella de la Muerte. Lo más curioso de esta

19 Ibid.

122
biblioteca es que los Jedis decidieron transformar
completamente el planeta. Así, de un clima desolado
se pasa al frondoso bosque tropical y, segundo, los
Jedis construyen la biblioteca y a su alrededor se
desarrolla la ciudad que siglos más tarde de su
construcción es completamente abandonada y, junto
a ella, la biblioteca se convierte en un mito.

Pero debemos volver al Archivo del Templo Jedi en


Coruscant. Este Templo es el principal hogar de la
Orden Jedi, aunque existían otros templos en Ilum y
Kamparas. En Coruscant se encontraba el Alto
Consejo junto con la biblioteca más grande
conocida, gestionada por los Jedi y supervisada por
Madame Jocasta Nu. Como en todos los templos del
conocimiento, la atmósfera dentro de esta biblioteca
es pausada y tranquila, gracias en parte al efecto que
provoca la luz natural que penetra a través de los
ventanales y que se refleja en el pavimento del suelo.
En los laterales se disponen las estanterías que
albergan los hololibros, que emiten una tenue luz
azul, dispuestos a ser consultados por aquel
investigador que necesite de sus informaciones.

La bibliotecaria Jedi, Jocasta Nu, tiene una


apariencia frágil debido a su avanzada edad pero
conserva un abrupto temperamento. Jocasta ha
servido a los Jedi durante muchos años y
actualmente sirve a la Orden como Directora del
Archivo. Las ropas que viste representan los
símbolos de Ansata, que indican la devoción al
conocimiento y al aprendizaje. No fue una brillante
guerrera pero aún conserva su sable láser como
recuerdo de días lejanos al servicio de la Orden.

Una de sus funciones como bibliotecaria, además de


la custodia de los registros almacenados en los
archivos, es la preparación de las misiones de los
Jedi a lo largo de la galaxia. Podríamos decir que los

123
documenta para que estén preparados ante los retos
que van a enfrentar.

La seguridad de la bibliotecaria en cuanto se refiere a


la eficiencia y capacidad de su biblioteca se refleja
claramente en un diálogo que ésta sostiene con Obi
Wan Kenobi, quien busca información de un sistema
planetario llamado Kamino, que no aparece en las
cartas de los archivos.
-―Siento decirlo, pero creo que el sistema que buscas
no existe‖.
-―Imposible. Quizás los archivos están incompletos‖.
-―Si un elemento no aparece en nuestros archivos es
que no existe‖.

En esta estereotipada visión de la profesión, Jocasta


Nu aporta una respuesta típica del comportamiento
bibliotecario en general, pues presume que su
conocimiento de los fondos que custodia es superior
a la posibilidad de fracasar en un proceso de
recuperación de la información.

Centrémonos en los materiales de consulta de esta


biblioteca. Por un lado, disponemos de distintos
terminales informáticos que Kenobi utiliza, afirmando
que Kamino no aparece en los registros; por otro,
tenemos disponibles, principalmente, los hololibros
de las estanterías y de forma secundaria los
holocrones.

Los hololibros consisten en billones de documentos


que se encuentran a disposición de los
investigadores y contienen cada logro científico y
cada registro histórico de la República, más allá de
los conocimientos propios de la Orden Jedi.

Los holocrones son usados tanto por los Jedi como


por los Sith. Un holocron y por ende un hololibro, es
un dispositivo de almacenamiento en cristal que

124
puede contener distintas tipologías de información y
en general se utilizan para la enseñanza de los
caminos de la Fuerza, tanto de los Jedi como de los
Sith. Cuando se activan, la información se presenta
en forma de holograma. Usualmente aparece su
creador y es posible interactuar con él. Sólo un
iniciado en la Fuerza puede activar estos
dispositivos, pero una vez iniciados cualquiera puede
interactuar con el holograma.

Los holocrones Jedi tienden a presentar forma de


cubos cristalinos, mientras que los correspondientes
a los Sith son piramidales. Un holocron Sith muy
especial, con doce caras, se encuentra custodiado
en los Archivos del Templo Jedi de Coruscant. El
mismo Yoda todavía no ha sido capaz de desvelar
todos sus secretos, ya que no es nada sencillo
manipular estos sistemas, que incluyen información
sobre armas, armaduras, androides, vehículos y
naves espaciales. Cada holocron Sith contiene la
personalidad de su creador, por lo que siempre
intentan corromper a sus lectores y hacerlos caer en
20
el Lado Oscuro.

Tal vez debemos aclarar, a fin de evitar posibles confusiones, que


el uso indistinto de los términos biblioteca y archivos no significa,
en absoluto, que sean lo mismo y que indudablemente el
concepto archivo al que se refiere la bibliotecaria, se refiere a la
información archivada, almacenada como materia prima de la
biblioteca.

20
ROS-MARTI, Marcos. Darh Vader, un holocrón y la biblioteca
Jedi de Coruscant [en línea] Disponible en:
http://www.documentalistaenredado.net/181/darth-vader-un-
holocron-y-la-biblioteca-jedi-de-coruscant/ (Consulta: 6 Enero
2010)

125
“La guerra de las galaxias”

Los desarrollos tecnológicos en el manejo de la información


alcanzan su máxima expresión en “AI: Inteligencia artificial”,
representados en la figura del Dr. Know, algo así como Doctor
Conocimiento, una máquina contestadora que proyecta
21
hologramas volumétricos, y ayuda a un par de robots
humanoides a buscar el secreto para convertirse en humanos
reales. El Dr. Know no es realmente una biblioteca sino una
organización sistemática del conocimiento que puede ser
consultada por los usuarios.

No podríamos enumerar todas las películas que muestran, en


mayor o menor grado ese mundo silencioso, que en la actualidad
es cada vez menos silente, de las bibliotecas. Imposible pasar por
alto “El lector” con su visión tan propia de la necesidad que
representan la biblioteca escolar, la universitaria, la modesta pero
especializada biblioteca en la oficina del abogado, la biblioteca
carcelaria y la pequeña, limpia y ordenada colección de libros y
audiolibros en la diminuta celda de la prisionera ex nazi.

21
RAISH, Martin. Librarians in the movies: An annotated
filmography [en linea] Disponible en:
http://emp.byui.edu/RAISHM/films/introduction.html (Consulta 12
Abril de 2010).

126
Cuando el teniente William Somerset se hastió de
permanecer en casa durante una noche de insomnio,
decidió abandonarla cogiendo un taxi. En cuanto
estuvo a bordo, pausadamente encomió al taxista
que se alejase de la ciudad tanto como pudiese. De
esta forma, el detective llegó hasta la biblioteca.
Deberíamos perdonarle al director que el lugar más
lejano de una ciudad fuese una biblioteca, lo que nos
aporta mucha información, puesto que, para vivir en
un lugar donde siempre está lloviendo, del que sus
habitantes, asqueados, nunca pronuncian el nombre
y se refieren a ella como aquí, o maldita ciudad. Sin
embargo, como ya se apuntó en La biblioteca en la
narrativa y el cine, el papel de la biblioteca en esta
película es el de espacio clave de búsqueda de algún
dato que ayude a desvelar un misterio o solucionar
un problema; el detective estudia en la biblioteca
unos libros para comprender el patrón que seguía el
asesino de la película “Los siete pecados capitales”.

Disponemos de dos elementos bibliotecarios


cruciales para hacer progresar la trama. El primero
ya lo hemos revelado: la investigación de Somerset
dentro de la biblioteca, mientras que el segundo
parecía pertenecer a la paranoia norteamericana, de
ser investigados y vigilados por el Gobierno de los
Estados Unidos de América.

Pero comencemos por el principio. William Somerset


es un policía al que le restan 7 días para jubilarse,
mientras que David Mills es un detective recién
llegado a la ciudad, con mucha ambición y poca
paciencia. El primero es reflexivo y culto; el segundo
es joven, impulsivo y no mide las consecuencias de
sus actos.

Mientras el joven repasa una y otra vez las pistas de


los crímenes, el viejo acude a la biblioteca para
estudiar los libros en los cuales podría haberse

127
inspirado el asesino. Somerset ingresa a la biblioteca
por la noche, cuando se encuentra cerrada y los
vigilantes juegan al póquer, acto que les representa
una amonestación porque, según él, rodeados de
tantos saberes prefieren jugar a las cartas.

Así pues, el veterano detective comienza sus estudios


paseándose por entre las estanterías de una biblioteca, sin
bibliotecario, y, aparentemente, sin necesidad de consultar
el catálogo, empieza a seleccionar libros de las
estanterías. Básicamente, en la película se hace
referencia a dos textos: los Cuentos de Canterbury, de
Geoffrey Chaucer, y la Divina comedia, de Dante Alighieri.

La información recopilada en sus lecturas no fue de ayuda


suficiente por lo cual deben acudir a los servicios de los
bibliotecarios, en este caso excepcionales. Es entonces
cuando Somerset confirma al joven Mills que el FBI
dispone de un registro de libros prohibidos que prestados
aleatoriamente no suelen aportar mayores problemas,
pero que si se empieza a solicitar libros muy próximos
entre sí, en forma de patrón, los agentes federales
acabarán investigando a esa persona. A través de un
contacto, el viejo detective compra una lista de usuarios de
bibliotecas que han pedido prestado alguno de los libros
señalados en una lista anexa y, esta vez sí, descubren al
22
asesino, llegando hasta la puerta de su casa.

22
ROS-MARTÍN, Marcos. Los crímenes de Los siete pecados
capitales y una biblioteca. [en línea] Disponible en:
http://www.documentalistaenredado.net/232/los-crimenes-de-los-
siete-pecados-capitales-y-una-biblioteca/ (Consulta: 5 Septiembre
2010)

128
Inteligente e interesante el señor detective. Pero al reflexionar nos
preguntamos: ¿Y qué pasa con el derecho a la información? ¿Y a
la lectura? ¿Y el deber de la biblioteca pública de atender a todos
sus usuarios sin discriminación y satisfacer sus necesidades
informativas, culturales o académicas? ¿Pueden los gobiernos
censurar nuestros intereses lectores y los soportes informativos
en cualesquiera de sus formatos, bien se trate de antiguos o
actuales? Nos referimos a libros en papel, papiro, pergamino, o
discos de acetato, en fin, información material o digital.

Quizás en ciertos casos todo sea para bien de la sociedad. Pero


¿quién puede garantizar que todos los miembros de un gobierno,
o de una institución policial son íntegros, éticos y buenos? Sería
caótico volver a sumergirnos en el oscurantismo medieval y en la
igualmente oscura historia de los inquisidores.

También es importante destacar la manera como, especialmente


en el cine norteamericano, es generalizada la utilización de la
hemeroteca como fuente primaria de información relevante
cuando se trata de resolver un crimen o un misterio. Nos parece
normal y necesaria la escena del investigador que busca en el
lector de microfilmes los diarios o revistas que informaron acerca
de un determinado evento, para indagar los motivos, ocultos o no,
del mismo. Para citar un ejemplo, en “Bajos instintos” un médico
psiquiatra investiga en la hemeroteca y descubre que el policía a
cargo de un caso por asesinatos en serie, es un hombre corrupto
implicado en varios crímenes cometidos en otra ciudad. Así las
cosas, el bien triunfa sobre el mal y permite forjar un mejor
argumento para quienes disfrutan de la película. Pero, para
nuestro entender, muestra la hemeroteca, parte vital de toda
biblioteca, como un espacio útil y eficiente en donde existe
información válida para el éxito de cualquier trabajo.

En fin, el profesor universitario “Indiana Jones en el reino de la


calavera de cristal” irrumpe en motocicleta deslizándose, al caer, a
lo largo de la enorme sala de lectura de una biblioteca repleta de
estudiantes, y, al ser interrogado por uno de ellos acerca de cierto
autor, responde:
-―Si quieres ser un buen arqueólogo debes salir de la biblioteca‖.

129
“Billy Elliot”

Habrá que definir claramente los conceptos de teoría y de


práctica, lectura y trabajo de campo. La aventura del saber y la
aventura de acción. Cada cosa en su lugar, como lo muestra
“Billy Elliot” cuando decide, por praxis y sobre todo por
necesidad, llevarse a su casa el libro de ballet que la bibliotecaria
se niega a prestarle y que, por supuesto, no puede usar de
manera práctica en el bibliobús ni en ningún otro lugar público.

130
LOS BIBLIOTECARIOS EN EL CINE

Una curiosa generalización en el cine es la imagen tímida, oscura


y misteriosa del bibliotecario. Claro que, por el contrario, a
muchas personas no les parece curiosa sino totalmente normal.
El hermano Malaquías de “El nombre de la rosa”, es un hombre
hosco que protege le entrada a la biblioteca como un perro
guardián y es, obviamente, el asesino. Lo mismo sucede en
“Mujer soltera busca”, cuya antagonista, Hedra Carison, una
enferma mental y homicida despiadada, trabaja precisamente
como bibliotecaria. Igualmente son muchos los ejemplos de
mujeres que desempeñan este oficio durante el día, pero que en
la noche desdoblan su personalidad para convertirse en
desinhibidas y ardientes devoradoras de hombres en un cabaret o
en un club de striptease. Es el caso de Jill, la bibliotecaria de
“Juerga de solteros”, una joven pelirroja vestida con discreción,
típica bibliotecaria de película, con grandes anteojos, tímida,
asustadiza y académicamente bien preparada, de quien Kyle, el
mujeriego incorregible, cuenta a su amigo que está saliendo con
una pequeña pelirroja fantástica y muy ardiente, lo cual se
confirma cuando finalmente la vemos con traje de cuero negro y
un libro en las manos, en su rol de mujer dominante frente a Kyle,
atado a la cabecera de la cama.

131
“Juerga de solteros”

“Juerga de solteros”

Ni siquiera el cine rojo ha ignorado la existencia de las


bibliotecarias ni la necesidad de incluirlas en sus argumentos y
escenarios. Hay una “Blanca nieves y los siete enanitos” de corte
absolutamente pornográfico y una “Alicia en el país de las
maravillas” en versión erótica del cuento clásico, en la que Alicia
es una virginal bibliotecaria, alegre y extrovertida, que actúa y se
viste como una mujer menor de lo que realmente es. Alicia
rechaza a William, un pretendiente, porque él insiste en un
comportamiento que ella, muy mojigata, considera inapropiado y
mientras sueña despierta acerca de cómo organizar su vida, un
conejo blanco toca su hombro y Alicia lo sigue al País de las
maravillas, donde animales y personas la introducen en el
descubrimiento de su propia imaginación y placer. Finalmente,
después de una aventura sexual en el imperio de la Reina de

132
corazones, decide que ese mundo no es para ella y siente, simple
y espontáneamente, un fuerte deseo por William.

Hay dos versiones de esta película. Una es de corte fuertemente


pornográfico (Hard-core X-rated) y la otra es (R-rated), restringida
para menores de 17 años, que requieren la compañía de padres o
tutor adulto.

Dejando a un lado el erotismo vemos otro bibliotecario, “El


guardián de las palabras”, con todo el aspecto de ser un demente,
pues presiona y asusta a un niño tratando de obligarlo a recibir el
carnet de lector para que lleve libros en préstamo.

Durante mucho tiempo, en el transcurso de la historia


de los pueblos, la representación social que tienen
los bibliotecarios, las bibliotecas y los libros dentro de
la cultura de las masas, quedó relegada por un
estereotipo surgido obscuramente a través del
tiempo debido a experiencias que surgen desde
tiempos de los monasterios.
23
Según Saquilán , podemos dividir las
representaciones sociales del bibliotecario en tres
etapas. La primera que está situada en la antigüedad
en donde encontramos un grupo privilegiado que
tiene acceso a los materiales, quienes los custodian,
conservan, almacenan, los copian y traducen,
generalmente en monasterios, en donde las
presentaciones de la biblioteca son sitios obscuros,
húmedos y con un uso restringido a bibliotecarios
eruditos y cultos, generalmente monjes o frailes. Sólo

23
SAQUILÁN, Verónica María. ―Estudio acerca de las
representaciones sociales del rol del bibliotecario, en usuarios de
la Biblioteca Central de la Universidad Nacional de Mar de Plata‖.
Mar de Plata: Universidad Nacional de Mar de Plata, 2005. p. 30.
Citado en: ZURITA CARRERA, Martha Patricia. Los bibliotecarios,
las bibliotecas y el libro en el séptimo arte. OP. CIT

133
ellos saben el valor de la información que se
encuentra registrada en los libros.

La segunda etapa se refiere a la desarrollada


después de la imprenta de Gutenberg, en la cual los
libros circulan en grandes cantidades, todos tienen
acceso a ellos y al conocimiento que pueden darnos.
La industria editorial se desarrolla enormemente a
través de duplicación por medio de la imprenta. Aquí
el bibliotecario tiene un matiz de no sólo conservar y
custodiar, sino de organizar colecciones y procesar la
inmensa cantidad de información que se tiene en la
biblioteca.

He aquí que tenga la necesidad, el bibliotecario, de


adquirir destrezas nuevas en la catalogación y
clasificación de materiales. Esto ocasiona una faceta
de control burocrático que en la imagen social del
bibliotecario indica el dejar de ser parte de una
estructura de poder, perdiendo prestigio.

Y finalmente la imagen del bibliotecario en el


contexto actual de la era de la información, en la cual
los instrumentos que permiten recuperar la
información tienen facetas completamente
inesperadas, en donde la tecnología juega un papel
sumamente importante, que lleva al uso de las
Tecnologías de Información y Comunicación
demandando del bibliotecario que no sólo conserve
la información, sino que la produzca; que la organice
pero para difundirla filtrada y analizada.

Las características de la imagen ancestral de las


bibliotecas son idea de espacio físico cerrado, un
espacio sacralizado, un templo del saber, un espacio
alejado de la vida, del mundanal ruido, símbolo de la
cultura, un lugar de conservación. Vemos reflejado
esto en los medios de comunicación, la literatura y el
cine: un lugar silencioso, sitio de estudio, se

134
relacionan en general al libro impreso y con el acto
de leer literatura seria, concentrada, con fines como
el preparar discursos, oposiciones, un símbolo
inequívoco de orden tanto de la biblioteca como del
bibliotecario en su persona hasta la manía.

A los bibliotecarios se les da un estereotipo que va


de una persona anciana, calva o de Moño, asociado
con la decrepitud y falta de belleza, las pesadas y
horribles gafas que no faltan ni en los jóvenes ni en
los viejos dando una característica de persona
encerrada, vista quemada o corta, malhumorados o
intolerantes, que se utiliza como un sinónimo de la
seriedad o de una persona completamente
introvertida. Pero… podemos mencionar que las
características de los bibliotecarios tienen una
variación bastante notable en películas de hace 20 ó
24
30 años a las más recientes.

El médico Jonathan Harker responde un aviso por el cual se


solicita un bibliotecario para organizar la biblioteca del castillo del
Conde Drácula. Harker es la vívida imagen del hombre educado,
de buenos modales y bien vestir, amante de la tranquilidad que
puede brindar un castillo apartado del bullicioso ajetreo de la
ciudad y siempre está dispuesto a salvar a una mujer en apuros
ante el “Horror de Drácula”.

Aún hoy resulta fácil suplantar a un bibliotecario. Sin importar la


legislación al respecto, cualquier persona puede acceder a la
Dirección de una biblioteca pública o privada. Médicos, como en
esta película, periodistas, ingenieros, administradores de
empresas, o simplemente secretarias o almacenistas. No hace

24
ZURITA CARRERA, Martha Patricia. Los bibliotecarios, las
bibliotecas y el libro en el séptimo arte. [en línea] Disponible en:
http://edumed.imss.gob.mx/edumed/eventos/4conv2/Morelos2008
/PRESENTACIONES/T-ESPECIAL-Loslibros.pdf (Consulta 5
Septiembre de 2010).

135
falta mencionar ejemplos. Al menos en Colombia, todos sabemos
que más de uno, o una, aspira a ser director o directora de la
biblioteca de su preferencia, aún en instituciones educativas de
nivel superior. Ni qué decir de las bibliotecas públicas. Y no
requiere estudios específicos, ni siquiera un título que acredite su
preparación académica en Bibliotecología, Biblioteconomía o
Ciencias de la Información. Las leyes son lo de menos.

Inclusive los soldados universales como Jet Li, el fugitivo desertor


de “La máscara negra”, transformados en no se sabe si androides
o robotoides mediante la inserción de aditamentos electrónicos
en el cerebro, carentes de raciocinio y de instinto y a quienes
mueve únicamente el impulso de asesinar, consigue empleo,
paradójicamente, en una biblioteca.

Oculto tras su nueva personalidad como un juicioso hombre de


libros, explica que éste es justo el trabajo menos parecido a su
pasado violento. Sólo que tan drástica metamorfosis acarrea
ciertas consecuencias; si evita los problemas, esquiva las
diversiones y la vida social, ante los ojos de los demás tiene que
ser homosexual ¡Obvio!

Aunque en parte moderno y más humano, Cheng Ching, el


bibliotecario que viaja en “El tren de Zhou Yu” o “El tren a la
poesía”, baila por los pasillos entre las estanterías de la biblioteca,
levanta paquetes de libros a manera de pesas para ejercitarse,
escribe poesía y hace el amor apasionadamente, huye con
dramática timidez ante la hermosa Zhou Yu luego de entregarle
un poema y, finalmente, se muestra como un ser insensible,
capaz de abandonar a la mujer que le ha entregado su fe y su
amor desinteresados, para irse muy lejos en pos de un trabajo
que le permitiera estar solo, escribir y leer sin distracciones.

La vida de Felicie, una muchacha francesa, se desarrolla como un


verdadero “Cuento de invierno”. La inestabilidad de sus
sentimientos lucha entre tres amores: el cocinero norteamericano
Charles, padre de su hija Elise, de cinco años, el peluquero
francés Maxence, en cuyo nuevo apartamento hay una estantería

136
de madera que cubre la pared y está completamente vacía,
motivo para que Felicie dijera amablemente burlona:
-―Jamás lograrás llenar todo eso con libros‖
-―Pondremos adornos‖

Al llegar a esta escena se siente un vacío recorrer nuestro archivo


de imágenes mentales de lo que es una estantería cuando
cumple con las funciones para las que fue creada. Sin mencionar
la tristeza por la verdad de la sencillez que representa cambiar
libros por… adornos.

Y Loic, joven y bien parecido, bibliotecario profesional, también


francés, que trabaja en la Bibliotheque Municipale y tiene en su
casa una gran colección de libros ordenados sobre algunos
muebles y anaqueles de biblioteca situados en la sala-estudio,
aunque los más llamativos son, definitivamente, los que ha
colocado sobre la blanca chimenea.

La biblioteca queda en una calle solitaria, de edificios en ladrillo al


descubierto. En los muros internos se observa los típicos posters
de promoción a la lectura y de eventos futuros o pasados. La
oficina de Loic está llena de libros en estantes, que dan la
impresión de ser herramientas bibliotecarias para trabajos de
clasificación y consulta de referencia. En ningún momento
producen la misma sensación de orden y pulcritud que los de su
apartamento.

Loic es un hombre educado, lector consumado y conocedor de


obras y de autores, capaz de expresar sus ideas con claridad y
juicio analítico. Pero, según expresa Felicie a su madre, tiene
graves defectos:
-―No es el tipo de hombre que me gusta. Es demasiado
intelectual; es demasiado dulce para vivir con él‖.

Y se justifica ante Loic:


-―Para ti sólo es verdad lo que está escrito. Me has enseñado
muchas cosas y ahora me siento menos inculta. Pero no quiero
ser culta. Sólo quiero ser yo misma‖.

137
¿Quién puede comprender a la naturaleza humana?

El prototipo de los estereotipos es sin duda alguna la


mujer que el ángel custodio muestra al protagonista
George (James Stewart) en La vida es maravillosa (It’s
a Wonderful Life) de Frank Capra (1946) cuando, para
disuadirlo del inminente suicidio, le enseña cómo habría
sido su país si él no hubiera nacido. Así, entre las cosas
negativas, le muestra a su esposa transformada en una
anciana bibliotecaria vestida modestamente, infeliz, fea,
apagada, con anteojos, mientras sale de la biblioteca de
Pottersville con algunos libros bajo el brazo, en una
brumosa noche otoñal y va a sentarse, sola, en una
banca de los jardines públicos. Una mujer que es el
opuesto a la simpática y alegre esposa y madre de
familia que es su esposa real. Es probable que, por el
gran éxito obtenido por este filme, se haya dado cuerpo
al estereotipo de bibliotecaria solterona que el cine no
puede quitarse de encima.

Para los bibliotecarios hombres, las imágenes que se


ofrecen son quizás menos edificantes en su estereotipo.
Entre ellos, el 20% son asesinos, desviados sexuales,
deprimidos y alcohólicos. De todos modos es
interesante notar que esta tipología de bibliotecarios no
pertenece a la cinematografía estadounidense, en cuya
tradición siempre está presente la biblioteca pública, que
ha significado el espíritu laico de la biblioteca como
servicio básico, que pertenece a las cosas de la vida
cotidiana. En Europa, en cambio, la biblioteca tiene sus
raíces en los conventos y en las cortes de los príncipes
del renacimiento. Bibliotecas protegidas, en ese
entonces por la iglesia y por el soberano. Sólo en el
siglo XIX la biblioteca se presenta en Europa como
pública y autónoma, pero todavía no puede salir por
completo de la actitud mental de un servicio ligado -y de
alguna manera sometido- al poder. Así el bibliotecario
en la consideración común aún no ha adquirido un peso
específico en la sociedad del viejo continente, al

138
contrario de lo que sucede en Estados Unidos, donde
ser bibliotecario es un trabajo similar a muchos otros.

Todo esto no se escapa del cine que muestra, en las


películas europeas, situaciones absolutamente
horripilantes ligadas a la figura del bibliotecario.
Recordemos las que se ambientan alrededor del
personaje de Rémy Callios, en el filme francés Los ríos
de color púrpura (Les riviéres pourpres) de Mathieu
Kassovitz (2000). En este film se encarna un
bibliotecario que transforma la biblioteca de la
universidad de un país alpino en un laboratorio de
genética, asignando a los estudiantes los puestos de
lectura de manera que se conozcan y después se
casen. Anteriormente su padre, también bibliotecario,
había iniciado esta actividad de mejoramiento de la raza
participando en un proyecto secreto que inducía los
cambios, en la sala de parto del hospital,
intercambiando neonatos de montañeros (fuertes) con
los de profesores (débiles). En el filme, Rémy aparece
muerto, desnudo, torturado, extendido sobre la mesa del
instituto de medicina legal.

En otro filme francés, Su última noche (Leur dernière


nuit) de George Lacombe (1953) el director de una
biblioteca pública de París, interpretado por Jean Gabin,
hombre estimado de día, de noche se transforma en el
jefe de una banda de criminales. Entre los bibliotecarios
ingleses encontramos un espía y un asesino, el primero
interpretado por Richard Burton en El espía que vino del
frio (The Spy Who Came in from the Cold) de Martin Ritt
(1965) y el otro, es un bibliotecario asesino, solitario y
discapacitado que en el filme Historia del Corazón (The
Tell -Tale Heart) de Ernest Morris (1960), enamorado
de la bella vecina del frente que ama a su amigo, lo
mata y lo entierra en el jardín. Entre los daneses
encontramos un bibliotecario alcohólico en el filme
Forbrydelsen element de Lars Von Traer (1984),
mientras entre los italo-franceses, se encuentra el

139
famoso viejo fraile Jorge de Burgos, personaje nacido
de la fantasia de Humberto Eco, que en El nombre de la
Rosa (Il nome della rosa) de Jean-Jacques Annaud
(1986) mata a sus compañeros para que no revelen el
contenido de un texto que podría afectar la fe cristiana y
después da fuego a la biblioteca del convento
25
benedictino.

“Miranda” es una mujer misteriosa y aparentemente


peligrosa, de la que cae completamente enamorado el
protagonista, un apocado bibliotecario, mientras
contempla a través de la cristalera de su biblioteca cómo
ella delicadamente se saca un moco de la nariz. Y como
si de una muñeca Barbie se tratase, aparece con toda la
variedad de peinados posibles, con los más sofisticados
vestidos, fumando de las maneras más arrogantes y
escupiendo frases de lo más sensuales y provocativas.
Enamora y cautiva a cualquier hombre que se cruza en
su camino. Es Miranda, una secretaria con diferentes
identidades: enigmática, manipuladora e inteligente, que
aparece en la solitaria vida de Frank, un bibliotecario
romántico y ansioso por descubrir el verdadero amor.
Frank se enamora desde el primer momento y cuando
ella desaparece repentinamente, él viaja a Londres en
su búsqueda, para encontrarse con la sorpresa de que
su adorada Miranda tiene tres identidades: bailarina,
26
dominatriz y estafadora.

El psiquiatra y antropófago Hannibal Lecter escapa de


su encierro para criminales dementes en Baltimore y se
establece en Florencia, Italia, donde para ocultarse de

25
D'ALESSANDRO, Darío.Op. cit. Página web.

26
MARTÍNEZ, Juan Beiro. Miranda de Marc Munden [en línea]
Disponible en: http://www.labutaca.net/films/28/miranda1.htm
(Consulta: 16 Abril de 2010)

140
las autoridades se convierte en bibliotecario de la
Fundación Capponi. Ha cambiado su identidad por la del
bibliotecario interino. El bibliotecario oficial, el señor
Bonaventura, desaparece misteriosamente y el consejo
de la Fundación se reúne para considerar los posibles
candidatos, además de decidir cómo se va a proceder
para asignar un nuevo bibliotecario ante la larga
desaparición del titular.

Es un hombre refinado que demuestra una gran cultura,


sobre todo en lo tocante a lo italiano y a Dante Alighieri,
aunque no en conocimientos específicos relacionados
con la Bibliotecología. Pero la exposición del criminal es
muy bien acogida por los miembros de la Fundación
asegurándole el puesto.

De la biblioteca nobiliaria se nos muestra poco. Parece


una vivienda normal, ni siquiera un palacio, eso sí con
un piano, bustos y esculturas de lo cual el bibliotecario
es el conservador. Apenas se deja ver las estanterías y
Lecter se pasea en pijama por la biblioteca. En cuanto a
las escasas pertenencias del anterior bibliotecario,
27
caben en un par de maletas.

La verdad sea dicha, tampoco hay derecho para exagerar


diciendo que todos los bibliotecarios de las películas son feos,
malos o enfermos.

Tal como en las aventuras anteriores, Bastian continúa


metiéndose en problemas con los muchachos malos de la
escuela. Su vida es una “Historia sin fin 3”, pero ya es
adolescente y, por supuesto, los malos también han crecido y son
más malos.

27
ROS-MARTIN, Marcos. De Hannibal el caníbal a Hannibal el
bibliotecario [en línea] Disponible en:
http://www.documentalistaenredado.net/257/de-hannibal-el-
canibal-a-hannibal-el-bibliotecario/ (Consulta: 6 Enero 2010)

141
En la nueva escuela, esta vez huyendo de Los bestias, la pandilla
que aterroriza a chicos y grandes, tanto niños como niñas, busca
refugio en la biblioteca; grande, bien surtida y ordenada. En esta
ocasión, su salvación no fue la librería de la esquina como cuando
era más pequeño sino la biblioteca, pero… alguien habla en voz
alta y un hombre surge desde atrás de las estanterías. ¡Sorpresa!
El bibliotecario es, aunque más viejo, el mismo señor Koreander,
partícipe o causante de sus dos anteriores aventuras.

Luego de reconocerse mutuamente, el niño descubre emocionado


que su viejo amigo se encuentra allí con todos los libros que antes
conformaban la librería, entre ellos… ―La historia sin fin‖, el libro
mágico en el que ingresó años atrás. Pero el bibliotecario explica:
-―¡A partir de ahora es un libro de referencia y no debe salir de la
biblioteca bajo ninguna circunstancia!‖

También Los bestias comprenden que mientras posean el libro,


todo lo que hagan en la biblioteca sucederá igualmente en
Fantasía y comienzan la semi-destrucción de la misma, mientras
la emperatriz entrega a Bastian, como un préstamo especial, el
poderoso Oran, su medallón mágico, a fin de que el niño pueda
regresar al mundo humano y rescatar el ―Gran libro‖ que se
encuentra en poder de Los bestias:
-―Utilizarás el poder del Oran para poner el libro a salvo en manos
del bibliotecario‖.

¿Quién más idóneo para proteger, preservar, administrar y


diseminar la información contenida y el igualmente rico tesoro de
su continente, el libro?

Y al final, Mr. Koreander, el librero convertido en bibliotecario


escolar, con quien el mágico libro estará siempre a salvo, se
presenta para reclamar el volumen misterioso, con su típica
sonrisa de picardía y complicidad.

El protagonista de “El carnaval de las tinieblas” es un


viejo bibliotecario que vive de la lectura y de los
sueños de los demás, hasta una noche de tormenta
cuando llega una tenebrosa feria que cumple los

142
sueños de sus habitantes a costa de sus vidas. El
hijo del bibliotecario descubre el secreto de los
feriantes y se desencadena una persecución que lo
lleva junto con su padre y otros niños a refugiarse en
la biblioteca. Allí, el bibliotecario enfrenta a los malos
y consigue salvar a los habitantes del pueblo de un
inminente y trágico fin.

El bibliotecario se muestra como un hombre bien


vestido, con los brazos cargados de libros. Coloca
uno en el estante y recomienda algunos de aventuras
a los niños, e inclusive hace trabajo de referencia
buscando información acerca de Viajeros. Por cierto,
la biblioteca es estupenda y la callada actividad de
los niños en los corrillos fuera de clase es mucho
más espeluznante que las escenas normales de
persecución frenética de otras películas. Pero hay
una escena dolorosa protagonizada por el misterioso
Mr. Dark, dueño de la feria, cuando rasga, una a una,
28
las hojas de un antiguo libro de la biblioteca.
29
Alicia Hull es la bibliotecaria del pequeño pueblo de Kenport, en
New England: viuda, cabello recogido en moño y un tanto
recargado. Dedicó 25 años para construir la biblioteca que un día
llegaría a convertirse en “El centro de la tormenta”, iniciada en un
pequeño cuarto detrás de un bar y transformada en un hermoso
edificio cubierto con hiedra. Quiere agregar al edificio un ala para
niños y el Concejo del pueblo está dispuesto a aprobar el
proyecto, por unanimidad y sin ir a debate, con una condición:
Que retire de las colecciones de la biblioteca un libro titulado ―El
sueño comunista‖, por el que varios ciudadanos han puesto
denuncias al respecto. Alicia está de acuerdo en que el libro
podría considerarse propaganda política, no obstante recomienda

28
RAISH, Martin. Op. cit. página web.

29
Ibid.

143
se permita su acceso al público que llegara a solicitarlo. Pero se
rehúsa a retirarlo de la estantería y es despedida. También
ocurren otros eventos que a la postre conducen a la tragedia, no
solamente para algunos individuos sino para el pueblo como un
todo.

Esta mujer ofrece una fuerte y positiva imagen del bibliotecario.


Conoce sus colecciones, proporciona atención personal a sus
usuarios, es amable y colaboradora con los niños, especialmente
con Freddie, un niño de diez años que ama leer, y no tiene miedo
de aquellos que la tildan de comunista. Y también es humana:
excluida de la comunidad que la deja sola y desmoralizada, ni
siquiera es invitada, hasta última hora, a la ceremonia de
inauguración del nuevo bloque para expansión de la biblioteca.

El caos se produce cuando su amigo Freddie, afectado por los


sucesos y desinformado a su temprana edad, se niega en la
ceremonia a colaborar con Alicia y en una histérica explosión le
grita repetidamente que es una comunista. Ella se ve en la
necesidad de abofetearlo y el niño huye para esconderse en la
biblioteca, en donde prende fuego a los libros de las estanterías.
El incendio se extiende y Alicia, en medio de la muchedumbre,
observa la destrucción de la biblioteca.

Ya que no hay mal que para bien no venga, los trágicos


acontecimientos llevan a muchas personas del pueblo a entrar en
razón. Encabezadas por el Rvdo. Wilson piden a Alicia que se
quede y les ayude en la reconstrucción de la biblioteca, lo cual
ella acepta.

Envejece cansada de luchar, pero aún firme en su resolución de


defender la misión de la biblioteca, de proporcionar información
acerca de todos los temas, inclusive aquellos considerados
indeseables por los políticos, más interesados en sus carreras
que en la libertad de las nuevas ideas. Y también se encuentra
Martha Lockridge, una asistente de biblioteca que lucha con sus
sentimientos y el compromiso con los ideales plasmados por su
anterior directora. Es una de las más delicadas películas anti-

144
censura producidas jamás, pero desafortunadamente nunca ha
sido transferida a video y rara vez se muestra en televisión.

En otro escenario, algunos Nazis y ladrones de arte ocasionan


una matanza en una biblioteca pública. De ahí el título muy
conveniente: “Silencio por favor: Asesinato”. Kay Ryan, es de
hecho la heroína de la película. Ella ayuda al detective privado
Hal McByrne a capturar a los hampones, quienes intentan asaltar
la Sala de libros raros. Por el contrario, Edmund Walpole, el
bibliotecario jefe, es un tipo tímido y de corta estatura que hace
pucheros cuando las sirenas anti-aéreas se apagan; él es también
un guardia antiaéreo y en su trabajo su valentía es proporcional a
su cobardía mientras lleva puesto su sombrero de ratón de
biblioteca.

Por lo general, son las mujeres quienes representan papeles


negativos; son seres tristes, huraños y poco o nada amables. Lulu
Smith es la bibliotecaria de un pequeño pueblo. Camino a su
trabajo se topa con los muchachos del lugar que se mofan de ella
gritándole:
-―¡Vieja cuatro ojos!‖, a lo cual ella responde:
- ―Desearía ser la dueña de la biblioteca… conseguiría un hacha y
los cortaría en millones de pedacitos. Luego la quemaría junto con
el pueblo y tocaría el ukulele mientras arden‖.

Su insatisfacción con la vida es usada para desarrollar el resto de


la historia, aunque con experiencias no precisamente
bibliotecarias, como la vivencia de su “Amor prohibido”.

La “Party girl” fuma marihuana, tiene problemas de alcoholismo,


es grosera con su jefe y con los usuarios de la biblioteca, no
respeta normas ni reglamentos. La mejor amiga de la
coprotagonista en “Un papá de película” es una bibliotecaria
clásica de cine: solterona, temerosa de mostrar cualquier parte de
su cuerpo diferente al rostro y las manos, que usa sombrero y
falda amplia, hasta los pies, que sueña con un hombre, así tenga
defectos, lo cual no es importante mientras la libere de su
interminable soledad. En cuanto a la vestimenta se parece a la
encargada del bibliobús del condado, quien además hace gala de

145
su mal carácter y antipatía con “Billy Elliot”, cuando el niño entra
temeroso y avergonzado a buscar un libro de ballet. Ante el
regaño previo a una falta que aún no ha cometido y la negativa a
prestarle un libro que aún no ha solicitado, Billy decide, en un
descuido de la mujer, hurtar el libro ocultándolo en su pantalón;
una vez en su casa, este libro será una valiosa herramienta para
aprender posiciones y pasos básicos e indispensables en su
aprendizaje como futuro famoso bailarín; y no precisamente con
ayuda de la bibliotecaria.

Igual sucede con Billy Casper, intimidado física y mentalmente por


su medio hermano Jud, tanto en la escuela como en el hogar. Es
un muchacho pobre y conflictivo, que se roba la leche de los
carros repartidores, mete en problemas a otros estudiantes, le
gusta pelear y generalmente se comporta mal. Es un niño
emocionalmente abandonado que tiene muy baja autoestima y su
madre se refiere a él como ―un caso perdido".

Mendiga para conseguir dinero, fuma cigarrillos, sueña despierto


y no tiene intereses positivos en la escuela. Su mayor temor es
terminar trabajando como un minero de carbón, pero no tiene
ninguna vía de escape de lo que parece ser su destino. El mismo
destino que pone en sus manos una salida cuando se hace cargo
de un pequeño cernícalo que toma del nido en una granja. Su
interés por aprender acerca de la cetrería lo lleva a la biblioteca
pública, en donde una bibliotecaria le niega el préstamo porque
Billy carece de un carnet de lector, que por su pobreza no puede
conseguir, ante lo cual el muchacho entra en una librería de
usados y roba el libro que necesita. Otro acto de intransigencia,
sin mencionar la discriminación por parte de la funcionaria, cuya
lamentable consecuencia es la comisión de un delito.

La relación entre Billy y "Kes", su cernícalo, a quien entrenaba con


la orientación del libro hurtado, lo lleva a ver nuevos horizontes y
a cambiar su punto de vista acerca de la vida. Por primera vez en
la vida, y en la película, Billy recibe elogios de su profesor de
inglés después de dar una charla improvisada acerca de su
relación con el ave, a la que mata Jud, furioso al perder una

146
apuesta. ¡Ah! la crueldad del novelista en su fidelidad con la vida
real.

Y si se habla de damas es inevitable hablar de moda. Igual que


sus colegas antes mencionadas se viste la encargada de recoger
los libros en la sala de lectura y llevarlos al depósito por entre
laberínticas estanterías y ficheros catalográficos interminables, en
donde los libros vuelan silenciosos de un estante a otro y las
fichas escapan de los ficheros como naipes enloquecidos. Esta
mujer, de edad avanzada, con aspecto de persona solitaria y de
mal carácter, vestida a la usanza de las películas antiguas, que
parece ahogarse con el cuello de vuelos apretado hasta la
barbilla, es, para horror de unos y paradójico regocijo de muchos
otros espectadores, la primera víctima de los visitantes
transparentes y aterradores en la biblioteca pública de “Los
cazafantasmas”.

Nota interesante: El fantasma de la mujer que asusta en los


depósitos de la biblioteca viste exactamente igual que la
bibliotecaria encargada de recoger los libros en la sala de lectura.
Ambas son viejas, las dos tienen mal carácter y... parece cosa de
espantos, cuentan con una trilliza fantasmagórica en “La
bibliotecaria silenciosa”.

La señorita Franny, de “Mi mejor amigo”, es la excéntrica y


30
aristocrática bibliotecaria del pueblo. Una mujer ocupada con
sus libros y sus recuerdos. Cuando era niña, su rico padre le
preguntó qué era lo que más quería y ella respondió: -―Mi propia
biblioteca‖. Así que ha sido bibliotecaria desde que tenía 11 años
de edad y nunca se ha casado. Luego, un día, aparecen una niña
pequeña y un perro grande. A la señorita Franny le encanta
contar historias y a ellos les encanta escucharlas. Cada una

30
Cómo hacer cine. [en línea] Disponible en:
http://www.comohacercine.com/chc_detalle.php?ide=1208
(Consulta 5 septiembre 2010)

147
aporta algo a la vida de la otra. Al fin y al cabo, Opal y Winn-Dixie
forman una inverosímil pareja de gente solitaria.

En el común de películas estadounidenses podemos


notar la tipificación que se sugiere en cuanto a la
imagen del bibliotecario, mostrado como una persona
gris, con gafas, muy culta y generalmente vieja. En el
caso concreto de las mujeres, se aporta una imagen
de mujer recatada, vestida con jersey de cuello alto y
falda por debajo de la rodilla, con el pelo recogido en
un moño y con las insustituibles gafas. Personajes
muy distantes. Sin embargo en las películas
actuales es cada vez más frecuente que se muestren
como personas accesibles y con cierto nivel de
cultura media-alta acorde con el resto de los
personajes.

La visión que se da de esta profesión en el cine,


aunque depende del hilo argumental, está
cambiando. Aun así, está muy lejos de parecerse a la
dada de otras profesiones aparentemente más
atractivas como pueden ser las de abogados,
médicos, maestros o futbolistas. De hecho, si
recordamos películas sobre universitarios las
titulaciones que aparecen frecuentemente son las de
economistas, abogados, políticos, etc., nunca las de
31
bibliotecario.

En la biblioteca se juega malas pasadas a los


personajes con el fin de añadir elementos jocosos a
la historia. La víctima de Indiana Jones en ―Indiana
Jones y la última Cruzada‖, es un bibliotecario que
mientras procede a sellar libros se convierte en actor
cómico durante los intentos de Jones por abrir un

31
La biblioteca como atrezzo en el cine. [en línea]. Disponible en:
<http://bibliocinefilos.blogspot.com/2009/09/la-biblioteca-como-
atrezzo-en-el-cine.html> Fecha de consulta 6 de Enero 2010

148
agujero para entrar en las catacumbas que se hallan
debajo de la biblioteca. Cada vez que el bibliotecario,
de traje, pajarita, gafas, calvo y cara severa, sella un
libro, el arqueólogo produce un golpe en el suelo,
que el bibliotecario considera es causado por su
32
matasellos defectuoso.

Sería imperdonable pasar por alto a la bibliotecaria de “La


momia”, torpe y ridiculizada como profesional y como mujer,
capaz de derribar como fichas de dominó las pesadas estanterías
de la biblioteca especializada de una Fundación de Estudios
Egipcios en El Cairo, y lo suficientemente ingenua para asegurar,
desinhibida por el alcohol de unos tragos, que su mayor orgullo es
ser bibliotecaria.

“La momia”

32
ROS-MARTÍN, Marcos. Indiana Jones: El 80% del trabajo de
Arqueología se hace en la biblioteca [en línea] Disponible en:
http://www.documentalistaenredado.net/60/indiana-jones-el-80-
del-trabajo-en-arqueologa-se-hace-en-la-biblioteca/ (consulta: 06
Enero 2010).

149
33
Supuestamente, millones de personas han sido testigos del
angustioso llamado de auxilio de Bruce Willis en “La jungla de
cristal III”, cuando en medio de su desesperación se acuerda de
la existencia de hombres y mujeres que, no obstante su trabajo
puramente intelectual y de silenciosa clausura, forman parte
activa e importante de la sociedad:
-―¡Tenemos que llamar a los bomberos, a la policía, al FBI, al
ejército... hasta a los putos bibliotecarios!‖.

Vemos también que el cine no siempre hace uso estricto de los


elementos proporcionados y descritos en la literatura. Por
ejemplo, en la novela ―Harry Potter y la cámara secreta‖ la autora,
J. K. Rowlings, narra una escena ocurrida en la biblioteca de
Howgarts, el colegio para magos, cuando Harry y sus amigos
consultan un libro de pociones para transformarse en otras
personas y define a la bibliotecaria como una persona rígida,
intransigente, con aspecto de buitre mal alimentado. Sin embargo,
la versión cinematográfica se abstiene de toda referencia a la
bibliotecaria y se limita a mostrar la biblioteca en su sección
correspondiente, con sus estanterías de servicio abierto y
perfectamente ordenadas. A propósito, no obstante las magníficas
bibliotecas existentes en Howgarts, en ninguna de las películas
que conforman la saga de Harry Potter aparece jamás un
bibliotecario, si bien es cierto que los libros, ya lo dijimos, flotan en
el aire al pasar de un estante a otro y se acomodan sin necesidad
de bibliotecarios ni auxiliares humanos. Al fin y al cabo, se trata
de la mejor escuela de magia en la dimensión de los magos.

Para descifrar el mensaje contenido en “El código Da Vinci”, el


profesor Robert Langdon, experto en simbología, busca la tumba
del caballero templario enterrado por un Papa y se ve en la
necesidad de acudir a la biblioteca. Es una lástima que la película
nos prive de ver representada a la bibliotecaria de la novela; el
problema de tiempo y costos de producción se resuelve

33
El rol del bibliotecario en el cine. [en línea] Disponible en:
http://www.buenastareas.com/ensayos/El-Rol-Del-Bibliotecario-
En-El-Cine/82148.html (Consulta 19 Diciembre 2009).

150
suprimiendo la visita a la biblioteca mediante una búsqueda en el
catálogo en línea a través de un teléfono celular que el
protagonista pide prestado a un joven que viaja en el mismo bus.

Dan Brown incluye en su novela la visita a la biblioteca del King´s


College y describe a la bibliotecaria, Pamela Gettum, como una
mujer de expresión inteligente y cara de erudita, con voz
agradable y una cadena de donde cuelgan gafas de gruesos
marcos. La mención de erudita no es gratuita; la bibliotecaria de la
novela conoce detalles que ayudan efectivamente a descifrar el
enigma.

La proporción de mujeres bibliotecarias es de 12 a


18: 4 de cada 5 bibliotecarios en las películas son
mujeres y dentro de este grupo hay una proporción
de 12 bibliotecarias jóvenes frente a 5 de mediana
edad o mayores (Raish, s.f.). La bibliotecaria, dada la
fuerza del estereotipo, es fuente y tema tanto en el
cine como en la literatura. El estereotipo de la
bibliotecaria en el cine es, sin duda, el ―filón‖ más rico
de nuestra profesión. La profesión de ―bibliotecario‖
se declina más a menudo en femenino que en
masculino. ―Al hombre erudito, de letras, que detenta
un puesto de responsabilidad, en parte heredero de
los siglos pasados, le sucede la bibliotecaria,
valorada por sus cualidades domésticas, en un
espacio protegido, sin que moleste en nada su papel
primordial y presunto de madre de familia.‖ En parte,
el estereotipo tiene algo de verdad: la feminización
de esta profesión desde el siglo XIX hasta hoy es
bien conocida, aunque faltan estudios en España. El
estereotipo tiene dos vertientes: la negativa (más
frecuente) y la positiva. Las películas Cartas a Iris
(1990), Ciudadano Kane (1941), Desayuno con
diamantes (1961), Historias de Filadelfia (1940), y
¡Qué bello es vivir! (1946) entre otras, muestran una
bibliotecaria, en su vertiente negativa, con las
siguientes características (Marinelli, 2000): mujer de
mediana edad o mayor, poco atractiva, con moño y

151
gafas (¡distintivos ineludibles y forzosos!) y a veces
monóculo, expresión preocupada y cara seria,
vestida con ―hábitos largos‖, conservadora en el
vestir, zapatos clásicos y medias, falda tweed y gesto
típico con la mano, haciendo guardar silencio. Pero el
estereotipo no acaba aquí. Esta imagen física se
completa con atributos de carácter, igual de
atractivos (Raish): soltera o mejor dicho ―solterona‖ -
debido a que es presentada como una mujer fea,
severa, remilgada, aburrida y temerosa de los
hombres-, y cascarrabias, introvertida, torpe, pero
también ―tranquila‖. Algunos ven, en estos rasgos,
una variante del estereotipo de la ―Bruja‖ o la ―Vieja‖,
conocida en las mitologías y cuentos populares como
Kali, Harpía o Baba-Yaga (Engle, s. f.). Chaintreau
(1993, p. 16) afirma que las bibliotecarias de moño y
gafas ―sin duda son de nacionalidad americana. Es
en Estados Unidos, sobre todo, donde esta especie,
en vías de extinción, se ha refugiado.‖ A pesar de
que la autora afirma que los estereotipos están
cambiando, no debemos estar tan seguros de ello.
Tanto en lo bueno, como en lo malo, el cine y la
literatura juegan un papel muy importante al
respecto.

¿De dónde viene esta imagen tan negativa de la


bibliotecaria? En las fuentes mencionadas se dice
que es una imagen procedente de las bibliotecas
públicas; pero puede remontarse a mucho antes: al
bibliotecario custodio, vigilante, ―guardián de la
colección‖. Al parecer el estereotipo se fijó más o
menos en el siglo XIX, cuando la mujer empezó a
trabajar en puestos mal remunerados, entre los que
se contaba la biblioteca. Estas características
adquirieron ―carta de ciudadanía‖ a mediados del
siglo XX a través del cine y otras expresiones
(cómics, libros, dibujos animados, etc.). Hay
aspectos del estereotipo difíciles de cambiar: por
ejemplo, el uso de gafas que afecta a una gran parte

152
de la población con problemas de visión y que
caracteriza a muchas otras profesiones, por no decir
todas, hoy en día. Según Chaintreau fue tardíamente
cuando apareció el rol ―negativo‖ de la bibliotecaria
puesto que ésta nació ―estrella‖ y como tal fue
encarnada al principio por actrices como Carole
Lombard o Greer Garson. El papel de bibliotecaria
―fósil‖, con moño y gafas, hizo su aparición de
manera secundaria, en comedias americanas como
Desayuno con diamantes. En muchas novelas, la
bibliotecaria adquiere tintes terroríficos: persigue
niños, descorazona a analfabetos, etc. Si las
bibliotecarias hicieron su aparición en las bibliotecas
públicas, en Estados Unidos, ¿cómo se pasó de la
imagen de bibliotecaria bonita, joven, un ―hada‖ en
toda regla, al estereotipo de vieja bruja?

La explicación que proporciona Chaintreau es que


―los novelistas consideraban que las jóvenes se
casaban y dejaban, por lo tanto, la profesión, como
era habitual‖ (alude a los años 30, en pleno crack
económico, cuando una ley en Estados Unidos
prohibía trabajar a las mujeres casadas). ―Para
castigarlas por haber osado usurpar este rol y
abandonar el papel de mujeres de su casa, no se les
concede la erudición y la cultura, la nobleza de la
profesión. Se las acantona en un papel de
funcionaria inflexible que lanza prohibiciones.‖
(ibidem, p. 96).

Walker y Lawson afirman que de cientos de películas


producidas por Hollywood, los bibliotecarios
aparecen en pocas de ellas, y en breves escenas;
rara vez son ―protagonistas‖. En la base de datos
Magill´s Survey of Cinema, consultada por los
autores, la palabra ―bibliotecario‖ aparece sólo en 40
películas. Más optimista, Martin Raish lista cerca de
350 producciones de Hollywood y unas pocas
extranjeras (de Francia y Alemania, ninguna

153
española), que incluyen escenas donde aparecen
bibliotecas y bibliotecarios, tanto de una forma
destacada como ocasional. A menudo la misma
bibliotecaria que posee todos los clichés negativos,
también encarna atributos positivos, como veremos a
continuación. La vertiente positiva de la bibliotecaria
fue la primera que dio el cine, y por ello eligió
estrellas para encarnarlas: Anne Blythe, Jean
Simmons, Virginia Mayo, Carole Lombard en Casada
por azar (1932) o Greer Garson en La aventura
(1945, dir. Victor Fleming) con Clark Gable como
protagonista en ambas películas.

La vertiente positiva de la bibliotecaria en el cine y en


la literatura, se define por los siguientes rasgos:
atractiva y sexy, sin gafas, pelo corto o largo (no
recogido), elegante y eficaz, con encanto, mujer de
carrera, soltera, inteligente, ordenada, honesta y
trabajadora. El estereotipo es ambiguo, porque en las
películas en las que la bibliotecaria joven, atractiva y
soltera desempeña su trabajo, es ―salvada‖ de un
destino peor que la muerte cuando se casa
románticamente con el héroe: de soltera/solterona a
casada. En el estereotipo femenino en positivo,
destaca el ―romance a la vista‖: el amor y el
matrimonio liberan el atractivo de una mujer joven, y
la salvan de una vida de solterona entre montañas de
libros, conduciéndola a su ―verdadera realización‖. La
bibliotecaria joven y bella suele ser apreciada por el
galán mientras sube unas escaleras para buscar
unos libros, o entre las estanterías. Esta seductora
bibliotecaria suele ayudar al héroe en búsqueda de
información (Tres días del Cóndor, 1975, dir. Dino de
Laurentis, con Robert Redford y Faye Dunaway)
encontrando aventuras y romance al lado de su
partenaire.

En la película francesa El hombre de los ojos


plateados (1986, dir. Pierre-Granier Deferre, con

154
Alain Souchon como ladrón, Jean-Louis Trintignant
como policía y Tanya Lopert como bibliotecaria), ésta
es seducida por el malo de la película, llegando a
matar a un policía para ayudar a su amante. También
aparecen bibliotecarias audaces y valientes en la
sección ―Infantil‖ o ―Juvenil‖ de una biblioteca, o
encargadas de bibliobuses. Este último caso se
muestra en la película suiza Erica Minor (1974, dir.
Bertrand van Effenterre, con Brigitte Fossey, Juliet
Berto y Madame Clot, una bibliotecaria auténtica que
actuó en la película, donde se muestran las
dificultades de este servicio.

El bibliotecario es menos definido y mencionado en


el cine que la bibliotecaria. Suele ser un estereotipo
de vertiente negativa, con las siguientes
características: calvo y con gafas; mal vestido,
descuidado en su ropa; solterón quisquilloso; y
sensible, malhumorado y cruel; pero también
respetable y cuidadoso. El bibliotecario no es ni un
cowboy, ni un aventurero, ni un detective privado, por
lo tanto no tiene las características de un héroe
masculino caracterizado por su rebeldía, audacia y
atractivo. Uno de los motivos de que no aparezcan
bibliotecarios en el cine es por la naturaleza
aparentemente poco ―cinéfila‖ del trabajo bibliotecario
(responder preguntas de referencia no tiene
suficiente acción).

La vertiente positiva destaca un bibliotecario como


una figura sabia, una autoridad, símbolo de los
mejores valores sociales; con conocimientos de la
historia local, por ejemplo. También aparecen
bibliotecarios seductores, como en Ya eres un
muchacho grande o en Cuento de invierno (1992).
En Sólo dos pueden jugar (1955, dir. Sidney Gilliat,
con Peter Sellers en el papel de bibliotecario), éste
es un hombre casado, padre de familia, que atrae
con su encanto y buen humor a las jóvenes lectoras

155
de la biblioteca. Pero en general, cuando aparecen
hombres bibliotecarios, su función es más neutra y
34
sin protagonismo.

Gloria Mundi es una bibliotecaria acosada por cierto detective a


causa de un clásico “Juego sucio” con un casete de microfilm.
Aparece totalmente seductora en una fiesta, en contraste a como
luce cuando va al trabajo con sus zapatos pulcros y muy
apropiados. Su mejor amiga la aconseja:
-―Gloria, desde que te divorciaste, te encierras en esa biblioteca y
te escondes detrás de tus gafas. Antes usabas más escote; sé
más coqueta, más sensual. ¿¡Qué pretendes! ser una solterona?‖.

Otras dos bibliotecarias destacan en contra de la juventud e


inocencia de la rubia. La primera es una pelinegra joven y
atractiva que odia a los hombres y la otra es una mujer mayor, de
cabello gris, que va con los brazos cargados de libros para leer en
su casa.

-―Soy un ratón de biblioteca con la cabeza en las nubes‖ dice de


sí misma la rica anciana Elinor en “Corazón de tinta”. Y se hace
necesario detenerse en el término Ratón de Biblioteca, empleado
desde hace muchos años para designar a un estereotipo de
persona que persigue apasionadamente diversos conocimientos a
través de la lectura. El calificativo se originó probablemente en el
Medioevo, cuando las bibliotecas eran habitadas realmente por
ratones que se alimentaban de las hojas de los libros, y se
estableció un símil con determinados humanos que alimentaban
su intelecto con los conocimientos contenidos en los libros de
esas mismas bibliotecas. En la actualidad, el término, por lo
general de connotación despectiva, ha sido reemplazado a partir
de los años 1970 por Nerd, sobrenombre aplicado a personas
poseedoras de habilidades y afán por adquirir información y
conocimiento a través de dispositivos electrónicos tales como la
computadora y sus variados aditamentos, sólo que ahora no
tienen la necesidad de desplazarse físicamente hasta la

34
PAZ YANES, Claudia. Op. Cit. Página web.

156
biblioteca, ya que disponen de medios tales como las redes de
información y las bibliotecas digitales. Tanto el Ratón de
Biblioteca como su sucesor, el Nerd, son considerados personas
muy inteligentes y solitarias que tienden a establecer
comunicación específica con personas de intereses afines. Así,
hemos visto películas tales como “La venganza de los Nerds”, casi
siempre de corte estadounidense, en las que se tipifica al
muchacho o al adulto estudioso, como un ser torpe e insociable,
ajeno a toda actividad grupal o que requiera destrezas corporales
como las necesarias para el baile o la práctica de los deportes,
razón por la cual son objeto de burla y humillación, no solamente
por parte de los malos estudiantes sino también por las
muchachas bonitas pero superficiales… y crueles. Obviamente es
el Ratón o la Ratona de Biblioteca, o un Nerd, quien paga las
consecuencias de su inteligencia y de la maldad e ignorancia de
los otros.

El niño de diez años que acompaña a la biblioteca al Capitán


McCormick, “Por siempre joven”, ve una niña, de quien está
enamorado, y desaparece diciendo:
-―¡Estoy en una biblioteca un sábado. Pensará que soy un nerd!".

¡Vergonzoso! ¿verdad?

Desde luego que hay, tanto usuarios como bibliotecarias,


respetables y respetadas, mostradas al menos en una buena
escena, como la bibliotecaria de “El día después de mañana”, quien
demuestra su capacidad para localizar información exacta acerca
de los síntomas de la enfermedad que aqueja a la joven herida en
una pierna y busca la manera de atenderla según la medicina
prescrita para tales casos. Y, la preparación académica o el
entrenamiento, o la conjugación de las dos, teoría y práctica, le
permiten actuar con seguridad ante la emergencia.

-―Los libros no sólo sirven para quemarlos‖ dice a los presentes,


escépticos ante el hecho de que ella, una bibliotecaria,
diagnosticara como lo haría alguien con conocimientos de
medicina.

157
158
LA TELEVISION
Son innumerables los seriales en los cuales aparecen libros,
bibliotecas y archivos, sobre todo en las producciones
norteamericanas. Pero hay dos series y una película para
televisión que por su singularidad y especificidad merecen una
consideración especial; Se trata de las series ”Buffi, la
cazavampiros” y ”El bibliotecario”, más la película “Sala de
lectura”.
35
La primera, “Buffy, la cazavampiros”, o simplemente Buffy, es
una serie de televisión estadounidense, del género Terror, emitida
desde el 10 de marzo de 1997 hasta el 20 de mayo de 2003,
después de siete exitosas temporadas y 144 capítulos.

Buffy Anne Summers, una estudiante de secundaria,


posteriormente universitaria, es escogida para ser la Cazadora y
luchar contra las fuerzas del mal. Inmersa en su mundo ordinario,
familia, estudio, amigos… descubre que la Boca del Infierno está
en Sunnydale, un portal ubicado debajo de su escuela, del que
brotan todo tipo de criaturas, entre ellas, los vampiros.

35
Buffi, la cazavampiros. [en linea] Disponible en:
<http://es.wikipedia.org/wiki/Buffy_the_Vampire_Slayer>.
(Consulta 13 Octubre 2010).

159
En su labor cuenta con el apoyo de valerosos amigos pero,
especialmente, del bibliotecario de la escuela, Rupert Giles, su
mentor o Vigilante, dispuesto a guiarla en su difícil tarea y quien la
lleva a decidirse por aceptar su misión.

Es un inglés enviado por el Consejo de Vigilantes para guiar a la


muchacha, escondiendo su identidad bajo la apariencia del
bibliotecario de la escuela, algo así como Clark Kent en un mundo
de vampiros, magia y ultramundos. La biblioteca se convierte en
el centro de reuniones de la Cazadora y su grupo, vista como el
cuartel de la lucha contra el mal ¿Podríamos decir, contra la
ignorancia? Y el líder de este ejército es el bibliotecario.

Giles ejerce una influencia determinante sobre la vida de la


Cazadora. Además de entrenarla y supervisarla, cumpliendo con
sus tareas de consejero, desarrolla con Buffy una relación de
padre-hija, ante la ausencia del padre de ella. Esta relación afecta
sus decisiones y su criterio, al punto que el Consejo decide
finalmente relevarlo de su cargo, provocando que la misma Buffy
renuncie al Consejo y quede sola, a su criterio y el de Giles, quien
poco a poco se convierte en la figura paterna de todo el grupo.

Giles, el bibliotecario líder de valientes, enfrenta además a sus


propios demonios: una tortuosa infancia y adolescencia, obligado
a asumir el deber de Vigilante; sus años de rebeldía que luego lo
acosaran siendo adulto, perseguido hasta Sunnydale por el
maléfico Ethan. La eterna lucha por guiar a Buffy, quien muchas
veces lo lleva a preguntarse si realmente ella lo necesita, y
obligado por otro lado a verla caer sin poder levantarse, y no
poder hacer mucho por devolverla al camino indicado.

Hay una época cuando el falso bibliotecario aparece


sorpresivamente cargado de hechicería y confirma que, en efecto,
fue su plan que la magia buena absorbida de él por la malvada
Willow inyectara en ella la bondad para encontrar el camino a su
corazón con una estimulación externa.

Otro ser maléfico, el Primero, es el mal primigenio que siempre ha


influenciado al mundo, el mal en su estado puro. Como primer

160
paso para imponer su dominio, ordena a su séquito destruir el
Consejo de Vigilantes. Giles, el bibliotecario, sobrevive a la
masacre de los Vigilantes y reúne en casa de Buffy a las chicas
con potencial para ser las Elegidas en caso de que Buffy muriera.
Poco tiempo después, Giles asigna a Faith el deber de matar a
una Cazadora malvada y a partir de esta misión continúa
trabajando con ella, despreciando a Buffy como protegida y
amiga. Finalmente es sustituido por Wesley, que resulta un
fracaso como Observador, aunque las chicas le consideraban una
especie de James Bond.

En cuanto a la segunda, nótese que se titula “El Bibliotecario”


(The librarian), que bien podría ser ―la bibliotecaria‖, es un caso
excepcional, aunque el título traducido para Latinoamérica es ¡Los
guardianes! Porque, quién querría sentarse a mirar películas de
un bibliotecario, con toda seguridad un vejete casposo que limpia
el polvo de los libros y regaña a los usuarios de una aún más
polvorienta y oscura biblioteca. Se trata de una trilogía
estadounidense realizada para televisión, cuya primera entrega se
presentó en 2004 bajo el título de "El bibliotecario: En busca de la
lanza perdida" ("The librarian: Quest for the spear"), seguida en 2006
por "El bibliotecario: Las minas del Rey Salomón" ("The librarian:
Return to King Solomon's Mines") y finalizada dos años más tarde
con “El bibliotecario: La maldición del cáliz de Judas (The librarian:
Curse of the Judas chalice), protagonizadas por Flinn Carson, un
hombre de 33 años, atractivo, soltero, que no tiene novia y vive
aún con su madre. Estudiante profesional, graduado en 12
licenciaturas, 6 maestrías y 4 doctorados en su haber. Demasiado
cerebral para ser un atleta o deportista, a la postre demuestra que
todo lo que necesitaba era un poco de práctica para ser un
excelente corredor, jinete, peleador e inclusive espadachín, de
quien podría decirse que es una verdadera enciclopedia
ambulante. Su mundo y su vida son los libros, fuente inagotable
del conocimiento, cuya adquisición es para él una obsesión.

La imagen de este bibliotecario no es precisamente la del


viejecito huraño, que ordena guardar silencio en los espacios
internos de la biblioteca y su fugaz papel en la película se limita a
ordenar unos cuántos libros en los anaqueles, o, en el mejor de

161
los casos, a matar a alguien, con la montura de sus anteojos
equilibrada milagrosamente en la punta de la nariz y todas las
frustraciones de su vida reflejadas en el cuello de la vieja camisa
y el nudo triste de la corbata. Este es un hombre culto, agradable
y valiente, a quien físicamente sería difícil ignorar porque, como
decían las tías, es una estampa. Se muestra como un erudito
extraordinario, tanto que se torna exagerada su increíble
capacidad de almacenar conocimientos, que además, puede
aplicar en el momento justo a una velocidad de procesamiento
superior a la de cualquier humano. Algún defecto debía tener.

Su vida como adulto comienza el día que recibe un sobre mágico,


escrito con letras de luz que aparecen a medida que avanza la
lectura del texto, semejante a la invitación que Harry Potter recibe
de Howgarts, el colegio para magos, sólo que ésta es una oferta
de empleo para un cargo de prestigio en la Biblioteca
Metropolitana de Nueva York, a donde deberá presentarse para
una entrevista, presidida por Charleene, algo así como la Jefe de
operaciones de la biblioteca, ¿Recuerdan a ―M‖ de James Bond?
y Jackson, un personaje más que misterioso, probablemente el
Director, capaz de aparecer y desaparecer en un instante en
cualquier lugar del planeta o en la pantalla de un televisor, que
atraviesa muros y columnas como si fueran objetos inmateriales,
que no siente miedo al enfrentarse, a puño limpio, contra
cualquier cantidad de antisociales y lleva en el pecho un tatuaje
de marine, el cual muestra con orgullo mientras exclama: ―Semper
fidelis‖.

-―¿Qué le induce a pensar que podría ser bibliotecario?‖


-―Bueno… he leído muchos libros; Conozco la Biblioteca del
Congreso, métodos de investigación, búsqueda en la red, manejo
programas especializados y…‖
-―¡Eso lo saben todos! Son bibliotecarios. ¿Por qué razón cree
que puede ser ―el‖ bibliotecario?‖. ―¿Qué es más importante que
el conocimiento?‖.

-―Acaba de iniciar una aventura maravillosa y… ya nunca será el


mismo. ¡Bienvenido a la biblioteca!‖

162
Así comienza la nueva y verdadera vida de Flinn Carson, el
bibliotecario, con una inducción a la biblioteca a través de
salones inmensos, con guardias armados que vigilan puertas y
rincones además de escoltarlo en el recorrido.

Su conocimiento de Shakespeare le permite acertar con el


―Sueño de una noche de verano‖, libro que al moverse abre la
infaltable compuerta secreta en la estantería, que da acceso a
otros mecanismos ocultos, en este caso un ascensor que
desciende no sabemos cuánto, hasta un salón gigantesco en
donde se conserva y protege una colección mítica que el
bibliotecario enriquece aún más con los objetos de fábula
rescatados en cumplimiento de sus peligrosas misiones: el Arca
de la Alianza, la caja de Pandora, la espada Excalibur que
perteneciera al Rey Arturo, con todo y piedra, la Gansa de los
huevos de oro así como prototipos de equipos militares, todo
junto a enormes estanterías repletas de originales de valiosos
libros, tanto impresos como manuscritos. Y en posteriores
ingresos a las cámaras descubrirá nuevos elementos como la
cabeza de Medusa, el tridente de Poseidón, la Sábana santa de
Turín, la flauta del dios Pan, la Piedra filosofal, la Fuente de la
juventud, el cofre de Barba negra, el diario de Da Vinci, el Santo
Grial y muchos más.

En su primera misión recupera “La lanza perdida”, también


llamada Lanza del destino, nada menos que la empleada para
herir el costado de Cristo durante la crucifixión y que puede
otorgar a quien la posea, tanto poder que dominaría el mundo,
razón suficiente para que fuera robada por la Hermandad de la
serpiente; En la segunda, “Las minas del Rey Salomón”, logra
obtener para la colección de la biblioteca la Calavera de cristal,
perdida en la Atlántida, salva para siempre el tesoro del Rey
Salomón y destruye su libro o código con las instrucciones para
llegar hasta las fabulosas minas. Más tarde, al finalizar su
aventura contra los vampiros de “La maldición del cáliz de Judas” y
enriquecer el museo de la biblioteca con el mágico cáliz fabricado
a partir de las treinta monedas de plata que fueran pagadas a
Judas por su traición a Jesús, descubrirá que los depósitos de la
biblioteca son tan grandes como fuere necesario, al punto de

163
albergar, sin importar las dimensiones, el Arca de Noé, un platillo
volador y otros tesoros que la ciencia ha considerado
inexistentes, simple y llana ficción o producto de la mitología
popular.

-―Sólo los bibliotecarios saben que existe este lugar. Este es su


destino. Ahora es el guardián de los grandes tesoros‖.
-―En sus manos está el destino del mundo‖.

¿Y de quién si no? La historia, la ciencia, la filosofía, el arte y el


conocimiento, no podrían estar en mejores manos que en las del
bibliotecario. Así que con una mochila, de la cual no volverá a
separarse y en la que lleva un libro que contiene el lenguaje de
las aves, el primer idioma de la humanidad y que deberá
descifrar en unas cuantas horas, parte en pos de la famosa lanza
del destino. El libro encierra las pistas para localizar los
fragmentos de la lanza sagrada; el primero fue robado de la
biblioteca; el segundo, oculto en algún inaccesible lugar de la
selva amazónica y el tercero en Shangri-La, ciudad fabulosa
oculta en los montes Himalaya. Por supuesto que los criminales
también persiguen el libro.

La serie completa es una vindicación al buen nombre del oficio.


Es una exaltación al bibliotecario como hombre, no únicamente a
la inteligencia ni a la sabiduría, sino al conjunto de valores que
integran la persona: coraje, lealtad, honestidad, algo de
ingenuidad, buen humor y sencillez, en la medida justa para ser
un humano… normal, que como la mayoría, a menudo se siente
solitario y necesitado de amor. Aquí no hay escenas del
bibliotecario limpiando el polvo de los anaqueles ni momificado
en un escritorio, dedicado a clasificar, catalogar y poner sellos, o
semioculto tras un mostrador recibiendo y entregando libros,
como tampoco se verá en las salas de lectura empeñado en la
educación, harto difícil, de jóvenes y viejos a quienes exige
guardar silencio o trasladarse con sus apasionadas parejas a
lugares más adecuados. Su trabajo consiste en recuperar y
resguardar los más grandes tesoros, reales o ficticios, de la raza
humana. Este bibliotecario representa todo lo opuesto al nerd o al
antiguo ratón de biblioteca, puesto que con su inteligencia y sus

164
acciones ratifica la sabiduría de quien lo haya dicho: ―Mens sana
in corpore sano‖.

Obviamente que si hay luz tiene que haber sombra. Por eso
mismo debe existir la parte opuesta a los valores y virtudes. Y el
polo opuesto al bibliotecario bueno es Edward Wilde, el
bibliotecario malo, que simuló su muerte por decapitación
mientras cumplía una misión en la Antártida y engañó a todos,
incluyendo a Nicole, su guardiana o guardaespaldas. La misma
Nicole que después tendrá como encargo la custodia y seguridad
de Flinn:
-―Seguro que tiene novia ¿eh? Con anteojos grandes, falda larga,
y le hace ver muchos documentales subtitulados‖.

Difícil romper este paradigma del bibliotecario, incluyendo su


entorno socio afectivo. Si no es un solitario, debe tener una
pareja bien fea.

La habitación de Flinn en casa de su madre está repleta de libros;


en anaqueles, sobre las sillas, en cajas y en el suelo. Siempre
amorosa y preocupada por esta locura, su madre pregunta:
-―¿Más libros?‖
-―Estos no son libros corrientes: Aristóteles, Voltaire, Young. Estos
libros son… rebanadas de exquisita verdad, servidas por los más
grandes pensadores ¡Y me hablan a mí!
-―¿Te hablan a ti?‖
-―Con voz muy clara‖
-―¡Te dicen que hagas cosas malas! ¿Te están diciendo que
quemes cosas? ¡Nunca escuches a los libros si te dicen que
quemes cosas o que tortures animales!‖

¡Qué sorpresa! El miedo a los libros siempre presente en los


mayores; especialmente en nuestras madres. Quizás algunos
adultos recuerden ciertos pasajes de la infancia y las palabras de
sus abuelos: ―No entres a la biblioteca, no toques los libros, no
rayes nada; los niños no pueden coger la Sagrada Biblia.
Unicamente los grandes, después de rezar un Yo pecador y un
Padre nuestro‖.

165
Y al final de la historia, la madre siempre preocupada por la
soltería, y supuestamente el celibato de su hijo, continúa
buscándole novia:
-―Flinn es bibliotecario… pero es capaz de hacer muchas cosas‖.
-―Mamá… tú no lo entiendes, pero ser bibliotecario es un trabajo
extraordinario‖.

En la segunda entrega de la serie recupera la calavera de cristal


y, gracias al mapa de Salomón, obtenido de directos
descendientes de los guardianes, encuentra las fabulosas minas
del rey bíblico, en donde, entre joyas y tesoros de valor
incalculable, descubre el libro del ―Génesis‖, los ―Pergaminos del
Mar Muerto‖ y el ―Libro de Salomón‖, que guarda el conocimiento
para obtener el poder sobre tiempo y espacio, cuya lectura en la
Cámara de los muertos, ubicada en las minas, permite convocar a
los espíritus y abrir el portal hacia cualquier época en cualquier
lugar, razón por la cual es buscado por los peores malvados,
puesto que los secretos de su poder les permitirían apoderarse
del mundo.

Enfurecido porque no ha podido quitarle el libro, el jefe de los


antisociales, quien resulta ser, además, el asesino del padre de
Flinn, le grita, se supone que como una ofensa:
-―¡Deberías volver a tu trabajo de amontonar libros!‖
-―No sabes lo que se aprende en una biblioteca‖
-―¡Usa el libro, Flinn, termina de leer el conjuro!

El eterno desconocimiento del oficio y de la profesión. Y al final,


siempre presentes, el libro, la lectura, el poder de la sabiduría
encerrada entre sus hojas, no sólo en los libros antiguos. Por eso
Flinn, el bibliotecario, se ve inevitablemente obligado a destruirlo
arrojándolo al fuego del volcán. Más tarde, al disculparse ante
Jackson, el misterioso director, obtiene como respuesta:
-―Muchas veces debes renunciar a lo que quieres por un bien
mayor. Esa es la diferencia entre un buen bibliotecario y un
bibliotecario genial‖.

La última encomienda que recibe el bibliotecario es la


recuperación del Cáliz de Judas, el cual tiene la virtud de resucitar

166
a los vampiros, incluyendo al más grande y terrible de todos: el
Conde Drácula, razón de más para llevar tras de sí a los peores
ex-agentes de la Gestapo, que sueñan con poseer el dominio del
mundo apoyados por un ejército de vampiros; cientos de miles de
vampiros.

Mientras trata de recuperar la Piedra filosofal, Flinn pierde a su


tercera o cuarta novia por causa de sus misiones intempestivas e
inevitables:
-―¡Hace una hora teníamos una cita para cenar!‖
-―Estoy en el Congreso de bibliotecarios. El seminario se ha
prolongado… ya sabes lo que pasa cuando se junta un grupo de
bibliotecarios para hablar…‖
-―Siempre sales corriendo para un congreso o un club de libros.
Quizás haya mujeres a las que les guste el sentido caótico de vivir
con un bibliotecario ¡Pero no a mí!‖.

Además de mentir, como cualquier ser humano, ocasiona en los


otros este grave desconcierto viviendo una vida totalmente
distinta a la que nos imaginamos. Y no existe justificación alguna
para que abandone a su pareja, sin importar la hora del día o de
la noche, por una reunión de bibliotecarios o cualquier evento con
unos simples libros. En cualquier caso, sería diferente si se tratara
de un médico, enfermera, abogado, arquitecto o ingeniero.
Afortunadamente no está solo. Sus comprensivos jefes, Jackson y
Charleene, lo consuelan en la biblioteca:
-―Flinn, lo siento, pero ―El‖ bibliotecario no es solamente un
empleo. Es toda tu vida. La biblioteca… los bibliotecarios y las
relaciones… sólo considérate como un monje célibe‖.

¡¿Ah?!

De remate, la burla de los criminales:


-―¡Así que usted es Flinn Carson, de la Biblioteca Metropolitana de
Nueva York! ¿A qué ha venido aquí; a buscar libros no
devueltos?‖

Y del mismísimo Drácula, cuando amenaza con asesinar a


Simone, la heroína:

167
-―Si le hace daño le juro que…‖
-―¿Me qué? ¿Me retirará mi carnet de la biblioteca?‖
-―Debo advertirle que soy el bibliotecario de verdad. He combatido
el mal en muchas formas, así que tiene mucha razón en tener
miedo.
-―Los bibliotecarios se rompen fácilmente… pero tienen buen
sabor‖

Parece que inclusive los habitantes del ultramundo están


convencidos de que la labor esencial del bibliotecario es
recuperar libros en mora por vencimiento en la fecha de
devolución y que su peor venganza, o poder, contra los demás,
consiste en el acto, simple e inocuo, de retirarle un carnet para
que no pueda usar la biblioteca durante un tiempo determinado.
Su lucha contra el mal de la ignorancia no es visible ni tangible.
Para el común de la gente y a través de los siglos pasa
desapercibida como un trabajo relegado a personas frágiles que
nunca podrán ser otra cosa, no obstante a veces sea necesario
acudir a ellas, como hizo Simone, la vampiresa:
-―Tú viniste en mi sueño; estabas pidiendo ayuda‖
-―¡Sí! Al bibliotecario‖
-―Pero ¿Cómo conoces la biblioteca?‖
-―Los vampiros conocemos la biblioteca. Los bibliotecarios llevan
en el mundo casi tanto tiempo como nosotros‖.

Si se trata de tomar el lado bueno de las cosas, aquí hay tres


aspectos positivos, puestos sobre la mesa por seres inmortales
que reconocen: la antigüedad de la profesión bibliotecaria, la
necesidad de acudir al bibliotecario en busca de ayuda y… bueno,
aquello del sabor, que indudablemente hace referencia a
ingredientes tales como inteligencia, conocimientos, amabilidad,
buen humor y, en muchos casos, elegancia y belleza en las
damas, porte y atractivo en los caballeros.

-―Esta pintura es de antes de las Cruzadas. Representa la eterna


batalla de la biblioteca contra el mal‖
-―El símbolo del escudo es el árbol del conocimiento ¿Quién es el
caballero?‖

168
-―Es un erudito. El bibliotecario más grande de todos. La leyenda
dice que construyó la biblioteca y es el guardián de sus secretos.
Su nombre es Yahuda‖
-―Yahuda es hebreo. Es el nombre hebreo de… ¡Jackson!‖

La imagen final muestra la biblioteca como una serie de caminos,


unos sobre otros en diferentes niveles, todos por arriba del agua
en donde nadan unos delfines, mientras El bibliotecario y Jackson
hablan acerca del árbol del conocimiento.
-―¿Has pensado en si seguirás siendo el bibliotecario o no?‖
-―Alguien muy especial me dijo que debería ser lo que soy‖.

“El bibliotecario”

Por su parte, “Sala de lectura” es una película realizada


36
exclusivamente para televisión y refiere el caso de Helen
Campbell, quien al fallecer deja a su marido, William, una petición
muy especial. Su último deseo, convertir un abandonado edificio

36
Sala de lectura. [en línea] Disponible en:
http://www.solosubtitulos.com/descargar-subtitulos/p14189.html
(Consulta: 27 Octubre 2010)

169
de su propiedad en una biblioteca para la comunidad, con todos
los libros personales que el matrimonio había coleccionado.

Si bien las cosas han cambiado en la sociedad y los valores no


son los mismos que años atrás, William no se da por vencido y
hace todo lo posible para que esta comunidad infectada por el
crimen, pueda recuperar el respeto hacia sus miembros.

Otras presentaciones de televisión corresponden a capítulos


aislados, pertenecientes a series que abarcan temas ajenos al
mundo de los libros y las bibliotecas, entre ellas “¿Le temes a la
oscuridad?” en el capítulo “La bibliotecaria silenciosa”.

-―Cuando los mayores piden silencio, piden un imposible. El


silencio total no existe. Siempre hay algo que hace ruido. Mientras
hay vida, hay sonido‖.

La serie trata de un grupo de jóvenes que se reúne en el bosque y


cada noche, junto a la fogata, narran historias de terror con el
propósito de buscar emociones y divertirse a costa de causar el
mayor miedo posible en los demás. Cada historia constituye un
capítulo con argumento independiente y vamos a detenernos en
uno, porque definitivamente es especial para nuestro caso: “La
bibliotecaria silenciosa” que relata la aventura de una pareja de
niños que acuden a la biblioteca para realizar un trabajo escolar
por parejas. Olvidado en el sótano un cuaderno de anotaciones,
Laurie (El témpano) Napier y su compañero de salón, Jace
(Guaperas), se ven obligados a regresar por la noche, cuando la
biblioteca está cerrada. Al ingresar por una ventana encuentran
sorprendidos que el edificio es diferente al de la biblioteca que
conocen y en el cual estuvieron esa mañana. Descubren, detrás
de un estante, clavado en la pared un almanaque del año 1910,
ochenta años antes, y una puerta en la cual hay un cartel que
dice: ―Silencio - Sala de lectura‖. En el interior se encuentran
recluidos niños sin voz, pálidos, envueltos en telarañas, obligados
a leer eternamente de manera silenciosa. Han sido encerrados
como castigo por hacer ruido en la biblioteca y su carcelera es la
aterradora ―bibliotecaria silenciosa‖, que vaga por la biblioteca con
un cofre en el que guarda los gritos y las voces de los castigados

170
y se empeña en una implacable persecución de los dos niños a
través de pasillos desconocidos, puesto que no corresponden a la
biblioteca que ellos ven y visitan durante el día.

-―¡En la biblioteca no se habla!‖


-―En mi Sala de lectura hay un silencio sepulcral‖
-―¡Los niños que hacen ruido en la biblioteca merecen un castigo!‖
Son las amenazas de la bibliotecaria fantasma mientras acosa a
Laurie y Jace espantándolos aún más con sus tenebrosas
carcajadas.

Pero en los cuentos y en las películas los niños triunfan, casi


siempre. Así que producen tanto ruido que el cofre, saturado, se
rompe en mil pedazos y el fantasma de la vieja bibliotecaria se
desvanece en medio de una nube. Sólo quedan en el suelo, como
una imagen que estremece, sus anteojos de lentes azules. Los
últimos niños desaparecidos recuperan la voz y son liberados
junto con otros muchos, implícitamente fallecidos tiempo atrás.

Los protagonistas abandonan la sala sin prestar atención a un


enorme retrato pendiente sobre los ficheros catalográficos. Es la
imagen del fantasma, con su traje a la moda de la época,
inclusive con sus anteojos azules, y una placa dorada en la que
puede leerse: ―Mercy McGregor, Bibliotecaria jefe‖.

Nuevamente en el bosque, la cuentera de turno termina su


historia y pregunta si alguno de los muchachos quiere
acompañarla a devolver unos libros de la biblioteca. Todos, sin
excepción, se despiden apresuradamente y argumentan que es
demasiado tarde y deben volver a casa. La narradora sonríe y
exclama satisfecha:
-―¡Sí!‖

Había cumplido su objetivo. Retener la atención de sus amigos y


espantarlos como nadie más lo habría hecho. Si se hubiera
tratado de un concurso, habría sin duda ganado con amplia
ventaja.

171
“La bibliotecaria silenciosa”

Envidiable la fantástica imaginación del guionista, aunque,


definitivamente imposible ponerlo en duda, no era un bibliotecario.
Es como si la historia hubiera sido escrita por un estudiante de
aquellos que nunca pisan la biblioteca y que si llegaran a entrar,
obligados, pasan por encima de todas las normas escritas y las
que no, explícitas e implícitas, inmersas en el comportamiento
social lógico de las personas decentes y educadas. La imagen de
la biblioteca, aterradora; la imagen de las bibliotecarias,
espeluznante.

¿Cómo se sentirá un niño o una niña luego de ver esta película,


cuando tenga necesidad, u obligación, de asistir a una biblioteca?
Tal vez se haya cumplido el objetivo cinematográfico: distraer,
divertir, causar miedo y emoción en el espectador. No obstante, el
mensaje a los jóvenes y a los niños es totalmente negativo. La
enseñanza, lejos de ser ―No hablen en la biblioteca‖, es ―¡No
vayan a la biblioteca. La biblioteca es peligrosa. Allí hay gente
mala!‖.

Pero nada peor que la serie peruana “La paisana Jacinta”, en su


capítulo titulado “El incunable”.

172
Jacinta es una migrante que recorre la capital en busca
de trabajo. En sus andanzas encuentra un libro en el que
reconoce, por el sello, que pertenece a la biblioteca
pública ―El libro deshojado‖. Se acerca a devolver el libro y
la bibliotecaria le increpa que la fecha de devolución está
vencida y trata de imponerle un castigo impidiéndole
nuevos préstamos. Aclarado el impasse, la bibliotecaria
pide disculpas mientras habla en tono de voz bajo y le pide
bajar la voz. La paisana, obediente, susurra palabras
ininteligibles; la bibliotecaria le pide hablar más alto, a lo
que la paisana Jacinta reacciona molesta. Finalmente la
paisana se excusa de no poder leer más porque debe
conseguir trabajo y la bibliotecaria le ofrece un puesto
como auxiliar de biblioteca. En la oportunidad en que la
paisana se encuentra atendiendo al público ingresan a
solicitar servicio una vedette y un homosexual,
generándose malos entendidos en base a palabras de
doble sentido. La historia llega a su clímax cuando Jacinta
descubre que el auxiliar de limpieza intenta robar un
incunable de la biblioteca. El capítulo finaliza cuando la
paisana Jacinta regresa del sanitario con pliegos del
incunable, los acomoda en la encuadernación y aclara que
no utilizó todas las hojas que llevó, generando la reacción
37
airada de la bibliotecaria.

Quizás la intención fue buena, tal vez hasta inocente. Pero,


evidentemente, el efecto lógico es de burla y el mensaje negativo,
porque hace de la biblioteca, las personas y los materiales valiosos
un objeto risible, evitando que los niños, los jóvenes y adultos no
familiarizados, adquieran conciencia acerca de los verdaderos
valores que encierran las bibliotecas y los libros. Propicia la
ignorancia y el vandalismo. ¡Qué horror! La tal Jacinta utiliza las
hojas de un incunable como papel toilette y hay quien se divierte
con semejante acto de vulgaridad y de barbarie. Para rematar, la
biblioteca se llama ―El libro deshojado‖. ¡Qué tal! ¿Puede alguien

37
Imagen bibliotecaria en el cine. Op. Cit. Página web.

173
pensar que ésta es una buena enseñanza para la infancia y para
los ya no tan niños?

Será mejor conservar en reserva la opinión acerca del


probablemente famoso cómico que en la cima de su humorística
inspiración produjo tal libreto.

Y volvemos a preguntarnos: ¿Por qué nos enseñaron a tener


miedo de los libros, de las bibliotecas y de las personas que
trabajan en ellas o que tienen cualquier clase de contacto con los
libros?

174
LOS ARCHIVOS EN EL CINE
Tampoco los archivos escapan a la pantalla cinematográfica,
mostrados como simples bodegas de papeles viejos o, por el
contrario, como lugares dignos de respeto, en donde cualquier
ciudadano puede investigar con eficacia y sin molestias. En
“Batman vuelve”, Pingüino, extraño personaje que surge de las
alcantarillas de Ciudad Gótica, solicita permiso para investigar en
el Archivo Municipal, quiénes fueron sus padres y quién es él
mismo, con dignidad, en privado, en tanto que Batman, en la
baticueva, revisa archivos de prensa en microfilms. Igual sucede
con “El pequeño Vanya”, de siete u ocho años, que pide ayuda a
los mayores del orfanato para conseguir su expediente en los
archivos del director. Así, toma un certificado de traslado desde el
orfanato anterior, a donde se dirigirá en busca de información que
le permita encontrar a su madre.

Igual que en el mundo material, en el cine vemos archivos de todo


tipo, inclusive archivos funerarios como el de la niñera mágica
“Nanny McPhee”, en cuyos ficheros, el señor Brown, propietario
de la funeraria, busca los registros de las nuevas viudas, como
única esperanza de encontrar alguna con quien casarse para no
perder la pensión que recibe de la tía rica y que le permite vivir
cómodamente con sus siete hijos y más de una empleada
doméstica.

En un paisaje más colombiano, Florentino Ariza es empleado por


su tío paterno, propietario de la Compañía Fluvial del Caribe. El
archivo es un espacio no mayor de probablemente cuatro por
cuatro y varios metros de altura, o de profundidad, según se mire,

175
enmarcado en altísimas estanterías repletas de documentos
empastados, marcados en el lomo con algún contenido que se
supone son los expedientes de la naviera y al entrar por una
puerta situada en la parte alta, se ve profundo, muy profundo,
oscuro y solitario. Típica la imagen de los archivos en cualquier
país de América latina, ni qué decir en una pequeña población de
la costa atlántica colombiana a principios del Siglo XX.

Este Florentino, archivero romántico y enamorado, lleva un


registro metódico de las mujeres con quienes hace “El amor en los
tiempos del cólera”, en el que anota el número consecutivo de la
fugaz amante, su nombre y apellido más una breve descripción
personal, algún dato que le permita recordarla por su
característica propia:

472 María Florida. Vende flores en el mercado.


499 Josephine Triola. No sé quién era exactamente.
533 Galatea Fernández. Nada memorable que contar. La
rutina es como el óxido.

Veintitrés años después de aquella “Crónica de una muerte


anunciada”, el asesinato de su amigo Santiago Nasar a manos de
los gemelos Vicario, el doctor Cristo Bedoya visita lo que otrora
fuera el archivo del pueblo y lo describe de esta manera:
-―…Más de un siglo de expedientes estaban amontonados en el
sótano del decrépito edificio colonial que fuera por dos días el
cuartel general de Francis Drake.
La planta baja se inundaba con el mar de leva y los volúmenes
descosidos flotaban en las oficinas desiertas.
Yo mismo exploré muchas veces aquel estanque de causas
perdidas y sólo una casualidad me permitió rescatar 322 pliegos
salteados, de los más de 500 que debió tener el sumario…‖.

Verdaderamente triste el destino final de nuestros archivos en la


América latina, sin importar su especialidad: judiciales,
administrativos, históricos, académicos, clínicos o cualesquier
otras modalidades que pudieran existir. Y todos conocemos bien
la tan trillada frase de advertencia… o consecuencia: ―Un pueblo
sin archivos es un pueblo sin memoria‖.

176
“Crónica de una muerte anunciada”

Los archivos sirven tanto para defender los derechos como para
descubrir a los culpables. En “Cuestión de honor”, una teniente de
la Armada encuentra inconsistencias de la administración militar
en la base norteamericana de Guantánamo, que la llevan a
investigar en los archivos y conocer las irregularidades cometidas
por el comandante de la base. En “El archivo de Odessa”, el
periodista Peter Miller se involucra con un impresor que posee un
archivo secreto, en el que reúne los expedientes de todos los
nazis a quienes ha proporcionado identidades falsas. En “El
informe Pelícano”, la estudiante de derecho, Darby Shaw, halla en
un archivo las pruebas que comprometen a la CIA y al presidente
de los Estados Unidos en una serie de homicidios. Este sí que es
un archivo de película, modelo de orden y de dotación. Los
muebles y las carpetas son nuevos, hay lectores de microfilm y
computadores suficientes para causar envidia en muchos
archivos de muchos países a lo largo del mundo, y algo muy
parecido ocurre en “El silencio de los inocentes”, en los archivos de
prensa microfilmada del FBI, donde la investigadora Clarise
Starling descubre el pasado del psicópata, o en “En el nombre del
Padre”, cuando una abogada se interesa en el caso de Giuseppe
Conlon y su hijo Gerry, detenidos y acusados de terrorismo. A
pesar de las oposiciones de la policía irlandesa obtiene permiso
de la Corte para consultar los archivos, en los cuales localiza un

177
documento que fue ocultado durante el juicio porque revelaba que
la policía era corrupta y que los Conlon eran inocentes.

“El día del chacal” resalta el valor de los documentos


de registro civil en los archivos notariales. El archivo,
en cuanto tal, cumple el mismo papel en su
importancia como memoria de los seres, sean
buenos o malos, jóvenes o viejos. También en “La
fuerza del silencio” los archivos son mostrados como
sustento de la realidad siciliana. El gobernador
enviado para combatir a la mafia, descubre a través
de los protocolos notariales quiénes son los dueños
de la tierra y por tanto dominan el campo y su
38
población.

También en “Filadelfia” y en “La fuerza de la verdad” el archivo es


la clave para afectar a los protagonistas. En la primera, un
abogado enfermo de sida es despedido de la firma para la cual
trabaja, con el pretexto de haber enviado un expediente al archivo
inactivo, a donde no debía enviarse sino cuando hubiera
terminado el proceso legal. En la segunda, otro abogado, a pesar
de la orden de negarle el acceso, encuentra en el archivo central
un documento que comprueba que la oficina omitió información
relevante con el propósito de ganar un caso a costa del perjuicio
que ocasionaba a personas ancianas y pobres. De allí que en
muchas películas se muestre, igual que en la dimensión de carne
y hueso, escenas en las que personajes corruptos destruyen los
archivos, ya sea incinerando o convirtiendo en picadillo toda la
documentación que contenga elementos incriminatorios de sus
fechorías. Obviamente son los inmorales quienes destruyen
archivos. La gente de bien, los funcionarios decentes, los
profesionales que actúan con ética en el ejercicio de su carrera no

38CORTES ALONSO, Vicenta. La imagen de los archivos en el


cine: Tres ejemplos. En: Boletín de la ANABAD [on line] Tomo 29
(No. 2), 1979; p. 21-27. Disponible en:
http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=967422 (Consulta:
8 Enero 2010)

178
tienen necesidad de ocultar los actos de su administración y
desempeño. Para citar al menos un ejemplo, recordemos al
veterinario que compra perros robados en “Beethoven”, para
sacrificarlos probando armas y drogas, por encargo de los
fabricantes de ambas.

La cinematografía latinoamericana tampoco ha


dejado de lado la imagen de los archivos. El
protagonista de ―El analfabeto‖ es confinado al
archivo de una entidad gubernamental. Archivo igual
a lugar de castigo, por regla general situado en el
sótano del edificio. Gracias al trabajo de un viejo
funcionario encariñado con su quehacer, el
panorama no es un infierno inferior; por el contrario,
los documentos están ordenados, identificados y a
punto de ser servidos. Pero a pesar de su honestidad
y correcto comportamiento, no hay alicientes de
39
ninguna naturaleza.

Aunque por norma general la imagen de los archivistas no sale


bien librada en el cine, también suelen aparecer intercaladas
algunas excepciones. Tomemos unas cuantas películas entre las
mencionadas por Martin Raish en su trabajo ―Librarians in the
movies‖.

“Blade” es una historia de vampiros que incluye la


actuación de una archivista llamada Pearl, tan obesa
que es difícil saber si es hombre o mujer. Todo se
refiere a ella por su pronombre femenino, pero el
actor que la encarna es Eric Edwards. En todo caso,
ella está a cargo de los archivos, totalmente
computarizados, de la cultura de los vampiros y
explica que nadie puede traducir los textos antiguos
a no ser que el maligno lo dirija.

Louis Gosset Jr. es un oficial de la marina


estadounidense que regresa a su hogar en el estado

39 Ibid.

179
de Carolina, donde descubre que un hermano mayor,
de quien nunca conoció su existencia, fue asesinado
30 años atrás por dos muchachos blancos. A fin de
limpiar el nombre de su hermano, la archivista local,
que además es hija del sheriff, le ayuda a encontrar
los registros del juicio que lo llevan a descubrir “Los
esqueletos de Carolina”.

Investigando el confuso pasado de un importante


criminal cuyo cuerpo fue hallado en la costa, cerca
de Estambul, un escritor de misterio visita el archivo
municipal en un país de Europa del Este. Allí
encuentra un servicial, más bien un servil archivista,
que ni siquiera aparece en los créditos de la película
“La máscara de Dimitrios”.

Dos personas usan los archivos de un estudio


cinematográfico para investigar la posible conexión
entre la madre de Sidney y el asesino. Los archivos
se encuentran en un sótano oscuro y la archivista,
una mujer ruda, descortés y de mente cerrada, se
niega abiertamente a ayudar, hasta que le ofrecen un
anillo de dos mil dólares, actitud inmoral que haría
lanzar un “Alarido 3” a cualquier archivista con ética
profesional.

Algunas escenas de “La mujer sandía” tienen lugar


en una biblioteca y un archivo especializado. El
bibliotecario referencista es un joven desinteresado
en ayudar a los usuarios y es incapaz de conducir
una simple consulta de referencia. El archivista es un
torpe que deja sobre la mesa diferentes cajas de
materiales sin catalogar ni clasificar, sin importarle
cómo se revuelven y realiza la descripción de los
documentos recortando las fotografías que no
encajan con los propósitos del archivo.

En “Amityville 2”, un padre usa los archivos locales


para conseguir información acerca de una casa que

180
está causando problemas a su familia. Le ayuda un
anciano archivista-bibliotecario que asegura haber
trabajado allí por 25 años.

Dos ladrones investigan en la Biblioteca del


Congreso de los Estados Unidos, donde realizan “La
búsqueda” de una forma segura y efectiva para
ingresar al Archivo Nacional con el propósito de robar
40
un documento histórico de valor inapreciable.

Claro que hay otra clase de antisociales, como el detective


privado Jake Gittes, que visita los archivos del Condado en
“Chinatown” y arranca parte de una página del libro de registro
disimulando el ruido con una tos, en las narices del dependiente,
un joven huraño que detesta su trabajo y atiende de muy mala
gana a los investigadores.

Cuando llega el momento del “Regreso al futuro 3”,


Marty McFly y el Doctor Brown necesitan información
acerca de los eventos ocurridos en 1885, así que van
al archivo de la prensa local. Se parece a una vieja
biblioteca; es una gran habitación con techo alto,
cuando hablan se escucha el eco de sus voces, hay
polvo en el aire y anaqueles de madera oscura.
Aparentemente entraron a hurtadillas y de noche,
cuando no había nadie presente. Rápidamente
encuentran las páginas exactas del periódico que
buscan y también montones de viejas fotografías
41
relacionadas con el tema.

Fácil ¿no? Ojalá todos los archivos estuvieran tan eficientemente


organizados para que cualquier persona, sin conocer el archivo y
sin poseer la experiencia suficiente en el manejo de
documentación, pudiera hallar lo que busca y mucho más, listo y

40
RAISH, Martin. Op. Cit. Página web.

41 Ibid.

181
servido en bandeja de plata. Eficiencia, Relevancia y Pertinencia,
principios fundamentales en la administración documental.
42
―Liz Torres es una archivista de prensa que ayuda a un abogado
a preparar “Con justa causa”, la defensa de un cliente acusado de
asesinato. Es de mediana edad, competente, viste con
profesionalismo y coquetea con el abogado en las estanterías‖.

¿Por qué la gente coquetea o se esconde en las estanterías de


los archivos y de las bibliotecas?

―American Splendor‖ plasma en formato fílmico la


obra autobiográfica que Harvey Pekar había reflejado
previamente en una serie de cómics homónima. Este
contador de historias -ya que los dibujos eran
realizados por diversos autores del cómic
underground-, como realmente se ganaba la vida era
como archivero en un hospital de veteranos de
Cleveland. Harvey Pekar trabajó en dicho archivo
hasta su jubilación, incluso una vez alcanzado el
éxito con su obra, y en American Splendor queda
recogido el poco interés y el tedio que su rutinario
trabajo como archivero le producía.

En diferentes escenas de la película, que transcurren


en los años 70 y 80, se muestra el archivo clínico en
el que trabajaba, con sus estanterías sin fin llenas a
rebosar de carpetas clasificadas por colores, o el aún
más tétrico depósito, con viejos archivadores de
madera y cajas de cartón, donde iban a parar las
historias clínicas de los fallecidos.

Ya empezado el siglo XXI, y con la irrupción de la


informática y la digitalización de documentos,
podríamos esperar que esas imágenes de un archivo
de hace más de 20 años no pudieran identificarse
con los archivos actuales, pero teniendo en cuenta

42 Ibid.

182
algunas noticias… quizá las cosas no hayan
43
cambiado tanto.

“Angeles y demonios”

Un caso especial está representado por el Archivo Vaticano, que


llama la atención e interesa por igual a “Angeles y demonios”. Así
como hace siglos, el acceso a sus instalaciones continúa
prohibido y vigilado por agentes de la Policía vaticana. Pero es un
archivo moderno. Tanto que hasta la cantidad de oxígeno es
controlada por computadoras como medida de protección y
conservación de los valiosísimos documentos que allí se
colecciona en secciones perfectamente organizadas. Las
cámaras son bóvedas herméticas y el oxígeno se mantiene a un
nivel mínimo; adentro hay un vacío parcial, los vidrios son a
prueba de balas y no se recomienda permanecer allí por espacios
prolongados. Los cuerpos de seguridad han rechazado siete
veces la solicitud de acceso presentada por el profesor de
Harvard que investiga antiguas simbologías. Pero hay un lunar
negro; es imposible pasar por alto el robo de documentos
científicos, por parte de un miembro de la Guardia Suiza.

43
ROS-MARTÍN, Marcos. Las bibliotecas en el cine. Op cit.
Página web.

183
Recordemos que el Archivo Secreto Vaticano (Archivum
Secretum Apostolicum Vaticanum) es uno de los centros de
investigación histórica más importantes del mundo. Posee unos
150.000 documentos y más de 630 fondos de archivos distintos,
en una extensión de 85 km lineales de estanterías, que llegan a
cubrir ochocientos años de historia.

El archivo, completamente cerrado al público, fue creado en 1610


por orden del Papa Pablo V al trasladar a los Palacios Vaticanos
todos los volúmenes y documentos que hasta entonces se
conservaban en otros edificios. El documento más antiguo se
remonta al siglo VIII, y se conserva documentación sin
interrupciones a partir del año 1198. En 1783, todo lo almacenado
en Avignon se traslada al Vaticano y en 1798 se les unen los
Archivos del Castel Sant Angelo.

León XIII empieza a permitir algunos casos de visitas en 1881,


alimentando muchos rumores y mitos del auténtico contenido
bibliográfico y Benedicto XV abre de manera algo más genérica y
parcialmente los archivos en 1922.

El 20 de febrero de 2002, el papa Juan Pablo II decretó de forma


extraordinaria y a partir del 2003, la disponibilidad a
investigadores de documentos relacionados con Alemania entre el
período 1922 a 1939 y de la Secretaría de Estado Vaticana para
intentar contrarrestar las críticas de algunas organizaciones con
respecto a la posición de la iglesia católica durante el genocidio
realizado por e los nazis contra el pueblo judío, durante el papado
de Pio XII.

Actualmente el acceso al archivo está permitido a investigadores


e historiadores, previa acreditación y visto bueno del Vaticano,
aunque está restringido sólo a una pequeña parte del fondo
documental. Una parte de estos archivos, algunos muy
44
significativos, ya está disponible en Internet.

44
Archivo secreto Vaticano. [en línea] Disponible en:

184
Y, a propósito de avances tecnológicos, “Acoso sexual” es una
clara muestra de la forma como se ingresa y navega en la base
de datos y el archivo virtual de la Compañía Digicom. Enseña
claramente el desplazamiento en realidad virtual por los diferentes
espacios, los muebles archivadores que se abren con el simple
toque de un dedo y los documentos que salen de las gavetas al
señalarlos con el guante mágico.

Infortunadamente, no podía estar ausente la naturaleza intrínseca


del hombre para interferir con la verdad a través de su habilidad
para manipular la información. Y gracias a la tecnología, “Los
testigos” son descubiertos porque una joven con excelente
memoria visual reconoce sus rostros en un álbum fotográfico, al
tiempo que un sacerdote investigador hace lo mismo en un
archivo fílmico y de microfilmes de prensa en los cuales encuentra
que, testigos presenciales de la crucifixión de Cristo viven aún en
una pequeña población de Gran Bretaña, condenados
eternamente a presenciar las tragedias de la humanidad: guerras,
genocidios, asesinatos, linchamientos, por haber asistido como
curiosos y no por devoción. Así mismo reconoce la casa que
muchos años atrás fuera un orfanato en donde se abusaba
cruelmente de los niños y que los criminales, los testigos, siguen
vivos sin que el tiempo los hubiera afectado. Por otra parte, en las
diferentes películas de “Harry Potter” observamos con interés los
álbumes fotográficos y los portarretratos de imágenes en
movimiento, curioso efecto si tenemos en cuenta que están
impresas en el tradicional soporte de papel.

En el mundo real de hoy, las personas mayores vemos casi con


asombro que prácticamente ha desaparecido la fotografía
tradicional, con sus cámaras, sus fotos, sus románticos álbumes y
los archivos fotográficos. Hoy, la fotografía es digital, con cámaras
digitales, fotografías digitalizadas y archivos digitales guardados
en el disco duro de una computadora o en soportes tales como
discos compactos llamados CD-ROM, el DVD, o pequeños

http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo_Secreto_Vaticano (Consulta
16 Septiembre 2010)

185
dispositivos portátiles llamados USB, cada día capaces de
albergar más gigabytes de los que nunca habríamos imaginado.
Al paso que vamos, alguna de las próximas generaciones de
humanos verá los álbumes fotográficos de Harry Potter con toda
naturalidad, sin el menor asombro ni la sospecha de que esto…
es cosa de magia.

186
*****
Y a pesar de la extensa lista, hemos presentado sólo una
pequeña muestra entre los centenares de películas, de
cualesquier países y épocas, que por una u otra razón hacen uso
de libros, librerías, libreros, bibliotecas, bibliotecarios, lectores,
editores e impresores, bibliófilos, archivos y archivistas, como
piezas significativas en la transmisión de ideas, mensajes y
sensaciones por medio del cine.

Evidentemente, estos elementos forman parte de la vida cotidiana


y son inherentes al desarrollo del hombre y las comunidades
civilizadas y constituyen, por lo tanto, motivos disponibles para
explotar sus imágenes, aprovechando la diversidad de
interpretaciones que cada quien pueda o quiera encontrarles.

*****

187
188
BIBLIOGRAFIA CITADA

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 Chinatown. Roman Polanski. USA, 1974.
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 El día después de mañana (The day alter tomorrow). Roland
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 El diario de Noah <Diario de una pasión> (The notebook). Nick
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2004.
 El exorcista (The exorcist). Basada en la novela de William
Peter Blatty. William Friedkin. USA, 1973.

195
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 El guardián de las palabras (The pagemaster). Joe Johnston.
USA, 1994.
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de John Grisham. Alan J. Pakula. USA, 1993.
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 El misterio de los excavadores (Holes). Basada en la novela
de Louis Sachar. Andrew Davis. USA, 2003.
 El niño con el pijama de rayas (The Boy in the Striped
Pyjamas). Basada en la novela de John Boyne. Mark Herman.
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prisoner of Azkaban). Basada en la novela de Joanne K.
Rowling. Alfonso Cuaron. USA, 2004.
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chamber of secrets). Basada en la novela de Joanne K.
Rowling. Chris Columbus. USA, 2002.
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Rowling. David Heyman. USA, 2001.
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 Indiana Jones y la última Cruzada (Indiana Jones and the last
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 La profecía (The omen). Richard Donner. Gran Bretaña, 1976.
 La Sociedad de los poetas muertos (Dead poets society).
Peter Weir. USA, 1989.
 Las alas del deseo (Wings of desire). Wim Wenders. Alemania,
1987
 Las brujas de Eastwick (The witches of Eastwick). Basada en
la novela de John Updike. George Miller. USA, 1987.
 Las crónicas de Spiderwick. Mark Waters. USA, 2008.
 Lazos humanos (A tree grows in Brooklyn). Elia Kazan. USA,
1945.
 Legado de violencia (Undertow). David Gordon Green. USA,
2004.
 Leonera. Pablo Trapero. Argentina-Brasil, 2008.
 Lista de espera. Juan Carlos Tabio. Cuba-España, 1999.
 Los cazafantasmas (Ghostbusters). Ivan Reitnan. USA, 1984.
 Los ríos de color púrpura (Les Rivières Pourpres). Matthieu
Kassovitz. Francia, 2000.
 Los seis signos de la luz (The dark is rising). Basada en las
novelas de Susan Cooper. David L. Cunningham. USA, 2007.

199
 Los siete pecados capitales (Seven). David Fincher. USA,
1995.
 Los testigos (The gathering). Brian Gilbert. Gran Bretaña,
2002.
 Los tres deseos (The third wish). Shelley Jensen. USA, 2005.
 Magnolia. Paul Thomas Anderson. USA, 1999.
 Manual del joven envenenador (The young poisoner’s
handbook). Benyamin Ross. Reino Unido - Alemania, 1995.
 Mátame suavemente (Killing me softly). Kaige Chen. Reino
Unido, 2002.
 Matilda (Matilda). Basada en la novela de Roald Dahl. Danny
De Vito. USA, 1996.
 La muerte te sienta bien <Me sobra una mujer> (Hello again).
Frank Perry. USA, 1987.
 Mi mejor amigo <Gracias a Winn-Dixie> (Because of Winn-
Dixie). Basada en la novela de Kate DiCamillo. Wayne Wang.
USA, 2005.
 Miranda. Marc Munden. Gran Bretaña, 2002.
 Mujer soltera busca (Single white female). Barbet Schroeder.
USA, 1992.
 No me iré sin mi hija (No without my daughter). Brian Gilbert.
USA, 1990.
 Nunca te vi, siempre te amé (84 Charing cross road). Basada
en la autobiografía de Helene Hanff. David Jones. Gran
Bretaña, 1987.
 Pantaleón y las visitadoras. Basada en la novela de Mario
Vargas Llosa. Francisco Lombardi. España-Perú, 1999
 Party girl. Daisy von Scherler Mayer. USA, 1995.
 Perfume de mujer (Scent of woman). Martin Brest. USA, 1992.
 Poltergeist. Steven Spielberg. USA, 1982.
 Por siempre joven (Forever young). Steve Miner. USA, 1992.
 Qué bello es vivir (It’s a wonderful life). Frank Capra. USA,
1946.
 Recuérdame (Remember me). Allen Coulter. USA, 2010.
 Regreso al futuro 3 (Back to the future 3). Robert Zemeckis,
USA, 1990.
 Rojo como el cielo (Rosso come il cielo). Cristiano Bortone.
Italia, 2008.

200
 Secretos de familia (Family secrets). Sally Champlin. USA,
2002.
 Secretos del pasado (Love song for Bobby Long). Shainee
Gabel. USA, 2004.
 Semilla de maldad (Blackboard jungle). Richards Brooks. USA,
1955.
 Siempre a tu lado (Hachiko: a dogs´story). Lasse Hallstrom.
USA, 2009.
 Sólo problemas (Nothing but trouble). Dan Aykroyd. USA,
1991.
 Sonámbulos. Manuel Gutiérrez Aragón. España, 1977.
 Su otra esposa (Desk set). Walter Lang. USA, 1957.
 Tienes un e-mail (You’ve got mail). Nora Ephron. USA, 1998.
 Tierra de sombras (Shadowlands). Basada en el libro de Brian
Sibley. Richard Attenborough. Gran Bretaña, 1993.
 Todos los hombres del Presidente (All the President’s men).
Alan J. Pakula. USA, 1976.
 Toy story 3. Lee Unkirch. USA, 2010.
 UHF. Jay Levey. USA, 1989.
 Un ángel en mi mesa (An Angel at my table). Jane Campion.
Nueva Zelanda – Reino Unido, 1990.
 Un cadáver en la biblioteca (The Body in the Library). Silvio
Narizzano. Gran Bretaña, 1984.
 Un día perfecto (A perfect day). Basada en la novela de
Richard Paul Evans. Peter Levin. USA, 2006.
 Un lugar llamado Notting Hill (Notting Hill). Roger Michell. USA,
1999.
 Un milagro para Lorenzo (Lorenzo’s oil). Kennedy Miller. USA,
1992.
 Un papá de película (Billboard dad). Alan Metter. USA, 1998.
 Una cara con ángel (Funny face). Stanley Donen. USA, 1957.
 Venus. Roger Michell. Reino Unido, 2006.
 Vivir de ilusión (The music man). Morton DaCosta. USA, 1962.
 Ya eres un muchacho grande (You're a big boy now). Francis
Ford Coppola. USA, 1966.
 Zorba el griego (Zorba the greek). Basada en la novela de
Nikos Kazantzakis. Michael Cacoyanis. Grecia, 1964.

201
Televisión

 El arca de Noé (The Noah´s ark). John Irvin. USA, 1999.


 Buffy, la cazavampiros (Buffy the Vampire Slayer). Joss
Whedon. USA, 1997-2003
 El bibliotecario (1): En busca de la lanza perdida (The librarian:
Quest for the spear). Peter Winther. USA, 2004.
 El bibliotecario (2): El mapa del Rey Salomón (The librarian:
Return to King Solomon´s mines). Jonathan Frakes. USA,
2006.
 El bibliotecario (3): La maldición del cáliz de Judas (The
librarian: The curse of the Judas chalice). Jonathan Frakes.
USA, 2008.
 La paisana Jacinta. Capítulo ―El incunable‖. Perú, 1999-2000,
Nueva temporada 2005.
 Le temes a la oscuridad? (Are You afraid of the dark?) Capítulo
―La bibliotecaria silenciosa‖ (The tale of the quiet librarian). D. J.
MacHale. Canadá, Cuarta temporada, Diciembre 1993.
 Los esqueletos de Carolina (Carolina Skeletons). Basada en la
novela de David Stout. John Erman, USA, 1991.
 Sala de lectura (The reading room). Georg Stanford Brown.
USA, 2005.

202
Autores Editores - 2013
© Jorge Caicedo Santacruz (10-343-478 de 2012)
ISBN: Edición impresa – 978-958-46-2872-5
E-Book – 978-958-46-2873-2

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