Texto 3
Aportes de la Sociolingüística
Como señalamos antes, los hablantes manifiestan diversos imaginarios sobre las lenguas y sobre
los usuarios de las lenguas, así como también sobre las situaciones comunicativas, que pueden
incluir prejuicios en torno de ambos. La lengua y las lenguas son objetos de interés, dudas y
opinión por parte de quienes las hablan, las observan, las conocen y aun por parte de quienes las
desconocen.
Como observa Jesús Tusón (1990), es posible que hayamos oído o dicho que el italiano es una
lengua “musical” y que el alemán es una lengua “dura” o “áspera”. Tal vez pensemos que algunas
lenguas son más “fáciles” y otras lenguas más “difíciles”. Incluso sabemos o creemos que unas
tienen “muchos hablantes” y otras, “pocos”. Y el tener estos prejuicios o imaginarios no es un
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Veamos un poco de historia… Luego de la Independencia, parecía evidente e indiscutido que “la
lengua nacional” debía ser una y esa debía ser el castellano, a pesar de que una buena parte del
pueblo hablaba otras lenguas, las lenguas indígenas.
Entre 1842 y 1844, Andrés Bello, gramático venezolano, rector de la Universidad de Chile y
Domingo Faustino Sarmiento entablaron una polémica ortográfica que se fundó sobre la idea de
que las lenguas son históricas y, por lo tanto, sujetas a cambios, y de que la ortografía debía
reflejar esos cambios porque ello contribuiría en términos simbólicos y materiales al proceso de
emancipación en curso.
En esa época, los cambios lingüísticos americanos con respecto de la variedad peninsular ya eran
evidentes y ambos estudiosos acordaban en el hecho de que la escritura debía reflejar esos
cambios, pero discrepaban, básicamente, en el modo en que debía hacerse.
Esos cambios ortográficos no llegaron a producirse y actualmente nuestra referencia en este
campo es la RAE. Cuando enseñamos la lengua escrita, la fuerza de esa historia se actualiza día
a día, pero también se han enriquecido y complejizado los debates científicos acerca de si la
ortografía debe reflejar los cambios de las variedades orales.
En la actualidad, el español es la segunda lengua hablada a nivel mundial y el español escrito
estándar constituye una lengua escrita que no es diferente para ninguno de los 500 millones de
hablantes de distintas variedades orales del español, que pueden aprender a leer los mismos
textos escritos, aunque hablen variedades muy diversas entre sí.
Este estatus de la lengua escrita involucra normas. “La lengua, como todo sistema semiológico,
requiere de una cierta normatividad para su funcionamiento” (Gallardo 1978:10) así como también
en toda comunidad de lengua, “rige un modelo idiomático por el cual se juzga a los individuos, no
sólo como hablantes, sino sobre todo como actores sociales; esto marca la relevancia de la
función social de la norma idiomática, como integradora o discriminadora del hombre a través de
uso lingüístico” (Blanco 2001:106).
El hecho de que la historia y las condiciones socioeconómicas de los pueblos lo son también de
las lenguas que ellos hablan. Por eso, la historia social también nos ayuda a entender la realidad
lingüística de nuestras escuelas. En definitiva, cuando enseñamos a leer y escribir enseñamos un
registro lingüístico nuevo, estandarizado e historizado, y en ese marco también debemos
reconsiderar nuestras representaciones acerca de lo que es el “hablar mal” y “escribir mal” de los
que aprender a leer y escribir.
Bibliografía
Nercesian, Verónica (2015). Clase Nro. 1. De los procesos cognitivos individuales a los procesos sociales de
aprendizaje. Módulo Aportes de la Sociolingüística a la alfabetización inicial. Especialización Docente Superior en
alfabetización inicial. Buenos Aires: Ministerio de Educación de la Nación.
El carácter de lengua oficial es histórico y no necesariamente una nación debe tener una lengua
oficial, dado que esa decisión obedece a razones políticas e históricas. Por ejemplo, hay varios
países que tienen más de una lengua oficial: Afganistán tiene 2 idiomas oficiales: el pashto y el
dari (persa); Bélgica tiene 3: neerlandés, francés y alemán.
La Constitución Nacional Argentina no presenta declaratoria de lengua oficial, pero el castellano o
español es considerado idioma oficial o nacional de facto, es decir, se emplea como lengua oficial
de hecho en los usos de la administración pública. En los últimos años, algunas lenguas indígenas
fueron declaradas cooficiales con el español a nivel provincial: el guaraní en la provincia de
Corrientes en 2004; el mocoví, el qom (o toba) y el wichí en la provincia del Chaco en 2011.
En consecuencia, no hay nada inherente a las lenguas y las variedades lingüísticas que las haga
ser “oficiales” o que las haga ser “nacionales”. Estas categorías son exclusivamente
sociohistóricas y políticas.
Lenguas y dialectos
El sociolingüista Joshua Fishman acuñó una frase que luego se hizo muy conocida: “Una lengua
es un dialecto con un ejército y una armada”. ¿Qué quiere decir esta frase? ¿Qué relación
mantiene esta frase con la reflexión acerca de la historización de las lenguas?
Al respecto J. K. Chambers y Peter Trudgill (1994) sostienen que hay bastante verdad en esa
afirmación porque muestra los factores políticos que hay detrás de la decisión respecto de qué es
una lengua. En efecto, una lengua es la elección de una variedad dialectal como
representativa de un conjunto de variedades. A esa variedad seleccionada se la llamará lengua
italiana, lengua francesa, lengua española. Por eso, como sostiene Zabaltza (2006:46), “la
existencia de las lenguas […] es un producto de la historia y de intereses políticos”.
Dado que el estatus de lengua y de dialecto es un constructo político y cultural, más que
puramente lingüístico, ambos están sujetos a cambios.
En definitiva, las lenguas son en realidad un conjunto de variedades que comparten los rasgos
fonológicos, gramaticales y léxicos más importantes y, por lo tanto, son mutuamente inteligibles.
Por eso, cuando las diferencias fonológicas y gramaticales son tan grandes que dificultan la
comunicación, puede decirse que esas variedades dialectales forman parte de lenguas diferentes.
Dialecto y variedad
tendencia a identificar lengua y nación, en ocasiones, para negar el carácter nacional de un grupo
humano, ha solido bastar con negar a su habla el carácter de “lengua”. Esto ha sucedido con las
lenguas indígenas de nuestro país, a las que durante años se las ha denominado dialectos.
Por otro lado, el término dialecto ha sido tradicionalmente empleado para referir a variedades
lingüísticas según la región geográfica. Por eso, la utilidad del término variedad, afirma Huson
(1981), también radica en la posibilidad de emplearse para hacer referencia a distintas
manifestaciones de la variación y no solamente las geográficas; como, por ejemplo, las variedades
dialectales o las variedades sociolectales que se diferencian según la clase social, el género o el
registro.
Bilingüismo y diglosia
lenguas: el alemán, el francés y el inglés son lenguas altamente codificadas, con un corpus
frondoso de literatura y se usan para funciones elevadas;
3. diglosia sin bilingüismo, como habría ocurrido en la Rusia zarista, donde la aristocracia
hablaba francés o alemán, mientras que el pueblo hablaba ruso, y la comunicación se habría dado
a través de intérpretes, o en Estados recientemente descolonizados del África, donde la capa
dirigente suele hablar inglés, francés o portugués, mientras que el grueso de la población habla
distintas lenguas tribales;
4. ni diglosia ni bilingüismo, que solo se daría en sociedades reducidas y poco diversificadas.
Comunidad de habla
Toda interacción verbal ocurre en algún contexto. La comunidad de habla y la situación o evento
comunicativo son parte de ese contexto. Se considera que el contexto más amplio de la
interacción verbal es la comunidad de habla, definida por Dell Hymes en 1972 como una
comunidad que comparte el conocimiento de reglas gramaticales de al menos una lengua o
variedad y las reglas para la conducta e interpretación del habla.
La comunidad de habla no necesariamente emplea una sola lengua. Una comunidad de habla
puede compartir diversas lenguas y variedades lingüísticas. En ese caso comparten el
conocimiento acerca de cómo alternan esas lenguas o variedades, cómo se interpretan y qué
valores les atribuyen.
Situación comunicativa
Toda emisión lingüística, oral o escrita, tiene lugar dentro de una situación comunicativa, o
situación de habla, que está conformada por un contexto situacional o personal, las emisiones
lingüísticas y los componentes comunicativos no lingüísticos, por ejemplo, los gestos que se
produzcan en él. Estas situaciones pueden ser muy diferentes entre sí y tener diferentes
propósitos. Una clase, por ejemplo, es una situación comunicativa, así como también lo es una
fiesta, una reunión familiar, una reunión de amigos, una reunión de trabajo. Así, las emisiones
lingüísticas y los componentes comunicativos no lingüísticos que alumnos y docentes producen en
una clase tienden a adecuarse a esa situación comunicativa particular. El conocimiento de las
reglas de uso de las variedades lingüísticas adecuadas para la situación de habla en clase, forma
parte de la competencia comunicativa cuyo desarrollo es responsabilidad de la escuela.
No se puede pensar en emisiones producidas fuera de las situaciones comunicativas, ni mucho
menos que no estén determinadas o modificadas por ellas. En este sentido, las situaciones
comunicativas son restrictivas. Esto significa que los hablantes son potencialmente libres de
producir las emisiones que desean. Sin embargo, en la práctica la libertad absoluta no existe,
porque en realidad las restricciones del contexto son habitualmente altas. Para determinadas
situaciones comunicativas y ante determinados contextos interpersonales, se espera que se
empleen determinado tipo de emisiones. No obstante, esta restricción no es infranqueable, porque
las emisiones producidas en una situación comunicativa también forman parte del contexto y lo
confirman o lo pueden modificar.
Todas las comunidades de habla son de algún modo heterogéneas lingüística y socialmente y la
variación lingüística está socialmente condicionada. Las lenguas habladas son dinámicas,
porque varían con su uso y esa variación está correlacionada con los factores sociales que
funcionan como variables del cambio lingüístico. Los fenómenos de variación sociolingüística
pueden ser diatópicos, diastráticos y diafásicos. Explicaremos brevemente a qué se refiere cada
uno.
Variación diatópica. Se trata de la variación vinculada con el factor geográfico. La Dialectología
tradicional se ocupó del estudio de la variación geográfica de las formas lingüísticas en áreas
rurales. En esas áreas, las diferencias entre dialectos hablados son acumulativas: cuanto más
lejos del punto de partida, las diferencias se harán cada vez mayores. Los dialectos de los
extremos del área geográfica pueden no ser mutuamente inteligibles, pero estarán conectados por
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una cadena de inteligibilidad mutua. Este tipo de situación se denomina continuum geolectal. Se
dio un ejemplo de continuum en esta misma clase al tratar el tema de “Lenguas y dialectos”.
Las variaciones diatópicas en una lengua pueden deberse a innovaciones de sus usuarios y a la
influencia de otras lenguas que se hablan en la misma zona. Basta pensar en la extensión
geográfica argentina y las distintas variedades que los hablantes nativos del español podemos
reconocer sin ser especialistas si se compara, por ejemplo, el habla de la ciudad de Córdoba, con
la del porteño, o de la ciudad de Formosa o Salta. En cada caso, se pueden reconocer diferencias
de pronunciación, de entonación, de sintaxis, de léxico, y a veces hasta morfológicas. Asimismo,
en algunos casos se pueden reconocer las lenguas de influencia, como el guaraní en el caso del
español formoseño o el italiano en el porteño. En suma, cuanto más amplia sea la extensión de
habla de la lengua, posiblemente manifieste mayor variación.
Variación diastrática. En las décadas del cincuenta y sesenta las sociedades occidentales
experimentaron un proceso de industrialización y urbanización, ligado al surgimiento de las
ciudades como focos de desarrollo industrial y con ello una acentuación de la diferenciación social
en la división de funciones laborales y sociales, un aumento de la movilidad social y geográfica,
así como también una expansión de los sistemas de comunicación y de educación, entre otros
cambios. En ese nuevo contexto se produjeron una serie de problemas y desigualdades sociales
en los grandes centros urbanos. Asimismo, en ese contexto histórico se produjo el surgimiento de
la Sociología como disciplina y los lingüistas y educadores de países industrializados occidentales
se interesaron en estudiar la relación entre lenguas y marginación social.
Estos nuevos estudios hallaron que factores sociales como la clase social, el género y la edad,
también pueden determinar la variación de una lengua y ser considerados como variables del
cambio lingüístico. Este tipo de variedades se denominan sociolectos.
Variación diafásica. En este tipo de variación, el mismo individuo produce diferentes hablas
según los contextos situacionales en que se encuentra, el tipo de audiencia o la imagen personal
que desea proyectar. Esas diferentes hablas o “modos de hablar” son los estilos.
Estos combinan aspectos lingüísticos estructurales y aspectos lingüísticos empleados con una
función estilística, que se organizan según el contexto no lingüístico. Las reglas de uso de los
estilos son compartidas por los miembros de una misma comunidad de habla y también forman
parte de la competencia comunicativa. Los estilos que se asocian con tipos de situación se llaman
registros.
Las personas escogen los estilos y su selección tiene significado social. A partir de la experiencia
de los miembros de una comunidad de habla en distintas situaciones, el repertorio de estilos y la
competencia para emplearlos se amplía y se modifica. Existe una distinción básica y general entre
situación formal e informal y, asociado a ella, un tipo de registro. Por se asocia la lengua escrita
estándar a situaciones formales, como un examen o una redacción en la escuela, y la lengua
escrita no estándar a situaciones informales, como la comunicación por chat, por whatsapp o por
las redes sociales en internet.
De allí la importancia de la escolarización para el aprendizaje de nuevos estilos y registros
asociados a situaciones que no se pueden aprender informalmente, como es el caso de la lengua
escrita estándar y los registros asociados a ella, lo que forma parte de la competencia
comunicativa.
Bibliografía
Nercesian, Verónica (2015). Clase Nro. 2. Conceptos clave para pensar las realidades sociolingüísticas. Especialización
Docente Superior en alfabetización inicial. Buenos Aires: Ministerio de Educación de la Nación.
La pregunta permite la relación con las nociones de situación comunicativa y registro. Se trata del
concepto de competencia comunicativa. Propuesta por Dell Hymes (1972) desde la etnografía
del habla, la competencia comunicativa es definida como el conocimiento de las reglas
gramaticales y la capacidad de usar adecuada y eficazmente los recursos lingüísticos en
circunstancias concretas. En palabras de Hymes:
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¨Debemos […] dar cuenta del hecho de que un niño normal adquiere un conocimiento de las
oraciones no sólo como gramaticales, sino también como pertinentes. Él o ella adquieren una
competencia sobre cuándo hablar y cuándo no, y sobre qué hablar, con quién, cuándo, dónde y
de qué manera. En suma, un niño llega a ser capaz de realizar un repertorio de actos de habla, de
tomar parte en los eventos comunicativos y de evaluar las realizaciones de los otros. Esta
competencia va de la mano de las actitudes, valores y motivaciones que conciernen al lenguaje, a
sus rasgos y usos, así como de la competencia y las actitudes con respecto a la interrelación del
lenguaje con los otros códigos de conducta comunicativa¨. (Hymes 1972: 277-8)
La competencia comunicativa incluye el conocimiento gramatical y las reglas de uso;
precisamente, el conocimiento sobre las reglas de uso se adquiere junto con las reglas
gramaticales.
Dell Hymes compara la competencia comunicativa con la competencia lingüística chomskiana,
que es definida como el conocimiento gramatical innato que el hablante-oyente tiene de su lengua,
y muestra que la adquisición de la primera lengua por el niño no incluye sólo reglas de gramática,
como postula Noam Chomsky, sino también reglas de uso. En esto consiste la noción de
adecuación, que significa que la competencia comunicativa le permite al usuario de la lengua
percibir los enunciados no solo como realidades lingüísticas, sino también como realidades
socialmente apropiadas, es decir adecuadas o ajustadas a diversos factores extralingüísticos.
La incorporación de esta competencia a los conocimientos del niño no es tardía.
La definición del término competencia comunicativa también incluye la idea de “repertorios de acto
de habla”. El repertorio es compartido por los miembros de una misma comunidad de habla e
incluye variedades lingüísticas, dialectos, géneros discursivos, actos de habla habituales en cada
grupo social y marcos interpretativos de secuencias de actos.
Los marcos interpretativos se crean a partir de pistas o señalizaciones lingüísticas. Los que
participan en una conversación relevan esas pistas y a partir de ellas elaboran inferencias
conversacionales (Gumperz, 1982). Por ejemplo, un tipo de inferencia relacionada con la
conversación les permite a los hablantes darse cuenta cuándo pueden tomar su turno para
intervenir, dado que las conversaciones, a diferencia de las oraciones, no vienen pre-
segmentadas, de manera que el hablante no sabe exactamente cuándo su interlocutor dio por
terminada su intervención para poder tomar su turno sin interrumpir. Los participantes de la
conversación deben procesar los signos verbales para determinar cuándo tomar su turno sin
interferir en los derechos de los demás. Esos signos verbales son compartidos por los miembros
de una misma comunidad de habla y forman parte de la competencia comunicativa; sin embargo,
los niños y aun los adultos deben ajustar permanentemente su percepción de esos signos que no
son siempre claramente evidentes cuando se modifican las características de la situación de
habla, como sucede al pasar de la casa a la escuela, por lo cual se debe incorporar su enseñanza
en los contenidos de lengua oral.
Los niños llegan a la escuela hablando una variedad dialectal y sociolectal que puede diferir
respecto de la del resto de sus compañeros y del docente. En muchos análisis socioeducativos
esta diferencia es considerada responsable del fracaso escolar. Sin embargo, según J. K.
Chambers y Peter Trudgill (1994) los hablantes pueden comprender muchos más dialectos de los
que en efecto hablan, e incluso una buena cantidad de hablantes son bidialectales en algún
grado. En contextos multilingües, la competencia lingüística también supone desplegar
capacidades para emplear, interpretar y dar sentido al uso de distintas lenguas y variedades.
Diversos lingüistas advirtieron que la competencia plurilingüe no es la suma de competencias en
diversas lenguas o variedades, sino una competencia nueva y original que contiene elementos de
variedades lingüísticas y de formas de comunicar, además de formas inéditas ad hoc que acuñan
los participantes en instancias concretas de interacción para alcanzar propósitos prácticos.
De este modo, los niños que participan comunicativamente en contextos bilingües, además de
adquirir los conocimientos gramaticales en las dos lenguas, adquieren una competencia
comunicativa que incluye el conocimiento acerca de cómo usar las dos lenguas, cuándo usar una
lengua, la otra o ambas, de qué manera, con quién y para qué. Este tipo de conocimiento, lejos de
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Bibliografía
Nercesian, Verónica (2015). Clase Nro. 3. Los alumnos que aprenden a leer y escribir y sus contextos. Módulo Aportes
de la Sociolingüística a la alfabetización inicial. Especialización Docente Superior en alfabetización inicial. Buenos Aires:
Ministerio de Educación de la Nación.
Finalmente, y para cerrar el tema interesa retomar la reflexión sobre el rol del docente y de la
institución educativa en camino para la equidad en la alfabetización, y consecuentemente, en las
decisiones e intervenciones sobre la lengua.
Las decisiones que tomamos cada día en la planificación y en el aula, muchas de ellas
determinadas por las representaciones sociolingüísticas, tienen incidencia no solo en los procesos
de alfabetización de los alumnos sino también en las formas de la lengua. Cuando elegimos
manuales, revistas, libros, cuando pensamos ejemplos, cuando seleccionamos diccionarios y
literatura para el trabajo en el aula, cuando escribimos en el pizarrón, cuando corregimos a los
alumnos, cuando encargamos un tipo de actividad escrita, en definitiva, cuando alfabetizamos, los
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docentes y la institución escolar asumimos una intervención activa sobre los discursos y sobre las
lenguas.
También tenemos un rol activo con respecto a la igualdad lingüística, que supone una igualdad
social. La forma en que pensemos las lenguas, las variedades y sus hablantes, la forma en que
actuemos en la escuela y en la clase, también tiene fuerte incidencia en la realidad lingüística y en
los procesos de alfabetización. Como vimos, no es menor la relación que el docente establece con
la diversidad lingüística y con los niños que hablan esas variedades.
En suma, ese cambio de óptica con respecto al alumno y la situación de la diversidad lingüística
no puede sino provenir de la articulación efectiva de la política educativa, la institución escolar y
los docentes. Esperamos, entonces, que los conceptos de la sociolingüística y las reflexiones aquí
propuestas, contribuyan en alguna medida a que ese cambio se empiece a producir.
¡Muchas gracias!
Verónica
Bibliografía
Nercesian, Verónica (2015). Clase Nro. 4. La Sociolingüística y el docente que enseña a leer y escribir.
Módulo Aportes de la Sociolingüística a la alfabetización inicial. Especialización Docente Superior en
alfabetización inicial. Buenos Aires: Ministerio de Educación de la Nación.