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La consultoría filosófica retorna con la figura de Sócrates a la esencia práctica de la filosofía en el

sentido de hacer un examen de los problemas y existencia del hombre. Ante la angustia y el
encuentro con el caos la filosofía ha sido un modo de consolación que acude, para diversos
pensadores, como una vía para expresar el dolor y el descubrimiento de una verdad liberadora ya
que es ésta búsqueda la que revela el mundo de las ideas en el que habitamos. El ejercicio de la
consultoría nos pone al encuentro con esa forma de pensamiento que se esconde en lo que no
decimos, esto es, la certeza de ideas que se fijan en el entendimiento y que se viven sin ningún
examen. Dinamitar aquella ilusión, pensar lo impensable y conducir con la duda hasta ese
momento precisa de una atención especial al dialogo de nuestros consultantes para quienes la
contemplación de sus propias ideas puede causar disgusto al saber que las traicionan con sus
palabras. El eje dinámico de la consultoría es provocar una des-coincidencia en el sujeto
desprenderlo de lo que cree saber para hacerlo ver, criticar e identificar el valor de su propio
mundo.

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