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Iglesia Cristiana Discípulos De Cristo – Ciudad Berna

Seminario Bíblico – Eclesiología


Pastor Nelson Martínez
Presentado por: Paula Goyeneche Orozco
Informe de lectura #3

MEMBRESÍA DE LA IGLESIA
FRANCISCO DE LACUEVA
Dos aspectos, principalmente hablando, llamaron mi atención de esta lectura. En primer lugar, el hecho
de que una concepción de la Iglesia desde la perspectiva cristiana o católica pueda ‘afectar’ (ya sea
positiva o negativamente) de manera tan significativa el pensamiento, las prácticas y la cultura de la
Iglesia. Quiero decir con esto que hay todo un paradigma alrededor de cada concepción de Iglesia que
configura unas formas de ser y hacer que los creyentes a veces pasamos incluso por alto. Sabemos que
no es lo mismo considerar al Papa como cabeza de la Iglesia, que reconocer a Cristo como cabeza, pero
la diferencia va más allá de términos y se traduce en acciones concretas que tristemente nos han
separado y que además nos han dividido haciendo que perdamos el norte y nos desviemos de lo
verdaderamente importante.
Y en segundo lugar, algo que me impresionó fue la diversidad de tipos y cualidades que podemos tener
los creyentes. Es un poco extraño etiquetarlo, pero el hecho de hablar de creyentes regenerados, asiduos
a los cultos, activos, consecuentes, estudiosos de la Biblia, orantes, dadores generosos, fervientes y
ganadores de almas, resulta confrontante. Sin quererlo uno comienza a evaluar si realmente cumple con
estas cualidades o no, si podría uno llegar a considerarse un verdadero creyente si se tuviesen en cuenta
sólo estas características (menos mal no) pero igual genera un gran sentido de responsabilidad, de temor
e introspección que no se quede en una mera reflexión sino que genere verdaderas acciones.
Así pues, quisiera que estos aspectos me lleven a recordar y practicar el hecho de que Cristo es el
elemento esencial interno que constituye en iglesia a la congregación, en un grupo de creyentes unidos
en la fe de un mismo Jesucristo por cuya gracia somos salvos como consecuencia del amor de Dios y
por cuyo Espíritu somo inhabitados, capacitados y movidos a recibir conjuntamente el mensaje revelado,
a ponerlo por obra en nuestras vidas, a ejercitar nuestros dones comunitariamente, y a rendir culto al
Señor.

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