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INTRODUCCIÓN
No cabe duda hoy que junto a los Jefes de Raza contemporáneos Estribillo y Taco, se
ubica el padrillo La Invernada Hornero, quien inició la revolución funcional en Brasil,
pasando luego su sangre a propagarse inicialmente a Uruguay, y después a Argentina. Y
es que su record de progenie es realmente impresionante, quizás hasta superior a sus dos
compañeros, los grandes Estribillo y Taco. Para muestra, un botón: desde el comienzo
del Freno de Oro en Brasil (1982) al 2004, el Hornero produjo 14 hijos Freno de Oro,
12 hijos Freno de Plata, y 15 hijos Freno de Bronce (desde el año 1993 compiten por
separado machos y hembras). Adicionalmente, ha producido desde el año 1982 más de
12 Grandes Campeones morfológicos en la exposición más importante de Brasil, la
Expointer en Esteio. No en vano, Hornero es hoy con mucha diferencia de puntaje el
número uno en el Registro de Méritos de la Associacao Brasileira de Criadores de
Cavalos Crioulos (ABCCC).
Sin embargo, por más que la estadística nos permita este tipo de afirmaciones, debemos
recordar que el 50% de la información genética de la nueva generación la aporta la
madre, y 50% el padre. Habiendo dicho esto, también es interesante destacar que la
madre del Arrebol, la Nochebuena, es 7/8 hermana de la Nutria II, al ser ambas hijas
del Coirón III, en madres hijas de Madrigal a su vez en madres hijas del Beduino 2.
Adicionalmente, el padre del Arrebol, el Vástago, aporta muchas de las mismas sangres
que la Nochebuena y la Nutria II. En otras palabras, estamos frente a un pedigree de
alta consanguinidad.
Interesante resulta el hecho que don Alberto Araya, cuyos primeros productos de su
crianza datan de los años treinta, no crió a ninguno de los antecesores directos del
Hornero, viniendo tanto la Nutria II como los dos progenitores del Arrebol (que fue
criado por el hermano de don Alberto, Fernando Araya Gomez), directamente de
Aculeo. Probablemente, Don Alberto buscaba algo de este cruzamiento: un
“Aculeguano” puro. Y precisamente eso es el pedigree del Hornero: una concentración
de las líneas que dieron al criadero Aculeo su protagonismo en la recuperación de la
raza criolla chilena, allá por los albores del siglo XX. Dada la trascendencia de sus
productos en el pedigree del Hornero, nos detendremos para dar una breve reseña del
criadero Aculeo de aquellos años, y de quienes le dieron la relevancia que tuvo, los
hermanos Miguel y José Letelier Silva.
“En 1894 fue introducido a Aculeo un mestizo media sangre de raza del tipo pesado
inglés. Actuó hasta 1899, año en que fue eliminado. Pero en esos años actuaron
principalmente los reproductores chilenos puros que había dejado mi padre.
A comienzos del siglo XX, se hacía necesario un refresco de sangres en Aculeo, y José
Letelier Espínola se puso a un buscar un reproductor, encontrando uno “de su agrado,
de gran pureza de sangres y de formas del todo satisfactorias”5. Dicho caballo era de
don Alberto Correa, el Angamos I, de origen pichideguano. Resultó posteriormente un
caballo con una gran prepotencia hereditaria, fue fundador de una de las más
importantes familias en la raza, y produjo un importante avance zootécnico en la época.
Una buena descripción de las cualidades del Angamos, la encontramos en el libro “El
Caballo Chileno” de Don Uldaricio Prado (Santiago, 1914), del cual se extracta un
párrafo de la página 763:
“Según datos que nos han comunicado sus dueños, los señores Miguel y José Letelier,
“Angamos” fue uno de los reproductores criollos, que ha dejado, en el Criadero, las más
profundas y benéficas huellas: su estatura era mediana, tal vez un poco baja, pero a la
corrección y distinción de sus líneas, su armoniosa
musculatura, que fielmente se transmitía a sus hijos, se
unía lo más apreciable, en un generador de su raza, de
imprimirles, sin excepción, su probada bondad de
temperamento, manifestada por una sensibilidad a toda
prueba, junto con una inteligencia poco común, que les
permite en poco tiempo, aprender todo cuanto pueda
exigir, a un caballo, la equitación chilena. Son
reconocidos, actualmente, los productos de “Angamos”
como los mejores animales, para todo trabajo de campo.
Este buen producto, conservó su vigor hasta una edad avanzada... muriendo a
consecuencia de un accidente, el 31 de Enero de 1907, de 31 años de edad
aproximadamente, hasta sus últimos días, no había pirca ni valla que lo sujetara y dejó
felizmente, varias yeguas llenas, que 10 meses después de su muerte, pudieron nacer sus
postreros hijos.”
Con ligeras diferencias en cuanto a sus señas, Miguel Letelier Espínola lo describe de
la siguiente manera: “de pelaje colorado, cariblanco, una pata y una mano blancas;
medía no más de 1,41 m; nudos, tendones y aplomos perfectos. Muy fuerte del cuarto
trasero, visto de costado, ligeramente angosto mirado de la parte posterior; sin embargo,
sus costillas eran largas, descendidas y de buen arqueo; muy buena paleta y de gran
distinción. Pero su nota más saliente era su prepotencia hereditaria... La llegada de
Angamos inicia la era de apogeo de Aculeo... Angamos, desde que llegó a Aculeo,
engendró un crecido número de potros, que han sido la base de la resurrección de la
raza Alicanto, Arrebol, Eclipse, Cristal II y sobre todo Alfil II, el gran padre del
criadero Aculeo”.6
Así, tras esta breve reseña del Aculeo antiguo (anterior a 1860) y del “moderno” (1899
a 1950), llegamos a los cimientos que conforman el pedigree del Hornero, que como
hemos visto, son los que fuertemente influyeron a la recuperación de una raza cuya
pureza y subsistencia estuvo en peligro a fines del siglo XIX.
Finalizamos esta reseña que nos trajo hasta el Angamos I con una nota curiosa: la
primera (y única creemos) foto publicada del padrillo Angamos I se encuentra en la
Revista 1974 de la Federación de Rodeo/ Asociación de Criadores de Caballares
Chilenos, en la página 19 (Figura 2).
Sobre Alfil II, abundaremos más adelante, porque es probablemente el que más influyó
sobre la genealogía del Hornero. Respecto a los demás hijos de Angamos que aportaron
a la genética del tordillo, a continuación haremos una breve reseña:
Arrebol: Nació en Aculeo en 1908, de pelo zaino (mulato en Chile), y según Miguel
Letelier fue eximio corralero. Aporta sus genes al Hornero a través de líneas maternas,
mediante sus hijas Hojarasca y Brecha, la primera madre de Noria y Jaita, y la segunda
madre de Mapola, que es a su vez madre de la Hiena, abuela paterna del Tren Tren
Arrebol. La yegua Noria, cuya foto adjuntamos (figura 3), fue considerada como una de
las más hermosas y completas criadas en Aculeo, y es la madre del Veguero, bisabuelo
paterno del Tren Tren Arrebol.
La yegua Jaita, hermana entera de la Noria, es la madre de Azahar II, también bisabuelo
paterno del Tren Tren Arrebol. Resulta fácil, pues, deducir la fuente de inspiración del
Sr. Fernando Araya Gómez, criador del Arrebol “moderno”, al bautizar a su producto.
Como era lógico para la etapa de recuperación de la raza que se vivía, en los primeros
años del siglo XX el Criadero Aculeo usó pocos reproductores y en forma bastante
concentrada, a efectos de fijar los caracteres buscados por sus inteligentes orientadores.
Por ende, sus productos eran combinaciones de primordialmente tres familias: la ya
mencionada Angamos, la familia Guante a través del padrillo Cristal I ( figura 4), y la
familia Africano, -caballo este último usado principalmente por su morfología- a través
su hijo el padrillo Bureo. Casualmente, ambos reproductores Cristal I y Bureo, vienen
de la preciosa yegua ya descrita y cuya foto se adjunta, la Mezcla.
Por ende cabría teorizar que el aporte de bondad, probablemente viene por la línea
materna de la Guarda... la Jerguilla, que es Bureo (Africano x Mezcla) x Anchoa
(Angamos x 17), madre e hija de las yeguas más destacadas de Aculeo.
Bureo: Nacido en Aculeo en 1908, zaino oscuro de gran distinción, como se aprecia en
la foto (figura 5). Fue “Champion” en Exposición en 1911. En palabras de don Miguel
Letelier Espínola, junto con sus contemporáneos
Alicanto, Alfil II y Arrebol, fue eximio corralero y muy
celebrado. Sin embargo, su descendencia directa no tiene
la trascendencia que tuvo el Alfil II.
A propósito de los padrillos Bureo y Alfil II, existe una disfrutable anécdota publicada
en 1966 sobre un punto en común entre estos padrillos7. Resulta que recorriendo el
potrero de las yeguas en parición, don Miguel Letelier y su hermano José, divisaron dos
yeguas recién paridas de la noche anterior. Se acercaron por el interés que tenían para
ellos esas crías: las madres eran “Bandurria” y “Mezcla”, y las crías fueron más tarde
“Alfil II” y “Bureo”, respectivamente. Nacieron el mismo día, y fueron después y
durante muchos años la base del criadero Aculeo.
Nació en 1908, en la Hacienda Aculeo. Bayo cebruno, cabos negros, manos y pata
derecha blancas, pinta blanca en el hocico entre ollares. Fue dos veces “Champion” en
exposiciones además de campeón de rienda en 1913. Uldaricio Prado, en su citado libro
El Caballo Chileno (página 764) destaca “sus buenas cualidades de animal de silla,
sobresaliendo en sus movimientos cómodos, ágiles y firmes”. De la exposición de 1912
se desprende una sustanciosa anécdota, que pinta de maravillas las características de
este soberbio padrillo. El sucedido tiene origen en un criador y jurado de caballos
inglés, que es llamado por la Sociedad Nacional de Agricultura de Chile, a venir desde
Argentina a jurar la exposición chilena de 1912, en la raza Hackney. Este experto inglés
tuvo la oportunidad de formarse una opinión del caballo criollo chileno en esa ocasión,
elogiosa opinión que publicó en el Livestock Journal del 20 de Diciembre de 1912, bajo
el título “Chilean Horses and Hackneys”.
Transcribimos a continuación los comentarios de Uldaricio Prado (página 586, op. cit.)
sobre esta publicación y la anécdota que la originó:
“Este claro concepto que Mr Hickling pudo formarse de nuestro caballo chileno se debe
primeramente a su reconocida competencia de criador inglés y gran aficionado al
caballo de silla; enseguida los exponentes que oían con tanto interés sus opiniones y
consejos, le presentaron ensillado el riquísimo potro “Alfil” del criadero de “Aculeo”,
que es cuanto puede desearse en un animal bueno de montura, ensillado a la chilena, en
el que subió el inteligente crítico, resultó, como se comprende, que, después de haber
tanteado al potro en toda clase de andaduras y escaramuzas, pudo apreciar lo que jamás
en su vida de sportman y de aficionado había visto y experimentado, de lo cual se
deduce el sentido elogioso y de admiración en que escribe el comienzo de su citado
artículo”.
Alfil II fue arreglado por Celedonio Verdugo y además de gran caballo de rienda, fue
eximio corralero. En la reproducción, Alfil II fue un legítimo Jefe de Raza. Sus hijos
descollaron en las pistas morfológicas así como en corrales. Reseñamos en primer lugar
aquellos que directamente influyeron sobre la genealogía del Hornero.
Azahar I: precioso padrillo bayo, que sirvió en 1930, a
los 16 años, como modelo para la confección de la estatua
del Standard del Caballo Chileno. Basta ver su foto
(figura 7) para imaginar su desempeño morfológico aún
en nuestros días.
Marea: Por último, nos referimos a la yegua Marea, hija del Alfil II en la Almendra 3,
yegua nacida en 1891, de pelo “tordillo canela”. Resaltamos su pelo, pues este es el
comienzo conocido del linaje de tordillos que nos lleva a Hornero. Don Gustavo
Letelier Silva, del criadero Las Ortigas, quien fue dueño del Estuco 2 (bisabuelo del
Hornero) y del Vástago (abuelo del Hornero) a través del amigo Arturo Montory
Gajardo nos proporcionó amablemente este dato. En efecto, la línea de pelo tordillo
viene de esta yegua, y sigue con su hija Marea, luego la hija de ésta, Licorera, siguiendo
con su hijo Estuco 2, su hijo Vástago, su hijo el Arrebol y así a su hijo el Hornero, todos
tordillos. Por las leyes genéticas de transmisión de este pelo, es fácil llegar a la
conclusión que esta es la única fuente del pelo tordillo del
Hornero.
CONCLUSION
La figura 10 detallada abajo resume lo que queremos ilustrar a lo largo (¡muy largo!) de
este artículo. Hornero es un alto consanguíneo en Angamos. Asumiendo en forma
simplificada que cada progenitor aporta en promedio 50% de sus genes a la generación
siguiente, 18,91% de los genes del Hornero provendrían de este trascendente fundador
de familia. Si bien el cálculo arriba mencionado no es exactamente un índice de
consanguinidad, es fácil deducir del mismo que la del Hornero supera ampliamente a la
consanguinidad promedio de la familia Angamos (la más consanguínea de las
chilenas)9. Entre los descendientes de Angamos, es Alfil II quien influye a través de
más líneas sobre el Hornero. Haciendo el ejercicio arriba mencionado para el Alfil II,
20,30% de los genes del Hornero vendrían directamente de este caballo.
Por último, un dato no menor: el producto que más “sangre” contribuye al Hornero
-siempre de acuerdo a nuestra simple fórmula- después de Alfil II, es la yegua Mezcla
antes descrita (figura 1). Esta yegua, como se dijo, desciende de la crianza de don Pedro
de las Cuevas, considerado el patriarca de la crianza en Chile. Si consideramos que las
yeguas Lúcuma y Anchoa, ambas por Angamos, tienen el mismo origen materno
“cuevano”, podemos concluír que la bondad del Hornero también viene de esta
sobresaliente casta caballar, la más pura y antigüa de Chile.
NOTAS
BIBLIOGRAFÍA
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