EL TEATRO ANARQUISTA Y UN AUTOR
ANARQUISTA, RODOLFO GONZALEZ
PACHECO
Roberto PerinelliELTEATRO ANARQUISTA Y UN AUTOR ANARQUISTA, RODOLFO
GONZALEZ PACHECO
Por Roberto Perinelli
“eQueréis hacer imposible que nadie oprima a su semejante?
Entonces aseguraos de que nadie posea el poder”
G.P. Paximoff
Quienes cuentan con informacién acerca de la historia de nuestro pais, siquiera
escolar, saben que Argentina se convirtié, a comienzos del siglo XX, en un pais
consolidado geograficamente (no obstante varios conflictos de frontera,
resueltos recién a fines del siglo), habiendo sido sometido a una acelerada
transformacién social y econémica que alter, sobre todo, el panorama de la
llamada pampa hémeda, que incluye al litoral, la zona pampeana y la ciudad de
Buenos Aires. Se considera que el crecimiento de esta iltima fue explosivo.
“En un corto lapso de tiempo, ferrocarriles, tranvias, puertos, fabricas, electricidad,
edificios ptiblicos, espacios verdes eran todos elementos que se incorporaron en forma
tumultuosa y abigarrada a la imagen fisica dela ciudad. Cualquier habitante de
Buenos Aires que hubiera vivido su adolescencia al finalizar la década de 1860 tenia
ante sus ojos, sélo treinta arios después, una ciudad radicalmente diferente que,
seguramente, no hubiera reconocido de haber vivido durante ese tiempo en el
extranjero” (Juan Suriano, 2001, 32).
Pero sin duda que el mayor cambio se dio en el campo social. La poblacién
crecié también a un ritmo vertiginoso, como consecuencia del aluvién
inmigratorio que confluyé en estas tierras atraido por la oferta de trabajo y la
decisién politica del gobierno nacional, incorporada en el mismo preambulo de
Ja constitucién de 1853, de abrir las puertas del pais a todos “los hombres de buena
voluntad que quieran habitar el suelo argentino”. A los 200.000 habitantes con que
contaba la ciudad de Buenos Aires en 1869, se debe sumar cerca de un mill6n en
1910, afio del Centenario.
Innumerables trabajos se han ocupado, y discrepado, sobre la intencién del
llamado gubernamental, en realidad dirigido, segdn opinan algunos, a convocar
mano de obra calificada. En cambio, y por razones politicas y sociales que
afectaban al viejo continente, se obtuvo la atencién de contingentes
inmigratorios de baja calificaci6n laboral, sin ninguna idoneidad para el trabajo
industrial.Lo que resulta irrefutable es que entre los recién llegados podia distinguirse una
buena cantidad de activistas politicos y gremiales, socialistas y anarquistas, que
también huian de la miseria y de la persecucién a que eran sometidos en sus
paises de origen. Estos activistas profesaban ideas muy nuevas para nuestra
sociedad. Aun para los argentinos mejor avisados, el socialismo y el anarquismo
de estos inmigrantes adquirieron la condicién de exéticos productos foraneos
intransferibles a nuestra realidad, con muy pocas posibilidades de prosperar.
Pero estas gentes no habian tirado sus ideas en el mar que los trajo a la
Argentina, apenas arribados se ocuparon de hacer germinar las semillas de las
nuevas ideologias, que por sus compartidos contenidos de reivindicacién obrera
se transformaron en fenémenos urbanos, ya que es en la urbe donde operaba la
industria.
La instalacién del ideario anarquista se inicié en la década de 1870 y su avance,
acaso no tan espectacular como las reformas urbanas que sefialé antes, se hizo
notorio a través de un acontecimiento inédito en el ambito de la ciudad: en 1902
los sindicatos nucleados en la FOA (anarquistas y socialistas, luego FORA
cuando los primeros desalojaron a los segundos) [1] organizaron y llevaron a
cabo la primera huelga general de nuestra historia.
Esta evidencia de contar con el monstruo en casa provocé la reacci6n del poder,
que preocupado y, por qué no, asustado, dicté la célebre Ley de Residencia,
redactada por Miguel Cané y destinada a castigar con la expulsion del pais a
todo inmigrante acusado de alterar el orden piiblico. Cabe decir que esta ley se
aplicé, descabezando con mayor rigor las organizaciones libertarias. El
centenario fue fecha simbélica de la mayor batalla entre los grupos dominantes
y los elementos radicalizados. Y de éstos tltimos, los libertarios anarquistas
eran la fuerza contestataria mas importante.
La tarea de calificar y describir el anarquismo verndculo es improba, ya que los
militantes, adictos a una ideologia que proclamaba la libertad total del
individuo y la no sujecién a toda forma de autoridad, se negaron en los primeros
tiempos a adoptar alguna forma organica que los vinculara.
-. El anarquismo llevé siempre en su entrafia un factor de imprecision y disolucién,
segtin ha venido a demostrarse con su fracaso practico y sus dispersiones continuas,
hasta la nulidad y la forzosa apertura de un plazo ilimitado para el triunfo de la
Idea...” (Alfredo de la Guardia, 1963, 43).
Los anarquistas fueron inasibles para el andlisis hasta que, luego de largos
debates y enfrentamientos, triunfé la teoria del agrupamiento, de la necesidadde reunir fuerzas en algin ambito y bajo alguna denominacién, para afrontar
con mayor éxito la tarea del adoctrinamiento y el esdarecimiento de nuevos
aliados. La propuesta de la corriente organizadora no propugné la creacién de
un partido politico -para los anarquistas el lugar de la accién era el sindicato,
una actitud que los diferenciaba notoriamente de los socialistas, sino el
aglutinamiento a través de circulos doctrinarios, cuya particularidad ya
describiré, que actuaban con identidad propia. El triunfo de los organizadores
sobre los individualistas fue consecuencia de la diferencia de fuerzas entre
ambos, ya que este ultimo bando conté con el importante apoyo de destacados
libertarios espatioles y, sobre todo, del abogado italiano Pedro Gori, arribado a
nuestro pais en 1898, quien con el peso de su experiencia y de su prestigio
convenci6 a los adherentes locales sobre las ventajas de la creacion de circulos
libertarios, desde donde poder manejar la herramienta que consideraba
esencial: la propaganda [2]. Pedro Gori fue uno de los pocos intelectuales que
mostré el movimiento; los que se sumarian después, entre ellos los nacionales
como Alberto Ghiraldo y Rodolfo Gonzalez Pacheco, nunca fueron reconocidos
como tales, sino como “mediadores doctrinarios’, ya que se dedicaban a traducir
mecanicamente las teorias de los pensadores europeos.
El circulo fue el Ambito de la propaganda. Y a la propaganda se le dedicaba un
dia especial, el dia de descanso laboral en que tenia lugar la velada anarquista,
integrada por un programa extenso: conferencias, lecturas piblicas (no todos
sabian leer), arengas politicas, la representacién teatral y, por iltimo, el baile
final. “La incorporacién del baile a la velada se parece mas a una de las escasas
concesiones a los sectores populares que una iniciativa militante, en todo caso se
convertia en una estrategia para atraer gente no habituada a la aridez de las
conferencias’ (Suriano, 2001, 152) [3]. No seria ajena a esta concesién la
necesidad de integrar a la mujer al movimiento. El anarquismo tropez6 con
frecuencia con el escollo que representaba la mujer en la vida del militante.
Conservadora y prudente, no solo desofa la prédica Acrata, sino que ejercia
presién sobre el 4nimo del esposo, novio, hermano o padre para quitarlo del
camino revolucionario. Desde “La Protesta” se quejaron: “mientras los hombres
leen a los importantes socidlogos contestatarios-publicé el diario-las mujeres adoran
las efigies de la virgen y de los santos’.
‘Aunque suene obvio, es preciso aclarar que en esos momentos el obrero no se
encontraba protegido por algiin régimen laboral, solo era beneficiado por el
descanso semanal. Estaba todavia lejos la implantacién de la jornada de 8 horas,
de modo que el tiempo del ocio, necesario para dedicarlo a estas veladas de
adoctrinamiento pero que también querian ser de placer, era escaso y sustraido
a otras formas de entretenimiento.Con este aporte, y la potencia de una prensa libertaria que encuentra su modelo
en ‘La Protesta Humana’, luego “La Protesta’, se comienza a crear una cultura
subterrénea, marginal, que Eva Golluscio de Montoya eleva a la categoria de
contracultura y Juan Suriano, discrepando, a la de cultura alternativa, “porque—
dice Suriano-el anarquismo no estaba inventando formas nuevas de comunicacién
sino apropidndose de ellas y resignificandolas’ (118). Definicién acertada, porque el
disefio del acto militante no era patrimonio de los acratas, el socialismo usaba
un esquema parecido, casi sin mayores diferencias.
En este marco el teatro adquiere un rol fundamental, tanto en lo que se refiere a
Ja representacién como a la edicién de los textos teatrales, que antecedian 0
acompajiaban las funciones. Hay que reconocer la fantastica eficacia del
instrumento escénico en esas circunstancias, cuando el piiblico era iletrado en
su gran mayoria o carecia de un pulido conocimiento del idioma castellano, lo
que le impediria entender los conceptos de la propaganda impresa. No obstante,
y, como al modo de los romanticos, para el anarquista también todo era
conflicto, sujeto de polémica y evaluacién critica, hubo quienes desdefiaron la
importancia del teatro, tachado de fastidioso elemento de distraccién de las
fuerzas que el militante debia volcar en otras formas de propaganda.
La representacién estaba a cargo del grupo filodramético del circulo que se
reconocia con un nombre diferente —“Amantes del Arte”, “Arte Moderno’, “Arte por
la vida’, “Ibsen”, “Iqualdad y fraternidad”, “Juventud moderna”, “Las Libertarias”,
“La verdad’, “Caballeros del ideal’-, formado por actores aficionados de buena
predisposicién y 4nimo pero con profundas deficiencias profesionales, una
carencia que exacerbaba la critica de los periédicos anarquistas, siempre atentos
a todo lo que se hacia adentro del movimiento y poco complacientes con los
errores, no obstante la buena voluntad que demostraban las personas que
subian al escenario.
Los textos que se ofrecian tenian dos origenes: las grandes obras consagradas y
aceptadas como revolucionarias por los anarquistas -Ibsen, Mirbeau,
Hauptmann [4]-, 0 los escritos de los propios militantes, los cuales, como aclara
Eva Golluscio de Montoya, se hallaban mas cerca de la arenga, del discurso o de
Ja conferencia que del rigor dramatico. Aqui también opera la instancia critica
de los periddicos anarquistas: los primeros son los “grandes maestros’, los autores
de las “paginas célebres’; los segundos, los “propagandistas’, “los poco afortunados
gestadores locales”.
El estado de cosas de la escena anarquista permite que algunos de estos criticos,
por ejemplo el espafiol Eduardo Gillimén en “La Protesta’, un doctrinario puro
poco afecto a los intelectuales, asuma la necesidad de verter recomendacionesque de algiin modo podemos titular como una normativa o un “esbozo de una
teoria teatral libertaria”, como la llama Eva Golluscio de Montoya Desde ya que
esta poética tan particular incluye como una exigencia ineludible la mision del
teatro de perpetuarse como instrumento proselitista y, sobre todo, en elemento
de esclarecimiento. Se entiende al teatro como “vehiculo ideal de la difusién de la
Idea” (Eva Golluscio de Montoya, 1988, 90).
Cabe agregar que acaso dando por perdido el camino recorrido, estas
recomendaciones estuvieron dirigidas al elemento avanzado de la juventud
intelectual, a quienes iban a redactar las futuras piezas dramaticas. No obstante
Eva Golluscio de Montoya da por aplicada esta normativa, hace un anilisis de
la misma (en un trabajo citado en la bibliografia y que se recomienda para
ahondar en el tema) y la reduce a tres consignas, que se expresaron en el orden
textual del teatro anarquista:
1. La claridad en la organizacién de los contenidos, para asegurar la correcta
recepci6n del mensaje ya predeterminado por la propaganda.
2. La fuerza y la convicci6n en el tono.
3. La sencillez en el lenguaje.
La aceptaci6n de la primera consigna trajo consigo una fuerte esquematizacién
de contenidos, donde primaba el cémodo enfrentamiento dramatico entre
contrarios absolutos: patrén-obrero, buenomalo, laicoreligioso. En suma,
mostraba un caracter binario del mundo, dividido entre explotadores y
explotados. El personaje era dibujado cercano a la alegoria, con escasa o nula
evolucién psicolégica. También se apelaba al trazo grueso (comico o
melodramatico) para disefiar situaciones.
Asimismo fue un teatro de gran brevedad, lo que se destaca como mérito de un
acontecimiento que formaba parte de un acto que contenjia otras expresiones
artisticas, ademas de conferencias, arengas politicas y el quizés anhelado baile
final.
El teatro anarquista se mostr6 poco propenso a la originalidad, Por lo contrario,
incentivé la repeticién de temas como un modo de apurar la recepcién de los
mensajes proselitistas. “La repeticién de temas, de moralejas, de conflictos, de perfiles
de personajes sirve perfectamente a los objetivos diddctico-propagandisticos” (Eva
Golluscio de Montoya, 1988, 90).
Las anécdotas eran simples, libre de hojarasca. No juega ninguna ramificacién
de la historia, espacial o temporal, condensdndose en una Unica situacién de
rapido desarrollo y desenlace.Se usaba el tono altisonante, contrario a cualquier intimismo, pero exento de
“palabras extrafias”, que el espectador no podria captar en todos sus matices. La
regla de la solemnidad elocutiva regia para todos los personajes, pero quien
debia asumirla sin vacilaciones era el destinado a transmitir el mensaje. “A
través de los actores, en una operacién intertextual, se expresaban los teéricos
libertarios” Suriano, 2001, 166). Esto trajo consigo la preponderancia del
discurso didactico sobre el dramatico; “el peso de lo diddctico-discursivo convierte a
los personajes en “recitantes” de mensajes ideolégicos’ (Eva Golluscio de Montoya,
1988, 91).
“El literato es el hombre que charla el arte”
Rodolfo Gonzalez Pacheco
No encontré constancia alguna de que Rodolfo Gonzalez Pacheco haya sido
autor de algunas de las obras teatrales representadas por los grupos
filodramaticos. Hay datos que hacen sospechar que no obstante la intervencién
de éste y otros autores Acratas (Alberto Ghiraldo y José de Maturana) como
conferencistas, sus obras nunca subieron a los precarios escenarios de los
circulos. Suriano lo afirma cuando califica la tarea de dramaturgo de RGP como
una actividad tardia, muy posterior a la labor de relevancia que tuvo en la
prensa anarquista. A favor del autor, rescata la persistencia en el movimiento,
una lealtad ignorada por algunos “intelectuales, (que] cuando podian, dejaban los
mérgenes culturales para incorporarse al campo intelectual socialmente diferenciado
que se estaba conformando hacia comienzos de siglo en Buenos Aires’ (Suriano, 2001,
136) [5]. Es cierto que “el anarquismo se presenté a veces como atna moda de café» y
por momentos como «un pecado de juventud» que repercutid sobre muchos
intelectuales de la época” (Ana Ruth Giustachini, 1990, 95), pero éste no es el caso
de RGP, quien permanecié fiel a la Idea, hasta su muerte en 1949.
Como animador de la combativa prensa anarquista, RGP fund6 ‘Germinal’
junto con Teodoro Antilli y desde 1908, y durante muchos afios, actué de
redactor de “La Protesta’, donde escribié sus famosos “Carteles”, especie de
cuaderno de bitacora de su vida libertaria. Por supuesto, conocié la carcel, entre
ellas la terrible prision de Ushuaia, adonde fue a parar en 1911 y donde
compartié rejas con Alberto Ghiralda. E autor confiesa que “Juana y Juan’, una
pieza teatral de 1931, fue escrita mientras permanecia detenido en Villa Devoto.
Existen opiniones que destacan la calidad de orador de RGP. “Orador politico por
excelencia’, lo designa Osvalde Bayer. Es posible que haya sido mucha su
elocuencia, sobre todo si alcanzaba a transmitir la emotividad de su floridaprosa escrita y que se expresa en toda su magnitud en los ya mencionados
“Carteles”, de uno los cuales, y a modo de ejemplo, transcribimos un parrafo:
“Nosotros los anarquistas somos la claridad de la tierra; poseemos el divino arte de
crearnos nuevos, de nuevo. Nuestras ideas son, mas que deduccién de libros,
vibraciones de la carne eterna, insometibles, inmortales; palabras vivas, de vida”
(RGP, 1956, tomo I, 108).
Libro en prosa mediante, “Rasgos", RGP ingresa en 1916 al afortunado circuito
comercial del teatro de Buenos Aires. Lo hace con “Las viboras’, obra que habia
obtenido el primer premio del concurso organizado por la Asociacién de la
Critica de Buenos Aires, galardén que concedia el inmediato acceso al escenario.
Escribié dieciocho piezas (diecinueve si agregamos la inconclusa “El cura”),
cuatro de ellas en colaboracién con Pedro E. Pico. Con excepcién de “Cuando
aqui habia reyes’ (en realidad su tiltimo aporte a la escena si se descarta “El
cura’), todas sus obras fueron estrenadas por compafifas de teatro comercial. Es
curioso que un militante tan convencido haya accedido desde su primera obra a
un dmbito de cultura burgués, despreciado por los anarquistas [6]. Ante esto
caben varios interrogantes, preguntandose si es posible hablar de infidelidad a
Ja causa, de domesticaci6n del rebelde, de oportunismo o de la astucia de haber
elegido una tribuna privilegiada desde donde pregonar lo suyo (hay que
considerar que la cantidad de piblico que asistia a las veladas de los circulos era
infinitamente menor a la que concurria al teatro comercial de la época),
Tomando en cuenta que a través de sus obras RGP nunca hizo concesiones
respecto a sus ideas - con mayor o menor virulencia siempre fue el discurso de
un anarquista el que subié al escenario-, y en homenaje a que, opinién unanime
mediante, su carrera de militante fue intachable, es posible deducir que fue la
astucia la que lo aconsejé acceder a ese ambito de convocatoria privilegiada,
aunque ahi fuera dificil encontrar en la platea a ese receptor implicito,
compaiiero de lucha de la velada acrata. Por otra parte la decision de evitar el
circulo y cambiarlo por el circuito popular permitié el médico conocimiento que
ahora se tiene de la obra de RGP, habida cuenta que la dramaturgia anarquista
argentina, consumida por los grupos filodramaticos, ha quedado en el
desconocimiento casi absoluto.
A continuaci6n Intentaré demostrar la condicién de dramaturgo anarquista de
RGP, perceptible a mi entender en el andlisis de tres de sus obras: “Las viboras’,
“Hijos del pueblo” y “Cuando aqui habia reyes’ (responderé luego sobre el criterio
de seleccién). En estas piezas, y también en las restantes que forman su
patrimonio (excluyo deliberadamente las que escribié con Pico), RGP acepta laspremisas planteadas en la normativa del teatro anarquista ya mencionada,
entre las cuales debemos mencionar a:
- El cardcter binario del conflicto, que exige la presencia de lo malo y de lo
bueno explicitamente enfrentados.
- La necesidad (el deber, habria que decir) de “bajar linea”, de modo que el texto
ofrece largas zonas narrativas y descriptivas, una retérica que detiene la accién
y no ofrece aliento al desarrollo del conflicto. “Es muy claro que, para Gonzéllez
Pacheco, el escenario tuvo, desde el primer momento, un sentido semejante a la
tribuna’ (Alfredo de la Guardia, 1963, 81).
- Personajes de una sola pieza, sin contradicciones que lleven a plantear alguna
ambigtiedad en la conducta de los mismos, El punto de vista, la simpatia del
autor pasa por los sujetos esclarecidos, capaces de hacerse cargo de la retérica
que se mencioné mas arriba.
- La condicién de “érdenes” que le da a las didascalias; el autor nunca pierde el
rumbo, sujeta conflicto y personajes para que digan y hagan lo que tienen que
decir y hacer.
Pero, como se dijo, la carrera de RGP se desarrolla en el campo comercial y su
adscripcién inmediata a lo que se entiende como “teatro culto” o “teatro de ideas”
Gayer le otorga la condicién de ibseniano verndculo, condicién que le puede
caber sobre todo porque como anota Alfredo de la Guardia, su bidgrafo, era
ilimitada la admiracién que RGP sentia por el dramaturgo noruego), lo hace
presa de un modelo del que tampoco reniega, el que Florencio Sanchez habia
impuesto unos afios antes de ese 1916 en que tiene lugar su debut teatral. Es por
eso que en sus piezas aparecen principios constructivos que caracterizan a la
obra de Sanchez el del realismo finisecular, con hincapié en lo melodramatico y
costumbrista. Aunque es posible atreverse a plantear diferencias con la
textualidad de Sanchez a nivel semantico. Como se dijo, RGP no deja lugar a
equivocos, es claro su pregon a favor de Ia Idea acrata; mis alla de valores
estéticos, la instala con decisién en esos escenarios despolitizados. Sanchez, en
cambio y segiin opinion de David Vitias, tiene una postura “hipécrita” porque su
discurso no es el del rebelde luchador contra toda forma de autoridad sino el del
liberalismo oficial. Cabe un reparo: es cierto que a nivel semantico Sanchez
diluye su militancia, pero achacarle la calidad de vocero del discurso del poder
suena excesivo y posiblemente injusto.
La eleccién de las tres piezas a analizar ~ “Las viboras’, “Hijos del pueblo” y
“Cuando aqui habia reyes" - respondié al siguiente criterio:- “Las viboras’ fue elegida solo por su condicién de primer estreno, el debut de
RGP en el teatro de Buenos Aires.
- “Hijos del pueblo” (1921), la cuarta en su producci6n, por haber sido la primera
obra de tema urbano que estrené el autor. RGP abandona su estilo inicial, la
gauchesca (retornara a ella solo un aiio después, con “El sembrador’), y hace
jugar a los personajes en el ambito ciudadano donde la militancia anarquista
adquirié prosperidad y relevancia.
“Cuando aqui habia reyes” (1947), por su caracter de testamento artistico, canto
del cisne del dramaturgo que no consiguié. terminar “El cura’. Por otra parte
“Cuando aqui habia reyes’ es la tnica pieza de su repertorio que no fue estrenada
por alguna compafifa comercial; lo hizo en Buenos Aires, en 1947 y en idisch, un
grupo de teatro independiente, la Asociacién Israelita pro Arte. Un afio después,
en Montevideo, la reestrené la oficial Compaiiia Nacional de Comedias [7].
Las compatifas de Enrique Muitio y Elias Alippio de Enrique Muifio sin Alippi
fueron el vehiculo habitual de las obras de RGP: le estrenaron cinco, entre ellas
Ja inicial, “Las viboras’. Pero también le prestaron atencién Pablo Podesta,
Blanca Podesta y Roberto Casaux.
“Las viboras’ es una obra de un acto que el mismo autor le dio categoria de
“boceto dramético” y que fue estrenada el 16 de abril de 1916 en el Teatro Nuevo.
Cabe anotar, como necesaria aclaracién, que fue Alberto Ghiraldo quien
incorporé el registro gauchesco al teatro anarquista de barricada. Como no
podia ser de otro modo en un medio siempre sujeto a critica, la novedad
encontré partidarios y detractores. Estos tiltimos gozaban del beneficio de una
opinién muy extendida entre los anarquistas y entre la poblacién en general,
que ubicaban al gaucho en el difundido rol de pendenciero, vago y mal
entretenido. Guiraldo insiste en su proyecto de recuperacién “que se hacia desde
dos perspectivas: por un lado se producia la exaltacién de su nobleza de espiritu [..] por
otro, se generaba la reivindicacién de la rebeldia popular inherente al gaucho, en un
esfuerzo por incorporar al hombre nativo argentino a las luchas populares y darle
una tradicién contestataria” Juan Suriano, 2001, 84 y 85).
Ghiraldo intent6 sustraer del imaginario nacional la certeza de que los
movimientos revolucionarios aparecidos con la inmigracién contaban solo con
la adhesion de los inmigrantes europeos. Las nuevas ideologias podian ser
transferidas a un natural, opiné Ghiraldo, a ese rebelde sin causa hasta aqui,
que entonces encontraria un sentido y una herramienta de lucha mis eficaz queuna embestida ciega de ideas, como la que precipité a Fierro o a Moreira a la
muerte. Sin duda aproveché para su discurso la simpatia que algunos
anarquistas debian sentir por estos gauchos alzados, puesto que éstos
enfrentaron a los reconocidos enemigos comunes: la propiedad privada, el
militarismo, la autoridad venal y su expresién rural mas clara, el caudillismo.
“EI rescate del gaucho significaba reivindicar una figura que, al menos en la
literatura, pretendia vivir sin recortes su libertad individual y aborrecia al amo, la
ley, la patria y el ejército” (Suriano, 2001, 85).
Bebiendo de la vertiente de Ghiraldo, RGP tomé a la reivindicacién del gaucho
como una constante de su dramaturgia. Expres6 este interés mucho antes de su
debut teatral, en uno de sus famosos “Carteles", titulado precisamente “El
gaucho’, y se hara evidente en “Las viboras” y cinco obras més: “La inundacién”
(1917), “El sembrador” (1922), “Hermano lobo” (1924), “Natividad” (1936) y “El grillo”
(1929).
En “Las viboras’ se produce el enfrentamiento entre don Diego, flamante
heredero de la estancia “El sof’ y los antiguos peones atados a viejos cédigos de
convivencia y hospitalidad, instituidos por el viejo patron y que don Diego no
solo ignora y no cumple, sino que se propone desterrar. Don Diego propasa los
limites de su autoridad, y aprovecha su predicamento para tener amores con
Marta, una mujer, esposa de Braulio, que acepta complacida los requerimientos.
Don Diego suele recurrir al silbido para expresarse, tal como las viboras que
RGP recoge en el titulo. La similitud hace decir a un personaje: “Me parecié chiflio
‘e vibora”, confundiendo el silbido con que don Diego llama a sus peones 0
convoca a su amante.
El viejo Evangelisto, sentado frente al bracero del rancho oficia de espectador
privilegiado, es también el personaje esclarecido que prevé la tragedia- “Ha visto
el drama’, nos avisa el autor desde la didascalia - que finalmente se desata:
Braulio descubre el adulterio y mata adon Diego.
En la estructura profunda de la pieza encontramos a don Diego como sujeto de la
acci6n, decidido a hacer cambios en las costumbres y habitos de produccién de
Ja estancia “El sol’. Actiian de destinador de este sujeto las ideas de progreso que,
segiin la pieza, son patrimonio de las ciudades, foco de conductas nada
fraternas, irrespetuosas y prepotentes. El destinatario es él mismo; don Diego
necesita que la estancia marche de acuerdo con sus pautas para poder retornar a
Ja ciudad, lugar donde reside y afiora volver.
El viejo Evangelisto, aunque de un antagonismo mesurado y reflexivo, opera de
oponente. Para él la solidaridad y la libertad son bienes irrenunciables. Al finalse suma Braulio, claro que a punta de cuchillo y decidido a matar al villano.
Marta es ayudante, en todo momento justifica las acciones de don Diego y se
esfuerza por encubrir sus amorios clandestinos.
La estructura superficial se adecua muy poco al modelo de Weiger; no hay
periodo de presentacién, los personajes revelan su carécter y hacen aparecer la
prehistoria después, en casi todo el desarrollo de la pieza, lo que obliga al autor a
disponer de relatos descriptivos (tal como la tediosa leccién de cémo los
animales del campo se defienden de las viboras) que detienen en exceso a la
accion. Desde el mismo comienzo se produce la ruptura que da lugar al
conflicto: RGP planta en medio del rancho a un don Diegoalterado, empecinado
en cambiar el futuro de la estancia. “Yo avanzo y usted regresa’, acusa al viejo
Evangelisto. Asimismo “Las viboras” carece de anticlimax, mirada final y
reflexiva, puesto que la obra termina con el asesinato de don Diego y el intento
de Braulio, frenado por Evangelisto al grito de “Nol, jEs una hembra’, de matar
también a la adiiltera Marta,
Los procedimientos incluyen un recurso caro al melodrama, la presencia del
yillano, personificado por don Diego. Otro procedimiento del melodrama, la
justicia poética del final, cuando Braulio mata a don Diego, queda inconcluso, ya
que como se apunté el autor no otorga ningiin espacio para que el espectador
conozca las consecuencias de este acto. No sabemos si ese mundo anterior,
afiorado por Evangelistoy los otros peones, va a ser resucitado.
Las didascalias que RGP vuelca en “Las viboras’ son abundantes, casi en su
totalidad volcadas a la funcién referencial, brindando informacién acerca del
estado de animo de los personajes y aclarando, con frecuencia en demasia, lo
que los personajes dicen con sus parlamentos. Fl lenguaje, por su parte, adhiere
a la maxima de claridad con un rigor absoluto. Si bien utiliza el cddigo social del
gaucho, todo queda claro, no hay ninguna zona del texto que contenga algin
rasgo de ambigiiedad, tal como lo pide la poética del teatro anarquista.
La entrega del mundo por parte del hablante dramatico basico hace pasar el
punto de vista por el personaje de Evangelisto, con quien, sin dudas, simpatiza el
autor.
Otra constante del teatro anarquista, el enfrentamiento de valores
absolutamente contrarios, se presenta también en “Las viboras’. Evangelisto y don
Diego representan categorias enfrentadas e irreconciliables, el progreso a toda
costa 0 el respeto por la tradicién, el pasado solidario o el presente voraz.Con “Las viboras” RGP entrega su postura contraria a la idea de progreso que el
poder puso en marcha desde 1880. Su ataque al alambrado, que deberia
entenderse como un pertinente rechazo de un anarquista a la propiedad rural
(‘Los alambres son las rejas de la pampa’), pierde consistencia si se tiene en cuenta
que, en la pieza, la oposicién de Evangelisto y los otros peones no es hacia un
Patron, cualquiera este sea, sino contra don Diego, despreciado mas por sus
formas despéticas y brutales que por su caracter de propietario, Estos peones
fueron sumisos y complacientes con un patrén anterior, el padre de don Diego,
junto con el cual rescataron las tierras al ‘pampa’, y a quien siguen recordando
con carifio y veneraci6n. “Entuavia se ven los fosos en que haciamos guardia ‘e
noche cuenta Evangelisto al exasperado don Diego de comienzos de la obra-, con
las garabinas listas. Y pal lao que divisés, a los cuatro vientos, nos hemos entreverao a
fiero con los infieles”.
“Hijos del pueblo”, también titulo de un himno anarquista - “Hijos del pueblo/ te
oprimen cadenas..” -, es una pieza de un acto que la Compaiiia Rioplatense le
estren6 el 29 de junio de 1921 en el Teatro Boedo. Es la cuarta obra de RGPy la
primera vez que ubica la historia en un ambiente urbano, con personajes
decididamente militantes.
Claudio es un anarquista que regresa a su hogar, luego de padecer encierro en
Ushuaia (es clara la referencia autobiografica, en 1911 RGP estuvo preso en esa
crcel). Es recibido y protegido por Maria y Mecha, madre y hermana del recién
llegado, quienes se esfuerzan por rodear y alejar a Claudio de la militancia.
Maria se esperanza respecto a este cometido: “Me ha prometido dejar todas esas
cosas, Reportarse, Ser un hombre de su casa”.
Con el arribo de Claudio, se produce el reencuentro de éste con Ramén, un
paisano en la ciudad, anarquista convencido y novio de Mecha, antigua
militante que ahora, en su condicion de novia, acciona para que Ramén también
se aparte de la actividad.
La situacién se mantiene sin alteraciones, con una gran zona discursiva donde
entre otras cosas Claudio cuenta su vida en el temible presidio austral, hasta que
recibe la visita de un Compaiiero (identificado asi, sin nombre), que incita a
Claudio y a Ramén para que se sumen a la cercana asamblea de los metaliirgicos,
preambulo de una huelga. Ambos acuden sin reparos, no hay quien los detenga,
ni siquiera, por supuesto, la oposicién de las mujeres. Se agregan a la lucha
mientras el autor pide, desde la didascalia, que suene el himno triunfal.
La estructura profunda de la pieza nos revela tanto a Maria como a Mecha como
sujetos de la accién. Ambas quieren que Claudio, el hijo y hermano, y Ramén,novio de Mecha, abandonen la militancia. El cansancio de los militantes, el deseo
de un cambio definitivo de una vida que la madre designa como un calvario,
actiian de destinador, mientras que ellas mismas, ansiosas de una reposada y
tranquila vida burguesa, se yerguen como destinatarias de la accién.
Como oponentes actitan, por supuesto, Claudio y Ramén y el Compaiiero, quien
con su llegada incentiva la vocacién revolucionaria de los dos.
Un mesurado ayudante tienen las mujeres: Gabriel, un poeta convencional,
esporadico visitante de la casa que carece de verdadera fuerza para aportar
potencia a los sujetos.
‘A nivel de la estructura superficial tampoco se cumple el modelo de Weigner,
pero por otras razones a las apuntadas para “Las viboras”. Aqui el primer punto
de equilibrio,en que se produce la presentacion de los personajes y el desarrollo
de la prehistoria es extenso, tanto que ocupa casi toda la obra. Las apariciones
del Compaiiero, que deberian precipitar el conflicto, originan inquietud y
sobresalto pero no grandes cambios en la accién, ya que lo discursivo se ocupa
de frenar el devenir dramatico. Como en el caso de “Las viboras’, la pieza carece
de la mirada final que permita reflexionar sobre lo ocurrido, la pieza concluye
con la euforia de los militantes yéndose a la asamblea, sin saber qué reaccion
tendran las mujeres derrotadas en sus designios.
No se advierten, como en “Las viboras’, recursos del melodrama, no hay villanos
ni justicia poética. Los personajes carecen de volumen psicolégico, son muy
claros en sus intenciones y al espectador no le queda ninguna duda de lo que
quieren unos y otros. En este sentido RGP vuelve a ser fiel a la preceptiva que
evita ambigiiedades y opacidades. Las mujeres representan a esas compajieras
de los anarquistas — madre, esposa, novia o hermana -, reacias a la prédica,
obstinadas en apartar a los hombres de la militancia. “Cuando se susciten huelgas
0 revueltas, no impidas que tu marido, novio, hijo o hija vaya. Dejadles hacer..”,
rogaba “La Protesta’, asumiendo la poca adhesion que el anarquismo lograba en
el sector femenino de la poblacién. Con “Hijos del pueblo” RGP parece sumarse
al mismo ruego, aunque una lectura atenta permite entrever que el autor
descree de que alguna capacidad humana, siquiera la femenina, consiga poner
limites al militante, para éste no habra frenos, nada que le impedira seguir.
Con “Cuando aqui habia reyes’ RGP se propuso la escritura de una obra en tres
actos, un esquema que habia probado muy pocas veces. En su repertorio, y con
excepcién de la nombrada, se advierte solo otras tres obras conformadas en tres
actos (‘La inundacién”, “Natividad” y “Manos de luz’), y una de cuatro
(‘Compafieros’). Se aventura, también, a incursionar en un mundo totalmentedistinto al habitual gauchesco o urbano contemporaneo. Retrocede en el tiempo,
‘nico ejemplo de su dramaturgia, y ubica la historia “durante la tirania de Rosas,
cuando todavia los negros de Buenos Aires se reunian y organizaban por sus
nacionalidades: congos, benguelas, mandingas, mozambiques, minas... Y cuando cada
“nacion’ tenia su rey y su reina’. El drama se desarrolla en uno de esos reinados,
conocido como el “Barrio del mondongo”.
Es posible que este vuelo que lo lleva a intentar suerte con lo que se puede
llamar teatro histérico, y que marca amplias diferencias con su obra anterior,
deba explicarse por la poca respuesta que iba obteniendo su produccién. La
frecuencia de sus estrenos habia ido mermando, el tltimo, “Manos de luz” por la
comparifa de Blanca Podesta, habia tenido lugar ocho aiios atras, en 1940. La
sospecha de que el teatro comercial del momento no se desvelaba por sus textos,
habria permitido las libertades que RGP se toma y que, con seguridad, la
demanda inmediata hubiera frenado. Hay un dato que informa que la poca
atencién que se le prestaba era reconocida por el mismo autor. En la didascalia
inicial de “Cuando aqui habia reyes" anota una serie de recomendaciones “por si
algun dia se pusiese esta obra’, dando por sentado la corta expectativa que tenia
de un estreno inmediato. Acert6, sin duda, porque no consigue estrenarla en el
Ambito tradicional de su produccién, sino que se hace por el beneplacito de un
grupo teatral judio independiente, que estrena “Cuando aqui habia reyes’ en idish
yenel Salon Unione y Benevolenza.
Fruto de esta libertad expresiva, RGP introduce nuevos recursos, inéditos en su
dramaturgia, tal como el uso de la extraescena; de la coralidad, un sinnamero
de personajes se dan a la tarea de expresar la opinién comunitaria; de un
lenguaje de dudoso curio postico (donde el Federico Garcia Lorca rural actia de
referente); y de un tipo de didascalia que antes de dar “érdenes’ para el director y
Jos actores, como ocurre en sus textos anteriores, establecen un didlogo con el
lector, puesto éste en el rango de cémplice. Utiliza también otro instrumento
ajeno a su produccién anterior: la presencia de dos historias paralelas, que se
desarrollan con parciales encuentros durante la trama. En suma, la pieza
alcanza complejidad expositiva y dramética, un dato que surge de la dificultad
de cefiir en pocas palabras - como se pudo hacer antes con “Las viboras” e “Hijos
del pueblo” — el contenido de la anécdota.
El primer acto de “Cuando aqui habia reyes’ abusa del recurso descriptivo.
Movido por la necesidad de dibujar un universo ajeno al lector o espectador, que
parece més inventado que copia del que debi6 haber sido en la realidad, RGP
hace un uso excesivo de la informacién, lo que, como siempre en su literatura,
detiene el avance del conflicto que mantiene en vilo al ‘barrio del mondongo”: un
soldado negro, desertor del ejército, escapa por el monte, perseguido por una
tropa integrada también por morenos. Se ha convertido en “cimarrén”.El tio Pagola, rey del lugar (‘Su hablar es como su estampa: firme, grave”) hace acto
de presencia para alborozo y devocién de Mama Narcisa, antigua criada de los
blancos ahora criada de los negros, que encarna, en una obra donde lo
comunitario alcanza el mayor relieve, la voz de la tradicién africana que hace
aceptar a todos los negros del lugar la sujecién a un monarca. Tio Pagola(que no
obstante su jerarquia aqui es un simple estibador de puerto entre los blancos),
busca a su hija, la princesa Arminda (“una princesa como de cuentos de negros’), que
se encuentra fuera del campamento, acompaiiada por “cinco muchachas morenas:
tan volanderas y alegres como los colorinches de sus vestidos’. Arminda, y aqui RGP
abre un segundo conflicto, anda de amores con un blanco, sentimiento que le
hace rechazar los requerimientos del Cimarrén, quien ahora, escapado del
cuartel y a riesgo de ser cazado por sus perseguidores, se acerca a la tribu para
tomar contacto, acaso postrero, con la princesa esquiva.
Hace su aparicién también Pedro José, el personaje esclarecido y “nico aliado que
el Cimarrén tiene en la tribu, quien festeja la accién del profugo por haberse
tomado el derecho de elegir la libertad y contrariar la disciplina militar.
El tam tam, verbo de los negros - un “tam tam de esclavos’ para Pedro José -, se
escucha constantemente a modo de extraescena sonora, relatando la
persecucién del Cimarrén y, luego, otras circunstancias de la pieza.
En el segundo acto no decae el énimo descriptivo del autor, aunque la fuerza de
Jos acontecimientos le hace prestar mayor atencién a los dos conflictos que
abrié en el primero. Aqui se desarrolla el primer encuentro personal, muy breve,
entre Pedro José y el monarca Pagola. El diélogo es tan franco que molesta al
rey, herido en su jerarquia, y por supuesto muestra el enfrentamiento de dos
visiones del mundo.
El Cimarrén ya ha sido apresado y los amores de Arminda han terminado de
mala manera. Prefiada de un blanco y desoyendo el clamor de su corte de
negritas que le aconsejan huir, es atrapada por su padre y pronta ser juzgada de
acuerdo con las antiguas leyes africanas, que en este segundo acto RGP no
explicita pero se supone atroces en el castigo. Pedro José asiste a la sentencia del
Tio Pagolay se rebela a golpe de tambor: “Esta es mi miisica!, Aquélla ata [se refiere
al tam tam lejano, himno de esclavos segtin su opinién]. jEsta desata! [...] jLibertad!.
iLibertad!, ;Libertad!’.
El comienzo del tercer acto se agota en la descripcién de la ceremonia del
sacrificio, La tribu reunida asiste al encendido del fuego que quemara al hijo
sacrilego de Arminda, Recién hacia el final de la pieza el autor incluye elapasionado encuentro personal entre el Tio Pagola y Pedro José, esta vez extenso,
Aspero y definitivo. El tono de arenga, inevitable caracteristica del teatro
anarquista, se apodera del personaje de Pedro José El mensaje es claro, él esta a
favor de la libertad total del individuo, sea éste negro o blanco. Para Pedro José, y
para escndalo de los negros y del rey Pagola, el color de la piel no es un rasgo
distintivo. “Aqui no hay mds impureza que la de usted: por tirano — le clava Pedro
José al inmutable monarca - Y Ia de estos (por sumisos), por esclavos. Ni yo he
venido, tampoco, a llevar, sino a traer. ;A traer Ia libertad!, La libertad, que solo aman
bien los bravos, porque éstos tienen un ala afirmada en el abismo”. Y un gesto mas
de Pedro José, desafiante y prepotente, permite la huida de Arminda yy su corte. La
ceremonia prosigue, en el final, con una confusa entrada del “Brujo Doctor’, un
aporte acaso con sostén antropoldgico que el autor no aporta, esquivo por
primera vez a dar detalles y datos informativos.
Tio Pagola es el sujeto de la accién. La tradicién africana, que lo yergue en su
condicién de rey y consejero de la tribu, actita de destinador, siendo el
destinatario la intencién de mantener su liderazgo y la concordia de la tribu,
que acepta esas leyes ancestrales con sumisién. Por supuesto, el oponente es
Pedro José, la voz de un hombre nuevo amante de la libertad. La tribu, y Mama
Narcisa como su representaci6n, ofician de ayudantes del sujeto.
Esta vez, acaso por su condicién de obra en tres actos, por lo tanto muy apta
para dividir el relato en los tres periodos convencionales de presentacion, nudo
y desenlace [8}, el autor se acerca mas al modelo aristotélico que al de Weigner.
El final abrupto, “muy arriba’, evita esa mirada final, anticlimax relajante,
sintetizador.
RGP vuelve a aplicar algunos procedimientos del melodrama: el villano- en una
afirmacién tal vez discutible éste es Tio Pagola-,y la pareja imposible, Arminda y
su amante blanco, de quien desconocemos todo.
En las didascalias, si bien no abandonan su funcién referencial, el autor apela a
una funcién poética desconocida en su dramaturgia o, por lo menos, no tan
acentuada como en “Cuando aqui habia reyes’, lo que le otorga a esta pieza el
tono lorquiano que he sefialado antes,
En ninguna de sus obras RGP abandoné el orden cronolégico y en ésta tampoco
Jo hace. Del mismo modo concentré la accién en un muy estrecho margen de
tiempo, la situacién se desarrolla en apenas una parte del dia y la noche.
También como siempre el aspecto seméntico delata la adhesin del autor a la
causa libertaria. E] mensaje que esta vez proporciona es expresado claramentepor Pedro José, personaje esclarecido que sacraliza por encima de cualquier otra
creencia, aun las heredadas de Africa, la idea de libertad total del individuo,
independiente del color de la piel.
“Cuando aqui habia reyes’ significa un cambio importante en la poética de RGP.
Ms arriba se sefialaron estos cambios, que vaya a saberse a qué caminos lo
hubiera llevado si la vida le hubiera dado posibilidad de desarrollarlos. En “EI
cura’, de la cual se guardan solo el prélogo, un acto y el plan de los dos actos
siguientes, es posible advertir que el cambio se mantiene y hasta se agudiza.
Pero RGP murié un afio después, a los 66 afios, y la pregunta, entonces, no tiene
respuesta.
Rodolfo Gonzalez Pacheco, cronologia de las obras dramaticas [9]
01) Las viboras. “Boceto dramatico” en un acto, estrenado el 16 de setiembre de
1916 por la Compafifa Muitio-Alippi en el Teatro Nuevo.
02) La inundacién. Drama en tres actos. Estrenado el 29 de octubre de 1917 por la
Compaiiia de Pablo Podesta. En el Teatro Nuevo.
03) Magdalena. Un acto estrenado el 9 de junio de 1920 por la Compaiiia Muitio
Alippien el Teatro Buenos Aires.
04) Hijos del pueblo, Un acto estrenado el 29 de junio de 1921 por la Compafita
Rioplatense de Alfredo Camiiia en el Teatro Boedo.
05) El sembrador. Un acto estrenado el 28 de julio de 1922 por la Compafiia
Zannetta en el Teatro Boedo.
06) Hermano lobo. Tres actos estrenados el 24 de diciembre de 1924 por la
Compaiiia de José Gomez en el Teatro Liceo.
07) Natividad. Tres actos estrenados el 31 de julio de 1926 por la Compaiiia de
José Gomez en el Teatro Marconi.
08) A contramano, Tres cuadros estrenados el 3 de junio de 1927 por la Compafifa
de Enrique Muifio en el Teatro Buenos Aires.
09) El hombre de la plaza piblica. Tres cuadros estrenados el 5 de junio de 1928
por la Compafifa de Enrique Muifio en el Teatro Buenos Aires.10) El grillo, Tres cuadros estrenados el 25 de abril de 1929 por la Compaiifa de
Roberto Casaux en el Teatro Nuevo.
11) Juana y Juan. Tres cuadros estrenados el 4 de junio de 1931 por la Compaiiia
Muifio-Alippi en el Teatro Buenos Aires (el autor redacta este texto en prisién en
Ja carcel de Villa Devoto).
12) Compaeros, Cuatro actos estrenados el 10 de julio de 1936 en Montevideo,
Teatro 18 de julio, y el 24 de noviembre del mismo afio en Buenos Aires, Teatro
Comedia. Por la Compaiifa Alfredo Carmitia.
13) Manos de luz. Tres actos estrenados el 6 de junio de 1940 por la Compaiiia de
Blanca Podesta en el Teatro Smart.
14) Cuando aqui habia reyes. Tres actos estrenados en Buenos Aires el 10 de mayo
de 1947, en idish, por la Asociacién Israelita Pro Arte que ocupé el Sal6n Unione
y Benevolenza. La pieza fue estrenada en Montevideo por la Compaiiia
Nacional de Comedia, el 28 de mayo de 1948, en el Teatro Solis.
15) El cura. Obra inconclusa. En “Carteles de Espafia” el autor anoté: «Estos
apuntes para una Pastoral que algan dia escribiremos, los tomamos en Espaiia.
Por crueles y barbaros que parezcan, no los hemos inventado; son histéricos.
Son el Cura, aqui y alld. La infamia en todas partes».
Bibliografia
Libros:
Suriano, Juan. 2001. Anarquistas. Cultura y Politica Libertaria en Buenos Aires
1890 - 1910. Buenos Aires. Manantial.
Pellettieri, Osvaldo. 1987. Obra dramatica de Armando Discépolo. Buenos Aires.
EUDEBA.
De la Guardia, Alfredo. 1963. Gonzalez Pacheco. Buenos Aires. Ediciones
Culturales Argentinas.
Gonzalez Pacheco, Rodolfo. 1956. Carteles. Buenos Aires. Editorial Américalee.Gonzalez Pacheco, Rodolfo. 1953. Teatro completo, tomos I y II. Buenos Aires.
Editorial Américalee.
Revistas y diarios:
Golluscio de Montoya, Eva. “Sobre jLadrones! (1987) y Canillitas (19021904)", en
Gestos, Irvine, afio 3, N° 6, noviembre de 1988.
Golluscio de Montoya, Eva. “Elementos para una teoria teatral libertaria
(Argentina, 1900)”, en Latin American Review, Kanzas, N° 21, 1987.
Golluscio de Montoya, Eva. “E] primer levantamiento radical y el Teatro Popular
del Rio de la Plata (1890)”, en Gestos, Irvine, afio 1, N° 2, noviembre de 1986.
Mazzioti, Nora. “Ideologia libertaria en escenarios rioplatenses”, en Espacio de
critica e investigaci6n teatral, Buenos Aires, afio3, N°5, abril de1989.
Giustachini, Ana Ruth, “La dimensién verbal del teatro anarquista: La columna
de fuego de Alberto Ghiraldo”, en Espacio de critica e investigacion teatral, Aiio
4, N° 8, octubre de 1990.
Golluscio de Montoya, Eva. “Los centros libertarios de Buenos Aires y el teatro
espafiol: un intercambio silencioso (1900)”, en Gestos, Irvine, afio 11, N° 22,
noviembre de 1996.
Bayer, Osvaldo, “El santo dcrata”, en Pagina 12, Buenos Aires, 9 de abril de 1999.
Orgambide, Pedro, “Plumas libertarias”, en Clarin, Buenos Aires, 17 de setiembre
de 2000.
Varios nimeros deLa Protesta, periédico anarquista.
1La uni6n de fuerzas entre anarquistas y socialistas fue esporadica, discontinua.
Las distantes _posiciones ideol6gicas eran més fuertes que la decisién de
encontrar puntos de cooperacién en la lucha de los obreros por mejorar su
condicion de vida.
2 El anarquismo se nucle6 en circulos libertarios con objetivos afines pero de
vida auténoma, independiente. Nunca existié un Comité Central u organismo
del mismo rango.3 Los anarquistas demostraron un gran desprecio por la cultura popular, y el
baile, aun familiar, formaba parte de este fendmeno. El desdén crata se hizo
mis intenso cuando irrumpe el tango. El carnaval sufrié la misma condena.
4 Emile Zola deberia figurar en esta galeria, pero si bien era amado por los
anarquistas también era rechazado por la condici6n derrotista del naturalismo.
5 Por razones que no cabe analizar aqui pero que no tienen que ver con los
halagos que prometia la insercién en el campo intelectual, el mas conspicuo de
Jos intelectuales anarquistas, Alberto Ghiraldo, reconocido como modelo, se
alejé del movimiento en 1914.
6 RGP no fue el tmico autor anarquista que ofrecié sus obras en el circuito
comercial de consumo masivo de la época, También Jo hicieron Alberto
Ghiraldoy Florencio Sanchez.
7 La afirmacién de que el espectéculo fue representado en idish es discutible.
Luis Ordazanota, en el apéndice de su libro El teatro en el Rio de la Plata, que la
agrupaci6n judia, liberada de la persecuci6n de que habia sido objeto por parte
del regimen peronista, decidié actuar en lo sucesivo en castellano. Asegura que
Ja versién de la obra de RGP fue dirigida por Armando Discépolo. En el mismo
apéndice Ordaz da cuenta de la puesta en escena uruguaya, que por su calidad y
solvencia asombré a Buenos Aires en su visita de 1956 en el Cervantes.
8 Aqui se da otra coincidencia con el Federico Garcia Lorca de las tragedias
rurales, divididas en tres actos y sujetas al modelo aristotélico.
9 Se excluyen las cuatro comedias que escribié en colaboracién con Pedro E.
Pico.