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ROGER BARTRA | LAJAULA™ DELA MELANCOL{A IDENTIDAD Y METAMORFOSIS DEL MEXICANO grijalho ACERCA DEL AUTOR Roger Bartra pertenece a la llamada generacién del 68, Se for- ‘m6 como antropélogo en la ciudad de México durante los afios sesenta y se doctoré en la Sorbona en 1974, De origen catalin, hijo de padres perseguidos por el fascismo espafiol que se exiliaron en México, ha viajedo extensamente y hecho inves- tigaciones en diversas partes del mundo, desde Venezuela € Inglaterra hasta Estados Unidos y Francia. Su condicién plu- ricultural le ha permitido escribir libros sobre las mitologias europeas, como Las redes imaginarias del poder politico y EI salvaje en el espejo, lo mismo que ensayos sobre México, como Estructura agraria y clases sociales en México y el que tiene el lector en sus manos. Tocios estos libros han sido pu- blicados también en inglés. Roger Bartra es investigador en Ja Universidad de México, ha dirigido las revistas E! Machete y La Jornada Semanal y ha sido profesor visitante en las universidades norteameri- canas de California, Johns Hopkins, Rutgers y Wisconsin, Su libro Oficio mexicano, pubiicado también por Grijalbo, com- piementa y continia las reflexiones desarrolladas en La jaula de la melancotta, : | i indice PENETRACION «+++ : 15 1. Simutsero ... 21 2. El edén subvertido.... : 31 3. Progénesis. ...... ‘ 39 4. El luto primordial 5. Anfibologias 6. El tiempo sin sentido 7. Axolotiada 8. La muerte fill... 9. Xdlotl, el que no quer 10. EI héroe agachado . 11. El axolotéfago : 12, Hacia la metamorfosis. 13. Vulvam habet. ......- 14, La prole sentimental . 15. El bisturi patristico . 16. Almas quemadas 17. ¢Regreso 0 progreso?. 18. ;Tiene sentido ser mi 19, Génesis 20, Una pequedia revolucién privada. Fuga ve @): Ala chingada - EXPULSION. : - 187 Agradecimientos Bibliografia sobre México. ae Bibliografia general : oe i Indice analitico. 2.2... .6. eect ete ece ites 207 ii emcee 1» sus ruinas existan diciendo: de mil héroes la patria aqui fue. uorxoyau ap o72/4o ns anbuo. os SouorNopar se] ‘swaumelsodse 9p ommnd un opens ‘ued pepy fae ns “eiraEDSe By OxDq -PEPDIOOS BOP SO! 1a vidoud uy $9 Osa 40d “UOIOeUEFIOD Ns 9p SOATIS St ‘nb eed eyousjora euaro eum se0raf> o1z8s303u So maosap t wena 2 soy anb opueiadso ppuz|uLBI0 yISO OM pepatoos B] anb o1Ago sy pow oprAsi [9p UoIaeUENITa] ap soseaoud so} ap oIpmsD [9 uO awZUEAR EEC ‘Sauoroersayioew sns ap seunde reo[dxo X oueorxatt aproedo so ‘sus09 SouBs}x9 So] op wszedes Sou se] vefngyp anb eaynbjsd < jeanyjns afopay op seziong segespxo < ugtoenousg 16 LAJAULA DE LA MELANCOLIA desarolla en México después de la Revolucién de 1910, Pero la literatura sobre cl carécter nacional mexicano no s6lo seré el objezo de estudio de este ensayo; ‘erd también un medio de realizar una critica de la cultura. Los estudios sobre “lo mexicano” constituyen una expresién de Ia cultura ha citeulado con mayor profusién por . Ha television, la prensa, los discursos y las canciones, Como se verd, he elegido los lugares comunes dei ca de un manojo de estereot cidos por la cultura hegeménica, Las expresio- izadas, aunque pueden Peto sus expresiones largo periodo y ter- incada red de puntos de identidad, es l lugar de donde provienen fos mitos qu & la nacién, sino que la hacen diferente a cualquier ours | Terty Eagleton, “The Subject of Literature” j angue tomo en cena [as interpretacones de Jung, de Mitcen Blade, sobre todo en 8 seta lao de pe copia 0 el trmino aguetpo ms ben en ef sentido ten orignal antigua partir deena ss ralcnn sins Uno de los aspectos que me perecen mis interesantes de os estudios sobre “lo mexicano” es precisamente el hecho de que, al leerlos con una actitud sen- sata, no se puede Hegar mas que a la conclusiéa de que el carécter del mexicano ~ es una entelequia artifical: existe prineipalmente en los libros y discursos que lo describen o exaltan, y alli es posible encontrar las huellas de su origen: una voluntad de poder nacionalista ligada a la unificacién e institucionalizacién del Estado capitalista moderno. El caracter nacional mexicano sélo tiene, digamos, una existencia literaria y mitolégica; ello no le quita fnerza o importancia, pero ‘nos debe hacer reflexionar sobre la manera en que podemos penetrar el fenémeno y sobre la peculiar forma en que se inserta en la estructura cultural y social de México. Para este ensayo he escogido séio algunios aspectos del mito del caracter nacional, un conjunte articulado de estereotipos construidos a partir de las imagenes que la clase dominante se ha formado de la vida campesina y de la exis- tencia obrera, del mundo rural y del mbito urbano, Con ellos se ha forjado una compleja mitologia que tiende a susttuir el formalismo de la democracia politica poruna imagineria que provoca una cohesién social de tipo iracional. Este hecho me parece fundamental, y de manera implicita es el hilo conductor de las re- flexiones que se desarrollan en este libro. El sistema mexicano ha gozado durante muchos aflos de una gran estabilidad politica, pero ha excluido el desarrollo de Ja democracia modema: esto se explica en gran medida por el enorme peso ~ del mito nacionalista. Hoy las cosas estén cambiando, y los mexicanos comienzan a impacientarse por la ausencia de democracia. Estoy convencido de que el Estado mexicano se vera pronto obligado a aceptarla como forma de gobierno; por ello mismo, me parece urgente una reflexiin critica sobre los peligros que emanan del mito nacionalista. Soy consciente de que este mito se ha forjado a Jo largo de muchos afios y que sus antecedentes pueden encontrarse, incluso, en 1 periodo colonial, Pero no intentaré hacer una historia de los mitos nacionalistas ni una cronologia de los estudios sobre el carécter del mexicano.* Me interesa, en cambio, mostrar criticamente la forma que adopte el mito a fines del siglo XX, plies me parece que los mexicanos debemos deshacernos de esta imagineria que oprime nuestras conciencias y fortalece la dominacién despstica det llamado Estado de la Revolucién mexicana, ;Vamos a entrar en el tercer milenio con uuna conciencia nacional que ¢s poco mas que wn conjunto de harapos procedentes del deshuesadero del siglo xx, mal cosidos por intelectuales de la primera mitad del siglo xx que pergefiaton un disfraz para que no asistamos desnudos al carnaval nacionalista? * Cuincido can Julio Cao Baruja cuando en su ensey cobs el carter espaol seals qu a invencién el crdcter nacional s ana “actividad mitca™amenaradoray peligro. £l mio el cardter nclonal, pp Je112. Vase raaien el sugeente acu de Roberto Gates, “Mit y democraie® * David Broding: Los origenes del nacionlismo mexicano, Prdeick C. Taree, La dinnia det n= ‘Fonaismo mexican, tlenty C. Setmid, The Roots of Lo Mexicano, Parc Roman Lz formacton de mental mexicana y Edun Monts, “La Slesofla de lo mexicana: ua cerente racic!” sec ttn RE oegserncseaess 18 LAJAULA DELLA MELANCOLIA EI perfil moderno del alma mexicana —del “hombre nuevo” que la Revolu- cin requeria— no se forma en un arranque de sibito nacionalismo. De hecho, tuna gran parte de los rasgos del cardcter mexicano es descrita, exaltada y criticada or Jos intelectuales positivistas y liberales de principios de siglo; el nucleo original de ideas puede ya enconirarse, por ejemplo, en las obras de Ezequiel ‘Chavez, Manuel Gamio, Julio Guerrero, Martin Luis Guzman, Andrés Molina ‘nriquez, Justo Sierra y Carlos Trejo Lerdo de Tejada.’ Después, en una reacciin antipositivista, surge el pensamicnto de Antonio Caso y de José Vasconcelos, quienes hacen aportaciones fundamentales a la convacatoria de un nuevo esp ritu nacional* El arte mexicano, encabezado por los muralist, realiza una com tribucién eseneial en la exaltacién del alma popular, aunque es preciso decir que & su manera la tarea nacionalista ya la habian iniciado ¢] Doctor Atl y, aun, José Maria Velasco. Pero, por encima de todos los antecedentes, los grabados de José Guadalupe Posada son colocados en el centro del nuevo nacionalismo, como su auténtica expresién popular.’ Durante los aftos teinta surge una reaccién com, ‘ra el nacionalismo revolucionario que, parad6jicamente, va a convertirse en la, principal responsable de Ia codificacién institucionalizacién del mito del eardcter mexicano. En efecto, el grupo de escritores que tiene su otigen en la revista Contempordneos (1928-1931), por boca de su filésofo —Samuel Ramos es el que curiosamente contribuye més a inventar el perfil del homo mexicanus* En esa época volvieron a tener auge en Europa y en Estados Unidos los anticuados cestudios sobre el carécter nacional a los que fueron aficionados muchos soci logos y psicélogos del siglo xx. De alguna forma, se deja sentir en México la nefasta influencia de Georges Sorel, de Gustave Le Bon y de Ortega y Gasset, uienes contribuyen a inyectar en la clase media intelectual un verdadero pénico a la masificacién del hombre modemo y al progreso de la sociedad industrial Surge como alternativa el tipo de reflexién que, por ejemplo, popularize ese conde baltico disfrazado de filésofo alemén, como han llamado acertadamente a Keyserling, quien recorria el mundo repartiendo verdades sobre las alias nacionales.? 1X tese spesiatmente a sigientes obras: P. Chaven, “Ensayo sobre os tasgce ditinves dela sensi bildad como fictor det créer del mexicano” (1901), M. Gato, Ferfande pia (1310). Geese ee giness dil crime en Mexico (1901) ML. Guzinin, “La gurl de México” (1915), A ime Enigace, det grands problemas naclnaes (1808), Justo Sia, Mesico, su evolciin socal (19001903) Gap endo de Telads, La revlon y ef macinalsm (1918), SA. Cio, Disewrss a a nacin mexicana (1922 9 J. Vasconcelos, La raza mice (1928), 1 Diego Riera, Las clan de lod Guadalupe Pow {8 Ramos, El pert! del homire yl cura en México (1934). Sobre ls “canemgorngcs" vse: Manoel Durén, exComemporanoss: ripe, promocién, generacin, conipiraetde?y Levis Panabiee, “as Bae {uel ot Eat au Menu: (1950-1840) le cas de essisees 6s Conenporcas™ Lanta on goa en) imyando Se mexico yroviene en wan medi dl tno Vilatis,Gerosien Pllkez Newry Toms Bot. El fan aminaconalsmo de Jorge Cesta nol cntigulantey eclrcedor ensayo de Christopher Damingtc, 4, Pmyéne y R Lasiena, Caogo de necedates que PENETRACION 19 A partir de 1950 las especulaciones sobre “lo mexicano” viven un auge extraor- esttice. Asi, le dualided metamorfosis/melancola pasaré por diversas fases, para simbolizar una larga cadena de polaridades: Occidente y Oriente, civilin, GionY Salvalsmo, revolucién e inmovilidad,ciuded y campo, obterosy campe, Sines, razén y emocién, eteétera. Al practicar este juego trato, simplemente, do iereer mi oficio de antropétogo en la forma cldsice en que Malinowski lo defiaie Faantopotosia es la ciencia del sentido del humor. De este modo puede ser de- finida sin demasiadas pretensionesy sin burla, Ya que vemos como otios tea oes mis que el reverso,y la contraparte del don de ver alos demés como reaimenc IO fame quieren ser. Y éste es el métir del antropdlogo, Tiene que demiter Ues bareras de raza y de dversidad cultural; tiene que encenttar al ser hanrans oy SL lve: tiene que descubrir al primitivo en el occidental altaments soflaiceds cc hoy ys tal vez, ver que en todas partes lo animal —asi como lo divine ne encuentra en el hombre." Si ensayamos nuestro sentido del humor con suficiente agudeza tal vez encon- traremos que también lo animal se encuentra en lo divino y lo occidental ce cl galvale: en esta danza alocada de ideas y de transposiciones van apareciendh lag formas en que se perfila In dominacién, 1a explotacion y el paler. Mi tains discrepancia con la definicién de Malinowski es que inscribe la antropologia en 7 Giccurso unificador, en el cual eada aspecto —el salvaje, dios, ol eccidental ct animal—es parte de una cadena de traseendencias. Yo, en cambio, pcfing sR, Mata, "nsodvton” en el excelente y commode ho dl anoplog semi Jia Lips, The Senge His Back p. VI PENETRACION 23 tomer como punto de partida la idea tipicamente posmodema o desmodema'* segiin la cual la ironia se encuentra en el hecho de que no existe una inocente, sublime y dialéctica totalidad —ni en los hechos ni en la teoria—, sino que nos enfrentamos a un mundo heterogéneo y dividido al que en este ensayo he querido encerrar —no sin una sonrisa—en la jaula de las metaforas: es decir, en la cdrcel de un metalenguaje que va a servir para medir las cadenas de nuestra servidumbre ¥ para invitarnos a romperlas. " Posmadero eel sentido en gue fo wsan Umerto Eso, Pasicrp fo The Name ofthe Ress, Jea-Franois Lyte, The Postmodern Condition y Frederic Fanesea, “posmoderneme oalogic cate epiaiss tatdo”.A mi me gustan més ls everberaciones el trmino desma, pues denotin na aniuilacen, tensions por exceso de moderidad. En ingles pila denominarse asmotherntm, pero slo Ios latinos ‘comprenderian ef desmadre implica en wacuecén, ) iY decidi convertirme en axolote, porque axolote se escribe con x! i q | @ 1. Simulacro cx viduas, y los géneres, drdenes y clases sola- Q ee fi Pee sete ae & Entré al jardin por la puerta de la rue Cuvier y se encaminé Tentamente al laberinto que dos siglos antes habfa diseflado ra Buffon. Subié con algin esfuerzo la colina; arriba, desde el quiosco, contemplé con tristeza los arboles sin hojas del JER arin es Plantes; al volver a cabeza para recibir de frente el viento, vio por el rabillo del ojo Ia mezquita y creyé tt ofr el canto dei muezzin. Hacia mucho fifo esa mafiana de febrero; habia caminado por los bulevares desde el cemen- ee terio de Montparnasse hasta alli, y s6lo se habia detenido lun poco para observar con curiosidad la Salpétriére, como e tratando de ofr los ecos de las lecciones de Charcot, Bajé la colina en direccién al acuario; compré su bi- eG llete de entrada y escuché distraidamente el saludo del tt n VSESPTSIESSEeqace e o e e e in) SPGLGLGSSDoO Oop B28 casncavetasenancont g viejo guardién que ya se habia habituado a sus frecuentes a gy vies enor ae —canté el anciano. eo Fue directamente a visita a los axolotes. Uno de ellos, Mees apoyada cn el cristal, lo miraba fjamente con g Sus ojos dorados, Julio lo reconocié de inmediato. sin dude rt era Alfonso Reyes. En efecto, el axolote le dijo paratea, a gy Seendo @ un esrtor espa Sev aecid convertime en axoloe Porque axolote se eB gy ede con GF En eee momento Cortizar se ereaté de que el animal a tenfa una x marcada en su amplia frente. Pens6 que era un: @ Ser consciente, esclavo de su cuerpo y de su clase, infini- e e tamente condenado a un silencio abisal, a una refledon desesperada. a —Mi crineo —susuré el axolote—es el crdineo del ine 74 dio; pero su contenido de sustancia gris es europeo, Soy la a £} contradiccién en los téminos. a Es el famoso anfibio del mestizaje, pensé Julio Cortézar. a —Eso 5, el anfibio del mestizaje —le dijo Reyes $F vaca fuera agradable y permitiera gozat de GX 0s ambientes. Desgraciadamente no es asi, ino aquelle SEE et fabutista: “Ni nadas como el bagre, ni corres como el seme", porque se engata con laapaciencia de una felided v WE general 5 no se da cumplimiento en nada, oO El rostro de Alfonso Reyes era inexpresivo, sin otro nse i 80 que Tos ojos, dos orificios como eabezas de aifiler, ens a teramente de un oro transpareate, carentes de toda vila fe pero mirando, dejdndose penetrar por la mirada de Cortions e yA We Parecia pasar a través del punto éureo y perderse on WA ain digtano misterio intern Stbitamente se produjo la ah m=) POSeeae WWWBBOBOOBSBVDA o L.SIMULACRO 29 transposicién y Julio quedé enterrado vivo en la soledad del axolote. —El tiempo se siente menos si nos estamos quietos le dijo Cortizar al inmenso rostro barbado de conquistador que lo miraba desde fuera del agua. El alma de los axolotes, medité Reyes mientras se ale- Jaba del acuario, tiene esa discrecién mesurada que, en la poesia, han llamado el “tono erepuscular”. —Pues bien —pensé en voz alta Alfonso Reyes, mien- tras enfilaba sus pasos con prisa por el bulevar de I’Hépi- tal— esta reserva, este freno, esta desconfianza, esta ne- cesidad constante de la duda y la comprobacién, hacen de los axolotes algo como unos discipulos espontineos del Discurso del método, unos cartesianos nativos. Siguié caminando por St. Marcel y subié por el bulevar Port-Royal. Queria llegar a tiempo ai cementetio de Mont- pamasse; esa mafiana gris de 1984 enterraban alli a Julio Cortézar, que habia muerto la vispera. Se acordé, al llegar a las puertas del cementerio, que el axolote habfa murmu- rado como despedida: esta soledad final, a la que no volverds, me con- suela pensar que acaso alguien va a escribir sobre nosotros los axolotes. | | 2. El edén subvertido Ningin andar légico pareeta poder sacarme ide aquel calabezo légico que fraicionaba ina melancolia. Louis Aragon, EI suehio del campesino Los campesinos suelen proyectar sobre Ta sociedad moderna una larga sombra de nostalgia y melancolfa. Son los sobrevivientes de una époea que no ha de volver y cuy® recuerdo despierta una tristeza intima, pero capaz de expanderse por la Sociedad para gestar un fenémeno cultural y politico: esa “intima tris- teza reaccionaria” de la que hablaba Lépez Velarde en un poema que comien- za Mejor seré no regresar al pueblo, al edén subvertido que se calla cn la mutacin de la metalla. No quiero tampoco proponer un retomo al edén subvertido, ni un estudio de la naturaleza del mundo rural. Quiero, en cambio, procurar una reflexién sobre la forma en que la cultura moderna crea o inventa sw propio paraiso perdido; quiero explicarme la manera en que la sociedad industrial capitalista —como tuna reaccién a sus propias contradicciones— busca insistentemente un estrato mitico, donde se supone que se perdieron la inocencia primitiva y el orden original. En México, como en muchos paises, la recreacién de Ia historia agraria es un ingrediente esencial en la configuracién de la cultura nacional; es, cteo, su piedra clave sin la cual la coherencia del edificio cultural se vendria abajo. Pero no me refiero aqui a Ia obviedad de comprobar que Ia cultura nacional se nutre de la 32. LAJAULA DEA MBLANCOLIA historia preindustrial del pais y de las cenizas del campesinado. Quiero destacar —por el contrario— un proceso mediante el cual se inventa un edén mitico, indispensable no s6lo para alimentar los sentimentos de culpa ocasionados por su destruccién, sino también para trazar el perfil de la nacionalidad cohesiona- dora; indispensable, asimismo, para poner orden en una sociedad convulsioneda por la veloz Iegada de la modernidad y sacudicia por las contradicciones de la nueva vida industrial, Estos campesinos pensados desde la ciudad y desde la cultura modema son el fantasma, como Pedro Péramo, de recuerdos borrosos en Ja memoria colectiva: son los ancestros recordados que, como una larva en nues- ‘to pensamiento, se reproducen constantemente, Este espacio edénico creado por “la cultura nacional es una verdaderd anti-utopia: sitfuncidn es el destinde del estatuto nacional, la definicién del “auténtico” ser nacional por oposicién a cual- Guier utopia que pretenda revolucionarlo (o contaminarlo). En este sentido, el edén subvertido puede ser definido como una arqueotopia, es decir: la imaginacisn, hoy, de un lugar previo y antiguo en el que reine la felicidad; pero es una felicidad pretérita y marchita que reposa en un profundo estrato mitico, enterrado por la avalancha de la Revolucién mexicana y por el que slo podemos sentit una emocién melancélica. En un lugar donde el presente y el pasado se confunden para excluir al futuro. La obra de Juan Ruifo es, sin duda, la que mejor revela y describe este estado primigenio de felicidad aplastada; Carlos Fuentes deseubre con gran penetracién la existencia en ta obra de Rulfo del antiguo mito po cosmogénico “en el que la unidad primigenia se pierde al intervenir la his. toria”. Agrega Fuentes: “Esta pugna historica puede manifestarse épicamente, como celebracién de! poder humano, o trégicamente, como lamento de le Pérdida de la unidad previa al poder”? Me parece que esto no sélo se puede aplicar a la obra de Rulfo, sino también a una poreién considerable de la cultura contempordnea, Sin embargo, creo que la gestacién cultural de un imaginario edén subvertide no solamente es tributaria del mito primigenio poscosmogénico al que have refe- zencia Carlos Fuentes. Estamos también en presencia de la creacién de un nuevo ~ {espacio mitico: modermo y dotado de poderes todavia —en gran medida— des. |eonocidos inexplorados. Por esta sazin ensayaré, més que remontarme hacia ‘sus origenes primitivos, seguir el hilo conductor en el otro sentido: ef de st funcién en la sociedad moderna. En este sentido, es necesatio subrayar que la En Mékico se tment una wan campesin; se trea de un proceso cltral-polica muy poco ‘explradoy apenas resoncido. Pero la inveacin de tadicines noes un fenomena exsaseona cogine el eatimulans iho de Eric Hobshivmn et al, Tix Imendon of Tradton, dae se capers imeorate ag {caiciones en Afric, Europa y la india Por fo que se refers af complejo de cups, puss selene tus ce ‘euro con un eo sobre Ia polo del mesa de clase media as don pairs que mis eomenaneg ‘ks ences fueron mstroy cua, Le sigan en imparanca Is palabyes irda stein coon, ‘icy al tba, a le enfermedad, ala flay 1s eseel, José mse Robleds, Palslogr cel mescann Rt el dempo del ito, Jan Rul, homenale nacional, p28 ar > 2 EL EDEN suaveRIDO 33 fuerza mitolégica del paraiso perdido —del buen salvaje derrotado— no radica exclusivamente en su profundidad histérica, sino también en el hecho de que forma parte de una moderna red de mediaciones culturales y politicas; esta red tiene su propio dinamismo, relativamente distinto del que cafacteriza al conjunto genio de mitos. La diferencia principal radica en ef hecho de que fa elabo- actual del mito del edén subvertido es parte de un amplio sistema de legitimacién politica, cuya efectividad se basa no slo —ni principalmente— en ‘que reproduce los més profundos arquetipos psicolégicos, sino que logra repro- ducit (re-crear) las estructuras més profundas de la conflictiva social. Una primera aproximacién a este amplio sistema de legitimacién —que he descrito en otro texto? como redes imaginarias del poder politico— nos revela su carécter dual y dialéctico: es decir que logra traducir ia conflictiva social a una polaridad esencial que tiende a trascender las contradicciones al crear toda suerte de procesos mediadores. Asi, por lo que se refiere al edén subvertido, nos encontramos con que esta imagen separa dos grandes cadencias: Ia del tiempo original primitivo de la del tiempo histérica. La reconstruccién de un pasado rural mitico se enfrenta al horror real de fa sociedad industrial. Es evidente que encontramos aqut ef conocido arquetipo jungiano de Jano: la oposicién del pasado y del futuro, ef tras y el adelante. Esta polaridad permea profun- damente el pensamiento occidental; pero cuando éste se desarrolla en las situaciones limites de las sociedades del “tercer mundo”, la polaridad adquiere una forma extaia y nebulosa que a veces, incluso, colinda con los erenos de fa focara* “~"Aiin esta abierta Ia herida que Ia metralla revolucionaria de una sociedad modema, orientada por los signos del futuro y det progreso, ha infligido al pasado rural ¢ indigena. A través de esta herida la cultura politica resuella: y en nombre del dolor por el pasado quebrantado inventa un perfil del hombre actual que corresponde, punto por punto, al mito del edén subvertide. Asi, los mexicanos que han resultado de Ia inmensa tragedia —que se inieié en Ia Con- quista y terminé en la Revolucién— son habitantes imaginarios y miticos de un limbo violentado. El atraso y el subdesarrollo han terminado por ser vistos como manifestaciones de una infancia perenne ¢ inmévil que perdid su inocencia primitiva, ° kl tema del espacio mediador lo be desrlado en mi iro Las reds imaginaras del poder politico. 1g lng de este ensayo lo abordaré desde ot tngulo, “Tt polariad se expres en lapel puasouopia, qu es une forms de Ia sontapeicign erie me Jancoay metas, pusdeconsttzse un buen resumen de esos mis eno iro Del paraiso a wep, de Louis Rougler. Al tespecto, al vez sea interests citar dos grandes novelas curopes moderns gi ha penctad en este tvtoria mio, para indicarelsemido de mis telelones: Un wae lo naa de E Forster y joel vlein de Malcoim Lowy. Octavio Paz ha dicho, con ren, que “ie tema de Maloolm Lviry el del explsin de para, ee a rveln de Jan Rafe (Peako Baran) es el dl rgreso. Pot ‘so el roe es um muerte: silo después ée mocir podemos volver al edin native”. ("Paisae y novela en México”, Corrente aera, pp. 17-18) 34 LAJAULA DE LA MELANCOLLA Frinto del edén subvertido es una fuente inagotable en la que abrova la uifur mexicana, La definicién actual de Ia nacionalidad le debe su cetwcuuns inline @ este mito. Por ello, es un lugar comtin pensar que los moneana agtantes del advenimiento de Ia historia son almas arcaicas cay wlares trdgica con Ia modemidad las obliga a reproducir permanentemanc oy primi Teun na fat aradoja se puede ubicar le metéfora de Alfonso Reyes esta {a cual los mexicanos son los anfibios del mestizaje: soportan todos fax pe- EI mito del edén subvertido esta historia de las sociedades industrial Ja realidad mexicana actual tiene, he [0 estimula fo tenemos todavia en el horizante historca: la Reveluee xicana y Ia consiguiente industrializacté; de epopeya, por dos razones principales: Fusion de cults ares fa Conauistaespatola y adquiere la forma de choque y destinado a anclarse profundamente en la les; no es un mito pasajero. Su estudio en or ello, gran interés; ademas, el “trauma” jn. Pero en México adquiere dimensiones fusién de culturas diferentes; en segundo lugar —y el fin del mundo campesino es iniciado campesinas del siglo El héroe de esta epopeya ima paradoja y drama—, porque or una de las més grandes revoluciones inaria es un personaje singular, pues perte- * femeros0, receloso y suscepiible.* Este héroe campesina ha side one Serrado en un calabozo ISuico, emparedado enfie un pasado’ de salvaje miseria Tinieibe sel ee Pitbara riqueza. Ha sido éste el punto de partie dee da. finicién del mexicano del siglo x0 definici ‘én gue ha ido aprisionando al tinaginario ser melancSlico en una mitologia alimentada per wanentemente Piya séquito de poetas, filésotos, psieéloges, novelisas y Lo ellos, en nombre de ese mexicano de las posirimerias de] segundo milenio, Sense jtostalaia de fa muerte”; of creador de esta metifore el gran poets, Xavier Villaurutia, ha dibujado:esa muerte antigua, que neg precede, con palabras melancdlicas, 4 Cutiosamene, Foster en Ur viaje «la nds alts ree misma fonna ex. ucla hocreat exe visto ion Gomes eve India. manifests 2.FL EDEN SUBVERTIDO 33 Volver a una patria lejana, volver a una patria olvidada, coscuramente deformada por el destierro en esta tierra, Aceptemos la invitaciéin ¢ iniciemos un viaje por esa patria mitica, por ese paraiso en zozobra que ha sido invocado como la fuente de la nacién mexicana, | | | i stephen Jy Gol, Ontogeny ae Pog DD a B PRVOQEOG OEY SPOVSPDOO@SSs22a $B 2 amcor udmaconn a eyendas. 1 axolote es la larva acustica de una salamandra; ¢s capaz de reproducirse para conservar asi una eterna ju- ventud y eludir, por tanto, la metamorfosis, El axolote, rh como s€ Ve, no es tan ajeno a nosotros como pudiera ha. cemmos pensar su aspecto monstruoso, es 4. El luto primordial el ritmo lento, melancdlico y trdgico de Mé- 2leo, de ese Meco lugar de encuentro de dis- tintas razas y araigua arena de conflicts po- . liticas y sociales. Malcolm Lowry, Bajo el voled, prefacio a a edici6n francesa La cultura mexicana hie tejido ef mito del héroe campesino con los hilos de la afioranza, Inevitablemente, le imagineria nacional ha convertido a los campesinos ‘en personajes draméticos, victimas de fa historia, ahogados en su propia tierra después del gran naufragio de la Revolucién mexicana. La reconstruccién lite- raria del campesino es una ceremonia de duelo, un desgarramiento de vestiduras ante ef cuerpo sacrificado en el altar de la modernidad y del progreso. EI luto humano, la novela & José Revucltas, es uno de los ejemplos mas transparentes de este mito: es la historia de unos campesinos que son atrapados por una gran inundacién, al tiempo que velan el cadaver de una pequeta ni mueren ahogados y perseguides por los zopilotes, como si fueran la carrofia de Ja Revolucién mexicana, Fl personaje central, sintométicamente, se llama Adin: su vida es contada mientras su cadaver flota en el agua; al final, una imagen tipica: “Sobre el cuerpo de Adén descendié el primer zopilote, uno de cuello atroz y alas raidosas, como las de una cucaracha gigante”. - La ‘imagen que se va configurando del mundo rural siempre es la del pasado que ha sido necesario inmolar; por este motivo, la imagen se construye de manera paralcla y muy similar a ese omnipresente arquetipo occidental al que tanto deben la psicologia y la literatura: Ja melancolia En efecto, el catilogo de los sintomas clisicos de Ja melancolia es extraordi- nariamente semejante a los rasgos que la tradicién sociolégica y antropolégica le 4B | | | : | ‘ | | i | i 44 LAJAULA DE LA MELANCOLia asigna al campesino, Es asombroso el paralelismo entre la duslidad melancolia- manta de los psiquiatras y la polaridad rural-urbana de los antropSlogos. El ar. guetipo de Jano esté profimdamente impreso en ambas paradigmas: a posicign entre un pasado que zozobra y un futuro que estalla es Ia que separa al mundo agrario del industrial, Los eampesinos, desde la perspectiva moderna, son pasi vos, indiferentes al cambio, pesimistas, resignados, temerosos e independicntes Le psiquiatria clsica ha definido a los melaneéticos por st lentitud, su estupor Sombrio, su tristeza, amargura y languidez, asi como por el miedo y el intenso deseo de soledad. Basta recorrer fas péginas referentes a la melancolia en una historia de las enfermedades mentales para reconocer de inmediato el mundo nebuloso de Comala, como lo describe Rulfo en Pedro Péramo. El “humor melané6lico” era relacionedo con la tietra y el otofio, y se defi por el miedo y la tristeza. Segin Willis, era “una locuta sin fiebre ni furor, acon Pallada de miedo y de tristeza” de allf, se decta, que los melancolicos amasen {s soledad. Esta locura pasiva que no Hlega al furor “es le locura en los limites osu impotencia”, dice Foucault. Hay aqui una desesperacién amarga y languid En el melancélico, reeuerda Foucault, “hos espiricus eran sombrios y oscuros, broyectaban sus tinieblas sobre las imagenes de las cosas y formaban en la lus Gel alma, una especie de nube”’ esto podria tomarse como una referencia a los Campesinos de San Juan Luvina, “an lugar moribundo donde han muerto hasta los perros y ya'no hay ni quien Ie iadre al silencio”, como lo describe Rulfor El estereotipo del campesino, como ser melancélico, ha llegado a convertirse en uno de los elementos constitutivos més importantes del llamado carécter del mexicano y de la cultura nacional. Es preciso reconocer que una buena parte de lo que se llama el “'ser del mexicano” no es més que la transposicion, al Terreno de Ia cultura, de una serie de lugares comunes © ideas-tipo que desde antiguo a cultura occidental se ha forjado sobre su sustrato rural y campesino, Como en la novela de Revueltss, el cadaver del campesino floia durante lark tiempo ea la conciencia nacional; por eso, esta conciencia se presenta con fre. Cuencia como una doble sensacién de nostalgia y de zozobra, tan earacteristice del sindrome de la melancolia, Se llega a creer firmemente que, bajo el torbelling”™ de Ja modemnidad —exacerbado por la Revolucién-—, yace un estrato mitico, un edén inundado con e} que ya s6lo podemos tener una relacién melancdlica; sélo itr campssina” ee tema en EKiL. Fons, "The personaly type of tie peasant eounte benicar orks and Days, «cute cise sly" y P. Walot, Greck Prasat, dnclon ond Maseon Rabon Renta tomd de Franck la ies be aimiar enn slo tipo los greg de Hssiodo, les mayas del Voces ese os habitats dele capita ines del ssl x. Ese case de estudio ha conbulde ¢ eta ‘esp del eampesinn. C/ Robe Rel, Peanons Sacep cat Chins {}M Foucault, Historia de te locura en la dpacaclsicg, toa, AN + Bid, p20 a > : ; 4.FLLUTO PRIMORDIAL 45 por via de la nostalgia profunda podemos tener contacto con él y comunicamos ‘con los seres que lo pucblan: pues esos seres edénicos son también seres me- lancélicos con quienes es imposible relacionarse materialment, y sin embargo son la razén de ser del mexicano: Me arrancars, mujer, el imposible amor de melancolica plegeria, Y¥ aunque se quede el alma solitaria hnuira la fe de mi pasion risible. Esto lo escribe Lépez: Velarde hacia 1905; de alguna forma, la idea melancélica se jencueentra ya anclada como un firme estereotipo en la conciencia de fa intelectualided ‘mexicana de esa época. En 1901, en un estudio verdadcramente divertido —y pio- nero— sobre la “psiquiatria social” del mexicano, se establecen con contundencia ¥ solemnicad acacémica los rasgos del cardcter mexicano. Muchos de los rasgos que menciona este estudio, cuyo autor es Julio Guerrero, serin refomades varias éscadas después por diversos eseritores —desde Samuel Ramos y Emilio Uranan hasta Jorge Carriin, Octavio Paz y Santiago Ramirez— para desafrollar la Hamada “Filosofia de lo mexicano”. Aqui sslo quisiera transmit, y se me perdonara la larga cita, la peculiar reflexion de Julio Guerrero sobre la melancolia: Cuando la stmésfera no est eargada, el espiritu se sosiega; pero la reaccida ¢s en sentido depresivo; y por eso el mexicano que no tiene alcohol, aunque no es triste por naturaleza, tiene largos accesos de melancolia; como lo prueba el tono espon- tineo elegiaco de sus poetas, desde Netzahualedyoll... la serie inacabadle de ro- ‘méncieas en los tiempos modemos; la miisica popular mexicana, eserita en fon ‘menor; esas danzas llenas de melancolia, que las bandas militares lanzan en los pparques piblicos a las brisas crepusculares, prefiadas de suspiros y sollozos; y esas, Canciones populares que al son de la guitarra, en jas noches de luna se entonan en las casas de vecindad... El medio en que habitamos suele transformar en tendencias ‘melancélicas Ia gravedad del indio y la seriedad del castellano! A partir de esta manera de pensar, Julio Guerrero comienza a tejer la mitologia de las diversas facetas 0 méscaras del mexicano, ser singular en el que se con- trapuntean la ferocidad y la misantropia, ta burla y'el estoicismo, ol eapricho y {a pereza, la bestialidad y la falta de aspiraciones? : $ jlo Guerrero, La génels det crimen en Mésicc, Extdia de peiguctria social, yp 24-2. No es dit) ‘xconrare origen de esas apresiacones. Humboldt eseibé: “El indgena mexica € anv, milano, Slleaciaso mieneas fos sors no fo sacan de ici. AF mexicaco le ple haeran mieatd de os ae tnd inierentes: nose pitan en su fisonomla ni sigur las pasones ms vilentas, presenta no 86 ca <& espantoso cuando pasa deepen del reposoabsoto a una aitaibnvclns) dsenfnada, "ame polio sore el rina de a Mesa Egniey tom Uh p. 88 “bar sénsi del crimen en México. A lis Wess Stas se hae rerencia en I, 232 y 38, 31,24, M, 1, 321 9159, en ef erdensnumerado, | 46 LAIAULA DE LA MELANCOLIA Es interesante destacar que en el proceso de construccién e invencién de la nacién —y, por tanto, del cardcter nacional— nos tropezamos siempre con una paradéjica confrontacién con “lo otro”. En esta confrontacién el espacio de la coneiencia propia se va poblando de estereotipos e ideas-fuerza que, a su vez, gjercen una relativa influencia en ef comportamiento de los habitantes de une determinada nacién. Yeamos un ejemplo: no es dificil rastrear el origen de ls idea que afirma que Jos mexicanos son abiilicos y perezosos (en Europa esta idea se extiende tanto a los latinos como a los esclavos); pero aun reconociendo la raiz colonialista y racista de esta idea, no cabe duda de que en cierta medida es tomada, elaborada y revalorada por la conciencia nacionalista, para oponerla con orgullo patriético a los valores pragméticos que se asignan a los anglosajones. Esta intencién nacionalista queda plasmada muy claramente n la sinfonia HP. (Caballos de Vapor) de Carlos Chavez, donde el misico contrast la exuberanci ‘tropical con los poderosos ritmos industrializedores del norte. Diego Rivera, quien influyé en la composicién de esta sinfonia, también representé en varios murales la misma idea. Asi pues, nos encontramos con que, en la invencién del carécter nacional, hay tuna biisqueda de ese Otro bérbaro que Tlevamos dentro, que es nuestro antepa- ido, nuestro padre: que fertliza a la madre patria natural, a tierra, pero que al smo tiempo la mancilla con su salvajismo primordial, De aqui viene ese ingrediente melancélico que observamos, en mayor o menor proporcién, en todo sentimiento nacionalista. Es eurioso hallar en esto un paralelismo con ciertas facetas de la formacién del sentimiento religioso; gc6mo no pensar en la tipica compulsién castellana medieval de ‘ir 2 buscar el shartirio entre los infieles” para configurar el espacio de la fe? Ese fue el primer impulso de Santa Teresa, que a temprana edad tuvo el intenso deseo de enfrentar el tormento que debian infligirle los moros, es decir, los Otros: al final, Santa Teresa se Zambull6 en sus moradas interiores en busca del castillo de Dios, y eondené la ‘melancolia porque intuyé en ella —no sin cierta razon— una manera de realizar la propia voluntad, escapando'no sdlo de la realidad presente sino también de Dios. Pero en la melancolia la voluntad tambign se orienta hacia el martirologio: te conciencia es enfrentada a los ancestros barbaros —esos infieles del alma— ¥ es obligada a odiarlos y sin embargo a exhibirlos como terribles cicatrices y deformidades. Tal vez por ello el personaje mitico que en México ha sido colo- cado como simbolo de toda la nacién es el pelaco, que es una especie de cam- pesino urbano —valga la paradoja—semi-asfixiado por la ciudad, que ha perdido 1 edén rural y no ha encontrado la tierra prometida. En el pelado es recuperada la horrenda imagen porfirista y novohispana del lépero;* esa plebe, el leperaje, que era vista por los cientificos del sigio xix como un pozo sin fondo de vicios, * tlio Guerrero, ibid, p. 159 58, a a a 4 ELLUTO PRIMORDIAL 47 de animalidad y de atavismos sanguinarios, resurge a los ojos de la intelectuatidad posrevolucionaria como el pelado, dominado ciertamente por un sentimiento de inferioridad —segin Ramos y Paz—, pero en el cual anida, oculta, la compleja ‘ragedia de la soledad humana; o bien reaparece —segtin Yaifiez— como el me- xicano en estado de naturaleza, ser contradictorio en el que su “primitivismo realista”, su violencia y su desconfianza dejan traslucir, no obstante, una *vo- luntad libertaria” y una “‘miseria orgullosa®.” Estas breves imagenes ya nos di- bujan una vaga silueta del héroe agachado, primer habitante imaginario del gran teatro edénico de la erueldad. La intelectualidad mexicana ha convocado con frecuencia —desde e! siglo pasado— a este personaje ancestral, mediante el incienso de fa melancolia. Ha creido que s6lo el éxtasis melancélico podia comunicar a los mexicanos con los estratos antigues y profundos de una patria erigida al margen de la hist un momento equivocado y con materiales de desecho. Por ello tantos intelee- tuales mexicanos han escogido la tinta de Ia melancolia para dibujar el perfil de Ja cultura nacional. Si nos detenemos un poco a examinar el problema veremos que no se trata de un fendmeno exclusivo de la cultura mexicana, sino de tn tema que tiene dimensiones histéricas enormes.* De hecho, en toda la literatura latinoamericana modetna encontramos huellas de la actitud melaneélica; no es necesario buscar mucho para toparnos con Rubén Dario: Y en este titubeo de aliento y agonia, ‘cargo lleno de penas To que apenas soporto, No oyes caer las gotas de mi melancolia? Este triste gotear fue eseuchado en muchos lugares. En México lo retomd, por ejemplo, Luis G. Urbina, que en su conocido poema “Vieja ligrima”, de 1909, dice” Samuel Ramos, put del Hombre y lx cultura en México. Octavio Pt, Et labertito de la soledad, 1959. Agustin Yanez. "Esudlo prlimiar®, El pemuador merioan. "Jean Stazobinsi en “Lente d= la lance” nos ec elconocto verso de Shakespeare: that, in Bas ink my fove mays shine begin Veas tambien au "Hise dy teitement dela melncoie ds sigs 1500". ‘Poeslas compleits, tr Ml, pp. 12-13. Vase tambitn sv peema “Sor Milena inspira en ls amass yrs de Ariado Nervo. Luis G, Urbina también eseribi: "Mirena los cargos de Ta Mesa Cel, 4e un gts dora y salpcado por io verdes Horones de pss Gel sgave.. getimos queen esto pecho 5 emucrenossursaforanzas y vagasingicttes,y,cnonces, aos vents impuegrades oe Tahitian anol de mest pores clus. Una resurcciénsoimentl se apodera G2 miss cariter de nowoh anos. Y po eso nos inlinams iosstnemeste a melancolear nests encione. todo leeebanos Te Donemos in inte de mekoecia. ¥ no Slo en las cards les, sino haa en muesvos errs eco, ‘sta en musta graiarisuta, haste en nuesuo figitvehumerismo, sles poner ura arena ds es eer «ofa, estunamosregntiosy penas con a rano de copa el sshumelo olen, La vide lerariven Msi, 26 (sbrayads mos, RD), Les esereotips sobre la mesncolia ingen pueden verse vrbienexpresadee, ee Fam bunds y obvia, en ib del esiombiano Anmanco Solano, La melancolia de lara igen

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