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ABAL MEDINA Y CAO: RECORRIENDO LOS SENDEROS PARTIDARIOS LATINOAMERICANOS EN LA

ÚLTIMA DÉCADA (2002)

Sistemas partidarios latinoamericanos: atraviesan un proceso paradojal donde la consolidación


institucional de los regímenes democráticos está acompañada por el creciente deterioro de las
capacidades de articulación y representación de intereses de los partidos mismos.

El derrumbe de las matrices estadocéntricas experimentado en la década de los ‘80 no fue


seguido por la articulación positiva de una nueva matriz articulada alrededor del mercado, como
parecía suceder a mitad de los años noventa, sino que la mayoría de las sociedades
latinoamericanas fueron incapaces de estabilizar sus economías en el mediano plazo,
estableciendo modalidades sustentables de crecimiento económico e integración social. ¡!

Los PP que en la década del ’80 habían tenido que enfrentar en paralelo los procesos de transición
y consolidación democrática y de agotamiento de la matriz estadocéntrica, en los años siguientes
no pudieron cosechar lo que habían creído sembrar sino que terminaron siendo, en la mayoría de
los casos, los portadores de las promesas fracasadas de la modernización neoliberal.

Los déficits en la función gobernativa son los que más claramente explican la decepción colectiva
con el desempeño de los partidos mismos: los PP que ocuparon los gobiernos no fueron capaces
de mejorar el nivel de vida de los ciudadanos. Todos fracasaron a la hora de poder promover
crecimiento económico e inclusión social.

Este fracaso explica el deterioro de las capacidades articulatoria y representativa de los PP. La
brecha entre las grandes promesas electorales y los mediocres logros de gestión acentuó la
sensación de que la política actúa como una mera arena autorreferencial en la que los distintos
actores pelean por acceder a los beneficios del aparato estatal despreocupándose por la suerte de
las poblaciones, que se convertían para ellos en meros mercados electorales. Partidos vaciadores.

Sistema partidario: patrones de competencia y cooperación estables a aquel tipo de relación


interpartidaria que asume una forma regular a lo largo del tiempo en términos de adaptación y
control sobre las modificaciones de su entorno.

La estabilidad es una condición necesaria (pero no suficiente) para poder hablar de la


institucionalización del sistema de partidos. Institucionalización = proceso por medio del cual los
PP o el sistema de partidos adquieren valores y estabilidad.

Senderos:

1. Estabilización, tanto de las pautas de competencia y cooperación interpartidarias como de


los partidos mismos: Brasil, Chile y Uruguay. La matriz estadocéntrica no se derrumbó
totalmente, los Estados no se probaron incapaces de gobernar sus economías y más allá
de los problemas generales de toda la región, los aparatos estatales continúan siendo
comparativamente fuertes. Presencia de partidos de izquierda verdaderamente
competitivos (FA uruguayo, PS chileno y PT brasileño).
2. Debilitamiento de los patrones de interacción y de la solidez de los PP: México:
alternancia democrática por primera vez cuando el PRI pierde las elecciones en el 2000.
Igual que en Argentina, el mismo partido que había construido la matriz estadocéntrica
fue el que consumó su desestructuración. En Colombia, la matriz EC no se derrumbó
porque nunca se articuló completamente; pero hay una profunda crisis del bipartidismo.
En Argentina el proceso de desestructuración del sistema partidario sólo resulta atenuado
por la continua fuerza del justicialismo. La situación argentina es la que mejor ilustra la
paradoja presentada por Cavarozzi y Casullo de estabilidad institucional conviviendo con
inestabilidad de la política misma. Economía quebrada + pobreza = deslegitimación de los
político estatal en su conjunto. Bolivia: el sistema pareció encaminarse hacia la
estabilización, pero grandes sectores de la población están convencidos de que esas
políticas sólo generaron más desigualdad y miseria, y se oponen radicalmente a ellas y al
Estado que las aplicó. Esto lo ilustra la victoria de Evo Morales.
3. Derrumbe del sistema partidario y de gran parte de los PP tradicionales: Perú: ejemplo
típico de políticos sin partidos. La destrucción del sistema partidario de los años ’80 no se
revirtió durante el fujimorismo y se acentuó con su crisis, generando un escenario de
fragmentación que hace incluso peligrar la gestión de Toledo. Venezuela: históricamente
uno de los sistemas partidarios más sólidos de la región. Continúa pagando hoy en día un
enorme precio por el derrumbe de su matriz estadocéntrica edificada alrededor de las
rentas petroleras. El intento de Pérez de articular una radical reconversión del Estado
culminó con la apertura de un veloz proceso de crisis que llevó a Chávez a la presidencia y
que hoy tiene al país dramáticamente polarizado.

En la década de los ’90 han aumentado aún más las brechas entre los sistemas partidarios
latinoamericanos, convirtiendo a algunos que eran claramente débiles en relativamente sólidos, y
a otros que estaban bastante estructurados en crecientemente desarticulados.

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