Aparte de embellecer nuestro entorno estos ecosistemas
desarrollan funciones vitales para mantener el equilibrio ambiental. Entre ellas: regulan las crecidas de los ríos, controlan la erosión de los suelos, retienen nutrientes, sedimentos y contaminantes, protegen contra tormentas, estabilizan las condiciones climáticas locales, esencialmente la lluvia y la temperatura, y así podríamos continuar citando muchos otros beneficios. Por ejemplo; su papel en la conservación de la biodiversidad, ya que albergan especies de plantas y animales nativas y endémicas del país en que se encuentran. Es por esta razón que desde hace más de cuatro décadas cientos de organismos internacionales se han unido para formar lo que se denomina como Redes Internacionales de Espacios Naturales Protegidos, poniendo especial cuidado a los humedales