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La época del Exilio

El exilio babilónico se recuerda en la historia judía como un tiempo de tribulación y


nostalgia por la patria perdida. Pero en realidad el episodio tuvo consecuencias decisivas
en la configuración de la religión y de la identidad nacional judía

La cronología de los imperios gentiles y su impacto en la


vida de los judíos.

Pero este sufrimiento del destierro acrisoló a Israel, purificando y fortaleciéndose en la fe.
Fue por medio de la reflexión acerca del porqué de aquella catástrofe, lo les llevó a advertir
con claridad que la confianza en el poder del rey y en la falsa piedad del Tempo había sido
el motivo de su desgracia: quedarse sin dinastía y sin Templo. Efectivamente, ni la
monarquía ni el Templo podían, por si mismos, salvar a Israel.

Condición de los exiliados

La ciudad de Jerusalén fue completamente arrasada y el templo incendiado. En Judea sólo


quedaron campesinos pobres en condiciones muy precarias (Jr 52; 2 R 24, 18-30). La destrucción
de la ciudad nos es contada en detalle en 2 R 25 y Jr 52.

La parte más pobre de la población se quedó en el país. Numerosos judíos fueron dispersos; unos
huyeron a Egipto (Jr 42-43) o a Transjordania (Jr 41,15); otros fueron deportados a Babilonia en
número de unas 10.000 personas, que constituían la elite del país.

Esperanza Profetica

El Señor hace una nueva alianza con ellos dándoles un corazón nuevo (Ez 36,36; Jr 33,8),
resucitándoles del sepulcro (Ez 37,12), reuniéndoles (Ez 34,12-14). La religión adquiere una
dimensión más personalizada. La religación al Señor se hace mediante el compromiso personal de
cada individuo. "El hijo no cargará jamás con la culpa de su padre, ni un padre con la culpa de su
hijo. Al justo le será imputada su justicia, y al malvado su maldad" (Ez 18,20).

Duración del Cautiverio


El tiempo del Exilio fue largo unos 50 años, el período que comprende desde el
año 586 hasta 537 a. C. 

Causa que motivaron el exilio

Tras la muerte de Salomón su reino fue dividido en dos: al sur el Reino de Judá,
formado por las tribus de Judá y Benjamín (los judíos), y al norte el Reino de Israel,
formado por el resto de las tribus. Con el tiempo el pueblo cayó una y otra vez en la
idolatría, hasta que Yahvé, no pudiéndolo soportar más, decide castigarles como única
manera de ayudarles.

Consecuencia y Situación Social

Las consecuencias no pudieron ser más desastrosas. El monarca babilónico atacó Jerusalén
y deportó a la población más influyente de la ciudad. 1 consecuencia ,donde los hebreos,
llorando la pérdida del Templo a orillas del río en Babilonia, cuelgan sus cítaras de los

árboles y se niegan a cantar canciones a Dios en tierra extraña junto con los artesanos y
cerrajeros, a la capital del imperio. Parte del pueblo continuó en el territorio de Judá,
cultivando las tierras que les repartió Nabuzardán, general de Nabucodonosor.

Situación política

A pesar de lo ocurrido Nabucodonosor no quiso desarticular completamente las instituciones


judías. Apoyándose en miembros del partido que había sido contrario a la rebelión contra
Babilonia quiso reconstituir un simulacro de gobierno autónomo en la persona de Godolías, amigo
de Jeremías. Godolías puso su capital en Mitspá y comenzó a restaurar el orden.

Situación religiosa

Los antiguos hebreos consideraban que sólo en el Templo de Jerusalén se podía adorar
a Dios. Allí, los sacerdotes eran los encargados del culto, el pueblo no podía
relacionarse directamente con Dios y se limitaba a entregar a los sacerdotes las
ofrendas para que ellos hicieran el sacrificio. Era una religión alejada del pueblo. Y al
perder el Templo, se quedaron sin la posibilidad de relacionarse con Dios, ni siquiera
indirectamente.
Los exiliados de Judá en Babilonia, tras la desesperación inicial, terminan encontrando
un sentido a lo que ha ocurrido. Consideran que su situación es un justo castigo por la
idolatría que repetidamente se adueñó de su reino y que su exilio, lejos de ser el final
de Judá, es un necesario período de purificación

Estas esperanzas, y el hecho de encontrar sentido a su situación, hace que no se


sientan abandonados por Dios, sino en sus manos. 

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