Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1,3-Steel Scars
1,3-Steel Scars
2
Créditos
MODERADORA
Aria
3
TRADUCTORAS CORRECTORAS
Crys Caronin85
Maye
Mimi
Aria
Índice
Sinopsis Próximo libro
4
Steel Scars Sobre la autora
Sinopsis
F arley fue educada para ser fuerte, pero ser encomendada con la
tarea de plantar las semillas de la rebelión en Norta es un trabajo
más duro de lo esperado. Mientras viaja por el territorio
reclutando comerciantes del mercado negro, contrabandistas y extremistas para su
primer intento de un ataque en la capital, se topa con una conexión que puede llegar a
ser la clave de toda la operación: Mare Barrow.
5
EL SIGUIENTE MENSAJE HA SIDO DESCODIFICADO
CONFIDENCIAL, AUTORIZACIÓN DE COMANDO REQUERIDA
10
EL SIGUIENTE MENSAJE HA SIDO DESCODIFICADO
CONFIDENCIAL, AUTORIZACIÓN DE COMANDO REQUERIDA
Como cualquier buen cocinero puede decir, siempre hay ratas en la cocina.
El Reino de Norta no es diferente. Sus grietas y hendiduras están llenas de lo que
la élite Plateada llamaría alimañas. Ladrones rojos, contrabandistas, desertores del
ejército, adolescentes que huyen del reclutamiento o ancianos débiles tratando de
escapar el castigo por el “delito” de la inactividad de envejecer. En el campo, más al
norte, hacia la frontera Lakeland, se mantienen en los bosques y pequeños pueblos,
encontrando seguridad en los lugares en lo que los Plateados jamás vivirían. Pero en
ciudades como Harbor Bay, donde los Plateados mantienen buenas casas y leyes feas,
los Rojos recurren a medidas más desesperadas. Y así debo hacerlo yo.
No es fácil llegar al jefe Egan. Sus llamados asociados me llevan a mí y a mi
teniente, Tristán, a través de un laberinto de túneles bajo las murallas de la ciudad 18
costera. Doblamos más de una vez, para confundirme, así como a cualquier persona
que pudiera tratar de seguirnos. Casi esperaba que Melody, la ladrona de voz suave y
afilados ojos que lideraba el camino nos vendara. En cambio, deja que la oscuridad
haga su trabajo, y para cuando salimos, apenas puedo encontrar el verdadero norte,
por no hablar de cómo salir de la ciudad.
Tristán no es un hombre de confianza, después de haber aprendido bien a manos
de la Guardia Escarlata. Se asoma a mi lado, con una mano dentro de su chaqueta,
siempre agarrando el cuchillo largo que guarda estrechamente. Melody y sus hombres
se ríen de la obvia amenaza, quitándose sus abrigos y chales para revelar armas blancas
propias.
—No te preocupes, Stretch —dice, levantando una ceja a la altura de Tristán—.
Estarás bien protegido.
Se sonroja, enfadado, pero no afloja su agarre. Y todavía soy muy consciente de
la navaja en mi bota, por no hablar de la pistola metida en la parte de atrás de mis
pantalones.
Melody sigue caminando, conduciéndonos a través de un mercado lleno de ruido
y fuerte olor a pescado. Su cuerpo grueso corta a través de la multitud, que se abre para
dejarla pasar. El tatuaje en la parte superior de su brazo, un ancla azul rodeada de rojo,
con una cuerda atada, es advertencia suficiente. Ella es una Marinera, miembro de la
operación de contrabando que el Comando me asignó para comprobar. Y a juzgar por
la forma en que ordena su propio desapego, por los tres hombres siguiéndola, veo que
está altamente clasificada y es bien respetada.
Siento que me evalúa, a pesar de que sus ojos están hacia adelante. Por esta
razón, he decidido no llevar al resto de mi equipo a la ciudad para reunirme con su
jefe. Tristán y yo somos suficientes para evaluar su funcionamiento, juzgar sus
motivos, e informar.
Egan, al parecer, toma el camino contrario.
Espero una fortaleza subterránea tanto como la nuestra en Irabelle, pero Melody
nos lleva a un antiguo faro, sus paredes erosionadas por la edad y el aire salado. Un
faro que una vez fue utilizado para guiar a los barcos a puerto; ahora está demasiado
lejos del agua, ya que la ciudad se expandió hacia el puerto. Desde el exterior, parece
abandonado, sus ventanas cerradas y las puertas selladas. Los Marinos no le prestan
ninguna atención. Ni siquiera se molestan en ocultarlo, aunque cada instinto que tengo
grita por ser discretos. En cambio, Melody nos lleva a través del mercado abierto, con
la cabeza alta.
La multitud se mueve con nosotros como un banco de peces. Proporcionándonos
camuflaje. Nos escolta hasta el faro y a una puerta maltratada cerrada con llave.
Parpadeo, notando lo bien organizados que los Marinos parecen estar. Imponen
respeto, eso es obvio, por no hablar de lealtad. Ambos premios valiosos para la
Guardia Escarlata, cosas que no pueden realmente ser compradas con dinero o
intimidación. Mi corazón salta en mi pecho. Los Marinos parecen ser aliados viables
en verdad.
Una vez a salvo en el interior del faro, a los pies de una escalera en espiral sin fin,
19
siento que la tensión se libera en mi pecho. No me resulta extraño infiltrarme en
ciudades Plateadas, rondando las calles con mala intención, pero ciertamente no lo
disfruto. Sobre todo sin el Coronel a mi lado, un escudo brusco pero eficaz contra
cualquier cosa que pudiera suceder con nosotros.
—¿No tienen miedo de los oficiales? —pregunto en voz alta, mirando como uno
de los Marinos cierra la puerta detrás de nosotros—. ¿No saben que están aquí?
Una vez más, Melody se ríe. Ya ha subido unos cuantos escalones y sigue
subiendo.
—Oh, saben que estamos aquí.
Los ojos de Tristán casi se salen de su cabeza.
—¿Qué? —Palidece, reflejando mis pensamientos.
—He dicho que Seguridad sabe que estamos aquí —repite. Su voz hace eco.
Cuando pongo un pie en el primer escalón, Tristán agarra mi muñeca.
—No deberíamos estar aquí, Cap —murmura, olvidándose de todo. No le doy la
oportunidad de decir mi nombre, va en contra de las normas y protocolos que nos han
protegido durante tanto tiempo. En su lugar atasco mi antebrazo en su tráquea,
empujándolo hacia atrás contra las escaleras con todas mis fuerzas. Él se extiende,
cayendo, su longitud atravesando varios escalones.
Mi rostro se pone rojo del calor. Esto no es algo que quiero hacer, ya sea frente a
extraños o no. Tristán es un buen teniente, pero sobreprotector. No sé qué es más
dañino: mostrar a los Marinos la disensión en nuestras filas o mostrarles temor. Espero
que sea la última. Encogiéndome de hombros, doy un paso atrás y le ofrezco mi mano
a Tristán, pero ninguna disculpa. Sabe por qué lo he hecho.
Y sin decir nada más, me sigue por las escaleras.
Melody nos permite pasar y siento sus ojos a cada paso. Sin duda me está
mirando ahora. Y la dejo, mi rostro y gestos impasibles. Lo hago lo mejor que puedo,
como el Coronel, ilegible e inquebrantable.
En la corona del faro, las ventanas tapiadas dan paso a una amplia vista de
Harbor Bay. Literalmente construida sobre otra antigua ciudad, la Bahía es antigua.
Los carriles y giros estrechos se adaptan mejor a los caballos en vez de a los medios de
transporte, y hemos tenido que ir por callejones para evitar ser atropellados. Desde esta
vista, puedo ver todo alrededor del famoso puerto, tiene demasiados callejones, túneles
y rincones olvidados para ser patrullado totalmente. En combinación con una alta
concentración de Rojos, Harbor Bay es un lugar perfecto para que la Guardia Escarlata
empiece. Nuestra inteligencia identificó la ciudad como la raíz más viable de la
rebelión Roja en Norta, cuando llegue un levantamiento. A diferencia de la capital,
Archeon, donde la sede del gobierno exige mando absoluto, Harbor Bay no está tan
controlado.
Pero no está indefenso. Hay una base militar construida en el agua, dividiendo el
semicírculo perfecto de la tierra y las olas en dos. Fort Patriot. Un centro para el
20
ejército, la marina y la fuerza aérea Norteña, el único de su tipo que sirve a las tres
ramas de las fuerzas armadas Plateadas. Igual que el resto de la ciudad, sus murallas y
edificios están pintados de blanco, con punta de techos azules y agujas plateadas en
alto. Trato de memorizarlo desde esta vista. ¿Quién sabe cuándo puede ser útil el
conocimiento? Y gracias a la inútil guerra que se está librando actualmente en el norte,
Fort Patriot es totalmente ciego a la ciudad alrededor de ella. Los soldados confían en
sus murallas, mientras que Seguridad mantiene a la ciudad en línea. Según los
informes, protegen a los suyos, a los ciudadanos Plateados, pero los Rojos de la Bahía
en gran medida se gobiernan a sí mismos, con los grupos y bandas separados
manteniendo su propio tipo de orden. Tres en particular.
La Guardia Roja tiene una fuerza policial particular que preserva la justicia de
los Rojos como puede, y que protege y hace cumplir leyes en las que no interviene la
Seguridad Plateada. Arreglan disputas Rojas y crímenes cometidos contra nuestra
propia gente para evitar más abusos a mano de los Plateados, manos despiadadas y
llenas de sangre. Su trabajo es reconocido y tolerado, incluso por los oficiales de la
ciudad, y por esa razón, no voy a acudir a ellos. Por muy noble que sea su causa, están
demasiado cerca de los Plateados para mi gusto.
Pero los Seaskulls, una banda glorificada, me preocupan de igual manera. Son
definitivamente violentos, un rasgo que normalmente admiro. Su negocio es la sangre,
y se comportan como perros rabiosos. Viciosos, implacables y estúpidos, sus miembros
a menudo son ejecutados y reemplazados rápidamente. Ejercen el control de su sector
de la ciudad mediante el asesinato y el chantaje, y se encuentran, a menudo, en
desacuerdo con sus rivales, los Marinos.
A quiénes debo juzgar yo misma.
—Eres Lamb, supongo.
Me vuelvo sobre mis talones, lejos del horizonte que se extiende en todas
direcciones.
El hombre que supongo es Egan está apoyado en las ventanas de enfrente, ya sea
porque no se da cuenta o porque no tiene miedo de que no haya nada más que un
vidrio viejo entre él y una larga caída. Igual que yo, está fingiendo, mostrando las
cartas que quiere mientras oculta el resto.
He venido aquí solamente con Tristán para mostrar una determinada imagen.
Egan, flanqueado por Melody y una tropa de Marinos, opta por mostrar su fuerza.
Para impresionarme. Bien.
Se cruza de brazos, mostrando dos antebrazos musculosos y con cicatrices,
ambos tienen tatuajes de anclas. Me recuerda al Coronel, aunque no se parecen en
nada. Egan es bajo, rechoncho, fornido, con la piel dañada por el sol y el cabello largo
y canoso en una trenza enredada. No dudo que haya pasado la mitad de su vida en un
barco.
—O al menos, ese es el nombre en clave que te han puesto. —Egan sigue
sonriendo. Le faltan unos cuantos dientes—. ¿Estoy en lo cierto?
Me encojo de hombros, sin comprometerme.
21
—¿Importa mi nombre?
—De ningún modo. Sólo tus intenciones. ¿Y esas son…?
Coincidiendo con su sonrisa, cruzo el centro de la habitación, procurando evitar
el círculo hundido donde solía estar la luz del faro.
—Creo que eso ya lo sabes. —Mis órdenes eran hacer contacto, pero no cuánto.
Una omisión necesaria para asegurarme de que los extraños no puedan usar nuestra
correspondencia en contra de nosotros.
—Sí, bueno, sé lo suficiente sobre los objetivos y tácticas de tu gente, pero estoy
hablando contigo. ¿Para qué estás tú aquí?
Tu gente. Las palabras punzan, tirando de mi cerebro. Lo descifraré más tarde.
Deseo mucho tener una pelea a puñetazos, en lugar de este juego nauseabundo de idas
y vueltas. Prefiero un ojo morado antes que acertijos.
—Mi objetivo es establecer líneas abiertas de comunicación. Ustedes son una
operación de contrabando y tengo amigos a través de la frontera que nos beneficiarían
a los dos. —Con otra sonrisa ganadora, paso mis dedos por mi cabello trenzado—.
Sólo soy una mensajera, señor.
—Oh, no creo que nunca llame a un Capitán de la Guardia Escarlata sólo un
mensajero.
Esta vez, Tristán se queda quieto. Es mi turno de reaccionar, a pesar de mi
entrenamiento. A Egan no se le escapa el modo en que se abren mis ojos y me sonrojo.
Sus oficiales, Melody especialmente, tienen la audacia de sonreír entre sí.
Tu gente. La Guardia Escarlata. Nos ha conocido antes.
—No soy la primera, entonces.
Otra sonrisa maníaca.
—Ni por asomo. Hemos estado intercambiando mercancía con ustedes desde...
—Mira a Melody, haciendo una pausa para el efecto—… Desde hace dos años,
¿verdad?
— Desde septiembre del 300, jefe —responde.
—Ah, sí. Supongo que no sabes nada de eso, Oveja.
Lucho contra el impulso de apretar los dientes y gruñir. Discreción, decían las
órdenes. Dudo que tumbar a un criminal de su torre se considere discreto.
—No es nuestro asunto. —Y esa es la única explicación que ofrezco. Porque
mientras Egan piensa que él es más que yo, que está mucho más informado que yo,
está equivocado. No tiene idea de lo que somos, lo que hemos hecho, y cuánto más
tenemos la intención de hacer. Ni siquiera puede comprenderlo.
—Bueno, tus camaradas pagan bien, eso es seguro. —Hace sonar una pulsera,
muy bien elaborada de plata, trenzada como cuerda—. Espero que hagas lo mismo.
—Si haces lo que se te pide, sí.
—Entonces haré lo que me pidan.
22
Un asentimiento a Tristán hace que sus ruedas empiecen a girar. Se acerca a mi
lado con dos pasos largos, tan rápido y desgarbado que Egan se ríe.
—¡Estrellas! Eres muy flaco —dice Egan—. ¿Cómo te llaman? ¿Larguirucho?
Frunzo los labios, pero no sonrío. Por el amor de Tristán. No importa lo mucho
que coma o entrene, parece que no puede ganar ningún tipo de músculo. No es que eso
haga una gran diferencia en lo que a él respecta. Tristán es un hombre de armas, un
francotirador, no un luchador. Es más valioso a cien metros con un buen rifle. No le
voy a decir a Egan que su nombre en código es Bones.
—Requerimos visión general e introducción a la llamada red Whistle —dice
Tristán, haciendo las exigencias por mí. Otra táctica del Coronel que he adaptado—.
Estamos buscando contactos viables en estas áreas claves.
Él repasa un mapa marcado; simple, pero con puntos rojos en las ciudades y los
cruces importantes de todo el país. Lo conozco sin siquiera mirarlo. Los barrios
industriales de Ciudad Gris y Nueva Ciudad; la capital, Archeon; Delphie; la ciudad
militar, Corvium; y muchos pequeños pueblos y aldeas en el medio. Egan no mira el
papel, pero asiente de todos modos, una imagen de confianza.
—¿Algo más? —dice serio.
Tristán me mira y me da una última oportunidad de rechazar esta orden final del
Comando. Pero no lo hago.
—Vamos requerir usar su red de contrabando pronto.
—Suficientemente fácil. Con los Whistles, todo el país se abre a ti. Puedes enviar
bombillas de aquí a Corvium y volverlas a traer si quieres.
No puedo evitar sonreír, mostrando mis dientes.
Pero la sonrisa de Egan se desvanece un poco. Sabe que hay más.
—¿Cuál es el cargamento?
Con manos rápidas, dejo caer una pequeña bolsa de monedas tetrarcas a sus pies.
Todas de plata. Lo suficiente como para convencerlo.
—La gente correcta.
23
EL SIGUIENTE MENSAJE HA SIDO DESCODIFICADO
CONFIDENCIAL, AUTORIZACIÓN DE ALTO NIVEL REQUERIDA
—Reconocido.
—Claramente no demasiado peligroso.
—Anotado. 32
NOS LEVANTAREMOS, ROJOS COMO EL AMANECER.
35
EL SIGUIENTE MENSAJE HA SIDO DESCODIFICADO
CONFIDENCIAL, AUTORIZACIÓN DE ALTO NIVEL REQUERIDA
47
EL SIGUIENTE MENSAJE HA SIDO DESCODIFICADO
CONFIDENCIAL, AUTORIZACIÓN DE ALTO RANGO REQUERIDA
59
—¿Eres estúpida, niña? —RAM—
—Merece por los resultados. Pero su actitud deja algo que desear. — 67
DRUMMER—
71
EL MENSAJE SIGUIENTE HA SIDO DESCODIFICADO
CONFIDENCIAL, AUTORIZACIÓN DE ALTO RANGO REQUERIDA
—Procede. Envíalo al TRIAL. Vuelve al RED ROJA tan pronto como puedas.
Ha costado más llegar aquí de lo que había anticipado. Sin mencionar el hecho
de que he venido sola.
Después del bombardeo en Archeon, viajar es difícil, incluso a través de nuestras
vías habituales. Es más difícil encontrar los barcos de carga de Whistle y el transporte.
Y conseguir entrar en las ciudades, incluyendo Rocasta, no es cosa fácil. Los Rojos
deben presentar tarjetas de identificación o incluso su sangre en los diferentes puntos
de control entrando en la ciudad, puntos de control que debo evitar a toda costa. A
pesar de que mi rostro estaba enmascarado, escondido durante los videos en los que
anunciaba la presencia de la Guardia Escarlata al país entero, no puedo correr el
riesgo.
Incluso me he afeitado la cabeza, cortando la larga melena rubia claramente
visible en aquella transmisión.
Crance, el Marino trabajando en el convoy de provisiones, tuvo que meterme a
escondidas dentro y costó una gran cantidad de sobornó conseguir que aceptara. Aun
así, me las he arreglado para entrar en la ciudad de una pieza, mi radio firmemente
metida en mi cintura.
Sector Rojo. Mercadillo.
Ahí es donde Shade quiere que lo encuentre y ahí es donde debo llegar. No me
atrevo a cubrir mi cabeza o esconder mi rostro, lo cual le daría a cualquiera una mejor
pista hacia mi identidad. En vez de esto, visto gafas de sol, escondiendo la única parte
de mi rostro que alguien haya visto en el video. Aun así, siento el riesgo en cada paso.
El riesgo es parte del juego. Pero de alguna manera, mi miedo no es por mí misma. He
hecho mi parte, más que mi parte, para la Guardia Escarlata. Podría morir ahora y ser
considerada una misión exitosa. Mi nombre iría en la correspondencia de alguien,
73
probablemente Tristán, tecleado en morse para que el Coronel lo lea.
Me pregunto si lloraría.
Está nublado hoy y la atmósfera en la ciudad entera refleja el tiempo. Y el
bombardeo está en los labios de todo el mundo, en la mirada de todos. Los Rojos son
una extraña mezcla de esperanza y desconsuelo, algunos susurros sobre la así llamada
Guardia Escarlata. Pero la mayoría, los mayores en especial, fruncen el ceño a sus
hijos, regañándoles por creer en cosas sin sentido, diciéndoles que va a traer más
problemas a su gente. No soy lo bastante estúpida para detenerme y argumentar.
El mercadillo está muy adentro del sector Rojo, pero aun así rodeado de oficiales
de seguridad Plateados. Hoy ellos parecen lobos merodeando, sus pistolas en sus
manos más que en la pistolera. Escucho noticias sobre disturbios en la mayoría de las
ciudades, Plateados yendo tras cualquier Rojo al que puedan echarle mano, echándole
la culpa a cualquiera por los actos de la Guardia Escarlata. Pero algo me dice que estos
oficiales no están aquí para proteger a mi gente. Sólo quieren transmitir miedo y
mantenernos quietos.
Pero incluso ellos no pueden detener los murmullos.
—¿Quiénes son?
—La Guardia Escarlata.
—Nunca he oído algo así.
—¿Has visto? El oeste de Archeon en llamas…
—… pero nadie ha sido herido…
—… traerán más problemas…
—… cada vez peores tiempos…
—… culpándonos a nosotros por ello…
—Quiero encontrarlos.
—Farley.
El último es un cálido aliento contra mi oreja, su voz tan familiar como mi
propio rostro. Me giro instintivamente y me lanzo en un abrazo a Shade,
sorprendiéndonos a los dos.
—Es bueno verte también —murmura.
—Vamos a sacarte de aquí —susurro mientras me echó atrás. Cuando lo miro
apropiadamente, me doy cuenta de que las últimas semanas no han sido buenas. Su
rostro está pálido, su expresión demacrada y unas ojeras oscuras rodean sus ojos—.
¿Qué ha pasado?
Coloco mi mano en la suya y le dejo llevarme entre la multitud caminando
obediente por el mercadillo. Lucimos como cualquiera.
—Una transferencia, a la Legión Tormenta, al frente.
74
—¿Castigo?
Pero Shade sacude su cabeza.
—No por pasar información. Siguen sin saber que soy el infiltrado o que estoy
transmitiendo todo a la Guardia Escarlata. No, esta orden es extraña.
—¿Extraña cómo?
—Solicitud de un general. Alto cargo. Para mí, un cabo. No tiene sentido. Como
otra cosa que no tiene sentido. —Sus ojos se entrecierran enfáticamente y asiento—.
Creo que ellos lo saben y creo que van a deshacerse de mí.
Trago saliva y tengo la esperanza de que no lo haya notado. Mi miedo por él no
puede ser infundido por otra cosa que no sea profesional.
—Entonces, te ejecutaremos primero, diremos que has huido y te han disparado
y desertando. Eastree puede falsificar los documentos como lo ha hecho con otros
activos. Y además, es hora de que te mudemos de todas formas.
—¿Tienes alguna idea de dónde podría ser?
—Vas a ir al Trial, cruzando la frontera. Esto no debería ser tan difícil para
alguien con tus habilidades.
—No soy invencible. No puedo saltar cientos de kilómetros, o incluso, bueno,
navegar yo mismo tan lejos. ¿Tú puedes? —murmura.
Tengo que sonreír. Crance debería funcionar.
—Creo que puedo asegurarte un mapa y una guía.
—¿Tú no vienes?
Me digo que me estoy imaginando la decepción en su voz.
—Tengo otros asuntos que manejar primero. Cuidado —añado, observando un
grupo de oficiales delante. El brazo de Shade se tensa en mí, trayéndome más cerca.
Saltará conmigo si tiene que hacerlo y vomitaré sobre mis botas otra vez.
—Intenta no hacerme vomitar otra vez —refunfuño, provocando su sonrisa
torcida.
Pero no hay necesitas de inquietud. Los oficiales están concentrados en otra
parte, en una agrietada pantalla de video, parece que es la única en el mercadillo.
Utilizada para las transmisiones oficiales, pero ahí no hay nada oficial en lo que están
mirando.
—Me había olvidado que la Prueba de la Reina era hoy —dice uno de ellos,
dirigiéndose hacia delante para dar un vistazo a la imagen. Es borrosa a veces—. No
pueden conseguir un mejor equipo para nosotros, ¿eh? Marcos
Marcos se sonroja gris, molesto.
—Este es el sector Rojo, ¿qué te esperabas? ¡Eres bienvenido para volver a las
rondas si esto no te satisface!
La Prueba de la Reina. Recuerdo algo sobre esto. En la reunión de instrucción
sobre Norta, el paquete improvisado de información que el Coronel me hizo leer antes
75
de ser enviada aquí. Algo sobre príncipes, eligiendo novias, tal vez. Arrugo la nariz
ante la idea, pero de alguna manera no puedo despegar mis ojos de la pantalla
mientras nos acercamos cada vez más.
En ella, una chica en cuero negro demuestra sus habilidades. Magnetron, me doy
cuenta cuando ella manipula los metales en la arena en la que se ha dejado caer.
Luego un destello rojo cae encima de la arena, aterrizando fuerte contra el
escudo eléctrico separando la chica Magnetron del resto de la élite plateada viendo su
demostración.
Los oficiales jadean al unísono. Uno de ellos incluso se da la vuelta.
—No quiero ver esto —gruñe, como si estuviera a punto de vomitar.
Shade está clavado con la vista en el lugar, su mirada intensa en la pantalla,
mirando la mancha roja. Su agarre se aprieta en mí, obligándome a mirar. La mancha
roja tiene un rostro. Su hermana.
Mare Barrow.
Se queda inmóvil contra mí cuando el relámpago se la traga entera.
—Debería haberla matado.
La mano de Shade está temblando y tiene que agacharse en el callejón para evitar
que el resto de él siga su el ejemplo. Me dejo caer sobre mis rodillas junto a él, con una
mano en su brazo temblando.
—Debería haberla matado —dice otra vez, sus ojos ampliamente abiertos y
mirada al vacío.
No necesito preguntar para saber que está repitiendo la escena en su cabeza una y
otra vez. Su joven hermana cayendo en la arena de la Prueba de la Reina. A su muerte
de todas las circunstancias. Pero Mare no ha muerto. Ha sido electrocutada en la
cámara pero no ha muerto.
—Está viva, Shade —le digo, girando su rostro hacia mí—. Lo has visto tú
mismo, se ha levantado y ha corrido.
—¿Cómo es posible?
Ahora no es tiempo para apreciar la broma.
—Te pregunté lo mismo una vez.
—Entonces ella también es diferente. —Su mirada se oscurece, alejándose de mi
rostro—. Y está con ellos. Tengo que ayudarla.
Intenta ponerse de pie pero la conmoción no ha desaparecido. Le ayudo a bajar
de nuevo tan suavemente que puedo, dejándole apoyarse en mí.
—Ellos la matarán, Diana —susurra. Su voz rompe mi corazón—. Podrían estar
haciéndolo ahora mismo.
—Por alguna razón, no creo que lo hagan. No pueden. No después de que todos
la hayan visto, una chica Roja sobreviviendo al relámpago. —Tendrán que explicarlo 76
primero. Inventarse una historia. Igual que las historias que solían usar para engañarnos hasta
que nos aseguramos que no pudieran hacerlo más—. Ella ha clavado una bandera por sí
misma hoy.
De repente el callejón se siente demasiado pequeño. Shade levanta una mirada,
una que solo un soldado podría exhibir.
—No dejaré a mi hermana ahí sola.
—No lo va a estar. Me aseguraré de ello.
Su mirada se endurece, reflejando la resolución que siento dentro.
—Yo también.
EL SIGUIENTE MENSAJE HA SIDO DESCODIFICADO
CONFIDENCIAL, AUTORIZACIÓN DE COMANDO REQUERIDA
Fin
Próximamente
Glass Sword
Si hay algo que Mare Barrow sabe, es que es
diferente.
La sangre de Mare Barrow es roja —el color
de la gente común— pero su habilidad de
Plateada, el poder de controlar el rayo, se ha
convertido en un arma que la corte real intenta
controlar. 78
La corona la llama una imposibilidad, una
farsa, pero cuando escapa de Maven, el príncipe —
el amigo— que la traicionó, Mare descubre algo
sorprendente: ella no es la única de su especie.
Perseguida por Maven, ahora un rey
vengativo, Mare se propone encontrar y reclutar
otros combatientes Rojos y Plateados para que se
unan a la lucha contra sus opresores.
Pero Mare se encuentra en un camino
mortal, en riesgo de convertirse en exactamente el
tipo de monstruo que está intentando derrotar.
¿Se romperá bajo el peso de las vidas que son el coste de la rebelión? ¿O es que la
traición y la deslealtad la han endurecido para siempre?
Sobre la autora
Victoria Aveyard
Victoria Aveyard nació y creció en East
Longmeadow, Massachusetts, un pequeño
pueblo conocido solo por el peor tráfico rotativo
en todo el territorio continental de Estados
Unidos. Se mudó a Los Ángeles para conseguir
un grado de Artes en escritura de guiones en la
Universidad del Sur de California, y se quedó
ahí a pesar de la falta de estaciones.
79
Actualmente es autora y guionista, y usa su
carrera como excusa para leer demasiados libros
y ver demasiadas películas. Puedes visitarla
online en www.victoriaaveyard.com.
80