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EL MAESTRO, UN DON PARA LA HUMANIDAD

Hermanos y hermanas, el Señor le dé su paz. Iniciamos un nuevo año escolar, y con él,
también nos acompañan muchas expectativas frente a esta nueva experiencia. Encuentro y
dedicación, que cada día nos ayudaran a crecer como maestros, maestros que con su
conocimiento y testimonio, ayudan a formar el futuro de nuestra sociedad. Un futuro
cargado de esperanza y novedad; por un lado, de esperanza de poder vivir en armonía y en
paz, como hijos de Dios; con novedad, porque nuestra sociedad necesita un cambio que
motive más a valorar y cuidar nuestra casa común. Para ello, me permito compartirles una
brece reflexión del texto de los Hechos de los Apóstoles, donde la palabra nos recuerda la
gran obra realizada por el Señor, y algunas pautas para ser Maestro, al modo de Jesús de
Nazaret. Seguido de ellos, unas breves palabras de Papa Francisco y una oración para
cerrar.

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 10,34-38

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:


«Ahora comprendo con toda la verdad que Dios no hace acepción de personas, sino que
acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. Envió su palabra a los
hijos de Israel, anunciando la Buena Nueva de la paz que traería Jesucristo, el Señor de
todos.
Vosotros conocéis lo que sucedió en toda Judea, comenzando por Galilea, después del
bautismo que predicó Juan. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza
del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo,
porque Dios estaba con él».
Palabra de Dios.

“Jesús pasó haciendo el bien”, nos dice el Pedro en los Hechos de los apóstoles, donde nos
recuerda que el Señor salió al encuentro con el otro. Hay que hacer hincapié en la
importancia del « hacer »; Jesús actúa, no se conforma con hablar del bien en sí, o con
animar a los demás a practicarlo. Tampoco se limita a hacer el bien tal y como venía
marcado en la sociedad religiosa de su tiempo. Ante auditores recalcitrantes, de mirada
deformada, a veces se ve obligado a definir el verdadero bien y la jerarquía de valores. En
varias ocasiones, realiza curaciones en sábado, y ello escandaliza a los fariseos que lo
consideran como un trabajo prohibido. De este modo, en sábado, cura a un hombre con la
mano seca. Ante las reacciones hostiles, plantea la única pregunta que vale la pena
hacerse: « ¿es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de
destruirla? » (Lc 6,9) En el evangelio de Mateo, Jesús añade: « ¿Quién de vosotros, que
tenga una sola oveja si ésta cae en un hoyo en sábado no la agarra y la saca?  ». (Mt 12,
11).

Ahora bien, el verdadero discípulo no solo se sienta a escuchar y guardar en su cabeza las
palabras de su maestro, sino que lo que recibe lo guarda en su corazón y lo transmite a los
demás con amor. De estas breves palabras, se pueden sacar tres enseñanzas de Jesús,
maestro verdad y vida.

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- Primero: el maestro debe tener un corazón humilde y manso. En el ejercicio
docente, la humildad es asimismo una virtud indispensable, que protege de la
vanidad que cierra el acceso a la verdad. No debemos atraer a los estudiantes a
nosotros mismos, sino encaminarlos hacia esa verdad que todos buscamos.
Precisamente, a esto nos ayudará el Señor, que nos propone ser sencillos y eficaces
como la sal, o como la lámpara, que da luz sin hacer ruido (cf. Mt 5,13-15)»
(Benedicto XVI, mensaje a la diócesis de Roma sobre la tarea urgente de la
educación). En ese sentido, el Maestro por excelencia, llevó esta intuición a su
plenitud: «Bienaventurados los humildes, pues ellos heredarán la tierra» (Mt5, 5),
«Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de
corazón».

No podemos quedarnos con lo que un día recibimos, por ello es necesario asumir esta
virtud que nos motiva y anima a dar lo que tenemos de la mejor manera y con la mejor
disposición. Es una virtud que se puede cultivar cada día con pequeños actos que se van
dando en nuestro entorno educativo.

- Segundo: la autoridad del maestro ha de ser asumida como servicio. Pasajes bíblicos
como el que nos presenta Marcos, donde Jesús con su autoridad, expulsa a unos
demonios; hecho que se extendió por toda la región haciendo más conocido su
nombre.

Pero la historia habla por sí sola, donde muchas veces el hombre asume la autoridad como
un fin, sin importar la vida de las personas, ocasionando daño de diferente índole. Dichos
resultados se pueden ver en las guerras y conflictos, donde quien posee la autoridad, deja de
ver al otro como un don de Dios, como alguien a quien se debe respetar, a quien se debe
amar, sino que su mirada cambia al verlo como instrumento para poder alcanzar sus fines
personales. Por ello, Es importante, reconocer que la autoridad humana nunca es un fin,
sino siempre y solo como un medio, y que necesariamente, en toda época, el fin siempre es
la persona, creada por Dios con su propia e intangible dignidad y llamada a relacionarse
con su creador, en el camino terreno de la existencia y en la vida eterna; es una autoridad
ejercida en la responsabilidad delante de Dios, nuestro del Creador. Una autoridad
entendida así, que tenga como único objetivo servir al verdadero bien de las personas y ser
transparencia del único Sumo Bien que es Dios, no sólo no es extraña a los hombres, sino,
al contrario, es una ayuda preciosa en el camino hacia la plena realización en Cristo, hacia
la salvación.» (Benedicto XVI, audiencia general miércoles 26 de mayo de 2010).

- Tercero: el maestro debe comunicar los valores con su vida. Es una tarea que exige
mucho y nos pone a prueba, en especial cuando nos encontramos con diferentes
realidades concretas como una broma pesada, o presenciar comportamientos
inapropiados, que nos llevan muchas veces, a dejarnos llevar por nuestro impulso.
En este caso, debemos tratar de ser prudentes y sigilosos con nuestra forma de corregir o de
llamar la atención. Se hace necesario poner en práctica el amor, primero, por la hermosa
vocación a la que hemos sido llamados; segundo, recordar que quien está a nuestro lado,
busca el amor que muchas veces la misma familia y sociedad les niega.

2
El Papa Francisco nos recuerda con sus palabras, la importancia de su servicio en la
sociedad. «El Sol no se apaga durante la noche, se nos oculta por un tiempo por
encontrarnos «al otro lado», pero no deja de dar su luz y su calor. El docente es como el
Sol. Muchos no ven su trabajo constante, porque sus miradas están en otras cosas, pero no
deja de irradiar luz y calor a los educandos, aunque únicamente sabrán apreciarlo aquellos
que se dignen «girarse» hacia su influjo. (Papa Francisco). Aunque Salí hace muchos años,
recuerdo con agrado el tiempo, la formación, la paciencia y lo consejos de quienes me
acompañaron cuando estaba como formando. Recuerdo con agrado a la profesora Luz
Marina, Maribel, vilma, Belén, Darío Jáuregui, Ricardo, José Luis, Liliana, Zulay,
Miriam, Jeudiel, Laura, entre otros que se me escapan sus nombres en este momento.
Queridos maestros, puede que en el momento no se vean los resultados de sus esfuerzos
con claridad, pero de lo que sí es seguro es que lo que ustedes siembran hoy, algún día dará
fruto. Les habla una persona orgullosa de haber tenido unos profesores tan buenos que me
supieron acompañar, de quienes aprendí mucho y con quienes estoy muy agradecido.
Los motivo nuevamente, con las palabras del Papa Francisco: “Yo les invito a ustedes,
profesores, a no perder los ánimos ante las dificultades y contrariedades, ante la
incomprensión, la oposición, la desconsideración, la indiferencia o el rechazo de sus
educandos y de sus familias. La educación es el mejor servicio que se puede prestar a la
sociedad, pues es la base de toda transformación de progreso humano, tanto personal como
comunitario. Este sacrificado servicio pasa desapercibido para muchos. Probablemente,
ustedes no podrán ver el fruto de su labor cuando éste aparezca, pero estoy convencido de
que gran parte de sus alumnos valorarán y agradecerán algún día lo sembrado ahora. No
confundan nunca el éxito con la eficacia. En la vida no siempre lo eficaz es exitoso y
viceversa. No olviden que la clave de toda obra buena está en la perseverancia y en ser
conscientes del valor del trabajo bien hecho, independientemente de sus resultados
inmediatos. Sean fuertes y valientes, tengan fe en ustedes y en lo que hacen”.
Para finalizar, los invito a que desde nuestro asiento, cerremos nuestros ojos y nos
dispongamos a orar, por todas las maravillas que el Señor hace en nosotros cada día, y por
este nuevo año escolar que iniciamos.

3
Padre bueno y de bondad, infinitas gracias te damos por todo lo que recibimos de ti cada
día: por la vida, la salud, el pan de cada día, nuestro hogar, nuestra vocación como
maestros, por todo te damos gracias Señor. Con la confianza puesta en Ti, porque
creemos en tu inmenso amor, reunidos como una familia, elevamos una acción de gracias
y una petición; gracias Señor porque nos llamas a ser maestros, porque te has valido de
nuestras humildes manos para orientar, acompañar y formar el futuro de nuestra sociedad,
de nuestro país y del mundo. Te pedimos Señor, nos acompañes en este nuevo año escolar,
que tu santo espíritu ilumine siempre nuestras palabras y acciones para poder hacer de
estos niños y jóvenes, instrumentos de tu paz y de tu amor. Te pedimos Señor, por todos los
maestros del mundo; por quienes arriesgan su vida día a día por acompañar a sus
formandos; por aquellos, que hacen muchas veces el papel de padre o madre, en medio del
abandono o del desinterés que muchas familias viven. Se tu Señor, motivo y esperanza
para quienes día a día, prestan este servicio en cualquier lugar del mundo.
Te pedimos Señor, por quienes se acercan a esta institución, colaboradores,
administrativos, padres de familia y los niños y jóvenes a quienes acompañaremos en este
nuevo año escolar.
Gracias Señor porque siempre nos acompañas y nos llenas de tus dones, hoy elevamos
como familia, una oración por nuestra hermana Verónica, por un día más de vida que le
has concedido y por su presencia entre nosotros. Sigue acompañando sus pasos, esfuerzos
y entrega en esta hermosa labor a la que Tú la has llamado.
Que tu bendición nos acompañe siempre, y que a ejemplo de María, podamos seguir las
huellas de tu hijo amado, Jesucristo, Señor y maestro. Amen.

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