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Este desarrollo tuvo que ver con la economía que estaba organizándose a base del
azúcar a una economía del ganado fue brusco o se llevo a cabo en pocos años. La isla
siguió produciendo azúcar.
Una economía iba en descenso y la otra ascendía, sabemos que los ingenios
empezaron a desaparecer, primero por los mas alejados de la capital; el de Higüey, los
de puerto plata, Bonao, san juan de la Maguana.
La española eran tan pocos que su precio subía mucho, y eso se traducía en una baja
alarmante del valor de la moneda.
En España se produjo una venta de pieles de reses lo cual era legal en las vecindades
de la capital. En 1581 se embarcaron para España 14,000 mil cueros, que España
pagaba a diez pesos. Los artículos que los holandeses daban por una piel valían, al
venderlos, veinte pesos.
Desde el punto de vista del gobierno español esto ultimo colmaba todas las medidas, y
así, cuando el deán de la catedral de santo domingo recogió entre los habitantes del
oeste unas trecientas biblias luteranas, entre fines 1599 y principios de 1600, el
gobierno español, campeón mundial del catolicismo, ordeno las despoblaciones.
Para el año 1606 la población estaba concentrada en diez poblaciones que eran la
capital, Santiago, la vega, Cotuí, Higüey, azua, el serbo, boya, monte plata y bayaguana,
las dos ultimas formadas con los pobladores de monte Cristi y puerto plata, los de
bayajá y yaguana.
En la capital había una población que había llegado a ser solo de 200 familias en el
1600, paso a ser de 648, la de Santiago de 195, la de bayaguana de 115, monte plata
de 87, azua de 46, la vega de 40, Cotuí de 24.
De tal numero que debemos reducir que los esclavos que trabajaban en las estancias
debían ser alrededor de 1950. Esto es 10 veces mas que los que trabajaban en los
hatos.
No sabemos qué número de personas se dedicaban en los centros urbanos a la producción
artesanal, al comercio o a los cargos públicos. Pero de la cantidad de habitantes que había en
esos lugares se deduce que no podían ser muchas y que por tanto no estaban en capacidad de
discutirles a los hateros su preeminencia social. Con lo que se concluye que al terminar las
despoblaciones del gobernador Osorio, lo que teníamos en La Española -que ya entonces
comenzaba a ser conocida con el nombre de Santo Domingo- era una sociedad de hateros. En
poco más de medio siglo, pues, habíamos descendido por lo menos dos grados en el orden de
la organización social, y además, la mitad de la Isla quedó abandonada, hecho que originaría
males irremediables.