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DDHH, DIDH Y DERECHOS FUNDAMENTALES

APROXIMACIÓN HISTÓRICA Y DE CONTEXTO DE LOS DERECHOS


FUNDAMENTALES

ORIENTADO POR:
DR. MARIA CRISTINA GOMEZ ISAZA

ALUMNO:
CARLOS ARTURO MACHUCA CAMACHO

Programa de Especialización en Derecho Constitucional y Sistema Interamericano de


Derechos Humanos – IV Cohorte
Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales
Fundación Universitaria Navarra – UNINAVARRA
Ciudad- Neiva 2020
DEMOCRACIA Y MEMORIA.
EL DERECHO A LA MEMORIA COMO DERECHO HUMANO UNIVERSAL

Los mecanismos jurídicos de protección del derecho a la memoria, que los Estados deben
implementar en cumplimiento de su deber de recordar, deben ser suficientes para garantizar
la no repetición de violaciones a los Derechos Humanos, deben permitir volver al pasado de
manera crítica y reflexiva, y deben evitar el conocimiento de una verdad a medias,
favorable a los intereses políticos de quienes en últimas resultaron ser los perpetradores de
los graves violaciones de los derechos humanos que no se deben olvidar, ahora bien el
origen, la evolución y la consolidación de la memoria, como un derecho imprescriptible e
inalienable, parte de su reconocimiento internacional como elemento vital del acceso a la
verdad y como ingrediente necesario.

El desarrollo jurídico y conceptual del derecho a la memoria como parte integrante de los
derechos a la verdad, justicia y reparación, que le asisten a las víctimas de las violaciones
de Derechos Humanos, como paso fundamental en el camino hacia la reconciliación, en las
sociedades que han sido atravesadas por las dinámicas de la violencia, bien sea por la
aparición de dictaduras sanguinarias o de conflictos armados intensos.

Principalmente se tiene como base tres tipos de memoria importantes para definir los
propósitos y posiciones. La memoria impedida, es la memoria que recuerda sin reflexiones,
sin hacer nada, es autocritica sin pasar por el corazón. La memoria manipulada es el tipo
de memoria que es instrumentada por el poder político, económico o religioso, los olvidos
y las ocultaciones de hechos son intencionados y excluyentes. Por último la memoria
obligada, es el deber del ser humano de recordar, también es el deber de hacer justicia, pues
es necesario recordar las injusticias para la construcción colectiva de principios
democráticos de convivencia, y a la vez para la reparación individual y colectiva de las
víctimas, en conclusión este tipo de memoria tiene el deber moral de recordar las injusticias
y el deber jurídico de reparar las víctimas de las mismas.

A partir del final de la Guerra Mundial, nació un profundo interés de la comunidad


internacional por la creación de instrumentos para la lucha contra la impunidad, lo que
llevó a la Comisión de Derechos Humanos de la ONU a promulgar los principios contra la
impunidad, a través del informe del relator especial Luis Joinet preparado en 1997, en el
marco de la consolidación del Derecho Internacional, de los Derechos Humanos y del
Derecho Internacional Humanitario. En ellos, se tipifican los derechos a la verdad, la
justicia y la reparación, haciendo énfasis en el derecho a la memoria como presupuesto para
la efectividad de los mismos.

“El deber de la memoria es el deber de hacer justicia, mediante el recuerdo, al que ha sido
objeto de injusticia” Aristóteles.
Después de muchas luchas El derecho internacional ha reconocido que tanto las víctimas de
violaciones de los derechos humanos y sus familiares como la sociedad en general tienen el
derecho de conocer la verdad sobre estas violaciones. En este sentido, la Corte
Interamericana de Derechos Humanos ha desarrollado una amplia jurisprudencia en la que
reconoce que, al no investigar exhaustivamente las violaciones de derechos humanos, el
Estado vulnera el derecho de las víctimas y de los familiares a saber la verdad sobre lo
ocurrido, lo cual agrava su sufrimiento, al crear un sentimiento de inseguridad, frustración e
impotencia ante la abstención de las autoridades públicas de investigar los hechos. Han
reconocido el derecho a la verdad y a la memoria estableciendo su relación con otros
derechos como el de la libertad de pensamiento, la libertad de expresión, el derecho a la
información o el derecho a un proceso jurídico justo.

Con esto recurrimos a las políticas públicas de la memoria histórica, quien nos dice que el
conocimiento y el recuerdo de la verdad son pasos para la reparación integral de la dignidad
de las víctimas, aquellas victimas tradicionales y reiteradamente excluidas como mujeres,
indígenas, homosexuales, defensores de los derechos humanos, niños de la calle, pobres,
desaparecidos, desplazados forzosos, desplazados climáticos…
En pocas palabras la memoria no es un acto del pasado, sino que como señalo el filósofo de
la escuela Frankfurt Walter Benjamín, “estos son los retos del presente y del futuro, los que
interpelan a nuestro pasado en una temporalidad no lineal…”

El derecho a la memoria es tanto un derecho individual como colectivo y social, reconocido


jurídicamente, que puede ser entendido como el derecho a entender y elaborar el pasado.
De esta manera, la memoria resulta necesaria en el campo de la justicia, en tanto, del
conocimiento de la verdad del delito, de su difusión pública y de la preservación del
recuerdo de la víctima, depende en alto grado que la impunidad no se prolongue en el
tiempo. En este sentido, el derecho a la memoria hace parte de los derechos que continúa
teniendo el individuo después de su muerte. Hannah Arendt, menciona que “el derecho a la
memoria sirve para luchar contra la perpetuación de las tendencias totalitarias que las
produjeron y que ejercieron dominación a través del terror y la barbarie.”

Finalmente podemos concluir que el autor María José fariñas, reconoce a la memoria
obligada como el único tipo de memoria que puede actuar contra el olvido de las injusticias,
contra el olvido que implica engaño o silencio cómplice y que ayuda a establecer
posteriores dinámicas de dominación. En igual sentido, recalca que este tipo de memoria
resulta imprescindible para una acción transformadora del ser humano en todos sus
contextos sociales, políticos, económicos y culturales, y en tal dirección, implica como
correlato el deber de recordar las injusticias y de reparar a las víctimas de las mismas, como
una decisión consciente de no olvidar, como demanda ética de lucha por la justicia.
Y personalmente el derecho a la memoria opta por sacar a la luz un pasado con bastantes
errores, llegar a la corrección de estos, apoyar la posición de tanto victimas como
victimarios, es la visión con oportunidad de corregir y dirigir una mejor sociedad y un buen
futuro, con más justicia y más verdad.

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