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Cuento Damian.
Cuento Damian.
-Doña Inés, es normal que los niños a esta edad sientan curiosidad por
explorar sus cuerpos y que se pregunten por qué es diferente al de las
niñas. Es necesario que usted lo acompañe durante su etapa de
desarrollo y más ahora que su marido no está. Eso sí se lo recomiendo.
Puede ser contraproducente que Damián aprenda todo a su manera,
pues aún está muy pequeño como para que comprenda, cabalmente,
cómo es que funciona la vida. Él necesita ser guiado. No lo castigue,
pero sí háblele bastante, aconséjelo, dígale que eso que hace…
Sin la presencia del padre, la madre era quien tenía que hacerse cargo
de la granja. Damián era obligado a laborar en ella desde el meridiano,
hora que llegaba de la escuela, hasta caer la noche. En varias ocasiones
su madre estuvo muy cerca de retirarlo de la institución porque el
trabajo ya no rendía como antes. La producción de leche era primordial,
pero el cultivo de frutas y hortalizas, de lo cual también se sostenía la
granja, se redujo. Cuatro años después, ya en su décimo aniversario y
en quinto grado, Damián desertó, al fin, de la escuela. Allí comenzaría a
cambiar radicalmente su actitud debido al maltrato, a la falta de cariño y
comprensión de su madre Inés.
-¡Qué haces aquí, inútil! ¡Regresa al trabajo! –le gritó su madre Inés.
Damián obedeció como nunca antes. Estaba dócil y muy pensativo.
Hasta su madre Inés se extrañó por su actitud. Damián continuó
laborando normalmente durante todo el día. Preparó la cena para él y su
madre, cosa que nunca había hecho. Ya en la mesa su madre Inés le
preguntó: