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ARGENTINA Y EL COP 16 EN

CANCÚN: UN DESAFÍO A FUTURO

El recientemente logrado acuerdo para combatir el calentamiento global entre 194 países en
el COP 16 de Cancún en Mexico, nos propone el debate sobre un modelo económico
sustentable para nuestra nación en el siglo XXI y el rol del nuevo progresismo. También
abre la puerta para que la Argentina se transforme en un líder mundial en materia de medio
ambiente.

Después de arduas negociaciones que culminaron en la madrugada del sábado 11 de


diciembre del 2010, la conferencia de la Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP
16) realizada en Cancún, Mexico, finalmente ofreció un acuerdo que ofrece esperanzas
hacia el futuro del tratamiento de la amenaza del cambio climático en el mundo. A
diferencia del COP 15 del 2009 en Copenhague, los 194 países participantes en Mexico
avanzaron en su compromiso por trabajar en forma coordinada para evitar una catástrofe en
ciernes como resultado del calentamiento global provocado por el efecto acumulación de
gases en la atmosfera conocido como "efecto invernadero."

Las voces de alerta de los ambientalistas del mundo, respaldadas por confiables
investigaciones científicas, demostraron que el descontrolado consumo de hidrocarburos
junto con la acelerada destrucción de los ecosistemas boscosos del planeta, han provocado
un calentamiento global con severas consecuencias climáticas. Estas se expresan en
desastres cada día más graves y frecuentes como los grandes huracanes, las temperaturas
extremas, el deshielo de glaciares, la elevación de los niveles de los océanos, las masivas
inundaciones y las sequías atípicas que preceden desertificaciones.

Estos estudios han determinado que el incremento de la temperatura de la tierra y


consecuentemente los cambios del clima, están relacionados al menos en 90% con la
excesiva concentración de gases de efecto invernadero, provocados principalmente por las
emisiones de dióxido de carbono que resulta de quemar combustibles fósiles, pero también
por otras actividades productivas, como las concentraciones de gas metano que generan
diversos cultivos, los desechos del ganado, y el tratamiento de la basura, entre otros
factores. Actualmente, existe consenso entre los científicos en el sentido de que un
incremento de alrededor de dos grados Celsius en la temperatura de la Tierra, implicaría un
escenario de consecuencias simplemente catastróficas para la humanidad y su medio
ambiente.

Durante el transcurso de la civilización humana la cantidad medida de dióxido de carbono,


el gas más común en el efecto invernadero, en el aire ha sido de 275 partes por millón. A
finales de la década del 50 ya había alcanzado la cantidad de 315 ppm y en el 2008 alcanzó
los 385 ppm. Esto ha causado el incremento de la temperatura global en 0,75 grados
Celsius por sobre los niveles anteriores a la Revolución Industrial del SXIX.

De acuerdo a los estudios del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la


ONU, si la humanidad no quiere sufrir las consecuencias terribles de este fenómeno debe
comprometerse a bajar los niveles de dióxido de carbono por debajo de los actuales 385
ppm a un máximo de 350 ppm o menor. Como expresa Pablo Quiroga, quien fuera Sub
Secretario de Políticas Ambientales de la Nación del gobierno de Raúl Alfonsín, "Para
evitar llegar a este punto, se deben conseguir que las emisiones totales en 2020 sean los
niveles existentes en 1990 y reducirlos un 50% para mitad de siglo. Esto se traduce en la
necesidad de reducir, al menos, un 30% las emisiones de los países industrializados para
el 2020 sobre los niveles de 1990 y un 70% para el 2050."

El protocolo de Kioto, firmado por la Argentina y aun vigente hasta el 2012, establece el
principio de "responsabilidades comunes pero diferenciadas" entre las naciones mundiales.
Esto significa que las naciones industrializadas deben asumir el costo ecológico de su
propio desarrollo. El protocolo establece que esa carga en el medio ambiente mundial debe
ser compensada y que las naciones industrializadas deben bajar sus emisiones anuales por
debajo de las emitidas en el año 1990 así como también apoyar a las naciones en desarrollo
a paliar las consecuencias de la catástrofe por ellos provocada. Ni China ni Estados Unidos
ratificaron este acuerdo aun cuando son responsables por más del 60% de las emisiones.

Las implicaciones globales de esta crisis generarán un mundo que presentará urgentes y
variadas demandas sobre los recursos naturales de las naciones, con la posibilidad de que
esto origine mayores focos críticos de conflicto en lo que se refiere a los recursos
energéticos y al acceso a ellos, mayores flujos migratorios medioambientales, una extensa
propagación de enfermedades contagiosas y crecientes presiones sobre Estados y regiones
vulnerables. Esto llevara inevitablemente a una amenaza en la seguridad global. Argentina,
por tanto, estará en el centro de estas presiones dado su riqueza en agua y otros recursos
naturales.

Lo anterior supone la imperiosa necesidad para nuestro país de tomar la iniciativa en


renegociar y hacer obligatorios los compromisos asumidos de manera voluntaria por las
naciones en el Protocolo de Kioto y avanzar en profundizar el acuerdo del COP 16 en
Cancún hacia un nuevo protocolo en el 2012.

El nuevo acuerdo firmado en el COP 16 en Mexico establece a grandes rasgos:

- Los gobiernos establecerán un fondo climático (Green Climate Fund, GCF) que permitirá
entregar los recursos necesarios para que los países en desarrollo enfrenten el cambio
climático y frenen la deforestación. En los primeros tres años este fondo será regulado por
el Banco Mundial y empezara con 30 billones de dólares para llegar a los 100 billones en
2020.

- Otro tema importante que salió de Cancún tiene que ver con el mecanismo que protegerá
los bosques tropicales al mismo tiempo que sea salvaguarda de los derechos de las
comunidades indígenas y la biodiversidad

- El acuerdo establece que la reducción de emisiones debe estar en línea con lo que dice la
ciencia –entre 25 y 40 por ciento de reducciones para el 2020- para mantener el incremento
de la temperatura por debajo de los 2 grados.

- Crear mecanismos de transferencia tecnológica desde las naciones desarrolladas para


apoyar una nueva industria sustentable.

Aunque el acuerdo de Cancún es un avance importante, es considerado bastante lejos de lo


ideal como resultado de la negativa influencia de Estados Unidos, Rusia, Japón y China. La
única delegación que no firmo el nuevo acuerdo en Cancún fue la delegación boliviana que
expresó su rechazo por lo que consideran un acuerdo imposible de cumplir dado la falta de
fiscalización vinculante del mismo.

La Argentina debería liderar esta negociación hacia el nuevo acuerdo de este año en
Durban, Sudáfrica, donde están las esperanzas de sentar las bases de un nuevo protocolo
que reemplace al de Kioto. De qué manera se resuelva esta conflictiva negociación, en la
que influyen no solo las naciones sino también la poderosa industria de la vieja economía,
depende el futuro bastante cercano de nuestro planeta.

La experiencia del fracaso de las negociaciones de Copenhague en 2009 muestra como las
economías centrales acordaron con las potencias emergentes del BRIC para que nada
cambie, la excusa esa vez fue la crisis económica mundial. Este escenario le otorga a los
países como el nuestro una oportunidad única para liderar, con el ejemplo, el cambio que
las generaciones venideras le agradecerán alrededor del mundo. Liderar el trabajo en los
nuevos elementos incorporados en Cancún, como la lucha contra la deforestación, la
cooperación tecnológica, la transferencia de información de los países centrales a los
periféricos, y la efectiva creación del fondo verde, debería ser el compromiso de la
Argentina.

Organizaciones internacionales como la Internacional Socialista han fijado públicamente su


posición proponiendo construir una sociedad de baja emisión de carbono basada en
principios de justicia social. Básicamente lo que la IS propone es una solución integral que
no solo contemple los modos de producción sino también una nueva cosmovisión
integradora de la humanidad con su medio ambiente. Einstein decía que para solucionar un
problema no se debe usar la misma lógica que lo origino, solo de esa forma se llega a
transformar las causas estructurales que lo generaron.

Esta nueva cosmovisión debe necesariamente partir de la necesidad de crear un "nuevo


acuerdo" con la naturaleza apoyado por la ciudadanía y financiado por quienes tienen
mayor responsabilidad en la creación de la situación actual a nivel mundial y también local.
Un acuerdo basado en la cooperación y la buena fe, que incluya al norte y al sur, jóvenes y
mujeres, capital y trabajo. Ese es el espíritu del acuerdo del COP 16 en su punto 10 cuando
habla de un cambio de paradigma para lograr una sociedad de bajo consumo de carbono
que asegure la igualdad de oportunidades basado en tecnologías, sistemas de producción,
consumo y estilos de vida que sean sustentables.

El punto 15 del acuerdo de Cancún también habla de la necesidad de los países de


implementar programas de acción para la adaptación de este nuevo paradigma económico
con estrategias y programas a mediano y largo plazo. Para ello el gobierno nacional
argentino debiera convocar a un acuerdo nacional con todos los partidos políticos con
representación parlamentaria, capital, trabajo, el campo, organizaciones ambientalistas y los
gobiernos provinciales para trabajar en conjunto en este nuevo modelo que será necesario
construir. La Argentina es signataria de este acuerdo y será requerida de cumplir con estos
pedidos tarde o temprano. De hecho el acuerdo establece las fechas de 21 de febrero y 28
de marzo del 2011 para que los países envíen recomendaciones sobre los diagnósticos
nacionales y sugerencias sobre los distintos programas a ser implementados en la
mitigación del calentamiento global. Con todos los cambios recientes en la secretaría
nacional de ambiente no parece que ninguno de estos estudios se esté realizando. El
nombramiento de un barón del conurbano al frente de la secretaria habla más de la
preocupación en el negocio de la basura que trabajar por cumplir con nuestros
compromisos internacionales como nación.

Ese liderazgo que le reclamamos a la Argentina debe ser apoyado por todas las fuerzas
políticas y sociales del país. Para ello es necesario un acuerdo nacional que lleve la causa
de la defensa del medio ambiente a la categoría de lo que fue la defensa de la democracia y
los derechos y libertades civiles en los 80s. Hoy, los argentinos consideramos la
democracia como un derecho inalienable y parte inseparable de nuestro modo de vida (a
diferencia del periodo entre 1930 y el golpe del 1976) y eso es el resultado de la
maduración del pueblo y sus dirigentes durante la transición democrática de la gestión del
gran presidente radical Raúl Alfonsín. Este es el gran desafío de la nueva gestión que
también tiene que ver con una nueva política energética (eléctrica e hidrocarburos) que ha
sido largamente olvidada.

Para lograr este acuerdo es importante quebrar la lógica del lobby y de acuerdos de
superestructura buscando el apoyo de la sociedad civil. Para conseguir este apoyo de la
comunidad es fundamental el uso de todos los recursos del Estado en promover la
educación ecológica (mas que el futbol para todos), tanto en las escuelas como en los
medios de comunicación social. Un mundo sustentable requiere un pensamiento
sustentable.
Frente a este desafío, el próximo periodo presidencial (que seguramente estará encabezado
por Ricardo Alfonsín) debería focalizarse en el esfuerzo de lograr que la "defensa de la
ecología" se constituya también en un derecho inalienable de la condición humana y hacer
de ello su bandera. La Argentina tiene las condiciones objetivas para generar este cambio,
solo hace falta un liderazgo político que la oriente hacia él. Un cambio tan necesario como
posible, que incluya a todos los sectores procurando el objetivo último del bienestar general
basado en una política reconciliatoria con el medio ambiente. Los empresarios serán actores
fundamentales en este proceso, la oportunidad de nuevos y redituables negocios en este
campo virgen es interminable.

Ese es el principio del nuevo humanismo, donde cooperación, dialogo, y el bien común son
los criterios rectores. Solucionar los problemas de la humanidad esta intrínsecamente ligado
a solucionar los problemas del medio ambiente del que somos parte. Imitando las leyes de
la naturaleza es como podremos volver a estar en armonía con ella.

Es la responsabilidad histórica de esta generación el plantar la semilla del cambio que


beneficie a las nuevas generaciones. No se trata de cambiar todo, sino de preservar lo útil y
transformar lo que no es sustentable. Argentina puede ser un líder en el mundo en materia
de sustentabilidad y a eso debe ser orientado el nuevo modelo productivo que nos propone
debatir en su columna en este espacio, el economista de los equipos de Ricardo Alfonsín,
Adrián Ramos. Una Argentina verde que produce y exporta productos saludables y
sustentables, ese es el sueño para lo que hará falta una profunda reconversión.

Algunos pensaran que decir esto es ser idealista, utópico, o soñador, pero la realidad es que
si estos objetivos no son alcanzados, toda la construcción intelectual pergeñada por
generaciones humanas no podrá resolver la crisis que su sistema de subsistencia material ha
generado. Las generaciones futuras tendrán un sistema liberal y democrático en todo el
mundo pero eso solo no garantizara su subsistencia, es por ello que humanismo hoy es ser
ecologista y ser progresista es también ser ecologista. Más que política ecológica
proponemos una ecología política, que es un mundo en equilibrio biológico, con respeto a
la naturaleza, los derechos humanos universales, y la justicia económica en el marco de una
cultura de paz. Preservar la biosfera saludable con todos sus sistemas ecológicos es vital
para la supervivencia de todas las especies vivas, incluida la humana. Solo así tendremos un
futuro posible para nosotros, para nuestra posteridad, y para el resto de nuestro medio
ambiente.

Miguel Lozupone tiene 41 años y es Licenciado en Comunicación Social de la


Universidad de Winnipeg en Canadá. Trabaja como Director de Relaciones
Internacionales del Red River College en la provincia de Manitoba en Canadá.
Integra la Red Internacional de Argentinos por el Desarrollo, que forman parte de los
equipos de Ricardo Alfonsín. Es uno de los fundadores de la Franja Morada
Secundarios en la ciudad de Buenos Aires, en 1982.

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